Ciencia ficción La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era

Tema en 'Novelas' iniciado por Niani, 4 Febrero 2015.

  1.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Bueno, de nuevo me ganaste con la actualización. El comentario es del capítulo 8 y 9, ya leeré el 10 y lo comentaré.

    No te voy a mentir, Niani, pero comencé a leer el capítulo ocho con un poco de miedo, y es que me cruzó por la mente que el carro que manejaba Bernard iba a chocar o algo así, por la velocidad en que iban y la tormenta, realmente pensé que tendrían un accidente. Eso sí, eso no quita que el grupo se encuentre sin preocupaciones, ahora tienen que lidiar con unos maleantes. Primero, lo bueno es que allí tienen quien saben usar armas para defenderse, y segundo, mal por los delincuentes que no supieron con quienes se estaban metiendo, me alegro por eso, obtuvieron sus merecido :D

    Me alegro que Bernard y Blake se hayan reencontrado con Troy, aunque si pensé que Troy se enojaría un poco más al ver que lo siguieron en vez de huir en un intento de mantenerlos a salvo, preocupado por su seguridad, especialmente si veía el mal estado en que se encontraba el automóvil.

    No lo voy a negar, me sentí un poquito decepcionado que Leticia allá reaccionado de esa manera al ver a Troy sin sus lentes de contacto, aunque bueno, es hasta cierto grado comprensible que por los antecedentes pues reaccionara de esa forma.

    Independientemente de lo que uno pueda pensar o estar de acuerdo o no, quien debería tomar cartas en el asunto es la víctima, en este caso, Troy (añadiendo que está vivo), después de todo necesitan de la ayuda de Ian y el joven está de acuerdo con eso y ese asunto ya quedó en el pasado. Ahora sí diría que todos están reunidos, ¿o me falta alguien más? Creo que no. Es el momento para empezar a planear el siguiente movimiento. Estoy ansiosa por ver lo que pasa desde el grupo de La Brigada de Liberación ante la noticia del ataque.

    Te entiendo. Siempre el final de una historia, especialmente para una trilogía por ser extensa, es lo más complicado, se tiene que analizar muchas cosas. Tengo una historia que me sucedió lo mismo, me estanqué en el final, sobretodo en esa última batalla porque no sabía como concluirla de forma fluida. Pero te animo a que continúes y que no te apresures ni mucho menos te sientas presionada, ni por ti misma ni mucho menos de los lectores :D Tú tranquila, que yo paciente.

    Creo que eso sería todo de mi parte, o espera...

    P.D: No recuerdo si llegue a mencionarlo en algún comentario, pero por si acaso, qué guapo me imagino a Troy con esos hermosos ojos morados, si fuera Megan y Cloe yo tampoco lo dejaba volver a ponerse lentillas, si él no lo desea.

    … ahora sí, nos estamos leyendo. Un saludo.
     
    Última edición: 28 Octubre 2022
  2.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Sonia de Arnau ¡Qué bueno que pudiste pasar a leer!

    Ya estamos llegando a uno de los puntos altos de la trama, espero que todo esté cuadrando bien en el avance. Como dices, ya es la última entrega (independientemente de que haya versión nueva luego, Spin-Off, o lo que sea), y sí, me va a costar acabarla, pero no me rendiré.

    Y lo de tu paciencia está confirmado: publico continuación, después de 9 años, y aquí estás, al pie del cañón. Eso lo agradezco un montón, de verdad.

    Y si supieras cómo es Bernard (que en vez de papá gallo, parece mamá gallina), verías que, desde el primer momento en que Troy se separaró de su lado, él ya tenía esa idea en mente. ¡Es extremadamente terco!

    Leticia no sabía que Troy tenía ése color de ojos, Megan y los demás no le contaron nada. Leticia es una mujer de carácter fuerte y convicciones algo retrógradas, pero, aunque algo le parezca "raro", tratará de mantenerse a raya. Por eso, fue que habló con Garrett, y no con alguien más.

    Esa es una manía que tiene Blake, para que nadie lo moleste. Fue una idea suya, para que pudiera ir a trabajar al taller, sin que la gente se sintiera incómoda al verlo con sus ojos morados.

    Yo, al verlo así:
    :/*-*\::1313::nyay:

    ¡Nos leemos luego!
     
  3.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    2751
    Capítulo XI:

    La Toma

    Amanecía ya en Carson City, la capital del Estado de Nevada, cuando en el horizonte ya se llegaba a divisar un par de vehículos, un auto pequeño y un camión de tamaño mediano, en la carretera, los cuales tenían como destino final el Cuartel General de la Brigada de Liberación. Los ocupantes de ambos automóviles eran los miembros del Escuadrón Alfa -que buscaron esos transportes con el fin de no levantar sospechas-, quienes iban vestidos con ropa de civiles. De esa manera, les sería mucho más sencillo cumplir con las órdenes que les había dado Fitzpatrick con anterioridad, de tomar el control de aquella base, y de capturar al líder de ése grupo armado, el Coronel Hatthaway, mientras estaban reunidos con él y sus sicarios en su oficina, porque no tenían pensado fallar en su misión.

    Respecto al auto que iba adelante, iban en él los XR-1, XR-2, XR-3, XR-5, y XR-8, liderando la comitiva, ya que ellos serían los que se internarían en aquel cuartel, en busca de Gabriel Hatthaway. En el interior del camión se encontraba un grupo de cincuenta miembros de aquel cuerpo de seguridad, quienes tenían la tarea de asegurar los alrededores del Cuartel General, para que nadie huyera y, si las cosas se ponían complicadas, apoyar al grupo líder, que era el que comandaba la empresa qupe estaban por llevar a cabo. Los dos vehículos mantenían una distancia prudente el uno del otro, para que nadie los relacionara y llegaran a descubrirlos.

    En la entrada del Cuartel General se hallaban apostados varios soldados, quienes estaban de guardia, custodiando la misma, por si se llegaba a suscitar algún problema. Al ver el auto en la distancia, uno de ellos comentó, extrañado:

    —A esos no los había visto antes por aquí.

    —Seguramente viajan por carretera, no te preocupes —dijo su acompañante, serio.

    El vehículo se estacionó justo frente a la entrada del Cuartel General. La XR-2 y la XR-8 iban en los asientos delanteros, por su parte, los varones estaban en el trasero, y tenían las armas escondidas en la parte de abajo de los mismos, aparte de un pequeño arsenal en el maletero del automotor. Un momento después, uno de los soldados que vigilaban la entrada de aquel lugar se acercó a donde estaba dicho auto -pues pensó que podían estar perdidas, y quiso guiarlas para que pudieran seguir camino- y luego le preguntó a su conductora:

    —¿Qué las trae por aquí, señoritas?

    —Tenemos algo qué hacer en este lugar —respondió Sydney, tranquila.

    —¿Y qué será? —interrogó el otro, con tono burlón.

    La respuesta que les dieron aquellas chicas a esa pregunta fue la que los guardias nunca se esperaron de su parte: los tres chicos descendieron del vehículo, empuñando sus armas, y les dispararon, por lo que cayeron abatidos al suelo, en apenas segundos. Al lugar arribó posteriormente el camión, en el que viajaban los XS, el cual se estacionó cerca de donde estaban sus líderes y luego, sus ocupantes comenzaron a bajar de su interior, fue entonces que Sydney les dijo, con voz firme:

    —¡Soldados! Recuerden que su misión es cubrir todas las salidas del Cuartel, antes de que el Coronel Hatthaway o alguno de sus elementos logren escapar. ¿Entendido?

    —¡Señor, sí señor! —respondieron todos ellos al unísono, para luego distribuirse entre los alrededores del lugar, como lo tenían planeado sus superiores.

    Acto seguido, los XR se dispusieron a abrir el maletero del auto en que se trasladaban, con el propósito de sacar todas las armas que se habían llevado para el ataque y disponerse después a ingresar a las instalaciones de aquel búnker. Viendo lo que estaba sucediendo, uno de los soldados de la Brigada de Liberación, muy alarmado, se apresuró en activar las alarmas -como aviso para todos, de que habían intrusos en el lugar-, y fue por eso mismo que el Coronel Hatthaway se dijo, con un tono de voz cortante:

    —Finalmente conoceré a los miembros del Escuadrón Alfa.

    Nada más escuchar las alarmas, Sydney -que pensaba que las usaban con el fin de dar aviso a su líder del ataque, para que lograra huir- le dio a todos sus compañeros la siguiente orden, con mucha determinación:

    —¡Busquen al Coronel Hatthaway, y captúrenlo con vida!

    Como consecuencia de dicha orden, los demás miembros del Escuadrón Alfa se vieron los unos a los otros y asintieron, para después dedicarse a recorrer punto por punto las inmediaciones del Cuartel General de la Brigada de Liberación, para darle captura al líder del mismo y de esa manera, acabar con aquella organización paramilitar armada de una vez por todas, como les ordenara Fitzpatrick. Sin embargo, lo que encontraron a su paso fue a un reducido grupo de hombres, quienes se prepararon para atacarlos y les dieron la cara a los intrusos un momento después; esos soldados pertenecían al "Grupo Élite" de la brigada, eran los que se encargaban de la seguridad de su jefe, además de ser los más cercanos a Hatthaway, y lo defenderían a toda costa.

    Los XR no se inmutaron ante lo que sucedía, por lo que los atacaron rápidamente, sin darles siquiera oportunidad, ni tiempo para poderse defender, porque eran muy duchos para la pelea -tenían propensión a ello, por el trabajo de la Doctora Jhonson en el "Proyecto Irión", y a un fuerte entrenamiento por parte de Fitzpatrick y sus sicarios- y su condición física era muy buena, producto de su genética alterada.

    Un momento después, el mismo Coronel Hathaway les salió al paso, preparado para enfrentarse a esos jóvenes soldados, armado hasta los dientes y dispuesto a demostrarles que no era un cobarde y que encararía las dificultades, como solía hacerlo siempre. Apenas se enteró, por medio de Shirley, de los planes del Jefe de la Policía Central, ordenó a todos los hombres y mujrres que formaban parte de la Brigada de Liberación que dejaran el Cuartel General lo antes posible, en unos helicópteros -pero los que conformaban el "Grupo Élite" se negaron, y se quedaron en el lugar para protegerlo-, no obstante, cuando avistó a todos sus hombres heridos o inconscientes, se sintió culpable, porque se encontraban en esa condición por ser leales a él y a su causa.Y fue la XR-8 la que exclamó, al verlo:

    —¡Al fin lo tenemos frente a frente, Coronel Hatthaway!

    —¡Ya tenía muchas ansias de conocer al Escuadrón Alfa —le dijo ése hombre a todos ellos, con voz desafiante.

    —Pensé que huiría de aquí al saber que habíamos llegado. Así podríamos haberlo matado como a un perro.

    —Muchas cosas se podrán decir de mí, menos que sea un cobarde —le aclaró Gabriel, con tono cortante—. Aquí estoy, para enfrentarlos.

    Su comentario hizo que, un momento después, todos los miembros que habían ingresado al interior del Cuartel General -ya que el resto estaba afuera de este, rodeando las inmediaciones, para evitar que alguien llegara a escapar- le apuntaran con sus armas, por si intentaba atacarlos con las que llevaba consigo, ya que si él lo hacía, ellos tendrían que responder al ataque, ocasionando así la muerte del Coronel, cosa que estaba contra las órdenes de Fitzpatrick, pues lo necesitaban con vida. Fue entonces que el mayor, al verse en esa situación, en la que sus hombres corrían un grave peligro de ser asesinados por esos jóvenes, para salvar a su gente, tomó la decisión de darles sus armas a esos soldados, mas ellos, viendo que se trataba del líder de la Brigada de Liberación, lo esposaron y lo llevaron al interior del Cuartel General.

    Al ver que el hombre se rendía ante el Escuadrón Alfa, todos los soldados que estaban al servicio del ex militar en la Brigada de Liberación trataron de hacer que se arrepintiera de su decisión, diciéndole cosas como éstas:

    —¡Coronel, váyase de aquí!

    —¡Esto no vale la pena!

    —¡Sálvese de ellos! Nosotros estaremos bien, señor.

    Muchos de esos hombres veían a Gabriel como a un ejemplo, como a un padre, y lo admiraban por su valentía. La razón por la que lo tenían en tan alta estima se debía a que la mayoría de ellos eran niños o preadolescentes cuando lo conocieron -porque iba a los lugares en los que se daban ataques de la Policía Central, a rescatar a los niños y a las personas sobrevivientes a los mismos- y los ayudaba con la reconstrucción de los poblados en que vivían, que eran custodiados por varios de sus hombres, por lo que, al cumplir la edad necesaria, los que querían tomar el camino de las armas, comenzaban a entrenarse y después de un tiempo, ellos se volvían miembros de la resistencia, dispuestos a hacer lo que fuera para defender sus ideales y liberar a su país de los que lo oprimían, manteniéndolo en la miseria. Por esa razón, les parecía incomprensible la decisión de su líder, ante esos sujetos.

    Justo después de dejar a todos los miembros de la Brigada de Liberación que se encontraban en aquel Cuartel, incluyendo al Coronel Hatthaway, en los calabozos destinados a los criminales que pudiesen encontrarse por la zona, o bien a elementos que trabajaran para Fitzpatrick, ya fueran sicarios o agentes de la Policía Central, que el hombre enviaba para conocer a fondo las operaciones de sus mayores opositores, los soldados del Escuadrón Alfa se dispusieron casi de inmediato a realizar una inspección de todas las instalaciones de dicho lugar, además de un inventario de las armas y vehículos que se hallaban en el mismo. Ya habiendo culminado con eso, Sydney se comunicó rápidamente con su jefe, con la intención de informarle sobre sus avances en la misión que él les había dado, por lo que el hombre le preguntó, apenas culminó el reporte.

    —¿Encontraron a muchos hombres en el Cuartel General de la Brigada de Liberación?

    —No, señor —dijo la chica—, eran pocos y los derrotamos en apenas unos minutos, mientras buscábamos al Coronel Hatthaway.

    "El muy canalla seguramente supo de nuestros planes de atacar el cuartel y lo mandó a desalojar", pensó el policía, al escuchar lo que le contara la joven, lo cual lo llenó de ira. "¡Donde sea que estén sus informantes, los cazaré como a ratas y los mataré con mis propias manos!". Sin embargo, para no demostrar su enojo ante el movimiento sagaz de su enemigo, continuó con sus preguntas:

    —¿El Coronel Hatthaway puso resistencia?

    —No —fue la respuesta de Sydney—, se rindió apenas vio lo que le hicimos a sus hombres,
    señor. Lo encerramos a todos en el área de los calabozos del Cuartel, para evitar que lleguen a escapar.

    —Esperen información de parte de mis sicarios con respecto a los miembros de la Brigada de Liberación que estén rezagados. Iré a su ubicación lo antes posible, para darles más instrucciones, junto a unos agentes de la Policía Central, para verificar todo.

    —No se preocupe, señor —confirmó ella—. Estaremos al pendiente.

    Nada más decir esto, la chica colgó la llamada y le contó al resto de los miembros del Escuadrón Alfa que el Jefe de la Policía Central haría acto de presencia en dicho Cuartel prontamente, por lo que ellos se organizaron y comenzaron a montar guardia en las cercanías del lugar, en espera de que sus sicarios llegaran con los rezagados que fueran parte de la resistencia, como su jefe se los había hecho saber, por medio de esa llamada. Por su parte, el hombre, apenas acabó la conversación, esbozó en su rostro una sonrisa de satisfacción, al enterarse de que la Brigada de Liberación ya no le daría más dolores de cabeza -según pensaba él-, por haber atrapado a su comandante.

    —¿Por qué te entregaste, Hatthaway? —se preguntó Jacob, intrigado—. No te preocupes, igual lo voy a averiguar.

    Fue entonces que Jacob supo que ése era el momento indicado para echar a andar sus planes finalmente. Y lo que tramaba era dar el golpe contra Van Slyke y así, pasar de ser un simple peón en el juego de su socio, al único y omnipotente líder de la organización criminal "Estrella del Norte", al apoderarse de todo por sus propios medios, convirtiéndose en el gran señor que siempre había querido -debido a sus ansias de poder-, sin importarle nada más que eso. Al haber logrado el fruto de sus maquinaciones perversas, se ocuparía por entero a buscar a su hija, usando su poder e influencias, para colocarla en el lugar de honor que se merecía, con todos los lujos y comodidades que obtendría con su nuevo status, con todo lo que ello involucraba, y que le podría ofrecer entonces, para compensarla por todos los años en los que no pudo estar a su lado, a causa de aquel accidente que sufriera su ex esposa en San Ángelo, hacía ya muchos años.

    Mientras eso sucedía, en los calabozos del Cuartel General, se encontraban todos los hombres que se quedaron en sus instalaciones, junto con el Coronel Hatthaway, quien, a pesar de estar encerrado, se veía tranquilo. De repente, uno de sus subordinados le preguntó, molesto por todo lo que estaba pasando:

    —¿Por qué se rindió, Coronel?

    —Yo no me he rendido —contestó su superior.

    —¿Y entonces qué sucedió? —preguntó otro de sus hombres, desconcertado.

    —Me entregué voluntariamente —les aclaró el hombre—, eso era lo que ellos esperaban. La orden que esos soldados tenían era capturarme, no matarme.

    —¿Lo querían vivo, señor? —intervino otro de sus subordinados.

    —Sí, eso significa que Fitzpatrick quiere algo de mí —explicó el mayor—. Y creo que tiene que ver con ustedes.

    —¿Por qué no se enfrentó al Escuadrón Alfa? —continuaron preguntando.

    —Esos chicos son muy fuertes y acabarían con todo esto en apenas minutos si lo desearan —argumentó el Coronel—, lo cual hubiese sucedido si me resistía. Yo me entregué porque no quiero que ustedes se pongan en mayor peligro por una tontería mía y, por esa misma razón, fue que les ordené a todos que abandonaran el Cuartel.

    —¿Qué hacemos ahora? ¿tiene alguna cosa en mente? —preguntó otro de sus hombres, muy intrigado.

    Como respuesta a dicha inquietud, un momento después, el Coronel Hatthaway le mostró a todos un teléfono satelital -que escondió entre su ropa antes de salir a plantarles cara a los miembros del Escuadrón Alfa-, por lo que ellos sonrieron levemente, ya que por medio de ése aparato podrían mantener contacto con otros miembros de la Brigada de Liberación, que aún se encontraban en libertad, además de estar al pendiente de las noticias que llegaran de su parte. Después de eso, el hombre se dispuso a marcar el número de Shirley, al no estar ningún miembro del Escuadrón Alfa cerca de la celda y, apenas le contestó, le informó lo ocurrido:

    —Capitana Darrow, hace algo más de media hora, el Cuartel General de la Brigada de Liberación fue tomado por miembros del Escuadrón Alfa. Un grupo reducido de hombres y mi persona estamos retenidos en los calabozos.

    —Entendido, señor —dijo la chica—. ¿Cuál es su plan de acción.

    —Antes del ataque, di órdenes a las tropas de reunirse en el Cuartel de la ciudad de Baltimore, y se fueron en los camiones. Infórmeles sobre la situación lo antes posible, para que se encarguen de la retoma del Cuartel General.

    —¿Quiere que nos dirijamos hasta allá? — preguntó Shirley.

    —Negativo, Capitana Darrow. Prosiga con su misión.

    —Sí, señor —dijo ella, para luego colgar la llamada.

    —Si he de caer este día, lo voy a hacer junto a ustedes, señores. Pero no lo voy a hacer sin pelear, ¡de eso no les quepa la menor duda! Mientras pienso en algo, debemos esperar, manténganse herméticos y alertas ante cualquier cosa que suceda.

    A posteriori, el Coronel Hatthaway recibió el saludo marcial de parte de todos los hombres que se encontraban con él en los calabozos del Cuartel General de la Brigada de Liberación, haciéndole saber que, aún en esa situación tan adversa, ellos estaban a sus órdenes, y que no saldría nada de sus bocas acerca de lo que él planeaba hacer en el futuro, porque eran leales a él. Viendo esa muestra de respeto de parte de sus subordinados, Gabriel les devolvió el saludo, en señal de confianza y camaradería.

    Continuará...

    Sonia de Arnau Ya pude subir el capítulo 11, ahora me viene una batalla campal para poder terminar el 12 y ver si puedo escribir el resto de capítulos... pero si me pongo a pensar, me falta mucho todavía.

    Espero que te esté gustando la historia, de verdad.

    Saludos, espero que te esté yendo muy bien.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 11 Noviembre 2022
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  4.  
    Sonia de Arnau

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    ¡Por fin me dio el tiempo de leer y comentar! Estos días me fui de viaje y flojeando un poquito. Pero estoy de vuelta, leyendo y comentando capítulo 10 y 11.

    Bueno, no hubo mucho que contar del capítulo diez, más que Shirley por fin supiera donde están Sean y Megan, y por supuesto comenzar a tener pruebas “sólidas” para lo que realmente está planeando Fitzpatrick. Y ver como poco a poco (y aparentemente) todo se está moviendo positivamente para el grupo de Megan y compañía.

    Por el contrario, uff, empezamos el capítulo once con lo que más esperaba, con la llegada del grupo Escuadrón Alfa, a las instalaciones de la Brigada de Liberación, y sabes, la emboscada de ellos me gustó, de verdad, no solo porque se vistieron de civiles sino porque los chicos se escondieron mientras ellas aparentaban ser civiles perdidas, sorprendiendo a los guardias… quizá termine utilizándolo esa estrategia, jejeje.

    Empezamos con la acción y la invasión al cuartel, aunque terminaron contramandase con un lugar casi vacío. Se les adelantaron. Me impresionó mucho el coraje y valentía del Coronel Hatthaway, al decidir quedarse en vez de huir, y es cierto que al principio me sentí un poco “decepcionada” al leer que se rindió, pero debí tenerle más fe, ¡claro que tiene un plan!

    No solo tiene un buen punto, tiene un gran corazón y ahora estoy ansiosa por saber cuál será su próximo movimiento, ya Fitzpatrick se huele un poco y sospecha sobre lo fácil que fue capturar a Gabriel, sabe que trama algo. Sin duda, éste capítulo es el comienzo de una gran batalla, ya quiero saber cuál será la participación y los roles que tomaran Megan. Cloe, Troy y demás en este tablero de ajedrez. Y también quiero saber cómo actuará Van Slyke ante la "rebelión" de su camarada Jacob.

    A mí me está gustando. Más ahora que comenzó la batalla final, ahora más que nunca estoy ansiosa por ver cómo será el uno a uno entre Van Slyke y Fitzpatrick, creo que es la confrontación más esperada, al principio era el ver cómo los de La Liberación se enfrentaría al Escuadrón Alfa, pero creo que ahora quiero saber cómo se enfrentarán esos dos y cómo van a terminar.

    Eso sería todo de mi parte. Un saludo, Niani :D
     
  5.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Sonia de Arnau , ya me extrañaba que no comentaras aún, espero que lo hayas pasado bien en tus vacaciones.

    Prácticamente quedé ahí con la historia antes, pero todavía falta mucho para que termine (y se rematen esos dos peces gordos), pido paciencia, porque me toca escribir mucho.

    Yo pensé que la toma iba a quedar mal desarrollada, pero ya me quedo más tranquila.

    En fin, que estés bien. Saludos a tu familia.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 9 Noviembre 2022
  6.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
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    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    3293
    Capítulo XII:

    Emboscada
    Una camioneta negra doble cabina, más precisamente una Hilux del año 2013, recorría las calles del Estado de Nevada, con rumbo hacia la frontera con el sur de California; sus integrantes eran los miembros de la Brigada de Liberación que, desde hacía días, se habían dado a la tarea de buscar a la Doctora Megan Knox, por órdenes de su superior, el Coronel Gabriel Hatthaway. Habían dejado esa tarea de lado temporalmente, pero que estaban retomando, ya que la información que poseía esa mujer podría ser crucial para dar a conocer a la organización criminal a la que pertenecía el Jefe de la Policía Central. Todo eso, a pesar de saber que su líder se encontraba cautivo en el Cuartel General de Carson City, pues el hombre les había insistido en continuar con su tarea, pero sus miembros confiaban en que se podría librar de aquella situación.

    En el asiento delantero iban Vincent, quien conducía el automóvil, en compañía de Lynn, que ocupaba el asiento del copiloto; Shirley y Tea estaban sentadas en la parte de atrás del mismo, junto a Janet , que se fue con ellos después de que Bernard y Blake se fueran -no quiso pedirles que la dejaran acompañarlos, al ver que las cosas estaban tensas entre ellos-, y en el tinglado se hallaban Nina, Katherine, Owen, Hiro y Trent. En el mismo tinglado de la camioneta, llevaban algunas armas y sus provisiones para el viaje, era un grupo relativamente pequeño, pero no querían tener problemas con los suministros.

    Shirley ya se había comunicado con el líder del Cuartel de la ciudad de Baltimore, para informarle acerca de la orden del Coronel de que ellos se ocuparan de la retoma del Cuartel General, con la intención de que se alistaran para tomar represalias ante la toma de sus instalaciones. Ya le habían confirmado que se dirigirían a aquella base en cuanto les fuera posible, para asumir de nuevo el control del mismo y liberar a su comandante y compañeros apresados.

    —Espero que todo salga bien, es necesario que el Coronel Hatthaway salga de ésta —se dijo a sí misma la pelirroja al pensar en todo eso.

    —Seguramente lo logrará, es un hombre con mucha experiencia —le dijo Tea, buscando animarla un poco—. Ya verás que cuando todo acabe, estos no serán más que malos recuerdos, Shirley.

    —Opino lo mismo, Capitana Darrow —concordó Vincent—. El Coronel Hatthaway se salvará de ésta, como siempre.

    El grupo continuó camino hacia la frontera, rumbo a su destino final, para hallar a la Doctora Knox, que era la misión encargada. No pensaban fallarle a su comandante, pues era de vital importancia tener las pruebas que desenmsscararan a Jacob Fitzpatrick y a sus secuaces, y mientras más rápido llegaran a San Francisco, era mejor, porque todo sería más sencillo.

    O eso creían ellos...

    No contaban con el detalle de que Ken y Zack, los dos últimos sicarios del Jefe de la Policía Central, en quienes podía confiar plenamente -más en el mayor que en el más joven, por sus errores tontos en situaciones riesgosas-, por ser su mentor en su entrenamiento, desde que eran niños, y contaba con su respeto y obediencia, a prueba de todo. La misma se mantenía, aún sabiendo ellos el cómo habían acabado en el "criadero", y lo que habían pasado allí. Estaban estacionados a una orilla de la carretera, dentro de aquel auto, esperando a que pasara por allí ése grupo de soldados.

    Con respecto a Zacarías Montero -mejor conocido como Zack-, era un chico de la ciudad de Miami, en el estado de Florida, que había nacido en el seno de una familia que se dedicaba a la venta de estupefacientes en los barrios bajos. Fueron abatidos en un enfrentamiento con miembros de la Policía Central, y después fue llevado a aquella instalación secreta, teniendo entonces seis años de edad. Al llegar a ése sitio, el chico entendió que para ganarse el favor de su "jefe", tenía que demostrar que era totalmente eficiente al ejecutar sus órdenes. Demostró sus capacidades con el paso del tiempo, pero también sus grandes debilidades.

    El muchacho era muy capaz de matar a sangre fría, ya fueran hombres o mujeres sus objetivos, e inclusive disfrutaba más el tener que asesinar a mujeres, por verlas a su merced, sufriendo en su agonía; también tenía a su favor el ser más obediente que otros sicarios o candidatos -Lance y Troy no solían ser tan dóciles-, estando allá. Su torpeza y su imprudente manera de referirse a los demás al hablar eran su talón de Aquiles.

    En varias ocasiones, había qquedado mal con Fitzpatrick por esos mismos rasgos de su personalidad, pero la peor de ellas fue el día en que Troy huyó del "criadero". Primero, cuando ofendió a Megan Knox frente a Marcus, la mano derecha de Van Slyke -quien estaba allí para matar al chico, por orden de él-, y que por eso, arremetió contra él, presa de la ira. Lo segundo fue que, a pesar de estarlo vigilando, el rubio lo atacó y logró escapar de su encierro. Al pensar en eso, Zack apretó los puños con fuerza y se preguntó:

    —¿Qué hacemos aquí? Deberíamos estar buscando al "Pequeño Zorro", no aquí, perdiendo el tiempo.

    —¡Cállate, Zack! —le ordenó su compañero, sumamente enojado—. Fue Irina la que lo comenzó a llamar así, ése apodo me la recuerda mucho.

    —Lo siento, ya había olvidado que ella era tu chica —comentó él, a modo de disculpa.

    —Déjalo así, ya no quiero hablar de eso —le dijo el mayor finalmente—. Tenemos que esperar un poco más, nuestro contacto me informó que pasarán por aquí pronto.

    Sí. Tal y como lo mencionara Ken, el Jefe de la Policía Central, para espiar los planes de su enemigo, había infiltrado en la Brigada de Liberación a varios de sus sicarios más jóvenes, a la mayoría de ellos los habían descubierto, por sus investigsciones sobre Fitzpatrick. No obstante, dos de sus elementos viajaban con los delegados que iban en busca de las evidencias que lo revelarían todo sobre la "Estrella del Norte", además de la corrupción en que estaba sumida la Policía Central.

    Mientras esperaban por los rezagados de la toma del Cuartel General de la Brigada de Liberación, recibieron información sobre aquel grupo de soldados, que buscaban a la Doctora Knox, y les dieron su ruta de viaje. Por eso, decidieron atacarlos cuando pasaran por la frontera entre Nevada y California, para luego llevarlos al Cuartel.

    —¿Estás seguro de eso? —insistió Zack, fastidiado—. No quiero fallar en ésta tarea.

    —Sí, pasarán pronto —sentenció Ken.

    Kenneth Larson era un ejemplo de fuerza y tenacidad, muy estimado por Jacob, al ser uno de sus mejores elementos, preciso y reservado, muy discreto y un incansable en pelea. A diferencia de otros, Ken se hizo sicario para tratar de labrarse un futuro mejor, pues él se había criado en las calles de San Diego, desde niño, y cuando se dio una balacera cerca de su zona, en la que intervino la Policía Central, fue rescatado por el Comandante de dicho cuerpo policial, que lo llevó al "criadero", cosa que para aquel niño era mucho mejor que tener que nendigar para vivir.

    Nunca se quejó de su destino, entrenó duramente y se volvió uno de los mejores asesinos de Fitzpatrick, pero siempre guardó un anhelo en su vida: tener una familia. Su compañera, la brutal y sanguinaria Irina, era su complemento ideal, la única que lo conocía a fondo -así como él a ella- y lo entendía, por eso fue que iniciaron una relación, aunque Jacob no lo sabía, pues lo hubiese prohibido apenas se hubiese enterado. Ahora, ella estaba muerta y él no alcanzaba a entender lo que había pasado, pero tenía una cosa clara, que no descansaría hasta saber quién había sido el responsable de su muerte.

    Sin embargo, tuvo que volver a su presente, al escuchar que su compañero le decía:

    —Ahí viene una camioneta, Ken. Parece que ya están llegando los delegados de la Brigada de Liberación, ¡qué bueno!

    Nada más escuchar eso, el mayor dirigió la vista a la carretera, logrando corroborar lo que Zack le decía, entonces encendió el vehículo que ambos abordaban, el cual aceleró a gran velocidad, lanzándose hacia la vía, en sentido contrario, pues su idea era embestirlos, para hacer que se detuvieran. Vincent, en contravía, alcanzó a ver aquel automóvil y trató de esquivarlo, sin éxito, porque el automóvil y la camioneta chocaron frente a frente, dejando a ambos transportes en medio de la nada.

    —¿Están todos bien, muchachos? —les preguntó Vincent a sus compañeros, justo después del choque.

    —Sí, eso creo —le respondió Lynn, un poco adolorida por haberse golpeado en la cabeza.

    —Oigan, no es momento para eso —dijo Tea, muy seria.

    —¿Por qué lo dices? —le preguntó Shirley.

    —Por eso, chicos —fue su respuesta, la cual acompañaba con su dedo señalando hacia el frente—. Véanlo ustedes mismos.

    Todos ellos se percataron entonces de que, del interior del auto que acababa de atropellarlos, descendían sus ocupantes, llevando sus armas con ellos. Eso fue más que suficiente para que Shirley les dijera a todos, con mucho temple:

    —Tengan cuidado, deben ser sicarios de Fitzpatrick.

    —Es lo más probable —razonó Nina—. Nos han tendido una trampa.

    Todos los que integraban aquel grupo comenzaron a bajar de la camioneta, con la intención de enfrentar a esos jóvenes sicarios. Un momento después, Vincent les dijo, con voz muy firme:

    —Será mejor que nos dejen seguir con nuestro camino, o nos veremos obligados a usar la fuerza.

    —¿Tú y cuántos más? —se burló Zack—. ¿Creen que porque son más, pueden vencernos? ¡Ja, eso quiero verlo!

    —No lo sé, pero al menos vamos a darles pelea, par de monigotes —respondió Owen, irritado por el comentario del sicario.

    —Entonces veamos qué tan buenos son los miembros de la Brigada de Liberación —dijo Ken, con voz cortante.

    Vincent, Owen y Hiro les plantaron cara a ambos sicarios, pues no pensaban dejar que ellos les impidieran cumplir con las órdenes del Coronel Hatthaway. Adoptaron posiciones de lucha y así, dio inicio la confrontación entre ambos bandos.

    Owen y Hiro se lanzaron al tiempo contra Zack, porque creyeron que un ataque combinado podría funcionar para vencerlo; mas el asesino se las ingeniaba para zafarse de sus ataques, además de buscar herirlos con sus Sais, ya que eso le facilitaría las cosas con sus rivales. Entre tanto, Vincent y Ken se peleaban, siendo los dos muy experimentados en combate -el delegado era uno de los hombres del "Grupo Élite" de la Brigada-, su nivel era muy parejo en verdad. Se enfrentaron sin usar armas, algo no muy común en Ken, que solía usar mucho sus Bo Shurikens en los enfrentamientos.

    El error en su lucha lo tuvo Zack, pues en un momento se descuidó y fue entonces que, mientras Owen esquivaba un golpe suyo, cambió de lugar con su compañero, quien aprovechó para comenzar a lanzarle patadas y varios puñetazos, a la vez que el otro se preparaba para aplicarle una llave, con la cual planeaba dejarlo fuera de acción. Pero cuando eso estaba a punto de suceder, fue atacado por la espalda por... Trent: el primero de los "infiltrados" se había dado a conocer ante ellos.

    No acabó allí, pues siguió atacando a su ex camarada sin piedad, aún estando en el suelo, padeciendo el dolor del primer ataque, una patada a la columna y no se detuvo hasta que lo vio inconsciente ante él. Por su parte, Zack pudo clavar una de sus armas en el hombro de su oponente, que sintió un dolor muy intenso en su extremidad, y el mercenario vio allí su oportunidad de golpearlo fuertemente en la cabeza, dejándolo allí, sin sentido.

    Ken se pudo librar de su rival poco después, tras propinarle una secuencia de golpes directos de boxeo a la zona abdominal, y un gancho de derecha a la mandíbula, por lo que cayó al suelo, abatido de cansancio y dolor. Al ver lo que sucedía, Shirley le increpó al traidor, dominada por la furia que sentía:

    —Nos engañaste todo este tiempo, Trent. En verdad eres un sicario de Fitzpatrick. ¡Eres peor que una rata de alcantarilla!

    —Y ustedes son muy inocentes en verdad —comentó él, con picardía—. Cayeron como bebés en el engaño.

    —¡Silencio, basura! —lo calló Tea, que se sentía igual, o más enojada aún—. Ya verás lo que les pasa a los traidores como tú.

    —¿Querrás decir... como nosotros, Tea? —le preguntó socarronamente Katherine, quien les apuntaba con un arma a todas.

    —¿Tú también, Kath? —le preguntó Nina, desconcertada ante su revelación—. Creí que éramos amigas, ¡confiaba en tí!

    —Bueno, ahora ya sabes que no se puede confiar en nadie —respondió ella, con un tono lastimero, muy falso.

    Lo que sucedió entonces fue que, como respuesta a su hiriente comentario, Nina le dio un puñetazo en el rostro, que hizo que la sicaria encubierta intentara atacarla, aunque la joven pudo esquivar su golpe a tiempo, así se reanudaría la pelea. Katherine, al ver lo que había hecho la chica, le dijo, muy molesta:

    —Espero que estés lista para morir, niñita tonta. No creas que dejaré pasar tu osadía.

    —No me importa —dijo Nina, muy seria—, la verdad es que siempre quise saber cuál de las dos era la más fuerte.

    Se colocaron en posición de combate, dispuestas a pelear. Entre tanto, Shirley, Lynn y Tea se preparaban para enfrentarse a esos sicarios, acabando la líder contra Ken, Lynn contra Trent y Tea ante Zack, porque no pensaban quedarse sin pelear. A su vez, Janet, espantada por todo lo que estaba ocurriendo frente a ella, corrió a esconderse dentro de la camioneta, pues quería evitar que le hicieran daño esos sicarios, al no ser ella nada más que una mujer común y corriente, que no sabía luchar, y además, era un poco cobarde, o así se sentía en ése momento:

    —Ojalá y los delegados salgan bien librados de ésta situación, porque si no, vamos a acabar todos encerrados en una celda —rogaba la mujer, muerta de miedo—. Ya a mis años, no debería estar en un lío como éste, estoy bastante mayor para esto.

    Lo que la mujer pedía en ése momento no era para nada sencillo, las jóvenes que quedaban en pie de aquel grupo, estaban enfrentando a unos asesinos a sueldo, sumamente fuertes y bien entrenados, de los mejores con los que contaba el Jefe de la Policía Central. Trent atacó a Lynn de manera rápida, buscando golpearla en la cara en varias ocasiones, pero la joven lograba esquivar sus golpes, aprovechando su velocidad para ello, sin embargo, luego le dio una patada a la cabeza, que la dejó un poco aturdida y entonces, comenzó a propinarle varios puñetazos en la cara y en la zona abdominal, hasta que cayó al suelo, habiendo perdido el conocimiento.

    Mientras tanto, Nina trató de hacer caer a Katherine al suelo, con varios ataques hacia sus piernas. En una de esas ocasiones, cayó al suelo, por lo que su rival percibió su cansancio, y entonces se ensañó con ella, propinándole golpes en la zona abdominal en repetidas ocasiones, su rival intentó resistir, no obstante, la joven era muy fuerte y veloz, por lo cual, finalmente, cayó sin sentido al suelo. Habiendo caído ya, dijo, un poco desanimada:

    —¡Qué mal, amiga! Pensé que estabas en mejores condiciones, fue muy fácil.

    Zack pensaba que Tea no era una oponente fuerte, pero estaba en un error, porque apenas pudo, la chica se abalanzó sobre él, colocando ambas piernas alrededor de su cuello, apretando ambas un poco y después se impulsó hacia atrás, cayendo ambos en el suelo. El chico apenas sentía que podía respirar de nuevo, cuando vio que aquella muchacha lo comenzó a golpear en la cara en repetidas ocasiones, dejándolo fuera de combate por completo en apenas minutos. Sabía muy bien que los dos trsidores del grupo intentsrían atacarla, por lo que desenvainó su Wakizashi y los amenazó enérgicamente:

    —¡Ni se les ocurra acercarse! Si se mueven, aunque sea un poco, le cortaré el cuello a éste idiota.

    Trent y Katherine gruñeron entre dientes al ver lo que pasaba, la verdad era que nunca se imaginaron que Tea tuviera tal condición para el combate, ni que fuera tan ruda en verdad, pero por algo, el Coronel Hatthaway la consideraba como a uno de sus mejores elementos en la Brigada de Liberación, pues sabía que era muy buena.

    Ken y Shirley estaban en una lucha muy pareja, el joven trataba de golpearla, pero la pelirroja hacía gala de sus buenos reflejos y su velocidad, dándole unos golpes fuertes en el rostro y en el estómago, haciéndole perder el aire por momentos; de repente, él la tomó por uno de sus brazos, la levantó por unos segundos y la estrelló contra la carrocería de la camioneta, por lo que ella se quejó del dolor.

    Alcanzó a ver a su compañera y amiga a lo lejos y le dijo:

    —Tea, vete de aquí. Hay que seguir con el plan.

    —Shirley, no te pienso dejar aquí —fue la respuesta de la castaña.

    —No te estoy preguntando si quieres irte o no, Tea. ¡Es una orden!

    Fue lo último que pudo decir, porque un momento después, Ken la noqueó de un puñetazo, dejándola inconsciente.

    Al escuchar lo que dijera Shirley, Janet -a pesar de que tenía mucho miedo- tuvo una idea. Salió de la camioneta y subió al auto en que los sicarios los embistieran antes, para luego encenderlo, lo hizo avanzar en reversa, para que se separaran ambos vehículos, entonces se lanzó contra los sicarios, que tuvieron que hacerse a un lado al ver que los arrollaría con éste. Abrió una de las puertas y le dijo a la chica que quedaba en pie de aquel grupo de soldados:

    —¡Suba, señorita, dése prisa!

    Tea no tuvo más opción que obedecer, aunque de ser por ella, se hubiese quedado luchando contra esos sicarios, pero tenía que cumplir con lo mandado por el Coronel Hatthaway. Ambas mujeres se fueron de allí en el auto, perdiéndose en el horizonte a buena velocidad.

    Al ver que ya habían derrotado a todos esos chicos -salvo a la que acababa de huir-, Ken recibió una llamada de Fitzpatrick, en la que le dio la orden de ir al Cuartel General de la Brigada de Liberación, a reunirse con él. Se lo hizo saber a sus compañeros con éstas palabras:

    —Ya es hora de reunirnos con Fitzpatrick, muchachos. Está en el Cuartel General de la extinta Brigada de Liberación.

    —¡Al fin lo logramos! —celebró Trent—. Después de tanto tiempo, detuvimos a Hatthaway.

    —No cantaría victoria tan pronto, la estúpida de Tea escapó —comentó Katherine, furiosa.

    Posteriormente, el grupo de sicarios se ocupó en llevar a los miembros de la Brigada de Liberación que habían enfrentado al interior de un pequeño camión -que habían buscado por si llegaban a atrapar a miembros de la Brigada de Liberación-, en donde los maniataron, además de revisarlos a todos ellos, para asegurarse de que no traían armas consigo. También hicieron un chequeo en la camioneta en la que se transportaban, para ver si no tenían armamento oculto, al hallarlo, lo subieron adentro del tinglado del vehículo; sin embargo, las colocaron lo más retirado posible de los paramilitares, pues sabían que podrían intentar usarlas para someterlos y escapar de su cautiverio.

    Todos los sicarios subieron en la parte delantera del camión, además de subir allí a Zack, que aún no había reaccionado. Después de eso, emprendieron camino hacia el Cuartel General de la Brigada de Liberación, en donde los esperaba su jefe, para recibir nuevas instrucciones de su parte, porque sus planes apenas se estaban iniciando en realidad.

    Continuará...
     
    Última edición: 16 Noviembre 2022
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    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

    Virgo
    Miembro desde:
    25 Septiembre 2013
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    250
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    4249
    Capítulo XIII:

    ¿Amor o Locura?

    Cuando apenas comenzaba a aclararse el cielo, como anuncio de la llegada de un nuevo día, un automóvil, más bien una patrulla de policía, cruzaba las calles del Estado de California, a muy buena velocidad, sin tener algún tipo de respeto por las señales de tránsito, ni por los semáforos que se encobtraban en la carretera, porque no habían más vehículos recorriendo la misma. Todo aquello se debía a la creciente desesperación que sentía el conductor de aquel auto -que era Marcus- en esos instantes, pues quería dar con el paradero de Megan, la persona a la que más amaba en el mundo, según pensaba, al haberse enterado de que ella estaba viviendo en San Francisco y lo que más deseaba en ése momento era llegar allá lo más pronto posible; y entonces llevársela junto a él, a un sitio en donde nadie los molestara, no sin antes hallar a la Doctora Jhonson, en el lugar en el que se ocultara, y después asesinarla, como se lo había ordenado Van Slyke, para no fallarle en aquel encargo, debido a que estaba muy agradecido con el hombre, por haberle ayudado en el tiempo en que más lo necesitaba.

    Nada más haber cruzado el puente de la Isla de Yerba Buena, Marcus aceleró el automotor que conducía a toda marcha, con rumbo a aquella ciudad, porque no tenía otra determinación en su mente que la de encontrar a Megan y vivir feliz al lado de ella por el resto de sus días. Mientras recorría cada paraje de las ciudades cercanas a dicho lugar, él perdía la paciencia poco a poco y estaba cada vez más cerca de perderla, ya que con el pasar de cada minuto, la espera se le hacía eterna, y quería llegar al destino al que se dirigía, porque ya llevaba esperando un largo tiempo y no tenía la intención de seguir haciéndolo, así que, al momento de entrar a San Francisco, se dijo, muy sereno:

    —Ya estoy más cerca de tí, amor.

    Siguió su camino, con destino a Fillmore, a donde llegó finalmente, habiendo transcurrido algo más de una hora, por lo que redujo drásticamente la velocidad, y entonces comenzó a observar cada una de las casas de aquella zona, mientras recorría la misma, con sumo detenimiento, para ver si lograba dar con la vivienda que correspondía con la dirección que le había indicado su jefe, por medio del mensaje de voz que el hombre le dejara en su celular, antes de retornar a San Ángelo. Quería verificar si la joven se encontraba en alguna de las casas, en el patio de éstas, o por las ventanas de las mismas, pero no conseguía verla, lo cual hacía que se desesperara más aún, hasta el punto de llegar a pensar que ella podía haber cambiado de dirección, para evitar que Van Slyke o Fitzpatrick llegaran a atacarla en el futuro; sin embargo, al pasar por el frente de la casa de Garrett, vio que habían varias personas en el patio, y su actitud le pareció sospechosa, por lo que se estacionó en los alrededores, bajó del automóvil, tomó las esposas, las guardó en uno de sus bolsillos y se dirigió hacia allá.

    —Estoy casi seguro de que Meg está ahí —se dijo a sí mismo, mientras iba a la casa—. Si las cosas se ponen rudas, tengo cómo detener a éstos tipos.

    A las afueras de la residencia de los Abay se hallaban Bernard, Sean y Jenna, quienes estaban montando guardia, en espera de los hombres que Louie les iba a enviar, según Ian y Troy les habían dicho anteriormente -ellos dos habían hecho guardia en la noche y estaban adentro, descansando un poco-, para que protegieran a Megan y a la Doctora Jhonson. Marcus, al tenerlos más cerca, reconoció a la chica, cayendo en cuenta de que ella era quien lo había enfrentado en la cabaña donde se ocultaba Karen, en Medport, el día anterior, y exclamó, muy enojado:

    —¡Por culpa de esa estúpida entrometida no pude asesinar a la Doctora Jhonson en la cabaña! Sin embargo, el hecho de que esté aquí quiere decir que ella la trajo a ésta casa, seguramente porque Meg quiere que cuente lo que sabe sobre la "Estrella del Norte", y así, poder hacer que mi jefe y Fitzpatrick queden al descubierto. No habría salido mejor si lo hubiese planeado... ¡son dos pájaros de un sólo tiro!

    Eso lo decía porque ignoraba totalmente que Troy también estaba en ése lugar -a quien él había estado a punto de asesinar en el "criadero", por órdenes de Van Slyke, el día en que escapó del mismo, cosa que no pudo hacer debido a que Zack hizo un comentario ofensivo sobre Megan, que lo había hecho enfadar mucho-, pues él sabía perfectamente que el mayor deseo de su jefe era acabar con la vida de ése chico. Y en ése momento, se percató de que Bernie se dirigía a la puerta de la casa, para ir adentro y preguntarle algo al muchacho, por lo que vio la oportunidad de atacar, entonces desenvainó la daga que él tenía en el bolsillo de su pantalón y se acercó a donde ellos estaban; Jenna alcanzó a darse cuenta de que era él, a pesar de su atuendo de policía, pero antes de que pudiera atacarlo, el otro le dio varios puñetazos en el abdomen, con los que la dejó sin aire y cayó al suelo, muy débil.

    Iba a asestarle la puñalada mortal, sin esperar que Sean lo sorprendería, con la inyención de darle un gancho de derecha en el rostro, dejándolo aturdido por unos segundos, lo que él aprovechó para sujetar la mano en la que el asesino empuñaba la daga, y así, tratar de detenerlo; no obstante, Marcus le aplicó una llave y lo dejó tirado en el suelo, un poco adolorido. Trató de apuñalarlo en el pecho, pero el joven se movió para levantarse y acabó clavándole su arma en la espalda, para luego patearlo, por lo que el otro cayó de bruces al suelo, agotado. Bernie, que ya había entrado en la vivienda, le avisó al resto, muy alarmado por lo que pasaba:

    —¡Un hombre vestido como oficial acaba de llegar y está armado! Sean y Jenna pelearon contra él, pero los derrotó rápidamente, pues es muy bueno luchando.

    —¿Será Fitzpatrick? —se preguntó Ian, preocupado.

    —Debe ser el sicario que Van Slyke envió para que me asesinara —concluyó Karen, muy seria—. Seguramente ya se enteró de que estaba aquí, por eso quiere acabar con el trabajo que tiene pendiente lo antes posible.

    —Venga al sótano, Doctora Jhonson —le pidió Cloe, que estaba allí con ellos—. Allí estará más segura, por si llegara a entrar.

    Aquella dependencia era el área más segura de toda la casa, estaban allí los cimientos de la construcción de la misma, que tenían un diseño especial para resistir sismos, ya que la zona era propensa a los movimientos telúricos, por lo que era un excelente refugio. Desde que Megan y los otros llegaron allí, después de lo ocurrido en IEPCOM, el Doctor Sanders y Garrett comenzaron a trabajar en acondicionar el lugar. Sus paredes, así como el techo del sótano, se hallaban reforzados con placas de buen grosor, hechas de acero y recubiertas con fibra de carbono, para disipar el calor, instalaron un aire acondicionado industrial -que también servía para el resto de la casa-, y así el hacker mantenía su computadora en muy buen estado. También la puerta de entrada a dicha área estaba fabricada con los mismos materiales.

    La mujer entró al sótano junto a Cloe; Stuart y Megan se encontraban ahí, acompañando a Sanders, porque Garrett se había quedado dormido al amanecer y estaba acostado en una cama individual que instalaron allí mismo y, al ver la forma tan abrupta en que ambas habían entrado, les preguntó el joven, preocupado:

    —¿Qué está pasando?

    —El hombre que trabaja para Van Slyke como su asesino está en la casa —respondió Cloe, muy seria.

    Grande fue la sorpresa de ellos dos, además de la de Jonathan, al enterarse de que Marcus había encontrado su paradero, porque sabían muy bien que él era un hombre peligroso; Megan, por su parte, se puso muy nerviosa, debido a que, al saber que su ex novio estaba totalmente obsesionado con ella desde siempre, tenía muy claro que podría hacer cualquier cosa con tal de tenerla a su lado, y que si alguien buscaba detenerlo en la consecusión de su meta, sería capaz de matarlo, Stuart la tenía abrazada contra su pecho, con la intención de hacer que se calmara un poco, pues sabía que a ella le afectsba mucho todo lo ocurrido entre ella y el hijo del Doctor Sanders durante su relación, por la forma tan escabrosa en que había acabado la misma, al poner su vida en peligro.

    Entre tanto, Marcus se disponía a abrir la puerta de la residencia, por lo mismo, Ian y Bernard se colocaron detrás del acceso, empujándo la puerta para evitar que lo lograra, al menos por unos minutos, y darle tiempo a Garrett -al que Stuart despertó apenas supo lo que pasaba-, quien estaba recorriendo la casa por todos lados, en busca de su madre, de Nolee, de Blake y de Troy, buscando que todos entraran en el sótano, para ponerse a salvo de ése sicario, encerrándose en su interior. Halló a su madre, a la chica y a Nolee, pero no fue así con el muchacho, por lo que le preguntó a ambos hombres:

    —¿No han visto a Troy?

    —No, hace rato que no lo veo —le dijo Ian, aunque estaba más concentrado en mantener la puerta cerrada—. Cuando entramos, me dijo que pensaba descansar un poco.

    —Es cierto, hijo —le comentó su madre—. Yo le dije a Troy que fuera a dormir a tu habitación, hace un rato, cariño. Debe estar durmiendo ahora.

    —¿Dormido? —preguntó Bernie, en medio de su esfuerzo por evitar que Marcus entrara a la vivienda—. No lo creo, Troy sufre de insomnio severo, celebraría muho si llegara a dormir cuatro horas seguidas.

    Garrett llevó a su madre y a las jóvenes al sótano, para luego ir a su habitación, que se encontraba en la parte alta de la casa. En aquel piso se hallaban cuatro dormitorios, cada uno con su baño, y en el techo de las mismas se habían puesto unas ventanas, que abrían hacia abajo. Apenas entró a su cuarto, el hacker se dio cuenta de que el muchacho no estaba allí; su cama estaba puesta justo bajo la ventana del techo, y estaba abierta, por lo que no le costó nada adivinar lo que había hecho: usar la cama para alcanzar el techo y abrirla, para salir por ahí.

    Al volver, ayudó a Bernard y a Ian a colocar varios muebles de la sala atravesados en la entrada de la casa, aunque no lo veían -pensaron que estaba buscando otra forma de entrar al lugar-, por si volvía a intentar entrar. Después fueron con él al refugio, pero allí le preguntó Megan, al notar que el menor no estaba con ellos:

    —¿Encontraste a Troy, Garrett?

    —Creo que fue a enfrentar a ése tipo —fue su respuesta.

    —¡Lo va a matar! —exclamó Megan, muy angustiada—. Él es muy peligroso.

    —Ése tipo ha matado a muchos en su vida—agregó Ian, serio—, y no creo que Troy esté listo para enfrentarlo.

    —Yo no diría lo mismo —replicó Jhonson—. Troy tenía siete años cuando comenzó a entrenar para ser uno de los asesinos de Van Slyke y Fitzpatrick, y dejó de hacerlo a los quince. Fueron ocho años en total.

    —No hay nada extraordinario en eso —le dijo Ian, para añadir luego—, hubo muchos niños que fueron entrenados, al igual que él. ¿Me equivoco?

    —No, estás en lo cierto —respondió la mujer—. Troy era muy bueno, tanto que Jacob se empecinó en hacer que se uniera a la "Estrella del Norte", pero él nunca quiso. La verdad es que es un experto y podría acabar con cualquiera en un momento si lo deseara.

    —¿Qué pasó con él cuando lo atraparon en IEPCOM? —le preguntó Cloe, intrigada.

    —Cuando fue capturado en IEPCOM, Fitzpatrick lo confinó a una celda de castigo en el "criadero", que haría que las cárceles de máxima seguridad se vieran como un psseo, a pan y agua —relató Karen, muy seria—. Por las tardes, enviaba a la celda a uno de los XR a entrenar, pues lo tenían como su "sparring".

    —¿Y cómo fue que Troy huyó de ésa instalación subterránea? —interrogó el moreno, que tenía muchas ganas de saber eso en particular.

    —Van Slyke envió a ése hombre al "criadero" hace unos tres años, para que matara a Troy —les contó Karen—, se salvó porque Zack, uno de los sicarios de Jacob, te ofendió, Megan. Perdió los estribos y casi lo mata, luego se fue de allí, sin ánimos de nada; y ése día, él escapó de ése lugar, una hora o dos después de eso.

    —Entonces ya se han visto —dijo Stuart, muy serio—, pero no sabe quién es él.

    —En efecto —confirmó ella—. No se han enfrentado, pero están muy parejos.

    Garrett y Sanders habían colocado cámaras de vigilancia en algunos puntos de la vivienda, por lo que el moreno comenzó a observarlas, para ver lo que sucedía en el patio de la casa, por si las cosas se ponían rudas con ése tipo. Confiaba en las capacidades de Troy, sin embargo, so se fiaba del todo en lo que podía suceder si se llegaban a enfrentar, al ser Marcus un ex convicto peligroso y un asesino experimentado, a diferencia de su amigo.

    En ése momento, Troy estaba bajando del techo de la casa, con la finalidad de acabar en el patio trasero, y tratar de sorprender a ése sujeto. Llevaba consigo una Tonfa, que había tomado de entre las armas de Irina, para tener con qué defenderse si se llegaba a presentar una situación así mientras estaba montando guardia con Ian en la madrugada. No pensaba permitir que acabara con la vida de la Doctora Jhonson -él no sabía de la relación que existía entre Marcus y Megan, o con el Doctor Sanders-, pues lo que ella sabía de la organización "Estrella del Norte", era de suma importancia para los planes de Megan y la Brigada de Liberación para revelar quiénes eran Fitzpatrick y Van Slyke en realidad.
    Al ver que había derrotado a Sean, tomó la Tonfa y lo atacó por la espalda, haciendo que el mayor se quejara, porque el dolor era muy fuerte. Un monento después, protestó, muy enojado:

    —¿Quién cometió esa osadía? Voy a arrastrarlo por el suelo hasta que muera.

    —Inténtalo entonces, imbécil —le dijo Troy, con mucho temple en su voz.

    Marcus se dio vuelta hacia su repentino oponente, y al ver que era el hijo menor de su jefe, comenzó a reír a carcajadas. El menor se quedó desconcertado, porque captó casi de inmediato quién era ése tipo, que le dijo, muy emocionado:

    —No lo puedo creer... ¡parece que me gané el premio mayor de la lotería! Podré asesinarte a tí y a Jhonson, y luego irme con Megan de éste país.

    —¿Megan? —le preguntó el menor, intrigado—. ¿Qué tienes que ver tú con Megan?

    —Ella es mi chica. Vine por ella, pero creo que voy a lograr más que eso ahora.

    —No dejaré que Megan salga de éste lugar, ella está en peligro —argumentó Troy, muy serio—. Tendrás que pasar sobre mí primero.

    —Será un placer entonces, muchacho. A Van Slyke le dará mucho gusto el saber que eliminé a su odiado vástago por fin.

    Ambos adoptaron posiciones de lucha entonces, mirándose el uno al otro con mucho detenimiento. Marcus lanzaba miradas maliciosas al más joven, mientras una sonrisa burlesca se dibujaba en su rostro, pensando que sería sencillo acabar con su rival. Con respecto a Troy, lo miraba fijamente, calculando sus posibles movimientos, con suma atención. El mayor buscó atacar a Troy con su daga, buscando clavársela en el pecho, pero él lo esquivó y le propinó un golpe en las costillas con su Tonfa, cosa que le hizo dar un alarido de dolor; y después dijo, sonriendo:

    —Esto será divertido, no eres un idiota como la mayoría de los tontos a los que he asesinado antes.

    Se abalanzó sobre él un momento después, en un segundo intento, buscando hacerle un corte en los brazos o el pecho. El muchacho trató de quitarle la daga, pero él lo golpeó, dándole un gancho al estómago, por lo que lo dejó sin aire y fuera de combate por un instante y luego lo apartó de él, dándole una patada. Troy sintió un dolor fuerte en el abdomen al recibir el golpe, porque el mismo fue cercano a la herida de bala que tenía en el abdomen, por el disparo que recibió de parte de Ian, el día del atentado en su contra, unos días antes.

    —¿Estás herido? ¡Es una lástima, porque eso significa que no durarás mucho!

    —Eso lo veremos —objetó el menor.

    Mientras ellos dos luchaban, Megan estaba muy angustiada, porque se imaginaba que Troy caería muerto a manos de su ex novio, y eso la hacía sentir terriblemente. Sabía que él era muy peligroso y no quería que le sucediera nada malo a su amigo, pues siempre había sido bueno con ella, le había contado cosas que pocos más conocían de su vida y no quería que todo lo que logró en aquel tiempo se perdiera. Por eso mismo, se decidió a salir del sótano, para tratar de calmar el instinto asesino de Marcus.

    Pero se le adelantó Karen -que antes le entregó un pequeño paquete a Cloe, por si algo llegaba a salir mal y Marcus la asesinaba, aunque la joven científica no entendió lo que sucedía-, lo cual hizo que, tanto ella, como todos los que se hallaban con ellas en el sótano se quedaran sin saber qué hacer. Entonces se fue tras ella, aprovechando eso para ver si podía lograr su cometido. Stuart intentó seguir a Megan, pues intuyó lo que planeaba hacer, pero Sanders y Garrett lo detuvieron:

    —¿A dónde crees que vas?

    —¿Cómo que a dónde? —les preguntó él, muy sorprendido—. ¡A salvar a Megan de ése demente!

    —¿Quieres morir o qué? —lo encaró Garrett, muy serio—. Si sales de aquí, ése tipo no dudará en matarte. No seas tonto, Stuart.

    Gruñó entre dientes al escuchar eso, pues sabía en el fondo que Sanders y su mejor amigo tenían razón en sus argumentos, pero aún así, quería ir a ayudarla, porque sabía que estaba en un grave peligro con aquel hombre, al que conocían muy bien.

    Cuando Megan y Karen llegaron al patio de la casa del hacker, se encontraron con una escena terrible: Marcus iba a tomar la Tonfa que llevaba Troy consigo -que se le había caído al suelo cuando lo golpeó en el estómago, a causa de su distracción-, para golpearlo con ella en las costillas, pero el menor logró quitarse de su camino y le dio una patada al mentón, que aturdió un poco al mayor; sin embargo, éste lo embistió, dejándolo en el suelo y comenzó a estrangularlo con ambas manos, por lo que al joven le comenzó a faltar el aire.
    Megan ya pensaba intervenir, pero fue la Doctora Jhonson la que salió a la vista del hombre, para decirle lo siguiente:

    —¡Es suficiente, Marcus Sanders! Deja al muchacho en paz, es a mí a quien quieres.

    —¿Karen Jhonson siente pena por éste pobre diablo? La verdad nunca entendí lo de "ella lo cuida mucho" del que se quejaba mi jefe hasta ahora, como toda una mamá cuidando a sus niños.

    —Ya no tengo nada qué perder, acaba conmigo de una buena vez —le increpó la mujer, decidida.

    Marcus le apuntó a la cabeza a Karen con la pistola, ella cerró los ojos con fuerza, ya que no quería ver cómo el asesino cegaría su vida, luego de tanto esfuerzo por mantenerse a salvo de el. Lo único que ocupaba su mente en aquel momento era su hija, su única motivación real en el mundo y le dolía muchísimo el no poder reencontrarse con ella,todo como consecuencia de sus malas acciones -junto a Van Slyke y a Jacob-, por lo que comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos, por la inmensa tristeza que la embargaba en ése momento.

    —¡Marcus, no le hagas daño! —exclamó Megan, con voz temblorosa.

    —¿Meg, eres tú? —preguntó él, quien estaba atónito al ver a su gran amor—. Moría de ganas de verte, cariño.

    —Yo también, Marc —dijo ella, siguiéndole la corriente, a pesar de que estaba muy asustada.

    —¿Me perdonas? No sé qué me pasó, te prometo que no te haré daño de nuevo...

    —Me... Megan, no... no lo hagas —le pidió Troy, un poco recuperado del ataque de ése sicario.

    Eso hizo que Marcus se enojara mucho, por lo que comenzó a patearlo en el abdomen, para que se callara, mientras le decía:

    —¡No te metas, imbécil! Esto es entre Meg y yo, ¿acaso no lo ves, entrometido?

    —Yo iré contigo, Marcus —le dijo Megan, tratando de verse segura ante él—. Pero tengo una condición para ti.

    —¿Y qué es lo que quieres? —preguntó el hombre, emocionado—. Por ti haría lo que fuera.

    —Que no mates a la Doctora Jhonson, ni a Troy—pidió su ex novia—, vamos a dónde tú quieras, pero no le hagas daño a ninguno.

    —Ése no es el plan, Meg —replicó el asesino, muy serio—. Pero podríamos ir a San Ángelo, allá Van Slyke sabría qué hacer con ésta traidora. Así que sí, nos iremos los tres ahora mismo. Y a tu amigito lo dejaré en paz, porque espero verlo de nuevo.

    Megan y Karen caminaron hacia su atacante, lentamente, él las condujo hacia la patrulla que manejaba e hizo que ambas mujeres subieran a bordo de su transporte, no sin antes esposarle las manos a Jhonson, pues era su rehén y no quería que llegara a escapar de nuevo. Un momento después, el hombre encendió el vehículo y emprendió la marcha, con destino a la pista clandestina que usaba su empleador para las operaciones de tráfico de armas; se hallaba en la cúspide de su felicidad, al estar de nuevo junto a su gran amor de toda la vida, y muy contento por lo que pasaba, le dijo:

    —No te preocupes por lo que pasó, Meg. Después de que todo esto termine, vamos a ser muy felices, ya lo verás.

    —Está bien, Marc —le dijo ella, con voz suave, para luego esbozar una sonrisa.

    Su acompañante la miró por un instante, al percibir un cambio en el ánimo de la muchacha, lo cual le pareció extraño. Ni ella ni su captor conocían acerca de la fobia que Megan le tenía a las armas -aunque a ella le asustaba más su ex pareja, pero trataba de controlarse para no entrar en pánico-, por lo que la mayor no captó lo que le estaba pasando; sin embargo, le preguntó en voz baja:

    —¿Por qué evitaste que éste tipo acabara conmigo? La verdad es que lo merezco.

    —Yo no quisiera que usted partiera de éste mundo sin encontrar a su hija, Doctora Jhonson —respondió la chica, con tono sereno—, la verdad es que es algo injusto. Pero quisiera saber... ¿por qué se arriesgó en enfrentar a Marcus al ver que peleaba con Troy?

    —Porque si todo seguía su curso, iban a acabar matándose entre ellos —fue su respuesta—. Troy ha luchado toda su vida por no ser un asesino, no merece acabar tomando la vida de un miserable.

    Marcus hizo un gesto de desagrado al escuchar lo que dijera la ex socia de su jefe, pero no la atacó porque no quería mostrarse agresivo con Megan.

    —No entiendo, ¿qué quiere decir con eso? —insistió Megan.

    —Megan, hay cosas que no sabes de ése muchacho, —le comentó la mujer—. Te podrías sorprender mucho al saber lo que él es capaz de hacer.

    Megan se sorprendió mucho al escuchar la respuesta de Karen, porque en lugar de resolver sus dudas, la llenaba de más intrigas y no sabía qué pensar, fue por eso que prefirió guardar silencio, y esperar a ver si todo se descubría más adelante. La genetista se mantuvo en silencio el resto del camino, no quiso ahondar más en cosas que no le concernían y confiaba en el hecho de que, si no llegaba a sobrevivir ése día, al menos había dejado pruebas para hacer que Van Slyke y Fitzpatrick cayeran ante la ley por sus crímenes.

    Justo después de ver marchar a Marcus junto a Karen y a Megan, Cloe -aún desconcertada por lo que acababa de ocurrir entre su amiga y Jhonson- se dispuso a ver lo que la mujer le había entregado antes de ir a enfrentar al hijo del Doctor Sanders, pero lo que descubrió fue algo que la sobrecogió en gran manera, porque se dio cuenta de que aquello era... el diario de la Doctora Jhonson.

    Continuará...

    Sonia de Arnau te etiqueto por si acaso.

    ¡Al fin lo terminé! ¿Viste por qué me tardé tanto? Es complicado lo que sucedería en el capítulo, de verdad me costó acabarlo.

    Ya sé que me vas a matar, pero era necesario para el avance de la trama. Tengo varias cosas en mente para IEPCOM 3, pero pido paciencia.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 15 Agosto 2023
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    ¡Se escapó Tea! Uff, espero que puedan llegar a donde los demás para informar sobre lo sucedido y por fin puedan detener a esos Sicarios.

    ¿Katherine es una traidora? Hay que tener mucho cuidado con ese tipo de personas. En lo personal los traidores son los personajes que más detesto en cualquier historia pues bien dice el dicho: “Traidor una vez, traidor muchas veces”. La confrontación me pareció buena, pero un poco caótica.

    Tengo que decir que por tantos personajes en la confrontación que tuvieron la Brigada de Liberación contra los Sicarios, me pareció un poco caótica y en ocasiones difícil de seguir. Es muy complicado narrar peleas, por lo menos a mí se me complica, aunque por lo general, si yo embarco varias peleas (confrontaciones) con varias personas, yo suelo dividirlas y procurar centrarme en una y luego, en otro párrafo, en la siguiente, para solo centrarme en una y evitar describir y narrar dos o tres en un mismo párrafo, suele ser un poco confuso.

    Por lo menos para mí si lo fue.

    Sin embargo, las escenas de acción que describes son muy buenas y fluidas, se demuestra en la pelea de Marcus vs Troy, iba bien aunque si me hubiera gustado ver un poco más de ésta, me pareció un poco corta para mi gusto, aunque entiendo que la acción es de las cosas más difícil de escribir. Aunque con la práctica se irán irán mejorando.

    Mi respuesta es más clara que el agua.

    Sobre el capítulo 13, tienes razón y ahora entiendo porque se te dificultó un poco, éste es el más lleno de adrenalina y en cada momento, desde que Marcus, aquel desquiciado y peligros hombre encontró el hogar de Garret, me encontraba tensa, pensando que cualquiera iba a perder la vida. Es más, por un momento sentí que Bernie se interpondría o algo así y terminaría herido o hasta perdiendo la vida y sería un tipo catalizador tanto para Troy como para el actuar de Megan y Karen, aunque al final todos sobrevivieron, aunque con la baja de Karen y Megan porque Marcus, por lo menos, logró su cometido de llevarse a la doctora Jhonson. Hablando de ellas, me pregunto qué es lo que sucederá con ambas, ¿serán rescatadas antes de ser presentadas ante Fitzpatrick o el jefe? O ¿lograrán escapar ellas o con ayuda? Para este punto cualquier cosa puede suceder, y estaré en expectativa de saber cómo se ira desarrollando la historia.

    Lo que si me preocupó un poco fue el comentario de Karen: “Megan, hay cosas que no sabes de ése muchacho. Te podrías sorprender mucho al saber lo que él es capaz de hacer”, y realmente no sé cómo tomarme esas palabras. Por lo que sé, y se ha estado contando, según yo ya conozco muy bien el pasado de Troy, así que… ¿ha que se refería la doctora con esas palabras? Es cierto, aunque dije que “conozco” su pasado tampoco lo sé al 100%, así que sorpresas puede haber.

    Por cierto, se mi hizo curioso que Marcus pregone amar tanto a Megan cuando él ni siquiera sabe que ella tiene fobia a las pistolas xD Eso solo deja saber que el hombre tiene una obsesión enfermiza, un total sociópata.

    Bueno, eso sería todo de mi parte por ahora. Estaré pendiente de la próxima actualización.
     
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    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    1816
    Capítulo XIV:

    La Propuesta
    Ya habían transcurrido algunas horas desde que los miembros del Escuadrón Alfa atacaron y tomaron el control del Cuartel General de la Brigada de Liberación, por órdenes del Jefe de la Policía Central. Por eso mismo, el hombre hizo acto de presencia en dicho lugar -como le había informado a sus hombres, hacia un tiempo-, porque quería hablar con el lider de aquel grupo armado, antes de continuar con sus planes de tomar el poder de la "Estrella del Norte". Su satisfacción al ingresar en la base de operaciones de su enemigo, fue inmensa, se sintió con mucho poder y se animó a sí mismo a proseguir con la consecución de su meta, por la que tanto había luchado, cada vez más cegado por la ambición.

    Al llegar, Sydney le dijo, muy seria:

    —Señor, todo está marchando bien por aquí.

    —Tuve noticias de mis sicarios, me informaron de que emboscaron a un grupo de soldados que son parte de la Brigada de Liberación —le hizo saber su líder—. Ya vienen en camino.

    —El grupo de prisioneros está bien vigilado. Esperaremos a que lleguen sus hombres con esos rebeldes.

    —¿Y qué hay del Coronel Hatthaway? —preguntó el policía, tranquilo.

    —Está en uno de los calabozos del cuartel, señor. Si lo desea, podemos llevarlo a una de las salas de éste lugar, para que pueda interrogarlo.

    —No hace falta —dijo él, para después dirigirse al área de los calabozos, en donde pensaba platicar con el hombre, al menos por un momento—. Ayuden a mis sicarios con los rezagados que capturaron cuando lleguen.

    —Como ordene, señor.

    Por su parte, Gabriel se encontraba en dicho lugar, a la espera de noticias de sus hombres, para dar luz verde a sus tropas para que atacaran al Cuartel General y atraparan a sus captores, aunque lo carcomía la incertidumbre, al no saber lo que quería Fitzpatrick de él, ni se llegaba a imaginar lo que estaba a punto de suceder. A pesar de todo, se mantuvo alerta, al escuchar los pasos de aquel hombre, que se acercaba hacia su celda, a ritmo lento.

    —¿Pero a quién tenemos aquí? —se preguntó Jacob, sarcástico, justo al llegar a la celda—. ¡Es el Coronel Gabriel Hatthaway! Quien ahora está atrapado en una fría celda, como el criminal que es y seguirá siendo.

    —Supongo que ya estás feliz, me atrapaste —fue lo que dijo el hombre, al ver al policía allí.

    —Pues supones bien, al fin dejaste de ser un problema para mí —dijo él, tranquilo.

    —Y para tu jefe también —comentó Gabriel, haciendo alusión a Van Slyke.

    —Entonces ya lo sabes —dijo él, muy seco —. ¿Y cómo fue que te enteraste de eso?

    —Tengo mis propios medios para saber de tus negocios sucios, Fitzpatrick —dijo el ex militar.

    —Estoy seguro de eso —aseguró Jacob, muy sereno.

    En ese momento, Jacob sacó de entre sus cosas un documento. Se trataba de un expediente, en el cual se reflejaban los datos de una persona a la que él conocía muy bien, ya que se trataba de Cloe, lo que le hizo inferir que la estaba buscando, tal vez por la misma razón que él tenía para protegerla del hombre que estaba frente a él y de sus socios.

    Pero sólo pudo confirmarlo en el momento en que el policía le preguntó:

    —¿Tú conoces a esta mujer, Hatthaway?

    —No, no conozco a ninguna mujer con esas características —respondió el ex militar, un poco nervioso.

    —¿Y por qué tienen el mismo apellido?

    —Tal vez sea una coincidencia —dijo Gabriel, intentando convencer a aquel hombre con su respuesta.

    Fitzpatrick, al escuchar su respuesta, se dio cuenta de que quería despistarlo sobre eso, entonces sonrió levemente y le dijo, muy tranquilo:

    —No te creo nada.

    Gabriel se sorprendió al escuchar lo que le dijera aquel hombre, que siguió hablando:

    —Me tomé la libertad de investigarte en todo éste tiempo. Estás casado con Claudette Hastings por el civil hace quince años, poco después de que te divorciaras de tu primera esposa; tienes dos hijos: Grant, de catorce años y Cloe, que cumplirá veintiséis años muy pronto.

    La mirada de odio que el Coronel Hatthaway le dirigió a aquel hombre fue más que suficiente para percibir la impotencia que estaba sintiendo en ese instante, al darse cuenta de que su enemigo se encontraba allí por un interés especial en él o en encontrar a su hija mayor. Su mutismo hizo que Fitzpatrick se sintiera más seguro, porque tenía a su rival tras las cuerdas, acorralado.

    —¿No dirás nada? Pues continúo... Cloe es una buena chica, ¿lo sabías? Fue una estudiante modelo desde pequeña y hasta terminar la universidad, tanto que pudo optar por una vacante en IEPCOM. Allí no trabaja cualquiera...

    —Ni siquiera la conoces —le dijo Gabriel, con tono cortante.

    —Por lo menos, sé que es una de las personas que intentó sacar a la Doctora Jhonson de la compañía. Es por eso que mi jefe quiere que la encuentre y acabe con ella.

    —¡Si llegas a hacerle daño, te vas a arrepentir toda tu vida, miserable! —le advirtió Gabriel, completamente indignado ante lo que el hombre acababa de decirle sobre su hija.

    —Eso es lo que quiere Van Slyke, pero yo quiero ofrecerte un trato, que sé que no podrás rechazar.

    —¿De qué se trata? —preguntó Hatthaway, intrigado.

    —Es muy simple. Lo que quiero es deshacerme de él y, para eso, necesito a todos los hombres posibles, pues se trata de algo muy difícil...

    —Y quieres que una mis tropas a las tuyas para que te ayuden a tomar el poder de su organización, ¿no es así? —concluyó el Coronel, para después preguntarle—. ¿Y qué ganaría yo con eso, Fitzpatrick?

    —Pues dejo en paz a tu hija y te libero.

    —¿Sabes qué? No pienso ayudarte en nada, eso sería traicionar por completo mis ideales —fue la respuesta del hombre ante la proposición de Fitzpatrick—. ¿No tienes acaso a un ejército completo a tu disposición? Ve con ellos y acaba con ése sujeto por tus propios medios. ¡No seas cobarde!

    —Perfecto. Entonces lo próximo que sabrás de tu hija será acerca de su muerte.

    Nada más decir esto último, el Jefe de la Policía Central salió del área de los calabozos, muy campante, dejando detrás de él a un iracundo Gabriel, ya que el hecho de que su hija se encontrara en semejante peligro era por su culpa, pero sabía que no podía ceder ante las pretensiones de aquel hombre, porque sería ayudarlo a lograr sus funeatos planes de ser un capo del crimen. En el fondo, sabía también que Cloe estaría de acuerdo con su decisión, pues ella también conocía a su enemigo y se negaría a colaborar con él, en su posición. Pero no dejaba de preocuparle su bienestar y se decidió a comenzar con la retoma del Cuartel General de la Brigada de Liberación lo antes posible.

    —Prepárense, nos vamos a San Ángelo a la brevedad.

    —¿Sólo nosotros o llevamos a los XR también, señor? —le preguntó Sydney.

    —Irán todos. El resto de losXR ya van en camino al punto de encuentro, desde donde partiremos a aquel país.

    —¿Qué hay de la seguridad aquí, señor? —interrogó Jack.

    —Algunos de mis hombres de la Policía Central se quedarán custodiando el Cuartel, no dejaré que los miembros de la Brigada de Liberación que están aquí lleguen a huir. Un grupo de sicarios está a cargo del "criadero" y hay fuerte seguridad en IEPCOM, eso está cubierto.

    Mientras hablaban, al Cuartel General llegaron los sicarios que trabajaban para él, en aquella camioneta, donde trasladaban a los soldados de la Brigada de Liberación que habían atrapado y las armas que traían con ellos. Jacob le dió órdenes a sus agentes de encerrar a esos soldados en uno de los calabozos, y le preguntó a Ken:

    —¿Eran todos?

    —No, escapó una de ellos, con una civil —dijo Ken—. Pero no hubo más contratiempos.

    —Bueno, al menos lograron atrapar a la mayoría. Hicieron un buen trabajo.

    —Aunque, según nos contaron, no resultó el resto del plan —añadió Katherine—. Tenía esperanzas de que, al separar al grupo, Irina lograría cumlpir su misión.

    —¡No me lo recuerdes!—le dijo Zack, muy enojado—. Aunque aquí las cosas van mucho mejor.

    —Llegaron a tiempo, ya estoy por irme a San Ángelo, junto al Escuadrón Alfa.

    —¿Qué hay de nosotros, jefe? —intervino Ken, muy serio—. ¿Algún otro encargo?

    —Fácil, Zack y tú se harán cargo de acabar con Megan Knox y todos sus colaboradores —les ordenó el policía—. Son órdenes de mi socio, no quiere dejar cabos sueltos.

    Eso lo decía porque ignoraba por completo el hecho de que Van Slyke había convenido con Marcus en dejar con vida a esa mujer, a cambio de asesinar a su ex esposa. Sin embargo, a él le complacía la idea, pues eso involucraba la muerte de Cloe, la hija de su acérrimo enemigo, el Coronel Hatthaway, quien se había convertido en un obstáculo para sus planes desde hacía mucho tiempo. Al cumplir con su amenaza de darle muerte a la chica, sería para él, la forma perfecta de cobrar venganza por todo lo que había ocurrido en el pasado. Y eso, sin contar que desconocía completamente una de las jugadas más sucias por parte del ex militar, hacía muchos años atrás, la cual desembocó en la perdición de él, y también de Karen.

    Un momento después de esto, los miembros del Escuadrón Alfa que se encontraban custodiando el Cuartel General de la Brigada de Liberación se alistaron, para después marcharse de aquel lugar, con rumbo a una pista clandestina -que el policía y Van Slyke usaban para su negocio de tráfico de armas-, en donde buscaría algunas de sus avionetas, en las cuales se trssladarían hasta San Ángelo. Eso lo hacía porque sabía muy bien que Van Slyke, quien ya se encontraba en aquel país seguramente, buscaría convencer por todos los medios a sus influencias de reunir al ejército de su nación y atacar la misma, cosa que él no pensaba permitir bajo ninguna circunstancia.

    A su vez, Ken y Zack se prepararon para dirigirse a la guarida de Megan y sus amigos -cuya dirección les suministró su jefe-, en compañía de Katherine y Trent. Lo hicieron, pensando en que, tal vez, aquel lugar podría estar custodiado por soldados de la Brigada de Liberación, al ser una de las implicadas la hija de su líder, y para acabar pronto con dicha tarea. Poco después de iniciar su camino, Zack sonreía maliciosamente, por lo que su compañero le preguntó, extrañado:

    —¿En qué piensas?

    —En la posibilidad de que nos podamos encontrar allá con el idiota de Troy —le respondió—. Muero de ganas de mandarlo al otro mundo, Ken.

    Continuará...

    Sonia de Arnau ya hay capítulo nuevo. Me tardé mucho, pero aquí está.

    Espero que te guste, le estoy poniendo mucho empeño.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 6 Diciembre 2022
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Este capítulo fue corto, me lo eché rápido, como veníamos de capítulos largos, éste se me hizo muy corto. Bueno, el título ya promete mucho, y efectivamente, cuando comencé a leer que Patrick llegó al cuartel general y se vio con Gabriel, pintaba la cosa que iba a estar potente, y cuando Patrick sacó la foto de Cloe para enseñársela a Hatthawaya, me dije que él tendría un gran dilema. Qué sucio. Pero claro, qué se espera de un hombre corrupto y sediento de poder como el jefe de la policía.

    Es un gran manipulador, al decir eso y utilizar a su hija para querer cerrar un trato con él. Es cierto lo que el ex-militar dijo, Fitzpatrick es un cobarde por no querer enfrentarse solo a Van Slyke, estoy segura que Fitzpatrick solo quería un chico expiatorio y así culpar a Gabriel de una rebelión.

    Realmente me alegré mucho saber que el coronel desistió de la extorsión de Fitzpatrick, llegué a pensar que aceptaría, después de todo se trata de su hija, y de su familia, no solo Fitzpatrick tiene información de Cloe, de su otra hija también, pero me alegró saber que pese a todo tiene sus ideales bien definidos y sabe que Cloe hubiera actuado de la misma manera, claro, sin dejar de estar preocupado por ella, es su hija. Aun así no me quedo tranquila, es más, estoy segura que tiene un plan bajo la manga, como se fue tan campante de con Gabriel, tiene un plan. Ahora querrá capturar a Cloe para tener asegurado el poder de Hatthawaya. Quiere un rehén en forma de amenaza.

    Este capítulo noté un poco más de errores que en los anteriores, por lo que me dispongo a mencionarlos:

    ese “hacia” es una preposición, por lo que no debe llevar acento.
    me parece que aquí falta una letra o palabra o sobra porque no comprendí muy bien a lo que querías referirte.
    es sarcástico.
    Esos “ese” van sin acento.

    va junto.
    “esta” sin acento, o llevaría acento si quitas el “mujer”.
    es aquel.
    Como lo mencioné.

    Entiendo lo difícil y complicado que es escribir desde un celular, por eso puede haber errores de tipográficos, aunque esos “ese” y "este" que colocaste con acento si serían una falta ortográfica, ya que no van acentuados. Por eso me molestaron un poquito más que los tipográficos. Éstos irían acentuados si se están hablando precisamente de algo o alguien en concreto sin necesidad de nombrarlo, por ejemplo: "María estaba sentada bajo la sombra de una palmera, entonces, ésta se levantó cuando escuchó..."
    Al principio de mi comentario use ambos: "Este capítulo fue corto, me lo eché rápido, como veníamos de capítulos largos, éste se me hizo muy corto."

    Bueno, el capítulo fue algo fugaz, abarcando solo la amenaza de Fitzpatrick hacia Hatthawaya y el primero movilizando a sus hombres. Queda esperar para saber como continuará esta aventura, y saber lo que está sucediendo con la doctora Jhonson y Megan.

    Eso sería todo de mi parte, nos estamos leyendo. Un saludo.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2022
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  11.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Al fin me puse al día.

    Primero lo técnico. Hay una que otra falta de ortografía o palabras mal escritas, pero como no las anoté no sigo el tema. Me complace ver lo largos que volviste los capítulos. Con más detalle y descripciones que los anteriores. Y que dejaras de hacer los capítulos desde el punto de vista de los personajes me parece acertado.

    Vamos a la historia. Hay algunas cosas que no pude evitar notar y, por ende, activaron ese mal lado mío de criticar una historia. Por ejemplo; no recuerdo cuánto lleva el grupo de Megan oculto en esa casa, pero me parece que son meses, puedo estar equivocado. ¿Nunca salen? ¿Trabajan en algo más o solo se comen los recursos de la pobre señora, cuyo nombre se me escapa? ¿De dónde sale el dinero para mantener a ocho personas durante tanto tiempo? Y ve que Megan sale cara. ¿El vecindario está vacío o hay vecinos que nunca salen para conveniencia?

    Las coincidencias son muchas. Casualmente todos los personajes se encontraron porque sí, por mencionar una.

    La doctora Jhonson pasó de ser una brillante, fría y desalmada científica a una mujer indefensa sin idea de qué hacer. Yo supuse ella sería la que disputaría el puesto de Van Slyke y no Fitzpatrick.

    El coronel Hattway fue el que más me decepcionó. Esperaba a un militar calculador con un plan bien establecido que sabría poner cara de poker cuando mencionaran a Cloe.

    Ya que dije lo que no me gustó, es justo señalar lo que sí.

    Los personajes son muchos y muy variados, apesar de lo cual sabes cómo manejarlos sin que pierdan su escencia, la mayor parte de tiempo. Sabes sacar a lucir sus personalidades cuando intervienen en el relato. Con excepción de las dos criticas anteriores de Jhonson y Hattway. A mi parecer al menos.

    La narración de la lucha de Marcus y Troy es algo que tengo que resaltar. Me pareció que manejaste bien el intercambio de ataques, aunque esperaba que Troy aprovechara y ganara cuando se apareció Megan y distrajo a Marcus. Ojalá se aproximen más peleas así, de esa forma se notará realmente lo especial de los que crecieron en el criadero, de los jóvenes XR y XS y de los militares.


    El tiroteo en la persecución fue otra cosa que me gustó. Los del Ejército de Liberación no dispararon a lo loco, aprovecharon la recarga de los perseguidores y la reacción de Blake a esa situación le sumó puntos en realismo.

    El personaje de Ian me cae bien, aunque no ha tenido gran protagonismo más allá de llevar a Troy con los demás. Ojalá se desarrolle más lo del grupo de su padre adoptivo, porque me pareció un interesante antagonista en la lucha por el poder de la Estrella del Norte.
     
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  12.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

    Virgo
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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    2796
    Capítulo XV:

    De Vuelta en Santa Leah
    Era mediodía, a aquella hora, el sol abrasador, tan común en la zona tropical del planeta, era la compañía perenne de los habitantes de la ciudad de Santa Leah, la capital de San Ángelo. Aquel centro poblado del Archipiélago de San Ángelo -que cuenta con una extensión territorial de 9 kilómetros cuadrados-, enclavado al norte de la Isla del mismo nombre, era conocido por ser el principal centro de la industria y el comercio de la República de las Islas de San Ángelo, localizada entre Indonesia y Micronesia, formando parte del Continente Asiático, a pesar de que la gran mayoría de sus habitantes eran migrantes europeos.

    Sus calles eran estrechas, pavimentadas con adoquines, que le daban un aire parecido a las ciudades de Europa, aunque las casas y construcciones erigidas a lo largo de la ciudad eran de los más variopintos estilos, desde las cálidas viviendas inglesas, hasta las vistosas españolas, de grandes ventanales con barrotes de madera, teniendo todas en común el querer mantener el toque colonial y tradicional de sus países de origen. Automóviles "clásicos" circulaban por sus alrededores, dándole aún más visos de ciudad antigua, atemporal, como si siguiera atascada en el siglo pasado.

    En la zona central de la ciudad se encontraba ubicado el Aeropuerto de Santa Leah, uno de los edificios más modernos de la nación isleña; no era muy concurrido, por el hecho de que a los habitantes de dicho país no les parecía muy buena idea el abandonar su hogar para aventurar en otra parte. Sobre todo, porque una de las prioridades de los gobernantes de San Ángelo no les convenía que el lugar quedara desierto a causa de la migración, por lo que habían regulado sobremanera los viajes al exterior.

    Una joven se encontraba en las instalaciones de aquel recinto, esperando, sentada en una de las sillas de la zona de espera del mismo. Se trataba de una chica de diecinueve años de edad, de un metro cincuenta y siete de estatura, de tez blanca, su cabello era rubio claro, un poco rizado, que gustaba de mantener lo más natural posible, a la altura de los hombros, y su rostro tenía rasgos muy finos, nariz perfilada y realmente muy bonita, fácilmente comparable con una muñeca. Llevaba puesto un hermoso vestido blanco, para evitar un poco el calor de esas horas del día, sandalias de tacón de corcho, con tiras en blanco patente y detalles de pedrería, con brillantes de buen tamaño, lo cual ella misma consideraba cómodo.

    —¿Por qué se tarda tanto?

    Eso lo decía mientras miraba su reloj de pulsera con mucha insistencia. Si había algo que le disgustaba a Mía Boyle más que nada en el mundo, era precisamente que la hicieran esperar por mucho tiempo; sin embargo, en ése caso no podía quejarse demasiado, porque estaba a la espera de la llegada de su tío, Alden Van Slyke -quien se había comunicado con ella, mientras volaba hacia Santa Leah en su avión privado-, porque quería recibirlo a su regreso, después de que se marchara a buscar a su hija Nolee, apenas supo que se había ido sin su consentimiento a los Estados Unidos de América, de viaje.

    Parecía que aquella sería una espera eterna para la joven de diecinueve años, hasta que finalmente vio entrar por una de las áreas de ingreso de pasajeros al hombre, que chequeaba su equipaje en la terminal aérea, en lo que se tardó unos minutos. Apenas tuvo a su pariente frente a sí, se acercó a donde él estaba, a paso firme y rápido, después lo abrazó fuertemente, debido a que se sentía muy feliz al ver que había retornado a San Ángelo. Se había sentido realmente sola durante su ausencia, porque su tío y su prima eran los únicos familiares que tenía en el mundo y, al estar ambos fuera, sinceramente no sabía qué hacer -salvo ocupar algo de tiempo en sus clases de Diseño de Modas, aunque a su tío no le agradaba eso-, y moría de aburrimiento en ésa mansión.

    —¡Tío Alden! —exclamó ella, muy contenta por verlo de nuevo—. ¿Cómo estás?

    —No muy bien, pequeña —respondió el hombre, con seriedad.

    —¿Y Nolee? —preguntó la chica, muy emocionada—. Supongo que está por bajar del avión, tengo muchas ganas de hablar con ella.

    Mía hizo dicho comentario por la llamada que su prima había hecho a la casa, para saber en dónde se estaba hospedando su padre en la ciudad de Los Ángeles, hacia ya varias horas atrás. Pensaba que lo hizo para ir con él y regresar juntos a San Ángelo, porque ignoraba totalmente -al igual que Nolee cuando se fue de viaje- los negocios sucios de su tío, y mucho menos que la joven ya lo había descubierto todo. Sin embargo, al escuchar sus palabras, Alden pasó de tener un gesto serio a un semblante abatido, porque el pensar en el rechazo que había demostrado hacia él al conocer la verdad sobre su vida, sin duda le afectaba mucho, porque era su adoración y le contestó a su sobrina, triste:

    —No quiso regresar.

    —Bueno, supongo que quiso quedarse para conocer más sobre Estados Unidos —fue el argumento que ella le dio—. No se te olvide que la tía Tara era de allá.

    Decidió no decirle nada acerca de la llamada que Nolee hiciera a la casa, porque lo vio con pocos ánimos y no quería que se pusiera peor, aunque eso le despertó una duda a la muchacha, que pensó: "Si Nolee no quiso volver a Santa Leah, debe ser por algún motivo, pero... ¿cuál será?".

    Si había alguien en el mundo que conocía las intenciones de Nolee con respecto a aquel viaje, era su prima. No eran muy cercanas, puesto que ella había pasado muchos años estudiando en un internado para niñas en Santa Leah -sus padres la enviaron a estudiar allí desde chica-, y después de su muerte, que ocurrió cuando tenía ocho años de edad apenas, su tío Alden, hermano de su madre, se volvió su apoderado legal y se encargó de que no le faltara nada. Iba cada verano de visita a la mansión Van Slyke, pero se volvió una niña algo frívola y gustaba de vivir bien, por lo que a su prima no le agradaba mucho estar con ella, por ser menos dada a esas trivialidades de la moda y el dinero.

    No obstante, sentía que Nolee buscaba cerrar las heridas que le ocasionó el no contar con la presencia de su madre en su vida, tratar de superar eso y comenzar de cero. Ella siempre notó a la chica dispersa, como si algo le faltara, no lo entendía -ya que el vivir como ella era un sueño, pero lo sentía como una pesadilla-, pero nunca la cuestionó por su manera de ver las cosas.

    Del aeropuerto, tío y sobrina se dirigieron a la casa que el hombre poseía en Santa Leah, en un pequeño vehículo, un Volkswagen del año 68, mejor conocido como "escatabajo" -propiedad de la menor-, de color gris claro metalizado; la misma era una mansión colonial, al estilo de las construcciones en los Países Bajos, que hacía denotar dos cosas: que la familia Van Slyke era de origen neerlandés y que también era una de las más antiguas, no sólo en dicha isla, si no a nivel nacional. Los Van Slyke se dedicaban al transporte de mercancías en varios navíos, de su propiedad, y los que ya no se usaban para fines de la empresa familiar, Alden las destinaba para su negocio de tráfico de armas, para países más cercanos a su tierra natal, dejando las rutas aéreas sólo para trasladar sus cargamentos a América.

    Nada más llegar allá, Van Slyke se cambió de ropa, para ponerse uno de sus mejores trajes, además de alistar algunas cosas y después salió de la vivienda, no sin antes ser avistado por la joven, quien le preguntó, un poco desanimada:

    —¿Ya te vas? Pensé que por lo menos almorzaríamos juntos, tío.

    —El trabajo no puede esperar, Mía —dijo él, algo inquieto, debido a que tenía mucha prisa—. Tengo algo qué hacer y es de suma importancia.

    —De acuerdo, pero no tardes demasiado. Estuviste viajando mucho tiempo y necesitas descansar.

    —No te preocupes, comeré fuera de todos modos. En cuanto resuelva lo que tengo pendiente, volveré.

    El hombre esbozó una sonrisa, pero únicamente con el fin de despistar a su sobrina, pues en realidad se sentía muy molesto -porque sus planes no le estaban saliendo bien, lo cual lo desencajaba del todo-, ya que el hecho de ver cumplidos sus planes se le estaba haciendo cuesta arriba, y no sabía si se iban a dar o no. Fue al garaje de su casa, donde buscó su auto, un Camaro, del año 68, de color negro, con sus detalles en color plata, y luego de subirse lo encendió, porque pensaba ir a un restaurante cercano a almorzar, como le dijera a la muchacha, pues tenía hambre.

    Recibió una llamada en ese momento, de parte de Fitzpatrick, entonces se colocó el manos libres de su celular -que era de un modelo antiguo-, para poder hablar con él mientras conducía y su socio le preguntó:

    —¿Cómo le fue en su viaje, jefe?

    —Bien, dentro de lo que cabe —fue lo que respondió él, fastidiado—. ¿Alguna noticia acerca de nuestro plan de atacar al Cuartel General de la Brigada de Liberación?

    —La toma del Cuartel General de la Brigada de Liberación fue un éxito. No habían muchos elementos en su interior, así que fue realmente sencillo; además, mis sicarios lograron interceptar a un grupo de esa guerrilla, que buscaban contactar a la Doctora Megan Knox.

    —¿Qué hay del Coronel Hatthaway? —le preguntó, muy serio, pues Jacob no lo había mencionado aún.

    —Está preso en una celda de su propio Cuartel de Operaciones... no sé qué piensa usted, pero a mí me parece muy gracioso.

    —¿Todo listo para llevar a cabo el plan entonces? —volvió a preguntar, muy interesado en saber su respuesta.

    —Precisamente lo estaba llamando, porque los miembros del Escuadrón Alfa y yo estamos a punto de partir a San Ángelo. Quería informarle de nuestros avances y avisarle de nuestro viaje.

    Alden sintió un aire de satisfacción al escuchar esa noticia de parte de su socio, porque tal cosa significaba que, al fin, las cosas se estaban arreglando para él y que, después de mucho tiempo, su sueño de ser el único gobernante de San Ángelo era prácticamente una realidad. Gabriel Hatthaway, después de tantos años de lucha y de espera, ya no era un estorbo para lograr sus metas; eso era un avance, pero aún quedaban dos puntos clave para él: Acabar con la vida de Karen Jhonson y de su hijo menor, y detener a Megan Knox y a sus colaboradores, antes de que llegaran a dar a conocer al mundo todo lo que supieran de él y sus actividades fuera de la ley, de sus socios y acerca de la "Estrella del Norte".

    Pensando en eso, no dudo en seguir interrogando al Jefe de la Policía Central, ya que quería saber si había tenido contacto con la mujer:

    —¿Y no ha sabido nada de Jhonson?

    —No, no se ha comunicado conmigo —dijo el policía, serio—. Eso me preocupa, no sé de qué pueda ser capaz, ahora que dejó la organización.

    "Sólo espero que Marcus logre asesinar a esa traidora, antes de que llegue a delatarnos", pensó Van Slyke apenas escuchó la respuesta de aquel hombre, porque el no saber nada de la mujer era algo que ya comenzaba a minar su paciencia, cosa rara en él. Sin embargo, confiaba en el hecho de que su hombre de confianza lograría su cometido, sobre todo después de haberle permitido reunirse con Megan, como premio por su lealtad a él. Y luego, le dijo a su socio, con seriedad:

    —Cualquier cosa que llegues a saber con respecto a ella, no dudes en avisarme.

    —Pierda cuidado, jefe —respondió Fitzpatrick—, en cuanto sepa algo, se lo haré saber a la brevedad posible.
    Colgó la llamada pasado un instante, y condujo durante algunos minutos, hasta divisar los alrededores de la "Casona Esmeralda", nombre con el cual se le conocía a la sede de Gobierno de aquel país, el lugar en donde se llevaban a cabo las reuniones entre los integrantes del Consejo de San Ángelo, quienes a su vez eran los Gobernadores de cada uno de los Distritos de la nación. Estacionó su vehículo en un estacionamiento cercano a las inmediaciones de la Casona y bajó del mismo, para entonces dirigirse hacia aquel lugar, caminando rápidamente, pues tenía prisa en llegar.

    El Consejo de San Ángelo solía tener reuniones con cierta regularidad en la capital Sanangelina, en las mismas se discutían los avances en los proyectos de su gestión, con respecto a seguridad, vialidad, economía, educación y otros tópicos de importancia en las islas que comprendían su territorio. Además de eso, estaban allí con el fin de realizar un análisis exhaustivo acerca del alcance que tenía la Ley de División en la población en ése momento.

    Alden -como anterior Presidente del Consejo-, había sido invitado a dichas sesiones, para debatir si haría falta modificar algunos aspectos del reglamento, pero tuvo que postergar eso a causa de lo sucedido con su hija, por su viaje a los Estados Unidos de América. Su idea en el momento era platicar con los gobernantes del país sobre el tema, y tantear el terreno de lo que planeaban hacer con la ley en el futuro.

    —Buenas tardes, ¿qué se le ofrece, señor?

    Quien lo había recibido era uno de los guardias que custodiaban la entrada de dicho recinto. Su pregunta era meramente de rigor, por su tarea de mantener a salvo a los mandatarios que estaban en el interior de la Casona.

    —Buenas tardes, soy Alden Van Slyke —dijo el hombre, con amabilidad—. Estoy aquí porque necesito hablar ahora mismo con los miembros del Consejo, es un asunto de urgencia.

    —Si me permite, iré a informarle al Consejo que usted se encuentra aquí, espere un momento, por favor.

    El guardia ingresó a aquel sitio un instante después, dejando allí afuera al hombre, que esperaba que le fuera permitida la entrada a la sesión que el Consejo llevaba a cabo a esa hora. Van Slyke tenía muy claro el que debía estar presente en tales reuniones, porque temía que llegaran a flexibilizar las condiciones de la Ley de División, sobre todo en el aspecto referente a los poseedores de la "maldición", que él había defendido y arreciado durante el tiempo en que estuvo al mando en San Ángelo, como Gobernador de Santa Leah y Presidente del Consejo. Eso lo tenía nervioso, ya que si creían pertinente investigar acerca de la persecución que sufrían las personas con ojos de colores raros en la nación, podrían considerar el ataque a Santa Esperanza como un delito y acabaría en prisión, por violación a los derechos humanos, y lo peor, sabrían la verdad acerca de lo ocurrido con su esposa Tara, lo cual haría que su imagen se viera completamente mancillada.

    Un rato después, el hombre al que esperaba se hallaba de regreso, para darle respuesta a su solicitud, sin embargo, no sería la que quería oír:

    —Señor Van Slyke, ya di aviso de su presencia al Consejo, pero me temo que no tiene autorización para entrar.

    —¿A qué se debe eso? —preguntó Alden, un poco sorprendido.

    —El Consejo ya lleva mucho tiempo reunido hoy, la sesión terminará pronto. Así que decidieron recibirlo en la sesión de mañana, pues consideran el hablar con usted de la Ley de División.

    —Comprendo, gracias de todas formas —dijo Van Slyke, tratando de disimular su disgusto—. Mañana estaré aquí sin falta, me retiro entonces.

    —Hasta mañana, señor Van Slyke.

    Alden se marchó de allí hecho una furia, pues consideraba que aquello era un contratiempo para sus planes de tomar el poder en San Ángelo. Se fue en su auto a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, para almorzar, ya que con su visita a la Casona Esmeralda, lo había postergado un poco, aparte de que necesitaba tomar un respiro, en un ambiente relajado, pues debía mantenerse con la mente fría para que sus aspiraciones se consolidaran al final, después de tantos años de espera. Por lo menos, contaba con el hecho de que Jacob, en suelo extranjero, estaba cumpliendo con su parte del plan, porque ya se encontraba en camino hacia su tierra natal, en compañía de sus hombres, los miembros del Escuadrón Alfa, los cuales eran su apuesta segura, para perpetrar un Golpe de Estado contra el Consejo de San Ángelo y luego asumir el mando plenipotenciario en aquel país, que era su mayor ambición en la vida.

    Continuará...
     
    Última edición: 20 Diciembre 2022
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    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Sonia de Arnau ya logré actualizar, perdón si no he pasado tan seguido a adelantar más de IEPCOM 3, pero es que a veces se me complica mucho.

    Espero que te guste cómo va avanzando todo hasta ahora.

    Saludos a tu familia, espero que todo esté bien para todos por allá.

    Nos leemos luego.

    Dark RS un gusto saludarte por aquí, gracias por las acotaciones, de seguro las tendré en cuenta para el futuro. Y de verdad, me alegra que ésta historia te llamara la atención para llegar hasta éste punto.

    Sobre Gabriel, aún faltan cosas por saberse de él, pero no daré spoilers al respecto. Karen tiene su parte débil, quise mostrar eso y bueno, las cosas pueden cambiar de un momento a otro con respecto a ellos... ya veré qué se me ocurre para desarrollar a ambos personajes.

    Otra vez el Worldbuilding... punto en contra, es algo que debo manejar mejor.

    Saludos, espero que estés bien.
     
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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos

    Algunos errores que pude notar.
    mucha

    sabía

    informarle

    dudó

    Dos veces "ahora mismo".

    se hallaba

    Un interesante capítulo, centrado en Van Slyke.

    La narrativa de este capítulo es buena. Con descripción detallada de lugares y personas, ayuda mucho, al menos a mí, a imaginar la escena y los personajes.

    Me parece curioso como Van Slyke viaja sin guardaespaldas, uno supondría que alguien de su status social, por su compañía y ser antiguo gobernador y presidente de consejo de San Angelo, tendría protección por los posibles enemigos, tanto políticos como comerciales, sin mencionar los criminales. Fitzpatrick tiene todas las posibilidades de conseguir quedarse con el liderazgo de la organización criminal.
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Bueno, por fin estoy aquí. Este capítulo estuvo bien, se nos presenta por fin la sobrina de Van Slyke

    Lo único que no me llegó a entender es que Mía sienta que algo ocurrió con su prima, Nolee, a pesar de que nunca fueron muy allegadas o cercanas, como se mencionó.
    Quizá haya algo más que no se nos ha contado, de todas forma desconozco todavía como sea Mía, necesitaría conocerla más afondo y darme a la idea de cómo será, actuará y el papel que jugará en la historia.

    En este capítulo nos centramos mucho más en nuestro villano; Alden Van Slyke. Por lo menos siempre agradezco que se muestre un poco más de la vida de los antagónicos para conocer más lo que son fuera del "papel" de llevar a cabo su plan, y es interesante saber que pese a todo, Van Slyke tiene algo que quiere cuidar. Aunque se me hubiera gustado que ésto se explorara más temprano en la historia en vez de en esta última entrega.

    Siempre es bueno explorar un poco a estos personajes. Aun así, como ya sé conozco sus intenciones y de que pie cojea, pase lo que pase lo único negativo de que toda salga a la luz, y tendré lástima serán por los allegados, tal como le sucedió a Nolee al enterarse de todo.

    Y bueno, para suerte y para desgracia de Van Slyke–por supuesto, los del Consejo ya se había reunido y llegando un poquito tarde pues no pudieron verlo, retrasando un poquito sus planes.
    Ahora toca esperar el próximo capítulo. Van Slyke piensa que todo está más o menos controlado sin tener en cuenta las verdaderas intenciones de su socio, y creo (solo creo y es una corazonada, quizá me equivoque) sé como Jacob actuará una vez pise el país.

    Nos estamos leyendo, un saludo.
     
    Última edición: 16 Diciembre 2022
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    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    2355
    Capítulo XVI:

    La Tormenta

    Sentado en un sillón, con la mirada perdida, Troy únicamente podía pensar en el hecho de que le había fallado a su amistad con Megan. Ella había acordado ir con ése asesino, para protegerlo a él, en vez de salvaguardar su propia vida, cosa que no lograba entender, ni aceptar; se sentía frustrado por no haber podido detener a ése hombre, quién era tan cercano a su padre, y así evitar que la secuestraran a ella y a la Doctora Jhonson, pieza clave en los planes para acabar con “La Estrella del Norte”. Dicha posibilidad se les había escurrido, como agua entre los dedos; todo estaba perdido. Para él, la historia de la pérdida de su madre se estaba repitiendo ante sus ojos, y el no poder hacer nada para evitarlo, una inmensa impotencia lo carcomía por dentro, lo llenaba de angustia y de la más honda preocupación, al ver que su futuro era incierto. Pero dejó de pensar en ello, cuando oyó que Nolee le preguntó:

    —¿En qué demonios estabas pensando, Troy? ¡Ése demente podría haberte matado con suma facilidad! Tienes una herida de bala, estás convalesciente y, además, te dieron una golpiza, no debiste hacerlo...

    Escuchó cada una de las cosas que su hermana mayor dijo, mientras apretaba los puños con fuerza, tratando de contener su rabia, sin embargo, cuando terminó, se levantó del asiento y le dijo lo siguiente, contrariado:

    —¿Acaso querías que no intentara salvarlas de ése demente siquiera? —refutó Troy, con cierto recelo—. Por supuesto que eso no iba a pasar.

    —Acabo de descubrir que tú eres mi hermano y ahora estamos juntos, no quisiera que te llegara a pasar nada malo... ¿Puedes entenderme? Me preocupa lo que te pueda pasar.

    —Lo siento Nolee, pero yo no me voy a hacer el desentendido con éste asunto —replicó él, muy serio—. Megan, aunque no lo creas, fue la primera persona que me trató como a un igual, como a un amigo y confiaba en mí plenamente. Además, también teníamos que proteger a la Doctora Jhonson...

    Stuart llegó a la sala un momento después, se veía de muy mal semblante, el hecho de que Megan y la Doctora Jhonson estuvieran en manos de Marcus, lo tenía fuera de sí. Él sabía perfectamente bien el terrible peligro que corrían ambas mujeres, sobre todo si a la joven se le llegaba a ocurrir encararlo o llevarle la contraria en algún arranque, la sola idea de que le llegara a suceder algo malo lo hacía sentir muy mal, lo que menos quería en la vida era perderla a ella, su mejor amiga, la mujer a la que amaba desde que era un niño, con todo su ser.

    Cuando él y Troy estuvieron frente a frente, el menor sintió una honda vergüenza, lo que hizo que le apartara la mirada, con rapidez.

    —Troy, ¿te encuentras bien? —le preguntó Bernard, que se veía muy preocupado también, sobre todo por su condición física, pues se notaba que no estaba en buen estado.

    —No... no lo estoy —fue su respuesta, y se notaba que su voz se entrecortaba, por la tristeza—, le fallé a Megan. No pude evitar que ése tipo se la llevara, ni a ella, ni a la Doctora Jhonson... Me siento como un inútil, como una basura.

    —Fue muy arriesgado lo que hiciste, hijo —agregó el hombre, muy serio —. Sé que tenías las mejores intenciones, pero claramente, no estás bien.

    Cloe, por su parte, quería que Troy se tranquilizara y entonces, ver qué harían para rescatarla a ella y a Karen de las manos de aquel matón, antes de que fuera demasiado tarde. Era imperioso que lo hicieran, debían proteger a la Doctora Jhonson de Van Slyke y Fitzpatrick, para que los ayudara a que pagaran por todos los crímenes que habían cometido en el pasado, mientras que evitaban que Megan pudiera ser atacada por el hombre, y confiaba en que ella también estaría consciente de su situación, por lo que le comentó lo siguiente, tratando de mantenerse lo más serena posible:

    —Troy, estoy segura de que Megan estará bien. Ella conoce muy bien a ése sujeto, y sabrá mantenerlo a raya, mientras buscamos la manera de rescatarla.

    —¿Qué disparate estás diciendo, Cloe? —le preguntó a su vez Stuart, atónito por sus palabras—. Megan está en manos de un asesino consumado, además es un celópata, un enfermo mental en toda regla, dispuesto a hacer lo que sea con tal de retenerla con él.

    —Pienso que ella es lo suficientemente madura como para manejar ésta situación. Debemos mantener la cabeza fría y tratar de ayudarla en la medida de nuestras capacidades.

    —Sé que todo esto es terrible, Stuart —comentó Garrett, serio—. Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que ése sujeto se salga con la suya.

    —¡Nada de esto habría sucedido si Megan no hubiera buscado investigar acerca del Proyecto Irión! —protestó el otro, iracundo—. Fue un error permitir que lo hiciera, ni aceptar ser parte de ése plan suyo... Mira las consecuencias, todo es un desastre, no hay salida, es nuestro fin.

    —La verdad es que no entiendo nada de lo que dices —refutó el moreno—, pienso que estás tratando de justificar el porqué no hiciste nada para salvar a Megan de ése sujeto. Y eso está muy mal.

    —¡¿Qué diantres dices?! —cuestionó Stuart a su vez, que se notaba sumamente exaltado e irritado por lo que acababa de escuchar—. ¡Yo más que nadie en éste mundo quiero el bienestar de Megan, pero enfrentar a Marcus es como un suicidio! Es un completo demente, y si lo hacía, ella hubiese corrido un peligro aún mayor.

    —¡Lo único que estás demostrando con eso es que eres un cobarde! —le increpó Garrett, muy enojado—. Reconócelo, Stuart.

    En aquel momento, una intensa ira recorrió cada centímetro del cuerpo de Stuart. No podía concebir en su mente lo que Garrett, su mejor amigo, acababa de decir. Se sintió herido y traicionado por él, en quién confiaba plenamente y que además, conocía los sentimientos que él tenía hacia Megan, desde hacía ya varios años; por eso, se fue hacia el moreno, en un impulso rabioso, con el puño cerrado, pues su idea era asestarle un buen golpe en la cara. El hacker, al percatarse de las intenciones del otro, lo empujó con rapidez y fuerza contra una pared, con el único fin de contenerlo, mientras se calmaba -un poco, al menos-, porque sabía perfectamente que todo lo que estaba ocurriendo con Megan tenía a su amigo totalmente desfasado y fuera de control.

    —¡Ya basta, muchachos! —exclamó el mismo Troy, sumamente sorprendido, por haber presenciado semejante disputa entre sus amigos—. Ustedes no son así, no se peleen, ya es más que suficiente lo que le pasó a Megan, como para que nos dividamos y nos echemos las culpas entre nosotros...

    Nada más escuchar a Troy, Garrett dejó a Stuart, quien en medio de su aflicción, abrazó al menor con fuerza, delante de todos los que estaban allí, que se sorprendieron ante lo que estaba pasando. El mismo Troy se sintió muy extrañado por eso, pero como conocía de la larga y entrañable amistad que mantenían él y Megan, creyó que tal vez intentaba brindarle su apoyo, lo que hizo que comenzara a llorar, desconsolado, al recordar que no había podido protegerla de aquel sicario. Stuart no solamente le demostraba su apoyo, si no que además, le ofrecía su compañía y, sobre todo, su amistad sincera, porque de alguna manera, él pensaba que ella veía al muchacho como si fuera su hermano pequeño, ya que tenían un vínculo especial -ni siquiera él podía negar eso-, y a pesar de que no era la persona más expresiva, ni era muy dado a dar muestras efusivas de afecto, estaba seguro de que ése gesto de su parte haría que se sintiera con más ánimos, en medio de semejante desgracia.

    —Tienes razón, amigo —le dijo Garrett, muy apenado—. La verdad es que éste no es el mejor momento para nadie, pero debemos mantenernos al pie del cañón.

    —No la vamos a dejar a su suerte, recuerden que somos un equipo, en las buenas y en las malas —aseguró Cloe, con voz firme —. No tengo idea de qué podamos hacer para rescatar a Megan, pero debemos ayudarla,

    —Al menos, sé que cuento con ustedes para eso —les dijo Stuart, un poco más tranquilo —. No por nada somos amigos y colaboradores en la tarea de desenmascarar a Van Slyke y a Fitzpatrick, desde hace tanto tiempo.

    Mientras eso sucedía en el interior de la vivienda, Ian y Sean se encontraban en el jardín, mantenimiento vigilancia, por si llegaban al lugar los hombres de Louis, para que cuidaran a la Doctora Jhonson, o en caso tal, que se apersonaran allí subordinados de Van Slyke, ya que para él no era nada provechoso que alguien se estuviera entrometiendo en sus asuntos, tanto personales, como en el ámbito de sus negocios, y eso -según él pensaba- lo dejó muy claro con lo que acababa de sucederle a Megan, al ser secuestrada junto a la ex socia de ése hombre, a manos de su mano derecha. Su compañero no podía dejar de pensar en lo que sucedía y esperaba a que llegaran sus camaradas de la Brigada de Liberación, comandados por Shirley, pues ignoraba por completo que habían sido víctimas de una emboscada por parte de los sicarios de Fitzpatrick, hacía poco tiempo atrás.

    De repente, se escucharon los rugidos de lo que parecía, eran varios vehículos, los cuales se aproximaban a buena velocidad hacia la casa del hacker. Eso hizo que Ian saliera del interior de la misma, a echar un vistazo, por lo que se percató de que se trataba de Louis y sus hombres, que habían llegado para proteger a la Doctora Jhonson, y se dijo a sí mismo, en voz baja, con un tono que denotaba cierta molestia:

    —¿Hasta ahora es que llegan? Ya me imagino lo que dirá cuando sepa que la ex socia de Van Slyke fue secuestrada, junto a Megan Knox.

    Ian sabía perfectamente que su padre adoptivo iba a enojarse, apenas se enterara de lo ocurrido con ambas mujeres, sobre todo porque eso le significaba la pérdida de tiempo, tiempo que él no tenía y que quería aprovechar en su objetivo principal, que era detener los planes de su enemigo de tomar el poder en San Ángelo. Entró a la casa un momento después, para darle aviso del arribo de aquella comitiva, pero apenas entró, Cloe, que lo acompañó a ver qué pasaba, pudo notar que su semblante se había tornado mucho más serio, y fue por eso que le preguntó, extrañada:

    —¿Qué está sucediendo, Ian?

    —Parece que los hombres de Louie están por llegar —respondió el joven, con cierto pesar —, ahora Jhonson no está aquí y eso será una gran desilusión para él. Como siempre, ayudarlo con su empresa de liberar a nuestro país me quedó grande.

    Dicho comentario de parte del joven, dejó muy intrigada a Cloe, aunque prefirió no preguntarle el porqué de su razonamiento, pues parecía intuir que era una deuda moral de su parte. Sin embargo, Sean fue quien le preguntó:

    —¿Y en qué otra ocasión crees que le fallaste?

    Ian se quedó muy pensativo al escuchar la pregunta de su acompañante de turno, no era sencillo para él recordar aquel evento de su pasado, en el cual, por querer ayudar a su padre adoptivo, acabó viviendo un infierno. ¿Cuál fue esa idea? Simplemente, asaltar un banco en la capital de San Ángelo. ¿Con qué objetivo? Extraer de la bóveda del establecimiento los libros contables de los negocios sucios de Van Slyke, pues había oído rumores de que se encontraban en el mismo, y pensaba que si conseguía hacerse con ellos, tendría pruebas para que lo encerraran en prisión. Pero en medio del robo, no se percató de que uno de los empleados del lugar activaría la alarma y así, alertaría a las autoridades, quienes lo arrestaron y después, lo enviaron a la Prisión de Máxima Seguridad de Santa Leah, apenas se enteraron de que Louis Mc Keller era su padre.

    —Hace un tiempo, hice una completa estupidez —dijo finalmente, un poco abatido—, y Louie nunca me lo perdonó. La verdad, lo único que he hecho de un tiempo para acá es cometer errores y ahora, que parecía que todo estaba bien, secuestran a la Doctora Jhonson, esto es un desastre.

    —Entiendo cómo te sientes, pero no podemos perder la esperanza de rescatarla a ella y a la Doctora Knox. Ahora la duda que tengo es si el señor Mc Keller estaría dispuesto a ayudarnos en dicha tarea, pues es algo que le interesa mucho.

    –Lo dudo –sentenció Ian, con un tono de voz cortante–, ya todo se acabó.

    Entretanto, la comitiva, la cual estaba formada por unos diez o quince vehículos, entre camiones pequeños y camionetas, todos de modelos antiguos, se acercaba a buena velocidad hacia la casa. Dicha caravana era comandada por un camión militar, que sobresalía del resto por ser de mayor tamaño que el resto, de color negro y verde oscuro, asemejando el típico camuflaje usado por los mismos. Eso hizo que Ian se sintiera nervioso, y sobre todo, preocupado, pues llegó a preguntarse: “¿Será posible que Louis venga aquí, por la Doctora Jhonson? Si es así, apenas sepa lo que le sucedió, va a odiarme de por vida, por hacerle perder el tiempo en esto”. En ése momento, solamente podría esperar lo peor, pero no pensaba acobardarse ante él, si no que lo encararía, enfrentando así las consecuencias de sus actos, cosa que, según creía, debería haber hecho hacía algún tiempo atrás.

    Continuará...


    Sonia de Arnau Dark RS los etiquetó por si acaso.

    ¡Por fin se me dió actualizar!

    Sí, me tardé muchísimo, pero hasta hace poco tengo celular (el que usaba antes se dañó y, bueno, también hay que esperar a que las ideas fluyan. Es más, siento que éste capítulo pudo abarcar otras cosas, pero voy pasó a pasó.

    En fin, espero que les guste y nos leemos luego.
     
    Última edición: 2 Octubre 2023
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  17.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Saludos.

    Un detalle. Creo que le falta un "no" luego de "lograba" . O quizás le sobra el "ni" antes del "aceptar". Aunque dudo sea el segundo caso.

    Hace casi un año que no publicabas. No recuerdo bien cómo iba la historia. Pero más o menos me acuerdo de cosas y personajes según iba avanzando el capítulo.

    Debo decir que me gusta la redacción y que el capítulo no fuera largo. A ver si hay que esperar otro año para la continuación.
     
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  18.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Estoy de acuerdo con Dark, leer una historia después de tanto tiempo en hiatus es un poco complicado. Aunque tampoco quiero decir nada más porque yo he hecho lo mismos xD

    Tuve que re-leer algunos comentarios para refrescarme un poco, aunque ya tengo bien recordados a los personajes más clásicos, los más recientes y nuevos todavía me resulta complicados recordar y saber quienes eran. Respecto a este capítulo, estoy de acuerdo con Nolee y Bernard, pero a la vez no porque es cierto que Troy no se iba a quedar con los brazos cruzados el ver como el lunático ex-novio de Megan se las llevó.

    En ese momento Troy estuvo entre la espada y la pared. Y ahora, debido a la conclusión de la misma, se comenzó una disputa entre el grupo. Todos preocupados por Megan, claro, también por la doctora Jhonsosn, pero más por una gran amiga.

    ... okay, no sé como tomarme esto. Ya veremos, ya veremos como se va desarrollado esta historia.

    Eso sería todo de mi parte, Niani, espero el próximo capítulo. Espero que no tarde mucho ::3:Pero tomatelo con calma, es mejor una historia bien estructurada que rápida.

    Saludos!
     
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  19.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

    Virgo
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    Dark RS gracias por fijarte en ése detallito en la redacción (yo reviso, pero a veces se me escapan cosas), procuraré estar atenta en ése aspecto. Con respecto a la tardanza, es que el celular que tenía (y con el que aprovechaba para publicar) se dañó, así que estuve ahorrando y hasta hace poco pude comprar uno nuevo.

    Me disculpo por la espera, pero espero publicar más seguido.

    Sonia de Arnau yo considero que el hiatus es de lo peor, hasta yo ando un poco perdida con la historia... XD. Es cosa de organizarme mejor, me estreso mucho y eso tampoco me ayuda.

    Y el punto es que no quiero que la historia termine a la carrera, eso no va conmigo. Necesito pensar y hacer que todo encaje, ya después se verá si salió bien o no.

    Nos leemos luego.
     
  20.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

    Virgo
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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    3132
    Capítulo XVII:

    La Partida del Escuadrón Alfa

    En los límites entre los estados de California y Nevada, un grupo de tres vehículos cruzaba el territorio pedroso, agreste y prácticamente estéril del Desierto de Mojave, cerca del oasis de Salt Creek Hills, antiguo Reservorio Natural de los Estados Unidos. Aparentemente, los mismos lucían como casas rodantes lujosas –que en el pasado fueran muy utilizadas para vacacionar por el país–, pues eran de gran tamaño y envergadura, de color negro metalizado, siendo uno de ellos más grande que los restantes, a buena velocidad, por lo que a su paso levantaban fuertes polvaredas de arena.

    Buscaban un pequeño hangar, que se hallaba ubicado cerca de allí, el cual era la fachada de una de las pistas principales de la “Estrella del Norte” en el país, destinada para el entramado del envío de armas hacia San Ángelo. Su posición era estratégica, porque era un área de difícil acceso, sobre todo para las autoridades, por ser un lugar con muy malas condiciones para el transporte en general, así como por su clima, sumamente caluroso, por la presencia inclemente del sol en aquellos parajes; por otra parte, los alrededores del mismo -delimitados por un fuerte cercado, de altas paredes de ladrillos, con cimientos de hormigón, y que estaban coronadas por un rollo de alambre de púas, que estaba electrificado además, para evitar intrusiones nocturnas, por lo general- se encontraban custodiados a todas horas, con guardias armados hasta los dientes y muy atentos, ante cualquier situación que se llegase a dar.

    Justo frente a la entrada del hangar, se detuvieron los tres camiones, uno detrás del otro, con el más grande adelante. De su interior descendió el líder de aquella comitiva, que no era otro que el Jefe de la Policía Central, es decir, Fitzpatrick, quien le preguntó a los guardias que cuidaban las afueras de la instalación, casi de inmediato, con un tono de voz serio:

    —¿Pueden llevarme con el piloto asignado a éste hangar?

    —Perdone, señor, ¿pero quién es usted? —le cuestionó uno de los hombres, con cierta desconfianza.

    La pregunta se debía a que dicho lugar no solía ser muy frecuentado por él, para la mayoría de ocasiones en que enviaba armas a la tierra de su socio, por su negocio, los encargados de eso eran Zack y Lance –antes de que se rebelara en su contra–, quienes supervisaban la entrega. Tomaba esas medidas por dos razones: la primera, para que nadie en la institución policíaca en que trabajaba sospechara de su participación en los hechos; y la segunda, como precaución, por si se llegaba a dar algún enfrentamiento entre ellos y los agentes de la Policía Central, o con miembros de la Brigada de Liberación, que estaban muy al pendiente de sus movimientos en la zona, evitando así que llegaran a atraparlo en plena orquestación del acto delictivo.

    —Soy Jacob Fitzpatrick, socio del señor Van Style —respondió él, con voz sería, tratando de contenerse, porque estaba molesto por el trato que le daban esos sujetos.

    —Disculpe entonces, señor —añadió el segundo guardia —. Puede ingresar, en un momento abriremos las puertas.

    Sin decir nada más, Jacob volvió a su vehículo y, apenas unos minutos después, los guardias abrieron las puertas del lugar. Acto seguido, avanzó hacia la zona del hangar, al igual que los dos camiones que lo seguían y ya en el mismo, estacionó su automotor, como también lo hicieron los automóviles de sus acompañantes. Ya en el interior de éste, Jacob volvió a bajar de su transporte; allí se encontraba también un hombre al que en esa instalación conocían como “Lobo” -nadie sabía nada sobre su vida antes de acabar trabajando con Van Slyke, salvo que era proveniente de Rusia y que era piloto-, que rondaba los sesenta años, de 1, 83 mts de estatura, de cabello canoso, piel blanca, muy pálido, con la barba muy poblada y ojos azules, quien lo abordó, comentando lo siguiente, con un semblante sereno:

    —Señor Fitzpatrick, hace mucho tiempo que no venía por estos lares. ¿Cómo se encuentra?

    —Yo he estado muy bien, “Topo”, ya sabes que me gusta mantener un perfil bajo con respecto a los negocios que mantenemos Van Slyke y yo —respondió el policía, con voz grave —. Pero... ¿Acaso los elementos que he enviado a éste sitio han hecho mal su tarea?

    —Por supuesto que no, son muy buenos, no tengo quejas de ellos —comentó el hombre —. Bien... los vigilantes del hangar me comentaron que usted está necesitando los servicios de un piloto.

    —Así es —confirmó Fitzpatrick —, estoy aquí porque necesito viajar a la capital de San Ángelo a la brevedad posible.

    —¿El señor Van Slyke está al tanto de esto? —preguntó “Topo”, un poco extrañado ante la petición de ése individuo.

    —Absolutamente —esgrimió Jacob, con seguridad.

    Él sabía muy bien que si a ése tipo se le ocurría comunicarse con el líder de la “Estrella del Norte”, no obtendría si no la confirmación de la información que le estaba dando; aparte de darle la orden que se hiciera cargo de llevarlo a su país, para iniciar allá el golpe contra el Consejo de San Ángelo. Sin embargo, no fue necesario, pues el viejo se puso a su disposición, preguntando:

    —¿Cuál de las aeronaves requiere para su viaje?

    —La más grande que tengan en éste lugar, si es posible —fue la petición que hizo el otro —. Es que no planeo viajar sólo, llevaré a unas personas conmigo.

    Fitzpatrick se estaba refiriendo a los XR y XS, los elementos que conformaban al “Escuadrón Alfa”, quienes serían la punta de lanza en el ataque a Santa Leah, cosa que el piloto no comprendió, porque no había visto a nadie acompañando al agente de la policía. Es más, él creyó que en los vehículos de su caravana había un cargamento de armas, para un nuevo traslado hacia el país isleño.

    Antes de su llegada al hangar, Jacob le había dado órdenes a los miembros de la que él llamaba su “fuerza especial de ataque” que de que aguardarán en sus transportes mientras se ocupaba en convencer al piloto de llevarlos hasta su destino final y un avión en el que pudieran viajar; lo que acataron sin cuestionar nada. Iban distribuidos en dos grupos, comandados por los XR 1 y 2, mientras en el camión en que el policía viajaba se encontraba el armamento, que ellos utilizarían durante el golpe. Para ellos, esas cosas eran normales ya que desde el primer día de su entrenamiento con el Jefe de la Policía, los XR -cuando Karen los sacara de IEPCOM, para iniciar el plan de Van Slyke de tener un ejército-, y los XS posteriormente, lo vieron como su mentor y le obedecían ciegamente, sin importar nada.

    Tomó un radio de su cinturón, para luego informar al resto de la comitiva que ya podían seguir camino a San Ángelo.

    —Equipos de asalto 1 y 2, aquí Fitzpatrick. Preparen todo su arsenal, nos vemos en la pista en cuanto estén listos.

    —Copiado, señor —confirmó XR-1 en primer lugar..

    —Entendido, como ordene, señor —respondió por su parte XR-2.

    —¿Me muestras el avión, amigo? —le preguntó Jacob al aviador apenas recibió las confirmaciones de sus subordinados, tranquilo.

    Ambos hombres se dirigieron hacia el área en donde se hallaban los aviones que se destinaban a ser utilizados para el transporte de armas. En ella, se lograba divisar una pequeña, pero muy diversa flota de aeronaves de carga, que en el pasado sirvieran en empresas de correos y de envío de mercancías, en su mayoría, a nivel nacional. No obstante, el par solamente detuvo la marcha al quedar justo frente al que tenía la mayor capacidad de la misma.

    —Señor Fitzpatrick, aquí lo tiene —mencionó el piloto, con cierta satisfacción, demostrando así un poco de su afición a los aviones —. Ésta belleza que ve aquí es nuestra mejor adquisición hasta el momento, no es muy grande, pero es seguro para viajar, se lo puedo asegurar.

    Jacob le dió un vistazo rápido al avión, un modelo ATR 72, el cual se encontraba en desuso desde hacía varios años. Estaba pintado de un color gris oscuro, de tono mate, en su totalidad, y tenía pasado como avión de vuelos comerciales a nivel nacional, pero precisamente por ése detalle, el Jefe de la Policía Central no se veía muy convencido de usarlo en verdad, por lo que se atrevió a cuestionar al otro sobre su utilidad:

    —¿Sí nos servirá ésta cosa para viajar?

    —¿De qué habla, señor? —le preguntó “Topo” a su vez, un poco sorprendido —. Es un avión cómodo, además está modificado en varios aspectos de su diseño original, si la duda le viene por ser un modelo de uso comercial anteriormente.

    —Tampoco tengo muchas opciones más que elegir, ¿o sí? —bufó Fitzpatrick, fastidiado.

    —Le aseguro que no sé arrepentirá de usarlo —dijo el mayor, muy confiado —, tiene muy buena velocidad, rendimiento y es muy seguro.

    —Sí, sí, lo que digas —concluyó él, con voz cortante —. Vamos a organizar todo, tengo que ir a San Ángelo y no puedo seguir perdiendo el tiempo con tonterías como ésta.

    Apenas dijo esto, Jacob siguió andando, hasta la puerta delantera del avión, porque quería verificar algunas cosas más, mientras los miembros del “Escuadrón Alfa” se preparaban para abordar. “Topo” observó al transporte y dijo, en voz baja, con algo de pesar, antes de seguir al policía, para continuar su recorrido, mostrándole el interior del mismo, que era lo que quería en el momento.

    —Definitivamente, no todo el mundo tiene el gusto de apreciar lo geniales que son los aviones.

    A la vez que esto sucedía, los XR y XS se preparaban para el ataque armado contra San Ángelo, extrayendo del camión que había llevado su comandante a aquel lugar las armas que portarían, así como diferentes elementos que el hombre creyó necesarios para esa tarea. Pistolas, escopetas, así como rifles, ametralladoras, granadas, bombas de humo -que usarían con el fin de dispersar a los civiles, al no ser su objetivo principal-, y unos tres lanza misiles portátiles, por si se llegaba a suscitar una situación complicada durante el cumplimiento de su misión, además de sus uniformes, cascos y chalecos antibalas, por protección, para que no salieran heridos si les disparaban; se vistieron, los XR repartieron el armamento a partes iguales al resto de la tropa, al ser los de mayor “rango” entre ellos, y en cuanto estuvieron listos, armaron filas y se dirigieron al avión, a esperar instrucciones de parte de su líder, dispuestos a realizar el recorrido.

    Ya en la aeronave, Jacob vió que en su parte interna su diseño distaba mucho del de un avión comercial, e iba más por el estilo de los militares, aunque más cómodo. Su fuselaje estaba recubierto por tubos de aluminio, sobre los cuales se había colocado un tapizado de tela gris algo gruesa, las ventanillas laterales y la puerta trasera de abordaje se eliminaron por completo, para evitar que se vieran los cargamentos durante los traslados, y en la parte posterior se le adaptó una compuerta, que era de un avión militar, para poder extraer los mismos al llegar a sus destinos. El piso era de características similares, en él se extendía un par de hileras de asientos, de dos puestos cada una, que se interrumpía casi al final, en el que se encontraba una especie de camarote, en el área de lo que sería la primera clase -y que contaba con todas las comodidades posibles, a diferencia del resto del avión-, al que se podía ingresar por medio de una escalera metálica, que dejaba espacio para acceder a la compuerta de descarga. También se suprimió parte de la cabina de tripulantes, por lo que contaba con más espacio para asientos, y el anexo del baño estaba justo detrás de ésta.

    Habiendo visto todo con detenimiento, el agente soltó una pequeña sonrisa, y le comentó al aviador, más relajado:

    —De verdad, no esperaba que estuviera en éstas condiciones, me parecen muy buenas las mejoras.

    —Muchas gracias, señor —dijo el viejo —. Eso no es todo, está adaptado con motores de aviones militares, así que es más veloz que un modelo igual de uso comercial. Y en la cabina del piloto solamente hay un puesto, lo acondicioné así para no tener que llevar a un copiloto, no me gustan.

    —Tanto mejor, pero... ¿Por qué hay un remanente de la primera clase atrás?

    —Fueron órdenes del señor Van Slyke, para cuando él avión se encuentra en San Ángelo y debe enviar cargamentos a otros países —fue la respuesta del otro —. Le gusta entregarlos en persona, además de aprovechar para concertar nuevas entregas en el futuro.

    Cuando el hombre explicó el motivo de ésa área del avión, la fantasía de ser él quien tomara el mando de la “Estrella del Norte” volvió a sus pensamientos, llegando a visualizarse a sí mismo viajando en ése avión como el amo y señor de esa organización. Y el pensar que era muy probable que eso se llegara a dar después de tomar el control total del gobierno en San Ángelo le avivaba fuertemente esa ambición.

    Tomó de nuevo su radio, para saber si ya los miembros de su tropa estaban listos, y entonces les comunicó que ya los esperaba en la aeronave.

    —Enterada, señor —respondió la XR-2 —. Enseguida iremos a su encuentro.

    Entretanto los jóvenes soldados llegaban al avión para abordar, Jacob le pidió a “Topo“ que abriera la compuerta de carga, para que entraran por ella. Al cabo de unos minutos, allí ingresaron unos 60 chicos, sin contar a los 5 que iban al frente, ya uniformados y armados, preparados para lo que planeaba su comandante. Viendo todo eso, el piloto preguntó, sorprendido:

    —¿Qué piensa hacer el señor Van Slyke?

    —Dar un Golpe de Estado, mi estimado —dijo Jacob, muy serio.

    Aquel sujeto no objetó nada -aun habiendo podido, sabía que no tenía oportunidad de salir con vida, así eran las cosas en ése mundo-, porque estaba al servicio de la organización. No quería estar involucrado en un asunto de esa índole, pero no tenía otra alternativa, así que fue hasta la cabina del piloto y comenzó a preparar todo para el despegue de la aeronave desde la pista con la que contaba ése hangar.

    Estaba todavía en esos menesteres, y de repente, tanto él, como el Jefe de la Policía escucharon un salvaje rugir de motor, que aumentaba cada vez más con el pasar de los segundos. Fitzpatrick bajó por el área de descarga del avión, con arma en mano, para averiguar qué pasaba. Quedó helado apenas vió que se trataba de una patrulla de Policía y ya estaba por dar la orden de despegar, cuando reconoció a su conductor -que no era otra persona más que Marcus Sanders- , por lo que pensó: “¿Será posible que éste demente por fin haya encontrado a mi ex? Eso sería algo muy bueno, a fin de cuentas.

    Marcus detuvo el automóvil justo frente a la compuerta del avión y salió del mismo un momento después, por lo que Jacob le preguntó, un poco extrañado por su arribo repentino:

    —¿Tus llegadas siempre suelen ser tan alocadas, Marcus?

    —¿Qué puedo decir? Me encanta la adrenalina —argumentó el joven, muy relajado, sonriendo.

    —¿Cómo te fue con el encargo del jefe?

    —Mejor de lo que piensas, Fitzpatrick —dijo Marcus, burlón, para entonces abrir la puerta trasera del auto y entonces añadir —.Encontré a Karen, la dejé viva para que Van Slyke mismo se encargue de enviarla al otro mundo, y además... ¡Tengo el premio mayor!

    No pudo notar evitar que en su rostro se dibujara una gran sonrisa, por la satisfacción que lo invadió en ése instante, pues vió que Marcus no sólo tenía a su ex esposa en su poder, si no también a Megan Knox, esa muchacha que quiso evitar los planes de la organización con respecto a los XR, hacía ya cinco años, además de estar tras su pista para acabar con la “Estrella del Norte” desde ese entonces. Pero no sólo le daba gusto el haber detenido a ambas mujeres, si no que, a raíz de eso, seguramente sus cómplices -y sobre todo Troy- estaban sufriendo por perder esa oportunidad de desenmascararlos al fin. Y después, le preguntó al otro, muy complacido:

    —¿Buscas transporte para ir a San Ángelo?

    —Sí, ¿podría viajar con ustedes? —solicitó a su vez Marcus, haciendo notar su prisa por ir al país isleño.

    —No hay espacio aquí, si no arriba. No creo que sea una molestia para tí viajar como rico.

    Marcus hizo que Karen y Megan bajaran del vehículo, para luego llevarlas a abordar el mismo. En el instante en el que Jacob se cruzó con su ex pareja, le dijo, con claro afán de molestarla:

    —Espero que disfrutes mucho el vuelo, Karen, porque todo parece indicar que será el último.

    Karen no dijo nada, para ella ya la batalla estaba más que perdida, se sentía como un cordero que iba rumbo al matadero, y lo que más le dolía de todo era que aquel hombre, que alguna vez prometió protegerla de todo, se había convertido en uno de sus verdugos. Él se sentía muy poderoso al verla así, pero un comentario de parte de la otra rehén de Marcus lo perturbó:

    —Usted no es más que un pobre idiota, que cree que puede decidir sobre todo y sobre todos, solamente por el hecho de tener un poco de poder. Ya verá que, por mas poder que tenga, nada lo salvará de su castigo. Tarde o temprano, tendrá que pagar por todo lo malo que ha hecho.

    —Meg, compórtate, por favor —le pidió Marcus, un poco sorprendido por sus palabras.

    —Marcus, apártalas de mi vista, antes de que pierda los canales —solicitó el policía, ya que sentía que le hervía la sangre de ira, por lo que le dijo la joven, que veía como una insolente.

    El joven las llevó hasta la cabina en la planta alta del avión, allí las esposó a los asientos, además de colocarles los cinturones de seguridad, y ponérselo luego de sentarse, al lado del que dispuso para Megan, ya que quería estar junto a ella todo el tiempo. Pero ella se sentía sumamente incómoda allá arriba, no solamente por la presencia de su ex novio, si no por el hecho de que cada vez quedaba menos tiempo para que Fitzpatrick, al mando del “Escuadrón Alfa“ atacara Santa Leah y buscara tomar el control total del país.

    Y al pasar algunos minutos, sintió que el avión se movía, por lo que supuso que faltaba poco para que se elevara, y así iniciar el viaje hasta dicho lugar, y eso fue lo que ocurrió... Sólo era cuestión de tiempo para que comenzara la guerra.

    Continuará...

    Espero que les guste éste capítulo, me tardé un poquito, pero ya está.

    Nos leemos luego.
     
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