Song-fic La hija del malketing

Tema en 'Relatos' iniciado por Ruki V, 9 Junio 2020.

  1.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

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    Título:
    La hija del malketing
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4093
    Umm, alerta de spoiler: Les debo una disculpa pues esta historia es tremendamente aburrida JAJAJAJAJA.
    Fuera de Vocaloid, la soberbia es mi pecado capital menos favorito, y por lo tanto no tuve más inspiración.
    Mi parte favorita de todo el escrito es el título (?) Anexo la canción para quien le interese.
    Así que, si incluso después de esta larga nota deciden leer esto... se los agradeceré mucho :'v


    Gina Gómez era, por sobre muchas cosas, una mujer trabajadora y muy determinada.

    Más allá de su esbelta figura, su precioso cabello anaranjado y sus brillantes ojos verdes, era inteligente y calculadora. No había sido solamente su linda sonrisa la que la había llevado a ser la gerente de mercadotecnia en una reconocida empresa farmacéutica, ciertamente. Con el sudor de su frente y todo lo que le habían permitido aprender como practicante desde que era estudiante, había probado ser más que capaz para su puesto.

    Poco le importaba que todos los demás en el área de mercadotecnia la odiaran, y mucho.

    Tenía su propia oficina, muy bien arreglada. Y contaba con un adorable asistente llamado Javier Vázquez, un practicante: era el único con quien Gina era remotamente amable, ya que alguna vez estuvo exactamente en el mismo lugar que él, y veía que tenía casi los mismos deseos de aprender que ella algunos años antes. Gina reconocía la energía de Javier y le aseguraba que probablemente estaba destinado a lograr lo que se propusiera.

    —Excepto quitarme mi puesto, cariño, ¿de acuerdo?— le dijo una vez, sonriente.

    —Jamás había pasado por mi mente, licenciada Gómez— respondió Javier, genuinamente.

    —Eres casi demasiado encantador para tu propio bien, Javier— añadió Gina.

    —Espero que solo lo suficiente para que volteen a ver mi trabajo duro.

    —Esa es la actitud.

    Lamentablemente, mientras Gina tenía esa clase de conversaciones tan alentadoras con Javier, el resto de sus subordinados la aborrecían por su evidente arrogancia y complejo de superioridad; y la verdad, tampoco eran muy fanáticos de Javier, pues lo consideraban un niño universitario lame suelas, adulador. Pero Gina no lo veía así en lo absoluto, siendo que ya había tratado con gente verdaderamente falsa e hipócrita en el pasado.

    Además, a los empleados tampoco les parecía que Gina fuera tan adorada por la alta dirección: creían que le daban demasiado crédito cuando sus estrategias publicitarias eran exitosas, considerando que el equipo a su cargo tenía que ejecutarlas, aunque fueran sus ideas. Gina era premiada con reconocimientos en papel y en dinero, y el resto de los que trabajaban bajo su dirección pocas veces se veían recompensados de alguna forma.

    Sin embargo, dado que Gina era la mente maestra del departamento de mercadotecnia, y que su conexión con los directivos era estrecha, pocos se habían atrevido a desafiarla.

    Y es que esos pocos que intentaron llevarle la contra, echarle cosas en cara, insultarla o demás, acabaron perdiendo su empleo. Gina no dudaba en deshacerse de estorbos.

    —Hace unas horas, vi como la señorita Lucía Martínez se iba— reportó un día Javier.

    —Vaya, con que ya vino a recoger sus últimas cosas— sonrió Gina.

    —Me parece que las acusaciones que le hizo eran muy graves— opinó el muchacho.

    —Afortunadamente, incluso la auditoría externa respalda mi reputación honesta ante esa estúpida: como si yo tuviera alguna necesidad de robarle dinero a la compañía, por favor.

    —Hablando de auditorías, hoy debe de rendir cuentas al nuevo gerente de contabilidad.

    —Es verdad, sé que está en mi agenda— dijo Gina revisando algunos documentos.

    —Si no me equivoco, el nuevo gerente es Héctor Yáñez— comentó Javier.

    —No he tenido el placer de conocerlo, pero bueno, hoy será— dijo ella leyendo algo.

    —Bueno, si de casualidad le hacen falta facturas para presentarle al licenciado Yáñez, tal vez le sirvan algunas de las copias que me ha pedido ir acumulando dentro de este legajo.

    —Te lo agradezco mucho, Javier. Espero que, si me faltan, solo sean una o dos.

    Cuando Gina se dirigió hacia la oficina gerencial del departamento de contabilidad, no encontró recepcionista así que simplemente tocó a la puerta. Pero no estaba preparada para ver al hombre que abriría la puerta: más alto que el promedio, de melena rubia y ojos castaños que brillaban al igual que su sonrisa. Gina hizo todo lo posible por minimizar el sonrojo que no pudo contener, aclarando su garganta y tratando de sonreír normalmente.

    —B-buenas tardes— balbuceó ella. —Usted debe ser el licenciado Héctor Yáñez, ¿cierto?

    —Para servirle— sonrió él, deteniendo el corazón de Gina por un segundo. —Mucho gusto. Me imagino que eso significa que usted es la licenciada Gina Gómez, ¿verdad?

    —Sí, e-el gusto es mío, licenciado Yáñez.

    —He oído que su liderazgo en el área de mercadotecnia casi sostiene a esta empresa.

    —Oh, bueno, ¿para qué negar un rumor tan positivo?— Gina sonrió más confiada.

    —Espero con ansias ver su trabajo de primera mano— dijo invitándola a pasar a la oficina.

    —Por supuesto. Claro que, antes de eso, tenemos que hablar de mis presupuestos.

    —Claro que sí. Me han dicho que usted no escatima en gastos publicitarios.

    —Mientras obtenga resultados, la empresa me confía su capital— asegura ella sonriendo.

    —Muy bien: veamos en qué lo invierte, ¿le parece?— él sonrió de vuelta.

    Después de una hora bien invertida en hablar de trabajo con Héctor, Gina se dio cuenta de que la impresión que le había dado a primera vista era solo el principio. Y se sintió muy aliviada, pues normalmente le era muy difícil encontrar a una persona atractiva solo por su apariencia; ella se sentía atraída por la mente de otros, por su pasión, por su intelecto. Se moría por seguir charlando dentro y fuera del trabajo con Héctor para evaluarlo en ello.

    Aunque, en realidad, era una mujer muy ocupada; y Héctor era un hombre muy ocupado. Era muy predecible que en realidad no hablaran mucho dentro de la empresa por estar cada uno en su trabajo; sin embargo, él accedió de inmediato a la propuesta de Gina de intercambiar números y redes sociales, así que en su tiempo libre empezaron poco a poco a conocerse mejor. A muchos les parecería difícil creer que Gina se estaba enamorando.

    ¿Qué podía salir mal? Ambos eran trabajadores, tenían la misma edad, eran atractivos, tenían intereses en común, sentían admiración el uno por el otro. Parecían encajar bien, o incluso a la perfección, el uno con el otro. Al menos, ante los ojos de las pocas personas a las que les agradaban ambos; a los del departamento de Gina les parecía que Héctor era demasiado bueno y que se podría encontrar a alguien menos egocéntrica y más genuina.

    Pero, pasados un par de meses, un día en que Gina se dirigía muy puntual a la oficina de Héctor para su rendición mensual de cuentas respecto al presupuesto de mercadotecnia, se detuvo a sí misma de tocar cuando escuchó una risa femenina provenir del interior. No pudo evitar detenerse y escuchar, descubriendo que Héctor estaba coqueteando con una joven practicante de RR.HH. llamada Michelle Herrera. Podía incluso oír sus besuqueos.

    —Ah, ya veo— pensó en voz alta para sí misma Gina, alejándose de la puerta una vez que las risas, coqueteos y besos entre Héctor y Michelle la hicieron sentir que vomitaría.

    Trató de caminar a paso normal de vuelta hacia su propia oficina, pero cuando llegó y cerró la puerta tras ella tenía la respiración agitada y sentía que le hervía la sangre.

    —¿Licenciada Gómez?— preguntó una familiar voz masculina que parecía preocupada.

    Gina levantó la mirada y se encontró con Javier moviendo papeles en su escritorio.

    —Es… ¿está llorando?— preguntó Javier en voz baja, como con miedo de hacerlo.

    Gina entonces se llevó las manos a los ojos y se dio cuenta de que estaban cargados de lágrimas. Gruñó furiosa, parpadeando varias veces y respirando hondo para tratar de controlarse. Pero claro, aún así algunas lágrimas bajaron por sus mejillas. Dudoso, Javier rodeó el escritorio para acercarse despacio, pero ella ni siquiera lo volteó a ver. Suspiró.

    —Necesito arreglar mi maquillaje— dijo Gina pasando de largo a Javier para sentarse en su silla tras su escritorio. —Necesito estar lista por si Héctor se deja de tonterías y viene.

    —Señorita Gina…— Javier insistió en tratar de acercarse a hablar con ella.

    —Estoy bien, Javier— respondió ella con dureza. —Lamento preocuparte.

    —Lamento entrometerme, pero, bueno, si quiere hablar, puede confiar en mí.

    —Bueno, no quiero ser chismosa…— suspira exasperada —…pero oí a la practicante de recursos humanos Herrera dándose de besos con el licenciado Yáñez en la oficina de éste.

    Gina empezó a decir aquello mientras se corregía el maquillaje, mirándose a sí misma en su espejito de bolsillo y no prestando atención a la reacción de Javier. Pero notó de reojo como la postura del muchacho se tensó ante sus palabras y desvió su mirada hacia él, tratando de no mostrar ninguna expresión. Mirándolo más atenta, había bajado un poco el rostro y un leve sonrojo era visible en sus mejillas. Iba a decir algo, pero él le ganó.

    —¿He-Herrera? ¿Se refiere a Michelle Herrera, que ingresó hace dos semanas?

    Aquello bastó para que Gina entendiera y volviera a enfurecerse, pero no lo demostró.

    —Javier— dijo y el muchacho alzó la mirada. —¿Puedo confiar en ti para algo más?

    —Umm… S-seguro, licenciada. Para lo que sea.

    —Quiero caos el área de recursos humanos. Y quiero que sea culpa de Herrera.

    Javier se quedó mudo y estático, de pie frente a Gina, quien lo miraba a los ojos con una sed de venganza que probablemente nunca admitiría tal cual. Le sostuvo la mirada pero no supo qué decir. ¿Le estaba dando una orden? ¿Le estaba pidiendo un favor? ¿Haría que lo corrieran si no obedecía? ¿Pero qué había de los problemas en los que podría meterse si de hecho obedecía? ¿O acaso Gina lo protegería si lo descubrían? No sabía qué hacer.

    No tenía el valor de hacer todas esas preguntas en voz alta, pero Gina solo esperaba.

    —¿Qué… clase de caos?— fue lo que decidió preguntar.

    En eso, tocaron a la puerta, por lo que Javier se apartó y Héctor se asomó al interior.

    —¿Licenciada Gómez? Es día de rendición de cuentas— dijo con una pequeña sonrisa.

    —Ya voy— dijo ella poniéndose de pie y dirigiéndose hacia él.

    Pero se detuvo al lado de Javier, mirándolo con una pequeña sonrisa ella misma.

    —Lo dejo a tu criterio, Javier— dijo antes de irse con Héctor, cerrando la puerta tras ella.

    El muchacho se quedó en aquella oficina, pensando. No quería hacerle daño a Michelle, ni quería llegar a afectar a toda la compañía, pero tenía la sensación de que no podía irse por la alternativa de no hacer nada. Si lo pensaba bien, podría acabar fuera de la empresa y Gina probablemente de todos modos querría vengarse de Michelle y Héctor de alguna manera u otra: se le ocurrió que tal vez él podría elegir el método menos problemático.

    Para la mañana siguiente, Gina llegó a la empresa a encontrarse con el caos que quería. Prácticamente todo el departamento de recursos humanos estaba corriendo de un lado para otro leyendo papeles o haciendo llamadas, escandalizados pero tratando de mantenerlo todo en murmullos muy altos. Se sorprendió de lo rápido que Javier actuó, así que detuvo al primer empleado que pudo para preguntar qué era lo que estaba pasando.

    —Err, este… U-una practicante en nuestra área, estaba encargada del correo electrónico al que llegan solicitudes de empleo y currículos. Aparentemente, respondió a TODAS las solicitudes pendientes como rechazadas, incluyendo algunas que ya habían sido aceptadas y cuyos remitentes ahora creen que les cancelamos sus entrevistas. Es todo un desastre.

    El hombre al que detuvo estaba ansioso por seguir su camino a hacer lo que debía de, en medio de aquel caos, así que ni siquiera se detuvo a ver qué opinaba o cómo reaccionaba Gina; la verdad es que fingió sorpresa y se aguantó la sonrisa, dirigiéndose a su oficina casi como si no supiera lo que estaba pasando. No tenía ni idea de qué tan fácil o difícil habría sido para Javier hacer lo que hizo, pero estaba muy satisfecha con el resultado.

    Cuando llegó a su oficina, notó que el escritorio afuera de ésta, designado para Javier, aún estaba vacío. Se le hizo raro, sobre todo porque le acababan de decir que la culpa había sido de Michelle (la única practicante de recursos humanos). Le tomó apenas unos segundos más percatarse de una nota que Javier había dejado. “Una disculpa, pero me pidieron apoyo para poner en orden unos documentos y no me pude negar… —Javier V.”

    Gina lo entendió: supuso que Javier se sentiría culpable, ya que Michelle seguramente estaría recibiendo muchos gritos o ya habría sido despedida. Sin embargo, no imaginaría que la nota era mentira, y que Javier se sentía tan culpable que simplemente estaba fuera de la empresa fumando cigarro tras cigarro tan rápido como le era humanamente posible. Esperaba que Gina no le preguntara a nadie por él, y pudiera volver cuando quisiera.

    Para su suerte, la alta dirección necesitaba un poco de ayuda de Gina para salvar el día luego del desastre de recursos humanos. Así que, al final del día además de haber sacado a Michelle del negocio, Gina se convertiría en la heroína; cosa para la que no necesitaría mucho a Javier, lo que fue un alivio para él. No se toparon sino hasta las tres de la tarde.

    Gina finalmente se pudo tomar un descanso y llegó a su oficina para finalmente ver a Javier, quien estaba reorganizando la agenda, ya que medio día ya se había “perdido”. Ella le sonrió, y cuando él se dio cuenta de que estaba frente a su escritorio le devolvió la sonrisa, aunque con evidente nerviosismo. Gina quería mostrarse agradecida con él.

    Pero algo como eso no le salía del todo bien a una persona tan egoísta como era Gina.

    —Javier, encanto, ¿no me acompañarías a comer? Es nuestra hora de descanso.

    —Por supuesto— respondió Javier con una sonrisa más genuina.

    Si lo pensaba, realmente le había impactado verla llorando. Prefería verla como siempre, sonriendo sintiéndose y siendo autosuficiente. Y le alegraba haber contribuido a su humor de siempre, a pesar de que el resto del departamento de mercadotecnia probablemente habría pagado por verla llorar, incluso si hubiese sido el llanto más controlado del mundo.

    Para lo que Javier ciertamente no estaba preparado en lo absoluto, era para que pasados apenas un par de días el resto del área de mercadotecnia empezara a rumorar que tal vez Gina tenía algo que ver con el despido de Michelle. Aparentemente la licenciada Gómez no había podido ocultar su atracción hacia Héctor, y había sido la última en enterarse de sus coqueteos con Michelle (sin contar a Javier). Y nadie en mercadotecnia habría hablado de eso fuera del área, pero sería la primera vez que Gina corriera a alguien externo.

    El rumor llegó hasta el área que menos se relacionaba con mercadotecnia: operaciones.

    La gerente de operaciones, Melisa Salinas, había escuchado de Gina antes. Melisa había empezado a trabajar en aquella empresa años antes que Gina, y había escuchado cosas tanto buenas como malas. Sabía que los altos directivos la adoraban pero que su equipo de trabajo siempre hablaba mal de ella a sus espaldas. Siempre le había parecido un poco problemático que a una persona así se le adjudicara mucho del éxito de la compañía.

    Pero Melisa nunca había querido entrometerse para asegurar que Gina era una doble cara; no le constaba que tratara mal a los empleados, solo que se daba más crédito por el trabajo que se suponía le ayudaban a hacer. Si Gina siempre había traído cosas buenas para la empresa, Melisa no tenía por qué opinar. Sin embargo, el rumor de que por ella despidieron a Michelle la preocupaba: ¿así de fácil podía quitarle a cualquiera su empleo?

    —Y sin sentir ningún remordimiento, por lo que me han contado por ahí— le dijo Héctor, con quien decidió hablar de la situación.

    —¿Qué me dices de tu trato directo con ella? ¿Cómo se comportó contigo?

    —Bueno, la había percibido muy amigable, pero puede que haya sido porque le atraía.

    —¿Y ha cambiado en lo absoluto desde que despidieron a Michelle?

    —Parece que sólo quería fastidiarme, porque se ha vuelto indiferente.

    —¿Dirías que fuiste indiferente con ella o le diste alas sin quererlo?

    —Esto no parece conversación, parece interrogatorio, señorita Salinas.

    —Quiero tratar de entender a la licenciada Gómez, y por qué es así.

    —Usted debería de saber más que yo, tengo solo meses en este empleo.

    —Nunca he interactuado personalmente con ella. Tal vez he tenido suerte.

    —Bien, y, ¿qué planea hacer al respecto una vez que la entienda?

    —Determinar si es una compañera de trabajo tóxica que debe irse.

    —El consejo de administración la idolatra. Será algo difícil de probar.

    —Bueno, no por eso me voy a sentar a verla correr más gente injustamente.

    —…Supongo que tienes razón.

    A fin de no meterse en demasiados problemas personalmente, Melissa explicó la situación a las personas más confiables en su propio departamento, quienes se unieron a ella para buscar información a través del equipo de mercadotecnia que trabajaba con Gina en su área. La propia Melisa quería ser quien hablara con su mano derecha: Javier, su asistente. Había escuchado que le era leal y obediente; se preguntaba qué tanto tenía de moral.

    —Mucho gusto, Javier— fue a saludarlo. —Soy Melisa Salinas, gerente de operaciones.

    —Oh, el gusto es mío, señorita Salinas.

    —He escuchado que tu trabajo se destaca hasta por encima de empleados de planta.

    —Vaya, pues, gracias por el cumplido— dijo él un tanto apenado.

    —También he escuchado que, a diferencia tuya, tu jefa directa no conoce la humildad.

    —La licenciada Gómez acepta gustosa los halagos que merece.

    —Parece que es lo único que no tiene problema en aceptar— dijo ella alzando una ceja.

    —Umm… No sé si… Estoy seguro a qué se refiere, señorita Salinas.

    —No lo he presenciado de primera mano por la desconexión entre áreas, pero las críticas constructivas, la confrontación y el rechazo no son sus fuertes, ¿o acaso me equivoco?

    La manera en la que Melisa enfatizó la palabra “rechazo” en definitiva debilitó la fachada de Javier: no estaba del todo preparado para que lo interrogaran respecto a lo ocurrido en recursos humanos. Creyó (estúpidamente, ahora se daba cuenta) que tras pasar todo ese tiempo con Gina, habría aprendido a mantener una expresión serena, a no perder jamás la compostura, a fingir que era inquebrantable como diamante. No podía con nada de eso.

    —Mira, Javier. No me gusta la idea de meterme en drama de oficina, pero me parece algo inquietante que se esté rumorando que corrieran a una chica por una decepción amorosa.

    Javier bajó la mirada, decepcionado y avergonzado de sí mismo en muchos sentidos. Por ser tan predecible como para que Melisa supiera qué decir para desmoronarlo; por haber sido el responsable directo de que corrieran a Michelle; por haber seguido ciegamente a Gina desde siempre; por haberse dejado llevar por sus propios sentimientos y olvidarse de su profesionalismo. Pero también por estar a punto de defraudar a Gina pese a todo.

    —Como ya te dije, Javier, generalmente solo he escuchado cosas buenas de ti. Incluso tu aparentemente incuestionable lealtad a Gina es de admirar. No busco meterte en líos.

    Él levantó la mirada para decir algo pero Melisa ya lo estaba pasando de largo para entrar directo a la oficina de Gina, quien la recibió con el ceño fruncido, ocupada en su laptop.

    Buenos días, señorita Salinas— dijo alzando una ceja. —Ni siquiera tocó a mi puerta.

    —Una disculpa, licenciada Gómez. Me temo que tengo algunas cosas que preguntarle.

    —¿Oh? ¿Qué es lo que puedo hacer por usted? La verdad es que me toma por sorpresa.

    —Puede que no sea de mi incumbencia, pero me gustaría corroborar un rumor con usted.

    —Los rumores son solo eso, honestamente— dijo Gina aún con la mirada en su laptop.

    —En ese caso, supongo que no seré la primera persona a la que le niega haber sido la causante del despido de Michelle Herrera, la joven practicante de recursos humanos.

    Gina solo volteó a ver a Melisa de reojo, apenas dejando de mover sus dedos sobre el teclado por un segundo. Y a Melisa claramente le parecía muy desagradable su actitud.

    —No sé de qué me está hablando, señorita Salinas. Es más, no sé ni de quién…

    —De la ex novia del licenciado Yáñez— dijo Melisa, interrumpiéndola.

    —¿Hmm?— fue su reacción inmediata, pero estaba visiblemente molesta.

    —Me parece muy poco profesional de su parte no haber contenido sus celos.

    —¿Celos?— Gina se rió. —Señorita Salinas, ¿tiene pruebas de lo que me está acusando?

    Melisa no dijo nada, y en su lugar ambas finalmente se miraron cara a cara, como si se desafiaran una a la otra con la mirada. Javier escuchaba preocupado la charla desde fuera.

    —Sé por lo menos que tiene un motivo para haberlo hecho, licenciada Gómez.

    —Incluso si de casualidad hice algo contra Michelle, sin pruebas no puede hacerme nada.

    —¿Me está retando?— Melisa tenía un rostro serio. —Las encontraré en algún momento.

    —¿Puede hacerlo antes de que presente una queja de acoso en su contra ante R.H.?

    —Ah, con que ahora cambió a las amenazas— Melisa se rió. —No temo por mi puesto; he estado más tiempo que usted aquí, y es por la empresa que le pondré un alto, licenciada.

    Melisa dijo eso último apuntando directamente al rostro de Gina, quien volvió a fruncir el ceño mientras las veía salir de su oficina con un aire tan decidido. Javier también vio a Melisa alejarse hasta que estuvo completamente fuera de su vista. El muchacho entonces se levantó para ir a hablar con Gina, pero ella se había levantado de su escritorio para ir a cerrar su puerta de golpe, furiosa. No podía creer la audacia de Melisa para hablarle así.

    Mientras Gina empezaba a idear cómo podía zafarse del problema en el que todavía no terminaba de meterse, caminando de un lado para otro dentro de su oficina, Javier había vuelto a sentarse en su escritorio a pensar en las cosas que Melisa le dijo. Ya no estaba seguro de cómo se sentía respecto a lo que había hecho en recursos humanos, o respecto a cómo había ignorado al resto del área de mercadotecnia mientras obedecía a Gina.

    Al día siguiente, cuando Gina llegó a la empresa, Javier no estaba aún en su escritorio y no había ninguna nota que indicara que le hubieran solicitado hacer algo en otra área. Se limitó a mandarle un mensaje a su celular preguntándole dónde estaba y entrando a su oficina, donde inesperadamente la estaba esperando Carlos Santos, gerente de recursos humanos, tranquilamente sentado en la silla de Gina, invitándola a sentarse frente a él.

    —Licenciado Santos, qué sorpresa— dijo Gina, accediendo con calma a tomar asiento.

    —Licenciada Gómez, temo que vengo a informarle que el joven Vázquez fue despedido.

    —¿Despedido?— Gina ladeó la mirada, casi genuinamente sorprendida. —¿Por qué?

    —Confesó ser el culpable del caos en mi departamento la semana pasada.

    —¿Confesó ser…?— empezó a preguntar, pero estaba un tanto atónita.

    —En sus propias palabras, dijo haberlo hecho con la sumamente infantil intención de fastidiar la relación entre mi practicante Herrera y el licenciado Yáñez de contabilidad.

    —Ya… ya veo. Es una lástima, era un excelente trabajador, y no sólo como asistente.

    —Lamento que vaya a quedar sin asistente por un rato— dijo Carlos poniéndose de pie.

    —Es entendible. Espero que haya orden en su departamento pronto, licenciado Santos.

    —Yo también lo espero— dijo él ya en la puerta de la oficina. —Que tenga un buen día.

    —Usted también. Si necesita cualquier cosa de mí, hágamelo saber sin dudarlo.

    Con eso y con una pequeña sonrisa, Gina se despidió de Carlos y fue a sentarse al lugar que le correspondía tras su propio escritorio. Desde ese día en adelante, no había tenido que dirigirle la palabra a Melisa, quien no tuvo más opción que dejarla en paz una vez que Javier aceptó toda la culpa. Puede que Gina sintiera un poco de remordimiento, pero la verdad era que, por encima de eso, se sentía muy triunfadora, empoderada e invencible.

    Habiendo aprendido de su error, volvería a su gerencia perfecta, y nada la detendría.
     
    Última edición: 14 Agosto 2021
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  2.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Fui de las que mordió el anzuelo al leer el título que me llamó, así que aquí estoy.

    Lo primero que debo recalcar es que el género comedia no le queda bien al relato, yo más bien le pondría drama u otro tipo. Segundo, la etiqueta dice “Song-fic” pero, disculpa mi ignorancia y mi distracción, no vi la canción o música.

    Bueno, dejando eso de lado, vamos a lo que vine:

    Respecto al relato, debo ser honesta al decir que al principio la lectura me pareció algo tediosa, pues le faltaba una chispa de “atractivo” para que el lector se mostrara interesado y continúe leyendo, no obstante, eso cambió en el transcurso de la misma. El relato se fue estructurando, es más, hasta me atrevería a decir que volviendo a re-leer el principio, me gustó aún más, pues en él nos muestras la personalidad, el carácter y la opinión que tienen sus compañeros de trabajo hacia Gina, algo que más adelante se explota.

    Lo que debo recalcar del escrito fue la buena atmósfera que llegas a transmitir sobre lo que es trabajar en una compañía; desde las peleas de personas que sacan trabajo hasta las que tienen años allí trabajando, contra personas que , si bien, aquí se mostró de forma muy superficial, fue un detalle muy bueno. No obstante, lo que debo destacar, es el ambiente laborar y los rumores y chismes que vuelan como la misma pólvora; los manejaste muy bien. A mi parecer, esos detalles enriquecieron la lectura.

    Sobre los personajes; pues aunque hayan salido dos principales e importante, los trabajaste muy bien. La principal, Gina, estuvo impecable, me gustó el trato que le diste, nunca te olvidaste de su orgullosa personalidad (específicamente al darse cuenta de lo sucedido con Héctor y Michelle) y se agradece eso; y está tan bien escrita que hasta cierto punto me recordó ha ciertas compañeras de trabajo (cofdifícilescofdecoftratarcof). Y el otro, Javier, bueno, al principio, cuando se nos presentó, y conocer la opinión de Gina sobre él y el pequeño diálogo introductorio de ambos, me hizo imaginármelo diferente. Como una persona más valiente y temeraria. Por esa misma razón me sorprendió verlo un poco dudoso y temeroso desde la parte en que vio a Gina llorar y cuando le fue encomendado hacer un complot para despedir a la asistente de Recursos Humanos.

    Que por cierto, me hubiera gustado saber un poco más sobre cómo le hizo con ese caos. Si bien, no es tan relevante, si me dio curiosidad.

    Recalco, esa fue mi primera impresión sobre él. Aunque al final, cuando él mismo admite que hubo ignorado al resto de su área mientras obedecía a Gina, y tras su pensamiento al tener enfrente a Melisa; que al haber pasado tanto tiempo con Gina él ganaría una postura inquebrantable como ella, pero se había equivocado. Todo cobró sentido que fuera así, en realidad, él si tiene corazón y por esa razón actual como actuó, y se echó la culpa, sin inmiscuir a Gina. Me dolió esa decisión. A decir verdad, yo esperaba que la delatara, que al estar decidido a ser despedido, se llevaría consigo a la hija del malketing. Aunque, no haber hecho eso, demostró otro punto de su personalidad; lealtad. Realmente respetaba a su jefa y no la culpó. Eso dice mucho de él.

    Me gustó ese amargo final. A pesar de que si esperaba que ella fuera de alguna forma castigada. Pero a veces así de amarga es la vida.

    Fue un relato muy ameno e interesante de leer. Sin más que agregar, me despido. Un saludo.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  3.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

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    Primero que nada, muchísimas gracias por leer este extraño y largo escrito JAJAJAJA. A resumidas cuentas, me has hecho extremadamente feliz con tu comentario.

    Me haces sentir triunfadora (?)

    Originalmente, "drama" era lo que tenía en mente, pero el escrito fue pareciéndome cada vez más absurdo en lo personal. Lo edito. Y sobre la canción, mi error: estoy segura que dentro del fandom de Vocaloid todo el mundo la conoce, pero te la anexo aquí y ya edité mi nota también para que otros la escuchen si quieren.

    Verás, en la canción en la que me basé el personaje original literalmente solo aparece para lo que apareció Michelle, excepto que en vez de ser despedida, muere. Entonces, como es tan poco relevante que no quería darle diálogo ni nada, y como el escrito ya se me estaba haciendo demasiado largo, no le di importancia.

    Eso es lo único que quedó medianamente diferente a la historia original. Y es que, cuando escribí mi primer relato para esta actividad de los pecados capitales (?) me pareció que sería mucho más divertido y efectivo no sólo dejar en claro lo mala que es la persona cometiendo el pecado, sino hacer que quien lea aborrezca a la persona porque se sale con la suya. Así que (en estos escritos) puede que el protagonista sea una mala persona, pero es el protagonista y tendrá su final feliz.

    De nuevo, muchísimas muchísimas gracias por leer y por comentar: has hecho de un buen día uno mucho mejor <3
     
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  4.  
    InunoTaisho

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    Disculpa no pasar a leer tus otros cortos (le huyo a los explícitos por cuestiones personales); no puedo estar más de acuerdo con mis antecesoras y la verdad me habría gustado que la insufrible Gina sufriera el castigo a su soberbia porque se lo merecía, en serio... el propósito de hacer un personaje de este tipo es para reflejar muchas de las carencias humanas pero a la vez poder ver que somos susceptibles a equivocarnos y corregir errores en el camino. Como sea, creo que el pobre Javier se merecía algo más por su lealtad y no que Gina continuara impune.

    Gracias por escribir
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  5.  
    Ruki V

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    Estoy segura de que ya hay y habrá muchos escritos así. Me pareció más divertido darle un giro a las cosas.

    Muchas muchas gracias por leer y comentar uvu <3
     
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