La historia interminable

Suerte que mi familia supiera de todo un poco, mucho de eso me ayudara a sobrevivir con Evans aquí

 

Así que empecé a cortar las hierbas y a machacarlas para sacarles los jugos, debía actuar con mucha rapidez

 

no me importaron sus quejidos, desinfecte y cubri la herida con rapidez y eficiencia, al acabar mi tarea me aleje

 

cuando sin darme cuenta, una feroz bestia me ataco sin creerlo.

 

Me tumbo boca arriba esa extraña bestia,tenia un aspecto de serpiente y un tiegre mezclados repugnantemente.

 

cabeza de serpiente, pelaje y patas de tigre combinados con lo que parecía ser huesos que salían de su espalda a modo de espinas enorme con ojos rojos.

 

En mi vida había visto cosa tan extraña, esta bestia amorfa tenía su mandíbula a centímetros de mi compañera

 

Evans me veia con los ojos casi fuera de sus cuencas sin reaccion alguna hasta que un estruendo se escucho a lo lejos

 

La bestia fue impulsada hacía atrás, habiendo recibido el impacto del arma de fuego. Enfurecida y sangrante arremetió contra...

 

Un hombre de tez blanca que sujetaba un pequeño rifle extraño a decir verdad, él la acabo de un golpe (Todos los caps deben ser de 19 palabras ¿Cierto?)

 

Contenido oculto

Así es, todos los relatos deben tener 19 Palabras

Y nosotros le miramos agradecidos. Pero no sabíamos si ese hombre estaría de nuestro lado. Miré a Evans buscando…

 

alguna respuesta, pero nada, su rostro palido no volvia a la normalidad, algo habia en su pierna ya que esta sangraba...

 

—¡Maldita sea!— murmuró con furia.

—¡¿Sólo él?!— pensé con rabia.


El recién llegado se acercó. No tenía malas intenciones...

 

O eso parecía. De cualquier forma necesitamos su ayuda, se acercó, le miramos y suspiré.


—Mi amigo está herido, usted...

 

sabe dónde conseguir medicinas?— dije terminando la frase con pesadez.
Asintiendo tomó en brasos a Evans .
Me sorprendí

 

Mientras caminaba apresuradamente atrás suyo, todo había pasado tan rápido, le dediqué una sonrisa a Evans, todo mejoraría ahora...

 

Lo que no nos imaginábamos era que nos estábamos dirigiendo hacia nuestra propia muerte. Tras media hora de camino…

 

Llegamos a una singular pero iluminaba cueva, mis sentidos estaban a flor de piel, la adrenalina recorría cada célula...

 

De mi cuerpo, ¿viviría aquel hombre allí? Lentamente abrió la puerta con una mano y se dirigió a mí…

 

-Puedes pasar, no toques nada-aquella indicación estuvo de más.

Entre despacio sintiendo el eloquecido palpitar en mi pecho.