Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    7167
    Saludos. Es hora de adentrarnos en el segundo cuarto de esta historia. La introducción está quedando atrás cada vez más, y pronto empezarán los platillos principales de la parte.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk quien siempre estuvo presente en este universo, tanto para los findes donde podemos gozar de leídas en simultáneo como aquellos donde no tenemos esa suerte. Su presencia se agradece y se disfruta, y espero que esta parte, que será bastante más extensa que la anterior, le esté gustando de momento, incluyendo este capítulo.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.





















    Avistando el objetivo:

    En un monitor de gran tamaño, una pantalla encendida se dividió en dos figuras con forma rectangular, apareciendo en cada uno de ellos un ser de diferente especie. En el rectángulo de la izquierda se podía ver a un yarlemiano, mientras que en el de la derecha, se contemplaba la figura de una velivina. Frente a dicho monitor, situado en una sala con las luces totalmente apagadas, se veía de frente a un integrante del consejo de la Sociedad Galáctica. Un velivino, igual que su compañera que estaba del otro lado.

    ¿Qué noticias tienes para nosotros, Tauvim? — preguntó el yarlemiano, Miraq — Veo que tu rostro muestra preocupación. ¿Acaso Casseirem llegó al planeta Tierra antes que tú?

    El ser que se encontraba frente al monitor tenía una expresión siniestra en la que resaltaba nada más y nada menos que el miedo que tenía. No solo por lo que acababa de ver, sino por el hecho de que debía ser el portavoz de malas noticias para sus dos compañeros del consejo. Tauvim tomó aire antes de hablar.

    No hay indicios de que Casseirem haya llegado a este planeta, pero algo más tuvo que suceder — comunicó el enviado para la misión — El planeta Tierra se ha convertido en una esfera congelada. Solo hay capas de hielo a la vista. Nuestras cámaras no captan ninguna otra imagen. Los drones que hemos enviado detectan una temperatura a varios grados menos de los que se consideraban normales según la información que obtuvimos.

    ¡¿La Tierra ha perdido su capacidad de albergar la vida?! — preguntó la mujer, de la misma especie que Tauvim.

    Me temo que eso es lo que ha ocurrido, Fielle — Tauvim le confirmó sus sospechas — Increíble que no haya pasado tan siquiera un trimestre desde que derribaron nuestro satélite. Ahora este planeta ya no existe.

    Eso es un problema, necesitamos a los humanos para hacer frente a Casseirem — contestó Miraq, recordando la información que su artefacto recolectó para ellos — Más bien, lo que nos hace falta son sus armas nucleares.

    Recuerdo que había registros de naves espaciales construidas por los humanos entre los archivos que llegaron hasta nosotros — comentó Fielle, quien sabía de la existencia de esas estructuras — La humanidad, al igual que nosotros, dominó el viaje por el espacio. Puede que su planeta ya esté inhabitable, pero eso no quiere decir que ellos estén extintos. En el universo deben quedar algunos seres humanos deambulando. Quizá en busca de un nuevo hogar. Es posible que podamos usar eso a nuestro favor.

    No es propio de Casseirem convertir planetas en zonas congeladas — Miraq habló basándose en los conocimientos que tenía del enemigo — Él suele dejarlos habitables para recolectar recursos. Ha vaciado nuestros planetas tras sus ataques. Creo que podríamos usar la figura de ese monstruo para poder asustar a los humanos que hayan quedado con vida.

    Suponiendo que los hay — Tauvim no compartía la idea de considerarlos con vida tras lo visto en la Tierra — Pero si ustedes lo autorizan, podría iniciar una misión para ir a buscarlos. Eso sí, sin indicios de a dónde podrían haberse ido, me costaría mucho tiempo.

    Yo propongo que no seas tú, Tauvim — Fielle tenía una idea al respecto — Ahora que no tenemos idea de cuánto tiempo deberemos invertir en hallar a los humanos, quedarnos en nuestro nuevo mundo no es una opción. Necesitaremos de tu presencia para terminar la construcción del arca que nos permitirá viajar a todos nosotros de un mundo a otro a la vez, y de esa forma, estar a salvo de cualquier amenaza que Casseirem pueda presentarnos.

    ¿Quiénes se encargarían de la tarea de encontrar a los humanos? — Miraq quería conocer lo que su compañera tuviera en mente.

    Siban y Cerv — Fielle dio la propuesta, apuntando a dos seres distintos en cada especie — Son los mejores candidatos a ascender peldaños para convertirse en líderes y tomar las decisiones junto a nosotros. Esta misión será la que los catapulte a nuestro nivel.

    Me parece una buena estrategia, dado a que no sabemos siquiera en donde empezar a buscar — Miraq estaba de acuerdo con ella — Tauvim, esperaremos tu regreso. Luego de eso, Siban y Cerv tomarán tu lugar como exploradores del universo. Te esperamos en casa.

    […]

    Varios años e intentos fallidos de contactar con otras especies tuvieron que pasar, pero finalmente llegó el día en el que Siban y Cerv, los dos enviados de la Sociedad Galáctica, consiguieron encontrar a los seres humanos, cumpliendo así el objetivo que los tres líderes que quedaban en las trinidades de las dos especies les habían puesto.

    Luego de las muertes de Elener y Zalan en un enfrentamiento contra Casseirem, seguidos por la traición de Sered al haberse unido al conquistador, los únicos tres líderes que quedaron con vida y leales a su gente estaban felices de ver que ya no serían los únicos con demasiada responsabilidad en los hombros.

    A bordo de su arca, una nave de dimensiones gigantescas y capaz de ocupar casi un tercio de la Luna, la cual habían utilizado para mantener con vida a toda su población dado a que el miedo a Casseirem les impedía vivir en un planeta en tranquilidad, los tres líderes actuales de la Sociedad Galáctica miraban a través de una pantalla las imágenes de Cerv, el velivino, y de Siban, la yarlemiana. La noticia de que los seres humanos seguían vivos y estaban a su alcance les hicieron felices, y solo restaba que ultimaran detalles en su captura.

    Siban, tú llegaste primero a ser una candidata para unirte a nuestra trinidad — Miraq hablaba con orgullo dirigiéndose a la enviada de su especie — Tú serás la primera en informar.

    Me alegra serlo, señor, porque tenemos un pequeño inconveniente — Siban preocupó a todos los líderes con esas palabras — Se decía que nuestra tecnología era capaz de provocar malfuncionamiento en la de los seres humanos.

    Y es correcto, así ordenamos que se creara con la información que teníamos disponible — Fielle no parecía entender el problema.

    Bueno, o bien los humanos de este mundo han mejorado mucho su tecnología o están usando tecnología de otra especie — Siban dio las dos teorías que se le ocurrían — Porque lo máximo que podemos hacer es interferir con sus comunicaciones. Ni siquiera somos capaces de hacerlo desde nuestra posición. Debemos acercarnos un poco más, y una vez que nos alejemos de dicho sitio, las recuperarán.

    Esto es grave, se suponía que debían quedarse totalmente incomunicados y sin tecnología hasta que nos aseguráramos de contar con su cooperación — Tauvim creyó que no sería factible hallar una solución para ese problema — Lo que menos quiero es que tengan la capacidad de venir tras nosotros. Además, si Casseirem hubiera obtenido el poder suficiente como para permitirse explorar planetas antes de atacarlos, necesitábamos engañarlo y hacerle creer que los humanos son una especie que no vale la pena.

    Incluso aunque intenten seguirnos, dudo mucho que sean capaces de encontrarnos — Miraq se sentía tranquilo por ese lado — Lo que sí no podemos solucionar es el asunto de que no habrá forma de camuflarlos como una especie sin inteligencia a los ojos de Casseirem.

    Los cinco integrantes de la Sociedad Galáctica quedaron en silencio tras ver que los problemas que expuso Siban no tendrían una solución rápida, y que había riesgos imprevistos que correr si querían extraer a los humanos de aquel mundo que ella había logrado encontrar. Cerv, el velivino que todavía no había dicho palabra alguna desde el anuncio de su hallazgo, estaba impaciente para poder contar sus noticias, las cuales consideraba más esperanzadoras que las traídas por su compañera.

    Escuchemos a Cerv antes de tomar una decisión — Tauvim sugirió para no estancar la reunión — Son dos planetas. Necesitamos los dos contextos.

    No sé por qué es tanta la diferencia — decía el joven velivino — Pero la tecnología de estos humanos no es tan avanzada. Solo necesitamos conectarnos en la misma frecuencia que ellos durante unos pocos segundos. Eso nos permitirá implantar un archivo malicioso que infectará todas sus máquinas y los tendrá totalmente aislados en su mundo.

    Bueno saberlo — Fielle sonreía tras escuchar esas noticias — En ese caso, creo que podremos llevarnos a los ejemplares que hemos venido a buscar. Aunque es posible que al grupo de Siban le cueste más dado a que su tecnología seguirá funcionando, solo que con sus comunicaciones interrumpidas.

    Nos llevaremos a cien de cada uno de esos planetas, el plan original era llevarnos a doscientos, después de todo — Miraq habló respecto a su procedimiento — Los juntaremos entre ellos para que se vayan conociendo. Y Cerv…

    Diga, líder y señor Miraq — el velivino se dirigió a él con un respeto adicional por ser de otra especie.

    Asegúrate de extraer toda la información que puedas acerca de los humanos de tu planeta — el yarlemiano le dio sus instrucciones — Siban no podrá hacerlo. Si llegas a encontrar planos de armas nucleares en su nave, te ordeno capturar a unos cien humanos más, y también a llevarte esos planos.

    Cumpliré con esas órdenes — Cerv pronto tuvo una idea — Si resulta que tienen los planos a nuestro alcance, no dudaré en llevármelos.

    Reúnan a los seres humanos en una misma nave — Tauvim fue el siguiente en hablar — Consigan que ninguno de los capturados tenga la menor duda en formar parte de nuestro plan. Luego de hacerlos convivir durante unos días en la gran nave, llévenlos al planeta Yarlem. Yo los estaré esperando allí. En el peor de los casos, si hay algunos que se rehúsan a colaborar, los traerán al arca con Miraq y Fielle. Yo me quedaré con aquellos que quieran ayudarnos. Si todo sale bien, serán los doscientos humanos.

    Estas son las mejores noticias que hemos recibido en años — pensó la velivina Fielle — Estamos más cerca de obtener las armas que nos hacen falta para acabar con la vida de Casseirem. Tan pronto como las tengamos, enviaremos escuadrones de búsqueda para que lo encuentren y acaben con él. No será una amenaza para nosotros nunca más, y nos ganaremos el derecho de vivir en tierra firme sin preocupaciones.

    Cerv y Siban, con las órdenes recibidas por parte de sus líderes, se desconectaron de la llamada que tenían con estos y entre sí. Cada uno de los dos enviados debía empezar los preparativos para llevar a cabo su misión para capturar un total de cien seres humanos, a los que luego tendrían que convencer para que se unieran a ellos en su acometida para poder ponerle fin a la gran amenaza que representaba Casseirem.

    […]

    Los doscientos humanos capturados, cien provenientes del planeta Edagr y otros cien de Tralio, caminaban por las ruinas del planeta Yarlem, antiguo hogar de una de las dos especies que integraba la Sociedad Galáctica. Cada uno de ellos miraba a sus alrededores, viendo la destrucción que componía el paisaje completo a observar.

    Varios de los que tenían dudas acerca de colaborar con sus captores en la misión para la construcción de armas nucleares empezaban a darse cuenta de la seriedad en la situación donde los habían metido. Una ciudad inmensa de gran tamaño, superior incluso a varias capitales de los países más adinerados de la Tierra en sus años de gloria, no albergaba nada más que edificios destruidos y restos materiales desperdigados en cada rincón al que volteaban.

    — Este lugar es horrible — Artem, que iba caminando en solitario, lejos de todos sus compañeros en aquel momento, exteriorizó sus pensamientos — Es incluso peor que vivir bajo la esclavitud de los traliod.

    — ¿Has oído eso? — un soldado oriundo de Rusia le preguntó a uno que se encontraba al lado suyo — El chico ha sido esclavo toda su vida, y, aun así, prefiere ser eso antes que tener que vivir en este mundo.

    Esas palabras estaban dirigidas a uno de los que provenía del planeta Edagr, aunque el decirlas en voz alta fueron un factor determinante para hacer que le llegaran a los oídos de todos los presentes. Estaba claro que sus intenciones eran convencerlo de cambiar de parecer al respecto de su decisión de no querer colaborar con sus captores.

    — Quizá deberías recapacitar y pensar en las posibilidades de que Casseirem llegue a tu mundo perfecto — la burla en su voz cayó mal en algunos — Sé que los de Zenith y Black Meteor eran egoístas, pero dudo que también sean idiotas.

    — No pienso mover un dedo por esta gente que me capturó — el soldado, con bastante enfado encima, dejó salir su descontento — Mucho menos para darles armas nucleares. ¿Crees que realmente serán fieles a sus promesas? Puede que ayudarlos a ellos sea mucho peor que dejar las cosas como están.

    — La vida en traliod es un infierno, merece la pena intentarlo — una mujer de las que estaba como prisionera de los traliod no se perdió la oportunidad de opinar — Mucho más si ese tal Casseirem llega para complicarnos las cosas.

    — Mira, yo respeto tu opinión, pero la vida en el planeta Edagr no era un infierno — uno de sus habitantes, que no tenía dotes de soldado, quería desarmar la conversación sin caer en provocaciones — Ya escuchaste el testimonio de una de nuestras soldados. Lo último que se supo de él fue que varias naves que le pertenecían quedaron destruidas en un planeta. Es posible que ni siquiera esté vivo a estas alturas. Tengo amigos y familia esperándome en casa. No me mantendré alejado de ellos solo porque Cerv y Siban le tengan miedo a un fantasma.

    — La forma más rápida de irte a tu casa es colaborando con ellos y haciendo lo que piden — el que habló en primer lugar le hizo ver ese detalle.

    — No, si ellos nos suben a la nave una vez más y nos llevan a Edagr, te puedo asegurar que será mucho más rápido.

    — Mala elección de palabras de mi parte. La forma más rápida de que los suban a su nave y los lleven a Edagr es haciendo lo que te piden.

    — Casseirem no es problema nuestro, es suyo. Que lo resuelvan ellos. Nosotros no fuimos a secuestrar a nadie para que se encargara de eliminar a los edagrianos. Podrían aprender de nuestro ejemplo.

    Artem miraba con miedo como la discusión no paraba de escalar a niveles mucho peores. Estaba a la vista que no sería tarea fácil de convencer a los humanos que no tenían problemas en su mundo de colaborar con ellos, pero por lo que podía ver, todo parecía que estaba por explotar pronto en una pelea mucho más intensa de lo que podría soportar ver. Sin embargo, al mirar a su alrededor, podía ver como varios soldados de la Sociedad Galáctica, todos ellos armados, se congregaban en las cercanías, posiblemente con el objetivo de poner fin a cualquier conflicto que pudiera llegar a desatarse entre todos.

    […]

    El destino final de todo ese grupo de humanos no se encontraba en la ciudad en ruinas, sino pasando en las afueras de sus confines. El paseo que la Sociedad Galáctica le ofreció a los humanos por aquel sitio solamente era para que vieran en primera persona lo que sucede en un planeta que es invadido por Casseirem. Varios se vieron intimidados viendo los restos de edificios destruidos, llegando incluso a pensar que aliarse con ellos era una posibilidad aceptable dentro de todo. Pero otros no habían cambiado su forma de pensar, ni siquiera tras haber visto lo que tenían a sus alrededores.

    La caminata liderada por los líderes Cerv y Siban concluyó en el momento en el que se encontraron frente a una estructura inmensa. Tenía un diseño similar a la nave espacial en la que habían sido subidos tras su captura, siendo la única diferencia existente visible en el exterior. La que tenían frente a ellos se veía mucho más grande, casi como si estuviera destinada a cargar mucho más peso que la cual les sirvió como medio de transporte hacia ese mundo.

    Todos los humanos se quedaron quietos en un lugar, formando un óvalo bastante irregular, de modo que cada uno pudiera ver lo que ocurriría a continuación. Una hilera de cincuenta soldados se paró de cara a ellos con las armas levantadas y apuntando a sus piernas, listos para suprimir cualquier intento de rebelión. Otros soldados simplemente se colocaron en el costado o detrás de la posición de los humanos. Cerv y Siban se colocaron frente a la línea de cincuenta soldados que les estaban apuntando a los prisioneros, y se quedaron esperando hasta que una compuerta oculta a simple vista se abrió en la nave enorme que tenían al frente.

    Tauvim, un velivino desconocido para los seres humanos, salió al encuentro de los dos enviados que tuvieron una misión para capturarlos. Tras varios años de espera y de vivir con el miedo de ser atacados por Casseirem en cualquier momento, los seres a los que su Sociedad Galáctica quería tener, finalmente estaban frente a él. El velivino tenía puesta una armadura negra, muy diferente al traje que cubría a los dos enviados. Su armadura tenía franjas horizontales de color azul como una decoración adicional, pero por lo demás, el metal negro de dicha armadura le cubría el torso por completo. Sus piernas, por otro lado, estaban protegidas por un metal plateado que se veía mucho más ligero que el de su torso. Detrás de aquel velivino que apareció repentinamente, varios soldados más hicieron acto de presencia. La gran mayoría armados, pero otros simplemente llevaban sus puños como única defensa. Cada uno de ellos portaba una armadura totalmente diferente a la de Tauvim, siendo compuesta por una pechera dorada y protectores para brazos de color negro, mientras que en lo demás era igual a la del velivino que apareció en primer lugar.

    — ¡Nunca he estado tan feliz por estar vivo! — Tauvim exclamó mientras extendía sus dos manos a los enviados — ¡La ayuda que tanto nos hacía falta está aquí! ¡Me alegra que lo hayan logrado!

    — Cerv tiene noticias todavía mejores para usted, Tauvim — Siban no le mostraba mucho respeto, dado a que sabía que, tras completar su misión, le correspondería su mismo rango. Ella saludó estrechando su mano izquierda.

    — Estoy impaciente por oírlas — el velivino amplió el tamaño de su sonrisa.

    — Más de uno de ellos ha afirmado tener el conocimiento para poder construir las armas nucleares que nos hacen falta — Cerv estrechó la mano derecha de su compañero — Y todos ellos que lo han dicho están dispuestos a ayudarnos.

    — Quiero creer que el paseo por esta ciudad habrá servido para convencer a los rebeldes que quedaban… — expresó el velivino, esperando una respuesta afirmativa — He escuchado las palabras que les han dicho. Y creo que han sonado convincentes.

    — Dependerá de ellos, pero sé que contamos con la gran mayoría aquí — Cerv volteó en un segundo para ver a la multitud de humanos, y luego de eso, regresó su mirada a Tauvim.

    — Bueno, eso es algo que vamos a averiguar ahora — uno de los tres líderes de la Sociedad Galáctica se apartó de ellos y dio un paso al frente, mostrándose ante todos los humanos.

    Reunidos, pero no por eso totalmente de acuerdo con la idea de encontrarse allí mismo, todos los seres humanos supieron que aquel ser que tenían en frente era una figura de autoridad posiblemente a escalones más altos que los propios Siban y Cerv. El verlo acercarse decantó que iba a hablar, y así fue, siendo solo los más pequeños entre los presentes los que no fueron capaces de anticipar un gesto así proveniente de aquel ser tan misterioso.

    — ¡Es un placer saludarlos, humanos! — Tauvim se aseguró de ser escuchados por todos — ¡Me alegra verlos a todos ustedes aquí hoy! ¡Ahora mismo, la Sociedad Galáctica solamente tiene tres líderes! ¡Gracias a que Siban y Cerv cumplieron la misión que les encomendamos, seremos cinco en poco tiempo! ¡Pero siendo que todavía somos tres, me enorgullece ser el primer líder en darles la bienvenida! ¡Me llamo Tauvim, y para aquellos que estén un poco despistados, soy un velivino!

    Hizo una breve pausa para centrar su mirada en todos aquellos que estaban allí. Los que tenía más cerca de su posición eran los más fáciles de divisar, mientras que requería de un esfuerzo mayor para poder llegar a analizar los gestos de quienes iban detrás. Había varios humanos que sonreían al escucharlo, pero estos eran una minoría considerable a comparación de aquellos que no mostraban alegría o fruncían el ceño en dicho momento. Sabiendo que ganarse la simpatía de la mayoría en ese momento sería misión imposible, decidió no perder más tiempo.

    — ¡Nuestros enviados los han traído a ustedes aquí, el planeta Yarlem! — Tauvim creyó que habría sido más apropiado que Miraq estuviera en su lugar — ¡El primer planeta en ser atacado por Casseirem! ¡Espero que nadie apartara la vista de las ruinas cuando estaban siendo traídos a este lugar! ¡Eso que ustedes han visto de camino aquí es un oráculo, una ventana hacia el futuro de sus mundos si el demonio de Casseirem no es detenido! ¡Y es justamente por eso que están aquí! ¡Juntos le pondremos fin a su amenaza! ¡No importa lo que varios de ustedes puedan decirnos sobre él, la realidad es que nadie estará a salvo hasta que no veamos con nuestros ojos como una bomba nuclear acaba con su vida! — luego de haber dicho esas palabras, Tauvim dejó salir un silbido.

    Los soldados que estaban encarando de frente a la masa de humanos parada allí mismo, empezaron a abrirse hacia los laterales, y formando en compañía de los que les estaban escoltando un pasillo de gente. Tan cerca unos de los otros de manera que sería difícil escabullirse entre ellos incluso para una rata, la mitad del ejército de la Sociedad Galáctica que viajó con ellos estaba a su izquierda y la otra mitad a su derecha, quedando solo los que salieron detrás de Tauvim firmes en su lugar.

    — ¡Detrás de mí hay un crucero científico con un total de diez laboratorios en su interior! — Tauvim reveló la finalidad del navío que se encontraba detrás de su posición a todos los presentes — ¡Allí mismo vamos a empezar la construcción de las bombas nucleares que necesitamos para nuestro cometido! ¡Aquellos que estén dispuestos a colaborar con nosotros pueden entrar! ¡Varios de mis ayudantes los escoltarán hacia un salón comedor en donde serán bien alimentados y preparados para trabajar! ¡Quienes no estén dispuestos a darnos una mano, se quedarán aquí mismo! ¡No renunciaremos a ustedes todavía, pero no sirve de nada que se pongan a trabajar si no están comprometidos con nuestro objetivo!

    Las palabras dichas por aquel velivino tomaron por sorpresa a la gran mayoría de los humanos presentes allí. Por la manera en la que Siban y Cerv hablaron en el navío en el que fueron transportados, parecía que era urgente que contaran con todos para que el trabajo fuera más rápido y efectivo. Sin embargo, algunos veían con lógica que los que habían invertido un gran esfuerzo en el armado de esos laboratorios decidieran dejar afuera temporalmente a quienes no estuvieran dispuestos a colaborar de primera mano.

    Artem, Winter, Jessica e Iker se encontraban dispersos. Debido al orden en que fueron escogidos para descender al planeta Yarlem, y a la falta de oportunidades para reunirse en el viaje a través de la ciudad en ruinas, no pudieron reunirse entre las doscientas personas allí presentes. Aunque eso no les hizo ninguna falta. La Sociedad Galáctica se había comprometido a prestar ayuda para los humanos que estuvieran prisioneros en Tralio. Pensando más que nada en sus familiares, los cuatro jóvenes ingresaron al sitio, acompañados por más de los humanos que estaban en su grupo.

    Sky logró ver a Winter moverse entre la gente, y lo primero que hizo fue seguirlo. No sabía si los iban a llevar a otro mundo para que fueran testigos de más obras de destrucción por parte de Casseirem, pero ella había acordado con Winter que, cuando fueran rescatados, pediría que prestaran ayuda para los humanos cautivos allí. Además, ella estaba segura de que, si el padre de Arick viajaba en la nave, estaría encantado de conocer a un pariente suyo.

    Alicia logró ver a Sky caminando entre aquellos que iban a adentrarse al laboratorio, y sin pensárselo dos veces, optó por seguirla. La mujer sabía que, bajo una de sus uñas, sin que ella lo supiera, se encontraba el nano rastreador que le permitiría a todos en casa tener más probabilidades de encontrarlos. Quedarse cerca de ella facilitaría las cosas para ser rescatada también, y esperaba que Gina, en donde quiera que estuviera dado a que no la tenía a la vista, se percatara de que ella estaba ingresando a ese lugar.

    Gina aprovechó el movimiento de toda esa gente allí presente para buscar a su hija Hana con la vista. Le fue muy útil que los humanos que provenían de Tralio se movieran rápido hacia el laboratorio, dado a que eso le permitió ver a su hija entre la multitud a los pocos segundos de haber iniciado todo ese movimiento. La joven pre adolescente hizo lo mismo que ella, y cuando vio a su madre acercándose, corrió a sus brazos. Reunidas otra vez tras unas largas y angustiantes horas, ambas se abrazaron con fuerza.

    — Mi Hana, espero que esta sea la última vez que nos separamos — Gina le dio un beso en la frente tras esas palabras.

    — Veo que algunos están entrando a ese extraño lugar — la chica se preguntaba qué ganaban los suyos al hacer eso — ¿Por qué lo hacen?

    — Quizá tengan miedo y hayan considerado aceptar unirse a ellos — Gina creyó que algunos entre los humanos de Edagr podrían haberse visto intimidados por las ruinas.

    — ¿Y nosotras a dónde vamos? — Hana le preguntó a su madre, ya que no entendía casi nada de lo ocurrido.

    La soldado acercó su cabeza hacia el oído de su hija con la finalidad de susurrarle algo. Queriendo pasar desapercibida, la abrazó con fuerza simulando que estaba feliz de volverla a ver.

    — No tiene importancia a dónde vayamos, nos van a rescatar pronto — Gina quería darle esperanza a la chica.

    — ¿Entonces vamos a entrar? — Hana quería saber en dónde estaría su destino.

    — …No — Gina vio algo que no le agradó para nada.

    Entre los humanos que se habían puesto en marcha para ingresar al crucero científico de la Sociedad Galáctica, la mujer soldado pudo ver a Abel Hartka. Su figura resaltaba entre toda la gente, dado a sus años de edad y su apariencia tan anciana. La soldado desconocía los motivos para adentrarse al laboratorio, ya que no creía que a Abel realmente le pudiera importar lo que sucediera con nadie a raíz de una amenaza de Casseirem. No tenía deseos de compartir sitio con él, y creyó que Alicia y Sky reaccionarían así al verlo dirigirse al laboratorio.

    Pero muy desagradable fue la sorpresa que se llevó cuando vio que ni Sky ni Alicia se encontraban a la vista. Ella, su hija y un total de sesenta o más seres humanos, todos provenientes de Edagr, optaron por quedarse afuera del laboratorio. Llegó a reconocer a Nick y a su esposa entre quienes quedaron afuera, pero no podía ver a la hija de Gwyn y Thomas por ningún lugar.

    Para cuando se dio cuenta del error que cometió al haberse quedado allí, los soldados de la Sociedad Galáctica formaron un círculo dejándola rodeada por completo tanto a ella como a su hija y a los humanos que optaron por no colaborar. Quería hablarles y decir que deseaba ingresar al laboratorio, pero viendo que las armas les apuntaban a todos, temía que le dispararan con la intención de herirla nada más abriera la boca.

    — ¡Caminen, nos vamos de regreso a la nave! — ordenó un soldado mientras todos empezaban a moverse sin romper el círculo.

    Gina, atemorizada por el grito tan hostil que le dirigió aquel ser, no pudo hacer otra cosa más que sujetar con fuerza la mano de su hija, al tiempo que empezaba a ser llevada fuera de allí. Nick y su esposa eligieron el mismo camino que la soldado, tan pronto como vieron a Abel marchando junto a aquellos que iban a quedarse en el laboratorio, sintieron como si su propio cuerpo los estuviera repeliendo de aquel lugar. No fue hasta que empezó la marcha que se dieron cuenta de que Sky, la única persona entre todos ellos que tenía el nano rastreador implantado bajo la uña, no se encontraba allí.

    — No puede ser, creí haberla visto quedarse afuera — Nick maldecía para sus adentros — Ni bien tenga la oportunidad, pediremos que nos traigan aquí. Ahora no parece seguro hablar.

    Tauvim, Cerv y Siban contemplaron como una gran multitud de humanos cruzó la puerta de entrada hacia el navío que albergaba los laboratorios. La alegría les invadió cuando pudieron contar que un total de ciento treinta y siete seres humanos habían elegido prestarles la ayuda que les hacía falta en su misión. Aunque eso no quitaba el hecho de que estaban desilusionados por los sesenta y tres que optaron por mantenerse fuera.

    — O les falta empatía o sentido común — comentó Tauvim, para luego soltar un suspiro desganado — Les toca a ustedes convencerlos de que se unan a nosotros. Podrían llevarlos a nuestro planeta actual. Allí conocerían a Miraq y a Fielle. Quizá ellos sean capaces de hacerlos entrar en razón… y de paso, ustedes podrán tener su ceremonia para volverse parte de nuestro consejo de liderazgo.

    — Agradecemos el ascenso, Tauvim — Siban estaba muy satisfecha con haber logrado escalar tan alto.

    — Quizá un paseo por un planeta donde llevamos vidas precarias y el testimonio de nuestros otros líderes nos ayude a ponerlos de nuestro lado — Cerv no tenía idea de qué otra cosa podría decir para tratar de convencerlos — Pero al menos nuestra misión terminó y podremos dejar de ser enviados.

    — No se confundan, nuestra misión no ha terminado — Tauvim quiso detenerlo justo allí — Todo lo contrario. Ahora que finalmente tenemos a los humanos de nuestra parte, o al menos la mayoría, acabamos de empezar. Se han ganado un ascenso con méritos, pero lamento decirles que no habrá mucho tiempo para celebrar. No cuando hay trabajo por hacer.

    Con el ánimo un poco aplacado por esas palabras dichas por uno de los antiguos tres líderes a los que admiraban bastante, Cerv y Siban agacharon la cabeza e hicieron una reverencia para mostrar respeto. No dijeron una sola palabra más, aceptando su encargo para llevarse a los humanos restantes hacia el planeta en el que esperaban los otros dos líderes, Miraq y Fielle, para que ambos enviados pudieran conseguir el ascenso que les correspondía.

    Tras ver como las dos promesas en las que habían depositado su fe se marchaban una vez que su cometido original había sido cumplido, Tauvim y el resto de los soldados de la Sociedad Galáctica ingresaron al crucero científico, con la intención de que los seres humanos que optaron por prestar su ayuda fueran alimentados y así ser puestos a trabajar en su necesidad más urgente.

    […]

    Sky siguió a una gran multitud, quienes a su vez seguían el paso de los soldados de la Sociedad Galáctica, hasta que finalmente pudo llegar hasta una enorme sala con varias mesas con forma rectangular o circular distribuidas alrededor. En cada una de las paredes había una puerta. Ella ingresó por la entrada, que simplemente tenía detrás el pasillo por el cuál venía caminando. Desconocía qué habría detrás de las puertas situadas en los otros muros, pero lograba ver cómo estas se abrían y permitían el paso hacia sus interiores a los soldados que les tenían escoltados.

    La chica ingresó para seguir a Winter, pero al pasar por tantos pasillos en su trayecto hacia ese sitio, lo perdió de vista. Trataba de identificarlo entre las mesas. En las rectangulares había sitio para unas ocho personas, al menos, cada una llevaba unas ocho sillas alrededor como mínimo. En las circulares, por otro lado, solo había espacio para seis personas. Queriendo encontrarlo rápido, la chica miró hacia las mesas rectangulares, creyendo que allí tenía más posibilidades de hallarlo.

    — ¡Preciosa! — luego de escuchar el grito, Sky se dio la vuelta.

    Al mirar a su izquierda, pudo ver a Iker y a Jessica, ambos chicos con los que interactuó muy poco sentados en solitario en una mesa redonda con espacio solo para seis personas. Hizo una mueca de enfado en cuanto Iker le silbó, recordando lo que había hecho con ella la noche anterior. Ella logró ver como el joven Evanson le lanzaba un beso al aire.

    — Es para tu culo hermoso — le dijo con intenciones de molestarla — Con cariño…

    Desde su posición, Jessica e Iker vieron como la chica se daba la vuelta para apartarlos de su vista. Una vez que ella se alejó lo suficiente, la joven Delta quiso decirle unas palabras a su compañero.

    — Si tengo que adivinar… — la chica quería comentar.

    — Sí, la toqué — Iker le dio un pequeño golpe a la mesa, llegando a detectar que era de madera.

    — La mayoría de las veces te comportas como un cerdo — Jessica decía algo que había pensado en más de una ocasión.

    — Solo tienes envidia, Jessica — no se sintió cómodo con ese comentario — En casa estaba Airin, y aquí está Sky. No importa a dónde vayas, a ti siempre te sería imposible tener mi atención.

    — No tienes idea de lo agradecida que estoy de que un cerdo como tú no se quiera fijar en mí — Jessica apartó un poco la vista de él — Aunque me apena que Airin tenga que soportarte. Casi que siento pena por Sky también.

    Mientras sus dos compañeros estaban discutiendo, Winter se encontraba algo apartado de ellos, en una mesa de seis personas, en donde su único acompañante en aquel momento era su amigo y pareja de su novia, Artem. Ambos se habían reunido apenas llegaron a la sala, y lo primero que hicieron fue tomar asiento uno al lado del otro.

    — No he podido contar bien — decía el joven Lakor — Pero aquí mismo, somos más de cien, y veo que sigue entrando gente.

    — Y que lo digas — Artem pronto centró la vista en alguien — Parece que tu amiga eligió venir también.

    Sin saber a qué se refería, el joven Lakor siguió los ojos de su amigo, y pudo ver que Sky, su compañera de encierro, se acercó para tomar asiento en el mismo lugar que él, justamente al lado suyo. Se sonrojó un poco en el momento en el que Artem le dio un pequeño golpe en el hombro, para mirarlo acto seguido.

    — Oye, estoy intentando sobrellevar esta situación de mierda — el joven Hedrum le comentó — Para mí es difícil saber que todos nuestros seres queridos están en casa esperándonos.

    — Buenos días — Sky saludó al chico que estaba junto a él — No sé cuál es tu nombre.

    — Me llamo Artem, si no recuerdo mal, tú eres Sky — se presentó de forma amistosa, pero sin extender su mano.

    — Winter te habló de mí, por lo que veo — la joven lo miró, dándose cuenta de que él tenía la mirada agachada — He venido aquí por lo que hablamos…

    La joven Delleo miró a su alrededor, y cuando notó que no había soldados de la Sociedad Galáctica en las proximidades para tratar de obtener nada de sus palabras, se acercó y susurró.

    — Si nos rescatan, pediré a mis padres y a los demás que presten ayuda para los suyos — Sky dijo, siendo escuchada solo por Winter y Artem.

    — ¿Qué es eso de… lo que dijiste? — Artem no quería estropear nada.

    — Ella lo explicará — Sky pudo ver a Alicia acercándose a ella.

    La mujer, que había perdido de vista a la hija de Thomas y Gwyn en su camino, finalmente logró alcanzar su posición. Ante la vista de los dos jóvenes, ella se sentó al lado de Sky. Ambos se quedaron asombrados por su apariencia, en especial por el parche que tenía en uno de sus ojos. Luego de observarla, creyeron que estaban frente a frente a una soldado del ejército de la humanidad que quedó tras la unificación de Zenith y Black Meteor.

    — ¿Son amigos tuyos, Sky? — Alicia le preguntó a la joven.

    — Artem es el de más afuera — señaló la chica — Lo acabo de conocer. El chico al lado mío se llama Winter. Es mi compañero de encierro, y aunque no lo creas… su apellido es Lakor.

    Al igual que como ocurrió con la chica al momento de enterarse, Alicia también se vio muy sorprendida con dicha revelación. Ella siempre había creído que a Ace no le quedaba ningún familiar con vida tras haberse enterado de lo ocurrido con él tras ser adoptado por un comandante de Black Meteor. Lo tenía tan presente que no creyó que podría existir algún otro compartiendo su apellido más allá de él y sus dos hijos.

    — Es inesperado — la mujer lo miró bien, para darse cuenta de que no se parecían mucho — Quizá seas…

    — Mi padre es tío de Ace Lakor — Winter quiso aclarar las cosas.

    — Durante muchos años he creído que Ace no tenía familia de sangre, más allá de sus hijos — Alicia esperaba tener la oportunidad de que se conocieran — Si lo que dices es verdad, entonces, él y tú son primos.

    — Perdónenme si interrumpo esto, pero Sky dijo que tú nos explicarías algo sobre — Artem fue precavido acerca de quienes podrían estar cerca — Sobre un rescate — murmuró imitando a la chica más joven — He revisado previamente la mesa y no parece haber micrófonos ocultos. Así que, puedes decirnos si…

    — Es preciso, Sky es la clave — Alicia sujetó a la chica de las manos mientras pronunció esas palabras en voz baja — Debajo de una de sus uñas hay un nano rastreador. No tengo idea de cuánto tiempo van a tardar en llegar a nosotros, pero confío en que para estas alturas ya conocen nuestra ubicación.

    Las palabras dichas por Alicia llenaron de ilusión las caras de Artem y de Winter. Ambos jóvenes tuvieron que contener la emoción de saber que, aunque fueran personas de otro planeta, un grupo de humanos podría llegar en su rescate. Sabían que Sky iba a interceder en su favor, lo que quería decir que, de una u otra forma, podrían contar con apoyo para sus familiares presentes en el planeta Tralio. La única incógnita para ellos era saber quién sería capaz de brindárselos, si la Sociedad Galáctica o la humanidad del planeta Edagr.

    Sky, por su parte, estaba muy asombrada. Sin mover las manos de su sitio, empezó a mirarse con atención. Estaba segura de que el nano rastreador debía ser bastante diminuto como para tenerlo implantado sin siquiera sentirlo. No tenía idea de en qué momento se lo habrían colocado, pero confiaba en que Alicia no le mentiría, ni siquiera en un intento de hacerla sentir mejor. Creía en ella, y más que nada, tenía fe en que sus padres no se quedarían quietos mientras ella estaba desaparecida.

    Los cuatro estaban tan distraídos en sus pensamientos que no pudieron percatarse de que un quinto integrante se sentó a la mesa. Abel Hartka, ex líder de Black Meteor, arrastró una silla por el suelo para anunciar su llegada, ocasionando que todas las miradas pasaran a fijarse en él. Se sentó en la mesa, y nada más hacerlo, llegó a percibir la amenaza en las miradas de los otros cuatro integrantes en aquel lugar.

    — ¿Por qué desapareció su sonrisa de sus caras? — Abel también tenía curiosidad por el motivo de ellos para ser felices.

    — Porque tú llegaste — Alicia, quien era la única en conocerlo personalmente, lo quería incomodar para que se fuera — ¿Por qué viniste con nosotros?

    — No soy un idiota, Alicia, tú me conoces — el hombre apoyó su cabeza sobre ambas manos, mientras colocaba los codos en la mesa — Ayer, después de tener una discusión con mi compañero de encierro, me tomé un poco de tiempo antes de dormirme. Me di cuenta de que lo que realmente quiero es pasar mis últimos momentos de vida en libertad, de ser posible, en el bosque donde viví durante más de quince años. No quiero morir trabajando para nadie, y mucho menos para que unos alienígenas consigan bombas para pelear con un conquistador. No sé si ese tal Casseirem sigue con vida, pero incluso aunque así sea, yo estaré muerto antes de que hagamos contacto con él.

    — Eso no explica por qué te viniste a sentar aquí — Artem no sentía aprecio hacia su persona.

    — Como dije, no soy idiota — el anciano se repetía — La edad me ha hecho más sabio y el vivir en el bosque me hizo más atento. Recuerdo que Alicia mencionó que Michael y Agustina murieron.

    Sky prestó atención a las palabras de Abel, solo para darse cuenta de que era cierto. Cuando se encontraron con él, el ex líder de Black Meteor mencionó esos dos nombres. Ella no tuvo tiempo para reflexionar acerca de ello en su momento, dado a que la tensión por su aparición estaba por todo lo alto. Pero en aquel momento con más calma, ella se percató de que podrían estar hablando de la Agustina que aparecía en una foto con su amigo Arick siendo un bebé.

    — No menciones sus nombres — Sky regresó de sus pensamientos cuando Alicia encaró al hombre — Ellos deberían estar vivos, y tú muerto, maldito pedazo de mierda.

    — Quizá sería mejor, así yo no tendría que estar soportando esto — el hombre que en su momento fue líder de Black Meteor miró hacia arriba al decir eso — Pero fui capaz de asumir que Ace, Thomas y Gwyn siguen con vida si tú misma no los has mencionado.

    — Es correcto, ellos están vivos — Alicia le respondió, con algo de enfado por la manera en la que este hablaba de sus amistades como si no fueran nada.

    — No soy ciego, Alicia — Abel le dijo con severidad — Tú eres importante para ellos. Sé que ninguno de los tres te dejará ir. Van a venir a rescatarte, y cuando eso suceda, planeo estar cerca. Yo también quiero ser libre de este lugar.

    — Quizá te maten por haber desertado en plena guerra — Alicia encontró un pequeño consuelo en ese aspecto.

    — Aunque no me agrada para nada esa idea, prefiero eso a que me tengan trabajando aquí, construyendo armas nucleares como un maldito esclavo — Abel lanzó ese comentario acerca de su situación actual.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo. Este ha sido un buen capítulo, sin mucho sobresalto y sin nada realmente relevante, vemos que la trama sigue su curso a un ritmo más que aceptable. Construyéndose así, las cosas suceden a su debido tiempo y eso me agrada. No se siente apresurado ni lento. Dicho esto, pasaré a comentar lo más destacado para mí. :kuku:

    El comienzo nos muestra, en flashbacks, que la Sociedad Galáctica regresó a la Tierra solo para verla convertida en una bola de nieve inhabitable. Obviamente, su idea de pedir ayuda a la humanidad quedó truncada hasta que eventualmente les encontraron en Trailo y Edagr. Conocemos a nuevos personajes, la mayoría líderes (e intuyo que algunos ya los conozco de la historia secundaria de Casseirem :blue:), y descubrimos que Siban y Cerv obtendrán ese mismo rango una vez completen sus misiones: hallar y capturar doscientos humanos. En la actualidad, esto es un hecho y los humanos han sido llevados a Yarlem para ver en qué estado Casseirem dejó el planeta. Una gran ciudad en ruinas es revelada ante todos, cosa que intimida a muchos escépticos sobre el peligro del enemigo de la Sociedad Galáctica.

    Uno de sus líderes, llamado Tauvim, se presenta ante todos y les informa de que aquellos que saben construir las armas nucleares y los que quieran ayudar, tendrán acceso a un crucero con varios laboratorios en los cuales construir las armas. Aquellos que no están dispuestos a colaborar, irán a otro lado. Está claro que convencer a todos no va a ser sencillo y me preocupa que la Sociedad Galáctica pierda la paciencia y termine actuando de forma más dictatorial. Espero equivocarme... :ewww:

    Mientras personajes como Gina o Hana no se unen al convoy de gente que va a los laboratorios, otros como Sky, Winter y demás sí lo hacen. Es allí donde, tras encontrarse con el repelente de Iker (que asco de tipo :angrycat:) y Jessica, la joven Delleo se sienta junto a Artem y el joven Lakor. Alicia hace acto de presencia y se suma para confirmar las palabras de Sky: vendrán a rescatarles. Además, la soldado descubre que Winter es familia de Ace, lo que sin duda es una clara sorpresa :cref:. Pero en mitad de la conversación, aparece Abel en el lugar. Aunque su presencia no agrada nada, el ex líder de Black Meteor es inteligente y sabe que sus viejos soldados irán al rescate, por lo que planea estar cerca de aquellos que tienen más posibilidades de ser rescatados, todo porque no quiere pasar sus últimos años de vejez siendo un esclavo de la Sociedad Galáctica. Ya te lo he dicho, pero me agrada el contexto del personaje de Abel y que haya regresado ahora tras un tiempo de ausencia sin explicación ha merecido la pena. Su personaje da muchas herramientas para interferir en la trama y eso me encanta. :dancecat:

    Bueno amigo, no ha sido un comentario muy largo por mi parte, pero va dependiendo en función de los capítulos y lo que ocurra en ellos. Sé que pronto pasarán más cosas y tengo unas tremendas ganas de ver como se desarrolla todo. Sin más que añadir, nos vemos a la próxima. Es genial que hayamos podido hacer leídas en simultáneo y créeme que volverán. :nice:

    Cuídate mucho, te mando un fuerte abrazo.
     
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  3. Threadmarks: No te equivoques - Parte 1
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Aprovecho que tengo revisado el capítulo 13 para publicarlo hoy mismo. Si todo va bien, esta semana es mi última de universidad, por lo que ya a partir del siguiente estaría actualizando cronología y guía de personajes como se debe.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien mantuvimos unas leídas en simultáneo fantásticas en estos días. Esas lecturas, por el momento, han finalizado, pero eso solo significa que comienza la espera para que regresen pronto. Es algo que estaré esperando. Por el momento, solo espero que disfrute este capítulo y los demás que vengan hasta que llegue el día. Su participación en este universo mediante los comentarios es algo que siempre me motiva a seguir escribiendo, y aunque lo sepa, jamás dejaré de agradecerle.

    En cuanto a este capítulo, diría que la introducción ya quedó atrás y es la hora de que un capítulo empiece a incluir más de un pov. Sin más para decir, dejo el capítulo.





















    No te equivoques – Parte 1:

    Arick se encontraba concentrado en la lectura del libro que había descargado a su dispositivo móvil en el momento en el que la puerta de la habitación que él compartiría con sus padres se abrió. Apartó la vista de la pantalla que estaba viendo, y pudo ver como su madre y su padre entraban a la habitación al mismo tiempo. Sus labores en la sala de comandos ya habían finalizado, y por eso que eligieron acudir al sitio donde se encontraba su hijo adolescente.

    — Arick — su padre le llamó la atención, al tiempo que él y su esposa se sentaban en la otra cama — Siéntate y míranos de frente.

    El chico no tardó más de tres segundos en obedecer. Sus padres estaban impresionados. Su hijo como tal no era demasiado rebelde, más allá de que se encontraba en una edad en donde esa clase de actitudes predominaba en los jóvenes, pero era toda una sorpresa para ellos el ver que su hijo les obedeció sin siquiera mostrar una pequeña queja.

    — Veo que es importante para ti haber venido por Sky — Natasha le comentó, recordando un suceso en el pasado — Hemos dicho que tendrías que hacernos caso, y no tardas ni un segundo en obedecer.

    — Es importante, y también es importante permanecer en la academia para mí — Arick le respondió a su madre — Quiero seguir el ejemplo de ustedes. Son héroes para mucha gente. Y tras leer varias cosas en clases de historia, lo son para mí también.

    — Me alegra que así nos veas, Arick — Ace le sonreía al contestarle — Queríamos hablarte de algo. Unas ciertas reglas. En esta nave hay un salón comedor muy extenso para un montón de personas. Esa sala junto con la que conecta la plataforma de descenso con el exterior son las únicas en donde pueden entrar casi todos los humanos a bordo. Esto no te lo enseñan en las clases, pero esta nave fue reconstruida luego de que se desmantelaron todas las naves de Zenith y Black Meteor. Creamos una de mayor tamaño que todas para casos de emergencia.

    — ¿Para qué me cuentan eso? — el chico lo preguntó por curiosidad.

    — En el salón comedor hay varios estantes que almacenan provisiones, no esperes manjares a bordo de la nave — Ace lo dijo con bastante calma — Es solo comida y agua. Cuentas con máquinas para prepararte jugos, café o calentar la comida que traemos. Eso en el salón comedor. Alrededor de toda la nave, hay varios cuartos de baño instalados. Xorxaik pronto te mandará sus ubicaciones… La razón por la que te comento esto es sencilla. Si tienes hambre, puedes irte a preparar algo en el salón comedor. Y si tienes que ir al baño, puedes irte a cualquiera de los que están disponibles. No tienes que pedir permiso para salir de aquí siempre que vayas a alguno de esos lugares. Y una vez termines, regresarás de inmediato a esta habitación.

    — Lo comprendo, apenas termine de comer tengo que dejar todo y regresar aquí lo más pronto posible — Arick respondió, sabiendo que sus padres serían estrictos al respecto.

    — Y no es solo eso — Natasha quiso añadir más — También recibirás la ubicación de la sala de comandos.

    — Está totalmente prohibido que vayas a esa sala — Ace le quitó las palabras de la boca — Más allá de que solo tienes permitido salir de aquí para ir al comedor o al baño, no te vamos a poner un castigo muy grande si llegas a estar un solo segundo en la habitación de alguien más. Si alguien te pide ayuda, entras cinco minutos y luego sales y no pasará nada contigo. Pero a la sala de comandos tienes prohibido acercarte. No solo no puedes entrar, no puedes estar siquiera cerca de ahí. Es justamente para eso por lo que se te envía la ubicación. ¿Ha quedado claro?

    Arick tragó saliva cuando escuchó la forma tan brusca en la que su padre le lanzó esa prohibición. Pese a que él no había roto ninguna regla desde que entró a la habitación, su padre se comunicó con él como si fuera de vida o muerte que él no pudiera entrar allí. No tenía idea por qué era tan crucial que no viera ni oyera nada desde el exterior, pero no tenía importancia alguna en ese momento. El chico, aún intimidado por esa forma de hablar, asintió con la cabeza, puesto a que no tenía el valor para decir una sola palabra.

    Viendo el efecto de sus palabras en él, Ace se puso de pie y se acercó a él para acariciar un poco su cabeza. El chico sonrió una vez más tras ese gesto de cariño por parte de su padre, y luego levantó la vista hacia él.

    — Sé que cumplirás — Ace estaba feliz por él — Eres un buen chico, Arick. Sabes que no habría aceptado nunca si no creyera que eres capaz de hacer esto.

    — Gracias, papá — el niño se apenó un poco por el halago — Yo siento que es por mi culpa que Sky haya sido capturada. Tenía que disculparme con ella tan pronto la rescataran. No puedo enviarle una carta o un mensaje. Tiene que ser personal.

    Natasha se tapó la boca para que no se escuchara la risa que dejó salir. La mujer todavía tenía grabado en su memoria el momento en el que Sky, tras haber paseado con ella y el resto de su familia, se le acercó a Arick y le dio un beso en la mejilla. La mujer sabía que, desde aquel momento, Arick tenía mucho interés en ella, y que, a lo largo de los años, ese interés fue convirtiéndose en algo más. Hasta le parecía tierno que él quisiera tener ese gesto con ella.

    — Te pareces mucho a tu padre — la mujer le dijo en voz alta, y de buena manera — Estoy seguro de que Sky también habría pedido venir con nosotros si la situación hubiera sido al revés.

    Arick se sonrojó un poco, tanto por el halago como por el comentario dado por su madre. Estaba feliz de que le hubieran dado esa oportunidad de viajar con ellos, y también por ver que tanto su padre como su madre lo apreciaban, y que lo demostraban.

    Dado a que no tenían mucha responsabilidad en la sala de comandos, Ace y Natasha eligieron quedarse en el cuarto de Arick para hacerle compañía. En un momento, el chico recibió en su dispositivo móvil un mapa de la nave en la que se encontraba, el cual actualizaría su posición en tiempo real con solo caminar. Tal y como sus padres le dijeron, contenía la ubicación del comedor, los baños y también de la sala de comandos. El chico quería estudiarlo a fondo, de manera que no estuviera cerca ni por error de adentrarse en la sala de comandos.

    Mientras el chico estaba analizando lo que le habían entregado, a Ace y Natasha les llegó una notificación a sus dispositivos. Arick los miró atentamente, sin preguntar para no mostrarse muy ansioso, pero con una expresión que delataba que quería saber de qué se trataba todo eso. Ace lo notó a la primera, y optó por no ocultarle nada a su hijo.

    — Xorxaik ha detectado algo — Ace le informó a su hijo — Necesitamos que la nave de los captores permanezca quieta durante cuatro días seguidos en el mismo planeta si queremos alcanzarlos.

    — ¿Cuatro días seguidos? — Arick no se veía muy feliz de escuchar eso — Si eso sucede ahora, tardaremos cuatro días en llegar hasta ellos… Pero estoy seguro de que no se han detenido aún.

    — Es correcto — Natasha le confirmó su sospecha — Según Xorxaik, siguen en movimiento en este mismo momento. Esperemos que se detengan pronto.

    Esa clase de noticia no le cayó para nada bien a Arick. Tan pronto como la recibió, juntó ambas manos y se las acercó a su pecho, casi como si estuviera rezando por la seguridad de su amiga y de todos los humanos que fueron secuestrados de su planeta. Tras hacer un par de cuentas, fue capaz de percatarse de que el viaje les podría tomar muchos días, y que luego les quedaba el regreso.

    — Creí que esto sería más rápido — Ace decía con algo de dudas — Espero que Azel esté bien en casa. Ya hemos avisado de esto a Thomas y a Gwyn para que sepan cuánto tiempo nos tomará el regreso una vez lleguemos hasta ellos.

    […]

    — Cuatro días… — Noak caminaba de un lado a otro.

    A la vista de Faron, Allecreod y del propio robot que había hecho ese cálculo, el soldado Jensen no se quedaba quieto. Con sus pasos recorría de arriba abajo y de izquierda a derecha toda la sala de comandos, demostrando a todos los presentes lo nervioso que estaba por la información recibida. En un momento, a su caminata tan intensiva se le sumó el empezar a comerse las uñas.

    — En cuatro días pueden pasar muchas cosas — Noak no dejaba de imaginarse escenarios horribles en su cabeza.

    — Tranquilo, si les han hecho daño, no nos iremos sin una venganza — Faron quería calmar sus ánimos.

    — Eso ni dudarlo — el soldado no aceptaría otra solución — Pero quiero encontrarme con ellas y verlas a salvo. Si voy a luchar, prefiero que sea por un rescate y no por venganza.

    — Secuestrar a cien humanos solo para matarlos no me parece un buen plan — Allecreod encontró algo que podría usar para tranquilizarlo — Algún motivo tienen que tener los que estén detrás de esto. Está claro que quieren algo de la humanidad, de lo contrario, no habrían optado por llevarse a cien de nosotros.

    — ¿Y si se ponen a hacer experimentos con ellos? — Noak no quería gritar, más por miedo a una sanción que por otra cosa — Es lógico que quieren algo de nosotros. ¿Y si quieren llevarnos para probar algo con nosotros de la misma forma en que nosotros hicimos con las bestias de Fientlig? En cuatro días pueden hacerles mucho daño. Desearía que nuestra nave fuera todavía más rápida.

    Los comentarios del soldado hicieron que un par de recuerdos llegaran a la mente tanto de Faron como de Allecreod. Con todo el tiempo que había transcurrido desde aquel día, ambos habían olvidado por completo el hecho de que la humanidad, antes de librar la guerra contra los edagrianos, realizó expediciones para poder tomar a varias bestias de Fientlig y que prestaran ayuda en el conflicto. Temían que un destino similar pudiera estar ocurriéndoles a todos los que fueron secuestrados, y mucho más al recordar el camino que tomaron los líderes respecto a dichos métodos.

    […]

    ¿Estás seguro de esto? — Thomas preguntó al comandante supremo del ejército — Una vez que comience, no hay vuelta atrás.

    En una zona urbana muy alejada de las tres ciudades de Edagr en las cuales se iban a asentar los seres humanos, los miembros del ejército que sobrevivieron a la guerra con los edagrianos se encontraban reunidos. Ace, como comandante supremo del ejército se encontraba al lado de su esposa Agustina. Gwyn, siendo también una comandante, iba acompañada por Thomas. Natasha era la última comandante en el grupo. Cerca de los cinco se encontraban además Faron, Allecreod, Alicia, Noak, Gina y Xorxaik.

    Tras el regreso de los seres humanos que se encontraban en el planeta Garak, el comandante supremo del ejército tuvo una idea que creyó que sería mejor discutir con el resto de las personas de confianza en la milicia. Todo estaba referido a la destrucción de las máquinas que habían robado del planeta Emiv, junto con la eliminación de la planta que producía la hosania, sustancia usada para poder controlar a los individuos. Todas las máquinas y las muestras de aquella planta se encontraban amontonadas y listas para ser quemadas por completo. Thomas, por su parte, quería asegurarse de que no hubiera arrepentimientos.

    Estas máquinas son muy peligrosas como para guardarlas bajo llave — Ace estaba firme en su decisión — Quiero que sean destruidas, y que no quede ni un solo archivo que hable de estas máquinas ni de las plantas. A ser posible, quisiera que también se eliminaran todos los archivos del planeta Emiv.

    Podrían serles útiles para resolver crímenes — Allecreod, como consejero, estaba en contra de dichas acciones, y no era la primera vez que lo manifestaba — Si un grupo de gente se organizara para cometer delitos, bastaría solo con capturar a uno de ellos y hacerlos caer a todos.

    No, estas máquinas deben irse — Agustina, quien sufrió al tener que enfrentar a su pareja en Emiv a raíz de la utilización de dichos artefactos, no quería que siguieran estando allí — Son muy útiles, como dices tú. Pero también tienen su peligro. ¿Y si alguien intentara robarlas? Tzorkun pudo controlar un planeta entero con estas máquinas. No quiero que a la humanidad le pase lo mismo. Además… me traen malos recuerdos.

    Su propósito era ser usadas para permitirnos probarlas en las bestias, nunca en los humanos — Ace recordó un reporte que había leído — El comandante Zion Stones tuvo la oportunidad de utilizarlas en el comandante Frans Badir, pero rechazó esa idea. Imagino que lo habrá hecho para no inspirar tentación en nadie más a utilizarlas. Ahora que la guerra contra los edagrianos terminó, esto debe irse. No puede quedar nada. Sharyn y Dustin ya no están, pero yo he sufrido de sus efectos. No quiero que nadie más lo haga. Quémalas.

    Viendo que no habría ninguna manera de hacer que el comandante supremo se echara para atrás en esa decisión, Thomas utilizó la gasolina que tenía a su alcance para rociar todas las máquinas y las plantas con ella. Una vez se aseguró de cubrirlo todo, encendió un fósforo, y tras alejarse para mantenerse a salvo, lo arrojó hacia la pila que habían formado.

    A la vista de todos ellos, estas máquinas empezaron a arder. Las plantas, siendo materia orgánica, fueron las primeras en perecer ante el poder de aquel fuego. El metal, por otro lado, tardó un poco más en sucumbir ante las llamas. Para cuando utilizaron el agua con el fin de evitar que el fuego se extendiera demasiado, todo el metal estaba totalmente ennegrecido, al punto de que sería inútil a partir de ese día. Sin embargo, la destrucción no iba a terminar allí. Junto a los vehículos que utilizaron para llegar, se encontraba un contenedor de basura. Con el fuego apagado, lo llevaron hacia el lugar, y fue allí que lanzaron una mirada a su robot.

    Xorxaik, ¿los archivos sobre las máquinas, las plantas y el planeta Emiv están eliminados? — Ace quería saber si estaba todo finalizado.

    No ha quedado nada, he borrado cada copia de los mismos — fueron las palabras del robot.

    Excelente, tú eres el único que puede manipular esos metales sin riesgo de quemarte — Ace se preparaba para la orden final — Compacta el metal sobrante en trozos más pequeños. Que no quede nada ni siquiera para ser estudiado en el futuro.

    Obediente a las personas a las que servía, el robot se acercó a los restos quemados de las máquinas creadas por Tzorkun, los cuales empezó a manipular con sus manos robóticas, que no corrían ningún riesgo de sufrir quemaduras o averías ocasionadas por el fuego. Allecreod, quien siempre estuvo fascinado por las máquinas creadas en otro mundo, veía todo como una verdadera lástima.

    El resto de los humanos, por su parte, sentían mucho alivio por ver como dichas máquinas quedaban totalmente destruidas. Alicia, Gwyn, Thomas, Ace y Agustina eran quienes más tenían en mente todo lo que se podría llegar a hacer teniendo esa clase de recursos. La esposa del comandante supremo lo tomó de la mano, y luego recostó su cabeza sobre su hombro.

    Faron, Natasha, Noak y Gina, quienes no tuvieron oportunidad para acudir al planeta Emiv, siempre vieron con cierta incomodidad dichas máquinas. Pero el ver a sus compañeros tener esa clase de reacción por la destrucción de esos objetos, les hizo pensar que la misión que tuvo lugar en aquel mundo debió ser bastante seria. Pese a que se encontraba algo distante, el soldado Jensen fue capaz de escuchar unas palabras de la boca de Agustina.

    Luchar contra ti fue de las peores cosas que me pasaron a lo largo de nuestra misión — la chica sonaba aterrada, pese a que las máquinas como tal ya no representaban amenaza alguna.

    Eso nunca volverá a pasar, nos hemos asegurado de ello — su esposo le dio un beso en la frente.

    […]

    — ¿Y si tienen alguna especie de proyecto que involucra convertir a los humanos secuestrados en armas para la guerra? — Noak estaba horrorizado con solo pensarlo.

    — Sus naves serán rápidas, pero un proyecto así no se acaba en solo un día — Allecreod sabía que tenía que tranquilizarlo — Cuatro días incluso es muy poco tiempo para que hagan algún daño significativo a los humanos.

    — Lo sé, lo sé… — el soldado sentía que tenía que relajarse más — Lo siento. No puedo calmarme con facilidad siendo que se llevaron a mi esposa y a mi hija. Cuando secuestraron a Arick, Sky y los otros niños, todos sabían quienes habían sido. Ahora no sabemos nada.

    — Me pregunto qué tanto sabrán ellos de todos nosotros — Faron se hizo esa pregunta — Quiero decir, ¿llevarse a los humanos así de la nada? Sé que la decisión de tomar a las bestias de Fientlig para sus experimentos la tuvo el fallecido comandante Zion Stones, pero al momento de hacerlo, el Zenith ya sabía que esas bestias eran poderosas y que comían carne. Hay muchos planetas en el universo, y cerca de Edagr no hay muchos que alberguen vida. Hael Arunyn era de los pocos. ¿Por qué elegir el nuestro?

    — Hay tantas cosas que quisiera saber ya mismo, y que me ayudarían a tranquilizarme si pudiera — Noak dejó de caminar para tomar asiento.

    Desde la silla, el soldado perteneciente a la división de DCT, invitado a colaborar en esa misión que debió haber sido realizada por los soldados de ER debido a la naturaleza de la misma, se cubrió el rostro con ambas manos. Allecreod sentía un poco de lástima por Noak. No podía evitar que se repitiera en él un deseo interno que había tenido lugar varias veces.

    — Ocurren cientos de desgracias desde que estoy con ellos — pensaba para sus adentros el ryfier — Y ninguna de esas me sucede a mí. Yo siempre estoy intacto, viendo como todo el sufrimiento se lo llevan ellos. He dicho miles de veces que daría mi vida con tal de ayudarlos, pero esa oportunidad nunca se presenta. Quizá, tal y como pasó con mi familia, yo esté condenado a ver como las desgracias le ocurren a los demás.

    […]

    — ¡No uses esa palabra con nosotros! — Artem le gritó con mucha hostilidad al ex líder del país extinto Black Meteor.

    La tensión parecía empezar a crecer en aquella mesa en donde se encontraban los jóvenes Hedrum, Lakor y Delleo, siendo acompañados por la exploradora Alicia Noble y el humano más repudiado entre toda la multitud. Abel Hartka se vio un poco sobre saltado por el grito tan repentino que le soltó Artem tan pronto como él dijo la palabra esclavo. Estaba claro que a él no le agradaba en lo más mínimo que hiciera uso de la misma, pero no por eso se dejaría intimidar por él. Sin mostrar nada más que una pequeña reacción al grito del chico, Abel le lanzó una mirada bastante centrada.

    — ¡Nosotros fuimos esclavizados por los traliod! — Artem se había frustrado en verdad — ¡Nos tomaron para forzarnos a pelear una batalla que no era nuestra! ¡Éramos esclavos, y los que se quedaron allí lo siguen siendo! ¡No se te ocurra usar esa palabra otra vez!

    Los gritos llamaron la atención de todos los humanos presentes en esa sala, así como también los de los soldados yarlemianos y velivinos que estaban haciendo de guardia. Artem, al darse cuenta de que estaba bajo una observación constante, decidió tranquilizarse un poco. Sentía vergüenza de ser visto así, y pronto se dio cuenta de que estaba gastando saliva en quien era la mayor escoria de la humanidad, al menos de la que había sobrevivido a la Caída de la Tierra.

    — Abel, ¿podrías irte de esta mesa? — Alicia lo pidió con amabilidad, más para evitar conflictos que por cortesía con él — Quisiera que Gina y Hana se pudieran sentar aquí.

    — Está bien, ya me doy cuenta de que no soy querido entre conocidos y desconocidos — el ex líder se dio la vuelta de su posición, pero permaneció sentado — Tan pronto ellas entren, yo me aparto de la mesa.

    Para Alicia, eso era mejor que nada. Sky, Winter y Artem se miraron entre ellos. El mayor de los jóvenes, llegando a la edad de diecinueve años, hizo un gesto para disculparse por haber alzado la voz, ya que consideraba que no había mostrado su mejor versión frente a ellos. Los cinco sentados en aquella mesa miraban atentamente como la gente entraba a la sala en donde se les iba a servir la comida, esperando por la entrada de Gina y de Hana. Winter no conocía a esas personas de nada, pero Artem había hablado con Gina al haber sido encerrado con ella. Sky y Alicia las conocían a ambas, y empezaron a preocuparse a medida que el tiempo pasaba y notaban como la gente seguía entrando y ellas no aparecían.

    Finalmente, unos diez segundos después de que un soldado oriundo del país ruso entró a la sala, varios velivinos y yarlemianos que escoltaban a la gente empezaron a adentrarse en su interior. La puerta de entrada se cerró detrás de uno de los yarlemianos más bajos en estatura, y eso les dio la señal a todos de que Gina y Hana no iban a encontrarse con ellos.

    — ¡No puede ser que pase esto! — Alicia se levantó de su silla.

    Queriendo asegurarse de que la mujer y su hija no se encontraran en otra mesa y que no se hubiera perdido el momento de su entrada al lugar, Alicia miró entre todos los que se encontraban allí. Le costó realizar la búsqueda entre tantos seres humanos allí, pero podía descartar mesas con rapidez tan pronto como no veía a una adolescente de doce años sentada allí. Su búsqueda le confirmó lo que tanto temía.

    — Gina y Hana no están aquí — Alicia se lo decía con preocupación a Sky.

    — ¿Por qué no vinieron con nosotras? — la chica se preocupaba, dado a que ella realmente apreciaba a las dos — Ella seguro también sabía lo mismo que tú — dijo en referencia al nano rastreador.

    — Tal vez el miedo le impidió entrar — Abel se sentía un poco decepcionado — Pero en vista de que ella no está aquí…

    — No — Alicia quería quitárselo de encima — No quiero ni verte. Eres una escoria y un cobarde. Antes muerta que tener que compartir una mesa contigo.

    — Bueno, no perdía nada por intentarlo — Hartka se puso de pie con ambas manos en alto — Tal vez Nick sea más comprensivo. Y ya que estoy, quisiera conocer a su esposa.

    El anciano movió la silla y luego se fue a recorrer la sala en busca del ingeniero y de la mujer que había visto con él. Alicia y Sky, por su parte, pusieron una cara de preocupación bastante notable por el hecho de que Gina y Hana no se encontraran presentes junto a ellas.

    — Ay, Gina… — Alicia decía con temor — ¿Por qué no entraste aquí? Espero que te traigan de vuelta antes de que lleguen.

    — Eso confirma lo que creí — la joven empezó a tener esa idea tras ver la reacción de la mujer — Soy la única que cuenta con un nano rastreador.

    — Así es, Sky — la mujer le respondió a su cuestión — Tú, Arick y Azel son los únicos que tienen uno. Noak y Gina se negaron a ponerle el nano rastreador a Cade y a Hana.

    — ¿Y qué hay de Kite? — la chica preguntó por su hermano adoptivo.

    — La idea era colocarles el rastreador siendo pequeños para que no lo supieran — la mujer le explicó el motivo a la chica — Kite fue adoptado cuando tenía cinco años. Era imposible hacerlo sin que se diera cuenta. Por eso él no cuenta con uno.

    — Eso quiere decir que no habrá manera de que encuentren a Gina y a Hana — Sky empezó a pensar las cosas de un modo pesimista.

    — No de la misma forma en que nos encontrarán a nosotros — Alicia le contestó a la adolescente — Pero estoy segura de que algo se nos va a ocurrir.

    Algo apenada puesto a que todo eso quería decir que, si Gina y Hana no eran traídas de regreso al planeta Yarlem pronto, el rescate podría darse sin que ellas estuvieran presentes, cosa que no caería nada bien para Noak si es que este se encontraba entre los soldados que hubieran partido en la misión. La joven Delleo dejó salir un suspiro para mostrar su ansiedad por el hecho de que Hana, una niña con la que ella había jugado un par de veces en el pasado, no estuviera allí.

    Winter, en un intento de tratar de calmar a quien fue su compañera de encierro, tocó la mano de Sky de forma suave. No dijo nada hasta que ella le dirigió la vista.

    — Descuida, estoy seguro de que todo va a salir bien para tu amiga — Lakor lo dijo con una sonrisa — Recuerda que esta gente nos quiere trabajando para ellos. Seguro las traerán a ambas muy pronto.

    Por el gesto de cariño y las palabras de consuelo dadas, Sky sonreía un poco tranquila a Winter. Para mostrarle la gratitud por tratar de hacerla sentir mejor, la chica sujetó la mano de su compañero, como señal de que tenía en cuenta esas palabras dichas por él. Artem miró atentamente como su amigo y la chica que este estaba conociendo hace muy poco se sostenían y se sonreían. Estaba claro de que todo era para tratar de subirse la moral, pero luego empezó a creer que podría haber algún otro motivo detrás de eso.

    Winter y Sky seguían sujetándose y sonriéndose sin siquiera darse cuenta de ello. Cuando ambos estaban dispuestos a soltarse, la chica, en un acto inconsciente, entrelazó sus dedos con los de él. Eso fue algo de lo que Winter sí pudo percatarse, y al ser tomado con la guardia baja, se sonrojó casi instantáneamente. A raíz de la vida que había tenido en el planeta Tralio, tanto antes como después de la aparición de sus habitantes, no tuvo tiempo para tener esa clase de conducta con ninguna de sus compañeras. Por eso mismo, su reacción no fue otra más que la de apenarse un poco. Al verlo, Sky se dio cuenta de lo que había hecho. Apartó su mano rápido, alejándola de la de él, para luego voltear la vista hacia otro lado mientras su cara se ponía igual que la de su compañero.

    — ¿Por qué hice eso? — pensaba para sus adentros — No lo noté al momento.

    Mientras la chica empezó a hablar con Alicia en un intento de hacerla sentir mejor respecto de la situación, Winter empezó a mirar a Artem. Quería ver si el novio de su hermana se había percatado de aquel gesto, y cuando vio una sonrisa en su rostro, se dio cuenta de que así había sido. El joven Lakor temía por el hecho de que pudiera abrir la boca en el momento en el que pudieran volver a ver a sus familias, algo con lo que él contaba.

    Mientras en aquella mesa se vivía esa situación, Abel paseaba por todo el interior de aquella sala, tratando de dar con el ingeniero Nick y con la mujer con quien lo había visto. Sabía que era repudiado por casi toda la humanidad, pero siendo que ninguno de los dos formó parte de la milicia, creyó que quizá no sería tan juzgado por su deserción por parte de él. El no encontrarlo por ningún lado le estaba cayendo mal, ya que eso era un indicador de que podría no encontrarse allí.

    — Maldita sea, Nick — Abel no quería hacerse esa idea — Tu cerebro nos vendría muy bien aquí. Sé que nos van a rescatar, y me gustaría que tu estuvieras con nosotros por si algo grave llegara a suceder. Tú eres dueño de una mente muy hábil para dominar cualquier tipo de tecnología. No puedes estar ausente ahora.

    Una de las mesas por las que el anciano había pasado fue la mesa de Iker y Jessica. Al momento de verlo pasar por delante suyo, el joven Evanson imploró para que Abel no deseara sentarse allí. El odio que sentía hacía él, el cual aumentó tras enterarse de su verdadera identidad, era inmenso. La única razón por la que no le había hecho nada era el miedo a las posibles represalias por parte de los soldados de la Sociedad Galáctica. Fuera de eso, su ser se moría de ganas por darle una paliza.

    — Sigue caminando, viejo decrépito — Iker no temió levantarle la voz, asegurándose de que llegara a sus oídos.

    Abel había escuchado esas palabras, pero sabiendo lo odiado que era por toda la humanidad, optó por no darle la satisfacción de responder ante los insultos. Se limitó a seguir caminando en busca de su objetivo, mientras que Iker y Jessica veían que todavía quedaba un lugar disponible en la mesa que ellos habían elegido para sentarse.

    — Se ha ido — Jessica le informó a su compañero — Menos mal. Lo que menos quiero es ver a ese monstruo ocupando un lugar junto a mí.

    — Las cosas que nos han contado no alcanzan para describirlo — Iker le comentó a su amiga — A todas sus características negativas hay que añadirle que también es un cobarde. Solo espero que, para cuando tengamos las armas nucleares construidas y podamos salir de aquí, este viejo no venga con nosotros.

    — Eso ni soñarlo — su compañera compartía ese deseo — Ha vivido durante años estando escondido entre los humanos del planeta Edagr. Eso quiere decir que es problema de ellos, no nuestro.

    — Aunque estoy seguro de que algunos entre los nuestros amarían ser capaces de darle una paliza — el joven Evanson pronto consideró esa opción — Nosotros nacimos en el espacio y nunca experimentamos lo que era vivir en el planeta Tierra. Pero estoy seguro de que todos los que vivieron en ese planeta querrían obtener un pedazo de él.

    — Oh, no te das una idea, chico — les contestó un hombre sentado junto a ellos, que era uno de los militares que estaba con ellos — Yo vivía en la Tierra. Era mucho más hermosa de lo que las fotos y videos que ustedes hayan visto son capaces de mostrar. El impacto psicológico que me ocasionó el haber abandonado mi hogar para vivir a bordo de un navío insulso fue inmenso. Créeme que, si tengo la oportunidad, le daré al menos un golpe a este malparido. Él es responsable de que perdiéramos nuestro hogar.

    Mientras todos los integrantes de esa mesa estaban distraídos mirando al ex líder del país otrora conocido como Black Meteor, varios miembros del ejército de la Sociedad Galáctica empezaban a salir desde atrás de las tres puertas interiores que tenía dicha sala. Estos estaban arrastrando carros pequeños que se movían mediante ruedas en la parte de abajo. Por encima tenían bandejas repletas de platos en los que se podía ver un trozo de carne cocinado del cual todavía salía un poco de humo, junto con algunas botellas de vidrio que contenían un líquido de color rojo, el cual todos asumieron que sería un reemplazo para el agua.

    Los yarlemianos y velivinos empezaban a servir los platos y los vasos, sin ninguna especie de utensilios o servilletas, en las mesas en donde se encontraban sentados todos los humanos. Y durante el tiempo que tardaron en darles ese servicio, Tauvim, uno de los líderes de la Sociedad Galáctica, hizo acto de presencia. El velivino esperó a que todos los humanos tuvieran su ración correspondiente, y una vez que los vio empezar a degustar su alimento, optó por decir unas palabras.

    — Esperábamos contar con más de ustedes el día de hoy — a través de unos parlantes escondidos a la vista de los humanos, se podía escuchar su voz resonar por toda la sala — Dado a que no están todos aquí hoy, pueden repetir comida o bebida si lo desean. Una vez que hayan terminado, los llevaremos a su estación de trabajo, y allí daremos comienzo con el proceso de fabricación de las armas nucleares que tanto nos hacen falta… Les aseguro que nadie aquí se arrepentirá de haber elegido prestarnos su ayuda el día de hoy. No puedo decir lo mismo de aquellos que hicieron lo contrario.

    Dichas palabras dichas por el líder no cayeron muy bien en Alicia ni en la joven Sky. Si bien no parecía sonar enojado en lo más mínimo al hablar, sabían que eso iba dirigido hacia aquellos que eligieron no entrar con los demás para colaborar en el proyecto que tanto quería llevar a cabo la Sociedad Galáctica. A la preocupación de que Gina y Hana no estuvieran allí al momento de que un posible rescate tuviera lugar, se le sumaba el miedo a que alguna especie de castigo les esperara por no haber mostrado solidaridad alguna con los miembros de dichas especies.

    La mujer y la joven comían lo más despacio que podían, tratando de dejar de lado esa preocupación que sentían por sus amigas, buscando algo en lo que aferrarse para tener esperanza de que no les harían ningún daño innecesario.

    — Que el universo nos ayude, Gina — Alicia pensaba con tristeza en ella — ¿Por qué no entraste conmigo y con Sky?

    […]

    — ¿No es un error? — Noak le preguntó con un poco de ansiedad al robot que viajaba con ellos — No pienso aceptar que una máquina capaz de procesar millones de bits por segundo se equivoque.

    — He comprobado esta información unas tres veces antes de revelarla — fue lo dicho por Xorxaik, ante el reclamo del soldado — Temiendo que mis sensores pudieran tener una falla, también los sometí a varios diagnósticos que no arrojaron error en ningún momento — tras ver una exhalación de alivio en el rostro de Noak, el robot decidió repetir lo dicho previamente — Con base en las posiciones que he estado obteniendo del nano rastreador de Sky, es correcto asumir que se encuentra hace más de cinco horas en el mismo sitio. Posiblemente un planeta.

    — ¿Está en movimiento? — Ace, quien estaba en la sala, quería saberlo todo al respecto.

    — Sí, y son movimientos constantes, pero lleva tres horas moviéndose en distancias inferiores a los setecientos metros — Xorxaik lanzó una información muy esclarecedora.

    Apenas había transcurrido un día desde que la exploración partió desde el planeta Edagr. Ace, Natasha y Noak permanecían en la sala de comandos en compañía de Xorxaik mientras que Faron y Allecreod se encontraban descansando.

    El anuncio de Xorxaik tras haber recolectado la información necesaria para poder afirmar que Sky no se encontraba moviéndose grandes distancias tal y como lo venía detectando en los instantes anteriores les arrojó una luz de esperanza a todos ellos. Sabían que Xorxaik no lo diría tan pronto detectara un cambio en los patrones de movimiento, pero incluso así les parecía que era algo demasiado bueno para que fuera verdad, y por esa misma razón se lo estaban tomando con pinzas pese a que sonaba como si fuera una buena noticia.

    — Dime, Xorxaik, tengo una pregunta — Natasha pronto recordó algo que debía estar al alcance del robot — Tienes en tu memoria varios archivos que contienen datos de los planetas estudiados por los edagrianos. ¿De casualidad no tendrás algo de información para brindarnos acerca del sector del universo en donde se encuentre Sky?

    — He buscado en mis bancos de datos todo tipo de información antes de darles esta notificación — el robot les respondió a los tres soldados, con algo que no era muy alentador para ninguno — Por lo que se ve, este sector del universo no parece haber sido de interés para Hark. O tal vez, nunca lo encontró en sus observaciones.

    — Bueno, si la especie que está detrás de todo esto proviene de un sector como ese, podemos concluir que no tiene nada que ver con el misterio de la Gran Catástrofe — Ace creyó que eso les serviría para descartar una hipótesis más adelante — Aunque primero hay que confirmar más datos.

    — Sea como sea, tenemos la ubicación de toda nuestra gente — Natasha tomó las manos de Ace, con algo de alegría y esperanza tras las noticias recibidas.

    — No, no de toda nuestra gente… — Noak lo dijo con su voz en un tono muy bajo — Solo de Sky. Tenemos que rogar para que Gina, Hana, Alicia, Nick y los demás se encuentren con ella. No solo eso, sino que permanezcan con ella hasta que pasen estos cuatro días. Más importante aún, que no se les ocurra moverse de su lugar.

    Ace y Natasha compartían la preocupación de su compañero en el momento en el que dejó salir de su boca esas palabras. En su alegría por tener noticias de aquellos que habían sido capturados para ser llevados lejos, no tomaron en cuenta que cabía la posibilidad de que la única persona a la que pudieran encontrar al llegar a su destino podría ser Sky. Tenían fe de que no sería la única, pero una parte escéptica dentro de ellos les decía que las cosas no podrían ser tan fáciles.

    — Comandante, ¿desea que notifique a la comandante Gwyn Fairin acerca de este hallazgo? — el robot le hizo esa pregunta a quien tenía la autoridad en aquel grupo — Todavía no han llegado mensajes suyos pidiendo una actualización de la misión. Pero la probabilidad de que lleguen siempre está.

    — No quiero que le digamos nada que pueda darle esperanzas — Ace pensó seriamente en la forma en que sus amigos podrían reaccionar ante esa noticia — Si algo llega a suceder durante estos cuatro días de espera, podrían salir bastante lastimados tras haber elevado sus expectativas. Lo mejor será mantener la discreción en todo momento. Hasta que no tengamos a como mínimo un humano de regreso con nosotros, limítate a decirle lo siguiente: “estamos reduciendo la distancia entre ellos y nosotros”. Es la única parte de la verdad en todo esto que encuentro que podemos decirle sin lastimarla ni a ella ni a Thomas.

    — Registrado para comunicarlo.

    Noak miró con una ligera molestia al comandante Lakor por haber dicho esas palabras. No iba a lanzar una queja alguna contra él ya que, de manera oficial, él era solamente un invitado a cooperar con la división de Exploración y Rescate del ejército, y no le correspondía realizar esa clase de críticas. Pero eso no quitaba el hecho de que no le gustara que Ace hiciera a Xorxaik mentir acerca de lo que debía responder tan pronto como ella o Thomas pudieran preguntar.

    — Si me hubiera quedado atrás, esa es la respuesta que me habrías dado — Noak no lo veía con buenos ojos, pero no dejó salir sus pensamientos — Su hija fue secuestrada, Ace. Ellos merecen saber la verdad en todo momento. Ocultarles la información real de lo que está pasando no me parece correcto. Además, esto quiere decir que a Cade también le llegará este mensaje. Él no tiene ni la menor idea de que hay una posibilidad de que en tres días más pueda llegar hasta su madre y su hermana. Creí que alguien con tu historia comprendería mejor el valor de la honestidad en esta clase de situaciones.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, he aprovechado un rato que tenía en el trabajo (por suerte donde estoy ahora me puedo traer el pc y leer :dancecat:) y he leído el capítulo. No me alargaré mucho con el comentario, pero déjame decirte que estuvo bueno tener varios povs. Iré directo al grano.

    El comienzo nos muestra a Arick recibiendo en la habitación a Ace y Natasha. Sus padres aprecian la obediencia del joven pero están allí para, principalmente, decirle a qué secciones puede ir de la nave y a cuales no. Arick no rechista, momento en el que Ace recibe un mensaje de Xorxaik para reunirse, dejando a Arick con la curiosidad. En la sala de comandos nos encontramos al resto del grupo principal (Noak, Faron, Xorxaik, Allecreod...) hablando acerca de lo que ha descubierto Xorxaik, y es que hasta que la nave de los secuestrados no esté quieta en algún lugar o planeta por cuatro días, no podrán alcanzarla. Esto pone bastante nervioso a Noak, que lógicamente no se siente bien teniendo a su mujer e hija secuestradas.

    Barajando muchas teorías, entre ellas la posibilidad de que estén experimentando con los secuestrados, trae un flashback en el que se descubre que las máquinas que usaba Tzorkun y ese gas que anulaba la voluntad de cualquiera fueron finalmente destruidas por Ace y los demás, al considerarlo más peligroso que beneficioso. Y bueno, personalmente lo entiendo, aunque creo que mantenerlo habría sido útil para algunas cosas. Pero su destrucción tampoco es un drama. Tras esto, regresando al presente, la lluvia de teorías sobre que podría estar sucediendo con los secuestrados deja a Noak bastante preocupado, mientras Allecreod se dice para sí mismo que está cansado de ser testigo de las desgracias ajenas y que daría su vida por los humanos (gesto sorprendentemente bonito de alguien que antaño fue un enemigo :nice:). Allecreod, hermano, si tienes ganas de que te pasen desgracias, te presto mi vida unos meses y así me liberas de ciertas cargas... angrysnake

    De ahí pasamos a otro pov, en el que vemos a Artem, Winter, Sky, Alicia y Abel sentados en la misma mesa. Al parecer, la ausencia de Gina y Hana preocupa a sus amigos, además de que tener a Abel al lado no es plato de buen gusto. El ex líder de Black Meteor es echado de la mesa mientras Sky y Winter comparten un momento un tanto íntimo que no escapa a los ojos de Artem... Y bueno, amigo, ya déjate de joder. Ya veo que Winter y Sky va a pasar, está bien, pero espero que esto solo signifique que se viene el prime de Arick. ¿No dicen que después de que te rompan el corazón te apuntas al gym y te pones mamadísimo? Eso quiero para Arick. Su primo le quitó al amor de su vida, al menos haz que sea tremenda beast como soldado, que las pibitas le lancen sostenes cuando él pase y que además pueda reírse de Sky cuando ella le vea rodeado de modelos posando para un calendario benéfico de soldados humanos. Dame eso, amigo. :eye:

    Y finalmente, parece que la distancia se está acortando entre la nave de los protas y la nave de Cerv y Siban. Bien, ojalá se queden en ese planeta por más tiempo. Entiendo que Ace no quiera dar esperanzas por el momento a Gwyn y Thomas, no sé porque Noak no entiende eso. No es mentir, sino ocultar información y a veces eso es mejor para no hacer daño o generar falsas ilusiones. Dale, Noak, que se te puso cara de rompe pelotas y temo que hagas alguna cagada. Relájate, sé un tipo chill de cojones. :yagami:

    En fin, amigo, Nos vemos a la próxima. Un abrazo y cuídate mucho.
     
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  5. Threadmarks: No te equivoques – Parte 2
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
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    21
     
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    7783
    Saludos. Llegó la hora de publicar el siguiente capítulo de esta historia. Ahora que los povs ya se han empezado a mezclar, se vienen capítulos que irán escalando un poco más alto hasta que lleguemos al clímax.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por el tiempo dedicado a leer y comentar esta historia. Me alegra que el capítulo anterior le gustara, y el comentario que dejó ciertamente me alegró la tarde de una manera peculiar XD :) Espero que a medida que sigamos avanzando, los capítulos futuros le sigan gustando.

    También aprovecho para decir que he actualizado guía de personajes y cronología al capítulo actual, luego de posponerlo por mucho tiempo.

    Sin más para decir por ahora, les dejo el capítulo.


















    No te equivoques – Parte 2:

    — Ahora que son menos que antes, pueden elegir con quienes compartir sus habitaciones — la voz de Cerv se escuchaba en los parlantes ocultos de la nave.

    Gina apretó la mano de su hija con fuerza, y ambas sonreían por la noticia que acababan de recibir. No les gustaba estar en ese lugar, y de haber sabido que Sky, quien era una clave para su rescate, se había adentrado a la nave que habían dejado en el planeta Yarlem, Gina hubiera dirigido a su hija hacia ese mismo sitio.

    Sin más remedio que aceptar que debían estar allí, dada la brusquedad con la que los soldados de la Sociedad Galáctica los trasladaban, madre e hija fueron llevadas por la escolta de varios soldados hacia las habitaciones disponibles. Ambas cruzaron la puerta y vieron que el sitio en el que tendrían un lugar contenía un total de dos camas, siendo una para cada una. Hana fue a sentarse a una de ellas, mientras que la mujer y soldado de la división DCT detuvo al soldado antes de que abandonara el lugar.

    — Discúlpeme — Gina temía hacerlo enfadar — Me he arrepentido de estar aquí. Quisiera regresar y trabajar en la fabricación del arma nuclear.

    — Eso es algo bueno — el soldado le dio la espalda — Porque regresaremos en cuanto todos se sientan igual. Me alegra que ya se haya convencido alguien más.

    Cerró la puerta tras haber abandonado ese lugar, dejando a la mujer y a su hija encerradas del todo allí dentro. Gina, viendo la mala decisión que había tomado al respecto, se fue hacia la cama en donde estaba su hija, para así poder sentarse al lado de ella. Agradecida de que, por lo menos, podría estar junto a ella en ese momento, la mujer pasó su brazo por detrás del hombro de la pre adolescente, y luego la acercó a su cuerpo.

    — Mamá, ¿por qué estamos aquí si te arrepentiste tan pronto? — Hana no lo comprendía.

    — Me equivoqué, cariño — Gina le contestó con algo de pena — No debimos habernos separado de Alicia y Sky.

    Un enorme arrepentimiento invadía a la mujer, quien sentía que por su decisión precipitada había arruinado su oportunidad de ser rescatadas si el regreso al planeta Yarlem no se daba a tiempo antes de que el grupo de rescate pudiera alcanzarlos. Estaba segura de que sus amigos, y sobre todo Noak, nunca la dejarían de buscar hasta encontrarla, pero temía que su vida pudiera correr peligro.

    Con miedo por lo que estaba por acontecer en los siguientes días en los que fuera mantenida lejos de ese sitio, Gina se dedicó a abrazar a su hija para tratar de transmitirle algo de fortaleza. Hana, quien desconocía muchas cosas que sucedían a su alrededor, empezó a sentir un poco de preocupación por lo que pudiera ocurrir, aunque valoraba la presencia de su madre junto a ella.

    […]

    Siban y Cerv se encontraban a solas en la sala principal de la nave, en donde ambos se dividían las tareas de vigilancia y control, tanto de los sistemas principales como motores y propulsores como así también de los propios seres humanos. El aviso estaba dado, y el rumbo estaba fijado para que todos se dirigieran al planeta en donde la Sociedad Galáctica vivía tras haber perdido a Yarlem y a Veliv en las manos de Casseirem.

    Las cosas cambiaron en el momento en el que uno de sus soldados ingresó sin anunciar su llegada a la sala. Ambos enviados, que pronto se convertirían en líderes, lo miraron esperando a que explicara su presencia en ese lugar. Este se aproximó a Cerv, el velivino, quien se encontraba realizando tareas para monitorear a los seres humanos.

    — Creo que deberíamos mantener vigiladas a estas dos humanas — decía mientras con su dedo señalaba el monitor que mostraba la imagen de Gina y Hana.

    — ¿A qué se debe eso? — Cerv tenía mucha curiosidad al respecto.

    — No pasó mucho tiempo, pero ella ha pedido ser llevada al planeta Yarlem para cooperar con nosotros — le contestó el soldado, un velivino como él — Creo que hay algo raro en eso.

    — Tuvo su oportunidad para empezar a trabajar y brindarnos su ayuda — Siban empezaba a notarlo — Pero tan pronto como la traemos aquí, se arrepiente de no haberse quedado. Algo raro está pasando.

    — Gracias por notarlo y por informarlo, lo tomaré en cuenta al momento de vigilar — Cerv tenía en mente poner sus ojos en ambas prisioneras — Tal vez no sea nada, pero sería conveniente estar seguros de eso.

    Tras darle su gratitud al soldado por haber reportado algo que le pareció fuera de lo normal, Cerv le dio el permiso para que se retirara. Este se apartó sin decir nada más, dejando en la sala a los dos líderes del grupo en ese momento, quienes pronto recibirían un ascenso en su posición tras el cumplimiento de una misión que dio inicio hacía ya muchos años.

    — Cuando lleguemos a casa, seremos líderes — Siban no podía esperar a que el día transcurriera lo más pronto posible — Solo un día nos separa de nuestra ceremonia.

    — Se hizo esperar, compañera — Cerv estaba feliz por él y por ella también — Casseirem se encargó de aplazar todo esto. Si él no hubiera aparecido, tú habrías logrado tu ascenso en tres años más y yo en cinco…

    — Sé que ese bastardo sigue con vida, y merodeando el universo — la mujer yarlemiana no dudaba de ello — Pese a sus esfuerzos, seré líder para cuando lo volvamos a ver. Como una civil me expulsó de mi mundo, pero como una líder me encargaré de sepultar su leyenda.

    Ambos se empezaban a imaginar lo diferentes que serían sus vidas, incluyendo también las de todos los miembros de la Sociedad Galáctica, en el momento en el que tuvieran el nombramiento que tanto habían deseado tener. Aun con ellos ascendiendo al poder, su consejo de liderazgo seguiría siendo integrado por menos de seis personas, como era originalmente antes de que el enemigo apareciera en su mundo.

    […]

    Un día había transcurrido desde que la nave comandada por Cerv y Siban dio inicio a su vuelo para alejarse de Yarlem. Y solo eso bastó para que llegaran hasta el mundo en el que el resto de su población habitaba. Gina, Hana, y el resto de los seres humanos a bordo recibieron la notificación de que realizarían un descenso a la brevedad. Cuando el tiempo finalmente transcurrió y la nave que ambos usaban se adentró a la atmósfera, la noticia fue transmitida a través de los parlantes situados en el interior de la nave.

    En tan solo tres minutos, madre e hija se encontraban en una sala desde la cual se abrió una compuerta, permitiéndoles a ambas en conjunto con el resto de los humanos allí presentes descender a tierra firme una vez más. Al mirar alrededor, vieron que el escenario era bastante lúgubre cuando lo comparaban con el planeta Edagr.

    Suelos grises e inertes debajo de sus pies. El cielo totalmente cubierto por nubes negras desde las cuales se podía observar que estaba cayendo agua hacia el planeta. Cadenas de montañas rocosas de un tamaño colosal impidiendo ver más allá del horizonte, sin una sola capa de nieve para cubrir la fealdad que se podía observar allí. Pero lo que más llamó la atención de toda la humanidad allí presente no era el paisaje tan siniestro, sino la enorme estructura que veían frente a sus ojos.

    Más alta que un edificio de veinte pisos, y tan amplia como el Coliseo ryfier que pudieron ver en imágenes, se erigía ante ellos un arca que permitía a los yarlemianos y velivinos mantener sus vidas en conjunto sin tener que colonizar planetas, de modo que una huida en caso de emergencia fuera posible de realizar.

    — Es inmenso — expresó uno de los hombres de la milicia que se encontraba allí.

    — Es una obra de arte de la ingeniería — Nick, presente allí para contemplarlo, quedó maravillado con la existencia de aquella arca — Estoy seguro de que debe estar equipado con máquinas capaces de generar oxígeno. Eso quiere decir que tienen la posibilidad de habitar cualquier mundo al que deban escapar.

    — Esto es todo a lo que Casseirem los habrá empujado — la esposa del ingeniero creía que esa era la razón de su existir.

    Cerv, Siban, y todos los soldados de la Sociedad Galáctica que habían descendido, mostraban sonrisas en sus rostros tras haber escuchado esa conclusión de parte de una de las humanas. Creyeron que esas palabras podrían tener un impacto en todos los demás, y así hacerles dar cuenta de forma definitiva de la gravedad que representaba la amenaza de Casseirem para todos ellos.

    Un tercio de los soldados que estaban en el suelo planetario se adelantaron al grupo de seres humanos, comenzando así con su escolta hasta la entrada de aquella gran estructura. Siban y Cerv, prontos a recibir su tan deseado ascenso, decidieron darles una pequeña charla para que se anticiparán a las cosas que verían allí.

    — Esta es nuestra nave arca — el velivino tomó las primeras palabras — Ofrece bastantes comodidades, pero no se compara a la vida que puede ofrecer un planeta.

    — Es la única forma de mantenernos preparados para una aparición de Casseirem — Siban trató de agregar más dramatismo a lo que los rodeaba — Las ciudades de nuestros mundos eran espléndidas, pero sus enormes tamaños nos impidieron salvar a los nuestros cuando se produjo el ataque, dejándolos a merced del mismísimo demonio.

    — Véanlo bien, humanos — Cerv lo decía con bastante molestia en su tono — Este es el futuro de su especie si Casseirem aparece en su planeta. Un monstruo como él es superior a todo lo que han enfrentado antes. Si no quieren pasar el resto de sus vidas en un arca como esta, lo mejor sería que cambiaran esa actitud tan quejumbrosa y aceptaran nuestra oferta. Tendrán tiempo suficiente para reflexionar acerca de todo esto. Nos vamos a asegurar de ello.

    Gina, Hana, Nick, y el resto de los humanos que rechazaron la propuesta de quedarse en el planeta Yarlem para dar inicio con la fabricación de las bombas atómicas que los enviados de la Sociedad Galáctica querían construir, fueron escoltados hacia la entrada de aquella nave arca, tal y como el velivino la había descrito.

    Un ruido desde detrás les llamó la atención, y al darse la vuelta, vieron con sus propios ojos como la nave que los había trasladado de un mundo a otro, se elevaba para acercarse por la parte superior al arca. La altura de dicho edificio era tal que no les permitió ver en dónde se había situado, pero todos asumieron que en el techo posiblemente se encontraría una plataforma que permitiría a dicha nave ingresar hacia el interior, demostrando así la diferencia de tamaño entre una y la otra.

    Habiendo guardado su vehículo espacial en un sitio seguro, una compuerta gigantesca se levantó ante los ojos de todos los humanos presentes allí, dándoles el acceso a lo que era el arca construida por la Sociedad Galáctica. Quienes entraron primero fueron los soldados del frente, dejando a los humanos para ser los siguientes, y finalmente, el último grupo de soldados de la Sociedad Galáctica. Pese a lo que todos habrían creído, el lugar tenía muy poca iluminación, al punto que unas pequeñas luces blancas que alumbraban muy poco era todo lo que había allí dentro.

    — Es imposible que esto no sea intencional — Nick pensó en que quizá todo eso era parte de un plan de disuasión.

    — Tal y como lo hacíamos con nuestras ciudades, esta arca también se divide en varios sectores — Siban habló en voz alta, produciendo un eco en todo el sitio — Este lugar corresponde al sector de los criminales. Muy pocos de nosotros tienden a causar problemas dada nuestra situación tan desesperada, pero la necesidad de construir este sector fue una realidad en su momento.

    — Es el sitio perfecto para dejarlos a ustedes — Cerv complementó, demostrando un ensayo en sus palabras en coordinación con las de Siban — Los que se quedaron en Yarlem para colaborar son personas empáticas o con el suficiente sentido común para ver el peligro que representa Casseirem. Ustedes son personas más difíciles de convencer, y, por lo tanto, no son dignos de vivir con nosotros en la Sociedad Galáctica.

    — Les asignaremos celdas compartidas a varios de ustedes, y les llevaremos comida dos veces al día — la yarlemiana les explicaba cómo sería su cronograma — Tendrán un total de tres oportunidades para ir al baño comunal, en donde los llevaremos en turnos. Esa es la vida que les ofreceremos mientras estén en nuestra arca sin ser miembros de nuestra Sociedad.

    — Cambiarlo todo dependerá de ustedes — Cerv les comentó la salida sencilla — Tan pronto como todos estén de acuerdo, serán llevados a Yarlem para ser puestos a trabajar. Mientras tanto, se quedarán aquí. Iluminaremos el sitio para poder tenerlos vigilados.

    Siendo escuchado por los trabajadores que se encargaban de llevar a cabo las tareas de monitoreo constante en el interior de dicha arca, las luces que se encontraban allí se encendieron abruptamente, ocasionando una ceguera temporal a los humanos tan pronto como sus ojos recibieron toda esa luz. Fue allí que el sitio se pudo ver con mayor claridad por todos ellos. El lugar estaba conformado por un total de dos pisos donde lo único que había eran paredes con puertas que daban entradas a lo que serían las celdas para los prisioneros. Los humanos querían divisar con la mirada la puerta que les daría acceso al baño comunal, pero no había ningún detalle que diferenciara una puerta con las dos que tenía a su costado o bien en un piso superior o inferior dependiendo del caso.

    Gina pronto se dio cuenta de que quizá podría tener una oportunidad de regresar a Yarlem tras lo dicho por Siban. Si todos iban a ser llevados a los baños comunales en turnos, ella podría hablar con todos los humanos allí presentes acerca de la importancia de regresar lo más pronto posible al planeta en donde se habían llevado a los demás soldados.

    — Disculpen… — Gina empezó a hablar tímidamente — ¿Iremos todos juntos a los baños comunales? ¿O nos van a dividir en grupos?

    Cerv y Siban se miraron con cierta preocupación tras escuchar la pregunta de aquella humana. Desde que recibieron el aviso de uno de sus soldados de su extraño y repentino cambio de opinión acerca de no haberse quedado en Yarlem, sospecharon que ella no lo preguntaba de forma inocente, sino intentando ganar una pequeña ventaja. La expresión que ponían en sus caras decía más que cualquier palabra, y fue eso lo que los llevó a tomar una decisión.

    — Cuando dije que serían llevados en turnos, me refería a que iríamos celda por celda asignando sus tiempos para acudir a ese sitio — Siban tuvo que improvisar para darle su respuesta — No deben preocuparse por eso, serán nuestros guardias quienes les indiquen en qué momento del día tienen su oportunidad para hacerlo.

    La mujer se dio cuenta de que sus esfuerzos serían en vano, puesto a que solamente sería capaz de comunicar la información pertinente al rescate entre aquellos que compartieran la misma celda en la que ella fuera puesta. Una expresión de desgano se formó en ella, quien se resignó a pensar que su tiempo para irse de ese lugar iba a depender exclusivamente de todos los humanos capturados y aprisionados allí.

    Aliviados por el hecho de que no preguntara nada más, los dos enviados de la Sociedad Galáctica les dieron a sus soldados las indicaciones para poder asignar una celda a todos los presentes allí. Habiendo cumplido ya con su deber, ambos se marcharon hasta el final de la sala, en donde la compuerta del sector se abrió, permitiéndoles así la salida de la zona de celdas y el poder irse a recibir el ascenso que se les había prometido por haber cumplido la misión.

    Gina y Hana fueron tomadas por tres soldados, quienes recibieron la orden específica de no encerrarlas con nadie más. En el camino hacia sus celdas, madre e hija vieron como la Sociedad Galáctica destinaba a cuatro, cinco y, en algunos casos, seis humanos en las mismas celdas, mientras que a ellas dos las colocaron en un lugar aislado de todo el resto. Cuando la puerta se cerró detrás de ellas, las dos pudieron ver que el lugar en donde fueron encerradas solamente contaba con dos camas separadas a dos metros en un cuarto de tamaño diminuto para caminar, pero bastante amplio en altura.

    Las dos camas eran de madera, y cada una contaba con un colchón con espacio sobrante para cualquier soldado de la Sociedad Galáctica que pudieran haber observado hasta el momento. Hana, sin tener más opción ante la carencia de cualquier otro objeto o comodidad en el lugar, simplemente se tiró sobre una de las camas, para luego de eso lanzar una mirada algo extrañada a su madre, quien no dejaba de mirar en todas las direcciones.

    — Mamá, ¿qué estás buscando? — Hana quería ver si podía ser de ayuda.

    — No estoy buscando nada, Hana… — Gina no quería comprometerla — Solo estoy mirando este lugar y comparándolo con las cárceles en las cuales encerramos a nuestros criminales.

    Hana no se creyó para nada las palabras de su madre, y estaba a punto de cuestionarla por eso, hasta que se dio cuenta de lo que podría estar sucediendo de verdad.

    — Mamá está buscando cámaras — la chica pensó, creyendo que no habría otra respuesta para su conducta — Será mejor hacer de cuenta que no tengo idea de nada.

    Tal y como la chica de doce años había asumido, Gina se encontraba buscando el lugar en busca de alguna cámara oculta. Las paredes eran metálicas y grisáceas, casi muy parecidas a las que había en la nave que se encargó de llevarla tanto a ella como a su hija. Pero sabía que estaban bajo una observación. La mujer quería resolver una inquietud que la estaba consumiendo bastante.

    — ¿Será que se han dado cuenta de que yo sé que hay una oportunidad de que nos rescaten? — la soldado no podía evitar pensar en que quizá había cometido alguna clase de error que había delatado su conocimiento en algo que el resto ignoraba.

    […]

    — Ha sido una buena jornada de trabajo — Tauvim se encontraba reunido en una sala pequeña y con baja iluminación, acompañado de aquellos que aseguraban que sabían cómo armar una bomba con las características que ellos requerían y también por un par de soldados más.

    El que tenía el rol de ser un líder de la Sociedad Galáctica se encontraba protegido detrás de un cristal blindado, mientras sus soldados se encontraban de pie detrás de los hombres que sabían cómo llevar a cabo la construcción de un arma de destrucción masiva. Tras haber pasado sin problemas el cuarto día de trabajo al que los habían sometido, al velivino le dieron deseos de realizar una reunión de rutina con aquellos expertos.

    — ¿Qué tanto tiempo necesitan para completar la primera? — preguntó tras su alabanza.

    — Mire, Tauvim… — uno de los expertos estaba algo nervioso — Si bien, este laboratorio tiene lo que precisamos y la tecnología adecuada para trabajar de forma segura, la gente que tenemos para trabajar aquí no está capacitada.

    — Eso no ha respondido a la pregunta que te hice — Tauvim quería una respuesta directa.

    — Nos tomaría un mes si pudiéramos contar con gente capacitada para esto… pero en vista de que no la tenemos, yo creo que podría tardar alrededor de unos cinco meses — respondió nuevamente, pero con la voz algo temblorosa.

    — Yo comprendo que no todos pueden ser expertos en todo — el velivino no daba tranquilidad, pese a que sus palabras querían expresarlo — Pero ustedes son una raza que perdió su mundo de origen. Nuestra Sociedad Galáctica tomó la decisión de enseñar a todo el mundo, sin importar su edad, los conocimientos básicos para dominar el viaje espacial y la fabricación de armas, junto con las técnicas más avanzadas de supervivencia. Sabíamos que iba a ser imposible que los doscientos humanos que hubiéramos recogido de sus mundos tuvieran una idea acerca de este tema, pero teníamos fe de que un tercio de la población supieran lo que estuvieran haciendo.

    — Lamento mucho que nuestra especie y la de ustedes no se desenvuelva de la misma manera en el fin del mundo — fue lo que expresó el hombre que hablaba en representación de los demás — Pero cuando quedamos sin un mundo en donde vivir, es mucho más complicado enseñarles a los demás acerca de cómo construir una bomba atómica. Si fuera tan sencillo, seguro ustedes ya lo habrían solucionado.

    — Bueno, te pregunté cuanto te iba a tomar construirla, y tú me respondiste cinco meses — Tauvim se sintió ofendido por esa última declaración del humano, por lo que retomó la conversación en su punto de interés — ¿Qué crees que pueda hacer para acelerar el proceso? El tiempo es valioso. Y preferiría estar preparado si una pista de Casseirem llegase a aparecer.

    — Bueno, para acelerar el proceso nos hará falta mucha más mano de obra… — el humano lo vio como una oportunidad de interceder por los suyos — Pero no de aquellos que habitan en Edagr. Si pudiera traernos a más humanos que se encuentran habitando el Tralio, estoy seguro de que sería factible para nosotros acelerar el proceso.

    — ¿Cuánto? — Tauvim no tenía interés en hacer algo como eso, y se esforzó en ocultarlo bien.

    — No… es imposible de cuantificar — el experto en ingeniería nuclear y armamentística no quería hacer promesas — Dependerá de quienes se encuentren con vida al momento en el que ustedes lo rescaten. Y en qué estado mental…

    — Pensaré en otra solución — Tauvim decidió cortarlo allí — Como ya te habrán dicho Siban y Cerv, el salvar a más humanos en su mundo requeriría que enviáramos más tropas al planeta Tralio. No vamos a iniciar un conflicto con seres que no se han metido con nosotros. Mucho menos si no son capaces de darme una estimación que me deje satisfecho. Si las personas que están aquí no están capacitadas, entonces capacítalas. Conviértelas en elementos útiles para el trabajo. Eso es todo lo que tengo para decirte.

    Sin dar tiempo a una respuesta por parte del orador o de los que lo acompañaban, los soldados de la Sociedad Galáctica que se encontraban en la sala junto a Tauvim y ellos los tomaron y los sacaron rápidamente de la misma, para poder llevarlos hacia el comedor, en donde se encontraban esperando los demás humanos por que se les sirviera una comida tras una jornada laboral más bajo la custodia de Tauvim.

    Estando totalmente a solas, el velivino se quedó bastante pensativo en lo que había conversado con los seres humanos. Le parecía increíble el descaro con el que los expertos le solicitaron un rescate para los suyos atrapados en Tralio. Esperaba que en algún momento alguien se lo implorara, pero creyó que eso tardaría más semanas en llegar. Ver que tan pronto como les dio a entender que su trabajo estaba dándose en buenas condiciones, pero a poca velocidad fue el desencadenante para ese pedido, le hizo pensar sobre si habrían tomado la decisión correcta al ofrecer a la humanidad un puesto en la Sociedad Galáctica en vez de una alianza temporal.

    — Su espíritu tan ventajero es sorprendente, tratando de aprovecharse de nosotros sin siquiera tener el estatus de ser socios nuestros — Tauvim no dejaba de sorprenderse con ese aspecto de los seres humanos — Estoy seguro de que, si estuvieran cara a cara con el propio Casseirem, irían a negociar con él, pese a saber todo lo que les hemos contado.

    […]

    En el salón comedor, la humanidad estaba esperando con ansias por la comida que se les debía servir tras acabar sus tareas. Una vez que los expertos que juraron tener conocimientos en armar las bombas nucleares llegaron, todos creyeron que iban a recibir su ración de comida a la brevedad, pero se llevaron una gran sorpresa cuando ya más de una hora había pasado y todavía no tenían sus alimentos a la mesa.

    Iker, quien se encontraba sentado en compañía de Jessica y otras personas más, se empezó a quejar acerca de su situación.

    — ¡Hey, ¿a qué mierda esperan?! — sus gritos llamaron la atención de los que estaban sentados en mesas cercanos — ¡Hemos trabajado tal y como nos lo pidieron! ¡Les toca alimentarnos, cerdos de mierda! ¡No sé cómo esperan que trabajemos con la panza vacía!

    — Iker, tranquilo — Jessica también estaba molesta, pero no quería caer en provocaciones — Ellos dijeron que nosotros somos una ayuda necesaria. Saben que necesitamos estar bien alimentados si queremos trabajar en condiciones. Tal vez hayan tenido un problema en las cocinas.

    — Si tuvieron un problema, bien podrían haber enviado a alguien a decirlo y no dejarnos con la duda y el hambre — el joven Evanson le contestó — Incluso hasta podrían pedirnos ayuda, que eso no va a matar a nadie.

    — Tal vez ellos tengan un orgullo que proteger — Jessica veía válido el punto de su amigo, y por eso eligió no seguir hablando del tema.

    En una mesa cercana, Winter y Artem vieron esa pequeña escena que había armado el cadete a soldado, sintiendo un poco de pena por el carácter tan reprochable que estaba mostrando. Viendo lo mal que él los estaba dejando parados frente a todos los demás, ambos jóvenes apartaron la vista de él y la centraron en Sky y Alicia, quienes también vieron esa actitud del chico que fue capturado junto a ellos desde la mesa en donde se encontraban.

    — Su amigo es todo un… personaje — Alicia no quería insultarlo abiertamente.

    — Es realmente un incordio cuando se le da la posibilidad — Artem respondió, sin ofenderse por esa manera en que se referían a Iker — Aunque lo hizo sin intención alguna, él fue el responsable de que los traliod nos encontraran en su momento.

    — ¿De verdad? — Sky estaba un poco impresionada con eso — Quiero decir, puedo creerme que él sea problemático. Pero, ¿realmente es para tanto?

    — Oh sí, a Iker no lo puedes dejar sin vigilancia, porque si le das la oportunidad, actúa impulsivamente — Winter recordó la vez en la que lo estaba observando con sus prismáticos a la distancia — Yo espero que en algún momento algo lo haga cambiar para mejor. No le conviene quedarse así.

    — Y si fuera peor, en el camino hasta aquí, le tocó estar encerrado con el infame Abel Hartka — Artem divisó al anciano sentado a solas a un par de mesas a la distancia — Estoy seguro de que un tipo tan despreciable como él habrá dejado alguna huella en él.

    — Abel es un ser que es capaz de sacar lo peor de la gente — Alicia les comentó a los tres jóvenes acerca de una característica del ex líder de Black Meteor — Es bueno que esté en una edad tan avanzada. Independientemente de cómo se desenvuelva toda esta situación con la Sociedad Galáctica y él tenga la suerte de vivir, no creo que dure mucho tiempo con vida.

    Antes de que alguno de los jóvenes pudiera hacer alguna pregunta al respecto al hombre más despreciado en la sala o pudieran cambiar de tema, los soldados de la Sociedad Galáctica hicieron acto de presencia en la sala para poder entregar a los seres humanos el plato de comida que les daban siempre una vez que la jornada de trabajo llegaba a su final. El hambre en varios de ellos era notoria, y estaban ansiosos por la llegada de la comida, tanto fue así que una vez que los platos fueron colocados en las mesas, el silencio reinó en toda la sala, llegando a escucharse nada más que las pisadas de los soldados, junto con alguna persona que masticaba con fuerza al comer.

    Abel Hartka, desde la mesa en la que se encontraba en solitario, no podía evitar tener la impaciencia de un niño pequeño. El hombre ya había manifestado su deseo de ser libre y no tener que trabajar para la Sociedad Galáctica en la construcción de un arma, y por esa misma razón estaba desesperado para poder ser rescatado y sacado de ahí.

    — ¿Por qué les está costando tanto llegar hasta aquí? — maldecía para sus interiores al mismo tiempo que golpeaba la mesa suavemente — Alicia es su compañera, y Sky es la hija de Thomas y Gwyn… ¿Acaso no les importa lo que pueda pasar con ellas? Están demorándose mucho en llegar. Me da igual si me dejan libre para irme al bosque, si me asesinan, o si me dan una condena para quedarme en prisión. Morir sin tener que trabajar como un esclavo a esta edad es todo lo que quiero. Y no pienso darles a todas estas personas que me odian la satisfacción de ver como su odio me orilla al suicidio. No me decepcionen, si es que ganaron la guerra contra los edagrianos, imagino que podrán solucionar este problema.

    Dado el hambre que todos los humanos allí presentes tenían, todos ellos habían terminado de comer en tan solo unos quince minutos. Habiendo recibido ya la cura para el apetito que arrastraban desde que su jornada laboral había llegado a su fin, los soldados de la Sociedad Galáctica les retiraron los platos, para luego dejarles el espacio a los humanos y que pudieran usar el comedor como una especie de sala recreativa para hablar con sus más cercanos antes de que llegara la hora de dormir.

    — Gina y Hana todavía no fueron traídas aquí — Alicia expresó su miedo por lo que hubiera podido pasar con ellas — Sé que dijeron que nos necesitaban para esto, pero tengo miedo de que estén sufriendo algo y que no podamos hacer nada. Ni siquiera saberlo.

    — ¿Cuánto tiempo crees que pase hasta que se de ese momento que me comentaste? — Sky tenía miedo de cometer una equivocación y revelar el hecho de que un rescate podría estar próximo a llegar — Lo que tiene que preocuparnos es que suceda y ellas no estén aquí.

    — Es difícil saberlo, para eso nos haría falta conocer mejor a qué distancia estamos de Edagr exactamente — Alicia creía que decir esas cosas no supondría peligro — Pero estoy segura de que no pasarán más de cinco días a partir de hoy antes de que algo suceda.

    El hecho de que la mujer no pudiera estar tranquila respecto al paradero de su amiga y de la hija que esta tenía, dejaba con algo de tristeza a Sky, así como también a Artem y Winter. En esos días en los que tuvieron que convivir tanto en el trabajo llevado a cabo en los laboratorios como en el área recreativa, los jóvenes Hedrum y Lakor llegaron a tener un cierto aprecio para con la joven Delleo así también con la exploradora Alicia Noble. Ambos estaban enterados acerca del pasado que arrastraba dicha mujer, habiendo perdido a su familia y a un par de amigos importantes, por lo que se veían, en cierta forma, identificados con ella al estar un poco alejados de sus familias en aquel momento, con la diferencia de que sus seres queridos no habían fallecido, o al menos, no tenían confirmación de que eso hubiera pasado.

    Sky, algo apenada por ver que no había forma de saber en qué momento podría darse el rescate, así como tampoco el regreso de Gina y Hana con ellas, tuvo que apartar la vista para tratar de encontrar algo más en lo que centrarse. Fue cuando miró a su derecha que su mirada cruzó caminos con la de Winter. El chico también estaba buscando alguna distracción que pudiera darle algo de alivio en aquel momento, sobre todo porque él deseaba que el rescate llegase pronto para poder interceder por sus seres queridos atrapados en Tralio, tal y como Sky prometió que sucedería. Al momento en el que sus miradas se encontraron, ambos empezaron a sonreírse dado a que rememoraron una conversación que habían tenido el día anterior.

    […]

    Winter, quisiera que tú y yo pudiéramos hablar a solas respecto a algo — Sky interceptó al chico tan pronto como este llegó al salón comedor para la primera comida del día.

    Ambos, durmiendo en habitáculos separados en esa ocasión, fueron de los primeros veinte en llegar, y eso les dio la oportunidad de encontrarse con una sala bastante vacía, en la cual tenían varias mesas a disposición para poder sentarse y charlar sin ser interrumpidos por nadie más. El joven Lakor creyó que era un buen momento, ya que también quería tener una charla con la chica, pero nunca parecía encontrar la oportunidad. Asintió con la cabeza a su petición, y fue por eso que ambos se marcharon a la mesa más alejada de la última que se encontraba ocupada. Los dos tomaron asiento, y fue allí cuando la chica decidió dar inicio a su charla.

    En estos últimos días… bueno, no sé realmente cómo puedo explicarlo — Sky no sabía de qué manera explicarlo y que se entendiera bien — Creo que, por la situación tan particular en la que nos metieron ha podido contribuir a que esto sucediera… Pero creo que tú y yo estamos tratándonos con demasiada confianza. Y no voy a mentirte, realmente me agrada tu compañía. Eres un buen chico, pero yo… no sé cuánto tiempo más podremos estar aquí, y también sé que, si no le ponemos un alto a todo esto, podríamos terminar en un callejón sin salida y terminar de un modo que podríamos herir nuestros propios sentimientos, o peor, los de alguien más.

    Sky, creo que te comprendo — Winter estaba aliviado de que la conversación fuera por ese lado — No puedo ocultar la verdad. Me pareces una chica muy atractiva, y tu compañía ha sido realmente agradable. Pero todo es como lo dices tú, se originó a partir de que nos encerraran juntos. Creo que realmente lo que estamos sintiendo es algo producto de las circunstancias. Tú dijiste que sentías algo por un chico llamado Arick, y yo comparto lo mismo hacia una compañera mía… No estamos pensando en ellos porque ninguno de los dos está aquí, y toda esta situación tan tensa con la Sociedad Galáctica nos tiene concentrados únicamente en el día a día. Si seguimos así, puede que acabemos realmente confundidos. Lo empecé a sentir en el momento en el que sujetaste mi mano de manera tan afectiva. Nunca podría decirte que no me gustó ese momento, pero que me haya gustado no lo hace correcto.

    Me alegra ver que sientes lo mismo que yo, estuve demasiado confundida en estos últimos días, y temía haberte dado a entender cosas que no correspondían — Sky suspiró con alivio al escucharlo decir eso — Creo que este es el mejor momento para que acordemos que lo nuestro quedará así. Seremos dos amigos que se conocieron bajo un contexto un tanto extraño, y que por eso empezamos a sentirnos en confianza el uno con el otro. Pero que todo lo demás que surgió a partir de eso no es algo real. Tú no estás loco por mí, de la misma forma en que yo no estoy loca por ti. Cada uno de nosotros tiene a alguien especial en mente, y es por culpa de esta situación que no lo estamos pudiendo pensar con claridad.

    Qué bueno que eligieras discutirlo ahora, yo quería hacerlo, pero temía que pudiera incomodarte al pedírtelo — el joven Lakor sonreía al mismo tiempo que extendía su mano sobre la mesa — Podemos ser buenos amigos, Sky. Y eso es todo lo que tú y yo llegaremos a ser. Solo amigos.

    Aliviada por haberse quitado de encima unos pensamientos que estaban ocasionándole una confusión ligera que podría terminar convirtiéndose en algo más grande a futuro, Sky estrechó la mano de quien fue su compañero de encierro. Ambos se dieron un fuerte apretón de manos acompañado por una sonrisa, aliviados por tener una preocupación menos en sus mentes con las que tuvieran que lidiar. Estaba claro que ambos habían sentido una ligera atracción cuando se conocieron, y el no tener a sus seres queridos cerca los hizo buscar seguridad en el otro, llegando a provocar que ciertos sentimientos empezaran a surgir en ellos.

    Con la conversación que tuvo lugar por pedido de la chica, ambos acordaron que todo aquello que vivieron a raíz de la convivencia bajo el cautiverio de la Sociedad Galáctica terminaría allí mismo, sin darle oportunidad de avanzar más para interferir con sus sentimientos por personas que se encontraban ausentes.

    […]

    — Esto representa un problema — comentó el comandante Lakor para todos los que se encontraban junto a él — ¿Xorxaik? ¿Puedes confirmar efectivamente que Sky se encuentra allí dentro?

    El comandante de la división de ER del ejército humano proveniente de Edagr se encontraba junto con Natasha, su esposa y subcomandante, Noak, Faron, Allecreod y el robot que este mismo había construido. Su viaje para llegar a la ubicación en la que el ser hecho de metal detectó a Sky había llegado a su fin. Tan pronto como se acercaron lo suficiente como para poder activar las cámaras telescópicas de la nave para estudiar el terreno al que debían acudir, estas empezaron a mostrar a través de un monitor en la sala de comandos la imagen de un navío espacial de gran tamaño. El comandante había pedido una confirmación, pero lo que más quería era que la respuesta del robot fuera negativa.

    — Desconozco si Sky Delleo se encuentra allí mismo, dentro de ese crucero — contestó el robot, que revisó de nuevo sus sensores y el software para detectar el rastreador — Pero el nano rastreador que se le implantó se encuentra allí mismo.

    — Todo esto es un maldito problema — Noak golpeó la palma de una de sus manos con el puño de la otra — No podemos descender cerca de su ubicación sin que nos vean llegar.

    — Y tan pronto como nos vean llegar, podrían despegar y desaparecer de nuestra vista — Natasha creyó que no tendrían una forma de acercarse a ellos y pasar desapercibidos — Nos costó cuatro días completos alcanzarlos, y si cometemos un error, podríamos perderlos en tan solo tres minutos.

    — Cómo desearía que tuviéramos una lanzadera o una cápsula de descenso para esta clase de misiones — el comandante Lakor recordó la tecnología utilizada por los xaromitantes — No tenemos forma de descender hasta la superficie de aquel planeta sin llevar la nave a tierra firme.

    — ¿Y qué tal aterrizar fuera de la vista de la nave y luego acercarnos lentamente? — Faron sugería lo primero que se le ocurría.

    — No creo que sea conveniente, las imágenes que capta la cámara telescópica muestran un planeta convertido en ruinas — Allecreod recordaba las primeras fotos captadas por la nave — Si llega a producirse un derrumbe mientras estamos cruzando la ciudad, muchos de los nuestros quedarán sepultados bajo los escombros. No es algo que nos convenga, ni ahora ni nadie.

    — ¡Pero algo vamos a tener que hacer! — Noak se frustraba bastante por la situación — ¡Mi hija, mi esposa, Sky, Alicia, Nick y todos los demás que fueron secuestrados podrían encontrarse allí dentro! ¡Estuvimos cuatro días viajando e implorando para que no se fueran a ningún lado, y ahora resulta que no podemos siquiera acercarnos!

    El silencio volvió a aparecer en dicho cuarto, dado a que nadie tenía ni la más ligera idea de qué clase de aproximación utilizar para poder acercarse sin alertar a quienes fueran los secuestradores, ocasionando la partida de aquellos a quienes iban a rescatar. Haber venido desde tan lejos para encontrarse con un obstáculo como ese era una frustración enorme para todo el mundo.

    Ace Lakor, el comandante de una división del ejército dedicada al rescate como una de sus prioridades, se veía demasiado frustrado al ver que estaba fracasando al ser incapaz de dar con una solución que permitiera llevar a cabo el rescate de toda la gente que había sido secuestrada. Veía la imagen de esa nave tan inmensa en su monitor con la esperanza de que algún indicio cayera a su mente lo más pronto que fuera posible. En un instante, tras haber contemplado el tamaño colosal de aquel crucero en comparación con su nave le hizo pensar en algo que quizá podría resultar. Pero antes de dar alguna clase de orden, eligió compartirlo con los demás, haciendo una pregunta más al robot antes de dar inicio con la orden.

    — Xorxaik, ¿tú puedes controlar la nave con precisión usando tus sistemas de navegación? — el comandante Lakor se ganó la atención de todos al lanzar esa pregunta.

    — Está dentro de mis capacidades — el robot contestó a su pregunta — Pero para poder hacerlo, necesito que el enlace entre mi procesador y los sistemas de la nave no se vean sometidos a interferencias. Si usted quiere que yo controle la nave por mi cuenta, es necesario que yo me quede a bordo. Descender a tierra firme y tratar de controlar la nave podría terminar ocasionando un accidente tan solo con la presencia de una señal siendo transmitida por cualquier clase de dispositivo.

    — Eso es todo lo que quería saber, creo que nos servirá de utilidad — el comandante creía que estaba más que servido con esa respuesta.

    — ¿Qué tienes en mente, Ace? — fue la pregunta de Faron, quien no comprendía el porqué de esa pregunta.

    — Miren el tamaño de esa nave — decía el comandante mientras señalaba hacia la estructura — Es enorme. Eso quiere decir que sería muy sencillo para nosotros colocar nuestra nave en una posición en la que podría producirse un choque entre nuestra nave y la suya.

    — ¿Por qué querrías provocar un choque como ese? — Allecreod no veía sentido en lo que decía.

    — No quiero provocar un choque, pero quiero que nuestra nave sea colocada en una posición tal que los que viajan allí dentro se den cuenta que no podrán despegar sin que se produzca un choque entre naves — Ace quería explicar su plan lo más rápido posible — De esa manera, nos aseguraremos de que esa nave no se moverá de su posición, y que permanecerá en tierra firme el tiempo suficiente para que podamos realizar nuestro rescate.

    — ¿Y qué tiene que ver Xorxaik en todo esto? — Faron seguía sin comprenderlo del todo.

    — Porque Xorxaik tiene una capacidad de procesamiento que le permitirá acceder a la información que las cámaras telescópicas le brinden de forma precisa — Natasha creía que estaba entrando en el tema — En definitiva, él podrá calcular la orientación que deberá tener la nave para obstruir cualquier ruta de escape que quieran utilizar los que secuestraron a los nuestros.

    — Lo comprendiste a la perfección — Ace le lanzó una sonrisa a su esposa — Xorxaik va a controlar la nave por su cuenta, de manera que pueda reaccionar de inmediato a cualquier movimiento que puedan realizar estos seres.

    — ¿Eso donde nos deja al resto de nosotros? — Noak sentía curiosidad por su participación en dicho plan.

    — En tierra firme — el comandante de ER le explicó su propósito — Nuestra nave se acercará lo más posible a tierra firme, pero sin aterrizar del todo. Xorxaik abrirá la plataforma de descenso, y todos los soldados daremos un salto para caer en tierra firme en menos de diez segundos. Una vez que todos estemos desplegados en el suelo, Xorxaik hará que nuestra nave se eleve y se sitúe por encima de la nave en donde tienen retenidos a los nuestros. Eso cortará su ruta de escape, y nos permitirá disponer de todo el tiempo del mundo para rescatar a los nuestros. Lógicamente, antes de que empiece el acercamiento, todos debemos tener equipadas las armaduras y las armas preparadas; estacionados en la sala y listos para descender. Una vez que todos estemos allí, nos aproximaremos al planeta. No antes.

    — Es un buen plan, Ace, al menos sirve para evitar que los captores puedan escapar — Allecreod se lo reconoció, siendo incapaz de pensar en algo mejor en ese momento — Pero Xorxaik es nuestra arma más poderosa. Tu plan involucra dejarlo aquí mismo, lejos de lo que podría convertirse en un campo de batalla. Perderíamos cada ventaja que él podría entregarnos.

    — ¿Alguien tiene una idea mejor? — Ace sabía que era un riesgo no contar con el mejor recurso bélico que tenía disponible — Estoy totalmente abierto a ideas.

    Lo cierto era que nadie más en esa sala tenía un plan que pudiera garantizar con altas probabilidades que los captores que se habían aventurado en Edagr para llevarse a varios seres humanos no escaparían. El comandante de la división de ER dio la que parecía ser la única solución para acercarse a salvar a los suyos sin terminar perdiéndolos de vista.

    — No se me ocurre nada que pueda sernos de utilidad — Noak era sincero respecto a su situación — Pero eso no quiere decir que tu plan me agrade del todo. No solo por el hecho de que Xorxaik se quedará aquí, sino por el hecho de que, si no descendemos a tiempo, ellos despegarán antes de que podamos colocar nuestra nave por encima de la suya.

    — Es un riesgo, Noak — Ace se lo explicó — Cada plan, por más perfecto que pueda parecer, tiene uno. La razón por la que elegí comentarlo con ustedes es porque yo confío plenamente en todos los que estamos aquí, y sé que seremos capaces de lograrlo a tiempo.

    — Ace, me agrada que muestres una confianza que esté más cerca de ser inspiradora que arrogante, pero si llegas a equivocarte con esto, ellos escaparán y los perderemos de vista una vez más — el soldado Jensen seguía manteniendo dudas al respecto.

    — En ese caso, daré un aviso a todos los soldados respecto de cómo llevaremos a cabo mi plan — el comandante no sentía que pudiera hacer más — Y pediré a todos aquellos que no se crean aptos para conseguir descender de la nave a tiempo permanezcan aquí como apoyo. De esa manera, nos aseguraremos de dar el salto solo con aquellos que crean en sí mismos para lograrlo, de la misma forma en que yo creo en ellos.
     
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    Manuvalk

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    Hola, amigo. Siento la demora, pero ya he podido leer el siguiente capítulo de esta magnífica historia. Ha sido un muy buen capítulo el de hoy y me alegra que se vayan mezclando algunos povs. Voy a comentar lo más destacado, para mí, de cada escena.

    El comienzo nos muestra a Gina y Hana siendo llevadas a una especie de habitación por uno de los soldados de la Sociedad Galáctica. La mujer pronto se percata de que ha sido un error no ir con Alicia y Sky, por lo que le informa al soldado de que ha decidido unirse a la ayuda por construir las bombas nucleares, algo que aprecia el soldado. Sin embargo, hasta que sean llevadas de vuelta al lugar de la fabricación, deberán quedarse ahí. Y es vital que se reúnan con los demás por si el rescate se da pronto. Así, en la siguiente escena vemos como dicho soldado notifica a Siban y Cerv sobre el cambio repentino de idea que ha tenido Gina. No pensé que fueran a percatarse, pero tiene sentido. La Sociedad Galáctica no es idiota y está muy atenta a todo. Ahora Gina y Hana van a estar más vigiladas y eso es un problema para el futuro rescate... :aniblush:

    Acto seguido pasamos a ver donde son llevadas Gina y Hana (Nick y su esposa también están ahí), siendo un mundo realmente jodido donde los yarlemianos y velivinos deben vivir en una especie de colonia/arca (buena idea para escapar si surgen problemas, por ejemplo, Casseirem). Los humanos observan el paisaje desolador y dicha gran arca, viendo ante ellos la situación en la que Casse ha dejado a la Sociedad Galáctica. Cerv y Siban los llevan allí dentro, concretamente a una sección para criminales que apenas han usado, por lo que la consideran el lugar perfecto para esos humanos que no quieren contribuir. Nuevamente, Gina hace una pregunta que pone en alerta de sospecha a ambos líderes y esto queda demostrado cuando madre e hija reciben una celda exclusiva para ellas mientras que en otras celdas hay hasta cinco o seis humanos amontonados. Consciente de que podría haberse delatado mínimamente, Gina busca la posibilidad de que haya cámaras en el habitáculo. Yo creo que obviamente las hay :angrycat:.

    Después tenemos una breve escena en la que Tauvim, uno de los líderes de la SG, pretende saber cuanto tiempo tomará construir la primera bomba atómica, cosa que el tipo más capacitado de los humanos estima en cinco meses, ya que la gente que tiene a su disposición no tiene ni idea. Y a ver, es lógico, muchos querrán ayudar pero no tendrán ni pajolera idea de como hacerlo. Tampoco podían esperarse que todos los humanos fuésemos expertos en armas de destrucción masiva :ewww:. Tauvim recibe además una disimulada petición de rescate para los humanos en Trailo, por lo que se percata de que los humanos son muy ventajistas (lo somos :yagami:). Aunque bueno, de ahí a decir que negociaríamos con Casseirem... Más bien dudo que Casseirem sea alguien que quiera hacer negocios.

    Pasamos a ver a Alicia, Artem, Winter y Sky (también a Iker y Jessica, pero el primero hace el idiota en un par de líneas y no se merece mención). También está Abel, apartado de todos y maldiciendo a la nada por la demora con la que se está dando el rescate que planean Ace y los demás. Alicia se ve preocupada por no tener cerca a Gina y Hana, Artem y Winter parecen haber empatizado con ellas... y este último cruza miradas con Sky. Esto nos lleva a un flashback en el que ambos deciden, tajantemente, que no van a dar rienda suelta a esos sentimientos que empezaban a tener entre sí. Y es que decir que son producto de las circunstancias suena verdaderamente maduro, aunque también te digo, eso no los hace sentimientos irreales. Mi opinión sobre esto es que me parece genial que Winter siga teniendo interés en Airin y Sky en Arick, pero es innegable que ambos se sienten atraídos y eso no se puede ignorar. Temo y estoy casi seguro de que esto no acaba aquí y será un problema a largo plazo... Ojalá me equivoque, pero sabes lo que pienso y sé que querrás jugar con eso para joderme angrysnake.

    Finalmente pasamos a ver a Ace y compañía, que ya saben donde se encuentra la señal de Sky y que está la nave enemiga aterrizada en un mundo. Viendo que está todo en ruinas y que sus enemigos tienen la capacidad de escapar con rapidez, Ace propone que Xorxaik controle la misma nave y la ponga a modo de parapeto para que el arca no pueda escapar sin chocarse de lleno con la nave humana, lo que les da ciertas opciones de que no huya. Y en cierto modo está bien, pero yo veo una laguna: ¿y si esa arca tuviese cañones? Bastaría con derribar la nave humana y luego irse volando. No sé, es un plan peligroso pero tampoco tienen muchas más opciones. Algunos saltaran a la superficie y se adentrarán en esa arca para rescatar a los suyos.

    Ojalá el plan se dé exitosamente, aunque estamos hablando de LGC, por lo que dudo que todo vaya a salir a pedir de boca. En fin, amigo, buen capítulo, nos veremos al siguiente. :kuku:
     
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    Agus estresado

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    Piscis
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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Ya va siendo tiempo de publicar un nuevo capítulo de LGC. A mi consideración, este es el mejor de los primeros 15 que hemos estado viendo hasta ahora, aunque eso ya queda más para que lo juzgue el lector.

    Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en esta historia. Cada uno de sus comentarios me saca una sonrisa, ya que es agradable ver que disfruta con la historia a medida que avanzamos. Ojalá disfrute este y todos los demás capítulos que quedan.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.


















    Te vas a arrepentir:

    — Acércanos al planeta, Xorxaik — Ace dio la orden a través de un comunicador de su armadura al robot — Y prepárate para abrir la compuerta y despegar una vez todos saltemos.

    — A la orden, comandante Lakor — respondió el robot a quien daba las órdenes en la nave.

    La totalidad del ejército humano que había acudido en la misión se encontraba en la sala en la cual se situaba la compuerta que daba el acceso al exterior y permitiría el descenso a tierra firme, uno que debía hacerse de manera ordenada si querían que saliera como se había planeado. Allecreod, creador de Xorxaik, también se encontraba junto a ellos, listo para dar el salto acompañando a todos los humanos allí presentes. Cada soldado humano llevaba una armadura de color negro bastante oscuro, con un casco del mismo color en cada zona exceptuando en la parte que cubría el rostro, la cual contaba con un visor blindado y polarizado que evitaba que se pudiera ver bien a quien estuviera detrás. Los soldados de la división de DCT contaban con guanteletes de color rojo y detalles de ese mismo color en las hombreras y el torso. Los de ER, por el contrario, contaban con esos mismos detalles, pero pintados de un color azul claro, de modo que se distinguiera la división de cada uno.

    Natasha, Noak, Faron y algunos otros soldados no llevaban puestos sus respectivos guanteletes, dado a que tenían pensado poder disponer de su capacidad de materializar energía en caso de que fuese necesario. Había algunos soldados que no contaban con ese poder, tal como era el caso del comandante Lakor, quien lo había perdido tras su incidente en Hael Arunyn. Al estar imposibilitados para usar dicho poder, optaron por protegerse las manos al completo.

    El único que tenía la cabeza totalmente descubierta era el propio Allecreod, al igual que era el único que no iba armado con un rifle de combate, sino con su lanza a la que ya estaba acostumbrado a pelear.

    Pese a que la nave contaba con un sistema de gravedad artificial que impedía que se sintiera un cambio de dirección o un aumento de velocidad, la brusquedad con la que Xorxaik dio inicio al descenso al planeta fue percibida por los soldados, quienes empezaban a aumentar su nerviosismo al saber que pronto podrían encontrarse en un combate por el bien de su gente.

    Los únicos que, además de eso, pensaban en otra cosa eran el comandante y la subcomandante de la misión, que no podían evitar pensar en la última charla que habían tenido antes de situarse en ese lugar.

    […]

    Van a traerla a salvo, ¿verdad? — Arick sonaba un poco ansioso.

    A eso hemos venido, hijo — Ace lo abrazó con fuerza — Rescataremos a todos los que podamos.

    ¿Y si no pueden salvarla a ella? — el chico no quería imaginar ese escenario.

    Haremos nuestro mayor esfuerzo por salvar a Sky, hijo — Natasha quería hacerle entender algo importante — Alicia, Gina, Hana y Nick están allí también. Y queremos salvarlos a todos. Pero papá y yo somos líderes del ejército y no podemos tener favoritos.

    No es nuestra idea dejar que ninguno de ellos muera, Arick — el comandante lo miró a los ojos al decirle eso — Pero si tenemos que elegir entre dos grupos diferentes de personas, tu madre y yo tenemos la obligación de ir por el grupo más numeroso. Nuestra obligación es rescatar. No podemos regresar a casa habiendo dejado morir a la mayoría por voluntad propia.

    Arick se puso a temblar cuando escuchó eso. Sabía que sus padres eran los mejores en el ejército, al menos de los que habían acudido a esa misión. Pero justamente ellos dos estaban imposibilitados para salvar directamente a la chica por la que él había optado por acudir al viaje, dado a que tenían que poner su prioridad en la humanidad. Él lo comprendía a la perfección, y no estaba en posición para cuestionarles por eso, pero no por esa razón le terminaba de gustar.

    Ace y Natasha sabían que tenían qué hacer su mejor esfuerzo por salvar a todo el mundo y no dejar a nadie atrás, y no querían irse dejando esa sensación tan amarga en el adolescente.

    Arick, yo sé que tu viniste aquí por ella — Natasha se acercó a él para apoyar sus manos en sus hombros — Créeme que no queremos regresar aquí y darte la noticia de que no pudimos salvarla. Lo haremos lo mejor que podamos.

    Lo sé, mamá — Arick apreciaba esa honestidad — Confío en ustedes. Sé que si alguien puede salvar a Sky son papá y tú. Sé que ella estará aquí pronto, lo presiento.

    Hay… otra cosa más de la que tenemos que hablarte — Ace se puso un poco serio al decirlo — Hijo, todos los soldados que vinieron con nosotros van a descender a ese planeta. Te vas a quedar en solitario en la nave con Xorxaik, que estará controlando todo. Si mamá y yo no lo logramos…

    No digas eso, no quiero estar preocupado por ustedes — Arick no se sintió a gusto con esas palabras.

    Es una posibilidad, y como futuro soldado que quieres ser, tienes que tenerla en cuenta te guste o no — Ace le dio un pequeño regaño a su hijo — Si mamá y yo no lo logramos, tú regresarás a casa con Xorxaik. Gwyn y Thomas tendrán que decidir cómo seguir adelante sin nosotros, pero más allá de eso… tendrás que cuidar a Azel. Él puede que tenga trece años, pero todavía tiene mucho por aprender. Es tu hermano, así que estoy seguro de que podrán convivir juntos en tanto alguien los cuide.

    Papá, no voy a volver a casa para decirle a Azel que tú y mamá murieron — el chico se sentía todavía más inconforme con lo que oía.

    No serás tú quien lo tenga que decir, de eso se encargará Xorxaik — Natasha añadió a lo dicho por Ace — No necesitas una carga como esa sobre tus hombros. Tu papá y yo te amamos, y por eso vinimos aquí. En caso de que algo salga mal, nos queremos despedir de ti.

    Arick no se encontraba relajado precisamente luego de que le dijeran que el viaje había llegado a su fin y que lograron llegar a la ubicación de Sky, pero esas palabras que sus padres le dijeron lo pusieron bastante nervioso. Temía por el hecho de no volverlos a ver nunca más, ni a ellos ni tampoco a Sky, Alicia o los demás que fueron capturados. Las lágrimas empezaron a recorrer el rostro del chico, quien sentía como si se estuviera formando un nudo en su pecho. Tan pronto como lo vieron reaccionar así, la pareja que lideraba a ER se acercó a él. Ace y Natasha lo abrazaron y luego besaron sus mejillas. Una vez disolvieron el abrazo, el padre del chico limpió las lágrimas de su ojo derecho, dejando a que su esposa hiciera lo mismo con el izquierdo.

    El joven Lakor les mostró una sonrisa a los dos, tratando de hacerles ver que tenía fe de que no les pasaría nada. Pero la realidad era que, tras ese intercambio de palabras, no podía evitar tener miedo de lo que pudiera pasar allí abajo.

    Buena suerte… — Arick luchaba por no volver a soltar lágrimas — Los quiero.

    Nosotros también, amor nuestro — Ace le respondió a su primogénito.

    Con la ansiedad dominando su mente, el adolescente que mantenía el mejor promedio en las academias militares los veía cruzar la puerta para dirigirse a su misión.

    […]

    — ¡Salten! — Natasha fue quien dio la orden tan pronto como la compuerta se abrió.

    La nave se encontraba a menos de dos metros y medio de altura del suelo en un sector bastante despejado, altura que el comandante consideró suficiente para que pudieran saltar sin lastimarse. Con los rifles enganchados a la espalda y confiando en que la mutación que sus cuerpos sufrieron a raíz de la catástrofe, los soldados humanos tomaron una ligera carrera y dieron el salto hacia adelante, aterrizando sobre el suelo de forma brusca. Algunos caían de pie de forma casi perfecta, otros se tambaleaban ligeramente, y otros no pudieron hacer pie y terminaron cayendo al suelo del todo, solo para terminar levantándose inmediatamente después. Una vez que estaban en condiciones, empezaron a correr hacia adelante, de modo tal que se pudieran acercar a la estructura de gran tamaño que habían vislumbrado desde el espacio.

    En menos de dos minutos, todos los soldados que fueron convocados a la misión se encontraban en aquel planeta en ruinas que habían observado desde el espacio con cámaras telescópicas de su nave. Un segundo después de que el último de ellos descendiera, el robot que controlaba la nave ascendió despacio para no causar un efecto dañino sobre los soldados que estaban en el suelo. Tras ganar altura suficiente, todos vieron como la nave se colocó por encima del crucero que se encontraba detenido en el suelo, de modo que este ya no pudiera despegar sin producir un choque sobre la estructura superior.

    — ¡Avancen, vamos a rescatar a los nuestros! — dio la orden Ace, mientras veía que Noak y Natasha corrían al lado suyo.

    Desde un poco más atrás, Allecreod, Faron y un total de diez soldados los seguían casi a la par, dejando al resto de los convocados para la misión un par de metros alejados. Todos los seres humanos allí presentes movían las piernas de modo tal que pudieran acercarse rápido a esa estructura para tratar de localizar una entrada para así poder cumplir con la misión de rescatar a los suyos.

    […]

    Tauvim se encontraba vigilando a los seres humanos que tenía retenidos. Tras haber terminado con la comida que se les había servido, todos se encontraban en la sala de recreación, como una recompensa por haber trabajado tan bien, aunque no por eso a la velocidad que él y los demás en la Sociedad Galáctica esperarían.

    El velivino se encontraba pensando acerca de la charla que tuvo con los humanos expertos en armas nucleares. Por momentos creía que tendrían que recurrir a la captura de más humanos con tal de poder acelerar el trabajo, y eso era algo que no le gustaba. Si se dejaba convencer, los seres a los que quería usar le terminarían ganando ventaja.

    — Cuando los otros humanos que no aceptaron quedarse vengan aquí, veremos qué tan rápido vamos — Tauvim creía que esa era su esperanza para dejar ese tema de lado — ¿Por qué demonios están tardando tanto en convencerlos si son tan pocos? ¿Tan obstinada puede llegar a ser una especie que perdió su hogar?

    Los pensamientos del líder de la Sociedad Galáctica se vieron interrumpidos en el momento que una alarma empezó a sonar por toda la estructura. Sobresaltado porque no lo esperaba para nada, el velivino dio un salto en su lugar, y pudo ver como en el monitor con el que estaba observando a los humanos se empezaban a ver imágenes desde el exterior. En ellas se distinguía a seres armados y equipados con armaduras negras, todos acercándose desde diferentes direcciones hacia su crucero espacial científico.

    — Tauvim, ¿lo está viendo? — preguntó uno de sus soldados por su comunicador.

    — ¡Efectivamente, no hacía falta preguntar! — se molestó bastante por esa pregunta, resultándole una obviedad — ¡¿Por qué demonios el crucero no despegó al espacio?!

    — Hay una nave espacial situada sobre nosotros — le contestó ese mismo soldado — Si intentamos ascender, chocaremos y produciremos un colapso en el cielo. Muchos de nosotros podríamos morir, y podríamos perder a los humanos tambien.

    — ¡Imposible! — ante la frustración, el velivino se golpeó el pecho — ¡Pide refuerzos a los demás líderes! ¡Inicia una transmisión para que todos vean lo que sea que vaya a suceder, metan a los humanos en un área segura y alerta a los soldados para que se armen y preparen para pelear!

    Tras recibir una respuesta afirmativa de su soldado, el único líder de la Sociedad Galáctica que se encontraba allí presente se dirigió al exterior de la sala en donde se encontraba. Nada más al salir tenía la entrada hacia una habitación que tenía una pequeña armería. De allí mismo, Tauvim sacó una armadura que se colocó en menos de un minuto, un arma similar a una pistola humana, pero con un tamaño mayor, y un escudo que podía cubrirle desde la rodilla a la cabeza si lo sujetaba bien.

    Antes de empezar a moverse, el líder velivino se acercó a una consola en la sala anterior a la que se encontraba, todo para dar un mensaje a los humanos cautivos.

    […]

    — ¡Dios mío, ¿qué sucede?! — preguntó una mujer, algo atemorizada.

    — ¡¿Estamos en peligro?! — Alicia se vio contagiada por el nerviosismo y eligió preguntar a quien fuera que estuviera escuchando, suponiendo que había alguien.

    Tras haber escuchado la alarma resonar por todo el lugar y después de su traslado a una sala que parecía un bunker de emergencia a bordo del crucero, todos los seres humanos metidos allí empezaban a gritar del pánico por lo ocurrido. No estaban preparados mentalmente para afrontar una situación como esa. Una emergencia sucediendo en un planeta en el que habitaban era fácil de evadir, pero en ese momento se encontraban siendo retenidos en un planeta en ruinas y en el interior de una nave espacial cuyos dueños eran seres de otros mundos. No tenían a dónde correr, y si ese bunker no podía mantenerlos seguros de una amenaza desconocida, nada podría salvarlos.

    — ¡¿Qué está sucediendo?! — uno de los expertos en armas nucleares se temía lo peor — ¡¿No cometimos ningún error en el laboratorio?! ¡¿Verdad?!

    — ¡Guarden la calma, humanos! — la imagen de Tauvim apareció en un holograma que se materializó en la puerta del bunker — ¡Tenemos bajo control esta situación! ¡Una especie extraña ha aterrizado en este planeta! ¡Nos haremos cargo!

    — ¡¿Casseirem?! — Jessica se imaginó que una alarma como esa solo sonaría ante alguien como él.

    — ¡No, no es Casseirem! — Tauvim los quería tranquilizar a todos — ¡Él ya ha tomado todo lo que pudo de este mundo! ¡Lo único que queda en este mundo son ciudades en ruinas, agua contaminada imposible de limpiar y un suelo en donde solo el dos por ciento de lo que se cultiva no sale podrido! ¡Él no regresaría tan pronto a este mundo! ¡Nos vamos a ocupar de lo que sea que esté causando esto!

    Finalizadas esas palabras, el holograma de Tauvim desapareció, dejando un caos más leve que antes en el bunker donde los humanos fueron encerrados para ser protegidos. Los que temían que hubiera podido ocurrir un accidente en el laboratorio y los que no deseaban conocer tan pronto al conquistador llamado Casseirem se vieron un poco más aliviados, pero eso no les quitaba el miedo de que pudieran estar cara a cara con una amenaza que pudiera resultar grave para ellos.

    Alicia, Sky, Winter y Artem se encontraban juntos, y tras haber escuchado lo dicho por el líder de la Sociedad Galáctica que quedó en el planeta junto a ellos, los cuatro sospechaban de que se trataba del rescate que Alicia había explicado y prometido. Fue allí que una pregunta pasó por sus mentes.

    — ¿Deberíamos decir algo? — Sky susurró para que solo ellos escucharan — Esta gente está muy nerviosa.

    — No, sé que tu intención es buena — Alicia no lo veía como una buena idea — Pero esto podría alterar todavía más a la gente, y quizá darle indicios a la Sociedad Galáctica que vinieron por nosotros.

    — ¿Crees que no lo saben ya? — Winter quería saber por qué no sospechaba de eso.

    — Puede ser, pero por la forma en que habló Tauvim, no lo parece para mí — la mujer le dio su punto de vista.

    — Bueno, esperemos que sean ellos y no otros seres — Artem creía que se lo tomaban muy a la ligera — No hay que descartar posibilidades.

    Desde más atrás de ellos, escucharon entre los gritos y los murmullos como alguien había empezado a reírse incontrolablemente. Todos se calmaron un poco y buscaron al dueño de aquella risa, solo para encontrarse con que se trataba de Abel Hartka. El anciano lanzaba carcajadas mientras sus ojos empezaban a soltar un par de lágrimas por tanto reírse. Varios de ellos temían que este fuera a hacer algo, y quienes no tenían miedo se vieron incomodados y hasta molestos por esa forma tan estrepitosa de hacer alboroto en un momento así.

    — Vienen a rescatarnos — Abel pensaba mientras luchaba para contener su risa — No les duró ni una sola semana el tenernos esclavos.

    Abrumado por el regocijo que sentía al imaginarse siendo libre y la manera en que la Sociedad Galáctica se llevaría un mal trago si el rescate tenía éxito, el ex líder de Black Meteor cayó de rodillas para seguirse riendo como loco.

    Iker y Jessica, que no tenían idea de lo que le pudiera estar ocasionando esa risa, simplemente le dieron la espalda. Suponían que incluso en momentos como esos estarían siendo vigilados, y que lastimar a un humano prisionero podría ser perjudicial para ellos, por lo que optaron por ignorarlos.

    Alicia, Sky, Artem y Winter recordaron al líder hablando acerca de saber que iban a ser rescatados, y supusieron que esa era su forma de reaccionar ante un momento así.

    — Está senil — Artem sentía asco por él — Espero que se siga riendo y no diga nada.

    — Si esto realmente sucede como creemos… — Alicia pensó en quienes estaban ausentes — Oh, no. Gina, Hana y Nick no están aquí.

    — ¿Crees que podrían llegar a encontrarlos? — preguntó Sky, algo afligida tras lo dicho por Alicia.

    — No lo sé, a ti es a la única a la que podrían llegar a rastrear — Alicia no veía posible que lograran dar con nadie que estuviera ausente — Tal vez los archivos de este crucero tengan algo…

    […]

    — ¿Tauvim? ¿Qué es lo que haremos? — preguntó un soldado a su líder — Están rodeando el crucero buscando una forma de entrar. Son superiores en número a nosotros.

    — Solo nos queda salir a enfrentarlos, pero primero tenemos que recolectar más información. En caso de que lleguemos a fracasar, necesitamos que en casa sepan a qué nos enfrentamos.

    El velivino se encontraba parado al frente de la compuerta de salida junto a todos los soldados que se quedaron en compañía de él, siendo poco más de sesenta, en comparación con el total ciento treinta que se hallaban situados en las afueras de su nave espacial. Una desventaja que nadie de los que iba junto a su líder creía que podrían evadir.

    — Por lo que me dijeron, tan pronto como recibieron el mensaje, enviaron a Siban y a un escuadrón completo para que nos apoyen — le decía uno de los soldados yarlemianos presentes allí — Pero incluso nuestra nave más rápida tardará un día en llegar.

    — Eso quiere decir que tenemos una tarea fácil de entender, pero difícil de realizar — fueron las palabras de su líder — Resistir durante un día.

    — ¿Cómo? — un velivino no podía imaginar una forma de solucionar el conflicto.

    — Saldré con un grupo de siete para ver si podemos distraerlos — Tauvim no podía pensar con claridad, y dijo lo primero que se le vino a la mente — El resto mire por las cámaras y busque la salida más segura. Salgan discretamente y estén en posición para apoyarnos por si la cosa se pone violenta. Primero trataré de desarmar todo esto.

    Una vez que la orden estaba dada, lo único que le restaba al líder de la Sociedad Galáctica era elegir a sus siete acompañantes. Entre los sesenta soldados reunidos con él en el sitio, eligió a quienes tenían mayor altura, buscando dar a los enemigos una imagen que pudiera ser intimidante para así ver si conseguía mejores resultados. Al dar la orden, la compuerta por la que varios humanos capturados entraron al crucero se abrió, permitiéndole a él y a sus siete acompañantes salir al exterior con un arma de fuego en una mano y el escudo en la otra.

    […]

    — ¡Conmigo! — comunicó Natasha por medio del sistema de las armaduras — ¡Han salido del edificio!

    Para encontrar una entrada más rápida al interior de esa nave colosal, los humanos y el ryfier que viajaron a ese lugar se distribuyeron para rodear la estructura y buscar algo que pudiera asemejarse a una compuerta de ingreso. Tan pronto como Natasha notó movimiento, ella y los soldados que estaban en sus cercanías alertaron a los demás para ponerse en posición.

    Ace, comandante por encima de ella en rango, se situó a su lado. Faron, Noak y Allecreod se pararon en los extremos de una fila que se formó detrás de ellos, estando el ryfier tirado a la izquierda y los dos humanos del ejército a la derecha. La primera fila detrás de los líderes se componía de un total de cincuenta seres humanos, quienes pusieron su rodilla en el piso y adoptaron una formación rectilínea para dar visual a los setenta y cinco soldados que se pararon detrás de ellos. Todos con las armas levantadas y apuntándole a los ocho seres que salieron del cuartel enemigo.

    Todos sonreían al ver como los recién salidos de allí fijaban su vista en la nave que se situaba por encima de su navío, casi como si estuvieran orgullosos de ver que la estrategia dio resultado. Centraron su vista en siete de estos, quienes llevaban lo que parecía ser un traje de protección que les cubría el cuerpo por completo.

    — No tienen armaduras, de lo contrario, no necesitarían de los escudos — Noak se veía confiado de sus posibilidades.

    El que más destacaba entre ellos era el octavo miembro, que sí tenía puesta una armadura que cubría cuerpo y cabeza, aunque eso no evitaba que llevara un escudo. No podían ver bien sus armas desde la distancia que guardaron, pero supusieron que quizá no tendrían tanto poder de fuego. El que llevaba armadura se adelantó a sus acompañantes, listo para dar inicio a una charla mientras veía como le apuntaban desde todos lados.

    — ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿A qué vinieron a esta ruina de planeta?! — Tauvim tenía en mente que debía hacer todo el tiempo posible para darle tiempo a los suyos de reagruparse.

    — ¡Tú sabes quienes somos! — gritó Ace, desafiando a quien le habló, creyendo que sería un comandante o un jefe de guerra.

    — ¡No puedo ver sus caras ni sus cuerpos! — Tauvim le respondió, tratando de apelar a la lógica — ¡No sé quiénes puedan ser!

    — ¡Te lo haré fácil, entonces! — el comandante de ER quería sonar amenazante — ¡Somos seres humanos del planeta Edagr! ¡Hemos venido aquí a buscar y recuperar a los humanos que ustedes se llevaron! ¡Te agradecería que nos los entregaras a todos sanos y salvos, y seguro que los que están aquí contigo también te lo agradecerían!

    — ¡No tengo ni la más mínima idea de qué son los seres humanos! — Tauvim supo que un error en sus palabras lo condenaría.

    — ¡Si no tienes idea de qué somos, ¿por qué te llevaste a varios de nosotros?! — preguntó Ace, quien sabía que le mentían.

    — ¡Ese es el asunto, no nos hemos llevado a ningún humano ni de su mundo ni de ningún otro!

    — ¡Eso es mentira, sabemos que tienes a nuestra gente dentro de ese gran navío!

    — ¡¿Qué te hace pensar en eso?! ¡¿Cómo estás tan seguro?!

    — ¡Varios de los nuestros tienen rastreadores escondidos en sus cuerpos, en caso de que algo como esto sucediera! ¡Un rastreador que no se puede detectar sin un software especial! ¡Seguimos su lectura hasta este mundo, y sabemos que están aquí!

    — ¡Me alegro mucho por ustedes y esa pieza de tecnología que dices tener! — Tauvim sabía que eso era posible, pero quería esforzarse por negarlo — ¡Pero lamento decirte que tu tecnología es defectuosa! ¡Nosotros no tenemos a ningún humano allí dentro!

    — ¡Puede que nuestro sistema se haya equivocado, pero no he venido hasta aquí para nada! — Ace no se dejaría engañar por esa táctica — ¡Déjame entrar para comprobarlo por mí mismo!

    — ¡De eso nada, no pondrán un pie allí dentro! — Tauvim se veía bastante tenso al respecto.

    — ¡Si no tienen a nuestra gente, ¿por qué están tan asustados?! — Natasha se sumó a la charla.

    — ¡Porque no tenemos idea de quienes son ustedes, y no los queremos en el interior de nuestra nave! — Tauvim sabía que, de seguir por ese camino, terminaría acorralado.

    — ¡En ese caso, deja que entre solamente yo! — Ace puso una solución sobre la mesa — ¡El resto de los míos se queda aquí afuera! ¡Yo recorreré la nave en solitario acompañado por ti y los tuyos! ¡Si no encuentro a ningún humano allí dentro, me iré en paz!

    El velivino se vio contra las cuerdas con ese pedido. Sería muy sospechoso si se rehusara a una alternativa como esa, ya que eso delataría que estaban escondiendo algo y que negarse a que un humano entre sin compañía y en desventaja solo los habría expuesto del todo. Uno de sus soldados no lo veía de esa manera, y por esa misma razón cuestionó a su líder al respecto.

    — Tauvim, si ordenamos atar y amordazar a los humanos para que guarden silencio, podríamos asegurarnos de que no los encuentren — murmuró uno de los velivinos bajo sus órdenes.

    — Es imposible que nos encontraran tan pronto de forma casual — el líder de la Sociedad Galáctica no quería eso — Es tal como dicen. Varios de los que están aprisionados aquí tienen un rastreador, y eso los ha conducido hasta este mundo. Si lo dejamos entrar, no importa donde los escondamos, los va a encontrar.

    — ¿Qué le vamos a decir? — un yarlemiano lo cuestionó — Este silencio será sospechoso. Podrían abrir fuego en cualquier momento.

    — Resistir, no hay otra respuesta — Tauvim sabía que no podía guardar más silencio — ¡No puedo permitir eso! ¡Tengo varios proyectos secretos allí y no me interesa permitir que nadie los vea, mucho más un desconocido!

    — ¡Quizá no me hayas entendido! — Ace gritó de una forma amenazante — ¡Vine desde muy lejos para buscar a los humanos secuestrados! ¡No me iré de aquí sin echar un vistazo a esa nave! ¡Te estoy ofreciendo la oportunidad de dejarme entrar sin que salgan heridos! ¡Puedo hacerlo sin derramar una sola gota de sangre o tiñendo este suelo gris del color de sus entrañas! ¡Tú eliges!

    — ¡Tus amenazas me asustan, en verdad, pero no eres el único que está en posición de hacerlas! — Tauvim entró en su terreno — ¡Puedes derramar toda la sangre que quieras, pero te aseguro que si me matas solo le pondrás una cuenta regresiva a tu vida! ¡Tengo amigos que no descansarán hasta hacerte el doble de lo que tú me hagas a mí!

    — ¡Y yo puedo asegurarte que, si no regreso a mi mundo con los humanos que has secuestrado, vendrán otros peores que yo! — el comandante de la humanidad encontró una respuesta que creyó apropiada — ¡Soy el más razonable que tendrás el lujo de conocer después de lo que hiciste!

    Tauvim y los siete soldados que estaban allí parados se vieron entre la espada y la pared tras las palabras dichas por quien afirmaba ser un humano. La estrategia de persuadirlos de que no había humanos en ese mundo no dio resultado, y las amenazas para tratar de detenerlos y calmar sus aires solo parecía haberlos hecho enfurecer más. El líder de la Sociedad Galáctica no sabía cómo responder en un tono amenazante, y supo que quizá debía probar otro enfoque.

    — Me han superado dos veces — Tauvim los miraba con resentimiento mientras maldecía internamente — Está claro que una especie como esta sería la única capaz de desarrollar un arma que supera en poder a las creadas por Casseirem. Nadie sería capaz de ensayar esta clase de respuestas a lo que estoy diciendo. Todo lo que sale de su boca es producto de su naturaleza.

    — ¿Qué es lo que vamos a hacer? — un yarlemiano creía que estaban derrotados — Todavía no tenemos la confirmación de que los nuestros estén en posición.

    — No puedo engañarlos, y no puedo amenazarlos — el velivino dio un paso al frente para tirar su escudo y luego de eso el arma que tenía en la mano.

    Tanto sus seguidores como los enemigos se veían confundidos ante el gesto que mostró aquel ser. No podían entender si estaba dando alguna clase de señal o si se preparaba para alguna maniobra extrema tal y como detonar algún dispositivo. Algunos humanos retrocedían por precaución, mientras que otros movían los cañones de las armas para apuntarle a aquel ser.

    Luego de quedar indefenso, Tauvim levantó ambas manos al aire, tratando de dar la mejor impresión que pudiera.

    — ¡Ustedes ganan! — el velivino se vio superado del todo — ¡Todo lo que ustedes decían era verdad! ¡Tenemos a los suyos encerrados allí dentro! ¡Pero todo tiene una explicación! ¡Estamos llevando a cabo un experimento para poder desarrollar armas, y nos hemos llevado a varios humanos de su mundo para que nos enseñaran sus conocimientos! ¡Podemos llegar al fondo de esto sin tener que recurrir a la violencia! ¡¿Qué tal si les explico toda la situación y hacemos un trato?!

    — ¡Tauvim, ¿qué está haciendo?! — uno de los de su misma especie no se creía lo que escuchaba decirle.

    — Hago tiempo — respondió el líder a quien lo cuestionaba — Ellos dicen que varios de los suyos tienen rastreadores, pero no hemos recibido noticias de que haya llegado un grupo de humanos hacia el mundo donde hemos escondida el arca. Dudo mucho que se lanzaran de esta forma sin tener todos los frentes controlados. Eso quiere decir que todos los que tienen rastreadores están aquí. Pase lo que pase, no perderemos a los humanos que tenemos de reserva.

    — ¿Vas a entretenerlos hasta que llegue Siban? Se requiere un día para eso.

    — Tarde o temprano íbamos a tener que acercarnos a ellos para hablar, y explicarles que hemos secuestrado a varios de los suyos por un motivo importante — Tauvim lo explicó desde su punto de vista — Parece que la única manera de evitar nuestra muerte es teniendo esa conversación ahora… ¡¿Y bien?! — preguntó a los recién llegados — ¡Me he ofrecido a colaborar! ¡¿Cuál es su respuesta?!

    Noak estaba indignado con lo que relató aquel ser, al que desconocía por completo más allá del nombre que le fue revelado por uno de los que estaba detrás de él.

    — Secuestraron a mi esposa y a mi hija para un experimento… — Faron lo escuchó murmurar — Le voy a agujerear el cráneo por completo.

    — Tranquilo, Noak, puede que no haga falta — Faron centró la vista en Ace.

    Los soldados estaban expectantes ante las órdenes que pudieran llegar desde sus comandantes, tanto así que varios de ellos cambiaron su vista hacia ellos, dejando de centrarse en los enemigos. Ace y Natasha estaban atónitos a lo dicho por aquellos que habían secuestrado a los suyos. El hecho de que hubieran alterado su sistema de comunicaciones para infiltrarse en su mundo y llevarse a varios humanos al azar para desarrollar armas les parecía irreal, casi imposible de que sucediera.

    — Si Thomas o Gwyn hubieran venido aquí, quizá ya habrían abierto el fuego — Ace le decía a su esposa — Ahora sabemos la verdad detrás de este escenario tan horrible.

    — Quizá Xorxaik pueda extraer archivos de sus máquinas — Natasha se veía un poco dubitativa — Yo desconfío de todo lo que nos puedan decir. Ya nos mintieron una vez, nada les impide hacerlo dos veces.

    — Verdad o no, no me interesa ningún trato con él — el comandante de ER tenía en claro su objetivo — Vine aquí para rescatar a los humanos. Y me iré de aquí con ellos.

    Dado a que tenían puestos los cascos con el visor polarizado, nadie entre los soldados de la Sociedad Galáctica tenía idea de lo que estaban diciendo. Algunos incluso sospechaban que ni siquiera estaban hablando entre sí, sino con otros seres que pudieran ir a bordo de la nave que tenían sobre sus cabezas, haciendo algo de sombra en ese mundo con cielos grises.

    — Tauvim, estamos en posición — el velivino recibió la confirmación de sus soldados — Cuando des la orden, atacaremos por sorpresa.

    — Quiero evitarlo, tenemos las de perder, y no creo que valga la pena morir ante ellos siendo que nuestro enemigo es Casseirem — Tauvim creía que quizá las cosas podrían salir bien — Estén atentos igualmente.

    — Estaremos listos para protegerlo hasta que pueda tomar su escudo y su arma — le decía uno de los soldados desde atrás.

    Asintió en silencio y pronto fijó su vista en los dos que iban al frente, quienes fueron los únicos que le dirigieron la palabra en ese momento. Presentía que no saldría nada de la boca de los demás.

    — ¡A lo largo de nuestra historia hemos tenido malos entendidos con varios seres de otras especies! — Ace empezó a explicarle a Tauvim, mientras Allecreod lo miraba tras decir eso — ¡Pero esto que ustedes han hecho no fue un malentendido! ¡Ustedes vinieron a nuestro mundo y se llevaron a los nuestros! ¡Y luego de eso, me has mentido en la cara tan pronto como llegué! ¡No me interesan tus explicaciones ni tus tratos, Tauvim! ¡Pero tampoco me interesa pelear contigo! ¡Dame a los humanos que te llevaste de mi planeta y me marcharé en paz! ¡Sin derramar sangre, tal y como te lo había dicho!

    — No tienen conocimiento de los humanos que sacamos de Tralio — decía ilusionado uno de los yarlemianos estacionados atrás.

    — No, pero seguro conocen a la perfección a los que nos llevamos de Edagr — fue la contestación de un velivino — Y no todos están aquí. Luego de mentirles y amenazarlos, no podemos entregar a ninguno menos. Y hacerles saber que faltan humanos aquí no es opción.

    — ¡No puedes llevártelos! — Tauvim se movía ligeramente para poder tirarse al suelo, ya que presentía que las cosas se iban a poner feas — ¡Los necesitamos para algo importante! ¡Estoy dispuesto a explicártelo todo si me lo permites!

    — ¡Fiarme de ti no es algo a lo que esté dispuesto, y si así fuera, los soldados que vienen conmigo no me lo permitirían ni perdonarían! — Ace se preparaba para dar la orden de ataque, y quería que sus palabras fueran un mensaje inentendible para los enemigos, pero claro para los suyos — ¡Te doy una última oportunidad para liberar a los humanos cautivos!

    — ¡He mentido en varias cosas que te he dicho, pero hay un detalle en el que he sido honesto por completo! — el líder velivino sacó su última carta — ¡Si me matas aquí y ahora, te prometo que mis amigos no van a descansar hasta matarte! ¡Conocen la ubicación de tu mundo, y sabes que tarde o temprano estarán allí! ¡No hagas algo de lo que te puedas arrepentir!

    — ¡Parece que ustedes ya lo han hecho! — el comandante Lakor supo que la negociación se había terminado allí mismo — ¡Ataquen!

    Tan pronto como su comandante dio la orden, Noak, quien estaba ansioso por recuperar a su esposa y a su hija, fue el primero en disparar. Ace, Natasha, Faron, Allecreod y el resto de los soldados pasaron al ataque. Quienes iban al frente y todavía estaban de pie se agacharon para así dar campo de visión a los que estaban detrás, centrando sus disparos en Tauvim, a quien percibieron como el líder.

    Los soldados de la Sociedad Galáctica abrieron fuego contra los enemigos al tiempo que corrían hacia su líder con los escudos bajos para poder protegerlo. Tauvim se arrojó al suelo tan pronto como oyó disparar el primer balazo, arrepintiéndose de haber soltado su escudo y su arma. Su intento para dar una imagen positiva ante los humanos solo le compró unos segundos más, pero lo había dejado totalmente indefenso.

    Mientras él trataba de alcanzar su pistola y su escudo, podía escuchar como las balas disparadas por los seres humanos impactaban contra los escudos de aquellos que luchaban junto a él. Una vez tuvo su pistola en mano, fue cuestión de tomar su escudo para levantarse y así protegerse de los disparos al mismo tiempo que entraba a la lucha.

    — ¡Resistan lo más que puedan! — Tauvim no tenía muchas esperanzas en la victoria — ¡No podemos dejar que escapen de este mundo hasta que Siban esté aquí!

    Con el elemento sorpresa de su lado, el resto de los soldados yarlemianos y velivinos que esperaron hasta el último minuto se metieron en la batalla, tomando por sorpresa a varios humanos que tenían la vista centrada en Tauvim y sus siete escoltas. En tan solo veinte segundos, el intercambio de balas se volvió mucho más intenso, convirtiendo el campo abierto en una zona de conflicto donde todos luchaban por quienes estaban dentro del crucero científico propiedad de la Sociedad Galáctica.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo mío. He aprovechado que tenía un rato para leer, ya que ahora con el cambio de horario que tengo en el trabajo se me complica hacer algunas cosas. La verdad es que me ha descuadrado mi rutina, pero bueno, afortunadamente solo será así por dos semanas. Dicho esto, pasaré a comentar el capítulo de hoy sin explayarme. En líneas generales, me ha gustado. :dancecat:

    El comienzo nos muestra que el plan de rescate se va a poner en marcha. Vemos previamente un flashback en el que Ace y Natasha tranquilizan a Arick sobre si podrán rescatar o no a Sky, porque ciertamente, cualquier posibilidad de éxito o fracaso está ahí. Su hijo se muestra preocupado, especialmente cuando sus padres le indican que tal vez podrían perder la vida. Al final, se trata de una misión peligrosa. La familia Lakor hace fuerza para sobreponerse a ello. :nice:

    Tras esto, pasamos a ver a Tauvim. El líder velivino se percata desde las cámaras que unos intrusos se aproximan a la nave y que su ruta de escape está bloqueada, por lo que sí o sí deben afrontar la amenaza. La Sociedad Galáctica se pone en alerta y se prepara para un conflicto armado, pero el líder de estos opta por presentarse ante ellos primero en un intento por evitar la lucha. La cosa comienza con un intercambio de palabras entre Tauvim y Ace, donde el velivino pretende disimular y mentir sobre los humanos capturados, pero gracias al rastreador de Sky, Ace tiene la certeza de que están ahí. Viendo que no va a disuadir a los humanos recién llegados, Tauvim decide revelar la verdad y darle así una explicación ventajosa en lo que llegan sus refuerzos, pero ninguno quiere ceder a las pretensiones del otro y termina estallando el conflicto. :shani:

    Personalmente, se veía venir, ya que ninguno va a aceptar las condiciones del otro porque tienen intereses muy diferentes. Ace solo quiere recuperar a su gente y Tauvim solo quiere la ayuda de los humanos forzosamente, por lo que estaban condenados a no entenderse. Lo peor de esto es como el resto de la SG va a tomarse el conflicto, ya que tal vez opten por no querer a los humanos de su lado o incluso por hacer un secuestro en masa y capturarlos a todos. Aunque no parece que tengan recursos para ello, si cuentan con tecnología interesante. Sea como sea, ha empezado la lucha y pocas veces es para bien... :angrycat:

    Bueno amigo, te mando un gran abrazo y nos veremos a la próxima. :kuku:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Buenas. Toca publicar un nuevo capítulo de LGC. Dado a que estoy por entrar de vacaciones y no estaré en casa por una semana, me quedé sin tiempo para actualizar guías de personaje o cronología, así que eso quedará como tarea para el otro año.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por hacer el esfuerzo para encontrar tiempo, leer y comentar cada capítulo de la historia. Me gusta mucho entrar al foro y encontrarme con sus comentarios. Y sabe que significa bastante para mí. Espero siga disfrutando de los que están por venir.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.














    El eslabón más fuerte:

    — ¡Es una locura, Vyon! — Airin le gritó a su hermano mellizo — ¡No vayas! ¡Ni siquiera lo pienses!

    — No me has dicho nada que yo no sepa, Airin — le contestó su hermano, guardando silencio ante los presentes — Sé que es una locura, pero también es una oportunidad. Y la pienso usar.

    Los dos hermanos hijos de los ya fallecidos Gavril Utkin y Lara Furlan se encontraban rodeados por un montón de seres humanos y traliods, encontrándose todos en una calle amplia y libre de casas, conformada solo por caminos de tierra que se dividían en sub secciones diferentes.

    Momentos antes, Hufan e Yma estuvieron allí presentes, todo para dar un anuncio a toda la gente. Comunicaron a toda la humanidad lo ocurrido con Vitali Lakor y Renji Yukimura en el día anterior, con la excepción de que ninguno de los seres de esa raza tenía el conocimiento de lo que en realidad pasó, haciendo que todos creyeran que la muerte del comandante se debiera solamente a una pelea.

    Decidido a buscar a un nuevo representante para la humanidad que no tuviera miedo de lidiar con la muerte, los monarcas del mundo se vieron a la tarea de realizar una especie de competencia. Improvisaron un puesto en el centro de esa calle, y realizaron invitaciones a todos los seres humanos presentes en la zona. Lo único que se les comunicó fue el hecho de que iban a ser sometidos a una prueba en la que tendrían que utilizar sus conocimientos para saber qué hacer, y su fortaleza mental para tener la capacidad de hacerlo. Del ganador de un concurso que era todavía desconocido para todos, surgiría el nuevo representante de la humanidad en el reino de los traliod.

    Vyon ansiaba tener la oportunidad de inscribirse. Le gustaban sus posibilidades, y creía que era una forma de engañar a los líderes de los traliod que quería colaborar.

    — Me revelarán todos sus secretos cuando gane esta competencia — el chico le dijo a su hermana — Encontraré la manera de vengar la muerte de mamá y sacarnos a todos de esta vida miserable. Solo necesito tiempo.

    — No vas a sobrevivir, ellos consideran que su actividad es brutal — advertía su hermana una vez más — Recuerda que son más fuertes que nosotros. Todo es mil veces peor para nosotros visto desde su perspectiva. No lo lograrás. Y además… cuando vean que tú eres el hijo de Lara, quizá se aprovechen de eso para eliminarte.

    — Les va a resultar mal, Airin — Vyon se veía con fe ante la prueba — No soy ajeno a los métodos brutales de estos seres. Usaré todo lo que papá me enseñó cada vez que me encontraba con él a solas. Ahora que conozco más sobre estos tipos, no me dejaré matar. Te lo aseguro.

    — Incluso si todo esto que dices te ayuda a no morir, no creo que tengas oportunidad de ganar — Airin no quería permitirle ir — Varios soldados van a participar de esta actividad. Ellos seguro te superarán.

    — No lo creo, ¿acaso no les viste las caras? — Vyon le cuestionó — Todos se ven como si hubieran perdido a un ícono. La muerte del comandante Yukimura seguro los golpeó. Si la actividad fuera a realizarse un mes después, estoy seguro de que no podría con nadie. Pero no será así. Será hoy mismo. Es mi única oportunidad.

    — Solo te pido que no lo hagas, ya he perdido a mamá y a papá — su hermana le imploraba — No quiero perderte a ti.

    — Tendrás que usar otro argumento — la miró a los ojos — Porque no me importa que no me tengas nada de fe. No voy a morir aquí hoy.

    — Mamá y papá nunca habrían querido que participaras en una actividad como esta — Airin creyó que eso lo haría reflexionar — Tú mismo incluso dijiste que ya no querías vengarte de lo que hicieron. ¿Eso no te basta?

    — No, porque estoy seguro de que ellos querrían venganza después de todo lo que pasó — el chico no escuchaba a razones — Y aunque ellos no lo quieran, yo sí lo quiero. Estaba dispuesto a dejar pasar la venganza por lo de papá porque íbamos a escapar de aquí. Pero ahora estamos atrapados. Si queremos ser libres, ellos deben morir, y si van a morir, quiero mi venganza.

    Airin le dio un empujón algo brusco que no sirvió de mucho para mover a Vyon más allá de un par de metros. El chico veía muy enfadado como su hermana se marchaba, junto con otras personas que se alejaban del sitio al no verse interesadas en participar en una actividad o competencia que fuera patrocinada por los seres que los tenían esclavizados.

    El joven Utkin se acercó hasta el puesto improvisado en el que tenía que registrarse para la competencia, poniendo su nombre y su apellido. En el camino se cruzó a varios soldados que pasaban por dicha zona, al ex presidente Dmitri Koslov, y por último al anterior ser humano que ostentaba el puesto por el que él aspiraba.

    Vitali Lakor se encontraba marchándose del sitio junto con su hija Valiana, pero ambos se detuvieron en cuanto observaron al hijo de los fallecidos comandantes. Intrigado por el hecho de que no se estuviera apartando para regresar a su casa, el ingeniero cuestionó sus motivos para estar allí.

    — ¿Vyon? — no creía que fuera a participar — ¿Por qué te estás acercando al puesto?

    — Voy a participar de esta competencia — fue allí que se dio cuenta que cometió un error — Mejor dicho, voy a ganar esta competencia.

    — No creo que te permitan participar — Valiana no se refería al hecho de que él era hijo de Lara — Tú solo eres un adolescente.

    — Ellos no mencionaron nada acerca de un rango de edad mínimo para entrar — el joven Utkin le respondió a Valiana — Además, ¿qué diferencia hay? Casi no hay diferencia entre tener dieciocho o diecisiete, y cumpliré esa edad en un mes. No veo por qué me tengo que quedar afuera.

    — ¿No has pensado en lo peligroso que puede llegar a ser? — Vitali cuestionaba la cordura del cadete a soldado — Estos tipos quieren a alguien capaz de afrontar situaciones difíciles. Puede que cualquiera que se anote sea incapaz de sobrevivir.

    — Como se lo he dicho a mi hermana, yo confío en mis posibilidades — Vyon le contestó al adulto.

    — No sé qué es lo que pensarían tus padres si vieran eso — Valiana creía que era un disparate lo que salía de la boca del chico.

    — Yo desde luego nunca dejaría que mis hijos participaran de esta clase de atrocidades — el ingeniero habló tratando de persuadirlo de que no lo hiciera.

    — Yo no soy tu hijo, Lakor — la forma en que le contestó fue bastante fría — No te tienes que preocupar de mí.

    — …Ciertamente — Vitali supo que estaba perdiendo el tiempo.

    Padre e hija, algo molestos con la forma en la que Vyon se expresó acerca de una cuestión familiar, incluso aunque el chico supiera que no tenían noticia alguna de Winter, se marcharon dejándolo para que pudiera hacer lo que le viniera en gana. Ni el ingeniero ni el joven cadete olvidaron la conversación que tuvieron en el momento en el que Gavril estuvo inconsciente tras la desaparición de Airin.

    Vyon aprovechó su oportunidad para hacerle pasar un mal rato al padre de Winter, devolviéndole así el mal momento que vivió cuando su hermana no aparecía por ningún lado. Tras cruzar a muchas otras caras, algunas conocidas y otras no, el cadete llegó hasta el puesto improvisado. Hufan e Yma se encontraban allí, junto a un total de tres traliod que estaban registrando a los participantes de la competencia.

    Vyon creía que ellos dos se habían marchado tras terminar de hablar, y no se los esperaba encontrar allí.

    — Esto es bueno, tengo que aprender a no dejarme intimidar por ellos — Vyon pensaba mientras se acercaba al puesto — ¿Qué es lo que tengo qué hacer para participar? Porque me muero de ganas de hacerlo.

    — Tienes que dejar registrado tu nombre y tu apellido, humano — Hufan quería hacerle creer que había olvidado quien era, aunque eso no había ocurrido — Y ya que estás aquí, te explicaré una regla importante.

    — ¿Cuál es esa regla? — se vio algo impaciente.

    — No importa cuántos vayan a participar, ni cuantos sobrevivan — Hufan sonó lo más severo que pudo — Solo habrá un ganador. Quien gane será el representante de la humanidad, y el resto tendrá que ponerse a trabajar. Si recibes alguna herida no mortal pero que te incapacite para realizar tareas, lo lamento mucho por ti, pero serás llevado a trabajar igualmente. Si no te asusta la idea, firma la hoja con tu nombre y estarás dentro.

    El humano quería mostrarse rudo en aquel momento, dado a que en sus propias palabras dio por sentado que necesitaba aprovechar el momento para que nada de lo que los tiranos le dijeran le pudiera intimidar. Pero saber que cualquier herida que le pudiera suceder no le impediría ser llevado a realizar trabajos era otra cosa totalmente diferente a lo que había imaginado. Tragó saliva un poco intimidado, y sentía cómo sus piernas le estaban empezando a temblar. Notó una sonrisa en el rostro de Yma, quien luchaba internamente para no lanzar una carcajada en aquel momento.

    Con gran resentimiento a los líderes traliod por lo que ocurrió con toda la especie humana, sobre todo sus padres, Vyon eligió firmar igualmente. Y al momento de hacerlo, habló consigo mismo.

    — El fracasado de Winter me derrotó cuando me dejé llevar — Vyon recitaba para sí mismo mientras escribía su nombre — Tengo que dejar mi frustración aquí o moriré inevitablemente.

    Una vez que dejó registro de su nombre y apellido para participar en la actividad organizada por los monarcas del planeta, Vyon contó los nombres de los demás participantes. No reconocía a ninguno, pero asumía que todos eran soldados. Eran un total de veintitrés, algo que lo emocionaba un poco.

    — Esperaba al menos a cincuenta participantes antes de llegar a anotarme — Vyon expresó a los líderes traliod.

    — Vinieron más de quinientos humanos, pero tan pronto escucharon la regla que puso mi amado Hufan, huyeron sin pensarlo — contestó la reina — No se ven capaces para lograrlo, aparentemente.

    — Son cobardes, hicieron bien al quitárselos de encima antes de empezar — Vyon quería dejar una buena impresión, creyendo que ninguno de los dos lo reconocía — ¿A qué hora da inicio esta competencia?

    — Uno de los nuestros tocará un cuerno que resuena siempre que una cacería es exitosa — Hufan le comunicó para que reconociera la señal — Cuando escuches el primero debes presentarte a la puerta sur este de la ciudad. Solo esperaremos unos minutos y luego tocaremos el cuerno una segunda vez. Si no estás allí para cuando suene, olvídate de participar.

    — Estaré atento, entonces — el chico empezó a retroceder — Nos veremos pronto… mis reyes.

    La falsa cortesía mostrada por el joven humano no logró engañar a ninguno de los líderes. Los tres sirvientes suyos que estaban allí para dejar a los humanos registrarse para la actividad tardaron un poco de tiempo en reconocerlo. Pero el rey y la reina supieron que se trataba de uno de los hijos de la comandante Lara, a quienes ellos dos conocían como matriarca.

    — No quiero que gane — Hufan decía en voz alta, aprovechando la ausencia de humanos en las inmediaciones — Yo maté a su madre en frente suyo. Si le doy la oportunidad, intentará traicionarme como lo hizo ella.

    — Es muy joven, amor mío — Yma quería consolarlo — No ganará. De hecho, será un milagro si no es de los primeros en morir.

    Haciendo un poco de caso a su pareja, ambos reyes de los traliod se quedaron allí hasta que todos los demás humanos que restaban por acercarse hicieran lo propio. Tras el paso de unos minutos, continuaron inscribiendo a los seres humanos hasta que dieron con un total de cincuenta y dos participantes. Viendo como nadie más se estaba acercando, rey y reina supieron que era hora de ir a buscar los cuernos y hacerlos resonar para poder convocar a todos los participantes que tenían, aunque esperaban contar con ausencias de último minuto.

    […]

    Cuando el primer cuerno resonó, Vyon, que estaba cerca de la puerta del sur este empezó a moverse. No tenía pensado apresurar el paso, ya que sabía que podía llegar hasta su sitio objetivo antes de que sonara por segunda vez, y que darse prisa solo contribuiría a cansarse. Siendo que no sabía a qué tipo de obstáculo se enfrentaría, el joven se lo tomaba con calma.

    — ¡Vyon! — la voz de su hermana se escuchó detrás suyo.

    Con algo de molestia porque creía que estaba por pasar por lo mismo que antes, el joven se dio la vuelta para verla. En su mente, la situación ideal sería que ella se acercara únicamente para despedirse, pero tenía por certeza que intentaría alguna otra estrategia para convencerlo de que no se dirigiera a competir por el cargo de representante de la humanidad. Al girar, pudo ver que no venía sola, ya que Rosary estaba con ella.

    — ¡Al fin te encontramos! — exclamó Airin, con alivio de haberlo alcanzado — ¡Te buscamos por todos lados!

    — ¿Vienen a desearme suerte? — el chico cruzó los brazos algo molesto — Porque tengo que ir hacia la puerta antes de que suene el segundo cuerno.

    — Vinimos aquí para evitar que te vayas — Rosary le decía con bastante miedo — Por favor, Vyon. No puedes hacer esto. Hufan e Yma seguro saben quién eres. Sé que eres fuerte, y no creo que seas incapaz de ganar una competencia, sin importar cuál pueda ser. Pero ellos realizarán alguna clase de trampa para que no ganes.

    — No parecían recordarme cuando me fui a inscribir — el joven no hacía caso a las advertencias — Si no quisieran que yo ganara, no me habrían dejado participar. Dudo que se tomen alguna molestia para eliminarme. Eso les supondría trabajo. Les sería más sencillo dejarme fuera de esto.

    — Vyon, no vayas a hacer esto — Rosary tomó sus brazos para poder sujetarlo — Tengo un mal presentimiento sobre esto. No quiero perderte ahora. Por favor…

    — Rosary, confía en mí — el chico se dio cuenta de las intenciones de la chica — ¿Recuerdas que Winter casi nunca me invitaba a sus cumpleaños?

    — Sí, pero ¿qué tiene que ver eso con esto? — la chica tenía un gran desconcierto hacia lo que decía.

    — En cada uno de esos días, mi padre me llevaba a los bosques y ríos de dentro de los muros y me enseñaba técnicas de supervivencia — el joven Utkin supo que eso la tranquilizaría — No importa a dónde me lleven estos sujetos, yo encontraré la forma de sobrevivir. Soy fuerte, soy inteligente, y soy el único que no está afectado por la muerte de Renji porque nunca formé un vínculo muy fuerte con él. No solo creo que soy capaz de sobrevivir. Soy capaz de ganar…

    — Vyon, sabes que esto es muy difícil para mí, porque eres mi único hermano y también mi única familia con vida — le decía su hermana — Eres importante para mí, y no quiero que te mueras. Pero si yo y Rosary no podemos detenerte… lo único que podemos hacer es desearte suerte. Sé que no soy lo suficientemente fuerte como para lesionarte y hacer que te quedes aquí. Solo prométeme que vas a regresar con vida.

    — Estás hablando de mí, Airin, si no creyera que tengo oportunidades de sobrevivir, nunca habría aceptado hacerlo — Vyon se acercó a su hermana para abrazarla — Prometo que ganaré esto, y si Hufan e Yma me dan alguna clase de privilegio con la nueva posición que me van a otorgar, lo usaré para conseguirnos una casa más grande… Y eso va para ti también, Rosary.

    — ¿De qué hablas, Vyon? — le preguntó la chica.

    — Tú nos llevaste a tu hogar para que podamos estar acompañados — decía el joven mientras se separaba de su hermana para ir a abrazarla a ella — Te juro que te devolveré el favor. Puedes estar segura de eso.

    — Buena suerte, Vyon — Rosary, viendo que fracasó en su intento por detenerlo, le dio un beso en la mejilla — Sobrevive allí afuera.

    — Haré eso y más, crean en mí — Vyon sonreía mientras se apartaba de ellas para dirigirse a la puerta del sur este.

    Asustadas ante la posibilidad de que algo pudiera ocurrirle, Airin y Rosary se tomaron de la mano para darse fuerza. Pese a que admiraban la seguridad que tenía en sí mismo el chico, no podían evitar preocuparse por el hecho de que esa pudiera ser la última vez que lo vieran. Ambas estaban un poco más tranquilas por el hecho de que al menos tenía la mente fría para realizar esa competencia, aunque hubieran preferido que nunca se hubiera anotado en primer lugar.

    — Airin, vayamos a entrenar un poco — Rosary le sugería a su amiga.

    — ¿Para qué entrenar? — preguntó la hermana de Vyon.

    — Si Vyon sobrevive, pero no gana esto, estará molesto — fue la conclusión de la chica — Y si los reyes vuelven a lanzar esta actividad, querrá participar otra vez. Ahora no estamos a su nivel como para lastimarlo lo suficiente para hacerlo abandonar. Pero la próxima vez no nos daremos ese lujo.

    — Me gusta esa forma de pensar tuya — la chica sonreía ante esa posibilidad — Créeme que, si creyera que entre las dos pudiéramos hacerle el daño suficiente, lo habríamos intentado. Ahora no habría servido. Nos habría derrotado y luego se hubiera ido cansado a competir. Es un cabeza dura.

    — Bueno, si hablar con él no sirve, lo que tendremos que hacer será usar la fuerza — la chica se soltó de su amiga, para luego juntar sus manos — Ahora solo nos queda esperar a que regrese de una pieza… Ay, Vyon.

    — Me creo que mi papá le habrá enseñado muchas cosas, y él sabía mucho acerca de combate y supervivencia — su amiga quería tranquilizarla — En tanto no se enfrente a una amenaza desconocida, sé que podrá salir con vida de esto. Pero como dices tú, tiene que regresar de una pieza.

    Dispuestas a seguir la sugerencia dicha por Rosary, tanto ella como Airin se retiraron para poder realizar un entrenamiento entre las dos. Se suponía que el día de ayer sería su único día libre. Pero lo sucedido con el comandante Renji Yukimura y Vitali Lakor cambió el esquema para todos. Hufan e Yma anunciaron que no enviarían a los humanos a trabajar sin tener un representante apto para el puesto. Por esa misma razón, tan pronto como se anunciase al nuevo representante de los seres humanos, todos regresarían a sus puestos de trabajo habituales.

    Eso se traducía como un día libre para todos los humanos, y las dos cadetes que quedaban en el planeta lo vieron como la oportunidad perfecta para tener un entrenamiento y así tratar de mejorar sus capacidades. Todo con el fin de evitar que su compañero quisiera repetir próximamente el intento de alistarse a una competencia por ser el representante de la humanidad ante los traliod.

    […]

    Vyon se encontraba con los ojos vendados. Encima de una plataforma de traslado, el joven Utkin iba acompañado por un total de trece humanos, siendo catorce solamente los que iban a competir, incluyéndolo a él. Para el momento en el que el segundo cuerno de caza fue hecho sonar por los traliod, menos de un tercio de quienes se inscribieron estaban allí. Para él todo era un beneficio, ya que tendría menos competencia.

    — Son débiles — pensaba Vyon para sí mismo mientras era trasladado a ciegas — Se creyeron con la fuerza necesaria para participar, pero luego se vieron aterrados ante la idea. Hicieron bien. Me están poniendo las cosas mucho más fáciles.

    Junto a él, atados del todo por encima de la plataforma de traslado se encontraban un total de seis mujeres y siete hombres. Todos ellos mayores de dieciocho años, y algunos de ellos por bastante. De la misma forma, todos tenían el rol de soldados en el ejército. Justo como Vyon lo razonó y como el propio Renji creía, la muerte del propio Yukimura causó un efecto negativo en el ejército. Los soldados quedaron tan desmoralizados que rechazaron por completo la idea de participar en la competencia realizada por los traliod, más allá de que algunos de por sí ya tendrían miedo de hacerlo.

    Unas dos horas después de que inició el viaje, Vyon pudo sentir cómo estaba empezando a ser desatado de sus ataduras tan solo unos cinco minutos después de que la plataforma se detuviera. Tras ser bajado de aquella unidad de traslado tan típica de los habitantes del planeta Tralio, pudo sentir cómo era conducido un par de pasos, para luego ser levantado y colocado sobre una montura, en la que podía reconocer que había un guerrero sentado.

    — Será más rápido ahora que se han presentado pocos — un guerrero era el que hablaba ante todos — El patriarca Hufan me ha dejado las instrucciones para esta competencia. Saliendo de la provincia antes gobernada por el patriarca Jil, se encuentra el bosque más peligroso de nuestro mundo. Un patio de juegos para Ybryr cuando este todavía estaba vivo.

    Vyon sentía deseos de maldecirlo directamente, pero temía que pudiera haber alguna especie de represalia por hacerlo. El guerrero que estaba haciendo de orador sonaba orgulloso por el hecho de que Ybryr se encontrase muerto, siendo que no fue otro más que Hufan el que le dio el golpe de gracia, y que ese mismo golpe no fue un golpe como tal, sino un homicidio con un arma de fuego creada por los humanos.

    — Sin nosotros, ustedes ya habrían sucumbido ante Ybryr — Vyon no podía presionar los puños dado a que tenía las manos atadas, posiblemente para evitar que se quitara el vendaje de los ojos.

    — Será el escenario perfecto para la prueba — continuó hablando aquel guerrero — Su objetivo es muy fácil de comprender. Nuestros jinetes los llevarán hacia el otro extremo del bosque a bordo de las monturas. Luego de eso, ustedes tendrán que encontrar la forma de regresar. Será un viaje rápido de ida para ustedes, pero eso es porque nuestros jinetes son cazadores que ya reconocen este bosque. Ustedes irán con los ojos vendados para no poder tomar nota de los alrededores. Y deberán regresar a pie hacia la provincia. Sé que ustedes tienen conocimientos en la naturaleza porque vimos en persona el sitio en el que vivían antes de nuestra aparición. Pero ahora no tendrán nada más que sus propias manos y su cerebro como recursos. Esta prueba los enfrentará a los peligrosos animales que habitan en el bosque, de manera que podremos evaluar su astucia para sobrevivir, y su fortaleza mental al encontrarse a las bestias que los van a acechar.

    — ¿Quién será el ganador? — preguntó una de las mujeres del ejército.

    — Quien llegue primero, y en caso de empate, los llevaremos de regreso al bosque para que repitan la prueba — el guerrero a cargo de las explicaciones les dio una respuesta inesperada — Todos ustedes serán soltados en diferentes lugares del bosque, distanciados lo suficiente como para que les sea difícil encontrarse. Pero en caso de que lo intenten y lo consigan, nos aseguraremos de que no les sirva de mucho, puesto a que no se salvarán de tener que luchar por su cuenta.

    Tanto Vyon como el resto de los participantes de la competencia se veían impresionados por el nivel de cinismo que se reflejaba en la forma en que Hufan e Yma se encargaron de preparar la prueba de modo tal que formar alianzas para sobrevivir no fuera una opción válida en aquel momento. Un par de soldados anotados allí habían optado por inscribirse con la idea de seguir esa estrategia, trabajar unidos y ganar juntos. Pero viendo que no era una opción, deberían hacer el intento para triunfar por su cuenta.

    Antes de partir, el guerrero a cargo de la actividad les dio la última indicación.

    — Este bosque es muy extenso, y es posible que se desorienten — comentó ante todos — Los jinetes que irán con ustedes llevarán varios cuernos que harán resonar. Eso será una guía para que ustedes sepan hacia qué dirección apuntar. Pero tan pronto como llegue la noche, los cuernos dejarán de sonar. Quien no haya llegado para esa hora, tendrá que encontrar el camino de regreso por su cuenta y sin indicios.

    — Iremos retrocediendo, cada vez que hagamos sonar los cuernos, nos iremos moviendo un poco más hacia el límite de la provincia — uno de los jinetes quería meter algo más de miedo — Tocaremos los cuernos hasta el anochecer, pero si tardan demasiado, terminarán quedándose sin la posibilidad de oírlos mucho antes. Y sepan que es probable que los cuernos alerten a las criaturas salvajes que habitan en el bosque.

    — No contestaré más preguntas, con esto es más que suficiente para que puedan acudir a la competencia — el organizador se preparaba para despedirlos — Que el más fuerte de ustedes, tanto física como mentalmente, gane.

    Estando los catorce participantes a bordo de una montura, los jinetes que portaban un cuerno de caza y un garrote para defensa personal, se marcharon con los participantes de la competencia encima.

    Vyon tomó aire a un ritmo tranquilo. Estaba un poco alterado luego de conocer todos los detalles de la competencia. Esperaba que no fuera nada sencillo, pero incluso esa clase de tarea le parecía un poco extrema. Tras inhalar y exhalar durante un par de minutos, el chico consiguió llegar a una paz mental que le haría mucha falta en aquel momento.

    — Papá, mírame — el chico recordaba los días en los que se reunía con él — Voy a ganar aprovechando todo lo que me enseñaste.

    […]

    ¿Otra vez no te invitaron al cumpleaños de Winter? — preguntó Gavril a su hijo, con una sonrisa en su rostro.

    No, pero no lo necesito, Winter es el más tonto de nosotros — Vyon despreciaba bastante a su compañero cadete — No me interesa ser su amigo.

    No deberías despreciarlo así, hijo, todos tienen un potencial oculto que solo pocos podemos ver — Gavril se acercó para acariciarle los cabellos — Pero bueno, me estoy acostumbrando a estas salidas contigo.

    ¿Qué consejo de supervivencia me vas a enseñar ahora? — Vyon se veía muy ilusionado por aprender de él.

    Te enseñaré a cómo reconocer a los animales salvajes del bosque, y también a cómo defenderte de ellos — su padre decía mientras se lo llevaba en una caminata por el bosque dentro de la zona amurallada — En el interior de los muros no hay esa clase de animales, pero cuando llegues a cierta edad, tendrás que salir. Será mejor que vayas aprendiendo a cómo defenderte de ellos.

    […]

    Invadido por la nostalgia de aquel recuerdo con su padre, fallecido hace más de un año a manos de Elber, Vyon quedó tan distraído que le costó darse cuenta de que el jinete que lo trasladaba había ordenado a su montura el detenerse. Para él nada más habían transcurrido un par de segundos en los que rememoró aquel día en el que dio un paseo por el bosque junto a su padre, pero en realidad, una hora de diferencia e incluso unos minutos más habían tenido lugar.

    Lo primero que hizo el jinete fue asegurarse de que estaban a salvo, y una vez se dio cuenta de que estaban así, bajó de su montura para luego ayudar a Vyon a prepararse para la competencia. Poco hizo además de apartarlo un poco de la entrada a la zona repleta de árboles y quitarle las ataduras de las manos.

    Estando liberado el chico, él corrió hacia su montura, para darle la indicación final.

    — ¡Quítate la venda de los ojos y luego regresa hacia la provincia! — fue la orden del jinete, que luego lanzó un grito.

    Vyon creyó que la venda le sería sustraída por su propio escolta, pero para cuando se la sacó de los ojos usando sus manos ya liberadas, no pudo ubicarlo más con la vista. El chico se dio cuenta de que todo aquello fue un truco para evitar que este siguiera con la vista al jinete. Ni siquiera tuvo una oportunidad de preguntarle alguna clase de indicación.

    — ¿Cuánto tiempo pasé a bordo de ese animal? — se decía para sí mismo — Bah… Da igual, seguro que a pie y teniendo que estar alerta de que no me ataquen, voy a tardar mucho más en regresar.

    El joven Utkin decidió guardarse la venda que cubría los ojos en el bolsillo de su pantalón, en caso de que la necesitara por si recibía alguna clase de herida que empezara a desprender algo de sangre. Sin saber si podía empezar o no a emprender el camino de regreso, Vyon optó por iniciar, con tal de ganar algo de tiempo para que no se le hiciera de noche mientras todavía se encontrase allí.

    — Quizá deba buscar algún palo y una piedra para encender fuego — el joven creyó que no estaría de más — Será pesado, pero hacerlo de noche me será difícil, además, el fuego sirve para ahuyentar a algunos animales.

    Mientras estaba metido en sus pensamientos, el chico escuchó como resonaban los cuernos de caza tocados por los jinetes que habían trasladado a los participantes a las afueras del bosque. Sorprendido por el hecho de que ya los hubiera podido escuchar, este empezó a avanzar para no perder el tiempo. Recordando el importante hecho de que los jinetes iban a avanzar a medida que el tiempo pasara, empezó a mover las piernas hacia adelante, observando a los alrededores para no dejarse sorprender por ningún depredador, pero estando atento para ver si podía localizar algo que le ayudara para hacer un fuego o que pudiera servirle como arma.

    El bosque estaba lleno de árboles caídos que conformaban troncos de madera seca, y el joven no recordaba que su recorrido hubiera sido tan agitado, posiblemente a raíz de la experiencia del jinete en aquellos bosques, partiendo del hecho de que eran cazadores.

    Apuntaba con la vista a cada ángulo para tratar de encontrar alguna ventaja allí dentro, y fue cuando miró a la derecha que pudo observar una silueta moviéndose entre los árboles. Con cuidado de no alertar al animal que sabía que estaba acechándolo, Vyon se arrimó hacia el árbol más grande para observarlo con atención. Pudiendo ver allí que se trataba de un animal salvaje con piel de color blanco.

    — Un cazador silencioso — recordaba de las lecciones de su padre — Tienen patas que les permiten moverse sin hacer ruido, pero su pelaje no ayuda en su camuflaje. Serás sencillo de evadir.

    Vyon se movió lentamente retrocediendo un poco, sabiendo que era el sonido de sus pisadas al correr las que le hacían más fácil al animal seguirle el rastro. Tras retroceder unos cuantos pasos, el joven Utkin se empezó a mover en diagonal, mirando siempre a la zona en donde había podido localizar al depredador, pero sin descuidarse del resto del paisaje. Una vez que pasaron diez minutos, el joven adolescente se dio cuenta de que lo había despistado al no poderlo divisar más, lo que fue una señal para que retomara el recorrido hacia adelante.

    Corrió durante quince minutos por el interior de un bosque donde los árboles empezaban a hacerse cada vez más bajos en altura y con ramas más gruesas, y no fue hasta que escuchó un grito que detuvo su avance.

    — ¡Auxilio! — la voz era de un hombre que parecía ser joven — ¡Alguien! ¡Ayúdenme!

    — Eso podría atraer animales en los alrededores — Vyon empezó a moverse de puntillas para hacer poco ruido — Veré si puedo rodearlo.

    No tenía intenciones de inmiscuirse en una pelea para salvar la vida de nadie, sobre todo tras enterarse que un empate solo llevaría a reiniciar la prueba para él y los que estuvieran empatados. Solamente quería apartarse lo más que pudiera de la fuente de aquel ruido.

    — ¿Qué es ese ruido? — pensó para sí mismo al quedarse quieto.

    Concentrado de lleno en todo el bosque que lo rodeaba, el joven Utkin logró distinguir un ruido más que sobresalía un poco por encima de los gritos de desesperación provenientes de uno de los humanos que se anotó para la competencia. Una vez que lo identificó, supo que se trataba de un animal salvaje. Quedándose quieto totalmente, pudo confirmar qué estaba en lo correcto.

    Una bestia cuadrúpeda con el pelaje negro y melena de color rojo como si fuera un león, se apareció frente a él, delante de unos árboles que se alzaban en frente suyo. Necesitó de unos veinte segundos para poder reconocerlo, pero tan pronto como lo vio levantar la cabeza como si estuviera intentando percibir un olor, el joven recordó una lección dada por su padre.

    […]

    Estos animales tienen un olfato único, según nuestras observaciones — Gavril le mostró por su dispositivo móvil una foto de un animal — Les cuesta detectar un olor, pero tan pronto como lo logran, fijan su vista en su objetivo y no lo pierden. No hay manera de evadirlo una vez que te detecten, tus únicas opciones son pelear hasta matarlo o trepar un árbol hasta que se aburra y se vaya.

    ¿No corro peligro de que trepe y me alcance? — Vyon preguntaba, mirando con asombro y un poco de miedo a la criatura que su padre le mostraba — Podría quedarme sin salida si me subo a un árbol.

    Este animal no sabe trepar, así que una vez estés sobre un árbol, estarás a salvo — su padre le explicaba una táctica salvavidas — Estará mirándote por unos minutos, pero cuando vea que no bajas de allí, se alejará para buscar otra presa. Debes darle tiempo suficiente para que se aleje y te pierda el rastro.

    ¿Vas a enseñarle esto a todos los demás? — el joven que tenía doce años en ese tiempo disfrutaba de ser el único que conocía ese detalle.

    En algún momento, pero de momento, el único que tiene el lujo de saberlo eres tú — le contestaba Gavril, para luego de eso alzarlo en sus brazos — Mientras todos se divierten en la fiesta de Winter, tú estás aprendiendo algo que ellos tardarán más en descubrir. Los sorprenderás a todos cuando eso suceda.

    Estando en brazos de su padre, Gavril empezó a moverlo por los aires para tratar de hacerlo disfrutar ese momento. Para Vyon era una sensación bastante agradable, y fue por eso que empezó a reírse a carcajadas mientras su padre jugaba con él. Pese a estar en las puertas de la adolescencia, Vyon disfrutaba esos momentos que le daba su padre.

    […]

    — No podrás alcanzarme — Vyon habló con el animal, sabiendo que no lo podría entender — Vete a buscar otro objetivo si tienes hambre.

    Tal y como su padre le había comentado, el animal de pelaje negro y melena terminó por detectar a Vyon al encontrarse a poca distancia. Pero el joven Utkin se anticipó y ya se encontraba de pie sobre la rama gruesa de un árbol para cuando el animal se le acercó. Sujetándose para no caer mientras esperaba a que el depredador se marchara, Vyon lo miraba fijamente. Estaba bastante maravillado por la belleza de aquel ser vivo. Quedó maravillado al verlo en una imagen desde el teléfono de su padre, y tenerlo cara a cara, aunque fuera en una situación algo peligrosa, le resultaba encantador.

    Ambos se miraban sin mover un solo músculo. El humano para no tambalearse y caer, y el animal atento esperando un error en él. Pasados unos doce minutos desde que subió al árbol, el acechador se dio cuenta de que el joven no caería, y se empezó a marchar. Vyon no le quitaba el ojo de encima.

    Tanta era la distracción del joven humano que no se dio cuenta de que estaba siendo acechado por otra clase de organismos. Desde la copa del árbol aparecieron tres insectos del tamaño de una cucaracha hogareña, con un color grisáceo que podía camuflarse con facilidad en el tronco del árbol y con una especie de aguijón en la cabeza. Una ligera cosquilla fue sentida en la mano de Vyon que se encontraba haciendo de apoyo en el tronco, y cuando se percató de que tenía unos tres insectos abordándolo, apartó la mano de allí. Los tres bichos que subieron a su mano le picaron, y el joven tardó un segundo en poder sacudírselos después de que sintió los tres pinchazos con una fuerza considerable para el tamaño tan pequeño de esos insectos.

    Utkin dejó salir un par de gemidos de dolor mientras se aseguraba de aplastar a los insectos para evitar más picaduras. Una vez que se aseguró de que no tuviera más insectos en la piel o la ropa, se examinó la mano, pudiendo ver tres ronchas que se formaron casi instantáneamente, notando como salía algo de sangre con un poco de pus de una de ellas.

    — ¡Mierda! — exclamó mientras se sujetaba la herida — ¡Arde mucho!

    En un intento para ver si podía conseguir algún efecto positivo, Vyon tomó la venda que se había guardado y trató de ponérsela alrededor de su muñeca en un intento de hacer algo de presión y evitarse alguna infección. Sin embargo, teniendo una sola mano disponible al no haber sido picado en una extremidad inferior, no logró hacer un nudo que presionara lo suficiente. Con el susto al no haber podido identificar al insecto que le había picado, Vyon dio un salto y empezó a correr con el objetivo de buscar alguna fuente de agua limpia que le sirviera para poder hacer el intento de desinfectarse su herida.

    Sabía que ante cualquier herida abierta tenía que limpiarla y luego cerrarla, pero no había recibido nunca consejos para tratar con piquetes venenosos. Al correr al frente para ver si podía divisar algún charco o pozo en el que pudiera limpiarse, movía su cuerpo de forma tal que el veneno que le inyectaron los tres insectos que le picaron se estaba empezando a transportar por su torrente sanguíneo con bastante facilidad. Al cabo de cinco minutos, al síntoma del picor de su mano se le sumó un leve frío que invadía la parte superior de su cuerpo.

    — ¡Me envenenó! — Vyon luchaba para seguir moviéndose — ¡No es posible que me haya distraído así! ¡¿Qué tengo que hacer ahora?!

    El joven hizo su esfuerzo para buscar entre sus recuerdos alguna conversación con su padre que le pudiera dar un indicio de qué hacer en esos casos. Pero sin un anti veneno o algo para limpiar o desinfectar su herida, producto de encontrarse en la intemperie, poco podría hacer.

    — Dijeron que en los bosques habitaban insectos venenosos — el chico lo oyó decir a uno de los traliod — ¿Cómo pude olvidarme de eso? Me voy a morir si no hago algo.

    Pese al frío que sentía, cuando prestó atención a su cuerpo, notó que estaba sudando de forma ligera, y al tocarse la frente fue capaz de percibir que tenía bastante fiebre. Le causaba mucho más miedo el hecho de saber que, pese a que sus maestros le enseñaran que contaba con un sistema inmune mutado a causa de la radiación a la que se expusieron sus padres en la Gran Catástrofe, el veneno le estaba haciendo efecto y muy rápido.

    — ¿Será tan mortal, o es porque me dejé picar por tres insectos? — Vyon sentía que se empezaba a agitar mucho más mientras avanzaba.

    En tan solo siete minutos, el veneno se extendió por varias zonas de su cuerpo. Vyon cayó al suelo con el cuerpo paralizado, sintiendo frío, experimentando fiebre y una enorme hinchazón en la mano. Aunque había caído, se rehusaba a rendirse, y con las fuerzas restantes, trató de moverse hacia adelante para tratar de seguir su búsqueda de una fuente de agua.

    Los cuernos de caza que portaban los jinetes volvieron a sonar, señal de que pronto se moverían de aquel lugar. El chico ya no estaba luchando para tratar de ganar la competencia, sino que se esforzaba por tener oportunidad de sobrevivir. El cansancio se apoderaba cada vez más y más de él, hasta que se quedó sin fuerzas para moverse. Lo único que salía de él eran lágrimas, creyendo que iba a morir envenenado y sus restos quedarían allí para cualquier depredador que anduviera cerca. El otro escenario que imaginó era siendo devorado por un cazador mientras el veneno le arrancaba la vida de su cuerpo.

    — Airin, Rosary… — el chico pensó en su hermana y su amiga, quienes quisieron impedirle anotarse a la competencia — Tenían razón… No debí haberme anotado para esta competencia… Fue un error… Me voy a morir aquí… — de pronto, sus pensamientos cambiaron hacia otras personas — Mamá, papá… He fallado. Se suponía que yo era apto para sobrevivir. Me han enseñado mucho, y, aun así, fracasé… Lo siento… No tenía la intención de morir aquí. Perdónenme por haberme equivocado al participar, y por el haber permitido que una distracción acabara conmigo.

    Luego de esos pensamientos, las fuerzas de Vyon quedaron totalmente mermadas. No podía mover más sus músculos, y su sangre estaba totalmente contaminada por todo el veneno que los tres insectos le habían inyectado con sus picaduras. Quedó inconsciente en tan solo tres minutos de haber sido paralizado del todo, y antes de que diez minutos pudieran seguir teniendo lugar, el joven Utkin terminó perdiendo la vida.

    Para cuando el tercer cuerno de caza fue hecho sonar por los cazadores, sus oídos ya no pudieron escucharlos, quedando solo su cadáver en el sitio que fue su caída.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hey, amigo, nuevamente vuelvo a estar por aquí :\*u*/:. No es muy común que lea tan seguido, pero se dio la circunstancia y aquí estamos. Gran capítulo, este pov de Trailo. Iré directo al comentario y a mis sensaciones.

    Empezamos con Vyon y Airin conversando acerca de una competencia que los trailod planean para sacar de ahí al próximo líder humano al que manipular. Al parecer, el joven Utkin planea apuntarse para obtener el puesto y sus intenciones son evidentes: traicionar eventualmente a los reyes trailod. Airin trata de persuadirle sin éxito, pues el chico está más que determinado. Bueno, qué decir... Vyon le echa huevos. La tiene difícil, pero si lo consigue, su personaje daría un salto de calidad en el escalafón de personajes top. Tiene la chance ahí.

    Tras esto, el propio Vyon se dirige a inscribirse a la competencia, cruzándose antes con Vitali y su hija Valiana. Estos se sorprenden de verlo dispuesto a apuntarse, pero la frialdad del joven deja en evidencia que no le importa en absoluto lo que piense la gente, en especial los Lakor, a quiénes no tiene en especial estima. Vyon se encuentra en el puesto para inscribirse con Hufan e Yma (que asco me dan estos seres :ewww:) y aunque estos lo reconocen e intentan intimidar con la regla de "si te hieren y estás jodido igual vas a trabajar", Vyon no titubea en exceso y accede a competir. Wow, admito que tiene huevos. Aunque Hufan e Yma lo conocen y saben cuáles son sus obvias intenciones...

    Airin y Rosary intentan detener a Vyon, que ya se encuentra de camino a la competición, pero no logran disuadirle y aseguran que se pondrán a entrenar entre ellas para poder detenerlo (violentamente) en la siguiente oportunidad, si es que el chico sobrevive. Vyon llega al lugar y es llevado a un punto con los ojos vendados. Tras esto, los catorce soldados que se han presentado a la prueba reciben las instrucciones de como será esta. Personalmente, la tienen bien jodida. Un bosque con criaturas salvajes, tener que guiarse para salir de ahí con ruidos que pueden rebotar en diferentes puntos, sin poder hacer alianzas... Damn, está difícil. Por suerte para Vyon, su padre lo llevó a aprender supervivencia en los bosques, algo que vemos reflejado en un breve flashback.

    Después pasamos a ver a Vyon ya en la prueba, sin posibilidad de seguir con la mirada al jinete que lo dejó ahí. Una vez se adentra en el bosque, no tarda en encontrarse con un "cazador silencioso", del cual conoce sus características por haber aprendido con su padre. Logra despistarlo con cierta facilidad, momento en el que escucha un grito de auxilio, pero obviamente no piensa ayudar a nadie ya que no le sirve de nada para ganar, sino todo lo contrario. Es entonces cuando se encuentra algo parecido a un león, y por indicaciones de su padre mediante otro flashback (para los nostálgicos de Gavril este es un capítulo para llorar :yagami:), es consciente de que escapar de él solo tiene dos salidas: pelear o trepar un árbol. El depredador termina cansándose de esperarle y se va, pero Vyon no es consciente de que tiene tres insectos sobre él y estos le pican, envenenándolo lenta pero inexorablemente.

    El joven Utkin termina desfalleciendo eventualmente en un giro que, personalmente, no me esperaba ver. Creía que verdaderamente podría ganar sorprendentemente la competencia, pero en su lugar fue por creerse más de lo que era y murió en vano, dejando a la pobre Airin sin familia. En fin, tremenda locura, amigo. Ni me esperaba esto. No es una muerte que duela (por lo menos a mí :dancecat:) pero no deja de ser impactante, ya que pensaba que su personaje llegaría a más.

    Bueno, gran capítulo. Nos vemos a la próxima. PD: veo que ahora eres un tipo chill de cojones. :eye:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    7079
    Saludos. No esperaba estar publicando dos capítulos en esta semana, pero siendo que la próxima semana me voy a encontrar ausente de vacaciones, creo que sería apropiado hacerlo XD.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk que siempre encuentra ratos para leer y dejar sus comentarios, y eso es algo que aprecio como no se imagina. La realidad es que me da mucho ánimo saber que está tan atento a la historia como para leerse dos capítulos en una semana, ya que eso significa que le está gustando el rumbo, y no puedo evitar sentirme muy bien por eso :) Espero este capítulo le agrade tanto como los anteriores que ha estado leyendo.

    Como ya dije en el anterior, la guía y la cronología la completaré cuando regrese de las vacas. Sin más para decir, dejo el capítulo.



















    He venido por ti:

    Tauvim sentía como los disparos de las armas de aquellos que aseguraban ser seres humanos impactaban una y otra vez en contra de su escudo, algunos incluso pasando a través de él para chocar contra el metal de su armadura. Superado en número totalmente, apenas podía disparar tres balas después de haber recibido unas diez.

    Mirando a su alrededor, se encontró con un escenario que creyó posible, pero no tan temprano. La mitad de sus guerreros yarlemianos y velivinos habían caído, y la otra mitad estaba en ello. Ni siquiera con la ventaja de aquellos que llegaron para hacer de apoyo lograron causar un daño significativo a los seres humanos. Por lo que pudo ver a través del visor de su casco, pudieron herir a un total de diez seres humanos, pero no logró provocar ninguna baja en el bando enemigo.

    — Se nota que su mundo estaba en guerras constantemente — Tauvim recordaba la información que su satélite llegó a extraer — Por eso mismo crearon las armas nucleares, para no tener que verse ellos mismos en estas situaciones.

    Los humanos que provenían del planeta Edagr, a medida que mataban a los enemigos de la Sociedad Galáctica, iban formando un círculo cada vez más cerrado en contra de los ya bastante reducidos guerreros velivinos y yarlemianos. El líder de estos en aquel mundo, asustado ante la posibilidad de que pudiera perder la vida en cualquier momento, realizó una maniobra plenamente defensiva. Soltó su arma y con la mano que le quedó libre tomó un segundo escudo, perteneciente a uno de sus camaradas caídos en combate.

    La lluvia de balas le llegó por todos lados, y su única manera de evitar que su armadura recibiera daños era moverse con los escudos inclinados para así tratar de desviar el objetivo de sus enemigos. Notando eso, la humanidad eligió otra estrategia. Los ataques cesaron desde uno de los ángulos de Tauvim, de modo que este ya no volvió a cubrirse con sus escudos en esa dirección, suponiendo que sus atacantes habrían quedado sin balas. El velivino situó sus escudos al frente, todo para bloquear todos los disparos recibidos.

    — ¡Es tu turno! — fue la orden del comandante Lakor.

    El líder velivino se centró en él, quien lo había desafiado varias veces, negándose a formar una negociación con él e incluso haciendo caso omiso a sus amenazas, desestimándolas a todas cada vez que salían de su boca. Lo que le impedía realizar una carga ante él era el hecho de que no podría asestar un golpe mortífero con un escudo.

    Tanta fue su distracción que no podía notar que el único ser no humano presente en aquel grupo se estaba acercando desde atrás. Allecreod, con un movimiento veloz, se acercó corriendo hasta él y tras haber activado la mecánica que hacía rotar la punta de su lanza para convertirse en un perforador potente, derribó al líder de los enemigos utilizando el metal de su arma para hacerle perder el equilibrio. Con los escudos aún en mano, Tauvim cayó de espaldas y ambos brazos extendidos. Allecreod perforó primero su hombro izquierdo, demostrándole la diferencia de poder que tenía su lanza en comparación con la resistencia que podría ofrecer su armadura. El metal fue perforado sin problemas, y varios trozos de este se incrustaron en los músculos y la piel de Tauvim, quien empezó a sangrar y a gritar de dolor. Rápidamente, el ryfier retiró su arma de su blanco inicial para luego realizar el movimiento nuevamente sobre el hombro derecho.

    Fue más brutal en esa ocasión, manteniendo la punta de la lanza por unos quince segundos más. Tauvim sentía como la garganta se le desgarraba ante el dolor de sus gritos, mientras perdía tejido, sangre y nervios ante el ataque del enemigo. Para cuando Allecreod se detuvo, el velivino quedó totalmente inmóvil en el suelo. No tenía forma de mover los brazos, y el peso de ambos escudos no le permitía ponerse de pie.

    Cerró los ojos mientras las lágrimas de dolor lo inundaban, pero sus oídos todavía podían escuchar el combate. Al cabo de unos tres minutos, los disparos infligidos por la humanidad cesaron tras empezar a aminorar lentamente. Cuando abrió sus ojos, movió la cabeza en cada dirección, solo para ver cadáveres de los suyos. Él era el último que quedaba con vida, y supo que su única esperanza radicaba en la llegada de Siban, tal y como uno de sus guerreros había prometido.

    — ¿Se acabó? — Tauvim escuchó la voz del humano que dio pie al ataque — ¿O todavía quedan más soldados para que los enfrentemos?

    — Te estamos regalando la posibilidad de rendirte — Natasha habló tras su esposo — Si tienes más guerreros esperándonos, diles que salgan de esa nave con las manos en alto y les perdonaremos la vida.

    — Te dije… — el velivino era invadido por el dolor — Te dije que no te metieras conmigo.

    — Lo sé, te escuché claramente — Ace le respondió con cierta frialdad — Te he dejado vivo para que puedan darte alguna especie de tratamiento. Si pudieron robarse a los humanos de mi mundo sin ser detectados, me imagino que tienen tecnología avanzada para reconstruir tus hombros.

    — Esta charla no tiene sentido — Noak se mostró molesto, sintiendo todavía algo de adrenalina por la pelea — Tenemos que entrar allí ahora. Si quedan más soldados, los aplastaremos. Solo tenemos a diez soldados heridos, y no es nada más que un corte. Desde la Gran Catástrofe, una infección tiene muy pocas probabilidades de matar a uno de nosotros. Ordénale abrir la puerta y que saque a los nuestros de allí.

    — Noak, tranquilo — Faron le colocó una mano encima — Tienes el derecho de estar furioso, pero aquí tú no das las órdenes. Haremos lo que el comandante ordene.

    Tauvim observó sorprendido la manera tan brusca en la que el humano que se hacía llamar Noak le apartó la mano a su compañero de encima suyo. Estaba muy asombrado con esa conducta. Nadie en la alianza que habían formado las dos especies se trataba así, al menos no sin una provocación directa. Pero ellos dos, que eran de su misma especie, lo hacían sin problemas.

    — No puedo creer que una especie tan conflictiva nos haya encontrado y nos haya derrotado — Tauvim lo creía irreal — Incluso Casseirem mantenía unidos a los suyos.

    — Tauvim… — Ace se agachó para quitarle el casco y finalmente verlo a la cara — Te he realizado una pregunta. ¿Tenemos que esperar más hostilidades de los tuyos? Porque si es así…

    — Se acabó, humano — el velivino admitía la derrota en su dolor — Soy el único que queda con vida. No hay nadie más que yo, y viendo que me encuentro tirado aquí…

    — Es una trampa — Noak no quería ser tomado por un tonto — Tan pronto como nos paremos en frente de esa puerta, recibiremos el ataque de más de su resistencia.

    — No, te aseguro que no queda nadie — a Tauvim le dolía todo, tanto lo emocional como lo físico.

    — ¿Cómo abrimos la puerta para comprobarlo? — Natasha lo preguntaba sin intenciones de conflicto.

    — “Apertura autorizada” — Tauvim pronunció esas palabras.

    Nadie esperaba que eso tuviera alguna clase de efecto, pero fue una gran sorpresa en el momento en que la compuerta por la cual había salido el último enemigo con vida se empezó a abrir ante la vista de todos ellos. Una compuerta de gran altura se abrió de par en par, y así fue como los soldados humanos pudieron echar un par de vistazos al interior de aquel sitio.

    — Yo me quedaré aquí afuera junto a Natasha y Noak para custodiarlo — Ace dio una orden que le pareció sensata — Faron, Allecreod, llévense a la mitad de los soldados y busquen a nuestra gente.

    — Como usted ordene, comandante — Allecreod respondió a lo dicho por Ace.

    El ryfier y el humano lideraron a los soldados que se adentraron al interior de aquella nave. Pese a encontrarse tirado en el suelo y sabiendo que estar entre enemigos no era seguro, el líder de la Sociedad Galáctica empezó a reírse a carcajadas. Noak, Ace y Natasha sentían un odio profundo hacia él, junto con los otros humanos que se acercaron para tratar de intimidarlo de alguna forma.

    — ¡¿Qué es tan gracioso?! — Noak estaba perdiendo la paciencia con él — ¡Si mataron a los nuestros…

    — Están a salvo — Tauvim encontró la forma de hablar entre risas — Pero están encerrados en una sala que solo se puede abrir con un comando escrito en una máquina. Dicho comando debe ser ingresado en el idioma primitivo de mi especie, el cuál creo que ustedes no podrán comprender… Y viendo que mis brazos están incapacitados para moverse, creo que será imposible liberarlos de aquella sala.

    — Tan sencillo como destrozar las paredes — uno de los humanos de ER le refutó su estrategia.

    — Tan pronto como el sistema de defensa de la nave detecte a una especie extraña causando destrozos, activará las medidas de seguridad y retirará el oxígeno de la nave — Tauvim le intimidó bastante con esas palabras — No hay forma en que puedan sacar a sus humanos con vida de allí.

    Ace ciertamente estaba sorprendido con la tecnología tan avanzada que tenían los enemigos. Era asombroso el hecho que tuvieran un código de cifrado que dependiese enteramente de un idioma primitivo, y el sistema de seguridad que se activaba solo cuando una especie ajena al control de la nave estuviera ocasionando destrozos era impresionante.

    — Tal vez debieron haber aceptado el trato — Tauvim quería sentirse superior en ese aspecto, para compensar su derrota en la batalla.

    — Es un buen sistema, Tauvim — le contestó Ace — Pero como dije cuando hablé contigo, vine de muy lejos para quedarme atrás… Faron — el comandante llamó a su soldado — Comprueben que no quede ningún enemigo allí, y no toquen nada. No será posible que ustedes rescaten a los nuestros. Pero con solo confirmar que no habrá más resistencia, estaremos bien.

    El velivino miraba con intriga la manera tan confiada de hablar de aquel que se decía comandante de ese grupo de humanos. No tenía entendido cómo iban a salvar a los suyos si él había dicho ya que era una tarea imposible. En aquel momento, lo que más deseaba era poder verlo a la cara, y así saber cómo se veía el responsable de su derrota.

    — Xorxaik, desciende en un lugar abierto — Ace envió una nueva orden al robot de la nave — Ya hemos terminado aquí, y necesitamos de tu ayuda.

    Dado a que no tenía muchos conocimientos de la cultura humana, Tauvim creía que Xorxaik era el nombre de algún otro humano. Su cara no mostró sorpresa alguna, y cuando la nave empezó a descender al suelo del planeta Yarlem, tenía deseos de sonreír en forma de confianza. El dolor que sentía le impedía realizar una mueca de felicidad, pero hubiera querido poder hacerlo al momento en el que viera a un ser humano descender para intentar acceder a sus máquinas.

    — No importa que tan inteligente sea el humano llamado Xorxaik — Tauvim le lanzó la advertencia — No vas a rescatarlos. No le será posible hackear nuestra seguridad.

    Ace, Natasha y Noak no respondieron ante la provocación de Tauvim. Sabían que tenían la sartén por el mango, y fue eso lo que los llevó a mantener la calma ante esa situación. Tauvim seguía perdiendo sangre y fuerzas con ello. El dolor pronto terminaría ganándole y podría hacerle perder el conocimiento. Tan pronto como la nave aterrizó, los humanos que se encontraban heridos recibieron una autorización del comandante para ir a la sala médica por antibióticos para tratar las infecciones.

    El velivino luchaba para no quedar inconsciente antes de que pudiera ver a los seres humanos fracasar en su búsqueda, pero cuando empezó a escuchar pisadas más pesadas en la zona, giró su cabeza y fue allí que pudo ver a un ser bastante alto y hecho totalmente de metal. Sabía que eso no era un humano, pero tenía total desconocimiento de lo que podría ser. Xorxaik se acercó a pie hasta ellos, dando una impresión mucho mayor a Tauvim, quien se encontraba lo más bajo que el suelo le permitía.

    — Xorxaik, necesitamos que invadas los sistemas de seguridad para poder rescatar a los nuestros — Ace le ordenó a su robot — No será posible hacerlo por nuestra cuenta.

    — Inicio protocolo de invasión — la voz antinatural del robot asustó a Tauvim — Sistemas de seguridad se apagarán en cinco minutos.

    — Muy bien, Faron y Allecreod se encuentran allí dentro — Natasha señaló al interior de esa nave gigantesca — Ve a buscarlos y ayúdales a sacar a los secuestrados de allí.

    — Recibido, subcomandante Zafiro — el robot empezó a caminar para adentrarse al interior de aquella nave.

    La forma en la que hacía que el piso temblara a sus pasos ocasionó pánico en el velivino, viendo que sería un enemigo muy difícil de vencer si es que alguna vez debían de hacerle frente. Pero lo que más lo aterraba era el hecho de que no estaba hecho de materia orgánica.

    — ¡Ustedes lo crearon! — Tauvim sentía un miedo profundo hacia los humanos — ¡La vida artificial es un delito para mi gente! ¡Ustedes fueron capaces de crear esa clase de monstruos!

    — No lo creamos nosotros, solamente lo perfeccionamos — Ace le dio la espalda a Tauvim para luego tomar a Natasha y llevársela un poco lejos de allí.

    — ¡Monstruos! — Noak veía como Tauvim le gritaba a él solo por el hecho de estar cerca — ¡La naturaleza diseñó la vida! ¡Y la vida solo tiene permitido diseñar tecnología para su evolución! ¡Ustedes han adoptado la vida artificial, contrario a los designios de la naturaleza!

    — El único monstruo que estoy viendo aquí eres tú — Noak lo amenazó para que se callara — Solo te dejo con vida porque estoy esperando a hacerte pagar por lo que le hayas hecho a mi esposa y a mi hija. Pero si no les hiciste nada, puede que me vea inclinado a no lastimarte demasiado.

    Estando solo y herido, Tauvim supo que sus provocaciones y reclamos ya no tenían ninguna clase de lugar allí mismo. Vencido totalmente, el ser se quedó sufriendo mientras el dolor le quitaba las fuerzas. Pronto llegaría el turno de él para desmayarse derrotado. Su único consuelo era que su armadura y las cámaras de la nave estaban transmitiendo a todos los demás de su especie lo que estaban viviendo allí mismo.

    Lejos de todo el grupo de gente, Ace y Natasha se encontraban hablando a solas acerca de un tema importante para ambos, que no concernía al resto de la humanidad.

    — Me corresponde ser la cara visible por el hecho de ser el comandante — Ace le decía a su esposa — Quiero que vayas a la nave a buscar a Arick. Te haré una señal para traerlo. Se ha portado bien, y merece reencontrarse con su amiga.

    — Lo traeré, estoy seguro de que estará feliz de verla otra vez — Natasha estaba dispuesta a cumplir las órdenes dadas por Ace — Podremos regresar pronto a casa. Me alegra que esto haya terminado tan rápido.

    Una vez terminó de hablar con su esposa, Ace se acercó de nuevo al sitio en el que se encontraban Noak y Tauvim. Antes de que el velivino quedara desmayado por completo, el comandante Lakor llegó a ver en él una expresión de terror y angustia incomparable, que solamente era incrementada por el dolor que sentía. Sin más fuerzas en él para luchar, Tauvim quedó totalmente inconsciente ante los enemigos que le habían hecho todo ese daño.

    — No creo que siga siendo de utilidad — Noak le decía a su comandante — ¿Lo matamos?

    — Déjalo aquí, dijo que tendría amigos que vendrían por él — Ace recordó esa charla — Es de las pocas cosas que me creo de todo lo que dijo. Que lo encuentren así.

    […]

    Arick sentía mucha esperanza dentro de él. Llegó a percibir que la nave había entrado a la atmósfera de aquel planeta, y supo que sus padres habrían triunfado en la misión. No tenía en su móvil ningún mensaje de Xorxaik que le indicara cómo iban a ser los procedimientos de rescate, pero siendo que no tenía permitido dejar su habitación nada más que para irse al salón comedor o a uno de los baños, eligió quedarse allí hasta que alguna necesidad apareciera.

    Unos minutos de espera tras haber aterrizado habían transcurrido, y él se puso en alerta en el momento en el que su madre pasó por la puerta de su cuarto. Con la armadura puesta, pero sin el casco para cubrirse el rostro, Arick creyó que la misión había sido un éxito.

    — ¡Mamá! — el joven Lakor se levantó algo emocionado — ¡¿Lo lograron?!

    — En el momento en el que tu padre me dé el visto bueno, bajarás conmigo de la nave — le comentó la sub comandante de ER — Así podrás reunirte con Sky.

    Arick nunca había esperado que le dieran la oportunidad de bajar de la nave, ni siquiera en sus días de mayor optimismo. Creía que se quedaría a bordo hasta que regresaran a casa, y que sería su propia amiga quien aparecería ante él. Pero dado a lo dicho por su madre, él tendría la oportunidad de acercarse a ella y darle una sorpresa más rápida. Emocionado por lo que le permitirían hacer, el chico se acercó a su madre y le dio un abrazo para transmitirle su alegría por recibir aquella clase de permiso.

    — Gracias, mamá — Arick le decía con alegría — Significa mucho para mí volver a verla y poder pedirle perdón.

    Natasha siempre había querido mucho al chico, tanto como ella amaba a Azel. Era por esa clase de razones que ella le tenía tanto aprecio, el chico era muy parecido a su padre y mostraba una gentileza que ella sabía que no todo el mundo tenía.

    — Estoy segura de que a Sky le agradará tenerte consigo para el viaje de regreso — Natasha le decía mientras abrazaba al chico — Ven. Tu padre nos ha enviado la señal. Es hora de salir.

    Madre e hijo salieron del cuarto en el que ellos dos junto con el comandante solían pasar la hora de dormir. Con algo de prisa para poder reunirse con sus seres queridos que habían sido separados de ellos a raíz de la intervención de los enemigos, los dos salieron de la nave para pisar el suelo de aquel planeta una vez más.

    Arick reaccionó algo sorprendido cuando vio los cielos grises y los restos de edificios destrozados a la distancia. No esperaba que el mundo al que fueran a llegar se tratase de un paraíso tropical, pero tampoco esperaba encontrarse con un paisaje tan desolado.

    — Este planeta… — Arick miró a su madre al hablar — Es horrible.

    — Tenemos que estar agradecidos por tener lo que tenemos casa — Natasha se sintió igual al aterrizar — Nuestro mundo es precioso comparado con este.

    […]

    El pánico que sentían los humanos que habían sido metidos en una especie de bunker en el interior del crucero científico de la Sociedad Galáctica se vio aumentado cuando escuchaban pisadas fuertes proviniendo desde afuera, y acercándose cada vez más hacia su posición. No reconocían eso como algo propio en el arsenal de sus captores, y temían por encontrarse con alguna especie de nuevo peligro a la brevedad.

    Alicia, por su parte, reconocía que se trataba de Xorxaik. Ella había sido de las únicas allí presentes que trabajó con él, y sabía que solo un ser con un peso tan inmenso podía ocasionarlas. Los demás entre los humanos o bien no tenían idea de la existencia de un robot así, o no tuvieron el lujo de acercarse demasiado como para distinguirlo como una característica propia de este.

    A la vista de todos ellos, la puerta comenzó a abrirse poco a poco, solo para terminar abriéndose de par en par y mostrando a los cautivos quienes se encontraban del otro lado. Los gritos de pánico se incrementaron cuando vieron a un monstruo de metal del otro lado, en compañía de seres que iban armados y con una armadura que no coincidía con los trajes de la Sociedad Galáctica. La gente, presa del pánico, empezó a moverse aterrada del todo hacia la pared más alejada de la puerta, atropellando a varios en el proceso.

    — Quítense los cascos, están asustados como para reconocerlos — Allecreod le indicó eso a Faron y a los demás.

    Las miradas se centraron en aquel que había hablado. A raíz de los gritos, nadie pudo escuchar con claridad lo que había dicho, pero ver a un ryfier allí fue lo que ocasionó que todos los humanos que provenían desde Tralio no se quedaran tranquilos.

    — Cálmense — Faron se llevó las manos a la cabeza — Hemos venido por ustedes. Vamos a sacarlos de aquí.

    El soldado Zark fue el primero que dejó ver su rostro humano a todos los cautivos allí, siendo reconocido por Alicia, Sky, y también por algunos otros humanos presentes allí. Los gritos de los humanos que no convivieron con él se tranquilizaron, y fue cuando los demás guerreros se quitaban los cascos que veían que se trataba de más seres de su especie. Todo fue una sorpresa para ellos, pero al menos tenían la ocasión de ver caras agradables entre la gente.

    — Fuera hay más esperando para poder llevarlos a todos a casa — Faron empezó a salir del sitio — Síganme. Se reunirán con algunos que puede que estén felices de estar allí.

    Los primeros en moverse eran los seres humanos que reconocían a sus salvadores como gente a la que habían visto en varias ocasiones. Alicia y Sky lo identificaron, y fue así que eligieron transmitirles algo de confianza a Artem y a Winter, que se encontraban cerca de ellas con una expresión que demostraba una gran duda aquel momento.

    — Vamos — Sky tomó las manos del joven Lakor — Ellos nos vinieron a buscar.

    Alicia y Sky empezaron a salir de aquel sitio, siendo seguidas de cerca por Artem y Winter. La totalidad de los humanos que provenían desde Tralio se vieron asombrados con la forma tan confiada de dos de los suyos al avanzar, y creyeron que estarían a salvo finalmente al no ver más a los soldados de la Sociedad Galáctica. Varios de ellos se movían con tranquilidad y mucha ilusión, pero otros lo hacían con cierto nerviosismo.

    Jessica e Iker se miraron con bastantes dudas, pero supieron que quedarse allí no sería una opción. Todavía sentían deseos de mantenerse alejados de Winter y de Artem, pero no por eso se quedarían en aquel agujero mientras los demás salían.

    Abel, por su parte, ya se encontraba fuera de la sala. Tan pronto como vio que los humanos del planeta Tralio se empezaban a mover, se metió camuflado entre ellos, para así poder evitar que los que estuvieran allí afuera lo identificaran a primeras. Creyó que sería descubierto eventualmente, pero quería retrasar ese momento lo más que podía.

    Al momento de estar saliendo, Allecreod llamó la atención de dos personas.

    — Alicia, Sky… — el ryfier las saludó — Veo que se encuentran bien. Es un alivio.

    — Sabía que vendrías tú entre todos ellos, Allecreod — Alicia miró de forma seria, pero aun así feliz, al ryfier que demostró ser muy leal a la humanidad.

    — ¿Mis padres están aquí? — Sky preguntó con algo de ilusión.

    — No, ellos tuvieron que quedarse en casa, pronto recibirás explicaciones — Allecreod le dijo la verdad de forma directa — El comandante lo hará.

    Dado a que el ser no humano se mantenía quieto, Alicia y Sky terminaron alejándose de él mientras seguían a los humanos que las estaban escoltando hacia la salida. Artem y Winter se miraron con bastante estupefacción, dado a que no creían que hubiera un alienígena viviendo con ellos y llevándose de esa manera.

    — ¿Él forma parte de su mundo? — el joven Hedrum no se lo creía — ¿Qué se supone que es?

    — Es un ryfier — Sky le respondió al mayor de los dos chicos — Mi padre y él se hicieron muy amigos con el tiempo. Aunque entiendo que al momento de conocerse eran enemigos.

    — Es impresionante — Winter sonreía, dado a que sabía que eso podría ser de buenas noticias para los demás humanos allí presentes — Y parece que él te respeta mucho. Espero poder hablar con él.

    — Lo harán, pero primero tendrán que conocer al resto de nosotros — Alicia les indicó que siguieran avanzando.

    Poco a poco, los soldados de la humanidad habitando en Edagr consiguieron llevar a los aprisionados hasta el exterior de la nave crucero en la que habían sido encerrados. Gradualmente, los humanos salían y se dispersaban para aproximarse a los que eran más cercanos a ellos, exceptuando a los que provenían del planeta Tralio, que no tenían idea quienes eran ellos al no poder reconocer un rostro amigable en ellos.

    Para evitar aglomeraciones de gente, Alicia, Sky, Winter y Artem se alejaron un poco para distanciarse de ellos y así quedar en una zona semi despejada. Veían con cierto temor como los que venían de otro mundo se apartaban, esperando que no diera inicio un conflicto diferente. Al apartar la vista hacia un costado, pudieron notar que había varios cadáveres apilados lejos de la entrada, todos pertenecientes a la Sociedad Galáctica.

    — Los mataron a todos — Winter se veía asombrado.

    — Está claro que llegaron de muy lejos para salvarnos y no se iban a detener — Alicia no se sentía muy contenta de ver eso.

    — Supongo que esto es lo que pasa cuando haces enojar a la humanidad — Sky sacó esa reflexión del primer combate en el que había estado presente, aunque no directamente.

    — ¡Sky! — escucharon todos los presentes un grito que provenía desde atrás.

    — Pero… — la chica no lo creía — Esa voz es de… ¡Arick!

    Los tres que iban con ella se dieron la vuelta y pudieron ver como una mujer adulta se acercaba hacia el sitio junto con un chico que se veía casi de la misma edad que la joven Delleo. Ella quedó muy sorprendida de verlo, ya que él no era un soldado para la humanidad, sino un simple cadete en formación al igual que ella. Pero eso no evitó que la felicidad la invadiera en el momento en el que lo pudo observar. Cuando confirmó que era él, ella empezó a correr hacia su posición, acción que fue imitada por el chico.

    Una vez que los dos se alcanzaron, se fundieron en un único y muy intenso abrazo que duró varios minutos, todo a la vista de Winter, Artem y Alicia, quien no tardó en ver a su amiga Natasha cerca del que era su hijo.

    — ¡Arick, ¿cómo es que estás aquí?! — Sky lo comentaba muy emocionada.

    — Yo… — Arick estaba demasiado rojo, al punto que disolvió el abrazo — Pedí permiso a mis padres para venir. Y aunque me pusieron condiciones, me lo permitieron…

    — ¿Por qué pediste permiso para venir? — la chica se imaginaba una respuesta.

    — Por ti — Arick contestó lo que ella esperaba — Cuando llegué al Bosque del Ciervo, me di cuenta de que ya no estabas. Luego me enteré de que te habían secuestrado.

    — Así es, quise escapar, pero no pude — Sky no sentía tristeza al rememorar aquel momento, todo a raíz de su reencuentro — Pero eso no me explica el por qué…

    — Para pedirte perdón, Sky — Arick se sentía muy apenado al hablarle — Tuve que quedarme en casa a cuidar a Azel y a Hana. Tardé en salir, y no llegué a tiempo. Pero si no te hubiera dicho que nos reuniéramos allí, nunca te habrían secuestrado. Te trajeron a este planeta horrible por mi culpa. Si hubiera elegido otro momento para hablar contigo…

    — Tranquilo, Arick, no estoy molesta contigo — Sky sabía que le estaba diciendo la verdad — Pero dime, ¿qué era eso que querías decirme en el bosque?

    — Yo… bueno… — el chico sentía mucha timidez al hablarle — Tal vez no sea el mejor momento para decirlo, pero… Tú me gustas mucho, Sky. Luego de tanto tiempo de no saber si sería correcto decírtelo o no, me cansé de estar preguntándomelo cada noche. Quería pedirte que fueras mi novia. Lamento mucho que elegí un momento no tan bueno para eso.

    — Lo sabía — Sky confirmó sus sospechas — Sabía que tú me ibas a pedir eso. Acepté ir contigo al bosque porque lo presentía… Y la verdad es que, sí quiero serlo.

    De manera sorpresiva, Arick recibió un abrazo de Sky, quien se acercó mucho a él para luego darle un beso en la boca. El chico no estaba esperando un gesto como ese en aquel momento, pero no por eso le disgustaba. Habría deseado que su reencuentro y la respuesta de Sky llegasen en momentos y circunstancias mejores, pero eso ya no le importaba. Ambos jóvenes disfrutaban de un momento feliz en medio de toda la incertidumbre vivida hasta ese tiempo.

    — Es bueno ver que estás bien — Natasha abrazó a su amiga — Tenía miedo cuando veía que no podíamos localizarte.

    — Sabía que iban a venir para buscarnos — Alicia disfrutó mucho de aquel momento — Y ahora que han llegado aquí, eso quiere decir que la mayoría de nosotros somos libres.

    — ¿La mayoría? — Natasha se confundió al escuchar eso — ¿A qué te refieres?

    — Gina, Hana, Nick y muchos otros más no están con nosotros — Alicia lo decía en un tono un poco animado — Solo nos dejaron a unos cuantos aquí. El resto fue llevado lejos.

    — Oh no… Noak no va a tomárselo bien — las palabras de Natasha preocupaban bastante a todo el mundo.

    — ¿Noak vino con ustedes? — Alicia se veía sorprendido por eso — Pero él es un soldado de Defensa Civil y Territorial. No le correspondía participar.

    — Insistió, y no lo íbamos a dejar atrás sabiendo que su esposa y su hija no estaban — la mujer le contestó algo que le aclaró las dudas — El problema ahora es que tampoco están aquí. No sé si simplemente se lo tomará mal o si va a resultar en una situación peligrosa. Quizá deberíamos decírselo ahora.

    — ¡Esperen! — Sky las detuvo — Sé que eso es importante, pero también hay algo que tienen que saber. Usted y el comandante Lakor.

    Sky se soltó del abrazo que formaba con Arick, para así poder tomarlo de la mano y acercarse ambos hacia Winter y Artem, quienes estaban mirando la escena un poco distanciados al no conocer a los que recién estaban llegando. Natasha y Arick centraron su vista en ellos dos, a quienes no podían reconocer de nada, y simplemente creían que se trataba de otros humanos a los que podrían haber secuestrado del planeta Edagr.

    — Él es Arick, el amigo del quien les hablé — Sky lo presentó a los dos jóvenes — Y ella es su madre, Natasha Zafiro, sub comandante de una división del ejército.

    — Es un placer conocerlos — Arick los miró a los dos, notando que uno tenía su misma edad y el otro ya podría ser mayor — ¿Cómo se llaman?

    — Yo soy… Artem Hedrum — el mayor de los dos centró su vista en su amigo.

    — Me llamo… no lo van a creer, porque Sky tampoco lo hizo en su momento — Winter se tomó algo de tiempo — Mi nombre es Winter Lakor.

    Tal y como ocurrió con Alicia y Sky en su momento, Natasha y Arick se quedaron pasmados al ver que aquel chico al que desconocían del todo llevara el mismo apellido que Ace. Para la sub comandante eso era algo imposible. Ella había trabajado desde el primer día posterior a la partida de los garaks, ryfiers y xaromitantes tras la guerra. Para poder re ubicar a todos los seres humanos, tomaron los datos de aquellos que estuvieran con vida esperando en el planeta Garak. Y no había entre ellos alguien que tuviera el mismo apellido que Ace. Sin embargo, ella se negaba a creer que Winter pudiera estar emparentado con Ace, siendo que tenía la misma edad que Arick, y él nunca podría haber tenido un hijo secreto si es que convivía con Agustina. El hijo mayor de Ace estaba tan asombrado como confundido, dado a que no tenía idea de nada de lo que ocurría.

    — ¿Cómo es posible que tengas el mismo apellido que mi esposo? — Natasha buscaba una confirmación.

    — Por mi padre, él se llama Vitali Lakor — Winter contestó, zanjando una duda que tenían Natasha y el propio Arick — Según lo que él me dijo, el comandante Ace Lakor es mi primo.

    — ¡Im… impresionante! — Arick se quedó maravillado ante esa idea — Pero… ¡¿cómo?!

    — No hay ningún Vitali Lakor en Edagr — Natasha se cuestionaba las posibilidades — Es más, creo que no hay nadie que se llame Vitali.

    — Eso es porque nosotros no provenimos del planeta Edagr — Winter sentía que era su responsabilidad comentarlo — Nosotros no éramos de Zenith o de Black Meteor. Éramos de Rusia. Y al igual que ustedes, escapamos en el día de la Caída de la Tierra. Mi padre, mi madre y mi hermana escaparon… Yo tuve mi nacimiento en el espacio exterior.

    — ¿Y de dónde vienen? — Arick creía que era impresionante el nacer en un sitio que no fuera un planeta.

    — Es una explicación larga, trataré de hacerlo breve para ustedes — Artem supo que su amigo necesitaría ayuda — Pero básicamente, el resto de nosotros se encuentra habitando en un planeta conocido como Tralio…

    […]

    Ace, quien se encontraba a cara descubierta junto a varios soldados, llevaba unos tres minutos viendo como Natasha, Arick, Alicia y Sky se encontraban hablando con dos jóvenes a los que no podía terminar de reconocer. Faron se encontraba al lado suyo, una vez que terminó de realizar la escolta, los humanos que estaban aprisionados en el crucero no tenían más que salir por su cuenta siguiendo al resto o liderados por Xorxaik, quien se encontraba allí dentro todavía.

    — ¿Quieres ir con ellos? — Faron propuso al comandante Lakor.

    — Sí, pero lo haré en cuanto los humanos dejen de salir, quiero ver si logro reconocer a alguien más aquí — Ace tenía pensado no moverse todavía.

    — ¡Comandante! — el grito de Allecreod les llamó la atención.

    Mucha más fue su sorpresa cuando vieron que el ryfier se estaba acercando hasta ellos llevando de la mano, y de manera forzada, a un hombre que se veía como un anciano. Desconocían el motivo de Allecreod para hacer algo así, y ciertamente, querían cuestionárselo.

    — ¿Allecreod? — Ace quería comprender sus motivos.

    — Mírenlo bien — Allecreod se quedó quieto y empezó a retenerlo — ¿Lo recuerdan?

    Ace y el soldado se pusieron a observar atentamente a aquel anciano, sin saber por qué tendrían que reconocerlo. Sin embargo, cuando pudieron ver un par de facciones en su rostro, y la forma en la que este mismo puso una sonrisa de confianza ante aquel momento, todo se volvió más claro para ellos en ese momento.

    — ¿Abel? — Ace se quedó asombrado de verlo con vida — ¿Cómo es posible que estés aquí?

    — Hola, comandante — contestó con un tono algo burlón — No te ofendas, pero creo que los seres que han secuestrado a tu gente tienen mejores agentes buscadores que tú. Allecreod me dijo que me buscabas para consejero.

    — Así es, y nunca pudimos encontrarte — Ace se lo tomó a mal — ¿En qué puto lugar del mundo te ocultabas? ¿Una cueva subterránea? ¿La cima de una montaña? Nos abandonaste en plena guerra y luego de eso no volvimos a saber de ti.

    — En una cueva oculta en el bosque, como un cavernícola — Abel Hartka se sentía mejor al ver el paisaje de aquel mundo, por más que fuera una ruina — Lo viví muy bien, casi como una aventura de supervivencia. Te agradezco que me liberaras de esta prisión. Ahora seré libre otra vez.

    — ¿Libre? — Ace lo preguntó con sarcasmo — Tú desertaste en la guerra contra los edagrianos. Mientras yo perdía a mi mejor amigo, ¿tú estabas recolectando frutas o de pesca? Ni sueñes que te dejaré ir. Tenías un trato con Magnus, y no solo lo rompiste, sino que nos abandonaste.

    — Magnus fue de los primeros en morir, por desgracia para ti, para mí y para él — Hartka no temía provocarlo — Pedí un trato a Natasha, y ella se negó. Así que me escapé.

    — Y ahora, casi dos décadas después, te tenemos — Ace no quería golpearlo, más por temor a ser visto como un abusador de su poder que a sentir lástima por Abel — Voy a enviarte a una celda para que te pudras allí.

    — ¿Lo aparto de aquí, comandante? — Allecreod pudo ver que no lo querían para ningún propósito más.

    — Te lo agradecería muchísimo, Allecreod — fue la respuesta del comandante.

    Tras haber pasado un momento bastante desagradable cortesía del último de los líderes de Black Meteor que todavía estaba con vida, Ace continuó con su observación. Faron, quien en su momento nunca llegó a tener una interacción significativa con Abel, le dio un par de palmadas en la espalda, signo de que le mostraría su apoyo. Los dos vieron como Allecreod se lo llevaba para situarlo junto con toda la gente que estaba terminando de salir.

    Ace y Faron estaban conscientes de que pronto cruzarían Nick, Gina y su hija Hana por esa puerta, pero se llevaron una gran confusión cuando notaron que Xorxaik fue el último en salir de allí, para luego cerrar la compuerta, evitando así que alguien pudiera entrar. El robot, habiendo cumplido su cometido, empezó a moverse hacia el comandante. Les parecía extraño que ninguno de los tres a los que buscaban no hubiera salido, llegando a pensar que pudo haber ocurrido mientras hablaban con Abel.

    De pronto, un grito llamó su atención.

    — ¡Ace! — Noak se acercó corriendo desde el lado izquierdo — ¡Los he comprobado a todos! ¡Gina y Hana no están aquí!

    — ¿Estás seguro de eso? — Ace quería que se lo tomaran con calma, viendo que no estaban alertando a nadie — ¿Revisaste bien?

    — ¡Lo hice dos veces, y no las encuentro! — Noak se estaba alterando demasiado — ¡Voy a asesinar a Tauvim!

    — ¡Espera, espera! — Faron quería detenerlo — Si ellas no están aquí, tal vez él sepa dónde están.

    — ¡No nos dirá nada, ya has visto cómo es! — Noak quería apartarlo de adelante — ¡Lo voy a asesinar!

    — Estoy de acuerdo, pero primero tendríamos que ver si es posible sacarle algo de información — Ace quería evitar que Noak llegara a tal extremo.

    — ¡¿Cómo?! ¡Destruimos las máquinas de control mental de Tzorkun! ¡Él no va a decir nada que no sea una mentira!

    — Noak, no estoy defendiéndolo, solo quiero evitar que lo mates prematuramente — Ace levantó ambas manos para hacerle ver que no era un enemigo.

    Noak estaba temblando e invadido por completo por su ira. Había viajado varios días para encontrar a su esposa y a su hija, y luego de haber llegado a ese mundo, lo único que logró encontrar fue sus ausencias. La desesperación y la locura lo invadían por completo, junto con el deseo de masacrar a Tauvim por haber propuesto un trato siendo que no todos los humanos secuestrados estaban allí para negociar.

    Al momento en el que Xorxaik se acercó a ellos para esperar alguna orden nueva, Noak se vio iluminado por un pensamiento.

    — ¡Xorxaik, ¿te es posible extraer información de los archivos de esta nave?¡ — el humano estaba tan nervioso que incluso gritaba al robot.

    — Ya he dado comienzo con la extracción — el robot tomó una decisión por su propia cuenta.

    — ¡Perfecto! — Noak supo que tenía vía libre para lo que quería — ¡Lo mataré!

    — ¡Espera, ¿y si los archivos no dicen nada sobre su paradero?! — Ace quería detenerlo por prudencia.

    Noak estaba tan centrado en el cuerpo de Tauvim que esa pregunta no llegó a sus oídos. Tan pronto como lanzó su grito, apartó a Ace y a Faron del medio. Fue corriendo con rapidez hacia el lugar donde habían apilado los cuerpos, dirigiéndose al de Tauvim, a quien podía ver todavía respirando.

    — ¡Pedazo de mierda! — Noak no quería matarlo de un tiro a la cabeza — ¡Espero que sientas cuando te haga esto!

    Empezando a cargar energía en sus manos cerradas, Noak empezó a asestar puñetazos envueltos en calor contra la cabeza de Tauvim. El velivino ni siquiera estaba consciente al momento de recibir los golpes, pero eso no detuvo para nada al humano. Furioso por no haber podido recuperar a su esposa ni a su hija, Noak golpeó una y otra vez en la cabeza a Tauvim hasta que el impacto de los golpes intensificado por el calor le ocasionó fracturas y quemaduras en la piel.

    Jensen siguió con sus ataques sin parar, importándole poco y nada el desperdiciar su energía con un enemigo ya derrotado. Tras unos tres minutos de golpes, siendo cada uno acompañado por un grito de furia cortesía del humano, el rostro de Tauvim quedó totalmente destruido, y su cabeza tan dañada que ya no quedó un solo rastro de vida en él.

    Noak respiró de forma agitada, satisfecho por haber torturado a quien creía que era el responsable directo de haber secuestrado a dos personas de su familia, pero muy molesto por no tenerlos con él en aquel momento.

    Lo que desconocía el humano era que la armadura de Tauvim tenía cámaras ocultas, las cuales estaban sincronizadas en una frecuencia con el resto de líderes de la Sociedad Galáctica. Las imágenes de Noak golpeando salvajemente hasta la muerte al velivino no tardarían en llegar a los ojos de quienes eran compañeros suyos.

    — Dios mío, Noak lo destrozó — Faron se veía un poco intimidado por eso — No digo que Tauvim no lo mereciera, pero eso me dio miedo.

    — Espero que no se convierta en un nuevo problema, porque ahora tenemos otro — el comandante de ER volvió a mirar a su esposa y su hijo, quienes no se movieron de donde estaban todavía — Xorxaik, da prioridad a cualquier registro que puedas encontrar sobre la ubicación de Gina y de Hana. Luego analizaremos el resto, con más calma.

    — A sus órdenes, comandante Lakor — fue la respuesta del robot, que empezó a etiquetar todos los archivos de la Sociedad Galáctica a medida que los iba accediendo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo (espero que estés disfrutando tus vacaciones :/*-*\:), ya estoy por aquí para un nuevo capítulo de LGC. Capítulo que ha estado bastante bien y el cual paso directamente a comentar, sin rodeos.

    El comienzo nos muestra el final del conflicto entre la Sociedad Galáctica que tiene cautivos a humanos de Edagr y Trailo y los soldados comandados por Ace. Tauvim es el último en caer, siendo seriamente herido pero vivo para hacerle diferentes preguntas. El líder velivino se muestra abatido pero confiado en que su tecnología impedirá que los humanos accedan al lugar donde está su gente, pero la aparición de Xorxaik lo aterroriza. Aquí hay dos puntos que quiero mencionar. El primero es que la actitud de Noak ya deja de hacer gracia, quiero decir, entiendo su enfado, pero se está pasando de nivel. Eres un soldado entrenado, mantén la compostura y respeta a tus compañeros y los rangos. No me está agradando nada. Y punto dos: que Tauvim hable como uno de esos eruditos que advierte de que las IA's van a destruir el mundo (que tampoco digo que no pueda pasar :shani:) me parece un tema interesante en LGC y sobre todo nos muestra que la SG, al parecer, está en contra de la vida artificial. Eso ha sido interesante. La siguiente escena nos muestra a Arick recibiendo a Natasha en la nave, ya que Ace ha dado el visto bueno para que su hijo pueda ver a Sky antes de tiempo. Y bueno, me parece genial, pero no sé yo si hubiese hecho eso... Por si todo se iba luego al carajo.

    La parte central del capítulo es una verdadera joya. La aparición de Xorxaik y Allecreod asusta a aquellos que van a ser rescatados y son de Trailo, pero en cuanto ven que vienen con humanos, la cosa cambia. Lo más bonito es el reencuentro entre Arick y Sky, con el extra de la conversación profunda que tienen y en la que el chico se termina declarando. Esperé por mucho este momento y me hace feliz ver a estos dos tortolitos juntos. Y además, añadimos el hype de que todos descubren finalmente que Winter es un Lakor y que no todos los humanos murieron en la Tierra al margen de Zenith y BM. Hay más gente, hay más familia y hay amor. Escena top, amigo :nice:. Lo jodido es que sin saber donde están Gina, Hana y Nick, los problemas están por venir.

    Finalmente, Allecreod termina encontrando a Abel entre toda la gente y el ex líder de Black Meteor tiene unas breves palabras con el que fuera uno de sus pupilos, que sin embargo, no está nada contento con su deserción de hacía dos décadas. Abel se ganó su sitio... en una celda. Tras esto, Noak aparece hecho una furia al no encontrar entre la multitud a Gina y Hana, por lo que se decide a asesinar brutalmente (demasiado explícito, amigo :blue:) a Tauvim, el cual lleva cámaras en el traje y está emitiendo un broadcast a sus homónimos para que vean la primera película de terror humana de sus vidas. Tremendo.

    En fin, grandísimo capítulo, amigo mío. Siento que a la SG no le va a hacer gracia ver el estado en el que quedó Tauvim... Miedo me da lo que se venga. Nos vemos pronto.:Okibeta:
     
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  13. Threadmarks: El último enviado – Parte 1
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Ya regresado de vacaciones, ya toca actualizar la historia de nuevo.

    Hice los deberes, y me aseguré de haber editado tanto guía de personajes como cronología con los sucesos que abarcan hasta este capítulo. Al menos para fin de año tendremos las cosas al día.

    Quiero agradecer como hago cada vez que publico a mi gran amigo Manuvalk de quien me gusta mucho recibir comentarios, más cuando expresa su gusto por esta historia. Tener sus comentarios semana a semana me da mucho gusto, y más en esta ocasión que he regresado de las vacaciones. Ojalá los próximos capítulos le gusten tanto como los que ya han pasado, pero tengo el presentimiento de que este capítulo le gustará :)

    Sin más para decir, dejo el capítulo.


















    El último enviado – Parte 1:

    — Son unos salvajes — Siban miraba fijamente una pantalla.

    En el artefacto que la mujer yarlemiana, quien fue seleccionada para ir al planeta Yarlem como refuerzo de sus tropas para socorrer a Tauvim, se mostraba como el velivino era brutalmente golpeado por uno de los humanos que había llegado hasta ese planeta. La imagen de Noak se veía claramente, puesto a que este se había retirado el casco de la cabeza. Ella no perdía detalle alguno de sus facciones, de modo que pudieran recordarlo siempre.

    Dado a que las cámaras estaban en su armadura, no se podía ver como tal el cuerpo de Tauvim, pero cuando Siban vio al humano levantarse, se imaginó que su cuerpo habría quedado tan desfigurado que sería imposible para él estar vivo tras esas acciones.

    — Ni siquiera le ha tomado el pulso — Siban se sentó en una silla que se encontraba en su sala de comandos — ¿Quién sabe qué cosas le habrá hecho? Pobre Tauvim.

    La mujer yarlemiana permaneció en silencio durante unos tres minutos, cuando el llamado de una máquina la distrajo. Ella supo que tenía que tratarse de todos sus compañeros en casa, quizá de modo tal que tendrían que discutir al respecto de lo que acababan de observar. La líder de la Sociedad Galáctica se acercó a dicha máquina, y luego de haber tecleado un par de comandos, se acercó hacia el monitor, que empezó a mostrar la imagen de los otros tres líderes que optaron por quedarse en dicho planeta.

    — Siban, imagino que habrás visto eso — Cerv, un velivino al igual que Tauvim, decía con una mirada muy deprimente.

    — Tristemente, es una tragedia para ambos pueblos — Siban le confirmó la verdad — Díganme, ¿tienen alguna nueva recomendación o algo para discutir respecto a mi misión?

    — No podemos perder a los humanos, y menos ahora — Fielle sabía que era la única manera de honrar la memoria de Tauvim — Tu objetivo sigue siendo el mismo. Debes recapturar a los humanos que estaban trabajando en el proyecto.

    — ¿Qué hay de aquellos humanos qué llegaron para pelear? — la mujer que tenía su objetivo invariable quería saber más.

    — Creo recordar que uno de ellos mencionó algo acerca de que, si no recuperaba a los demás, recibiríamos más visitas — Miraq, quien estaba menos afectado por la muerte de su compañero, dio su punto de vista — En ese caso, no los mates a todos. Mata a la mitad, y quedémonos al resto para negociar si vienen más. No los quiero metiéndose en el proyecto, pero si los matamos, no tendremos nada cuando aparezcan más.

    — Es horrible, por eso era importante asegurarnos de dejar su tecnología sin funcionar — Fielle recordó el momento en que se enteró de que la tecnología de los humanos de Edagr no se vería afectada.

    — Nunca hubiéramos esperado esto, Fielle, creí que nos buscarían, incluso tenía el presentimiento de que en menos de dos años darían con nosotros — Miraq respondió acerca de ese detalle — Pero esto… supera toda expectativa. Gracias al hecho de que tenían rastreadores en algunos de ellos encontraron a los suyos con rapidez.

    — ¿Creen que entre los que quedaron en casa podría haber alguien con un rastreador? — Siban quería dar la alerta.

    — Ellos no tenían forma de conocernos, por lo que dudo que se hubieran lanzado contra Tauvim si hubieran sabido que había más humanos desperdigados por el universo — Miraq contestó a la mujer — Si no hemos visto a ninguna nave humana hasta el momento, dudo que veamos alguna ahora.

    — Siban, si esto no es mucho pedir, quiero pedirte que captures la nave con la que ellos llegaron a Yarlem — fue un pedido adicional de Fielle — Tenemos que estudiarla, y ver si podemos lograr algún avance contra su tecnología. No me gusta la idea de que puedan seguir viniendo más humanos sobre nosotros.

    — En ese caso, apuntaré a conseguirlo — Siban se lo tomó como un nuevo objetivo — Pero primero tengo que ganar.

    — Vengar la muerte de Tauvim sería la mejor forma de honrarlo — Cerv le comentó a su amiga — Encuentra a su asesino y hazle pagar por todo esto.

    — Lo haré, si me es posible — la mujer yarlemiana no quería comprometerse.

    — Y Siban… — Miraq, de su misma especie, tenía un pedido especial para ella — No te arriesgues. Si ves que la pelea no se puede ganar, escapa de ahí. No podemos perder a dos líderes de la Sociedad Galáctica. Retírate si tu vida corre peligro y luego recapturaremos a los humanos todos juntos.

    — Comprendo, espero que no tenga que llegar a eso — Siban, sin más qué discutir con el resto de sus compañeros líderes, cortó la llamada.

    Del otro lado de la comunicación, los tres líderes que habían optado por permanecer en el arca de la Sociedad Galáctica custodiando a los otros seres humanos que estaban con ellos, quedaron muy preocupados en el momento en que la mujer yarlemiana cortó su llamada. Temían por su seguridad, pero también por un posible fracaso de ella. La mayoría de los humanos capturados se encontraba en Yarlem, y perderlos a todos significaría que sus planes se verían retrasados por mucho más.

    Eso fue lo que llevó a Fielle, la última mujer líder presente en el arca tras la partida de Siban, a discutir algo que nunca creyó que harían.

    — Ya que consideramos la posibilidad de que Siban fracase, necesitamos un plan de acción para seguir después de eso — Fielle lo decía en un tono sombrío — Confío en Siban, y tiene muchos más guerreros que Tauvim. Pero la última vez que enviamos soldados a un conflicto en Yarlem, sufrimos una derrota a manos de Casseirem.

    — Si me lo permiten… — Cerv, quien llevaba menos tiempo con el rango de líder, tomó la palabra con un poco de timidez — Yo he estado planeando algo para casos de emergencia. Empecé desde el momento en el que accedí a los archivos de la nave que los humanos del planeta Tralio utilizaban.

    — Cuéntanoslo, de modo que podamos aplicarlo de forma rápida en caso de que nos vuelvan a vencer — Miraq tenía curiosidad para ver lo que tenía bajo la manga el velivino.

    — Es un plan muy drástico, y si lo llevamos a cabo, todo cambiará — Cerv daba un par de advertencias — Mucho más importante, tendremos que asesinar a sangre fría a varios humanos de los que hemos capturado.

    — Acciones reprobables, entiendo que es eso — Fielle cuestionó.

    — Lo son, pero Casseirem es un monstruo, quizá haya que cruzar ciertos límites para poder exterminarlo — Cerv no quería preocupar demasiado a la mujer velivina.

    — Bueno, si es tal y como tú lo dices, esperemos que ese plan nunca salga de nuestras mentes — Fielle consideró que quizá sería lo mejor — Que no lo sepa nadie hasta nuestro lecho de muerte. Sería lo ideal.

    — Solo le haces perder el tiempo, Fielle — a Miraq no le importaba demasiado las consecuencias de un plan así — Adelante, Cerv. Yo no tengo miedo de convertirme en un monstruo con los seres humanos con tal de que Casseirem sea derrotado.

    […]

    — ¿Te sientes mejor? — Faron preguntó con un tono sarcástico.

    Noak levantó una de sus cejas en el momento en el que su compañero le hizo esa pregunta. El soldado de DCT se acercó muy confundido hacia Faron, Ace y Xorxaik, quienes se encontraban más alejados del resto de los grupos formados por los seres humanos. No podía entender el motivo detrás su cuestionamiento para lo que había hecho con alguien que era el enemigo y que había secuestrado a compañeros humanos.

    — ¿Qué te pasa? — Noak no soportó eso — ¿Acaso tienes lástima por él?

    — No, Noak, nadie le tiene lástima — Ace le respondió — Nadie siente nada por él, salvo odio. No nos preocupa que lo hayas matado, nos preocupa el cómo.

    — No merecía compasión, Ace — Noak se justificó alegando haber hecho lo correcto — ¿O acaso tú querías darle una muerte rápida?

    — No me refiero a eso — el comandante Lakor se quería explicar mejor — Has perdido el control, Noak. Te dejaste llevar por la ira. Mentiría si dijera que yo no lo he hecho nunca. Pero cada vez que yo lo hice, la situación estaba sin control alguno. Tú lo has hecho pese a que teníamos todo controlado.

    — Mi esposa y mi hija desaparecieron, y hasta que Xorxaik no termine de explorar sus archivos, no sabremos donde están — Noak se enfureció más — ¿Te parece que eso es tenerlo todo controlado?

    — Yo te hice una pregunta — el comandante Lakor le cuestionó eso — ¿Qué tal si Xorxaik no encuentra el paradero de tu esposa y tu hija en sus archivos? Tú seguiste avanzando sin escucharme.

    — Vamos, este planeta es inhóspito y ese tipo prometió que sus amigos vendrían a vengarlo — Noak se sostuvo de algo dicho por Tauvim al comienzo — Viven en otro mundo, eso lo sé. Y estoy seguro de que aquí encontraremos esa información.

    — Sea como sea, Noak, hay algo importante que tienes que saber — Ace tenía un cierto miedo al decir esas palabras — Yo soy quien da las órdenes aquí. Y si no puedo hacerlo yo, lo hace Natasha. Ninguno de los dos dio la orden de matar a Tauvim, y mucho menos te dio el permiso de hacerlo.

    — Se lo merecía — Jensen no toleraba esa clase de reproches.

    — Eso no es lo que se discute — Ace esperaba esa respuesta — Lo que se discute aquí es que tú hiciste lo que quisiste, sin permiso. Y no pienso dejar que se repita. Por haber hecho esto, enviaré un informe de disciplina a Gwyn y Thomas, para que te den el castigo que ellos consideran apropiado cuando regresemos. Pero la próxima vez que hagas algo sin que yo lo ordene, te aplicaré una sanción grave. Y si llegas a entorpecer la misión, te expulsaré del ejército y te enviaré de regreso a casa.

    — Después de encontrar a mi esposa y a mi hija, lo aceptaré en dicho caso — el soldado agregó una clausula extra.

    — “Si llegas a entorpecer la misión, te expulsaré del ejército y te enviaré de regreso a casa” — Ace se repitió en lo que dijo recientemente, haciendo hincapié en eso — No importa si aún no hemos encontrado a tu familia. Te irás a casa cuando yo lo diga.

    — No puedes hacerme esto — Noak empezó a enfadarse mucho con él.

    — Y se suponía que tú no podías hacer lo que acabas de hacer — Lakor no iba a retroceder — Pero lo hiciste igualmente. Yo no haré nada en tu contra, al menos que tú me obligues.

    — Todo esto por un enemigo, un enemigo — Noak murmuró mientras se alejaba del grupo.

    Faron y Ace miraban con bastante preocupación la manera en la que Noak se retiró del lugar en malos términos. Noak no estaba feliz, y les quedó claro que el haber matado a Tauvim, pese a haberlo hecho de forma tan salvaje, no lo había dejado satisfecho, o siquiera con un principio de tranquilidad. Xorxaik proseguía con su tarea de infiltrarse en los sistemas de seguridad tratando de apresurarse para obtener la ubicación definitiva de Gina y de Hana, junto a otros humanos ausentes a los que él había identificado, restando a los secuestrados de los que recientemente volvían a estar bajo la humanidad.

    El comandante Lakor y uno de sus soldados más leales suspiraron un poco tras la discusión con Noak. No solo habían encontrado nuevamente a Abel Hartka, alguien a quien dieron por muerto durante varios años, sino que tenían que lidiar con un compañero que actuaba a su manera. Faron, pese a ser más joven que él, comprendía los riesgos que implicaba tener a un soldado intranquilo en el equipo.

    — Me da pena, él vino aquí con la esperanza de encontrar a su familia, y no están aquí — Faron dijo eso sin sentirlo realmente, solo buscaba fabricar empatía hacia él.

    — Fue un error no haberle puesto un rastreador a Cade y a Hana — Ace recordó el momento en el que él y Gina rechazaron la idea — Si ella tuviera uno como Sky, sabríamos que tendríamos que haber tomado a dos escuadrones. Habría aceptado enviarlo a él a su ubicación bajo las órdenes de Natasha. Y yo podría haber venido aquí. Los habríamos recuperado a todos… Incluso si Gina y Hana no estuvieran juntas ahora mismo, Noak sabría que una de sus familiares estaría a salvo. ¿Por qué rechazaron esa idea? Sigo sin entender sus explicaciones. ¿Qué es más importante que conocer el paradero de tus hijos?

    — Quizá porque los monstruos de Hael Arunyn no llegaron a poner sus manos en Cade — Faron contestó, temiendo revivir en Ace un momento difícil.

    — Ellos secuestraron a mi hijo, y provocaron la muerte de mi esposa — Ace se llevó las manos a la cabeza — ¿Acaso tenía que pasarle en carne propia para entender que el riesgo existía?

    — Confiaba en que nunca se infiltraría nadie más en nuestras naves para secuestrar a nuestra gente — Faron lo veía por ese lado.

    — Y por eso ahora estamos a ciegas, solo espero que aquí haya algún archivo útil — Ace volvió la vista a su robot — Xorxaik fue un recurso de gran ayuda. Nuestra llegada a este mundo habría tardado mucho más sin él, suponiendo que lo hubiéramos encontrado. Y fue por su control de la nave que actuamos con rapidez para evitar que se escaparan. Pero no es una máquina de milagros.

    Una vez terminó esas palabras, comandante y soldado quedaron ambos en un gran silencio. Tras haber localizado la ubicación de Noak, que prefirió aislarse de todos los soldados para tumbarse sobre el suelo gris de aquel planeta, empezaron a buscar a Allecreod con la mirada. Les interesaba saber la ubicación del ryfier, que tenía custodiado al ex líder de Black Meteor.

    Fue una gran tranquilidad para ellos cuando vieron que ambos se encontraban bastante alejados de toda la multitud, solo un poco más cerca de los humanos recién rescatados que algunos soldados. El ryfier estaba de pie, y el soldado estaba sentado al frente suyo, con ambas piernas cruzadas y las manos en el suelo detrás de la espalda.

    — ¿Estás contento de volver a verme, compañero de encierro? — Abel le preguntó al ryfier en referencia a la vez en la que ambos estuvieron aprisionados en Garak — Vi partir a las naves de los garak, xaromitantes y ryfiers. Iban acompañados por naves humanas. Cuando las vi regresar, asumí que nunca volvería a ver a un extraterrestre. Pero aquí estás tú. Y eres el único. Estoy seguro de que quedaste atrapado con ellos. Fijo te mantuvieron encerrado. Debes haberme extrañado.

    — Realmente, no permanecí tras las rejas mucho tiempo — fue lo dicho por Allecreod, quien lo miraba a la cara — Enviaron soldados a buscarte, para que funcionaras como…

    — Sí, lo sé, se me fue informado — Abel no lo dejó terminar — Ve al grano.

    — Como nunca te encontraron, acudieron a mí — Allecreod sonaba arrogante — Tomé un puesto que estaba destinado a ser tuyo. Me gané la confianza de los humanos, y me dejaron en libertad. Cuando todo esto termine, yo regresaré a caminar libre por las calles de Edagr. Y tú seguro te irás a una celda.

    — Ha pasado mucho tiempo desde mi deserción — Hartka no tenía idea de lo que sucedería si eso se cumplía — Pediré a un abogado para que se me juzgue y me retiren los cargos por abandonar al ejército en plena guerra.

    — Vaya, estás enterado de muchas cosas, pero no de algo muy importante — Allecreod llamó su atención con sus palabras — Ace acordó que a los tres poderes de la democracia humana se le sumara un cuarto poder… El militar. Ellos juzgan y castigan a los miembros del ejército sin necesidad de las intervenciones de abogados o jueces. No tendrás ninguna oportunidad de juicio.

    — ¡No pueden hacer eso, es una violación total a mis derechos humanos! — Abel se empezó a asustar, puesto a que eso era un cambio total en su panorama.

    — Lamento decirte que los humanos se rigen por leyes muy diferentes ahora mismo — el ryfier logró poner en aprietos al ex líder de Black Meteor.

    Desde la distancia, Ace y Faron observaban con tranquilidad como Abel se mantenía tranquilo. Tras la explosión de ira que Noak había tenido, creyeron que no era para nada conveniente que se encontraran en aquel momento. Por separado eran un dolor de cabeza, y no quería tener que sufrirlos a los dos si se llegaban a cruzar.

    Mientras esperaban algunos resultados por parte de Xorxaik, los dos fijaron su vista en la subcomandante Natasha, quien se acercó a los dos, con un deseo de hablar con Ace inmediatamente.

    — Ace, necesitamos que vengas con nosotros — su esposa sonaba algo nerviosa.

    — Veo que tú, Alicia, Arick y Sky están pasando un momento tranquilo — Ace recordaba las cosas que vio al mirar en su dirección — Y eso es bueno. Noak está muy…

    — Sé que Gina y Hana no están aquí, y Nick tampoco — Natasha reveló algo dicho por Alicia — Luego iré a hablar con Noak, pero ahora necesito que vengas conmigo. Y no hables con ningún otro humano hasta que terminemos.

    — ¿Por qué me pides eso? — Ace se sentía muy extrañado.

    — Es algo que quiero decírtelo a ti solo — Natasha centró la vista en Faron.

    — Lo comprendo, en dicho caso, me retiro para ver si puedo calmar a Noak — el soldado se apartó de su posición.

    — Bueno, creo que puedes decírmelo ahora — Ace le comentó.

    — Tienes que conocer a una persona, y tienes que escuchar lo que tiene para decirte — Natasha lo tomó de las manos — No te lo vas a creer.

    La manera tan enigmática de hablar de Natasha no le hacía a Ace nada fácil el entendimiento de lo que estaba ocurriendo en ese momento. El comandante aceptó ir con ella, asumiendo que sería llevado hasta el sitio donde se encontraban Alicia, Arick y Sky. Su suposición fue la correcta, y en tan solo un par de minutos, llegó hasta el sitio. Alicia, su hijo, la hija de sus amigos, y otros dos jóvenes más se encontraban en el sitio. Ace miró fijamente a Winter y a Artem, tratando de reconocerlos, pero no tuvo éxito. No podía identificarlos como amigos de Arick en la academia, ni siquiera al chico que parecía tener su misma edad. Llegó a pensar que quizá se trataría de algún compañero de clase al que nunca llegó a conocer.

    — Ace, me da gusto verte — Alicia decía acercándose a él para darle un abrazo.

    — A mí me da todavía más gusto saber que estás a salvo, hermana — Ace lo decía con un tono protector — Teníamos mucho miedo cuando te llamábamos y no podíamos contactarte.

    Lo siguiente que hizo el comandante Lakor, una vez que el abrazo con quien era una de sus más grandes amigas llegó a su fin, fue mirar fijamente a la chica Sky Delleo y hacerle una pregunta que le diría si era necesario darle una explicación y justificación ante la ausencia de Thomas y de Gwyn en dicho lugar.

    — Sky, ¿Natasha o Arick te comentaron el motivo por el cual no han venido tus padres? — el comandante de ER se dirigió a ella con calma — Pregunto porque quizá se lo hayan olvidado, y lo entiendo. Estoy feliz de volver a verte. Y seguro Arick también.

    — Sí, comandante — la chica contestó tímidamente — Me dijeron que ellos se quedaron en casa para cumplir con su rol de Defensa Civil y Territorial. Por eso fueron usted y su esposa quienes vinieron a buscarme.

    — Todavía no he avisado a casa, pero quizá sea mejor que cuando llame a Gwyn y a Thomas, seas tú quien les diga que estás a salvo — Ace sonreía, viendo a la chica al lado de su hijo — Si estás de acuerdo…

    — Eso sería una buena idea, pero hay algo importante que discutir antes — tras decir esas palabras, los ojos de la chica y de todos se centraron en Winter.

    El comandante Lakor miró algo extrañado la forma en que Winter se le acercó hasta ponerse cara a cara con él. Entendía que el chico quizá estaba asombrado al ver a un comandante frente a él, sobre todo si se trataba de alguien que creció escuchando historias sobre él. Pero para él, había algo que no encajaba. Su rostro mostraba una expresión de miedo, como si estuviera viendo un fantasma, o a un monstruo. Ace no quería hacerlo sentir incómodo, y por esa misma razón sonreía para hacerle saber que todo estaba bien.

    — No tengas miedo, he venido a rescatarte — Ace lo dijo con una tranquilidad que abrumó temporalmente a Winter.

    — ¿Comandante Lakor? ¿Ace Lakor? — Winter notó un cierto parecido entre él y su padre.

    — Así es, tal vez hayas oído hablar de mí — Ace mostró una sonrisa para con él.

    — Lo hice, pero no como usted se lo imagina — el chico tomó aire y se preparó para disparar — Por favor, créame, no le mentiría acerca de esto. Mi nombre es… es… Winter Lakor.

    Ace sentía como si le hubieran tirado encima un baldazo de agua fría. El apellido que él llevaba era uno que nunca había tenido el lujo de oír nunca desde el momento en el que este llegó a descubrirlo entre los registros viejos del orfanato en el que había sido metido tras la muerte de sus padres. El chico no parecía tener una expresión graciosa en su rostro, por lo que no creía que pudiera tratarse de una broma. La seriedad que tenía le hacía creerle, pese a que lo tomaba como un hecho imposible.

    — Lakor… — Ace lo miró incrédulo y confundido — Ti… tienes la edad de mi hijo Arick.

    — Mi padre se llama Vitali Lakor, y tengo entendido que era el hermano menor de su padre — Winter lo miró a la cara, queriendo explicarlo todo — Por la guerra en su país, fue llevado a Rusia para que pudiera seguir sus estudios de ingeniero, y se mantuviera alejado del ejército… Él encontró una vida diferente en ese país y formó una familia de la que yo provengo. Eso nos convertiría en primos.

    — Tú… — Ace no sabía qué decir — ¿Tenía familia? ¿Tenía un tío en otro país? Siempre creí que mi única familia eran mis padres que murieron en la Catástrofe.

    — Mi padre me contó su historia — Winter se sentía mal por ver todas esas preguntas — Dijo que intentó comunicarse con su hermano, pero le dijeron que todos habían muerto. Ni mi padre ni mi madre ni mi hermana están aquí, por ende, no saben que usted está vivo…

    — Rusia… otro país en otro continente, se me hacía raro que no pudiera conocer ningún rostro aquí entre toda esta gente más allá de Alicia y Sky — Ace ya presentía algo al respecto — ¿Cómo fue posible? ¿Cómo ocurrió?

    — Se lo explicaré todo, comandante — Winter se acercó a él para mirarlo a los ojos — Sonará irreal, pero le juro que no es así.

    Ace, quien sentía que ese día no hacía más que darle noticias inesperadas entre la aparición con vida de Abel, la ausencia de Gina, Hana y Nick, y la revelación de que tenía familiares que compartían su apellido en otro país, se quedó totalmente callado mientras que Winter y Artem, a quien conoció tan pronto como empezó el relato, explicaban su historia de principio a fin.

    Varias cosas que Sky, Alicia, Natasha y Arick sabían a raíz de una charla con ellos dos sirvió para poder ayudar a que el comandante pudiera comprenderlo todo a pesar del impacto que le generó esa última noticia recibida. Ace escuchó el testimonio de Winter, uniendo tanto las historias contadas por su padre como así también sus propias vivencias. Fue así como el comandante de la división de Exploración y Rescate aprendió sobre el escape de Rusia en el día de la Caída de la Tierra. La propaganda en su contra, la llegada al planeta Tralio, el encuentro con seres como los traliod que tenían una disputa al estilo medieval, y posteriormente la aparición de los extraños para interrumpir el conflicto. Ace aprendió finalmente acerca de la Sociedad Galáctica, junto con el plan de la fabricación de armas nucleares para poder hacer frente a Casseirem, un nombre que olvidó hasta que su esposa se lo recordó.

    — Todo esto es mucho para mí — Ace se tomó un poco la cabeza — Tantas piezas en esta historia, y cada una encaja con toda la información que tengo… Esto es un relato increíble. Si me hubiera muerto antes del día de hoy, me habría ido de este mundo sin saber tantas cosas.

    — Por eso elegí que solo tú lo tenías que saber — Natasha reafirmó su idea inicial — Nos corresponde tomar una decisión, Ace.

    — No creo que sea una decisión como tal — el comandante Lakor lo veía a su modo — Solo veo un camino posible.

    — ¿Comandante? — Winter le cuestionó con mucha curiosidad.

    Ace, quien no se había movido de su sitio al escuchar la historia, se acercó a quien decía que era su primo, y le dio un abrazo muy fuerte, mostrándole contención y apoyo ante la situación que este estaba viviendo. Arick, Natasha y Sky vieron esa escena bastante conmovidos por aquel encuentro familiar, mientras que Alicia y Artem no sabían cómo interpretarlo.

    — Has pasado por muchas cosas horribles en tu vida, hijo — Ace lo decía con un tono calmado mientras abrazaba al chico — Ojalá las cosas pudieran haber sido diferentes para ambos… Pero esto cambia muchas cosas. Estoy seguro de que tienes mucho miedo por tu familia, y por aquellos a los que la Sociedad Galáctica ha dejado atrás. Eso va a cambiar. Vamos a rescatar a todos los humanos que no estén aquí. Iremos tras la Sociedad Galáctica para recuperar a los compañeros que nos faltan, y luego dirigiré una expedición al planeta Tralio para rescatar a los demás humanos.

    — ¡¿De verdad lo hará?! — Artem se metió, con mucha ilusión — ¡¿Van a ir al planeta Tralio a salvar a los humanos de otro país?!

    — No solamente vamos a salvarlos, vamos a llevarlos hasta Edagr con nosotros — Ace contestó, sin soltar a Winter de sus brazos — Tú y tu familia tendrán un lugar en el qué vivir cerca de nosotros. Serán vecinos nuestros… Conocerán a mis amigos, y a mi hijo más pequeño. Y tendré la oportunidad de conocerlos mejor yo también. Tienes mi palabra. Podrás festejar tu cumpleaños número dieciocho en un mundo donde los traliod no existirán para amenazarlos.

    Pese a que Winter escuchó todo con claridad, no podía creer lo que le acababan de decir. Las palabras del comandante Lakor le ofrecían a su familia una posibilidad de salir de aquel planeta oscuro en el que fueron aprisionados por seres que los arrastraron hasta un conflicto que les era ajeno. La emoción que sentía al saber que su familia y todos los demás que se habían quedado atrás en aquel mundo tenían una esperanza viva y no un sueño por escapar fue demasiado para él. Lágrimas de alegría empezaron a caer por sus ojos, lo cual hizo que Ace lo abrazara todavía más fuerte. El joven Lakor apoyó la cabeza sobre el hombro de su primo, encontrando así un sitio para llorar tranquilo.

    — ¡Lo sabía! — Winter gritaba lleno de alegría — ¡Mi padre lo sabía! ¡Ustedes no son monstruos! ¡Ustedes son buenas personas al igual que nosotros!

    — Comandante, una pregunta — Artem todavía tenía un par de dudas — Hay personas entre los humanos que están en Tralio, incluso entre los que están aquí, que lo ven como un monstruo. Se les enseñó a odiar. Su nombre está entre los más repudiados. Yo incluso fui inculcado para odiar y quemar banderas de sus países en su momento, y aunque suene mal, me considero de los más tranquilos. Pero… ¿Qué sucederá con ellos?

    — Llevarme a la gente contra su voluntad no es mi estilo — Ace le contestó al joven Hedrum — Le ofreceré a cada humano en Tralio la posibilidad de venir conmigo. Aquellos que quieran hacerlo, serán aceptados. Y quienes no, están en todo su derecho.

    — Papá, ¿qué es lo que va a pasar ahora? — Arick se acercó para hacerle una pregunta — Imagino que el planeta Tralio es muy peligroso. ¿Vas a pedir ayuda a casa para ir hacia allí?

    — Yo sé qué esto los deja impacientes, Arick — Ace le contestó a su hijo — Pero antes de pensar en Tralio, tengo que localizar a los humanos que faltan entre los nuestros. Todos los soldados que me acompañan han venido a buscar a alguien especial, al igual que tú hiciste. No aceptarán irse a un mundo hostil hasta que no estén todos a salvo… Por más ilusiones que nos hagamos, tenemos que ir paso por paso.

    Una vez que dijo esas palabras, Winter y Artem entendieron que no tenían nada que reclamar. Ya era bastante para ellos dos el hecho de haber recibido la promesa de que sus seres queridos acudirían a su mundo para poner a salvo a sus familias. Pero había verdad en las palabras que decía el comandante, nadie se movería hasta salvar a los suyos primero. Y no creían que fuera conveniente que solo un puñado de personas acudiera en una misión de salvamento. Tan pronto como Winter y Ace disolvieron su abrazo, este recibió otro por parte de Sky, quien compartía emoción por el hecho de que lo que ella aseguró se había cumplido.

    — Te dije que te ayudarían — Sky estaba feliz por su amigo — Sé que tal vez tardará un poco, pero tu familia se reunirá contigo muy pronto.

    — Tenías razón, Sky — Winter respondió a lo dicho por la chica — Nunca debí dudar de ti.

    Ambos jóvenes se fundieron en un abrazo que dejó a todos los presentes sonriendo, con excepción de Arick. El chico estaba un poco asustado por la clase de sentimientos que la convivencia con Winter pudiera haber despertado en Sky. Ella se había puesto muy feliz por su llegada a ese mundo, pero no esperaba verla reaccionar así tras ver que su amigo iba a recibir ayuda. Sky, tan pronto como terminó de abrazarlo a él, se dirigió hacia el otro chico de apellido Lakor, para así poder fundirse también en un abrazo con quien aceptó su propuesta de ser más que solo amigos.

    — Tu papá es una buena persona, ahora comprendo por qué elegiste venir por mí — Sky, contagiada de la felicidad del momento, le dio un beso en la mejilla a Arick — Sin duda heredaste esa actitud suya.

    Arick se sonrojó un poco por la muestra de cariño recibida. El cadete se encontraba feliz de ver que Sky tenía pensamientos claros respecto a la persona con la qué quería estar, y en cierta forma, también estaba feliz por Winter. Ansiaba conocer a su hermana, a sus padres y deseaba que toda esa familia de cuatro personas pudiera llegar a interactuar con su hermano menor, a quien no sabía cómo le iba a contar la noticia de que la familia se expandiría a su regreso.

    Artem y Winter, felices de tener una promesa que auguraba un futuro mejor para sus familias y amigos, se abrazaron encontrando al fin algo de consuelo para los pensamientos tan lúgubres que circulaban por sus mentes al imaginar a sus seres queridos que no se encontraban con ellos.

    Alicia y Natasha quedaron, por su parte, conmovidas por todo lo que había acontecido en aquel momento. Ambas sentían deseos de poder prestar ayuda a los humanos que tuvieron una mala fortuna al haber terminado en el planeta Tralio. Escuchar la historia de Winter y Artem las quiso apresurar para traer a Ace a la reunión lo más pronto posible y así pudiera tomar una decisión respecto a ellos dos. Aunque ambas tenían en mente que la prioridad era rescatar a todos aquellos que no se encontraban en aquel mundo, el planeta devastado Yarlem.

    — Vengan conmigo, necesitaré su respaldo en lo que voy a hacer y decir — el comandante Lakor le habló a sus cercanos — Tengo decidido ir a Tralio para rescatar a los seres humanos prisioneros. Pero primero tengo una misión que tiene pinta de ser complicada… Por lo que me han dicho, y quitándolos a ustedes dos, hay unos noventa y ocho humanos de Rusia aquí mismo.

    — Así es, no falta nadie entre los que fueron secuestrados con nosotros — Artem le respaldó ese hecho — El conteo concuerda con lo que hemos visto.

    — En ese caso, tengo una oportunidad para charlar con unas noventa y ocho personas que pasaron varios años de su vida escuchando relatos de mí siendo un monstruo — Ace no dejó escapar ese detalle — Mi primer paso para salvar a los humanos que se encuentran en Tralio es ganarme los corazones de aquellos que están aquí mismo. Frente a mí.

    — ¿Vas a hacerlo ahora? — Alicia quería saber si Ace necesitaba prepararse — Porque algunos de los que están aquí resultaron ser más razonables de lo que uno creería. Solo tuvimos que darles algo de tiempo… Aunque eso no aplica para todos, tristemente.

    — Primero quiero saber si Xorxaik ha podido obtener información acerca del paradero de Gina, Hana y Nick — fue la respuesta del comandante Lakor — Y hay algo que me preocupa también… Tauvim dijo que, si lo atacábamos, vendrían amigos suyos para vengarse. Nosotros salimos antes de que pasen veinticuatro horas de que se diera su secuestro, y llegamos a este mundo unos cuatro días después de detectar que la nave que los trasladaba se había detenido. Sus naves son más rápidas que las nuestras, y preferiría hablar con aquellos que no tienen idea de quienes somos nosotros antes de que alguien más de la Sociedad Galáctica vuelva a aparecer.

    Un grupo conformado por un total de dos soldados con armaduras no pasó desapercibido en el momento en el que humanos tanto de Edagr como de Tralio vieron que había cinco civiles siguiéndolos de cerca, siendo cuatro de ellos algunos de los que estaban cautivos y haciéndoles compañía en la tarea de la construcción de armas nucleares.

    Soldados del ejército, así como también civiles de Edagr rescatados los veían moverse y sabían que algún anuncio importante estaba por tener lugar. Iker y Jessica miraban la escena siendo acompañados por algunos otros hombres y mujeres que analizaban por completo a aquellos que tenían armadura, responsables de haberlos sacado del encierro en el que habían sido llevados.

    — Cualquier tonto se daría cuenta de que son humanos de Zenith y Black Meteor — Iker pronunció esas palabras en voz alta — Tal vez nos hayan salvado, pero seguro algo están tramando.

    — Te lo digo en serio, Iker, hay veces en las que Winter es mucho más ingenuo de lo que yo esperaría — Jessica compartía esa antipatía de su amigo — Estoy agradecida con ellos por habernos liberado, pero no puedo sacarme el pensamiento de que ahora viene algo mucho peor.

    — Tal vez tendrías que haber hecho un mejor trabajo para seducirlo — Iker lo comentó de un modo que molestó a Jessica — Ahora él no está de nuestro lado.

    — Elocuente como siempre, Iker, me da lástima pensar que tú eres mi único amigo en esta situación — Jessica no aceptó el insulto de forma gratuita.

    Los dos adolescentes no eran los únicos que tenían la vista puesta en ellos, sino que el ryfier y el más anciano entre los humanos, ambos ex líderes, miraron con seriedad como ellos se iban acercando al robot de gran tamaño del que disponía la humanidad como recurso bélico. Abel sintió mucha curiosidad al respecto, puesto a que Ace y Natasha, de los que aprendió que eran líderes gracias a su charla con Allecreod, parecían tener algo en mente.

    — ¿A dónde van? — Abel lo miró esperando una respuesta.

    — No estoy seguro, pero no te quieren cerca, y creo que soy el más adecuado para vigilarte — Allecreod le respondió con sinceridad — Así que nos quedaremos apartados hasta que reciba alguna orden. Tardaremos lo que tengamos que tardar para descubrirlo todo.

    — Sé que esos dos planean algo, y que es solo cuestión de tiempo — Abel se desilusionó un poco con esa respuesta.

    Finalmente, los últimos en centrar sus ojos en ese grupo fueron los soldados Faron Zark y Noak Jensen. Viendo como Ace, Natasha, Alicia, Arick, Sky y otros dos chicos a los que ninguno de los dos pudo identificar se acercaron al robot creado por Allecreod, ellos dos sintieron que algo extraño estaba pasando. Más por curiosidad que por recibir una invitación, los dos soldados se aproximaron algo extrañados para enterarse de todo aquello de lo que se pudiera hablar en dicho momento.

    Al llegar, oyeron al comandante realizar una pregunta.

    — Xorxaik, ¿hubo algún avance en la extracción de información? — el comandante preguntó al robot.

    — No todavía, comandante Lakor — la respuesta impresionó a Winter y Artem — Su nivel de seguridad es muy alto. He detectado varios programas anti intrusiones que borrarían todos los archivos al mismo tiempo si llegaran a detectarme. Tengo que lanzar paquetes cargados de spyware de forma lenta para poder mezclarlos con sus procesos normales. Si se apresura el proceso, lo perderemos todo.

    La respuesta dada por el robot llegó a tomar con la guardia baja a Winter y a Artem. Sky y Alicia les habían contado varios relatos acerca de sus vidas en Edagr, pero ninguno de ellos involucraba la existencia de un robot. Hasta hace minutos, ellos solamente conocían el concepto a través de historias literarias que leían en clases a edades más pequeñas, pero nunca se imaginaron que pudiera existir uno, y mucho menos que tendrían el privilegio de verlo.

    — Ace, ¿qué tienes en mente? — Noak preguntó con cierta agresividad — ¿Quiénes son esos dos chicos?

    — También es bueno verte, Noak — Alicia le recriminó por su falta de educación al saludar — Lamento lo de Gina y Hana.

    — Yo también lo lamento — Noak no captó el reproche y no saludó de manera educada.

    — Alicia, Sky… — Faron sonreía mientras levantaba la mano — Es bueno ver que ustedes dos están bien. Me alegra que las hayamos encontrado.

    — Es bueno que hayas venido, Faron — Alicia había compartido un par de misiones con él — Sé que tu presencia aquí sirve para tranquilizar más a Gwyn y a Thomas en casa. Ellos saben que tú eres leal.

    — ¡Ya basta de estar saludándose felizmente! — Noak perdió la paciencia con todos allí — Mi esposa y mi hija no están aquí. Y no veo que tengas una idea clara de lo que vas a hacer a continuación.

    Todas las miradas recayeron sobre Jensen. Winter y Artem, que lo único que sabían de él era que su nombre era Noak según palabras de Alicia, y que quizá fuera él el esposo de la mujer que fue compañera de encierro de Artem, lo veían como una persona agresiva y con muy poca paciencia. Sky y Arick miraron con cierto disgusto a Noak por esa actitud. Lo entendían en cierta manera, pero no les gustaba en absoluto que estuviera siendo tan grosero.

    Natasha y Alicia empezaban a temer por el estado de Noak. No parecía ser la clase de conducta que inspiraba confianza o compañerismo en ese momento. Parecía estar más centrado en las ausencias de sus familiares que en los logros que se habían obtenido el día de hoy, y también en la felicidad que sentía la humanidad de Edagr tras su reencuentro.

    — Noak, tenemos derecho a estar felices por haber salvado a nuestros amigos — Ace se sentía mal por tener que discutir con él frente a todos — ¿Acaso no podemos sonreír por haber salvado a personas que significan mucho para nosotros?

    — Mira, lamento mucho haber levantado la voz — Noak reconoció que no estuvo bien — Pero, así como ustedes tienen derecho a estar felices por su reencuentro, creo que yo también tengo derecho a estar tenso por el reencuentro que no se dio.

    — Nadie te ha intentado quitar tu derecho a estar tenso, Noak — Natasha, quien fue compañera de él antes que todos los demás, optó por no callarse tras su actitud — Fuiste tú quien nos quiso quitar el derecho a estar felices. Gina puede ser tu esposa, pero también es mi amiga. Y yo también estoy triste por no haberla encontrado aquí. Pero prometí que la íbamos a encontrar, y eso es lo que haremos.

    — ¿De qué manera exactamente? — Noak no preguntó furioso, sino más calmado — ¿Qué piensas hacer ahora, Ace?

    — Algo que sin dudas representará todo un desafío para mí — el comandante Lakor miró a Noak mientras ponía una cara que demostraba un poco de miedo — Te agradecería mucho si estuvieras a favor mío, y no en mi contra.
     
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  14.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno, amigo, último día del año y última leída del año. No me arrepiento en absoluto de que este haya sido el capítulo final de este año. Ha sido un gran capítulo en muchos sentidos. Pasaré a comentarlo con mucho gusto. :kuku:

    El capítulo transcurre, literalmente, como una única escena entre la que se van intercalando varias secuencias, por así decirlo. Y eso me ha gustado, no es muy común. El comienzo nos muestra a algunos de los líderes de la Sociedad Galáctica, quiénes han recibido las fuertes imágenes de la muerte de Tauvim a manos de Noak. Evidentemente, su plan sigue siendo el mismo: capturar/recuperar a los humanos y seguir en su proceso de crear las bombas nucleares. Eso sí, ahora están dispuestos a ser mucho más duros con los humanos, algo que me veía venir tras lo acontecido. :angrycat:

    Acto seguido volvemos al lugar del rescate, donde se nos muestra a un Noak aún enfurecido pese a las explicaciones de Ace y Faron sobre que, como soldado, su comportamiento está dejando mucho que desear. Pensaba que Noak era más inteligente que esto, honestamente, y no es la primera vez que su personaje tiene estos arranques de ira cuando alguien a quien quiere está en apuros. Entiendo la preocupación y la tensión, pero no el estar jodiendo a cada rato. Además, un soldado está entrenado respecto a sus emociones y Noak parece que más bien está traumado. Quizá lo mejor que le podría pasar es que al regresar a Edagr le paguen un psicólogo... :yagami:

    Tras esto y mientras Xorxaik sigue buscando en los archivos del enemigo, Natasha le indica a Ace que tienen algo que hablar. El comandante, extrañado, accede para encontrarse afectuosamente con Alicia y para tranquilizar a Sky sobre sus padres, pero la cosa no es esa. Winter y Artem son desconocidos para él, pero para sorpresa de Ace, el primero de ellos es un Lakor. Imagínate, que de la nada y habiendo vivido todo lo que han vivido, vengan y te digan "oye, soy de tu familia". Tremendo shock al que Ace reacciona pronto, abrazando a su primo y garantizándoles a él y a Artem que una vez den con el paradero de Gina, Hana y Nick, irán a por los humanos de Trailo. Justo lo que quería oír y lo que esperaba de Ace, amigo. Ha sido un momento top. Por la reunión familiar (que ojalá termine siendo también con Vitali y Valiana) y porque el comandante demuestra una vez más que es el GOAT de LGC. :nice:

    Allecreod y Abel tienen un par de breves conversaciones ya que se conocieron antaño, pero me alegra ver que el ryfier no cederá ante las presiones del ex líder de Black Meteor. Dicho esto, Ace decide que lo mejor que puede hacer (ahora que es conocedor de todo) es intentar ganarse a los rusos. Iker y Jessica parece que no se dejarán convencer (le pido a diosito que Iker se borre de la historia en 2025) pero el comandante Lakor está dispuesto a intentarlo. Xorxaik advierte que no le está siendo fácil obtener información de los archivos y Noak vuelve a la carga en su modo furia para después darse cuenta de que es tremendo inútil en ese estado, relajándose un poco. :humm:

    En fin, veremos que cositas se vienen este próximo año en LGC, pero pinta genial, amigo mío. Casi sin imaginarlo este capítulo hace de buen cierre en el año que dejaremos atrás hoy. Y sobre la vida personal, espero que este 2025 sea un gran año para nosotros, de corazón. Lo mereces; lo merecemos. ¡Feliz año y hasta pronto! :/*-*\:
     
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  15. Threadmarks: El último enviado – Parte 2
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Ciencia Ficción
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    21
     
    Palabras:
    7354
    Saludos. Bueno, aquí estamos, último día del año 2024. Relacionado a este universo ficticio que hice, el año ha sido bastante productivo. He llegado a publicar los 2 capítulos finales de la parte VII, una historia secundaria de 22 capítulos, y con este que voy a subir ahora, unos 19 capítulos de la parte VIII. El plan para 2025 es publicar lo que reste de esta parte y una nueva historia secundaria de 15 capítulos. Pero bueno, queda para el año que viene.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por sus comentarios en cada capítulo de esta historia, tanto de este año como de todos los anteriores. Su presencia en esta historia por un año más (ya van más de 7 años de presencia tomando en cuenta la fecha de partida siendo en 2017 :kuku:) es un gran motivación para seguir adelante. Te deseo un buen comienzo de año 2025 amigo :\*u*/:. Y espero el capítulo inicial del año sea de tu agrado.

    También deseo un buen cierre del 2024 y buen inicio del 2025 a quien esté leyendo este mensaje. Sin más para decir, dejo el capítulo.


















    El último enviado – Parte 2:

    Los humanos que se encontraban en Yarlem se iba acercando y formando un círculo alrededor de Ace, quien se mantenía con su grupo de gente más cercana. Natasha, Arick, Alicia, Sky, y Xorxaik estaban detrás de él, viendo fijamente a toda la multitud, que cada vez se acercaba más hacia ellos. Artem se apartó un par de metros hacia la izquierda, mientras que Winter se quedó al lado del comandante de ER por pedido suyo. Noak y Faron se colocaron a la derecha de forma de que pudieran mirar a Ace de perfil.

    Entre aquellos que se acercaron, Allecreod se encontraba reteniendo a Abel. Iker y Jessica no tenían idea de por qué Winter se colocó tan cerca del hombre desconocido, que parecía ser una especie de líder de todos aquellos humanos, pero creyeron que pronto iban a tener las respuestas que querían.

    El comandante Lakor tomó aire dos veces, tratando de sacar valor de su interior. Lo observaban amigos, conocidos e incluso desconocidos. Hacía muy poco que no se sentía demasiado presionado, pese a que había hablado ante más gente en el pasado. Una vez estuvo listo, dio arranque a sus palabras.

    — Quiero saludarlos a todos — Ace empezó con cortesía — Algunas personas aquí me conocen, ya sea de forma personal o porque me han visto alguna vez. Pero hay otros quienes nunca tuvieron la oportunidad de verme. Soy el comandante Ace Lakor… y soy consciente de muchas cosas que les enseñaron acerca de mí.

    Fue de esa manera que casi todos los humanos que venían desde el planeta Tralio se pusieron a murmurar o a gritar con cierto miedo. Esa revelación les terminó provocando un poco de asco a todos ellos. Se habían escuchado cosas horribles sobre dicho comandante, y ese mismo ser se encontraba con ellos en aquel momento. Aquellos que tenían esperanzas en ser libres, vieron esa posibilidad truncada por el hecho de que pensaron que no recibirían caridad de alguien como él, suponiendo que había acudido allí para salvar a los suyos.

    Tan pronto como dejó salir esas palabras, la gente empezó a recriminarle su presencia.

    — ¡Maldito monstruo! — gritó un hombre entre ellos — ¡Mira lo que has hecho! ¡Viniste aquí por los tuyos y nos arruinaste la posibilidad de hacer algo bueno por los nuestros!

    — ¿Qué es lo que les arruiné? — Ace no comprendía el motivo por el que lo estaban acusando.

    Noak y Faron se miraban muy confundidos. Ninguno de los dos entendía el revuelo que causó entre todos esos desconocidos la revelación del nombre de Ace. Desde que se presentó ante ellos, habían perdido el hilo de todo lo que pasaba, y esperaban que las cosas se dieran de modo que pudieran recuperarlo pronto. Allecreod, por su parte, miraba con bastante confusión como toda esa gente le reprochaba a Ace por el rescate, viendo ilógico que alguien pudiera quejarse tras salvarse de un secuestro, mucho más de uno que los mantenía alejados de su mundo.

    — ¡No tienes idea de nada! — el mismo hombre le gritó nuevamente — ¡O quizá sí la tienes, y no te importe un carajo! ¡Porque así son los de tu clase! ¡Unos malditos monstruos!

    — Sé mucho sobre ustedes — Ace miró a la izquierda para fijar su mirada en Winter — Este chico, Winter, es primo mío. Él se tomó la molestia de hablar conmigo sobre muchas cosas. Sé que ustedes provenían de Rusia, y que huyeron el día de la Caída de la Tierra. Sé que aterrizaron en un planeta potencialmente habitable y que tuvieron un conflicto con una raza conocida como los traliod, que los esclavizaron, y de los cuales intentaron huir al momento de ser secuestrados por la Sociedad Galáctica.

    Todos los humanos allí, sin importar su mundo de proveniencia, exceptuando a quienes estaban detrás de Ace, quedaron atónitos con lo que les fue narrado. Iker, Jessica y el resto de los humanos de Tralio nunca imaginaron que Winter se hubiera tomado la molestia de explicar su situación a un familiar que era su primo. No les agradaba nada esa situación, pero ya no podían hacer nada más que esperar para ver en qué resultaba todo eso. Noak, Faron, Allecreod y el resto no comprendían nada, pero era el ryfier quien más confundido estaba. Los soldados que viajaron con Ace en la misión vieron muchas revelaciones e incógnitas en tan poco tiempo que no sabían qué pensar. La noticia de que los habitantes de Rusia también tuvieron la fortuna de escapar, y que había más de ellos era un cambio de panorama para lo que ellos creían como la verdad, haciendo que ya no fueran los únicos en haber escapado de la destrucción ocasionada por Arion.

    Nadie entre ese conjunto de personas entendía lo que representaban los traliod, ni tampoco la Sociedad Galáctica, pero hubo algunos entre ellos que asumieron a estos últimos como los enemigos a los que habían matado, con Tauvim siendo una especie de general para toda esa gente. Fuera de todo lo que desconocían, nadie comprendía el motivo de Ace para abrirse de esa forma con ellos.

    — ¡¿Sabes acerca de Casseirem?! — preguntó una mujer entre los humanos de Tralio.

    — Lo sé, es por eso mismo que los secuestraron a todos ustedes — Ace le respondió, manteniendo la compostura siempre — Entre mis compañeros hay soldados que escucharon su nombre de un mensaje proveniente de una nave en ruinas. Por lo que nos dijeron, ahora sé que Casseirem es un conquistador, y que los seres de la Sociedad Galáctica fueron algunas de sus primeras víctimas.

    Noak tragó saliva. El humano recordó el día en que él, junto a seis compañeros más, se topó con los restos de su nave en un planeta totalmente desolado. Le parecía impresionante que esa nave fuera propiedad de alguien que se dedicaba a la conquista. El no haber podido recolectar más evidencia que aquel pedido de auxilio dirigido hacia él, siempre lo dejó con una incógnita que, finalmente, le habían resuelto.

    — ¿Casseirem? — Allecreod se preguntó en voz baja — Nunca nadie me lo mencionó.

    El ryfier estaba extrañado al escuchar todo eso. Miles de veces había tenido ocasión para hablar con los humanos, y nadie nunca le había revelado acerca de la existencia de restos de naves encontradas en un planeta lejano. El enterarse en ese mismo momento, su cuerpo sintió un ligero escalofrío al pensar en la posibilidad de que su camino se hubiera cruzado con el suyo.

    — Mi memoria puede estar algo afectada, pero recuerdo que me hablaron sobre él — le murmuró Abel — Pero no fue hasta hace unos días que descubrí que era un conquistador. Para cuando fuiste liberado, los únicos humanos con vida que sabían sobre él eran Natasha, Noak y Gina. Estoy seguro de que a ellos también se olvidaron de él.

    — Y esta “Sociedad Galáctica” se enfrenta a un conquistador… — Allecreod se vio aterrado ante esa idea — Mi especie ya no tiene nuestra flota de naves de guerra. No sé si Cadain habrá podido reconstruir al menos un par de ellas en todos estos ciclos, pero si no es así, estarán en peligro si él se aparece ante ellos.

    — Mal por ellos, Allecreod, pero por como lo veo yo, todos ustedes están en peligro — Abel lo comentó con cierta arrogancia.

    — ¿Tú no? — el ryfier lo confrontó por eso.

    — No sé qué es lo que va a pasar en los próximos días, ni siquiera en los próximos minutos — Abel giró la cabeza para que pudiera ver su sonrisa — Pero yo estaré muerto antes de que ese tal Casseirem aparezca. No me importa mucho quién pueda ser o qué tan peligroso lo consideren. No será problema mío.

    Eran los soldados que habían acompañado al comandante los que empezaban a murmurar con un poco de miedo. Solamente habían ido en esa misión para poder rescatar a los humanos secuestrados, pero acababan de descubrir acerca de la existencia de un conquistador que podría estar suelto por el universo. No era un trago agradable, y mucho menos por el hecho de que se acababan de ganar la enemistad de aquellos que se enfrentaban a él.

    — ¡La Sociedad Galáctica hizo un pacto con nosotros! — los gritos de un soldado llamaron la atención colectiva — ¡Les íbamos a fabricar una bomba atómica para que pudieran tener un modo de eliminarlo tan pronto como apareciera, de modo que no tendríamos que preocuparnos por él! ¡A cambio, ellos liberarían a los nuestros de las garras de los traliod! ¡Y tú mataste a Tauvim y a todos los que están aquí, has enviado al olvido nuestra posibilidad de salvar a los nuestros! ¡Dudo que la Sociedad Galáctica esté dispuesta a ayudarnos tras lo que has hecho!

    — ¿Y quién dice que ellos son los únicos que pueden hacer algo por los suyos? — Ace le contestó a quien lo criticaba — Tengo un ejército y una nave aquí mismo. Yo mismo podré ir a ese planeta llamado Tralio a salvar a todos los suyos. Me dijeron que son primitivos, y que no cuentan con una nave espacial para abandonar su mundo. Lo único que tengo que hacer es subir a todos los humanos a una nave y sacarlos de allí. Serán trasladados a nuestro planeta, y podremos formar una comunidad humana. Viviremos juntos en un mismo planeta, tal y como era en la Tierra. Con la diferencia de que ahora no tendremos que ser enemigos.

    — ¿Y qué haremos con Casseirem? — uno de los expertos en armas nucleares tenía dudas al respecto — La Sociedad Galáctica tenía planeado construir las bombas nucleares para enfrentarse a él. Habíamos empezado a trabajar en una de ellas hace días.

    — Entonces, sigan haciéndolo — Ace lo vio como una oportunidad — Vengan a nuestro mundo, y enseñen a los nuestros a cómo hacerlo. Fabricaremos un arma nuclear lista para usar ante este conquistador. A diferencia de las personas de la Sociedad Galáctica, nosotros no secuestraremos a nadie para obligarlos a trabajar bajo la promesa de que salvaremos a quienes quedaron atrás. Yo pienso salvar a todos los humanos, y luego, construiremos estas armas con el fin de garantizar un futuro próspero para nosotros.

    Exceptuando a quienes tenían la confirmación previa de Ace de que iban a realizar un rescate en favor de todos los humanos que se quedaron en Tralio bajo la amenaza de morir en un conflicto entre clanes, la noticia dada por Ace llamó la atención de todo el mundo. Los humanos que tenían seres queridos en aquel planeta oscuro cambiaron sus murmullos de miedo por celebraciones de esperanza. El entusiasmo que sintieron cuando les dijeron que no tenían que esperar a que un arma nuclear estuviera terminada para poder partir a un planeta a salvar a los suyos era incomparable. Toda una buena noticia para ellos.

    Por su parte, entre los soldados que viajaron para acompañar a Ace en esa misión, había algunos que no estaban del todo contentos con el cambio de planes.

    — Me llamaron para rescatar a toda esta gente — el soldado le habló a un compañero que tenía al lado suyo — No voy a viajar a otro planeta a buscar a más seres humanos.

    — Yo soy de DCT, me convocaron para darme la oportunidad de venir a buscar a un amigo que habían secuestrado — le respondió uno de los pocos soldados de la división invitada a participar — Ya lo rescaté. Ahora lo único que me importa es regresar a mi hogar.

    Contagiados por ellos dos, que comenzaron con el descontento, muchos otros soldados se sumaron a la negativa de ser convocados en una misión que involucraba el rescate de humanos que se encontraban lejos de su mundo. Había soldados que se veían felices ante la idea de sumar más gente a su planeta, lo cual incrementaría el número de la población y permitiría expandirse sobre Edagr con mayor rapidez. Tanto así que no se vieron afectados por esa clase de comentarios negativos.

    — ¿Salvar a esta gente? — Noak no podía creer que Ace hablara en serio — ¿Y mi familia?

    — Noak, está claro que tu familia recibirá prioridad — Faron quería evitar que explotase de ira en ese momento — Pero nos vendría bien contar con más seres humanos. Y más si nos van a ayudar a construir armas para hacer frente a este conquistador.

    — Mira, si Ace no menciona a los humanos que faltan entre nosotros en cinco minutos, avisaré a Gwyn y a Thomas sobre esto — el soldado no se veía para nada conforme con la situación — Esto es algo por lo que pueden apartarlo del poder.

    — ¿Irías en contra de tu amigo? — Zark le cuestionó ese posible accionar.

    — Solo si él va en contra de mi familia — Jensen no estaba dispuesto a discutir por ellos.

    Iker y Jessica se miraron con cierta estupefacción, que luego fue reemplazada por una felicidad casi indescriptible. Lo que más deseaban ellos dos, junto con todo humano que tuviera un ser querido atrapado en Tralio, era volver a ver a sus familias, y que, en lo posible, no tuvieran que vivir nunca más bajo el yugo de patriarcas y monarcas nunca más. Ninguno de los dos adolescentes sabía nada sobre armas nucleares, pero les era lógico pensar que tardarían bastante en tener terminada una que funcionara bien. Con la declaración dicha por Ace Lakor, el tiempo de espera se había reducido drásticamente para ellos.

    — No puedo creerlo, Jessica, esto está pasando, es real — Iker seguía asimilándolo — Estos humanos van a rescatar a los nuestros y los van a sacar de allí. Volveré a ver a mi familia, y tú también.

    — Mi mayor miedo desde que la Sociedad Galáctica nos explicó sus motivos para tenernos aquí era que llegara el día en que fueran a Tralio a rescatar a los demás, y que nuestros seres queridos ya no estén allí — Jessica pensó con esperanza en su familia — Mi mamá y mi tía se salvarán mucho más rápido ahora. Las tendré de regreso conmigo en poco tiempo.

    — Yo… no puedo creer que sean ellos — Iker miró con una sonrisa al comandante Lakor — Tantas veces que escuché que ellos eran escoria. Incluso me dije a mí mismo que era tonto pensar que ellos podrían llegar a rescatarnos… Y mira cómo se han dado las cosas. Él mismo vino en persona a salvar a los suyos, pero seguirá trabajando para salvar a los nuestros.

    — Winter es su primo — Jessica recordó ese detalle en el comienzo del relato — Él lo debe haber hecho posible. Podría haber intercedido solo por su familia y la de Artem. Eso incluso serían menos molestias para ellos. Pero pidió por la seguridad de todos nosotros en casa.

    — Sé que yo nunca me habría atrevido a hablar con ellos, y mucho menos a pedirles su ayuda — Iker centró la vista en su amigo — Le debemos una disculpa. Principalmente yo. Y tal vez a la chica también. No me he portado bien con ninguno de los dos.

    — Nos disculparemos luego, por ahora, centrémonos en las buenas noticias — Jessica sonreía a su compañero.

    Antes de que alguno de los dos pudiera decir algo más, uno de los humanos que se encontraba en el fondo, un soldado que provenía desde el planeta Tralio, pasó en frente suyo y se dirigía al comandante Lakor. Les sorprendió a los dos chicos la cara de preocupación y angustia que tenía, tanto así que sus pensamientos positivos fueron cortados abruptamente. Temiendo que pudiera decir o hacer algo grave, los dos lo siguieron para ver qué podían descubrir.

    Cuando ese soldado que se situaba en el fondo pasó al frente de los suyos, las miradas se centraron en él. Todos estaban expectantes por aquello que iba a decir.

    — Comandante, perdóneme por la desconfianza — el soldado se mostró educado pese a que no consideraba que las cosas que iba a decir fueran buenas — Ha dicho que va a ir a Tralio a buscar a nuestros hermanos, hermanas, padres, madres, hijos e hijas que quedaron atrás. ¿Qué tanto esfuerzo piensa destinar para eso? Los traliod son verdaderos monstruos. Yo estuve luchando junto a mi comandante el día que los enfrentamos y perdimos. ¿Cómo sé que usted no abandonará a los nuestros ante la primera señal de problemas?

    — Antes que nada, quiero dejar en claro un par de cosas — Ace tomó como válida la pregunta de aquel soldado — Entre los humanos que se llevaron de mi mundo, notamos que hay varios que están ausentes. Algunos son amigos cercanos míos. Mi prioridad principal es traerlos de vuelta. Lo primero que haré cuando mi robot tenga su ubicación, será ir a buscarlos. Una vez ellos estén a salvo, iré a Tralio a rescatar a los humanos allí presentes.

    — No me lo creo — el soldado no notaba convicción en él — ¿Qué me garantiza que los salvará a todos? Sé que Winter es un primo suyo, y que tiene familia allí. ¿Cómo sabremos que usted no se irá tan pronto los haya rescatado? Podría regresar con solo una centena de humanos y decir que el resto estaban muertos. Después de todo, nada se lo impide.

    — A ver, creo que la mejor forma de que me creas es hablar con honestidad — Ace sabía que mentir era un mal movimiento — Tengo provisiones limitadas. Planeo tomar todo lo que la Sociedad Galáctica haya dejado en el interior de esa nave. Pero la cantidad de días que me quedaré en Tralio van a depender de las provisiones que pueda cargar. No es mi intención salvar a los suyos de morir allí si luego todos moriremos de hambre en el espacio. Me han dicho que son una población de casi seis mil habitantes. Es un número bajo, pero la cantidad de recursos necesarios para trasladar a toda esa gente es inmensa. Si puedo darme el lujo de quedarme tres días, me quedaré tres días. Si solamente puedo quedarme un día, lo lamentaré mucho por los que hayan quedado atrás.

    — Veo que no quiere hacer promesas que no puede cumplir — el soldado agachó la cabeza, ya que no esperaba esa clase de contestación — Pero los traliod que tienen a la humanidad retenida tienen provisiones para toda su gente. Podríamos obtener lo necesario para el viaje de regreso de su mundo.

    — Si me lo aseguras, entonces te creeré — Ace vio una oportunidad para sumar más gente a la causa — Veo que te preocupas mucho por los tuyos. Y entiendo que no te sienta cómodo dejar su destino en manos de alguien infame como yo. En ese caso, ¿te gustaría venir con mi expedición?

    — ¿Me lo va a permitir? — preguntó el soldado, con esperanza de poder regresar a salvar a su gente.

    — Solo aquellos que sean soldados vendrán conmigo — Lakor sentenció el destino de todos ellos — Sugiero que busquen entre los cadáveres de la Sociedad Galáctica armas, escudos y armaduras que se ajusten a ustedes. No tenemos nada para darles. Pero si quieren ayudar, serán bienvenidos.

    El soldado que se adelantó y se puso frente a toda su multitud para poder tener una charla directa con el comandante Lakor fue el primero que tomó la iniciativa. Varios otros hombres y mujeres que formaban parte del ejército humano instalado en Tralio se apartaron de su grupo, en dirección al sitio en el que habían colocado los cuerpos de aquellos guerreros de la Sociedad Galáctica que les habían hecho frente. Con la intención de tomar todo lo que pudieran para ir a casa a poder pelear por los suyos, los únicos humanos de Tralio que no movieron un músculo fueron los menores de edad y los civiles.

    Tras ver la marcha de toda esa gente, Noak se le acercó al comandante Lakor. No parecía quedar nadie con dudas respecto de lo que debían hacer, puesto a que nadie más preguntaba por inquietudes al comandante. Esto fue visto por Faron, quien eligió no dejarlo solo en ningún momento.

    Ace veía como Natasha, Arick, Alicia, Sky y Artem también se le acercaban, quizá para cuestionarlo por su decisión de ayudar a todos los humanos que se encontraban viviendo en otro mundo diferente al suyo. Jensen fue el primero en disparar.

    — Ace, me alegro de que mi esposa y mi hija sean prioridad para ti, pero quiero que sepas que no moveré un solo músculo por esta gente — Noak se lo dejó en claro — Ya que te llevarás a varios de sus soldados, no me necesitarás. Lo que significa que me iré a casa para que mi familia esté reunida.

    — Está bien, Noak, lo comprendo — Ace mostró una sonrisa buscando tranquilizarlo — No estás obligado a quedarte una vez que hayamos rescatado a Gina y a Hana.

    — Claro que no estoy obligado — el soldado encontró una carta para usar — Pertenezco a la división de Defensa Civil y Territorial. Explorar el universo y rescatar gente no parece estar dentro de mis responsabilidades. Y siendo que mi convocatoria fue para rescatar a los humanos secuestrados, creo que no tienes autoridad para obligarme a quedarme.

    — Qué lindo es que acates las reglas cuando te conviene, Noak — Faron se lo recriminó — Hace días, parecía que serías capaz de generar un huracán si no te permitíamos venir.

    — Vine por mi familia, y cuando los tenga, me iré — el soldado no lo miró a la cara al responder — Me alegra que me entiendas.

    — Puedes dormir tranquilo, Noak, tú estarás en tu casa con ellos muy pronto — Ace se lo comentó con una mezcla de alivio de que no lo tendría que soportar, y molestia por el hecho de que su amigo parecía haberse enajenado a pensar solo en su familia.

    — Primo — Winter llamó su atención — Sé que dijiste que solo permitirías a los soldados ir contigo. Pero yo también quiero ir a Tralio.

    — Absolutamente no — Ace no vio esa respuesta con buenos ojos — Sé que eres un cadete, Winter, pero no te dejaré regresar a un mundo repleto de monstruos.

    — Pero dejaste que Arick te acompañara hasta este mundo por Sky — Winter creyó que podría usar ese argumento a su favor — ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo para ir por mi familia?

    Todos los presentes allí estaban bastante curiosos acerca de cuál sería la respuesta que Ace le daría a ese pedido. Noak lo vio como una oportunidad de llevarse a alguien más que fuera conocedor del mundo al que irían, cosa que le haría bien a Ace, por lo que creyó que sería bueno que se lo llevaran. Arick no se sintió muy feliz por haber sido comparado con él. Mientras que el resto que estaba allí no quería a Winter en ese mundo, ya sea por el peligro o para que no fuera una distracción para Ace.

    — Winter, tú lo has dicho, eres un cadete — Natasha lo miró a los ojos — Tenerte en el campo de batalla requerirá que te estemos supervisando constantemente. El hecho de que no tengas una formación completa como soldado es motivo suficiente para que no vengas con nosotros. Sé que amas a tu familia y te preocupas por ellos, pero tienes que entender que la mejor manera de ayudarlos será no intervenir.

    — Pero Arick pudo venir con ustedes — Winter no estaba molesto con la mujer, pero sí con su decisión de no dejarlo ir a la batalla.

    — Yo no participé en la pelea, Winter — Arick le contestó, queriendo ver si eso lo calmaba — Yo me quedé en la nave en todo el tiempo que duró el conflicto. Hasta me prohibieron salir de mi cuarto si no era para ir a comer o al baño.

    — Yo también puedo hacer eso, primo Ace — Winter quiso tirar por esa cuerda — Tienes mi palabra de que no causaré problemas. Confiaste en Arick. Puedes confiar en mí también.

    — Conozco a Arick porque es mi hijo, y sé que él no me desobedecería — Ace no quería ofenderlo en su explicación — Si no supiera que él era capaz de mantenerse en su cuarto, no lo hubiera traído. Pero tú no eres hijo mío, Winter. El hecho de que seas un cadete y no un soldado me impide darte órdenes como profesional. Y el que no sea tu padre me impide darte ordenes con autoridad. No puedo llevarte conmigo en esa nave.

    — Winter, te comprendo — Artem quería mostrar apoyo a su amigo — Pero estoy seguro de que ellos se dieron cuenta de que tú no estás en el mismo planeta que ellos. Deben estar muy preocupados por ti, pero tan pronto como a sus mentes llegue la idea de que no estás en ese planeta, ellos seguro desearían no verte pisando Tralio nunca más.

    — Deberías escuchar a tu amigo — Alicia aconsejó al chico — Sé que él no es un cadete a soldado como tú, pero trata de que te mantengas alejado del peligro.

    — Sé que lo hace, pero… — Winter se veía algo deprimido — Mi papá, mi mamá y mi hermana me quieren mucho, y yo los quiero. Lloramos al momento de despedirnos antes de que el patriarca Hufan y la matriarca Yma nos sacaran de nuestras casas para atacar a Ybrir. No quiero que ellos se sigan preocupando. Cuando te vean aterrizar una nave y pelear contra los traliod, seguro tendrán mucho miedo. Quisiera estar ahí para que no se asusten. Y para que estén bien.

    — ¿Y por qué no les dejas un mensaje?

    La pregunta provino de parte de Sky. Todos los ojos se centraron sobre la hija de Thomas y Gwyn, quien tuvo una idea que parecía que todo el mundo estaba pasando por alto. Si bien, Winter preferiría tener la oportunidad de ir en persona al mundo para decirles que se encontraba en buen estado, la idea de la chica no era mala en absoluto.

    — Pero no tengo un dispositivo que pueda usar para eso — Winter pensó que eso era un impedimento, y quiso usarlo como excusa.

    — Yo tengo uno, puedo darte el mío — Arick se sacó del bolsillo del pantalón un dispositivo móvil — Te lo doy si quieres.

    — Puedes dejarle un mensaje a tu familia, para que vean que estás bien — Sky creyó que así su amigo se sentiría mejor — Estoy segura de que ellos estarán felices cuando lo escuchen y sepan que estás a salvo.

    — Gracias por esto, a los dos — Winter tomó el dispositivo, y luego de eso, abrazó a los dos chicos como forma de mostrarles gratitud — Significa mucho para mí esto. Ya estaban preocupados por mí cuando me aislaron de ellos. No merecen pasar por más momentos como este.

    Arick y Sky apreciaron el gesto del chico al cual llevaban poco tiempo de conocer, especialmente quien compartía su mismo apellido. Sky abrazó como pudo a Winter, mostrando una sonrisa de victoria al asegurarse de que no estaría en peligro cuando fuera el momento de que la tripulación del comandante Lakor fuera al planeta Tralio. Arick tardó un poco en reaccionar, pero pronto él también abrazó a su familiar. Pese a que estaba un poco incómodo de estar cerca de él tras escuchar que compartió el encierro con Sky, la forma de ser del chico le resultaba muy agradable.

    — No hay duda de que lo educaron igual que a mí — Arick pensó en cómo serían los padres de Winter, en espacial Vitali, quien decía ser tío de Ace, lo cual lo volvería en su tío abuelo — Espero que toda tu familia esté a salvo.

    Ace y Natasha sonreían plenamente al ver esa escena. Alicia, Artem y Faron estaban aliviados por ver que el chico joven que tenía deseos de ir al planeta Tralio había accedido a quedarse atrás, lo que evitaría que la milicia tuviera que preocuparse por él en el viaje. Noak miró la escena con indiferencia, puesto a que le daba igual lo que ocurriera con Winter. No tenía ninguna especie de simpatía para con él solamente porque fuera el primo de Ace, y consideraba que podrían llevárselo con ellos bajo la amenaza de no defenderlo si llegaba a ponerse en peligro.

    Los dos comandantes de ER se veían bastante conmovidos por lo que contemplaron. Cuando aterrizaron en aquel mundo, no esperaban encontrarse con la noticia de que la familia Lakor era más grande que solamente ellos dos y los niños. Pero tras conocer a aquel chico, todo era diferente. Había una chica más, lo cual a Natasha le agradaba mucho considerando que Winter, Arick y Azel eran varones.

    — Me alegra saber que tendremos a una mujer con el apellido Lakor — Natasha lo decía a Winter, en un intento de querer calmarlo un poco — Siempre me sentí triste por no tener una niña, pero Ace y yo consideramos que Arick y Azel era suficiente.

    — Mi hermana Valiana es una buena chica, aunque a veces me molesta un poco — Winter estaba experimentando la felicidad de un momento tranquilo en familia por primera vez.

    — Mi hermano Azel también me suele molestar, creo que tu hermana y mi hermano se van a llevar bien — Arick aprovechó para bromear un poco — Ya quiero ver su cara cuando te conozca. Tal vez me deje un poco en paz cuando aparezcas tú también.

    — Oh, sí, no puedo esperar a que Kite sepa sobre ustedes — Sky miró a Winter con impaciencia — Mi hermano es algo tímido, pero sé que te caerá muy bien.

    — Esto me hace pensar… — Alicia pronto recordó a quienes quedaron en casa — ¿Cómo se encuentran Thomas y Gwyn?

    — He tenido que mentirles un poco, lo cual no me ha gustado — fue la respuesta de Ace — Pero ellos dos estaban muy preocupados cuando se enteraron de lo de Sky. No les he dicho nada sobre esto todavía. Le ordené a Xorxaik que les dijera que nos estábamos acercando cada vez que preguntaban.

    — ¿Les vas a decir la verdad ahora que ya están a salvo? — Faron quería saber si serían honestos con ellos.

    — No toda la verdad, le diré que logramos alcanzarlos y que Sky va de regreso a casa — el comandante Lakor miró a la joven — Creo que sería mejor esperar a que emprendan el viaje de regreso para decirles. Eso los aliviará.

    — ¿Y cuándo será ese viaje de regreso? — Sky sentía un poco de curiosidad por ello.

    — Cuando Xorxaik consiga la ubicación de Gina y Hana, allí es a donde iremos — fue la respuesta de Ace — Una vez ellas dos, Nick, y el resto de la población estén a salvo, tú, Arick, Noak, Alicia y los demás regresarán a casa. Natasha, Faron, Allecreod, Xorxaik y yo emprenderemos el rumbo hacia el planeta Tralio. Antes de partir a ese mundo, quiero saber que todos están a salvo y rumbo a nuestro hogar.

    La respuesta dada por Ace dejó tranquilos a todos los presentes allí con excepción de Arick. Al chico no le agradaba mucho la idea de que sus dos padres fueran a ir al planeta en donde habitaban aquellos que eran descritos por Artem y Winter como monstruos. Con un cuerpo muy resistente a las balas y una fuerza descomunal, la idea de que ellos enfrentaran a sus padres causó mucho miedo en el chico, que no quería perderlos a los dos. Esperaba que solamente su padre tuviera que ir, ya que sabía que, tras haber dado ese discurso, iba a acudir a la misión. Pero saber que su madre también acudiría lo dejaba un poco intranquilo.

    — Atención, comandantes — Xorxaik llamó la atención a todos, pero principalmente a quienes lideraban a los grupos — Basado en lo que dicen mis sensores, estimo que la noche caerá en menos de media hora sobre este mundo.

    — ¿Alguna novedad de los archivos? — Noak quería terminar el día con una buena noticia por lo menos.

    — Todavía no, como he dicho antes, el nivel de seguridad de los archivos es muy alto — el ser hecho de metal no le concedió lo que quería.

    — ¿Y qué dicen tus estimaciones? — Alicia le consultó por eso.

    — Antes de otro anochecer en este mundo, ya habré obtenido el acceso — Xorxaik quiso darles una franja de tiempo para obtener éxito — Tendremos que seguir esperando aquí.

    — Será mejor que alguien les avise a los humanos que están recolectando los restos de los cadáveres de la Sociedad Galáctica que es hora de dormir — Ace no tenía algo preparado para ese momento — Por seguridad, pediré a los soldados que están atendiéndose en la nave que estén atentos. El resto de nosotros dormirá en este crucero. No quiero llevarme la sorpresa de que una nave enemiga llegó a este mundo y alguien bajó para borrar los archivos. Lo defenderemos hasta que Xorxaik obtenga lo que necesitamos.

    — Yo daré el aviso — Faron se ofreció para la tarea — Tú ve organizando a la gente allí dentro.

    Apreciando el gesto de Faron para dar la noticia al resto de los seres humanos, Ace lanzó un grito a todos los que estaban presentes allí, indicándoles que el anochecer llegaría a ese mundo pronto, y que sería conveniente que todos estuvieran a resguardo en el momento en que llegara la caída de la noche.

    Sabiendo que los secuestrados tenían mayor conocimiento acerca del interior del edificio, todos los soldados del ejército humano los dejaron entrar primero para que estos pudieran guiarlos a través del lugar. Ace y las personas que iban junto a él fueron de los últimos en encaminarse hacia el interior de aquel navío, y en el momento en que dieron inicio su caminata, recibieron un llamado de atención por parte de Allecreod.

    — ¡Comandante! — el ryfier le alertó — ¡¿Qué quiere que haga con él?!

    Noak era el único de aquel grupo que todavía no estaba enterado de que aquel anciano que veía junto al ryfier era el ex líder del país en el que él nació y se formó como soldado. No lo pudo identificar al principio, y por eso mismo le pareció curiosa la forma en la que el ryfier tenía sujetado a un hombre mayor de edad. Pero en el momento en el que lo miró de forma atenta, logró reconocerlo inequívocamente.

    — ¿Abel? — el soldado se sorprendió para mal.

    — Natasha, tú ve adentro con todos y colócanos en un sitio donde estemos cerca uno del otro — Ace le hizo un pedido a su esposa — Tengo que ocuparme de esto.

    La mujer no le dijo palabra alguna, limitándose solamente a asentir con la cabeza ante su pedido. Alicia, Arick, Sky, Winter y Artem se movieron al interior del edificio, mientras que Noak iba con Ace para tener una charla con el anciano y con el ryfier. Al momento de acercarse, Abel le echó un vistazo a Noak, siendo capaz de reconocerlo con mucha más facilidad que él, debido a que poco había cambiado más allá de un ligero envejecimiento facial.

    — Hace días tuve el placer de conocer a tu hija con Gina — Abel quería ser amistoso — ¿Cómo te encuentras?

    Noak frunció el ceño mientras se acercaba más a él. No contestó, y en lugar de eso, le lanzó un golpe al estómago al hombre. Por su condición, Abel no pudo resistir mucho el daño y cayó de rodillas al suelo sujetándose la zona abdominal. Allecreod, creyendo que lo mejor sería no meterse entre ellos dos, se colocó al lado del comandante Lakor, algo intrigado con toda esa situación que estaban viviendo.

    — ¿Qué haces aquí? — Noak estaba más molesto que nunca en todo el día — ¿Cómo es que mi familia no está, pero tú sí?

    — Siempre tuve curiosidad por ver cómo seguirías tú por encima de los demás — desde el suelo, Abel hablaba con dificultad — A pesar de que te volviste en mi contra al final, te tuve en estima por haberte quedado en Black Meteor. Mientras que Natasha, Gina, Casey y Xander me abandonaron.

    — No hables de ellos, Casey y Xander están muertos — Noak creía que no lo sabía — Igual que Paul, Zaid y Claire. Y todos aquellos que obligaste a ir al espacio.

    — Hey, yo no le puse un arma en la cabeza a sus padres para que los enviaran a las academias — Abel buscaba como ponerse de pie — Y tampoco los obligué a sacar las mejores notas. Ustedes hicieron méritos.

    — Yo te admiré por muchos años, Abel, crecí teniéndote de ídolo.

    Jensen esperó hasta que Abel pudiera ponerse de pie, y tan pronto como lo hizo, le lanzó un segundo puñetazo al estómago. El ex líder de Black Meteor volvió a sentir dolor en la zona mientras que caía al suelo por el daño recibido. En esa segunda ocasión, el golpe fue más fuerte, pero él exageró el daño al toser un poco, queriendo aparentar lástima ante Ace y Allecreod.

    — Noak, creo que ya está — Ace le puso una mano en el hombro — Te estás excediendo.

    — Primero Tauvim, y ahora él — Noak lo miró con furia — Creo que te gusta jugar al abogado del diablo, Ace. ¿Por qué te importa esta gente?

    — Ellos no me importan, me importas tú — Ace fue sincero con él — Esto no te está haciendo bien. Tranquilízate. Cuando estemos a bordo de la nave, iremos al gimnasio y pelearemos para entrenar. Desquitarás todas tus frustraciones conmigo en una pelea.

    — Bien, si tú lo dices — Noak miró con desprecio a Abel, para luego darle la espalda.

    — ¿Qué hacemos con él? — Allecreod volvió a repetir su pregunta.

    — Ahora que lo tenemos, no quiero que se vuelva a escapar — Ace comentó al ryfier — Aunque dudo que quiera hacerlo dado a que no hay ningún lugar al que pueda ir. Es solo una precaución. Si es posible, quiero que comparta toda la información sobre la Sociedad Galáctica que pueda. Y cuando regresemos a casa, irá a prisión.

    — Quizá quieras pensar en quitarme esa condena, siendo que quieres que te dé información sobre la Sociedad Galáctica — Abel quiso negociar con él.

    — Es justamente la información que me darás la que te ayudará a disminuir tu tiempo de condena — Ace le comentó, sin aceptar su amenaza — O me dices todo lo que sabes o te dejaré pudrirte en una celda. Negándote cualquier tipo de atención médica cuando alguno de tus órganos empiece a fallar.

    — Que perverso eres, Ace, esa clase de cosas no se enseñaban en Black Meteor — Abel quiso molestarlo — Se nota la influencia de Zenith en ti. De hecho, no escuché historias de ningún comandante de esa nación que hubiera adoptado niños huérfanos. Tú estás aquí porque convencí a Morris Grant de adoptarte. Y Noak está aquí porque lo seleccioné para irse al espacio como parte de un equipo. Quizá ustedes tendrían que mirar en donde tienen los pies y empezar a pensar en quién hizo todo eso posible.

    Ace eligió no contestarle esa provocación. En su lugar, optó por mirar a Allecreod fijamente y ordenarle levantar a Abel para así trasladarlo hacia un sitio en el que pudieran mantenerlo bajo vigilancia, evitando así que se aleje y se escape del castigo que se le quería poner. Ace y Noak simplemente se miraron a la cara y compartieron un par de miradas de cansancio. Si bien, no habían experimentado lo mismo, el día había demostrado ser muy largo para ambos. Con Noak no pudiendo encontrar a su esposa y a su hija, y con Ace descubriendo y encontrando a familia que no conocía hasta ese día.

    Ace le dio una palmada en la espalda, y luego le dio un abrazo a su compañero, pasando su mano por atrás de uno de sus hombros, como una forma de darle su apoyo para todo lo que estaba viviendo.

    […]

    — ¿Qué te parece mi plan? — la imagen de Cerv se veía a través de un monitor.

    Siban se encontraba en una sala de comunicaciones, siendo acompañada por varios soldados tanto yarlemianos como velivinos. Camino al planeta Yarlem para poder hacer frente a los humanos que aparecieron de forma repentina y eliminaron a Tauvim y los suyos, la mujer yarlemiana recibió una llamada por parte de un compañero que compartió el rol de enviado junto con ella.

    — Es tétrico — Siban dejó salir su impresión por lo escuchado — Pero si los humanos no nos dan otra opción, supongo que servirá.

    — Es una lástima si lo llegamos a implementar — Cerv miró con la cabeza algo baja a su compañera — Los humanos me parecen una especie mucho más interesante que los traliod. Esperaba que fueran ellos los siguientes en unirse a nosotros.

    — Creo que todos están de acuerdo contigo, Cerv — la mujer yarlemiana compartía su punto de vista — Los humanos dominaron el viaje espacial. Sus guerras internas y el proceso de construcción de las armas nucleares habrían sido temas muy interesantes de estudiar. Si tan solo no hubieran destruido nuestro satélite, quizá nunca hubiéramos tenido que hacer esto.

    — Es un poco triste cuando te lo pones a pensar, Siban — le contestó Cerv — Hasta el momento, nadie de la Sociedad Galáctica ha derramado una sola gota de sangre humana. Por lo que vimos de las cámaras, Tauvim y sus soldados no pudieron ocasionarles ninguna baja. Eso quiere decir que, independientemente de lo que ocurra hoy, tú serás la líder que ocasionó la primera muerte de un humano en lo que refiere a nosotros.

    — No me había parado a pensar en ello — la mujer ignoraba ese hecho hasta el momento — Sin dudas, no seré alguien muy bien recordada en la historia humana si nos convertimos en aliados.

    — Ya sea que los humanos luchen junto a nosotros o no, dudo que te vayan a recordar con alegría — Cerv sentía pena por ella — A todo esto, ¿qué tanto te falta para que llegues?

    — Llegaré en unas trece horas — Siban le contestó su incógnita — He activado el modo de máxima velocidad de la nave tan pronto como las cámaras captaron a Tauvim saliendo para enfrentar a los humanos.

    — Cuídate mucho, Siban — su amigo lanzaba una advertencia — Recuerda que ellos tienen entre sus filas a ese ser de metal. Es una lástima que las cámaras no hubieran captado mucho sobre él.

    — Lo tendré, Cerv — la mujer yarlemiana se sentía algo nerviosa al respecto — Tengo muchos más soldados de los que tenía Tauvim. Voy a tener éxito en esta misión. Dile a Miraq que me vaya haciendo un espacio en su cama cuando regrese.

    Tras esa pequeña broma que hizo para tratar de levantar un poco el ánimo, la yarlemiana cortó la comunicación con otro de los líderes de la Sociedad Galáctica. Sin nada más qué discutir, ella se dio la vuelta y se dispuso a mirar a todos aquellos que viajaban junto a ella. Tal y como lo había señalado su compañero velivino, tenían un adversario algo difícil de enfrentar al llegar allí. Un ser hecho de metal, que desafiaba las leyes naturales de la vida, y del cual no se pudo obtener mucha información.

    La idea de Siban no era morir en Yarlem. Tras haber escapado para salvarse de ser asesinada en las manos de Casseirem, se negó rotundamente a morir en manos de aquellos a quienes habían seleccionado como aliados para esa pelea. Era por esa misma razón por la que había reunido a toda esa gente en esa sala.

    — Estoy abierta a cualquier tipo de idea que tengan y que nos pueda ayudar en la lucha contra los humanos, principalmente con aquel ser que representa la vida artificial que han creado — Siban tenía algo en mente, pero necesitaba escuchar al resto del equipo — Nunca nos hemos enfrentado a alguien así. Es por eso que quiero ver cuáles son todas nuestras alternativas para triunfar en esta lucha.
     
  16. Threadmarks: El último enviado – Parte 3
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Increíble que, para mantener un ritmo de publicación de un capítulo por semana, lleve desde el año pasado sin subir un capítulo XD. Pero bueno, todo a raíz del foro que se ha estado accidentando mucho. Ahora que está online hay que aprovechar y volver a las andadas.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por haber leído el capítulo anterior y el que estoy publicando ahora. Fueron 2 capítulos que se leyó por discord para seguir avanzando en la historia. Me alegro que le hayan gustado ambos, y espero que el próximo también sea de su agrado.

    Por ahora, medio que estoy sin ganas de actualizar guía y cronologías. Así que quedan como quedan por ahora. Aprovecho y publicaré dos caps a la vez, para así compensar el tiempo perdido que el foro estuvo de sabático.
















    El último enviado – Parte 3:

    ¡La plataforma no sube! — gritó el comandante Lakor — ¡Empújenlos!

    Desde detrás de los soldados humanos, quienes estaban equipados con escudos anti disturbios, el comandante de Zenith veía como los hombres y mujeres a sus órdenes se ponían a empujar a todas las familias que intentaban abordar la nave espacial para escapar del planeta Tierra antes de que la destrucción ocasionada por Arion los alcanzara y evitara que pudieran volar.

    Estando en su posición privilegiada, el comandante miró a las personas que habían quedado sin abordar la nave tras sus órdenes. Mientras la nave despegaba, Lakor miró hacia abajo por última vez para ver a los que dejaría atrás. Se llevó un susto de muerte cuando vio a Natasha, Arick y Azel entre la gente que encontraría el mismo destino que su planeta. Volteó rápido la mirada, y al hacerlo, sus ojos hicieron contacto con los de Winter, su primo. El chico estaba acompañado por otras tres personas a las que el comandante no podía ver más que como una simple silueta oscura.

    Con la compuerta cerrada, la nave despegó y no tardó nada de tiempo en regresar a la atmósfera. Antes de que Ace pudiera ordenar a los soldados que hicieran descender la nave para ir a buscar a su familia, ellos se esfumaron del sitio. El comandante se llevó un susto de muerte, mientras se daba la vuelta para abrir la puerta que conectaba la sala de descenso con el resto de la nave. Necesitaba abrir, llegar a la sala de comandos y luego volver por su familia, pero por una razón que no podía comprender, esa puerta no se abría de ninguna forma.

    Fue allí cuando se dio cuenta de que había cometido un grave error, y que solo él se salvaría mientras que toda su familia se perdería para siempre.

    […]

    Ace abrió los ojos rápidamente, sin sobresaltarse, para encontrarse con una zona en completa oscuridad. Su cuerpo se encontraba tumbado sobre una cama y sin estar cubierto por nada. Al girarse, pudo ver a Natasha dormida plácidamente a su lado, sin verse alterada por sus movimientos. Se sentó sobre la cama y luego miró a su alrededor. Winter, Arick y Sky se encontraban cada uno durmiendo en una cama individual dentro de la misma habitación en donde él fue colocado.

    Tras darse cuenta de que la pesadilla que experimentó se había terminado, su mente se tranquilizó, y se frotó los ojos para quitarse un poco las lagañas que tenía. Se acercó a su esposa y la besó en la frente, para levantarse cuidadosamente y luego salir de aquella habitación con el mayor sigilo que podía para no despertar a nadie.

    Lo primero que vio al salir al pasillo fue a Allecreod sentado a lo lejos con su espalda recostada sobre la pared. Como no parecía estar dormido, Ace se acercó a él. En el momento en el que el ryfier lo detectó acercándose, le lanzó una mirada que demostraba que se encontraba un poco preocupado por algo.

    — Comandante — dijo con la voz baja — ¿Dormiste bien?

    — No del todo — Ace le respondió, con honestidad ante alguien de confianza.

    — ¿Y eso por qué? — Allecreod quería investigar un poco más.

    — Un recuerdo que creí que había dejado atrás regresó, para atormentarme nada menos — Ace pronto se acordó de aquel día en que lanzó a varias personas a su muerte.

    — No recuerdo que me hubieras hablado nunca de algo así — Allecreod se sintió algo extrañado.

    — Créeme, tú sabes de lo que estoy hablando.

    Allecreod escuchó de la boca de Ace como este le relató con lujo de detalles el momento en el que tomó la decisión de haber dejado a cientos de personas atrás, abandonadas a una suerte que pronto se convertiría en muerte por las manos de Arion. El ryfier pronto recordó que esa fue la razón por la que surgieron los detractores, y por la cual empezó el acoso civil hacia los militares, a pesar de tener la posibilidad de vivir en un planeta adecuado a ellos tras la Caída de la Tierra.

    — Creí que lo habías dejado atrás cuando encarcelamos a los detractores — el ryfier se veía confundido — Ahora estamos lidiando con la Sociedad Galáctica. ¿Por qué te pusiste a pensar en ello?

    — No tengo la certeza, pero tal vez sea por el hecho de que hay seres humanos en un planeta lejano esperando a ser salvados — Ace compartió una teoría con Allecreod — Y yo me comprometí para salvarlos. Si fallo ahora, las personas que lleve a Edagr podrían convertirse en nuevos detractores. Y el ciclo empezará otra vez.

    — Entonces, ¿la única manera que tienes para poder tener tus pensamientos en paz es lanzarte a salvar a desconocidos? — Allecreod se impresionó con ese relato — No comprenderé nunca cómo funciona del todo la mente de un humano.

    — Créeme, yo tampoco — Ace miró hacia otro lado, pensando en lo que pasó por su mente — Pero en ese mundo hay un pariente mío. Alguien que podría saber más acerca de mis padres.

    — Entiendo que no tenías recuerdos de ellos.

    — No, todo gracias a que manipularon mi mente — Ace recordó la vez en la que escuchó a su padre adoptivo confesarlo — De forma innecesaria. Conocí a un chico que me dijo que yo nunca tuve ningún trauma por perder a mis padres. Me quitaron mis recuerdos de ellos por nada. Sé que se han ido, pero al menos quisiera saber cómo eran sus nombres.

    — Espero que puedas encontrar las respuestas que buscas, y la paz que necesitas — Allecreod expresó sus deseos para con él — Si no te importa…

    — Dime lo que te molesta.

    — Cuando subamos a la nave una vez más, quisiera contactar a Cadain — Allecreod le recordó a Ace el nombre de quien quedó al mando tras haber sido retirado por la fuerza — Si Casseirem es un conquistador tan serio como para que la Sociedad Galáctica hiciera lo que hizo… creo que lo mejor sería que estuvieran advertidos.

    — Claro, no tengo problemas con eso, incluso puedo enviar yo el mensaje — el comandante comprendía los deseos de Allecreod.

    — Te lo agradezco, comandante, es importante para mí — el ryfier se mostró feliz por haber conseguido lo que quería — A cambio de este favor, me quedaré contigo en lo que dure la misión. Sé que vas a enviar a Noak a casa junto con los rescatados para luego irte al planeta Tralio. No me llamaba mucho la atención ir a un planeta de seres primitivos, pero creo que estoy en deuda por esto.

    Ace se mostró complacido por la respuesta de Allecreod. Realmente no consideraba que el permiso de realizar un aviso a su hogar fuera equivalente a su compañía para una misión de rescate de humanos con los que él no tenía ninguna especie de vínculo, ignorando el hecho de que ni siquiera tiene un vínculo tan estrecho con todos los humanos que habitaban en Edagr. Para Ace le parecía una gran oportunidad contar con su ayuda en una misión así.

    Una vez que la discusión entre ambos terminó, Ace, todavía afectado por el sueño que sentía, se dirigió otra vez a su habitación para poder tomar un lugar con su esposa y los demás que se encontraban allí. Tras abrir la puerta y entrar, Ace se acomodó al lado de Natasha, para luego cubrirla con su brazo de forma cariñosa. No le costó más que cerrar sus ojos el quedarse dormido, implorando para que los pensamientos relacionados a su pasado no lo molestaran por más tiempo.

    […]

    — Llegada a Yarlem en veinte minutos — Siban estaba en su habitación personal, realizando una meditación en el momento en el que escuchó el mensaje de parte de un soldado.

    La mujer yarlemiana se encontraba parada de manos, con la cabeza inclinada mirando hacia el techo, realizando ejercicios de estiramiento junto con una relajación mental. Tan pronto como supo que tenía que ir a cumplir su rol de líder, apoyó los pies sobre el suelo metálico de su nave, y tras colocarse su armadura y tomar su escudo y su pistola, empezó a caminar por el interior de su nave hasta que llegó a la sala de comandos, en donde se encontró con cinco guerreros, unos dos hombres y tres mujeres. Todos eran yarlemianos, mientras que los velivinos y el resto de los de su especie se encontraban preparándose para saltar al campo de batalla.

    Los veinte minutos pasaron en silencio tanto para ella como para sus compañeros, que tenían en mente sus palabras acerca de cómo la última vez que habían ido a pelear en Yarlem, todo terminó en una derrota para ellos, forzándolos a huir de su galaxia, a la que no podían regresar dado a que Casseirem había terminado de acabar con la viabilidad de sus mundos.

    Una vez que el tiempo pasó, todos pudieron observar por medio de las cámaras exteriores la atmósfera de su planeta, a la cual estaban entrando poco a poco. Lo siguiente que se les mostró fue el crucero científico en el que Tauvim tenía a los humanos trabajando con el objetivo de terminar la elaboración de un arma nuclear para pelear contra el conquistador Casseirem.

    — Está quieta — Siban se sorprendía de ver que no se la habían llevado — ¿Algo que hayamos podido obtener de sus cámaras interiores?

    — Los sistemas están defectuosos por culpa de un intruso en el mismo — le comentó una mujer — Pero tenemos algunas imágenes.

    — ¿Y que se ve allí? — Siban necesitaba saberlo para elegir un enfoque.

    — Todos los humanos que nos hemos llevado de Tralio y Edagr siguen aquí, pero acompañados de los que llegaron el día de ayer — fue la respuesta de la mujer, que tranquilizó a la líder — Al menos, no tengo una razón para creer que se los han llevado de aquí.

    — Eso es bueno, podemos recapturarlos a ellos para que sigan trabajando, y a los demás nos los llevaremos para negociar — Siban tenía en mente el plan que elaboró con los otros líderes — Vamos a descender. Alguien se queda aquí. Vimos que ellos pusieron una nave encima del crucero para evitar que Tauvim escape. Haremos lo mismo que hicieron ellos. Les bloquearemos cualquier ruta posible de salida.

    — A sus órdenes, Siban — fue la respuesta de quien controlaba los sistemas de navegación de la nave — Si me lo permite, yo me encargaré de quedarme para que no escapen.

    — Me parece bien, el resto vendrá conmigo — la mujer tenía pensado salir — Alerten a todos los demás para que estén listos. Yo iré al frente de todos.

    […]

    — ¡Comandante, se acerca una nave! — el mensaje llegó al dispositivo móvil de Ace, proveniente de un soldado que se encontraba a bordo de la nave humana en la que habían llegado — ¡Las cámaras telescópicas los han captado, llegan en menos de diez minutos!

    — ¡Gracias por el aviso, soldado! — Lakor supo que era mejor saberlo con una franja de tiempo corta que no terminar por conocerlo — ¡Ustedes quédense allí a esperar mis órdenes! ¡Si las cosas se complican, nos servirán como apoyo y distracción! ¡Tauvim lo hizo, yo también puedo hacerlo!

    — ¡Sí, comandante! — fue la respuesta de quien dio el aviso.

    El comandante Lakor se encontraba en uno de los pasillos que daba acceso a la compuerta de salida del crucero científico. Natasha, Noak, Faron, Allecreod, Arick, Sky y Winter estaban mirándolo de frente, mientras que el robot gigante todavía estaba a sus espaldas. Todos sabían que se avecinaba un conflicto, y que menos de diez minutos podría ser tiempo insuficiente para poder poner en marcha la nave y llevarla hasta el exterior del planeta para escapar.

    — ¿Ahora? — Faron se veía algo tenso — Ya hemos luchado ayer. Podemos luchar hoy sin problemas, pero si nos siguen llegando enemigos, nos van a desgastar.

    — Xorxaik, ¿cómo viene tu extracción? — el comandante preguntó al robot sin dirigirle la vista.

    — Necesitaré unas cinco horas más, comandante — fue la respuesta del robot — He descubierto varias vulnerabilidades que estoy explotando. Pero no puedo acortar demasiado el tiempo.

    — Está bien, cinco horas basta y sobra — Noak pensó con ganas de salir a matar — Acabaremos con todos, y antes de que puedan mandar más refuerzos, nos habremos ido.

    — Tranquilo, Noak, esta es una oportunidad para aprender más sobre el paradero de Nick, Gina y Hana — Natasha miró con seriedad a su compañero — Y del resto de humanos también.

    — Incluso es otra ventana para negociar — Ace pensó en esa posibilidad.

    — Ace, hemos asesinado a Tauvim y a varios de ellos — Noak estaba centrado en pelear y nada más — No van a negociar.

    — Lo harán si ven que sus vidas corren peligro — Ace presentía que podrían evitar un baño de sangre — Justamente, el hecho de que Tauvim esté muerto tendría que ser un indicador de que no deberían joder con nosotros.

    — ¿Crees que no vinieron preparados? — Allecreod creía que Ace estaba dejando eso de lado.

    — Si hubiera pasado más tiempo, me lo creería — Ace consideró un aspecto sobre la situación — Pero solo fue un día. No van a llegar con tanques de guerra o bestias bajo su control. Sé que una pelea sería más complicada para nosotros, pero la ventaja está de nuestro lado. Quiero apelar al miedo que puedan sentir para recuperar a los demás.

    — Papá, ¿qué haremos nosotros? — Arick quería saber si tenía un plan en mente — ¿Nos quedamos aquí o nos refugiamos en la otra nave?

    — Quédense aquí, por lo que sé, tienen avanzado ese proyecto de las armas nucleares, aunque sea muy poco — Ace miró a Winter y a Sky, quienes sabían sobre eso.

    — Así es, hemos trabajado un poco, pero solo eso — el primo del comandante lo sacó de dudas.

    — Eso quiere decir que lanzar un ataque sobre esta nave los hará perder el tiempo y los recursos que invirtieron — Natasha pudo ver por dónde iría su esposo — Refugiarlos aquí será lo más seguro.

    — Es preciso, pero quisiera que vayan a alertar a todos los humanos de Tralio para que estén listos para pelear — Ace les dio una indicación a los menores de edad — Y de que deben seguir mis órdenes. Yo alertaré a todos mis soldados.

    — Si nos encontramos con Alicia o Artem les iremos pidiendo ayuda — Sky pensó que ellos podrían serles de utilidad para difundir el mensaje — Por favor, tengan cuidado.

    — Lo hemos tenido, por eso estamos aquí el día de hoy — contestó Ace, queriendo tranquilizar a la joven Delleo.

    Viendo que no podrían llevarse al robot, puesto a que necesitaban que centrara todos sus esfuerzos en la extracción de la información, el comandante Lakor y la subcomandante Zafiro salieron al exterior del crucero científico, liderando a Noak, Faron y Allecreod, quienes se mantenían cerca de las máximas autoridades a las que les debían obediencia.

    Ace usó su dispositivo móvil para enviar una transmisión a todos los soldados que estaban en su ejército, tanto a los de la división de ER como a la de DCT. Contándoles acerca del peligro y posible conflicto que se avecinaba, tan pronto como recibieron esa llamada, todos empezaron a moverse entre los pasillos del edificio, para encontrarse en el exterior de aquel planeta tan devastado con las autoridades.

    Conforme iba pasando el tiempo, los soldados de Tralio, que no llegaban a ser más de veinticinco entre los cien que habían sido secuestrados esa noche en la que se suponía que iban a escapar de sus captores, iban saliendo también al exterior por la misma puerta por la que ingresaron las dos veces.

    Antes de que la nave de la Sociedad Galáctica pudiera ser vista desde el cielo, un total de ciento cincuenta y nueve soldados y un guerrero ryfier tenían las armaduras y armas preparadas. Algunos entre los humanos de Tralio que no habían podido encontrar una armadura de su talla, se defenderían con los escudos que recogieron de los muertos, parándose en las líneas traseras de la defensa para evitar ser atacados y lastimados seriamente. Finalmente, tras tanto esperar, la nave de la Sociedad Galáctica apareció en el cielo, por encima de ellos, para situarse un poco más lejos de la posición en la que la nave humana se había colocado al momento de descender. En menos de treinta segundos, ese vehículo espacial ya se encontraba en el suelo.

    — Atentos, ahora que el enemigo está aquí, no conviene bajar la guardia — Ace no quería que nadie se distrajera.

    […]

    Inmediatamente después de que su nave logró tocar el suelo, la compuerta de descenso se abrió, permitiendo así a Siban salir corriendo al frente armada con una pistola y su escudo para defenderse, pese a que llevaba armadura para proteger su cuerpo. Detrás de ella, los primeros diez soldados que se movilizaron fueron todos yarlemianos, mientras que los demás que la seguían eran una mezcla de velivinos y yarlemianos, movilizándose en filas de treinta cada uno.

    El número total de tropas que la Sociedad Galáctica desplegó en Yarlem estaba compuesta por una totalidad de ciento ochenta soldados. Superiores en número a los atacantes, pero sin inclinar la balanza demasiado hacia un lado. Siban lideró a todo su grupo hacia el crucero, mientras veía como su nave despegaba para así poder situarse por encima del objetivo, impidiendo así que este pudiera despegar, imitando una estrategia utilizada por aquellos que eran sus enemigos.

    Al momento de acercarse más hacia el crucero, a la vista de todos los yarlemianos y velivinos llegó la imagen de los enemigos, estacionados frente al mismo y preparándose para el ataque. Por órdenes de Siban, estos se detuvieron, y tras realizar un conteo de cabezas, la líder de la Sociedad Galáctica ordenó el avance nuevamente, pero esta vez, realizado de forma muy lenta.

    — Son inferiores en número a nosotros, esta vez la victoria nos pertenece — la mujer se sentía confiada al respecto — No perderemos una tercera vez ante un invasor en Yarlem, por más que ahora sea un planeta en ruinas.

    Contagiados por la confianza que destilaba su líder, los soldados yarlemianos y velivinos veían en sí un incremento de su moral. Asumieron que la derrota de Tauvim se dio porque eran inferiores en número, algo que se debió a la poca o nula esperanza de que pudieran ser alcanzados en algún momento por los seres humanos, y menos tan pronto desde que planearon su movimiento.

    Al ir caminando, los soldados de la Sociedad Galáctica cruzaron una zona en donde todos los cadáveres de sus compañeros estaban depositados. Amontonados y puestos uno al lado del otro sin ninguna clase de respeto a lo que fueron sus vidas, todos los recién llegados veían con repulsión esa escena.

    — Es increíble que debamos mostrar misericordia con ellos — Siban apartó la vista antes de poder toparse con el cadáver de Tauvim, el cual asumía debía estar destrozado por la violencia que sufrió — Lo bueno es que esa máquina que hemos visto no está desplegada en el campo. Tal vez no sea un recurso bélico.

    Con tan solo unos quince minutos de caminata, Siban y todos sus guerreros llegaron hasta el sitio del encuentro. Allí se situaban todos los seres humanos que podían tener un arma. No les podía ver la cara en ningún momento, dado a que se habían recolocado los cascos para la batalla. Varios de los yarlemianos y velivinos sintieron todavía más asco de los humanos cuando vieron que algunos portaban armaduras, armas y escudos que pertenecían a sus compañeros caídos.

    — ¡Deténganse ahí mismo! — fue la orden del comandante Lakor, quien levantó su rifle para apuntar contra los enemigos.

    — ¡Escudos arriba y deténganse! — Siban decidió tomarlo como una medida de precaución.

    Las acciones se dieron de forma que todos ya tuvieran definido su primer movimiento por si el conflicto tenía lugar. Los soldados humanos serían los primeros en lanzar una ofensiva, mientras que los guerreros de Yarlem y Veliv se dedicarían a soportar la carga inicial, para luego lanzar un contraataque. No había soldado que no imitara las acciones de aquellos que formaran parte de su mismo equipo, nadie se dedicaría a romper filas.

    Viendo que había conseguido frenar su avance, el comandante Lakor decidió tirar por la opción a la que había apuntado.

    — ¡¿Quién está a cargo aquí?! — Ace preguntó, esperando que fuera una sola persona y no dos — ¡Tauvim lideró al primer grupo! ¡¿Quién lidera al segundo?!

    — ¡Ellos están bajo mis órdenes, y tan pronto como lo diga, te atacarán! — Siban dio la cara por su gente — ¡¿Por qué quieres saberlo?!

    — ¡¿Cómo te llamas?! — preguntó Ace, notando la hostilidad en su forma de hablarle.

    — ¡Siban! ¡Espero que lo recuerdes bien, porque ese nombre te provocará pesadillas por el resto de tu vida! — la mujer eligió contarle su nombre.

    Ace percibía que algo raro estaba sucediendo allí. En primer lugar, Siban nunca mencionó nunca que ella se encontrara allí para matarlo, utilizando la palabra “atacar” para referirse a sus acciones. Pero lo que más llamó su atención era el hecho de que ella no lo amenazara de muerte, sino que lo hiciera únicamente con el fin de provocarle pesadillas. Natasha, quien estaba al lado suyo, fue la única que le dio a la mujer la importancia suficiente como para poder descubrir lo mismo que su esposo.

    — ¿Planean capturarte con vida? — preguntó en voz baja, de modo que solo él la escuchase.

    — No estoy seguro, quizá sea una distracción — Ace se veía intrigado en cierta forma — ¡¿No quieres matarme por lo que les hicimos a tus amigos?! — lo preguntó de forma más curiosa que despiadada.

    — ¡Al único al que quiero matar es al que abatió a golpes a Tauvim! — la mujer contó sus intenciones — ¡Al resto de ustedes los quiero con vida!

    — ¡¿Quieres venganza, zorra?! — Noak buscaba provocar a la enemiga — ¡Yo he sido el asesino de ese tal Tauvim! ¡Noak Jensen, ya puedes ponerle nombre al culpable! ¡Ven a probar tu fuerza, y veamos si consigues vengar su muerte o si solo agregas otro miembro de la Sociedad Galáctica a mi lista de víctimas!

    — Noak, tranquilo — Natasha le llamó la atención — Siendo que solo quieren matarte a ti, no deberías estar poniéndote un blanco en la cabeza.

    — Ellos solo quieren matarme a mí, pero yo los quiero matar a todos — Noak contestó con arrogancia, pero siendo consciente de que fue un poco imprudente al delatarse.

    — ¡¿Por qué nos quieres con vida?! — Ace cuestionó directamente a la líder.

    — ¡Tú dijiste que, si te matábamos, vendrían seres más peligrosos por nosotros! — Siban le recordó sus propias palabras — ¡Por eso mismo no te mataremos, ni a ti ni a los demás! ¡Así nos aseguraremos de que nadie venga por nosotros! ¡No teníamos intención de ser enemigos de ustedes!

    — ¡En ese caso, entonces concédeme este favor, Siban! — Ace lo vio cómo su ventana para lanzarse a negociar — ¡Entrégame a los demás humanos que no están aquí, y te dejaremos marchar a ti y a los tuyos! ¡Tienes mi palabra de que ninguna nave humana saldrá a buscarte ni a ti ni a nadie de la Sociedad Galáctica! ¡Solo quiero que me des a los humanos que están ausentes de este sitio!

    Siban sonreía bajo su armadura. El propio líder de la humanidad confesó a Tauvim que algunos de los secuestrados contaban con rastreadores que permitían acceder a sus posiciones. El hecho de que ninguna nave hubiera estado cerca siquiera del arca de la Sociedad Galáctica, y que el líder de los hostiles estaba intentando negociar, le decía que nunca serían capaces de encontrar a los otros seres humanos restantes. La mujer estaba transmitiendo todo a los demás líderes, que estaban vigilando desde casa para ver cómo se estaba dando el conflicto.

    — ¡Imagino que sabes por qué nos los hemos llevado! — Siban no dio su opinión sobre entregarle a los humanos — ¡Si es verdad, entonces sabes que los necesitamos!

    — ¡Te puedo asegurar que sus familias los necesitan más! — Ace apeló a ese sentimiento — ¡Ustedes no tenían derecho a llevárselos! ¡Pero para responder a tu cuestión, sí, sé por qué los necesitas! ¡Y ya puedes ver que a mí no me importa, si es que te los estoy pidiendo de regreso!

    — ¡Casseirem es real, tonto, ¿qué harás cuando esté a las puertas de tu planeta?! — Siban quería ponerlo en jaque.

    — ¡Construiremos las armas que ustedes querían, lo sacaremos de nuestro mundo y luego lo enviaremos al olvido! — Ace le comentó sobre su plan — ¡Casseirem será polvo tan pronto como pise nuestro mundo! ¡No es una preocupación para mí!

    — ¡¿Y por qué nosotros no podemos formar parte de eso?! — Siban le quería hacer saber que no se rendiría — ¡Si Casseirem nos encuentra a nosotros antes que a ustedes nos tocará sufrir su ira! ¡Tienes la oportunidad de ahorrarle a muchos seres vivos el dolor de vivir lo que Casseirem puede hacer, por una segunda vez!

    — ¡Te diré algo, Siban! — el comandante se tomó para mal esos reproches — ¡Ni tú, ni Tauvim, ni Casseirem serán los primeros seres no humanos con los que hemos contactado! ¡Hemos hecho tratos y alianzas con otros en el pasado, incluso con aquellos con los que tuvimos malos entendidos al comienzo! ¡Pero con ustedes no hubo malentendido! ¡Llegaron de la nada, cortaron nuestras comunicaciones y nos robaron a nuestra gente! ¡Si no hubiéramos implantado rastreadores en ellos, nunca los habríamos encontrado! ¡¿Hablas de dolor?! ¡No te imaginas lo que es el dolor que sufrieron mis compañeros cuando les arrebataste a sus seres queridos! ¡Y no te imaginas el dolor de aquellos que llegaron aquí y no los encontraron!

    Noak se vio un poco conmovido por la forma en la que el comandante Lakor le hablaba. Era consciente de que su compañero lo tenía en cuenta tanto a él como a su familia, pero la forma tan empática en la que se había expresado le hizo apreciar mucho más la amistad que tenía con él, y lo tranquilo que lo dejaba que fuera él el líder en esa misión. No tenía ataduras directas con los seres humanos secuestrados, pero eso le impedía estar más centrado sin olvidarse de aquellos a los que había ido a buscar. Así era como lo veía él, y fue por eso que mostró una sonrisa al escucharlo decir eso.

    — ¡Te lo pediré por última vez! — Ace volvió a hablar antes de que le pudieran responder — ¡Dame a los humanos que secuestraste, y aléjate de los humanos que se quedaron en Tralio! ¡Solo limítate a hacer eso, y te aseguro que tu único problema será Casseirem! ¡Si te niegas, tendrás un problema más entre tus manos ahora mismo! ¡Yo ya tomé las decisiones que me correspondían, ahora te toca a ti!

    — ¡La respuesta es no! — Siban no se lo pensó ni un segundo — ¡Ustedes son la única especie que encontramos que puede igualar o incluso superar a Casseirem en poder de fuego! ¡No renunciaremos a tenerlos! ¡No tenemos oportunidad de hacerle frente sin ustedes! ¡Cuando te haya vencido, seré yo quien haga las demandas!

    Para la sorpresa de todo el mundo, tanto aliados como enemigos, Ace abrió fuego sobre Siban. Tan pronto como ella terminó de decir esas palabras, el comandante le dio la señal de que había tomado una decisión nefasta para su punto de vista. Un segundo después de su primer disparo, el comandante de ER dio la orden, provocando que el resto de los seres humanos los siguieran. Quienes iban al frente se agacharon para darle campo de tiro a los demás, causando que las balas empezaran a recorrer todo el campo entre medio de ambos grupos hasta impactar de forma directa con los escudos de velivinos y yarlemianos.

    Siban se vio abrumada en el momento en el que su escudo recibió un total de seis disparos con el primer segundo de ataque, para luego terminar recibiendo un total mucho mayor en los posteriores. Logró contar unos siete impactos de bala en el segundo, unos diez en el tercero, y para cuando llegó el cuarto, fueron tantos que no pudo siquiera llevar la cuenta exacta. Velivinos y yarlemianos se encontraban bajo fuego enemigo, utilizando sus escudos para protegerse las cabezas y la parte superior del cuerpo, viendo que esa era la zona más atacada.

    Ace no tardó en cesar sus disparos cuando recordó varias cosas que Siban había dicho directamente a su persona en su conversación para tratar de forzar su rendición.

    — No van a matarnos, solo quieren tenernos con vida — Ace lo vio cómo su mayor ventaja — ¡Noak, tú y otros diez quédense para cubrirnos! ¡El resto pase al ataque!

    Ace empezó a correr al frente, liderando una carga a la que se sumó Natasha, Faron, Allecreod y muchos otros humanos, todos de la división de ER, que sabían que podían confiar en su comandante para la misión. Al ir avanzando a terreno enemigo, Ace ordenó a los soldados que dispararan para poder garantizar que los enemigos que tenían al frente no bajaran los escudos para que así no dispararan a herir.

    Siban se veía muy confundida mientras escuchaba el ruido de varias pisadas de los seres humanos acercándose a ella, a medida que el impacto de las balas sobre sus escudos se empezaba a sentir todavía más fuerte con el tiempo. Finalmente, un grito de uno de los suyos la desorientó.

    — ¡Siban, están aquí! — gritó desesperadamente una yarlemiana.

    El comandante Lakor tomó de forma firme la parte de arriba de su escudo rectangular con su mano izquierda. Usando sus piernas y girando su cuerpo para amplificar su fuerza, el humano que lideraba a los demás fue capaz de darle un tirón lo suficientemente fuerte para poder arrojarla al suelo. Con ella en el piso, Ace colocó su pie por encima de su espalda, y abrió fuego con su rifle de calor. Una ráfaga de balas golpeó el casco protector de la yarlemiana hasta que se quebró. Roto totalmente, ya no pudo cumplir con su función defensiva, y los disparos del arma humana lograron impactar en el cráneo de su portadora, destruyendo así el órgano cerebral y ocasionándole una muerte rápida a la mujer derribada al suelo.

    Siban lo vio de reojo a través de sus escudos, y no fue cuando le pasó a otros velivinos y yarlemianos que se dio cuenta del peligro en el que se encontraban. Ante su mirada, los seres humanos derribaban a sus aliados al suelo para acribillarlos y ejecutarlos, provocando crecientes muertes en sus filas, mientras que ellos todavía no habían dado paso al primer ataque.

    — ¡Respondan! — Siban cayó en el miedo — ¡No tenemos que matarlos, pero no por eso nos restringiremos! ¡Disparen a herir!

    Siban se apartó un poco de la zona de conflicto central, y tras bajar su escudo un poco, apuntó su arma en contra de dos humanos que se encontraban en las proximidades. Abrió fuego con su arma de mano, y las balas salieron disparadas solo para chocar y rebotar contra el metal de las que eran portadas por los seres humanos. Cuando varios de sus aliados imitaron sus acciones, se dieron cuenta de que su ventaja numérica no servía de nada puesto a que no tenían cómo penetrar el metal que defendía a los seres humanos de sus ataques.

    — ¡Mierda, no podemos pelear contra ellos directamente! — Siban sentía como su cuerpo, en el calor de la batalla, comenzaba a temblar.

    — ¡Siban, tenemos que retirarnos! — le ordenó un velivino que estaba cerca de ella — ¡Están acabando con todos! ¡Ya probaron el poder de nuestras armas! ¡Saben que tienen la ventaja, no se están conteniendo! ¡La derrota de Tauvim los ha motivado!

    — ¡No podemos retirarnos, pero viendo esto, no podremos ganar! — Siban empezó a mirar en todas las direcciones.

    Con cada segundo que pasaba, los disparos dados por los humanos atacantes seguían atravesando el metal de las poco resistentes armaduras de la Sociedad Galáctica, mientras que el efecto contrario no se estaba dando. La mujer yarlemiana cambiaba su vista a muchos sitios, solo para ver cómo sus aliados seguían cayendo irremediablemente. Pero una idea llegó a su mente cuando vio a un grupo más pequeño de seres humanos protegiendo la entrada al crucero científico. Su cerebro hizo lo posible para encontrar un plan que a ella le parecía desesperado, pero al que debían recurrir.

    — ¡Agrúpense y muévanse al crucero! — Siban gritó a todos sus soldados — ¡Formen un rectángulo para protegernos unos con otros y marchen contra ellos!

    Conforme pudieron hacerlo, Siban y el resto de sus guerreros acabaron por formar un rectángulo tal y como ella lo había solicitado. El perímetro de esa figura estaba delimitado por los escudos que llevaban consigo para la batalla, lo cual les permitiría cubrirse del daño de todas las direcciones al mismo tiempo que daban inicio la carga para tratar de cruzar la puerta de entrada de aquel lugar y así poder llegar hasta el interior del sitio.

    — ¡No podemos ganarles, pero eso no nos es necesario! — Siban supo que debían realizar un esfuerzo final — ¡Solo hay que entrar, accionar la nave y despegar! ¡Ellos nos seguirán, pero no habremos perdido a los humanos que capturamos!

    Ace, Natasha, Faron y Allecreod, quienes habían cobrado las vidas de varios enemigos, vieron la formación rectangular improvisada por la líder de la Sociedad Galáctica, y supieron cuáles eran sus intenciones. Ace fue tan rápido para pensar en una contraofensiva de la misma forma en que ella lo fue para planear una forma de escapar del campo de batalla con vida.

    — ¡Disparen a sus piernas, están desprotegidas! — el comandante Lakor dio aquella orden.

    Fue así que los disparos dirigidos hacia la zona inferior de los cuerpos de los guerreros no tardaron en llegar. Las balas de calor no tenían ningún impedimento para quebrar la defensa de la armadura que cubría las piernas de sus enemigos. Varios de ellos seguían corriendo con la esperanza de escapar y evitar así que los disparos los alcanzaran, pero los humanos y el ryfier pronto los empezaban a seguir.

    Una vez el metal estaba roto, los disparos ocasionaban heridas en la carne y la piel de los yarlemianos y velivinos por igual. Dando gritos de dolor, estos caían al suelo para convertirse en un obstáculo a la carrera para sus compañeros que seguían de pie. Algunos terminaban pisándolos y siguiendo adelante, otros los saltaban para evitar tropezarse, y quienes tenían los reflejos más lentos terminaban por caer al chocar con sus compañeros caídos, quedando a merced así de los soldados que se acercaban para abrir fuego contra ellos y acabar con sus vidas.

    Siban se veía muy asustada al ver cómo sus soldados estaban cayéndose a falta de tan poco de llegar a la nave de su gente y así poder escapar.

    — ¡Reparen la formación para que no haya huecos! — Siban sabía que esa abertura sería peligrosa — ¡Hay que entrar sea como sea!

    Siguiendo las órdenes de quien era su líder, y la única que podía encontrar tiempo para pensar en una situación así, los yarlemianos y velivinos que estaban en la parte de atrás aceleraban el paso mientras que los que marchaban al frente aminoraban la marcha para permitir a ambos escuadrones alinearse y así ponerse en fila para reparar la formación rectangular que Siban había ordenado. Pese a los esfuerzos de los seres humanos para frenarlos, todavía eran más de cien guerreros luchando para cumplir con su objetivo.

    Noak, viendo como una gran cantidad de soldados enemigos se le estaba acercando, dio la orden a los soldados para que se movieran de su lugar.

    — ¡Les daremos mejor desde el costado! — gritó el soldado.

    Jensen y varios otros que se quedaron atrás para cubrir a los que iban directo a un combate frontal, se apartaron de la puerta, con el objetivo de tener mejor campo de tiro para ralentizar e incluso detener a los enemigos. Quienes portaban escudos entre los humanos optaron por aportar para frenar la carga de los guerreros al agacharse y anteponer el instrumento de defensa con el fin de detenerlos.

    — ¡Dispárenles, que no crucen la puerta! — Noak fue el primero en disparar.

    — ¡Siban, tú tienes que entrar, el resto los atacará! — gritó un yarlemiano, dispuesto a arriesgarse — ¡Vamos!

    Tomando por sorpresa tanto a la mujer líder de la Sociedad Galáctica como así también a los humanos que custodiaban la entrada, al momento en el que estuvieron cerca, varios guerreros velivinos y yarlemianos se lanzaron al costado para entablar un combate directo con los humanos y que así nadie pudiera estorbar a Siban mientras intentaba recuperar el crucero científico.

    Noak se vio obligado a retroceder mientras que un yarlemiano, quien dio la orden a los demás de disolver el grupo, le atacó con el escudo. Sus reflejos le permitieron eludir su ataque, y así tomar una postura defensiva. Noak levantó su pierna para bloquear una nueva carga de su enemigo, que se lanzó hacia él para intentar golpearlo con su escudo. Jensen consiguió frenar el ataque e incluso darle un empujón que lo envió hacia atrás. Mientras los disparos seguían resonando, él entendió que no lo querían matar, solo distraerlo para que no se centrara en Siban.

    El soldado se vio irritado por eso, lo cual lo llevó a realizar una carga de hombro contra el enemigo que lo atacó. Este se vio obligado a colocar su escudo para cubrir el daño, y cuando ese momento llegó, Noak chocó contra el metal sólido del instrumento que ellos usaban para defenderse. Adoptando las técnicas que le vio hacer a Ace, Natasha y los demás soldados, Noak colocó sus manos en la parte de arriba del escudo, y tras realizar un tirón y un giro con sus piernas, pudo tirar a su rival al suelo. Este realizó una rodada con dificultad, queriendo acomodarse para dispararle con su arma. El humano se anticipó y le disparó un fragmento de energía, el cual impactó en la pistola que portaba el yarlemiano. No causó mucho daño, pero sí contribuyó a hacer que la soltara. Ágilmente, Noak tomó el rifle que había soltado previamente, y tras pisarle el brazo que tenía colocado el escudo para que no pudiera ser usado en su defensa, dejó salir una ráfaga de disparos de calor que le atravesaron el cráneo en tan solo veinte segundos. Mientras la sangre salpicaba, Noak disfrutaba de estar asesinando a su enemigo de esa manera, sin sentir simpatía alguna por su vida.

    — ¡Están entrando! — el grito de Allecreod llamó la atención del humano.

    Para cuando Noak se volteó, pudo ver que una fila compuesta por veinte escudos bloqueaba todos los disparos que provenían de los seres humanos y de los ryfier. La puerta del crucero estaba abierta de par en par, permitiendo así a Siban y a un total de cuarenta y dos guerreros ingresar al interior de aquel sitio.

    — ¡Siban, cierra la puerta! — gritó uno de los que iba con ella.

    Utilizando un comando de voz por medio de su armadura, Siban consiguió que las puertas que daban acceso al sitio se cerraran detrás de su paso, dejándola a ella y a los que le hicieron compañía desde dentro con los humanos que estaban allí, mientras que los humanos que llegaron en una nave espacial desde Edagr quedaron afuera.

    — ¡No! — Noak empezó a correr saltando los cadáveres de humanos y enemigos que quedaron en el suelo — ¡Xorxaik está allí! ¡Si se lo llevan, no podremos rastrearlos con nuestra nave!

    Para cuando llegó a la puerta, el soldado de DCT empezó a lanzar varios golpes intentando forzar su apertura. Viendo que esto no le conseguía ningún resultado, Noak empezó a cargar energía en sus manos, y a dispararla contra el metal de la puerta. Tras ver que había gastado tres fragmentos y no pudo conseguir ningún resultado, volvió a su estrategia inicial de golpear la puerta con sus propias manos.

    Ace, quien había llegado hasta su posición, le tomó de los hombros para poder detenerlo.

    — Noak, tienes que tranquilizarte, o te romperás las manos — Ace quería evitar un accidente.

    — ¡Pero les permitimos entrar y ahora pueden incluso escapar con Xorxaik! — Noak seguía lanzando ataques mientras gritaba — ¡Si no los detienes, se irán con Arick y con Winter!

    — Ya le he avisado a Xorxaik, él los está esperando dentro — Ace creyó que eso le daría tranquilidad a su compañero — Y nosotros los estaremos esperando afuera. Confía en mí.

    Noak no creyó que Ace sería capaz de ordenarle al robot que dejara de centrarse en obtener acceso a los archivos para poder pelear, pero viendo que ese era el último recurso, entendió que los miembros de la Sociedad Galáctica que se habían infiltrado, pronto se llevarían una sorpresa. Pero si le hacía caso y cumplía sus órdenes, no sería la última.

    […]

    — Escucha como golpea — decía un soldado velivino mientras caminaba detrás del grupo.

    Los golpes que Noak estaba realizando resonaban por el interior del lugar, esto producto de la fuerza que ponía el soldado para tratar de abrir la puerta del sitio. No transcurrió demasiado tiempo hasta que se detuvo finalmente el ruido, dándoles a todos ellos la indicación de que el enemigo se había rendido. Algunos yarlemianos y velivinos presentes empezaron a lanzar carcajadas burlonas al respecto, pareciéndoles gracioso que un humano tan decidido a detenerlos se hubiera dado por vencido, y esto fue algo que Siban quiso frenar allí mismo.

    — No es para reírnos — la mujer, quien iba al frente del grupo, lo veía como una falta de respeto.

    — Pero hemos ganado — contestó uno de los que más fuerte se reía, deteniéndose en el acto.

    — Los humanos que vamos a dejar atrás van a encontrar la forma de regresar a nosotros — Siban supo que no había terminado con ellos — En cambio, nuestros compañeros que han dado sus vidas, nunca regresarán. Lo mejor que pueden hacer para honrarlos es guardar silencio. Ahora tenemos que centrarnos en recapturar a los humanos que quedaron aquí.

    Sin intenciones de provocar en ella un enojo que pudiera acarrearles alguna especie de sanción o llamada por conducta, los yarlemianos y velivinos que encontraban graciosa la derrota de los humanos, eligieron simplemente quedarse en silencio. Sabían que, en algún momento en el futuro, cuando la situación no fuera tan desesperada para nadie, podrían mirar al pasado y reírse sin ninguna especie de problema de esa situación.

    Siban, quien no dejaba de pensar en la innumerable cantidad de soldados que habían perdido la vida tanto antes de que ella pudiera encontrar una solución, como para garantizar el éxito de todos, hizo un balance global de las bajas. Sin contar a Tauvim ni a los guerreros que cayeron en batalla junto a él, ella se dio cuenta de que llevaba una pérdida de casi el ochenta por ciento de los que acudieron junto a ella para la misión.

    — Tantas vidas perdidas… — Siban recordó el momento en el que ella recibió los reportes de pérdidas ocasionadas por la guerra contra Casseirem — Pero… esta vez el resultado es diferente. En esta ocasión nosotros hemos sido los vencedores.

    La mujer y los demás guerreros que quedaban estaban transitando el primer pasillo que los llevaría al interior del crucero, sabiendo que pronto se encontrarían con los seres humanos a los que habían capturado antes, teniendo que explicarles todo lo que había ocurrido con aquellos que fueron en su rescate. Mientras se encontraban avanzando, un ruido ligeramente fuerte empezó a resonar en el sitio, al mismo tiempo que se podía sentir un temblor que no tenía mucha potencia como para provocar una vibración inmensa, pero no por eso dejaba de ser real. Cuando los ruidos se hicieron más fuertes, la yarlemiana cayó en cuenta de que eso que oía eran pasos acercándose a ella y a los suyos.

    Desde el final del pasillo, Xorxaik, el ser artificial tal y como lo describió Tauvim, hizo acto de presencia frente a ellos. El robot tenía las manos extendidas, y desde ellas sobresalían los cañones con los que podría abrir fuego para disparar. Fue solamente verlo y el miedo invadió por completo a Siban y a los demás guerreros de la Sociedad Galáctica. Ágilmente, ella tomó su arma y le apuntó a la cabeza para luego dejar salir una bala en su dirección. Cuando chocó contra el cuerpo metálico del robot, se escuchó un pequeño eco por el rebote producido. Eso les dio la señal de que no serían capaces de hacerle un daño significante.

    — ¡Mierda, tenemos que huir! — Siban dio la orden a los suyos de abandonar el crucero.

    Con un comando de voz, la yarlemiana abrió la puerta de entrada, de modo que ella y sus soldados pudieran escapar del robot. Pero lo que no sabía era que esa era la señal que Xorxaik estaba esperando. Tan pronto como el ser artificial notó que la puerta se estaba abriendo, accionó las armas de sus brazos para dejar salir una lluvia de balas en dirección a los enemigos. Los disparos que salían de Xorxaik ocasionaban mucho mayor daño que los que provenían de las armas de los humanos, y tan pronto como las balas tocaban los cuerpos de los guerreros de la Sociedad Galáctica, estos caían muertos al suelo, traspasando el metal de las armaduras con suma facilidad.

    Siban corría mientras escuchaba como el ser artificial, una violación a las leyes de yarlemianos y velivinos, disparaba constantemente sobre ella y sobre sus guerreros. Los disparos no tardaron en alcanzarla. Un total de diez impactos de bala penetraron sin dificultad desde la espalda, rompiendo el metal de su armadura e incrustándose en sus pulmones, su corazón y el resto de los órganos internos contenidos en el torso. Ahogada y escupiendo sangre con sus últimos alientos, Siban cayó al suelo, dándose un golpe seco con el piso. Se retorció durante unos cinco segundos hasta que ya no le quedó fuerza alguna.

    El resto de los soldados que corría hacia la salida se terminó encontrando con una lluvia de balas propiciada por los humanos que atacaron sin ninguna clase de misericordia contra aquellos que habían intentado tomar la nave para escaparse. Con los escudos en alto, los últimos soldados que podían resistirse lucharon con todo lo que tuvieron hasta que las balas los iban alcanzando. Pierna, espalda, cabeza o estómago. Quienes no morían terminaban por caer de rodillas para quedar a merced total de los humanos que estaban listos para rematarlos.

    La masacre siguió su curso durante unos tres minutos más, hasta que ya no quedaba ningún guerrero yarlemiano o velivino con vida para seguir oponiendo resistencia. Tanto los que quedaron afuera como los que habían ingresado al interior del edificio no eran nada más que cadáveres que se sumaban a los que ya se habían situado allí.

    Ace vio que, en esa ocasión, los enemigos de la Sociedad Galáctica sí fueron capaces de ocasionar bajas en el grupo. Todos los soldados provenientes de Tralio que optaron por tomar los escudos a falta de armadura y resistir la embestida acabaron muertos. Así mismo, había nueve bajas entre los soldados que pertenecían a la división de ER, junto con uno que había sido reclutado desde DCT.

    — Vinieron para encontrar a sus familiares y amigos, pero terminaron perdiendo la vida antes de regresar a casa — al comandante le llegaron recuerdos de su última misión en Hael Arunyn, en donde había perdido a Agustina cuando iba a rescatar a Arick — Tenemos que tomar precauciones para que esto no vuelva a ocurrir.

    Un ruido que provino desde arriba llamó la atención del comandante y de todos aquellos que le estaban haciendo compañía en el campo de batalla. La nave que se encontraba por encima del crucero, bloqueando el despegue del mismo, se movió rápidamente y abandonó el planeta Yarlem, con los ojos de los humanos centrados en su escape.

    — Ya no podremos extraer información de allí — Noak se lamentaba por eso — Pero eso también quiere decir que nadie más nos molestará.

    — Xorxaik ha tenido que intervenir — Faron se veía un poco preocupado — ¿Eso afectará el tiempo necesario hasta que podamos extraer información de sus archivos?

    — Posiblemente nos suponga un retraso de algunas horas más, enseguida lo preguntaré — Ace pronto miró a su alrededor para ver a los soldados — En lo que Xorxaik se encarga de otorgarnos la información que nos hace falta, vamos a atender a los heridos, y veamos de darles un entierro a quienes perdieron la vida luchando junto a nosotros.

    […]

    El piloto yarlemiano que condujo la nave que llevó a Siban y a sus compatriotas yarlemianos y velivinos hacia el enfrentamiento que terminó con su muerte se encontraba llorando desconsolado. Había visto todo a través de las imágenes que veía por medio de los monitores. Al igual que Tauvim, la mujer que los lideró durante la batalla también tenía una armadura con cámaras internas que transmitían todo lo sucedido.

    Aquel yarlemiano se había ilusionado mucho al verla entrar al crucero, incluso había realizado los preparativos para apartarse rápido cuando se pusiera en funcionamiento, y así podría resultarles más fácil el despegue. Sin embargo, todo lo vio perdido en el momento en el que el cuerpo de su líder dejó de moverse. Él había sido de compañía de la mujer durante todo el viaje en el que empezaron explorando el universo en busca de los seres humanos, para concluir con su captura. Tras estar presente en una ceremonia donde ella se coronó como una nueva líder para suplir los puestos que Zalan y Sered dejaron vacantes tras la muerte de la primera y la traición del segundo, nunca imaginó que tendría que contemplar la muerte de su líder.

    Con lágrimas cayéndole de los ojos, el piloto decidió no iniciar una llamada para que no lo vieran llorar. En lugar de eso, optó por enviar un mensaje directo a sus líderes.

    — Miraq, Fielle, Cerv… — su voz estaba muy quebrada — Siban ha muerto. Estoy seguro de que ustedes lo habrán visto… Ese ser artificial… ella murió luchando contra esos humanos tan salvajes e irrespetuosos. ¡Por favor, no quiero seguir perdiendo más líderes! ¡Zalan y Siban están muertas, y Sered nos ha traicionado para unirse a Casseirem! ¡No tengan dudas en su interior! ¡Demos comienzo con el plan de Cerv, y por favor, prométanme que vamos a conseguir venganza por ella! ¡Siban acababa de ascender después de pasar varios años de su vida siendo solamente una enviada! ¡Ella no merecía morir tan pronto, y menos a manos de los seres que nos iban a ayudar a eliminar a Casseirem! ¡Tienen que pagar por esto, tienen que pagar por ella!
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Bueno, de un capítulo bastante largo pasamos al que es el capítulo más corto de la parte. Ya estamos cerca de la mitad, y tal como puse en el mensaje del anterior, publico dos el mismo día para compensar el tiempo perdido.

    Agradecimiento una vez más a Manuvalk quien se ha leído 2 caps por fuera del foro, y casi que tiene que leer un tercero XD. Esperemos pueda terminar la historia en FFL, ya que se extrañan sus comentarios.



















    Una tarde lluviosa:

    — ¡No puedo perdonarme por esto! — Airin se encontraba llorando de rodillas frente al cuerpo de su hermano.

    Un día después de que se realizó la competencia, en la cual el ganador fue un militar con experiencia en el campo de batalla, los traliod habían recorrido el interior del bosque en el cual habían hecho competir a los humanos para poder recolectar los cadáveres de quienes habían caído en un intento por alzarse como representante. El único sobreviviente a la actividad fue el ganador, quien terminó con el brazo herido levemente, con la urgencia de ser tratado en aquel día antes de que pudiera tomar su lugar como representante y vocero de la raza humana aprisionada allí.

    Todos los otros hombres y mujeres que se encontraban en la competencia, incluyendo al joven Vyon Utkin, perecieron ya sea devorados por los animales del bosque, o envenenados por insectos, tal y como era el caso del menor de los mellizos Utkin.

    Tan pronto como Airin vio a un traliod acercarse con el cuerpo de su hermano, uno de los pocos que pudieron ser recuperados, este le comentó que fue el hecho de haber sido envenenado el que lo salvó de ser devorado por animales salvajes. Mientras la lluvia caía en todo el territorio de los traliod, la joven Utkin contemplaba los restos del cuerpo de su hermano. Su piel estaba muy pálida, pese a su tono de piel color moreno. La mano en la que había sido picado por los tres insectos que lo envenenaron se hinchó bastante. Todo el brazo terminó inflándose, pero su mano era algo que destacaba por encima del resto del cuerpo. Se le marcaban las venas del cuello, la cara y también las de la zona donde fue infectada.

    Las lágrimas de Airin eran limpiadas por las gotas de lluvia que caían desde el cielo, y ella no podía apartar la vista del cadáver hasta que escuchó el ruido de alguien acercándose corriendo hacia ese lugar.

    — ¡Airin! — el grito de su amiga la hizo voltear.

    Tan pronto como se enteró de la noticia, Rosary salió corriendo de su casa. Ella quería una confirmación de que todo se trataba de un error, y de que Vyon en realidad no se encontraba muerto. Cuando llegó y vio el cuerpo del chico tumbado en el suelo y la expresión dolorosa de su amiga supo que no era mentira lo que había escuchado.

    — Vyon… — Rosary se arrodilló para sujetar su brazo no hinchado — ¡Por favor, tú no estás muerto! — la chica colocó sus manos alrededor de sus muñecas para tomarle el pulso — ¡No has muerto! ¡Tú estás vivo! ¡Tan pronto como encuentre tu pulso, te vas a despertar!

    Airin no encontraba la fortaleza para decirle nada, y fue por eso por lo que simplemente se acercó a su amiga para poder darle un abrazo en un intento porque ambas pudieran obtener algo de fuerza para superar aquel momento. Rosary se rehusó a soltar el brazo de Vyon. La esperanza de encontrar un pulso en él se perdió al cabo de tres minutos, y fue allí cuando abrazó a su amiga. Ambas rompieron en un llanto muy fuerte y desconsolado.

    — ¡No tendríamos que haberlo dejado ir! — Rosary se lamentó por eso — ¡Pero no podíamos detenerlo! ¡Él era más fuerte que nosotras!

    — ¡Mi mamá y mi papá nunca me lo habrían perdonado si estuvieran aquí! — Airin compartía su dolor con ella — ¡Pero, quizá ellos nunca lo hubieran dejado participar! ¡Podrían haberlo detenido!

    — ¡Vyon! — Rosary lo miraba con mucha lástima, y los ojos inundados de lágrimas — ¿Cómo… qué le pasó en el brazo?

    — Un traliod me dijo que son señales de que lo picaron insectos venenosos — Airin le sacó las dudas a su amiga — Encontré tres marcas en la mano hinchada, lo que quiere decir que lo picaron en el mismo sitio…

    — ¿Por qué murió? — Rosary no lo comprendía — Se nos dijo que nuestro sistema inmunológico y todo nuestro cuerpo en general se volvió más resistente a causa de la exposición que sufrieron nuestros padres en la Catástrofe… incluso nosotros nacimos con esas características. ¿Por qué el veneno de un maldito insecto lo mató?

    — Sin la posibilidad de que le hagan una autopsia, creo que nunca lo sabremos — Airin sentía mucho dolor al pensarlo — Tal vez el veneno de estos insectos sea así de fuerte. O tal vez fue porque le picaron tres veces en el mismo sitio… No puedo creer que mi hermano haya muerto de esa forma. Yo estaba tan segura de que mi padre lo pudo entrenar muy bien, tal y como él lo afirmaba.

    — ¿Qué sucederá con su cuerpo? — Rosary quería saber qué era lo que les deparaba a los restos — No van a quemarlos. ¿Verdad?

    — Pedí a los traliod que lo enterraran, y ellos me dijeron que lo harán cuando pare de llover — la chica le contestó — Por el momento, su cuerpo se quedará aquí. Pero se harán cargo de él.

    — Vámonos a casa… ya no puedo seguir viendo esto.

    — Yo tampoco. Ya me despedí de él. Pero verlo así… Me rompe el corazón.

    Tras mirar por última vez el cuerpo de aquel chico, asumiendo que los traliod se encargarían de removerlo de aquel lugar, las dos chicas se levantaron y empezaron a caminar de regreso a la casa donde fueron asignados los padres de Rosary junto con ella, sitio al que Airin y Vyon se habían mudado hasta hace relativamente poco.

    Con la ropa, cara y pelo mojado, las dos compañeras se tomaron de la mano para tratar de levantarse los ánimos, aunque era una tarea imposible para las dos. No tardaron demasiado en sacar a conversación un tema siniestro.

    — Katia y Vyon ya no están — Rosary recordó también a su amiga fallecida — Jessica, Iker y Winter desaparecieron… Solo quedamos nosotras dos. Tengo miedo de ser la siguiente, o de que la siguiente seas tú y yo me quede sola…

    — Rosary, por favor, te agradecería que no hablaras sobre eso — Airin quería apelar a su empatía — Perdí a toda mi familia en una franja de tiempo poco mayor a un año. Cuando cumplí los quince, todos estaban vivos. Por culpa de haber quedado encerrados aquí por más de un año no sé si cumpliré los diecisiete en pocos días o si ya los cumplí hace meses… Pero está claro que estaré sola si es que consigo llegar a cumplir la mayoría de edad… No quiero morir en este mundo tan horrible, pero tampoco quiero vivir el resto de mi vida sola.

    — Lo lamento, es un momento muy horrible, y nadie lo merece — Rosary quería disculparse por lo que dijo — Pero te prometo que, mientras yo esté viva, nunca estarás sola. Yo te acompañaré. Estaremos juntas hasta que una de las dos sea la siguiente.

    — ¡Ya basta! — Airin le gritó liberando todo el dolor y su ira en un instante — Lo siento, Rosary… No quise gritarte, pero tienes que dejar de decir esas cosas. El dolor por haber perdido a mi familia me está destrozando. Mi padre murió ahogado, mi madre murió en una ejecución pública, y mi hermano murió envenenado en una competencia… Lo que menos quiero ahora es pensar en cómo será mi muerte o la tuya. Por favor, no me hables más de esto.

    — Perdón, pero no puedo evitar pensar en otra cosa — Rosary le contestó con honestidad — Creo que lo único que puedo decir es esto… mi familia y yo estaremos contigo siempre. Para lo que necesites. Solo tienes que pedirlo.

    — Lo haré, tenlo por seguro — Airin quiso darle las gracias, pero la actitud tan insensible de Rosary en sus palabras anteriores le hizo detenerse.

    Las dos chicas, sin poder encontrar un tema agradable en el que pudieran concentrarse en aquel día tan horrible, eligieron continuar su camino a casa en silencio. Rosary tenía mucho miedo por lo que pudiera pasar en el futuro, y sentía deseos de exteriorizar sus pensamientos, pero ya había visto lo que esa clase de cosas le ocasionaban a su amiga. Siendo ella la última que le quedaba, no quiso incomodarla más.

    Mientras caminaban, a lo lejos podían ver la figura de una chica que se estaba acercando a ellas. Con el clima lluvioso que estaba experimentando el planeta en ese momento, eran muy pocos los traliod y humanos que se encontraban fuera de sus casas. Como la mayoría de trabajos eran sobre la tierra, al estar está llena de barro a causa de la lluvia, los traliod optaron por saltearse la jornada de tareas de aquel día. No les costó trabajo identificar a la persona que se les estaba acercando.

    — Airin, Rosary… — Valiana, quien las conocía por ser compañeras de su hermano, las fue a saludar — Su casa está muy lejos. Quédense con nosotros hasta que esta lluvia pare un poco.

    — ¿Cómo sabías donde encontrarnos? — Airin le preguntó, algo curiosa.

    — Me imaginé que estarían cerca de este sitio, ya que fue el sitio en el que dejaron los cuerpos… — dijo con la vista en el suelo — Me enteré de lo que le pasó a Vyon. Quise venir a verlas. Ustedes dos eran amigas de mi hermano. Creí que era lo correcto ofrecerles mis condolencias y un refugio para esperar a que se termine la lluvia.

    — Muchas gracias, Valiana — Rosary apreció ese gesto, para luego mirar a Airin — Yo iré si Airin decide ir.

    — Está lloviendo mucho — la chica pensó que no se perdían de nada — Está bien. Te acompañaremos a casa.

    — Vengan conmigo — la joven Lakor les indicó el camino a seguir.

    […]

    Vitali, quien había preparado la mesa del interior de su casa para que tuviera una canasta de frutas dulces encima, lo cual era todo lo que podía hacer en ese momento, se llevó una grata sorpresa cuando vio a su hija mayor entrar a la casa junto con las dos compañeras de su hijo. El hombre supo lo que estaban viviendo, y por eso eligió ser educado con las dos.

    — Airin, Rosary… lamento mucho lo que pasó — Vitali se expresó con algo de dolor — Sé que mi hijo y Vyon no tenían una gran amistad. Pero eran compañeros. Y ya que ustedes asistieron a cada cumpleaños suyo para que pudiera ser feliz, creo que nos corresponde a nosotros darles una pequeña ayuda en este momento. Valiana tuvo la idea.

    — Fue idea de ambos, papá — Valiana quiso compartir la autoría del gesto — Sé que Winter las habría invitado a venir si estuviera aquí.

    — Muchas gracias por esto — contestó Airin, feliz de ser apreciada por más gente — Y lamento mucho lo que ha sucedido… Ustedes también han enfrentado la pérdida.

    — Es por eso que también queríamos invitarlas — Vitali mentía, pero ninguna de ellas lo sabría jamás — Cuando el dolor llega a nuestras vidas, tenemos que ser fuertes. Yo no lo fui, y fue eso lo que provocó la muerte de mi amigo Renji. El último comandante que nos quedaba murió por culpa mía. Desde que Valiana me comentó esto, sentí que era mi oportunidad para poder enmendar las cosas.

    — No creo que nada de lo que ha pasado se pueda enmendar, con todo respeto — Rosary le contestó, sin compartir para nada su idea — Ellos ya nunca regresarán a nosotros. Siempre los extrañaremos.

    — Sin duda, yo sigo sufriendo por irme a dormir y no tener a mi esposa a mi lado — fueron las palabras de Vitali — Y daría lo que fuera con tal de saber a dónde se han llevado a mi hijo Winter. No pudo tragárselo la tierra. Alguien lo tiene retenido en algún lugar. Tan solo me gustaría saber en dónde.

    Ni Airin ni Rosary encontraron alguna respuesta apropiada para esas palabras, por lo que simplemente se acercaron a las sillas que rodeaban la mesa de la sala situada en la casa. Pese a tener la ropa mojada, las tres chicas se sentaron. Fue un gesto de Vitali el que les indicó que podían comer con tranquilidad, pero esperaron a que los familiares de Winter tomaran las primeras porciones de fruta antes de empezar.

    Los cuatro comían en silencio, y la incomodidad empezó a reinar pronto alrededor de aquella mesa. Vitali y Valiana esperaban que sus invitadas fueran más conversadoras, pero entendieron que el duelo por el que estaban transcurriendo las detenía de iniciar una charla como si fuera un día normal. Fue por eso por lo que la chica de la familia tomó la iniciativa.

    — Lamento lo que te ha sucedido, Airin — Valiana sonaba muy afligida — Nuestras madres… ellas murieron el mismo día y casi al mismo tiempo. Y ambas hemos perdido a nuestros hermanos. Me destroza el corazón saber que has perdido a tu padre también. Sabes que, si necesitas algo, cualquier cosa, puedes acudir a mí.

    — Gracias por tu ofrecimiento, Valiana — Airin se mostraba feliz por contar con ella también — Y yo también lamento lo que te hicieron… No sé si yo habría resistido haber sido encerrada. Eres fuerte. Me da gusto saber que cuento contigo. Sin ofender.

    — No me ofende, siento que es lo correcto — Valiana pronto recordó un momento de un pasado lejano — Winter te adoraba. Tal vez él nunca te lo haya dicho, pero estaba loco por ti. Cada vez que le preguntábamos a quien invitaría a sus cumpleaños, siempre te nombraba a ti en primer lugar.

    — Es un buen chico, y desearía que él pudiera estar aquí también — Airin lo recordó con ternura — Sé que él me ayudaría mucho en un momento así.

    — Valiana dice la verdad, pero olvida un detalle pequeño — Vitali habló tras su hija — Él está loco por ti desde que tú le devolviste el león que tanto le gustaba. Te juro que él te daría el doble del apoyo que podríamos darte nosotros dos.

    — Ojalá él esté bien, si lo que usted dice es verdad — Rosary recordó una de las frases dichas por el ingeniero — Si de verdad está lejos de aquí, espero que sea en un lugar seguro. Que nunca tenga que regresar y que sea feliz allí donde esté. Quizá Iker y Jessica estén junto a él.

    — Te puedo asegurar que, aunque él esté a salvo, no está feliz — Valiana le respondió a la chica — Su felicidad era su familia y sus amigos. Él no será feliz otra vez si no las vuelve a ver. Créanme cuando les digo eso.

    — Winter y mi hermano tenían eso en común — Airin pronto recordó la actitud de Vyon — Él era un chico complicado, pero muy afectivo. Ojalá se hubieran podido llevar mejor. Habrían sido buenos amigos.

    — Airin, creo que me corresponde disculparme contigo — Vitali se empezó a sentir mal por el rumbo de la conversación — Cuando tú desapareciste, yo me porté muy mal con tu familia. Los hice pasar un mal momento, algo que por más enojado que yo pudiese estar, no se merecían… Sé que esto ya se habló, pero siento que ahora debo revalidar esa disculpa.

    — No es problema, Vitali, yo entiendo que usted tenía motivos para estar enojado — la chica quería que eso fuera tomado con calma — Sucedió hace tiempo. Recordarlo no vale la pena.

    — Eres una buena chica, Airin. Por eso estoy muy afligido con lo que pasó con tu familia.

    Las últimas palaras dichas por Vitali cayeron como un peso imposible de cargar sobre los hombros de todos ellos. Pese a que fue un momento muy amigable para todos los allí presentes el poder abrir sus corazones y exteriorizar sus pensamientos, el dolor por las muertes sucedidas en tan poco tiempo les impedía continuar con esas charlas.

    En silencio, y con mayor velocidad, la canasta de frutas dulces que preparó Vitali para compartir con ellas se fue vaciando poco a poco, mientras que la lluvia seguía cayendo con fuerza sobre el suelo de aquel planeta. Era la lluvia más fuerte que experimentaban desde que se habían mudado a la fuerza hacia aquel continente del planeta Tralio, y no dejaba de asombrarlos como cada vez que el tiempo pasaba, el ruido de las gotas impactando contra la tierra se hacía más intenso.

    Una vez que la canasta se terminó quedando sin frutas, pasaron unos quince minutos en silencio y esperando hasta que la puerta de la casa se abrió de manera repentina. Se trataba de un traliod que no ingresó a la casa, y que simplemente asomó la cabeza para ver si Vitali se encontraba allí. Asumiendo que lo estaban buscando a él, el ingeniero se puso de pie para preguntarle a qué se debía su presencia.

    — Estás dejando que el agua entre a mi casa — Vitali se enojó un poco por eso — ¿Qué es lo que necesitas?

    — Esta no es tu casa, es solamente un lugar en el que tienes el privilegio de vivir — le respondió el traliod que lo visitó — Tu presencia es solicitada por los monarcas.

    — Está lloviendo muy fuerte — Vitali expresó una queja.

    — ¿El agua te matará? — el traliod lo cuestionó — Ven conmigo. Te necesito ahora. Ya no eres el representante de la humanidad. Hufan me ha permitido usar la fuerza bruta contigo y ya no tengo que preocuparme de no lastimarte.

    — Valiana, si deja de llover en algún momento, acompaña a las chicas a su casa — su padre le pidió ese favor — Y si no deja de llover, espera a que aminore un poco.

    — Está bien, papá — Valiana no quiso decir nada que pudiera comprometer a su padre — Lo haré como pides.

    Despidiéndose de las tres chicas con un simple gesto de su mano, el hombre salió y cerró la puerta de la casa tan pronto como pudo para evitar que la intensa lluvia terminara mojando el piso todavía más. Al salir, se dio cuenta de que no era el único humano al que habían sacado de su residencia. El expresidente ruso se encontraba allí, siendo acompañado por un hombre y una mujer. Había junto a ellos unos seis traliod haciendo la función de escolta. Con la adición de Vitali al grupo, serían un total de cuatro humanos rodeados por siete de sus captores.

    — A Hufan e Yma les encanta amenazarnos — Vitali pensó para sus adentros mientras se acercaba al grupo — Saben que dos traliod podrían tenernos controlados sin problemas. Pero aun así mandan a siete para que nos veamos intimidados. Como odio que sean tan numerosos como especie. No podrían jugar este juego si tuvieran menos gente de la que disponer.

    Una vez que el ingeniero se sumó al grupo de cuatro humanos que estaban allí, uno de los traliod los empezó a escoltar en dirección al castillo en donde las dos máximas autoridades de su especie daban las órdenes, además de ser un lugar de residencia para todos ellos. El ingeniero, quien llevaba tiempo sin ver a Dmitri Koslov, se acercó a él para poder hablar.

    — ¿Te has enterado de lo que pasó? — decía en referencia a las muertes sucedidas.

    — Todos los que murieron eran personas que viajaron por el espacio conmigo — Dmitri contestó algo ofendido — Los conocí a todos, por más de que no todos ellos pudieran ser mis amigos. Sus muertes me golpearon de cerca.

    — Solo era una pregunta, Dmitri — Vitali no entendía el porqué de sus acusaciones — ¿Por qué te sientes atacado por mí?

    — Porque sospecho que tú estás feliz con todo lo que pasó, Vitali — Dmitri tenía una sospecha oscura sobre él — Tengo entendido que tú y Renji pelearon, y que eso provocó su muerte. Instantes después liberan a tu hija de su encierro, y a raíz de tu incidente, los traliod llevan a cabo una competencia donde se muere el hijo de Gavril y Lara. Sé que no te llevabas bien con ellos en el pasado.

    — Estás delirando, Dmitri, yo nunca quise que nada de esto sucediera — Vitali no podía creer que se le cuestionara eso — Tuvimos diferencias, pero Lara era una gran líder. Nunca quise que ella muriera, ni mucho menos que el mismo destino llegara a sus hijos. La pelea que tuve con Renji fue un error de los dos, pero mío más que nada.

    — Dices que no querías que nada de esto sucediera, pero no dejas de ser beneficiado por lo que sucede — Dmitri lo miraba furioso.

    — ¿En qué me beneficia que todas estas personas mueran? — el ingeniero no encontraba lógica para lo que decía — Eso se traduce como más trabajo para quienes sobrevivimos. Incluso si no me cayeran bien, yo nunca le deseé la muerte a nadie.

    — Si quieres creértelo, adelante.

    — Invité a la joven Utkin a mi casa por pedido de mi hija — Vitali encontró una defensa — Les ofrecí mis condolencias por lo que sucedió, y un refugio a salvo de la lluvia. ¿Crees que de verdad haría esa clase de cosas si yo odiara a toda su familia?

    — Te vigilaré de cerca, Vitali, estoy empezando a sospechar que estás detrás de las cosas que están sucediendo — Dmitri estaba centrado en él — Ahora nos están llevando al castillo para hablar con los monarcas. ¿Por qué si se puede saber?

    — Loco. Eso es lo que eres, Dmitri. Te dejaste vencer por la paranoia.

    — Recuperaste a tu hija y ya no tienes que cargar con el peso de ser el representante humano ante ellos. Puede que me equivoque, pero no puedes culparme por mis sospechas.

    — Si todo lo que está pasando es beneficioso para mí, entonces contesta mi pregunta. ¿En dónde está mi hijo? ¿Por qué no está conmigo si todo ha sido para beneficiarme?

    Dmitri no encontró respuesta para esa pregunta que le sacó el ingeniero. Había olvidado por completo la desaparición del hijo más joven de Vitali y su fallecida esposa Fenya, todo a raíz del detalle de que él estuvo ausente en el momento en el que la comandante Furlan fue asesinada para que luego Lakor se volviera la voz del pueblo humano ante los captores.

    Vitali no sonrió pese a que se consideró ganador del intercambio. Toda la situación le produjo más molestia y enfado que otra cosa. No estaba feliz con ninguna de las muertes sucedidas, y el tener que soportar acusaciones provenientes del ex líder de su nación para la cual él trabajó varios años de su vida en la Tierra, le sacó un poco de quicio.

    — No voy a pelear contigo ni con nadie, ya que he sido testigo de lo que sucede cuando eso pasa — Vitali le dedicó unas palabras a su ex líder — Pero que sepas que no te voy a dejar que me eches mierda encima, Dmitri. Esta será mi única advertencia.

    Con una sensación amarga por haberse quedado sin palabras ante él, algo que Dmitri consideró como una concesión de victoria para Vitali, el político no tuvo más remedio que guardar silencio en lo que restaba del viaje. El resto del camino lo sintió bastante incómodo entre las miradas inquisitivas de quienes viajaban detrás de él, junto también con las palabras dichas por el ingeniero haciendo eco en toda su mente.

    […]

    La lluvia de aquella tarde donde permanecieron las nubes negras sobre el cielo de Tralio ya empezaba a frenar cuando el grupo de los siete traliods y cuatro humanos se acercaban al castillo. La puerta de entrada a la estructura más extensa y alta del lugar se encontraba abierta, permitiendo el paso directo de todos los que acababan de entrar. Mojaron un poco el piso de la entrada, pero eso no pareció ser ningún problema para Hufan e Yma, quienes estaban esperándolos nada más a la entrada. Escoltados por unos veinte traliods con las pieles negras y verdes, armados todos con sus garrotes de batalla, la pareja de monarcas se acercó a los cuatro humanos que habían sido traídos al sitio.

    — ¿Para qué fuimos llamados? — preguntó un militar en el grupo — Dijeron que se había suspendido la jornada de trabajo.

    — Y está suspendida — Yma, la reina de todo el territorio, le dio la razón — Pero lo que están por hacer aquí no se trata de llevar a cabo tareas.

    — ¿Y a qué venimos? — la mujer que estaba en el grupo, quien era una médica, tenía curiosidad.

    — Solo uno de los inscritos para la competencia ha sobrevivido, por nuestras reglas, se convertirá en el líder — explicó el monarca — Dado a que está herido por los peligros a los que se enfrentó en el bosque, nos ha pedido que los mandáramos a llamar en lugar de irlos a buscar en persona.

    — ¿Qué planes tiene para nosotros? — Dmitri no quería que siguieran evadiendo sus preguntas.

    — Dijo que ustedes son las personas más capaces dentro de sus profesiones — la reina se preparó para enumerarlas — Medicina, milicia, política e ingeniería. Nos comentó que le basta con solo un representante de cada una de esas “ramas” como las llamó él.

    — Mientras él se está recuperando, todos ustedes actuarán como consejeros para cada asunto que él requiera — Hufan les explicó el motivo de ser llamados — Dijo que así será más eficiente en su función, y decidimos darle la oportunidad de demostrarlo. Estarán sometidos a unas pruebas. Si nos gusta la manera en la que ustedes colaboran con él, puede que en el futuro se les dé a todos ustedes una oportunidad de aspirar a una buena vida en las provincias. Seguirán siendo trabajadores nuestros hasta el día que mueran, pero puede que les toque disfrutar de beneficios que otros humanos nunca tendrán.

    — ¿Todo eso fue decisión del ganador de la competencia? — Vitali tenía sus dudas al respecto.

    — Claro que no, él solo los mandó a llamar a ustedes, Vitali — Yma, la mujer que había tenido a Vitali a su cargo durante la mayor parte del tiempo, le dio su respuesta — Lo de otorgarles privilegios a cambio de que realicen una buena labor fue idea nuestra. Veremos si eso los motiva a acelerar las tareas de expansión del territorio de cultivo antes de que llegue el siguiente invierno.
     
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