La historia perdida

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Erzabeth, 11 Julio 2013.

  1.  
    Erzabeth

    Erzabeth Fanático

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    Escritor
    Título:
    La historia perdida
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    964
    HISTORIA OLVIDADA

    Prólogo.

    Bajo la sombra débil del humano se encuentran miles de secretos. El ojo humano, vidente de tan viles maravillas ignoradas al instante por el hombre mismo. ¿Miedo?, ¿temor?, grande es la mente, infinita, y poco es el espacio que ocupamos en ella al ignorar lo imaginado. Si se es capaz de imaginar el propio futuro, ¿por qué no imaginar y creer en las maravillas y secretos del mundo?

    «Ver para creer», dudamos de lo que no hemos visto, y al verlo se vuelve a ignorar. Miedo a que ese algo, -en el que no se quiere creer-, nos dañe, pero más miedo al rechazo humano, y a que le tachen loco.

    Cáp.1

    En el origen las estrellas murieron para traer el amanecer y el atardecer, inicio y fin de la luz que renacerían cada día con el poder del infinito para dar continuidad al tiempo y sentido a la eternidad, pero los secretos de aquella poderosa magia quedarían ocultos en ancestrales memorias guardadas en innominables lugares, jamás vistos por la humanidad, ni siquiera por la imaginación mas aventurera o la locura más absurda.
    Fue como una lluvia inesperada, fuera de estación, extraviada entre las temporadas. Así fue aquel encuentro, entre la dama y el hechicero, una pareja destinada desde el inicio de los tiempos, cuando la oscuridad era la verdad del mundo y la humanidad ni siquiera había nacido.
    El encuentro ocurrió como debía ocurrir, sin nada que pudiera evitarlo. Las partes estaban reunidas y el momento era el indicado aquel joven e inexperimentado hechicero había encontrado el universo en la mirada de la misteriosa chica de aquel pueblo. Estaba lloviendo y el aroma de la tierra húmeda se elevaba hasta la nariz, el viento apenas perceptible regalaba una sensación de malestar, de ansiedad y el final de la solitaria calle empedrada apuntaba hacia el bosque, oscuro y místico.
    “Pensaba que aquí tendría suerte… que encontraría algún sabio que me tomara como aprendiz”, pensaba el joven de aspecto desordenado y voz tranquila, pero la lluvia había marchitado sus planes y ahora las calles de aquel pequeño y modesto poblado se encontraban desiertas y encharcadas. Entonces tropezaron, y sus miradas se fundieron, el destino había hecho su trabajo al guiarlos a su encuentro pero ahora les correspondía a ellos continuar juntos y aprender el uno del otro.
    La joven castaña quedó inmóvil ante la mirada del chico. El joven hechicero, fijo en los ojos de la castaña, alzó tímidamente su mano derecha en modo de saludo hacia la extraña. La chica sonrió viendo el suelo, levantó la vista al chico aún con su sonrisa. Se encaminó a donde se suponía que iba antes de toparse con el hechicero. Volteó de nuevo hacia él y movió su cabeza apuntando al sitio donde iría, él la siguió cuando entendió su seña.
    La joven caminaba lento, meneándose de un lado a otro, le fue fácil seguirla y alcanzarla para seguirlo el paso. Sin verle, la chica seguía su camino hasta una taberna del pueblo. Al menos ahí no seguirían mojándose. La joven se detuvo frente a la puerta, cruzó los brazos frente su pecho y volteó a ver al joven, él sólo seguía perdido en la rustica y humilde vista del pueblo. Volteó a la chica al salir de su trance preguntándose por qué habían parado. La joven volteó a la puerta molesta.
    - ¡Ah, sí!- respondió el joven ante sus señas. Abrió la puerta para la señorita. Primero, obviamente, pasó la joven seguida por el hechicero. Era una gran cabaña llena de gente, o más bien, de hombres ebrios. La joven se sentó en la primera mesa libre que pudo ver, secundada por el joven, quien mantenía una cara extraña ante la vista y olor de la cabaña.
    Una vez en la mesa se presentaron.
    -Soy Zeril, y desde que murió mi maestro estoy buscando a algún sabio que me oriente en el arte de la magia.
    -Xandra, me llamo Xandra y… no creo que encuentres a un sabio en este pueblo, como puedes ver está lleno de gente viciosa y desagradable, te recomendaría que te vayas en cuanto puedas. Ah… por último, ¿puedo ordenar un par de cosas?
    Zeril sólo se quedo mirando como Xandra ordenaba un platillo tras otro para probarlos y luego dejarlos casi intactos en la mesa, pasaron un par de horas y el ambiente de la taberna se volvía tenso. Con el alcohol hasta el más cobarde cree ser caballero y los ebrios del lugar veían mal al forastero, por lo que Zeril simplemente se levantó de la mesa y dejo algunas monedas de plata en la mesa para pagar por la comida de la chica. Entonces salió de la taberna y siguió su camino en medio de la lluvia, con la mirada vacía y un semblante frío.

    Ya estaba por llegar a las afueras del pueblo, andando solo como siempre el joven hechicero, cuando sintió un tirón en su ropa. Era Xandra quien quería devolver el favor de Zeril dejándolo dormir en su casa esa noche, para que no padeciera la fría tormenta y descansara un poco antes de seguir su viaje.
     
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