la promesa entre tu y yo.

"En la vida no se puede tenerlo todo y lo comprendí en el punto más feliz de mis días. No creo jamás haberme equivocado tanto en una decisión como en la que menos di importancia y que resultó ser la "luz verde" para el giro de 360° que mi vida cambiaría. "
Una tarde como cualquiera, mis pasos se dirigían al mismo lugar, el señor de los cielos había convocado una vez más. Angustiado por el camino tan triste que la humanidad estaba tomando, decidió enviar a sus ángeles más bellos para salvar sólo a esos pocos que pudiesen mostrar alguna luz de esperanza.

Ella era de piel morena clara, con el cabello café, rizado y gracioso que caía a mitad de espalda. Se dice que los ángeles carecen de sexo pero de serlo sería "ella". Tenía la mirada traviesa de aquél que muere por "comerse" el mundo, de aquél que jamás ha sentido dolor, de aquél que es puro. Diría que era bella en un sentido único, quizás por su naturaleza y no por su físico. Imagínenla como sea su deseo pero sin exagerar atributo alguno, pues si en ella abundaba era el equilibrio. Fue la primera en la elección para el envío a la tierra y aceptó encantada el enorme honor que en ella se posaba. De los dos que restaban puedo decir que no existía lazo más poderoso que el de aquél par. Serían "ellos" tan unidos como lo que un humano conoce cuando encuentra la verdadera amistad en los peores momentos, un lazo tan fuerte como el de un par de hermanos, así capaz de unirlos por la eternidad. Eran hermosos a un punto de perfección, tan distintos y a la vez tan similares. Su piel canela y los ojos enormes, capaces de robar el alma de quien se fijará en ellos. Tenían buen humor la mayoría del tiempo, compartían aventuras, secretos y sueños.

El cabello de uno era lacio y el del otro más bien "asustado". Imaginen a un par de bellos hombres que pudiesen ser destinados a un final trágico, tan lleno de despedidas.

Antes de hacer cualquier cosa, el señor de los cielos llamó a cada uno por separado y pidió le hicieran una promesa a cambio de tres deseos. La promesa era simple, volver a su lado una vez cumplidos los tres deseos. Así pues deberían vivir persiguiendo la solución a éstos mientras descubrían almas que valiesen la pena salvar. Tarea nada sencilla he de confesar.
Los deseos eran secretos entre el jefe y el ángel enviado. Era un pacto con su señor que avalaba la promesa de un “hasta pronto”.

Cuando llegó el tiempo los tres ángeles fueron enviados entre aplausos y gritos de alegría pues el resto confiaban en que ellos eran la mejor elección para aquélla misión.Sin embargo, la tierra no es un lugar que pueda tomarse a la ligera, ni los humanos una raza fácil de tratar, si fuese tan simple...¿cuál sería la razón para buscar la salvación?

Nacidos en familias distintas olvidaron todo recuerdo de su antiguo hogar. Infiltrados en este mundo, haciendo uso de sus propias "armas" y sin recuerdo alguno de su misión tendrían que completar su trabajo y volver a casa.

Así "ella" fue llamada Becky, apreciada por ser la única hija que el matrimonio podría tener. Sus padres se desvivían en busca de satisfacer cada capricho que su princesa tuviese. Vio un lado bello del mundo de los humanos, aprendió sobre el amor de una familia y de su gran importancia para cada hombre. Becky creció como una hermosa chica y a sus 17 años asistió, sin problema, a una de las mejores escuelas del país. En ocasiones, cuando dormía profundamente era capaz de hablar con el jefe de los cielos pero en cuanto despertaba olvida todo y continuaba con su vida cotidiana.
Lo único que recordaba era esa necesidad por terminar algo que desconocía, era algún tipo de ansiedad.
Probablemente de recordar lo que hablaba con el jefe sabría que aquel par crecía de forma distinta pero con sus destinos bien marcados.

El trío tenía la misma edad, gracias al envío simultaneo.

No hablaré mucho sobre cosas que desconozco, en realidad no sé del mundo de los hombres, así que no sé con claridad que tan lejos pudiesen estar de ella ese par. Supongo que retirado y francamente tampoco conozco de geografía.

Azul era un chico apuesto y era el mayor de cuatro hermanos. Sus padres intentaban mostrarle que el mundo era un lugar difícil y lo estaban logrando. Trabajaba en un supermercado cercano a la escuela, donde llegaba prácticamente corriendo luego de terminar las clases y por las noches, "medio muerto" llegaba a casa ayudaba a sus hermanos, hacía tarea y los llevaba a la cama mientras sus padres aún no llegaban del trabajo, subía a la azotea para tocar la guitarra hasta que sus dedos se entumían. Su madre lo acusaba de soñador, su padre decía que debía dedicarse a los deportes pero él creía que de alguna forma en las alturas, escondido entre las estrellas había alguien que escuchaba atentamente sus conciertos nocturnos. Era posiblemente lo más cierto en esos días.

Grandes cosas aguardaban en el futuro de un chico que no hacía más que soñar.

En alguna parte, sin saberlo, el último enviado hacía su corazón duro como una roca. La vida le había mostrado que ser bueno, lo hacía débil y que el Dios de los otros, no existía.

Selim, alguna vez había tenido una familia. Una madre que lloraba con sólo verlo a la cara. Él era producto de una tragedia, donde un callejón vacío, una mujer suplicando ayuda y una banda de delincuentes habían sido los actores principales. Su madre intentó no culparle por el veneno que invadía al corazón humano, se casó con un hombre aparentemente honorable pero que al paso del tiempo demostró no ser lo que todos suponían. Una noche, volviendo de la escuela encontró a su madre muerta en la cocina y de aquel padre sustituto nada supo. Había dedicado sus días a conseguir cualquier trabajo mal pagado o cualquier cosa sin malicia que le asegurará una comida cada día o al menos cada dos o tres.

El jamás lloraba, había olvidado como se hacía una vez que corrió fuera de casa. Tenía el cuerpo con cicatrices que afortunadamente la ropa lograba cubrir. Su madre, lo era todo aunque de una forma triste mientras que su padre, bueno si podemos llamarle de ese modo, era su forma de pagarle a la vida un poco del sufrimiento que había causado a su madre.

El veía todo como un pago por existir. Si algo malo sucedía era porque debía ser así, era justo. Si algo bueno sucedía era porque corría con un poco de suerte que seguramente lo abandonaría en breve. Selim continuamente se decía que no creía en nada sobre dioses o la existencia de un cielo pero cuando estaba a punto de dormir, en cualquier lugar donde le atrapara la noche, jamás olvidaba alzar una plegaria en caso de que alguien, donde fuera, le escuchará.

Continuará...