Long-fic de Inuyasha - La Realizadora de Deseos (InuxKag)

Re: La Realizadora de Deseos (InuxKag)

:hola: perdón por la tardanza he estado enferma de hecho aun lo estoy, por lo que no me he podido ir de viaje. Pero bueno les traigo un capitulo largo con la esperanza de que me perdonen. Muchas gracias por sus post y bienvenidas las nuevas lectoras.

Capitulo 14: Jugando con lo prohibido

Luego de la terrible interrupción de Kouga para pedirle a Kagome que lo acompañara a la piscina, decidí que lo mejor seria ir también a vigilarlos de cerca, junto con Miroku y Sango, para que no sospechara demasiado el sarnoso.

La piscina se encontraba en un enorme salón bajo techo, debido a que por estas zonas llovían con frecuencia, más en esta época del año. Pero estaba rodeada de paredes de cristal, permitiendo ver el hermoso jardín de afuera. La piscina era de temperatura controlada para que el agua siempre estuviese en condiciones aceptable al clima de afuera. La piscina tenía el tamaño de 4 piscinas juntas, estaba dividida en tres secciones, la primera y la más pequeña era un jacuzzi que se conectaba al otra área a través de una pequeña riachuelo, esta área conectada al jacuzzi era un poco más larga y poseía un minibar en el centro, el techo de este botaba una cortina de agua cayendo en el piscina, dando la ilusión de una cascada. Junto a esta conectada por un pequeño muro de agua, estaba una más pequeña con tobogán, era menos profunda que las otras dos, debido a que eran para los niños.

Mientras que Kagome platicaba con Shippo, el pequeño de 16 años que envié para que vigilara al tonto lobo, causándoles un mal tercio. Kagome parecía no notarlo, ya que se reía dulcemente de todo lo que le decía ese mocoso.
Ella vestía un bañador blanco de dos piezas que Sango le presto, hubiera protestado por lo revelador, pero Miroku no me dejo.

Yo me encontraba del otro lado del minibar, sumergido en la orilla de esta, con los brazos apoyados sobre el muro. Miroku estaba junto a mí, comentándome todo lo que hacia el imbécil de Kouga, mientras que Sango estaba recostada tomando el sol en la silla blanca, frente a nosotros.

– Oye Inuyasha, pensé que estarías más preocupado por la señorita Kikyo.- comentó Miroku.

Ese comentario no me lo esperaba, cuando de lo único que habíamos estado hablando era de lo que Kouga estaba haciendo.

– ¿Por qué lo dices?- pregunté poco interesado.

– Es que, bueno la señorita Kikyo si se ve un tanto perturbada por tu presencia.- comentó serio.

– No es mi culpa que a Kikyo le pesé la conciencia.- dije sin importancia.

– Muy bien ¿Quién eres tú? y ¿qué le hiciste a mi mejor amigo?- preguntó jugando.

– Feh ¿De que hablas Miroku?- investigué fastidiado.

– Es que antes con solo decir el vocablo “Ki”, ya me habrías llevado derechito a la primera autopista, y me abrías arrollado “accidentalmente”.- explicó serio.

– Claro que no Miroku, en la autopista hay muchos testigos.- bromeé.

El se me quedó viendo un tanto preocupado por la respuesta, luego me puso una mirada impaciente, esperando a que le diera una explicación.

– No lo se, últimamente pensar en Kikyo se me hace más sencillo, incluso le resta importancia a lo que me hizo, en ocasiones claro.- expresé seriamente.

– Mmmm, no será acaso por ¿unirte al club de las millas? Je je je-bromeó.

Observé a Miroku de modo asesino por unos instantes, solo hasta que algo más capto mi atención. Sango me estaba observando bastante intrigada, como si deseará decirme algo privado.

– Miroku ¿podrías por favor buscarme un poco más de loción bronceadora en la habitación? Es que ya se me acabo.- pidió dulcemente.

– Claro Sango, además si las miradas mataran ya estaría tres metros bajo tierra.- bromeó mientras me observaba.

– Feh, mejor lárgate antes de lo que te mate no sea mí mirada.- advertí.

Miroku se marcho tranquilamente a los pocos segundos de mi amenaza. Cuando cruzó a la esquina dejo verse, indicando que ya había entrado a los ascensores. Sango se me acercó, al instante de que Miroku desapareció.

– ¿Qué ocurre?- inquirí.

– Kagome y tú… no hicieron nada en el avión ¿verdad? Ella sigue siendo virgen ¿cierto?

– No…continua siendo virgen ¿por qué?

– Verás, no debería contarte esto, pero es que como eres tan buen amigo mió, además de que…después de lo que paso con Kikyo… bueno, lo que te quería comentar es que, no debes dejar su botella abierta cinco días antes de la luna llena.- advirtió.

– Cinco días antes ¿Por qué?

– La luna llena es en 2 días, no has notado nada extraño junto a Kagome ¿cuándo esta sola?– preguntó extrañada.

– Si, pasan cosas extrañas, un sujeto se aparece, además de que ha tenido muchas pesadillas.- concordé con ella.

– Eso se debe al ciclo lunar, Kagome además de cumplir con su condena, también debe…- Sango se quedó callada mientras observaba algo sobre mí hombro.

Giré el rostro para observar lo que Sango enfocaba, miré a Miroku coqueteando abiertamente con una chica rubia del servicio de limpieza del hotel.

– Discúlpame un momento, tengo que ir a castrar a un pervertido.- indicó molesta.

– Si…- dije nervioso, una extraña aura negra que rodeaba Sango.

Yo quería mucho a Sango, pero contenta porque cuando se enojaba, parecía como si se convirtiese en un demonio. ¿Cómo poner furiosa a Sango? Fácil, que su novio le coqueteé a la primera cosa que use una minifalda. Estoy seguro que si a una cucaracha le pusiera una minifalda, Miroku le coquetearía. Ese idiota no dejaría de ser nunca un pervertido.

Sango se marcho al jardín de afuera que se vislumbraba por la pared de vidrió de la piscina techada. Ahora me daba cuenta de que no había terminado de contarme, pero tampoco le iba a insistir con ese humor de perros que ella cargaba.

– Oye Inuyasha ¿qué haces?- escuche una voz a mi derecha.

Giré la cabeza y me encontré con Shippo , quien estaba sentado tranquilamente sentado.

– Nada, no se supone ¿qué deberías estar con Kouga y Kagome?- le pregunté un tanto enojado.

– Es que Kouga me pidió un tiempo a solas con ella, y como realmente no es mala idea que flirteen un rato, los deje.- comunicó inocente.

Comencé a respirar agitadamente debido a la enorme rabia que comenzaba a invadir mí ser ¿Cómo se le ocurría a ese mocoso?

– Shippo, se supone que debías vigilar a Kouga para que no coqueteara con Kagome.- dije a regañadientes, mientras levantaba mi puño en forma de amenaza.

– Pero tú solo me pediste que hablará con ella un rato, no me dijiste que les hiciera mal tercio, tonto.- comentó molesto.

No me contuve más y lo golpeé en la cabezota pelirroja que tenía. Era un chico tonto.

– ¡Eres un bestia Inuyasha! Kagome es muy buen apara ti, lo mejor es que se quedé con Kouga, por lo menos el es dulce con ella.

– ¡Mejor cállate rata de dos patas!- grité exaltado, algunas personas se quedaron observándome. – ¡¿Qué miran?!- le dije enojado.

De inmediato, las personas que me observaban fijamente dejaron de hacerlo, un tanto nerviosos debido a mí carácter.
Giré el rostro hacia atrás para ver si Kouga se había dado cuenta de mi presciencia, pero el muy idiota continuaba flirteando con Kagome, que no hacía otra cosa más que sonrojarse. Shippo aprovecho ese momento para escapar.

– A mi me parece que hacen una bonita pareja…- escuché a mis espaldas.

Giré el rostro y encaré a aquella mujer que había hecho semejante comentario. Tenía el cabello negro recogido en una cola alta, su piel mojada por pequeñas gotas indicando que había salido de la piscina; utilizaba un bañador deportivo azul para no enseñar demasiado, su mirada fría de color café mirándome fijamente.

– ¿Qué quieres ahora?- pregunté indiferente, ignorando por completo su mirada.

– Nada, solo me parece que Kouga hace buena pareja con Kagome ¿así se llama no?- preguntó mientras tomaba asiento justo donde Miroku estaba antes.

– Si así se llama, y no estoy de acuerdo con eso.- comenté con desgana.

– Onigumo vendrá al primer juego, en otra palabras, estará mañana viéndote jugar contra Hiten.- comunicó con voz fría.

– Feh.- contesté intentando lucir indiferente.

Bajo el agua presioné mi puño fuertemente, realmente si me interesaba aquello, Onigumo había sido mi representante, por lo tanto conocía mis debilidades, además de que ese desgraciado había sido en mitad culpable por la causa de mi dolor.

– No has cambiado nada.- dijo mostrando su característica sonrisa fría y su voz sonó melancólica.

– Te equivocas, no soy el mismo que fui alguna vez.- le aseguré mirándola fijamente.

– ¿Quién podría cambiarte?- pregunté en un susurró, luego dirigió su mirada hacia donde se encontraba Kagome. – ¿Ella? no lo creo.- musitó para si misma.

– Suenas muy segura.- comenté disgustado.

– Tu siempre serás el mismo hombre terco, testarudo, obstinado, desconfiado, poco gentil y protector de siempre.- aseguró mientras me observaba fijamente.

– No estoy de acuerdo contigo.- constaté enojado.

No me gustaba para nada lo que había dicho de mí, en especial porque era cierto, yo era así.

Kikyo se sumergió en el agua y se colocó frente a mí, capturándome en el muro con ambas manos apoyadas en el muro de la piscina, colocándolas a cada lado de mi cintura. Acercó lentamente su rostro hasta dejarlo junto a mi oreja, sentía su respiración.

– No digas lo que no es cierto, tú eres y siempre serás el mismo hombre. Por eso me enamoré de ti.- susurró sensualmente junto a mi oído.

– Las cosas cambian.- dije firmemente.

Su cercanía me perturbaba, después de todo yo la había amado en un momento, sin embargo ¿acaso podrían renacer esos sentimientos? Yo ya la había perdonado. Pero no debía ceder ante ella, sin importar lo hermosa que fuera.

– Nuestros cuerpos en la cama, consumando nuestro amor, profesando lo que sentíamos el uno por el otro por medio del placer, sin decir nada ¿Acaso no recuerdas?– Mordió levemente el lóbulo de mí oreja.

–Detente Kikyo.- pedí.

Mi cuerpo no reaccionaba, era como si estuviera petrificado, justo como aquella vez en la playa, en que vi a Kagome danzar…. Kagome. Saqué fuerzas de donde no tenía y la separé bruscamente de mí, causando que cayera al agua estrepitosamente. Salió de lo profundo a los segundos, empapada.

Yo buscaba con la mirada a Kagome, ya no estaba en el jacuzzi con Kouga, comencé a voltear hacía todos lados, no había rastro de ella. Salí del agua, pero sentí como alguien me sujetaba fuertemente la pierna, para que entrará de nuevo. Era Kikyo la dediqué una mirada fría y solté su agarre con mi mano.

Comencé a buscarla como desenfrenado, sabía lo que pasaba cuando ella estaba sola. Ese sujeto, Bankotsu aparecía he intentaba hacerle daño. Aunque fuera una ilusión, me preocupaba bastante, debido a que Kagome siempre terminaba llorando. Debía comprarle a esa mujer un celular, para evitar estas cosas.
Revisé el lobby, los jardines, las canchas de juegos, los salones de baile, el salón de juegos, el de karaoke, el gimnasio, los alrededores del hotel. Entonce decidí buscarla en las habitaciones.

Recordé entonces algo, Kagome no tenía teléfono, pero Kouga sí. Gracias al cielo aun cargaba mi celular en el bolsillo del bañador, esperaba no se hubiese dañado por el agua. Lo encendí y funciono a la perfección, gracias al cielo.
Busqué rápidamente la agenda de mi celular el nombre de “lobo sarnoso”, su celular apareció de inmediato. Debía tener el teléfono de todos, incluso de ese estúpido. Coloqué el teléfono en mi oído mientras continuaba corriendo en su búsqueda.

– Aló ¿quién habla?- escuché del otro lado de la línea.

– Sarnoso ¿Kagome esta contigo?- pregunté agitado.

– Si esta aquí… en mi habitación, bestia.- dijo con voz victoriosa.

– Maldito ¿En qué habitación estas?- inquirí aun agitado de tanto correr.

– Si claro, como si fuera a decirte.- rió insolente y colgó.

Maldición, Kagome estaba sola con el lobo sarnoso en su habitación, seguramente el imbécil la había llevado engañada hasta allá. Por suerte yo sabía donde estaba Hakkaku y Ginta, los fieles servidores de Kouga.

Corrí nuevamente al salón de juegos del primer piso, allí estaban ellos, junto con Ayame, jugando tranquilamente una partida de billar. Me acerqué hasta ellos, intentado parecer tranquilo.

– Oigan tontos ¿en que habitación esta Kouga?- pregunté enojado.

Esta bien lo admito, no soné para nada tranquilo. Al contrarío me carcomía de los nervios por lo que podía pasarle a Kagome junto a ese lobo.

– ¿Estas loco?- preguntó Ginta mientras le daba una mirada cómplice a su amigo.

– Será para que Kouga nos maté.- comentó Hakkaku mientras golpeaba la pequeña pelota blanca sobre la mesa.

– Para ¿qué deseas saber?- preguntó Ayame desconfiada.

Perfecto ella me diría, los celos de una mujer hacían decir cualquier cosa, hasta el mal de que se iban a morir.

– Porque Kouga esta con Kagome… en su habitación…completamente solos.- dije lo más enojado posible.

Ayame casi explotó de la rabia, tenía el rostro completamente rojo de irá. Estaba más que celosa, estaba enojada, entonces me diría.

– Sígueme Inuyasha.- ordenó Ayame.

Hakkaku y Ginta se interpusieron entre nosotros, sin embargo Ayame los empujo fuertemente hacia la otra habitación.

– Esta en la 502, piso 3.- gritó, instando contener a esos dos.

Asentí y comencé a correr como loco hacia el piso tres, no espere el ascensor que va, corrí por las escaleras. Cuando llegué comencé a golpear la puerta como frenético.

– ¿Quién es?- preguntó Kouga.

– Abre esa puerta ¡sarnoso!- grité mientras la golpeaba.

– Ya voy, pero deja de golpear como si estuviera violando a Kagome.- bromeó.

Deje de golpear, escuche el cerrojo de la puerta pasarse, la manilla comenzó a girar y la puerta se abrió con el al frente. Kagome estaba tranquilamente sentada, junto a Eri, Ayumi y Yuka, unas fans mías y de Kouga, también estaba Akitoki y Hojo.

– ¿Qué quieres?- preguntó el sarnoso fastidiado.

Al ver a toda esa gente allí reunida, la verdad me sentí sumamente tranquilo. Es como si me hubiese regresado el alma al cuerpo.
Pero solo hasta que vi lo que estaba en el centro de ese circulo de personas, una botella. ¡Estaban jugando a la botella! el juego donde besas a la persona que esta te indiqué. Miré con odio a Kouga, sabía que haría algo así.

– ¿Quieres jugar Inuyasha?- preguntó Eri gentilmente.

– No juego tonterías de adolescentes.

Kagome miró incómodamente a la joven junto a ella, no le gustaba la idea de que yo jugará porque tendría que besar a una de las chicas. Sonreí. Reconocería esa mirada en cualquier parte, sea o no una realizadora de deseos estaba celosa.

– ¿Sabes que? pensándolo bien, no es mala idea Eri.- dije sensualmente.

Las mejillas de las tres chicas se pusieron de color rojo, mientras que los gemelos musitaban algo como: “demonios llegó el otro premio” “ya con Kouga era bastante”

Kagome me observaba llena de rabia, completamente enojada. Así aprendería a no andar con el imbécil de Kouga, después de todo el era un idiota. Tomé asiento junto a Yuka y Ayumi, quienes me tomaron de los brazos con unas sonrisas en sus rostros. Kagome estaba más que enojada mirándome. ¿Tal vez no debía provocar a una realizadora de deseos? Pues no me importaba, ella me había preocupado por andar con el sarnoso y debía sufrir un poco. Estaba tan enojado.
Kouga cerró la puerta con seguro, luego se sentó junto a Hojo y Kagome, quien le sonrió con falsa alegría.

– Muy bien, entonces comencemos.- Dijo Yuka emocionada.– Es el turno de Inuyasha por entrar tarde al juego.- agregó sonriente.

Lo que ellas no sabías, en realidad lo que nadie sabía era que yo sabía manipular la botella para que cayera justo donde yo quería, lo aprendí en la secundaría justo antes de entrar al equipo de tenis. Era solo un truco con la muñeca, eso bastaría. Haría que la botella cayera en Ayumi, debido a que era la más callada de las tres fans mías. Tomé la botella con la mono derecha, zafándome del agarre de Yuka.

Giré la botella mientras miraba fijamente las reacciones de Kagome, parecía dudosa, tal vez confundida. La botella comenzó a descender lentamente, faltaba como dos vueltas y caería justo donde lo había previsto, con Ayumi. Sin embargo vi como Kagome hizo algo que no me esperaba…tronó los dedos.
La botella en ese momento acelero una vuelta más y se detuvo juro frente a ella. Ya entendía, Kagome no iba a permitir que yo besará a otra chica que no fuera ella. Estaba muy celosa y yo muy enojado.

– ¡No! Inconcebible.- gritó Hojo.

– No se vale.- refutó Eri.

– No es justo.- Se quejó Akitoki.

– Estaba tan cerca.- Se desilusionó Yuka.

–Tenemos casi 10 minutos ya, a ninguno de nosotros nos ha tocado a Kagome, llegas tu bestia, y te sale a la primera.- se quejó Kouga.

Reí por eso, Kagome no había dejado que nadie la besara en mi ausencia, no era tonta en absoluto, era muy lista. Ahora me tocaba besarla frente a Kouga. Creo que por un momento la furia que me recorría se disipo por completo, porque solo la idea de probar esos labios dulces nuevamente, me hacía sentirme feliz.

– Bueno dense prisa para acabar rápido con esto.- comentó con disgusto Kouga.

Solo me reí ante su reacción de desagrado. Me acerqué a Kagome con lentitud, ella no se movió. Coloqué mi rostro junto a su oído.

– Por hacer esto no puedes matarme, tu lo causaste.- musité riendo bajo.

Me separé de su oreja y coloqué mi rostro frente al de ella. Kagome me observaba pasmada porque yo decía la verdad. No dejaba de mirarme fijamente, su expresión era de cierto disgusto al igual que la mía. Ya no estaba tan sonriente al verla en ese estado. Me acerqué a su mejilla y la besé rápidamente, me levanté enojado del suelo y salí de la habitación de Kouga molesto.

Me recosté en mi cama después un rato. Ahora me hallaba en mi alcoba, no habían pasado ni dos minutos cuando la puerta se abrió y se cerro con brusquedad.
Me senté en la cama alarmado ante la brusquedad de la joven, Kagome estaba furiosa.

– ¿Por qué tan molesta?- pregunté confundido.

Kagome ignoró la pregunta, en cambio se quedó mirándome fijamente. Estaba más que enojada conmigo eso era obvio ¿por qué lo estaba? No la había besado frente a todos por respeto a esa estúpida regla.

– No tenías derecho a realizar un escándalo en la habitación del joven Kouga.- expresó enojada.

¿Estaba reclamándome? ¿qué ahora cambiaban los papeles? To era el amo, ella no tenía ningún derecho de reclamarme.

– Tú no tienes ningún motivo para estar enojada conmigo.- sermoneé.

– ¡No te estoy enojada contigo!- gritó furiosa.– Es que me molesta que me humilles frente a las demás personas, siempre lo haces.

Ahora si me había perdido en la conversación ¿Cómo que la humillaba? Yo no la humillaba frente a nadie.

– Yo…no te humillo.- respondí plenamente seguro, ya un poco más tranquilo.

– Claro que si, lo haces siempre que puedes, además de gritarme. También te la pasas coqueteando con esa tal Kikyo como en la piscina, y ahora con la pobre de Ayumi, te vi la intención de la botella con ella.- comentó hastiada.

Mis dudas se confirmaron en ese momento, ella estaba celosa, lo peor de todo era que estaba desconfiada de Kikyo. Mi antiguo amor le producía celos. No pude evitar ensanchar la más grande sonrisa en mi rostro, si ella le generaba celos…Sentía algo por mí ¿pero qué?

– Ya cálmate…no te enojes por eso.– dije contentó. Me acerqué a ella y la tomé por los antebrazos para que no me golpeara.

– ¡Suéltame! ¡te odio! ¡te detesto!- gritaba, mientras intentaba soltarse de mi pecho. La sujete fuertemente y le sonreí.

– Tranquilízate Kagome.- pedí nuevamente.

– ¡Suéltame!

No me obedecía, era rebelde, su cuerpo solo llevaba el bañador al igual que yo el mío, no me contuve debido al verla de esa manera tan irracional.
Era tan salvajemente cautivadora. La halé fuertemente contra mí. Kagome simplemente me observo nerviosa. Las reglas ya no me importaban, solo me interesaba ella.

Entreabrí los labios y los atrapé en los suyos, eran tan suaves como una caricia que me dejaron paralizado. El corazón me latía tan fuerte que casi dolía, sin contar con el nudo en el estómago que sentía.

Sentí como Kagome se estremeció por completo, intento separarse, pero los labios de ella eran irresistibles, suaves y cálidos, no la deje. Apreté más su cuerpo con el mío soltando sus brazos y posándolos en su cintura. Me moví muy despacio hasta que de pronto abrí su boca introduciendo la lengua en ella.

Creí morir en ese instante. La sentí quieta por completo. Yo rozaba cada rincón con la cima de ella y dejándola casi sin respiración. Entrecerré mis ojos y observé como finalmente Kagome cerró los ojos y se estremeció en mis brazos.

Deslicé una mano hasta apresarla por el cuello para profundizar el beso, ella al fin comenzó a imitarme, respondiendo de igual modo.
Sus labios temblorosos parecían tener miedo de moverse, su lengua algo esquiva se unió finalmente con la mía. Se sentía tan bien, era dulce, cálida, tierna, osada... era como si de pronto el tiempo se detuviera.

Continuara _______________________________________________________________________________________
Espero que les haya gustado
Nos vemos en el próximo capitulo
Espero que no se haya suicidado nadie (es por ti exel)
:bye:
:ANYWORD:

 

Re: La Realizadora de Deseos (InuxKag)

:hola: Muchas gracias por sus comentarios y bienvenidas las nuevas lectoras, perdón la tardanza es que aún continuo enferma y si sigo así me internan en una clínica (Dios no lo quiera) Bueno espero que disfruten el capítulo y que no me maten.

Capitulo 15: Dudas

Era de mañana, Kagome ya no estaba enojada conmigo, al contrarío estábamos realmente felices el uno con el otro.

“No puedo continuar, las reglas lo prohíben”- me había dicho luego de ese beso.

“Grrr”- le había contestado yo, un tanto desanimado y dejándola.

Después de eso, nos fuimos a dormir juntos, luego de un baño individual por parte de ambos...
Kagome estaba en la ducha preparándose para el comienzo de los juegos. Hoy se llevaría acabo el primer partido con el equipo Brothers Thunder. Estaba tranquilo, sería muy fácil derrotar a Hiten.

Ya me había colocado el uniforme, tenía una cola baja debido a que hoy el cabello lo tenía muy alborotado. Kagome salió del baño vestida con el uniforme del equipo, llevaba el cabello suelto y una sonrisa dulce en su rostro.

– Estoy lista.- sonrío dulcemente.

– Vamos entonces.- le dije mirando hacia otro lugar.

– Si.-asistió ella.

Antes de salir de la habitación, me interpuse entre ella y la puerta. Kagome me observo confundida, mientras yo le dirigía una mirada un tanto…sensual.

– ¿Qué…ocurre?- Preguntó nerviosa al percatarse de cómo la veía.

– Antes de bajar, no quiero que estés junto a Kouga.- le pedí al instante en el que me acercaba lentamente a su cuerpo.

– Pero si, a mí me agrada el joven Kouga.- comentó aun excitable.

Me acerqué lo suficiente a su cuerpo para ponerla más nerviosa, no solo eso, lo bastante cerca para sentir su respiración con la mía. Kagome se estremeció cuando coloqué mi rostro junto a su oreja.

– A mí no me agrada él. La verdad no quiero ordenártelo…- susurré dulcemente, me detuve un instante y deposite un pequeño beso en su cuello.– Por eso te lo pido.

Me separé lentamente de su cuello y la observé fijamente, ella aun temblaba un poco debido a mi cercanía. Solo asintió a mí petición, cuando me enfoque fijamente en su mirar. Desvié un poco la mirada hacia sus labios, desde ayer deseaba volver a besarlos. Subí la mirada y vi el rostro de Kagome completamente, ella observaba fijamente mis labios. Al parecer yo no era el único que deseaba un beso.

– ¿Quieres que te bese?- pregunté descaradamente.

Ella se enojo y desvió la mirada un tanto avergonzada, Dios cuanto la deseaba. Anoche al bañarme tuve que poner el agua helada, debido a las reacciones que me causaba su piel cerca de la mía.
Tomé su rostro entre las manos y me acerque lentamente. Ladeó el rostro, cerró los ojos con fuerza. Estaba esquiva nuevamente y eso me encantaba. Era un reto, amaba los retos ¿Por algo me había hecho tenista no?
La besé en el cuello debido a que ella me prescindió el rostro. Las manos las coloqué en su cintura y Kagome pareció al fin rendirse. Esta vez ascendí los besos dejando una camino en su piel hasta alcanzar por fin su boca.
El beso fue casi fiero, lleno de pasión retenida, contenida. Apenas respiraba con mi pecho chocando con el suyo, deje una mano en la cintura y la otra la posé en su mandíbula.
Estaba impaciente, deseoso, que cualquiera me remplazará en el partido de hoy porque no iría. Fui empujando con mí cuerpo a Kagome, hasta chocar con la pared de la habitación.

– No… po…podemos… hacer…esto.- declaró entrecortadamente.

Me separé solo un poco de sus labios y la miré fijamente a los ojos chocolates que tanto me enloquecían, que demostraban tanto amor, ternura, anhelo, fuerza, belleza, pureza, confusión…todo.

– No… pasa nada..solo es un beso.- dije agitado, volví a besarla.

Bajé la mano que tenía en su quijada lentamente, deslicé la manga de su camisa desde el hombro, entreabrí los ojos mirándola agitadamente.
Desvié los besos a los hombros, miré a Kagome, quien ahogó un gemido, entreabrió los ojos y mordió su labio inferior.
Sus manos se colocaron a mis costados, abrió la chaqueta del equipo lentamente, luego la bajó por mis hombros, dejando mi camiseta a la vista. Sonreí ante ese acto.

La besé nuevamente en la boca, Kagome inclinó la cabeza, esclavizada. Pero al notar esto me aparté y sonreí malvadamente, ella pestañeó intrincada.

– Tenemos que… ir al partido.- dije entrecortadamente debido a lo agitaba que se encontraba mi respiración.

Kagome se quedó mirándome confundida y arreglo su camisa. Yo recogí la chaqueta del suelo y me la coloqué. Le sonreí abiertamente, hoy luego de ese beso, estaba seguro que sería un excelente día.

– Hoy es luna llena, así que la noche estará de fiesta para el hotel.- sonreí.

– Lo se.- contestó inmutable.

Salimos de la alcoba en completo silencio, tenía en la mano derecha la raqueta que usaría para el partido, mientras que Kagome tenía el equipo en su mano izquierda. Su cabeza estaba gacha, su mirada en el suelo.

– ¿Qué ocurre?- pregunté sin mirarla.

El techo parecía bastante interesante en ese momento, porque realmente no quería pelearme con ella.

– No es nada grave.- dijo en un hilo de voz.

– Recuerda que no logras mentirme.- le recordé mirándola de reojo.

Ella simplemente dio un suspiró gutural y se detuvo en seco. El ascensor estaba a pocos pasos de nosotros. Me acerqué a Kagome y alcé su rostro con mí mano libre.

– Sabes que puedes comentarme lo que sea, puedes ser sincera conmigo…- sonreí confortándola.

No tenía ni idea de que le ocurría. La rodee con mis brazos y la abracé reconfortándola dulcemente. Kagome me separó de su cuerpo moviendo el rostro negativamente.

– No puedo decirte, mientras tu no seas sincero conmigo. – dijo con voz triste y su mirar frío.

Se acercó al ascensor y presionó el botón para llamarlo.

¿A qué se refería? ¿por qué decía que no era completamente sincero con ella?

El ascensor se abrió y entramos en él. ¿Qué le ocultaba yo a Kagome? Bueno ella tampoco me decía mucho acerca de ella, solo las estúpidas reglas y nada acerca de ¿qué le gustaba? Aunque yo tampoco se lo había preguntado. Aún así ella había permitido que la besara libremente. Yo había besado sus labios, cosa que no había llegado a hacer ningún amo anterior supongo.
El ascensor volvió a abrirse y salimos de él en forma silenciosa. Estaba realmente deprimida y yo no entendía el ¿por qué? ¿qué le causaba esa depresión? No comprendía que había hecho mal.

Nos acercamos lentamente a la cancha donde se llevaría a cabo el primer evento, normalmente hubiera calentado pero me desperté tarde y no estaba de ánimos tampoco para hacerlo ahora.

Caminos lentamente hasta llegar a la cancha. A los alrededores las gradas estaban hasta reventar, atrás de la malla estábale equipo contrarío platicando las jugadas que harían, mientras que de este lado estaba el equipo Hanyou.

Me acerque con Kagome hacía ellos. Los muchachos de inmediato rodearon a Kagome y comenzaron a adularla, a decirle que estaba muy linda, etc.
Yo continuaba observándola, a pesar de los mimos de los muchacho ella estaba deprimida ¿cómo la había puesto así?

– ¿Estas listo? Inútil- preguntó mi hermano con voz seria.

– Si lo estoy, témpano.- dije groseramente mientras lanzaba la chaqueta del equipo a una de las sillas del lugar.

Miré nuevamente a Kagome, ella estaba ahora sentada junto a Shippo quien intentaba animarla.
Entre a la cancha de juego sin darle mucha importancia a mí oponente. Las chicas de las gradas comenzaron a gritar como locas.

– ¡Viva Inuyasha!, ¡Viva Inuyasha!, ¡Viva Inuyasha!- animaban.

Hiten era un sujeto de cabello largo, tenía una crineja que lo sujetaba, su uniforme era unos shorts blancos con una camisa con rayas amarillas.

– Recuerden, el mejor de 3 set es el ganador del partido.- anunció el arbitro en voz alta. Este se encontraba sentado en la enorme silla junto al campo, que le permitía observar todo.

Me acerqué a él y le di un saludo formal en la mano. Nos dirigimos a nuestras posiciones luego de sortear quien comenzaría el partido. Lo haría yo.
Comencé a botar la pequeña pelota verde en el suelo, pero la verdad no me encontraba allí. Mí mente estaba perdida en otro lugar, nunca me había sentido de esa manera tan triste. Ni siquiera cuando vi la traición llegué a sentirme ido.

Con el brazo izquierdo arrojé la pelota hacía arriba y levemente hacía adelante; mientras tanto, con el brazo derecho realicé un movimiento en dos fases. Primero hacía la espalda colocando la mano a la altura de la cabeza, luego de una leve pausa, hacía arriba para impactar la pelota en el punto más alto de alcance del brazo, para terminar el golpe abajo.

La pelota salió impactada en dirección al lado contrario de la cancha. Hiten corrió rápidamente hacia la pelota.
Se perfiló a la pelota con la mano derecha, su mano izquierda señaló la pelota para darle la dirección. El impacto de la pelota se dio en la zona comprendida entre hombro y cadera, el movimiento que realizó de abajo hacía arriba. Una vez que la pelota impactó en la raqueta, pasó el brazo derecho hacía adelante y cerró el golpe. Realizando así un golpe de derecha.

La pelota estaba a mí alcance, solo tenía que correr dos pasos y la devolvería fácilmente, sin embargo desvíe la mirada levemente hacia Kagome, morí al verla de ese modo. Estaba triste, habían pequeños rastros de lágrimas corriendo por sus ojos. Detuve el revés y deje que la pelota botará dos veces en mi lado de la cancha.

– 15-0, a favor de Brothers Thunder.- gritó el arbitro.

Los jugadores del equipo me miraban impresionados por lo que había sucedido, no solo me habían anotado un punto, sino que además lo habían hecho sin siquiera haber hecho un esfuerzo. Una Derecha, la jugada más fácil de todo este deporte.

–¿Qué demonios te pasa?- gritó Hiten.– Pensé que eras el mejor jugador de tenis del mundo, la leyenda del chico que no se le podía anotar un punto a menos que te llamaras Kouga Wolf.- escupió con una sonrisa cínica.

Ignoraba cualquier comentario proveniente de él, o de cualquiera de los espectadores, quienes murmuraban en voz baja. Me acerqué a la malla divisora de la cancha y los espectadores.

– Kagome, ven aquí.- ordené.

A paso lento, se levanto y se acercó a la malla. Su rostro estaba demacrado a la vez que su mirar triste, tenía en la cara ciertas marcas de lágrimas. Estaba lo suficiente cerca de la red como para sentir su respiración. La miré fijamente a los ojos, lo único que nos dividía era esa red, la cual deseaba romper para abrazarla, para protegerla.

– ¿Qué desea? Amo.- musitó triste.

– No deseo nada que puedas cumplir…- dije firme, la voz sonó ronca y seria. Estaba frustrado.– Solo quiero que sepas… cuando acabe este partido, voy a ser completamente sincero contigo, aunque no lo seas tú conmigo.
Kagome levantó la mirada sorprendida, no se esperaba aquello seguramente. Tal vez esto le había ocurrido anteriormente y la habrían reprendido por ello...

– No es necesario, tú eres mi amo, no debo recibir explicaciones tuyas, ya te lo había dicho, es solo que...- su voz al principio había sido rápida pero cayo al final.

– ¿Qué es? ¿Qué es lo que te tiene tan triste y melancólica? ¿Qué te hace sufrir de esa manera? ¿Qué hice para que actuarás de esa forma? ¿Acaso el besarte te desagrada? ¿Posiblemente el hecho de tenerme cerca te repugna?- Inquirí preocupado, nunca me había sentido así.

La brisa soplo fuertemente meciendo nuestros cabellos al compás. El silencio nos rodeo a nosotros, no se escuchaba nada más, ni las aves trinar, ni los cuchicheos de los espectadores, ni la voz de mi hermano reclamándome, tampoco los insultos de Hiten, solo nosotros y el silencio.

– No es nada de eso, no has hecho nada que pueda disgustarme más de lo normal.- negó con la cabeza gacha.

– ¿Entonces? ¿Qué es lo que causa esa tristeza?- inquirí nuevamente.

– La luna llena.- contestó triste.

¿La luna llena? No entendía ¿Qué tenía que ver la luna en todo esto?

– ¡Inuyasha!- gritó una mujer.

Giré el rostro en dirección a la persona que había logrado sacarme de ese silencio. Era Sango, quien se acercaba a gran velocidad hacía nosotros. Se detuvo con la respiración agitada, cuando ya estuvo lo suficiente cerca.

– Regresa a jugar, te prometo que cuidaré de Kagome.- comentó con una sonrisa.

Kagome y yo la miramos por un momento, ella simplemente sonreía gentilmente. Sango conocía algo con respecto a la luna llena, y tendría que explicármelo si Kagome no lo hacía.

– Muy bien, regresaré a jugar, solo con una condición.- dije serio.

– ¿Cuál?- preguntó Sango.

– Que Kagome sonría, aunque sea una vez.- demandé orgulloso.

Kagome se acerco mucho a la malla que nos dividía, y por un solo instante al tronar sus dedos esta desapareció solo en el pedazo que se separaban nuestros rostros. Pestañee un par de veces impresionado.

Ella me indico que me acercara al agujero, así lo hice. Acerco su rostro al mío y deposito un rápido beso en mis labios. Si la red no hubiese estado dividiéndonos lo hubiera prolongado. Al separarse de mí, la red reapareció frente a nosotros. Kagome me enseño la más dulce sonrisa que hubiese podido ver hasta el momento. Le sonreí también y me regrese al partido.

– Muy bien basura, temo que no anotarás más puntos.- anuncié arrogante.

Comenzó el partido, el inicio del fin de Hiten...

Continuará_________________________________________________________
Perdonen la tardanza jejejeje
Espero que les haya gustado el capítulo
Nos vemos en la próxima conty
:bye:
:ANYWORD: