La Juvia de siempre (Gruvia)

Basado en una imagen que me envió Insane... oficialmente era para un reto pero no lo hice a tiempo... aún así quise hacerlo para ella xD me disculpo por la estupidez que van a leer.

La Juvia de siempre.

Gray pensó que podría tener una tarde tranquila.

"Tranquila" desde la perspectiva de un miembro de Fairy Tail... al menos esperaba no tener que luchar por su vida más de tres veces aquel día. La semana anterior (como extrañaba aquellos días) había hecho una misión rápida y con buena paga, así que realmente no tenía demasiado que hacer. Natsu tampoco estaba dispuesto a salir pronto, de todas formas.

En fin, Gray supuso que sería un aburrido día promedio, con algunas peleas con Natsu y tal vez Elfman, escapar de Juvia un rato y quizás comer algo. Un buen día normal sin variaciones.

Entonces, ¿por qué alguien acababa de lanzarle un tenedor?

El utensilio en cuestión, incluso manchado con un poco de crema de algún pastel que, si sobrevivía, probaría más tarde, estaba demasiado afilado para ser un tenedor común y corriente. Pero eso no lo asustaba, el objeto no había llegado a tocarlo (lo rozó y se clavó en la desafortunada pared detrás de él). No, definitivamente eso no era lo que lo intimidaba. Después de todo ¿qué tan raro es que alguien intente matarte con un tenedor sin razón? Gray quiso pensar que le ocurría a todo el mundo.

Pero, ¿por qué Juvia acababa de lanzarle un tenedor?

Juvia era tierna, dulce, acosadora, molesta, linda, y muy extraña, pero jamás, jamás, había intentado lastimar a Gray. Eso explicaba, más o menos, que todo el gremio (desgraciadamente Gray incluido) hubiese quedado en total silencio en cuanto el ataque fue realizado. El desafortunado mago de hielo, por primera vez, no había hecho absolutamente nada para merecer un tenedor súper afilado y rápido apuntando a su cara (benditos reflejos, gracias a los cuales pudo evitar un objeto de metal en los ojos).

Juvia lo miraba molesta, con sus oscuros ojos azules centellando de ira. ¿Qué demonios había hecho? Gray intentó, vanamente, recordar que clase de crueldad había hecho para lograr que la única persona absolutamente incapaz de odiarlo, estuviese tratando de matarlo repentinamente. Juvia tomó más tenedores, y el mago de hielo creyó divisar un cuchillo entre ellos. Ok, hora de correr.

Siendo el primero en reaccionar, y luego de anotar mentalmente que debía felicitarse por ello más tarde, corrió como jamás lo había hecho. Por primera vez ni siquiera pensó en quitarse la ropa, la camisa rosa que traía no le molestaba para nada, de todas formas, nada podía ser más molesto que un cuchillo en la cara. Gray conocía la ciudad de Magnolia como la palma de su mano... más que la palma de su mano ¿quién pasa horas mirando su propia mano? eso es estúpido. Sabía de memoria cada calle y tienda que había, pero lo nervios le ganaron (escuchar a Juvia gritando amenazas detrás de sí era definitivamente algo nuevo) y dobló en un maldito callejón sin salida.

En algún momento Juvia se había deshecho de los cuchillos y tenedores, pero eso no lograba que se viera menos amenazante, caminaba tranquilamente hacia él, con una mirada asesina muy impropia de ella e intenciones poco amistosas, sabiéndolo atrapado. Las piernas le fallaron mientras intentaba inútilmente razonar con su acosadora personal, cayó al suelo sudando demasiado y extendió sus manos hacia ella en un gesto tranquilizador, esperando que se calmara, pero Juvia permanecía impasible.

—E... Escucha, Juvia, esto no...—balbuceó absolutamente nervioso.

Iba a morir, definitivamente no le gustaba esta Juvia.

Ella apoyó su pie en la pared detrás de él, provocando que Gray soltara un chillido muy poco heroico, presa del pánico.

—Gray.

¿Qué pasaba con ese tono? ¿Desde cuando Juvia podía poner esa mirada tan aterradora? ¡¿Dónde demonios había quedado el "sama"?! ¡A Gray no le gustaba nada! Iba a morir sin entender qué demonios estaba pasando. Al menos podría darle tiempo de escribir un testamento o algo, Juvia no era así.

—¿Gray...sama?

Se giró en dirección a la calle, allí estaba Juvia mirándolo confundida, mientras Juvia lo mantenía acorralado contra la pared.

Ah, esa no era Juvia.

—¡Esto no tiene sentido!—chilló.

—¿Gray-sama y...?—miró a su doble sin entender demasiado, con sus brillantes ojos azules absolutamente confundidos, ah, Gray extrañaba esa mirada—¿Juvia?

A Gray realmente le hubiese encantado poder explicarle a Juvia qué estaba pasando, pero no tenía idea, y simplemente estaba aliviado de que, fuese quien fuese, la persona que intentaba matarlo no era Juvia. La falsa-Juvia apartó su pie de la pared, dejando lugar para que Gray se levantara, lanzando un suspiro.

—Mira, cancelamos el plan—anunció, y luego de que una extraña nube de vapor apareciera de la nada, dejó ver a una pelirroja con su brillante armadura mirando a Gray como si se acabaran de cruzar por la calle.

—¡¿Erza?!

Mirajane salió de detrás de algún basurero con su sonrisa habitual.

—Oh, buenos días Gray.

—¡¿Qué demonios?!

¿Por qué Mira convertiría a Erza en Juvia para que ataque a Gray? ¿En qué clase de ilógica dimensión paralela se había metido?

—¿In...Interpreté bien a Juvia?—preguntó Erza sonrojada y removiéndose incómoda.

—Sí, perfecto—declaró Strauss con una radiante sonrisa.

—¡Eso no era como Juvia en absoluto!—protestó Gray, mientras la maga de agua seguía parada en la entrada del callejón sin entender absolutamente nada.


—Entonces—trató de confirmar Lucy—Mira transformó a Erza en Juvia para que le diera una lección a Gray por ser tan insensible siempre, ¿cierto?

—Sí, una noble causa, ¿verdad?—declaró Erza con orgullo, comiendo el pastel que finalmente Gray decidió no probar.

—No lo entiendo—suspiró Natsu.

—Qué cruel—murmuró la rubia.

—Pero, bueno—dijo Levy con una pequeña sonrisa—, creo que funcionó bastante bien.

Todos miraron como Juvia, que no se había preocupado por averiguar demasiado sobre lo que había pasado (quizás lo suponía, quizás no le importaba), saltaba a abrazar al mago de hielo como de costumbre.

—¡Gray-sama~!

Pero, a diferencia de lo que normalmente haría, y aunque no le correspondió el abrazo, Gray no la apartó. Porque definitivamente no quería imaginar el límite de la paciencia de la peliazul y verla así nuevamente. No señor, a Gray le gustaba la Juvia de siempre.
Fin.

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