La mujer perfecta

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por Natsumi kydo, 12 Septiembre 2012.

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    Natsumi kydo

    Natsumi kydo Guest

    La mujer perfecta ( SasuSaku )

    Prólogo


    —¿Me oye, señor? ¿Nos puede decir su nombre? El dolor lo atenazaba. La cabeza. El brazo. El pecho. Algo le había ocurrido, pero no comprendía de qué se trataba. Sentía movimiento y oyó una sirena. ¿Acaso…? ¿Estaba en una ambulancia?
    —Señor, ¿cuál es su nombre?
    — Uchiha. Sasu… Sasu…
    Las palabras se le escaparon entre los labios. Sonaban extrañas a sus oídos. Por alguna razón, le resultaba imposible coordinar la boca y la lengua lo suficientemente bien como para poder pronunciar su nombre de pila.
    —Uchiha Sasu. ¿Qué…?
    El hombre que le había preguntado su nombre pareció entender lo que él quería decir.
    —Ha sufrido un accidente de automóvil, señor Uchiha. Está usted en una ambulancia y lo llevamos en este momento al hospital para que puedan tratarle las lesiones.
    —Un momento —dijo otra voz de una mujer. Resultaba tranquilizadora
    —. ¿Ha dicho Uchiha? ¿Sasuke Uchiha? ¿El verdadero Sasuke Uchiha?
    —¿Conoces a este hombre?
    —He oído hablar de él. Es un famoso inventor. Robótica. Dirige una empresa llamada Sharingan. Es una especie de ermitaño. Su fortuna se calcula en miles de millones de dólares.
    El hombre lanzó una maldición.
    —Eso significa que si no sale adelante, adivina quién se va a llevar la culpa. Es mejor que llamemos a la supervisora y la alertemos de que tenemos a un famoso en la ambulancia. Ella querrá adelantarse al circo mediático.
    Alguien hizo otra pregunta. Preguntas interminables. ¿Por qué diablos no lo dejaban en paz?
    —¿Tiene alguna alergia, señor Uchiha? —insistió la voz. Siguió hablando en voz más alta—. ¿Algún problema de salud que deberíamos conocer?
    —No. No me puedo mover.
    —Lo hemos inmovilizado como precaución, señor Uchiha —dijo la voz tranquilizadora—. Por eso no se puede mover.
    —Tiene la tensión muy baja. Tenemos que estabilizarlo. Señor Uchiha, ¿se acuerda de cómo ocurrió el accidente?
    Por supuesto que se acordaba. Un conductor iba hablando o escribiendo un mensaje con su teléfono móvil cuando perdió el control del coche. Dios, sentía tanto dolor… Abrió un ojo. El mundo se mostró en un remolino de color y movimiento. Una fuerte luz lo obligó a cerrarlo y a apartar la cara.
    —Basta ya, maldita sea —gruñó. Su voz sonó mucho más fuerte.
    —Las pupilas reaccionan. Ya tiene la vía puesta. Repetid las constantes vitales. Decidle a la supervisora que vamos a necesitar a un neurólogo. A ver si puede ser Nagashi. No hay que correr ningún riesgo. Señor Uchiha, ¿me oye?
    Sasuke volvió a soltar una maldición.
    —Deje de gritar, por el amor de Dios.
    —Lo llevamos a usted al Lost Valley Memorial Hospital. ¿Hay alguien a quien podamos avisar de lo que le ha ocurrido a usted? Madara. Su tío. Podrían llamar a su tío. Necesitarían que él les diera el número de teléfono, pero el dolor que sentía en aquellos momentos le impediría hacerlo. Trató de explicar el problema, pero parecía que, una vez más, la lengua se negaba a pronunciar las palabras.
    En ese momento, Sasuke se dio cuenta de que, aunque él pudiera explicarse, su tío no acudiría. No era que él no quisiera. De hecho, le desesperaría no hacerlo, pero, al igual que el impenetrable muro que impedía que Sasuke les diera a sus rescatadores el número de teléfono, una barrera igual de insoldable le impediría a Madara salir de su casa. El miedo era imposible de superar.
    Entonces, comprendió que no tenía a nadie. Nadie a quien le importara si vivía o moría. Nadie que pudiera ocuparse de su tío si él no sobrevivía.
    Nadie que trasmitiera su legado a las generaciones posteriores. ¿Cómo había ocurrido eso? ¿Por qué había permitido él que ocurriera? ¿En qué momento se había aislado?
    Había vivido en un completo aislamiento desde hacía algunos años. Se había mantenido al margen de todo vínculo emocional por el dolor que la vida solía proporcionar. Eso significaba que moriría solo, que nadie, a excepción de los que lo respetaban en su faceta profesional, lloraría su perdida. Había deseado mantenerse apartado del resto del mundo.
    Anhelaba la soledad. Quería que todos lo dejaran en paz y lo había conseguido. Pero, ¿a qué precio? Por fin lo veía muy claramente. Año tras año, invierno tras invierno, una nueva capa de hielo había ido recubriendo su corazón y su alma hasta el punto de que ya no creía que pudiera calentarlo nunca más.
    Hacía algún tiempo había conocido la primavera, la calidez de un día de verano y el amor de una mujer. ¿Mujer? En realidad no había sido más que una niña, una muchacha cuyo nombre había tratado de enterrar profundamente en su pensamiento para olvidarlo de una vez por todas, pero que, a pesar de sus esfuerzos, se había marcado con fuego en cada una de las fibras de su ser. Sakura. Ella era la que le había demostrado de una vez por todas que los sentimientos eran un mal innecesario. ¿Y en qué se había convertido él?
    —Señor Uchiha. ¿Podría darnos el nombre de alguien a quien debamos notificar lo sucedido?
    —No.
    Admitió la dolorosa verdad y permitió que la inconsciencia volviera a reclamarlo, que los dolorosos recuerdos lo transportaran a un lugar oscuro y nebuloso.
    No había nadie.
     
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    Lex

    Lex Psychotic.

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    Escritor
    Hola pasando por aqui no como tu primera lectora pero si como tu primer comentario =^^=.
    me gustó como narraste el prologo. sencillo inmediato rápido sin tanta descripción. es las 3 de la mañana así que no puse mucha atención a la ortografía. pero si a la redacción. Para mi gusto lo planteaste bien desde el comienzo algo confuso introduciéndote en la piel del personaje, haciendo sentir al lector como si este viviera lo que el personaje esta viviendo un estado de confusión. Good,
    Me gusta por que pusiste a Sasuke no como un niño, ni como un chico sino como un hombre casi no hay fics donde sea lo vea como hombre y no este ya casado como Sakura y tenga hijos y cosas por el estilo.
    Me gusto ese detalle
    Bueno me reservo mis criticas paa proximos capitulos donde este más despierta y espero con ansia el primer capitulo de tu creación,
    nos estamos leyendo
    bye.
     
  3.  
    Natsumi kydo

    Natsumi kydo Guest

    Título:
    La mujer perfecta
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    4128
    Capítulo 1
    — ¿Cuál es el resultado de tu última búsqueda por ordenador? — preguntó Sasuke.
    Madara hizo un gesto de desaprobación y miró la pantalla a través de las gafas de pasta negra que llevaba veinte años utilizando.
    —Basándome en los parámetros que me has dado, he encontrado media docena de posibilidades que marcan una probabilidad igual o superior al ochenta por ciento.
    —Vaya, ¿nada más?
    —Tenemos suerte de haber encontrado esa media docena de mujeres teniendo en cuenta tu lista de requerimientos. A ver, ¿por qué nadie con cabello rojo? ¿A qué viene eso?
    Sasuke apretó los labios. No tenía intención alguna de explicar sus prerrequisitos y mucho menos aquél en particular.
    —Bueno, si tengo que elegir entre seis, supongo que tendré que conformarme.
    — ¿Conformarte? —Exclamó Madara mientras hacía girar su silla rápidamente y observaba escandalizado a su sobrino—. ¿Acaso estás loco?
    Estás hablando de la futura señora Uchiha, Sasuke ¿estás seguro de que quieres pasar por esto?
    —Segurísimo.
    —Es por ese accidente de coche, ¿verdad? Te ha causado mucho más que una simple pérdida de memoria, ¿verdad? Te ha cambiado. Ha cambiado tu modo de ver el mundo.
    Sasuke se ocultó tras una gélida fachada que siempre le ayudaba a deshacerse hasta de los más insistentes, pero que ni siquiera lograba intimidar a su tío. Maldita sea. Hubiera hecho cualquier cosa por evitar aquella conversación.
    Sin responder, tomó entre sus manos una esfera de plata que consistía en pequeñas secciones que se entrelazaban las unas con las otras. Cada una de esas secciones llevaba grabado un símbolo matemático. Era uno de sus inventos, que aún no había sido comercializado. Lo llamaba Rumi, abreviatura de rumiar, dado que lo utilizaba siempre que necesitaba encontrar la solución a un problema, algo que ocurría con mucha frecuencia.
    —No puedes evitar esta conversación, Sasuke. Si quieres seguir adelante con tu plan, me merezco la verdad —insistió Madara.
    —Lo sé.
    Los dedos de Sasuke se movían incansablemente por encima de la superficie del Rumi, apretando y tirando de los segmentos hasta que transformó la esfera en un cilindro. En vez de resultar algo suave y bien formado, tenía un aspecto desgajado y sus símbolos se presentaban sumidos en el caos. Últimamente las formas siempre eran caóticas. Llevaban siéndolo más de un año, desde unos seis meses antes del accidente.
    Cambió de tema con la esperanza de distraer a su tío.
    — ¿Estarán todas las mujeres en el simposio «Ingeniería para el Próximo Milenio»?
    —Me he asegurado de ello.
    —Excelente.
    —Ahora, dime la verdad, muchacho. ¿Por qué estás haciendo esto? Sasuke negó con la cabeza. No estaba seguro de poder expresarlo con palabras. Trató de realizar una nueva forma con el Rumi mientras se esforzaba por explicar lo que había comprendido después de su accidente.
    ¿Cómo podía explicar el vacío en el que se había convertido su vida a lo largo de los últimos años? No recordaba la última vez que había sentido algo, tanto si era ira, felicidad. Algo. Lo que fuera.
    A cada día que pasaba, sus sentimientos, el empuje por inventar e incluso su ambición se habían ido congelando. A cada minuto que pasaba, todo lo que lo convertía en un ser humano normal había ido desapareciendo. Arrojó el Rumi sobre la mesa frustrado por la negativa del objeto a convertirse en una forma de corte limpio y funcional.
    —Es simplemente algo que necesito que tú aceptes —dijo Sasuke por fin—. Por mi bien.
    —Llama y cancélalo antes de que hagas algo de lo que nos arrepintamos los dos.
    —No puedo. Soy el orador principal.
    — ¿Y qué diablos se supone que vas a decir tú sobre la ingeniería del próximo milenio? Estamos hablando de mil años, maldita sea. Es imposible predecir incluso si el ser humano seguirá existiendo dentro de mil años, con lo que más difícil resulta aún hablar del estado de la ingeniería en ese periodo de tiempo.
    —Y tú dices que yo maldigo muchas veces.
    — ¿Y qué quieres que te diga? Se me están pegando tus malas costumbres. Sasuke, hace cinco años desde la última vez que apareciste en público. No creo que sea el momento de que eso cambie.
    —No he hecho ninguna aparición pública en cinco años porque no he tenido nada que merezca la pena decir en esos malditos cinco años. Cuando tenga algo que merezca la pena decir, empezaré a volver a hacer apariciones públicas. Hasta entonces, creo que puedo apañármelas en un pequeño simposio sin hacer el ridículo.
    —Ahora que tu nombre está vinculado a ese pequeño simposio, como tú lo llamas, los medios de comunicación se sentirán muy interesados en él. Después de una ausencia tan larga, esperarán que tú ofrezcas algo de vital importancia. Y supongo que no tienes algo de vital importancia que decirles, ¿verdad?
    —No te tienes que preocupar por lo que yo tenga que decirles, tío. Ya me inventaré algo. Lo más irónico de todo esto es que, si yo afirmo que es posible, algún idiota me creerá y lo inventará.
    —Sigo esperando que me des una buena razón para explicar por qué estás haciendo esto.
    Sasuke le apoyó una mano en el hombro a su tío. Sabía que a Madara le iba a costar entenderlo, pero algo tenía que cambiar. En aquel momento. Antes de que pasara la oportunidad.
    —Llevo un año entero sin inventar algo de importancia.
    —Lo que ocurre es que tu creatividad está bloqueada, nada más. Podemos encontrar el modo de desbloquearla sin llegar hasta ese extremo.
    —No veo cómo mi creatividad puede estar bloqueada si no la tengo. Soy ingeniero.
    Madara suspiró.
    —Los inventores son personas creativas, Sasuke.
    —Eso es una mentira y lo sabes.
    —Mira, entiendo que necesites a una mujer. No me opongo a eso. Ve y… encuéntrala —susurró, sonrojándose—. Deja que la naturaleza siga su curso. Cuando lo haya hecho, tú estarás renovado y revitalizado.
    —No es tan sencillo. Necesito… ¿Cómo podía explicarlo? Desde el accidente, se había dado cuenta de que necesitaba mucho más que una amante temporal. Más que una noche de pasión. Ansiaba algo permanente. Algo duradero. Algo con lo que pudiera contar. Alguien a quien le importara. Alguien a quien pudiera llamar si…
    —Necesito más.
    Su tío quedó en silencio. Entonces, asintió. Parecía haber leído entre líneas, haber comprendido por fin lo que su sobrino ansiaba aunque se mostrara reacio a aceptarlo.
    —Significa que tendrás que dejar de maldecir con tanta frecuencia — bromeó
    Madara —. Aunque tengo que reconocer que sería un cambio agradable.

    Sasuke sonrió.
    —Lo intentaré.
    —También significará que se va a comer mejor en esta casa —dijo Madara algo más contento—. Y que la casa estaría limpia.
    —No creo que la mujer con la que yo me case se pusiera muy contenta si supiera que la he elegido porque necesitaba un ama de llaves con derecho a roce —dijo Sasuke. Se inclinó por encima del hombro de su tío y apretó un botón. La impresora se puso a trabajar y empezó a escupir una hoja tras otra de material—. Esto me lleva de nuevo a mi preocupación principal. Si me caso, tú también tendrás que soportarla. Has leído la información sobre esas mujeres. ¿Podrías tolerar que una de ellas viviera aquí permanentemente?
    Madara frunció el ceño.
    — ¿Es ésa la razón de que no te hayas casado antes? ¿Te preocupaba mi reacción ante el hecho de que nuestra casa se viera invadida por otra persona? Sasuke contuvo un suspiro.
    —No. No me he casado porque no he encontrado a una mujer a la que pudiera tolerar durante más de una semana.
    —Y ahí es donde entra mi programa de ordenador, ¿no? He hecho todo lo que he podido para transformar el Pretorius en una aplicación más personal y menos empresarial. Los parámetros son similares. Encontrar la esposa perfecta no es muy diferente a encontrar el empleado perfecto.
    —Exactamente. Solo hay que introducir datos diferentes —dijo Sasuke. Empezó a enumerar sus requerimientos—. Ingeniera, por lo tanto una persona racional que controla sus sentimientos. Brillante, por supuesto. No soporto a las mujeres tontas. Si fuera físicamente atractiva sería mucho mejor, pero debe de ser lógica, amable y capaz de soportar el aislamiento.
    —Pensaba que hablábamos de una mujer.
    —Si es ingeniera, lo más probable es que ya posea alguna de esas cualidades y, más importante aún, que encaje aquí.
    —Está bien. De acuerdo —dijo Madara—. Si estás decidido a seguir con esto, te confirmo que esa media docena de mujeres va a asistir al simposio.
    —Con un poco de ayuda por tu parte.
    —Eso ha sido lo más fácil.
    Madara tomó los papeles de la impresora y los examinó. Sasuke vio gráficos, fotos, currículos y lo que parecían ser informes de un detective privado. Jamás se podría decir que su tío no había sido concienzudo.
    — ¿Y lo más difícil?
    —Las mujeres son unas criaturas muy extrañas, Sasuke. Tienden a tener reacciones negativas cuando un hombre las invita a tomar una taza de café y, a renglón seguido, les dice que está buscando esposa.
    —Vaya… —susurró Sasuke. No se le había ocurrido pensar en eso.
    —Por supuesto, te podrías inventar una excusa para necesitar una esposa con tanta celeridad. Estoy seguro de que se lo creerían. Después de todo, tú eres el gran Sasuke Uchiha o, al menos, eso es lo que afirman todas las publicaciones científicas.
    —Por el amor de…
    —O también podrías escuchar al no tan gran Madara Uchiha, que ha considerado ese pequeño detalle.
    — ¿Y?
    —No asistes al simposio para encontrar esposa, sino para encontrar una ayudante.
    —Pero si no necesito una ayudante.
    —Claro que la necesitas. Al menos, eso es lo que les vas a decir a esas mujeres. Es la única manera de que accedan a que las conozcas. Cuando te decidas por alguna que creas que puedes soportar durante más de un mes, haz que se mude aquí. Trabaja con ella durante un tiempo. Consigue que se enamore de ti y luego cásate con ella. De ese modo, esa mujer no pensara que eres un tío raro. O, con un poco de suerte, cuando se dé cuenta de quién eres, será demasiado tarde. Se habrá casado contigo e incluso podría haber un Sasuke Junior de camino. Tal vez incluso sepa cocinar y limpiar —añadió Madara mientras le colocaba el montón de papeles en las manos—. Mientras tanto, estúdiate esto. El simposio dura tres días, lo que supone que deberás conocer a dos candidatas al día. Tienes ese tiempo para regresar con una ayudante/esposa con la que los dos podamos vivir.
    — ¿Y si no sale bien?
    Madara se cruzó de brazos.
    —Lo he estado pensando. Y aunque no quiero a una mujer desconocida andando por aquí y metiendo la nariz en donde no le llaman, me he dado cuenta de una cosa.
    — ¿De qué?
    —Estás desperdiciando muchos conocimientos y muchas habilidades, sobrino. Tienes la obligación de compartirlos con otros. Aunque esa mujer no valga como esposa, habrás invertido en el futuro dando inspiración a otra persona o, si tienes suerte, transmitiendo tu código genético a otra generación.
    —Menuda manera de exponerlo.
    —No te olvides de que esto ha sido idea tuya, muchacho. Tanto si lo sabes como si no, esa etiqueta de genio que llevas por el mundo tiene un precio. Tienes una deuda con el universo.
    — ¿Acaso ha enviado la factura el universo? —preguntó Sasuke secamente.
    —Deuda que no has pagado. Por eso estás bloqueado. Has guardado celosamente tu conocimiento en vez de extenderlo por el mundo. Si este asunto de la esposa no funciona, al menos habrás transmitido tus conocimientos a una sucesora de mérito. Y eso sí que podría soportarlo yo, dado que sería temporal.
    — ¿Y si ella se enamora y la cosa deja de ser temporal?
    Madara entornó la mirada.
    — ¿Acaso crees que ella es la única que podría enamorarse? ¿Por qué no lo dos?
    Sasuke sabía muy bien que no podría esperar algo así. Dudaba que fuera capaz de volver a amar.
    —Solo ella —afirmó.
    —En ese caso, recuerda que me gusta cenar a las seis.
    * * *
    «Sasuke Uchiha».
    Sakura Haruno se detuvo en seco en el momento en el que vio el nombre en el centro del tablón de anuncios del Coronation Hotel. La suave luz del atardecer iluminaba la bella foto en blanco y negro, que amenazaba con ponerla de rodillas. La llamativa bolsa fucsia que llevaba se le cayó al suelo, dejando que pinturas, pegatinas y juguetes varios para niños pequeños se desparramaran por el suelo.
    Era él.
    Ciertamente, era un hombre muy diferente del que ella había conocido diez años antes. Aquel hombre parecía más duro, más fiero que el que ella había conocido. Sus ojos eran los mismos y revelaban la cautela que ella recordaba tan claramente, como si fuera un animal constantemente en estado de alerta. De hecho, aquella cautela parecía más intensa e iba acompañada por una expresión de cinismo.
    Estudió cada rasgo de la fotografía y trató de encontrar más cambios. No tardó en hacerlo. El tiempo había grabado ciertas líneas de expresión en los fuertes rasgos masculinos. Las más profundas enmarcaban una boca demasiado dura. A lo largo de los años, parecía haber adquirido una frialdad que ella esperaba que fuera solo un requerimiento del fotógrafo más que un reflejo verdadero de la personalidad del hombre.
    A pesar de aquellos cambios tan preocupantes, el deseo y la alegría se apoderaron de ella. Extendió la mano para acariciar la imagen y esbozó una temblorosa sonrisa. Después de tantos años, se habían vuelto a encontrar.
    En realidad, no se habían encontrado. Ella lo había encontrado a él. ¿Estaría él tan contento de verla como ella a él? ¿Se acordaría de ella? Considerando lo mucho que ella había cambiado, posiblemente no. Sin embargo, ella sí lo recordaba a él y también se acordaba de todos los momentos de los tres meses de verano que habían pasado juntos. Se rio en voz alta y llamó la atención de los demás. No le importó. Tenía la posibilidad de volver a ver a Sasuke.
    Se agachó y recogió todas sus pertenencias mientras leía la información que aparecía en el tablón. Parecía que Sasuke se había hecho un hueco en el mundo de la ingeniería. Se alegraba por él. Iba a empezar su discurso en menos de cinco minutos. Excelente. No tenía nada más que hacer aquella tarde. Seguramente no le importaría a nadie que ella asistiera aquella conferencia, considerando que Sasuke y ella eran viejos amigos… por no decir viejos amantes.
    De hecho, él había sido su primer amante, el más especial de todos. Sakura jamás lo había olvidado. Jamás había conocido un amor tan maravilloso como el que había compartido con él. Jamás había encontrado a un hombre que lo igualara. Generoso. Paciente. Amable. Alguien que se aferrara a la vida a pesar del torbellino de su pasado… ¡Tenía tantas ganas de verlo!
    En la puerta de la sala de conferencias había dos hombres que comprobaban las acreditaciones que debían llevar antes de permitirles la entrada. Sakura esperó a que los dos se distrajeran antes de colarse en la sala repleta. Ya era imposible encontrar un asiento libre y muchos de los asistentes habían empezado a colocarse de pie. Vio por fin un hueco libre cerca de la primera fila. No quería estar tan cerca porque iba vestida informalmente y la mayoría de los asistentes iban con traje y roja, que era perfecta para firmar libros para niños, la hacían destacar entre los que le rodeaban.
    Se acomodó por fin en su lugar y sonrió a los dos hombres que tenía a ambos lados. Ellos no le sonrieron a ella sino que, más bien, parecieron diseccionarla con la mirada y no de un modo precisamente sexual. Era más bien como si ella representara una ecuación que no supieran resolver.
    Cuando estaba a punto de marcharse, las luces se hicieron más tenues y un hombre se acercó al podio. Todo el mundo guardó silencio. El hombre no perdió tiempo alguno. Empezó a presentar a Sasuke Uchiha, repasando una larga lista de credenciales y logros. Por fin, se hizo a un lado y miró con expectación hacia el lado izquierdo de la sala.
    El silencio se apoderó del auditorio. Los asistentes estiraron el cuello esperando ansiosamente la salida del orador. Entonces, apareció, avanzando por el escenario con la gracia felina que ella recordaba de su juventud. Los recuerdos la invadieron. El día en el que él entró en la casa de sus padres, como una pantera esperando atacar o ser atacada. La línea que había trazado para protegerse y mantenerse alejado de los demás, una línea que a ella le había encantado superar. La maravillosa noche en el lago donde sus ropas habían terminado en el suelo y los cuerpos de ambos se habían fundido. Aquella deliciosa inocencia que se había transformado en apasionado conocimiento.
    La mirada de Sasuke recorrió la sala con impaciente desdén. Entonces, comenzó con su conferencia. A pesar de que Sakura solo comprendía una palabra de cada veinte, los tonos profundos y ricos de su voz la hipnotizaban como al resto de los asistentes.
    Sasuke había cambiado desde que los dos estuvieron juntos por última vez. Ella también. ¿Le habría reconocido si se hubieran cruzado por la calle? Posiblemente. Si se esforzaba mucho, aún era capaz de reconocer al muchacho en el hombre en el que se había convertido.
    —Genial. En lo que se refiere a la creación de sensores robóticos, Sasuke Uchiha es el mejor del planeta —comentó alguien de la primera fila con admiración.
    Sakura volvió a centrar su atención en Sasuke. No tenía ni idea de qué significaba todo aquello, pero se sintió muy impresionada de que a Sasuke se le considerara el mejor del planeta. ¿A qué precio? Lo estudió más detenidamente.
    Tenía los rasgos más duros y más definidos que cuando tenían dieciocho años. Bueno, casi dieciocho. Aún tenía aquel brillo peligroso en la mirada de sus ojos negros, como si fuera un felino. Su cabello negro como el ébano y lo llevaba casi tan largo como solía llevarlo tantos años atrás. No llevaba traje. Se había decantado por una camisa negra y pantalones del mismo color que parecían tragarse toda la luz del escenario y lo dejaban envuelto en sombras.
    ¿Dónde estaba el Sasuke que ella recordaba? ¿Quién era aquella criatura que había ocupado su lugar? Había cambiado de un modo que desafiaba su capacidad para identificarlo. Antes, no había sido tan reservado ni tan gélido.
    Si lo observaba en aquellos momentos, se daba cuenta de que todo había cambiado. Ya no era abierto, sino cerrado con fuerza sobre sí mismo. Sospechaba que ya raramente se reiría. Lejos de sentirse encantado con el mundo, lo observaba con una mirada cínica que lo eclipsaba todo.
    ¿Qué le había ocurrido? Le dolía ver que él ya no se parecía en nada al personaje que ella había creado para sus libros de cuentos, el personaje en el que había basado los recuerdos que tenía de él. ¿Cómo se podía haber equivocado tanto? Justo entonces, la mirada de Sasuke se detuvo sobre ella. Algo muy extraño ocurrió entre ellos. ¿La habría reconocido? ¿La recordaba después de tanto tiempo? No era probable, dado que su apariencia había cambiado mucho en aquellos diez años. Los ojos de él relucieron bajo los focos como si fueran dos perlas negras.
    En ese momento, Sakura decidió que, pasara lo que pasara, antes de marcharse de allí descubriría qué era lo que le había ocurrido a Sasuke.
    Aprovecharía la oportunidad de enfrentarse con el pasado, con un pasado que jamás había podido olvidar. Se demostraría que lo que habían tenido juntos no había sido tan especial dado que, evidentemente, él ya no era la maravillosa persona que había sido.
    Entonces, por fin podría dejarlo en el pasado y seguir con su vida. No quería estar allí. No quería estar allí, dando un discurso en el que no creía. Llevaba menos de un día en Kioto y ya había llegado a la conclusión de que aquello era una completa pérdida de tiempo.
    En el momento en el que llegó, se acomodó en la suite, deshizo la maleta y fue a por el primer nombre que tenía en su lista. ¿Por qué perder el tiempo? Desgraciadamente, Dorothy Salyer resultó ser una desilusión, al igual que las siguientes dos candidatas. Estaba a punto de darse por vencido. Desgraciadamente, nada había cambiado desde el accidente.
    Necesitaba… más. Quería experimentar, aunque fuera de pasada, una vida normal. Una vida. Volver a sentir, aunque ya no fuera capaz de dejarse llevar por el romanticismo. Tener una familia. Hijos. Un legado.
    Eso le llevó a la mujer de la blusa roja. Por alguna razón, no podía apartar la mirada de ella. Le provocaba una sensación extraña, como si quisiera despertar un recuerdo del pasado, pero no podía entender por qué. Lo único que sabía era que la deseaba desesperadamente, una sensación que llevaba años sin experimentar.
    ¿Por qué no estaba ella en su lista de candidatas?
    Debía de haber algo malo en ella, algo que el ordenador calificara como inaceptable. Ciertamente no era su aspecto físico. Esbelta y delicada. Era la clase de mujer que él encontraba más atractiva. Pelirosa de cabello liso. Sus rasgos eran elegantes, a excepción de la boca, que resultaba profundamente seductora. Por lo tanto, si no era su aspecto, ¿por qué había sido eliminada de la lista de candidatas?
    ¿Acaso no era lo suficientemente inteligente? Era imposible que no lo fuera considerando su presencia en el simposio. Posiblemente él había colocado el grado de inteligencia demasiado alto. Tal vez podría bajar un poco el cociente intelectual si aquella mujer quedaba fuera de los parámetros que había predeterminado. Repasó la lista que le había dado a Madara. Físicamente atractiva. Inteligente. Ingeniera. Esos tres datos los cumplía plenamente, ¿no? Solo le quedaba que fuera coherente, amable, que pudiera vivir aislada y que no fuera alocada.
    Tal vez el ordenador había decidido que aquella mujer no era coherente. Bueno, Sasuke estaba dispuesto a conformarse con razonable silo de racional no cuadraba con ella. ¿Amable? Se lo parecía. Tal vez era lo del aislamiento lo que la había dejado fuera. Si ponían empeño, tal vez podrían encontrar el modo de solucionar ese problema. Eso tan solo le dejaba alguien que no fuera alocada. Sumisa. En realidad, él era un hombre, ¿no? Ya se encargaría él de dominarla.
    Sonrió con satisfacción. Existía la posibilidad de que hubiera encontrado a su ayudante/esposa sin la ayuda del ordenador. Ese hecho solo demostraba que el intelecto de Sasuke era más poderoso que el programa de Madara. ¡Cómo iba a disfrutar restregándoselo por la cara a su tío!
     
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  4.  
    Lex

    Lex Psychotic.

    Tauro
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    holas regresando he de decir que me sorprendió ver a conti así de rápido pero wiiiii =^^= me has hecho feliz, me gusto la conti y ahora si un poco mas despierta puedo comentar algo más coherente XD. La idea que tienes de Sasuke me gusta, pero opino que deberías describir un poco mas las situaciones en los diálogos. solo como sugerencia.
    Una pregunta la edad que ellos estan ronado es 27 -30 ¿cierto? dime que si (que cool).
    espero ver la reaccion de sasuke cuando se entere de que sakura es la muchacha que estuvo con en el su juventud jajaja. bueno espero con ansias la continuacion de tu fic =^^=.
    nos estamos leyendo
    XOXO Yuen
     
  5.  
    Natsumi kydo

    Natsumi kydo Guest

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    La mujer perfecta
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    Aventura
    Total de capítulos:
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    Sakura permaneció inmóvil. Esperó a que la fila que se dirigía hacia el escenario disminuyera. Parecía que todo el mundo quería un trozo de Sasuke Uchiha y ella se preguntó por qué. ¿Qué había hecho él para inspirar tanto entusiasmo y excitación en el mundo de la ingeniería? Decidió que lo investigaría en cuando regresase a su casa.
    Cuando por fin hizo ademán de abandonar la sala, Sasuke saltó del escenario y se dirigió directamente hacia ella. Sakura no se sorprendió. Desde el momento en el que sus miradas se cruzaron había sabido que él la perseguiría. Por el momento, se lo permitiría.
    — ¿Le gustaría tomar conmigo una taza de café? —le preguntó él. Ella inclinó la cabeza a un lado. Interesante. No se había andado por las ramas.
    —Hola —respondió mientras extendía la mano—. Sakura Haruno. Es un placer volver a verte.
    Se sorprendió al ver que él se detenía en seco. Comprendió que él estaba recordando.
    —Nos hemos visto antes.
    —No te acuerdas de mí, ¿verdad?
    —No.
    Ahí estaba el Sasuke que ella recordaba.
    —Tal vez lo recordarás mientras tomamos café.
    Se cruzó de brazos sobre un impresionante torso.
    — ¿Por qué no nos ahorras tiempo a los dos y me refrescas la memoria?
    —No lo creo. Será más divertido del otro modo.
    —Divertido —repitió él como si la palabra le resultara repugnante.
    Sakura comprobó que él había crecido desde la última vez que lo vio.
    —Sí. Divertido. Adjetivo, algo que nos da placer o alegría. Cuando es verbo, divertirse, jugar o bromear. Es que tengo memoria fotográfica.
    Por alguna razón, aquella explicación relajó a Sasuke y le animó a esbozar una pequeña sonrisa.
    —Gracias por la explicación. No conozco bien esa palabra.
    —Me siento escandalizada. ¿Y «trabajo»? ¿Conoces bien esa?
    —Bastante.
    — ¿Por qué no me sorprende?
    —«Sorprender». Cuando algo inesperado causa asombro o fascinación. Sakura se echó a reír. Se sentía muy sorprendida y fascinada por el hecho de ver cómo Sasuke se reía con ella. Sin poder contener el impulso, le agarró una mano.
    —Creo que has dicho algo sobre ir a tomar una taza de café.
    Sasuke observó las manos de ambos durante un largo instante.
    Entonces, la miró a ella. El fuego ardía en la brillantez de aquella mirada, un apetito y un anhelo que Sakura no podía malinterpretar. Una potente calidez le recorrió todo el cuerpo y le llegó en cuestión de segundos al centro de su ser. Allí, generó un deseo tan poderoso como el que se reflejaba en los ojos de él. Desde el momento en el que entró en la casa de los padres de Sakura, él había ejercido aquel efecto sobre ella. Al menos, eso no había cambiado.
    —Creo que un café sería un excelente comienzo —afirmó él.
    — ¿Un excelente comienzo? ¿Y el final? —se atrevió ella a preguntar.
    —Creo que los dos conocemos la respuesta a eso.
    Así era. Terminarían en el mismo lugar en el que habían terminado la
    Última vez que habían estado juntos.
    En la cama.
    Para que ninguno de los asistentes a la conferencia pudiera molestarles, Sasuke le pidió a la camarera que les llevara a una de las mesas más alejadas de todo el café.
    Sakura se sentó frente a Sasuke. Él aprovechó la oportunidad para estudiarla. Era una verdadera belleza. El cabello le caía liso sobre los hombros. Tenía los ojos verdes. La expresión de su rostro era tan abierta e ingenua como la de una niña. Tenía la nariz recta y delgada. Los pómulos altos y ligeramente prominentes, lo que añadía enteros a la elegancia de su rostro. En cuando a la boca… Allí era donde la mirada de Sasuke se detenía. Era el único rasgo de su rostro que la apartaba de la belleza clásica, de labios gruesos y rosados. Por alguna extraña razón, su forma y su color hacía que él deseara morderlos…
    Se aclaró la garganta.
    —Bueno, ¿me vas a dar una pista?
    —Supongo que te refieres a una pista sobre el lugar en el que nos
    Conocimos —respondió Sakura con una seductora sonrisa—. Dale tiempo. Ya lo recordarás.
    —Podría ser que no. Tuve un accidente hace seis meses. Algunas veces, me cuesta recordar nombres y ciertos hechos de mi pasado.
    Ella lo miró fijamente muy sorprendida.
    —Oh, Sasuke. Lo siento mucho. No tenía ni idea.
    —No veo la razón por la que deberías saberlo dado que me he esforzado mucho para evitar que el público en general se enterara —dijo.
    Sakura le tomó la mano y se la apretó con fuerza.
    Sasuke se dio cuenta de que ella era la clase de mujer sensible que goza con el contacto físico. Poco usual en un ingeniero, pero podría vivir con ello. ¿Vivir con ello? Se acostumbraría muy rápido.
    Se encogió de hombros.
    —Es una de esas cosas que uno aprende a aceptar. Como las cicatrices.
    Le sorprendió ver que los ojos de Sakura se habían llenado de lágrimas.
    — ¿Cicatrices? Esas tampoco importan. Lo único que significan es que eres un superviviente.
    —Tenemos la opción de hacer el amor en la oscuridad si crees que las cicatrices podrían tener un impacto adverso en tu libido.
    Para su sorpresa, ella se echó a reír.
    —Oh, gracias a Dios. Me temía que hubieras cambiado. Aún tienes ese maravilloso sentido del humor.
    ¿Acaso ella había creído que estaba bromeando? Había estado hablando completamente en serio.
    — ¿Significa eso que no te interesa hacer el amor? —le preguntó. Tal vez debería haber abordado el asunto gradualmente, pero le parecía la progresión lógica, lo que tocaba entre invitarle a tomar un café y pedirle que fuera su ayudante/esposa—. No hay prisa. Tenemos sesenta y una horas y treinta y cuatro minutos.
    Sakura se echó a reír de nuevo. El sonido de su risa fue algo ligero, libre, que llegó directamente al gélido centro de su ser y se lo desheló ligeramente. Por primera vez en años, sintió esperanza. Tal vez no era un caso perdido. Tal vez Sakura podría llevarle a los cálidos brazos de la primavera.
    —Me interesa mucho hacer el amor contigo —le informó ella—. Hace tanto tiempo, Sasuke. Ojalá se me hubiera ocurrido buscarte mucho antes.
    —No me habrías encontrado. Madara nos tiene muy bien ocultos.
    — ¿Madara?
    —Mi tío. Es experto en informática, lo que me viene bien dado que me ayuda a mantener el anonimato.
    —Ah… —dijo ella mirándolo con sus encantadores ojos. Sasuke descubrió que le gustaba ser el centro de su universo. Le gustaba mucho—. No sabía que tenías familia. Al menos, jamás me lo mencionaste.
    La manera en la que ella hablaba sugería que habían compartido cierta intimidad. Entornó la mirada y maldijo el accidente. ¿Cómo era posible que se hubiera olvidado de alguien como ella?
    — ¿Cómo te conocí?
    Sakura sonrió.
    —Te daré una pista. Mi aspecto ha cambiado bastante desde la última vez que nos vimos.
    — ¿En qué, por ejemplo?
    —Mi cabello.
    — ¿Más largo? ¿Más corto?
    Ella negó con la cabeza.
    —Más claro. Estaba pintado de rojo para ocultar el rosa.
    Un profundo alivio se apoderó de él. Eso lo explicaba todo. Sin duda, el programa de ordenador la había descartado por aquel detalle.
    —Yo podría vivir con una mujer de cabello rojo —dijo. En especial si Sakura accedía a ser su ayudante-esposa.
    — ¿De verdad? —preguntó ella. Le había asombrado aquella respuesta. Tal vez aquella frase había sonado algo extraña. ¿Acaso no le había advertido Madara sobre el hecho de invitar a una mujer a tomar una taza de café para luego pedirle en matrimonio? Había llegado el momento de tomarse las cosas con más calma.
    — ¿Nos conocimos en alguna otra conferencia de ingeniería? —le preguntó.
    —Oh, yo no…
    En aquel momento, la camarera regresó y les ofreció una amplia sonrisa.
    —Buenas tardes. Me llamo Anita y voy a ser su camarera —dijo afirmando lo evidente—. ¿Qué les apetece tomar?
    —Yo tomaré un té helado con mucho limón, por favor —dijo Sakura. Sasuke experimentó una sensación de familiaridad. Se le pasó enseguida. Aquella sensación le había ocurrido demasiado frecuentemente y en ocasiones no podía recordar de qué se trataba por mucho que se esforzara. Se sentía como si estuviera en medio de un monumental atasco mental, incapaz de maniobrar las coordenadas que contenían aquel recuerdo en particular.
    Aceptó el fracaso con su habitual estoicismo y miró a la camarera.
    —Café. Solo.
    —Volveré enseguida —anunció Anita.
    En el momento en el que la camarera se marchó, Sasuke se centró de nuevo en Sakura.
    — ¿Me vas a dar otra pista?
    —Se me ocurre algo mejor. ¿Por qué no me dices qué es lo que has estado haciendo en estos últimos años? Después de todo, tú eres el mejor en lo que se refiere a sensores robóticos.
    —Así es.
    —Veo que no necesitas abuela.
    — ¿Y por qué iba a necesitarla? —preguntó él. Evidentemente, no había comprendido el doble sentido.
    —Me dejas muerta —comentó ella, riendo—. Sigues siendo tan lógico como siempre.
    —No, por supuesto que no. Mientras sigas recordando cómo sentir.
    ¿Sentir? Sasuke no sabía cómo responder a aquello. Buscó a Rumi, pero se dio cuenta de que se había dejado la esfera en la suite. Comprendió en aquel momento lo mucho que dependía de su creación cuando se encontraba en una situación que no sabía cómo resolver. Con la mayoría de los ingenieros, sabía exactamente lo que esperar y cómo hablarles, pero con aquella mujer… Sakura le despertaba sentimientos que creía muertos hacía ya mucho tiempo, un deseo que eclipsaba todo lo demás. En aquellos momentos, sentado frente a ella, le importaba un comino la conferencia o el trabajo que no había podido completar durante el año anterior o incluso hacer las preguntas necesarias para asegurase de que había encontrado la perfecta ayudante/esposa. Lo único que le importaba era permitir que la primavera deshiciera el hielo que rodeaba su corazón. Que le calentara la sangre que le fluía por las venas. Que le ayudara a encontrar al hombre perdido en aquel interminable invierno para que pudiera respirar plenamente en su nueva vida.
    Aquella mujer era la respuesta a su problema.
    Sakura esperó pacientemente a que él volviera a hablar. Estaba cómoda con el silencio. A Sasuke
    Le parecía un atributo poco usual en una persona, fuera cual fuera su género. Mientras esperaba, ella sonreía y se agarraba la barbilla con la mano. Sasuke se dio cuenta de que tenía unas manos muy bonitas, con dedos largos.
    Evocó una imagen de las manos de Sakura sobre su cuerpo… Dios Santo, ¿de dónde había salido aquello? Normalmente, él no era una persona muy imaginativa y, sin embargo, aquella asombrosa imagen le había provocado una inconfundible reacción fisiológica que le resultaba imposible controlar. Sin duda, llevaba demasiado tiempo sin estar con una mujer.
    Algo debió delatarle. Sakura se irguió inmediatamente en la silla.
    — Sasuke, ¿qué te ocurre?
    —Vas a tener que perdonarme. Esto no me ha ocurrido desde que era un adolescente, pero tal vez por mi reciente aislamiento, estoy recibiendo una inusual cantidad de estímulos visuales que están teniendo una reacción adversa en mi sistema nervioso central. Si pudieras tratar de ser menos estimulante visualmente, mi cuerpo soltaría una cantidad apropiada de óxido nítrico en los cuerpos cavernosos que debería hacer que mis músculos se relajaran…
    Ella lo miró perpleja.
    — ¿Cómo has dicho?
    —Me has provocado una erección.
    La camarera eligió aquel instante para regresar con lo que habían pedido.
    — ¿Desean algo más? —les preguntó Anita tratando de mantener una expresión impasible en el rostro.
    Sasuke no lo dudó.
    —No. La cuenta, por favor. ¿Nos vamos?
    —Sí.
    —Está bien.
    Ella se puso de pie y se colgó la bolsa en el hombro pero, antes de que pudieran dar más de dos pasos, un caballero de cierta edad les cortó el paso.
    —Excelente discurso, señor Uchiha. Me han gustado mucho sus predicciones sobre robótica futura y su interrelación con los humanos.
    Sasuke se detuvo y estrechó la mano del hombre.
    —Gracias. Ahora, si nos perdona…
    Sasuke sabía lo que ocurriría si no se marchaba de allí pronto. Se pasarían la noche entera hablando. En cualquier otro momento, no le habría importado hacerlo, pero no en aquel instante. No aquella noche, cuando esperaba pasársela conociendo mejor a la mujer con la que tenía intención de casarse.
    —Tengo una reunión dentro de tres minutos y cuarenta y dos segundos exactamente y me va a llevar precisamente ese tiempo llegar allí — respondió—. Ahora, si nos disculpa…
    —Cómo no.
    Sasuke le colocó la mano en la espalda a Sakura y la hizo avanzar entre las personas que se les habían ido acercando hacia la salida. En el momento en el que salieron del café, Sakura se volvió para mirarlo. Le colocó una mano en el centro del pecho y le impidió seguir avanzando.
    — ¿Qué es lo que está pasando? —le preguntó.
    —Pensaba que esa parte la entendías. ¿Acaso ha habido un error de comunicación?
    —Podríamos decir que sí.
    — ¿Preferirías que fuera más directo?
    —No, creo que ya lo has sido lo suficiente. Pensaba que me habías invitado a tomar café. ¿Qué es lo que ha cambiado?
    Sasuke suspiró.
    —Supongo que debería haber permitido que te tomaras tu té helado antes de dar el siguiente paso.
    —Por lo menos un sorbo —bromeó ella. Entonces, dejó de apretarle la mano contra el pecho y comenzó a volverlo loco al empezar a trazar pequeños círculos.
    Sasuke tenía la sensación de que, si ella no paraba, y pronto, su cuerpo terminaría rápidamente con los depósitos de óxido nítrico.
    —Sé que nos sentimos atraídos el uno por el otro. Siempre lo hemos estado.
    — ¿Has cambiado de opinión?
    — ¿Sobre lo de hacer el amor contigo? —preguntó ella. Entonces, negó con la cabeza—. Solo creo que nos lo deberíamos tomar con más calma. Vaya. El indicador de las reservas de óxido nítrico estaba empezando a indicar la V de vacío.
    —No sé si voy a poder…. —confesó él.
    Los ojos de Sakura se oscurecieron.
    —Yo puedo vivir sin té. ¿Cuánto tiempo dijiste que nos quedaba hasta tu próxima cita?
    —Noventa y cuatro segundos, pero mentí sobre lo de esa cita.
    —Sí, lo sé. Se llama «broma» —dijo ella—. Un sustantivo. Significa «algo que provoca risa o diversión con los actos o las palabras de una persona».
    —A mí no me provoca risa o diversión.
    —No. ¿Y qué es lo que sientes?
    ¿Sentir? Sasuke cerró los ojos. Sentía que la adrenalina le recorría el cuerpo. Que Dios lo ayudara, ella tenía razón. Después de tanto tiempo, por fin estaba sintiendo. Trató de identificar aquella sensación en particular.
    —Esperanza —susurró con voz ronca—. Significa «la anticipación, creencia o confianza en que algo que se desea mucho puede por fin estar a punto de ocurrir».
    Sakura observó a Sasuke. Sentía que el corazón amenazaba con rompérsele. ¿Qué había ocurrido en todos aquellos años que habían estado separados que lo habían llevado a no sentir esperanza alguna? Le agarró la camisa y tiró de ella para acercarlo un poco más.
    —Llévame a tu habitación, Sasuke
    Después de todo, ¿qué importaba si le hacía el amor entonces o más tarde? Desde el momento en el que se cruzaron sus miradas había sabido que llegaría aquel instante.
    Lo deseaba. Siempre lo había deseado y él la deseaba también. Se dio la vuelta y, sin soltarle de la camisa, tiró de él hacia los ascensores.
    —Supongo que esto significa que nos vamos —preguntó él con voz
    Seca.
    —Sí, así es.
    —Está bien, pero, para que lo sepas, los ascensores están en la dirección opuesta.
    Sakura no aminoró el paso sino que, simplemente, cambió de dirección. Llegaron a los ascensores y entraron en uno. Guardaron silencio durante todo el trayecto. No obstante, Sakura sentía cómo la tensión se iba acrecentando entre ellos, provocando una tensión que, tarde o temprano, terminaría por explotar.
    Las puertas se abrieron por fin. Sasuke señaló hacia la derecha.
    —Doscientas cincuenta y uno.
    Sakura esperó hasta que él abriera la puerta con la tarjeta.
    —Dime una cosa, Sasuke. Ahora que me tienes aquí, ¿qué es lo que vas a hacer conmigo?
    Él no respondió inmediatamente. En vez de eso, estudió el rostro de Sakura con intensidad. ¿Había tenido su rostro una expresión tan grave? Siempre había sido un muchacho muy callado en su adolescencia, estudioso y centrado. Sin embargo, también había tenido la capacidad de reír. ¿Dónde había ido esa capacidad? ¿Cómo podría Sakura volver a encontrarla de nuevo?
    Sasuke debía de haber decidido lo que quería hacer con ella porque dio un paso más hacia ella. Le enganchó el dedo en el profundo escote de la blusa y tiró de ella para tomarla en brazos.
    —Creo que voy a quitarte la ropa y a hacerte el amor —le informó él muy seriamente.
    Entonces, la besó.
     
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  6.  
    Lex

    Lex Psychotic.

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    waaaaaaaaaaaaaaaaaa. Increible. Fascinante. Explosivo. Y netamente maravilloso.
    Señorita me ha encantado este capitulo... No puedo creer que se haya olvidado de Sakura waaaa kiero lemon lastima que no se permiten si lo haces en lemon y lo cuelgas en otra parte me avisas plis. Me ha gustado como planteaste el encuentro entre ellos. Espero ver pronto a los demás personajes de Naruto.
    Nos estamos leyendo
    Espero la continuacion ansiosa
    Xoxo Yuen
     
  7.  
    Inaru Uchiha

    Inaru Uchiha Entusiasta

    Géminis
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    Escritora
    Hola, me gusta tu forma de relatar la historia, en ocasiones me enredaba con las formas de expresar como científica, pero me gusto mucho, enserio que sí, me sorprendí de la forma tan directa y rápida en la que los dos se expresaban, pero me gusto me hace reír.. amo esta pareja (sasusaku).
    Avísame cuando subas la continuación.
    Atte: Inaru♥
     
  8.  
    Natsumi kydo

    Natsumi kydo Guest

    Título:
    La mujer perfecta
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    2825
    Sakura le rodeó con los brazos el cuello a Sasuke y se aferró a él como si le fuera en ello la vida. El primer roce de sus labios fue una suave y tierna caricia. Se mantuvo así durante un breve momento, lo suficiente para que ella reaccionara. En el momento en el que ella se lanzó, el beso se hizo más fuerte y más insistente. Entonces, suspiró encantada. Se entregó a él sin dudas ni cautela.

    Por fin llegó la noche. Sasuke pidió comida que ni siquiera probaron. Empezaron frases que quedaron sin terminar. Prepararon un baño que se quedó frío, olvidado. Se limitaron a estar abrazados, gozando insaciablemente de sus cuerpos. Durmieron en algún momento. La noche se convirtió en día.

    Sasuke se despertó con una sonrisa en los labios y la completa seguridad de que su vida había dado un giro y que ya no había vuelta atrás.
    Miró a Sakura, que seguía profundamente dormida, acurrucada contra él como si los dos compartieran la misma piel. Ella tenía apoyada la cabeza contra su hombro. El rosado cabello se le extendía como un remolino de seda por el pecho, sobre el que también tenía una mano.
    ¿Qué iba a ocurrir a continuación? ¿Cómo iba a convencerla de que se convirtiera en su ayudante-esposa? Porque ya no tenía intención alguna de dejarla marchar.

    Con mucho cuidado, se levantó y se apoyó sobre un codo. Entonces, trazó la aterciopelada piel desde el hombro al pecho, de la cintura a la cadera pasando por la respingona curva del trasero. Entonces lo vio, descansando sobre la parte trasera de la cadera izquierda. Un tatuaje que parecía mirarlo. Un par de ojos negros observándolo desde detrás de unas hojas verdes.

    El recuerdo le explotó en la cabeza, tan doloroso como si hubiera ocurrido tan solo instantes atrás. Su casa de acogida. Lo que debería haber sido su último hogar. Por primera vez desde que se quedó huérfano, aquella había sido una casa de verdad, no las incontables residencias en las que él había sido tan solo uno más. El no deseado. El olvidado. El rechazado.

    Aquella era una casa de verdad, con padres cariñosos. Tenía su propio dormitorio… y a Sakura. Aquel nombre le abrasaba el pensamiento como si se tratara de lenguas de fuego y se abría paso entre las brumas del pasado. De repente, lo recordó todo. La residencia Haruno había sido un lugar transitorio en el verano entre su último año en el instituto y el primer semestre en Harvard. Él no era el único muchacho de acogida, pero los Haruno habían conseguido de alguna manera equilibrar los intereses familiares con el trabajo y las necesidades de los muchachos que acogían. Había sido perfecto si no hubiera sido por… Sakura.

    En el momento en el que entró en su nueva casa y la vio, se sintió inmediatamente atraído por ella. No debería haber sido así, teniendo en cuenta que, por aquel entonces, ella llevaba cabello rojo y de punta al estilo gótico, se pintaba los ojos de negro y las uñas de manos y pies de morado. Había estado tan acostumbrado a que la gente lo juzgara sin conocerlo que trataba de no cometer el mismo error. Solo le hizo falta una mirada para comprender la dulzura que había bajo toda aquella locura.

    Sin embargo, ella le había mentido de principio a fin.

    Sasuke se levantó de la cama con un rápido y fluido movimiento y cruzó la habitación. Abrió el armario y sacó el primer par de pantalones que encontró. Se los puso y trató de recuperar el control. Maldita sea. No podía. Siempre le pasaba lo mismo con ella. Sakura poseía la extraña habilidad de apretarle los botones adecuados para estropear sus planes y ponerlo todo patas arriba.

    — ¿Sasuke? —susurró ella desde la cama, con voz dulce y satisfecha.

    Él respiró profundamente y consiguió contenerse por fin. Se volvió a mirarla.

    —Buenos días.

    Ella parpadeó para despejarse.

    — ¿Qué ocurre?

    —Nada. Me gustaría que te marcharas ahora mismo.

    Sakura se sentó en la cama. La sábana se le deslizó por el cuerpo, dejando al descubierto los deliciosos senos que él había encontrado tan insoportablemente dulces a lo largo de la noche.

    No tenía sentido. Ella era mala. Una víbora dispuesta a atacar. Sin embargo, no le parecía que pudiera contemplar nunca una imagen más hermosa. ¿Cómo era posible?

    Ella parpadeó.

    — ¿Acabas de pedirme que me vaya?

    —Sí.

    — ¿Qué es lo que ocurre? —preguntó ella mientras se levantaba de la cama. Verla a la luz del sol, contemplar cada centímetro de su piel, cautivaba a Sasuke.

    —Ya recuerdo quién eres.

    — ¿Sí? —replicó ella sonriendo—. Es genial. ¿Cómo lo has conseguido?

    —Por el tatuaje.

    — ¿Solo por el tatuaje? Me sorprende que el tuyo no lo haya conseguido antes.

    —Yo no tengo ningún tatuaje.

    —Claro que sí. La garra de una pantera para complementar mis ojos negros como la noche. Lo tienes en la cadera…
    Se interrumpió inmediatamente. Entonces, se mordió el labio entre los dientes. Recordó que aquel tatuaje había sido reemplazado por otra cosa.

    —Ay, Sasuke. Allí ahora tienes una cicatriz. Lo siento mucho.

    —Basta ya, Sakura. No solo recuerdo perfectamente quién eres sino también lo que hiciste.

    — ¿Y qué fue lo que hice?

    Sasuke frunció el ceño y la miró con desaprobación.

    —Aquel verano me mentiste sobre tu edad. Me dijiste que tenías diecisiete años. Me dijiste que ibas a empezar el último año del instituto y yo el primero de universidad. Que solo estabas un año detrás de mí. En vez de eso, eras una niña de quince años.

    —Casi tenía dieciséis. Te mentí porque sabía que no me besarías si te decía la verdad.

    — ¿Besarte? —le espetó él. Se acercó a ella y le agarró los hombros, levantándola hasta que la puso de puntillas—. Te hice el amor. Eras virgen.
    Eras… intocable y yo te toqué. La única casa de verdad que yo había tenido desde que mis padres murieron y tú me lo estropeaste todo. Me lo quitaste. Perdí mi beca por tu culpa porque ya no era una «buena persona». Por tu culpa, no me aceptaron en Harvard.

    — ¿Cómo dices? —replicó ella escandalizada—. Oh, Sasuke. Lo siento mucho. Me dijeron que te habías marchado a la universidad antes de la cuenta. Yo no supe que…

    Sasuke la soltó y dio un paso atrás.

    —Vístete.

    Aquella única palabra hizo que Sakura se sonrojara. Sin decir ni una palabra, recogió todas sus prendas y se vistió. Sasuke se dio la vuelta incapaz de observarla sin… volver a desearla.

    —Sasuke…

    No se había dado cuenta de que ella se había acercado hasta que Sakura le tocó en el brazo. Se dio la vuelta. Deseaba que ella comprendiera el precio tan alto que había tenido que pagar por ella. El por qué jamás perdonaría sus mentiras.

    —El último hogar de acogida… ese lugar en el que me pusieron los últimos meses, fue el peor de todos. Sabían lo que había hecho y me trataron…
    Se interrumpió y sacudió la cabeza para tratar de controlar sus sentimientos antes de poder seguir hablando.

    —Cuando cumplí los dieciocho, me echaron a patadas a la calle. No tenía ningún lugar al que ir ni nadie que me ayudara. Ni trabajo ni dinero ni posibilidad alguna de conseguir alguna de las dos cosas.

    —No lo sabía —susurró ella, con dolor e incredulidad—. Te juro que no lo sabía.

    Entonces, comenzó a llorar. Los ojos se le enrojecieron y se le llenaron de lágrimas. Sasuke trató de no prestar atención alguna a aquellas lágrimas.

    — ¿Eres al menos ingeniera? —le preguntó.

    —No. Por supuesto que no.

    — ¿Cómo que por supuesto que no? Estabas en una conferencia sobre ingeniería. Solo se permitía el acceso a la misma de personas relacionadas con la ingeniería. No había invitados ni medios de comunicación. Ni… bueno, lo que seas tú.

    —Escribo e ilustro libros para niños.

    Aquella afirmación fue tan inesperada que Sasuke tardó un segundo más de lo esperado en reaccionar.

    —Entonces, ¿qué diablos estabas haciendo en mi discurso?

    —Vi tu nombre y tu fotografía en una de los tablones del hotel y te reconocí. Me colé siguiendo un impulso.

    —Me dijiste que eras ingeniera.

    —De eso nada. De hecho, te dije que no lo era.

    —Eso no es cierto.

    —Te lo dije cuando nos tomamos el té. O mejor, cuando no nos lo tomamos. Me preguntaste si nos habíamos conocido en una conferencia sobre ingeniería y yo te dije que no era ingeniera. Bueno, para ser sincera…

    —añadió, sonrojándose.

    —Sí, por favor. Estaría bien viniendo de ti.

    —Yo jamás te he mentido —le espetó ella muy enfadada—. Te dije que nos habíamos conocido antes. Jamás afirmé ser ingeniera. De hecho, había empezado a explicarte lo que hacía para ganarme la vida cuando llegó la camarera.

    —Tal vez deberías haberme dicho desde el principio que tú eras la mujer que me estropeó la oportunidad de ser alumno de Harvard. Eso habría sido lo mejor.

    —Lo siento. No tenía ni idea —dijo ella. Aquella disculpa parecía sincera.

    —Podrían haber presentado cargos contra mí. Tus padres amenazaron con hacerlo.

    —Si hubieran presentado cargos, yo les habría contado a las autoridades la verdad. Que te había mentido sobre mi edad y que lo que había ocurrido entre nosotros había sido consentido. Completamente consentido. Te lo juro, Sasuke… Yo no sabía que ellos se enterarían. Jamás me lo dijeron.
    Simplemente me desperté un día y ya no estabas.

    — ¿Y crees que así se habría solucionado todo? Maldita sea, Sakura. Te llevé a un salón de tatuajes. Madre mía. Te dejé que fueras conduciendo hasta el salón de tatuajes.

    Sakura se enrojeció.

    —Yo era… algo precoz por aquel entonces.

    — ¿Precoz? Eras un montón de hormonas andantes y parlantes que solo querían meterse en tantos líos como fuera posible, y que, de paso, me metió a mí en más líos de los que yo pudiera desear.

    —Tienes razón, pero fue muy divertido mientras duró, ¿verdad?

    —Fuera —rugió Sasuke. No podía aguantar más sin perder completamente el control—. Quiero que te marches. Ahora mismo.

    —Por el amor de Dios, Sasuke. Lo siento mucho. Yo jamás me di cuenta de que habías pagado un precio tan algo por algo tan maravilloso.

    —Para mí no lo fue.

    —No… supongo que no. Igual que anoche tampoco lo fue.

    —Fue sexo.

    Ella cerró los ojos. Sasuke comprendió que le había hecho daño. Daño de verdad. Sakura se humedeció los labios y asintió brevemente.

    —Por supuesto. Bueno, pues gracias por un sexo maravilloso, Sasuke. Sin decir una palabra más, Sakura se dio la vuelta y se marchó del dormitorio. Oyó que ella rebuscaba en su bolsa algo. Entonces, silencio.

    ¿Qué diablos estaba haciendo? Sasuke sabía perfectamente bien que ella no se había marchado de la suite. Aún sentía su presencia. Este hecho bastaba para volverlo loco. Por fin, por fin, por fin… La puerta de la suite se abrió y se volvió a cerrar.

    Sasuke soltó el aliento que había estado conteniendo. Ya se había marchado. Aquella vez, para siempre. Se dirigió al salón y tomó el teléfono, con la intención de alertar a recepción de que pensaba marcharse antes de lo esperado. Entonces, vio un libro que no había estado allí antes. Un libro infantil. Lo tomó y lo observó.

    La cubierta estaba llena de color, rebosante de plantas y flores.

    Entonces, Sasuke vio los intensos ojos negros que se asomaban entre el follaje de la selva. Su aspecto era casi idéntico al tatuaje que ella llevaba.

    Aquellos ojos resultaban extrañamente familiares. Tal vez porque Sasuke los veía todos los días en el espejo.

    Tocó la portada y descubrió el torso de una pantera negra que ella había ocultado en la escena. Incapaz de contenerse, abrió el libro. Ella lo había firmado con su nombre de pila y el breve boceto de una flor. Una flor de cerezo. «Para Sasuke. Me equivoqué. Tú no eres Cat».

    Las palabras no tenían ningún sentido para él. Solo las entendió cuando empezó a hojear el libro y descubrió que Sakura había llamado Cat a la pantera. Junto al enorme felino iba siempre un gatito doméstico que se llamaba Kit. El gatito tenía unos enormes ojos verdes y rayas amarillas, idéntico en nombre y en aspecto al gatito que él le había regalado a Sakura el día en el que hicieron el amor. Había elegido aquella pequeña criatura porque le recordaba a ella. Incluso le había puesto un enorme lazo verde alrededor del cuello.

    Incapaz de resistirse, volvió al principio del libro y empezó a leer más cuidadosamente. Muy pronto, comprendió que aquel era el primero de una serie de libros sobre las aventuras de Kit y Cat. Contaba la historia del gatito perdido en la selva y que se encuentra con una pantera. Los dos se hacen muy amigos. Kit no causa más que problemas. Sasuke sonrió al encontrar las similitudes con la clase de cosas que Sakura solía hacer. Sin embargo, Cat siempre estaba a su lado para rescatarlo y para protegerlo de los peligros de la selva, aunque eso significara elegir entre el gatito y su manada.

    Cerró el libro y miró su Rumi. De algún modo, en algún momento de su discusión con Sakura, lo había tomado y lo había transformado. Allí estaba, en el escritorio, brillando a la luz del sol. Los símbolos matemáticos fluían simétricamente por los pétalos de la flor que él había creado. Una flor de cerezo, que es lo que Sakura significa en japonés.

    Apretó los puños y dio un paso atrás rechazando la flor y el libro. Él no era Cat ni Sakura Kit. Además, ella había cometido un error en sus libros. ¿Acaso no se había dado cuenta? ¿No había investigado los datos para su libro? Las panteras no vivían en manadas. Las panteras eran animales solitarios.

     
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  9.  
    Lex

    Lex Psychotic.

    Tauro
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    Pluma de
    Escritor
    Ahhhh, intrigada me has dejado llena de curiosidad.
    He amado este capi, sorpresivo e intenso. Lo amé en definitiva.

    YA quiero ver que es lo que hace Sakura despues de esto y cual será la eleccion de Sasuke para su ayudante-esposa.

    Espero con ansias el proximo capitulo.
    En cuanto a lo técnico no vi errores, pero lei algo distraida así que no puedo argumentar más.

    Avisame cuando subas la conti.
    Nos estamos leyendo.
    Sayo.
     
  10.  
    Natsumi kydo

    Natsumi kydo Guest

    Diecinueve meses, quince días, cinco horas, diecinueve minutos y cuarenta y tres segundos más tarde…

    Sakura trató de colocarse el minúsculo auricular que jamás parecía encajarle adecuadamente en la oreja.
    — ¿Estás segura de que sabes dónde tenemos que ir, Moegi? —le preguntó a la niña que había accedido a acoger casi un año antes.
    —Segurísima.
    Con inseguridad, Sakura abandonó la carretera y se detuvo en el estrecho arcén. Soplaba un fuerte viento del mes de noviembre, lo que provocaba que el pequeño coche de alquiler se meneara peligrosamente.
    Tomó el mapa que llevaba en el asiento del copiloto y lo extendió en el volante. La memoria no le había fallado. El desvío que Moegi había descrito no existía en ninguna parte.
    —Escucha, Moegi —dijo Sakura—. Estoy perdida en medio de la nada a las afueras de un pueblo llamado konoha. Este lugar no está en el mapa y tu estúpido GPS me pide que dé la vuelta en cuanto pueda y me marche. Y eso es precisamente lo que me siento más inclinada a hacer.
    —Dora es una idiota —anunció Moegi alegremente.
    —Creo que eso ya te lo dije yo cuando tú insististe en que la aceptara.
    —Es aún muy joven. Dale tiempo para madurar. Sakura ahogó una carcajada.
    — ¿Que es muy joven? Eso sí que es bueno viniendo de ti.
    —Yo tengo dieciséis años y ocho meses. O más bien los tendré mañana. Dora tiene once meses y tres días. La misma edad que Natsuki.
    Sakura se sorprendió ante la precisión de Moegi. Aunque no había relación biológica, aquel comentario habría sido muy propio de Sasuke. ¿Cuándo iba a superarlo? ¿Cuándo dejaría de pensar en él? Nunca.
    Por muy imposible que pudiera parecer, se había enamorado de Sasuke cuando no era más que una niña y se había sentido destrozada cuando él se marchó sin decirle ni una sola palabra. Sin ni siquiera despedirse de ella. Sakura había sufrido durante años. Lo había buscado durante años con la esperanza constante de que algún día él regresaría a su lado. Tan fuerte era la esperanza, que se había negado a tener ninguna otra relación con nadie en su primer año de universidad. Después, se había desilusionado al sentir que ninguna relación podía compararse a lo que había experimentado con Sasuke.
    Entonces, milagrosamente, había vuelto a encontrarlo. A pesar del hecho de que solo habían compartido una única noche juntos, la segunda vez que se habían separado había sido mucho peor, tal vez porque su relación había sido por fin la de dos adultos. O, por lo menos, eso era lo que ella había pensado. Durante aquellas breves horas, se había abierto completamente a él, igual que lo había hecho siendo una adolescente. Se había permitido creer que él había conectado con ella tan profunda y tan completamente como había ocurrido en su caso.
    Si no hubiera sido por su hija, no hubiera podido superar aquellos últimos meses. Y en aquellos momentos, cuando resultaba evidente que la pequeña Natsuki compartía la brillantez de su padre, Sakura había decidido encontrar a Sasuke aunque él se ocultara en los últimos confines de la tierra. Incluso Moegi le recordaba a él.
    Apretó la mandíbula pensando en el enfrentamiento que iba a tener con Sasuke. De algún modo, tenía que endurecerse, cerrarse a sus sentimientos como había hecho él. No podía cometer el error de hacerse ilusiones por tercera vez. No creía que pudiera sobrevivirlo.
    —Está bien, Moegi. Vamos a terminar con esto —anunció Sakura—. ¿Dónde estoy ahora y cómo tengo que hacer para llegar a Sasuke? Porque, por lo que yo puedo ver, no hay nada en un billón de kilómetros a la redonda.
    —Pues eso sí que es imposible, teniendo en cuenta que la circunferencia de la Tierra es de solo 40.000 kilómetros aproximadamente.
    —Ya sabes lo que quiero decir.
    En principio, Moegi había estado en acogida en casa de los padres de Sakura. Y aún lo estaría si los Haruno no se hubieran retirado del programa debido a un repentino ataque al corazón del padre de Sakura. Cuando esto ocurrió, Moegi le suplicó a Sakura que diera los pasos necesarios para acogerla, pues las dos se llevaban muy bien. Afortunadamente, los libros de cuentos de Sakura habían sido un gran éxito y le proporcionaban derechos de autor. Este hecho le permitía vivir la vida como ella más lo creyera conveniente y eso incluía acoger a una adolescente. Eso había ocurrido diez meses antes y ambas habían descubierto que la nueva situación funcionaba perfectamente para ambas.
    —Escucha y obedece —le ordenó Moegi—. Conduce exactamente cinco kilómetros y cuatrocientos metros al sur desde el lugar en el que estás ahora. Allí, encontrarás una carretera de grava a la izquierda. Tómala. Sigue conduciendo otros dieciséis kilómetros y cuatrocientos metros. Si sigues sin ver nada, llámame.
    —Una cosa más. ¿Cómo sabes dónde estoy?
    —Me lo ha dicho Dora.
    Sakura suspiró.
    —Chivata.
    —Natsuki y yo estamos siguiendo la señal de tu GPS, ¿verdad, pelirroja? Sakura escuchó el alegre gorjeo de la voz de su hija a través de las ondas. De repente, la echó de menos más de lo que creía posible. Era la primera vez que se separaba de Natsuki.
    Arrancó el coche, metió la primera y volvió a salir a la carretera.
    —Te llamaré en cuanto llegue.
    —Estaremos esperando.
    Moegi estaba muy emocionada. Desde que descubrió que Sakura conocía al gran Sasuke Uchiha y, más aún, que era el padre de Natsuki, Moegi había trabajado sin descanso hasta descubrir dónde estaba la guarida de Sasuke.
    Al menos, así era como Sakura lo consideraba, teniendo en cuenta que mantenía su domicilio tan bien escondido. Ella jamás lo había conseguido, y eso que lo había intentado. En el momento en el que descubrió que estaba embarazada, se había pasado un año tratando de averiguar dónde estaba sin éxito alguno. Había enviado cartas a todas las empresas de ingeniería que se le ocurrió sin resultados. A Moegi le costó exactamente un mes. En realidad, veintinueve días, once horas, catorce minutos y un puñado de segundos.
    El trayecto de dieciséis kilómetros y lo que fuera llevó a Sakura casi una hora. El sendero era pésimo. Seguramente, se trataba de un intento deliberado por parte de Sasuke para evitar que los visitantes pudieran llegar con facilidad a él. Por fin, cuando coronó una pequeña subida, divisó un enorme complejo que se extendía a sus pies. Se fundía bellamente con la pradera que lo rodeaba de tal manera que casi parecía un espejismo.
    Inmediatamente, llamó a Moegi.
    —Ya he llegado.
    — ¿De verdad que lo he encontrado? ¡Genial!
    —Te llamaré después de mi reunión.
    —Quiero que me lo cuentes todo.
    Sakura se quitó el auricular y lo apagó. Metió la primera al coche y bajó lentamente por la ladera de la colina hasta lo que parecía ser un rancho, con su granero, sus pastos e incluso un molino. A pesar de todo aquello, sobre el rancho pesaba una gran sensación de vacío, como si el tiempo se hubiera detenido. Paró el coche frente a la enorme casa, apagó el motor y permaneció unos instantes sentada, tratando de encontrar tranquilidad.
    ¿Qué le iba a decir a Sasuke? ¿Cómo iba a reaccionar él? ¿Le importaría el hecho de que hubiera tenido una hija suya? ¿Reconocería a su hija?
    Había llegado el momento.
    Observó el amplio porche y se mordió el labio. Entonces, abrió la puerta del coche, salió y la cerró de un portazo. A continuación, subió los escalones que llevaban a la puerta principal. Había algo extraño en todo aquello. Tardó un instante en darse cuenta de qué se trataba. No había ventanas ni en la puerta ni alrededor de ésta. Ni manilla. Ni timbre o llamador.
    Maldita sea.
    Apretó los puños y empezó a golpear la pesada puerta de roble.
    — ¿Sasuke? ¿Sasuke Uchiha? Quiero hablar contigo.
    Nada.
    Le dio a la puerta una patada.
    —No me voy a marchar, Sasuke. Hasta que hablemos, no pienso hacerlo.
    Nada.
    Tal vez, simplemente, no estaban en casa.
    Paseó por delante de la puerta preguntándose qué era lo que debía hacer. Entonces, notó otra cosa extraña sobre aquella puerta. Algo brillaba en el marco. Se detuvo y lo observó atentamente. ¡Dios Santo! Se trataba de una cámara. Alguien la estaba observando y estaba dispuesta a apostarse cualquier cosa a que sabía quién era. Se dirigió directamente hacia la cámara y levantó la cabeza para poder mirar al pequeño círculo de cristal.
    — ¿Sasuke? O abres esta puerta o voy a sacar el teléfono y voy a llamar a todos los medios de comunicación que se me ocurran para decirles dónde vives. Entonces, voy a meterme en Internet y voy a publicar la localización de tu casa en todos los sitios web de tíos raros como tú que pueda encontrar.
    Un instante más tarde, la puerta emitió un clic y cedió un poco. Sakura la empujó y vio que se abría sin el más mínimo esfuerzo. Dio un paso al frente y entró en un ambiente en penumbra que le impedía ver nada. La puerta se cerró a sus espaldas con un estruendo de pestillos y cerrojos.
    Estaba encerrada ahí dentro.
    —Si con eso has querido asustarme, no lo has conseguido. Tal vez me hayas intimidado un poco, pero no me has asustado.
    Miró a su alrededor y, a duras penas, consiguió distinguir algo. El frío aire olía a polvo y a cerrado, como si aquella zona se utilizara en pocas ocasiones. Sasuke ciertamente no había gastado ninguno de sus millones en calentar aquella zona de su casa. Sakura tembló con su fino abrigo. Echaba de menos la calidez y la luz del sol de Kioto.
    Dio un paso al frente y miró a su alrededor. No había mesas, ni perchas, ni espejos ni cuadros. Solo… vacío. Y polvo. Trató de encontrar el interruptor de la luz, pero sin éxito. Intuía otras habitaciones a su alrededor, que sí que tenían ventanas a pesar de que estuvieran cerradas a cal y canto con las contraventanas. ¿Por qué vivía Sasuke en aquella casa tan magnífica si la tenía completamente cerrada y vacía?
    Antes de que pudiera sacar el valor suficiente para explorar, oyó el repiqueteo de los tacones de unas botas sobre la madera del suelo. Los pasos se dirigían en la dirección de Sakura, aunque no parecían tener prisa alguna por llegar a su lado. Aquel paso firme y deliberado añadía enteros al factor de la intimidación, como si el hecho de que él llegara a su lado fuera una certeza de la que no podía escapar.
    Ya no había vuelta atrás.
    Un instante más tarde, su figura apareció en el umbral de la puerta que quedaba a la derecha de Sakura. A pesar de que ella no lo podía ver con claridad, estaba segura de que se trataba de Sasuke. Cerró los ojos y trató de controlar el impulso que la empujaba a arrojarse a sus brazos.
    — ¿Cómo me has encontrado, Sakura? —le preguntó la fría y dura voz de Sasuke, cortando la oscuridad y confirmando así su identidad.
    Sakura suspiró. ¡Qué propio de Sasuke no respetar las reglas sociales!
    —Hola, Sasuke. Estoy bien, gracias. Sí. Ha sido un viaje muy largo. ¡Vaya, gracias! Me encantaría algo de beber.
    —Amenazaste con exponerme a los medios de comunicación —dijo él tras una pequeña pausa.
    —No me dejabas entrar. Era el único modo de conseguirlo. Esto es ridículo —respondió mientras se acercaba a él—. Vamos, Sasuke. Tráenos algo de beber y sentémonos a hablar. Tengo que decirte algo muy importante.
    Cuanto más se acercaba a él, mejor podía verlo. Él había cambiado mucho en los meses que llevaban separados. Una gélida actitud emanaba de él. Era un hombre más duro y reservado que antes. ¿Qué había ocurrido para provocar aquel cambio? No era posible que se hubiera convertido en aquel hombre frío y distante como consecuencia de su encuentro. Para que así fuera, la noche que pasaron juntos tendría que haber significado algo para él y, aunque a Sakura le rompía el corazón admitirlo, hacía mucho que había llegado a la conclusión de que aquellas gloriosas horas no habían dejado huella alguna en él. Si no, al menos había respondido a las cartas que le había enviado.
    — ¿Te gustaría tomar algo antes de que te marches?
    Sakura suspiró. Aquel encuentro iba a ser mucho más duro de lo que había anticipado.
    —Sí, gracias.
    Sasuke la condujo a una impresionante cocina que parecía sacada de una película de ciencia ficción y en la que parecían faltar los electrodomésticos.
    —Luces —dijo él. Inmediatamente, las luces se encendieron.
    — ¿Es así cómo se encienden las luces en esta casa?
    —Sí, si tu voz está codificada para que el ordenador te autorice a hacerlo. La tuya no lo está. ¿Agua, té, refresco o algo más fuerte?
    —Agua —respondió tratando de controlar los nervios—. No lo habría dicho, ¿sabes? Me refiero al lugar en el que vives.
    Sasuke marcó un código en un panel que había en la pared. Con un suave susurro, dos botellas salieron de una puerta que se abrió en la pared. Él le entregó una a Sakura y tomó la otra. La abrió y le dio un largo trago.
    —Lo sé.
    — ¿De verdad? —dijo ella. Aquel comentario la ayudó a relajarse un poco. Sonrió—. ¿Cómo lo sabes?
    —Porque Madara ha bloqueado tu teléfono móvil y lo seguirá haciendo hasta que yo le ordene que deje de hacerlo.
    — ¿Y cuándo se lo vas a ordenar? —replicó ella. La sonrisa se le había helado en los labios.
    —En cuanto mi tío y yo cambiemos de domicilio. Hasta entonces, permanecerás aquí en calidad de invitada.
    — ¿Cómo has dicho?
    —Ya me has oído.
    —Pero… pero no puedes hacer eso.
    —Ya lo verás.
    Sakura comprendió que hablaba en serio. El pánico se habría apoderado de ella si no hubiera visto algo que le hubiera dado esperanzas. En aquellos ojos negros, captó la chispa del deseo.
    Ella decidió ponerlo a prueba.
    — ¿Y qué se supone que tengo que hacer mientras me tienes aquí? —le preguntó. En ese momento, la mirada cambió y se hizo más dura e inescrutable—. No puedes hablar en serio.
    —Tú elegiste venir aquí. Al hacerlo, asumiste unos riesgos y las consecuencias de tus actos.
    Sakura se acercó a él hasta que solo hubo unos pocos centímetros de distancia entre ambos.
    — ¿Y hacer el amor es el riesgo y la consecuencia que he asumido presentándome en tu casa? Venga ya. Según tú, nosotros nunca hemos hecho el amor. Me parece recordar que me dijiste que era solo sexo.
    Sasuke esbozó una fría sonrisa.
    —Según tú, sexo maravilloso.
    Sakura estalló.
    — ¿Cómo te atreves a decirme esto después de todo este tiempo? ¿Cómo te atreves a decirme que me vas a tener aquí en contra de mi voluntad? Solo porque no has tenido relaciones sexuales desde hace mucho tiempo y yo aparezco en tu puerta, no te creerás que puedes echarme en tu cama y aprovecharte de mí.
    —Sí.
    — ¿Sí? ¿Es eso lo único que tienes que decir? ¿Sí? ¿Has perdido la cabeza?
    — ¡Una vez más, sí! Perdí la cabeza hace diecinueve meses, quince días, seis horas, veintiocho minutos y doce segundos. Y quiero recuperarla, que es precisamente lo que tú vas a hacer. El hecho de tenerte aquí en mi cama me ayudará a recuperar la cordura. Es una solución perfectamente lógica a un problema completamente ilógico.
    Sakura no recordaba que Sasuke hubiera estado tan a punto de perder el control. Siempre se había comportado como una persona muy contenida. Aquella vez no. Sakura sabía que si seguía presionándolo, él terminaría por estallar. Decidió que era mejor permitirle que se calmara.
    —Tienes mucha cara dura, Sasuke —dijo en voz muy baja.
    —Tienes razón. Y eso no cambia el hecho de que tú harás lo que yo te diga.
    — ¿Cualquier cosa?
    —Cualquier cosa. Todo…
    —Yo creía que no me deseabas.
    Para alivio de Sakura, Sasuke no lo negó.
    —Aparentemente estaba equivocado. Supongo que lo estábamos los dos.
    — ¿Acaso me estás proponiendo una aventura? Yo me quedo aquí durante el tiempo que tú tardes en encontrar otro lugar en el que esconderte…
    —Yo no me estoy escondiendo.
    —Venga ya —comentó ella con una carcajada.
    —Te equivocas. Estoy protegiendo mi intimidad. Si el público en general supiera dónde vivo…
    —Estoy segura de que no le importaría lo más mínimo. Tal vez a los medios de comunicación, sí, pero sospecho que los únicos sobre los que te tienes que preocupar es sobre otros aspirantes a científicos locos. Por lo tanto, ¿cuál es la verdadera razón?
    Sasuke dio un largo trago de agua y la miró. Entonces, cambió de tema.
    — ¿Cómo me has encontrado?
    —Me han ayudado. Esa es otra razón por la que no me puedes mantener aquí contra mi voluntad. Moegi terminará preocupándose y llamará a la policía.
    — ¿Moegi? —repitió él. Los ojos le ardieron de furia antes de recuperar el control—. ¿Novio? ¿Esposo? ¿Amante? Sakura decidió jugar el mismo juego de Sasuke. Se cruzó de brazos y lo contempló con gesto desafiante.
    — ¿Cómo nos encontró ese tal Moegi, Madara? —preguntó Sasuke sin dejar de mirarla.
    Para sorpresa de Sakura, una voz respondió:
    —Estoy trabajando en ello.
    —Pues date prisa. Quiero que lo encuentres y le aísles.
    — ¿Acaso crees que no lo sé? Pues lo sé, pero ese Moegi es bueno. Muy bueno.
    —Pensaba que tú eras el mejor.
    —Vete al infierno, Sasuke.
    Para alivio de Sakura, aquella respuesta demostraba que la voz de Pretorius pertenecía a un ser humano. Entonces recordó que Sasuke le había dicho que Pretorius era su tío.
    —Creo que he descubierto cómo nos ha encontrado. Estoy negándole el acceso. Ya está.
    — ¿Ya está? —Preguntó Sakura—. ¿Somos ya invisibles a Moegi? Supongo que comprenderéis que he llegado aquí con un GPS.
    —No tardaremos mucho en marcharnos de aquí.
    —Eso me resulta difícil creerlo, a no ser que ya tengas otro sitio preparado —dijo ella. El brillo en los ojos de él confirmó esta sospecha— Está bien. ¿Sabes una cosa, Sasuke? Adelante. Detenme aquí mientras tu tío y tú os largáis a vuestra nueva cueva. Francamente, no me importa.
    —Ya te he dicho que no nos estamos escondiendo.
    —Pero aún no me has preguntado por qué he venido. Has estado tan preocupado por saber cómo te he encontrado que has pasado por alto la cuestión principal.
    — ¿La de la razón por la cual me escribiste veintiséis cartas? Por no mencionar la de por qué, después de tanto tiempo, te has tomado tantas molestias para localizarme. ¿A esas cuestiones te refieres?
    Sasuke había recibido sus cartas y no se había puesto en contacto con ella. Una potente ira se apoderó de ella.
    —Sí, esas cuestiones —respondió apretando los dientes.
    —No me tengas en suspenso. ¿Qué podrías tener que decir que no me dijeras hace diecinueve meses y quince días?
    ¿Sasuke quería que fuera al grano? Lo haría.
    —Tienes una hija.
     
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  11.  
    Natsumi kydo

    Natsumi kydo Guest

    Título:
    La mujer perfecta
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    3264
    CAPITULO 6


    —Una de esas personas era tu hija —le replicó Sakura—. Y si me hubieras dado un minuto para presentarte a las otras, sabrías de quiénes se tratan.
    — ¡Maldita sea, mujer! —rugió él lleno de ira.
    ¿Acababa de llamarla «mujer»? Sakura se acercó a él. La ira que sentía era comparable a la de él.
    —Ahora que estoy aquí, creo que ha llegado el momento de hablar de las condiciones de mi estancia. Primera condición, si quieres que estemos aquí más de cinco minutos, vas a tener que moderar tu lenguaje. Natsuki es muy parlanchina y trata de repetir todo lo que oye.
    —Dem… De acuerdo. Haré lo que pueda.
    —Condición número dos, me llamo Sakura. Si me vuelves a llamar mujer en ese tono de voz o te vuelves a dirigir a mí en esos términos, me largo. Y tu hija también. ¿Te has enterado?
    Sasuke apretó los dientes con tanta fuerza que fue un milagro que no se le rompieran. En este caso se limitó a asentir levemente.
    — ¿Alguna otra condición?
    —Tercera. Tsubaki y Moegi son miembros de mi familia y van donde voy yo.
    — ¿Quién es Tsubaki?
    —Tsubaki fue maestra de infantil y, en estos momentos, es mi cocinera y mi ama de llaves. Dado que soy un desastre en la cocina y todos tenemos que comer, la he contratado para ocuparse de todo lo que se refiere a la casa.
    — ¿Sabe cocinar?
    —Y limpiar —afirmó Sakura mirando con desagrado el despacho—. En serio, Sasuke. Este lugar es un desastre. No puedo creer que te encuentres cómodo viviendo así.
    —No es más que un poco de polvo. Además, yo no vivo en esta sección de la casa.
    —¿Científicos locos más lugar secreto es igual a laboratorio misterioso y secreto?
    —Algo así.
    — ¿Un laboratorio misterioso, secreto e impoluto?
    —Por supuesto.
    —Bien, dado que ahora tienes invitados que van a vivir en esta sección de la casa, necesitaré que nuestras habitaciones estén tan impolutas como nuestro laboratorio.
    Sasuke volvió a examinar el despacho. Aquella vez miró de verdad y por fin vio a lo que Sakura se refería.
    —He estado muy centrado en un proyecto y no me había dado cuenta de lo mal… Perdón. Debería haber hecho más para preparar vuestra llegada.
    —Nosotros nos ocuparemos.
    —Ya me has explicado quién es Tsubaki. ¿Quién es la niña con aterrador aspecto gótico?
    —Es Moegi.
    —Moegi… ¿Tu experto en ordenadores?
    —Efectivamente.
    —Estamos en el mes de noviembre. ¿No debería estar en el colegio?
    —Terminó hace unos meses. En estos momentos está pensando a qué universidad quiere ir.
    Sasuke la miró asombrado.
    — ¿Cuántos años tiene? Si parece que tiene doce.
    —Va a cumplir los diecisiete dentro de unos meses. Ella te podrá dar los días, las horas y los minutos y hasta los segundos si quieres un número más exacto.
    —Es lista.
    —Sí. Da un poco de miedo de lo lista que es. Como tú. Y como Natsuki.
    —Por eso estás aquí…
    —Sí. Es uno de los motivos —explicó. No había razón para señalar los otros. Se harían evidentes con el tiempo—. Resulta evidente que necesita a alguien que vaya a comprender el modo en el que piensa. En estos momentos tiene a Moegi, que es una gran ayuda, pero Moegi no va a estar a su lado para siempre. Además, no hay figura masculina en la vida de Natsuki.
    Condición número cinco.
    —Cuatro.
    —Lo que sea. Mis padres son parte de mi vida del mismo modo que Moegi y Tsubaki. Tendrás que aceptarlo.
    Sasuke la miró con desaprobación. Los ojos le ardían como si quisieran quemarla.
    — ¿Alguna otra condición?
    —No has accedido a la última.
    — ¿Por qué no dejas que esa la discutamos en un futuro cercano?
    —Ni hablar. Si crees que voy a dejar a mis padres al margen de la vida de su única nieta, estás muy equivocado. Y antes de que decidas infringir de nuevo la condición número uno…
    — ¡Maldita sea! ¡Demasiado tarde!
    —… te sugiero que te pongas en mi lugar. En el lugar de Natsuki. Tú eres el que se marchó, Sasuke. Mis padres han estado a mi lado siempre. Tú no.
    —Solo porque no lo sabía.
    —Eres un hombre muy inteligente. Deberías haber considerado esa posibilidad y haberte asegurado. Al menos, deberías haberte puesto en contacto conmigo después de las primeras doce cartas.
    —Eso no es cierto. Yo habría… —se interrumpió y se dio la vuelta para mirar por la ventana—. ¿Alguna otra condición?
    — ¿Accedes a la última?
    —Sí.
    Sakura se tomó un instante para pensar antes de proseguir.
    —Condición diez.
    —Cinco.
    —Tengo las otras en reserva. Necesito una habitación para que sea mi estudio. Debe tener ventanas —dijo, aunque no estaba segura de que lo utilizara. Su don para pintar no había regresado e íntimamente había empezado a cuestionarse si volvería a hacerlo. Ese pensamiento la aterrorizaba—. Ventanas grandes, si no te importa.
    Sasuke se encogió de hombros.
    —Puedes echar un vistazo y ver si algo te viene bien. Asegúrate de que está en esta planta o arriba. El sótano está prohibido para todo el mundo.
    — ¿Es ahí donde vive tu tío?
    —Sí. Y también es donde está mi laboratorio.
    — ¿Tú también tienes condiciones?
    — ¿Acaso pensabas que tú ibas a ser la única?
    —Bien. ¿Cuáles son las tuyas? Sasuke se acercó a ella. La esfera no dejaba de dar vueltas entre sus dedos.
    —Una. Es tu responsabilidad evitar que nadie baje al sótano. Y eso te incluye a ti. Tenerte a ti y a NATSUKI aquí ya es demasiado para Madara. Dos personas más será extremadamente difícil para él. Necesita saber que está a salvo en su zona de la casa. ¿Ha quedado claro este punto?
    —Cristalino.
    —Dos —dijo. Un paso más—. Yo tengo una rutina, una rutina que no aceptaré que te interrumpa.
    —Venga ya, Sasuke. Estamos hablando de un bebé. Los bebés rompen con todas las rutinas. Es parte de su naturaleza.
    —En ese caso, espero que procures que las interrupciones sean las menos posibles.
    —Mira —le espetó ella colocándose las manos en las caderas—. Tú eres el que me pediste que la trajera aquí, ¿recuerdas? Si no puedes aceptar ciertas cosas, nos vamos.
    —Es demasiado tarde. Está a punto de nevar.
    —Estoy segura de que aún tenemos tiempo para marcharnos de aquí. Sasuke señaló la ventana con la cabeza. Sakura se quedó boquiabierta.
    En el breve tiempo que llevaban hablando, el cielo se había cubierto de nubes. ¿Dónde se había ido el delicioso cielo azul de hacía unos instantes? Sasuke dejó el Rumi encima de la mesa y dio un último paso hacia ella.
    Entonces, tiró de ella y la tomó entre sus brazos.
    —Tres. Quiero intentar crear un vínculo contigo. Para ver si podemos formar una unidad familiar.
    — ¿Por el bien de Natsuki?
    —Por el bien de todos.
    — ¿Eso de crear un vínculo incluye… el sexo? —preguntó.
    —El sexo estará presente dado que parece ser uno de los pocos puntos de encuentro en el que nos comunicamos a la perfección.
    — ¿Y si yo no estoy dispuesta?
    —Lo estarás. Te lo garantizo.
    Sasuke le enmarcó el rostro entre las manos y lo levantó para poder besarlo. Ella no se resistió. En realidad, no quería hacerlo. El beso de hacía una semana había prendido de nuevo el anhelo y la pasión en ella. Pensaba que ambos habían muerto hacía mucho tiempo, pero se había equivocado. Cada vez que Sasuke entraba en su vida, le provocaba un deseo tan intenso que no sabía cómo podría sobrevivir si él no volvía a poseerla de nuevo. Cuando por fin la besó, ella suspiró y se entregó a él con entusiasmo.
    — ¿Qué es lo que quieres de mí? —le preguntó sin que dejaran de besarse.
    Sasuke se apartó de ella y le dio un beso en la frente antes de besarle la boca por última vez. Entonces, con los dedos, trazó los henchidos labios.
    —Te deseo.
    —No es tan sencillo —protestó ella—. Tratas este asunto como si fuera una simple ecuación sexual. Tú y yo igual a sexo.
    —Y es así de sencillo.
    Sasuke se apartó de ella y volvió a tomar el Rumi. Entonces, ella vio que, en algún momento, lo había transformado en una flor, una flor de cerezo.
    Antes de que Sakura pudiera seguir preguntando, la voz de Madara resonó en los altavoces. El tono era frenético.
    —Sasuke, ¿quiénes son esas personas que hay en la cocina? Están haciendo cosas… Tienes que detenerlas. Ahora mismo.
    —Tranquilo —replicó Sasuke—. Yo me ocuparé.
    — ¿Harás que se marchen?
    —Me ocuparé de todo.
    Seguramente aquella no era la respuesta que su tío estaba buscando.
    —Corta la comunicación —le ordenó Sasuke. Entonces, miró a Sakura—. Esto no ha terminado.
    Con eso, ella salió del despacho. Sasuke no tardó en seguirla. Regresaron juntos a la cocina y allí se encontraron con el… caos.
    —Hijo de…
    — ¡Alerta sobre la condición uno! —le dijo Sakura mientras le daba un codazo.
    — ¡Mira lo que le han hecho a mi cocina!
    Sakura no podía culparle por sentirse disgustado. Si aquella hubiera sido su casa, ella también lo habría estado. Tsubaki había sacado todo de la enorme despensa y había colocado su contenido sobre cada superficie disponible. Tenía un cubo de agua con jabón en el suelo y con un estropajo iba frotando cada estantería y cada armario.
    Moegi estaba de espaldas a la puerta. Tenía los cascos puestos y estaba escuchando música de rock a todo volumen mientras tecleaba en su portátil. Junto al portátil estaba Kit, la otra mitad de la inspiración de los libros de Sakura. La habían sacado del transportín y estaba sobre la mesa acicalándose muy tranquilamente. Una voz de ordenador daba órdenes a diestro y siniestro y en tono desesperado y competía con las exigencias de Madara.
    Además, estaba Natsuki. Sakura suspiró.
    Todas las puertas de los armarios estaban abiertas. Su encantadora hija estaba sentada en medio del suelo completamente desnuda, rodeada de prendas infantiles y de todas las cacerolas, cazos y cazuelas que había podido encontrar en la cocina. Se entretenía golpeando las tapas contra las cazuelas e incrementando así el nivel de ruido.
    Durante un instante, Sakura creyó que Sasuke iba a explotar.
    — ¡Ordenador, desactivado!
    — ¡Desactivado!
    De repente, reinó el silencio. Natsuki dejó de golpear, Moegi de teclear y Tsubaki de limpiar. Sakura tomó a su hija en brazos y dijo:
    —Maldita sea, Moegi. Prometiste comportarte.
    —En realidad, no prometí nada. Tú me pediste que lo hiciera. Sin embargo, dado que yo no respondí, técnicamente no prometí nada.
    — ¿Cuántas veces te he advertido que a mí no me vengas con formulismos?
    —Novecientas cincuenta y dos.
    — ¡Basta ya! —gritó Sasuke mirando a su alrededor—. Que alguien me explique qué demonios está pasando aquí y ahora mismo.
    Natsuki sonrió desde la seguridad de los brazos de su madre y se dirigió a su padre.
    — ¡Demonios! —exclamó con tremenda claridad.
    Sakura gruñó.
    —Genial. ¿Qué parte de la condición número uno no has comprendido?
    —La he comprendido perfectamente. Esto, sin embargo —dijo, señalando la cocina—, esto desafía mi habilidad de comprensión, pero no mi habilidad de corrección. Lo primero es lo primero.
    Se dirigió hacia Moegi y con unos rápidos movimientos la desconectó de su sistema informático.
    —Vuelves a tener el control pleno, Madara.
    —Se marchan ahora mismo, ¿verdad?
    —Bajaré en breve a hablar del tema.
    —Hablar implica que no se van a marchar. Yo no quiero hablar —dijo la voz llena de pánico—. Quiero que se marchen.
    —Dame cinco minutos.
    A continuación, centró su atención en su hija, a la que tan solo había mirado durante unos segundos a su llegada. Hasta ese momento, no comprendió el profundo efecto que una personita tan pequeña podía tener sobre él. Parecía estar a punto de perder el control, algo que Sakura no iba a permitir que ocurriera delante de testigos.
    —Tsubaki, ¿por qué no vais Moegi y tú arriba a escoger los dormitorios? El ama de llaves la observó y asintió, como si comprendiera perfectamente la situación. Entonces, agarró del brazo a Moegi y las dos salieron de la cocina. Sasuke seguía de pie, incapaz de apartar los ojos de su hija. Dio un paso hacia ella, pero dudó. En aquellos momentos transmitía una profunda vulnerabilidad.
    — ¿Puedo? —preguntó.
    Sakura tragó saliva.
    —Por supuesto. Es tu hija.
    Sasuke se acercó a Natsuki y extendió la mano. La niña se la agarró con su habitual impulsividad y se la llevó a la boca. Sakura se la ofreció para que la tomara en brazos y dio un paso atrás para observar.
    Sasuke la abrazaba muy delicadamente, como si fuera a rompérsele en mil pedazos.
    —Es preciosa…
    —Gracias.
    —En realidad, yo diría que se parece a ti.
    —Yo diría que tiene una mezcla perfecta. Mírala, Sasuke. Su color de ojos es un poco más oscuro que los míos. Su cabello es más rojizo que rosa u oscuro. Es tan extrovertida como yo y tan inteligente como tú.
    La pequeña sonrió.
    —Pero si ya tiene dientes —susurró Sasuke—. Y has dicho que es muy charlatana. ¿Sabe andar?
    —Sí. Aún le cuesta un poco, pero eso no le impide llegar a donde quiere ir.
    —Tanto… me he perdido ya tanto —murmuró él mientras le acariciaba suavemente el cabello y la mejilla. La niña sonreía y le agarraba el dedo para volver a llevárselo a la cara—. No es nada tímida.
    —No. Es muy sociable.
    — ¿Por qué está desnuda?
    —Me temo que a tu hija no le gusta ir vestida. No sé cómo lo hace, pero se desnuda. Si me doy la vuelta dos segundos, se ha quitado lo que le haya puesto. Ni las cunas, ni las tronas ni los parques son capaces de sujetarla.
    —Ah.
    — ¿Qué significa eso?
    — ¿Y los armarios? ¿Ha sido tu ama de llaves o la niña?
    —La niña.
    —Ah.
    —Es la segunda vez que dices eso y aún no me has explicado por qué. ¿Qué significa eso?
    —Indican que entiendo lo que hace Natsuki y cómo piensa.
    —Veo que no te ha llevado mucho tiempo.
    —No, pero hay una razón para ello. En este caso, deberíamos hablar de propensión genética, algo que espero que aprendas a aceptar con el tiempo. Es parte de los genes que ha heredado de mí. Espero que no se lo tengas en cuenta.
    —Dios santo, Sasuke. ¿Acaso crees que yo sería capaz de criticar a nuestra hija por algo tan natural y básico como la curiosidad humana? ¿Qué la castigaría por explorar el mundo?
    —Bueno, algunas personas considerarían que eso debería corregirse.
    —Tal vez, pero yo no. Soy su madre y la adoro. Haría cualquier cosa por ella.
    —Perdóname… —susurró él—. Es que… he visto que ocurría antes.
    — ¿Acaso te ocurrió a ti?
    —Sí. Natsuki procesa el mundo desmantelándolo. Esa característica en particular me expulsó a mí de mis primeras seis casas de acogida.
    — ¿Hablas en serio?
    —Sí. Yo no podía evitarlo. Me imagino que era muy molesto cuando uno se levantaba por la mañana y descubría que la cafetera o la tostadora estaban desarmadas, pero yo necesitaba desmontar las cosas para poder estudiarlas y comprender cómo funcionaban. Era lo más lógico.
    —Por supuesto, suponiendo que podías volver a montarlas.
    —En eso tardé un poco más. Ahora que lo pienso, tu padre fue el único que animó mi curiosidad. Me encontraba máquinas rotas y me dejaba trastear con ellas.
    —Sí, me acuerdo. Tenías todo el garaje lleno de cosas…
    —Así es. El error que cometí con tus padres es que no me limité a enredar con las máquinas que tu padre me proporcionaba, sino que lo hice también con su hija…
    Sakura se acercó a él.
    —Te juro que no supe nunca cómo se enteraron de lo nuestro. No sabía que esa fuera la razón de que te hubieras marchado. Si lo hubiera sabido, te habría defendido. Se lo habría impedido. Les habría explicado lo ocurrido…
    —Tú tenías quince años. No había nada que explicar. Lo que hicimos estuvo mal y yo pagué el precio. Ahora comprendo perfectamente la reacción de tus padres —dijo mirando a su propia hija.
    Sakura no pudo responder. Se limitó a observarlo con una sombría expresión en el rostro.
    —Ahora —dijo él tras unos segundos—, tengo que ir a hablar con Madara. Va a tener mucha dificultad para aceptar los cambios. Sasuke contempló a la pequeña muy fijamente.
    —Ya anda, habla y tiene dientes. ¿Estás segura de que no es demasiado tarde?
    Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas.
    —No, Sasuke. No es demasiado tarde si tú no dejas que así sea. Sasuke la miró y asintió.
    —En ese caso, no lo permitiré.
     
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  12.  
    Inaru Uchiha

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    Hola primero gracias por avisarme de la continuacion.
    Me encanto el capitulo es tan lindo imaginarmelo asi con su hija, y me rei mucho cunado me imaginaba el desatre que tenian (la paz de esa casa se acavo)jeje madara tendra lo cabellos de punta con la noticia de que si se quedaran.
    Avísame cuando subas la continuación.
    Atte: Inaru♥
     

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