Microrrelato La soledad de una niña.

Ya tenía tres semanas de dolor agonizante, lloraba sin parar y te extrañaba sin dudar papá, eso lo sabía, me hacías falta, mucha falta en realidad. Quisé ver que había mas allá, ¿porqué querías alejarte de mí?, ¿porqué no te hallabas en esta nueva ciudad?, ¿cuál fue tu respuesta?, una que no resolvió las preguntas en mi cabeza, una que sólo hizó aparecer unas cuantas preguntas más. Ya no lloro y no se porqué, justo cuando pensaba que me sequé, empezaba a llover otra vez pero ahora es distinto, sólo pienso en que si bien me hiciste sufrir muchas veces, también fuiste el único que me comprendió en otras muchas ocasiones y me dió ánimos y esperanzas para salir adelante, pero ya no estas, te vas, te estas olvidando sin haberte marchado aún, este es un doloroso comienzo y no quiero pensar en el final porque puede que te duela a ti más, me encuentro buscando una salida pero no encuentro mayor escapatoria que una muy notoria en el desnudo cuerpo de la soledad: la mortandad.


Ya esta niña no quiere respirar, la intoxica el dolor que hay en su corazón, dolor que intenta represar sin llegar a ninguna medida final.


Esta pequeña quiere terminar con todo, ya no ser una carga más, no quiere volver a sentirse necesitada de tu afecto, de tu amor o de tu comprensión padre. Esta niña se siente sola y no quiere crecer, se pregunta el ¿para qué? ¿acaso para morir después? Podría evitarme el tiempo y morir de una vez. Recuerdo algún momento en el que escuché que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, no hay odio ni rencor en este corazón, solamente hay decepción y desesperanza unidas con la aflicción de no encontrar la felicidad y sólo imaginar el jamás de este cuento que aún no tiene final, pensando que la niña ha tenido momentos felices más no una vida feliz; tuvo una vida feliz hasta los 4 años, antes de eso ya nada recuerda, sería mejor así, si no hubieran recuerdos de una vida insensata y estúpida que causa sufrimiento y desolación en su frágil corazón.