Jigoku Shoujo La tormenta de Gokudera (Jigoku Shoujo)

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Amelie, 10 Abril 2014.

  1.  
    Amelie

    Amelie Game Master

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    Escritora
    Título:
    La tormenta de Gokudera (Jigoku Shoujo)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1110
    Este fanfic ya tiene mucho tiempo de existencia; lo escribí para el concurso "El mejor Jigoku Shoujo" (Julio 2010) El concurso trataba de mandar a un personaje al infierno por medio de Enma Ai; el personaje te lo daba otro usuario, en mi caso me tocó enviar al infierno a Gokudera de Katekyo Hitman Reborn.

    La Tormenta de Gokudera

    Gokudera levanta la vista, se encuentra en un lugar obscuro, nada se distinguía hasta que un reflector posó su luz en él, vio por un rato el reflector frente a frente lo que provocó que su visión se nublara.
    A unos 5 metros de ahí se podía ver a una mujer de espaldas, también con un reflector sobre ella. Creyó conocer esa silueta pero después dudó en que esa forma fuera verídica, pues dudaba que sus ojos, aún con enfoque borroso, pudieran distinguir una forma, tal vez era una simple sombra.
    -Hayato…
    Su visión era mala pero sus oídos no tenían excusa, era ella.
    -Bianchi, ¿Qué diablos haces aquí?
    Preguntó Gokudera sin quitar los ojos de la espalda de su hermana, su vista se recuperaba poco a poco. Pudo atisbar que su hermana que estaba dando la vuelta para mirarlo fijamente, en ese momento recuperó por completo la visión deseando ser ciego.
    -¿Qué pasa Hayato?
    Se dejó caer instantáneamente de rodillas al ver ese rostro, llevó sus manos a su estomago y una nausea infernal lo hacía sentirse mareado. Su hermana se acercaba a el, cada paso era un recuerdo más para Gokudera de aquellos tiempos donde su hermana lo envenenaba con su comida ponzoñosa, el siempre fue su conejillo de indias pero hoy era diferente, el dolor de estomago dejó de ser como acostumbraba, esta vez era mas intenso, como si un ácido corroyera su estomago lentamente con un sonido efervescente. Pero no era un sueño, sintió como su estomago de desmembraba de forma lenta y dolorosa.
    -La tormenta siendo atormentada, ¿No es así, Hayato?
    La imagen de Bianchi se fue esfumando lentamente y con ello también el malestar, sintió un gran alivio cuando ya no pudo ver ni la sombra de su hermana, rápidamente se incorporó, se levantó decidido en buscar una salida de aquella pesadilla que parecía un mal escenario de algún teatro barato. Pero antes de poder pensar en algo más, al dar media vuelta se encontró frente a frente con Tsuna. El rostro de su jefe de mafia lo veía fijamente, a no más de 10 centímetros de distancia.
    -¡Décimo!
    La felicidad en su rostro tras verlo fue instantánea, pero la reacción de Tsuna no era igual. Sus mirada estaba clavada en lo ojos de Gokudera, transmitía bastante seriedad, algo que Tsuna no frecuentaba mostrar.
    -Décimo…
    Tsuna lo interrumpió levantando su brazo con la palma viendo hacia el rostro de Gokudera, logrando demostrar lo que pensaba: “silencio”. Bajó el brazo seguido por su
    mirada por unos segundos, mientras que las ansias de Gokudera se hacían más fuertes, tanto que el dolor efervescente que había sentido tras ver a su hermana había regresado.
    -Aún no puedes controlar el dolor al ver a Bianchi…
    -Décimo, yo puedo explicar…
    Tsuna levantó precipitadamente la mirada logrando callar con miedo las excusas de su guardián, su semblante había cambiado, su mirada era severa y sus ojos denotaban decepción.
    -Jamás serás mi mano derecha
    En ese instante el dolor de Gokudera dejó de ser local para convertirse en general, todo su cuerpo empezó a temblar, sentía como su estomago había colapsado dejando caer los ácidos internos en sus intestinos, corroyéndolos lentamente. Todos sus músculos tenían movimientos involuntarios, no podía articular palabra. Sus ojos comenzaron a nublarse con una manta de agua que no se dejaba caer hasta que parpadeó, las gotas se deslizaron una por una en sus mejillas, dejando a su paso ríos que poco a poco se volvían más salvajes, seguidos de sonidos ahogados de garganta, como de palabras atrancadas que no se dejaban escuchar por la impotencia ante la oración de Tsuna.
    El corazón bombeaba estrepitosamente, logrando que cada vena hiciera acto de presencia de modos punzantes, la sangre corría por todo el cuerpo como queriendo escapar, intentando esconderse de lo que se avecinaba. Su mente daba vueltas, quería decir tantas cosas que su voz calló, un dolor de cabeza agudo lo ayudó a transpirar cada vez más, o tal vez era el efecto del candente reflector sobre su cabeza, logrando explicar el sentimiento en su interior: vergüenza. Eso era lo que más le dolía a Gokudera Hayato, eso era lo que lo atormentaba, momento de escuchar la vez de su jefe diciendo tan temido conjunto de palabras. Y aún esos ojos delatores lo observaban con la misma mirada.
    Gokudera llevaba 10 minutos en la misma posición, estupefacto por las palabras de Tsuna, demostrando así, por segunda vez, que no era digno de ser la mano derecha del jefe de la mafia.
    Tsuna bajaba la mirada lentamente para que Gokudera recordara esos ojos, que no se le pasara ningún detalle de lo que reflejaban: decepción, vergüenza, enojo, y así dejando la mirada en el suelo observando el goteo en Gokudera, ya fuera de sudor o de lágrimas, no se inmutó y dio media vuelta.

    Su jefe se alejaba lentamente perdiéndose en la penumbra de aquel fatídico escenario, de nuevo, el no pudo decir nada.


    Una silueta se acercaba, Hayato pensó que era Tsuna regresando por las hirientes palabras que le dedicó, pero no fue así. No podía vislumbrar el rostro pero veía perfectamente ese kimono, con el estampado colorido y unos ojos rojos que destacaban de la negrura del escenario.
    -¡Oh!, penosa sombra envuelta en la obscuridad, tus acciones causan dolor y sufrimiento a la humanidad, tu vacía alma se ahoga en tus pecados… ¿Te gustaría, probar la muerte?
    Gokudera vio sin pestañear aquellos ojos, mientras que la silueta levantaba el brazo derecho, haciendo que lentamente fuera cayendo al suelo perdiendo la conciencia.

    El reflector en Gokudera se había apagado.

    Al abrir los ojos sólo escuchaba el crujido de madera, un suave movimiento de oleaje lo tranquilizaba junto al sonido del agua, había dejado de sentir el dolor físico pero aún sentía la pesadez interna.
    Se sentó y pudo ver a la niña en el kimono navegando el bote en el cual se encontraba, a lo lejos podía ver un arco rojo.
    -¿Qué ha pasado? ¿Donde estoy?
    Sin respuesta.
    -Entonces el décimo no…
    Ella seguía navegando sin dirigirle ni un vistazo.
    Gokudera se recostó mirando al cielo nebuloso y aún con lágrimas corriendo por sus pómulos, sonrió.
    -Si ya he vivido el infierno, no se lo que me espera tras ese arco.


    Belphegor nos vengamos en tu nombre.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
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