Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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  1. Threadmarks: Un demonio viene a salvarme
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    33
     
    Palabras:
    6731
    Saludos. Aprovecho el fin del viernes de semana santa para publicar el capítulo 33 de la historia. Todavía queda clímax por delante, y espero que se disfrute lo que resta tanto como con los otros capítulos.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk y agradecerle por una semana más de presencia en la historia leyendo (esta ocasión en simultáneo) y comentando los capítulos. De verdad me da gusto cuando leo sus comentarios.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.

















    Un demonio viene a salvarme:

    Las horas pasaron lentas para la tripulación conformada por Ace, Faron, Noak, Allecreod, Abel y el resto de los soldados ya sea de ER y del planeta Tralio que estuvieran a bordo de la nave. La larga y angustiosa espera que vivieron llegó a su fin, puesto a que se encontraban a tan solo una hora del planeta en donde los habitantes de la nación rusa habían tenido la mala fortuna de ir a parar. Ya estaba todo decidido previamente, y solo quedaba elegir el punto en el que la nave iba a descender para que tuviera lugar el rescate de toda la población atrapada allí.

    — Tiene que ser un sitio cercano a la capital, que entiendo es el más accesible desde todos los puntos del planeta — el comandante Lakor solo podía realizar suposiciones al no haber estado nunca en dicho mundo.

    — Correcto, aunque desconocemos el resultado de la guerra interna que han tenido — uno de los humanos de Tralio demostraba estar en la oscuridad también — Si ganó el bando de Hufan o de Yma, o si fue el bando de Ybrir el ganador, eso cambia muchas cosas. Los humanos seguirán siendo esclavos, pero no hay manera de adivinar el lugar en el que pudieron haber sido puestos.

    — Podríamos usar a Xorxaik para que se conecte a las cámaras exteriores de la nave para revelarnos esa información — fue la propuesta de Allecreod, que acababa de tener esa idea — Con su velocidad de procesamiento, él podrá analizar más rápido el entorno, y podremos decidir mejor cerca de donde aterrizar.

    — ¿Xorxaik? — la pregunta provino de un militar ruso.

    El robot, presente en la sala como casi la mayor parte del viaje, se acercó al pequeño mapa holográfico que habían construido a raíz de los recuerdos de los humanos rescatados de aquel mundo, les dio a los humanos las respuestas que buscaban a la pregunta recibida.

    — Podré conectarme a las cámaras exteriores, pero para eso debemos estar más cerca — el robot comentó, provocando miedo en los que regresarían al mundo del que fueron apartados.

    — ¿Por qué acercarse más? —Noak se veía invadido por la curiosidad — Nos arriesgaríamos a que nos detectaran con mucha más facilidad.

    — Si este planeta Tralio tiene su cielo cubierto por una nubosidad densa, las cámaras exteriores no podrán hacer mucho desde esta distancia — Xorxaik les reveló las respuestas que buscaban — Por supuesto, acercarse conlleva muchos más riesgos, si es que la Sociedad Galáctica ya se encuentra allí.

    — No pudimos pedir refuerzos porque intervinieron las comunicaciones en casa — Faron recordaba la charla que tuvo Ace con Natasha hacía unos días atrás — Y esta nave es un crucero que les pertenece a ellos. Anular los sistemas de esta nave sería cosa fácil para ellos.

    — Existe una posibilidad de que pueda evitar que ellos se infiltren en el sistema de esta nave, y así evitar que sus radares nos detecten — Xorxaik tenía muchas otras cartas bajo la manga — Pero eso solo funcionará si me mantengo lo más cerca posible de las máquinas centrales. Y no servirá de nada si nos observan con sus cámaras.

    — Los beneficios son mínimos, y el precio es muy alto — Ace no cedería a tenerlo a su lado — Te voy a necesitar en el campo de batalla. Eres resistente y podrás servir como cobertura para los humanos que vayamos a rescatar. No me sirve de nada que te quedes en este lugar.

    — La orden es suya, comandante, estoy programado para obedecer a quien esté al mando — Xorxaik había presentado las opciones en la mesa — Usted es la única autoridad presente. Lo que me diga, lo haré.

    — Ve conectándote al sistema de las cámaras exteriores del crucero, y cuando tengas imágenes del planeta que podamos ver, detén la nave y compártelas con nosotros — Ace dio la orden definitiva a su robot.

    Utilizando todos los recursos informáticos y electrónicos presentes en su interior, el robot conectó sus sistemas de escaneo y procesamiento de datos a la red interna de la nave que lo llevó a tener acceso a las cámaras telescópicas instaladas en el exterior de la cubierta metálica de esta. Después de haber discutido su plan para hacer más rápido el rescate de los humanos, no podían darse el lujo de estropearlo al dejarse detectar desde mucho antes de lo necesario. Ace, Faron, Noak y Allecreod confiaban en las facultades del robot, puesto a que ya había sido clave en victorias previas para ellos. La mayoría de las caras de nerviosismo estaban en los rostros de los humanos de Tralio, junto con Abel, quien sabía que el plan que pudieran elegir daría lo mismo si a él lo tenían pensado usar como escudo humano en caso de ser necesario.

    Los minutos pasaron mucho más lento para todos ellos, y aquella sala de comandos nunca había estado más en silencio al no haber ni un solo sonido en su interior. No fue hasta que transcurrieron unos veinte en total que el robot ya tenía algo para comunicarles a los humanos que esperaban su respuesta.

    — Comandante, tengo algo que puede traer problemas, pero también beneficios — el robot se dirigió a él, pero sus palabras eran para todos.

    — ¿Una noticia buena y una mala? — fue lo que preguntó Lakor ante lo dicho por el ser metálico.

    — Eso depende de su juicio — Xorxaik no dio respuesta directa — He detectado la presencia de otra nave en la órbita del planeta Tralio. Puedo confirmar que se trata de una nave de la Sociedad Galáctica.

    — ¡Están allí! — Noak se empezó a ilusionar, puesto a que sabía que era una puerta abierta a ver a Gina y a Hana — ¡Entonces mi familia está en el suelo de Tralio o a bordo de esa nave!

    — Eso es algo que podré confirmarle en unos momentos, Jensen — Xorxaik se dirigió a él sabiendo que esa información lo tranquilizaría — Con todo lo que he aprendido al interactuar con estos sistemas, puedo lanzar paquetes intrusivos y robar toda su información sin ser detectado. Todo lo que haya a bordo de esa nave será nuestro.

    Los humanos de Tralio sentían que habían ganado la lotería mil veces con lo dicho por aquel robot. Ante la vista de todo el mundo, estos empezaron a saltar como locos, a abrazarse y a gritar eufóricos al pensar en todas las ventajas extra que les supondría tener toda esa información al alcance y qué podría contribuir a pulir un poco más su plan, de modo de asegurarse una mayor probabilidad de éxito.

    Noak sabía que esa tercera llegada sería la vencida. No logró encontrar ni a Hana ni a Gina en Yarlem y tampoco en el planeta sin nombre. El viaje a Tralio era la última esperanza, y él tenía una confirmación casi segura de que su esperanza sobreviviría.

    Allecreod, viendo como la felicidad era compartida entre todos los humanos, decidió realizar una pregunta a su creación. No con el fin de cortar el momento, sino para que nadie olvidara algo crucial que el robot había mencionado.

    — Xorxaik, ¿qué es exactamente lo que nos traería problemas? — Allecreod se sentía algo apenado al preguntar eso — Los beneficios de que una nave esté en la órbita de Tralio son evidentes. ¿Cuál es el lado malo de todo esto?

    — Precisamente eso, Allecreod — el robot le respondió directamente, ganándose la atención de toda la tripulación — Si su nave está en órbita, no habrá manera de llegar sin que seamos detectados. Si disponen de las mismas cámaras telescópicas equipadas en esta misma nave, no importa desde donde nos aproximemos, seremos detectados.

    — ¿No hay forma de intervenir sus sistemas? — Faron quería ver si tenía algo más para darles.

    — No desde tan lejos — el robot fue un poco pesimista en su respuesta — Detuve el movimiento de la nave tan pronto como apareció dicho objetivo ante mis cámaras. Por lo que estoy extrayendo de su sistema de archivos, puedo afirmar que no nos han descubierto. Asumo que es porque sus cámaras no están apuntando a esta dirección ahora mismo.

    — Extrae lo más que puedas de su sistema y luego céntrate en proteger el de este lugar — Ace se veía un poco superado al respecto — Piensen que ellos están en Edagr ahora mismo, lo que significa que tienen como mínimo una nave a la que pedir ayuda si la que se encuentra en Tralio cae. Si de alguna manera, ellos vuelven este crucero imposible de utilizar, nos quedaremos varados e incomunicados en Tralio por tiempo indefinido. Quisiera que algo así no ocurriera.

    Nadie se había puesto a pensar en lo dicho por el comandante de ER hasta que no compartió su visión al respecto. Por más sombría que esta fuese, no podían negar que era una posibilidad real. Si la Sociedad Galáctica realizaba una maniobra peligrosa con el fin de destruir las dos naves en juego, ellos perderían al no tener cómo regresar a casa. La alegría que Xorxaik les había dado se esfumó casi por completo tras haber aprendido esa nueva información, pese a que era algo que podrían esperarse.

    El tiempo no hacía más que extenderse, y algunos de los tripulantes estaban empezando a creer que la llegada de la nave a Tralio nunca se terminaría dando. Después de un viaje extenso, esta se encontraba detenida a cuarenta minutos de llegar, posponiendo todavía más el momento en el que descenderían para rescatar a todos los seres humanos que pudieran y así llevárselos a casa. Todas las miradas puestas en Xorxaik en aquel momento estaban impacientes, algunas más que otras.

    Al cabo de quince minutos más, fue por fin que el robot consiguió resumir todo lo que tenía para dárselos y ponerlos al corriente.

    — Ya he conseguido toda la información útil que he podido — el robot empezó a enviar datos a las armaduras de los soldados — En primer lugar, puedo confirmar que todos los humanos secuestrados de Edagr están en Tralio. El cien por ciento en tierra firme, y no hay nadie humano a bordo de aquella nave.

    — ¡Qué gran alivio escuchar eso por fin! — Noak agitó los puños en señal de felicidad.

    — También tengo para notificar que todos los seres humanos se encuentran en el mismo sitio — el robot confirmó algo inesperado para todos ellos.

    — ¿Todos están reunidos en un mismo lugar? ¿Así de fácil sería llegar, subirlos a la nave y largarnos? — uno de los soldados de Tralio se ilusionó de tan solo pensarlo.

    — Están agrupados en una instalación que, según los archivos, funciona como laboratorio.

    — Los habrán puesto a trabajar a todos allí para la construcción de las armas nucleares — Abel habló por primera vez desde que ingresó a la sala — Tal y como hicieron con nosotros.

    — Ninguno de los archivos menciona ese detalle, podríamos darlo por hecho — el robot respondió a lo dicho por él — Pero para responder a tu pregunta, no será tan sencillo como aterrizar y meter a los humanos a bordo de la nave y marcharse. No hay un sitio despejado lo suficientemente amplio para poder aterrizar esta nave por completo en las cercanías de aquel laboratorio. He calculado cuál sería el mejor punto de descenso para la nave, uno que nos deje cerca y no tan expuesto para llevar a cabo el rescate. Pero deberemos dejar esta nave bastante lejos, y escoltar a los humanos a bordo para el rescate.

    — Eso solo significa que habrá un cambio de planes — el comandante Lakor fue tajante al respecto — Si tenemos que avanzar una larga distancia para salvar a los humanos, alguien deberá quedarse a bordo para evitar que se apoderen de la nave y nos dejen acorralados aquí. Y el mejor para esa tarea eres tú, Xorxaik.

    — Si tiene que quedarse aquí, no lo podremos usar en el campo de batalla — Faron apuntaba a algo obvio, pero no por eso menos problemático — Tendremos que usar los escudos para cubrir a la gente.

    — Les estoy enviando a las armaduras de cada uno las rutas más seguras para que puedan escoltar a los humanos a salvo hasta la nave — fue lo dicho por el robot, cosa que sonaba bien para la humanidad — De esa manera, tendrán de donde elegir cuando llegue el momento de actuar.

    — Xorxaik, no tienes idea de lo mucho que nos ayuda esto que estás haciendo — Ace le agradeció de todo corazón al robot — Si no estuvieras aquí, esta misión sería mil veces más difícil. Has resuelto muchos problemas por nosotros. Lo único que tenemos que hacer es pelear con uñas y dientes. Pero si triunfamos, tú serías el artífice intelectual de nuestro éxito.

    — Solo estoy cumpliendo con mi propósito — el robot comprendía el sentimiento del humano, pero no podía compartirlo — He sido creado para ayudar en todo lo que pueda. Si esta es la ayuda que necesitan, esta es la ayuda que estoy obligado a brindar.

    No había nadie en el interior de esa sala que no pudiera evitar sentirse conmovido por la forma de actuar de aquel robot. Tal y como el comandante lo expresaba, el robot funcionaba como una especie de comodín, puesto a que permitía localizar a los desaparecidos al mismo tiempo que robaba y procesaba información útil y necesaria para su cometido. Allecreod, junto con Xorxaik, el único no humano en aquella sala, no podía estar más orgulloso de sí mismo. Una creación a la que había dedicado varios ciclos de su vida estaba dando sus frutos. No era la forma en que se lo imaginaba, pero era reconfortante para su ser el ver que su creación estaba formando parte importante de un rescate. Desde que los garak y los ryfier, su propia gente, lo dejaron abandonado en el planeta Edagr, este creyó que terminaría pudriéndose en el interior de una celda. Lo habían liberado ante la ausencia de Abel Hartka, y todo con el propósito de ayudar a la humanidad. Aunque la reconstrucción de Xorxaik fue obra de Nick y de Lankir, algo que él sabía, no perdía su crédito por el ser el creador verdadero de dicha máquina.

    Tan pronto como la información que el robot transmitió a los seres humanos fue recibida por las armaduras, todos los presentes activaron el sistema de estas y empezaron a ver como una especie de mapa basado en un GPS se formaba en una pantalla instalada en el brazo izquierdo de cada uno, de modo que fuera fácil de consultar y de seguir en todo momento. Solo les quedaba empezar a estudiarla y ver si les era posible memorizar las mejores rutas de modo que no tuvieran que detenerse a consultar el mapa si se encontraban bajo ataque. Con cuarenta minutos restantes para su llegada al planeta Tralio, Xorxaik puso la nave en funcionamiento una vez más. Menos de una hora en tiempo humano era lo que separaba a todos estos del comienzo de una misión que sería realizada con el propósito de llevar a sus seres queridos a una vida mejor.

    […]

    — ¡Adelante! — el grito de Hufan resonó en toda una sala.

    Las puertas principales de acceso se abrieron, y así tanto el rey como la reina de los traliod pudieron ver como Miraq se iba acercando lentamente hacia ellos dos. Acompañado por varios yarlemianos y velivinos que lo escoltaban, todos con las armaduras puestas y las armas en mano listas para ser accionadas, el yarlemiano líder de la Sociedad Galáctica veía como varios traliod que se encontraban protegiendo a sus monarcas iban cerrando cada vez más un pasillo pequeño para que fueran en línea recta directo a encontrarse con los líderes.

    Después del breve pero tenso intercambio de palabras entre Hufan e Yma con el ser que pactó una alianza con ellos, no hubo más interacción entre las figuras de autoridad tanto del planeta como de los ajenos a este. Miraq solicitó una audiencia con los líderes supremos de los traliod ante una situación que él consideraba de emergencia y que ameritaba una intervención inmediata.

    No se detuvo hasta que quedó cara a cara con ambos líderes, sentados cada uno en un trono artesanal hecho de madera y pintado de gris. A la medida de sus dos líderes, ambos entraban de manera justa en esos asientos, y cualquier otro ser más grande lo sentiría apretado, mientras que otro ser de menor tamaño lo encontraría colosal. Miraq se vio impresionado con ello, puesto a que no sabía que tenían asientos personalizados para cada uno.

    — Solicitaste una audiencia, aquí la tienes — Yma no se sentía muy entusiasmada con lo que el yarlemiano diría — Puedes empezar a hablar.

    — Mis reyes, esto que voy a decir es algo urgente — Miraq confiaba en que entendieran esa palabra — Hay una amenaza en camino, y cerca de aquí. Más cerca de lo que ustedes creen.

    — ¿Amenaza? ¿Qué clase de amenaza? — Hufan no era un fanático de los enigmas.

    — Los humanos de Edagr han venido por los suyos — Miraq fue directo en esa ocasión — Esperábamos que nuestra invasión a su mundo funcionase como un seguro para que se mantuvieran alejado de este planeta. Todo parece indicar que no es así. En menos de media hora estarán aquí, y conociendo su naturaleza, esperamos una batalla feroz.

    — ¡¿Y por qué no nos lo dijiste antes?! — Hufan se veía tentado a agredirlo, pero eligió contenerse al ver a sus escoltas armados — ¡Hay que empezar a preparar las defensas!

    — No recibió ninguna advertencia porque nos acabamos de enterar — Miraq tenía algo qué decir que no podía dejar pasar — Los humanos son suyos. Usted encárguese de situarlos en donde le plazca, y yo haré que los míos se encarguen de la primera línea de defensa.

    — ¡El lugar más seguro de nuestro planeta es este castillo! — Yma pensó con rapidez ante el conflicto — ¡Les costará una eternidad entrar aquí, sin importar cuantos sean! ¡Aquí es donde estarán más seguros!

    — Como forma de compensar este descuido nuestro, me comprometo a traer a los humanos al castillo yo mismo — Miraq realizó una reverencia forzada ante ellos — Cooperaré con sus guardias para que el movimiento sea rápido y nadie trate de escapar.

    — Me gusta ver lo comprometido que estás con reclutarnos para tu Sociedad Galáctica, Miraq — Hufan sonreía genuinamente al escucharlo — Pese a tus errores.

    — Errores los puede cometer cualquiera, mis majestades — Miraq se empezó a distanciar — ¡En marcha, que empiece la evacuación, no permitiremos que los humanos escapen de nuestras manos! ¡Y recuerden eso que les he dicho antes de que descendiéramos a este planeta!

    Ese mensaje viajó a través de su radio y llegó a todos los militares de la Sociedad Galáctica, quienes tenían en mente algo crucial que su propio líder presente en aquel mundo les había dicho tan pronto como le confirmaron acerca del peligro que se aproximaba a ellos.

    […]

    ¡Nuestro crucero! — Miraq dio un pisotón al piso sabiendo lo que eso significaba — ¡Esos malnacidos no se marcharon a su planeta, vinieron directamente aquí a buscar a los que faltaban!

    ¡Deben haber robado información secreta de nuestros archivos! — un velivino se mostraba bastante agitado al respecto — ¡Eso explica cómo llegaron tan rápido!

    ¡O tal vez llegaron rápido porque los humanos de Tralio les dieron las coordenadas! — Miraq no podía pensar en otra alternativa en ese momento — ¡Escuchen con atención, vamos a descender al planeta Tralio ahora mismo! ¡Hablaré con Hufan e Yma para que ellos decidan qué hacer con los humanos, puesto a que son suyos ahora mismo! ¡Quiero que la mayoría de ustedes siga de cerca la nave, y tan pronto como esos bastardos elijan descender, vayan a pelear!

    ¿Los capturamos con vida para que se integren al trabajo en el laboratorio? — la pregunta fue de un yarlemiano.

    No, no quiero correr ningún riesgo — Miraq fue severo al decir eso — No podemos dejar que ninguno de los traliod identifique o reconozca a uno de los humanos que hemos secuestrado de este planeta. Si eso sucede, toda nuestra mentira se caerá a pedazos.

    ¡Pero tenemos identificados a los que Cerv se llevó de aquí!

    ¡Usan armaduras de batalla que les tapan los rostros! ¡No quiero que nadie esté en el campo de batalla teniendo que distinguir a quién debe matar y a quien debe dejar vivir! ¡Confiemos en que Fielle podrá traernos a más humanos pronto! ¡Ahora lo importante es que, si no somos cuidadosos, podríamos perder a los humanos que hemos capturado, o incluso terminar poniendo fin al trato que hicimos con los traliod! ¡Ninguna de esas dos cosas puede pasar! ¡Hay que luchar con todo lo que podamos, o nunca estaremos listos para hacerle frente a Casseirem!

    Las palabras dichas por su líder calaron hondo en todos ellos. Miraq dio el aviso a los soldados situados en tierra firme para que fueran pidiendo una audiencia con Hufan e Yma, en lo que él tardaba en descender junto a varios escoltas para comunicar en persona el mensaje, como cara visible de la Sociedad Galáctica ante los seres que habían recibido una invitación para formar parte de esta una vez su objetivo a cumplir para unirse hubiera finalizado.

    Al mismo tiempo que el yarlemiano tomaba su arma y se dirigía a la cápsula de descenso, todos los soldados yarlemianos y velivinos que quedaron a bordo en la nave tenían los ojos puestos en las imágenes que les mostraba el sistema de las cámaras exteriores. Allí mismo, por medio de una pantalla, podían ver inequívocamente como el crucero científico perteneciente a Tauvim y robado de sus manos en Yarlem se estaba acercando a una velocidad impresionante. No demoraría más de media hora en llegar, y cuando estuviera en el interior del planeta, era estrictamente necesario que estuvieran listos para responder. Las advertencias de Miraq les dejaron bien en claro que no había margen de error. No solo bastaba con eliminar a cualquier humano que estuviera dispuesto a atacarlos, debían de asegurarse que ninguno de los traliod fuera capaz de reconocer a alguno de los humanos secuestrados previamente por Cerv en su misión que había tenido lugar hacía tan solo unas dos semanas atrás.

    […]

    En el interior del laboratorio montado por la Sociedad Galáctica en la provincia capital del planeta Tralio, todos los humanos cautivos se encontraban realizando los trabajos correspondientes a la tercera jornada desde que se formó el pacto entre los traliod y los integrantes de la sociedad que buscaba alcanzar la elaboración de armas nucleares para poder pelear una batalla contra un ser al que desconocían, y a quien no habían visto fuera de imágenes.

    Tras la noticia dada por Gina de que los humanos secuestrados previamente ya habían sido salvados, parte de la población estaba impaciente por su turno. Nada les hacía más ilusión que la esperanza de ser rescatados y escapar de la pesadilla en la que fueron sumergidos por culpa de sus captores. Aunque entre ellos había varios que tenían dudas acerca de dicho rescate. Varios pensaban en lo difícil que les resultaría toparse, incluso por accidente, con el planeta Tralio. Mientras que otros, entre los que se encontraba Dmitri, no podían concebir la idea de ser salvados por militares que tuvieran como líderes a personas que él consideró nefastas en su momento.

    Concentrados del todo en el trabajo, todo con el fin de guardar las apariencias, todos se sobresaltaron cuando la puerta de aquel colosal edificio situado por la Sociedad Galáctica se abrió de golpe, y peor fue el susto cuando vieron a numerosos soldados traliod, yarlemianos y velivinos irrumpir en su interior. Sin tener idea de lo que pasaba, algunos creyeron haber cometido un error grave, siendo conscientes en todo momento de que eran observados. El verlos portar rifles no contribuía en nada a que las cosas fueran mejores, pero la situación se les aclararía muy pronto.

    — ¡Se suspende la jornada de trabajo de hoy! — gritó un velivino, alzando la voz, y siendo ayudado incluso por un sistema de parlantes internos — ¡Serán llevados al interior del castillo traliod! ¡Muévanse, ahora!

    Los murmullos empezaron a salir de la boca de todos los allí presentes tan pronto como se dio esa noticia sin ninguna clase de información previa. Nadie entre los humanos podía pensar en otra cosa, pero uno tomó la decisión de sacarse la duda.

    — ¿Por qué no trabajaremos el día de hoy? — Vitali Lakor miró a la cara a uno de los guardias traliod.

    — Se avecina una gran tormenta — fue la respuesta ensayada de aquel guerrero.

    — Apagaremos los equipos y guardaremos los avances hasta el momento — un yarlemiano se sumó a la conversación — Ustedes irán a refugiarse al castillo. Esta tormenta podría ser peligrosa para ustedes. No estarán a salvo en sus hogares.

    Ni siquiera el más pesimista entre los humanos era capaz de creer en una excusa como esa. Todos, incluidos los más jóvenes, estaban convencidos de una sola cosa.

    — Llegó el día — Gina tomó las manos de su hija, y las apretó con fuerza mientras pensaba con ilusión en su futuro — Han venido por nosotros.

    — Al fin le daré a mi familia la libertad que merecían — Vitali miró a los ojos a Valiana al mismo tiempo que le sonreía, y cuando vio que ella le devolvió el gesto, supo que por su mente pasaba lo mismo.

    — Winter, solo tienes que esperarnos un poco más — la chica tenía miedo, pero su esperanza era mayor — Pronto nos volveremos a ver. Espero que tú y Artem me estén esperando.

    — Lamento ser la única que está con vida entre nosotros — Airin no podía dejar de pensar en su familia, estando todos fallecidos a ese momento — Pero me voy a asegurar de vivir el resto de mi vida en libertad y llevándolos por siempre en mi memoria. Honrándolos en cada segundo que me quede.

    — Nuestros compañeros nos estarán esperando — Rosary, quien iba acompañada de sus padres, sintió una gran emoción, y los tomó a los dos de la mano.

    Los pensamientos de la gente mientras salían apuntaban a la esperanza y la felicidad. A medida que abandonaban la estructura y ponían la vista en el cielo, notaron que nada había cambiado. Nubes negras lo cubrían por completo, algo ya recurrente en un mundo así. Tras pasar un largo tiempo habitando en ese lado del mundo, al menos del lado de los humanos que escaparon de Rusia, ellos sabían reconocer las señales del cielo, y anticiparon que ninguna tormenta se les echaría encima por lo pronto. Todo les confirmaba que los guardias que interrumpieron su trabajo únicamente los estaban engañando.

    — No mentían ni estaban del todo equivocados, realmente se acerca una tormenta — Dmitri miró el cielo, y comprendió esas palabras — Preferiría una tormenta de la naturaleza. Al menos la naturaleza no tiene consciencia y no hace las cosas por maldad o por interés. No puedo decir lo mismo de los bastardos de Zenith y Black Meteor.

    Lo siguiente que hizo el ex mandatario de la nación rusa fue buscar con la mirada a Vitali y a Valiana Lakor. Le costó demasiado divisarlos y distinguirlos entre la multitud de gente que no dejaba de caminar en dirección al castillo traliod para refugiarse. Pero tras un par de minutos de búsqueda, consiguió identificarlos a ambos. Los dos caminaban unos cuantos pasos adelantándose a él, y de vez en cuando, realizaban movimientos con la cabeza para buscar gente con la mirada. En una de sus observaciones, Koslov pudo reconocer que ambos tenían una sonrisa en su rostro, y eso lo hizo enfurecer mucho más. Presionó con furia su puño derecho, y apretó los dientes para manifestar de forma no tan perceptible su enfado en contra de ellos.

    — Winter está ya en Edagr, y este maldito hijo de puta de Ace seguro tiene a su familia allí también — Dmitri no podía concebir una idea como esa — Matarlos a ustedes es solo el comienzo. Hay que limpiar al universo de la plaga que representan.

    — Señor — una voz masculina le habló desde atrás suyo — ¿Se encuentra bien? Parece algo tenso.

    Al voltearse, Dmitri pudo ver a un hombre que caminaba junto a una mujer que aparentemente era su pareja. Temía haberse expuesto demasiado al revelar su furia en contra de todos aquellos miembros de una familia a la que despreciaba en gran medida. Para guardar las apariencias, tuvo que responderle.

    — No… — se dio cuenta de su error — Sí… sí, me encuentro bien — sabía que era alguien o de Zenith o de Black Meteor, puesto a que no lo podía reconocer — Solo un poco nervioso. Gracias por preocuparse por mí, señor.

    — Nick Mardh — el ingeniero oriundo de Black Meteor se presentó — ¿Cómo se llama usted? Me tiene preocupado.

    — Dmitri Koslov — no vio peligro alguno en decirle la verdad — Y descuide, solo tengo un poco de miedo por lo que puede acontecer ahora.

    — Guarde la calma, señor Koslov — la mujer que iba junto a Nick le mostró una sonrisa, creyendo que podría contagiarle el buen ánimo — Conocemos bien a las personas que vienen por nosotros. No somos amigos íntimos, pero puede confiar en que nos rescatarán.

    — Si usted lo dice, lamento no poder mostrar su optimismo, señora — Dmitri se apartó y se mezcló entre otras personas, sin haber puesto un final formal a la charla — Que divertido que ustedes hablen así. No necesitaríamos que nos rescataran si nunca hubieran metido sus narices en donde no debían. Fueron a buscar problemas y encontraron a los edagrianos. Apuesto a que estos malnacidos serían capaces de ir a buscar a Casseirem si tuvieran la oportunidad.

    […]

    A medida que los humanos ingresaban al interior del castillo, siendo la primera vez en su interior para muchos de ellos, todo lo que sucedía alrededor no hacía más que confirmar sus pensamientos de que no había ninguna tormenta en camino. Animales de montura y soldados de las tres especies armados con rifles se movían de un sitio a otro. Varios traliod transportaban los cañones de guerra en plataformas en busca de levantarlos lo más que pudieran para dejarlos en las zonas elevadas del castillo.

    No solo toda la humanidad estaba siendo ingresada allí dentro, sino que al menos tres centenares de guerreros estaban esperando el momento oportuno para acomodarse en el exterior del castillo para defender posiciones. La única interrogante que se hacían los humanos tanto de Edagr como de Tralio era una sola.

    — ¿Cuándo llegarán? — Hana le susurró a su madre, sabiendo que no era un tema para hablar en voz alta — No vi nada en el cielo por culpa de las nubes.

    — Lo importante es que no faltará demasiado para eso — Gina le dio un abrazo de consuelo mientras las dos seguían caminando — Papá vendrá con ellos.

    — ¿Él nos salvará? — la chica estaba muy ilusionada por volver a verlo.

    — Nos salvará, y regresaremos a casa con Cade — Gina acarició los cabellos de su hija — Seremos una familia de nuevo, y no solo eso. Podrás volver a jugar con tu amigo Azel.

    La reacción de la chica de tan solo doce años a la afirmación de su madre no fue otra más que un sonrojo y una sonrisa. Le hacía muy feliz el saber todo eso. Pese a que no estuvo en peligro de muerte en ningún momento, desde que ella y su madre fueron interceptadas y apartadas del mundo en que vivían, la chica no pudo sentirse tranquila por completo, ni siquiera al enterarse de que Sky sería la clave para que fueran rescatadas. Pero fue en ese momento en el que percibió a su madre tan segura de sí misma que finalmente su mente se tranquilizó. Gina, por su parte, estaba feliz de que no tuvo que transcurrir demasiado tiempo para que el rescate tan ansiado llegase.

    — Debí haberme quedado junto a Sky y Alicia — no podía dejar de pensar en su error — El disgusto que podría haberle ahorrado tanto a Noak como a Hana si tan solo lo hubiera hecho… — tras decir esas palabras, observó a su hija de pies a cabeza — Lo importante es que ahora estaremos a salvo definitivamente.

    No eran solamente ellas dos quienes se veían invadidas por los pensamientos concernientes al futuro que les aguardaba. Vitali miró a Valiana tan pronto como ella cruzó las puertas del castillo, y no pudo evitar sentirse devastado cuando vio como la sonrisa de su rostro fue reemplazada por una expresión de horror. El ingeniero convertido en soldado la vio, y supo que ella no había olvidado ni olvidaría jamás la horrible experiencia que vivió en los días que estuvo encerrada en un calabozo dentro del mismo castillo. En el momento en el que vio como sus manos le empezaban a temblar, supo que tenía que intervenir discretamente.

    — Tranquila, hija — Vitali se acercó a ella para hablarle al oído — Esta será la última vez que ves este horrible lugar.

    — Creí que lo había superado, pero a mi mente están llegando todas esas imágenes — la chica empezaba a ponerse pálida — Mamá siendo asesinada. Esos malnacidos trayéndome aquí y dejándome en ese oscuro calabozo.

    — No te volverán a dejar ahí — el ingeniero no lo necesitaba prometer, y quería que su hija lo pensara con lógica — Te encerraron para manipularme a su antojo porque me querían a mí como representante. Ya no me necesitan para eso. No serás encerrada en ese sitio otra vez.

    — El solo hecho de entrar a este castillo me da una mala sensación — de forma repentina, la chica abrazó fuertemente a su papá — Vamos a morir.

    — Hija…

    — ¡Nos van a matar! — Valiana perdió el control y empezó a gritar, llamando la atención de todos los humanos — ¡Van a asesinarnos a todos! ¡Nunca saldremos de aquí!

    — ¡Cállenla! — el grito de una mujer resonó desde atrás.

    — ¡Tápale la boca, o nos meterá en problemas! — un hombre que estaba justo atrás de Vitali le gritó, más para que entendiera que era una orden que para ser escuchado.

    — Hija, tienes que calmarte, o todo se complicará bastante — Vitali la miró con una expresión muy seria, sujetándole el rostro en todo momento — Estaremos bien — ese susurro fue para que no se agitara más — Tu hermano ya se salvó. Nos toca a nosotros. Solo mantén la calma. La semana próxima, todo esto será un mal recuerdo. Créeme.

    — Papá… — la chica todavía no encontraba la calma que necesitaba — No… Nosotros no podremos escapar de aquí. Nunca volveremos a ver a Winter.

    — Sí lo haremos, mi niña — Vitali la abrazó con fuerza y la acercó a él para contenerla — Verás a tu hermano muy pronto. Te lo garantizo. Serás feliz en Edagr junto con él, con Artem, y si todo va bien, conmigo. Los traliod nunca más te pondrán la mano encima.

    Airin y Rosary, ambas situadas en sitios diferentes en aquel momento, no podían evitar sentir lástima por Valiana tras haber visto esa reacción tan aterrada al entrar en aquel sitio. Airin la entendía muy bien, puesto a que ella también había perdido a su madre la misma noche. Pero a diferencia de lo ocurrido con Valiana, a ella no la habían encerrado ni alejado de su única familia con vida.

    — Lo que te hicieron es imperdonable, Valiana — Airin pensaba con gran tristeza — Lo que nos hicieron a todos…

    Las imágenes de su padre siendo arrojado al mar con las piernas rotas, de su madre siendo brutalmente asesinada tras el intento de escape fallido, y del cuerpo de su hermano que había perecido en la prueba para ser el nuevo representante se instalaron en la mente de la chica, y no había indicios de que se fueran a apartar pronto.

    — Los traliod merecen un castigo por el infierno en el que nos metieron — Airin recordaba las veces que su madre y su hermano hablaban sobre la venganza — Dmitri nos ha hecho creer que los humanos de Zenith y Black Meteor eran monstruos, demonios y cosas mucho peores. Sé que no lo son, pero no me molestaría que se comportaran así con ellos. Que hicieran pagar a Hufan e Yma por todo lo que hicieron.

    Dmitri Koslov, quien se encontraba ya alejado de la compañía de Nick, uno de los primeros humanos de Edagr en hablarle con confianza, para poder rodearse de todos los suyos, no pudo evitar presenciar el griterío que salió de la boca de Valiana, y ante eso, emitió un juicio muy rápido sobre la chica.

    — ¿Acaso nos querías meter en problemas, maldita zorra? — Dmitri miraba con desprecio a la mujer — Todavía no ha venido llegado nadie a rescatarnos y ya tenemos a alguien del clan Lakor intentando jodernos la vida. ¿Tanto mal ha traído la humanidad que hemos sido maldecidos con ustedes?

    […]

    — ¡Preparados para entrar en territorio enemigo! — Ace gritó a todos, mientras la compuerta de salida al exterior empezaba a abrirse lentamente.

    El crucero que habían robado a la Sociedad Galáctica penetró con éxito en la atmósfera del planeta rocoso que fue hogar de miles de humanos que tuvieron la suerte de escapar de la trágica Caída de la Tierra. Xorxaik se encargó de poner la máxima velocidad posible, y a pesar de todo, las cámaras del exterior de la nave captaron al enorme navío que orbitaba alrededor del planeta al momento de descender.

    Pasándolo rápido, y luego de eso aminorando la marcha para un descenso seguro, la puerta de salida pronto se abriría, y eso permitiría el descenso de los humanos al planeta para librar una batalla en busca de liberar a los prisioneros que se encontrasen allí. La nave tocó tierra de forma definitiva, y la compuerta estaba totalmente abierta. La nueva orden del comandante llegó a todos ellos.

    — ¡Ahora, salgan con los escudos en alto y empiecen a avanzar! — el comandante Lakor vociferó para todos los soldados.

    Hombres y mujeres que portaban los escudos salieron en primer lugar. Esperaban ser recibidos a los tiros por los enemigos, pero cuando encontraron un paisaje vacío teniendo únicamente una muralla a su alrededor, ese pensamiento cambió. Pese a eso, no abandonaron el plan dado por el comandante Lakor. Tal y como se tenía decidido, formaron un semicírculo alrededor de la compuerta, de modo que aquellos que no tenían escudos pudieran salir a salvo en caso de que se produjera un ataque sorpresa en aquel momento.

    En menos de tres minutos, todos los soldados disponibles ya estaban en el planeta, listos para tomar acción en contra de los traliod y de la Sociedad Galáctica con un único fin.

    — Gina, Hana, ya estoy aquí — Noak tomó un respiro profundo, para acto seguido mirar a su comandante, sabiendo que una orden saldría de su boca muy pronto.

    — ¡Xorxaik, intenta estar atento a la nave enemiga que está en órbita! — Ace comunicó una orden para su robot — ¡Me da mala espina que no nos hayan seguido! ¡Es imposible que no nos hayan detectado!

    — Comandante, nos estaban esperando — Xorxaik dio una advertencia a su líder — El navío viene hacia nuestra posición. Analizando las coordenadas que he extraído de allí, no parecen venir en curso de colisión hacia nuestra nave. Es más que seguro que los van a interceptar. Un minuto hasta que lleguen hasta aquí.

    — ¡Armas y escudos en alto! — Ace Lakor quería a sus soldados listos para el combate — ¡Veníamos con la idea de que no nos iban a dar respiro! ¡Esta reacción ya la esperábamos, ahora toca a nosotros responder! ¡Sin piedad en contra de los malparidos que nos alejaron de nuestros seres amados! ¡Hoy obtendremos una victoria, salvaremos a nuestra gente y marcaremos el inicio de una época donde la humanidad vuelve a ser una sola!

    Solamente Abel, Allecreod y Noak no gritaron un “sí” unísono al aire con las palabras dichas por el comandante Lakor. El resto de los militares de ER, de DCT y del país ruso se vieron contagiados por las palabras dichas por quien dirigiría la misión. Para aquellos que habían vivido más de una década en Tralio, todo lo que estaban viviendo era una experiencia nueva e impensada.

    — Nunca creí que estaría feliz de seguir las órdenes de un humano que estuvo en Zenith y en Black Meteor — uno de los militares pensaba para sus adentros — Este día quedará por siempre en la historia. Todo lo que nuestro pueblo creía está a punto de cambiar para bien.
     
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