Saludos. Qué capítulo. La antesala a lo que promete ser una guerra civil por el control de lo que queda del país. Aunque Fitzpatrick no parece estar tan organizado como cree estarlo. Puede que me equivoque, pero predigo una traición en el futuro de ese sujeto. ¿Por qué no mató a su ex en cuanto la tenía enfrente? Se arriesga mucho al dejar con vida a una rehén tan inteligente. Sin mencionar que el impacto de matarla ahí mismo le hubiera dado puntos de dramatismo al capítulo. No vi errores que señalar. Así me gusta sean los escritos.
Capítulo XVIII: Los Rebeldes de San Ángelo En los alrededores de la zona residencial de Fillmore, un lugar relativamente tranquilo para vivir, se originó un gran revuelo entre sus habitantes, ya que un convoy de vehículos que gran tamaño estaban recorriendo las carreteras de aquella localidad, a buena velocidad. Observaban todo aquello desde las ventanas de sus casas, algunos con asombro, otros con miedo, pero también con incertidumbre, porque no tenían idea de lo que estaba sucediendo, razón por la que decidieron resguardarse en sus hogares, por si se trataba de delincuentes o mafiosos, quienes acostumbraban saquear los lugares por los que transitaban, en busca de recursos, como agua, comida o ropa. Ian y Sean continuaban apostados en la entrada de la casa de Garrett, precisamente en espera de confirmar la sospecha del mayor; lo cual se corroboró en el transcurso de los minutos, cuando la comitiva se detuvo a pocos metros de la vivienda del hacker. Al ver esto, Sean le preguntó, un poco preocupado: —¿Aún crees que se trate del grupo de hombres que mandó Mc Keller, para que cuidaran a la Doctora Jhonson y a Megan Knox? —Estoy absolutamente seguro de eso —aseveró Ian, muy serio —, conozco a Louie, sé que envió a su gente apenas confirmó lo que le informamos Troy y yo al llegar a éste lugar. —¿Y qué vas a hacer cuando se entere de que fueron secuestradas por ése asesino? —No lo sé —se sinceró Ian —, pero no pienso quedar como un cobarde ante él, es lo único de lo que puedes estar seguro. Unos minutos después, ambos observaron que los ocupantes de dichos automóviles comenzaban a descender de éstos, llevando consigo armas de corto y largo alcance, las cuales eran parte de las dotaciones que había conseguido Louis durante su estancia en los Estados Unidos -producto, en su mayoría, de negocios con criminales del país-, y que estaban destinadas a utilizarse para enfrentar a Van Slyke y a sus subordinados, si se concretaba el hecho de darse un Golpe de Estado en San Ángelo. Pero Ian empalideció de repente, al ver que de uno de los camiones de aquella caravana bajó Lance, quien era la mano derecha de su padre adoptivo, por lo que pensó para sí: “Genial... ahora sí es seguro que soy hombre muerto, Louie mismo me va a matar cuando sepa todo”. Su suposición era acertada, porque del mismo automotor bajó ése hombre, seguramente dispuesto a ver a Karen Jhonson y a Megan Knox, y dejar hombres que las protegieran de posibles ataques, por parte de la “Estrella del Norte”, antes de proseguir con su plan de acabar con ésa organización finalmente. Louis y Lance, seguidos por el resto de las personas que los acompañaban, se acercaron a dónde estaban haciendo guardia los dos jóvenes. Ian, al tenerlo de frente, se apresuró en decir: —Louie, cuando hablamos dijiste que enviarías a unos hombres, no que vendrías aquí en persona. “Siempre prefiere hacerle caso a todo el mundo, excepto a mí, eso no es raro”, fue lo que pensó Ian al escuchar lo que le dijera su padre; pero al ver el porqué de su presencia en ése lugar, decidió contarle la verdad. De todos modos, desde su punto de vista, esa sería otra razón por la cual el hombre no confiara en él en absoluto. —Pues déjame informarte que tú y tus hombres llegaron tarde... Van Slyke envió aquí a su matón personal, y secuestró a la Doctora Jhonson y a Megan Knox. —¡¿Qué demonios estás diciendo, Ian?! —le cuestionó Louis, completamente iracundo, mientras lo sacudía con las manos —. Definitivamente tú no estabas en capacidad de encargarte de este asunto, no debí permitir que te involucraras. Lance debió venir aquí en tu lugar. —Señor Mc Keller, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para protegerlas —intervino Sean, tratando de calmar a ése sujeto —. Pero ése asesino fue más inteligente y se las llevó. —¡Lo único que me faltaba! —se quejó el mayor, muy enojado —. ¿Hay algún colaborador de Megan Knox aquí, al menos? —La hija del Coronel Hatthaway, también los demás —contestó Sean, con voz serena —. Se encuentran adentro, si me permite, les avisaré de su llegada. Louie se limitó a asentir -no tenía ánimos para nada-, y se quedó afuera, esperando, mientras Sean le daba la noticia de su llegada al resto. Durante la espera, padre e hijo ni siquiera cruzaron miradas, mucho menos se dirigieron la palabra; el orgullo herido de cada uno fue más fuerte, por lo que prefirieron ser indiferentes el uno con el otro, lo que generaba mucha tensión en el ambiente. Al menos para Lance fue así, se sentía muy incómodo en ésa situación. Sean regresó con ellos al cabo de unos minutos, y le dijo al hombre que ya podía entrar a la casa. Por eso mismo, Louis le preguntó a Lance: —¿Me acompañas a la casa, Lance? —No señor, prefiero estar aquí al pendiente —fue la respuesta del chico. “Estar al pendiente, sí claro”, pensó Ian, al escuchar la respuesta de Lance: “Lo que no quieres es que Troy se entere de que estás aquí, porque si lo hace, te dará una golpiza”, al recordar que que él y el rubio -por algún motivo que él desconocía- no se llevaban bien. Por eso mismo, esbozó una sonrisa pícara, mientras le lanzaba una mirada al otro, que se sintió aún más incómodo, porque precisamente lo que buscaba era no tener ningún tipo de problemas con Troy mientras se encontraba en ése sitio. Aunque sus temores estaban bien fundados, de haber entrado a la casa, Lance no se hubiese visto amenazado por su viejo amigo, porque Bernie y Nolee estaban en una de las habitaciones de la planta alta, cuidandolo, ya que su condición física no era la mejor en ése momento, mientras Blake estaba en la puerta, muy triste por lo que le había pasado, mas no se atrevía a entrar, porque no quería causarle molestias a Nolee ni a su padre adoptivo, que era lo que menos necesitaban en un ambiente tan tenso, como lo era aquel en ésos instantes. Doña Leticia, viéndola con el semblante tan decaído, intentó darle un poco de ánimo, diciéndole: —No te pongas así, nena. Él se va a recuperar y todo esto que está pasando solo será un mal recuerdo. —Eso espero, porque todo esto parece una pesadilla —respondió, muy abatida. Mc Keller entró a la casa, en compañía de Sean, que lo condujo hasta el sótano con el que contaba dicha propiedad. Allí se hallaban Garrett, Cloe, el Doctor Sanders y Jenna -Stuart estaba en la cocina, preparando café, a la vez que pensaba en Megan, angustiado por el destino que pudiera correr al lado de Marcus-, revisando atentamente la computadora, para ver si lograban obtener algún tipo de información acerca de los planes de Van Slyke o de Fitzpatrick. Cloe fue la que se encargó de recibirlo en su pequeña guarida: —Bienvenido, señor Mc Keller, mi nombre es Cloe. Si gusta sentarse, adelante, espero que podamos ayudarle en lo que necesite. —Muchas gracias, señorita, pero no es necesario—declinó la oferta el hombre, con cortesía —, así estoy bien. —De acuerdo. ¿Qué es lo que le interesa saber? —¿Qué saben ustedes acerca de la relación entre la Doctora Jhonson y Van Slyke? —preguntó él. —En todo lo que concierne al “Escuadrón Alfa”. Al escuchar la respuesta de Cloe, Louis se quedó muy pensativo y, a la vez, un poco confundido. En los años que llevaba viviendo en los Estados Unidos -en calidad de exiliado, por ser opositor al gobierno de San Ángelo-, a sus oídos habían llegado rumores de ése equipo especial que tenía Fitzpatrick en el país, además de que Lance le contó sobre el ataque que el Jefe de la Policía Central perpetró hacía años en IEPCOM, en el cual había participado, siendo en ése entonces uno de sus sicarios. Pero él tenía entendido que Karen colaboraba con Van Slyke en el “criadero”, en sus inicios, educando a los niños que mantenían encerrados allí. —Tenía entendido que Jhonson era una cómplice menor en la “Estrella del Norte” —comentó finalmente, extrañado, para entonces preguntar —. ¿Qué tiene que ver con eso? —Hace cinco años, ella fue contratada para trabajar en un proyecto en la compañía IEPCOM —relató Sanders, muy serio —. Dicho proyecto consistía en crear seres humanos por medio de Manipulación Genética, y todo parecía ir bien, pero después de que los sujetos de prueba “nacieron”, tres de ellos murieron, la mujer huyó de la empresa con otros cinco y después, Fitzpatrick atacó las instalaciones, acabando con todo. Después, la compañía fue reestructurada y Jhonson quedó a cargo de la misma. —Los primeros humanos que nacieron como resultado de ése proyecto, fueron entrenados por Fitzpatrick, como si se tratara de soldados —añadió Garrett —. Fueron los primeros miembros del “Escuadrón Alfa”, y con el pasar del tiempo, crearon más, que se integraron a sus filas. —A ver si entiendo... ¿Esa mujer se encargó de crear un ejército de élite para la organización? —se preguntó, infiriendo la finalidad de todo ello —. Si fue así, supongo que Van Slyke estuvo detrás de aquella estratagema. —Supone bien, pero Fitzpatrick tiene en mente traicionar a Van Slyke y tomar el poder en San Ángelo —confirmó Jenna, como respuesta a su inquietud —. Y piensa utilizar al “Escuadrón Alfa” para conseguir su meta. —Ése Fitzpatrick no es más que un iluso —dijo Louie, dejando escapar una media sonrisa, pues no pudo evitar que aquello le causara gracia —, aquí puede hacer y deshacer a su antojo; sin embargo, la familia Van Slyke es una de las más influyentes en San Ángelo. Van Slyke fue presidente del Consejo de Gobierno en su juventud y el responsable de que la nefasta “Ley de División”, aunque ya existía, tenga su estructura actual, pues encabezó su última reforma. —Yo no estoy tan segura, Fitzpatrick es un tipo de cuidado —continuó la ex agente —. Es un corrupto, que se las arregló para llegar a ser el Jefe de la Policía y socio principal de una red de tráfico de armas, tiene sed de poder y eso lo hace impredecible. —Pues que lo intente, estoy seguro de que fracasará —sentenció Mc Keller —. Van Slyke es un hombre muy peligroso, no se detendrá ante nada para conseguir el poder absoluto en San Ángelo. Después de que Louis dijera eso, Stuart entró al sótano, para darles a sus amigos y a su antiguo jefe el café que había preparado; y al oír las últimas palabras del hombre, se unió a la charla, diciendo lo siguiente: —Hablando de Van Slyke y el sistema de gobierno en San Ángelo... ¿Qué pasa con los que se oponen al mismo? —Todo el que se oponga al Consejo de San Ángelo es perseguido ferozmente, algunos de ellos mantienen un bajo perfil, ocultos en las Islas Menores —explicó él —. Otros más, incluyéndome, hemos tenido que huir al exilio, manteniendo contacto con los rebeldes que quedaron en el país, tratando de hallar un modo de cambiar el modelo de gobierno. —Aunque sea por la vía armada... ¿O me equivoco? —En una situación como la que se vive en San Ángelo, esa es nuestra única salida —concluyó Louis, muy serio. Su conversación se vió interrumpida, debido a que Nolee fue al sótano, para hablar con Cloe, quien le había pedido que la mantuviera al tanto de lo que pasara con Troy, porque le preocupaba que, por querer rescatar a Megan, intentara escapar de la casa, sobre todo por el hecho de que estaba muy débil físicamente para viajar a San Ángelo, aparte de enfrentarse con Fitzpatrick y Van Slyke. Al verla entrar, no dudó en preguntarle, muy inquieta: —¿Troy está bien, Nolee? —Sí —respondió ella, tranquila —, está descansando arriba. La madre de Garrett le inyectó un calmante, para que repose, al menos por un buen rato. —¡Qué bueno! —exclamó Cloe, más aliviada al saber eso —. La verdad es que ya le hacía falta. —Pero miren a quién tenemos aquí... Nada más y nada menos que a Nolee Van Slyke —dijo Mc Keller, apenas reconoció a la joven, con sorna —. ¿Cómo le va a la “niña linda de papá” en el mundo real? —Mejor de lo que esperaba en realidad, Mc Keller —fue la respuesta de Nolee, haciéndole ver que sus palabras hirientes no le afectaban —. Lo que no me esperaba es que tuviera la mala suerte de llegar a cruzar palabra con un delincuente. —¿Delincuente yo? —le preguntó ése sujeto, muy sereno —. Esa es una buena broma, jovencita. —La verdad es que usted y los autoproclamados “rebeldes” no son más que un montón de criminales —sentenció Nolee, dejándose llevar por lo que conocía de la oposición al gobierno del Consejo de San Ángelo. —En comparación con tu padre, yo soy una blanca paloma, niña —le respondió Louis, un poco contrariado —. Yo lo único que quiero es que la nefasta “Ley de División” sea abolida, para que los habitantes de San Ángelo por fin tengan una vida normal. Pero irónicamente, la gente se niega a buscar una salida para librarse de un sistema opresor y arcaico. —Ése sistema ha existido en San Ángelo por muchos años, y las cosas marchan bien —dijo ella, muy seria —. Nadie se ha pronunciado en su contra, la calidad de vida es buena y pienso que cambiarlo puede ser muy problemático. —Perdóname Nolee, pero lo que yo llegué a saber de la vida en tu país no es normal —refutó Garrett, con un tono conciliador —. Eso de repartir a su población entre las islas de su territorio, dependiendo de su color de ojos es algo muy extraño, en ningún otro país se hace. —Tal vez a tí te parezca normal lo que sucede en San Ángelo, pero fuera de sus fronteras, no lo es —dijo aquel hombre, muy serio —. Mientras todos los miembros de una familia tengan el mismo color de ojos, todo está bien, pero... ¿qué pasa cuando no es así? En esos casos en que nace un niño o niña con un color distinto al de sus padres, es separado de ellos, porque lo ordena la ley. ¿No es cierto? —Así es —confirmó la chica. —Pero la ley, es sólo un estatuto, no toma en cuenta que el hacer eso destruye un hogar, los padres no pueden estar nunca con sus hijos, a menos que compartan su color de ojos —continuó hablando el mayor —, viven en orfanatos hasta los quince años, como si no tuvieran un hogar, les quitan ése derecho, y aunque después, pueden integrarse al mundo laboral, tener su propia familia, y tener una vida normal, nunca nadie va a sustituir el vacío de la ausencia de un padre o una madre. —Tal vez no me crea, pero yo sé muy bien cómo se siente eso —dijo Nolee, al recordar que su propia familia se había destruido, por culpa de la intransigencia de su padre, separándola de su madre y de su hermano, del que, de no ser por el viaje que hizo, seguiría ignorando su existencia. —En el fondo, lo único que yo quiero es evitar que más personas sufran por eso en el futuro —culminó el hombre, con serenidad, para luego añadir —. Damas, caballeros... fue un gusto haber platicado con ustedes, pero ha llegado la hora de marcharme —culminó Louie —. Al menos ya tengo una idea sobre a qué atenerme con respecto al “Escuadrón Alfa”. —Mucha suerte en su empresa, señor —le dijo Stuart, muy serio —. No soy partidario de la guerra, pero en este caso, ya es inevitable que dicha confrontación se dé en su país. Louis se dispuso a retirarse de aquella casa, por lo que Cloe se apresuró en acompañarlo, desde esa dependencia, hasta la salida. Justo antes de salir de allí, él le dijo a la joven: —Espero que ustedes salgan bien librados de ésta situación, señorita Hatthaway. —También yo —le comentó Cloe, un poco triste, al recordar Megan estaba en manos de su ex pareja, que estaba al servicio de Van Slyke, haciéndole ver que todavía tenía esperanza. Al encontrarse ya fuera de la casa, se acercó a sus hombres y les dió la orden de abordar de nuevo sus automóviles, para seguir con su viaje hasta San Ángelo; la cual acataron a la brevedad posible. Habían tomado un corto descanso durante el tiempo que le tomó a su líder conversar con la gente que respaldaba su idea de acabar con la organización “Estrella del Norte” y sus cabecillas, con la ayuda de la Doctora Jhonson; así que ya había llegado la hora de defender a su suelo patrio, aún siendo considerados como rebeldes. Eran la resistencia ante el gobierno autoritario que dominaba su país y aún así, estaban dispuestos a dar la vida por liberar a su pueblo de la tiranía. —¿Para qué me necesita, señor Mc Keller? —le preguntó Lance, mientras todos se preparaban para partir. —Lance, tu tarea será custodiar los alrededores de este lugar. Dejaré a un pequeño contingente a tu disposición para ello. —¿Por qué motivo? —le preguntó el chico, un poco confundido —. Ni la Doctora Jhonson, ni Megas Knox están aquí, no creo que sea necesario dejar elementos cuidando la zona, señor. —Eso es verdad, pero aquí están sus colaboradores. No sabemos si Van Slyke o Fitzpatrick busquen atar los cabos sueltos que no les permitan llevar a feliz término la toma de San Ángelo. —Así será, señor —respondió el muchacho, serio —. Estaré al pendiente de futuras órdenes. Nada más ver que Lance se retiraba, para llevar a cabo las órdenes de Louie, Ian se aproximó a su padre, con el fin de pedirle algo -con lo que pensaba resarcir sus faltas ante él-, así que tomó valor y le dejó saber su solicitud, con mucha determinación: —Louie, quiero ir con ustedes a San Ángelo. Louis se volvió a verlo al escuchar sus palabras, pensado en lo de siempre. Él ya había oído frases como esa de la boca de Ian anteriormente, aunque en tono de broma, pues parecía no importarle mucho el camino de las armas. Pero en ése instante, al mirarlo fijamente a los ojos, pudo darse cuenta de que en realidad no estaba bromeando; aún así, como siempre, su respuesta fue un rotundo no: —Lo siento, Ian, pero no puedes venir con nosotros. —¿Por qué no, Louie? —cuestionó el joven, sorprendido ante su negativa. Seguro que podría colaborar con la causa en Santa Leah, dame una oportunidad. —¡He dicho que no! —le recalcó su padre, enérgicamente —. No tienes ni idea de lo que está por ocurrir, es mejor que te quedes aquí, esperando noticias mías. Ian intentó decirle algo más, buscando convencerlo de aceptar su ayuda, en vano, ya que él mayor subió al camión en el que había llegado a la casa, con la intención de proseguir su avance hacia San Ángelo, a tratar de detener los planes de Van Slyke y su socio de derrocar al Consejo de San Ángelo, ya que sabía muy bien que si eso llegaba a ocurrir, la situación con la “Ley de División” sería aún más fuerte e incluso podrían optar por masacrar a los poseedores de la “maldición” que se encontraban en la Isla de Santa Esperanza, debido al profundo odio que Van Slyke le tenía a las personas con esa condición genética desde siempre. Viendo el joven que -como siempre- su padre lo había dejado fuera de sus planes, salió corriendo de la casa, a perseguir el camión en el que el hombre se transportaba, esperando poder alcanzarlo, poniendo en ello todas sus fuerzas. Quería reclamarle por eso, pero el vehículo no detenía su marcha, al igual que el resto de la comitiva que lo acompañaba en su travesía, y aunque trató de mantener el ritmo, pronto sus piernas se resintieron, además de que se encontraba muy agitado y le estaba costando un poco respirar, como señales claras de cansancio, y por eso, se vió obligado a detenerse, para recobrar el aliento. Ya agotado, mirando cómo se alejaba el grupo en la lejanía, gastó un último esfuerzo, gritándole a todo pulmón, sumamente enojado: —¡Louis Mc Keller, no puedes hacerme esto! Continuará...
Saludos. Viendo que pusiste que las personas se ocultaban en sus casas al ver la caravana de vehículos me recordó cuando te comenté que parecía que nadie vivía por la zona. Con algo tan corto como eso ya se da ha entender que es una zona poblada y la razón por la que no se van a ver vecinos chismosos. Siento aproximarse una lucha sangrienta donde mueran varios personajes. O esa es mi predicción al menos al leer este capítulo. Me mantengo en espera del siguiente.
Capítulo XIX: La Promesa Habían transcurrido un par de horas ya, desde que Louis Mc Keller partiera en compañía de sus hombres, con rumbo hacia San Ángelo, para enfrentar a Van Slyke y a su socio Fitzpatrick, con el fin de detener su plan de conquistar su país natal, y acabar con la nefasta Ley de División, que había sido su anhelo desde hacía ya mucho tiempo. Sin embargo, la prioridad en la casa de Garrett era tener noticias sobre Megan, ya que estaban muy preocupados por su bienestar, después de que ella, junto a la Doctora Jhonson, fueran raptadas por Marcus, el hijo del Doctor Sanders- además de su ex pareja-, quien fungía como la mano derecha de Alden Van Slyke, el artífice de todo lo sucedido en el pasado, y quien -al menos de forma indirecta- los había involucrado en todo ése embrollo, cuando su amiga decidiera investigar acerca del “Proyecto Irión”, que manejaba la científica, cuando era colaboradora en los planes de ése hombre, en la compañía IEPCOM. Mientras seguían al pendiente de alguna pista que les hiciera conocer el paradero de la joven y su acompañante, Troy despertó,puesto a que el sedante que Doña Leticia le había administrado anteriormente, con el fin de que se mantuviera en reposo, ya había perdido su efecto. Por eso mismo, él se levantó de la cama y se dirigió hacia afuera, para preguntarle a Ian acerca de cómo habían acabado las cosas con su padre adoptivo. Lo que no se imaginaba era que lo vería allá, junto a Sean, platicando, nada más y nada menos que con Lance, quien fuera su amigo hacía ya mucho tiempo atrás; eso hizo que saliera de la casa, con muy mal semblante. Al otro sólo le bastó con verlo para saber que se avecinaba un problema, porque sabía muy bien que el rubio aún no lo perdonaba por su traición, así que intentó irse a vigilar a otra parte de la casa, pero no tuvo tiempo, pues el otro le preguntó, desde lejos, con cierta picardía en su voz, para hacerle ver que no había logrado: —¿Acaso eres tan cobarde que ni siquiera te dignas a darme la cara?. ¿O es que la vergüenza no te lo permite, Lance? —Éste no es momento para tus tonterías, Troy —objetó él, muy fastidiado —. Se supone que ya eres alguien maduro, como para que aún no te hayas olvidado de ése asunto, que sucedió hace mucho. —¿Estás bromeando? Lo que hiciste no lo olvidaré nunca, no eres más que una mísera rata traidora. —Estoy un poco perdido con todo esto —comentó Sean, al ver todo eso —. ¿Alguien me puede explicar qué rayos está pasando aquí? —Lance, no deberías estar tan asustado —le dijo Ian al joven, muy extrañado por su conducta con Troy —. Se supone que eres la mano derecha de Louie. —Pues Mc Keller no debe ser alguien muy inteligente, pues dejó que éste sujeto se uniera a su ejército. Y no sólo eso, si no que logró llegar a ser su hombre de confianza. —¿Por qué lo dices, Troy? —le cuestionó Sean, un poco preocupado, al notar la seguridad con la que hablaba el menor. —¿Que por qué lo digo? —preguntó el muchacho, muy alterado —. Él era uno de los sicarios que estaban al servicio de Fitzpatrick, chicos. No es alguien en quien se pueda confiar. —Definitivamente, hay cosas que no cambian nunca —bufó Lance, al escuchar a Troy —. Sigues igual de terco que cuando éramos amigos. —Bien dicho, Lance, cuando éramos amigos —dijo Troy, haciendo énfasis en que aquello había sido cosa del pasado —. Tú no eres más que un traidor, y no voy a cambiar de opinión al respecto. Ian, temiendo que alguno de ellos quisiera comenzar una pelea, se interpuso entre ambos muchachos, buscando además que se calmaran un poco, por lo que les cuestionó, un poco enojado por su proceder el uno con el otro: —¿Podrían los dos dejar de discutir? No es el momento adecuado para eso ahora. —Lo siento, Ian, tienes razón—se disculpó Troy, recordando lo que había sucedido con Megan —. Es que no lo pude evitar, éste sujeto me saca de mis casillas. —Lo mismo digo —dijo Lance, por su parte —. Estoy harto de que siempre sea lo mismo con él, yo sólo quiero evitar una posible pelea, es todo. —Sería mejor si tuviéramos el contexto de todo éste conflicto entre ustedes dos —sugirió Sean, más sereno —. Así podríamos ver si existe alguna forma en que se arregle todo. Apenas escucharon lo que dijera el otro, Troy y Lance se miraron entre sí. Troy recordó la última ocasión en que lo hicieron, que fue el día en que aquel hombre extraño -sabiendo ahora que se trataba de Marcus Sanders, quien trabajaba para su padre- fuera hasta las instalaciones del “criadero”, con el encargo de acabar con su vida, lo cual hubiera conseguido, de no ser porque Zack hablara mal de Megan frente a él -debido a la enfermiza obsesión que sentía por ella- y decidiera irse de ahí sin dar explicaciones; cosa que hizo que Karen le ordenara a Lance y a Zack que se encargaran de ejecutarlo, pero que había concluido con él escapando de aquel lugar, y conociendo a Bernard y a Blake, quienes habían sido lo más cercano que había tenido a una familia, desde la muerte de su madre, siendo apenas un niño de cinco años de edad. —Yo quiero saber cómo fue que se conocieron —dijo Ian, siguiéndole la corriente a Sean —. Ése sería un buen inicio. Troy no se atrevió a decir nada al respecto. No se sentía listo para hablar sobre su traumática infancia, eran eventos de su vida que deseaba olvidar a toda costa, porque lo lastimaban en demasía. Así que fue Lance el que respondió a la interrogante de Ian, muy serio: —Fue un tiempo después de que Troy llegara al “criadero”, cuando yo tenía 6 años y él 5. Los primeros días los pasó sólo, en un cuarto que estaba apartado del resto, no sé si era para que se adaptara al sitio, o porque Fitzpatrick y Johnson tenían sus reservas con respecto a él, ya fuera porque no quisiera estar allí, o por cómo lo trataría el resto de los que estábamos en ése lugar, por el color de sus ojos, que no era para nada común. —¿Quién en su sano juicio quisiera estar encerrado en una celda, con un montón de gente desconocida, justo después de que asesinaran a tu madre frente a ti? —espetó Troy, muy enojado por lo que dijera Lance. —¿Y tú crees que no lo sé? —le respondió Lance, con cierto recelo —. Se supone que me lo contaste un tiempo después, pero cuando recién llegaste al “criadero”, no lo sabía. A eso me refería realmente. Nada más escuchar a Troy, Ian y Sean se sorprendieron mucho, porque no se imaginaban siquiera lo que había pasado ése muchacho, antes de conocerlo, y no tuvieron ánimo de hacer comentario alguno al respecto, ya que no sabían cómo reaccionaría, pues era un asunto muy delicado. Y fue por eso mismo que él siguió con el relato, pues se sintió un poco más animado para hablar: —Nadie me dirigía la palabra, era el “chico nuevo” del momento nada más. Pensaban que, con el paso del tiempo, me iba a acostumbrar a estar en aquel lugar, lo cual acabó sucediendo, pero nunca olvidé lo que de verdad quería hacer en ése entonces: Acabar con Fitzpatrick, el hombre que había matado a mi madre, y me llevó a ése sitio tan horrible. —Troy, no es necesario que hables de eso si tú no quieres —le aconsejó Sean, al notar que su amigo se veía muy afectado al rememorar lo que le había sucedido cuando era niño. —Tranquilo, Sean. Debo enfrentar mi pasado, si no lo hago ahora, nunca lo haré. Un momento después, tomó aire y continuó hablando: —Me llevaron a un cuarto nuevo, en el mismo ya estaba otro chico, quien sería mi compañero desde entonces. Ése era Lance. —Yo traté de hacerme su amigo desde el inicio, pero él era muy terco y arisco, no sólo conmigo, si no con todo el que se le acercaba —continuó con el relato Lance, para complementar lo antes expuesto por Troy —. Pero insistí y nos hicimos amigos. —Amistad que parece que se olvidó cuando te hiciste sicario de Fitzpatrick. Y faltaste a nuestra promesa. —¡No tienes ni la menor idea de por qué lo hice, Troy! —refutó el otro, muy alterado —. En ése momento no tuve otra opción. Ian pudo darse cuenta de que estaba muy cerca de llegar al meollo del asunto entre ambos chicos, lo cual ya era un avance para él. Lo que no pensaba desaprovechar en lo absoluto, era el conocer la promesa que hicieran ellos, mientras se hallaban cautivos en el “criadero”, en donde -según lo que había escuchado de boca de Karen Johnson- Fitzpatrick entrenaba a los niños que tenían ahí, para que fueran sicarios al servicio de “La Estrella del Norte”. Y fue por eso mismo que lanzó al aire su siguiente pregunta para ellos: —¿Alguno de ustedes me puede aclarar de qué promesa hablan? —Hicimos la promesa de hacer caer a la organización, para que ningún otro niño o niña tuviera que pasar por lo mismo que nosotros —respondió Troy, con cierto desgano —. Eso fue cuando teníamos unos diez y once años, respectivamente, mientras estábamos en medio de uno de los castigos que imponía Fitzpatrick a los chicos que no cumplían del todo con sus entrenamientos, como pasar un día entero sin comer, o una noche completa afuera, en una jaula, a merced del frío. —Pero ninguno de ésos castigos era suficiente para poder doblegar a Troy —interrumpió Lance, para luego agregar —. Su verdadero punto débil era que él le tenía pánico a estar encerrado, en cuanto lo descubrió, lo llevó al “Cuarto Oscuro”, una habitación de 2 metros cuadrados, que contaba apenas con un pequeño ducto de aire, una cama de piedra y un viejo inodoro, que se encontraba en la planta más baja del “criadero”, por lo que no contaba con puertas ni ventanas. —¿Eso qué tiene que ver? —le preguntó Sean, pues pensaba que le estaba dando muchas vueltas a eso. —Porque la primera vez que Fitzpatrick nos encerró en ése lugar, que la hicimos —fue la respuesta de Troy. —Troy estaba realmente muy alterado y asustado ése día, nunca lo había visto así antes —comentó Lance, recordando lo que había pasado en aquella ocasión —. Fue por eso que le prometí que acabaríamos con ésa organización, para que pudiéramos ser libres cuando eso sucediera, que era lo que ambos deseábamos con todo nuestro ser, desde que nos llevaron allí. Mientras escuchaba hablar a Lance, Troy se sumergió en sus pensamientos, recordando lo que sucedió después de ésa noche. Desde entonces, tanto él como Lance, impulsados por la promesa realizada por ambos, y la esperanza de llevar la misma a cabo en el futuro, tuvieron una motivación lo suficientemente fuerte para soportar las duras jornadas de entrenamiento, así como los terribles castigos que les daban, buscando doblegar su carácter, con el fin de que aceptaran el que parecía su único y cruel destino: convertirse en uno de los sicarios de la “Estrella del Norte”, contra lo que los dos chicos lucharon durante mucho tiempo, mano a mano. No obstante, tuvo que volver a la realidad cuando escuchó a Sean preguntarle a ambos, muy intrigado por lo que habría sucedido después, lo siguiente: —¿Por qué fue que ustedes se pelearon? —Todo sucedió hace ya cinco años, durante el “Gran Torneo” —fue la respuesta de Lance, quien se notaba muy serio. —¿A qué te refieres con eso del “Gran Torneo”, Lance? —le preguntó Ian, ya que él quería que le diera más detalles al respecto. —En el “criadero”, año tras año, se lleva a cabo una especie de torneo, entre los chicos y chicas que llegaban a la edad de quince o dieciséis años —relató Lance, que seguía muy serio —. El mismo era conocido entre todos los que estábamos en ése lugar como “El Gran Torneo”, Troy y yo participamos ése año, al igual que Zack y otros chicos más. Ojalá no hubiese sido así, todo sería diferente. —Aquel evento duraba tres días, en los dos primeros, se tomaban en cuenta a los que se desenvolvían mejor, de forma general, en varias pruebas —continuó Troy —. Tiro con armas de fuego, uso de armas blancas, estrategias para resolver un enfrentamiento y cosas similares. El problema se dió cuando se eligió a los que pasarían a la última prueba, que fueron una chica, llamada Erin, Zack, Lance y yo. —¿Y qué sucedió ése día? —siguió Ian, indagando cada vez más en su búsqueda de respuestas sobre lo ocurrido entre ambos jóvenes. —Habrían dos duelos, elegidos por “sorteo”, por parte de Fitzpatrick —le explicó Troy a sus compañeros. Hizo hincapié en la palabra sorteo, pues luego se descubriría para ambos la verdadera intención que tenía ése hombre para ellos dos aquel día. Ninguno de los dos alcanzó a dar con la conclusión acerca de ello, hasta que, finalmente Lance aclaró sus dudas, con algo que hizo palidecer a los dos mayores, sólo al escuchar de lo que se trataba: —La selección por sorteo dió como resultado que Zack y Erin se enfrentarían en uno de los duelos, mientras Troy y yo lo haríamos en el otro. No se vería como algo malo, de no ser por el pequeño detalle de que eran duelos a muerte. —Primero se llevó a cabo el duelo entre Zack y Erin —comentó Troy, con un tono de voz que dejó ver su tristeza —. Zack es un idiota, pero no se tentó el corazón para asesinarla, y de ése modo, pasó a trabajar para la organización. Lo peor es que no pudimos hacer nada al respecto para salvar su vida, me sentí como un inútil. —Eso no era lo peor —le recalcó Lance —, después de ellos venía el enfrentamiento entre nosotros dos. Ése era el plato fuerte para Fitzpatrick: los dos éramos amigos, y quienllegara a acabar con el otro, sería una excelente adquisición para la organización, pues demostraría ser un asesino a sangre fría, en toda la extensión de la palabra. —¿Quería que se mataran entre ustedes? —preguntó Sean, descolocado por lo que acababa de escuchar de labios de ése chico —. La verdad es que ése Fitzpatrick es un tipo de cuidado, el que cumplieran con ésa prueba era muy duro para ambos, y no le importaba nada, sólo buscaba más hombres. —Pero siguen con vida… ¿Por qué? —les preguntó Ian, un poco confundido, ante lo que les habían contado los muchachos, ya que, en ése sentido, uno de los dos debería haber muerto. —Porque cuando estábamos allí en el ring de pelea, apenas se le diera inicio a ése enfrentamiento, yo me negué a matar a Lance —fue la respuesta del chico, que luego agregó —. Jacob intentó persuadirme de todos los modos posibles, para que lo hiciera, pero fue en vano. —Después lo intentó conmigo, pero yo tampoco quise hacerle daño a Troy —siguió Lance —. ¡Él era mi mejor amigo! —¿Tu mejor amigo? —le increpó Troy, furioso ante lo que acababa de oír —. Mejor cállate, Lance, no seas hipócrita. —Piensa lo que quieras, pero, por muy terrible que parezca, así es, Troy —fue lo que le respondió Lance, más sereno —. Y gracias a eso, es que no moriste después de no querer cumplir con el reto del duelo a muerte. —No te creo nada —le dijo Troy, que seguía muy molesto, aunque ciertamente lo que le dijera su viejo amigo fue algo que le sorprendió. —Bien, bien, chicos —les dijo Ian, viendo que los ánimos se estaban caldeando entre ambos, otra vez, para que los dos se tranquilizaran. Sin embargo, al igual que a Troy, a él también le extrañó mucho lo último que él le dijera a su amigo, pues sentía que era sincero, lo cual le generó dudas, y también pensó seriamente en preguntarle el por qué había dicho eso, movido fuertemente por la curiosidad, pero prefirió contener sus impulsos, por lo no lo dijo abiertamente, para que el rubio no se llegara a molestar si lo hacía. Pero no contaba con que Sean sería el que rompería la tensión del momento, cuando le hizo a Troy y a Lance una propuesta, pues tenía una idea para ver si podía desenmarañar todo aquel embrollo finalmente, ya que quería que fuera lo antes posible: —Tengo una idea, muchachos. ¿Por qué no me cuenta cada uno, por su cuenta, lo que sucedió luego de que no se enfrentaran a duelo, como buscaba Fitzpatrick? El primero en hablar con respecto a ése tema fue Lance, que le dijo a Sean lo siguiente: —Después de que todo acabó, me llevaron a una sala, apartado del resto de la gente —relató Lance, muy serio —. Allí se apareció Fitzpatrick, me dijo que por tu culpa, no se había podido reclutar al otro sicario que buscaba para la organización, y que, con el fin de evitar alzamientos futuros entre los otros chicos del “criadero”, te iban a matar, que Irina era la que se haría cargo de eso. —Pues accediste a su chantaje, eso era lo que él quería —objetó Troy, muy serio —. Debiste negarte a eso, Lance. —¿Qué querías entonces? —le cuestionó Lance a su vez, muy alterado —¿Que te dejara morir a manos de Irina, como castigo por tu osadía de no cumplir con el reto del duelo a muerte, Troy? Fitzpatrick me obligó a unirme a su grupo de sicarios, y lo hice porque era la única forma en la que salvaría tu vida. —¿Y qué te garantizaba que Fitzpatrick quisiera acabar conmigo en ése momento? —le preguntó él, muy molesto. —¿Por qué lo dices, Troy? —le preguntó Lance, a su vez, un poco extrañado, pues no sabía de lo que hablaba con exactitud. —A que por mi lado, las cosas no fueron tan diferentes en verdad —le comentó Troy, muy serio —. Jacob me llevó a otra sala, y allí me contó que te habías unido como sicario a la organización, así fue como me enteré de lo sucedido, y después de todo, él me cobró por su cuenta por lo ocurrido. Me dió una golpiza terrible, después de lo que pasó, y estuve apartado de todo el grupo por varios días, sobre todo, porque estaba en muy mal estado, y cuando me dejaron salir, al estar un poco más recuperado; lo cual fue porque Johnson había concertado con el hombre que me enviaran a IEPCOM, lo cual sucedió unos días después de eso. Fue entonces que Troy reflexionó acerca de lo ocurrido, por lo que cayó en cuenta de que todo aquello había sido por culpa de Fitzpatrick, quien se había aprovechado de lo sucedido anteriormente entre ambos, para separarlos, en base a verdades a medias y manipulaciones de su parte, logrando así que se pusieran uno en contra del otro, ya que él conocía muy bien los puntos débiles de ambos, lo cual se debía a que había sido su entrenador, durante mucho tiempo. Ése había sido un golpe muy duro para él, porque el hecho de perder a su único amigo y aliado en su plan de acabar con “La Estrella del Norte”, lo dejaba completamente sólo en busca de dicha meta, pero a pesar de todo, no se rindió, y ahora que sabía que su amigo tampoco lo había hecho, a diferencia de lo que le habían hecho creer, porque Lance, aunque sí se había unido a las filas de dicha organización, había sido bajo la coacción del policía, la cual le dió buen resultado. Y de repente, lo abrazó con fuerza, mientras se forzaba a sí mismo a no llorar, pues estaba muy arrepentido por la manera en que lo había tratado, desde que supo de su traición a su promesa, pues el conocer el verdadero motivo por el que lo había hecho, le hizo ver que todo eso iba mucho más allá de un pacto, pues se trataba de un gesto de amistad verdadera de parte de él. Por eso se disculpó con su amigo, diciéndole, muy apenado: : —Lo lamento mucho, Lance. He sido muy duro contigo, desde que supe lo que hiciste, pero me dolió mucho que me dejaras sólo y, por mi terquedad, no fui capaz de darte siquiera una oportunidad para que me contaras la verdad de todo. Fuí un tonto, perdoname. —Y yo también te quisiera pedir disculpas —recalcó a su vez el otro, más aliviado por haber aclarado todo con él —. La verdad es que, de no haber sido por lo que está pasando ahora, yo no tendría el valor de enfrentarme contigo, me daba mucha vergüenza en realidad. — Todo esto fue por mi culpa, no debí involucrarte en mis planes, estarías mejor, de no ser por eso, no habrías pasado por... —No te preocupes por eso —le dijo él, con una leve sonrisa —. Todo eso fue compensado con creces el día en el que escapaste del “criadero”, yo sabía muy bien que Zack no podría hacerte frente, a pesar de que estabas muy débil, porque siempre fuiste muy listo. —Entonces te debo una, ¿eh? Ése agradecimiento de su parte, fue porque de ése modo, el otro le dejó entrever que lo había dejado sólo con Zack en ésa ocasión, a propósito, para que pudiera escapar del “criadero”. —No fue nada, todo eso lo disfruté muchísimo —le dijo Lance, mientras se esbozaba una sonrisa pícara en su rostro—. Era lo menos que podía hacer por ti. —¡Misión cumplida! —celebró Ian, mucho más aliviado por haber ayudado a los dos menores a resolver sus diferencias —. Pero aún tengo una duda… ¿Cómo fue que te contactaste con Louie, Lance? —Después de lo que sucedió en el “criadero”, tomé la decisión de dejar el lugar, renunciando al trabajo al que me había dedicado por un tiempo —fue su respuesta —. Estuve manteniendo un perfil bajo por unos meses, hasta que un día, me puse en marcha para tratar de liberar a los chicos que se encontraban cautivos allá aún, necesitaba recursos para ello, y busqué ayuda de un lugar a otro, hasta que dí con Mc Keller. No fue sencillo convencerlo de que ya no era parte de “La Estrella del Norte”, cosa que él sabía porque le estaba siguiendo los pasos a Van Slyke, desde hacía mucho tiempo, pero me gané su confianza, y me volví su mano derecha. —Ahora estamos tan cerca de cumplir ésa promesa —concluyó Troy, con cierto pesar, al recordar lo que estaba sucediendo con Megan y la Doctora Johnson —. Pero tengo miedo por cómo acabará todo, hay muchas cosas en riesgo. —Lo sé —concordó su amigo, muy serio —. Pero no nos podemos dar por vencidos, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que ellos finalmente paguen por todo el mal que han causado. Aquella conversación entre ambos jóvenes culminó con un apretón de manos, el cual tomaron como una reafirmación de su amistad, que habían mantenido desde la infancia, la cual se vió fracturada por algo que no podían evitar, y que por la intransigencia de Troy, no había podido resurgir. Pero Lance aún tenía la esperanza de que, al saber la verdad de todo, su viejo amigo lo perdonara por el error que había cometido en el pasado, lo cual había ocurrido finalmente, por lo que estaba muy feliz. Y había sucedido algo similar con respecto a la promesa que se hicieran, hacía ya mucho tiempo atrás. Un pacto que había sido puesto a prueba, de las peores formas, tanto física como mentalmente, pero que a pesar de todo, había logrado resistir los embates de la adversidad. Pero ahora estaban dispuestos a todo, con tal de cumplir con su palabra, y ser libres, para cerrar ése ciclo por fin. Continuará… Nota de Autor: Lamento mucho la demora entre la anterior actualización y ésta, es mucho tiempo, pero les pido paciencia, no me he olvidado de ésta historia. Espero que la musa no me abandone tan seguido, me cuenta mucho de un tiempo para acá el planear bien un capítulo, pero ahí voy. Espero que estén bien. Nos leemos luego.