Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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  1. Threadmarks: Un demonio viene a salvarme
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    43
     
    Palabras:
    6731
    Saludos. Aprovecho el fin del viernes de semana santa para publicar el capítulo 33 de la historia. Todavía queda clímax por delante, y espero que se disfrute lo que resta tanto como con los otros capítulos.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk y agradecerle por una semana más de presencia en la historia leyendo (esta ocasión en simultáneo) y comentando los capítulos. De verdad me da gusto cuando leo sus comentarios.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.

















    Un demonio viene a salvarme:

    Las horas pasaron lentas para la tripulación conformada por Ace, Faron, Noak, Allecreod, Abel y el resto de los soldados ya sea de ER y del planeta Tralio que estuvieran a bordo de la nave. La larga y angustiosa espera que vivieron llegó a su fin, puesto a que se encontraban a tan solo una hora del planeta en donde los habitantes de la nación rusa habían tenido la mala fortuna de ir a parar. Ya estaba todo decidido previamente, y solo quedaba elegir el punto en el que la nave iba a descender para que tuviera lugar el rescate de toda la población atrapada allí.

    — Tiene que ser un sitio cercano a la capital, que entiendo es el más accesible desde todos los puntos del planeta — el comandante Lakor solo podía realizar suposiciones al no haber estado nunca en dicho mundo.

    — Correcto, aunque desconocemos el resultado de la guerra interna que han tenido — uno de los humanos de Tralio demostraba estar en la oscuridad también — Si ganó el bando de Hufan o de Yma, o si fue el bando de Ybrir el ganador, eso cambia muchas cosas. Los humanos seguirán siendo esclavos, pero no hay manera de adivinar el lugar en el que pudieron haber sido puestos.

    — Podríamos usar a Xorxaik para que se conecte a las cámaras exteriores de la nave para revelarnos esa información — fue la propuesta de Allecreod, que acababa de tener esa idea — Con su velocidad de procesamiento, él podrá analizar más rápido el entorno, y podremos decidir mejor cerca de donde aterrizar.

    — ¿Xorxaik? — la pregunta provino de un militar ruso.

    El robot, presente en la sala como casi la mayor parte del viaje, se acercó al pequeño mapa holográfico que habían construido a raíz de los recuerdos de los humanos rescatados de aquel mundo, les dio a los humanos las respuestas que buscaban a la pregunta recibida.

    — Podré conectarme a las cámaras exteriores, pero para eso debemos estar más cerca — el robot comentó, provocando miedo en los que regresarían al mundo del que fueron apartados.

    — ¿Por qué acercarse más? —Noak se veía invadido por la curiosidad — Nos arriesgaríamos a que nos detectaran con mucha más facilidad.

    — Si este planeta Tralio tiene su cielo cubierto por una nubosidad densa, las cámaras exteriores no podrán hacer mucho desde esta distancia — Xorxaik les reveló las respuestas que buscaban — Por supuesto, acercarse conlleva muchos más riesgos, si es que la Sociedad Galáctica ya se encuentra allí.

    — No pudimos pedir refuerzos porque intervinieron las comunicaciones en casa — Faron recordaba la charla que tuvo Ace con Natasha hacía unos días atrás — Y esta nave es un crucero que les pertenece a ellos. Anular los sistemas de esta nave sería cosa fácil para ellos.

    — Existe una posibilidad de que pueda evitar que ellos se infiltren en el sistema de esta nave, y así evitar que sus radares nos detecten — Xorxaik tenía muchas otras cartas bajo la manga — Pero eso solo funcionará si me mantengo lo más cerca posible de las máquinas centrales. Y no servirá de nada si nos observan con sus cámaras.

    — Los beneficios son mínimos, y el precio es muy alto — Ace no cedería a tenerlo a su lado — Te voy a necesitar en el campo de batalla. Eres resistente y podrás servir como cobertura para los humanos que vayamos a rescatar. No me sirve de nada que te quedes en este lugar.

    — La orden es suya, comandante, estoy programado para obedecer a quien esté al mando — Xorxaik había presentado las opciones en la mesa — Usted es la única autoridad presente. Lo que me diga, lo haré.

    — Ve conectándote al sistema de las cámaras exteriores del crucero, y cuando tengas imágenes del planeta que podamos ver, detén la nave y compártelas con nosotros — Ace dio la orden definitiva a su robot.

    Utilizando todos los recursos informáticos y electrónicos presentes en su interior, el robot conectó sus sistemas de escaneo y procesamiento de datos a la red interna de la nave que lo llevó a tener acceso a las cámaras telescópicas instaladas en el exterior de la cubierta metálica de esta. Después de haber discutido su plan para hacer más rápido el rescate de los humanos, no podían darse el lujo de estropearlo al dejarse detectar desde mucho antes de lo necesario. Ace, Faron, Noak y Allecreod confiaban en las facultades del robot, puesto a que ya había sido clave en victorias previas para ellos. La mayoría de las caras de nerviosismo estaban en los rostros de los humanos de Tralio, junto con Abel, quien sabía que el plan que pudieran elegir daría lo mismo si a él lo tenían pensado usar como escudo humano en caso de ser necesario.

    Los minutos pasaron mucho más lento para todos ellos, y aquella sala de comandos nunca había estado más en silencio al no haber ni un solo sonido en su interior. No fue hasta que transcurrieron unos veinte en total que el robot ya tenía algo para comunicarles a los humanos que esperaban su respuesta.

    — Comandante, tengo algo que puede traer problemas, pero también beneficios — el robot se dirigió a él, pero sus palabras eran para todos.

    — ¿Una noticia buena y una mala? — fue lo que preguntó Lakor ante lo dicho por el ser metálico.

    — Eso depende de su juicio — Xorxaik no dio respuesta directa — He detectado la presencia de otra nave en la órbita del planeta Tralio. Puedo confirmar que se trata de una nave de la Sociedad Galáctica.

    — ¡Están allí! — Noak se empezó a ilusionar, puesto a que sabía que era una puerta abierta a ver a Gina y a Hana — ¡Entonces mi familia está en el suelo de Tralio o a bordo de esa nave!

    — Eso es algo que podré confirmarle en unos momentos, Jensen — Xorxaik se dirigió a él sabiendo que esa información lo tranquilizaría — Con todo lo que he aprendido al interactuar con estos sistemas, puedo lanzar paquetes intrusivos y robar toda su información sin ser detectado. Todo lo que haya a bordo de esa nave será nuestro.

    Los humanos de Tralio sentían que habían ganado la lotería mil veces con lo dicho por aquel robot. Ante la vista de todo el mundo, estos empezaron a saltar como locos, a abrazarse y a gritar eufóricos al pensar en todas las ventajas extra que les supondría tener toda esa información al alcance y qué podría contribuir a pulir un poco más su plan, de modo de asegurarse una mayor probabilidad de éxito.

    Noak sabía que esa tercera llegada sería la vencida. No logró encontrar ni a Hana ni a Gina en Yarlem y tampoco en el planeta sin nombre. El viaje a Tralio era la última esperanza, y él tenía una confirmación casi segura de que su esperanza sobreviviría.

    Allecreod, viendo como la felicidad era compartida entre todos los humanos, decidió realizar una pregunta a su creación. No con el fin de cortar el momento, sino para que nadie olvidara algo crucial que el robot había mencionado.

    — Xorxaik, ¿qué es exactamente lo que nos traería problemas? — Allecreod se sentía algo apenado al preguntar eso — Los beneficios de que una nave esté en la órbita de Tralio son evidentes. ¿Cuál es el lado malo de todo esto?

    — Precisamente eso, Allecreod — el robot le respondió directamente, ganándose la atención de toda la tripulación — Si su nave está en órbita, no habrá manera de llegar sin que seamos detectados. Si disponen de las mismas cámaras telescópicas equipadas en esta misma nave, no importa desde donde nos aproximemos, seremos detectados.

    — ¿No hay forma de intervenir sus sistemas? — Faron quería ver si tenía algo más para darles.

    — No desde tan lejos — el robot fue un poco pesimista en su respuesta — Detuve el movimiento de la nave tan pronto como apareció dicho objetivo ante mis cámaras. Por lo que estoy extrayendo de su sistema de archivos, puedo afirmar que no nos han descubierto. Asumo que es porque sus cámaras no están apuntando a esta dirección ahora mismo.

    — Extrae lo más que puedas de su sistema y luego céntrate en proteger el de este lugar — Ace se veía un poco superado al respecto — Piensen que ellos están en Edagr ahora mismo, lo que significa que tienen como mínimo una nave a la que pedir ayuda si la que se encuentra en Tralio cae. Si de alguna manera, ellos vuelven este crucero imposible de utilizar, nos quedaremos varados e incomunicados en Tralio por tiempo indefinido. Quisiera que algo así no ocurriera.

    Nadie se había puesto a pensar en lo dicho por el comandante de ER hasta que no compartió su visión al respecto. Por más sombría que esta fuese, no podían negar que era una posibilidad real. Si la Sociedad Galáctica realizaba una maniobra peligrosa con el fin de destruir las dos naves en juego, ellos perderían al no tener cómo regresar a casa. La alegría que Xorxaik les había dado se esfumó casi por completo tras haber aprendido esa nueva información, pese a que era algo que podrían esperarse.

    El tiempo no hacía más que extenderse, y algunos de los tripulantes estaban empezando a creer que la llegada de la nave a Tralio nunca se terminaría dando. Después de un viaje extenso, esta se encontraba detenida a cuarenta minutos de llegar, posponiendo todavía más el momento en el que descenderían para rescatar a todos los seres humanos que pudieran y así llevárselos a casa. Todas las miradas puestas en Xorxaik en aquel momento estaban impacientes, algunas más que otras.

    Al cabo de quince minutos más, fue por fin que el robot consiguió resumir todo lo que tenía para dárselos y ponerlos al corriente.

    — Ya he conseguido toda la información útil que he podido — el robot empezó a enviar datos a las armaduras de los soldados — En primer lugar, puedo confirmar que todos los humanos secuestrados de Edagr están en Tralio. El cien por ciento en tierra firme, y no hay nadie humano a bordo de aquella nave.

    — ¡Qué gran alivio escuchar eso por fin! — Noak agitó los puños en señal de felicidad.

    — También tengo para notificar que todos los seres humanos se encuentran en el mismo sitio — el robot confirmó algo inesperado para todos ellos.

    — ¿Todos están reunidos en un mismo lugar? ¿Así de fácil sería llegar, subirlos a la nave y largarnos? — uno de los soldados de Tralio se ilusionó de tan solo pensarlo.

    — Están agrupados en una instalación que, según los archivos, funciona como laboratorio.

    — Los habrán puesto a trabajar a todos allí para la construcción de las armas nucleares — Abel habló por primera vez desde que ingresó a la sala — Tal y como hicieron con nosotros.

    — Ninguno de los archivos menciona ese detalle, podríamos darlo por hecho — el robot respondió a lo dicho por él — Pero para responder a tu pregunta, no será tan sencillo como aterrizar y meter a los humanos a bordo de la nave y marcharse. No hay un sitio despejado lo suficientemente amplio para poder aterrizar esta nave por completo en las cercanías de aquel laboratorio. He calculado cuál sería el mejor punto de descenso para la nave, uno que nos deje cerca y no tan expuesto para llevar a cabo el rescate. Pero deberemos dejar esta nave bastante lejos, y escoltar a los humanos a bordo para el rescate.

    — Eso solo significa que habrá un cambio de planes — el comandante Lakor fue tajante al respecto — Si tenemos que avanzar una larga distancia para salvar a los humanos, alguien deberá quedarse a bordo para evitar que se apoderen de la nave y nos dejen acorralados aquí. Y el mejor para esa tarea eres tú, Xorxaik.

    — Si tiene que quedarse aquí, no lo podremos usar en el campo de batalla — Faron apuntaba a algo obvio, pero no por eso menos problemático — Tendremos que usar los escudos para cubrir a la gente.

    — Les estoy enviando a las armaduras de cada uno las rutas más seguras para que puedan escoltar a los humanos a salvo hasta la nave — fue lo dicho por el robot, cosa que sonaba bien para la humanidad — De esa manera, tendrán de donde elegir cuando llegue el momento de actuar.

    — Xorxaik, no tienes idea de lo mucho que nos ayuda esto que estás haciendo — Ace le agradeció de todo corazón al robot — Si no estuvieras aquí, esta misión sería mil veces más difícil. Has resuelto muchos problemas por nosotros. Lo único que tenemos que hacer es pelear con uñas y dientes. Pero si triunfamos, tú serías el artífice intelectual de nuestro éxito.

    — Solo estoy cumpliendo con mi propósito — el robot comprendía el sentimiento del humano, pero no podía compartirlo — He sido creado para ayudar en todo lo que pueda. Si esta es la ayuda que necesitan, esta es la ayuda que estoy obligado a brindar.

    No había nadie en el interior de esa sala que no pudiera evitar sentirse conmovido por la forma de actuar de aquel robot. Tal y como el comandante lo expresaba, el robot funcionaba como una especie de comodín, puesto a que permitía localizar a los desaparecidos al mismo tiempo que robaba y procesaba información útil y necesaria para su cometido. Allecreod, junto con Xorxaik, el único no humano en aquella sala, no podía estar más orgulloso de sí mismo. Una creación a la que había dedicado varios ciclos de su vida estaba dando sus frutos. No era la forma en que se lo imaginaba, pero era reconfortante para su ser el ver que su creación estaba formando parte importante de un rescate. Desde que los garak y los ryfier, su propia gente, lo dejaron abandonado en el planeta Edagr, este creyó que terminaría pudriéndose en el interior de una celda. Lo habían liberado ante la ausencia de Abel Hartka, y todo con el propósito de ayudar a la humanidad. Aunque la reconstrucción de Xorxaik fue obra de Nick y de Lankir, algo que él sabía, no perdía su crédito por el ser el creador verdadero de dicha máquina.

    Tan pronto como la información que el robot transmitió a los seres humanos fue recibida por las armaduras, todos los presentes activaron el sistema de estas y empezaron a ver como una especie de mapa basado en un GPS se formaba en una pantalla instalada en el brazo izquierdo de cada uno, de modo que fuera fácil de consultar y de seguir en todo momento. Solo les quedaba empezar a estudiarla y ver si les era posible memorizar las mejores rutas de modo que no tuvieran que detenerse a consultar el mapa si se encontraban bajo ataque. Con cuarenta minutos restantes para su llegada al planeta Tralio, Xorxaik puso la nave en funcionamiento una vez más. Menos de una hora en tiempo humano era lo que separaba a todos estos del comienzo de una misión que sería realizada con el propósito de llevar a sus seres queridos a una vida mejor.

    […]

    — ¡Adelante! — el grito de Hufan resonó en toda una sala.

    Las puertas principales de acceso se abrieron, y así tanto el rey como la reina de los traliod pudieron ver como Miraq se iba acercando lentamente hacia ellos dos. Acompañado por varios yarlemianos y velivinos que lo escoltaban, todos con las armaduras puestas y las armas en mano listas para ser accionadas, el yarlemiano líder de la Sociedad Galáctica veía como varios traliod que se encontraban protegiendo a sus monarcas iban cerrando cada vez más un pasillo pequeño para que fueran en línea recta directo a encontrarse con los líderes.

    Después del breve pero tenso intercambio de palabras entre Hufan e Yma con el ser que pactó una alianza con ellos, no hubo más interacción entre las figuras de autoridad tanto del planeta como de los ajenos a este. Miraq solicitó una audiencia con los líderes supremos de los traliod ante una situación que él consideraba de emergencia y que ameritaba una intervención inmediata.

    No se detuvo hasta que quedó cara a cara con ambos líderes, sentados cada uno en un trono artesanal hecho de madera y pintado de gris. A la medida de sus dos líderes, ambos entraban de manera justa en esos asientos, y cualquier otro ser más grande lo sentiría apretado, mientras que otro ser de menor tamaño lo encontraría colosal. Miraq se vio impresionado con ello, puesto a que no sabía que tenían asientos personalizados para cada uno.

    — Solicitaste una audiencia, aquí la tienes — Yma no se sentía muy entusiasmada con lo que el yarlemiano diría — Puedes empezar a hablar.

    — Mis reyes, esto que voy a decir es algo urgente — Miraq confiaba en que entendieran esa palabra — Hay una amenaza en camino, y cerca de aquí. Más cerca de lo que ustedes creen.

    — ¿Amenaza? ¿Qué clase de amenaza? — Hufan no era un fanático de los enigmas.

    — Los humanos de Edagr han venido por los suyos — Miraq fue directo en esa ocasión — Esperábamos que nuestra invasión a su mundo funcionase como un seguro para que se mantuvieran alejado de este planeta. Todo parece indicar que no es así. En menos de media hora estarán aquí, y conociendo su naturaleza, esperamos una batalla feroz.

    — ¡¿Y por qué no nos lo dijiste antes?! — Hufan se veía tentado a agredirlo, pero eligió contenerse al ver a sus escoltas armados — ¡Hay que empezar a preparar las defensas!

    — No recibió ninguna advertencia porque nos acabamos de enterar — Miraq tenía algo qué decir que no podía dejar pasar — Los humanos son suyos. Usted encárguese de situarlos en donde le plazca, y yo haré que los míos se encarguen de la primera línea de defensa.

    — ¡El lugar más seguro de nuestro planeta es este castillo! — Yma pensó con rapidez ante el conflicto — ¡Les costará una eternidad entrar aquí, sin importar cuantos sean! ¡Aquí es donde estarán más seguros!

    — Como forma de compensar este descuido nuestro, me comprometo a traer a los humanos al castillo yo mismo — Miraq realizó una reverencia forzada ante ellos — Cooperaré con sus guardias para que el movimiento sea rápido y nadie trate de escapar.

    — Me gusta ver lo comprometido que estás con reclutarnos para tu Sociedad Galáctica, Miraq — Hufan sonreía genuinamente al escucharlo — Pese a tus errores.

    — Errores los puede cometer cualquiera, mis majestades — Miraq se empezó a distanciar — ¡En marcha, que empiece la evacuación, no permitiremos que los humanos escapen de nuestras manos! ¡Y recuerden eso que les he dicho antes de que descendiéramos a este planeta!

    Ese mensaje viajó a través de su radio y llegó a todos los militares de la Sociedad Galáctica, quienes tenían en mente algo crucial que su propio líder presente en aquel mundo les había dicho tan pronto como le confirmaron acerca del peligro que se aproximaba a ellos.

    […]

    ¡Nuestro crucero! — Miraq dio un pisotón al piso sabiendo lo que eso significaba — ¡Esos malnacidos no se marcharon a su planeta, vinieron directamente aquí a buscar a los que faltaban!

    ¡Deben haber robado información secreta de nuestros archivos! — un velivino se mostraba bastante agitado al respecto — ¡Eso explica cómo llegaron tan rápido!

    ¡O tal vez llegaron rápido porque los humanos de Tralio les dieron las coordenadas! — Miraq no podía pensar en otra alternativa en ese momento — ¡Escuchen con atención, vamos a descender al planeta Tralio ahora mismo! ¡Hablaré con Hufan e Yma para que ellos decidan qué hacer con los humanos, puesto a que son suyos ahora mismo! ¡Quiero que la mayoría de ustedes siga de cerca la nave, y tan pronto como esos bastardos elijan descender, vayan a pelear!

    ¿Los capturamos con vida para que se integren al trabajo en el laboratorio? — la pregunta fue de un yarlemiano.

    No, no quiero correr ningún riesgo — Miraq fue severo al decir eso — No podemos dejar que ninguno de los traliod identifique o reconozca a uno de los humanos que hemos secuestrado de este planeta. Si eso sucede, toda nuestra mentira se caerá a pedazos.

    ¡Pero tenemos identificados a los que Cerv se llevó de aquí!

    ¡Usan armaduras de batalla que les tapan los rostros! ¡No quiero que nadie esté en el campo de batalla teniendo que distinguir a quién debe matar y a quien debe dejar vivir! ¡Confiemos en que Fielle podrá traernos a más humanos pronto! ¡Ahora lo importante es que, si no somos cuidadosos, podríamos perder a los humanos que hemos capturado, o incluso terminar poniendo fin al trato que hicimos con los traliod! ¡Ninguna de esas dos cosas puede pasar! ¡Hay que luchar con todo lo que podamos, o nunca estaremos listos para hacerle frente a Casseirem!

    Las palabras dichas por su líder calaron hondo en todos ellos. Miraq dio el aviso a los soldados situados en tierra firme para que fueran pidiendo una audiencia con Hufan e Yma, en lo que él tardaba en descender junto a varios escoltas para comunicar en persona el mensaje, como cara visible de la Sociedad Galáctica ante los seres que habían recibido una invitación para formar parte de esta una vez su objetivo a cumplir para unirse hubiera finalizado.

    Al mismo tiempo que el yarlemiano tomaba su arma y se dirigía a la cápsula de descenso, todos los soldados yarlemianos y velivinos que quedaron a bordo en la nave tenían los ojos puestos en las imágenes que les mostraba el sistema de las cámaras exteriores. Allí mismo, por medio de una pantalla, podían ver inequívocamente como el crucero científico perteneciente a Tauvim y robado de sus manos en Yarlem se estaba acercando a una velocidad impresionante. No demoraría más de media hora en llegar, y cuando estuviera en el interior del planeta, era estrictamente necesario que estuvieran listos para responder. Las advertencias de Miraq les dejaron bien en claro que no había margen de error. No solo bastaba con eliminar a cualquier humano que estuviera dispuesto a atacarlos, debían de asegurarse que ninguno de los traliod fuera capaz de reconocer a alguno de los humanos secuestrados previamente por Cerv en su misión que había tenido lugar hacía tan solo unas dos semanas atrás.

    […]

    En el interior del laboratorio montado por la Sociedad Galáctica en la provincia capital del planeta Tralio, todos los humanos cautivos se encontraban realizando los trabajos correspondientes a la tercera jornada desde que se formó el pacto entre los traliod y los integrantes de la sociedad que buscaba alcanzar la elaboración de armas nucleares para poder pelear una batalla contra un ser al que desconocían, y a quien no habían visto fuera de imágenes.

    Tras la noticia dada por Gina de que los humanos secuestrados previamente ya habían sido salvados, parte de la población estaba impaciente por su turno. Nada les hacía más ilusión que la esperanza de ser rescatados y escapar de la pesadilla en la que fueron sumergidos por culpa de sus captores. Aunque entre ellos había varios que tenían dudas acerca de dicho rescate. Varios pensaban en lo difícil que les resultaría toparse, incluso por accidente, con el planeta Tralio. Mientras que otros, entre los que se encontraba Dmitri, no podían concebir la idea de ser salvados por militares que tuvieran como líderes a personas que él consideró nefastas en su momento.

    Concentrados del todo en el trabajo, todo con el fin de guardar las apariencias, todos se sobresaltaron cuando la puerta de aquel colosal edificio situado por la Sociedad Galáctica se abrió de golpe, y peor fue el susto cuando vieron a numerosos soldados traliod, yarlemianos y velivinos irrumpir en su interior. Sin tener idea de lo que pasaba, algunos creyeron haber cometido un error grave, siendo conscientes en todo momento de que eran observados. El verlos portar rifles no contribuía en nada a que las cosas fueran mejores, pero la situación se les aclararía muy pronto.

    — ¡Se suspende la jornada de trabajo de hoy! — gritó un velivino, alzando la voz, y siendo ayudado incluso por un sistema de parlantes internos — ¡Serán llevados al interior del castillo traliod! ¡Muévanse, ahora!

    Los murmullos empezaron a salir de la boca de todos los allí presentes tan pronto como se dio esa noticia sin ninguna clase de información previa. Nadie entre los humanos podía pensar en otra cosa, pero uno tomó la decisión de sacarse la duda.

    — ¿Por qué no trabajaremos el día de hoy? — Vitali Lakor miró a la cara a uno de los guardias traliod.

    — Se avecina una gran tormenta — fue la respuesta ensayada de aquel guerrero.

    — Apagaremos los equipos y guardaremos los avances hasta el momento — un yarlemiano se sumó a la conversación — Ustedes irán a refugiarse al castillo. Esta tormenta podría ser peligrosa para ustedes. No estarán a salvo en sus hogares.

    Ni siquiera el más pesimista entre los humanos era capaz de creer en una excusa como esa. Todos, incluidos los más jóvenes, estaban convencidos de una sola cosa.

    — Llegó el día — Gina tomó las manos de su hija, y las apretó con fuerza mientras pensaba con ilusión en su futuro — Han venido por nosotros.

    — Al fin le daré a mi familia la libertad que merecían — Vitali miró a los ojos a Valiana al mismo tiempo que le sonreía, y cuando vio que ella le devolvió el gesto, supo que por su mente pasaba lo mismo.

    — Winter, solo tienes que esperarnos un poco más — la chica tenía miedo, pero su esperanza era mayor — Pronto nos volveremos a ver. Espero que tú y Artem me estén esperando.

    — Lamento ser la única que está con vida entre nosotros — Airin no podía dejar de pensar en su familia, estando todos fallecidos a ese momento — Pero me voy a asegurar de vivir el resto de mi vida en libertad y llevándolos por siempre en mi memoria. Honrándolos en cada segundo que me quede.

    — Nuestros compañeros nos estarán esperando — Rosary, quien iba acompañada de sus padres, sintió una gran emoción, y los tomó a los dos de la mano.

    Los pensamientos de la gente mientras salían apuntaban a la esperanza y la felicidad. A medida que abandonaban la estructura y ponían la vista en el cielo, notaron que nada había cambiado. Nubes negras lo cubrían por completo, algo ya recurrente en un mundo así. Tras pasar un largo tiempo habitando en ese lado del mundo, al menos del lado de los humanos que escaparon de Rusia, ellos sabían reconocer las señales del cielo, y anticiparon que ninguna tormenta se les echaría encima por lo pronto. Todo les confirmaba que los guardias que interrumpieron su trabajo únicamente los estaban engañando.

    — No mentían ni estaban del todo equivocados, realmente se acerca una tormenta — Dmitri miró el cielo, y comprendió esas palabras — Preferiría una tormenta de la naturaleza. Al menos la naturaleza no tiene consciencia y no hace las cosas por maldad o por interés. No puedo decir lo mismo de los bastardos de Zenith y Black Meteor.

    Lo siguiente que hizo el ex mandatario de la nación rusa fue buscar con la mirada a Vitali y a Valiana Lakor. Le costó demasiado divisarlos y distinguirlos entre la multitud de gente que no dejaba de caminar en dirección al castillo traliod para refugiarse. Pero tras un par de minutos de búsqueda, consiguió identificarlos a ambos. Los dos caminaban unos cuantos pasos adelantándose a él, y de vez en cuando, realizaban movimientos con la cabeza para buscar gente con la mirada. En una de sus observaciones, Koslov pudo reconocer que ambos tenían una sonrisa en su rostro, y eso lo hizo enfurecer mucho más. Presionó con furia su puño derecho, y apretó los dientes para manifestar de forma no tan perceptible su enfado en contra de ellos.

    — Winter está ya en Edagr, y este maldito hijo de puta de Ace seguro tiene a su familia allí también — Dmitri no podía concebir una idea como esa — Matarlos a ustedes es solo el comienzo. Hay que limpiar al universo de la plaga que representan.

    — Señor — una voz masculina le habló desde atrás suyo — ¿Se encuentra bien? Parece algo tenso.

    Al voltearse, Dmitri pudo ver a un hombre que caminaba junto a una mujer que aparentemente era su pareja. Temía haberse expuesto demasiado al revelar su furia en contra de todos aquellos miembros de una familia a la que despreciaba en gran medida. Para guardar las apariencias, tuvo que responderle.

    — No… — se dio cuenta de su error — Sí… sí, me encuentro bien — sabía que era alguien o de Zenith o de Black Meteor, puesto a que no lo podía reconocer — Solo un poco nervioso. Gracias por preocuparse por mí, señor.

    — Nick Mardh — el ingeniero oriundo de Black Meteor se presentó — ¿Cómo se llama usted? Me tiene preocupado.

    — Dmitri Koslov — no vio peligro alguno en decirle la verdad — Y descuide, solo tengo un poco de miedo por lo que puede acontecer ahora.

    — Guarde la calma, señor Koslov — la mujer que iba junto a Nick le mostró una sonrisa, creyendo que podría contagiarle el buen ánimo — Conocemos bien a las personas que vienen por nosotros. No somos amigos íntimos, pero puede confiar en que nos rescatarán.

    — Si usted lo dice, lamento no poder mostrar su optimismo, señora — Dmitri se apartó y se mezcló entre otras personas, sin haber puesto un final formal a la charla — Que divertido que ustedes hablen así. No necesitaríamos que nos rescataran si nunca hubieran metido sus narices en donde no debían. Fueron a buscar problemas y encontraron a los edagrianos. Apuesto a que estos malnacidos serían capaces de ir a buscar a Casseirem si tuvieran la oportunidad.

    […]

    A medida que los humanos ingresaban al interior del castillo, siendo la primera vez en su interior para muchos de ellos, todo lo que sucedía alrededor no hacía más que confirmar sus pensamientos de que no había ninguna tormenta en camino. Animales de montura y soldados de las tres especies armados con rifles se movían de un sitio a otro. Varios traliod transportaban los cañones de guerra en plataformas en busca de levantarlos lo más que pudieran para dejarlos en las zonas elevadas del castillo.

    No solo toda la humanidad estaba siendo ingresada allí dentro, sino que al menos tres centenares de guerreros estaban esperando el momento oportuno para acomodarse en el exterior del castillo para defender posiciones. La única interrogante que se hacían los humanos tanto de Edagr como de Tralio era una sola.

    — ¿Cuándo llegarán? — Hana le susurró a su madre, sabiendo que no era un tema para hablar en voz alta — No vi nada en el cielo por culpa de las nubes.

    — Lo importante es que no faltará demasiado para eso — Gina le dio un abrazo de consuelo mientras las dos seguían caminando — Papá vendrá con ellos.

    — ¿Él nos salvará? — la chica estaba muy ilusionada por volver a verlo.

    — Nos salvará, y regresaremos a casa con Cade — Gina acarició los cabellos de su hija — Seremos una familia de nuevo, y no solo eso. Podrás volver a jugar con tu amigo Azel.

    La reacción de la chica de tan solo doce años a la afirmación de su madre no fue otra más que un sonrojo y una sonrisa. Le hacía muy feliz el saber todo eso. Pese a que no estuvo en peligro de muerte en ningún momento, desde que ella y su madre fueron interceptadas y apartadas del mundo en que vivían, la chica no pudo sentirse tranquila por completo, ni siquiera al enterarse de que Sky sería la clave para que fueran rescatadas. Pero fue en ese momento en el que percibió a su madre tan segura de sí misma que finalmente su mente se tranquilizó. Gina, por su parte, estaba feliz de que no tuvo que transcurrir demasiado tiempo para que el rescate tan ansiado llegase.

    — Debí haberme quedado junto a Sky y Alicia — no podía dejar de pensar en su error — El disgusto que podría haberle ahorrado tanto a Noak como a Hana si tan solo lo hubiera hecho… — tras decir esas palabras, observó a su hija de pies a cabeza — Lo importante es que ahora estaremos a salvo definitivamente.

    No eran solamente ellas dos quienes se veían invadidas por los pensamientos concernientes al futuro que les aguardaba. Vitali miró a Valiana tan pronto como ella cruzó las puertas del castillo, y no pudo evitar sentirse devastado cuando vio como la sonrisa de su rostro fue reemplazada por una expresión de horror. El ingeniero convertido en soldado la vio, y supo que ella no había olvidado ni olvidaría jamás la horrible experiencia que vivió en los días que estuvo encerrada en un calabozo dentro del mismo castillo. En el momento en el que vio como sus manos le empezaban a temblar, supo que tenía que intervenir discretamente.

    — Tranquila, hija — Vitali se acercó a ella para hablarle al oído — Esta será la última vez que ves este horrible lugar.

    — Creí que lo había superado, pero a mi mente están llegando todas esas imágenes — la chica empezaba a ponerse pálida — Mamá siendo asesinada. Esos malnacidos trayéndome aquí y dejándome en ese oscuro calabozo.

    — No te volverán a dejar ahí — el ingeniero no lo necesitaba prometer, y quería que su hija lo pensara con lógica — Te encerraron para manipularme a su antojo porque me querían a mí como representante. Ya no me necesitan para eso. No serás encerrada en ese sitio otra vez.

    — El solo hecho de entrar a este castillo me da una mala sensación — de forma repentina, la chica abrazó fuertemente a su papá — Vamos a morir.

    — Hija…

    — ¡Nos van a matar! — Valiana perdió el control y empezó a gritar, llamando la atención de todos los humanos — ¡Van a asesinarnos a todos! ¡Nunca saldremos de aquí!

    — ¡Cállenla! — el grito de una mujer resonó desde atrás.

    — ¡Tápale la boca, o nos meterá en problemas! — un hombre que estaba justo atrás de Vitali le gritó, más para que entendiera que era una orden que para ser escuchado.

    — Hija, tienes que calmarte, o todo se complicará bastante — Vitali la miró con una expresión muy seria, sujetándole el rostro en todo momento — Estaremos bien — ese susurro fue para que no se agitara más — Tu hermano ya se salvó. Nos toca a nosotros. Solo mantén la calma. La semana próxima, todo esto será un mal recuerdo. Créeme.

    — Papá… — la chica todavía no encontraba la calma que necesitaba — No… Nosotros no podremos escapar de aquí. Nunca volveremos a ver a Winter.

    — Sí lo haremos, mi niña — Vitali la abrazó con fuerza y la acercó a él para contenerla — Verás a tu hermano muy pronto. Te lo garantizo. Serás feliz en Edagr junto con él, con Artem, y si todo va bien, conmigo. Los traliod nunca más te pondrán la mano encima.

    Airin y Rosary, ambas situadas en sitios diferentes en aquel momento, no podían evitar sentir lástima por Valiana tras haber visto esa reacción tan aterrada al entrar en aquel sitio. Airin la entendía muy bien, puesto a que ella también había perdido a su madre la misma noche. Pero a diferencia de lo ocurrido con Valiana, a ella no la habían encerrado ni alejado de su única familia con vida.

    — Lo que te hicieron es imperdonable, Valiana — Airin pensaba con gran tristeza — Lo que nos hicieron a todos…

    Las imágenes de su padre siendo arrojado al mar con las piernas rotas, de su madre siendo brutalmente asesinada tras el intento de escape fallido, y del cuerpo de su hermano que había perecido en la prueba para ser el nuevo representante se instalaron en la mente de la chica, y no había indicios de que se fueran a apartar pronto.

    — Los traliod merecen un castigo por el infierno en el que nos metieron — Airin recordaba las veces que su madre y su hermano hablaban sobre la venganza — Dmitri nos ha hecho creer que los humanos de Zenith y Black Meteor eran monstruos, demonios y cosas mucho peores. Sé que no lo son, pero no me molestaría que se comportaran así con ellos. Que hicieran pagar a Hufan e Yma por todo lo que hicieron.

    Dmitri Koslov, quien se encontraba ya alejado de la compañía de Nick, uno de los primeros humanos de Edagr en hablarle con confianza, para poder rodearse de todos los suyos, no pudo evitar presenciar el griterío que salió de la boca de Valiana, y ante eso, emitió un juicio muy rápido sobre la chica.

    — ¿Acaso nos querías meter en problemas, maldita zorra? — Dmitri miraba con desprecio a la mujer — Todavía no ha venido llegado nadie a rescatarnos y ya tenemos a alguien del clan Lakor intentando jodernos la vida. ¿Tanto mal ha traído la humanidad que hemos sido maldecidos con ustedes?

    […]

    — ¡Preparados para entrar en territorio enemigo! — Ace gritó a todos, mientras la compuerta de salida al exterior empezaba a abrirse lentamente.

    El crucero que habían robado a la Sociedad Galáctica penetró con éxito en la atmósfera del planeta rocoso que fue hogar de miles de humanos que tuvieron la suerte de escapar de la trágica Caída de la Tierra. Xorxaik se encargó de poner la máxima velocidad posible, y a pesar de todo, las cámaras del exterior de la nave captaron al enorme navío que orbitaba alrededor del planeta al momento de descender.

    Pasándolo rápido, y luego de eso aminorando la marcha para un descenso seguro, la puerta de salida pronto se abriría, y eso permitiría el descenso de los humanos al planeta para librar una batalla en busca de liberar a los prisioneros que se encontrasen allí. La nave tocó tierra de forma definitiva, y la compuerta estaba totalmente abierta. La nueva orden del comandante llegó a todos ellos.

    — ¡Ahora, salgan con los escudos en alto y empiecen a avanzar! — el comandante Lakor vociferó para todos los soldados.

    Hombres y mujeres que portaban los escudos salieron en primer lugar. Esperaban ser recibidos a los tiros por los enemigos, pero cuando encontraron un paisaje vacío teniendo únicamente una muralla a su alrededor, ese pensamiento cambió. Pese a eso, no abandonaron el plan dado por el comandante Lakor. Tal y como se tenía decidido, formaron un semicírculo alrededor de la compuerta, de modo que aquellos que no tenían escudos pudieran salir a salvo en caso de que se produjera un ataque sorpresa en aquel momento.

    En menos de tres minutos, todos los soldados disponibles ya estaban en el planeta, listos para tomar acción en contra de los traliod y de la Sociedad Galáctica con un único fin.

    — Gina, Hana, ya estoy aquí — Noak tomó un respiro profundo, para acto seguido mirar a su comandante, sabiendo que una orden saldría de su boca muy pronto.

    — ¡Xorxaik, intenta estar atento a la nave enemiga que está en órbita! — Ace comunicó una orden para su robot — ¡Me da mala espina que no nos hayan seguido! ¡Es imposible que no nos hayan detectado!

    — Comandante, nos estaban esperando — Xorxaik dio una advertencia a su líder — El navío viene hacia nuestra posición. Analizando las coordenadas que he extraído de allí, no parecen venir en curso de colisión hacia nuestra nave. Es más que seguro que los van a interceptar. Un minuto hasta que lleguen hasta aquí.

    — ¡Armas y escudos en alto! — Ace Lakor quería a sus soldados listos para el combate — ¡Veníamos con la idea de que no nos iban a dar respiro! ¡Esta reacción ya la esperábamos, ahora toca a nosotros responder! ¡Sin piedad en contra de los malparidos que nos alejaron de nuestros seres amados! ¡Hoy obtendremos una victoria, salvaremos a nuestra gente y marcaremos el inicio de una época donde la humanidad vuelve a ser una sola!

    Solamente Abel, Allecreod y Noak no gritaron un “sí” unísono al aire con las palabras dichas por el comandante Lakor. El resto de los militares de ER, de DCT y del país ruso se vieron contagiados por las palabras dichas por quien dirigiría la misión. Para aquellos que habían vivido más de una década en Tralio, todo lo que estaban viviendo era una experiencia nueva e impensada.

    — Nunca creí que estaría feliz de seguir las órdenes de un humano que estuvo en Zenith y en Black Meteor — uno de los militares pensaba para sus adentros — Este día quedará por siempre en la historia. Todo lo que nuestro pueblo creía está a punto de cambiar para bien.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo. Siento la demora, pero ya estoy por aquí tras haber leído el último capítulo publicado. Sin muertes... se me ha hecho raro, viendo que veníamos de perder a Cade y Cerv en el comienzo del clímax. Aunque la ausencia de pérdidas en este capítulo se agradece, solo me hace presagiar que se pueden venir varias en un próximo :anicry:. En fin, no quiero explayarme mucho en detalles, ya que al final del día, ha sido un capítulo relativamente tranquilo dentro de la tensión del clímax. Paso a comentar lo más destacado para mi.

    El inicio nos muestra como el grupo, comandante por Ace, trata de idear un plan para aterrizar en Trailo y rescatar a la humanidad esclavizada ahí. Xorxaik, que se gana su sueldo a base de bien, se convierte en un faro de esperanza para todos los presentes, pues sus magnificas habilidades sirven para facilitar algo que, de no tenerlo a él, sería tremendamente jodido. El robot logra explotar cada oportunidad en cada detalle del plan que, casi sin darse cuenta, él mismo termina elaborando. Gracias a las cámaras, a su hackeo y demás, saben que muchos humanos están allí y todos juntos en un mismo lugar, incluidas Gina y Hana. Noak se convierte ahora en el tipo más optimista del universo y no es para menos. :nice:

    Después pasamos a ver a como Miraq solicita una audiencia con sus majestades trailod. Hufan e Yma descubren de boca del yarlemiano que vienen humanos al planeta y no precisamente como esclavos, sino como soldados. Evidentemente esto es un problema y los reyes trailod casi deben pensar que los de la SG son tremendos inútiles (cosa que es cierta :yagami:) mientras deciden que lo mejor es mantener a los humanos que ya tienen replegados en el castillo, el lugar más seguro. Mientras se disponen a hacer eso, los soldados de la SG aguardan lo que se prevé que será un trepidante combate.

    Acto seguido vemos como la jornada laboral de los esclavos es finalizada por los esclavistas, pues estos aparecen para decir que deben refugiarse en el castillo con motivo de una "gran tormenta". XD nadie se cree eso y es obvio, porque la gran mayoría saben internamente que se viene el epic rescate que se merecen :dancecat:. A excepción de Dmitri, que empieza a parecerse a un viejo senil que ha vuelto de la guerra de Vietnam y se piensa en su regreso que todo su vecindario son espías vietnamitas. El trauma le persigue al ex presidente ruso, que parece que tiene tremendas ganas de matar a los Lakor (en realidad les tiene envidia porque seguro que él es calvo y feo :blue:).

    Sea como sea, una vez llegan al castillo, Valiana enloquece (y no es para menos, lo que vivió ahí fue horrible) pero consigue ser calmada por su padre. Menos mal, porque pensaba que iba a volverse muy loca y la iban a terminar haciendo algo. No me hubiese sorprendido su muerte en ese momento porque vas a muerte por capítulo, pero bueno, por suerte en este no la ha habido :angrycat:. Finalmente, Ace y sus soldados descienden al planeta, dispuestos para la batalla.

    Y que bueno el discurso breve del comandante Lakor para arengar a su gente. A excepción de Allecreod (que entiendo que no hable), Abel y Noak son idiotas. Todo lo que no sea desear la unión de la humanidad es de idiotas y ellos tienen el premio. Ojalá lo compartan quedándose perdidos en Trailo :ewww:.

    Bueno, amigo, buen capítulo para seguir con este interesante clímax. Miedo me da lo que me tengas preparado para el siguiente, pero ahí estaremos. Hasta pronto.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Aprovecho el día no laboral en Argentina para poder publicar el capítulo 34 de la historia.

    El clímax puede que haya tenido un leve "descanso" de muertes con el capítulo anterior, pero ahora todo lo que resta no será así. Siendo un capítulo largo, no me explayaré demasiado en la introducción.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia y comentarios en la historia. Si todo sale bien, este finde tendremos juntada por Discord (anulo mufa) para leer en simultáneo.

    También aviso que la guía de personajes está actualizada :eyebrow:


    PD: este parece que será mi mensaje número 5000 desde que entré al foro allá hace casi 13 años. Vuela el tiempo, eh :)









    Tiempo de vida útil:

    El sonido de las balas impactando contra el metal de las armaduras y los escudos era todo lo que se podía escuchar en las cercanías. Tan pronto como el gran navío de la Sociedad Galáctica se acercó al sitio de aterrizaje elegido por Xorxaik, varias cápsulas descendieron a la distancia para evitar un fusilamiento inmediato. Desde todas ellas, una enorme cantidad de guerreros de la Sociedad Galáctica salieron para partir al combate, entablando una feroz batalla en contra de los seres humanos. Ambos buscaban la muerte de los enemigos.

    — ¡Nos atacan con una hostilidad mayor a la que mostraron antes! — Ace Lakor advertía a todos sus soldados — ¡No buscan capturarnos con vida, estén atentos en todo momento!

    Sirviéndose de los escudos como única cobertura en esa llanura, los soldados de Zenith y Black Meteor intercabalan los disparos con armas de fuego y los fragmentos de energía que disparaban desde sus manos, habilidad que los rusos veían desplegada por primera vez en persona. Estos últimos solamente podían servirse de las armas de fuego robadas a los escuadrones de Tauvim y Siban en el planeta Yarlem para el ataque, y tendrían que registrar en los cuerpos de aquellos a quienes matasen para obtener nuevos cargadores.

    La batalla fue muy pareja entre ambos bandos, pero los humanos disponían de una ventaja que no tardó en manifestarse. Tanto las balas de calor como aquellos disparos provenientes de sus propios cuerpos, estaban produciendo un desgaste mucho mayor en los escudos enemigos. Sin saber el daño al que se estaban exponiendo, los militares de la Sociedad Galáctica se vieron superados por primera vez en el momento en que toda la primera línea de defensa fue sorprendida cuando un centenar de balas perforaron sus escudos y empezaron a impactar contra sus armaduras de forma directa.

    — ¡¿Cómo es que sus escudos no fueron dañados tanto como los nuestros?! — gritó con furia un yarlemiano, quien pronto moriría acribillado cuando una gran ráfaga de balas le impactó contra el casco de su armadura, atravesando no solo el metal sino también su cráneo y llegando a su cerebro.

    — ¡Rearmen la formación defensiva! — ordenó uno de los velivinos expuestos.

    — ¡Ha funcionado, sufrieron numerosas bajas! — Allecreod gritaba a Ace mientras disparaba utilizando su lanza.

    — ¡Embístanlos! — Ace ordenó tras calcular el número de enemigos restantes — ¡Tenemos la superioridad numérica ahora mismo, podemos con ellos en un combate de uno contra uno! ¡Guarden la munición para seguir avanzando!

    En una reacción rápida a las órdenes del comandante Lakor, todos aquellos que estuvieran portando escudos se agruparon al frente mientras que el resto se posicionaría detrás para cubrirse de las balas. Con cada humano acomodado en su sitio, estos lanzaron un grito de guerra al tiempo que se lanzaban en contra del enemigo, quienes seguían disparándoles solo para ver cómo sus escudos seguían actuando como una esponja para sus tiros.

    — ¡Ábranse! — Ace miró de reojo y vio que en dos segundos sería el impacto.

    Al colisionar, los escuderos rompieron filas apuntando y realizando movimientos tanto a la izquierda como a la derecha, mientras que otros simplemente siguieron avanzando en línea recta por el centro. Los yarlemianos y velivinos hicieron su esfuerzo por resistir esa embestida, pero la fuerza física de todos los militares humanos les superó y volvió inútil el intento. Aquellos que tenían el escudo en brazos seguían moviéndose realizando placajes que desestabilizaban a los enemigos, cosa que era aprovechada por los que portaban sus armas de fuego. Tomando los escudos y realizando tirones para mandar al suelo a los rivales, los volvieron un blanco fácil para que fueran fusilados a tiros. Faron, Noak y Ace realizaron ejecuciones apuntando con los rifles directamente a la nuca de los enemigos. Con ráfagas tan concentradas, los cascos no tardaban demasiado en romperse. Abel, que prefería no arriesgarse a fallar un tiro dado su poco entrenamiento con un arma de fuego, se dedicaba a pisar las espaldas de aquellos que estaban en el suelo para retenerlos, y que así fueran ejecutados por otro militar. Allecreod, por su parte, quería poner a prueba el poder de perforación de su lanza, por lo que activó el mecanismo que volvió la punta de su lanza un arma giratoria. El ruido que hacía al taladrar el metal era poco audible para el resto, cortesía de los disparos de los cañones, pero no duraba demasiado, puesto a que el acero de la punta de su arma atravesaba con facilidad los cascos y cráneos enemigos, provocando una muerte directa a los mismos.

    Al cabo de tres minutos, el combate estaba finalizado. Del lado de la humanidad no se había producido ninguna baja, mientras que todos los guerreros de la Sociedad Galáctica estaban muertos.

    — Nadie intentó abandonar — Faron expresó al ver los cuerpos tan cerca unos de otros — Todos murieron en combate.

    — Un desperdicio de balas para nosotros — uno de los humanos de Tralio miraba al frente — Deberían haberse retirado. Se habrían ahorrado mucho tanto a ellos mismos como a nosotros.

    — ¡Tomen los escudos que todavía sirvan! — Ace no quería perder demasiado tiempo — ¡Hay que continuar avanzando hacia la ubicación de los laboratorios!

    — ¿Crees que nos estarían observando desde su navío? — Noak preguntó al comandante — Desde que apareció y lo vimos lanzar esas cápsulas, se marchó y no lo volvimos a ver.

    — Si Xorxaik pudo divisarlos a una distancia tan larga, ellos seguro nos habrán visto — Ace no disfrutaba siendo así de pesimista — Por eso quiero que tomemos los escudos. Serán más feroces ahora que saben que su primer escuadrón de defensa fue derrotado.

    Tras haber dicho esas palabras, el comandante Lakor levantó la vista y no dejaba de mover los ojos en todas las direcciones. Le impresionaban bastante todas las nubes negras que cubrían aquel mundo, y sabía que eran el escondite perfecto para que el navío enemigo se mantuviera alejado de su rango visual.

    — ¿Van a huir? — Ace meditaba para sí mismo mientras se hacía con un escudo tirado en el piso, el cuál arrancó de las manos muertas de un yarlemiano — No tenemos idea de lo que está pasando en Edagr, pero ellos seguro que sí. Podría hacerme una idea si tan solo supiera qué movimientos tienen planeados.

    La superioridad numérica del primer escuadrón de intercepción de la Sociedad Galáctica no les fue de mucha ayuda para detener la acometida de los humanos, y solamente les sirvió a sus enemigos para la obtención de escudos para llevar a la siguiente batalla. Una vez que cada soldado ya tenía uno de estos en su mano, todos se colgaron los rifles al hombro, a excepción de Allecreod que mantenía su lanza todavía en su palma, y empezaron a marchar terreno adentro, preguntándose si verían a algún traliod salir a recibirlos en la siguiente oleada que les tocara interceptar.

    Pese a su victoria, bajo los cascos no había ni una sola expresión de felicidad. La primera pelea no los había agotado, pero nadie sentía satisfacción al ver que el esfuerzo invertido no contribuyó al rescate de ningún humano.

    Y tal y como lo habían hablado, desde al aire, los yarlemianos y velivinos que se encontraban en el navío tuvieron una buena vista de la batalla, presenciando a través de pantallas como sus camaradas fueron masacrados por los enemigos.

    […]

    — Sé que tienen más información — Xorxaik, el único ser presente en el crucero que trasladó a la humanidad y a Allecreod al planeta Tralio, enviaba paquetes intrusivos al sistema del navío enemigo — Filtraré todo lo que parezca útil para el avance del comandante.

    El robot estaba conectado de forma invisible a la red de sistemas e información del navío que los yarlemianos y velivinos tenían en órbita. Su experiencia al haber vulnerado el sistema de seguridad del crucero mejoró por mucho sus habilidades para infiltrarse y pasar sin problemas las barreras puestas por la Sociedad Galáctica, y asumió que el navío que se había acercado recientemente debía tener un sistema con las mismas medidas de protección.

    Con lo aprendido en la incursión anterior, el robot logró acceder a un sistema oculto, donde comenzó a divisar una enorme cantidad de archivos secretos, con restricciones puestas incluso a los mismos miembros de la Sociedad Galáctica. Tras escanear sus propiedades y ordenarlos por su fecha de modificación, optó por acceder a aquellos que habían sido escritos recientemente, y fueron los primeros en ser tomados.

    — Este hallazgo cambiará el curso de la misión — el robot empezó a entablar una llamada con el comandante Lakor.

    […]

    — ¿Qué es eso? — Allecreod escuchó un dispositivo móvil sonando.

    Ace, el dueño del aparato tecnológico que estaba haciendo ruido, abrió uno de los compartimientos de su armadura, y desde su interior sacó su dispositivo móvil. Era una llamada directa de Xorxaik, cosa que lo dejaba muy sorprendido, puesto a que todavía no había pasado mucho tiempo desde que se habían adentrado a territorio enemigo para el rescate.

    — Xorxaik, te escucho fuerte y claro — el comandante puso el altavoz para que todos en las cercanías lo tuvieran fácil para oírlo — ¿Qué ocurre?

    — He encontrado información que podría serle de utilidad, comandante — Xorxaik dio una introducción a su descubrimiento — Pero deberá servirse de la ayuda de quienes habitaban en este mundo para que pueda cumplir su propósito.

    — ¿Qué información tiene? — Abel quería ver qué les podía ofrecer aquel robot.

    — He podido extraer un archivo de su sistema, un archivo que menciona el paradero de los humanos — el robot se anticipó a lo que ellos preguntarían — Dice que fueron llevados a un castillo.

    — ¿Castillo? — Allecreod se veía confundido con ese término.

    — ¿El castillo de los reyes? — preguntó uno de los militares de la ex nación rusa — Yo he estado allí una vez. Ese sitio es una fortaleza. Si los tienen ahí, no será sencillo sacarlos. La puta madre, ni siquiera será sencillo que nosotros podamos entrar.

    — Estamos complicados, pero ahora lo sabemos, y podemos ir pensando un plan para proceder — Ace se veía optimista pese a la declaración del humano — Te agradezco por tu colaboración, Xorxaik. Nos has ayudado bastante.

    — Les brindaré información nueva tan pronto la tenga disponible — el robot cortó la llamada una vez que les dijo lo que necesitaban.

    Ninguno entre los humanos de Tralio esperaba que hubieran actuado de esa manera, aunque era una conducta que veían lógica. Solo uno entre los presentes estuvo presente en ese sitio antes de ser secuestrado, pero podía dar fe de lo que les esperaba si intentaban ingresar a ese lugar.

    — Era de esperar que no mantuvieran a los humanos en el laboratorio para que nosotros nos los llevemos — decía ante las miradas de todos — Pero creí que los distribuirían en casas. Ahora están en ese puto edificio.

    — ¿Tienes información que nos pueda ayudar? — Noak quería saber qué tan jodidos estaban — Dudo que la Sociedad Galáctica tenga planos de una construcción de los traliod.

    — Solo lo visité una vez, y no por completo — contestó aquel soldado — Pero sí recuerdo haber echado un vistazo a esos muros. Son sólidos. Nuestras balas no podrán atravesar ni siquiera la puerta de entrada.

    — ¿Qué vamos a hacer? — Faron miró a Ace, esperando que él tuviera una idea.

    — No podemos seguir avanzando — Ace detuvo el progreso de la marcha — Si llegamos a esa ciudad en donde se encuentra el castillo y derrotamos a las fuerzas enemigas sin un plan para ingresar, nos quedaremos parados sin poder hacer nada.

    — Y será cuestión de tiempo a que nos capturen o nos maten — Allecreod daba un punto de vista algo pesimista.

    — Exacto, es un callejón sin salida — el comandante se frustraba bastante al pensar en eso — Lo único…

    — ¿Qué se te ocurre? — uno de los militares rusos se sorprendió al ver que no terminó de hablar.

    — Es imposible de que nosotros podamos hacer algo desde nuestra posición — el comandante se veía atado de manos — Pero tal vez los humanos que sean prisioneros puedan encontrar la manera de colaborar desde adentro.

    — Si asumimos que tienen libertad para moverse — Faron no lo veía algo posible.

    — ¿Y los cañones que mencionaron ustedes? — Noak pronto se vio iluminado por ese recuerdo — Si podemos capturarlos, un ataque a las puertas del castillo acabaría destrozando la puerta. Podríamos entrar y salir por allí.

    — Es una buena idea, pero todo depende de si han apostado cañones fuera del castillo — el único soldado que estuvo en su interior lo veía como una idea sólida, pero con un punto débil notorio — Si no hay ni un solo cañón ahí afuera, ese plan se esfuma.

    — Tal vez Xorxaik pueda derribar la puerta con una embestida — Ace sacó un pequeño plan de reserva — Es un robot que pesa varias toneladas. Si toma la carrera suficiente y carga contra la puerta, podría atravesarla por nosotros.

    — Pero lo necesitamos para que saque información al enemigo, y para que resguarde la nave — una mujer de ER encontró un defecto a esa idea.

    — Nada que no podamos arreglar, pero para eso vamos a tener que llegar a la ciudad y analizar sus defensas — Lakor estaba satisfecho de, al menos, contar con dos planes — Sigamos avanzando. Nuestros compañeros están en peligro, y no podrán salir de allí por su cuenta.

    Con un poco más de información sobre el paradero de los humanos secuestrados, y con dos planes improvisados en el momento para infiltrarse en aquel sitio, la humanidad que buscaba llevar a cabo el rescate empezó a marchar nuevamente hacia su destino, esperando combates y una gran resistencia del enemigo en los próximos minutos.

    […]

    — Miraq… — el yarlemiano líder presente en Tralio escuchaba a uno de los suyos comunicarse con él — El primer escuadrón fue liquidado. No les ocasionaron ninguna baja a los humanos. Y ese monstruo de metal que mató a Siban ni siquiera iba con ellos.

    El líder de la Sociedad Galáctica respiró profundo y cerró los ojos para hacer el intento por mantenerse calmado. Se encontraba en el interior de los muros del castillo, en una gran sala donde varios guerreros de su sociedad le hacían compañía junto a varios traliod que servían tanto a Hufan como a Yma. Las palabras del mensaje que le acababan de pasar fueron oídas por la gran mayoría de los presentes, incluyendo a los monarcas de aquel mundo, quienes no estaban nada contentos con la noticia.

    Hufan, sintiendo la obligación de hablarle, se acercó a Miraq y apoyó ambas manos sobre su armadura. El yarlemiano no tenía su casco puesto en aquel momento, por lo que todos vieron su expresión de incomodidad al entrar en contacto no directo con el líder.

    — En el pasado, envié a un gran amigo a capturar a los humanos — Miraq quería taparse la nariz por el mal aliento que salía de la boca de Hufan — Lo consiguió. Hubo pérdidas, pero lo consiguió. Tus guerreros salieron a pelear y murieron inútilmente.

    — Está claro por qué necesitan las armas nucleares para hacerle frente a Casseirem — Yma lo comentó en un tono casi burlón — Más allá de que él sea un monstruo, incluso sin sus carbonizadores podría derrotarlos, si es que pelean de esta forma.

    — Estoy muy adolorido por la pérdida de mis compañeros — Miraq no quería mostrarse débil ante ellos, pero le costaba mucho — Intentaron capturarlos con vida para ustedes, majestades — creyó que una mentira como esa no dañaría a nadie — Pero ahora que demostraron ser demasiado salvajes, no pienso concederles ese beneficio. El próximo escuadrón que mande a enfrentarlos luchará con todo. Por venganza.

    — Serán auxiliados por varios guerreros traliod — Hufan se puso firme ante él — Tienen experiencia combatiendo humanos.

    — No será necesario, podremos con ellos, yo también lucharé — Miraq quería evitar tener a los traliod en el campo de batalla — Acabaré con ellos sin que los suyos deban mover un dedo.

    — No es decisión tuya, no quiero que los tuyos sean masacrados por nuestra alianza y que luego nos lo echen en cara — Hufan no le dio opción — Estos malnacidos están en mi planeta. Y yo estoy a cargo. Es mi decisión lo que hago para defender mi mundo. Lo tienes que entender.

    Con el rey y con la reina el yarlemiano cruzó miradas. Sentía como su corazón aceleraba pulsaciones por todo lo que le decían. Sabía de lo urgente que era el no permitir ni por asomo que los guerreros traliod estuvieran en el campo de batalla, puesto a que solamente bastaba con que uno solo de ellos pudiera identificar a uno de los humanos secuestrados de su mundo para que todo su engaño se viera expuesto, y sin oportunidades de refutarlo.

    — Tienen que quedar irreconocibles — Miraq pensó en su última alternativa — Y sus cuerpos deberán ser quemados.

    Con una sonrisa forzada en el rostro, el yarlemiano estuvo listo para darles la respuesta a los dos líderes. Por alguna razón, Hufan e Yma sentían que algo no iba bien con él, dado a que no lo veían como algo natural.

    — No soy quien para decirle que hacer a usted, ni a sus guerreros — Miraq hizo una reverencia ante ambos — Si quieren prestarnos ayuda, la aceptaremos con gusto.

    — No tomen esto como una pelea personal para ustedes — Yma mostraba una cortesía siniestra — Este es nuestro mundo. Lo defenderemos también.

    — Me parece bien — Miraq quería cortarlos rápido — Voy a reunirme con mis soldados y responder al que me acaba de hablar. Cosas que discutir.

    Fue de esa forma que el yarlemiano les dio la espalda a los dos líderes, para acto seguido, agruparse en uno de los rincones de aquella sala siendo rodeado por nada más que los yarlemianos y velivinos que iban con él. Las últimas palabras que pronunció y la manera tan extraña de apartarse fue algo que dejaba intrigados en gran medida a los dos monarcas de su especie, quienes se alejaron de aquella pequeña aglomeración de militares alienígenas a su mundo y empezaron a hablar a solas.

    — Está demasiado insistente en que él y los suyos deben pelear — Hufan no le apartaba la mirada — ¿Por qué quiere que nos quedemos aquí?

    — No lo sé, pero es algo que no me termina de gustar — Yma tomó la mano de su pareja — Deberíamos advertir a los guerreros que enviaremos que mantengan vigilancia para ver lo que hacen.

    — Es una gran idea, él no es el único que puede hablar con los suyos.

    Mientras que los dos monarcas se iban a atender sus asuntos, Miraq no podía evitar mirar a los alrededores al hablar con todos los suyos. Tenía activada la comunicación unilateral de sus armaduras, por lo que el mensaje, por más que lo dijese en voz baja, le llegaría tarde o temprano a todos los guerreros tanto en el planeta como a bordo del navío.

    — Destruyan sus rostros, sus cabezas, de ser posible — Miraq susurraba bastante agitado — Que no puedan identificar a nadie. No hay que darles la oportunidad de hacerlo. Incluso si ellos olvidaron los rostros de los humanos secuestrados, los que están aquí pueden confirmar que son ellos, incluso mentir con tal de beneficiarse.

    — Entendido, Miraq — fue la respuesta de uno de los yarlemianos a bordo del navío — Haré que cada soldado lo tenga presente.

    — Y una cosa más… — el líder tenía algo en mente que no podía dejar pasar — Dijiste que aterrizaron la nave que nos robaron en un punto muy cercano al sitio en donde instalamos el laboratorio.

    — Así es, Miraq, lo hemos detectado en el trayecto de seguimiento.

    — Me parece imposible que ellos pudieran deducir que todos los humanos de este planeta estaban trabajando allí dentro — Miraq no se sacaba ese pensamiento de la cabeza — Incluso si asumieran que tendríamos a la mayoría allí, deberían haber asumido que habría más humanos a lo largo de este gran territorio. Esto es mucho para ser una coincidencia.

    — ¿Qué insinúa con eso? — un velivino que estaba con él le lanzó una pregunta.

    — Que se infiltraron en nuestros sistemas informáticos y están robándonos información — el yarlemiano dijo todo lo que pensaba — Más que una insinuación, es un hecho. Tomen medidas al respecto. Quiero a todos los intrusos fuera de línea antes de que accedan a toda la información que tenemos disponible. Y no quiero que se borre ningún archivo, ténganlo presente.

    — Buscaremos la manera de sacarlo de aquí, Miraq — comentó uno de los soldados que abordaba el navío.

    — Rápido, en lo posible. Corto.

    Habiendo cerrado esa llamada con uno de los suyos, el líder de la Sociedad Galáctica, quien ya había comunicado a cada integrante de su milicia lo más importante que tenía para decir, disolvió la reunión exclusiva de los suyos y les ordenó que se mezclaran con sus aliados para guardar las apariencias.

    Hufan e Yma, viendo que este había acabado con su pequeña reunión secreta, hicieron que uno de sus guardias trajera comida y agua para todos los allí presentes. No había forma de saber en qué momento iba a producirse la llegada de los humanos a su lugar, pero asumieron que les costaría trabajo llegar hasta el sitio. Una mesa con varios trozos de carne cocida y seca fue improvisada, junto con un par de fuentes grandes y amplias repletas de agua para beber. Los líderes y quienes trabajaban para ellos se acercaban de forma gradual para degustar un poco de dicha carne y para hidratarse de vez en cuando, dado a que nadie se quedaba demasiado tiempo. Tomaban con sus manos lo que querían comer y beber y luego se apartaban para darles el lugar a otros.

    Una hora y veinte minutos de tiempo donde se escuchaban empezar y terminar varias conversaciones transcurrieron, hasta que un ruido del exterior se presentó y llamó la atención de todos los presentes en aquella sala. Un cuerno de alarma fue hecho sonar, y eso puso en alerta a varios de los guerreros que se encontraban en las proximidades, incluyendo a aquellos que estaban dentro del castillo.

    — ¡Han llegado! — Miraq no dejaba su asombro de lado — ¡Malnacidos de mierda, ¿cómo llegaron tan rápido hasta este lugar?!

    — ¿Miraq? — preguntó un velivino que se acercó.

    — ¡Vamos al campo de batalla! — el yarlemiano levantó sus dos puños al aire como forma de incitar a la violencia — ¡Hay que masacrar a estos humanos por lo que les hicieron a los nuestros! ¡La venganza nos espera a todos!

    El grito de arenga de su líder provocó que yarlemianos y velivinos inundaran la sala gritando un “sí” al mismo tiempo. Acto seguido, Miraq lideró a todos los guerreros bajo su mando a que lo siguieran. Salieron de aquella sala en la que habían comido y bebido lo que les fue invitado por los traliod para luego acudir a la salida del castillo. Tenían pensado sumarse a las tropas de guerreros situados fuera, preparados todos para poder hacerle frente a los humanos enemigos.

    A medida que estos iban corriendo para abandonar el gran castillo traliod, se podía escuchar cómo los cañones situados tanto en la estructura como en el exterior empezaban a ser accionados para disparar en contra de los humanos.

    — ¡Bien, eso necesitamos! — Miraq pensó en los beneficios — ¡Qué los cañones arrasen por completo con ellos para que no quede ni rastro de sus rostros! ¡Vamos, compañeros míos, unámonos a la masacre!

    […]

    — ¡A cubierto, nos disparan con los cañones! — gritó uno de los soldados de la nación rusa.

    El intento de la humanidad de infiltrarse en la ciudad de forma sigilosa para evitar ser detectados y poder dar ellos el primer ataque no resultó como lo esperaban cuando una patrulla de tres traliod consiguió divisarlos. Valiéndose de los rifles que disparaban las balas de calor, los humanos pudieron acabar con todos sin demasiada dificultad, aunque el ruido de los disparos que usaron para acabar con ellos acabó por delatar por completo su posición.

    Cerca de ellos, un cuerno empezó a sonar, y pronto otro lo siguió, formando así el inicio de una cadena que no se detuvo hasta que los traliod en las proximidades, y varios guardias de la Sociedad Galáctica ya tenían avistados a los enemigos. Un tiroteo empezó, y la humanidad presente en aquel planeta para ofrecer libertad a los cautivos se agrupó en un círculo irregular para abrir fuego a los traliod, yarlemianos y velivinos que se aproximaron a combatirlos.

    Afortunadamente para el grupo, uno de los aliados pudo oír el estruendo que produjo uno de los cañones al ser disparados, y logró anticiparse al ataque. Cuando un silbido se manifestó en el viento, una bala de cañón pasó sobrevolando las cabezas de todos los guerreros que estaban envueltos en una batalla y fue a parar al techo de una casa pequeña, causando un agujero al atravesarlo.

    — ¡¿Nos disparan a pesar de que los suyos viven en esta ciudad?! — Ace no podía creer esa frialdad.

    — ¡Hay que acercarnos al castillo! — gritó Noak, teniendo al gigantesco edificio a la vista — ¡No pondrán en peligro a los humanos que se refugian allí!

    — ¡Buen idea, divídanse en dos grupos y avancen por pasillos angostos para evitar ser blanco fácil de los cañones! — Ace vio una oportunidad en lo dicho por su compañero.

    Noak y Allecreod se fueron por una calle que atravesaba la ciudad en dirección al castillo, situado a poco menos de un kilómetro de distancia. Ace, Abel y Faron, por su parte, tuvieron que avanzar en línea recta por el lado derecho hasta que pudieron encontrar un pequeño callejón que abría paso hacia el objetivo que perseguían. Contrario a lo que creían, los cañonazos seguían sonando, y los enemigos los tenían identificados. Algunos de esos disparos provenían de los cañones que habían sido puestos en lo alto de las murallas del castillo, mientras que otros fueron instalados en los techos de los edificios de mayor altura próximos a la estructura.

    Ambos grupos debían avanzar con cuidado. Los escudos en alto y las miradas puestas en todas las direcciones para evitar sufrir un gran número de bajas si se terminaban cruzando con algún escuadrón enemigo.

    — ¡En la retaguardia! — Allecreod dio un grito de alerta repentino.

    El ryfier empezó a apuntar con su lanza hacia las espaldas de los humanos, quienes tuvieron que agruparse y alzar los escudos para evitar que un pequeño grupo de yarlemianos, velivinos y traliod, todos armados con rifles de batalla, pudieran disparar cómodamente hacia ellos. Los atacantes no portaban escudos, por lo que tenían que servirse de los muros de los edificios cercanos para poder cubrirse de los ataques que devolvían los humanos. El ruido de las armas siendo accionadas y las balas disparadas no tardó demasiado en llamar la atención de guerreros cercanos. Noak, quien estaba en el extremo opuesto desde donde empezó el conflicto, fue de los primeros en enterarse de la aproximación de los enemigos.

    — ¡Nos rodean! — el soldado empezó a disparar tan pronto como alzó su escudo, apuntando con su rifle desde la derecha de su accesorio de defensa.

    En el pasillo de aquella calle que buscaban transitar para ir a su destino, todo el grupo se vio atrapado desde ambos lados en el momento en el que los tiros empezaron a lloverles desde el frente. Los escudos podían frenar las balas, y les permitían devolver el fuego, pero desde sus posiciones, Noak podía darse cuenta de lo que estaba pasando al momento en el que vio como grupos de guerreros que se acercaban desde el frente no se sumaban a la batalla, sino que se metían por las calles de los alrededores.

    — ¡Quieren obligarnos a avanzar! — Noak asumió que esa sería su estrategia — ¡Así seremos blanco fácil de los cañones! ¡Hay que ir hacia atrás antes de que nos corten el camino!

    Los gritos del soldado pusieron a todo el mundo en alerta, y de esa manera, en la retaguardia del grupo se formó la mayor concentración de militares que se podían agrupar en esa calle. Como lo habían realizado en el primer enfrentamiento, una nueva carga de embestida fue el movimiento elegido por los soldados, quienes veían como aquellos enemigos que se cubrían desde la seguridad de los edificios se marchaban, como si no tuvieran intenciones de enfrentarlos.

    — ¿Por qué…

    Un silbido muy fuerte empezó a cortar el viento, y para cuando se dieron cuenta de lo que se le estaba acercando, fue muy tarde para reaccionar. A tan solo un metro de distancia de quienes iban frente al grupo, una bala de cañón impactó y dejó liberar una explosión potente que fue atajada por los escudos que portaban los humanos. El poder de aquella explosión partió los escudos de los diez primeros soldados en fila, matándolos también por la sacudida que los envió hacia atrás con violencia. Allecreod, y otros humanos que se encontraban acompañándole fueron lanzados al suelo, sin recibir un daño muy grave dado a que las víctimas fatales que recibieron el ataque de frente amortiguaron todo el daño.

    Una segunda explosión se escuchó desde atrás en el momento en el que una nueva bala de cañón impactó de lleno contra la pared de un edificio. Producto de un golpe tan potente, varios trozos de ladrillo y piedra salieron volando al aire, a la vista de los soldados que voltearon para analizar el daño que recibió el entorno. Tan pronto como alcanzaron la máxima altura que podían, estos comenzaron a descender como si fueran proyectiles sobre los humanos que estaban a su alcance.

    — ¡Desde el cielo, cúbranse!

    El grito de uno de los militares rusos sirvió para que todos aquellos que iban a ser golpeados por los restos del edificio que fue alcanzado por el impacto hicieran a tiempo a cubrirse. Algunos trozos de piedra y ladrillo no eran lo suficientemente grande para complicarlos, pero los que eran de gran tamaño se incrustaban en los escudos atravesándolos con una gran fuerza, propiciando a que los humanos que fueron golpeados cayeran al suelo con daños leves encima.

    — No les importa destruir su ciudad con tal de que no lleguemos a ellos — Allecreod se ponía de pie con dificultad — No creo que podamos acercarnos más. Conocen el entorno y nos superan en número.

    — ¡No pasaré una noche más lejos de mi esposa y mi hija, no cuando estoy tan cerca! — el grito de enfado de Noak mientras ayudaba a levantarse a uno de los soldados en el piso fue un llamado de atención para todos — ¡Hay que buscar otro camino! ¡Uno infestado de soldados enemigos! ¡Tenemos la certeza de que no dispararán contra los suyos!

    — Ace… — Allecreod por fin estaba de pie — Deberías avisarle…

    Fue en ese momento en el que las armaduras de todos aquellos soldados de ER y DCT empezaron a emitir una alerta, la cual era utilizada como método de pedir ayuda en una misión. Una vez todos los soldados estuvieron de pie y pudieron seguir alejándose de los disparos, estos empezaron a reproducir el contenido del mensaje de alerta, solo para encontrarse con una sorpresa poco agradable.

    — ¡Atención, necesitamos apoyo! — la voz del comandante de ER se escuchaba muy agitada mientras de fondo sonaban incesantes disparos — ¡Nos están disparando desde todos lados! ¡Intentamos avanzar por muchas direcciones, pero no dejaban de aparecer! ¡Necesitamos una brecha para escapar, envío nuestra ubicación!

    Una vez que el pedido de auxilio dejó de reproducirse, los soldados levantaron uno de los compartimientos de las armaduras para ver cómo en el mapa se marcaba una ruta rápida hacia el punto en el que se encontraba el grupo del comandante Lakor.

    — ¡Vamos por él, parece que no podemos avanzar a solas! — Noak fue quien se puso al frente para liderar a su grupo, todo esto mientras configuraba su armadura para el envío de un mensaje por voz — ¡Ace, habla Noak! ¡Enseguida vamos!

    […]

    Mientras en tierra firme se estaba dando una batalla entre los humanos que venían a liberar a sus amigos y compañeros cautivos y sus captores, Xorxaik continuaba a bordo del crucero robado a la Sociedad Galáctica. El robot no dejaba de extraer archivo tras archivo que accedía desde los servidores de la red enemiga. Luego de haberles proporcionado la ubicación de los humanos que estaban atrapados, el robot no podía encontrar demasiadas cosas que pudieran serle de utilidad al comandante Lakor durante el transcurso de la misión. La mayoría de lo que podía sacar solamente eran registros y diarios escritos por los exploradores mientras se dedicaban a la búsqueda de los seres humanos en ambos mundos, y de cómo se deliberó entre todos los líderes para extraerlos tanto del planeta Tralio como de Edagr.

    El robot, cuya velada estaba siendo tranquila puesto a que no había detectado ni una sola presencia de enemigos que estuvieran de camino a recuperar su nave, de pronto vio entre las carpetas de información como tres archivos nuevos fueron cargados. Creyendo que podrían serle de mucha utilidad, el robot envió paquetes intrusivos que se encargaron de copiar dichos ficheros y trasladarlos a su propia unidad. Con la capacidad de procesarlos a los tres al mismo tiempo, el robot los abrió para analizarlos.

    — ¿Contenido ilegible? — Xorxaik se asombró al ver que sus sistemas no podían leer ninguno de los tres — Estos archivos están corrompidos. Su contenido no puede ser interpretado.

    El robot supo que algo malo estaba sucediendo en aquel momento en el que notó como uno de los archivos más antiguos en su exterior estaba siendo comprimido y luego enviado a través de la red de la Sociedad Galáctica.

    — No he tomado la decisión de enviar dicho archivo por este canal — Xorxaik sospechaba que algo andaba mal dentro de su cuerpo — El archivo ha sido enviado, y uno nuevo ha sido seleccionado para repetir el proceso. Abortaré el proceso.

    Lo que había dicho no se pudo concordar con lo que quiso hacer, puesto a que el robot notó como no podía cancelar el proceso ejecutándose en su interior, responsable de que los archivos presentes en su cuerpo empezaran a ser enviados a los enemigos. En un principio, era el mismo ser metálico quien se encargaba de extraer la información para sus aliados, pero tras haber fallado al leer los archivos corruptos, la situación se había dado vuelta.

    […]

    — ¡No habrá manera de que los atravesemos! — Faron visualizaba el complicado campo de batalla que tenía al frente — ¡Los traliod son enormes de cuerpo, nunca podremos empujarlos!

    El grupo en el que viajaban Ace, Faron y Abel estaba totalmente a merced de los atacantes. Un gran número de enemigos habían aparecido desde todas las direcciones para detener sus avances, y en aquel momento, las balas no dejaban de impactar en contra de los escudos. En su exploración, fueron capaces de encontrar un pasillo angosto en una de las calles de tierra de la ciudad, y fue allí por donde se metieron para avanzar hacia el castillo. Pero tan pronto como llegaron a una intersección de esquinas, los enemigos les cortaron el paso. Altos edificios rodeaban al grupo, por lo que estos estaban en el medio de la unión de cuatro calles de tierra. Los cañones no podrían llegar hasta ellos sin destrozar en gran medida los edificios, fue por eso que los traliod, yarlemianos y velivinos no dejaban de disparar desde ninguna de aquellas calles.

    Lo único que podían hacer el comandante y el resto de su gente era mantener los escudos en alto y rogar para que estos aguantaran la continua lluvia de balas a las que eran sometidos. Siete soldados de ER y uno de DCT cayeron víctimas de aquella feroz acometida enemiga, que solamente provocaba brechas en la formación de batalla que los soldados debían esforzarse por cubrir.

    — ¡Mierda, no podemos morir así! — Ace colocó su rifle por encima de su escudo y disparó sin apuntar un par de balas.

    La desesperada acción realizada por él fue imitada por otros de los soldados que les acompañaban, pero cuando se asomaba para ver si su maniobra resultó en algo positivo, solo terminaba viendo que los enemigos continuaban como si nada en su contra.

    — ¡Nos quieren forzar a quedarnos sin balas! — Abel, quien había luchado antes en guerras en la Tierra, dio un posible diagnóstico de lo que acontecía — ¡Si no nos llegan refuerzos pronto, todo acabará mal para nosotros!

    — ¡Se acercan! — gritó uno de los soldados de Rusia — ¡Están moviéndose lentamente!

    — ¡Se dieron cuenta del esfuerzo que requiere cubrir las brechas! — Ace veía con horror como desde cada rincón, los enemigos avanzaban sin prisa, pero sin pausa — ¡Nos van a masacrar si nos quedamos aquí!

    — ¡¿Por dónde escapamos?! — Faron no veía un solo espacio de salida — ¡No hay a dónde abrirnos espacio!

    Ace, con el escudo en alto tratando de atajar todas las balas que les disparaban a él y a sus soldados, miraba de reojo todos los sectores de aquella ciudad por donde provenían los ataques. Notó que en cada uno de ellos había al menos cinco traliod parados para el ataque, sabiendo de antemano de sus apariencias. No pudo contarlos con exactitud, pero logró identificar que el número no era parejo desde los cuatro lugares.

    — ¡Cuenten a los traliod, si Noak no aparece pronto, nos iremos por la calle donde haya menos de ellos! — Ace gritó una orden para sus soldados.

    Cada uno de los que estaba en su esquina se dio a la tarea de ponerse a realizar el conteo de cabezas para poder identificar los números de los enemigos. Fácilmente identificables por el hecho de que no tenían armadura que los cubriera, como si confiaran a pleno en la resistencia de su piel, los soldados de la humanidad tuvieron que realizar un rápido censo en tiempo real de la cantidad de obstáculos a superar si querían que la carga fuera exitosa.

    — ¡Diez al norte! — fue el grito de uno de ellos.

    — ¡Ocho al oeste! — Abel habló desde su rincón.

    — ¡Seis desde el este! — uno de los soldados de ER fue el siguiente en informar.

    — ¡Seis desde el sur! — reveló el último.

    — ¡Será por el sur, desde allí vinimos y tendremos más margen para maniobrar en nuestro escape! — Ace esperaba que Noak diera una señal, de estar en las cercanías — ¡Me prepararé para avisarle a Noak en caso de que estén acercándose!

    Teniendo en mente que el soldado le había dado su palabra de que estaría para rescatarlo pronto, el comandante Lakor dejó su armadura ya configurada para poder enviarle un mensaje a su compañero del ejército. Los segundos empezaron a pasar más lento mientras esperaba que él o alguien le enviaran una señal, y por alguna extraña razón, los sonidos de las balas parecían estarse intensificando en su mente.

    Fue en un momento en el que todos empezaron a escuchar disparos provenientes desde el sur, y eso les hizo darse cuenta de que la ayuda había llegado. Los enemigos que los tenían arrinconados desde las esquinas norte, este y oeste no se percataron de que sus compañeros en el otro extremo estaban bajo ataque, aunque estos se habían percatado hace muy poco. Ace, Faron y otros soldados que iban junto a él tomaron la oportunidad y decidieron alertar a los demás para que así diera comienzo su huida.

    — ¡Al sur, embestida al sur! — ordenó el comandante de ER al tiempo que se iba corriendo con los soldados de ese extremo para auxiliarlos en la carga de ataque.

    Cuando los traliod, yarlemianos y velivinos del extremo sur notaron que estaban bajo fuego enemigo desde la retaguardia, la mitad de su grupo se dio la vuelta para responder, mientras que la otra mitad permaneció con el blanco fijo en sus enemigos. Bajas se produjeron desde los dos frentes, y eso propició a una embestida casi exitosa al completo por parte de los humanos. Ace, Faron, Abel y aquellos que se encontraban en la vanguardia y la zona media pudieron cruzar a salvo, pero los que fueron últimos en atravesar el lugar recibieron una cantidad desmedida de disparos. La gran mayoría de los que avanzaba al último terminaron perdiendo la vida, mientras que una menor parte quedaron con heridas leves en la espalda, producto de las balas partiendo el metal de sus armaduras e incrustándose con poca profundidad en su piel.

    — ¡Reagrúpense, cuando vuelvan a entrar los acabaremos! — fue el grito de uno de los traliod, que empezó a retroceder de nuevo hacia las profundidades de la ciudad.

    Reunidos otra vez, los dos grupos de humanos que se formaron para avanzar por dos sectores diferentes de la ciudad fueron arrastrados hasta la entrada nuevamente, pero no se detuvieron allí. Atemorizados por una represalia mayor del enemigo al no haber escuchado la orden dada por uno de ellos, ninguno de los humanos allí presentes dejó de correr hasta que se habían alejado más de cien metros de la ciudad. Con la respiración agitada, y algunos de ellos heridos, Allecreod y otros humanos se tiraron al suelo para tratar de descansar o recuperarse de las heridas que les fueron infligidas.

    Noak, quien no podía divisar a Ace a simple vista y temía por la vida de su amigo, se tranquilizó un poco cuando vio que este era el último de todos, y se encontraba con la vista fija en los distantes primeros edificios de la ciudad traliod a la que habían ingresado. Aunque su intención no era huir, el ver correr a todos los compañeros a los que había auxiliado le hizo saber que debía seguirles la corriente o podrían acabar muertos.

    Una vez que se tranquilizó, Jensen se acercó a su compañero, y antes de dirigirle la palabra, se dio la vuelta para ver a todos aquellos que quedaron ligeramente exhaustos por el escape reciente.

    — Acabamos de entrar, perdimos compañeros y nos obligaron a huir — Noak emitía una queja al comandante — Y ni nos pudimos acercar al castillo.

    — Lo lamento, Noak, pero no podíamos dejar que nos eliminaran tan fácilmente — Ace lo miró cara a cara, aunque no pudo hacer contacto visual por los visores de los cascos.

    — No nos siguieron — Noak se preguntaba el por qué.

    — No tienen por qué — Ace miró a su alrededor — Ahora mismo estamos en plena llanura. No tienen dónde cubrirse, y se habrán enterado que hemos roto los escudos del primer escuadrón al que eliminamos. Somos nosotros los que debemos entrar, no ellos los que deben salir. Nos esperan para eliminarnos sin esfuerzo.

    — Jugar con la necesidad del enemigo es una clave para ganar — Abel, quien estaba sentado en el suelo detrás de ambos, comentó su opinión al respecto — Ustedes dos fueron militares formados en Black Meteor. Eso fue lo que se les enseñó, lo que yo hice que les enseñaran.

    — Si sabes todas las respuestas, dinos cómo vamos a entrar — Noak lo miró con desprecio cuando reconoció su voz.

    — No lo sé, no tenemos nada que pueda resistir el impacto de esos cañones — Abel comentaba sin poder imaginar alternativas — Debieron tomar el ejemplo de los garak y construir tanques de batalla.

    — Nunca pensamos que terminaríamos librando un combate así fuera de nuestro mundo — Ace le respondió al ex líder de Black Meteor — No nos hacía falta.

    — Comandante… — Allecreod se ponía de pie con ayuda de su lanza — Soy consciente de que Xorxaik ya ha sido derribado antes en batalla — dijo referenciando a un hecho que el comandante recordaría — Posiblemente, esos cañones fijos tengan la misma o mayor potencia que el cañón que Lankir usó para dejarlo fuera de combate en mi planeta. Pero no hay manera de que podamos atravesar esa ciudad sin tener a Xorxaik cubriéndonos y disparando al enemigo. Yo sé que no te gusta la idea de arriesgar a nuestro mejor recurso.

    — Si Xorxaik es derribado en territorio enemigo, nunca más lo recuperaremos — Ace pensaba en las consecuencias de perderlo — Y si no acabamos con la Sociedad Galáctica, ellos solo tendrían que acceder a su información para conocer de pies a cabeza nuestro mundo. Y no es algo que nos podamos permitir.

    — Deberías escuchar a Allecreod, Ace — Abel le dio la razón al ryfier — Enviarlo a pelear es riesgoso, pero ya has visto lo fácil que nos han expulsado de la ciudad tan pronto como entramos.

    — Luchar en campo abierto es una cosa — Allecreod se acercaba al comandante humano — Pero no ganaremos si Xorxaik no participa de este combate.

    — Desearía no tener que enviarlo a la batalla — Ace se lamentaba al verse sin más cartas por jugar — Aunque parece que todo se reduce a esto. Xorxaik es el único que puede atacar mientras una centena de enemigos le dispara desde todos lados.

    Faron y otros soldados que estaban cerca de su posición se aproximaron al comandante de ER en el momento en el que vieron cómo este tomaba su dispositivo móvil y se disponía a contactar con él para solicitar que abandonara su posición y fuera a prestar ayuda al campo de batalla. Ace miró directamente a dos de los soldados de ER que se habían aproximado para escucharlo hablar.

    — Xorxaik no saldrá de la nave hasta que ustedes dos estén allí para protegerla — Ace apuntó con el dedo a los dos soldados — Una vez que estén allí, él saldrá. Cuando haya llegado, volveremos a atacar. Todos juntos esta vez.

    Con el plan de ataque decidido, solo era cuestión de esperar hasta que el intento del comandante para comunicarse con él pudiera alcanzar al robot, y de esta forma, darle las instrucciones a seguir para que pudiera presentarse a la batalla. En menos de diez segundos, Ace tenía un enlace directo para dirigirse a su robot.

    — Xorxaik, habla el comandante — Ace le hizo saber que no era otra persona utilizando su móvil — Necesitamos tu presencia en el campo de batalla. Enviaré a dos soldados a proteger la nave, cuando lleguen, tú saldrás a…

    — Comandante, es imposible que eso suceda — el robot no le dejó terminar la instrucción — Le informo que mis sistemas están comprometidos.

    — ¡¿A qué te refieres?! — el comandante no se creía lo que escuchaba.

    — En un intento por acceder a su información, terminé descargando tres archivos maliciosos — Xorxaik informó sobre su estado — Al abrirlos, esos archivos han restringido mis funciones de seguridad. Ahora mismo se están ejecutando rutinas que están comprimiendo los archivos de mi sistema, los están enviando al enemigo y luego los están sobre escribiendo con datos sucios. Es posible que una vez que mi memoria esté vacía, mis instrucciones principales sean reemplazadas.

    — ¡Xorxaik, tienes un sistema de emergencia para evitar que atacantes externos puedan hacerte esto! — Allecreod, su creador, le hizo saber una de sus características.

    — He intentado ejecutar el sistema, pero los archivos maliciosos lo han corrompido — la preocupación en el grupo no hacía más que crecer — Tampoco puedo apagarme para evitar el ataque. La Sociedad Galáctica no pudo detener mis ataques sobre sus sistemas, y por eso optó por dejarme imposibilitado para ayudar.

    — Xorxaik, ¿hay algo que puedas hacer desde tu posición para ayudarnos? — el comandante no podía creer que su recurso más poderoso estuviera retenido — Apenas entramos a la ciudad nos obligaron a retroceder. Y hemos perdido soldados. ¿Crees que podrías llegar hasta aquí y ayudarnos en la pelea antes de que todo tu sistema se vea afectado?

    — Es imposible de estimarlo, comandante — el robot parecía lamentarse por ello — La velocidad a la que mis archivos de memoria están siendo reemplazados por datos basura se incrementa con cada segundo que pasa. Es posible que mi sistema se sobre escriba por completo antes de que pueda llegar hasta ustedes… Pero es muy posible que todavía sea capaz de brindarles algo de ayuda.

    — ¡¿De qué manera?! — Noak se veía incrédulo al respecto — ¡Te necesitamos aquí para acabar con las fuerzas enemigas! ¡¿Qué es lo que puedes hacer desde la nave?!

    — Algo que podría compensar en gran medida mi ausencia por el resto de la misión, y que me permitirá hacer un último aporte significativo antes de apagarme por completo — el robot respondió sin ser muy explícito — Pero ya sea que funcione o no, tendrán que apartarse de la ciudad. Para preservar su integridad física, les suplico que se alejen lo más que puedan y se tiren al suelo.

    Tan pronto como el robot dijo esas palabras, la comunicación que el comandante Lakor entabló con él se cortó de forma definitiva. No tenían idea de si la máquina estaba de su lado o si ya había sido tan afectado por el ataque enemigo que no era capaz de comunicarse con ellos por más tiempo. De todas maneras, el comandante Lakor hizo que todos los que viajaron junto a él se pusieran de pie y se retiraran del lugar. Ya habían abandonado la ciudad, pero para mayor precaución, optaron por seguir la orden que el robot les comunicó, más por preservar su seguridad que por confianza.

    […]

    — ¿Y los enemigos? — Miraq se veía sorprendió mucho cuando vio como varios guerreros traliod estaban acercándose a la puerta del castillo, todos ellos provenientes desde el interior de la ciudad.

    — Los forzamos a retirarse tras provocarles algunas bajas — respondió con orgullo el traliod al que se dirigió — No tienen otro modo de llegar hasta su gente. Tienen que pasar obligatoriamente por este lugar. No tenemos prisa en acabar con ellos. Nosotros tenemos recursos para resistir, ellos no. No importa si hace falta un ataque o diez, ellos terminarán entrando para un ataque definitivo tarde o temprano. Y cuando lo hagan, será el final para todos ellos.

    — Debieron de perseguirlos y acabar con ellos cuando pudieron — el yarlemiano no compartía el gusto por esa estrategia.

    — ¿Por qué tienes tanta prisa en salir a atacar? — el traliod lo notaba muy extraño — Son ellos los que tienen recursos limitados. El apuro debería ser de ellos, no nuestro.

    — No puedo quitarme la imagen mental de ellos asesinando a mis compañeros — Miraq encontró la respuesta perfecta para el traliod que le cuestionó.

    El yarlemiano se apartó de su lado para no tener que seguir lidiando con él. Por más que su respuesta tuviera su lógica, el guerrero traliod no le apartó la vista de encima mientras lo veía apartarse y agruparse de cerca con los soldados que habían salido junto a él desde el interior del castillo. Le parecía extraña esa conducta por parte de él, pero no podía quedarse centrado en él por siempre. En caso de que se volviera a detectar la presencia de soldados humanos adentrándose en el territorio, sería necesaria su participación en el combate.

    Miraq se acomodó junto con sus tropas en el costado derecho del castillo, tomando asiento sobre la tierra seca del suelo de la provincia capital, dejando su arma a un costado mientras que otros yarlemianos y velivinos se acomodaban cerca de él, algunos quedándose parados y otros simplemente manteniéndose de pie. No podía dejar de pensar en la importancia de que los suyos no permitieran ni por asomo a los traliod mirar los cuerpos de los humanos que hubieran caído en batalla. Tras mirar alrededor y ver que no había nadie cerca, el líder de la Sociedad Galáctica exteriorizó sus pensamientos al respecto.

    — Si los llamo para preguntar si pudieron cubrir las muertes, es posible que los traliod de alrededor los escuchen y se den cuenta — Miraq miró a todos los suyos — Ojalá los hayan matado los cañones. Que no haya quedado ni una sola célula de sus cabezas intactas. De esa manera, no los podrían identificar.

    — Deberíamos organizarnos y tomar posiciones para responder a un ataque desde cualquier sitio de la ciudad — uno de los velivinos le aconsejó — Así podríamos estar presentes y tendríamos superioridad numérica en los asesinatos directos.

    — Suena como una buena idea, en ese caso, lo mejor será que nos dividamos en grupos parejos — Miraq, todavía estando en el suelo, empezó a realizar el conteo de todos los soldados parados junto a él.

    Antes de que la división que el yarlemiano llevaba a cabo pudiera terminar, todos los guerreros situados en las afueras del castillo vieron extrañados como el navío que les pertenecía estaba moviéndose por encima de ellos, siendo visible apenas a través de la capa negra de nubes que cubrían en su totalidad el cielo del planeta que podían percibir con los ojos. Algo raro para todos ellos fue que tan pronto como el navío se colocó por encima de una gran parte de la ciudad, este se detuvo, manteniéndose estático en el aire por un minuto completo hasta que empezó a ganar altitud nuevamente.

    — Es extraño — Miraq no entendía por qué no regresó a estar en órbita desde el punto en el que soltaron a los soldados del primer escuadrón de ataque — Pudieron ascender a la atmósfera y luego salir tan pronto como dejaron salir a los soldados. ¿Por qué se acercaron hasta aquí para ascender desde este lugar?

    — Tal vez los enemigos están realizando algún movimiento, y estaban tratando de atraerlos a este lugar — uno de sus compañeros yarlemianos teorizó al respecto.

    — Eso no tiene sentido, los enemigos saben que tienen que venir a este lugar para rescatar a los humanos — Miraq se puso de pie de inmediato — Y si hicieron alguna especie de movimiento extraño, lo quiero saber — el yarlemiano se preparó para entablar una comunicación con los tripulantes a bordo — Habla Miraq. ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Tienen alguna novedad sobre los humanos de Edagr?

    Esperaba una respuesta pronta por parte de sus soldados, y se extrañó bastante cuando vio que esta no llegaba. No tenía idea de lo que estaba sucediendo, pero no le gustó para nada que su pregunta fuera ignorada por completo, ya que incluso aunque la respuesta fuera negativa, era obligatorio que se le mantuviera informado de todo lo que sucediera a bordo del navío, la cual era la única estructura que tenían para entrar y salir del planeta.

    — ¡Soy Miraq, estoy apartado de los traliod! — el yarlemiano realizó una aclaración, solo para asegurarse de que eso no cohibiera a los suyos para entablar la comunicación — ¡Pueden hablar! ¡¿Qué está pasando?! ¡Algo grave ocurrió con los humanos o con el grupo de Fielle en Edagr!

    Un minuto de tiempo transcurrió, y el líder yarlemiano seguía sin ninguna clase de respuesta, ya sea que esta fuera una noticia buena o una mala de parte de los suyos. El enojo y la desesperación se estaban adueñando de él, y en el momento en el que vio como el gran navío empezaba a descender de los cielos para situarse a unos pocos metros de altura sobre los edificios de la ciudad, sintió como toda su paciencia se agotó de cuajo.

    — ¡¿Están jugando allí dentro?! — se sacó el casco para tomar más aire al momento de gritar — ¡¿Qué demonios están haciendo con los controles del navío?! ¡Respondan, es una orden!

    Miraq obtuvo una respuesta por fin tras haber insistido por tercera vez, pero no era para nada lo que se estaba esperando. Nadie a bordo de la nave le habló directamente, sino que el sonido que le llegó a su armadura fue el de una alarma resonando con fuerza y ahogando cualquier cosa que un ser vivo en el interior de aquella estructura pudiera decir. El enfado en Miraq se convirtió en preocupación, y cuando sus ojos captaron lo que estaba pasando, la expresión de su cara dejó salir un horror inimaginable.

    — ¡¿Qué está pasando con nuestro navío?! — gritó como si hubiera visto un fantasma.

    Cuando todos los yarlemianos y velivinos dirigieron sus ojos hacia el cielo, fue que vieron lo mismo que su líder. Todo ser vivo situado en las afueras del castillo atestiguó como la colosal estructura espacial de la Sociedad Galáctica se desplomaba del suelo en caída libre, tomando velocidad con cada segundo de descenso hasta que se estrelló violentamente contra el suelo. El impacto tan potente sacudió la tierra, y varias explosiones se formaban en los alrededores, empezando a enviar pedazos de piedra y ladrillos por los aires. Las casas y edificios que los traliod habían construido en aquel lugar, en las proximidades del castillo, fueron engullidos por una bola de fuego que empezó lanzar escombros y cenizas por los aires. El noventa por ciento de la ciudad quedó totalmente destruida y sumida en el caos que provocó la caída de esa nave hacia el suelo, y su consecuente explosión. Apenas las primeras casas y edificios más próximos al castillo seguían intactos, ya que el resto de la ciudad se convirtió en pasto de las llamas. Los últimos escombros que fueron lanzados al aire terminaron por derrumbar cualquier resto de estructura que hubiera quedado en pie pese a un impacto tan fuerte.

    — ¡¿Cómo pasó?! — Miraq no lo podía concebir — ¡¿Cómo hicieron para destruir nuestro navío?!

    — ¡Nuestra ciudad! — el grito de horror de los traliod que estaban patrullando en las cercanías se hizo notar — ¡La han arrasado de golpe!

    Junto con la destrucción de la infraestructura, todos los guerreros de los traliod y de la Sociedad Galáctica que se encontraron en el radio de explosión habían fallecido, y eso provocó un terror mucho más grande en todos los que se habían salvado de ser alcanzados por la destrucción ocasionada por la caída del navío.

    […]

    — Xorxaik… — Allecreod veía desde el suelo como la bola de fuego acababa de desaparecer — Has…

    — ¡Arrasó la ciudad para nosotros! — Abel no cabía en sí mismo de todo el asombro presente en su cuerpo — ¡Ese robot es un monstruo!

    — Se aseguró de eliminar todos los obstáculos y de dejar el castillo intacto — Ace empezó a ponerse de pie, reflexionando sobre la gran ayuda que les había otorgado el robot — Ninguno de los nuestros fue lastimado, mientras que todos los enemigos que fueron alcanzados por esa explosión habrán muerto calcinados.

    — ¿Y ahora? — Faron todavía no terminaba de procesar lo que había visto — Ellos han quedado…

    — ¡Es el momento de atacar! — Ace gritó a todos los soldados que estaban en el suelo — ¡Xorxaik les ha asestado un golpe mortal que seguro los habrá desmoralizado! ¡Aprovechemos esta oportunidad de derrotarlos antes de que se recuperen! ¡Xorxaik nos consiguió una gran ventaja para que nuestra misión sea un éxito! ¡Vamos a hacer que valga la pena!

    El deseo de combatir a los enemigos remanentes que siguieran con vida, pero afectados tras haber contemplado una jugada arriesgada por cortesía de su robot, empezó a resurgir en todos los humanos que tenían una misión por cumplir. Sabían que una explosión como esa solo habría dejado cadáveres a su paso, y que los números de los enemigos se habrían reducido en gran medida para salir a hacerles frente. Deseosos de poder llevar su misión a un punto culmine, todos los soldados se pusieron de pie y empezaron a marchar de regreso a la ciudad de la cual los enemigos los expulsaron hacía muy poco tiempo.

    — Es ahora o nunca, me aseguraré de que sea ahora — Noak pensaba mientras caminaba detrás del comandante Lakor.

    — Te lo debemos, Xorxaik — Ace pensó en la posibilidad de que el robot hubiera realizado su último movimiento — Todo lo que hemos conseguido hasta ahora fue por ti. Ahora nos toca a nosotros acabar con esta lucha.

    La moral en todos ellos estaba en lo más alto, dejándose ver mientras ellos avanzaban gritando a flor de piel con ansias de ponerle fin a las vidas de sus enemigos y escapar de aquel planeta oscuro para poder dirigirse hacia un hogar verdadero.

    […]

    Para guardar precauciones de que no se produciría ningún tipo de daño en el interior del crucero robado a la Sociedad Galáctica, Xorxaik abandonó la estructura y se alejó unos cuarenta metros, lo que consideró como una distancia lo suficientemente segura para poder llevar a cabo sus siguientes acciones.

    — Ese ha sido mi último aporte a esta misión — el robot era consciente de que la destrucción del navío enemigo no había hecho nada significante para detener las rutinas maliciosas que se ejecutaban en su interior — Los archivos de mi memoria siguen siendo enviados y reemplazados por basura, aunque ahora no hay ningún receptor que pueda acceder a ellos. Simplemente se están perdiendo en el vacío.

    Incapaz de configurar la ruta de destino de sus archivos para que estos fueran a parar al interior de la nave que estaba en posesión de los humanos, el robot decidió que la mejor ruta de acción era ponerse un fin a sí mismo antes de que sus instrucciones fueran reemplazadas y su sistema de inteligencia artificial pudiera tomarlas para convertirse en una amenaza para las personas a las que servía.

    Al tener gran parte de sus procesos bloqueados o simplemente eliminados, el robot tuvo que utilizar los propios dedos metálicos de sus manos para ejercer presión lo suficientemente fuerte para poder abrir su cuerpo. Una vez hizo la brecha que necesitaba, se arrancó directamente el trozo de metal que cubría la parte delantera de su torso, lugar en el que estaban instaladas sus unidades de memoria, su batería que se recargaba a sí misma con energía lumínica y su procesador. Alrededor de tales instrumentos se encontraban los circuitos que conectaban sus sensores visibles y de sonido a su procesador, y más abajo estaban aquellos conectores que le permitían tener autonomía sobre sus brazos y piernas.

    Antes de empezar con el auto sabotaje que acabaría con él, inclinó su cuerpo ligeramente hacia adelante. Una vez que consiguió el ángulo que quería, fue allí que empezó. Con ambas manos, arrancó directamente los circuitos de sus piernas, las cuales ya no podría mover. Lo siguiente que hizo fue aplastar con la mano izquierda el controlador que estaba conectado a sus sensores ópticos, y con la derecha el que manejaba el sistema auditivo. En tan solo cuatro movimientos inhabilitó sus piernas y se aseguró de no poder ver ni escuchar nada a partir de ese instante. Su mano izquierda se situó sobre la batería, y la derecha sobre las unidades de memoria; y en tan solo un segundo, ambas quedaron aplastadas.

    Con la memoria totalmente destruido, lo único que quedaba de su esencia eran las instrucciones que él había cargado en su procesador, y que se ejecutarían de inmediato antes de que la ausencia de batería lo apagara por completo. Su mano izquierda arrancó todos los circuitos que mantenían funcionando a su brazo derecho, quedando con solo una extremidad utilizable. La última acción que realizó el robot fue mover su mano izquierda hacia la sección de su procesador interno, para acto seguido aplastarla por completo y así provocar que ninguna otra instrucción pudiera ser ejecutada por él.

    Una interfaz interna empezó a disparar mensajes de error uno tras otro, y luego de un mensaje breve en el que se podía leer “múltiples errores críticos” en código binario, todo el sistema de Xorxaik quedó apagado por completo. Todo lo que optó por dejar intacto en su interior cesó su funcionamiento, puesto a que ya no había ningún sistema capaz de realizar acción alguna. A medida que en su interior se producían corto circuitos, su cuerpo, inclinado hacia adelante por él antes de apagarse, cayó sobre su propio peso y quedó tumbado sobre el suelo, tal y como él había hecho con el navío de la Sociedad Galáctica. Alejado del crucero que estaba ya preparado para llevar a la humanidad de regreso a Edagr, el tiempo de vida útil de Xorxaik se había terminado.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo mío. Que buen capítulo este, honestamente. La narración de la batalla ha sido top y lo que ha ocurrido me ha dejado con la boca abierta, así que sin duda ha sido un excelente capítulo en el clímax. Chapó. Paso directamente a comentarlo.

    El inicio muestra como Ace, Noak, Abel, Allecreod, Faron, Xorxaik y el resto de soldados enfrentan a un escuadrón de defensa de la Sociedad Galáctica en el aterrizaje. Una lucha breve que cae del lado ganador, el de los humanos, al ser más numerosos. Tras esto, el grupo evalúa cual va a ser el siguiente movimiento, sabedores gracias a Xorxaik (que está en la nave hackeando al navío enemigo :dancecat:) de que los humanos cautivos están en el castillo de la ciudad trailod. Así pues, el comandante Lakor y sus soldados se dirigen hacía allí.

    Por el lado enemigo, Miraq es notificado de que su escuadrón defensivo ha sido pulverizado, algo que no sienta nada bien al líder yarlemiano. Pero no solo a ellos, tanto Hufan como Yma se sienten decepcionados con sus aliados, que no han podido ni siquiera causar bajas en los humanos recién llegados. Insinuándole su inutilidad :yagami:, sus majestades trailod proponen aportar soldados a la batalla, algo que Miraq no quiere pero que termina cediendo por las presiones. Su actitud extraña a los líderes trailod, pero dado que sus soldados van a participar, lo dejan estar. Así pues, inicia una gran batalla en el interior de la ciudad, con el objetivo de Ace y los demás de llegar a las inmediaciones del castillo y rescatar a su gente. No obstante, mientras esto da comienzo, Xorxaik descubre que está siendo hackeado, por así decirlo, y sus sistemas están corrompidos. :sadexo:

    Ace hace que sus soldados se dividan en dos grupos, pero el avance es casi imposible con la fuerza bruta de sus enemigos y sus cañones, que empiezan a provocar serias bajas en el bando protagonista. Una batalla perfectamente narrada y que se disfruta, porque te hace imaginar literal lo angosta que es la situación, viendo que quieren avanzar pero simplemente les es imposible. El comandante Lakor no tiene más alternativa que ordenar la retirada, teniendo que irse de la ciudad con numerosas bajas. Sin embargo, tanto trailod como SG no van a seguirles, lo que deja en claro que les van a esperar para no agotar sus recursos. Al fin y al cabo, los que tienen la necesidad de entrar son los humanos, y que mejor que esperarles a ir tras ellos.

    Visto lo visto, resulta realmente complicado para los protagonistas, que empiezan a evaluar la posibilidad de pedirle a Xorxaik apoyo a pie de campo. Pero cuando Ace se comunica con el robot, descubre por él mismo que ha sido hackeado y que tiene poco tiempo antes de que se convierta en un problema para aquellos que lo crearon. Sin embargo, parece tener un as en la manga que tanto enemigos como aliados están por ver. Y es que Xorxaik logra hackear el navío de la SG para estrellarlo contra la ciudad sin dañar el castillo, destruyendo el 90% de la ciudad y matando así a muchísimos trailod y soldados de la SG. Un último servicio para aquellos con los que ha vivido tanto, generando así la oportunidad de que estos puedan asaltar directamente el castillo e igualar fuerzas. Visiblemente nerviosos en el interior del castillo, se preparan para el asalto mientras Xorxaik decide autodestruirse a su manera, para evitar que el hackeo enemigo pueda convertirlo en una amenaza para los suyos, dándole así un muy buen final a su personaje. :astronauta:

    Que decir, amigo, ha sido un gran capítulo. El personaje de Xorxaik, claramente, se gana el protagonismo no solo de este capítulo sino de la parte en sí, siendo pieza fundamental en muchos momentos. Su ausencia es un claro inconveniente y desventaja para el futuro de la humanidad, pero su sacrificio bien puede significar la liberación y unión de la humanidad. Quien lo iba a decir, un robot sacrificándose por humanos que se encuentran divididos tanto física como ideológicamente. :anicry:

    En fin, estoy deseando ver como se desarrolla el asalto al castillo, con suerte (rezaré para ello :shani:), morirán Miraq, Hufan e Yma, algo que me convertiría por breves instantes en uno de los hombres más felices de la Tierra. Ojalá suceda. Nos vemos en la siguiente, un abrazo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Aprovecho uno de mis últimos ratos libres de esta tarde del domingo para publicar el capítulo 35 de LGC VIII. Ya nos estamos acercando al final. Queda menos de un cuarto de historia para que esta parte que arrancó en agosto del 2024 se termine :)

    Quiero agradecer una semana más a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en la historia a través de las leídas por Discord y los comentarios. Realmente son cosas que hacen que la publicación se disfrute casi como la lectura.

    Por el momento no actualizo guía de personajes. Eso quedará para otro día. Sin más para decir, va el capítulo.

















    Montaña de cadáveres:

    Las imágenes de Edagr que la nave humana cuya tripulación estaba protegida por la sub comandante Natasha Zafiro estaba captando no eran nada alentadoras. Tras haber entrado en su atmósfera, la comandante llamó a personas con experiencia en equipos informáticos para que realizaran un escaneo de la situación actual de su mundo, y lo que había visto no la dejaba contenta. La sub comandante, su compañera Alicia, y los dos soldados que habían viajado a casa con ella, veían como en el suelo de las calles se encontraban varios cuerpos en descomposición. Reconocían que una gran mayoría era de yarlemianos y velivinos, pero los cuerpos humanos no se quedaban demasiado atrás cuando se hizo ese conteo.

    — La situación está peor de lo que podríamos pensar — Natasha se alarmó un poco al ver todo eso — Y no tenemos forma de contactar con Gwyn o con Thomas.

    — Ni siquiera hay garantía de que ellos estén vivos — uno de los soldados de ER se mostró pesimista — Lamento decirlo de esa forma, pero es la verdad. No hay manera de saberlo.

    — Los trenes solares están en uso y movimiento — Alicia podía verlos desde el monitor principal — Acercarnos a ellos sería una buena oportunidad de estar a salvo y que nos pongan al día de lo que ocurre aquí.

    — ¿Acercarnos? — Natasha veía a su amiga muy segura de querer participar — ¿Tú vas a venir con nosotros?

    — Vas a necesitar toda la ayuda que puedas tener allí, Natasha — Alicia le sonreía plenamente — Y viendo que estos malnacidos van con todo lo que tienen, creo que me corresponde pelear si estoy en condiciones de hacerlo. Sé que me falta práctica con un arma de fuego, pero nunca dejé de entrenar ni de usar mi energía.

    — Tenía planeado dejarte aquí a cargo de la nave en mi ausencia — su líder apreció ese gesto de parte de ella — Pero me servirá mucho tener un par de ojos extra allí abajo. Eso sí, antes de que vayas a pelear, tendrás que ponerte una armadura para protegerte.

    — Es lo primero que haremos — Alicia estaba feliz de que tendría una oportunidad de hacer un aporte en el campo de batalla — Luego de eso, nos sumaremos a un escuadrón de soldados y ayudaremos en lo que haga falta.

    Habiendo visto un panorama general de la situación, notando además como grandes grupos de soldados patrullaban por las calles con el fin de defender a la población que pudiera estar expuesta, la sub comandante indicó a su compañera y a los dos soldados que la siguieran, y a los que quedarían a bordo en la sala de comandos que realizaran el aterrizaje cerca de una entrada despejada en la ciudad de Skymning en unos cinco minutos, en donde ambas y sus compañeros habitaban.

    Los cuatro que iban a descender y a sumarse al conflicto aprovecharían esa franja de tiempo para poder saludar a los que dejarían atrás en la nave durante su ausencia, principalmente, en quienes más cercanos eran a ellas dos. Natasha todavía no tenía su casco puesto, pero lo portaba en la mano, dando a entender que pronto se cubriría la cabeza para protegerse con él. Antes de que pudiera darse el aterrizaje, la mujer se dirigió al salón comedor, donde se encontraba una gran cantidad de seres humanos, preparados para poder atender a quienes llegaran buscando escapar de un campo de batalla como lo era el planeta.

    Arick, Sky, y los cuatro jóvenes que se habían hecho amigos de ellos estaban mirándola atentamente, principalmente los dos más jóvenes entre ellos. Arick corrió hacia ella y le dio un fuerte abrazo, aunque no era capaz de sentir mucho más allá del metal que cubría su cuerpo. Sky se mostraba conmovida por esa escena, puesto a que sabía lo mucho que Arick estimaba a sus padres, y ese cariño era agradable a su vista.

    — Cuídate mucho, mamá — Arick se sentía un poco afligido, pese a que sabía que ella debía ir — Me da miedo pensar que tú y papá estarán peleando en dos sitios diferentes. Si algo sale mal, no estarán allí para ayudarse.

    — Descuida, Arick — Natasha le acarició el rostro con ternura — Yo no estaré sola. Y sé cuidarme muy bien. No permitiré que los malditos que tanto daño hicieron me hagan nada ni a mí ni a nadie más. Es una promesa.

    — Por favor, encuentra a Azel y tráelo aquí — Arick quería volver a ver a su hermano menor, y que estuviera a salvo de todo el conflicto — Y a Cade, y a Kite. Una vez estén fuera de peligro, tú y los padres de Sky podrán pelear tranquilos.

    — Es lo que haremos — Natasha tenía en mente esa idea, brindada por su hijo — Pero primero tengo que encontrarlos y saber en dónde están los chicos.

    — Por favor, dígale a mi mamá y papá que me encuentro a salvo y que cuidaré mucho a Kite y a los demás — Sky necesitaba sentirse útil — Quiero que ellos sepan que pueden confiar en nosotros dos y en el resto.

    — Eso haré, Sky — Natasha se comprometió con la chica — Ellos estarán felices al ver que te encuentras a salvo del peligro. Claro que ellos ya lo sabían, pero sé que lucharán con más fuerza cuando sepas que ya estás aquí.

    — Gracias por hacerse cargo de la gente que vaya a refugiarse en este lugar — Alicia sentía mucho orgullo por ambos chicos — El futuro de nuestro planeta estará a salvo si personas como ustedes van a encargarse de cuidarlo.

    Arick y Sky se sonrojaron por el cumplido que la mujer les había dado. Ambos recordaron los momentos que compartieron con ella en su infancia, y las veces que se había presentado a cuidarlos cuando eran niños. Ver que ella regresaría a pelear para prestar ayuda a sus padres, los dejaba muy tranquilos a los dos. Siempre que ella los cuidó, una sensación de seguridad los envolvía, y eso mismo era lo que estaban sintiendo en ese momento. Ambos se acercaron a la mujer que era como una tía para ambos, y la envolvieron en sus brazos para mostrarle su cariño. Una vez que tanto ella como Natasha pudieron despedirse de los dos, ellas abandonaron la sala y se agruparon para estar cerca de los soldados que les harían compañía.

    Viéndolas marchar de la sala, Arick y Sky empezaban a sentir una leve tristeza por lo que estaba aconteciendo en su mundo. Ansiaban llegar a Edagr y presentarle a sus nuevos amigos un mundo pacífico donde ellos podrían empezar una nueva vida, y brindarles el apoyo mientras esperaban que el resto de soldados regresara de la misión de recuperar a los demás. En vez de eso, Arick y Sky se preocupaban tanto por los conflictos que pudiesen darse tanto en Edagr como en Tralio.

    Al ir a sentarse, Winter, Artem, Jessica y también Iker se acercaron a ellos, tomándolos de las manos a los dos para ver si eso servía para tranquilizarlos.

    — Veo que estamos iguales — Jessica empezó una conversación para aligerar los pensamientos — Todos tememos por nuestras familias. Y todos estamos decididos a ayudar en lo que podamos.

    — No somos tan diferentes, al final del día — Iker lo veía de esa manera — Es una lástima que no hayamos terminado en el mismo mundo. Sé que habríamos vivido con tranquilidad, y disfrutando una vida pacífica. Desearía que todos en casa pudieran vernos ahora, y ver lo bien que podemos convivir y ayudarnos.

    — Fue un conflicto con los edagrianos el que unió a Zenith y Black Meteor — Sky mencionaba lo que se le enseñó en clases de historia — Y este conflicto con la Sociedad Galáctica podría unir a nuestra gente.

    — Cómo quisiera que no fuera necesaria la intervención de una raza alienígena para que podamos unirnos y trabajar en equipo — Arick lo veía de un modo algo pesimista — Imaginen lo que habrían conseguido nuestros padres si hubieran podido trabajar todos juntos.

    — Tal vez la Tierra que ellos mencionan con tanta nostalgia todavía existiría — Winter sabía que no tenía como descubrirlo — Solo espero que lo tengan en cuenta cuando todos estén en Edagr.

    — Confías mucho en mi papá — Arick sonreía al ver que Winter no dudaba de él.

    — En lo poco que pude compartir con él, lo noté como una persona que puede inspirar esa seguridad y confianza — Winter respondió a lo dicho por su primo — Estoy seguro de que él podrá salvar a toda la humanidad en Tralio y traerlos aquí… Solo espero que mi familia esté viva para cuando él llegue. De lo contrario…

    — Hey, están a salvo — Sky buscó la manera de consolar a su amigo — Tenemos que tener esperanza. Ellos estarán bien, al igual que nuestra familia y amigos en Edagr.

    El optimismo y buen ánimo de la chica, sobre todo sabiendo que ella decía esa clase de cosas buscando contagiar esas sensaciones en todos los presentes, era de admirar para sus amigos. Artem se mostró con tranquilidad. Después de enterarse sobre cómo la humanidad en Edagr pudo derrotar a dos escuadrones de la Sociedad Galáctica en Yarlem, asumió que el mismo destino seguiría para el resto de grupos enemigos a los que les tocara enfrentar tanto en Tralio como en su mundo.

    — Una derrota no es el fin — el mayor de los jóvenes quería que lo vieran por ese lado — Si las batallas en Edagr se complican, el grupo de tu padre aparecerá y los ayudará a terminar con esto. Lo mismo en Tralio, si el enemigo resulta ser demasiado feroz, sé que desde aquí podrían enviar refuerzos a ese mundo.

    — Es verdad — Winter no lo había pensado de esa manera — Solo tienen que asegurarse de ganar en uno de los dos lugares. Si ganan en alguno de estos dos mundos, solo sería cuestión de tiempo a que la victoria fuera total en el otro.

    — De preferencia, sería más conveniente una victoria en Tralio, ya que los soldados de Edagr conocen mejor este mundo que el otro — Jessica se enfocaba en ese aspecto — Los militares de nuestro mundo se han ido con ellos. Si los de Edagr tienen que ir a pelear a Tralio…

    — Irán a pelear en la oscuridad — Sky lo mencionó de esa manera — Es verdad. Roguemos para que ambos grupos ganen, pero si alguien tiene que recibir refuerzos, esperemos que nos hagan falta aquí, y no en ese mundo tan lejano.

    Gracias a esa pequeña charla respecto a cómo funcionaba una guerra con dos frentes abiertos, fruto de los conocimientos que cada uno de los chicos había adquirido gracias a las clases recibidas en academias militares, se pudieron desconectar levemente de la realidad en la que estaban. No fue hasta que la nave empezó a descender al planeta Edagr que vieron interrumpida su charla. En menos de un minuto, pudieron sentir como la nave ya había tocado la superficie rocosa de aquel mundo. Y no había transcurrido ni siquiera otro minuto de diferencia hasta que una pequeña sacudida evidenció que su nave nuevamente se había elevado hacia la órbita del planeta donde vivían los humanos que habían pertenecido a Zenith y a Black Meteor.

    — Mamá ya está en tierra firme, y Alicia también — Arick juntó ambas manos, como si quisiera realizar una plegaria por su bienestar.

    — Mi mamá, mi papá y ellas dos ya lucharon en este mundo una vez — Sky rememoraba las historias que se le contaban a ella y a Kite — Fueron héroes una vez. Tengamos fe en que lo serán una vez más.

    […]

    — Arick, Sky, Winter y los demás están a salvo — Natasha veía como su nave se elevó a los cielos tras haberse alejado un poco — Me sienta mal que Hana no pueda estar allí también.

    — Si ella estuviera allí, Gina y Noak nos estarían haciendo compañía ahora — Alicia entendía los deseos de su compañera.

    — Y sé que Azel se sentiría mucho mejor si pudiera saber que su amiga Hana está a salvo — la mujer pensó en su hijo y en lo triste que se pondría por su ausencia — Pero lo mejor será no concentrarnos en lo que no podemos cambiar. Vayamos a buscarte una armadura, y veamos si podemos reunirnos con Gwyn y Thomas. Ellos dos sabrán en donde se encuentra mi hijo, y de seguro tendrán un plan para enfrentar esta invasión. Por algo los trenes están en marcha.

    Con ese objetivo en mente, Natasha pidió a los dos soldados que la acompañaban que se pararan en el final de una fila de avance estando un par de metros separados uno del otro. Alicia fue puesta en el medio, y la sub comandante Zafiro fue quien encabezó el grupo situándose delante de los tres. La idea de la mujer era formar un triángulo para cubrir a su compañera en caso de que algún grupo enemigo saliera de las sombras a hacerles frente en un intento de matarlos o capturarlos para ser llevados en un intento de convertirlos en esclavos.

    — Mira las calles, esto es un desastre — uno de los soldados que iba en el grupo se sentía asqueado — Yo todavía era un cadete cuando lucharon contra los edagrianos. ¿Esa experiencia fue igual?

    — Igual de desagradable, así es — Natasha le dio la respuesta que buscaba — Por eso sería bueno que los humanos que Ace va a rescatar de Tralio colaboraran con nosotros e hicieran un aporte a nuestro mundo. Me gustaría evitar tener que volver a pasar por algo así.

    — Roguemos para que esto no acabe igual que como acabó la guerra con los edagrianos — Alicia todavía tenía un leve trauma respecto a ese evento.

    Las palabras de aquel soldado, apreciando lo horrible de los alrededores, iban dedicadas al paisaje de las calles de la ciudad de Skymning, a la cual acababan de ingresar. Aunque fuera en los límites de la ciudad, se podían ver manchas de sangre secándose al sol, casquillos de balas, posiblemente pertenecientes a las armas enemigas, cuerpos descomponiéndose con los órganos por fuera y atrayendo una cantidad inmensa de insectos similares a las moscas de la Tierra. A la vista de los cuerpos y al ruido de tantos bichos rondando los mismos se le sumaba el olor desagradable que emanaban estos. Natasha y Alicia rememoraron los días en los que vieron por última vez esa clase de imágenes, con la diferencia de que ya no había cuerpos de edagrianos, garaks o ryfiers adornando el lugar. En esa ocasión nada más eran yarlemianos, velivinos, y para desagrado de ellas, seres humanos que eran compañeros del ejército.

    Alicia y Natasha sabían que debían prestar atención a los cuerpos, puesto a que no había ninguna forma de saber si Thomas o Gwyn pudieran seguir con vida a esas alturas. Por estar frente a Arick y sobre todo de Sky, las dos mujeres guardaron apariencias y mostraron optimismo por sus dos compañeros, pero lo cierto era que ninguna oportunidad podía descartarse en contra de adversarios que les cortaron las comunicaciones.

    — Por favor, que ninguno de los dos haya sido herido — Alicia sentía un afecto muy especial por ellos dos — No soportaría seguir perdiendo amigos tan valiosos luego de todo lo que tuve que enfrentar.

    A la mente de la chica llegaron las imágenes de todos los seres queridos, tanto familiares de sangre como amigos muy cercanos, a los que perdió a lo largo de todos esos años.

    — Liam, Dustin, Sharyn, Agustina, Michael… — la chica pensó en aquellos con quienes se llevó mejor — Ya he tenido que despedir a muchos. Por favor, nadie más.

    Natasha no podía relajarse ni un solo momento. La sensación de saber que compañeros de ER y de DCT habían perdido la vida en combates tan intensos no hacía fácil para ella ese proceso. Creyó que, si ellos podían caer abatidos, un grupo tan poco numeroso como el de ella tenía posibilidades considerables de sufrir el mismo destino. Lamentaba no haber podido hacer aterrizar la nave en una zona cercana a las terminales de los trenes solares, ya que, si lo hiciera, solo debería esperar muy poco tiempo hasta que todos fueran recogidos y llevados a la terminal, donde podrían agruparse con otro grupo más grande y tener un mejor contexto de la situación actual que se vivía en el planeta.

    — Esto está muy tranquilo — Natasha susurraba, para no llamar la atención — Pero probamos las comunicaciones cuando llegamos. Seguían caídas. Quiere decir que la Sociedad Galáctica sigue aquí. El problema es que no sabemos en dónde.

    — Si se preparan para una emboscada… — Alicia temía lo peor — ¿Qué tan lejos estamos de la base militar más cercana?

    — No falta demasiado para que lleguemos, descuida — Natasha le decía buscando tranquilizarla — No me gusta la idea de no saber si hay enemigos cerca, pero diría que no perdemos nada al intentar correr hacia el lugar. El riesgo ya está presente, después de todo.

    Viendo que la idea no era tan descabellada, los cuatro soldados que patrullaban por las calles se pusieron a correr sin romper la formación en forma de triángulo que la propia comandante había ideado para que pudieran cerrarse de forma rápida y proteger a Alicia si es que recibían un ataque sorpresa. Al momento de avanzar a toda velocidad, la distancia entre todos se acortó, y permitían un menor margen de tiempo al enemigo para que pudieran disparar desde la distancia. Otro motivo que los impulsaba a moverse era el dejar atrás los cuerpos que estaban desparramados por todo el sitio. No tenían idea de si a sitios a los que iban a dirigirse estarían menos poblados de cadáveres, pero sentían que valía la pena el esfuerzo de tratar de alejarse de estos y así quitarse el trago amargo de ver a sus compañeros muertos junto a los enemigos.

    — Merecen ser quemados — Natasha pensaba en relación a los militares de la Sociedad Galáctica — Y los nuestros merecen ser honrados como se debe. Igual que los héroes de la guerra edagriana, ellos murieron protegiendo este mundo.

    […]

    Tan pronto como Alicia ya tenía una armadura que se ajustase a las medidas de su cuerpo, tanto ella como Natasha y los otros dos soldados estaban en las calles una vez más. La base militar que encontraron primero estaba vacía en casi todos los aspectos, de modo que solo quedaban piezas de armadura para los soldados. Cualquier tipo de arma, munición, vehículos o incluso provisiones militares o kits de primeros auxilios habían sido retirados de ese lugar, y por esa misma razón no quedó ni un solo soldado en dicho sitio. Natasha rogaba que los materiales hubieran sido tomados por los humanos, y que nadie de la Sociedad Galáctica les hubiera puesto las manos encima.

    — ¿Hacia dónde? — Alicia no tenía idea por donde ir en su propio mundo — No hemos escuchado indicios de conflictos en ningún lugar.

    — Iremos hacia las vías del tren, allí esperaremos a que un tren solar nos lleve hasta la terminal — Natasha lo vio como lo más sensato — Claro que, esto es solo si no vemos o escuchamos conflictos. Si aparece el más mínimo indicio de problemas, cambiaremos de trayectoria.

    Dicho y hecho, los cuatro soldados que componían los únicos refuerzos que iban a tener sus compañeros en Edagr, empezaron a avanzar con rapidez, pero tranquilos mentalmente en dirección hacia uno de los puntos estratégicos sobre los cuales pasaban los trenes solares, en los cuales asumieron que viajarían soldados listos para disparar con las torretas tan pesadas que habían hecho sudar a la humanidad en la guerra en su momento.

    Al ir corriendo por las calles donde los únicos seres que se encontraban ya estaban muertos, la sub comandante no podía quitarse de la cabeza las imágenes que vio de grupos de soldados patrullando las zonas céntricas de la ciudad, siendo algo muy extraño para ella. Asumió que debía ser alguna especie de decisión tomada por Thomas y Gwyn, o por quien se hubiera quedado a cargo en caso de que algo hubiera ocurrido. Sin escuchar ningún sonido que proviniera ya sea de sus compañeros o de los enemigos, los cuatro soldados llegaron hacia las vías del tren, en donde empezaron una nueva espera para ser recogidos por alguno de los trenes que estuviera realizando recorridos en busca de enemigos o aliados.

    — ¿Dónde están todos? — Alicia no podía evitar sentir escalofríos al no escuchar nada — No hay enemigos, ni soldados aliados, ni civiles. Parece una ciudad fantasma.

    — Esta vez nosotros no somos los que vienen a atacar — Natasha comparó la situación actual con el momento de la guerra contra los edagrianos — Esta vez nos toca defender. Cuando luchamos en la guerra, los edagrianos que no sabían pelear se mantenían escondidos y lejos de nuestros escuadrones. Tal vez esa sea la estrategia usada por los nuestros.

    — ¿Y los enemigos? — Alicia sospechaba al no ver a ninguno cerca — Si siguen interviniendo en las comunicaciones, entonces deben estar cerca. ¿Por qué no escuchamos ni un solo sonido de conflicto?

    — No tenemos idea de qué clase de batalla estén librando nuestros amigos — Natasha le decía, sin saber qué más responderle — Tal vez estén realizando planes para atacar de manera combinada. No conozco muy bien el modus operandi de los soldados de la Sociedad Galáctica en un planeta que no es suyo. No hay nada de donde me pueda basar.

    — ¡Sub comandante, mire! — le indicó uno de los dos soldados — ¡Se acerca uno de los trenes!

    — Hagamos señales, así se detendrán por nosotros.

    Los tres en el equipo vieron como la sub comandante Zafiro empezó a agitar los brazos al aire buscando ser avistada por los humanos a los que ella podía ver subidos arriba del techo de aquel vehículo. No quería gritar, puesto a que, si eso alertaba a algún enemigo cercano, todo podría terminar mal para ella y para sus acompañantes. Alicia y los dos soldados imitaron sus acciones, y todos agitaban las manos al aire para tratar de captar la atención del tren. Su objetivo se cumplió, puesto a que desde sus posiciones podían ver como el vehículo terrestre equipado para combates perdía velocidad a medida que se iba acercando a ese grupo. En menos de dos minutos, estaba totalmente detenido ante los cuatro recién llegados, y por precaución, solo uno de los humanos abandonó su puesto de manejo de la torreta para acercarse a interrogarles.

    — ¿Qué se supone que hacen aquí? — preguntó, sin poder verificar sus identidades por los cascos.

    — ¡Acabamos de llegar al planeta! — Natasha sabía que con su voz no bastaría para hacerse reconocer — ¡Soy la sub comandante Zafiro! ¡He venido a ayudar!

    — ¡Sub comandante, grandioso! — uno de los soldados arriba de una torreta se puso de pie — ¡Suban a bordo y sujétense! ¡Los llevaremos a la terminal, allí se encuentra la comandante Fairin! ¡Ella los pondrá mejor al corriente de lo que está ocurriendo, nosotros sabemos muy poco, solamente recorremos la ciudad y combatimos a las fuerzas enemigas! ¡Lamentamos que no sea el mejor aporte posible!

    Felices de tener a alguien más en casa para llevar a cabo las batallas, los diez soldados que operaban las torretas de batalla se levantaron de sus lugares y prestaron una mano para que Natasha, Alicia y los dos soldados que les hacían compañía pudieran subir al techo del tren, y así viajar a bordo de este en compañía suya para ser llevados a la terminal en donde se encontraba operando la comandante de DCT. A las dos mujeres se les hacía raro que solo la hubieran mencionado a ella y no a Thomas, sin saber si eso era por el hecho de que su paradero era desconocido o si se debía a alguna otra razón.

    Temerosas al no saber lo que se iban a encontrar, las dos mujeres y los otros dos soldados se sujetaron fuerte de las torretas y empezaron a experimentar un no tan placentero viaje llevado a cabo en el techo de un tren.

    […]

    Gwyn se encontraba en el interior de la terminal desde la cual partían los trenes de batalla, siendo ese el único punto estratégico que conectaba con las terminales de las tres ciudades. Para monitorear mejor la situación, la comandante eligió tener su base principal para el conflicto en ese lugar, puesto a que desde allí podría acudir directamente a la mayoría de los puntos de Skymning, Galaxy y Himmel y lo único que le haría falta sería subirse a bordo de uno de los trenes.

    Esperando a que los enemigos realizaran alguna especie de movimiento, ella se encontraba marcando un mapa físico de las tres ciudades en donde se podían ver varias cruces y círculos pintados con marcador rojo. Ignoraba la mayoría de los trenes que iban y venían, puesto a que entendía que estos simplemente terminaban sus patrullas y solamente pasaban a consultar el estado del conflicto, y fue por eso que no se dio cuenta que dos amigas suyas habían entrado al interior del edificio principal de la terminal para dirigirse a ella.

    — ¡Gwyn! — el grito de Natasha le llamó la atención.

    La comandante reconoció inequívocamente la voz de su compañera, y sabiendo que se trataba de ella, dejó de mirar el mapa y se apartó de la mesa en la que estaba, para ver allí a Natasha y a Alicia, ambas con armadura y sin sus cascos puestos. Alegre de verlas a las dos sanas y salvas, sobre todo a Alicia, ella corrió para abrazarlas y mostrarles su afecto.

    — ¡Regresaron! — Gwyn las envolvió a ambas con los brazos — ¡Estás a salvo, Alicia!

    — Yo también estoy feliz de verte, hermana — Alicia le dio un beso amistoso en la frente a su gran amiga — Natasha y yo hemos venido a ayudarte. Parece que lo necesitas.

    — Así es, como no se lo imaginan — la mujer estaba muy aliviada de verlas a las dos — ¿Estás segura de que quieres hacer esto, Alicia? Tú ya te habías retirado del ejército.

    — Puedo combatir, y sigo siendo parte de Exploración y Rescate — su amiga le contestó con determinación — Voy a pelear para que esos malnacidos mueran o se vayan de este mundo sin llevarse a más humanos con ellos.

    — Gwyn, ¿en dónde está Thomas? — Natasha quiso sacarse esa duda rápido de encima — Nos dijeron que estabas aquí, y creímos que él te estaría acompañando. Pero no lo vemos cerca.

    — Él… — Gwyn no puso su mejor cara — Se está recuperando en el hospital.

    — ¡¿Qué fue lo que le hicieron?! — Alicia temía que lo hubieran lastimado.

    — Fue herido en el primer día que nos atacaron, y perdió mucha sangre — Gwyn las ponía a ambas en contexto — Está vivo, y se recuperará pronto. Pero le tuvieron que hacer una transfusión de sangre. Aunque dijeron que en tres días ya caminaría, estará incapacitado para pelear por una semana y media, o tal vez más. No podrá ayudarnos.

    — Una razón más para que yo participe en esto — Alicia consideró que fue buena idea formar parte del conflicto — Haré lo mejor que pueda para cubrir su puesto en cada sitio donde tú me necesites.

    — ¿Y los niños? — Natasha creyó que Gwyn no se guardaría el estado de Azel o los chicos si les hubiese pasado algo grave, pero aun así quería preguntar.

    — Azel y Kite están en un refugio que hemos designado para proteger a los civiles, los pude ir a visitar el día de ayer — Gwyn no mencionó a uno de los tres.

    — ¿Y Cade? — Alicia, quien no podía dejar de pensar en las últimas charlas que tuvo con Gina y Noak, se preocupó por no escuchar su nombre.

    — Él… — Gwyn dejó caer un par de lágrimas de los ojos — Lo siento por no decírselos primero… Él perdió la vida. Lo lastimaron, y cuando Thomas lo estaba llevando al hospital, sufrió un ataque. Él quedó herido, y el pobre niño acabó encontrándose la muerte por parte de esos bastardos. Me siento horrible al pensar que no puedo hacérselo saber a Noak y a Gina. No sé de dónde voy a sacar las fuerzas para decirles que su pequeño fue asesinado cuando estén festejando por su reencuentro…

    — Cade era una dulzura de niño — Natasha no podía evitar pensar en la reacción de sus amigos — Ellos no merecían que se los arrebataran.

    — Kite y él… los dos estaban enamorados — Gwyn lo reveló a sus compañeras — Cuando visité a Kite y le dije lo que pasó con su papá y con Cade… vi cómo se le rompía su corazón. Por eso tengo tantos deseos de eliminar a esta Sociedad Galáctica. Lastimaron a toda mi familia y a mis amigos.

    — Puedes contar con nosotras para luchar junto a ti para acabar con ellos — Natasha habló por ellas y por Alicia — No tenían derecho a hacernos esto. Gwyn, sé que estás ocupada, pero quisiera hablarte sobre…

    Antes de que la sub comandante de ER pudiera terminar con su frase, pudieron escuchar un total de dieciséis estruendos en simultáneo, los cuales alertaron a todos los soldados que se encontraban en la terminal. Aterradas por el sonido tan repentino y porque desconocían del todo lo que este representaba, Alicia y Natasha salieron del interior de aquel edificio junto con Gwyn y vieron como las luces de varios fuegos artificiales se encargaban de adornar el cielo del planeta, siendo visibles a plena luz del día.

    Ese espectáculo terminó confundiendo a Natasha y a Alicia, quienes no sabían a qué adjudicarle un fenómeno así.

    — ¿Por qué aparecieron en el cielo? — Alicia se veía en la ignorancia respecto a eso.

    — Es un mecanismo que usan los soldados para solicitar refuerzos en caso de ataque — Gwyn les dio la respuesta — Así podremos pedir ayuda, aunque nos hayan arrebatado las comunicaciones.

    — Fue una gran idea, Gwyn — Natasha alabó esa manera de pensar — Ya sabemos a dónde deberíamos de acudir.

    — El hecho de que hayan sido disparadas desde tantos lugares distintos, me hace pensar que la Sociedad Galáctica realiza múltiples ataques coordinados para asegurarse de que no podamos acudir de inmediato — Gwyn sacó conclusiones — Ayer y antes de ayer lanzaron ataques aislados. Se ve que han cambiado de estrategia.

    — ¿En dónde nos quieres? — Alicia creyó que tal vez podrían luchar juntas — Si quieres que te acompañemos…

    — Diría que lo mejor sería que ustedes fueran en una dirección y yo a otra — Gwyn realizó una división rápida — Somos soldados de buen nivel. Sería mejor que nos distribuyéramos en sitios diferentes para ayudar en la mayor cantidad de lugares posibles. Además, Natasha es la sub comandante de ER. Ahora que ella está aquí, ella tendría que liderar a los soldados de dicha división, y así yo podría centrarme en conducir a la mía.

    — Descuida, Gwyn, ahora que estoy aquí, me aseguraré de sacarte algo de presión de los hombros — su amiga y compañera estaba decidida a tomar esa responsabilidad — Alicia y yo nos distribuiremos los ocho puntos de conflicto en la zona oeste. Tú podrás hacerte cargo de la sección este.

    — Me alegra contar contigo para así poder distribuir mejor a los soldados aquí presentes — Gwyn no podía sonreír por el estrés del momento, pero realmente se veía feliz de contar con ayuda — Nos reuniremos al finalizar el día para realizar una puesta en común de los resultados de las batallas. Nos veremos pronto.

    Sabiendo que el tiempo apremiaba, las tres mujeres del ejército se despidieron de forma rápida, siendo Gwyn quien realizó un apretón de manos con ellas para desearles suerte en las batallas que les tocaría enfrentar mientras que agradecía por contar con su presencia de nuevo en el planeta, de modo que organizar a las tropas sería una tarea menos pesada al tener a una figura de autoridad de la otra división para que cada una pudiera hacerse cargo de su respectiva tarea.

    Tras reunirse Gwyn con los soldados que pertenecían a la división de Defensa Civil y Territorial, mientras que Natasha y Alicia se agruparon junto con los de Exploración y Rescate; un total de dos grupos de soldados con sus armas en mano, armaduras y cascos puestos, salieron corriendo a pie para dirigirse por su lugar a los puntos previamente elegidos a prestar ayuda a todos los soldados que se encontrasen bajo la amenaza de la Sociedad Galáctica.

    Tan solo unos dos minutos después de haberse separado de Gwyn, Natasha cayó en cuenta de que no había tenido tiempo de preguntarle por la ubicación del refugio en donde se ubicaban Kite y Azel. La sub comandante, tras haber pasado más de diez días alejada de su único hijo biológico, tenía el deseo de poder verlo una vez más para abrazarlo y hacerle saber que todo estaría bien.

    — No hemos tenido tiempo siquiera de discutir la idea de usar las naves para mantener a la gente a salvo — Natasha no se sacaba eso de la cabeza — Azel y Kite se quedarán en este planeta hasta que lo podamos hablar o hasta que acabemos con esa amenaza.

    […]

    — ¿Es cierto que has visto una nave a la distancia? — Azel preguntó a uno de los hombres en el refugio, quien aseguró haberlo hecho.

    — Estoy seguro de que sí, hijo — el hombre le contestó con amabilidad para hacerlo sentir mejor — Pero esas naves son demasiado rápidas. Fue en menos de un minuto que descendieron y volvieron a ascender. Ya no sé dónde estarán, pero sé que no me equivoco. Las he visto.

    Azel sabía lo que eso significaba. Sabía que su madre estaba en camino al planeta Edagr junto con Alicia, Arick, Sky, y muchos otros humanos. Tras dar las gracias al hombre por decir algo que interpretó como verdad, el joven Lakor se fue hacia uno de los rincones del refugio del segundo piso, en donde su amigo Kite se encontraba tumbado sobre un saco de dormir que los militares habían proporcionado tanto a él como al resto de los civiles que se ocultaban allí. El niño sabía que él todavía estaría muy afectado por la noticia que su madre les había dado el día de ayer, y no sabía de qué manera informarle a su amigo de lo que acababa de descubrir. Pero era algo que sentía que no debía callarse. Se acercó lentamente para no molestarlo, puesto a que él tenía la mirada puesta en la pared que tenía al frente.

    — Kite… — Azel lo tocó para ver si estaba despierto.

    — ¿Qué? — el chico lo dijo en un tono tan bajo que fue casi imperceptible incluso para Azel.

    — Dijeron que una nave apareció en el cielo, y luego volvió a ascender — Azel se colocó cerca de él — Eso quiere decir que mi mamá ya regresó. Arick y Sky también deben estar aquí. Seguro que están a salvo en esa nave.

    Kite se dio vuelta lentamente, y pese a las buenas noticias que su amigo le había dado, no podía encontrar la fuerza suficiente para sonreír por el hecho de que volvería a ver a su hermana, debido a que todavía tenía en la mente la revelación de que el chico de quien estaba enamorado había perdido la vida. Lágrimas empezaron a caer de su rostro, y empezó a sollozar ante la mirada de Azel, quien reaccionó instintivamente abrazándolo y ofreciéndole consuelo por esto.

    — Espero que… espero que no lastimen a Sky ni a Arick — viendo lo ocurrido con Cade, Kite no podía pensar en otra cosa que no fueran malas noticias — Espero que ellos estén bien. No quiero perder a nadie más.

    — Yo también espero que no les hagan daño — Azel buscaba la forma de tranquilizarlo, pero lo cierto es que también estaba asustado — Y que ni mi mamá ni la tuya sean lastimadas. Ellas nos aman. No es justo que las lastimen.

    — Pero esos malditos no piensan en lo que es justo y lo que no lo es — Kite estaba a nada de quebrar en llanto — Mataron a Cade y lastimaron a mi papá… Quiero que desaparezcan. Que los maten antes de que le hagan daño a mi mamá, o a tu mamá. O a alguien más. Ellos son malos. Y la gente mala tiene que morir. ¿Por qué no le hicieron daño a los que mataron a mis padres?

    Azel compartía parte de la tristeza con su amigo, pero lo cierto era que él también entendía el sentimiento amargo que estaba atravesando Kite. Ya había perdido a sus padres una vez, y no fue hasta que Thomas y Gwyn lo adoptaron que pudo tener una familia completa. El pensar que la Sociedad Galáctica había secuestrado a Sky, había herido a su padre y junto con eso habían matado al chico al que más quería, hicieron que Kite tuviera demasiado rencor en contra de ellos.

    — Si tan solo ya me hubiera convertido en soldado — Kite pensaba con furia para sí mismo — Podría vengarme de ellos por todo lo que hicieron. Y podría ayudar a mi mamá, para que no tuviera que pelear sola contra ese peligro… Ya quiero que esto se acabe. Quiero ser un soldado y defender a mi familia y mis amigos. No quiero que sigan lastimando a quienes más me importan.

    […]

    A medida que avanzaban a la zona de conflicto, Natasha y Alicia notaban como el paisaje que vieron nada más aterrizaron al planeta se repetía constantemente mientras avanzaban junto a otros soldados. Cuerpos de soldados tirados en el suelo, con sangre saliendo de los mismos y creando pequeños charcos a su alrededor. Lo que diferenciaba esa ocasión de la vivida hacía menos de una hora era que en esa ocasión, el ruido de los insectos era tapado por completo por disparos que resonaban a lo lejos. Eran conscientes de que debían correr un poco más para llegar al lugar, pero por el gran volumen del tiroteo entre humanos y militares de la Sociedad Galáctica, tenían claro que iban por la dirección correcta.

    Cuando llegaron al campo de batalla fue que pudieron atestiguar en primera persona cómo se estaba realizando el enfrentamiento. Soldados del ejército y oficiales de la policía tenían improvisada una pequeña barricada en contra de los atacantes de la Sociedad Galáctica, quienes hicieron lo propio. Ambas barreras de defensa fueron creadas con escudos, pero la de las dos razas atacantes era más numerosa que la de los defensores.

    — ¡Ataquen hasta que los hayan eliminado a todos! — Fielle, quien estaba presente en aquel grupo, se notaba desesperada — ¡No podemos seguir dejando pasar días sin capturar humanos! ¡Debemos quitarnos de adelante a estos obstáculos!

    Obedeciendo fielmente a la única líder presente que tenían en aquel momento, dada la reciente muerte de Cerv y la ausencia de Miraq, los yarlemianos y velivinos que le hacían compañía disparaban sin detenerse nada más que a recargar.

    — Son superiores en número — Alicia observaba cómo los humanos hacían su esfuerzo por defenderse y atacar, pese a la desventaja.

    — Lo eran hasta que llegamos — Natasha se preparó para llamar la atención de sus soldados — Parecen estar muy centrados en ese grupo, nos acercaremos sigilosamente hasta tenerlos a tiro, y luego abriremos fuego. Cuando se centren en nosotros, los demás tendrán más oportunidad de equilibrar la balanza.

    La sub comandante de ER, ansiosa por acabar de una vez por todas con aquel grupo concentrado de enemigos, hizo un gesto con la mano a sus soldados mientras empezaba a avanzar hacia las tropas de guerreros que solamente acudieron al planeta para llevárselos con el fin de obligarlos a realizar trabajos esclavos. Lentamente, todos los que le hacían compañía tenían los rifles en alto, con excepción de Alicia, quien decidió que iba a luchar utilizando solamente la energía que podía disparar desde sus manos, llegándole recuerdos de la última vez que tuvo una pelea, siendo acompañada por Asmir, Allecreod, Thomas y Gwyn en contra del edagriano Arion. Se había alejado del ejército desde la muerte de Michael y el fin de la guerra, pero nunca había dejado de practicar con la energía, y esa era una ocasión que quería usar para probarse a sí misma que podía defender a su planeta y luchar a favor de sus amigos.

    — ¡Ahora! — el grito de Natasha precedió al ataque.

    Dada la señal por parte de la líder del escuadrón, un grupo numeroso de treinta soldados de ER abrió fuego en contra de los enemigos que estaban batallando en aquella calle de la ciudad.

    — ¡¿Quién vigilaba la retaguardia?! — Fielle recriminó a sus soldados por no advertir el peligro — ¡No pueden darse el lujo de distraerse en el mundo enemigo, devuelvan el fuego!

    El plan de Natasha, pese a su simpleza, demostró ser eficaz, puesto a que logró provocar que las filas de enemigos se dispersaran, abriendo su barricada y dividiéndose en dos, unos que atacaban a sus blancos originales y los demás a los recién llegados. Una vez que los escudos que se mantenían agrupados se abrieron, se pudo contar un gran número de enemigos detrás, por lo que pese a la aparición de la sub comandante en el campo de batalla, eran los yarlemianos y los velivinos quienes seguían teniendo la mano superior.

    — ¡Mátenlos, seguimos siendo más fuertes! — gritaba Fielle, dejando salir una lluvia de balas mientras que atajaba los disparos enemigos con su escudo.

    — ¡Cúbranse tras los edificios cercanos! — Natasha ordenó una retirada pequeña a quienes iban detrás de ella.

    Alicia, la sub comandante de ER, y todos los soldados que acompañaban a las dos mujeres tuvieron que tirarse hacia los edificios que rodeaban la calle donde se situaba el conflicto, con el fin de cubrirse de una arremetida de disparos que podría llegar a causar demasiado daño. Algunos no lo consiguieron, y cuando estuvieron expuestos por un largo tiempo a los disparos enemigos, sus armaduras empezaban a ceder y heridas de bala les provocaban caer al piso imposibilitados para seguir luchando e incluso muertos.

    Una vez a salvo de los tiros, Natasha intentó asomarse para analizar la situación, pero un tiro que recibió en el casco y rebotó hacia el piso la hizo mantenerse oculta.

    — Yo echaré un vistazo — Alicia tuvo una idea, tras ver el intento fallido de su amiga para intentar conocer el terreno.

    — ¿Qué harás? — Natasha no podía pensar en una forma para ver a través de esa lluvia de balas.

    La ex soldado juntó las manos y las colocó frente a su rostro para empezar a cargar energía en ambas palmas, las cuales no estaban cubiertas por armadura, permitiéndole improvisar un escudo de calor que utilizó para repeler los disparos, puesto a que el poder de su energía era capaz incluso de frenar las balas al quemarlas al instante. Valiéndose de esa técnica de autodefensa, Noble fue capaz de analizar el campo de batalla, y allí realizó el conteo de los caídos.

    — Tres heridos y siete muertos — Alicia le dio el informe a Natasha, para luego separar sus manos y lanzar dos fragmentos concentrados hacia los enemigos.

    No vio los frutos de su ataque puesto a que se ocultó tras una pared nuevamente, pero su aporte ya le hizo saber a su superior en dónde estaban parados.

    — Tenemos que pelear cuerpo a cuerpo contra ellos, a la distancia nos tienen fácil para dispararnos — Natasha pensó en la ventaja que les conferiría el uso de la energía — Si nos acercamos, no podrán disparar cómodamente, y con la energía podríamos encontrar una forma de causar daño en esos escudos.

    — A tus órdenes, sub comandante Zafiro — Alicia le habló con respeto a su amiga, gustándole la idea de que despojaran de su ventaja al enemigo.

    — ¡Carguen energía en sus manos para crear un escudo y luego realicen una embestida! — Natasha les gritó a todos los militares bajo su mando.

    Con las manos descubiertas, cada uno de los soldados que había oído la orden empezó a liberar energía sobre sus propias manos, sin dejarlas ir del todo para que un escudo concentrado de calor pudiera materializarse en sus manos. Natasha sonreía al ver el uso tan acertado que se le podía dar en combate a su habilidad, cortesía de su compañera Alicia. Y cuando recordó a la persona responsable de que cada soldado del ejército fuera capaz de usar la energía, no pudo evitar pensar en el orgullo que sentiría si pudiera estar allí para verlo.

    — El protocolo Xander fue el que permitió que todos estén en condiciones de hacer esto — Natasha pensó en uno de sus compañeros que ya no estaba allí — Gracias por legarnos esto, compañero.

    Viendo que ya todos estaban listos para realizar el ataque, Natasha lanzó un grito que propició la carga de todos los soldados mientras estos salían de sus coberturas listos para lanzarse con todo en contra de sus enemigos. No todos los soldados manejaban la energía de la misma manera, y eso se notó cuando los escudos de energía que algunos hicieron terminaban siendo muy pequeños para cubrir todo su cuerpo o muy delgados para detener las balas enemigas por completo. Cinco soldados que no lograron formar un escudo ideal acabaron cayendo heridos cuando las balas traspasaban el calor y sus armaduras, estorbando ligeramente al resto del equipo, que pudo realizar la carga de manera efectiva.

    — ¡Suéltenlos en los escudos! — Natasha golpeó con su puño a uno de los velivinos mientras liberaba la energía contenida en él.

    El calor concentrado liberado de forma tan rápida propició un gran daño al escudo que colgaba del brazo de aquel guerrero. Al verse golpeado por un ataque de tal magnitud, retrocedió varios pasos y fue a chocar su cuerpo con el de varios compañeros, quienes quedaron desestabilizados seguir luchando.

    — ¡Devuelvan el ataque! — Fielle puso su escudo frente a ella — ¡Carguen, los aturdiremos con escudos de verdad!

    Siguiendo el consejo dado por su líder, yarlemianos y velivinos se recuperaron del ataque realizado por la humanidad y se dispusieron a lanzarse a modo de embestida contra los enemigos, tanto aquellos que los habían atacado de manera tan salvaje como a quienes tenían en la mira originalmente. Cada humano del otro extremo hizo lo propio, y fue así como soldados y policías se vieron envueltos en una pelea de cuerpo a cuerpo, que era aquello que la sub comandante de ER quería forzar en la batalla.

    Natasha logró poner los dos codos al frente e hizo un esfuerzo con las piernas para aguantar la embestida que se le venía encima. El enemigo no pudo moverla, y solamente terminó quedando a corta distancia de ella. Aprovechando el poco margen de maniobra que tenía, la sub comandante apoyó sus manos sobre el escudo de este y de un tirón lo hizo caer al suelo. Con su pie derecho le asestó un pisotón a la nuca que le hizo estamparse la cabeza contra el duro asfalto de la calle, aturdiéndolo temporalmente para que tuviera el tiempo de sobra para sujetar con firmeza su rifle y acabar su vida al fusilarlo de diez tiros en la nuca usando las balas de calor para ahorrar energía.

    Alicia, al estar desarmada, se limitaba únicamente a golpear con sus dos manos cargando energía y luego dejándola salir del todo estampando sus puños sobre los escudos enemigos. La fuerza de la chica, sumada a la sensibilidad de los escudos al exponerse a una fuente de calor como esa, provocaba que cada yarlemiano o velivino se tambaleara cerca suyo. Para ser útil en batalla, ella movía su cuerpo a los puntos ciegos de los enemigos, y luego les asestaba codazos o patadas que los hacían tambalear o los tiraba al suelo, donde posteriormente eran rematados por sus compañeros.

    Al girarse para poder buscar un nuevo rival, Fielle, quien había visto que ella era la más activa y con mayor dominio del uso de la energía, realizó una carga poderosa con su escudo. Alicia no llegó a cargar a tiempo energía en sus manos para poder liberarla en contra de la enemiga, por lo que el golpe que recibió la hizo retroceder y la alejó levemente de la sección más aglomerada del conflicto.

    — Ese poder que tienes es toda una amenaza — la soldado de Veliv le habló en un tono muy molesto.

    — Los humanos solo somos una amenaza si se meten con nosotros — fue la respuesta de Alicia, decidida a encargarse de ella — Y ustedes han lastimado a mucha gente a la que amo. Lo que caerá sobre ti y los tuyos es algo que tienen merecido.

    Sin estar dispuesta a soportar un insulto proveniente de un enemigo, Alicia retrocedió unos pasos para luego tomar carrera hacia Fielle. Creyendo que iba a realizar un ataque con sus manos, como era frecuente de ella en los últimos movimientos, la ex soldado sorprendió dando un salto y lanzándole una doble patada que aterrizó sobre el escudo de la velivina. Ambas cayeron al suelo como consecuencia del ataque, pero Alicia fue quien se levantó primero, para ir a la carga en contra de ella, en esa ocasión con la energía acumulada en las manos. Fielle se acomodó rápido con las rodillas y dio un salto hacia ella, provocando que ambos ataques chocaran en la embestida, y generando que ambas quedasen aturdidas levemente.

    Alicia se recuperó pronto, y estaba lista para lanzar otro ataque de energía, cuando pudo ver cómo su rival se acercaba corriendo hacia ella, dispuesta a lanzarle una patada baja apuntándole a los tobillos. La humana llegó a divisarlo, y cuando Fielle se agachó para lanzar la patada, ella dio un salto hacia el costado, para inmediatamente después dar un salto hacia adelante buscando darle un doble golpe de puño con la energía. Eso era lo que buscaba su rival, quien movió su pie derecho hacia atrás al tiempo que giraba su cuerpo, dejando el pie izquierdo estático en el suelo. El giro de ciento ochenta grados que dio le permitió esquivar el ataque de Alicia al mismo tiempo que le encajó un golpe en la nuca utilizando el borde de su escudo. Por dirigir el golpe en la misma dirección en la que había saltado Alicia, el impulso la hizo moverse a una distancia de dos metros de su enemiga, quien aprovechó para tomar su rifle y empezar a dispararle.

    Cuando pudo darse vuelta, Alicia recibió el ataque de las balas de la velivina en la zona pectoral, y para cuando logró acumular energía suficiente en sus manos para formar un escudo que pudiera resistir los disparos, una bala le atravesó el metal de la armadura, por debajo de la clavícula cerca del cuello en el costado derecho. El dolor del impacto que creó el agujero por el que empezó a perder sangre, le hizo soltar el calor que tenía acumulando en su brazo derecho. Alicia, con esa herida encima, empezó a acumular toda la energía posible en su mano izquierda mientras que con la derecha hacía presión sobre la zona donde recibió el disparo, notando como le ardía al tiempo que su mano se empezaba a llegar de sangre.

    Fielle seguía lanzando disparos en contra de la humana, y ver como el escudo de calor, pese a ser de una sola mano, podía contrarrestar todas sus balas, la guerrera decidió que cargaría en su contra. Alicia, motivada por el calor que estaba formándose en su mano a soltar toda la energía que estaba acumulando antes de que se dañara la extremidad de forma permanente, también empezó a correr en contra de su rival.

    La velivina y la humana se veían en la necesidad de terminar esa pelea, y fue por eso por lo que ambas realizaron una embestida con la mayor fuerza que pudieron, sabiendo que un error podría ser fatal. Sin heridas serias en su cuerpo, y con ambas manos para poder aumentar la fuerza de su ataque, Fielle ganó el duelo individual que tuvo con Alicia. Ella intentó ocasionar un daño potente al escudo, liberando toda la energía al momento que intentó encajar un puñetazo sobre ella, pero el dolor que tenía en su cuerpo por la herida de bala le hizo soltar la mayor parte de su energía tan pronto como el ataque de su enemiga hizo contacto. La líder de la Sociedad Galáctica miró con satisfacción viendo que Alicia terminó cayendo de espalda al piso producto de la fuerza de su empuje.

    La humana no estaba dispuesta a rendirse, y quiso girar su cuerpo para intentar levantarse utilizando su mano izquierda, pero antes de que lograra ponerse de pie, un nuevo golpe de Fielle utilizando su escudo, golpeó directamente sobre su cuello, causando que Alicia quedase bastante debilitada por la sacudida y por haber rebotado ligeramente contra el suelo.

    — Los humanos dejarán de ser una amenaza una vez que los individuos como tú ya hayan dejado de existir — Fielle recordó las palabras dichas por la humana, y las usó para manifestarle su desprecio.

    Una patada a la cabeza aturdió todavía más a Alicia, lo cual propició que quedase totalmente indefensa para la siguiente acción de Fielle. Con el rifle que usaba de nuevo en la mano, la velivina acercó el cañón de su arma a la cabeza de Alicia, y tras accionar el gatillo, una lluvia de balas se liberó sobre la cabeza de la chica. Su casco resistió los primeros impactos, pero solo fue cuestión de tiempo hasta que el metal se quebrase. Las balas, una por una, atravesaron el casco protector de Alicia y su siguiente objetivo fue su cráneo. A medida que estas entraban, rompían el hueso que protegía la cabeza de la mujer, abriéndose paso hacia su cerebro, y arrancándole la vida de su cuerpo mientras la sangre no dejaba de salpicar en cada dirección posible.

    Enojada por haber sido arrinconada de tal manera por una sola humana, Fielle disparó hasta que su arma se había quedado sin balas. Tan pronto como vio el inerte cuerpo de Alicia en el suelo, supo que había neutralizado a la mayor amenaza en ese grupo de humanos. Pero por alguna extraña razón, no se encontraba feliz.

    — No puedo creer que el universo les haya otorgado ese poder — la velivina decía en referencia a su habilidad de lanzar energía, mientras se alejaba del cadáver de su víctima — Una raza tan violenta como ustedes no se lo merece. Necesitamos encontrar la manera de arrebatárselos.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, me alegra que hayamos podido realizar una nueva leída en simultáneo. Sé que para la próxima semana no parece que vayamos a poder, pero ojalá para la siguiente estemos por aquí nuevamente. Respecto al capítulo, ha estado bien, seguimos en el conflicto y tras el plot twist del de Tralio, regresamos a Edagr. La lucha en casa no está siendo tan positiva, se podría decir, y a la vista está. No parece ser fácil repeler a la Sociedad Galáctica.

    El comienzo nos enseña la llegada de la nave de la subcomandante Zafiro a Edagr, lo que sin duda es una gran noticia, ya que son más soldados para defenderse del enemigo. Natasha y Alicia deciden que la nave aterrice para que ellas y algunos soldados salgan, para luego volver a ascender por seguridad de aquellos que son civiles. Una vez hecho y con el ofrecimiento de Alicia para sumarse a la lucha pese a su renuncia del ejército tiempo atrás, el grupo de soldados se embarca en la misión de encontrarse con Gwyn o Thomas para así conocer la situación en el planeta. Ver las calles desoladas, llenas de cadáveres e insectos es bastante demoledor y no es para menos. Gran narrativa ahí, amigo. :vibing:

    Alicia logra dar con una armadura en una base militar próxima y cuando parece que encontrar gente va a ser difícil, se topan con uno de los trenes solares, que se detiene para subir a la subcomandante y sus soldados a bordo. Estos las llevan a la terminal, donde la comandante Fairin parece estar coordinando todo. El reencuentro se da, pero no puede ser todo lo emotivo que se esperaba dada la situación y la posterior revelación de que Thomas está en el hospital malherido y Cade ha sido asesinado por el enemigo. Noticias bastante tristes que sin embargo no hay tiempo para digerir, pues toca regresar a la acción cuando una serie de fuegos artificiales en el cielo alertan de diversos conflictos en diferentes puntos, siendo un claro ataque coordinado de las fuerzas enemigas. Gwyn decide ir hacia una dirección mientras Natasha y Alicia toman otra.

    Al margen de la lucha, vemos que Azel sabe por un hombre que parece dedicarse a ver al cielo todo el día (tremendo ojo tuvo para captar la nave de Natasha :whistle:) que su madre y los demás han regresado, por lo que va a notificárselo a un Kite que está en uno de sus peores momentos. El jovencito guarda un fuerte rencor a la SG y no es para menos, deseando fervientemente convertirse en soldado oficialmente para ayudar y vengar la muerte de Cade. Y que decir, amigo, ese diálogo de Kite me dio la vibra de que en el futuro no muy lejano va a ser un soldado de armas tomar. Se viene su prime, tiene toda la pinta. :shani:

    Tras esto, regresamos al centro del conflicto mediante la visión de Natasha y Alicia, que acuden a un lugar a ayudar a su gente y encuentran una ventaja al atacar sigilosamente y por detrás al escuadrón enemigo, curiosamente liderado por Fielle. Pese a ello, la SG es mayoría en el campo de batalla pero los humanos se defienden bastante bien hasta el momento. Alicia revela que se pueden hacer escudos con la energía (tremenda habilidad que convendría que todos supiesen hacer :dancecat:) y al ver eso, Natasha ordena a sus soldados que hagan lo mismo, pues con armas a distancia no parecen hacer daño al enemigo y toca enfrentarles cuerpo a cuerpo. Gran detalle el de recordar a Xander, me ha agradado :nice:. Eso lleva a que Alicia enfrente, por arte del destino (o sea tú, maldito :aniscream:), a Fielle. La líder de los yarlemianos y velivinos que están en Edagr da una gran pelea en contra de la humana, que no se lo pone nada fácil, pero que termina sucumbiendo ante ella en una lucha muy entretenida de leer y que, sin embargo, me hizo ver desde el principio que Alicia no la contaba.

    Tristemente, una de las OG's (aunque apareciese en la parte III) termina su recorrido en esta épica historia y lo hace luchando, siendo fiel a su personaje. Una verdadera lástima por ella, ya que apreciaba su personaje y me agradaba, pero desde que Michael murió dejó de tener esa relevancia para la trama. Intuía que su fin estaba cerca y no me equivocaba. Espero que allá donde esté, pueda reunirse con Michael. :anicry:

    En fin, buen capítulo, amigo. Totalmente disfrutable como está siendo esta parte y el clímax. Con ganas de ver que se viene, así que hasta la próxima.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Se acerca el fin del domingo, así que publicaré el capítulo número 36 de esta parte. Todavía estamos metidos en el clímax, aunque queda poco para que se termine tanto esa franja de la historia como también esta octava parte.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk quien sigue fielmente con la lectura de la historia. Y aunque no podamos leer en simultáneo durante las próximas semanas, espero este capítulo sea de su agrado y que pronto podamos recuperar ese gran pasatiempo.

    También aviso que en esta ocasión sí edité tanto cronología como guía de personajes.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.














    Causa perdida:

    Tan pronto como Gwyn se enteró que su esposo se encontraba en el hospital tras haber sido herido en combate, ella pidió las indicaciones a los soldados que conocían su paradero, y al atardecer del segundo día del ataque, encontró tiempo para finalmente acudir a ver si su pareja se encontraba en buen estado. El estrés que sintió al tener que pasar la mayor parte del día luchando sin saber lo que pudo haberle sucedido, le afectó mucho, y el desconocer el paradero de Kite, Azel y Cade no lo hizo nada mejor.

    Tan pronto como la comandante de Defensa Civil y Territorial ingresó a la sala frontal del hospital, se dirigió a la recepción, en donde preguntó por el sitio en donde tenían internado a su esposo. Cuando supo la sala en la que se encontraba, ella subió al segundo piso, sitio en donde lo habían puesto tras atender sus heridas, y abrió la puerta para encontrárselo tirado en una camilla.

    Thomas estaba conectado a un suero, despierto, pero visiblemente cansado y poco reactivo a estímulos externos. Supo que alguien había abierto la puerta, y eso lo llevó a voltear la cabeza y pudo ver allí a su pareja. Su cara fue incapaz de mostrar una expresión de felicidad, por más de una razón, pero lo cierto fue que se alegró de verla en aquel momento. Gwyn se acercó a él y fue allí cuando se tomaron de la mano, siendo la comandante demasiado cuidadosa con él.

    ¡Amor! — Gwyn se asustó mucho, pese a que ya tenía la confirmación de que estaba vivo — ¡¿Cómo te encuentras?!

    Gracias por venir a verme, Gwyn — Thomas dijo en un tono muy bajo — Aunque quizá no me lo merezca.

    Eres el hombre más maravilloso que conocí, y con quien tuve la suerte de formar una familia — su esposa no se sentía bien al verlo menospreciarse — Si pudiera elegir un millón de veces más, te elegiría siempre a ti… Te mereces todo el cariño del mundo. Y no merecías terminar en esta condición.

    Soy patético, esa es la verdad — Thomas se culpaba de muchas cosas — Apenas he podido luchar, y he terminado herido… Y… Y… he perdido a Cade.

    Esas últimas palabras que dijo su pareja la llenaron de sorpresa, quien al principio pensó que él se refería a que el chico estaba desaparecido, puesto a que no interpretó la palabra “perdido” de la forma en que Thomas la quería decir.

    Es decir… ¿lo han capturado? — Gwyn se horrorizó ante la posibilidad — ¿La Sociedad Galáctica se lo ha llevado? Noak y Gina ya sufrieron demasiado. Incluso si lo rescatamos, será un golpe muy duro para ellos.

    No… no lo capturaron… — lágrimas empezaban a recorrer el rostro del soldado — Lo asesinaron en mi presencia… A él y a tres personas más. Yo estaba trasladando a los heridos al hospital, y fue allí que me atacaron.

    Un escalofrío terminó estremeciendo el cuerpo de la comandante de la división de DCT tan pronto como esas palabras salieron de la boca de su esposo. Ella no podía concebir esa idea. Cade era un niño tan solo un año menor que sus hijos, y no era capaz de creer que la Sociedad Galáctica lo hubiera asesinado.

    ¿Por qué? — Gwyn se tapó la cara del miedo — Ellos vinieron para capturar humanos. ¿Por qué le quitaron la vida a un niño como él?

    No lo sé… — Thomas se apenó al reconocer la culpa — Creo que vieron el vehículo y lanzaron un ataque directo sin pensar en quienes pudieran ir adentro. No los vi hasta que fue muy tarde. Soy un inútil, Gwyn… No pude proteger a ese niño tan dulce que debíamos cuidar, y ahora que estoy en recuperación, no podré pelear hasta que no pase una semana.

    Thomas… lo siento — Gwyn se quedó sin palabras para él — Pero no tienes que dejar que esto te derrote. Eres un excelente soldado. No eres un inútil. Has sobrevivido a batallas peores. Y esto solo fue un error. Todos los cometemos.

    No lo sientas por mí, Gwyn — su esposo no podía encontrar consuelo — Siéntelo por Noak, Gina y Hana. Por culpa mía, su familia está destruida. Estarán tan felices cuando estén a salvo y reunidos. Y cuando les demos la noticia de que su hijo ha muerto… no sé si podré mirarlos a la cara.

    La comandante se sentía horrible por las palabras que su esposo estaba diciendo en referencia a un fracaso suyo en su tarea. Entendía que quizá era por culpa de los sedantes que estaban haciendo efecto en él para tratarlo que se sintiera así, pero le era muy devastador ver a la persona que más amaba lamentándose de esa manera. Aunque, pese a sus creencias, no faltaba verdad en sus palabras. Noak y Gina eran una amistad de años de ellos dos, desde que eligieron formar parte de la división de DCT. Gwyn solamente podía encontrar sensaciones amargas cuando se imaginaba dándole a toda su familia la noticia de que el único hijo varón había perdido la vida ante un ataque de la Sociedad Galáctica.

    No pudo evitar que algunas lágrimas cayeran de su rostro, puesto a que solamente acudió al hospital para poder confirmar si su pareja se encontraba bien, y terminó topándose con un escenario impensado. Su pareja se encontraba atravesando un duelo personal, y uno de los amigos más cercanos de su hijo ya no estaba. Los dos lloraron juntos por unos minutos hasta que la comandante supo que había otro asunto más por atender, y ese era el paradero de su hijo adoptivo y del más joven de los niños Lakor. Tuvo que armarse de valor para poder hacerle la pregunta a su esposo.

    Kite y Azel… — Gwyn esperaba que él lo supiera — ¿Sabes en qué refugio están? Tengo que ir a comprobar que están bien. Y tengo que decírselo a Kite.

    Tan pronto como me recuperé, se lo pregunté a uno de mis soldados — el sub comandante no tenía la respuesta, pero podía dársela a su pareja — Le pedí que lo dejara anotado debajo de mi almohada. Allí tendría que haber un papel con su ubicación.

    Con cuidado de no causarle ningún daño a su esposo, que era lo que menos necesitaba en un momento así, Gwyn puso la mano por debajo de la pequeña almohada sobre la cual se apoyaba su cabeza. No tuvo que buscar demasiado hasta que se encontró un papel que tenía anotada tanto la dirección de la calle de aquel refugio, junto con sus coordenadas físicas en caso de que no fuera un lugar muy frecuentado por la soldado.

    Por fortuna para ella, sí reconocía el sitio en el que estaban, y sabía que podría llegar en poco tiempo, siendo la tarea más difícil el evitar conflicto que el encontrar el sitio. Ella agradecía el detalle que tuvo su esposo para con ella en aquel momento, puesto a que tomó precauciones en caso de que él no pudiera sobrevivir, aunque eso no terminó siendo necesario, puesto a que todo parecía indicar que se recuperaría con el tiempo.

    Me quedaré contigo unos minutos más — Gwyn se rehusaba a irse tan temprano — No te he visto desde que nos separamos ayer. Y no quiero irme tan pronto. Ellos están a salvo, y llevamos unas horas sin que se reporten ataques de la Sociedad Galáctica.

    Yo no te merezco, Gwyn — Thomas se encontraba pasando un mal momento a esas horas — Tú eres una mujer fuerte, y yo terminé siendo nada más que una persona débil. Nunca pude alcanzar a Michael, ni a Ace, ni a Wagner… Tu sí. Tú los has superado. Nos has hecho ganar misiones. Y al día de hoy, estás luchando contra todas las amenazas que pisan este mundo. Yo no pude proteger a Cade. Si hubiera sido Azel, o Kite, o nuestra pequeña Sky… Estarían muertos. No soy capaz de cuidarlos.

    No digas eso — la comandante sentía cómo se le rompía el corazón el ver a su pareja en ese estado — Tú eres maravilloso.

    No lo soy, ni siquiera soy un soldado promedio — Thomas dejaba caer muchas lágrimas de su cara — Debería estar junto a ti, ayudándote con la carga que representa enfrentar a la Sociedad Galáctica. Cuidando a nuestros civiles para que no sean secuestrados, y a nuestros soldados para que no terminen en hospitales. Al final del día, he sido yo quien terminó aquí, y te dejé con la carga para que tú la lleves por ti sola. Soy una desgracia como pareja, como padre y como subcomandante. No soy digno de que una mujer tan maravillosa como tú esté conmigo. Ahora finalmente entendí por qué cuando empezamos con nuestra carrera militar en Zenith tú mirabas a Michael y no a mí.

    Thomas… no sigas hablando así, tú no eres una desgracia, eres el hombre que me ayudó a levantarme cuando estaba derrumbada — Gwyn no podía soportar mirarlo así — Me ayudaste a recuperarme del golpe más duro que recibí. Estuviste a mi lado cuando perdí a mi mejor amiga. Me protegiste en Emiv, en Ryfier y en este mundo también. Tú eres el responsable de darme los mejores momentos de mi vida. Eres muy valioso para que consideres que no eres nada… No te dejaré menospreciarte de esa manera. No después de todo lo que has hecho por mí.

    Ve con Kite y Azel — Thomas no podía contestarle algo para refutarle — Te necesitan y te merecen.

    Gwyn vio cómo su pareja cerraba los ojos para quedar dormido en un sueño que, visto desde afuera, parecía ser profundo. La mujer nunca había visto a Thomas hablar de esa manera tan atroz de sus capacidades como soldado, incluso cuando perdía misiones o peleas en entrenamientos, siempre encontraba la forma de levantar cabeza. Ella deseaba que todo eso fuera un efecto de las drogas que se le daban a él para que pudiera sobre llevar el dolor, ya que no veía a uno de sus compañeros sentirse así consigo mismo desde el caso de Wagner, algo que ella no deseaba que pudiera repetirse.

    Mi amor… — Gwyn susurraba mientras se marchaba — Volverás más fuerte de todo esto. Te conozco… Tú fuiste quien me dio la ayuda que necesitábamos para poder derribar a la banda criminal de Arker. Le diste la infancia más feliz a Sky y a Kite. No tienes que soportar algo así. Tú no.

    Para evitar que le hicieran preguntas sobre el estado de su esposo, y para evitar tener que revelar detalles que no deseaba que otros supieran, la comandante de DCT se aseguró de quitarse todas las lágrimas de su rostro al momento de avanzar por el pasillo para posteriormente salir del hospital. Al momento de atravesar la puerta principal y poner los pies en la calle nuevamente, pudo escuchar una conversación en voz baja que tuvieron un par de efectivos de la policía, quienes la reconocieron al no estar llevando casco en su momento.

    Bien, la comandante aún no está derrotada — comentó uno de ellos.

    Es más dura que su esposo, una buena para nosotros, al menos no todos los líderes del ejército son unos inútiles — Gwyn se sentía asqueada por oírlos mofarse así de Thomas.

    […]

    La noche había caído sobre el planeta Edagr para cuando Gwyn consiguió llegar al refugio en el que se le comunicó que se encontraban los otros dos niños a su cuidado. Ella consiguió pasar a través de una barricada de soldados sin problemas, y todos ellos la saludaban con respeto al verla pasar, apartándose de su lado e incluso dándole indicaciones de dónde encontrar a los dos chicos.

    Subió directo al segundo piso sin tener que hacer preguntas en el interior, y allí pudo ver como muchos hombres y mujeres, algunos en solitario y otros con sus familias, dormían plácidamente en aquel sitio. Pese a la dramática situación, ellos estaban acompañados por amistades o familiares, y el saber que afuera había soldados para mantenerlos a salvo, les ayudaba bastante para dormir. No era el caso de Kite y Azel. Los dos chicos se encontraban recostados cerca del ventanal polarizado que se encontraba en aquel piso, y desde la distancia, la mujer los pudo ver mirando hacia el techo y moviéndose lo suficiente para saber que no estaban ni durmiendo ni intentando atrapar el sueño.

    Para no despertar a nadie, ella avanzó lentamente, y no anunció su presencia hasta que se encontró a escasos metros de los dos.

    Niños — la comandante saludó a los infantes.

    ¡Mamá! — Kite gritó ligeramente, mientras se levantaba.

    La mujer se agachó para estar a su altura, y fue allí que recibió un cálido abrazo de su hijo adoptivo. No podía sentirlo demasiado debido a que estaba portando su armadura de combate, pero eso no evitó que sus manos pudieran tocar suavemente la espalda de su pequeño. Luego de aquel abrazo, Gwyn le dio un beso en la frente a Kite, gesto que el pequeño también hizo con ella. Una vez que se disolvió ese abrazo, el pequeño Azel Lakor también se acercó a ella y la abrazó. Siendo la única persona en ese lugar a la que conocían, los chicos estaban muy felices de verla en aquel sitio.

    Kite, sintiéndose muy raro por el hecho de que su padre todavía no había aparecido para visitarlos ni para informarle el paradero de Cade, eligió que lo más sensato era preguntarle a ella en dónde se encontraba.

    Mamá, papá se llevó a Cade al hospital, pero desde entonces no lo hemos visto — el niño tenía mucha preocupación y se le notaba en la cara — ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cade sigue herido?

    Ninguno de los dos vio una buena señal en el momento en el que Gwyn agachó la vista por unos segundos, solo para mostrar una cara con una expresión para nada alegre al volver a levantarla.

    ¿Mamá? — Kite volvió a preguntar — ¿Dónde está papá? — su voz empezó a sonar temblorosa — ¿Dónde está Cade?

    Kite, Azel… — la mujer no sabía cómo decírselos — Se merecen saber la verdad, por más dura que pueda ser. Cade… no pudo salvarse.

    ¡No! — Kite se horrorizó al enterarse de todo eso — ¡No es verdad! ¡Cade no pudo morir! ¡Papá lo estaba protegiendo, ¿cómo fue que lo mataron?!

    Papá fue herido, y está en el hospital ahora mismo — Gwyn sabía que lastimaba mucho a su hijo contarle todo eso, pero no podía darse el lujo de mentirle en un momento así.

    ¿Lo lastimaron? — Azel se vio asombrado por eso.

    ¡¿Cómo?! — Kite estaba en negación absoluta — ¡Papá es un héroe! ¡Los héroes salvan a la gente! ¡¿Qué fue lo que le hicieron a mi papá?!

    ¿Está vivo o va a…? — Azel tenía miedo a terminar su pregunta.

    Está vivo, y se recuperará en menos de una semana, aunque no pueda pelear — Gwyn quiso darles un poco de alivio a los dos — Lamento que el pequeño Cade hubiera sufrido esto… Sé lo que sentías por él, Kite.

    ¿Lo sabías? — Kite empezó a llorar sin consuelo — ¿Cómo? Nosotros todavía no se los habíamos dicho.

    Papá y yo te veíamos, lo feliz que eras con él — Gwyn se acercó al pequeño para darle un abrazo — No merecías que te lo arrebataran. Nadie merece perder a un ser querido de esta forma. Lo lamento mucho, mi pequeño ángel.

    El chico, sabiendo que ya nunca podría volver a ver a su amigo por el cual sentía una gran atracción, rompió en llanto en los brazos de su madre, quien lo abrazó para darle consuelo. Luego de estar mucho tiempo esperando a que su padre apareciera para decirle que estaba bien, la noticia de que Cade estaba muerto y su padre hospitalizado, fue demasiado para él. No podía calmarse al llorar, puesto a que tenía que procesar que había perdido a una gran amistad en su vida, alguien con quien quería formar una relación. Azel, desde lo lejos, se acercó a la familia y también los abrazó, poniendo su foco en Kite. El chico era un gran amigo de él y de Cade, y el convivir con ellos durante los días en que toda su familia estaba ausente le hizo fortalecer mucho su vínculo con los dos. No tenía idea de lo tanto que Kite apreciaba a Cade, pero él sentía que sería algo similar a lo que él sentía con Hana, su mejor amiga. Trató de darles todo el consuelo que pudo, pese a que no podría ofrecer la gran cosa en ese momento.

    Una vez el abrazo terminó, Gwyn comprobó que nadie se había despertado, algo que la alivió un poco, dado a que no quería incomodar a nadie. La mirada de los dos chicos no dejaba ver otra cosa que negatividad, puesto a que la preocupación y la tristeza era lo único que podía percibir de ambos. Con mucha tristeza debido al hecho de que debía dejarlos para acudir a la terminal de trenes armados en caso de que algo grave sucediese, la mujer acarició los rostros de ambos chicos, limpiándoles las lágrimas que caían de los ojos.

    Tengo que irme, aunque no quiera — Gwyn sabía que ellos lo entenderían — Pero tengo trabajo por hacer… Les prometo que voy a volver cada noche a visitarlos, y a darles todo el apoyo que necesiten.

    Lo entiendo, mamá… — Kite sabía de esas responsabilidades — Tú eres una persona importante. Y tienes que pelear contra ellos. Pero quiero pedirte un favor.

    Claro, mi pequeño sol — Gwyn centró su mirada en el niño — ¿Qué es lo que quieres? Si necesitas que te traiga algo…

    Quiero que mates a todos los enemigos — Kite sonaba muy enojado y triste a la vez — Lastimaron a Sky, a papá y me quitaron a Cade. Tienen que pagar con su vida.

    Lo haré, amor mío, yo también tengo deseos de que paguen lo que han hecho — Gwyn no estaba del todo contenta con su hijo teniendo esa clase de pensamientos, pero lo entendía muy bien — Nosotros estábamos bien sin ellos. Me aseguraré de mandarlos al infierno.

    Tras haber dicho esas palabras, la mujer observó cómo Kite le dio un abrazo más para posteriormente irse a recostar sobre el saco de dormir que les habían entregado a todos los humanos que se refugiaban allí. Notó que Azel estaba todavía despierto, y fue por eso por lo que se acercó para susurrarle algo.

    Azel, ¿puedo pedirte algo sencillo pero importante? — la comandante tuvo cuidado de no ser oída por su hijo.

    Claro, si es sencillo, podré hacerlo — Azel quería saber qué era lo que tendría que hacer.

    Quiero que estés siempre al lado de Kite, él ahora necesita mucho apoyo, y mi responsabilidad me impide dárselo — Gwyn lo veía como algo crucial — Por favor, él te considera un buen amigo. Tú puedes ayudarlo en este momento. Tienes que hacerle compañía.

    Lo haré… yo también me siento mal por lo que le hicieron a Cade — Azel entendió lo importante que era — Él era un buen amigo. Y no lo podré ver más.

    Es muy doloroso, y sé que debe ser difícil para ti estar solo ya que tu familia todavía no ha llegado — Gwyn le dio un abrazo al pequeño — Pero tú y Kite serán fuertes si están juntos. Quiero que se ayuden mutuamente, y así podrán superar juntos este momento.

    Azel asintió con la cabeza, asumiendo esa pequeña responsabilidad de estar allí para su amigo en un momento duro para él, y sabiendo que también podía contar con su ayuda para que él también pudiera recuperarse por la pérdida de alguien que era muy especial para él. Sabiendo que podía contar con el hijo de Ace y Natasha para hacerle compañía a su hijo y que no estuviera solo, Gwyn se despidió del chico, quien pensó en algo que sucedería cuando todos los humanos regresaran a casa.

    Hana va a estar triste por su hermano — Azel se acercó al sitio donde Kite descansaba para acomodarse a su lado — Voy a tener que ayudarla para que pueda ser fuerte otra vez. Tal y como lo necesita ahora Kite… Cade era un buen chico, y un amigo muy querido… Ellos dos lo amaban mucho. Como amigo de ellos dos, los tengo que ayudar a seguir adelante. Papá y mamá me hablaron sobre lo importante que es no estar solo en los momentos tristes.

    […]

    Fielle miró hacia el frente, centrándose en la zona de conflicto donde sus soldados estaban batallando ferozmente. Ella logró sobreponerse a su rival, que se había convertido en un cadáver más en el suelo, pero pudo notar que no se daba el caso con todos los demás guerreros que estaban enfrentándose a las fuerzas humanas en esa calle. Por cada baja que se producía en el bando de los soldados humanos, ella notaba como dos y en ocasiones tres guerreros yarlemianos y velivinos terminaban por ser asesinados sin remedio por ellos. La superioridad numérica que tenían se achicó demasiado, y si se mantenían en ese mismo sitio sin variar las cosas, todo terminaría convirtiéndose en una batalla de números iguales, en la que terminarían por ser asesinados.

    — Todavía no hemos podido capturar a ningún humano, todo porque estos excrementos vivientes no dejan de estorbar — Fielle no veía alternativa posible para ganar — ¡Retirada! — gritó, al mismo tiempo que comunicó la orden por su armadura — ¡Es necesario que nos juntemos con otro grupo para poder seguir la batalla, no podemos ganar si somos solo nosotros!

    Los seres humanos se vieron sorprendidos en el momento en el que vieron como los movimientos de los yarlemianos y velivinos que estaban intentando acabar con ellos, empezaron a ser meramente defensivos, y que querían encontrar la manera de apartarse del campo de batalla y de reagruparse con otros compañeros que les pudieran auxiliar en un momento de crisis tras las bajas que les habían provocado.

    Natasha, quien se tomó un respiro de su combate tras haber ocasionado cinco muertes en las tropas enemigas, buscó con la vista a Alicia, a quien no podía divisar a simple vista. La mujer era la única persona a la que conocía de forma personal en ese grupo, y no podía dar con ella para verificar si se encontraba bien tras la pelea tan brutal que habían tenido.

    — ¡Alicia! — la sub comandante de ER temía ante la falta de respuesta — ¡¿Dónde estás?!

    Tuvo que hacer memoria para poder tener una idea de dónde buscarla, y fue entonces que recordó que Alicia estaba parada muy cerca de ella hasta que la pelea la terminó llevando unos metros lejos de la aglomeración principal de gente. Al voltear la cabeza en esa dirección, ella pudo ver un cuerpo tirado en el piso, y dicho cuerpo poseía una armadura que se podía ver bastante limpia incluso desde lejos, indicador de que su portador no había tenido muchos combates, siendo que ese era el tercer día de ataque de los enemigos. Algo temerosa de que pudiera ser su amiga, Natasha fue corriendo hacia dicho cuerpo, y cuando pudo ver sangre saliendo desde su casco, el horror la invadió por completo. Siendo seguida por varios soldados que le hacían compañía y buscaban protegerla, la figura de autoridad de ER le removió el casco de la cabeza a aquel soldado fallecido, pudiendo confirmar así que la víctima era su amiga, Alicia. Asesinada por una gran cantidad de disparos recibidos en la nuca. Al darla vuelta, notó que un par de esos disparos le habían atravesado el cráneo por completo, teniendo orificios de salida de balas en el rostro.

    La mujer no pudo evitar que se formara un nudo en su garganta al sostener el cuerpo de su amiga, recordando que ella estaba allí para poder ayudarla en su tarea de luchar contra los enemigos, y que, de no ser por ella, nunca habría pensado en formar un escudo con la energía que podían materializar.

    — Alicia, ¿por qué no me pediste ayuda? — Natasha se sentía destrozada al ver a una gran amiga sin vida en el suelo — Tú viniste conmigo para que yo no tuviera que hacer esto sola. ¿Por qué no me avisaste que estabas en peligro?

    Con una profunda tristeza por no poder recibir una respuesta de parte de su amiga, y con la culpa de no haberle dado la orden de que permaneciera en su nave porque realmente quería contar con un poco de ayuda extra en el campo de batalla, Natasha levantó la vista y observó con enojo como algunos enemigos se retiraban de la zona a paso lento, producto de algunas heridas y el cansancio de la pelea.

    — No dejaré que tus asesinos se escapen — reemplazando su tristeza por furia, Natasha se puso de pie y miró a sus soldados — ¡No hay que darles oportunidad de que se recuperen o de que se reagrupen! ¡Hay que seguirlos y acabar con sus vidas antes de que vuelvan a ser una amenaza para todos nosotros! ¡Esta pelea todavía no ha terminado para nosotros! ¡Tenemos que aplastar a los que queden y no dejarlos escapar con vida!

    Contagiando esa sensación en sus soldados, la sub comandante de ER empezó a correr detrás de los enemigos de la Sociedad Galáctica, siendo acompañada tanto por militares como por policías. Tener que dejar atrás el cuerpo de su amiga fue un momento amargo para ella, puesto a que ella quería tener la oportunidad de que fuera tratado de forma apropiada. Pero su deseo de vengar a Alicia era lo que la alentaba a seguir corriendo en una única dirección posible, la misma que tomó el enemigo.

    — Si hubiera ordenado que te quedaras en la nave… — Natasha pensó en esa oportunidad perdida — Pero tenías tantas ganas de ayudarme que no quería hacerte sentir mal al dejarte atrás… Y a mí también me hacía ilusión formar equipo en esto contigo. Por eso mismo terminaste encontrándote con este trágico destino. Me aseguraré de que tu asesino, sea quien sea, pague con su vida por todo lo que te hizo.

    El motor en la mujer era el odio y un gran deseo de vengarse de todos los guerreros que estaban escapándose poco a poco. No tenía la menor intención en terminar el día sin haberlos eliminado a todos ellos, y por eso solicitó a todos los soldados y policías que le siguieran el ritmo y los alcanzaran antes de que pudieran sacarles una ventaja mayor.

    — ¡Los que portan escudos al frente, tenemos que guardar reservas de energía para el combate real! — la sub comandante organizó sus tropas en el momento.

    Acatando las órdenes de su superior, los policías y soldados que tenían escudos a su alcance para utilizar se posicionaron en frente del grupo. La mujer dio la orden en el momento oportuno, puesto a que los enemigos no tardaron en lanzar un pequeño ataque de retirada sobre ellos con sus armas. Los instrumentos de pelea de la humanidad pudieron repeler los disparos, y a medida que estos se acercaban al grupo de enemigos, se preparaban para abrirse y así separar a los atacantes.

    — ¡Van a buscar huir otra vez, no se los permitan! — Natasha los quería a todos atentos.

    Cuando se produjo un nuevo encuentro entre los humanos y los guerreros de la Sociedad Galáctica, los portadores de escudos se empezaron a abrir a los costados realizando embestidas contra los enemigos, permitiendo a sus compañeros que iban desde atrás alcanzar y entablar nuevos combates en contra de estos. Natasha, quien no había gastado demasiados esfuerzos en el combate dado a sus grandes habilidades en batalla, atravesó la aglomeración de enemigos realizando ágiles golpes de puño y patadas, acompañándolos de bloqueos ágiles que la ayudaban a evitar caer al suelo mientras los enemigos respondían con todo lo que tenían sobre ella. Sus pasos fueron seguidos por otros militares y policías, que buscaban imitar sus movimientos para poder derribar a los enemigos, aunque no a todos les salía con tanta facilidad.

    Fielle, notando que tenía una cantidad considerable de humanos acercándose a su posición, se dio la vuelta y lanzó un ataque con todas sus fuerzas, buscando que su escudo le impactara en la cabeza y así poder tumbarla al suelo. Natasha, tan pronto como vio a uno de los enemigos girar su cuerpo con intención de contraatacar, se lanzó al suelo en barrida con su pierna derecha levantada. Esquivó con facilidad el ataque de la velivina, y la patada que le asestó al tobillo sirvió para hacerla tropezar y que cayera al suelo, teniendo que atajarse con su escudo para minimizar daños. Tuvo que dar un giro rápido, y al hacerlo, vio como una patada de Natasha se dirigía a su cabeza, por lo que tuvo que mover rápido su escudo para atajar el ataque. Una vez sintió el pie de la humana sobre ella, realizó un empujón para poder apartarla de encima, lo que le dio un momento para levantarse. No terminó de ponerse de pie y ya tenía a la humana cerrando su puño con algo de energía acumulada, y lanzándole un ataque que debió encargarse de bloquear con su escudo en alto. Fielle escuchó el ruido del golpe de la humana contra su instrumento de defensa, y cuando retrocedió unos pasos más, sintió como la furia la invadía de nuevo.

    — ¡Los humanos no se cansan de resistirse! — Fielle gritó queriendo provocar a su enemigo — ¡Lo que nosotros hacemos no es diferente a lo que hicieron con los animales de Fientlig! ¡Dejen de actuar como si no fueran unos monstruos!

    — ¡Tú y los tuyos han secuestrado y matado a mucha gente, entre ellos, buenos amigos míos! — Natasha le lanzó su respuesta — ¡Los únicos monstruos que están en este planeta, son ustedes!

    Bastante enojada al ver que la provocación no había funcionado, y que la mujer que le respondió mantenía el orgullo por su especie, Fielle antepuso su escudo y empezó a correr en embestida hacia Natasha. La soldado, notando lo rápida que era su enemiga, supo que, si intentaba realizar una esquiva de ese ataque, sería golpeada y quedaría en una posición desfavorable, por lo que tuvo que anteponer sus dos brazos para bloquear la carga del enemigo. Fielle logró empujarla y hacerla retroceder varios pasos hacia atrás, queriendo terminar con su rival en el suelo para ejecutarla de la misma forma que en su pelea anterior. Natasha logró frenarla en sus intenciones, y una vez que logró frenar el movimiento de su agresora, colocó sus manos en los bordes de su escudo, realizando un tirón que dejó a la velivina de espaldas ante ella. Fielle se sorprendió al ver que ni con todas las fuerzas en su cuerpo logró resistirse a ese tirón, y antes de que pudiera darse vuelta por completo para levantar su escudo una vez más, Natasha le asestó una patada en la cabeza que la llevó a tambalearse un poco.

    La mujer, viendo que tenía una oportunidad para seguir ejecutando sus movimientos sobre ella, empezó a correr hacia su objetivo con energía en sus manos para intentar golpearla en la cabeza. Fielle, sin tener más ideas para defenderse, se lanzó hacia ella con un derribo dirigido a su cuerpo. La fuerza que tomó para impulsarse fue suficiente para que Natasha terminara tumbada bocarriba en el suelo, cosa que la velivina quiso aprovechar para seguir asestándole golpes antes de que se recuperara. Movió sus piernas y las colocó alrededor de la cintura de Natasha para bloquear sus movimientos, y con su escudo empezó a darle golpes en la cabeza. El metal del casco de Natasha era capaz de resistir el daño, pero si seguía recibiendo esos ataques, quedaría a merced total de su agresora. Luego de encajarle cinco golpes consecutivos, Fielle le lanzó el sexto, a lo que la sub comandante Zafiro respondió moviendo los antebrazos para bloquearle el ataque. La velivina sabía que le podría causar un gran daño si la seguía atacando, sin importarle que parte del cuerpo se llevase los golpes, y fue por eso por lo que siguió dirigiendo su escudo hacia la zona de la cabeza de la mujer humana, mientras ella intentaba continuamente capturar el escudo y sujetarlo con firmeza.

    Lo logró a su cuarto intento, y supo que debía actuar rápido. Antes de que Fielle pudiese liberarse, Natasha movió los brazos ligeramente a la izquierda, y luego de eso, realizó dos amagues de un lado a otro para terminar soltando con fuerza el escudo mientras lanzaba a su enemiga al costado derecho, quitándosela de encima. Fielle intentó recuperarse, pero antes de que pudiera conseguirlo, Natasha realizó movimientos ágiles con brazos y piernas, todavía con su cuerpo en el suelo, y le dirigió una doble patada al costado de la velivina. Ese golpe la dejó tirada el tiempo suficiente, permitiéndole a Natasha incorporarse para inmediatamente después dar un salto y bloquear con sus piernas la cintura de la enemiga, tal y como ella hizo originalmente. Con su peso ejerciéndole presión, Natasha colocó sus manos sobre el cuello de Fielle, buscando un mecanismo que pudiese quitarle el casco de la cabeza mientras que ella se sacudía inútilmente para apartarla de encima. Tras un forcejeo de veinte segundos, la humana pudo encontrar lo que buscaba, y con dos movimientos, le quitó el casco de la cabeza, dejándole esa parte del cuerpo descubierta.

    La sub comandante de ER se apartó de su cuerpo, pero antes de permitirle a Fielle el ponerse de pie para que siguiera su batalla, le lanzó una poderosa patada en la cabeza seguida de un pisotón que le estampó el cráneo contra el piso con rudeza. Con el derribo que sufrió por parte de la velivina, su rifle que tenía colgando en el hombro se cayó un poco lejos, pero no le costó trabajo recuperarlo. Cuando puso sus manos alrededor de su arma, observó que su oponente estaba aturdida por los dos últimos golpes, momento que aprovechó para ejecutar de manera definitiva a su enemiga. Cuatro disparos que dieron tres en la nuca y uno en la parte de atrás del cuello fueron más que suficiente para arrancarle la vida del cuerpo a la velivina que se lanzó a atacarla, sin saber que fue ella misma quien había asesinado a su gran amiga.

    Al voltear a ver la batalla, Zafiro notó que los humanos y policías tenían dominados y sometidos a todos sus enemigos, que estaban mostrando cada vez menos resistencia a sus golpes. Detenidos ya sea en el piso o por la combinación de fuerza de dos soldados sujetándolos, estos eran ejecutados irremediablemente por las tropas humanas, algo a lo que Natasha le producía una sensación ligera de satisfacción, sabiendo que el asesino de Alicia sería eliminado al terminar la batalla, sea quien sea. Uno por uno los vio caer muertos en el suelo, formando una nueva montaña de cadáveres numerosa en las calles de la ciudad donde ella habitaba.

    — No merecías irte de nuestro lado, amiga mía — Natasha obtuvo fuerzas cuando vio como moría el último de ellos — Pero ahora podrás descansar en paz.

    Sabiendo que era necesario que se tomaran un tiempo para recuperarse de aquella batalla antes de que pudieran pasar a la siguiente, la sub comandante de ER dejó que las lágrimas producto de la tristeza de haber perdido a su amiga fluyeran de sus ojos por primera vez desde que descubrió su cuerpo tirado en el suelo.

    — Si no fuera por ti… — Natasha pensó en su creativa idea de formar un escudo concentrando energía en las manos, algo que habían usado antes, pero no a gran escala como ella hizo — No habríamos encontrado la forma de acercarnos a ellos. Te agradezco por la ayuda que nos diste hoy. Tan solo desearía que no hubieras tenido que perder la vida en este combate. Ace, yo y todos nosotros queríamos seguirte teniendo en nuestras vidas. Y tú lo diste todo con el único deseo de ayudarnos… Te vamos a extrañar, Alicia… Yo ya te estoy extrañando.

    […]

    — ¡Solo unos cuantos más para entrar! — gritó un yarlemiano mientras dejaba salir una lluvia de balas de su rifle.

    Los militares humanos se veían en un conflicto de magnitud colosal cuando vieron como una enorme cantidad de yarlemianos y velivinos se reunieron para realizar sobre ellos un ataque coordinado. Durante los primeros dos días de la misión de los enemigos, la existencia de los refugios había sido mantenida en secreto, pero todo eso acababa de cambiar en ese tercer día. Tras investigar utilizando las cámaras exteriores de su nave, la Sociedad Galáctica descubrió que en un edificio de gran tamaño se estaban ocultando varias personas que no parecían estar preparadas para afrontar conflictos como los militares. La presencia de seis vehículos y de varios militares con escudo protegiendo una puerta de dos metros de altura y de ancho les llamó mucho la atención desde el momento en que lo descubrieron, y tras investigar minuciosamente, confirmaron que en ese sitio de gran tamaño estaban ocultando a los civiles, a quienes consideraban más débiles. Fue eso mismo lo que llevó a la Sociedad Galáctica a realizar tantos ataques en simultáneo, todo con el fin de alejar a los militares del sitio de interés, cosa que había dado resultado, puesto a que los cien que protegían el refugio no encontraban forma de hacerle frente a las cinco centenas de enemigos que los rodeaban y disparaban en cada dirección.

    — ¡Disparen todos hacia el cielo, que sepan que el punto de mayor conflicto es aquí! — gritó uno de los militares a sus compañeros, mientras no dejaban de caer cuerpos sin vida alrededor suyo.

    Cinco militares tomaron sus pistolas preparadas, y tras apuntar todos al cielo en direcciones diferentes, accionaron los gatillos que terminaron lanzando los fuegos artificiales que no demoraron en estallar. El ruido de la explosión fue inmenso, y pudo haber sido escuchado desde kilómetros a la redonda, y lo mismo aplicó para los destellos que la pirotecnia hizo brillar en el cielo.

    — ¡Han pedido refuerzos, acaben con ellos rápido! — gritó quien lideró al grupo de ataque.

    Los soldados humanos no tenían oportunidad de ganar esa batalla, por lo que los disparos que lanzaban estaban hechos con el único fin de resistir la arremetida de los adversarios que buscaban entrar para tener acceso a todos aquellos que estuviesen allí escondidos.

    En el interior de aquel edificio, conformado por una única planta baja donde una gran sala era lo único visible junto con una cocina de tamaño medio a la izquierda y cuatro baños individuales instalados en la parte derecha, todo era un caos. Los padres y madres de familia abrazaban a sus hijos mientras estos lloraban y gritaban, y había otros adultos que estaban en solitario que estaban teniendo ataques de pánico al oír un tiroteo que llegaba a ser monstruoso del otro lado de la puerta. Ulrik Mardh, se encontraba reunido en el fondo de aquella sala, situado contra la pared viendo como el encargado de la sociedad de fomento en la que participaba se presentó como voluntario junto con otros hombres y mujeres sin familias a las que cuidar, para formar una especie de escudo humano improvisado, aunque no durarían mucho allí.

    La puerta del refugio se abrió de par en par cuando dos soldados entraron siendo acribillados a balazos. Sus armaduras que tenían puestas estaban manchadas de sangre en el noventa por ciento del cuerpo, y no tardaron en caer al suelo sin un solo gramo de vida, tirando los rifles detrás de ellos. Otros veinte militares, todos portando escudos de la policía, se metieron al refugio retrocediendo de la batalla, dándole la espalda a toda la población mientras que no dejaban de disparar en contra de los enemigos. La batalla estaba a punto de finalizar y en el interior de aquel sitio. No quedaba casi nadie para hacerles frente a los enemigos, y cuando el director de la sociedad de fomento de Skymning vio tiradas las armas en el suelo, tuvo una idea.

    — ¡Que venga alguien más conmigo! — gritó mientras se lanzó a correr.

    — ¡¿A dónde vas?! — Ulrik sentía mucho miedo al verlo marcharse.

    — ¡A defender este sitio mientras los refuerzos llegan! — fue la respuesta del hombre, mientras avanzaba al frente para ir a tomar uno de los rifles.

    Otro de los adultos allí presentes, impulsado por su ejemplo, lo siguió y juntos tomaron las armas que los caídos habían dejado regadas en el suelo. Sin contar con escudos para ellos mismos y sin ver utilidad en tomar armaduras que estaban agujereadas casi en su totalidad, dieron el grito a los soldados para que les hicieran un sitio para disparar junto a ellos.

    Ulrik apreció el valor de aquella persona que le había dado un hogar y un pasatiempo al no contar con ninguno de sus dos padres en su casa, pero no podía evitar ver como todo su cuerpo temblaba cuando lo veía desprotegido junto a los demás soldados.

    — Por favor, lleguen rápido a salvarnos — Ulrik juntó las manos como si quisiera realizar una plegaria — No quiero que nos saquen de aquí. Mis padres regresarán y quiero estar aquí cuando lo hagan.

    Los disparos desde afuera seguían llegando, y para desgracia del joven Mardh, el amigo que se había convertido en tutor acabó perdiendo la vida junto al otro hombre que salió a apoyarlo en la defensa del sitio y dos policías más. Ulrik lanzó un grito de desesperación, ya que no fue capaz de detectar lo ocurrido. Una de las balas disparada por el enemigo impactó contra el casco de un militar y rebotó directo hacia el ojo del hombre, llegando directamente a causarle una herida fatal. El chico cayó al suelo de rodillas cuando lo vio morir, sabiendo que fue su intento de ayudar a todos los demás el que le terminó costando la vida. El ruido de su llanto no fue posible de escuchar por nadie más, puesto a que todos aquellos que tenían familias gritaban desesperados viendo como las primeras muertes que ocurrían en el refugio, siendo también las últimas muertes que debía realizar el enemigo para llevárselos, dieron inicio.

    Sin embargo, el esfuerzo heroico de los primeros dos hombres motivó a otros adultos que no tenían hijos o familiares a su cuidado a moverse al frente a tomar las armas de los caídos y seguir luchando.

    — ¡No vayan a desperdiciar el regalo que les estamos dando! — gritó uno, con la voz algo rasgada por un llanto que daba inicio, sabiendo que quizá estaba acudiendo a su muerte.

    Los militares que seguían en pie trataron de formar una barrera para que los civiles sin armadura se pararan a disparar detrás de ellos, sabiendo que era una forma de maximizar la supervivencia de luchadores en aquel sitio. Fue cuando estos tomaban las armas que entendían que portarla no era muy fácil. Los civiles que nunca habían tomado un rifle tenían muchas dificultades para disparar firmemente a través de la puerta que conectaba el refugio con el exterior, pero su finalidad no era matar al enemigo, sino retenerlo.

    Cinco minutos pasaron, y los civiles que se animaron a luchar para proteger a sus semejantes encontraban la muerte más rápido que los soldados que los estaban defendiendo, siendo la mayoría de ellos asesinado con suma facilidad por el hecho de que no contaban con armadura para protegerse. Cuando Ulrik miró al frente y se quitó las lágrimas de los ojos, pudo notar que ya solo quedaban siete soldados formando una línea final en la puerta, siendo los últimos obstáculos que podrían alejar a los enemigos de todos ellos. Tras ver a su alrededor y notar que nadie más se estaba acercando, puesto a que todos tenían miedo de morir, el chico optó por salir corriendo a tomar un arma por su cuenta.

    — ¡No vayas, niño! ¡Te matarán! — un hombre que tenía a su esposa y a su hijo con él le gritó.

    Ulrik tenía muy claro el motivo por el cual estaba corriendo hacia las armas.

    — No me dejaré atrapar con vida — veía notando la gran cantidad de escudos que podría servirse — ¡Me escabulliré como pueda para escapar!

    Pero antes de que el chico pudiera llegar hasta el sitio, él y los últimos miembros de la división DCT se vieron extrañados cuando nuevos sonidos de conflicto empezaban a oírse desde afuera, y cuando se percataron de que no estaban recibiendo más disparos. El ruido de varios motores de vehículos se hizo presente en las afueras, y ellos salieron a ver lo que estaba ocurriendo.

    El joven Mardh, viendo que tenía la puerta despejada, tomó dos escudos del suelo colocándose uno en cada brazo y salió a revisar lo que estaba pasando. Fue allí que, ante sus ojos, vio una masacre siendo realizada. La comandante Gwyn Fairin se encontraba junto a varios soldados más de su rama del ejército ocasionando un sinnúmero de bajas en el bando enemigo. Unos diez vehículos militares se abrían camino atropellando a todos los enemigos que podían, teniendo a todos los soldados que viajaban en sus interiores, salvando a los conductores, disparando a todos aquellos yarlemianos y velivinos que no murieron en el intento de atropello.

    Tras pasar tan solo pocos minutos desde su llegada, todos los vehículos se detuvieron, y todos los soldados que llegaron en condiciones de refuerzos a la zona, portando rifles y escudos para defenderse, empezaban a bajar para repartir disparos a cada enemigo presente en las cercanías. Todos los militares de la Sociedad Galáctica, rehusándose a retroceder o retirarse por el hecho de estar demasiado cerca de su objetivo, se quedaron a hacerles frente y tratar de eliminar a los enemigos.

    — ¡No permitiremos que le pongan un dedo encima a nuestra gente! — Gwyn Fairin gritaba ferozmente, y sus palabras fueron escuchadas por Ulrik — ¡Acaben con todos ellos! ¡Han causado daños irreparables en todos nosotros, no permitiremos que sigan arrebatándonos más vidas! ¡Que ninguno de ellos pueda volver a respirar tras todo lo que nos hicieron!

    El joven hijo de Nick seguía con la mirada a la comandante Fairin, viendo como ella se cubría exitosamente de los ataques de las balas metiéndose entre vehículos y siendo acompañada por soldados que alzaban escudos junto como ella. Para una soldado veterana que había tenido éxito en numerosas misiones con el Zenith y que había formado parte en la guerra contra los edagrianos, ocasionar bajas en el bando enemigo le resultaba tarea fácil, y eso lo podía percibir el joven Mardh.

    — ¡Adentro, chico, aquí eres un blanco fácil! — le gritó furioso uno de los soldados que estaban defendiendo el refugio — ¡Entra y deja que nosotros nos hagamos cargo!

    Algo atemorizado por la forma tan violenta de dirigirse a él, Ulrik se metió al interior del refugio nuevamente, dándose cuenta de que estaba a salvo mientras oía los gritos desesperados de los yarlemianos y velivinos siendo destrozados en batalla por los miembros del ejército. Tan fácil como se colocó los escudos al brazo, se desprendió de ellos para luego poner su vista en el charco de sangre inmenso que se había formado por todos los muertos que quedaron tras ese ataque tan brutal. No podía evitar apretar los puños con furia viendo como el cuerpo de un gran amigo estaba mezclado con todos ellos, sin un solo gramo de vida en su interior para ponerse de pie.

    — “No permitiremos que le pongan un dedo encima a nuestra gente” — Ulrik recitaba las palabras dichas hacía nada por la comandante de DCT, todo mientras avanzaba hacia el cuerpo de su amigo — Llegaron tarde — luego de eso, centró sus ojos en el resto de civiles asesinados — Toda esta gente salió a pelear esperando que aparecieran antes de que los mataran, pero apenas llegaron cuando ya todos habían muerto… No es justo. No es justo que se hayan demorado tanto tiempo en llegar a rescatarnos.

    […]

    — ¡Esto es un desastre! — desde la nave arca que contaba la Sociedad Galáctica presente en Edagr, uno de los velivinos golpeaba una de las máquinas siendo invadido por un completo terror — ¡Los han masacrado a todos! ¡Ninguno de los nuestros pudo escapar de allí con vida, y seguimos sin sumar un solo humano a nuestros números!

    — La tercera noche de la misión, y la tercera en que nada cambia — uno de los yarlemianos se veía abrumado por la situación — Además…

    — Esos malditos monstruos asesinaron a Cerv y a Fielle — el velivino pensó en voz alta — El único líder que nos queda es Miraq. ¿Qué le vamos a decir? No tenemos a nadie que dirija esta misión, perdimos a la mayoría de los soldados y no hay humanos para llevarle a Hufan e Yma. ¡No tengo idea de qué hacer!

    — Diremos la verdad, deja que sea yo quien lo haga — el yarlemiano quería asumir la responsabilidad — A la larga será mucho peor.

    Tras tres días agotadores de batalla, los cuales no habían dado frutos puesto a que los humanos probaron estar más que preparados para enfrentar a los enemigos pese a las bajas recibidas en sus filas, no quedaban demasiados yarlemianos y velivinos a bordo de su nave arca, y los que quedaban no eran los mejores en el arte de la guerra.

    Sin tener idea de qué era lo que debían hacer, puesto a que acababan de quedarse sin un líder al que seguir, el yarlemiano optó por contactar con Miraq, cuyas tareas estaban limitadas al mundo de Tralio.

    En la sala de comandos de su nave nada más quedaban seis miembros en representación de las dos especies. Dos velivinos hombres y una mujer, y un yarlemiano hombre y dos mujeres. Las ausencias de Cerv y Fielle los limitaban mucho, puesto a que la Sociedad Galáctica tenía la regla de que, en caso de que no fuera posible formar un consejo de tres representantes para cada especie, siempre debía quedar alguien que hablara por su respectivo pueblo. La muerte de Cerv en el primer día y de Fielle en el tercero obligarían a Miraq a dar la orden a todos los que estaban en Edagr o bien a que él mismo eligiera un representante velivino, aunque no hubiera demasiado tiempo para reflexionarlo a profundidad.

    — ¿Qué sucede? — el yarlemiano que accionó los comandos de la comunicación, no logró contactar con el navío de Miraq — ¡¿Miraq?! ¡Miraq! ¡¿Me escuchas?! ¡¿Me escucha alguien allí?!

    — ¿Qué es lo que pasa? — una de las yarlemianas tenía demasiado miedo por la falta de respuesta.

    — Solo hay… estática. Nada más — el yarlemiano no encontraba respuesta — Enviaré un comunicado de texto.

    Tras el fracaso al intentar ponerse en contacto con el último líder que quedaba en pie de su sociedad, el yarlemiano empezó a redactar en un texto lo más abreviado posible todo lo que habían vivido en los tres días de misión; poniendo de forma vergonzosa su incumplimiento del objetivo de capturar siquiera a un único humano, y relatando las trágicas muertes de dos de sus líderes. No fue hasta que envió el mensaje que una advertencia apareció en pantalla.

    — ¡El puerto de destino no existe! — gritó el yarlemiano, completamente horrorizado al ver eso — ¡El navío de Miraq no existe!

    — ¡¿Cómo que no existe?! — una velivina empezaba a tomarse la cabeza.

    — ¡Es lo que sale aquí, que el puerto al que intento mandar el mensaje no existe, nadie podrá recibirlo! — quien intentó comunicarse sembró el pánico en aquella sala — ¡Miraq… ¿estará muerto?!

    — ¡Hay que alejarnos de este mundo! — el velivino que habló al principio lanzó una medida controversial — ¡Los humanos robaron el crucero de Tauvim, por lo que Miraq solamente podía viajar y comunicarse con nosotros usando su propio navío! ¡Si intentamos comunicarnos con él y se nos dice que el puerto de destino no existe, quiere decir que el navío está destruido!

    — Miraq tiene dos destinos posibles… — el yarlemiano no podía pensar en ninguno más — Está muerto o está atrapado en ese mundo.

    — Nos tomaría cinco días llegar hasta allá con la nave arca — comentó una de las yarlemianas presentes — Hasta que lleguemos a ese mundo…

    — No creo que haya esperanza para salvar a Miraq — el segundo velivino lanzó su pesimismo a la mesa — No podemos actuar sin líder, pero es que directamente, ya no tenemos líderes. Mierda, a duras penas tenemos soldados. Si los mejores que teníamos no lograron resultados con Fielle y Cerv, dudo que nuestras reservas puedan hacer algo sin un líder competente en el campo de batalla.

    — ¿Qué deberíamos hacer ahora? — la única velivina comentó, algo asustada — No tenemos ningún plan de reserva para enfrentar a Casseirem. Sin las armas nucleares de los humanos, nunca le podremos ganar.

    — Yo sé que esto no es lo mejor, pero es lo único de los que nos veo capaces — el yarlemiano que intentó mandar el mensaje tuvo una idea — Busquemos otra alternativa. Exploremos otros sectores del universo, y tratemos de buscar suerte en otro lugar. Intentamos usar a los humanos, y estos nos han despojados de nuestros líderes. Nos han causado tanto daño como Casseirem. Hay que mantenernos alejados de ellos. En las charlas que tuvieron con Tauvim y Siban, no parecían ser una especie dedicada a la conquista. Diría que estaremos bien en tanto nunca más hagamos contacto con ellos. Intentar utilizarlos fue más una maldición que una bendición. ¿Alguien tiene alguna objeción al plan de marcharnos de este mundo?

    El silencio absoluto reinó en esa sala, puesto a que ninguno de los miembros de otras especies quería presentar queja alguna. Los tres días de misión, y las muertes de cuatro de sus líderes, todos ellos en franjas de tiempo muy cortas, hicieron que la Sociedad Galáctica le empezara a tener miedo a la raza humana. Tras haber secuestrado exitosamente a cien ejemplares de Edagr, ellos lograron crear tácticas de defensa que evitaran que ellos pudieran volver a sustraer seres de su mundo. No todos los que salieron a pelear lograron sobrevivir, pero sí colaboraron en cumplir su cometido, puesto a que nadie quería volver a cruzarse con ellos.

    Viendo que no recibió objeciones, el yarlemiano decidió accionar los controles de la nave arca para que así pudieran alejarse definitivamente del planeta Edagr.

    — Anularé el bloqueo a sus sistemas antes de que descubran como infiltrarse en el nuestro, y luego de eso, abandonaremos este mundo — decía empezando a ejecutar nuevos comandos en su consola — Si pudiera pedir un deseo, sería que los humanos y Casseirem se encontraran y se mataran entre sí. Aunque no haya dado resultado nuestro intento, no nos equivocábamos con ellos. Solo un monstruo puede matar otro monstruo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo mío. Ya estoy por aquí para pasar a comentar este gran capítulo en los pasos que nos quedan para finalizar el trepidante clímax de esta parte. Espero que el próximo podamos leerlo en simultáneo, ya que sería algo genial y que de seguro disfrutaría. Sin más que añadir, paso directo al asunto.

    El comienzo nos muestra un flashback de cuando la comandante Fairin fue a ver a su malherido marido al hospital tras el ataque que éste recibió por parte de la Sociedad Galáctica. Por suerte, Thomas se recuperará físicamente, pero está claro que la herida mental es mucho más profunda y así queda patente cuando el hombre empieza a menospreciarse a sí mismo y a no considerarse digno de todo lo que tiene con él. Es una pena verle así, aunque debo decir que, si mi memoria no falla (o mi perspectiva no es errónea :whistle:), Thomas empezó siendo alguien débil de mente (aún recuerdo lo que hizo que Harold terminara asesinado angrysnake) y con el tiempo parecía haber mejorado ese aspecto de su personalidad, pero en momentos así te das cuenta que siempre se puede volver a tocar fondo. Como soldado, jamás debería tener esa mentalidad, pero el dolor por haber perdido a varios (principalmente a Cade) le termina llevando a lo más hondo de sí mismo. La autocrítica es feroz por su parte y me preocupa que, tal y como piensa Gwyn, tengamos otro caso Wagner. Ojalá que no, porque Thomas es más válido de lo que esos soldados inútiles dicen a sus espaldas... :angrycat:

    Tras esto, continuamos a modo flashback con Gwyn visitando a Azel y Kite para, lamentablemente, darles la noticia sobre la muerte de Cade y el estado de Thomas. Evidentemente, Kite es el que más acusa esa pérdida y no es para menos. Su dolor es palpable y pese al apoyo emocional de su propia madre y de su amigo, Kite siente esa rabia de que hayan hecho tanto daño indiscriminado a sus seres queridos aquellos de la SG. Le pide a su madre que acabe con todos y ella, pese a que no debe sentirse bien por ver a su hijo adoptivo tener esa ira contenida, le dice que así lo hará para luego pedirle a Azel que cuide de Kite, sabiendo que el joven Lakor está más entero que su propio hijo.

    Después pasamos al presente, donde vemos que Natasha descubre que Alicia ha sido asesinada. Una pérdida significativa para ella y para muchos de sus compañeros que aún no lo saben, pues Alicia estuvo presente durante mucho tiempo en sus vidas. El dolor se transforma en ira para la subcomandante Zafiro, que se propone eliminar a sus enemigos mientras estos, por boca de Fielle, deciden retirarse dado que la balanza de la lucha está inclinándose en su contra. Los humanos lanzan la ofensiva definitiva y es donde Fielle y Natasha se encuentran, dando una pelea intensa entre ambas mujeres de diferentes bandos que termina con Fielle (como no, esta vez sí le tocaba a ella :yagami:) muriendo a manos de Natasha, quién no puede evitar recordar que ha perdido a Alicia, aunque a su vez se siente aliviada sabiendo que esa batalla está ganada y que todos los yarlemianos y velivinos morirán, sea quien sea el asesino de su amiga.

    Luego pasamos a ver de nuevo a Ulrik, el hijo de Nick que ya apareció hace un par de capítulos. Su refugio de civiles está siendo fuertemente atacado por las tropas de la SG y cuando parece que van a obtener su premio, la comandante Fairin y diez vehículos llenos de soldados aparecen para derrotarlos. El niño, sin embargo, se queja de que han llegado tarde con un diálogo de resentido que, personalmente, me preocupa. ¿Acaso este muchacho va a dar problemas ahora o en el futuro? No hay necesidad para quejarse porque las autoridades lleguen tarde, como si no tuviesen más peleas en otros lados. Pensaba que el chico era listo, pero parece que no lo es tanto... :ewww:

    Finalmente, los pocos miembros de la Sociedad Galáctica que quedan con vida en la nave de Edagr tratan de contactar con Miraq, sin éxito, lo que deja en claro que han perdido en este conflicto. Sin prácticamente un líder que los dirija y sin ningún humano capturado, parece que su invasión al planeta es historia y que sus compañeros en Tralio también lo son. Decididos a marcharse de la vista de los humanos (comparándolos con Casseirem, damn... solo un monstruo puede matar a otro monstruo... es cine :shani:), parece que la SG va a terminar pronto su aparición en esta historia y por ende van a ser una especie más de las varias que hemos conocido de este universo. Me pregunto si esto será todo de ellos o si regresarán en un futuro... siempre me planteo esa posibilidad. Sea como sea, diría que la "guerra" ha sido ganada por los humanos, aunque aún falta ver que ocurre en Trailo.

    En fin, estoy deseoso de ver que se viene en el próximo, así que ahí nos vemos, amigo. Cuídate mucho. :/*-*\:
     
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  9. Threadmarks: La ciudad convertida en cementerio
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Voy a aprovechar este rato libre del día para publicar un capítulo más de esta parte VIII.

    Como estoy con tiempo limitado, no actualizo guía de personajes ni cronología por ahora. Pero trataré de tenerlo todo listo para cuando esté publicado el siguiente. Por el momento, seguimos avanzando en un clímax al que ya le queda poco para terminar.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk . Y aunque no pudimos tener leída en simultáneo el domingo pasado, esperemos que este se pueda. De igual manera, con o sin leída, da gusto verlo por aquí y disfrutando de la historia y dejando sus comentarios. Sin más para decir, dejo ahora sí el capítulo.















    La ciudad convertida en cementerio:

    Las puertas del castillo en el planeta Tralio se abrieron, dando paso a los monarcas y líderes de la especie. Hufan e Yma, tras escuchar el ruido que hizo la explosión y sentir una sacudida en el suelo, abandonaron la gran estructura junto a toda su guardia. Lo primero que vieron al salir al exterior fueron los restos de metal que quedaron del navío caído del cielo, acompañado por llamas que se extendían cada vez más a los alrededores del lugar. Pasando una pequeña hilera de edificios, todo lo que su vista alcanzaba a ver era fuego, humo, restos de escombros metálicos y casas destrozadas en su completitud.

    Ambos quedaron boquiabiertos con ese espectáculo, y no eran capaces de comprender lo que había acontecido con el vehículo espacial que usó Miraq para llegar a su planeta, por lo que buscarlo fue lo primero que hicieron. El yarlemiano estaba junto a un número muy bajo de guerreros que le harían compañía, y no fue difícil de localizar. Una vez hecho esto, ambos monarcas y sus guardias se le aproximaron. Los yarlemianos y velivinos se apartaron y les dieron el paso a las autoridades del planeta, mientras que el líder de la Sociedad Galáctica alzó la vista para verlos a ambos a los ojos. El miedo y el enfado estaban presentes en el rostro de todos ellos, pero en los líderes se notaba más intenso, y con razón según el punto de vista del yarlemiano.

    — ¡¿Qué fue lo que pasó?! — Hufan era consciente de lo ocurrido — ¡¿Cómo es que tu navío se estrelló en el suelo?!

    — ¡Un sabotaje del enemigo! — Miraq no se esforzó siquiera en disfrazar su descontento al evitar llamarlo “majestad” — ¡Anularon los controles internos y lo hicieron caer al suelo!

    — ¡¿No estaban preparados para que algo así pasara?! — Yma sentía que no fueron lo suficientemente cuidadosos — ¡No parece que al enemigo le haya costado trabajo realizarlo!

    — ¡Perdí el contacto con mi gente que iba a bordo! — Miraq quería explicar la situación — ¡No tengo idea de cómo pudo pasar algo así, pero ahora tenemos un problema más serio!

    — ¡¿Te parece que esto no es serio?! — Hufan se enojó con esa afirmación de su aliado — ¡Mira mi ciudad capital! ¡Está incendiándose!

    — ¡Y los humanos a los que expulsaron de aquí están deseando aprovecharse de eso! — el yarlemiano quería no recibir la culpa de lo ocurrido — ¡Si sigues pensando en lo que perdiste, vas a acabar perdiendo lo único que te queda!

    — ¡Eso no quita el hecho de que nuestra mejor ciudad haya quedado arrasada! — Hufan era consciente de aquello, pero no por eso se olvidó de lo ocurrido — ¡Esperé por mucho tiempo para que pudiéramos eliminar a Ybryr y poder disfrutar de la mejor ciudad de nuestro reino! ¡Ahora se convirtió en un cementerio! ¡Tú nave provocó la destrucción, y fueron los humanos quienes lo hicieron posible! ¡Quiero mi ciudad reconstruida, y eso lo tendrán que hacer o ustedes o los humanos que están capturando tus amigos!

    — ¡Los humanos tienen que fabricar las armas para que le podamos hacer frente a Casseirem, y nosotros tenemos que conseguir el alimento para sustentarlo todo! — Miraq no podía creer lo que se le echó encima — ¡Una vez que hayamos eliminado a los humanos en este mundo, destinaré a todo el personal sobrante a reconstruir los edificios, pero será tu gente la que deberá encargarse de la reconstrucción!

    — ¡No me parece un buen trato! — Yma no se mostró nada contenta con eso.

    — ¡No se trata de lo que les parezca a ustedes o no, nosotros les hemos ofrecido una participación en nuestra sociedad a cambio de que obliguen a los humanos a trabajar! — Miraq se arriesgó al decir eso — ¡La reconstrucción de su ciudad puede esperar, las armas nucleares no pueden! ¡¿Son capaces de entender algo así?!

    Ya no eran solo los dos monarcas traliod, sino que todos los guardias que estaban en el sitio empezaron a hartarse bastante de las cosas dichas por el yarlemiano que se aventuró a su planeta para pactar una alianza. Lo cierto era que todos compartían el mismo sentimiento de aprecio a la capital que sus dos líderes, y esta había sido destruida a menos de un mes de haberla conquistado tras llevar a cabo la eliminación de uno de los clanes más peligrosos de su especie. Yarlemianos y velivinos seguían a su líder en su postura, y era que ningún trabajador vital perdería su tiempo en la reconstrucción de edificios creados a partir de una arquitectura demasiado pobre.

    — Está bien — Hufan accedió a lo pedido por el yarlemiano, demostrando querer que se concretara la alianza — Serán tus trabajadores sobrantes los que nos brinden ayuda en la reconstrucción, pero la misma empezará mañana mismo. Hasta el momento, hemos perdido más de lo que hemos ganado con esta alianza.

    — Les he entregado a una gran cantidad de humanos — Miraq habló de su obsequio.

    — Y nuestra hermosa capital ahora es en su mayoría una ruina — Yma se puso del lado de su pareja — Nadie niega lo que hemos ganado, pero lo perdido es superior. Y no nos convencerás de lo contrario.

    — Ahora que todos nuestros guerreros que teníamos esperando en la ciudad para emboscar a los atacantes están muertos, tendremos que luchar nosotros también — Hufan miró a su pareja — Iremos por las monturas. Vamos a atacar todos juntos a los humanos cuando regresen. Incluso así no emparejaremos el número inicial de guardias que teníamos. Se suponía que seríamos la última línea de defensa, no la primera, pero otra opción no tenemos.

    — Con su permiso… mis majestades — Miraq optó por volver a las cortesías — Quisiera llamar a más guardias entre los míos, entre aquellos que están en el interior del castillo.

    — Adelante, yarlemiano — Yma no se refirió a él por su nombre — Pero deja los suficientes para custodiar a los humanos. Dos de mis guardias personales te escoltarán al interior de la sala para que puedas llamarlos.

    Con todo el mundo teniendo decidido lo que iban a realizar, los monarcas de la especie traliod se dirigieron a los establos en donde los animales que utilizarían como montura en la batalla descansaban. Viendo lo funesto de la situación, no tenían otra opción que ensuciarse las manos personalmente para cuando los humanos aparecieran para recuperar a los suyos. En todo el trayecto, rey y reina no podían evitar poner una expresión de dolor al ver como el fuego se extendía todavía más sobre el terreno. Una ciudad tan bella como su capital había sido convertida en el sitio de descanso de restos de un vehículo que no era suyo.

    Miraq, por su parte, tuvo que ser escoltado al interior del castillo para poder ir a buscar más guardias.

    — Si estos dos bastardos van a ir a pelear en persona, me aseguraré de que no reconozcan a los humanos que secuestramos de este mundo — pensó seriamente sobre ese tópico, ya que involucraba la posibilidad de mantener la mentira — Sería ideal que todos aquellos a quienes secuestramos de este sitio hubieran muerto en su primera entrada, y que la explosión de nuestro navío haya quemado sus cuerpos, pero eso sería pedir demasiado.

    Molesto e incómodo en cada paso que daba, puesto a que el olor repulsivo que desprendían de los cuerpos los dos traliod que le escoltaban, el yarlemiano recorrió pasillos y subió escaleras hasta que finalmente llegó hacia la sala en la cual se encontraban sus guardias, encargándose de mantener a los humanos a raya, como recursos que eran para sus planes. La sala en la que estaban siendo retenidos tenía una forma rectangular y estaba vacía de detalles, producto de la simpleza de los traliod. Solo una puerta de entrada y un ventanal por el que se filtraba la escaza luz solar que podía atravesar las oscuras nubes del cielo. Del resto, se componía por paredes, piso y techo estériles y carentes incluso de una mano de pintura, puesto a que el color era el del propio material.

    Unos sesenta yarlemianos y velivinos rodeaban a los humanos, estando treinta de estos estacionarios y los demás moviéndose de un lado a otro. Los humanos estaban situados en el centro, y pese a ser miles, eran intimidados por el hecho de que no estaban armados mientras que los guardias que los mantenían a raya sí lo estaban. Nadie quería exponer su vida, no solo porque sabían que la libertad era posible con la llegada de los humanos de Edagr, sino porque asumieron que en el resto del castillo todavía debía de haber más guardias esperándolos para así frustrar su escape. Un movimiento en falso, y podrían perder la vida sin conseguir algo que no fuera más que escapar de la sala donde estaban retenidos.

    El ver llegar a Miraq les llamó la atención, y fue por eso por lo que todos trataron de escuchar lo que iba a salir de su boca.

    — ¡A todos aquellos que se pregunten qué fue esa explosión y por qué vengo a decírselos en persona en vez de usar el sistema de comunicación, les tengo una respuesta para ambas! — el yarlemiano alzó la voz, puesto a que la sala era inmensa y quería ser oído por todos — ¡Nuestro navío ha caído al suelo, y ha provocado mucha destrucción en la ciudad! ¡Se han perdido incontables vidas tanto de guerreros traliod como de los nuestros, y es por eso que quiero que la mitad de ustedes venga conmigo al campo de batalla!

    La noticia dada por el yarlemiano dejó atónitos a todos los humanos prisioneros allí, quienes empezaron a murmurar del asombro junto con los militares de la Sociedad Galáctica. Ninguno de ellos, sin importar su mundo de origen, pensó que los humanos recién llegados serían capaces de derribar una estructura como esa para ocasionar bajas en el bando enemigo, siendo algo que no imaginaban posible.

    Acatando la orden que les dio su líder, la mitad de los guardias dejó su puesto, abandonando a los humanos en la sala mientras que se iban aproximando a la puerta. De esta manera, de los sesenta que se distribuían el cuidado de los humanos, ya solo quedó la mitad. Miraq no dijo nada más, puesto a que no quería revelar más información a quienes no lo acompañarían y mucho menos a los seres humanos prisioneros, pero solo eso que había dicho bastó para que a Gina se le ocurriera algo.

    Tras realizar el conteo de todos en el sitio y asegurarse de que fueran un número accesible, a la militar de DCT se le formó una sonrisa en el rostro. Hana, quien estaba junto a ella, no podía terminar de entender el porqué de todo eso, pero no tardaría demasiado en descubrirlo. Su madre se arrodilló para decirle algo al oído.

    — Amor, quiero que me acompañes, y hagas lo que te digo — su madre le susurró, algo que fue inaudible para todos alrededor — Es importante, y nos ayudará a escapar de este sitio.

    — Está bien, mamá — la chica no tenía pensado mostrar rebeldía en ese momento — ¿A dónde iremos?

    — A buscar a Vitali y a Valiana — su madre se puso de pie y la tomó de la mano — Quiero que te quedes con ellos dos. Lo sabrás todo cuando sea el momento.

    Ambas avanzaron entre toda la multitud buscando con la mirada la ubicación en la que pudiese encontrarse el tío de Ace. Gina, viendo una oportunidad, se sentía con la necesidad de hacer algo, pero quería confiarle el destino de su hija a alguien más en caso de que su plan no tuviera éxito. Ella se tenía confianza, puesto a que era el momento ideal según sus propios pensamientos, pero no podía arriesgarse a que su hija sufriera un trágico destino si, incluso por casualidad, su plan terminaba mal.

    No tardaron en divisar al ingeniero y a su hija, y tan pronto lo lograron, las dos se acercaron hacia ellos. Vitali y Valiana las vieron, y cuando notaron que se acercaban a su posición, supieron que se les pediría algo. Ninguno estaba equivocado.

    — Vitali, ¿puedo hacerte una pregunta? — la mujer le susurró al familiar de su amigo — Tal vez esté recordando mal, pero… ¿Dijiste que eras soldado?

    — Lo soy, aunque no soy el más valiente ni el más fuerte, o siquiera el mejor estratega — Vitali no temía ser sincero ante ella — Pero he podido luchar para sobrevivir cuando hizo falta.

    — Eso es perfecto, porque quiero pedirte un favor — la soldado le hizo saber lo importante qué era para ella — Si algo malo llega a ocurrirme, quiero que protejas a mi hija y la lleves hacia la seguridad de la nave para que pueda escapar de aquí.

    — ¿Por qué te ocurriría algo malo? — Valiana temía por lo que decía Gina, más por la vida de la mujer que por el tener que cuidar a su hija.

    — Desde que nos metieron en esta sala he tenido una idea rondando mi mente — Gina le contestó a la chica — Pero me daba miedo ejecutarla por la cantidad de guardias que había aquí dentro, y por pensar en los que pudiera encontrarse afuera. Ya que sabemos que el navío ha caído y que necesitan más presencia militar para pelear, estoy segura de que no destinarán mucho personal para tenernos aquí.

    — ¿Qué plan tienes exactamente? — Vitali no quería ser dejado afuera de eso.

    — La parte que te involucra a ti consiste únicamente en proteger a mi hija — Gina no deseaba revelarle más — Te lo encargo. Si algo llega a salir mal, quiero que ella escape de aquí.

    — Puedes contar conmigo — Vitali tenía algo en mente — Valiana, quiero que tomes a la niña de la mano, y no la sueltes. Ambas permanecerán al lado mío en todo momento.

    Sabiendo que su padre le había pedido eso para generar una mayor confianza en la pequeña Hana, Valiana tomó a la niña de las dos manos, y la acercó hacia ella, para luego colocarse cerca de su padre. Los tres vieron como Gina empezó a alejarse de su posición, moviéndose entre la multitud y aproximándose a otros humanos que en su mayoría provenían del planeta Edagr. Ninguno podía entender lo que ella tenía en mente, pero tal y como dijo, su trabajo era asegurarse de que los tres escaparan con vida de allí en caso de que algo malo ocurriera con la mujer.

    Dmitri, que no le había quitado la vista de encima a Vitali en todo momento, no se perdió lo recién acontecido, y solamente apartó sus ojos del padre de familia Lakor para clavarlos en la mujer que dijo provenir de Black Meteor. Recordando todo lo ocurrido a raíz de los actos de esa nación en el pasado, el ex líder ruso no podía estar tranquilo mientras la veía moverse de un sitio a otro.

    — Si hace que maten a alguien de los míos… — Dmitri no tenía pensado ser gentil con ella si se daba el caso — Las malas acciones de estos malnacidos no pueden quedar sin castigo. Aunque me cueste la vida, lo haré.

    Fueron unos diez minutos los que Gina requirió para hablar con sus conocidos militares, y hacerles saber lo que tenía en mente. Una vez terminada su charla, ella avanzó tranquila hacia el exterior del grupo, parándose mirando fijamente a uno de los guardias yarlemianos, y escuchando susurros que los suyos estaban realizando a sus semejantes próximos. Una sonrisa se formó en su rostro, la cual pronto reemplazó por una expresión neutral para no dar indicio alguno a los enemigos de aquello que tenía bajo la manga.

    […]

    — El olor a quemado se hace más fuerte — Ace lideraba la marcha de soldados — No estamos muy lejos. Después de lo que Xorxaik hizo por nosotros, no podemos fallar. Si fracasamos, los nuestros se quedarán aquí para siempre, y no quiero ni pensar en lo que harían con nosotros.

    El comandante Lakor tenía presente la charla con Tauvim, en la cual este le prometió ser vengado si llegaba a ser asesinado en batalla. Aunque su asesino no fue él, cierto era que se había expuesto demasiado al ser el participante más conversador de la misma. Detrás de él lo seguían Faron, Noak, Abel, Allecreod y el resto de soldados, en su mayoría de ER, para llevar a cabo el rescate.

    La moral de todos ellos estaba mucho más alta que la primera vez que entraron a la ciudad, donde el miedo de sufrir una emboscada desde cualquier sitio los acechaba. Una vez que llegaron hacia el territorio del que fueron obligados a retroceder por los enemigos, notaron lo devastado que había quedado todo.

    El navío de la Sociedad Galáctica estaba ardiendo todavía, y se requeriría de una enorme y continua lluvia para poder apagar todo el fuego que se encontraba sobre el metal y sobre el resto del césped. El suelo ya no parecía ser de tierra, puesto a que estaba cubierto casi en su totalidad por escombros ya sea que estos fueran ardientes o no. El fuego y el humo obligaron a todos a desviarse de su trayecto hacia el oeste, de manera que pudieran evitar que la propagación del fuego pudiera ponerlos en peligro.

    El castillo estaba a la vista, y desde la lejanía se podían observar unas cuantas hileras de casas desde las que el enemigo podría aparecer para atacar por sorpresa. No eran capaces de ver el suelo de los alrededores del castillo, pero nadie era tan ingenuo para creer que no recibirían una bienvenida a los tiros tal y como ocurrió la primera vez que entraron al lugar, pese a que en su mayoría ya solo habían ruinas y escombros.

    El avance de la tropa se mantuvo durante unos quince minutos, hasta que el comandante Lakor ordenó que se detuvieran todos, formando un círculo y haciéndole una señal a Faron y a Allecreod para que se pusieran de pie en el medio junto a él. Todos los demás, ya sea desde más cerca o más lejos, les rodeaban y estaban a la espera de su orden.

    — Ni siquiera llegamos a ser trescientos guerreros con las bajas que hemos sufrido ya — Ace se vio agradecido por contar con humanos de Tralio, puesto a que, de lo contrario, el número sería inferior — Pero tenemos que realizar una división. En el camino hacia aquí me debatí sobre qué sería lo mejor, y creo que he encontrado una forma de organizarnos adecuadamente.

    — Estamos atentos a lo que usted nos indique — uno de los humanos de aquel planeta esperaba las órdenes del comandante de ER.

    — Cien guerreros permanecerán en este punto — Ace dio la primera de las distribuciones — Allecreod será el encargado de dirigir a dicho grupo de guerreros.

    — ¿Cuál será nuestra misión? — Allecreod quería saber a qué debía dedicarse en su estancia en ese lugar.

    — Te encargarás de dos tareas — Ace lo miró fijamente — Tras la explosión que se ha dado en este lugar, es posible que aparezcan traliod desde otros lugares. Si eso llega a pasar, quiero que organices una defensa para impedir que interfieran con nosotros. No quiero a nadie atacándome por la espalda.

    — No es tarea fácil, pero nos aseguraremos de dejarte libre el camino de la retirada — Allecreod no tembló ante dicha asignación — ¿Y cuál es la segunda tarea?

    — Tú mismo lo has dicho — el comandante le respondió — Mantener despejado el camino de la retirada tanto para nosotros como para el resto de los humanos. No sé si todos los humanos del castillo están encerrados todos juntos o si tendremos que ir liberándolos sala por sala. Pero sea como sea, a medida que los vayamos sacando de allí, los quiero dirigiéndose hacia la nave de evacuación.

    — Es una gran idea, no había pensado en esa posibilidad — uno de los que estuvo dentro del castillo lo alabó por eso, ya que ni él conocía por completo el interior ni la distribución de los humanos.

    — ¿Cuál será la siguiente división a realizar? — preguntó Noak, quien no deseaba recibir una tarea de liderazgo.

    — La siguiente la realizaremos cuando hayamos abierto la puerta del castillo — Ace fue directo al responder — El resto de nosotros será un solo grupo mientras esa puerta permanezca cerrada. Una vez que logremos abrirla, Faron se encargará de liderar al siguiente grupo — tras decir esas palabras, el comandante miró a su amigo — Tú te asegurarás de mantener despejada la puerta de entrada para que los enemigos de afuera no nos estorben. Y a medida que vayamos sacando a la gente, quiero que los lleven de un punto a otro.

    — En otras palabras, mi grupo y yo seremos un nexo entre el castillo y Allecreod — Faron tenía bien entendido su rol — Todo para garantizar que los humanos que salgan de allí no se queden a dar ventaja al enemigo en el campo de batalla.

    — Es preciso, quiero sacar a los rescatados de la lucha lo más pronto que se pueda — Ace tenía en claro que no los quería estorbándole — Además, no quiero que entremos todos y el enemigo nos llegue a tender una trampa en la puerta. En caso de que las cosas se estén yendo a la mierda, ya sea para tu grupo o para el mío, iremos solicitándonos refuerzos.

    — Me parece un buen plan, cuenta conmigo para ello — Faron aceptó el encargo dado por su comandante.

    — Quiero que los que han vivido en este planeta estén en mi grupo de avanzada, el resto puede distribuirse a gusto — el comandante se aseguraría de tener a los mayores conocedores del lugar de su lado.

    De esa manera, ya estaban decididas las tres divisiones que el comandante creyó necesarias para que pudieran hacer más efectivo el rescate de todos aquellos prisioneros que esperaban ser liberados. Faron y Allecreod entendieron que Ace les asignó la tarea de liderar a un grupo a ellos porque Noak posiblemente no se tomaría bien tener que hacerse responsable por un escuadrón de soldados siendo que él solamente estaba allí por su familia. Y por el lado de Abel, de este nada más se podía esperar que cumpliera a su palabra de luchar con ellos a cambio de recibir la libertad absoluta.

    Allecreod no se vio sorprendido en el momento en el que el humano anciano y ex líder de Black Meteor se posicionó junto a él, dando a entender que prefería estar a su lado y que consideró que su grupo sería el que menos expuesto a la acción se vería. Ace, Faron, Noak y el resto de los soldados se alejaron del sitio, dejando en el lugar a Allecreod, que empezó a dar indicaciones a los soldados que quedaron a su cargo que se distribuyeran para establecer vigilancias sobre todas las direcciones posibles, de manera que pudieran dar una respuesta rápida ante la aparición de enemigos desde cualquier sitio.

    Una vez que todos los soldados que se adelantaron a territorio enemigo empezaron a ingresar a la última hilera visible de edificios de la ciudad, la cual separaba el campo en ruinas del castillo donde estaban los humanos a liberar, Abel, creyendo que muy pronto se acabaría la paz y comenzaría a escuchar conflicto, se acercó a Allecreod para entablar una conversación con él antes de que su presencia fuera requerida.

    — ¿Qué tal te sienta esta tarea? — el humano tenía intriga de ver cómo un ryfier se las arreglaría para liderar y proteger a los humanos.

    — No es algo que acostumbre hacer, pero entiendo que Ace me necesita a alguien de confianza, y que no quiere que mi apariencia infunda miedo en los humanos de Tralio — el ex líder de los suyos le respondió desde sus creencias — Después de todo, veo muy probable que hayan recibido hostilidad de todos los seres de otros mundos que hayan conocido.

    — Impresionante razonamiento, no lo había pensado — Abel se vio alegre de ver todo lo que consideraba Ace — Está claro que Ace se ha nutrido bastante al tenerte como consejero.

    — Ellos necesitaban a alguien que pudiera ayudarlos mientras buscaban como empezar de nuevo — Allecreod fue sincero con él y con su posición — Yo les di toda la experiencia que adquirí en mis años de vida, pero la idea de recién es todo mérito de Ace.

    — Mío también, no creo que ignores o hayas olvidado que Ace se formó como militar en mis academias — Abel se daba un poco de crédito por el soldado — Aunque le agrade poco o nada a la gente, no pueden negar que Ace no sería la misma persona sin mí. Tal vez peor, tal vez mejor. Nunca lo sabremos, pero creo que me corresponde algo de mérito por esto.

    — ¡Nuestro comandante es lo que es gracias a la experiencia! — uno de los soldados de ER que lo estaba escuchando no se perdió la oportunidad de participar en la conversación — ¡Tú no estuviste con él en cada pelea que tuvo en beneficio nuestro, así que no me parece justo que te atribuyas el mérito solo porque fue tu país el que le enseñó a pelear con un arma!

    Abel y Allecreod quedaron enmudecidos en cuanto vieron que los soldados que estaban cerca aplaudían las palabras dichas por quien había desafiado los dichos del humano. Ambos seres eran conscientes de todo el respeto que Ace debía infundir en los soldados para que reaccionaran de esa manera, incluso aunque las opiniones provinieran de alguien que en el pasado fue el líder de Black Meteor. Sin deseos de ponerse a discutir con los humanos que lo habían seguido por el universo luchando junto a él en la misión para rescatar a los que habían sido secuestrados de su mundo por la Sociedad Galáctica, el ex líder del extinto país, se apartó del lado de Allecreod y tomó su rifle con las dos manos tras haberse colgado su escudo al brazo derecho.

    — Ya empezó — Allecreod dijo, sorprendiendo a todos los que lo oyeron.

    Tal y como él dijo, cuando hicieron silencio y ampliaron su concentración, notaron como disparos provenían desde el interior de aquel conjunto de edificios en donde los enemigos posiblemente los estarían esperando para frenar sus esfuerzos de rescatar a los humanos.

    — ¡Atentos por refuerzos! — el ryfier gritó para que nadie bajara la guardia — ¡Avisen tan pronto como vean algo que cause sospecha!

    […]

    — ¡Fuego! — gritó Miraq a todos sus guerreros, mientras ponía su escudo al frente y dejaba salir ráfagas de tiros — ¡Nadie va a entrar a ese castillo!

    Las balas de los rifles que utilizaban los guerreros de la Sociedad Galáctica salieron disparadas tras recibir la orden de su único líder presente allí. En una hilera recta que protegía la puerta de entrada al castillo se encontraban Miraq y el resto de sus militares, quienes recibieron hostilmente a los humanos que se adentraron a esa última parte de la ciudad.

    Ace, Faron y Noak, junto con el resto de los soldados, se cubrían utilizando los edificios y las casas que todavía seguían en pie, todo esto con el fin de minimizar el impacto que recibirían sus escudos. Quienes no podían cubrirse en las esquinas libres puesto a que desde allí no podrían devolver el fuego, se veían obligados a utilizar los escudos para poder mantenerse a salvo de las balas y poder disparar, pero nadie se quedó atrás, y no tardaron ni diez segundos en empezar a disparar en el contraataque a los enemigos. El ruido de las balas de cualquier tipo impactando con las estructuras de concreto o contra el metal de los escudos cubrió por completo el lugar, pero no permanecería así tan pronto como un silbido en el aire empezó a ser escuchado por todo el mundo.

    Una bala de cañón impactó en el suelo, justo en medio de dos edificios, causando una explosión que no llegó a matar a ninguno de los soldados, pero sí dejó a algunos de ellos aturdidos, forzándolos a retroceder unos pasos para no verse en peligro de ser abatidos por los enemigos.

    Asomándose un poco para tantear el escenario, Ace logró identificar como desde dos torres del castillo les estaban disparando con los cañones. Traliod estacionados allí dejaban salir cañonazos uno tras otro, los cuales no impactaban en los edificios para no destruir lo poco que quedaba, pero asegurándose de que nadie pudiera moverse sin peligro por los pasillos. Desde la seguridad de la esquina de una casa, Ace disparaba su rifle mientras analizaba el campo de batalla próximo a su sitio. El ver que los enemigos allí presentes eran únicamente integrantes de la Sociedad Galáctica, lo tenía muy nervioso.

    El comandante de ER se refugió tras la cobertura cuando una bala le impactó en el casco, y antes de volver a salir a seguir peleando, tomó una decisión. Esta iría en contra de su plan original, pero el miedo que sentía al ver que las cosas no encajaban le parecieron motivo suficiente. Utilizando su armadura, y sirviéndose del sistema de comunicación provisto por el crucero robado a la Sociedad Galáctica, el comandante se puso en contacto con el ryfier.

    — ¡Allecreod, habla Ace, quiero que tú y algunos de los tuyos se acerquen a nuestra posición! — el comandante sabía que eso contradecía su orden inicial.

    — ¡No hay problema, ¿quiere que deje a la mitad atrás?! — Allecreod necesitaba conocer a cuantos guerreros podría utilizar.

    — ¡No sería mala idea! — el grito de Ace apenas era audible por los disparos.

    — ¡¿Qué es lo que ha ocurrido?! — el ryfier tenía sospechas de que algo iba mal.

    — ¡Solo hemos entablado combate con la Sociedad Galáctica, y dudo que todos los traliod que no hayan muerto en la explosión estén esperándonos en el interior castillo! — Ace le habló desde lo que veía frente a él — ¡Sospecho que se preparan para realizar un movimiento sobre nosotros, y preferiría tener refuerzos en camino! ¡Si llegan hasta el lugar y no sucede nada, ayúdennos a despejar el camino y luego regresen a su sitio!

    — ¡Entendido, comandante, voy enseguida! — Allecreod respondió, cortando esa llamada con Ace.

    Una vez realizada una acción de respaldo, Ace tomó nuevamente su arma. Cuando estaba listo para volver a disparar contra sus adversarios, el grito de uno de sus soldados le llamó la atención.

    — ¡A cubierto! — quien lanzó ese grito retrocedió corriendo para alejarse.

    Ace sostuvo su espalda contra la pared cuando sintió como un disparo del cañón impactó en las cercanías, causando un ligero temblor en la tierra y en los edificios cercanos tras haber golpeado en el suelo. El comandante estaba harto de recibir esa clase de ataques, fue por eso por lo que dio una orden a los soldados que tenía al alcance.

    — ¡Intenten acabar con esos cañoneros! — el comandante ni siquiera estaba seguro de que esa fuera la palabra correcta para referirse a sus agresores, pero logró que todos lo entendieran.

    Desde la esquina que utilizaban para protegerse de las balas enemigas, Ace Lakor se puso el rifle de combate al hombro y trató de apuntar hacia arriba, fijando su vista en los traliod que operaban una de las armas situadas en la torre más a la derecha. Una vez que los divisó, abrió fuego y dejó salir balas hacia ellos, solo para ver con terror como ninguna daba siquiera cerca del blanco que avistó, puesto a que los enemigos que operaban dichas armas no realizaron ni el más mínimo movimiento para cubrirse del ataque.

    — ¡Maldición, desde tan lejos no podremos causarles daño! — Ace protestaba viendo como su avance estaba frenado, incluso pese a la ventaja que Xorxaik les había obtenido.

    La balacera que les repartieron los yarlemianos y velivinos no se detenía, puesto a que tan pronto como alguien se quedaba sin balas, se cubría detrás de los escudos aliados para poder recargar y saltar a la acción nuevamente en contra de los humanos que buscaban acceder al castillo para liberar a sus semejantes. Balas desde el suelo, y cañonazos desde las torres, pero el mayor miedo del comandante era la ausencia de los traliod, a quienes creyó que atacarían con mayor ferocidad tras la destrucción ocasionada en la ciudad.

    Ace y el resto de los humanos atacaban conforme se los permitían, sin importar a quienes tuvieran de enemigos o con qué armas los atacaran. Los humanos que buscaban liberar a los suyos eran capaces de ocasionar bajas a los enemigos, mientras que, desde su parte, no se estaba produciendo ninguna. Pese a que no podían avanzar, no perdían nada de moral viendo que seguían sin perder a nadie desde que reingresaron en la ciudad, pero un sonido extraño fue el que llamó su atención completamente.

    — ¡¿Qué es eso?! — Noak se vio incrédulo ante ese sonido — ¡¿Una trompeta de guerra?!

    Pese a que no era un instrumento tal y como el humano lo había descrito, por el sonido que resonó en todo el lugar, supieron que estaban frente a lo que solo podría ser una señal de combate. Tan pronto como dos cuernos de batalla se hicieron oír en aquella parte de la ciudad, los cañones dejaron de disparar desde lo alto, y los miembros de la Sociedad Galáctica pusieron escudos al frente, dispuestos a realizar solamente acciones defensivas sin mostrar deseos de atacar.

    — ¡¿Por qué el suelo está temblando?! — Faron no tenía el valor de disparar al notar un ligero movimiento bajo sus pies.

    Cuando prestaron atención a lo dicho por el soldado, notaron que un temblor se hizo presente en el lugar, todo eso mientras los cuernos que resonaron seguían estando presentes. Ninguno de ellos tenía idea de a qué se iban a enfrentar, pero el miedo en esa ocasión se había sembrado en todos ellos. Con el escudo en mano y los rifles listos para disparar, uno de los humanos anticipó el peligro que se estaba por echar encima de ellos.

    — ¡Jinetes! — gritó, dejando incrédulos a todo el mundo — ¡Se nos acercan jinetes desde atrás!

    Los humanos que no habían tomado coberturas fueron a refugiarse tras un edificio ni bien lo escucharon, y quienes ya estaban a salvo del tiroteo, no se movieron de la seguridad que les proporcionaban los edificios. Cuando todos miraron en dirección a la retaguardia, pudieron ver a varios traliod montados en lomos de animales cuadrúpedos, tal y como lo gritó el soldado que los avistó primero. Asombrados al no haber visto nunca una raza que les hiciera frente de esa manera, creyendo que utilizar animales de montura era una táctica oxidada, los humanos no tenían idea de cómo responder ante dicha ofensiva.

    — ¡Embestida inicial! — gritó Hufan a todos los traliod que le seguían — ¡Yma y los suyos se ocuparán de los sobrevivientes!

    Fue el rey de los traliod el que se presentó a liderar la carga de caballería. Acompañado por unos cien guerreros más, todos armados con garrotes, estos empezaron a repartirse los pasillos entre edificios de la ciudad y a obligar a sus animales a pasar cerca de los sitios elegidos como refugios por los humanos, asegurándose de embestirlos con sus animales o de poder lanzarles ataques con sus garrotes. Los ataques con las armas de combate eran resistidos por aquellos que lograban poner los escudos al frente, pero los que sufrían embestidas de esos animales terminaban cayendo al suelo, quedando a merced de todos aquellos traliod que iban detrás del primero, pisoteando a los humanos y ocasionándoles fracturas en el cuerpo que les provocaban lesiones o la muerte, debido a que el peso de los animales con los jinetes encima era demasiado para que las armaduras pudieran resistirlo.

    Ace, Noak y Faron pudieron sobrevivir a la primera embestida llevada a cabo por el rey de aquel lugar, pero notaron que algunos de sus compañeros no fueron muy afortunados a diferencia de ellos. Al menos unos treinta soldados habían perdido la vida en ese ataque tan feroz, e incluso los escudos y rifles de algunos de ellos quedaron partidos por el brutal movimiento, por lo que algunos instrumentos y armas no eran posibles de recuperar para el combate.

    Cuando notaron que esa primera oleada era solo el principio, todos pudieron sentir como sus piernas temblaban. Luego de que Hufan apareciese para dar batalla, su reina Yma fue la siguiente en hacer acto de presencia. A diferencia de su pareja, el grupo que ella lideraba contaba con rifles de combate, y tenían pensado atacar desde la distancia.

    — ¡Disparen hasta que se queden sin munición! — Yma daba la orden yendo a la cabeza del grupo — ¡Causen todo el daño que puedan y luego apártense de la línea de fuego! ¡Haremos una nueva embestida junto a Hufan!

    La reina de los traliod fue la primera en disparar desde arriba del animal en el que estaba montada. Detrás de ella, los traliod que la escoltaban hicieron lo propio y las ráfagas de balas volvieron a impactar en los escudos de los humanos. Siendo incapaces de disparar dado a que los animales que montaban los traliod estaban en movimiento y esto ayudaba a que los disparos llegaran de cualquier sitio, la humanidad no tuvo más remedio que utilizar los escudos para bloquear la llegada de las balas hacia sus armaduras, aunque no duraría demasiado tiempo.

    — ¡Ace, son menos que los que se lanzaron contra nosotros antes, ¿deberíamos luchar?! — Faron le gritó, logrando divisar a su comandante a menos de diez metros de distancia.

    — ¡Aún no, tenemos que esperar a Allecreod! — fue el grito que lanzó Ace — ¡Si luchamos, nuestras armas se sobrecalentarán! ¡Ellos seguro planean hacernos huir hacia el castillo, donde la Sociedad Galáctica nos espera para acribillarnos!

    — ¡Pero no aguantaremos mucho más así! — Noak se agachó e inclinó su escudo a cuarenta y cinco grados para protegerse de los disparos — ¡Si nos quedamos a recibir los disparos, seguiremos perdiendo gente!

    — ¡No te muevas, Noak, he avisado a Allecreod antes de que este ataque sucediera, no tardará en llegar! — Ace quería evitar que sus soldados cometieran una imprudencia — ¡Qué nadie se mueva hasta que Allecreod aparezca!

    Quietos allí para recibir los disparos de los traliod que no dejaban de aparecer y sumarse a la balacera, Ace y el resto de los soldados no eran capaces de realizar otra acción que no fuera mover los escudos según la dirección en la que llegaban las balas para así buscar protegerse de ataques que pudieran causarles heridas fatales. Tal y como pasó con la primera embestida que realizó Hufan, el ataque de Yma estaba empezando a cobrarse vidas humanas, de aquellos cuyos escudos estaban cediendo a los disparos, o que no podían acomodarlos para bloquear la llegada de nuevos ataques.

    […]

    — ¡Menos mal que nos dio el aviso antes! — Allecreod gritó mientras veía a todos los jinetes esperando su turno de entrar a combatir — ¡Si hubiéramos llegado más tarde, todo habría sido fatal!

    — ¡Sin haber enfrentado al enemigo antes, sabía que iba a realizar un movimiento así! — Abel se sentía emocionado de formar parte de los refuerzos — ¡No cabe duda de que está atento a todo lo que le puedan echar encima!

    El ryfier y unos cuarenta y nueve humanos, encontrándose Abel Hartka entre ellos, estaban a muy pocos metros del sector de conflicto, listos para romper filas enemigas y así poder auxiliar al comandante Lakor, respondiendo al pedido de ayuda que este lanzó mucho antes de que se vieran asediados de esa manera. Cuando estuvo a muy poca distancia del bando enemigo, Allecreod dio la orden para que inicie el ataque.

    — ¡Acaben con todos, que no quede ninguno para hacerle frente al comandante! — el ryfier apuntó con la lanza y fue el primero en disparar.

    El tiro que salió desde la punta abierta de su arma viajó hacia su objetivo, impactando en la cabeza de un traliod, acción que terminó asustando al animal sobre el que estaba montado, el cual lo dejó caer al suelo para luego echarse a correr por su vida. Al darse vuelta, los traliod que estaban en las afueras de aquella entrada a la reducida zona residencial, se vieron envueltos en una lluvia de balas que los tomó desprevenidos. Quienes eran alcanzados por las balas de calor recibían una gran cantidad de daño, a lo que varios gritos de dolor salieron de sus bocas. Los animales que montaban, asustados viendo como sus jinetes eran derribados, lanzaron resoplidos al aire que delataron que algo sucedía a los guerreros que estaban tiroteando a los humanos en la ciudad.

    — ¡Yma, parece que prepararon una defensa coordinada para nuestra llegada! — gritó uno de los guardias que estaba junto a ella.

    — ¡Vamos a acabar con ellos! — Yma empezó a cabalgar de vuelta al sitio por donde entró — ¡Tenemos que forzar a que salgan al combate con la Sociedad Galáctica, y no permitir que utilicen esa ruta de escape! ¡Retirada!

    Fue la reina de todos ellos la que marcó el camino de regreso. Tras sus pasos, los traliod que la habían acompañado hacia el conflicto empezaron a seguirla para tomar el conflicto con los refuerzos de la humanidad. Al momento de retirarse, Ace, Faron y otros soldados que se atrevieron, salieron desde su cobertura y dispararon por la espalda a los últimos jinetes que buscaban retirarse. Todos aquellos que fueron alcanzados por las balas terminaron por caer al suelo tras ser golpeados en los órganos vitales por las balas de calor, lo que le daría cierta ventaja a sus compañeros que habían concurrido a evitar más bajas.

    — ¡Aquí vienen, escudos arriba! — Allecreod supo que serían asediados por el enemigo antes de que se diera su llegada.

    Obedeciendo a la orden dada por el ryfier, todos los cincuenta guerreros que habían concurrido hacia el lugar para prestar una mano a sus compañeros formaron una barricada improvisada con los escudos, justo a tiempo de recibir los disparos que Yma y el resto de los traliod les lanzaron encima. Sin verse contentos al ver que su respuesta fue frenada, la reina de los suyos dio una orden arriesgada, puesto a que no encontró otra alternativa posible.

    — ¡Embístanlos y rompan su formación! — Yma empezó la carga en su contra — ¡No dejen de disparar al atacar!

    Hicieron caso a la figura de autoridad presente, y los traliod salieron al ataque con los rifles apuntándoles a los humanos que estaban al frente, quienes no pudieron devolver el fuego enemigo dado a que hacerlo solo los podría exponer a recibir un tiro de gracia que terminaría con sus vidas. La fuerza de esos animales de montura era tal que ninguno de los humanos que recibió el ataque de manera directa pudo mantener la posición. La formación defensiva que Allecreod ordenó formar se rompió al instante, y cinco de los que participaron se enfrentaron a la desgracia de encontrarse con la muerte cuando las bestias les pisaron el pecho o la cabeza, dañándoles órganos vitales tras haber atravesado el metal de sus armaduras. Sin la formación defensiva para hacer algo por ellos, Allecreod, Abel y otros seres humanos dispararon en contra de los traliod, mientras que el resto optaba por abrirse de modo tal que hubiera espacio para apartarse cuando los jinetes realizaran cargas como esa.

    — ¡De nuevo, ataque frontal! — ordenó la reina de los traliod.

    Esta vez, ella eligió no participar. Más de la mitad de los guerreros que iban con ella, quienes habían tomado una distancia de más de cincuenta metros de los humanos, retomaron su acción inicial y volvieron a realizar una carga contra los humanos. Estos, conscientes de que su formación defensiva no les serviría de nada, alzaron escudos y empezaron a moverse tratando de dificultarles el trabajo de apuntar a los enemigos, todo esto mientras empezaban a devolver el fuego.

    Los traliod que eran alcanzados por disparos ya sea de la lanza de Allecreod o de los rifles de calor, terminaban encontrándose con una muerte rápida, puesto a que sus pieles no tenían la resistencia suficiente para soportar el daño recibido, cosa que no acontecía con las balas de los rifles de los primeros humanos en visitar su mundo.

    Abel, notando que su puntería era muy deplorable y que no podía llevarse la vida de ningún enemigo, cosa que lo volvía más un estorbo que un alivio, optó por luchar con su poder al que conocía muy bien. Soltó su rifle al suelo ante la atónita mirada de los soldados aliados y enemigos y empezó a acumular calor en sus manos. El primer fragmento de energía que lanzó fue directo al rostro de un traliod, cuya piel, totalmente sensible a un poder como ese, terminó quemándose, además de que sus glóbulos oculares quedaron quemados por completo. Gritando de forma agónica, el jinete traliod quedó sin poder ver nada, y terminó siendo la víctima de un humano que le apuntó de forma precisa con su rifle, derribándolo del animal en el instante.

    El segundo de los fragmentos que lanzó terminó golpeando en la frente a otro de los jinetes enemigos, provocándole una ligera desestabilización que hizo que su montura se moviera de forma irregular. Allecreod, aprovechándose de ese momento de debilidad, apuntó firmemente con su lanza y con un tiro preciso en medio de los ojos, logró destruirle su cerebro y tirarlo del animal, cosa que frenó su ataque.

    Las acciones de Abel no pasaron desapercibidas para Yma, quien supo que era crucial que pudiera quitárselo de encima.

    — ¡Con ese bastardo lanzando esos ataques, no tienen que asesinarnos, les basta solo con herirnos y nos dejarán fuera de combate! — gritó la traliod a todos los suyos — ¡Retrocedan, realizaremos una nueva carga centrada en ese humano!

    Los jinetes que estaban más cerca de su líder, pegaron una media vuelta en carrera y volvieron hacia la posición de la que habían partido. Todos llegaron a divisar las acciones que Abel tomó, pero no lo consideraron una amenaza muy seria hasta que su líder no eligió que era prudente que tomaran la precaución debida para tratar con él.

    — ¡Los ataques de energía les están causando mayor daño físico! — Abel le indicó a Allecreod mientras veía a los enemigos retroceder para prepararse para un nuevo ataque.

    — ¡Es un gran descubrimiento, pero será mejor que no lo gasten todavía! — Allecreod no quería que todos se vieran contagiados por él para atacar de forma desmedida — ¡Recuerden que su poder es limitado, lo mejor que pueden hacer es reservarlo para el tramo final de la misión! ¡Aquellos que apunten mejor con los rifles, úsenlos! ¡Pero quien se sienta más cómodo con la energía, no dude en atacarlos!

    — ¡Acabaremos con ellos cuando vengan por nosotros ahora! — Abel podía ver cómo los últimos enemigos terminaban de retroceder — ¡Luego de eso, regresaremos a nuestro puesto!

    Tal y como lo había dicho el ex líder de Black Meteor, los traliod que habían retrocedido, se preparaban para una nueva carga en contra de ellos. Su llegada oportuna permitió quitarle una complicación de encima al comandante Lakor, en el momento en el que parecía que la batalla se iba a torcer para todos ellos. El ryfier y los humanos que todavía estaban vivos, esperaban pacientemente por una nueva embestida de los jinetes a los que acudieron para enfrentar.

    Yma, sin haber perdido de vista ni un solo segundo al humano que aparentaba tener la mayor edad, tenía en claro que debía acabar con él.

    — ¡Tenemos que matarlo antes de que nos saque del combate! — la traliod se preparó para dar la orden — ¡Carguen contra ellos y acaben con todos!

    Tras ese grito de guerra, los jinetes traliod empezaron a gritar al mismo tiempo que daban la orden a sus animales para que partieran al ataque en contra de los humanos.

    — ¡Uno y dos frente a mí! — la mujer habló en medio de la carga.

    Preparados para ir directo en contra de Abel, dos jinetes se movieron a gran velocidad al mismo tiempo que el animal sobre el que viajaba la reina de los traliod reducía su marcha, permitiendo así que la mujer fuera el tercer y último eslabón de una fila de tres guerreros que marchaban sobre el humano más peligroso.

    — ¡Aquí vienen! — Abel empezó a cargar energía en sus manos.

    — ¡Disparen a matar, minimicen el gasto de balas! — Allecreod quería que los humanos atacaran de manera precisa en el combate.

    Las balas salieron disparadas de los cañones y atravesaron el campo de batalla yendo en solo dos sentidos posibles. A medida que los traliod se acercaban más, los escudos empezaron a recibir los disparos, y la humanidad tenía que empezar a moverse para evitar recibir disparos tan directos que pudieran dañar sus herramientas de defensa.

    En el momento en el que Abel vio a uno de los jinetes acercándose a él, fijó su vista en su objetivo, y arrojó el tercer fragmento de energía. El primero en la fila trató de apartarse moviéndose a la izquierda, sin poder esquivarlo por completo, pero asegurándose de que solo su ojo derecho recibiera el daño. Había quedado totalmente ciego de aquel ojo, y el grito que lanzó le hizo ver al resto que el calor que expulsaban los humanos no era algo a lo que pudieran subestimar. El ex líder de Black Meteor, harto de no poder agenciarse la baja de ningún enemigo, volvió a acumular energía en el brazo con el que no cargaba el escudo, y cuando tuvo al segundo traliod a su alcance, dejó salir tres fragmentos consecutivos liberando entre los tres todo el calor que había almacenado. El enemigo que iba acercándose a él, consiguió levantar ambos brazos y ponerlos en cruz frente a su rostro, recibiendo quemaduras graves en las extremidades, pero salvándose de que un impacto tan fuerte le diera en el rostro. Con un grito ahogado en su garganta, seguía con la vista puesta en el humano, listo para lanzarle una embestida con su animal. Abel, quien creyó que podría derribarlo con su ataque, al ver que no había conseguido lo que se propuso, tuvo que moverse conforme sus piernas se lo permitieron y apartarse corriendo hacia la derecha mientras levantaba su escudo para evitar otras balas que se le aproximaban desde el frente.

    — ¡A la derecha, Yma! — gritó el traliod que estaba pasándole de largo.

    Antes de que Abel pudiera ver que una enemiga se le acercaba de frente, este recibió el impacto directo de la embestida que le provocó el animal comandado por la reina de los traliod. Siendo ya más viejo que en sus años de gloria, el golpe que recibió bastó para quebrarle ambas costillas, las cuales se quebraron al mismo tiempo que el humano anciano caía al suelo muy adolorido. Gritó conforme podía por el dolor que sentía, cosa que le demostró a Yma que este seguía respirando, por lo que no tuvo más remedio que lanzar una orden a quienes venían desde atrás de ella.

    — ¡Que no se levante del suelo! — Yma tenía en claro que esa debía ser la última acción necesaria para acabar con él.

    Siguiendo las órdenes que su líder les había otorgado, tres jinetes que se acercaban cabalgando desde atrás, apuntaron a la carrera contra el humano. Estando el anciano retorciéndose en el suelo, no consiguió hacer demasiado para defenderse. Las balas que impactaron en su armadura ya bastante frágil tras el impacto recibido, quedando con un par de fracturas superficiales, consiguieron atravesar su carne e impactar en varios órganos vitales que fueron alcanzados irremediablemente con ese ataque. Una bala a un pulmón, otra al corazón y tres al cerebro fueron suficientes para que el humano que otrora fue el mandatario de una nación en la Tierra perdiera la vida, aunque eso no evitó que muchas otras impactaran en su carne.

    — ¡Mierda, no usen su energía, solo se volverán blancos prioritarios! — Allecreod solamente pudo mirar esa escena sin poder actuar, dado a que debía cubrirse con su escudo y devolver los disparos.

    Luego de percatarse de que era aquella guerrera con voz femenina la que estaba dando todas las órdenes en el combate, el ryfier quiso atacarla para dejarla fuera del juego. Una vez que todos los enemigos que se lanzaron a la carga los habían atravesado, el ryfier se volteó y empezó a disparar mientras apuntaba conforme podía con su lanza. Se asombró en gran medida al ver que la rival a la que quería matar inclinaba su cuerpo y daba indicaciones a su montura para apartarse exitosamente de la línea de fuego.

    — Tengo que derribarla antes de que siga ocasionando bajas en nosotros — el ryfier tuvo una idea que creyó que le podría servir — Ojalá esto dé resultado.

    — ¡Continúen cargando hasta eliminarlos! — Yma no quería dar descanso a los refuerzos de los humanos enemigos — ¡Luego volveremos a luchar en la ciudad!

    Con la cantidad de bajas en sus filas aumentando considerablemente, teniendo ya trece soldados menos, incluyendo a Abel, Allecreod supo que, si no le ocasionaba un golpe moral a los traliod, ellos terminarían doblegando sus fuerzas, y obligando al comandante Ace Lakor y al resto de los soldados apostados en la ciudad a que volvieran a solicitar ayuda. Los traliod que habían aparecido repentinamente para causar daño desde la retaguardia, no tardaron casi nada en volver a atacar una vez que su líder les dio la orden para que se movieran. Allecreod dejó salir un total de seis disparos lanzados de forma frenética, todos ellos dirigidos hacia Yma. Ninguno de los seis estuvo cerca de impactarle, pero todos pasaron lo suficientemente cerca como para captar su atención.

    — Un ser no humano, y usa otra clase de arma — pensaba la mujer tras analizarlo más de cerca — Es el único presente aquí. Será mejor que me lo saque de encima pronto.

    El ex líder ryfier sonreía al ver que la traliod estaba cargando a toda velocidad en su dirección. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de no fallar el tiro más importante que iba a realizar, y si lo podía conseguir, acabaría con ella. En caso contrario, él sería quien terminase perdiendo la vida. A medida que Yma se acercaba a él a todo galope a lomos de su animal, el ryfier lanzaba disparos en su contra. Ella los vio venir, y pese a la velocidad de la que estos salían del arma, logró anticiparse a los tiros del ryfier y le bastaba con agacharse o apartar a su montura de la línea de fuego para esquivarlo.

    Allecreod, luego de intentar y fallar tres tiros más, activó el mecanismo de su lanza que hizo que la punta se cerrara y empezase a girar sobre su eje a gran velocidad utilizando fuerza centrífuga. La traliod no lo pudo notar, y viendo que este ya no le estaba disparando, asumió que se quedó sin balas, por lo que dio una patada a su animal para acelerar su paso y darle una embestida poderosa. El ryfier la esperó hasta que estuvo a menos de dos metros y fue allí que con un movimiento ágil, realizó un lanzamiento con su lanza directamente sobre la reina de los traliod. Ella, al estar tan cerca como para poder realizar una maniobra evasiva, lo terminó recibiendo justo entre la zona media entre su cuello y su pecho. Por la fuerza del lanzamiento y el giro tan veloz de la punta, esta se incrustó de lleno en el cuerpo de la mujer, que cayó de espaldas desde arriba de su montura por el poderoso impacto que recibió. Su caída fue tan violenta dada la inercia que le provocó el recibir ese impacto mientras se movía con tal rapidez que su espalda y su nuca terminaron golpeando de lleno el suelo. Su cráneo y su columna sufrieron una fractura que, sumada al daño a sus órganos internos propiciado por la lanza, acabó ocasionándole una muerte rápida e instantánea.

    Allecreod sonreía al haber acabado con ese lanzamiento tan preciso con la líder de sus enemigos, y un grito de los guerreros que iban junto a ella no tardó en hacerle ver que sus esfuerzos habían valido la pena.

    — ¡Yma! — gritó uno de los jinetes, que dejó de disparar para centrarse en ella — ¡Nuestra reina Yma… la han derribado!

    — ¡Asesinaron a Yma! — atemorizado por eso, uno de los jinetes se apartó del campo de batalla — ¡Retírense, debemos darle el aviso a Hufan!

    Yéndose a correr para poder recuperar su lanza antes de que más enemigos se le echaran encima, el único ryfier en el equipo miró a sus alrededores para observar como la caída de su líder en sus manos surtió un efecto inmediato sobre todos los que estaban a la ofensiva. Los traliod que llegaron con la misión de forzar el avance de Ace y el resto del escuadrón a un encuentro mortal contra los militares de la Sociedad Galáctica empezaban a dispersarse. Varios de ellos morían en el intento ya sea de huir de la batalla y abandonar la pelea, mismo destino que sufrieron quienes se alejaban para ir a dar el aviso a su monarca sobre la muerte de su reina.

    Allecreod se acercó al cuerpo muerto de Yma, y tan pronto como tomó la lanza en sus manos, la separó del cuerpo de la primera víctima a la que había asesinado de esa forma en mucho tiempo. Tras el abandono de todos los traliod enemigos, Allecreod se dio cuenta de que su juicio tanto al identificar a la figura de autoridad como al acabar con ella fue lo correcto.

    — Ojalá no hubiéramos perdido a tantos — pensaba el ryfier mientras miraba los cuerpos de los humanos que murieron ya sea embestidos o acribillados por los traliod, incluyendo al cuerpo de Abel Hartka, quien en su momento fue su compañero de celda — Me pregunto si ya falta poco para que esto acabe y podamos regresar a casa. Ahora que tenemos menos soldados para escoltar a los humanos a la nave, esta maldita misión podría prolongarse por más tiempo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola. Que bueno que pudimos juntarnos este finde para hacer la leída en simultáneo, había muchas ganas de ello. Viendo que el clímax está por concluir, este capítulo ha sido pura acción a raudales, con dos muertes impactantes por los personajes que son. Gran capítulo, paso a comentar lo más destacado.

    Tal y como se ve en el inicio, retomamos más o menos tras el final del último capítulo que tenía el pov de la situación de Tralio. El sacrificio de Xorxaik y la destrucción de la nave de la Sociedad Galáctica sobre la ciudad principal de los trailod le da una oportunidad a Ace y el resto de salvar a los humanos retenidos en el castillo. Evidentemente, Hufan e Yma no están nada contentos al ver que esa alianza que han formado con Miraq les está dando más problemas que beneficios... y a la vista está. Cero humanos les han traído desde entonces y han perdido su capital, por así decirlo. El líder yarlemiano tampoco se queda atrás en sus argumentos, pero sabe que su unión está en riesgo, así que no tiene otra que disponerse a pelear. Sus majestades traliod acceden también a formar parte del conflicto y así es como se preparan para una nueva batalla. :shani:

    Tras esto, vemos que Ace dispone a sus soldados de diferente manera, teniendo clara la estrategia. Allecreod se quedará atrás junto a Abel y unos cien soldados más para proteger la retaguardia y a su vez la vía de escape una vez rescaten a los humanos del castillo. Faron estará entre medias con un grupo y Ace, junto a Noak y los soldados que estuvieron en Tralio, son la punta de la lanza que tiene como objetivo dicho castillo. Así es como la lucha da comienzo y debo puntualizar que las dotes de liderazgo del comandante Lakor son espléndidas, al menos desde mi punto de vista. Hay que agradecer a Zion, incluso a Morris (si nos ponemos así también podría agradecer su parte de culpa a Abel, Allecreod... :ewww:) que hayan contribuido a formar semejante soldado, con gran desempeño en combate e inteligencia para moverse en el. Aparte de eso, la narración del conflicto es espectacular, amigo mío. Te aplaudo por eso porque en muchas ocasiones consigues que el lector se imagine casi todo a detalle y no es nada fácil hacer algo así. Te tengo envidia sana en ese aspecto, te felicito por ello y me alegra que sea así. En definitiva, excelente narración de lo que sucede en la acción. :dancecat::clap:

    Viendo que la situación no es fácil, Ace solicita refuerzos a Allecreod, quien acude con su grupo para dar un ataque sorpresa. Este surte efecto, en cierto modo, e incluso podemos ver que Abel cambia su arma de fuego por su energía, la cual al parecer afecta bastante a los traliod. Esto no pasa desapercibido para Yma, que está presente en esa lucha en particular y ordena atacar al ex líder de Black Meteor. Su contribución a la batalla empieza a ser eficiente hasta que la reina traliod termina por asesinarlo una vez lo embiste con su montura y sus soldados lo agujerean a tiros. Hasta aquí llegó Abel Hartka y bueno, que decir, tuvo un largo viaje. Nunca fue querido pero su personaje ha sido relevante, así que no ha estado nada mal su camino. :vibing:

    Allecreod ve la muerte de su ex compañero de celda y se percata de que esa traliod que monta a un animal parece estar liderando a sus enemigos, por lo que entiende que eliminarla sería un golpe moral para estos. El ex líder ryfier no lo duda y llama su atención a dispararle con su lanza (que pedazo de arma tiene Allecreod, dispara y sirve como lanza, es top :nice:), cosa que consigue, ya que Yma se lanza a su ataque. Ella esquiva los disparos de Allecreod pero éste tiene un as bajo la manga y es que cuando parece que no tiene más balas o que no puede acertar en el blanco y la reina traliod avanza para embestirle, la espera pacientemente a tenerla a tiro y le lanza la lanza (valga la redundancia :yagami:) para incrustársela entre el cuello y el torso, derribándola de su montura y matándola prácticamente al acto. Tremenda kill por parte del ryfier que sin duda se lleva mi aplauso por eliminar a Yma, a la que estaba deseando ver morir (al igual que a Hufan). Sin duda, su muerte afectará a todos los traliod y en especial al rey, que con suerte será el próximo en caer. :angrycat:

    En fin, amigo, ha sido un gran capítulo y estoy deseoso de ver que se viene en el próximo, el cual preveo que debe ser el último del clímax. Estará interesante. Cuídate y hasta pronto.
     
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  11. Threadmarks: Adiós a la oscuridad
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    43
     
    Palabras:
    14008
    Saludos. Aprovecho un ratico libre de este domingo antes de ponerme a chambear para publicar el capítulo 38 de esta historia. Será (como pueden ver) el capítulo más largo del clímax y también de la parte. Ya estamos muy próximos al final, así que va a ser tiempo de cerrar los cabos actuales (o no) y de ir mostrando los siguientes (o no).

    Quiero agradecer de corazón a mi gran amigo Manuvalk por las juntadas con leídas en simultáneo y los ratos de diversión que tuvimos por Discord este finde, y que ojalá se puedan repetir por lo pronto, ya que hacen bien al alma tras una semana de no poder juntarnos.

    Aprovecho para agradecer también a Elliot, quien sabe los motivos por los que no recibe etiqueta, pero sé que tarde o temprano llegará hasta aquí.

    Y bueno, esta vez sí hice los deberes y actualicé cronología y guía de personajes.

    Sin más para decir, dejo la historia.



















    Adiós a la oscuridad:

    El sonido de los disparos que ocurrían en el exterior del castillo, incluidos los cañones, estaban empezando a llegar a los oídos de quienes estaban allí dentro. Era la señal de que los humanos estaban luchando para liberarlos, y fue ese mismo instante en el que Gina decidió que sería un gran momento para poner en marcha su plan para ayudar en el escape, con tal de facilitarle las cosas a todos los que estaban luchando en la zona exterior.

    La mujer miró a Vitali y Valiana, a quienes les había confiado a su hija, y tras ver que estaban los tres a salvo, empezó a silbar para enviar la señal pactada a todos los militares con quienes había hablado. Bastó que uno de ellos la escuchase para que ese silbido fuera replicado por él y por quienes estaban alrededor. Los guardias de la Sociedad Galáctica miraron de reojo a los humanos, quienes empezaron a hacer ruidos, pero no los tomaron en cuenta. Creían que todo eso que hacían era una forma de ayudar a bloquear el ruido de afuera y tranquilizar a los más jóvenes, sin llegar a sospechar que un plan secreto se estaba formando entre toda esa multitud. Gina Hauk y los soldados a quienes les confió su plan, empezaron a acumular grandes cantidades de energía de calor en sus manos, tratando de formar fragmentos lo más dañinos posibles. Tras un minuto y medio de silbidos, tal y como se acordó, todos liberaron su energía sobre los guardias que estaban inmóviles a su alrededor, golpeándoles la cabeza. Algunos de estos quedaron bastante aturdidos y cayeron al suelo, mientras que otros todavía estaban de pie, aunque tambaleándose.

    — ¡Por sus armas! — Gina lanzó un grito que resonó en toda la sala, que empezaba a llenarse de los murmullos de la gente.

    La soldado y todos aquellos con quienes compartió su plan se lanzaron en grupos de tres o cuatro contra cada uno de los soldados, siendo acompañados también por otros militares de Tralio quienes decidieron aportar un poco en el plan. Mientras un par derribaban a los guardias con tacleadas, otros se encargaban de recolectar las armas de fuego, las cuales cayeron de sus manos. Los yarlemianos y velivinos se resistieron conforme pudieron, pero los humanos los superaban en número y en fuerza bruta, ocasionando que quedaran retenidos en el piso ante el agarre de los humanos que los tenían prisioneros.

    — ¡Al fin tenemos la oportunidad de salir de aquí! — festejó un soldado, apuntándole al visor del casco de un enemigo — ¡¿Acabamos con ellos?!

    — ¡No, no gasten balas en enemigos derrotados! — Gina no quería que se desperdiciara lo poco que tenían — ¡Necesitamos estas balas para recorrer el castillo y asesinar a los traliod que operan los cañones en las torres!

    — ¿Qué haremos con ellos? — preguntó una mujer de Tralio — No nos dejarán escapar.

    — Despójenlos de sus armaduras — Gina, portando uno de los rifles del enemigo, tenía una misión en el interior del castillo — Mátenlos a golpes, así no serán un problema, y procuren que no puedan llamar a los que están afuera para pedir ayuda.

    — ¿Todos los demás nos vamos a esas torres? — preguntó otro de los militares de Edagr.

    — Así es, necesitaremos ser acompañados por alguien que haya estado antes en este lugar — Gina quería que fuera una maniobra rápida — Así no perderemos tiempo. Cuando regresemos, buscaremos la manera de salir todos juntos.

    — Yo ya he estado aquí antes — Dmitri se apartó de entre la multitud y se aproximó al grupo — No soy militar, pero he paseado por los pasillos de este castillo. Trataré de buscar el camino más corto hacia esas torres.

    — Yo también estuve aquí.

    — Yo igual.

    — Perfecto, así podremos dividirnos en grupos — Gina veía toda la escena con gran optimismo — Llegó el momento de que salgamos de esta sala para ir a ayudar a quienes tratan de salvarnos ahora mismo. ¡Síganme, y procuren mantenerse alerta en todo momento por si aparecen enemigos!

    Luego de haber dado esa orden, Gina miró a Vitali y Valiana una vez más, ambos cuidando a su pequeña hija. Al mirarla a ella, reconoció una expresión de miedo en sus ojos, puesto a que ella seguro temía que algo malo pudiera pasarle a su madre. A Gina tampoco le gustaba hacer lo que estaba haciendo, pero su responsabilidad como soldado no acababa solamente en su planeta. Ayudar a la gente cautiva allí era algo a lo que estaba dispuesta a hacer. Tras hacer un gesto de beso para su hija, la mujer abandonó el lugar una vez la apertura de la puerta que conectaba esa sala con el resto del edificio fue abierta.

    Uno por uno, los humanos veían como varios entre los suyos se marchaban para luchar y contribuir a la salvación de todos los cautivos allí. Vitali, teniendo a Valiana y a Hana frente suyo, decidió hacer algo para proteger a la menor.

    — Valiana, van a matar a los enemigos — Vitali dijo, referenciando a los miembros del ejército de la Sociedad Galáctica — Cúbrele los ojos a Hana. Que no vea esto.

    — Muy bien, papá.

    La chica lo obedeció sin cuestionárselo demasiado. No quería cubrirle los ojos, ya que eso lo veía como un acto horrendo, algo que le rememoró los días en que estuvo cautiva en el calabozo de ese mismo castillo. Fue por eso por lo que abrazó con fuerza a la chica e hizo que apoyara su cara contra su cuerpo, de modo que no pudiera ver, pero sin darle una sensación de asfixia muy notoria.

    Vitali se encargó de ver con sus propios ojos, pudiendo hacerlo, como varios conocidos suyos forcejeaban en contra de los yarlemianos y velivinos allí presentes. El enemigo se resistía, pero al final, esos esfuerzos resultaban ser inútiles. No importa cuánto intentasen luchar, los humanos conseguían arrebatarlos de sus armaduras, dejándolos expuestos sin arma o algún instrumento de defensa a su alcance. Tras quedarse indefensos ante el ataque tan violento de una turba furiosa, puños y patadas empezaron a lloverles a la cabeza de cada uno de ellos. La sangre no tardó en aparecer, y sus vidas empezaban a esfumarse de sus cuerpos, producto de los golpes vengativos arrojados por una humanidad furiosa que deseaba ser libre, y cobrarse todo lo que habían tenido que sufrir, no solo desde su llegada, sino también desde que los traliod los terminaron capturando.

    […]

    Hufan se acercó junto a su montura y en compañía de sus jinetes hasta el sitio en donde Miraq y sus guardias se encontraban. El ataque de Yma era la última sorpresa que los tomaría desde la retaguardia, y una vez que los humanos empezasen a salir de su refugio en los muros del interior de los últimos edificios en pie de la ciudad, ellos tomarían acción nuevamente, acabando con las vidas de todos los enemigos, y pudiendo quedarse tranquilos de que tendrían un problema menos.

    — Si tan solo hubieran llegado cuando mis compañeros estuvieran en camino — Miraq le habló al rey de los traliod, buscando quitárselo de encima pronto — Pero las cosas no siempre salen como uno las planea.

    — Me imagino que, si lo hicieran, tú y los tuyos jamás habrían aparecido ante mi mundo — Hufan le dijo, en un tono más compasivo que burlón — Y quizá no habría visto como tu gran nave espacial terminaba destruyendo mi capital.

    — Si quiere a un culpable, elija a alguien entre los humanos o Casseirem — Miraq no quería que se siguiera tratando ese tema — Échele la culpa a quien a usted prefiera. No es asunto mío. Pero no nos haga responsables por algo que escapó a nuestro control.

    — Verás, Miraq, por como yo lo veo… — Hufan empezó a escuchar ruidos provenientes desde el castillo, y eso lo hizo callar.

    Miraq estaba algo confundido al respecto. Estaba aliviado por no tener que tragarse el aliento podrido que salía de la boca del traliod, pero se extrañó al ver que su frase quedó a medio camino. Cuando se volteó para mirarlo, notó que este estaba dando vuelta su montura, todo mientras ponía sus ojos en el cielo, precisamente en las dos torres del castillo donde tenían apostados los cañones para librar batallas contra los humanos.

    Con el tiempo, el yarlemiano también pudo escuchar y reconocer inequívocamente los ruidos que provenían desde el interior de aquella gran estructura. Disparos de arma de fuego, siendo sus soldados los únicos que contaban con dichos elementos para utilizar. El horror se apoderó de él, pero fue mayor en la cara del traliod, cuando una hipótesis llegó a su cabeza.

    — ¡Tus guardias… le están disparando a los humanos! — Hufan se veía muy molesto con él — ¡¿Diles que se detengan?!

    — ¡Es imposible, mis guardias no necesitarían disparar de forma tan insistente! — el yarlemiano le refutó la declaración — ¡Creo que los humanos han escapado de su control y están tratando de salir del castillo!

    — ¡Maldita sea, estos malnacidos nunca aprenden a rendirse! — Hufan se veía bastante frustrado con ese escenario frente suyo — ¡Si es cierto que tus guardias fueron vencidos, quiere decir que son incompetentes! ¡Me haré cargo de la situación en mi castillo, tú mantén a los recién llegados lejos de mis puertas!

    — ¡Será un placer servirlo de esa manera, majestad! — Miraq le respondió con un sarcasmo que no fue percibido por el traliod.

    Hufan lanzó un grito a los suyos, y fue allí que sus jinetes se aproximaron para acercarse a su líder. Miraq, por su parte, se apartó del sitio para darle el paso a los traliod que iban a entrar al interior del castillo sobre sus propias monturas. Con una sonrisa que no fue percibida por nadie más que él, vio como los jinetes traliod formaron una hilera y como se adentraban al interior del castillo para hacer frente a los humanos que estuvieran tratando de escapar del planeta.

    Mientras los traliod ingresaban a grito de guerra, Miraq no cabía dentro de sí mismo por la felicidad al ver que solamente él y los suyos quedaron afuera para recibir a los humanos cuando escaparan de la trampa planteada por los traliod. Ante la ausencia del rey, solo debía procurar que ni Yma ni los suyos reconocieran entre los cuerpos a algún soldado humano que Cerv pudiera haber secuestrado en el pasado. De ser así, su mentira acabaría perdurando con el tiempo, sin que nadie entre sus nuevos aliados lo sospechara nunca más.

    — Que alegría que me da el ver lo inepto que puede ser ese asqueroso traliod algunas veces — Miraq congregó a los suyos frente a la puerta del castillo, la cual quedó abierta tras el ingreso de los traliod — ¡Nos toca esperar por la arremetida de los humanos! ¡Contaremos con el apoyo de la reina Yma en persona! Procuren dejar irreconocibles los cuerpos de los seres humanos que vean en el campo de batalla.

    Esas últimas palabras las dijo por medio del sistema de comunicación interno de su armadura, de modo que ninguno de los traliod pudiera oírlas por un posible descuido de sus palabras de felicidad. Aunque sabía que sus guardias podrían estar heridos o incluso muertos en el interior del castillo, era indudablemente una oportunidad para que Hufan estuviera lejos del campo de batalla, apartado de humanos que pudiera reconocer y que pondrían en peligro sus planes y su alianza.

    — Si salen con vida de esa masacre, los voy a compensar con mi gratitud eterna — Miraq pensó en los que había dejado allí — Y si acaso han muerto, les aseguro que nadie en la Sociedad Galáctica los va a olvidar.

    — ¡Miraq, se aproximan los humanos! — gritó un velivino, llamando la atención de su líder.

    Con su escudo colgando del brazo y el rifle en sus manos, el yarlemiano levantó la mira y apuntó directo hacia el sitio en el que terminaba la última línea de edificios que quedó en pie tras la caída al suelo de su navío. De un momento a otro, una gran cantidad de soldados humanos se apareció entre las calles y empezaban a disparar sus balas de forma desmedida contra ellos. Usando sus escudos para minimizar el daño, Miraq dio la orden a sus militares, y fue así que empezó un nuevo tiroteo en tan solo un solo día de tiempo real en el planeta Tralio.

    — ¡Aprovechen cada una de sus balas! — Miraq no quería que se volvieran imprudentes en ese momento — ¡Céntrense en los que están al frente! ¡Yma nos quitará de encima a los de atrás!

    Los minutos pasaban, las balas de sus armas iban al frente mientras que a ellos les llegaban los disparos de calor de los rifles humanos. La lucha estaba volviéndose cada vez más y más duradera, y al yarlemiano se le hacía muy extraño ver cómo la reina de los traliod, en quien confiaba para ayudar a terminar la batalla, estaba ausente para cumplir con su parte en el conflicto.

    — ¡¿En dónde está esa maldita?! — Miraq ni siquiera se dignó a llamarla por su nombre.

    A medida que los segundos avanzaban, más humanos empezaban a salir desde el interior de esa línea de edificios, causando que la batalla se volviera más complicada para todos ellos. Quienes portaban escudos se encargaron de formar una barrera para bloquear disparos enemigos, permitiendo a sus aliados que estaban desde atrás seguir formando parte del tiroteo. Cada segundo que transcurría, el yarlemiano veía como los humanos no hacían más que amontonarse en ese sector, y de seguir llegando, la batalla se haría insostenible.

    — ¡Mierda, hay que apartarnos de aquí! — Miraq sabía reconocer que estarían ante una derrota segura si no se movían — ¡Lucharemos con ellos mano a mano en esa ciudad!

    — ¡Pero así entrarán al castillo! — uno de los velivinos sabía que apartarse solo le daría ventaja al enemigo.

    — ¡Dejemos que Hufan se encargue de esto por ahora, y cuando Yma llegue a darnos una mano, entraremos y los liquidaremos, eliminando sus rostros! — el líder de la Sociedad Galáctica tenía presentes los riesgos — ¡Tenemos una misión que cumplir, adelante! ¡A eliminarlos de una vez por todas!

    Entusiasmados y envueltos por completo en el fulgor de la batalla, los yarlemianos y velivinos se estaban apartando de la entrada al castillo. Realizaron una formación para cargar en batalla con escudos y se lanzaron directamente a embestir a los humanos enemigos que tenían al frente. Estos, quienes estaban en la primera línea de fuego y ya tenían los escudos preparados, utilizaron las piernas y el cuerpo para aguantar el impacto de aquella embestida. Los militares de la Sociedad Galáctica estaban logrando su cometido de empujarlos, pero había algo que no sabían.

    — Mordieron el anzuelo, comandante — Faron, el último en fila de esa formación, se comunicó directamente con su superior — La puerta de entrada al castillo está despejada. Tienen vía libre para entrar.

    — Gran trabajo, Faron, tu idea resultó ser la mejor opción — le respondió el comandante Lakor, para luego cortar su comunicación con él.

    El soldado Zark miró con una expresión de felicidad en el rostro como un gran número de soldados humanos se adentró hacia el interior de aquel castillo, pasando detrás de los yarlemianos y velivinos enemigos, que no se volteaban siquiera para dar resistencia, quizá en señal de que confiaban en sus compañeros que estuvieran allí presentes.

    — ¡Rompan sus filas! — Miraq dio la orden para que se quitaran de encima a los humanos.

    Tras apoyar las manos por encima del escudo de uno de los humanos, el líder de la Sociedad Galáctica presente en aquel mundo realizó un tirón que lo apartó de la primera fila de defensa, dejando un hueco para que sus compañeros empezaran a repartir tiros entre los humanos que se encontraban allí presentes, siendo algunos de ellos alcanzados por las balas, y teniendo que apartarse de aquel sitio.

    — ¡Respondan de la misma manera! — Faron no quería que cedieran terreno ante los enemigos.

    En el momento en el que Zark se acercó hacia el yarlemiano que dirigía el escuadrón de ataque, este realizó una tacleada con su escudo, atropellándolo y empujándolo varios metros hacia atrás. Sus soldados siguieron sus pasos, y fue así que los humanos terminaron recibiendo embestidas de yarlemianos y velivinos que buscaban convertir esa lucha en un combate cuerpo a cuerpo con todo lo que tenían.

    Miraq logró arrastrar a Faron hasta que le hizo impactar su espalda en contra de la pared de una casa deshabitada. El soldado rebotó tras el golpe, y lo primero que hizo fue lanzar dos puñetazos al enemigo. El que lanzó con su brazo izquierdo terminó por ser bloqueado por el escudo, ocasionándose más daño así mismo que al enemigo. El siguiente ya lo acompañó con un fragmento de energía, el cuál impactó nuevamente sobre el escudo enemigo, pero causándole un ligero daño a dicho instrumento de pelea. Miraq quiso realizar otra embestida, pero al intentarlo, Faron abrió ambos brazos y terminó por sujetar el escudo de los dos extremos. Usando la propia fuerza que Miraq lanzó en su contra, el soldado movió los pies y los brazos para lanzarlo tras un tirón, movimiento que hizo que el yarlemiano cayera irremediablemente al suelo. Para cuando pudo echar un vistazo a su situación actual, notó que el humano al que había atacado realizó un salto directo a él para golpearlo con ambas rodillas.

    — ¡Mierda! — Miraq reaccionó poniendo su escudo por encima de su pecho.

    Pese a que el metal de su accesorio logró absorber la mayor parte del daño, dado a que Faron también usaba una armadura terminó por causar una herida leve en el brazo que utilizaba el yarlemiano para cargar el escudo. Dejó salir un grito ligero de dolor, el cuál intensificó buscando que se convirtiera en ayuda.

    — Ese es el sonido que me gusta escuchar — Faron se levantó mientras con sus manos envolvía el escudo, forzando al enemigo a ponerse de pie — Tú y los tuyos merecen un destino peor, pero a mí solamente me basta con matarte.

    Tras realizar un nuevo tirón sobre el escudo, Faron cargó energía en su mano derecha, y le lanzó un puñetazo al casco del yarlemiano, liberando la energía acumulada en el proceso. El golpe aturdió a su enemigo el tiempo suficiente para que Faron consiguiera quitarle el escudo del brazo y arrojarlo al piso. Lo siguiente que hizo el humano de ER fue atacar con un rodillazo al mentón al enemigo, movimiento que lo tumbó al suelo. Colocó sus piernas alrededor de la cintura enemiga, de modo que no pudiera apartarse de encima, y tomó su rifle listo para apuntar todas sus balas al visor. Miraq, recuperándose con el cuerpo en tierra del impacto, logró reaccionar a tiempo moviendo los brazos conforme pudo, y tomando el arma del humano, haciendo un intento por arrebatársela. Empezó un forcejeo con el humano, el cual logró mantener durante diez segundos, hasta que Faron logró apartar los brazos del enemigo de su arma.

    El humano le dio un culatazo, con lo que consiguió aturdirlo un poco más. Apuntó con calma buscando el mejor ángulo para que la menor cantidad de balas pudiera atravesar el visor y llegar a eliminar al enemigo sin tener que gastar demasiados recursos en ello, pero antes de que pudiera disparar, cuatro de los soldados que servían a Miraq y escucharon el grito a través de los sistemas de sus armaduras, empezaron a desencadenar sobre Zark una lluvia de balas. El soldado fue sacudido un poco por los primeros impactos, y luego de que los primeros llegasen, su armadura empezó a flanquear en su espalda. Al intentar darse la vuelta para devolver el fuego, cuatro balas penetraron su visor, accediendo a su cráneo y a su cerebro posteriormente. Sin un solo gramo de vida restante en su cuerpo, Faron cayó de forma seca sobre la tierra seca del planeta, al mismo tiempo que la sangre empezaba a brotar de cada una de las heridas que recibió en ese ataque asesino.

    — Gracias… casi me mata… — Miraq habló con dificultad por los golpes recibidos, mientras de reojo miró el cuerpo del humano que se abalanzó sobre él.

    — ¿Podrás levantarte? — le preguntó uno de los yarlemianos, mirando con preocupación a su líder.

    — Dame unos minutos — el líder estaba seguro de que podría volver a pelear — Quiero luchar y acabar con todos estos bastardos. Pero hasta que me recupere, ayúdenme a mantenerme con vida.

    […]

    — ¡Nuestra prioridad son los humanos que van armados! — Hufan dio una indicación a quienes iban junto a él — ¡Tenemos que quitarles las armas y devolverlos al sitio del que escaparon!

    Liderando a la tropa de guerreros que iban sobre sus animales de montura, el rey de los traliod avanzó rápidamente hacia la sala que se encontraba inmediatamente después de cruzar la puerta. Fue tomado por sorpresa cuando una lluvia de balas empezó a caer sobre él y sobre todos sus súbditos directo desde uno de los balcones superiores. Tras haber acabado con los cañoneros, Gina y el resto de los humanos que estaban armados en el interior del castillo estaban esperando que alguien ingresara, y viendo que los primeros en hacerlo eran los del enemigo, todos aquellos que tenían armas empezaron a disparar sus balas para tratar de eliminar de forma precisa a todos los traliod posibles.

    Algunos recibían disparos al cuerpo o bien a la cabeza, lo que les provocaban ya sean heridas o una muerte directa que acababa de tirarlos de sus monturas y ocasionaba tropiezos en aquellos que venían desde atrás y no hacían a tiempo de esquivarlos a tiempo. Uno de los disparos logró acertarle a la cabeza al animal que trasladaba a Hufan, matándolo de un tiro directo. El animal cayó bruscamente mientras cabalgaba, y por esa caída, el rey de los traliod terminó siendo arrojado desde los lomos de su animal hacia el aire, y tras chocar contra el duro suelo del castillo, su cuerpo rebotó dos veces hasta quedar malherido en el suelo.

    — ¡Nuestro rey fue derribado! — gritó uno de los traliod que iba desde atrás, que bajó tan pronto contempló esa escena.

    — ¡Protejan a nuestro rey!

    Los gritos de ese último guerrero hicieron que cada traliod que todavía se encontraba con vida se bajase de su montura para ir a socorrer a su gran líder. Entre cuatro lograron tomarlo en brazos, mientras que los demás formaron una cadena de carne para atajar todas las balas que Gina y los demás soldados intentaron dirigir en su contra. Los que lo habían tomado consiguieron sacar a Hufan de la línea de fuego al meterlo en un cuarto que se situaba en las proximidades, sitio que sería su refugio mientras se recuperaba del ataque.

    Otros cientos de traliod que ingresaban al sitio y portaban armas de fuego, tras haber contemplado la escena tan brutal, dieron comienzo con un intercambio de balas entre ellos y los humanos. Estos últimos contaban con la ventaja de la altura, y además de que tenían un balcón hecho de ladrillo para protegerse. Los traliod, por su parte, tenían que moverse por encima de sus monturas para evitar ser alcanzados por las balas, aunque tarde o temprano, terminaban recibiendo impactos mortíferos que acababan con sus vidas. Producto de la lluvia de disparos, un par de los humanos militares que acompañaban a Gina y a Dmitri en la acción terminaban perdiendo la vida. Ellos a duras penas eran treinta guerreros disparando, y se volvían menos con cada baja. Mientras que los traliod enemigos seguían siendo muy superiores en número.

    — ¡Los que tienen garrotes tomen los pasillos y suban a esos balcones a pelear! — gritó uno de los que disparaba su arma sin dejar de moverse — ¡Recuerden que no queremos matarlos a todos! ¡Ya hemos ocasionado un par de bajas en ellos, y era algo que no debíamos hacer!

    Siguiendo la orden de quien quedó liderando al grupo ante la ausencia del rey, quienes portaban sus garrotes avanzaron corriendo sobre sus monturas hasta que llegaron hacia las entradas de salas que podrían conectar sus pasillos con los accesos a los balcones, con los cuales podrían llegar hasta los humanos y capturarlos antes de tener que acabar con ellos.

    — ¡Hay que movernos de este lugar! — Dmitri tomó el arma de un compañero fallecido — ¡Si nos cierran el paso, nos atraparán y seremos rehenes!

    — ¡¿Sabes cómo manejar un arma como esa?! — Gina le gritó, recordando que él dijo no ser un soldado.

    — ¡Sé cómo defenderme, con eso bastará! — Dmitri quiso no ser cuestionado más tiempo por una humana con orígenes en Black Meteor.

    — ¡Muy bien, yo me quedaré aquí con algunas personas más y cubriré su retirada! ¡A mi señal! — Gina estaba dispuesta a brindar toda la ayuda que pudiera desde su posición.

    Mientras los disparos seguían resonando en la sala del exterior, Hufan, quien se sujetó el brazo izquierdo con mucho dolor, empezó a incorporarse tras haber estado un par de minutos descansando tras su caída.

    — Gran Hufan… — uno de sus aduladores se mostró preocupado por él — ¿Cómo se encuentra?

    — Listo para seguir el plan que dijo uno de los nuestros — el rey de los traliod se estaba acercando a una puerta instalada en la sala.

    Ante la vista de los suyos, el rey de los traliod utilizó su brazo sano para abrir con suavidad la puerta que se encontraba en uno de los extremos de aquella pequeña sala. Detrás de la misma solo se podía ver una pared que revelaba que se encontraban frente a un pasadizo muy oscuro.

    — Sigamos el pasillo hasta el piso superior — fue la orden dada por Hufan — Como medida de precaución en caso de que la Sociedad Galáctica o los humanos intentaran algo, he dejado armas de fuego en una de las cámaras reales donde Ybryr hacía dormir a sus hijos.

    — Pero… si disparamos en contra de los humanos, terminaremos acabando con sus vidas… y los necesitamos — fue la respuesta de uno de sus acompañantes.

    — Confiemos en que los amigos de Miraq nos traigan más pronto, aunque tampoco causaremos una masacre — respondió el rey, mientras realizó un gesto con la mano invitó a los demás a seguirlo.

    En la compañía de cuatro de los suyos, el rey de los traliod lideró el camino a través de aquel pasillo oscuro, buscando alcanzar la cámara en donde tenían las armas que utilizarían para hacer frente a los humanos que se habían revelado en contra de los guardias de Miraq, y que habían tenido éxito al poder acabar con sus vidas.

    Luego de que el último ingresó a esa sala, cerró la puerta detrás de sí. Aunque eso no evitaría que pudieran ser seguidos, les serviría para saber si alguien se encontraba tras sus pasos con la intención de ocasionarles algún daño severo.

    […]

    — ¡Usen los escudos para cubrirse y acaben con ellos! — Ace ordenó a quienes iban detrás de él.

    El comandante Lakor, el soldado Jensen y un total de noventa soldados que habían ingresado al castillo, siguieron el sonido de las balas que estaban siendo disparadas en esa gran estructura, logrando ingresar hacia la sala en donde el conflicto tenía lugar. Allí pudieron ver como una enorme cantidad de traliod en sus monturas disparaban sobre los balcones en donde podían encontrar a un par de humanos devolviendo los tiros. Viendo esa como la oportunidad perfecta para acabar con ellos, Ace dio la orden a todos de que pusieran sus escudos al frente y abrieran fuego sin cuidado.

    Los traliod enemigos que disparaban desde la seguridad de sus monturas estaban tan concentrados en realizar una distracción perfecta sobre los humanos que se encontraban en la pasarela superior que no se dieron cuenta de que estaban bajo ataque hasta que fue demasiado tarde. Las balas de calor que salían en ráfaga desde los rifles de los humanos de ER y DCT fueron directo a hacerles un daño muy grande, ocasionándoles quemaduras muy dolorosas y orificios de bala desde los cuales empezaban a perder sangre. Poco a poco, todos los heridos y muertos empezaban a caerse desde sus monturas, y sin tener ningún método de atención de sus lesiones, quienes todavía tenían la fuerza para hacerlo, se empezaron a arrastrar por el suelo. Los animales de combate que transportaban a los jinetes, acobardados por el ruido de las armas y al quedarse sin nadie que pudiera conducirlos a un lugar seguro, empezaron a retroceder sus pasos, y salieron galopados por donde habían ingresado, sin ser frenados por los humanos al no considerarlos como una amenaza.

    — ¡Lo lograron! — gritó uno de los humanos que estaba acompañando a Dmitri — ¡Acabaron con ellos!

    — ¡¿Pueden bajar hasta nuestra posición?! — el comandante Lakor lanzó el grito a los que estaban en la pasarela.

    — ¡Eso creo! — fue la respuesta de uno de los militares.

    — ¡Ace! — Gina lanzó un saludo al comandante.

    — ¡Gina, estás aquí! — Noak se sentía aliviado de poder encontrarla por fin — ¡¿Estás herida?! ¡¿Hana está bien?!

    — ¡Noak, ella está a salvo! — Gina gritó entusiasmada por ver que su esposo se encontraba allí — ¡Enseguida bajaremos a su posición!

    — ¡Hay una escalera en un pasillo que da una vuelta al castillo! — indicó uno de los soldados — ¡Nos tomará cinco minutos llegar hasta ustedes!

    — ¡Aquí los esperaremos! — Ace estaba decidido a formar un perímetro para ellos — ¡Estoy seguro de que hay gente que estará feliz de verlos! ¡Hay humanos de su propia nación ayudándome en mi misión para salvarlos! ¡Montaremos guardia para que sea seguro que vengan a este lugar!

    Gina no podía evitar poner más que una expresión de suma felicidad tras haber visto a Ace y a Noak allí, entre sus rescatistas. Sabía que en ellos dos podía confiar, y que una vez que estuviera todo listo y fuera seguro moverse, ella y Hana, junto con todos los demás atrapados allí podrían escapar hacia un sitio seguro y tomar un transporte que los podría trasladar de regreso hacia el planeta Edagr, para que su familia estuviera reunida otra vez.

    — Sabía que Ace iba a aparecer — Gina les decía a los soldados que marchaban al frente en su camino hacia la sala inferior — Algunos de ustedes tenían dudas de que él aparecería.

    Tras escuchar tanto esas palabras como las anteriores, Dmitri no pudo hacer otra cosa que no fuera fruncir el ceño. Se paró al último en la fila de soldados que tomaban el camino que los ayudaría a descender para agruparse junto a los demás, y no podía evitar maldecir para sus adentros al pensar en la persona que tenía delante.

    — Tienen la situación bajo control, maldita puta mierda — Koslov pensó para sus adentros — No podré utilizar el caos de la batalla para matarlo a él, ni a Vitali ni a Valiana. Que el universo me mate ahora mismo si no estoy destinado a borrar a los Lakor de la existencia.

    Mientras esperaban a que esos cinco minutos de tiempo transcurrieran, Noak no podía más con la felicidad que tenía encima. Se movía de un lado a otro agitando los brazos como si estuviera festejando la mayor alegría de su vida. Tras un tiempo muy largo y angustiante, había podido ver de nuevo a su esposa, y tenía la confirmación de que su hija Hana estaba a salvo.

    — Lo hemos logrado — Noak miró al comandante Lakor — Mi familia estará reunida una vez más cuando regresemos a Edagr.

    — Todavía no tenemos idea de cómo está la situación en casa, y no hemos abandonando este mundo todavía — Ace no quería festejar antes de tiempo.

    — Un poco de optimismo no dañará a nadie, pero te aseguro de que, cuando estemos en casa, si esos malnacidos siguen presentando problemas, vamos a pelear con uñas y dientes para sacarlos de allí.

    Con la determinación de seguir luchando si fuera necesario, Ace asintió a las declaraciones dichas por su compañero, y se vio feliz por el hecho de que el deseo de este para recuperar a su familia se hubiera cumplido. Estando reunido con ellos una vez más, el comandante podría enviarlo a la nave junto a ambas mujeres y sabría que eso lo mantendría contento. Mientras Noak todavía estaba festejando, un mensaje fue recibido por el comandante Lakor, quien no dudó un solo segundo en atenderlo.

    — Habla — con una seriedad que dio miedo a Noak, Ace respondió al pedido del soldado.

    — ¡Comandante, habla el equipo que está protegiendo la entrada al castillo! — su grito estaba acompañado por varios disparos de fondo — ¡Más jinetes traliod han aparecido a pelear, y nos están dando una paliza!

    — ¡¿Faron no contactó con Allecreod?! — Noak se sorprendió al escucharlo decir eso, sumándose a la conversación.

    — ¡Faron fue asesinado, y Allecreod nos ha dicho que están bajo ataque también! — fue la respuesta de aquel soldado — ¡Dijo que escuadrones de traliod se presentaron para pelear contra ellos! ¡Los están conteniendo, pero no tienen respiro! ¡Nosotros necesitamos ayuda urgentemente, de lo contrario, no habrá nadie para proteger la entrada al castillo!

    — ¡Esos traliod deben ser de ciudades aledañas! — Ace no se imaginaba otra cosa — ¡La explosión que ocasionó la caída del navío de la Sociedad Galáctica los habrá atraído al conflicto!

    — ¡Necesitamos ayuda, comandante, de lo contrario, estos guerreros nos eliminarán y se convertirán en su problema! — el soldado que lo llamó se mostró desesperado.

    — ¡Enviaré a cuarenta soldados como auxilio, lamentablemente, no puedo hacer mucho más! — Ace dio una noticia no muy feliz a su soldado — ¡Esperemos el elemento sorpresa sirva para darles una ventaja!

    — ¡Los recibiremos con los brazos abiertos! — el soldado parecía estar aliviado de que contestaron su llamada — ¡Gracias, comandante, corto la transmisión!

    Una vez que esa transmisión de emergencia hubiera terminado, el comandante Ace Lakor eligió a dedo a cuarenta de sus hombres y mujeres, todos soldados de ER, para que acudieran en auxilio de aquellos soldados que necesitaban refuerzos tras recibir el asedio de más enemigos en sus posiciones.

    Noak, con algo de preocupación al ver como su fuerza se decremento en poco menos de la mitad, aunque no por eso era una cantidad despreciable de soldados, miró a Ace para hacerle una pregunta. Notó que tenía la mirada en el piso, pero eso no impidió que preguntara para quitarse la duda.

    — ¿La muerte de Faron te condicionó a enviar a tantos soldados? — Noak necesitaba esa respuesta — Has reducido nuestros números por haber tomado esa decisión.

    — Tenemos gente aquí que será capaz de ayudarnos — Ace decía, en referencia a los soldados que lucharon en el castillo — No tardarán en llegar.

    Tan pronto como Ace acabó de decir esa frase, la soldado Gina Hauk apareció liderando a los soldados que siguieron sus órdenes y llevaron a cabo una lucha en el interior de aquel gran edificio que estaba en posesión de los traliod. Al haber aparecido, Noak levantó sus dos brazos para llamar su atención. Reconociéndolo por ese gesto, la mujer fue corriendo hacia él, y se aseguró de darle un gran abrazo, aunque no lo pudo sentir demasiado debido al metal de su armadura. No obstante, nada de eso fue impedimento para que festejaran por esa alegría.

    — ¡Es un gusto tenerte de regreso conmigo, Gina! — el soldado la miró a los ojos, resistiendo a la tentación de sacarse el casco.

    — ¡Sabía que tú no descansarías hasta encontrarme! — la mujer sonreía, tratando de mirarlo a los ojos, encontrándose con el visor polarizado — ¡Hana estará muy feliz de verte de nuevo! Y yo estaré encantada de abrazar a Cade una vez más.

    — No podemos festejar todavía — Ace cortó, deseando no tener que hacerlo, el momento entre los dos — Lamento decirles que la Sociedad Galáctica está realizando una nueva incursión en Edagr. Confío en que los soldados que están en casa se harán cargo de enfrentarlos, pero puede que tengamos que seguir peleando al regresar.

    — Parece que las complicaciones nunca terminan para ustedes — Dmitri habló, asumiendo que, por la forma de expresarse de ese soldado, se trataría de Ace Lakor.

    — No, incluso los problemas siguen llegando a pesar de que creíamos que todo estaba bajo control — Ace miró a aquel humano, siendo incapaz de reconocerlo — Nuestro escuadrón que está custodiando la entrada al castillo está bajo ataque, es por eso que tuve que enviar a algunos de mis soldados a darles apoyo. Necesitaré que ustedes reemplacen esas pérdidas.

    — Ace, espera, ¿de qué hablas? — Noak se vio algo sorprendido al escucharlo hablar — Ninguno de ellos tiene armadura. No pueden pelear.

    — Ya escuchaste lo que dijo el soldado que pidió auxilio — Ace sabía que sería difícil hacérselo entender — Los traliod de las cercanías se están acercando a este lugar y están atacando a los soldados que cubrirán nuestra retirada. Si esperamos más tiempo, podrían terminar rodeándonos un ejército completo. Y no quiero eso. Debemos evacuar de inmediato.

    — ¿Tan crítica está la situación? — uno de los soldados de traliod, quien se unió al grupo para luchar en el castillo, se dio cuenta de que todavía estaban lejos de ser salvados.

    — Demasiado, sé que los que no son de nuestro mundo no sabrán de lo que estoy hablando, pero tuvimos que sacrificar a Xorxaik para poder llegar hasta aquí — Ace dijo, sabiendo que Gina y los humanos de Edagr lo comprenderían.

    — ¡¿Xorxaik ya no está para pelear junto a nosotros?! — Gina no esperó nunca tener que encontrarse con dicha noticia.

    — No, y es por eso que necesitamos abandonar esta ciudad lo más pronto posible — el comandante Lakor quería que le brindaran ayuda — Necesito que los soldados de Tralio que vinieron conmigo vayan a buscar a los humanos, y los preparen para salir corriendo de este lugar.

    — Puede contar con nosotros, comandante Ace Lakor — uno de los que lo acompañaba desde el rescate en Yarlem quiso motivar al resto a seguirlo — Yo sé que nos han dicho muchas cosas malas sobre él — dirigía esas palabras a quienes todavía no lo conocían — Pero puedo asegurarles que está aquí para salvarnos.

    — ¿En dónde están los demás humanos cautivos? — Ace quiso preguntar, para saber a dónde debía de acudir en caso de ser necesario.

    — Están esperando en una sala, donde nos tenían aprisionados en lo que duraba el conflicto — Gina respondió para el comandante.

    — Muy bien, Gina, Noak, necesito que ustedes dos se queden aquí junto a todos los humanos de ER y DCT que vinieron conmigo — Ace, siendo la figura de autoridad presente, les dio la orden.

    — ¿Por qué nos tenemos que quedar aquí? — Noak respondió de forma brusca al comandante — Nuestra hija está con los humanos cautivos. Necesitamos ir con ella y sacarla de aquí.

    — Los necesitaré aquí para que se encarguen de proteger a los humanos en caso de que algún enemigo del exterior consiga entrar — Ace habló con severidad al soldado — Yo mismo iré afuera ahora mismo y lucharé para despejar el camino.

    — ¡No puedes hacernos esto! — Noak alzó la voz al verse inconforme con su decisión — ¡Tenemos que ir a buscar a nuestra hija y llevarla a la nave! ¡No podemos quedarnos aquí a esperar!

    — Noak, Gina, yo sé que les estoy pidiendo demasiado, sobre todo después de todo lo que pasó — Ace sabía que no era una decisión fácil — Pero esto es lo mejor para ustedes. La mayor concentración de enemigos está afuera. ¿O acaso aquí quedan enemigos contra los que pelear?

    — Algunos traliod han entrado a este castillo, pero han huido del campo de batalla — Gina estaba dispuesta a ayudar a su compañero — Eso sí, todos portaban garrotes.

    — ¿Lo ves, Noak? Los enemigos que están aquí posiblemente no atacarán. Y si atacan, les será más fácil hacerles frente. Yo iré a pelear contra la amenaza de verdad. Cuando haya eliminado a los enemigos, daré el aviso para que ustedes dos puedan irse junto con su hija. Allecreod los ayudará.

    — Me parece bien — Gina accedió a cumplir con esa orden — Protegeremos el lugar hasta que tú nos lo indiques.

    — Empiecen a organizar a los humanos para salir de este sitio — el comandante empezó a alejarse del grupo — Daré el aviso cuando sea seguro. Nos veremos pronto.

    A regañadientes, el soldado Jensen veía como el comandante de ER se marchaba hacia la salida del castillo, dispuesto a ir a hacer frente a los enemigos que pudieran estar asediando al resto de su escuadrón en las afueras. Otra cosa que le hizo incrementar su rabia fue mirar como también se apartaban los soldados de Tralio, dejando en la zona solamente a él, a su esposa y a los demás soldados de ER y DCT.

    El hombre de cabello blanco no podía evitar pensar en lo absurdo que era que se quedaran liderando a la gente mientras que su hija estaría esperándoles. Gina, quien lo vio algo alterado, se acercó a él y lo tomó de la mano, sabiendo que se encontraba bajo mucha presión por los ruidos que hacía al apretar sus dientes. Noak pudo encontrar algo de alivio al sentir el tacto de su esposa una vez más, pero no fue una gran ayuda para la orden que recibió del comandante.

    — No lo entiendo, cualquiera de ellos puede liderar a toda esta gente hacia la seguridad — Noak no veía por qué debían ser ellos — Deberíamos estar yendo a buscar a Hana y a quedarnos con ella hasta que nos den la señal de que todo está despejado.

    — Sé que te sientes nervioso, pero no tienes por qué preocuparte — Gina buscaba alejar esos pensamientos de su mente — He dejado a Hana al cuidado de alguien de confianza. Ellos la cuidarán mientras nosotros esperamos.

    — ¿Qué dices? — Noak no sabía a quién podía referirse, pero tenía una sospecha — ¿Dejaste a Hana al cuidado de Nick y de su esposa?

    — No, realmente… — Gina se reía un poco al pensar en eso — Dejé a Hana al cuidado de…

    El sonido de un disparo le puso a Noak la piel de gallina, y en el momento en el que su visor se salpicó con la sangre que salió de la cabeza de Gina, este empezó a gritar del horror. Frente a sus ojos pudo ver como el cuerpo de su esposa caía muerto al suelo con un orificio de bala en la nuca.

    — ¡Arriba! — gritó un soldado mientras los disparos empezaron a lloverles desde las pasarelas.

    Con tiros en el cuello, en el pecho o en la cabeza, los humanos que no portaban armaduras por haber escapado de la sala donde la Sociedad Galáctica los tenía retenidos, caían muertos al suelo. Noak y los demás soldados que utilizaban armadura y escudos reaccionaron de forma rápida y se protegían de los disparos que les caían desde arriba. Al girar la cabeza en esa dirección, vieron cono Hufan y varios soldados traliod hicieron acto de presencia de forma sorpresiva y disparaban sin piedad o cuartel en contra de ellos, en un intento de eliminarlos.

    — Gina… — Noak todavía no procesaba lo ocurrido con su esposa, y utilizando el escudo para protegerse, se colocó frente a ella — ¡Gina! ¡Amor, háblame! ¡Gina!

    Los soldados de ER y DCT devolvían el fuego, mientras que lo único que hacía Noak era permitir que su armadura y su escudo recibieran las balas, tratando de asegurarse de que ninguna de ellas pudiera darle a su pareja y madre de sus hijos. Cuando notó que ella no estaba respondiéndole y que la sangre brotaba sin parar por el agujero que le quedó en la cabeza, supo que ella había sido asesinada directamente. No parpadeaba, no respiraba y no realizaba ninguna especie de movimiento con su cuerpo.

    — ¡No es posible! ¡Gina! — Noak se dio la vuelta con furia — ¡Malditos hijos de puta! ¡¿Quién le pegó un tiro a mi esposa?!

    — ¡He sido yo, humano! — Hufan supo reconocer lo que era un golpe emocional cuando lo veía, y buscaba aprovecharlo — ¡Yo fui el primero en disparar! ¡Intenta acabar conmigo!

    — ¡Estás respirando por última vez, desgraciado de mierda! — Noak lo localizó con la vista y dejó llover ráfagas de balas sobre él.

    Confiado por creer que Noak no tendría la entereza para desafiarlo, Hufan quiso permanecer quieto al disparar, pero ese error le terminó dejando a merced de las últimas balas que el soldado de DCT dejó salir de su rifle al momento de disparar. Unas siete balas de calor le impactaron en su brazo y hombro derecho, ocasionándole un daño muy grave producto de las quemaduras sufridas. El rey de los traliod cayó al suelo y empezó a desangrarse mientras gritos horribles de dolor salían desde su cuerpo.

    — ¡Gran rey! — gritaron los traliod que se le estaban acercando — ¡Tengo que sacarlo de aquí y detener su hemorragia! ¡Ustedes sigan luchando contra ellos!

    Estando muy adolorido, e impresionado por haber sido neutralizado tan rápido por un humano al que creyó que tendría acorralado tras haberle provocado un daño emocional, el monarca de los traliod fue sacado a rastras de la pasarela desde la cual se realizó el ataque contra los humanos. Para asegurarse de que nadie lo siguiera, los traliod cubrían su salida disparando sin descanso en contra de los humanos, queriendo eliminar a la mayor cantidad posible que pudieran.

    Tras ver como los traliod estaban cayendo poco a poco, Noak volvió a mirar hacia el suelo, más concretamente en la dirección en donde estaba el cuerpo de su esposa. Tenía una ligera esperanza de que ella estuviera viva y que todo aquello solamente fuera una pesadilla, pero ver que su cadáver seguía allí tirado como si nada le llenó de furia.

    — ¡Mi esposa! — Jensen dejó de disparar para luego de eso pensar en Ace — ¡Me hiciste perder a mi esposa! ¡No voy a quedarme de pie esperando a que me arrebaten también a mi hija! ¡Soldados, nos vamos de aquí, acaben con todos ellos y luego salgamos todos de este horrible planeta!

    Queriendo hacer memoria para recordar el sitio por el que había visto irse a los humanos de Tralio a los que Ace les había encomendado la misión de acudir con los suyos para avisarles de se prepararan para realizar una evacuación a sus órdenes, Noak se alejó corriendo de la sala y empezó a prestar atención ante los sonidos de voces de otros humanos mientras dejaba el tiroteo que estaba empezando a cesar detrás de él.

    […]

    — ¿Cuándo nos podremos ir? — Nick Mardh, uno de los ingenieros de Edagr presentes en el sitio, preguntó tras empezar a escuchar el ruido de los disparos en el castillo — Quedarnos aquí solo nos pone en peligro.

    — Necesitamos la confirmación de Ace Lakor para salir de este lugar, ya se los he dicho — comentó uno de los humanos que viajó con él — El rescate está comprometido por culpa de la Sociedad Galáctica y de las fuerzas de los traliod que se están acercando a interferir. Él juzgará cuando sea necesario que nos movamos.

    — ¿Qué hay del conflicto que está teniendo lugar ahora mismo dentro del castillo? — Vitali Lakor preguntó, alegre de saber que su sobrino había llegado a su rescate, pero temeroso de no estar vivo para cuando fuera el momento de encontrarse con él.

    — Hay soldados de Zenith y de Black Meteor que están luchando ahora mismo en contra de dichas amenazas, Vitali — Dmitri contestó, queriendo hacer que se calle la boca — Si tú quieres salir y enfrentar a los enemigos que empezaron a disparar, nadie te detendrá. Pero nadie saldrá de aquí hasta que tu sobrino no nos dé el visto bueno.

    — Parece que te has equivocado con él, Dmitri, tantos años diciendo que era un monstruo y miles de cosas peores, y ahora resulta que es él quien está organizando nuestro rescate.

    La respuesta dada por el ingeniero convertido en soldado dejó enmudecida a toda la sala. Dado a que el ex mandatario ruso no tenía un casco puesto en aquel momento, se vio perfectamente como una expresión de enojo se estaba empezando a formar en su cara. Una de las personas con quien no se llevaba del todo bien se aprovechó de la situación para hacerlo quedar en ridículo frente a toda la población, tanto de Edagr como de Tralio presente allí.

    Vitali se encontraba al frente de la multitud junto con Nick, la esposa de este, y otros humanos más que estaban deseosos de una respuesta a su poco cierto futuro en aquella comprometida situación. Valiana se había encontrado con Airin y con Rosary, y las dos chicas accedieron a quedarse cerca de ella y de la pre adolescente Hana. Las cuatro veían el rostro de Dmitri mostrar una mirada perversa, la cual dejaron de ver cuando este empezó a moverse hacia el costado.

    — ¿Va a lastimar a alguien? — Hana tenía algo de miedo por sus acciones — Parece una persona bastante mala.

    — Dmitri no es una mala persona, pero te puedo asegurar que algo no anda bien con él ahora — Airin dio su opinión sobre el hombre — Mis padres se han reunido con él muchas veces, y yo he estado presente en algunas. Nunca lo he visto así.

    — Deberíamos pedirle que entregue su arma, ¿no creen? — Rosary propuso esa idea a sus amigas — Después de todo, no es un soldado como para estar autorizado a llevar una.

    — ¿Eso es cierto? — Hana preguntó a Valiana, quien la tenía sujetada de las manos mientras esperaba que su madre regresara.

    — Lo es, y voy a decírselo a mi papá — la chica miró a las amigas de su hermano menor — ¿Les interesaría cuidarla por un segundo?

    — Para nada, es todo un encanto — dijo Airin, dispuesta a hacerle ese favor a su amiga.

    Pero antes de que Valiana pudiera entregarle a la hija de Gina Hauk, pudieron escuchar gritos que provenían desde el exterior de la sala. El silencio que se había formado en el sitio tras las palabras que Vitali le dirigió a su ex líder sirvieron para que pudieran percibir a la perfección cualquier clase de ruido sin importar de dónde fuera que llegase a salir. Los gritos eran de un humano, y todos podían reconocerlo, pero no se entendía nada y solamente parecían incoherencias lanzadas al aire. La puerta de entrada a la sala se abrió de manera brusca, alertando a los soldados que portaban armas, quienes dejaron de apuntar cuando notaron que se trataba de uno de los soldados que iba junto a ellos.

    — ¡¿Se puede saber qué pasa?! — gritó uno de ellos, algo intimidado por esa forma de entrar del soldado.

    — ¡Nos tenemos que ir! — la voz de Noak tenía una mezcla de enojo y miedo — ¡Este castillo está infestado de traliod armados! ¡Salgan todos corriendo de aquí, y síganme a la nave de escape en el momento en que yo salga de aquí!

    Los gritos tan alborotados de Noak pudieron contagiar en cada uno de los humanos un gran miedo, lo que propició a que una gran cantidad de los mismos salieran corriendo envolviendo toda la sala en un caos inmenso, donde se empezaban a atropellar unos con otros por una oportunidad de salir rápidamente de aquel lugar.

    — ¡Esperen, esperen! — un soldado quería tranquilizar la situación — ¡No es seguro salir afuera!

    — ¡Tampoco es seguro quedarse aquí! — Noak le reprochó — ¡Hana, Hana! ¡¿Alguien tiene a mi hija?!

    — ¡Papá! — su hija lo llamó mientras la gente salía corriendo desde todos lados.

    — ¡Hana, ya voy!

    Sin mentir en sus intenciones, Noak se encargó de apartar a empujones a todos los hombres, mujeres y niños que se le cruzaron por delante hasta que finalmente pudo llegar hasta el sitio donde se encontraba su hija, acompañada por otras tres chicas a las que él no conocía para nada. La alegría de la niña al reconocer su voz fue tal que se soltó de Valiana para posteriormente acercarse a su padre y abrazarlo, al tiempo que este se agachaba con cuidado para rodearla con sus brazos de la misa manera, pero teniendo cuidado de no golpearla con su escudo.

    — ¿Papá? — Hana podía escucharlo sollozar — ¿Dónde está mamá?

    — Mi pequeña… — Noak se sentía feliz y ahogado en miseria al mismo tiempo — Mamá… Mamá ya no está con nosotros.

    — ¡¿Qué fue lo que pasó?! — Hana se horrorizó al escucharlo hablar así — ¡Mamá fue… no! ¡Dime que no es verdad!

    — Te lo explicaré todo cuando estemos a salvo, amor — Noak dejó salir sus lágrimas al momento de tomarla en uno de sus brazos — Lo que importa ahora es protegerte a ti. Si ella tenía un último deseo, sería que yo te sacara de este planeta.

    — ¿Puedo hacerte una pregunta? — Vitali se aproximó al verlo acercarse a la chica — ¿Sabes en dónde…

    — ¡Sígueme y mantente cerca de mí si quieres escapar de este sitio! — Noak lo miró, acomodándose para correr con su hija en brazos — ¡Toma un arma si puedes!

    Sin decir nada más al hombre ni a su hija ni tampoco a las chicas que la cuidaban, Noak salió corriendo pensando en una forma para protegerla. Con uno de sus brazos cargaba a Hana, quien se aferraba a su cuerpo. El otro de los brazos que tenía disponible lo utilizaría para poner el escudo delante de ella, de modo tal que ninguna bala pudiera llegar hasta su hija. No miró atrás en ningún segundo al salir corriendo de aquel lugar.

    Una vez retirado el causante de tanto alboroto, Vitali fue cuestionado por su hija.

    — Escuché que ella dijo que era su padre, pero llegó aquí gritando tan rápido que apenas le entendí una palabra — Valiana miró a su padre, mientras que Airin y Rosary se encontraban detrás de ella — ¿Qué vamos a hacer?

    — Si no es seguro quedarse en este castillo, tendremos que escapar — Vitali respondió desde la lógica — Pero para él es fácil. Tiene una armadura, yo estoy desprotegido.

    — Yo entendí lo último que dijo — Rosary se acercó y habló con el padre de su amiga — “Toma un arma si puedes”.

    — ¿De dónde? — Airin no lo comprendía muy bien.

    — Del sitio en donde los humanos se han tiroteado con los primeros traliod que han aparecido — Vitali creyó que a eso se refería — Está claro que él vino corriendo luego de que algunos compañeros suyos murieran… En ese caso, vengan conmigo.

    — ¿Vamos a escapar de aquí? — Airin tenía ilusión en abandonar ese mundo de una vez.

    — Si puedo tomar un arma, me uniré a los soldados y las escoltaré a esa nave que ha mencionado — Vitali lo tenía decidido — En caso de que no pueda hacerlo, nos quedaremos en donde podamos hasta que alguien venga por nosotros.

    — ¿Tu sobrino? — Rosary realizó esa pregunta sin ánimos de ofender.

    Vitali asintió con la cabeza a la pregunta realizada por la joven amiga de su hijo. Sabiendo lo que debían hacer, Rosary le pidió un poco de paciencia para que dejara que su padre y su madre se unieran a ellos. Vitali no tuvo conflicto en esperar, y fue una vez que los padres de la joven aparecieron que empezó a correr al frente, siguiendo a todos los humanos que iban corriendo uno tras otro intentando llegar hasta la salida de aquel castillo.

    Mientras se iban en dirección a la salida, su hija mayor y única presente allí no perdió la oportunidad de hablarle.

    — Es posible que… — a la chica se le formaba un nudo en la garganta de solo pensar en lo que diría — Que Gina haya muerto si el padre de Hana apareció de la nada tan asustado.

    — En ese caso, cuando estemos a bordo de esa nave, le daremos nuestro consuelo y ofreceremos ayuda — el ingeniero convertido en soldado tenía en claro que era lo correcto — Si de verdad ha perdido a su esposa… tal vez pueda compartir esa carga con él. Y tú podrías ayudar a esa niña.

    Pensando con tristeza en el escenario que se habían imaginado, padre e hija, siendo seguidos por la hija de los ya fallecidos comandantes Gavril y Lara, además de Rosary y su familia, mantuvieron un paso firme y siempre procuraban permanecer en el centro de toda la multitud que se iba alejando cada vez más de la sala, todo eso con el fin de evitar ser pisoteados por la gente tan desesperada por salir.

    Tras llegar a la sala en donde se produjo el tiroteo, reconocible a simple vista para cualquiera por la gran cantidad de cadáveres humanos que parecían estar adornando el lugar, Vitali supo que, si quería encontrar un arma, debía mirar rápido entre todos los cuerpos que habían quedado allí. Para fortuna suya y de quienes lo acompañaban, cerca del cuerpo de una mujer, logró encontrar tirado un rifle que pertenecía a los guardias de la Sociedad Galáctica. Aminoró la marcha y se agachó rápido a recogerlo, y fue al ver a la mujer tirada en el suelo que se detuvo en seco.

    — Oh, por dios… Gina — Vitali se asombró bastante al verla muerta de un disparo certero en la cabeza — Lo lamento… Tú no merecías terminar así. Si puedo prometerte algo, es que buscaré darle el mayor apoyo que pueda tanto a tu esposo como a tu hija. Y también a tu hijo que se ha quedado en Edagr.

    Recordando esa conversación que tuvo con la humana, Vitali apartó la vista del cuerpo tras hacerle una promesa a la difunta que le había revelado la verdad acerca de su sobrino. Con el arma en sus manos, y sabiendo que podía proteger a las personas que le importaban junto a él, Vitali se echó a correr nuevamente.

    Ni él, ni Valiana, ni ninguno de los otros acompañantes se dieron cuenta de que Dmitri Koslov los estaba persiguiendo desde atrás, con la vista clavada en el hombre que lideraba a ese pequeño grupo hacia la salida del castillo.

    […]

    — ¡¿Por qué están saliendo todos del castillo?! — Ace, quien recibió el llamado de un soldado, se cubría tras un muro mientras los disparos de los miembros de la Sociedad Galáctica disparaban en su contra.

    — ¡No lo sabemos, comandante, nadie responde, parece que han ignorado su orden! — le gritó uno de los soldados luchando junto a él en los restos de la ciudad.

    — ¡Maldita sea, esto solo causará problemas! — Ace buscó como escabullirse de la zona de conflicto.

    No tenía ningún deseo de quedarse allí parado mientras los humanos que salían del castillo se arriesgaban a aventurarse afuera de los muros del castillo siendo que el enfrentamiento en contra de la Sociedad Galáctica estaba lejos de acabar. Dos enemigos le evitaban salir de aquel lugar, encontrándose sin sitio a dónde ir, puesto a que su única alternativa era retroceder en sus pasos, lo cual lo llevaría a una zona de conflicto mayor.

    Cuando las balas enemigas dejaron de fluir en su dirección, Ace pudo escuchar el grito de un militar de la Sociedad Galáctica, el cual lo perturbó bastante.

    — ¡¿Cómo que los humanos están escapándose?! — Miraq era el dueño de esos gritos — ¡¿Qué demonios está haciendo Hufan?!

    Por los gritos de aquel soldado, que parecía tener cierta autoridad sobre las tropas enemigas, Ace pensó que estaban en serios problemas si realmente el líder enemigo acababa de descubrir que los humanos a los que buscaban esclavizar estaban alejándose del castillo en un intento de escape.

    — ¡Todo humano que escape de aquí será un problema para Cerv y Fielle en Edagr! — esas palabras le sirvieron para darse cuenta de que estaba escuchando hablar a un líder — ¡Acaben con todos ellos! ¡Son prescindibles!

    Como si el miedo hubiera despertado en él alguna clase de instinto protector, Ace levantó su escudo y salió corriendo hacia los dos enemigos que estaban disparándole. Los encontró a ambos al girar en la esquina de una calle, y tomándolos de sorpresa por completo, saltó encima de uno de ellos levantando sus pies para arrojarle una patada en la cabeza, movimiento que le sirvió para noquearlo, puesto a que llegó a percibir que no se estaba levantando del suelo. Lo siguiente que quiso hacer fue golpear al enemigo con el escudo que tenía equipado para tirarlo al piso y acribillarlos a ambos, pero Miraq, el yarlemiano que quedó consciente para seguir peleando, utilizó el propio artilugio para defenderse. El impacto del golpe lo llevó a retroceder dos pasos y poco más.

    — Creí que te habías retirado cuando dejaste de devolver el fuego — Miraq le dijo, reconociendo que se dejó sorprender por el humano — No me equivocaré otra vez. No te apartaré la vista hasta que solo seas un cadáver.

    — Parece que confías demasiado en tus compañeros en Edagr, si estás dispuesto a dejar a Hufan sin humanos — Ace buscaba una provocación para forzarlo a cometer errores.

    — Esa voz… — Miraq la reconoció en seguida — Tú… Tú fuiste el que lideró a los soldados que mataron a Tauvim y a Siban… Nunca me olvidaría del sonido de tu maldita voz.

    — Si de verdad me reconoces, entonces sabes que ya me he llevado las vidas de tus dos compañeros — Ace se veía con las de ganar con una declaración así.

    — Recuerdo que dijiste que teñirías el suelo de Yarlem con las entrañas de mis compañeros — Miraq veía una oportunidad de vengarse de él — Me vas a servir de ejemplo para los humanos que vengan aquí tras ser capturados desde tu mundo. Les voy a decir las palabras textuales que pronunciaste a mis compañeros, y luego les mostraré que al final he sido yo quien ha teñido el suelo de un planeta con tus entrañas. Eso apaciguará su espíritu de lucha, y finalmente obedecerán y cumplirán con el rol que tenemos preparados para ellos en la Sociedad Galáctica.

    Decidido a quitárselo de encima rápido para poder ir a socorrer a los humanos que necesitarían ayuda para poder escapar del sangriento campo de batalla, el comandante Lakor se movió primero, levantando la pierna y dándole una patada al yarlemiano enemigo, quien llegó a anteponer su escudo para evitar ser arrojado al suelo, teniendo que poner fuerza de su parte para poder resistir el impacto tan potente que se le lanzó. Acto seguido, Miraq intentó responder utilizando su escudo para darle un golpe en la cabeza. Ace alcanzó a bloquearlo usando su escudo, tal y como el enemigo hizo en dos ocasiones. El yarlemiano no se detuvo allí, y con su otra mano intentó darle un puñetazo en la cabeza, a lo que Ace utilizó sus reflejos para poder bloquearlo directamente con su mano desnuda. Teniéndolo retenido del todo, el comandante Lakor usó toda su fuerza para golpear con su escudo el brazo desprotegido del yarlemiano, quien pudo sentir un gran dolor pese a que la armadura lo protegía parcialmente.

    Ace le arrojó una patada al estómago, la cual sirvió para poder alejarlo y darle tiempo para respirar. Miraq realizó un amague con su escudo y arrojó un derechazo sobre el comandante humano. Lakor, esperando que hiciera ese movimiento, giró su cuerpo mientras realizó un rechace con el brazo que portaba el propio escudo, haciendo que Miraq quedara de espaldas hacia él, y a merced para un ataque suyo. Con un ágil movimiento de piernas, Ace movió su cuerpo y le propinó un codazo en la cabeza al yarlemiano, el cual lo dejó bastante aturdido e indefenso para el siguiente movimiento del humano, el cual fue un gancho debajo de la mandíbula que lo hizo retroceder tambaleándose mientras que su rival preparaba su último movimiento. Tomó tres pasos de carrera, y tras haberlo hecho, cargó en su contra para saltar sobre él y pegarle un doble rodillazo que lo hizo lanzar un alarido de dolor mientras caía al suelo totalmente derrotado, respirando con dificultad por el daño que el humano llegó a causarle.

    — Peleas bien… — Miraq decía con dificultades por el cansancio y el daño recibido — Pero eso… no basta.

    Pese a estar concentrado en las palabras del enemigo, Ace pudo escuchar movimientos desde detrás suyo, y cuando se dio la vuelta, movió su escudo de modo tal que pudiera cubrirse tanto su pecho como la cabeza, justo a tiempo para atajar las balas que el primero de los enemigos a los que noqueó le estaba disparando. Durante la pelea contra el que aparentaba ser el líder yarlemiano a sus ojos, su primera víctima se estaba recuperando poco a poco y esperó al momento oportuno para atacarlo. Sabiendo que no valía la pena perder tiempo con ellos dos, Ace abandonó la zona de conflicto en donde estaba parado, protegiéndose de las balas en todo momento, e intuyendo que el enemigo que todavía estaba en pie no lo seguiría por dedicarse a proteger a quien creía que era su líder.

    Su suposición fue la correcta, y tan pronto como notó que ya no le llegaban más balas en su dirección, el comandante de ER puso los ojos en el camino, siempre alerta para que nadie más pudiera tomarlo por sorpresa mientras estuviera allí.

    — ¡Ace, habla Allecreod! — de forma repentina, el ryfier se contactó con él mientras él buscaba llegar hasta la puerta del castillo — ¡Un montón de humanos están escapando a las corridas de la ciudad! ¡Iré a buscarte y dejaré a alguien más a cargo de transportarlos hacia un sitio seguro! ¡No puedo identificar a ninguno de los que viajó con nosotros entre los que encabezan la primera fila! ¡Dudo que me hagan caso a mí!

    — ¡Te lo agradezco mucho, Allecreod! — Ace tenía miles de preguntas en la cabeza — ¡Me vendría bien un poco de ayuda! ¡Faron ha sido asesinado, y no tengo idea de qué demonios pasó con Noak y Gina!

    — ¡¿Ella está bien?! — el ryfier preguntó en alusión a la amiga del comandante.

    — ¡Ya no lo sé, los dejé a ambos para que protejan a los humanos en el castillo y esperaran mi señal! — el comandante tenía un desconocimiento total de la situación — ¡Pero ahora están saliendo sin control y sin supervisión hacia el campo de batalla donde les espera el enemigo!

    — ¡Por fortuna, nosotros hemos acabado con todos los intrusos! — Allecreod le daba el reporte de la situación actual de su grupo — ¡No deberás preocuparte por más grupos enemigos del exterior!

    — ¡Buen trabajo! — Ace lo felicitó, estando orgulloso de haberlo puesto al mando — ¡Te mandaré mis coordenadas en todo momento! ¡Sígueme hasta que consigas localizarme!

    — ¡Entendido! — fue la respuesta de Allecreod, quien no demoró más en cortar con la llamada con él.

    Sabiendo que podría contar con ayuda del ryfier en el momento en el que este pudiera llegar hasta su posición, el comandante de ER finalmente logró rodear la zona de conflicto hasta que se encontró a las puertas del castillo, y desde la distancia vio como el último grupo de humanos salía de aquel lugar para acudir directamente a la nave que se encargaría de llevarlos lejos de aquel mundo oscuro en el que habían estado.

    Puso toda la fuerza que tenía en el movimiento de sus piernas, buscando poder alcanzarlos para poder dar el aviso de que el enemigo estaba buscando asesinarlos, tal y como uno de los líderes a los que se enfrentó le había dicho. Se dio cuenta de que para eso sería tarde en el momento en el que disparos empezaron a resonar por todo el lugar, causando que los que estaban escapando del interior del castillo lanzaran gritos de pánico a los cuatro vientos, dispersándose en múltiples direcciones buscando refugiarse de los ataques que sufrían a manos de los enemigos.

    El comandante pudo ver que había algunos que no tenían la suerte de poder escapar hacia algún sitio seguro, y terminaban cayendo muertos al suelo producto de los disparos. Pese a mirar desde la distancia, no pudo ver que nadie se estuviera retorciendo, todos los que caían al suelo habían perdido la vida con tiros que posiblemente les hubieran dado en la cabeza para una muerte rápida y directa.

    — ¡A todos los soldados que estén luchando, les ordeno que salgan a proteger a los civiles! — Ace estaba acercándose al primer grupo de fallecidos — ¡Los enemigos dieron la orden de no dejar que nadie escape con vida!

    La respuesta de los soldados que le acompañaban no tardó en llegar, puesto a que Ace fue capaz de escuchar como desde el interior de los edificios de la ciudad, se volvía a oír el resonar de una inmensa balacera, cosa que lo tranquilizó, sabiendo que volverían a enfrentarse a ellos, lo que daría tiempo al resto para que pudieran escapar hacia un sitio seguro.

    Ace llegó hacia los primeros humanos a los que le tocó la desgracia de haber perdido sus vidas en un intento de escapar, pudiendo descubrir entre los cuerpos a alguien a quien conocía bien.

    — Nick… — el humano notó que tenía un tiro en la sien — No es posible… Fue gracias a tus habilidades que logramos desarrollar los rastreadores que nos ayudaron a llegar hasta aquí. Merecías vivir y ser alabado por tu intelecto, no morir en este lugar.

    Tras ver el cuerpo de una mujer al lado del ingeniero, Ace supo que tanto él como su esposa habían perdido la vida en el feroz ataque que el líder enemigo ordenó, todo con tal de evitar que los humanos pudieran escapar desde aquel mundo y regresar a salvo a Edagr. Sabiendo que no podía distraerse mientras las vidas de otros estaban en riesgo, el comandante de ER se apartó corriendo desde su posición, con una expresión triste en los ojos al retirarse.

    — Xorxaik, Faron, Nick… — el comandante no dejaba de preocuparse por quienes quedaban — Me pregunto si Noak y Gina se encontrarán a salvo. ¿Tan mal estuvo la cosa en el castillo para obligarlos a todos a salir corriendo así?

    […]

    — ¿Crees que sea seguro salir de nuevo? — Vitali le lanzó la pregunta a Dmitri.

    En el momento en el que los soldados de la Sociedad Galáctica abrieron fuego sobre ellos con claras intenciones de asesinato, Dmitri hizo que Vitali, Valiana, Airin, Rosary y los padres de esta última se refugiaran junto a él en una de las casas más lejanas en la cadena de edificios que todavía quedaban en pie tras la explosión que sacudió la ciudad hacía muy poco tiempo. El ex mandatario ruso tuvo la idea de salir a revisar cómo iba todo, puesto a que, desde su posición algo alejada, no tenían demasiado qué hacer si deseaban estar enterados de todo lo que aconteciese en el exterior.

    — Echamos un vistazo rápido y en sigilo — Dmitri le respondió al ingeniero, queriendo sacarlo a él solo de la casa — Si vemos el menor indicio de problemas, nos regresamos y esperamos otra oportunidad.

    — Me parece bien, aunque puedes estar seguro de que no me detendré a socorrerte si algo sale mal ahí fuera — Vitali no pondría pegas a su plan, pero no por eso se arriesgaría más de lo necesario.

    — No esperaba que lo hicieras, después de todo… — Dmitri estaba pensando en un remate perfecto para su frase, “eres un Lakor, a ti no te importa sacrificar gente por el bien de los tuyos” era lo que más tenía deseos de decirle — …Tienes a tu hija aquí.

    — Regresaré pronto, Valiana, pase lo que pase, no salgas a buscarme si las cosas no se ven seguras ahí afuera — el ingeniero convertido en soldado le dio un aviso a su hija — Espérame a salvo. No creo que tardemos mucho.

    — Ten mucho cuidado, papá — la chica le suplicaba, sabiendo el peligro que se encontraba ahí afuera — No quiero perderte en este planeta. No quiero que Winter tenga que sufrir por esto sabiendo que estábamos tan cerca de salvarnos.

    Sin poder dar ninguna clase de garantía para asegurar su retorno a salvo, el ingeniero asintió con la cabeza. En compañía de quien fue su líder en su momento, y con quien llegó a compartir un par de reuniones en una especie de consejo humano, salió a la calle para encontrársela convertida en casi un desierto. El ruido de las balas se oía inequívocamente desde lo lejos, y en esa misma dirección fue por la que avanzaron Lakor y Koslov.

    Cruzaron una calle y media de tierra hasta que el ruido de alguien moviéndose les llegó a los oídos. Totalmente alertas a raíz del silencio que guardaban al avanzar, pudieron detectarlo antes de que pudiera pasar por su sitio.

    — ¿A qué edificio nos vamos a esconder? — Vitali no sabía hacia donde encarar — Hay que salir rápido de la calle antes de que nos vean.

    — Ese — Dmitri señaló al más grande, solo recemos para que esté abandonado del todo.

    El ex líder ruso fue el que condujo a su compañero hacia el edificio más grande y cercano a la vista, el cual podría servirles para esconderse de quien quiera que estuviera acercándose a ellos. La suerte sonrió a los dos hombres cuando abrieron la puerta sin dificultades y encontraron una gran sala de estar en aquel edificio, sostenido por dos columnas centrales, las cuales creyeron que les servirían en la tarea de ocultarse.

    — Deja la puerta abierta y escóndete — Vitali dio la orden a Dmitri — Tengo el presentimiento de que podría pasar cerca de nosotros.

    Haciendo caso más por desear no ser visto que por estar a gusto con seguir una orden suya, Dmitri lo siguió. Vitali se paró detrás de la columna situada a la derecha de la puerta, mientras que Koslov tomó posición en la que estaba más a la izquierda. Asomándose ligeramente para poder observar al causante de todo el ruido que estaban escuchando, pudieron ver como la silueta de un traliod que iba desarmado pasó a las apuradas por delante de la puerta de aquel edificio, sin detenerse siquiera a revisar que la puerta se encontraba abierta.

    — Se ve nervioso, como si quisiera escapar — Dmitri buscaba tranquilizar a su objetivo — No creo que esté buscando esconderse. Más bien, creo que trata de llegar hasta los muros para salir de la ciudad.

    — No por eso quiero gastar balas, ya que no sé cuántas quedarán en nuestras armas — Vitali mencionó a su compañero de exploración.

    — Espero que queden las suficientes para lo que necesitamos — Dmitri quería cortar con la conversación en aquel momento.

    El ingeniero que había sido entrenado por su amigo Renji no despegó la mirada de aquella puerta. Por diversas razones, no se sentía del todo seguro al pensar que ese traliod que buscaba escapar de allí se estuviera dirigiendo hacia la salida de la ciudad, y temiendo que pudiera llegar a toparse con el lugar en donde habían dejado a Valiana y a todos los demás con quienes viajaban, Vitali quiso pedirle a Dmitri que realizaran un seguimiento sobre él.

    Tan pronto como dirigió la vista hacia quien estaba con él, se percató de las intenciones verdaderas de su compañero. Dmitri accionó el gatillo del rifle que había robado a los traliod que atacaron en el interior del castillo, logrando acertar seis disparos en Vitali. Dos en el pecho, cerca del hombro derecho; dos en la zona renal y otros dos en el hombro. El ingeniero cayó al piso tratando de hacer todo lo posible para no soltar el arma, al mismo tiempo que movía su cuerpo para ocultarse tras la columna mientras que Dmitri seguía intentando acabar con él.

    La predicción del hombre se cumplió, puesto a que cuando el traliod que pasó por la casa escuchó los disparos, creía que se trataba de una confrontación entre los militares de la Sociedad Galáctica y los humanos. Sin querer arriesgar su cabeza para investigar, se apartó corriendo del lugar. Dmitri se encontraba a cubierto detrás de su columna, esperando a que Vitali saliera de allí para asestarle el tiro de gracia que acabaría con su vida.

    — No te hagas el duro, Vitali — Dmitri quería jugar con su mente — Tal vez yo haya apuntado mal y el retroceso del arma me haya jodido el tiro, pero he visto como caías. Está claro que mis disparos te han tocado. Incluso si no estás retorciéndote del dolor, vas a necesitar atención médica. Sal de ahí antes de que la herida te destruya.

    — ¡¿Por qué demonios me atacaste a traición de esta manera?! — Vitali no lo podía entender, y quería al menos saber la verdad antes de morir si es que no sobrevivía al enfrentamiento.

    — Sé que tú causaste la muerte de Renji, y creaste toda una escena para que te devolvieran a tu hija — Koslov todavía estaba aferrado a esa idea — Gente como tú, los Lakor, no nos hacen falta a la humanidad. Mira lo que ha hecho tu sobrino. Vino a rescatarnos y provocó un desastre total. Me juré a mí mismo eliminarlos a todos, no quiero que nadie sea condenado a vivir en un mundo donde gente como ustedes tenga tanto poder.

    Pese a que odiaba los motivos por los cuales su compañero lo quería ver muerto, lo cierto era que algo de razón tenía en sus palabras. Si no se movía rápido de ese lugar, la pérdida de sangre que le estaban provocando las balas lo iba a dejar sin fuerzas para seguir viviendo. Fue entonces que pensó en actuar lo más rápido que pudo.

    — Si tus palabras son sinceras, quiere decir que tras matarme a mí irás por Valiana — Vitali no quería ni pensarlo — No te dejaré tocarle un pelo a mi hija. Puedes estar seguro de eso.

    — La única forma de que lo puedas evitar ya la conoces… saliendo a pelear conmigo.

    Dmitri se asomó un poco de su cobertura, estando listo para acabar con el primero de sus objetivos tan pronto como este apareciera. Vitali supo que tenía que actuar pronto, por lo que tomó todo el aire que podía acumular en sus pulmones, sujetando con firmeza el rifle en su brazo izquierdo, sabiendo que el derecho solamente podía usarlo para jalar el gatillo. Decidido a arriesgarlo todo, un segundo fue lo que decidió el conflicto. Tras lanzar un grito que reflejaba su enojo y su dolor, Vitali dio un salto hacia el costado mientras accionó su rifle contra el enemigo. Dmitri, quien esperaba que se asomara ligeramente, se vio sorprendido por él y disparó en la dirección en la que pudo apuntar en una acción tan rápida.

    Los disparos de Koslov impactaron en el abdomen a Vitali, quien cayó sobre su brazo lastimado recibiendo dos balazos más, que eran todo lo que quedaba en el cargador del ex mandatario. Este, por su parte, terminó recibiendo seis tiros limpios en la parte superior. Tres en el pecho, uno en el cuello, uno en la mandíbula y otro disparo más en el medio de los ojos. Lakor había podido acabar con Dmitri, pero las heridas en su cuerpo eran demasiadas, de modo que no podría levantarse a voluntad.

    — ¡Ayúdenme! — el ingeniero se rehusaba a morir en ese lugar — ¡Estoy herido, necesito ayuda!

    — ¡Papá! — Valiana entró corriendo al lugar, muy agitada tras escuchar los ruidos desde aquella casa.

    — ¡¿Qué haces aquí?! — el hombre gritó horrorizado al ver a su hija ingresando a la sala — ¡Te dije que te quedaras atrás!

    — ¡Salí corriendo cuando escuché los disparos desde tan cerca! — la chica se acercó hacia él agachándose, y notando que estaba desangrándose — ¡¿Qué te pasó?! ¡No vimos a ningún enemigo cerca!

    — No fue… — Vitali empezó a hablar con dificultad y a toser sangre — Un enemigo… Fue él. Dmitri.

    — ¿Por qué? — la chica no tenía idea de cómo hacer para frenar la hemorragia, por lo que envolvió las heridas de su padre en la zona abdominal con sus manos, empezando a mancharse de sangre — ¿Por qué lo hizo?

    — Está cegado por el odio… — Vitali empezaba a sujetarse también la zona del impacto — También te quería muerta a ti…

    Airin, Rosary y sus familiares no tardaron demasiado tiempo en aparecer, y tan pronto como vieron a los dos hombres tirados en el suelo, se preguntaron con horror todo lo que había pasado allí dentro. Valiana, tras hacerle un gesto a su padre para que no hablara para no gastar sus fuerzas, decidió dar ella las explicaciones.

    — ¡Dmitri fue quien atacó a mi papá! — la chica no sabía cómo justificarlo — ¡Tienen que creerme! ¡Él intentó matarlo, y según sus palabras, también me quería muerta a mí!

    — ¡¿Por qué?! — Airin no podía entender por qué alguien como él intentaría una acción tan cruel en contra de un compañero humano — Dmitri no parecía ser una mala persona.

    — Fue por eso que me quería sacar de nuestro escondite… ¡Dios mío, como duele! — Vitali habló con rapidez, sufriendo por las heridas en el cuerpo — Me quería muerto a mí y a Valiana también, porque cree que yo maté a Renji solo para recuperarla a ella.

    Lo cierto era que las palabras del ingeniero parecían tener sentido para todos ellos. Dmitri, al momento de proponer la idea de abandonar el escondite en el que se estaban refugiando hasta que fuera seguro, insistió demasiado, sabiendo que solo serían dos personas solas contra los enemigos, incluso aunque se tratara de una exploración de sigilo. No tenían pruebas de que padre e hija estuvieran mintiendo, y fue por eso por lo que optaron por creerles.

    — ¡Vengan! — el padre de Rosary buscó la forma de acercarse a él — ¡Te sacaremos de aquí! ¡Tenemos que llamar la atención de otros militares humanos!

    El sonido de varios pasos acercándose hacia ellos llamaron la atención en todos los que se encontraban escondiéndose en aquel edificio. Temían el haber delatado su ubicación con los gritos que lanzaron tras haber descubierto aquel escenario tan tétrico en el que uno de sus compañeros estaba herido y quien otrora fue su líder, se encontraba asesinado por la persona a quien había intentado eliminar. Por fortuna para ellos, un grupo de cuatro soldados de la humanidad entró en el lugar. Reconocieron que las armaduras que portaban eran diferentes a las que les habían visto puestas a los guardias de la Sociedad Galáctica, pero no por eso dejaban de tener miedo.

    — ¡Miren este desastre, menos mal que hemos llegado! — exclamó uno de los soldados al ver la escena, con un herido y una baja en la humanidad — ¡¿A dónde huyeron los enemigos?!

    — No fueron los enemigos, aquel hombre intentó matar a mi padre — Valiana habló rápidamente en defensa suya, para garantizar que lo atendieran y que no lo considerasen un peligro — Él solamente se defendió, y necesita atención médica urgente.

    — Voy a pedir ayuda — el primero de los soldados en hablar, perteneciente a la división de ER, creyó la historia contada por la chica, pese a no entender los motivos por los que dos humanos intentaron matarse entre sí en una situación como esa — ¡Comandante Lakor, solicito más personas en mi posición! ¡Hay un herido de bala que necesita traslado, todavía está con vida!

    — ¡Entendido, tengo tu ubicación! — la voz de Ace se escuchó a través del comunicador de su armadura — ¡Estaré allí en dos minutos!

    Todos los presentes allí quedaron en shock tras haber escuchado la solicitud del soldado que habló por ellos, y más aún fue cuando llegó la respuesta de la persona a la que se había dirigido. Si sus oídos no les estaban jugando una broma, se trataba del propio comandante Ace Lakor, aquel que lideraba la misión de rescate en el planeta Tralio. Mientras tosía sangre siendo sujetado por su hija, Vitali y ella pensaron en que finalmente tendrían la oportunidad de conocerlo y hablar con él. Aunque, a causa de las acciones llevadas a cabo por Dmitri, el encuentro no sería ni feliz, ni tranquilo.

    — Tengo que ser fuerte… — Vitali pensaba en qué tanto le costaría tener que soportar todo ese tiempo hasta que la ayuda llegara — No quiero morir ahora… Tengo que hablar con él. Quiero vivir en el planeta Edagr junto a mis dos hijos. No tengo que dejar que esto acabe conmigo.
     
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    Elliot

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    Wenas.
    Me paso por acá a empezar al fin esta más reciente Parte de la saga. Esta vez no creo que me vaya a leerla completa de corrido, como he hecho hasta ahora. Mis hábitos de lectura han cambiado un poco desde entonces. Probablemente vaya de a 11 capítulos por vez, y haga pausas entre estos segmentos. Y he vuelto a esperarme a leer más de un capítulo antes de dejar el primer mensaje, para tener así más de lo que hablar.

    Ahora si, a la historia en si:

    Vemos la continuación directa de los finales cliffhanger de dos Partes anteriores. Si no recuerdo mal, dichas Partes acaban con niños de la colonia humana de turno siendo secuestrados repentinamente por la misma especie alienígena misteriosa. Me intriga mucho qué será todo el tema de estos nuevos enemigos espaciales, que parecen tener un interés especial concretamente en humanos. Teorizar es divertido, así que dejo mis ideas al respecto:
    1) Nos han estado siguiendo el rastro, están al tanto de todas las guerras que hemos tenido con otras especies, de lo belicosos que somos hasta entre nosotros mismos, y como hemos hecho un genocidio incluso de especies tan peligrosas como los edagrianos. Buscan encarcelarnos o exterminarnos por considerarnos un peligro para el resto del universo (pero de momento están en la tapa de estudiar a los rehenes, para ver si aprenden debilidades importantes nuestras)
    2) Nos ven como una especie exótica en peligro de extinción, y andan coleccionando humanos de muestra de todas las naciones posibles (que de momento parecen solo quedar dos).
    3) Planean meternos a algún torneo de gladiadores de distintas especies del universo.

    Volviendo a la historia en si, habiendo terminado con las teorías: Sky y Winter se encuentran, y entre ellos descubren la increíble revelación para ellos de que quedan grupos humanos en el universo más allá de las colonias supervivientes en las que se criaron. Para su mala suerte, son de países en conflicto (unilateran, de parte de los rusos). Por el título de esta Parte, asumo que próximamente habrá más contacto entre ambas colonias, pero que, al menos al inicio, no será precisamente colaborativo. Igual, esperemos lo mejor para los niños y jóvenes, que no tienen nada que ver con esos conflictos pasados, y ya la tienen muy jodida lidiando con aliens como para tener que atacar a otros humanos también. (Oh, y todo esto sin mencionar la conexión familiar inesperada para ellos que hay entre los círculos de ambos)

    Eso en la trama de los niños secuestrados. Pero en la trama de los rusos en el planeta en que se asentaron... Puff, uno de esos momentos oscuros de la saga. Tomaron un riesgo enorme por la esperanza de huír entre todos, pero una intervención inesperada les jodió enormemente el plan, y ahora fueron masacrados, conquistados, y, asumo, próximamente esclavizados por una de las especies alienígenas más brutales y despiadadas hasta ahora. Winter parece haber tenido suerte en comparación, al menos por ahora.

    Toca ver cómo se las arreglan los niños, los rusos, y... Wait, ahora que caigo, ¿la fusión de Zenith y Black Meteor tenía su propio nombre de nación? Creo que no, o que no me acuerdo. Bueno, que a ver cómo acaban convergiendo las tramas tan divergentes de ahora mismo.

    Saludos!

    PD: Normalmente no me gustan los recaps, pero esta vez me vino bien para acordarme de cosas xd
     
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    Elliot

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    Cap "Verte una vez más"

    Comentario más pequeño que el anterior, pero es de dos cosas que me llamaron la atención. Una buena y otra mala:

    La mala es que siento que la narración hace demasiado énfasis en recordar que Natasha es madre adoptiva de Arick. Hubo varias frases en la que hablar de ellos como madre e hijo sin más quedaba bien, y el recordatorio de que es un lazo adoptivo no aportó realmente nada a la narración. Me da la impresión que la intención es evitar que el lector se confunda o que piense que el escritor se olvidó.

    La buena es que me gustó el conflicto de los militares. El que una mitad del ejército tenga responsabilidad en el planeta, la otra mitad en el espacio, pero que en ambas mitades hay gente que tuvo seres queridos secuestrados al espacio. Lo que se habla es cierto: Los soldados y líderes tienen motivos entendibles para querer descuidar sus responsabilidades oficiales en esa situación, pero el hacerlo en esos momentos podría generar mucha desconfianza
     
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    Buenas Elliot, justamente en la intro previa al último capítulo publicado te he mencionado (posiblemente haya más menciones en otros capítulos, pero ya no las recuerdo todas) y ahora me encuentro con que has comentado. Iré respondiéndote alguna cosas :)

    Descuida, cuando se pueda. La historia no irá a ningún lado (aunque el foro a veces está caído y no se puede acceder, pero como tal no es la historia la que se va a algún lado XD)

    Bueno, no quiero spoilear obviamente, pero diría que te vayas olvidando de la número 2. De las otras no diré nada afirmativo ni negativo.

    Nop. Creo que en un diálogo de Sky ella menciona que ni Zenith ni Black Meteor existen, y como tal no tiene mucho sentido siendo que ya no viven en la Tierra. Son la humanidad, nada más.

    Hmm, sé que he puesto un par de cosillas allí, pero no creí que fuera demasiado énfasis. Quizá sea algo para revisar a posteriori. Como tal, no recuerdo que se dé en otros capítulos, pero bueno, quizá sí.

    Pues sí, es un dilema. Si todos hacen lo que les conviene, ante los ojos de los demás soldados quedará como que abusan de su autoridad y que la rama militar a la que pertenecen y sus responsabilidades están de adorno. Y los civiles ya están bastante molestos como para de paso ir causando malestares en los soldados.

    En fin, estaré atento para cuando vuelvas a comentar, que incluso ahora me llegan alertas de que estás dando sellos a los capítulos. Un saludo :)
     
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    Elliot

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    Cap "Un planeta en ruinas" (y menciono cosa de anteriores también. Nomás lo anoto así como marca de por donde voy)

    El regreso inesperado de Abel :,o. Me sorprende que no lo hicieran pedacitos ahí mismo al viejito. Bastante genial su actitud de "Ya acepté que voy a morir en cualquier momento por un motivo u otro, así que paso de preocuparme por mi supervivencia y me concentro mejor en analizar la situación".

    Y la muerte inesperada de Yukimura. Creo que es la primera vez que veo una escena del tipo "hombre le grita dramáticamente a su amigo para intentar que entre en razón y luego se retira" que termina tan horriblemente MAL para los personajes. No me lo esperaba para nada, y da un drama interesante. Buen giro.

    Ahora la federación multi especie se vuelve el ejemplo número 3684648 de una especie alien esclavizando humanos en esta saga. Tenemos MUY mala suerte en el universo.

    Veo que cada vez se notan de forma más directa los efectos de las conquistas de ese señor de la guerra espacial al que mentalmente siempre leo como Cásereim. Si que era un spin off importante el suyo.
     
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    Elliot

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    Cap "Avistando el objetivo"

    Chequé la intro del siguiente capítulo por curiosidad (de esas que das antes de que empiece el capítulo como tal) y veo que elegí un bien punto para la pausa, ya que resulta que acabo de terminar la sección introductoria de esta Parte.

    Y se nota, porque en cada uno de los POVs se empiezan a mover las cosas. Valiana ha sido liberada de la prisión, pero su padre acabó mintiéndolo sobre lo que llevó a eso.
    Los edagrianos (hey, geográficamente los humanos viviendo en Edagr lo son xp... ¿o sería más bien astronómicamente, por hablar de un planeta distinto a la Tierra, a la que el "geo" hace referencia?) acabaron de partir en su viaje de rescate de los rehenes.
    Y a los niños rusos a los que seguimos de entre esos rehenes les acaban de revelar acerca de los rastreadores dentro de los niños edagrianos. Por su parte, los edagrianos descubrieron el parentesco que comparte uno de los rusos con Ace. Y, para cerrar los cambios importantes del POV de los rehenes, Abel se metió en el plan que estaban armando.

    Definitivamente se ha pavimentado el camino a la próxima sección de la historia. Veamos próximamente a dónde llevará todo.

    PD: Con mi último aliento grito para que tiren al violador Iker directo a un agujero negro.
     
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    Buenas, Elliot, aprovecho para responderte en este rato libre en la chamba antes de seguir sufriendo XD.

    Yep, a partir de ahora habrá capítulos con mezcla de povs. Lo que no significa que no haya algún otro donde el pov siga siendo exclusivo de un lugar.

    Entiendo que los humanos que pelearon en la parte VI no lo serían. En teoría, son terrestres o terrícolas (o terramitantes si seguimos la lógica de los xaromitantes XD) ya que nacieron, crecieron y provienen del planeta Tierra. Pero los que nacieron ya en Edagr sí deberían considerarse humanos edagrianos. Sin embargo eso me deja otra pregunta. ¿Cómo se llaman los que nacieron en el espacio exterior? Pregunta interesante para conversar con un café.

    Es interesante que digas esto. Si Iker ha llegado a tener un comportamiento reprobable con Airin que es una chica que conoce desde su infancia, con quien ha compartido clases y encima es hija de su instructor... imagina el comportamiento que tendría con alguien a quien no conoce y solo sabe que proviene de un país que fue satanizado y deshumanizado (y que él creció escuchando todo eso como parte de su educación). Ir propagando odio contra otros es peligroso, más si los que escuchan esos mensajes son gente que ya de por sí no está del todo bien de la cabeza. No digo que Dmitri no tenga motivos para odiar a Zenith y a Black Meteor, y que no haya hecho énfasis principal en sus líderes. Pero Sky (que no nació en ninguno de esos países, y hasta nació después de que hayan desaparecido) está pagando por eso.

    Un gusto tener tus comentarios por aquí. Chao :)
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo, espero que esté todo bien. Tal y como hablamos, existía la posibilidad de que leyese este final de clímax por mi cuenta, ya que es bastante extenso y leerlo en simultáneo (cuando los caps de LV son cortos por el momento :shark:) era descompensado. Por ello, aquí estoy, tras haber leído. Así que toca comentar sin explayarme mucho.

    El principio sigue lo que vimos en el interior del castillo. Gina ve una oportunidad para poner en marcha un plan de huida, lo comunica y aquí es donde se lanza a la ofensiva. Los humanos cautivos logran someter a yarlemianos y velivinos sin que los de fuera sepan lo que está ocurriendo, lo cual es una ventaja. De ahí pasamos a ver como Hufan se ve obligado a regresar al castillo con algunos de sus soldados pues empiezan a ver que tal vez los humanos de dentro se han rebelado, por lo que Miraq se queda (sin saberlo) a solas para repeler el ataque del grupo de Ace. Precisamente esto da una ligera oportunidad a estos, donde Faron avisa a su comandante de que tienen el camino despejado hacia el castillo ante la ausencia de los guerreros del rey traliod. Y aquí viene la primera muerte tras una lucha breve pero intensa entre el propio Faron y Miraq. Justo cuando parecía que el líder de la SG perecería, sus soldados le salvan de morir a manos del humano. Bueno, una lástima la muerte de Faron, aunque nunca ha hecho nada especialmente relevante y estaba ante su primera oportunidad de hacerlo. Se nos fue el fan n.2 del comandante Lakor (el n.1 soy yo :nice:).

    Lo siguiente es la irrupción de Hufan y sus soldados al castillo, la cual no es repelida en su totalidad pero si golpeada duramente por los humanos del interior. Tras lucha constante, el comandante Lakor y Jensen se reencuentran con Gina, Dmitri y otras personas más. El pvto ex presidente ruso sigue empeñado en asesinar Lakor... maldito inútil, no le podría haber dado una bala en la nuca. Hablando de eso, eres un cabrón por matar a Gina de esa forma. Se acaba de reunir con su marido justo cuando Ace les dice que se queden ahí a pelear y la matas para que ahora no solo sea Dmitri, sino también Noak el que querrá matar a Ace. Luego ves diciéndome cosas para la conti de LV... NO ME OLVIDARÉ DE ESTO (maldito :aniscream:). Al menos Hufan, su asesino, ha salido herido por Noak por el momento. Pero joder, amigo, me cago en todo...

    Después vemos que mientras Vitali, Valiana, Dmitri, Rosary, Airin y Hana esperan al rescate de Ace, aparece Noak (que ha abandonado su posición el inútil :ewww:) para generar caos absoluto y decir que deben irse, que está infestado de traliod. Muy bien, entiendo que has perdido a tu esposa, pero, ¿qué mierda hacen para graduar a soldados retrasados cómo él? En fin, gracias a su exagerado alarme, todos huyen a excepción de Vitali y los demás, que deciden recoger armas y seguir ese camino de escape. Dmitri va tras ellos... este tipo es otro inútil. La humanidad está plagada de inútiles. CASSEIREM SÁLVANOS DE ELLOS. Ya veía venir que iba a hacer algo... Sea como sea, volvemos a ver a Ace, que enfrenta a Miraq. Sin embargo, no lo puede matar porque el maldito líder de la SG es un pussy y tiene a sus soldados cuidando su espalda. Una lástima no contar con su pérdida en este capítulo. Eso si, matas a Nick y su esposa fuera de cámaras... ya está. Ya tendremos 100% a Ulrik de repelente contra los protagonistas. Gracias, amigo. No tenía bastante con el retrasado de Noak y de Dmitri que ahora se sumará otro a la lista... :sadexo:

    Finalmente, Dmitri, Vitali, Valiana, Rosary y Airin se esconden en un lugar tras haber salido los últimos del castillo. El ex presidente ruso aprovecha así para proponer que él y Vitali salgan a ver si está todo despejado, una clara treta que termina con ambos escondiéndose en otro lugar al escuchar pasar a un traliod cagado de miedo. Esto desemboca en Dmitri disparando seis veces a Vitali (y este aguanta, seguro que los soldados que criticaban a Thomas estarían orgullosos) pero el Lakor sabe que la siguiente podría ser su hija, por lo que se arriesga y recibe dos balazos más (ya son ocho...) pero logra acertar unos seis a Dmitri y matarlo. Bueno, al fin Cobardi hizo algo de provecho. Si al final muere (deja que al menos hable con Ace un poco) al menos habrá hecho algo útil. :yagami:

    En fin, amigo, excelente capítulo aunque no lo veo como cierre de clímax ya que aún queda el escape del lugar. Pero si, épico y con muchas muertes para las que suele haber. Estoy deseando ver que ocurre pronto, mientras tanto, cuídate. :/*-*\:
     
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  19. Threadmarks: Enfrenta las consecuencias
     
    Agus estresado

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    Escritor
    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    43
     
    Palabras:
    8043
    Saludos. Aprovechando el sábado, voy a publicar el capítulo 39 de la historia.

    El clímax ya ha finalizado, pero no por eso la historia y mucho menos los conflictos. Podríamos decirse que ahora entraríamos en el aftermath de la parte antes de llegar al final, pero mejor no digo demasiado.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por estar presente siempre en este universo, sus comentarios sobre la trama y los personajes alegran el día, y eso significa mucho tras una semana larga de trabajos y proyectos :) . Y ojalá podamos tener una leída en simultáneo mañana, ya que todavía quedan capítulos de LGC VIII por compartir.

    También agradezco a Elliot, que ya ha empezado a ponerse al corriente con esta parte. Y espero lo que venga después también le guste.

    Las guías y las cronologías las actualizaré después, quizá antes de la publicación del siguiente. Sin más para decir, dejo el cap.

















    Enfrenta las consecuencias:

    Hufan se arrodilló delante del cuerpo de Yma. Tras recibir la noticia de que ella había sido asesinada, el rey de los traliod abandonó su castillo luego de haber recibido atención en su brazo herido. Tuvo que utilizar su brazo izquierdo para poder acariciar su rostro, puesto a que el derecho estaba inmovilizado y totalmente vendado, y de seguir forzándolo tardaría mucho más en curarse de sus heridas.

    — Mi amada… — el hombre no podía creer que ella hubiese sido asesinada — ¿Qué clase de arma le hizo una herida como esta?

    Permaneció en esa posición durante cinco minutos, haciendo absolutamente ningún movimiento con su cuerpo, y simplemente contemplando las heridas mortales que le habían hecho a su pareja para poder acabar con su vida. La tristeza lo invadió durante todo ese tiempo que se quedó allí, puesto a que su sueño siempre había sido librarse de Ybryr y tenerla a ella a su lado como reina. Con su muerte en manos de los enemigos, ya no sería posible que ese sueño pudiera realizarse.

    Lo que interrumpió ese trance en el que se encontraba fue una imagen que se empezó a materializar en el cielo de su planeta, a una distancia colosal. El rey y los guardias que le hacían compañía fueron testigos de cómo un gran navío se alzaba lentamente al cielo, y en tan solo menos de un minuto, dio un salto a toda velocidad hacia el exterior del planeta, perdiéndose tras haber cruzado las nubes negras que cubrían el cielo del planeta Tralio.

    — Se han ido… — el enojo en su voz no tenía comparación — Los humanos que todavía estaban con vida se han marchado de este planeta… Los hemos perdido definitivamente.

    — Mi rey, si me permite decir algo…

    — Habla — Hufan le dio el permiso a uno de los suyos que habló tímidamente ante él — ¿Qué es lo que ocurre?

    — Llevo más de un minuto mirando uno de los cuerpos de los humanos que quedaron aquí — el guardia tenía miedo de la reacción de su líder, puesto a que sentía la furia en su voz, pese a no ponerse a gritar a todo pulmón — Quisiera que usted lo viera atentamente conmigo antes de que saquemos una conclusión apresurada.

    […]

    Arick, Sky, Winter, Artem, Iker y Jessica permanecieron en el salón comedor de la nave junto a todas las personas que viajaron junto a ellos hacia el planeta Edagr mientras el vehículo se encontraba realizando su descenso hacia la superficie del planeta. Todos estaban bastante confundidos respecto a por qué realizaban esa clase de maniobra, pero los chicos que vivían en aquel mundo creían que la amenaza ya habría pasado, o de lo contrario, nunca habrían podido comunicarse con los soldados que dirigían la nave para realizar el descenso.

    Una vez el vehículo aterrizó al fin en el suelo del planeta Edagr, toda la gente vio como los soldados que se encontraban en la sala de comandos se acercaron al lugar en donde se encontraban todos, siendo acompañados por la comandante de DCT, Gwyn Fairin y la sub comandante de ER, Natasha Zafiro. Ninguna de las dos portaba su armadura de combate, solamente los uniformes militares eran visibles en ellas.

    En el momento en el que vio a su madre una vez más, Sky fue hacia ella corriendo, permitiendo así que ambas se fundieran en un abrazo tierno tras haber pasado días sin poder verse. Gwyn era quien más feliz estaba por ella, puesto a que su mayor miedo al pelear contra la Sociedad Galáctica era el ser asesinada en combate y no poder volver a abrazarla. Arick y el resto de sus compañeros miraron con una sonrisa de alivio en el rostro cuando vieron el abrazo entre ambas.

    — Se acabó, estoy seguro — Iker comentó en voz baja, solo para sus compañeros — De lo contrario, no habrían venido aquí.

    — ¡Mamá! — Sky gritaba de la felicidad por reunirse de nuevo con ella — ¡Qué gusto me da estar aquí contigo de vuelta!

    — ¿Qué fue lo que pasó? — Arick le hizo esa pregunta a su madre — ¿Se terminó el conflicto?

    — Parcialmente — Natasha respondió al hijo mayor de Ace — La pelea ha terminado, pero las calles del planeta están repletas de cadáveres, y manchadas con sangre. Tenemos que quemar a los enemigos y enterrar a los nuestros.

    — Para eso fue que vinimos aquí — Gwyn disolvió el abrazo con su hija — Vamos a necesitar mucha ayuda. Y, además, hay cosas que tienen que saber.

    — ¿Qué clase de cosas? — Sky se vio un poco aterrada por la forma tan severa de su madre al decirlo.

    — Tu padre está recuperándose en el hospital, fue herido en combate — la primera noticia que la chica recibió a su regreso no fue demasiado agradable — Pero Alicia y Cade… lo lamento. El enemigo nos los ha quitado. Me duele en el alma tener que decirlo, pero ellos no sobrevivieron a esto.

    — ¡Oh no! — Sky se cubrió la boca al pensar en eso — ¡Alicia! ¡Cade era solo un año menor a nosotros! ¡Esto no… no pudo…!

    — Lo lamento, Sky, a mí tampoco me gusta dar esta noticia — Natasha se ponía mal tan solo de ver la expresión en los rostros de los chicos.

    La noticia logró sacudir emocionalmente a los dos chicos. Alicia en más de una ocasión los había cuidado cuando eran niños, y era casi como una tía para ambos por el tiempo que habían pasado juntos en las veces que sus padres tenían que trabajar al mismo tiempo. Cade, por otro lado, era un gran amigo a quien conocían desde la infancia. El pensar en lo afectados que estarían Noak, Gina y Hana cuando la noticia pudiera llegar a sus oídos fue algo devastador para ambos. Arick intentó mantenerse fuerte, pero tan pronto como escuchó a Sky empezar a llorar por esa noticia, no pudo contenerse tampoco. Las muertes de dos personas cercanas los habían dejado afectados, y no fueron capaces de expresar otra cosa que no fuera dolor.

    Gwyn sabía por las cosas que le contó Natasha que ambos chicos habían decidido formar una relación, y lo comprobó con sus propios ojos cuando vio como ellos se abrazaron con fuerza para consolarse mutuamente por lo que estaba pasando. Las madres de los dos jóvenes quisieron expresar su consuelo para ellos dos, y se integraron en un abrazo donde permitieron que se desquitaran en su llanto.

    Desde la distancia, Winter, Artem, Iker y Jessica los miraban con tristeza y compadeciéndose por la pérdida de ambos. Solamente conocían a Alicia, más que nada Winter y Artem, que tuvieron la oportunidad de intercambiar conversaciones con ella. Pero nadie tenía idea de quién podría ser Cade. Asumieron por las palabras de Sky que se trataría de alguien mucho más joven, pero sin poder recordar la edad exacta que pronunció la chica.

    — ¡¿Kite está bien?! — Sky tenía miedo por ver que no mencionaron a su hermano adoptivo — ¡¿Y Azel?!

    — Los dos están a salvo, hija — Gwyn quería tranquilizarla — Pero tendrán que esperar para poder verlos. Por el momento, tú y todos los chicos se quedarán aquí. Nosotros despejaremos la ciudad. No quiero que salgan de esta nave y se encuentren un escenario tan devastador. No después de todo el horror que pasaron.

    — Lo entiendo, tienen trabajo que hacer — Arick no pondría quejas al respecto — Nos quedaremos aquí y no estorbaremos.

    — Podrán reunirse todos cuando esto haya terminado, por el momento, quiero que se queden en este lugar — Gwyn miró fijamente a su hija al decir esas palabras — Háganme el favor.

    La chica y su pareja asintieron al pedido de las dos mujeres, quienes tras hablar con ellos dos y darles un panorama de la situación, fueron a mencionarle a los adultos que viajaron en la nave sobre todas las tareas que serían necesarias para poder deshacerse de los cuerpos enemigos, así como también de la importancia que era poder darles a los suyos un entierro digno. Tras ver como sus madres abandonaban la nave nuevamente, pero en compañía de más personas, dejando únicamente a los más jóvenes a bordo, Arick y Sky se fueron a sentar a una de las mesas cercanas.

    Arick quedó con la mirada fija en la nada, mientras que Sky cubrió su cabeza con ambos brazos y se puso a llorar sobre la mesa. Los amigos que habían hecho a bordo de la nave en el camino de regreso a casa se acercaron a ellos para darles consuelo, aunque no había mucho que pudieran decir.

    — Lamento lo que ha sucedido — Winter quiso ser comprensivo con ambos — Alicia era una buena persona. Me sienta mal saber que ya no está, y que murió peleando para darnos un mundo mejor a todos nosotros. Quiero que sepan que yo estaré disponible a darles una mano en lo que haga falta.

    — Gracias, Winter — Arick se mostró agradecido con su familiar — Ella me ha cuidado tantas veces cuando yo era niño… Era casi una segunda madre para mí.

    — Entiendo que Cade era un gran amigo de los dos — Artem recordó la mención del chico — Me hubiera gustado conocerlo, ya que, si ustedes son buenas personas, él también seguro era alguien de bien.

    Iker y Jessica, quienes no habían tenido demasiadas interacciones con Alicia y tampoco con ellos dos, no podían hacer mucho más que darles palmadas en la espalda para mostrarles un apoyo emocional. No encontraban palabras que pudieran tener un efecto positivo en ellos, puesto a que el dolor de haber perdido a amigos cercanos no era algo que se pudiera superar con facilidad.

    Lo único que consolaba a todos, a pesar de sus pérdidas, era el hecho de que el conflicto, por lo menos armado, ya hubiera concluido. Interpretaron que la Sociedad Galáctica se había retirado o habían sido totalmente derrotados. De cualquier manera, sus vidas en el planeta Edagr podrían ser llevadas a cabo con tranquilidad, una vez que hubiera tenido lugar el luto correspondiente por los caídos.

    […]

    — ¿No va a salvarse? — Ace preguntó a una doctora que tenía en frente.

    El comandante Lakor se encontraba en la sala médica del crucero espacial que habían podido arrebatar a la Sociedad Galáctica. No estaba a solas con el personal médico, compuesto de una doctora y dos enfermeros, sino que Valiana Lakor, una prima suya, se encontraba en el sitio junto a Airin y a Rosary. Todos estaban centrando su atención en la camilla donde Vitali, el ingeniero herido tras un conflicto contra Dmitri, luchaba por su vida. Alrededor de ellos se encontraban soldados que estaban tratando heridas superficiales y poco serias, ocupando camillas, pero sin riesgo de una muerte inminente.

    Todo era diferente para el ingeniero convertido en soldado, cuyo diagnóstico no era muy alentador por parte de la doctora que lo atendió.

    — Lamento decirles que no podemos hacer nada — la mujer miró a la hija del ingeniero, notando como lágrimas caían desbordadas de sus ojos — Necesita una transfusión de sangre, y en esta sala médica no tienen los instrumentos para tratarlo.

    — No… — Valiana miraba a su padre, todavía consciente sobre la camilla, y no podía creer que ese fuese a ser su destino — No puede morir así…

    — ¿Qué se puede hacer? — Ace necesitaba saber si podía ayudar en algo — ¿Solo nos tenemos que resignar?

    — Le hemos dado una inyección de un medicamento para darle algo de fuerza — comentó la doctora, en términos que ellos pudieran entender — Él estará consciente por unos minutos gracias a esa inyección, pero luego de eso cerrará los ojos, y finalmente morirá. Aprovechen estos minutos que tienen para despedirse de él.

    — Muchas gracias por haber hecho todo lo posible, doctora — con pocas fuerzas, pese a saber que se le había inyectado algo para que pudiera ser fuerte, el hombre se mostró agradecido — No sabe lo que significa para mí el tener tiempo para despedirme de mi familia.

    — ¡Papá! — Valiana lloraba sin consuelo al saber que él partiría pronto — ¡No puedes morir así! ¡No puedo perderte! ¡Winter no puede perderte! ¡Él te necesita!

    — Desearía haber visto las intenciones de Dmitri… así no habría terminado como acabé — Vitali llevó sus pensamientos a su hijo — Mi pequeño Winter… Al menos quisiera poder aguantar hasta verlo de nuevo.

    — Hay… — Ace tenía un pequeño nudo en la garganta tras ver esa escena — Winter les dejó un mensaje a ustedes dos.

    Sorprendiendo a sus familiares, como así también a las amigas del menor de los hijos de Vitali, Ace Lakor sacó de los bolsillos de su pantalón un dispositivo móvil, algo que ellos, dada su condición de esclavos a manos de los traliod, llevaban tiempo sin ver y utilizar. El comandante les explicaría todo lo que contenía en su interior, mientras buscaba la grabación hecha por su primo.

    — Mi hijo Arick le prestó este dispositivo, y él grabó esto para ustedes — Ace hizo reproducir el video.

    — “Mamá, papá, Valiana” — padre e hija vieron la imagen de Winter a través de esa pantalla — “Lamento no poder estar con ustedes para el momento en el que reciban este mensaje… Pero yo estoy bien. Hemos sido secuestrados el día en el que se suponía que escaparíamos, pero nos han rescatado. Otros humanos lo hicieron, y no humanos qué venían junto a nosotros en el navío. Se trata de los humanos que escaparon del planeta Tierra el mismo día de nosotros. De Zenith y de Black Meteor… Se unieron para enfrentar y derrotar a los edagrianos, y han obtenido un nuevo planeta para vivir. Allí es a dónde voy a ir ahora. Y allí es a donde serán llevados cuando sean rescatados. Estoy seguro de que este mensaje llegará a ustedes después de que lo sepan, así que lo diré. ¡Los humanos que los rescataron están comandados por Ace Lakor! ¡El sobrino de papá! ¡¿Escuchaste eso, Valiana?! ¡Tenemos un primo, y a muchos familiares que están esperando conocernos pronto! ¡Les hablaré muy bien de ustedes! ¡Espero que regresen a salvo! Los estaré esperando a todos.”

    — Oh, mi niño — Vitali dejaba caer muchas lágrimas tras escuchar ese mensaje — No importa cuánto crezca, nunca dejará atrás su ternura — tras decir esas palabras, Vitali centró la vista en su sobrino — Sé que no tengo derecho a pedirte nada, Ace. Pero, por favor, cuídalo mucho… Ni su madre ni yo estaremos allí para él, y sigue siendo un adolescente. Lo que ha pasado con los traliod, la Sociedad Galáctica y con su traslado a Edagr, está atravesando muchos cambios a la vez… Será un reto, estoy seguro. Pero me haría muy feliz que pudiera crecer en libertad, y a salvo en el planeta que ustedes adoptaron como propio.

    — Winter tiene casi la misma edad que mi hijo mayor… — Ace estaba dispuesto a realizar ese favor — He conversado poco con él, pero he notado que es un buen chico. No lo dejaré abandonado. Me aseguraré de que tenga un sitio donde vivir, una escuela a la cuál asistir, y una familia que lo cuidará cada vez que lo necesite.

    — Te lo agradezco mucho, mi querido sobrino… — Vitali se mostró conmovido por las palabras del joven — Lamento mucho que nos tuviéramos que conocer en el día en que me voy a morir. Tenía muchas ganas de ver cómo es el mundo que conseguiste para la humanidad. Conocer a la mujer con la que te casaste, y a tus dos hijos… Compartir paseos, cenas, tragos, bailes…

    — ¿Cómo sabes todo eso acerca de mí? — Ace se veía asombrado por lo que decía su tío.

    — Tu amiga, Gina, me lo contó todo — Vitali no mintió a su sobrino — Lamento que ella tuviera que morir. Ella tenía una hija pequeña a quien cuidar. No merecía que le arrancaran la vida de sus manos, y la niña tampoco merecía pasar por un momento tan traumático…

    — Nos haremos cargo de todo aquel que necesite de nuestra contención — Ace mostró determinación en esas palabras — Eso es lo que nos ha caracterizado siempre. Nunca dejar a nadie abandonado.

    — Me siento tan horrible por nunca haber aparecido para llevarte conmigo — Vitali se quería disculpar con él — Al no poder contactar a mi hermano, creí que todos habían muerto… La última vez que te vi eras un bebé. Eras un niño cuando la Catástrofe ocurrió. Necesitabas una familia, y no estuve allí para poder darte eso.

    — No tienes por qué disculparte, no había forma de que lo supieras — el comandante de ER sentía como sus lágrimas caían, por el hecho de ver que había alguien que lo amaba y a quien no podría mantener en su vida.

    — No es mucho, pero tal vez pueda hacer algo para enmendar mi ausencia… — Vitali sorprendía a todos con esas palabras — Si lo que Gina me dijo es verdad, tu padre adoptivo te arrebató tus recuerdos.

    — Es cierto — Ace no esperaba que Gina hubiera revelado tantas cosas sobre él — No puedo recordar nada.

    — En ese caso, ¿te gustaría conocer los nombres de tus padres? — la pregunta del ingeniero lo tomó con la guardia baja.

    Ace quedó totalmente impactado cuando esa pregunta llegó a su mente. Varias veces a lo largo de los años, se hizo muchas preguntas concernientes a sus padres. Quiénes eran. Cómo eran. Qué sería lo que pensarían de él. Al no tener manera de buscarlos puesto a que no sabía sus nombres, dado a que lo único que quedó en los registros del orfanato en el que estuvo era el suyo, optó por dejar atrás esas dudas, sabiendo que jamás podría tener acceso a esa información. El ofrecimiento de Vitali le estaba dando la oportunidad de poder irse a dormir conociendo los nombres de sus padres. Consciente del poco tiempo del que disponía, Ace no lo hizo esperar más.

    — Sí… — su voz estaba muy cortada — Sí me gustaría.

    — Tu padre, mi hermano, se llamaba Halil — comenzó a decir el hombre — Y tu madre se llamaba Gemma. Ellos dos te amaban con todo su corazón. Viví con ellos un tiempo. Tú eras la luz en sus ojos, el motivo de ellos para levantarse cada día a trabajar, querían darte una vida soñada… Créeme cuando te digo que, si te vieran ahora, estarían orgullosos de ver que eres un hombre bueno. Eres todo lo que ellos querían que tú fueras. Tal vez no lo puedan decir, pero puedes confiar en que los conocí lo suficiente para saberlo.

    Las palabras dichas por el ingeniero quebraron por completo a Ace. Sin buscarlo ni esperarlo, consiguió al fin respuestas que había dado por imposibles durante mucho tiempo. Su tío, en sus últimos momentos, se aseguró de darle luz sobre temas que lo habían perseguido en su momento. Eso hizo más triste para él el saber que tan pronto como llegara su hora, no lo podría ver más. Habría deseado tener más tiempo para saber más acerca de sus padres, pero el conocer su nombre y el hecho de que ellos estarían orgullosos de él, era más que suficiente para él. Con gentileza y delicadeza, Ace le dio un beso en la frente, como una forma de despedirse de él. Ya tenía todo lo que podía pedir, por lo que se hizo a un costado y dejó que Valiana se despidiera de su padre, sabiendo que esa sería su última charla con él.

    La mayor de su familia tenía los ojos totalmente empapados de lágrimas, y el acercarse a su padre para su despedida solamente intensificó el momento. Este, pese al dolor que podía sentir en su cuerpo, y al saber que su vida estaba llegando a su ocaso, sonrió para poder dejar un último buen recuerdo para ella.

    — Te vamos a extrañar… Winter te va a extrañar mucho — Valiana no sabía cómo decir adiós — Hiciste tantas cosas por nosotros dos… No puedo creer que hacer eso te haya hecho ganar un enemigo. No merecías tener que irte de esta forma, y Winter y yo no merecíamos perderte.

    — A mí también me duele mucho tener que decir adiós de esta manera, hija — su padre hizo su mayor esfuerzo por tomar su mano — Pero ahora al menos sé que tú y Winter tendrán un futuro mejor. Lejos de los traliod. Lejos de ese mundo oscuro que queríamos colonizar. Y cerca de tu familia. Mi muerte es muy dolorosa para mí, pero encuentro el alivio al saber que, dentro de dos semanas, tú y Winter estarán respirando el aire de otro mundo, comiendo en la mesa de gente buena como lo es tu primo…

    — Tú también habrías sido muy feliz en aquel mundo… después de todo lo que luchaste, ser feliz también era tu destino — Valiana no encontraba consuelo en el futuro — Nos vas a hacer mucha falta.

    — Y ustedes a mí… — Vitali se sentía cada vez más adolorido — Pero quiero que tú y Winter sean fuertes… Una nueva etapa en sus vidas está por comenzar. Superarán este dolor, y cuando lo hagan, quiero que los dos miren al cielo y sonrían. Puede que su madre y yo los estemos mirando desde las estrellas… — algo le decía que el tiempo se había agotado — Adiós, mi querida niña. Sé que, sin importar el mundo al que vayas a ir, podré estar orgulloso por haberte tenido. Tenerlos a ti y a Winter en mis brazos fue mi mayor alegría. Nunca lo olviden para cuando llegue el momento de tener a sus hijos…

    Pese a que intentó luchar por un segundo más, los ojos del ingeniero Lakor terminaron cerrándose de manera involuntaria. El efecto de la inyección que la doctora le había dado se había terminado, y su cuerpo quedó sin fuerzas, totalmente inconsciente listo para que llegara el momento de su muerte. Valiana sujetó la muñeca del brazo derecho de su padre, notando como el pulso que sentía se hacía cada vez más lento hasta que ya no quedó nada. Cuando supo que se había ido, cubrió su rostro para romper en un llanto sin consuelo alguno.

    Airin y Rosary, quienes habían acompañado a la hermana mayor de su compañero en silencio, se acercaron a ella y la abrazaron con mucha intensidad. Fue la hija de Utkin quien le dedicó unas palabras a la chica.

    — Lo siento mucho, Valiana… — la chica se notaba muy triste por su parte — Sé lo que estás atravesando en este momento. Al igual que tú, no estaba lista para un momento así… Pero tú estuviste para mí cuando me hizo falta. Ahora, yo estaré para todo lo que necesites.

    — Cuenta con nosotras para ayudarte en lo que sea — Rosary tenía la fortuna de tener a su familia consigo, pero no por eso se mostró sin empatía ante ella — Solo tienes que pedírnoslo. Airin y yo nunca cerraremos nuestras puertas para ti.

    — Gracias… a las dos — la voz de la chica estaba quebrada — Mi hermano es muy afortunado al tenerlas a ustedes como compañeras… Son dos ángeles… No sé qué haría sin ustedes.

    El comandante Lakor tenía deseos de darle consuelo de su parte a su prima, pero esperó con respeto a que las dos chicas terminaran su abrazo, dado a que él apenas era alguien a quien empezaban a conocer. Una vez que el encuentro entre las tres llegó a su final, Ace se aproximó a la chica, y le dio un abrazo, dejando que ella rompiera en llanto sobre su hombro. El comandante no podía evitar tener un dudo en la garganta. Desde que habló con Winter, sentía muchos deseos de conocer a su familia. Pero su madre había muerto antes de que él llegase incluso a Tralio, y el padre del chico acababa de morir frente a él, dejando huérfanos a ambos. Una sensación conocida por él.

    — En Edagr vas a estar segura, y Winter también — Valiana se vio algo reconfortada por las palabras de Ace — Somos una familia, y nunca los dejaremos atrás. Mi esposa estará encantada contigo. Y a mis hijos les alegrará tenerte cerca… Te voy a conseguir una casa cerca de la nuestra, para que tú y Winter tengan la privacidad que necesiten, y para que puedan acudir a nosotros siempre que algo les haga falta. Prometo que nunca estarán solos mientras estemos allí. Sé lo que es necesitar la compañía de seres queridos, y es mi responsabilidad brindarles eso. Puedes estar segura de que vas a estar bien. Tú y Winter crecerán a salvo en Edagr.

    — Gracias, primo Ace… — Valiana no podía decir mucho más, puesto a que el llanto le secó la garganta — Significa mucho para mí. No sé qué es lo que haría yo sola con Winter. Gracias por estar para nosotros dos.

    Tras haber compartido unas palabras breves, los dos parientes que acababan de conocerse, disolvieron el abrazo. Ellos dos, al igual que Airin y Rosary, pudieron ver como la doctora y los enfermeros estaban preparando una bolsa para poder colocar allí el cuerpo de Vitali. Adoloridos por una escena como esa, los cuatro emprendieron camino hacia el exterior de la sala médica.

    — ¡Ace, disculpa si interrumpo, pero hay algo que debo decirte! — los gritos de Allecreod se escuchaban a la distancia.

    El ryfier se acercó a los cuatro humanos caminando con calma, procurando no asustar a las tres chicas que estaban junto al comandante, pese a que ellas ya lo habían visto cuando llegó el equipo de rescate para ayudarlos a llevar a Vitali a bordo de la nave. A pesar de todo, las tres chicas no estaban muy acostumbradas a estar tan cerca de un extraterrestre y sentirse tranquilas, puesto a que todas sus experiencias con seres ajenos a la humanidad involucraban a los traliod y a la Sociedad Galáctica.

    Ace se sintió algo triste al ver el miedo en sus ojos, provocado por tener a un alienígena tan cerca, pero poco podía hacer al respecto en aquel momento. Tenía interés en saber qué era lo que debía escuchar por parte del ryfier.

    — ¿Qué es lo que sucede? — el comandante no estaba de muy buen humor, por lo que no contestó demasiado entusiasmado.

    — Como Xorxaik ya no está, tuve que hacer un esfuerzo enorme para poder ponerme en contacto con casa — Allecreod comentó, sorprendiendo a Ace al revelar esa respuesta — Pero lo logré, y hay cosas que tienes que saber.

    — ¿Lograste contactar con nuestro mundo? — Ace estaba impresionado con la hazaña del ryfier — Eso quiere decir que…

    — Al comunicarme con ellos, me dijeron que el conflicto con la Sociedad Galáctica terminó — Allecreod contó todo lo que sabía, pero el desgano estaba presente en su voz — Los invasores fueron asesinados, y las comunicaciones funcionan con normalidad. Ellos pueden confirmar que ya no queda presencia enemiga en Edagr. No se han podido llevar a ningún humano.

    Ace no podía sonreír pese a las buenas noticias que su compañero y consejero le estaba dando. Sabía que algo no estaba bien tan solo con prestar atención al tono carente de emoción con el que Allecreod le comunicó dicha noticia. Incluso aunque fuera de otra especie, se habría visto más feliz al compartir tal información.

    — ¿Cuánto nos ha costado esa victoria? — Ace se preparó para recibir una bomba.

    — Muchas muertes de soldados, y en menor número, de civiles — el ryfier empezó por lo más suave para él — El subcomandante Thomas Delleo fue herido, y está internado en el hospital, aunque muy posiblemente esté en pie cuando regresemos… Pero Alicia Noble y Cade Jensen no lo han conseguido.

    — ¡¿Alicia y Cade fueron asesinados?! — Ace preguntó más por negación que por desconfianza — Dime que no es verdad.

    — Lo lamento, comandante — Allecreod fue respetuoso en su pésame — Alicia murió en combate. Y Cade murió mientras Thomas lo trasladaba al hospital. Fue allí cuando terminó herido.

    — Noak… — Ace no podía evitar pensar en su compañero.

    — Ya le he compartido la noticia, y no se lo tomó nada bien — el ryfier le dijo algo que era de esperarse — Por eso vine. Necesitas ir a hablar con él. Ofrecerle una mano amiga en este momento tan oscuro para él.

    El ryfier no mentía ni exageraba al hablarle. Ace sabía lo importante que era su familia para el soldado, puesto a que más de una vez manifestó en voz alta sus deseos de rescatar a Gina y a Hana para que su familia estuviera completa una vez más. El haber perdido a su mujer y a su hijo hacían que eso ya no fuera una posibilidad para él, y no podía imaginar lo afectado que habría quedado, tanto él como su hija.

    — Será mejor que vayamos a verlo — Ace no lo dudó ni por un segundo.

    — Nosotras también iremos, si nos lo permites — Valiana se sentía en obligación — He hablado con Hana en Tralio. Su madre hizo mucho por nosotras, y murió luchando por nuestra libertad. Ella es quien menos se merece pasar por esto.

    Agradecido por contar con más ayuda, Ace fue recorriendo los pasillos de la nave en compañía del ryfier, de Valiana, Airin y también Rosary. Las dos primeras tenían presente lo que era perder a sus familiares, y creyeron que para una niña de tan solo doce años como lo era Hana, el dolor sería mucho peor. No tuvieron que caminar demasiado hasta que llegaron a la habitación en donde Noak se había quedado durante el viaje, y en la que permanecería hasta su regreso al planeta Edagr.

    Con delicadeza, Allecreod abrió la puerta al cuarto, y allí pudieron ver gracias a las luces encendidas, un espectáculo difícil de digerir. Hana se encontraba llorando sin consuelo sobre una de las dos camas de la habitación. Tenía su cara oculta sobre la almohada en la que apoyaba su cabeza, y no podía dejar de gritar ni llorar, lo cual dejó una mirada triste en todos los que contemplaban esa escena. Noak, por su parte, no estaba recostado sobre una de las dos camas del cuarto. El soldado estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra una de las paredes, y con la mirada perdida en la cama vacía sobre la que podría estar recostado. Ace, apenado y afligido por el estado de su amigo, se aproximó lentamente hacia él, seguido por Allecreod. Valiana, Airin y Rosary permanecieron fuera y no ingresarían hasta no tener permiso para hacerlo, puesto a que no tenían confianza con el soldado.

    Noak escuchó los pasos de Ace y Allecreod al acerarse a él, pero sus ojos llorosos no fijaron su vista en ellos, ni tampoco movió la cabeza.

    — Noak… lo lamento — Ace sonó muy apenado al tener que hablarle — Me acabo de enterar de lo que pasó con Cade. Gina y él no merecían este destino, y tú y Hana no merecían perderlos. Sé que nada podrá enmendar ese dolor, pero quiero hacerte saber que yo voy a estar para ti. No tienes que preocuparte por nada. Cuando lleguemos a Edagr tendrás todo el tiempo que necesites. Yo cubriré todo lo que te haga falta. Siento que es mi responsabilidad por el hecho de que Gina haya muerto allí. Lo siento. Quizá debí enviarla a ella y a ti a que buscaran a Hana y la mantuvieran a salvo. No creí que los traliod nos atacarían. Lo lamento…

    No hubo respuesta del soldado, cosa que dejó preocupados a Ace y a Allecreod.

    — ¿Noak? — el comandante quería ver si estaba consciente, y se acercó para apoyar su mano sobre su hombro.

    — No me toques — Noak expresó su molestia — No me toques. No me hables. No me mires. No me compadezcas. No quiero nada que venga de ti. Nada…

    — Necesitas ayuda — Lakor quería mostrarse compasivo.

    — Necesito que te alejes de mí y de Hana — Jensen no mostró alternativa — Fuera de mi vista.

    — Noak, ahora mismo necesitas a tus amigos contigo — Ace se rehusaba a marcharse.

    — ¡No eres mi amigo! — Noak se puso de pie con furia, causando que el comandante y el ryfier retrocedieran algo sorprendidos — ¡Ya te dije que no te quiero ver! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

    Los gritos del soldado fueron acompañados por acciones. Como si se trataran de enemigos, Noak acumuló energía en sus manos y empezó a disparar fragmentos de calor hacia Ace y Allecreod. El enfado del soldado entorpecía bastante sus movimientos, impidiéndole apuntar con claridad, por lo que para Ace y el ryfier no representó dificultad alguna esquivarlos. Pero el haber contemplado esa reacción tan violenta de su compañero los llevó a retroceder hacia la puerta, que era justo lo que el soldado quería.

    — ¡Déjenme tranquilo! — Noak empezó a acumular energía en sus manos nuevamente.

    Captando el mensaje dado por el soldado, Ace y Allecreod se marcharon de la habitación que el soldado compartía con su hija, ambos con una expresión de horror en su rostro. Valiana y Airin, ambas allí queriendo consolar a Hana, se marcharon detrás de ellos sin poder cumplir con lo que querían, estando más asustadas que aquellos que lo conocían. Rosary, por su parte, se quedó de pie frente a la puerta, mirando atónita la reacción que tuvo el soldado con sus compañeros. Este, quien quería estar en la soledad de su habitación, no tardó en darse cuenta de que lo observaban.

    — ¡¿Por qué no me pueden dejar en paz?! — el grito violento de Noak ahuyentó a Rosary, quien se apartó de la puerta, desapareciendo de su vista.

    Con la respiración algo agitada por el miedo que tenía, Rosary se movió hasta quedar cerca del grupo con el que había acudido a la habitación del soldado. Ace, notando lo mal que había quedado la chica tras haber recibido esa agresión, decidió abogar por su compañero.

    — Es una buena persona, un gran compañero y un mejor amigo — Ace se sentía apenado por todo lo que le tocaba vivir — Su familia es lo más importante para él. Vino en esta misión para salvar a su esposa y a su hija, y que así su familia estuviera unida una vez más. Y ahora… ya nunca volverá a ser así. Está pasando por mucho. Haríamos bien en dejarlo a solas. Él sabe dónde encontrarnos si nos necesita.

    Sin mucho más qué decir o hacer en ese lugar, Ace y Allecreod se marcharon para dirigirse a la sala de comandos. Valiana decidió que lo mejor que podía hacer era irse a descansar para terminar de procesar todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo. Airin y Rosary fueron con ella, aunque la seguían desde lo lejos en el camino a sus habitaciones. Rosary, aprovechando que su amiga estaba junto a ella, decidió exponer sus pensamientos sobre lo que había visto.

    — Su mirada mostraba dolor, y su voz reflejaba mucho enojo — Rosary opinaba respecto a Noak — Me dio mucho miedo cuando me gritó de esa forma.

    — No hay dudas de que no está atravesando su mejor momento, lo mejor sería respetar su duelo — Airin no deseaba meterse demasiado en ello.

    — No puedo dejar de pensar que el dolor por el que está pasando es algo que podríamos atravesar en algún momento si seguimos el camino de ser soldados — Rosary reflexionó sobre lo ocurrido.

    — ¿Qué significa eso? — Airin se vio muy confundida por esa declaración.

    — Sé que tu padre tenía buenas intenciones al convertirnos en soldados, pero ver lo que le ha pasado a ese pobre hombre… — pese al miedo, la chica se compadecía de él — Es algo que no me gustaría vivir. Esta profesión debe ser estresante. Tuvo que dejar a su hijo atrás para poder salvar a su esposa y a su hija, y terminó perdiendo a una de ellas.

    — Rosary, ya sabes lo que nos espera en Edagr — Airin recordó lo que oyó de Gina — Tendremos una vida nueva allí. Un nuevo comienzo para todos nosotros, ahora que ya no somos esclavos. Si no deseas seguir la carrera militar, nadie te obligará. Nos han liberado, lo que significa que podemos seguir nuestro propio camino.

    — En ese caso, ya tengo decidido cuál es el camino que no voy a seguir — contestó la chica, en referencia a la profesión de ser un soldado.

    […]

    — Tengo trabajo que hacer en esta semana de viaje hacia Edagr — mencionó el comandante Lakor, mientras caminaba por los pasillos del crucero.

    — ¿Qué clase de trabajo sería ese? — Allecreod no sabía a qué se refería.

    — La última vez que Winter vio a su familia, los tres estaban con vida… — Ace empezó a relatar sus motivos — Pero su madre murió sin tener la oportunidad de ser rescatada. Y su padre perdió la vida a bordo de este crucero. He visto los cuerpos de muchas personas en Tralio… Seguro debe haber personas que comparten su situación. En Edagr hay gente esperando a sus padres, a sus hijos, a sus amigos. Hay muchos reencuentros que no se van a dar, y no me parece justo que la gente no lo sepa.

    — ¿Qué idea tienes para algo como eso? — el ryfier tenía curiosidad sobre lo que el comandante quería hacer.

    — Tenemos que realizar un censo de toda la gente que viaja con nosotros ahora mismo — fue su respuesta — Informar en casa para que anuncien quienes no van a regresar. No quiero que la gente tenga esperanzas por reunirse con sus familias cuando nuestra nave aparezca en el cielo de Edagr, solo para que sus corazones se rompan cuando descubran que las personas a las que esperan no van a aparecer.

    — Me parece una idea muy buena, es una cosa que debe hacerse, por más doloroso que sea — Allecreod tenía pensado no terminar allí — Deja que yo me encargue de eso. Tú vete a descansar. Este día fue muy largo para muchos de nosotros, y me imagino que más lo fue para ti.

    — No miento cuando te digo que vendría bien — el comandante se mostró agradecido con ese ofrecimiento — Pero cuando me despierte de mi siesta, vendré a darte una mano con todo esto.

    Acordada la realización de un censo para que pudieran conocer bien a todos los habitantes de Tralio a los que habían rescatado, junto con los humanos de Edagr que iban a regresar, Allecreod se marchó directamente hacia la sala de comandos de la nave, en donde solicitaría ayuda para esa tarea a los humanos presentes allí. Ace, por su parte, y dejando ver el cansancio en su rostro por primera vez desde que el día dio inicio, recorrió los pasillos del crucero sin encontrarse con nadie en el camino a su habitación.

    Cerró la puerta tras entrar, y apagó todas las luces que iluminaban el sitio, para acto seguido recostarse boca arriba en la soledad de su cuarto. Pese a ser una nave muy grande y a tener en su interior a miles de personas, pudo gozar de un silencio que lo dejó a solas con sus pensamientos sobre todo lo que había acontecido en el día. Los caídos vinieron a su mente. Pensar en que había perdido a Xorxaik, a Faron, a Gina, a Cade y a Alicia fue un duro golpe para él. La muerte de Abel le era muy indiferente, pero no dejaba de estar asombrado al pensar que alguien a quien llegó a considerar como hierba mala inmortal, hubiera terminado de esa manera.

    Sus pensamientos luego pasaron a su familia. Vitali, su tío, había muerto frente a él y a tan solo unas horas de haberlo conocido. Sus primos, Valiana y Winter habían quedado huérfanos, y eso sería una mayor responsabilidad para él en casa, puesto a que su familia se había expandido. Los últimos en quienes pensó fueron su esposa y sus dos hijos, junto con sus amigos en casa a los que tendría la fortuna de mantener junto a él.

    Esa avalancha de pensamientos le causó una enorme cantidad de sensaciones encontradas, las cuales se tradujeron en un llanto silencioso. No hizo ruido alguno mientras las lágrimas salían desde sus ojos, y en lo único que pudo pensar fue en lo que el futuro le iba a deparar.

    — Quiero que se acabe… — pensó en silencio y soledad — Ya no quiero seguir así. No puedo seguir así. No tiene nombre la cantidad de personas que han alejado de mi vida, ni todo el dolor que he tenido que enfrentar. Amigos, compañeros y hermanos han perdido la vida en esta lucha que llevamos para ganarnos el derecho a vivir en un mundo en paz. Sin guerras entre nosotros o con otros seres… Alguna vez se tiene que acabar. Ya hemos perdido mucho. ¿Acaso no fue suficiente con todas las tragedias que hemos tenido que vivir? Lo único que hacemos es pelear por un mañana mejor, y cuando parece que ha llegado, nos lo arrancan de las manos. Quiero dejar de pelear. Quiero pasar el resto de mi vida en paz. Quiero ver a mis hijos crecer felices, y quiero tener la oportunidad de conocer a mis nietos. Mis padres nunca podrán conocer a sus nietos, y mi tío tampoco podrá hacerlo… Pero yo quiero tener esa oportunidad. Atravesé muchos obstáculos, recorrí grandes distancias, pisé el suelo de diversos planetas, lloré a más amigos de los que hubiera querido… ¿Qué es lo que tengo que hacer para que todo esto se termine de una vez? Tengo que encontrar esa respuesta antes de que el siguiente sea yo; o peor aún, antes de que el siguiente sea una de las personas que el universo todavía no me ha arrebatado.

    […]

    El fuego que ocasionó la caída del gran navío de la Sociedad Galáctica sobre la ciudad capital del planeta Tralio seguía ardiendo al llegar la noche. Ya no parecía expandirse más, pero su intensidad no había dado señales de que fuera a terminar. Hacía un buen trabajo como un gran farol rompiendo la oscuridad ocasionada ante la carente luz solar y la presencia de las nubes negras todavía en el cielo del planeta donde una masacre se llevó a cabo durante el día transcurrido.

    Miraq, despojado de su armadura de batalla, fue arrojado ante los pies de Hufan, quien estaba acompañado y rodeado por cuatro guardias armados con garrotes. Una gran cantidad de habitantes del planeta Tralio estaban allí, haciendo compañía a su líder en lo que sería el juicio a uno de los cabecillas de la Sociedad Galáctica.

    Miraq miró de reojo en todos lados, y podía ver como los dueños del planeta formaban un círculo alrededor suyo, rodeándolo por completo tanto a él como al resto de yarlemianos y velivinos que habían sido desarmados totalmente. Nadie entre su gente tenía armadura, o rifle de combate o un escudo que pudieran usar. Toda defensa que quisieran intentar contra los traliod debería de realizarse a puño limpio. Creyendo que estaba por encontrarse con un fatal destino, el yarlemiano dirigió la vista al rey de los traliod.

    — ¡Me mentiste! — fue lo primero que salió de la boca de Hufan — ¡Los humanos que teníamos como esclavos y que desaparecieron de forma desconocida… algo de lo que juraste tu inocencia! ¡Encontré a más de uno de esos humanos entre los cadáveres que dejó este conflicto, portando las armaduras que usaban tus guerreros! ¡Todo lo que me dijiste resultó ser un engaño!

    — No tienes idea de lo que hablas — Miraq intentó defenderse, sin tener mucho de donde agarrarse.

    — ¡Silencio! — Hufan no tenía paciencia para él — ¡Tu Sociedad Galáctica vino a este mundo a llevarse a mis esclavos! ¡Me mentiste en la cara! ¡Atrajiste a los humanos de Edagr y provocaste un conflicto! ¡La capital de mi reino fue destruida y mi amada Yma perdió la vida! ¡Todo lo que has traído a mi reino y a mí no han sido más que desgracias! ¡Los humanos a los que tenía como esclavos han escapado! ¡Y no queda un maldito humano en este mundo que no sea un cadáver!

    Miraq notó el enfado en su voz por las consecuencias del enfrentamiento, siendo tales que el propio rey de los traliod no le hizo responsable por las heridas de su brazo. No tenía idea de cómo defenderse, puesto a que su mentira había salido a la luz, y nada que pudiera decir sería capaz de hacer reflexionar a un rey que atestiguó como su reino cayó en la desgracia. Sabiendo que quizá eso era lo mejor que podría pasarle, eligió aceptar su destino.

    — ¡Quieres matarme, ¿no es así?! — Miraq lo tentaba — ¡Adelante, reviéntame la cabeza con esas armas! ¡Así me ahorrarás el tener que seguir viendo tu horrenda cara, y tener que sentir el olor putrefacto que sale de tu cuerpo!

    Hufan se molestó en gran medida por esa falta de respeto, y no fue el único. Notó que uno de sus guardias parados cerca de él presionó con fuerza el garrote, y estaba dispuesto a partirle la cabeza en ese instante al yarlemiano por tamaña ofensa. Sin embargo, para sorpresa de todos los presentes, lo detuvo haciendo un gesto con sus manos.

    — ¡Parece que estás ansioso por morir, pero matarte sería liberarte muy fácil de todos tus pecados! — Hufan alzó la voz, dispuesto a revelar a toda su gente el plan que tenía — ¡Ahora que los humanos han huido, he decidido que lo mejor será tomar nuevos esclavos! ¡Tú y los tuyos son los candidatos perfectos para ocupar ese vacío! ¡Es por eso por lo que planeo dejarlos vivir para ponerlos a trabajar! ¡Miraq, si es que de verdad te llamas así, puesto a que ya no puedo confiar en nada de lo que tú digas… a partir de mañana, todos los yarlemianos y velivinos que todavía estén con vida van a ponerse a reconstruir la ciudad que ha quedado destruida por su culpa! ¡Una vez que hayan terminado, nos ayudarán a expandir el territorio de nuestro reino, tal y como esperábamos hacer con los humanos! ¡Y puedes estar seguro de que, si tus compañeros llegan a aparecer, el mismo destino les caerá a ellos!

    — ¡Hazlo, y te garantizo que, si algún día Casseirem aparece para incendiar tu mundo, yo voy a ser el primero en reírme de tu desgracia! — el yarlemiano desafió al traliod en ese mismo momento.

    — ¡Tal vez, o tal vez no se vea tan motivado a incendiar mi mundo si te entrego a él! — el traliod tenía una respuesta para su queja — ¡Después de todo, entiendo que tú y él son enemigos acérrimos!

    — ¡Estás cometiendo un terrible error si crees que puedes hacer un trato con un demonio como él! — Miraq no encontraba una salida para toda su gente.

    — ¡Ni siquiera tú estás seguro de tus propias palabras, Miraq! — el rey de los traliod aprovechó la ocasión para humillarlo — ¡Ya no puedes engañar a nadie más, y por eso, no te queda más alternativa que mentirte a ti mismo! — dichas esas palabras, los traliod que estaban en los alrededores, aplaudieron brevemente la decisión tomada por su rey para reemplazar a los ya ausentes y liberados humanos con los integrantes de la Sociedad Galáctica.

    Miraq miró los rostros de todos los que quedaban con vida junto a él, encontrando que nadie estaba tranquilo sabiendo el cruel destino al que el traliod los quería someter. Sin poder prolongar su mentira por más tiempo, y sin razones para apelar por su pueblo, su única esperanza radicaba en el éxito de Fielle y Cerv en el planeta Edagr, sin saber que, para esas alturas, ambos ya habían fallecido.

    Aplausos y silbidos provenían de los traliod, mientras que toda su población se encontraba realizando murmullos, temerosos por lo que podría acontecer a continuación.

    — ¡Lleven a estos bastardos al calabozo del castillo! — el rey dio la orden a su pueblo — ¡Hemos dado muchas libertades a los humanos y a la Sociedad Galáctica, y ambos buscaron traicionarnos y perjudicarnos a todos! ¡A partir de hoy, ya no seremos tan misericordiosos con aquellos a los que les reservamos la esclavitud!
     
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    Manuvalk

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    Saludos, querido amigo. Que bueno que hayamos tenido otra semana más con una leída en simultáneo. Siempre agradecido (sobre todo porque no sabemos cuando volverá a caer el foro o cuando tendremos disponibilidad :angrycat:). Respecto al capítulo, con el clímax ya cumplido, este ha sido el de ver las consecuencias de todo. Y bueno, excelente capítulo por muchas cosas: la despedida de Vitali, la ira de Noak, la esclavitud de los miembros de la Sociedad Galáctica ante Hufan y los traliod... En fin, iré parte por parte.

    Al comienzo tenemos al rey traliod comprobando el cadáver de su reina, asesinada en la lucha contra los humanos. Es en ese preciso instante en el que todos los presentes en la ciudad en ruinas ven partir una nave, la cual transporta al grupo de Ace y a los humanos rescatados. Aquí hay algo que me intriga y es lo que le dice un guardia a Hufan respecto al supuesto cuerpo sin vida de un humano.

    No sé si puedas decírmelo, intuyo que no porque será algo que se revelará más adelante, pero si no es así, me gustaría saber que significa. :whistle:

    Tras esto, pasamos a ver a Arick, Sky, Winter, Artem, Jessica e Iker, quiénes se reúnen con Natasha y Gwyn. La lucha en Edagr ya es historia y ahora queda reconstruir un poco y limpiar las calles de cadáveres. Al fin vemos el reencuentro entre madre e hija (falta que Thomas pueda verla) pero eso queda opacado cuando todos reciben la noticia de que Alicia y Cade murieron. Evidentemente, los provenientes de Tralio no quedan afectados como tal, pero Sky y Arick sufren por esas pérdidas tan significativas para ellos. :sadexo:

    Después pasamos a lo que sería la despedida de Vitali. El ingeniero Lakor no va a sobrevivir a los ocho disparos que el maldito Dmitri le metió en el cuerpo y tiene unos minutos para despedirse principalmente de su hija Valiana y de su sobrino Ace. Momento muy emotivo en todos los sentidos, honestamente, que un personaje como el de Vitali (odiado al principio por hacer que Renji muriese) termine yéndose de esta manera es algo de lo que pocos personajes pueden presumir en este universo, y en la vida, en general. Poder irte despidiéndote de tus seres queridos, con tiempo... es un regalo. Gracias al propio Vitali, el comandante Lakor logra conocer los nombres de sus padres biológicos: Halil y Gemma. Es un detalle bonito que de seguro Ace agradece. Ahora que Valiana y Winter quedan huérfanos, Ace se convierte en el cabeza de familia, por así decirlo. jurando cuidarles.

    Acto seguido y tras la muerte de Vitali, Allecreod informa al comandante de que ha podido comunicarse con Edagr, dando así la noticia de que la lucha contra la SG ha terminado con victoria para los humanos, aunque ha tenido su coste. La revelación de las muertes de Alicia y Cade es lo peor, especialmente porque ya se le ha informado a Noak (y a Hana) y no se lo ha tomado especialmente bien. Bueno, es lógico. Ace decide ir a hablar con él acompañado de su prima Valiana, Airin, Rosary y el propio ryfier, encontrándose con Noak y Hana totalmente desolados. Una escena horrible que, sin embargo, yo ya tenía la sensación de que se iba a desmadrar. Efectivamente, el repelente Jensen culpa a Ace y al mundo por las muertes de su esposa e hijo, volviéndose loco y disparando energía sin tener control alguno sobre sus emociones. Y yo me pregunto, como soldado del ejército, ¿no te enseñan a gestionar las emociones? Parece que el repelente Jensen se saltó esa clase... :ewww: Sea como sea, el muy puto va a ponerse a joder. Entiendo su dolor, pero no entiendo sus formas.

    Finalmente, volviendo a Tralio, vemos que Miraq y los pocos soldados que han quedado con vida son "juzgados" por Hufan y su pueblo. El rey traliod le culpa de todos los males que han afectado a la ciudad y a la muerte de su pareja, terminando por decidir que ahora serán oficialmente los nuevos esclavos de los traliod. E incluso Hufan habla de pactar con Casseirem si este llegara a aparecer por allí... Tremendo :dancecat:. Me hubiese gustado ver la muerte de ambos pero entiendo que no todos los villanos mueren y ver esta escena me ha hecho entender que ha estado bien así. Hufan no ha terminado siendo un mal personaje después de todo, ha sido un villano bastante bueno y Miraq es ahora mismo el único de la SG con renombre, así que por no liquidar casi al 100% a yarlemianos y velivinos, está bien dejar uno de sus personajes pululando por el universo.

    Sea como sea, ha sido un gran capítulo y ahora solo espero y deseo capítulos donde vea a mis angelitos y personajes favs recuperándose del conflicto y teniendo la paz que tanto necesitan. Porque no me cabe duda de que ya llegarán nuevos peligros en estas dos partes que quedan. :shani:

    Un abrazo y hasta la próxima, amigo.
     
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