Historia con enlances La profecia de la serpiente emplumada

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por BladeDraco, 1 Marzo 2013.

  1.  
    BladeDraco

    BladeDraco El dragón que le susurra a la luna

    Piscis
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    Escritor
    Título:
    La profecia de la serpiente emplumada
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3700
    !Hola! Bueno, este es una historia, mejor dicho parte de la historia, es quiza de mis partes favoritas de la historia de mi pais, siempre me ha encantado y decidi modificarla a algo más fantastico para compartirlo con más personas, además de que es para la actividad de !Fichas, música y algo más!


    Bueno, ojala la disfruten, por favor comenten si les ha gustado.

    Durante la colonizacion de America se crearon un sin fin de leyendas, algunas tan fansticas que parecian imposibles, otras simplemente simplemente asombrosas.

    Todos los colonizadores que llegaron al continente eran fuertes, eran valientes y tenian una codisia insaciable, pocas fueron las victorias que los pueblos indigenas tuvieron, y hoy les vengo a relatar como la serpiente emplumada intento defender a los suyos de los españoles que llegaron al centro de México, como queria la libertad...


    Antes de comenzar a leer selecciona una canción.

    Ecos Prehispanicos ---------------- Tambores de Guerra

    Hace ya un año que ellos están aquí, hace 43 noches que su padre salió a defender la ciudad y no volvió jamás, hace 34 noches que el emperador murió y casi 33 de la Matanza de Tóxcatl.

    Ya no queda nadie quien los dirija, solo quedan soldados dispuestos a morir para defender su tierra, pero, sin un plan, será otra masacre.

    Los guerreros, fieros y elegantes a la hora de pelear siguen escondidos, siguen dispersos en la selva, esperando un rayo de esperanza.

    Solo las mujeres y los niños se han quedado en la ciudad para servirles a esos intrusos venidos del mar que se creen que dioses.

    Una chica de piel morena y de largo cabello negro se acercaba a la orilla del lago que rodeaba la ciudad para tomar un descanso, cubierta con la oscuridad de la noche esperaba ansiosa ver alguna señal de los guerreros.

    — ¿Por qué manchan su piel de luna con nuestra sangre? — Se preguntaba Araxi mientras jugaba con una piedrita sentada a la orilla del lago.

    El lago no era el mejor lugar para descansar, aún podían verse algunos cuerpos flotando tras el último intento de recuperar la ciudad.

    Cuitláhuac el cacique de los guerreros había logrado reclutar muchas fuerzas de pueblos vecinos al lago, pero de ellos nada se sabía y se sospechaba que los invasores los habían asesinado, ella no lo creía y esperaba ver a algún ejército enfurecido entrar por el lago.

    Araxi solo miraba con cariño el lago donde su padre solía navegar, ahora las trajineras eran solo un adorno.

    El tronar de la hierba detrás de ella la alerto, nadie estaba afuera a esas horas, solo los invasores.

    — ¡Son ellos! — Dijo Araxi preocupada, pero aún a si no se marcho, sabia que no había a donde huir.

    Para su suerte era solo un chico que también paseaba por ahí, pero eso no la calmo, todos los hombres de la ciudad habían escapado o habían muerto.

    — ¿Puedo sentarme junto a ti? — Interrogo el chico con una sonrisa alumbrada por la luna de media noche.

    —Si quieres — Respondió Araxi un poco confundida, hace varios días que no veía a un hombre de su casta.

    El chico se acerco y se sentó junto Araxi.

    El Era alto, su piel clara, pero no como la de los intrusos y su mirada…su mirada era reconfortante.

    — ¿No te da miedo que los invasores te encuentren? —Interrogo el chico.

    — Para nada, solo aceleraría lo inevitable — Respondió Araxi cabizbaja.

    — ¿Cómo te llamas? — Interrogo nuevamente el chico.

    — Me llamo Araxi ¿Cuál es tu nombre? — Respondió energética la chica.

    — Mi nombre es Quet…— Intento decir el chico.

    — Hace tanto tiempo que no lo oigo que no lo recuerdo —Respondió el chico mirando al lago.

    — Eso es muy triste, pediré a los dioses que puedas recordarlo — Respondió Araxi con una sonrisa.

    — Ojala te escuchen — Respondió el chico mirándola alegremente.

    Araxi se sentía extrañamente cómoda junto a este chico, se sentía segura y se sentía querida, algo que hace mucho no pasaba.

    Pero también era claro que aquel chico estaba triste, sus ojos estaba secos como si hubiera estado llorando por mucho tiempo.

    —Sera mejor que regreses a casa, unos vigilantes pasaran por aquí— Interrumpió el chico

    — ¿Cómo lo sabes? — Pregunto Araxi

    — Digamos que soy un explorador y he previsto su ruta — Respondió el chico sonriente.

    — ¿Podemos vernos nuevamente? —Interrogo Araxi mientras se levantaba.

    — Si es lo que quieres, aquí estaré mañana a penas llegues — Dijo el chico tratando de ocultar su tristeza.

    — Te veré mañana entonces — Dijo la chica después para salir corriendo.

    El chico se quedo sentado en la orilla del lago admirando la luna de medianoche con la sonata acústica de los animales y la selva.

    — Hermano, ¿Por qué no defiendes a los tuyos? ¿Por qué no me dejas defenderlos? — Se interrogaba el chico mientras miraba a Araxi alejarse.

    Quetzalcóatl… hace tanto que nadie me reza y nadie menciona mi nombre que por momentos lo olvido — Dijo el chico con una ligera sonrisa bajando la mirada al lago.

    Tal como el chico le dijo a Araxi, dos vigilantes pasaron por ahí.

    Los vigilantes no vieron nada fuera de lo normal cerca de la orilla del lago, solo una serpiente que salió en dirección contraria a ellos, ya se habían acostumbrado a ver animales por doquier.

    Pasaron las horas y el sol se alzo e ilumino una ciudad casi destruida que ahora pertenecía a la corona de España, semanas de engañar a los nativos se habían ido a la basura después de que los cobardes totonacas pidieran ayuda a la guarnición española para dejar de pagar tributo.

    Los aztecas que cobrarían el tributo se defendieron y terminaron matando a 7 españoles, Cortés aprovecho esto para culpar al emperador Moctezuma de hipócrita y traidor, a sí la ciudad cayó.

    Las mujeres y niños servían a los Españoles como dioses con la amenaza de matarles si intentaban algo, todo lo que quisieran los soldados tenia que ser cumplido inmediatamente.

    Araxi estaba entre las desafortunadas que servían, estaba a las órdenes de un tal Juan Torres.

    Durante las semanas que Juan estuvo con Araxi se creo gran cariño con ella, incluso le enseño palabras en español simples como: “Hola” “Adiós” y hasta su propio nombre “Juan”.

    A Araxi no le caí mal Juan, pero le mantenía un poco de rencor por que sabia que el había matado a varios de los suyos, ella no se arriesgaba y simplemente obedecía para no tener problemas.

    El día transcurrió relativamente normal, los españoles parecían complacidos, en especial su líder y su mujer.

    Nuevamente, la noche cayó sobre la desloada ciudad y todas las sirvientas se retiraron a sus hogares.

    Araxi mantenía latente la promesa de aquel chico, a sí que saliendo del palacio tomado por los españoles se encamino al mismo lugar donde la noche anterior conoció al chico que le dio paz interior, al menos por unos segundos.

    El sol no se había ocultado por completo cuando ella llego a la orilla del lago.

    — Es muy temprano, el no estará aquí — Pensó Araxi mientras se sentaba en el mismo lugar de la noche anterior.

    — ¡Araxi! — Pronuncio Quetzalcóatl mientras se acercaba a la chica.

    — ¿Tu? ¡Has venido! — Dijo Araxi sin poder ocultar su alegría.

    La chica se paro y sin pensarlo 2 veces abrazo al muchacho.

    — ¿Me extrañaste? — Interrogo Quetzalcóatl.

    — Es tan raro ver a un hombre aquí, me alegra mucho saber que no te paso nada— Dijo Araxi mientras lo soltaba y se acercaba nuevamente a la orilla del lago.

    — ¿Qué podría haberme pasado? — Interrogo el chico.

    — Pudieron haberte matado, como a mi padre y a mi hermano — Pronuncio suavemente la chica mientras veía al otro lado del rio.

    — ¿Y con tus padres? ¿Qué les paso a ellos? —Agrego.

    — Mis padres, hace mucho que ellos murieron, incluso antes de la llegada de los invasores, solo quedamos mi hermano y yo — Dijo Quetzalcóatl mientras se acercaba a la chica.

    Araxi y Quetzalcóatl tomaron la orilla del rio para sentarse y descansar, veían firmes el otro lado del lago. Araxi parecía particularmente nerviosa.

    — ¿Qué hacías aquí anoche? — Interrumpió repentinamente Quetzalcóatl.

    — Esperaba — Dijo Araxi sin despegar la mirada de los arboles de la selva.

    — ¿Qué esperabas? — Pregunto nuevamente Quetzalcóatl.

    — Esperaba que alguien viniera a ayudarnos, pero creo que no será a si—Dijo Araxi con los ojos humedecidos.

    — No pienses eso, todavía quedan muchos guerreros — Dijo Quetzalcóatl buscando consolar a la pobre chica.

    — Todos huyeron ¿Cómo podrían ganar si todo el ejército de Tenochtitlán no pudo? — Interrogo mientras las primeras lágrimas rodaban por sus mejillas.

    — De alguna forma, alguien… — Intento decir el chico, pero en este punto ni siquiera el estaba seguro de que alguien pudiera ayudar, al menos no un humano.

    — ¿Lo ves? Hace mucho que todo esta perdido, hace mucho que los dioses se fueron — Dijo Araxi tendiéndose a llorar.

    Quetzalcóatl no soporto oír eso de los labios de Araxi, el seguía aquí, buscaba desesperado la forma
    de expulsar a los invasores, llevaba 40 días desde su regreso a la tierra y nadie siquiera recordaba esa profecía.

    Quetzalcóatl no contesto, se mantuvo estático por un tiempo, parecía que ni siquiera respiraba.
    Arto de ver a su pueblo sufrir, Quetzalcóatl tomo una decisión un tanto precipitada, pero el sabia que no había opción.

    — Araxi, regresa a casa, escóndete ahí hasta que yo te vaya a buscar — Dijo Quetzalcóatl mientras se levantaba.

    — ¿Por qué? ¿Qué sucede? — Pregunto Araxi confundida mientras veía a su amigo.

    — Un ejército vendrá a tomar la ciudad, será mejor que no estés fuera — Pronuncio firme Quetzalcóatl

    — Todos los guerreros están dispersos y del el pequeño ejercito que junto Cuitláhuac nada se sabe — Pronuncio Araxi contradiciendo la idea de su amigo.

    — Yo los reuniere, yo los dirigiré y tomaremos la ciudad nuevamente — Pronuncio Quetzalcóatl después de voltear a ver la chica.

    — ¡¿Tu?! ¡Ni siquiera recuerdas tu nombre! ¿Cómo dirigirás un ejército? — Replico Araxi con lágrimas en los ojos

    — Araxi, ayer cuando por fin llegaste a casa me rezaste, pediste que de alguna forma los invasores se fueran, ¡Yo cumpliré tu deseo! — Dijo Quetzalcóatl con lágrimas en los ojos.

    — ¡Tú…! ¡Tú eres Quetzalcóatl! — Grito Araxi sorprendida.

    — Por favor, escóndete y confía en mí, ellos se irán, te lo prometo — Dijo el chico.

    Quetzalcóatl se encamino al lago y como si el agua fuera solida pasó sobre ella corriendo para adentrarse en la selva que estaba al otro lado de este.

    — Yo confió en ti, no me decepciones y vuelve a verme — Dijo Araxi llorando.

    Una vez que vio a Quetzalcóatl cruzar el rio e internarse en la selva salió corriendo directo a su casa, la ciudad se convertiría nuevamente en un campo de batalla.

    Hace ya algunas horas que Araxi estaba en casa, no estaba preocupada, sabía que unir a un ejército recolectando pequeños grupos llevaría horas.

    Esperaba tranquila en la azotea de su casa de barro, tranquila y con la compañía de la luna.

    —Por favor, regresa a mi — Pronuncio Araxi con una ligera sonrisa.

    La noche se volvió día, la oscuridad desaparecía y el factor sorpresa con ella.

    Los primeros rayos de sol atravesaron las montañas cercanas y el palacio, Araxi no tenía problemas de verlo desde su casa, era el edificio más grande la de ciudad.

    Emocionada se levanto y regreso la mirada a la selva, pero seguía sin ver nada, todo estaba quieto, no había rastros de un ejercito milagroso ni de aquel dios.

    A lo lejos los tambores comenzaron a sonar, la piel de serpiente golpeada por varillas de madera estremecía entre la densa selva.

    Cascabeles y canticos siguieron, los aztecas jamás atacaban por la espalda, siempre le daban oportunidad al enemigo de defenderse y esta no seria la excepción.

    Araxi tremendamente emocionada y con lágrimas en los ojos salió de casa y se acerco lo más que pudo al lago.

    Veía incrédula como cientos de trajineras volvían a navegar en el lago, como en cada una de ellas iban montados guerreros de toda clase.

    Buscaba temerosa entre todos los hombres a su amigo, tal vez no era un humano pero tenia que venir con su ejército.

    Un guerrero Águila vio a Araxi y se le acerco.

    — Niña, no deberías estar aquí, ve a casa — Comento fiero el guerrero.

    — Pero busco a un amigo — Dijo Araxi un tanto temerosa.

    — ¿Quién es? — Interrogo Nuevamente el guerrero

    — Es un chico — Respondió Araxi

    — Si preguntas por Quetzalcóatl el fue el primero en tocar tierra, posiblemente ahora este cerca de los templos — Le respondió el Guerrero.

    Y apenas termino la frase los horribles estruendos de los arcabuces comenzaron a sonar por toda la ciudad.

    — Ahora vete, que el regresa por ti como prometió. — Respondió el guerrero para salir corriendo
    justo a donde sonaban las armas de fuego.

    Araxi asustada solo corrió lo más rápido que pudo y se refugio en su casa como se lo había ordenado aquel guerrero, con la única esperanza de Quetzalcóatl volviera por ella como prometió.

    La fresca mañana se volvió un caluroso medio día, y este se volvió una fresca tarde que a su vez colapso con una fría noche.

    Más de 14 horas ya habían pasado desde que aquel ejército entro a la ciudad y no había señales de ventaja para ningún bando.

    La primera noche fue la peor, los estruendos de los cañones de mano, arcabuces y cañones no paraban de retumbar en trasfondo a los tambores.

    Araxi se mantuvo despierta rezándole a Quetzalcóatl con la pequeña esperanza de que eso le diera más fuerza y pudiera expulsar a los invasores.

    La fría noche trascurrió y chica nunca supo en que momento cayo dormida, pero al despertar ya era más de medio día.

    La misma situación atormentadora del día anterior, cañones resonando y tambores siendo golpeados.

    Araxi pensó varias veces en salir pero ella recordaba la promesa de aquel chico que resulto ser un dios, ella solo quería estar a su lado, pero tenia que esperar.

    Afuera de las casas la batalla no parecía ceder y entre los pocos habitantes que quedaban en la ciudad se corría el rumor de que las fuerzas españolas estaban retrocediendo y que, inclusive después de la llegada de un ejército totonaca para poyar a la guarnición española los cientos de guerreros aztecas se mantenían con ventaja.

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    El rumor había llegado a oídos de Araxi quien no cavia en si misma de alegría.

    Quetzalcóatl cumpliría su promesa.

    5 días más transcurrieron rápidamente, entre el calor de la batalla nadie se percataba si era de día o de noche, lo único que ambos bandos querían era acabar con los otros, un deseo comprensible.

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    Al final del séptimo día de batalla la noche caía sobre una ciudad azolada y un ejército español atrincherado en el palacio central, al parecer era solo cuestión de tiempo para que el ejército azteca ganara y recuperara la ciudad.

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    Cortes, consiente que no podría aguantar mucho en el palacio decidió que lo mejor seria escapar con la mayor cantidad de oro posible y todos los tesoros que habían acumulado.

    Usando un túnel secreto que el mismo Moctezuma le enseño a cortes, el remanente del ejercito español y los aliados totonacas salieron del palacio muy discretamente cuidando el relinchar de los caballos que estaban cargados de oro.

    Estaban cerca de escapar, solo tenían que pasar una pequeña plaza y cruzar el puente que conectaba la isla con tierra firme.

    Lamentablemente no fue a sí, una ancianita que había salido al lago por agua avisto a los inusuales animales y al ejercito enemigo, por lo cual sin pensarlo dos veces trato de avisar a los suyos.

    — ¡Los invasores escapan! — Grito desesperada la ancianita mientras corría de nuevo a su hogar.

    Con el grito sorpresivo los caballos se alteraron y comenzaron a relinchar causando un gran alboroto, tirando jinetes, pisando soldados y tirando oro al lago.

    — ¡Acelerad el paso inútiles! — Ordeno cortes señalando el puente que le daría seguridad a el y su armada.

    Avanzando desesperadamente los españoles solo vieron como el puente que pretendían cruzar comenzaba a incendiarse repentinamente y gracias al fuego avistaron cientos de embarcaciones indígenas dirigirse a la pequeña plaza donde todo el ejercito español estaba concentrando.

    — ¡Venid aquí y retro…— Intento decir Juan Torres antes de ser degollado por una Macuahuitl.

    El ejército azteca se había movilizado muy rápido en poco tiempo y gracias a ello lograron acorralar a los españoles dejándolos vulnerables.

    Cortes ordeno movilizarse y buscar otro puente para escapar, pero era algo difícil considerando que por cada 3 metros que avanzaba perdían al menos 20 hombres.

    Pero los españoles no se dieron por vencidos y con sables en mano se mantenían en un círculo cuidando su preciado oro y sus aliados heridos, para ellos la ayuda totonaca no era más que carne de cañón a sí que eran los primeros en la línea defensiva o mejor dicho los primeros en caer.

    De entre los guerreros aztecas que más resaltaban estaba un chico con armadura de plumas de quetzal y ojos verdes, el mismo se había apuntado al menos 300 bajas españolas y otras 500 totonacas, su Macuahuitl estaba totalmente teñido de rojo y con ansias de más.

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    Pero para Quetzalcóatl no era suficiente, quería la cabeza de cortes de una u otra forma.

    Pero Cortes, abrumado por el incontable número de muertos no pudo más, tiro su sable y su cañón para sentarse al pie de un gran árbol, un ahuehuete que teñido de rojo pasaría a la historia esa misma noche.

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    Quetzalcóatl buscaba furibundo a ese tal Cortes, quería venganza, quería su sangre.

    Después de buscar entre el calor de la batalla, encontró lo que buscaba, Cortes yacía al pie de un árbol llorando, abrazado de su mujer que intentaba consolarlo para huir de aquel lugar.

    Sin pensarlo dos veces tomo fuertemente su Macuahuitl, corrió derecho a donde estaba aquel hombre que tanto daño había causado, pensando que al matarlo todo acabaría.

    Sin motivo aparente Quetzalcóatl dejo el calor de la batalla y termino en la punta del templo de la serpiente emplumada, su propio templo

    — ¿Qué rayos paso? — Cuestiono Quetzalcóatl confundido.

    — Lo que tenia que pasar — Rugió un jaguar que estaba frente al chico.

    — ¡¿Por qué me trajiste?! ¡Devuélveme ahora mismo! — Ordeno Quetzalcóatl al felino que se posaba enfrente de el.

    — No te devolveré a ningún lado. ¡Ni siquiera te permitiré seguir en la tierra! — Rugió Furioso el jaguar.

    — ¿Pero por que? — Interrogo el muchacho confundido.

    — Haz desobedecido, no debemos interferir en los actos humanos y tu, haz causado demasiado revuelo— Respondió el jaguar.

    — Lo siento hermano — Añadió el jaguar.

    Aquel joven guerreo había desaparecido, en su lugar una serpiente gigante cubierta de plumas y con 2 alas enormes estaba enroscada en la punta de la pirámide.

    Tanto el jaguar como la serpiente se desvanecían en la luz de la luna para ya jamás regresar al mundo de los mortales.

    Ni siquiera hubo tiempo para un adios...

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    En la ciudad la situación no era mejor, los españoles habían comenzado a repeler a los aztecas y emprendieron la búsqueda de otro puente para huir.

    Pasando la media noche la guarnición española logro huir por el puente que unía a Tacuba con Tenochtitlán.

    Los españoles habían logrado huir, aún que no intactos, 600 bajas españolas y casi 900 totonacas a manos de un ejército de no más de 1000 aztecas,

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    Después de 7 días de intensa batalla era el mejor resultado que pudieron haber obtenido...

    La ciudad era nuevamente de sus legítimos dueños, los festejos y las celebraciones no se hicieron esperar, todos los habitantes estaban rebosantes de alegría ante tal victoria.

    Solo alguien se resentía de la batalla, Araxi estaba totalmente deprimida, de aquel dios que le prometió volver a su lado nada quedaba, ni su cuerpo, ni sus armas y ni las plumas de su armadura.

    Solo aquella promesa que se había roto como los huesos de los enemigos,

    — Si ya no puedes confiar en los dioses ¿En quien confiaras? — Se decía Araxi tendida en su cama.

    Aquella noche paso a la historia como la noche triste, la única derrota española durante la conquista.

    Seis meses después de la noche triste los españoles regresaron, en ese punto no hubo piedad, no hubo misericordia y no hubo dioses a los que rezar.

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    Aramiza

    Aramiza Entusiasta

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    Wow... ¿qué puedo decir? Me ha parecido formidable la manera en que narras la leyenda... Me ha gustado mucho y nos recuerdas de donde venimos los mexicanos... Sin duda México es hermoso, y sus leyendas son increíbles, recordé a un amigo antropólogo gracias a ti.

    Ahora un par de comentarios extras...

    Los aztecas que cobrarían el tributo se defendieron y terminaron matando a 7 españoles, Cortés aprovecho esto para culpar al emperador Moctezuma de hipócrita y traidor, a sí la ciudad cayó. (Se escribe "así")

    Te han faltado varias tildes en algunas palabras y otra cosa que dejas un poco confuso es cuando habla Quetzalcóatl, se interrumpe y vuelve a hablar... ejemplo.

    — Hermano, ¿Por qué no defiendes a los tuyos? ¿Por qué no me dejas defenderlos? — Se interrogaba el chico mientras miraba a Araxi alejarse.

    Quetzalcóatl… hace tanto que nadie me reza y nadie menciona mi nombre que por momentos lo olvido — Dijo el chico con una ligera sonrisa bajando la mirada al lago.

    Puedes ponerlo de la siguiente manera y se entiende mejor...

    — Hermano, ¿Por qué no defiendes a los tuyos? ¿Por qué no me dejas defenderlos? — Se interrogaba el chico mientras miraba a Araxi alejarse. — Quetzalcóatl… hace tanto que nadie me reza y nadie menciona mi nombre que por momentos lo olvido — Dijo el chico con una ligera sonrisa bajando la mirada al lago. (puedes modificar un poco el contexto ya que se entiende que es Quetzalcóatl el que habla)

    Me ha agradado mucho la historia, gracias por compartir tu imaginación...

    Saludos!!!
     
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  3.  
    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Que gran historia Blade, en verdad. Es atrapante de principio a fin. No sabía que esperar cuando entré a leer, no recordaba a este Dios Azteca, pero me ha encantado.

    Por un lado no deja de ser interesante, personalmente me gusta la historia y eso hizo que disfrutara aún más del relato, por otro lado, induce a la reflexión y deja con cierto aire de tristeza si uno se pone a pensar en los invasores, en la forma en que colonizaron América, el trato hacia los nativos y no sólo los aztecas sino en todo el continente.

    Me gustó mucho la interacción entre los hermanos. Tenemos a Quetzalcóatl, que aparece como un dios piadoso, compasivo, respetuoso de la naturaleza humana a pesar de los errores de ésta, y por otro lado a Tepeyóllotl, un dios que ha abandonado a su gente, rencoroso.

    Muy buena narración, ha sido una especie de clase de historia y mitología con una mezcla de acción y entretenimiento. Un relato sumamente recomendable.

    ¡Saludos!
     
  4.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Realmente es una historia increíble, atrapante y que, se sea mexicano o no, nos recuerda muchas de las implicaciones que tuvo la conquista española a lo largo del territorio. Más que eso, también nos da una pincelada de la cultura azteca, que es maravillosa como tantas otras.
    No soy fanática de la historia, he sido incapaz de retener bastantes cosas por falta de interés, pero este tipo de narraciones que mezclan lo que realmente sucedió con la cultura propia de esa sociedad, dándonos un punto de vista diferente, son de las pocas que me agradan y me hacen ver que no toda la información que recibí la olvidé.
    La canción (elegí la primera) ayuda muchísimo al desarrollo de la historia, le da un ambiente perfecto.

    Al igual que Shani, me gustó mucho la interacción entre los hermanos, porque cortó de golpe la batalla y fue tangible la sorpresa y decepción que sintió Quetzalcóatl en ese momento. Luego de dirigir con éxito el ejército azteca, se le retiró el poder de continuar allí, desapareciendo nuevamente para su gente y para Araxi, porque había roto una regla estándar entre los dioses: no interferir.
    La narración es buena y fluida, sin embargo hay varios errores y a veces los diálogos se tornan confusos (por no continuarlos de la forma en que señaló Aramiza). En diferentes oportunidades falta el acento en los verbos en pasado (interrogó, cuestionó, intentó, ordenó...), también en otras cosas: Cortes en vez de Cortés.
    Todos esos son aspectos bastante simples, nada que actualmente no se arregle con una releída.

    Te felicito, porque realmente es una historia grandiosa.
    Saludos.
     
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  1. MrJake
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