Historia larga La maldición de la sangre Azul

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por joseleg, 3 Diciembre 2017.

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    joseleg

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    Título:
    La maldición de la sangre Azul
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    6594
    Octavo día del cuarto mes del año 150, estas fueron las palabras que escribió rápidamente un hombre de edad avanzada, su cabello gris cano con leves tonos oscuros imponían respeto, se trataba de uno de los Portadores de la Luz, individuos que se encargaban de educar a los hijos de los comerciantes para el mejoramiento y desarrollo de la economía de Karna, la joya de la república de Delos, cuando dio la cara podía verse que se trataba de un exsoldado, debido a varias cicatrices en su rostro, sus ojos a penas si podían verse con claridad debido a los lentes que empleaba para poder enfocar con más claridad los símbolos contenidos en el pesado libro que se encontraba depositado en el fino atril de madera.

    –La mayoría de ustedes son inmigrantes de la región continental, asumo –dijo el maestro con voz profunda mientras miraba a los jóvenes ubicados en las gradas interiores y a las muchachas, dispuestas en menor número ubicadas en las graderías superiores, el aula de hecho parecía más un embudo en el que cada hilera se elevaba un poco más para permitir una mejor vista, además de poseer una excelente acústica, aun así el maestro poseían una voz un poco potente para el gusto de algunos. Algunos llamaban a este profesor como “Voz de Dragón” ya que cuando se enojaba sus rugidos lastimaban los oídos de todos.

    –Hoy discutiremos la organización de nuestro país llamado la República de Delos, como sabrán, hace unos 10 años una gran guerra arrasó toda la región continental y los grandes lagos, pero con el establecimiento de la paz se decidió crear una ciudad capital nueva, y es donde se encuentran ahora, Karna la joya de la isla de la esperanza. La republica de Delos se divide en la actualidad en cuatro regiones, Delos del norte, una región muy montañosa con picos que normalmente están cubiertos de nieve, Delos central, un valle aluvial tremendamente fértil donde se encuentra la antigua ciudad capital, donde moran los restos de los reyes antiguos y de nuestros actuales Cónsules. Y Delos del sur que es mitad pantanos y mitad montañas. Frente a Delos central se encuentra nuestra isla que también lleva el nombre de Karna, que en idioma antiguo significa esperanza.

    En medio de las doncellas se encontraba una muchacha que aparte de los libros de historia y geografía tenía también varios pergaminos sobre algo que llamaban comúnmente las Bestias Peligrosas, criaturas infernales capaces de alterar la realidad misma a su alrededor.

    –Vibia, deja eso o ¡Voz de Dragón nos regañará! –repuso una muchacha que estaba sentada al lado de la que tenía los pergaminos extra, de piel aceitunada y ojos castaños se trataba de una descendiente de comerciantes de la costa. Vibia por su parte tenía una piel más clara, pero su cabello era más oscuro, algo poco normal en las personas de Delos, especialmente los miembros de la nobleza que tendían a tener unas cabelleras castañas claras. Ambas estaban ataviadas con el fino uniforme de los estudiantes del templo de Thot, unas vestidos largos y suaves debajo de una especie de manto que llegaba hasta los codos y se habría en el pecho como una V invertida unido cerca del cuello con un dije que tenía el sello de sus respectivas familias hecho en oro y plata.

    –Señorita Druti, ¿querría decirnos el mito de la formación de nuestro país? –dijo Voz de Dragón a Vibia al notar que esta no estaba poniendo total atención a sus palabras. Vibia se puso de pie y comenzó a hablar, su tono de voz era muy suave, pero fuerte, como la de una cantante o una reina, todos los que la escuchaban quedaban embelesados ante su dulzura.

    Hace más de 500 años un soldado que regresaba de la guerra se infiltró en el castillo del rey de Delos, que en aquellos tiempos no era más que una ciudad estado que solo dominaba el valle que se encontraba enmarcado por los pantanos de Iros al norte y las ciénagas de Delos al sur, pues en secreto era el amante de la hija del rey. Sin embargo el día en que ellos decidieron escapar apareció del mar la portentosa bestia, un Dragón, este destruyó todo a su paso, a penada la hija del rey se acercó al monstruo y le preguntó por qué destruía su ciudad. A lo que el monstruo replicó, “porque no encuentro nada de valor aquí, nadie que pueda ser mi sirviente y ser mi heraldo”, la hija del rey le suplicó al monstruo mientras que el soldado trataba de enfrentar al monstruo, en eso la criatura dijo “este chico podría serlo, pero deberás sacrificar tu vida y la de todos los que están cerca, pero a cambio no destruiré la ciudad completa”. La Hija del rey aceptó, y el soldado vivió, pero no solo eso, el soldado pronto fue reconocido por tener capacidades que iban más allá de las normales, y con el tiempo lo convirtieron en rey. El primer rey del nuevo reino de Delos fue llamado Asurna el de ojos de cobra, y procedió a expandir el reino hacia el norte y hacia el sur.

    –Muy bien –dijo el profesor prosiguiendo la lección.


    Un grupo de pescadores regresaba de una larga faena que había iniciado desde temprano en la mañana, la embarcación era pequeña y alargada, aunque tenía un calado importante que le permitía almacenar de todo, desde peces hasta contrabando. La embarcación se movía gracias a una gran vela triangular y a remos, aunque estos últimos no eran necesarios al medio día cuando los vientos soplaban en dirección de Karna. Un muchacho de unos quince años vestido con poco más que unos pantalones cortos de color rojo observaba desde la proa las imponentes murallas de Karna, blancas como el marfil, que además aprovechaban elevaciones y acantilados naturales por toda la costa, permitiendo la entrada solo en un puerto resguardado del oleaje, las murallas penetraban en las aguas medianamente profundos e impermeables cimientos, y permitían cerrar los portones del puerto en caso de un ataque. El puerto se dividía en dos debido a que una sección de la muralla se ramificaba hacia el interior, el bajo puerto que quedaba en el oeste era un nido particular de todos los colores y olores, un lugar casi sin ley que tenía que ser regulado por soldados a menudo, mientras que el puerto de la derecha se empleaba para el comercio de grandes trirremes y de naves aún más grandes, ubicándose en el este. Ambos puertos daban a dos secciones de la ciudad también separadas por murallas, la ciudad vieja resguardada por muros enormes de hasta 50 metros de altura, y la ciudad nueva que estaba organizada casi sin ninguna planificación, su calles eran estrechas, sin alcantarillado, por lo que las calle eran de tierra y bastante malolientes. En el este de la ciudad nueva se levantaba una meseta, primero de manera suave, allí también había una muralla, que separaba a los muy ricos y miembros de la élite del resto de comerciantes de la ciudad nueva. Karna era famosa por dos templos, uno dedicado a todos los dioses que se ubicaba justo en la cima de la meseta, la cual en un punto se elevaba abruptamente permitiendo ser visto casi desde cualquier parte de la ciudad. El otro era el templo de Thot y estaba dedicado al conocimiento, tanto a impartirlo, recibirlo y crearlo. Más allá de la ciudad nueva habían crecido nuevos barrios, en cordones de miseria más y más grandes, pero que con el tiempo habían alcanzado una estabilidad transitoria, todos preferían vivir detrás de los muros más externos que alcanzaban unos 30 metros de altura a pesar de que las condiciones en el interior no fueran las mejores. Un gran rio llamado el rio Concordia atravesaba la ciudad desde los bajos más miserables al norte, hasta la zona amurallada de la ciudad nueva, este rio junto con las murallas internas separaban la ciudad vieja de las villas de los muy ricos.


    –¿Visitarás a tu noviecita ricachona? –preguntó uno de los marinos, un hombre moreno de barba rala pero con un espeso bigote cuya gran calva estaba cubierta por un gran pañuelo de color rojo.

    –Sí –contestó el muchacho con ánimo.

    –¡Entonces date un baño primero! –repuso el viejo saliendo de la bodega mientras se metía la mano a una bolsa que llevaba siempre bien sujeta al cinturón, luego le entregó al chico una gran moneda de cobre acuñada con el águila y el aspa, los símbolos de la República de Delos.

    –¿Una moneda de 20 giles? –dijo el muchacho levantándose de manera imprudente, por lo que casi pierde el equilibrio.

    –¡Tontolote! –gritó el viejo pescador –no la pierdas porque no te daré más.

    –Pero señor, ¡esto es mi sueldo de 20 días!

    –Aprovéchalo –repuso el viejo marino mientras que la embarcación se incursaba a uno de los puertos menores, pues el bajo puerto también se dividía entre las bahías para los pescadores más acaudalados, pero que no podían acceder al costo de los impuestos del gran puerto, y una zona de puertos para barcos de poco calado hecho a pulso con madera traída de todas partes, donde se reunían los pescadores –a las mujeres les disgusta el olor a pescado, y en el nombre de los Dioses, no le regales pescado, ve a las fuentes de Tsovinar, allí podrás usar los baños, luego ponte algo decente antes de ir.

    –¿De qué hablan jefe? –preguntó uno de los pescadores, un hombre delgado hasta los huesos, nariz aguileña y dos dientes incisivos que cuidaba con su vida.

    –De la noviecita de Delfino – dicho esto el jefe pescador se puso a reír casi hasta orinarse.

    –¿Se refiere a la chica del vestido de seda que vimos el otro día? Pero su a su lado luces como su esclavo Delfino. En ese momento el barco tocó puerto, y a medida que iban descargando la pesca, más y más colegas del barco y del puerto rodeaban a Delfino para hablar de la muchacha. Delfino era uno de los mejores pescadores con arpón de los bajos puertos de Karna, era capaz de nadar a grandes profundidades, mantenerse sumergido por mucho tiempo y ver bajo el agua con total claridad, así que podía elegir los peces más raros, y que valían verdaderas fortunas. Esta habilidad le había permitido pagar el pasaje por trirreme desde su natal pueblo portuario de Isko más allá del estrecho que separaba la isla de Karna con las costas occidentales de Delos. El pueblo de Isko era célebre, ya que se decía que algún bastarde descendiente del rey Asurna había pasado la noche con una prostituta local, de esta unión nacieron una estirpe de pescadores capaces de ver en el agua con total claridad, pero estas afirmaciones solo se las creían los taberneros de aquel puerto miserable. En el barco donde viajó Delfino tuvo la oportunidad de conocer a Vibia Alania Druti una muchacha hija de una familia acaudalada de comerciantes y políticos llamada Druti que había trasladado su centro de operaciones a Karna. Durante el principio del viaje Vibia había despreciado a Delfino por su apariencia “cutre”, pero un día ella cayó al mar, y fue Delfino quien pudo sacarla a flote para que los rescataran a ambos, desde entonces ella le había tomado una gran estimación.

    Entonces sucedió algo extraño, un montón de soldados de élite conocidos como Legionarios armados con escudos grandes y cotas de malla brillantes avanzaba escoltando a un hombre ataviado con una armadura ostentosa de placas, desde la punta de la cabeza a los pies, y además cubierto por una fina capa blanca con bordes de oro.

    –¿Quién es? –preguntó Delfino.

    –Debe tratarse de un Cid, un espadachín mágico –dijo uno de los pescadores que había servido algunos años en el ejército en las tierras del sur de Delos en la fortaleza de Irmos frente a la frontera con el reino de Olomos –sus vidas son diferentes a las nuestras, y dejémoslo así…

    –Dicen que los Cid son tan fuertes como los dioses –repuso un joven pescador llamado Cario que solía acompañar a Delfino en pescas de aguas poco profundas.

    –Ellos son muy buenos, no encontraría palabras para elogiarlos, en verdad tienes que verlos en el frente… –repuso el pescador con un rostro de nostalgia – por eso ellos comandan y nosotros obedecíamos.


    –¡Maestro Musonio! – gritó una muchacha con un largo vestido de seda con bordes en púrpura, además llevaba una capa larga escarlata y aterciopelada, ropas que en años no muy antiguos se reservaba solo a las miembros de la realeza.

    –Tú debes ser Vibia Alania Druti – contestó el profesor mientras depositaba uno de los libros más pesados en manos de su asistente, la tapa de cuero del libro estaba hermosamente tallada con imágenes de serpientes marinas, y en el centro podía verse la silueta de un Dragón.

    –¿Cómo lo sabe? –se preguntó ella.

    –Tu broche –contestó el profesor Musonio entrecerrando los ojos ante lo evidente de la respuesta, el profesor Musonio era experto en heráldica de todas las épocas y de reinos muy lejanos, así que podía distinguir la marca de los Druti, el barco de tres hileras de remos, de quien se dice, había sido inventado por un almirante Druti durante la época del tercer rey de sangre azul –¿que desea señorita?

    –¡Me gustaría saber más de los Dragones! –dijo ella –en nuestra aldea en Leucopetra solo supe lo que decían los sacerdotes, pero tengo entendido que ustedes tienen más información al respecto.

    –¿Y por qué deseas saber más acerca de las terribles criaturas del mar y las montañas? –contestó Musonio.

    –Es que… –la muchacha no supo que responder.

    –Es algo un poco avanzado para una niña de catorce años –contestó Musonio –pero puedes comenzar con lo que se encuentra en la gran biblioteca de Thot, la mayoría de nuestros alumnos no tendrían acceso a ella, ya que se encuentra al interior de la muralla del rio Concordia, pero ya que tú vives allá, podrás leerlos sin mayores problemas, sin embargo para tener acceso a esa zona deberás hablar con un oficial de alto rango, tal vez tu hermano.

    Vibia se alegró al saber que podría saber algo más de aquello que la inquietaba desde que era niña. Aunque tendría que pedirle un favor a su hermano mayor nuevamente.

    –Aun no me ha dicho porque le interesa el tema señorita –repuso Musonio.

    –Es solo por un sueño –contestó ella poniendo una expresión sombría.


    En la segunda hora después del medio día Delfino se encontró con Vibia según habían acordado, estaban en los jardines de Delos, ubicados en el sector central de la ciudad cerca del gran puerto, justo al sur del templo de Thot.

    –Espero que te gusten –dijo Delfino que había llegado vestido con un manto gris de los que empleaban los artesanos bien acomodados de la ciudad. Gracias a esa vestimenta que le habían bordado algunas conocidas del Jefe de pescadores pudo ingresar por las puertas de Hoplos, que separaba a la ciudad vieja de la ciudad nueva. El camino era conocido como el camino de la Concordia y discurría de oriente a occidente, al sur de este camino se encontraba el gran puerto, las bodegas y los almacenes de armas para la defensa de la ciudad, y al norte se encontraba la zona residencial de los artesanos, y comerciantes ricos. Unas calles más adelante Delfino había parado en las fuentes de Tsovizar, una vista esplendida por donde se la mirada, se trataba de una obra de arte hidráulica con estatuas de monstros marinos y héroes, aunque también se trataba de una zona de baños, donde era posible comprar algo llamado jabón y perfume a precios cómodos.

    –¡Por Tsovinar! Esto es muy costoso –repuso ella –¡no puedo aceptarlo!

    –¡Por qué? – preguntó Delfino que comenzó a oler la caja en donde estaban empacados finamente unos dulces de una nueva sustancia que provenía de las regiones más occidentales del mar de Aras, los marinos lo llamaban dulce negro o chocolate –¿huelen mal? Lo cambié por un pez globo escarlata, y esos peces son bastante raros de cazar, pensé que se trataba de un dulce valioso, el comerciante me dijo que a diferencia de la carne de pez globo escarlata, estos dulces le gustarían a cualquier muchacha, pero ya veo que me estafaron –luego poniendo una expresión taciturna –esos peces globo viven muy profundo y solo suben cuando es la temporada de celo, así que tardaré un año en pescar otro, debía comprarte algo más con eso.

    El guardia que acompañaba a Vibia se quedó pasmado, los peces globo rojos eran una delicadez que solo se podían dar los residentes de la zona muy rica de la ciudad, uno solo podía valer unas cuatro monedas de plata.

    –No es eso –contestó ella golpeándole la cabeza.

    –Con lo que cuestan podrías pagar una colegiatura aprender a leer y escribir –decía ella –eres muy talentoso y no te das cuenta de lo que podrías aportar a nuestro mundo.

    –Con respecto a eso, quería entregarte esto también.

    Dicho esto Delfino le entregó a Vibia un pequeño pergamino con algunos símbolos garabateados, la caligrafía era mala y tenía algunos errores de ortografía, pero se podía entender.

    –Un amigo pescador sabe leer y escribir y ha aceptado enseñarme, llevamos unas cuantas clases, pero creo que vamos avanzando.

    Vibia bajó la cabeza, se sentó, sacó de mala gana uno de los bombones de chocolate y se quedó mirando hacia el puerto y hacia más allá, el gran mar. Luego ella le puso su cabeza sobre la nuca de Delfino tratando de retener este momento en su memoria.

    –Mi hermana amaría esta imagen –dijo ella después de unos largos minutos.

    –Es un gran puerto –repuso Delfino mientras se comía uno de los bombones de chocolate –están buenos.

    –Claro que lo están, se supone que es un aperitivo de reyes y senadores –repuso ella –insisto en que podrías haber gastado tu riqueza en algo mejor, o en alguien más digno.

    Frente a ellos se encontraba un mago errante, se trataba de alguien que era capaz de controlar el agua de maneras antinaturales, creando una burbuja del líquido entre sus manos y sostenerla en el aire, la burbuja podía moverse de un lado a otro en una danza artística, entonces pudo verse que se trataba de una muchacha hermosa de cabello azul y ojos negros, una inmigrante de las regiones del norte, personas que nacían regularmente con la capacidad de manipular el agua de formas bellas y mortales.

    –Para mí no hay nada mejor que estar a tu lado –contestó Delfino con temor de que la muchacha se enojara o de que el enorme guardia lo moliera a palos, al parecer el hermano mayor de ella sabía de estos encuentros, pero los permitía debido a que Delfino le había salvado la vida, pero ya habían llegado a una edad peligrosa, y ya no se podía tolerar un encuentro que pudiera mancha la honra de Vibia.

    –Sabes muy bien que esto no nos llevará a nada –contestó Vibia – mañana cumpliré 15 años y mi hermano ya no tolerará que nos veamos.

    –No a menos que gane mucho dinero –contestó Delfino con confianza en sí mismo –nadie puede hacer lo que yo hago, ¡ya verás!, me convertiré en el mejor marino que haya visto el mar de Aria, todos sabrán mi nombre, y entonces tu familia tendrá que reconocerme.

    Los dos se quedaron allí mirando el atardecer y se separaron. Vibia estaba apenada realmente, pues sabía que el modo de vida de Delfino era muy peligroso, cada día que pasaba era de hecho una gran apuesta, en especial por aquel sueño que recurría repentinamente, un terror que venía de los profundos mares.

    Allende el mar se encontraba el dragón de Aria, una criatura de inmenso poder que los marinos llamaban Kemer, el señor de la aniquilación. Vibia pudo ver más allá del puerto una ominosa silueta, una criatura enorme, más grande que un barco avanzar hacia el puerto.

    –Despierta –dijo Delfino –el grandote me dijo que ya es hora de que regreses a tu mundo y yo al mío.

    Vibia se despertó de un sobresalto, sabía que había sido un mal sueño, pero sus manos sudaban fríamente, era el mismo sueño de siempre.

    –¿Le sucede algo señorita? –preguntó el mayordomo, un exsoldado que había estado el día en que Delfino le había salvado la vida a la señorita, aunque toleraba la amista de Vibia nunca les quitaba el ojo de encima.

    –Solo fue un mal sueño Aulus.

    Aulus sabía exactamente cual sueño, Vibia había soñado lo mismo desde pequeña, pero desde que se mudaron a la isla de Karna estos habían aumentado en frecuencia e intensidad. Pero eso podía esperar.

    –Sabes que esta es la última –dijo Aulus mirando desde lo alto de su gran mole, era un hombre de casi dos metros de altura, de tez aceitunada y cubierto de cicatrices.

    Delfino se quedó mirando el bombón de chocolate que Vibia le había entregado, luego se lo lanzo a Aulus quien lo cogió en el aire.

    –Deja el estrés –dijo Delfios –conozco mi rango, pero algún día me deberás reconocer como alguien valioso, ese día grandote podré pagar tus servicios para que me cuides la espalda.

    Dicho esto Delfino se marchó al puerto bajo a toda velocidad.


    Delfino llegó al puerto ya en la noche cuando todos los marinos estaban en los burdeles, que muchas veces también eran sus residencias, y pudo ver en uno de los puertos a un trirreme negro con bordes rojos, la madera más fina y lleno de guardias bien armados, de allí bajaban unos hombre cubiertos por mantos y capuchas. Era algo extraño a todas luces ya que esa clase de barcos solía atracar en los puertos del este, más grandes y sobre todo, más seguros, y entonces recordó un consejo de la anciana de su aldea. “Si vez a hombres ricos haciendo algo secreto, puedes seguirlos, arriesgar ti vida y hacerte rico o no seguirlos y muy probablemente tener una vida larga”. Delfino miró sus manos en aquel momento y se dijo.

    –No los necesito.

    Así que prosiguió el camino hacia el burdel que también era la sede del gremio de pescadores al cual pertenecía. Entonces por un momento sus penetrantes ojos que podían captar más detalles que los de cualquiera con luz de luna pudieron reconocer un hombre, se trataba de uno de los maestros de Vibia que también estaba encapuchado.

    –Haber Delfino, no es tu asunto.

    Convenciéndose así, Delfino continuó su camino.


    Noveno día del cuarto mes del año 150, se firma acceso a la zona antigua de la biblioteca a la señorita Vibia del clan Druti. Esto estaba escrito en un rectángulo de papel muy fino al lado del material de estudio de Vibia, los libros que habían venido a leer estaban escritos en diversas lenguas antiguas, y se necesitaban varios diccionarios para poder leerlos a fragmentos. Había leído toda la tarde y ya estaba a punto de poder interpretar el texto que quería encontrar, pero estaba cansada y se quedó dormida por unos minutos. Cuando despertó estaba asustada, nuevamente el sueño, pero esta vez casi había podido oler a la caricatura envuelta en un manto de oscuridad.

    En el mundo existen muchos tipos de criaturas extrañas, aquellas que son capaces de modificar la realidad misma son llamadas bestias peligrosas, y de todas las bestias peligrosas las más desconcertantes son los Dragones Verdaderos a los que los antiguos llamaron Kaiju. Los dragones son rodeados por un halo denominado zona de desesperación absoluta, no solo los protege contra ataques físicos o mágicos, también destruye el espíritu de quien se encuentra a su alrededor, muriendo lentamente mientras su sangre se ennegrece. Los tres dragones que han sido conocidos desde la era antigua son Cresta de Hierro el desolador, Bikalia señor de las moscas y Kemer el señor de la aniquilación.

    De los tres el más peligroso es Cresta de Hierro pues una vez que se manifiesta destruye todo a su paso en un lapso de 360 días, se dice que ha destruido a varios reinos del norte. Bikalia señor de las moscas es el segundo más peligroso, cuando aparece marchan con él la peste y la muerte misma, se dice que su aura de desesperación absoluta es capaz de levantar a los muertos de la tierra creando un ejército putrefacto que arrasa todo a su paso. El más pequeño es Kemer el señor de la aniquilación, cuando aparece solo permanece un día. Se dice que Kemer es capaz de lanzar la bendición de la sangre azul, otorgando poder y gloria a quien la recibe a cambio de un sacrificio adecuado.

    –Parece que no hay más información –dijo Vibia para sí misma un poco molesta, aunque reparó en un círculo mágico escrito de manera garabateada al pié de la página, se trataba de una escritura algo torpe, pero los símbolos podían identificarse fácilmente, en lenguaje común sus símbolos traducían, “dignidad”.


    Delfino había ensartado un pez globo muy raro y difícil de pescar ya que rara vez salía a la superficie hasta donde llegaban las redes, así que decidió ascender a la superficie, entonces sintió algo en el océano, un pulso potente, pero que no causó oleaje, era como si algo se sincronizara con su pecho. Cuando salió a la superficie todos sus compañeros se encontraban mirando al cielo.

    –¿Qué sucede? –preguntó Delfino mientras arrojaba el pez globo sobre la borda.

    –Sentimos algo extraño en el aire –contestó uno de los pescadores, un hombre delgado al que le llamaban cara cortada por una fea cicatriz en su mejilla izquierda. Entonces cara cortada abrió los ojos ante el trofeno de la rata de mar como llamaba a Delfino – ¿Verde?

    –¡Eso vale al menos dos monedas de oro! –dijeron todos, sabían que Delfino tenía el derecho, ante tan rara pesca, de reclamar todo el trofeo. Generalmente el pacto de los pescadores era dividir todo en partes iguales, a menos que alguien se ganara algo muy raro.

    –Será una gran fiesta –dijo Delfino –lo compartiré con ustedes, así como ustedes me dieron una oportunidad en primer lugar.

    Todos celebraron olvidando el ominoso presagio, todos menos el jefe.

    –Creo que es mejor regresar a la costa, nos hemos alejado mucho de Karna y ya no alcanzamos a divisarla siquiera –dijo el jefe, ante lo cual todos asintieron instintivamente, a pesar de que estaba siendo un día inusualmente bueno, oleada tras oleada de cardúmenes se alejaban de Karna llenando las redes de pesca hasta el límite, incluso los pescadores con arpón menos hábiles que Delfino estaban obteniendo peces raros de las profundidades con inusitada facilidad.

    Al regresar comenzaron a ver indicios ominosos, humos negros desde el horizonte anticipaban algo que todos habían presentido con muchos temores, las murallas del oeste habían sido destruidas de manera inquietante. Mientras la flotilla de pescadores atravesó la zona de los portones se dieron cuenta que algo había emergido desde el puerto bajo, penetrado las murallas internas que separaban la ciudad vieja de la ciudad nueva y ahora avanzaba incendiándolo todo en dirección del templo de Thot, aunque en un primer momento nadie se percató de eso, debido a la cinfusón en el puerto. Tan pronto como llegaron al puerto pudieron escuchar el rugido de la gran bestia, y el terror se expandió a todos sus corazones, los más débiles de ánimo se arrodillaron o se derribaron en posición fetal, otros se orinaron de pié mientras lloraban, era un campo de terror absoluto, el aura de los dragones, tan poderoso que las personas se dejaban morir de pie como maniquíes al momento en que eran atrapados en la ruta del monstruoso destructor. Delfino sin embargo se liberó de esta ponzoña al percatarse de que el rugido provenía casi del templo de Thot.

    –Vibia –dijo instintivamente, y sin pensar en lo más mínimo sobre su propio bienestar salió corriendo como una saeta a través del sendero de destrucción. A cada paso que daba Delfino se daba cuenta que la sensación se hacía más fuerte. Las puertas de Hoplon habían sido abiertas de par en par, y parte de la muralla se encontraba en el suelo, alrededor las personas que no habían sido aplastadas se encontraban en el suelo con su piel oscurecida, mientras que sus venas enchidas brotaban de sus pieles supurando sangre negra como el bitumen. El camino de la Concordia estaba intacto, al parecer el Dragón había avanzado hacia el norte por la zona residencial de la ciudad en un largo desvío, sin embargo ubicarlo era imposible debido a la gran cantidad de incendios que impedían ver algo desde algunos puntos altos. Las personas corrían con sus hijos en brazos tan rápido como podían hacia el puerto, con la esperanza de subirse a algún barco y escapar del señor de la aniquilación. Cuando Delfino llegó a la fuente de Tsovinar pudo ver a muchos heridos y sus familiares, algunos trataban de lavar las heridas, pero aquellos que habían tenido su sangre ennegrecida no podían ser aliviados de su maldición.

    Años atrás Vibia le había hablado a Delfino sobre las maldiciones de sangre que según la leyenda impartía Kemer. La maldición de la sangre negra mataba a aquellos que se consideraban indignos de ser sus servidores, pero aquellos con dignidad suficiente se les otorgaba la maldición de la sangre azul, pero en 2000 años de registros de ataques de Kemer solo una vez se había concedido la maldición de la sangre azul. Más allá de eso lo que abrumaba a Delfino era el temor por Vibia, cuando llegó a los jardines de Delos se dio cuenta de que todo era un caos, pero el templo de Thot que estaba al norte como si se tratara de una poderosa fortaleza militar, con altos muros y un foso a su alrededor estaba intacto, todos se encontraban acurrucados, aterrorizados, pero no corrían. Delfino les gritaba a medida que avanzaba al templo, pero no se ponían de pie, preferían quedarse en el suelo en posición fetal, algunos lloraban, otros gritaban, algunos se orinaban, todos vomitaban, pero nadie a parte de Delfino era capaz de levantarse y buscar a sus seres queridos, todos se habían echado a morir ante el asfixiante remanente del aura de terror absoluto.


    Las puertas del templo estaban habiertas, y justo en el límite encontró a Vibia ataviada con su fino uniforme. Ella estaba en el patio arrodillada mientras abrazaba un gran libro contra su pecho. Cuando la encontró ella estaba susurrando de manera maníaca –levántate, levántate, levántate.

    –¡Levantate! ¿O te vas a dejar morir? La Vibia que conocí no sintió temor ni del gran mar cuando la conocí, peleaba, incluso peleaba contra aquellos que pretendían salvarla como una doncella inválida, ¡tu eres capaz de vencer esta maldición de miedo! ¡Ponte de pie y honra a tu familia!–inquirió Delfino mientras la tomaba de la mano, al principio ella se negó en medio de la histeria, pero cuando se dio cuenta de que se trataba de Delfino. Entonces un miedo distinto la afectó, el miedo de saber que Delfino terminara muerto, la preocupación por la persona amada le dio fuerza, entonces rompió la maldición, y entonces trató de pararse, pero cuando así lo hizo todo perdió su color, y no era que se hubiera hecho de noche, sino más bien que el mundo mismo perdía toda su belleza, frente a ellos se alzaba una masa oscura envuelta en tinieblas de las cuales solo se podían distinguir las fauces por sus blancos colmillos dispuestos en hileras como los de los tiburones y cuatro ojos que emitían una luz blanquecina como si fueran lunas en una noche mortecina. La mole era tan grande que había aplastado el templo y lo había convertido en su nido.


    Todos comenzaron a gritar al igual que VIbia, Delfino cayó de rodillas, pero no permitió que el terror absoluto obscureciera su mente, agarró a Vibia con sus brazos y comenzó a caminar, pero el peso de la muchacha era mucho mayor del que debería, en un principio Delfino pensó que era una ilusión, hasta que se dio cuenta de que sus piensa se hundían profundo en unas lozas quebradas.

    –Abandónala, y podrás correr más rápido –dijo algo con voz profunda en el interior de su cabeza. Entonces Delfino pudo ver como uno de los que gritaba más en el suelo comenzaba a botar liquido negro por la boca, mientras que las venas de su blanca piel se tornaban castañas y se agrietaban de manera supurante –si no lo haces terminarás como todos ellos.

    Delfino observó que Vibia también se encontraba con los mismos síntomas, aunque solo se le había ennegrecido la sangre, sus ojos estaban rojos y comenzaba a llorar sangre oscurecida.

    –Ya tengo suficiente lagartija asquerosa –dijo Delfino cuando sintió como su pierna izquierda se quebraba ante el peso. Se arrodilló, dejó a Vibia suave y calmadamente frente de si, luego sacó la daga que tenía para abrir ostras y sacar perlas y se enfrentó directo al monstruo que estaba detrás de él, igual que cuando un gato juega con un ratón curioso que no le teme, era graciosa la imagen, un hombrecillo con una daga que no atravesaría ni la más delgada de sus escamas lanzando enviones, y el Dragón se alejaba rápidamente una y otra vez como esperando algo. En eso Delfino pudo sentir como su sangre comenzaba a arder por todo su cuerpo, mientras las venas se le hinchaban tornándose negras como la noche. Pero no cerró los ojos ni se puso a llorar. El dragón entonces abrió sus fauces y de ellas salieron unas palabras que Delfino no pudo entender, y eso en lugar de aterrarlo lo enfureció.

    –Si vas a decir algo dilo en mi lengua bestia estúpida, sé que puedes hacerlo, ¡ya lo hiciste antes!

    Entonces solo pudo escucharse los murmullos rugientes de la criatura que parecía reírse mientras que las personas alrededor morían en un charco de pus negra, desde el más rico de los nobles allí presentes, al más bajo de los esclavos empleados para limpiar los jardines, desde el más inteligente de los maestros al más valiente de los soldados.

    Vibia le abrazó en ese momento, y como pudo hizo que la cuchilla de la daga de Delfino cortara su dedo índice.

    –Había esperado una ceremonia más romántica –dijo Delfino –pero morir a tu lado será un honor.

    –No –contestó ella –tu no morirás –mientras decía eso dibujó el círculo mágico con su sangre ennegrecida en la nuca de Delfino –con mi sangre hago mi pacto con Kemer, señor del valor y la dignidad, pido por mi sangre y mi vida que le otorgues tu misericordia a quien por este estigma suplico, a cambio te ofrezco mi vida y mi cuerpo.

    Delfino no podía entender lo que ella decía pues hablaba en una lengua antigua y poderosa, la misma lengua con la que hablaba el dragón cuando habría su gran boca.

    –Que así sea, pero tu sacrificio será insuficiente, tomaré la vida de todos los aquí presentes para que tu amado viva como mi siervo – dijo la bestia en la misma lengua, y luego rugió, un rugido tan potente que hizo que Delfino perdiera el conocimiento.


    Primer día del quinto mes del año 150 desde la unificación de las tierras de Delos, ha pasado casi un mes desde la desafortunada no-muerte de mi preciada hermana Vibia, pero su sacrificio puede que haya traído a nuestra causa un bien aún más grande, ahora me encuentro en espera de que aquel por el cual ella se sacrificó esté a la altura de su devoción por su país, y por nuestra causa.

    Cuando Delfino se despertó estaba en una suntuosa cama, de una habitación excelentemente cuidada.

    –¿Dónde me encuentro?

    –Era la habitación de Vibia, supongo que es lo más apropiado dado el sacrificio que realizó ella para salvar tu existencia.

    –¿Quién es usted?

    –Soy Marco el hermano de Vibia.

    –¡Donde esta Vibia! –gritó Delfino levantándose al recordar la mole de la criatura que instantes atrás, para él, había estado en frente, lista para acabar con su existencia.

    –Vibia ahora duerme el sueño del Gran Dragón, su cuerpo jamás se marchitará ni envejecerá, y su aura curará a los enfermos, su tumba se rodeará de las flores más hermosas y de los frutos más dulces, mientras la sangre de aquella persona por la cual se ha sacrificado vida en este mundo y en sus descendientes, si mueres, su cuerpo será consumido por la gran magia de los dragones dando nacimiento a algo muy malo...

    –¿Entonces no está muerta?

    –No está viva –contestó Marco –El Sueño del Gran Dragón es una especie de maldición, a cambio de la vida de muchas personas aquel que lleva la marca del estigma reclama poderes que van más allá de la comprensión humana, a eso lo llamamos la maldición de la sangre azul.

    –¿Existe alguna forma re romper esa maldición?

    –Claro que si –contestó Marco mientras su rostro se hacía taciturno y su expresión se endurecía casi al extremo de una de las estatuas de mármol que pululaban por los barrios ricos de Karna –Solo tienes de matar al dragón que maldijo a Vibia, eso claro, si es que puede acercarte lo suficiente como para atacarlo sin que su aura de terror absoluto de aniquile.

    –¡Mi señor! –gritó un soldado irrumpiendo con celeridad.

    –¿Que sucede? –preguntó Marco con serenidad.

    –¡Piratas!, ¡cientos de barcos piratas han ingresado por la brecha mi señor! ¡Están desembarcando en la zona del puerto bajo y avanzan por las brechas que dejó el dragón hacia la ciudad interna, están quemando todo a su paso! ¡Y se están apoderando del arsenal de los “Hastati”!

    –Delfino se levantó de inmediato pensando en todos sus amigos que vivían en el puerto bajo, pero sus piernas flaquearon.

    –El estigma todavía es inestable –repuso Marco –ordena que la muralla de la Concordia se habra de inmediato, dejen entrar a todos los que lo necesiten, sean comerciantes o pescadores, ricos o pobres, nobles o plebe, que todo hombre capaz de pelear tome las armas, incluyendo aquellos que ingresen, las mujeres y los niños se resguardaran en la acrópolis en el interior del templo de todos los dioses.

    –¿Pero cuáles armas?

    –En la acrópolis almacenamos las armas de los “Triari”, deberían ser suficientes para poner una fuerza defensiva en movimiento, convoca también a los jefes de guardia de los barrios de la plebe en el cinturón externo de la ciudad, todo aquel que tome las armas en defensa de la ciudad recibirá una exención de impuestos y por su valor puede ser recompensado con algo más –esas fueron las órdenes de Marco, para luego dirigirse a Delfino.

    –Nos veremos en otra ocasión pescador –dijo Marco –la situación me convoca a tomar acciones como representante del gobierno de esta ciudad –antes de salir sin embargo agregó unas últimas palabras que llenarían de amargura a Delfino –no podrás ver el cuerpo de Vibia nunca, pues según lo estipulado en el contrato escrito con runas en la piel de mi hermana, cuando así lo hicieran, ambos morirán, y Kemer regresará para destruir todo a su paso, lo cual sería problemático debido a que ella será enterrada en el centro de un mausoleo que construiremos en el centro de los jardines de Delos.

    –Eso es injusto –dijo Delfino entre lágrimas, no pudo salvar a su amada y no podía ponerse en pie para combatir a los invasores.

    –No lo llaman maldición por nada –contestó Marco –aunque con el tiempo entenderás que lo azul en tu sangre podrá ponerse a buen servicio.
     
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