Long-fic de Inuyasha - La Realizadora de Deseos (InuxKag)

Re: La Realizadora de Deseos (InuxKag)

:hola: Muchas gracias por sus post y bienvenidas las nuevas lectoras, leí todos sus comentarios, incluso los que borraron. Muchas gracias por las felicitacione por mi cumple jejeje. Bueno les traigo la conty, espero que la disfruten.

Capitulo 11: La realizadora de Deseos de 8va generación.

Toc ¡Toc! ¡TOC!

Estaban tocando la puerta de mi cuarto, mejor dicho estaban derrumbando la puerta de mi cuarto.

– Inuyasha es de vida o muerte ¡Abre!

Yo aun continuaba dormido, recalcó intentando seguir durmiendo. Miroku no tenía otro momento para molestar, por ejemplo cuando estuviera despierto.
Me puse de pie bastante enojado por el barullo que estaba haciendo ese idiota. Me coloqué frente a la puerta y la abrí, Miroku entro corriendo a la habitación y cerró tras de él. Tenía una expresión de terror en su rostro, la respiración agitada y un poco sudado.

– Y a ti ¿qué te paso?- pregunté al verlo tan exaltado.

– Viejo, allá abajo esta…- Miroku se quedó callado luego de ver en dirección a mi cama.

– ¿Quién esta allá abajo?- inquirí molesto.

Miroku me ignoraba, estaba dirigiendo su mirada a la cama y hacia mi, examinándome con su vista de pervertido.

- Feh ¿Por qué me ves así? ¿Acaso ya eres rarito o qué?

– Viejo perdóname, no sabia que tu y Kagome estaban ocupados, de veras discúlpame.- dijo en tono pervertido.

Entonces caí en cuenta, yo había dormido con Kagome en la misma cama, además ella vestía una camisa mía. Yo me había quitado la camiseta luego de que ella se durmió y solo me desabroche los pantalones, así que si parecía que hubiera tenido una noche de diversión con ella.

Me acerqué a Miroku y lo golpeé fuertemente en la cabezota hueca y pervertida que tenía.

– ¿Qué eres idiota? Yo ¡NO! me acosté con Kagome, ya te dije que a ella no le intereso.- Eso no era del todo cierto, si no le importara un poco no me besaría.

– Lo siento viejo, pero es lo que parecía.- se disculpo mientras sobaba el enorme chichón de su cabeza.

– Podrías decirme ¿por qué estabas tocando la puerta así?- le reclamé.

– Bueno veras es que…- Miroku no pudo terminar de hablar debido a que alguien más estaba tocando fuertemente la puerta.

Al principio la estaban tocando, pero después de unos cuantos golpees se detuvo. Luego empeoró debido a que ya no golpeaba la puerta si no la empujaba.

– ¡Quien quiera que seas deja de empujar la puerta, la va ha romper!.- grite enojado.

El empujón se detuvo por unos momentos, miré hacia la cama para saber si Kagome permanecía dormida luego de mis gritos. Ella había despertado y se encontraba sentada de rodillas en la cama observándonos a mi y a Miroku.

– ¿Por qué no simplemente abren la puerta?- preguntó tiernamente, mientras restregaba su ojo con su mano delicadamente.

– Siento el escándalo señorita Kagome, lo que pasa es que…- Miroku se quedó babeando al observar lo que ella hacia.

Miré a Miroku con odio hasta que observé a Kagome. Me quedé idiotizado ante esa escena, era como ver a una pequeña niña indefensa recién levantándose.

– ¿Inuyasha? ¡Inuyasha, abre la puerta para poder matar a Miroku!- Se escucho a una voz de mujer del otro lado de la puerta. Voz que conocía perfectamente.

Le dirigí una mirada envenenada a Miroku por haberme despertado por eso, seguramente había intentado propasarse otra vez con ella cuando estaban reconciliándose. Suspiré y abrí la puerta, pero le impedí la entrada a mi querida amiga.

– Hola Sango ¿cuánto tiempo sin verte?- saludé animadamente mientras sentía a Miroku ocultarse tras mi espalda.

– Hola Inuyasha, por favor déjame pasar para darle lo que se merece a ese mujeriego.- pidió mientras realizaba maniobras evasivas para intentar entrar.

– Lo siento Sango, pero no puedo permitir que mates a mi mejor amigo.- dije fastidiado.

– Perdóname Sanguito, no lo vuelvo hacer, es que mi mano esta maldita.- se escuso nervioso.

– ¿Tu mano maldita? Si claro, y yo era una princesa en otra vida.- escupió enojada.

– Por favor, Sango se razonable, perdónalo. Además me acabo de levantar, tengo hambre y necesito con urgencia ir al baño.- me excusé.

Sango miró envenenadamente a Miroku, pero después de unos minutos de pensarlo suspiro y asintió, rindiéndose ante mi petición.
Me quité de la puerta y fue al baño, no sin antes empujar a ese par afuera de mi habitación. Cuando termine en el baño, salí de este y me puse una ropa más presentable.

Kagome continuaba en la habitación, solo que no estaba acostada en la cama , ahora se encontraba mirando su botella en el escritorio. Me acerqué a ella por la espalda y la abracé por la cintura, chocando su espalda contra mi pecho. Ella se estremeció por unos instantes pero luego se dejo abrazar. Coloqué mi cabeza sobre su hombro para observar con más claridad lo que ella miraba. Observé lo mismo que ella, la botella blanca que estaba entre sus manos.

– Cada vez que esta botella permanece cerrada, no puedo realizar deseos. Es como si mis poderes se debilitaran en un 89%.- musitó con voz pausada.

– Ya veo, por eso destapas la botella en las mañanas.- comenté junto a su oreja.

– Si, por si deseas algo. De esa manera puedo cumplirlo. Si no esta abierta la botella, pues ni modo, no podría realizar deseos complejos.

Me separe de ella y le quité la botella de las manos, ella me observaba confundida ante lo que estaba haciendo. Le coloqué nuevamente la tapa que ella había retirado, saqué del escritorio la cinta adhesiva y con ella sellé la tapa de la botella.

– Mejor la mantenemos cerrada entonces, yo no planeo desear nada por ahora.- le comenté sonriendo.

– ¿Seguro?- pregunté no my convencida.

Me acerqué a ella y robé un leve besó de sus labios. Ella se hecho hacia atrás, sorprendida por mi atrevimiento.

– Te lo aseguro.- comenté confiado.– ahora vístete y bajemos a la sala, Miroku y Sango nos están esperando.

Después de unos cuantos minutos Kagome ya se había vestido, decidimos bajar a la sala cuando ya estaba lista.
Al llegar a la sala Miroku tenía la marca de una cachetada en su rostro, mientras que Sango se encontraba sentada a una distancia bastante alejada de Miroku.

– Ya bajamos.- comenté para destruir el silencio incomodo que los rodeaba.
Sango y Miroku voltearon su cabeza hacia atrás, Miroku me vio con cara de “sálvame” mientras que Sango se quedó observando a Kagome bastante sorprendida.

– A si Sango, te presento a…- me quedé sin habla cuando la vi abrazando animadamente a Kagome.

– No puedo creer que seas tu, Kagome.- comentó Sango con una sonrisa en su rostro.

– Sango, yo tampoco lo puedo creer. No has cambiado nada.- dijo Kagome sonriendo.

Me encontraba con la boca abierta de la impresión, Sango y Kagome ya reconocían, ¿Cómo es eso posible? Se supone que el último amo de Kagome me odiaba, pero Sango me adoraba. Imposible que fuese ella.

Miroku observaba la escena en el mismo estado que yo, claro que el no sabia que Kagome era una realizadora de deseos. Aquí había gato encerrado, y quería descubrirlo.

– Ven Kagome, sentémonos. Tenemos tanto de que hablar.- comentó Sango animadamente, mientras halaba Kagome por la mano y la sentaba en el sofá junto a ella.

Yo aún no lograba salir de mi shock, si hubiese habido una competencia por imitar a una estatua, lo ganaba porque no me podía mover de la impresión.

– Miroku por favor, puedes ir a buscarme un refresco de dieta.- pidió Sango “amablemente”.

– Sanguito aquí no hay.- objetó Miroku, aun nervioso por los cambios de humor de su novia.

– Entonces cómpramelo en el abasto más cercano.- dijo con una mirada asesina hacia Miroku.

– Esta…Bien…- Miroku tragó fuerza y desapareció de la sala en un abrir y cerrar de ojos.

Al instante en que Miroku desapareció, Sango me hizo señal para que me sentara en el sillón frente al sofá. Con un gran esfuerzo logré hacer lo que me pidió.

– Me imaginó que estarás más que impresionado al saber que conozco a Kagome ¿no es así?- adivinó. Su voz se escuchó dulcemente.

– Si, estoy bastante sorprendido por eso.- admití.

– Verás Inuyasha, debes mantener esto en secreto.- pidió Sango.– Claro, solo si deseas saber la verdad.- condiciono.

– Si, esta bien, juró no diré nada.

Estaba súper atento a lo que Sango iba a decirme, tenía tantas preguntas que hacerle. Principalmente ¿Cuándo se habían conocido?¿Que clase de relación tenían ellas dos? ¿En que circunstancias se conocieron?

– Sango no creo que debamos decirle.- dijo Kagome no muy segura.

Sango se giró a verla un momento y a continuación me observó a mi un tanto intrigada. Dirigió la vista nuevamente a la de Kagome y se quedó pensativa un momento.

– Kagome si no deseas que lo sepa esta bien. Yo después veré como contesto esas preguntas que se formulan en mi mente.- dije preocupado por su reacción.

Kagome aún no confiaba en mi y eso de cierta forma me dolía, era extraño, nunca me había dolido tanto la desconfianza de la gente.

– Kagome ¿por qué no?- le preguntó Sango confundida.

– Cuéntale, pero no quiero estar presente cuando lo relates.- dijo Kagome afligida.

– Si te hace sentir mal, no quiero saber.- le hice saber a Kagome.

Sango no dejaba de observar a Kagome y a mi, era como si no puédese creer lo que veía. Kagome ignoró lo que le dije y se llevó su dedo a su boca, fingiendo una especie de cremallera invisible. Sango asintió ante la petición de Kagome.

– Muy bien, en ese caso Kagome, retírate.- le pidió Sango gentilmente.

Kagome en un chasquido de sus dedos, se desvaneció en una nube de humo. Sango me hizo otra seña con su mano y me senté en el puesto que antes había ocupado Kagome.

– Escúchame con atención Inuyasha, Kagome es una realizadora de deseos así que hay reglas de por medio. No quiero que salgas lastimado.- advirtió.

– Sango, deja de prevenirme y cuéntame ¿Cómo es que se conocen?- inquirí.

– Muy bien, pero debes estar atento a lo que te diré. No vayas a interrumpirme.- exigió.

Sango dio un enorme suspiró, ahora su rostro se había vuelto serio y se había borrado esa sonrisa tan característica de ella.

– Hace más de 700 años, una joven llamada Kagome Higurashi encontró un botella en un río, la tomó he intento secarla. Al hacer eso, de ella salio una hermosa, espectacular, maravillosa, despampanante realizadora de deseos.– Extrañamente Sango presumía su belleza al decir esas palabras.– Esa hechicera, era yo.

¡¿Qué?! ¿Cómo, Sango había sido una Realizadora de Deseos?

– ¿Cómo es eso?- pregunté intrigado.

– ¡Te dije que no me interrumpieras!- me regaño.

– Feh, mejor continúa el relato.- dije.

– Como te decía, la señorita Kagome Higurashi encontró mi botella. Yo era una realizadora de deseos de 8va generación, por lo tanto solo cumplía 8 deseos. Las mimas reglas que Kagome te comentó, son las mismas que yo obedecía.

>> Kagome era bastante astuta al pedir deseos, era una de mis pocas amas que pedía deseos con conciencia, siempre pensando en las consecuencias antes de pedirlos. Luego de su 7mo deseo la situación se puso intensa. Ya solo quedaba uno y regresaría a mi botella.

– Espera Sango, estas omitiendo muchas cosas ¿Qué se complico? . pregunté confundido.

– Sabrás la versión completa cuando Kagome te la diga, yo solo te puedo contar mi parte.- dijo con voz de disculpa.

– Esta bien, prosigue.- pedí conforme.

– Una noche, ocurrió algo muy malo. Kagome estuvo a punto de ser violada y no midió las consecuencias de su deseo. Terminando así convertida en una realizadora de deseos, justo antes de que ese desgraciado le robara su pureza.- Sango pronunció esto último con odio y asco.

– Entonces ¿Kagome sigue siendo virgen?- eso era increíble.

– Si, ella es casi tan pura como un ángel.- comentó encantada.– Pero volviendo al asunto ¿qué piensas al respecto?

– Comprendo la situación, entonces dime ¿Cómo es que ya no eres realizadora de deseos? Tenía entendido que la única manera de liberar a un realizador de deseos era con la muerte.

–Hay otra manera, nosotros los realizadores de deseos vivimos por condenas, según la cantidad de deseos. A mi me correspondían 800 años de servicio mientras que ha Kagome le corresponden 900 años y así sucesivamente.

– Entonces aun le faltan 200 años más como realizadora.- comenté desilusionado.

– Bueno eso si pasa la prueba, claro.- comentó.– En caso de no pasarla, deberá cumplir más años de servicio.

– ¿Qué prueba?- pregunté.

– No puedo decirte jejejeje.- rió nerviosa.

– Sango, me dejas en las mismas.- la miré fríamente. – Yo quería saber más de Kagome.- comenté por lo bajo.

– No te desanimes, es obvió que Kagome siente algo por ti.- Luego de comentar esto se llevó las manos a su boca, como si hubiera dicho algo incorrecto.

– ¿A que te refieres con eso?- pregunté intrigado.– Dime Sango.

Comencé a acercarme con mirada acusadora a su rostro pero en eso entró Miroku a la sala, con un refresco dietético y bastante sudado, pues Sango se levantó rápidamente del sofá y se puso a comentar tonterías con su novio. Cosas como: “te perdono”.
¿Qué era lo que no deseaban decir? ¿Por qué Sango no me dijo lo de la prueba? ¿Por qué todo tenía que ser tan confuso? Aquí había algo extraño, y tarde o temprano lo descubriría.

Continuara_______________________________
Espero que la hayan disfrutado
Aquí la imagen de Sango:http://foro.cemzoo.com/picture.php?albumid=17120&pictureid=349008
Nos vemos en la próxima conty
Posiblemente la coloque mañana para celebrar, mejor dicho, mañana en la noche, tienen el capitulo 100% seguro. porque ya termine mi trabajo de la uni!!!!!!!!!!!!! Que felicidad!!!!!!!!!!!!!
:bye:
:ANYWORD:

 

Re: La Realizadora de Deseos (InuxKag)

:hola: Muchas gracias por sus comentarios, Se que es una sorpresa lo de Sango, pero más adelante se revelaran las cosas jejeje. Muchas gracias, la verdad es que a mi siempre se me ha hecho difícil intentar cambiar la personalidad de los personajes. Como no me gusta, no lo hago. Aunque he leído muchos fic excelentes donde se aplica el OoC, pero como me críe con Inuyasha desde los 8 años de edad, ya es como que difícil cambiarle las personalidades. Por ejemplo convertir al frío sesshomaru, en un ser amable que cante lanzando flores o a Rin la dulce niña tierna, como una amargada. Es extraño, por lo tanto no lo hago. Ellos tienen una personalidades muy marcadas en el anime, por lo tanto no se las cambio, ya que fueron esas personalidades tan increíbles lo que lo convirtieron en lo que es... Un Gran Anime (Yo lo considero el mejor del mundo, es que es mi favorito) En fin, ya dejo de escribir tanto y les coloco la conty, que lo disfruten.

Capitulo 12: Club de las Millas

Ahora mismo nos encontrábamos en camino al inicio de los juegos nacionales en Tokio. Eran como las dos de la tarde y el viaje en avión era muy aburrido. Miroku estaba en el asiento de atrás platicando con Sango acerca de lo bonito que era volver a estar juntos. Teníamos los asientos continuos a la cabina del piloto, por lo que para llegar al baño era un verdadero calvario.

Mientras que Kagome estaba en el asiento de junto, con el rostro bastante serió. Lucía un encantador vestido de color verde claro, el cuál le había otorgado Sango.

El cambio de clima era bastante obvió, el lugar donde me encontraba viviendo era de puro mar, cerca de las costas casi saliendo de Japón; mientras que en Tokio estaba haciendo bastante frío, y eso que aun no habíamos llegado.

Decidí ir un momento al baño antes de que el silencio me matará. Desabroche mi cinturón y me encaminé hacia la pequeña cabina al fondo del avión.

– Voy al baño.- le anuncié a Kagome.

Ella simplemente me miró fastidiada y con el mismo rostro serio. Desde que ayer, luego de su plática a solas con Sango, había estado muy extraña, no quería hablarme por más de tres segundos, conjuntamente de que su animo era de perros.

– Para ¿qué me lo dices? ¿Quieres qué te acompañe? O ¿qué?- dijo molesta.

– No, era solo para que estuvieses enterada de donde estoy, tonta.- contesté enojado mientras me cruzaba de brazos.

– Ja, es que me importa tanto lo que haces.– comentó sarcástica.– Además siempre se donde estas, es como un insoportable radar que no deja de decirme donde te encuentras, o que demonios te sucede.-informó en el mismo tono molesto.

– ¡Eres una tonta!- le grité.

Me di la vuelta y sin descruzar los brazos me dirigí al baño, lo que no esperaba era…
Sin darme cuenta choqué con una persona, por estar pensando idioteces. Justo antes de que cayera al suelo debido al impacto, la tomé por el brazo y la hale hacia mi cuerpo. Cuando baje el rostro para ver de quien se trataba me quedé más que sorprendido.

– Inuyasha…- musitó entre sus labios.

– Ki…Kikyo.- escapó su nombre de los míos.

No había dicho su nombre en mucho tiempo, aun así el dolor que implicaba decirlo era enorme. Sentí como mi corazón se despezado nuevamente, lo poco que se había recuperado. El verla era demasiado doloroso para mí. Ella seguí igual, su cabello negro, atado siempre por una cola baja; sus ojos fríos, cautivantes, y su boca, divina esencia de mar.

– No puedo creer que seas tú. Es el destino…- dijo con una sonrisa en su rostro.

Pocas veces ella sonreía, pero cuando lo hacia emanaba mucha paz y tranquilidad. A diferencia de su mirada su sonrisa era calida, única y optimista. Era muy contradictoria viniendo de una persona tan fría como ella.

– No es el destino es un avión.- Corregí con voz fría – El hecho de que vayas en el, es irrelevante.- dije molestó.– ¿Qué haces aquí?

En realidad no estaba enojado, por lo menos no con ella. Yo estaba más que todo herido por lo que ocurrió, ella me había traicionado. Yo le había dado el mundo y ella lo había desperdiciado por una estúpida noche con Onigumo.

– Pues vuelo hacia Tokio Inuyasha, recuerda que yo voy a competir en los nacionales con el equipo de Hanyokai.- dijo con cierta melancolía.

Ese era mi antiguo equipo, yo participaría en el torneo, pero en el equipo Hanyou, un equipo que siempre llegaba a los cuartos de final, pero perdían contra mi, así que ahora que yo estaba en su equipo, sería diferente.

– Tú, vas a ver los juegos nacionales desde las gradas ¿Verdad?-preguntó aun con el mismo tonó de lastima.

– Eso no te incumbe Kikyo, además no necesito que me veas con esa cara de lastima. No fue tu culpa lo de mi lesión, así que deja de mirarme como si te compadecieras de mi.- reclamé.

Odiaba esa mirada en las personas, no hay nada peor que sentir lastima por otro ser humano, no es lo mismo que entender su dolor a compadecerte de el. Era algo que no toleraba en las personas, una vez mi madre me miró de esa manera y no le hable por una semana, era como si en mi pasado hubiese sufrido mucho por causa de las personas.

– Lo siento, había olvidado cuanto odias esa mirada.- se disculpo fríamente.

Esa era Kikyo, la mujer fría y seria de la que me había enamorado hacia mucho tiempo.

– Inuyasha, yo quiero disculparme por lo ocurrido con Onigumo, es que yo…- su voz sonaba llena de culpa, sin embargo la interrumpí.

– Como te comenté antes en el teléfono, te perdono. Sin embargo eso no hará que las cosas vuelvan a ser como antes.- le recordé.

– Pero se que me extrañas Inuyasha, te hago falta tanto como tu a mí.- dijo exasperada.

– Feh ¿qué te hace pensar eso?- pregunté dándole la menor importancia posible, para mí.

– Si no fuera así, abrías soltado mi mano desde que me tropecé contigo, pero aun no lo has hecho.- comentó vencedora.

Miré mi mano, tenía razón, no me había dado cuenta de que aun no la había soltado. Inmediatamente la solté y puse mis brazos al lado de mi cuerpo.

– Eso no significa nada.- insistí nervioso.

– No es así, aun me extrañas…

Entonces pasó, el fin del mundo llegó, la gente comenzó a quemarse en un infierno. Rectificó, yo comencé a quemarme en el mismísimo infierno. Claro metafóricamente hablando. Kikyo se había lanzado rápidamente sobre mí, en un besó lleno de pasión y deseo acumulado. Yo no sabía que hacer, ella había sido el amor de mi vida pero me había traicionado. Ahora me decía que me amaba y me besaba de esa forma.

¿Qué debía hacer? ¿Corresponder? No, era inadecuado. Pero la extrañaba mucho, además de que aun permanecía en mí interior un gran sentimiento hacia ella. Habían sido 4 años a su lado, ¡Cuatro años! Que jamás recuperaría. ¿No Corresponder? Si, eso era lo correcto, por alguna extraña razón, aunque no recuerde ninguna. Pasó sus brazos por mis hombros y atrajo más por el cuello.

En mi mente comenzaron a transcurrir todos esos momentos en los que estuve con ella, causando que cediera solo un poco a su beso…pero entonces recordé mi dolor, me acordé lo que había sufrido por su causa, y recordé a…Kagome. Hice lo correcto, no correspondí. La alejé de mi con fuerza, retirando sus brazos de alrededor de mi, para que entendiese que no quería nada con ella. Jamás podría olvidar ese dolor.

– Inuyasha…- escuché su voz.

Miré al frente, Kikyo me observaba confundida. Error observaba a la persona que me había llamado. Giré mi rostro hacia atrás con mucha lentitud.
Allí estaba ella, demostrando que aun sorprendida podía seguir siendo la mujer más hermosa. Blanca nieves se hubiese suicidado antes de poder igualar su belleza, Walter Disney no había capturado esa hermosura en su personaje, y eso que tenía a la mujer perfecta a su lado para inspirarse.
Kagome me miraba sorprendida, a la vez que había confusión y cierta rabia en su mirar. ¡Dios! Si ahora estaba molesta, seguramente me mataría por haberme visto en esa situación con Kikyo.

– Kago…Kagome.- tragué saliva fuertemente ante el temor que ella me hiciera algo.

Kagome miró a Kikyo, luego a mí. Dio un enorme suspiró. Volvió a dirigir una mirada hacia ella y por último en mí, me miraba fijamente a los ojos.

– Kagome, no es lo que ti piensas.- comencé a decir en mi defensa.

– Solo venía a preguntarte ¿Qué querías de beber? La azafata esta sirviendo las bebidas, antes de que aterricé el avión.- dijo sin inmutarse.

No entendía esa faceta de Kagome, era como si estuviese en algún estado de shock, no se había molestado, al contrario actuaba como si no hubiera visto nada. Tal vez fue eso, no vio nada… “Vamos Inuyasha, hasta el presidente de los estados unidos tuvo que haber visto ese beso” me dijo mi conciencia interna.

– ¿Quién es ella?- preguntó Kikyo a mis espaldas, mientras se acercaba y se colocaba a mi lado.

– ¿Ella? Kagome, ella es…ella es una…es mi…- y ahora ¿qué le decía? Ella es mi realizadora de deseos. No.

– Inuyasha, puedes decirme ¿Qué quieres de beber?- preguntó esta vez con el tonó de voz más dulce.

– Un jugó de naranja, Kagome.- dije nervioso.

Si Kagome se parecía a Miroku, significaba que sería una bomba de tiempo a punto de estallar.

– Muy bien.- se dio la vuelta y regresó a su asiento.

– Inuyasha ¿Quién es ella?- preguntó Kikyo nuevamente muy celosa.

– No es tu problema quien sea ella.- le dije fríamente.– No tienes derecho a pedir explicaciones de nada. Ni siquiera tienes derecho a mostrar tu tonó de celos.- informe.

Kagome regresó por el pasillo por donde se había ido, en su mano llevaba un jugo de naranja. Entonces lo vi venir, me iba a rociar el jugo encima seguramente. Se acercó mucho hasta quedar frente a mi y a Kikyo, me entregó el jugo en la mano luego pidió permiso para continuar al baño.

Sin embargo cuando cruzó por mi lado para ir al baño de fondo…me quedé helado, fue como si una ráfaga de viento me hubiera congelado los huesos internamente. Nunca había sentido tanto frió en mi vida, ni siquiera cuando caí en un lago en pleno invierno.
Kagome desapareció en el baño tras cerrar la puerta, sin embargo no había colocado la manilla de “ocupado”, lo que significaba que esperaba a alguien. Bebí mi jugo como endemoniado, cuando lo terminé le entregué el vaso vació a Kikyo y me fui corriendo en dirección a la cabina del baño.

– Pero que…- no la deje terminar si quiera, cuando ya me encontraba corriendo en dirección a la puerta.

Me encontraba golpeando la puerta para que Kagome me dejará entrar. Había pasado el seguro poco antes de que llegará a ella.

– Kagome, déjame pasar por favor.- pedí mientras golpeaba la puerta.

Estaba intentado no llamar demasiado la atención de los demás pasajeros, aunque era un poco difícil después de lo del beso con Kikyo, también con lo de estar golpeando la puerta de un baño.

– Esta ocupado, deja de golpear.- dijo Kagome desde adentro.

– Kagome por favor te lo estoy pidiendo, no me hagas ordenártelo.- advertí.

Estaba aterrado, ese escalofrío que había recorrido mi cuerpo había sido espantoso. Por primera vez no temía por mi vida, sino temía por mi co…
¿Por qué era que temía? A mi solo me gustaba Kagome, no era que estuviese enamorado de ella. Si me gustaba, mucho, la deseaba incluso y se había vuelto indispensable. Pero no por eso estaba enamorado de ella.

– ¡Vete! ¡Déjame en paz! Inuyasha.- gritó nuevamente sin abrir la puerta.

No tuve otro remedio, aun sabiendo que empeoraría su humor, cometí un acto de suicidio, lo más temido por un hombre, era más fácil derrotar a un monstruo antes de esto ¿qué estaba a punto de hacer?… iba a ordenarle a una mujer muy molesta que hiciera algo que no quisiera.

– Kagome abre esa puerta de inmediato, te lo ordeno.- le mandé.

Kagome abrió la puerta en menos de un segundo, entre al baño y no permití que ella saliera de allí, empujándola contra la pared del diminuto cubículo.

– Déjame salir de aquí.- pidió enojada.

– No te dejaré salir, por lo menos no hasta explicarte.- participé mientras cerraba la puerta con llave tras de mí.

– No necesito explicaciones, amo.- pronunció molesta.

– Pues igual te las voy a dar. Creo haberte dicho que no me dijeras así.- le reproche.

– Eso es lo que eres, tú eres mi amo, yo soy tu “genio” según Disney. Así que no necesito que me expliques nada.- dijo cruelmente.– No me interesa nada lo que tenga que ver contigo, así que deja de actuar como si me interesará.

En ese momento intentó marcharse, sin embargó la sostuve fuertemente por los brazos y la atraje a mi cuerpo, abrazándola en contra de su voluntad.

– Suéltame Inuyasha.- dijo intentando zafarse de mi abrazó.

– No lo haré.- y la presione más contra mi cuerpo, rodeándola por la espalda con mis brazos.

– Si no me sueltas, te juró que te lanzaré del avión sin paracaídas.- advirtió enojada, aun haciendo resistencia para liberarse.

– Entonces lánzame, prefiero morir antes de que sigas enojada conmigo.- dije sinceramente.

De repente Kagome dejo de empujarme para que me alejara de ella, se había calmado, tampoco me correspondía el abrazo solo se había quedado quieta. No podía ver su rostro ya que lo tenía oculto por mi hombro.

– ¿Por qué?...- sollozó.

Escuche su voz apagada y confundida junto a mi oído. ¡Perfecto! La había hecho llorar, me sentía el peor desgraciado del mundo por haberlo causado.

– ¿Por qué, que?- pregunté sin entender, solo quería que no llorara.

– ¿Por qué actúas de esa manera conmigo?- inquirió confundida.

Ella me había preguntado algo que yo no sabía responder, por eso cuando realizó esa pregunta originalmente, la ignoré por completo. Cerré mis ojos y por primera vez en mucho tiempo, deje que mi corazón fuera el que contestara por mí.

– Tonta ¿por qué más va a ser? Me importas mucho, a decir verdad.- dije en voz baja.

Por eso es que no dejaba que mi corazón hablara por mí, siempre salían incoherencias de él. Ahora si me iba a mandar volando por los cielos. No debía ser tan poco prudente. Esperé a ser expulsado por los cielos, sin embargó me quedé helado cuando ella paso sus brazos por mi espalda, correspondiendo el abrazo de forma calida.
Abrí los ojos hasta más no poder, ella me estaba correspondiendo. Ya no estaba enojada conmigo. Tal vez si debía dejar que mi corazón hablara por mí de vez en cuando.

Separó un poco su rostro y me encaró, con ahora su dulce mirar. Sin duda era lo más hermoso que pudiese haber visto en el universo, su rostro era tan delicado, tan dulce, tan puro.

Levante una de mis manos y comencé a acariciar su mejilla dulcemente, era suave, su piel era lozana y limpia. Era tan pura, esa perfecta mujer. Me miraba tiernamente, dulcemente. Pasé mi mano por sus parpados cerrados, rozándolos levemente con la yema de mis dedos; rocé su perfecta nariz y ella sonrió por las cosquillas que le producía mi contacto. Por último, detuve mis dedos en su boca, acariciando sus labios con mis dedos.

¡Maldición! Deseaba besarla nuevamente, había pasado un día entero sin rozarlos con mis labios y eso me mataba. Me habían prohibido mi droga, la quería de vuelta. Entonces comencé a acercar mi rostro al suyo, para acariciar esos perfectos labios con los míos. Ella entrecerró los ojos y comenzó a acercarse igualmente lento, estábamos solo un centímetro de unir nuestros labios…
Toc Toc Toc

– Señores por favor salgan de allí.- pidió la azafata del otro lado de la puerta, rompiendo el mágico momento.

Me aleje de Kagome lo más que pude y abrí la puerta con mucho enojo en la mirada.

– Ya vamos a aterrizar, además esto no es lugar para realizar este tipo de actos indecorosos.- dijo mientras dirigía una mirada bastante pervertida hacia mí, y Kagome.

Ignoré su comentario, tomé la mano de Kagome y comenzamos a caminar por el pasillo hasta nuestros asientos, todo iba tranquilo hasta que…

– ¡Bienvenidos al club de las millas!- gritó el estúpido de Miroku desde su asiento.

Los pasajeros comenzaron a aplaudir como locos. A gritar cosas como: “felicitaciones”, “Bien hecho campeón”, “Anotaste el gol, en la portería.” Me senté en el asiento, junto a mí se sentó Kagome, quien tenía el rostro más rojo que el mío.
Miré hacia el asiento trasero y observe a Miroku de modo asesino.

– Cuando bajemos del avión, vas a morir.- le avisé muy molesto.

– Ja ja, solo es una broma Inuyasha.- se escuso el libidinoso.

–Inuyasha no lo vas a matar, no te lo permito. Aunque si estuvo mal lo que hiciste.- le reclamó Sango.

– Lo siento Sanguito, es que no me pude contener.- explicó relajado.

– Te salvas solo porque Sango no te quiere como cadáver por el momento, pero si te vuelves a pelear con ella. Pregunta ¿quién rayos te va a salvar? Porque yo no.- le Informe enojado.

Me di la vuelta y me abroche el cinturón de seguridad, el avión iba a aterrizar en unos momentos.

Continuara____________________________________
Espero que les haya gustado.
Mañana les coloco la próxima conty con muchas imágenes jejejeje
No les dejo adelanto jeje
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