Ciencia ficción La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 9 Julio 2023.

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  1. Threadmarks: El daño que has causado
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    5744
    Saludos. Aprovechando el tiempo que tengo en el inicio de semana, voy a publicar el capítulo 11 de la historia. Por cuestiones de tiempo, la guía de personajes y la cronología no serán actualizadas por el momento.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su constante presencia en la historia semana a semana y por las leídas en simultáneo que tenemos por Discord. Y aunque este finde nos sea imposible juntarnos por Discord, estaré ansioso de juntarme a la brevedad con él para seguir explorando los universos ficticios que construimos. Espero le guste este capítulo.

    Sin más para decir, dejo el capítulo para que lo disfruten.



















    El daño que has causado:

    — No entiendo qué es lo que quieres de mí — Ace se mostraba molesto ante los dos seres que tenía en frente, tratando de camuflar un poco su miedo, pensando que si se mostraba muy asustado no descubriría nada — ¿No deberías tomar un poco más de mi sangre para poder realizar un mejor análisis?

    — ¿Y correr el riesgo de que la densidad de tu sangre dañe mis máquinas? — el que respondía a lo que se llamaba Dis fue el que contestó la pregunta de Ace — Nada de eso. Con estas pocas gotas me basta y me sobra. El análisis va a tardar mucho más en realizarse, pero seré paciente. No hay que precipitarme y provocar un desastre mayor. Quizá eso sea lo que tú y los demás que te acompañan están deseando.

    A Ace le parecía increíble la forma en la que estaban diseñadas sus caras. Es como si no contaran con músculos faciales para otra cosa que no fuera mover la boca o parpadear. Solo podía ver expresiones neutrales a través de ellos, y eso lo aterraba un poco. Escuchar palabras tan tenebrosas viendo como esos seres dejaban una expresión neutral en sus rostros era algo que Ace no se había encontrado antes. Lo único que tenía hasta ese entonces era que planeaban utilizar su cuerpo para alimentar a seres vivos, pero que tenían que hacerle un análisis de sangre primero. No tenía idea de qué era Dis, ni Dozern, ni mucho menos un Deoren, como lo que había pronunciado uno de ellos hasta hace poco. Necesitaba más información para decidir qué hacer. Quedarse allí solo era una garantía de que sería asesinado para ser usado como alimento para las especies que habitaban allí.

    Supo que su tiempo con vida era limitado si se quedaba allí sin hacer nada, y claramente, no les iba a conceder esa clase de privilegio. No tenía la más mínima intención de quedarse allí siendo que en su casa tenía a su esposa y a su primogénito esperando su regreso. Pero si quería salir de allí tendría que jugar mejor su papel de prisionero desconcertado. Ser menos desafiante y quizá un poco más colaborativo. Necesitaba que le brindaran algo de información, para que al menos él pudiera tener un indicio en el cual empezar cuando saliera de allí.

    Dis, pronto miró a Dozern y le dio una orden sin haberle dicho una sola palabra.

    — Haz lo que te corresponde, Dozern — Ace notó cierta hostilidad en esas palabras — Yo iré a poner la sangre de este ser en el aparato. Y luego haré lo mismo con el resto. Te dejo el trabajo con este a ti.

    El que respondía al nombre de Dozern, uno que Ace jamás había oído y le parecía muy extraño hasta para ser de una simple especie extraterrestre, asintió con la cabeza y miro como su compañero marchaba hacia la salida. Cuando la puerta se abrió, este la atravesó con prisa, como si sintiera que así las cosas fueran a mejorar. Al cerrarse, el comandante supremo de la humanidad quedó solo con uno de esos seres, por lo que supuso que quizá podría aprovechar ese momento para recabar más información.

    — ¿Tu nombre es Dozern? — Ace preguntó con gentileza — Pareces alguien más razonable que él.

    — Creo que no es la primera vez que pronuncias esa palabra — decía mientras se acercaba para sentarse frente a él — ¿Qué es lo que significa “nombre”?

    Ace supo que había un detalle que había que tener en cuenta tan pronto escuchó decirlo esa clase de cosas. La cultura de esos seres era muy diferente a la suya. Si ni siquiera sabían lo que era un nombre ni para qué servía, estaba claro que sus especies no solo estaban en mundos diferentes en un sentido geográfico. Sin embargo, eso quizá le serviría para su propósito. Ace decidió responder a su pregunta.

    — El nombre es la forma en la que nos identificamos — Ace le respondió con amabilidad — Mi nombre es Ace Lakor. No hay ningún otro Ace Lakor entre los míos. Así es como puedes hablarme y decirme algo a mí si no deseas que los demás se enteren.

    — Aquí lo que nos identifica es nuestro oficio y nuestro número — el Dozern le explicó pasivamente — Dis es el líder absoluto de nuestra especie. Yo estoy un escalón por debajo de él. Ejerzo el cargo de Dozern junto a otros dos Dozern más. Mientras que Dis manda sobre todos nosotros, los Dozern nada más tenemos poder sobre los Dair, y sobre los más jóvenes de la especie, que son los Dairi.

    — ¿Por qué me estás contestando todo eso? — Ace necesitaba ver si se debía a algo que podía aprovechar.

    — No veo que haga ningún daño contártelo, no es cómo que puedas comunicarte con los tuyos — fue la respuesta del Dozern que tenía delante — Los que cayeron junto a ti a las trampas están aislados. Y el resto que te acompañó se han ido en ese enorme aparato que flota sobre el agua y el aire.

    Ace se dio cuenta de que ahí estaba la ventaja que necesitaba. Los miembros de esa especie le acababan de confirmar lo que él ya pensaba, que su nave se había ido de regreso a su casa. Pero no tenía forma de saber que él era una persona por la que podrían llegar a volver a ese mundo. La razón por la que estaba dispuesto a darle información tan gratuita era el hecho de que creían que él estaba abandonado por su especie. Por lo tanto, solo tenía que asegurarse de mantenerse así, y de esa manera podría obtener todo lo que quisiera saber, o al menos, le darían la posibilidad de preguntar.

    — ¿Flota y vuela sobre el agua y el aire? — Ace quiso desviar el tema, creyendo que su pregunta inicial podría ser sospechosa — Eso es una nave espacial. ¿Ustedes no tienen idea sobre el concepto del universo?

    — ¿Nave qué? — el Dozern sabía que su conversación estaba siendo grabada, y quería que soltara más información — ¿Espacial? ¿Por qué le pusieron ese nombre?

    — Tú no sabes nada de mí, y yo tampoco sé nada acerca de ti y los tuyos — Ace respondió — Será difícil que nos comuniquemos bien de esa manera. Así que, empecemos desde el principio. ¿Qué es lo que están haciendo aquí en esta estructura? ¿Por qué era tan importante el agua para ustedes? ¿Qué tipo de daño he causado a su ecosistema? Cuéntame eso, y así yo sabré más con quien estoy tratando, y mis respuestas tendrán más sentido.

    El Dozern, sin saberlo, creía que Ace estaba dispuesto a dar toda esa información por el simple hecho de querer prolongar su vida un poco más de tiempo. Tal y como el comandante supremo quería, mordió su anzuelo, y estaba dispuesto a decirle todo lo que él quería saber. Se creyó que él no tendría reparo en ayudarlos, por lo que consideró prudente que contestarle sería lo mejor. Fue así como, con total ingenuidad, cayó sin esfuerzo ante lo que él quería.

    — Hace generaciones atrás, este mundo no era solamente una masa de agua — el Dozern empezó a explicarle — Nuestro pueblo, los Dimaorion, vivían una vida totalmente diferente. La superficie de este lugar daba paso a mayores extensiones de tierra, rodeadas por masas de agua enormes donde podías encontrar glaciares gigantescos flotando sobre las mismas. Pero entonces, el calentamiento global se hizo presente. Nunca supimos de donde provino, pero este planeta vio un incremento hacia temperaturas altísimas, y eso provocó que todo el hielo se derritiera. El agua no tardó mucho tiempo en cubrir casi todo lo que había en este mundo. Algunos de nuestros antepasados se lograron salvar al ocultarse en los edificios más altos que antes había aquí, aquellos donde la presión del agua no era lo suficientemente fuerte para provocar desastres. Con el paso del tiempo, los Dimaorion se fueron reduciendo cada vez más hasta que solamente quedamos los pocos que estamos ahora en este sitio — Ace supo que eso sería una preocupación menos para su escape — Y como si fuera poco, cuando los glaciares se derritieron, un virus ancestral que se creía que solo era una leyenda fue liberado. A causa de este virus, cada vez que uno de los nuestros muere, en el cerebro se forma una especie de parásito capaz de controlar sin problemas un cuerpo sin vida. Este parásito reactiva el cerebro y empieza a ocasionar que los que deberían estar muertos puedan caminar libres por el mundo, aterrorizando a los vivos.

    Ace entonces supo que las criaturas tan salvajes que habían atacado a los suyos al momento de haber llegado tenían que ser esos seres. Por la forma en que lo comentaba, le daba la impresión de que estaba ante lo que podría ser lo que en la ficción que él a veces leía de pequeño era conocido como zombis. Muertos que por algún motivo podían regresar a la vida. Y por lo que le decía el Dozern, estos eran muy agresivos.

    — ¿Zombis? — Ace lo preguntó con un poco de incredulidad.

    — ¿Qué es un zombi? — el Dozern no sabía de lo que estaba hablando — ¿Ustedes también se las han visto con casos como estos?

    — No exactamente, al menos no en la vida real — Ace le contestó con calma, viendo que iba bien por el momento — Solo son leyendas, tal y como lo eran para ustedes en su momento. Y ese es el nombre que nosotros les damos.

    — No, nosotros los conocemos como Deoren — el Dozern le respondió.

    Ace supo que había escuchado esa palabra antes, y no tardó demasiado en recordarlo. El Dis le dijo que si su sangre no era apta para servirle de alimento a los peces, su cuerpo sería arrojado a los Deoren, lo que quería decir que él podría encontrar la muerte de una forma en que él creía que únicamente estaba destinada a personajes en las películas de terror y los libros que él había visto en su infancia. Eso, por más escalofriante que parezca, le llenó de dudas la cabeza.

    — ¿Por qué le dan de comer a los Deoren, si se supone que están muertos? — Ace necesitaba saber la razón.

    — Desde el momento en el que las vidas de nuestro pueblo cambiaron, tenemos un único objetivo para realizar en estas — explicó quien hablaba con él — Preservar a nuestra especie hasta que nuestro mundo regrese a ser un lugar en el que se pueda volver a habitar la superficie… o hasta que podamos encontrar una salida de aquí. Y para la preservación de la especie necesitamos cada gramo de información genética que podamos aprovechar. Los Deoren, aunque no estén vivos, siguen siendo una fuente de genes que se pueden utilizar para la fabricación de más Dimaorion. Sin alimento, sus cuerpos muertos se pudren rápido. Pueden comer casi cualquier cosa, pero entre ellos no se comen hasta que el cuerpo deja de moverse.

    — ¿Dijiste fabricación de más Dimaorion? — Ace se vio confundido con esas palabras — ¿Cómo es esa fabricación?

    — Hace generaciones que ya no nos reproducimos de manera natural entre machos y hembras de la especie — contestó aquel ser — Los apareamientos pueden traer enfermedades en algunos casos, y esas enfermedades dañan el código genético de nuestros cuerpos. Es por eso por lo que los Dimaorion ya no nacen de forma natural. Con ADN de ambos sexos, realizamos estudios de compatibilidad y así es como mezclamos los genes que tengan mayor compatibilidad en las incubadoras. De manera que podamos producir nuevos miembros fuertes y aptos para mantener la misión de preservar a la especie con vida. Por lo menos, hasta el día en qué podamos escapar de aquí.

    Fue en ese momento en el que Ace sentía que las cosas empezaban a tener sentido. Por esas mismas razones no usaban nombres para identificarse, puesto a que los que estaban frente a él no eran seres nacidos para vivir. Solamente eran entidades que habían sido fabricadas con un propósito que no se trataba de buscarle sentido a la vida. No formaban familias, ni lazos personales, ni mucho menos vínculos sociales. Eso podría explicar el motivo por el cuál el Dozern que tenía en frente se mostraba tan abierto a darle información a él. Quizá llegó a creer que sus situaciones eran similares, y que, al igual que él, Ace había nacido con el único propósito de preservar a su especie.

    Sin pedírselo, y sin tiempo a seguir preguntando, el Dozern continuó con su charla. Ace estaba descubriendo bastante, y aspiraba a poder descubrir mucho más.

    — Cómo imagino que sabrás, una forma para que una especie prospere es mediante el alimento — explicaba él — Condenados a vivir aquí abajo en las profundidades, el único alimento que nos quedó disponible era la carne de los peces que habitan en las aguas. Pero como toda la vida acuática se vio afectada a raíz de la subida del nivel del agua, lo peces más grandes empezaron a devorar a los pequeños. Tuvimos que intervenir si no queríamos perder la fuente de alimento más sencilla de conseguir. Con un gran esfuerzo, conseguimos desarrollar tecnología apropiada para crear trampas a lo largo de las proximidades. Aislamos a los peces pequeños de los grandes, y mantenemos secciones separadas para que puedan prosperar dándoles alimento artificial que les permite desarrollarse en condiciones óptimas. La tecnología que hemos desarrollado tiene la capacidad para mantener el agua fría pese al enorme calor sofocante que cae sobre este mundo. Eso los atrae hasta nosotros, y son capturados y llevados a esas reservas particulares, donde son criados hasta que pueden convertirse en alimento… Todo eso funcionaba bien, hasta que ustedes aparecieron.

    — Imagino que ese es el daño al ecosistema que el Dis dice que hemos provocado — Ace quería ver si podía mostrarse algo empático con ellos — Pero no soy capaz de comprenderlo aún.

    — Con toda el agua que robaron, las máquinas que regulan la temperatura se vieron afectadas en gran medida — le respondió aquel ser — Sufrieron descomposturas que provocaban elevaciones y descensos desmedidos de temperaturas, y varios de los peces que teníamos en las reservas murieron. Por eso mismo es que serás utilizado para servir como alimento para los peces si es que tu sangre no porta sustancias toxicas para ellos. Solo quiero saber, ¿por qué aparecieron para robarnos el agua? ¿Por qué ocasionar tanto desequilibrio en nuestro ecosistema? Tengo la certeza de que nunca habíamos conocido a los tuyos antes… Fue un ataque para eliminarnos, pero no entiendo el motivo.

    Ace supo que, con esa clase de preguntas, se había terminado la información que le iban a proporcionar de forma gratuita, lo cual era un problema para él. Si bien había aprendido quienes eran y a quienes les tocaba enfrentarse, no tenía idea de cómo iba a salir de aquel lugar, ni mucho menos información más importante como los números que estos tuvieran a disposición. Siendo que fabricaban a los suyos en laboratorios, podrían ser pocos o una cantidad inmensa. De lo que tampoco tenía conocimiento era de su arsenal para defenderse. Y para peor, notó que su rifle había sido robado. No consideraba prudente un intento de escape, puesto a que ni siquiera tenía idea de si sus acompañantes que cayeron junto a él seguían vivos o si estaban retenidos cerca.

    Viendo que su interrogador tenía tiempo sin quitarle la vista de encima, supo que tenía que responderle rápido. Pero dado a que era su turno de revelar información sobre la humanidad, debía tener mucho cuidado. Si daba mucha información, podría terminar siendo peligroso para quienes venían en su rescate, si es que alguien alguna vez aparecía para eso. Él confiaba en que sus amigos más cercanos vendrían en un intento de al menos recuperar su cuerpo, siendo que él era una persona importante del ejército.

    Sin más tiempo para poder pensar en su condición, se obligó a sí mismo a responder.

    — A diferencia de ustedes, nosotros vivimos una vida muy diferente — Ace le contestó al Dozern — Más de lo que te imaginas. En nuestro mundo no ha sucedido lo que ha acontecido aquí.

    — ¿Ustedes vienen de un mundo diferente? — el Dozern le preguntó — Teníamos la hipótesis de que ustedes eran una nueva forma de vida que se desarrolló en este mundo tras los efectos del cambio climático. ¿Quiere decir que esa nave espacial de la que me hablaste es la que les ha permitido llegar hasta aquí?

    Ace notaba en su voz un ligero tono de emoción, como si estuviera hablando con un niño pequeño a punto de obtener algo que él deseara bastante. Con cada segundo que pasaba, más se lamentaba por estar allí abajo. Habiendo tanta diferencia entre ambas especies, lo único que sentía que le mantenía con vida era el hecho de que su sangre no había sido analizada por completo. Se sentía atemorizado con cada respuesta que daba.

    — Es correcto — el comandante Lakor le respondió — Con esa nave fue que logramos llegar a este planeta desde el nuestro.

    — ¿Por qué venir aquí a causar…

    — No vinimos a eso — Ace estaba harto de ser acusado de esa forma — Tuvimos un problema en nuestro mundo. El agua con la que los nuestros subsistían se vio contaminada. Nuestra población enfermaba, y algunos hasta morían. Por eso nos pusimos a investigar el espacio hasta que encontramos este planeta. Tenía tanta cantidad de agua que creímos que realizar una extracción aquí no sería un problema. No creímos que nadie pudiera vivir aquí. Por eso nos llevamos toda esa agua. Para así poder ayudar a nuestra especie. No teníamos intenciones hostiles con ustedes.

    — Veo que tu mundo y el nuestro tienen sus problemas — el Dozern empezó a tener una idea — Pero ustedes no están condenados a quedar atrapados, a diferencia de nosotros. Y todo por esas naves espaciales… Dime, ¿puedes compartir tu conocimiento con nosotros y ayudarnos a construirlas?

    — Temo que yo solo manejo las naves espaciales, pero su construcción requiere de conocimientos que ni yo ni los que vinimos aquí tenemos — Ace fue sincero sin miedo ante el Dozern.

    — Es una pena, entonces — por primera vez desde que empezó la conversación, el Dozern sospechaba que Ace le mentía — En ese caso, tanto tú como nosotros nos quedaremos en este mundo. Con la diferencia de que nosotros seguiremos viviendo, mientras que tú simplemente te limitarás a morir para compensar todo el daño que han causado cuando nos robaron toda esa agua que nos era necesaria para mantener nuestra vida aquí.

    Ace sentía en su voz que su captor se sentía ofendido. El Dimaoreon que tenía frente suyo se puso de pie y luego de acceder un par de comandos en el tablero que había en la pared, los cuales el comandante supremo pudo observar atentamente, la puerta de salida de aquella sala se abrió, y eso le permitió abandonar el sitio para dejar a Lakor totalmente solo en una habitación en donde la luz pronto se fue haciendo cada vez más tenue.

    El comandante no tenía idea de por qué había reaccionado de esa forma tras su respuesta, pero supo que ya no podría tener más información para usar en su favor. Si el Dozern, por lo que recordaba, era uno de los segundos al mando en ese mundo, probablemente los otros miembros en la jerarquía que seguía dicha especie no tendrían autorización para entrar a verlo.

    — Tengo que salir de aquí como sea — Ace lo pensó rápidamente — Sé que no me abandonarán aquí. Van a regresar, aunque sospechen que estoy muerto, alguien querría volver para que mi familia tuviera un cuerpo que enterrar… No tengo idea de cuando ese análisis a mi sangre acabará, pero cuando acabe, mi vida llega a su fin, porque seré alimento de un pez o de esos malditos monstruos muertos en vida…

    Meditó un poco sobre cuál sería la mejor ruta de acción. Tenía varias posibilidades por tomar. Liberarse de sus ataduras y escapar abriendo la puerta con los mismos comandos que utilizó el Dozern que estuvo con él era una. La otra era simplemente liberarse y patear la puerta para captar la atención de los demás, con la esperanza de que enviaran un guardia armado y que pudiera de esa manera retirarle su arma para luchar y así buscar a sus otros compañeros. Una tercera y última eran simplemente abandonar la sala por su cuenta y hacer un alboroto para que sus compañeros revelaran su posición. Cualquiera de esas terminaría en un caos inmenso y provocaría enfrentamiento directo en un sitio donde él, en el mejor de los casos, tenía a cuatro soldados más para que lo apoyaran a escapar. Pero sabía que no hacer nada era simplemente quedarse esperando a la muerte, por lo que entonces decidió arriesgar.

    — Trataré de escapar sigilosamente y me escabulliré como pueda hasta robar un arma — Ace pensó que sería lo mejor — Ya sea que recupere la mía, o que tome prestada una de las que tengan aquí, necesito ahorrar energía para casos de emergencia. Siendo que estas ataduras en mis manos son muy sólidas, solo podré romperlas al debilitarlas un poco con mi energía.

    El riesgo de hacer lo que estaba en su mente era muy alto, y él sabía que, si se dejaba acorralar, probablemente lo matarían y lo usarían para alimentar a los Deoren directamente y sin esperar más tiempo a que el análisis de sangre terminara. Pero no se podía quedar quieto. Si esperaba demasiado tiempo, terminaría muerto en vano, y no importaría nada si sus amigos elegían regresar para buscarlo. Tenía en claro que había un motivo por el cual tenía que salir de allí.

    — Agustina… Arick — el comandante supremo pensó en su familia, antes que nada — Lamento mucho todo esto. Deben estar muy preocupados por mí… Pero voy a regresar a casa. Voy a abrazarlos con todas mis fuerzas, y ya nunca más me volveré a separar de ustedes. Mientras tenga un gramo de fuerza en mi cuerpo, voy a luchar para estar a su lado. No voy a permitir que me alejen de ustedes. No sobreviví a la guerra contra los edagrianos para permitir que estos refugiados subacuáticos me usen de alimento para el desarrollo de sus especies.

    Con la mente puesta en el objetivo de regresar de vuelta a casa con su familia, Ace puso en marcha su plan. Aún inmóvil desde el sitio donde lo habían dejado, empezó a concentrarse para así poder acumular energía en sus manos y ver si eso conseguía algún efecto debilitador en las ataduras que lo restringían. Sin embargo, por más que se esforzó, le era imposible hacer lo que tenía en mente. Ace se llevó una sorpresa muy desagradable cuando sentía que por los poros de su piel no circulaba energía en forma de calor.

    Aterrado y sin saber por qué, lo volvió a intentar. Concentró su mente en alcanzar ese objetivo, para que así en sus manos pudiera materializarse ese calor que le ayudaría con su escape, pero nuevamente volvió a quedarse en la nada.

    — No… — pensó el comandante Lakor, bastante aterrado al ve que no funcionaba — Pero… yo utilizaba mis poderes antes de venir aquí. ¿Por qué ahora no está funcionando?

    Con horror creciente, el comandante seguía intentando lo mismo solo para terminar con el resultado inicial. Desde sus manos ya no brotaba ni una sola pizca de esa energía que él usaba para los casos de emergencia en las batallas. No entendía por qué algo como eso estaba sucediendo hasta que un pensamiento le cruzó rápido la mente.

    — No es posible — Ace recordó entonces algo que un médico le había dicho en el pasado — He perdido el conocimiento muchas veces en muy poco tiempo desde que obtuve estos poderes… Cuando sufrí el infarto, en una pelea contra los garak, en la misión de Emiv, cuando enfrenté a Kenegar… y ahora. No puede ser posible, ¿será eso lo que ha sucedido con mi poder? ¿He recibido tantos daños en mi cabeza que me han hecho perder esta habilidad para poder disparar energía?

    Tras pensar en esa posibilidad, Ace se dio cuenta de que eso era lo más lógico. Agustina terminó perdiendo sus poderes tras exponerse a sí misma a una descarga muy potente de energía, la cual también la dejó inconsciente y al borde de la muerte por lo que supo. Mientras que ella lo perdió todo en una única ocasión, su caso era más gradual. Sin intenciones de rendirse, el soldado pensó en su familia queriendo que eso despertara algún impulso de adrenalina que pudiera darle acceso a ese poder, pero era totalmente inútil. Tal y como lo supuso, el calor ya no podría salir de su cuerpo.

    Había perdido su poder, y luego de ver que Agustina no lo pudo recuperar, supo que era definitivo. La última carta para los casos más extremos se le había arruinado, y no en cualquier momento, sino en uno de lo más crítico posible. No tenía cómo huir sin la energía, y al pensar en eso, la desesperación se apoderó totalmente de él. Preso del miedo de que sus minutos estaban contados y que podría morir solo con la orden del Dis, empezó a forcejear con ambos brazos para ver si podía forzar las ataduras hasta romperlas.

    Quiso incorporarse para realizar la mayor presión posible, pero solo lograba hacer ruido sin conseguir ningún efecto más. Esas ataduras que lo encadenaban eran muy sólidas para que un cuerpo como el suyo les pudiera causar un daño considerable para poder quebrarlas con facilidad. Ace empezó a sudar de los nervios por saber que podría terminar convirtiéndose en comida en cualquier minuto.

    De repente, aquel ventanal oscuro por el cual no se podía ver nada se iluminó totalmente, generando un destello que cautivó la atención del comandante supremo. Este se vio sorprendido por eso, llegando a preguntarse si lo habían activado para intimidarlo o si se trataba de un mecanismo que pudo haber accionado sin querer, aunque esa probabilidad le parecía menos creíble.

    Fue entonces cuando por fin pudo ver a través de él. El agua se veía con claridad gracias a una luz blanca que iluminaba desde el exterior de aquel ventanal, pero ese no era el objetivo que tuvieron los Dimaoreon al encender las luces. Ace, de pronto, se vio sorprendido cuando vio a un enorme pez aproximándose hacia él. Se veía pequeño a la distancia, pero a medida que este nadaba para acercarse hacia la luz que había aparecido repentinamente, se notó un tamaño inmenso.

    Cuando lo tuvo al frente, el pez le causó una expresión de temor muy grande. Era más pequeño que una ballena azul por tan solo muy poco. Un tiburón blanco adulto de la Tierra o incluso una orca no podrían hacer nada si tuvieran que enfrentarse a un pez así. Tenía una mandíbula enorme la cual abrió y así pudo mostrar al humano esos dientes tan gruesos que probablemente destrozarían el metal en segundos. Al pasar cerca del ventanal, el pez habría la boca y evitaba el contacto con el cristal moviéndose hacia los costados. Repitió esa acción unas tres veces hasta que, sin motivo aparente, realizó una embestida contra el vidrio. La sala donde estaba Ace se sacudió durante un segundo, y el cristal de aquel ventanal produjo una pequeña vibración.

    Ace temía que el vidrio pudiera ceder, pero pronto pensó que, si terminaba sucediendo, el lugar en el que él se encontraba se llenaría de agua y perderían un cuarto de forma innecesaria. Supo que eso fue hecho con el fin de que el animal acuático se volviera violento, pero eso no quitaba el hecho de que le diera mucho miedo ver a una criatura tan enorme embestir tan frenéticamente el cristal que estaba en el exterior.

    Esa luz que se encendió se apagó con la misma rapidez, y aparentemente, el animal se tranquilizó. Si bien, a oscuras ya no lo podría ver, el no sentir los golpes le indicaba que se había marchado o que se había cansado. El comandante supremo sabía que estaba siendo observado, y que quizá esa fue una señal de que debía mantenerse quieto, y que, de no hacerlo, las cosas podrían llegar a ponerse feas para él.

    Sin el poder de disparar energía, la tristeza, la desesperación y el miedo le bajaron los ánimos de tal forma que solamente pudo sentarse en silencio y pensar en el lúgubre futuro que le esperaba si nadie lo auxiliaba.

    — No puedo creer que me haya pasado esto… — el comandante entonces pensó en su familia — Tenías razón, Agustina. No tendría que haber venido a este lugar… Espero que alguien sea capaz de rescatarme de este mundo, y te pido perdón por haber terminado así. Ahora mismo, mi vida ya no está en mis manos. Lo único que quiero es escapar de este lugar y volver a casa contigo y Arick. Y no podré hacerlo por mi cuenta… Perdóname por esto. Si consigo escapar de aquí, te juro que no me volveré a separar de ti ni de nuestro hijo.

    […]

    El Dis y dos de los tres Dozern estaban en una sala junto a algunos trabajadores Dair. En esa sala había un total de siete miembros de la especie que había recibido la no tan agradable visita de la humanidad a su mundo. Con el correr de las horas, los otros soldados que acompañaron al comandante Lakor habían despertado, y todos ellos habían sido interrogados. Como era de esperarse, cada uno de ellos dio respuestas diferentes sobre algunos temas, y hubo otros sobre los que directamente no hablaron.

    Sin embargo, había temas en los que todos los humanos cautivos habían contestado exactamente lo mismo, por lo que se habían dado a la tarea de recabar toda la información y hacer comparaciones para ver bien si podían sacarles algún provecho más a los humanos antes de decidir si los convertían en comida tan pronto como los análisis de sangre terminaran.

    La sala en donde se encontraban los siete Dimaoreon tenía una mesa con forma rectangular que en su superficie mostraba una pantalla con varias anotaciones que habían recolectado de sus interrogatorios con los humanos cautivos. En dicha pantalla se observaban dos columnas, en una tenían guardados los temas comunes que cada soldado había dicho, mientras que en la segunda estaban aquellos temas que nada más habían sido mencionados por uno solo de los soldados, siendo obviado por los demás. Así fue como supieron cosas importantes como que el nombre de su especie era “humanos” y que el planeta Edagr estaba a unos tres días de distancia del suyo.

    El último Dozern de los tres, el cual se encontraba ausente, seguía con su interrogatorio al quinto y último soldado humano, y por eso mismo, a ese tablero que tenían en la mesa se le iba sumando información nueva a cada minuto. Cuando llegó el momento en el que no se añadió nada más, supieron que el tercer Dozern no tardaría demasiado en hacer su acto de presencia ante ellos, y así fue.

    Tan solo un minuto después, el tercero de los Dozern apareció, y pese a que su rostro inexpresivo no lo mostraba, parecía tener buenas noticias para todos ellos.

    — ¡Tengo algo importante que comentarles! — la emoción le estaba ganando — ¡Terminé mi interrogatorio con el último de estos humanos, el cuál se volvió agresivo al finalizar nuestra conversación!

    — ¿Y por qué es que estás tan entusiasmado? — el Dis lo cuestionaba por eso — ¿Qué es eso tan importante que tienes para decirnos?

    — Ahora que veo el tablero, todos los humanos han mencionado una nave espacial en las conversaciones — comentó el tercer Dozern — Con un elemento así, podríamos huir de este planeta hacia otro sitio mejor.

    — Sí, pero todos han dicho que no tienen conocimiento para construirlas — el Dozern que estuvo con el comandante Lakor le contestó con pesimismo — Yo creo que es una mentira para no comprometer a su especie. Pero mentira o verdad, no nos sirve. No podremos tenerlas si no disponemos de la información.

    — No será necesario construirlas — esas palabras intrigaron a los demás — El ser humano que tú interrogaste se llamaba Ace Lakor, ¿no es así?

    — Sí, lo dejé anotado en el tablero — decía mientras señalaba ese apunte hecho — ¿Por qué importa su nombre? Es solo la forma en la que se identifican y se diferencian los unos de los otros.

    — Porque, aparentemente, su especie es diferente a la nuestra en sus costumbres — el tercer Dozern estaba listo para explicarlo todo — Por lo que pude saber, ellos no fabrican a sus descendientes en laboratorios utilizando combinaciones genéticas… No puedo comprender el concepto de relación o familia del que hablan ellos, quizá sea algo que nosotros dejamos atrás cuando este mundo nos obligó a cambiar… Pero él dijo que ese humano Ace Lakor es una persona importante en su mundo. Ocupa un cargo que se asemeja bastante al de un Dozern, pero no solo eso… Aparentemente, él es un ejemplar que ha estrechado varios vínculos con otros humanos. Mencionó algo acerca de “amistades” y “esposa” lo cual yo creo que son lazos emocionales que ha desarrollado con otros de su especie. Lo último que dijo es que todas esas personas que lo quieren y lo aprecian no lo iban a dejar abandonado aquí. Me aseguró que iban a regresar, lo que quiere decir solamente una cosa.

    — No pueden acceder a este mundo sin su nave espacial — comentó el Dis, teniendo una idea de a dónde iba la situación — Eso significa que van a traer ese artefacto hasta aquí. Y si conseguimos robárselos tan pronto como lleguen…

    — Habremos obtenido nuestro medio para huir de este mundo hacia uno totalmente diferente — el Dozern que pensó en eso se sentía feliz por ver que su idea fue comprendida fácilmente — Un viaje hacia un mundo mejor, y, por consiguiente, a una vida mejor. Lo que hemos estado buscando por generaciones finalmente está a nuestro alcance.
     
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    Manuvalk

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    Saludos amigo, siendo que esta semana ha sido una lectura atípica al no poder reunirnos este finde, espero y deseo que pronto podamos juntarnos para leer de nuevo en simultáneo. Mientras tanto, he aprovechado para leer el nuevo capítulo de esta semana y ha estado muy bien. Sin ser llamativo ni intenso, el capítulo ha transcurrido bien y ha sido ameno de leer. No ha pasado gran cosa, obvio, pero hemos obtenido revelaciones sobre estos nuevos alienígenas y su sistema de funcionamiento. Por ello, pasaré a comentar lo más destacado para mi. :eye:

    El capítulo se divide en dos bloques, siendo el primero parte del interrogatorio que Dis y Dozern (sus nombres me confunden un poco, más si cabe con los mencionados Deoren y demás XD) realizan con Ace, mientras que el segundo bloque es prácticamente el final, una breve escena que tiene como protagonistas a estos seres. Volviendo al inicio, el comandante supremo está bajo un claro interrogatorio. Dis y Dozern están presentes pero tras haberle dicho al humano lo que planean con él (esto en el anterior capítulo), el ser llamado Dis decide dejar a Dozern a solas con él. Ace ve así una oportunidad para tratar de sacar la máxima cantidad de información posible; lo mismo piensa el alienígena. Descubrimos que son una especie algo atrasada en algunos aspectos pero con cierta tecnología, que su mundo sufrió una especie de cambio climático (asumo que el Gran Exterminio de Hark influyó en la zona) y que los Deoren son como zombies, entre muchos otros detalles más. :dancecat:

    Estos seres lo tenían todo bien organizado hasta la llegada de la nave humana y su extracción de agua, lo que al afectar al ecosistema, jodió algunas cosas. Ace descubre que estos seres desconocen el viaje espacial, pero lo más llamativo es que estos mismos pretenden irse de su planeta debido a su ¿estado? Sea como sea, esto ya lo vemos al final, pero no me adelantaré. Antes, el comandante supremo responde a algunas preguntas de Dozern y una vez éste se marcha, el humano intenta un plan de escape que en su mente puede tener variaciones. Sin embargo, descubre que no puede usar su energía porque al parecer, quedarse inconsciente te resta el poder. Y es una forma un tanto peculiar de perder dicho poder, porque bueno, en el caso de la descarga sufrida por Agustina tiene cierto sentido, pero que por quedarte inconsciente pierdas esa habilidad se me hace un tanto extraño. No sin sentido, pero raro. Y al parecer, Lakor ha perdido esa magnífica habilidad que te puede sacar de más de un apuro (MALDITO, LE HAS QUITADO ESE PODER BADASS A MI BEBÉ :aniscream:) y no tiene manera de escapar, algo que termina por deprimirle con total lógica. Espero que sus amigos regresen pronto a por él.

    Finalmente, la escena donde estos seres aparecen. Vemos que están recopilando toda la información posible sobre los humanos que tienen capturados, hilando historias y buscando el sentido a lo que dicen sus rehenes. Para ser una especie algo atrasada no se ven nada tontos, porque pronto empiezan a conectar conceptos y terminan entendiendo que Ace es alguien muy importante y que de seguro volverán a por él. Una oportunidad perfecta para estos seres, para así tomar la nave y salir del planeta, algo que me recordó inmediatamente a los tryir cuando Black Meteor llegó a su mundo. Es curioso, ambas especies tienen el mismo propósito: huir de su mundo. Habrá que ver si estos corren el mismo destino que los tryir o les sale mejor. :yagami:

    En fin, ha sido un buen capítulo, lo he disfrutado como todos. Y deseo que el próximo lo podamos leer juntos. Te mando mucho ánimo con los estudios, que sé que te están cargando bastante con ello. ¡Hasta pronto! :/*-*\:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Saludos. Llegó la hora de publicar el capítulo 12. Dado a que estoy en la semana de exámenes, tengo poco tiempo, por lo que la cronología y la guía de personajes permanecerán desactualizadas al momento.

    Sin mucho más por decir, etiqueto a mi amigo Manuvalk para agradecerle una vez más por su presencia en la historia, y rezando para que este sábado podamos retomar las lecturas en simultáneo por Discord, que han hecho falta la semana pasada :)

    Dejo el capítulo.


















    Te buscaré hasta encontrarte:

    Tras aquella noticia que fue enviada a ellos por uno de los soldados más jóvenes del ejército, tanto Natasha como Alicia, Agustina, Gwyn y Thomas acudieron a la estación de trabajo. Tan pronto como entraron, Allecreod, quien solamente fue el vocero, sintió una enorme cantidad de presión encima suyo. Parecían ignorar el hecho de que únicamente había dado la información que él había recibido primero, y que, por lo tanto, no tenía responsabilidad en lo que dijo su colega.

    — Dime lo que sepas — Agustina fue tajante al hablar, ya que ni siquiera lo saludó.

    — Es Faron quien tiene cosas que decir — Allecreod levantó ambas manos al responder, gesto que aprendió de su convivencia con los humanos — Yo solo…

    — ¡Llama a Faron ahora! — Agustina le gritó con cierta hostilidad.

    Allecreod no se sintió muy alegre por esa contestación, pero podía llegar a entender dentro de todo por qué se encontraba tan tensa. Después de todo, ella y Ace habían formado una familia. El mismo destino que él quería para sus hermanos en el planeta Ryfier. Supo que, si se tratara de su madre, su padre se pondría igual, y viceversa también sucedería. Sin perder más fracciones de segundo, Allecreod entró en contacto con la nave de la humanidad que se había adentrado al espacio exterior para acudir a Hael Arunyn.

    La comunicación la primera vez no dio resultado, ya que no obtuvo respuesta. Sin decir nada, miró a Agustina, y al sentir una mirada fría que enlazaba tanto tristeza como miedo, el ex líder de los ryfier volvió a intentarlo. Para ellos, la segunda fue la vencida, y Faron logró contestar al llamado.

    — ¡Habla Zark! — contestó el soldado, creyendo que podría ser alguien importante sobre el asunto de Ace — ¡Lo siento, estuve en la enfermería un minuto!

    — ¡Faron, soy Agustina! — fue lo que dijo la chica, siendo la primera en soltar una palabra.

    — ¡Sé que tienes muchas preguntas! — Faron se lo veía venir — Yo tengo una antes. ¿Cuántos líderes están ahí?

    — Gwyn y Natasha la acompañan — Allecreod contestó directamente — ¿Por qué importa?

    — Porque necesito decirlo todo, y mientras más líderes haya mejor — Faron lo veía como una ventaja — Así muchos sabrán nuestra situación. Escúchenme, voy a explicar desde el principio. Ya llegaré a lo que sé sobre Ace. Y entiendo que estén nerviosos, pero lo tengo que contar. Es información militar de mucha importancia. Luego volveré al plan que me ha dicho Xorxaik.

    Fue de esa manera como los presentes, incluido Allecreod, escucharon atentamente las palabras de Faron acerca de la misión. El soldado trató de no omitir ni siquiera por accidente ningún detalle para que ellos comprendieran al cien por ciento lo delicada que era una situación como esa. Todo lo acontecido con la tropa cuando llegaron al planeta Hael Arunyn, supuestamente deshabitado según los archivos de Hark, hasta la parte donde los monstruos que salieron del agua hicieron su acto de presencia, causando poco más que bajas menores hasta que tuvo lugar la desaparición del comandante.

    Agustina y Natasha se sintieron muy tristes cuando escucharon que Ace había caído, aunque no estaba confirmado para ellas era innegable, en una de esas trampas. Sin idea alguna de a dónde podría llevar, y asustado dado a que no cayó acompañado por los demás soldados que iban con él. Gwyn y Thomas presionaban los puños con rabia. Cuando llegaron al momento del relato en el que Faron contó que estaba dispuesto a ir por Ace para luego ser atacado a traición por dos de sus compañeros, no podían evitar sentir asco hacia ellos dos. Entendían que Ace estuviera desaparecido, y que no se supiera nada de él. Pero atacar a quien quería salvarlo al mismo tiempo que simplemente enviaron un mensaje a casa para decir que él estaba muerto fue muy aberrante.

    Alicia no podía dejar de pensar en todas las cosas malas que habían ocurrido con ella desde que comenzó su misión en el espacio, no con Zenith, sino con su familia bajo las órdenes de Coast Trident. Parecía que siempre, sin importar a qué planeta acudieran, había un malentendido. Ella no recordaba una única ocasión en la cual el equipo explorara junto a ella un planeta sin correr casi ningún peligro. Y hoy el turno había sido para su gran amigo, alguien que la consideraba como una hermana. Ese sentimiento era mutuo, y se sentía muy mal por haber visto lo que le sucedió.

    Una vez el relato estuvo finalizado, Allecreod miró a todos los compañeros de Ace, solo para notar que Natasha y Agustina tenían lágrimas cayendo por el rostro. Pese a todo eso, se veían muy tranquilas, pero él entendía que no debía ser fácil para ninguno de ellos escuchar la historia oficial.

    — Faron, habla la comandante Fairin — Gwyn tomó la palabra rápidamente — Quiero que me envíes los datos de los dos soldados que te agredieron. No solo fue un ataque violento contra ti, sino que falsificaron noticias a su favor. Por eso serán degradados del ejército.

    — Te los enviaré en este instante — Faron sabía que era lo correcto — Iba a hacerlo sin que lo pidieran, pero ahora estoy más seguro que nunca.

    — Una vez termines, quiero que expliques tu plan para ir a salvarlo — Agustina sonaba muy desganada al decir eso.

    — A ver, Xorxaik y yo hemos concluido que este plan nos podrá permitir acceder al sitio al cual cayó Ace — fue lo dicho por el soldado — No hay forma de saber que está con vida o no. Soy optimista, pero Ace está desaparecido. Y eso, si bien no significa que está muerto, no implica que sí o sí vaya a estar vivo. Ni ahora, ni mucho menos en seis días cuando regresemos dentro de seis días.

    — Seis días es mucho tiempo, incluso para un humano con las características que poseemos nosotros — Natasha pensó en las peores posibilidades — No sabemos si Ace está en un sitio donde hay altas temperaturas, o si tendrá acceso al agua potable. No me gustaría tentar a la suerte con esto.

    — Pero tenemos la orden de llevar el agua de vuelta a Edagr, dada por el propio comandante Lakor en persona — comentó Faron, sin saber qué responder a eso — Por más que no esté, no puedo desobedecerle siendo una situación tan crítica. No sé cómo podríamos…

    — Dile a Xorxaik que busque algún planeta que esté en el medio entre Hael Arunyn y Edagr — fue la respuesta de Natasha, que no se detuvo a pensar su idea más tiempo — Nos esperarán allí, así podremos ir a Hael Arunyn en solo tres días. Ambas naves van a descender, y luego tú y todos los de tu nave que quieran ir a prestarnos una mano podrán entrar a la nave que llevaremos nosotros. Partiremos tan pronto como tengamos organizados a los soldados y cuando tengamos lo que les haga falta para esto.

    Toda la sala quedó en completo silencio con esas palabras dichas por la comandante Zafiro. Ella, con miedo a que Ace pudiera no soportar una espera de seis días hasta que alguien lo fuera a rescatar, decidió que lo mejor sería tardar lo menos posible en ir a ese mundo repleto de agua para salvarlo. Gwyn y Thomas estaban impresionados con ella, mientras que Alicia sonreía con orgullo al verla con tal determinación. Agustina, dentro de sí misma, sentía una gratitud enorme con ella. No se le habría ocurrido algo así a ella, pero cierto era que su idea les causaría un gran beneficio a todos los soldados atrapados allí, más allá de a Ace.

    Allecreod, que nunca tuvo oportunidad alguna de ver a Natasha tomando una decisión como esa, se impresionó en gran medida por lo que ella había logrado resolver en poco tiempo. Incluso él estuvo pensando en alternativas para acortar el tiempo de viaje hasta que pudieran llegar hasta el comandante Lakor, pero no lo había podido lograr. También estaba el adicional de que él tenía que trabajar al mismo tiempo que pensaba, pero no quitaba mérito a la comandante por habérsele ocurrido tan pronto.

    — Por algo usted es comandante y yo soy un soldado — Faron elogió a la comandante por esa decisión — Asombroso. Mis compañeros harán que Xorxaik nos busque un planeta intermedio ahora mismo. Yo les explicaré lo que hace falta para poder ir en su rescate.

    Nuevamente, la sala quedó en silencio, para poder así escuchar las ideas que Faron iba a llevar a la mesa de discusión, cortesía de lo que Xorxaik tenía para él tras haber podido detectar una señal pequeña en aquel mundo repleto de agua, donde las pocas extensiones de tierra firme no albergaban demasiada seguridad.

    — ¿Un repetidor? — Thomas lo pensó — ¿Solo eso hace falta?

    — Según Xorxaik sí — Faron contestó, queriendo recalcar que el plan no fue idea suya — Con eso podremos invadir su red, llegar a su sistema y Xorxaik nos guiará a través de ese sitio, sea lo que sea.

    — Quizá Nick pueda conseguir algo así — pensó Alicia, recordando al ingeniero — O si no, un colega suyo. Hay que hablarlo con él.

    — Yo lo haré ahora mismo — Natasha estaba decidida a contactarlo — Gracias por todo, Faron. Mantennos informados acerca del hallazgo de algún mundo intermedio. Partiremos tan pronto tengamos algo certero.

    — Un placer poder hablar con ustedes — Faron sonaba aliviado — Pero recuerden que, aunque yo también quiera que Ace regrese, no hay garantías de que esté vivo.

    Claramente, él no lo decía con malas intenciones para los presentes. El optimismo y la esperanza eran buenos, pero no si reemplazaban la realidad y la crudeza de la situación a la que se iban a enfrentar. Habiendo cortado el contacto con él, Natasha habló con el grupo.

    — Bueno, es hora de decidir quienes vienen conmigo — la comandante no perdió tiempo en eso — Yo comandaré a mi unidad para ir por él.

    — Lógicamente yo voy — Agustina fue la primera en ofrecerse.

    — No, Agustina, tú no deberías hacerlo — Natasha le quería convencer — No tenemos idea de a dónde podríamos terminar. Si todo sale bien, rescataremos a Ace… Pero si algo llega a pasar y luego no tenemos escapatoria… Arick no puede perder a su padre y a su madre siendo solo un niño. En caso de que algo salga mal, tú tienes que estar aquí. Libre de peligro.

    — Pero…

    — Sé que amas a Ace — Natasha fue contundente con esa respuesta — Pero también sé que amas tanto a tu hijo como para saber que tengo razón. No puedes arriesgarte a morir y que quede solo. Por más que alguien lo pueda llegar a adoptar, él necesita a su familia.

    Agustina supo que lo que ella decía era verdad. Después de enterarse de que Ace podría llegar a estar vivo, una enorme emoción por tener la posibilidad de recuperar a ese hombre que tanto amaba la invadió completamente. Tanto que no reparó en el peligro que podría haber allí una vez estuvieran todos preparados para realizar el plan. Esa misión la cual su esposo iba a realizar debía estar libre de peligro, y todo terminó dando un giro que no imaginó. En esa ocasión, el peligro era desconocido, pero innegable. Por eso supo, pese a sus dudas, que eso era lo mejor.

    — Tienes razón, eres mucho más madura para estas cosas que nadie aquí — comentó Agustina, con gran admiración a su compañera.

    — Prometo que, si Ace está vivo, voy a dar mi vida con tal de poder traerlo de vuelta contigo y con Arick — Natasha lo prometió, ganándose la confianza de su compañera — Sabes que así es como soy yo.

    — Gracias — Agustina realizó una reverencia frente a ella — Estoy muy agradecida contigo por esto. Te lo compensaré en el futuro.

    — Yo… — Thomas quería hablar — Ya que Natasha es quien va a ir, creo que yo seré un mejor acompañante — luego de eso, el soldado miró a Gwyn — Ace, Natasha y Gwyn son los únicos comandantes ahora mismo. Si Gwyn va con ella y luego algo malo pasa, la milicia se quedará sin nadie al frente. Y eso no puede pasar.

    — No quiero ni pensar en lo que harían los detractores si algo así sucediera — Alicia opinaba, desde su lugar fuera del ejército — Sin nadie con poder para guiar al ejército, se llevarían un festín.

    — No solo eso, nuestra hija… — Thomas pensó en la pequeña Sky — Tú eres una mujer igual que ella, Gwyn. Creo que tú serías la más indicada para educarla que yo. Sería diferente si no fuera nuestra primera hija, pero lo es. Es nuestra única. Por eso, debes quedarte atrás.

    — Solo prométeme que vas a tener cuidado — Gwyn quería sentirse segura cuando su pareja se fuera — Sé que Ace es importante para todos nosotros, pero no quiero que sacrifiques tu vida… Sky también es pequeña y necesita a su padre.

    Agustina se acercó a ambos para poder darles un abrazo, como una muestra de que ella comprendía lo que sentía Gwyn en aquel momento. Y, por toda la angustia que estaba atravesando, no quería imaginar una situación así.

    — Si hace falta sacrificarte, no lo hagas — Agustina le decía con miedo — Yo sé que Ace no podría vivir sabiendo que Sky perdió a su padre solo por salvarlo a él. Yo me siento igual.

    — Descuida, yo ahora que tengo familia soy más contenido respecto a sacrificarme — Thomas quiso sonar amable al contestar — No correré riesgo que exponga mi vida a una posible muerte como esa.

    Todos estaban aliviados por esas palabras, Gwyn más que cualquiera de todos ellos. Salvar a Ace, pero en su lugar terminar perdiendo a Thomas sería algo que no podría resistir, y que claramente, no querían aceptar por más serio que pudiera ser el asunto. Alicia, viendo que ella no era parte del ejército desde que se dio de baja, supo que no tenía lugar allí.

    — Yo llevo mucho tiempo desde que dejé el ejército solo para ser una exploradora — contestó la chica — Pero viendo lo peligroso que es ese mundo, creo que no vale la pena que haga el esfuerzo para viajar allí. Además, si ni Natasha ni Ace están aquí, me necesitan más que nunca. Yo tendré que manejar todo esto. Porque la epidemia aún no ha terminado.

    — Es correcto — Natasha no tenía objeción alguna — Querría que Noak nos acompañara. Sé que él y Gina todavía están con todo este asunto de su salida del hospital, pero él es un gran soldado. Nos será útil en el campo de batalla. Eximiremos a Gina de sus labores a cambio de que Noak nos acompañe.

    — Muy bien, y una última cosa — Thomas quería decir — Allecreod viene con nosotros.

    No fue solo el ryfier el que se llevó la sorpresa por esa declaración, sino también todas las mujeres en la sala. Las miradas cayeron en Thomas tan pronto como dejó de hablar al respecto. No entendían el motivo para llevarse a un ser alienígena totalmente desligado de vínculos emocionales con el comandante o los otros cuatro soldados que estuvieran allí. Más allá de que Allecreod pudiera sentir un lazo de amistad para con él, no veían justificación suficiente para algo así.

    — Tú me dijiste que querías ir con Ace cuando él partió primero — Thomas recordó esa conversación con él — Bueno, esta es una oportunidad para ver qué tan dispuesto estás a luchar a nuestro lado. Y para que midas tu destreza como guerrero ante el peligro que nos espera allí.

    — Bueno, me alegra saber que seré tenido en cuenta — Allecreod dio un aplauso con alegría — Luchar me daría mucho más placer que quedarme aquí tocando comandos… Claro que iré con ustedes. Si es posible, quiero contribuir. Pero creo que la decisión no la tomas tú, querido Thomas.

    El soldado, sabiendo que no tenía poder más allá de dar una sugerencia, miró a Natasha. Era ella quien comandaría la expedición, por lo cual, la última palabra en el asunto no sería de nadie más que de ella. Alicia tenía sus dudas respecto a la lealtad de Allecreod, dado a que, por el pasado entre ambos, no confiaba en él con un arma. Sin embargo, no dudaría de sus dotes en el campo de batalla, recordando que llegaron a hacer equipo para eliminar a Arion, quien parecía ser casi invencible.

    — Es un buen guerrero — Gwyn, quien también recordó eso, decidió opinar — Y la razón por la que Asmir lo dejó encerrado en vez de haberlo asesinado fue por el mero hecho de que le salvó la vida contra Ixorum. Sabes que Asmir tenía deseos de eliminarlo, y que por sentirse en deuda con él no lo hizo.

    — Obedeceré tus órdenes, así como obedecí a Asmir en cada momento — el ryfier quería interceder en su propio favor — Si tienes dudas, quizá podrías intentar comunicarte con él en Garak y que te diga él.

    — No quiero tener nada que ver con ellos — Natasha quería ahorrarse el mal trago — Si Thomas y la comandante Gwyn Fairin confían en ti, entonces, confío en ti yo también. Si no intentaste nada cuando ibas acompañado por los tuyos y sabías que los edagrianos eran tus enemigos, no intentarás nada ahora que estás solo y desconoces la amenaza. Así que, bienvenido a mi unidad. Al menos durante esta misión.

    Allecreod sentía un enorme gozo en su interior al ver que iba a tener la oportunidad de pelear nuevamente, y no solo eso, sino que también podría dar una mano a la humanidad, quien, pese a su historia llena de enredos y malentendidos, le prestó una mano para prosperar junto con ellos en lugar de simplemente desecharlo cuando ya no representaba tanta utilidad. El ryfier realizó una reverencia en señal de respeto hacia quien se convertiría en su figura de autoridad durante la misión para recuperar al comandante Lakor.

    Una vez que toda esa gente ya estaba organizada, para Natasha solo faltaban detalles por ultimar de su parte.

    — Bien, siendo yo la que irá, creo que será mejor que reúna a los soldados de mi grupo — comentó Zafiro ante todos ellos — Alicia, tú podrías hablar con Nick por lo del repetidor de señales y frecuencias que nos hará falta. Thomas, tú deberías comunicarte con Noak. Agustina y Gwyn… aunque Arick y Sky están en la guardería, creo que es mejor que vayan a cuidar de ellos. Sé que es mejor así. Allecreod se quedará aquí trabajando hasta que sea el momento de partir. Después de todo, hay tres días de viaje para descansar y hacer más planes.

    — No te das una idea de cómo te lo agradezco — Agustina sentía una enorme deuda con Natasha — No sé que voy a hacer para compensártelo. Quizá una fiesta a tu gusto para tu cumpleaños. Creo que es lo menos que puedo hacer por ti.

    — No hace falta que me lo compenses — Natasha se sentía asombrada por la forma en que Agustina se le dirigía — Yo también quiero que Ace esté aquí con nosotros… Y con su hijo. Tiene como padre a uno de los mejores hombres que pudo ofrecer la humanidad, creo que merece crecer junto a él.

    Con todos los preparativos ya establecidos, lo único que se requería era reunir lo necesario para poder acudir a ese mundo acuático para así poder rescatar a Ace y a los otros soldados cautivos tras caer en trampas desconocidas. Sabiendo que podrían encontrarse con una especie inteligente o con ruinas de una civilización que podría ya no existir más, la ansiedad empezó a llegar sobre todos.

    Pese a que el margen de tiempo era amplio, se requería de un plan lo más pronto posible, o al menos alternativas para poder dar con Ace tan pronto como estuvieran en la superficie de Hael Arunyn. Tras todas las pérdidas que hubo en el pasado, sentían que no estaban en condiciones de dejar que los números siguieran a la baja.

    […]

    — Estimados representantes de la milicia — Juniper empezó a decir en voz alta mientras redactaba una carta por computadora — Me apena bastante oír acerca del fallecimiento del comandante supremo, Ace Lakor. Por más que él y yo no siempre nos hayamos llevado bien, su muerte es una tristeza incluso para mí. Puesto a que sé que él es un emblema para el ejército, no solo por su condición como soldado sino también como el líder supremo de todo aquel que se una a su unidad, envío mis condolencias a cada soldado dentro de las tropas. Estoy enterada que hubo otras bajas a parte de él, pero no he recibido aún sus nombres. En cuanto lo haga, escribiré una carta particular a sus familias. Mientras tanto, solo puedo expresar mi más sentido pésame hacia sus compañeros más cercanos, y un enorme abrazo para su esposa y su hijo. Tengo pensado brindarle al pequeño hijo del comandante todos los medios necesarios para que tenga una educación de calidad, al menos hasta que llegue a la edad de diez años. En cuanto al comandante supremo, tengo planeado que le construyamos una estatua en su honor en la Plaza de los Héroes situada en su ciudad. De modo que nunca nadie olvide a ese hombre tan valiente que eligió dar su vida para traerle agua en buenas condiciones a la humanidad, nada menos que en medio de una epidemia. Manda saludos cordiales la presidenta Juniper Ness.

    Tras haber finalizado su breve carta, la presidenta le dio clic al botón de guardar para que un documento así no se perdiera. Se sentía esmerada en sus palabras, y tenía muchos deseos de enviarla en ese momento a los soldados, para que así pudieran saber que ella, por más que tuviera un par de conflictos con el comandante supremo, también se veía dolida por su fallecimiento. O al menos, poder dar esa imagen. Sin embargo, tenía ganas de pulirla un poco más.

    Pese a sus existentes momentos de rivalidad, Juniper no estaba feliz por la muerte de Ace. Simplemente se veía impactada, ya que pensó que un ser como él nunca daría el brazo a torcer sin una batalla política. Esperaba respuesta y cuestionamiento por cada una de sus acciones, pero tras enterarse de que había perdido la vida en su misión, supo que eso no sucedería más. Aunque eso también significaba que el ejército podría recibir dentro de poco la llegada de un nuevo comandante supremo que podría no ser tan cordial como muchas veces lo había sido Lakor, más allá de su actitud a veces desafiante.

    — Creí que podrías vivir hasta tu retiro — pensó Juniper, con algo de empatía con la familia de Ace — Tu pobre esposa no debe estar bien. Quizá debería mandar una carta para ella para ver si quiere verme o no.

    Luego de reflexionarlo por unos instantes, la propia presidenta concluyó que las cosas estaban mejor tal y como estaban. Siendo parte del ejército al igual que su esposo, ella sabía que Agustina eventualmente recibiría la carta que acababa de escribir, y que un encuentro entre ambas podría darse a la brevedad.

    — Quizá esta sea una oportunidad para ver cómo reaccionan los detractores — Juniper no podía evitar sentir esa curiosidad — Si fuera capaz de hacerlos detener, podría ganarme un poco el aprecio del ejército. Sobre todo, si intentan algo en contra de la imagen del comandante supremo ahora que él no está para pelear por protegerse. Pero eso ya lo veré en el futuro. Por ahora… más trabajo.

    Al abrir su casilla de correo, Juniper se topó con cientos de mails de varios de sus ministros, asesores e incluso de personas poco relacionadas a la política. Sabía que estar inmiscuida en asuntos de la política implicaba la tarea de tener que atender a toda esa gente que claramente la buscaría por su alto estatus de poder.

    Sin preocuparse por los asuntos de la milicia, cosa que no le correspondían dado a que el propio comandante fue quien hizo que fuera un poder separado, ella continuó con sus labores diarias en la presidencia.

    […]

    Noak estaba de pie sobre la mesa de la cocina en el momento en el que recibió directamente una llamada por video y voz de parte de Thomas. Gina, quien estaba dándole la comida al bebé Cade, miró con una expresión de preocupación como la cara de su esposo pasaba de mostrar una sonrisa a simplemente una mirada que mostraba incomodidad. No estaba escuchando la conversación, pero luego de ver ese cambio en su cara, no pudo evitar curiosear un poco para ver si podía llegar a distinguir algo.

    — Claro que lo comprendo, y me siento dispuesto a ayudar — Noak decía ante la mirada de Gina — Pero ella no irá a trabajar durante esos tres días.

    El haber escuchado ese número peculiar le hizo creer a Gina que probablemente le estuvieran pidiendo ayuda en algo relacionado al mundo Hael Arunyn. La falta de noticias hasta ese momento sobre el estado de la misión, junto con el hecho de que fue Thomas quien llamó a su esposo y no una de las comandantes, le presagiaban que algo malo pasaría respecto a eso. Recuperándose de su distracción, Gina volvió a prestar atención a todo aquello.

    — De acuerdo, estaré listo, pero necesito unas tres horas — el soldado parecía suplicar por un poco de tiempo — Recuerda que Gina… Sí, muchas gracias. Tan pronto se ponga el sol. Estaré allí.

    El soldado colgó, y entonces se puso a ver a su esposa y a su hijo. Mientras el pequeño bebé solamente se preocupaba en comer una mezcla de alimento preparada exclusivamente para los recién nacidos, Gina miró con algo de seriedad a su esposo. Este conocía esa mirada. Era poco frecuente, pero tuvo que lidiar con eso en el pasado.

    — ¿Acaso te tienes que ir? — Gina lo preguntó en un tono que parecía sugerir que lo sabía, como si fuera ella quien hubiera hablado.

    — Hubo una complicación en la misión — Noak supo que ella lo entendería si lo explicaba así — Ace… ha desaparecido.

    — ¡¿Cómo pasó?! — Gina, quien recordó que él había prestado ayuda ante su delicada situación, se vio un poco asustada al escuchar eso.

    — Supuestamente, en el planeta ese… Hael Arunyn si no me equivoco, hay o había seres inteligentes que pusieron trampas en la extensión de terreno sobre el que se puede caminar — Noak cuidó cada detalle — Ace y otros soldados más cayeron en esas trampas. Xorxaik tiene un plan para poder rescatarlo, o al menos, para intentarlo. Thomas me llamó para pedir ayuda.

    — Aceptaste — Gina lo decía en voz baja.

    — Así es — el soldado le contestó a su esposa — Dijeron que te quitarían la responsabilidad de tener que ir a trabajar si lo hacía. Y creo que es mejor. Así podrás estar en casa con Cade en lugar de ir a estresarte a esa estación con todo este feo asunto de la epidemia. Creo que…

    — Estoy orgullosa de ti — Gina le sonrió gentilmente a su esposo — No me gusta mucho la idea de que tengas que irte de casa, pero si es para ayudar a Ace… Estoy segura de que serás una gran ayuda para todos nuestros compañeros.

    — Siento que estoy en deuda con él — el soldado se sentía algo avergonzado — Yo en su momento… bueno, ya sabes. He querido encontrarme con él para poder asesinarlo. Sabiendo eso, él olvidó todo y prestó ayuda para que pudiéramos trasladarte al hospital. Incluso él llegó a verte en una ocasión.

    — Lo sé… así es Ace — Gina contestó con una sonrisa — Si fueran otros soldados quizá me opondría. Pero Ace es un amigo. Tienes que ir y ayudarlos. Así cómo tú debías estar aterrado de que no pudiera regresar junto a ti y a Cade, Agustina debe estar igual. Y ya que él nos ayudó…

    — Es otra de las razones por las que voy a ir — Noak se sentía decidido — No me gusta mucho tener que dejarte aquí. Pero ahora iremos más soldados, y sabemos que es un sitio repleto de trampas. Estaremos preparados en los tres días de viaje. No me pasará nada malo, y regresaré para abrazarte tanto a ti como a nuestro bebé.

    — Cuando crezca, oirá historias sobre su papá — Gina acariciaba a su hijo mientras pensaba en ello — Y en cada una de esas historias, él sabrá que su papá era una persona noble. Alguien que siempre estaba ahí para sus amigos. Un héroe.

    Noak se veía entusiasmado con algo así. Las palabras de Gina lo empujaban a desechar toda su culpa por ausentarse de casa durante seis días que durara el viaje de ida y de vuelta hacia Hael Arunyn. Pero era justo como decía ella. Ace, sabiendo lo que Noak llegó a desear para él en tiempo pasado, nunca le reprochó esas actitudes. Lo que al menos merecía era que él prestara una colaboración en lo que sería su rescate si él estaba con vida. Y si llegaba a darse el caso de que no lo estuviera, nadie podría negarle el hecho de que lo intentó ayudar.

    Sea como fuera, dormiría con la consciencia tranquila todas las noches del resto de su vida sabiendo que hizo lo correcto.

    — Me iré a preparar y te ayudaré con lo que te haga falta — decía el soldado a su esposa — Tengo que estar allí cuando se ponga el sol. Partiremos esta noche o cuando Faron nos envíe las coordenadas de un planeta intermedio que podamos usar para ir a rescatarlo.

    — Eres mi héroe — Gina se sentía muy feliz por la conducta de su esposo — Ahora puedes convertirte en un héroe tanto para Ace, como también para Agustina y el pequeño Arick.

    Nuevamente, las palabras de Gina tuvieron un efecto positivo sobre él. No pasaba un solo segundo en su día a día en que no diera las gracias por haberla conocido, haberse enamorado de ella, además de haber contraído matrimonio y formar una familia que tenía, temporalmente, un hijo.

    Ante la mirada feliz de Gina, Noak empezó a preparar las cosas en su casa para poder quitarle la carga a Gina la responsabilidad de que tuviera que hacerlo ella en su ausencia. Acomodó lo que pudo, cocinó la comida especial para Cade, e hizo las compras para cubrir todo lo que hiciera falta.

    Una vez que ya no había más tareas caseras que hacer, justo cuando faltaban unos pocos minutos para que el sol de aquel lado de Edagr, el único habitado por la humanidad por el momento, se pusiera, Noak se despidió de su esposa y de su hijo para poder ir a uno de los cuarteles a tomar el equipo que necesitaría para la misión. Había oído de las altas temperaturas y la ausencia de una capa de ozono para proteger su piel, por lo que era importante que tomara tanto su traje de protección como su armadura y su casco.

    […]

    Faron, quien se encontraba descansando plácidamente en su habitación mientras la nave seguía avanzando, para poder recuperarse del golpe que le dieron, se sobresaltó un poco cuando la puerta se abrió, dado a que se encontraba totalmente sumergido en sus pensamientos respecto a Ace y la misión.

    Era uno de sus compañeros, quien quería darle una noticia que quizá podría llegar a alegrarle el día.

    — ¿Qué novedades hay? — preguntó curioso.

    — Xorxaik encontró un mundo donde hay oxígeno — le respondió ese soldado — Las coordenadas han sido enviadas. Esperaremos allí a la escuadra de la comandante Natasha Zafiro. Nos integraremos a ellos y luego los que queden de este grupo llevarán el agua hacia Edagr.

    — Que felicidad — pensaba el soldado dejando salir un respiro de alivio — No ha pasado ni un solo día desde que dejamos Hael Arunyn. Quiere decir que no tardaremos mucho en regresar por el comandante y los demás.

    — Entre más temprana sea nuestra llegada, más son las probabilidades de supervivencia de los soldados — su compañero se vio contagiado por la alegría — Claro que estamos obviando un montón de condiciones, pero sin dudas es más probable que viva si tardamos tres días con algunas horas a que si tardáramos seis.

    — Pronto llegaremos con él y el resto — Faron se sentía preparado para entrar en acción — Y lo salvaremos.

    Para él, tras una noticia como esa, le era imposible pensar en otra cosa que no fuera el momento en el que interactuaron por primera vez. Ace era el comandante de una unidad, y Faron no era ni siquiera un soldado con experiencia. Omitiendo el viaje a Fientlig para que obtuviera su segunda evolución, no tenía mucha experiencia en misiones. Y la guerra contra los edagrianos, con el alto nivel que poseían, fue su primera.

    Comandante… Yo…

    Tranquilo — Ace extendió sus manos hasta alcanzar los hombros del joven — ¿Quién

    eres, soldado? Tengo muchos nombres en mi cabeza, pero no creo recordar el tuyo.

    Soy Faron Zark — contestó el soldado, presentándose ante Ace — Yo soy el único de mi promoción que fue elegido para esta misión. ¿Usted lo recuerda?

    Sí, Magnus dijo que de la última promoción nada más elegiría al mejor de todos, para

    poder completar el cupo de soldados que prometió a Asmir — Ace tuvo recuerdos de

    una entra tantas conversaciones con su líder — Y ese soldado eres tú.

    Así es… y tengo miedo — Faron se veía bastante asustado — Sé que no debería

    tenerlo, porque se supone que yo soy un soldado entrenado. Pero esta es mi primera

    misión. Y es una maldita guerra. Comandante, no estoy listo. No quise renunciar en el

    momento en el que Magnus me dijo todas estas cosas porque quería verme fuerte

    ante mis compañeros, y supuse que el miedo se me quitaría durante el viaje hasta el

    planeta Edagr. Pero ya vamos a llegar, y ahora es cuando tengo más miedo que

    nunca…

    Está bien, Faron, descuida… yo he peleado contra varios seres vivos en el universo. Uno de ellos era un edagriano, y yo también tengo miedo. Está bien tenerlo. Y está mucho mejor que lo hayas hablado conmigo.

    ¿Qué se supone que voy a hacer? — Faron sentía sus manos algo temblorosas — Míreme, estoy tan nervioso que no creo poder apuntar un arma firmemente. ¿Cómo voy a pelear si me cuesta estar de pie?

    Descuida, Faron. Tú vas a pelear junto conmigo. Si tienes miedo, acércate a mí, y yo haré mi mayor esfuerzo por mantenerte seguro — Ace entendía la inseguridad en el soldado — Yo tuve una primera misión muy sencilla comparado a lo que te tocó a ti, y creo que estaría igual si se tratara de mí. Solamente quiero pedirte que te mantengas en mi campo de visión en todo momento, y jamás bajes la guardia. El comandante en persona cuidará de ti, tal y como cuidará de todos los demás soldados.

    Recordando que antes que él, todos con quienes había hablado del tema lo habían tratado de una manera poco agradable, Faron supo que tenía que dar las gracias por haber sido colocado por Magnus dentro de la unidad que fue comandada por el propio Ace Lakor. Tras ese gesto tan amable con alguien que estaba muerto de miedo ante su primera misión, Faron supo que le tenía una gran deuda pendiente a su comandante. Y tenía pensado pagarla.

    — Usted seguirá viviendo después de esto, comandante — Faron lo tenía muy claro — Hay soldados que aún no tuvieron la oportunidad de conocerlo. Y creo que nos merecemos a un líder como lo es usted.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, después de un finde sin quedada, me alegra que hayamos podido retomarlo en esta semana. Como bien sabes, disfruto mucho de nuestras juntadas por Discord y leídas en simultáneo, y hoy no fue la excepción. Este capítulo sienta la base de lo que está por venir: el regreso a Hael Arunyn para rescatar al comandante supremo y el resto de soldados capturados. No fue un capítulo de locos pero se siente como previo a algo intenso, al menos para mí. Así, pasaré a comentar lo más destacado. :dontstap:

    Comenzamos con Agustina, Thomas, Gwyn, Natasha y Alicia reunirse con Allecreod en la centralita para que éste vuelva a contactar con Faron y el chico pueda explicar, de nuevo, lo sucedido. Evidentemente esto es como una losa para Natasha y Agustina, quiénes quieren a Ace, mientras que sus amigos se preocupan de igual manera. La situación requiere no perder nada de tiempo por aquellos que siguen en el planeta acuático, por lo que la comandante Zafiro demuestra una gran agilidad mental al sacarse la idea de que se reúnan en un planeta intermedio entre Hael Arunyn y Edagr, para así acortar en cierta medida en viaje. Natasha será acompañada por su escuadrón y por Thomas, Allecreod y Noak. Me gustó que el ryfier vuelva a la acción, ya que no lo veía como un personaje de fondo durante mucho más tiempo. Luego vemos que para el plan de Xorxaik deberán pedir ayuda a Nick por un repetidor. Sin duda, quieren planificarlo lo mejor posible para sacar a Ace de ese mundo. Agustina quiere ir en la expedición pero Natasha la convence de que lo mejor es que se quede con Arick, para no arriesgarse a dejarle huérfano. Y tiene toda la lógica del mundo, por lo que me alegra que Agustina entrase en razón. :Mafu:

    Acto seguido vemos a Juniper recitar una carta que ha escrito anunciando la muerte de Ace y mostrándose apenada, hablando de hacerle una estatua en la plaza de los héroes y de darle una buena educación a Arick hasta su décimo cumpleaños, entre otras cosas. Y aunque no se la ve contenta (lo que faltaba, que lo estuviese XD) si se siente como que quiere aprovechar esa circunstancia para tomar más poder, aunque sabe que no lo tendría fácil. Muero por verle la cara cuando vea el regreso triunfal del todopoderoso dios Lakor (confío en que suceda). Mejor que se dedique a su trabajo en vez de escribir cartas de fallecimientos que no han sido oficializados. :ewww:

    También vemos como Noak es notificado (y me imagino que le preguntan antes) sobre la misión de regresar a por Ace, algo a lo que él accede bajo la atenta escucha de Gina. Mientras el pequeño Cade (que tierno es XD) come, la mujer le pregunta al hombre de qué trataba esa llamada con Thomas, a lo que él la informa de todo. Para mi sorpresa (pues me esperaba una discusión o rabieta de Gina :v) la mujer accede a que su marido vaya y ayude a la misión y a Ace, algo que sin duda me alegró leer. Y pensar que Noak quería a Ace muerto... y ahora va en su rescate. Las vueltas que da la vida son muy interesantes. En definitiva, me alegra contar con Noak para la misión, ya que es un soldado más que capaz. :anicry:

    Finalmente, en la nave que estaba de regreso (hasta que le dijeron que frenase a medio camino XD), Faron recibe la información de que ya han detectado un planeta intermedio y curiosamente tiene oxígeno (espero que no más aliens, por favor :v). Es el lugar idóneo donde detenerse y esperar la nave de la comandante Zafiro. Tras esto, el joven soldado recuerda la primera conversación que tuvo con Ace a modo de flashback. Déjame decirte que este tipo es el fan número dos de Ace... porque el primero soy yo. :yagami:

    En fin, ha sido un buen capítulo amigo, no muy destacado, pero no por ello menos leíble. Seguro que el rescate que se viene va a ser de todo menos calmado. Ya tengo ganas de ver lo próximo que se viene, pero mientras llegue, te deseo una buena semana. Cuídate. :kuku:
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Saludos. Aprovechando nuevamente de un rato libre de mis estudios, he decidido publicar el capítulo correspondiente a esta semana. Como todavía no cuento con la disponibilidad que me gustaría, la cronología y la guía de personajes permanecerán sin actualizar por el momento. Lo único que quiero decir de este capítulo es que tendrá una longitud más larga que el promedio, contando con ligeras partes de intensidad. Espero sea disfrutable.

    Quiero agradecer, como hago cada día, a mi gran amigo Manuvalk por su presencia constante en esta historia. El regreso de nuestras leídas en simultáneo ha traído felicidad en una semana estresante, y espero que todo permanezca así :) Como también deseo que disfrute del capítulo.
    Alguien más a quien quiero agradecer es a Elliot, quien el día de hoy/ayer (dependiendo de su zona horaria) ha completado la lectura de la parte VI. Su presencia en los comentarios también es un disfrute.

    Sin más que decir, dejo el capítulo.
























    No me quedaré:

    En la misma sala dónde solamente los miembros más importantes de los Dimaoreon tenían acceso, se estaba celebrando una nueva reunión. Varias horas habían pasado desde la primera, y tras haber ordenado a sus trabajadores más capaces que evaluaran la situación, el Dis quería ver todo lo que tenían preparado para sus oídos.

    Uno de los Dozern estaba confiado, mientras que los otros dos no tenían otra cosa en su interior más allá que miedo. Sus caras inexpresivas no engañaban al Dis, quien podía saber cómo se sentían con tan solo verlos atentamente. Ante la vista del líder absoluto y de otros Dair que estaban junto a ellos, el líder empezó a preguntar por lo que tenían decidido.

    — Tú — señaló al Dozern que estaba parado más cerca suyo, en la posición izquierda — Inicia. ¿Qué nos tienes para nosotros?

    — Bueno… — su voz denotaba nerviosismo — Yo… Estuvimos analizando las armas que les hemos robado a los cinco prisioneros. Tras haberlas estudiado durante unas horas hemos logrado descubrir su funcionamiento, el problema es que no será posible crear réplicas. No contamos con la tecnología necesaria para eso. De esa forma, cuando los humanos lleguen, nosotros solamente tendremos estas armas para defendernos.

    — ¿Estás diciendo que es imposible un enfrentamiento directo? — preguntó el Dis, bastante enojado — ¿No tienes otra cosa para nosotros?

    — Con el poco tiempo que hemos tenido, lamento decir que no — se avergonzaba de sí mismo por no poder darle algo más a su líder — Pero…

    — Suficiente de ti — el Dis se veía muy molesto, por lo que pasó a fijarse en el Dozern situado en el centro — ¿Y tú qué nos traes?

    — Hemos podido recuperar las armaduras de los soldados que fueron arrastrados al agua por los Deoren en el primer ataque — contestó el Dozern, sabiendo que eso era un avance — Tengo dos noticias respecto a eso, una buena y una mala. La buena es que tenemos recursos suficientes para poder replicarlas. La mala es que no podremos hacerlo a tiempo hasta que lleguen los humanos, suponiendo que tarden efectivamente seis días en ir a su mundo y regresar.

    — ¿Cuándo tendrías listo un lote de al menos treinta de estas? — preguntó el Dis, algo más calmado, pero no por eso alegre.

    — Un lote de treinta requeriría de una jornada de dos semanas — el Dozern no se veía muy feliz al hablar — Incluso si nos forzamos a trabajar día tras día sin parar, el tiempo sería de ocho días. No lo haremos a tiempo, salvo que los humanos tengan problemas en el viaje hacia aquí.

    — No tenemos forma de construir armas, y las armaduras que sí podemos construir no estarán listas para su regreso — el Dis se llevó la mano al estómago, en señal de que estaba empezando a sentir malestares por el estrés — Bueno, ¿tú tienes algo que podamos usar?

    El Dozern que se veía confiado, justamente quien había entrevistado al comandante supremo, sintió un poco de presión dado a que su idea la consideraba una buena, pero venía de los antecedentes de sus compañeros, que solamente parecían haber decepcionado a su líder con sus noticias. Aunque para él no era culpa de estos, sino una casualidad en la forma en que se distribuyeron las tareas. Viendo que todos lo miraban esperando una respuesta, el Dozern realizó una pregunta a su líder.

    — ¿Cuál es su plan para obtener la nave? — necesitaba saber lo que tenía en mente.

    — Dejar que ellos entraran aquí, enfrentarlos, eliminar a varios exceptuando a unos pocos — el Dis lo tenía claro — Esos sobrevivientes iban a recibir una oferta tentadora a cambio de decirnos cómo funcionaba su nave… la cual consistía en dejarlos aislados en un mundo lejano a este y avisar a su planeta para ver si podían rescatarlos. Era una forma de persuadirlos para que colaboraran, o al menos, una que creo que podría funcionar.

    — Eso no es posible, Dis — todo eso era un sueño irrealizable, incluso sería arriesgado, aunque dispusieran de tiempo infinito — No podremos contra ellos en un enfrentamiento directo, menos ahora que saben dónde están las trampas.

    — ¿Cuál es tu idea? — Dis no notaba miedo en su tono — Pareces tener algo para que podamos usar.

    — Así es, lo tengo — fue lo que contestó el Dozern — Se me acaba de ocurrir algo gracias a que uno de nuestros colegas dijera que logró recuperar cuatro armaduras. Pero necesito saber si esos cascos que cubren el rostro y la cabeza también fueron recuperados.

    — Todo ha sido recuperado — el otro Dozern dijo, creyendo que así mejoraría su imagen.

    — Es bueno saberlo, porque así será más fácil el plan — su compañero apoyó ambas manos en la mesa — Creo que hay una forma en la que podríamos obtener la nave espacial y huir de aquí hacia otros mundos donde podamos prosperar y regresar a las costumbres de nuestra especie antes de que ocurriera el calentamiento global… Pero… No es un plan sencillo. Requiere de tres factores importantes. Astucia, sacrificio, y suerte.

    — ¿Suerte? — el Dis no parecía contento con eso — No podemos exponer el futuro de nuestra especie a hechos azarosos. Necesitamos algo concreto.

    — Y tengo algo concreto, pero la suerte influirá — el Dozern ya no estaba tan confiado como al principio — Ahora, sobre la astucia, supongo que yo puedo encargarme. Voy a necesitar a los Dair más capacitados, y realizaré una audición con las cuatro armaduras que hemos obtenido.

    — ¿Qué hay del sacrificio? — uno de los Dair que estaba allí quería participar en la charla, sobre todo porque sabía que los que tenían más probabilidades de ser sacrificados eran los de su rango.

    — Tendremos que dejar ir a varios Deoren y a algunos Dair — el Dozern agachó un poco la cabeza con eso — Como dije, requerimos de astucia. Hay que engañar a los humanos, y sin sacrificar a varios de los nuestros, no será posible. No les ganaremos en una pelea, pero nosotros tenemos inteligencia para esta clase de situaciones, vamos a aprovecharla.

    — Sacrificar a los Deoren y a los Dair implica perder material genético — Dis no podía estar más frustrado — Espero que tu plan funcione. Sabes que ni siquiera yo tengo permitido la orden de sacrificar a varios de los nuestros tan a la ligera, bajo las leyes de nuestra especie. Si no da resultado, serás ejecutado por incompetencia.

    — Dará resultado, y si no, aceptaré mi muerte con gusto — el Dozern estaba dispuesto a correr el riesgo — Tiene mi palabra, Dis. Esto salvará a nuestra especie.

    — Y si lo hace, por las leyes de nuestra especie, estoy obligado a darte mi puesto — el Dis no quería renunciar a su posición de poder, pero tampoco quería verse condenado a quedarse en ese planeta por siempre — Por lo tanto, hay mucho que ganar y mucho que perder para ti. Para toda la especie, en realidad. Pero tú eres el que más alto puede ascender y el que más bajo puede caer… Ahora, háblame de ese plan.

    Con la invitación de su líder para comunicarle la idea que se le había ocurrido, el Dozern les hizo un gesto a dos de los Dair que se encontraban en aquella sala. Tenía que asegurarse de que tuvieran total confidencialidad en el momento en el que él le revelaría el plan a los otros, dado a que, por los posibles sacrificios que podrían hacer, era muy riesgoso que alguien se enterara de lo que estaba ocurriendo allí dentro.

    Mientras el Dis oía las palabras que salían de la boca de uno de los súbditos de mayor nivel jerárquico de su gente, tanto la emoción como el miedo empezaban a surgir en él al mismo tiempo. La idea era arriesgada, pero a la vez impecable ante sus ojos. Cada palabra que escuchaba sumaba factores que le ponían ansioso al respecto.

    — No niego que es un buen plan — el Dis decía tras haber oído su charla — Pero como has dicho, requieres de la suerte. Y mucho más de lo que yo esperaría.

    — Va a funcionar — el Dozern se veía confiado nuevamente — Si los humanos son tan emocionales como para formar vínculos entre ellos, serán fáciles de engañar. Pero, solo por si acaso, estaría bien si lo ensayáramos un poco.

    […]

    En la noche del tercer día tras la partida de la nave con humanos hacia el planeta Hael Arunyn, todavía no había noticias de la tripulación. Tan pronto como Faron les dio la ubicación de un planeta donde podrían llevar a cabo la unión para que así él y otros soldados pudieran unirse al grupo de la comandante Natasha, ella y su grupo partieron hacia el rescate de los soldados que quedaron atrapados en dicho mundo.

    En la casa de Gwyn y Thomas, la mujer se encontraba sentada en la sala tomando un poco de té junto a su gran amiga, Agustina. Debido a la ausencia de sus parejas, y al miedo de las noticias que podrían recibir, ellas decidieron que estarían juntas en todo momento. Gwyn ayudó a su amiga a llevar a Arick a su hogar, de manera de tener dos cunas en la habitación de la pequeña Sky, donde cada uno de los niños tenía una individual. Mientras que Arick y Sky dormían plácidamente, sus madres no podían esperar a recibir noticias de aquel grupo. Alicia, quien se había ofrecido a quedarse en la estación, sería la encargada de decirles sobre lo que escuchara de sus compañeros.

    — No puedo soportar esto más tiempo — Agustina se puso de pie, dejando su té en la mesa — Necesito saberlo ahora mismo. No quiero seguir dándome falsas esperanzas otra vez, así como tampoco quiero que el miedo me domine. Necesito saber si mi esposo está vivo.

    — Agustina, sé que es difícil aceptar estas palabras viniendo de mi parte, pero por favor… necesitas calmarte — Gwyn se preocupó mucho por su amiga — Todo esto solo te va a hacer daño. Ese nivel de estrés que llevas dentro no hará más que perjudicarte. Y si ha sucedido lo peor, necesitas estar en buen estado. Tanto por ti como por Arick.

    — ¡Lo sé, Gwyn, ya lo sé! — Agustina no pudo evitar gritar — Lo siento, no quise gritarte en tu casa… Perdóname, es solo que… No puedo evitar pensar en las últimas veces en que pasó algo similar.

    — ¿A qué últimas veces te refieres? — Gwyn se hacía una idea, pero lo quería saber.

    — Cuando tú, Ace, Thomas y yo luchamos en Emiv — Agustina recordó ese momento — No estuve junto a él, y por eso fue capturado por un secuaz de Tzorkun. No quiero imaginar que le pase algo así. O peor… como… Como la vez en que separaron a Michael de nosotros.

    Gwyn no creyó que la situación actual pudiera traer a la chica recuerdos de su compañero fallecido, sin embargo, tras escucharla hablar, supo que tenía sus motivos para pensar en esas cosas. Para peor, esa situación terminó siendo más dolorosa que lo acontecido en Emiv, puesto a que había sido el final en la vida para una de las personas que ambas más querían. Un compañero, casi un hermano, que convivió con ellas dos desde que se conocieron para su primera misión.

    — Cada vez que uno de nosotros queda solo, siempre termina ocurriendo un desastre — Agustina decía mientras se sentaba para ponerse las manos en la cabeza — No quiero perder a Ace. Ya recibí la noticia de su muerte, tras haberme dado la esperanza de que podría estar vivo, no quiero recibir otra vez lo mismo. No lo voy a resistir. Necesito que vuelva conmigo y con Arick. Necesito decirle tantas cosas.

    — Agustina — Gwyn la tomó de las manos — Escucha, no sé si Ace seguirá vivo tres días después de su desaparición… Pero si él está vivo ahora mismo, puedes estar segura de que lo van a salvar. Natasha y Thomas no permitirán que nada malo les pase. Xorxaik tiene un plan, y los acompañan Noak y Faron. No quiero decirte que Ace se salvará, porque no sé si le sucedió algo en el transcurso de estos tres días. Pero si vive ahora mismo, él va a regresar a casa. Te abrazará a ti y a Arick. Te lo garantizo. Guarda la calma. Tu hijo te necesita tranquila, aunque el mundo pueda estar cayéndose a pedazos.

    Fue entonces que Agustina recordó la forma en que sus padres la cuidaron en el momento en el que sucedió la Gran Catástrofe en la Tierra. Su casa no fue alcanzada por los meteoritos, pero hubo un montón de gente que quedó sin un lugar donde vivir y que habían intentado hacer lo posible para entrar en su vivienda. Su mamá y su papá, pese a no ser soldados, defendieron su hogar con uñas y dientes para mantenerla a salvo. Ella era una niña pequeña, pero al momento de crecer, ellos le contaron esa historia. Si bien, no le gustaba mucho recordarlo dado a que fue en un momento oscuro para la humanidad, era innegable que sus progenitores eran todo un ejemplo para ella en los momentos de crisis. Se dio cuenta, o más bien lo recordó, que tenía que ser fuerte para que su hijo pudiera crecer bien en el nuevo mundo en el que vivían. Aunque no era demasiado comparable un momento en el que Agustina tendría entre cuatro y cinco años al momento actual, donde su hijo Arick solamente tenía un año y apenas unos meses más.

    No obstante, el gesto que tuvo con Gwyn para con ella la hizo tranquilizarse un poco por lo menos. Ella respiró profundo, y se dio cuenta de que Ace estaría en buenas manos si se encontraba con vida. Más allá del peligro, la expedición liderada por la comandante Natasha contaba con las preparaciones y precauciones necesarias para poder traerlo de regreso a casa. Sin estar ella presente en ese grupo, para poder cuidar a su hijo, eligió que les confiaría el destino de Ace a todos los que habían partido para ir a buscarlo.

    — Gracias, Gwyn — Agustina le sonrió tiernamente — Eres la mejor amiga que puedo tener.

    — Y puedes dar por hecho que no te vamos a abandonar — Gwyn lo decía con determinación — Si algo malo llegó a pasar… te ayudaré con el pequeño Arick de aquí hasta que él sea un niño que se pueda valer por su cuenta. Tienes mi palabra.

    — Sé que tú jamás me dejarías sola — Agustina valoraba mucho tenerla consigo — Eres una fantástica persona. Mi mejor amiga.

    — Soy optimista — Gwyn le devolvió la sonrisa — Tengo fe en que ellos regresarán a salvo junto a él.

    Agustina deseaba que las palabras dichas por la comandante se volvieran realidad. Lo cierto era que Gwyn también tenía muchos deseos de ver a Ace otra vez. Le gustaba mucho la imagen de la pareja abrazando a su pequeño hijo. No era una escena que quisiera dejar de ver, ya que le enternecía bastante poder ver a un niño crecer con padres que lo amaran.

    Atentas las dos a sus dispositivos, las dos compañeras se quedaron en la mesa tomando el té juntas, tratando de quitarse un poco de estrés de encima, todo el que pudieran y que la situación les permitiera.

    De pronto, la tranquilidad de la casa en silencio se quebró cuando uno de los niños empezó a llorar. Agustina reconoció el llanto de Arick, al cual pronto se le sumó el de Sky. Ambas madres se pusieron de pie y se acercaron a la habitación donde dormían sus niños, solo para encontrarlos a los dos llorando con fuerza. Les habían dado de comer y un baño hacía menos de una hora, por lo que era imposible que se sintieran con esa necesidad. Tras comprobar que sus pañales estaban limpios, supieron que su llanto debía deberse a otra cosa.

    — Ya, ya — Arick escuchó esas palabras de su madre — Pequeño Arick, deja de llorar. Papá regresará pronto. Yo sé que estás ansioso para que te cargue. Pero estás asustando a la pequeña Sky.

    Agustina, como era casi una costumbre, no podía hacer que el joven niño dejara su llanto atrás. Gwyn, por su parte, se bastó solo con un abrazo y un beso en la frente de su hija para que esta se tranquilizara. La madre del joven Lakor sentía un poco de envidia por ver cómo a Gwyn se le hacía tan sencillo tranquilizar a su bebé, mientras que ella tenía que estar haciendo grandes esfuerzos para que lo tranquilizara.

    — A veces quisiera ser como Ace — Agustina sonreía pensando de forma positiva sobre el regreso de su esposo — Él lo tiene tan fácil para poder calmarlo.

    — Es tal y cómo dijiste, ellos dos tienen un vínculo especial — decía Gwyn acariciando al niño queriendo contribuir a que cesara su llanto — Quizá este llanto sea una buena señal. Tal vez él sienta que Ace está siendo rescatado y quiere que venga aquí.

    Gwyn no creía en esas palabras, y Agustina tampoco, pero era algo agradable llenarse de esperanzas en un momento así. El presentimiento de que algo bueno iba a ocurrir y de que Ace regresaría con vida a casa las alegraba a ambas, y eso era todo lo que les importaba a ellas, sea cual fuera el origen de este.

    Viendo que Arick no se calmaba, Agustina decidió llevárselo a la sala, para que así Gwyn pudiera acostar a la pequeña Sky de forma que su sueño no se viera afectado por el ruido tan escandaloso que estaba ocasionando el niño. Tan pronto como la comandante colocó a su hija en su cuna, acudió de regreso a la sala junto a su amiga para ver si ambas lograban hacer que el niño cesara su llanto y pudiera así acostarse a dormir tranquilo.

    […]

    La nave humana que había partido desde Edagr se encontraba surcando el espacio exterior en dirección hacia el planeta donde algunos de los soldados que partieron en busca de agua para la humanidad quedaron atrapados tras un percance importante tras haber descubierto que la información que se contenía en los archivos de Hark no era demasiado confiable como ellos estaban esperando.

    En la sala de comandos únicamente se encontraban Natasha y Thomas. El resto de los soldados debía descansar para la llegada al planeta, por lo que ellos dos decidieron tomar la guardia al menos hasta que quedara un trayecto corto para que su nave llegara al planeta compuesto por una gran masa de agua.

    El silencio reinaba en el lugar, y era bastante incómodo, dadas las circunstancias. Thomas sabía de los sentimientos que Natasha hacia Ace, dado a que había visto como ella se lanzó a sus brazos cuando la volvió a ver tras un largo tiempo. Era un poco raro para él estar junto a ella en la misma nave yendo a rescatar a su amigo, sabiendo que Agustina no tuvo más opción que quedarse en casa para garantizar que el pequeño Arick no se quedara sin su madre en caso de que las cosas llegaran a salirse de control.

    Pocas eran las interacciones entre ambos más allá del trabajo, dado a que Natasha no frecuentaba mucho su casa ni veía muy a menudo a él ni a su pareja en sus tiempos libres. Sin embargo, Thomas sentía que no podía quedarse allí guardando un silencio sepulcral mientras era acompañado por alguien que quería rescatar a Ace casi tanto cómo él. Por eso mismo optó por tomar la iniciativa para hablar con la comandante.

    — ¿Sabes? — preguntó sin más — Siempre he admirado tus agallas para tomar el rol de comandante en la guerra contra los edagrianos. Nunca te lo he dicho directamente, pero es algo que debes saber.

    — Gracias — Natasha fue un poco cortante, por lo que decidió abrirse más — No hemos podido interactuar mucho en el campo de batalla, pero una vez escuché una historia de ti en una misión.

    — ¿Cuál de todas? — Thomas preguntó llevándose una mano a la cabeza — Porque no en todas he salido bien parado. En una misión me clavaron una daga en la mano y estuve siendo casi una carga para el grupo.

    — No escuché sobre eso — Natasha no se había podido enterar de dicha misión — La que escuché fue de aquella vez en la que derribaste a Xorxaik.

    — Ah, claro, esa historia — Thomas la había olvidado — Realmente, lo que derribó a esa bestia de metal fue el arma de Lankir. Yo simplemente la estaba usando. Dio la casualidad de que la tenía en ese momento, y por eso fui yo. Pero de no haber sido yo, lo habría hecho otro.

    — Bueno, es cierto que el arma no era tuya, pero tú tuviste valor para afrontar a ese monstruo — la comandante le admiraba por eso — Yo sé que, al menos en mi primer encuentro, podría haberme visto presa del pánico y podría haber tenido mala puntería. Así que, tú también eres un soldado que puede tener su valor reconocido.

    — Gracias por eso — Thomas lo apreció, estando feliz de haber iniciado esa conversación con ella — Oye, si en algún momento te sientes cansada, yo puedo seguir solo. O incluso podríamos hacer que Xorxaik lo haga. Él estaba terminando de calibrar el repetidor para asegurarse de que no le pierda el rastro sin importar qué tan profundo caiga.

    — Mejor nos encargamos nosotros — Natasha le comentó — Al menos hasta que estemos a poca distancia del planeta maldito.

    — ¿Maldito? — Thomas sentía curiosidad por esa expresión.

    — Por el hecho de que Ace quedó atrapado allí sin poder regresar a nosotros — la comandante respondió seriamente — Es más que suficiente para que lo consideremos como tal.

    Esas palabras fueron tan frías que Thomas ya no supo de qué seguir hablando con la soldado. Nuevamente, el silencio volvió a reinar en la sala. Sin embargo, este no duraría mucho. Ambos soldados habían hablado acerca de Xorxaik, y fue casi como si lo hubieran invocado. La puerta de la sala de comandos se abrió y por esta entró el enorme ser de metal, fabricado por Allecreod y dispuesto a luchar por la humanidad tras su reconstrucción.

    Los dos soldados solitarios en la sala de comandos le miraron atentamente, y este pronto explicó el motivo de su llegada.

    — Ya he calibrado el repetidor lo más que he podido — Xorxaik informó del estado de la misión — Por más que caiga a una profundidad de más de diez kilómetros, seré capaz de alcanzar su señal en tanto no se rompa tras la caída.

    — Dudo mucho que un ser humano, aun con armadura y la mutación, pueda sobrevivir a una caída tan grande — Thomas decía con cierta preocupación.

    — Las probabilidades dependen del entorno — Xorxaik contestó con ese tono robótico que lo caracterizaba — No puedo dar un nivel aproximado sin saber a dónde cayó. Pero dado a que no tengo otra tarea por realizar, puedo encargarme de guiar la nave hacia Hael Arunyn. Ustedes, a diferencia de mí, se pueden cansar tras estar despiertos por varias horas. Sugiero que descansen.

    Casi como si el robot quisiera que ellos estuvieran a pleno para que tuvieran éxito en la misión, Natasha y Thomas tomaron su consejo y se retiraron a las habitaciones asignadas para cada uno dentro de esa nave. Thomas, antes de pasar por la suya, decidió ir a echar un vistazo a la habitación que Faron compartía con Allecreod.

    Tras haber recogido a los suyos en un planeta intermedio, el soldado obligó al ryfier a quedarse bajo la vigilancia del humano que acompañó al comandante Lakor al planeta acuático. Al abrir la puerta de la habitación encontró tanto al soldado como al ryfier durmiendo plácidamente. Por alguna razón que él no pudo identificar, empezó a sonreír tras ver eso.

    Luego de asegurarse de que Allecreod estaba durmiendo y no fingiendo por algún motivo particular, Thomas marchó tranquilo a su habitación. Le daba un poco de emoción el saber que pronto podría pelear junto al ryfier nuevamente, y así podría comprobar si esos años en dónde estuvo tan colaborativo fueron genuinos o si solamente estaba intentando ganarse la confianza mediante actuaciones siniestras. De ser ese último el caso, él lo detendría si hiciera falta, pero algo en su interior le aseguraba que el ryfier realmente se había comprometido con la humanidad, y que se comportaría durante esa misión.

    […]

    Ace se veía muy pálido. Tuvo que soportar más de tres días sin poder comer algún alimento o siquiera ingerir una gota de líquido. La sed y el hambre tardaron en llegar, pero cuando lo hicieron, lo atormentaron bastante. El soldado, a causa de tener el estómago vacío, sentía nauseas, pero eso no era un impedimento en lo que quería hacer.

    Cada día que estuvo allí se dedicó a forcejear contra las ataduras que restringían su libertad y lo mantenían en el suelo. Creía que el análisis de su sangre se demoraba bastante, y que era eso lo que lo mantenía con vida. En cada oportunidad que quiso escapar, la luz del cristal de su ventana se encendía, llamando la atención de aquel enorme pez que se veía muy hambriento y feroz. Le daba miedo ser arrojado como alimento vivo para él, dado a que luchar en el agua no era lo mismo que hacerlo en tierra firme. Nunca había combatido en zonas como esa, por lo que supo que no sería capaz de derrotar a un animal tan grande si se le acercaba.

    No quería que ese fuera su destino. Él tenía otros planes, y no los podría realizar si se quedaba allí mismo para morir. El forcejeo contra sus ataduras no produjo ningún resultado novedoso, y solo terminó agotando más sus fuerzas, ocasionando así que el hambre se incrementara en él. Le era imposible concebir la idea de que se quedaría allí atrapado para morir sin poder ver nuevamente a su familia y amigos.

    — Agustina… Arick — Ace pensaba en ellos dos más que en nadie, pero no eran los únicos — Natasha… Thomas, Gwyn, Alicia. Quiero regresar a casa. Por favor, necesito que envíen ayuda. No puedo romper estas cadenas por mi cuenta.

    En el momento en el que la imagen de un destino lúgubre se formó en su cabeza, el ruido de una sirena empezó a resonar en todo el lugar. Ace se espantó, dado a que creyó que podría ser una falla en el sitio en el que se encontraba, y eso solo podría llevar a un resultado posible… la entrada del agua y por consiguiente de los animales acuáticos al interior de aquel sitio. Pero el sonido no duró demasiado tiempo. En menos de diez segundos, esa sirena potente que sonó mermó su intensidad hasta que ya no quedó nada.

    Fue allí cuando la puerta se abrió, y Ace pudo ver como dos seres de los Dimaoreon entraban al lugar donde estaba siendo retenido. Uno de ellos iba armado con su propio rifle, o al menos, el de uno de sus compañeros. El otro, de una contextura similar solamente tenía en sus manos algo que se veía cómo una llave, probablemente para retirarlo de sus ataduras.

    — ¡¿Qué quieren?! — Ace supo que estaba acorralado — ¡¿Qué vinieron a hacerme?!

    — Se acabó el análisis de sangre — el que cargaba con las llaves, un Dair para ser más precisos, fue quien respondió — Tú puedes alimentar a los peces con tu carne. No hay peligro en que te consuman. Así que, llegó el momento de que repares el daño que ocasionaste al robarnos el agua.

    — ¡No! — Ace empezó a dar patadas siendo sus únicas extremidades libres — ¡No les voy a servir de comida para sus animales! ¡Tengo una familia que está esperándome! ¡Tengo prohibido morir aquí!

    — ¡Basta! — gritó el Dair que tenía el arma del comandante — ¡Es lo justo que pagues por todo lo que causaste! ¡Te vamos a noquear si hace falta!

    — ¡Esperen! — Ace, preso del pánico, decidió intentar algo — ¡Quiero hablar con el Dis! ¡Ofrezco un trato para ustedes y su especie! ¡Vendrán con nosotros a nuestro mundo! ¡Es un mundo pequeño, pero la humanidad está reducida al igual que ustedes! ¡Podremos compartirlo y prosperar en él juntos!

    Estaba claro que nadie en la humanidad querría que seres con los que no convivieron durante una situación crítica, a diferencia del caso de los xaromitantes, convivieran junto a ellos en su mismo mundo. No tenían idea del nombre de la especie, y mucho menos de su cultura y costumbres, además de su modo de vida. Pero la desesperación se apoderó del comandante Lakor. Pensar que iba a perderse la oportunidad de dormir junto a su mujer y abrazar a su hijo una vez más lo llevaron a un grado que nunca creyó posible. Lo tenía que intentar, saliera lo que saliera.

    — Haces esta propuesta solo cuando tu vida pende de un hilo — el Dair armado no lo tomó muy bien — Está claro que tú no nos quieres allí en tu mundo. Seguro que el resto de la humanidad tampoco. Además, por más que tus intenciones fueran nobles, sigues siendo un prisionero. ¿Por qué negociar con alguien que ni siquiera tiene la libertad de moverse? Lo siento, pero tu vida acaba aquí.

    Ace, sabiendo que todo para él había terminado puesto a que en cuatro días sería imposible que una nave apareciera para rescatarlo, rompió en llanto. El comandante sentía que había sido condenado a morir, y no de una forma honrada. El dolor que invadió su interior fue tanto que el corazón empezó a presentarle molestias, probablemente un recordatorio de aquel infarto que sufrió hacía ya varios años atrás.

    — ¡No! — Ace empezó a mover las piernas como loco — ¡No me van a usar de alimento! ¡Mi familia me está esperando, y no voy a dejarlos solos! ¡No atravesé un infierno en vida solo para dejarme matar aquí!

    El arranque de ira del humano dejó algo asustados a los Dair, pese a que ellos tenían la mano suprema en esa partida. Incluso quien portaba un arma tenía miedo de acercarse a él. El comandante se retorcía mientras buscaba ajustar la posición de su cuerpo para dar mejores patadas a sus enemigos. Si no podía tocarlos, por lo menos les podía mantener lejos.

    — ¡No sé si ustedes tienen aprecio por los que nacen a partir de su ADN! — Ace los confrontó por su modo de vivir — ¡Pero yo amo a mi esposa y a mi hijo! ¡No me van a separar de ellos!

    — Por todos los dioses y demonios — el Dair que iba armado no se vio con otra opción — Eres problemático, humano de mierda.

    Harto de la resistencia que oponía aquel humano, este tomó el rifle de la humanidad y disparó una ráfaga de seis balas de calor cerca de la cabeza de Ace. Este, por miedo a que una falla en la puntería de su enemigo pudiera terminar matándolo por accidente, se quedó quieto mientras apoyó su cabeza lo más que pudo contra la pared. Tras ese ataque de advertencia, Ace no se movió más preso del miedo. Las lágrimas caían con más intensidad de su rostro, sabiendo que esa fue su última resistencia, al menos mientras lo tuvieran atado ahí.

    — Te quedarás quieto si no quieres que te envíe en agonía a tu muerte — tras esas palabras, hizo un gesto a quien portaba la llave.

    Quien iba armado se paró en un ángulo de cuarenta y cinco grados relativos a la posición del comandante supremo de la humanidad. Este supo que debía quedarse quieto mientras era liberado, o de lo contrario sería atacado con su propia arma, lo que anularía sus posibilidades de defenderse en el futuro. Viendo que quizá podría sacar provecho a su libertad, Ace se quedó quieto mientras el otro ser lo liberaba de esas ataduras.

    Pero contrario a lo que creía, no quedó así por mucho tiempo. Tan pronto como fue liberado de aquella pared, el Dair le colocó de nuevo las ataduras para que mantuviera las manos pegadas una a la otra todo el tiempo. Ni siquiera pudo pasar treinta segundos y ya tenía sus manos atadas nuevamente, cosa que sería una complicación, puesto a que no se podría mover para pelear o defenderse. Forzosamente, el comandante fue obligado a ponerse de pie, y con un enemigo apuntándole a la espalda, fue obligado a retirarse de la sala en la que se encontraba.

    El miedo que sentía en ese momento era el mayor de su vida, superando incluso la vez en donde se encontró preso por el Zenith cuando él todavía era parte de Black Meteor y la ocasión donde lo ataron frente a Tzorkun en el planeta Emiv. Respirando agitadamente, los dos Dair retiraron al comandante del sitio donde lo tenían aprisionado.

    […]

    — ¡Por fin! — Natasha gritó de alivio tras tocar el suelo del planeta Hael Arunyn.

    Tras tres días y unas nueve horas largas de viaje, la nave finalmente logró llegar a su objetivo. La comandante guio a los suyos acompañada de Faron, quien tenía idea del sitio en dónde se encontraban las trampas. Dejando solamente a una docena de soldados, entre los que se encontraba Noak, para defender la nave en caso de que los monstruos atacaran por los costados, Natasha, Thomas, Allecreod y el resto de los soldados que acudieron al planeta siguieron a Faron y a Xorxaik a través del planeta.

    — ¡¿Recuerdas la posición exacta?! — preguntó Faron, quien era el que sujetaba el repetidor.

    — Está grabada en mi memoria — Xorxaik respondió dando esperanza al grupo — Iré al frente y me detendré en el lugar. Ustedes quédense detrás de mí y por nada del mundo me rebasen.

    Fue así cómo el robot, pese a su enorme peso por estar hecho de metal, empezó a correr a gran velocidad por el angosto terreno de aquel planeta rodeado por agua. Los más adelantados al grupo eran Natasha, Thomas, Faron y Allecreod. El ryfier sentía todavía un par de miradas inquisitivas por parte de los soldados que iban detrás de él. Esa sería su oportunidad para demostrar a toda la humanidad que colaboraría con el rescate del comandante y de todos los soldados prisioneros en aquel planeta, de modo de poder ganarse una redención ante los ojos de todos.

    Con una enorme sensación de ansiedad invadiéndolos, los soldados siguieron al robot hasta que este se detuvo. El enorme ser de metal colocó el pie en el sitio indicado, y lo retiró un milisegundo antes de que la trampilla se abriera para evitar así una caída que entorpeciera la operación. Al momento en el que esta iba a cerrarse, Xorxaik puso el pie nuevamente, trabando el dispositivo, y dejando una brecha por la que podrían introducir el repetidor.

    — Cuando gustes — Xorxaik dijo con cortesía, cosas que aprendió de su convivencia con la humanidad.

    — Estamos aquí, Ace — Faron pronunció esas palabras al dejar caer el repetidor suavemente a través de ese hueco — Si estás vivo, resiste un poco más.

    Un sonido con potencia moderada se oyó, y luego de que se detuvo, otra trampilla se activó. Esta desde debajo de la primera. Xorxaik pudo detectar por la posición de dónde surgía la señal del repetidor que este no había caído muy profundo. Lo que tuvo que hacer para poder llevar a cabo su plan le resultó muy fácil.

    — ¿Cuánto tardarás en invadir? — Natasha sujetó su arma con fuerza, sabiendo que podría significar que iban a pelear pronto.

    — Ya estoy en su sistema — el robot sorprendió a los soldados que no esperaban que fuera tan rápido — Estoy tratando de trazar un camino seguro.

    — ¿Un camino seguro hacia dónde? — Allecreod no veía un lugar a dónde ir.

    — Hacia este sitio — Xorxaik mencionó rápidamente.

    Frente a sus ojos, tras sentir un ligero temblor en el suelo, a lo lejos de su posición se levantó una estructura rectangular, que tenía una compuerta visible al frente. Faron recordó que Ace le había mencionado algo como eso, una extraña estructura que surgió de la nada. Por las palabras que el robot había pronunciado, todos supieron que más adelante debía haber muchas otras trampas por las cuáles podrían caerse. Daban las gracias por haberse quedado con él, de lo contrario, habrían tardado mucho más tiempo en llegar a ese mundo, y la misión pudo haber resultado en algo peor.

    — Prepárense, ya tengo el código para abrir esa compuerta — Xorxaik retiró el pie de la trampilla — El comandante supremo y los cuatro soldados están con vida. ¿Cuál es el plan?

    — ¡Llévanos directo hacia ellos! — Natasha sentía que el corazón iba a explotarle de alegría — ¡Los rescatamos y nos vamos!

    — ¿Enemigos? — Allecreod veía que no se preocupó por eso.

    — Solo cinco — Xorxaik sorprendió con esa declaración — No puedo obtener imágenes de todo el recinto mientras manejo la tecnología al mismo tiempo que trato de mantenerme conectado a su señal. Pero en el sitio donde se encuentran los humanos solo hay cinco enemigos.

    — O son muy pocos ejemplares con vida o es una trampa — Thomas pensó que podrían estarlos esperando — Quizá hayan visto llegar a nuestra nave.

    Antes de que pudieran seguir discutiendo de las posibilidades a las que se veían expuestos en un mundo así, Faron recibió un mensaje de uno de los soldados que se quedó atrás para proteger la nave.

    — ¡Habla Noak! — gritó con algo de miedo — ¡Unas criaturas extrañas han salido del agua y están avanzando hacia la nave! ¡Dense prisa, no quiero quedarme mucho tiempo aquí!

    — ¡Mierda, parece que saben que estamos aquí desde que invadimos su sistema! — Natasha lo veía como algo innegable — ¡Prepárense para pelear y tengan los ojos abiertos! ¡Xorxaik, tú marcas el camino!

    El robot no dijo nada y simplemente se dedicó a correr hacia el frente. Los soldados formaron una larga fila y lo seguían en una línea recta irrompible, sabiendo que apartarse un centímetro fuera de lugar llevaría a la apertura de una trampilla que los llevaría a caer a un sitio desconocido, cosa que solo sería contraproducente para la misión. El ser de metal consiguió guiar a todo el grupo a salvo hacia la compuerta que daba entrada al supuesto recinto donde estaban siendo retenidos los soldados que quedaron atrás por acudir a la misión.

    — ¡Primero entramos Faron, Xorxaik y yo! — Natasha se disponía a correr el riesgo — ¡Thomas, Allecreod… ustedes siguen! ¡El resto entrará, exceptuando a cinco soldados que quedarán para cuidar la entrada! ¡Solo entran si las criaturas los triplican en número!

    — ¡Entendido! — contestaron al unísono a su comandante.

    Acompañada por el soldado joven de Zenith y el robot creado por Allecreod, Natasha cruzó la compuerta hacia el interior de aquel lugar oculto, en el cuál una persona importante para ella esperaba su rescate.

    […]

    — Asombroso — Faron contempló el lugar.

    Una enorme sala rodeada de ventanales que daban vista a las profundidades de aquel lugar, situado a al menos unos diez pisos de profundidad desde la superficie se abría ante la vista de los soldados. Repleta de columnas que unían el piso y el techo, no había casi nada más que dichos ventanales y un par de puertas laterales pintadas desde afuera de un color negro intenso midiendo más de dos metros de altura, que tenían su sitio allí. Hasta donde se extendía la vista, esa sala enorme parecía no tener fin, y no se veía a ningún ser vivo presente en ella.

    Natasha supo que detrás de esas puertas podría haber criaturas enemigas, ya sea que tuvieran inteligencia o no. Por lo que quiso asegurarse de que se mantendrían bloqueadas.

    — Xorxaik, ¿se pueden bloquear esas puertas? — preguntó la comandante.

    — Solo se activan y desactivan con códigos que deben introducirse a mano — el robot empezó a caminar al frente — Síganme, los lideraré hacia el comandante.

    Thomas y Allecreod fueron los siguientes en entrar, seguidos de inmediato por un quinteto de soldados que al igual que los primeros en entrar, quedaron maravillados por aquel escenario que se veía allí dentro. Sin saber si seguirían con vida o no, estaba claro que eso era obra de seres con inteligencia. Xorxaik no especificó si los que iban a enfrentarse estaban armados o no, por lo que decidió dar esa alerta.

    — Cúbranse detrás de mí o las columnas cuando yo lo indique — Xorxaik veía a más soldados ingresar — Los enemigos tienen las armas de los soldados.

    — ¡Vamos, no hay tiempo que perder! — Natasha no quería que tuvieran tiempo de dañar a los prisioneros que quería rescatar.

    Guiados nuevamente por el ser de metal, los soldados humanos y el ryfier empezaron a correr a través de esa enorme sala en la que se encontraban solos. Repentinamente, una alarma empezó a sonar, y las luces que alumbraban y permitían ver el interior con claridad y nitidez se volvieron rojas y empezaron a parpadear. Esto, no obstante, no detuvo a los soldados, que querían recuperar a sus compañeros y a su comandante, por lo que, al no ver enemigos, siguieron corriendo al frente listos para una batalla.

    — ¡Desde atrás, han aparecido criaturas! — gritó el robot para dar la alerta.

    — ¡Mierda, disparen! — uno de los soldados del fondo gritó.

    Sin saber cómo había sido posible, desde la retaguardia se vieron atacados por criaturas sin inteligencia, los Deoren. Esto provocó que a los soldados de atrás no les quedara más opción que abrir fuego, dejando a los del frente y a los de en medio corriendo en solitario hacia su objetivo. Xorxaik no pudo detectar cómo una compuerta en el fondo de la sala se había abierto tras ellos dado a que mantenía sus esfuerzos en alcanzar a los soldados de la humanidad que debían ser rescatados.

    — ¡Cúbranse! — el robot dio la señal.

    Natasha, Faron y Thomas corrieron a esconderse tras él. Mientras que Allecreod y otros soldados se tuvieron que cubrir en las columnas que tenían cerca. Al mirar al frente con dificultad pudieron ver como unos seres disparaban en contra de ellos. Cinco de los Dair, los que iban armados, tenían a los humanos cautivos como escudos para defenderse mientras se acercaban cada vez más hacia los intrusos que aparecieron de la nada en su mundo. Los otros que simplemente se dedicaron a liberarlos, corrieron a esconderse para estar a salvo de ese ataque.

    Los soldados veían como esos seres tan extraños se acercaban cada vez más, disparando constantemente contra Xorxaik, sin saber que a un ser así no lo podrían doblegar con balas de ese tipo de rifles. Ace y los cuatro soldados que estaban siendo usados como escudo humano no ponían resistencia. Veían como los Dair solamente malgastaban balas de calor sin saber que eso provocaría un sobrecalentamiento en los rifles y los dejarían inutilizables durante unos momentos, el cuál sería aprovechado por estos para golpearlos y así generar la oportunidad a sus rescatistas para ejecutarlos.

    Los Dair, sin saber que sus acciones no acabarían bien, siguieron disparando contra Xorxaik. El ver a un ser tan enorme avanzando al frente les dio la idea de que debía ser el más peligroso entre sus enemigos. Y tal como lo estaban esperando, llegó el momento en el que los rifles se sobrecalentaron. Ninguno de ellos fue capaz de comprender nada, solamente vieron con temor como las armas ya no disparaban a los enemigos.

    — ¡¿Qué sucedió?! — el Dair que tenía sujetado a Ace preguntó con ira — ¡¿Por qué ya no…

    Sabiendo que ese era el momento, Ace le pegó un cabezazo a su captor. Lleno de furia por haber estado retenido sin comida ni bebida todo ese tiempo, y con la alegría de saber qué había llegado su momento para ser rescatado, lo siguiente que hizo fue propinarle un rodillazo potente en el estómago, para luego darle otro cabezazo que derribó a su enemigo al suelo.

    Los otros soldados de su unidad que quedaron cautivos no recurrieron a lo mismo, solo realizaron una embestida con el cuerpo contra los Dair y se separaron se esa posición.

    — ¡Ahora, están indefensos! — gritó el comandante corriendo hacia los laterales y apartándose de la línea de fuego.

    — ¡Qué no queden con vida! — Natasha no les perdonaría el haber usado a los humanos como un escudo de carne y hueso.

    Natasha, Faron, Thomas, Allecreod y un soldado que se encontraba cerca del soldado Delleo, salieron de sus coberturas eligiendo un blanco cada uno. Con deseos de exterminar a esos enemigos y poder llevarse a los prisioneros de vuelta al planeta Edagr, dispararon sin apuntar de forma precisa contra los Dair. Algunas balas que salieron de sus armas impactaron contra las armaduras, pero no hicieron falta más de diez segundos para que finalmente los soldados pudieran dar en la cabeza de sus enemigos.

    Las balas impactaron en los cráneos frágiles de esos seres tan extraños para los humanos, lo que provocó que la sangre salpicara el piso mientras las balas atravesaban la piel y el hueso para llegar al cerebro, eliminando cualquier rastro de vida en sus cuerpos.

    Tan solo quince segundos después, los Dair que planeaban defender su hogar de los invasores humanos, que habían acudido a ese mundo para recuperar a quienes habían tenido la mala fortuna de quedar atrapados allí, estaban tumbados sin vida en el suelo.

    Desde atrás de la primera línea, algunos soldados gritaron entusiasmados al saber que habían llegado a tiempo para poder rescatar tanto al comandante como a los otros soldados que quedaron junto a él. Pero su festejo se cortó cuando, de forma repentina, el sitio en el que estaban se puso a temblar a la vez que una alarma con un sonido realmente potente empezó a sonar, inundando por completo el lugar con aquel ruido ensordecedor. Las luces del interior de aquel complejo sumergido, las cuales mantenían su color original desde la entrada de los humanos, se tornaron de un color blanco; lo cual les permitiría a todos los presentes allí ser conscientes de lo que iba a suceder a continuación.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, me alegra estar un sábado más por aquí, teniendo leídas en simultáneo y disfrutando de nuestras maravillosas historias. Este ha sido un gran capítulo en todos los sentidos, muy interesante y con dosis suficientes de acción. Aquí voy con los detalles más destacados para mi.

    Iniciamos con esta nueva especie que ya conocemos (no sé como referirme directamente a ellos, ya que hay Dozern, Daeron y el Dis) en la que descubrimos que su jefe absoluto es llamado Dis (sea nombre o palabra de referencia) y éste interroga de cierta manera a sus súbditos, buscando planes para el regreso de los humanos y repeler así su ataque. Vemos que podrán replicar sus armaduras pero les tomará demasiado tiempo mientras que replicar las armas será imposible por tema tecnológico, no obstante, el Dozern que habló con Ace parece tener un plan que implica sacrificios y suerte. Si sale mal, será ejecutado y si sale bien, ocupará el puesto de Dis. Perderlo todo o ganarlo todo XD.

    De ahí pasamos a ver a Agustina, quién se ha mudado temporalmente con Gwyn para no estar sola. Agustina se encuentra realmente nerviosa por la situación (y no la culpo) mientras que Gwyn trata de calmarla, algo que toma un poco de tiempo. Conocemos también una pequeña intrahistoria de Agustina sobre como sus padres protegieron su vivienda de gente que huía de la gran catástrofe, algo que es interesante descubrir. Arick comienza a llorar e igual Sky, y mientras la niña es calmada rápidamente por su madre, Agustina no puede hacer lo propio con su hijo. Parece que el vínculo que une a Arick y Ace es bastante fuerte y eso es muy tierno.

    Después vemos la nave en la que viajan Natasha, Thomas, Xorxaik, Noak y Allecreod entre otros soldados, en lo que es la misión de rescate. Natasha y Thomas, que poco han interactuado, lo hacen para conocerse algo más. Xorxaik aparece pronto para informarles sobre los avances de esa sonda que tiene preparada y poco después decide relevar a los dos humanos, quedándose él al mando. Thomas se pasa para ver que tal va Allecreod, quién duerme plácidamente. El humano cree firmemente de que el ryfier de verdad está comprometido. Vemos nuevamente a Ace, quién lleva tres días sin comer cuando es visitado por los Dozern y el Dis, quién le informa de que será comida para sus peces. Ace, en un acto desesperado, les propone vivir juntos en Edagr pero estos seres no le creen ni la primera palabra XD.

    Finalmente, el grupo de rescate llega al planeta acuático y pronto Xorxaik logra entrar en los sistemas de la especie nativa, logrando abrir la compuerta de acceso. Para colmo, la nave es atacada inesperadamente y entonces se sucede un combate en el interior de la estructura subterránea. La acción frenética da paso a la aparición de los enemigos usando a los humanos retenidos como escudos, pero el grupo logra acabar con ellos e incluso los propios soldados capturados se logran zafar. Sin embargo, cuando el plan parece ir saliendo bien, una extraña alarma comienza a sonar, previéndose un suceso que no parece que vaya a ser bueno para el grupo de protagonistas.

    En definitiva, gran capítulo, amigo mío. Estuvo muy bueno. Deseando ver que tienen preparados estos enemigos. ¡Hasta el próximo finde si puede ser!
     
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  7. Threadmarks: No se han ido solos
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    6929
    Saludos. Llegó la hora de la publicación de un nuevo capítulo en esta ya no tan tranquila parte de la historia. Esta vez, y a diferencia de otras ocasiones, la cronología y la guía de personajes se encuentran actualizadas.
    Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su compañía en Discord para las lecturas en simultáneo que llevamos a cabo cada semana. Estoy seguro de que disfrutará mucho de este capítulo, y mi deseo es que lo haga tanto aquí como con los que llegarán después.

    Sin más noticias relevantes al momento, les dejo la lectura.



















    No se han ido solos:

    Acribillado a balazos por los soldados de la humanidad, un Deoren cayó muerto sobre el vacío suelo de aquel campo de batalla en el que se había convertido el salón.

    Tras la activación de la alarma y el encendido de las luces, varias compuertas emergieron desde el suelo, y desde sus interiores salieron las criaturas muertas en vida que pertenecían a la especie de los Dimaoreon. Desconocidos para casi todos los humanos, estos monstruos que nada más pensaban en alimentarse, y que eran preservados por sus características genéticas únicamente, saltaron en contra de los enemigos en una estampida.

    Natasha ordenó rápidamente el movimiento de los soldados.

    — ¡Formen un círculo y protejan al comandante supremo junto a los demás que están sin poder moverse!

    El feroz grito de la comandante llamó a todos los allí presentes a realizar dicha acción. Sonaba enojada al hablar así. No con nadie en específico, pero sí con la situación. Pero ella lo tenía muy en claro, no había hecho un viaje de más de tres días para recuperar a Ace solo para perderlo en medio de un caos tan grande. No obstante, pese a que su plan era muy bueno, no pudo ser ejecutado porque algunos soldados no pudieron agruparse al ser acorralados por esos seres salvajes.

    Los disparos cesaron cuando los rifles de calor terminaron su cadena de disparos posibles, por lo que muchos de ellos tuvieron que quitarse los guantes para poder pelear mano a mano con la energía. Desafortunadamente para estos, algunos de los Deoren llegaron hacia ellos y se abalanzaron por encima derribándolos. Al principio intentaron morderlos, como actuaría una clásica criatura zombificada, pero al ver que no producían efecto, empezaron a asfixiar a los seres humanos ejerciendo presiones sobre sus cuellos, bloqueándoles la entrada de aire en aquella parte que no era protegida por sus armaduras.

    Allecreod, Thomas, Faron, Natasha y los demás soldados se vieron rodeados por los Deoren mientras que el pequeño semicírculo que formaron los soldados más cercanos a ese grupo se rompió, dejándolos expuestos, iniciando así lo que sería una batalla campal.

    Allecreod, maestro en el arte de manejar la lanza puesto a que fue su arma insignia por ciclos, apartó a dos de los que tenía en frente usando el bastón de su arma. Acto seguido, el ryfier se dio media vuelta mientras atacaba con la punta metálica de su arma. El movimiento fue tan limpio que un Deoren quedó decapitado al instante. Lo siguiente que hizo fue clavarle la punta en la cabeza al siguiente que tenía en frente suyo, entrando desde el ojo directo hacia el cráneo.

    Ace se reunió con los cuatro que habían caído a las trampas junto con él, y ambos corrieron hacia Xorxaik, que estaba golpeando a los hostiles que se acercaban a él con sus pesados brazos de metal, matándolos de un solo golpe por la enorme potencia de sus manos.

    — ¡Xorxaik! — en medio del caos, el comandante le habló al robot — ¡Necesitamos que rompas nuestras ataduras!

    El robot giró su cuerpo sin mover los pies gracias a la flexibilidad de los materiales con los que fue construido, y así, con un poco de presión, le bastó para quebrar las ataduras de metal que los Dimaoreon les habían puesto a los humanos cautivos. Uno a uno fueron liberados y volvían a poder mover ambos brazos a voluntad. El comandante divisó las armas en el suelo, cerca de los Dair que salieron a enfrentar a Xorxaik, el problema era que desde esa misma dirección provenían los enemigos, y desarmados les costaría pasar.

    — ¡Necesito que les des una embestida para que pueda tomar las armas! — le ordenó el comandante a su robot.

    — A sus órdenes, comandante — el robot contestó obediente, como si fuera un sirviente del humano.

    Segundos después, la bestia de metal se lanzó a bocajarro contra los Deoren que seguían emergiendo de aquellas compuertas para así apartarlos del sitio donde las armas estaban tiradas. Ace y los suyos corrieron detrás de él, cada uno hacia un arma diferente, y tan pronto como las tomaron, notaron que estas seguían sobrecalentadas. La exaltación de los Dair al intentar eliminar a Xorxaik fue tanta que las dejaron inutilizables por un buen margen de tiempo.

    Ace y los otros cuatro cautivos retrocedieron hasta acercarse al grupo. Ace buscó con la vista a sus compañeros, logrando divisar a Natasha luchando junto con otra mujer contra los atacantes. El comandante supremo supo al no ver a Gwyn que ella era quien lideró el equipo de rescate, por lo que fue hacia ella para prestarle algo de ayuda y de paso ponerla un poco en contexto.

    — ¡Nuestras armas siguen sin poder utilizarse! — Ace informó, para después acercarse a un Deoren y así encajarle un culatazo que lo dejó noqueado.

    — ¡Tan pronto estén habilitadas para usarse, nos retiramos! — Natasha remató a ese enemigo en el suelo — ¡Así cada uno podrá protegerse por su cuenta!

    — ¡Buena decisión! — Ace se sorprendía con todo el progreso que mostraba — ¡Gracias por venir a buscarnos!

    — ¡Por ti sería capaz de regresar a combatir a todo Black Meteor si hiciera falta! — Natasha dijo con una sonrisa al escuchar a Ace.

    — ¡Comandante, mire! — la mujer que estaba junto a Natasha le llamó la atención, al mismo tiempo que señaló a un punto específico.

    Ambos comandantes, sin saber a quién de ellos iba dirigido el mensaje, miraron en esa dirección. Allí vieron que Faron y Thomas, quienes estaban luchando con la energía que salía de sus puños en contra de esos enemigos. Los dos soldados estaban tan metidos en el combate que no se daban cuenta de que cuatro de los enemigos se les acercaban por atrás, tras haber eliminado a tres soldados humanos arrancándoles los cascos y luego clavando sus garras hacia el interior de las cuencas de los ojos.

    — ¡Faron, Thomas! — Ace no quería verlos salir lastimados a ninguno — ¡Detrás de ustedes!

    Al darse la vuelta, tanto el soldado veterano como en joven vieron a esos cuatro monstruos a tan solo menos de un metro de distancia de ellos. No se veían capaces de darse vuelta a tiempo para contra atacar, por lo que decidieron que iban a correr al frente. Pero fue en ese momento que, de un disparo en la nuca a cada uno, dos de los Deoren cayeron muertos al piso. Eso permitió a Thomas y a Faron atacar con un codazo a cada monstruo que les estaba por alcanzar, haciéndolos retroceder. Allecreod clavó su lanza en la nuca de uno de esos, para que luego Natasha a la distancia eliminara al restante.

    Nuevos gruñidos se escucharon, y los dos soldados humanos y el ryfier levantaron la cabeza para ver cómo tenían a unos ocho enemigos acercándose hacia su dirección. En el momento en el que tomaron posturas defensivas, sus atacantes cayeron. Acribillados por la espalda por un total de cuatro soldados, los ocho enemigos que eran una amenaza ya no tenían vida en su interior.

    En aquel momento, Ace notó que su arma ya estaba lista para poder utilizarse otra vez, señal de que debían partir.

    — ¡Natasha, ya estamos aptos para disparar! — el comandante supremo informó a su colega.

    — ¡Abandonen el sitio! — Natasha indicó a todos los soldados vivos — ¡Nos regresamos al planeta Edagr!

    Dada la orden de la comandante, todos los soldados, exceptuando a unos nueve fallecidos que no tuvieron la suerte de sobrevivir al enfrentamiento, empezaron a correr hacia el fondo, donde se encontrarían con la salida. Xorxaik se aseguraría de cerrarla tan pronto todos estuvieran fuera de peligro.

    — ¡Noak, habla Thomas! — informó el soldado — ¡Preparen la nave para el despegue, estaremos saliendo de aquí pronto!

    — ¡Recibido! — contestó el otro soldado desde el exterior — ¡Aquí hemos controlado el ataque!

    Ace se sorprendió de que él hubiera aceptado venir estando tan reciente la situación de Gina y su paso por una enfermedad producto de aquella epidemia que azotó el planeta Edagr luego de que el agua se viera afectada por las toxinas. Sin embargo, agradecía aquel gesto.

    Con tristeza por ver cómo nueve humanos que acudieron a ese lugar para salvarlo a él y a otros cuatro soldados más eran dejados atrás, el comandante miró al frente al tiempo en el que apuntaba hacia los costados para eliminar a algunos Deoren que aparecían cerca de su posición.

    — Como dije — Ace pensó con un gran alivio — No voy a morir siendo comida de sus animales. Que el Dis y los Dozern limpien este desastre.

    Con furia por saber que el líder absoluto de aquellos seres no se presentó a la batalla para que pudiera zanjar cuentas con él, Ace simplemente quería ignorarlo todo. Escaparía a salvo de aquel mundo, y regresaría con su familia. No había más motivos para regresar a ese mundo, y tal como lo prometió al partir, él no iba a volver a abandonar su hogar mientras su hijo no fuera mayor de edad.

    A causa del caos que causaban los Deoren que seguían con vida, los soldados tardaron diez minutos en abandonar la zona de conflicto, incluyendo a Xorxaik, que fue el último en salir de aquel lugar. Una vez no quedó nadie vivo allí dentro, el robot guio el camino de regreso hacia la nave, permitiendo a los soldados evitar las trampas que los llevarían a quedar allí abajo atrapados.

    Sin más obstáculos a los que enfrentar, todos los que habían salido de aquel sitio tan misterioso para ellos consiguieron llegar hasta la nave, la cual estaba lista para el despegue. Fue solo un segundo después de que el último entrara a la gran estructura que su compuerta de entrada se cerró. Eso solo se necesitó para que se pudiera dar ese ascenso. En dos minutos, la nave espacial creada por los humanos consiguió elevarse hacia la atmósfera para después abandonar Hael Arunyn por completo, dejando atrás un capítulo no muy feliz en las páginas de la historia humana post Catástrofe y post caída de la Tierra.

    […]

    El Dis y dos de sus Dozern recorrían la sala que fue el escenario principal de una batalla casi sin precedentes en esa era para su raza. Tras el calentamiento global que provocó el deshielo de glaciares que inundó su mundo, la unión que había formado su especie era muy sólida. Si bien, entre ellos no había lazos de amistad ni de romanticismo puesto a que tenían un solo objetivo, saber que de ellos dependía la preservación de su especie era el impedimento a que cualquier conflicto serio escalase a mayores.

    No había registros de una batalla como esa en su mundo tras el derretimiento de los glaciares, y fue por eso por lo que el Dis, pese a que su inexpresiva cara no lo mostraba, estaba molesto y hecho una furia. Todos esos cadáveres pudriéndose representaban código genético que ya no podían usar. La fabricación de más seres de su raza se tendría que limitar a los genes que tuvieran disponibles, los cuales, afortunadamente, seguían siendo muy variados. Eso no quitaba que estuviera molesto con la enorme cantidad de información que habían tirado, y todo por un plan muy arriesgado.

    — Miren todo este desastre — el Dis sonaba calmado, pero a la vez, a punto de estallar — Solo nueve bajas en su bando, mientras que hay un centenar de cuerpos de los nuestros aquí.

    — Bueno, ellos también eran muy avanzados — uno de los Dozern le quería hacer ver que no era culpa suya — No había forma de ganar en un combate directo. Había que hacer esto por el bien de la estrategia.

    — Cuatro de los nuestros están en su nave ahora — comentó el otro Dozern — Ellos tienen una enorme fortuna y un gran peso en sus espaldas. Han cumplido el deseo milenario de nuestra especie… y tienen la responsabilidad de darnos esa misma oportunidad a nosotros.

    — Eso es lo que me consuela — el Dis no sonreía porque no tenía músculos faciales que permitieran que sucediera — No tienen ni la menor idea de que el enemigo está junto a ellos. Y espero que no se den cuenta, porque ahora los nuestros están solos.

    — Solos no, rodeados de seres humanos — comentó otro Dozern — Supongo que es aquí donde entra la suerte en nuestro plan.

    Algunos de los Dair, e incluso los más jóvenes Dairi de la especie, recibieron la confirmación de que el peligro se había ido. Habían sido llamados para que realizaran la recolección de cuerpos para poder alimentar a los Deoren que no habían sido enviados a la batalla con la finalidad de infiltrar a uno de los Dozern y a otros tres Dair entre las filas de los seres humanos.

    Dis no estaba feliz, pese a saber que el plan que habían ideado estaba en marcha. Seguía viéndolo como un exceso a todo lo que habían hecho. Cinco Dair y un centenar o más de Deoren habían sido eliminados con suma facilidad, causando nada más que nueve bajas en la humanidad. Entendía las diferencias entre ambas especies, pero no creía que fueran demasiadas.

    — Y todo porque ellos sí pueden darse el lujo de formar vínculos entre sí — el Dis pensó con desprecio — Si hubieran tenido que vivir lo que hemos vivido nosotros, nada de esto habría sucedido… Debemos tener mucho cuidado con los humanos para que no nos vuelvan a visitar en nuestro nuevo hogar, sea cual sea.

    […]

    Allí mismo, en la sala de comandos de la nave humana, riendo y celebrando junto a los humanos por el rescate de su comandante se encontraba él. El propio Dozern que tuvo la ocasión para interrogar al comandante Lakor cuando este estuvo en su pequeña prisión. Gracias a que las armaduras humanas cubrían todo su cuerpo y el casco tenía la capacidad de equiparle un visor polarizado de manera que nadie pudiera ver el rostro de otra persona desde su exterior, el ser extraterrestre solamente tenía que permanecer callado para que su voz no pudiera ser reconocida por el comandante. Uno de los Dair que había ido junto a él estaba a su lado, mirando una escena que ellos no comprendían.

    En la sala de comandos se encontraban Ace, Thomas, Faron, Noak, Natasha y un par de soldados más, que todavía tenían equipados los cascos igual que ellos. El Dozern y el Dair acompañante veían como los humanos que estaban allí estaban celebrando por el rescate de Ace Lakor.

    Noak estrechó su mano con él en señal de respeto. Faron intercambió un saludo de respeto, y Thomas, por su parte, abrazó a Ace como si de un hermano se tratase, siendo que ambos se llevaban así. Los dos extraterrestres mezclados entre la humanidad estaban observando con el fin de aprender a disimular sus conductas frente a ellos, de manera que pudieran adquirir todo el conocimiento posible para usarlo en el futuro. Iban a ir a un nuevo mundo, en donde tendrían que camuflarse entre el resto de la humanidad. No sería tarea fácil si no les estudiaban primero.

    Ace miró a Natasha, siendo la única a la que quedaba pendiente darle las gracias por su rescate.

    — Natasha, yo…

    Pero la chica no le dejó hablar más allá de eso. Sin dudarlo un solo momento, ella se acercó a él y lo rodeó con sus brazos, apretándolo con mucha fuerza. Ace estaba sorprendido, dado a que era la primera vez en toda su vida que tanto ella como cualquier persona lo trataba así. Acto seguido, ella recostó su cabeza sobre el hombro del soldado, dejando salir unas pequeñas lágrimas de alegría por haberlo recuperado.

    — Ace… me da tanto gusto saber que estás a salvo — la chica sonaba muy entusiasmada — No llegué a despedirme de ti en persona antes de que te fueras. No me lo habría perdonado si al llegar a ese horrible mundo tú hubieras estado muerto. No quería perderte. No quiero perderte, y mucho menos así.

    Ace se sentía en deuda con ella. Sin dudas ella había sido la responsable directa del rescate, pero no podía darle un abrazo dado a que sabía que no sería muy bien visto siendo que Agustina estaba ausente en la nave, un tema en el cuál él preguntaría después.

    — Natasha… gracias — Ace dijo las primeras palabras que pudo pensar así — Te debo la vida. No sé cómo hicieron para llegar tan pronto. Pero lo agradezco mucho, ellos querían arrojarme para ser comida de sus animales acuáticos.

    — ¿Qué? — Noak se vio horrorizado por todo eso — No me jodas. ¿De verdad son así de retorcidos?

    — Hablaban acerca de que era una forma en que yo podría reparar el daño causado — Ace todavía temblaba al pensar en ello — El miedo de que me pudieran comer me hizo dormir muy poco. Estoy agotado como para poder explicarlo todo ahora. Quisiera poder comer y beber algo para luego irme a descansar.

    — Ven — Natasha dejó de abrazarlo para luego tomarlo de las manos — Te llevaré a la habitación que preparé para ti. Luego te buscaré algo para que comas y bebas y te dejaré dormir.

    — Gracias, sé que quieren saber más, pero estoy realmente exhausto, aunque no se note mucho — Ace reía un poco por eso, pero era más una risa nerviosa que otra cosa — Lo hablaremos cuando despierte.

    — Descuida, ya no volveremos a ese mundo nunca más — ese comentario de Thomas captó la atención del Dozern — Hay tiempo para que puedas procesar esto y luego decirlo — el soldado tomó una pausa antes de seguir — Noak, Faron, ¿pueden hacerse cargo de la sala en mi ausencia? No he visto a Allecreod desde que subimos a la nave.

    — ¿Así que Allecreod está con ustedes? — Ace preguntó algo estupefacto — Me pareció haberlo visto en la batalla, pero creí que era producto de una visión borrosa de mi mente cansada.

    — No, él realmente vino con nosotros — Faron contestó en el tema — Por cierto, Ace. Hay dos soldados que me hicieron algo deplorable cuando quería bajar a rescatarte el mismo día que te perdiste. Uno me quitó el casco de la cabeza y el otro me noqueó de un golpe. Luego escaparon de aquel mundo con la excusa de que debían llevar el agua a la humanidad, para después mentir y decir que estabas muerto.

    — Quiero imaginarme que no van a seguir en el ejército — Noak seguía sin poder aceptar aquel hecho.

    — Sí, van a seguir — Ace dijo sorprendiendo a todos — Serán sancionados por agredir a un compañero y por dar información no verídica en el informe… Pero no tengo la cara para expulsarlos. Cumplieron órdenes. Yo autoricé a que debían llevar el agua a Edagr para así salvar a la humanidad. Y sé lo que es hacer algo poco ético para cumplir órdenes. Ellos se quedan en el ejército.

    — Pero, Ace… — Faron quería que lo considerara mejor.

    — Los obligaré a que se disculpen contigo y con todos ustedes por lo que hicieron — Ace no lo quería discutir más — Pero no hicieron algo que merezca expulsión. No es tan grave comparado a algunas cosas que hice yo.

    Todos allí, exceptuando a los que provenían del planeta Hael Arunyn, supieron que Ace pensó en el momento en el que ordenó a los soldados que empujaran a la gente que estaba desesperada para subir a la nave con la esperanza de salvarse. Esas acciones oscuras seguían vivas en la consciencia del comandante supremo, sin importar todo el tiempo que hubiera pasado. Era un error para él, uno con el que dormía cada noche. Motivo por el cuál se originó todo ese movimiento de los detractores, y que había llevado a que algunos entre ellos publicaran un libro, que a su juicio era horrible, hablando mal sobre Alicia y de la memoria de Michael Umcali.

    Sin un apoyo unánime entre sus compañeros, nadie discutió su opinión. Ace era el supremo en el ejército, por lo cual, lo que se decía se haría sin cuestionarlo. Si él dio la orden y los dos soldados la obedecieron, no tenían mucho con qué castigarlos más allá de su agresión a Faron y en las mentiras de su informe.

    Thomas, Ace y Natasha se retiraron de aquella sala, dejando a Faron y a Noak a cargo de los soldados que estaban allí.

    El Dozern y el Dair que le acompañó prestaron atención a todos los comandos que fueron accionados por los soldados en todo momento. Tenían que memorizar a la perfección cómo ejecutarlos y la función particular de cada uno, puesto a que los iban a necesitar para su viaje de regreso a Hael Arunyn para rescatar así a todos los suyos.

    Ellos estaban viendo todo lo que Faron, Noak y los otros soldados hacían, cuando de repente la puerta de la sala se abrió y de ella entró Xorxaik. El Dozern y el Dair tuvieron que hacer un enorme esfuerzo para no caerse desmayados del miedo. Debido a que ambos estaban escondidos esperando el momento ideal para infiltrarse, vieron por las cámaras de la sala como esa bestia resistió los balazos de los rifles que habían estudiado. Era monstruoso para ellos, y lo tenían a pocos metros de distancia. En sus cascos empezaron a respirar de forma agitada. El Dair no pudo más, y tras tocarle el hombro al Dozern para hacerle un gesto, abandonó la sala. No hubo un solo momento en su vida en el que el extraterrestre que quedó solo allí tuvo más miedo que aquel.

    Por más que consiguiera un arma para atacar a traición a los humanos y lograra eliminarlos a todos, el robot que tenía delante era un imposible para él. No iba a huir de ese lugar, puesto a que sentía que requería más información, pero para eso necesitó llevar su coraje al máximo.

    — Xorxaik, ¿qué novedades hay? — Noak le preguntó al robot.

    — He confirmado nueve bajas en el ejército — el robot comentó a quien estaba a cargo temporalmente — Ya he enviado a la computadora sus nombres para que avisen a sus familias, aunque no todos tienen.

    — Gracias por eso — Faron se veía agradecido por ese último detalle — Nueve bajas para una misión que tenía que ser de rescate al comandante y otros cuatro soldados más… No es un buen balance. Pero fue necesario. No me arrepiento de esto, ni siquiera si hubiera muerto yo.

    — Veo que admiras mucho al comandante Lakor — Noak no recordaba una interacción directa con él antes de eso — Casi se podría decir que tú y mi yo pasado son opuestos. Algo curioso cuando me lo pongo a pensar.

    […]

    Thomas se adentró en el cuarto de Allecreod. Al entrar allí pudo ver lo que buscaba. El ex líder de los ryfier estaba tumbado sobre su cama, mientras que la lanza que usó en combate estaba apoyada en un rincón. De la punta de aquella arma se podían observar las manchas de sangre, las cuales, al entrar en el frío del espacio, quedaron totalmente congeladas en su sitio. El soldado quería comprobar si estaba despierto o dormido, pero al ver que tenía los ojos abiertos, se sentó en el borde de la cama de aquel ser.

    — ¿Ocurre algo? — Allecreod creyó que quizá algo iba mal.

    — No, para nada — Thomas sonreía — Es solo que… luchaste a favor de nosotros.

    — Estoy de su parte, Thomas — Allecreod nunca creyó que diría eso — Ustedes son ahora mis compañeros. Sin importar si hubiera sido un ryfier, un triyr o un nokradino, ahora estoy junto a la humanidad. Sé que nunca seré un humano genéticamente, incluso socialmente, pero convivo con ustedes. Si ustedes prosperan, yo prospero. No tengo motivos para buscar el daño en su contra.

    — Lo sé, es solo que… incluso con el pasar de los años seguía teniendo mis dudas — Thomas era sincero con él — Sobre todo teniendo en cuenta aquel día…

    Allecreod supo que se refería justo al momento en el que su hermano Korix había sido asesinado por Thomas. Él entendía ciertos rasgos de la psicología humana, y era consciente de que a estos les costaba mucho olvidar los acontecimientos que quizá muchas otras especies en el universo querrían ignorar para siempre. El ryfier supo encontrar su culpabilidad en el triste fallecimiento de su hermano, y no culpaba a Thomas por eso. Él únicamente empuñó el arma, pero el destino de Korix se había sellado con sus decisiones.

    — Lo que dije de mí aplica a la inversa para ti — Allecreod confundió un poco a Thomas con esas palabras.

    — ¿Perdón? — Thomas no era capaz de comprender nada de eso.

    — Tú eres un humano, y yo un ryfier — el ser extraterrestre le dijo una obviedad que pronto cobraría más sentido — No vemos a la muerte de la misma manera. Yo he aceptado mi responsabilidad en la muerte de Korix, e incluso si no lo hubiera hecho, tú apuntaste en contra de mí. Tenías todo el motivo del mundo para hacerlo. Lo que pasó fue más culpa mía que tuya. Y eso es algo que a tu mente humana le cuesta entender.

    — Bueno, lo siento, pero es así cómo estamos hechos nosotros — Thomas no quería adentrarse en ese terreno filosófico — Pero eso no quita el hecho de que me da gusto ver que puedo contar contigo en las batallas. Aunque ya no tengamos un enemigo común, tú estuviste ahí para nosotros. Incluso me quitaste un peso de encima.

    — Fue un placer — Allecreod respondió con gusto — Y gracias por haberme permitido venir aquí. Quizá la próxima vez, podrías hablar con Ace para que yo pueda viajar.

    — Lo decide él, no yo — Thomas se quiso lavar las manos de eso — Pero hablar es algo que puedo hacer.

    Thomas, viendo que el ryfier no parecía tener la intención de moverse de su cama, no quería ser un fastidio para él, por lo que optó por irse a descansar él también. Pese a que Natasha fue el cerebro tras la operación, él estuvo al lado de la chica para garantizar que no se estresara demasiado.

    — En fin, creo que quieres dormir, y yo también — mencionó el soldado — Gracias una vez más por ayudarme a salvar a Ace… Es un hermano para mí. Aunque seamos de familias diferentes.

    — Me alegra que esta vez sí pudimos llegar a tiempo — Allecreod pensó en el caso de Michael — No fue nada. Me gustó ser de ayuda, devolver la confianza puesta en mí y de paso haber entrenado mejor mis habilidades de pelea.

    Tras haberse despedido de aquel ser, Thomas abandonó la sala. Tan pronto como la puerta de la habitación estuvo cerrada, el único ryfier inmiscuido en asuntos de la humanidad cerró los ojos y se dispuso a tomar una siesta para poder relajar su cuerpo tras la batalla que había tenido. Fue un momento donde su adrenalina despertó, y que no se comparaba con lo que sintió en la guerra contra los edagrianos, pero que al menos le hizo sentir el fulgor de la batalla nuevamente.

    Cuando Thomas salió de la sala se cruzó con un soldado que tenía puesto todavía el casco protector y encima llevaba puesto el visor polarizado. Eso le llamó la atención al soldado, que no pudo evitar preguntar mientras que su colega caminaba dispuesto a pasarlo de largo.

    — ¿Todo bien? — preguntó algo intrigado.

    — De paso — comentó al tiempo que lo dejó atrás.

    Thomas no lo juzgó. Creyó que estaría cansado por la batalla, por lo que no le dio muchas más vueltas al asunto. Sin saberlo, aquel que había hablado con él no era un ser humano, sino uno de los tres Dair que se había infiltrado en la nave junto con uno de los Dozern. Y no solo eso, sino que, pese a que parecía estar “de paso” tal y como lo dijo en palabras, aquel ser escuchó de inicio a fin la conversación que tuvieron el humano y el ryfier.

    Agotado por todo lo vivido, Thomas siguió el consejo de Ace y optó por irse a dormir.

    […]

    Ace se encontraba sentado sobre una cama en una habitación que no tenía más que una mesita de luz pegada a la propia cama y luego un mini escritorio que él utilizó para dejar allí su armadura puesto a que no la iba a necesitar más. Por todo lo ocurrido, el soldado estaba muerto de sueño, pero no quería recostarse puesto a que Natasha se comprometió con él para llevarle algo para que pudiera comer y tomar. No sería descortés con ella, por lo que haría el esfuerzo de mantenerse despierto un poco más.

    No tardó mucho en regresar la otra comandante de la humanidad. Con una bandeja que tenía una taza de té y unas cuatro galletitas de chocolate, ella entró al cuarto del comandante supremo, para dejar la bandeja sobre la mesa de luz para que pudiera comer.

    — Es un té de manzanilla — Natasha le comentó algo tímida — A mí me ayuda mucho para relajarme.

    — Veamos… — Ace tomó la taza y le dio un sorbo a tu bebida caliente — Está bueno.

    — ¿Seguro? — Natasha no quería que le mintiera — Puedo ir a endulzarlo un poco más si te hace falta.

    — Está muy bien, así — Ace le dio una sonrisa — No hace falta que te vayas… Oye, quiero preguntar. ¿Qué pasó con Agustina?

    — Uff — Natasha dejó salir un poco de aire tras escuchar esa pregunta — Cuando nos dieron la noticia de que habías muerto, ella y yo lloramos al mismo tiempo — Ace se sorprendió por esa respuesta — Nos aterraba la idea de no volver a verte más. Y cuando Faron dijo que podrías estar vivo y que Xorxaik tenía un plan para salvarte… bueno, solo diré que costó mucho convencerla de que no viniera. Le prometí que te llevaría con ella otra vez. Y eso voy a hacer.

    — Bueno, yo diría que ya has cumplido — Ace felicitó a Natasha por eso.

    — No, aún no — Natasha decía con un tono alegre — No sé qué tantos informes tengas que hacer, pero cuando esta nave aterrice en Edagr, tú te vienes conmigo a tu casa. Agustina y Arick han estado sin ti por un tiempo que no fue el más agradable de todos. Tu siguiente destino es tu hogar.

    — Vaya, eres una chica llena de sorpresas, Natasha — Ace nunca la imaginó diciendo eso — Parece que realmente quieres que vaya a mi casa pese a mis deberes como comandante.

    — Ace, eres el mejor hombre que he conocido en mi vida — Natasha dejó salir esa confesión desde el fondo de su corazón — Si yo fuera tu esposa, lo que más desearía si tú estuvieras fuera de casa es que regresaras. Para poder recibirte alegremente con un abrazo y con un tierno beso… Y ella no solo es tu esposa, sino que también es la madre de tu bebé. Ella te espera, y juro que te llevaré con ella.

    Asombrado por esa confesión, ante la cual se mostró algo sonrojado por aquellas palabras que le resultaron bonitas, se vio en la necesidad de mostrar gratitud con ella.

    Ace dejó la tasa sobre la bandeja situada en su mesita de luz, se puso de pie y se acercó hacia Natasha, para posteriormente darle un abrazo similar al que ella le había dado hacía unos momentos atrás. Natasha no lo estaba esperando en ese momento, y también quería abrazarlo, pero siendo que Ace había tenido la iniciativa, ella se quedó quieta y decidió dejar que él fuera quien actuara. Con suavidad, Ace puso una de sus manos alrededor de la cintura de Natasha, y la otra de sus manos sobre su cabeza. Ella no podía hacer otra cosa más allá de sonreír mientras que Ace la acercaba a su pecho, permitiéndole así escuchar su corazón, que se encontraba calmado, cosa que a ella le cayó muy bien. Ya no pudo contener más su felicidad en aquel momento, y terminó abrazándolo de vuelta. Ambos quedaron cerca el uno del otro, disfrutando de un momento que era exclusivo para ellos dos.

    Natasha sentía cómo la alegría de estar junto a la persona de la que estaba enamorada se convertía en tristeza al momento en el que Ace, tras acariciar un poco su cabello, la soltó. El abrazo había sido breve, pero ella entendía que Ace era un hombre casado y con familia. Fue un gesto de cariño para con ella, pero no podía ser un gesto de amor. Ella, sin embargo, agradecía el hecho de que Ace hubiera tenido en cuenta sus sentimientos y la hubiera abrazado en aquel momento en el que estaban solos. No quería que otras personas, por más amigos que fueran de los dos, los observaran. Por un momento, ella sintió una alegría inmensa porque Ace fue suyo temporalmente. Y pese a que había terminado, la pequeña alegría de saber que ella tenía un sitio en su corazón no se iría jamás.

    — Gracias por haber venido a salvarme — Ace le sonreía al mirarla — Me has liberado de un sitio oscuro en el que creía que iba a tener mi final. Gracias a ti voy a volver con mi familia… Yo… Tú sabes que te quiero, Natasha. Aunque lo nuestro no pueda ser, tienes mi aprecio y mi gratitud. La puerta de mi casa siempre va a estar abierta para ti. Lo sabes.

    — Ace… yo… — Natasha no quería llorar frente a él — Yo siempre regresaré para salvarte. Tal y como debí haber hecho en el día en el que nos separamos por primera vez.

    A Natasha la invadieron sus recuerdos en su primera misión. Con Black Meteor en la Tierra y enfrentando a nadie más ni menos que los miembros de Zenith. En un día que parecía ser de lo más normal, fue que ella perdió el contacto con él. En el momento en que fue capturado por el Zenith, ella nunca tuvo la oportunidad de poder hablar con él otra vez como en sus charlas íntimas cuando ellos solamente tenían la idea de ser pareja tan pronto la misión acabase.

    Ace se sintió un poco mal por esa muestra de afecto que le dio, no tanto por la misma, sino porque llegó a pensar que quizá le hacía daño a Natasha ser tratada de esa manera tan gentil y no poder estar junto a él. Quería disculparse por eso.

    — Lo siento, Natasha — Ace se disculpó con ella — Quizá no debí actuar de esta forma.

    — No… — ella no quería que se sintiera así — Tú eres el hombre más maravilloso del mundo. No tienes la culpa de nada. Descansa bien. Tienes que estar en condiciones para cuando tu esposa y tu hijo te vean de nuevo.

    […]

    Luego de unos tres días agotadores de viaje en el espacio, la nave humana volvió a tocar tierra firme en el suelo edagriano. Territorio suyo, lejos por fin del peligro que podía representar Hael Arunyn por todas esas criaturas hostiles que encontraron en ese mundo.

    La confirmación de que Ace y los otros cuatro soldados que quedaron cautivos fue enviada a sus familias y seres queridos. Agustina no acudió a recibir a Ace allí mismo, puesto a que no quería exponerse a un encuentro con los detractores, al mismo tiempo que consideró que quizá no sería seguro para los oídos de Arick que estuviera cerca del sitio en el que una nave espacial iba a aterrizar.

    Sin embargo, los otros cuatro soldados rescatados sí que tuvieron visitas de sus allegados. Una vez que descendieron, varias personas, al menos una centena, se acercaron para celebrar por el regreso de todos ellos. Por la forma tan alegre en el que los recibieron en aquel atardecer edagriano que adornaba la escena, supieron que no estaba presente nadie que tuviera una relación cercana con los nueve fallecidos.

    Desde su puesto, fuera del hangar en el que guardaban las naves, Ace, Natasha, Thomas, Faron, Noak, Allecreod y Xorxaik caminaron al frente para salir al encuentro con todas esas personas, siendo acompañados por algunos soldados que estaban bajando desde allí.

    La gente que tenía lazos cercanos con los otros soldados que quedaron retenidos temporalmente en Hael Arunyn se acercaron a ellos a fundirse en abrazos de alegría por tener la chance de verlos otra vez. Mientras que todos los otros hombres y mujeres allí empezaron a cantar y a gritar por ellos.

    — ¡Han regresado! — todos gritaban como si lo tuvieran ensayado — ¡Nuestros héroes han vuelto! ¡Pusieron en peligro sus vidas para traernos agua potable! ¡Estamos seguros en sus manos! ¡Qué vivan nuestros valientes soldados! ¡Los héroes que nos han dado todo y que siguen luchando por la humanidad!

    Nadie entre los allí presentes puso queja alguna ante esas palabras de aliento. Era reconfortante saber que los civiles tenían conocimiento de todo lo que estaban haciendo para poder garantizarles una buena vida. Ace tenía la idea de que se realizara un acto público, en donde podría anunciar no solo el éxito completo de la misión de tomar agua de otro mundo, sino también que podría pedir a la gente que plantaran cara a los detractores, apelando a un sentido de la justicia que creía que ellos tenían.

    — Hay tanto que hacer el día de mañana — Ace decía mientras veía como la gente seguía gritando.

    — Eso es para mañana — Natasha le dijo con una sonrisa — Ahora te toca ir a tu casa a darle un abrazo a tu esposa y a tu hijo.

    — Tienes razón — Ace apreció el gesto de Natasha para con él al recordarle que no le permitiría hacer otra cosa que no fuera ir a ver a su familia primero — Vamos. Seguro Noak y Thomas también quieren llegar a casa.

    Un soldado, el cuál iba en compañía de otros tres, le dio un pequeño empujón al comandante tan pronto como él dijo esas palabras. Thomas, Allecreod, Faron, Noak y Natasha se lo quedaron viendo fijamente por un momento, debido a que les llamó la atención que siguiera con su armadura y con el casco puesto. Supusieron que por el visor polarizado no habría visto bien al comandante Lakor, y que por eso se dio el pequeño choque, que más que eso fue un empujón.

    — Perdón, comandante Lakor — decía con una voz algo grave — Pero me dejé llevar por la emoción de esta bienvenida y no lo vi bien… Iremos a devolver el equipo a la base.

    — Descuida, no pasa nada — Ace no le quería dar muchas vueltas al asunto — Reconozco que es agradable llegar de una misión peligrosa y que te reciban así.

    — No hace falta que lo diga — contestó, para luego alejarse de él — ¡Vámonos amigos! ¡Dejemos las armas y las armaduras en la base y luego tomemos algo!

    El que había dado ese pequeño empujón a Ace había sido uno de los Dair, el cuál se ganó la mirada de desaprobación del Dozern por haberse acercado tan descuidadamente al comandante Lakor. Pero luego de haber esquivado una conversación que podría haberlo delatado, este se fue caminando junto a sus tres acompañantes. Con la excusa de que iban a guardar tanto las armaduras como los rifles que portaban en ese momento, se apartaron de los soldados y también de la multitud que les recibió con alegría.

    Al momento en el que estuvieron lo más lejos posible, ellos cuatro se metieron al interior de la ciudad Skymning, buscando recorrer las calles menos transitadas hasta que dieron con un edificio que desde afuera se veía abandonado. Tras haber forzado su entrada al sitio, descubrieron que el sitio estaba acumulando polvo de tan dejado que estaba. Para el Dozern ese sitio era el lugar perfecto para establecer una base temporal mientras durase su estadía en aquel mundo.

    — Creí que nunca vería un mundo así — comentó a todos los suyos, queriendo inspirar el deseo de seguir con su misión — Pero tuvimos esa oportunidad. Ahora viene la parte difícil. Tenemos que averiguar cómo robar esa nave, y de paso cómo asegurarnos de que no nos sigan.

    — Tienen más naves en ese… hangar creo que le llaman — comentó uno de los Dair, el que empujó al comandante Lakor hacía unos minutos — No podremos robarlas todas, tenemos que estar los cuatro juntos a bordo de una sola, porque incluso después de tantos turnos, hay comandos que desconocemos.

    — Pero si les dejamos esas naves allí, nos van a seguir — otro de los Dair pensó con pesimismo — Y quizá puedan aprovechar su conocimiento para llegar a nuestro mundo antes que nosotros y liquidarnos.

    — Llevarnos todas las naves es imposible, pero tenemos que buscar una forma de que nadie nos pueda seguir — el Dozern no podía pensar en nada en aquel momento — Escuchen, esto es lo que haremos. Cuando se ponga el sol y tengamos el abrigo de la oscuridad para protegernos, trataremos de buscar algo que pueda ayudarnos en nuestro objetivo. Los humanos forman vínculos entre sí, y sé que algo podremos encontrar para que nos dé una ventaja sobre ellos. Y cuando lo hagamos, pondremos en marcha nuestro regreso a casa para así salvar a nuestra especie y llevarlos a todos hacia un mundo mejor. Un mundo donde podamos caminar libres como acabamos de hacer. Un mundo como este… pero sin seres humanos.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hey amigo, que bueno que pudimos juntarnos un sábado más para hacer la leída en simultáneo y disfrutar de nuestras historias. El capítulo de hoy me ha parecido súper interesante y bueno de leer, así que me pondré directamente a comentarte lo que más me ha gustado. :clap:

    Empezamos con como acabó el capítulo anterior. El rescate del comandante supremo y los demás soldados retenidos tiene sus complicaciones cuando los Dimaoreon se lanzan en oleadas contra ellos, mientras los Dozern y Daeron enfrentan al principal escuadrón protagonista. La escena de la batalla en sí no es muy larga y el rescate se da con relativa facilidad, pero eso demuestra que ambas especies están a años luz en términos tecnológicos y de lucha. Pensé que perderíamos algún miembro valioso en esta misión pero por suerte nadie importante pierde la vida, a excepción de nueve soldados rasos. Una vez encuentran la oportunidad, los humanos abandonan Hael Arunyn con la intención de nunca regresar. :shani:

    Acto seguido pasamos a ver como el líder enemigo, el Dis, se encuentra junto a varios de sus discípulos Dozern en la superficie, viendo las grandes pérdidas que han sufrido. Lamentándose por ello, descubrimos por boca de un Dozern que el plan no salió tan mal, ya que han logrado infiltrar a cuatro de los suyos en la nave, camuflándose como auténticos soldados humanos. Ahí vemos que en el interior de la nave, los soldados están celebrando su victoria parcial (digo parcial porque no es para considerarlo una victoria, habiendo nueve bajas) mientras el enemigo infiltrado aguarda para conocer como actúan los seres humanos. Ace recibe el cariño de los suyos, especialmente de una Natasha que no deja de demostrar en todo momento que está locamente enamorada del comandante supremo. Y yo también. :riko:

    Tras esto, pasamos a una escena en la que Thomas y Allecreod conversan. Al hombre le sorprende, aún a día de hoy, que el ex líder ryfier pelee con y por los humanos. Allecreod le cuenta que no tiene sentido estar en su contra ya que ahora convive en su sociedad y debe contribuir a mejorarla, ya que así, su vida también será mejor. Debo admitir que la extraña amistad que comparten estos dos (digo extraña porque aún no los veo como amigos amigos) me gusta mucho y espero que evolucione a más, ya que siento que podría dar mucho juego en según que momentos. Ojalá verlos evolucionar a una buena amistad, pese al pasado que comparten. Al salir del camarote del ryfier, Thomas se cruza con un soldado todo cubierto quién en realidad es uno de los Dis infiltrados. Entiendo que no se extrañara, pero espero que tras esta infiltración pongan alguna norma que implique dejar el rostro visible una vez a bordo de la nave. :blue:

    Después vemos la que es, para mi, la mejor escena del capítulo (que no se note que Ace y Natasha son mis favoritos :nice:). La mujer decide traerle comida y bebida al comandante supremo en su camarote y ambos intercambian palabras. Cuando Ace pregunta como se tomó Agustina toda esa situación de su desaparición, Natasha le revela que ambas se pusieron a llorar creyendo que le habían perdido. Eso me ha hecho percatarme de que Natasha aprovecha cualquier oportunidad para recordarle a Ace, sutilmente, que sigue pendiente de él. Enamorada, básicamente. El comandante supremo sabe que ella ha liderado el rescate y en cierta medida le debe la vida, por lo que la corresponde con un tierno abrazo que disfrutan ambos. Y ha sido listo, ya que evita miradas extrañas y posibles habladurías. Gran gesto de Ace, aunque Natasha me da algo de pena porque parece que estará eternamente enamorada de él y ella también merece ser feliz. Ojalá acaben juntos, pero mientras, espero que ella también sea feliz.

    Finalmente y tras varios días de viaje, la nave regresa a Edagr. Los enemigos infiltrados son testigos de como el grupo es recibido por ciudadanos favorables a su causa (fak you, detractores :v) y por error, uno de ellos termina empujando un poco a Ace, quién le disculpa. Esa escena me pareció graciosa XD. Los infiltrados aprovechan la multitud para escabullirse por un lado y ver algunas calles desiertas de la ciudad hasta encontrar un edificio en ruinas, donde pretenden establecerse durante su misión. El objetivo es robar una nave y regresar a su mundo, pero también evitando que los humanos puedan seguirles. Me pregunto como harán eso y temo que jodan todas las naves, eso sería un contratiempo para la humanidad.

    Sea como sea, estaré expectante y deseoso de ver que sucede a continuación, con el enemigo en casa. Será el próximo finde si todo va bien. Un saludo y hasta pronto, amigo mío. :\*u*/:
     
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  9. Threadmarks: Plan para el futuro
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    5262
    Saludos. Llegó la hora de publicar el siguiente capítulo de esta parte VII. No tengo muchas novedades, por el momento, ya que la universidad está bastante tranquila. Actualizaré cronología y guía de personajes cuando haga falta.

    Quiero agradecer a mi amigo Manuvalk por su constante presencia semana a semana en esta historia. Espero este nuevo capítulo sea de su agrado. Sin más para decir, dejo el capítulo.

    Edit: ya que se me ha olvidado. He creado esta pequeña imagen con ayuda de una IA, la cual creo es apropiado colgar aquí, como un pequeño diseño al logo de la ciudad Skymning.
    [​IMG]











    Plan para el futuro:

    El atardecer estaba por finalizar, y justo en ese momento fue que Ace, Natasha y Thomas lograron llegar hasta la casa dónde habitaban Gwyn y su esposo. Debido a la angustia dado el peligro al que se exponían todos los que habían marchado a Hael Arunyn, la comandante y su amiga estaban viviendo acompañadas para poder hacer más llevadera la espera.

    La confirmación de que sus parejas y padres de sus hijos serían llevados a casa a salvo no las separó, dado a que querían sentir la compañía mutua mientras esperaban por el retorno. Acompañados también por Alicia, que al escuchar la noticia de que habían vuelto también acudió a su encuentro, los cuatro entraron por la puerta principal de la residencia.

    Lo primero que encontraron allí fue a Gwyn y Agustina. Ambas mujeres estaban en la sala, de pie, caminando de un lado al otro a la espera de que sus parejas finalmente cruzaran dicha puerta. Al oír el ruido de la puerta abriéndose, se quedaron inmóviles y esperaron para ver si lo que tanto esperaban se les había cumplido.

    Así fue, porque Thomas y Ace entraron primero, mientras que Alicia y Natasha los seguían desde atrás. Gwyn y Agustina no esperaron más y echaron a correr directo hacia sus parejas. Gwyn saltó a los brazos de Thomas, quien la sujetó con firmeza y la levantó un poco. Agustina, por su parte, solamente abrazó a Ace apretándolo más fuerte que nunca. Fue en ese preciso instante que comenzó a llorar de la felicidad por tenerlo de vuelta tras esos días tan cargados de incertidumbre.

    — ¡Bienvenido de vuelta! — comentó la chica, sin contener sus lágrimas ante la vista de sus compañeros — ¡Te extrañé un montón!

    — ¡Yo también estoy feliz de regresar al fin! — Ace dejó salir lágrimas, producto de la emoción que sentía allí mismo — ¡Por un momento creí que… no importa, ahora estoy aquí y no me volveré a marchar!

    — Claro que no lo hará — Natasha le daba una palmada por la espalda — Si él quiere irse de nuevo, le romperé las piernas.

    — Bueno, no es necesario llegar a eso — Ace apreciaba el sentido del humor de Natasha — Ya no tengo más motivos para salir. Ya trajimos agua suficiente para la humanidad. Confío en que le servirá demasiado para evitar que los que hayan sobrevivido a la epidemia recaigan. Además de que así evitamos que más gente pueda enfermar.

    — ¡Gracias! — Agustina no dejaba de llorar por lo feliz que se sentía — ¡Thomas, Natasha! ¡Muchas gracias por haberme traído a Ace de regreso!

    — Por nada — Thomas decía bajando a Gwyn al suelo, para que ella pudiera abrazarlo — No fue muy difícil.

    — Te extrañé mucho yo también, amor — Gwyn le decía de forma tierna — Las noches sin ti fueron muy solitarias.

    — Bueno, ahora que ya regresé no tienen por qué serlo — el soldado disfrutaba el abrazo de su pareja — ¿Sky y Arick?

    — Ahora los vamos a traer aquí — Agustina se separó un poco de Ace — Costó mucho poner a dormir a esos dos, pero ahora que regresaron, creo que querrán verlos.

    Ace y Thomas sonreían al mismo tiempo que veían como sus parejas iban a una de las habitaciones de la casa para así poder traer al pequeño Arick y a la pequeña Sky. Para ambos padres fue un tiempo largo el haber estado sin sus pequeños, aunque para Ace fue mucho mayor que para Thomas. Las ganas que tenían de verlos, y mucho más, de poder abrazarlos eran casi incontenibles. Pese a eso, no se apresuraron.

    Gwyn y Agustina regresaron cada una con su hijo en brazos. Gwyn dejó a la niña en brazos de Thomas, quien la recostó sobre su hombro para luego besarle la frente con cariño. Agustina, por su parte, dejó que Ace cargara a Arick con ambos brazos, y luego de eso, le dio a su esposo un beso en la boca, como un símbolo de que su familia volvía a estar unida tras esos días tan tensos, sobre todo para la pareja.

    Alicia y Natasha, desde atrás de la escena, veían con una sonrisa cómo sus grandes amigos volvían a encontrarse con sus familias. Era una imagen que les causaba ternura, tanto así que se acercaron para poder ver más de cerca. Ninguna de ellas, por decisión propia, tenía pareja con la cuál formar una familia. Si bien, eso no era algo que las afectara en su vida, en ocasiones tenían deseos de tener para ellas lo que sus amigos tenían. Pero era reconfortante verlos reunidos otra vez. La misión de rescate había sido un éxito, exceptuando por las nueve bajas que no pudieron evitarse, pero frente a ellas estaba el resultado.

    — Arick — Ace decía con ternura — Perdóname por haber estado tan lejos de casa y por tanto tiempo. Pero ya no me volveré a marchar. Papá está aquí contigo, y aquí es dónde se va a quedar.

    Esas palabras llenaron de felicidad a todos en aquella sala. Era una promesa de Ace para con su familia, pero de forma implícita, eso quería decir que nadie entre los presentes tendría que ver a uno de sus amigos más cercanos salir de esa forma otra vez. Al menos en el tiempo que duraba la infancia de los niños.

    Alicia, aprovechando el momento de felicidad, quiso dar una noticia a todos los demás.

    — Quería decirles… — la chica tomó una pausa — Que ya he avisado a la presidenta de que Ace está de regreso. No será necesaria la organización de un evento en la memoria de Ace.

    — Vaya, qué sorpresa — Ace no podía creer que la presidenta hubiera propuesto eso — No lo esperaba viniendo de ella.

    — ¿Te vas a reunir con esa mujer para hablar sobre el resultado de la misión de extracción de agua de Hael Arunyn? — Gwyn quería saber el cuándo, no si realmente lo iba a hacer.

    — Mañana pactaré una reunión virtual con ella — contestó el comandante, para luego darle otro beso a su hijo — Por el momento me gustaría ir a casa con mi familia. No los he visto en una semana, y no se suponía que las cosas fueran a ser tan dramáticas para nosotros.

    — Además, imagino que Gwyn también querrá algo de tiempo con Thomas — Alicia agregó a lo dicho por Ace — Creo que deberíamos ir a casa pronto antes de que anochezca. Así no tendremos problema en despertarnos temprano para ir a trabajar.

    — Tú no irás a trabajar mañana — Ace se lo tenía prohibido — Has estado cubriéndonos a todos en nuestras ausencias. Te ganaste tres días libres para ti, Alicia. Diviértete o relájate, pero no te preocupes por ir a trabajar.

    La exploradora agradeció mucho esas palabras por parte de Ace. Cierto era que ella realmente estaba muy cansada por tanto trabajo en el tiempo que estuvo solamente acompañada por otros soldados. No estuvo sola en sus labores, pero no tenía tanta afinidad con soldados con los que interactuaba poco a comparación de con sus compañeros, a quienes apreciaba mucho y veía casi todos los días.

    — Bueno, si tú lo dices — Alicia pensó que quizá podría ir a visitar la Plaza de los Héroes a solas durante las mañanas que no fuera a trabajar — Así lo haré. Gracias, comandante.

    — Natasha… — Agustina se acercó a la otra comandante de la sala — Sé que lo sabes, pero… muchas gracias. Estoy en deuda total contigo. Me has cumplido la promesa que me hiciste. Y eso es algo que jamás olvidaré. Nunca lo haré. Las puertas de nuestra casa están abiertas para ti siempre que hagan falta.

    — Gracias, Agustina — su amiga le sonrió por ese ofrecimiento — Lo tendré en cuenta si en algún momento necesito algo de tiempo o alguna otra cosa en mi vida. Disfruta de poder estar junto a Ace y con Arick esta noche. Sé que te morías de ganas porque los tres estuvieran reunidos.

    Decidiéndose a no pasar más tiempo en la casa de Thomas y de Gwyn, todos los presentes, exceptuando a los dueños de la casa y a su hija, se fueron del lugar. Ace y Agustina se turnarían para cargar la cuna de Arick de regreso a su casa. Mientras que Alicia y Natasha fueron juntas a la casa de la exsoldado, de forma tal que Natasha pudiera pasar la noche en casa de Alicia siendo que ella había estado ausente de la suya y no tenía nada qué cenar; el comandante supremo y su esposa fueron de regreso a su casa.

    Una vez que Thomas y Gwyn quedaron a solas en su casa, la mujer tomó a la pequeña Sky, dejando así a Thomas la posibilidad de tomar en sus manos su dispositivo móvil para así realizar una videollamada con su madre, la cual sabía de todo el asunto del rescate de Ace, pero lógicamente, no tendría forma de saber qué él había regresado debido a que a ella no le llegaban esa clase de noticias.

    Tras unos dos minutos sin éxito intentando comunicarse, la mujer finalmente respondió. Gwyn con la niña en brazos se acercó a la pantalla para que la señora pudiera verlos a los tres juntos, y así fue cómo sucedió.

    — ¡Thomas! — la mujer se alivió de que podría verlo y escucharlo otra vez — ¡Me da tanto gusto verte otra vez!

    — Lo logré, mamá — Thomas se veía muy entusiasmado por todo — Ace fue rescatado. Y todos mis amigos volvieron a casa a salvo.

    — Mi niño — la mujer, pese a saber que él ya era un hombre, se sentía bien al llamarlo de esa forma — Eres todo un orgullo para mí. Siempre luchando por el bien de tus seres queridos…

    — ¿Mamá? — Thomas sintió algo de desgano en esas palabras — ¿Está todo bien?

    — Sí, estoy muy feliz porque ayudaras a Ace a volver con su familia — la mujer contestó algo seria — Es solo que… tú también eres un hombre con una mujer maravillosa y una hija. Y quizá no deberías poner tu vida en riesgo de esa manera.

    — Mamá, Ace es un hermano para mí — el soldado no se sentía muy bien por tener que discutir sobre eso — Y si tienes dudas, él haría lo mismo si hubiera sido yo. Lo sé.

    — Tal vez tengas razón — su madre no quería llevarle la contra — Es solo que… una persona que tiene familia de sangre debe ocuparse de ellos primero. Sé que Ace es importante para ti. En ese caso, evita que quiera marcharse otra vez.

    — Lo haré — Thomas estaba feliz de que esa conversación quedase atrás — Nadie más va a permitir que abandone este mundo de nuevo.

    — Maravilloso — la señora dejó salir un respiro, para luego mirar a las dos mujeres junto a su hijo — Ah, Gwyn. Te ves tan hermosa como aquella vez que Thomas nos presentó. Y la pequeña Sky está creciendo. Dentro de poco quizá ya ni siquiera podamos llamarla de esa forma.

    — Está creciendo poco a poco, pero lo hace — Gwyn decía con alegría — ¿Le gustaría venir a visitarnos en los próximos días? Nos toca estar libres a los dos muy pronto.

    — Me encantaría si eso significa poder verlos — la mujer juntó ambas manos en señal de que le gustaba la idea — Serán buenos momentos si los pasamos juntos. Ustedes den el aviso y yo tomaré el tren solar hacia su casa.

    […]

    Ace y Agustina finalmente habían llegado a su casa. Tras un poco de esfuerzo, lo que derivó en que ambos se cansaran, la cuna de Arick estaba puesta en su sitio. La mujer colocó a su hijo suavemente en el interior de su cama para que pudiera descansar, pero contra todo pronóstico, el niño rompió en llanto, cómo si hubiera estado esperando el momento ideal para poder hacerlo.

    — Oh, Arick — Agustina sentía como los recuerdos de los últimos días la invadían — ¿Tenías que esperar para llegar a casa?

    El niño, pese a que ya estaba acomodado en su sitio, no dejaba de llorar pese a la pregunta que le había hecho su madre. Ace, viendo que quizá tenía que intervenir, optó por hacerlo para compensarle al pequeño el tiempo que había estado lejos de él. Sabía que su hijo y él tenían un vínculo especial, y que seguro él podría calmarlo con rapidez. Ace tocó el hombro de su esposa para hacerle saber que él se haría cargo del llanto del niño.

    Mirando tiernamente a su hijo, el comandante extendió sus manos hacia él para levantarlo de su cuna. Al hacer eso, el pequeño Arick lanzó sollozos más fuertes, que llegaban incluso a lastimar los oídos de su padre. Este, viendo que tenía que darse prisa si quería calmarlo pronto, lo acercó a él para poder hablarle al oído.

    — Hey, Arick — pese al llanto potente de su hijo, Ace optó por susurrarle con tranquilidad — Yo sé que me extrañaste mucho… Pero ya estoy aquí. Estás en los brazos de tu padre… Buenas noches, mi angelito.

    Luego de dedicarle esas palabras al niño que llevaba su sangre, el comandante le dio un beso en la frente. En el momento en el que se lo dio, Arick dejó de llorar casi de inmediato. Ace sostuvo a su hijo en brazos por unos cuatro minutos hasta que vio como sus ojitos se cerraban, quedando completamente dormido. Viendo que su misión fue todo un éxito, el comandante Lakor lo dejó con mucho cuidado en su cuna. Esta vez, el niño no volvió a llorar. Tal y como su padre lo dejó, el sueño que tenía lo mantuvo dormido y tranquilo, para el alivio de sus padres.

    — Tienes un don para estas cosas — Agustina le dio un beso a su esposo en la mejilla — Espero que algún día tengamos una niña y que yo también pueda hacer eso que haces tú.

    — Créeme, yo ni siquiera sé lo que estoy haciendo — Ace tomó a su esposa de la cintura — Solamente le hablo con suavidad y él cae.

    — Bueno, si a mí me hablas así yo también caería rendida ante ti — la mujer rio tras decir eso — Creo que es parte de tu encanto natural. Uno que te hace irresistible.

    — Ahora que estamos solos, quiero pedirte perdón otra vez — Ace se mostró algo triste de repente — No debí haberme ido. Créeme que en esos días que estuve solo y encerrado en aquel mundo no podía dejar de pensar en ti y en lo que me dijiste.

    — ¿Me prometes que no te irás otra vez? — Agustina le miró fijamente a los ojos.

    — Nunca me iré de aquí de nuevo — Ace siempre cumplía las promesas que le hacía — Aquí están mis amigos, mi casa, y mi familia. La humanidad sabrá afrontar las crisis que vengan en el futuro. Y si hiciera falta mi ayuda, podré ayudar desde la estación. Hasta que Arick sea mayor de edad, no volveré a apartar los pies de este mundo.

    Agustina, invadida por un consuelo gigantesco por haberlo escuchado decir eso, saltó a sus brazos para poder darle un beso en la boca. Ace, agradecido por el hecho de que no se hubiera enojado con él, pese a que no todo era enteramente su culpa, la tomó con fuerza al tiempo que recibía esos besos de su parte.

    La pareja, feliz por el reencuentro y por tener algo de tiempo a solas, abandonaron la habitación en la cual dormía su hijo para así evitar despertarlo con algún ruido. Los dos, con un poco de hambre, pero sin tiempo para cocinar, se sentaron en la mesa y simplemente comieron las sobras de lo que tenían guardado en su heladera. Como Agustina había estado junto a Gwyn para que pudieran hacerse compañía mutua, ella no había tenido tiempo de cocinar algo para cuando estuvieran de regreso. Pero no era impedimento para que no pudieran comer lo que tenían y así pasar un tiempo en paz, juntos de nuevo.

    Ace, durante la cena, le reveló a su esposa algo que tenía guardado en su mente desde que subió a la nave que lo condujo a casa.

    — ¿Sabes? — preguntó el soldado — Estaba pensando en algo serio. No hay una academia militar inaugurada en este mundo. Y ahora que el ejército es un poder separado del gobierno, quizá es algo que debería preocuparnos.

    — ¿En qué sentido? — Agustina no comprendió de primeras el por qué de esa necesidad — Todavía hay soldados en este mundo.

    — Sí, los hay — Ace contestó con seriedad — Y tú y yo todavía somos jóvenes. Pero eso algún día terminará. Yo digo que en cada ciudad deberíamos tener una academia militar para preparar a las futuras generaciones para que sean capaces de defender este mundo. No podemos perder otro hogar. Y cuando digo que no podemos no me refiero a nuestra generación. Hablo de la humanidad. La caída de la Tierra fue… bueno, trato de no pensar tanto en eso porque no me hace bien. Los niños que nacerán en el futuro merecen un buen hogar, y ya que hemos peleado para conseguir este mundo, les debemos la oportunidad de prepararse para que puedan defenderlo.

    — Entiendo mejor ahora, pero sigo teniendo una duda — Agustina lo preguntaba — ¿Por qué me lo dices a mí? ¿Quieres proponerme algo?

    — Sí — Ace tenía esa intención — Dime, ¿te gustaría ser maestra en la academia?

    Dicha pregunta tomó a la soldado con la guardia baja absolutamente. Era consciente de que Ace, Natasha y Gwyn, por el hecho de que eran comandantes de la milicia, no podían darse el lujo de entrenar a los soldados. Eso tenía sentido para ella, puesto a que era consciente de que los comandantes Richard y Zion no eran los que les daban la formación a los soldados, sino que eran quienes los recibían ya formados para liderarlos.

    Esa proposición dejó a Agustina con una buena sensación en su interior. Si su esposo le pedía que fuera una instructora, eso quería decir que confiaba en que ella podría ser capaz de entrenar y aportarle buenos soldados tanto a él como a sus dos compañeras. Era un honor para ella recibir tamaña oferta, y no dudaría en su respuesta.

    — Claro que me gustaría — Agustina miró al cuarto donde dormía Arick — Si Arick elige que quiere ser un soldado, podré ser yo quien me encargue de él.

    — Eso es algo que Arick decidirá cuando sea grande — Ace contestó con una sonrisa — Pero me alegra que estés dispuesta a realizar este trabajo. Planeo hacerle a Thomas, Gina y Noak esta misma propuesta. Claro que no los haré mudarse a otra ciudad. Si los cuatro aceptan, los cuatro serán instructores aquí mismo en Skymning.

    — ¿Quieres tener a tus amigos cerca? — Agustina miró tiernamente a su esposo.

    — Más que nunca — Ace pensó con algo de nostalgia — No quiero separarme de las personas que más quiero nunca más… No quiero perder a nadie más. Ni siquiera quiero verlos marcharse a otro sitio. Eso me haría mucho daño.

    — Tienes el corazón más puro en el universo — Agustina se sentía muy feliz de escuchar esas palabras — Estoy segura de que aceptarán con ganas. Conmigo ya sabes que puedes contar.

    — Lo sé, amor mío. Gracias.

    Felices por esa conversación, Ace y Agustina terminaron su cena en paz. Tras haber juntado la mesa y lavado los platos en pareja, ambos se bañaron para poder irse a descansar a su habitación, no sin antes pasar primero por el cuarto de Arick y ver que este estuviera durmiendo plácidamente. Al observarlo en solitario en esa cuna, Ace pensó en algo que jamás había hecho.

    — No lo hicimos cuando era bebé, pero hay que empezar a comprarle juguetes — decía el comandante a su esposa — Pronto llegará la edad en la que querrá jugar con algo.

    — Quizá algunos peluches le vengan bien para que tenga algo que sujetar — Agustina agregó a lo que decía su marido — Siempre duerme con los brazos extendidos.

    — Tal vez en nuestro descanso podríamos invitar a Thomas y a Gwyn e ir de compras todos juntos — Ace propuso esa idea — Quizá allí podría decirle a Thomas lo de ser un maestro en la academia.

    — Es una idea fantástica — Agustina miró feliz a su esposo — Pero, por ahora vayamos a la cama. Tengo algo que mostrarte.

    Ace, sabiendo por donde podría ir el tema, accedió y ambos fueron a su habitación. La mujer le pidió a su esposo que encendiera un poco la lámpara de un velador que habían colocado en una mesa de luz del lado de ella. Tras cerrar la puerta, Ace y ella se sentaron en la cama, y tan pronto como lo hicieron, Agustina recostó su cabeza en el hombro de su esposo.

    — ¿Qué me ibas a mostrar? — Ace sentía curiosidad.

    — Bueno, cuando recibí la noticia de que te habían rescatado sabía que no iba a poder contenerme cuando regresaras — su esposa decía mientras con los brazos recostaba a su esposo en la cama — Así que en una tarde fui a comprarme algo — lentamente, se llevó las manos a la cintura y tomó la prenda que le cubría el torso, para levantarla poco a poco ante la mirada de Ace — Espero que te guste el color rosa.

    Ace vio cómo el torso de su esposa quedó casi desnudo, excepto por un sujetador de lencería de color rosado fuerte, tal y como su esposa se lo había dicho. El comandante vio allí cómo eso era lo único que cubría los pechos de su esposa, y notó que le quedaban muy bien. No pudo evitar el morderse los labios con deseo, cosa que ella notó y la hizo sonreír. Acto seguido, lo que hizo la chica fue ponerse de rodillas en la cama, y quitarse el pantalón lentamente.

    Ante sus ojos, ella quedó frente de él con un conjunto que ayudaba mucho a mostrar la sensualidad de su cuerpo. Ace, con la presión de ser el único que tenía toda la ropa puesta, se quitó la camisa que se había puesto al terminar de bañarse, mostrando ante su esposa el torso tan fornido que tenía, con un abdomen, pecho y bíceps bien marcados. En el momento en el que los dos terminaron de desvestirse fue que empezaron con desenfreno una noche de pasión, en la cuál tenían mucho que festejar. El haber estado lejos el uno del otro durante una semana los dejó con ansias de volverse a ver, y no solo de eso, sino también con un gran deseo de convivir como una pareja casada.

    El placer de esa noche los llevó a estar diez minutos en el acto sexual. Acostumbraban a mantener relaciones por un poco más de tiempo, pero el condicionante de que habían pasado por una semana estresante no los dejó estar mucho más tiempo juntos.

    Tras haber acabado con ese momento tan pasional, Agustina se recostó junto a Ace, apoyando la cabeza sobre su hombro de forma cariñosa. El hombre, teniéndola muy cerca de él, pasó sus manos por su cintura, deteniéndose en el vientre de la mujer cosa que le llamó la atención.

    — La primera vez que me acariciaste tras tener relaciones fue el día en que quedé embarazada y tuvimos a Arick — Agustina rememoró ese momento — Y no lo has vuelto a hacer desde ese entonces. ¿Crees que volverá a suceder?

    — No lo sé — Ace miró a su pareja a los ojos — Pero es algo que me encantaría muchísimo.

    — A mí también — Agustina acarició el rostro de su esposo con suavidad — Creo que sería lindo si pudiéramos tener una niña. Recuerdas lo que vi en el futuro para nosotros, ¿verdad?

    — Dijiste que estábamos tú y yo frente al mar con una niña y un niño en brazos — Ace recordó aquel momento — Tal vez es el momento de empezar a buscar cuál es el océano más cercano. Así podremos ir cuando tengamos una niña.

    — ¿Crees que si estoy embarazada podría ser una niña? — Agustina quería conocer la opinión de su esposo.

    — Ojalá lo sea — Ace estaba empezando a cerrar los ojos — Creo que mereces a una niña con la cuál puedas tener un vínculo como el que compartimos Arick y yo. Además, tener una pequeña sería muy bonito para esta casa.

    Ambos se mantuvieron hablando durante unos breves instantes hasta que el sueño que habían estado acumulando durante un día tan largo les ganó y se quedaron profundamente dormidos.

    En medio de una noche fresca en el planeta Edagr, mientras que la pareja dormía feliz en su vivienda, la puerta de su casa era la ubicación de un ser indeseado para ambos. Uno de los Dair que había estado infiltrado en la nave que viajó desde Hael Arunyn hasta regresar a su hogar los encontró durante una caminata de exploración. Tras haberlos visto entrar a ese lugar, se acercó a la puerta y colocó su oído cerca para poder escuchar atentamente todo lo que pudiera.

    El silencio le indicaba que ya no podría obtener nada más, por lo que se marchó del lugar aprovechando la oscuridad de la noche para poder huir sin ser visto.

    […]

    Casi toda la humanidad, exceptuando a algunos trabajadores nocturnos, se encontraban en sueño mientras que, en uno de los edificios abandonados de la ciudad Skymning, se daba una reunión entre el Dozern y los tres Dair que habían acudido con él. No hubo mucho tiempo para que pudieran descubrir tantas cosas, puesto a que la noche, pese a tener más libertad para que ellos se movieran, también les dejaba con poco para averiguar.

    Los cuatro miembros de la especie autóctona de Hael Arunyn se reunieron con la intención de intercambiar toda la información disponible para que así supieran a dónde podrían apuntar en su plan para robar la nave sin ser seguidos.

    — ¿Alguno tiene algo? — preguntó el Dozern, líder indiscutido de todos ellos en aquel mundo.

    El Dair que logró encontrar al comandante Lakor tenía una idea que podría servir, aunque más que una idea era una ocurrencia. Por lo tanto, primero quería esperar a que ellos terminaran de hablar. Los dos Dair que compartían el mismo nivel jerárquico en su especie no dijeron palabra alguna. Lo cierto era que su recorrido en la ciudad no los llevó a nada más que a callejones oscuros de los cuales no tenían ningún tipo de salida, así cómo tampoco contaban con información para brindar. El Dozern estuvo dispuesto a compartir lo que sabía.

    — Por mi parte, yo averigüe algo — se ganó la atención de sus compañeros — He podido seguir a uno de ellos hasta un punto específico. El ser extraño que estaba junto a los humanos y que luchó con un arma diferente.

    — Está claro que de humano no tiene nada — uno de los Dair dio su punto de vista — No se ve cómo ellos, y no usa las mismas armas que ellos. Hablan el mismo idioma, pero esa es su única similitud.

    — Lo sé, y es por eso por lo que creo que deberíamos tener cuidado con él — el Dozern veía importante dar esa advertencia — No sabemos cuántos de su especie puedan haber aquí compartiendo junto a ellos. Los humanos forman vínculos entre ellos, pero de ellos no tenemos ni la menor idea de nada. Habrá que mantenernos alejados de todos los sitios en dónde encontremos a seres de su especie. Después de todo, nunca lo he visto en esa sala de comandos en todo el tiempo que estuve ahí — recordó esa clase de detalles — Se me hace que ni él ni los que estén aquí tienen conocimiento para manejar esas naves. Evitarlos es la opción más sensata.

    — Así será, entonces — comentó el Dair que había dado con el comandante Lakor — Por mi parte, yo quiero compartir un pensamiento… He podido encontrar a ese comandante Lakor. Sé dónde vive, y he visto a la ejemplar de su especie con la que formó un vínculo y tuvo a su descendiente.

    — ¿Eso nos sirve de algo? — otro de los Dair quiso preguntar el por qué de esa información — No sé qué tanto saquemos de eso.

    — Tengo una pregunta para usted, Dozern — el Dair necesitaba algo de información — Yo nunca he trabajado en las partes más profundas de nuestro habitáculo, pero escuché rumores. ¿Es cierto que los peces más grandes requieren de una cantidad necesaria de comida?

    — Lo es — contestó el Dozern, algo confundido por la dirección de esa charla — Hay una balanza instalada en el suelo de los cuartos de alimentación. La comida para los peces es arrojada a estos directamente una vez que el peso mínimo se alcanza. Los peces grandes necesitan una cantidad mínima de alimento. Si se les da menos se vuelven agresivos, e incluso se podrían llegar a comer entre ellos. ¿Por qué te interesa esto?

    — Creo que tengo una idea, aunque sé que no será nada agradable ni para ustedes ni para Dis cuando llegue a sus oídos — comentó el Dair que creía tener un plan.

    — Bueno, estamos incomunicados con él por el momento — fue la respuesta del Dozern — Tus pensamientos e inquietudes me los dices a mí.

    — Creo que, por más esfuerzo que hagamos, no habrá manera de evitar que los humanos nos sigan de regreso a nuestro mundo — el Dair habló con pesimismo, pero a la vez con un tono que demostraba que tenía un cierto plan para todos ellos — Por lo tanto, creo que no tendríamos que perder el tiempo pensando en eso. En su lugar, yo creo que deberíamos enfocarnos en hacer que los humanos mueran en nuestro mundo.

    — ¿Y cómo es que planeas hacer algo así? — uno de los Dair no se creía que fueran capaces de hacer eso.

    — Con sus descendientes — contestó ante la cuestión con algo de perversión — Hay que buscar la manera, pero nos llevaremos a sus niños con nosotros. Luego, prepararemos el escenario en casa para que así ellos tengan que adentrarse al interior de nuestro habitáculo para rescatar a sus hijos, mientras tanto, nosotros ya estaremos en el espacio exterior muy lejos de su mundo.

    — Eso solo representa un contratiempo temporal — el Dozern no lo veía viable — Tan pronto como rescaten a sus hijos y salgan de allí, ellos nos perseguirán a nosotros.

    — Es por eso mismo que tenemos que asegurarnos de que tanto ellos como sus hijos mueran allí dentro — el Dair supo que ese era el único camino al éxito — De esa manera, nos habremos librado para siempre de ser perseguidos por los humanos.

    — ¿Otra trampa? — el Dozern lo pensaba con detenimiento — Es una buena idea. No han visto demasiado de nuestro habitáculo. Todavía tenemos secretos que ellos desconocen. Los usaremos para que tanto los soldados como sus descendientes pierdan la vida ahí mismo. Eso seguro mermará el deseo de que nos persigan si es que en este mundo vuelven a desarrollar naves espaciales.

    — Luego de que tantos ejemplares de su especie mueran en un solo lugar en el mismo momento, ya no gastarán esfuerzo en perseguirnos — el Dair sentía que tenía la aprobación de su líder — Y entonces habremos cumplido el sueño de toda nuestra especie. Caminar de vuelta sobre la superficie de un mundo en el que podremos tener la vida que antaño tenían nuestros antepasados.
     
    Última edición: 16 Octubre 2023
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, me alegra haber podido juntarnos un finde más para las leídas en simultáneo y me entristece que no podamos hacerlo en las próximas semanas por motivos obvios. Espero podamos retomar esto lo más pronto posible. Hablando del capítulo de hoy, la realidad es que ha estado bien. Me gusta que la trama no se abalance tanto y vaya en ciertos momentos a un ritmo más pausado. Por cierto, la imagen de la ciudad me gustó mucho. Dicho esto, voy a comentar lo más destacado.

    Comenzamos con el inminente reencuentro entre Ace con Agustina y Thomas con Gwyn, aunque el principal es de la primera pareja dada su situación en Hael Arunyn. Vemos que ambas parejas se reciben con mucho amor, especialmente Agustina al haber temido por la vida de Ace. La broma de Natasha estuvo buena XD. Ace parece decidido a no volver a marcharse nunca más de Edagr y quedarse con su familia al menos hasta la mayoría de edad de Arick. Tras esto, todos se dirigen a sus respectivos hogares y Thomas aprovecha para hacer una especie de videollamada con su madre, quién se preocupa porque su hijo arriesgue la vida por otros. Sin embargo, Thomas le asegura a su madre que Ace es como un hermano y que él haría lo mismo si la situación fuese inversa. Quedan finalmente con poder reunirse pronto y personalmente, me alegra que esa familia se mantenga unida. Es probablemente y ahora mismo, la familia más grande de LGC. Ojalá siga así por mucho. :kuku:

    Acto seguido vemos como Ace y Agustina llegan a su hogar. Arick comienza a llorar y Ace decide calmarlo, cosa que funciona y demuestra nuevamente que ambos comparten un vínculo especial. Tras esto, la pareja se dispone a cenar y es donde Ace le comenta a su esposa sobre la idea de crear academias militares en las principales ciudades, algo que suena genial. No obstante, la propuesta va más allá y es que el comandante supremo le propone a Agustina ser una maestra de la academia, algo que la mujer acepta gratamente sorprendida. Ace se plantea proponérselo también a Thomas, Gina y Noak, algo que personalmente me parece un acierto. Tremendos profesores para las academias, la verdad. La escena termina con la pareja manteniendo relaciones sexuales efusivas (yo también quiero reencuentros así XD) y con un Dair pegando la oreja a la puerta para disfrutar del show. #StopAlienSexualAssault :blue:

    Finalmente, vemos al enemigo que está infiltrado en casa. Los Dair y el Dozern (o como a mi me gusta llamarles, los sirenitos) hablan sobre como poner en marcha su plan y que contramedidas podrían usar para evitar que los humanos interfieran, por lo que la lluvia de ideas y de pruebas recopiladas en su investigación del terreno da comienzo. La que más parece ser exitosa es la idea de capturar a los descendientes de los humanos y llevarlos a su planeta para así, complicar las cosas a la humanidad. En resumen, ponerlos en esa difícil tesitura entre salvar a sus hijos y luego perseguir a sus captores o desistir de lo último pese a lo que hayan hecho. Y qué tremendos cabrones, ahora quieren secuestrar a mis angelitos... Ojalá les salga horrible ese pvto plan. Lo deseo. :yagami:

    Eso ha sido todo por hoy, ha estado genial el capítulo. Nos vemos en la próxima, amigo. Un abrazo.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Saludos. Como ya tengo el capítulo de hoy revisado, procedo a su publicación. Aviso que la cronología y la guía de personajes será actualizada cuando pueda revisar todo con más tranquilidad, cosa que será después de la publicación del capítulo 18 o 19. Por el momento, las cosas se quedan así, aunque asumo no será problema :)

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en este universo y por las lecturas en simultáneo que hemos podido disfrutar en la mayoría de ocasiones. Solo me queda desear que estas 3 semanas donde no podremos juntarnos ni compartir por Discord pasen rápido, para que podamos volver a disfrutar esos findes tan divertidos :cynda:


    Sin más por decir, disfruten el capítulo.



















    En mis brazos:

    Agustina abrió los ojos y se sentó sobre la cama. Al mirar hacia su derecha vio como su marido todavía dormía. Con un temple tranquilo, ella sonreía por la felicidad que le daba volver a pasar una noche y un despertar con la persona a la que amaba. El momento en el que recibió la noticia de su muerte fue totalmente devastador para ella, pero cuando la esperanza llegó a su cuerpo, lo que más deseaba era tenerlo de regreso para pasar esa clase de momentos junto a él. Se le había cumplido lo que deseaba.

    Antes de levantarse, ella se frotó el abdomen, pensando en toda la intensidad con la que deseaba haber quedado embarazada y tener la oportunidad de tener una hija con Ace. Ella se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Cuando estaba por levantarse, una mano le tocó el brazo, impidiendo que pudiera salir de la cama.

    — Buenos días — Ace decía con delicadeza — ¿Acabas de despertar?

    — Sí, ¿tú no? — Agustina preguntó curiosa.

    — No, desperté hace media hora por una pesadilla que tuve — el comandante fue sincero con ella — Pero me tranquilicé al ver que estaba al lado tuyo, y por eso decidí tratar de dormir de nuevo.

    — Oh, es decir que recibiste mi beso estando despierto — la chica sonreía con picardía.

    — Así es, y me toca darte una devolución.

    Ace se acercó a ella y le besó la frente, para luego empezar a acariciar su rostro. La pareja se quedó así durante un minuto entero. Sin nada más que mirarse fijamente, disfrutaban la compañía mutua en ese momento. No cabía duda de que ambos, tanto el comandante como su esposa, habían tenido una semana complicada.

    — Deberíamos ir a ver si Arick despertó — comentó la mujer, levantándose de la cama.

    Haciendo caso a sus palabras, Ace también se levantó. La pareja se vistió para poder estar cómodos en casa, puesto a que no deseaban ir al trabajo en ese día, y tratarían de negociar con sus compañeros para ver si les era posible quedarse. Aunque viendo que Agustina había estado ausente por haber estado cuidando de Arick, cierto era que Alicia necesitaba un descanso, puesto a que había sido ella quien se puso al hombro la actividad de coordinación que tenían allí.

    Cuando llegaron a la habitación del pequeño vieron que seguía dormido, tal y como lo dejaron la noche anterior antes de ir a acostarse. Ni un solo llanto, y tampoco tenían la necesidad de cambiarlo.

    — Increíble, tú tienes un toque mágico — Agustina miraba a Ace — ¿Cómo es que logras calmar a Arick de forma que lo pones a dormir tan tranquilo? Míralo. Casi cómo si no existiera.

    — Créeme, no es ningún secreto — Ace no sabía qué decirle — Simplemente hago lo que hago y funciona.

    — Ojalá tengamos una niña, creo que estoy celosa — Agustina bromeaba, al tiempo que abrazó a Ace — Vamos a desayunar.

    Fue así como la pareja, con la tranquilidad de saber que no debían cambiar a Arick, se sentaron en la mesa a tomar un desayuno en paz. Nuevamente, ambos experimentaban la felicidad de aquel momento. No se habían dado cuenta de que incluso esos momentos cotidianos eran demasiado preciados para ellos, pero eso no les importaría más, puesto a que Ace había hecho la promesa de que no se iría de vuelta del planeta Edagr hasta que Arick no fuera mayor de edad.

    Mientras estaban desayunando, el dispositivo móvil de Ace empezó a sonar desde su pieza, y este se levantó para ir a buscarlo y ver quién lo llamaba. Al responder, fue Natasha la que estaba del otro lado.

    — Natasha, buenos días — Ace puso el altavoz para que Agustina también la oyera — ¿Todo bien?

    — Buenos días, Ace — Natasha saludó algo agitada — No. No tengo buenas noticias. Hay un problema con unos miembros del ejército.

    — ¿Qué problema? — Ace se empezó a alterar un poco con eso.

    — Durante la madrugada un total de tres soldados atacó con sus armas una verdulería — Natasha narró lo que aprendió al llegar al trabajo — Destrozaron la puerta, entraron y se llevaron lo más fresco que había allí dentro. En cuanto a lo demás, lo destrozaron. Los dueños del local han perdido todo lo que tenían.

    — ¿Tres soldados? — Ace no se lo creía — ¿Lo viste en cámaras?

    — Así es, Allecreod me mostró las grabaciones — contestó la comandante — La policía está investigando ese suceso, pero como sabes… la policía está bajo el mando de la presidenta.

    — Sugieres que envíe a algunos soldados a que investiguen el sitio, ¿verdad? — Ace supuso con perspicacia.

    — Yo ya tengo a un equipo preparado — la comandante Natasha respondió — Espero tu autorización para enviarlos.

    — Hazlo, no esperes más — Ace empezó a llevarse una mano a la cabeza — Yo iré de inmediato. Dejaremos a Arick en la guardería y te haremos compañía.

    — Gracias, pero no hay prisa — Natasha no quería estresarlo mucho — Apenas regresas de una pesadilla. Tómate el tiempo que necesites. Mándale mis saludos a Agustina. Nos vemos.

    Rápidamente, la mujer colgó la llamada, dejando a Ace y Agustina mirándose fijamente con cierto nivel de preocupación. Lo primero que pensaron ellos era que esa noticia, si la policía ya estaba investigando el sitio, debía ser conocida por cualquiera que se hubiera levantado temprano para ver los informes matutinos por televisión, radio o por transmisión directa por internet. Lo cuál significaría que al menos uno de los detractores tendría material con el que trabajar para seguir atacando al ejército.

    — Mientras yo soy el líder del ejército, cada acción es mi responsabilidad — Ace se sentó algo molesto — ¿Por qué demonios esos tres tuvieron que entrar ahí a destruirlo todo? Habrá que pagarle un bono a los dueños del local para que puedan recuperar lo perdido.

    — Ace, no te alteres demasiado — Agustina no quería que él estuviera mal tras todo lo que pasó — Ni tú ni Natasha estuvieron aquí. Y Gwyn faltó al trabajo por quedarse con Sky, todo porque Thomas también se fue. Los tres comandantes del ejército se ausentaron de sus labores. Quizá un par de idiotas hayan aprovechado para robar material del ejército y usarlo para cometer estos delitos. Incluso puede que los detractores lo hayan hecho.

    — Sea como sea, tenemos que saber bien quienes lo hicieron, y un por qué también — Ace no estaba nada tranquilo — Esto solo ha ensuciado nuestra imagen. Y justo acabábamos de traer el agua de Hael Arunyn a nuestro mundo.

    — Quizá por eso fue qué lo hicieron — Agustina pensó en lo primero que se le ocurrió — Para no permitir que nuestra imagen mejore.

    — Son unos malditos — Ace no quería ser él quien los atrapara, porque de lo contrario, no sabría si podría contenerse con ellos — Perderán su rango militar y quedarán encerrados en prisión durante unos diez años, como mínimo. Me encargaré de eso. Al ser soldados, yo puedo juzgarlos y condenarlos cómo a mí me parezca.

    — Bueno, pero mejor espera a que descubramos más sobre este caso — Agustina quería desconectarlo de ese momento — Terminemos el desayuno, esperemos a que Arick despierte y luego vayamos a buscar a Thomas y a Gwyn para dejar a los niños en la guardería.

    Tras mirarla a los ojos un momento, Ace pudo sentir que ella le estaba mirando con compasión. Claramente ella no deseaba verlo agitarse de esa forma, y menos en su casa, donde lo único que deseaba era ser feliz junto a él. El comandante supremo suspiró un poco, para así poder respirar de forma profunda y tener la oportunidad de hacer que sus pensamientos fueran a otro lugar. Lo consiguió en pocos segundos, y luego de eso fue que continuó su desayuno junto a su esposa.

    […]

    La familia Lakor Young se detuvo con un vehículo militar para un total de seis pasajeros frente a la casa de Thomas y Gwyn. Ace iba en el asiento del conductor, mientras Agustina se encontraba ocupando uno de los cuatro asientos de atrás con el pequeño Arick en sus brazos. No tuvieron que esperar mucho tiempo allí mismo, ya que solo pasaron unos dos minutos hasta que Thomas y Gwyn abandonaron su hogar. Previamente, el comandante Lakor se comunicó con ellos dos para informarles de la situación con la que se iban a encontrar cuando llegaran a su trabajo, por lo que ambos ya sabían qué esperar.

    Thomas y Gwyn, estando la pequeña Sky en brazos de su padre, subieron a la parte trasera del vehículo, para así poder viajar junto a Agustina; ocupando asientos que estaban frente a ella.

    — Hola — Agustina dijo con una voz calmada, puesto a que ambos niños dormían — Arick, mira. Ha llegado tu amiga. La pequeña Sky.

    Arick, sin embargo, no reaccionó a ese llamado de su madre. El niño dormía plácidamente, y no escuchó lo que le habían dicho. Gwyn y Thomas dejaron salir una pequeña risa tras ver eso, y luego miraron a su pequeña, quien también estaba dormida.

    — Déjalos así por ahora — comentó Gwyn — Quién sabe. Quizá cuando tengan un par de años más no hagan más que mirarse.

    — Bueno, eso se descubrirá cuando crezcan — Agustina acarició los cabellos de su hijo — ¿Cómo están ustedes dos?

    — Yo sigo pasmado por esta noticia — Thomas dio su punto de vista — Pensar que tres soldados fueron a destruir un negocio solo por nada… No creo que tuvieran un conflicto con los dueños. Y quizá eso haya sido para mejor.

    — Yo, por mi parte, espero no llegar a atraparlos en persona — Ace dio rienda suelta a su enojo — Porque esto que han hecho no es algo para tomar a la ligera. Y por el momento, no encuentro motivos para perdonar lo que hicieron. Solo avivará las llamas del odio que los detractores nos tienen. Se van a regodear con esta noticia.

    — Por eso yo pienso que esto es obra de ellos — Agustina compartió esos pensamientos — No pasó ni siquiera una semana desde que trajimos el agua. Y los soldados hemos estado ayudando con todo este asunto de la epidemia. Seguro no quieren que nos veamos bien.

    — Bueno, eso se arreglará fácil — Thomas pensó una solución — Al atraparlos, los enjuiciaremos en vivo. Todos verán que el ejército no aprueba esta clase de conducta entre sus miembros. Y que será castigada.

    — Más allá de eso… — Gwyn pensó con algo de tristeza — Yo me siento mal desde que escuché esta noticia. No llevamos ni siquiera tres años aquí. Luchamos por este planeta, ganamos la oportunidad de empezar de nuevo… y estamos viendo cómo suceden cosas que eran mucho más comunes en la humanidad vieja… Yo realmente pensé que este nuevo mundo significaría también una nueva humanidad.

    — Así será, Gwyn — Thomas tranquilizó a su pareja — Porque en nuestra humanidad, los criminales serán castigados. No es un mundo perfecto, pero es nuestro. Y eso nos da la posibilidad de luchar para cambiarlo.

    Todos en el vehículo se sorprendieron por aquella frase dicha por Thomas, la cual poseía una gran verdad en sus palabras. En la Tierra ellos eran simples soldados, incluso Ace y Gwyn obtuvieron el puesto de comandante en el mismo día trágico donde su planeta murió. No tuvieron oportunidad de luchar para convertir a su mundo en un lugar mejor debido a todo lo que conllevó el misterio y las luchas por las respuestas a la Gran Catástrofe. Pero eso ya era cosa del pasado. El misterio fue resuelto, las respuestas encontradas, y la humanidad, mermada por la caída de la Tierra, tenía esa oportunidad de comenzar de nuevo en otro lugar.

    Sean cuales fueran los esfuerzos por realizar, serían suyos. Durante el tiempo que permanecieran con vida, se comprometerían a luchar para cambiar esos males que estaban presentes en su sociedad y en su organización.

    El viaje fue muy silencioso, exceptuando por un par de preguntas que se hacían mutuamente por el bienestar de sus pequeños. Arick y Sky dormían, cosa que agradaba mucho a sus padres, aunque había momentos en los que deseaban que sus vidas como sus cuidadores tuvieran un poco más de emoción. Aunque sea un poco.

    Lejos de la estación de trabajo, ubicada casi en los extremos de la ciudad, había construida una guardería especializada para tener a todo tipo de niños mayores de un año. Dado a que Arick y Sky cumplían con ese requisito de edad, sus padres podían darse el lujo de dejarlos allí para luego ir a recogerlos al salir del trabajo. Ace, Thomas, Gwyn y Agustina bajaron del vehículo con los niños en brazos, y tras tocar un timbre que se encontraba cerca de la puerta de entrada al edificio, esta se abrió, apareciendo allí una mujer joven de la misma edad que ellos. Esta tenía puesto un delantal con varios bolsillos, puesto a que allí guardaba cosas importantes del lugar. Pudo reconocer a las familias tan solo con verlas.

    — Vaya, nos han traído de vuelta a los pequeños Arick Lakor y Sky Delleo — comentó la mujer sonriendo al verlos — Llamaré a mis compañeras para que me ayuden a llevarlos al interior.

    La mujer se quedó allí hasta que dos mujeres más aparecieron. Estas, a diferencia de la recepcionista, tenían una edad más avanzada, llegando casi a los cincuenta. Con delicadeza como si fueran sus propios niños, las dos mujeres tomaron a los pequeños y luego entraron, dejando a los cuatro soldados hablando cara a cara con quien los había recibido.

    — ¿Alguno de los dos estuvo con fiebre o tuvieron algún malestar del qué debamos saber? — preguntó, esperando que no fuera el caso.

    — No, los dos se sienten bien — Ace habló por los dos niños — Vendremos un poco antes de la última hora. Si sucede una emergencia, saben a donde llamar.

    — Llamaré si hace falta — la más joven de las tres sonrió para los cuatro, aunque solo quería que dos personas vieran ese gesto — Hasta pronto, guapos.

    No era la primera vez que ella decía esa clase de comentarios dirigidos hacia Thomas y Ace. Estos los ignoraban por completo, mientras que Gwyn y Agustina ni siquiera se molestaban por eso. Los cuatro se retiraron para ir al vehículo militar y así poder dirigirse a su trabajo para ver si podían averiguar algo más acerca del hecho delictivo que involucró a tres soldados del ejército.

    — A veces me da lástima — pensó Thomas acerca del gesto de la chica que recibía a los niños — Si hiciera una lista con las diez mujeres más atractivas que conocí en mi vida, ella ni siquiera clasifica para el último puesto.

    — Descuida, Thomas, yo sé que a ella no le gustamos — Ace pensó que sería algo lógico — Solo lo hace para molestar a Agustina y a Gwyn.

    — Bueno, quizá le sirva con otras personas — Agustina se acostumbró a eso, al punto de que no molestaba — Porque conmigo es una pérdida de tiempo.

    — Yo entendería que se fijaran en ustedes dos — Gwyn quería dar su opinión también — Pero creo que es más por el hecho de que son dos hombres buenos. Digo, son guapos, pero dudo que ella diga eso a cualquiera que pase por ahí.

    — Ya terminó, por ahora dejemos el tema de lado — Ace no quería seguir con eso — Vamos a la estación y veamos si Natasha y Allecreod tienen algo más para nosotros sobre esto que ha pasado hoy.

    […]

    La Plaza de los Héroes era un escenario que, por las mañanas, debido a todo el trabajo que había, era muy solitario. Alicia se encontraba allí junto a otras personas, sin embargo, ella era la única que estaba en el centro, que era el sitio donde se rendía homenaje a la memoria de los caídos del lado de la humanidad. En los alrededores de la plaza había un par de familias disfrutando de un día de paz y tranquilidad, y otras personas que simplemente hacían actividad física allí.

    La exsoldado, que se había convertido en exploradora hacía poco tiempo, estaba a solas mirando las inscripciones de la piedra en el centro de esa plaza. El nombre de quien fue y siempre sería su gran amor estaba en lo más alto de todo. Ace siempre lo apreció, y esa fue la mejor forma en la que podía honrar a su memoria. Alicia, por primera vez desde que empezó a ir allí, no lloró al leer su nombre. Estaba triste por no tenerlo más a su lado, pero sus pensamientos de alegría eran más fuertes.

    — ¿Lo has visto, Michael? — preguntó hablando en voz alta, sabiendo que nadie escucharía — Ace fue rescatado… Sé que estás feliz por el hecho de que él pueda quedarse con nosotros un tiempo más… Yo… Bueno, estoy bien. A veces siento deseos de continuar con mi vida, es solo que… no sé si alguna vez llegaré a conocer a alguien que me haga sentir como lo hiciste tú. Desde que nos conocimos y recuperé la memoria, tu fuiste todo para mí. Y nunca podría haber alguien que me amara tanto como tú me amaste… Perdón, no vine aquí para hablar de nosotros dos. Quería decirte que todos estamos bien. Ayer, cuando llevamos a Ace a la casa de Agustina, la vi sonreír muy feliz. Sé que te habría encantado verla. Tú la querías mucho. También sé que, si hubieras estado con nosotros, habrías sido el primero en lanzarse a rescatar a Ace. Pero seguro te dará mucha alegría saber que tu hermano está a salvo.

    Alicia pronto cerró su ojo y guardó silencio, para así poder concentrarse y escuchar el ruido del viento que a veces mecía las hojas de los árboles en los alrededores. Por un momento creyó que podría escuchar a Michael, pero luego se dio cuenta de que era un pensamiento optimista de su parte.

    — Voy a descansar — Alicia se sujetó el hombro derecho — He estado trabajando mucho en ausencia de nuestros amigos. Pero regresaré aquí mañana… Te amo, y te extraño.

    Fueron esas palabras las que le hicieron quedar al borde de las lágrimas, pero Alicia, sin querer mostrar ante los desconocidos que estaban allí sus sentimientos para con él, pudo lograr contenerlas para así no mostrar eso ante nadie. Con calma, dado a que no tenía muchas tareas pendientes para hacer en casa, ella volvió a su hogar.

    […]

    En las profundidades de un bosque cercano a la ciudad Skymning, cerca de un río que servía para tapar casi cualquier sonido lejano, los tres Dair que habían viajado al planeta Edagr como infiltrados entre el ejército humano estaban degustando todo tipo de frutas que habían podido extraer de uno de los negocios de la humanidad. Durante la noche, por pedido del Dozern que daba las órdenes en aquel mundo, estos irrumpieron para poder saquear y destruir el lugar.

    Aprovechando un momento de paz cercano al mediodía, cuando el hambre que tenían había llegado casi a un punto en el que no la podían contener, comían casi todo lo que encontraban. Su dieta siempre consistía en los peces que capturaban en las aguas de su mundo, y al no tener tierras que pudieran cultivar, las frutas y las verduras que podían obtener de ahí eran un imposible para ellos. Era tanto el tiempo que pasaron comiendo lo mismo, casi la totalidad de sus vidas, que ninguna fruta les sabía mala. Todas tenían un gusto muy dulce a comparación a lo que comían en su mundo.

    Callados, sin hacer ningún sonido además del de sus dientes triturando la comida, esperaban el regreso del Dozern que había viajado junto a ellos. No tardó mucho en aparecer, y cuando este apareció, lo hizo transportando un carrito de bastante longitud, el cuál servía para poder colocar una enorme cantidad de productos. Contaba con un total de diez rueditas que le servirían para poder moverlo por el suelo, hechas de tal forma que incluso en el suelo irregular del planeta no tenía problemas para transportarlo. Uno de los Dair, quien sugirió la idea de tomar a los niños con ellos, lo vio y preguntó por eso.

    — ¿Crees que servirá? — quería ver si el criterio de su líder era convincente.

    — Lo hará — el Dozern sonreía por su logro — No fue difícil de retirar. Lo encontré en un sitio abandonado a poca distancia de nuestro primer refugio.

    — ¿Qué tal las cosas en ese lugar? — otro de los Dair le arrojó una manzana, pensando que quizá tendría hambre.

    — Estuve investigando un poco la zona — comentó el Dozern a todos los suyos, para luego oler un poco la fruta y así darle un mordizco — Hicimos bien en elegir un negocio lejano a nuestro refugio. Es un alboroto allí. Incluso gente que no parecen ser soldados están en el lugar de los hechos. Quizá exageramos al abandonar nuestro refugio.

    — ¿Crees que podremos volver allí para esta noche? — preguntó el otro de los Dair, tomando una manzana y una pera en sus manos para turnarse al morderlas.

    — Sería posible, pero tengo una idea mejor — decía el Dozern, sonando más alegre por lo que ocurriría — Esta noche no estaremos en nuestro refugio. Vamos a estar camino a casa. Resulta que, en mi caminata, he podido ver como una hembra de los humanos llevaba a dos niños a un sitio que también está muy lejos del comercio que atacamos. Me acerqué lo más que pude y logré notar que en ese edificio hay muchos niños. Por eso busqué este transportador antes de venir aquí.

    — ¿Vamos a empezar el plan ahora? — uno de los Dair se levantó, pensando que la respuesta sería un “sí” rotundo.

    — Sin dudarlo ni un segundo — fue lo que dijo su líder — Pensé que podríamos ocasionar un alboroto como el de anoche, pero luego de lo que hicimos y de ver toda la repercusión que causamos, es seguro que van a poner más vigilancia. Además, no nos dimos cuenta de que nos estaban observando casi hasta el final del trayecto en el que notamos esas cámaras en las esquinas.

    — Bueno, en ese caso, terminemos de comer y pongámonos en marcha pronto — el Dair que tuvo la idea inicial empezó a acelerar su ritmo al comer — Después de todo, el Dis y los demás deben estar preocupados por nosotros allá en casa.

    — ¿Recuerdas cómo llegar hasta ese edificio para robar a los niños? — preguntó otro de los que estaba allí.

    — Tracé la ruta de memoria en mi cabeza — el Dozern casi se sentía ofendido por esa pregunta — Vamos. Tenemos un trabajo que hacer. Y hoy, finalmente, estaremos rumbo a casa.

    — Parece ser que su plan dará resultado — comentó otro de los Dair — Y por haber hecho eso, usted recibirá el puesto de Dis.

    — Y ya que todos ustedes han probado ser bastantes competentes en el día de hoy, los voy a elegir para que sean mis Dozern — con la mente en el futuro, el que daba órdenes a ese grupo minúsculo buscó motivar a sus soldados — Disfrutemos de esta comida y luego vayamos a buscar a esas crías de humanos.

    Pese a que el mismísimo líder les dio el aval para que disfrutaran de esa fruta fresca que habían obtenido durante su ataque nocturno, lo cierto fue que ninguno de ellos se dedicó a saborear demasiado la fruta. Estaban hambrientos, pero también muy apurados por todo lo que conllevó estar en aquel mundo durante varias horas sin tener acceso a casi ninguna de las provisiones que aguardaban en casa.

    Cada uno de ellos comió tres frutas más desde que recibieron la orden de moverse, y luego de guardar lo que les sobró en bolsas para ver si podían llevarlas a su mundo y hacérselas probar a su gente, los cuatro empezaron a moverse para trasladar el carrito hacia la guardería, esperando no encontrarse con demasiada gente en ese momento. Como medida de precaución, se pusieron los cascos y los trajes para así ocultar sus identidades de cualquier humano que les pudiera encontrar en la calle, quienes los verían como simples soldados haciendo su patrullaje según creían.

    […]

    En la estación de trabajo, Ace se encontraba manteniendo una conversación con la presidenta Juniper. Cerca de él estaban Agustina, Natasha, Gwyn y Thomas. Allecreod y Xorxaik se cuidaron de que la cámara que captaba la imagen que era transmitida por videoconferencia con una mujer poderosa de la humanidad no los enfocara a ellos. Por pedido del comandante supremo, ambos se apartaron para así dar una imagen menos intimidante para la presidenta, que se encontraba acompañada por unos tres guardaespaldas, que simplemente aparecían en la llamada sin hablar, dado a que no eran necesarios en ese momento.

    — Es tan triste que no podamos festejar que regresó a salvo, comandante supremo — Juniper habló con respeto, pero por dentro tenía ganas de que él realmente hubiera quedado muerto en aquel mundo — Pero entenderá que este tema es urgente y debe ser tratado tanto por usted como por mí. Sus soldados atacaron un local que es el sustento de un par de personas honradas que se ganaban la comida con el comercio. Por eso es por lo que yo también debo ser partícipe de esto. Debo amparar a esa gente.

    — Ellos recibirán un bono otorgado por nosotros — Ace le comunicó sus intenciones — Del pueblo no saldrá un centavo para compensar sus pérdidas, ese gasto será cubierto por la milicia. Solo queremos colaboración con agentes de la policía y con los investigadores para llegar al fondo de esto.

    — Así será, pero sepa que usted tendrá que responder por esto — Juniper no quería que se sintiera libre de cargos — La milicia es obra suya, y tiene que hacerse cargo.

    — Y lo haré, presidenta, no hay de qué preocuparse — Ace supo que ella no sería amable en esa conversación — Pasé una semana infernal para poder traerle agua a nuestra gente. Puedo con esto. Y recordaré a todo el mundo que hemos sido capaces de traer lo que nuestro pueblo tanto necesitaba. El agua ya está disponible para aquellos que no pertenecen a la milicia, por lo que tengo entendido.

    — Sí, se me comunicó eso tan pronto como la nave llegó — la presidenta hizo una mueca de molestia, deseando que su llamada terminara pronto — Lo felicito por ser tan valiente de ir a arriesgar su vida por nosotros.

    — Luché por mi gente antes, y seguiré luchando por ellos ahora — Ace hizo ese juramento frente a ella — Los soldados que han causado tanto daño no quedarán sin su castigo correspondiente, yo se lo aseguro. Reforzaremos la vigilancia nocturna para evitar que se repita. Incluso tenemos planes para poder identificar a los soldados que quieran agredir en el futuro.

    — Lástima que no se le ocurrió antes — Juniper encontró esa oportunidad para intentar degradarlo — Pero me alegra saber que es un hombre activo. Creo que nuestra conversación ya no llevará a nada provechoso.

    — Tiene razón, sugiero que ambos volvamos a nuestros trabajos — Ace también tenía deseos de cortar lo más pronto posible — Hablaremos luego, presidenta.

    Finalmente pudo cortar esa llamada, en la cual la tensión política entre ambos líderes para la humanidad no dejaba de crecer a cada momento. Allecreod y Xorxaik se acercaron a ellos. Agustina, viendo que Ace dejó salir un respiro, apoyó sus manos sobre el hombro de su esposo para calmarlo. Este, apreciando el gesto, tomó la mano de su esposa, para luego intercambiar miradas junto a ella.

    — Sigo sin poder creer que se dieran cuenta de que había cámaras justo antes de que abandonaran la ciudad — Thomas volvía a mirar un video que estaba en repetición automática en una de las computadoras de la estación.

    — Así será difícil reconstruir una posible ruta de escape — comentó Natasha, quien también estaba frustrada por eso — Quizá haya que recubrir las cámaras con algún cristal a prueba de balas que no dificulte la visión.

    — Eso es lo que vamos a ordenar cuando hayamos terminado con esto — Ace tenía decidido que ese sería el plan para el futuro — Y también buscaremos la forma de implantar un identificador en las armaduras de cada soldado. Así al menos sabríamos quienes fueron los tres desgraciados que atacaron ese negocio.

    — Es tan extraño esto — Allecreod comentó, sumándose a la conversación — Hablé con Alicia hace unos minutos, luego de que ella llegara a su casa. Dijo que en todos los días que no estuvimos, no hubo movimientos raros en las bases donde guardamos el equipo militar. No cree que los detractores hayan podido robar el equipo por su cuenta.

    — Pero los soldados del ejército no lo entregarían — Thomas pensó con seriedad — Digo, sé los detractores no odian a todo el ejército precisamente. Nos odian más a nosotros que somos la cara visible. Me creo que puedan intentar hacer tratos con algún militar, pero dudo que alguien de la milicia nos odie tanto al grado de querer colaborar con ellos.

    — Eso quiere decir que los que atacaron ese comercio son militares — Allecreod mencionó con confianza ante los presentes — Si Alicia y Thomas no se equivocan, entonces los detractores no tienen forma de obtener ese equipo.

    — Pero para mí tiene mucho sentido que hayan atacado — Natasha daba su punto de vista — Les sirve para ensuciar la imagen de todo el ejército, y por consiguiente la nuestra. Justo cuando empezaría a mejorar por el haber traído el agua a la humanidad.

    — Y yo tengo que decir que no veo sentido en que atacaran para destruir un sitio así — Gwyn se sumó al debate — Salvo que realmente tuvieran un problema personal con los dueños del local. Sería bueno que él nos contestara esas preguntas.

    — Dime, Gwyn, ¿los investigadores del ejército pudieron sacar algo nuevo para nosotros? — fue la pregunta de Agustina, quien esperaba una respuesta positiva de su parte.

    — Apenas están empezando a investigar — Gwyn daba una noticia no muy buena — Reportaron que hubo tensiones con la policía, los otros investigadores, los dueños del local y algunos civiles que suelen ir a comprar allí. No hubo peleas físicas, pero sí discusiones algo subidas de tono. Apenas llevan diez minutos desde que empezaron.

    — Maldición, la puta madre — Ace hizo el mayor de sus esfuerzos para no gritar.

    Exceptuando a Xorxaik que no era capaz de expresar ningún tipo de sentimiento al estar hecho de metal, todos en esa sala veían con tristeza al comandante Lakor. No era una situación agradable para él ni para nadie. No había pasado ni un solo día desde que regresó a su mundo con su familia, y las tensiones no hicieron más que escalar con rapidez. El conflicto con la presidenta, el incidente causado por tres de sus soldados y las nuevas tensiones que se estaban formando entre el ejército y el resto de la humanidad. Los detractores todavía no habían lanzado un ataque de ningún tipo por estos hechos, pero era lógico para él que pronto escucharía esas voces haciendo eco en todos lados.

    Los detractores no actuaban por el internet, la televisión o la radio, sabiendo que eso era una forma de exponerse y hacerse conocidos públicamente. La única vez en que encararon al comandante fue cuando él y su esposa estaban junto a su hijo en la Plaza de los Héroes. Luego de eso, todas las acciones fueron anónimas como la escritura de un libro dedicado a Alicia y Michael, así como también las pintadas en las paredes de sus hogares.

    Ace dejó salir una cara de molestia, pero al levantar la vista se llenó de un poco de regocijo. Agustina, Natasha, Thomas y Gwyn le estaban sonriendo. Una clara señal de apoyo para él, quien lo necesitaba mucho en aquel momento por todo lo vivido. Allecreod lo miraba con una expresión que mostraba indiferencia, pero eso no quería decir que no estuviera dispuesto a prestar una mano en su favor, después de todo, ya lo había demostrado en su incursión en el planeta Hael Arunyn.

    Ace sonrió para luego acercarse a su máquina.

    — Veré si Nick conoce a alguien que nos pueda ayudar con esta clase de cosas — Ace empezó a presionar las teclas en su teclado — Solo lamentándonos no vamos a llegar a ningún lado.

    — De mientras podremos ir averiguando quienes fueron los últimos soldados que abandonaron sus puestos de trabajo en una franja horaria cercana al suceso — comentó Agustina, arrojando una idea a la mesa — Quizá de allí podríamos sacar una buena lista de gente de la que sospechar.

    La idea de la soldado era inesperada, pero no por eso mala. Cierto era que nadie esperaba que los tres soldados que atacaron esa verdulería se hubieran ido del trabajo a esa hora, pero también era cierto que sería mucho más sencillo tomar las armaduras y los cascos para cubrirse junto con las armas para irrumpir en el negocio si su salida se daba en el horario nocturno, donde no solo muchos miembros en el ejército solían descansar, sino también los ciudadanos que tenían trabajos menos riesgosos que estar en las fuerzas armadas.

    Ace felicitó a su pareja por esa idea, y ella, queriendo hacer algo para compensar los días en que faltó a su trabajo por estar esperando su regreso, fue quien decidió ponerse a investigar las salidas registradas de las bases militares que estaban instaladas en Skymning, y las no registradas también, las cuales tendrían un grado de dificultad más avanzado, pero no por eso les sería imposible hacerlo.

    […]

    Las tres mujeres que atendían la guardería disfrutaban de ver a los niños dormir tan tranquilos. Dado a que no era muy recomendable dejar a menores de dos años en compañía de niños de tres y cuatro o más juntos, ellas solamente tenían a niños de entre uno y dos años con ellos.

    Les había costado unas dos horas y media de trabajo, puesto a que cuando podían poner en descanso a uno, otro empezaba a llorar casi de inmediato. Lo cuál no hacía más que ocasionar que otros despertaran. El esfuerzo que hicieron había dado sus frutos, y finalmente consiguieron que todos durmieran tranquilos.

    Un día largo en el que tuvieron que calmarlos, al mismo tiempo que prepararles la comida especial para ellos, las dejó a las tres mujeres tanto a la que era más joven como a las dos de mayor edad muy agotadas. Con deseos de tomarse un merecido receso, ellas empezaron a comer una comida que habían pedido por encargo con el fin de recuperar las fuerzas invertidas en hacer dormir plácidamente a todos esos niños.

    Una vez que terminaron con su comida, la mujer más joven tomó los restos para tirar a la basura. Tras haber guardado todo en una bolsa de residuos para tirar posteriormente, escuchó como el timbre del lugar sonó.

    — Qué raro — comentó mientras se acercaban las otras dos — Ninguno de los padres dijo que vendría a esta hora.

    — Quizá se trate de un caso urgente — una de las dos señoras mayores pensó en esa posibilidad — Veamos quién es y si es lo que creemos.

    El timbre volvió a sonar, por lo que las tres mujeres se acercaron a la puerta de en frente para abrirla y así ver de quién se trataba. Sin embargo, tan pronto como la puerta tuvo una abertura pequeña, tres soldados se colaron por la fuerza a su interior. La mujer joven, quien fue empujada al ser la que abrió la puerta, se molestó un poco al ver a esos soldados irrumpir en su lugar de trabajo de esa manera.

    — ¡Maleducado! — gritó una de las señoras mayores — ¡¿Por qué se metió de esa manera en este lugar?!

    — Lo sentimos, mujeres, pero estamos en una emergencia — uno de los soldados que entró en ese lugar, quien en realidad era el Dozern liderando a su grupo, habló con ella.

    — Tendrá que disculparme, soldado, pero no creo que haya emergencia alguna — la mujer joven se negó a creerle — Tenemos a varios niños aquí, y si algo grave estuviera pasando, seríamos de las primeras en saber.

    — Es por eso por lo que no han recibido noticias todavía — comentó uno de los Dair, bajo la mascarada de ser un soldado de la humanidad — Nadie más que nosotros sabe qué es lo que está pasando aquí.

    El tono tan nervioso de aquel soldado llegó a asustar a las tres mujeres. No había actuación alguna en esa forma de expresarse, puesto a que el Dair realmente tenía miedo de que pudieran cometer un error y llegar a comprometer el plan y tanto sus vidas como las de los demás en su mundo. Viendo que quizá eso explicaba el apuro de los soldados y la falta de noticias, las tres mujeres a cargo de esa guardería llegaron a tener miedo de que las vidas de esos niños estuvieran en sus manos, puesto a que eran las responsables de cuidarlos.

    Viendo que no tenían otra opción más que ver de qué se trataba todo eso, dado a que sería la única manera de no poner en peligro el futuro de los que estaban bajo su cuidado, la mujer joven quería saber más sobre esa situación.

    — Quizá debamos llamar a los padres de los niños para que lo sepan todo, pero primero nosotras deberíamos tener una idea de todo esto — pensó que sería lo más sensato de todo.

    — Ella tiene razón — una de las señoras mayores se acercó a un soldado, casi suplicándole — ¿Cuál es la emergencia?

    — Tenemos motivos para sospechar que hay seres de otro mundo infiltrados entre nosotros — comentó el Dozern, mintiendo parcialmente en su respuesta.

    — ¿Seres de otro mundo? — preguntó la más joven de las cuidadoras — ¿Y están cerca de aquí?

    — Parece que usted es una adivina — el Dozern comentó con una voz algo siniestra — Ellos están justo frente a ustedes.

    Confundidas y sin estar preparadas para cualquier tipo de defensa, las tres mujeres se vieron atacadas por los habitantes del planeta Hael Arunyn. Cada uno de ellos dio un puñetazo potente en el rostro a las cuidadoras, que terminaron cayendo al piso. Sin estar preparadas en combate, no costó demasiado para quienes se habían infiltrado acabar con ellas. Se bastaron simplemente tomándolas del cuello para luego empezar a hacer presión con ambos brazos. Ellas, temiendo por la vida de los pequeños y por las suyas propias, forcejeaban al mismo tiempo que lanzaban manotazos y patadas para intentar zafarse y pedir ayuda. Pero no les sirvió de nada puesto a que los enemigos les superaban en fuerza, y sus armaduras se encargaron de disminuir los daños casi hasta el mínimo.

    En pocos minutos, las tres mujeres se quedaron sin aire para posteriormente caer al piso muertas producto de la asfixia a la que fueron sometidas por cortesía de esos seres. Los Diamoreon se habían quitado de encima un obstáculo con facilidad, lo que les había dejado al alcance a los niños.

    En el momento en el que el ruido que hicieron sus cuerpos al caer contra el suelo, uno de los niños empezó a llorar, el hijo de Ace. El Dozern se le acercó lentamente para no despertar a ningún otro más de los infantes que había en ese sitio, y tras mirarlo fijamente, lo tomó en sus manos para analizarlo.

    — Vaya, hola, cría de humano — no tenía la menor idea de que ese era el hijo del primer humano con quien tuvo el honor de hablar — Dime, ¿tus papás te adoran? En ese caso, espero que nos sirvas como distracción mientras nosotros nos alejamos lo más posible de toda tu especie — luego de dejarlo en su cuna, les hizo un gesto a sus compañeros — Hay que llevárnoslos antes de que empiecen a llorar. Robaremos una nave lo más pronto que se pueda.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo mío, lamentablemente no nos podremos juntar estas semanas para las leídas en simultáneo, no obstante, las lecturas siempre son bienvenidas aunque no sea como las queremos. Gran capítulo el de hoy, como siempre, no defraudas. Pasaré directamente a comentar lo más destacado, como suelo hacer.

    El capítulo inicia con Agustina despertando junto a Ace y éste haciéndolo muy al poco después. Vemos que son una pareja más que consolidada y que ambos se quieren con ternura, algo que es agradable de ver. Comprueban que Arick sigue dormido y Agustina desea quedar embarazada de una niña (cuando el rio suena, agua lleva... eso dice el refrán :v). En el momento en el que se disponen a desayunar, el comandante supremo recibe un llamado de Natasha, la cuál le comunica que tres soldados han saqueado una verdulería. Inmediatamente al leer eso supe que se trataban de los Dis y el Dozern esos que se han infiltrado, seguramente buscando algo que comer XD. Sin saberlo, Ace decide que un grupo investigue el suceso mientras se frustra por la noticia, siendo calmado por su esposa. Pvtos sirenitos, espero que tuvieran diarrea con las verduras. :yagami:

    Acto seguido llevan a Arick y Sky a la guardería junto a los padres de esta, mientras conversan acercan de la posibilidad de que los detractores saquen partido con la noticia sobre los soldados. En cuanto llegan a la guardería, vemos que una de las cuidadoras llama guapos a Thomas y Ace como si nada. XDDDDDDDDDDDD es como si yo voy y le escribo a Angelina Jolie por Instagram diciéndole que me parece preciosa. Inalcanzable :v :blue:

    Después vemos a Alicia ir a la Plaza de los Héroes, donde se venera a Michael. La chica hace como si hablara con él, contándole todo lo sucedido y despidiéndose con amor. Esta escena ha sido breve pero hermosa y muy emocional. Me da lástima que Alicia esté sola y dolida, pero ojalá pueda tener una vida feliz. De verdad lo deseo. :anicry:

    La siguiente escena muestra al enemigo. Los Dis y Dozern infiltrados en Edagr parecen haber encontrado la guardería donde están Arick y Sky, tras haber robado la verdulería. Y terminan confirmando que su plan se pondrá en marcha desde ya.

    Luego pasamos a ver como Ace y Juniper (con la mayoría presentes en el lado del comandante supremo) conversan telemáticamente sobre los sucesos. Y que asco me da la presidenta, te lo juro, ¿deseando internamente que mi bebé muriese en la misión? ME CAGO EN TU P*** MADRE, VIEJA CHOCHA. Tras la breve pero intensa conversación entre ambos, vemos que Ace se siente algo molesto con la situación, pero el apoyo de sus amigos logra hacerle sentir mejor. Y que bueno tener gente así que te apoya cuando todo es estrés... no me pasa mucho, pero debe ser bonito :v.

    Finalmente, los Diamoreon (joder, tienen más nombres raros los sirenitos que los nacidos en Egipto :v) asaltan la guardería tras colarse descaradamente en ella y matar a las cuidadoras, cumpliendo así su plan de capturar algunos niños... empezando por el joven Lakor. Era mucho pedir que eso no pasara, pero viendo que así ha sido, solo espero que no le hagan nada ni a él ni a ningún otro niño. Este final me deja con todo el hype por ver que sucede en el próximo. angrysnake

    En fin, tocará esperar. Estaré deseoso de ver que ocurre con el plan del enemigo y si pueden pararles los pies a tiempo. Será hasta pronto, amigo. Un abrazo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
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    27
     
    Palabras:
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    Saludos. A raíz de que se acerca la entrega de varios trabajos y exámenes, toca publicar el capítulo ahora que puedo.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk quien siempre está presente en esta historia. Deseando que las semanas pasen rápido para que podamos volver a juntarnos por Discord a realizar nuestras leídas en simultáneo, y que sea más pronto que tarde, ya que esos momentos que tanto se disfrutan, se extrañan bastante :piplup:

    Como dije antes, cronología y guía se mantendrán como están hasta que tenga tiempo de mirarlo.

    Sin más qué decir, va el capítulo.


















    Deja de latir:

    — A ver esa risita — Noak decía con el pequeño Cade en brazos.

    El niño de apenas unos meses rio tan pronto como su padre le hizo cosquillas en el cuerpo. Para Noak, la risa de su hijo era todo un alivio de oír. Gina, sentada en frente de donde se encontraba él, miró la escena con ternura. Su amado y su pequeño estaban pasando un buen momento juntos, y eso le tranquilizaba en gran medida tras el regreso de su esposo en aquel planeta repleto de agua.

    La pareja, quienes disfrutaban de un día libre con su pequeño, permanecieron en la mesa de su cocina junto a él para poder verlo y disfrutarlo mientras estuviera despierto. Lo cual no fue un tiempo muy grande. Pasados unos minutos, Cade, tras haber reído en brazos de su mamá y su papá, quedó agotado al punto de que quedó totalmente dormido en brazos de su madre.

    Una vez el pequeño estuvo ya totalmente relajado, ambos lo llevaron a su cuna, y tras taparlo con una pequeña frazada, lo dejaron allí para que pudiera descansar. Inmediatamente después, lo que hicieron fue regresar a la cocina para tomar un poco de té mientras comían porciones de pan dulce. Gina sentía muchos deseos de escuchar los relatos de su esposo sobre lo vivido en el planeta al que había acudido, y fue por eso por lo que lanzó su primera pregunta.

    — ¿Qué tal son esos monstruos? — la mujer lo miraba atentamente.

    — Por fortuna no he tenido que pelear demasiado con ellos, aunque no son feroces — Noak contestó con la imagen de ellos en la cabeza — Son horripilantes, eso sí. Parecen como si fueran zombis. No decían nada, actuaban con salvajismo… pero si portaban armadura quiere decir que una vez fueron inteligentes.

    — ¿Cómo se sintió regresar a la acción tras varios años? — Gina quería ver cómo ese factor afectaba a su esposo.

    — No mentiré, se sentía extraño — Noak sorprendió con esa declaración — No he tocado un arma en dos años. Volver a hacerlo fue como… como si un instinto extraño despertara dentro de mí. Quizá es por el hecho de que en mi grupo no sufrimos bajas, pero siento deseos de hacerlo otra vez. No digo que quiera ir a un enfrentamiento, ya que creo que con la guerra tuvimos más que suficiente. Pero quisiera disparar mi arma, aunque fuera en campos de tiro. Era emocionante. Así lo siento.

    — ¿Sabes? Yo siempre creí que una vez que acabara todo lo de la Gran Catástrofe, dejaríamos de ser soldados hasta que el mundo estallara en guerra — Gina fue sincera con él — No es que creía que la humanidad reanudaría sus conflictos tan pronto los edagrianos hubieran muerto, pero sé que, si la Tierra siguiera con vida y la humanidad también, quizá dentro de cinco años tu y yo volveríamos a estar en el campo de batalla.

    — Si la Tierra no hubiera sido aniquilada, yo quizá me habría quedado en Black Meteor — Noak rememoró esos últimos días en el planeta — Y tú estarías en Zenith. Quizá nos habríamos convertido en enemigos.

    — Créeme que jamás lo permitiría — Gina extendió sus manos para poder entrar en contacto con las de su esposo — Si tú y yo fuéramos enemigos, o nuestras naciones en realidad, haría lo posible para contactarte.

    — ¿Y luego qué? — Noak tenía deseos de saber si ella tendría algo en mente.

    — Huiríamos juntos lejos de la guerra — Gina le sonrió al contestarle — Porque yo nunca sería capaz de enfrentarme a ti. Te amo, Noak. Y no dejaría nunca que un político, o dos, o cualquiera que fuera el número me apartaran de ti. Nunca.

    Noak, viendo lo mucho que su esposa lo amaba y se preocupaba por él, no pudo evitar que cayera una lágrima de felicidad de sus ojos. Siendo que él siempre creyó que su estadía en el ejército lo llevaría a conocer gente muy reservada con sus emociones, para el soldado era alentador saber que allí había conocido al amor de su vida. Con la felicidad invadiéndolo, él se levantó de su silla y se acercó a Gina.

    Ella se puso de pie, sabiendo que su chico tendría un gesto tierno para con ella, y así fue cómo sucedió. Noak la levantó en brazos, cargándola como si fueran una pareja recién casada por cruzar un umbral. Gina no pudo evitar soltar una pequeña risa por la situación, cosa que a Noak le encantaba, puesto a que él era muy feliz al ver que estaba a salvo junto a él.

    — Eres todo lo que podría necesitar — Noak susurró para ella — Fui un tonto al no seguirte cuando te fuiste al Zenith. Debí haberte acompañado.

    — No pasa nada, cariño — Gina le acarició el rostro, estando aún en sus brazos — Lo importante es que ahora estamos juntos. No tiene sentido pensar en lo que pasó y en lo que pudo o no pasar. Ahora tú y yo estamos casados y tenemos a un pequeño niño que cuidar.

    — Tengo muchas ganas de que nuestra familia sea mucho más grande — Noak dejó salir sus pensamientos — ¿Y tú?

    — Ahora no, pero definitivamente tendremos más de un niño correteando por nuestra casa — Gina se sentía a gusto con esa idea.

    Como si acabaran de enamorarse, los dos soldados se quedaron allí mirándose fijamente. Sin besos, sin caricias y sin palabras. Sabían exactamente lo que el otro estaba pensando, y era algo que apreciaban mucho. El soldado decidió bajar a su esposa al suelo, y entonces, los dos se tomaron de la mano. Juntos empezaron a caminar hacia su cuarto, con la intención de dejar salir a flote su pasión como pareja, probablemente acrecentada por los días en los que Noak estuvo ausente.

    Pero tan pronto como iban a cruzar la puerta, el celular de Noak sonó. Era un día libre, por lo que el soldado dijo que nada más revisaría su contenido, pero no lo respondería si no era un tema urgente. Ella lo miró fijamente para ver su reacción, y tan pronto como notó que Noak frunció el ceño y dejó salir una mirada que dejaba ver su preocupación, ella también se vio contagiada por algo así.

    — ¿Qué pasó? — Gina temía que algo realmente catastrófico estuviera sucediendo.

    — Recibí un mensaje horrible — Noak sentía como su voz temblaba al hablar — Secuestraron a muchos niños de una guardería. Entre ellos estaban Arick y Sky.

    […]

    — ¡Por favor, dime que esto se trata de una equivocación! — Ace sentía como su corazón se detenía al hablar con Faron, quien estaba en videollamada junto a él del otro lado de la pantalla.

    — ¡No, Ace, lo siento, es la verdad! — Faron, quien también estaba en su día libre, fue quien dio la noticia — ¡Uno de mis compañeros estaba en su patrulla y tan pronto como encontró la guardería vacía y con las cuidadoras muertas me avisó a mí!

    Agustina, Thomas y Gwyn no podían creer lo que había sucedido. Para poder acudir al trabajo como compensación por los días que estuvieron fuera dada la misión de rescate de Ace en Hael Arunyn y la extracción de agua, tuvieron que dejar a los niños en esa guardería para que fueran cuidados bien. Pero lo que Faron dijo les alarmó en gran medida. Las tres cuidadoras fueron asesinadas por gente no identificada, y todos los niños presentes en ese sitio habían sido tomados y llevados a otro sitio.

    Natasha se sentía muy mal por dentro también. Sabía lo duro que sería para los padres recibir esa noticia de que un desconocido tuviera a sus hijos, y no podía imaginar lo angustioso que sería vivirlo en carne propia. Era tal su conmoción que no podía hacer otra cosa más que llevarse las manos a la cabeza, ni siquiera sabía que podría decir para tranquilizarlos, o si quiera si sería posible llegar a eso.

    Allecreod estaba sorprendido en gran medida. No creyó nunca en la posibilidad de que alguien pudiera caer tan bajo para secuestrar a niños inocentes con poca edad en sus vidas. Estaba seguro de que solo alguien lleno de maldad habría hecho algo así, puesto a que ni siquiera a él se le pasó por la cabeza hacerlo.

    Xorxaik, viendo lo estresados e intranquilos que estaban todos los demás, no esperó a recibir órdenes para poder actuar. Se conectó rápidamente al sistema de cámaras solo para notar que varias de estas habían sido destruidas. Tal y como ocurrió cuando un grupo de soldados atacó brutalmente ese comercio en la noche, nuevas cámaras de seguridad se sumaron a la lista de equipo dañado.

    — Comandantes, las cámaras de los alrededores de la guardería fueron destruidas — Xorxaik comentó lo que sabía, como si supiera que debía ser él quien lo dijera — No es posible rastrear la ruta de los secuestradores.

    — No, pero acaba de ocurrir — Ace pensó con enojo — No se pueden haber ido muy lejos. Vamos, iremos a encontrar a nuestros pequeños… honestamente, no sé que voy a hacer cuando les ponga las manos encima. Si alguien les tocó un pelo a esos niños…

    — Ace, solo tenemos que traer a nuestros hijos de vuelta y ya está — Gwyn recordó una situación similar — Estoy totalmente segura de que los detractores están detrás de esto. Quieren provocarte una reacción, y al secuestrar a nuestros hijos hicieron esto. El ataque a esa verdulería solo fue una distracción, esto es lo que de verdad querían.

    — Los atraparemos, y luego de esto los encerraremos para siempre — Thomas lo veía como lo más sensato — Si manchamos nuestras manos con su sangre, habrán ganado ellos… Pero, esto es solo si nuestros hijos están bien. Si me llego a enterar que a mi hija le hicieron algo horrible, no me importará entonces lo que la gente piense de mí.

    — Si lastimaron a esos pequeños, entonces dudo que la gente los juzgue por tomar venganza — Allecreod dio su punto de vista, ganándose las miradas de todos allí — Vayan a buscar a sus hijos. Yo me quedaré aquí y Xorxaik me acompañará. Permaneceré atento a cualquier cosa y les haré saber si algo sucede.

    — Comandante supremo, yo también iré en su ayuda — Faron se ofreció a ayudar, viendo todo lo que ocurría allí — Iré vestido como civil, así podré pasar más desapercibido.

    — Agradezco todo esto, de parte de todos — Ace se sentía muy aliviado por saber que contaba con ayuda — Vamos. No pueden haberse ido muy lejos todavía. Si están en los alrededores, nuestros hijos estarán ahí.

    Con gran apuro en salir lo más pronto a buscar el rastro de los asesinos y secuestradores, Ace, Agustina, Natasha, Thomas y Gwyn abandonaron la estación de trabajo y pusieron rumbo a un vehículo estacionado allí fuera, en el cuál habían acudido a trabajar allí mismo. Ace y Agustina se sentaron en los asientos de adelante, mientras que Natasha, Gwyn y Thomas tomaron los de la parte de atrás.

    Tan pronto como abordaron, se pusieron en marcha hacia esa guardería. Con el pasar de los segundos, las preocupaciones aumentaban más en todos ellos. Puesto que cada segundo que estuvieran lejos de sus hijos era otro momento más en el que los secuestradores podrían hacerles daño a los niños.

    Agustina, Gwyn y Thomas se pusieron tan desesperados que el miedo les terminó ganando. Los tres empezaron a derramar lágrimas pensando en lo asustados que estarían sus hijos en un momento así. No podían encontrar consuelo en ningún lado. En lo único que pensaban cada vez que dejaban a los pequeños en la guardería para luego irse a trabajar era en regresar y abrazarlos. Y si no llegaban a encontrarlos, quizá no podrían evitar que estos fueran lastimados.

    Ace, por su parte, notó como una molestia se le empezó a formar en la zona pectoral. No solo del lado de su corazón, sino en toda la región corporal. Él estuvo varios días prisionero en Hael Arunyn, y fue salvado por muy poco de haber sido alimento para los animales marinos que tenían allí. El haber pensado todos esos días que nunca podría ver a su hijo otra vez lo estresó en sobremedida, pero no creyó que su pequeño sería separado de él nada más llegar a casa nuevamente. Sin embargo, a diferencia de la vez anterior, era su hijo pequeño el que estaba en peligro en esa ocasión. Varios pensamientos horribles con las cosas que podrían estar sufriendo los pequeños le cruzaron la cabeza, lo cual no hizo nada más que empeorarlo todo. Un enorme dolor le invadió el corazón, y él lo sintió muy parecido a la vez en la que tuvo el primer infarto de su vida producto de la segunda evolución.

    — ¿Qué sucede conmigo? — Ace no podía creer nada de lo que acontecía — No puedo enfermarme ahora. No puedo. Se supone que mi cuerpo evolucionó y se volvió más fuerte. ¿Por qué está enfermando cuando mi hijo más me necesita?

    Repentinamente, Ace bajó la velocidad por haberse quedado sin aire por unos momentos. El vehículo se detuvo activando un sistema de seguridad que detectaba el estado de salud del conductor, algo que nadie más conocía por el hecho de que siempre subieron en buenas condiciones al vehículo. Los cuatro acompañantes se horrorizaron al ver a Ace mientras este empezó a sujetarse el pecho con fuerza.

    — ¡Ace, ¿qué te pasa?! — Agustina quería tomar su pulso — ¡¿Te está por dar un infarto?!

    — No… — Ace contestó con dificultad por un momento — Solo… me quedé sin aire por un segundo.

    — ¡Yo conduciré! — Natasha abrió la puerta para bajar y así poder subir por el asiento del conductore — ¡Cuida de Ace en la parte trasera del vehículo!

    Agustina también bajó del vehículo junto con ella. Las dos mujeres abrieron la puerta, permitiendo a Ace que abandonara el asiento del conductor. Thomas y Gwyn se quedaron en el interior del vehículo con el objetivo de ayudar a su amigo a entrar allí de forma cómoda y rápida. Entre todos, lograron meter al comandante supremo en el asiento de atrás, y fue allí cuando este comenzó a relajarse y a sentir que el aire le estaba volviendo al cuerpo. Thomas supo que Agustina querría ir a su lado, por lo que bajó por otra puerta y le dijo que tomara asiento atrás.

    — Sube — dijo con tranquilidad para no alterar a su amigo — Yo iré adelante para darte espacio.

    — Gracias — Agustina apreció el gesto y obedeció a lo dicho por su amigo.

    Con todos los pasajeros acomodados, Natasha emprendió el camino hacia la guardería con un gran pesar en su mente. La persona a la que ella más apreciaba, y a quien había rescatado días atrás, estaba sufriendo daño tanto físico como mental. Estaba claro que a Ace no le hacían bien todas estas malas experiencias, y temía que algo malo llegase a pasarle. Pero supo que peor le haría no poder tener noticias de su hijo, por lo que ocultó todos esos pensamientos dentro de ella y se limitó a conducir hacia la calle donde se situaba la guardería.

    Thomas miraba por los espejos del auto como Agustina y Gwyn ayudaban a su compañero a respirar profundo. Él también odiaba verlo en ese estado, y estaba feliz de ver que él se recuperaba poco a poco.

    Agustina, recordando el final del que fue posiblemente el peor día de su vida, tocó el pecho de Ace con la intención de escuchar su corazón latir. Cuando vio que su pulso era normal, se tranquilizó bastante. Su hijo había sido secuestrado, y no tenía idea de lo que iba a hacer si a su esposo le llegara a pasar algo malo en aquel momento.

    — Ace, está bien, yo estoy aquí — decía mientras le daba besos en la frente — No te alteres. Ya verás que rescataremos a Arick de quien sea que lo haya secuestrado. Debes estar tranquilo, por favor…

    Lo cierto era que ella era de las más alteradas de todos los presentes. Tras unos días horribles en los que no tuvo noticias de su esposo, llegando hasta el día actual donde secuestraron a su hijo y ver como la persona que más amaba podría sufrir un nuevo infarto, fue suficiente para hacer que ella se alterara demasiado. Sin embargo, luchó para poder mantenerse fuerte y así no preocupar más ni a su esposo ni a todos los presentes.

    Gwyn, tras ver que Ace se estabilizó rápidamente, decidió tomar su dispositivo y avisarle a Alicia sobre lo que había ocurrido. No es que quisiera generarle una preocupación, solo quería que llegara a saberlo por si llegaban a necesitarla para recibir algo de ayuda.

    […]

    — No otra vez, esos hijos de puta no descansan — Alicia miró las paredes del exterior de su vivienda.

    Tal y como había sucedido en días anteriores, los detractores dejaron muchas pintadas ofensivas sobre los muros de la exsoldado y actualmente exploradora de la humanidad. Ya había ocurrido en situaciones pasadas, igual que como les pasó a todos sus compañeros. Ese grupo de gente que aborrecía a los miembros principales del ejército, más que nada por su cercana relación con el comandante Lakor, no perdió su tiempo en dejar su hogar lleno de pintura con frases ofensivas, claramente esperando que ella se sintiera molesta al verlo.

    Recordó los días atrás cuando le dejaron un libro tan horrendo para ella que no llegó a leer más que solo una página, y eso le hizo sentir mucha más furia con todas las nuevas pintadas que tenía en su casa.

    “Puta” decía la primera y más grande. “Súcubo” la segunda y con letra mediana le seguía. Alicia vio otras dos pintadas más, pero estas estaban escritas con letra muy pequeña, por lo que desde la distancia no podía ser capaz de leerlas. No quería hacerlo, pero supo que tendría que limpiar esas paredes, por lo que sería inevitable para ella hacerlo en algún momento. Tras dar unos pasos más logró ver lo que decían las pintadas. La tercera de izquierda a derecha decía “Deberíamos enterrarte junto con Michael el asesino”. Y la cuarta y última tenía un mensaje que se leía de arriba hacia abajo. “Ojalá alguien te arranque tu otro ojo”.

    La exploradora se tomó a mal todas esas pintadas, hechas cada una en un color diferente de manera de que fueran llamativas para todas las personas que pasaran por allí, que no eran pocas, pero tampoco muchas. Con gran dolor ella se acercó hacia la puerta de su casa solo para ver que la cerradura estaba rota. Cuatro tornillos eran los que la sostenían normalmente, pero en lugar de eso simplemente había uno solo que la dejó colgando de una esquina, mientras que los tres faltantes no se veían por ningún lado cercano.

    Asustada porque eso solo quería decir que alguien había entrado a su casa para saquearla, la mujer entró lista para defenderse. No contaba con ninguna clase de arma en su poder, pero la energía que disparaba su cuerpo le serviría para enfrentar a cualquiera que siguiera allí. Al encender las luces notó que no había nadie allí dentro, pero se llevó una sorpresa al ver un rastro de tierra que iba desde la entrada hacia su cuarto donde ella dormía cada noche.

    Lo siguió pateando los restos más grandes para poder barrerlos en el futuro, y cuando llegó a su cuarto vio con horror lo que había allí. Sobre su cama se encontraba tendido un uniforme sucio y muy rasgado. Al acercarse, ella pudo ver que era el mismo con el cuál habían enterrado a Michael en su día. Lo reconoció por el tamaño y las veces que lo había visto a diario cuando aún compartía momentos con él.

    Rompió en llanto cuando vio eso. Si su uniforme se encontraba allí, quería decir que su tumba había sido saqueada para que lo pudieran retirar. Ella visitaba semanalmente el lugar en donde él fue enterrado, y jamás vio nada fuera de lo normal, lo cuál quería decir que aquella prenda había sido tomada de los primeros días en los que la humanidad llegó al planeta Edagr.

    Alicia se encontraba pasando un momento muy angustiante. Un libro dedicado a la manchar su honor y la memoria de Michael. Unas pintadas horrendas que todos los transeúntes verían al pasar. Y el uniforme de su amado, extraído de una tumba profanada.

    — ¡¿Por qué hacen estas cosas tan horribles?! — Alicia se cubrió la cara con ambas manos — ¡No puedo soportar seguir viendo estas cosas! ¡Deténganse por favor, solo quiero que se detengan!

    — No nos vamos a detener — el sonido de una voz a través de una radio se hizo presente en el sitio — Sigue llorando para nosotros, no sabes el placer que nos da escucharte.

    Alicia pudo reconocer que ese sonido venía desde debajo de su cama. Al agacharse, pudo ver que en el suelo había un radio militar que permitía comunicación directa y continua entre soldados mediante radiofrecuencias. Alicia lo tomó y tan pronto como lo hizo, la voz volvió a hablarle.

    — Le dijimos a ese asesino de Ace que nunca tendrían paz mientras nosotros pudiéramos hacer algo al respecto — desde el otro lado, se mofaban de la situación — El haberte escuchado llorar me ha dado el mayor placer de la década. Sigue llorando, puta de mierda. Sigue llorando, que estoy grabando estos audios para mandárselos a tu amigo Ace. Estoy seguro de que a él le dolerá mucho seguir oyéndote.

    — ¡Vete a la mierda, enfermo hijo de puta! — Alicia cargó energía en sus manos con el objetivo de averiar el aparato.

    Con el calor que desprendía su cuerpo, Alicia destruyó el radio al tomarlo con ambas manos y asegurándose de que su energía calórica lo dejara inservible. Una vez que fue quemado al punto de que no funcionaba más, Alicia lo dejó caer al suelo y en un arranque de ira lo pisoteó hasta dejarlo totalmente destrozado.

    Habiendo hecho eso, se tumbó sobre su cama a llorar tranquila, aunque sea por unos dos minutos, puesto a que tenía que entregar el uniforme de Michael a Ace, además de que debía limpiar la tierra, cubrir las pintadas en sus paredes y también arreglar la cerradura de su casa, o bien, reemplazarla por un cerrojo eléctrico, aunque no le gustaban mucho los de esa clase.

    Ella no podía soportar más esa clase de trato. Los detractores claramente se metían más con ella por el simple hecho de que en su casa ella vivía sola, y también por su condición física. Natasha también vivía sola, pero ella era mucho más fuerte como peleadora. Thomas y Gwyn, al igual que Ace y Agustina compartían vivienda, lo que hacía que tuvieran que cuidarse más al causarles esos daños.

    — Yo vivo sola y estoy casi indefensa — pensó Alicia, tras ver que sus problemas no los podría solucionar o siquiera enfrentar — Soy el blanco perfecto para sus ataques… Michael, te necesito aquí conmigo. No puedo yo sola. Yo… no puedo. No tengo cómo hacerles frente. Y lo siento. Te han faltado el respeto y no puedo hacer nada… Perdóname.

    Mientras ella se encontraba sufriendo en soledad, escuchó como su dispositivo móvil, el cual portaba con ella en todo momento, empezó a sonar. Al tomarlo, vio que tenía un mensaje de Gwyn, y al leerlo y darse cuenta de que los pequeños Arick y Sky habían sido secuestrados, el dolor en ella se volvió mucho peor.

    — ¡No! — Alicia maldecía en sus interiores a todos los detractores, creyendo que fueron ellos quienes los habían secuestrado — ¡Estos enfermos ya cruzaron un límite! ¡Tienen que ser castigados por esto!

    […]

    En las afueras de la ciudad Skymning, lugar en donde se encontraban los hangares donde las cuatro naves espaciales que quedaron operativas tras tanto uso por la evacuación de la Tierra, y los viajes desde Garak a Edagr, se encontraba un grupo de tres soldados que tenían la tarea de custodiar el lugar.

    Por precaución, estos tres miembros del ejército iban armados, dado a que no podían permitir que un grupo de civiles quisiera arruinar las naves o peor aún, intentar robarlas. Sin embargo, todo era muy tranquilo en el oficio de la custodia. Pocas personas se habían acercado hacia el recinto, y los pocos que lo hicieron daban la vuelta inmediatamente cuando veían como los guardias tomaban las armas si se acercaban demasiado. Para todos los custodios, era el trabajo más sencillo del mundo.

    Dado a que el día afuera estaba muy bueno al haber solamente sol y poco y nada de viento, los tres hombres de la milicia llevaron una mesa afuera y se pusieron a jugar a las cartas al mismo tiempo que bebían un poco de cerveza sin alcohol. Su juego daba lugar a conversaciones amenas entre los tres.

    — Dime, ¿es verdad que vas a invitar a la comandante Zafiro a una cena? — preguntó uno de ellos mientras ponía dos cartas en su mesa.

    — Sé que soy capaz de conquistarla con solo una cena y una noche en mi casa — contestó el soldado al que le hicieron esa pregunta — Esa es la parte difícil, hacer que acepte. Una vez que ella me diga que sí, será toda mía.

    — Te tienes mucha confianza, para ser un bobo — contestó el tercer soldado mirando la mesa — En la guerra contra los edagrianos tú y yo estuvimos juntos todo el tiempo. Te vi desenvolverte en batalla. No fuiste capaz de matar a nadie, a lo sumo contribuiste en herir a otros.

    — ¿Y eso qué tiene que ver? — el soldado se sintió ofendido con eso — Soy un buen amante, y todas las mujeres con las que estuve en lo que duró el viaje hacia el campo de batalla te lo pueden confirmar. Solo tengo que lograr que Natasha acepte la cena y venir conmigo a casa. No sé si ella tenga a alguien más en la cabeza, pero tan pronto como yo la ponga sobre mi cama… adiós, adiós. Solo tendrá ojitos para mí. Y quizá algo más que sus ojos.

    — Buena suerte, he visto a muchos ser rechazados por la comandante — el primero en preguntar tomó un trago de cerveza — Me da que no te dará la oportunidad.

    — Bueno, la clave está en no dejar de intentarlo — el segundo también tomó un trago de cerveza — Después de todo… — dejó de hablar para mirar a lo lejos — Hey, miren, tenemos visita.

    Los tres cesaron el juego de cartas para mirar en la dirección en la que tenía puestos los ojos su compañero, y allí pudieron ver que había un total de cuatro soldados equipados con armadura y casco puestos. Uno de los cuatro venía trayendo un carrito, mientras que los otros tres tenían sus armas en la mano. No necesitaban recibir ninguna comunicación verbal para saber que algo malo estaba pasando si se acercaban de esa manera.

    En un momento, el que llevaba el carrito se quedó quieto en lo que los otros tres avanzaban. Por precaución, los tres guardianes del lugar que estaban jugando a las cartas tomaron sus armas y se acercaron a ellos, sin sospechar que esos que se acercaban no eran soldados de la humanidad sino un Dozern y tres Dair infiltrados en su mundo y con la intención de escapar de allí. Los tres Dair eran quienes debían encargarse de eliminarlos para poder acceder al hangar y así poder tomar una nave que los llevaría a su mundo.

    Los seis soldados se reunieron, y fueron los guardias del recinto los que tuvieron la primera palabra.

    — ¿Por qué no usan los dispositivos para comunicarse? — el soldado que tenía la intención de invitar a salir a su comandante fue quien preguntó — Existen para algo, ¿sabían?

    — Es una emergencia, y no queremos que el enemigo nos pueda escuchar — comentó uno de los Dair.

    — ¿Enemigo? ¿Quiénes? — el soldado que menos habló en la conversación se sorprendió con eso — ¿De dónde salieron?

    — Se infiltraron en este mundo, y estamos tratando de darles caza — uno de los infiltrados trató de imitar el estilo humano de hablar — Vayan a equiparse las armaduras. El comandante supremo enviará a su robot a proteger este sitio y evitar que accedan a nuestras naves.

    Sin poder ver los rostros de ellos, y por consiguiente sin darse cuenta de que eran el enemigo, los tres soldados asintieron, creyendo que realmente estaban bajo amenaza. Al no tener motivos para desconfiar de ellos, se mostraron obedientes ante esa orden. Pero tan pronto como le dieron la espalda a los recién llegados, estos levantaron las armas y dispararon en su contra, dándole dos balazos en la parte de atrás de la cabeza a cada uno de los tres humanos, quienes no llegaron a saber nunca que estaban bajo ataque. Los tiros fueron muy efectivos, y los tres guardias quedaron eliminados al instante, cayendo al suelo con sus cuerpos sin vida, cosa que dejó satisfecho al Dozern que miraba todo desde atrás.

    Los cuatro seres que habían llegado desde Hael Arunyn se reunieron, siendo el líder de aquel grupo quien traía consigo el carrito en el que guardaban a los niños, donde varios habían empezado a llorar, motivo por el cuál tuvo que mantenerse lejos de su grupo para que los tres soldados a quienes debían matar no tuvieran sospecha de ellos.

    — Gran trabajo — comentó el Dozern — Estamos muy lejos de la ciudad como para que alguien nos haya escuchado, pero por si acaso vamos a entrar a una nave. Procuremos que sea la misma en la que vinimos, ya que nos hemos turnado en la sala de comandos para conocerla. Si subimos a otra y es diferente, solo perderemos tiempo.

    Recibida la orden, los tres Dair avanzaron hasta el hangar, cuya puerta estaba abierta, lo que permitiría que la infiltración fuera mucho más fácil. Al verlo por dentro comprendieron su funcionamiento. El sitio ocupaba varias manzanas, y las naves espaciales estaban colocadas en las esquinas del recinto que tenía una forma rectangular. Al momento de abordar, el techo del hangar se retiraría, permitiendo un ascenso en línea recta hacia el cielo para posteriormente abandonar la atmósfera del planeta.

    En la parte media del edificio había un centro de mando, y dentro del hangar también contaban con unas salas desde las cuales se podía monitorear el estado del clima, el del propio hangar y el de cada una de las naves. Un Dair se acercó al centro de mando para ver qué clase de comandos permitirían el despegue de la segunda nave más cercana a la puerta, que es la que usarían para escapar. Otro de ellos se fue a las salas a monitorear el estado general de todo el sitio. El tercer Dair estaba junto con el Dozern, esperando el momento indicado en el que subirían a bordo llevándose a los niños que habían secuestrado, viendo con molestia como estos empezaban a llorar con más fuerza.

    — Son demasiado molestos — el Dozern miró al niño que tomó en brazos por primera vez — Los nuestros no lloran así. Increíble que una especie que se de el lujo de ser tan débil nos haya robado tanta agua… Y más increíble aun es que nos den el boleto de salida de nuestro mundo.

    […]

    Allecreod había quedado en soledad en la estación principal, únicamente en compañía de su robot Xorxaik, que nada más estaba allí monitoreando casi todas las cámaras en la ciudad en busca de alguna pista que pudieran encontrar. Ya sea un punto desde el cual algún testigo pudiera haber visto algo, o algún error minúsculo cometido por los asaltantes.

    Mientras todo eso tenía lugar, Allecreod seguía pensando en un posible castigo que podría caer contra quienes habían secuestrado a los niños. No solo había sido un ataque personal contra la milicia, sino que incluso, por lo que tenía entendido, otros niños hijos de civiles estaban allí. Esto hacía dudar demasiado a Allecreod sobre si los detractores estaban detrás de eso o no, puesto a que, de ser así, solamente habrían secuestrado a los hijos de quienes fueran soldados. Incluso, por lo que entendió, también habían cometido un triple asesinato al eliminar a las tres cuidadoras tal y cómo vio por las imágenes enviadas por las cámaras.

    — Me pregunto si esto empeorará la imagen del ejército — Allecreod pensaba seriamente en eso, puesto a que no tenía consejo alguno que darle a Ace para mejorar la forma en la que todos los demás los veían — O tal vez, cuando se enteren que los propios hijos del comandante supremo están secuestrados, entiendan finalmente que esto es algo ajeno a ellos.

    Los pensamientos del ryfier se vieron interrumpidos cuando Xorxaik hizo sonar una pequeña alarma en su interior para ganarse su atención. El sonido tan repentino llegó a asustar ligeramente a su creador, quien lo miró algo molesto llegando a pensar si fue una acción realizada a propósito.

    — Xorxaik, eso no puede ser bueno — Allecreod esperaba que no hubiera más muertes con las que lidiar — ¿Qué ha pasado?

    — Detecté que una nave está intentando despegar desde el hangar en las afueras de Skymning — informó el robot, poniéndolo al tanto de la situación — Cada despegue debe ser autorizado por el comandante Lakor o por las comandantes Fairin o Zafiro. Les pedí a los que estuvieran en el hangar que confirmaran su identidad para poder generar una solicitud de autorización para el despegue, pero han cortado la comunicación.

    — ¿Quiere decir que hay alguien queriendo robarse una nave? — Allecreod se temía algo malo — ¿Y no puedes detenerlos?

    — Los controles del hangar son manuales, la autorización de un comandante para tomar una nave solo son protocolares para evitar sanciones — Xorxaik comentó sobre su incapacidad para poder detenerlos — Pero el despegue, autorizado o no, es inevitable.

    — Conecta mi monitor a las cámaras interiores del hangar — pidió el ex líder de los ryfier, queriendo estar al tanto de todo lo ocurrido — Y pido dos cosas más. Graba todo lo que puedas al mismo tiempo que intentas contactar con la nave.

    Pese a que Allecreod no tenía autoridad sobre él, el robot tomó sus palabras más como un consejo que como una orden. Vio productivas las ideas de Allecreod, y por eso obedeció. Mientras se aseguraba de registrar en video todo lo que captaran las cámaras, trató de contactar con la nave que estaba siendo retirada del hangar mientras la compuerta del techo se abría para dar salida a sus pasajeros.

    — No están respondiendo, y han apagado las cámaras del interior desde la sala de comandos — Xorxaik le hizo ver a su creador que las cosas irían mal.

    — Mierda, están despegando — el ryfier observó estupefacto como la nave ascendía lentamente para luego abandonar el planeta en un abrir y cerrar de ojos — Comunícame con Ace y los demás. Tienen que saber esto.

    — Enseguida — el robot obedeció, sabiendo que lo mejor era que la autoridad máxima a la que obedecía estuviera al tanto de todo lo que ocurriera allí.

    Allecreod ya no podía más en su gran confusión. Todo era muy extraño, y el tiempo tan corto que había entre un suceso y otro le hacía pensar que a lo mejor todo fuera parte de un plan mayor. Primero el asalto a un comercio, luego el secuestro de niños y, por último, el robo de una nave espacial. El ryfier no tenía cómo descifrar qué es lo que pasaría después, o si todos estos eventos habían llegado a su fin.

    — No lo entiendo, ¿por qué alguien en la humanidad haría esto justo ahora? — Allecreod quería entender todo, pero, por el contrario, no era conocedor de nada.

    Lo que este no sabía era que su pregunta tenía un error. Todas esas acciones sucedidas en un lapso inferior a veinticuatro horas no fueron cometidas por seres humanos, sino por los habitantes del planeta al que él y otros más militares acudieron hacía unos días atrás.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, finalmente he encontrado ese rato ameno para poder leer el capítulo. Sé que aún nos quedan dos semanas hasta que podamos regresar a las leídas en simultáneo, por lo que espero y deseo que pasen rápido, ya que las echo en falta. Dicho esto, pasaré a hablar del capítulo de esta semana.

    El comienzo ha sido verdaderamente hermoso. Noak y Gina disfrutan de la compañía de su pequeño Cade, el cuál termina quedándose dormido en brazos de su madre. Eso les da un momento íntimo a ambos, el cuál aprovechan para comer algo mientras conversan acerca de los sucesos del pasado y de lo que podría o no haber ocurrido según qué circunstancias. La charla les lleva a hablar acerca de la posibilidad de tener más de un hijo y créeme, no pensé que estos dos quisieran hacer una gran familia pero personalmente me alegraría. Parece que no será ahora, según afirma Gina, pero quizá en un futuro si sea :nice:. Ambos tienen un instante muy tierno en el cual parecen dos enamorados, e incluso se disponen a dar rienda suelta a su pasión, cuando Noak recibe el aviso de lo que ocurrió en el capítulo pasado: han secuestrado a muchos niños, entre los que están Arick y Sky.

    Después vemos a lo que sería el grueso del grupo reunido, enterándose de lo sucedido en la guardería gracias a Faron. Tras intercambiar brevemente pensamientos respecto el plan a tomar, Ace, Natasha, Agustina, Thomas y Gwyn deciden tratar de ir tras los secuestradores pese a no tener pistas debido a que las cámaras fueron destruidas. Allecreod y Xorxaik se quedarán en la sala para monitorizar la situación y avisar de cualquier situación. Rápidamente, el pensamiento de Gwyn es creer que todo es obra de los detractores, lógico al desconocer que se han infiltrado en su mundo unos seres alienígenas. El vehículo en el que va el grupo es conducido por Ace, quién de pronto comienza a sentirse mal, especialmente con una molestia en la zona del pecho. Temiendo que pueda ser un nuevo infarto, deciden que deje de conducir y se tranquilice en la parte de atrás, tomando Natasha el volante. Bueno, amigo mío, ¿ya me quieres joder de nuevo? Ahora me vienes con amagos de infarto para Ace... Luego no te quejes si busco tomarme la justicia por mi mano, maldito, con estos sustos que me das. :aniscream:

    Tras esto viene una escena que para mi, es muy jodida de leer. Alicia llega a su casa y se encuentra con pintadas ofensivas, que aunque dan rabia, son solo eso. Sin embargo, su cerradura ha sido destruida y por ende su casa saqueada. La mujer entra y descubre un camino de tierra que lleva directamente a su habitación, donde se descubre... el uniforme con el que Michael fue enterrado. Evidentemente rota, Alicia rompe en llanto, viéndose sorprendida por las palabras de un malnacido que suena por una radio que le han dejado bajo la cama. La exploradora libera su frustración destruyendo el aparato ante las palabras hirientes de ese detractor, solo para sucumbir a su dolor acto seguido. Sin embargo, no parece haber tiempo para sufrir en silencio, ya que recibe un aviso de Gwyn sobre lo sucedido con la guardería. Personalmente, creo que los detractores han cruzado la línea con haber desenterrado a Michael para quitarle el uniforme y encima llevarlo a la casa de su pareja. Esto es otro nivel de enfermos y deseo con todas mis fuerzas ya no cárcel o castigo... que se pudran todos los detractores. Ojalá Alicia decida convertirse en mercenaria y perseguirles uno a uno, matándolos lentamente con sus manos. Lo merecen, por haberle hecho eso a Michael. :anicry:

    Acto seguido pasamos a ver al enemigo. Pero antes, vemos que tres soldados están custodiando el hangar donde se almacenan las naves espaciales. Creo que solo tres soldados para un sitio así es muy poca seguridad, especialmente si se ponen a jugar a las cartas mientras uno de ellos habla de conquistar a Natasha (admito que todo eso se vio gracioso, la verdad XD). Los tres Dis y el Dozern que lleva a los bebés en un carrito se acercan al trío de soldados humanos, quiénes son fácilmente engañados por los infiltrados y posteriormente asesinados por la espalda. Habiendo cumplido su cometido, el enemigo está a nada de marcharse de Edagr con los angelitos como rehenes y yo sigo alucinando por la poca seguridad que hay ahí. En serio, tres soldados... XD. ¿Dónde están los demás? ¿De vacaciones? :v :Why:

    Finalmente, vemos que desde su posición privilegiada, Allecreod y Xorxaik descubren gracias a las cámaras del hangar que una nave está por despegar. Inútiles todos los intentos por contrarrestar ese suceso y contactar con los intrusos, el ryfier se pregunta quién podría estar haciendo algo así, mientras pretende avisar de ello al comandante supremo. Todo mientras el verdadero enemigo sigue exitoso con su plan. :._.:

    Bueno amigo, ha sido un gran capítulo, sinceramente ha estado mejor que los últimos. Espero que los pvtos Dis y el Dozern de mierd* solo hayan adivinado mágicamente como despegar la nave y no sepan conducirla a su mundo, porque la situación está bien jodida. Supongo que tendré que esperar hasta ver que sucede, así que hasta pronto.
     
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  15. Threadmarks: La sangre derramada
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Ciencia Ficción
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    27
     
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    5114
    Saludos. Es hora de publicar el capítulo de esta semana. Como he dicho en caps anteriores, la cronología y la guía de personajes permanecen sin actualizar.
    Quiero mandar un gran abrazo a mi amigo Manuvalk por su presencia constante en estas historias, y un fuerte deseo de que este sea el último capítulo del año que nos toque leer de modo asincrónico, y que la próxima vez podamos disfrutar de la leída en simultáneo que tanto llevamos añorando :kuku:

    Sin más para decir, dejo el capítulo
















    La sangre derramada:

    — Xorxaik, eso es importante — Allecreod habló seriamente con el robot luego de escuchar unas palabras sobre él — No digo que te estés equivocando, solo por si acaso. Repite esa verificación.

    Dadas las palabras de Allecreod, el robot se encargó de realizar un chequeo en cinco segundos sobre lo que había descubierto. Una vez lo tuvo, se lo comunicó todo de vuelta a quien fuera su creado.

    — Está confirmado — Xorxaik comentó — La nave que ha despegado tiene sus coordenadas fijas en la dirección del planeta Hael Arunyn. Allí se están dirigiendo los que la robaron.

    — Bueno, no sé cómo funciona la nave — Allecreod no lo veía posible — Quizá simplemente eligieron uno de los últimos destinos registrados.

    — No, los destinos en el tablero de dirección en el mapa galáctico no quedan registrados — Xorxaik le explicó cómo era el funcionamiento de la nave — Ellos lo han introducido a mano.

    — Mierda, eso no es bueno — Allecreod pensó seriamente sobre lo ocurrido — No… Estoy pensando en una posibilidad. Pero es algo que no puedo dar por sentado tan a la ligera.

    Tras terminar de hablar, el ryfier oyó cómo su robot hizo un pequeño sonido que duró nada más y nada menos que un solo segundo. Esto era algo que Allecreod sabía que él no había programado en su robot, lo cuál quería decir que se trató de uno de los cambios que el xaromitante Lankir, ayudado por los ingenieros de la humanidad, habían instalado. Lo cual llamó su atención.

    — ¿Y eso es…? — Allecreod no entendía.

    — Emití una orden a un grupo de soldados para que acudan al hangar — el robot quería que fuera inspeccionado — Estoy seguro de que necesitas una confirmación sobre lo que está pasando.

    — Gracias, la información que podamos obtener de ese sitio seguro aclarará las cosas — Allecreod se sentó para respirar algo cansado — No contactes al comandante. Cancela ese pedido. Al menos, por ahora. Seamos sensatos.

    — Lo tendré listo para que lo contactes cuando lo necesites — el robot se mostraba muy servicial.

    Con esa información, Allecreod se puso a pensar seriamente en todo lo que estaba ocurriendo. Él oyó el relato de cómo Ace, Thomas y Natasha encontraban sus casas con pintadas por parte de otros humanos. Además de que estaba también el libro que fue escrito con el objetivo de perjudicar a Alicia. Lo que todos creían era que las cosas sucedidas en el día de hoy, con tan poco tiempo de distancia entre una y otra, era ocasionado por los propios detractores. Pero para él no quedaba del todo claro.

    Fue entonces que un recuerdo le llegó a la mente. Uno reciente, del momento en el que tanto él como los demás regresaron de Hael Arunyn.

    Hay tanto que hacer el día de mañana — Ace decía mientras veía como la gente seguía gritando.

    Eso es para mañana — Natasha le dijo con una sonrisa — Ahora te toca ir a tu casa a darle un abrazo a tu esposa y a tu hijo.

    Tienes razón — Ace apreció el gesto de Natasha para con él al recordarle que no le permitiría hacer otra cosa que no fuera ir a ver a su familia primero — Vamos. Seguro Noak y Thomas también quieren llegar a casa.

    Un soldado, el cuál iba en compañía de otros tres, le dio un pequeño empujón al comandante tan pronto como él dijo esas palabras. Thomas, Allecreod, Faron, Noak y Natasha se lo quedaron viendo fijamente por un momento, debido a que les llamó la atención que siguiera con su armadura y con el casco puesto. Supusieron que por el visor polarizado no habría visto bien al comandante Lakor, y que por eso se dio el pequeño choque, que más que eso fue un empujón.

    Fue en ese momento en el que Allecreod tuvo un pensamiento muy oscuro en la cabeza. La sola idea de que eso que se le ocurrió pudiera ser cierto lo aterraba en cierta manera, e implicaría que él había fallado al darse cuenta tan tarde de que estuviera sucediendo algo así.

    — No es posible — el ryfier no daba crédito a lo que estaba sucediendo — Si eso realmente pasó, nos engañaron a todos.

    Xorxaik miraba como el ryfier se quedó sentado en su silla sin una idea de lo que pudiera estar pasando por su mente, pero no era tan importante para él. Tenía que asegurarse de que los soldados enviados al hangar obtuvieran algo de información útil para todos.

    […]

    Luego de la tensión de haber tenido lo que podría ser un ataque cardíaco, el comandante supremo y sus acompañantes llegaron a la escena que no querían, pero tenían que ver. Dejaron el auto a media calle y fueron caminando hacia la guardería, donde se encontraron con mucha gente en ese sitio. Unos cinco trabajadores forenses se encargaban de revisar la escena en tranquilidad ayudados por un cordón policial, que mantenía a la gente, asustada por lo que habían escuchado, detrás.

    Cuando ellos llegaron, les bastó solo con asomarse para poder ver lo aterrador de esa escena. Las tres cuidadoras a quienes dejaron sus hijos habían sido asesinadas, y no había ningún rastro de los menores en ningún sitio. Ace, Agustina, Gwyn y Thomas no podían sentir otra cosa más allá de una angustia inmensurable. Sus pequeños, una parte importante de sus vidas, fueron secuestrados por gente que tendría intensiones siniestras para con ellos. El comandante supremo no podía hacer otra cosa más que contener su frustración con todo lo que ocurría allí. Agustina y Gwyn derramaban sus lágrimas en silencio, sabiendo que desahogarse con fuerza no ayudaría a nadie. Thomas juntó ambas manos como si quisiera realizar una oración.

    Natasha, quien era la única de los cinco que no tenía un hijo propio, se sintió muy mal por sus compañeros. Iba muchas veces a reunirse con ellos en sus casas, y conocía a Arick y Sky desde que habían nacido. Como si ella fuera parte de la familia pese a que no tenían un lazo de sangre que compartir.

    — Aquí están — la voz de un conocido captó su atención — Llegué hace solo cuatro minutos.

    Todos se dieron vuelta y vieron a Faron en soledad acercándose a ellos.

    — Pregunté a un oficial que obstruye el paso de civiles a la escena. Dijo que han enviado a un equipo de investigadores para ver si pueden encontrar algo en los alrededores — comentó el soldado, que en ese día se suponía que estaba libre — Lamento no tener nada más para ustedes.

    — Descuida, Faron — Ace se mostró agradecido con él por prestarles ayuda en un momento así — Que nos hayas llamado es suficiente. Ahora que nos has dicho eso, no tenemos mucho más que hacer aquí. Tú quédate e infórmanos de cualquier novedad. Nosotros nos dividiremos y buscaremos en cada rincón de la ciudad hasta que los niños aparezcan.

    Sin embargo, las cosas no se iban a dar cómo ellos creían. Al oírlo hablar, algunos de los civiles que estaban en el lugar se fijaron en él. Unos tenían a sus hijos en dicha guardería, mientras que otros eran simples transeúntes que se vieron atraídos por la masiva reunión de todas esas personas. Pero cada uno de ellos reconoció al comandante supremo y a sus acompañantes. No era para menos, puesto a que él había encabezado el acto de inauguración de los trenes solares hacía un par de meses atrás.

    Luego de enterarse sobre todo lo que sucedió en el comercio que fue destrozado por miembros del ejército, no había uno solo entre ellos que estuviera contento con su presencia en el lugar. Y eso era algo que se lo iban a hacer saber.

    — ¿Qué estás haciendo aquí? — un comerciante se acercó a él — ¡Sí, te hablo a ti, comandante! ¡Este no es un asunto que le incumba a usted o a sus amigos! ¡Sus soldados han destrozado el comercio de un gran amigo mío! ¡¿Por qué está aquí en vez de investigando a cada soldado en su cuerpo militar?!

    — ¡Lo mismo me pregunto yo! — otra señora se sumó a la hostilidad — ¡Iba a comprar cada día a esa gente! ¡Y ahora lo han perdido todo! ¡Los culpables siguen sueltos y a usted no le interesa!

    — Gente, no pierdan la paciencia — uno de los hombres del lugar, padre de uno de los niños secuestrados, quería calmar las cosas — Comandante, usted y sus amigos son personas que son repudiadas por lo que pasó. A dónde vayan, causarán alboroto. No necesito eso, han secuestrado a mi hija, y quiero poder organizar mis ideas en paz. Le pido amablemente que se retire para callar este escándalo.

    — ¡¿Amablemente?! — uno de los que estaba allí se metió al asunto — ¡Estos no merecen eso! ¡Se creen por encima de todos nosotros solo porque este planeta lo consiguieron luchando mientras los demás nos escondíamos!

    — ¡Silencio! — un policía pidió que las cosas se controlaran más.

    — ¡Hey, yo también tenía a mi hijo aquí! — Ace empezó a defenderse de las agresiones — ¡Vine porque lo han secuestrado! ¡No son los únicos que están pasando por un mal momento!

    — ¡Seguro que los secuestradores son militares también! — otra mujer empezó a gritar desde su lugar.

    — ¡No cabe duda, están sedientos de poder! — uno de los presentes quería meterse allí — ¡Primero destrozan un comercio y luego secuestran niños indefensos! ¡Están perdiendo el control en la milicia, y por eso todos vamos a terminar en la ruina!

    — ¡Cállense, por favor! — Agustina no quiso quedarse callada — ¡No estamos de humor para esas acusaciones estúpidas!

    — ¡Les pido por favor que se tranquilicen, ya nos vamos! — Natasha quería que salieran de allí pronto.

    — ¡No, nadie se va a ningún lado hasta que respondan por lo que pasó en el negocio de mi amigo! — el que fue el primero en hablar dejó salir ese enfado de su parte — ¡Han guardado mucho silencio, les guste o no, ahora van a hablar!

    — ¡Tenemos que irnos de aquí para buscar a nuestros hijos y a los de toda esta gente! — Gwyn se empezó a molestar con todo lo que estaba sucediendo — ¡No me pienso quedar aquí mas tiempo!

    — ¡¿Ven?! ¡El poder se le sube a la cabeza a cualquiera en el ejército! ¡Por eso pasan las cosas que pasan!

    — ¡Cierren la boca, ellos han traído el agua que la población necesitaba! — entre la multitud, surgió una voz que los defendía — ¡Déjenlos ir a buscar a nuestros hijos! ¡Esto no arregla nada!

    — ¡No quiero arreglar nada, quiero ver que esta gente pague por lo que hace! — nuevas voces de enfado se sumaban a la discusión.

    — ¡No podremos hacer nada por nadie si estamos atrapados aquí perdiendo el tiempo! — Ace quería dispersar toda esa reunión de gente, la cuál solo interfería con su objetivo — ¡Déjennos marchar si no nos quieren ver!

    — ¡Claro que quiero verlos, pero pagando por sus errores!

    — ¡¿Qué error he cometido?! — Ace respondió al hombre que lo increpó.

    — ¡Los soldados destrozaron un comercio! ¡Usted es su máxima autoridad!

    — ¡No leo la mente de ninguno de ellos! ¡No puedo saber cuando van a cometer un delito! ¡Pero me encargaré de que paguen por eso!

    — ¡¿Y qué me dice que los soldados que secuestraron a todos nuestros hijos?! — una señora se metió nuevamente.

    — ¡No tienes pruebas de que hayan sido soldados! — Ace no podía seguir soportando algo así — ¡Por favor, no hables si no tienes idea de lo que dices!

    — ¡El que nunca tiene idea de nada es usted, comandante!

    — ¡Están arruinando este nuevo mundo!

    — ¡La milicia no debería tener poder más allá del gobierno!

    — ¡Silencio! ¡Ellos solo quieren ayudar y ustedes los odian sin razón!

    — ¡Basta ya! — uno de los policías emergió de entre toda la gente con su arma en alto — ¡Silencio! ¡Esto es una investigación y ustedes la están entorpeciendo!

    Las vistas de todas las personas que se involucraron en la discusión se centraron en el policía que tenía su arma desenfundada. El miedo de ver que parecía estar listo para dar un disparo al aire con el fin de dispersar la aglomeración de gente les fue suficiente para callar sus bocas y estar atentos a todo lo que hiciera. Los que solo iban de testigos en el sitio optaron por irse antes de que algo saliera mal. Con todas las miradas puestas en él, el policía optó por hablar.

    — ¡No tienen permitido estar en un sitio que está bajo investigación! — pese al silencio, el policía habló a los gritos y con gran molestia — ¡Que solo los padres de los niños que atendían a este lugar se queden! ¡Necesitamos tomarles los datos para poder buscarlos! ¡El resto se va de aquí ahora o los haré echar a la fuerza! ¡Ahora!

    Viendo que no parecía ser el mejor momento para estar allí, todos aquellos curiosos que nada más aparecieron para ver a qué se debía la reunión de tanta gente en el sitio se fueron de la escena. Ace, Agustina, Thomas y Gwyn se acercaron al policía que ayudó a parar el conflicto, y tras pedirle una disculpa por haberlo forzado a intervenir de esa manera, le dieron los datos de Arick y Sky, quienes estaban desaparecidos y de los cuales no tenían idea de su estado.

    Una vez que ya no fue necesaria su presencia en el lugar, Faron se sumó a ellos y los seis acudieron hacia el vehículo en el que se habían transportado hacia ese lugar.

    — Tenemos que ir a buscar los vehículos y empezar a buscarlos ya mismo — Ace se llevó las manos a la cara, producto de la desesperación que estaba viviendo — No sé quien se los llevó, pero no puedo dejar que le hagan algo a Arick o a Sky. No es posible que nos hayan hecho algo así.

    — Los detractores cruzaron el límite de lo perverso — Gwyn añadió a lo dicho por Ace — Sé que dijimos que no responderíamos con violencia, pero esto es diferente. Esto no se trata de nosotros. Se metieron con nuestros bebés. Ni siquiera tienen dos años de vida. Lo tienen qué pagar. No pueden jugar así con nosotros.

    — Escuchen, quizá lo mejor sea que llame a algunos compañeros y que cada uno recorra la ciudad — Faron propuso algo que quizá podría ayudar — Eso nos permitirá recorrer más sitios en menos tiempo. No pueden haberse ido de aquí en tan poco tiempo. No sé si quieren irse a otra ciudad o salir de aquí cruzando los bosques. Pero estoy seguro de que los vamos a encontrar.

    — Yo… sigo sin poder creer que nos odien tanto para ir tras nuestros hijos — Agustina todavía no creía lo sucedido — Arick es solo un bebé. Ya me parece irracional el odio que tienen contra nosotros, pero ¿Arick? Él ni siquiera puede hablar. No es consciente de lo que pasa a su alrededor. ¿Por qué tenían que ir por él? Son unos malditos cobardes. Y nuestros hijos están atrapados con ellos.

    Ace, viendo la desesperación en las palabras dichas por su esposa, se acercó a ella para poder tranquilizarla, por más que pudiera ser, aunque él tampoco estaba tan calmado con todo lo que pasaba. Natasha y Faron veían con tristeza las miradas que estaban en los rostros de sus compañeros. Dolor, era lo único que podían ver, y no era para menos, puesto a que sus hijos debían ser lo más preciado de sus vidas. Lo único que deseaban claramente era poder tener junto a ellos una vida tranquila, y con todas las cosas que ocurrían a raíz de los problemas ocasionados por los detractores, era algo imposible.

    La promesa de que no estarían tranquilos mientras ellos estuvieran allí para hacer algo al respecto se había cumplido. Era como si el único propósito de sus vidas fuera nada más hacerlos sentir miserables. Lo cual era muy triste si se lo ponían a pensar. Tras haber recibido la oportunidad de empezar una vida nueva en un mundo distinto a la Tierra, no conseguido en las mejores circunstancias a pesar de todo, esas personas solo gastaban su tiempo en hacerles sufrir.

    El silencio reinó en ellos hasta que Ace recibió una llamada en su dispositivo móvil. Sabiendo que quizá podría tratarse de Alicia, el soldado tomó el teléfono. Su expresión no cambió para nada cuando vio que era Xorxaik quien quería comunicarse con él. Eligió contestar porque quizá tendría algo interesante para escuchar.

    — Te oigo — Ace puso el altavoz para que los cinco compañeros que tenía alrededor lo escucharan todo junto a él.

    — ¡Ace, soy yo! — Allecreod sonaba algo agitado — ¡Escucha, ¿estás solo?!

    — No — molesto e impaciente, Ace contestó cortante.

    — ¿Estás rodeado por gente confiable? — Allecreod percibió por el tono de voz que las cosas iban muy mal en el sitio.

    — Solo las comandantes, mi esposa, Thomas y Faron — Ace dio un vistazo a su alrededor — Nadie más en las cercanías.

    — Bien, porque tengo algo importante para decirte — Allecreod tenía miedo de empezar — No quiero que te alteres, pero entenderé si lo haces. Porque esta noticia es…

    — Estoy apurado, Allecreod — Ace quería que fuera rápido — Dilo o llámame después.

    — Muy bien, aquí voy — el ryfier tomó un poco de aire, algo que todos escucharon — Creo que sé quién tiene a sus hijos, y también sé a dónde los están llevando… Pero no te va a gustar saberlo.

    — ¡Allecreod, si sabes algo dilo ahora! — Agustina gritó muy alterada por la forma en la que aquel ser eligió revelar esa información — ¡Por favor, no nos hagas perder el tiempo si es que realmente sabes algo de nuestros hijos!

    […]

    Alicia caminaba por las calles de la ciudad de Skymning con una mirada muy apagada. Tras todo lo que había pasado, ella no se encontraba en el mejor momento precisamente. Las lágrimas caían de su ojo con cada paso que ella daba, y en su cabeza nada más circulaban pensamientos negativos causados por las cosas tan malas que habían estado sucediendo en esos días.

    La epidemia, los detractores, el vandalismo que sufría ella por haber pertenecido al ejército, el incidente de Ace en el planeta Hael Arunyn, y luego el secuestro de los hijos de quienes eran casi hermanos para ella. Apenas iban en su segundo año en aquel planeta, y ya estaba tomando fuerza para ser el peor en toda la historia de la humanidad que residía en Edagr.

    En sus manos cargaba el uniforme de Michael, algo polvoroso y con un poco de tierra, tal y como lo encontró cuando llegó a su casa. Las cosas que había vivido no la dejaban tranquila, y había momentos en los que deseaba poder abandonar aquel sitio.

    — Quisiera poder irme de aquí — Alicia pensó en esas posibilidades — No quiero estar aquí. Quiero estar lejos, en el espacio exterior, rodeada solo de mis amigos. Allí nadie me podría hacer lo que están haciendo ahora… Quiero estar contigo, Michael. ¿Por qué tuvimos que separarnos? Era tan feliz cuando tú estabas conmigo… Ahora estoy sola, y para colmo, soy el blanco más fácil para esta gente de mierda. No puedo dejar las cosas así. Quisiera hacer algo para cambiar todo esto. Lo que sea.

    Ese pensamiento se reprodujo en su mente en un bucle muy prolongado hasta que la chica llegó tras una larga caminata hacia el sitio en el que creyó encontraría a sus compañeros. Cruzó la puerta del edificio que daba entrada al lugar donde se encontraba la estación de trabajo, con el fin de poder verlos y ofrecerles algún tipo de consuelo por la situación que estaban viviendo, para luego de eso poder contarles sobre todo lo que sufrió.

    Antes de cerrar la puerta tras ella, Alicia se percató de que el atardecer estaba por llegar. No fue consciente de todo el tiempo que tardó en llegar caminando desde su casa hacia ese lugar. Una vez que se dio cuenta de todo, entró en silencio y cerró la puerta tras ella.

    Cuando entró a la sala principal de aquel edificio se los encontró. Allecreod y Xorxaik estaban en uno de los extremos, monitoreando una computadora, mientras que Ace, Agustina, Natasha, Thomas y Gwyn miraban atentos y en silencio un solo equipo entre los cinco. Cuando escucharon los pasos de su compañera, estos le dirigieron la vista, para luego enfocarse en el uniforme que ella tenía en sus manos.

    — Alicia — Ace no dejó de mirar la prenda — ¿Qué es lo que trajiste contigo?

    — Ace, Agustina, Thomas, Gwyn… lo siento por lo que pasó — la chica se refería al secuestro de sus hijos — Esa gente horrible está fuera de control. Solo miren esto — decía en relación con lo que traía en sus manos — Pintaron las paredes de mi casa, forzaron la cerradura y entraron para dejar el uniforme de Michael sobre mi cama. ¡Profanaron su tumba! ¡Y ahora han secuestrado a los niños! ¡No podemos seguir tolerando esto! ¡Tenemos que encontrarlos y atraparlos!

    Las palabras dichas por Alicia causaron una molestia muy grande tanto en Ace como en los demás. El saber que los detractores no habían perdido el tiempo de seguir interfiriendo con sus vidas les cayó como un mal trago en un momento muy amargo. Agustina y Gwyn se levantaron de sus asientos para ir a abrazar a Alicia. Y tan pronto como lo hicieron, la chica rompió en un llanto que había estado conteniendo todo ese tiempo. Se ahorró decirles que le habían dejado un radio en su casa para oírla llorar, puesto a que eso solo empeoraría todo.

    Sus dos compañeras no podían creer que esas personas pudieran hacer algo tan bajo como desenterrar el uniforme con el que Michael, un gran amigo suyo, fue enterrado. Ace y Thomas no se mostraban tristes, sino furiosos. Michael los consideró sus hermanos, y ese trato era recíproco entre los tres. El saber algo así, justo en un día tan oscuro como ese, solo hizo que su frustración aumentara. Natasha también se levantó para acercarse a Alicia. Ella, tras haber formado una relación de amistad con la chica, se colocó por detrás de su amiga y apoyó las manos sobre sus hombros, en una señal de que podía contar con ella para lo que quisiera.

    Desde la lejanía, Allecreod miraba todo con tristeza. Las malas noticias no parecían detenerse en ese día, y lo único que quería era que todo terminara pronto. El ambiente en ese sitio nunca había sido tan deprimente como ese día.

    Una vez que el consuelo para la exsoldado acabó, Ace decidió hablar con ella y confesarle la verdad.

    — Alicia, te prometo que vamos a arrestar a los que vandalizaron tu hogar y saquearon la tumba de Michael — el comandante supremo tenía mucho enojo contenido como para no pensar en otra cosa — Todos ellos quedarán arrestados y serán enjuiciados. Pero lo cierto es que ellos no fueron los que secuestraron a nuestros hijos.

    — ¡¿Cómo que no?! — Alicia preguntó algo sorprendida — ¡¿Quién entonces?!

    — Unos seres que llegaron desde Hael Arunyn — Thomas empezó a explicar — Allecreod nos dijo todo. Y tiene mucho sentido. En la madrugada asaltaron un comercio para robar provisiones. Hoy por la mañana es más que seguro que secuestraran a los niños, y hace unas horas robaron una de nuestras naves.

    — ¿Cómo se infiltraron? — Alicia no creía en lo que escuchaba.

    — Quizá hayan robado las armaduras de los soldados que fueron arrastrados al agua por los monstruos — Ace recordó ese momento — Mantuvieron sus identidades ocultas quedándose con las armaduras y los cascos puestos. Es por eso por lo que, a partir de ahora, cada soldado que viaje en la nave tiene que llevar su cara descubierta. No podemos permitir que se infiltren tan fácil.

    — Todo lo que hicieron hoy fue para causar distracciones y así poder escapar — Agustina lo decía con una mirada de miedo en su cara — Y se llevaron a los niños con el fin de intimidarnos, eso es seguro.

    — ¿Entonces todo eso no fue obra de los detractores? — Alicia no le tenía ninguna lástima pese a todo.

    — No, y tiene sentido — Natasha le contestó — Las acciones que los detractores hacen no perjudican a nadie que no sea del ejército. Lo que esos monstruos hicieron al destruir y saquear un comercio, matar a las cuidadoras de los niños y luego a los soldados que custodiaban la nave — Alicia aprendió ese detalle por el relato de Natasha — Son cosas que perjudican a todos. Han atacado un comercio y han derramado sangre, cosa que los detractores, por más inmundos que sean, no han hecho. Así es cómo pudimos saber que todo fue obra de ellos.

    Alicia quedó pasmada con ese descubrimiento. Cierto era que ella no había visto a los seres de ese planeta, puesto a que aún no le habían mostrado las cosas que posiblemente Xorxaik había grabado tras la estancia en ese mundo. No tenía conocimiento sobre los seres de ese mundo repleto de agua, pero no por eso dejaba de asombrarse tras escuchar todo lo que acontecía. Las cosas parecían no dejar de empeorar a cada momento, puesto a que mientras los detractores causaban estragos, los niños fueron secuestrados por seres de otro mundo.

    La exploradora tenía deseos de ayudarlos, pero para eso tenía qué saber la forma en la que sus compañeros tenían pensado proceder para poder rescatar a los niños.

    — ¿Cómo y cuándo comienza el rescate? — Alicia les preguntó, lista para ofrecer su colaboración.

    — Ya envié la solicitud de apoyo a varios soldados — Ace, como comandante supremo, ya empezó a tomar acciones — Pero no podemos ir hasta Hael Arunyn así nada más. Todos los niños secuestrados son menores de dos años. Y es un viaje de tres días tan solo de ida. Tenemos que asegurarnos de llevar suficiente leche en polvo y mezclas de alimentos que ellos puedan comer. De lo contrario, no sobrevivirán en el viaje de regreso a casa. Faron fue enviado junto con otros soldados a recolectar la mayor cantidad de provisiones que se puedan obtener. Pagaremos lo que vayamos a usar y devolveremos lo que no… Una vez que nos confirme si necesita ayuda o no, partiremos.

    — ¿Todos ustedes irán? — Alicia quería saber si alguien iba a quedarse.

    — Así es — Natasha contestó con sinceridad — Allecreod y Xorxaik también. Dejaremos en la estación a los soldados más veteranos en el ejército. Después de todo, el agua potable que trajimos ya está disponible para la humanidad. Todavía tienen que lidiar con las personas que enferman por la epidemia, pero desde que trajimos el agua potable, los números de gente enferma se van reduciendo.

    — Bien, en ese caso, yo iré al espacio también — Alicia quería abandonar aquel mundo para poder descansar del hostigamiento constante que recibía — Ya no soy una soldado como ustedes, pero soy una exploradora, y sé cómo funcionan los controles de la nave. Les prestaré toda la ayuda que pueda.

    — Gracias, Alicia — Gwyn contestó con una sonrisa que mostraba toda su felicidad por eso — Realmente te estamos agradecidos por hacer esto.

    — No es nada, se trata del pequeño Arick y la pequeña Sky — Alicia también los quería traer de regreso, por sus compañeros y por los propios niños — Si puedo hacer algo para contribuir a que regresen a salvo, por más pequeño que sea, lo quiero hacer. Después de todo, yo sigo siendo su compañera.

    Todos sus compañeros estaban muy felices al ver que Alicia se había ofrecido a ayudarlos. Claro que esa conducta en alguien como ella no les sorprendía, pero tras haberla visto llegar a la estación con un ánimo tan bajo y dando la noticia de que los detractores habían entrado en su casa con el único propósito de ocasionarle un daño emocional, todos podrían entender que quisiera quedarse atrás.

    Por esa generosidad mostrada, Ace tenía más que decidido que lo primero que harían cuando regresaran con los niños sanos y a salvo sería perseguir y atrapar a quienes estuvieron desde hacía varios meses atormentando sus vidas. Luego de todo lo que habían pasado en la guerra contra los edagrianos y en los momentos previos, siempre creyeron que la nueva vida en el planeta que habían obtenido para la humanidad la podrían desarrollar con tranquilidad. No tenían motivo alguno para permitir que personas que no estaban conformes con una decisión realizada por el comandante Lakor hacía ya varios años pudiera servir como excusa para sufrir cada momento de su día.

    — Primero vamos a rescatar a nuestros hijos — Ace dijo para todos los presentes allí — Luego arrestaremos a todos los detractores. Si es posible, a todos juntos y al mismo tiempo… Alicia.

    — ¿Sí, qué sucede? — la chica quería saber qué es lo que le iban a decir.

    — Sé que seguramente no te guste mucho estar en tu casa tras todo lo que están haciendo esos hijos de puta — Ace tenía una idea para ayudarla — Estoy empezando a pensar que, ya que eres una exploradora, podríamos asignarte una misión. De esa manera, estarás a salvo de todos ellos mientras los atrapamos. Tenía pensado pedirte que vinieras a vivir con nosotros o con Thomas y Gwyn por un tiempo, pero creo que esta idea es mejor. Así no tendrás que lidiar con ellos.

    La propuesta de su compañero tenía mucho sentido, además, de esa manera, Alicia podría tener algo que había estado deseando durante toda esa tarde. La oportunidad de alejarse del planeta durante un tiempo, y mantenerse a salvo de la gente que quisiera desquitarse con ella. Estaba segura de que, al regresar, los detractores habrían sido capturados y que quizá el libro que habían publicado sobre ella se habría retirado de todos los sitios en dónde estuvieran disponibles. Por eso mismo a ella le agradó mucho esa idea, y no dudó en aceptarla.

    — Gracias por pensar así en mí, Ace — Alicia extendió su mano para estrecharla, gesto que el soldado imitó — Algo así me ayudaría muchísimo. Estos últimos meses han sido difíciles para mí, aunque sé que para ustedes también.

    — Entonces esto te ayudará a relajarte — Ace se sentía feliz de haber podido ayudar a su compañera con esa idea.

    — Lo hará, de eso estoy seguro — la chica respondió con felicidad por ser tenida en cuenta por ellos, algo que necesitaba en un día tan triste en su vida — Pero, antes que nada, tenemos que ir a ese planeta y rescatar a esos niños. Cuéntame tu plan… Te conozco, y estoy al cien por ciento segura de que ya tienes uno.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo mío, ya he podido leer el capítulo de esta semana y ha estado bien, parece que asentando las bases para la persecución del grupo contra los Dis y Dozern que se infiltraron en Edagr, y posteriormente, para acabar con el incordio que representan los famosos detractores. Sin más que decir, me limitaré a comentar brevemente lo más interesante.

    Comenzamos con Allecreod y Xorxaik, quiénes descubrieron que algunos soldados se llevaron a los niños en una nave robada. Pronto, el ex líder ryfier empieza a atar cabos y termina por teorizar algo muy acertado: esos seres podrían haberse infiltrado. No obstante, sin tener la completa certeza de ello, decide esperar antes de informar a sus superiores. :think:

    Acto seguido vamos a ver como Ace, Thomas, Gwyn, Agustina y Natasha visitan la guardería que fue atacada por el enemigo, en la que se encuentra una multitud de gente muy enfadada (y con motivo, aunque tampoco hay que pagarlo con los demás XD). La investigación comienza pero no pasa mucho rato antes de que los ciudadanos carguen contra los militares por todo lo sucedido últimamente. Faron aparece poco antes de esto, y al igual que sus compañeros, es víctima de la agresión verbal de la muchedumbre enfurecida. Hasta que un policía no saca la pistola y amenaza con disparar al aire, la gente no decide calmarse. Gesto que se le es agradecido al agente, pero que demuestra que la población está muy molesta con todo lo que está sucediendo y que alimentados por los detractores, van derechos a derrocar el poder de la milicia. Todo el mundo puede tener opiniones diferentes, pero cuando se sobrepasa el umbral del respeto hay que frenarles los pies. Allecreod contacta con el grupo para informar de su teoría, ahora más evidente que nunca. :bil:

    Tras esto, vemos a Alicia, quién anímicamente está pasando por un muy mal momento, ya que parece que los detractores se están cebando con ella por ser la más vulnerable. Habiendo profanado la tumba de Michael, algo muy mezquino, han provocado que la chica tenga deseos de desaparecer un tiempo, y no es para menos. Alicia hace acto de presencia en la base en la que suelen trabajar sus compañeros, encontrándose con todos ellos y contándoles lo que le sucedió en el capítulo anterior. La tristeza y la rabia de sus amigos se hace presente, mientras juran ir a por los detractores en su debido momento. Sin embargo, antes deben ir a por el verdadero enemigo, algo que Alicia desconocía.

    Finalmente, el equipo al completo decide seguir la pista a los alienígenas secuestra niños (e incluso Alicia se une a la expedición, siuuuuuuuuu) en lo que será una misión de rescate. Aguantad, angelitos, ya vamos a por vosotros. :anicry:

    Eso ha sido todo por hoy, te mando un abrazo y ojalá podamos juntarnos el próximo finde. Hasta pronto. :kuku:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    8398
    Saludos. Llegó el momento de publicar el capítulo de la semana. Si todo va bien, cuando se publique el siguiente capítulo estaré actualizando cronología y guía de personajes. Hasta el momento, permanecerán tal cual estaban hasta la fecha de hoy.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk por su constante presencia en esta historia. Y espero que este capítulo sí lo podamos leer en simultáneo por Discord, a diferencia de los otros tres anteriores :bulbi:

    También aclaro que este capítulo será el segundo más largo de la parte, superado únicamente por el capítulo final, ya que no me acuerdo de capítulos futuros que vayan a ser tan extensos en lo que queda desde aquí hasta el penúltimo capítulo. Creo que vale la pena la aclaración. Sin más para decir, les dejo el capítulo.














    Camino a las trampas:

    Ace se encontraba a solas con Agustina en la sala de comandos de una de sus naves, ya rumbo al planeta Hael Arunyn. Ambos sentados el uno al lado del otro, observando la ruta que estaba tomando la nave que había sido robada por los habitantes que mantuvieron retenido a Ace y a otros soldados más.

    No querían perderse ni uno solo de sus movimientos. Su pequeño niño estaba siendo retenido allí, y estaba claro que a dónde la nave se dirigiera, ellos la seguirían. El cuarto estaba en un completo silencio hasta que Agustina abrió un compartimiento de su armadura, la cuál llevaba tiempo sin ponerse, y sacó su daga para mostrarla a Ace. El comandante supremo vio ese objeto y lo reconoció. Tras tantos años sin que su esposa participara en peleas, ya casi había olvidado que ella lo utilizaba para defenderse ante la carencia de la energía.

    — Ya que has dicho que tampoco puedes usar energía, creo que sería lo ideal que hagamos una para ti también — le comentó su esposa, en voz baja.

    — Me parece una buena idea — Ace no pensó eso en su momento — ¿Me darás clases?

    — Aprendí a pelear con esto entrenando contra ti, Gwyn y Thomas — le dijo con una sonrisa, falsa, dado a que no estaba feliz, pero le servía para calmar su ansiedad — Seguro podrás aprender a usarla por tu cuenta tú también.

    — Qué pena — Ace no estaba del mejor humor, pero quería desestresar su cerebro para no cometer errores, por lo que optó por mantener un ánimo en alto — Habría dado lo que fuera por tener una clase privada con la chica más hermosa del universo.

    Ese comentario hizo reír a la soldado. Les era una buena terapia mantenerse positivos, pese a que no tenían forma de saber qué era lo que estaba ocurriendo con los niños en la nave. Ambos, tras pasar ese momento, se miraron fijamente. Acto seguido, Ace extendió su mano para acariciar el vientre de Agustina, aunque el metal de la armadura no permitía sentir el tacto con su cuerpo.

    — ¿Tú crees? — Agustina le preguntó, con una voz un poco apagada.

    — Definitivamente — Ace sonreía, pero luego cambió esa expresión — Por eso tenemos que salvar a Arick. Él no puede sufrir algo tan horrible en este día. Si eso pasa, nunca me lo voy a perdonar.

    — Lo rescataremos — Agustina quería que se tranquilizara — Él estará bien. Arrasaremos a cada uno de ellos para rescatarlo.

    — Con mucho cuidado, esto no es solo por él — Ace se veía muy serio al hablar — Esto es por Sky, y por los demás niños. Luego de todo lo que ha pasado, no podemos permitir que hieran a nadie más.

    Antes de que Agustina pudiera responderle, ambos se dieron vuelta cuando oyeron cómo la puerta de la sala se abrió. Natasha pasó por la puerta y centró su vista en Ace, para posteriormente acercarse a él. La pareja la miró con seriedad mientras ella hizo lo propio. La comandante se colocó frente a ambos y dejó salir un respiro antes de hablar.

    — Acabo de enterarme de la respuesta que te dio Noak — Natasha le decía a Ace, aunque dirigido a ambos — Por favor, no sean duros con él o con Gina. Ellos, a su manera, también han pasado mucho.

    — Lo sé, lo sé — Ace apoyó ambas manos sobre sus rodillas — Y lo comprendo, ya no estoy tan molesto. No tendría que habérselo pedido de esa forma. Él y Gina también tienen un niño que cuidar. Quizá fue egoísta de mi parte.

    — No tiene nada de egoísta pedir ayuda para salvar a tu hijo — Agustina no lo veía cómo Ace lo pintaba.

    — No es el pedido el que marca el egoísmo, es a quien se lo pides — Ace le contestó a la soldado.

    Natasha se sintió bien al saber que ambos habían aceptado el hecho de que Noak eligiera quedarse en casa y también prohibir que Gina fuera con ellos en la misión para rescatar a los chicos. Le preocupó cuando se enteró la forma en la que su compañero, quien en el pasado tuvo sus diferencias con Ace, había respondido. Luego de saber que todo estaba bien, ella se despidió de ambos para dejarlos tranquilos y en paz, si es que eso era posible en una situación así.

    […]

    “Querido Ace, te escribo un comunicado porque creo que será mucho más productivo que llamarte. Me temo que esta vez no te puedo acompañar, y tampoco dejaré que Gina lo haga. Te imploramos que nos perdones, ya que sé que tienes motivos para estar enojado con ella y conmigo. Pero no podemos seguir abandonando nuestra responsabilidad como padres. Tenemos un hijo que todavía no llega a los seis meses de edad, y en tan poco tiempo, ya ha tenido que vivir unos días con un padre ausente. Gina estuvo en el hospital, y yo posteriormente me fui al espacio. Lo primero fue algo que Gina no decidió, y lo segundo fue algo que yo decidí. Aunque fueran situaciones diferentes, siempre terminaron en lo mismo. Uno de nosotros se apartó de Cade por un tiempo. Y consideramos que no es justo que algo así tenga que repetirse otra vez. Sé que confías en nosotros, pero hay muchos más soldados entre los que puedes elegir. Ten en cuenta que mientras tú tienes todo un grupo de soldados para luchar a tu lado, Cade solo tiene una madre y un padre. Es por eso por lo que tomamos la decisión de no ir contigo. Sé que tú habrías venido sin que te lo pidiéramos si se tratara de nuestro hijo, y es por eso por lo que te pido mil disculpas. Pero la respuesta es no. Saludos cordiales de Noak Jensen en nombre mío y de Gina Hauk”.

    ¿Qué te parece? — Noak le preguntó a su esposa qué le parecía la carta que había escrito.

    Está bien, creo que te has esmerado, ya que tú no sueles hablar con todas estas palabras normalmente — Gina sonreía a su esposo — Pero es lo correcto. Ace tiene que entender que no podemos seguir dejando a Cade con solo una persona a cargo. Es un bebé, y nos necesita a los dos.

    Mi hijo y tú son lo más importante de mi vida — Noak pensó al respecto — Si Ace no es capaz de entenderlo, creo que tú y yo deberíamos reconsiderar nuestro futuro.

    Él también es un esposo y un padre — Gina abrazó a su pareja — Lo entenderá. Y si no lo entiende, puedo confiar en que Natasha podrá hacerlo entrar en razón.

    Teniendo el visto bueno de su esposa, Noak mandó un correo electrónico en el cuál adjuntaba su respuesta negativa al pedido de Ace de ir junto con él otra vez al planeta Hael Arunyn. No debería salir de la nave, puesto a que sería asignado a su mismo puesto, pero no por eso le agradaba la idea de tener que dejar a Gina en casa con Cade otra vez. Mucho menos le agradaba el considerar que fuera Gina quien se marchara.

    Ven — su esposa vio que el correo ya había salido — Vamos a acostar a nuestro pequeño.

    Ya va siendo hora, ¿no? — contestó el soldado con una sonrisa mientras miró el mensaje que confirmaba el envío — Vamos. Nuestro ángel nos espera.

    […]

    Tras unos tres días de viaje, la nave que el Dozern y los tres Dair acompañantes robaron a los humanos en el planeta Edagr había tocado la superficie terrestre del planeta Hael Arunyn. Tan pronto cómo la compuerta se abrió, estos descendieron junto con el mismo carrito en el que transportaban a los niños.

    Desde el suelo emergió la puerta que daba acceso al interior del habitáculo que ellos compartían. El Dis, asombrado con el Dozern por haber cumplido con su misión, salió a su encuentro en compañía con sus otros dos que quedaron para hacer de apoyo en las actividades de gestión. En su rostro no se veía una expresión de felicidad, pero ese era el único sentimiento que estaba en su interior. Finalmente tenían el boleto de salida de ese mundo repleto de agua. Era la oportunidad para que su especie pasara a una mejor vida sin tener que esperar más tiempo, y que podrían experimentar todos aquellos que estuvieran vivos en aquel momento.

    — Lo consiguieron — el Dis no cabía dentro de sí mismo de la alegría — La tienen. ¡Nos iremos por fin de este mundo!

    — Hemos hecho que nuestro pueblo se prepare, por lo que pronto empezaremos a abordar la nave — uno de los Dozern que se quedó informó la situación — ¿Ustedes tienen algo importante qué llevarse con ustedes? Hicimos que empacaran todos sus instrumentos de trabajo, pero si quieren llevarse algo más...

    — No será necesario, pero no podemos irnos aún — el Dozern que lideró a los infiltrados tenía algo que explicar — Tenemos que hacer un último preparativo si queremos asegurarnos de que los humanos no nos sigan. Porque estoy seguro de que a dónde vayamos, ellos aparecerán para buscarnos.

    — ¿Cuál es tu idea? — el Dis se acercó al carrito, solo para ver allí a los niños que habían traído — ¿Por qué los trajiste? ¿Es parte del plan?

    — Como no podía ser de otra forma — el Dozern empezó a caminar al frente — Ven, ayúdame a preparar las trampas mientras nuestra gente aborda la nave. Y recuerda, que por haber tenido éxito en un plan que fue propuesto por mí, eso me hace merecedor del título de Dis.

    — Explícame cómo funciona tu plan, y si veo que tiene sentido, el puesto es tuyo — su supuesto antecesor no parecía dispuesto a entregar su título tan fácilmente — Si resulta que vamos a huir, pero los humanos nos van a seguir, no veo diferencia… Porque si se cumple esa profecía tuya, todos vamos a morir.

    — Muchos van a morir, y créeme, no seremos nosotros — el Dozern le pidió que lo guiara hacia el interior de su habitáculo.

    Con muchas dudas en su cabeza respecto a si ese había sido un buen plan, el Dis fue junto con uno de sus ayudantes de regreso al interior del lugar en el que todos ellos residían. Mediante un comunicador especial, dio la orden a todos los demás Dair y Dairi para que fueran abandonando la estructura para subirse a la nave tan pronto como pudieran.

    Líder y ayudante ingresaban mientras que el resto de su pueblo salía. Una vez que el Dozern que sugirió la idea de infiltrarse quedó a solas con su líder, este empezó con las explicaciones de su plan.

    — Vamos a tener que sacrificar a todos los Deoren si queremos que dé resultado — dio inicio la lección — No creo que los necesitemos más desde este momento. ¿Quedaron peces de gran tamaño en la zona de alimentación?

    — Matamos a los que podían proveernos más carne, a los pequeños decidimos abandonarlos — el Dis le contó todo lo que su gestión tenía decidido — Su carne todavía no habrá alcanzado el nivel de grasa adecuado para que podamos alimentarnos de ellos. No nos sirven y solo son peso extra innecesario.

    — Bueno, ¿cómo reaccionarías si te dijera que una parte de mi plan consiste en ofrecerles a todos ellos una última cena?

    — No estoy entendiendo nada de esto. ¿Cómo esperas que matemos a los humanos al mismo tiempo que alimentas a esos peces?

    — No tienes sentido de la creatividad — el Dozern aprovechó esa oportunidad de rebajar un poco a quien se convertiría en su ex superior — Por eso este plan para salvar a nuestra especie se me ocurrió a mí, y no a ti.

    — No estoy en tu cabeza para adivinar tus pensamientos — el Dis empezaba a molestarse con esa actitud — A ver si me empiezas a contar esta parte de tu plan, salvo que quieras hacer tiempo para que algo malo me pase…

    […]

    Tras unos casi tres días de viaje, la nave que partió a perseguir a los infiltrados que habían causado estragos en su planeta estaba a nada de tiempo de llegar hacia la atmósfera de aquel mundo repleto de agua. Alicia estaba en la sala de comandos junto con Xorxaik, Allecreod, Thomas y Gwyn. La exploradora, quien eligió retirarse por cuestiones personales del ejército, no podía evitar pensar en cómo serían las cosas si tan solo Michael no hubiera muerto.

    Quizá, de haberse dado el caso, tanto ella como él estarían allí como parte del cuerpo militar. En su lugar, ella era la única en la nave que no tenía autorización para tocar un arma de fuego, y en vez de eso, tenía que estar a bordo de la nave realizando las tareas para monitorearlo todo.

    Thomas y Gwyn estaban tomándose de las manos. Tan pronto como aterrizaran en ese planeta sabrían qué fue lo que habría sucedido a su pequeña niña, a la cuál amaban demasiado. Esos tres días de viaje con la incertidumbre invadiendo sus mentes fue indiscutiblemente el peor momento en sus vidas desde que la guerra contra los edagrianos terminó.

    La mirada de preocupación que intercambiaban dejaba a Allecreod bastante desanimado. Luego de tantos días de convivencia y trabajo junto a ellos, el ryfier se había acostumbrado mucho a la presencia de ambos. Incluso llegó a recordar un momento que vivió junto al soldado.

    Mírala — Thomas se acercó a Allecreod con un dispositivo móvil — Es ella. Gwyn y yo la hemos llamado Sky. Un nombre muy similar al que recibió esta ciudad.

    Tras los barrotes de su celda, el ryfier tomó el dispositivo móvil y observó atentamente una fotografía en la que una humana muy pequeña se podía ver tomando una siesta, totalmente arropada y recostada sobre una cuna. Por algún motivo, no pudo evitar que una sonrisa se formara en su rostro cuando vio esa foto.

    Está sana — Allecreod, al no ser humano, no sabía qué cosas tenía que decir — Y se ve muy parecida a ti y a tu esposa… No sé si estás esperando algo más de mí.

    No, solo quería que vieras lo que hemos conseguido — Thomas extendió la mano y Allecreod hizo entrega del dispositivo — Y quiero darte las gracias. Muy a tu peculiar manera, has colaborado para que forjáramos este nuevo mundo. Tenemos un sitio estable en el que vivir, y tus consejos que Ace aplicó hicieron lo suyo para permitirlo. Creo que me corresponde compartir esto contigo.

    Gracias por ser tan considerado conmigo — Allecreod se sorprendía demasiado por ese gesto — Es conmovedor, si me preguntas.

    No se imaginaba lo triste que podría ponerse Thomas si algo malo llegara a suceder con su hija. Creyó que su reacción podría ser la misma que tuvo él cuando tuvo que afrontar la muerte de sus dos hermanos, causadas por sus decisiones. Era en momentos como ese en los que el ryfier deseaba más el haber perdido la vida en lugar de Michael. Su obligación de colaborar con la humanidad para un futuro próspero lo ligaba emocionalmente con todos ellos. Sabía que todos serían mucho más felices si el soldado humano, a quien él llegó a maltratar bastante en el pasado, hubiera tomado su lugar. Pero no podía cambiar lo que había hecho o el resultado de la guerra.

    Mientras todos estaban sumergidos en sus pensamientos, el robot dio una alerta a todos, al mismo tiempo que notificó al comandante Lakor para que se acercara. Los presentes en la sala centraron su vista en él, y cuando Ace apareció acompañado por Agustina, Natasha y Faron, fue que el robot empezó a hablar.

    — ¿Sucedió algo Xorxaik? — la pregunta de Alicia fue hecha con algo de angustia.

    — Su nave aterrizó en el planeta, pero pocos minutos después volvió a despegar — lo que informaba el robot era algo que no se podía deducir viendo los monitores de la nave — Pero en esta ocasión, ellos han encendido las cámaras interiores.

    — ¿Puedes verlos? — Ace quería saberlo todo al respecto.

    — Una enorme cantidad de seres vivientes, sus números triplican en número a los nuestros — todos se empezaban a preocupar con esa declaración — Pero los niños no están por ningún lado.

    Esas palabras causaron un efecto muy demoledor en todos ellos. El miedo que tenían al creer que el haber secuestrado a sus hijos solo para llevárselos al planeta Hael Arunyn y asesinarlos los invadió, y no daba espacio para otra clase de pensamientos.

    — ¿Qué han hecho con nuestros hijos? — Gwyn empezó a alterarse repentinamente — ¿Seguro que no hay cuartos sin cámaras?

    — Las cámaras están en cada cuarto, y no puedo detectar que haya niños allí dentro — Xorxaik comentó lo que veía.

    — Fue intencional — Alicia supo que lo habían hecho por algún motivo — Apagaron las cámaras durante todo el viaje de ida. ¿Por qué las activarían ahora mismo?

    — Deben haber supuesto que podíamos llegar hasta ellos, y nos quieren hacer saber que no tiene sentido que los persigamos porque los niños no están allí — Faron lo decía a la ligera.

    — No podemos dejar que se lleven una nave, y ellos lo saben — Natasha empezó a pensar mejor todo eso — Seguro secuestraron a los niños para dejarlos en el planeta, y obligarnos a ir a su dirección.

    — ¿De verdad creían que ganarían tiempo con eso? — Ace pensó que algo estaba fuera de lugar — Quizá creyeron que nosotros priorizaríamos la salud de los niños y nos los llevaríamos de regreso a casa para poder hacer que los alimentaran. Evitando así que los persiguiéramos… No. Hay algo que está muy mal aquí.

    — Xorxaik, mientras estemos allí, lo mejor será que tú no luches — Allecreod proponía eso — Salvo que sea estrictamente necesario, sería mejor que te mantuvieras revisando las trampas a cada momento. Puede que hayan preparado una sorpresa para nosotros.

    — Sé que esto casi nunca lo hacemos, pero recomiendo que carguemos oxígeno a nuestras armaduras — Ace arrojó esa propuesta — Desconozco si tienen gases nocivos que podrían quitarnos la habilidad de respirar allí abajo, o peor, de inundar las salas con agua. Lo vamos a necesitar.

    — Algo tuvieron que prepararnos, eso es seguro — Thomas quería darse algo de valor — Pero no les va a resultar. Nosotros recuperaremos a nuestros hijos, y luego los perseguiremos para arrebatarles la nave.

    — Con suerte, su poca experiencia en el espacio será su perdición — Ace pensó en eso como algo probable — No se prepararon para salir, lo desconocen todo al respecto. Es solo cuestión de tiempo a que aterricen en un planeta en el que no puedan habitar y encuentren su trágico destino.

    — Esto me trae muchos recuerdos — Natasha pronto rememoró su situación vivida junto a varios compañeros en el planeta Triyr, cuando estos intentaron por la fuerza robar su nave.

    Con solo unos pocos minutos de tiempo para que se diera su llegada al planeta en el cual posiblemente tuvieran a sus niños como rehenes, las conversaciones en la sala de comandos cesaron en aquel momento. El ambiente estaba muy tenso y nadie quería decir algo incorrecto o que pudiera llegar a desmotivar a los demás. Lo más prudente ante los ojos de todos era esperar a tocar tierra y comprobar la situación en aquel momento, algo que harían al llegar.

    […]

    — ¡Hemos abandonado ese mundo condenado! — el Dozern que había fraguado el plan para obtener la nave y deshacerse de los soldados de la humanidad, celebrando su nuevo puesto que había obtenido por su hazaña, quiso contagiar a todos para que lo festejaran junto a él — ¡Se acabó nuestro estilo de vida tan rutinario y aburrido! ¡Cuando lleguemos a nuestro nuevo hogar podremos revivir nuestras viejas costumbres! ¡Seremos libres y podremos experimentar cosas que nuestros antecesores no pudieron! ¡Todos festejen conmigo!

    Los otros dos Dozern, el anterior Dis, y el resto de la población alzaron las manos en alto como un símbolo de libertad. Luego de años tan largos de gestión de ADN, alimentos, recursos y tecnología, entre otras cosas, todos ya eran libres de iniciar una nueva vida en la que podrían revivir esas costumbres que parecían una leyenda imposible de alcanzar.

    El anterior miembro de la especie, relegado de su mando debido a su promesa de que daría el puesto a su compañero si este lograba su plan con éxito, se mostraba poco emocionado por haber tenido que dejar su posición de poder en manos de aquel ser. Sin embargo, tan pronto como fue avanzando el festejo, se fue olvidando de ello. Cuando lo consideraba y analizaba a mayor profundidad, se dio cuenta de que eso era una carta de invitación a poder dedicarse a lo que quisiera en el nuevo mundo al que eligieran ir. Su propósito de liberar a la gente de ese mundo monótono fue cumplido con él al mando, y quedaría en la historia por tal hazaña.

    Tras unos minutos donde sus ánimos estuvieron por los suelos, pronto se unió al festejo donde los suyos solamente gritaban y cantaban. Sin música y sin comida puesto a que lo primero era algo que no poseían en su cultura desde hacía un buen tiempo, y lo segundo era algo de lo que no podían prescindir, la celebración se llevó a cabo solo con ellos como el atractivo principal.

    — Ha pasado tiempo — comentó uno de los Dozern al nuevo Dis — A estas alturas ya deben haber caído en nuestras trampas.

    — ¡Eso es verdad! — el nuevo mandamás se había olvidado de ellos — ¡Celebremos también que los humanos que tanto daño causaron a nuestro ecosistema ahora deben ser simples partículas de comida en el estómago de los animales marinos! ¡Costó su tiempo, pero logramos encontrar una forma de hacer que pagaran por el daño que causaron!

    Sin embargo, lo que no se imaginaba el nuevo Dis era que, mientras ellos estaban festejando, la humanidad apenas estaba poniendo sus pies en su planeta.

    […]

    Conociendo el procedimiento para poder adentrarse en las profundidades de aquel habitáculo, los soldados bajaron siguiendo a Allecreod y a Xorxaik, quienes liderarían el camino de todos ellos hacia la seguridad entre las trampas. Ace, Agustina, Thomas, Gwyn, Natasha y Faron fueron de los últimos en bajar, quedándose junto con Alicia hasta el último momento. La exploradora se quedaría a bordo de la nave, que sería rodeada por un puñado de soldados para protegerla y mantener alejadas a las criaturas que atacaran aquel mundo.

    — Sus hijos están a salvo — Alicia decía con una sonrisa a sus compañeros — Yo estoy segura. Están esperando a que los salven, vayan con cuidado.

    — Lo tendremos, Alicia — Ace se colocó el casco tras esas palabras — Sé que dejo la nave en buenas manos. ¡En marcha!

    Tras imitar el gesto del comandante supremo, todos sus acompañantes se colocaron el casco y salieron del interior de la nave y avanzaron por todo el cuerpo de soldados hasta llegar con el robot, quien nuevamente, se encargaría de saltear las trampas situadas en la superficie del suelo.

    — ¿Qué están mirando? — Ace notó que el ryfier tenía la vista fija en un punto.

    — Eso, no salió de la nada como la última vez — Allecreod apuntó con su lanza al horizonte — Ya estaba allí.

    El comandante supremo se fijó en esa dirección y pudo reconocer la compuerta por la que había escapado cuando fue rescatado, misma por la cual aparecieron las criaturas que los terminaron guiando a las trampas. Natasha, Thomas, Faron y Allecreod recordaron que, para hacerla emerger, primero debían arrojar un repetidor de señal de manera que Xorxaik pudiera acceder a los sistemas e infiltrarse para controlar su apertura y cierre.

    — Es demasiado sencillo para que no sea una trampa — Agustina pensó en esa posibilidad, pues recordó el relato que Ace le dijo sobre eso en la nave — Pero demasiado evidente cómo para que lo sea. Sabían que íbamos a estar aquí.

    — Quizá, al no estar más en este planeta, ya no les importe — la comandante Zafiro pensó en esa posibilidad — Pero si tienen miedo de que los persigamos… no, no le veo sentido a esto.

    — A lo mejor solo era un truco para hacernos dudar a propósito — Gwyn decía lo primero que se le venía a la mente — No lo sabremos hasta no acercarnos.

    — Xorxaik, sugiero que registres eso en caso de que haya algún explosivo colocado allí — Ace dio esa advertencia — Es la única salida, si se destruye, quedamos atrapados para siempre.

    — Eso haré, comandante — el robot contestó de forma obediente — Cuando dé la orden yo avanzaré.

    — Ya la tienes. Tengo ganas de saber qué es lo que han hecho con mi hijo. ¡Avanza!

    Xorxaik empezó a moverse hacia el lugar del terreno en el cuál se situaban las trampas por las que Ace y otros soldados terminaron cayendo en su primera visita a ese planeta. Al comandante supremo le apenaba saber que, si no hubiera sido por eso, quizá podrían simplemente haberse ido con el agua que necesitaban a su planeta y que nunca hubieran tenido que lidiar con algo así. Un comercio fue destruido, tres cuidadoras de una guardería y tres soldados que custodiaban el hangar tuvieron que morir por ese error cometido. Era por eso por lo que quería que todo saliera bien en aquel momento.

    Xorxaik lideró el avance del grupo, en el cuál todos sabían que debían quedarse detrás de él en todo momento, puesto a que podrían terminar activando una trampa si llegaban a pisar mal un lugar indebido. Tras una corta caminata, el robot llegó al sitio en el que tenía que apoyar el pie, solo para darse cuenta de que la trampa no se activaba.

    Los soldados lo veían pisar el suelo como si estuviera tanteando la zona correcta, algo que sabían que no era necesario puesto a que el robot podía guardar toda la información pertinente a eso en su banco de datos.

    — Xorxaik, ¿qué ocurre? — Gwyn empezó a alterarse.

    — ¿Por qué la trampa no se abre? — Thomas tenía esa duda — Yo he visto con mis propios ojos que así es cómo sucedía.

    — Es como si las hubieran desactivado — el robot no tenía otra explicación para ellos — No hay más que decir. Las trampas no se ven disparadas.

    — No quiero confiarme demasiado y que luego todos terminemos cayendo en un sitio distinto — el comandante supremo creía que era muy sencillo — Llévanos por donde no haya trampas. No importa que todas estén desactivadas. Mejor prevenir que perder.

    Obedeciendo la orden del comandante, el robot empezó a liderar la marcha de los soldados hacia la compuerta que les permitiría tener acceso al edificio. Hubo muchos que no pudieron acercarse demasiado, puesto a que tenían que avanzar en fila para no correr el riesgo de caer en una trampa supuestamente desactivada y quedar encerrados en un sitio desconocido.

    Tras haber llegado hasta el sitio, Xorxaik puso todos sus sensores a analizar la compuerta en busca de algún material que pudiera provocar una explosión, por más pequeña que esta fuera. El robot estuvo unos dos minutos y medio buscando en cada centímetro de aquel objeto, solo para no encontrar nada. La compuerta ya desbloqueada, las trampas desactivadas y una entrada libres de explosivos eran cosas difíciles de creer, pero en su momento reales.

    — El riesgo de explosión es del cero por ciento — comunicó el robot, esperando una nueva orden — Sugiero entrar primero y analizar el interior.

    — Yo iré con él — Allecreod se ofreció — Si algo le pasa, hará falta un testigo.

    Allecreod vio al comandante supremo, y cuando este asintió con la cabeza, supo que tenía el visto bueno para poder realizar el descenso. Fue así cómo él se adentró en ese habitáculo nuevamente. Sorprendentemente, pese a ser la segunda vez que lo hacía, estaba muchísimo más nervioso que la primera.

    Los tres comandantes y sus acompañantes acérrimos se quedaron a la espera de recibir una noticia del ryfier y del robot que este mismo había creado. La espera los estaba matando, y cada segundo que pasaba no hacía más que ponerlos todavía más nerviosos.

    Unos tres minutos después, Allecreod volvió a subir despacio y todos lo vieron venir con una expresión seria, visible gracias a que su cuerpo resistía las temperaturas y no requería de una armadura.

    — Xorxaik ha encontrado a todos los niños secuestrados, están a salvo en unos cuartos en pisos inferiores — Allecreod sabía que eso era lo que querían escuchar — Pero para llegar hasta ellos tendremos que atravesar dos salas repletas de esas criaturas que nos atacaron.

    El ryfier no podía ver sus caras con los cascos puestos, pero las expresiones de todos ellos eran de absoluta felicidad. Luego de tanto miedo causado por la incertidumbre, tenían la confirmación de que ellos, sus pequeños ángeles, estaban a salvo. Y cuando escucharon al ryfier mencionar que para llegar a ellos tendrían que atravesar una gran cantidad de enemigos, supieron que ahí estaba el truco que les habían reservado. Ya todo cobraba sentido para ellos, pero nada les impediría llegar hasta ellos.

    — Vamos, entonces — Agustina quiso apresurar las cosas — Están esperando ser rescatados.

    — ¡Atención, nos adentraremos en ese edificio para tener una batalla violenta! — Ace quiso motivar a los suyos — ¡No hay que acabar con todos ellos! ¡Solo hay que abrirnos paso hasta el sitio donde tienen a los niños! ¡Los rescatamos y nos vamos a casa! Ya que parece que no hay rastro de los demás Dimaoreon.

    Allecred volvió a entrar al lugar, acompañado por los tres comandantes de la humanidad y un gran puñado de soldados. Xorxaik, quien se encontraba en el interior hacía ya unos minutos, se posicionó al frente de todos, esperando pacientemente por el ingreso de todos los humanos. Allecreod, su creador; y Ace Lakor, el comandante a quien obedecía, se posicionaron a su izquierda y a su derecha, y fue allí cuando este empezó a liderar el avance de todo el cuerpo militar por el territorio desconocido.

    — Los niños se encuentran en dos pisos inferiores a este — el robot empezó con la explicación — En el primer piso habrá una oleada, y en el segundo piso habrá otra. La del segundo será mucho mayor que la del primero, por lo que sugiero que no nos desplacemos hasta no haber limpiado el primer piso.

    — Si hacemos eso, después habría que volver sobre nuestros pasos y todo para volver a pelear — Ace lo veía con lógica — Mejor eliminarlos de una vez para no tener que lidiar con ellos. ¿Algún mecanismo oculto?

    — Ninguno, al menos no uno que esté registrado en el sistema — Xorxaik informó acerca de todo al comandante — Podemos apresurar el paso hasta el subsuelo inferior.

    — Adelante, entonces — Natasha comentó, queriendo participar de la conversación — Te seguimos.

    […]

    Los deoren, aquellos ejemplares que padecían una enfermedad que les hacía comportarse como zombis propios de un relato de terror, se alteraron demasiado cuando la puerta de entrada en el salón en el que se encontraban y atacaron a todos los intrusos.

    Como si fuera un instinto de defensa de su hogar, estos no midieron al enemigo y simplemente atacaron. A las órdenes del comandante supremo, la milicia, Xorxaik y Allecreod dispararon en su contra. Una oleada enorme los atacaba, por lo que solo los primeros murieron por esa lluvia de balas, los que estaban en las cuartas y quintas filas pudieron llegar hasta la posición de los enemigos, forzando un combate a corta distancia.

    Allecreod, con más práctica y experiencia enfrentándolos tras su último encuentro hacía menos de dos semanas, lograba moverse con agilidad esquivando los ataques de estos seres, para posteriormente lanzar estocadas con sus lanzas que los eliminaban con tan solo penetrar en sus cráneos. Xorxaik, al estar hecho de acero, no se preocupó por su defensa. Recibía los ataques sin preocupaciones para luego asestar golpes que mataban de inmediato.

    El resto de la humanidad lo tuvo más sencillo. Con los guantes retirados, los soldados lanzaban energía a sus enemigos para aturdir o matar, y de vez en cuando podían defenderse formando pequeños escudos de calor que luego de que cumplieran su función defensiva, eran lanzados para atacar y eliminar a los enemigos. Thomas y Gwyn luchaban codo a codo, cubriéndose las espaldas y eliminando a todos quienes tuvieran cerca. Faron peleaba en conjunto con algunos de sus compañeros.

    Natasha, por su parte, prestó apoyo al comandante Lakor y a la soldado Young. Ambos habían perdido sus facultades para lanzar energía, y consideró que lo mejor era cubrirlos. Agustina, quien tenía en sus manos una vez más la daga de Qaior que habían obtenido de la misión en Emiv, lograba eliminar a los enemigos clavando dicha arma en el cráneo a través de los ojos tras bloquear sus ataques. Ace no poseía una de esas, y fue allí donde comprendió el motivo por el cuál su esposa pidió que debería ordenar que le hicieran una de esas. Al no contar con algo así, solo podía defenderse con patadas, codazos o bien lanzando culatazos con su rifle. Lograba matar a sus enemigos, pero en menor cantidad que los demás soldados quienes contaban con la energía.

    Sin duda alguna, quedaba demostrado una vez más que el disponer de aquel poder era una verdadera bendición. Todos los soldados humanos allí lo obtuvieron previo a la guerra contra los edagrianos, y fue así como tuvieron una ventaja insuperable en esa pelea.

    La batalla duró unos arduos veinte minutos, pero la oleada primera fue aniquilada totalmente. Cuando los soldados pudieron respirar, vieron ante sus ojos cómo cada ejemplar de dicha especie estaba sin vida en el suelo. Los gritos de ánimo por la victoria, viendo que ninguno de ellos había perdido la vida inundaron la sala.

    — ¡Ya casi estamos! — Ace festejó por ese triunfo — ¡Solo una oleada más y podremos rescatar a los pequeños!

    — Comandante, advierto que la segunda oleada será más numerosa que esta — Xorxaik quería que se procediera con precaución — Sugiero tomar un breve respiro. Ustedes, a diferencia de mí, pueden cansarse.

    — Iremos descansando de la pelea mientras avanzamos — Ace no quería detenerse — Pararemos frente a la sala y cuando estemos en condiciones entramos a pelear. No quiero dejar a los niños aquí por mucho tiempo.

    — Como deseen, síganme hacia el piso inferior.

    Repitiendo el mismo patrón en la formación, Xorxaik, Ace y Allecreod guiaron al batallón hacia el interior del habitáculo, un sitio enorme, oscuro y vacío. En la sala donde tuvieron el combate no había nada más que paredes, suelo y techo. Probablemente, la mudanza de los dueños de aquel sitio lo habrían dejado en esas condiciones, pero era algo que poco importaba a los soldados. No estaban allí para admirar el interior o la forma de vida que sostenían esos seres. Solo tenían que rescatar a los niños y llevarlos de regreso con sus familias.

    — Solo un poco más, Gwyn — Thomas no podía evitar sentir la emoción correr por su sangre — No estamos tan lejos de Sky. Volveremos a abrazarla y ella volverá a reír en nuestros brazos.

    — Esa risa tan pequeña y dulce que tiene — Gwyn pensó en las veces que su hija reía junto a ella — Nunca he pensado en la falta que me hace tenerla conmigo.

    Agustina sonreía al escuchar como su gran amiga hablaba así de su hija. Pensó que una vez que tuvieran al pequeño Arick en sus brazos, podrían darse el lujo de verlo reír y llorar como muchas veces. No quería decir nada, por lo tanto, ella se limitó simplemente a tomar la mano de Ace tras colocarse al lado suyo. Este, al recibir ese gesto, apretó su mano con fuerza en una señal de que juntos iban a rescatar a su hijo.

    Natasha y Faron sonreían viendo esas dos escenas. Tras todo lo que habían vivido en esos años, no podían evitar sentirse bien por el hecho de saber de que su ayuda permitiría a sus amigos reunirse otra vez con los hijos a los que tanto amaban.

    […]

    — A sus órdenes comandante — Xorxaik esperó para poder derribar la puerta de la segunda sala.

    — ¡Entra! — Ace no pudo esperar más tiempo — ¡Quiero ver a mi hijo!

    Y recibida la orden, Xorxaik dio un fuerte puñetazo a la puerta de la segunda sala, la cual estaba cerrada y bloqueándoles el paso. Dada la potencia con la que podía golpear un ser hecho de metal, la puerta cedió al instante y fue así como el pelotón completo se adentró a la sala, solo para verse emboscado por un enorme número de criaturas.

    Sin tener casi ningún respiro, cuando el último soldado ingresó, una pelea encarnizada se originó en el interior de esa segunda sala, casi tan monótona como la anterior. Al no poder apuntar sus armas mucho tiempo, los números de los Deoren no se redujeron demasiado, cosa que propició un combate más difícil entre los soldados y esos monstruos.

    Ace apartó a uno de una patada, el cuál pronto fue apuñalado por su esposa. Sin embargo, antes de que esta pudiera prepararse para seguir luchando, cayó atrapada por uno de los enemigos.

    — ¡Mierda! — Agustina se lo quitó de encima con un codazo, que luego permitió a Gwyn eliminarlo con un disparo con su rifle.

    — ¡Son demasiados ahora! — Gwyn veía cómo unos soldados caían en batalla — ¡Han caído tres de los nuestros!

    — ¡Maldición, esta era la verdadera trampa! — Ace se dio cuenta de que ese era el plan de los Dimaoreon — ¡Gwyn, Agustina, Thomas… vayan junto a Xorxaik, Allecreod y un par de soldados a rescatar a los niños! ¡Eran un total de veinticinco! ¡Llévate a diez soldados para que te ayuden!

    — ¡¿Y qué hay del resto de ustedes?!— Agustina quería saber lo que tenía en mente su pareja.

    — ¡Natasha, Faron y yo nos quedaremos para crear una distracción! — Ace tenía en mente su accionar — ¡Ahora, vayan! ¡Xorxaik, despeja un sitio para que podamos disparar!

    Siguiendo la orden del comandante supremo, el robot cargó durante unos metros a través de la sala, llevándose por delante a varios de los enemigos hostiles que tenía delante. Eso fue lo que permitió a Ace y a los que se quedarían junto a él formar dos barricadas en las cuales empezaron a disparar para atraer a los enemigos.

    Xorxaik corrió al frente con la comandante Fairin, Thomas, Allecreod, Agustina y unos diez soldados más desde atrás. Ace quería que tomaran a los niños y los llevaran fuera de allí lo más pronto posible. Sabiendo que Gwyn querría tomar a Sky en brazos y que Agustina querría lo mismo con Arick, él decidió enviarlas juntas.

    Una puerta era lo que separaba las dos salas, y viendo que tenían prisa para salir de allí, Xorxaik atravesó la puerta con una embestida directa, derribando tanto la propia puerta como el marco y un pedazo del muro que rodeaba el sitio. Frente a él y los que entraron detrás se encontraba una sala oscura iluminada únicamente con una tenue luz color azul. Frente a ellos había cinco puertas abiertas, a través de las cuales salían los llantos de los niños, causados por el hambre que tenían tras haber pasado un largo período de tres días sin comer.

    — Pobrecitos, están allí solos — Gwyn no podía dejar de pensar en lo tristes que estarían.

    — Son unos monstruos, tal y como Ace nos dijo — Agustina contestó a lo dicho por su amiga — Solo seres despiadados tomarían a los niños para usarlos como distracción.

    — Lo importante es que ya estamos aquí — Thomas miraba lo cerca que estaban — Andando.

    Xorxaik, sin embargo, se dio la vuelta y empezó a disparar por la misma dirección por la que habían acudido ellos. Allecreod también hizo lo propio, y fue allí donde todos se dieron vuelta para ver como un grupo pequeño de los enemigos que se lanzaron en esa oleada se les venían encima.

    — ¡La distracción no funcionó! — Thomas se alteraba al ver eso — ¡Vienen hacia nosotros!

    — ¡Agustina, tú y tres soldados más vayan por los niños y sáquenlos de esas salas donde los tienen retenidos! — Gwyn miró a la izquierda y visualizó una puerta que seguramente daba acceso hacia otro lugar — ¡Xorxaik, ¿qué hay tras esa puerta?!

    — ¡El lugar está limpio! — comentó el robot — ¡Solo hay un tablero de control! ¡Si no lo tocan, nada malo debería suceder!

    — ¡Lleven a todos los niños tras esa puerta y enciérrenlos allí! — Gwyn lo vio como el mejor plan — ¡Será más fácil protegerlos si están juntos!

    — ¡Entendido, comandante! — Agustina miró a los tres soldados más cercanos a ella — ¡Vamos, a buscar a los niños! ¡Iremos sala por sala!

    Xorxaik, Allecreod, Thomas y Gwyn abrieron fuego y dispararon una pequeña ráfaga de balas para poder eliminar a un grupo de criaturas que estaban por atacarlos en el enfrentamiento. No querían atraer más atención de los enemigos, puesto a que sería difícil pelear si debían defender a los niños, y ya que la distracción que planeó Ace no resultó como esperaban, no podían concederse más riesgos.

    Agustina llevó a sus tres acompañantes a la sala que había en el centro del lugar. La tercera tanto si empezabas a contar de derecha a izquierda o al revés. Los llantos de los niños, posiblemente asustados y hambrientos causaban un gran ruido en la sala, sumados a los disparos que lanzaban quienes se encontraban detrás de ellos, defendiendo la posición. Agustina no podía reconocer el llanto de Arick entre tantos niños, por lo que simplemente entró a la más cercana con la esperanza de encontrarlo.

    Al ingresar notó algo extraño, ya que pudo ver como el suelo era plano y hecho de ladrillo y cemento, mientras que el techo del lugar tenía una forma semicircular y estaba hecho de un vidrio transparente. Gracias a eso se podía ver la oscuridad de las profundidades en las que estaban. Se quedó maravillada por un segundo, pero luego retornó a su tarea. Revisó a todos los niños allí, colocados en el suelo sobre un simple trapo grueso, y se dio cuenta de que ninguno de ellos era su pequeño Arick. Ella colgó su rifle a sus espaldas y tomó a dos de los pequeños en sus brazos mientras veía como cada soldado tomaba a un niño en brazo para luego situar sus armas en el otro.

    — Están asustados, hagamos esto rápido — decía mientras empezaba a caminar para cruzar la puerta y llevarlos al otro cuarto.

    Un ruido empezó a sonar de repente en las afueras de la sala, cosa que llamó la atención de la mujer y de los demás soldados, que luego notaron como una puerta metálica emergió del suelo y les bloqueó la salida, dejándolos encerrados en aquel cubículo en el que estaban.

    — ¿Qué sucede? ¿Por qué se cerró? — un soldado con una niña en brazos estaba algo nervioso.

    — No lo sé — Agustina empezó a meterse más adentro para soltar a los niños en el suelo — Trataré de agujerearla con el arma.

    Sin embargo, antes de que ella pudiera hacer cualquier movimiento, una luz roja se encendió en el interior del lugar donde quedaron encerrados. Y luego, un mecanismo automático se encargó de desprender aquel cubículo con un impulso que los arrojó a todos hacia las aguas de aquel planeta, lejos del habitáculo principal.

    — ¡Nos lanzó al agua! — comentó un soldado mientras miró hacia arriba — ¡El techo, está vibrando!

    Las miradas de Agustina y los demás soldados se centraron en el techo del sitio que los retenía, y todos vieron con gran horror como el vidrio se empezó a replegar, causando que los cinco niños menores de dos años, los tres soldados y la esposa del comandante Lakor fueran arrojados hacia el agua de forma abrupta. En menos de un segundo, Agustina y todos los demás se encontraban flotando lejos de la estructura en donde se encontraban los demás.

    — ¡Mierda! — gritó la soldado viendo lo lejos que habían quedado, pero luego sus pensamientos cambiaron cuando se dio cuenta de quienes estaban en peligro — ¡Los niños!

    Al mirar a sus alrededores, notó como los pequeños se iban flotando en el agua, junto con los soldados que estaban haciendo lo posible para llegar hasta ellos. Agustina imitó esa acción, buscando alcanzar a los niños antes de que se ahogaran, cuando un ruido poco audible la sacó de su concentración. Desde abajo, uno de los peces marinos se le acercó y le clavó una mordida en la pierna. Sus dientes eran tan grandes, gruesos y poderosos que lograron atravesar el metal que protegía a la soldado, quien lanzó un grito de dolor al mismo tiempo que trató de tomar su rifle.

    — ¡Auxilio! — cuando un soldado gritó, Agustina vio como uno de los monstruos del mar le estaba dando una mordida desde el costado del torso, llegando a perforar el metal y clavándole los dientes en las costillas y la carne.

    Para cuando Agustina tomó su rifle, el pez enorme lanzó su segundo ataque, mordiendo a la mujer en el estómago, logrando perforar con éxito esa parte de su cuerpo, causando que Agustina se quedara inmovilizada del dolor mientras la sangre salía del interior de su cuerpo, al mismo tiempo que sus órganos cercanos a la cavidad estomacal quedaban destrozados.

    — ¡Ace! — la mujer, con el mayor miedo de su vida, llamó a su esposo — ¡Ace, por favor, ayúdame!

    El enorme pez le lanzó una mordida nuevamente en el mismo sitio. Fue así como consiguió atravesar finalmente su carne de extremo a extremo, arrancándole a la soldado un enorme trozo de su cuerpo, el cuál empezó a masticar con gusto. Agustina ya no pudo moverse tras ese ataque, y en sus últimos momentos de vida solo pudo mirar hacia arriba suyo para ver cómo los peces que habitaban en esas aguas profundas ya habían matado a sus tres compañeros, uno decapitado, otro partido por la mitad y otro siendo tragado completo.

    Esos atacantes ignoraron por completo a los niños pequeños, debido a que, por tener un tamaño tan insignificante, los dejaron de lado. Lo último que vio la chica fue como esas pequeñas criaturas se alejaban flotando hacia una muerte segura, puesto que sus cuerpos no estaban preparados para sobrevivir en el agua por mucho tiempo.

    — Ace… Arick… — en sus últimos momentos de agonía, la soldado pensó en las personas más importantes de su vida — ¿Dónde están? — el dolor y el miedo de la muerte la descolocaron por completo.

    De otro mordisco en la zona pectoral, el pez que eligió a Agustina como su alimento, le atravesó los dos pulmones y el corazón con su potente dentadura, lo que significó el final del camino para la soldado.

    […]

    Xorxaik, quien había detectado un cambio en el sistema que tenía monitoreado, eligió acceder a las cámaras que daban al exterior, apuntando hacia la zona en dónde se encontraban los soldados que acudieron a rescatar a los niños. Al poder tomar el control de una de ellas, logró ver el escenario tan trágico. Agustina y los tres soldados que iban junto a ella estaban siendo devorados por completo por cuatro peces de tamaño enorme, mientras que los cinco niños que estaban en ese pequeño cubículo se encontraban flotando en el agua, ignorados por los monstruos marinos que seguían despedazando los cuerpos de los soldados. El robot supo que no había manera de salvarlos, ni de ahogarse ni de los monstruos.

    Sin dejar de disparar, el robot intentó acceder al sistema con el fin de descubrir cómo fue que ellos terminaron en el océano. Recorrió en diez segundos todos los archivos de principio a fin, y no pudo encontrar nada que le indicara lo que había ocurrido. Posiblemente esos archivos hubieran sido eliminados, pero eso no le impedía navegar por el código que controlaba los eventos que se sucedían en aquel lugar.

    Una búsqueda de un minuto fue la que le llevó a descubrir el historial de eventos automáticos programados en aquel sitio, y allí fue que pudo descifrar lo que sucedía. Los niños habían sido colocados en secciones que contenían una báscula que medía el peso en la sala. En el momento en el que Agustina y los otros tres soldados accedieron a su interior, la inteligencia del sistema lo detectó, cerró las puertas y los lanzó al agua como si fueran alimento para los peces.

    Eso llevó a Xorxaik a darse cuenta de que las dos oleadas de monstruos simplemente fueron puestas para hacer que los humanos bajaran la guardia ante la verdadera trampa estaba en el sitio donde fueron colocados los niños que habían ido a rescatar.

    — Almacenando información, buscando vulnerabilidad en el sistema — Xorxaik eligió buscar una solución para ese predicamento antes de que algún otro soldado eligiera acudir al interior de ese lugar para poder rescatar a más niños — Sistema de alimentación automático imposible de desactivar sin cortar el suministro eléctrico… Analizando alternativas… Única ruta posible, incrementar el peso mínimo requerido para que el sistema lance las compuertas hacia las aguas habitadas por los peces. Sobrescribir el valor actual y multiplicarlo por diez mil.

    Utilizando sus programas de intrusión, Xorxaik fue capaz de modificar en tiempo real el valor del peso necesario que se necesitaría alcanzar para que los cubículos fueran disparados hacia el agua y llevaran a los niños y a los soldados hacia una trampa mortal. Gracias a esta modificación, los humanos no correrían riesgos al entrar en grupo a rescatar a los pequeños que quedaban.

    Xorxaik viendo que quizá podría servirle de utilidad, eligió conectarse a las cámaras cercanas y realizar un escaneo a todos los niños con la finalidad de descubrir quienes se encontraban a salvo, puesto a que por un descuido de todos quienes habían acudido allí, Agustina, tres de sus soldados y cinco de los niños habían perdido la vida tras haber sido arrojados como alimento a los peces que habitaban aquellas aguas profundas.

    — Arick Lakor… a salvo en el cubículo número dos — tras ver en las imágenes, se dio cuenta de que el hijo del comandante supremo seguía con vida — Sky Delleo… a salvo en el cubículo número cinco.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, que bueno que finalmente pudimos juntarnos para hacer la leída en simultáneo, uno de los momentos que más disfruto de mi semana. Y en qué momento, porque este capítulo, pese a no ser inicialmente importante, tiene una de las muertes más trágicas que pueda recordar. Pero bueno, llegaremos a ese punto, pasaré a comentar lo más destacado.

    El capítulo comienza con Ace y Agustina preparándose para el rescate de su hijo (y de todos los demás). Vemos que la pareja intenta crear una falsa sensación de seguridad, porque internamente, están aterrados y con motivo. Arick está en peligro y perderlo sería un shock. Vemos que ahora que el comandante supremo no puede crear energía, deberá ordenar que le fabriquen un arma como la daga de Qaior que actualmente usa su mujer. También descubrimos que Noak rechazó ir en la misión, alegando que debía quedarse junto a su hijo y su mujer, quién tampoco pretendía participar. Algo que aunque pueda verse egoísta, es muy lógico. Me alegra que ni Ace ni nadie se lo hayan tomado a mal. Tras esto pasamos a ver al enemigo, quién se dispone a prepararle una serie de trampas a los humanos que están por llegar. :angrycat:

    La nave en la que viajan Ace, Agustina, Thomas, Gwyn, Faron, Allecreod, Xorxaik y Alicia (entre muchos otros soldados extras) llega a Hael Arunyn. Vemos que todos están preocupados y el ryfier se fija en la pareja de Thomas y Gwyn, consciente de que deben estar muy preocupados por su hija. Es entonces donde aparece un flashback en el que el propio Thomas le enseñaba una foto de Sky a Allecreod, que en ese entonces estaba tras unos barrotes en una celda. Aquí se entiende que estos dos han ido formando, casi inconscientemente, una especie de vínculo amistoso. Y que el ex líder ryfier está empatizando con los seres humanos. :nice:

    Al parecer, las cámaras de la nave robada muestra a los enemigos juntos y dispuestos a marcharse pero sin rastro de los niños, lo que da a entender que se han quedado en tierra. Es entonces que el grupo desciende y se asegura, gracias a Xorxaik, que no hay peligro. Las trampas están misteriosamente desactivadas y la compuerta al subterráneo está disponible sin previo aviso. Los soldados deciden acercarse con cautela y una vez seguros de que no hay peligro, el robot y su creador son los primeros en adentrarse. Una vez salen, informan al comandante supremo y al resto de que los niños están bien en una sala, pero que para llegar a ella deberán enfrentar al enemigo en su versión zombie XD. El rescate será duro, pero están a un paso de completarlo. :ewww:

    Sin embargo, cuando la primera oleada es superada, la segunda les pone en serios problemas. Ni siquiera una distracción les sirve porque son demasiados enemigos, por lo que deciden separarse e ir directamente a por los niños mientras los demás contienen la oleada. Aquí es donde Agustina y tres soldados más deciden tomar a varios niños en uno de los compartimentos y escapar, pero se llevan una desagradable sorpresa cuando son encerrados automáticamente y eyectados al agua que rodea el complejo. Una trampa inesperada y que les pone en serio peligro, porque los niños no saben nadar y lo más normal es que se ahoguen. Pero no es solo eso, ya que los adultos son testigos de como unos peces salvajes de tamaño considerable les atacan, mordiéndoles en distintas partes del cuerpo y matándolos lentamente. Agustina es mordida en una pierna pero posteriormente en un costado del estómago y finalmente, en el torso, muriendo al acto antes de pensar en Ace y Arick. Una escena verdaderamente triste, ya que aunque su personaje nunca destacó en exceso, no era una mala persona. :anicry:

    Sin duda alguna, esta muerte en esta parte "tranquila" me parece perfecta para la trama; deja a un niño huérfano y a su padre, el comandante supremo, muy seguramente golpeado como nunca anímicamente. Sus amigos también quedarán en shock y la muerte de los niños ahogados muy seguramente servirá de discusión y tensión con la población y la milicia. No sé cuanto le quede a esta parte por concluir, pero de seguro la etiqueta de "tranquila" se le va a diluir como el azúcar en el café.

    En fin, gran cierre de capítulo, amigo. Estaré deseando ver que ocurre ahora tras algo tan inesperado como la muerte de un personaje principal. Será hasta el próximo finde. :eye:
     
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  19. Threadmarks: Un recuerdo que no existe
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Saludos. Llegó la hora de publicar el capítulo 20 de esta historia. Una vez hayamos concluido con este, solamente nos quedarán un total de 7 capítulos para concluir con esta parte. Espero les esté gustando la historia hasta este momento :)

    Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en la historia, y por su compañía en las leídas en simultáneo que hemos recuperado hace muy poco. Es un placer volver a reunirnos por Discord.

    También quiero avisar que, finalmente XD, las entradas del blog correspondientes a la cronología y la guía de personajes ya están actualizadas.

    Sin más que decir, les dejo la lectura.

















    Un recuerdo que no existe:

    Thomas, Gwyn y Allecreod continuaban disparando de forma coordinada a los monstruos que se acercaban a ellos en compañía con los demás soldados que estaban a su lado. Tras haber resuelto la trampa que los habitantes de aquel mundo les habían dejado, Xorxaik optó por continuar con la batalla. Permitiendo a los humanos descansar, el robot extendió sus brazos y desde allí empezó a liberar una ráfaga de balas que acabó con todos ellos.

    — ¡Agustina, ¿cómo vas?! — Gwyn se volteó para comprobar la situación — ¡¿Agustina?!

    Cuando vio que ella y los demás soldados no estaban por ningún lado, Gwyn miró a todas las direcciones para asegurarse de que estuviera viendo correctamente. Tal y como al inicio, no podía encontrarla, y eso fue lo que le causó algo de temor a la comandante, quien no se explicaba cómo podría haber desaparecido tan repentinamente.

    — ¡Thomas! — gritó con horror, haciendo que este, un par de soldados y el propio Allecreod se voltearan pese a que no todos fueron llamados — ¡Agustina no está!

    — ¡¿Cómo que no está?! — el soldado no la podía ver, y se contagió del mismo miedo que ella — ¿A dónde fue?

    — Quizá algún compartimiento secreto se haya activado — Allecreod sugería, sin querer meterse demasiado — No sabemos qué tanto más hay aquí mismo.

    — No, yo sé en dónde se encuentra — Xorxaik habló mientras seguía disparando — Lamento decir que no es una buena noticia.

    Viendo que ya no se acercaban demasiados enemigos hacia su posición, el robot se colocó detrás de ellos para poder explicarles todo lo que había sucedido. Gwyn ordenó a sus soldados que vigilaran la puerta y bloquearan cualquier amenaza que se les acercara, las cuales poco a poco se estaban reduciendo cada vez más. Una vez que los soldados se pusieron en posición, la comandante, su pareja y el ryfier se acercaron para escuchar lo que el robot tenía qué decir.

    — ¿Dónde está ella? — Thomas esperaba que estuviera bien, pese a las circunstancias.

    — Los cubículos en donde fueron puestos los niños no son estaciones comunes y corrientes — ninguno entendía por qué empezó explicando esas cosas — Contaban con un mecanismo que controla el peso de todo lo que se coloca allí. En el momento en el que se alcanza un peso mínimo, el cubículo sale despedido al agua, y desprende allí su carga. Cuando Agustina y los tres soldados ingresaron para sacar a los niños, el cubículo del medio se cerró. Todos los que se encontraban allí fueron soltados en el agua, y posteriormente devorados por los animales acuáticos que las habitan. He tomado medidas para evitar que eso vuelva a suceder, pero ya era muy tarde para salvar a los cuatro soldados y a los cinco niños que estaban allí.

    — ¡No! — Gwyn gritó con horror al escuchar eso — ¡No, eso no es verdad! ¡Eso no pudo ocurrir! ¡Agustina no puede haber caído al agua y ser devorada por esos animales! ¡Y los niños!

    — ¡Sky, y también Arick! — Thomas se llevó el susto de su vida al considerar la posibilidad de que eso que narró Xorxaik les hubiera ocurrido a los pequeños.

    — Ellos dos están a salvo en cubículos separados — Xorxaik comentó, queriendo tranquilizar un poco a los soldados — Pero para los niños que se encontraban en el centro, no hay esperanza. Han muerto junto a los cuatro soldados que ingresaron allí. Sé que estas palabras, viniendo de una máquina podrían no significar nada para ustedes. Pero… es una tragedia. Lo lamento.

    Gwyn dejó salir de su interior un grito desgarrador que, de no haber sido por los disparos de quienes resguardaban la entrada, se habría escuchado en toda la sala. Thomas, con rapidez, la abrazó conforme pudo teniendo ambos las armaduras puestas. Él también estaba muy dolido por aquella noticia, y el solo pensar en lo que habría sufrido su amiga en sus últimos momentos lo estremecía bastante. Ninguno de los dos podía terminar de procesar todo lo ocurrido. Estaban a muy pocos segundos de alcanzar a los niños y salvarlos de forma definitiva. Pero cuando todo parecía que iba a terminar bien, una gran amiga de ambos acabó perdiendo la vida.

    — Ay, dios… Ace — Gwyn no sabía qué era lo que le iban a decir — Agustina era la persona que más amaba en este mundo. ¿Qué le vamos a decir?

    — Xorxaik, por favor, no digas nada a Ace — Thomas lo miró para manifestar lo grave de la situación — Él debería enterarse por nosotros, sus amigos.

    — Comprendido — Xorxaik supo que tenía que obedecer.

    — Gracias… — la voz de Thomas pudo escucharse quebrada — Muchas gracias por habernos advertido a nosotros.

    Allecreod pudo escuchar la forma en la que Thomas dijo esas palabras, y se dio cuenta de que era un golpe muy duro para todos. Él apreciaba a Agustina como una persona con la que trabajaba cada día, y no tenía un apego sentimental muy grande para con ella. Pero era consciente de que era una pérdida muy grande tanto para el grupo como para Thomas, posiblemente la persona con la que mejor se llevaba en el sitio.

    Estaba furioso por todo lo ocurrido. Él llegó a sospechar que algo malo estaba sucediendo, pero no logró darse cuenta hasta que los seres que llegaron desde Hael Arunyn ya habían escapado con la nave y los niños. Lo cuál llevó al exlíder de los ryfier a preguntarse qué ocurriría con la nave espacial robada.

    Sin tener algo para decirle a Thomas y a Gwyn, Allecreod optó por apartarse y unirse a la pelea para defender el sitio. Una vez la pareja estuvo a solas, Gwyn le habló a Thomas.

    — Ve a buscar a Sky — comentó algo más tranquila, pero todavía invadida por la tristeza — Yo iré a buscar a Arick y seré yo quien le cuente esto a Ace. Siendo comandante, creo que me corresponde a mí.

    — Yo estaré detrás de ti — Thomas le hizo saber que no se apartaría — Tú me necesitas, y muy seguramente, él también.

    Xorxaik señaló con sus manos las ubicaciones respectivas de Sky y de Arick. Tal y como la comandante lo dijo, el soldado fue por su hija, mientras que ella, en su deber como una persona en quien Ace eligió confiar, tomó al pequeño Arick. El joven Lakor estaba llorando incontrolablemente, posiblemente por el hambre que estaría sintiendo tras estar tres días sin ser alimentado, y por la falta de cariño que sus padres le brindaban a diario.

    Gwyn no pudo evitar soltar un par de lágrimas cuando tomó al pequeño niño en sus brazos. A una edad tan temprana de su vida, había perdido a su madre, y todo a causa de unos seres que se infiltraron en su mundo sin mayores conflictos.

    Una vez tenían a los niños en brazos, Thomas y Gwyn se reunieron. Justo como lo señaló el robot, los cubículos no se activaron. Era algo que nunca en sus vidas habrían esperado, por lo cual imaginaron que los últimos momentos de la vida de su amiga, además de ser dolorosos, también habrían estado llenos de miedo.

    […]

    — ¡¿Por qué no aparecen?! — gritó Natasha, mientras que con su puño y un fragmento de energía eliminaba a uno de los monstruos que la estaba atacando.

    — ¡Quizá tengan problemas para liberar a los niños! — Ace arrojó un puñetazo a uno que se acercó por el costado, para luego apartarlo con un golpe de puño.

    Faron, quien sí podía cargar y disparar energía desde sus manos, vio aturdido al enemigo que fue golpeado por Ace. Aprovechando su oportunidad, cargó dos fragmentos en cada mano y se los lanzó a la nuca del Deoren, acabando con su vida con ambos impactos.

    La situación todavía era favorable para los soldados, pero numerosas bajas se habían producido en el ejército. Por cada diez enemigos muertos, un humano también lo estaba. El cansancio estaba siendo notable, puesto que, al haberse acercado, el espacio para disparar con armas de fuego se había reducido, obligando a que la pelea tuviera que ser cuerpo a cuerpo y con energía. Quienes no acostumbraban a usarla en el día a día, ni siquiera en entrenamientos, tenían muchas dificultades para poder rematar a los enemigos. Era eso lo que permitía que los seres humanos, pese a las armaduras y sus mecanismos de defensa, terminaran siendo víctimas de esa batalla.

    Ace formó un círculo junto a Natasha, Faron y tres soldados más, y entre ellos se apoyaban con cada ataque que provenía desde los enemigos. Natasha, al ser una soldado con mucha experiencia, no tenía problemas en repeler y luego contraatacar. Pero dado a que los demás soldados no estaban curtidos en esa clase de combates, Ace decidió ayudarlos, cosa que le serviría puesto a que no tenía la energía disponible para seguir peleando. Cuando un Deoren atacaba, Ace respondía con una patada o un codazo directo al pecho, para posteriormente retenerlo de los brazos, permitiendo que algún soldado pudiera eliminarlo con un disparo de energía a la cabeza.

    Era una gran ventaja para ellos el hecho de que la energía de sus cuerpos no causara daños físicos a otros seres humanos, puesto a que les daba mayor margen de error que utilizando los rifles.

    Mientras la pelea seguía, el cansancio en cada humano aumentaba, puesto a que el número de los Deoren era muy elevado todavía como para poder darles unos segundos de relajación siquiera. Natasha escuchó ruidos desde la dirección en la que fueron Thomas y Gwyn y pudo ver que Xorxaik se abalanzó corriendo al campo de batalla.

    Todos vieron como el robot se lanzó a la carga, embistiendo a cada enemigo que tenía por delante, ocasionándole la muerte a la gran mayoría de los que eran golpeados por él. Tan solo un porcentaje inferior al cinco por ciento seguían con vida, pero estos eran eliminados por los soldados.

    Tras haberse colocado en el centro de la sala, el robot se volvió la atracción principal, y una enorme oleada de Deorens se le echó encima. Con sus puños pesados y sus armas de fuego integradas, Xorxaik podía decapitar o acribillar a gusto a estos seres, cuyos ataques no podían hacer nada más que manchar el metal que rodeaba su cuerpo. La llegada de Xorxaik significó el alivio para los soldados, quienes no tuvieron mayores complicaciones para eliminar a los enemigos que se quedaron en su rango de batalla.

    Ace, viendo que él y su grupo no estaban siendo atacados, pidió a Natasha, Faron y los demás que le siguieran hacia la sala dónde se encontraría con su hijo luego de tanto tiempo. Asumió que no enviarían a Xorxaik si lo necesitaran, por lo que creyó que estaba bien hacerlo.

    — ¡Vamos! — Ace hizo que su grupo se fuera al frente — ¡Ya casi estamos a punto de reunirnos con ellos!

    — Estoy seguro de que ya lo rescataron y están esperando a que aparezcas para entregártelo — Faron se mostró muy optimista con la situación.

    — Mi pobre niño — Ace pensaba en qué tipo de disculpa darle, pese a que él probablemente no lo recordaría — Más allá de las medidas de seguridad que podamos tomar, creo que no lo enviaremos a otra guardería. A partir de ahora, alguien se quedará en casa cuidando de él.

    Ace quería poder tener a su familia completa una vez más, luego de todos los eventos que atravesó en tan poco tiempo. Primero él estuvo retenido en ese sitio, y luego fue su hijo. No quería seguir teniendo más recuerdos en aquel planeta, y solamente quería que él y su esposa pudieran estar ya mismo en casa cuidando de su pequeño ángel.

    Ace, Natasha, Faron y compañía cruzaron la puerta de entrada, y cuando lo hicieron, se llevaron una sorpresa a la cuál no podían reaccionar. Los soldados estaban cargando a los niños en sus brazos, mientras que Allecreod estaba apartado del grupo, sentado en uno de los rincones con la vista puesta al frente. Gwyn y Thomas tenían a Arick y a Sky en brazos respectivamente. Pero lo más misterioso de todo era que faltaban soldados, cinco niños y Agustina también estaba ausente del lugar.

    Gwyn y Thomas se acercaron al comandante supremo al mismo tiempo que este empezó a caminar para poder llegar al fondo de todo este asunto. Gwyn y Thomas se habían quitado los cascos previamente, y en sus caras se podía ver una expresión seria. Ace, creyendo que algo grave había ocurrido, aceleró el paso al mismo tiempo que se quitó su propio casco para poder mirar a sus compañeros a la cara en igualdad de condiciones. Natasha también lo hizo, aunque más por no ser la única que por otra cosa. Faron y el resto simplemente optaron por permanecer con el equipo puesto.

    Finalmente, los soldados estuvieron cara a cara. Gwyn tenía la cabeza en alto, finando su vista en los ojos de Ace, mientras sostenía firmemente a un Arick en llanto en sus brazos. Thomas había logrado calmar a Sky, y se encontraba junto a su pareja, pero con la mirada al suelo. El comandante supremo no podía entender nada de lo que estaba sucediendo.

    — Gwyn, Thomas… — Ace pensó en una situación muy grave, pero no quería que se quedara en su mente — ¿Dónde está Agustina?

    — Ace… — Gwyn no tenía ensayado nada con lo que responder a algo así — Lo siento. Caímos en una trampa. Cinco niños y cinco soldados han muerto… y Agustina estaba junto a ellos. Lo siento de verdad.

    — Gwyn, por favor, no es momento para bromear — Natasha puso una expresión seria al momento en el que Ace dijo esas palabras — La trampa eran las dos salas repletas de enemigos. No es posible, no hay trampas en esta sala. ¿Dónde está mi esposa?

    — Los niños estaban colocados estratégicamente en cubículos que salían disparados a las aguas del planeta cuando cierto peso fuera alcanzado — Gwyn se sentía horrible por tener que decir eso — Agustina y tres soldados entraron a un cubículo para rescatar a los niños, y tan pronto como entraron, fueron eyectados desde aquí. Todos ellos murieron devorados por las criaturas marinas que viven en este mundo. Lo siento, Ace. No nos dimos cuenta hasta que ya era muy tarde. Lamento que haya tenido que pasarles esto a ti y a Arick. Ella era la chica más maravillosa que conocí. Una gran amiga mía. Siento que ese haya sido su destino.

    Ace cayó de súbito en sus rodillas tras haber oído algo así. Su boca se abrió al mismo tiempo que las lágrimas empezaron a caer de su rostro. Inclinó la cabeza mirando al suelo para luego de eso romper en un llanto incontrolable. La noticia que recibió lo devastó en su interior.

    Desde su posición todos miraron con lástima al comandante supremo. Nunca en su vida lo habían visto tan frágil anímicamente, pero lo comprendían dado todo lo que acontecía. De repente, Ace levantó su mano derecha y empezó a golpear el suelo de una forma casi incontrolable.

    — ¡NO! — el grito llegó a aterrar a los soldados — ¡No es posible! ¡Esos malditos monstruos no pudieron haberla matado! ¡Ella era la mujer que yo más amaba! ¡No pudo haber terminado así! ¡Es imposible! ¡Ellos ya habían intentado usarme a mí como alimento para sus malditos animales! ¡No es posible que hayan asesinado de esa forma a Agustina! ¡¿Cómo pude permitir esto?! ¡Mi esposa no debía morir así! ¡Nada de esto debía ocurrir! ¡Se suponía que las trampas eran las salas repletas de monstruos! ¡No pueden haber puesto una trampa aquí para hacer que ella cayera en su zona de alimentación! ¡Me niego a creer que esto sucedió! ¡Ella no pudo haber muerto así! ¡No puede! ¡No pudo ser así! ¡No! ¡No… no puede!

    Los gritos continuaron hasta que el comandante supremo se rasgó la garganta. Sin medir el volumen ni la continuidad de su descargo por haberse enterado de esa manera de la muerte de Agustina, él acabó ocasionándose bastante daño. Tanto así que su llanto se vio interrumpido por una fuerte toz muy seca, que le causaba una gran cantidad de dolor en la garganta.

    Natasha, quien estaba más cerca de él, se agachó para estar a su altura, y fue allí donde lo tomó de las manos. Ace vio ese gesto, y cuando levantó la vista para observarla, notó que ella estaba llorando junto a él. Ace, sin poder hacer mucho más que ahogar sus penas en las lágrimas, se quedó inmóvil mientras que Natasha se acercó a él y le ofreció su hombro para que llorara tranquilo.

    Gwyn y Thomas no querían soltar a los niños, por lo que se acercaron a Ace y tocaron los hombros del soldado, como forma de hacerle saber que ellos estaban allí para él en ese momento de necesidad. Faron, quien admiraba mucho al comandante, no quiso quedarse atrás. Se arrodilló cerca de él y también colocó sus manos sobre los hombros de Ace. Este no podía hacer otra cosa que no fuera llorar por todo lo ocurrido. Luego del miedo tan grande que tuvo de convertirse en comida para los peces, terminó siendo su esposa quien acabó sufriendo aquel trágico destino.

    Allecreod, quien se sentía fuera de lugar y poco cómodo en su sitio, se alejó para ir a ver si podía hacer algo para desquitarse matando a más criaturas. Tan pronto como se asomó, vio que Xorxaik y los soldados de la humanidad ya habían ganado el enfrentamiento. Los pocos Deoren que quedaban con vida estaban siendo rematados, puesto a que algunos perdieron extremidades en la guerra. También vio que otros se dedicaban a ayudar a compañeros heridos a levantarse y ponerse de pie, puesto a que la pelea fue mucho más feroz de lo que esperaron.

    Sin deseos de quedarse allí a la espera de que alguna otra trampa pudiera activarse, el ryfier se acercó a Gwyn, siendo ella la comandante que se encontraba de pie.

    — Comandante Gwyn — mencionó con respeto para la situación — La pelea terminó. Hay algunos soldados que están heridos y se debería hacer algo por ellos.

    — Nos retiramos de aquí — Gwyn dio la orden, sabiendo que Ace no estaba en condiciones de hacerlo — Hora de regresar a casa.

    — ¿Qué pasará con nuestra nave robada? — preguntó uno de los soldados, sin ningún tipo de mala intensión.

    — Ahora no — Faron no quería que se hablara de ese tema — Los niños tienen que regresar con sus familias. Hubo cinco de ellos que murieron, no podemos tenerlos esperando mucho tiempo para luego aparecer y que nos vean llegar sin ellos.

    — Vámonos — Ace estaba escuchando toda la conversación — Ya no puedo ni quiero seguir estando aquí. No quiero regresar aquí nunca más.

    […]

    Luego de que los procedimientos se realizaron de forma correspondiente, la nave de la humanidad ya había abandonado la atmósfera del planeta Hael Arunyn, para volver a enfilarse al planeta Edagr.

    Ninguno de los que se encontraba allí esperaba que fuera una misión sencilla, pero no esperaban una gran cantidad de bajas, ni tampoco el haber perdido a cinco niños. Debido al estado en el que se encontraba Ace, Gwyn tomó el mando de todos los soldados y ordenó que a los bebés se les diera leche en polvo junto con suplementos y vitaminas para que ninguno padeciera algún problema a raíz de haber estado tres días sin haber sido alimentados de manera correcta.

    La comandante fue a la sala de comandos, dejando a Thomas para que se hiciera cargo de Sky en el cuarto que ambos compartían. Mientras tanto, Ace se encontraba acompañado por Alicia, Natasha y Faron en la habitación que tenía junto con Agustina. La comandante se encontraba alimentando a Arick dado a que Ace en ese momento no estaba en el mejor estado.

    El comandante supremo se sentó en su cama y encorvó su cuerpo hacia adelante, mientras sus manos presionaban con fuerza sus rodillas. La muerte de su pareja y madre de su hijo lo perseguiría por mucho tiempo. Alicia lo abrazó tan pronto como se enteró de la noticia, y ella misma también cayó ante el llanto. Agustina era una gran amiga suya, y recordaba muchos momentos felices junto a ella durante los años de paz que lograron tener en el planeta Edagr.

    — Lo lamento, Ace, en verdad — Alicia no podía consolarlo porque ella tampoco encontraba consuelo alguno — No puedo creer que ella se haya ido. Era una mujer increíble. Es totalmente injusto lo que le ocurrió. Perdóname por haberme retirado del ejército. Quizá si yo hubiera permanecido, las cosas habrían sido diferentes.

    — No, no te culpes por esto — Ace habló con algo de dificultad debido a su dolor de garganta — No fue culpa tuya. No tiene sentido que te atormentes más. Yo también la voy a extrañar. Arick y yo… nos quedamos solos.

    — Yo sé que esto es algo que quizá no sirva de mucho, pero sabes que, si necesitas ayuda, puedes contar conmigo — Alicia no quería dejar pasar la oportunidad de hacérselo saber — Así como tú y Agustina me visitaron un día tras la muerte de Michael, yo también estaré allí para ti ahora.

    — Gracias, Alicia, te agradezco mucho esto — Ace no podía sonreír por la situación, pero sus palabras eran sinceras.

    El escenario era muy triste para todos ellos. Agustina era una amiga cercana de cada uno, y su muerte no sería muy difícil de olvidar o de superar, mucho más teniendo en cuenta de que ya se habían hecho la idea de que el último paso para una vida tranquila era la guerra contra los edagrianos. Pero el ver que las cosas no resultaron de esa manera fue muy doloroso. Dos años después, Ace perdió a la chica con la que se había casado y tenido un hijo. Mientras que el pequeño se había quedado sin su madre.

    Natasha miró con una gran tristeza tanto a Ace como al pequeño Arick. Sabía que la ausencia de Agustina iba a ser un golpe muy fuerte para ambos, pero más que nada para el pequeño cuando creciera y preguntara por el paradero de su madre. No tenía una idea de qué podía hacer al respecto, pero sentía que debía hacerlo.

    — Ace — Faron se le acercó al comandante supremo — ¿Hay algo que pueda hacer por ti ahora? ¿Quieres algo o necesitas algo?

    — Quisiera que trajeras a Gwyn aquí — Lakor lo dijo con mucha seriedad.

    Si bien no fue una orden directa, Faron se asustó un poco por ese tono que usó el comandante para hacerla llamar. Por eso mismo se retiró para cumplir con su deseo sin decir ni una sola palabra. Alicia se sentó junto a Ace a un lado de su cama, mientras que Natasha hizo lo mismo, pero del otro lado.

    — Natasha, no tienes por qué hacer esto — Ace sentía que pronto rompería en llanto de nuevo si se quedaba a solas con sus pensamientos — Dame a Arick, lo alimentaré yo.

    — Seguro, Ace — Natasha lo entregó suavemente — Tómalo.

    Ace pudo encontrar en él una distracción para sus pensamientos. Pero pronto algo atravesó su mente, cosa que le afectó demasiado. Las lágrimas se apoderaron de su rostro de nuevo, y eso hizo que Ace tuviera que hablar nuevamente.

    — Tu mamá tenía razón — Ace lo miró con tristeza — No tendría que haber venido a este planeta. Solo ocasioné que cosas malas pasaran a causa de mi rescate. Gente en casa murió, gente aquí murió… y nosotros hemos perdido a Agustina. Perdóname, Arick. Por culpa de mi error he ocasionado la muerte de mamá. He sido yo quien causó esto. Eres un sol de niño, no merecías perder a tu mamá así.

    Alicia y Natasha querían hacerle ver a Ace que la muerte de Agustina solo fue una tragedia que no se pudo evitar, y que no era total responsabilidad suya como para que se lamentara por eso. Sin embargo, el miedo de decir algo inapropiado les impidió hablar, y en su lugar simplemente le dieron unas palmadas ligeras en el hombro, sin poder hacer alguna otra cosa.

    Faron no tardó mucho tiempo en regresar con Gwyn, quien se puso muy triste cuando vio la escena del sitio. Entendía lo doloroso que tendría que ser para Ace haber perdido a su esposa el día de hoy luego de tantas emociones fuertes vividas.

    — Aquí estoy, Ace — el comandante la miró fijamente — Dime lo que necesites. Te lo conseguiré.

    — No es algo que tenga que pedirte — Ace sonó muy desgarrado al hablar — Es algo que tengo que darte… Yo… Por mi culpa, Arick se ha quedado sin su madre y yo me he quedado sin mi esposa. Soy todo lo que tiene este niño, y es por eso por lo que ahora toda la responsabilidad de su crianza recae sobre mí. No lo puedo dejar solo, y eso quiere decir que yo no puedo ejercer como comandante supremo del ejército. Por eso mismo quiero darte a ti ese puesto. No hace falta un anuncio oficial. El puesto es tuyo, Gwyn.

    Natasha, Alicia y Faron se sorprendieron con esa declaración. Veían con lógica que Ace quisiera dejar su puesto debido a que él era el único que podría dedicarse a cuidar de Arick en su infancia. Pero no esperaban que fuera a nombrar a Gwyn como su sucesora en ese momento. La comandante Fairin no lo estaba esperando, y es por eso por lo que fue la más sorprendida de todas las personas allí dentro. No creía que fuera una tarea muy complicada dado a que enfrentaban tiempos de paz, pero no por eso se sentía completamente lista para llevarla a cabo.

    — Ace, escúchame — Gwyn quiso que todo estuviera claro — Aprecio tu confianza para darme este puesto. Pero no me creo capaz de sobrellevarlo. No te pediré a ti que ejerzas ese cargo, pero no sé si puedo hacerlo yo.

    — El cargo es tuyo ahora, Gwyn — Ace le dijo con algo de seriedad — Puedes darle el puesto a alguien más, o nombrar a otra persona para que tenga la misma autoridad que tú. Pero a mis ojos, tú estás capacitada para estas cosas. De las personas en esta sala eres la que más tiempo luchó junto a mí en el espacio. Creo que tienes lo necesario. Pero es justo como dije, si no lo ves así… puedes hacer lo que gustes.

    — Durante un semestre completo estaré al mando — Gwyn no quería preocupar a Ace, pero tampoco buscaba un compromiso en algo que requiriera hacerse cargo de muchos soldados y de todo el cuerpo y material militar — Luego de eso veremos qué ocurre. No te preocupes por eso ahora. Cuida de tu hijo. Te necesita, y estoy seguro de que tú también lo necesitas a él.

    — Así lo haré, Gwyn, gracias — Ace sonrió por primera vez desde saber la noticia — Ahora… no quiero ser descortés. Pero quisiera estar un tiempo yo solo con Arick.

    Gwyn, Alicia y Faron se retiraron del lugar tan pronto como pudieron. En un estado tan delicado, lo que menos querían era incomodar a Ace. Natasha fue la última en salir, y estaba por atravesar la puerta hasta que algo dentro de ella la hizo detenerse antes de cruzarla. La comandante se acercó a Ace, y se paró frente a él, obligándolo a levantar la vista para poder hacer contacto visual.

    — Ace, quiero que sepas algo — Natasha no podía irse sin decirlo — Te escuché decir antes que tú y Arick quedaron solos. Quizá tú te sientas así, pero déjame decirte que no es verdad. Tus amigos estarán aquí para ti. Y yo también lo estaré. Si en algún momento no te sientes bien y me necesitas, llámame, y yo acudiré corriendo para darte todo lo que pueda dar. Tú y Arick no están solos, y mientras yo esté con vida, me aseguraré de que nunca lo estén. Sé que lo sabes. Y no permitiré que sientas por un segundo que te hemos abandonado. Yo ya te dejé solo cuando me necesitabas una vez. Juro que no volverá a pasar. Tú y Arick siempre me tendrán a mí para que les de todo lo que pueda dar.

    — Gracias, Natasha — Ace quedó conmovido por esas palabras, y una sonrisa nueva se formó en él — Lamento haber dicho algo así frente a ustedes. Yo sé que cuento con ustedes, y que nunca estaré solo mientras los tenga conmigo.

    Aclaradas las cosas Natasha acarició a Ace y a Arick como forma de expresarles que todo, pese a lo siniestro de la situación, iba a salir bien en el futuro. Era una sensación difícil de transmitir en tiempos como ese. Pero Natasha estaba decidida a darlo todo por su gran amigo y por su pequeño hijo.

    Una vez ella se retiró, Ace se quedó pensando en todo lo que había ocurrido tanto antes de partir como en el enfrentamiento que tuvo con sus enemigos. El recuerdo que más lo lastimaba era el de la noche anterior al día del secuestro. Cuando Agustina y él vivieron la que se convirtió sin que ellos lo supieran en la última experiencia que tendrían como pareja casada. Ace no podía evitar recordar el momento en el que los dos hablaron sobre tener una niña, y entonces fue que un momento más antiguo en el tiempo se manifestó en él.

    No tengo nada para reprocharme a mí mismo, ni tampoco a las decisiones del comandante Zion — Ace pensó en eso momentos antes de que se diera su llegada hacia el planeta Nokadro, para encontrarse cara a cara con Allecreod, por primera vez para él — Wagner merece el puesto de comandante.

    Tú también lo mereces, y algún día lo tendrás — Agustina le contestó gentilmente — Aunque… si logramos descubrir las respuestas, puede que pasemos a vivir una vida tranquila, y que ya no sea necesario que sigamos luchando.

    Sueño con ese futuro para nosotros dos — Ace apoyó su mano sobre el hombro de su novia — Vivir una vida tranquila. Sin más exploración de planetas peligrosos, sin más conflictos con seres extraterrestres. Sin conflictos en general.

    Cuando esto acabe, lograremos vivir felices — Agustina se colocó cerca de él — He soñado con nuestro futuro. Tú y yo estábamos sentados en la costa, juntos. Mirando hacia el mar, con una niña y un niño pequeño en nuestros brazos.

    Daría cualquier cosa para que ese sueño fuera realidad el día de hoy — Ace expresó sus deseos.

    Algún día lo haremos realidad — su novia contestó con felicidad al ver que Ace compartía su deseo.

    Solo eso fue necesario para que el ahora excomandante supremo entrara en un profundo llanto por todo lo que había sucedido el día de hoy. Con la muerte de su esposa en las aguas oscuras del planeta Hael Arunyn, ese sueño que ella había hablado con él y que él estaba ansioso por hacerlo llegar, ya no podría ocurrir. No le quedó nada más que Arick. Sin ella en su vida, ya no podrían tener juntos una niña ni tampoco pasar unos días tranquilos en la costa.

    Ace miró cabizbajo a su hijo mientras este continuaba alimentándose con todo lo que ellos habían llevado para él.

    — No puedo permitir que a ti te pase lo mismo que me pasó a mí — Ace se decía para sí mismo — No tengo recuerdos de mis padres verdaderos, solo la mentira que Morris implantó en mi cerebro… Eres muy pequeño, mi niño. Si yo muero ahora, tú nunca tendrás recuerdos conmigo. Tengo que hacer todo lo que esté a mi alcance para protegernos a los dos… No quiero que tengas que recorrer la misma senda que yo. Y no permitiré que me ocurra algo malo. Juro que estaré para cuidarte siempre.

    […]

    — ¡Son unos monstruos! — Thomas exclamó furioso, no hay otra explicación.

    Los tres días habían transcurrido, y el viaje de regreso se dio con muchas tensiones para todos los tripulantes. Para no ocasionar falsas ilusiones a los padres, se comunicó a cinco familias la noticia del fallecimiento de cinco niños. Muertos todos en la trampa que los Dimaoren pusieron para ellos al llegar allí. Los detractores se aprovecharon del dolor de esas familias y de la temporal ausencia de todos los comandantes del ejército para poder ocasionar estragos, como ellos acostumbraban, en la casa del comandante supremo.

    Si bien él había renunciado, no se hizo un anuncio oficial para que todos, tanto gobernadores como civiles y militares, conocieran la noticia de que Gwyn Fairin era la nueva cabeza al frente de la milicia. Todo el mundo creía que Ace Lakor seguía al mando, y fue por eso por lo que los detractores guiaron la furia de muchas personas sobre su casa. Cuando Ace, con Arick en brazos llegó a su casa acompañado por Thomas, Natasha, Alicia y Faron, encontraron la puerta de entrada derribada.

    Todos entraron al interior para inspeccionar el lugar, y se dieron cuenta de que casi todo había sido destruido o robado. La mesa de la sala y las sillas fueron partidas casi a la mitad, los alimentos y utensilios de la cocina ya no estaban puesto a que todo fue robado. Luego de cinco minutos alrededor de la casa se dieron cuenta de que solo la cuna de Arick, la cama de Ace y un armario donde guardaban ropa se habían salvado de tanta ira de la gente.

    — Nadie nos notificó nada cuando llegamos — Ace no podía evitar sentirse dejado de lado por los soldados — Podrían habérmelo dicho.

    — Quizá esto fuera reciente — Alicia pensó en esa posibilidad — Si lo hubieran destruido ayer u hoy, alguien se habría dado cuenta y lo habrían reportado.

    — Son despreciables, no merecen vivir tranquilos en este mundo, ni tampoco el agua que tanto luchamos por conseguirles — Faron compartía el enojo de Ace — ¿Qué es lo que ganan haciendo esto? ¿Acaso les devolverá a las personas que perdieron?

    — Ellos saben que no ganan nada y no les importa — Ace abrazó fuerte a su bebé — Solo quieren que yo sea miserable…

    — Bueno, tú eres un hermano para mí, Ace — Thomas no podía tolerar esto — Y luego de todo lo que tú y Arick pasaron, se merecen vivir en un sitio tranquilo. Ya me cansé de quedarme viendo cómo ellos tratan de manchar nuestro nombre, imagen y también afectar nuestras vidas. Tenía un límite que ya lo cruzaron… El día de mañana me reuniré con Xorxaik y Allecreod y veré si se nos ocurre algo. Esto no se tiene que repetir.

    — Te agradezco mucho por eso, Thomas — Ace apreció mucho las palabras de su amigo — Pero ahora mismo, lo importante es que Arick y yo no podemos quedarnos aquí. No es seguro.

    — Vengan a mi casa — Natasha propuso esa idea para ayudar a su gran amigo — Allí estarán seguros. De todos nosotros, soy la que menos ataques ha recibido por los detractores. Diría que tú y Arick podrían tener la tranquilidad que merecen y necesitan en mi casa.

    — Te agradezco el ofrecimiento, Natasha — Ace sabía que ella lo hacía con buenas intenciones — Pero para que él y yo podamos quedarnos contigo, tenemos que llevar mi cama y su cuna a tu casa, además de que tengo que comprarle cosas para que él pueda comer.

    — Nos sobró algo de leche en polvo y algunas vitaminas de la misión — Faron estaba en lo cierto, puesto a que dada la tragedia ocurrida con cinco de los niños cuando una trampa se accionó, las provisiones que tuvieron que gastar fueron menos de las previstas — Te los llevaré a la casa de Natasha.

    — Y yo buscaré un vehículo para mover todas tus cosas — Thomas se ofreció a darle esa ayuda a su amigo.

    — Yo te ayudaré con eso — Alicia quiso participar también.

    — No es necesario, en serio, puedo hacerlo por mi cuenta — Ace no quería que lo trataran de esa forma.

    — Tú siempre has sido de gran ayuda para nosotros, Ace — Thomas se sentía en deuda con él — No te hará ningún daño permitirnos hacer esto por ti. Ve a casa de Natasha, y compra todo lo que Arick pueda necesitar y que ninguno de nosotros tenga para dártelo hoy. Es mejor de esa manera.

    — Muchas gracias… a todos — Ace sonreía dada la felicidad que obtuvo al ver que, tal y como Natasha se lo hizo notar, sus amigos nunca lo dejarían solo.

    […]

    La madrugada en el planeta Edagr había llegado, y tras largos momentos de idas y vueltas, ya todo estaba acomodado para permitirle tanto a Ace como a su pequeño hijo quedarse en casa de Natasha al menos por un tiempo. El excomandante supremo tomó la decisión de que él y su hijo no se irían a vivir a su anterior vivienda de nuevo. El lugar sería reparado para que otra familia lo utilice, pero viendo que era un punto muy conocido por la gente como la casa del comandante supremo, temía que el sitio volviera a ser objetivo de ataques. Por esos mismos motivos, cuando las cosas se tranquilizasen, él buscaría una nueva residencia para él y para su hijo.

    Mientras tanto, durante esos primeros días que durara el duelo, Ace y Arick se quedarían en la casa de la comandante Zafiro. Su casa disponía de tres habitaciones, de las cuales solo una era ocupada por ella. Padre e hijo movieron sus camas hacia una de las dos habitaciones vacías, la más cercana al baño en caso de que Ace tuviera que bañar a su hijo por alguna emergencia.

    Luego de que Thomas, Alicia y Faron le otorgaron pañales, alimento especial para bebé, y le alcanzaran la cuna del niño, Ace lo acostó a dormir con ayuda de Natasha, quien quería hacerles ver que durante el tiempo que estuvieran junto a ella, tendrían todo lo que hiciera falta.

    Una vez que el pequeño estuvo acostado en cama, ambos comandantes, ahora en el mismo rango tras el retiro de Ace como la máxima autoridad militar, se fueron a tomar un té caliente con el objetivo de que les ayudara a dormir mejor por la noche. Ace veía que Natasha estaba en total silencio, y quiso aprovechar ese momento tranquilo para agradecerle por todo.

    — Natasha — Ace estaba un poco apenado por todo — Quiero decirte algo.

    — Lo que necesites — la chica sonrió con amabilidad, cosa que a Ace le gustó mucho, puesto a que sentía mucha calidez viniendo de ella.

    — No es algo que necesite, solo quiero agradecerte por hacer esto por nosotros — Ace habló de la forma más sincera que pudo — Y quiero pedirte perdón por haber dicho en voz alta que nos habíamos quedado solos. Tenías razón. Los tenemos a ustedes. La ausencia de Agustina es algo que siempre estará conmigo… Pero Arick y yo no estaremos nunca solos. Gracias por habérmelo dicho en su momento. No estaba pensando con claridad.

    — Descuida, Ace, no tienes por qué disculparte ni tampoco agradecerme — Natasha se sintió halagada con ese comentario — Ahora mismo, tanto tú como Arick nos necesitan a todos. No puedo hablar por los demás, pero sí puedo hacerlo por mí misma. Y de mi parte te prometo que nunca los dejaré solos. Mucho menos ahora. No te sientas como un invitado, siéntete como si esta fuera tu casa. Porque eso es lo que es. No lo dudes.
     
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  20.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo mío, como siempre es un gusto que hayamos podido juntarnos un finde más (y espero que siga siendo así por mucho tiempo). El capítulo de hoy ha sido tremendamente triste, aunque teniendo el precedente de la muerte de Agustina, era más que obvio que así sería. Más allá de eso, ha sido un gran capítulo lleno de emoción, dolor y tristeza bien plasmados. Por ende, comentaré lo más llamativo de todo ello.

    Comenzamos con el grupo en pleno conflicto con los Deoren y tras haber caído en las "trampas" enemigas. Gwyn y Thomas intentan comunicarse con Agustina sin éxito, y es ahí donde Xorxaik les advierte sobre el fatal destino de la que fuera mujer del comandante supremo. Una noticia que sienta como una losa para los que son sus amigos y compañeros, quiénes deciden no decirle nada a Ace hasta terminar con los enemigos restantes. A partir de ahí, pasamos a ver Natasha, Faron y Ace quiénes están defendiéndose de los enemigos, logrando salir airosos tras un combate frenético. En ese momento, los protagonistas se reúnen y llega el momento más duro del capítulo: la revelación a Ace de que Agustina está muerta. Un golpe demoledor para el comandante supremo, que por un instante enloquece y con razón. Sus amigos le muestran su apoyo incondicional, pero incluso así, el dolor permanecerá de por vida. :anicry:

    Después de haber terminado con el rescate (aunque las bajas han sido numerosas) y subir a bordo de la nave de regreso a casa, vemos a un Ace roto en su habitación junto a Alicia y Natasha, quién está alimentando a Arick. Alicia, que sabe lo que es perder a un amor, trata de consolarle conforme puede aún sabiendo que no existe consuelo alguno para algo así. Faron hace acto de presencia y se ofrece a cualquier cosa que su ídolo necesite, a lo que Ace pide que venga Gwyn. Esa petición se convierte, poco después, en la cesión de su cargo como comandante supremo a la actual comandante Fairin. Gwyn pasa a ser la comandante suprema, aunque accede solo durante un tiempo, dejando en el aire la posibilidad de designar a otra persona en el futuro. La cuestión es que Ace tiene claro que quiere librarse de responsabilidades y es totalmente lógico. Tras esto, les hace saber a sus amigos que quiere estar a solas en su camarote. Y acto seguido tenemos un flashback de él con Agustina que en otras circunstancias sería hermoso pero ahora es desgarrador, efecto que produce en el propio Lakor.

    La llegada a Edagr se da con el descubrimiento de que la vivienda de Ace ha sido saqueada por los famosos detractores, desvalijando prácticamente todo. Estos tipos no pueden ser más convenientes, haciendo semejante absurdez justo ahora que el tipo está de duelo por la muerte de su esposa. Harto de ello, Thomas decide que tomarán muy pronto cartas en el asunto y personalmente, me alegra que alguien quiera hacer ya algo al respecto. Creo que se les ha dejado ir demasiado lejos a los detractores de mierd* comenabos desagradecidos :aniscream:. Al margen de esto, los Lakor están sin hogar y Natasha les ofrece el suyo (nice move, Naty :eyebrow:) para que tengan un techo, a lo que Ace accede, muy agradecido con todos por su apoyo.

    Finalmente, vemos a Ace y Natasha en la casa de esta, donde tras haber puesto a dormir a Arick, se toman un té para relajarse. Y el hombre decide mostrarle una vez más su agradecimiento, pues en realidad él sabe que nunca va a estar solo; sus amigos estarán para él. Natasha solo le corrabora ese hecho, asegurándole que por su parte, estará siempre ahí. :nice:

    En fin, amigo, gran lectura la de hoy. Me da la sensación de que habrá salto temporal muy pronto, al menos, eso se percibe en el ambiente. Sin más, nos veremos el próximo finde. ¡Un gran abrazo! :kuku:
     
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