La mente

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Fernandha, 14 Enero 2013.

  1.  
    Fernandha

    Fernandha Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

    Acuario
    Miembro desde:
    17 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,169
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    La mente
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1343
    Género... no sé, desamor-tragedia/amistad/dolor y hm~ ¿no sé?
    _____________________________________________

    Te miré.
    Sufrías, ¿por qué lo hacías? Él no lo amerita.
    Te arrodillaste.
    Te seguí observando.
    Sé que ignoras mi presencia, supongo que ni sabes que aquí estoy…

    Estoy bien susurraste a la nada, llorando mientras abrazabas tus piernas.

    [​IMG]

    Suspiré.

    Las palabras salieron de tu boca, sintiéndote por un momento una persona ajena a la que las pronunciaba. Ya no te sentías tu misma, ¿por qué te sentías así?, ¿qué había roto tus sentimientos hasta el punto de llorar por un dolor que no merecía tus penas?

    Dime, amiga mía, dime ¿por qué lloras por algo que ya no vale para nada la pena?, ¿por qué dejas que te afecte tanto si no lo deseas así? Explícame que no lo entiendo, ¿no te advertí que todo esto podía pasar?, ¿no escuchaste acaso mis quejas?, ¿por qué después de haberme ignorado vienes nuevamente a mí?

    No me gusta, no me gusta. Te quiero, te adoro y lo sabes, pero el verte llorar es algo que prefiero jamás guardar en la memoria; tus lágrimas valen mucho más de lo que aquél patán podría valer en su vida.

    ¡Espera! ¿Por qué te paras?, ¿a dónde vas? No es hora de huir, no salgas de la habitación, está lloviendo. ¡Te enfermarás! No me ignores… no salgas, no llores. No sufras, ¡vuelve! Por favor…

    [​IMG]


    Con la brisa acompañándote, dejando caer unas cuantas gotas de agua, sonreíste melancólicamente… había comenzado a llover. Pero sin regresar azotaste la puerta y seguiste tu camino.
    La lluvia es vida y muerte, en partes iguales recordabas haber leído en algún libro, quizás una novela. En cada gota de agua existe algún hecho que la lluvia ha decidido guardar, en cada hermoso tintinar al chocar contra algo… al romperse en miles de gotas más…, en cada una de ellas, hay algún sentimiento que las personas han compartido con ella.

    La lluvia conoce y desconoce, ayuda y perjudica. Es el bien y el mal repartido por todos los rincones del mundo sin excepción. Mordiste tu labio inferior… un poco más de presión y éste podría sangrar.
    Frunciste el ceño ante tales definiciones tan ficticias de la lluvia pero, sin poder evitarlo, cerraste los ojos. Para ti, la lluvia no es más que un medio de confort ante la soledad presentada. Quizá no es realmente algo malo, quizás es solamente una forma de verlo. Pero te dolía, como si mil agujas se clavaran en lo más profundo de tu ser para que jamás las olvidaras.

    Y lo sabía, no sabes cómo sufro ahora. En la vida imaginé que saber algo, que entender algo provocara tanto dolor. Pero seguiste caminando, ignorando mis leves llamados…

    Te movías con lentitud, cerraste los ojos. Pero negabas, negabas mientras más gotas salían disparadas de tu cabellera hasta chocar contra el césped. Caíste de rodillas y lloraste, como nunca lo habías hecho. Te sentías como una idiota atrapada en un mundo por muchomy distante al tuyo.

    La lluvia seguía empapándote pero hacías caso omiso, poco te importaba si la ropa que ahora usabas te provocaba más frío que consuelo; seguías llorando. Dejabas que el agua trabajara por ti, que la lluvia se llevara aquellas lágrimas que bien pudieron haber sido oprimidas. Sólo deseabas que todo acabara, que aquél dolor en tu corazón se extinguiera por completo.

    ¡María, no es lo que piensas!
    ¿J-Jairo? susurraste, dejando caer los materiales que traías en mano.
    E-Espera, Mary lloriqueó Caroline. No es lo que piensas.
    Jairo se acercó a ti, dispuesto abrazarte.
    “No lo dejes” grité en tu interior, y reaccionaste. Lo empujaste lo suficiente como para poder huir.
    ¡Aléjate de mí, idiota! gritaste mientras salías corriendo de aquella aula.
    Lo amabas, lo querías… era una parte importante para ti, se había vuelto algo único, imposible de reemplazar.
    “Pero él no lo veía así” Susurré en tu cabeza, “por que si él te amara jamás te hubiera traicionado con tu mejor amiga”
    Mordiste tu labio, echaste a correr con mayor fuerza al sentir que él venía detrás de ti. Te dolía, pero no podías permitir que te viera… que observara el daño que te provocó.

    Sé que te duele”, susurré en tu cabeza, “pero permitirte sufrir por él es como darle tu corazón en bandeja de plata.”

    Pero me ignoraste, como siempre cuando estás dolida. Y sonreí, aún cuando sabía que no podías verme.

    Yo sé que eres fuerte” proseguí “te conozco mejor que tu misma, por que sé más cosas de ti que nadie

    Sentí como tu respiración se a calmaba.

    Te duele, lo sé. Pero no llores por él” comenzaste a tiritar, el frío por fin estaba haciendo eco en tu cuerpo “nunca entendí tu amor por completo, y jamás lo entenderé porque si tú no lo haces no lo podré hacer yo; pero sé que sufrir por algo y alguien que no vale la pena es una idiotez

    Exhalaste con fuerza, cerrando los ojos. Haciéndome buscar aquél recuerdo en mi interior y transmitirlo a tus ojos de la misma cruda manera en que lo viste.

    Sólo espero que cuando todo en tu interior se calme puedas verme” seguí susurrando “puede que esté enojada contigo por ignorarme, puede que siempre me riña con tu corazón. Sin embargo, siempre estaré aquí para ti

    Acaricié, de manera invisible, tu cabellera. Dándote un consuelo que jamás sentirías.

    No por nada soy tu mente, no por nada soy tus memorias” susurré “no por nada soy la que no deseas ver” sonreí “¿y sabes qué? No importa qué pase, yo guardaré todo en mi interior para enseñarte una elección; sólo te pido que te acuerdes de mí y que no sólo me visites para recontar tus dolores, quiero ser partícipe de tus alegrías también

    Suspiraste, mientras limpiabas tus lágrimas con lentitud.

    Supongo que soy una tonta dijiste a la nada, más que nada por hablar sola… pero lo necesitaba. De verdad que sí.

    Y yo reí.

    “¿No sabes que tu mente está siempre ahí para ti, amiga mía?”
     
    • Me gusta Me gusta x 2

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso