La puerta.La campana de clases sonó, todos con el guardapolvo bajaron las escaleras entre pisotones y a los empujones. Dos chicas frente a la puerta se pararon, esperando a la profesora que aún no llegaba. Una de ellas estaba frente a la puerta, el cabello suelto y lacio, con un flequillo largo tapándole la mitad de la cara. A su lado estaba una chica con pelo corto y una prensa sosteniendo el mismo. — ¿Está cerrada?— preguntó la de pelo corto, María. —No lo sé Mari, a ver.— Tomó el picaporte y pegó el tirón, pero la puerta no se abrió. Miró a su acompañante y negó con la cabeza. Un chico que bajó las escaleras las miró y dijo —: Está abierta, la profe recién sale de ahí. Ambas se miraron algo confundidas, si la profesora había entrado, ¿Por qué no podían abrirla? Lucía, la de pelo lacio, volvió a tomar el picaporte y no podía abrirlo. —Se atascó, Lu— mustió María, mordiendo su labio inferior. Con un poco de rabia negó la situación, otra vez tomó el picaporte, pero esta vez no tiró. Tomó un impulso con su cuerpo y pechó la puerta, esta hiso un ruido escandaloso, poniendo a la chica en vergüenza al ser observada por todos los que la escalera bajaban. Disimuladamente pasó, y al legar a su asiento, cabizbajo sonrió —.La próxima vez esperaré, sino la puerta voltearé— susurró a María. Ambas rieron en silencio, pero la pena a Lucia, con nada se le iba.