La segunda vida de Inuyasha (Inu Kag)

Re: La segunda vida de Inuyasha (Inu Kag)

Aquí vengo de nuevo, no se preocupen chicas les prometo que habrá un final feliz, no crean que sólo haré sufrir al pobre de Inu todo el tiempo... un poquito si xD y con respecto a lo de crossover jajaja es muy cómico Karumi, resulta que tenía mucho tiempo que no publicaba nada y antes no se ponían esos prefijos y como no sabía nada puse el primero que salió jejeje :P ni siquiera tenía idea de qué era eso... bueno disculpen mi torpeza ahora que sé puedo decirte es es un UA... pero ni modo ya la puse así... Como siempre agradezco a mis lectoras por postear así que no molesto más aquí les dejo la conti:



Espero les guste...







Capítulo IX

No había sido parte de su delirio, ella estaba aún viva y lo veía con sus hermosos y brillantes ojos cafés. – Inuyasha… estaba guardando todas mis fuerzas para poder verte antes de morir, no me quería ir sin despedirme de ti…-

-¡No! ¡No por Dios no digas eso!- gritó Inuyasha palideciendo en un segundo –¡Tú no morirás nunca! Quiero decir no ahora… morirás viejita después de mi, después de que hayamos vivido por siempre juntos, felices y juntos…- repitió torpemente tratando de ignorar el grave estado de la muchacha -Tú te curarás, voy a llevarte a tu época con toda esa medicina avanzada te curarán… te lo prometo...- le dijo pero al tratar de alzarla ella se quejó intensamente y él preocupado desistió de la idea, no tenía que ser médico para sentir la gravedad de sus heridas, se preguntaba cómo era que aún estaba viva. –¡Ohh Dios!- Ahogó tapándose el rostro –¿¡Qué he hecho?! ¡Nunca podré perdonármelo!- repitió cuando finalmente aceptó que la perdería.

-Inuyasha por favor… no fue tu culpa… Náraku lo hizo… además yo desobedecí tus ordenes ¿Recuerdas? me debí haber quedado en mi época como me habías hecho prometértelo pero no lo hice y no me arrepiento, si ese fue el precio que tuve que pagar por salvarte lo volvería a hacer sin pensarlo. Te amo Inuyasha, siempre lo haré… - entonces un dolor muy fuerte le impidió continuar hablando…

-¡Por favor!... ¡Ahome…!- La tomó sin saber qué hacer, ella moriría. Moriría y nada podía hacer él para evitarlo, sus ojos ya hinchados le lastimaron al llorar -…no te merezco Ahome ¡Maldición! ¡Por favor! No me dejes, llévame contigo… también te amo Ahome, te amo y te seguiré hasta el otro mundo si es necesario-

-¡No!- no le permitiría a Inuyasha hacerse daño -…prométeme que vivirás, así yo me vaya y quiero que seas feliz Inuyasha, es mi último deseo-

¿Cómo podía pedirle eso? Estaba decidido a buscar la forma de morir luego que ella lo hiciera, deseaba seguirla así fuese al mismísimo infierno. ¿Pero cómo podía negarle su último deseo? Ser feliz –¡Ja!- se rió amargamente, ella pedía el deseo más imposible –Sólo puedo prometerte el primer deseo, creo que el segundo no está a mi alcance…-

Ahome le regaló otra dulce sonrisa que se clavó en su alma y luego se dio cuenta de que había sacado algo de su bolsillo, lo sostuvo con su mano buena, él arrugó el seño y apretó los párpados tratando de borrar la imagen de cómo se había roto su otra muñeca, ¿Cómo podía ser tan débil?... Ella no notó su expresión porque continuaba concentrada, al parecer recitaba algún tipo de conjuro apenas audible.

-¿Qué rayos?- se preguntó mientras una fuerte luz se escapaba entre sus dedos, ese acto le había robado fuerzas y ya se notaban las consecuencias –¡No!... – y antes de que el joven pudiera protestar por su acción ella tomó su mano tiernamente y le puso el fragmento en la palma.

-…podrás… usar la perla sin que ésta se contamine por un buen tiempo – Ella no sólo purificó el trozo de la perla, sino que concentró una gran cantidad de poder espiritual y rastros de su esencia –Podrás utilizarlo para destruir a Náraku…- Se detuvo con dificultad para recuperar el aliento, él trató de detenerla pero ella con su mirada lo hizo desistir -…cuando tengas la otra parte únelo con el trozo faltante para que se purifique completa. Hazlo pronto porque mi esencia no perdurará demasiado tiempo en tus manos, si se termina no podrás controlar el trozo contaminado.

–Náraku morirá, eso es un hecho pero no necesito ésta maldita perla que es el origen de toda la desgracia!!- rugió iracundo pero su rabia se esfumó cuando ella volvió a quejarse y él trató inútilmente de aminorar su dolor –Por favor ¡úsala!- le suplicó ella.

-¡De acuerdo!- murmuró abrazándola, no podía negárselo –¡Haré lo que quieras!- Si ese era su deseo lo cumpliría, era lo menos que podía hacer. Lo que él ignoraba es que ella había conjurado la perla para que él pudiera cumplir su deseo más anhelado o el que ella creía así, deseaba que él dejara de ser un híbrido.

-Te amo…- fue lo último que escucho de sus labios y finalmente después de entregarle el trozo cerró los ojos para no abrirlo jamás.

-¡Ahome! ¡No! ¡No!... ¡No es justo! ¡NO ES JUSTO!- Inuyasha comenzó a transformar su tristeza en un profundo odio -¡Náraku!- gruñó histéricamente, gracias a ese maldito era infeliz nuevamente. Sus colmillos estaban descubiertos, del fondo de su garganta resonaba un incipiente gruñido aterrador… estaba perdiendo el control, empuño sus manos tan fuertemente que sus garras se incrustaron en su piel dejando un rastro de sangre.
Nunca en su corazón había entrañado tanto odio, su rostro empezó a cambiar, cuando abrió los ojos estos se tornaron a cada segundo en un tono más rojizo… su cuerpo temblaba de forma incontrolable pero esta vez no se trataba de Kya pudo sentir cómo la serpiente se desintegraba en su pecho.

Su cuerpo cambiaba, sentía una nueva fortaleza, no era una transformación incontrolada como antes le había ocurrido al verse en peligro, está vez podía dominarlo, estaba tranquilo pero el poder que sintió lo hizo soltar una risa incomprensible, mezclada de odio, dolor y sed de venganza.

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– Seshomaru no me digas que has venido a disfrutar del espectáculo… ¿O es que acaso en tu corazón ha aflorado amor por tu hermano y te has decidido a ayudarlo?- Seshomaru se encontraba no muy lejos, como un expectante silencioso guardando distancia, había notado el cambio de su hermano y había acudido extrañado. No se sorprendió de escuchar aquella voz ajena, había notado la presencia de su dueña hacía rato. -¿Qué quieres Kikyo?-

Ella observó que su sable, la que ellos llamaban Tenseiga temblaba –Al parecer tu espada desea ayudar a la chica ¿Serás su salvador? ¿Le devolverás a su amada?-

El perfecto rostro de Sesshomaru no se inmuto, ni siquiera se volteó a mirarla –La chica ha depositado su esencia en la perla, la espada no revivirá un cuerpo vacío-

Kikio no dijo nada más, se sentía triste por el dolor de Inuyasha y extrañamente no le alegraba la muerte de la chica, sentía pena por ellos, Inuyasha había descubierto su verdadero amor y ella en el fondo deseaba verlo feliz pero no podía hacer nada para ayudarle.


-¿Qué rayos?- dijo Sesshomaru retrocediendo -Pensé que tendría que matarlo pero esto es…- Sesshomaru no entendía lo que sucedía, pensaba que Inuyasha había perdido el control y se convertiría en aquella bestia irracional en la que se transformaba cuando su cuerpo no podía dominar su sangre Yokay, temía que si así fuera tendría que acabarlo para evitar que vagara como una bestia salvaje sedienta de sangre, pero algo extraño estaba ocurriendo.
De repente una luz demasiado fuerte proveniente de la mano de Inuyasha comenzó a intensificarse hasta que los deslumbró obligándolos a cubrirse los ojos por unos segundos. Cuando recobraron la vista pudieron darse cuenta de que inuyasha lucía extrañamente diferente… además su expresión denotaba imperturbabilidad.

-¿Que sucedió?- se preguntó al darse cuenta que el olor de Inuyasha había cambiado, el rostro de Sesshomaru se contrajo mostrando una evidente sorpresa -… no es posible…- expresó de manera casi inaudible. No podía entenderlo pero su sangre inexplicablemente ya no expedía aquél olor que caracterizaba la mezcla híbrida.

Kikyo también estaba sorprendida pero ella notó algo más -Sesshomaru fíjate bien… la apariencia de Inuyasha ha cambiado, sé parece más a ti- y así era, sus características orejas habían desaparecido y sus ojos parecían oro fundido y ardiente. Y su expresión ahora era serena pero indudablemente implacable.

-¡No puede ser! ¡No puede ser!...- repetía Sesshomaru incrédulo ¿Cómo podía haber cambiado de esa forma? ¿Cómo era posible que un hibrido luciera como un demonio completo? Porque era un híbrido ¿O no era así?- dudó, ya no estaba seguro de nada, era evidente que Inuyasha no era el mismo.

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El rostro del joven se veían aún más hermoso, su cuerpo tenía un aspecto más varonil, sus gruesos brazos parecían estar tallados en roca, sus cabellos aparentaban más longitud y el viento hacía que parecieran finos hilos de plata jugando bajo el brillo del atardecer. Un ángel habría sentido envidia de su rostro y su presencia completa.

Permaneció inmóvil, pensativo y luego rompió la imagen impenetrable de su rostro cuando contempló el cuerpo inmóvil de su Ahome -… tú hiciste esto… - se arrodilló a su lado y besó su mano con ternura –Creías que éste era mi deseo- rió con amargura -… lo fue sí, lo fue hasta que te encontré Ahome…-
Él siempre había deseado poseer la perla para convertirse en un ser completo, lo deseaba porque así pensaba que dejaría de un ser inferior rechazado por todos, pero ella había cambiado eso -…después de conocerte Ahome, no desee más nada porque mi deseo ya se había cumplido- Hacía tiempo que la perla se había convertido en una excusa para permanecer a su lado y no lo había querido reconocer. Su deseo era ser aceptado y ella le había dado más que eso, le había dado una razón para vivir, apretó sus puños y maldijo de nuevo su suerte –¡Náraku!- recordó gruñendo de nuevo, acabaría con ese desgraciada alimaña…

Para terminar de sorprender a Sesshomartu y Kikyo su cuerpo se transformó en un demonio perro al igual que lo hacía su padre y como lo hacían sólo las Yokay. Y se fue volando en busca de Náracu.

A pesar de que Inuyasha tenía la apariencia de un Yokay ocultaba una realidad, sus poderes eran superiores a los de un demonio completo y él era consciente de ello. Irónicamente era algo que no le devolvía la felicidad, su consuelo era saber que la muerte de Náraku era sólo cuestión de tiempo y así fue… Finalmente derrotó a ese ser repugnante sin ningún esfuerzo, lo despedazó junto con aquella mujer que tanto daño le había causado, luego incineró sus restos. Nunca se imaginó que aquella batalla final fuera tan fácil, fácil gracias al sacrificio de ella.

Contempló por horas la perla en su mano -Tantas muertes y odio por algo tan insignificante- pensó. La perla continuaba brillando en un tono rosamuy hermoso y angelical, no había cambiado a pesar de mantenerla en su poder tal y como ella le había predicho, pero debía destruirla ya pensaría el modo de hacerlo.

Antes del anochecer, regresó al lugar donde había dejado el cuerpo de Ahome entonces se acostó a su lado y le dijo -…toda mi vida soñé con dejar de ser un híbrido y luego también se sumó el deseo de ver muerto a Náraku y aunque los dos deseos se hicieron realidad no siento ni un poco de satisfacción… cambiaría todo esto porque pudiese verte sonreír y porque volvieras a hablarme-

Su angélico rostro se turbó y de sus hermosos ojos dorados afloraron nuevas lágrimas que caían como cristales brillantes con la tenue luz, abrió su mano y miró la brillante perla, que continuaba rosada, era tan hermosa y mortal al mismo tiempo –Dos veces se ha destruido mi vida por ti… me dejaste de nuevo solo, sin la mujer que amo y sin mis amigos ¿Por qué por primera vez no muestras la bondad de tu creadora? ¡Llévame con ellos!- le reprochó ya casi sin fuerzas, secó sus lágrimas con la mano en la que guardaba la perla y se quedo dormido abrazando el cuerpo de Ahome que parecía dormir a pesar de estar sin vida.
Esa noche fue luna nueva y por primera vez Inuyasha no se convirtió en humano, él ni siquiera lo notó siguió durmiendo junto a su cuerpo, deseaba dormir hasta que la muerte también lo llevara con ella.

Cuando la luna se ubicó en la parte más alta iluminó la perla que Inuyasha sostenía, ésta se había llenado de rastros de sangre y lagrimas de Ahome e Inuyasha y esto despertó al espíritu de Mirodiko; la sacerdotisa creadora de la perla de Shikon. Ella los contempló un rato y decidió tocarlo para así poder leer sus pensamientos, se estremeció al ver todo lo que había vivido, sintió pena por ellos.

-No cree la perla para hacer daño, siento mucho que por mi culpa tantas personas hayan sufrido… y en especial tú Inuyasha… nunca pensé que un demonio alvergara tanta bondad. Te ayudaré dandote una segunda oportunidad- le dijo y él pensó que soñaba -Recuerda “llegar a la felicidad no es tarea fácil, pero esa es una de las cosas que nos la hacen valorar más cuando finalmente la encontramos” espero que sepas aprovechar esta oportunidad que voy a brindarte. No cometas los mismos errores.

Inuyasha despertó totalmente confundido ¿Qué había sido eso? ¿Un sueño? O quizás estaría perdiendo la cordura, se sentía demasiado extraño, miró a su alrededor y se alarmó al no encontrar el cuerpo de Ahome, ya no estaba a su lado como recordaba. Sintió temor al pensar que algún depredador se hubiese podido robar el cuerpo aprovechándose de su descuido pero al parecer él era el que había cambiado de lugar.

Todo era diferente, no estaba en el mismo lugar, pensó en clavarse las garras en las palmas para comprobar que no se tratase de un extraño sueño pero algo lo alarmó, sus manos no tenían garras, su cuerpo era humano. Miró al cielo instintivamente y se dio cuenta de había luna nueva, eso le dio una respuesta aunque otras surgieron en su mente -¿Por qué se había transformado? Pensaba que ya no sería más un híbrido, la luna no debía afectarle-
Caminó confundido unos metros y algo lo dejó estupefacto, reconocía ese lugar, era el parque central de la ciudad de Tokio, el Tokio de Ahome ¿Cómo rayos había llegado a la época actual?

 

Re: La segunda vida de Inuyasha (Inu Kag)

Hola!! estoy muy feliz de ver que mis seguidoras habituales (Mis queridas Zaireth, Windmiko, Hotaru, Uchiha) no me abandonan y que además se han integrado nuevas lectoras (Bienvenidas Carrie, Karumi y Sumomo)... ojalá sigan integrándose más...
ToT You make me so happy guys!!! las adoro por dejarme sus comentarios. Aquí les dejo un capítulo más... es algo corto pero espero les guste... y si algo no les gusta pueden decírmelo para que pueda mejorar...



Capítulo X

Había estado en ese lugar con ella, pasaba por ese parque cuando la acompañaba a su instituto ¿Qué significaba eso? ¿Qué había querido decir Mirodiko cuando le apareció en ese sueño con eso de una segunda oportunidad? ¿Estaría Ahome con vida? Corrió tres calles abajo hacía la casa de ella, necesitaba saber si ella estaría en su habitación como normalmente lo haría, quizás estaría estudiando o haciendo la cena, la idea le emocionó aunque reprimió la felicidad un poco, de nuevo no quería equivocarse, estaba cansado de hacerlo…

Llegó a su casa, el antiguo templo, tardó mucho rato en llegar y el viaje se hizo agotador, no era fácil ser humano, no luego de haber experimentado ser un Yokay, sacudió su cabeza y afloró una sonrisa en su rostro, no le interesaba ni un poco perder todo ese poder a cambio de que ella y sus amigos estuvieran con vida, de eso no había duda.

Corrió rápidamente hasta que subió todas las escaleras, se detuvo un poco para tomar un respiro pero algo llamó su atención, todo lucía un poco abandonado. Las luces de la casa estaban apagadas y algunas ventanas estaban selladas con tablas de madera -¿Por qué?- Se preguntó mientras se adentraba en el jardín. Miró el templo y éste también se hallaba sellado igual, prefirió no acercarse, no deseaba saber nada del Sengoku temía despertar y darse cuenta que Ahome aún yacía a su lado. No deseaba revivir aquella pesadilla.

Miró hacía el cuarto de Ahome, las ventanas estaban cerradas pero no había tablas sellándolas. Inmediatamente se decidió a entrar. Subiendo por un árbol con mucha dificultad finalmente pudo llegar hasta el pequeño techo, la extraña ropa que llevaba puesta le dificultaba en gran medida su tarea. Sus zapatos se veían muy extraños y la suela era muy lisa puso sus pies en el pequeño techo que había debajo de la ventana y resbaló quedando guindado de la parte inferior de la ventana. -¡Demonios!- se quejó y con mucho esfuerzo recuperó el equilibrio finalmente y entró en la oscura habitación.

Todo estaba abandonado, el aspecto daba a entender que tendría meses desocupada. Ahome no estaba al igual que sus cosas. Todo estaba tan desordenado y vacío -Ahome…- murmuró y luego se preguntó si realmente debía guardar esperanzas, tal vez sólo había viajado en el tiempo y debido a la muerte de ella en el pasado algo había cambiado en el futuro. ¿Pero por qué él había dejado de ser un Yokay? ¿Dónde estaba la perla? –¡La perla!- recordó y comenzó a buscarla en su extraño ropaje, sacó unos extraños papeles que ella solía llamar dinero, una extraña llave y un envoltorio de cuero –Billetera...-repitió. Ya antes había visto algo parecido en los hombres de ésta época, Ahome solía explicarle cada cosa que él que veía.
Sintió curiosidad por el último objeto por lo que comenzó a revisarlo, se detuvo cuando algo finalmente lo perturbó; una pequeña foto que guardaba dentro -¿Por qué llevo una foto de Sesshomaru y esa pequeña niña?- no entendía muchas cosas así que sumó esa a la otra decena que desconocía, tenía un gran rompecabezas que resolver y lo que más le perturbaba era la idea de no conseguir a Ahome; si algo era cierto era el estado en el que se encontraba su casa no era una buena señal.
No deseaba permanecer en ese lugar por más tiempo, no deseaba extinguir sus últimas esperanzas por lo que decidió salir de nuevo por la ventana, estaba acostumbrado a bajar de un salto así que olvidó su condición humana, al recordarlo apenas pudo sostenerse de un viejo madero del deteriorado techo el cual no aguantó su peso y se despegó haciéndolo caer de bruces sobre un montón de escombros –¡Auch!- se quejó mientras una nube de polvo aterrizaba en su cabeza.
Tosió varias veces luego de tragar una humareda de polvo, cuando su aliento volvía vociferaba blasfemias inentendibles criticando su mala suerte, luego se carcajeó al ver su reflejo en el vidrio de una ventana, parecía un carbón, sus malos recuerdos desaparecieron por un momento pero después de tanto reír sintió melancolía, le parecía lejana la última vez que había reído así y había sido junto a ella. Tragó saliva con dificultad, ese nudo en su garganta que parecía ya ser un miembro normal de su cuerpo había regresado. Debía encontrarla, sacudió lo más que pudo el polvo de su ropa y sus cabellos, no deseaba despertar una ola de pánico en Tokio así que además lavó su cara en un grifo cercano del jardín. Revisó los bolsillos y se dio cuenta de que su billetera no estaba -¡Demonios!- Se dijo mientras buscaba en el piso, al parecer se habían regado todas las cosas, comenzó a recoger y de nuevo arreglarlas; dinero, tarjetas, muchas tarjetas, aquella extraña foto de Sesshomaru pero ¿Qué rayos era eso? ¿Acaso no dejarían de sorprenderlo sus cosas? Al parecer detrás de la foto de su hermano se encontraba una aún más desconcertante, era una foto de… ¿Sus padres? Cayó sentado al ver aquella imagen, era la primera vez que veía a Inutaisho, es decir, había escuchado miles de veces las descripciones de su madre y de las personas que lo habían conocido pero ese hombre era él, no podía equivocarse, era tan parecido a él y a su hermano, era tal y como siempre lo había imaginado, además estaba junto a su madre ¿No era eso suficiente? –¡Ohh Dios!- eran demasiadas cosas como para poderlas asimilar en un solo día, de hecho no lo hubiese hecho en 100 años pero… ¿Qué rayos sucedía? ¿Qué había hecho aquella sacerdotisa?. Se preguntó intensamente, le dolía la cabeza cada vez que trataba de darle sentido a esas cosas.

Cuando abandonó las ruinas de lo que había sido la casa de Ahome, caminó sin un rumbo determinado, no tenía a dónde ir y tampoco deseaba quedarse quieto en ninguna parte. No supo cuánto había caminado su única referencia eran las estrellas, sabía que amanecería en dos o tres horas aproximadamente, todo el lugar estaba muy solo, no se veían personas transitando, cruzó la calle y se impresionó cuando algo comenzó a sonar muy fuerte, era un sonido extraño, provenía de cerca pero no sabía de dónde, se revisó los bolsillos que antes había revisado pero no sintió nada diferente luego notó que su pantalón tenía bolsillos, cuando los revisó supo que tenía un extraño objeto, vibraba y destellaba luces, tenía muchas teclas pequeñas lo detalló aún más y notó que había una imagen de su hermano y debajo unas letras que decían “Sesshomaru llamando” ¿Desde cuándo sabía leer? estaba demasiado sorprendido y entretenido con el aparato por lo que no se percató de un auto que se acercaba y cuando lo notó ya era demasiado tarde, aunque trató de esquivarlo pasó por encima del carro y se golpeó la cabeza al caer, todo le daba vueltas y su visión comenzó a nublarse…


El carro se detuvo a pocos metros, la puerta del vehículo se abrió y una hermosa mujer de cabello negro y largo se bajó asustada, tenía los ojos llorosos y el rímel negro levemente corrido, parecía que venía llorando de antes, miró hacia donde estaba Inuyasha… y se dio cuenta que estaba tirado en el suelo inmóvil, se sostuvo de la puerta para no caer, el hecho de pensar que había matado a alguien la hizo marear… quedó petrificada observándolo esperaba que hiciera un movimiento o algo pero nada ocurrió…

 

Re: La segunda vida de Inuyasha (Inu Kag)

Hola mis lindas lectoras, siempre agradezco sus post, vengo de nuevo a traerles la siguiente continuación, el día de hoy puse dos capítulo porque son bastante cortos y además porque estoy feliz por sus posts... Bienvenida Ksenia y Windmiko te aseguró que pronto tus dudas se aclararan ;)...

Capítulo XI

En aquella oscura y húmeda calle apenas se escuchaba el silbar del viento al rozar los árboles y el ronroneo del motor de su auto – ¡Esto no puede estar sucediéndome a mí!- se quejaba sin soltarse de la puerta de su vehículo -¡Soy una asesina!- se decía en reproche.
Pensó en acercarse a aquél desventurado hombre pero sus piernas temblaban tanto que imaginaba se iría al suelo apenas lo intentara, entonces otra idea se coló con rapidez, pediría ayuda, era lo más inteligente, después de todo ella no era médico poco podría ayudarlo.

Entró en su auto y sacó una Blackberry pequeña y rosada de edición especial personalizada, demonios luchó con las teclas ¿Por qué rayos había aceptado ese estúpido regalo de su novio? Siempre se ponía de mal humor con su nuevo y costoso celular demasiado actualizado para sus gustos ¿Qué tenía de malo el antiguo celular? Para qué tantas tontas funciones si ella sólo quería llamar -¡Rayos!- se quejó de nuevo mientras luchaba para marcar el número de emergencia con la agravante de sus inoportunos nervios… sus oídos alcanzaron a captar un sonido extraño, levantó la vista sorprendida y su celular resbaló entre sus dedos cayendo al piso y desarmándose irreparablemente.

-¡No esto no puede ser!- Murmuró llevándose las manos al rostro -¡Estúpido celular!- gritó pateándolo con fuerza. Su antiguo celular habría caído de un tercer piso sin romperse y no costaba ni una cuarta parte de ese inútil aparato, pensó en tirárselo en la cara a su novio junto a las fotos que guardaba en su cartera pero respiró profundo, la vida de alguien dependía de ella. Mordió sus labios y apretó sus puños, debía revisar a aquel hombre y además debía llevarlo a un hospital, estaba decidido.

Caminó en su dirección a un paso sostenido, no parecía ser un hombre de edad, su contextura era demasiado fornida como para serlo, su cabello era bastante largo un poco pasado de moda -eso le agradó- negro azabache recogido elegantemente con una tira. Sintió deseos se detallar su rostro, tal vez lo conocía – ¡No!- reprimió esa idea, no deseaba hacerle daño a nadie que ella hubiese conocido y entonces observó algo que le hizo entusiasmar, era un celular. Lo tomó sin pensarlo, respiró aliviada al darse cuenta de que aún servía -¡Que suerte!- pensó. Instintivamente marco al 911 pero estaba ocupado –¡Ohh Demonios!- entonces intentó otro número que si respondió inmediatamente, antes de que ella pudiese pronunciar alguna palabra se escuchó –¿Eres tú Ahome? ¿Por qué te fuiste así? Lo hice por tu bien, ese hombre no te conviene, no entiendo por qué no te das cuenta…-

-¡Hermana por favor no es momento para hablar de esas tonterías acabo de atropellar a un hombre y no sé si lo maté!- Respondió ella interrumpiendo su cantaleta.

Su hermana sorprendentemente sólo le respondió -¿Dónde estás? -

-No estoy muy lejos…- miró a su alrededor para ubicarse y respondió –Diagonal al parque Yokohama no sé más. Ven pronto porque no creo que pueda hacer algo para ayudarlo.-

-¡No te muevas de ese lugar!- fue lo único que dijo antes de colgar el teléfono.

El frío empeoraba, lo miró y aunque él llevaba una chaqueta puesta pensó que tendría frío se quitó la suya y se la colocó encima, no le importaba sentir frio, él la estaba pasando peor no deseaba también que otra incomodidad se sumara a su pena.
Suspiró para tratar de alivianar los nervios y creció una incesante curiosidad, el flequillo de su cabello cubría sus ojos, apenas y se apreciaba una parte de su boca así que con sumo cuidado retiró el cabello y pudo sentir que respiraba, ella suspiró aliviada al hecho y cayó sentada a su lado –Aguanta un poco, mi hermana pronto estará aquí y resolverá todo- No se atrevía a moverlo por sí misma, había visto muchos documentales en Discovery Chanel que advertía que si el accidentado tenía alguna fisura en su columna el que ella lo moviese podría empeorar su condición. Sin embargo su hermana era la mejor enfermera, ya casi terminaba sus estudios, seguramente ella sabría qué hacer, al menos esas eran sus esperanzas. Mientras tanto continúo en vano intentando contactar con el número de emergencia.

Por su parte Inuyasha había perdido el sentido pero había escuchado su voz, de nuevo su olor llenaba con cada inhalación su pecho, estaba empapado de su aroma, podía saber que ella estaba cerca, su presencia lo llamaba a despertar pero por más que lo intentaba no lograba abrir sus ojos ¿Estaría soñando? No, no podía ser un sueño, su cuerpo le dolía y en los sueños no había dolor ¿No era así? En eso un fuerte sonido retumbó en sus oídos.

-¡Ahome!- se oyó, ella se levantó de un salto, su hermana había llegado y la llamaba, pero antes de que ella corriera en su busca –Ahome…- repitieron mucho más suave y con una voz masculina, no tenía duda de eso y al parecer ésta provenía de detrás a quien ella le daba la espalda ¿Podría ser él? Se voltio rápidamente y para su sorpresa ocurrió algo que ella jamás hubiese imaginado…

 

Re: La segunda vida de Inuyasha (Inu Kag)

Al fin terminé de editar el último capítulo, de nuevo agradezco a mis posteadoras jajajaja...
No lo publique más temprano porque llegué tarde, pero espero disfruten el siguiente capítulo, dejen sus post con sus opiniones para saber si les gusta o no, recuerden que sus comentarios valen oro. Grax no digo más para q lean el fic...

Capítulo XII

Aquél extraño hombre se puso de pie con mucha dificultad, parecía muy aturdido pero aún así era sorprendente que pudiese hacerlo, ella no había notado que tenía un golpe en su frente que sangraba, además de tener las manos raspadas –¡Ohh discúlpame!- fue lo único que se le ocurrió decir, realmente su imagen le producía mucha pena –Ahome… estás…- interrumpió su frase, al parecer se había mareado o algo –No… cómo se le ocurre levantase, está herido- le sermoneó Ahome tomándolo de un brazo y haciéndolo rodearla con el suyo para servirle como apoyo.

-Estás viva…- completó él como si eso fuera una proeza –Definitivamente creo que te golpeaste muy fuerte en la cabeza…- se preocupó –Por si no lo recuerdas yo fui la que te atropellé, el que está vivo de milagro eres tú- le explicó mirándolo como si dijese cosas incoherentes

El dejó escapar una carcajada que luego se convirtió en un quejido –¡Ahome estás loca! ¿Cómo se te ocurre levantarlo? ¿Acaso no sabes que si tiene una fractura podría empeorar?- le reprendió su hermana mientras corría hacia ellos –Yo no…- trató de decir ella pero era inútil, no había tiempo para explicarle nada a su hermana, mucho menos la forma en cómo este individuo se había puesto de pie sin problemas luego de haberlo arroyado.

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El sol finalmente entró por las ventanas de aquella sala de espera. Ahome esperaba nerviosa comiéndose las uñas, no sabía en qué estado se encontraba aquél pobre hombre, poco después de que se había puesto de pie se había desmayado. Definitivamente esperaba que el golpe no le hubiese hecho un daño peor.
Miró su reloj, habían pasado ya casi cuatro horas del accidente, escondió su rostro entre los brazos y dejó escapar un suspiro, no podía dejar de pensar en el rostro de aquel extraño muchacho, le parecía un rostro tan familiar, pero no daba con él en su memoria, no apenas lo conocía, sacudió su cabeza y le achacó ese sentimiento al cansancio y la culpa de haberlo herido -¡Sí!- sin duda a eso se debía, porque estaba segura de no haberlo conocido nunca –Inuyasha…- repitió, así le habían dicho que se llamaba, ella jamás había oído ese nombre.

-Ahome por favor…- le dijo su hermana que se preocupó al verla hablando sola y retorciéndose en el mueble de aquella fría sala de espera -No fue tu culpa, quién se iba a imaginar que habría una persona a las 2 de la mañana en la avenida solo y en medio de la calle. Fue culpa suya, quizá hasta es un ladrón, entonces menos mal que lo arroyaste-

-¡Kikyo!- gritó molesta -¿Cómo puede expresarte de esa manera? Es una persona… además no creo que sea un ladrón- No, no lo era, no podía serlo. Sus ropas eran muy finas y además tenía rostro de ángel ¿Rostro de ángel? – Sonrió al darse cuenta de lo ilógico de sus pensamientos.

Kikio la miró como si ella estuviese loca, suspiró resignada -¿Estás segura que no te golpeaste en la cabeza también?-

Ahome arrugó la cara en señal de molestia y se enfurruñó entre sus brazos sin ánimos de responder. Kikio supo que no tendría más sentido discutir y se levantó –Te traeré un jugo de naranja y algo para los nervios- y desapareció lo por la puerta.

Ahome se quedó sola en la sala, intrigada vio la puerta de la que de vez en cuando entraba uno que otro doctor para examinar si el paciente recobraba la conciencia… -Nada…- Volvió a suspirar cuando volvían a salir sin inmutarse.
De repente se acercó a ella un elegante hombre de hermoso cabello platinado liso hasta un poco más abajo de los hombros. Sus ojos se escondían debajo de unos anteojos sin montura que apenas se percibían dándole un toque de intelectual y elegante. Era dolorosamente atractivo y varonil, tenía un rostro perfecto pero evidentemente preocupado.
Observaba las habitaciones una a una confundido. Al parecer se dio cuenta de su imprudente mirada porque clavó sus ojos en ella. Sus ojos, eran de lo más enigmáticos, tenían un hermoso y peculiar color, como una especie de ámbar combinado con caramelo fundido ardiente ¿Qué color era ese? Sonrió al analizar sus pensamientos y él lo confundió con un gesto de amabilidad y se acercó diciéndole -Mi nombre es Sesshomaru Taisho, discúlpame es que estoy buscando a mi hermano menor, no has escuchado de algún muchacho que ingresase al hospital por haber sido arroyado por un auto, me dijeron que era en este piso pero no sé dónde… Estoy muy preocupado no supieron decirme en qué estado se encuentra-

Los colores se le subieron a la cabeza al escuchar ese nombre -Taisho- era una de las familias más importantes y adineradas de Tokio. Podría decirse que eran los dueños de un monopolio comercial muy bien instalado en la ciudad. Estaba perdida, si ellos querían con todas su influencia podían refundirla en la cárcel –Disculpa ¿Te sientes mal?- preguntó él al notar su expresión -¡No! Estoy bien gracias yo…- respondió con torpeza ¿Qué podía hacer? Debía enfrentar las cosas como una adulta, no podía esconderle la verdad, él se enteraría de igual forma. De acuerdo… pero ¿Qué le diría? ¿Hola claro yo sé dónde está tu hermano porque yo fui la que lo arroyó? –Se debatía mentalmente –¡Ohh Dios estoy muerta!- dijo en voz alta sin darse cuenta.

-Disculpa…- dijo al escuchar su imprevisto comentario, la veía como si estuviera loca -…creo que pediré ayuda en recepción…-

¡No! no debía dejarlo pedir información, sería mejor que ella le explicase -…yo sé dónde está tu hermano…- pudo decir al fin -…él está en la habitación del frente, está estable pero como se golpeó muy fuerte la cabeza los doctores están esperando ver la reacción que tome al despertar para comprobar que tan grave fue la contusión-

Sesshomaru se volteó hacia donde ella le había indicado, se acercó rápidamente a la puerta y entró a pesar de un aviso que restringía la entrada a personas no autorizadas. Inuyasha estaba dormido, tenia puesta una máscara de oxígeno y estaba conectado a una máquina de suero, su cabeza y brazo derecho estaban vendados, preocupado salió de la habitación y se dirigió a la chica -¿Cómo sucedió esto? ¿No has escuchado quién le hizo esto a mi hermano? ¿Dónde está esa persona? …Sabía que algo había ocurrido, desde ayer no aparecía, lo llame al celular y no lo contestaba… pensé que lo habían secuestrado o algo, pero ahora esto…- se sentó al lado de Ahome agachándose y apoyando su frente con la mano en señal de preocupación.

El corazón de la chica reventaría, sentía mareos, no podía mentirle al hermano de ese muchacho, estaba preocupado, tenía que explicarle cómo habían ocurrido las cosas. Entonces contempló a aquél apuesto hombre que continuaba agachado sin decir palabra alguna y algo la puso más nerviosa… en su cuello… él llevaba puesta una gruesa cadena de oro y en esta se encontraba una medalla bellísima, pero lo que no dejaba de sorprenderle era que tenía forma de demonio y se trataba de un demonio perro, a medida que lo detallaba más se sorprendía… era dorada, muy llamativa y los ojos de ésta criatura eran dos brillantes rubís… ¿Sería de lo que hablo la bruja? ¿Sería verdad? Lo estaba conociendo de una manera inesperada, más pronto de lo que ella pensaba (demasiado pronto para ser precisos), además tenía el símbolo que la bruja le había predicho… ¿Acaso este hombre era de quien supuestamente se enamoraría? ¿Por quién dejaría a su novio de tantos años? Viéndolo bien, no lo creía demasiado difícil, aquel hombre era un Adonis encarnado pero ¿Estaría él interesado en una chica común como ella?

-Flash Back-

-¿Estás demente? No sé cómo me convenciste de ésta locura- repetía la chica negándose a salir del vehículo.
-No seas tonta, nada vas a perder… ¡Será divertido! Además me han dicho que ella nunca se equivoca, es la adivina más respetada de todo Japón y está de paso, ella vive en Inglaterra- le explicaba su hermana tratando de persuadirla.

Ella sabía que cuando a su hermana se le metía una idea era imposible contradecirle, ¿Acaso quería dormir en el vehículo? No sería tan malo, es decir, peor era escuchar a su hermana convenciéndola hasta el amanecer, sería mejor aceptar -¡De acuerdo!- se rindió muy a su pesar y se bajó del vehículo dando un portazo como para que supiera que no era de su agrado, su hermana ignoró complacida su comportamiento, había conseguido lo que quería, valdría la pena, estaba segura de eso, finalmente entraron en aquella enorme mansión.


-Podremos preguntarle si finalmente ese novio tuyo es el hombre de tu vida- agregó inquieta.

Ahome bajó tristemente los ojos, acababa de enterarse de algo que la perturbaba y su hermana le había hecho recordar con tal afirmación, aquellas fotos habían tomado de nuevo el plano principal de sus pensamientos, él abrazado con aquella extraña mujer, arrugó su frente y apretó sus parpados cerrados para abrirlo casi automáticamente alarmada al sentir el roce de una mano fría –Creo que tú serás la primera… preciosa, necesitas más que nadie de mi ayuda- la voz provenía de una pequeña anciana de profundos ojos negros que la miraba con insistencia.

-Yo no creo que…- Aquella mujer y su hermana no dejaron que siguiera con sus excusas y la arrastraron hasta lo que parecía ser la oficina de la anciana. Era un lugar muy hermoso, lujoso pero extrañamente producía que su piel se erizara. Pinturas de la época medieval que podían transportar al espectador a un tiempo y lugar desconocido; largas y gruesas cortinas vino tintas que cubrían lo que parecía ser un enorme ventanal; paredes blanco ostra; iluminación con velas; también había lo que parecía ser un cráneo de mono con colmillos sobre una base de yeso -¿Un mono con colmillos? ¿Qué rayos era eso?- Sus pensamientos fueron interrumpidos de nuevo por su chillona voz.

-Ahome, es tu nombre no es así?- no recordaba en qué momento se lo habían dicho pero supuso que su hermana quizás le había avisado antes de venir –Tú y tu hermana ignoran el poder que llevan dentro. Las dos están muy unidas; me refiero a su espíritu, pensaría que pertenecieron en algún momento a un solo ser… pero ahora una es independiente de la otra.-

Ahome permanecía escéptica, no entendía a qué se refería con esa afirmación, de nuevo pensó que era una pérdida de tiempo y volteó a ver a su hermana pero se dio cuenta de que no estaba -¿Kikio me dejó sola?- preguntó nerviosa al darse cuenta.

-Tu novio te engaña. ¿No es cierto? Eso creíste cuando viste aquellas fotos que llevas en la cartera-

Ahome se levantó alarmada ¿Cómo sabía lo de aquellas fotos? Ni siquiera se lo había comentado a su hermana

-¡Siéntate!- le ordenó la anciana con una voz autoritaria que la hizo obedecer como una niña.

-Náraku Okinawua, hija definitivamente éste no es el hombre de tu vida… estás demasiado desviada de tu realidad- continuó aquella mujer.

-¿También conocía su nombre?- Tenía que ser obra de su hermana, estaba segura de eso.

-Tú no lo quieres Ahome- Ella arrugó el seño ¿Qué podía saber ella sobre sus sentimientos? No era más que una charlatana

-Así que eso piensas de mi pequeña…- le respondió aquella mujer que aparentemente había leído sus pensamientos -¡Demonios!- pensó al darse cuenta de lo que había hecho ¿Acaso podía saber lo que pensaba-

-Si puedo saberlo- respondió la anciana como prueba irrefutable, Ahome estaba demasiado nerviosa, parecía no ser tan charlatana como había pensado, no pudo pronunciar palabra alguna y sintió como sus músculos se tensaron haciendo que se inmovilizara del miedo.

La hechicera sonrió al hecho y continuó su predicción –…la única que se está engañando eres tú querida, estas creándote una mentira, te aseguro que él no es para ti, el hombre de tu vida lo conocerás más pronto de lo que te imaginas y de una manera inesperada – se quedó callada y comenzó a orar- la llama de las velas que rodeaban la mesa se aumentaba y se sentía algo extraño en el ambiente, la bruja la miró fijamente y dijo - Ese novio tuyo Náraku, es un ser malvado, sólo siente amor por sí mismo, es más perverso de lo que él se imagina- Tomó un respiro y volvió a mirar la llama de las velas que se habían tranquilizado repentinamente -Pero este otro hombre que va a aparecer en tú vida te va a demostrar el verdadero amor, de hecho te ama mucho antes de tú conocerlo. -Sonrió luego de su afirmación para continuar al instante -Te daré unas señales que te ayudarán a identificarle, pero sólo es una imagen que se me viene a la cabeza tú vas a tener que interpretarla- luego de un rato meditando la miró diciéndole -Un animal… ¡No! es más bien un demonio… como un lobo o perro… un demonio perro creo, sus ojos son brillantes y rojos como el rubí… -

Ahome finalmente perdió la paciencia, se levanto enfurecida y comenzó a gritar –¿QUEEEEEE? ¿Ósea que el próximo novio que voy a tener es un demonio? ¿Y SE SUPONE QUE ES MEJOR QUE EL QUE TENGO? ¡USTED ES UNA CHARLATANA FALSA!- imaginó que Kikyo había inventado todo y molesta decidió dejarla y arrancó el carro como alma que lleva el diablo…

Iba demasiado rápido, seguía llorando y las lágrimas le impedían ver bien, entonces comenzó a buscar su celular en el bolso para llamar a Náraku, él tendría una buena explicación para aquellas fotos, cuando alzó la mirada vio a una persona en medio de la calle, frenó lo más rápido que pudo pero el carro patino sobre el pavimento húmedo y sin poder evitarlo se llevó a aquél desprevenido peatón que tampoco la había visto venir. Se escuchó un fuerte golpe que agrietó el vidrio y luego sintió como el cuerpo era despedido hacía la parte trasera del auto.

-Fin Flash Back-

Se respingó en su asiento, aquél recuerdo la hizo estremecer y Sesshomaru notó su desconcierto -¿Tú sabes lo que le paso a mi hermano verdad? Dime por favor- le suplicó con urgencia.

Sus ojos se abrieron como platos -¿Acaso había una invasión de adivinos en Tokio? Era ella tan evidente?

Él esperaba su respuesta pero su expresión acrecentaba su incertidumbre -¿Acaso tú tuviste que ver con lo que le sucedió a mi hermano?- No tenía que ser adivino para atar los cabos que le llevaran a aquella hipótesis, eso fácilmente explicaría su presencia en aquella sala y también que supiera tanta información sobre su hermano.

-Fue un accidente, yo no quise. Era muy tarde y la calle estaba desierta entonces comencé a buscar en mi cartera el celular, es que necesitaba hacer una llamada y… bueno todo estaba muy oscuro, no me di cuenta y… no fue mi intención… yo cómo me iba a imaginar que abría alguien en medio de la calle a esa hora… yo…- Estaba totalmente liada, con cada frase empeoraba las cosas y podía darse cuenta porque los ojos de aquél ángel despedían chispas doradas, al parecer le había enojado la explicación.

Ahora si estaba perdida, había arruinado todo, el hombre de su vida la odiaba, ya era bastante malo que no fuese la mujer más hermosa de la tierra para atraerlo sino que ahora sí que no se fijaría en ella ¿Se enamoraría de la mujer que casi mataba a su hermano? ¿Cómo podría hacerlo mirándola de esa manera?