La Gran Rebelión

CAPÍTULO VI: Lucy​

Fue una noche difícil para todos. Habían pasado a dejar a los pokémon heridos al centro pokémon de la ciudad y habían llevado a Evan, el padre de Sazuke, al hospital que se encontraba justo al lado. Los diagnósticos sobre la gravedad de éste eran inciertos, sin embargo, todo parecía apuntar a que se encontraba fuera de riesgo vital. Todos reunidos en la sala de espera, no hacían más que mirarse sin saber bien qué decir. Lucy se encontraba sola en el pasillo, sentada con los pies sobre el asiento y con la cara entre las rodillas. Cuando una de las bolas de fuego lanzadas por Magmortar casi le alcanza los tobillos, cayó con el cuerpo de Evan sobre el de ella. Tanto fue el miedo que sintió que, apenas la mujer pelirroja estiró la mano frente a ella, no dudó en entregar, entre lágrimas, las piedras que había intentado salvar. Mareep se quedó siempre a su lado, hasta que el resto del grupo la encontró hecha un mar de lágrimas de impotencia. Todo lo que sucedió luego de eso se hizo casi sin mediar palabra alguna que no fuese necesaria, actuando de manera ágil y sin tiempo para pedir disculpas o incluso para perdonar.

El tiempo pasaba lento en la sala de espera. Sazuke había fijado sus ojos en el misterioso entrenador que había aparecido sin anunciarse y que ahora no parecía tener intenciones de irse. Houndoom parecía igual de interesado en Mawile y ambos se miraban en lados opuestos de la sala con una calma tre menda. Por su lado, Liam parecía perdido en sus propios pensamientos, mirando siempre fijamente el piso, como si pensara en un plan a seguir, en cómo dar el siguiente paso. Luna esperaba ahí también, puesto que Umbra se encontraba internada, aunque por motivos de bastante menor gravedad que Evan. La hermana de la líder estaba de pie mirando hacia el exterior a través de la ventana, en sus propias cavilaciones, como si no hubiera nada de qué hablar. Nadie parecía querer romper aquel silencio tan pesado e incómodo, sin embargo fue Sazuke quien dio el primer paso. Se puso de pie sin llamar la atención de nadie y Houndoom le siguió al instante. Ambos se acercaron y Sazuke se sentó justo el lado de Liam, quien no dejaba de mirar el piso en ningún momento.

— ¿Quién eres? —fueron las primeras palabras que rompieron el silencio.

Liam se compuso tranquilamente y observó a Sazuke por unos momentos. La mirada firme del joven lo puso levemente nervioso, pero respondió con una mirada igual de firme, esperando que sus preguntas fueran contestadas.

— ¿Eres el hijo de Evan, verdad? —pregunta Liam de vuelta ante la mirada nerviosa de Sazuke.
— Sí, lo soy —responde suavemente.
— Él siempre habla de ti. Está muy orgulloso.

Sazuke no entendía a qué venía todo eso y volvió a poner mirada seria para darle a entender que no estaba respondiendo a su pregunta. Liam sólo observaba tranquilamente mientras esbozaba una ligera sonrisa.

— Soy el subordinado de tu padre en la organización. Me llamó apenas llegó acá porque sospechaba que algo sucedía, pero aparentemente no llegué a tiempo —dijo Liam evitando la mirada de Sazuke.
— ¿Podrías explicarme algo de lo que está pasando?..., por favor.

Liam había vuelto a posar su mirada en el piso, mientras que Sazuke se enervaba más y más ante la ausencia de una respuesta.

— Es una pena que te veas envuelto en todo esto —dice finalmente, atrayendo la atención de Luna, que de repente gira su cabeza para entrar en la conversación.
— No es necesario que lo metas en esto —dice Luna—. Son asuntos que no le conciernen. Es mejor que no sepa nada. Se ahorrará problemas.
— ¿Es que acaso no te parece que ya estoy suficientemente envuelto en todo esto? —dice Sazuke de repente con voz fuerte—. Mi padre está allá adentro inconsciente a causa de esa gente y esas famosas piedras ¿No te parece acaso que merezco una explicación? Quizás no pueda hacer nada, pero, por Arceus ¡Necesito saber qué demonios sucede!

Liam miraba a Luna como si hubiera estado esperando esa respuesta, mientras que Luna se mostraba reacia a hablar. En el fondo ella sabía que la situación los había sobrepasado a todos y que, aunque Sazuke no supiera nada y todos mantuvieran aquel hermetismo forzado, aquellas personas tendrían motivos más que suficientes para buscarlo y acabar con él si fuese necesario: Todos estaban metidos hasta el cuello. El silencio fue roto entonces por Liam.

— Esas piedras son responsabilidad de cada líder de gimnasio en la Región Ingka. Cada una es parte de un talismán que sirve para invocar a Mew. Aún no sabemos quién está detrás de toda esta operación ni por qué quieren al pokémon legendario. En el fondo no sabemos mucho más que tú.

La respuesta fue sincera y Liam dijo todo sin siquiera dudar de sus palabras. Luna observaba desde lejos y se limitó a apartar la mirada y a abstraerse nuevamente en el exterior. Sabía que esa era toda la verdad, que al fin de cuentas todos estaban perdidos en este misterio.

Nadie volvió a hablarse por unos momentos. Sazuke pensaba en cómo unir los cabos sueltos, pero también pensaba en que si ni su padre ni la organización para la que trabajaba podían encontrar el motivo de todos aquellos sucesos, menos él podría hacerlo. ¿Podría realmente hacer algo para responder todas las preguntas que surgían ahora en su cabeza? ¿Quién estaría detrás de todo este embrollo? ¿Sería acaso capaz de hacerle frente al enemigo, llegado el momento? “Liam y papá deben pensar en lo mismo”, se decía para sí mismo. El silencio fue entonces interrumpido por una médico que salió en ese momento para anunciar el avance del estado de Evan.

— Ya no se encuentra con riesgo vital —fue lo primero que dijo, tranquilizándolos a todos—, sin embargo, aún se encuentra con lesiones graves y deberá quedarse aquí unos cuantos días más.

Todo mundo suspiró tras la noticia. La médico les indicó que Evan, a demás, había recuperado la conciencia y que podían visitarlo si así lo deseaban. Sazuke se dirigió donde Lucy para que todos pasaran al mismo tiempo. La entrenadora se encontraba en la misma posición en la que había estado desde que llegaron, sollozando con la cara entre las rodillas y con Mareep a su lado, intentando reconfortarla.

— Papá se encuentra mejor —le dice Sazuke con tono quedo—. Iremos a conversar con él. Deberías venir.

Lucy ni siquiera lo miró. Con su cabeza hundida entre sus piernas, solamente se tragó el llanto y dejo salir su respuesta con un hilo de voz casi imperceptible.

— Lo siento...

Sazuke no sabía cómo o qué responderle. La observó por unos momentos, pensando en qué sería lo más adecuado. Houndoom fue el primero en acercarse y frotó su cabeza contra una de las piernas de la entrenadora, entonces Sazuke también se acercó y la abrazó suavemente, provocando que ella soltara el llanto que había esperado soltar desde hace rato.

— No te preocupes —le dijo Sazuke, conteniéndola—, no creo haber podido hacer otra cosa en tu posición. Cualquier otra cosa hubiera sido arriesgar tu vida innecesariamente.

Finalmente Lucy se secó las lágrimas y se puso de pie. Sazuke la instó a seguirlo y junto a Mareep y Houndoom se unieron al resto para ingresar por el pasillo hacia la habitación de Evan.

Se encontraba solo en una habitación amplia y de aspecto inmaculado. Tenía varias mangueras conectadas a diversos aparatos y su cuerpo parecía bastante maltratado, sin embargo, a penas los vio entrar, una sonrisa se esbozó en sus labios e inmediatamente se dirigió a su hijo.

— Hará falta más que esto para librarse de mí —logró articular a duras penas.

Sazuke le sonrió de vuelta e hizo ademán de acercarse a abrazarlo, pero una mirada detenida de la situación le impidió completar la acción. Todos se pusieron al rededor de la camilla de Evan y fue entonces Liam quien tomó la palabra.

— Ya lo saben todo —dijo resolutivo—. Soy consciente de lo expuestos que están, pero analizando la situación me parece que era lo más justo para ellos.

Evan lanzó inmediatamente una mirada cómplice hacia Luna, quien respondió asintiendo levemente con la cabeza. “No había otra opción”, le dijo con la mirada y entonces Evan no pudo sino suspirar.

— Estamos todos hasta el cuello —se limitó a decir apenas—. El asunto se pone cada vez peor ¿Hay algún reporte de otro gimnasio que haya sido atacado?
— Al menos no oficialmente —responde Luna—. Los medios de comunicación se han mostrado bastante reacios a contar detalles del asunto. Nadie quiere alertar innecesariamente a la población.
—Por otro lado —continúa inmediatamente Liam—, hay una fuerte sospecha que nadie puede obviar. Las únicas personas que estaban al tanto de la función de las gemas eran los líderes de gimnasio y el alto mando del Escuadrón Ámbar, sin embargo estos últimos solamente manejaban información vaga al respecto, por lo que no es extraño sospechar que hay un traidor entre la liga de Líderes de Gimnasio. Ellos mismos tienen líneas de información directa entre ellos, pero Reliq y Umbra ya se han mostrado reacios a utilizarlas para no alertar al mismísimo traidor.
—Ya veo —dice Sazuke—, entonces podríamos decir que ellos mismos no están al tanto de la situación.
—No creo que sea el caso —dijo Luna—. Cuando ocurrió el ataque en Ciudad Antiqua, vimos la noticia por televisión junto a Umbra. Los periodistas fueron bastante vagos en detalles, sin embargo la sospecha se levantó inmediatamente. Llamamos inmediatamente a Evan, quien al parecer ya estaba al tanto de la situación. El no usar las líneas directas entre los líderes no es más que algo estratégico para que nadie sepa los movimientos del otro. Se ha despertado la desconfianza entre el grupo y ya no pueden funcionar como una sola entidad, sin embargo, me parece sensato pensar que cada líder está tomando sus propias medidas al respecto.

Liam había fijado entonces la mirada en Lucy, que no hacía más que repasar cada palabra en su mente, como analizando cada frase. La joven estaba concentrada en sus cavilaciones, pensando en su hogar y en que debía volver lo antes posible.

— Quizás Lucy podría contarnos lo que sucede en Ciudad Capullo, ¿verdad? —la increpa Liam súbitamente. De pronto todas las miradas se centran en ella. Luna y Sazuke parecían algo desconcertados del tono firme en que Liam había hablado, sin embargo Evan la miraba con mucha tranquilidad, como si hubiera esperado ese momento—. Tu hermana debe estar preocupada en el gimnasio de la ciudad, ¿no?

Lucy dio un respingo en su sitio y los miró a todos a los ojos, que la miraban inquisitivos, esperando una pronta respuesta.

—¿Es acaso tu hermana la líder de gimnasio? —preguntó Sazuke, incrédulo.
—Lo es hace ya dos años —responde Liam sin dejar responder a Lucy— ¿O acaso me equivoco? Me imagino que ya debe estar al tanto y tomando las medidas pertinentes.

Lucy se sentía contra la espada y la pared. Era cierto que su hermana era la líder de gimnasio hace ya dos años y que también ella pertenecía a la familia que regía sobre éste, sin embargo ella no sabía nada sobre las piedras ni sobre la leyenda al rededor de estas. Llevaba ya un tiempo preguntándose si su hermana tendría algo que ver con todo lo que sucedía, pero no era sino hasta ahora que comenzaba a unir las piezas del rompecabezas.

— En realidad... —comenzó a responder dubitativamente—, en realidad no lo sé. Yo renuncié al puesto en el gimnasio desde que tuve edad de tener mi primer pokémon. A decir verdad nunca tuve una buena relación con mi madre y ninguno de estos secretos me fue confiado, siquiera en menor medida.
— Ya veo —responde Liam, sin dejar de mirarla fijamente, como incrédulo de sus palabras—, sin embargo, siendo su hermana, algo del asunto debieras saber.

Sazuke podía sentir la incomodidad en el aire. Creía en lo que Lucy decía, pero al ver las miradas que escrutaban una respuesta en ella, hasta él llegó a dudar. ¿Por qué no habría dicho nada hasta ahora? ¿Por qué, si tuviera algo que decir, no lo habría dicho antes? Él pensaba firmemente en que ella era alguien de confianza, pero por primera vez pensó en que no la conocía casi nada... y entonces dudó, sintiéndose incómodo con ello.

— No quiero causar desconfianza —respondió Lucy luego de unos instantes—, es por eso que diré todo lo que sé, pero antes quisiera aclarar que confío plenamente en mi hermana y dudo que esté implicada en todo esto. Hace unos dias, justo antes del ataque en Ciudad Antiqua, recibí un llamado de mi madre. Violeta, mi hermana, está desaparecida desde entonces y nadie sabe su paradero, ni siquiera los trabajadores del gimnasio. Desconozco más detalles respecto de ello, como si se llevó la piedra con ella o no, puesto que la existencia de esta era desconocida para mí hasta ahora, sin embargo me imagino que todo esto es por protegerla. No he sabido más detalles hasta el día de hoy, puesto que desde entonces todo ha sido huir y esconderse. Mi madre me espera hace ya dos días que vuelva a casa y debe estar preocupada...
— ¿Estás consciente de lo sospechosa que se ve tu hermana en estos momentos? —la interrumpe Evan desde la camilla.

La pregunta parece incomodarlos a todos. Lucy agacha la cabeza sin responder y por unos segundos la habitación queda en silencio total.

— Te escoltaremos de vuelta a la ciudad —dice Sazuke de repente.

Lucy levanta la cabeza súbitamente para poner atención a lo que Sazuke estaba apunto de decir. Asimismo el resto fija su mirada en el joven entrenador que ahora respiraba profundo antes de continuar.

— Te llevaremos a casa para poder aclarar este asunto —dice finalmente—. Si tu hermana no está implicada, no debería haber ningún problema, ¿verdad?

A pesar de lo desconfiado que sonaba aquello que acababa de decir, Sazuke esperaba realmente que Lucy no presentara objeción alguna. Él confiaba en ella... o más bien, quería confiar con todas sus fuerzas. De pronto todas las miradas se volvieron a posar sobre la entrenadora que miraba fijamente a Sazuke.

— ... Está bien —responde con seguridad—. Si eso ayuda a levantar las sospechas de mi hermana, entonces no hay ningún problema con que me acompañen.
— Pero Sazuke, creo que tú debieras quedarte aquí —dijo Liam mirándolo fijamente.
— No, claro que no —dijo Sazuke firmemente—, no hay forma de que no vaya. Ya estoy tan implicado como tú en el asunto. Quiero develar el misterio y quiero participar de la investigación. No dejaré que esos malhechores se salgan con la suya.

La determinación de Sazuke fue acompañada de un resoplido de su compañero Houndoom, que se encontraba sentado en esos momentos. Sazuke, por su parte, se preguntaba en su cabeza de dónde había salido tanta determinación en sus palabras. Temblaba solamente de pensar en enfrentarse nuevamente a esos entrenadores, sin embargo, al mismo tiempo se sentía ansioso por volver a intentarlo. No cabía duda de que el miedo ya no volvería a frenarlo.

— Entonces, ¿quién se ocupará de Evan hasta que lo den de alta? —interrumpió Luna— Ya escucharon a la médico: Aún tiene para algunos días en el hospital.

Sazuke la miró sin saber bien qué responderle, pero no fue necesario decir nada.

—¿Es que acaso creen que soy aún un crío? —responde Evan— El chico puede hacer lo que quiera. Yo puedo cuidarme solo y no duden en que apenas salga de aquí me les uniré.

Luego de decir eso comenzó a toser, cosa que los alarmó un poco, pero apenas la tos se hubo acabado, le lanzó una sonrisa a su hijo, una sonrisa queriendo decir “estoy orgulloso de ti, hijo mío”. Sazuke correspondió la sonrisa y entonces ya todo estuvo decidido. Saldrían de la ciudad apenas se ocultara el sol, en el tren de las ocho de la tarde rumbo a Ciudad Capullo, pero antes de retirarse del hospital, Sazuke le pidió al resto unos minutos a solas con su padre. Nadie se opuso y todo el mundo se despidió de Evan y se dirigió al pasillo para darle espacio al padre y al hijo para poder conversar a gusto.

— Has crecido mucho, hijo mío— Le dijo Evan a Sazuke apenas hubo salido el resto.
— Pero si nos vimos hace sólo unos días en casa del tío Víctor.
— Para mí siempre serás el niño de diez años que jugueteaba con Nana y que apenas sabía abrocharse bien una camisa.

Ambos rieron y Sazuke tomó la mano de su padre, que la apretó con fuerza.

— Ahora entiendo por qué mamá se la pasaba todo el tiempo preocupada en casa —dijo Sazuke a su padre— ¿Todas tus misiones son así de peligrosas?
— No todas, pero sí la mayoría —respondió Evan sonriendo—. Procura no contarle nada de esto a tu madre. Ya tiene suficiente con su imaginación.
— Trataré de mantenerla a raya del asunto.

Evan se tomó unos segundos para sostener fuerte la mano de su hijo y para admirarlo antes de continuar. “Tan grande, tan distinto”, pensó para sí mismo.

— Estos enemigos no son cualquier cosa —dijo finalmente—. No te arriesgues innecesariamente.

Sazuke bajó un poco el rostro.

— Si te sientes sobrepasado por la situación, huye. Ninguna joya vale para mí la vida de mi hijo. No dejes que te hagan daño. Ya has visto que no tienen piedad, así que no dudes en huir si lo crees necesario... Si el héroe no eres tú, lo será alguien más, así que jamás cargues con esa responsabilidad sobre tus hombros.

Sazuke lo miró fijamente. Evan esperaba una respuesta que demandaba con sus ojos fijos en los de Sazuke. Éste apretó con fuerza la mano de su padre antes de volver a responder.

— No te preocupes, papá. No me pondré en ningún riesgo innecesario.

Evan suspiró luego de la respuesta de su hijo y Sazuke soltó su mano para dirigirse finalmente hacia la puerta de la habitación y unirse al resto, pero antes de abrir la puerta, Evan lo llama para decir una última cosa antes de dejarlo partir.

— Quédate cerca de esa chica, Lucy —Sazuke se quedó en el lugar, con la mano en la perilla de la puerta mientras escuchaba lo que Evan le decía—. No está diciendo toda la verdad. No creas que la trato de mentirosa, pero tengo mucha experiencia hablando con gente... Hay algo que está ocultando. Procura averiguar qué es.

Sazuke se quedó unos cuantos segundos más en la misma posición pensando en lo que su padre acababa de decirle.

— Ok —dijo antes de abrir la puerta—. Nos vemos pronto.

Al salir de la habitación, se dirigió hacia donde se encontraba el resto. Luna decidió quedarse en la ciudad cuidando tanto de su hermana como de Evan, mientras que Liam, Lucy y Sazuke se dirigieron a buscar sus pokémon y a comprar provisiones. Hasta el momento en que compraron los boletos, Lucy apenas pronunció palabra alguna. Se limitaba a responder lo justo y necesario que la situación ameritaba, mientras que Liam parecía más preocupado de planificar bien el viaje y Sazuke, que estuvo todo el tiempo pensando en lo que su padre le había dicho, miraba casi sin discreción alguna a Lucy. ¿Qué es lo que estaría ocultando? ¿En qué estaría pensando?



A esas horas de la tarde y con el sol casi completamente oculto, la estación de trenes se encontraba casi completamente vacía. Lucy había cambiado radicalmente su forma de actuar y se mostraba muy entusiasmada por comer. Todos se dirigieron hacia un restaurante para comer alguna cosa antes de montarse al tren que ya estaba pronto a llegar. Desde que se sentaron a la mesa que Lucy y Liam no paraban de hablar, aunque fuera de temas sin importancia, puesto que nadie hablaba de lo que sucedería una vez llegaran de la ciudad o de la hermana de Lucy o siquiera de las gemas. Sazuke los observaba como si estuviera soñando. Recordaba claramente que Liam fue quien más hostigó a Lucy para que esta hablara y ahora, que tenían todo el tiempo del mundo para conversar de aquellos temas, prefería hablar de lo que comían y de cocina antes que tocar algún tema de importancia. Cuando ya hubieron terminado de comer, Lucy se dirigió al baño y entonces Sazuke aprovechó para interrogar a Liam.

— No es que desconfíe de ella, pero ¿no se supone que Lucy es en cierto grado sospechosa? —le dice tomándolo del hombro— Deberíamos al menos conversar un poco más del asunto.
— Ella oculta algo —dice tranquilo Liam sin siquiera mirar a Sazuke, sino fijando su mirada en la entrada del baño. A su lado Mawile hacía exactamente lo mismo—. No importa cuántas veces preguntemos, las respuestas serán siempre las mismas, salvo que se encuentre distraída. Si encajo la pregunta en un momento que no la espere, es seguro que algo de sus historia se caerá y sabremos bien lo que oculta.

No lo había pensado de ese modo, sin embargo, ¿podía el desconfiar de Lucy? Realmente no quería hacerlo, pero todo parecía apuntar a que ella no estaba siendo del todo sincera. Algo estaba pasando por su cabeza y necesitaba averiguar qué era. Decidió entonces que haría su movimiento dentro del tren. Se acercaría y le preguntaría francamente, seguramente confiaría en él, ¿verdad?..., pero, si no lo había hecho antes, ¿por qué lo haría ahora?

La puerta del baño se abrió de pronto y un hombre encapuchado y con anteojos de sol salió acompañado de un Loudred. Sazuke no entendía bien qué sucedía, pero Liam ya se encontraba de pie y Houndoom gruñía. De pronto todo fue confusión. El hombre tenía a Lucy tomada por la muñeca y, mientras se dirigía hacia la puerta, Loudred descargó en medio del restaurante una Pantallahumo que hizo gritar a los comensales mientras que todo mundo se cubría la boca. Liam logró sacar a tiempo un fornido Skarmory que rápidamente disipó la nube de humo ante la vista perpleja de todos los que se encontraban en el salón. Ni él ni Liam lograron divisar hacia dónde se habían dirigido, pero Sazuke estaba seguro de haber visto una cara de calma en Lucy mientras acompañaba a aquel hombre cubierto que la llevaba de la muñeca.

— ¡Maldita sea! —gritó Liam mientras que Sazuke miraba perplejo a todo el mundo, totalmente perdido— ¡Se nos ha escapado!

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¡Hola! Disculpen todos por el enorme retraso del capítulo, pero bueno ya estoy de vuelta y, como de costumbre, les traigo un nuevo dibujo. Esta vez se trata de la pelirroja del capítulo pasado junto a su Magmortar. Su nombre, de momento, permanecerá en incógnito:

Contenido oculto: Pelirroja y Magmortar