Ciencia ficción La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente

Tema en 'Novelas' iniciado por Reydelaperdicion, 9 Julio 2023.

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  1. Threadmarks: El daño que has causado
     
    Reydelaperdicion

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    5744
    Saludos. Aprovechando el tiempo que tengo en el inicio de semana, voy a publicar el capítulo 11 de la historia. Por cuestiones de tiempo, la guía de personajes y la cronología no serán actualizadas por el momento.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su constante presencia en la historia semana a semana y por las leídas en simultáneo que tenemos por Discord. Y aunque este finde nos sea imposible juntarnos por Discord, estaré ansioso de juntarme a la brevedad con él para seguir explorando los universos ficticios que construimos. Espero le guste este capítulo.

    Sin más para decir, dejo el capítulo para que lo disfruten.



















    El daño que has causado:

    — No entiendo qué es lo que quieres de mí — Ace se mostraba molesto ante los dos seres que tenía en frente, tratando de camuflar un poco su miedo, pensando que si se mostraba muy asustado no descubriría nada — ¿No deberías tomar un poco más de mi sangre para poder realizar un mejor análisis?

    — ¿Y correr el riesgo de que la densidad de tu sangre dañe mis máquinas? — el que respondía a lo que se llamaba Dis fue el que contestó la pregunta de Ace — Nada de eso. Con estas pocas gotas me basta y me sobra. El análisis va a tardar mucho más en realizarse, pero seré paciente. No hay que precipitarme y provocar un desastre mayor. Quizá eso sea lo que tú y los demás que te acompañan están deseando.

    A Ace le parecía increíble la forma en la que estaban diseñadas sus caras. Es como si no contaran con músculos faciales para otra cosa que no fuera mover la boca o parpadear. Solo podía ver expresiones neutrales a través de ellos, y eso lo aterraba un poco. Escuchar palabras tan tenebrosas viendo como esos seres dejaban una expresión neutral en sus rostros era algo que Ace no se había encontrado antes. Lo único que tenía hasta ese entonces era que planeaban utilizar su cuerpo para alimentar a seres vivos, pero que tenían que hacerle un análisis de sangre primero. No tenía idea de qué era Dis, ni Dozern, ni mucho menos un Deoren, como lo que había pronunciado uno de ellos hasta hace poco. Necesitaba más información para decidir qué hacer. Quedarse allí solo era una garantía de que sería asesinado para ser usado como alimento para las especies que habitaban allí.

    Supo que su tiempo con vida era limitado si se quedaba allí sin hacer nada, y claramente, no les iba a conceder esa clase de privilegio. No tenía la más mínima intención de quedarse allí siendo que en su casa tenía a su esposa y a su primogénito esperando su regreso. Pero si quería salir de allí tendría que jugar mejor su papel de prisionero desconcertado. Ser menos desafiante y quizá un poco más colaborativo. Necesitaba que le brindaran algo de información, para que al menos él pudiera tener un indicio en el cual empezar cuando saliera de allí.

    Dis, pronto miró a Dozern y le dio una orden sin haberle dicho una sola palabra.

    — Haz lo que te corresponde, Dozern — Ace notó cierta hostilidad en esas palabras — Yo iré a poner la sangre de este ser en el aparato. Y luego haré lo mismo con el resto. Te dejo el trabajo con este a ti.

    El que respondía al nombre de Dozern, uno que Ace jamás había oído y le parecía muy extraño hasta para ser de una simple especie extraterrestre, asintió con la cabeza y miro como su compañero marchaba hacia la salida. Cuando la puerta se abrió, este la atravesó con prisa, como si sintiera que así las cosas fueran a mejorar. Al cerrarse, el comandante supremo de la humanidad quedó solo con uno de esos seres, por lo que supuso que quizá podría aprovechar ese momento para recabar más información.

    — ¿Tu nombre es Dozern? — Ace preguntó con gentileza — Pareces alguien más razonable que él.

    — Creo que no es la primera vez que pronuncias esa palabra — decía mientras se acercaba para sentarse frente a él — ¿Qué es lo que significa “nombre”?

    Ace supo que había un detalle que había que tener en cuenta tan pronto escuchó decirlo esa clase de cosas. La cultura de esos seres era muy diferente a la suya. Si ni siquiera sabían lo que era un nombre ni para qué servía, estaba claro que sus especies no solo estaban en mundos diferentes en un sentido geográfico. Sin embargo, eso quizá le serviría para su propósito. Ace decidió responder a su pregunta.

    — El nombre es la forma en la que nos identificamos — Ace le respondió con amabilidad — Mi nombre es Ace Lakor. No hay ningún otro Ace Lakor entre los míos. Así es como puedes hablarme y decirme algo a mí si no deseas que los demás se enteren.

    — Aquí lo que nos identifica es nuestro oficio y nuestro número — el Dozern le explicó pasivamente — Dis es el líder absoluto de nuestra especie. Yo estoy un escalón por debajo de él. Ejerzo el cargo de Dozern junto a otros dos Dozern más. Mientras que Dis manda sobre todos nosotros, los Dozern nada más tenemos poder sobre los Dair, y sobre los más jóvenes de la especie, que son los Dairi.

    — ¿Por qué me estás contestando todo eso? — Ace necesitaba ver si se debía a algo que podía aprovechar.

    — No veo que haga ningún daño contártelo, no es cómo que puedas comunicarte con los tuyos — fue la respuesta del Dozern que tenía delante — Los que cayeron junto a ti a las trampas están aislados. Y el resto que te acompañó se han ido en ese enorme aparato que flota sobre el agua y el aire.

    Ace se dio cuenta de que ahí estaba la ventaja que necesitaba. Los miembros de esa especie le acababan de confirmar lo que él ya pensaba, que su nave se había ido de regreso a su casa. Pero no tenía forma de saber que él era una persona por la que podrían llegar a volver a ese mundo. La razón por la que estaba dispuesto a darle información tan gratuita era el hecho de que creían que él estaba abandonado por su especie. Por lo tanto, solo tenía que asegurarse de mantenerse así, y de esa manera podría obtener todo lo que quisiera saber, o al menos, le darían la posibilidad de preguntar.

    — ¿Flota y vuela sobre el agua y el aire? — Ace quiso desviar el tema, creyendo que su pregunta inicial podría ser sospechosa — Eso es una nave espacial. ¿Ustedes no tienen idea sobre el concepto del universo?

    — ¿Nave qué? — el Dozern sabía que su conversación estaba siendo grabada, y quería que soltara más información — ¿Espacial? ¿Por qué le pusieron ese nombre?

    — Tú no sabes nada de mí, y yo tampoco sé nada acerca de ti y los tuyos — Ace respondió — Será difícil que nos comuniquemos bien de esa manera. Así que, empecemos desde el principio. ¿Qué es lo que están haciendo aquí en esta estructura? ¿Por qué era tan importante el agua para ustedes? ¿Qué tipo de daño he causado a su ecosistema? Cuéntame eso, y así yo sabré más con quien estoy tratando, y mis respuestas tendrán más sentido.

    El Dozern, sin saberlo, creía que Ace estaba dispuesto a dar toda esa información por el simple hecho de querer prolongar su vida un poco más de tiempo. Tal y como el comandante supremo quería, mordió su anzuelo, y estaba dispuesto a decirle todo lo que él quería saber. Se creyó que él no tendría reparo en ayudarlos, por lo que consideró prudente que contestarle sería lo mejor. Fue así como, con total ingenuidad, cayó sin esfuerzo ante lo que él quería.

    — Hace generaciones atrás, este mundo no era solamente una masa de agua — el Dozern empezó a explicarle — Nuestro pueblo, los Dimaorion, vivían una vida totalmente diferente. La superficie de este lugar daba paso a mayores extensiones de tierra, rodeadas por masas de agua enormes donde podías encontrar glaciares gigantescos flotando sobre las mismas. Pero entonces, el calentamiento global se hizo presente. Nunca supimos de donde provino, pero este planeta vio un incremento hacia temperaturas altísimas, y eso provocó que todo el hielo se derritiera. El agua no tardó mucho tiempo en cubrir casi todo lo que había en este mundo. Algunos de nuestros antepasados se lograron salvar al ocultarse en los edificios más altos que antes había aquí, aquellos donde la presión del agua no era lo suficientemente fuerte para provocar desastres. Con el paso del tiempo, los Dimaorion se fueron reduciendo cada vez más hasta que solamente quedamos los pocos que estamos ahora en este sitio — Ace supo que eso sería una preocupación menos para su escape — Y como si fuera poco, cuando los glaciares se derritieron, un virus ancestral que se creía que solo era una leyenda fue liberado. A causa de este virus, cada vez que uno de los nuestros muere, en el cerebro se forma una especie de parásito capaz de controlar sin problemas un cuerpo sin vida. Este parásito reactiva el cerebro y empieza a ocasionar que los que deberían estar muertos puedan caminar libres por el mundo, aterrorizando a los vivos.

    Ace entonces supo que las criaturas tan salvajes que habían atacado a los suyos al momento de haber llegado tenían que ser esos seres. Por la forma en que lo comentaba, le daba la impresión de que estaba ante lo que podría ser lo que en la ficción que él a veces leía de pequeño era conocido como zombis. Muertos que por algún motivo podían regresar a la vida. Y por lo que le decía el Dozern, estos eran muy agresivos.

    — ¿Zombis? — Ace lo preguntó con un poco de incredulidad.

    — ¿Qué es un zombi? — el Dozern no sabía de lo que estaba hablando — ¿Ustedes también se las han visto con casos como estos?

    — No exactamente, al menos no en la vida real — Ace le contestó con calma, viendo que iba bien por el momento — Solo son leyendas, tal y como lo eran para ustedes en su momento. Y ese es el nombre que nosotros les damos.

    — No, nosotros los conocemos como Deoren — el Dozern le respondió.

    Ace supo que había escuchado esa palabra antes, y no tardó demasiado en recordarlo. El Dis le dijo que si su sangre no era apta para servirle de alimento a los peces, su cuerpo sería arrojado a los Deoren, lo que quería decir que él podría encontrar la muerte de una forma en que él creía que únicamente estaba destinada a personajes en las películas de terror y los libros que él había visto en su infancia. Eso, por más escalofriante que parezca, le llenó de dudas la cabeza.

    — ¿Por qué le dan de comer a los Deoren, si se supone que están muertos? — Ace necesitaba saber la razón.

    — Desde el momento en el que las vidas de nuestro pueblo cambiaron, tenemos un único objetivo para realizar en estas — explicó quien hablaba con él — Preservar a nuestra especie hasta que nuestro mundo regrese a ser un lugar en el que se pueda volver a habitar la superficie… o hasta que podamos encontrar una salida de aquí. Y para la preservación de la especie necesitamos cada gramo de información genética que podamos aprovechar. Los Deoren, aunque no estén vivos, siguen siendo una fuente de genes que se pueden utilizar para la fabricación de más Dimaorion. Sin alimento, sus cuerpos muertos se pudren rápido. Pueden comer casi cualquier cosa, pero entre ellos no se comen hasta que el cuerpo deja de moverse.

    — ¿Dijiste fabricación de más Dimaorion? — Ace se vio confundido con esas palabras — ¿Cómo es esa fabricación?

    — Hace generaciones que ya no nos reproducimos de manera natural entre machos y hembras de la especie — contestó aquel ser — Los apareamientos pueden traer enfermedades en algunos casos, y esas enfermedades dañan el código genético de nuestros cuerpos. Es por eso por lo que los Dimaorion ya no nacen de forma natural. Con ADN de ambos sexos, realizamos estudios de compatibilidad y así es como mezclamos los genes que tengan mayor compatibilidad en las incubadoras. De manera que podamos producir nuevos miembros fuertes y aptos para mantener la misión de preservar a la especie con vida. Por lo menos, hasta el día en qué podamos escapar de aquí.

    Fue en ese momento en el que Ace sentía que las cosas empezaban a tener sentido. Por esas mismas razones no usaban nombres para identificarse, puesto a que los que estaban frente a él no eran seres nacidos para vivir. Solamente eran entidades que habían sido fabricadas con un propósito que no se trataba de buscarle sentido a la vida. No formaban familias, ni lazos personales, ni mucho menos vínculos sociales. Eso podría explicar el motivo por el cuál el Dozern que tenía en frente se mostraba tan abierto a darle información a él. Quizá llegó a creer que sus situaciones eran similares, y que, al igual que él, Ace había nacido con el único propósito de preservar a su especie.

    Sin pedírselo, y sin tiempo a seguir preguntando, el Dozern continuó con su charla. Ace estaba descubriendo bastante, y aspiraba a poder descubrir mucho más.

    — Cómo imagino que sabrás, una forma para que una especie prospere es mediante el alimento — explicaba él — Condenados a vivir aquí abajo en las profundidades, el único alimento que nos quedó disponible era la carne de los peces que habitan en las aguas. Pero como toda la vida acuática se vio afectada a raíz de la subida del nivel del agua, lo peces más grandes empezaron a devorar a los pequeños. Tuvimos que intervenir si no queríamos perder la fuente de alimento más sencilla de conseguir. Con un gran esfuerzo, conseguimos desarrollar tecnología apropiada para crear trampas a lo largo de las proximidades. Aislamos a los peces pequeños de los grandes, y mantenemos secciones separadas para que puedan prosperar dándoles alimento artificial que les permite desarrollarse en condiciones óptimas. La tecnología que hemos desarrollado tiene la capacidad para mantener el agua fría pese al enorme calor sofocante que cae sobre este mundo. Eso los atrae hasta nosotros, y son capturados y llevados a esas reservas particulares, donde son criados hasta que pueden convertirse en alimento… Todo eso funcionaba bien, hasta que ustedes aparecieron.

    — Imagino que ese es el daño al ecosistema que el Dis dice que hemos provocado — Ace quería ver si podía mostrarse algo empático con ellos — Pero no soy capaz de comprenderlo aún.

    — Con toda el agua que robaron, las máquinas que regulan la temperatura se vieron afectadas en gran medida — le respondió aquel ser — Sufrieron descomposturas que provocaban elevaciones y descensos desmedidos de temperaturas, y varios de los peces que teníamos en las reservas murieron. Por eso mismo es que serás utilizado para servir como alimento para los peces si es que tu sangre no porta sustancias toxicas para ellos. Solo quiero saber, ¿por qué aparecieron para robarnos el agua? ¿Por qué ocasionar tanto desequilibrio en nuestro ecosistema? Tengo la certeza de que nunca habíamos conocido a los tuyos antes… Fue un ataque para eliminarnos, pero no entiendo el motivo.

    Ace supo que, con esa clase de preguntas, se había terminado la información que le iban a proporcionar de forma gratuita, lo cual era un problema para él. Si bien había aprendido quienes eran y a quienes les tocaba enfrentarse, no tenía idea de cómo iba a salir de aquel lugar, ni mucho menos información más importante como los números que estos tuvieran a disposición. Siendo que fabricaban a los suyos en laboratorios, podrían ser pocos o una cantidad inmensa. De lo que tampoco tenía conocimiento era de su arsenal para defenderse. Y para peor, notó que su rifle había sido robado. No consideraba prudente un intento de escape, puesto a que ni siquiera tenía idea de si sus acompañantes que cayeron junto a él seguían vivos o si estaban retenidos cerca.

    Viendo que su interrogador tenía tiempo sin quitarle la vista de encima, supo que tenía que responderle rápido. Pero dado a que era su turno de revelar información sobre la humanidad, debía tener mucho cuidado. Si daba mucha información, podría terminar siendo peligroso para quienes venían en su rescate, si es que alguien alguna vez aparecía para eso. Él confiaba en que sus amigos más cercanos vendrían en un intento de al menos recuperar su cuerpo, siendo que él era una persona importante del ejército.

    Sin más tiempo para poder pensar en su condición, se obligó a sí mismo a responder.

    — A diferencia de ustedes, nosotros vivimos una vida muy diferente — Ace le contestó al Dozern — Más de lo que te imaginas. En nuestro mundo no ha sucedido lo que ha acontecido aquí.

    — ¿Ustedes vienen de un mundo diferente? — el Dozern le preguntó — Teníamos la hipótesis de que ustedes eran una nueva forma de vida que se desarrolló en este mundo tras los efectos del cambio climático. ¿Quiere decir que esa nave espacial de la que me hablaste es la que les ha permitido llegar hasta aquí?

    Ace notaba en su voz un ligero tono de emoción, como si estuviera hablando con un niño pequeño a punto de obtener algo que él deseara bastante. Con cada segundo que pasaba, más se lamentaba por estar allí abajo. Habiendo tanta diferencia entre ambas especies, lo único que sentía que le mantenía con vida era el hecho de que su sangre no había sido analizada por completo. Se sentía atemorizado con cada respuesta que daba.

    — Es correcto — el comandante Lakor le respondió — Con esa nave fue que logramos llegar a este planeta desde el nuestro.

    — ¿Por qué venir aquí a causar…

    — No vinimos a eso — Ace estaba harto de ser acusado de esa forma — Tuvimos un problema en nuestro mundo. El agua con la que los nuestros subsistían se vio contaminada. Nuestra población enfermaba, y algunos hasta morían. Por eso nos pusimos a investigar el espacio hasta que encontramos este planeta. Tenía tanta cantidad de agua que creímos que realizar una extracción aquí no sería un problema. No creímos que nadie pudiera vivir aquí. Por eso nos llevamos toda esa agua. Para así poder ayudar a nuestra especie. No teníamos intenciones hostiles con ustedes.

    — Veo que tu mundo y el nuestro tienen sus problemas — el Dozern empezó a tener una idea — Pero ustedes no están condenados a quedar atrapados, a diferencia de nosotros. Y todo por esas naves espaciales… Dime, ¿puedes compartir tu conocimiento con nosotros y ayudarnos a construirlas?

    — Temo que yo solo manejo las naves espaciales, pero su construcción requiere de conocimientos que ni yo ni los que vinimos aquí tenemos — Ace fue sincero sin miedo ante el Dozern.

    — Es una pena, entonces — por primera vez desde que empezó la conversación, el Dozern sospechaba que Ace le mentía — En ese caso, tanto tú como nosotros nos quedaremos en este mundo. Con la diferencia de que nosotros seguiremos viviendo, mientras que tú simplemente te limitarás a morir para compensar todo el daño que han causado cuando nos robaron toda esa agua que nos era necesaria para mantener nuestra vida aquí.

    Ace sentía en su voz que su captor se sentía ofendido. El Dimaoreon que tenía frente suyo se puso de pie y luego de acceder un par de comandos en el tablero que había en la pared, los cuales el comandante supremo pudo observar atentamente, la puerta de salida de aquella sala se abrió, y eso le permitió abandonar el sitio para dejar a Lakor totalmente solo en una habitación en donde la luz pronto se fue haciendo cada vez más tenue.

    El comandante no tenía idea de por qué había reaccionado de esa forma tras su respuesta, pero supo que ya no podría tener más información para usar en su favor. Si el Dozern, por lo que recordaba, era uno de los segundos al mando en ese mundo, probablemente los otros miembros en la jerarquía que seguía dicha especie no tendrían autorización para entrar a verlo.

    — Tengo que salir de aquí como sea — Ace lo pensó rápidamente — Sé que no me abandonarán aquí. Van a regresar, aunque sospechen que estoy muerto, alguien querría volver para que mi familia tuviera un cuerpo que enterrar… No tengo idea de cuando ese análisis a mi sangre acabará, pero cuando acabe, mi vida llega a su fin, porque seré alimento de un pez o de esos malditos monstruos muertos en vida…

    Meditó un poco sobre cuál sería la mejor ruta de acción. Tenía varias posibilidades por tomar. Liberarse de sus ataduras y escapar abriendo la puerta con los mismos comandos que utilizó el Dozern que estuvo con él era una. La otra era simplemente liberarse y patear la puerta para captar la atención de los demás, con la esperanza de que enviaran un guardia armado y que pudiera de esa manera retirarle su arma para luchar y así buscar a sus otros compañeros. Una tercera y última eran simplemente abandonar la sala por su cuenta y hacer un alboroto para que sus compañeros revelaran su posición. Cualquiera de esas terminaría en un caos inmenso y provocaría enfrentamiento directo en un sitio donde él, en el mejor de los casos, tenía a cuatro soldados más para que lo apoyaran a escapar. Pero sabía que no hacer nada era simplemente quedarse esperando a la muerte, por lo que entonces decidió arriesgar.

    — Trataré de escapar sigilosamente y me escabulliré como pueda hasta robar un arma — Ace pensó que sería lo mejor — Ya sea que recupere la mía, o que tome prestada una de las que tengan aquí, necesito ahorrar energía para casos de emergencia. Siendo que estas ataduras en mis manos son muy sólidas, solo podré romperlas al debilitarlas un poco con mi energía.

    El riesgo de hacer lo que estaba en su mente era muy alto, y él sabía que, si se dejaba acorralar, probablemente lo matarían y lo usarían para alimentar a los Deoren directamente y sin esperar más tiempo a que el análisis de sangre terminara. Pero no se podía quedar quieto. Si esperaba demasiado tiempo, terminaría muerto en vano, y no importaría nada si sus amigos elegían regresar para buscarlo. Tenía en claro que había un motivo por el cual tenía que salir de allí.

    — Agustina… Arick — el comandante supremo pensó en su familia, antes que nada — Lamento mucho todo esto. Deben estar muy preocupados por mí… Pero voy a regresar a casa. Voy a abrazarlos con todas mis fuerzas, y ya nunca más me volveré a separar de ustedes. Mientras tenga un gramo de fuerza en mi cuerpo, voy a luchar para estar a su lado. No voy a permitir que me alejen de ustedes. No sobreviví a la guerra contra los edagrianos para permitir que estos refugiados subacuáticos me usen de alimento para el desarrollo de sus especies.

    Con la mente puesta en el objetivo de regresar de vuelta a casa con su familia, Ace puso en marcha su plan. Aún inmóvil desde el sitio donde lo habían dejado, empezó a concentrarse para así poder acumular energía en sus manos y ver si eso conseguía algún efecto debilitador en las ataduras que lo restringían. Sin embargo, por más que se esforzó, le era imposible hacer lo que tenía en mente. Ace se llevó una sorpresa muy desagradable cuando sentía que por los poros de su piel no circulaba energía en forma de calor.

    Aterrado y sin saber por qué, lo volvió a intentar. Concentró su mente en alcanzar ese objetivo, para que así en sus manos pudiera materializarse ese calor que le ayudaría con su escape, pero nuevamente volvió a quedarse en la nada.

    — No… — pensó el comandante Lakor, bastante aterrado al ve que no funcionaba — Pero… yo utilizaba mis poderes antes de venir aquí. ¿Por qué ahora no está funcionando?

    Con horror creciente, el comandante seguía intentando lo mismo solo para terminar con el resultado inicial. Desde sus manos ya no brotaba ni una sola pizca de esa energía que él usaba para los casos de emergencia en las batallas. No entendía por qué algo como eso estaba sucediendo hasta que un pensamiento le cruzó rápido la mente.

    — No es posible — Ace recordó entonces algo que un médico le había dicho en el pasado — He perdido el conocimiento muchas veces en muy poco tiempo desde que obtuve estos poderes… Cuando sufrí el infarto, en una pelea contra los garak, en la misión de Emiv, cuando enfrenté a Kenegar… y ahora. No puede ser posible, ¿será eso lo que ha sucedido con mi poder? ¿He recibido tantos daños en mi cabeza que me han hecho perder esta habilidad para poder disparar energía?

    Tras pensar en esa posibilidad, Ace se dio cuenta de que eso era lo más lógico. Agustina terminó perdiendo sus poderes tras exponerse a sí misma a una descarga muy potente de energía, la cual también la dejó inconsciente y al borde de la muerte por lo que supo. Mientras que ella lo perdió todo en una única ocasión, su caso era más gradual. Sin intenciones de rendirse, el soldado pensó en su familia queriendo que eso despertara algún impulso de adrenalina que pudiera darle acceso a ese poder, pero era totalmente inútil. Tal y como lo supuso, el calor ya no podría salir de su cuerpo.

    Había perdido su poder, y luego de ver que Agustina no lo pudo recuperar, supo que era definitivo. La última carta para los casos más extremos se le había arruinado, y no en cualquier momento, sino en uno de lo más crítico posible. No tenía cómo huir sin la energía, y al pensar en eso, la desesperación se apoderó totalmente de él. Preso del miedo de que sus minutos estaban contados y que podría morir solo con la orden del Dis, empezó a forcejear con ambos brazos para ver si podía forzar las ataduras hasta romperlas.

    Quiso incorporarse para realizar la mayor presión posible, pero solo lograba hacer ruido sin conseguir ningún efecto más. Esas ataduras que lo encadenaban eran muy sólidas para que un cuerpo como el suyo les pudiera causar un daño considerable para poder quebrarlas con facilidad. Ace empezó a sudar de los nervios por saber que podría terminar convirtiéndose en comida en cualquier minuto.

    De repente, aquel ventanal oscuro por el cual no se podía ver nada se iluminó totalmente, generando un destello que cautivó la atención del comandante supremo. Este se vio sorprendido por eso, llegando a preguntarse si lo habían activado para intimidarlo o si se trataba de un mecanismo que pudo haber accionado sin querer, aunque esa probabilidad le parecía menos creíble.

    Fue entonces cuando por fin pudo ver a través de él. El agua se veía con claridad gracias a una luz blanca que iluminaba desde el exterior de aquel ventanal, pero ese no era el objetivo que tuvieron los Dimaoreon al encender las luces. Ace, de pronto, se vio sorprendido cuando vio a un enorme pez aproximándose hacia él. Se veía pequeño a la distancia, pero a medida que este nadaba para acercarse hacia la luz que había aparecido repentinamente, se notó un tamaño inmenso.

    Cuando lo tuvo al frente, el pez le causó una expresión de temor muy grande. Era más pequeño que una ballena azul por tan solo muy poco. Un tiburón blanco adulto de la Tierra o incluso una orca no podrían hacer nada si tuvieran que enfrentarse a un pez así. Tenía una mandíbula enorme la cual abrió y así pudo mostrar al humano esos dientes tan gruesos que probablemente destrozarían el metal en segundos. Al pasar cerca del ventanal, el pez habría la boca y evitaba el contacto con el cristal moviéndose hacia los costados. Repitió esa acción unas tres veces hasta que, sin motivo aparente, realizó una embestida contra el vidrio. La sala donde estaba Ace se sacudió durante un segundo, y el cristal de aquel ventanal produjo una pequeña vibración.

    Ace temía que el vidrio pudiera ceder, pero pronto pensó que, si terminaba sucediendo, el lugar en el que él se encontraba se llenaría de agua y perderían un cuarto de forma innecesaria. Supo que eso fue hecho con el fin de que el animal acuático se volviera violento, pero eso no quitaba el hecho de que le diera mucho miedo ver a una criatura tan enorme embestir tan frenéticamente el cristal que estaba en el exterior.

    Esa luz que se encendió se apagó con la misma rapidez, y aparentemente, el animal se tranquilizó. Si bien, a oscuras ya no lo podría ver, el no sentir los golpes le indicaba que se había marchado o que se había cansado. El comandante supremo sabía que estaba siendo observado, y que quizá esa fue una señal de que debía mantenerse quieto, y que, de no hacerlo, las cosas podrían llegar a ponerse feas para él.

    Sin el poder de disparar energía, la tristeza, la desesperación y el miedo le bajaron los ánimos de tal forma que solamente pudo sentarse en silencio y pensar en el lúgubre futuro que le esperaba si nadie lo auxiliaba.

    — No puedo creer que me haya pasado esto… — el comandante entonces pensó en su familia — Tenías razón, Agustina. No tendría que haber venido a este lugar… Espero que alguien sea capaz de rescatarme de este mundo, y te pido perdón por haber terminado así. Ahora mismo, mi vida ya no está en mis manos. Lo único que quiero es escapar de este lugar y volver a casa contigo y Arick. Y no podré hacerlo por mi cuenta… Perdóname por esto. Si consigo escapar de aquí, te juro que no me volveré a separar de ti ni de nuestro hijo.

    […]

    El Dis y dos de los tres Dozern estaban en una sala junto a algunos trabajadores Dair. En esa sala había un total de siete miembros de la especie que había recibido la no tan agradable visita de la humanidad a su mundo. Con el correr de las horas, los otros soldados que acompañaron al comandante Lakor habían despertado, y todos ellos habían sido interrogados. Como era de esperarse, cada uno de ellos dio respuestas diferentes sobre algunos temas, y hubo otros sobre los que directamente no hablaron.

    Sin embargo, había temas en los que todos los humanos cautivos habían contestado exactamente lo mismo, por lo que se habían dado a la tarea de recabar toda la información y hacer comparaciones para ver bien si podían sacarles algún provecho más a los humanos antes de decidir si los convertían en comida tan pronto como los análisis de sangre terminaran.

    La sala en donde se encontraban los siete Dimaoreon tenía una mesa con forma rectangular que en su superficie mostraba una pantalla con varias anotaciones que habían recolectado de sus interrogatorios con los humanos cautivos. En dicha pantalla se observaban dos columnas, en una tenían guardados los temas comunes que cada soldado había dicho, mientras que en la segunda estaban aquellos temas que nada más habían sido mencionados por uno solo de los soldados, siendo obviado por los demás. Así fue como supieron cosas importantes como que el nombre de su especie era “humanos” y que el planeta Edagr estaba a unos tres días de distancia del suyo.

    El último Dozern de los tres, el cual se encontraba ausente, seguía con su interrogatorio al quinto y último soldado humano, y por eso mismo, a ese tablero que tenían en la mesa se le iba sumando información nueva a cada minuto. Cuando llegó el momento en el que no se añadió nada más, supieron que el tercer Dozern no tardaría demasiado en hacer su acto de presencia ante ellos, y así fue.

    Tan solo un minuto después, el tercero de los Dozern apareció, y pese a que su rostro inexpresivo no lo mostraba, parecía tener buenas noticias para todos ellos.

    — ¡Tengo algo importante que comentarles! — la emoción le estaba ganando — ¡Terminé mi interrogatorio con el último de estos humanos, el cuál se volvió agresivo al finalizar nuestra conversación!

    — ¿Y por qué es que estás tan entusiasmado? — el Dis lo cuestionaba por eso — ¿Qué es eso tan importante que tienes para decirnos?

    — Ahora que veo el tablero, todos los humanos han mencionado una nave espacial en las conversaciones — comentó el tercer Dozern — Con un elemento así, podríamos huir de este planeta hacia otro sitio mejor.

    — Sí, pero todos han dicho que no tienen conocimiento para construirlas — el Dozern que estuvo con el comandante Lakor le contestó con pesimismo — Yo creo que es una mentira para no comprometer a su especie. Pero mentira o verdad, no nos sirve. No podremos tenerlas si no disponemos de la información.

    — No será necesario construirlas — esas palabras intrigaron a los demás — El ser humano que tú interrogaste se llamaba Ace Lakor, ¿no es así?

    — Sí, lo dejé anotado en el tablero — decía mientras señalaba ese apunte hecho — ¿Por qué importa su nombre? Es solo la forma en la que se identifican y se diferencian los unos de los otros.

    — Porque, aparentemente, su especie es diferente a la nuestra en sus costumbres — el tercer Dozern estaba listo para explicarlo todo — Por lo que pude saber, ellos no fabrican a sus descendientes en laboratorios utilizando combinaciones genéticas… No puedo comprender el concepto de relación o familia del que hablan ellos, quizá sea algo que nosotros dejamos atrás cuando este mundo nos obligó a cambiar… Pero él dijo que ese humano Ace Lakor es una persona importante en su mundo. Ocupa un cargo que se asemeja bastante al de un Dozern, pero no solo eso… Aparentemente, él es un ejemplar que ha estrechado varios vínculos con otros humanos. Mencionó algo acerca de “amistades” y “esposa” lo cual yo creo que son lazos emocionales que ha desarrollado con otros de su especie. Lo último que dijo es que todas esas personas que lo quieren y lo aprecian no lo iban a dejar abandonado aquí. Me aseguró que iban a regresar, lo que quiere decir solamente una cosa.

    — No pueden acceder a este mundo sin su nave espacial — comentó el Dis, teniendo una idea de a dónde iba la situación — Eso significa que van a traer ese artefacto hasta aquí. Y si conseguimos robárselos tan pronto como lleguen…

    — Habremos obtenido nuestro medio para huir de este mundo hacia uno totalmente diferente — el Dozern que pensó en eso se sentía feliz por ver que su idea fue comprendida fácilmente — Un viaje hacia un mundo mejor, y, por consiguiente, a una vida mejor. Lo que hemos estado buscando por generaciones finalmente está a nuestro alcance.
     
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    Manuvalk

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    Saludos amigo, siendo que esta semana ha sido una lectura atípica al no poder reunirnos este finde, espero y deseo que pronto podamos juntarnos para leer de nuevo en simultáneo. Mientras tanto, he aprovechado para leer el nuevo capítulo de esta semana y ha estado muy bien. Sin ser llamativo ni intenso, el capítulo ha transcurrido bien y ha sido ameno de leer. No ha pasado gran cosa, obvio, pero hemos obtenido revelaciones sobre estos nuevos alienígenas y su sistema de funcionamiento. Por ello, pasaré a comentar lo más destacado para mi. :eye:

    El capítulo se divide en dos bloques, siendo el primero parte del interrogatorio que Dis y Dozern (sus nombres me confunden un poco, más si cabe con los mencionados Deoren y demás XD) realizan con Ace, mientras que el segundo bloque es prácticamente el final, una breve escena que tiene como protagonistas a estos seres. Volviendo al inicio, el comandante supremo está bajo un claro interrogatorio. Dis y Dozern están presentes pero tras haberle dicho al humano lo que planean con él (esto en el anterior capítulo), el ser llamado Dis decide dejar a Dozern a solas con él. Ace ve así una oportunidad para tratar de sacar la máxima cantidad de información posible; lo mismo piensa el alienígena. Descubrimos que son una especie algo atrasada en algunos aspectos pero con cierta tecnología, que su mundo sufrió una especie de cambio climático (asumo que el Gran Exterminio de Hark influyó en la zona) y que los Deoren son como zombies, entre muchos otros detalles más. :dancecat:

    Estos seres lo tenían todo bien organizado hasta la llegada de la nave humana y su extracción de agua, lo que al afectar al ecosistema, jodió algunas cosas. Ace descubre que estos seres desconocen el viaje espacial, pero lo más llamativo es que estos mismos pretenden irse de su planeta debido a su ¿estado? Sea como sea, esto ya lo vemos al final, pero no me adelantaré. Antes, el comandante supremo responde a algunas preguntas de Dozern y una vez éste se marcha, el humano intenta un plan de escape que en su mente puede tener variaciones. Sin embargo, descubre que no puede usar su energía porque al parecer, quedarse inconsciente te resta el poder. Y es una forma un tanto peculiar de perder dicho poder, porque bueno, en el caso de la descarga sufrida por Agustina tiene cierto sentido, pero que por quedarte inconsciente pierdas esa habilidad se me hace un tanto extraño. No sin sentido, pero raro. Y al parecer, Lakor ha perdido esa magnífica habilidad que te puede sacar de más de un apuro (MALDITO, LE HAS QUITADO ESE PODER BADASS A MI BEBÉ :aniscream:) y no tiene manera de escapar, algo que termina por deprimirle con total lógica. Espero que sus amigos regresen pronto a por él.

    Finalmente, la escena donde estos seres aparecen. Vemos que están recopilando toda la información posible sobre los humanos que tienen capturados, hilando historias y buscando el sentido a lo que dicen sus rehenes. Para ser una especie algo atrasada no se ven nada tontos, porque pronto empiezan a conectar conceptos y terminan entendiendo que Ace es alguien muy importante y que de seguro volverán a por él. Una oportunidad perfecta para estos seres, para así tomar la nave y salir del planeta, algo que me recordó inmediatamente a los tryir cuando Black Meteor llegó a su mundo. Es curioso, ambas especies tienen el mismo propósito: huir de su mundo. Habrá que ver si estos corren el mismo destino que los tryir o les sale mejor. :yagami:

    En fin, ha sido un buen capítulo, lo he disfrutado como todos. Y deseo que el próximo lo podamos leer juntos. Te mando mucho ánimo con los estudios, que sé que te están cargando bastante con ello. ¡Hasta pronto! :/*-*\:
     
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    Reydelaperdicion

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Saludos. Llegó la hora de publicar el capítulo 12. Dado a que estoy en la semana de exámenes, tengo poco tiempo, por lo que la cronología y la guía de personajes permanecerán desactualizadas al momento.

    Sin mucho más por decir, etiqueto a mi amigo Manuvalk para agradecerle una vez más por su presencia en la historia, y rezando para que este sábado podamos retomar las lecturas en simultáneo por Discord, que han hecho falta la semana pasada :)

    Dejo el capítulo.


















    Te buscaré hasta encontrarte:

    Tras aquella noticia que fue enviada a ellos por uno de los soldados más jóvenes del ejército, tanto Natasha como Alicia, Agustina, Gwyn y Thomas acudieron a la estación de trabajo. Tan pronto como entraron, Allecreod, quien solamente fue el vocero, sintió una enorme cantidad de presión encima suyo. Parecían ignorar el hecho de que únicamente había dado la información que él había recibido primero, y que, por lo tanto, no tenía responsabilidad en lo que dijo su colega.

    — Dime lo que sepas — Agustina fue tajante al hablar, ya que ni siquiera lo saludó.

    — Es Faron quien tiene cosas que decir — Allecreod levantó ambas manos al responder, gesto que aprendió de su convivencia con los humanos — Yo solo…

    — ¡Llama a Faron ahora! — Agustina le gritó con cierta hostilidad.

    Allecreod no se sintió muy alegre por esa contestación, pero podía llegar a entender dentro de todo por qué se encontraba tan tensa. Después de todo, ella y Ace habían formado una familia. El mismo destino que él quería para sus hermanos en el planeta Ryfier. Supo que, si se tratara de su madre, su padre se pondría igual, y viceversa también sucedería. Sin perder más fracciones de segundo, Allecreod entró en contacto con la nave de la humanidad que se había adentrado al espacio exterior para acudir a Hael Arunyn.

    La comunicación la primera vez no dio resultado, ya que no obtuvo respuesta. Sin decir nada, miró a Agustina, y al sentir una mirada fría que enlazaba tanto tristeza como miedo, el ex líder de los ryfier volvió a intentarlo. Para ellos, la segunda fue la vencida, y Faron logró contestar al llamado.

    — ¡Habla Zark! — contestó el soldado, creyendo que podría ser alguien importante sobre el asunto de Ace — ¡Lo siento, estuve en la enfermería un minuto!

    — ¡Faron, soy Agustina! — fue lo que dijo la chica, siendo la primera en soltar una palabra.

    — ¡Sé que tienes muchas preguntas! — Faron se lo veía venir — Yo tengo una antes. ¿Cuántos líderes están ahí?

    — Gwyn y Natasha la acompañan — Allecreod contestó directamente — ¿Por qué importa?

    — Porque necesito decirlo todo, y mientras más líderes haya mejor — Faron lo veía como una ventaja — Así muchos sabrán nuestra situación. Escúchenme, voy a explicar desde el principio. Ya llegaré a lo que sé sobre Ace. Y entiendo que estén nerviosos, pero lo tengo que contar. Es información militar de mucha importancia. Luego volveré al plan que me ha dicho Xorxaik.

    Fue de esa manera como los presentes, incluido Allecreod, escucharon atentamente las palabras de Faron acerca de la misión. El soldado trató de no omitir ni siquiera por accidente ningún detalle para que ellos comprendieran al cien por ciento lo delicada que era una situación como esa. Todo lo acontecido con la tropa cuando llegaron al planeta Hael Arunyn, supuestamente deshabitado según los archivos de Hark, hasta la parte donde los monstruos que salieron del agua hicieron su acto de presencia, causando poco más que bajas menores hasta que tuvo lugar la desaparición del comandante.

    Agustina y Natasha se sintieron muy tristes cuando escucharon que Ace había caído, aunque no estaba confirmado para ellas era innegable, en una de esas trampas. Sin idea alguna de a dónde podría llevar, y asustado dado a que no cayó acompañado por los demás soldados que iban con él. Gwyn y Thomas presionaban los puños con rabia. Cuando llegaron al momento del relato en el que Faron contó que estaba dispuesto a ir por Ace para luego ser atacado a traición por dos de sus compañeros, no podían evitar sentir asco hacia ellos dos. Entendían que Ace estuviera desaparecido, y que no se supiera nada de él. Pero atacar a quien quería salvarlo al mismo tiempo que simplemente enviaron un mensaje a casa para decir que él estaba muerto fue muy aberrante.

    Alicia no podía dejar de pensar en todas las cosas malas que habían ocurrido con ella desde que comenzó su misión en el espacio, no con Zenith, sino con su familia bajo las órdenes de Coast Trident. Parecía que siempre, sin importar a qué planeta acudieran, había un malentendido. Ella no recordaba una única ocasión en la cual el equipo explorara junto a ella un planeta sin correr casi ningún peligro. Y hoy el turno había sido para su gran amigo, alguien que la consideraba como una hermana. Ese sentimiento era mutuo, y se sentía muy mal por haber visto lo que le sucedió.

    Una vez el relato estuvo finalizado, Allecreod miró a todos los compañeros de Ace, solo para notar que Natasha y Agustina tenían lágrimas cayendo por el rostro. Pese a todo eso, se veían muy tranquilas, pero él entendía que no debía ser fácil para ninguno de ellos escuchar la historia oficial.

    — Faron, habla la comandante Fairin — Gwyn tomó la palabra rápidamente — Quiero que me envíes los datos de los dos soldados que te agredieron. No solo fue un ataque violento contra ti, sino que falsificaron noticias a su favor. Por eso serán degradados del ejército.

    — Te los enviaré en este instante — Faron sabía que era lo correcto — Iba a hacerlo sin que lo pidieran, pero ahora estoy más seguro que nunca.

    — Una vez termines, quiero que expliques tu plan para ir a salvarlo — Agustina sonaba muy desganada al decir eso.

    — A ver, Xorxaik y yo hemos concluido que este plan nos podrá permitir acceder al sitio al cual cayó Ace — fue lo dicho por el soldado — No hay forma de saber que está con vida o no. Soy optimista, pero Ace está desaparecido. Y eso, si bien no significa que está muerto, no implica que sí o sí vaya a estar vivo. Ni ahora, ni mucho menos en seis días cuando regresemos dentro de seis días.

    — Seis días es mucho tiempo, incluso para un humano con las características que poseemos nosotros — Natasha pensó en las peores posibilidades — No sabemos si Ace está en un sitio donde hay altas temperaturas, o si tendrá acceso al agua potable. No me gustaría tentar a la suerte con esto.

    — Pero tenemos la orden de llevar el agua de vuelta a Edagr, dada por el propio comandante Lakor en persona — comentó Faron, sin saber qué responder a eso — Por más que no esté, no puedo desobedecerle siendo una situación tan crítica. No sé cómo podríamos…

    — Dile a Xorxaik que busque algún planeta que esté en el medio entre Hael Arunyn y Edagr — fue la respuesta de Natasha, que no se detuvo a pensar su idea más tiempo — Nos esperarán allí, así podremos ir a Hael Arunyn en solo tres días. Ambas naves van a descender, y luego tú y todos los de tu nave que quieran ir a prestarnos una mano podrán entrar a la nave que llevaremos nosotros. Partiremos tan pronto como tengamos organizados a los soldados y cuando tengamos lo que les haga falta para esto.

    Toda la sala quedó en completo silencio con esas palabras dichas por la comandante Zafiro. Ella, con miedo a que Ace pudiera no soportar una espera de seis días hasta que alguien lo fuera a rescatar, decidió que lo mejor sería tardar lo menos posible en ir a ese mundo repleto de agua para salvarlo. Gwyn y Thomas estaban impresionados con ella, mientras que Alicia sonreía con orgullo al verla con tal determinación. Agustina, dentro de sí misma, sentía una gratitud enorme con ella. No se le habría ocurrido algo así a ella, pero cierto era que su idea les causaría un gran beneficio a todos los soldados atrapados allí, más allá de a Ace.

    Allecreod, que nunca tuvo oportunidad alguna de ver a Natasha tomando una decisión como esa, se impresionó en gran medida por lo que ella había logrado resolver en poco tiempo. Incluso él estuvo pensando en alternativas para acortar el tiempo de viaje hasta que pudieran llegar hasta el comandante Lakor, pero no lo había podido lograr. También estaba el adicional de que él tenía que trabajar al mismo tiempo que pensaba, pero no quitaba mérito a la comandante por habérsele ocurrido tan pronto.

    — Por algo usted es comandante y yo soy un soldado — Faron elogió a la comandante por esa decisión — Asombroso. Mis compañeros harán que Xorxaik nos busque un planeta intermedio ahora mismo. Yo les explicaré lo que hace falta para poder ir en su rescate.

    Nuevamente, la sala quedó en silencio, para poder así escuchar las ideas que Faron iba a llevar a la mesa de discusión, cortesía de lo que Xorxaik tenía para él tras haber podido detectar una señal pequeña en aquel mundo repleto de agua, donde las pocas extensiones de tierra firme no albergaban demasiada seguridad.

    — ¿Un repetidor? — Thomas lo pensó — ¿Solo eso hace falta?

    — Según Xorxaik sí — Faron contestó, queriendo recalcar que el plan no fue idea suya — Con eso podremos invadir su red, llegar a su sistema y Xorxaik nos guiará a través de ese sitio, sea lo que sea.

    — Quizá Nick pueda conseguir algo así — pensó Alicia, recordando al ingeniero — O si no, un colega suyo. Hay que hablarlo con él.

    — Yo lo haré ahora mismo — Natasha estaba decidida a contactarlo — Gracias por todo, Faron. Mantennos informados acerca del hallazgo de algún mundo intermedio. Partiremos tan pronto tengamos algo certero.

    — Un placer poder hablar con ustedes — Faron sonaba aliviado — Pero recuerden que, aunque yo también quiera que Ace regrese, no hay garantías de que esté vivo.

    Claramente, él no lo decía con malas intenciones para los presentes. El optimismo y la esperanza eran buenos, pero no si reemplazaban la realidad y la crudeza de la situación a la que se iban a enfrentar. Habiendo cortado el contacto con él, Natasha habló con el grupo.

    — Bueno, es hora de decidir quienes vienen conmigo — la comandante no perdió tiempo en eso — Yo comandaré a mi unidad para ir por él.

    — Lógicamente yo voy — Agustina fue la primera en ofrecerse.

    — No, Agustina, tú no deberías hacerlo — Natasha le quería convencer — No tenemos idea de a dónde podríamos terminar. Si todo sale bien, rescataremos a Ace… Pero si algo llega a pasar y luego no tenemos escapatoria… Arick no puede perder a su padre y a su madre siendo solo un niño. En caso de que algo salga mal, tú tienes que estar aquí. Libre de peligro.

    — Pero…

    — Sé que amas a Ace — Natasha fue contundente con esa respuesta — Pero también sé que amas tanto a tu hijo como para saber que tengo razón. No puedes arriesgarte a morir y que quede solo. Por más que alguien lo pueda llegar a adoptar, él necesita a su familia.

    Agustina supo que lo que ella decía era verdad. Después de enterarse de que Ace podría llegar a estar vivo, una enorme emoción por tener la posibilidad de recuperar a ese hombre que tanto amaba la invadió completamente. Tanto que no reparó en el peligro que podría haber allí una vez estuvieran todos preparados para realizar el plan. Esa misión la cual su esposo iba a realizar debía estar libre de peligro, y todo terminó dando un giro que no imaginó. En esa ocasión, el peligro era desconocido, pero innegable. Por eso supo, pese a sus dudas, que eso era lo mejor.

    — Tienes razón, eres mucho más madura para estas cosas que nadie aquí — comentó Agustina, con gran admiración a su compañera.

    — Prometo que, si Ace está vivo, voy a dar mi vida con tal de poder traerlo de vuelta contigo y con Arick — Natasha lo prometió, ganándose la confianza de su compañera — Sabes que así es como soy yo.

    — Gracias — Agustina realizó una reverencia frente a ella — Estoy muy agradecida contigo por esto. Te lo compensaré en el futuro.

    — Yo… — Thomas quería hablar — Ya que Natasha es quien va a ir, creo que yo seré un mejor acompañante — luego de eso, el soldado miró a Gwyn — Ace, Natasha y Gwyn son los únicos comandantes ahora mismo. Si Gwyn va con ella y luego algo malo pasa, la milicia se quedará sin nadie al frente. Y eso no puede pasar.

    — No quiero ni pensar en lo que harían los detractores si algo así sucediera — Alicia opinaba, desde su lugar fuera del ejército — Sin nadie con poder para guiar al ejército, se llevarían un festín.

    — No solo eso, nuestra hija… — Thomas pensó en la pequeña Sky — Tú eres una mujer igual que ella, Gwyn. Creo que tú serías la más indicada para educarla que yo. Sería diferente si no fuera nuestra primera hija, pero lo es. Es nuestra única. Por eso, debes quedarte atrás.

    — Solo prométeme que vas a tener cuidado — Gwyn quería sentirse segura cuando su pareja se fuera — Sé que Ace es importante para todos nosotros, pero no quiero que sacrifiques tu vida… Sky también es pequeña y necesita a su padre.

    Agustina se acercó a ambos para poder darles un abrazo, como una muestra de que ella comprendía lo que sentía Gwyn en aquel momento. Y, por toda la angustia que estaba atravesando, no quería imaginar una situación así.

    — Si hace falta sacrificarte, no lo hagas — Agustina le decía con miedo — Yo sé que Ace no podría vivir sabiendo que Sky perdió a su padre solo por salvarlo a él. Yo me siento igual.

    — Descuida, yo ahora que tengo familia soy más contenido respecto a sacrificarme — Thomas quiso sonar amable al contestar — No correré riesgo que exponga mi vida a una posible muerte como esa.

    Todos estaban aliviados por esas palabras, Gwyn más que cualquiera de todos ellos. Salvar a Ace, pero en su lugar terminar perdiendo a Thomas sería algo que no podría resistir, y que claramente, no querían aceptar por más serio que pudiera ser el asunto. Alicia, viendo que ella no era parte del ejército desde que se dio de baja, supo que no tenía lugar allí.

    — Yo llevo mucho tiempo desde que dejé el ejército solo para ser una exploradora — contestó la chica — Pero viendo lo peligroso que es ese mundo, creo que no vale la pena que haga el esfuerzo para viajar allí. Además, si ni Natasha ni Ace están aquí, me necesitan más que nunca. Yo tendré que manejar todo esto. Porque la epidemia aún no ha terminado.

    — Es correcto — Natasha no tenía objeción alguna — Querría que Noak nos acompañara. Sé que él y Gina todavía están con todo este asunto de su salida del hospital, pero él es un gran soldado. Nos será útil en el campo de batalla. Eximiremos a Gina de sus labores a cambio de que Noak nos acompañe.

    — Muy bien, y una última cosa — Thomas quería decir — Allecreod viene con nosotros.

    No fue solo el ryfier el que se llevó la sorpresa por esa declaración, sino también todas las mujeres en la sala. Las miradas cayeron en Thomas tan pronto como dejó de hablar al respecto. No entendían el motivo para llevarse a un ser alienígena totalmente desligado de vínculos emocionales con el comandante o los otros cuatro soldados que estuvieran allí. Más allá de que Allecreod pudiera sentir un lazo de amistad para con él, no veían justificación suficiente para algo así.

    — Tú me dijiste que querías ir con Ace cuando él partió primero — Thomas recordó esa conversación con él — Bueno, esta es una oportunidad para ver qué tan dispuesto estás a luchar a nuestro lado. Y para que midas tu destreza como guerrero ante el peligro que nos espera allí.

    — Bueno, me alegra saber que seré tenido en cuenta — Allecreod dio un aplauso con alegría — Luchar me daría mucho más placer que quedarme aquí tocando comandos… Claro que iré con ustedes. Si es posible, quiero contribuir. Pero creo que la decisión no la tomas tú, querido Thomas.

    El soldado, sabiendo que no tenía poder más allá de dar una sugerencia, miró a Natasha. Era ella quien comandaría la expedición, por lo cual, la última palabra en el asunto no sería de nadie más que de ella. Alicia tenía sus dudas respecto a la lealtad de Allecreod, dado a que, por el pasado entre ambos, no confiaba en él con un arma. Sin embargo, no dudaría de sus dotes en el campo de batalla, recordando que llegaron a hacer equipo para eliminar a Arion, quien parecía ser casi invencible.

    — Es un buen guerrero — Gwyn, quien también recordó eso, decidió opinar — Y la razón por la que Asmir lo dejó encerrado en vez de haberlo asesinado fue por el mero hecho de que le salvó la vida contra Ixorum. Sabes que Asmir tenía deseos de eliminarlo, y que por sentirse en deuda con él no lo hizo.

    — Obedeceré tus órdenes, así como obedecí a Asmir en cada momento — el ryfier quería interceder en su propio favor — Si tienes dudas, quizá podrías intentar comunicarte con él en Garak y que te diga él.

    — No quiero tener nada que ver con ellos — Natasha quería ahorrarse el mal trago — Si Thomas y la comandante Gwyn Fairin confían en ti, entonces, confío en ti yo también. Si no intentaste nada cuando ibas acompañado por los tuyos y sabías que los edagrianos eran tus enemigos, no intentarás nada ahora que estás solo y desconoces la amenaza. Así que, bienvenido a mi unidad. Al menos durante esta misión.

    Allecreod sentía un enorme gozo en su interior al ver que iba a tener la oportunidad de pelear nuevamente, y no solo eso, sino que también podría dar una mano a la humanidad, quien, pese a su historia llena de enredos y malentendidos, le prestó una mano para prosperar junto con ellos en lugar de simplemente desecharlo cuando ya no representaba tanta utilidad. El ryfier realizó una reverencia en señal de respeto hacia quien se convertiría en su figura de autoridad durante la misión para recuperar al comandante Lakor.

    Una vez que toda esa gente ya estaba organizada, para Natasha solo faltaban detalles por ultimar de su parte.

    — Bien, siendo yo la que irá, creo que será mejor que reúna a los soldados de mi grupo — comentó Zafiro ante todos ellos — Alicia, tú podrías hablar con Nick por lo del repetidor de señales y frecuencias que nos hará falta. Thomas, tú deberías comunicarte con Noak. Agustina y Gwyn… aunque Arick y Sky están en la guardería, creo que es mejor que vayan a cuidar de ellos. Sé que es mejor así. Allecreod se quedará aquí trabajando hasta que sea el momento de partir. Después de todo, hay tres días de viaje para descansar y hacer más planes.

    — No te das una idea de cómo te lo agradezco — Agustina sentía una enorme deuda con Natasha — No sé que voy a hacer para compensártelo. Quizá una fiesta a tu gusto para tu cumpleaños. Creo que es lo menos que puedo hacer por ti.

    — No hace falta que me lo compenses — Natasha se sentía asombrada por la forma en que Agustina se le dirigía — Yo también quiero que Ace esté aquí con nosotros… Y con su hijo. Tiene como padre a uno de los mejores hombres que pudo ofrecer la humanidad, creo que merece crecer junto a él.

    Con todos los preparativos ya establecidos, lo único que se requería era reunir lo necesario para poder acudir a ese mundo acuático para así poder rescatar a Ace y a los otros soldados cautivos tras caer en trampas desconocidas. Sabiendo que podrían encontrarse con una especie inteligente o con ruinas de una civilización que podría ya no existir más, la ansiedad empezó a llegar sobre todos.

    Pese a que el margen de tiempo era amplio, se requería de un plan lo más pronto posible, o al menos alternativas para poder dar con Ace tan pronto como estuvieran en la superficie de Hael Arunyn. Tras todas las pérdidas que hubo en el pasado, sentían que no estaban en condiciones de dejar que los números siguieran a la baja.

    […]

    — Estimados representantes de la milicia — Juniper empezó a decir en voz alta mientras redactaba una carta por computadora — Me apena bastante oír acerca del fallecimiento del comandante supremo, Ace Lakor. Por más que él y yo no siempre nos hayamos llevado bien, su muerte es una tristeza incluso para mí. Puesto a que sé que él es un emblema para el ejército, no solo por su condición como soldado sino también como el líder supremo de todo aquel que se una a su unidad, envío mis condolencias a cada soldado dentro de las tropas. Estoy enterada que hubo otras bajas a parte de él, pero no he recibido aún sus nombres. En cuanto lo haga, escribiré una carta particular a sus familias. Mientras tanto, solo puedo expresar mi más sentido pésame hacia sus compañeros más cercanos, y un enorme abrazo para su esposa y su hijo. Tengo pensado brindarle al pequeño hijo del comandante todos los medios necesarios para que tenga una educación de calidad, al menos hasta que llegue a la edad de diez años. En cuanto al comandante supremo, tengo planeado que le construyamos una estatua en su honor en la Plaza de los Héroes situada en su ciudad. De modo que nunca nadie olvide a ese hombre tan valiente que eligió dar su vida para traerle agua en buenas condiciones a la humanidad, nada menos que en medio de una epidemia. Manda saludos cordiales la presidenta Juniper Ness.

    Tras haber finalizado su breve carta, la presidenta le dio clic al botón de guardar para que un documento así no se perdiera. Se sentía esmerada en sus palabras, y tenía muchos deseos de enviarla en ese momento a los soldados, para que así pudieran saber que ella, por más que tuviera un par de conflictos con el comandante supremo, también se veía dolida por su fallecimiento. O al menos, poder dar esa imagen. Sin embargo, tenía ganas de pulirla un poco más.

    Pese a sus existentes momentos de rivalidad, Juniper no estaba feliz por la muerte de Ace. Simplemente se veía impactada, ya que pensó que un ser como él nunca daría el brazo a torcer sin una batalla política. Esperaba respuesta y cuestionamiento por cada una de sus acciones, pero tras enterarse de que había perdido la vida en su misión, supo que eso no sucedería más. Aunque eso también significaba que el ejército podría recibir dentro de poco la llegada de un nuevo comandante supremo que podría no ser tan cordial como muchas veces lo había sido Lakor, más allá de su actitud a veces desafiante.

    — Creí que podrías vivir hasta tu retiro — pensó Juniper, con algo de empatía con la familia de Ace — Tu pobre esposa no debe estar bien. Quizá debería mandar una carta para ella para ver si quiere verme o no.

    Luego de reflexionarlo por unos instantes, la propia presidenta concluyó que las cosas estaban mejor tal y como estaban. Siendo parte del ejército al igual que su esposo, ella sabía que Agustina eventualmente recibiría la carta que acababa de escribir, y que un encuentro entre ambas podría darse a la brevedad.

    — Quizá esta sea una oportunidad para ver cómo reaccionan los detractores — Juniper no podía evitar sentir esa curiosidad — Si fuera capaz de hacerlos detener, podría ganarme un poco el aprecio del ejército. Sobre todo, si intentan algo en contra de la imagen del comandante supremo ahora que él no está para pelear por protegerse. Pero eso ya lo veré en el futuro. Por ahora… más trabajo.

    Al abrir su casilla de correo, Juniper se topó con cientos de mails de varios de sus ministros, asesores e incluso de personas poco relacionadas a la política. Sabía que estar inmiscuida en asuntos de la política implicaba la tarea de tener que atender a toda esa gente que claramente la buscaría por su alto estatus de poder.

    Sin preocuparse por los asuntos de la milicia, cosa que no le correspondían dado a que el propio comandante fue quien hizo que fuera un poder separado, ella continuó con sus labores diarias en la presidencia.

    […]

    Noak estaba de pie sobre la mesa de la cocina en el momento en el que recibió directamente una llamada por video y voz de parte de Thomas. Gina, quien estaba dándole la comida al bebé Cade, miró con una expresión de preocupación como la cara de su esposo pasaba de mostrar una sonrisa a simplemente una mirada que mostraba incomodidad. No estaba escuchando la conversación, pero luego de ver ese cambio en su cara, no pudo evitar curiosear un poco para ver si podía llegar a distinguir algo.

    — Claro que lo comprendo, y me siento dispuesto a ayudar — Noak decía ante la mirada de Gina — Pero ella no irá a trabajar durante esos tres días.

    El haber escuchado ese número peculiar le hizo creer a Gina que probablemente le estuvieran pidiendo ayuda en algo relacionado al mundo Hael Arunyn. La falta de noticias hasta ese momento sobre el estado de la misión, junto con el hecho de que fue Thomas quien llamó a su esposo y no una de las comandantes, le presagiaban que algo malo pasaría respecto a eso. Recuperándose de su distracción, Gina volvió a prestar atención a todo aquello.

    — De acuerdo, estaré listo, pero necesito unas tres horas — el soldado parecía suplicar por un poco de tiempo — Recuerda que Gina… Sí, muchas gracias. Tan pronto se ponga el sol. Estaré allí.

    El soldado colgó, y entonces se puso a ver a su esposa y a su hijo. Mientras el pequeño bebé solamente se preocupaba en comer una mezcla de alimento preparada exclusivamente para los recién nacidos, Gina miró con algo de seriedad a su esposo. Este conocía esa mirada. Era poco frecuente, pero tuvo que lidiar con eso en el pasado.

    — ¿Acaso te tienes que ir? — Gina lo preguntó en un tono que parecía sugerir que lo sabía, como si fuera ella quien hubiera hablado.

    — Hubo una complicación en la misión — Noak supo que ella lo entendería si lo explicaba así — Ace… ha desaparecido.

    — ¡¿Cómo pasó?! — Gina, quien recordó que él había prestado ayuda ante su delicada situación, se vio un poco asustada al escuchar eso.

    — Supuestamente, en el planeta ese… Hael Arunyn si no me equivoco, hay o había seres inteligentes que pusieron trampas en la extensión de terreno sobre el que se puede caminar — Noak cuidó cada detalle — Ace y otros soldados más cayeron en esas trampas. Xorxaik tiene un plan para poder rescatarlo, o al menos, para intentarlo. Thomas me llamó para pedir ayuda.

    — Aceptaste — Gina lo decía en voz baja.

    — Así es — el soldado le contestó a su esposa — Dijeron que te quitarían la responsabilidad de tener que ir a trabajar si lo hacía. Y creo que es mejor. Así podrás estar en casa con Cade en lugar de ir a estresarte a esa estación con todo este feo asunto de la epidemia. Creo que…

    — Estoy orgullosa de ti — Gina le sonrió gentilmente a su esposo — No me gusta mucho la idea de que tengas que irte de casa, pero si es para ayudar a Ace… Estoy segura de que serás una gran ayuda para todos nuestros compañeros.

    — Siento que estoy en deuda con él — el soldado se sentía algo avergonzado — Yo en su momento… bueno, ya sabes. He querido encontrarme con él para poder asesinarlo. Sabiendo eso, él olvidó todo y prestó ayuda para que pudiéramos trasladarte al hospital. Incluso él llegó a verte en una ocasión.

    — Lo sé… así es Ace — Gina contestó con una sonrisa — Si fueran otros soldados quizá me opondría. Pero Ace es un amigo. Tienes que ir y ayudarlos. Así cómo tú debías estar aterrado de que no pudiera regresar junto a ti y a Cade, Agustina debe estar igual. Y ya que él nos ayudó…

    — Es otra de las razones por las que voy a ir — Noak se sentía decidido — No me gusta mucho tener que dejarte aquí. Pero ahora iremos más soldados, y sabemos que es un sitio repleto de trampas. Estaremos preparados en los tres días de viaje. No me pasará nada malo, y regresaré para abrazarte tanto a ti como a nuestro bebé.

    — Cuando crezca, oirá historias sobre su papá — Gina acariciaba a su hijo mientras pensaba en ello — Y en cada una de esas historias, él sabrá que su papá era una persona noble. Alguien que siempre estaba ahí para sus amigos. Un héroe.

    Noak se veía entusiasmado con algo así. Las palabras de Gina lo empujaban a desechar toda su culpa por ausentarse de casa durante seis días que durara el viaje de ida y de vuelta hacia Hael Arunyn. Pero era justo como decía ella. Ace, sabiendo lo que Noak llegó a desear para él en tiempo pasado, nunca le reprochó esas actitudes. Lo que al menos merecía era que él prestara una colaboración en lo que sería su rescate si él estaba con vida. Y si llegaba a darse el caso de que no lo estuviera, nadie podría negarle el hecho de que lo intentó ayudar.

    Sea como fuera, dormiría con la consciencia tranquila todas las noches del resto de su vida sabiendo que hizo lo correcto.

    — Me iré a preparar y te ayudaré con lo que te haga falta — decía el soldado a su esposa — Tengo que estar allí cuando se ponga el sol. Partiremos esta noche o cuando Faron nos envíe las coordenadas de un planeta intermedio que podamos usar para ir a rescatarlo.

    — Eres mi héroe — Gina se sentía muy feliz por la conducta de su esposo — Ahora puedes convertirte en un héroe tanto para Ace, como también para Agustina y el pequeño Arick.

    Nuevamente, las palabras de Gina tuvieron un efecto positivo sobre él. No pasaba un solo segundo en su día a día en que no diera las gracias por haberla conocido, haberse enamorado de ella, además de haber contraído matrimonio y formar una familia que tenía, temporalmente, un hijo.

    Ante la mirada feliz de Gina, Noak empezó a preparar las cosas en su casa para poder quitarle la carga a Gina la responsabilidad de que tuviera que hacerlo ella en su ausencia. Acomodó lo que pudo, cocinó la comida especial para Cade, e hizo las compras para cubrir todo lo que hiciera falta.

    Una vez que ya no había más tareas caseras que hacer, justo cuando faltaban unos pocos minutos para que el sol de aquel lado de Edagr, el único habitado por la humanidad por el momento, se pusiera, Noak se despidió de su esposa y de su hijo para poder ir a uno de los cuarteles a tomar el equipo que necesitaría para la misión. Había oído de las altas temperaturas y la ausencia de una capa de ozono para proteger su piel, por lo que era importante que tomara tanto su traje de protección como su armadura y su casco.

    […]

    Faron, quien se encontraba descansando plácidamente en su habitación mientras la nave seguía avanzando, para poder recuperarse del golpe que le dieron, se sobresaltó un poco cuando la puerta se abrió, dado a que se encontraba totalmente sumergido en sus pensamientos respecto a Ace y la misión.

    Era uno de sus compañeros, quien quería darle una noticia que quizá podría llegar a alegrarle el día.

    — ¿Qué novedades hay? — preguntó curioso.

    — Xorxaik encontró un mundo donde hay oxígeno — le respondió ese soldado — Las coordenadas han sido enviadas. Esperaremos allí a la escuadra de la comandante Natasha Zafiro. Nos integraremos a ellos y luego los que queden de este grupo llevarán el agua hacia Edagr.

    — Que felicidad — pensaba el soldado dejando salir un respiro de alivio — No ha pasado ni un solo día desde que dejamos Hael Arunyn. Quiere decir que no tardaremos mucho en regresar por el comandante y los demás.

    — Entre más temprana sea nuestra llegada, más son las probabilidades de supervivencia de los soldados — su compañero se vio contagiado por la alegría — Claro que estamos obviando un montón de condiciones, pero sin dudas es más probable que viva si tardamos tres días con algunas horas a que si tardáramos seis.

    — Pronto llegaremos con él y el resto — Faron se sentía preparado para entrar en acción — Y lo salvaremos.

    Para él, tras una noticia como esa, le era imposible pensar en otra cosa que no fuera el momento en el que interactuaron por primera vez. Ace era el comandante de una unidad, y Faron no era ni siquiera un soldado con experiencia. Omitiendo el viaje a Fientlig para que obtuviera su segunda evolución, no tenía mucha experiencia en misiones. Y la guerra contra los edagrianos, con el alto nivel que poseían, fue su primera.

    Comandante… Yo…

    Tranquilo — Ace extendió sus manos hasta alcanzar los hombros del joven — ¿Quién

    eres, soldado? Tengo muchos nombres en mi cabeza, pero no creo recordar el tuyo.

    Soy Faron Zark — contestó el soldado, presentándose ante Ace — Yo soy el único de mi promoción que fue elegido para esta misión. ¿Usted lo recuerda?

    Sí, Magnus dijo que de la última promoción nada más elegiría al mejor de todos, para

    poder completar el cupo de soldados que prometió a Asmir — Ace tuvo recuerdos de

    una entra tantas conversaciones con su líder — Y ese soldado eres tú.

    Así es… y tengo miedo — Faron se veía bastante asustado — Sé que no debería

    tenerlo, porque se supone que yo soy un soldado entrenado. Pero esta es mi primera

    misión. Y es una maldita guerra. Comandante, no estoy listo. No quise renunciar en el

    momento en el que Magnus me dijo todas estas cosas porque quería verme fuerte

    ante mis compañeros, y supuse que el miedo se me quitaría durante el viaje hasta el

    planeta Edagr. Pero ya vamos a llegar, y ahora es cuando tengo más miedo que

    nunca…

    Está bien, Faron, descuida… yo he peleado contra varios seres vivos en el universo. Uno de ellos era un edagriano, y yo también tengo miedo. Está bien tenerlo. Y está mucho mejor que lo hayas hablado conmigo.

    ¿Qué se supone que voy a hacer? — Faron sentía sus manos algo temblorosas — Míreme, estoy tan nervioso que no creo poder apuntar un arma firmemente. ¿Cómo voy a pelear si me cuesta estar de pie?

    Descuida, Faron. Tú vas a pelear junto conmigo. Si tienes miedo, acércate a mí, y yo haré mi mayor esfuerzo por mantenerte seguro — Ace entendía la inseguridad en el soldado — Yo tuve una primera misión muy sencilla comparado a lo que te tocó a ti, y creo que estaría igual si se tratara de mí. Solamente quiero pedirte que te mantengas en mi campo de visión en todo momento, y jamás bajes la guardia. El comandante en persona cuidará de ti, tal y como cuidará de todos los demás soldados.

    Recordando que antes que él, todos con quienes había hablado del tema lo habían tratado de una manera poco agradable, Faron supo que tenía que dar las gracias por haber sido colocado por Magnus dentro de la unidad que fue comandada por el propio Ace Lakor. Tras ese gesto tan amable con alguien que estaba muerto de miedo ante su primera misión, Faron supo que le tenía una gran deuda pendiente a su comandante. Y tenía pensado pagarla.

    — Usted seguirá viviendo después de esto, comandante — Faron lo tenía muy claro — Hay soldados que aún no tuvieron la oportunidad de conocerlo. Y creo que nos merecemos a un líder como lo es usted.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, después de un finde sin quedada, me alegra que hayamos podido retomarlo en esta semana. Como bien sabes, disfruto mucho de nuestras juntadas por Discord y leídas en simultáneo, y hoy no fue la excepción. Este capítulo sienta la base de lo que está por venir: el regreso a Hael Arunyn para rescatar al comandante supremo y el resto de soldados capturados. No fue un capítulo de locos pero se siente como previo a algo intenso, al menos para mí. Así, pasaré a comentar lo más destacado. :dontstap:

    Comenzamos con Agustina, Thomas, Gwyn, Natasha y Alicia reunirse con Allecreod en la centralita para que éste vuelva a contactar con Faron y el chico pueda explicar, de nuevo, lo sucedido. Evidentemente esto es como una losa para Natasha y Agustina, quiénes quieren a Ace, mientras que sus amigos se preocupan de igual manera. La situación requiere no perder nada de tiempo por aquellos que siguen en el planeta acuático, por lo que la comandante Zafiro demuestra una gran agilidad mental al sacarse la idea de que se reúnan en un planeta intermedio entre Hael Arunyn y Edagr, para así acortar en cierta medida en viaje. Natasha será acompañada por su escuadrón y por Thomas, Allecreod y Noak. Me gustó que el ryfier vuelva a la acción, ya que no lo veía como un personaje de fondo durante mucho más tiempo. Luego vemos que para el plan de Xorxaik deberán pedir ayuda a Nick por un repetidor. Sin duda, quieren planificarlo lo mejor posible para sacar a Ace de ese mundo. Agustina quiere ir en la expedición pero Natasha la convence de que lo mejor es que se quede con Arick, para no arriesgarse a dejarle huérfano. Y tiene toda la lógica del mundo, por lo que me alegra que Agustina entrase en razón. :Mafu:

    Acto seguido vemos a Juniper recitar una carta que ha escrito anunciando la muerte de Ace y mostrándose apenada, hablando de hacerle una estatua en la plaza de los héroes y de darle una buena educación a Arick hasta su décimo cumpleaños, entre otras cosas. Y aunque no se la ve contenta (lo que faltaba, que lo estuviese XD) si se siente como que quiere aprovechar esa circunstancia para tomar más poder, aunque sabe que no lo tendría fácil. Muero por verle la cara cuando vea el regreso triunfal del todopoderoso dios Lakor (confío en que suceda). Mejor que se dedique a su trabajo en vez de escribir cartas de fallecimientos que no han sido oficializados. :ewww:

    También vemos como Noak es notificado (y me imagino que le preguntan antes) sobre la misión de regresar a por Ace, algo a lo que él accede bajo la atenta escucha de Gina. Mientras el pequeño Cade (que tierno es XD) come, la mujer le pregunta al hombre de qué trataba esa llamada con Thomas, a lo que él la informa de todo. Para mi sorpresa (pues me esperaba una discusión o rabieta de Gina :v) la mujer accede a que su marido vaya y ayude a la misión y a Ace, algo que sin duda me alegró leer. Y pensar que Noak quería a Ace muerto... y ahora va en su rescate. Las vueltas que da la vida son muy interesantes. En definitiva, me alegra contar con Noak para la misión, ya que es un soldado más que capaz. :anicry:

    Finalmente, en la nave que estaba de regreso (hasta que le dijeron que frenase a medio camino XD), Faron recibe la información de que ya han detectado un planeta intermedio y curiosamente tiene oxígeno (espero que no más aliens, por favor :v). Es el lugar idóneo donde detenerse y esperar la nave de la comandante Zafiro. Tras esto, el joven soldado recuerda la primera conversación que tuvo con Ace a modo de flashback. Déjame decirte que este tipo es el fan número dos de Ace... porque el primero soy yo. :yagami:

    En fin, ha sido un buen capítulo amigo, no muy destacado, pero no por ello menos leíble. Seguro que el rescate que se viene va a ser de todo menos calmado. Ya tengo ganas de ver lo próximo que se viene, pero mientras llegue, te deseo una buena semana. Cuídate. :kuku:
     
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    Reydelaperdicion

    Reydelaperdicion Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Saludos. Aprovechando nuevamente de un rato libre de mis estudios, he decidido publicar el capítulo correspondiente a esta semana. Como todavía no cuento con la disponibilidad que me gustaría, la cronología y la guía de personajes permanecerán sin actualizar por el momento. Lo único que quiero decir de este capítulo es que tendrá una longitud más larga que el promedio, contando con ligeras partes de intensidad. Espero sea disfrutable.

    Quiero agradecer, como hago cada día, a mi gran amigo Manuvalk por su presencia constante en esta historia. El regreso de nuestras leídas en simultáneo ha traído felicidad en una semana estresante, y espero que todo permanezca así :) Como también deseo que disfrute del capítulo.
    Alguien más a quien quiero agradecer es a Elliot, quien el día de hoy/ayer (dependiendo de su zona horaria) ha completado la lectura de la parte VI. Su presencia en los comentarios también es un disfrute.

    Sin más que decir, dejo el capítulo.
























    No me quedaré:

    En la misma sala dónde solamente los miembros más importantes de los Dimaoreon tenían acceso, se estaba celebrando una nueva reunión. Varias horas habían pasado desde la primera, y tras haber ordenado a sus trabajadores más capaces que evaluaran la situación, el Dis quería ver todo lo que tenían preparado para sus oídos.

    Uno de los Dozern estaba confiado, mientras que los otros dos no tenían otra cosa en su interior más allá que miedo. Sus caras inexpresivas no engañaban al Dis, quien podía saber cómo se sentían con tan solo verlos atentamente. Ante la vista del líder absoluto y de otros Dair que estaban junto a ellos, el líder empezó a preguntar por lo que tenían decidido.

    — Tú — señaló al Dozern que estaba parado más cerca suyo, en la posición izquierda — Inicia. ¿Qué nos tienes para nosotros?

    — Bueno… — su voz denotaba nerviosismo — Yo… Estuvimos analizando las armas que les hemos robado a los cinco prisioneros. Tras haberlas estudiado durante unas horas hemos logrado descubrir su funcionamiento, el problema es que no será posible crear réplicas. No contamos con la tecnología necesaria para eso. De esa forma, cuando los humanos lleguen, nosotros solamente tendremos estas armas para defendernos.

    — ¿Estás diciendo que es imposible un enfrentamiento directo? — preguntó el Dis, bastante enojado — ¿No tienes otra cosa para nosotros?

    — Con el poco tiempo que hemos tenido, lamento decir que no — se avergonzaba de sí mismo por no poder darle algo más a su líder — Pero…

    — Suficiente de ti — el Dis se veía muy molesto, por lo que pasó a fijarse en el Dozern situado en el centro — ¿Y tú qué nos traes?

    — Hemos podido recuperar las armaduras de los soldados que fueron arrastrados al agua por los Deoren en el primer ataque — contestó el Dozern, sabiendo que eso era un avance — Tengo dos noticias respecto a eso, una buena y una mala. La buena es que tenemos recursos suficientes para poder replicarlas. La mala es que no podremos hacerlo a tiempo hasta que lleguen los humanos, suponiendo que tarden efectivamente seis días en ir a su mundo y regresar.

    — ¿Cuándo tendrías listo un lote de al menos treinta de estas? — preguntó el Dis, algo más calmado, pero no por eso alegre.

    — Un lote de treinta requeriría de una jornada de dos semanas — el Dozern no se veía muy feliz al hablar — Incluso si nos forzamos a trabajar día tras día sin parar, el tiempo sería de ocho días. No lo haremos a tiempo, salvo que los humanos tengan problemas en el viaje hacia aquí.

    — No tenemos forma de construir armas, y las armaduras que sí podemos construir no estarán listas para su regreso — el Dis se llevó la mano al estómago, en señal de que estaba empezando a sentir malestares por el estrés — Bueno, ¿tú tienes algo que podamos usar?

    El Dozern que se veía confiado, justamente quien había entrevistado al comandante supremo, sintió un poco de presión dado a que su idea la consideraba una buena, pero venía de los antecedentes de sus compañeros, que solamente parecían haber decepcionado a su líder con sus noticias. Aunque para él no era culpa de estos, sino una casualidad en la forma en que se distribuyeron las tareas. Viendo que todos lo miraban esperando una respuesta, el Dozern realizó una pregunta a su líder.

    — ¿Cuál es su plan para obtener la nave? — necesitaba saber lo que tenía en mente.

    — Dejar que ellos entraran aquí, enfrentarlos, eliminar a varios exceptuando a unos pocos — el Dis lo tenía claro — Esos sobrevivientes iban a recibir una oferta tentadora a cambio de decirnos cómo funcionaba su nave… la cual consistía en dejarlos aislados en un mundo lejano a este y avisar a su planeta para ver si podían rescatarlos. Era una forma de persuadirlos para que colaboraran, o al menos, una que creo que podría funcionar.

    — Eso no es posible, Dis — todo eso era un sueño irrealizable, incluso sería arriesgado, aunque dispusieran de tiempo infinito — No podremos contra ellos en un enfrentamiento directo, menos ahora que saben dónde están las trampas.

    — ¿Cuál es tu idea? — Dis no notaba miedo en su tono — Pareces tener algo para que podamos usar.

    — Así es, lo tengo — fue lo que contestó el Dozern — Se me acaba de ocurrir algo gracias a que uno de nuestros colegas dijera que logró recuperar cuatro armaduras. Pero necesito saber si esos cascos que cubren el rostro y la cabeza también fueron recuperados.

    — Todo ha sido recuperado — el otro Dozern dijo, creyendo que así mejoraría su imagen.

    — Es bueno saberlo, porque así será más fácil el plan — su compañero apoyó ambas manos en la mesa — Creo que hay una forma en la que podríamos obtener la nave espacial y huir de aquí hacia otros mundos donde podamos prosperar y regresar a las costumbres de nuestra especie antes de que ocurriera el calentamiento global… Pero… No es un plan sencillo. Requiere de tres factores importantes. Astucia, sacrificio, y suerte.

    — ¿Suerte? — el Dis no parecía contento con eso — No podemos exponer el futuro de nuestra especie a hechos azarosos. Necesitamos algo concreto.

    — Y tengo algo concreto, pero la suerte influirá — el Dozern ya no estaba tan confiado como al principio — Ahora, sobre la astucia, supongo que yo puedo encargarme. Voy a necesitar a los Dair más capacitados, y realizaré una audición con las cuatro armaduras que hemos obtenido.

    — ¿Qué hay del sacrificio? — uno de los Dair que estaba allí quería participar en la charla, sobre todo porque sabía que los que tenían más probabilidades de ser sacrificados eran los de su rango.

    — Tendremos que dejar ir a varios Deoren y a algunos Dair — el Dozern agachó un poco la cabeza con eso — Como dije, requerimos de astucia. Hay que engañar a los humanos, y sin sacrificar a varios de los nuestros, no será posible. No les ganaremos en una pelea, pero nosotros tenemos inteligencia para esta clase de situaciones, vamos a aprovecharla.

    — Sacrificar a los Deoren y a los Dair implica perder material genético — Dis no podía estar más frustrado — Espero que tu plan funcione. Sabes que ni siquiera yo tengo permitido la orden de sacrificar a varios de los nuestros tan a la ligera, bajo las leyes de nuestra especie. Si no da resultado, serás ejecutado por incompetencia.

    — Dará resultado, y si no, aceptaré mi muerte con gusto — el Dozern estaba dispuesto a correr el riesgo — Tiene mi palabra, Dis. Esto salvará a nuestra especie.

    — Y si lo hace, por las leyes de nuestra especie, estoy obligado a darte mi puesto — el Dis no quería renunciar a su posición de poder, pero tampoco quería verse condenado a quedarse en ese planeta por siempre — Por lo tanto, hay mucho que ganar y mucho que perder para ti. Para toda la especie, en realidad. Pero tú eres el que más alto puede ascender y el que más bajo puede caer… Ahora, háblame de ese plan.

    Con la invitación de su líder para comunicarle la idea que se le había ocurrido, el Dozern les hizo un gesto a dos de los Dair que se encontraban en aquella sala. Tenía que asegurarse de que tuvieran total confidencialidad en el momento en el que él le revelaría el plan a los otros, dado a que, por los posibles sacrificios que podrían hacer, era muy riesgoso que alguien se enterara de lo que estaba ocurriendo allí dentro.

    Mientras el Dis oía las palabras que salían de la boca de uno de los súbditos de mayor nivel jerárquico de su gente, tanto la emoción como el miedo empezaban a surgir en él al mismo tiempo. La idea era arriesgada, pero a la vez impecable ante sus ojos. Cada palabra que escuchaba sumaba factores que le ponían ansioso al respecto.

    — No niego que es un buen plan — el Dis decía tras haber oído su charla — Pero como has dicho, requieres de la suerte. Y mucho más de lo que yo esperaría.

    — Va a funcionar — el Dozern se veía confiado nuevamente — Si los humanos son tan emocionales como para formar vínculos entre ellos, serán fáciles de engañar. Pero, solo por si acaso, estaría bien si lo ensayáramos un poco.

    […]

    En la noche del tercer día tras la partida de la nave con humanos hacia el planeta Hael Arunyn, todavía no había noticias de la tripulación. Tan pronto como Faron les dio la ubicación de un planeta donde podrían llevar a cabo la unión para que así él y otros soldados pudieran unirse al grupo de la comandante Natasha, ella y su grupo partieron hacia el rescate de los soldados que quedaron atrapados en dicho mundo.

    En la casa de Gwyn y Thomas, la mujer se encontraba sentada en la sala tomando un poco de té junto a su gran amiga, Agustina. Debido a la ausencia de sus parejas, y al miedo de las noticias que podrían recibir, ellas decidieron que estarían juntas en todo momento. Gwyn ayudó a su amiga a llevar a Arick a su hogar, de manera de tener dos cunas en la habitación de la pequeña Sky, donde cada uno de los niños tenía una individual. Mientras que Arick y Sky dormían plácidamente, sus madres no podían esperar a recibir noticias de aquel grupo. Alicia, quien se había ofrecido a quedarse en la estación, sería la encargada de decirles sobre lo que escuchara de sus compañeros.

    — No puedo soportar esto más tiempo — Agustina se puso de pie, dejando su té en la mesa — Necesito saberlo ahora mismo. No quiero seguir dándome falsas esperanzas otra vez, así como tampoco quiero que el miedo me domine. Necesito saber si mi esposo está vivo.

    — Agustina, sé que es difícil aceptar estas palabras viniendo de mi parte, pero por favor… necesitas calmarte — Gwyn se preocupó mucho por su amiga — Todo esto solo te va a hacer daño. Ese nivel de estrés que llevas dentro no hará más que perjudicarte. Y si ha sucedido lo peor, necesitas estar en buen estado. Tanto por ti como por Arick.

    — ¡Lo sé, Gwyn, ya lo sé! — Agustina no pudo evitar gritar — Lo siento, no quise gritarte en tu casa… Perdóname, es solo que… No puedo evitar pensar en las últimas veces en que pasó algo similar.

    — ¿A qué últimas veces te refieres? — Gwyn se hacía una idea, pero lo quería saber.

    — Cuando tú, Ace, Thomas y yo luchamos en Emiv — Agustina recordó ese momento — No estuve junto a él, y por eso fue capturado por un secuaz de Tzorkun. No quiero imaginar que le pase algo así. O peor… como… Como la vez en que separaron a Michael de nosotros.

    Gwyn no creyó que la situación actual pudiera traer a la chica recuerdos de su compañero fallecido, sin embargo, tras escucharla hablar, supo que tenía sus motivos para pensar en esas cosas. Para peor, esa situación terminó siendo más dolorosa que lo acontecido en Emiv, puesto a que había sido el final en la vida para una de las personas que ambas más querían. Un compañero, casi un hermano, que convivió con ellas dos desde que se conocieron para su primera misión.

    — Cada vez que uno de nosotros queda solo, siempre termina ocurriendo un desastre — Agustina decía mientras se sentaba para ponerse las manos en la cabeza — No quiero perder a Ace. Ya recibí la noticia de su muerte, tras haberme dado la esperanza de que podría estar vivo, no quiero recibir otra vez lo mismo. No lo voy a resistir. Necesito que vuelva conmigo y con Arick. Necesito decirle tantas cosas.

    — Agustina — Gwyn la tomó de las manos — Escucha, no sé si Ace seguirá vivo tres días después de su desaparición… Pero si él está vivo ahora mismo, puedes estar segura de que lo van a salvar. Natasha y Thomas no permitirán que nada malo les pase. Xorxaik tiene un plan, y los acompañan Noak y Faron. No quiero decirte que Ace se salvará, porque no sé si le sucedió algo en el transcurso de estos tres días. Pero si vive ahora mismo, él va a regresar a casa. Te abrazará a ti y a Arick. Te lo garantizo. Guarda la calma. Tu hijo te necesita tranquila, aunque el mundo pueda estar cayéndose a pedazos.

    Fue entonces que Agustina recordó la forma en que sus padres la cuidaron en el momento en el que sucedió la Gran Catástrofe en la Tierra. Su casa no fue alcanzada por los meteoritos, pero hubo un montón de gente que quedó sin un lugar donde vivir y que habían intentado hacer lo posible para entrar en su vivienda. Su mamá y su papá, pese a no ser soldados, defendieron su hogar con uñas y dientes para mantenerla a salvo. Ella era una niña pequeña, pero al momento de crecer, ellos le contaron esa historia. Si bien, no le gustaba mucho recordarlo dado a que fue en un momento oscuro para la humanidad, era innegable que sus progenitores eran todo un ejemplo para ella en los momentos de crisis. Se dio cuenta, o más bien lo recordó, que tenía que ser fuerte para que su hijo pudiera crecer bien en el nuevo mundo en el que vivían. Aunque no era demasiado comparable un momento en el que Agustina tendría entre cuatro y cinco años al momento actual, donde su hijo Arick solamente tenía un año y apenas unos meses más.

    No obstante, el gesto que tuvo con Gwyn para con ella la hizo tranquilizarse un poco por lo menos. Ella respiró profundo, y se dio cuenta de que Ace estaría en buenas manos si se encontraba con vida. Más allá del peligro, la expedición liderada por la comandante Natasha contaba con las preparaciones y precauciones necesarias para poder traerlo de regreso a casa. Sin estar ella presente en ese grupo, para poder cuidar a su hijo, eligió que les confiaría el destino de Ace a todos los que habían partido para ir a buscarlo.

    — Gracias, Gwyn — Agustina le sonrió tiernamente — Eres la mejor amiga que puedo tener.

    — Y puedes dar por hecho que no te vamos a abandonar — Gwyn lo decía con determinación — Si algo malo llegó a pasar… te ayudaré con el pequeño Arick de aquí hasta que él sea un niño que se pueda valer por su cuenta. Tienes mi palabra.

    — Sé que tú jamás me dejarías sola — Agustina valoraba mucho tenerla consigo — Eres una fantástica persona. Mi mejor amiga.

    — Soy optimista — Gwyn le devolvió la sonrisa — Tengo fe en que ellos regresarán a salvo junto a él.

    Agustina deseaba que las palabras dichas por la comandante se volvieran realidad. Lo cierto era que Gwyn también tenía muchos deseos de ver a Ace otra vez. Le gustaba mucho la imagen de la pareja abrazando a su pequeño hijo. No era una escena que quisiera dejar de ver, ya que le enternecía bastante poder ver a un niño crecer con padres que lo amaran.

    Atentas las dos a sus dispositivos, las dos compañeras se quedaron en la mesa tomando el té juntas, tratando de quitarse un poco de estrés de encima, todo el que pudieran y que la situación les permitiera.

    De pronto, la tranquilidad de la casa en silencio se quebró cuando uno de los niños empezó a llorar. Agustina reconoció el llanto de Arick, al cual pronto se le sumó el de Sky. Ambas madres se pusieron de pie y se acercaron a la habitación donde dormían sus niños, solo para encontrarlos a los dos llorando con fuerza. Les habían dado de comer y un baño hacía menos de una hora, por lo que era imposible que se sintieran con esa necesidad. Tras comprobar que sus pañales estaban limpios, supieron que su llanto debía deberse a otra cosa.

    — Ya, ya — Arick escuchó esas palabras de su madre — Pequeño Arick, deja de llorar. Papá regresará pronto. Yo sé que estás ansioso para que te cargue. Pero estás asustando a la pequeña Sky.

    Agustina, como era casi una costumbre, no podía hacer que el joven niño dejara su llanto atrás. Gwyn, por su parte, se bastó solo con un abrazo y un beso en la frente de su hija para que esta se tranquilizara. La madre del joven Lakor sentía un poco de envidia por ver cómo a Gwyn se le hacía tan sencillo tranquilizar a su bebé, mientras que ella tenía que estar haciendo grandes esfuerzos para que lo tranquilizara.

    — A veces quisiera ser como Ace — Agustina sonreía pensando de forma positiva sobre el regreso de su esposo — Él lo tiene tan fácil para poder calmarlo.

    — Es tal y cómo dijiste, ellos dos tienen un vínculo especial — decía Gwyn acariciando al niño queriendo contribuir a que cesara su llanto — Quizá este llanto sea una buena señal. Tal vez él sienta que Ace está siendo rescatado y quiere que venga aquí.

    Gwyn no creía en esas palabras, y Agustina tampoco, pero era algo agradable llenarse de esperanzas en un momento así. El presentimiento de que algo bueno iba a ocurrir y de que Ace regresaría con vida a casa las alegraba a ambas, y eso era todo lo que les importaba a ellas, sea cual fuera el origen de este.

    Viendo que Arick no se calmaba, Agustina decidió llevárselo a la sala, para que así Gwyn pudiera acostar a la pequeña Sky de forma que su sueño no se viera afectado por el ruido tan escandaloso que estaba ocasionando el niño. Tan pronto como la comandante colocó a su hija en su cuna, acudió de regreso a la sala junto a su amiga para ver si ambas lograban hacer que el niño cesara su llanto y pudiera así acostarse a dormir tranquilo.

    […]

    La nave humana que había partido desde Edagr se encontraba surcando el espacio exterior en dirección hacia el planeta donde algunos de los soldados que partieron en busca de agua para la humanidad quedaron atrapados tras un percance importante tras haber descubierto que la información que se contenía en los archivos de Hark no era demasiado confiable como ellos estaban esperando.

    En la sala de comandos únicamente se encontraban Natasha y Thomas. El resto de los soldados debía descansar para la llegada al planeta, por lo que ellos dos decidieron tomar la guardia al menos hasta que quedara un trayecto corto para que su nave llegara al planeta compuesto por una gran masa de agua.

    El silencio reinaba en el lugar, y era bastante incómodo, dadas las circunstancias. Thomas sabía de los sentimientos que Natasha hacia Ace, dado a que había visto como ella se lanzó a sus brazos cuando la volvió a ver tras un largo tiempo. Era un poco raro para él estar junto a ella en la misma nave yendo a rescatar a su amigo, sabiendo que Agustina no tuvo más opción que quedarse en casa para garantizar que el pequeño Arick no se quedara sin su madre en caso de que las cosas llegaran a salirse de control.

    Pocas eran las interacciones entre ambos más allá del trabajo, dado a que Natasha no frecuentaba mucho su casa ni veía muy a menudo a él ni a su pareja en sus tiempos libres. Sin embargo, Thomas sentía que no podía quedarse allí guardando un silencio sepulcral mientras era acompañado por alguien que quería rescatar a Ace casi tanto cómo él. Por eso mismo optó por tomar la iniciativa para hablar con la comandante.

    — ¿Sabes? — preguntó sin más — Siempre he admirado tus agallas para tomar el rol de comandante en la guerra contra los edagrianos. Nunca te lo he dicho directamente, pero es algo que debes saber.

    — Gracias — Natasha fue un poco cortante, por lo que decidió abrirse más — No hemos podido interactuar mucho en el campo de batalla, pero una vez escuché una historia de ti en una misión.

    — ¿Cuál de todas? — Thomas preguntó llevándose una mano a la cabeza — Porque no en todas he salido bien parado. En una misión me clavaron una daga en la mano y estuve siendo casi una carga para el grupo.

    — No escuché sobre eso — Natasha no se había podido enterar de dicha misión — La que escuché fue de aquella vez en la que derribaste a Xorxaik.

    — Ah, claro, esa historia — Thomas la había olvidado — Realmente, lo que derribó a esa bestia de metal fue el arma de Lankir. Yo simplemente la estaba usando. Dio la casualidad de que la tenía en ese momento, y por eso fui yo. Pero de no haber sido yo, lo habría hecho otro.

    — Bueno, es cierto que el arma no era tuya, pero tú tuviste valor para afrontar a ese monstruo — la comandante le admiraba por eso — Yo sé que, al menos en mi primer encuentro, podría haberme visto presa del pánico y podría haber tenido mala puntería. Así que, tú también eres un soldado que puede tener su valor reconocido.

    — Gracias por eso — Thomas lo apreció, estando feliz de haber iniciado esa conversación con ella — Oye, si en algún momento te sientes cansada, yo puedo seguir solo. O incluso podríamos hacer que Xorxaik lo haga. Él estaba terminando de calibrar el repetidor para asegurarse de que no le pierda el rastro sin importar qué tan profundo caiga.

    — Mejor nos encargamos nosotros — Natasha le comentó — Al menos hasta que estemos a poca distancia del planeta maldito.

    — ¿Maldito? — Thomas sentía curiosidad por esa expresión.

    — Por el hecho de que Ace quedó atrapado allí sin poder regresar a nosotros — la comandante respondió seriamente — Es más que suficiente para que lo consideremos como tal.

    Esas palabras fueron tan frías que Thomas ya no supo de qué seguir hablando con la soldado. Nuevamente, el silencio volvió a reinar en la sala. Sin embargo, este no duraría mucho. Ambos soldados habían hablado acerca de Xorxaik, y fue casi como si lo hubieran invocado. La puerta de la sala de comandos se abrió y por esta entró el enorme ser de metal, fabricado por Allecreod y dispuesto a luchar por la humanidad tras su reconstrucción.

    Los dos soldados solitarios en la sala de comandos le miraron atentamente, y este pronto explicó el motivo de su llegada.

    — Ya he calibrado el repetidor lo más que he podido — Xorxaik informó del estado de la misión — Por más que caiga a una profundidad de más de diez kilómetros, seré capaz de alcanzar su señal en tanto no se rompa tras la caída.

    — Dudo mucho que un ser humano, aun con armadura y la mutación, pueda sobrevivir a una caída tan grande — Thomas decía con cierta preocupación.

    — Las probabilidades dependen del entorno — Xorxaik contestó con ese tono robótico que lo caracterizaba — No puedo dar un nivel aproximado sin saber a dónde cayó. Pero dado a que no tengo otra tarea por realizar, puedo encargarme de guiar la nave hacia Hael Arunyn. Ustedes, a diferencia de mí, se pueden cansar tras estar despiertos por varias horas. Sugiero que descansen.

    Casi como si el robot quisiera que ellos estuvieran a pleno para que tuvieran éxito en la misión, Natasha y Thomas tomaron su consejo y se retiraron a las habitaciones asignadas para cada uno dentro de esa nave. Thomas, antes de pasar por la suya, decidió ir a echar un vistazo a la habitación que Faron compartía con Allecreod.

    Tras haber recogido a los suyos en un planeta intermedio, el soldado obligó al ryfier a quedarse bajo la vigilancia del humano que acompañó al comandante Lakor al planeta acuático. Al abrir la puerta de la habitación encontró tanto al soldado como al ryfier durmiendo plácidamente. Por alguna razón que él no pudo identificar, empezó a sonreír tras ver eso.

    Luego de asegurarse de que Allecreod estaba durmiendo y no fingiendo por algún motivo particular, Thomas marchó tranquilo a su habitación. Le daba un poco de emoción el saber que pronto podría pelear junto al ryfier nuevamente, y así podría comprobar si esos años en dónde estuvo tan colaborativo fueron genuinos o si solamente estaba intentando ganarse la confianza mediante actuaciones siniestras. De ser ese último el caso, él lo detendría si hiciera falta, pero algo en su interior le aseguraba que el ryfier realmente se había comprometido con la humanidad, y que se comportaría durante esa misión.

    […]

    Ace se veía muy pálido. Tuvo que soportar más de tres días sin poder comer algún alimento o siquiera ingerir una gota de líquido. La sed y el hambre tardaron en llegar, pero cuando lo hicieron, lo atormentaron bastante. El soldado, a causa de tener el estómago vacío, sentía nauseas, pero eso no era un impedimento en lo que quería hacer.

    Cada día que estuvo allí se dedicó a forcejear contra las ataduras que restringían su libertad y lo mantenían en el suelo. Creía que el análisis de su sangre se demoraba bastante, y que era eso lo que lo mantenía con vida. En cada oportunidad que quiso escapar, la luz del cristal de su ventana se encendía, llamando la atención de aquel enorme pez que se veía muy hambriento y feroz. Le daba miedo ser arrojado como alimento vivo para él, dado a que luchar en el agua no era lo mismo que hacerlo en tierra firme. Nunca había combatido en zonas como esa, por lo que supo que no sería capaz de derrotar a un animal tan grande si se le acercaba.

    No quería que ese fuera su destino. Él tenía otros planes, y no los podría realizar si se quedaba allí mismo para morir. El forcejeo contra sus ataduras no produjo ningún resultado novedoso, y solo terminó agotando más sus fuerzas, ocasionando así que el hambre se incrementara en él. Le era imposible concebir la idea de que se quedaría allí atrapado para morir sin poder ver nuevamente a su familia y amigos.

    — Agustina… Arick — Ace pensaba en ellos dos más que en nadie, pero no eran los únicos — Natasha… Thomas, Gwyn, Alicia. Quiero regresar a casa. Por favor, necesito que envíen ayuda. No puedo romper estas cadenas por mi cuenta.

    En el momento en el que la imagen de un destino lúgubre se formó en su cabeza, el ruido de una sirena empezó a resonar en todo el lugar. Ace se espantó, dado a que creyó que podría ser una falla en el sitio en el que se encontraba, y eso solo podría llevar a un resultado posible… la entrada del agua y por consiguiente de los animales acuáticos al interior de aquel sitio. Pero el sonido no duró demasiado tiempo. En menos de diez segundos, esa sirena potente que sonó mermó su intensidad hasta que ya no quedó nada.

    Fue allí cuando la puerta se abrió, y Ace pudo ver como dos seres de los Dimaoreon entraban al lugar donde estaba siendo retenido. Uno de ellos iba armado con su propio rifle, o al menos, el de uno de sus compañeros. El otro, de una contextura similar solamente tenía en sus manos algo que se veía cómo una llave, probablemente para retirarlo de sus ataduras.

    — ¡¿Qué quieren?! — Ace supo que estaba acorralado — ¡¿Qué vinieron a hacerme?!

    — Se acabó el análisis de sangre — el que cargaba con las llaves, un Dair para ser más precisos, fue quien respondió — Tú puedes alimentar a los peces con tu carne. No hay peligro en que te consuman. Así que, llegó el momento de que repares el daño que ocasionaste al robarnos el agua.

    — ¡No! — Ace empezó a dar patadas siendo sus únicas extremidades libres — ¡No les voy a servir de comida para sus animales! ¡Tengo una familia que está esperándome! ¡Tengo prohibido morir aquí!

    — ¡Basta! — gritó el Dair que tenía el arma del comandante — ¡Es lo justo que pagues por todo lo que causaste! ¡Te vamos a noquear si hace falta!

    — ¡Esperen! — Ace, preso del pánico, decidió intentar algo — ¡Quiero hablar con el Dis! ¡Ofrezco un trato para ustedes y su especie! ¡Vendrán con nosotros a nuestro mundo! ¡Es un mundo pequeño, pero la humanidad está reducida al igual que ustedes! ¡Podremos compartirlo y prosperar en él juntos!

    Estaba claro que nadie en la humanidad querría que seres con los que no convivieron durante una situación crítica, a diferencia del caso de los xaromitantes, convivieran junto a ellos en su mismo mundo. No tenían idea del nombre de la especie, y mucho menos de su cultura y costumbres, además de su modo de vida. Pero la desesperación se apoderó del comandante Lakor. Pensar que iba a perderse la oportunidad de dormir junto a su mujer y abrazar a su hijo una vez más lo llevaron a un grado que nunca creyó posible. Lo tenía que intentar, saliera lo que saliera.

    — Haces esta propuesta solo cuando tu vida pende de un hilo — el Dair armado no lo tomó muy bien — Está claro que tú no nos quieres allí en tu mundo. Seguro que el resto de la humanidad tampoco. Además, por más que tus intenciones fueran nobles, sigues siendo un prisionero. ¿Por qué negociar con alguien que ni siquiera tiene la libertad de moverse? Lo siento, pero tu vida acaba aquí.

    Ace, sabiendo que todo para él había terminado puesto a que en cuatro días sería imposible que una nave apareciera para rescatarlo, rompió en llanto. El comandante sentía que había sido condenado a morir, y no de una forma honrada. El dolor que invadió su interior fue tanto que el corazón empezó a presentarle molestias, probablemente un recordatorio de aquel infarto que sufrió hacía ya varios años atrás.

    — ¡No! — Ace empezó a mover las piernas como loco — ¡No me van a usar de alimento! ¡Mi familia me está esperando, y no voy a dejarlos solos! ¡No atravesé un infierno en vida solo para dejarme matar aquí!

    El arranque de ira del humano dejó algo asustados a los Dair, pese a que ellos tenían la mano suprema en esa partida. Incluso quien portaba un arma tenía miedo de acercarse a él. El comandante se retorcía mientras buscaba ajustar la posición de su cuerpo para dar mejores patadas a sus enemigos. Si no podía tocarlos, por lo menos les podía mantener lejos.

    — ¡No sé si ustedes tienen aprecio por los que nacen a partir de su ADN! — Ace los confrontó por su modo de vivir — ¡Pero yo amo a mi esposa y a mi hijo! ¡No me van a separar de ellos!

    — Por todos los dioses y demonios — el Dair que iba armado no se vio con otra opción — Eres problemático, humano de mierda.

    Harto de la resistencia que oponía aquel humano, este tomó el rifle de la humanidad y disparó una ráfaga de seis balas de calor cerca de la cabeza de Ace. Este, por miedo a que una falla en la puntería de su enemigo pudiera terminar matándolo por accidente, se quedó quieto mientras apoyó su cabeza lo más que pudo contra la pared. Tras ese ataque de advertencia, Ace no se movió más preso del miedo. Las lágrimas caían con más intensidad de su rostro, sabiendo que esa fue su última resistencia, al menos mientras lo tuvieran atado ahí.

    — Te quedarás quieto si no quieres que te envíe en agonía a tu muerte — tras esas palabras, hizo un gesto a quien portaba la llave.

    Quien iba armado se paró en un ángulo de cuarenta y cinco grados relativos a la posición del comandante supremo de la humanidad. Este supo que debía quedarse quieto mientras era liberado, o de lo contrario sería atacado con su propia arma, lo que anularía sus posibilidades de defenderse en el futuro. Viendo que quizá podría sacar provecho a su libertad, Ace se quedó quieto mientras el otro ser lo liberaba de esas ataduras.

    Pero contrario a lo que creía, no quedó así por mucho tiempo. Tan pronto como fue liberado de aquella pared, el Dair le colocó de nuevo las ataduras para que mantuviera las manos pegadas una a la otra todo el tiempo. Ni siquiera pudo pasar treinta segundos y ya tenía sus manos atadas nuevamente, cosa que sería una complicación, puesto a que no se podría mover para pelear o defenderse. Forzosamente, el comandante fue obligado a ponerse de pie, y con un enemigo apuntándole a la espalda, fue obligado a retirarse de la sala en la que se encontraba.

    El miedo que sentía en ese momento era el mayor de su vida, superando incluso la vez en donde se encontró preso por el Zenith cuando él todavía era parte de Black Meteor y la ocasión donde lo ataron frente a Tzorkun en el planeta Emiv. Respirando agitadamente, los dos Dair retiraron al comandante del sitio donde lo tenían aprisionado.

    […]

    — ¡Por fin! — Natasha gritó de alivio tras tocar el suelo del planeta Hael Arunyn.

    Tras tres días y unas nueve horas largas de viaje, la nave finalmente logró llegar a su objetivo. La comandante guio a los suyos acompañada de Faron, quien tenía idea del sitio en dónde se encontraban las trampas. Dejando solamente a una docena de soldados, entre los que se encontraba Noak, para defender la nave en caso de que los monstruos atacaran por los costados, Natasha, Thomas, Allecreod y el resto de los soldados que acudieron al planeta siguieron a Faron y a Xorxaik a través del planeta.

    — ¡¿Recuerdas la posición exacta?! — preguntó Faron, quien era el que sujetaba el repetidor.

    — Está grabada en mi memoria — Xorxaik respondió dando esperanza al grupo — Iré al frente y me detendré en el lugar. Ustedes quédense detrás de mí y por nada del mundo me rebasen.

    Fue así cómo el robot, pese a su enorme peso por estar hecho de metal, empezó a correr a gran velocidad por el angosto terreno de aquel planeta rodeado por agua. Los más adelantados al grupo eran Natasha, Thomas, Faron y Allecreod. El ryfier sentía todavía un par de miradas inquisitivas por parte de los soldados que iban detrás de él. Esa sería su oportunidad para demostrar a toda la humanidad que colaboraría con el rescate del comandante y de todos los soldados prisioneros en aquel planeta, de modo de poder ganarse una redención ante los ojos de todos.

    Con una enorme sensación de ansiedad invadiéndolos, los soldados siguieron al robot hasta que este se detuvo. El enorme ser de metal colocó el pie en el sitio indicado, y lo retiró un milisegundo antes de que la trampilla se abriera para evitar así una caída que entorpeciera la operación. Al momento en el que esta iba a cerrarse, Xorxaik puso el pie nuevamente, trabando el dispositivo, y dejando una brecha por la que podrían introducir el repetidor.

    — Cuando gustes — Xorxaik dijo con cortesía, cosas que aprendió de su convivencia con la humanidad.

    — Estamos aquí, Ace — Faron pronunció esas palabras al dejar caer el repetidor suavemente a través de ese hueco — Si estás vivo, resiste un poco más.

    Un sonido con potencia moderada se oyó, y luego de que se detuvo, otra trampilla se activó. Esta desde debajo de la primera. Xorxaik pudo detectar por la posición de dónde surgía la señal del repetidor que este no había caído muy profundo. Lo que tuvo que hacer para poder llevar a cabo su plan le resultó muy fácil.

    — ¿Cuánto tardarás en invadir? — Natasha sujetó su arma con fuerza, sabiendo que podría significar que iban a pelear pronto.

    — Ya estoy en su sistema — el robot sorprendió a los soldados que no esperaban que fuera tan rápido — Estoy tratando de trazar un camino seguro.

    — ¿Un camino seguro hacia dónde? — Allecreod no veía un lugar a dónde ir.

    — Hacia este sitio — Xorxaik mencionó rápidamente.

    Frente a sus ojos, tras sentir un ligero temblor en el suelo, a lo lejos de su posición se levantó una estructura rectangular, que tenía una compuerta visible al frente. Faron recordó que Ace le había mencionado algo como eso, una extraña estructura que surgió de la nada. Por las palabras que el robot había pronunciado, todos supieron que más adelante debía haber muchas otras trampas por las cuáles podrían caerse. Daban las gracias por haberse quedado con él, de lo contrario, habrían tardado mucho más tiempo en llegar a ese mundo, y la misión pudo haber resultado en algo peor.

    — Prepárense, ya tengo el código para abrir esa compuerta — Xorxaik retiró el pie de la trampilla — El comandante supremo y los cuatro soldados están con vida. ¿Cuál es el plan?

    — ¡Llévanos directo hacia ellos! — Natasha sentía que el corazón iba a explotarle de alegría — ¡Los rescatamos y nos vamos!

    — ¿Enemigos? — Allecreod veía que no se preocupó por eso.

    — Solo cinco — Xorxaik sorprendió con esa declaración — No puedo obtener imágenes de todo el recinto mientras manejo la tecnología al mismo tiempo que trato de mantenerme conectado a su señal. Pero en el sitio donde se encuentran los humanos solo hay cinco enemigos.

    — O son muy pocos ejemplares con vida o es una trampa — Thomas pensó que podrían estarlos esperando — Quizá hayan visto llegar a nuestra nave.

    Antes de que pudieran seguir discutiendo de las posibilidades a las que se veían expuestos en un mundo así, Faron recibió un mensaje de uno de los soldados que se quedó atrás para proteger la nave.

    — ¡Habla Noak! — gritó con algo de miedo — ¡Unas criaturas extrañas han salido del agua y están avanzando hacia la nave! ¡Dense prisa, no quiero quedarme mucho tiempo aquí!

    — ¡Mierda, parece que saben que estamos aquí desde que invadimos su sistema! — Natasha lo veía como algo innegable — ¡Prepárense para pelear y tengan los ojos abiertos! ¡Xorxaik, tú marcas el camino!

    El robot no dijo nada y simplemente se dedicó a correr hacia el frente. Los soldados formaron una larga fila y lo seguían en una línea recta irrompible, sabiendo que apartarse un centímetro fuera de lugar llevaría a la apertura de una trampilla que los llevaría a caer a un sitio desconocido, cosa que solo sería contraproducente para la misión. El ser de metal consiguió guiar a todo el grupo a salvo hacia la compuerta que daba entrada al supuesto recinto donde estaban siendo retenidos los soldados que quedaron atrás por acudir a la misión.

    — ¡Primero entramos Faron, Xorxaik y yo! — Natasha se disponía a correr el riesgo — ¡Thomas, Allecreod… ustedes siguen! ¡El resto entrará, exceptuando a cinco soldados que quedarán para cuidar la entrada! ¡Solo entran si las criaturas los triplican en número!

    — ¡Entendido! — contestaron al unísono a su comandante.

    Acompañada por el soldado joven de Zenith y el robot creado por Allecreod, Natasha cruzó la compuerta hacia el interior de aquel lugar oculto, en el cuál una persona importante para ella esperaba su rescate.

    […]

    — Asombroso — Faron contempló el lugar.

    Una enorme sala rodeada de ventanales que daban vista a las profundidades de aquel lugar, situado a al menos unos diez pisos de profundidad desde la superficie se abría ante la vista de los soldados. Repleta de columnas que unían el piso y el techo, no había casi nada más que dichos ventanales y un par de puertas laterales pintadas desde afuera de un color negro intenso midiendo más de dos metros de altura, que tenían su sitio allí. Hasta donde se extendía la vista, esa sala enorme parecía no tener fin, y no se veía a ningún ser vivo presente en ella.

    Natasha supo que detrás de esas puertas podría haber criaturas enemigas, ya sea que tuvieran inteligencia o no. Por lo que quiso asegurarse de que se mantendrían bloqueadas.

    — Xorxaik, ¿se pueden bloquear esas puertas? — preguntó la comandante.

    — Solo se activan y desactivan con códigos que deben introducirse a mano — el robot empezó a caminar al frente — Síganme, los lideraré hacia el comandante.

    Thomas y Allecreod fueron los siguientes en entrar, seguidos de inmediato por un quinteto de soldados que al igual que los primeros en entrar, quedaron maravillados por aquel escenario que se veía allí dentro. Sin saber si seguirían con vida o no, estaba claro que eso era obra de seres con inteligencia. Xorxaik no especificó si los que iban a enfrentarse estaban armados o no, por lo que decidió dar esa alerta.

    — Cúbranse detrás de mí o las columnas cuando yo lo indique — Xorxaik veía a más soldados ingresar — Los enemigos tienen las armas de los soldados.

    — ¡Vamos, no hay tiempo que perder! — Natasha no quería que tuvieran tiempo de dañar a los prisioneros que quería rescatar.

    Guiados nuevamente por el ser de metal, los soldados humanos y el ryfier empezaron a correr a través de esa enorme sala en la que se encontraban solos. Repentinamente, una alarma empezó a sonar, y las luces que alumbraban y permitían ver el interior con claridad y nitidez se volvieron rojas y empezaron a parpadear. Esto, no obstante, no detuvo a los soldados, que querían recuperar a sus compañeros y a su comandante, por lo que, al no ver enemigos, siguieron corriendo al frente listos para una batalla.

    — ¡Desde atrás, han aparecido criaturas! — gritó el robot para dar la alerta.

    — ¡Mierda, disparen! — uno de los soldados del fondo gritó.

    Sin saber cómo había sido posible, desde la retaguardia se vieron atacados por criaturas sin inteligencia, los Deoren. Esto provocó que a los soldados de atrás no les quedara más opción que abrir fuego, dejando a los del frente y a los de en medio corriendo en solitario hacia su objetivo. Xorxaik no pudo detectar cómo una compuerta en el fondo de la sala se había abierto tras ellos dado a que mantenía sus esfuerzos en alcanzar a los soldados de la humanidad que debían ser rescatados.

    — ¡Cúbranse! — el robot dio la señal.

    Natasha, Faron y Thomas corrieron a esconderse tras él. Mientras que Allecreod y otros soldados se tuvieron que cubrir en las columnas que tenían cerca. Al mirar al frente con dificultad pudieron ver como unos seres disparaban en contra de ellos. Cinco de los Dair, los que iban armados, tenían a los humanos cautivos como escudos para defenderse mientras se acercaban cada vez más hacia los intrusos que aparecieron de la nada en su mundo. Los otros que simplemente se dedicaron a liberarlos, corrieron a esconderse para estar a salvo de ese ataque.

    Los soldados veían como esos seres tan extraños se acercaban cada vez más, disparando constantemente contra Xorxaik, sin saber que a un ser así no lo podrían doblegar con balas de ese tipo de rifles. Ace y los cuatro soldados que estaban siendo usados como escudo humano no ponían resistencia. Veían como los Dair solamente malgastaban balas de calor sin saber que eso provocaría un sobrecalentamiento en los rifles y los dejarían inutilizables durante unos momentos, el cuál sería aprovechado por estos para golpearlos y así generar la oportunidad a sus rescatistas para ejecutarlos.

    Los Dair, sin saber que sus acciones no acabarían bien, siguieron disparando contra Xorxaik. El ver a un ser tan enorme avanzando al frente les dio la idea de que debía ser el más peligroso entre sus enemigos. Y tal como lo estaban esperando, llegó el momento en el que los rifles se sobrecalentaron. Ninguno de ellos fue capaz de comprender nada, solamente vieron con temor como las armas ya no disparaban a los enemigos.

    — ¡¿Qué sucedió?! — el Dair que tenía sujetado a Ace preguntó con ira — ¡¿Por qué ya no…

    Sabiendo que ese era el momento, Ace le pegó un cabezazo a su captor. Lleno de furia por haber estado retenido sin comida ni bebida todo ese tiempo, y con la alegría de saber qué había llegado su momento para ser rescatado, lo siguiente que hizo fue propinarle un rodillazo potente en el estómago, para luego darle otro cabezazo que derribó a su enemigo al suelo.

    Los otros soldados de su unidad que quedaron cautivos no recurrieron a lo mismo, solo realizaron una embestida con el cuerpo contra los Dair y se separaron se esa posición.

    — ¡Ahora, están indefensos! — gritó el comandante corriendo hacia los laterales y apartándose de la línea de fuego.

    — ¡Qué no queden con vida! — Natasha no les perdonaría el haber usado a los humanos como un escudo de carne y hueso.

    Natasha, Faron, Thomas, Allecreod y un soldado que se encontraba cerca del soldado Delleo, salieron de sus coberturas eligiendo un blanco cada uno. Con deseos de exterminar a esos enemigos y poder llevarse a los prisioneros de vuelta al planeta Edagr, dispararon sin apuntar de forma precisa contra los Dair. Algunas balas que salieron de sus armas impactaron contra las armaduras, pero no hicieron falta más de diez segundos para que finalmente los soldados pudieran dar en la cabeza de sus enemigos.

    Las balas impactaron en los cráneos frágiles de esos seres tan extraños para los humanos, lo que provocó que la sangre salpicara el piso mientras las balas atravesaban la piel y el hueso para llegar al cerebro, eliminando cualquier rastro de vida en sus cuerpos.

    Tan solo quince segundos después, los Dair que planeaban defender su hogar de los invasores humanos, que habían acudido a ese mundo para recuperar a quienes habían tenido la mala fortuna de quedar atrapados allí, estaban tumbados sin vida en el suelo.

    Desde atrás de la primera línea, algunos soldados gritaron entusiasmados al saber que habían llegado a tiempo para poder rescatar tanto al comandante como a los otros soldados que quedaron junto a él. Pero su festejo se cortó cuando, de forma repentina, el sitio en el que estaban se puso a temblar a la vez que una alarma con un sonido realmente potente empezó a sonar, inundando por completo el lugar con aquel ruido ensordecedor. Las luces del interior de aquel complejo sumergido, las cuales mantenían su color original desde la entrada de los humanos, se tornaron de un color blanco; lo cual les permitiría a todos los presentes allí ser conscientes de lo que iba a suceder a continuación.
     
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