Ciencia ficción La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 9 Julio 2023.

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  1. Threadmarks: El dolor de seguir respirando
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    6352
    Saludos a todos los lectores que se hayan topado con este thread. Les doy la bienvenida a la parte VII de este pequeño universo que he estado ideando, creando y desarrollando desde el lejano julio de 2017 (hace un par de días se cumplen 6 años desde la publicación del primer capítulo de hecho :) ).

    A los que no sepan de qué trata todo esto, les dejo en mi blog el orden de lectura recomendado para esta historia, por si tienen interés en adentrarse más a este universo.

    A todos los que ya conocen la historia y están acá para ver su continuación, les doy un saludo y un gran agradecimiento por estar aquí. Especialmente a mi gran amigo Manuvalk que ha estado fiel a la trama desde día 1, y eso es algo que me alegra y por lo que voy a estar muy agradecido.

    También quiero dar las gracias a otros usuarios que no reciben una etiqueta para no recibir spoilers, pero aun así tengo en consideración pese a todo.

    Esta parte, a diferencia de la parte anterior, será mucho más breve y tranquila, contando con 20 capítulos menos, siendo solo 27 en total. Espero que pese a eso, sea del agrado de quienes lleguen hasta aquí. En mi blog dejo la cronología y la guía de personajes actualizada, por si requieren rememorar/consultar algo.

    Sin más por decir, les dejo la lectura.














    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente

    El dolor de seguir respirando:

    El sonido de una fuerte explosión que sacudió el suelo llamó la total atención de Natasha. Cuando la soldado miró en la dirección de la que provino el sonido, pudo ver como un edificio completo se derrumbaba en el lugar. En medio de una noche fría, la soldado no podía descifrar en dónde estaba. No sentía que las cosas estuvieran en su punto normal, sobre todo porque, al momento en el que se miró, notó que tenía puesto el uniforme de Black Meteor en lugar del que utilizaba luego de su paso al Zenith.

    ¿Qué ha sucedido? — preguntó en voz alta, con una gran confusión en su mente.

    Todo terminó — la voz de Ace sonó desde detrás.

    Al darse la vuelta, la chica pudo ver a su compañero portando el uniforme del Zenith y aproximándose a ella para hablar cara a cara sobre lo sucedido. Natasha no parecía recordarlo, pero las siguientes palabras que dijo Ace la sacarían de dudas.

    He asesinado al comandante Morris, y mis compañeros de Zenith se han marchado con los recursos necesarios para ir al espacio — Ace le confirmó a Natasha lo que había ocurrido — Cumplí el objetivo que me propuse.

    ¿Otra vez estoy aquí? — Natasha entendía todo y a la vez nada — ¿Por qué ahora mismo he regresado a este momento? ¿Todo lo demás ha sido un sueño?

    No entiendo de qué hablas, Natasha — Ace no sabía qué decirle al respecto — Esto es real. La misión de saqueo de recursos ha terminado, y ahora es tiempo de que nos alejemos de aquí. La explosión sin duda se habrá escuchado en un radio de varios kilómetros. La gente denunciará y las autoridades vendrán a investigar pronto. Tenemos que alejarnos de aquí antes de que alguien pueda identificarnos y tengamos problemas.

    Pero, todo lo que pasó después de hoy… — Natasha pronto empezó a pensar que quizá sí había sido un sueño — Jamás ha sucedido… Y ahora estoy aquí.

    Natasha, no sé por qué de repente estás hablando de esa manera — Ace no la comprendía para nada — Pero lo importante realmente ahora es que tenemos que abandonar este lugar. Y yo… quiero pedirte que vengas conmigo. Sé que dijiste que no, y entiendo tus razones, pero realmente me gustaría mucho que me acompañaras, Natasha. Tu compañía ha sido lo mejor que me ha sucedido mientras estaba con Black Meteor. Quizá haya sido la única cosa buena. Pero ahora, no tengo otro sitio a donde ir más que el Zenith.

    Ace, ¿tú realmente me estás diciendo la verdad? — Natasha sonreía por los halagos recibidos.

    Fuiste la primera persona que no me mintió — Ace fue honesto con ella — Eres quien más merece la verdad desde mi parte. Pero… sea lo que sea que elijas, vas a tener que contestar rápido. En menos de dos minutos, tú y yo ya tenemos que haber abandonado este lugar. Da igual el destino que sea. Entonces, ¿quieres acompañarme?

    A Natasha le vinieron a la mente miles de pensamientos que casi desbordaban su memoria. No entendía si todo lo que había sucedido luego del momento en el que ella se encontraba se trataba de un sueño, de una premonición, o quizá de recuerdos de un futuro cercano. Pero eso no le importaba. Ella recordó el momento en el que dejó marchar a Ace al Zenith para quedarse en Black Meteor y todo lo malo que le pasó a raíz de esa decisión. La relación con Shun, el terror en un planeta donde cruzaron a los berrod, el ataque de Michael a su base en su infiltración, el incidente con los triyr, y todo lo que ocurrió tras su llegada al planeta Edagr.

    Tenía la oportunidad de evitar que esos momentos dolorosos fueran reales, y no solo eso, también tenía la posibilidad de vivir lo que ella deseó con tantas ganas. Una vida junto al compañero de quien, en poco tiempo, pero con tan buenos momentos, se había enamorado. Lo tenía más que claro, y en esa oportunidad no lo dejaría ir.

    Natasha se acercó a Ace y lo tomó del brazo, para luego apoyar cariñosamente su cabeza sobre su hombro.

    Acepto — Natasha cerró los ojos, no para intentar despertar, sino para corroborar que no se trataba de un sueño — Tú y yo nos iremos juntos al Zenith.

    ¿Y tu familia? — preguntó su compañero.

    Le pediré ayuda a Magnus para que me ayude a contactarlos, y a que puedan cruzar la frontera — Natasha encontró una solución rápida para ese problema — Ahora mismo, lo importante es salir de aquí.

    Cierto — Ace le sonrió, alegre por tener la oportunidad de vivir junto a ella — Luego de haber logrado cumplir mi misión, me he ganado la ciudadanía que Magnus me prometió. Me aseguraré de que tengas lo mismo que yo. Y trataré de que podamos formar un hogar, aunque si tenemos que viajar al espacio, poco tiempo estaremos allí.

    Natasha no dejaba de asombrarse acerca de cómo Ace, pese a no ser demasiado experimentado, tenía una enorme parte de su vida planeada para ambos. Y no podía estar más agradecida por haber tomado la decisión correcta en esa ocasión. No volvería a dejar que nadie la lastimara, no mientras se encontrara junto con Ace.

    La pareja de soldados avanzó hasta un vehículo, una motocicleta, la cual pertenecía al soldado con más tiempo en el Zenith. Ambos subieron al vehículo, y cuando Ace lo puso en marcha, dejaron esa escena tan triste atrás.

    Natasha miró atrás y susurró unas palabras solo para ella.

    Adiós, Black Meteor — sabiendo que iría a una vida mejor, ella no temió por decir esa clase de cosas.

    […]

    En el momento en que Natasha abrió los ojos, pudo notar que todo lo que acababa de experimentar se trataba de un sueño. La soldado, ascendida a comandante tras la muerte de Magnus en las primeras horas de la guerra contra los edagrianos, analizó sus alrededores. El sitio en el que se encontraba era una casa de gran tamaño, con ella situada en una cama que ocupaba una habitación repleta de muebles. Por la ventana que había se filtraba algo de luz, por lo que ella se dio cuenta de que su hora de dormir terminó.

    El sueño que había tenido fue de los más hermosos para ella, pero tras comprobar que se encontraba en el mundo real, optó por levantarse. Una expresión de tristeza se notaba desde lejos en su rostro. En el lugar que ella había elegido para vivir, se encontraba totalmente sola. Todos sus otros compañeros optaron por una casa para vivir junto a sus parejas, y ella, al no tener a nadie acompañándola, no tuvo más remedio que estar sola en ese gran sitio.

    La humanidad cobró el planeta Edagr como su nuevo hogar tras la erradicación de la especie que había intentado hacer lo mismo con ellos en el pasado. Una nueva vida en un nuevo mundo era algo a lo que tendrían que acostumbrarse, y a Natasha le costaba bastante. Esos seres eran de un gran tamaño, y así también eran los objetos en sus casas. La cama sobre la que dormía la comandante era enorme. La mesa en la que tendría su desayuno era amplia, y la silla sobre la que se sentó era tan grande que solo un ser humano realmente corpulento y de gran altura tendría problemas para entrar allí.

    Natasha comió un poco de los suministros de guerra que quedaron tras acabar la última batalla. Si bien, se había confirmado que los edagrianos comían cosas compatibles con sus sistemas alimenticios, la chica no tenía ganas de experimentar todo tan rápido, y mientras más pudiera prolongarlo, mejor se iba a sentir.

    Tan pronto como desayunó y se lavó la cara y los dientes, la chica salió de su casa. Al hacerlo, vio una calle desierta frente suyo. Estaba consciente de que las cosas serían distintas cuando toda la humanidad estuviera de vuelta, pero mientras tanto, solo soldados humanos habitaban ese mundo nuevo. La chica estaba dispuesta a irse a una reunión cuando algo le llamó la atención.

    Al mirar en una dirección, pudo notar como Alicia se escabullía entre los edificios de la calle de enfrente. Curiosa, puesto a que estaba sola, decidió seguirla. Sabía que ella había perdido a la que era la persona más importante de su vida, y tras haber recordado que Wagner se suicidó en una situación similar, optó por no dejarla sola. La muerte de aquel soldado pesó en ella pese a haberlo conocido muy poco e interactuar menos con él. Además, ella sabía que la muerte de Alicia pesaría incluso más en sus compañeros, lo que le daba más motivos para ir tras ella.

    Tuvo que apresurar su paso, pero sin delatar sus intenciones. La comandante siguió a Alicia a las afueras de la ciudad, que a pocos metros de distancia daba paso a un bosque enorme, como casi todo en el planeta. Para que no se le terminara escapando, tuvo que acelerar todavía más su avance, y debió tener el doble de cuidado para no pisar una hoja y una rama. Con un sigilo impecable, Natasha pudo seguirla sin dificultad, hasta que su compañera se detuvo frente a un claro en el cual había nada más que un par de hojas de árboles caídas. Fue en ese punto que Alicia se arrodilló y rompió en un llanto muy ruidoso.

    Eso le hizo entender que quizás se había alejado para asegurarse de que nadie la escuchara. Se sentía un poco mal por haberla seguido, pero creyó que había hecho lo correcto. Para evitar malentendidos, le dejó un tiempo de privacidad, en donde Alicia no dijo ni una sola palabra. Solo dolor y lágrimas salían de ella. Tras el paso de unos minutos, ella se tranquilizó un poco, pero no por eso dejó su llanto. Viendo esa como una oportunidad para revelarse, decidió aprovecharla.

    — Hey — le dijo con suavidad.

    Alicia se asustó un poco, pero cuando se dio la vuelta y vio a Natasha detrás, supo que no corría peligro alguno. La chica estaba con sensaciones conflictivas. Se sentía bien por tener a alguien con quien hablar, pero a su vez le causaba algo de incomodidad pensar que Natasha pudo haber oído todo su llanto, lo que ella quería que no ocurriera. Sin embargo, no quería tener ninguna clase de problema, por lo que simplemente devolvió su saludo.

    — Hola, Natasha — Alicia se sentó — Buenos días.

    — Buenos días — la chica se dio cuenta de que no saludó apropiadamente — Descuida, yo acabo de llegar — supo que lo mejor era mentir — Sé que… debes estar en un momento delicado, y quise hacerte compañía. ¿Puedo sentarme contigo?

    — Sí, claro que puedes — Alicia la invitó a que lo hiciera.

    Agradecidas ambas de que tendrían algo de compañía en esa mañana, las dos se sentaron juntas. Tan pronto como Natasha ocupó un lugar junto a ella, Alicia intentó forzar una sonrisa para no ponerla incómoda, pero le fue imposible. En su lugar, decidió expresar lo que le afligía.

    — Vine aquí porque necesitaba desahogarme — Alicia no sonaba muy bien — Sé que han pasado días desde su muerte, pero el dolor no se aleja de mí. Lo extraño cada noche. Cuando me di cuenta de que mi familia murió, no fue una noticia tan fuerte porque era algo que yo ya sabía, pero que simplemente tardó en regresar a mi mente. Además, él estuvo ahí para mí. Michael fue la persona que me dio la fuerza que me faltaba para poder continuar… y ahora, ya no está. Ese maldito bastardo lo asesinó. Me lo arrebató de mi vida.

    Las palabras le causaban un gran dolor a Natasha. No podía llegar a imaginar lo que era perder a alguien tan importante como lo era Michael para ella. Si bien, ella consideró que había perdido a Ace en el momento en que lo dejó ir, no había una relación entre ambos, sumado al hecho de que Ace permanecía vivo. Al no saber qué responder, Natasha simplemente optó por empatizar con ella.

    — Me duele mucho su pérdida — Natasha sabía que debía decir algo de ese estilo — Él era un buen comandante, y también una buena persona. Me agradó mucho cuando tuve la oportunidad de conocerlo mejor. Y sé que es difícil para ti. Yo he perdido a mis amigos, pero sé que no es lo mismo.

    — No se trata de quien ha sufrido o perdido más — Alicia no se sentía mejor escuchando eso — Saber que hay gente que ha perdido a más personas que yo no me lo devolverá. Y eso es lo único que quiero. Ahora… ahora estoy sola.

    — Eso no es verdad — Natasha vio una oportunidad para ayudarla — Estoy aquí contigo, Alicia. Y voy a ayudarte a continuar. Tus amigos también lo harán. Sé que nunca podremos reemplazarlo, porque las personas son irremplazables. Uno puede reemplazar a un soldado, o a un comandante, pero nunca a un amigo o a un amor. No lo he descubierto por las buenas, pero es la verdad. Nadie en el mundo lo podrá reemplazar, pero te aseguro que ninguno de nosotros te abandonará. Siempre que nos tengas a nosotros, estarás acompañada. Y, además, nosotros también te tendremos a ti.

    De todas las palabras que Natasha había dicho, esas fueron las que a Alicia más le habían gustado. Con todo su sufrimiento volcado en la partida de Michael, olvidó temporalmente que tenía a varios amigos junto con ella para hacerle compañía. Pero lo que le ayudaría a no olvidarlo jamás fue el hecho de que Natasha estaba frente a ella en ese momento. La chica limpió las lágrimas que brotaban de su ojo sano, y luego de eso le dio un fuerte abrazo a Natasha. No uno de dolor, sino uno que expresaba alegría. Natasha devolvió el gesto y se puso a sonreír, sabiendo que había podido hacer lo correcto.

    — Es solo que… — Alicia soltó a Natasha luego de empezar a hablar — Me será muy difícil seguir siendo una soldado. No partí al espacio teniendo una formación completa. Se suponía que mis tíos nos instruirían en el aspecto militar. Mi primer día oficial como soldado, fue en presencia de Michael. No tengo idea de cómo seguir. No sin él.

    — Entonces no tienes por qué hacerlo — Natasha tomó un atrevimiento para con ella — Ya hemos ganado la guerra y revelado el gran misterio de la humanidad. La Gran Catástrofe sigue presente en todos nosotros, pero es un capítulo de nuestras vidas que ha quedado cerrado. No tienes por qué ser una soldado si no lo deseas. Antes, la milicia era más una obligación que una elección personal. Ahora que nuestra vida va a cambiar, puede ser diferente. Puedes empezar de nuevo. Después de todo, para eso estamos en este mundo.

    Lo que ella le había dicho la dejó pensando seriamente. Alicia no había considerado nunca la idea de renunciar a su rango de soldado del ejército, pero lo cierto es que tampoco tenía idea de qué tipo de puesto podría ocupar. Supuso que, teniendo en cuenta que ella era una exploradora, podría seguir dedicándose a esa clase de tareas, pero sin empuñar armas ni verse envuelta en conflictos.

    — Lo tengo que pensar — Alicia era consciente de que no sería sencillo — Pero gracias por abrirme los ojos, Natasha. Me alegra que estés aquí. ¿Te gustaría que fuéramos a caminar por el bosque? No veo medidas de protección. Quizá sea una zona segura.

    — Lo es — Natasha respondió — Yo exploré este lugar en la búsqueda de posibles sobrevivientes. No hay animales peligrosos aquí. Podemos tomarnos el tiempo para caminar.

    […]

    Luego de haber pasado toda la mañana en ese bosque, mirando los paisajes que ese nuevo mundo, tan similar a la Tierra, tenía para ofrecer, las dos mujeres regresaron a sus hogares, más concretamente al lugar donde vivía Natasha. Para no estar solas tanto tiempo, decidieron que compartirían el almuerzo en la medida de lo posible.

    Natasha preparó algo con la comida que tenían los edagrianos en sus casas. Dado a que esta vez iba acompañada, sentía que podía experimentar un poco. Mientras ella cocinó, Alicia simplemente la veía con una mirada apagada. Quería sonreír, pero algo en su interior se lo impedía. Sabía exactamente lo que era, pero eso no lo hacía más sencillo.

    En cuanto la comida estuvo lista, ambas se sentaron juntas a la mesa y compartieron un delicioso plato de algo que tenía la apariencia similar a una pasta, tanto en contextura como en sabor. En el momento en que quedaba poca comida en el plato de ambas, la puerta sonó. Natasha no había cerrado con llave, por lo que la persona que estuviera del otro lado podría entrar.

    — ¡Adelante! — gritó la comandante.

    La puerta se abrió y tras ella apareció Agustina. La chica parecía estar algo nerviosa, pero esa expresión en su rostro se desvaneció cuando vio a sus compañeras juntas en el mismo sitio.

    — Oye, hay un timbre, no hay que golpear la puerta — Natasha dijo en un tono de burla.

    — Lo siento, no lo vi — Agustina se sentía un poco apenada por eso.

    — Descuida, yo tampoco lo vi al entrar aquí — Alicia contestó, queriendo hacer un comentario gracioso.

    Pese a sus intenciones, no hubo risas de ninguna de las tres. Pese a que podrían haber reído en otro momento, la guerra que habían tenido seguía siendo un evento reciente como para poder vivir como si nada. Para cortar un pequeño silencio incómodo, Agustina manifestó sus intenciones.

    — Lamento interrumpirlas en la hora de la comida — decía la soldado — Pero es que estábamos haciendo unos trabajos.

    — ¿Qué clase de trabajos? — preguntó Natasha con cierta curiosidad.

    — Aunque tarden más de un mes en llegar, pronto el resto de la humanidad estará aquí — Agustina les comentó de qué iba su trabajo — Ace, Gwyn, Thomas y yo estamos realizando algunos arreglos. Queremos que la gente tenga sitio para vivir cuando lleguen aquí. Estamos analizando información junto con la ayuda de Xorxaik, pero sigue siendo demasiado solo para nosotros cuatro. Por eso estaba buscándolas a las dos.

    — ¿Qué hay de Noak y Gina? — Natasha se sorprendió de que no los mencionara.

    — Eso es otro asunto del que quería hablar — Agustina estaba esperando para revelarlo, pero decidió hacerlo allí — Como Magnus se ha ido, la humanidad va a necesitar de un líder. Pero ninguno de nosotros tiene una gran idea de cómo se supone que hay que liderar a tanta gente.

    — ¿Y qué tienen que ver Noak y Gina con eso? — Alicia preguntó con curiosidad.

    — Hay una persona en este mundo que ha liderado una vez — Agustina les hizo entender por dónde iba el asunto — Abel Hartka. Según los reportes, no ha muerto en la guerra. Y Faron nos ha dicho que no se encuentra escondido entre los tripulantes de las naves que van a Garak a buscar al resto de la humanidad. Lo que quiere decir que podría estar vivo, escondiéndose aquí. Ace lo quiere, pero no para liderar, sino como un consejero.

    — ¿A Abel? — Natasha se sorprendió demasiado por eso — Es un cobarde, y probablemente el mayor responsable en todo esto.

    — Sí, pero eso no quita que no podamos usarlo — Agustina quiso tranquilizar a Natasha — Claramente, él no trabajará por dinero, lo obligaremos a que trabaje como… “voluntario”.

    — Es lo que merece — Alicia también compartía resentimiento para con aquel hombre — Suficiente tenemos con que haya desertado. Sería agradable que lo traigan arrastrándose para obligarlo a ser útil por una vez.

    — Noak y Gina lo están buscando — Agustina contó — Y queríamos pedirte a ti también que participaras de esa misión, Natasha. Tú lo conoces, quizá no mucho, pero sí más que nosotros. Pero ahora, necesitamos un poco de ayuda para organizar a toda la gente que pronto vendrá a este mundo.

    — Cuenta conmigo — Natasha, quien había terminado de comer mientras Agustina hablaba, se puso de pie — ¿Alicia?

    — Agustina, ¿podría empezar a ayudar desde mañana? — Alicia no se sentía con deseos de irse — No es que no quiera ayudarles, es solo que… tengo que pensar en algo.

    — Claro, Alicia, entiendo cómo te sientes — Agustina se acercó a ella para colocar su mano sobre el hombro de su compañera — Sabes que estamos todos nosotros para ti. Y que nos puedes pedir lo que te haga falta. Si necesitas tiempo, no somos quienes para negártelo.

    — Muchas gracias — Alicia se sentía apreciada por eso — Mañana las ayudaré. Lo prometo.

    — Mientras tanto, nosotras podemos acudir a ese sitio — Natasha lo dijo dispuesta a ayudar.

    Una vez que Alicia terminó de comer, las tres chicas levantaron la mesa y lavaron lo que habían ensuciado. Agustina ayudó pese a no haber comido nada junto a ellas, todo con tal de que pudieran ir más rápido a ayudar a sus compañeros en su tarea. Tan pronto como todo estaba limpio, las tres salieron de la casa.

    Alicia se despidió de ambas dándoles un abrazo a cada una, para luego irse a su hogar, en donde tenía algo importante para pensar, lo cual había surgido de una charla que tuvo con Natasha en la mañana. Ella, por su parte, se fue junto con Agustina al sitio donde Ace, Thomas y Gwyn se encontraban trabajando.

    […]

    — Perdón por la suciedad — Thomas decía mientras le daba la bienvenida a Natasha a la estación de trabajo — Este lugar estaba cubierto de polvo cuando llegamos, pero nos costaría mucho limpiarlo. Bienvenida, por cierto.

    Natasha y Agustina entraron al lugar. Era una gran sala de máquinas con unas siete en total, probablemente, un centro de cómputos para administrar recursos. Cada uno de ellos tenía asignada una máquina para realizar su trabajo, mientras que Xorxaik, el robot construido por Allecreod, les ayudaba a procesar la información.

    Ace y Gwyn se pusieron de pie para recibir a Natasha con gusto, dado a que apreciarían mucho su ayuda.

    — Me alegra verte — Gwyn lo dijo con una sonrisa — ¿Alicia?

    — Se ha quedado en su casa — Agustina contestó — Lamento haberme olvidado mi dispositivo para comunicarme aquí.

    — No pasa nada, con tanto trabajo, es normal — Ace pronto se dirigió a Natasha — Te explicaré cómo estamos trabajando. Xorxaik tiene almacenada toda la información que nos envió Nick. La está procesando y enviando a nuestras computadoras. Estamos asignando lugares a todas las personas dependiendo de sus áreas de trabajo y su grupo familiar. Por ejemplo, si tenemos una pareja de agricultores con cuatro hijos, los enviamos a una casa cerca de plantaciones.

    — Vaya, veo que se llevan bien con la tecnología edagriana — Natasha se sorprendió para bien con ese tema — ¿Descubrieron algo interesante?

    — Yo descubrí que los edagrianos comían los peces que extraen de sus ríos, lagos y mares — Thomas contestó a su pregunta — Pero se toman muy enserio eso de no contaminar la naturaleza. Pescan usando redes. No han desarrollado barcos. Es más, dudo incluso que hayan sabido lo que es o lo que hace una embarcación.

    — ¿Ni siquiera usaron madera para fabricarlas? — Natasha preguntó.

    — Probablemente para ahorrar madera — Gwyn dijo lo primero que se le ocurrió — Sin duda, tienen un estilo de vida muy diferente al nuestro. Pero a la vez, más sustentable.

    — Será cuestión de adaptarse, me acomodaré en una máquina y empezaré a trabajar — contestó Natasha mirando al robot, que no parecía hacer nada más que estar parado allí — ¿No han pensado en dejar que Xorxaik utilice el sistema de cámaras para rastrear a Abel?

    — Lo pensamos, pero lo necesitamos más para procesar más velozmente toda la información que tenemos — contestó Ace — Es importante que le demos a la humanidad un buen hogar. Tener a Abel no es algo que nos quite el sueño, solo lo usaríamos para que nos ayude.

    — Espero que Noak y Gina lo encuentren — Natasha expresó su deseo en voz alta — Empezaré a trabajar.

    Tal y como lo había dicho la comandante, todos los presentes en la sala tomaron una computadora para poder realizar las asignaciones correspondientes. Thomas y Gwyn se encargaban de asignar a los soldados que habían marchado al planeta Garak a buscar a su gente, mientras que Ace, Agustina y Natasha se ocupaban de los civiles. Era un trabajo agotador, no solo por el enorme volumen de información que Xorxaik les daba, sino también por el hecho de que a veces cometían errores ligados al manejo de tecnología edagriana. Gracias a Xorxaik, pudieron cambiar los idiomas de la interfaz de dichas máquinas al idioma que manejaban ellos, pero eso no quería decir que fueran expertos en usar tecnología no diseñada para seres humanos.

    Eso era otro punto que tendrían que tratar en el futuro. Cuando todos los humanos con vida estuvieran allí presentes, tendrían que redirigir las actividades en Edagr para orientar al mundo a que fuera un hogar para humanos. Las nuevas casas y objetos cotidianos que desarrollarían serían para uso humano. No podían vivir eternamente en un mundo con cosas diseñadas para otros seres, y en vista de que habían reclamado ese planeta para ellos, no tenían por qué hacerlo.

    Las horas fueron pasando, y el cielo en el nuevo mundo en el que vivían no tardó en volverse de un color anaranjado rojizo. Eso era la señal de que debían detenerse. Agustina, Thomas y Gwyn, quienes estaban desde temprano trabajando, se fueron de sus estaciones y esperaban que Ace hiciera lo mismo. Sin embargo, el comandante no se levantaba de su lugar, cosa que les llamó mucho la atención.

    — ¿Ace? — Agustina quería ver si no se sentía mal — ¿Todo está bien?

    — Así es. Es solo que quiero terminar con esto — el comandante contestó para tranquilizarla — Tengo a cinco familias numerosas y no sé donde ubicarlas para que no tengan una distancia muy grande a sus trabajos. Juro que me levantaré cuando termine con esto.

    — Pero llevas trabajando desde temprano — Natasha le decía — Mereces un descanso.

    — De la misma forma en que estas personas merecen tener un buen sitio en el que vivir cuando lleguen aquí — refutó Ace a lo dicho por la otra comandante — Pueden irse si quieren. Pero yo no quiero dejar este trabajo tan pesado para mañana.

    — No tenemos nada para preparado para comer en casa — Agustina decía a todos sus compañeros — Tenemos que ir rápido porque no hemos analizado aún como funciona la tecnología de cocina. Si no lo hacemos, quizá no podamos cenar hoy.

    — Vayan ustedes — Natasha lo dijo como una forma para que pudieran irse a comer — Yo sé como funcionan las cosas en mi casa. Puedo quedarme un poco más. Me aseguraré de que Ace no trabaje demasiado.

    — Gracias por la ayuda, Natasha — contestó Ace — Pero tú también deberías irte.

    — Ni hablar, alguien se quedará aquí para ver que no pases toda la noche trabajando — Natasha contestó en un tono de regaño — Pero ellos necesitan ir a comer. No puedo dejarlos pasar hambre.

    — De acuerdo, quédate, quizá me puedas ayudar — Ace sonrió al ver la consideración de la chica.

    — Te estaré esperando en casa, Ace — Agustina se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

    Fue así como los tres se marcharon a sus casas, mientras que Natasha quedó a solas con Ace en el trabajo. Tal y como había dicho, la chica quiso asegurarse de que él no trabajara de más, dado a que él parecía estar muy decidido en su plan para darle un hogar digno a todos los humanos que estuvieran por llegar a ese mundo.

    Mirando como Ace realizaba movimientos y cálculos con el ordenador, la chica quiso hacerle una pregunta.

    — Sabes que puedes terminar esto mañana — Natasha le decía — ¿Por qué no te vas a descansar?

    — Estoy en deuda con los sobrevivientes — Ace lo dijo en un tono algo enigmático — Hoy por la noche me desperté aterrado. Soñé con el momento en el que di la orden a los soldados de que empujaran a la gente para que nuestra nave despegara.

    — Pero tuviste que hacerlo — Natasha no quería que se torturara más por eso.

    — Lo que tenía que hacer era salvarlos a todos — Ace contestó con algo de tristeza mientras daba los toques finales a su trabajo — Pero como no pude, me tengo que asegurar de darles a los sobrevivientes una vida digna para compensar el hecho de que les conseguí sus vidas a cambio de las de otros.

    Natasha se sentía conmovida por esa declaración por parte de Ace. Verlo tomando una iniciativa por ese motivo le parecía un pensamiento muy noble, algo que claramente era una característica propia de él. Con cariño, la chica puso sus manos sobre los hombros del comandante, para hacerle saber que no tenía que dejar que eso consumiera su vida.

    — Solo no dejes que eso te atormente — le dijo con serenidad — No lo mereces. No mereces nada malo en tu vida.

    — Descuida, ya terminé — Ace apagó la computadora tras haber finalizado — Podemos irnos a casa. Xorxaik seguirá procesando información para nosotros, esto apenas es el comienzo.

    — Me alegra que hayas terminado — contestó Natasha con alegría — Vámonos.

    Ambos comandantes abandonaron esa estación de trabajo sabiendo que el día de mañana los esperaba mucho más trabajo. Pese a que no quedaban demasiados humanos, puesto a que solo había sobrevivientes de dos países, era una cantidad inmensa para solo cinco trabajadores.

    Sin embargo, podrían tener todo el tiempo para pensarlo al día siguiente. En el trayecto a sus casas, notaron que las luces de varios edificios alumbraban el lugar luego de que el cielo nocturno se colocara sobre ellos. Podían mirar a los alrededores y veían calles amplias, a lo que a Ace le vino un recuerdo de algo que notó en sus primeras horas de trabajo.

    — Esos vehículos que usaban los edagrianos… — Ace mencionó, ganándose la atención de Natasha — Serán solo para nosotros los del ejército. Son muy pocos como para poder distribuirlos entre los ciudadanos. Se ve que no son demasiado agradables con el ambiente, caso contrario, habrían fabricado más.

    — Tienes planeadas muchas cosas, y todas tienen su lógica detrás — Natasha se sentía asombrada — Quizá tú podrías tomar el lugar de Magnus.

    — Agradezco la consideración, pero no me veo capaz — Ace lo decía con cierta tristeza — Magnus era irremplazable. Por eso quiero capturar a Abel. Él tiene que pagar el precio de haber sobrevivido en su lugar.

    — Y lo pagará — Natasha quería tener el privilegio de verlo — Me aseguraré de eso. Descuida.

    El camino a casa entre ambos se mantuvo en silencio hasta que llegaron a la vivienda que Ace y Agustina eligieron para ellos, estando la de Natasha a pocos metros de distancia del sitio.

    — Oye, sé que Agustina habrá cocinado bastante — Ace confiaba en que ella haría algo así — ¿Te gustaría cenar con nosotros?

    — Me alegra que me invitaras, Ace — Natasha se sentía muy apreciada — Pero ha sido un día largo de trabajo. Estoy segura de que ella solamente quiere a su prometido esta noche. Ya habrá tiempo para que cenemos juntos, descuida.

    — Entiendo, respeto tu decisión en ese caso — Ace le dijo con una sonrisa — Será hasta mañana, Natasha.

    — Hasta mañana, Ace — Natasha sentía grandes deseos de saludarlo con un beso en la mejilla, pero sabía que no correspondía hacer algo así.

    Ambos se saludaron y luego de eso, Ace entró a su vivienda mientras que Natasha esperó a que la puerta se cerrara para irse a su hogar, con una expresión de tristeza en su rostro. Como si tuviera un deseo esperando por cumplirse, sabiendo que nunca llegaría.

    Tan pronto como Ace entró a su casa, sintió un aroma delicioso para él. La mesa principal estaba en la entrada, y Agustina estaba sirviendo en platos lo que había preparado, dado a que escuchó su voz desde el interior del lugar.

    — Bienvenido a casa, amor — Agustina se le acercó y lo saludó con otro beso a la mejilla.

    — Vamos, no puedo haber estado trabajando más de una hora — Ace apreció el gesto de ella — ¿Qué preparaste?

    — Algo que se parecía mucho a una calabaza — contestó Agustina — Hice un poco de sopa, veremos si tiene buen sabor.

    — Si fue hecho por ti, lo tendrá — Ace halagó a su pareja — Siempre fuiste buena para estas cosas.

    — Tú también lo eres — contestó Agustina, algo sonrojada.

    — En ese caso, mañana me explicarás como funciona todo esto, y cocinaré yo — Ace dijo, a lo que ambos soltaron una pequeña risa — Pero por ahora, vamos a comer juntos.

    Sentados uno al lado del otro en esa gran mesa, ambos disfrutaron de la comida que Agustina había preparado. Pese a que fue un plato preparado con alimentos y tecnología de cocina edagriana, podían notar un gran sabor en el alimento. Claramente, el suelo de aquel mundo tenía otras propiedades al de la Tierra, lo que le daba a la comida, por lo menos a la que era cultivada, un sabor diferente pero no por eso menos exquisito que el de las cosas en la Tierra.

    En el momento en que terminaron de comer, ambos lavaron los platos y limpiaron la mesa juntos, mostrándose mutuamente una sonrisa de felicidad por poder compartir el tiempo que tenían y que habían ganado tras finalizar la guerra. Eran conscientes de que varios de sus compañeros dieron sus vidas para que tuvieran momentos así, y que tenían que disfrutar lo que tenían para honrar su sacrificio.

    Una vez que todo estuvo limpio, Agustina tomó a Ace de la mano y ambos fueron juntos a la cama que compartían juntos. Quitaron el cobertor que tenía encima y se recostaron cerca el uno del otro. Fue en ese momento en el que Ace quiso decirle algo.

    — ¿Sabes? Intencionalmente hice que un juez ocupara un puesto de trabajo que queda cerca de nuestra casa — Ace lo decía con entusiasmo — Cuando la humanidad llegue, daremos una semana para que puedan adaptarse a nuevos empleos. Y entonces, cuando todo ya esté listo, me casaré contigo.

    Escuchar esa noticia fue algo que dejó a Agustina muy feliz, tanto que no pudo evitar la tentación de darle un beso a su prometido. No creyó que Ace realizaría algo como eso por ambos, pero lo había hecho, lo que quería decir que siempre tenía pendiente el deseo de ella.

    — Realmente soy la mujer más afortunada del mundo — decía para luego darle un beso en el cuello.

    — ¿Y eso por qué? — preguntó Ace, con una sonrisa.

    — Porque tengo al novio más maravilloso de este mundo — contestó con ternura.

    Agustina quitó el cobertor de encima de ambos para luego colocarse ella misma por encima de Ace, este se vio sorprendido, pero pronto descubrió cuales eran sus intenciones cuando ella tomó sus manos y las colocó cerca de su cintura. Ace fue levantando las manos hasta llegar a los pechos de su pareja, para luego empezar a acariciarlos con la delicadeza con la que solía hacerlo. Agustina entonces empezó a quitarse su ropa, lentamente, mientras se aseguraba de que Ace no dejara de tocarla. Ace, viendo que ella había empezado, no quiso quedarse atrás, por lo que se quitó la camisa que tenía puesta, dejando al descubierto sus pectorales y su abdomen. Agustina colocó una de sus manos en el abdomen de Ace y la otra alrededor de su cuello, para luego acercarse a él y empezar a besarlo en la boca. Su pareja respondió de la misma forma, colocando una mano alrededor de su cintura y la otra en su espalda.

    Ambos se mantuvieron de esa manera hasta que finalmente terminaron sin ropa y comenzando con lo que fue la primera relación sexual que tenían en mucho tiempo. Luego de tanto tiempo temiendo por sus vidas, ese miedo se había ido, y no dudaron en entregarse a la pasión que sentían y que habían tenido que dejar de lado por varios días. Disfrutaron de ese momento tanto como la primera vez que lo habían hecho y de la cual habían pasado ya numerosos meses.

    Una vez que su pequeña aventura había terminado, ambos quedaron cerca el uno del otro para poder dormir cálidos y bajo las sábanas para evitar sentir el frío de la noche en sus cuerpos desnudos. Agustina quedó dormida muy pronto, mientras que Ace, con una sonrisa en su rostro, pensó en las cosas que le había dicho su novia antes de iniciar con aquel acto.

    — Ahora que lo pienso, yo también soy afortunado de tenerte conmigo. Tu compañía es una bendición para mí — Ace cerró los ojos, y extendió su mano para poder acariciar tiernamente el vientre de su pareja — Quién sabe. Quizá en el futuro haya una nueva bendición en nuestras vidas.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, después de una larga espera, finalmente ha llegado la séptima parte de esta grandiosa historia que escribes. Estaba deseando poder ver cuál iba a ser el próximo capítulo en las vidas de estos personajes y ya ha comenzado ese viaje, así que sin más dilación, pasaré a comentar este primer capítulo. :dancecat:

    Comenzamos con lo que resulta ser un sueño de Natasha, ubicándose en el momento en el que la pelea por los recursos entre Black Meteor y Zenith ha terminado, con los consiguientes sucesos tales como la muerte de Morris, etc. En el sueño, Ace invita a Natasha a unirse a él y comenzar de cero, algo que si bien no sucedió, Natasha hubiese querido hacer (o al menos le hubiese gustado XD). Tras esto, la mujer y comandante despierta con la tristeza que conlleva recordar al amor de tu vida, el cuál ahora está prometido con otra chica. Natasha se prepara para tener una reunión, no sin antes apreciar como es la casa en la que vive (lamentablemente sola) y revelar que la comida edagriana es comestible para los humanos, algo que sin duda ayuda a colonizar mucho más rápido Edagr.

    La chica sale de su vivienda e inesperadamente logra divisar a lo lejos a una Alicia que se escabulle y se va a las afueras de la ciudad. Natasha la sigue sigilosamente, descubriendo que la mujer está sollozando y sufriendo la pérdida de Michael. Natasha decide revelarse ante Alicia y ambas comienzan a hablar sobre sus pérdidas y sobre el dolor que debe estar sintiendo especialmente la propia Alicia. Sin embargo, ambas logran hacerse sentir un tanto mejor, abrazándose (ya que ambas están solas, estaría bien que se hiciesen buenas amigas). Acto seguido, van a comer a casa de la comandante y se les une Agustina, para así llevarse a Natasha consigo a una reunión mientras Alicia se queda atrás para pensar en sus cosas. Natasha y Agustina se encuentran con Thomas y Ace en una sala en la que también está Xorxaik y que tiene varias máquinas que al parecer, procesan datos, algo en lo que el robot está ayudando. También el ingeniero Nick.

    Vemos que han estado viendo como estructurar la nueva sociedad y por ende distribuir a las familias humanas en la colonia. También se ha habla sobre que Noak y Gina están de misión, la cuál es encontrar a Abel, para quién tienen un propósito. El ex líder de BM servirá como consejero para aquel que termine siendo el nuevo líder de la humanidad, puesto vacante tras la muerte de Magnus. Ojalá la pareja lo encuentren, creo que sus personajes tienen una buena misión entre manos para crecer en la trama y tener más relevancia. Tras hablar un rato, deciden que es hora de irse a descansar pero Ace debe acabar de ubicar a varias familias numerosas y no quiere irse si hacerlo. Natasha se ofrece a ayudarle y es así como tanto ella como Ace se quedan a solas (bueno, Xorxaik está ahí XD). :blue:

    Una vez Ace termina su tarea, ambos emprenden el camino a sus hogares. Se despiden tras hablar brevemente y vemos que Natasha sigue enamorada de él, porque tiene que contenerse para darle un beso en la mejilla. Está claro que ella sigue interesada en Ace pero no tiene más opción que resignarse a dejarlo ir. Natasha se va a su casa y Ace a la suya, donde Agustina ha cocinado la cena y la pareja llena sus estómagos. Finalmente, el capítulo termina con Ace y Agustina manteniendo relaciones sexuales (bebé en camino, siuuuuuuuu, se viene la dinastia Lakor XD) mientras piensan en el futuro.

    Bueno amigo, ha sido un comienzo bueno y tranquilo, me ha gustado. Estoy deseando ver que se viene de ahora en adelante, sobre todo la posibilidad de un salto temporal que no he visto aquí. Tendré que esperar, supongo. Será hasta la próxima. ¡LGC está de vuelta! :nice:
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    7006
    Saludos a los lectores de la historia. Llegó el tiempo de publicación de un nuevo capítulo de esta parte VII.

    No voy a explayarme mucho, más allá que dar a conocer que una gran mayoría de capítulos de esta parte tendrán una duración aproximada que oscilará entre la del capítulo anterior y la de este. Creo que habrá un par de capítulos que llegarán a las 8000 palabras, y el capítulo final será el único que superará las 10k en esta parte. Pero fuera de eso, muchos durarán poco más o menos de las 6000-6500 palabras.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su constancia y sus comentarios en la historia, alegre de que le haya gustado el comienzo de esta parte VII. Y con la promesa de que pronto podrá ver cosas que le interesarán mucho de seguro ;) . Aviso que la guía de personajes fue actualizada. La cronología, sin embargo, deberá esperar un tiempo más. Tal vez la actualice dentro de 2 o 3 capítulos.

    Sin más qué decir, les dejo la lectura del capítulo.


















    Ayudado por el enemigo:

    — ¿Es en serio? — la pregunta de Ace no fue hecha con mala intensión.

    Las miradas de Ace, Agustina, Gwyn y Thomas, todos ellos en la misma estación de trabajo donde habían estado el día anterior, se centraron sobre Alicia, quien en esa ocasión decidió ir a trabajar junto con ellos en lo que comprendía que era una tarea muy larga y posiblemente tediosa, pero no por eso dejaba de ser algo importante y que los tuviera trabajando a contrarreloj.

    Después de haber comunicado su decisión, sus compañeros la cuestionaron al respecto. Ella, en parte, tenía un poco de duda, pero era mayor su certeza de que era lo correcto.

    — Es en serio, y es definitivo — Alicia contestó la pregunta que Ace le hizo — Voy a abandonar la milicia. Recuerden que, a diferencia de ustedes, yo no concurrí a una academia militar. No estaba en mis planes convertirme en una soldado oficial, se suponía que lo que tenía que aprender era simplemente a cómo defenderme… Y ahora que Michael no está, no me siento cómoda en el campo de batalla. Ustedes fueron soldados antes de conocerse, yo no. De hecho, fue gracias a Michael que me convertí en soldado. Creo que esto es lo mejor para mí. Espero que respeten mi decisión.

    — Claro que la respetaremos — Agustina se acercó a Alicia para darle un abrazo con cariño — ¿Tienes pensado qué es lo que harás ahora? Perdona si mi pregunta es un poco apresurada. No tengo intensión de presionarte.

    — No los abandonaré — Alicia lo dijo con una sonrisa — Si eso les preocupa, no iré a ningún lado. Yo seguiré junto a ustedes. Pero creo que me irá mejor simplemente como exploradora que como soldado. No me he sentido bien durante la batalla contra los edagrianos tras la muerte de Michael.

    — Me alegra oír eso — Ace también se levantó para mostrar un gesto de amistad con su compañera — No quisiera que te alejaras de nosotros. No con todo lo que pasamos.

    — Seguiré detrás de ustedes, solo que no sostendré armas en mi mano — Alicia contaba con cierta tristeza — Lo lamento si es que ustedes no están conformes con esto.

    — Alicia, es tu decisión — Thomas lo decía con ganas de aliviarla — El que hayas decidido no abandonarnos nos deja felices. No hacía falta que siguieras en la milicia si no te sientes cómoda. Creo que a todos nos gustaría dejar este oficio si algún día llegara esa sensación a nosotros.

    Todos los presentes allí dentro le dieron la razón a Thomas. Si bien, como los demás fueron a academias militares desde una edad temprana, lo de ser un soldado lo tenían bastante asimilado. Indudablemente mucho más que Alicia, quien no había recibido una educación orientada a las batallas. Lo cual les hacía comprender mucho más el motivo por el cual ella habría decidido no permanecer en ese puesto.

    Sin embargo, el hecho de que ella optara por quedarse junto a ellos era un alivio. Cuando escucharon a Alicia anunciar su retiro, creyeron que ella ya no volvería a formar parte del círculo que integraban juntos. Lo que significaría perder a otra amistad importante, aunque no de la misma forma que antes.

    Cada uno le dio a Alicia la tranquilidad que ella necesitaba y ninguno la juzgó por querer dar un paso al costado. Después de todo, ellos entendían que era gracias a Michael que ella estaba allí.

    Una vez zanjado ese asunto, la chica ocupó una de las máquinas y se puso junto a sus compañeros a realizar la distribución de asentamientos y viviendas para los miles de humanos que llegarían pronto a ese mundo.

    — Por cierto, ¿se sabe algo de Abel? — Alicia recordó aquel tema.

    — Natasha, Gina y Noak lo están tratando de rastrear — Gwyn contestó, con seriedad al respecto — Aunque entiendo que lo tendrán difícil. Él se fue en el primer día de la batalla. Mientras seguíamos peleando, él quizá estaba escondiéndose y alejándose cada vez más.

    — Y estos tipos, tal y como nos comentó Kenegar en su momento, son demasiado respetuosos con la naturaleza — Ace iba a revelar un descubrimiento — Hay muy pocas ciudades en este planeta. Tenían un número muy reducido de habitantes, no cabe duda de por qué fuimos capaces de derrotarlos tan solo asediando ciudades. Claro estaba que para eso querían nuestros mundos. Así no dañarían su planeta más de lo que debían. Pero son muy exagerados. Todas sus ciudades están casi aisladas. Solo hay unas pocas que están unidas por trenes solares, y son aquellas que no tienen ningún terreno verde en el medio.

    — Eso quiere decir que este planeta debe estar lleno de recursos para explotar — Thomas lo pensaba como una gran posibilidad — Porque, conociendo sus métodos, me da la sensación de que partían a buscar recursos de meteoritos y asteroides antes que extraerlos de aquí mismo.

    — Sin dudas — Gwyn apoyó esa teoría — En la Tierra dejaron caer muchas bombas destructivas, nunca probarían un arsenal así en este mundo.

    — Y a mí ese generador de sismos todavía me da miedo — Ace lo recordó de cuando leyó el informe de recopilación de la caída de la Tierra — Un arma así de poderosa no puede existir. Nadie debe tenerla. Ni siquiera nosotros. Su existencia da vida a la posibilidad de que alguien nos la quite, y si eso pasa… mejor me detengo allí mismo.

    Hubo un silencio muy largo e incómodo luego de aquellas palabras dichas por el comandante Lakor, pero no había mentira ni exageración en ellas. Un arma tan poderosa capaz de sacudir las placas tectónicas de un planeta y generar terremotos para desestabilizar los océanos y reactivar volcanes era algo que nunca imaginaron posible más allá de la ficción.

    Dejando de lado esos pensamientos lúgubres, los cinco compañeros, quienes en un momento hicieron un juramento de que debían luchar para salvarse entre ellos si las cosas salían mal, se pusieron a trabajar.

    Pese a que estaban felices de poder estar juntos, la ausencia de Michael pesaba mucho en sus mentes y no los dejaba tranquilos. Desde que la guerra contra los berrod terminó, ellos se habían vuelto muy cercanos. Las misiones en el planeta Emiv y el encuentro des venturoso en el planeta Ryfier, sumado a muchas otras situaciones complicadas, habían fortalecido su amistad. Sin importar cual fuera el problema, siempre salían juntos del mismo. Hasta que, en la última batalla, no ocurrió.

    Alicia no era la única que extrañaba a Michael. Si bien, todos ellos tenían deseos de que más compañeros estuvieran junto a ellos en ese momento, el comandante Umcali fue uno de los que más tiempo estuvo junto a ellos.

    El rendimiento en esa tarea que realizaban era mucho más rápido que el día anterior, y aunque nadie lo quisiera admitir, se debía al silencio. Sin embargo, siendo un silencio causado por la ausencia de uno de sus grandes amigos, no era la mejor sensación del mundo.

    Ace, quien mantenía contacto con los tres soldados encargados de encontrar a Abel, seguía pendiente de recibir una llamada que les dijera que lo habían encontrado.

    […]

    El atardecer de un nuevo día había llegado al planeta Edagr. El cielo se estaba volviendo cada vez más oscuro, y la presencia de soldados, los únicos seres humanos habitando aquel planeta, se había disminuido casi hasta que no quedaron más.

    Natasha, siendo comandante, regresó a la ciudad en donde ella habitaba junto con sus compañeros Gina, Noak y un puñado más de soldados. La travesía por el planeta en vehículos edagrianos para intentar encontrar a quien en el pasado fue uno de los líderes de la humanidad no dio frutos. No sabían si era por el hecho de que los bosques y las montañas de aquel mundo estaban libres de edificación, y por ende de cualquier tecnología rastreadora, o si era causado por algún otro motivo, pero no podían dar con Abel.

    Cada soldado regresó a sus casas, dejando solo al trío que en su momento pertenecieron al mismo equipo, siendo los últimos representantes de los tripulantes de aquella nación. Noak le dio un abrazo a Gina, y ella recargó su cabeza sobre su hombro, en una clara señal de cansancio por buscar cualquier pista sobre Abel. Natasha tomó su dispositivo y habló con Ace al respecto de su misión.

    — Ace, soy yo con malas noticias — Natasha no se sentía bien al decirle eso, pero le debía la verdad — Buscamos por una enorme zona de bosques y montañas y no hemos podido encontrar un solo rastro de él.

    — Lo comprendo, Natasha, no pasa nada — Ace sonaba molesto, pero no con ella o los demás.

    — Ha tenido muchos días de ventaja para encontrar un sitio para ocultarse — Gina lo decía con tristeza — Sumado a que él ha sido soldado mucho más tiempo de nosotros, incluso antes de la Catástrofe. Probablemente en su entrenamiento le hayan enseñado a cómo ocultarse.

    — Si no fuera por el hecho de que lo necesitamos con vida, lo mataría — Noak se sinceró con ellas y con Ace — Sé por qué lo quieres vivo, Ace. Y así lo entregaré si puedo encontrarlo.

    — Descuida, Noak — Ace quiso tranquilizarlo — No es necesario que te estreses demasiado por esto.

    — Lo sé, pero yo tengo un problema en particular con él — expresó el soldado — Ustedes huyeron de Black Meteor porque sabían que clase de persona era. Yo creía en él. Vi en primera persona su cobardía cuando la Tierra fue arrasada. No puedo tolerar esto que ha hecho. Y claramente, no lo pienso hacer.

    — Por eso mismo, Noak — Gina le miró a los ojos — Es un ser despreciable. No dejes que alguien así consuma tu vida.

    — Mañana podremos discutir acerca de lo que vamos a hacer — Ace les dijo a través del comunicador de Natasha — Es algo tarde. Por ahora pueden irse a dormir.

    — Hasta mañana, Ace — contestó Natasha antes de cortar la llamada breve con él.

    Estando ya ubicados en la ciudad, los tres soldados caminaron hasta que llegaron a la casa que Gina y Noak se habían elegido para vivir por su cuenta. Fue allí donde Natasha se despidió de sus compañeros para luego irse a su propio hogar, donde podría recostarse e irse a dormir.

    Una vez entraron a su vivienda, Gina y Noak se sentaron en unas sillas colocadas alrededor de una mesa cuadrada de tamaño mediano. Pese a que los edagrianos eran seres de gran tamaño, en esa casa, las cosas parecían tener el tamaño ideal para ellos.

    — Otro día perdido buscando a una escoria como él — Noak apoyó ambas manos sobre la mesa — No sé si pueda soportar más de una semana.

    — No lo haremos — Gina colocó su mano sobre la de su pareja — Si no damos con él en una semana, nos reuniremos todos y lo discutiremos. Creo que podríamos llegar a un buen consenso entre nosotros.

    — No lo sé, algo de dudas me da — Noak no lo veía tan bien como ella — Nosotros somos soldados que hemos ido a la academia militar y científica. Pero gestionar una población completa no es cosa fácil. No debe serlo ni para aquellos que se dedican a eso. Imagina gente sin ese conocimiento, encima en un planeta diferente.

    — Lo sé, es complicado, pero algo hay que hacer — Gina se veía decidida a actuar de esa manera — Si no, ¿para qué fue que hicimos todo esto? Luchamos hasta la victoria, perdiendo a muchos preciados compañeros en el proceso. Aunque sea difícil, algo hay que intentar.

    — Tienes razón, como casi siempre la tienes, amor — Noak le dio un beso en la frente a su novia tras levantarse de su silla — Generalmente, tú siempre tienes razón en casi todo. Debes tener un don para estas cosas.

    — No creo que sea un don — Gina se sonrojó un poco por la respuesta de su pareja — Creo que es determinación y optimismo.

    — Bueno, espero poder aprender esas cualidades al convivir junto a ti por el resto de mi vida — Noak de pronto se vio invadido por un pensamiento — Oye, ¿será que pasaremos toda nuestra vida aquí? Nosotros fuimos precedidos por generaciones de humanos que en toda su historia han vivido en la Tierra. Somos los primeros que hemos tenido que mudarnos a otro mundo. Pero… ¿y si no es la última vez? ¿Quién dice que no pasará algo que nos haga tener que cambiar de mundo en el futuro?

    — No sé si quiera pensar en eso — Gina no sonó muy entusiasmada por eso — Ya fue una pesadilla tener que pelear una guerra para tener un nuevo hogar, sabiendo que, de perder, habríamos condenado a la humanidad que quedaba con vida a huir por siempre. Mejor no hablemos de esto. Si eso que dices sucede, no creo que sea en los próximos años.

    — Tienes razón — comentó Noak, quien pronto encontró otro tema en el cual distraerse — Vamos a prepararnos una rica cena. Después de todo, la de ayer nos salió horrible.

    — Las verduras que cocinamos ayer estuvieron listas en poco tiempo, quizá fue un error nuestro — Gina reía al recordar el mal sabor de lo que habían comido ayer — A lo mejor había que agregar algún ingrediente en el medio.

    — Lo descubriremos ahora, espero — Noak se contagió de la risa de su pareja.

    […]

    — ¿Thomas? — preguntó Gwyn.

    Ambos soldados ya se encontraban en su cama. La noche había llegado al planeta Edagr, y tras haber cenado juntos, la pareja de soldados se encontraba lista para dormir. O al menos, Gwyn sí estaba lista. Thomas, por su parte, no dejaba de dar vueltas alrededor de sí mismo, cosa que le llamó la atención a su pareja, notando en este que probablemente algo andaba mal.

    — No te sientes enfermo, ¿o sí? — la chica lo quería saber.

    — No, es solo que… no dejo de pensar en Ace — el soldado se veía preocupado — Hoy estuvo más estresado que ayer. Lo estuve viendo de reojo y pude notarlo. No lo está pasando bien.

    — ¿Crees que sea por algo en particular? — Gwyn no se había percatado de ello.

    — Creo que él se siente responsable por toda la humanidad — Thomas le contestó — Es junto a ti y Natasha uno de los tres comandantes que hay en este sitio. Él es el que más tiempo lleva en el puesto. Creo que eso lo lleva a pensar que tiene que ser él quien se encargue de todo. La idea de ir a buscar a Abel fue suya.

    — En ese caso, estamos fallando al hacerle ver que no está solo — Gwyn se sentía mal por eso — Estamos a su lado, y si él se siente de esa forma es porque lo estamos abandonando. O al menos, así se siente él.

    — Hay que hacer algo por él — Thomas se sentía apenado mientras más tiempo lo pensaba — Es nuestro compañero. Nuestro amigo. Desde que hicimos equipo en el planeta Emiv, nosotros cuatro nos hemos vuelto mucho más cercanos. Recuerda que él nos eligió para ir a pedir refuerzos a Garak. Confía en nosotros, y no lo estamos ayudando. Somos todo lo que tiene, y si le fallamos, quizá podría terminar deprimido.

    — Bueno, no lo permitiremos — Gwyn contestó con decisión — Encontraremos la manera de hacer que funcione. Ace es una de las mejores personas que conocí, no puedo dejar que sienta que lo estamos abandonando. Mucho menos cuando estamos justo a su lado.

    — Me cuesta dormir en esas circunstancias, pero lo intentaré — Thomas contestó — Lo prometo. Buenas noches, mi amada Gwyn.

    — Buenas noches, Thomas — le respondió su pareja.

    Luego de que ambos se dieran un beso de buenas noches, los dos se recostaron y cerraron los ojos. Tras un largo día de trabajo, Gwyn se quedó dormida muy pronto. Pero a Thomas le costó un poco más. Trató de moverse lo menos posible para no molestar a su pareja y así no preocuparla más de lo que ya podía estar luego de todo lo que se dijeron recientemente, pero eso no facilitó las cosas para él.

    A pesar de todo, en sus tantos pensamientos, logró dar con una posible alternativa. No estaba seguro de si funcionaría o no, pero estaba claro que lo tenía que intentar.

    […]

    Gwyn llegó en solitario a la estación de trabajo. Al momento en el que llegó, notó que todos sus compañeros estaban allí. Ace, Agustina, Alicia, Natasha, Gina y Noak. El robot Xorxaik estaba en medio de ellos procesando información para brindar a los demás en la sala.

    Dado a que Gwyn no había llegado a la hora acordada, varios de los presentes llegaron a pensar que ella no iba a aparecer. Fue agradable para todos ver que ya se encontraba en el lugar. Si bien, siendo solo siete máquinas en esa estación, para Thomas sería imposible trabajar al llegar, todos querían saber el motivo de su ausencia.

    — ¿Y dónde está Thomas? — Noak se vio extrañado al no verlo allí.

    — Me dijo que tenía una idea, pero que tenía que pensarlo un poco más de tiempo — contestó su pareja — Dijo que viniera a ayudarles mientras él se iba a buscar un lugar en particular.

    — ¿Qué lugar exactamente? — Natasha se sentía muy curiosa.

    — No me lo dijo — Gwyn respondió, con tanta información como los demás — Mencionó que era mejor que no lo supiera nadie más en caso de que no resultara. Pero que nos enteraríamos si daba resultado.

    — Bueno, al menos hoy por fin tenemos a siete personas para completar el cupo de máquinas — Ace sonreía al ver que sería una mejor división de trabajo — Supongo que Thomas ya aparecerá. Por ahora, empecemos a trabajar.

    De esa manera, todos los presentes ocuparon un asiento frente a las máquinas y empezaron a realizar nuevamente la tarea tediosa de analizar la información limpia entregada por el robot creado por Allecreod para poder reubicar a los humanos que llegaran a ese planeta. En las mentes de algunos había cierta intriga acerca de cual podría haber sido el plan que se le ocurrió a Thomas, pero otros solamente querían dedicarse a trabajar y cumplir con la meta propuesta para así acabar rápido con su trabajo.

    […]

    Thomas llevaba una bolsa de color café en una mano mientras buscaba una dirección siguiendo unas coordenadas marcadas. Luego de una búsqueda de varios minutos, logró dar con el sitio que estaba buscando. Entró al edificio que se había decidido a buscar, y luego de recorrer unos minutos su interior, pudo descifrar lo necesario para ver a quien quería.

    El soldado de Zenith accedió a una zona de celdas que estaba casi totalmente deshabitada, exceptuando por una única celda en el complejo, la cual albergaba a un ser con quien en el pasado tuvo sus problemas. Thomas se acercó hasta la celda ocupada, y pudo ver a Allecreod sentado con las piernas cruzadas y la columna totalmente recargada sobre la pared, como si se encontrara meditando. Dado al silencio del lugar, Allecreod pudo sentir los pasos de Thomas, pero no supo quien era hasta que abrió sus ojos y levantó la vista.

    — Hola — Thomas saludó con seriedad — ¿Me recuerdas?

    — Claro que te recuerdo, Thomas Delleo de Zenith — Allecreod lo decía de una forma en la que nunca se había expresado — Tú fuiste la persona que asesinó a mi hermano. O, mejor dicho, la persona a la que le tocó ponerle fin a su vida. Ya que fui yo quien lo condenó a morir.

    — Creí que no me guardabas rencor — Thomas no se sentía amenazado por el simple hecho de que quien estaba detrás de la celda era Allecreod y no él.

    — No lo hago, pero no olvido — el ex líder de los ryfier lo dijo con frialdad — Dime, ¿viniste a matarme para tener el privilegio de haber asesinado a quien una vez fue el amo de un gran Dominio?

    — Créeme, si quisiera eso, te habría matado desde que me enteré de que estabas encerrado aquí — Thomas metió la mano en su bolsa, solo para dejarla allí — ¿Cuánto hace que no comes algo o bebes?

    — Tres días — respondió Allecreod — Creo, con hoy… no lo sé. Creo que fue hace tres días nada más que Cadain me visitó por última vez.

    — ¿Hambre o sed? — Thomas sentía curiosidad — ¿Algo?

    — No sé todos los demás ryfier, pero yo lo máximo que he aguantado sin comer ni beber fueron doce días — contestó el líder de su gente, causando impresión en Thomas — Hubo veces en las que tuve que hacerlo para asegurarme de que a los míos no les faltara nada. Nunca se enteraron. No podía dejar que vieran a su líder en mal estado. Ese sacrificio jamás llegó a sus ojos.

    — Bueno, Cadain se marchó hace tres días, así que probablemente tengas razón — Thomas le dijo — Quiere decir que te quedan nueve días antes de que empieces a sufrir. Salvo que te hayas puesto más fuerte o débil. Pero no deberíamos averiguarlo.

    — ¿A qué viniste? — Allecreod le preguntó con algo de fatiga — Intenté adivinar tus intenciones, pero no lo he logrado. ¿Qué hay en esa bolsa?

    — Quiero proponerte algo — Thomas le dijo con una voz calmada — Te explicaré todo… No sé qué tanto hayas podido interactuar con Magnus, pero él era especial para nosotros. Él tenía que ser nuestro líder al finalizar la guerra. Pero su muerte lo ha vuelto algo imposible. Por eso mismo queríamos dar con Abel Hartka.

    — Ah, mi compañero en el calabozo garak — Allecreod lo recordó con escuchar su nombre — Tengo entendido que él escapó en medio de una batalla cuando nadie lo vigilaba… le reconozco que fue más inteligente que yo. Yo estaba viendo como Ixorum estaba por masacrar a Asmir, y no solo no escapé del combate, sino que le salvé la vida al líder de los garak. A la persona que me vigilaba. Claro que, si hubiera hecho eso, igualmente habría terminado encerrado en este mundo, pero quizá no en una celda. Pero bueno, ¿por qué querían dar con alguien así?

    — Porque, ahora que Magnus ya no está, nadie de los que quedó tiene conocimiento sobre qué hacer con todos los humanos que van a venir aquí — Thomas le contestó, explicando parcialmente el motivo de su visita — Esta idea se me ocurrió a mí. Quería saber si estarías dispuesto a colaborar con un poco de ayuda.

    — ¿Qué habría a cambio para mí? — Allecreod quería ver si podía llegar a un arreglo — Porque, aunque yo haya sido culpable de muchas cosas que terminaron mal para ustedes, no voy a ayudarlos gratuitamente. Todos la hemos pasado mal, y no seré el único que salga perdiendo.

    — Como dije, la idea se me ocurrió a mí — Thomas le dijo con seriedad — Cualquier acuerdo, lo tendrás que hacer reunido con todos nosotros. Por tu ayuda el día de hoy estoy dispuesto a darte esto. Es todo lo que yo puedo ofrecer.

    Thomas finalmente sacó la mano de la bolsa, mostrándole a Allecreod una botella de un litro de agua, la cual dejó en la puerta de su celda para que pudiera estirar su mano y alcanzarla. Posteriormente, le entregó lo que parecía ser un trozo de carne recubierto en lo que parecía ser un pedazo de nylon, de forma de protegerlo de la suciedad del suelo de la zona de celdas.

    Cuando el ryfier se aproximó, vio todo lo que tenía en frente y le dio un análisis con la mirada y las manos. Le parecía raro que Thomas dejara todo frente a él antes de siquiera pedirle su ayuda. Una vez que tuvo las cosas en las manos, fácilmente podría tomarlas y consumirlas para luego rechazar su ayuda. Algo a lo que él no podría hacer nada. Ese detalle fue el que llamó la atención en el alienígena.

    — ¿Sabes que puedo tomar lo que me diste y aun así decir que no? — preguntó con un pequeño aire de arrogancia — ¿Por qué me entregaste esto ahora?

    — Una muestra de mi buena fe — Thomas contestó con sinceridad — Para que sepas que, si terminas pudriéndote en esa celda, es porque quisiste hacerlo. Yo estaba dispuesto a ayudarte.

    Esa declaración fue muy impactante para Allecreod. Se sentía como si fuera una invitación a colaborar con otras personas o a morirse solo y olvidado en una celda. Si bien, no sabía qué tipo de trato podrían llegar a ofrecerle los demás, le alegraba ver que Thomas, pese a que tenía un estatus superior, se decidió a tenderle la mano.

    No estaba del todo seguro, y creyó que podría arrepentirse, pero creyó que intentarlo no podría ser peor que simplemente quedarse allí. Por eso mismo, para poder darle a su cuerpo algunos nutrientes, bebió la mitad de su botella de agua para luego consumir por completo la carne que Thomas le había entregado.

    — Acepto a ayudarte el día de hoy — Allecreod se puso de pie con la media botella en mano — El resto de los días dependerá de lo que hablemos cuando me reúna con los demás.

    — Entonces, por hoy estoy satisfecho — Thomas, dentro de la bolsa, tenía escondidas un par de esposas.

    Con un gesto pidió a Allecreod que se acercara a la puerta de la celda, lo hizo ponerse de espaldas y le esposó las manos para que no pudiera intentar algo peligroso, además de que sabía que no podría llevar a uno de los que fue sus enemigos a la reunión como si nada. Una vez el ex líder de los ryfier fue totalmente retenido, el soldado abrió la puerta y lo sacó de la celda. Sin que se dijeran absolutamente nada, pues ambos ya sabían a lo que iban, cruzaron miradas y salieron de la celda.

    […]

    — ¡¿Por qué lo trajiste?! — preguntó Alicia muy furiosa — ¡Es un monstruo! ¡¿Acaso lo olvidaste?! ¡Él mató a Dustin, nos hizo pelear en su coliseo, le disparó a Michael y a mí y me arrancó un ojo!

    — Lo sé, Alicia, y por eso lo he traído esposado — Thomas esperaba una reacción así por parte de ella — No va a ser un compañero nuestro. Le haremos lo mismo que teníamos pensado hacerle a Abel. Utilizar su conocimiento para nuestro bien.

    — ¡Es imposible! — Alicia no quería aceptarlo — ¡Thomas, él quería matarme a mí y a Michael en frente de ustedes! ¡Sé que nos ayudó en la guerra, pero eso no cambia lo que es! ¡Y no sé qué podríamos sacar ganando de esto!

    — Al menos merece la pena intentarlo — Thomas no quería discutir con ella, sobre todo porque sabía que sufría mucho por la ausencia de Michael — Y créeme, Alicia. Si Allecreod intenta perjudicar en lugar de ayudar, yo mismo lo mataré, o te permitiré a ti matarlo. Pero Abel no está siendo fácil de encontrar, y Allecreod ha tenido a mucha gente bajo su mando. Podría servir escuchar su consejo. Quizá nos pueda servir de algo. Después de todo, él no es tan diferente de Abel. ¿O sí?

    Alicia supo que Thomas tenía razón, eso era algo que no cuestionaba siquiera. Pero no quería decir que pudiera aceptar tan fácil ver a una persona que le causó tanto daño en la misma habitación que ella. Menos también el hecho de que le pedirían consejos. Sin embargo, pensó que Thomas podría obligarla a ella a pensar en alguna alternativa diferente si se llegaba a negar. Supo que difícilmente lo haría, pero era una posibilidad. Dejar que Thomas hiciera lo que quiera y luego se equivocara sería mejor que contradecirlo directamente. Eso fue lo que la llevó a aceptar.

    — Bien, que se quede — Alicia renegó pese a haber aceptado — Pero que sepa que no es nuestro compañero, ni nuestro igual. Es un consejero, y solo eso. Y más le vale que no intente perjudicarnos.

    — Alicia, créeme, no gano nada dándoles malos consejos — el ryfier lo dijo con una voz algo apagada — No me sirve de nada perjudicarlos. Sé que la mayoría de las cosas que pasaron fueron culpa mía en parte. Incluso si les guardara demasiado rencor, no podría vivir para verlos en la miseria. No tengo por qué hacer esto.

    — Bueno, pero ya estás aquí — Ace quería escucharlo — ¿Qué nos vas a decir?

    — Le dije a Thomas que no los ayudaría sin que hiciéramos un pacto, pero viendo que no me encuentro en ventaja, creo que lo mejor será dejar una negociación para después — Allecreod no quería arruinar la posibilidad que tenía — Cuando quieran, empiezo con mis consejos.

    Allecreod miró a las caras de todos ellos. Natasha, Noak y Gina nunca llegaron a conocerlo realmente bien. Entre el tiempo que pasó encerrado, sumado al hecho de que no les tocó participar juntos en las batallas, no tenían una opinión tan formada de él. Lo veían como alguien despreciable por las cosas que hizo, pero no tenían conflictos personales. A Alicia ni siquiera la miró por más de un segundo. Sabía que ella jamás la perdonaría por lo que le hizo y por lo que no pudo hacer. Agustina y Gwyn estaban esperando a que abriera la boca, dado a que querían ver si el atrevimiento de Thomas había valido la pena.

    Ace, con impaciencia, le hizo un gesto a Allecreod para que empezara a hablar. Este miró antes a su creación. El robot Xorxaik estaba allí mismo en la sala sin decir nada. Era consciente de que habían investigado mucho para hacerlo funcionar con autonomía, y que nunca volvería a obedecer sus órdenes. Ese pensamiento le hizo temer un poco más por su vida en caso de que llegara a mal aconsejar a los que tenía en frente.

    — Habla, Allecreod — Thomas le dio la orden — Comiste lo que te ofrecí. Dinos qué aconsejas para que podamos tener un buen liderazgo.

    — ¿Quién de todos ustedes es el responsable aquí? — Allecreod quiso preguntar para saber a quién dirigirse.

    — Soy yo — Ace se adjudicó esa responsabilidad — Luego de haber tomado algunas malas decisiones, tengo que compensar mis errores. Por eso yo me haré cargo de los que están por venir aquí.

    — Bien, Ace, aquí te van algunos consejos — el ryfier se preparó para hablar — Deberías acceder al sistema de seguridad de este mundo y usarlo para tu beneficio. Los invasores en tu territorio pueden causar mucho daño, incluso aunque se trate todo de un malentendido. Si vas a vivir aquí, te conviene tener controlado cada rincón de este planeta. Y si no puedes controlarlo, al menos debes vigilarlo… Abel está paseándose por ahí sin que nadie lo pueda encontrar. Imagina que no fuera Abel, sino una especie invasora. Estarás en serios problemas. Además, siempre puede haber alguien que no esté contento con tu liderazgo. A ellos también deberías tenerlos controlados — se tomó una pausa antes de continuar — Yo sé que quieres hacerte responsable, pero no puedes supervisar todas las tareas. Los seres humanos superan en número a los ryfier, por lo que sería imposible para ti supervisar cada aspecto de la vida aquí. Te llevaría todo un día tan solo mirarlas todas, y ni hablar de controlarlas. Elige a personas en quienes puedas confiar y asígnales tareas de supervisión y el poder de tomar decisiones… En cuanto a un posible ataque, yo sé que nuestra victoria se dio porque usamos a Xorxaik para que interceptara sus comunicaciones. Yo sé que difícilmente seremos invadidos pronto, e incluso si fuera a pasar, los invasores no tendrían a un Xorxaik de su lado. Pero refuerza el sistema de seguridad de las comunicaciones. En el momento en que te dejen sin comunicaciones, estarás perdido… ¿Recuerdas esos trenes con armas que usaron y que casi les cuestan la vida? Sugiero fuertemente que los repares e incluso que los fortalezcas. Parecen ser muy útiles para las batallas. Ya viste como les dieron problemas a los tanques garak, e incluso que casi los superan. Bueno, será mejor que te asegures de tenerlos de tu parte si atacan… Y ahora mismo no se me ocurre ningún otro consejo más allá de este. Tú dijiste que tomaste la responsabilidad por la humanidad. Bueno, por más bien que te haga sentir contigo mismo, sería mejor que no lo hicieras. No importa todo lo que hagas por ellos, si llegas a cometer un error, todo terminará mal para ti. Solo mírame a mí o a Abel. Ambos hemos dado años o ciclos de vida por los nuestros. Y ahora estamos como estamos. Yo sé que tú puedes pensar que lo nuestro fue por una cadena de errores consecutivos, y que todo estará bien siempre que no cometas más de uno. Pero lo cierto es que no sabrás que estás cometiendo un error hasta que sea muy tarde. Un error pequeño disparará uno mayor, y ese a su vez disparará otro error aun mayor. Tendrás tanta responsabilidad en tus manos que cuando notes el primero de todos, ya se te habrá formado una cadena con varios eslabones. Y créeme, no tendrás forma de recuperarte de eso. Incluso si milagrosamente lo consigues, tu gente no lo olvidará. Por eso te sugiero que busques a otra persona para que se haga cargo de la humanidad. No renuncies a todo tu poder de decisión, y tampoco dejes que esa persona mande por encima de ti. Pero lo mejor para ti será dejar que otros cometan los errores. Que la culpa caiga sobre alguien más y no sobre ti. Y si en algún momento se repite mi situación, que no seas tú el que quede solo junto a una especie de seres extraños. Esos son todos mis consejos para ti, al menos todos en los que puedo pensar ahora mismo. ¿Estás conforme?

    Las cosas dichas por Allecreod dejaron pensativos a todos ellos. Ninguno había pensado en la posibilidad mencionada por el ryfier en sus últimas palabras. Pero cuando se ponían a analizarlo con detenimiento, es muy probable que, en sus mentes, Allecreod y Abel creyeran que estaban haciendo lo correcto y que solamente hubieran reparado en sus errores cometidos cuando ya era muy tarde. Nadie en el mundo querría tener un destino como el de alguno de ellos dos. Y está claro que, si nunca pensaron en esa clase de posibilidades, fue porque siempre creyeron que sus acciones traerían lo mejor para toda su gente.

    Si bien, un consejo no era para tomarlo al primer momento en el que es recibido, había ciertas cosas que podrían analizar de las palabras dichas por el propio Allecreod. Y por eso mismo, Ace optó por tenerlas en cuenta.

    — Lo voy a pensar — Ace se sentó para respirar un poco — Todo lo que dijiste tiene sentido. Y vale la pena considerarlo.

    — ¿No tienes más consejos? — Agustina quiso saber si podían sacarle más información de utilidad.

    — Deberían ponerme en contexto de todo lo que están descubriendo sobre este planeta — Allecreod contestó con lógica — Que yo he sido líder de los míos, pero en un mundo totalmente diferente. No cada cosa que yo he hecho y llevó a los ryfier a la prosperidad se puede aplicar para su especie, e incluso si se pudiera, todo dependería del planeta.

    — No tenemos gran información sobre este mundo todavía — Natasha le contestó a Allecreod.

    — En ese caso, darles consejos ahora sería como pedirle a alguien que vivió toda su vida bajo tierra que te lleve a explorar el espacio — Allecreod decidió ser precavido — Me castigarán si mis consejos no son buenos. En ese caso, quiero más información. Mientras más sepa, más probabilidades hay de que mis consejos, los cuales aseguro que son bien intencionados, funcionen. Asumo que seré llevado de nuevo a mi celda ahora.

    — Asumes bien — Thomas tomó a Allecreod de los brazos — Pero me alegra ver que no fue un esfuerzo inútil.

    — Te acompañaré a llevarlo a la celda — Alicia se quiso ofrecer a ir — Por más que sus consejos me hayan parecido buenos, no quiero perderlo de vista nunca.

    Nadie se opuso a esa decisión, puesto a que solo implicaría que Alicia se ausentaría de su puesto nada más que por un par de minutos hasta que el ryfier quedara encerrado. De esa manera, Thomas, quien se había vuelto el responsable de la custodia de Allecreod salió acompañado por la ex soldado de Zenith y por el ex líder de los ryfier, para poder llevarlo de nuevo a su hogar.

    El camino fue bastante silencioso. Thomas sabía que Alicia tenía todo el derecho del mundo a estar enojada por haber tomado una decisión como sacar a Allecreod de la celda sin consultar con ellos en ningún momento. En parte se sentía apenado por algo así, pero por otra, estaba satisfecho de ver que ella no había reprochado nada.

    Allecreod miraba de reojo a la mujer que lo acompañaba, y pudo notar en ella una mezcla de enfado y tristeza. Supo perfectamente a qué se debían, puesto a que él estuvo allí presente en el momento en que se supo la noticia de la muerte de Michael.

    Fue entonces que un pensamiento cruzó su cabeza, y él lo quiso exteriorizar.

    — ¿Saben una cosa? — habló en un tono suave — Sé que ustedes lo extrañan — no quiso decir su nombre puesto a que no era necesario — Si pudiera, haría lo que fuera para cambiar mi vida por la de Michael. Ustedes serían más felices con él aquí, y yo probablemente sería más feliz si pudiera ir a donde sea que se hayan ido mis hermanos después de morir. Todos seríamos totalmente felices en lugar de ser parcialmente miserables. Lamento mucho que él haya tenido que morir. Me hubiera gustado haber salido con ustedes y salvar su vida. Haber matado yo mismo a Arion antes de que el pudiera…

    — Allecreod — Thomas lo interrumpió — Mejor no hables más. Las cosas que sucedieron no pueden cambiarse. Deja de hacernos pensar en futuros más felices que ninguno de nosotros puede tener. Si lo hacemos, nunca dejaremos de ser parcialmente miserables. No tienes que decir nada ahora mismo. No lo hagas.

    Con esas palabras, Alicia sonrió por primera vez desde que se reunió de nuevo con el ser que le quitó uno de sus ojos. Se alegraba de saber que Thomas, pese a considerar a Allecreod como una fuente de información para usar, sabía cual era el lugar que alguien como él debía ocupar.

    El resto del camino hacia la celda del único ryfier presente en Edagr fue silencioso. Al llegar al sitio, el dúo de soldados se dirigió a la celda más cercana a la puerta de acceso, y no a la celda donde Allecreod estaba originalmente, y lo dejaron encerrado allí. Thomas entró junto a él y salió al momento de quitarle las esposas.

    Alicia, quien había querido ir a ver como quedaba encerrado para tenerlo controlado, se retiró del lugar. Thomas, por su parte, se quiso despedir bien de él tras ver su cooperación y los consejos que le dio a Ace.

    — Será hasta que reunamos más información — Thomas se veía serio pese a estar feliz por dentro — Igualmente, en dos días volveré a traerte comida pase lo que pase.

    — Te agradezco, Thomas — Allecreod veía bondad en el soldado — Quiero que sepas que veo una oportunidad para poder pasar a gusto el resto de mis ciclos de vida. Y también debes saber que estoy dispuesto a utilizar esa oportunidad.

    Con mejores ánimos al sentir que había hecho un gran favor a Ace, y también a todos los demás, Thomas se despidió de Allecreod para luego abandonar el calabozo.

    Al salir del edificio, vio como Alicia, en la puerta de entrada, se encontraba llorando. Había guardado la compostura para no llorar frente a alguien como Allecreod, pero lo cierto era que haber escuchado lo que él mencionó, acerca de la posibilidad de que Michael pudiera seguir con ellos, le había hecho mucho daño. Su muerte no sería olvidada ni mucho menos superada con facilidad.

    Thomas, con un poco de dolor por lo que significaba Michael para él y para su compañera, le dio un abrazo y la dejó descargarse con él.

    — Perdóname, Alicia — Thomas lo decía apenado — Hice esto porque creí que Allecreod podría servirnos de ayuda, y no quería que Ace se viera envuelto en decisiones que lo terminaran estresando. Por más que él haya sido de ayuda, debí haber hablado esto antes. Al menos contigo.

    — No, no pasa nada — Alicia le hizo saber que no era por eso — Estoy llorando porque sigo deseando que Michael estuviera aquí. Sus palabras me han hecho pensar en lo feliz que sería si él me estuviera acompañando.

    — Descuida, ya no volverá a pasar — contestó Thomas, soltando a Alicia para que pudiera descargarse con tranquilidad — Hablaré con Allecreod para que ya no lo vuelva a mencionar. Al menos, no delante de ti.

    — Te lo agradezco — Alicia sonreía un poco a pesar de que estaba entre lágrimas — No sabes todo lo que significa para mí… Pero creo que debería dejar de llorar por eso. Hay trabajo por hacer, y ya tendré tiempo para lidiar con todo esto en casa.

    — Si necesitas alguna ayuda, sabes que nos puedes llamar a Gwyn y a mí — Thomas le hizo saber que podía contar con él — Pero tienes razón. Tenemos mucho trabajo por delante. Más que nada ahora que tenemos unos consejos con los que podríamos comenzar a planificar el futuro de la humanidad.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, he disfrutado mucho de esta nueva leída en simultáneo que hemos tenido y obviamente he disfrutado mucho éste capítulo. Pasaré a comentarlo directamente. :nice:

    El comienzo nos muestra a Alicia informando a sus amigos y compañeros que va a dejar la milicia. Un gesto comprensible por su parte ya que ella nunca fue oficialmente una soldado, aprendió la profesión gracias a Michael y el resto pero de por sí ella no formaba parte de ese gremio. Además, tras la pérdida de su amor y la intensa guerra vivida contra los edagrianos han terminado de hacer mella en ella, siendo lógico que decida dar un paso al costado. Personalmente lo entiendo y suponía que esto iba a suceder. Ahora, la chica apellidada Noble pasará a ser una exploradora más de Edagr (estando en un nuevo mundo y hogar, viene bien tener exploradores experimentados que reconozcan el terreno, la fauna y la vida del lugar).

    Tras esto, pasamos a ver que sigue sin haber noticias de Abel. Natasha, Gina y Noak se lo comunican a Ace, siendo que estos lo han estado buscando junto a otros soldados/exploradores. El ex líder de Black Meteor sigue en paradero desconocido y tiene pinta de que pasará un tiempo antes de que volvamos a saber de él. Ojalá lo encuentren y lo utilicen como él ha utilizado a muchos otros... Acto seguido, pasamos a ver a Noak y Gina en la intimidad de su casa. Parece que están más que consolidados como pareja y sinceramente me gusta verlos juntos. Noak ya no es el resentido que era cuando apareció y eso es en parte gracias a Gina, quién pese a no destacar, mantiene un perfil bajo en la historia más que necesario. :vibing:

    De ahí vamos a la misma escena pero con Thomas y Gwyn. La pareja (bastante más consolidada que los ex de Black Meteor) se dispone a dormir, pero él se encuentra pensando en Ace. Al parecer, para Thomas, el comandante Lakor está asumiendo demasiada responsabilidad y por ende demasiado estrés (sé lo que se siente, Acesito :( ). Gwyn entonces da a entender que deberán demostrarle su apoyo con más ahínco, mientras que Thomas sigue pensativo pero con otra idea que le ronda la mente. Es así como pasamos al día siguiente, en el que Gwyn se reúne con el resto (incluyendo a Xorxaik) y en ausencia de Thomas, quién pretende convencer a Allecreod de que les ayude como consejero. Su muestra de buena fe, entregando comida y bebida al ex líder ryfier, termina por convencerle (aunque deban negociar los términos XD). Allecreod es llevado por Thomas a la sala donde están todos, revelando su plan. Ace parece estar dispuesto a escuchar al ryfier y así se da, pues éste comienza a dar una serie de consejos empacados en una mini guía de liderazgo y sustentabilidad planetaria dignos de una eminencia. Finalmente y tras soltar lo justo, no sin antes exigir más información si los humanos quieren más consejos (algo sensato y lógico), Allecreod es regresado a su celda acompañado del propio Thomas y de su archienemiga Alicia.

    El capítulo termina con Alicia aún sufriendo la pérdida de Michael, ya que Allecreod habló de que se hubiese cambiado por el humano si hubiese podido solo para que ellos tuviesen un futuro más alegre (y él, en el cielo ryfier, también). Thomas reconforta a su amiga (aunque solo el tiempo podrá hacerla asimilar lo sucedido) y regresan juntos para seguir trabajando en lo que verdaderamente importa en ese momento: un futuro en Edagr. :shark:

    Bueno, ha sido un gran capítulo para mi. Ya quiero ver como se va desarrollando todo esto y hacia donde nos lleva esta parte. Me tocará esperar pacientemente, así que hasta la próxima. :astronauta:
     
    Última edición: 22 Julio 2023
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  5. Threadmarks: Mi familia
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    5822
    Saludos a todos los lectores de la historia. Vamos por el tercer capítulo de una lista de veintisiete. Este capítulo y los que le siguen vendrán por la misma línea de los dos anteriores. En esta parte, por más que yo garantice que vamos a tener capítulos tensos, lo que más predominará serán los momentos de tranquilidad, y este capítulo será una muestra más de ello. Aunque yo diría que dentro de un par de capítulos se vienen cositas XD.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por estar ahí para leer esta historia por nuestras juntadas en Discord. Es un ritual para mí que llevemos adelante una lectura en simultáneo. Estoy seguro de que él disfrutará este capítulo particularmente :rowlet:

    También paso a decir que dejo actualizadas tanto la guía de personajes como la cronología. Sin más qué decir, les dejo con la lectura.














    Mi familia:

    — Veamos qué tal te queda esto — decía Ace con una sonrisa mientras colocaba una bolsa de compras sobre un mueble.

    De aquella bolsa, Ace sacó una camiseta de vestir de tamaño infantil muy pequeña en talle. Cargó la prenda en su hombro y se dirigió a una cuna que se encontraba en una de las habitaciones de su casa. En el interior de esta, había un niño pequeño de poco más de un año, durmiendo con tranquilidad.

    De forma suave para no despertarlo de su siesta, el comandante tomó a su hijo en brazos y lo llevó a una sillita para bebés en donde lo colocaban para cambiarle las prendas que usaba en la parte de arriba. Una vez sentó a su pequeño niño en la silla, este despertó, pero dado a que continuaba muy cansado, no empezó un llanto. Viendo que ya lo había despertado, Ace le colocó la prenda de vestir por encima.

    — Te queda genial, Arick — le decía el padre a su pequeño — Ahora veamos los pantalones que te compramos.

    Dejándolo quieto en la silla, Ace fue a buscar la segunda prenda que debía ponerle. Una vez la tuvo en sus manos, quitó a su hijo de la silla y lo colocó sobre uno de los muebles que tenía puesta una toalla encima. Con delicadeza, Ace consiguió ponerle a su hijo tanto la nueva camisa como el pantalón que le había comprado. Cuando este estuvo totalmente cambiado, el soldado lo levantó en brazos y le dio un beso en la frente.

    — Estás hermoso, mi pequeño — pese a que era un momento breve, él disfrutaba mucho de hacer esa clase de cosas con su hijo — Pero no es la ropa la que te hace ver bien, es al revés.

    Arick, como lo habían bautizado sus padres, miró a Ace al sentirlo hablar, y en un acto inconsciente por su edad, estiró su mano en un intento por tocar la nariz de su padre. Este se dejó, y luego de eso, le dio otro beso a su hijo, en la mejilla esta vez.

    — Ah, ahí están los dos hombres de mi vida — la puerta de la habitación en la que se encontraban padre e hijo se abrió.

    Agustina atravesó la puerta y pudo ver a su esposo y a su pequeño hijo juntos en la habitación. Se acercó primero a su esposo para darle, con mucho cuidado, un tierno beso en la boca. Una vez finalizado ese gesto, la mujer fijó su vista en su hijo, a quien tomó en brazos con mucha felicidad para luego darle muchos besos en las mejillas.

    Arick al principio lo toleró, pero luego de recibir el cuarto, comenzó a llorar brevemente. Agustina y Ace se miraron y sin decir una sola palabra, el comandante fue a tomar un chupete de uno de los cajones para dárselo a su hijo, y ver si con eso cesaba en su llanto. Su intento dio frutos, y tan pronto como se lo colocaron al pequeño, este dejó de llorar.

    — Es tan hermoso — Agustina nunca se cansaba de alabar su belleza.

    — Bueno, eso es obvio — Ace le contestó con una sonrisa — Salió idéntico a ti.

    — Date un poco de crédito — contestó la soldado — Él tiene tus ojos, y la forma de sus orejas se parecen a las tuyas.

    — Me alegra saber que hay más de mí en él de lo que creí — Ace comentaba, para luego acariciar el rostro de su esposa — Pero él no es la única belleza de esta casa. Mírate. Estás más hermosa que nunca.

    — Me hace feliz saber que sigo eligiendo ropa que me hace ver bien — Agustina contestó a ese halago dándole un beso a su esposo — Creo que será mejor estar cerca de la puerta. Natasha llegará pronto para venir a buscarte.

    La pareja de soldados, casada hacía aproximadamente dos años atrás, salió de la habitación en la cual dormía su pequeño para acercarse a la puerta de entrada de la casa. Tanto el comandante como la soldado estaban vestidos de forma formal. Tenían un evento al qué asistir, en el cuál tenían que representar la fuerza militar de la humanidad, pero pese a eso no irían vestidos cómo para ir a la batalla.

    No tuvieron que esperar mucho tiempo hasta que la persona a la que esperaban llegase. Cuando hubo tres toques en la puerta, la pareja supo que se trataba de Natasha. Tras indicarle que entrara y que la puerta se encontraba abierta, la otra comandante ingresó al hogar donde vivía la familia.

    — Buenos días — contestó Natasha, con una sonrisa dirigida hacia ambos — Veo que ya están listos.

    — Así es, aunque yo no saldré con tanta anticipación — comentó la soldado Young a su compañera — Te ves muy bien, Natasha.

    — Gracias, yo digo lo mismo de ustedes — Natasha se aproximó a la pareja para luego centrar su vista en el niño Lakor — Mira qué grande que está este niño. Tengo que aprovechar para llamarlo “el pequeño Arick” mientras puedo. No solo está grande, está precioso.

    Con el transcurso del tiempo, y pese al pasado de Natasha con Ace, los tres habían mejorado su relación al punto en que una gran amistad mucho más fuerte había surgido entre todos. Natasha había conseguido aceptar la realidad que en un principio le incomodaba, y la cuál tenía que ocultar para que no sentirse mal. Pero ella pudo aceptar que Ace había elegido seguir su vida con alguien más luego de que ella eligiera un camino diferente hacía ya unos años atrás. En el momento en el que Natasha recibió la noticia de que Agustina estaba embarazada, se sintió algo desanimada. Sin embargo, el tiempo hizo que la aceptación finalmente llegara.

    — ¿Gwyn no viene contigo? — preguntó Ace, mirando como Natasha sonreía al pequeño Arick, como ella lo llamaba.

    — Dijo que quería adelantarse y que nos estará esperando allí — comentó la comandante Zafiro — Quizá ya haya llegado. Deberíamos irnos.

    — Muy bien, tomaremos uno de los vehículos que preparamos — Ace comentó para luego mirar a su esposa y a su hijo — Los esperaré allí.

    — Allí estaremos, amor — Agustina le respondió.

    Con el pequeño niño en brazos, Agustina se acercó a su esposo para darle un beso tierno en la boca. Ace, a pesar de pasar por un ritual así todos los días, siempre valoraba ese momento que tenía con su pareja. Una vez el beso había finalizado, el comandante Lakor se despidió temporalmente de su hijo con un beso en la frente y salió de la casa en compañía de Natasha.

    En el camino hacia un garaje cercano en el que guardaban vehículos destinados únicamente para el uso de aquellos que pertenecían a la milicia, los dos comandantes iniciaron una conversación.

    — Oye, no quise decirlo frente a Agustina — comentó Ace en voz baja — Pero te ves hermosa, Natasha.

    — Gracias, Ace, tú también estás precioso — su compañera agradecía el cumplido — Aunque, para mí, siempre lo has estado.

    — Oye, sé sincero conmigo — le dijo el comandante — ¿Nadie de tu unidad te ha invitado a salir alguna vez?

    — Lo han hecho, algunos más de una vez — respondió Natasha, bajando un poco la mirada — Pero yo… simplemente no me siento con ánimos de salir con alguien de mi propia unidad.

    — ¿Por qué? — Natasha no entendía la razón por la que Ace le cuestionaba esas cosas — ¿Acaso tiene que ver con aquello de lo que me comentaste alguna vez?

    — ¿Qué cosa? — la soldado estaba en dudas con esa afirmación.

    — Una vez, en nuestra primera misión dijiste que no te gustaba la idea de aceptar órdenes de alguien que fuera inferior a ti — le respondió Ace, haciendo referencia a un hecho muy lejano en el pasado — ¿Acaso aplica lo mismo para esto? ¿No tienes ganas de salir con nadie porque no están a tu nivel?

    — No, no se trata de eso — Natasha le contestó, mintiendo un poco sobre ese tema — Es que ninguno de ellos me atrae tanto física como emocionalmente. Hay soldados que son muy guapos, pero que no me dan sensaciones positivas como para una relación. Y, por otro lado, hay soldados que tienen el nivel de sensibilidad que me gusta, pero no son tan atractivos visualmente. Aún soy joven, Ace, creo que puedo darme el lujo de ser un poco selectiva.

    — Bueno, tú eres una mujer hermosa y una persona increíble — Ace le comentó con total sinceridad — Claro que mereces a alguien con el que puedas estar a gusto, y mucho más. Sinceramente, si eso es lo que deseas, entonces te deseo suerte para que lo consigas.

    — Gracias, comandante Lakor — para que no se sintiera una charla muy personal, la mujer le contestó llamándolo de esa manera.

    […]

    Allecreod, en un solitario calabozo donde su celda era la única ocupada, escuchó los pasos de mucha gente acercándose hacia su lugar. Esa era la señal de que lo sacarían de allí, probablemente para llevarlo hacia el evento del que tanto había estado escuchando hablar, el cuál consistía en la inauguración de una de las cosas que él había propuesto hace dos años, el primer día en el que Thomas optó por hacer un trato con él.

    El ryfier, único en su especie habitando aquel planeta, vio como un soldado lideraba a un grupo de cinco, siendo tres hombres y dos mujeres detrás de él. Quien iba al frente se acercó a su celda para desbloquearla y permitirle salir de allí dentro. Cuando tuvo la puerta que lo retenía abierta frente a él, una sensación de confusión lo invadió.

    — ¿No me van a esposar antes de liberarme? — preguntó Allecreod a quien había abierto la puerta.

    — Thomas me ha dicho que no lo hiciera — contestó Faron Zark, el soldado más joven de la humanidad en participar en la guerra contra los edagrianos — Pero por si acaso, ha decidido enviar a tres soldados más para que me acompañaran. Pórtate bien, y es posible que, durante los próximos dos años, cada una de tus salidas sea sin esposas.

    — ¿Por qué solo los próximos dos años? — Allecreod no se sintió bien escuchando esas palabras — ¿Qué pasará conmigo después?

    — Porque si continúas portándote bien, al pasar dos años luego del día de hoy, tendrás la posibilidad de ser libre — Faron contestó, dándole a Allecreod una sorpresa agradable para él — Claro que siempre vas a estar vigilado. Todos los humanos de aquí están vigilados, por lo que tú tendrás el doble de vigilancia. Pero se te permitirá ser libre.

    — Bueno, ¿acaso no me he portado bien cada vez que me han sacado anteriormente? — Allecreod preguntó en un tono algo sarcástico.

    — Sí, pero en esas ocasiones ibas esposado — Faron le hizo la seña para que saliera — Claro está que ahora que tienes más libertad de movimiento, te sería más fácil no portarte bien. Pero ya fue suficiente de charla. Para que seas libre deberán pasar al menos dos años. No tiene sentido hablarlo ahora, no cuando tenemos que llegar a nuestro evento. Sal de la celda, Allecreod.

    Viendo que no había alternativa entre las cuales elegir, el ex líder de los ryfier abandonó la celda. Tan pronto como lo hizo, Faron la cerró con llave. Frente a él, tres soldados empezaron a marchar, mientras que Faron y los otros dos se quedaron totalmente inmóviles. El ser no humano había captado la indirecta sin necesidad de más palabras. En todo el día que él estuviera fuera, siempre se encontraría en el medio de un pequeño grupo de soldados.

    Sin embargo, no mostraba quejas. Para él, ser libre para caminar sin esposas era mejor que estar esposado. Siempre, en cada reunión que él tenía con los comandantes, debía tener las esposas puestas. Si bien, no era la peor sensación de su vida, no podía negar que tener un peso menos encima era preferible. Sobre todo, cuando las reuniones en donde él tenía que participar más tiempo se llegaba a terminar cansando muy rápido.

    No fue hasta que él no movió sus pies en dirección a la salida que el soldado Faron empezó a moverse también. Sin dudas, nadie le quitaría la vista de encima. Pero para él eso era una ventaja, ya que era una forma de tener más testigos de su buen comportamiento. En sus inicios, no le agradaba mucho la convivencia con los humanos, ni siquiera se sentía cómodo en reuniones pequeñas de menos de una hora. Pero con el paso del tiempo, les fue tomando cariño, en parte por el hecho de que, mientras más interactuaba con ellos se daba cuenta de que tenían buenos corazones y de ellos salían buenas intenciones, además de que le era más divertido salir que quedarse encerrado.

    Rodeado por un total de seis soldados, el ryfier, desarmado, dado a que nunca había vuelto a tener cerca de él un arma para poder defenderse, empezó a caminar a la dirección en dónde se celebraría un importante evento para la humanidad, al cuál él había sido invitado a participar.

    […]

    — ¡Agustina! — la voz de Thomas gritó a la soldado.

    La chica, quien se encontraba caminando por la calle cargando al pequeño Arick en brazos, se detuvo en seco al escuchar la voz de su compañero. Dado a que se encontraba dirigiéndose a su casa, no esperaba que él se apareciera desde atrás, pero eso no evitó que se diera la vuelta para verlo llegar.

    — ¡Thomas! — sin levantar la mano porque tenía que cargar a su hijo, ella gritó a su amigo, confirmándole que se trataba de ella — ¡Me alegra que hayan venido!

    Igual que ella, Thomas también cargaba a una personita en sus brazos. Cuando él se acercó a la posición de su compañera, ella pudo centrar los ojos en una pequeña niña, la cual tenía un vestido pequeño y un pantalón con abrigo para protegerla del frío. Así como Arick tomó de sus padres el cabello castaño, la hija de Thomas y Gwyn contaba con una cabellera rubia muy brillante. Agustina se derretía cada vez que la veía, dado a que le encantaba la apariencia de la niña.

    — Me alegra verte, Thomas — decía con una sonrisa sin poder estrechar su mano — Veo que trajiste también a la pequeña Sky. Hola, preciosa.

    — ¿Escuchaste, Sky? — Thomas, con voz baja y en un tono dulce, habló con su pequeña bebé dormida — Agustina te está saludando. Cuando despiertes, debes devolverle el saludo.

    — Esa niña es la más preciosa del mundo — Agustina alabó la apariencia de la pequeña — Espero que no quieras quitarme a mi pequeño Arick, porque no tendría forma de competir contra alguien como tú.

    Ambos compañeros, quienes mantenían una gran amistad por su convivencia en la milicia y su participación en numerosas misiones peligrosas, rieron juntos por ese comentario. Dado al gran lazo que habían formado, ese tipo de bromas que hacían les daban buenos momentos en compañía. Tras haber saludado a su compañera, Thomas miró al pequeño Arick en brazos de Agustina.

    — Vaya, Arick está cada vez más lindo — comentó el soldado — Espero que esperes un poco de tiempo antes de interesarte en mi pequeña Sky. Porque cuando ella te vea, dudo que no quede encantada contigo.

    — Estoy segura de que lo pasarán muy bien cuando crezcan — comentó Agustina para luego ponerse a la par de su compañero — Dime, ¿cómo está todo en su casa?

    — Bien, hemos podido solucionar ese problema de los insectos que nos estaban invadiendo — Thomas contestó, empezando a caminar hacia el lugar donde celebrarían el evento — Por suerte, ninguno de esos era venenoso o peligroso para nuestra salud. Pero es un alivio que se hayan ido.

    — Creo que tuvimos suerte de que no salieran en nuestra casa — Agustina comentaba pensando en esa posibilidad — Ace ha estado trabajando más que nunca para este evento. Me alegra que finalmente vaya a suceder. Seguro se verá más relajado cuando acabe.

    — Gwyn y yo lo hemos hablado mucho — Thomas respondió — Este es el primer gran proyecto que merece la pena inaugurar. Es crucial que sean los tres comandantes que pelearon en la guerra los que se encarguen. Pero luego, para los proyectos siguientes, podrían delegar esa responsabilidad a alguien más. No hace falta que siempre lo tengan que encabezar todo.

    — Ya se verá — Agustina no estaba muy segura sobre el futuro — Lo cierto es que Ace no ha hablado de otra cosa en estos últimos meses. No creo que tenga la intención de participar en otro evento de este estilo. O al menos, no lo ha comentado conmigo.

    — ¿Natasha no te ha dicho nada? — Thomas quiso asegurarse.

    — No, y ella siempre me dice todo — Agustina y ella se habían convertido en confidentes — Una vez recuerdo que tan pronto como Ace llevó botellas de cerveza a la estación, salió corriendo para llamarme. Escuché por teléfono cómo Ace dijo que eran para una fiesta que realizaríamos luego de que terminara la última jornada de la semana.

    — Sí, recuerdo bien esa pequeña fiesta en la oficina — Thomas se reía por eso — Luego de que llegamos a casa, Gwyn y yo… bueno, solo digamos que nuestros planes para tener a la pequeña Sky con nosotros se adelantaron unos meses gracias a eso.

    — Que bellos que han sido estos dos últimos años — Agustina pensaba con alegría — Solo piensa en todo lo que hemos podido vivir. Tranquilidad. Nada de conflictos. Todos los humanos aquí, ya sea de Zenith o de Black Meteor se llevan bien. Hemos podido dejar de viajar por el espacio hacia planetas peligrosos… Y mira a los pequeños hermosos que tenemos con nosotros.

    — Si no hubiéramos dado con las respuestas a la Catástrofe, o si hubiéramos fracasado en alguna de nuestras misiones, no podríamos estar aquí — Thomas recordó las veces que salieron a pelear y a exponerse al peligro — Pero es como dices tú. Hemos tenido que pasar por mucho, pero finalmente podemos gozar de paz y tranquilidad… En familia.

    — De hecho, Ace y yo estamos pensando en la idea de tener otro bebé — Agustina reveló a Thomas algo que solo había hablado con su esposo — Me gustaría mucho que fuera una niña. ¿Tú qué dices, Arick? ¿Te gustaría tener una hermanita?

    — Será un buen hermano, de eso no tengo dudas — Thomas miraba como el pequeño dormía en brazos de su madre.

    La charla entre los dos compañeros de Zenith, quienes habían estado compartiendo equipo desde la primera misión, se prolongó durante todo el trayecto al sitio en el que se realizaría el evento. Tras una breve pero amena caminata, los dos soldados finalmente llegaron a su destino.

    En el centro de la ciudad en donde todos ellos habitaban, la cual había recibido el nombre de Skymning que significaba “crepúsculo” en el idioma oficial que ellos hablaban, y de donde Thomas y Gwyn tomaron inspiración para ponerle el nombre a su hija, era el lugar en donde se llevaría acabo aquel evento.

    Ubicado estratégicamente en el centro real de aquella urbe, se situaba una estación de trenes, la cual, pese a ser edagriana, había recibido remodelaciones para que se asemejara más a las que se podían encontrar en el planeta Tierra en la época en donde seguía albergando vida. El evento iba a tener lugar en el interior de aquella estación, donde había colocada una enorme cantidad de sillas, puestas para los soldados del ejército humano.

    Otras personas de otras profesiones tales como periodistas y camarógrafos e incluso gente que controlaba drones para transmisión se encontrarían de pie durante el evento. En el momento en el que el dúo de soldados llegó a aquel lugar, ya había varios asientos ocupados por soldados que habían llegado antes. Algunos eran entrevistados mientras que otros simplemente descansaban o hablaban entre ellos.

    Sabiendo la importancia que tenían, puesto a que formaron parte del escuadrón más importante de la humanidad, Thomas y Agustina fueron a los lugares donde estaban los asientos más próximos a la entrada de la estación. Allí, pudieron ver que sus compañeros los esperaban.

    — ¡Thomas, Agustina! — Alicia, con mucha emoción los llamó para que la pudieran ver.

    Tan pronto como ellos la encontraron, acudieron a su ubicación. Ella, alegre por verlos, saludó a ambos con un beso en la mejilla, cosa que no los incomodaba dada su amistad, y luego centró la vista en los pequeños Arick y Sky.

    — Son una preciosidad — Alicia sentía deseos de pellizcarles las mejillas — Para cuando cumplan tres años les haré un regalo especial. A los dos pequeños.

    — No es necesario, Alicia — Agustina sonreía ante el entusiasmo de su compañera — Con que estés allí para cantarles nos es suficiente.

    — Lo sé, es algo que les quiero dar — la chica sonreía por verlos — No se preocupen, no será algo muy costoso.

    — Si tú lo dices, entonces te creemos, pero como dijo Agustina, no hace falta — Thomas se sentía feliz por tener a una compañera como ella.

    — Yo nunca les he mentido, pero mejor le dejo el turno de saludar a Noak y Gina — la chica tomó asiento para esperar el evento.

    — Nos alegra mucho ver que sus pequeños están bien — Noak decía poniéndose de pie para ayudar a su pareja a levantarse — No podemos esperar para que sea nuestro turno. ¿Verdad, Gina?

    — Cada vez que pienso que falta menos, me emociono demasiado — con la ayuda de Noak, una Gina embarazada se puso de pie para acercarse a sus compañeros.

    A diferencia de Ace y Agustina y de Thomas y Gwyn, Gina y Noak optaron por esperar un poco de tiempo más para dar un nuevo paso en sus vidas y traer a un niño al mundo. A Gina se le podía ver una panza de seis meses, y estaba a tan solo tres de dar a luz y poder tener a su hijo en brazos. Con emoción, ambos soldados que estaban emocionados por ser padres primerizos saludaron a Agustina y Thomas al mismo tiempo que tiraban besos a los bebés que ellos cargaban.

    Tenían pensado pedir consejo en caso de que su hijo, quien sería un varón según los doctores a los que visitaron, les diera alguna clase de problemas.

    — Son tan tranquilos para su edad — Gina se veía casi enamorada viendo lo pequeños que eran los hijos de sus compañeros — Ojalá el pequeño Cade sea igual de bien portado que ellos.

    — ¿Ya han decidido su nombre definitivo? — Thomas recordó que la última vez que habló con ellos ni siquiera tenían opciones para llamarlo.

    — Ese nombre se le ocurrió a Gina — Noak le dio el crédito por la idea — Yo simplemente le di el visto bueno. No es un nombre muy común y suena bien. Es sencillo de recordar y pronunciar.

    — Cade Jensen Hauk — Agustina lo llamó usando el apellido de sus padres — O Cade Hauk Jensen… Ambos suenan muy bien.

    La charla entre los cinco siguió durante unos diez minutos más. En ese tiempo, nada más preguntaban a Agustina y Thomas por el tipo de experiencia que tenían siendo padres por primera vez, por más que los pequeños todavía no tuvieran demasiado tiempo junto a ellos. Sin embargo, ellos eran felices narrándoles todo lo que vivían en esa nueva etapa que habían iniciado en sus vidas. Narraban desde las cosas buenas buenas hasta las malas, y tanto Noak y Gina, que deseaban aprender de su experiencia para poder manejar a su futuro hijo, como Alicia quien había decidido que no tendría hijos debido a que no quería volver a estar en una relación tras la muerte de Michael, disfrutaban de todas las historias.

    Mientras más pasaba el tiempo, más cercano estaba el comienzo del evento, y todos ellos supieron que quedaba cada vez menos al ver como Faron, acompañado por más soldados, llegaron al sitio junto con Allecreod. En el momento en el que el ryfier hizo su aparición, varios periodistas y camarógrafos del lugar se dirigieron a su posición.

    La historia de que había un ryfier colaborando con ellos era conocida por cada ser humano, pero pocos eran los privilegiados que lo conocían. A partir de ese momento, cualquier ser humano podría ponerle cara a aquel ser, dado a que ni siquiera había imágenes oficiales de él circulando en televisión o internet.

    El lugar poco a poco se fue llenando, y cada persona que entraba a la estación tomaba su puesto. No fue hasta que los comandantes Lakor, Fairin y Zafiro entraron al sitio que todo quedó en silencio. De los tres, solo Lakor tenía puesto en la cabeza un dispositivo que contaba con un micrófono, el cuál estaba conectado a parlantes escondidos distribuidos en aquel lugar. Tras su llegada, esperaron unos treinta segundos y luego fue que Ace empezó con el evento.

    — Buenos días a todos los presentes — saludó con respeto — Muchos aquí ya me conocen seguro, pero en caso de que no sea así, me voy a presentar. Me llamo Ace Lakor. Y soy el comandante supremo de la humanidad. Representante del poder militar de los últimos humanos que quedamos con vida, y la persona que encabezará este acto de inauguración de los trenes solares… Para quienes no lo sepan, los trenes solares son vehículos fabricados por los edagrianos. Vehículos que hemos decidido utilizar para nuestro beneficio gracias al consejo del ryfier que nos ha estado acompañando en varias reuniones desde hace dos años. Allecreod.

    Muchas miradas se centraban en aquel ser, quien sintió un poco de pánico escénico cuando toda la atención cayó encima suyo. Si bien, no era la primera vez que aparecía en público, sí era la primera vez que se encontraba totalmente solo, rodeado únicamente por seres de otras especies que no eran ryfiers. Tras tener la cabeza con la vista al suelo por unos minutos, decidió levantarla y poner una cara de orgullo, como forma de adjudicarse sin decir una sola palabra, el mérito que le pertenecía.

    — Los trenes solares no contaminan el planeta, y han sido diseñados para moverse a grandes velocidades — Ace continuó hablando — Si bien, no estaban diseñados para unir las ciudades de este planeta, hemos puesto a varios trabajadores a la obra para que pudieran diseñar un sistema que permitiera conectar varios puntos de este planeta. A partir de hoy, las tres ciudades principales de nuestro nuevo mundo: Skymning, Himmel y Galaxy estarán conectadas por estos trenes. Esto abrirá las puertas a que las personas que tenían oportunidades de trabajo limitadas a sus ciudades debido a la nula oportunidad de viajar rápidamente de un punto a otro puedan partir a buscar empleo en otros sitios. Sabemos que se han inaugurado miles y miles de tramos de ferrocarriles en la historia de la humanidad, pero este es el primero que se realiza en el planeta Edagr. Y eso no es todo. Los trenes están equipados con un moderno sistema de defensa conformado por torretas automatizadas. En caso de que alguna especie llegue del espacio a este planeta, buscando indicios de la Gran Catástrofe tal y como hicimos nosotros, estaremos preparados para defendernos en el caso de que no hayan venido con intenciones de aprender. Ese el día de hoy que los trenes quedarán inaugurados oficialmente, desde el momento en el que nuestra presidenta Juniper Ness llegue a nuestra estación desde la estación principal de Galaxy, capital de nuestra nación global. Su llegada está programada para dentro de los próximos minutos. Dado al gran y avanzado sistema de railes de los trenes de este mundo, solamente sentiremos una ligera vibración en el suelo cuando este se acerque a la estación. Pero no escucharemos un sonido estruendoso, más allá de la bocina del propio tren. Agradezco a todos por haber venido aquí a ver el progreso de nuestro trabajo, el primer gran paso de la humanidad en su nuevo hogar. Un hogar que no vamos a perder. Un sitio que será nuestro por siempre…

    Tras esas últimas palabras, las personas reunidas allí, principalmente los soldados que tuvieron participación en la guerra contra los edagrianos aplaudieron con fuerza. Ace no había levantado la voz innecesariamente, y su discurso, pese a ser tranquilo inspiraba mucha fuerza a todos ellos. Viendo que él no diría nada más, apagó su comunicador y miró con una sonrisa a Gwyn y Natasha, quienes estaban acompañándolo en la espera de la presidenta Juniper, quien se convirtió en la autoridad máxima de la población luego de que, bajo el consejo de Allecreod, Ace decidiera tener a una persona para que fuera la cara visible del poder. Inicialmente, ella sería la única presidenta, pero con el tiempo, al incrementar la población, se formarían posiblemente nuevas naciones tal y como era en la Tierra antes de que quedara inhabitable.

    Cuando las vibraciones anticipadas por Lakor aparecieron, todos supieron que se acercaba el momento de la llegada a la estación del primer tren que recorrería las ciudades. Como lo advirtió el comandante supremo, solo se oyó el sonido de la bocina del tren, que poco a poco redujo su marcha a gran velocidad para detenerse en las puertas de la estación. Las paredes de aquel tren se desprendieron de un lado, permitiendo a un montón de personas bajar del vehículo para subir al andén y posteriormente entrar al edificio para presenciar lo que quedaba del acto.

    Los aplausos llenaron el sitio luego de que la presidenta Juniper Ness entrara en el sitio. Todos en ese lugar aplaudían, excepto por una persona. El ryfier Allecreod. Él supo desde el momento en el que Ace mencionó su nombre, que ella sería la persona a la que la humanidad haría responsable por su futuro. En caso de que algo grave llegase a suceder, ella se llevaría la responsabilidad, permitiendo al comandante supremo estar a salvo de un destino como el que él ha tenido que vivir.

    Un par de guardaespaldas privados acompañaban a Juniper, mientras que los demás pasajeros del tren eran o bien periodistas o camarógrafos que cubrían para transmitir por televisión o internet la llegada de la autoridad hacia el acto. Había un par de civiles que no estaban allí ni para trabajar ni tampoco para ver el acto. Algunos de ellos tenían bolsas en la que se podían ver algunas frutas y verduras, lo que quería decir que quizá hubieran aprovechado el viaje para ir a visitar familiares o amigos desde la ciudad de Galaxy hasta Skymning.

    Ace, Gwyn y Natasha se colocaron junto a la presidenta, estando vigilados por los guardaespaldas de la mujer, quienes sin importar que ellos fueran considerados héroes de guerra, no les quitaban la mirada de encima. Juniper, una mujer que doblaba en edad al comandante supremo, tenía que decir unas palabras para dar por finalizado el acto contando cómo fue su experiencia en su primer viaje en el tren solar, pero antes de eso, empezó a acercarse a los periodistas y camarógrafos para saludar amistosamente. Todos los soldados que miraron los movimientos de la mujer notaron ese intento de ganar simpatía ante las personas que estuvieran mirando desde sus casas, ya que incluso la veían lanzando besos hacia las cámaras.

    Una vez finalizó ese gesto, Juniper se posicionó al lado del comandante supremo de la humanidad para estrechar su mano. Ace, como gesto de cortesía, aceptó el saludo.

    — Gracias por haberme recibido en este lugar, soldado Lakor — intencionalmente, no se refirió a él por su rango oficial — Es gracias a usted y a su iniciativa que estemos todos aquí hoy. Estoy muy feliz por haber sido de las primeras en viajar en el tren solar que ordenó que fuera reconstruido para unir nuestras ciudades. Cuando hayamos obtenido mejoras tecnológicas suficientes, me aseguraré de que los más competentes ingenieros desarrollen aeropuertos para que podamos volar de una punta del planeta a otra en aviones y aeronaves solares. Y usted junto a toda su familia y amigos estarán presentes en lo que será el primer viaje en un medio de transporte verdaderamente rápido y útil para toda nuestra población. Se lo garantizo, Lakor. Usted quedará mucho más maravillado de lo estuve yo el día de hoy.

    Ace tuvo que contenerse porque sabía que todas las cámaras lo estaban mirando, pero en el momento en el que Juniper dijo esas palabras, un gran malestar se formó en él. No solamente se refirió a él como soldado sabiendo perfectamente que su rango era de comandante supremo, sino que despreció abiertamente, y sin darle oportunidad de responder, todos los esfuerzos que él había puesto para que varios trabajadores pudieran unir los puntos centrales del planeta. La forma en la que habló de los aviones como un medio de transporte verdaderamente rápido y útil fueron un mensaje muy claro dirigido hacia su persona, y que todas las personas que estuvieran mirando el evento, habrían escuchado.

    Natasha, Gwyn, Thomas, Agustina, Alicia y Faron estaban muy molestos. Noak y Gina no podían entender nada, al igual que el ryfier Allecreod. En el pasado, la presidenta Juniper y el comandante supremo Ace se habían reunido una cantidad muy limitada de ocasiones, llegando a ser apenas tres en total. Les parecía increíble que, pese a no haber interactuado demasiado, Juniper se hubiera tomado el atrevimiento para decirle esas palabras a Ace sin darle tiempo a que pudiera defenderse.

    En Lakor se formó un enojo fugaz que tan solo duró unos pocos segundos, para luego dar paso a una tristeza leve. El haber sido despreciado así en público y sin la posibilidad de hacer o decir nada puesto a que estaba en presencia de la máxima autoridad en el planeta, lo había dejado un poco desalentado. Luego del consejo recibido por Allecreod, Ace fue quien más entusiasmo puso en la inauguración de los trenes solares en las ciudades principales, llegando a participar incluso en los procesos de gestión en compañía de varios asesores.

    La presidenta pronto dejó de hablar ante las cámaras sobre el tren solar para comenzar a mencionar a la gente sus proyectos futuros para la humanidad. Fue ahí cuando a Lakor le vino a la cabeza una conversación que había tenido con ella en una de sus pocas reuniones durante los días pasados, justamente, la primera que habían tenido desde el momento en el que se reveló que Juniper había ganado las elecciones.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, como siempre es un placer estar un sábado más aquí, leyendo en simultáneo por Discord contigo. He de decir que este capítulo, con salto temporal de dos años incluido, me ha parecido genial. Los dos anteriores capítulos parecían más hechos para el final de la parte seis, pero ahora con este capítulo ya parece un auténtico nuevo comienzo en esta séptima parte. Pasaré a comentar lo más destacado ahora mismo.

    Iniciamos con Ace volviendo a casa tras comprar, encontrándose con su hijo (SIIIIII, TIENE UN HIJO *-*) al que le ha comprado una camiseta. Mientras se la prueba, el hombre no puede dejar de adorar a su pequeño, llamado Arick. Pronto, su madre Agustina hace acto de presencia y se nos confirma que la pareja está formalmente casada, y además, su historia de amor parece estar en su punto más álgido. Tras esto, se reúnen con Natasha en la puerta de su casa, pues deben dirigirse a un evento que está por comenzar. Ace y Natasha se marchan primero, teniendo ambos una conversación de lo más curiosa, pues Ace le indica que se ve hermosa y además le pregunta si alguien le ha pedido salir ya. No sé, estando con Agustina, eso está un poco fuera de lugar, aunque tampoco veo a Ace diciéndoselo con otra intención. Espero. :blue:

    Luego vemos que Agustina, cargando con Arick en brazos, se encuentra por el camino a Thomas, quién carga con su hija (SIIIIIII, TIENE UNA HIJA *-*), la cual se llama Sky (como la abreviatura de la ciudad en la que viven, Skymning). Al parecer, la bebé tiene el pelo rubio de Gwyn, algo que la hace sumamente preciosa. Agustina y Thomas bromean con la posibilidad de que sus hijos, en un futuro, tengan interés el uno en el otro (ojalá). :nice:

    También vemos que Allecreod es liberado de su celda y llevado (sin esposas, wow) a dicho evento. Al parecer, su rol como consejero ha sido útil y se ha ido portando bien hasta el punto de que, pese a ir custodiado, lo hará sin ser maniatado. Vemos que uno de esos soldados es Faron, aquel joven asustadizo que peleó en la guerra vs los edagrianos. Y personalmente creo que ese título le da crédito para ir adquiriendo importancia en futuras tramas, ya que el potencial está ahí. Confío en que se pueda dar.

    Sea como sea, llega el momento del evento (ubicado en una estación de tren principal), en el cuál hay presencia de periodistas y cámaras. Vemos que allí ya están todos, incluidos Noak y Gina (quiénes van a ser padres, próximamente, de un niño llamado Cade *-*). Se describe que la humanidad que habita Edagr ha formado una nación y esa nación tiene tres grandes ciudades: Skymning, Himmel y Galaxy, siendo ésta última la capital. De allí proviene quién es la presidenta, llamada Juniper Ness. Mientras ella llega, el llamado ahora comandante supremo Lakor da una extensa explicación sobre la función de los nuevos trenes solares, antaño armas edagrianas y ahora transporte que conecta con todas las ciudades (y sigue contando con las armas). Ace menciona la aportación de Allecreod, quién recibe la mirada de todos, sintiéndose orgulloso de sí mismo. Poco después aparece la presidenta Ness, quién ocupa un rol de liderazgo que, encubierto, es una manera de que toda la responsabilidad se delegue en ella para bien y para mal (excelente consejo del ryfier).

    Juniper demuestra ser lo que viene siendo el clásico político humano, una mujer soberbia y prepotente que busca atribuirse todos los méritos, sin haber movido un dedo. Personalmente, no sé quién la escogió para el cargo, pero creo que podría haber mejores opciones que una vieja ansiosa de llamar la atención con faltas de respeto a otros. En fin, sea como sea, el capítulo termina con ese gesto feo de la presidenta hacia el comandante supremo (no soldado a secas, perra :ewww:) y con Ace recordando una conversación mantenida con ella antaño, la cuál asumo que se verá en el siguiente capítulo.

    En definitiva, gran capítulo que abre un nuevo abanico de posibilidades para lo que esté por venir. Se siente como un nuevo comienzo, algo fresco e interesante. Estaré deseando saber más del presente actual de nuestros protagonistas, pero eso será el próximo finde. ¡Hasta pronto! :Okibeta:
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    5468
    Saludos. Llegó la hora de publicar un nuevo capítulo de la historia. No hay mucho para informar esta vez. La guía de personajes y la cronología las estaré actualizando dentro del capítulo siguiente o del 6, por lo que dejaré los enlaces en su momento.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su constante presencia en esta historia a través de nuestras juntadas por Discord para leer en simultáneo, junto con los comentarios que deja en estos threads, siendo algo que aprecio muchísimo, y que me da ánimos para ir siempre adelante con esta historia que sigue siendo desarrollada actualmente. Me da gusto que haya disfrutado el capítulo anterior, y espero los que siguen sean de su agrado también :)

    Un saludo también a Elliot, quien sabe que aunque no reciba una etiqueta por mi parte para ahorrarle los spoilers, su presencia en los capítulos previos a esto es apreciada también.

    Sin más qué decir, les dejo el capítulo para que sea leído.



















    El amor que siento:

    Juniper había llegado al despacho en el que tendría una reunión con el comandante supremo de la milicia de la humanidad. Tan solo una semana había transcurrido desde que el resto de la humanidad llegó al planeta Edagr, y ya todos habían sido notificados de la idea de que se realizarían elecciones democráticas para elegir a un presidente para gobernar al país. Los políticos tendrían un mes para hacer campañas, y tras ese mes se realizarían las elecciones donde todo mayor de diecisiete años podría votar.

    Los resultados, dada la lentitud de varios soldados en hacer un conteo de votos y asegurarse de no cometer un error en el escrutinio de votos mediante el uso de tecnología edagriana, se demoraron un mes en aparecer. Finalizado ese mes fue que se conoció a Juniper Ness como la ganadora de las elecciones y nueva presidente de la humanidad, siendo la primera en tener ese cargo en otro mundo.

    Previo a la campaña, Ace había tenido una reunión con todos los candidatos, haciéndoles saber que lo primero que debían hacer antes de asumir el mando era la firma de unos documentos junto con él, totalmente a solas. Sin esa firma, el ganador no podría asumir, por lo que las elecciones deberían repetirse, pero sin el candidato ganador.

    En el interior de aquel edificio solamente se encontraba la propia presidenta y el comandante supremo, que no hacía más que mirarla atentamente mientras ella leía los documentos que él había preparado. Nadie más se encontraba allí dentro. Todo con tal de que la charla no pudiera ser condicionada por la presencia de alguien más.

    Juniper, quien no había terminado de leer aún, miró seriamente a quien tenía al frente con una expresión que no parecía muy relajada.

    ¿Es un chiste? — Juniper lo dijo de mala gana — ¿Poder militar? ¿Quiere decir que a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial le vas a sumar uno extra para ti y tus compañeros? ¿Quién te has creído que eres?

    El comandante supremo — Ace no estuvo muy feliz con la forma en que ella se lo cuestionó — No entiendo a qué viene ese comentario. No tiene idea de todo lo que mis compañeros y yo hemos tenido que pasar para que todos podamos estar aquí hoy.

    Que seas un héroe de guerra no te da un pase gratis para que hagas lo que se te antoje — Juniper se lo rebatió.

    Magnus fue líder de nuestro país por más de diez años tras la Catástrofe — Ace le respondió — Y él era militar.

    Nuestro líder era militar, y ni siquiera así teníamos un poder exclusivo para ellos — Juniper le habló sobre política de Zenith — Chico, conozco mi historia. Tú estuviste en Black Meteor la mayor parte de tu vida, y todo el tiempo que acumules en el Zenith apenas sumará seis meses. Yo nací y crecí en Zenith. No me hables de Magnus, porque te aseguro que sabes menos que yo. Tú lo que quieres es que la milicia tenga su propio poder para que tú y tus amigos puedan hacer lo que quieran. Ante una emergencia, podrán ayudarse mutuamente y no acatarán órdenes de ningún gobernador, ministro y por lo que veo en el documento, ni siquiera de mí. Claramente, tendrán privilegios que no creo que se merezcan. No me veo atraída a firmar este documento.

    Lo dejé bien claro cuando me reuní con todos los otros candidatos — Ace fue directo con sus intenciones — Si no firma ese documento, no asumirá la presidencia de toda la humanidad. Realizaremos las elecciones nuevamente sin usted, y tendrá que esperar unos seis años hasta que el mandato del nuevo ganador se termine. Si eso es lo que quiere, retírese de aquí así nos ahorramos tiempo a los dos.

    Es solo que no me parece justo — Juniper le refutó — Cuando usted mencionó que habría que firmar documentos, me imaginé que tenían en consideración ciertas cuestiones relacionadas con el nuevo mundo en el que vivíamos. Pero lo que usted puso aquí es una locura. Básicamente, mi primera acción como presidenta será darle a la milicia un poder que luego ni yo ni nadie podrá revocar. Me siento amenazada. Mi mandato ni siquiera ha iniciado, y ya estoy haciendo cosas contra mi voluntad.

    Nadie la obligará a firmar esos documentos, señora Ness — Ace quiso ver si con formalidad podría acelerar las cosas — Si usted no quiere firmar, está en su derecho de no hacerlo. No hay acción hecha contra su voluntad.

    No me hable de esas cosas, que yo soy mayor que usted y además soy doctora de ciencias políticas — Juniper no temió responderle así — Usted está coaccionando esta firma. Para ponerlo en un ejemplo que alguien de su tipo pueda entender, es como si usted quisiera adoptar a un niño pequeño. Y si ese niño pequeño le hiciera firmar un papel en el que dice que solo lo podrá adoptar si acepta no regañarlo en el futuro haga lo que haga. Tú eres importante, y un héroe de guerra, nada te puede quitar ese honor. Pero te has aprovechado de que en este mundo no hay leyes para obligarme a darte un poder que no merecen.

    No veo que todo sea como usted lo dice, excepto por una sola cosa — Ace se le acercó a la nueva presidenta — En este mundo, las leyes humanas no aplican aún. Empezarán a aplicarse tan pronto como usted firme ese documento. Si no quiere hacerlo, démelo y váyase a su casa. Nos hará bien a los dos.

    Me he gastado mucho esfuerzo en hacer una campaña y ganar esta elección — Juniper estampó su firma sobre el documento con mucha furia — No voy a esperar seis años para luego tener que hacer lo mismo. Pero recuerde que nunca olvidaré lo que ha pasado hoy.

    Agradezco que hayamos podido llegar a un entendimiento — Ace tomó los documentos para poder llevárselos y así realizar copias — Ahora que oficialmente somos compañeros, espero que podamos llevarnos mejor.

    […]

    Ace y Agustina estaban caminando junto con su pequeño hijo por un lugar llamado la Plaza de los Héroes. Luego de que la humanidad llegó al planeta Edagr, fue una de las primeras cosas que Ace quiso que se construyera. En el sitio donde habían enterrado a varios de los humanos que dieron sus vidas, se levantó un monumento para poder honrar la memoria de todos aquellos que murieron en la guerra contra los edagrianos. El lugar estaba adornado por árboles, situado a pocos metros de las afueras de la ciudad Skymning, de manera que no tuviera su ubicación en el centro de una urbe que poco a poco iría llenándose de gente que se movería para ir a sus trabajos. El deseo de Ace fue que sus camaradas caídos pudieran tener un sitio apartado en el que el silencio reinara.

    Pocos ruidos se escuchaban provenientes de la ciudad. El uso limitado de vehículos y el silencio de los trenes solares, puestos en funcionamiento tras su acto inaugural, dejaban el lugar como un sitio tranquilo. Ace, con el pequeño Arick en brazos, relató a Agustina las circunstancias en las que se desarrolló el primer encuentro que tuvo con la gobernadora Juniper. Ella, dado a que Ace jamás le había hablado sobre sus reuniones dado a que no le gustaba la política, se sorprendió por la mayoría de las cosas que este le contaba.

    — Veo que no es una mujer tan agradable como pensé — Agustina se sentía algo desalentada por lo que oyó — ¿Y el resto de tus reuniones con ella?

    — Apenas hablamos en las otras dos que tuvimos, pero cuando lo hacíamos, era siempre en buenos términos — Ace se dio cuenta de su error — Es una mujer muy hipócrita. Honestamente, habría preferido que no tomara la presidencia.

    — Deberías hablar con ella en privado — Agustina propuso — Más bien, deberíamos ir los dos. Has hecho muchas cosas maravillosas como para que esa horrible mujer se pusiera a hablar así de ti, escudándose en la presencia de otras personas. No puede quedar impune algo como eso.

    — Cuando firmó el documento dijo que nunca lo olvidaría — Ace recordó esas palabras exactas — Está claro que se estuvo guardando ese rencor y lo soltó justo en un día como hoy. Así como ella se sintió ofendida cuando su primera acción fue otorgarnos un poder independiente, ahora ella ha hecho lo mismo conmigo. Me ha ofendido en frente de muchas personas.

    — Si tenemos tiempo, lo hablaremos seriamente con ella — Agustina decía mientras quitaba a Arick de los brazos de su esposo — Por el momento, tratemos de olvidarla.

    Ace, viendo a su hijo en los brazos de su esposa, acarició sus cabellos con ternura, a lo que Agustina luego le sumó un par de besos en la frente. El pequeño Lakor estaba despierto, pero con mucha tranquilidad. A sus dos padres les gustaba mucho la idea de tener a un niño que lloraba más bien poco de lo que era habitual en bebés de su edad. En ciertos momentos, empezaron a pensar que quizá eso se debía al hecho de que ambos habían sufrido cambios en su cuerpo producto de la Catástrofe antes de haberlo tenido. Incluso había veces en las que se cuestionaban si Arick habría podido heredar su habilidad para manipular energía.

    Sin embargo, esos pensamientos quedaron apartados cuando llegaron al centro de la plaza. Varias inscripciones estaban grabadas en piedra, y en cada una había muchos nombres de fallecidos que jamás serían olvidados por amigos y familiares. La piedra central era la más alta de todas, y la cual tenía los nombres de quienes fueron compañeros queridos para Ace, incluso aquellos que no llegaron a pelear en la guerra.

    Tanto él como su esposa miraron los nombres uno por uno, yendo de abajo hacia arriba hasta que terminaron dando con el último de todos. Ese nombre era de su gran compañero Michael Umcali. De todas las personas que pudieran haber perdido, él era el más cercano y con quien más tiempo habían pasado. Ace insistió en que su nombre fuera colocado por encima de todo.

    Con una cara de tristeza, Ace y Agustina recordaron el momento de la última vez que charlaron juntos sin darse cuenta de que iba a ser el final. Cuando ambos se encontraron con la noticia, la pena los invadió. Ambos perdieron a un gran amigo, compañero y comandante aquel día.

    — Desearía que tú pudieras estar aquí hoy — decía Ace en voz alta — Yo sé que estarías orgulloso si lo pudieras ver. Fuiste una gran persona. Mi hermano, como tú me llamaste.

    — Te extrañamos mucho cada día, Michael — Agustina se contagió por las palabras de Ace — Como desearía que pudieras vernos ahora. Que pudieras ver las personas que somos hoy. El nuevo mundo que estamos construyendo, y la familia que hemos formado… Y me gustaría mucho poder verte a ti como padre de familia. Te extrañaremos siempre.

    — Le hablaremos a Arick sobre ti — Ace decía mientras cambió la vista a su hijo — Él siempre sabrá que tú fuiste el más valiente de todos. Si no fuera por ti, no sé qué podría haber sido de mí. Tengo a mi esposa y a mi hijo gracias a esa alianza que formamos hace años. Gracias por haberlo hecho, y por cumplir con tu palabra.

    Ambos, tras haber dicho unas palabras cargadas de dolor, eligieron guardar silencio, y simplemente quedarse de pie en respeto frente a la inscripción de todos sus compañeros. Ace miró con dolor los nombres de Wagner y Sharyn, quienes habían sido las primeras muertes que él tuvo que sufrir bajo los primeros meses siendo comandante. Él mismo había pedido a Wagner como un soldado para su unidad, pero tras su salida del ejército obligada por Magnus, no pudo hacer nada para tratar de aliviar su dolor. Uno que había iniciado con la muerte de Sharyn, al menos para él.

    Agustina, por su parte, centró su vista en los nombres de las chicas que la habían acompañado en la academia. Zoey y Julie fueron parte de su formación militar. Recordó el día en el que las tres fueron seleccionadas para acudir a una misión importante. Desde ese momento, ella siempre creyó que las tres estarían juntas para apoyarse codo a codo. Pero la realidad golpeó mucho más fuerte de lo que ella creyó. Era consciente de que los soldados podrían morir en batalla, pero nunca esperó que Julie sería asesinada en su primera misión ni que Zoey fuera víctima de las bestias en el planeta Fientlig. Había vivido muchas cosas luego de eso, y ninguna fue en compañía de sus amigas.

    Mientras la pareja disfrutaba de un momento de reflexión y tranquilidad, empezaron a notar que varias personas se acercaban a la plaza. No le dieron mucha importancia a ese asunto, puesto a que creían que serían habitantes de las ciudades Himmel y Galaxy, que no habían podido acudir al sitio debido a que los trenes no habían estado disponibles hasta ese día. Les llamó la atención el hecho de que traían bolsas, pero luego creyeron que podría tratarse de obsequios.

    — Se dirigen hacia aquí, probablemente nos pasen de largo y empiecen a recorrer el sitio desde atrás hacia adelante — Ace susurró a su pareja — No nos quedaremos mucho tiempo más. Sé que querrán un tiempo de privacidad.

    Agustina y Ace se quedaron mirando las inscripciones de sus amigos, recordando cada momento pasado junto a ellos. Estaban tan metidos en sus pensamientos que no se percataron de que los recién llegados a la plaza estaban formando un semicírculo alrededor de ellos. Con una distancia de dos metros entre uno y otro, la pareja y su hijo estaban rodeados totalmente.

    Usando una coordinación que parecía casi ensayada, los hombres y mujeres que entraron a la plaza sacaron de sus bolsas algunos tomates que sostuvieron en sus manos hasta que uno de ellos hizo una señal. Tomó uno firme en sus manos y se lo arrojó al comandante supremo. El impacto dio en la espalda, y tan pronto como pasó, el tomate se fragmentó en varios pedazos, dejando la ropa de Ace totalmente manchada. Este, tan pronto como se dio vuelta para ver qué ocurría, se vio atacado por una lluvia de tomates, que eran arrojados brutalmente por esas personas. Agustina se dio la vuelta para ver qué ocurría, pero cuando pudo ver que les estaban tirando cosas, giró rápidamente para evitar que alguno de esos tomates pudiera impactar a su hijo.

    — ¡Basta! — Ace gritó con furia — ¡Ya basta! ¡Estoy con mi hijo!

    Los gritos no hicieron parar las acciones de todas esas personas. La gente que estaba allí disparó tanto contra ellos como contra la gran piedra central, dejando manchas rojas en la vestimenta del comandante, de la soldado y de la piedra principal que ellos habían ido a ver. Esa agresión solamente acabó cuando ya nadie tenía nada más que tirar. El enojo en el comandante supremo al verse a sí mismo y a su esposa atacados estando con su hijo, además de notar que el sitio para guardar respeto por sus compañeros muertos había sido manchado, lo hicieron querer encarar a toda esa gente.

    — ¡¿Por qué hicieron esto?! — no quería insultar en un lugar que para él era sagrado.

    — ¡Porque no lo pudimos hacer antes! — uno de los hombres, el que atacó primero, dio un paso al frente — ¡No sabes lo que hemos estado esperando este día, comandante Lakor! ¡Por fin hemos podido cobrarnos una pequeña venganza por lo que hizo!

    — ¡¿Qué se supone que hice?! — Ace estaba alterándose más, mientras que Agustina no les plantaba cara porque quería mantener a Arick seguro de toda esa gente.

    — No tienes ni la más puta idea de quienes somos — el hombre se tranquilizó, casi como si se hubiera sacado un enorme peso de encima — Claramente nunca le importamos, o de lo contrario, sabría quiénes somos y por qué estamos enojados. Se lo diré todo. El día en el que ese malnacido llegó del cielo a convertir la Tierra en un desierto congelado no sabe la angustia que sentí. Tenía un hermano y una hermana. Ambos menores que yo. Por circunstancias de la vida, nuestras viviendas estaban muy separadas. Sentí mucho miedo de que no pudieran llegar hasta la zona de evacuación a tiempo. Cuando yo llegué a una de las zonas, recibí llamadas de parte de ellos. Ambos habían llegado al mismo punto de extracción y estaban a pocos pasos de entrar a una nave. Ese miedo que sentí desapareció cuando me di cuenta de que se iban a salvar… Como las comunicaciones cayeron, sabía que no los volvería a ver hasta llegar a ese planeta llamado Garak. Pero cuando llegué allí, ninguno de los dos estaba por ningún lado. Los busqué y los busqué, pero jamás los encontré. Luego de investigar, descubrí que usted había dado la orden de salir despegando y de no permitir a más gente entrar a su nave. Mi hermano y mi hermana se iban a salvar, y usted les quitó la vida actuando de esa manera. La alegría que sentí cuando supe que los iba a volver a ver fue indescriptible, pero más aún lo fue mi enojo cuando descubrí que ya no estarían más tiempo conmigo. Ellos estaban a punto de salvarse, y usted me los arrebató. Estuve meses buscando gente que estuviera en circunstancias similares, y finalmente estamos aquí.

    — ¡Malditos cobardes! — Agustina les gritó sin apartar el cuidado de su hijo — ¡Nosotros dos estábamos con nuestro hijo! ¡Les debería dar vergüenza atacarnos así!

    — No puedes hablarme de vergüenza si elegiste tener un hijo con una basura como él — una de las mujeres de la pequeña multitud habló con ella — En lo que a mí respecta, tanto tú y tu hijo se merecen lo mismo.

    — Miren, les voy a dejar en claro algo — Ace no toleró esa forma de hablar — Comprendo que estén enojados, pero eso no les da el derecho de desquitarse con mi hijo. Si llego a percibir una de sus palabras como amenaza, no me pienso quedar quieto.

    — Ya sabemos que eres un maldito hijo de puta — el hombre que habló al inicio retomó la palabra — Créeme, lo que menos queremos es una pelea contigo. Es muy probable que nos elimines sin problemas. E incluso si pudiéramos hacerte algo grave, tus amigos de la milicia nos devolverían el gesto. Lo de hoy ha sido una oportunidad que finalmente hemos tenido para mostrarnos ante ti. Será mejor que usted tenga mucho cuidado, comandante. Porque no somos solamente los que hemos aparecido aquí. Así como nosotros hay muchos que le guardan rencor. Algunos no pudieron venir aquí hoy, y otros no han tenido el valor de enfrentarlo de frente, pero le puedo asegurar que cada persona a la que usted le arrebató un familiar con su decisión se quiere vengar. Y tarde o temprano, cada uno de ellos lo hará. Nadie lo va a matar ni a usted ni a su familia. Se lo merece, pero nadie aquí tiene el valor de quitar una vida, por más rastrera que sea. Además, creo que todos preferimos atormentarlo en vida. Aunque merezca la muerte, sé que todos prefieren verlo sufrir cada segundo de su vida. No sé qué opinan todos, pero me parece un castigo justo.

    — ¿Realmente merece la pena eso? — Ace quiso afrontarlos con palabras — ¿Gastaron dinero en comprar tomates solamente para venir aquí a tirármelos? ¿A ensuciar un monumento a los fallecidos que dieron su vida para que ustedes estén aquí hoy?

    — Toda persona que sea amiga de usted se merece el mismo trato — el hombre contestó con furia — Créame que todos nos sentimos mejor tras haber hecho esto. Y el hecho de saber que no será la última vez que nos veamos, lo hace todavía mejor. No tiene idea de la enorme cantidad de cosas que tenemos preparadas para usted y sus cercanos. Hoy empieza para usted una etapa que jamás acabará. Porque incluso cuando usted muera, yo me aseguraré de ir cada día a su lugar de entierro y profanar su tumba. No me da lástima hacerlo, porque usted nunca nos buscó para pedirnos perdón por lo que hizo. A usted le basta con saber que ganó una guerra para sentir que sus pecados fueron perdonados. Así es como las mierdas como ustedes duermen tranquilas por la noche. Pero eso se acabó. Mientras nosotros sigamos vivos, ningún soldado que lo siga a usted estará tranquilo. Hasta nuestro próximo encuentro, comandante, ni siquiera nosotros sabemos cuándo será. Y eso lo hace mejor.

    El hombre que lideró al grupo de gente a hacer la agresión se marchó. Agustina no les quitaba el ojo de encima dado a que no quería que nadie pusiera en riesgo la vida del pequeño Arick. Ace, por el mismo motivo, se paró frente a ella para evitar que alguien intentara algo más. Una vez que la plaza quedó solamente para ellos tres, Ace dejó salir un respiro de frustración ante la falta de respeto que sentía había sido cometida en contra suya y de su familia. Se dio la vuelta para mirar a Agustina y a Arick, quien empezó a llorar tras lo que había ocurrido.

    La pareja casada besó a su hijo para tranquilizarlo, pero no fue hasta que no le colocaron un chupete en la boca que el pequeño se quedó tranquilo. Ace y Agustina se miraron entre sí. La ropa que habían comprado para el evento inaugural de los trenes solares quedó manchada casi por todos lados. Por suerte para ellos, ninguna partícula de suciedad llegó hasta Arick, que era lo que más les importaba en ese momento.

    Tras haber tranquilizado a su hijo, Ace miró la piedra donde estaban grabados los nombres de sus compañeros. Un sitio destinado a recordar la valentía de quienes murieron por la humanidad fue mancillado por los propios humanos que se habían beneficiado de su sacrificio. Ace se sentía impotente porque no tenía nada con lo que limpiarlo de forma apropiada en ese momento. Le indignaba por completo ver como los nombres de sus compañeros estaban manchados con lo que parecía ser mero desperdicio de tomate. Agustina, dándose cuenta de eso, le acarició el rostro para tranquilizarlo.

    — Vamos a casa — comentó la chica — Llamaré a alguien para que venga a limpiar aquí. Nosotros tenemos que limpiar nuestra ropa y acostar a Arick.

    — No se va a quedar así — Ace lo juró mientras la tomaba de la mano — Me aseguraré de que esta gente pague lo que hizo hoy. Y también lo harán por todas las demás cosas que nos quieran hacer. No voy a tolerar que me ataquen cuando estoy con las personas más importantes de mi vida.

    — Lo tenemos que discutir con los demás — Agustina pensaba — Deberías mandar un mensaje para advertirles sobre esto.

    — Tienes razón con lo que dices — Ace estaba dispuesto a alertar a sus compañeros — Al final, Allecreod fue muy sensato. Hice bien en darle a alguien más el poder de tomar decisiones que afecten la vida de varias personas. Seguramente estas personas que nos atacaron hoy deben estar ansiosas de que yo cometa un error. Aprovecharían una oportunidad como esa para seguir poniendo a más personas en mi contra. Qué bueno saber que no les permitiré hacernos algo así… Ven. Vámonos a casa.

    Lo que estaba planeado para ser un día alegre en sus vidas, viendo como el tren solar era inaugurado para luego pasar por la Plaza de los Héroes a mostrar sus respetos a sus compañeros se terminó convirtiendo en todo lo contrario. Viendo el desprecio de la presidenta y la agresión realizada por todas esas personas, Ace no podía evitar sentirse mal. Tanto él como su esposa habían sido ofendidos con esa clase de acto, y no solo ellos se vieron involucrados en eso, ya que su hijo estuvo presente. Siempre le sorprendía la manera en que las cosas salían diferentes a como él las tenía planeadas.

    […]

    Thomas y Gwyn bajaron de uno de los trenes solares. Finalizado el acto, la pareja junto con su hija abordó un tren desde la ciudad Skymning hacia la ciudad Himmel. Fueron de los primeros soldados en viajar en ese transporte, al menos en su inauguración, dado a que muchos otros habían viajado antes en la fase de pruebas para controlar que todo estuviera en orden.

    Para ambos, el viaje fue muy ameno y disfrutable. El transporte era silencioso y rápido. Logró recorrer todas las subestaciones de la ciudad donde vivían en pocos segundos, y tardó tan solo cinco minutos en cruzar el trayecto hacia la ciudad de Himmel. Una vez estuvieron allí, bajaron en la segunda subestación junto con varias personas que habían viajado hacia allí.

    En el momento en el que lo hicieron, pudieron divisar a la madre de Thomas, quien los estaba esperando con una sonrisa en su rostro. Ellos se acercaron, y al llegar, Thomas abrazó a su madre.

    — Mi hijo… — la mujer se sentía muy alegre de poder verlo — Gwyn. Y la pequeña Sky.

    Ambos sabían que la mujer estaba encantada con su pequeña nieta. Fue por eso por lo que Gwyn le permitió a su suegra cargar a la pequeña. Con delicadeza, la comandante puso a la niña en los brazos de la señora, quien sonreía cada vez que tenía la oportunidad de hacer algo así. La joven Delleo estaba dormida, y, aun así, era muy encantadora para la mujer.

    — Está más grande que la otra vez — decía mientras miraba a su hijo y a su nuera — Hola, pequeña. ¿Eres capaz de reconocerme? Soy tu abuela… — tras haber dicho estas palabras, miró a su hijo a los ojos — Te felicito, Thomas. Eres un buen hombre, tienes una esposa maravillosa y una hija muy hermosa.

    — Bueno, mamá, eso todo te lo debo a ti — Thomas decía algo avergonzado por los halagos.

    — Me alegra que tenga esa opinión de mí — Gwyn estaba feliz por saber que su suegra la apreciaba.

    — Ay, niña, si hubieras conocido a la primera novia de Thomas… — dijo para después echarse a reír junto a ella — Tú eres una mujer única. Me recuerdas a mí en mi juventud.

    — Gracias por eso — contestó Gwyn, muy contenta por sentirse aceptada.

    — No, gracias a ti — la mujer decía con una sonrisa — Mi hijo ha encontrado la felicidad contigo, y nada puede hacer más feliz a una madre.

    — ¿Qué les parece si vamos a comer algo? — decía Thomas a su madre y a su pareja — Yo cocino.

    — Me parece bien, toma — la mujer entregó la niña a su padre — Quiero ver si ya has mejorado la forma en la que cargas a tu pequeña. La última vez la cargabas con miedo.

    — Créeme, ha pasado tiempo desde eso — Thomas disfrutaba de tener a su hija en brazos.

    Llenos de alegría por ese encuentro y por la oportunidad de pasar un día en familia y lejos del trabajo, los cuatro salieron de la subestación de Himmel para dirigirse a la residencia donde se situaba la madre de Thomas. Si bien, originalmente habían asignado para ella un sitio cerca de su hijo, pronto ella quiso mudarse a Himmel para poder estar cerca de un centro médico en el que estaban todos los doctores de su confianza. Al principio, a Thomas le costó aceptar eso, pero tras la inauguración de los trenes, supo que no sería difícil poder ir a visitarla.

    El camino a la casa de la mujer fue breve, dado a que la mujer vivía a muy pocas cuadras de la subestación en donde se habían bajado. Al llegar al sitio, una casa pequeña que tenía varias ventajas a baja altura para que pudieran disfrutar de la luz proveniente del sol alrededor del cual giraba el planeta Edagr, la madre de Thomas y Gwyn tomaron asiento alrededor de una mesa redonda de un colosal tamaño. Una vez su esposa se había sentado, Thomas le entregó a la pequeña Sky, para luego ir a la cocina a pocos metros del gran salón a la entrada.

    — ¿Está bien si preparo fideos? — Thomas decía con entusiasmo — Son sencillos, y la salsa aquí es muy fácil de preparar.

    — Claro, no tenemos problema — decía la madre de Thomas.

    — ¿Podrías preparar un poco de puré para Sky? — Gwyn sabía que era un alimento bueno para ella — Es lo único que le podemos dar sin que se manche toda la cara de comida.

    — Muy bien, fideos para nosotros y puré para nuestro angelito — contestó Thomas con ternura — No vaya a ser cosa que haga un desastre.

    — Vaya, ¿acaso esta niña come como un monstruo? — dijo con buenos ánimos la abuela de la pequeña — Entonces indudablemente eres hija de Thomas. No te das una idea de lo que me costó enseñarle a comer sin manchar toda la mesa.

    Gwyn soltó una pequeña risa ante ese comentario para luego darle en la cabeza varios besos con cariño a la joven Sky. Su abuela, por su parte, pellizcó suavemente sus mejillas mientras imitaba una pequeña risa. Al hacer eso, la niña bebé empezó a reírse brevemente, a lo que Gwyn respondió haciendo lo mismo que la mujer.

    Tras unos veinte minutos, Thomas ya había dejado todo preparándose en la cocina y se sentó a la mesa, justo cuando el dispositivo de Gwyn sonó, llamando la atención de la comandante. Thomas tomó a su hija para que así ella pudiera ver quién era.

    — ¿Es algo urgente? — la madre de Thomas tenía miedo de que tuvieran que irse.

    — No — decía Gwyn algo preocupada — Es…

    — Gwyn, ¿qué pasa? — Thomas se contagió por esa sensación — ¿No te sientes bien?

    — No, nada de eso — Gwyn no sabía cómo reaccionar — Es un mensaje de Ace. Dice que él estaba con Agustina y Arick en la Plaza de los Héroes, y que un grupo de personas que le guarda rencor por el día en que ordenó a los soldados evitar que más gente subiera a nuestra nave se les aparecieron y los atacaron lanzándoles tomates. Incluso profanaron la piedra principal, donde están los nombres de nuestros amigos.

    — No puede ser posible algo así — Thomas no quiso gritar para no perturbar a su hija, pero sentía un gran enojo por eso — Eso es agresión y vandalismo. Contra nosotros.

    — ¿Ace y su familia fueron heridos? Me habías dicho que él y su esposa tenían un bebé — la madre de Thomas los había conocido en el pasado, justo en el momento en el que se habían casado.

    — No dice nada en el mensaje, pero creería que, si fuera el caso, lo diría — Gwyn asumió que se encontraba bien — Y dicen que las personas que los agredieron lanzaron la advertencia de que seguirían apareciendo. Que no nos dejarán tranquilos, incluso después de muertos.

    — Que gente tan horrible — la madre de Thomas dio su opinión sobre el caso — Son seres que merecían haberse quedado atrás. No puedo creer que así es como los traten tras todo lo que hicieron. No digo que nadie les deba adoración o alabanzas de ningún tipo, pero al menos podrían respetarlos.

    — Mamá, creo que lo mejor que podrías hacer es cubrir las ventanas con rejas — Thomas lo veía como algo que se debía hacer — Si alguien nos ha visto entrar aquí, sabrán que tengo un familiar. Y no quisiera que te pase nada, y tantas ventanas en esta casa, a pesar de dejar pasar la luz, es un punto muy débil.

    — Mañana mismo iré a buscar a alguien para que lo haga — la madre de Thomas aceptó el consejo que le dio su hijo — Pero ahora mismo, centrémonos en comer y pasar el día en paz. Mándenles saludos y mis mejores deseos a sus compañeros, y al pequeño Arick también. Quizá haya sido difícil ver cómo la gente por la que tanto lucharon en el pasado los agrediera de esa forma.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío. Una semana más leyendo la continuación de esta magnífica historia y en este caso, un capítulo muy interesante a mi parecer. Iré directamente al grano porque tengo algunas cosas que decir sobre los sucesos del capítulo de hoy.

    Tal y como acabó el anterior capítulo, comenzó éste. Por fin vemos cuál fue esa primera conversación entre Ace, el comandante supremo, y Juniper, la que sería presidenta de la nueva nación humana en Edagr. Al parecer, ambos muestran sus diferencias por el hecho de que Ace exige a los candidatos a la presidencia que firmen un documento en el que se deja patente que la milicia será un poder aparte, algo que no gusta a la viej... digo a la presidenta :v. Y créeme, entiendo las posturas de ambos. Comprendo que Juniper se sienta molesta porque apenas empezaría su legislatura y no sería la máxima autoridad, sino la cara visible sin más. Pero también entiendo a Ace, pues él y sus compañeros del ejército pelearon la guerra que les ha dado un hogar a la humanidad y en la situación en la que están, la milicia merece tener algo de poder de decisión. Sea como sea, en definitiva, estoy de acuerdo con Ace y sus condiciones para Juniper y aquellos que optaban a la presidencia (que seguro eran mejores para el cargo que esa mujer hipócrita). angrysnake

    De ahí pasamos a ver como el propio Ace junto a Agustina y su hijo Arick se acercan a lo que llaman la Plaza de los Héroes, un lugar memorable y honorífico para aquellos soldados que dieron sus vidas en la guerra contra los edagrianos. Personalmente, me parece lógico y bonito que haya un sitio así en el que venerar a los caídos. Sin embargo, lo que se preveía como un momento de paz y recuerdo por los amigos que ya no están, se torna desagradable ante la llegada de un grupo de asnos rebuznando... digo, seres humanos (:ewww:) que culpan a Ace y en general a sus amigos de que algunas personas no pudiesen huir de la Tierra en la nave, durante la destrucción del planeta por parte de Arion. Y déjame decirte que aunque entiendo que se sientan mal y furiosos por eso, si analizan en frío la situación, era actuar en consecuencia o morir todos. Quiero decir, es una decisión difícil y horrible, pero si no se llega a tomar, a día de hoy no habría prácticamente seres humanos con vida. ¿Y estas personas vienen a joder lanzando tomates a Ace y Agustina con su hijo en medio solo porque no fueron a pedirles perdón? Tienen el IQ justo para no cagarse encima, estos votantes de Juniper. Encima, amenazan con seguir molestando a su modo no solo a la familia de Ace sino a las demás que formaron parte de ello. Sinceramente, esta gente debería ser exiliada del planeta por imbéciles. Yo, personalmente, los enviaba en una nave a Flientig. Que funden una colonia de rencorosos allí, con las bestias. :bunchie:

    Finalmente, vemos a Thomas, Gwyn y su hija Sky viajar de su ciudad a la otra, llamada Himmel, donde vive la madre de Thomas (que bueno que sobrevivió la abu :anicry:). La familia Delleo disfruta de estar junta, metiéndose en la vivienda de la señora para comer juntos como hacen las familias que se quieren. No obstante, Gwyn termina recibiendo el aviso de Ace y Agustina sobre lo que les acaba de suceder, a modo de aviso para que estén alerta. Thomas se preocupa en general, pero lógicamente piensa en su madre al estar con ella en ese momento, recomendándole que ponga rejas en las ventanas. Y no sé, espero que ese aviso de Thomas no sea premonitorio, porque como le pongan la mano encima a la abuelita de Sky los inadaptados esos de mierda, desearé que regrese Orz de su tumba para devorar sus pvtas mentes. Rezaré para que se intoxiquen con una planta de Edagr esos malnacidos. :clap:

    Dicho esto, he disfrutado (como siempre) del capítulo y de la leída en simultáneo por Discord, amigo. Te mando un abrazo y me despido hasta la próxima :)
     
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  9. Threadmarks: La amenaza invisible
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Ciencia Ficción
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    27
     
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    5842
    Saludos. Aprovechando que ya tengo todo revisado, paso a publicar el capítulo 5 de la historia.

    No tengo muchas novedades la verdad. Esta vez la guía de personajes y la cronología están actualizadas. Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en la historia, por las divertidas leídas en simultáneo por Discord y también por las tardes posteriores a las leídas. Espero este capítulo siga siendo de agrado suyo al igual que los anteriores.

    Sin más para decir, les dejo la lectura.


















    La amenaza invisible:

    — ¡Esto empeora! — gritó un médico viendo como más pacientes iban entrando en camilla a su hospital.

    Con cada minuto que pasaba, la gente se iba amontonando en los interiores del hospital principal de la ciudad Skymning. Varios científicos especialistas en el campo de la biología, y la bacteriología descubrieron que en el planeta Edagr había una enorme variedad de virus capaces de causar mucho daño en el cuerpo humano. El sistema inmunológico que ellos desarrollaron producto de la radiación que cayó a la Tierra cuando La Gran Catástrofe llegó fue lo que permitió resistir sin tener un solo paciente enfermo en todos esos meses que la humanidad había estado allí.

    Sin embargo, habiendo pasado un total de cuatro meses después de la inauguración de los trenes, una epidemia extraña había surgido entre ellos. Varias personas estaban cayendo en cama, víctimas de las enfermedades extrañas que producían todos estos virus. Los médicos que pasaban sus días con tranquilidad atendiendo a un paciente por día por causas leves como un accidente doméstico o de trabajo, pasaron a ser insuficientes para poder tratar con todas esas personas que iban llegando cada día al hospital.

    En un momento, mientras uno de los que trabajaba en la recepción con un aparato para tomar temperatura para controlar a los que ingresaban, llegaron cuatro personas. Thomas, Gwyn, Alicia y Natasha hicieron acto de presencia en aquel hospital, dispuestos a prestar algo de ayuda para lo que fueron requeridos. Siendo Gwyn la comandante con más tiempo entre los cuatro, se acercó hacia el recepcionista para preguntar por sus tareas.

    — Recibimos la noticia de que las camillas aquí son muy pocas — comentó sin saludar, dado a que supuso que estaban con prisas — Vinimos a llevar a los pacientes con síntomas más leves a los hospitales más pequeños para liberar un poco la ocupación.

    — Muchas gracias por llegar a tiempo — el recepcionista sonreía al verlos — Todos los pacientes en las salas de la 1 a la 9 son los que mejor han reaccionado tras recibir los antibióticos. Por favor, llévenlos a otros hospitales para que puedan ser tratados allí. Ya que este hospital es el más grande, trataremos aquí a los pacientes más graves.

    Gwyn y Natasha, ambas comandando a un grupo de soldados que se encontraban fuera del hospital, solicitaron ayuda a sus unidades para poder realizar el traslado de aquellos pacientes. Cada soldado que ingresó tenía puesta una mascarilla y unos guantes de látex para intentar disminuir el riesgo de contagio, pese a que ellos, con todo el tiempo que pasó, no se habían contagiado aún.

    Gwyn y Thomas fueron a las primeras cinco salas, dejando a Natasha y Alicia para que se encargaran de las otras cuatro. Auxiliados por los soldados que se encontraban con ellos, lograron sacar de aquel hospital que se encontraba por saturar a todos los pacientes con síntomas leves. De esa manera, pudieron dejar otras nueve salas con capacidad para cinco pacientes cada una totalmente liberadas.

    Tan pronto como los sacaron, estos fueron metidos en los vehículos militares, donde algunos conductores esperaban para poder trasladarlos a un sitio donde podrían ser tratados sin la necesidad de utilizar recursos que podrían ser mejor usados en pacientes más graves.

    Una vez cumplieron con aquel encargo, la comandante Fairin lo comunicó al comandante supremo para hacerle saber que ya todo estaba bajo control.

    […]

    — ¡Ace, habla Gwyn! — Ace escuchaba su voz a través del comunicador pese al escándalo que había detrás — ¡Ya hemos liberado un poco al hospital! ¡Ya pueden seguir asignando a personas con síntomas más graves aquí!

    — ¡Te lo agradezco mucho, Gwyn! — contestó Ace, viéndose algo lleno de trabajo — ¡A todos en realidad! Quisiera que se dividieran en grupos. Tú y Thomas vayan a Himmel. Alicia y Natasha pueden acudir a Galaxy. He recibido reportes de que a sus hospitales principales les sucederá lo mismo dentro de poco.

    — ¡Recibido! — Gwyn le respondió para luego cortar la llamada poco después — ¡Mucha suerte!

    Una vez que supo que los hospitales de mayor tamaño ya se encontraban liberados, Ace regresó a su estación de trabajo, en la cual solamente estaba acompañado por su esposa Agustina, Allecreod, la presidenta Juniper Ness y tres de sus empleados, dos asesores y un guardaespaldas.

    Agustina y Allecreod se encargaban de trabajar junto a los dos asesores en la tarea de recolectar más información que reportaran de cada hospital, mientras que el guardaespaldas de la presidenta estaba parado allí, sin hacer nada más que mantener vigilado al comandante supremo. Este notó rápidamente la mirada que le dio aquel hombre, y simplemente lo ignoró para centrarse en la figura de autoridad que tenía en frente.

    Al mirarla, vio que Juniper no dejaba de mirar a Allecreod de forma inquisitiva. Si bien, ella ya lo había visto en la inauguración de los trenes, no le dio mucha importancia debido al hecho de que él estaba rodeado por varios soldados. Pero en esa ocasión, nadie de los presentes lo estaba controlando.

    — ¿Por qué está aquí un alienígena y no uno de sus soldados? — a Juniper le desagradaba la idea de tenerlo cerca — ¿Cómo puede confiar en alguien como él? Sé lo que hizo. Leí los informes de la guerra.

    — Confío en él porque se lo ha ganado — Ace le contestó con algo de enfado — Esos informes tienen dos años de antigüedad, señora presidenta. En dos años las cosas cambian, ¿lo sabía?

    — Creo que me está mintiendo, comandante supremo — Juniper no se quería dejar engañar — He visto que en al acto inaugural él estaba siendo escoltado por soldados. Y ese acto tuvo lugar hace cuatro meses. Cuatro meses no son dos años.

    — En ese acto fue cuando lo liberamos por primera vez sin estar esposado — Ace se sentía muy incómodo teniendo que dar explicaciones a alguien que no era de su área — Se ha mostrado muy colaborador, por eso mismo es que se le permite estar libre, y aquí ayudándonos. Además, tenemos puestos a varios soldados distribuidos en las ciudades para auxiliar a las personas. Seguro se sentiría menos tranquila teniendo a un alienígena ayudando aquí que allí mismo.

    — Claro, había olvidado que usted envió a sus soldados para que ayuden a los traslados — Juniper lo comentaba con un sarcasmo algo siniestro — Después de todo, los vehículos que están en este planeta solo los pueden utilizar los militares, y por algún extraño motivo, los soldados no se ven afectados por esta misteriosa epidemia.

    — Presidenta, con todo respeto — Agustina la encaró tras esa indirecta acusación — Usted es mucho mayor en edad que nosotros. No tenga miedo y diga lo que está pensando. No hace falta que use indirectas con nosotros.

    — Muy bien, ya que la pequeña esposa lo quiere, así lo haré — Juniper decidió dejarse de indirectas — Creo que ustedes están detrás de todo esto. Y por ustedes no me refiero a toda la milicia, sino a usted y a sus amigos cercanos, comandante. Me he enterado de que varios de ustedes han sido increpados por personas que han sufrido pérdidas en el momento en que cayó la Tierra y que los consideran culpables de eso. Qué sorpresa, ¿no lo cree? Cuatro meses después, aparece una epidemia extraña que afecta a muchas personas, pero ninguna de ellas pertenece a la milicia. De esa manera, ustedes se ven obligados a auxiliarlos con todos los recursos que disponen. Me parece una oportunidad perfecta para que puedan limpiar su imagen dañada por toda esa gente que les tira tomates podridos a ustedes o a sus casas. Después de todo, tienen el tiempo para hacerlo. Desde que la guerra terminó, los militares están con más tiempo libre que una lancha en el desierto.

    — Si va a acusarme de esa manera, debería al menos tener pruebas de que hemos sido nosotros — Ace le respondió tratando de cuidar sus palabras, ya que sabía que estaba bajo sospechas — Su teoría es buena, y créame que, si yo fuera un ciudadano común, le vería algo de sentido. Pero si no tiene pruebas en contra de nosotros, su teoría no es nada más que eso.

    — Créame, comandante supremo — Juniper fue directa con él — Si llego a descubrir que hay algún militar detrás de todo esto, por más que usted nunca lo haya visto en su vida, va a tener que renunciar a su cargo. En el momento en el que firmé esos papeles para reconocer al poder militar como separado de mi autoridad, usted pasó a tomar la responsabilidad completa por cada uno de ellos. Si no hubiera hecho eso, ustedes trabajarían bajo mis órdenes, y la responsabilidad caería en mis manos. Ahora la estamos compartiendo, así que le agradezco por eso. Pero no se quede tan tranquilo como si nada pasara.

    Luego de que Ace y Juniper estuvieran intercambiando esas palabras hostiles por un buen rato, el silencio se apoderó de la sala. Era tanto que se podía escuchar como todos los que estaban frente a sus computadoras tocaban las teclas para tratar de gestionar los recursos que tuvieran disponibles para manejar en ese momento.

    Ace y Juniper se quedaron mirando fijamente con una expresión que casi llegaba al punto de la enemistad. Luego de la tensión en su primera reunión, el comandante supremo siempre quiso llevarse bien con quien fue seleccionada para ser la presidenta de la humanidad. Desafortunadamente, no parecía que ella tuviera los mismos objetivos que él. Juniper casi siempre lo trataba con hostilidad, queriendo humillarlo constantemente, o incluso haciendo menos sus esfuerzos. Agustina sabía que su esposo sería incapaz de golpearla por el hecho de ser una figura de autoridad y una mujer mayor, pero ella en sus interiores sentía deseos de ver que Juniper pudiera recibir al menos una pequeña cachetada para que cerrara la boca. No se sentía en condiciones de meterse, teniendo en cuenta que Juniper pensaba que había sido un militar el causante de todo eso.

    Los dos trabajadores que la presidenta habían metido ahí pasaban por alto toda esa discusión. Ninguno de los dos tenía poder de ningún tipo, y sentían ese intercambio como un concurso para ver quien de los dos podía herir más el orgullo del otro. No era del interés de ninguno el participar de cosas así. El guardaespaldas, por su parte, estaba atento a todo lo que Ace decía y hacía. Le ponía nervioso el hecho de que la presidenta estuviera siendo tan grosera con Ace Lakor, esto dado a que el comandante tenía una gran fama de ser muy buen peleador. Iba armado con una pistola eléctrica para poder detenerlo en caso de que este atentara contra el bienestar de su custodiada, pero si esto sucedía y fallaba el disparo, no podría hacer mucho más.

    Allecreod, por su parte, sonreía tratando de contener una pequeña carcajada. La situación se había vuelto muy hilarante para él, al punto en el que pensó que los humanos, pese a tener todo lo que necesitaban para convivir en paz, estaban peleando entre sí. Con todo el tiempo que pasó desde que se descubrió el primer caso de la epidemia, el ryfier no se había contagiado, por lo que supuso que estaba en una situación ventajosa debido al hecho de que sería poseedor de un cuerpo inmune a cualesquiera que fueran los virus del planeta Edagr, siendo que pasó un tiempo en ese planeta antes de acudir a Ryfier.

    — Si me disculpan… quiero decir algo — el ryfier dejó su trabajo, pero no su lugar, y lanzó una mirada a ambas autoridades allí presentes — Si usted ha leído los informes y me conoce, entonces sabe qué clase de puesto ocupaba antes de terminar así.

    — Sí, creo recordar que era un líder para los suyos y los que tenía esclavizados — Juniper no se sentía muy cómoda al hablar con él — ¿Qué me quiere decir?

    — Es a ambos, en realidad — Allecreod siguió sin ponerse de pie — Cada vez que había una crisis en mi mundo, yo convocaba a un montón de personas a una discusión. Y les puedo asegurar que no perdíamos el tiempo echándonos la culpa, solamente buscábamos soluciones. Usted critica demasiado, Juniper, ¿qué soluciones ha propuesto?

    — Ninguna, al igual que su comandante — la presidenta contestó sintiéndose asqueada ante el hecho de que un alienígena le cuestionara su accionar.

    — Eso es totalmente falso, presidenta — Ace le contestó, sabiendo que podría aprovechar eso para acabar con las agresiones verbales constantes de la mujer — Uno de los nuestros ha propuesto analizar las masas de agua de donde obtenemos el agua que bebemos día a día. Hemos enviado a un grupo de ingenieros y a un robot para que analicen y vean si ese es el caso. No sabemos si es una solución, pero es mejor que simplemente ponerse a echar culpas.

    Juniper se vio superada y totalmente molesta por las cosas que acababan de decirle. Pero con el pasar de los segundos, no le quedó otra opción más que simplemente aceptar que lo que decían era verdad. Desde que llegó al lugar no había pensado en posibles soluciones para esa clase de conflicto, y solamente gastaba sus esfuerzos en intentar que el comandante supremo quedara mal parado.

    Creyó que lo único que la podría ayudar a su causa para poder hacer que Ace pagara por coaccionarla para firmar unos documentos otorgándole independencia a los militares era demostrando que la epidemia se causó gracias a ellos. Sin embargo, para eso primero debía encontrar una causa probable, y no tenía idea de por dónde comenzar.

    — Lamento estar aquí importunando — Juniper tomó asiento frente a una máquina — Veré si puedo poner a algunos agentes a investigar de qué se trata.

    Ace sonrió aliviado al ver que la discusión contra la presidenta, la cual había logrado que ambos formaran una enemistad desde el primer momento que se reunieron, había terminado por lo menos por el momento. Con tranquilidad de que no recibiría más agresiones verbales por su parte durante un rato, tomó asiento para ayudar a organizar la información recibida por parte de sus compañeros, para así poder enviar a los suyos a dónde fuera necesario que estuvieran.

    Agustina, de forma discreta, tocó el hombro de Allecreod. Este se volteó para verla, y fue allí donde ella mostró una sonrisa sincera ante él. El ryfier lo tomó como un acto de agradecimiento por haber salvado a Ace de lo que podría haber sido una situación estresante. Levantó el pulgar de una de sus manos para hacer un gesto que había visto que los humanos realizaban entre sí, y con eso contestó a Agustina para hacerle saber que él estaba de su parte.

    Con las cosas más calmadas en ese lugar, todos, a excepción del guardaespaldas de la presidenta continuaron en sus labores.

    […]

    En una de las masas de agua dulce de la cual provenía el noventa por ciento del agua que la humanidad habitando el planeta Edagr bebía diariamente, había un grupo de científicos e ingenieros realizando estudios. Nick, como un buen ingeniero en electrónica, se encargaba de supervisar las muestras que Xorxaik, el robot creado por Allecreod, obtenía para él. Para agilizar las cosas, cada uno de los presentes llevó máquinas preparadas para hacer diagnósticos sobre la composición del agua que se bebía.

    Faron, quien había acudido a la zona, guiaba a unos soldados que formaban un cordón alrededor de la zona, con el objetivo de evitar que algunas personas que pudieran estar allí dando paseos, entorpecieran las investigaciones de quienes tenían la tarea de llegar al fondo de todo esto.

    — Se me ocurre algo — decía el ingeniero mientras caminaba hacia los soldados apostados alrededor de la zona — ¡Faron!

    El líder del grupo de soldados se dio la vuelta, mientras que otros simplemente se limitaban a ver qué sucedía. El ingeniero de Black Meteor le hizo un gesto para que se acercara a verificar todo lo que estuviera sucediendo allí. Con curiosidad, el soldado de Zenith se acercó hacia el grupo, y fue allí donde estuvo cara a cara con Nick.

    — ¿Qué tienes? — Faron pensó en algo grave — ¿Necesitas algo?

    — Sí, aunque es algo pequeño — Nick sacó un pequeño alfiler de un estuche — Necesito una gota de sangre tuya.

    — Bien, mientras solo sea una gota — Faron no lo veía como algo que requiriera gran sacrificio.

    El soldado prestó uno de sus dedos al ingeniero, quien realizó un pinchazo con el alfiler, causando así una herida leve de la que brotó algo de sangre. Xorxaik, utilizando su inteligencia artificial, supo qué tipo de orden iba a recibir por parte de Nick, por lo que abrió una compuerta situada en su cuerpo. Dicho compartimiento oculto estaba hecho de cristal puro, y allí fue donde Nick hizo que Faron colocara la sangre. Para participar él también, Nick se pinchó uno de sus dedos utilizando otro alfiler, y colocó una segunda muestra sobre aquel cristal.

    — Xorxaik, necesito que analices las dos muestras de sangre — Nick le pedía al robot — Tengo que saber qué diferencias hay entre una y otra.

    — El análisis de sangre estará listo en tres minutos — Xorxaik respondió, viendo que era una tarea sencilla.

    — ¿Qué planeas, Nick? — Faron quería saber de qué trataba todo eso.

    — La epidemia solamente afecta a personas que no son soldados — comentó el ingeniero, usando un poco de raciocinio — Ustedes, si no recuerdo mal, se han expuesto a la radiación una segunda vez. Mientras que los que no desempeñamos en ese rol, lo hemos hecho solo una.

    — ¿Crees que esa segunda exposición tenga algo que ver en esto? — preguntó el soldado, suponiendo a dónde iba el ingeniero.

    — Lo sabremos pronto — Nick se lo dijo con calma — Aunque, que eso sea cierto no confirma que todo esto haya empezado aquí en el agua. Los humanos estuvimos viviendo aquí poco más de dos años, y no fue hasta hace unos días que empezó esta epidemia. Incluso si fuera cierto, habrá que ver qué termina sucediendo.

    — ¿Con qué? — Faron no comprendía eso último.

    — Si realmente hay algo raro en el agua que infecta el organismo humano y baja las defensas, no tenemos nada para tratarla — Nick se mostró un poco pesimista — Costará tiempo construir algo que pueda purificar el agua de este planeta. Mucho más si varios trabajadores se siguen enfermando.

    — Lo único que faltaba — Faron pateó el suelo en señal de frustración — Haber arriesgado nuestras vidas en una guerra para que fueran los virus del planeta los que acaben con nosotros.

    — Bueno, todavía no se han producido muertes por todo esto — Nick trató de guardar algo de optimismo, ante todo — Quizá no sea algo grave. Quizá.

    Mientras los científicos seguían tomando muestras del agua para ser analizadas, Xorxaik acababa de finalizar con todo lo que el ingeniero le había pedido. Con un sonido leve le hizo la señal de que había finalizado. Faron, sabiendo que no entendía nada de biología, ingeniería, virus, epidemias o incluso robots, se acercó igualmente para ver qué clase de resultados les devolvía aquel ser hecho de metal.

    — ¿Diagnóstico? — Nick quería sacarse todas las dudas.

    — Los glóbulos blancos en la sangre de Faron son enormemente más resistentes que los que posee Nick — Xorxaik confirmó un poco lo que Nick suponía — No tengo registros en mi base de datos acerca de los virus de este planeta, pero creería que personas con glóbulos como los de Faron tienen un setenta por ciento menos de probabilidades de caer enfermos ante dichos virus.

    — Una probabilidad muy alta — Nick lo dijo con algo de miedo — Pero eso quiere decir que exponer a la gente a la radiación por segunda vez podría… no. Hubo casos donde la radiación empeoró las cosas. Personas que tenían cáncer y sufrieron una exposición a la radiación no se curaron inmediatamente. Todo lo contrario, las células cancerígenas se volvieron igual o más fuertes que su sistema inmune. Si hacemos eso y termina saliendo mal, bueno, no quisiera ser yo el que estuviera a cargo cuando eso sucediera.

    — Al menos esto quiere decir que los soldados podríamos seguir trabajando — comentó Faron, con algo de esperanza — Podríamos encargarnos de la construcción de una purificadora de agua si es que realmente vino de aquí.

    — Bueno, para eso tendremos que esperar — Nick ya no requería de su ayuda — Creo que será mejor que acudas a tu puesto. Te llamaré ante cualquier cosa.

    De esa manera, ambos miembros de la población humana retornaron a tus tareas. Nick continuaba supervisando los análisis que realizaba Xorxaik con las muestras de agua que eran extraídas cada diez minutos.

    Durante una hora, la investigación que estaba allí parecía que no iba a llegar a ninguna parte, hasta que el robot le hizo una señal al ingeniero de que había podido encontrar algo extraño en algunas de las muestras.

    — Nick — Xorxaik le llamó para que escuchara — He aislado un total de cuarenta de las cien muestras que me han estado entregando. Y he podido dar con un factor común en todas ellas.

    — ¿Qué tipo de factor común? — Nick pensó que pronto podrían llegar a una conclusión sólida — El agua contiene toxinas desconocidas. No tengo datos acerca de las mismas, pero sin duda son toxinas. He realizado simulaciones utilizando la composición de los glóbulos blancos de sus muestras de sangre, y efectivamente, en casi todas ellas, esta toxina es capaz de causar daños al organismo humano.

    — ¡Bien! — Nick festejó ese avance — ¡No debería ponerme feliz en un momento así, pero me alegra que hayamos descubierto la causa! ¡Está todo en el agua que bebemos!

    — Y no solo eso, es posible que esa toxina sea removida — Xorxaik daba una esperanza al ingeniero — Tengo registros de un método que se utilizaba en Ryfier para curar el agua cuando salía en mal estado. Mis análisis confirman que es posible limpiar esta toxina con el mismo procedimiento.

    — ¡¿Analizaste todo eso sin que te lo pidiera?! — se veía asombrado ante algo como eso.

    — He tomado en cuenta cada posibilidad y he recurrido a todos mis bancos de datos para poder ayudarles en este conflicto — Xorxaik lo comentó como si sintiera empatía por ellos — Fue gracias a ustedes que ha sido posible mi restauración. Siento que me debo un poco a mis salvadores.

    Nick se veía algo abrumado por todas las cosas que Xorxaik estaba diciendo en ese momento. Cada vez que estuvo junto a él, el robot se comportaba tal y como siempre lo había hecho desde que fue restaurado. Sin embargo, en esa ocasión lo sentía más cercano. Como si de alguna forma, su inteligencia artificial estuviera desarrollándose a su manera, ganando la capacidad de emular emociones similares a las de los humanos con quienes convivía.

    Pese a todo lo que podría conllevar realizar algo así, Nick optó por mantener la tranquilidad al respecto. No estaban allí para ver el progreso de Xorxaik como miembro de la población que habitaba el planeta Edagr, solo debían encontrar con una respuesta, y eso fue lo que habían hecho.

    — Envía un informe al comandante supremo Lakor — decía Nick mientras se dirigía a su equipo de trabajo — Creo que aquí hemos terminado.

    Viendo como Nick se iba para comunicar a todos los presentes junto a él el éxito de la investigación que se llevó a cabo, el robot empezó a agrupar la información pertinente de manera que pudiera ser comprendida por personas que no tenían un gran conocimiento en las ciencias más allá del básico que era requerido en las academias militares.

    — Informe enviado — Xorxaik dijo en voz alta, tal y como acostumbraba a hacer cuando una tarea era finalizada.

    […]

    — ¡Llegó algo! — Ace dijo con un entusiasmo que captó la atención de todos los presentes.

    Agustina se levantó de su silla inmediatamente para acudir a su lugar. Tan pronto como estuvo tras su esposo, colocó sus manos en los hombros del hombre. La presidenta Juniper, sus dos trabajadores y el guardaespaldas se aproximaron a la computadora que era utilizada por Lakor. Allecreod, para no tener que lidiar con las miradas de desprecio que creyó que la presidenta le daría, se mantuvo en su silla, pero no pudo evitar prestar atención a lo que estos tenían qué decir.

    — ¿Qué es lo que hay? — Juniper quería saber si valía la pena.

    — Según el informe hecho por Xorxaik… — Ace estaba terminando de leerlo para dar información al resto — Es una toxina en el agua. Esta toxina ha causado daño a los sistemas de la humanidad, y ha permitido a los diversos virus del planeta entrar en los cuerpos de las personas y causar estragos… La razón por la que ningún soldado se ha visto contagiado es porque el sistema inmune de quienes se han expuesto a la radiación más de una vez resulta ser más fuerte que de aquellos que no lo han hecho…

    — Ya tenemos la raíz del problema — Agustina derramaba felicidad al hablar — ¿Podemos solucionarlo de alguna manera?

    — Aquí dice que Xorxaik tiene registros de un método que usaban los ryfier para purificar su agua — Ace compartía lo que veía allí — Probablemente Cadain haya sido el responsable de esa información.

    — ¿Basta con solo purificar el agua que bebemos antes de que llegue a nuestras casas? — Juniper se vio entusiasmada, dado a que se le ocurrió algo — Porque si es así, entonces mandaré a construir una planta purificadora ya mismo. Solo necesitaremos un equipo eficiente y los planos para hacerlo.

    — El problema es que eso tardará un poco en terminarse — Ace dijo con algo de preocupación — No todas las muestras que obtuvieron estaban llenas de toxinas, por lo que, hasta que esta planta no esté lista, tendremos que seguir viendo casos de gente que se contagie de enfermedades producidas por los virus del planeta.

    — Eso sí que es una complicación — contestó Agustina, visiblemente entristecida por eso — Pero es mejor tener un punto de partida a no tener nada. Todavía no se ha producido una muerte por esto. Estamos a tiempo de actuar.

    — Y vamos a actuar — Juniper estaba decidida a hacer algo por la gente — Llamaré a los ministros de obras públicas y a todos los trabajadores que tengan el más mínimo conocimiento sobre la ciencia del agua. Necesitamos construir eso antes que esta clase de epidemia pueda infectar a todos los trabajadores sanos que queden en pie.

    — O peor, que los virus que ingresaron a nuestros cuerpos puedan adaptarse y empiecen a mutar para volverse más contagiosos y letales — Ace, que no sabía demasiado acerca de los virus, recordó el momento en el que fue atacado con una bacteria que era capaz de sobrevivir en su cuerpo pese al sistema inmune mejorado de la humanidad — No podemos permitir que surja un virus capaz de causar daño a nuestra gente. Para eso no fue que peleamos incansablemente contra los dueños de este planeta.

    Juniper, por primera vez desde que lo conoció, se sintió conmovida por las palabras dichas por el comandante. Todo lo que él decía era cierto. Los soldados de la humanidad fueron enviados a ese mundo a pelear para ganar una nueva oportunidad para todos los seres humanos que habían escapado a la destrucción de la Tierra. Nadie quería pensar en la posibilidad de salvarse de un fatídico destino como ese para terminar muriendo a causa de complicaciones producidas por los virus de aquel mundo que era su hogar.

    La presidenta, viendo que tenía una responsabilidad importante, dijo al comandante supremo que se encargaría de la gestión necesaria para que un bien como ese pudiera ser construido. De manera respetuosa, ella estrechó las manos del comandante supremo y luego saludó tanto a él como a su esposa con un abrazo cálido. Tras comunicar su decisión a los que la acompañaban, ella se retiró del lugar para ponerse manos a la obra.

    — Bueno, me alegra saber que estamos empezando a progresar — Ace lo veía como algo bueno.

    El comandante supremo decidió tomar un pequeño descanso de cinco minutos del trabajo para poder abrazar a su esposa, quien correspondió el abrazo y colocó además sus manos alrededor del cuello de su esposo. Ambos quisieron quedarse un poco de tiempo así para desestresarse de lo que acababan de vivir recientemente. Allecreod, contagiado por un momento tan pacífico, empezó a sonreír. Notó que en él algo estaba empezando a cambiar, dado a que tenía la confianza de que su versión del pasado no habría sentido esa clase de júbilo para con los humanos, y que incluso habría disfrutado el ver como sus líderes estaban en conflicto.

    De alguna forma, él empezaba a sentirse parte de la población, pese a todas las diferencias que había entre ellos, siendo la racial la más importante.

    Cuando el momento para estar alegres por lo vivido había terminado, Ace miró con una sonrisa a Agustina.

    — Todo va empezando a mejorar, lento pero seguro — comentó el comandante — Pero eso no quita que no tengamos que trabajar para poder reasignar a la gente en caso de que sigan detectándose más casos de personas enfermas.

    — Será mejor que llamemos a más personas para que ayuden — Agustina lo tenía claro — Quizá Faron, Noak y Gina puedan venir a ayudar. Xorxaik también.

    — Es una buena idea, me aseguraré de enviar un mensaje a cada uno de ellos — contestó el comandante supremo acercándose a su computadora.

    […]

    Noak se encontraba dentro de su casa. Luces de color verde daban una iluminación un poco peculiar a su interior, pero al soldado le gustaba mucho. Sentado en una silla, el soldado que empezó en Black Meteor se encontraba cargando en sus brazos a un pequeño infante de apenas un mes de edad. Noak lo miraba tiernamente, puesto a que estaba encantado con su primer hijo.

    Tras las cosas que él y Gina vivieron, su amor les trajo una nueva persona en sus vidas. Ambos se habían enamorado del pequeño Cade tan pronto como había nacido, decidiéndose a que le darían a ese bebé la mejor vida que pudieran.

    Noak tenía un biberón con leche en polvo para recién nacidos, esto debido a que Gina le había manifestado unas horas antes que se encontraba algo cansada, por lo cual se había ido a dormir. Eso dejó al pequeño al cuidado exclusivo de su padre en aquel día. Noak le miraba los ojos cada vez que su pequeño los abría, y siempre prestaba atención a su color.

    — Tomaste el cabello de mamá, pero tus ojos son míos — con una voz tierna, Noak le susurraba al pequeño.

    Con un gran apetito pese a su pequeño tamaño, el pequeño Cade se tomó todo el contenido de aquel biberón, dejando impresionado a su padre, que lo retiró para apoyarlo en la mesa. Tras sentarse un momento con él, se podía ver que el pequeño movía los brazos aleatoriamente mientras trataba de hacer ruidos.

    — Vaya, tengo un hijo con ganas de comer y jugar — Noak lo decía con felicidad — Espero que crezcas sano y que tu madre y yo estemos allí cuando lo hagas.

    De repente, el pequeño infante se puso a llorar como si se encontrara angustiado. Noak se puso a oler para ver si el niño requería de alguna especie de cambio de pañal, pero dado a que no detectó nada, descartó esa posibilidad.

    — A ver, no puede ser que tengas hambre tan rápido — Noak comentaba algo asombrado con él — Acabas de comerte lo que comes normalmente.

    En ese momento fue que el dispositivo con el que los soldados de la humanidad se comunicaban empezó a sonar. Noak había dejado el suyo sobre una cajonera en una pequeña sala de juegos vacía que nada más tenía un corral con algunos peluches que él y su pareja compraron para el pequeño infante.

    Tras haber dejado allí a su hijo, Noak tomó su dispositivo y vio que recibió un mensaje de Ace, solicitando su presencia para ir a ayudar con los casos de epidemia.

    — Sé que hay poca gente, pero Gina está recuperándose del parto — Noak susurró mientras dejaba su dispositivo en la cajonera — Iré yo solo y trabajaré por ambos, ¿qué te parece, amor?

    Antes de que Cade pudiera tomar alguno de sus peluches, su padre lo tomó en brazos y lo llevó consigo al cuarto conjunto, donde él dormía junto con Gina. Al entrar, pudo ver a su pareja acostada en la cama, totalmente a oscuras en la habitación, pero eso no impidió que este la viera moverse ligeramente.

    — Cariño, voy a ir a ayudar a Ace — Noak decía en voz baja — ¿Ya estás recuperada para poder cuidar a Cade?

    La falta de respuesta de Gina dejó un poco nervioso a Noak, quien caminó hacia ella tras encender la luz del lugar. Tan pronto como lo hizo, se llevó una desagradable sorpresa cuando la pudo ver.

    Gina estaba tumbada sobre la cama, y los gestos que realizaba tanto con su cuerpo como con sus brazos indicaban que se estaba quedando sin aire. Solo eso bastó para que Noak se alterara como nunca.

    — ¡Gina! — gritó, saliendo del cuarto para poder dejar a Cade en el corral.

    Una vez el niño estuvo seguro en la pieza que habían puesto para él, Noak corrió para situarse al lado de su pareja, notando ahí como esta estaba intentando respirar con mucha dificultad. A veces, dejaba escapar una pequeña tos, pero esta era casi inaudible. Al ver todo eso, Noak empezó a pensar en lo peor: que la epidemia que estaba afectando a muchas personas hubiera alcanzado a la mujer que más amaba.

    — ¡Gina, aquí estoy! — Noak le puso las manos en su pecho para tomar el pulso — ¡¿Puedes decir algo?!

    La soldado podía entender a su novio, y quería responder su pregunta, pero sentía una insuficiencia respiratoria que cortaba con aquellos intentos para comunicarse con él y transmitirle lo que la afligía. Conforme pudo, Gina estiró su mano hacia el rostro de Noak para acariciarlo tiernamente como hacían en sus citas. Eso fue lo único que la soldado consiguió lograr ante su extraña patología.

    Su pareja no necesitó nada más. Devolvió el gesto y rápidamente tomó el dispositivo de Gina, que se encontraba situado en la cama junto a ella.

    — ¡Resiste, cariño, voy a pedir ayuda! — Noak empezó a alarmarse inconmensurablemente — ¡Te llevaré a un hospital y te vas a poner bien! ¡Te lo juro! ¡Tú solo resiste como puedas!

    Sabiendo que Gina tenía una muy fuerte amistad con Natasha, y que la comandante debía estar ocupada visitando los hospitales utilizando los vehículos militares que tenían a disposición, Noak supo que era a ella a quién debía llamar. Si quería que su amada tuviera esperanza, necesitaría llevarla lo más pronto que pudiera al hospital para que la pudieran tratar como era debido.
     
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    Manuvalk

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    Hola amigo mío, que bueno que llegó el día marcado de cada semana: nuestras leídas en simultáneo. Ha sido un buen capítulo, el cuál avanza cuatro meses después del anterior y además nos trae una amenaza siempre compleja, siendo esta la de los virus. Voy a comentarlo. :dancecat:

    Comenzamos con una situación muy tensa y es que ha surgido una especie de epidemia. Un virus de origen edagriano (del propio planeta Edagr) parece estar afectando a una gran parte de la población humana en el nuevo mundo. Rápidamente, vemos a Gwyn, Thomas, Natasha y Alicia dispuestos a ayudar en un hospital cercano, mientras que Ace, Agustina, Juniper y Allecreod están monitorizando la situación al mismo tiempo que los dos líderes humanos discuten, hasta que la situación se calma (bueno, Allecreod interviene como chad para ayudar a Ace a dejar sin palabras a la presidenta, fuck yeah :v). :bil:

    También vemos que Nick, Xorxaik y Faron (junto a más soldados y científicos) se disponen a analizar la principal fuente de agua de la humanidad. El ingeniero de Black Meteor se muestra ágil mentalmente y piensa en comparar la sangre suya con la de Faron, ya que la mayoría de soldados se expusieron por segunda vez a la radiación y actualmente ninguno ha enfermado. El robot confirma que efectivamente, esa segunda exposición a la radiación le dio un 70% menos de probabilidades de enfermar. Con ese dato más que interesante, Xorxaik revela que hizo un estudio rápido y que se podría eliminar esa toxina infecciosa del agua con un método ryfier, lo que sorprende a un Nick que no se esperaba que el robot actuase más allá de la orden dada.

    Ace, Agustina y Juniper reciben un informe de Xorxaik revelándoles todos estos datos, lo que hace que se pongan contentos. Juniper manda construir una purificadora de agua y Allecreod sonríe al ver que la pareja de humanos se abraza con cariño, demostrándose que está empezando a coger aprecio a los humanos. Debe ser duro para el ex líder ryfier el no estar con su gente, sin embargo, parece que está formando parte de una nueva familia: los humanos. Es bueno ver a su personaje en esta tesitura. :nice:

    Finalmente, vemos que Noak y Gina ya han tenido a su pequeño hijo llamado Cade, de tan solo un mes. El soldado disfruta de estar junto a su bebé pero pronto recibe la llamada de Ace para que se acerque a ayudar a los hospitales por el tema de la epidemia. Sin embargo, Noak descubre antes de irse que Gina no estaba simplemente cansada, sino que se encuentra muy mal. Apenas puede respirar y parece enferma, pero además, parece que está al límite. Sinceramente, creí que moría aquí mismo, pero parece que aún se puede salvar. Espero no muera ahora que tiene un angelito de un solo mes de vida. :sadexo:

    En definitiva, buen capítulo, amigo. Parece que lo del virus se resolverá más pronto que tarde, eso sí, podría llevarse a gente por el camino... especialmente a Gina. Ojalá no suceda, pero supongo que saldré de dudas el próximo finde. Te mando un saludo y un abrazo; ¡nos vemos pronto!
     
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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    5708
    Saludos a los lectores de la historia. Una semana más y otro capítulo que ya es publicado para esta historia del universo ficticio de LGC. En esta ocasión, la única entrada que requiere actualización es la guía de personajes. La cronología será actualizada dentro de un par de capítulos más.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por estar semana a semana leyendo sobre esta historia y por lo bien que lo pasamos en nuestras jornadas por Discord. Gracias a los buenos ratos que pasamos es que encuentro motivación para seguir adelante con este trabajo, y espero que él disfrute con los capítulos tanto como yo escribiendo :kuku:

    Sin novedades por el momento, dejo el capítulo.














    Los archivos:

    A pocas horas de haber iniciado la noche, Nick estaba regresando cansado a su casa. El ingeniero había estado realizando tareas de muestreo y análisis en las fuentes de donde extraían el agua para beber. Luego de haber dado con la respuesta al misterio de por qué había surgido una epidemia que poco afectaba a los soldados, el ingeniero siguió en su trabajo intentando detectar secciones del río que no estuvieran invadidas por las toxinas. Si había zonas libres de polución, tenían que hacer lo posible para protegerlas, puesto a que se tardaría mucho en desarrollar una planta que pudiera purificar su agua.

    Tan pronto como abrió la puerta de su casa, fue recibido con alegría.

    — ¡Bienvenido, cariño! — gritó su mujer, quien en sus brazos tenía a un pequeño niño de un año.

    — ¡Hey, me alegra estar en casa! — entusiasmado y feliz por el recibimiento, Nick besó a su esposa en la frente y luego tomó en brazos a su bebé — Hola, Ulrik. ¿Qué tal has estado? ¿Cuidaste bien de mamá?

    — Ulrik es un chico bien portado, igual que su padre — su esposa lo decía con una sonrisa — Y ha sacado tu belleza.

    — Me alegra ver a este niño muy bien — Nick lo abrazó con delicadeza — ¿Necesitas ayuda con la preparación de la comida?

    — En cinco minutos estará lista — su esposa lo invitó a entrar y cerrar la puerta — No te preocupes por eso, tú descansa. Debes haber trabajado muchísimo hoy.

    — Lo hicimos todos — Nick no podía evitar pensar en la fatiga — Tenemos el origen de esta maldita epidemia. Pero eso no quita que no sepamos qué hacer mientras llegamos a la solución — el ingeniero colocó a Ulrik en su sillita.

    — ¿De qué hablas? — preguntó la esposa de Nick.

    — Hay toxinas en el agua, y podemos quitarla con un proceso de purificación — Nick explicó la situación tan desesperada a su esposa — Pero eso no resuelve lo que vamos a hacer con los que no pueden beber el agua con esas toxinas. Hay que hacer algo, y no tengo idea de qué.

    De repente, el pequeño hijo de Nick empezó a moverse de forma inquieta en su silla, al mismo tiempo que apuntaba en una dirección específica. El ingeniero le dio una mirada a su hijo para asegurarse de que no se cayera de su sillita, pero luego se fijó en la dirección en la que estaba señalando. Ulrik apuntaba con sus manos hacia una computadora situada en la sala, la cual Nick había solicitado para poder realizar trabajos remotos cuando su esposa estaba por dar a luz y necesitaba estar en casa para realizar tareas.

    — ¿Qué tienes? — Nick no logró ver bien al principio, pero luego se fijó en el ordenador — ¿Mi computadora? ¿Quieres jugar?

    — Al pequeño Ulrik le gusta ver todas esas imágenes de archivo que tú llegaste a preservar del planeta Tierra — su esposa, desde la cocina, revisando que no se quemara la cena, contestó a su esposo — Quizá quiera ver esas fotos de nuevo.

    — Las imágenes de archivo… — Nick pensó con seriedad — Así yo preservé varios datos útiles sobre la Tierra… Pero eso quiere decir que… ¡Claro! ¡Amor, tienes que escuchar lo que voy a decir!

    Pasados los minutos para que la comida estuviera preparada, la mujer de Nick se acercó con un plato para ambos y para el joven niño que tenían. El grito de su esposo fue dicho con gran entusiasmo, y eso le llamó mucho la atención. Tan pronto como sirvió la comida en la mesa, estuvo muy curiosa ante lo que este iba a decir.

    — ¿Qué es lo que tengo que escuchar? — preguntó con curiosidad.

    — Nuestro pequeño Ulrik ha salvado a la humanidad — Nick le acarició la cabeza con ternura — Y aún no puede hablar. Es el héroe más joven de la historia.

    — ¿Qué tienes en mente? — la incertidumbre se apoderó de ella.

    — Los edagrianos deben tener archivos sobre otros planetas de cuando realizaron la investigación sobre otros mundos — el ingeniero explicó la idea que le vino a la mente — Podríamos buscar allí agua potable para quienes no puedan beber el agua con toxinas. Una idea brillante, y no se me habría ocurrido si Ulrik no hubiera señalado a la computadora.

    […]

    Noak, Natasha y Ace estaban frente a Gina. La soldado estaba conectada a un respirador, debido a que los médicos la diagnosticaron con insuficiencia respiratoria tras el ataque que había tenido mientras estaba en su casa. La chica estaba dormida, y no tenían idea de cuando podría despertar. Los tres estaban altamente preocupados por lo que pudiera sucederle, especialmente Noak. No podía concebir la idea de perder a su esposa luego de que su hijo cumpliera tan solo unos pocos meses de vida.

    — No lo entiendo — Ace no sabía qué había ocurrido — Nick dijo que el sistema inmune de nuestros cuerpos nos protegería de las toxinas.

    — Pero Gina dio a luz hace unos meses — Natasha le recordó a Ace ese detalle — Quizá no llegó a recuperarse por completo antes de tomar el agua con esa toxina.

    — ¿Se sabe por qué hay toxinas en el agua? — Noak parecía estar muy enojado por eso — Porque si fue causado por alguien de aquí, lo mataré.

    — No digas esas cosas, Noak, no te ayudarán a sentirte mejor — Ace pensaba que era todo parte de su estrés — Ahora mismo necesitas pensar en que las cosas van a salir bien.

    — ¡No es Agustina la que está en esta camilla! — Noak le respondió con furia — Lo siento, sé que tu intensión es buena, y no te quise gritar. Pero estoy preocupado. Mi pequeño Cade no puede quedarse sin su madre. Ni siquiera tiene un año desde que está en este mundo. Mierda, ni siquiera medio año.

    — No tienes que disculparte, sé que estás pasando por mucho — Ace lo tranquilizó — Pero descuida. Yo descubriré la causa de todo esto. Y si hay un responsable, lo arrestaré. Las vidas de los ciudadanos no son un juego.

    — Noak, escucho pasos desde el pasillo — Natasha le informó — Quizá venga un doctor.

    Los tres soldados estaban custodiando a Gina Hauk en una sala vacía. Debido a que había tenido a su hijo hacía pocos días, los médicos tuvieron esa consideración para con ella, y no la mezclaron en otras salas con diferentes pacientes. Tal y como dijo Natasha, un médico entró a la sala, aunque no era una visita programada.

    — ¿Está todo bien? — preguntó — Escuché un grito y vine inmediatamente.

    — Solo fui yo, lo siento — Noak se disculpó — Sé que no soy el único que tiene a un ser querido enfermo. Pero sé que sí debo ser de los pocos que tiene a su mujer recostada mientras su hijo está esperando en casa.

    — Lamento escuchar eso, pero voy a echarle un vistazo — el médico se acercó a la paciente — Si me disculpan…

    Sin decir nada, el trío de soldados abandonó el cuarto del hospital para dejar que el médico pudiera trabajar en paz. En el pasillo de ese hospital de la ciudad Skymning, había unos asientos para que pudieran esperar allí. Noak se sentó y se llevó las manos a la cara para empezar a llorar casi sin consuelo. Natasha y Ace se acercaron a él para apoyar las manos en los hombros de su compañero. Luego de haber luchado tanto para tener una vida tranquila, la enfermedad que invadió el cuerpo de Gina ponía todo eso en un gran peligro.

    Fueron unos diez minutos angustiantes, pero cuando el médico salió de la sala, Noak se levantó rápidamente para estar cara a cara con él.

    — ¿Cómo está? — Noak esperaba buenas noticias.

    — Está fuera de peligro, pero por el momento, necesitará el respirador — el médico no azucaró la respuesta — Quizá despierte en una o dos horas. Estará bien. No veo que esté empeorando, así que creo que en unos tres o cuatro días podrá marchar a su casa.

    — Que alivio, menos mal — Noak estaba contento de escuchar eso.

    — Hay que desarrollar vacunas — Natasha lo tenía claro — Esto no se puede repetir.

    — Es cierto, es una de las cosas que hablaré con Juniper en nuestra siguiente reunión — Ace ya tenía tema para la siguiente agenda.

    — Noak, dijo que despertaría en unas horas — Natasha quería saber si su compañero necesitaba algo — ¿Quieres ir a casa con Cade? Yo puedo quedarme con ella. Alicia dijo que solo podría cuidar al pequeño por unas horas.

    — No, lo siento, me tengo que quedar aquí con ella — Noak sabía que su esposa le necesitaba — Tengo que estar aquí cuando despierte, y decirle que todo va a estar bien. Luego iré a cuidar a Cade.

    — En ese caso, iré yo a cuidar al niño — Natasha consideró que podría hacerlo — Alicia no accedió a cuidarlo toda la noche. Sería un abuso dejarla allí.

    — Gracias, Natasha — Noak recordó con tristeza los días en que ambos no se llevaban bien — Eres un sol. Si necesitas algo, haz una videollamada conmigo. Te asistiré por allí.

    — Te llevaré hacia allí — Ace comentó, ya que luego tenía pensado pasar por la estación — Vamos.

    Fue así como los dos comandantes se despidieron de Noak, quien entró nuevamente a la sala donde tenían a su pareja internada. Ace y Natasha caminaban hacia la puerta de salida del hospital cuando el dispositivo de Ace sonó. Este, pensando que podría ser algo grave, lo tomó y respondió, para darse cuenta de que era su esposa.

    — Cariño — Ace la llamó tiernamente con ese apodo — ¿Qué tienes?

    — Ya acosté a Arick — contestó Agustina desde el otro lado — ¿Dónde te encuentras?

    — Estoy en el hospital, a punto de irme con Natasha — fue la respuesta del comandante — La dejaré en casa de Noak, y luego pasaré por la estación. No creo llegar a cenar contigo. Lo siento.

    — …No pasa nada — pudo notarse cierto desgano en su voz — Te extraño.

    — Yo también te extraño, lo sabes — Ace le respondió con un poco de tristeza — Te amo.

    — Yo también te amo — Agustina contestó — Te esperaré en casa.

    — Nos vemos allí — Ace colgó la llamada.

    Natasha tenía ganas de decirle algo, pero no quería que alguien más lo oyera, por lo cual esperó a que ambos estuvieran juntos en el auto que los llevaría a ambos a través de las calles de aquella ciudad. Cuando tuvieron la privacidad que quería, fue allí donde eligió hablar con Ace.

    — Agustina tiene motivos para estar triste — Natasha contestó, llamando la atención de Ace, quien iba al volante.

    — ¿De qué hablas? — Ace se veía un poco confundido.

    — Yo estaría triste si tuviera al esposo más maravilloso del mundo y no llegara a casa para cenar conmigo — Natasha lo miró con una sonrisa al contestar eso.

    — Es solo que no soy un simple soldado, ni tampoco un simple comandante — Ace contestó con seriedad — Soy el comandante supremo. La autoridad máxima de la milicia. Es parte del trabajo.

    — Lo sé, lo sé — Natasha lo comprendía, pero también a su esposa — Es solo que, si fueras mi esposo, daría todo lo que fuera para que estuvieras en casa conmigo.

    Ace, sabiendo que no debía puesto a que era un cumplido de otra mujer, se sonrojó ante las palabras de su compañera que compartía junto a él el mismo rango militar. Natasha lo miró, y pudo notar eso en él, cosa que la hizo sentir mejor. La soldado decidió seguir insistiendo en eso, para así hacerle saber a Ace lo que debía estar pasando Agustina.

    — Ella es la mujer más afortunada del mundo — Natasha contestó — Del universo quizá. Un hombre como tú no aparece dos veces en la vida. Y ella está sola esperando por ti.

    — Bueno, creo que eso fueron muchos halagos de tu parte — Ace se empezó a incomodar un poco con eso — ¿Cómo reaccionarías tú si yo fuera tu esposo y estuvieras esperándome en casa?

    — Estaría triste, sin dudas — Natasha veía que a Ace no le gustaba esa charla, por lo que eligió dejar de hablar así — ¿O acaso tú no estás triste por no estar en casa?

    — Como no te imaginas — Ace contestó — Salvo algunas ocasiones, ella y yo siempre acostamos a Arick a dormir juntos. Llevábamos unos cinco meses haciéndolo los dos. No es sencillo para mí tampoco estar fuera de casa. A veces quisiera poder faltar a trabajar para quedarme con ambos en casa y disfrutar de todo lo que tengo ahí. Pero no es tan simple.

    — Pareces nostálgico al hablar — Natasha analizaba su voz — ¿Te sientes bien?

    — Extraño los días en los que solo era un soldado líder de escuadrón — Ace rememoró esos momentos — Donde no tenía tanta responsabilidad en mis manos. Y nadie me conocía. Claro que disfruto esta vida, y la tranquilidad de saber que ningún soldado hará acciones peligrosas sin mi supervisión no la cambiaría por nada. Pero a veces extraño lo que era el pasado.

    — Bueno, no pienses en eso — Natasha no quería distraerlo en su conducción — Piensa en que tienes un puesto que te permite ayudar a la gente más que siendo un simple soldado… Y piensa que en casa tienes a una esposa y a un hijo que te aman y te esperan. No dejes que esta situación te derrote. Yo te conozco. A ti nada te puede derrotar. No te rindas ahora. No te rindas mientras yo esté al lado tuyo.

    Las palabras de su compañera realmente motivaron bastante al comandante supremo. Por más pequeño que fuera, recibir un aliento adicional y la confianza de que estaba haciendo lo correcto, era un sentimiento irremplazable. Mientras estuviera acompañado, tendría lo que necesitaba para poder hacer frente a esa situación. Una sonrisa se formó nuevamente en el comandante, quien siguió manejando el vehículo hasta que se acercó a la vivienda donde vivían Noak y Gina.

    Alicia escuchó un vehículo detenerse en la puerta de su casa, por lo que salió de la vivienda para encontrarse con Natasha y con Ace. Al verlos a ellos y no a Noak, supuso que quizá algo grave pudo haber ocurrido con Gina. Pero la expresión en los rostros de sus compañeros parecía ser algo calmada, por lo que no aventuró ninguna conclusión rápida.

    Natasha la puso en contexto, para luego darle la noticia de que ella sería quien cuidaría del pequeño hijo de Noak y de Gina. Alicia entonces podría tener la noche libre.

    — Escucha, yo antes de ir a casa debo pasar por la estación de trabajo — comentó Ace, queriendo disculparse — No podré llevarte a tu casa. Al menos que quieras esperarme.

    — Descuida, puedo caminar sola a casa — Alicia contestó con una sonrisa por saber que sus compañeros se preocupaban por ella — Las calles son seguras. Estaré bien.

    — Buenas noches entonces — Natasha contestó, despidiéndose de su gran amiga.

    — Hasta mañana, Naty — Alicia le sonrió al despedirse.

    Una vez que ambos comandantes vieron a la chica encaminarse a la dirección correcta, ambos se saludaron formalmente con un apretón de manos y separaron sus caminos. Natasha ingresó al hogar donde el joven bebé de sus compañeros le esperaba, mientras que Ace se subió al vehículo y puso rumbo a la estación de trabajo.

    […]

    Allecreod estaba trabajando en un total silencio luego de que el comandante supremo, su esposa y todos los trabajadores que acompañaron a la presidenta se retiraran del lugar. Tras un rato largo donde estuvo a solas con sus pensamientos, la puerta se abrió, y pudo ver a través de ella a Faron junto con tres soldados, acompañados también por Xorxaik, su robot.

    Allecreod los miró seriamente, ya que quizá ellos no estuvieran cómodos con su presencia. Faron, quien había interactuado poco con el ryfier luego del acto de inauguración de los ferrocarriles, se acercó para interrogarlo.

    — ¿Qué haces aquí? — Faron preguntó serio, pero no amenazante — ¿Sigues trabajando?

    — Así es — Allecreod le contestó — Podríamos decir que sí. Trabajo por un futuro próspero para la humanidad.

    — Dime, ¿por qué te interesa? — Faron era curioso al respecto — Sé que, si fuera yo, no haría esto si me hubieran dejado encerrado con los ryfier.

    — Bueno, digamos que es un remordimiento — Allecreod sabía que no era una respuesta muy convincente, pero era sincera — Yo causé mucho daño a la humanidad haciendo lo que hice. No analicé bien las cosas cuando tuve la oportunidad, y por culpa de unas acciones mías en serie con más cosas que provocó el prófugo de Abel, el planeta Tierra ha caído. Mi gente ha sufrido mucho, y me han castigado dejándome aquí. Pero ¿quién dice que tengo que aceptar esto como un castigo? Tengo una oportunidad para hacer las cosas bien por el resto de tiempo que me queda… además, tras todos estos días conviviendo con algunos de ustedes, me doy cuenta de que son muy interesantes. Quizá es por lo extravagante de que siempre fueron atrasados en tecnología y leyes sociales a los ryfier. Pero no puedo evitar sentir interés por ver a dónde los llevará su historia. Y en qué punto de esta estaré yo.

    — No está mintiendo — Xorxaik se ganó la atención de los presentes — Mi análisis de gestos indica que Allecreod no está diciendo mentiras.

    — ¿Estás analizando a tu propio creador? — Allecreod quería una charla con su robot.

    — Eres mi creador, pero yo obedezco al comandante supremo Lakor y sirvo a la humanidad — el robot contestó intentando intimidar — No hay lazos que me unan a ti. Al menos, no se ha desarrollado alguno todavía.

    — Veo que los humanos hicieron un buen trabajo contigo — el ex líder de los ryfier pronto volvió a su trabajo — Seguro les serás muy útil a las generaciones futuras de la humanidad. Me alegra. Sé que yo viviré muchos ciclos más, pero tú vas a perdurar por muchos años más luego de que yo me haya ido. Así que, en cierta forma, mi legado permanecerá con los humanos. En cierto modo, eso me hace sonreír.

    Faron y los demás soldados, asombrados por la forma en la que vieron interactuar a creador y creación, se pusieron en una estación de trabajo para seguir coordinando los viajes de varios soldados para seguir trasladando pacientes a los hospitales de Galaxy, Himmel y Skymning.

    Xorxaik, por su parte, tenía la orden de enviar los archivos que tenía en su interior acerca de la construcción de plantas purificadoras de agua a todas las centrales informáticas operativas en el mundo. Era necesario comenzar la construcción de un edificio como ese lo más pronto posible, dado a que no tendrían una contramedida para poder frenar los casos de enfermedad que empezaron a surgir hace muy poco.

    […]

    Alicia llegó finalmente a la puerta de su casa, y se sorprendió cuando fijó su vista en un objeto misterioso que había justo al costado. Sin poder distinguirlo bien, la chica se acercó y lo tomó con precaución en caso de que se tratara de algún objeto frágil. No podía sentir que fuera algo hecho de vidrio, cristal o algún otro material que pudiera romperse si cayera al suelo. El objeto misterioso estaba envuelto en papel de regalo. La chica supo que se trataría de algún presente o detalle hecho con cariño por alguno de sus seres queridos. Fue ahí que empezó a especular.

    — ¿Natasha? — se preguntó para sí misma — No. Imposible, estuvo todo el día conmigo… Aunque quizá haya dejado el paquete en casa de un soldado para que lo entregara. ¿O será de Thomas y Gwyn? Quizá de Ace y Agustina.

    Sin poder adivinar de quién sería el regalo que le habían dejado en la puerta de la casa, ella entró a su vivienda. Encendió las luces de la sala y colocó el objeto sobre la mesa para romper suavemente el papel sin dañar el contenido de adentro. Tan pronto como lo rasgó, supo que se trataba de un libro. Sin embargo, estaba forrado con una cobertura de color violeta, por lo cual, no podía ver bien la tapa de este. Creyendo que ese forraje sería una garantía en caso de estar dañado, Alicia se preparó para abrirlo.

    — ¿Quién regala libros en físico cuando podemos accederlos de forma digital? — la chica lo abrió con suavidad — Debe ser un libro muy especial para hacerlo imprimir y que pueda tenerlo en mis manos.

    Tras abrir la tapa, Alicia se topó con el título del libro que tenía en sus manos.

    — “Los pecadores de la nueva humanidad: Tomo I” — recitó para sus interiores al leer el título — ¿Qué es esto?

    Con la curiosidad por el título tan llamativo y a la vez un poco hostil del libro, la chica comenzó a leerlo en voz alta. Sabía que nadie la estaba escuchando, pero tenía que decírselo a sí misma para poder creerse cada palabra que salía de allí.

    — “Esta es la historia de como los cimientos de la nueva humanidad fueron manchados” — no parecía ser un libro de ficción, más bien un recopilatorio de hechos históricos — “Uno de los comandantes que luchó en la guerra contra los edagrianos en nombre de la humanidad no era uno de los nuestros. Lobo con piel de cordero, berrod con piel de humano” — Alicia supo que hablaban de su fallecido amor — “Michael Umcali fue un asesino repugnante. El cuerpo humano, templo de las perfectas imperfecciones que nos caracterizan, fue cedido con total libertad a la mente de un ser despiadado y cruel. Un asesino para un asesino. Un alienígena perteneciente a la raza de los berrod conocido como Orz entró al cuerpo de Michael luego de que este otorgara sin un solo ápice de duda el control de sus movimientos. Libre de quienes lo consideraron un asesino y le arrebataron su cuerpo original, Orz causó estragos a sus anchas utilizando el cuerpo del humano. El lobo pidió prestada la piel, y el cordero lo vistió. Michael usó a su nuevo aliado para dañar a los benevolentes garak, quienes solo cometieron el error de dejar sin familia a una humana. Una miserable niña inútil que no tenía nada más que ofrecer que una vagina. Pero eso fue suficiente para que Michael cayera en la desesperación e hiciera un pacto con el diablo. Cada paso que dieron juntos fue gracias a ella. Ella lo engatusó, le coqueteó, le lanzó hechizo tras hechizo para tenerlo a sus pies y así poder consumar una venganza por la muerte de toda su familia de un país inexistente en manos de los garak. No debió salir al espacio. Coast Trident murió junto con la Tierra. La familia de Noble estaba condenada, y no tenía derecho a vengarse. Pero los que están vivos no tienen el derecho. Solo manipulan a otros, y fuerzan terribles tragedias sobre las poblaciones. Nuestra incluida, los humanos de Zenith han sufrido las consecuencias de los impulsos egoístas y calenturientos de Michael. Su propio linaje, y el hombre que estaba a su cargo, entre otros, fueron las víctimas trágicas de una muerte que provocó el olor a miel que desprendía la bruja Alicia Noble”.

    La exsoldado ya no pudo seguir leyendo más. Soltó el libro para dejarlo caer bruscamente sobre la mesa al mismo tiempo que varias lágrimas salían de su ojo. No podía hacer otra cosa que desprender lágrimas de tristeza y sostenerse el pecho para aliviar ese malestar. Ya había comprendido todo lo que estaba ocurriendo. Ese libro era un regalo, pero no con buenas intenciones. Alguien lo había escrito únicamente para tirarle mierda a ella, a su familia, y a Michael. Solo ella estaba con vida para defender ese honor, pero no podía hacerlo pese a que no tenía idea de quién podría haber escrito una monstruosidad como esa.

    Todo eso fue solamente para hacerla sentir mal. Ella había luchado poniendo en riesgo su vida para poder salvar a la humanidad. Había atravesado situaciones horribles, e incluso se quedó sin el amor de su vida para que le hiciera compañía para el resto del tiempo que le quedaba. Lo único que le quedó de Michael fueron los recuerdos que había construido con él. Pero alguien había faltado el respeto a su memoria y también a su presencia.

    La chica, tratando de ver si podía encontrar al autor del libro, pasó a la última página y vio que no había una persona adjudicándose la autoría de esa obra. Lo único que había era una firma que decía “Detractores de los pecadores”. Eso la llevó a pensar que podría tratarse de la misma gente que atacó a Ace y a Agustina en el pasado, ya que habían declarado que no vivirían tranquilos mientras ellos estuvieran con vida.

    — Tomo I — Alicia supo que ese no sería el último — Mañana voy a hablar con Ace sobre esto.

    […]

    Thomas y Gwyn se encontraban conviviendo en su casa junto a su pequeña hija Sky. La pequeña reía mientras sus padres la levantaban en brazos para luego bajarla y llenarle el rostro de besos en las mejillas. Ambos disfrutaban ver cómo su pequeña hija reía y reía.

    Cuando ambos se cansaron de realizar esa acción, pusieron a la niña en una cuna y luego simplemente se dedicaron a sentarse a mirarla mientras ella se reía.

    — Por dios, tenemos a la nenita más hermosa de todas — Thomas apreciaba la apariencia de su hija — Me alegra que sea lo más parecida a ti posible.

    — Oye, es nuestra hija — Gwyn le contestó acercándose a su pareja — Eso quiere decir que se parece a los dos.

    — Bueno, pero es niña, por lógica, se parece más a ti — Thomas le dio un cumplido a Gwyn.

    — ¿Eso de dónde sale? — Gwyn se reía un poco por la respuesta de Thomas — No es necesario que te restes méritos. Eres el padre de una niña muy bonita, y deberías estar orgulloso.

    — Lo estoy, y también estoy orgulloso de lo que somos — Thomas abrazó a su pareja — ¿Sabes? Tenía un poco de dudas cuando recibimos aquí a la humanidad. Ace tenía preparado para nosotros un futuro en el que seríamos un poder separado del gobierno. La gente nos vería caminar por las calles en un mundo pacífico. La función de un militar es defender a su gente, o al menos, eso me han enseñado en la academia militar. Pero siempre sentí que no los estábamos defendiendo… Hasta estos últimos días. Me siento muy bien de poder hacer algo por la gente. Aunque no sea en el campo de batalla.

    — Créeme, yo prefiero esto antes que tomar un arma y salir al campo de batalla — Gwyn le respondió a su pareja — Casi no corremos peligro porque los autos están bien diseñados y somos buenos para conducirlos. Estamos mucho más seguros haciendo estas cosas que yendo a pelear contra enemigos peligrosos. Y ojalá nos quedemos así.

    De forma repentina, Gwyn fue tomada de la cintura por Thomas. Este, agarrándola con decisión, pero sin lastimarla, acercó sus labios a los de ella y ambos se fundieron en un tierno beso. Gwyn disfrutó de aquel momento, mientras que Thomas le acariciaba la espalda con ternura. Cuando el beso terminó, ambos se miraron a sus rostros, tan enamorados como los primeros días de su relación.

    — Aún recuerdo como casi te sacrificas por mí en la batalla — Thomas le decía con emoción — Nunca lo olvidaré. Estabas lista a dar tu vida por mí. Eres la mujer más maravillosa del mundo. Al principio, cuando nos conocimos, yo solamente quería que me tuvieras en cuenta porque eras la mujer más hermosa que había visto. Pero al conocerte, me di cuenta de que posees un buen corazón… Y por haber comprometido tu vida para salvar la mía, puedes estar segura de que yo haré lo mismo por ti. Si en algún momento tú o Sky me necesitan, daré mi vida por las dos. Lo prometo.

    — Thomas… no tienes por qué — Gwyn se sentía muy apreciada por las cosas que su novio le estaba diciendo — Tú y yo somos un equipo. Una pareja que ha superado la adversidad. No habrá que sacrificar a nadie. Tú y yo seremos eternos juntos. Viviremos por siempre para amarnos y cuidar a nuestra hija. De eso no tengas dudas. No me sacrificaré, así como tampoco dejaré que te sacrifiques. Pelearemos y ganaremos los dos. Esa es mi promesa.

    Thomas estaba muy emocionado por esas palabras. Ambos se amaban con gran intensidad, y esas palabras que intercambiaron en ese momento eran una prueba irrefutable de que nada cambiaría su relación.

    El soldado y la comandante estaban a punto de darse un beso cuando sintieron un golpe en su puerta. Los dos, creyeron que se trataría de una visita, fueron a la sala para comprobar todo. Pero tan pronto llegaron, más golpeteos empezaron a resonar en su puerta. Eso les hizo darse cuenta de que nadie les estaba esperando hacer una visita.

    — Son esos tontos tirándonos tomates otra vez — Gwyn ya casi se acostumbraba a esa clase de comportamiento — ¡¿No tienen otra cosa mejor que hacer?!

    — ¡Mierda, están en casa, corran!

    Un grito de pánico se escuchó, seguido inmediatamente por pasos de gente corriendo para escapar de la escena antes de que pudieran ser identificados. Unos minutos después de que ya no se escuchó nada, Thomas abrió la puerta para encontrarse con el desastre. Un montón de restos de fruta podrida se encontraban en su entrada. Tal y como había pasado en días anteriores, su casa había vuelto a ser vandalizada por aquellos que les odiaban por su amistad con el comandante Lakor.

    — Mejor limpio esto antes de que vengan insectos como la otra vez — Thomas dejó abierto para poder salir una vez que tuviera lo necesario para limpiar.

    — Que gente tan malagradecida — Gwyn se molestaba con todos los responsables de ensuciar la puerta de su casa — Algún día los atraparemos y los encerraremos por esto.

    […]

    Ace había dejado su vehículo de uso militar en el depósito donde debían almacenarlos para que pudieran usarse al día siguiente. Una vez el recurso estuvo guardado, caminó el resto del trayecto a su casa. La noche estaba en su fase más oscura, pero las luces de las calles alumbraban el camino. El comandante supremo regresó cansado tras haber tenido una charla con Faron y Allecreod al regresar a la estación.

    Pese a que creyó que podría estar tranquilo al regresar, pronto descubrió que no sería cierto. La puerta y su pared estaban pintadas. No había ningún dibujo obsceno ni irrespetuoso, solo palabras escritas con letra grande para que cualquiera pudiera leerlas. “Asesino”, “cobarde”, “indigno”, “cáncer humano”. Ace las leyó con disgusto a todas. Para él, eso era una falta de respeto a su vivienda. Una que no consideraba merecida tras haber puesto su cuello en peligro en la guerra contra los edagrianos.

    Pero era todo tal y como se lo habían advertido antes. Una promesa que cumplieron y que seguiría presente por un largo tiempo aparentemente.

    — Quisiera poder estar en paz — Ace simplemente abrió la puerta de casa y encendió las luces del interior.

    El soldado se dirigió a la cocina y tomó de su heladera un trozo de carne que de seguro había quedado de la cena que había preparado Agustina tras haber recogido a Arick de la guardería en dónde solían dejarlo antes de irse a trabajar.

    Tras haber comido en silencio y en paz, Ace lavó todo lo que ensució y entonces se dirigió a la habitación donde dormía su pequeño hijo. Entró y no encendió las luces por miedo a despertarlo. Se guio con la luz de su dispositivo, caminando hasta encontrarse frente a la cuna donde el pequeño reposaba. Arick estaba allí, dormido como el bebé que era. Una sensación de tranquilidad invadió completamente al comandante supremo Lakor al ver como una de las dos personas más importantes del mundo para él descansaba plácidamente.

    Con suavidad, extendió su mano y tocó la espalda del niño para poder acariciarlo.

    — Lo lamento, Arick — se disculpó con un susurro — Papá no ha podido venir a darte las buenas noches el día de hoy. Pero mañana estaré aquí. Recibirás el doble de besos que te suelo dar para compensarte por mi ausencia de hoy. Duerme bien, mi angelito.

    Luego de haber visitado a su hijo, Ace caminó hasta la habitación que él y su esposa compartían. Al entrar, vio que Agustina estaba dormida, probablemente cansada de tanto haber tenido que trabajar en el día. Pese a eso, este quiso disculparse con ella.

    — Espero que me puedas perdonar por no haber podido regresar a tiempo — Ace se arrodilló en la cama — Mañana yo me encargaré de todo. Tú tendrás un día libre para ti.

    Ace iba a acariciar el rostro de su esposa, cuando la mano de esta interceptó la suya. Sorprendido, ya que creía que ella estaba dormida, Ace vio como Agustina abría los ojos y se daba vuelta para sentarse frente a él.

    — Bienvenido a casa, amor de mi vida — Agustina se le acercó y le dio un beso en la boca.

    Lakor creyó que ella podría estar un poco molesta con él por haberse ausentado un tiempo cuando se supone que era su responsabilidad estar allí. No esperaba que ella no solo no estuviera nada molesta, sino que también lo había recibido con cariño.

    — Me alegra saber lo especiales que somos Arick y yo para ti — Agustina le reveló que lo había escuchado — Recuerda que tenemos un aparato para escuchar cuando Arick llora por las noches. Escuché todo lo que le dijiste. Y por supuesto, todo lo que me dijiste a mí.

    — Todas esas palabras…

    — Fueron honestas — Agustina recostó su cabeza sobre el pecho de Ace — Salieron de lo más profundo de tu corazón. Lo sé.

    — Estoy muy feliz de que seas mi esposa — Ace la abrazó con fuerza — Y de haber podido formar una familia contigo. Sé que tú ya lo sabes, pero no hay un solo día que no quiera estar sin decírtelo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, como siempre es un placer y un disfrute el hacer estas leídas en simultáneo; las disfruto muchísimo. Buen capítulo el de hoy, abarcando diferentes personajes y dando cierto protagonismo a todos (que bueno que Juniper no apareció :vibing:). Voy a comentar lo más destacado para mi.

    Comenzamos con el ingeniero Nick, quién llega a su casa después de haber estado trabajando todo el día con las muestras del agua que tiene a media población infectada con algún tipo de virus. Descubrimos que el tipo tiene esposa y un bebé llamado Ulrik, del cuál me pregunto si veremos más cosas en un futuro. La terna de angelitos que están naciendo o han nacido ya en esta parte demuestra que se viene, eventualmente, una nueva generación de protagonistas (y no puedo esperar para verlo). :dancecat:

    Tras esto pasamos a ver a Noak, Natasha y Ace quiénes se encuentran ante una Gina postrada en cama y con respirador. Me temía que pudiese morir y no quería, pues teniendo al pequeño Cade recién nacido, que este perdiera tan pronto a su madre me rompería el corazón... Suerte que según el doctor, se recuperará en unos días. Noak está lógicamente nervioso y lo demuestra a sus amigos, mientras decide quedarse con su mujer. Alicia, que estaba haciendo el favor de cuidar de Cade, será reemplazada por Natasha mientras Ace la lleva hasta allí de camino a casa. Por el camino, Natasha le dice unas cosas a Ace que, personalmente, me harían sentir incómodo en su situación. Quiero decir, sé que ella lo quiere y ha aceptado que no puede hacer nada por tenerlo en esos momentos, pero esos comentarios que suelta deben hacer ver a Ace que todavía tiene sentimientos fuertes. Ace al principio se sonroja pero luego muestra su incomodidad, cambiando la conversación. Natasha llega a casa de Noak y Gina para cuidar de Cade en sustitución de Alicia, que se marcha a su hogar.

    En una especie de paréntesis vemos a Allecreod seguir trabajando en sus cosas mientras aparecen Faron, Xorxaik y varios soldados más. Faron pregunta al ryfier que qué hace ahí, a lo que es respondido con una sorprendente muestra de concienciación y apoyo. En otras circunstancias sería extraño, pero a día de hoy, Allecreod si que parece verdaderamente comprometido con ayudar a la humanidad; de hecho, él mismo afirma que le intriga ver el potencial de la especie y hasta donde puede llegar. Supongo que eso es todo lo que le queda, y el ex líder ryfier hace bien en aferrarse a nada más que la curiosidad y el afán por hacer de su vida algo de provecho. Xorxaik informa de que, por los gestos del ryfier analizados por el propio robot, éste no está mintiendo. La charla creador-creación es magnífica y demuestra que Xorxaik también está evolucionando pese a ser una máquina.

    Volviendo a Alicia, la mujer regresa caminando a su casa cuando antes de entrar se encuentra un regalo en la puerta. Lo que parece ser un detalle amable pronto se convierte en una pesadilla cuando Alicia lo abre y ve que es un libro llamado 'Los pecadores de la nueva humanidad: Tomo I'. Conforme lo va leyendo, la mujer descubre que su contenido es directamente blasfemia e injurias hacia su imagen y la del fallecido Michael, lo que sin duda la afecta emocionalmente. Al margen de eso (los pvtos de los tomates siguen jodiendo), el contenido escrito es incluso poético en ciertos aspectos y aunque dice lo que dice, me genera curiosidad ver los siguientes tomos XD. Será un gilipollas el que escribe eso, pero admito que el tipo se lo toma en serio. angrysnake

    También vemos a Thomas y Gwyn, quiénes en su escena muestran estar tan enamorados como el primer día. Quién lo iba a decir, cuando al principio Gwyn estaba loca por Michael y Thomas era tremendo payaso. Verlos ahora juntos y así de bien me alegra muchísimo y son una de mis parejas favoritas sin duda. Les deseo lo mejor a ellos y a su pequeña Sky. Finalmente, vemos como Ace llega a casa lamentándose de no haber llegado a tiempo para cenar con su esposa y dormir a su hijo. Les dedica a ambos unas hermosas palabras nacidas de su profundo corazón y Agustina, que se creía dormida, le hace saber a su marido que lo escuchó todo. Por si no estaba lo suficientemente enamorada, ahora seguro que lo está más XD. Me declaro fan del comandante supremo, seguidor de la religión Lakor y género Acesexual. Viva mi ídolo, mi dios, mi luz. Allá donde estés y nos guíes, te seguiremos, padre. Amén. :nice:

    Bueno, en definitiva, gran capítulo el de hoy y gran quedada. Espero podamos repetirla la próxima semana. Cuídate y hasta pronto, amigo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Llegó el momento de publicar el capítulo 7 de esta parte VII. Siendo un capítulo algo largo, cosa que me tomó por sorpresa en la revisión ya que no lo recordaba de esta manera, no diré demasiado.

    Como siempre, agradezco a mi amigo Manuvalk por su constante presencia en los comentarios de esta historia, siendo una gran alegría saber que las disfruta tanto como yo lo hago con la escritura. La diversión que nos dan nuestras leídas en simultáneo no tienen igual, y quiero agradecerle por eso :)

    También quiero agradecer a Elliot, quien sigue avanzando a día de hoy con la lectura de la parte VI, y que sé que antes o después llegará aquí. Espero que cuando llegue, lo disfrute.

    Sin más qué decir, dejo el capítulo. Hasta otra.


















    Lo hago por ti:

    Ace, Agustina, Nick, Faron, Allecreod, Thomas y Gwyn se encontraban en la estación de trabajo. Luego de haber tenido una idea, inspirado por su hijo para ir a buscar agua a otro planeta, el comandante supremo reunió a las personas en quienes más confiaba allí para ver qué tipo de resultados podían encontrar.

    Xorxaik estaba en el centro de toda atención. Como siempre, la enorme capacidad de procesamiento con la que contaba el robot debido a su poder tecnológico mezclado con una inteligencia artificial, habían convertido al ser de metal en el candidato perfecto para poder analizar los archivos de los edagrianos. Por precaución, estos se habían preservado. Toda la investigación de Hark estaba a salvo, pero con la oportunidad de ser usada para fines benéficos para ellos.

    — Los datos sobre las masas de agua en los demás planetas son muy escasos — informó el robot a todos los presentes — Por lo general, indican si son potables para los propios edagrianos, me cuesta mucho tiempo tratar de hacer una conversión para poder determinar si ustedes podrán beber dicha agua.

    — Tiene sentido que los edagrianos hayan recopilado datos de esa forma — pensó el ingeniero Nick — No creo que nadie se pondría a pensar si dichas masas de agua fueran compatibles para otras especies.

    — Bueno, pero por lo menos ya tenemos una pista — Ace se veía optimista — Si no podemos encontrar nada en algún planeta examinado por Hark, supongo que quizá podríamos ir a visitar a los ryfier y ver qué tal llevan su vida ahí.

    — Preferiría no hacer ningún contacto con ellos — Allecreod lo decía desde lo que creía mejor — Además, en el Resguardo las provisiones, aunque nunca escasearon, jamás han sido excedentes. No creo que tengan agua suficiente para prestarnos. Mejor déjalos en paz.

    — Asmir seguro nos dispararía felizmente si llevamos nuestras naves a su planeta — Gwyn pensó con sensatez — Tenemos que arreglárnoslas por nuestra cuenta. Ahora estamos solos.

    — En ese caso, confiaremos en Xorxaik para que encuentre una solución — Ace puso su fe en el robot — Por el momento, creo que sería mejor que fueras a tu casa, Nick. Has hecho mucho por nosotros. Creo que te mereces un buen descanso.

    — Agradezco eso, comandante supremo — Nick, quien no despreciaría un descanso como ese, estaba dispuesto a tomarse el día.

    Antes de que el ingeniero pudiera acercarse a la puerta, todos los presentes vieron como Alicia entró en el lugar. Exceptuando a Nick y a Faron, que habían interactuado poco con ella, todos estaban felices de verla. Pero tan pronto como vieron su mirada, supieron que quizá algo no estaba bien. Alicia se veía muy agitada, además de que cargaba un morral que claramente contendría algo para que ellos analizaran.

    Sin saber a qué podría deberse todo eso, ellos se hicieron a un lado para dejar que Alicia se acercara al medio del grupo y pudiera hablar. Mientras caminaba, Alicia metía la mano en el morral como si quisiera buscar algo allí dentro.

    — Alicia, buenos días — Thomas saludó con educación y una mirada entristecida — ¿Te pasó algo malo?

    — Buenos días — contestó la chica, algo arrepentida de no haber saludado cortésmente al llegar — Y sí. Algo muy malo acaba de pasar. Me encontré con un paquete en la entrada de mi casa.

    — No fue una bomba, ¿verdad? — Agustina se preocupó al verla algo agitada.

    — No, pero no por eso fue agradable — Alicia sacó un libro de su morral — Ace, deberías leer esto.

    La exploradora, que ya no ejercía más como soldado del ejército, entregó a Ace el libro en las mismas condiciones en que ella lo recibió. Ace lo abrió con preocupación, pensando que quizá contenía amenazas hacia su compañera. Tan solo al abrirlo, el título le llamó la atención.

    — Léelo en voz alta — Alicia se sentó y agachó la cabeza.

    Haciéndole caso, creyendo que sería algo muy grave para que se lo pidieran de esa manera, el comandante supremo empezó a leer en voz alta el contenido de las primeras páginas. Las reacciones de todos los presentes fueron las mismas que había tenido Alicia en el momento en el que ella lo leyó por primera vez durante la noche anterior. Cada uno de los presentes ponía una cara de asco indescriptible al escuchar las cosas tan aberrantes que estaban escritas allí.

    Ace, asqueado por todo eso, cerró el libro bruscamente. No soportaba seguir leyendo los insultos tan despectivos en contra de Alicia y de su fallecido amigo Michael. Ambos eran para él personas importantes, al punto de que tenían una relación casi fraternal. Pero aquel libro los ponía en una defenestración que él consideró humillante.

    — Que asco — Nick expresó su opinión — ¿Son esas mismas personas que te agredieron cuando estabas en la plaza?

    — Indudablemente son las mismas — Ace sabía que tenían que ser ellos — Veré quién es el autor.

    — No tiene autor, está firmado por parte de los “detractores de los pecadores” — Alicia le confirmó a Ace esa información — Claramente, los pecadores somos nosotros.

    — Mal agradecidos de mierda — Thomas se enojó mucho recordando un suceso de la noche anterior — Ayer nos tiraron frutas podridas en la puerta de nuestra casa.

    — Y cuando yo regresé a mi hogar, encontré pintadas horribles en las paredes — Agustina compartió con ellos esa información — Están más activos que nunca. Claramente, se están aprovechando de la epidemia para manchar nuestra imagen.

    — No puedo creer esto — Faron no había sufrido esos ataques, pero escuchó los relatos de sus compañeros — Arriesgamos todo al venir aquí. Nos morimos de miedo y de angustia viendo como los edagrianos mataban a nuestros compañeros. Y ahora, ¿esto es lo que nos devuelven? ¿Un ataque personal en contra de todos ustedes?

    — Eso no es todo — Alicia llamó la atención de los demás — Pasé por algunas librerías antes de venir aquí, por eso llegué tarde. Me encontré este libro en las vidrieras. Claramente, lo han sacado a la venta. Están faltándonos el respeto, burlándose de nosotros, atacándonos. Y se dan el descaro de lucrar con eso.

    — Pero no lo entiendo — Gwyn no lo comprendía — Nadie fuera del ejército sabía la verdad acerca de Michael. Incluso había personas en el ejército que no lo sabían, y que hoy en día siguen sin saberlo.

    — Eso es verdad — Faron dio fe de lo que decía la comandante — No habré escuchado a más de cinco soldados hablar de este tema. ¿Cómo lo supieron los civiles?

    — Los garak deben haberlo revelado — Nick tuvo una idea — Claramente, los tipos que estaban enojados contigo habrán indagado muchas cosas mientras estaban trabajando en el planeta. Seguro todos los de su especie lo sabían, y no habrán medido sus palabras al contar todo eso.

    — Sea como sea, esto va a terminar — Ace estaba más enojado que nunca — Una cosa es que nos estén acosando, pero publicar un libro para faltarnos el respeto a nosotros y a nuestros muertos, y además darse el lujo de lucrar con estas cosas… Me da asco. No perdí a mi gran amigo para quedarme de brazos cruzados. Daré la orden de retirar el libro de las librerías.

    — ¡Ace, no! — Gwyn contestó rápido para detenerlo — No deberías hacer eso. Eso seguro que es lo que están esperando. Esto es más que solo un ataque, es una provocación.

    — ¿De qué clase? — preguntó Allecreod, que no podía entender esas cosas, dado a que su especie no acostumbraba a usar libros físicos.

    — Tan pronto como retires este libro de las librerías, te acusarán de censura — Gwyn advertía al comandante Lakor — Eso es justo lo que quieren. Tener más motivos para atacarte. Si lo haces, caerás en su trampa.

    — No me interesa si es una trampa, Gwyn — Ace no estaba conforme con eso — No puedo dejar que estos malparidos ganen dinero vendiendo mentiras e insultos contra Alicia y Michael. Son hermanos para mí. Es un ataque directo a las personas que amo.

    — Lo sé, y no estoy diciendo que te quedes sin hacer nada — Gwyn quería tranquilizarlo — Pero si haces lo que acabas de decir, tendrán más motivos para odiarte. Ya nos odian demasiado por lo que hicimos en el pasado. No les demos más motivos para que nos odien todavía más. Se aprovecharán de eso si lo haces.

    — ¿Y qué sugieres que hagamos? — Ace no veía una solución posible — No puedo dejarlo así. Y puedes apostar que no lo haré.

    — Resolvamos esta horrible situación de la epidemia — Gwyn creyó que era lo mejor — Y luego pedirás amablemente en una transmisión a la gente que no compre el libro ni que tampoco le crean nada a los detractores. Les quitaremos el poder, y no les quedará otra que dejarnos en paz. Pero para eso hay que saber actuar.

    Todos en la sala estaban impresionados con las palabras dichas por Gwyn. Cierto era que nadie más lo había pensado de esa manera. Allecreod, quien era muy ajeno a esa clase de conductas de difamación, no podía comprender la gravedad de la situación, pero aun así sabía que ella era sensata con sus palabras.

    Alicia, quien también deseaba que el libro desapareciera de las librerías, pero que no tenía ningún poder para hacerlo, vio lógica y coherencia en las cosas que su compañera decía. Y en parte, tenía razón. Si Ace llegaba a actuar de esa manera, todas esas palabras horribles que ella había tenido que leer serían el medio por el cual los detractores se aprovecharían para atacar en el futuro a su amigo. Con una perspectiva más amplia, Alicia decidió hablar con Ace.

    — Por favor, Ace, escucha a Gwyn — comentó Alicia — Créeme que a mí me duele profundamente ver esto que han hecho. Pero ella tiene razón. Es una trampa para exponerte. Y no quiero que caigas en su juego. Ya me cuesta mucho aceptar que esta mierda se esté vendiendo libremente.

    — Muy bien, no actuaré de esa forma tan desmedida — Ace lo tenía decidido — Pero este es mi límite. Si en algún momento, los detractores les tocan un pelo a ustedes o a nuestros hijos… que el universo los proteja. Van a desear que los edagrianos me hubieran asesinado.

    Luego de esas palabras tan intensas, el lugar quedó en un completo silencio donde el único ruido audible provenía de los circuitos internos de Xorxaik. Cierto era que una cosa era no caer ante una provocación y la otra era ser totalmente pasivos ante ataques físicos. Nadie puso una objeción ante eso, puesto a que no deseaban ser agredidos por la gente a la que salvaron la vida.

    Los pensamientos de arrepentimiento inundaron las mentes de muchos. Nick era el único que no había estado presente en la guerra, pero la indignación había llegado a él también. Muchos seres humanos partieron a la guerra con el objetivo de eliminar una amenaza peligrosa que no les permitiría tener la vida pacífica que estaban llevando. De haber ganado los edagrianos, el futuro de la humanidad habría sido de lo más incierto. Pero todos sabían que los detractores no tendrían el tiempo ni la tranquilidad para realizar esa clase de acciones o escribir esa clase de libros.

    Nick, quien tenía pensado irse a descansar, quiso decir unas palabras antes de retirarse.

    — Los detractores no son los únicos con opinión propia — Nick quería comunicarles algo — Yo estoy de su parte. Gracias a ustedes puedo vivir en este hermoso mundo y tener una familia. Hay muchas otras personas que seguro sienten lo mismo que yo.

    — ¿Qué tienes en mente? — Agustina quería saber a dónde quería llegar.

    — Voy a escribir un libro en respuesta a lo que hicieron — Nick lo tenía decidido — Ustedes son héroes. Al menos, son mis héroes. No puedo quedarme callado viendo como estos malnacidos hijos de puta los tratan así.

    — ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? — preguntó Faron, ya que no lo veía haciendo algo así — Quiero decir, tu fuerte está en la ingeniería. No en la literatura.

    — No se trata de que sea mi fuerte o no — Nick no quería quedarse de brazos cruzados — Se trata de hacer algo. Además… yo no soy del ejército. Soy un ingeniero y estoy bajo las órdenes de la presidenta Juniper, a colaboración con ustedes. No podrán atacarme alegando que los apoyo porque son mis amigos. De hecho, casi nadie sabe que yo estuve acompañado por soldados en mi trabajo la mayor parte del tiempo.

    — Sería un gesto muy amable de tu parte, Nick — Alicia lo apreciaba — Sería bueno que la gente a la que salvamos nos mostrara su apoyo.

    — Lo van a hacer — contestó el ingeniero — Voy a comenzar ya mismo. Si me disculpan…

    Con una idea en su cabeza, el ingeniero se retiró a su domicilio para ponerse a trabajar en ese proyecto. Ciertamente, para tan pocos minutos que habían transcurrido desde la llegada de Alicia, fueron demasiadas noticias. El saber que los detractores, pese a que la gente enfermaba en casi todos los puntos del planeta a causa de la epidemia que había comenzado hace poco, podían darse el lujo de lanzar todos los ataques que tenían preparados, les ponía los pelos de punta.

    Era todo tal y como lo habían prometido. Nada de tranquilidad para los soldados mientras ellos vivieran. Todo era un completo caos, tanto en la vida real como dentro de las mentes. No les era nada agradable saber que tenían detractores, y que estos parecían apenas haber empezado con los ataques personales. Pero lo cierto era que el deber los llamaba. Tenían que hacerse cargo de una epidemia que estaba sobre su población. Un enemigo al que no podían ver, pero no por eso no tenían la obligación de pelear. Todo lo que estuviera a su alcance para proteger a la gente por la que pelearon en la guerra que aconteció hacía ya dos años lo iban a realizar.

    Siendo un total de siete personas dentro de la estación, podían ocupar las máquinas de trabajo para poder gestionar los recursos de los hospitales y a los soldados que se encargarían de trasladar a los pacientes utilizando los vehículos a los cuales solamente ellos tenían acceso.

    […]

    — ¿Cómo me encuentro? — preguntó Gina al doctor que tenía en frente.

    La soldado había despertado, y gracias al respirador, estaba fuera de peligro de seguir sufriendo daños en su cuerpo. Noak, su esposo, estaba junto a ella mientras que Natasha se había ofrecido a cuidar al pequeño Cade en la casa de la pareja. El doctor, viendo los diagnósticos que devolvió la máquina a la que estaba conectada Gina, realizó su análisis clínico correspondiente, y pudo notar que los antibióticos que habían administrado a la soldado habían cumplido con su objetivo.

    — Veo que tu sistema inmunológico se está recuperando — el doctor daba buenas noticias a la soldado — Pronto, tu propio cuerpo será capaz de eliminar a los virus en tu interior por su cuenta. Una vez que ya no queden rastros en tu cuerpo, te quitaremos el respirador.

    — Me alegra saber que estoy fuera de peligro — Gina sonrió a su esposo — ¿Escuchaste amor? Pronto podré irme de aquí.

    — Regresaremos a casa y podrás darle tus besos a Cade — Noak tomó las manos de su pareja — Soy el hombre más feliz del mundo ahora mismo.

    — Los dejaré solos para que puedan conversar — el doctor se sentía bien de poder ayudar a la gente que lo necesitaba — Si necesitan algo, pueden llamar al equipo de enfermería. Te proporcionarán lo que te haga falta.

    — Yo mismo les llamaré — contestó Noak ante los dichos del médico — Lo dejaremos trabajar tranquilo.

    — Créanme, yo siempre estoy tranquilo en mi trabajo — el doctor agradecía pese a todo.

    En un instante, la puerta de la habitación fue golpeada y cuando el doctor dio permiso, una enfermera accedió al interior del cuarto. Noak y Gina vieron que su cara dejaba ver una expresión de preocupación, cosa que el propio doctor también pudo notar. La enfermera no parecía llevar nada encima, pero pese a eso, se notaba agitada, como si hubiera hecho un gran recorrido por el hospital.

    — ¿Qué sucedió? — preguntó el doctor.

    — Me han ordenado que se lo indique — la enfermera contestó — Recibimos una noticia del hospital central de Himmel. Han muerto dos pacientes.

    — ¡¿Dos pacientes han muerto?! — preguntó el doctor, horrorizado al enterarse de aquello — Las primeras muertes…

    — Por eso mismo, el médico de ese hospital dio la orden a los doctores de que revisen urgentemente a los pacientes que se encontraban en un estado grave — la enfermera dio el resto del mensaje al médico.

    — Gracias por venir enseguida — el doctor se volteó para mirar a los dos soldados — Creo que pasará mucho tiempo hasta que yo regrese con ustedes. Pero descuiden. Estarán en buenas manos.

    — De eso no tengo dudas, buena suerte doctor — Noak se despidió amablemente de él.

    Guiado por la enfermera, el doctor se retiró de la sala, dejando solos a la pareja de soldados. Un poco golpeados por una noticia de tal calibre, Noak se sentó junto a Gina para poder acariciar sus manos. Ella apreciaba ese gesto, sobre todo en una situación tan aterradora como esa. Hasta hacía pocos momentos, la epidemia que había golpeado a la humanidad en Edagr no se había cobrado víctimas. Pero no tardó demasiado tiempo en empezar. Para Gina, el pensar que ese podría haber sido su destino, la dejó totalmente asustada. Agradecía el estar sana y poder convivir junto a su esposo en aquel momento.

    Noak sentía como su pareja lo estaba apretando fuertemente de las manos. Sabiendo que escuchar esas noticias tan lúgubres había dejado a Gina algo preocupada, este decidió mostrarle una sonrisa tierna. Gina, quien amaba verlo sonreír, se sintió mejor con tan solo verlo.

    — Me alegra que hayamos compartido equipo — Gina se sentía agradecida por tenerlo — Tú fuiste el primero que se me acercó personalmente para tranquilizarme tras lo que le pasó a mi pobre Zaid…

    — Sé que lo extrañas mucho — Noak consolaba a su pareja — Una vez tuve una charla con Michael. Me contó sobre el día en el que perdió a su hermano, la última familia que le quedaba.

    — Claro, tú lo conociste más tarde que yo — Gina recordó que su pareja no estuvo presente en aquel momento — Pude empatizar mucho con él. Pensar que cuando supe toda su historia yo estaba atemorizada por tenerlo cerca… claro que nunca se lo dije. No quería hacerlo sentir mal. Él estaba pasando por el mismo dolor que yo.

    — No tuve hermanos, pero sé lo que es perder familia — Noak compartía ese sentimiento — Pero me alegro por haberte conocido a ti. Tú eres una luz que me guía, Gina. Cuando Abel nos mostró su verdadera cara, tenía dos razones para acudir al Zenith. La venganza era una. Y tú eras la otra. Pensar que estuve a punto de quedarme separado de ti el resto de mi vida.

    — No pienses en esas cosas — la chica no quería sentirse mal por eso — Estamos juntos. Y tenemos un hijo. Sano, fuerte y que claramente nos hará sentir orgullosos.

    — Me aseguraré de que crezca libre de cualquier manipulación — Noak se hizo esa promesa — Nadie le meterá esas ideas nacionalistas que Abel nos metió a nosotros, a mí más que nada. Él será libre de defender lo que crea correcto. Así lo vamos a educar.

    — Hablando de Abel… — Gina no pudo evitar pensar en su exlíder — ¿Dónde crees que se estará escondiendo ahora? Luego de dos años, él seguramente piensa que nadie lo debe estar buscando ahora mismo. ¿Crees que viva en un lugar fijo o que sea un nómada?

    — Si te soy sincero, yo creo que, a estas alturas, Abel ya no debe estar entre nosotros — Noak expresó su opinión — Leí reportes que decían que ciertos bosques, a medida que te vas adentrando, albergan animales salvajes. Lógico para el método de vida de los edagrianos… Bueno, estoy segurísimo de que algún animal salvaje habrá cazado a nuestro exlíder.

    — ¿Crees que moriría así? — Gina se lo cuestionaba — Es como muchos dicen. Hierba mala nunca muere.

    — Pero Abel no es hierba mala, es una persona horrible — Noak se tranquilizaba al pensar en eso — Y todas las personas, tarde o temprano, llegan a su final.

    […]

    — ¡Lo encontré! — Xorxaik llamó la atención de todos los presentes en la sala — ¡Localicé un planeta a tan solo tres días de distancia! ¡Es una enorme masa de agua que, según los registros de los edagrianos, es pura para cualquier especie!

    La llegada de la esperanza otorgada por el ser de metal sacó a todos los trabajadores de sus estaciones, haciendo que se pusieran de pie para acercarse a él y comprobar que no se trataba de un error en el procesamiento del robot.

    — ¿Es en serio? — Agustina quiso guardar prudencia.

    — Es un planeta conformado en su noventa y nueve por ciento por masas de agua — el robot contó a los humanos y al ryfier lo que había conseguido hallar — Es un planeta con gran volumen, y no hay registros de vida inteligente. El plan del Exterminio de Hark no lo contempló debido a que era un planeta donde su especie jamás podría habitar para la poca extensión de tierra firme que posee.

    — ¿Hay suficiente espacio para que una nave de extracción pueda aterrizar y tomar agua de allí dentro? — preguntó Ace, yendo a lo que le importaba.

    — Desafortunadamente, solo una nave puede aterrizar — Xorxaik contestó con la información que tenía disponible — Si bien, el uno por ciento del planeta es tierra firme, su distribución complica las cosas. Y no tengo registros de la densidad del suelo. Podría colapsar ante el peso de dos naves siendo que el mundo parece ser una masa de agua tan grande.

    — Comprendo, en ese caso, solo se enviará una única nave para la extracción del agua — Ace confirmó a sus compañeros el plan — Me comunicaré con la presidenta Juniper para solicitar el traslado de recipientes de gran tamaño hacia el hangar donde depositamos nuestras naves. No realizaremos varios viajes. Con uno solo obtendremos todo lo que necesitamos para poder abastecer a la población con lo que requieran.

    — ¿Tienes en mente otra cosa, Ace? — Thomas se lo preguntó tras ver su cara — Parece que estuvieras pensando en algo.

    — Así es, ahora que ya tenemos un destino al cuál acudir, tendré que seleccionar a los soldados que serán enviados a esa misión — Ace se veía en esa necesidad para cubrir las necesidades de la gente — Quiero que podamos partir lo más pronto posible a ese planeta, sobre todo ya que tenemos tres días de ida y de vuelta. Casi una semana para poder traer lo que necesitamos.

    — Solo no te estreses demasiado — Alicia quería que Ace se lo tomara con calma — Sé que te sientes un poco mal por la noticia de que ya hay seis fallecidos por esta epidemia. Pero no puedes culparte ni exigirte demasiado solo por eso. Ayudaremos a la gente. De eso no hay duda.

    — Lo sé, pero si tardamos demasiado, la cantidad de gente a la que ya no podremos ayudar solamente aumentará — Ace contestó ante lo dicho por su compañera — Y sabes que en este momento hay que ayudar a la mayor cantidad de gente que se pueda.

    — ¿Harás que los soldados vayan armados? — Gwyn tenía curiosidad por saber qué haría Ace.

    — No enviaría a los míos a un planeta desconocido sin que pudieran portar un arma para defenderse — Ace lo tenía bastante claro.

    Todos en la sala admiraban la velocidad con la que Ace decidió cómo responder ante esa crisis tan pronto como Xorxaik le dio la información que había recabado entre los archivos de Hark. El comandante supremo había demostrado una y otra vez ser lo suficientemente competente para tratar los problemas que la humanidad enfrentara, pese a que no todos estaban relacionados a la milicia.

    Allecreod se asombraba al ver en Ace a un líder tan ágil como él creyó haber sido en su momento. Si bien, él había sido liberado de las celdas para fungir como un consejero, llevaba más tiempo como un auxiliar que ejerciendo esa función. Ace casi no precisaba de sus consejos, e incluso podía tomar buenas decisiones en poco tiempo. De alguna manera, el ryfier se sentía orgulloso por el rendimiento de Ace, como si él hubiera sido una gran influencia. Aunque sabía que él no era el único responsable. Compartiendo tantos minutos con él, escuchó las historias de su viaje, y supo que toda esa experiencia lo había dejado preparado.

    Faron, quien ya lo admiraba en demasía por la amabilidad y consideración que tuvo con él cuando acudió por alivio debido al miedo de tener que pelear en una guerra contra unos seres como los edagrianos siendo tan joven, sentía que no podría llegar a apreciar más a su comandante supremo. Para el joven, desde el primer momento, Ace se había convertido en su ídolo. Y se sentía privilegiado por poder estar ayudándolo a salvar a la humanidad. Tenía decidido participar de esa misión de extracción de agua, incluso si el comandante no lo consideraba inicialmente para el puesto.

    Agustina, Alicia, Thomas y Gwyn sonreían con gran alegría al ver a Ace trabajando de forma tan eficiente. Para ellos, su compañero estaba en el mejor momento de su carrera como comandante del ejército. No era sorpresa, puesto a que desde los primeros momentos Ace demostró ser un soldado que cargaba con responsabilidades acorde a su puesto, y que siempre encontraba la forma de responder apropiadamente a lo que la situación requiriera. Pero eso no quitaba el hecho de que lo admiraban mucho.

    — Increíble que alguna vez tú y yo fuimos iguales en el equipo — Thomas pensaba con cierta lástima — Ya nunca te podré alcanzar, Ace. Te has alejado demasiado de mí.

    Agustina, sin miedo ni vergüenza de demostrar ante los demás el amor que sentía por su esposo se acercó a él y le dio un abrazo y un beso como forma de agradecerle por todo lo que estaba haciendo para que la humanidad tuviera un mejor futuro. Ace, quien sentía que únicamente cumplía con el deber que él mismo se había asignado, correspondió ese gesto con cariño. Feliz de tener amigos y una esposa que estaban junto a él apoyándolo en esa clase de momentos tan complicados y oscuros.

    […]

    — Duermes como un angelito — Natasha decía en voz baja al pequeño Cade — Te volverás un niño muy grande y fuerte. Eres un pequeño maravilloso. Si puedes creerlo, llegarás muy lejos. Quizá incluso tú también seas un salvador para la humanidad.

    La mujer, mientras que Noak se encontraba en el hospital, se había comprometido a cuidar del joven infante que había nacido de la unión entre dos de sus compañeros. Pero no solo se iba a limitar a vigilar que nada malo le pasara. La comandante quería que el pequeño niño recibiera esa clase de estímulos para que creciera y se pudiera convertir en una persona que ayudara a la humanidad.

    Ella sabía que sus padres decían palabras de aliento al pequeño a cada rato, por lo que ella decidió tomar ese rol y hacer lo mismo.

    — Increíble que ellos dos sean menores que yo y ya tengan un bebé — Natasha pensaba mientras veía dormir al joven Jensen Hauk.

    La soldado nuevamente se vio invadida por pensamientos de todas las posibilidades que habrían ocurrido en su vida si hubiera elegido irse con Ace en el momento en el que este le pidió hacerlo.

    — ¿Habría podido ser feliz junto a él? — Natasha lo pensaba con intriga — Porque yo he sobrevivido, pero no he vivido tantas aventuras como las que ha vivido él. ¿Habría sido capaz de quedarme a su lado todo el tiempo, o acaso mi camino pudo haberse visto truncado antes?

    Todos esos pensamientos del incidente con Michael y Orz, la guerra de los berrod, la misión en el planeta Emiv y la pelea en Ryfier contra Allecreod no dejaban tranquila a Natasha. Cierto es que ella siempre pensó en que, de haber elegido irse con Ace al Zenith, se habría convertido en su pareja. Pero no podía dejar de pensar en las innumerables ocasiones en que el chico al que ella había amado estuvo en un gran peligro. Le era difícil pensar si sus probabilidades de sobrevivir habrían alcanzado o si un encuentro con la trágica muerte, tal y como aconteció tanto a varios compañeros de Ace como de ella, la habrían quitado del medio.

    — Y si yo hubiera sido su novia… ¿Qué habría pasado con Agustina? — Natasha no podía evitar sentirse un poco miserable al pensar en eso.

    Ella quería mucho a su compañera. Tras haberla conocido, ella se sintió triste por el hecho de que el amor de Ace jamás sería suyo, pero pronto esos sentimientos cambiaron. Agustina fue una gran amiga con ella las veces en que interactuaron. No era presumida, ni arrogante, ni mucho menos una persona egoísta. Por esas mismas razones, Natasha siempre se sentía mal cada vez que pensaba en el futuro posible que pudo haber tenido con Ace.

    Por esa reflexión que había tenido, la chica se acercó al joven hijo de Noak y Gina y le susurró unas palabras al oído.

    — Sé que eres muy pequeño, pero esto es algo que tienes que saber — Natasha esperaba que sus palabras se grabaran en el subconsciente del niño — Cuando tú conozcas lo que es el amor, y tengas en tu vida a una persona especial… jamás la dejes ir. No importa a quien ames cuando crezcas. Una niña o un niño tal vez. Pero en algún momento te cruzarás con alguien especial y sabrás que esa es la persona indicada. Lucha para mantenerte siempre a su lado. Siempre. No permitas que nada te aleje de aquellos a los que amas, pequeño Cade. Tú destino y el de todos los niños y las niñas que han nacido y van a nacer en este mundo es ser felices.

    Tras haber dicho esas palabras, Natasha empezó a acariciar al pequeño. Quería tener una noche tranquila en la que era la casa de sus compañeros, y para eso se tenía que asegurar que el joven infante se sentía seguro en su presencia. Luego de haber estado mimándolo por unos minutos, la chica fue a la cocina a prepararse algo para comer.

    — Será mejor no acostumbrarte demasiado — le decía en forma suave — Que pronto tu mamá volverá y no queremos que te encariñes demasiado conmigo. Ella debe estar ansiosa por regresar para poder tomarte en sus brazos.

    […]

    Un nuevo día llegó para la humanidad del planeta Edagr. Tras haberse comunicado con las personas correctas, Ace había podido tener los preparativos para que los soldados pudieran partir al mundo encontrado por Xorxaik en el día previo. Tal y como él aseguró frente a sus compañeros, la partida sería lo más pronto posible para que así traer mayores beneficios a la humanidad.

    A lo largo del día anterior, llegaron más reportes de seres humanos falleciendo a causa de los virus del planeta que lograron entrar a su sistema gracias a la toxina contenida dentro del agua. El número de víctimas de esa epidemia había llegado a quince, y eso fue motivador suficiente para el comandante supremo para que trabajara incansablemente y pudiera tener todo preparado para partir junto a varios soldados.

    Sin embargo, su esposa no estaba de acuerdo con él. En un principio, él había dicho que no iba a partir, pero durante la noche, donde le costó un poco conciliar el sueño, había decidido que quizá era lo mejor que él tomara participación en aquella misión para traer agua pura y libre de polución a la humanidad. Cuando se lo comunicó a su esposa, esta no se lo tomó de la mejor manera.

    — ¡Eres increíble! — Agustina estaba indignada por lo que había escuchado — ¡Dijiste que no ibas a participar!

    — Lo sé, y lo siento, no tenía pensado hacerlo — Ace se disculpó con ella, pero sabía que no sería suficiente — Pero tras meditarlo un poco, creo que estoy obligado a hacerlo.

    — ¡No! — Agustina gritó algo enojada — ¡No estás obligado a irte! ¡Tienes un hijo y una familia! ¡Nosotros somos tu obligación y tu responsabilidad! ¡Los soldados son capaces de hacer esta misión sin que un comandante los supervise!

    — No se trata de eso, Agustina — Ace quería hacerla entender — ¿Recuerdas lo que hablamos con Gwyn? — no podía quitarse esa conversación de la mente — Hay personas difamando la memoria de Alicia y de Michael. Si yo voy a ese planeta y traigo agua, todos estos malnacidos verán que, aun siendo atacado de esa manera, mi compromiso con la humanidad es innegable. Eso será de mucha ayuda para que podamos hacer que retiren esos malditos libros de las tiendas. Mucho más importante, quizá ayude a que se detengan esos ataques. Agustina, yo te amo, y amo a nuestro hijo más que a nada en este mundo… No quiero que él llegue de la escuela y me pregunte qué significan esas pintadas. Mucho menos quiero que los hijos de estos detractores se metan con él. Quiero una vida tranquila para nuestro ángel. Para eso es que luché. No puedo tolerar ver lo que le están haciendo a Alicia y a la memoria de Michael. Sabes que Michael es la razón por la que yo terminé en el Zenith. Por eso estamos juntos. Y esa gente le está faltando el respeto a su memoria. Están tirándonos mierda, y manchando nuestras paredes. Esta es una oportunidad para responder sin violencia. Haciendo lo que se supone que puedo hacer.

    — Pero no tienes por qué estar en esa nave, puedes dirigir esa operación desde la estación central — Agustina no quería que se fuera, pese a que comprendía sus motivos — ¿Realmente vas a estar seis días lejos de mí y lejos de tu hijo?

    — Solo esta ocasión — Ace se acercó para abrazarla — Natasha tiene que cuidar de Cade. Y Gwyn tiene que cuidar a Sky. Yo soy el comandante supremo de la milicia que protege a la humanidad. Mis deberes requieren que sea yo quien deba ir.

    — ¡¿Entonces te importan más tus deberes que tu familia?! — Agustina no estaba dispuesta a tolerar eso — ¡Si es así, vete! ¡Cumple rápido con ese maldito deber!

    — Agustina, esto es solo por esta vez — Ace lo decía queriendo que se tranquilice — La próxima vez no iré, y enviaré a Natasha. Yo tampoco quiero irme durante seis días y dejarte a ti sola con Arick. Pero realmente quiero hacer esto. Quiero poder ir con los soldados para que sean testigos de que el comandante supremo, a pesar de ser maltratado, siempre dio la cara por la humanidad. Allecreod me dio el consejo de que siempre que pudiera, hiciera públicas todas mis obras buenas para con la gente. Quiero que podamos regresar a casa del trabajo y ver las paredes de nuestra casa libres de insultos. No soporto el hecho de que nos odien. Esto no es por mí o por orgullo. Esto es por ti. Tú no tomaste la decisión de dejar a todas esas personas atrás. Y Arick tampoco. No es justo que los odien a ustedes por algo que yo hice. No es justo que lo tengan que pasar mal por el hecho de que son mi familia. Por eso hago esto. Y tal como prometí, es solo esta vez. Desde mi regreso, y hasta que Arick sea mayor de edad, no me volveré a ir dejándolos solos. Es una promesa, amor mío.

    Agustina, tras haber escuchado el descargo de Ace ante sus reclamos, llegó a comprender mejor sus motivos. En parte, ella seguía molesta por el hecho de que su esposo se iba a ausentar de su casa durante seis días siendo que ambos tenían un niño de poco más de un año que cuidar. Pero, por otro lado, ella sabía que Ace no se equivocaba. Ella seguramente era conocida entre los detractores por el hecho de ser la esposa de Ace, por lo que el odio contra él recaería también sobre ella solo por ese detalle. Y cuando pensaba en la posibilidad de que los detractores quisieran hacerle algo a Arick, supo que quizá eso que su esposo iba a hacer era casi una obligación. Sin embargo, no solo por eso se sentía mejor.

    Lo que más tranquilidad le daba era el hecho de que Ace le había hecho una promesa en el pasado, y fue una que él había cumplido por más que casi le costara la vida.

    Agustina, tenemos que ir con los demás — dijo el soldado hablando con delicadeza.

    La chica no respondió a las palabras de su compañero, y se mantenía con la vista puesta en el hueco. Ace se acercó a ella y colocó su mano sobre su hombro.

    Escucha, tenemos que seguir moviéndonos — le dijo Ace mirándola fijamente — No hay que separarnos de los demás.

    …Está bien — Agustina se quitó las lágrimas de los ojos y empezó a caminar hacia el frente, en la dirección donde sus amigos se habían ido.

    Ace decidió asomarse por el agujero y ver a las criaturas para asegurarse de que no era una trampa. Efectivamente, no lo era. Las criaturas ya no estaban ahí. Se habían alejado y habían desaparecido de la vista del soldado. Ace no sabía si sentirse aliviado de que sus perseguidores se habían alejado, o aterrado de pensar que el motivo para alejarse era porque en dicho lugar pudiera residir algo más peligroso. Sin intenciones de quedarse alejado del resto del grupo, Ace se acercó a sus compañeros. El soldado no podía dejar de ver a Agustina. Su compañera tenía la mirada perdida, y avanzaba a paso lento y muy cabizbaja.

    ¿Necesitas ayuda? — Ace se sentía con obligación de preguntar.

    Zoey era mi mejor amiga — respondió Agustina, recordando todas las veces que hizo equipo con ella — Esas bestias la mataron, como si no fuera nada… nuestras armas no fueron suficientes para detenerlas. No quiero quedarme aquí para ver cómo nos matan al resto de nosotros — tras decir esas palabras, algunas lágrimas empezaron a correr de sus ojos, pero eran lágrimas de miedo, y no de tristeza — Lo único que quiero ahora mismo es salir de aquí.

    ¿Quieres regresar a la Tierra y dejar la misión? — preguntó Ace muy curioso por las palabras de su compañera.

    No, no quiero abandonar la misión — Agustina se sentía un poco ofendida por la pregunta de Ace — Pero este lugar no es seguro. Solo quiero regresar a la nave y salir de aquí… Pero esas criaturas no nos van a dejar…son demasiado fuertes, y nos van a matar a todos nosotros.

    Eso no va a ocurrir — Ace dijo esas palabras intentando tranquilizarla — Escucha, te prometo que voy a buscar una forma de llevarte a la nave con vida. Esas criaturas no van a lastimarte.

    ¿Cómo piensas hacer eso? — preguntó Agustina queriendo saber qué era lo que tenía en mente.

    Vigía aún sigue ahí afuera — Ace supo que el dron les podría dar una esperanza — Solo tenemos que hacer que él nos trace un camino, y así podremos escapar. Pero primero tenemos que averiguar en donde estamos.

    Eso es verdad — le respondió Agustina caminando más rápido para alcanzar al grupo — Gracias.

    Escucha, lo que dije no fue una mentira solo para tranquilizarte— le respondió Ace de forma seria — Te prometí que te llevaría de vuelta a la nave con vida, y eso es lo que pienso hacer. No te preocupes por las criaturas, ayudaré a Richard a encontrar como vencerlas.

    Luego de que ese recuerdo llegara a ella, supo que todo estaría bien una vez que Ace regresara. Le costaba aceptar el hecho de que su esposo estaría fuera de casa por unos días, pero la tranquilidad que tenía por saber que Ace siempre que se trataba de ella cumplía sus promesas, era algo que le daba ánimos para poder aceptarlo con una mejor actitud.

    Su esposa se acercó a él y le dio un fuerte abrazo, el cual Ace correspondió apretándola con suavidad para no causarle nada de daño.

    — Créeme, lo que más quiero hacer es terminar con esto para poder volver y estar en casa contigo y Arick — Ace le decía en un susurro — Te amo. Los amo a ambos. Y tú lo sabes.

    — Lo sé, es solo que no es difícil ver a tu esposo irse sabiendo que tienes a un bebé de un año por cuidar — Agustina sonaba relajada al decir eso — Pero resistiré. Estaré esperando tu retorno, Ace. Arick y yo estaremos esperándote listos para llenarte de besos.

    — Me alegra saber eso — Ace se sentía apreciado con esa respuesta — Ven, quiero ir a despedirme de mi hijo.

    La pareja acudió a la habitación donde el pequeño Lakor, quien debía estar tomando una siesta, se encontraba despierto. Ace, con cuidado de no alterar su tranquilidad, tomó a su pequeño bebé en brazos y luego le dio muchos besos en la mejilla y en la frente. Con suma delicadeza para que Arick no rompiera en llanto, Ace lo llenó de besos. Una vez que terminó, lo acercó a su rostro para poder decirle unas palabras.

    — Escucha, Arick, papá tiene que salir por un tiempo — trató de no perturbarlo — Así que, hasta que no regrese, eres el hombre de la casa. Cuida mucho a mamá. Asegúrate de que se mantenga tranquila, y dile que esté lista para besarme cuando sea mi turno de regresar.

    Tras darle un último beso a su hijo, Ace colocó a Arick en los brazos de Agustina. Ella tomó a su hijo con una sonrisa al ver todo el amor de padre que su esposo mostraba con él. Estaba feliz de haber podido mantenerse a su lado todos esos años, y de tener un hijo con quien ella consideraba el hombre más maravilloso del mundo. Una vez que terminó ese saludo, solo quedaba despedirse de ella.

    — Adiós, amor de mi vida — Ace lo decía en un tono demasiado cariñoso — Espero que estés esperando mi regreso.

    — Claro que te estaré esperando, amor de mi vida — Agustina le contestó con una sonrisa algo pícara — Cuando vengas a mi cama, yo tendré puesto un conjunto nuevo. Espero que te guste el color rosa.

    — Bueno, me gusta si lo llevas puesto tú — Ace captó la indirecta de su pareja — Para que estés un poco más tranquila, he decidido llevar a Faron conmigo. Él seguro estará atento a todo lo que haya alrededor.

    — Me alegra oírlo — Agustina le dio un beso en los labios a su esposo — Cuídate mucho. Regresa a salvo y con la victoria. Amor.

    — Yo siempre regresaré si quienes me esperan son tú y mi pequeño Arick — Ace acarició el rostro de su esposa — Nos vemos en unos seis días.

    De esa forma, ante la mirada feliz, pero a la vez preocupada de su esposa, el comandante supremo Lakor atravesó la puerta de salida de su residencia. En su mente solo tenía un objetivo, cumplir con su misión lo más pronto posible para poder regresar a casa con la familia que él amaba y que también lo amaban a él.
     
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  14.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, me alegra estar aquí un finde más (as always :D). Seguimos con la tónica de esta parte, la cuál ya se sabía que iba a ser tranquila en comparación a las partes anteriores, las cuáles solían ser intensas, frenéticas y con mucha más acción. Se agradece la calma, si es que puedes considerar así a una epidemia en Edagr y al grupo de los detractores causando estragos contra nuestros protagonistas... En fin, el capítulo sigue la línea de los anteriores y en general, me ha gustado mucho. Paso a comentarlo.

    El capítulo empieza con Ace, Agustina, Nick, Faron, Allecreod, Thomas, Gwyn y Xorxaik trabajando en la manera de encontrar agua potable para los humanos en otros planetas cercanos, en base al registro de datos que tenían los edagrianos sobre los mundos próximos al suyo. Todo esto se ve interrumpido por la llegada de Alicia, quién revela el "regalo" que le dejaron en el anterior capítulos los detractores. Ace lo lee en voz alta hasta indignarse, decidiéndose por la opción un tanto radical de retirarlo de las tiendas (pues al parecer, los detractores han puesto el libro a la venta XDDDDDDDDDDD la crítica al gobierno/milicia nunca fue tan business :clap:). Gwyn, sin embargo, tiene un enfoque más calmado y propone no retirarlo de las tiendas sino simplemente terminar con la situación epidémica y hacer una retransmisión al pueblo, a modo de muestra de los esfuerzos realizados. Una especie de lavado de cara que tiene más sentido. Además, Nick propone escribir él mismo un libro a modo de respuesta y a favor de aquellos que muchos consideran sus salvadores, ya que sin ellos, la humanidad no podría haber evacuado la Tierra y quizá no hubiese ningún humano con vida. La idea de Nick también es valorada, mientras el hombre pretende aprovechar su día libre en ello.

    De ahí pasamos a ver a Gina, quién está recuperándose del susto que me dio con anterioridad. Noak está con ella mientras Natasha cuida de su hijo y el doctor les hace ver que pronto estará mejor. Una enfermera entra apresurada y advierte a su compañero de profesión de que ya hay dos pacientes muertos por los virus que están causando estragos. Pese a la amarga noticia, la pareja se alegra de estar junta en ese momento y desean regresar a casa, donde está precisamente la mencionada Natasha cuidado de Cade. La mujer parece darle nuevamente vueltas a su pasado y a qué habría ocurrido si se hubiese ido con Ace en su momento, cosa que no hizo. Además, parece darle pequeñas lecciones al bebé de Gina y Noak. Sin duda, parece que Natasha está comenzando a sentir los deseos de ser madre. Al menos, eso parece. :eyebrow:

    También descubrimos que Xorxaik ha identificado un planeta conformado en su 99% por agua y para colmo, es potable para cualquier especie (joder, eso es la gallina de los huevos de oro, la mina de diamantes, el santo grial :v) por lo que se propone una especie de expedición que llegaría allí en tres días y regresaría en el mismo tiempo (seis días en total). Con esa fuente de agua casi ilimitada, tienen suministro para muchísimo tiempo y por ende, hasta que puedan purificar el agua de Edagr, tienen solución a la epidemia. Algo que sin duda es una gran alegría. Vemos que todos los compañeros de Ace se sienten muy agradecidos de tenerle al mando y además, lo valoran por como es. Incluso vemos que Faron es su fan número uno XD. Capaz el chico tenga un poster de Ace en su habitación, en el que se le vea empuñando un rifle a modo desafiante y Faron lo mire cada noche tipo: :riko:.

    Finalmente, el capítulo termina con una pequeña discusión entre Ace y Agustina, ya que el comandante supremo no viajaría inicialmente en la expedición del agua pero tras pensarlo toda la noche así lo decide. Ella no quiere que se marche debido a que tienen un hijo de poco menos de un año, pero él hace ver que ese acto podría hacerle ganar puntos con la población, demostrando su impecable compromiso con la humanidad (como si Ace fue un pvto alien y nunca hubiese peleado por la humanidad XD). Pese a estar en desacuerdo en un principio, la tóxic... digo, Agustina, entiende sus motivos y le deja como recado que la esperará en la cama con un conjunto de lencería nuevo (si yo fuese Ace, completo la misión en menos de seis días :eye:). Tras esto, el gran y todopoderoso comandante supremo, chad humano y dios del universo, emprende su camino.

    Bueno, amigo, ha sido un buen capítulo. Estaré expectante de cara al próximo y espero que esa expedición que va a por agua no tenga problemas... aunque seguro que les das alguno :bil:. Será hasta el próximo finde.
     
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  15. Threadmarks: Un planeta y una esperanza
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    5934
    Saludos. Ha llegado el momento de publicar el capítulo número 8 de esta parte VII. Por el momento, no actualizaré la cronología de la historia, puesto a que estoy esperando a que la trama avance un poco más para poder actualizar más cosas de una única vez.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su constante presencia en la historia, y por la alegría que me da ver sus comentarios expresando que le agrada esta parte, pese a que sea más tranquila que partes previas :) . Espero este capítulo, el cual considero de transición, también sea de su agrado para él. Sin más qué decir, les dejo con la lectura.













    Un planeta y una esperanza:

    Ace y Faron llegaron juntos a uno de los límites más al sur de la ciudad de Skymning. El edificio que habían adoptado como hangar para guardar las naves espaciales que habían podido traer desde Garak se encontraba fuera del límite de esta tan solo por unos metros. Con el fin de que los despegues de las naves no aturdieran a los civiles, no había casas ni lugares de trabajo activos asignados allí mismo a ninguna persona en la población.

    El soldado y el comandante supremo habían sido los primeros en llegar, aunque todavía faltaba una hora para que fuera el horario de partida hacia ese planeta. A los pocos minutos de su arribo, más soldados empezaron a llegar, y en un momento, el robot Xorxaik llegó acompañado por el ingeniero Nick. Ace y Faron, agradecidos por el compromiso de aquel hombre para con ellos al optar por escribir un libro en su favor en respuesta al que fuera escrito por los detractores, se acercaron a él para saludarlo.

    — ¿Vienes a despedirnos? — Nick fue interrogado por Ace en persona.

    — Así es, y he dado aviso de esta operación a mucha gente — el ingeniero contestó la pregunta de Ace — No sé cuántos vendrán, pero te aseguro que muchas personas vendrán aquí para mostrarles el apoyo que requieren.

    — Te lo agradezco, Nick, en serio — Ace se sentía feliz de contar con alguien como él de su lado — Por esto y por lo del libro. Créeme que significa mucho para mí.

    — Lo sé, pero también para mí — Nick se sentía bien por poder ayudar — Para mí, ustedes son héroes de la humanidad. De hecho, eso es más un hecho que una opinión. La gente debería verlo, y puedes estar seguro de que haré que lo vean.

    — Se siente bien saber que tenemos apoyo entre la gente por la que hemos peleado — Faron expresó su punto de vista — Quiero decir, nosotros luchamos por este mundo, pero es una recompensa para toda la humanidad. No hemos pedido nada a cambio para nosotros por eso.

    — Bueno, se supone que para eso nos hicimos soldados — contestó Ace ante lo que decía el soldado — No buscábamos más beneficio que el de la humanidad.

    — Sí, pero una cosa es buscar el beneficio de la humanidad y la otra es tener que arriesgarte a morir en una guerra contra una especie que luchó hasta el final para exterminarnos — Faron le respondió — Creo que, por haber ofrecido nuestros cuellos a la causa, podrían tenernos un poco de aprecio por lo menos.

    — Hasta donde yo sé, tu casa no ha sido vandalizada y tú no has sido agredido — Nick quería hablar con él.

    — No, pero no puedo evitar pensar que eso va a ocurrir pronto — Faron pensaba en eso cada día — Me han visto cerca del comandante en más de una ocasión. Seguro no faltará mucho hasta que me asocien con ellos.

    — Descuida, Faron — Ace apoyó una de sus manos en el hombro del joven — Si esto lo hacemos de forma correcta, la gente nos apreciará mucho. Quiero decir, les estamos trayendo agua pura de otro mundo para evitar que los que se han enfermado se vean afectados por esto.

    — Por cierto, esto es algo que ayer olvidé preguntar — Faron tenía algo de curiosidad — ¿A qué planeta vamos?

    — Los edagrianos no han podido detectar vida inteligente en ese mundo — Xorxaik, quien escuchó la conversación sin meterse, decidió empezar a hablar — Por lo tanto, es posible que se planeta no tenga un nombre significativo como el de la Tierra o Ryfier. Hark lo nombró con el siguiente nombre: Hael Arunyn. Tengo mis motivos para creer que representa un número muy extenso en dígitos, pero no he utilizado recursos para determinar cuál podría ser.

    — Y no hace falta que lo hagas, Xorxaik — comentó Ace, que no quería que se perdiera el tiempo en eso — Hael Arunyn. Así que esa es nuestra esperanza.

    Con el tiempo, tal y como lo había anticipado Nick, gente que no estaba enferma y que no tenía que entrar a su trabajo por tratarse de una hora muy accesible para la salida de la nave, se acercó a la zona en donde se localizaban las naves. El ingeniero pronto se unió a ellos, y para que el ambiente fuera más agradable, empezó a levantar las manos y a cantar en favor de ellos. Algunos de los presentes no se veían entusiasmados para eso, pero una gran mayoría les cantaba con palabras de aliento deseándoles suerte y también agradeciendo enormemente por lo que estaban por hacer.

    El comandante supremo los miraba y sentía orgullo por poder estar allí ese día. No solo su esposa tenía dudas, sino él también. No le entusiasmaba demasiado la idea de tener que irse en un viaje de casi una semana a un planeta solo para ir a recolectar agua, pero tenía que dejarse ver ayudando a la gente. Mientras más presenciaran sus actos, más gente podría sumar a su favor, o al menos, se evitaría el tener que verlos junto con los detractores.

    Por miedo a que alguno de ellos apareciera para intentar convencer a la multitud de que no estaban haciendo ningún bien, Ace no le quitó la vista de encima a la gente hasta que fue el momento del despegue. Pese a la distancia, él podía ver bien sus caras, y no logró reconocer allí a ninguno de los que lo atacaron a él y a su esposa mientras se encontraban en la Plaza de los Héroes.

    Queriendo verse mejor ante ellos, el comandante levantó ambos brazos para saludar. Le daba un poco de vergüenza actuar como si fuera alguien famoso, pero quería que ellos vieran lo agradecido que estaban con el apoyo. Nuevos soldados que llegaban al lugar eran aplaudidos por la gente que estaba allí parada, y todos llegaban con una sonrisa en sus caras para cumplir con su misión.

    Finalmente, dio la hora de partir. Ace fue el último en abordar la nave, y tras dirigirse a la sala de comandos, una acción que le dio cierta nostalgia siendo que llevaba más de dos años sin subirse a una nave y más específicamente a una de las salas de dónde se controlaba todo en su interior, puso en funcionamiento una de sus naves.

    — Como voy a extrañar la nave xaromitante — expresó el comandante ante Faron, Xorxaik y también los soldados presentes — Pero es una buena sensación estar al mando otra vez. Prepárense, porque vamos a salvar a nuestra humanidad.

    Con los comandos necesarios para el despegue pulsados, la nave dejó el hangar, se alejó un poco de la zona donde se encontraban las personas, aún celebrando la partida de los soldados hacia ese mundo desconocido, y entonces fue allí donde se produjo el despegue y posterior ascenso al cielo. En tan solo unos dos minutos, la nave, como era de costumbre, abandonó la atmósfera del planeta Edagr y se encontraba otra vez en el espacio exterior.

    Ace se sentía muy extraño. Desde que se había convertido en soldado, nunca había estado separado de los compañeros con los que empezó al pilotear una nave. La única ocasión donde estuvo totalmente solo a bordo de una fue cuando tuvo que combatir a Kenegar que intentaba robar la nave xaromitante para acudir hacia Edagr, pero no fue él quien pilotó esa nave.

    Para él, era la primera vez que nadie entre Agustina, Thomas, Gwyn o algún otro compañero suyo se encontraba con él. Eso era algo que iba a extrañar durante ese viaje.

    — Me siento… raro — pensó para sí mismo — Que alegría que este maldito viaje solo será una semana, tal vez menos.

    Xorxaik pronto accedió al sistema de comunicación de la nave para poder dar un mensaje a todos los soldados que estaban a bordo, de manera que incluso quienes no estaban presentes en la sala de comandos se enteraran de la importancia de lo que debía decir.

    — Este es un aviso a todos los tripulantes — el robot habló por los parlantes internos — Hace pocas horas he descubierto que en el planeta Hael Arunyn no hay capa de ozono ni tampoco una atmósfera que pueda proteger de los rayos de su estrella. Recomiendo que utilicen trajes de protección y sus armaduras con los cascos para poder resistir. Por nada del mundo se los quiten.

    Dada la advertencia por el robot, todos los soldados fueron rápido a la zona donde tenían almacenados los trajes, cascos y armaduras. Los retiraron y cada uno se llevó el suyo propio hacia la habitación que tenían asignada dentro de la nave.

    Ace, tras haber dejado a Faron a cargo del sitio, se fue a su habitación a descansar. Dado a que él decidió que iría a esa misión durante la noche, no tuvo el tiempo correcto para poder dormir y prepararse para algo así. Tan pronto como llegó a recostarse sobre su cama, miró su dispositivo que usaba para comunicarse con sus compañeros. Notó que tenía un mensaje de Agustina, le pareció extraño que no hubiera sonado, pero creyó que habría sido por un posible retraso en las comunicaciones al haber estado muy lejos de Edagr al momento del despegue.

    — “Amor, te extraño mucho” — leía en voz alta mientras resistía para que no se le salieran las lágrimas — “Sé que para esta hora la nave ya habrá despegado. Vuelve pronto a casa. Ya te extraño”.

    Luego de haber recibido ese mensaje de la mujer más importante en su vida, Ace estaba decidido a mantener la promesa de que no se iría nunca más en una expedición así mientras su hijo no fuera mayor de edad y le faltaran los medios para poder arreglarse por su cuenta. Llegó a pensar la posibilidad de hacer salidas sin tener que bajar de la nave para no exponerse al peligro, en caso de que los soldados necesitaran de su supervisión, pero decidió descartarlo.

    — Me necesitan aquí — pensó el comandante — Pero más me necesitan en mi casa. Arick va a necesitarme en estos primeros años. Quizá tendría que haber buscado alguna otra alternativa.

    Cansado por el poco descanso de su noche anterior, el comandante supremo cayó dormido tras haber mantenido un debate consigo mismo y trayendo a su mente una enorme cantidad de pensamientos.

    Mientras él dormía plácidamente, la nave que llevaba a los humanos al planeta Hael Arunyn continuaba avanzando por el vacío del espacio rumbo hacia su destino.

    […]

    Agustina miraba como su pequeño niño descansaba sobre su cuna. Luego de haber estado unas dos horas luchando para que se duerma, finalmente consiguió que se quedara tranquilo. Y al conseguirlo, ella también se vio en un momento de tranquilidad. Ella sentía que Ace ya le hacía mucha falta, ya que él tenía algo dentro suyo que le facilitaba hacer que Arick quedara dormido con mayor facilidad.

    — A veces quisiera saber qué es ese vínculo que tienes con tu papá — comentó en voz baja para no despertar a su pequeño — O quizá es que ambos sean hombres. Si es el caso, espero tener ese mismo vínculo con una niña. ¿Te gustaría ser un hermano mayor, Arick? Seguro protegerías muy bien a una hermanita o a un hermanito.

    Mientras ella estaba hablando en voz baja con el pequeño, la puerta de entrada sonó. Agustina, sabiendo que podría tratarse de algún detractor, quería asegurarse de que estaría todo bien antes de abrir la puerta. No iba a permitir que nadie molestara a su hijo ni tampoco a ella misma en ese momento de paz.

    Con su dispositivo, accedió a la cámara de seguridad que Ace había instalado fuera de su casa para poder mantener vigilado a los que se acercaran. No era muy útil para detectar a los que hacían pintadas dado a que estos iban casi siempre cuando no había nadie en casa, además de hacerlo con cara tapada, pero le serviría para ver si alguien había acudido allí solo para hacerla pasar mal. Pensó que quizá los detractores aprovecharían que Ace no estaba para poder hacer que su vida fuera casi un infierno, pero pronto vería que estaba equivocada al respecto.

    Por las cámaras pudo ver a Natasha en la puerta. Contenta por saber que no tendría que verse con nadie desagradable, ella abrió y dejó pasar a la comandante a su residencia. Al entrar, Natasha la saludó con una voz un poco apagada.

    — Escuché que la nave ya despegó — Natasha comentó — Que lástima. Hubiera venido aquí antes si tan solo Ace hubiera hecho público el hecho de que iba a partir.

    — Lo sé, a veces él se involucra demasiado — Agustina respondió a lo dicho por su compañera — ¿Venías a despedirte de él?

    — Va a estar fuera durante casi una semana según lo que Alicia me contó — la soldado se expresaba al respecto — Y él es una gran persona. No quería que se fuera sin poder despedirme.

    — Dime… — Agustina tenía deseos de preguntar — Sé que debe ser difícil contestar esta pregunta viniendo de mí. Sé que tú dijiste los motivos por los cuales no quieres verte en una relación con nadie. Pero estuve pensando y creo que… creo que tú sigues enamorada de Ace.

    — Vaya, apenas acabo de llegar y ya estoy en un interrogatorio — Natasha se vio sorprendida por esa pregunta.

    — Lo siento, pero es solo que no lo pregunté antes porque me resultaba incómodo preguntarlo con Ace cerca — Agustina era sincera al respecto — Pero tú y yo somos amigas. Y siendo que Ace es mi esposo, creo que merezco saber la verdad. Dime, ¿tú aún lo amas?

    Natasha se había arrepentido de haber llegado en aquel momento. No solo por no haber podido despedirse de su compañero, sino porque Agustina le había hecho una pregunta con la cual no estaba cómoda respondiendo. Ni siquiera pensarlo le parecía una buena idea. Pero en parte tenía sus motivos para preguntarlo. La comandante, viendo que significaba mucho para su compañera, optó por responder.

    — No es un secreto lo que yo sentí por Ace en el pasado — Natasha recordaba esos momentos — Quiero decir, me has visto lanzarme a sus brazos cuando lo volví a ver tras mucho tiempo. Sé que Ace te ama, y que tú también lo amas. Y es por eso por lo que trato de pensar lo menos posible en él. Pero yo… es algo complicado. Es el mejor hombre que he conocido. He convivido con muchos, y no sé si simplemente son terribles o si Ace es demasiado bueno comparado con ellos. Me cuesta un poco contestar esta pregunta, pero para darte una respuesta… diría que sí. Sigo enamorada de Ace. Trabajamos juntos, lo veo concentrarse en sus tareas, y también he visto en algunas ocasiones como él se deja ver junto con Arick. No puedo evitar sentirme atraída por alguien así. Digo, ya viste que he venido aquí lo más rápido que pude porque quería saludarlo antes de que se fuera. Pero no tienes que preocuparte. Yo jamás me metería entre ustedes dos. No soy esa clase de persona.

    — Sé que nunca harías eso — Agustina le creía a su amiga — Eres una buena chica. Y sé que amas tanto a Ace que puedes respetar y aceptar su decisión. De hecho, no te pregunté esto porque tenga miedo ni me sienta amenazada. Pregunté porque quiero ver si puedo hacer algo para ayudarte. Yo amo a Ace. Sé lo que se siente amarlo, y que debe ser difícil no poder tenerlo. Por eso quiero ver si hay algo que pueda hacer para que puedas seguir adelante. Ace no me lo dice, pero estoy segura de que piensa en ti a veces. Tal vez se sienta triste por el hecho de que no puedes encontrar a alguien más.

    — Es que no se trata de encontrar a alguien más — Natasha quería detenerla justo ahí — Cuando Shun… bueno, tú sabes todo sobre él y yo. Y Xander… no era tan malo, pero no me sentía segura. He pensado mucho en las cosas que me llegó a decir, y estoy segura de que él no me quitaba la vista de encima, mucho menos cuando yo le daba la espalda. No creo que nunca encuentre a nadie que pueda reemplazarlo. Si lo hubiera encontrado ya, quizá yo no estaría sola. Y siento que no sería justo empezar una relación con alguien que no me parece lo suficientemente bueno. No sería justo para mí, ni para la otra persona. Por eso es por lo que no he salido con nadie, pese a que me han invitado.

    — Lo siento — Agustina se vio un poco entristecida tras escuchar aquello — Quizá no debí haber hecho esa pregunta. No estuvo bien de mi parte. Perdóname.

    — No, yo te entiendo — Natasha no quería que se disculpara — Si yo fuera su esposa y supiera que en el pasado tuvo un vínculo con otra chica, no me sentiría tan segura al tenerla cerca. Te portas conmigo mejor de lo que quizá yo me portaría contigo si fuera al revés. Por eso me alegra que tú seas su esposa y no otra chica.

    — ¿En verdad? — Agustina se sonrojó por esa declaración.

    — Ace merece lo mejor, y creo que tú eres lo mejor para él — contestó con sinceridad — No veo a alguien más amándolo como tú lo amas.

    — Vaya, no sabía que pensaras así de mí — Agustina respondió con algo de felicidad — Pero creo que es suficiente de esta conversación. No creo que debamos seguir hablando de esto. Cuéntame, ¿qué tal está Gina?

    — Por fortuna, ella está fuera de peligro — Natasha contestó, aliviada de que la primera conversación se hubiera terminado — Noak no me había dicho nada cuando me enteré de que había gente muriendo por esta epidemia. El miedo que sentí al pensar que quizá Gina podría estar entre los fallecidos… no quiero volver a recordarlo. Es bueno saber que está bien.

    — Veo que la aprecias — Agustina sonreía por las buenas noticias.

    — Oh, no te das una idea, ella es una chica encantadora — Natasha recordó los primeros momentos junto a ella.

    Una sensación de Nostalgia invadió a la comandante al haber escuchado esas cosas. En los primeros días, a raíz de un incidente con Isac, Gina y Natasha no tardaron demasiado tiempo en volverse compañeras cercanas. La forma en que ellas interactuaban en ese viaje rumbo hacia el planeta Triyr le hicieron dar cuenta de que tenía una buena amiga. Por eso la comandante se sentía tan aliviada de saber que su querida compañera no moriría por la epidemia. No solo por lo mucho que la apreciaba, sino por el conteo de compañeros que ella había perdido. Desde Geoff en la misión de saqueo de recursos, hasta la noticia de la muerte de Casey y Xander en la guerra contra los edagrianos, Natasha no había dejado de perder compañeros. Noak y Gina fueron los únicos que sobrevivieron entre quienes habían formado equipo con ella antes de que eligieran irse a Zenith. Por eso mismo ella les tenía un gran aprecio.

    Dado a que Alicia había dicho a Natasha que cuidaría de Cade, tanto para poder darle un descanso de tanto estrés como para poder despejarse un poco tras haber leído el libro escrito por los detractores, Natasha se vio con tiempo libre para poder convivir un poco con Agustina. Luego de seguir conversando acerca de cosas como la misión de los soldados en el planeta cuya masa era más de un noventa y ocho por ciento de agua, ambas fueron a la habitación de Arick cuando lo escucharon llorar.

    Agustina levantó al pequeño en brazos y lo tranquilizó tras cantarle un poco durante casi diez minutos, algo que era un tiempo récord para ella.

    — Vaya, solo diez minutos — Natasha se vio asombrada por eso — Deberías haberme visto tratando de manejar a Cade el día de ayer. Me costó mucho poder dormirlo.

    — ¿Esto te parece rápido? — Agustina dejó al pequeño en su cuna — Ace es capaz de hacer que se duerma en solo dos minutos. Creo que tienen un vínculo muy especial de padre e hijo.

    — Que tierno — Natasha se imaginaba a Ace con el pequeño — Quizá tú puedas tener lo mismo, pero con una niña.

    — Eso pensaba el día de hoy — Agustina le echó un vistazo a su bebé — Tal vez cuando él regrese podríamos empezar a buscar una niña.

    — Bueno, ojalá lo consigas — Natasha dio una palmada en la espalda a su compañera — Porque si no, quizá sea otro niño.

    — No me desagradaría la idea — la soldado pensó en esa posibilidad — Pero quisiera tener una niña. Hace unos años, en una misión que quizá haya sido antes de luchar contra Allecreod, lo vi. No sé si fue un sueño o una premonición. Pero me vi a mí misma junto con Ace, un niño y una niña frente al mar.

    — Es un sueño muy bonito — la comandante pensó en la posibilidad de que eso ocurriera — Ojalá lo puedas hacer realidad.

    […]

    — Oye, ¿por qué te encerraron? — Thomas visitó a Allecreod en su celda.

    En el momento en el que el soldado se enteró de que el ryfier estaba aprisionado en la cárcel como en los primeros días que les tocó estar en el planeta Edagr, lo primero que hizo fue ir allí a hacerle una visita. El ryfier se acercó casi hasta los barrotes para poder mirarlo a la cara, y parecía tener una expresión de molestia en él.

    — El comandante supremo me mandó a encerrar — decía con algo de molestia — Dijo que tenía que estar aquí hasta que la nave despegara.

    — ¿Por qué? — Thomas no recordaba nada entre ellos el día anterior.

    — Luego de que se fueron todos, quedamos solo él y yo — Allecreod empezó a explicar la situación — Le dije que quería ir con él a ese planeta de agua. Pero él no estaba dispuesto a aceptar. Insistí e insistí, hasta que me harté y lo tomé de la ropa. Sé que eso último estuvo de más, pero no me tenía que encarcelar solo por esto.

    — Bueno, él es el comandante supremo — contestó Thomas abriendo la puerta de la celda — Si él no quería que subieras a la nave, debías acatar esa orden. Pero lo desafiaste y quizá él haya tomado ese acto tuyo como una agresión.

    — Sí, sé que, aunque esté libre no me gané el derecho de actuar libremente — Allecreod respondió ante lo que decía Thomas mientras abandonaba su celda — Pero yo tenía ganas de acompañarlo.

    — ¿Por qué? — Thomas empezó a salir del lugar junto con el ryfier — ¿Qué esperabas ver o tener al ir a ese planeta?

    — Quisiera poder pelear otra vez — Allecreod contestó con lo que sentía — No he tomado mi lanza desde hace unos dos años. Y tenía el presentimiento de que si iba a ese planeta podría pasar a la acción nuevamente.

    — Xorxaik dijo que los archivos edagrianos no registran seres vivos en un mundo solo de agua — Thomas le recordó ese detalle a Allecreod — Deberías tener en cuenta eso.

    — Hark y todos los edagrianos creyeron, más de una vez, que nosotros estábamos extintos — Allecreod le recordó eso al soldado — Y no solo no lo estábamos, sino que llegamos a este mundo a acabar con sus vidas. No me fiaría demasiado de los archivos de los edagrianos.

    La respuesta de Allecreod dejó pensando a Thomas. Él, tras todo el tiempo transcurrido por la guerra con los ryfier, había olvidado ese detalle. Lo que Allecreod decía era cierto, Hark creyó en dos ocasiones que la humanidad estaba extinta, y fue por su mano que su especie desapareció de la faz del universo. Quizá eso era algo en lo que Ace no había pensado, pero igualmente trató de no hacerse un gran problema con eso.

    — Llevan soldados — Thomas le decía al ryfier sobre eso — Si llegan a tener algún problema, lo afrontarán. Estarán listos.

    — No es ese el problema, el problema es que yo quería ir allí y ver si podía tener la oportunidad de pelear otra vez — Allecreod sentía deseos reales de hacerlo — Quiero decir, así como ustedes, quizá haya muchas otras especies que estén buscando respuestas a la Catástrofe. ¿Qué pasará si llegan aquí?

    — Les diremos la verdad — Thomas pensó que sería lo más sensato.

    — ¿Y si no se lo creen? — Allecreod le preguntó — Podría empezar un conflicto. Y si empieza, quiero estar curtido en batalla. No he olvidado cómo pelear, pero dos años de inactividad afectan velocidad y reflejos.

    — ¿Pelearías para defendernos a nosotros o solo a ti? — Thomas quería ver la respuesta de Allecreod.

    — Da lo mismo el motivo si no tengo práctica en batalla — el ryfier compartía sus pensamientos con él — Si no tengo mis reflejos, velocidad y habilidades lo más alto que se pueda, terminaré muerto.

    Thomas pensó que lo que estaba diciendo tenía sentido. Cierto era que ningún soldado había vuelto a tocar un arma ni mucho menos a pelear cuerpo a cuerpo tras la finalización de la guerra contra los edagrianos. Probablemente las cosas que este dijera aplicarían para todos ellos. Tras haberlo escuchado de su boca, el soldado se sentía con curiosidad para ver si sus habilidades al pelear con la energía, en un combate cuerpo a cuerpo o incluso con los rifles que disparaban balas de calor estarían a la altura de lo que requiriera una situación así.

    — ¿Sabes? — Thomas pensó en algo y lo quería compartir con Allecreod — Quizá debamos realizar alguna que otra sesión de entrenamiento para poder mantenernos en forma. Lo que dices tiene sentido, y es cierto que estos dos años de paz quizá nos tengan con la guardia baja… Pero ahora está el asunto de la epidemia. Hasta que no esté solucionado, no creo que podamos hacer mucho.

    — Lo entiendo — fue la respuesta del ryfier, algo desanimado — ¿Sería posible que tú o Gwyn hablaran con Ace? En el futuro, si hace falta volver a salir a algún planeta, quiero estar en sus filas.

    — Haré lo que pueda, pero no prometo nada.

    […]

    Tres días habían transcurrido en el frío del espacio, donde la nave humana transportaba a los tripulantes de Edagr hacia Hael Arunyn para que pudieran extraer el agua necesaria para que aquellos que no tuvieran los beneficios de la segunda evolución dentro de su cuerpo pudieran beber agua pura mientras se esperaba por la construcción completa de una planta que pudiera liberar el líquido del planeta de las toxinas que la habían invadido.

    Durante el trayecto, los soldados recibieron una notificación de parte de Nick. Mientras ellos estaban en viaje, las investigaciones sobre esas anomalías continuaron, y fue así como el ingeniero y un equipo de investigación logró dar con las respuestas. Según el informe que recibieron, lo que causó la presencia de toxinas en el agua que bebían era la presencia de un mineral presente en la corteza del subsuelo del planeta Edagr. Al filtrarse hacia el agua, dicho mineral liberó toxinas no letales, pero sí muy potentes al líquido, incapaz de limpiarse por su cuenta.

    Se trataba de un fenómeno natural del nuevo planeta en el que vivían, y probablemente un tema que debían de solucionar, dado a que los edagrianos, al no haberse visto nunca afectados por algo así, no tenían preparado nada para contrarrestar ese efecto.

    Pese a que era una pequeñez, el comandante supremo estaba aliviado de que no se había tratado de los detractores, ni mucho menos de algún error humano en algún campo de trabajo. En caso de que eso hubiera sido la razón, probablemente habrían empezado algunas revueltas en el planeta, las cuales habrían requerido de intervención militar, cosa que no entusiasmaba demasiado al comandante supremo, dado a que no quería que sus soldados se vieran involucrados en un conflicto para con su propia gente.

    Ace y Faron se encontraban junto con algunos soldados en la sala de carga de la nave. En dicho lugar se habían guardado tanques capaces de almacenar una enorme cantidad de litros de agua. En total eran unos cuatro tanques, y cada uno podía transportar unos doce mil litros de agua. Siendo que los soldados podían beber del agua del planeta Edagr, era una medida suficiente para el resto de la humanidad, teniendo en cuenta además de que había ciertas zonas de agua que se encontraban libres de toxinas, y que, si se empleaba el tiempo suficiente para detectarlas, podrían ahorrar mucho más. La exploración para poder extraer una enorme cantidad era por la urgencia de las enfermedades causadas por los virus del planeta Edagr.

    El comandante supremo y el soldado que actuaba casi como su pupilo controlaban en compañía de otros el equipo de extracción y de análisis para asegurarse de que nada presentara un malfuncionamiento durante el procedimiento. Debido a la situación tan crítica en su nuevo hogar, solo soldados habían acudido a ese sitio, y ninguno tenía idea de cómo reparar el equipo. Por eso se veían en la necesidad de asegurar un correcto funcionamiento.

    Tras haber terminado la supervisión, recibieron por los parlantes un comunicado.

    — Atención — la voz era de una mujer — El planeta Hael Arunyn está a la vista. Llegada en cinco minutos.

    — Nuestra esperanza — decía Ace mientras abandonaba la sala.

    El comandante supremo y el soldado Faron acudieron a la sala de comandos, y fue allí donde pudieron observar, guiándose por las cámaras exteriores, la superficie esférica del planeta al que debían acudir. Un color azul intenso con algunas manchas celestes se podía apreciar en las imágenes captadas por las cámaras telescópicas. El planeta emitía un brillo intenso, como un aura celeste, que cautivaba la vista de todos aquellos que lo miraban.

    — Es un sitio bonito — Faron comentó — Lástima que no sea posible habitar aquí.

    — No lo niego, realmente sería un buen lugar si tuviera más extensiones de tierra y una capa de ozono — el comandante compartió la sensación de Faron — ¡Todos los soldados recuerden ponerse los trajes de protección, armaduras y cascos! ¡No podemos quedar expuestos a la luz de la estrella del planeta! ¡Sé que nuestros cuerpos se volvieron más resistentes, pero no tentemos a la suerte! ¡No con una epidemia ya en casa!

    Dada la advertencia del comandante, muchos soldados que se habían olvidado de esa medida de seguridad corrieron a ponerse el equipo necesario para poder vestirse adecuadamente. Tal y como la mujer había dicho, la nave podría llegar en menos de cinco minutos a ese planeta, pero el problema sería encontrar algún sitio en el que aterrizar, si es que no había extensiones de tierra firme en aquel mundo. Aunque según Xorxaik, el planeta contaba con sitio suficiente para poder colocar una nave allí mismo.

    […]

    Tal y como se había previsto, el aterrizaje les costó bastante. Estuvieron durante una hora y media haciendo escaneos al planeta para poder encontrar una zona donde su nave pudiera aterrizar. En el momento en que lo hicieron, pudieron notar un patrón de comportamiento extraño del planeta. En el hemisferio norte, las mareas eran muy agitadas, al punto de que había olas muy grandes y violentas azotando los pocos terrenos grandes que se situaban allí. Por el contrario, el hemisferio sur del planeta era más calmado. No había casi ninguna ola visible desde las cámaras, y las pocas que había no llegaban a medir ni siquiera el metro y medio. Xorxaik en sus archivos detectó que el planeta contaba con una luna inmóvil a poca distancia del planeta justo sobre el hemisferio norte.

    El planeta y su luna no se movían de su sitio, únicamente realizaban los movimientos de rotación, pero no de traslación. Ciertamente, era algo que contrastaba demasiado con el planeta Tierra, ya inhabitable para la humanidad.

    Luego de haber recorrido el sitio desde el aire, se localizó una zona donde había espacio suficiente para un total de seis naves. Viendo eso, y comparándolo con lo que Xorxaik les había informado, estaba claro que los archivos reunidos por Hark estaban desactualizados, puesto a que el planeta se encontraba en constante cambio en esa sección del universo.

    Realizando los procedimientos de seguridad, desde la nave se envió una sonda para que informara sobre la solidez del terreno, a lo cual tuvieron que esperar durante unos minutos. Al haber recibido la confirmación de que su nave podía aterrizar, los soldados realizaron las maniobras correspondientes.

    El suelo sobre el cual se situaron era una extensión de tierra dura y con mucho césped encima. Ni un solo árbol, meseta o montaña a la vista. Solamente una llanura de pocos metros rodeada por un cuerpo de agua tranquila y lista para ser extraída. La compuerta de entrada a la nave se abrió, y un grupo de soldados armados fueron los primeros en poner los pies en la superficie del planeta. Ace y Faron se encontraban junto con ellos, y tan pronto como estuvieron allí, sintieron el efecto de aquel mundo.

    — ¡Mierda, sí que hace mucho calor aquí! — pensó el comandante supremo, pensando que el agua que extraerían estaría a temperaturas elevadas — Qué bueno que contamos con refrigerantes para poder enfriar el agua. No creo que sea óptimo beberla en ese estado.

    — Xorxaik debería realizar el análisis antes de extraerla — Faron sugería.

    Una vez que el robot se encontró en la superficie del planeta, por petición del comandante, este se acercó hacia la orilla de aquella masa de agua, y procedió a escanearla para detectar si las lecturas que tenía del agua coincidían con lo que había visto en los archivos. Un grupo de soldados que se encontraba en el interior de la nave esperaba una confirmación para poder bajar todo el equipo necesario para procesar la extracción.

    — Es agua dulce y en buen estado — informó el robot a los presentes — A temperatura fría. No serán necesarios los refrigerantes.

    — ¿Fría? — pensó seriamente el comandante al escuchar al robot — Pero aquí hace demasiado calor. El sol calienta demasiado. ¿Cómo es posible que el agua esté fría?

    — Probablemente algún efecto del núcleo del planeta — contestó Xorxaik, sin tener esa información en sus archivos — Es imposible de determinar sin un análisis a profundidad.

    — Eso no importa, es un problema menos — Ace le dijo al robot que no haría falta — ¡Traigan el equipo! ¡Comenzaremos la extracción!

    Dada la orden todos comenzaron a retirar de la nave los tanques y los artefactos que iban a utilizar para poder extraer del planeta Hael Arunyn una enorme cantidad de litros de agua para poder llevárselos a la población humana que esperaba pacientemente por agua pura.

    — Comandante, ¿ve el color azul intenso del agua? — preguntó Faron, señalando con el dedo hacia la gran masa acuática.

    — Es hermoso, sin duda — Ace pensó, con ganas de acercarse, pero con la prudencia para no hacerlo — Debe ser un sitio con una enorme profundidad. Ciertamente, este planeta es bastante peculiar. Casi nunca nos hemos topado con algo así.

    — Tenemos suerte de que los edagrianos hayan explorado este y otros mundos en el pasado — comentaba el soldado joven agradecido de la situación — Nos ahorraron un montón de trabajo y estudios en este sitio. El haberlos exterminado al final sí nos dio una recompensa. Nos hemos quedado con su conocimiento. ¿Qué podría ser más valioso que eso?
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo mío, como siempre es un placer hacer estas leídas en simultáneo contigo. El capítulo de esta semana estuvo bastante tranquilo, mucho más que los anteriores, cosa que por un lado se agradece y por el otro preocupa, pues me da que pronto habrá alguna dosis de acción. Sé que será una parte relativamente calmada, pero eso no quita que tenga sus momentos intensos y estoy seguro de que llegarán. Pasaré a comentar el capítulo. :think:

    El comienzo nos trae a Ace y Faron, quiénes están por irse junto a Xorxaik y otros varios soldados en la expedición que viajará hacia el planeta del agua (el cuál conocemos posteriormente como a Hael Arunyn). Nick se acerca para despedirse de ellos y al mismo tiempo para que más gente se presente en el lugar, demostrando que no todos son unos detractores lanza tomates XD. Una vez la espera termina, la expedición que busca traer agua pura a la humanidad de Edagr se marcha en que será un viaje de una semana, ida y vuelta incluidas. Vemos que Ace duda de si debía ir o no a bordo, pues con su hijo aún pequeño no lo ve sensato. Sin embargo, entiende que lo hace por demostrar a la gente que cuida de ellos.

    De ahí pasamos a ver a Agustina junto al pequeño Arick, a quién intenta hacer dormir con más dificultades de las que tiene el propio Ace según la misma mujer. Una vez parece haberlo logrado, Agustina recibe la inesperada visita de Natasha, quién pretendía despedirse de Ace antes de su viaje, pero para su desgracia se ha enterado tarde de su partida. Vemos que este detalle es suficiente como para que Agustina le pregunta a su compañera si aún tiene sentimientos por Ace. Natasha, inicialmente se siente incómoda con tener que responder eso, pero termina haciéndolo y confirmando que así es, por mucho que le siente mal decirlo. Una realidad que sorprendentemente comprende Agustina, algo que se agradece, pues sería feo ver como se enemistan por algo así. Parece que pese a ello, Natasha y Agustina son buenas amigas. Agustina entonces cambia de tema y habla sobre la posibilidad de darle una hermanita a Arick, algo que Natasha apoya. Literal me imagino así a Natasha por dentro: :blue: XDDDDDDDDDDDDDDD.

    Acto seguido vemos como Thomas realiza una visita a la celda de Allecreod. Sorprende que nuevamente el ex líder ryfier esté ahí dentro pero tiene una explicación: fuera de cámaras, por así decirlo, Allecreod intentó convencer a Ace de ir con la expedición pero ante la negativa del humano, el ryfier le tomó de la ropa con cierta tensión. Es una escena que si bien no se ha visto y no es importante, me hubiese gustado ver. Aunque a día de hoy, no considero a Allecreod como alguien que se pueda volver en contra de la humanidad. Thomas entiende entonces el porqué Allecreod ha sido nuevamente encerrado y éste se queja de que lleva dos años sin pelear, por lo que quería ir en esa expedición por si había acción. Sintiéndose oxidado en ese sentido, Thomas le propone que una vez pase la pandemia del agua, se junten para entrenar. Llámame loco, pero veo aquí un dúo muy interesante como equipo.

    Finalmente, volvemos a la expedición, quién tras tres días ha llegado a Hael Arunyn. El planeta es de una tonalidad azul por el agua y su casi inexistente tierra firme dificulta el aterrizaje hasta que finalmente tras varias pruebas y una sonda enviada, se logra descender. Todos llevan trajes para protegerse de la radiación y demás peligros para la vida humana, pero se encuentran en un trozo de tierra con hierba, como un islote en mitad de la nada. La calor que hace en la superficie del planeta parece contrastar con el hecho de que el agua está fría (previa comprobación de Xorxaik) lo que deja un curioso contraste térmico y un dato interesante del planeta. Mientras los demás soldados se disponen a prepararlo todo para extraer agua, Ace y Faron disfrutan de la intrigante belleza de ese inexplorado planeta. A saber cuantos mundos hay así ahí fuera y qué condiciones tienen.

    Buen capítulo, amigo. Estoy deseando ver si Hael Arunyn contiene algún misterio más relevante o algún potencial peligro en el próximo capítulo. Será hasta entonces, ¡un abrazo! :Okibeta:
     
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  17. Threadmarks: Lo hemos perdido
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Aprovechando mi tiempo libre de hoy, he decidido publicar el capítulo ya que lo tengo revisado. Con este capítulo estamos llegando a lo que sería el primer tercio de la parte VII. Todavía quedan 2/3 más para recorrer acabado este, pero eso será cosa para el futuro. Siendo un capítulo largo, me limito a dejar las guías y la cronología actualizadas una vez más.

    Quiero agradecer una vez más y como cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien me la paso muy bien leyendo (sin importar el día que sea) por Discord y compartiendo en simultáneo nuestras historias del género de ciencia ficción. Espero este primer tercio le haya gustado, y que los que están por venir le gusten todavía más. Para mí es un placer contar con su presencia en la historia :)

    Sin más qué decir, les dejo la lectura.






















    Lo hemos perdido:

    Ace y Faron ayudaron con la movilización de los tanques para la extracción del agua en el planeta Hael Arunyn. Con toda la precaución posible, los tanques de extracción, que estaban apoyados sobre plataformas con ruedas resistentes, fueron retirados de la nave para ser acercados al suelo del mundo compuesto casi en su totalidad por agua en la superficie. Se necesitaba a muchos soldados para poder mover esos enormes tanques sin que se perdiera el control de la conducción de las plataformas.

    Tan pronto como los artefactos estuvieron listos para realizar la extracción, unos soldados conectaron las mangueras a la boquilla de ingreso de los tanques y fue así como dio comienzo el proceso que les permitiría trasladar agua en buen estado para que la gente de Edagr tuviera lo que se requería mientras la planta de purificación se construía.

    Al momento en el que inició, uno de los soldados, que llevaba el control del primer tanque, les dijo la duración estimada para que estuvieran completos.

    — Dos horas y media — decía, informando a los presentes sobre el tiempo que estarían allí — Será rápido. Creí que nos quedaríamos un día completo aquí.

    — Agradezco que no sea así — comentó Ace en voz alta — Así no tardaré demasiado en regresar a casa con mi familia.

    Las palabras del comandante supremo llamaron la atención de muchos de los que las habían escuchado. Faron y otros soldados eran conscientes de que él había tenido familia, puesto a que estuvieron presentes en el acto de inauguración de los trenes, pero hubo otros que no estuvieron ese mismo día. Para los que no lo sabían era una sorpresa el hecho de que su comandante hubiera accedido a acompañarlos a pesar de que tenía familia esperándolo en casa. Faron sabía que se debía al hecho de que necesitaba realizar acciones en favor de la humanidad para que de esa manera pudiera ordenar la retirada de los libros que los detractores tenían pensado publicar. Otros soldados llegaron a esa conclusión también, dado a que, el hecho de que la casa del comandante supremo fuera constantemente vandalizada era muy conocido.

    Los soldados estuvieron haciendo guardia por precaución, pese a que, según los archivos edagrianos, no había vida inteligente en ese mundo. Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que a lo mejor las profundidades del agua albergaran criaturas marinas que pudieran representar un peligro. El azul oscuro era tan intenso que no tendrían oportunidad de ver nada acercándose hasta que no saliera a la superficie. Por eso mismo, varios soldados tenían sus armas con ellos listas para ser disparadas, aunque harían lo máximo posible para no tener que utilizarlas y correr el riesgo de contaminar el agua.

    Sabiendo que solo tenían que esperar un tiempo muy pequeño inferior a tres horas, los soldados se pusieron a conversar entre ellos para que los segundos transcurrieran más pronto.

    — ¿Cómo está el pequeño Arick? — Faron preguntó tras sentarse en el suelo junto al comandante.

    — Está creciendo sano y fuerte, y es por eso por lo que esta será la única vez en que me voy de casa — Ace lo decía con decisión — Si no fuera por esos detractores y sus constantes intentos de arruinar nuestras vidas, podría haberme quedado junto a mi esposa y a mi hijo.

    — Sigo sin poder aceptar eso — una mujer se sumó a la charla — Luchaste en las líneas de frente por ellos, y lo único que hacen es dedicarse a molestarte. Deberías contraatacar.

    — No, eso es lo que ellos quieren — Ace tenía presentes las palabras de Gwyn — Quieren que les de un motivo más para que la gente me empiece a odiar. Nick ha sido de gran ayuda. Ha traído a varias personas a despedirnos mientras partíamos hacia aquí. Tengo que seguir ese camino pacífico. Atacar sería caer en la trampa.

    — Pero debe ser difícil tener que estar aquí siendo que tu hijo está en casa — Faron comentaba al respecto — ¿Has intentado hacer videollamadas?

    — No, tan lejos de Edagr no puedo llamar a Agustina directamente — Ace contestó — Tiene que encontrarse en una estación. Pero ella no se irá de casa. Ahora está sola con Arick.

    — Lo siento — Faron contestó — Hubiera preferido que te quedaras con ellos. Podíamos encargarnos de esto. Es muy fácil.

    — Lo sé, pero tengo que ser visto ayudando a la humanidad — Ace tenía en claro ese objetivo — Así los detractores no podrán seguir haciendo lo que hacen. Me harté de llegar a mi casa y encontrar insultos pintados en mi pared. Mi hijo en unos años irá a la escuela, y no merece regresar y encontrarse con su hogar en ese estado.

    Durante unos minutos, el silencio se apoderó de ese grupo conformado por Ace, Faron y otros cuatro soldados más. Realmente sentían un tono que indicaba una decepción en la voz del comandante supremo. Pero era algo que podían comprender. Tal y como lo habían mencionado, él luchó por toda esa gente, y en lugar de mostrarse agradecidos, le hacían la vida muy complicada.

    Ace, notando que sus palabras estaban restando ánimos a sus soldados, eligió cambiar de tema haciéndole una pregunta a Faron.

    — Dime, Zark — el comandante supremo lo llamó por su apellido — ¿Tú tienes a alguien qué te interese o que tenga interés en ti?

    — Creí que ser el único de mi promoción en la guerra me daría algo de popularidad entre mis compañeras — Faron contestó dejando salir una pequeña risa — Ninguna me habla. No esperaba llegar a casa y que formaran fila para poder estar conmigo, pero al menos esperaba poder impresionarlas siendo que participé en la guerra contra los edagrianos.

    — Vaya, lamento oír eso — contestó uno de los soldados que estaba en ese grupo — Pero rendirse es el primer paso para perderlo todo. No dejes de intentarlo.

    — Faron, como mujer te lo digo en serio — la soldado que estaba con ellos fue sincera — Te he visto sin el casco puesto. No eres demasiado atractivo. No conozco los estándares de tus compañeras, pero tú no eres mi tipo.

    — Bueno, gracias por decírmelo, realmente me anima bastante — Faron no se tomó bien ese comentario.

    — Solo digo — la mujer dejó salir una pequeña risa — Deberías averiguar si alguna de esas chicas se interesa en ti. Si no es el caso, puedes irte a pelear todas las guerras que quieras y nada cambiará.

    — Podrías haberlo, dicho de otra forma — contestó Ace — Pero lo que ella dice es verdad. Yo siempre creí que mi esposa se había enamorado de mí desde el momento en que la salvé, pero ella me confesó que tenía interés en mí desde antes de que eso sucediera.

    — ¿Tú salvaste a tu esposa antes de que fueran pareja? — la mujer del grupo se emocionó al escuchar eso — Que romántico. ¿Me cuentas cómo fue esa historia?

    — Bueno, supongo que puedo contarles algo — el comandante supremo lo veía como una buena distracción — Tenemos tiempo hasta que los tanques se llenen.

    […]

    — Que pequeño más adorable — comentaba Gwyn con el pequeño Arick en brazos.

    En aquel día, tres después de que la nave de la humanidad hubiera partido al planeta Hael Arunyn, Gwyn y Thomas disfrutaban de su día de descanso y eligieron acudir a la casa de su compañera para que tuviera alguien con quien estar mientras esperaba las noticias de que Ace y su tripulación iban a regresar. La pareja de soldados, amigos de Agustina, llevaron a su hija con ellos. Agustina tenía en brazos a la niña Sky, mientras que Gwyn y Thomas cargaban a Arick turnándose para tales acciones.

    — No me canso de decir que esta niña es muy hermosa — Agustina sentía tentación de pellizcar las mejillas de Sky — Espero que no te atrevas a robarme a mi Arick. Aún quiero que él sea mi niño.

    — Espera a que crezcan y luego sabremos qué ocurrirá con ellos — Thomas decía mientras miraba al pequeño en brazos de su pareja — ¿Tú y Ace al final van a buscar tener una niña?

    — Cuando Ace regrese veremos qué sucede — Agustina respondió esa pregunta — Me gustaría mucho. Sky es preciosa. Y en esta casa hace falta una mujer más para emparejar un poco el número. ¿Qué hay de ustedes?

    — Creemos que con Sky ya tenemos más que suficiente — Gwyn le comentó lo que tenían pensado ella y su pareja — Nos gustaría tener un niño, pero ya ella nos da bastante trabajo.

    — Arick es muy tranquilo, por suerte — Agustina comentó — ¿Qué clase de trabajo les da Sky?

    — Llora mucho, y nos cuesta mucho ponerla a dormir — Thomas le respondió — La llevamos a un pediatra para que nos dijera si tenía algo, y no es así. Solamente es una niña muy caprichosa. Quizá se le quite al crecer. Pero ahora mismo no podemos manejarnos con dos niños.

    — Arick también tiene sus días donde no se pone a dormir con tranquilidad — Agustina les informó acerca de él — Pero Ace tiene un don con él. Tarda muy poco tiempo en tranquilizarlo y ponerlo a dormir. Lo hace ver como si fuera algo fácil.

    — Tal vez tengan una conexión — Gwyn lo decía un poco en broma — Quizá sea muy apegado a su papi.

    — Bueno, eso es otro motivo por el que quiero una niña — Agustina se puso de pie para entregarle a Sky a su padre — Si ellos dos tienen una conexión, yo quisiera tener algo así.

    — Te deseamos suerte, entonces — Thomas retiró a Arick de los brazos de Gwyn para dárselo a su madre — Quizá termines teniendo otro niño. Podría suceder.

    En el momento en el que Agustina dejó a la pequeña Sky en los brazos de su madre, ella recibió a su hijo para cargarlo en sus brazos. No habían recibido todavía ninguna noticia de la expedición, por lo que asumían que todavía no habían llegado al planeta del cuál extraerían agua. Para disfrutar ese día libre, el trío de soldados compartió un té con galletitas al mismo tiempo que charlaban sobre las experiencias vividas tanto en el campo de batalla como en el nuevo planeta en el que vivían. Pese a que habían transcurrido casi tres años, ninguno de ellos se sentía cómodo hablando acerca del planeta Tierra. Ese suceso los había marcado tanto al punto que decidieron mencionarlo lo menos posible.

    En un momento, sin ninguna especie de aviso, Arick, en brazos de su madre, empezó a llorar. Agustina, sabiendo que quizá eso significaba que tendría hambre, fue a buscar una pequeña mezcla de comida que se le podía dar a los niños. Su textura era muy parecida a un puré, y contaba con una incontable cantidad de nutrientes para infantes, hecha con verduras cultivadas en aquel planeta. Thomas y Gwyn miraron como Agustina sentó a Arick sobre una sillita para luego tomar una cuchara y así poder darle la comida. Sorprendentemente para ellos, Sky no se había puesto a llorar pese al ruido que hacía Arick.

    Agustina trató de alimentar a Arick, pero este no comía cuando la comida era acercada a él. Esto dejó un poco descolocada a la soldado, quien creyó que su hijo tendría hambre. Pero si rechazaba la comida, cosa que nunca hacía cada vez que estaba hambriento, quería decir que no era ese el problema.

    — Creí que tendrías hambre — Agustina le dijo para después darle un beso en la frente — ¿Qué tiene mi bebé entonces?

    — Quizá extrañe mucho a su papá — Thomas lo decía como una posibilidad — Digo, si es cierto que tienen un vínculo especial, puede que quiera que esté aquí.

    — Es posible — Agustina acariciaba los cabellos marrones de su bebé — Descuida, cariño. Papá va a volver a casa muy pronto. En tres o cuatro días más estarás en sus brazos nuevamente.

    Pese a las palabras que le decía su madre, el pequeño no dejaba de llorar. Eso empezó a alarmar a Agustina y a sus compañeros, quienes creían que a lo mejor algo le estaba pasando. Su madre tocó su frente para ver si se encontraba caliente.

    — No es fiebre — decía — ¿Será cansancio?

    — Thomas, ¿puedes llevar a Sky a casa? — preguntó Gwyn a su pareja — Yo me quedaré aquí y veré si él tiene algo malo.

    — Claro que puedo — Thomas se puso de pie con su hija en brazos — Suerte a las dos. Adiós pequeño Arick. Ojalá te mejores pronto si tienes algo que te hace sentir mal.

    Una vez que el soldado se había retirado de la casa, las dos mujeres quedaron a solas con el niño, a lo cual empezaron a ver si podían descubrir la causa de su llanto. Fue ahí que Gwyn logró comprobar lo que decía su amiga. Costaba mucho tranquilizar al pequeño, y parecía que solamente Ace tenía ese don para poder calmarlo que se quedara en paz.

    Mientras buscaban en internet alguna posible explicación de lo que tenía, Agustina empezó a sentirse un poco extraña. Una migraña invadió su mente de forma repentina, como si el estrés por ver a su hijo llorar sin tener idea de qué hacer la hubiera afectado en gran medida.

    — Gwyn, me está doliendo un poco la cabeza — la chica decía mientras se tomaba la parte superior de la cabeza — ¿Podrías ir a comprarme algo a una farmacia? A nosotros se nos terminaron los remedios.

    — Claro, volveré enseguida — comentó la comandante — Te prometo que no tardaré.

    Viendo que su amiga necesitaba ayuda, Gwyn salió rápido de la casa para poder ir a una farmacia cercana y así poder comprar algún medicamento que pudiera ayudar a su compañera a saltear esa migraña para así concentrarse exclusivamente en atender a su hijo.

    Mientras Arick lloraba, Agustina lo tomó en sus brazos para besarlo en la frente y las mejillas intentando tranquilizarlo. El ruido de los llantos de su hijo no hacía más que empeorar el estado en que ella se encontraba, pero no por eso lo iba a soltar.

    — Tengo un mal presentimiento — la chica tenía ganas de enviar un mensaje a la nave y preguntar por Ace — Quizá él necesite escuchar tu voz, Ace.

    La espera para que Gwyn regresara con lo que ella necesitaba se estaba haciendo eterna para la soldado, que notaba como el llanto de su hijo se volvía más fuerte al mismo tiempo que su migraña no hacía nada más que volverse más insoportable.

    — Ace — decía ella en voz alta pese a estar sola — Vuelve pronto.

    […]

    — ¡Sorpresa! — Alicia gritó al entrar a la estación de trabajo que sus compañeros compartían.

    Natasha, que se encontraba acompañada únicamente por Allecreod, se sorprendió mucho al ver entrar a Alicia por aquella puerta. Creía que su compañera se quedaría en la casa de Noak y de Gina para poder cuidar al pequeño Cade, pero tras verla entrar de esa manera, empezó a pensar que el estado de salud de su compañera había mejorado bastante.

    — ¿Y qué pasó con… — Natasha quiso preguntar.

    — Gina fue dada de alta — Alicia contestó con una buena noticia — Noak y Gina ya están en casa para cuidar de Cade. Dijeron que te iban a llamar tan pronto como tuvieran la oportunidad de limpiar su casa. Se ve que todavía no terminan.

    — Que alivio — Natasha celebraba por una noticia como esa — Voy a enviarles un mensaje para hacerles saber que me enteré de eso.

    — Su compañera ya se encuentra en casa — Allecreod apreció ese detalle — ¿Tendremos la oportunidad de que alguno de los dos venga a prestarnos una mano aquí?

    — Pese a haberse recuperado, Gina necesita un día más de descanso — Alicia contestó la pregunta del ryfier con seriedad — Le dijeron que podía descansar desde su casa, pero tiene que descansar al menos un día. No creas que es algo inmediato.

    Allecreod sentía un poco de agresividad en la respuesta que le dio la exsoldado. Estaba claro que, pese a todo el tiempo que habían estado conviviendo, ella seguía albergándole algo de resentimiento por el pasado que vivió en el planeta Ryfier. No se mostraba hostil para con él, pero estaba claro que todavía tenía dentro de sí misma pensamientos muy negativos respecto a su presencia. Aunque no la juzgaba por ello, después de todo, él era consciente de que la razón por la que ella tenía un ojo menos en su rostro fue su ira desbocada contra ella. Sin mencionar también la paliza que le dio previamente a eso.

    El ryfier, para no incomodar más la situación, se limitó a asentir con la cabeza y seguir en su labor. Natasha, que era la que más tiempo había convivido junto a Gina y Noak, era entre ellos la más feliz por lo que acontecía. Tan pronto como terminó de enviar el mensaje, se levantó para poder darle un abrazo a su amiga. La alegría por saber que Gina estaba fuera de peligro la llevó a realizar tales acciones tras haberla invadido.

    — Puedes tomarte el resto del día si quieres — le comentó Natasha a su compañera — Allecreod y yo veníamos muy bien hasta el momento.

    — No, estoy aquí para ayudarte, Naty — fue la respuesta de Alicia — ¿Qué novedades hay respecto a las muertes?

    — Las muertes del día de hoy son las mismas que tuvimos ayer — Natasha le contestó con algo de pesimismo — Igualmente, el día no ha terminado aún. Podría haber más dentro de poco tiempo.

    — Pero el lado bueno es que el segundo día fue en el que hubo más muertes, y todavía estamos lejos de alcanzar ese número — Allecreod comentó analizando las estadísticas — Sé que no debería decirlo como si fuera algo bueno, más teniendo en cuenta que yo no soy humano. Pero considero bueno el hecho de que no tengamos esas cifras tan altas en bajas para la humanidad.

    — No podremos estar felices hasta que el número de muertes se reduzca a cero — comentó Alicia pensando en que no era correcto alegrarse por algo así — Vamos bien encaminados. Quizá los virus no sean tan letales con el paso del tiempo y los medicamentos estén teniendo efecto. Pero necesitamos que esto se acabe. ¿Se sabe algo de Ace y de su grupo?

    — Nada todavía — Natasha pensó con algo de tristeza — Estoy esperando una noticia suya para poder avisarle a Agustina. Debe estar nerviosa por el hecho de no tener noticias de su esposo.

    — Quizás no tendría que haber renunciado a ser soldado — comentó Alicia pensando en aquel día — Podría haberlo reemplazado en esta misión. Después de todo, ese libro horrible hablaba de Michael y de mí. Él no tenía nada que ver.

    — Alicia, él no hizo esto por obligación — Natasha quería tranquilizarla — Él lo hizo porque así es él. Ayuda desde el fondo de su corazón. Es un ser bondadoso, que siempre está dispuesto a ayudar a sus seres queridos. No sientas que lo has obligado, porque no fue así. Solo te hará sentir mal innecesariamente.

    — Lo sé, conozco bien a Ace — Alicia sonreía viendo lo que decía Natasha — Y sé que no es necesario rogarle para que lo haga. Es solo que… me gustaría poder haberme encargado de esto. Así él no habría tenido que dejar a su familia.

    — Volverá pronto, y ya nunca más volverá a dejarlos — Natasha no quería que ella se siguiera torturando — Descuida, estoy segura de que ni él ni Agustina te lo reprochan.

    — Tienes razón, no tiene mucho sentido torturarme por eso — Natasha suspiró aliviada viendo que ella entró en razón — Te ayudaré a trabajar.

    Con la incorporación de Alicia al grupo de trabajo de tres personas, era mucho más fácil para Allecreod y para Natasha poder hacer un seguimiento y control del estado de los hospitales que cada hora siempre tenían que ingresar o dar de alta a más pacientes. Pese a que el número de muertes que tenían no habían llegado a la cifra que tuvieron en el segundo día desde que empezaron, era cierto que la epidemia no daba señales de terminar pronto.

    Probablemente el hecho de que el agua mantuviera toxinas en su interior estaba haciendo que más gente se siguiera enfermando. Por suerte para la milicia, al tener un organismo más fuerte producto de una segunda exposición a la radiación, su inmunidad les impedía caer contagiados y poder prestar ayuda a quienes lo necesitaban. Pero eso no impedía que las muertes se siguieran produciendo con el paso del tiempo.

    […]

    — ¡Ven aquí, hermoso! — Gina sostuvo en sus brazos a su bebé.

    Cade reía mientras su madre lo llenaba de besos. En todo el tiempo que ella estuvo internada en aquel hospital, no había podido ver a su hijo pequeño en persona. Noak una vez realizó una videollamada desde su casa, pero para la soldado no era lo mismo verlo a través de una pantalla que verlo en persona, además de que se sentía mucho mejor sabiendo que podía acariciarlo.

    Tras la toma de varios medicamentos, no quedó ningún rastro del virus en el cuerpo de Gina. Por esa misma razón, pese a que la chica todavía necesitaba un día más de descanso para que su sistema inmune pudiera terminar de recuperarse, ella fue dada de alta para así poder estar en casa. Liberando una cama del hospital para quien pudiera necesitarla más, y evitando que ella corriera el riesgo de tener una infección en el hospital. Lo primero que hizo la mujer cuando llegó a su casa fue abrazar y besar a su hijo. No corría el riesgo de contagiarlo, dado a que ya no tenía nada malo en su cuerpo.

    Noak, que realizaba tareas de limpieza debido a que no se habían hecho en el tiempo que estuvieron fuera, a veces pasaba por el cuarto y podía ver una imagen que lo llenaba de alegría. Nada lo hacía sentir mejor que ver a su esposa junto con su bebé. Estuvo muy angustiado mientras los tres estuvieron separados, pero luego de que la habían devuelto a casa, la felicidad lo volvió a invadir. Una vez terminó de limpiar, el hombre fue al cuarto donde Gina estaba acostada junto al pequeño Cade, para así subirse a la cama.

    — No sabes lo bello que es para mis ojos verte con nuestro hijo — Noak jamás imaginó sentir tanta felicidad — Siempre temí que algo malo te pudiera pasar. Me alegra que ahora estemos los tres reunidos otra vez.

    — Yo también me siento bien de poder regresar a casa — decía la mujer mientras contemplaba como su bebé reía — Nada me hace más feliz que escuchar la risa de Cade. Es tan tierno. Tenemos un hijo muy hermoso, Noak. Y no quiero perderme nunca de esto.

    — Créeme que no lo harás — su esposo acariciaba a ambos con una mano — Tengo fe de que tu sistema se recuperará más fuerte y no caerás enferma de nuevo. Estarás siempre disponible para estar aquí.

    — Yo también creo que a partir de ahora todo va a estar bien, pero no puedo evitar sentir un poco de miedo — Gina se sentía algo afectada por esa experiencia — En el momento que me sucedió, sentí que me iba a morir ahogada. Y que no los volvería a ver.

    — Pero lo superaste — Noak sonreía a su esposa para hacerle saber que eso quedó atrás — Eres una mujer fuerte. No permitirías jamás que algo así te derrote.

    — No, claro que no — Gina sonreía por los halagos de su esposo — Oye, ¿ya se sabe algo sobre Ace y su grupo?

    — No he tomado mi dispositivo desde que salimos del hospital — Noak contestó con honestidad — Debería ver qué noticias hay. Mañana, si te sientes bien, llamaremos a la niñera e iremos a ayudarlos.

    — Es lo correcto — Gina contestó — Ace dejó a su esposa y a su hijo para poder ir al espacio de nuevo para ayudar a la humanidad. Si él ha hecho ese sacrificio, nosotros al menos podemos prestarle una mano.

    — Es admirable lo que hace — Noak le respondió — Es todo un héroe. Pensar que hubo un momento en el que yo quería tenerlo en frente y asesinarlo…

    — Eso es parte de tu pasado — Gina le decía, queriendo que lo olvidara — Ya no eres ese Noak. Eres alguien mejor. Un hombre bondadoso, un esposo maravilloso, y el mejor padre que podría pedir para mi hijo.

    Noak no podía evitar sonrojarse por las palabras que le decía su esposa. Le avergonzaba un poco esa clase de afecto, pero al mismo tiempo, lo apreciaba. Sabía que había tenido mucha suerte al haber compartido equipo en su momento con Gina. Alguna otra mujer podría no haber sido tan comprensiva y cariñosa como lo fue ella. Llegó a reconocer que esa fase en la cuál nada más le importaba defender los ideales de su país fue un poco pesado en retrospectiva, y también llegó a comprender unas palabras que en su momento su fallecido compañero Isac le había dedicado.

    Para poder saber cómo se encontraba la situación que tenía a Ace como protagonista, Noak se fue rápidamente a buscar su dispositivo para así poder enterarse de todo lo que estuviera ocurriendo en el planeta Hael Arunyn.

    […]

    Dos horas y veinte minutos habían transcurrido desde que el proceso para extraer agua había empezado. Los tanques estaban casi llenos. Ace y Faron vigilaban el procedimiento desde la distancia, sentados en medio del terreno rodeado por esa enorme masa acuática mientras que Xorxaik simplemente se mantenía lejos para evitar entrar en contacto con el agua. Había varios soldados sentados, dado a que estos se iban intercambiando los turnos para mantener vigilados los tanques. Tras media hora de guardia, se retiraban y daban paso a otros.

    En un momento, uno de los que estaba sentado cerca del comandante supremo se puso de pie para luego quitarse uno de los guantes de metal que cubrían su mano como parte de su armadura. Todos se preguntaban a qué se debía eso, dado a que era algo muy extraño.

    — No vas a darte un chapuzón, ¿o sí? — preguntó una mujer temiendo que quisiera zambullirse al agua.

    — Claro que no — respondió el soldado algo ofendido por la pregunta — Tengo sed. Y en lugar de gastar las provisiones de la nave, podría beber un poco de agua. Así podré quedar en la historia como el primer humano en beber del agua de Hael Arunyn.

    — No es tan extraordinario, pero allá tú — le contestó Faron, para luego soltar una risa.

    — Sí, sé que no estoy matando a ningún alienígena, pero sigue siendo un hecho histórico — el soldado empezó a acercarse a la orilla — Les daré mi veredicto. Quizá el agua de este planeta tenga un sabor diferente al de Edagr.

    — Es solo agua — le decía Faron — No debe ser tan diferente si Xorxaik dijo que podemos beberla.

    — Bueno, yo ahora te lo haré saber — el soldado se agachó cerca de una orilla.

    Para evitar causar problemas en el proceso de extracción de agua, el soldado se distanció un poco de los tanques. Se puso de rodillas casi en el borde del precipicio, estiró su mano a la masa de agua para poder juntar un poco dentro de la palma y así poder tomar un poco de ese líquido que sería llevado a su hogar. Tras haber reunido un poco, se la llevó despacio a su boca, y dio un sorbo. Los soldados que lo veían esperaban la opinión de su compañero, y este, sabiéndolo, se dio la vuelta para decirles lo que tenía en mente.

    — ¡Está deliciosa! ¡Y muy fresca! — pronto estiró su mano para tomar un poco más — ¡Vengan a probarla! ¡Así al menos sabrán lo que le estamos llevando a nuestra gente en casa!

    El soldado quería seguir bebiendo, pero al momento en el que su mano volvió a entrar en contacto con el agua que quería alcanzar, se vio sorprendido enormemente. De forma repentina y sin dar aviso alguno, una criatura con forma humanoide y piel color azul oscuro emergió desde el cuerpo acuoso. Con uno de sus dos brazos tomó la mano del soldado humano que solo quería un trago más de agua, y con el otro le sujetó fuertemente el cuello. Viéndose sorprendido de esa manera, el soldado quiso forcejear para liberarse, pero al estar de rodillas y tan cerca del agua, no pudo hacer mucho.

    Ante la vista de los soldados que se levantaron pronto para acudir a él, la criatura se bastó con solo un forcejeo para hacerlo caer al agua, para pronto empezar a sumergirse.

    — ¡Oh, no! — Ace gritó alarmado — ¡No podemos perderlo! ¡Entren al agua y vean si lo pueden encontrar!

    Tres soldados se acercaron corriendo a la orilla para intentar divisar a quien había sido atacado por sorpresa, de manera que pudieran tener una idea concreta sobre en qué lugar debían de saltar para poder rescatarlo. Pero tan pronto como estuvieron en el borde, más de esas criaturas monstruosas dieron saltos desde dentro hacia afuera, tomando por las piernas a esos tres soldados y arrastrándolos con suma facilidad al interior de la masa de agua.

    Ese ataque no terminó allí mismo. Un total de quince criaturas saltaron desde el lugar donde estaban ocultas para luego subirse a tierra firme y dirigirse a los soldados. Ace, viendo que todo se les había complicado, optó por tomar las armas y ordenar a los suyos que dispararan.

    Esas criaturas tenían una piel de color azul oscuro, y sus ojos tenían las pupilas totalmente blancas. No parecían contar con ninguna especie de ropa, lo que parecía indicar que serían blancos fáciles para asesinar. A los ojos de los soldados, tenían un aspecto horroroso.

    — ¡Disparen cuando estén lejos del agua! — Ace no quería que la sangre pudiera caer y contaminar lo que debían extraer — ¡Procuren que caigan muertos sobre la tierra!

    Ace, Faron, y varios soldados más empezaron a disparar en contra de los monstruos que acababan de emerger desde la profundidad para agredirlos. Algunos, para medir el potencial de sus armas en contra de esos agresores, dispararon al cuerpo, notando que lo único que causaba en los enemigos era que no dejaran de salpicar sangre. Pero los ataques, pese a ser certeros, no parecían tener efecto sobre ellos. No era hasta que no les disparaban en la cabeza, más concretamente en el cerebro que ocasionaban un daño real en contra de esas criaturas acuáticas. Bastaba un solo disparo en la cabeza para dejarlas fuera de combate y de vida.

    Xorxaik, pese a ver que no requirieron de su ayuda, optó por acercarse igualmente. Todo eso fue a buen tiempo, dado a que el comandante Lakor lo miró para darle una orden.

    — Xorxaik, quiero que te pares cerca de la orilla — Ace tenía algo en mente — No podrán arrastrarte a ti. Atráelos y sácalos del agua si te atacan. Mientras estás en eso, intenta escanear a través de esta capa acuosa.

    — Lo he intentado al llegar, no puedo analizar nada más allá de la superficie — el robot comunicó — No podré encontrar a los soldados.

    — ¿Qué vamos a hacer? — Faron quería saber si tenían algún plan.

    — Esas bestias salieron del agua, no deben tener problemas para respirar allí — Ace analizó la situación — Y deben poder ver muy bien para poder atacar de forma tan precisa. No creo que podamos enviar a nadie a rescatar a quienes han sido llevados al agua. Lamento decirlo, pero creo que ellos están perdidos. Xorxaik, será mejor que te acerques a la orilla y actúes de señuelo. No te muevas de allí. Y prepárense, porque tan pronto como los tanques estén llenos hay que abandonar este planeta. Es una orden.

    — ¡Entendido! — gritaron los soldados al unísono tras escuchar a su comandante.

    Todos los presentes, incluyendo los que monitoreaban el proceso de llenado de los tanques, se alejaron lo más que pudieron de la orilla, dejando solamente a Xorxaik cerca de aquel sitio. Tal y como el comandante supremo lo había previsto, más criaturas aparecieron. Como sus antecesoras, estas saltaban con impulso desde dentro de la masa del agua con el fin de arrastrar al robot hacia las profundidades. Siendo un ser de metal con un peso de varias toneladas, Xorxaik no podía ser movido por las criaturas. Cuando estas salían, el robot las tomaba de la cabeza y las extraía por completo de su sitio para poder tirarlas a tierra firme, permitiendo así que los soldados disparan desde lejos.

    Con el tiempo, un total de ocho criaturas salieron del agua para poder confrontar al robot. Este, siendo un ser de metal, se dejó atacar por los monstruos, quienes no podían hacer ningún daño a su cuerpo, para así cansarlos y hacer que fuera más sencillo para los soldados que pudieran acabar con sus vidas.

    Todo marchaba bien según lo previsto por el comandante, pero entonces un pequeño temblor sacudió el terreno, a medida que un ruido empezó a oírse en dirección al oeste de donde ellos habían estado. No era un terremoto y mucho menos tenía la fuerza para tumbar a alguien al suelo, pero sí se hizo sentir.

    — ¡¿Qué está pasando en este maldito planeta?! — preguntó Faron, sin saber por qué todo pasaba tan de repente.

    — ¡El ruido y el temblor ya han pasado! — contestó Ace, algo extrañado — ¡Me llevaré a unos soldados a investigar! ¡Te dejo a cargo! ¡Tan pronto como los tanques estén llenos hay que partir de nuevo a Edagr!

    Ace eligió a cuatro soldados más para que lo acompañaran. Los cinco se dispusieron a correr en dirección al oeste, pasando la nave en la que habían acudido al planeta de largo. A la lejanía podían ver a un grupo de criaturas desplazándose hacia su dirección, probablemente atraídas por los disparos que los soldados habían realizado.

    — ¡Comandante, mire hacia allí! — señaló uno de los soldados — ¡Detrás de las criaturas!

    — ¡Lo estoy viendo! — confirmó el comandante supremo.

    Una estructura cúbica con una compuerta rectangular se alzaba ante la vista de los soldados. Desde detrás de las criaturas, se podía observar como desde el interior de ese compartimiento varios de esos monstruos que atacaban al grupo estaban siendo liberados, para permitirles el paso para el ataque contra los soldados.

    — No estaba allí antes — Ace sabía que lo habrían notado de ser el caso — Alguien tuvo que haberlo activado. No pudo salir de la nada.

    — Pero los archivos de los edagrianos decían que no hay seres vivos con inteligencia en este planeta — otro de los soldados no comprendía cómo era posible.

    — Y no es necesario que estén en este planeta — Ace pronto tuvo una idea — Quizá todo esto sea accionado desde otro sitio. Con el calor tan intenso y la enorme extensión de agua contra la poca o casi nula extensión de tierra firme, nadie podría habitar aquí. Pero eso no quita que este planeta no esté siendo usado por otros seres para extraer agua de aquí.

    — ¿Qué es lo que vamos a hacer? — un soldado quería saber si era prudente enfrentarlos — Podrían registrar lo que estamos haciendo.

    — Por ahora, solo importa detener a los monstruos y llevarnos el agua a nuestro mundo — Ace les comunicó — Prepararemos las defensas de Edagr para defendernos si alguien nos sigue y nos invade. La misión no ha cambiado, solo se complicó. ¡Disparen!

    Acercándose a los enemigos, los cuales tenían una apariencia muy diferente a las criaturas que habían atacado inicialmente, los soldados notaron que ellos parecían tener puestos algo encima. Desde la distancia no podían detectar si era ropa, una armadura o algo que llegara a cumplir otra función, pero eso no cambiaba que con un tiro en la cabeza podían deshacerse de ellos.

    Bajo la orden del comandante, todos los soldados abrieron fuego, atinando varios tiros en las criaturas atacantes que no tardaron casi nada de tiempo en caer muertas. Los del frente cayeron en menos de un minuto, y los de atrás, tras haber contemplado eso, activaron un instinto de preservación. Tras lanzar gruñidos a los intrusos, varios de los que estaban en el medio se lanzaron al agua, probablemente con el objetivo de resguardarse de los disparos.

    — ¡Mierda, así no podremos atacar! — pensó el comandante Lakor seriamente — ¡Nos acercaremos y les cortaremos el paso! ¡Alertaré a Faron! — fue así como Ace tomó su dispositivo para comunicarse con el soldado — ¡Zark, escucha, probablemente sean atacados por más criaturas! ¡Una estructura extraña surgió del suelo y de ella salieron varios monstruos! ¡Matamos a unos cuantos, pero algunos se han escapado al agua! ¡Estén alerta, trataremos de que no lleguen más a su posición!

    — ¡Enterado, comandante, no se preocupe por nosotros! — Faron quería quitarle un poco de nerviosismo de encima — ¡Estaremos bien! ¡Cuídense!

    — ¡Ahora, desplácense hacia los costados para evitar que puedan correr hacia el agua! — fue la orden del comandante a sus soldados.

    Ace se posicionó del lado izquierdo junto a dos soldados, mientras los otros dos empezaron a correr desde el lado derecho. Cargando contra sus enemigos al mismo tiempo que disparaban, los soldados avanzaron con furia matando de varios disparos en la cabeza a las criaturas a las que se enfrentaban.

    — ¡Sigan avanzando, que no toquen el agua! — gritó el comandante para motivar a los suyos a seguir adelante.

    Uno de los soldados tomó la delantera para ser el primero en abrir fuego, pero tan pronto como dio cinco pasos al frente, el suelo debajo de él se desplomó, ocasionando que cayera hacia un hoyo profundo ante la vista de los demás soldados y de su comandante.

    — ¡¿Qué fue eso?! — Ace se sorprendió al ver al hombre bajo su cargo caer frente a él.

    Sorpresivamente, mientras él y los demás seguían corriendo, el mismo destino les llegó. Ace miró hacia el suelo en el momento en el que una trampilla oculta bajo una capa delgada de tierra y césped se abriera bajo sus pies. Sin poder reaccionar a tiempo, el comandante y los otros cuatro soldados que iban corriendo hacia los monstruos terminaron dentro de una trampa oculta en el suelo.

    Ace cayó dos metros hacia abajo, solo para terminar dándose un fuerte golpe en la espalda y la cabeza por la caída. Quedó un poco aturdido, pero gracias a la armadura y la resistencia que ganó su cuerpo, no perdió la consciencia. Su cuerpo había caído a un suelo metálico muy sólido, y al mirar hacia arriba pudo ver como dos placas de metal se cerraban para dejarlo atrapado en el interior de lo que parecía ser una trampilla. Ace encendió rápidamente las linternas de su armadura y pudo ver que el sitio en el que se encontraba nada más tenía un metro cuadrado para poder caminar. Desesperado por darse cuenta de que lo habían atrapado, el comandante tomó su arma, la cual había caído justo al lado suyo, y empezó a disparar contra las placas de metal que conformaban la trampilla. Ace necesitaba escapar de allí lo más pronto posible, dado a que la claustrofobia por estar encerrado en un lugar tan pequeño y sin saber qué había ocurrido afuera le estaba provocando un gran nerviosismo.

    El horror se apoderó todavía más de él cuando vio que la trampilla no cedía ante los disparos de su arma, pero no tuvo tiempo para pensar en una alternativa. En el interior de ese compartimiento pequeño, se escuchó un pitido breve pero fuerte, y tan pronto como acabó ese sonido, una nueva trampilla se abrió bajo sus pies haciéndolo caer de nuevo hacia la profundidad de ese lugar. Tres metros y medio de altura fueron en la siguiente ocasión, y por no haber podido prepararse, terminó con el cuerpo estampado en el suelo con una gran fuerza. Nuevamente, su armadura y su resistencia aumentada le habían salvado, dado a que una caída como esa le habría provocado la muerte a un ser humano ordinario. Pero dado a que esa caída fue mayor a la anterior, el fuerte impacto lo terminó dejando inconsciente.

    Fue así como el comandante supremo y los cuatro soldados que le acompañaban terminaron siendo tragados por la tierra mientras acudían al combate contra los monstruos que atacaron su unidad.

    […]

    Faron, Xorxaik y los demás soldados dispararon sus balas contra esas horribles bestias que les habían arrebatado las vidas de cuatro de sus compañeros, que no volvieron a salir a la superficie tras haber sido arrastrados hacia el agua. Un enorme campo de cadáveres donde solamente se veían a esos monstruos adornaba el lugar, junto con las manchas de sangre que surgieron por los disparos.

    Tras unos tres minutos de tranquilidad, supieron que se había terminado. No parecía que más monstruos les fueran a atacar, por lo que voltearon a ver los tanques, que no se habían detenido durante todo el tiempo que duró la pelea.

    — ¡Están listos! — gritó una de las mujeres del ejército — ¡Podemos llevarlos a la nave!

    — ¡Cárguenlos! — ordenó Faron a los demás, siendo él quien estaba a cargo por órdenes de Ace — ¡Yo iré a buscar al comandante! ¡Acompáñame, Xorxaik! ¡Y unos siete soldados más!

    Disfrutando ese breve momento en el que él tenía el mando, Faron fue corriendo hacia la dirección en que había visto huir al comandante supremo. El robot creado por Allecreod y siete soldados más le hacían compañía, pero en el momento en el que ellos traspasaron la zona donde estaba estacionada la nave, no pudieron ver nada. Solo había cuerpos de criaturas muertas en el lugar. Y la misteriosa estructura de la que Ace había advertido no podía visualizarse.

    — Acabaron con todos — decía un soldado del grupo mientras avanzaba hacia los cuerpos para confirmar sus bajas — ¡Todos muertos!

    — Pero… ¿y el comandante? — Faron se puso a temblar — ¿Y el resto de los soldados?

    — Quizá hayan llevados al agua — otro soldado daba esa opinión — Pudieron haber sido tomados por sorpresa.

    — Pero ningún monstruo que nos atacó salió de esta zona — Faron se negaba a pensar en eso — ¿Quiere decir que todos saltaron al agua?

    — Mierda… hemos perdido al comandante — un soldado dejó salir esa queja — No lo puedo creer. ¡Lo han eliminado!

    — ¡No! — Faron se veía en negación — ¡Eso no es verdad! ¡Xorxaik, ¿puedes rastrear el dispositivo del comandante?!

    Faron tenía en mucha estima a Ace, dado a que lo consideraba un buen líder y una persona admirable tras el comportamiento que tuvo con él en la guerra edagriana. Casi como un ídolo para él, se rehusaba a pensar en la posibilidad de que unas criaturas no tan fuertes lo habían arrastrado hasta el agua y le hubieran quitado la vida. Como si supiera lo importante que era, Xorxaik empezó a rastrear el dispositivo de Ace Lakor, y fue ahí que le dio algo de información al grupo.

    — Detecto una señal débil — informó el ser de metal — Pero eso no indica que esté vivo.

    — ¿De dónde proviene? — Faron pensó que había esperanza — Guíame hacia el lugar.

    — Es por este camino — el robot comenzó a liderar al grupo al frente.

    Siguiendo desde atrás a Xorxaik, todos los soldados, especialmente Faron, imploraban porque pudieran encontrar con vida al comandante. El ser de metal caminó siguiendo el rastro dejado atrás por la señal que provenía desde el dispositivo que utilizó el comandante Lakor para advertir sobre un posible ataque de esas criaturas.

    Tan pronto como puso un pie en el mismo sitio donde Ace cayó, activó la trampilla. Xorxaik terminó con su pierna izquierda hundida en el suelo, pero su gran tamaño le hacía imposible terminar cayéndose al interior de aquel lugar. Se desestabilizó, y tuvo que luchar para no terminar tumbado en el suelo, pero evitó sufrir el mismo destino del comandante supremo.

    — ¡Mierda, ¿qué es eso?! — gritó una chica en el grupo.

    — ¡Atrás, parecen ser trampas! — otro soldado retrocedió asustado.

    — Xorxaik, ¿puedes salir? — Faron preguntó con miedo a que el robot quedara atascado.

    Con poca dificultad, Xorxaik utilizó cálculos sencillos para poder mover sus brazos y su cuerpo para así levantar su pie y retirarlo del interior de aquella trampilla que se había activado. Tan pronto como estuvo libre, notó cómo dos placas iban a cerrarse, por lo que la bestia metálica usó su brazo de metal para interceptar esas placas, evitando así que la trampilla se volviera a ocultar.

    Teniendo demasiado cuidado, Faron y otro soldado más se acercaron y se posicionaron al costado del robot, contemplando de esa forma como por debajo de su brazo se extendía una caída de dos metros hacia el interior de un subsuelo.

    — Estaba oculto bajo la tierra y el césped — señaló un soldado — Entonces, este lugar no es precisamente natural.

    — La señal del dispositivo del comandante proviene de allí — Xorxaik informó, usando su brazo para romper parcialmente las placas que conformaban esa trampa — Pero no creo que haya forma de acceder a su interior.

    — ¿No se controlan por medio de computadora? — preguntó Faron, con la esperanza de que pudieran ayudar al comandante así — Si es así, ¿puedes infiltrarte en el sistema para desactivarlas?

    — No detecto señal ninguna, solo el dispositivo de Ace Lakor y los otros soldados que iban con él — Xorxaik le arrebató la esperanza al soldado — Estas trampas se activan con el propio peso de un cuerpo que pase por encima. No hay forma de abrirlas de forma remota.

    — Entonces… — un soldado suponía lo peor — No hay cómo rescatar al comandante ni a los demás. Están perdidos.

    — ¡No están perdidos! — Faron se veía indignado por esa declaración — ¡Prepárense para realizar un rescate, voy a dejarme caer y ver si lo puedo encontrar!

    — ¡Es una locura! — un soldado se acercó a Faron para sujetarlo de los brazos antes de que hiciera una estupidez — ¡No sabemos a dónde conducen, solo terminarás perdiéndote tú también!

    — ¡No va a pasarme nada, solo voy a rescatar al comandante! — Faron insistía en no abandonarlo.

    — ¡No hay esperanza! — le gritó otro soldado — ¡Deja de ser tan necio! ¡Si el comandante estuviera vivo pediría ayuda! ¡Xorxaik detecta su señal, pero no ha enviado ningún pedido de rescate!

    — Soldado Zark, eso que están diciendo sus compañeros es correcto — el robot le informó a Faron sobre la veracidad de esa afirmación — Podría detectar si el comandante o algún otro soldado hubiera enviado algún mensaje para pedir un rescate.

    — ¡Eso no significa nada, quizá estén en problemas! — Faron no dejaba de alterarse — ¡Hay que ir allí, sin importar donde nos lleve, y rescatarlo!

    Sin embargo, los planes del soldado se vieron alterados en el momento en el que más de las criaturas acuáticas que los habían tomado por sorpresa anteriormente salieron del agua para hacer frente a los soldados. Atraídos por los gritos del soldado, una veintena de esos seres puso los pies sobre tierra firme dispuestos a atacarlos.

    — ¡Mierda, ahora no! — Faron se levantó tomando su arma.

    El soldado atacó con su rifle disparando a todos los atacantes, algunos disparos no daban en el blanco, debido al enfado y estrés que sentía, provocando que solo tres de esos monstruos pudieran ser asesinados en el acto. Antes de que el resto pudieran tomar sus rifles para el combate, desde el otro lado de la orilla volvieron a salir más monstruos que se preparaban para atacar al grupo. A los diecisiete que habían quedado con vida tras el ataque furioso de Zark se les sumaron unos veinte atacantes más.

    — ¡Nuestras armas se van a calentar demasiado y no habremos matado ni a la mitad! — exclamó un soldado — ¡Somos muy pocos!

    — ¡Pidan refuerzos ahora! — gritó el soldado al mando — ¡Vamos a rescatar al comandante Lakor!

    Antes de que alguien le pudiera responder, un mensaje inesperado llegó hasta Xorxaik, quien lo procesó en tan solo un milisegundo y lo comunicó al resto del escuadrón.

    — Me informan que la nave está bajo ataque, y que no han terminado de cargar los tanques aún — el robot informó lo delicado de la situación — Solicitan refuerzos allí mismo.

    — ¡Hay que ayudarlos y largarnos de aquí, miren! — señaló una mujer hacia el sitio de donde salieron los primeros veinte — ¡No dejan de salir! ¡Nos van a acorralar!

    — ¡No! — Faron se rehusaba a irse — ¡Hay que traer refuerzos y salvar al comandante!

    — ¡No hay salvación para él! — un soldado se hartó de la rabieta del joven soldado — ¡Si estuviera vivo, habría pedido ayuda! ¡Él ha caído, pero antes nos dejó la orden de llevarnos los tanques tan pronto estuvieran listos! ¡Si tanto adoras al comandante, no te quedes a morir aquí con él y honra su última voluntad!

    — ¡Nada de última voluntad, inútil de mierda! — Faron se volvía muy agresivo — ¡No lo dejaré atrás! ¡Él está vivo, y voy a…

    Mientras el joven soldado que tenía en muy alta estima al comandante Lakor gritaba sin cesar a medida que las criaturas que surgieron del agua se les acercaban, uno de los soldados, cansado de sus gritos, le sacó el casco activando un mecanismo de emergencia en caso de que los soldados pudieran llegar a verse asfixiados. Sin nada que le cubriera la cabeza, otro soldado aprovechó para tomar su rifle y pegarle en la nuca con un potente culatazo. El golpe no noqueó a Faron, pero sí lo pudo dejar lo bastante aturdido para que cayera al suelo. Eso permitió al soldado que lo agredió sujetar su cuerpo mientras que otro tomaba su arma.

    — ¡Xorxaik, cubre nuestro escape hacia la nave! — gritó el soldado mientras empezaba a correr con Faron en brazos — ¡Rápido, se nos están acercando demasiado! ¡Hay que escapar ahora de aquí!

    Activando las armas que tenía equipadas en sus manos, Xorxaik empezó a disparar en contra de los monstruos, apuntando precisamente a la cabeza y eliminándolos con relativa facilidad mientras los soldados retrocedían hacia la nave para ayudar a proteger los tanques que habían cargado con agua.

    Faron, débil pero todavía consciente, solo pensaba en regresar para salvar a su comandante, pero era imposible hacer algo en ese estado. Por el golpe, su vista estaba algo borrosa, y solo escuchaba los disparos mientras era llevado a rastras por uno de sus compañeros.

    — Ace… — decía con un gran dolor — No… te… voy a dejar. Volveré por ti…
     
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  18.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, que decir, este capítulo ha tenido un giro inesperado y por eso, ha mejorado en cuanto a sus predecesores. No me malinterpretes, me encantan los capítulos relajados y sin acción, pero admito que echaba en falta algo de adrenalina y en el capítulo de hoy la he tenido. Gran capítulo con ese plot twist que poco a poco se veía venir; paso a comentarlo.

    Comienza con la expedición que ha ido a Hael Arunyn preparándose para llenar los tanques de esa agua tan necesaria, lo cuál les tomará un par de horas. Mientras tanto, los soldados deciden mantenerse alerta pero aprovechar para pasar el tiempo charlando con sus compañeros. Ahí vemos a Ace, Faron y otros soldados más, hablando sobre sus cosas. Lo más destacado de esta escena, para mi, es el ver como una mujer llama feo a Faron en pocas palabras. Sin duda eso me ha parecido muy gracioso, sobre todo cuando luego le pregunta a Ace por el acto romántico de haber salvado a Agustina en su momento. Es muy XD. Literal me imagino a Faron así: angrysnake.

    Luego vemos como Agustina recibe la visita de Thomas y Gwyn junto a la pequeña Sky. Arick también se encuentra presente. Los viejos amigos conversan acerca de sus hijos (de la posibilidad de que en un futuro puedan conocerse... If you know what I mean... :v) y sobre la idea de Agustina de tener una hija. Thomas y Gwyn, por su parte, se conforman únicamente con Sky, al menos de momento. La cosa parece ser normal hasta que Arick se pone a llorar repentinamente y vemos que no tiene ni hambre ni nada. Preocupados por que pueda estar ocurriéndole algo, Thomas decide irse con Sky y Gwyn se queda para hacerle los favores necesarios a Agustina.

    Por otro lado, Alicia visita a Natasha (y a Allecreod, aunque seguro que éste no era su prioridad XD) en la central. Se la ve mejor que hace unos capítulos tras haber recibido el libro de los detractores. Vemos que las muertes contabilizadas por la pandemia del agua no son pocas, sin embargo, parece que tampoco es muy alarmante el número de decesos. Aquí no tengo mucho que destacar, más allá que veo normal que Alicia todavía guarde rencor a Allecreod por todo lo sucedido.

    De ahí pasamos a ver a Gina de regreso a su hogar, disfrutando de su pequeño Cade bajo la atenta mirada de Noak. Me alegra mucho que Gina esté totalmente recuperada, porque me dio el susto y temí por su vida en su momento. Cade merece disfrutar de su madre por más tiempo. :anicry:

    Y finalmente, el grueso del capítulo y lo más interesante. Cuando parece que la misión de extraer agua se ha completado, una especie de seres acuáticos con formas humanoides atacan a la expedición, arrastrando soldados al fondo marino en un ataque coordinado e inesperado que provoca un caos inicial lógico. De pronto, incluso aparece una estructura extraña sobresaliendo de la poca superficie terrestre que hay, lugar del cuál comienzan a salir más enemigos. La situación es tensa y el descontrol es tal que Ace y otros soldados caen en unas trampillas que se abren bajo sus pies. Algo que parece preparado por esta nueva especie enemiga que verdaderamente me intriga mucho. Ace parece estar bien pero en peligro mientras que Faron quiere ir a buscarle sin pensar en la prioridad: llevar el agua a casa. Sus compañeros se ven obligados a noquearlo con tal de cumplir con la misión y me temo que Ace deberá estar más días perdida en ese planeta mientras la expedición regresa a Edagr y vuelve con un plan. Me alegra que Xorxaik no haya sido dañado dada su importancia en todos los ámbitos.

    En definitiva, un cierre de capítulo muy bueno y que me deja con muchas ganas de saber quiénes son estos seres y qué hará la humanidad cuando descubra esto. Sin querer explayarme mucho más, me despido amigo mío. Te mando un fuerte abrazo. :Okibeta:
     
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  19. Threadmarks: El monstruo que habita las aguas
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VII Un Mundo Diferente
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
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    5752
    Saludos. Paso a publicar el capítulo de esta semana. Después de haber puesto un capítulo de 8k palabras, aseguro que tanto este como el que le sigue rondan aproximadamente entre las 5500 y las 5600 ambos, por lo que confío será una lectura más tranqui en relación al capítulo que vino previo a este.

    Quiero dejar unas imágenes a modo de ilustración, y como fueron creadas con inteligencia artificial, no sentí que fuera correcto publicarlas en el blog, como sí lo hice con las banderas en su momento. Las imágenes corresponden a los escudos tanto de Zenith como de Black Meteor, siendo más una aproximación a cómo me gustaría que se vieran que un calco de la realidad. Pero creo que es bueno igual mostrarlos como un pequeño extra.

    [​IMG]

    [​IMG]

    Agradezco como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por estar al pendiente de este universo ficticio que estamos llevando a cabo. Me alegra que le esté gustando la historia, y es un placer juntarme con él cada semana por Discord para seguir leyendo en simultáneo sobre nuestros universos ficticios respectivos :) Llegó la hora de que inicie el segundo tercio de la historia. Espero lo disfrute.



















    El monstruo que habita las aguas:

    La presidenta Juniper se encontraba sentada en su oficina. Cómo no podía ser de otra manera, estaba agendando en sus dos tabletas digitales reuniones y juntas para todo el mes, dado a que tenía que enfocarse en temáticas variadas como el presupuesto, la educación, y además de todo eso, estaba en mente las planificaciones de un programa de salud para la población que no contaba con un sistema inmune capaz de hacer frente a los virus del planeta Edagr tras los cuerpos haber sido debilitados por las toxinas en el agua.

    — Vacunas, seguros sociales, medicamentos, tratamientos… — pensaba para sí misma mientras se maldecía por haber ganado — Debí haber esperado un poco más. No es posible que deba tener más de veinticinco reuniones en menos de cinco días…

    Mientras se encontraba maldiciendo por dentro, la puerta de su oficina fue golpeada. No tenía citas agendadas para el día de hoy, y nadie hablaba con ella sin alguna cita previa, por lo cual supo de inmediato que debía tratarse de alguno de sus secretarios.

    — ¡Adelante! — gritó para que la pudieran escuchar.

    La presidenta miró como uno de los secretarios que estaba con ella ingresó con un papel impreso en su mano. Muy pequeño, y con un texto escrito en letra tan difícil de ver que parecía dar un aire de secretismo que a Ness le molestó un poco.

    — Llegó esta noticia para usted — el secretario le entregó el papel a la presidenta.

    Con curiosidad al ver que no le había dado adelanto alguno de lo que se iba a encontrar al leer esa especie de telegrama, la presidenta lo tomó en sus manos y lo acercó a sus ojos para poder analizar su contenido. Fue ahí que quedó pasmada con la noticia que se leía allí. El comandante supremo de la milicia de la humanidad, Ace Lakor, había fallecido en la misión que realizó junto a su escuadrón con el fin de traer agua a la humanidad. No tenía en sus manos un informe de la misión, solamente un resumen de los acontecimientos más importantes.

    El agua estaba en camino hacia la gente, y pronto podrían distribuirla entre las ciudades para así brindársela a quienes realmente lo necesitaran. Ace Lakor no era la única víctima de aquel planeta, el cual ella acababa de descubrir que se llamaba Hael Arunyn al leer el papel, sino que había una lista de soldados que no regresarían a casa.

    Pese a lo sombrío de la noticia, la presidenta no pudo evitar dejar salir una pequeña mueca de una sonrisa. El secretario que entregó la nota creyó que algo podría andar mal, así que decidió preguntar para ver si estaba todo bien o si su instinto era correcto.

    — La milicia ha perdido a su líder — explicó la presidenta a quien simplemente desempeñaba un rol de ayudante — Cuando tengan una nueva cabeza al frente, pediré una reunión para ver si podemos llegar a un acuerdo.

    — ¿Qué tipo de acuerdo? — el secretario le preguntó.

    — Esto es solo entre tú y yo — le confió sus planes a futuro — Veré si puedo hacer que el poder militar se disuelva, y así convertiré a la milicia en un ministerio de defensa. No perderán ninguno de los beneficios que tienen, pero ya no estarán por su propia cuenta. Seguirán mis órdenes. Incluso estoy dispuesta a construirle una estatua al fallecido comandante Lakor y brindarle a su esposa y su hijo todo lo que necesiten para la educación del infante hasta que cumpla los diez años.

    — ¿Cuándo sería todo esto? — el secretario tenía esa curiosidad.

    — Dejaremos que ellos se encarguen de darle la noticia a la gente — Ness lo tenía todo claro — Y no será inmediato. Recibirán un aviso mío a la primera o segunda semana de que tengan un nuevo comandante supremo.

    Con todo decidido para el futuro, solo quedaba esperar a que llegara ese momento. La presidenta se guardó el papel que le daba la información sobre todo lo importante que había ocurrido en aquella misión. Estaba claro que, para poder hacer un pedido así sin ser acusada de ser una sedienta de poder o una mujer insensible, tenía que esperar que las aguas se calmaran en la milicia. Con la tristeza de su muerte, no iban a escuchar nada de lo que tuviera que decir. Incluso tenía pensado acudir al funeral del comandante cuando este fuera realizado, con el fin de mostrarse compasiva y algo dolida por su muerte.

    […]

    — Mi… cabeza — expresó Faron al empezar a abrir los ojos.

    Una luz poderosa le invadió las retinas, a lo que él tuvo que llevarse las manos a los ojos para cubrirse y así evitar ser dañado por esa luz tan fuerte. Cuando recuperó la sensibilidad de su cuerpo, se dio cuenta de que se encontraba recostado sobre una camilla, probablemente en la sala médica de la nave que iba en el espacio de regreso a Edagr.

    — ¡Faron! — gritó la voz de una soldado.

    — ¿Despertaste o solo estás hablando dormido? — preguntó una voz, esa vez masculina.

    El soldado poco a poco fue recobrando el reconocimiento hasta que se dio cuenta de que su suposición era efectivamente cierta. Pese a que el golpe que le habían dado no lo noqueó inicialmente, con las sacudidas y algunas arrastradas que le dieron mientras lo apartaban de la zona de las trampas en donde había sido la última señal del comandante Lakor, el joven terminó inconsciente, motivo por el cual tuvo que ser trasladado allí.

    Al mirar al frente con claridad, pudo ver que un grupo de cuatro soldados conformado por dos mujeres y dos hombres le esperaba al despertar. No tuvo idea de cuánto tiempo pudo haber estado inconsciente, pero estaba muy claro para él que ya no se encontraban en Hael Arunyn. Quería saber todo lo que había acontecido con la misión.

    — ¿Qué me sucedió? — Faron sabía lo que había pasado, pero no eligió las palabras correctas — Es decir, ¿cuánto tiempo pasó desde que me desmayé?

    — Solo veinte minutos, descuida — le contestó uno de los soldados — Estábamos esperando a que despertaras.

    — ¿Por qué? Ya estamos en el espacio, ¿verdad? — Faron quería una confirmación.

    — Sí, y el tipo que te noqueó ya envió un mensaje a casa — contestó una chica — Han dado la noticia de que el comandante Lakor está muerto.

    — Maldita sea — Faron quería gritar, pero no se sentía bien del todo — Esos cobardes. Podríamos haber ideado un plan para salvarlo. Ahora que ya estamos aquí, no podremos detenernos hasta estar en Edagr y llevar el agua. No aceptarán que retrocedamos ahora que ya estamos en el camino a llevarles lo que necesitan.

    — Por eso esperábamos a que despertaras — una chica le contestó — A ti el comandante te puso a cargo. Tenemos que dar un mensaje a casa para que estén listos. Yo tengo fe de que el comandante podría estar vivo. Y si no lo está… al menos podríamos recuperar su cuerpo para sus amigos y familia. Él vino solo para quitarles esa carga. Si está vivo, merecen que lo rescatemos. Y si no, al menos deberían tener un cuerpo que llorar.

    — El comandante es alguien fuerte, yo sé que no está muerto — Faron empezó a recuperar la fuerza — Denme un minuto. Confrontaremos a los que me atacaron y me hicieron dejarlo atrás y luego enviaremos un mensaje a casa. Su esposa probablemente haya recibido la noticia y esté destruida. Se merece la verdad.

    Felices de ver que su espera había valido la pena y de que contaban con Faron para poder ir a prestarle ayuda al comandante que probablemente se encontraba atrapado y asustado en un planeta desconocido, el grupo de soldados le dio un poco de tiempo hasta que se recuperara por completo. Una vez estuvo en condiciones, Faron los guio a todos más como un compañero que como líder, hacia la sala de comandos de la nave. Allí mismo vio que estaba en el centro el soldado que le quitó el casco, acompañado de cerca por el que le propinó el golpe con el que quedó casi noqueado. Alrededor de estos estaban los demás que no tuvieron participación en el conflicto, más allá de una pequeña discusión en el terreno del planeta.

    — ¡Ustedes dos! — llamó Faron a ambos, ganándose la atención de toda la sala.

    Xorxaik, también presente, interpretó el tono de voz de Faron como una señal de posible comportamiento hostil que escalaría pronto, por lo que se colocó cerca de ambos para hacerles saber que mantendría el orden en todo momento. Faron y sus acompañantes esperaron hasta que los dos soldados que habían evitado que él pudiera asistir al comandante se pusieran de pie.

    Estos, con gran molestia, se pararon y fueron a encararlo a él y a su grupo.

    — ¿Qué ocurre? — preguntó el que le dio el golpe — ¿No te sientes mejor todavía?

    — ¿Qué mierda hicieron? — Faron se indignó con esa pregunta — ¿Por qué no me dejaron ayudar a Ace?

    — Te salvamos la vida, chico, si te hubieras quedado habrías caído en las trampas o te habría capturado una de esas criaturas — comentó el otro, que estaba más calmado que su compañero, pero no con menos ganas de confrontación — Deberías estar feliz por eso.

    — Dejaron atrás al comandante supremo — un compañero de Faron les recriminó eso.

    — No, cumplimos con sus órdenes — fue lo que declaró el primero en hablar — Él dijo que era una prioridad sacar el agua y llevarla a nuestro mundo. Lo estuvo repitiendo todo el viaje. Si nos quedábamos, quizá nos habríamos muerto todos. Y entonces, su sacrificio habría sido inútil.

    — ¡Él no se sacrificó! — Faron gritó muy furioso — ¡Cayó en una de esas trampas! ¡Y estaba esperando nuestra ayuda! La necesitaba — luego de sus gritos, se empezó a calmar por la tristeza.

    — ¿Quieres ayudarlo? — el que noqueó a Faron quería provocarlo — Puedo arrojarte al espacio. Ve flotando hacia Hael Arunyn y rescátalo. Porque ahora que ya avisé que estamos camino a casa, no podemos regresar.

    — ¿Qué fue lo que dijeron cuando dieron el aviso? — una mujer estaba dubitativa al respecto.

    — La verdad — comentó quien le retiró el casco a Faron — Que el comandante supremo murió en la misión junto a algunos de sus soldados.

    — Esa no es la verdad — Faron se empezó a indignar — Está desaparecido en acción. Y no deberían haber jugado con algo así. Él en casa tiene a una esposa y a un hijo. No es una noticia que puedas dar a la ligera.

    — Bueno, no les voy a decir que está vivo — los dos soldados empezaron a apartarse de la sala de comandos — Se lo dirás tú. Si quieres organizar un rescate y darles esperanza, ahí tienes los controles. Hazte cargo del resultado de las palabras que vas a decir. Yo no participaré en esto.

    — Ya sea que el comandante esté vivo o muerto, haré que les quiten el rango de soldado — Faron no tenía pensado dejar las cosas así — No necesitamos a gente como ustedes en la milicia.

    — Cumplimos la orden del comandante, tú fuiste quien desobedeció y quería quedarse a retrasar al grupo — el otro soldado desafió a Faron — Tenemos testigos que escucharon que esas fueron las órdenes que recibimos. Cumplimos lo pedido, así que no nos retirarán del ejército. Buena suerte con lo que les vayas a decir. Eso sí, si sabes que Ace tiene en casa una familia, mejor cuida lo que vas a decir. Está muerto. No tiene sentido que les des esperanza para que la pierdan tan pronto.

    Los dos soldados conflictivos abandonaron la sala de comandos. Tras haberse quedado por unos momentos en silencio, otros soldados más optaron por hacer lo mismo. Estaban seguros de que el soldado iba a hacer una llamada al planeta Edagr para dar la noticia de que a lo mejor el comandante supremo no estuviera muerto realmente. No querían estar presentes cuando eso sucediera, por lo cual, pocos fueron quienes quedaron en la sala de comandos.

    Eso alivió a Faron, sabiendo que podría contar plenamente en los que estaban a su lado, teniendo un grado de confianza mayor para con quienes estaban detrás de él. Antes de llamar, este quiso interrogar a Xorxaik.

    — Xorxaik, por favor, dime que has registrado las coordenadas en donde detectaste por ultima vez la señal del dispositivo de Ace.

    — Las tengo almacenadas en mi disco duro — el robot contestó de forma servicial — Y estoy pensando en una alternativa que quizá nos podría ayudar a rescatar al comandante Lakor si el ejército autoriza nuestro regreso a Hael Arunyn.

    — ¿Qué es lo que tienes? — Faron se vio ilusionado por eso.

    — Como informé en su momento, no he sido capaz de detectar un controlador que active las trampas a distancia — empezó a explicar el robot — Las trampas se activan con el peso de un cuerpo. Pero mientras escaneaba en busca de más señales, he podido captar una pequeña frecuencia transmitiendo información. No coincide con los equipos que utilizan ustedes, por lo que tiene que pertenecer a los seres que habiten dicho planeta. Siguiendo con mi explicación, si soy capaz de detectar una frecuencia débil, quiere decir que su sistema podría estar expuesto a varias vulnerabilidades que podríamos explotar. Si el ejército puede proporcionarme un repetidor de señales, podría ser capaz de detectar muchas más señales en ese mundo. Eso me permitiría enviar comandos intrusivos y así tomar control del sistema que manejen por tiempo limitado. Quizá eso nos permita acceder a su información y nos indique cuál ha sido el destino del comandante supremo. Yo sé que ustedes deben estar confundidos porque según los archivos de Hark ese planeta no albergaba vida inteligente. Pero una frecuencia detectada por mí tiene que ser artificial. Y también quiere decir que la puedo acceder con las herramientas indicadas.

    — ¿Puedes hacer algo así? — Faron pensó que sería genial si algo así sucediera — ¿Realmente puedes?

    — Está dentro de mis capacidades — Xorxaik le dio un poco de seguridad — Pero eso no influye en la condición del comandante Lakor. Siendo que regresaremos a ese mundo en seis días, quizá sea tarde para cuando estemos allí.

    — Si se puede, hay que intentarlo — Faron pensó que era lo correcto — Sería una buena forma de agradecerle por cuidar de mí en la guerra contra los edagrianos.

    — ¿Qué es lo que vas a hacer ahora, Faron? — preguntó uno de sus compañeros.

    — Voy a avisar en casa lo que verdaderamente pasó — el soldado lo tenía totalmente decidido — Las alternativas que tenemos y lo que nos hace falta. Si está dentro de nuestras posibilidades, hay que rescatar al comandante Lakor.

    […]

    Un escenario muy desolador estaba teniendo lugar en la vivienda que compartían Ace, Agustina y su hijo. Tras haber recibido un mensaje finalmente sobre el estado de la misión, Thomas, Gwyn, Alicia y Natasha acudieron de inmediato a su casa para así poder darle ellos la noticia de lo que sucedió.

    Agustina, tras haber oído de sus compañeros la frase “Ace ha muerto en la misión”, una enorme sensación de vacío la invadió. Cayó de rodillas al suelo al mismo tiempo que empezó a llorar silenciosamente mientras se llevaba las manos a la cara. No gritaba, y no levantaba mucho la voz, pero por dentro ella estaba destruida y no tenía la fuerza para hacerlo. Gwyn y Thomas, grandes amigos tanto de Ace como de ella corrieron a abrazarla, en lágrimas ambos.

    Natasha tomó asiento en el suelo para poder romper en un llanto ruidoso que luego derivó en ella acostándose. Alicia estaba conmocionada igual que ella, pero no podía llorar. Sus brazos le temblaban y no parecía poder reaccionar ante lo que sucedía. Llegó un momento en el que Agustina no contuvo más la tristeza y empezó con su duelo.

    — ¡No! — un grito desesperado asustó a sus cuatro compañeros — ¡No es verdad! ¡Mi Ace no murió! ¡Es mentira! ¡Es mentira! ¡Yo no me pude haber quedado viuda! ¡Y Arick no pudo haberse quedado sin su padre!

    Con enorme tristeza, los cuatro presentes la miraban mientras ella empezó a dar golpes al suelo intentando desquitarse por todo lo que había pasado. No era nada fácil digerir algo así. Un gran amigo había muerto en un planeta lejano, mientras que su familia había quedado rota por aquel suceso.

    Thomas y Gwyn volvieron a abrazar a Agustina para retenerla y así evitar que siguiera golpeando el suelo, por el riesgo que conllevaba dar golpes así. Ellos dos estaban tan dolidos como ella. Ace estuvo a su lado en incontables ocasiones. Fientlig, Garak, Emiv, Ryfier, Edagr al momento de la guerra. En cada una de esas situaciones, Ace los acompañó. Y en la primera ocasión en donde él se fue totalmente solo, había perdido la vida. No podían creer que en lo que se suponía que era una misión para traerle agua a la población en un planeta sin vida, él hubiera sido asesinado por criaturas salvajes que salieron repentinamente del agua.

    Natasha, por su parte, estaba destrozada por un detalle que hacía que la pérdida de Ace fuera más dolorosa. No había podido llegar a tiempo a despedirse en persona de él, lo que quería decir que él se había ido para siempre sin ella haber podido darle un saludo apropiado. En su corazón, ella lo seguía amando. Y por más doloroso que le resultara no poder tenerlo, el verlo cada día en el trabajo era una sensación agradable para ella. Ya nunca se repetiría, y no solo eso, sino que esa vez no tendría esperanza para reencontrarse con él.

    — Ace… — Natasha lo recordaba con mucha tristeza — ¿Por qué tuviste que ir a ese planeta?

    Alicia no podía evitar que un sentimiento de culpa empezara a nacer dentro de ella. Si bien, ella sabía que su amigo lo había hecho voluntariamente, estaba claro que una de sus motivaciones era poder obtener el aprecio de parte de la población, para así apelar a la humanidad de los ciudadanos y lograr retirar de las tiendas aquel libro publicado por los detractores, que nada más se dedicaban a causar daños a la imagen y memoria de Michael. Por haber salido a esa misión, se había quedado con un amigo menos. Más de dos años después de la trágica muerte de su pareja, ella se veía nuevamente golpeada por la tragedia.

    — ¡¿Por qué?! — empezó a gritar Agustina, pero no con furia, sino con un fuerte dolor en su interior — ¡Ya habíamos ganado esa maldita guerra! ¡Nos ganamos el derecho a vivir una vida pacífica! ¡¿Por qué ha tenido que pasar esto?! ¡¿Por qué tuve que perder a Ace?!

    Nadie era capaz de decirle nada para consolarla puesto a que ellos mismos no eran capaces de encontrar algún tipo de consuelo para ellos. Gwyn, como su mejor amiga, nada más pudo darle un abrazo para ofrecer su hombro para que ella pudiera desahogarse. Pero Agustina rechazó ese gesto, y luego de eso, se puso de pie. Ante la mirada confundida de todos sus compañeros, ella fue a la habitación de Arick, que seguía dormido pese a los gritos que se sintieron en la sala. Con sumo cuidado, ella se sentó en la mesa del comedor con él en brazos, y con la urgencia de decirle algo.

    — Mi niño tan maravilloso — decía ante la vista de sus compañeros — Mi pequeño amor. Lo siento. Yo sé que tú amabas a papá. Pero él no podrá regresar a casa con nosotros… Perdóname. Debí haberle insistido un poco más para que se quede. No tendría que haberlo dejado ir.

    Por más difícil que les pareciera, a todos les hacía un enorme daño contemplar esa imagen. Estaba claro que Agustina iba a tener todo un desafío por delante si le tocaba cuidar a su pequeño niño sola. Por esa misma razón, ellos tenían pensado decirle que la apoyarían.

    — Agustina — Gwyn estaba dispuesta a ofrecerle todo lo que estuviera a su alcance.

    — Nos mudaremos — la chica lo dijo muy directo.

    — ¿Qué? — Alicia no la comprendió.

    — No me voy a quedar en esta casa a ver cómo esos malnacidos vienen a pintar con felicidad por la muerte de Ace — Agustina veía eso posible — Me mudaré a la ciudad con menos población total. Así tendré que soportar a menos detractores. Quiero criar a mi pequeño en paz.

    Nuevamente, no tenían palabras para ella. Lo que estaban esperando era un avance de la misión para recolectar agua, pero lo que terminaron recibiendo fue solamente una noticia muy lamentable. Sin embargo, cuando nadie se esperaba otra cosa, Thomas recibió una llamada desde la estación. Allecreod, tras haberse enterado de la muerte de Ace, se ofreció a quedarse trabajando por su cuenta, esto para permitirle a los demás ir a avisar a Agustina sobre la tragedia. Era él quien se encargaba de llamar al soldado, quien no tenía ganas de contestar, pero creyó que podría ser importante.

    — Allecreod, ¿qué tan urgente es? — Thomas estaba seguro de que él no sabía que seguía allí — Yo aún estoy en la vivienda de Ace.

    — Que bueno que estés allí, porque Faron acaba de mandarme un mensaje — Allecreod decía con un tono algo esperanzador — Escucha, deberían hablarlo con él. Al menos uno de ustedes. Sé que viniendo de mí podría no sonar demasiado alentador, pero… Faron dice que Ace no está muerto. Dijo que simplemente está desaparecido, y que Xorxaik tiene un plan con el que podrían rescatarlo.

    — ¡¿Qué fue lo que dijo?! — Agustina se sentía un poco ansiosa tras saberlo — ¡Si me estás mintiendo, te juro que…

    — Yo estoy diciendo solo lo que Faron Zark envió — Allecreod se quería lavar las manos — Él es quien miente en todo caso. Pero será mejor que envíen a alguien aquí para comprobar todo esto.

    […]

    En una sala oscura donde nada más se podía ver el resplandor de luces de color azul parpadeando, Ace abrió los ojos lentamente. El comandante recobró la consciencia unos minutos atrás, pero sabiendo que había caído en un lugar que podría ser peligroso para él, optó por realizar su despertar algo tranquilo. Una vez que pudo ver con ambos ojos, notó una presión en sus manos. Se encontraba retenido por las muñecas a una de las paredes de aquella sala. No solo eso, también notó que no tenía su casco puesto para protegerse la cabeza.

    El comandante supremo estaba lleno de dudas. ¿Había caído directamente allí o lo habían arrastrado hasta ese sitio? Al analizar sus alrededores vio una especie de tableros en el muro que tenía en frente, y un pequeño ventanal del cual no se podía apreciar nada más que oscuridad. Sobre él, dos luces azules intensas que parpadeaban hasta que él centró su vista en ellas. Tan pronto como este les puso el ojo encima, estas cesaron en su parpadeo y disminuyeron un poco su intensidad hasta alcanzar una iluminación constante.

    — Saben que he despertado — Ace creyó que no era casualidad — Pero ¿dónde estoy? ¿La nave seguirá aquí o habrán escapado? Supongo que no lo sabré desde aquí.

    Sus pensamientos, miles al mismo tiempo, fueron interrumpidos cuando escuchó una voz desde el exterior de la sala donde él se encontraba retenido contra su voluntad.

    — ¡Ha despertado! — era tan grave que no podría saber el género de quien había hablado — ¡Es el primero de los especímenes que se despiertan!

    — Llama a nuestro Dozern — contestó otra voz casi tan grave como la primera que escuchó, pronunciando una palabra extraña para Ace.

    — Creo que él me comunicó que el Dis también quería inspeccionar al primero de ellos en despertar — otra voz nueva habló desde afuera — Los buscaré a los dos.

    Ace no podía ver un marco de alguna puerta en la sala, por lo que creía que los que estaban hablando desde fuera no entrarían por otro sitio que no fuera un pasadizo secreto, cosa que no le era alentadora si es que quería buscar una ruta de escape. No era capaz de visualizar nada desde esa posición, y si resultaba que todo estaba escondido de su vista, lo tendría muy difícil.

    — Así que sí hay seres inteligentes en este planeta — Ace recordó lo que leyó de la extracción del compendio de Hark — Te has vuelto a equivocar. Menos mal que no aceptamos esa información que nos dio Ixorum sobre planetas que podríamos habitar. A lo mejor todos esos datos eran erróneos.

    Pensando seriamente sobre qué tipo de enfoque debería tomar cuando los seres que aparentemente se llamaban Dis y Dozern llegaran hasta él, un pequeño ruido se oyó desde el exterior, pero esa vez no eran voces. Un golpe se sintió sobre el cristal del ventanal. El comandante creyó que el contacto habría sido de parte de una de esas criaturas que se escondieron en el agua y posteriormente salieron para atacarles. Supo que ese lugar donde se encontraba debía de estar sumergido, pero no tenía ni idea de qué tan profundo sería, y menos si las criaturas a esa profundidad serían como las que él enfrentó antes.

    — Gracias al cielo que cuento con la energía — pensó para sí mismo — Porque me han robado mi rifle.

    Antes de poder pensar en otra cosa, escuchó un ruido que parecía ser de una despresurización. Nunca había oído algo así, pero pudo reconocer el sonido gracias a unas lecciones que el comandante Morris le dio, ya que este solía realizar viajes en submarino hacia la base de Abel Hartka, por lo que así fue como lo pudo aprender.

    Cuando el ruido cesó, una compuerta oculta, tal y como él creía, se levantó, y le permitió el ingreso a la sala a dos seres que se veían exactamente iguales, al grado de que creyó que serían hermanos. Ambos eran un poco más bajos en estatura que él cuando se encontraba erguido. Tenían una piel de color azul claro, y unos ojos amarillentos muy enormes. Les faltaba nariz, vello facial y cuero cabelludo en la cabeza. Pero sus bocas eran de gran tamaño. Estaban vestidos con una armadura que brillaba como el acero, y era de color gris con toques azules. Dicha armadura les cubría el torso, brazos y piernas, pero sus manos, pies y toda la cabeza y cuello estaban al descubierto. Sus pieles se veían arrugadas, incluso con la luz que no iluminaba demasiado en el interior de aquella sala.

    Tal y como Ace inspeccionó a los dos seres que tenía en frente, él pudo notar que ellos hacían lo mismo con él. Según lo que había escuchado, era el primero de los especímenes en despertar. Eso quería decir que por lo menos otro de los soldados que cayó con él seguía con vida. Era incómodo y un poco aterrador para él tener que tolerar esas miradas que parecían casi muertas de esos seres que no mostraban expresión alguna en su rostro. El soldado creyó que, así como él estaría asustado, ellos estarían intrigados o enojados, pero sus caras no dejaban ver nada más que una expresión de póker. Casi como si esos seres no se pudieran expresar gestualmente.

    Harto del silencio, y con la enorme curiosidad de saber en dónde se encontraba, decidió ser él quien hiciera la presentación oficial ante ellos. No quería que su silencio se interpretara como debilidad o como descortesía, ya que no tenía idea de cuál sería la peor en aquella situación.

    — Hola, habitantes de Hael Arunyn — las dos criaturas se miraron cuando lo escucharon hablar — Yo me llamo Ace Lakor. ¿Puede ser que sus nombres sean Dis y Dozern?

    Luego de que ambos seres ante los que se presentó el comandante dejaron de mirarse, uno de ellos caminó hacia él y le dio una patada con fuerza moderada en la cabeza. El golpe claramente dolió poco a Ace, pero no evitó que gritara un poco por esa sensación tan incómoda. No solo eso, sino que se alteró un poco al pensar que podría haberlos asustado.

    — ¡Lo sabía! — sonaba enojado, pero su cara no mostraba expresión alguna — ¡Tú y los tuyos conocen nuestro idioma! ¡Nos han estado estudiado atentamente! ¡Pero supongo que eso facilita las cosas!

    — No… — por los gritos y toda la situación, Ace sentía algo de miedo — Se equivocan. Nosotros no los hemos estudiado nunca. No sabíamos de su existencia.

    — ¡Es mentira! — volvió a gritar, pero con más fuerza — ¡Ustedes sabían perfectamente a lo que vinieron! ¡Querían arruinar nuestro ecosistema! ¡No me van a engañar! ¡Por algo tú te sabes nuestro idioma!

    — Si los conociéramos, ¿habría caído en sus trampas? — Ace quiso recurrir a la lógica — Te puedo jurar que yo no tengo idea de quienes son ustedes. Pero si lo supiera, habría buscado alguna otra entrada a este sitio para no quedar atrapado.

    — Probablemente lo suyo sea una cortina de humo, Dis — contestó el que estaba detrás de él — O quizá realmente dice la verdad, y simplemente fue enviado a este planeta sin saber nada. Solo para que sus jefes pudieran verificar qué tan bien funcionan todos nuestros mecanismos de defensa. Quiero decir, nadie caería en una trampa que conociera desde antes.

    Luego de las palabras de quien lo acompañaba, el que respondía a lo que parecía ser el nombre de Dis, se tranquilizó un poco en su furia. Sin embargo, el enojo en él seguía estando presente, y quiso hacérselo notar al ser que tenía en frente.

    — Supongamos que te creo — Dis se agachó para estar a la altura de Ace — Eso no quita el hecho de que tú y los tuyos hayan venido aquí para arruinar nuestro ecosistema.

    — ¿De qué estás hablando? — Ace preguntó, sabiendo que se refería a la extracción del agua, pero quería investigar más — ¿Cómo que arruinar su ecosistema?

    — ¡Llegaron desde arriba con esa estructura que puede flotar! — por sus palabras, daba a entender que no conocía el concepto de viaje o nave espacial — ¡Dejaron que esos enormes cuerpos entraran en contacto con nuestra agua, y luego se encargaron de robarnos veinte millones de parsolitros de nuestra reserva! ¡Han alterado la cantidad de agua en nuestros alrededores, hemos perdido a varios especímenes de peces pequeños que se encontraban sanos y en buenas condiciones, y las temperaturas están presentando irregularidades que están afectando el comportamiento de los peces de gran tamaño! ¡Los animales muertos no nos sirven, y al robarnos tanta agua, nos han forzado a tener que utilizar nuestras provisiones de emergencia con tal de preservar a los animales sanos!

    Ace tenía mucho miedo, puesto a que con cada palabra que ellos decían, él no era capaz de entender nada. Solo gritos que no parecían dar mucha información más allá del hecho de que el haber robado el agua de ese mundo había traído desequilibrios a su ecosistema. Todos asuntos que él no podía comprender, ya que ni siquiera sabía con quienes estaba hablando.

    — Dis, escúchame — imploró para intentar saber en dónde se había metido — Yo no tengo idea de nada de lo que está ocurriendo aquí abajo. ¿Qué es exactamente lo que quieres de mí? Dices que he causado mucho daño, pero aun así me has mantenido con vida. Está claro que tú quieres algo de mí. Deja de confundirme. Solo di lo que quieres y si es posible, explica mejor lo que está pasando. Porque no estoy entendiendo nada.

    — Lo que yo quiero es lo que han querido todos los Dis desde hace generaciones — esas palabras no hicieron más que confundir mucho más al comandante supremo — Preservar la vida de nuestra especie. Y tu actividad en mi mundo fue tan breve y a la vez tan destructiva que está más que claro que quiero algo de ti. Ahora que sé que puedes hablar mi idioma, quiero que sepas que lo que has causado en mi mundo nos ha traído consecuencias… Y puedes apostar tu insignificante vida a que voy a obtener una retribución de ti y de los tuyos, aunque sea muy pequeña.

    — ¿A qué te refieres con retribución? — Ace se empezó a asustar más por la forma en que lo decía.

    El ser que respondía al nombre de Dis posó su mano sobre un compartimiento oculto en su armadura, lo abrió y luego de eso sacó lo que Ace pudo reconocer como un tubo de longitud media con algo puntiagudo en un extremo. Aquel ser que habitaba en las profundidades de las aguas de Hael Arunyn se le acercó, colocó el misterioso tubo cerca de su mano, y clavó la punta filosa en su dedo índice de la mano izquierda. Cuando tres gotas de sangre cayeron desde ahí, se aseguró de guardarlas en el interior del tubo. Ace no entendía nada, pero podía intuir que iban a realizar algún tipo de análisis con su sangre, cosa que no lo entusiasmaba para nada, puesto a que el conocimiento que tenía sobre esa especie no era demasiado.

    — Contribuirás en la recuperación de esta crisis como alimento — las palabras del Dis hicieron que Ace se estremeciera un poco con solo escucharlo — De ser posible, alimentarás a los peces de gran tamaño con tu carne. Pero si tu sangre resulta no tener componentes que estos puedan digerir, no me quedará otra opción más que arrojarte a los Deoren. Tan pronto como esté listo el análisis de tu sangre, decidiré tu destino y el de aquellos que te acompañaron a este lugar. Pero da igual el uso que termine dándote, yo voy a cumplir la misión de preservar a mi especie.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, me alegra disfrutar de un finde más por aquí, leyendo LGC y conversando contigo. El capítulo de esta semana ha sido más corto que el anterior pero mantiene el nivel que vamos viendo últimamente; en definitiva, me ha gustado mucho. Así que pasaré a comentarlo inmediatamente y sin rodeos.

    Comenzamos con la maldita viej... presidenta de la humanidad, la señora bastarda Juniper. Vemos que la mujer recibe pronto la noticia de lo ocurrido en Hael Arunyn y se alegra de que el comandante supremo haya sido dado por muerto. ¿Qué clase de persona se alegraría por eso? Literalmente, este personaje empieza a ser algo más que simplemente repelente; es una vieja asquerosa :v. Sabiendo esto, Juniper planea esperar a que el ejército nombre a otro comandante supremo (no sin antes fingir que adoraba a Ace al hacerle una estatua y mantener a su familia) para entonces negociar un acuerdo que incluya al ejército bajo su mando, convirtiéndolo en un ministerio de defensa. En fin, políticos :whistle:.

    De ahí pasamos a ver a Faron, quién despierta tras ser medio noqueado en la evacuación del planeta acuático. Al parecer, el fan número uno de Ace está frustrado por no haber podido quedarse a ayudarle y decide confrontar a aquellos que se lo impidieron. Estos se excusan en que la orden de Ace era irse con el agua y ya, pero Faron entiende que podrían haber hecho algo más por él. Dos posturas contradictorias pero lógicas, sin duda. Sea como sea, cuando Faron se entera de que estos han enviado la noticia de que Ace ha muerto en combate, decide corregir eso mediante el envío de otro mensaje. Y aparte, Xorxaik le informa de un posible plan de rescate que podría tener en caso de regresar al planeta. Grande, mi robot fav :slap:.

    Después descubrimos como Agustina y los viejos amigos de Ace reciben la noticia de su "muerte". Obviamente el shock es total en todos, pero especialmente en Agustina e incluso en Natasha. El impacto es enorme, tanto, que incluso Agustina decide rápidamente en mudarse de la casa a otro lugar más tranquilo para cuidar de Arick, mientras lamenta que su hijo no vaya a ver más a su padre. Para sorpresa de todos, Allecreod se comunica con Thomas para informarles que acaba de llegar un mensaje de Faron: el comandante no está muerto, sino desaparecido.

    Finalmente, vemos el destino de Ace tras caer por una de esas trampillas subterráneas. El comandante se encuentra encerrado en una especie de habitáculo apenas iluminado y pronto recibe la visita de dos de esos seres acuáticos, que se hacen llamar Dis y Dozern. Me gustó la descripción de estos alienígenas, da a entender que se pueden mover bien por el agua o al menos eso me he imaginado. Además, parecen querer preservar su ecosistema y no conocer el viaje espacial, esto último una clara ventaja para los humanos ya que esos seres no podrían ir a Edagr a atacar. Estos quieren que Ace y los suyos compensen por haber dañado su ecosistema debido al robo de agua (joder, que ecosistema más frágil XD) y para su sorpresa le sacan unas gotas de sangre para analizarla, con el objetivo de que el comandante supremo sirva de comida para otros animales. No sé porqué me imaginé tiburones alienígenas :shark:.

    Bueno, ha sido un buen capítulo en líneas generales y estos alienígenas sin duda son intrigantes, aunque me da la sensación de que su trama no será muy relevante en el futuro. No es como que los vea como los nuevos enemigos futuros, pero ya se verá. Muero por ver como Ace escapa de ahí y quiénes van en su búsqueda de regreso a Hael Arunyn.

    Hasta la próxima, amigo. :kuku:
     
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