La muerte: un trabajo como cualquier otro.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por lupus, 31 Julio 2011.

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    lupus

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    Título:
    La muerte: un trabajo como cualquier otro.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasmas
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1487
    Prólogo.

    Es realmente curioso el hecho de que los seres humanos, seres conscientes del hecho de que sus vidas tienen un límite, no sean capaces de imaginarse a sí mismos, o a seres muy queridos para ellos, siendo alcanzados por las frías garras de la muerte. Los pocos que se atreven a pensar en esa tenebrosa situación se la imaginan muy lejana, perdida en la incógnita que es su futuro.

    Alex Raptor, el protagonista de esta historia, aprendió por las malas que la muerte no afecta sólo a ancianos y enfermos, sino que también alcanza a jóvenes saludables, pero también consiguió algo que nadie más logró: un verdadero acercamiento a la verdadera naturaleza de la muerte y una amistad de lo más extravagante.

    La extraña historia que aquí se cuenta tuvo su inicio el día 17 de octubre de 2009, el día en que su protagonista cumplía los 17 años. Para su familia, se trataba de una ocasión especial digna de ser celebrada, al igual que todos los cumpleaños, opinión que Alex no compartía; por alguna razón desconocida por todos, el menor de los tras hijos de los Raptor no disfrutaba nada de las conmemoraciones en honor a su nacimiento y se veía más amargado conforme pasaban los años.
    — ¡Si sigues con esa cara de comer higos chumbos, se te va a quedar a sí para siempre! — se burló Raúl, tres años mayor que nuestro protagonista, cuando Alex puso mala cara al ver el gran número de velas que adornaban el pastel que sus padres le habían comprado.
    — Seguro que espantas a las chicas con esa expresión tan aterradora que pones. — añadió Steven, un año más joven que el primero. — A este paso nunca conseguirás tener una novia.
    — Como si me importara algo tan banal. — replicó Alex mientras recogía la mochila y se dirigía a la puerta pasando por alto la decepción de sus familiares debido a que su actitud les estaba arruinando la sorpresa. — No merece la pena preocuparse por cosas que no sirven para nada.

    En realidad, Alex no había ignorado la decepción de su familia, sino que consideraba que era necesario los demás sintieran esa decepción para que desistieran de su intento de animarle en su cumpleaños. ¿Qué demonios tenía de bueno haber vivido un año más; haber envejecido; haber dado otro paso al fin de su existencia?
    “¿Por qué la gente es tan idiota como para celebrar esas cosas tan horribles?” se preguntó dándole una patada a una piedra y asustando a un perro atado a un árbol cercano.

    A pesar de que presentaba una buena apariencia física, resultado de las horas que dedicaba al baloncesto y de los buenos genes que había heredado de su padre, su interior estaba repleto de reflexiones parecidas y pensamientos oscuros que le daban un aire melancólico y amargado. Esa actitud había acabado provocando que la mayor parte de los estudiantes de su instituto se apartaran de él o se burlaran, dos hechos que no merecían ocupar ni una décima parte de su tiempo; sólo una persona seguía tratando de atravesar ese armazón oscuro que rodeaba su corazón y esa persona era…
    — ¡Alex, espérame, que te acompaño! — gritó la voz de una persona que se acercaba corriendo.
    — Hola, Andrea. — la saludó el joven cuando la pelirroja frenó bruscamente a su lado.

    Andrea, una chica tan menuda que se parecía más a una niña que a una adolescente de 17 años, siempre había hecho caso omiso de las opiniones de los demás acerca de Alex y había tratado de acercarse a él a pesar de que éste no sentía ningún interés por sus interminables charlas sobre su vida cotidiana.
    — No irás a felicitarme, ¿verdad? — le preguntó Alex a Andrea cuando ésta hubo recuperado el aliento.
    — No lo haré porque sé que no eres de los que envejecen con gracia. — respondió la pelirroja sonriendo como siempre lo hacía.

    Poco podían imaginarse los dos transeúntes que, enviada desde un lugar muy diferente al mundo que conocían, una joven mujer sobrevolaba la ciudad gracias a la fuerza de dos inmensas alas negras que surgían de su espalda. Se posó con suavidad sobre el tejado de un edificio y extrajo un viejo libro de su raída capa.
    — ¿Qué alma tengo que segar hoy? — le preguntó la joven mientras se arrancaba una pluma de una de sus alas.

    Como si respondiera a su pregunta, un pequeño texto escrito con elegante caligrafía apareció en la primera página del libro, inicialmente vacía.
    — “Isaac Wester; doce años; fecha y hora de la muerte: 17 de octubre 2009 a las 8:30 AM; causa de la muerte: atropellado por un coche al tratar de recuperar su balón cuando el semáforo estaba en rojo.” — leyó colocándose la pluma en su oreja derecha y sacando un espejo, que le mostró el rostro del niño a cuya vida tendría que poner fin. — Que poco me gusta tener que segar el alma de alguien que apenas he vivido.

    Al menos había tenido la suerte de hallar rápidamente a su víctima, que jugaba, inconsciente del peligro que corría, con su pelota junto a una vivaracha joven que hablaba con un taciturno adolescente mientras esperaban a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar.
    — Ha llegado el momento. — susurró la desconocida tras echar un vistazo a su reloj de bolsillo y ver que era la hora señalada. Tomó la pluma y tachó bruscamente el nombre que había aparecido en el libro. — Lo siento, muchacho, pero tu vida acaba aquí.

    — ¿Te sirvieron de algo mis apuntes de química? — le preguntó Alex a Andrea para pasar el tiempo que tardara el semáforo en dar luz verde para los peatones.
    — ¡Vaya si me sirvieron! — exclamó su compañera, cuya alegría parecía no tener fin. — ¡Gracias a ti, no tendré motivos para avergonzarme en clase de química por no haber hecho los deberes! ¡Realmente me has salvado!
    — N-no será para…tanto. — tartamudeó Alex, que tampoco sabía aceptar fácilmente los halagos.

    En ese momento tuvo lugar el evento que cambiaría para siempre la vida del joven Raptor. Como era de esperar, el balón se escapó de las manos del niño que había estado jugando a su lado, quien ignoró las advertencias de su madre y se bajó de la acera para recuperarlo sin ver que un coche avanzaba rápidamente hacia él sin posibilidad de frenar.
    — ¡Ese niño va a…! — exclamó Andrea tapándose los ojos para no ver lo que se avecinaba.

    Guiado por un impulso que él mismo desconocía, Alex salió corriendo hacia el niño y lo empujó para apartarlo de la trayectoria del descontrolado vehículo. Por desgracia, fue el propio Alex quien recibió toda la fuerza del impacto y quien cayó rodando al suelo en medio del griterío de los espectadores y el crujido de sus huesos. Lo último que percibió antes de cerrar los ojos fue el chillido de Andrea y el calor de sus lágrimas cayendo sobre su rostro.

    — Ha desbaratado por completo el plan de la muerte. — susurró la segadora de almas, que lo había visto todo desde las alturas. — Ese chico se ha sacrificado para alargar la esperanza de vida del niño.

    La prueba que afirmaba que el niño ya no moriría ese día era que el texto que había descrito su destino se había desvanecido de las páginas del libro. Sin embargo, todo el interés de la joven se había centrado en el estudiante que había caído en lugar de la víctima original.
    “No es su destino morir hoy ni ahora.” pensó al ver la esperanza de vida de aquel joven, llamado Alex Raptor, en su reloj. “Eso significa que su alma…debe de estar vagabundeando por el Limbo. Debo ir a verle de inmediato.”
     
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    Ladron de Musas

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    Si hay algo que se debe tener muy en claro es que...... nunca te entrometas en los designios de la muerte...ja ja ja ja ,Espero que Alex aprenda una o dos cosas con respecto a valorar la vida,muy buen inicio,el prota me sono muy emo pero luego me di cuenta que no es asi(la mayoria de ellos no practican deportes y son de complñexion delgada) unas fallitas que sin mas se ignoran :p,veo que la musa te pega mas seguido que a mi,por eso te envidio(envidia sana OK)

    POSTDATA:un detallito que note,que la chica (o sea la muerte) no le agrado la idea de segar una vida tan corta,la muerte por lo que se y "todo el mundo sabe" no distinge entre nadie y mucho menos se detiene por cosas asi,creo que ella no esta hecha para ese trabajo
     
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    Marina

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    Oh, wao, aunque creo que la muerte es un sueño profundo donde no existe la consciencia, porque todo lo de la persona deja de existir, pensamientos, sentimientos, recuerdos, etc, me ha parecido muy bueno el inicio de esta historia. Sobre todo me encanta la gran habilidad que tienes para idearlas y desarrollarlas de manera que atraes desde los primeros renglones xD

    Me identifiqué con Alex en el sentido de que también pienso que cumplir un año más es uno menos de nuestra existencia, por lo que tampoco los festejo xDDD Pero valoro la vida y considero que vivirla es lo más valioso que se tiene. ¡¡La vida es bella!!

    Estaré pendiente de la conti, no me puedo perder lo que sigue xD Saludos y gracias por la invitación.
     
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    Pues la verdad pese que se supone que la muerte no hace distinción entre raza, edades, y genero, me gusta la humanización por así decirle de esta parca, sino no tendría diversión la historia.
     
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    lupus

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    Capitulo 1.
    Decimos que los funcionarios son vagos… ¡porque no sabemos que siguen trabajando en la muerte!

    Sintiendo que el suelo se movía y crujía bajo su cuerpo, Alex abrió los ojos lentamente, esperando ver la cara de su compañera sobre la suya. Sin embargo, lo que no podía esperarse era que se iba a encontrar solo bajo un cielo estrellado.
    “¿Dónde estoy?” se preguntó al mismo tiempo que se incorporaba y observaba su entorno, del que habían desaparecido todos los elementos urbanos para dejar una simple extensión de niebla negra. “¿Estaré soñando?”
    — Frío, frío.

    El joven miró en la dirección de la que había salido la voz y descubrió que había sido observado por una joven que tendría unos años más que él. Nunca se le podría olvidar la extravagante apariencia de aquella chica, vestida con una raída túnica que arrastraba por el suelo y un cinto en que guardaba varios objetos, entre ellos un libro y un espejo. Pero lo que más le llamó la atención y le horrorizó fue la amenazante guadaña que colgaba de su espalda.
    — ¿Qué has querido decir con eso de “frío, frío”? — le preguntó tratando de aparentar estar tranquilo, pues parecía que aquella desconocida estaba buscando asustarle con su presencia.
    — Seguro que hace un momento te estabas preguntando si estabas soñando. — dijo la muchacha a su vez. — Esa suposición está bastante alejada de la verdad. Lo que estás experimentando en estos momentos es algo mucho más intenso y profundo que un simple sueño.
    — ¿Y qué demonios se supone que “estoy experimentando”? — le preguntó Alex de mala forma para tratar de intimidarla.

    La joven, cuyos ojos, de un color violeta inhumano, brillaban por la diversión que le causaba aquella extraña situación, sonrió y replicó:
    — Eres muy maleducado al bombardearme a preguntas antes de decirme siquiera tu nombre, Alex Raptor.
    — ¿Cómo sabes mi nombre? — le preguntó Alex con un gallo en su voz, surgido de la sorpresa de que su interlocutora le conociera. — ¿Quién eres tú? ¿Dónde estamos?

    Había logrado mantener una actitud impasible hasta ese momento, cuando se vio completamente superado por la situación.
    — Mi nombre es Hana. — respondió la chica, quien dudó si debería darle la mano al chico que había desbaratado su trabajo. La furiosa mirada de éste le indicó que no era una buena idea. — Y mucho me temo que estás en el Limbo.

    Como si aquella palabra tuviera una gran fuerza oculta, todo aquel infinito páramo se estremeció y la densa niebla se arremolinó violentamente alrededor de las dos únicas personas que había.
    — ¿Cómo…has dicho? — preguntó Alex, seguro de que había escuchado mal. — Perdona si me equivoco, pero me ha parecido oírte decir que estoy en el Limbo.
    — No te equivocas; has oído perfectamente. — replicó Hana extendiendo los brazos y señalando todo aquel mundo vacío. — Todo esto que ves es el Limbo, la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

    Al escuchar aquellas, Alex sufrió un ataque de risa tal que tuvo que sujetarse a la capa de Hana, que le observaba con preocupación.
    — Eres la primera persona que reacciona de ese modo al descubrir que se encuentran en el Limbo. — dijo mientras el joven Raptor se esforzaba por respirar y se secaba las lágrimas de los ojos. — La mayor parte de los difuntos se echan a llorar, a soltar maldiciones y a intentar buscar, inútilmente por cierto, una salida. Sobra decir que no les sirve de nada, pues la muerte es definitiva y no puede retroceder.

    Una extraña y desagradable sensación de vacío apareció en el estómago de Alex cuando su cerebro asimiló la explicación de Hana. Aunque él no creía realmente en ese tipo de cosas, no le había gustado nada escuchar la palabra “difuntos”.
    — Espero que no te importe si te digo a la cara que estás como una cabra. — gruñó a la vez que se volvía y se alejaba de la chica, otra “difunta” si se creía de verdad que estaban en el Limbo.
    — ¿A dónde vas?
    — ¡A buscar la salida de este horrible lugar.

    El joven estudiante de instituto tomó una dirección desconocida; lo único que deseaba era alejarse de esa lunática, quien se había sentado en medio de la niebla y había sacado una lima para arreglarse las uñas.
    “Mejor para mí.” se dijo Alex a pesar de que le ponía nervioso la idea de caminar a través de la oscuridad sin compañía.

    Caminó durante lo que le parecieron horas y sólo logró llevarse una gran frustración y sorpresa al encontrarse de nuevo con Hana, quien le recibió con una sonrisa burlona y guardó su lima.
    — ¡¿Me has estado siguiendo?! — chilló Alex.
    — No ha hecho falta. — replicó la indiferente muchacha de ojos violetas. — Ya te he dicho que no hay forma de escapar del Limbo.
    — ¡Déjame salir de este lugar!
    — No está en mi mano hacer eso.

    Dominado por la furia, el hijo más joven de los Raptor se arrojó sobre Hana, que empuñó la guadaña y le derribó golpeándole en la boca del estómago con el mango para después colocar la afilada hoja sobre su cuello.
    — Si no te tranquilizas, Alex, no me quedará más opción que segar tu alma. — le informó acercando el filo de su arma a la piel de su pescuezo. — Preferiría no tener que matar a nadie cuya hora no haya llegado, pues tendría que rellenar un buen montón de papeleo y me llevaría una regañina de mis jefes. ¿Vas a estarte tranquilito como un buen chico o me vas a obligar a destruir tu esencia y hacerte desaparecer para siempre?
    — ¿Q-qué…eres tú? — le preguntó Alex tras responder que no trataría de atacarla otra vez.
    — Soy lo que en oriente llaman una shinigami, una mensajera de la muerte. — replicó la chica mientras guardaba su instrumento y le ayudaba a incorporarse. — Pero yo diría que eso es algo muy obvio; ¿cómo explicarías si no que cargue con una guadaña para segar almas?
    — Pero si tú eres una…una mensajera de la muerte y esto…es realmente es el Limbo, significa que… — trató de decir Alex, cuya garganta se cerró por el temor de la respuesta que podría recibir de la shinigami.
    — No estás muerto, Alex. — replicó Hana, que había entendido perfectamente lo que su inesperada víctima había querido decir. — Sólo te estás debatiendo entre la vida y la muerte, que es lo menos que te puede pasar por lanzarte como un loco delante de un coche para salvar a ese niño. Puedes verlo por ti mismo si quieres.

    La shinigami sacó su espejo y le indicó a Alex que se acercara para que pudiera observar su superficie, la cual ya no reflejaba sus rostros; en su lugar, mostraba una habitación perteneciente a un hospital donde el cuerpo de Alex estaba recibiendo tratamiento médico de urgencia.
    — Que raro es todo esto. — comentó el espíritu de Alex, ya más tranquilo a medida que se iba haciendo a la idea de que todo aquello no era un sueño ni una alucinación. — ¿Y mi familia.

    Al instante de hacer la pregunta, el joven estudiante vio como la imagen del espejo se transformaba para mostrar un pasillo iluminado por luz artificial. Sintió encogerse su corazón (si eso era posible) al ver a la angustia reflejada en los rostros de su familia. Ese malestar se acrecentó cuando el reflejo se centró en una figura menuda que se encontraba sollozando en un rincón; no le resultó difícil deducir que se trataba de Andrea, a la que había visto derramar lágrimas por él tras el accidente.
    — Hana, ¿no hay algún modo de…que pueda volver a mi cuerpo? — le preguntó a la shinigami, que sonrió y le cogió en brazos sin pedirle permiso.
    — ¡¿Qué haces?! — exclamó el adolescente, avergonzado por el hecho de que una chica le estuviese sosteniendo en brazos.
    — No te pongas nervioso, muchacho, porque vamos a volar.

    La indignación de Alex desapareció al mismo tiempo de que dos amplias alas negras nacían de los omoplatos de la mensajera de la muerte, que tomó carrerilla para alzar el vuelo y alzarse sobre aquel mar de niebla negra que cubría la tierra del Limbo.
    — ¿A dónde vamos? — le preguntó Alex observando con asombro la velocidad a la que se movían.
    — A la Oficina Central. — respondió Hana. Viendo la confusión en el rostro del joven, se apresuró a explicarle. — Se trata de una institución encargada de regir el flujo de almas entre los mundos. Allí se decide si los difuntos van al cielo o al infierno, o si deben reencarnarse para expiar sus pecados; en tu caso, les pediremos que te concedan una segunda oportunidad.
    — ¿Y lo harán? — se atrevió a preguntar el temeroso Alex.
    — Seguro que sí. — afirmó la mensajera de la muerte con convicción. — Siempre y cuando cumplas la condición que te impongan, claro. ¡Mira, ya llegamos!

    Antes los dos viajeros, se alzó repentinamente un inmenso edificio de aspecto similar al de un castillo, en el que se percibía un intenso tráfico de almas. Al aterrizar en la escalinata que daba a la entrada de la Oficina Central, Alex comprobó asombrado la gran cantidad de difuntos que entraba y salía del lugar, de todas las razas, géneros y edades; todos ellos iban acompañados por diversos números de shinigamis, a los que reconoció por sus guadañas y sus extrañas vestimentas.
    — ¿Ya has recolectado el alma del niño que te ordenaron, Hana? — le preguntó uno de los dos guardias que vigilaban la puerta a la guía del chico.
    — Por desgracia, no, Corp. — respondió la shinigami mientras instaba a Alex a atravesar la entrada. — Hubo una gran complicación.

    Cuando hubo entrado en el edificio, Alex no pudo evitar pensar que se había metido en un cuartel policial para renovar su carnet de identidad. Bajo cuatro diferentes carteles que daban nombre a cuatro secciones distintas, varias hileras de shinigamis recibían y trataban a la clientela. A diferencia de Hana y de los guardias que estaban apostados en la entrada, aquellos shinigamis no llevaban guadaña ni los objetos que sí tenían los demás.
    — Son funcionarios, Alex. — respondió su compañera cuando mencionó aquellas diferencias. — Se encargan de preparar los trámites para permitir a las almas viajar de un mundo a otro.
    — ¿Y tú qué eres entonces?
    — Yo pertenezco a un grupo de shinigamis denominados recolectores, cosechadores o segadores. Recibimos órdenes de los altos mandatarios y recorremos el mundo de los mortales para tomar las almas de las personas a las que les ha llegado la hora y guiarlas hasta este lugar para que se decida su destino.

    La recolectora le pidió a Alex que la esperara mientras ella se iba a preguntar si algún funcionario de la sección de Segundas Oportunidades podía recibirle.
    “Lo cierto es que este lugar parece interesante.” pensó el muchacho al observar la gran actividad que había en el lugar. “Y eso que se dice que los funcionarios apenas trabajan.”

    Pero no debía de ser así, pues por todos los rincones había movimientos de carpetas y archivos, de dedos pulsando las teclas de los ordenadores y muñecas deslizándose rápidamente para dejar su firma.

    Alex miró con interés a un hombre que, por el acento y sus atuendos, debía de ser hindú. Era un alma que estaba siendo atendida por un funcionario de la sección Reencarnación, quien parecía estar a punto de perder la paciencia.
    — ¡No estoy dispuesto a convertirme en una serpiente! — chilló el hindú. — ¡Quiero volver a ser humano!
    — Tras analizar su karma, he llegado a la conclusión de que no se merece usted reencarnarse de nuevo en ser humano. — repitió el shinigami apretando los puños en un intento de no perder los estribos. — Teniendo en cuenta lo traicionero que fue en su vida anterior, será muy feliz siendo una víbora.
    — ¡Pero…!
    — ¡Agradezca que no le convierta en un escarabajo pelotero!

    El cliente no tuvo más remedio que ceder y seguir al guardia hasta el lugar donde se llevaría a cabo el proceso de reencarnación. Curiosamente, parecía arrastrarse como una serpiente en lugar de caminar como una persona.

    El joven Raptor se habría echado a reír ante ese espectáculo si no fuera por el escándalo que montó otra alma en aquel momento. Varios guardias shinigamis le mantenían atado con cadenas de hierro y le obligaban a caminar a pesar de los esfuerzos del espíritu por liberarse y escapar.
    — ¡No, no quiero! — gritaba el condenado sin cesar. — ¡No quiero ir al infierno!

    El funcionario que había atendido a aquel hombre le lanzó una dura mirada y declaró que sus pecados, los múltiples asesinatos que cometió en vida, no podían purificarse de ningún otro modo. De modo que el criminal siguió gritando y pataleando mientras era arrastrado al lugar donde se encontraba el portal hacia el infierno, el lugar donde pasaría el resto de su existencia tras la muerte.

    Alex tragó saliva y se preguntó si le darían una segunda oportunidad de vivir, llegando a pensar que incluso le podrían enviar al infierno. Al fin y al cabo, no había sido muy amable con la gente que le rodeaba ni había hecho muchos méritos como persona.
    “¿Qué tipo de persona será la funcionaria que me atenderá?” pensó cuando Hana regresó para comunicarle que había una empleada libre y dispuesta a atenderle. “Espero que no sea muy severa.”
     
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    Okita

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    xD wow este capítulo estuvo definitivamente mejor.

    Me hace acordar un poco a Dead Like Me, solo que este tiene toda una entidad más presente detrás de las muertes xD me esta gustando mucho la idea de tu historia; un poco también me pregunto que pasará con el pobre, algo me dice que no obtendrá muy fácil su segunda oportunidad.
     
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  7.  
    Ladron de Musas

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    Bueno siendo honesto me fui con la finta que seria al go asi como varios animes paranormales que he visto anteriormente(paranormales entre comillas),pero en si me mordi la lengua pues como es tu constumbre le diste un toque super original,simplemente el caracter de Hana y su descripcion me gusto bastante,y el hecho de que hicieras referencia a otras culturas en torno a la muerte fue otro detallito inoovador,en si tiene otras cositas que me recordaron a la serie "El Cuervo" pero insisto esta tiene muchos elementos originales,estare atento a ver como sige esto
    hasta el proximo cap
     
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  8.  
    Marina

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    Tauro
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    Oh, vaya. La historia se va formando muy bien, tal como sabes formarlas xD También me pareció interesante la mención de la creencia que tienen otras culturas.
    Como dijo Okita, me parece que alex no tendrá tan fácil su segunda oportunidad, de cualquier modo, por muy difícil que sea, no creo que se compare en nada al asesino ese que enviaron al infierno xDD
    O quien sabe. Ansío saber qué más tienes en mente, así que espero la continuación.
    La redacción excelente como siempre. Nada que decir sobre eso.
    Saludos y gracia por el aviso.
     
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    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Saludos, vaya compañero, realmente me cayó bien el protagonista Alex Raptor, él es un hot blood y awesome, espero que su forma de ver el mundo no cambie tras esa experiencia, la shinigami Hana igual me cae bien, aunque presiento un futuro triángulo amoroso (Muajaja, no me hagas caso xD), veremos que tipo de funcionario le toca a nuestro querido protagonista, igual debería recalcarte el uso de los guiones.

    —Hola—dijo
    —Hola—. Pablo Casanova habló severamente.

    Cuando la narración sigue tras el dialogo se deja en minúscula, ya que usualmente un verbo directo le da mejor fluidez en la narración, pero si durante los dialogos ocurre una pausa o algo parecido, se pondrá punto y seguido y luego se empieza con mayúscula.

    Gran historia man, me enganchaste, me avisas cuando haya conti.
     
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  10.  
    lupus

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    Capítulo 2.
    Trámites de regreso. ¿Quién iba a pensar que la muerte fuese tan compleja?

    Para sorpresa de nuestro protagonista, la shinigami que había aceptado la tarea de ocuparse de su caso no era ninguna desconocida. Al entrar en el cubículo de la funcionaria, Alex fue recibido por un aroma embriagador y por una mujer de avanzada edad y rostro afable que vestía una cómoda bata de color rosa. Sin importarle lo que Hana pudiera pensar de él, el joven se lanzó sobre la sonriente anciana, a la que no veía desde que su corazón fallara en el verano de 2004: acababa de reencontrarse con Mary Grace Andel, su difunta abuela materna.
    — No tenía ni idea de que Alex fuese tu nieto, Mary Grace. — dijo la sorprendida recolectora de almas cuando la funcionaria le explicó la relación que existía entre el joven y ella. — ¿Quién me iba a decir a mí que acabaría segando la vida de tu nieto?
    — Eres muy irresponsable, jovencita. — le reprochó la anciana, llevando a Alex hasta una silla cercana y pidiéndole que se sentara. Éste se dio cuenta de que su abuela mostraba mucha más energía que la que había mostrado en sus últimos días. — ¿Cómo pudiste llevarte el alma de mi nieto cuando deberías haber tomado la de Isaac Wester?
    — La culpa fue de tu nieto. — se defendió Hana. — Tu nieto, el héroe, apartó al niño de la trayectoria del vehículo que debería haber acabado con su vida y “murió” como consecuencia del impacto sufrido.

    El joven Raptor se ruborizó al darse cuenta de que su abuela le miraba con los ojos brillantes por el orgullo que sentía y apartó la mirada.
    — Es por eso por lo que hemos venido a las oficinas de Segundas Oportunidades para llevar a cabo la reanimación del chico. — concluyó la recolectora de almas mientras la funcionaria se apresuraba a sentarse detrás de su mesa y a trabajar rápidamente con el ordenador.
    “Y eso que ni siquiera sabía programar el vídeo.” pensó el asombrado Alex al verla relacionándose de ese modo con la tecnología.

    Tras diez minutos en los que lo único que se escuchaba era el sonido de las teclas presionadas por los envejecidos dedos de la funcionaria, ésta pulsó el enter, obteniendo un largo revelado parecido al de una cámara fotográfica.
    — Es un revelado de todos los sucesos que han tenido lugar en tu vida. — le explicó Hana a Alex al percibir su mirada inquisitiva.
    — No necesito las imágenes de los primeros doce años porque yo estuve presente. — declaró Mary Grace mientras cortaba el revelado por un punto concreto para examinar el resto de la vida de su nieto. — No has sido una persona muy sociable, por lo que puedo ver en estos recuerdos.

    Sentado en el sillón, su nieto se estremeció y se removió. Una vez más recordó la sentencia del asesino y temió verse condenado a una eternidad de suplicios.
    — No irás a negarle a Alex una segunda oportunidad, ¿verdad? — le preguntó Hana a la mujer.
    — ¡¿Crees que le haría semejante jugarreta a mi propio nieto?! — exclamó Mary Grace, indignada por la pregunta de la recolectora de almas. Incorporándose y acercándose a la puerta que había a su espalda, informó: — Tardaré una hora en preparar los documentos.
    — ¡Estupendo! ¡Aprovecharemos para comer algo! — dijo Hana mientras tiraba de Alex para conducirle a un gran comedor lleno de mesas, algunas de las cuales estaban ocupadas por otros shinigamis.

    La atención del chico pronto se vio atraída por un grupo de shinigamis que cubrían sus rostros con máscaras semejantes a calaveras. El joven se dio cuenta de que los demás presentes tenían especial cuidado en no acercarse demasiado a su mesa.
    — ¿Quiénes son y por qué llevan esas máscaras? — le preguntó a Hana.
    — Esas máscaras les identifican como shinigamis infernales, encargados de llevar a los condenados a la gran fortaleza del Averno y guardianes de la misma. — le explicó la shinigami, estremeciéndose al ver a quiénes se refería su acompañante. — La mayor parte de los humanos los conocéis como demonios y los consideráis malvados aunque no lo son realmente; es sólo que están tan acostumbrados a castigar cruelmente a los condenados que no saben hablar de otra cosa, algo que incomoda a todos los demás.

    Manteniendo una distancia de seguridad de la mesa de los demonios, se dirigieron a una mesa ocupada por una recolectora de almas con aspecto de niña, y un shinigami vestido con una túnica dorada y de rostro oculto tras una máscara plateada.
    — ¿No es ese chico demasiado mayor para tener doce años, Hana? — le preguntó la diosa de la muerte de rostro infantil, jugueteando distraídamente con sus trenzas. — ¿Es un caso de pubertad temprana?
    — Muy graciosa, Susan. — dijo la recién llegada mientras se sentaba a su lado y le ofrecía a Alex hacer lo mismo. — Hubo un pequeño incidente en el transcurso de mi misión y acabé con este chico.

    El enmascarado bajó el periódico para examinar a Alex, que sintió una extraña sensación de paz y serenidad recorriendo su alma.
    — Tú eres el nieto de Max raptor. — afirmó tras observar los rasgos del sorprendido muchacho. — Tu abuelo no deja de darme la vara hablando de ti y pidiéndome que le permita observarte desde el Cielo.
    — Rafael es un shinigami celestial; un ángel en términos humanos. — le explicó Hana a Alex al notar su perplejidad. — Susan, al igual que yo, es una recolectora de almas.
    — Una recolectora de almas mucho más eficiente que tú. — matizó Susan, tomando una alita de pollo del plato que acababa de aparecer por arte de magia en la mesa. — Yo nunca he permitido que nada ni nadie se interpusiera en mis planes para segar una vida.
    — Si no recuerdo mal, vosotros, los recolectores de almas, no planeáis la muerte de vuestras víctimas; recibís las instrucciones y las lleváis a cabo. — dijo Rafael.

    Susan le lanzó una mirada furibunda al ángel y gruñó:
    — A nadie le gustan los sabelotodos.
    — Como tú digas. — Rafael extrajo su reloj de bolsillo de la túnica y se incorporó anunciando que debía llevar a un grupo de almas al Cielo.

    Alex pasó el resto del tiempo comiendo en silencio mientras las dos shinigamis se contaban diversas anécdotas sin sentido para él. Cuando comenzaba a hartarse de esperar, su abuela apareció a su lado con una gran cantidad de papeles unidos por varias grapas.
    — Ya está todo preparado. — anunció, sonriendo y entregándole a su nieto una estilográfica adornada con calaveras. — Sólo tienes que firmar aquí…, aquí…, aquí…y aquí.

    Una vez Alex hubo firmado en todas las partes correspondientes, Mary Grace sacó un sello con forma de calavera alada y lo estrelló una vez en cada hoja.
    — Acompañadme. — les pidió al joven y a Hana, que se despidió de su compañera.
    — ¡¿Y por qué tengo que ser siempre yo la que paga la cuenta?! — oyeron gritar a la infantil deidad de la muerte.

    La anciana guió a Hana y a Alex a su oficina para hacerles pasar a través de la puerta por la que ella se había marchado una hora y media antes, llegando a un acantilado situado en el interior de una cueva. En lo más bajo de aquella gran caída, rugiendo como una animal salvaje, el agua giraba violentamente en forma de remolino.
    — Para despertar del coma, debes arrojarte al torbellino. — le explicó la funcionaria a su nieto, que observaba horrorizado el violento giro del agua.
    — ¡¿Es una broma?!
    — Ni mucho menos. — respondió Hana, acercándose al joven con una sonrisa traviesa. — Por cierto, las segundas oportunidades siempre llegan con una condición que debe ser cumplida necesariamente.
    — ¿Q-qué condición? — preguntó Alex, nervioso por la proximidad de la shinigami.

    Hana sonrió todavía más y replicó:
    — Eso lo averiguarás cuando vuelvas a tu mundo.

    Acto seguido, sorprendiendo al joven y a la anciana, la recolectora de almas unió sus labios a los del muchacho, que cayó del borde del acantilado al separarse y retroceder. Con un grito de terror, Alex Raptor cayó al agua y fue engullido por la vorágine mientras las mujeres le observaban desde lo alto.
    — Eres incorregible, Hana. — susurró Mary Grace con sorna.

    En el momento en que la joven alma se hundía en el agua, el torbellino se deshizo y la superficie del lago se solidificó encerrándola bajo una capa de cristal, que se hundió empujando a Alex hacia el fondo.
    “Mi cuerpo…pesa mucho.” pensó el joven Raptor, cuyas extremidades se habían vuelto rígidas y habían quedado paralizadas. “Me…ahogo.”
     
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  11.  
    Ladron de Musas

    Ladron de Musas Usuario común

    Cáncer
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    Me pregunto si cuando muera pasare por algo asi? seria genial encontrarme con mis familiares fallecidos,me pregunto que fue lo que le depara el destino al quisquilloso de Alex,mmm la niñita de las trenzas me causo gracia lo mismo que Rafael (mi angel predilecto) Bueno al menos opto por besarlo para que se lanzara al agujero en luagr de darle un puntapie XD XD XD,
     
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  12.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Pobre Alex, jajaja veamos que misión debe cumplir aunque ya me doy una idea de lo que pasará luego, pero quiero ver que pasa después, igual su abuela terminó de encargada cuando en vida no podía ni encender un aparato jajaja esa parte me mató xDD

    Me huele a triángulo amoroso entre Andrea, Hana y Alex jajaja, muy bien man, me tienes enganchado con esta obra, espero leer la continuación muy pronto.
     
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  13.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Oh, que buen capítulo. ¿Su abuela? Genial. Pude imaginarme lo que el joven Raptor sintió al ver a su abuela xD Estaba preocupada de que le tocara un funcionario duro y difícil de convencer, fue un alivio que fuera su abuela xDDD
    ah, Hana, en serio que es incorregible xD. ¿Así que ángeles y demonios conviven juntos? Bueno, cuando menos en el comedor xD
    Ahora, lo has vuelto a dejar en un final bastante interesante y que provoca que el lector ya quiera la continuación. ¿Que condición se le exige a Alex? ¿Podrá cumplirla? ¿Le gustará? ¿Será muy difícil para él? Mmm, tengo un par de ideas de lo que puede ser, pero mejor espero a que me sorprendas xDDD

    Buena narración, y... ¡Excelente todo!

    Saludos.
     
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  14.  
    lupus

    lupus Usuario común

    Libra
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    La muerte: un trabajo como cualquier otro.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Fantasmas
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    4
     
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    Capítulo 3.
    Retorno a la vida normal... ¡¿Dónde ves tú lo normal en toda esta situación?!

    Si existiera un ranking de las formas más terribles de morir, Alex no dudaría en darle su voto al ahogamiento como la que encabezara la lista, pues la sensación de tener los pulmones a puntos de explotar por la necesidad de aire resultaba extremadamente agobiante. Tratando de conseguir oxígeno de aquella masa de agua helada, el joven fue hundiéndose hacia el fondo del lago al que Hana le había tirado, empujado por aquella extraña capa de cristal que se había formado sobre él.
    “No lo entiendo.” pensó mientras se convertía en presa de la desesperación. “Se supone que ya estoy muerto, en coma o lo que sea. ¿Por qué siento como si me estuviese ahogando.”

    De pronto, la oscura profundidad del lago se vio engullida por una intensa luz multicolor, que atrajo al espíritu hacia su territorio. En el momento en que su alma entraba en contacto con aquel resplandor, Alex sintió que le obligaban a meterse en un sitio incómodo y rígido. Dejó de percibir el frío y la ligereza del Limbo para sumergirse en el calor y la agradable pesadez del mundo de los vivos.
    — ¡Se está despertando!

    A través de la niebla que se iba evaporando de su mente, el joven Raptor reconoció la voz de su amiga Andrea, percibiéndola más aguda de lo habitual. De hecho, a medida que su espíritu recuperaba la coordinación con su cuerpo, se dio cuenta de que se hallaba tendido en una cómoda cama de una habitación de hospital gracias a los pitidos que emitía la máquina a la que estaba conectado.
    — Menudo susto nos has dado, hermano tonto. — le dijo Raúl cuando abrió los ojos.

    Alrededor de su cama, además de Andrea, se encontraban sus padres y sus hermanos. Para su sorpresa, ni Raúl ni Steven mostraban sus acostumbradas muecas burlonas ni parecían haber preparado alguna de sus molestas bromas. Por el contrario, estaban pálidos y ojerosos, incluso algo delgados.
    — Tenéis muy mal aspecto. — comentó el convaleciente, escuchando su voz física por primera vez después de varias horas de inconsciencia.
    — Mira quien habla. — dijo Steven, quien no parecía tener muchas ganas de entrar en su estúpido juego de provocaciones, mientras le acercaba un pequeño espejo.

    Alex casi dejó caer el espejo al suelo al ver que su reflejo se había transformado, pues la piel estaba tirante tenía un color ceniciento semejante al de un muerto. Él se había burlado de la enferma apariencia de sus hermanos cuando la suya propia no era algo de lo que estar orgulloso.
    — No es de extrañar que tengas ese aspecto. — dijo Andrea, cuyo rostro también mostraba agotamiento. — Llevas mucho tiempo en coma.
    — ¿Mucho tiempo? — preguntó su amigo sin encontrarle sentido a esas palabras. — Si sólo deben de haber pasado horas desde el accidente.

    Los visitantes se miraron los unos a los otros, repentinamente nerviosos. Andrea carraspeó y dijo:
    — Alex…, no es fácil decirte esto, pero hoy estamos a 17 de noviembre. El accidente tuvo lugar hace cuatro semanas.

    Al escuchar aquellas palabras, el joven convaleciente casi se desmayó de la impresión. ¡Había estado un mes entero tumbado en aquella cama, inconsciente del paso del tiempo y de todo cuanto le rodeaba! ¡Todo un mes de su vida había desaparecido en lo que para él habían sido horas.
    — Estoy seguro de que no estuve tanto tiempo en ese lugar. — susurró, todavía extrañado por la revelación.
    — ¿Lugar? ¿De qué lugar hablas? — le preguntó su preocupada madre, que le miraba como si acabase de decir una majadería, lo cual debía de ser así para los demás.

    Alex negó con la cabeza y dijo:
    — Supongo que fue un…sueño.

    A pesar del sobresalto que se había llevado al descubrir que había estado un mes en coma, Alex se sintió el chico con más suerte del hospital, pues sus hermanos le contaron que le habían realizado numerosas y dolorosas operaciones que no deberían ser vistas por ojos sensibles. Además, según la opinión de los médicos, aquel estado de coma había servido para que su cuerpo se recuperara con mayor efectividad, por lo que podrían darle el alta ese mismo día.
    — Estás seguro de que te encuentras lo bastante bien como para caminar por ti mismo. — le preguntó Isabel a su hijo mientras salían del hospital y se subían al coche (Andrea ya había sido recogida por sus padres.
    — Que sí, mamá. — respondió el joven cansinamente. — De hecho, creo que podría reincorporarme a las clases mañana mismo.
    — ¡¿Tan pronto?! — exclamaron sus hermanos. — ¡Estás como una cabra!
    — No me he despertado para escucharos, estúpidos. — replicó Alex.

    Estaba claro que todo estaba volviendo a la normalidad tras el despertar del joven protagonista, que se encontró recorriendo junto con su fiel amiga nuevamente el camino al instituto a la mañana siguiente. Sin embargo, Alex percibió algo diferente en el comportamiento de sus compañeros al entrar en clase, pues algunos le dirigían miradas amistosas e incluso le aplaudían y vitoreaban. Los únicos que no mostraban ningún cambio en su desagradable actitud hacia él eran Danny y su grupo de secuaces y admiradoras.
    — Todo el mundo sabe que le salvaste la vida a un niño. — le explicó Rubén, uno de los tres amigos de Andrea, con los que Alex se sentaba en el comedor con desgana. — Pero Danny ha dejado de ser el centro de atención y por eso se siente irritado.
    — Es muy infantil. — opinaron Clara y Laurent al unísono.
    — En cualquier caso, nos alegramos de que no te pasase nada irreparable. — declaró el primero.

    Muy a su pesar, Alex no pudo reprimir una sonrisa. De algún modo, aunque había vuelto al día a día, tenía la sensación de que su vida ya no sería la misma.
    “Me pregunto si todos los que han recibido una segunda oportunidad se sienten de este modo.” pensó mientras echaba un vistazo por la ventana antes de sumergirse en la materia de la primera hora.

    No podía imaginarse hasta que punto tenía razón al pensar que su vida iba a sufrir un gran cambio, el cual se produjo diez días después de su despertar, justo al final de la clase de gimnasia del lunes. Mientras se desvestía para ducharse y quitarse el sudor de encima, una extraña sensación de intenso frío recorrió el cuerpo de Alex, que sentía como si por sus venas corriese agua helada en vez de sangre caliente.

    De pronto, todos los sonidos y las risas de sus compañeros se apagaron, siendo el sonido del agua lo único que se escuchaba en aquel mundo que parecía haber perdido todo su color y movimiento.
    “Eso es lo que ha pasado.” pensó con horror al comprobar que los demás alumnos estaban rígidos e inmóviles como estatuas. “¿Qué está pasando aquí?”
    — No hay razón para que estés asustado, Alex. — dijo una voz femenina a su espalda.

    Pillado por sorpresa, Alex se apresuró a cubrirse con la toalla y a volverse, descubriendo a la shinigami Hana sentada entre dos chicos con una expresión traviesa grabada en el rostro.
    — ¡¿Qué haces aquí?! — exclamó indignado, pues parecía que la mensajera de la muerte era capaz de hacerse invisible y de atravesar paredes. — ¡¿Cuánto tiempo hace que estás sentada ahí?!
    — El tiempo es un concepto muy complejo y difícil de explicar. — replicó la shinigami con una sonrisa burlona mientras se incorporaba y se paseaba por el lugar arrastrando su larga y raída capa.
    “Quiere decir que lleva espiándonos desde el principio.” comprendió Alex al percibir el tono sarcástico de su voz. — ¡No sé que haces aquí, pero debes largarte ya!

    La indignación del joven desapareció cuando vio que los ojos de Hana se humedecían y comenzaban a derramar lágrimas por todo su rostro. Aquello era una gran sorpresa, pues no tenía la impresión de que la shinigami pudiese echarse a llorar tan fácilmente.
    — ¡Y-yo sólo…quería comprobar que todo…te estuviera yendo bien! — sollozó Hana, recostándose contra la pared y derrumbándose.
    — No, no llores. — le suplicó Alex, que se acercó a ella sintiéndose culpable y se sentó a su lado procurando que la toalla no dejase ver nada revelador. — Si me alegro de que te preocupes por mí, en serio. Lo que pasa es que esperaba…no encontrarme con más cosas sobrenaturales al despertar.
    — Pues lamento decirte que la condición impuesta para llevar a cabo tu regreso te va a hacer esperar bastante para lograr recuperar tu vida normal. — declaró Hana, cuyas lágrimas habían desaparecido misteriosamente. — He venido aquí precisamente para hablarte del trabajo que deberás hacer.
    — ¡¿Fingías que estabas llorando?! — exclamó Alex, harto de las tonterías de la shinigami.
    — Por supuesto. — respondió Hana sin atisbo de remordimiento. — Yo intentaría endurecerme si estuviera en tu lugar, porque ha sido muy fácil para mí manipularte. No querrás ser un calzonazos cuando seas mayor, ¿verdad?

    Alex se incorporó apretando los puños a causa de la furia que sentía. Hana no tenía bastante con aparecer para revolucionar su vida cotidiana que tenía que gastarle bromas pesadas e insultarle. Se suponía que la muerte era oscura y fría.
    — ¿Para qué has venido aquí? — preguntó intentando mantener la calma.
    — Para llevarte de nuevo al Limbo y explicarte en qué consiste el trabajo que deberás hacer para seguir vivo. — respondió la shinigami, que se incorporó e hizo aparecer su guadaña para golpear el suelo con la hoja.

    Todo el vestuario empezó a temblar en cuanto la hoja entró en contacto con las baldosas, que se resquebrajaron dejando pasar un escape de agua. Ante el asombro de Alex, todos los grifos y las duchas estallaron para expulsar una gran cantidad de agua helada, tan helada como la niebla que cubría el Limbo.
    — ¡¿Qué es todo esto?! — le preguntó a su compañera.
    — El portal al Limbo.

    Toda lo que había en la estancia desapareció bajo una inmensa marea de agua mientras Alex y Hana eran engullidos por un inmenso torbellino surgido de la nada. Sintiendo como si miles de cuchillas ardientes se clavasen por todo su cuerpo, Alex se aferró todo lo fuertemente que pudo a la capa de Hana, quien se deslizaba con gran facilidad en medio de aquel caos de corrientes y oleajes. Se hundieron cada vez más en el centro de la vorágine, donde una brillante luz iluminaba las oscuras profundidades de aquel océano aparecido mágicamente.

    Nada más sumergirse en aquella luz, Alex y Hana se vieron nuevamente rodeados por la oscura y fría niebla del Más Allá. Sin embargo, el primero se dio cuenta de que había algo diferente en él. No se encontraba desnudo, sino que su cuerpo se hallaba cubierto por una extraña capa raída que se movía como si estuviese hecha de agua.
    — No me digas que…— comenzó a decirle a la shinigami, que asintió con la cabeza.
    — La condición que debes cumplir para continuar en el mundo de los vivos es trabajar como recolector de almas al servicio del Limbo.
    “Esto no puede ser.” pensó el desesperado joven, que ya veía toda su vida convertida en un infierno.
     
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  15.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Muy bien, me he leído el chapter.
    No tengo mucho que agregar a lo técnico, quizá te recomendaría narrar y describir un poco más las situaciones y no acelear muy rápido los hechos, Alex del limbo a la escuela fue muy....de prisa, eso pude sentirlo a la perfección pero bueno.

    Respecto a la trama, ya sabíamos que esto pasaría, la pregunta es ¿A quién recolectará Alex?....
     
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  16.  
    Okita

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    xD Jaaa lo sabía! estaba esperando este momento, xD Hana es una malvada jaja como lo manipula pero me pregunto si habrá algo romántico entre ellos... la verdad tampoco que importe por ahora la historia está bien así sin romance.
     
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