Ciencia ficción La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción

Tema en 'Novelas' iniciado por Reydelaperdicion, 7 Mayo 2022.

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    Elliot

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    Cap "La reorganización"

    Lo vi~ x'p

    No creo que esta parte la vaya a leer de forma tan intensa como la anterior, ya que por esta época no ando con el mood de lectura intensa, y probablemente vaya a estar ocupado próximamente. Pero casi que mejor así, que entonces evito ponerme al día tan rápido y tener que esperar por un cap a la vez.

    Dicho todo esto, a hablar del capítulo: Es un buen inicio, continuando directamente con el final de la anterior parte. Soy más fan de cuando ha pasado un tiempo entre medias, pero en este caso si que era mejor seguir por donde estaba. Tras los esperados reencuentros, las trágicas noticias entre estos, y los guerreros iniciando su recuperación, siguió la tensa pero necesaria negociación por la paz. Parece que los humanos del Zenith al fin pueden retomar su misión principal, pero los garaks optaron por quedarse a ocupar militarmente el planeta. Cadain se alivió que no pidieran nada peor, pero aún así podría ponerse fea la cosa si no la manejan correctamente. A ver para donde van los ahora separados caminos de humanos y garaks a partir de ahora, y qué será de las especies esclavizadas. Aunque supongo que primero va a tocar retomar lo de Black Meteor, tras tamaña revelación.

    Un saludo!
     
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    Reydelaperdicion

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    Verás un par más en el futuro :) Los he ido dejando a modo de agradecimiento oculto, ya que no quiero etiquetarte y que te termines spoileando.

    Descuida, no hay prisa. Mientras el foro siga de pie, la historia no se va a ningún lado. Al momento de empezar con tu lectura, había publicados 40 capítulos y quedan un par más para que llegue el final. Así que, si lees un capítulo a la semana, tendrás una diversión garantizada de aquí hasta fin de año aproximadamente. Aunque esta parte está llena de capítulos largos por el medio, así que creo que haces bien al ir retomando de a poco, ya que hay una recta donde se vienen capis muy largos.

    Agradezco el comentario, Elliot. Tenía pensado darte el aviso tan pronto acabara la parte, ya que creo recordar que en un comentario de la V mencionaste que preferías leer una vez terminada, pero viendo que ya empezaste, no me queda más que agradecerte por haber llegado tan lejos y seguir aquí.

    Un saludo.
     
  3. Threadmarks: No volverás a sobrevivir
     
    Reydelaperdicion

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    Título:
    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    44
     
    Palabras:
    10319
    Saludos. Tras haber vuelto de mis vacaciones, es hora de que retome la publicación de la historia. No voy a aburrirlos con un texto gigante de intro porque mientras revisaba, noté que este es un capítulo largo.

    Quiero agradecer como siempre a mi gran amigo Manuvalk por haber estado allí para seguir la historia desde sus inicios por el lejano año 2017, y a quien le agradezco mucho por el apoyo que ha entregado. Estoy seguro de que, sin él, esta historia no habría llegado tan lejos, o tal vez sí, pero no del modo que a mí me gustaría que hubiese llegado. Espero hoy podamos encontrarnos por Discord para llevar adelante nuestra charla con lectura en simultáneo.

    Como siempre, la guía de personajes y la cronología están actualizadas. Un saludo a todos los que hayan llegado hasta este punto.











    No volverás a sobrevivir:

    Con varias bajas en sus filas y un tanque destruido a causa del uso de las torretas por parte del ejército edagriano, el escuadrón de garaks, en conjunto con Wida, Lankir y el robot Xorxaik, tuvieron que abandonar la ciudad para preservar sus vidas. La acción inmediata que realizaron fue abordar la nave asignada para su grupo, primero cargando los tanques y luego subiendo en varios grupos hasta que los miles de soldados estuvieron a bordo y a salvo del ataque de sus enemigos.

    Lankir, tras haber quedado huérfano del todo con la muerte de su padre, aguardó hasta llegar a la nave para poder descargar toda su tristeza por el suceso tan trágico que había sucedido hacía pocos minutos. Frente a Wida y algunos otros garaks que estaban presentes en la sala, el joven xaromitante cayó de rodillas y empezó a golpear el suelo del vehículo espacial que ya se encontraba en el aire, para alejarse de la ciudad donde no podrían pasar sin más ayuda.

    La mujer xaromitante se acercó a su compañero y lo abrazó, gesto que él correspondió, apoyando su cabeza sobre el hombro de quien era su amiga y única compañera viva en el campo de batalla.

    — ¡No puedo creer que haya tenido que morir así, de una forma tan horrible! — Lankir expresaba con dolor y tristeza — ¡Su cuerpo fue partido a la mitad de una forma grotesca!

    — Lo lamento, Lankir — Wida sentía mucho dolor por la pérdida de su líder, al punto de derramar un par de lágrimas — Terrior era un gran líder para nosotros. Su partida será muy difícil de explicar a los xaromitantes que están en casa.

    — Yo… — Lankir estaba muy asustado por lo que quedaba de guerra — No creo que podamos regresar a casa a salvo. Los tanques que creamos eran armas poderosas y no fuimos capaces de hacerles el más mínimo rasguño a ese gusano terrestre.

    — Entiendo que estés triste, yo también lo estoy — Wida sabía que en ese estado no sería muy efectivo — Créeme, sé lo que se siente perder a un familiar en una misión. Lo he vivido en carne propia. Cuando me dieron la noticia de que Gan murió asesinado, sentí que mi mundo se venía abajo. Sé que estás pasando por algo doloroso, pero incluso así tenemos que seguir luchando. Hay que luchar. Hasta ganar o hasta morir. ¿Lo entiendes?

    Esas palabras golpearon muy fuerte al xaromitante, y varios recuerdos de las personas más cercanas a él en el último tiempo pasaron por su mente. Las imágenes de Gan, del general Orikrof y de su amigo Aurio llegaron a su mente. Ellos tres habían perdido la vida justo como su padre, durante una misión con el fin de llegar hacia una solución para su especie luego de que la Gran Catástrofe terminara por dejarlos sin su hogar. Lankir, con mucho dolor encima por la muerte de su padre, se puso de pie, se secó las lágrimas de los ojos y luego le dio un abrazo a Wida.

    — Haré el intento de pelear lo mejor que pueda en esta guerra — dijo, tanto para tranquilizar a Wida como para tranquilizarse a sí mismo — Por ellos, por mi padre… y por nosotros dos. Tenemos que sobrevivir para volver a casa. Ahora que mi padre ya no está, los que esperan en casa necesitarán un nuevo líder. Tú y yo tenemos que regresar a salvo.

    Wida se impresionó en cierta forma por las palabras de Lankir. No creyó que su pequeño aliento en palabras pudiera darle el ánimo suficiente para levantarse y pelar, sobre todo porque él no era un guerrero en su totalidad como lo era ella. Sin embargo, eran más buenas noticias que otra cosa. Con Lankir sin decaer moralmente, quizá su inteligencia les podría servir para sobreponerse ante la adversidad que enfrentaban.

    Uno de los garak, quien tenía el rol de comandante de los suyos a bordo de la nave xaromitante, se le acercó a Lankir y a Wida para preguntar algo que todos los de su especie necesitaban saber.

    — Siento la falta de tacto en un momento así — se expresó con mucha más empatía que sus otros compañeros — Pero uno de ustedes tiene que dirigir esta nave. Y, además, tenemos que informar a Asmir y al resto sobre la posesión de esos vehículos por parte del enemigo.

    — Lankir… — Wida quería ofrecerse para el puesto, pero no quería que su compañero se sintiera dejado de lado por una decisión apresurada de ella.

    — Es mejor que seas tú, Wida — Lankir le cedió el lugar — Estás más capacitada para liderar en medio de una guerra. Yo sigo algo afectado.

    — Muy bien, yo me haré cargo — la xaromitante le dio un fuerte abrazo a su compañero para luego acudir junto a él a la sala de comandos.

    La pareja de compañeros xaromitantes, en compañía del comandante garak, algunos soldados de esta especie y el robot creado por Allecreod acudieron a la sala de comandos para poder dar el aviso a todos sus compañeros. Ya sea que tardara más o menos tiempo en llegar, tenían claro que más vehículos como ese saldrían a pelear en contra de los suyos, y no conocer de su existencia podría ser fatal. Frente a los controles que daban acceso al equipo para transmisión de mensajes, la xaromitante empezó a dar la alerta.

    — Habla Wida, a bordo de la nave xaromitante — decidió dar a entender las cosas desde el principio — Estábamos en camino a la central de red planetaria principal, donde Xorxaik podría cortar las comunicaciones de los edagrianos cuando fuimos interceptados por una especie de… creo que era un tren. Tenía armas estacionarias instaladas en los techos, y a varios tiradores edagrianos accionándolas. Son armas demasiado potentes, dado a que fueron capaces de destruir un tanque. Incluso llegaron a derribar a Xorxaik al suelo, aunque no tuvieron la potencia para destruirlo. Perdimos a varios soldados garak en el ataque… y también perdimos a nuestro líder, Terrior. He decidido tomar el liderazgo de esta nave en su lugar. Pero estamos en una situación más que crítica. Con las muertes de Magnus y Terrior, ya solamente nos quedan Cadain y Asmir como líderes de las especies de la alianza. Espero respuestas para conocer la situación y el panorama actual.

    Luego de haber dado ese mensaje, Wida miró muy preocupada a Lankir. El xaromitante, abrumado por la pérdida reciente, quería sentirse útil y buscar una estrategia que les permitiera tomar la ventaja en la batalla, pero su mente estaba haciendo el mayor esfuerzo por no derrumbarse. En el momento en el que le dijo a Wida que pelearía, creyó tener más fortaleza mental para manejar el dolor, pero conforme corrían los segundos, se dio cuenta de que el auto engaño no fue un método tan efectivo como creyó. Wida, notando ese gesto en él, se le acercó para tomarle las manos.

    Con una sonrisa, ella mostró su apoyo incondicional a quien en el pasado fue su pareja, y con quien no terminó en los mejores términos. Lankir, quien apreciaba mucho eso, le devolvió la sonrisa, y por un momento, su mente llegó a estabilizarse de mejor manera. Fue entonces que se le ocurrió una idea para poder hacerle frente a los trenes con torretas equipadas encima.

    — Creo que tengo algo que nos puede servir — Lankir entonces miró a Xorxaik — Xorxaik, ¿puedes navegar en su red?

    — Puedo hacerlo, pero solo en secciones públicas de la misma — el robot contestó a Lankir — Para poder navegar por direcciones privadas necesito estar cerca de las mismas redes para poder vulnerar más fácilmente los protocolos de seguridad.

    — ¿Puedes averiguar el punto del planeta en el que da inicio la ramificación de carriles para ese tren? — para poder contar lo que se le había ocurrido, necesitaba contar con esa información.

    — Todo dependerá de si esa información es de acceso público, si es solo para fines privados, no seré capaz — Xorxaik se puso a seguir las órdenes del xaromitante — Ya mismo lo estoy intentando. Inicio descarga y análisis de archivos públicos en la red.

    Ni Wida ni tampoco los garak entendieron qué era lo que quería hacer Lankir con esa clase de información. Antes de que alguien le haga una pregunta, este comentó su idea a todos los presentes en la sala.

    — Los trenes no aparecen por arte de magia, tienen que partir desde algún lugar — el xaromitante empezó su explicación — De seguro hay un lugar en donde todos los trenes del planeta inician su camino a las diferentes ciudades. Dado a que todavía nadie informó de un vehículo así, es posible que no hayan salido todavía.

    — ¿Cuál es tu teoría? — el comandante garak quería saber si su idea resultaría buena o no.

    — Dudo mucho que hayan lanzado trenes a todos los sitios del mundo sin haber comprobado su efectividad primero — Lankir pensó en cómo manejaría él la situación — Piénsenlo, creo que ellos nos enviaron ese tren para medir su fuerza contra nuestros tanques. Si no fuera efectivo, seguro buscarían alguna forma de mejorar al resto para que tuvieran un mejor uso en vez de simplemente mandar a perder todos los que tenían disponibles.

    — ¿Dices que hay posibilidades de que ese tren sea el único que ha salido a la batalla? — preguntó otro de los garak.

    — Así es, pero ahora que han visto que pueden causar daño, estoy seguro de que saldrán más trenes — Lankir luego miró a Xorxaik — Por eso quiero descubrir el corazón de la vía de trenes de este planeta. Para que podamos enviar escuadrones a destruirla, y así no tener que lidiar con estos por el resto de la guerra.

    — Es un buen plan, pero seguro a estas alturas ya habrán lanzado otro a la batalla — Wida pensó con algo de pesimismo — Pero si podemos evitar que envíen uno a cada ciudad bajo ataque, estaremos bien.

    — Igualmente, también dependemos de que Xorxaik sea capaz de darnos esa información — las vistas de todos se centraron en el robot — Sin eso, lo único que nos quedaría por hacer sería sobrevolar el planeta entero buscando un posible lugar de origen para la salida de los trenes. Lo que podría demorarnos un buen tiempo y hacer que nuestro esfuerzo fuera inútil.

    — Ya sea que sigan lanzando más trenes a la batalla o no, tenemos que pensar en una forma de contrarrestar al que ya está liberado — el comandante garak creyó que lo estaban pasando por alto — Estoy seguro de que con esfuerzo combinado de varios tanques podríamos hacerle mucho más daño. Pero sus armas son rápidas, y eran unos diez soldados sobre el techo.

    — Habría que pedir refuerzos para asegurarnos de tener más de diez tanques en batalla — Wida creyó que sería lo más prudente — No podrán destruir diez tanques a la vez. Pero para eso, un escuadrón tendría que venir a nuestra posición.

    — Nosotros no podemos retirarnos, tenemos que interceptar sus comunicaciones si queremos tener ventaja — Lankir pensó a futuro — Ya hemos visto que son peligrosos incluso sin ellas. Lo mejor será poner tanta ventaja de nuestro lado como sea posible.

    — ¡Esperen! — Wida les alertó a todos — Un escuadrón de nuestros aliados quiere comunicarse con nosotros.

    Viendo con atención a la máquina central de la sala de comandos, y dejando de lado el tema principal de discusión, Lankir, el comandante garak que viajaba en la nave y algunos de sus soldados se acercaron a la máquina para echar un vistazo más cercano a la computadora. Si bien, los altavoces de la nave transmitirían la comunicación a todo el mundo, querían poder ver bien con quien se iban a comunicar.

    […]

    — ¡Perfecto! — Arion festejó luego de ver ese tanque ser destruido — ¡Esta guerra ya es nuestra!

    Invadido por la euforia de ver que su tren armado resultó ser más efectivo en batalla que los tanques, tanto en poder de destrucción como en movilidad, el líder de los edagrianos tomó a su pareja en los brazos y le dio un beso con el mayor estado de ánimo que pudo. Varlim, quien siempre apreciaba esos gestos de su novio, correspondió la acción besándolo ella también.

    Lo que acababan de ver hablaba por sí solo. El escuadrón enemigo, pese a tener un gran poder de su lado, emprendió la retirada del campo de batalla, e incluso uno de los tanques que tenían terminó por ser destruido por los incesantes disparos de las torretas equipadas sobre el tren. Con eso en mente, creyeron que la guerra estaba ganada, y que solo debían resistir hasta que los operarios de los trenes pudieran eliminarlos a todos.

    Ambos líderes se miraron con el deseo de partir a la batalla, para poder así eliminar a los invasores que estaban derramando sangre por el territorio inmenso de su mundo.

    — ¿A dónde nos vamos a dirigir? — Varlim quiso saber el plan que tenía su hermano.

    — A la ciudad de dónde nacen las vías de trenes — Arion pensó como lo haría si él fuera un enemigo — Una vez que den el aviso sobre el poder de nuestro tren, probablemente empiecen a enviar escuadrones de expedición para encontrarla y destruirla antes de que lancemos más trenes a la batalla.

    — ¿Acudiremos ambos para defenderla? — Varlim supo que diría que sí.

    — Esperaremos allí a cualquiera que venga a atacar el lugar, al menos hasta que podamos enviar más trenes para exterminar a los enemigos — Arion explicó a su hermana — Una vez que hayan partido, acudiremos ciudad por ciudad a cada sitio que se encuentre en peligro.

    — Y salvaremos a nuestra gente del ataque de estos malnacidos que tuvieron la suerte de no morir en el Exterminio — Varlim lo miró con una sonrisa ligera de maldad.

    — Ya se salvaron dos veces — Arion acarició el rostro de su pareja — Primero por los malos cálculos de nuestro padre. Y luego por la inútil misericordia que Ixorum mostró con ellos. Así que, tenemos que ser nosotros los que le pongamos fin a sus vidas.

    — No sé a qué planeta te gustaría que nos fuéramos a vivir luego de que la tercera fase del Exterminio esté en marcha — Varlim se acercó a sus labios — Pero, vayamos a donde vayamos, haremos que nos construyan estatuas.

    — Me leíste el pensamiento, amor mío.

    Ambos, envueltos en la pasión del momento, se dieron un beso prolongado. Ese sería el último gesto de cariño que se darían antes de salir personalmente a enfrentar a los invasores, pese a que Varlim ya hubiera tenido una batalla contra uno de sus escuadrones. Ambos alargaron el beso hasta que ya no resistieron más, dado a que las ansias por salir a matar enemigos los consumieron. Sin poder reprimir más sus impulsos, los dos hijos mayores de Hark salieron tomados de la mano para poder dirigirse al sitio en el que tendrían que esperar la llegada de más invasores de las diferentes especies que se encontraban en su planeta en dicho momento.

    […]

    El caos parecía no tener fin. Ace, Natasha, Agustina, Faron, Abel, y todos los soldados humanos que se encontraban en plena calle, abrieron fuego contra los vehículos tan pronto como estos salieron. Estos eran de un tamaño muy grande, superando ampliamente una camioneta todoterreno de las que solían tener en la Tierra.

    En cada vehículo edagriano cabían cuatro pasajeros. Uno de ellos, más que ser un pasajero, era un conductor, y tenía la responsabilidad de esquivar las balas que provenían de cada dirección. Los otros tres a bordo de estos vehículos terrestres eran portadores de armas que disparaban a gran velocidad, pero con poca potencia de fuego. Equipados todos con trajes de protección contra disparos enemigos, un total de siete vehículos empezó a recorrer las calles disparando tanto a los escuadrones de humanos como a las bestias.

    Los monstruos que provenían del planeta Fientlig no tenían forma de acercarse a dichos vehículos sin correr el riesgo de ser atropellados, por lo que el comandante Ace, a cargo de dirigirlos a todos, les ordenó que se retiraran del campo de batalla. Perder a las bestias sin poder llevarse por delante a edagrianos enemigos sería desperdiciar recursos militares muy valiosos, por lo que este optó por no perderlas.

    — ¡Disparen a las ruedas! — Ace quería reducir la movilidad de los vehículos del enemigo lo más que pudiera — ¡No parecen llevar ninguna especie de blindaje!

    Obedeciendo a la figura de autoridad con más antigüedad entre los presentes, todos apuntaban hacia los neumáticos de los vehículos, que se veían demasiado similares a los de un auto terrestre. El cuerpo metálico de estos autos militares era muy resistente a las balas, lo que hacía imposible que pudieran asesinar a los pasajeros que se encontraban disparándoles, sobre todo por el hecho de que también portaban trajes protectores que resistían al impacto de sus balas.

    La idea del comandante fue muy efectiva, dado a que en solo un par de minutos fueron capaces de conectar los disparos en contra de las llantas de los vehículos, cosa que generó que estos se detuvieran en seco debido a un sistema automático de prevención de accidentes instalado en estos.

    Tan pronto como quedaron estáticos, uno de los edagrianos salió furioso del interior de su auto y empezó a disparar ráfagas de balas en todas las direcciones al tiempo que gritaba con enojo, insultando y maldiciendo.

    — ¡Mierda con estos vehículos y sus putas ruedas defectuosas! — el edagriano parecía estar dispuesto a matar a todos los invasores que pudiera, importándole poco quedar expuesto a los disparos — ¡Al final nuestros trajes son más resistentes que sus putas ruedas!

    Poco a poco, sus compañeros se fueron integrando a la batalla, que no tardó casi nada en convertirse en un tiroteo. Los humanos, en menor número debido a que algunos se habían retirado, dispararon tras elegir un blanco en contra de los veintiocho edagrianos que salieron a enfrentarlos con el deseo de proteger a los suyos. La batalla terminó en cinco minutos, con una victoria para los humanos, que eran superiores en número a los defensores. Pese a que los edagrianos pudieron llevarse un buen número de cuarenta humanos con ellos, en menos tiempo del que creyeron, la batalla la terminaron perdiendo.

    Aliviados al ver que los vehículos no fueron tan efectivos como creyeron que serían, algunos de los humanos sobrevivientes empezaron a festejar por la victoria, mientras que otros guardaban silencio para respetar a los caídos en el combate.

    El comandante Ace, sabiendo que nadie saldría a encontrarse con ellos en aquel momento, eligió abrazar a su novia para poder festejar que tenían una batalla más ganada en esa guerra por el exterminio en contra de los edagrianos. Agustina, sabiendo que la siguiente batalla que tuvieran que afrontar podría ser mucho más cruel que la primera, correspondió el abrazo dado por su prometido. Ambos sabían que, de seguir a ese ritmo, la guerra terminaría pronto, y ellos podrían contraer matrimonio una vez que ya estuvieran el control absoluto del planeta Edagr. Natasha, viéndolos abrazarse así, deseaba con todas sus fuerzas que el conflicto acabase lo más pronto posible, para así poder reencontrarse con sus cuatro compañeros de cuando ella estaba en Black Meteor. No quería perder a ninguno de los cuatro, y el estar separada de ellos le generaba algo de angustia difícil de digerir para ella.

    Ace, dándose cuenta de que estaban tomándose demasiado tiempo para festejar por esa victoria, y que era algo que les podría jugar en contra, eligió continuar con el plan que tenía en mente.

    — ¡Atención! — se ganó las miradas de todos los soldados — ¡Hemos conseguido la victoria que vinimos a buscar! ¡Sé que todos ustedes están felices porque es un paso más cerca a ganar la guerra en contra de los edagrianos, pero no hay que olvidarnos de que tenemos compañeros que podrían estar en peligro en este momento! ¡Es por esto por lo que quiero que regresemos a las naves para poder acudir en su ayuda en caso de que sea necesario! ¡Tal y como nosotros acordamos, el grupo de la comandante Natasha se irá a auxiliar a un escuadrón garak y mi grupo hará lo mismo! ¡Sin los tanques, quedarnos a pelear, aunque sea todos juntos, es muy peligroso! ¡Ya hemos visto que han lanzado estos vehículos para intentar sacar algo de ventaja! ¡Podrían tener otras armas o incluso artilugios por revelar! ¡Si ese es el caso, prefiero que todos contemos con el respaldo de los tanques para cuando llegue ese momento! ¡Regresemos a nuestras naves y acudamos a auxiliar a los nuestros! ¡Nos volveremos a reunir una vez tengamos la victoria definitiva en nuestras manos!

    Varios de los hombres y mujeres en la multitud de soldados que luchaban con un objetivo común, levantaron los brazos al unísono para festejar la decisión tomada por el comandante. Si bien era cierto que sentían que tenían una gran fuerza cuando luchaban juntos, también lo era el hecho de que algunos no se sentían tan tranquilos al no poder contar con tanques de su lado para poder afrontar las batallas venideras.

    El camino hacia las naves no era demasiado corto, y para algunos, que ansiaban retrasar lo más posible el regreso a la acción, se les hizo casi inexistente. Esto, sin embargo, no evitó que ciertos compañeros pudieran despedirse.

    — Supongo que este será el adiós hasta el fin de la guerra — Natasha expresaba con algo de tristeza por tener que separarse de Ace y Agustina.

    — Estás en lo cierto, Natasha, pero es lo mejor para todos los soldados — Ace quería tranquilizarla — Sé que no estaba en nuestros planes pelear separados, pero las cosas nunca salen como uno espera. Ni siquiera en los mejores momentos.

    — Pero tú eres una mujer muy fuerte — Agustina, pese a tener ciertos sentimientos encontrados con Natasha, se le acercó por detrás para darle un abrazo de ánimo — Luego de que me contaste esa historia donde lideraste a tu grupo en un bosque desconocido para ti y los tuyos, supe que serías una soldado genial. Cumplirás con tu rol de manera excelente, y sé que todos nosotros sobreviviremos para volvernos a ver.

    — Muchas gracias, Agustina — la chica se sentía muy apreciada, pero no devolvió el gesto de cariño expresado por la chica — Trataré de cumplir con mi rol lo mejor que pueda.

    — Serás un pilar para el ejército humano en el futuro, puedo verlo — Agustina quería que se fuera con la moral por todo lo alto — Guíalos a todos hasta la victoria, comandante Natasha Zafiro.

    Esas palabras de aliento, dichas por una gran amiga suya que encontró en el lugar menos pensado, hicieron que Natasha se sintiera mucho más confiada de sus habilidades. Tal y como Agustina quería, su moral se había levantado, y no solo por el aliento recibido, sino también por el hecho de que tanto ella como Ace la habían llamado comandante. Ese era un puesto al que ella pensaba que no llegaría, o al menos, no durante la guerra. Pero viendo que se lo habían entregado, supo que tenía que demostrar que se lo había ganado.

    Abel, quien iba detrás de los tres soldados, los miraba con cierta incertidumbre. Quería aprovechar la situación reciente de haber conseguido la victoria, en la cual él había contribuido bastante, para forjar un nuevo acuerdo por su vida, siendo que el responsable de haber hecho el primero ya no se encontraba entre los humanos vivos. Sin embargo, tan pronto como abrió la boca para hacer público su deseo tanto al comandante Lakor como a la comandante Zafiro, ambos con formación militar en su país, aunque luego terminaron desertando, un pensamiento lo detuvo.

    — No — eligió callarse la boca — Ellos no tienen la mejor impresión de mí, y creo que todavía no me lo he ganado. La siguiente ocasión… Si sobrevivo a la próxima batalla, pediré a Natasha un acuerdo para permanecer con vida y tener una vida digna. Incluso si eso me priva de varias libertades personales… Pero no voy a sobrevivir esta guerra para morir asesinado solo porque un gran número de individuos me quiera ver linchado. Yo voy a seguir con vida más allá de este conflicto. Eso lo sé.

    Callado para no llamar la atención, Abel permaneció en la línea del fondo todo el trayecto hacia las dos naves humanas estacionadas a las afueras de la ciudad que acababan de atacar. Con el ejército bastante diezmado por la batalla reciente, supieron que, para cuando los garak llegaran al lugar del conflicto, la conquista del lugar sería mucho más sencilla. Siempre y cuando se llevara a cabo en unas pocas horas, antes de que las unidades se replegaran en la pelea.

    […]

    — ¡Habla la comandante Gwyn Fairin! — exclamó la mujer de Zenith.

    Wida, Lankir y el resto de los tripulantes de la nave xaromitante vieron la imagen de la humana que lideraba uno de los escuadrones humanos en batalla. Se alegraron al ver que alguien le hubiera respondido al llamado, y mucho más por el hecho de entablar una comunicación.

    — Gwyn, ¿cuál es tu situación actual? — Wida quiso saber si podrían contar con su ayuda para la incursión a la zona objetivo para finalmente cortar sus comunicaciones.

    — Mi grupo y el del soldado garak Halur acaba de eliminar al ejército defensor de una de las ciudades — explicó la comandante de un escuadrón de la humanidad — Escuchamos la noticia del fallecimiento de Terrior. Lo siento, Wida… Lankir, te envío mis condolencias y mis compañeros también. Lo mismo va para los garak que han perdido compañeros en la batalla.

    — Gracias por las palabras, comandante Gwyn — Lankir mostró su agradecimiento llamándola con su rango por delante — Nos alegra oír que han obtenido la victoria. Quizá puedan prestarnos una ayuda ahora con el conflicto del tren.

    Gwyn iba a contestarle al xaromitante, cuando de repente y sin ninguna clase de aviso previo, Xorxaik empezó a moverse para poder acercarse a Lankir. El joven xaromitante lo vio algo intrigado, pero supo que si realizó esas acciones era por una buena razón.

    — Xorxaik, ¿tienes lo que solicité? — Lankir se veía algo más entusiasmado tras verlo moverse así.

    — Precisamente, Lankir — el robot había logrado encontrar algo que les podría servir — He estado analizando la información que me pediste luego de haberla encontrado. He descubierto la ubicación del corazón de las vías del tren. Es una ciudad en donde una terminal gigante da luz a varios ramales que se distribuyen en cada dirección posible del planeta. Tengo su ubicación, así como también la ubicación del equipo más cercano a la posición.

    — ¿Y quienes integran ese equipo? — el comandante garak lo quería saber.

    — Justamente, los que se acaban de comunicar con ustedes — informó el robot — Las naves de la comandante Gwyn y el comandante Halur podrían llegar a la ciudad en menos de dos minutos.

    — ¿Escuchaste eso, Gwyn? — Wida quiso saber si su compañera podía oír a Xorxaik.

    — Ciertamente — fue la respuesta de la soldado de Zenith — ¿Qué necesitan de nuestra parte?

    — Es muy probable que en esa terminal tengan muchos más trenes en preparación para soltar al campo de batalla — Lankir le explicó su plan a la humana — Si es cierto, lo mejor que podemos hacer es utilizar los tanques para que reduzcan ese sitio hasta que ya no quede nada. De esa manera, evitaremos que utilicen los trenes en la batalla, y así podríamos reducir la dificultad de los encuentros con los edagrianos.

    — Le avisaré a mi grupo y también al de Halur para acudir de inmediato a aquella zona — Gwyn supo que el plan de sus compañeros tenía sentido — Dile a Xorxaik que envíe las coordenadas a todas las naves, no solamente a las nuestras.

    — Ya han sido enviadas, comandante Gwyn — el robot, escuchando la conversación, pero manteniéndose al margen, supo que le iban a solicitar algo así en cualquier momento — Las encontrarás en el sistema de navegación de tu nave.

    — Muy bien, entonces, nos pondremos de inmediato a resolver este conflicto — Gwyn supo que era una oportunidad para poder acercar a los suyos a la victoria — Gwyn fuera.

    Cortando la comunicación como lo solían hacer los ejércitos de la humanidad en épocas previas, la comandante Gwyn salió de la llamada con un nuevo objetivo en mente tras haber conseguido la primera victoria de su escuadrón hacía menos de unos minutos.

    Tras oír de su propia boca que ella estaba dispuesta a tomar la misión junto al garak Halur, Lankir, Wida y los garak se miraron con cierta felicidad. No tenían idea de cuantos trenes edagrianos habrían salido al conflicto, pero eran conscientes de que había pasado muy poco tiempo como para que un número significativo hubiera salido a escena. Mucho más teniendo en cuenta que ellos fueron los únicos quienes reportaron la aparición de alguno de los trenes en las ciudades que eran blanco de ataques.

    — Nosotros seguiremos esperando que alguien venga a apoyarnos, preferentemente un escuadrón que disponga del mayor número de tanques posible — el comandante garak comentó su plan a todos los tripulantes de la nave.

    Wida y varios de los garak que lo acompañaran asintieron con la cabeza. Lankir, por su parte, simplemente se dio la vuelta y se acercó a Xorxaik, alejándose ambos de la sala de comandos para tomar lugar en uno de los pasillos de la nave. El hijo del fallecido Terrior quería pensar pronto en un nuevo plan para que los suyos pudieran ganar ventaja. Pero habiendo atacado, y sin éxito, solamente una de las ciudades, y sin más información del resto de los líderes, era poco lo que podía hacer.

    Pronto, ciertos pensamientos lo distrajeron, recordando a uno de sus compañeros más preciados.

    — Ahora sé lo que debiste sentir cuando mataron a Zion… Wagner — Lankir le había tomado cierto cariño al humano con el que mejor se llevó en su viaje por el universo — Tú y él deberían estar aquí, peleando esta guerra junto a nosotros. Este acto de venganza contra los edagrianos es por ustedes también.

    Xorxaik, por su parte, miraba atentamente a Lankir, notando un cierto dolor en su cara, cosa que lo llevó a preguntar algo a quien, por más lejano que fuera, resultaba ser su compañero.

    — Lankir, ¿hay algo que pueda decir para que te sientas mejor? — el robot sorprendió al xaromitante con esas palabras — Un guerrero con la moral elevada es más efectivo en combate que uno que se encuentra desalentado. Si queremos ganar esta guerra, nos serviría más el primero que el segundo.

    — Si te lo dijera no tendría un gran efecto — Lankir contestó sorprendido por ese comentario — ¿Por qué preguntas esas cosas? ¿Acaso estás programado para comprender cómo nos sentimos?

    — No, pero mi programación está orientada al aprendizaje evolutivo — Xorxaik fue sincero ante la pregunta — Y luego de haberte visto intentando reconstruirme, he aprendido los gestos que realizas cuando te sientes bien. Esos gestos han estado ausentes por un tiempo.

    — Pues, si puedes aprender, aprende a acostumbrarte — la respuesta de Lankir fue algo fría para con el robot — Porque no es algo de lo que me pueda deshacer con facilidad.

    Sin dejar de mirarlo, Xorxaik empezó a procesar la información que había sido capaz de recolectar en su único enfrentamiento desde que su grupo tuvo la oportunidad de descender al planeta.

    […]

    Gwyn, Thomas, Xander y Casey se encontraban al frente del equipo. Luego de un viaje relativamente corto, tanto su grupo como el del comandante garak Halur, habían arribado a la ciudad en donde se encontraba el corazón del sistema de trenes que utilizaban los edagrianos para la batalla.

    Halur se hallaba de pie ante su nave mientras que varios operarios de su especie hacían descender los tanques hasta el suelo, para así prepararlos para movilizarse por el interior de la ciudad. Viendo con una sonrisa como los cinco tanques que se le otorgaron ya estaban listos para el ataque, fue junto a varios de los suyos a acompañar a la comandante humana y a su grupo que integraban el círculo de confianza en la guerra.

    — Los tanques están listos — Halur parecía confiar en Gwyn — Seguiremos tus órdenes para llegar hasta el objetivo. ¿Qué tan lejos está esa “terminal”?

    — Tenemos que recorrer unas siete calles hasta llegar a su ubicación — Gwyn tenía un plan que esperaba fuera aceptado por Halur, quien comandaba a los tanques — Pero no quiero que los tanques entren por la misma posición.

    — ¿Por qué no? — Halur quiso saber más acerca del plan de la humana.

    — Si vamos todos en una misma dirección, y uno de sus trenes ya está operativo, seremos blanco fácil y caeremos ante ellos tal y como sucedió con nuestros compañeros — Gwyn compartía su preocupación — Hay que tirar esa terminal abajo, para que ningún tren pueda salir de esta ciudad. Por eso quiero que avancemos desde al menos dos posiciones diferentes. Si un tren intercepta a un grupo, el otro debe ser capaz de llegar desde el otro lado y demoler esa terminal hasta el suelo.

    — ¿Avanzamos todos juntos? — Halur necesitaba más información antes de proceder.

    — No, nosotros nos dividiremos en dos grupos y veremos que el camino esté despejado — Gwyn se mostró decidida a realizar esa maniobra — Los tanques son para atacar a distancia, no en un combate cercano. Si nos interceptan y resultan ser superiores en número, podríamos llegar a perder los tanques. Y sabiendo que los necesitamos para poder ganar terreno, no nos podemos dar ese lujo.

    — Comprendo tu plan, comandante Gwyn — Halur le habló con respeto a la humana — En ese caso, después de ustedes.

    Gwyn, tras haber recibido ese visto bueno, se encargó de dividir a su escuadrón en dos grupos iguales. Con menos soldados a causa de las bajas sufridas en el primer ataque que realizaron, no era precisamente una tropa demasiado numerosa, pero consideró que tener a dos grupos avanzando por la ciudad les resultaría más productivo que avanzar todos juntos en una única dirección. Mucho más considerando que necesitaban actuar rápido, puesto a que, si llegaban a la terminal luego de que los trenes ya hubieran sido liberados, el esfuerzo habría sido en vano.

    La comandante se encontraba reunida con sus compañeros para terminar la división mientras los soldados encaraban en la dirección indicada.

    — Xander, tú fuiste subcomandante de Black Meteor en su momento — la chica recordaba las historias contadas por ellos — ¿Crees que puedes hacerte cargo de una parte del escuadrón por esta vez?

    — Claro que puedo — Xander habló con confianza para inspirarse a sí mismo — No la defraudaré, comandante. Es una promesa.

    — No te emociones demasiado — Thomas lo veía algo ansioso — Solo será en esta ocasión. Procura mantener a los tuyos a salvo en todo momento.

    — Descuida, Casey me ayudará en esta misión — Xander la miró — ¿No es así?

    — Ayudaré en lo que se me pida — Casey estaba decidida a seguir a quien fuera con tal de ganar — Cuidaré tu espalda y te ayudaré a mantener a salvo a los nuestros.

    — Me alegra oír eso — Gwyn se vio satisfecha — En ese caso, nosotros nos acercaremos desde el oeste y ustedes desde el este. Debería ser la misma distancia para todos. Pero no hay forma de garantizar de dónde podría salir el enemigo.

    — Buena suerte, compañeros — Thomas deseaba lo mejor a Xander y Casey — Manténganse a salvo. Porque este apenas es el comienzo en la batalla.

    — Tú también, Thomas, no querrás dejar a Gwyn sola — Xander quiso hacer una pequeña broma para aligerar un poco la tensión que había antes de adentrarse en las calles de la ciudad edagriana.

    Al contrario de lo que él creyó, ninguno de los tres se tomó para bien ese comentario. Xander se decepcionó un poco al ver que su intento por hacerlos reír terminó consiguiendo casi lo contrario. Lo único que él deseaba en ese momento era que se relajaran un poco para no tener demasiada tensión encima, cosa que les podría jugar en contra si apareciera un enemigo de forma repentina.

    — Perdón, no fue gracioso, lo reconozco — Xander supo que estaba obligado a disculparse — Mucha suerte para todos.

    — Nos veremos allí dentro — Gwyn informó a los cuatro — ¡Prepara los tanques para entrar rápido a la ciudad!

    — Los tanques estarán listos en solo un minuto — Halur supo que le estaban hablando a él — A tus órdenes entraremos y destruiremos esa terminal para mantener los trenes lejos de nuestros compañeros.

    — ¡Muy bien! — Gwyn se sentía feliz de ver que Halur se mostrara cooperativo con el grupo — ¡En marcha!

    Con Gwyn y Thomas encabezando un grupo, y con Xander y Casey tomando el mando de otro, el escuadrón de la humanidad, dividido en dos exclusivamente para esa pequeña operación, se adentró por las calles de la ciudad edagriana.

    […]

    Thomas y Gwyn, guiando a su grupo, avanzaban corriendo, tratando de hacer el menor ruido posible. Algo que era difícil debido al gran número de soldados que tenían a sus espaldas. Sin embargo, era lógico para ellos pensar que el enemigo podría estarlos esperando, sobre todo si tenían una forma de comprobar que los trenes y las torretas instaladas en sus techos eran capaces de darles la ventaja en la guerra al ser superiores a los tanques.

    Con gran tensión en sus cuerpos, compartida con los otros soldados de su grupo, la pareja de soldados recorría las calles desiertas de la ciudad. No había luces saliendo de los edificios, ni tampoco voces. El lugar se sentía como un pueblo fantasma, algo que ellos supieron que no era una buena señal.

    — Deben estar esperando en algún sitio — pensaba la comandante para sí misma, momento en que consideró que sería prudente dar una orden — ¡Todos atentos a…

    Un poderoso estruendo que venía desde atrás de su grupo llamó la atención de Gwyn y de todos los soldados, lo que evitó que pudiera terminar de dar la orden. Cuando los dos que encabezaban el grupo se dieron la vuelta, notaron que una explosión había tenido lugar en la retaguardia del grupo, generando una gran cantidad de bajas. Algunos soldados terminaron con sus cuerpos totalmente calcinados por el fuego que se liberó de la explosión, mientras que otros con menos suerte, saltaron por los aires dada la onda expansiva de la bomba que tuvo lugar en el final de las filas.

    — ¡No había un explosivo colocado allí! — Gwyn supo que fueron atacados de repente — ¡Nos lo acaban de arrojar! ¡Salgan de esta calle! ¡Intentaremos avanzar desde el otro lado!

    Tan pronto como la comandante del grupo terminó de dar la orden, se escuchó como varias armas eran accionadas desde zonas elevadas. Al mirar a los edificios más altos, los soldados identificaron a miembros del ejército edagriano accionando armas similares a un lanzagranadas humano, ocasionando que estos elementos explosivos pasaran a ocupar la calle. En el instante en el que entraron en contacto con el suelo, el contenido explosivo de su interior se activó, liberando explosiones pequeñas pero mortales que se encargaban de reducir los números de la humanidad que se había adentrado en la batalla.

    — ¡Continúen así! — la voz de Varlim resonó en los altoparlantes instalados en los muros de los edificios — ¡Qué ninguno de ellos se pueda acercar a la terminal!

    Esa orden, pese a estar dirigida a los edagrianos situados en las alturas, llegó a los oídos de la comandante Gwyn y de todos los humanos que se movían de un lado para otro para esquivar las granadas que les eran lanzadas, buscando así reducir el número de bajas lo más que pudieran.

    — ¡Gwyn, tenemos que retirarnos, no tenemos ángulo de tiro! — Thomas, tras mirar hacia arriba, notó que estos disparaban a cobertura desde los edificios — ¡No hay manera de que podamos hacerles frente! ¡No aquí!

    — ¡Maldita sea! — se quejó la comandante de la humanidad sintiéndose superada — ¡Hay que ordenar más apoyo! ¡Estas granadas podrían llegar a ocasionar daños a los tanques! ¡Retirada inmediatamente! ¡Diríjanse al exterior de la ciudad!

    Sin deseos de quedarse en una zona donde nada más eran bombardeados con explosivos desde las alturas sin poder defenderse o contraatacar de ninguna manera, Gwyn, Thomas y el resto de los humanos en el grupo buscaron una ruta alternativa para salir a encontrarse con Halur e informarle de todo lo que estuviera pasando. Aunque, si este y los garak podían escuchar el sonido de las explosiones, ponerlo en contexto no sería necesario.

    Viendo que lo necesitarían si querían avanzar y no quedarse fuera de tiempo, Gwyn eligió emitir un mensaje para todas las naves y los líderes de los grupos.

    — ¡Habla Gwyn! — la chica sonaba desesperada, puesto a que tenía que correr para salvar su vida y a sus soldados — ¡Necesitamos más soldados y mayor presencia de tanques en la ciudad en donde nace el sistema de trenes de los edagrianos! ¡Solicito la ayuda inmediata de un grupo para poder atacar desde un mayor número de direcciones! ¡De prisa! ¡Hay que llegar hasta esa terminal antes de que más trenes sean enviados a apoyar a los ejércitos de las ciudades!

    De pronto, la comandante se dio cuenta de que ella y su grupo no serían los únicos que podrían estar en peligro ante una situación como la que acababan de vivir. Fue eso lo que la llevó a comunicarse lo más pronto posible con sus compañeros que se habían adentrado para atacar desde el otro extremo.

    — ¡Xander, Casey, esta ciudad está protegida y no tenemos como enfrentarlos! — Gwyn quería que no se expusieran ante el peligro — ¡Salgan rápido de allí dentro y reúnanse con nosotros afuera! ¡Haremos un plan mejor cuando tengamos más apoyo!

    Con la esperanza de que el mensaje llegara a los oídos de sus compañeros antes de que estos se terminaran metiendo en una trampa como sucedió con ella y su grupo, Gwyn seguía corriendo para escapar de la zona en la que fueron atacados. Pese a haberse alejado del epicentro del ataque, las granadas no dejaban de ser disparadas, y las explosiones seguían haciéndose sonar, acabando con la vida de varios soldados que tuvieran la mala fortuna de estar en el radio de la explosión de estas.

    Mientras se iban de la ciudad, Thomas y Gwyn no dejaban de escuchar los gritos de dolor y terror de los soldados que eran constantemente atacados por los edagrianos. El golpe anímico que habían tenido tras haber conseguido una victoria en su primera batalla se había perdido mucho antes de que pudiera dar inicio la siguiente.

    […]

    Xander y Casey avanzaban por una calle demasiado angosta y llena de edificios de altura muy baja. Desde el lado este de la ciudad, el segundo escuadrón de la humanidad se movía haciendo bastante ruido en sus pasos veloces. Sabiendo que lo mejor era llegar en el menor tiempo posible hasta el sitio en donde se encontrarían con la terminal que debían destruir, los soldados corrían lo más rápido que sus piernas les permitían moverse.

    Xander iba al frente, sabiendo que así era el que más expuesto estaba de todos ellos. Casey lo seguía desde una distancia prudente, rodeada por varios soldados que conformaban su grupo. El soldado que en su momento había sido subcomandante de Black Meteor era el que más atención ponía en el avance. Consciente de que una reacción rápida a un ataque enemigo podía ser de vida o muerte para él en ese momento, su vista y sus sentidos estaban totalmente enfocados en lo que estaba frente a él.

    Debido a esto, no fue capaz de notar que en las calles angostas por las que transitaba su grupo, que a duras penas podía permitir el paso de un solo tanque a la vez, había innumerables callejones oscuros sin un solo farol alrededor. Mientras más altos se tornaban los edificios, la oscuridad que caía sobre ellos era mayor, dado a que la luz del sol no podía llegar hasta ellos.

    Cinco calles habían logrado recorrer, y solamente dos lo separaban a él y a su grupo de la terminal que debían destruir. Dado a que las calles a medida que se acercaban más al centro de la ciudad se volvían mucho más alargadas, el soldado no quiso dar el visto bueno a los garak para que los tanques iniciaran con su recorrido.

    — Primero tengo que ver que efectivamente esté allí — Xander pensó para sí mismo — Tan pronto como establezca el contacto visual, daré la orden a Halur y avisaré a Gwyn.

    El soldado estaba tan sumido en sus pensamientos y tan concentrado en divisar enemigos llegando desde adelante suyo que no se dio cuenta de que alguien había salido a su ataque. Tan pronto como él pasó por delante de un callejón, un ser de una increíble altura salió corriendo detrás de él, cosa que Casey y los soldados pudieron observar dado a que iban más atrás que su compañero.

    — ¡Xander, cuidado! — el grito de Casey pude alertarlo a tiempo.

    Asustado por haberla escuchado tan desesperada, sin dejar de correr, Xander se dio la vuelta y pudo ver a un edagriano enorme portando una armadura plateada con un casco de metal blindado que dejaba ver solamente su rostro, mientras que el resto de la cabeza era imposible de observar. Sabiendo que iba a ser atacado, Xander intentó esquivarlo. Su intento había fracasado, pero gracias a un movimiento ágil de su cuerpo, el golpe que terminó recibiendo en el hombro no fue tan potente como para causarle una herida seria, pero sí para tirarlo al piso.

    Tan pronto como aterrizó después de haber recibido ese ataque, Xander se puso de pie para alcanzar su rifle. Casey, junto con los que estaban en la parte de adelante, abrieron fuego en su contra. El edagriano pudo ver a los humanos tomar las armas y apuntándole, pero, para sorpresa de todos ellos, se quedó totalmente inmóvil. Xander, Casey, y los humanos que lo tenían a tiro desde un mejor ángulo, dejaron caer sobre él una lluvia de balas. Todas impactaron sobre su armadura plateada, y ninguna le hizo el más mínimo rasguño.

    El haber visto como ningún ataque le causaba ningún efecto, este empezó a reírse a carcajadas, viendo jocosa la situación en la que se encontraba.

    — Esta jodida armadura pesa demasiado — exclamó el edagriano tras dejar de reírse del intento de los humanos para causarle algo de daño — Tiene funciones muy útiles, y una resistencia que lo vale; pero si me la dejo puesta por demasiado tiempo me voy a terminar cansando.

    — Esa voz — a pesar de haberlo escuchado tan solo dos veces en toda su vida, Xander nunca lo podría olvidar — ¡Arion! ¡Es él! ¡El puto bastardo edagriano que ocasionó la destrucción de la Tierra!

    Casey, quien en el pasado ya lo había enfrentado, sintió un escalofrío veloz recorriendo su cuerpo tras haber oído las palabras de Xander. Los otros soldados humanos, quienes solamente estaban al tanto de que él fue el que abordaba la nave que llevó a cabo las acciones que provocaron la extinción de su planeta y del resto de su raza, empezaron a sentir un miedo muchísimo mayor por el simple hecho de tenerlo en frente.

    — Oh… ¿Me conocían? — el hijo de Hark, quien se había equipado con esa armadura para la ocasión, se sentía feliz de ver que los humanos sabían quién era — ¿Quién fue el que les dijo mi nombre?

    — Yo fui — Xander se acreditó esa acción — ¡Tú fuiste el que me pidió que diera alerta a la Tierra antes de que vinieras a destruirla!

    — Ah, así que tú eres uno de los siete humanos que llegaron aquí por primera vez — luego de decir esas palabras, Arion empezó a reírse de la situación — Veo que no te sentías bien por el hecho de que tus compañeros hubieran muerto en batalla contra mí mientras tú escapabas, y por eso elegiste venir a morir tú también. Pero seguro no esperabas morir en mis manos.

    — No voy a morir ante ti, bastardo de mierda — Xander quería buscar la oportunidad para correr hacia su grupo — Voy a hacer que un tanque se meta en esta ciudad y termine por volarte la puta cabeza. Y voy a disfrutar viendo cómo te mueres. Será lo más satisfactorio que habré visto en mi vida.

    — No tengo la intención de permitirte eso — Arion se disponía a eliminarlo para poder aprovechar el tiempo que estaba ganando — Quisiera que me contaran más acerca de ustedes, pero esta armadura pesa muchísimo como para poder darme el lujo de tomarme el tiempo para divertirme charlando con ustedes. Así que, para tu fortuna, te voy a matar de forma rápida y poco dolorosa.

    — ¡¿Quién mierda te has creído que eres?! — Xander no resistió esa provocación — ¡Dispárenle ahora!

    A las órdenes de su líder, pese a saber que esa acción no sería muy efectiva, Casey y los demás en el escuadrón abrieron fuego en contra del edagriano. Arion, sabiendo que no contaban con un arma para poder eliminarlo, o de lo contrario la habrían usado, simplemente se quedó quieto mientras pronunciaba unas palabras a sus compañeros.

    — Envíen refuerzos a mi posición — Arion quería quitarse la armadura lo más pronto posible — Esto no resultó como yo quería. Tengo que cambiarme y ponerme un traje de combate.

    Xander, viendo que su enemigo se había dado la vuelta para recibir de frente los disparos, se acercó sigilosamente desde atrás del edagriano. Su intención era dar un salto hasta él para quitarle el casco y así dejarlo expuesto para que pudieran acabar con la vida de aquel enemigo. Sabiendo gracias a Allecreod que Arion era hijo de Hark, supieron que, tras escuchar la noticia de su muerte por medio de los altavoces, que él tenía que ser su líder al menos de un escuadrón de batalla. Acumulando suficientes razones para eliminarlo, Xander no quiso desaprovechar la oportunidad.

    Tan pronto como Casey y sus compañeros lo vieron justo detrás del edagriano, eligieron dejar de disparar, fingiendo haberse quedado sin balas. Arion, quien no se veía muy sorprendido en su rostro, simplemente dejó salir unas palabras de su boca.

    — Lo siento, pero no funcionará — Arion los confundió con sus dichos.

    Como si supiera exactamente cuál era su plan, el edagriano giró rápidamente sobre el eje de su cuerpo y logró encajarle un codazo con una fuerza bestial a Xander. Dicho golpe fue tan fuerte que le partió en casco, dejando al descubierto una parte de su rostro, además de dejarlo totalmente inconsciente, pudiendo anular de forma efectiva la protección que el casco ejercía sobre la cabeza del soldado.

    — ¡Xander! — Casey quiso levantar su arma para abrir fuego nuevamente contra Arion — ¡Qué alguien lo levante del suelo y lo saque de aquí!

    — ¡¿Por qué tienen tanto miedo?! — Arion gritó para luego seguir riéndose — ¡¿A qué se supone que vinieron aquí?!

    Sintiendo un deseo enorme de masacrarlos, el hijo mayor de Hark cargó contra la chica que dio la orden a los soldados tras la caída de Xander. Casey, viéndolo venir y queriendo evitar ser golpeada por el edagriano, quiso retroceder al mismo tiempo que encaró en la dirección izquierda de su posición, sin embargo, siendo su enemigo más veloz que ella, no logró escapar de él y terminó recibiendo una patada potente que Hark lanzó hacia su estómago. Por el impacto del golpe, ella cayó al suelo totalmente adolorida, sintiendo como el metal que se suponía que debía protegerla se había agrietado.

    Con mucho más miedo por tenerlo cerca, los soldados volvieron a abrir fuego en contra del hijo de Hark, intentando por tercera vez que sus disparos llegaran a penetrar con éxito el metal de su armadura. Nuevamente, no lograron tener el efecto deseado, pero en esa ocasión, el edagriano no se quedó quieto. Mientras las balas de calor de los rifles llovían sobre él, este se dio un impulso con las dos piernas para meterse entre la multitud de humanos. Estando en calles tan estrechas, no todos podían disparar sin poner en peligro a sus compañeros, y esto era algo que el edagriano sabía a la perfección. Con sus manos y pies cubiertos por un metal con una gran resistencia, Arion lanzaba puñetazos y patadas en contra de todos ellos. Cada golpe suyo que acertaba en el blanco lograba dejar totalmente inconsciente a los humanos que lo recibían, mientras que estos le seguían disparando inútilmente, puesto a que las balas solamente rebotaban en contra del revestimiento de su armadura sin causar mayor daño.

    Tal y como Xander quiso hacer, varios soldados del ejército se le quisieron subir encima para quitarle el casco de la cabeza y así tener una zona a la que pudieran disparar para ejecutarlo y acabar con su vida de forma efectiva. Arion no les permitió tal hazaña, y con suma facilidad se los quitaba de encima uno por uno, para luego arrojarlos en contra de los humanos que lo atacaban mientras sus compañeros intentaban buscar una ventaja.

    — ¡Sí, esta es la diversión que yo quería! — Arion gozaba al arrojar a los humanos y haciéndolos caer uno sobre otro mientras estos le disparaban sin hacerle ningún daño — ¡Gracias por sacrificar sus vidas para divertirme!

    Una vez que se pudo quitar de encima a los últimos humanos que intentaron despojarlo del casco que le protegía la cabeza, Arion se agachó para tomar uno de los rifles que quedó en el suelo, y así fue como abrió fuego en contra de los humanos. Los que estaban más cerca de él terminaron recibiendo de lleno el impacto de las balas, por lo que, en tan solo pocos segundos, estas lograban penetrar sus armaduras, impactando en puntos vitales de su cuerpo; lo que provocó que cayeran heridos para empezar a agonizar lentamente en el suelo.

    Esa fue la gota que rebalsó el vaso para los humanos que quisieron hacer el esfuerzo por enfrentarlo. Su armadura era imposible de atravesar y no podían hacer nada para quitársela. Una vez que Arion tomó el rifle y empezó a disparar en contra de ellos, supieron que no tenían nada por hacer. Asustados ante la idea de perder la vida contra un enemigo equipado con todo lo necesario para resistir su ataque, los hombres y mujeres del otro escuadrón empezaron a correr para retirarse a del lugar, buscando seguridad al acercarse a sus aliados.

    Arion no se detuvo allí, y desencadenó una lluvia de balas en contra de quienes escapaban de él. Para garantizar la máxima efectividad en sus disparos, apuntó a la cabeza, logrando eliminar a diez soldados de la humanidad, cuyos cascos fueron incapaces de protegerlos de ese ataque tan brutal. De no ser porque su arma se sobrecalentó, el edagriano podría haberse llevado más vidas en esa arremetida. Cuando el rifle dejó de disparar, Arion lo descartó creyendo que se había quedado sin balas, ignorando el funcionamiento del arma humana. Sin saber cómo podría recargarlo, simplemente lo arrojó hacia un costado.

    Casey, con un gran dolor en el abdomen por la patada propiciada por su enemigo, intensificada en fuerza gracias a su armadura, hizo un esfuerzo para ponerse de pie y ver si podía llegar hasta Xander. Pero el golpe tan potente que Arion le dio no solamente había quebrado su armadura a la ligera, sino que había ocasionado que varios trozos de metal se insertaran en su estómago. Estaba tan concentrada en el dolor del golpe que no se dio cuenta hasta que se tocó en esa zona que estaba sangrando, como si un dolor tan fuerte anulara el dolor de tener su piel atravesada levemente por trozos de metal.

    — No… — al voltear su cabeza, pudo ver varios cuerpos de compañeros y compañeras en el suelo, mientras que el resto del batallón huía despavoridos del lugar, tal y como ella hizo en su momento — Tú fuiste quien lo mató — esas palabras hicieron que Arion se fijara en ella — ¡Tú asesinaste a Paul, maldito edagriano de mierda!

    Arion caminó lentamente hacia la chica mientras esta, con cada gramo de voluntad, pese al dolor tan intenso que recibía, llegó a alcanzar su rifle. Probablemente esa fue la acción que más le costó realizar en su vida, pero la soldado logró resistir el daño y abrió fuego contra el edagriano, buscando que alguno de sus disparos pudiera romper el vidrio que cubría su rostro y así poder llegar hasta su cráneo.

    Sufriendo más por el sonido de las balas de calor chocando con el vidrio que cualquier otra cosa, Arion continuó caminando hasta ella a paso lento. Protegido por su pesada armadura, ninguno de los disparos de la chica tuvo el menor efecto sobre él, dado a que no podía ser alcanzado. Aun así, se hartó de recibir constantemente los ataques de la chica, y no se dispuso a esperar a que su arma se desactivara como la que él tomó. Sin tomarse demasiado tiempo en cargar un ataque, Arion levantó su pierna de golpe y le pegó una fuerte patada en la cabeza a Casey. Con más fuerza que la primera, esta le destrozó el casco, logrando arrancarle varias partes de este de la cabeza. La chica quedó inconsciente por el fuerte golpe, pero continuaba respirando, lo que sirvió a Arion como indicador de que no había muerto.

    — Tú simplemente no te quieres morir, humana — dijo con impotencia al ver que ninguna de sus dos patadas le quitó la vida.

    Sin más intenciones de dejarla con vida, el edagriano le quitó de la cabeza los restos de su casco, para así poder colocar sus manos alrededor del cuello de la humana. Con un simple apretón, que vio su fuerza intensificada gracias a la enorme presión que ejercía el metal que cubría sus manos, Arion fue capaz de quebrarle el cuello a Casey. El haber escuchado el crujido de sus huesos ser despedazados por sus manos le indicaron que su enemiga había muerto.

    — No sé si ese Paul era uno de los que yo asesiné cuando ustedes llegaron al planeta por primera vez o si murió cuando ataqué su planeta contaminado — Arion tuvo en mente el nombre que mencionó la chica antes de desencadenar su ataque — Pero supongo que ya no importa. Después de todo, los he matado a ambos.

    Con Casey muerta, el edagriano centró su vista en el único humano que quedaba con vida. Xander, quien recibió un fuerte golpe a la cabeza y desde una distancia muy corta, estaba recobrando el conocimiento tras haber sido dejado fuera de combate. Tan pronto como levantó la cabeza del suelo, escuchó como su casco se terminaba de partir, dejando su cráneo totalmente descubierto. Un intenso dolor de cabeza se apoderó de él, y supo que no sería capaz de ponerse de pie durante unos dos minutos más como mínimo.

    — Y tú… tu nombre era Xander, ¿cierto? — preguntó Arion, parado junto a él.

    Asustado y sabiendo que no podría hacer nada para evitar una muerte que podría llegar con tan solo un movimiento de su enemigo, Xander empezó a llorar tanto de la tristeza como del dolor. Cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, este levantó su cabeza conforme pudo para ver a su enemigo a directamente a los ojos y tratar de apelar a su lástima.

    — Por favor… — suplicaba sin consuelo alguno — No me mates.

    — Creo que no entiendes cómo funcionan las guerras, humano estúpido — Arion se disponía a liquidarlo cuando escuchó la armadura de Xander emitir un sonido.

    — ¡Xander, Casey, esta ciudad está protegida y no tenemos como enfrentarlos! — el soldado reconoció la voz de Gwyn en aquel mensaje — ¡Salgan rápido de allí dentro y reúnanse con nosotros afuera! ¡Haremos un plan mejor cuando tengamos más apoyo!

    — Gwyn… — Xander, de pronto, experimentó un mareo que no pudo contener, lo que lo llevó a vomitar al tiempo que su cuerpo cayó nuevamente en el suelo.

    — Parece que vamos a tener visitas de tus amigos — el subcomandante de Black Meteor escuchó a Arion, sintiendo su voz como un zumbido muy potente — Bueno, aquí los espero. Que vengan con todo lo que tengan. Al final del día, acabarán igual que tu amiga e igual que tú… Xander.

    El soldado humano sintió como las manos de Arion envolvían su cráneo, y como era levantado violentamente del suelo. El edagriano, orgulloso de haber podido darle un uso eficiente a una armadura que no volvería a usar debido a ser demasiado pesada, eligió matar a Xander de forma diferente.

    Tras acercarse a una pared de uno de los edificios cercanos a la calle donde tuvo su pequeña pelea, Arion estampó la nuca de Xander en contra del sólido muro exterior de aquel edificio que escogió para ejecutarlo. El humano fue desnucado de un solo golpe con una fuerza inmensurable. Tal y como él lo había prometido, su muerte fue llevada a cabo de forma muy rápida y sin dolor. Al momento en el que sintió el golpe contra la pared, su cuerpo dejó de respirar, y los ojos de Xander se cerraron de forma definitiva.

    Viendo desde la distancia como varios soldados edagrianos se acercaban a su posición, Arion supo que lo único que le quedaba por hacer era explicarles que los humanos que se adentraron en su ciudad habían huido, y que debían prepararse para la llegada de más tropas en poco tiempo.

    Sin más ansias de sostener el cadáver de Xander, Arion simplemente lo soltó, lo que llevó a que su cuerpo entrara en contacto con el suelo nuevamente. Excepto que, como sucedió la vez anterior, ya no volvería a levantarse. Quedándose allí permanentemente, al menos hasta que alguien se tomara la molestia de recogerlo para llevárselo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, después de un par de semanas de espera hemos podido retomar la charla del finde por el Discord, leyendo en simultáneo. Este capítulo ha ido in crescendo, ha comenzado bien y ha ido subiendo hasta terminar de la forma más impactante posible. Me ha gustado mucho, por lo que pasaré a comentarlo.

    El inicio retoma la situación de un Lankir afectado por la muerte de su padre Terrior al mismo tiempo que deben pensar una nueva estrategia, tras conocer el potencial del tren solar edagriano. Es así como Wida, tras alentar un poco a su ex novio, es considerada como líder provisional de ese escuadrón, ante la ausencia del fallecido líder xaromitante. El plan pronto es intervenir la supuesta central de la que deben salir más trenes (algo que dan por supuesto) y para ello no hay nadie mejor que Xorxaik, quién afirma que podría intentarlo pero no es garantía de éxito. Al rato, Gwyn se comunica con ellos para terminar uniéndose a su cruzada. Una vez más, el plan es asaltar la terminal donde convergen todas las vías del tren para evitar que más de esos vehículos puedan atacar a otros grupos repartidos por el mundo. El grupo de Gwyn, en el que están Halur, Thomas, Xander y Casey, se prepara para su parte del plan. Vemos que Halur está dispuesto a estar bajo las órdenes de la humana, algo sorprendente, al mismo tiempo que vemos a un Xander inoportuno soltar un comentario fuera de lugar (aunque eso ocurre posteriormente, quería comentarlo ahora; #stopthesimps :v). Al margen de eso, los soldados están listos para pelear.

    También vemos brevemente a Arion y Varlim, felices de que el tren solar hiciera su trabajo y decididos a sacar más. La pareja edagriana revela su siguiente paso: esperar en la terminal a los enemigos que lleguen, asumiendo que así lo harán. Demuestra que estos son realmente inteligentes y que se necesita mucho más para acabar con estos dos. También logramos ver al grupo de Ace, Agustina y Natasha celebrando una victoria sobre sus enemigos. Pese a ello, se deben separar, y el grupo de Natasha (en el que está Abel) se irá por un lado mientras la pareja irá por otro. Mención especial a que Abel está esperando su momento para hacer un nuevo pacto por su vida y su futuro, algo que deberá esperar.

    Tras esto pasamos al grupo de Gwyn de nuevo. Gwyn y Thomas atacarán la terminal por un lado mientras Xander y Casey con su escuadrón atacarán por otra zona. Lo que inicialmente parece un buen plan se torna en una evidente y mortal emboscada en la que mueren muchos soldados bajo una lluvia de explosiones de granada. Gwyn y Thomas no tienen más opción que la de huir, avisando por radio a sus otros compañeros, quiénes se encuentran con la inesperada aparición de Arion. El actual líder edagriano está probando una nueva y resistente armadura que pese a ser muy efectiva, es muy pesada. Sin embargo, el poderío físico con el que cuenta el edagriano basta para enfrentarse a todo el escuadrón, matando a humanos con sus propias armas. Lo que si no me esperaba es una doble muerte que finalmente ha llegado. Xander es noqueado y Casey es malherida, siendo ella la primera víctima del despiadado Arion que le parte el cuello (joder, este tipo solo sabe hacer kills durísimas XD). Acto seguido, acaba con la vida de un aturdido Xander que se da cuenta que recibió tarde el mensaje de Gwyn, muriendo al ser estampado contra la pared con violencia, acabando el capítulo aquí.

    Quiero decir antes algo que se me ha pasado por alto: la breve interacción entre Xorxaik y Lankir. Me dan una vibra muy buena a "profesor y creación", algo que creo que es positivo. Una relación que de sobrevivir a esta guerra, sería interesante explorar. Tampoco quiero irme sin decir que la muerte de Casey me da lástima, ya que era un personaje de los antiguos. Pero más allá de eso, no es una muerte que me afecte porque la realidad es que nunca he empatizado con ella. En cuanto a Xander, bueno, su muerte es dura. Pero reconozco que viendo su downfall en esta última parte me hacía presagiar su muerte y finalmente ha llegado. Lo bueno; que no hay más simp vibes. Lo malo; se murió el tipo XD.

    En definitiva, ha estado muy bien el capítulo. Arion es un auténtico monstruo y espero que Gwyn y Thomas logren hacerle frente o huir sin problemas. Por lo demás, nos vemos la próxima semana, amigo. Te mando un gran abrazo. :')
     
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    Reydelaperdicion

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    44
     
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    Saludos a los lectores de la historia. Les doy la bienvenida a un nuevo capítulo de la parte VI de esta historia. Cada vez falta menos para el final, y desde ya quiero dar el aviso de el tramo que resta por venir es un poco largo.

    De hecho, luego de este capítulo, se vienen un total de 4 capítulos cuyas longitudes superan las 11000 palabras. Es una cantidad que puede resultar abrumadora, y por eso quiero pedir a los lectores que se lo tomen con calma XD.

    Quiero agradecer una semana más a mi gran amigo Manuvalk por sus comentarios al final de cada capítulo. Es toda una alegría para mí ver que está disfrutando mucho del avance de esta historia, y eso motiva muchísimo a seguir escribiendo, puesto a que llegué más lejos de lo que yo creía que iba a llegar, y eso se lo debo en gran parte a él :)
    También dar las gracias a Elliot, a quien sigo sin etiquetar para no spoilearle nada, por haber llegado a empezar esta parte (al momento de publicar el capítulo, ha alcanzado el capítulo 2 :) ).

    Como siempre, dejo la guía de personajes (a la cual le hice una corrección) y la cronología actualizada. Les dejo la lectura.












    La redención de un condenado:

    Tras haber acordado junto a su hermana y su hermano que iban a defender el planeta de las amenazas, Ixorum partió a uno de los cuarteles para poder armarse con un rifle de los que más le gustaba usar. Con un tamaño grande en su cargador y un cañón pequeño, lo cual le permitiría portarlo sin dificultades dado a que esa especie de arma contaba con adhesivos que permitía colgarlo de su traje de batalla.

    Junto a él, otros edagrianos y edagrianas estaban tomando las armas para partir a la pelea. El tercer y menor hijo de Hark sentía miradas de todas las direcciones, incluso desde más lejos de lo que él podía percibir. Estaba claro que la gente de su planeta lo miraría de esa forma. Siendo uno de los hijos del ser que llevó a cabo el plan del Exterminio para poder garantizar el futuro de su especie en otros mundos cuando el planeta Edagr ya no diera abasto, él supo que sería un pilar para los suyos en esa guerra.

    El edagriano pensaba profundamente en lo arrepentido que estaba por haber seguido con sus ideales, lo cual, comenzó a invadir su conciencia poco a poco, dado a que debía de afrontar el hecho de que todas las muertes que estaban sucediendo eran exclusivamente por su culpa.

    — Pensar que todo lo que hice fue para evitar este baño de sangre — Ixorum maldecía por dentro a su yo del pasado no tan lejano — Pero estos seres no han aprendido nada. Les dije que no tenían por qué morir. Podrían haber huido y vivir una vida tranquila lejos de nosotros… Ahora no me dejan otra opción. Eliminaré a todos los que se me crucen en frente mío.

    Una vez terminó con sus pensamientos y de equiparse para la acción que estaba por venir, Ixorum pudo notar que nadie de sus compañeros salía sin una palabra suya de por medio. Si bien, él no se proclamó como líder de ningún escuadrón, era como si, mental y unánimemente lo hubieran designado para que tuviera que portar ese cargo. Con un poco de presión social de parte de los suyos, eligió la única alternativa que pensó que los contentaría.

    — ¡Síganme al campo de batalla! — gritó, queriendo animar a los suyos, algo a lo que no estaba muy acostumbrado — ¡Sé que no es lo mismo verme a mí que a mi padre, pero intentaré estar a la altura, y no decepcionaré a ninguno de ustedes! ¡Ahora nuestros ciudadanos están en peligro! ¡Es hora de salir a las calles y dar vuelta las cosas! ¡Que sean los invasores los que sientan el miedo de tener a la muerte de frente! ¡Unidos!

    Pese a que él no consideraba que sus palabras a elegir fueran las correctas, la enorme mayoría de los que estaban reunidos con él levantaron las armas y cantaban su nombre con alegría, como si se tratara de una especie de ser especial, destinado a participar en el acto de salvación para su especie. Esto, a pesar de que era un acto que pondría feliz a cualquiera, solo dejó algo decaído a Ixorum.

    — Si hubiera matado a todos como me lo ordenaron, esto no estaría pasando — se atormentaba cada vez que lo recordaba — Merecen algo mejor. Quizá, cuando la guerra acabe, deba renunciar a mi posición privilegiada como uno de los líderes a futuro.

    Sin más deseos de hablar con su gente, más que nada porque le era difícil mirarlos a la cara, Ixorum se colocó la parte de arriba de su traje de combate en la cabeza, tapándose la cara con un cristal más oscuro y nada transparente, como si se tratara de una especie de material blindado. Con todos los suyos preparados, él partió al frente, seguido por una gran cantidad de edagrianos del ejército. Decenas de ellos, casi una centena de defensores. Todos listos para llevarle la muerte a los enemigos que estuvieran al frente.

    Tan pronto como salió del cuartel, pudo escuchar ruidos de disparos en la lejanía. Era claro para todos que una batalla estaba teniendo lugar dentro de la misma ciudad en la que se encontraban. Sin necesitar coordenadas o indicaciones, el ejército marchó para hacer frente a quienes estuvieran por delante de ellos.

    […]

    — ¡Perímetro asegurado! — Michael gritó con alegría — ¡Equipo médico en su lugar!

    Luego de haber obtenido la victoria en la pelea que llevaron a cabo en la ciudad, los escuadrones de Michael y Kila festejaron, puesto a que habían cumplido con un propósito importante.

    La batalla había sido encarnizada, y varios cadáveres adornaban las calles en donde se llevó a cabo el clímax del conflicto. Con el escuadrón de humanos reducido casi hasta el setenta y cinco por ciento, y el de los garak con una gran cantidad de bajas, un pequeño río de manchas de sangre formaba un rastro por las calles que eran algo más elevadas en ciertos lugares. El sacrificio de aquellos valientes soldados, sin embargo, había valido la pena. Cada edagriano en el lugar había perdido la vida, y ya no podrían mostrar ninguna clase de resistencia en su contra.

    Tan rápido como la lucha terminó, los médicos que viajaron en la nave formaron un gran sitio repleto de tiendas de campaña donde una enorme cantidad de camillas fueron colocadas para atender a los heridos. Algunas de estas, dado a que la pelea no había sido demasiado sencilla, ya se encontraban tomadas, pero el número de camillas disponibles todavía daba margen a que pudieran llegar muchos más.

    Una vez que ya todos los trabajadores médicos se encontraban en posición, Michael llamó a sus compañeros para tener una charla respecto a los siguientes movimientos que su grupo iba a realizar. Kila, que era la líder del escuadrón de garaks que prestó ayuda en el combate, se acercó a él para oír lo que tuviera que decir, y frenarle los pies en caso de que estuviera dispuesto a cometer alguna especie de locura que involucrara a su gente. No estuvo sola, puesto a que tres de los garak de su cuerpo militar le hacían compañía.

    — Ahora… ustedes ya tienen en claro su misión — Michael miró a Noak y Gina al hablar — La mitad de los que sobrevivieron se quedarán con ustedes en este sitio para poder defender el lugar en caso de un ataque enemigo. Creería que, habiendo combates en otras ciudades, no deberían enviar a nadie hasta aquí, siendo que habrá un gran silencio. Pero eso no quiere decir que no vaya a ocurrir. Por eso mismo, quisiera pedirle a Kila que permitiera que algunos de sus soldados se quedaran. Además de tener dos tanques de respaldo por si acaso.

    — Cuenta con ello, comandante Umcali — a pesar de que tenía mucha desconfianza con él por hechos del pasado, a la garak le pareció una buena estrategia a seguir — Haré que el personal médico de los garak acuda a este sitio. Creo que será mejor tenerlos instalados en este lugar también a ellos.

    — Bueno… supongo que eso quiere decir que ya no nos tocará pelear en un sentido ofensivo, sino defensivo — Gina daba por sentado lo que le tocaría a ella y a Noak.

    — Estás en lo cierto, Gina — Michael le contestó, casi con algo de frustración de que Alicia no le fuera a hacer compañía — Tú y Noak no se moverán de aquí, salvo que sea para escapar en caso de un ataque a gran proporción.

    — ¿A nosotros que nos tocará ahora? — Alicia quiso saber cuál sería su siguiente paso.

    — Primero que nada, tenemos que informar a todos que el centro médico ya está instalado — informó Michael a su pareja — Luego de eso, movilizaremos tropas al lugar que precise nuestra presencia en combate.

    — Aprovecharemos para conocer qué tal la están llevando los demás — Noak quería saber el estado del resto de sus compañeros — Pudo haber cambiado mucho durante el tiempo que estuvimos puestos aquí a pelear.

    Estando de acuerdo con su compañero, Michael se dispuso a enviar un mensaje a todos los escuadrones situados en el planeta Edagr para la guerra. Si alguien necesitaba alguna ayuda, él podría acudir con algunos de los suyos al sitio que le indicaran para prestar una mano. Todo con tal de obtener la victoria para las cuatro especies atacantes.

    — ¡Habla el comandante Umcali! — informó con alegría, pero sin perder seriedad — ¡Enviaré las coordenadas de mi ubicación! ¡Este es el lugar en el que el cuerpo médico humano se instaló, y los garak no tardarán en llegar! ¡Si tienen heridos, no duden en trasladarlos a ese sitio para que puedan ser tratados a tiempo! ¡Y ya que estoy en eso, quiero preguntar, ¿cuál es la situación general de la batalla?!

    Con el mensaje enviado, y sabiendo que podría llevar un buen tiempo hasta que alguien enviara una respuesta, puesto a que desconocían si algún grupo se encontraba en combate, Michael, Alicia, Noak, Gina y Kila estaban dispuestos a esperar unos cinco minutos para ver si alguien solicitaba apoyo de alguna clase. En caso de que no se realizara, movilizarían tropas para así llevar una nueva batalla a una ciudad diferente.

    La respuesta a la pregunta de Michael tardó unos dos minutos en llegar.

    […]

    — ¡Aquí Wida! — contestó la mujer, quien, junto a su grupo, seguían en la nave.

    Lankir y Xorxaik, luego de que al hombre xaromitante no se le pudiera ocurrir alguna especie de estrategia para afrontar los trenes y sus torretas sin la necesidad de usar más gente, habían regresado a la sala tan pronto como la oyeron gritar. Lankir supuso que alguien habría intentado comunicarse con ellos para pedir auxilio, y quiso ver si eso era cierto, además de que darían alguna ayuda o consejo si eso fuera requerido.

    — ¡Recibimos las coordenadas de la ubicación del equipo médico, comandante Umcali! — Wida reveló lo sucedido a Lankir — ¡Nuestra situación es algo sombría ahora mismo! ¡Hace unos segundos recibimos el mensaje de la comandante Gwyn! ¡Ella y el grupo de Halur han decidido atacar la ciudad en donde se situaban los trenes que usaban los edagrianos para la batalla, pero no han podido infiltrarse con éxito de forma sigilosa, el cuál fue su plan! ¡Necesitan gente y tropas para poder pelear allí dentro y destruir ese edificio antes de que más trenes sean soltados a la batalla!

    — ¡Habla Ace Lakor, comandante! — alguien más se había unido a la llamada — ¡Recientemente, mi grupo y el de la comandante Natasha ha obtenido la victoria en una batalla en una ciudad! ¡Entendemos que la comandante Gwyn necesita tanques, cosa que no tenemos para prestar ahora mismo! ¡¿Hay algún otro lugar al que podamos acudir?!

    — Wida, diles que nos vengan a ayudar a nosotros — Lankir pensó que sería mejor eso a no hacer nada — ¿Usted tenía las bestias de Fientlig consigo, verdad comandante Lakor?

    — Exactamente, vienen en mi nave — contestó Ace ante la pregunta — ¿Qué precisas de nosotros?

    — Tenemos que destruir uno de sus trenes que están en batalla para poder terminar de tomar el control de una ciudad — el xaromitante le informó — Luego de eso, no creo que tengamos más complicaciones y podríamos llevar a Xorxaik a la central de comunicaciones del planeta. Una vez allí, entorpeceremos sus movimientos y la guerra será más sencilla.

    — ¡¿No sería mejor descender directamente en la ciudad y atacarla todos juntos?! — la comandante Natasha se unió a la charla que tenían entre líderes de escuadrón.

    — De nada sirve hacerlo si luego nos envían refuerzos desde otros sitios — Lankir quiso explicar por qué no era viable hacer algo así — Necesitamos acabar con las ciudades más próximas a la central, para que así podamos pelear tranquilos contra sus defensores… Además, Xorxaik necesita estar allí mismo para poder interferir sus comunicaciones. Si luego nos llegan refuerzos desde los sitios cercanos y nos fuerzan a retirarnos, habremos perdido soldados en vano.

    — ¡Muy bien, Lankir, la comandante Natasha Zafiro y yo acudiremos a tu posición! — Ace no sonaba muy entusiasmado con la situación — ¡Pero si esos trenes están armados con torretas realmente fuertes, es posible que terminemos perdiendo a todas las bestias en este ataque!

    — Lo lamento, comandante Lakor — Wida expresó una disculpa por la situación — Pero Kila ha sido la única líder de escuadrón garak de la que tenemos noticias hasta el momento. El resto deben estar en otras batallas ahora mismo.

    — ¡Tan pronto como hayamos destruido esa especie de… cosa donde surgen los trenes, enviaremos tanques de refuerzo si los demás garak no han dado noticias o no están preparados para prestar alguna clase de ayuda! — Kila le quiso hacer saber que estarían listos para ayudarla — Mientras tanto, creo que lo mejor sería partir a nuestras ubicaciones correspondientes.

    — Opino lo mismo — Ace comentó — Wida, tú y los tuyos envíennos las coordenadas exactas para que aterricemos allí.

    — ¡Yo acudiré a la ubicación desde la cual la comandante Gwyn reportó que necesitaba ayuda! — Michael ya sabía a dónde debían dirigirse — ¡Si todo sale bien, nos reuniremos en ese sitio tan pronto acabemos de destruir esa maldita terminal!

    — Me alegra saber que podremos regresar a la batalla — Wida se mostró feliz con las respuestas recibidas — Nos veremos pronto, comandantes Ace y Natasha.

    Pese a que no era la ayuda que esperaban en ese momento, dado a que habrían preferido poder contar con el apoyo de más escuadrones garaks para así poder tener una mayor cantidad de tanques para combatir al tren que portaba las torretas, los garaks y xaromitantes a bordo de la nave de estos últimos empezaban a mentalizarse para volver a salir al combate.

    Wida, sabiendo que su amigo lo necesitaba, decidió tomar sus manos para mostrarle su apoyo. No había transcurrido mucho tiempo desde que Terrior murió en batalla en la ciudad, y dentro de unos minutos, deberían volver a acudir a la zona de conflicto. Lankir mostraba cierto miedo en su mirada, pero tan pronto como las manos de su compañera envolvieron las suyas, este sentía como desaparecía al mismo tiempo que las ganas de pelear contra ellos empezaban a surgir.

    — Haremos lo que esté a nuestro alcance para vengar a nuestro líder — Wida le sonreía de forma compasiva — Aplacaremos a los enemigos, y una vez que lleguemos a la central de comunicaciones, usaremos a Xorxaik para que nos de ventaja.

    — Gracias por esto, Wida — Lankir se sentía muy feliz de tenerla a su lado para esta clase de situaciones donde la posibilidad de morir era algo a lo que temer — Tenerte a tu lado en este momento me hace sentir más seguro. Aunque no sea un guerrero como tú, puedes estar segura de que te voy a proteger con mi vida.

    Dichas palabras en aquel momento provocaron una sensación de alegría en la mujer xaromitante, la cual no estaba esperando recibir. Sintiendo que un sentimiento más fuerte que la amistad empezó a surgir dentro de ella para con su compañero, ella se acercó a sus labios y los besó. Lankir no creyó que en plena guerra el amor que una vez se tuvieron volvería a tener lugar, pero no se negó a ese gesto de parte de quien era su amiga. Dejando a un lado los errores y diferencias entre ellos que cortaron con su relación, ambos se fundieron en un tierno beso ante la vista de los garak presentes allí, cosa a la que no le dieron mucha importancia.

    El comandante de su grupo, no en contra de esa muestra de cariño, pero sí alarmado por otro asunto importante, se les acercó a ambos.

    — Perdón por interrumpirlos — dijo, haciendo que ambos cortaran con su beso — Pero, quisiera pedirles un favor.

    — Claro, ¿de qué se trata? — Wida se separó de Lankir para mostrar algo de profesionalismo en la charla.

    — Cuando esa ciudad esté bajo nuestro poder…

    — ¿La ciudad donde se encuentra la central de comunicaciones? — Lankir quiso saber si hacía referencia a esa.

    — La misma — contestó el comandante garak — Una vez que sea nuestra, ¿creen que podríamos usar a Xorxaik para ver si podemos descubrir la posición en la que se encuentra Asmir? No ha informado en un tiempo, y eso, sabiendo que Allecreod va con él, no es algo que me de mucha seguridad.

    — Claro, no creo que nos lleve más de unos cinco minutos si es que Xorxaik accede con éxito a toda la red — el xaromitante miró al robot detrás suyo — Por cierto, ¿hubo algún reporte de Cadain en los últimos minutos?

    — Yo no he sabido nada de su grupo desde que aterrizamos — Wida informó a su compañero.

    — Yo sé que él informó una vez su posición, pero luego de eso, no ha vuelto a hacerlo — uno de los soldados garak mostró su preocupación al respecto.

    — Eso no es nada bueno — Lankir miraba las cosas desde un punto de vista pesimista — Lo que menos necesitamos es perder a otro líder.

    — O peor — comentó el líder del escuadrón de los garak en la nave xaromitante — Una traición de su parte.

    — Vamos, no creo que Cadain haya hecho un trato con ninguno de los edagrianos — Wida creía que era una exageración por parte del garak.

    — No hablo de antes de la guerra, hablo de ahora — el comandante garak no se quedaba tranquilo conforme pasaba el tiempo e iba pensando más al respecto.

    — Yo creo que es imposible que suceda algo así — Lankir no aceptaba esa posibilidad — He convivido junto a él por un tiempo, y no parece ser de esa clase de persona. Incluso llegó a traicionar a Allecreod por la seguridad de su gente. Recuerda que los edagrianos nos querían muertos a todos. Después de todo, los meteoritos iban a caer en su mundo, y fue por eso por lo que perdieron su flota. Él no haría un trato con ellos. Ni siquiera de Allecreod me lo podría esperar.

    — Por nuestro bien, espero que eso sea cierto — el comandante garak pronto miró la pantalla — Atentos, se acercan nuestros refuerzos.

    Wida, Lankir y el resto de los garak supieron que eso solo significaba que el descenso al suelo del planeta para continuar con la guerra que habían empezado se daría más pronto de lo que esperaban. Aunque poco tiempo hubiera transcurrido, la gran mayoría se encontraba deseando regresar al campo de batalla para tener una revancha en contra de los edagrianos que los forzaron a retirarse. Esta vez con más tropas, la posibilidad de atacar desde diferentes flancos, y las bestias de Fientlig de su lado.

    — Aquí vamos — Lankir tomaba aire, listo para pasar al combate — Juro que vamos a ganar esta guerra, papá… Lo juro por tu memoria.

    […]

    Aislados del resto de sus compañeros, pero no por eso de la guerra, Asmir y su escuadrón de garaks continuaba su confrontación en contra de los edagrianos. Con el auxilio del grupo de Cadain y los ryfier, la pelea tenía la balanza inclinada en favor de los invasores que formaban una alianza de especies.

    Sus tanques ya no se encontraban junto con ellos, todo eso por orden de Asmir, quien, viendo que las tropas enemigas no dejaban de acudir a su sector para la batalla, ordenó distribuir los tanques por los extremos de la ciudad, para ver si así se aligeraba la cantidad de tropas desplegadas en su contra al tener que llevar la pelea a varias ubicaciones diferentes.

    No obstante, la ausencia de los tanques no era una dificultad para los escuadrones que luchaban en contra de los edagrianos en aquella ciudad. Con una superioridad numérica clara, el número de edagrianos que caía muertos en combate era bastante superior al de los garaks y ryfiers que lo hacían. Fue así como, al cabo de diez minutos de tiroteos y lluvias de balas casi ininterrumpidas, las tropas de la alianza se alzaron con la victoria.

    Ganada esa batalla, estos se disponían a tomar un respiro y consumir algunas de sus provisiones, puesto a que era el tercer escuadrón edagriano al que le hacían frente en muy poco tiempo.

    — ¡Formen un círculo y adviertan ante el primer avistamiento de tropas enemigas! — fue la orden del líder de los garak.

    Fieles a su líder, el más importante en su población, un gran número de garaks formó un círculo alrededor de él y de las tropas de Cadain. Fue en ese momento en el que pudieron tomar las provisiones que habían traído consigo para empezar a consumirlas. No esperaban tener que comer en medio de la ciudad en donde se encontraban batallando, pero el ver que escuadrones edagrianos aparecían tan pronto uno era derrotado, supieron que debían aprovechar ese momento de tranquilidad.

    — Ya estoy empezando a cansarme — Cadain habló, expresando un ligero agotamiento por la sucesión de pelear — Se ve que elegimos un centro urbano muy importante. No nos dan un respiro. Incluso apartando a los tanques de nuestra posición nos siguen llegando atacantes.

    — Lo bueno es que, si realmente es un sitio con gran importancia, cuando esté hecho escombros, les habremos ocasionado un daño enorme — Allecreod tenía una visión optimista de su ataque — Quiero decir, cada ciudad que tomamos representa una disminución de su poder territorial. Si esta es realmente una ciudad clave, quizá sea buena idea seguir luchando hasta que sea nuestra.

    — No me siento tranquilo con un comentario así viniendo de ti — Asmir todavía estaba algo preocupado por tener a Allecreod cerca, y quería hacérselo saber — Suena a como si estuvieras analizando las posibilidades para conquistar este mundo.

    — Descuida, Asmir, cuando este conflicto haya terminado, tú ya no volverás a saber de nosotros — Cadain quería detener las cosas allí antes de que pasaran a un intercambio de palabras hostil, cosa que veía venir — En especial de él.

    — Oh, eso lo tengo muy en claro — Asmir lo dijo en una forma en la que todos pudieron interpretar sus intenciones con esas declaraciones.

    Para Allecreod era evidente que, finalizada la guerra, el líder de los garak, sin importar las cosas que hiciera para demostrar que él estaba de su parte y que el enemigo para todos era uno solo, acabaría con su vida. En cierta forma, el ex líder de los ryfier llegó a envidiar momentáneamente a su compañero de celda, Abel. Pese a que él se enteró del fallecimiento de Magnus, lo que quería decir que su oportunidad para vivir una vida a salvo luego de que terminara la guerra tan cruel que estaban a travesando llegó a su fin, él hubiera querido tener la oportunidad de al menos tener un seguro de vida para su existencia.

    — ¿No hay nada que pueda hacer para que cambies de opinión respecto a mi destino? — Allecreod no estaba dispuesto a realizar cualquier acción, dado a que, si tenía que morir, lo haría con dignidad, pero igualmente tenía curiosidad por conocer la respuesta del líder garak.

    — No lo veo posible, Allecreod — Asmir recordó su único enfrentamiento — Te tenía listo para asesinarte y te escapaste de mis manos. Si no fuera porque tenías ciertos conocimientos de este mundo, te habría fundido el cráneo tan pronto llegaste a mi planeta. Tengo tu destino decidido, y no creo que lo cambie. Lo único que podría salvarte es que yo muera, y que quien sea que tome el poder tras mi fallecimiento quiera perdonarte la vida. Aunque, en estos cuatro meses que han pasado desde que empezamos a planear el ataque, aconsejé a cada garak guerrero que no lo hiciera. Así que, no te veo viviendo más allá de esta guerra, Allecreod. Ya sea que ganemos o perdamos, tu destino no cambiará. Algo extraordinario tendría que pasar para que así fuera.

    — Es una lástima que así hayan sucedido las cosas — Ebilo, quien en un pasado admiró mucho a Allecreod, igual que todos en su especie, sentía que era una auténtica lástima que las cosas terminaran así para su líder — Si nada de lo sucedido entre nosotros hubiera ocurrido, quizá habríamos atacado con más soldados este planeta.

    — Los humanos tenían vehículos de guerra muy variados — Asmir recordó una charla con Magnus — Vehículos como tanques, y otros que les permitían volar por los cielos… De no haber perdido el planeta Tierra, quizá ya los habríamos hecho trizas. Los edagrianos son avanzados, pero como son una especie que apuntaba a abandonar su planeta, no desarrollaron una tecnología muy poderosa para librar guerras.

    — Solo esa nave indestructible que tenían — Allecreod mencionó, recordando el momento en el que Hark lo llevó a ver como su hijo mayor partía hacia la Tierra — Y como no quieren destruir su planeta, no la pueden sacar a pelear.

    — Bueno, es un gran alivio — Ebilo se sentía muy feliz de pensar en eso — Si lo hicieran sin medir consecuencias, quizá todos nosotros ya estaríamos derrotados.

    — Por eso mismo era de vital importancia que los atacáramos aquí — Asmir recalcó su estrategia — Y es por eso por lo que tenemos que asegurarnos de ganar. Usamos el factor sorpresa para obtener ventaja. Si nos llegamos a retirar, ellos esperarán un regreso nuestro y ya no podríamos volver a tomarlos desprevenidos. La retirada no es una opción. Nunca lo fue. Eso siempre lo tuvimos claro.

    Sin más ánimos de seguir con esa charla, sumada al hambre que sentían en aquel momento y la cual se vieron en la necesidad de eliminar, los garak que no formaron el círculo de defensa, junto con su líder, y los miembros del escuadrón bajo el mando de Cadain, se dedicaron exclusivamente a comer y beber para reponer fuerzas. No era nada demasiado pesado, dado a que cada soldado solamente contaba con dos trozos de pan terrestre, y una pequeña botella de un cuarto de litro de agua. Todo con tal de que no les causara molestias al momento de pasar a una batalla.

    Habiendo terminado, Asmir eligió formar un nuevo círculo, en el cual participaría, para así darle a los que no habían repuesto sus fuerzas la oportunidad de conseguirlo y prepararse para la siguiente batalla.

    Unos minutos habían transcurrido, y sin ninguna clase de contratiempo, todos los soldados desplegados en la batalla finalmente estaban con las fuerzas recargadas para poder seguir avanzando en su acometida. Antes de dar la orden de continuar, Asmir, quien tenía su vista puesta en el cielo, notó como la luz solar de la estrella a la que orbitaba el planeta Edagr estaba volviéndose un poco más débil.

    — Va a atardecer pronto — Asmir habló en voz alta, causando que varios de ellos centraran la vista en el firmamento — De ninguna forma pelearemos de noche. Hay que tomar esta ciudad y como mínimo una más antes de que llegue ese momento.

    — ¡Al frente, todos! — fue la orden de Cadain, quien compartía la visión de su colega líder — ¡El hecho de que los tanques no regresaran quiere decir que están en pleno combate! ¡Significa que todavía quedan miembros del ejército edagriano en este punto!

    — ¡Miembros del ejército que caerán ante nosotros! — Asmir lo tenía muy en claro — ¡Marchen!

    Decididos a continuar con la incursión a la ciudad, con el fin de restarle poder a los edagrianos para poder empujarlos hasta la extinción y así erradicar su amenaza del universo, las tropas del garak y de los ryfier empezaron a avanzar por las calles de la ciudad. No pasó demasiado tiempo hasta que el ruido se hizo presente, lo que les reveló la ubicación de una batalla que claramente estaba teniendo lugar en sus proximidades, dado a que los civiles no revelarían su posición de esa manera.

    Bajo las órdenes de los dos líderes, las tropas empezaron a correr hacia el sitio donde transcurría el combate. Pudiendo darse el lujo de gastar más energías dado a que acababan de comer hace muy poco tiempo.

    […]

    — ¡Victoria para los nuestros! — aclamó Ixorum junto con sus acompañantes.

    En una zona que estaba repleta de escombros, sangre y cadáveres en cada dirección donde se centraba la vista, había tenido lugar un combate feroz entre un grupo pequeño de garaks y los edagrianos, liderados en esa ocasión por el tercer hijo de Hark.

    Un tanque garak volcado y prendido fuego era la prueba de la victoria de estos en batalla. Los soldados que escoltaban el vehículo se vieron abrumados por la superioridad numérica que los edagrianos que saltaron al combate les mostraron. Gracias a granadas y dispositivos explosivos que podían adherirse a cualquier superficie, los cuales Ixorum ordenó llevar tras pasar por una fábrica situada en esa misma ciudad, el vehículo garak sucumbió pronto ante sus atacantes.

    — ¡Ya es el segundo en caer derrotado! — una mujer celebró con una alegría inmensa — ¡No sé cuántos más quedan, pero todos van a terminar siendo destruidos!

    — ¡Desafortunadamente, nos queda una sola granada arrojadiza! — Ixorum dejó ver que no todo eran buenas noticias — ¡Tenemos que reponernos para la siguiente pelea! ¡Se necesitaron más de siete para poder tirar a este! ¡Está claro que no será posible que volvamos a ganar si nos terminan saliendo con otro de estos!

    — ¡¿Nos retiramos para reabastecernos?! — preguntó uno de los más alejados en el grupo.

    — ¡De inmediato! — Ixorum contestó a su soldado — ¡No creo que nos sirva ni siquiera para pelear con un escuadrón a pie!

    […]

    Sin que Ixorum y sus compañeros lo supieran, Asmir, Cadain, Allecreod y el resto de sus tropas estaban contemplando dicha escena. Ocultos detrás de varios edificios que rodeaban la calle, parecían estar totalmente fuera de la vista de todos los guerreros edagrianos. Desde un lugar donde los enemigos no llegaban a verlos, a Asmir le era imposible observar muy bien lo que había ocurrido, pero tan pronto como vio su tanque dado vuelta y ardiendo en llamas, supo que los edagrianos lo habían dejado sin posibilidades de seguir peleando.

    — Llegamos tarde para ayudarlos — contemplar esa escena frustró demasiado al líder de los garak — Pero ya que no pudimos salvarlos, hagamos que su muerte no haya sido en vano. Acabemos con todos los edagrianos presentes antes de que se retiren y sigan poniendo en peligro a los nuestros.

    — ¿Crees que habrán destruido algún otro tanque? — Cadain preguntó sin ánimos de causar incomodidad a su compañero.

    — No puedo afirmarlo, pero con que hayan destruido uno ya fue suficiente — Asmir tomó su rifle en sus manos — Ninguno más. Ni ahora, ni nunca. ¡Ataquen!

    Pese a que el grito del garak no fue oído por los edagrianos que se encontraban reunidos alrededor del vehículo militar que había sido destruido, el sonido de los disparos y de las tropas del ejército enemigo que hicieron al empezar a correr alertaron por completo a Ixorum y a sus compañeros que se veían bajo ataque de repente. Los disparos de las tropas invasoras no tardaron en alcanzarlos y empezaron a impactar en contra de los trajes y cascos de combate de los defensores.

    Ixorum, viéndose superado y sorprendido al ver el enorme número de atacantes que se le acercaron de la nada, se dio cuenta de que no podrían escapar, al menos hasta no reducir significativamente sus números.

    — ¡Maten a más de la mitad! — fue la orden que recibieron de parte de su líder en aquel momento — ¡No podremos retirarnos hasta no acabar con varios de ellos! ¡Y no creo que tengamos munición suficiente para huir ahora!

    Viendo que no tendría demasiada utilidad para el futuro, Ixorum tomó su granada arrojadiza, la cual le había quedado tras el combate en contra de las tropas garak que custodiaban el tanque que había avanzado por su ciudad disparando y derribando un número considerable de edificios. Sin dificultades para apuntar, dado a que su traje le brindaba gran protección, Ixorum se adelantó unos pasos y la arrojó al aire.

    Dicho objeto cayó en el centro de la calle, en donde las tropas se encontraban acercándose hasta su posición se encontraban más amontonadas. Dado a que algunos no pudieron ver el objeto por estar tan concentrados en los disparos, cuando la explosión tuvo lugar, varios de los garak terminaron muriendo por el poder de esta. Algunos otros cayeron al suelo heridos. Vivos, pero incapaces de seguir peleando en esas condiciones.

    Asmir, Cadain, Allecreod y el resto de ellos creyeron que lucharían usando las armas para dispararse mutuamente, aprovechando su superioridad numérica para matar a balazos a sus enemigos. Pero la sorpresa en ellos y en los demás fue más grande al ver que los edagrianos, quienes se quedaron sin munición antes de lo que creían que sucedería, se acercaron a ellos para pelear cuerpo a cuerpo.

    — ¡Mierda, tan cerca podríamos matarnos por accidente! — Asmir se vio envuelto en problemas — ¡Usen los guanteletes y las lanzas para matarlos! ¡Hay que pelear cuerpo a cuerpo, y tenemos la ventaja en esta batalla!

    Para los ryfier, seguir esa orden no fue nada complicado, dado a que sus lanzas estaban equipadas para disparar balas a distancia. Lo único que debían hacer era cerrar las puntas abiertas y pelear mano a mano contra los edagrianos, apuntando fuerte y correctamente contra sus trajes de protección. Los garak tuvieron que colgar sus rifles a sus espaldas, para luego encender los guanteletes y así poder pasar a tomar la batalla cuerpo a cuerpo.

    Todos tenían presente el relato de Ace, quien les había contado que Kenegar sobrevivió a un enorme daño. Por esa misma razón, se asegurarían de no dudar en dejar vivos a los enemigos y simplemente los eliminarían fundiéndoles el cráneo o decapitándolos al derretirles el cuello.

    La pelea cuerpo a cuerpo empezó, y los edagrianos, en completa desventaja numérica teniendo cinco veces menos soldados que sus atacantes, empezaron a matar. Arrojando golpes con una fuerza descomunal, eran capaces de derribar con facilidad a sus enemigos, para luego, dejarse caer de rodillas al suelo y matarlos de un único golpe potente en la cabeza, que ni los cascos de los garak podían resistir.

    Allecreod, quien se había frustrado mucho por no haber podido asesinar a Hark en el momento en el que lo atacó por la espalda, estaba decidido a causar una gran cantidad de bajas en su gente. Cuando un edagriano se le acercó, este, sin dejar de correr, se agachó al mismo tiempo que lanzó su lanza a los pies del enemigo. Con una gran fuerza, pese a su limitado entrenamiento antes de la guerra, logró que la punta de su arma le atravesara el tobillo a su enemigo. Este, sintiendo un puntazo tan potente, cayó de rodillas al suelo gritando de dolor. Velozmente, Allecreod se puso de pie, asegurándose de no tener a nadie atrás, y logró acumular la fuerza suficiente para lanzar una estocada que perforó el traje del edagriano por la espalda. Su lanza cruzó todo el torso del enemigo, que empezó a escupir sangre tras ser atravesado por aquel objeto. Sabiendo que eso no sería suficiente, Allecreod aprovechó el débil estado de su enemigo para quitarle el casco y dejarle el cráneo desprotegido. Teniendo un tiro fácil, removió la lanza de su lugar, para posteriormente, perforarle la nuca con una estocada mucho más fuerte. La satisfacción lo invadió cuando vio cómo su cráneo se hacía pedazos, y como el enemigo que tenía frente a él caía sin vida al suelo.

    — Se ve que solo Hark contaba con huesos y piel muy resistentes — expresó Allecreod mientras veía al edagriano sucumbiendo sin fuerza vital al suelo.

    Ebilo se lanzó a pelear nada más y nada menos que contra Ixorum. Sin embargo, no había elegido a su oponente de forma premeditada, dado a que, con el vidrio blindado cubriéndole el rostro, no fue capaz de identificarlo. Creía que estaba combatiendo contra un edagriano militar cualquiera, y eso lo llenó de confianza para su ataque.

    Queriendo derribarlo en pocos ataques, arremetió en su contra con una estocada frontal con su lanza. Ixorum, quien estaba bastante bien entrenado en el campo militar, pudo ver venir ese ataque con tan solo prestar atención a la postura con la que el ryfier se lo lanzó. Por lo cual, con girar su cuerpo sin dejar de avanzar, logró colocarse de tal manera que podría alcanzar a su enemigo con un ataque en diagonal. Así fue como lo hizo, dejando salir un puñetazo en dirección a la cabeza de Ebilo, quien, pese a llevar protección para la batalla, se vio algo aturdido por esto. Su cuerpo empezó a tambalearse, cosa que Ixorum lo vio como la oportunidad perfecta para acabar con él. Antes de que se pudiera estabilizar, el tercer hijo de Hark corrió hacia él y le propinó un rodillazo en la espalda que lo derribó al suelo. Pese a la fuerza del golpe, Ebilo no soltó su lanza, la cual sujetaba con fuerza en sus manos. Tirado en lo más bajo que podía estar, y sin mirar al enemigo, el soldado ryfier se concentró en los pasos de este, pudiendo identificar su posición.

    Con una gran determinación, giró su cuerpo en un movimiento tan ágil que tomó desprevenido a Ixorum. El líder de aquel escuadrón sintió un fuerte golpe en su casco, el cual, se encargó de soportarlo gracias a su resistencia. Pero no había quedado inmaculado. La punta de la lanza golpeó con tanta fuerza que le generó una grieta al vidrio frontal, cosa que frustró bastante al edagriano, debido a que también le causó un susto importante.

    Sin perder más tiempo, el defensor de su ciudad se acercó al ryfier tumbado en el suelo, quien creyó que el golpe podría desestabilizar al enemigo y comprarle algo de tiempo para poder ponerse de pie a continuar la pelea. Un pisotón en la cabeza terminó aturdiendo todavía más al soldado ryfier, que, de recibir otro golpe tan potente en esa zona, terminaría cayendo inconsciente. Pero, como no se encontraba en los planes de Ixorum, este simplemente se agachó para tomar su lanza con las manos. Colocándose frente a él, levantó el arma, apuntándole a la cabeza, y haciendo el máximo esfuerzo que sus brazos le permitían, le hundió la punta en el cráneo, justo en la frente. Un golpe tan potente logró penetrar en el casco de aquel ryfier, incluso también le perforó el hueso del cráneo. Cuando el metal del arma llegó a su cerebro, la sangre y sesos del joven ryfier salpicaron hacia los costados, acabando así con la vida de aquel soldado. Con las intenciones de seguir usando la lanza para su beneficio, Ixorum la retiró del cráneo del enemigo, solo para darse cuenta de que la punta quedó enterrada en el mismo lugar donde él la había clavado, pudiendo sacar solamente la vara.

    — ¡Ixorum! — ese grito lo llevó a darse la vuelta.

    Cerca de él, una de las edagrianas tenía a un garak encima. Aprovechando el peso de su cuerpo para mantenerla inmóvil, el atacante pudo guiar sus dos manos, con el guantelete encendido, al cráneo de la mujer que ya no portaba su casco. Debido a una ligera mejora que le hizo a su arsenal antes de partir a la batalla, en solo un segundo, la piel y cráneo de su enemiga ya había sido fundida por completo, terminando en una muerte rápida para ella. Por el grito que había lanzado, el garak pronto se dio la vuelta y miró detrás suyo para ver al líder del escuadrón acercándose hacia él.

    — ¿Ixorum? — preguntó, sabiendo que era una oportunidad única.

    — Tu voz me suena… — Ixorum le confirmó que era él al responderle de forma tan personal — Ya te recuerdo. Tu nombre es Asmir.

    — Dijiste que no me olvidarías, y cumpliste — el líder de los garak puso los ojos en el que había elegido para que sea su siguiente víctima.

    — Exactamente, eso mismo hice — el edagriano empezó a caminar hacia él con cuidado, sabiendo que un líder debía tener esa posición por ser superior al resto — A diferencia de ustedes, quienes decidieron traicionar mi confianza y arruinar la única oportunidad que tenían para salvarse.

    — ¿Creíste que realmente nos quedaríamos sin hacer nada después de conocer toda la verdad? — Asmir lo confrontó directamente — El plan de tu padre llevó a la muerte a miles de garaks a los que yo apreciaba muchísimo. Y luego nos dejó sumergidos en una guerra con seres menos afortunados que nosotros.

    — Fue precisamente por eso por lo que actué por mi cuenta — Ixorum contestó con enojo y sin levantar la voz, dado a que no quería que ninguno de sus compañeros lo escuchara — Un grave error… O, mejor dicho, una decisión arriesgada. El error lo cometieron ustedes. ¿Y sabes qué se hace con los errores? Se corrigen.

    — Lo que me da lástima es que no podré matar a tu padre — el líder garak creyó que provocarlo le daría algún resultado positivo — Pero viendo que eres la sangre de su sangre, será igual de satisfactorio asesinarte a ti.

    Dispuesto a acabar rápido con él para evitar que soltara más información que pudiera perjudicarlo, o más insultos hacia su fallecido padre, Ixorum se abalanzó contra el garak para atacarlo con una patada realizada con mucha fuerza. Asmir, sabiendo lo peligroso que podría ser, se agachó ágilmente para poder evadirla, y así quedar fuera del alcance de su ataque. Una vez libre de convertirse en un objetivo, cerró el puño derecho y le lanzó un golpe a la zona renal de Ixurom, o al menos, a la ubicación en la cual creía que la encontraría. Grande fue sorpresa al ver que, pese a golpearlo con todas sus fuerzas, no lo pudo mover ni un centímetro.

    Siendo consciente de que sería peligroso estar cerca de él, Asmir retrocedió, al mismo instante en el que Ixorum dejó su pie en tierra firme. Sin realizar un movimiento previo, este saltó al frente y dirigió su puño a la cabeza de Asmir, quien quiso levantar sus brazos para bloquearlo y reducir el daño, pero no logró conseguirlo a tiempo. Pese a chocar con el metal de su casco, no se hizo casi ningún daño en la mano, mientras que con su golpe tuvo la fuerza suficiente para hacerlo retroceder unos pasos. Acto seguido, un rodillazo en el estómago, justo en la zona abdominal, fue su siguiente ataque. Con una fuerza descomunal, el metal que protegía al líder garak se rompió de un golpe tan fuerte, al mismo tiempo que su cuerpo se inclinó al frente. Con un codazo más rápido que sus ataques previos, Ixorum fue capaz de tumbar a su enemigo al suelo, sabiendo que podría matarlo con facilidad.

    Cadain, quien había podido decapitar a un edagriano enemigo con unos cuatro golpes con la lanza, terminó viendo esa escena, completamente aterrado al pensar en la posibilidad de que Asmir muriera tal y como había ocurrido con Magnus en la primera batalla. Temiendo no poder llegar hasta él a tiempo, quiso alertar también a los garak en los alrededores para que juntos pudieran socorrer a su líder.

    — ¡Asmir necesita ayuda! — gritó empezando a correr para intentar salvarlo — ¡Está en peligr…

    Desde atrás, uno de los edagrianos que había podido matar a uno de sus hombres hacía pocos segundos, se interpuso entre él y su compañero líder. Con un poderoso rodillazo recibido en la espalda, Cadain fue arrojado hacia adelante, recorriendo más de un metro antes de caer al suelo, rodando por el mismo tras establecer contacto con el concreto del que estaba formado. Cuando levantó la vista para ver a quien lo había atacado, pudo ver como dos de los miembros de su ejército se interponían entre su persona y el edagriano que lo derribó desde un ataque por la espalda. Creyendo que en un dos contra uno podrían ganarle, el líder de los ryfier se intentó poner de pie para socorrer a Asmir, solo para sentir un dolor punzante recorriéndole la espalda, teniendo una intensidad mayor en la zona donde se dio el impacto.

    — ¡Carajo! — gritó para sus interiores mientras se retorcía — ¡No me voy a poder levantar en dos minutos al menos!

    Sin más que pudiera hacer, trató de mover su cabeza hasta el punto en el que recordaba que había caído su compañero líder. Cuando logró encontrarlo, pudo notar como dos garak se enfrentaban con el edagriano responsable de derribarlo.

    — Asmir… ya hemos perdido a Magnus — sumado a eso, Cadain ignoraba por completo la muerte de Terrior — No podemos seguir perdiendo líderes, y definitivamente no podemos perderte mientras yo estoy inmovilizado en el suelo. ¡Por favor, que alguien lo salve!

    Ixorum logró sobreponerse ante sus dos atacantes. Al primero simplemente lo tomó del cráneo, sujetándolo firmemente mientras de una patada en el pecho acabó con su vida con suma facilidad. El segundo, que llegó poco después de su anterior compañero a intentar socorrerlo, se subió a su espalda con el objetivo de poder rodear su cuello con ambas manos y así decapitarlo con facilidad. El hijo de Hark supo lo peligroso que podría ser tenerlo encima, por lo que atacó con la nuca hacia el rostro del que se le había colgado para aprovecharse de su posición. Con un golpe moderado, logró hacer que el garak que tenía encima se soltara, para luego mover su brazo hacia atrás y pegarle un fuerte codazo que lo tumbó al suelo. Sin disponerse a correr ningún riesgo, Ixorum corrió hacia él, para poder pisarle el cráneo con fuerza. Su casco de metal sirvió para su propósito, y ayudó al garak a sobrevivir al ataque recibido, pero a causa de eso, quedó inconsciente e indefenso para los siguientes ataques del edagriano.

    Repitiendo ese ataque unas tres veces más, el defensor fue capaz de perforar el casco protector del garak, y así pudo acabar con la vida de su enemigo. Una vez muerto, miró a los alrededores para ver si alguien cercano a su lugar podría convertirse en alguna clase de amenaza para él en la ejecución del líder Asmir.

    — Creo que ya no volverán a molestar…

    Mientras la pelea estaba teniendo lugar, Asmir encontró las fuerzas para ponerse de pie y lanzar una tacleada con su cuerpo completo sobre Ixorum. Al mismo tiempo que lo embistió, también levantó ambos puños para darle con el metal de su armadura en la cabeza. El ataque fue tan potente que el edagriano cayó al suelo, al mismo tiempo que el vidrio que dejaba su cara oculta fue roto en varios pedazos, dejando así ver la cara que tenía. Fue de esa forma que Asmir pudo percibir el enojo en la expresión del hijo de quien realizó las acciones pertinentes que terminaron ocasionando la Gran Catástrofe.

    — ¡Por todos los garak que murieron por tu culpa, Hark! — Asmir gritó con fuerza, esperando que, estuviera donde estuviera, el líder edagriano pudiera verlo — ¡Me quedaré con la vida de uno de tus hijos!

    Teniéndolo retenido con sus piernas, al mismo tiempo que hacía un esfuerzo con su cuerpo para ayudarse a mantenerlo en el suelo, Asmir quería que sus manos llegaran hasta el cuello del edagriano con quien se batió en combate. Con los guanteletes encendidos, y el calor tan intenso que estos irradiaban, sería capaz de fundir su piel y sus huesos, para posteriormente decapitarlo. Ansioso por quitarle la vida, Asmir extendió sus dos brazos para envolverlo y acelerar el proceso.

    Pero, para su mala fortuna, Ixorum seguía teniendo más fuerzas en reserva. Liberando sus manos de la prisión corporal de Asmir, logró capturar los brazos del garak tomándolo desde la zona del antebrazo, manteniéndose así a salvo del calor que los guantes emanaban.

    Aunque el líder garak hizo su máximo esfuerzo, Ixorum apartó ambos brazos y los separó, dejándolo expuesto a un ataque. Rápidamente, levantó su cuerpo realizando un movimiento abdominal, y de esa forma, encajó un cabezazo en contra de la frente de Asmir. Pese a que el metal de su casco lo cubría, la fuerza del golpe arrojó a Asmir nuevamente hacia el piso. Menos aturdido que con el primer golpe, pero igualmente, sin la capacidad de levantarse de allí inmediatamente. Debido a que su rostro descubierto chocó con el metal que protegía a su enemigo, el edagriano quedó aturdido durante unos diez segundos. Sin embargo, eso no lo iba a detener. Moviéndose desde el suelo, gateando hasta el garak, Ixorum se le colocó encima, cubriendo sus brazos para evitar que los pudiera mover. Posteriormente, colocó sus manos alrededor del cuello de su enemigo, y buscó la forma de quitarle el casco para así poder matarlo a golpes, siendo consciente del daño que le haría golpear el metal directamente.

    En menos de veinte segundos, Ixorum fue capaz de cumplir con su cometido, y logró retirar con poca dificultad el casco de la cabeza del garak. Asmir, sintiéndose abrumado por el peso del cuerpo del edagriano encima del suyo, estaba completamente inmóvil, y a merced de su enemigo.

    — Con tu muerte estaré un paso más cerca de ganarme el perdón de mis hermanos — eso era, en aquel momento, lo más importante para el menor de la familia.

    Con su puño totalmente cerrado, sus nudillos golpearon el pómulo de Asmir, quien pudo sentir casi inmediatamente después del tacto como tres de sus dientes se desacomodaron de su lugar, lo que lo hizo lanzar un grito de dolor mientras la sangre le empezaba a brotar de la boca.

    Un segundo golpe de puño siguió esa acción, este siendo más débil que el primero, pero no por eso débil para nada. Fue ese ataque el que hizo que los dientes flojos de Asmir se salieran de sus encías y fueran desparramados en el suelo del campo de batalla, generando que todavía más sangre de la inicial brotara de su boca, al tiempo que el grito del garak se hizo más ahogado.

    Ixorum movió su puño listo para lanzar su tercer golpe, cuando, en aquel momento, la punta de una lanza de alguno de los ryfier le atravesó el cuello. De forma repentina, y sin poder hacer nada para defenderse, los huesos y las venas que pasaban por la zona en donde recibió el ataque se rompieron. Ixorum, impactado por haber sido atacado por la espalda de esa manera, empezó a ahogarse con su propia sangre, mientras intentaba de forma imprecisa guiar sus manos hacia su cuello para retirarse el arma de aquella zona. Asmir, con sus heridas evitando que pudiera levantarse a ayudar a quien lo quería rescatar, no tuvo más remedio que quedarse en el suelo, desde donde pudo ver la conclusión de aquel ataque.

    La lanza fue retirada del cuello del edagriano, esto por parte del atacante. Con un movimiento brusco, el arma salió de la zona de impacto, lo que generó que, por inercia, Ixorum cayera con su cuerpo hacia atrás. Así fue como Asmir pudo ver que, parado frente a él y a su enemigo se encontraba Allecreod. El que en el pasado fue el líder de los ryfier se paró entre el garak y el edagriano, viendo como este último se ahogaba con su sangre que brotaba de la herida que le había causado hacía pocos instantes.

    — Quizá me arrepienta por eso — Allecreod mencionó, notando que Ixorum lo estaba observando — Pero a ti te tengo que matar. Tú estuviste presente cuando tu padre me engañó, y aunque querías llevarle la contra, nunca intentaste contactar conmigo. Eres igual de culpable que todos los que nos quieren muertos, no importa lo que hayas hecho después… Hasta nunca, Ixorum.

    Con gran furia en contra de él, tras haberle dedicado unas últimas palabras, Allecreod le lanzó una estocada al rostro descubierto, lo que hizo más sencillo quitarle la vida. Con la punta de su lanza le perforó el ojo, pudiendo atravesar los tejidos que separaban el rostro del cerebro. Al haber conectado su arma con el órgano vital de su enemigo, quien contaba con una fuerza impresionante con la cual no era conveniente medirse, Allecreod pudo ponerle fin a la vida de Ixorum.

    Un segundo después, consciente de que seguían en el campo de batalla, y que los edagrianos a su alrededor podían ser tan peligrosos como el tercer hijo de Hark, el soldado ryfier se acercó a Asmir, quien lo contempló todo desde el suelo, impresionado por el hecho de que alguien a quien intentó matar en el pasado hubiera salvado su vida de las manos de un rival muy poderoso.

    No fue la única sorpresa que tuvo, dado a que, tras haberse acercado lo suficiente a él, Allecreod le hizo una pregunta.

    — ¿Crees que puedes seguir peleando? — el ryfier parecía ir en serio con esa pregunta — Porque si no es así, me quedaré al lado tuyo para protegerte. Estando debilitado serías un blanco fácil, y no eres alguien a quien nos podamos dar el lujo de perder.
     
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  6.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, que decir. Este capítulo me ha gustado muchísimo, especialmente porque la acción en este ha sido muy disfrutable y además no me esperaba la muerte que ha habido. Por ello, pasaré a comentar parte por parte lo que me ha parecido el capítulo de esta semana.

    El capítulo empieza con la aparición de Ixorum, quién se está preparando para la batalla. Junto a un grupo de edagrianos, el hijo menor de los tres hijos del fallecido Hark se abastece de suministros mientras piensa en el error que cometió al confiar en las especies aliadas que ahora están atacando su planeta. Su odio por ellos es palpable y sus ideales pasados ya son eso, pasado. Ahora, el objetivo de Ixorum es acabar con quién sea que se interponga entre su camino, consciente de que sus acciones ahora están vigiladas por sus dos hermanos mayores.

    De ahí pasamos a ver como el equipo de Michael y el de Kila logran una nueva victoria, para acto seguido preparar el terreno para un campamento militar médico. Gina y Noak serán los encargados, junto a más soldados humanos y garak, de proteger la zona en caso de que les llegue un ataque. Por su parte, Michael, Alicia y Kila están a la espera de recibir una nueva misión, o de lo contrario, se dirigirán a atacar otro sitio. El comandante Umcali hace un llamamiento por radio para informar de su disponibilidad en combate, formándose así una conversación entre los distintos líderes y escuadrones, cada cuál con sus situaciones y problemas. Los grupos de Ace y Natasha se dirigirán hacia donde están Wida, Lankir y demás soldados, con el objetivo de hacer que Xorxaik pueda hacer su trabajo y evitar que salgan más trenes solares. Y es que un conflicto como una guerra a escala planetaria, toda ayuda es bien recibida.

    Tras esto, vemos al escuadrón de Asmir y Allecreod con el de los ryfier Cadain y Ebilo. Habiendo obtenido una victoria temporal, se deciden a descansar y reponer fuerzas aprovechando la breve paz que tienen. Ahí es donde, hablando, se descubre que el líder garak tiene claro que el destino de Allecreod es la muerte, al mismo tiempo que Cadain le confirma que una vez acabado el conflicto, no volverá a saber nada de los ryfier. Esto me parece interesante de remarcar porque me da que da a entender que cuando la guerra termine, esa alianza que tienen las especies se romperá. O al menos entre algunas especies. Para colmo, el pobre Allecreod empieza a ser consciente de que su redención es cada vez más complicada, por no llamarla una utopía. De ahí volvemos a ver a Ixorum y su grupo, el cual celebra una victoria contra un grupo garak y su tanqeue abatido. Todo esto es visto desde la distancia y la altura por parte del grupo de Asmir y Cadain, siendo el primero quien decide que es hora de atacar. Un nuevo enfrentamiento se sucede y ahí es cuando llega la mejor parte del capítulo.

    Los edagrianos muestras su poderío físico y fuerza bruta llevando el combate al cuerpo a cuerpo, lo que les es más difícil a los aliados. Vemos como Ebilo enfrenta a Ixorum sin saber realmente que es él, y poca resistencia le ofrece antes de ser asesinado por el tercer hijo de Hark. Bueno, el personaje ryfier apareció hace poco y apenas ha sido relevante, por lo que su muerte me es indiferente. Ixorum enfrenta entonces a otro enemigo, siendo éste el propio Asmir. Líder garak y edagriano renegado se enfrentan en lo que ha sido una pelea muy buena y divertida de leer. Ixorum, pese a no ser un soldado al uso, demuestra su fortaleza al mismo tiempo que Asmir busca hacerle daño. Sin embargo, pronto las tornas se cambian e Ixorum empieza a ganar terreno en esa pelea 1vs1. Cadain, viendo que el principal líder de la alianza (una lástima que el todopoderoso líder tenga que ser Asmir... :v) está en serios problemas, va a ayudarle, pero es atacado y derribado por un enemigo (Cadain se quedó sin espalda ahí XD). El actual líder ryfier teme que Asmir muera porque sería un duro golpe para los aliados, por lo que clama que alguien le ayude. Ixorum enfrenta a dos soldados enemigos a los cuáles se ventila en un momento, recuperando su intimidad con Asmir. La pelea se prolonga brevemente hasta el punto en el que Asmir es derribado e Ixorum se le coloca encima, le saca el casco y le reparte hostias en el rostro hasta el punto que le quita los empastes al garak (se lo merecía por insolente :v). Lo mejor viene aquí, que es cuando uno se cree que va a morir el líder garak solo para leer como repentinamente, alguien traspasa la nuca de Ixorum con una lanza. RIP al hijo de Hark y alabado sea Allecreod por una aparición final estelar que salva la vida de quién planea ser su verdugo. ¿Qué no había posibilidad de redención?

    Allecreod: bitch, please :eyebrow::yagami:

    El capítulo termina con Allecreod "preocupándose" por el estado de Asmir y decidido a "protegerlo" (pongo comillas en dichas palabras porque es obvio que lo que busca es hacer cambiar de idea al líder garak). Un final muy digno para un capítulo que ha ido de menos a más, como a mí me gusta XD. Así que: muere de Ebilo = indiferencia / muerte de Ixorum = siuuuuuuuu.

    En fin amigo, un placer haber hecho esta leída en simultáneo. No puedo esperar para la próxima, así que te deseo una gran semana por delante y nos vemos pronto. ¡Chao!
     
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  7.  
    Elliot

    Elliot Usuario común

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    Cap "Un equipo fragmentado"

    Entre tantos nuevos aliados alienígenas, no había caído en lo complicada que era la situación del Zenith ahora mismo. Como dijo Magnus, perdieron a la gran mayoría de los enviados a la misión al espacio, no pueden mandarles nueva ayuda de momento por escasez de tropas, y su único comandante actual es, aunque definitivamente competente, un novato sin experiencia en esa posición. En cierto modo, hace que se note aún más lo mucho que descuidan y toman por sentado a sus compañeros alienígenas.

    Y relacionado a estos últimos, tengo bastante hype por como irá la trama en los dominios de los Ryfier. Me había quedado con ganas de ver qué sería de las especies esclavizadas y de la promesa de Lankir (y de paso, su coartada sobre querer quedarse para reparar al robot también es interesante de por si). Prevengo que probablemente haya malentendidos y desacuerdos, y se ponga fea la situación antes de mejorar. Pero habrá que ver que pasa.

    También tengo muchas ganas de ver la reacción de Abel cuando descubra que sus dos planes principales contra el Zenith fracasaron / van a fracasar jaja. Además, hey, parece que al fin vamos a volver a ver una misión grande de Lathan~
     
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  8. Threadmarks: Las cosas han cambiado
     
    Reydelaperdicion

    Reydelaperdicion Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    44
     
    Palabras:
    11794
    Saludos. Dado a que este finde posiblemente tenga un día algo movido, elijo publicar el capítulo hoy que he tenido tiempo de revisarlo.

    Siendo un capítulo largo, no me detendré en avisos, los cuales no hay la verdad XD. Nos acercamos al final, y al punto más alto de la parte, por lo que, espero disfruten lo que van a leer.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por las juntadas a leer nuestras historias en simultáneo por Discord. Siendo que este capítulo será el último en el que leeremos en simultáneo por un tiempo, espero que nuestra juntada por Discord para leer en este finde sea fantástica y digna de despedir esta gran tradición por el momento :)
    También quiero agradecer a Elliot por haber llegado tan lejos con la historia. Espero que, a medida que avance se irá encontrando con cosas interesantes, que sé que lo van a sorprender.

    Sin más que decir, les dejo el capítulo.
















    Las cosas han cambiado:

    Después de haber recibido las coordenadas de la ubicación de sus compañeros que necesitaban ayuda en la batalla, la nave de Michael y la de Kila descendieron a las puertas de la ciudad. Tan solo a menos de diez minutos de realizado el pedido por parte de la comandante Gwyn.

    Luego de que las naves aterrizaron, los comandantes de los equipos descendieron primero para encontrarse con sus compañeros y verificar de primera mano cómo se encontraba la situación que estaban atravesando. Michael, Alicia y Kila, seguidos por algunos otros soldados que se encontraban cerca, fueron hasta el sitio en el que se encontraban reunidos los líderes.

    Viéndolos llegar, Gwyn, Thomas y Halur, quienes ya estaban en la zona de batalla, se acercaron a ellos para poder saludarlos, agradecidos de que fueran los que atendieran a su pedido para reforzar sus números en la incursión que buscaban realizar. Michael pudo ver que los rostros de Gwyn y Thomas tenían una mirada bastante seria como para que las cosas fueran bien en absoluto, por lo que quiso ver qué era lo que había sucedido antes de su llegada.

    — Me da gusto verlos tan pronto — Michael expresó, con gran alegría desde su interior — Creí que no volveríamos a cruzar nuestros caminos hasta que la guerra hubiera terminado. Pero asumo que algo malo sucedió hace poco tiempo.

    — Halur… — Kila no notó nada fuera de lo normal en su compañero.

    — Hace tiempo, en el ataque que realizamos, dividimos al equipo en dos — Gwyn explicó, sin saludar formalmente a sus compañeros que acababan de llegar — Hemos sufrido bajas en ambos lados…

    — Xander y Casey no vinieron con nosotros, ellos integraron el otro grupo — Thomas entendía el motivo de Gwyn de sentirse así — Pero, a diferencia de nosotros, se ve que no lograron sobrevivir. Luego de que todos los que estamos aquí saliéramos de la ciudad, nadie más lo ha hecho.

    — Ni siquiera respondieron a mi llamado cuando lo realicé — la comandante supo que se trataba de una situación amarga para ellos — Es muy probable que no lo hayan logrado. Si es así… no sé qué es lo que vamos a decirle a sus compañeros.

    — Aún no es tiempo para sacar alguna conclusión apresurada — Alicia no quería pensar en lo peor — Cuando entremos a la batalla, lo haremos desde el mismo sitio por el qué fueron ellos. Allí podremos descubrir si de verdad les ocurrió algo malo o no. Tal vez estén heridos, o se hayan ocultado y no puedan responder para no llamar la atención.

    — Espero que sea cierto — era el deseo de la comandante — No quiero perder a nadie más. Solamente quiero ganar esta guerra y que todos podamos vivir en paz.

    — Bueno, para eso estamos aquí — Michael quería levantarles los ánimos a todos los presentes — Ya hemos traído más tanques a la batalla. Puedes decirnos qué tipo de estrategia tienen en mente.

    — Fuimos emboscados al poco tiempo de entrar, y no hay como hacerles frente, porque sus tiradores están situados en el interior de los edificios — Gwyn empezó con la explicación de lo sucedido recientemente — Es por eso por lo que creemos que no hay que dejar los tanques fuera de la batalla. Claramente, luego de que la tropa de Lankir y Wida reportara que con las torretas fueron capaces de destruir un tanque, yo quería no arriesgarlos para no perderlos por si algo salía mal. Pero no nos dejan más opciones. Hay que atacar con los tanques.

    — Es mucho mejor si disponemos de ocho y no solo de cinco — Halur comentó algo que había estado discutiendo con Gwyn tiempo antes de su llegada — Serán cuatro en una dirección y cuatro en la otra. Eso será más efectivo que tener tres de un lado y dos del otro, además de que deja las probabilidades igualadas para los dos grupos.

    — Bien, en ese caso, cuando los tanques estén en el suelo, entraremos todos juntos — Kila tomó la decisión, siendo ella la que estaba a cargo de los refuerzos — Halur y yo llevaremos los tanques al frente y atacaremos los edificios para forzar la retirada de las tropas instaladas en los puntos estratégicos.

    — Perfecto, a nosotros nos toca lidiar con los edagrianos situados en tierra firme — Michael pensó que podrían ser capaces de enfrentarlos — Despejaremos el camino, y cuando esté todo listo, acudan con los tanques a demoler esa terminal. Así evitaremos que puedan lanzar más trenes a la batalla.

    — Cuenten el plan a los demás — Kila recomendó — Los tanques están a punto de terminar de prepararse. Y tengan mucho cuidado al desplazarse por la ciudad. El que seamos la primera fuerza de ataque no quiere decir que nadie nos pueda tomar por sorpresa.

    Siguiendo la advertencia de la soldado garak, Michael, Alicia, Thomas y Gwyn, quienes no podían gozar de un mayor tiempo para disfrutar de su reunión en plena guerra, algo que no creían que pudiera suceder tan pronto, optaron por comunicar al resto de sus tropas el plan. Halur y Kila, quienes comandarían un total de cuatro tanques, sumados a las tropas terrestres de los garak cada uno, hicieron lo propio con los suyos. Luego de que cada soldado fue informado sobre la estrategia que llevarían a cabo en la batalla para poder ingresar a la ciudad y destruir la terminal, los cuatro soldados de Zenith que formaron parte de la misión de explorar el espacio, se reunieron. Por sugerencia de Alicia, iban a entrar todos juntos para comprobar lo que pudiera haber sucedido con las vidas de Xander y Casey, quienes, pese a que el tiempo seguía transcurriendo, no hacían acto de presencia en el lugar.

    Michael, sabiendo que Gwyn y Thomas estaban algo nerviosos por no haber podido acceder a la ciudad en su primer intento, sensación que él no compartía porque él y su grupo venían de una victoria, quiso asegurarse de que se tranquilizaran antes de entrar.

    — Entiendo que estén asustados por esto — Michael les habló con una sonrisa en el rostro — Entraron con la idea de que pelearían una batalla justa, pero los terminaron tomando por sorpresa. Pasó muy poco tiempo como para que puedan estar tranquilos como si nada hubiera ocurrido. Y sé que estar en una posición de poder debe influir todavía más en ustedes, sobre todo en ti, Gwyn. Pero esta vez contamos con más apoyo militar, y la pelea la ganaremos nosotros. Así que, lo mejor que pueden hacer es ver en su mente la imagen de la victoria. No solo la que vamos a conseguir en esta batalla, sino también en la guerra definitiva contra estos malditos seres. Ganaremos hoy, y viviremos en paz en el mañana. Eso es algo que yo ya pude ver en mi mente. Ahora les toca a ustedes verlo, y hacer que los soldados que los seguirán y los estarán mirando puedan verlo.

    Esas palabras dichas por su compañero tuvieron un efecto notable tanto en Gwyn como en Thomas. Si bien, ellos dos ya sabían que siendo más soldados que en la primera ocasión, la pelea podría llegar a ser más sencilla, el tener a alguien más para respaldar esa ventaja les inspiraba algo de confianza adicional. Gwyn, quien compartía el mismo rango que Michael, se quedó con la última frase que dijo su compañero. Siendo la comandante, varios de los soldados la estarían viendo para poder seguirla, buscando en ella un pilar en el que apoyarse para sostenerse cuando el miedo se les viniera encima con toda su fuerza. Eso la llevó a entender que, como alguien con ese grado de importancia, tenía que dar el ejemplo.

    — Estoy de acuerdo en todo lo que has dicho, Michael — Gwyn lo miró con una mueca de confianza — Ya hemos atravesado situaciones críticas en el pasado, y hemos salido victoriosos siendo mucho menos guerreros. Hoy no va a ser diferente, y también vamos a ganar. Y esa vida que tanto hemos deseado tener estará a nuestro alcance.

    — Me alegra ver que te sientas así — Thomas alabó a su novia por esa frase — Yo sé que juntos podremos superar esta adversidad. Muchos peligros hemos tenido que atravesar en nuestro camino como para dejar que este nos quite lo que hemos venido logrando solo por ser unos grados más alto que los anteriores. Si ni los berrod, ni Tzorkun ni los ryfier nos detuvieron, ¿por qué le tenemos tanto miedo a los edagrianos?

    — Parecen invencibles, pero los berrod también lo parecían — Michael creyó que podrían conseguir lo que buscaban — Y los seres del planeta Emiv… y los ryfier. Y las bestias de Fientlig.

    — Cada enemigo que enfrentamos parecía invencible, hasta que les perdimos el miedo — Alicia quiso integrarse a esa arenga de confianza — Esa es la clave para ganar esta batalla y conseguir el triunfo definitivo en esta guerra. Soldados como nosotros deberían tener precaución, no miedo. Son cosas muy diferentes, y mientras más lo pensamos, más nos afecta.

    — Entonces ya sabemos a dónde vamos — Gwyn se llenó de confianza gracias a sus compañeros — A luchar sin miedo.

    — No, a ganar sin miedo — Michael la corrigió, creyendo que eso sería el empuje final que necesitarían.

    De esa manera, todo rastro de inseguridad y ansiedad antes de tener que entrar a la ciudad para llevar la batalla a los enemigos, desapareció del interior de Gwyn y de su pareja. Con la confianza renovada para volver a intentar torcer la situación en favor de sus aliados, los cuatro soldados se reunieron junto a los demás que integraban los escuadrones que iban a partir a la batalla.

    Minutos después de que los garak terminaran de organizarse, ya todo estaba listo, y podían iniciar nuevamente con el ataque que debían llevar a cabo con éxito si querían facilitar las cosas para sus aliados peleando en el resto de las ciudades del planeta. Kila y Halur, ambos dispuestos a comandar un escuadrón diferente conformado por una totalidad de miles de garaks y cuatro tanques cada uno, dieron a los humanos la señal de que iban a entrar.

    Desde la retaguardia, los soldados humanos entrarían a la ciudad tan pronto como escucharan a los tanques disparando en contra de los edificios donde los edagrianos defensores realizaban los ataques desde su cobertura.

    Sin deseos de esperar más tiempo y de darles a los enemigos la oportunidad de que siguieran lanzando trenes al campo de batalla, los dos soldados garak que integraban el consejo de guerra dieron la orden a los suyos para que entraran a la ciudad a realizar un verdadero caos, en busca de facilitar las cosas para quienes ingresarían después de ellos.

    […]

    — Así está mucho mejor — Arion, quien era ajeno a todo lo que estaba sucediendo a las afueras de la ciudad, ya tenía puesto un traje de combate estándar de su especie — Es una pena que la armadura pesara demasiado. Más aún que quizá no tenga otra ocasión para usarla. Pero bueno, es por eso mismo por lo que no le di demasiada atención a su construcción. Quizá con algo más de tiempo la hubiera tenido lista.

    Una vez ya se encontraba listo para pelear con movilidad y sin tener que cargar un peso abrumador en todo el cuerpo, lo que le suponía un gran esfuerzo que era innecesario para una situación tan crítica como lo era una invasión, el hijo de Hark fue a ver a su hermana.

    En el centro de aquella ciudad, más específicamente en la terminal de donde nacía el recorrido de todos los trenes del planeta, Varlim llevaba a cabo la supervisión de un procedimiento muy importante para el futuro de la guerra. Dos trenes se encontraban sobre sus carriles correspondientes mientras que cuatro grúas capaces de levantar un peso enorme, operadas cada una por dos edagrianos al mismo tiempo, se encargaban de colocar en los techos los soportes para que las torretas pudieran ser instaladas y mantenerse firmes, permitiendo así a los encargados de combatir con ellas la posibilidad de apuntar mejor con el tren en movimiento, y sentir un impacto ligero cuando algún proyectil pesado de los tanques de los enemigos impactara contra los muros del tren.

    Arion llegó y pudo ver que el proceso iba bastante bien, y cuando Varlim lo vio, se acercó a él para darle un abrazo de forma cariñosa.

    — Me enteré de que con la armadura que portabas no te hicieron ningún rasguño — Varlim lo comentaba en un tono provocativo — Y me alegro. Odiaría que alguien te lastimara, amor mío.

    — Desafortunadamente, si seguía con esa armadura puesta, iba a terminar exhausto para seguir peleando — Arion contestó, dándole un beso en la frente a su pareja — Pero no importa. Creo que me divertiré más con el traje.

    — Tuviste una buena idea al dejar uno de los trenes equipados con las torretas — Varlim lo felicitaba por aquel plan — Gracias a eso, pudimos comprobar la efectividad de nuestras armas contra esos horribles inventos que trajeron para matarnos. No tengo idea de cuánto tiempo habríamos perdido en equipar uno nuevo si tuviéramos que hacerlo con la guerra iniciada.

    — Bueno, soy el mayor, se supone que mi trabajo es pensar en todo — Arion le contestó — Al menos, hacer el intento. Es lo que papá habría querido.

    Luego de haber mencionado a su padre, quien había sido asesinado por una conspiración llevada a cabo por el mismo Arion para que su relación que mantenía con su hermana no corriera peligro, los dos edagrianos empezaron a reírse. En voz baja para que nadie pudiera descubrirlos, dado a que el caso del asesinato de su padre al envenenarlo en una fiesta había quedado cerrado poco tiempo después de su muerte. Sin embargo, para ambos resultaba un ligero motivo de risa el recordarlo de esa manera. Fingiendo que lo extrañaban cuando, desde que lo habían quitado de en medio, su relación era más llevadera para ambos.

    Viendo que lo mejor sería no hablar más de aquel tema en un espacio abierto como era la zona donde tenía origen el trayecto de los trenes de su mundo, ambos simplemente se acercaron para examinar más de cerca como los trabajadores edagrianos se encargaban de dejar los trenes listos para seguir adelante con la defensa de las ciudades. Ayudando al ejército enviando un vehículo portador de armas de gran potencia.

    La zona estaba siendo monitoreada, además de ellos, por un gran número de soldados edagrianos armados. Tras haber visto que los atacantes no tuvieron ningún impedimento para atacar la ciudad, y asumiendo que pedirían refuerzos tras ser expulsados por sus tropas, les era lógico pensar que terminarían siendo atacados nuevamente.

    — Hay mucho…

    Antes de que Varlim pudiera terminar su frase, diciendo que el silencio en los alrededores era demasiado prolongado, varios disparos de tanques se empezaron a oír a las afueras de la ciudad. Esa era la clara señal de que los invasores habían terminado de reforzarse, y que incluso habían convocado tanques para esa ocasión.

    Arion y Varlim se dieron cuenta de que serían una amenaza mayor, dado a que contaban con mayor poder destructivo que la vez anterior. Fue por eso por lo que el líder de su gente optó por no quedarse pasivamente esperando una ofensiva de parte de los enemigos.

    — ¡Llevemos la batalla hasta ellos! — consideró que era la mejor opción en ese momento — ¡Los trenes no están listos para pelear todavía! ¡Y si destruyen este sitio, no lo estarán jamás!

    — ¡Que el diez por ciento de los soldados se quede para defender el sitio! — Varlim creyó que sería más productivo de esa forma — ¡El resto vendrá a pelear junto a nosotros!

    — ¡Ahora! — Arion no quería esperar más tiempo — ¡No los dejemos seguir avanzando por nuestra ciudad! ¡No tienen ningún derecho a estar aquí! ¡Debieron haber muerto hace mucho tiempo por las acciones de mi padre! ¡Llevémoslos al lugar que les corresponde! ¡Sus tumbas!

    Aclamados por todos los soldados, incluso aquellos que no irían a la batalla junto a ellos por quedarse a defender el lugar, los edagrianos levantaron sus armas y empezaron a acudir corriendo al sitio en el que se oían los disparos estruendosos que los tanques estaban ocasionando.

    Arion y Varlim se miraron mientras corrían al frente, sabiendo que, si al tener menos soldados que antes atacaron desde dos zonas diferentes, lo podrían volver a hacer con mayor confianza tras haber obtenido un mayor número de soldados en la batalla.

    — Será mejor que nos vayamos cada uno por un lado distinto — le decía la chica a su pareja — Después de todo, si resulta que solo atacan desde un solo sitio, podremos reencontrarnos en poco tiempo.

    — Estoy de acuerdo con tu plan — Arion pensaba lo mismo que ella — En ese caso, adelante. Ve tú por el sector que tomé la primera vez. Yo iré a apoyar al equipo que lucha desde los edificios.

    — Nos veremos luego de haber ganado esta batalla — antes de despedirse, la mujer le dio un beso en la mejilla a su pareja.

    Habiendo acordado cada uno un sitio distinto al que acudir en la batalla, sabiendo que lo necesitarían para poder liderar a toda su gente por ambas zonas, los dos hermanos se separaron y se distribuyeron a los soldados para que todos tuvieran la misma cantidad de gente en sus tropas.

    Arion por un lado y Varlim por el otro. Ninguno de los dos tenía una idea clara de cómo enfrentarse a los tanques, por lo que creyeron que lo mejor sería simplemente tratar de ganar el mayor tiempo posible, y si se veían superados por los atacantes, conducir la pelea hasta la terminal. Donde los trenes, si estuvieran listos, podrían prestarles una gran ayuda para repeler el ataque de las fuerzas armadas.

    […]

    Mientras los tanques y las tropas de los garak se movían por las mismas calles en donde los equipos de Gwyn y Xander se habían aventurado en su primera ofensiva, los centenares de humanos, con los cuatro tripulantes más experimentados en misiones espaciales a la cabeza, atravesaban las calles aledañas de la ciudad, con el fin de poder llegar hasta el sitio objetivo y servir como una distracción para que no toda la fuerza se concentrara sobre los tanques.

    Su camino estuvo despejado durante las primeras tres calles, y fue cuando llegaron hasta la cuarta que pudieron notar la presencia de edagrianos para cortarles el paso, aunque no parecían dirigirse hacia ellos, dado a que su dirección era distinta.

    — ¡Edagrianos al frente! — la comandante Gwyn fue la primera en divisarlos — ¡Abran fuego sobre ellos! ¡No dejen que acudan a interceptar a los garak!

    Los que estaban en la parte de adelante junto con Gwyn, Michael, Thomas y Alicia, contaban con una facilidad mayor para disparar sin miedo a terminar causándole un daño a sus compañeros. Fue por eso por lo que los dos comandantes, sus acompañantes y los primeros en las filas abrieron fuego en contra de los edagrianos. Pese a que no estaban a una distancia cercana de estos, las balas que salían disparadas de sus rifles de combate tenían la potencia y velocidad suficiente como para alcanzar sus objetivos.

    En el momento en el que los edagrianos recibieron estos disparos, la respuesta de ellos no tardó en llegar. Cada defensor que se atravesó en el camino por el que transitaban sus atacantes tomó su arma y empezó a disparar en su contra. Varlim, quien lideraba ese grupo, se frustró, dado a que en su trayecto a la zona donde debían acudir, había escuchado varios disparos en aquel lugar. El encuentro con los humanos los retrasaría bastante, y les terminaría dejando un margen de tiempo a los enemigos para que los alcanzaran.

    — ¡Hagan su intento por acabar con ellos! — gritó la edagriana mientras disparaba su arma en contra de los humanos.

    Con ambos bandos situados en el mismo lugar, el tiroteo no tardó en empezar. Balas salían disparadas en todas las direcciones posibles en aquel campo de batalla. Los disparos de los cañones de las armas recorrían distancias largas para poder impactar en sus objetivos, aunque otros simplemente chocaban con los que eran lanzados desde el otro lado. Aprovechando su superioridad numérica, los humanos poco a poco se iban moviendo a través de las calles para poder separarse ligeramente de sus compañeros y así poder disparar sin correr el riesgo de herir a sus aliados de forma accidental.

    Fue esa acción la que inclinó la balanza para el lado de los humanos, quienes, al contar con una enorme ventaja numérica contra los edagrianos, podían causar mayores bajas por tener muchos cañones apuntando al mismo objetivo. Cada vez que un humano caía, dos edagrianos lo seguían, cosa que mermaba todavía más la fuerza con la que contaban Varlim y su gente.

    — ¡Arion! — la mujer, que tuvo que retroceder y esconderse en un pequeño callejón para evitar recibir disparos que pudieran herirla, quiso pedir ayuda a su hermano por medio de un comunicador — ¡Son demasiados ahora! ¡No les podemos hacer frente!

    — ¡Varlim, aquí estoy! — fue la respuesta del líder de su especie — ¡Nuestras granadas y bombas no les hacen nada a esos tanques! ¡Necesitamos los trenes para hacerles frente! ¡Estando juntos no les podemos causar ningún rasguño superficial!

    — ¡Pide refuerzos, los vamos a necesitar! — sugirió su hermana — ¡Nosotros emprenderemos la retirada!

    — ¡Eso está hecho, hermana! — gritó Arion, muy nervioso por la adversa situación en la que estaban — ¡Qué todos los soldados cercanos a mi ubicación se dirijan a la terminal raíz! ¡Necesitamos apoyo para proteger el armado de los trenes!

    Habiendo sido superados en número por los humanos, que habían elegido golpear todos juntos, a los edagrianos liderados por Varlim no les quedó otra opción más que huir para proteger la terminal, usando los trenes que ya estuvieran equipados para ese momento. Cuando estos emprendieron la huida, los líderes del pelotón supieron que era una oportunidad para aprovechar.

    — ¡Avancen hasta la terminal! — gritó Michael, eufórico y con ansias de acabar con ese conflicto de una vez por todas — ¡Vamos a eliminarlos a todos!

    Viéndose invadidos por un gran golpe de ánimo al ver como sus enemigos retrocedían en batalla, la humanidad avanzó rápidamente tras los edagrianos. No querían perderles el rastro, algunos incluso dispararon a la carrera, cosa que, dada la distancia que estos les habían sacado, no resultó ser de mucha utilidad. Ese fue el motivo por el que todos se colgaron los rifles a sus espaldas para acudir a la zona en donde la lucha pasaría a ser de lo más intensa.

    Los que se habían quedado atrás para defender los trenes se vieron abrumados al ver venir de frente tanto a los escuadrones de Varlim como de Arion. No había pasado mucho tiempo desde que partieron, y el haber regresado tan pronto solo era un indicador de lo serio que debía ser el ataque si fueron forzados a retroceder. Tan pronto como ambos líderes se encontraron en el sitio, Arion dio la orden para que usaran los trenes en el estado actual, pese a que no estaban del todo preparados para afrontar una batalla como esa.

    — ¡Se acercan cuatro tanques de mi lado! — gritó el edagriano — ¡Varlim, ¿pudiste divisar cuántos se aproximaban desde tu zona?!

    — No… no llegué siquiera a ver esos tanques — la mujer se encontraba cansada por haber tenido que correr un largo trayecto.

    — ¡Estarán aquí muy pronto! — Arion se vio superado por la situación — ¡Súbanse a las torretas ya instaladas y prepárense para disparar! ¡Oblíguenlos a marcharse de aquí! ¡De prisa, a sus puestos!

    Algo asustados porque las torretas no habían sido instaladas del todo para poder hacer frente sin problemas a los enemigos, los edagrianos cercanos subieron a los techos de los trenes y tomaron sus lugares correspondientes en las mismas. Arion contó y pudo ver que en uno de los trenes había ya tres torretas instaladas, mientras que en otro solamente había dos. Incluso aunque del otro sector solamente acudiera un único tanque para el ataque, se verían obligados a destinar una torreta para cada uno, lo cual, para la cantidad de atacantes por tierra que había, podría ser fatal.

    Eso hizo maldecir bastante al líder en sus interiores.

    — ¡Maldición, creí que solamente vendrían pocos soldados más! — pensó muy frustrado, pero sin gritar para no aumentar más el nerviosismo entre los suyos — ¡Es como si supieran que debían venir a este lugar para evitar que enviáramos más trenes al campo de batalla! ¡¿Cómo demonios pasó, si no he visto a una nave cerca de esta ciudad como para encontrar nuestra ubicación?! ¡Estoy seguro de que Ixorum no sería tan tonto como para darles la ubicación de lugares estratégicos! ¡Entonces, ¿qué mierda está ocurriendo?!

    — ¡Arion, ya vienen! — un grito de un soldado lo sacó de sus pensamientos.

    — ¡Mierda, abran fuego! — ordenó el edagriano, sabiendo que no les quedaría otra que resistir hasta que llegaran sus refuerzos.

    Desde el techo de los trenes, los soldados que tomaron las armas pesadas abrieron fuego en contra de los humanos, quienes fueron los primeros en llegar. Tan pronto como las armas se accionaron, el grupo de atacantes se empezó a distribuir, al tiempo que cada soldado en el ejército invasor tomó sus armas y empezó a disparar en contra de los enemigos que estaban a pie, realizando las mismas acciones que ellos. Moviéndose a la velocidad a la que podían para evitar los disparos de las armas pesadas, los humanos lograron resistir solamente veinte segundos sin sufrir bajas. Transcurrido ese tiempo, los tiros de las torretas empezaban a llegar hasta sus cuerpos, atravesando el metal de las armaduras, la piel de sus cuerpos e impactando sus órganos vitales, cosa que provocaba que varios de ellos cayeran al suelo sin vida.

    Cuando parecía que podrían dar vuelta el conflicto, la ventaja de los edagrianos llegó a su fin nada más empezó. Los escuadrones de los garak hicieron acto de presencia en la escena, y los soldados a pie abrieron fuego contra los enemigos cercanos, integrándose a las fuerzas de combate humana; mientras que los tanques empezaban a disparar sus proyectiles contra los trenes.

    Dado a que las torretas tuvieron que ser equipadas a gran velocidad, estas no estaban aferradas firmemente a los techos de los tanques, lo que provocaba que cada impacto generara una sacudida que dificultaba bastante apuntar firmemente. Viendo como los tanques y las tropas de tierra no dejaban de producir bajas en sus filas, Arion decidió activar los altavoces de la ciudad para dejar salir un mensaje que mostraba desesperación.

    — ¡Habla Arion! — gritó, haciendo que su voz resonara en todos los edificios cercanos a la zona — ¡Le ordeno a cualquiera que pueda sostener un arma que acuda a la terminal raíz a pelear! ¡Podrán refugiarse cuando lleguen nuestros refuerzos! ¡Hasta entonces, vengan a combatir con nosotros!

    Con la esperanza de que ese mensaje alentara a los suyos a acudir al combate y no a correr despavoridos, Arion levantó sus armas para seguir disparando en contra de los enemigos que tenía al frente, quienes no hicieron oídos sordos a las palabras que salieron de su boca.

    — ¡Es él! — gritó Michael, esperando que sus compañeros pudieran oírlo con tanto ruido de los disparos — ¡El que vino a la Tierra y la convirtió en un planeta sin vida!

    — ¡No solo eso! — Gwyn recordó que alguien mencionó que la batalla era en memoria de Hark, lo que quería decir que no se encontraba vivo en aquel momento — ¡Si Hark ha muerto de verdad… él debe ser su líder actualmente!

    — ¡En ese caso hay que matarlo pronto, antes de que pueda huir! — gritó Thomas queriendo apuntarle — ¡Si tan solo tuviera el cañón de Lankir conmigo! ¡Ya no volvería a dejar que una situación como la de Allecreod se repitiera, no con él!

    — ¡Cuando los tanques arrasen con la terminal, hay que avisarles para que lo fijen como blanco! — Alicia pensó que sería lo mejor — ¡No podrá sobrevivir a un impacto de uno de los tanques!

    Decididos a terminar con la vida de quien representaba la mayor autoridad en el planeta tan pronto como el objetivo prioritario estuviera eliminado, todos los soldados disparaban la mayor cantidad de balas que sus armas les permitían.

    El tiempo pasaba, y los trenes no dejaban de recibir daño de los proyectiles de los tanques, los cuales superaban el número de torretas en tres unidades. Cada disparo que golpeaba contra ellos, pese a que estaban construidos con un acero bastante resistente, los hacía temblar bastante. Fue así como, viendo su superioridad numérica finalmente aprovechada, los ocho tanques pudieron disparar al mismo tiempo en contra de los dos trenes, generando una explosión interna que los terminó por destruir, provocando que varios trozos de metal salieran volando por los aires, mientras que los edagrianos más cercanos a la zona eran consumidos por el fuego que nació al suceder ese impacto.

    — ¡Los trenes han sido destruidos! — Kila supo que lo debían aprovechar — ¡Ahora derrumben esa terminal! ¡Que no vuelva a salir ninguno más a la batalla!

    Arion, quien había caído al suelo, fue ayudado a levantarse por su hermana, quien se acercó tan pronto como lo vio allí. Al momento en el que ambos miraron al frente, vieron como la terminal cerca de la que se encontraban era asaltada violentamente por los tanques. Sin los trenes para poder hacerles frente, los hermanos edagrianos supieron que quedarse no les haría nada bien si querían sobrevivir.

    — ¡Mierda! ¡Retírense y reagrúpense! — ordenó el líder de su gente — ¡Cuando lleguen los refuerzos, pelearemos todos juntos hasta dar la vida si hace falta!

    Abriendo fuego contra las tropas terrestres, quienes eran las únicas que se encontraban disparándoles en su contra, Arion, Varlim y varios de los que habían sobrevivido emprendieron la retirada del lugar, con el objetivo de escapar a lo que sería una muerte segura.

    — ¡Quieren alejarse! — señaló Michael, sabiendo que no podían permitir que hicieran algo así.

    — ¡Vayan por ellos! — Halur les pidió con desesperación — ¡Los garak destruiremos la terminal y los edificios cercanos! ¡Luego nos uniremos a ustedes!

    — ¡Aprovechen la oportunidad ahora que están con pocos soldados! — Kila supo que los humanos no necesitarían de su ayuda para lograrlo — ¡Acaben con él y hagamos esto todavía más fácil de lo que iba a ser!

    — ¡Ya escucharon, tenemos un trabajo que hacer! — Gwyn, queriendo aprovechar al máximo el ataque para causar el máximo daño a los enemigos, fue la que dio la orden de avanzar — ¡Tenemos que arrebatarles a su líder, así como ellos asesinaron al nuestro!

    Contagiados con el sentimiento de venganza por Magnus, los miembros del ejército humano gritaron con furia para empezar a correr junto a sus líderes detrás de quien era, o debía ser, la máxima autoridad en el planeta. Mientras los garak se quedaban en el lugar, comandando a los tanques para que derribaran todos los edificios que conformaban la terminal de la cual nacían todos los trenes, los soldados de la humanidad iniciaron la persecución contra los edagrianos que se habían fugado de la zona de combate.

    — ¡No puede ser, vienen tras nosotros! — Varlim miró atrás para ver una enorme multitud siguiéndolos.

    — ¡Mierda, no quiero tener que usar los generadores de sismos para detenerlos! — Arion pensó que era una forma drástica para frenar el avance enemigo — ¡Si lo hago, varias ciudades quedarán destruidas por completo, y nuestro planeta sufrirá el mismo destino que la Tierra!

    Enojado por no tener una solución que les pudiera dar la victoria en la batalla tras haber perdido los trenes antes de que estos estuvieran preparados, Arion empezó a debatir consigo mismo para poder decidir si debería recurrir a sacrificar su planeta, violando así las leyes más sagradas de su gente, si eso garantizaba que los suyos vivirían más tiempo y tendrían la oportunidad de ganarle a los invasores, que estaban mejor preparados de lo que él esperaría.

    — ¡No podemos destruir el planeta para salvar a nuestra gente! — Varlim reprobó ese pensamiento de su hermano — ¡Las leyes y mandatos de nuestra gente prohíben destruir la naturaleza de un planeta próspero, y se tienen que cumplir sin importar lo que suceda!

    — ¡Tienes razón, ¿en qué estoy pensando?! — Arion supo que, de recurrir a una jugada como esa, lo más probable era que nadie lo perdonara — ¡Pero ¿qué se supone que voy a hacer?!

    — ¡Arion, mira al frente!

    Cuando un soldado le llamó la atención con esas palabras, lo primero que el edagriano pensó era que se trataba de un nuevo escuadrón enemigo, lo que significaría que su retirada estaría totalmente anulada si era el caso. Pero, para la gran sorpresa de Arion, eso no ocurrió así. Al mirar hacia adelante, pudo ver con sus ojos algo que no entendía. Una enorme multitud de edagrianos acudía corriendo hacia ellos.

    — Son… — Varlim entrecerró los ojos para intentar ver mejor — Son los ancianos de nuestra gente.

    Ninguno de ellos dejó de correr, pese a ver con gran confusión esas acciones por parte de quienes eran las personas de mayor edad entre su población. Al principio, nadie pudo distinguirlos para ver si lo que Varlim decía era cierto, pero conforme se fueron acercando, comprobaron que eso era verdad. Mientras la estampida edagriana se acercaba, Arion los fue observando mejor, notando por las arrugas en la piel que pudo empezar a divisar, que lo que su hermana decía era cierto.

    — ¿Qué están haciendo aquí? — Arion no tenía idea de a qué se debía eso — No están portando armas.

    Como si estos lo hubieran escuchado, uno de los ancianos edagrianos que iba al frente, emitió un grito que aclaró las cosas para todos ellos.

    — ¡Hemos venido aquí para sacrificarnos! — gritaba quien resultaba ser un hombre — ¡Daremos nuestra vida para poder darles a ustedes un poco más de tiempo para reunirse con los refuerzos que van a llegar a este lugar!

    Al verlos bien, Arion pudo ver que era un número de ancianos muy numeroso el que estaba corriendo en el sentido opuesto al que ellos se estaban escapando. Todos los ancianos de esa ciudad tomaron la decisión de ayudar a los suyos, probablemente alentados por el mensaje tan desesperado de Arion al pedir ayuda a todo aquel que pudiera tomar un arma.

    — ¡Ustedes huyan hacia un lugar seguro y encárguense de vivir para ganar esta guerra! — decía una de las mujeres de ese grupo — ¡Nosotros seremos el escudo que les comprará más tiempo!

    Sin estar del todo contento por tener que ver como los mayores de edad de su gente daban la vida por ellos, Arion aceptó a regañadientes esa propuesta. Con un gesto y sin ánimo de gritar, le hizo saber a todos los soldados que iban a usar a los más ancianos entre su gente para huir de lo que podría ser una muerte segura para ellos. Llegado el momento, cobrarían venganza, pero para eso primero debían reunirse con los soldados del ejército que pudieran acudir a la batalla junto con ellos.

    Fue así como, con una sensación amarga en su interior, Arion, Varlim y los edagrianos defensores pasaron de largo a los civiles de edad más avanzada entre los suyos, mientras que estos últimos corrían hacia los enemigos para poder realizar una avalancha en su contra.

    — ¿Qué hacen? — Michael los vio venir y no podía descifrar a qué se debía eso.

    — Lo que sea que estén haciendo, no importa — Alicia notó que iban desarmados — No podemos dejar que Arion escape ahora.

    — ¡Fuego! — Gwyn compartía el deseo de su compañera.

    Bajo las órdenes de la comandante, quienes iban al frente empezaron a disparar contra los ancianos edagrianos, sin saber que pertenecían a ese grupo etario. Dado a que estos no contaban con ninguna clase de traje de protección, los impactos daban de lleno en sus cuerpos. Pese a lo que creían, estos soportaron con determinación y una voluntad inquebrantable los disparos, y pese a sus heridas y la sangre que brotaba de allí, no se detuvieron en su avance hasta llegar a los invasores.

    Viéndose sorprendidos por un acto así, cosa que nunca esperarían, la estampida de ancianos edagrianos atropelló al escuadrón humano, llegando a derribar al suelo a muchos de ellos, mientras que otros simplemente retrocedían para no terminar como los demás. Algunos de los que fueron tirados al suelo fueron pisoteados de forma violenta por la multitud que acudió a dar la vida por los suyos. Los cuatro soldados que guiaban al grupo, y muchos otros en las líneas frontales se veían constantemente golpeados por las piernas grandes de los miembros de esta especie. Lo peor para ellos era que, con cada patada recibida al intentar hacer pie, eran empujados en una dirección diferente cada vez, distanciándose más de sus compañeros.

    Michael fue uno de los que más lejos terminó de los demás, siendo movido por cinco metros seguidos desde el suelo, llevado junto a otros soldados hacia un extremo del foco principal de la multitud, lo que le dio algo de espacio para poder levantarse. Escuchando los disparos que otros soldados realizaban, el soldado buscó una abertura, y tan pronto como la encontró, se arrastró por el suelo lo más rápido que pudo para poder moverse hacia ese lugar.

    Al llegar a un sitio despejado, se puso de pie, y lo primero que vio frente a él era como los ancianos edagrianos, que eran un número que casi equiparaba a sus soldados en cantidad, seguían realizando embestidas en contra de sus soldados, que no dejaban de disparar hasta ser derribados al suelo. Estando libre de aquella estampida, el soldado vio que junto a él había otros nueve que corrieron con la misma suerte. Cuando se percató de que Alicia, Thomas y Gwyn no estaban junto a él, empezó a buscarlos a los tres con una mirada, pero entre la muchedumbre no los podía localizar.

    — ¡Alicia! — el soldado temía que estuviera siendo brutalmente pateada por los edagrianos — ¡Thomas, Gwyn!

    El ruido de los disparos y de varios gritos no dejaba que nadie más que los soldados que estaban en las cercanías pudieran oír los gritos del soldado. Sin respuesta de sus compañeros, Michael quiso tomar su dispositivo para poder comunicarse con ellos directamente, por lo que realizó la apertura del compartimiento en donde lo guardaba. Tan pronto como lo tomó con las manos, notó que estaba fracturado, y que los constantes pisotones eran los causantes de que quedara incomunicado.

    — ¡Maldita sea! — Michael entonces tomó entonces uno de los rifles que estaba cercano a su posición, sabiendo que el suyo estaba perdido — ¡Hay que abrir fuego contra estos malnacidos! — miró furioso a sus soldados cuando dio esa orden — ¡No podemos perderlos! ¡No puedo perderlos!

    De esa manera, el comandante Umcali empezó a disparar con su arma en contra de los edagrianos más altos, apuntando a su cabeza conforme podía hacerlo. No todos los nueve acompañantes portaban armas, pero eso no hizo que se detuvieran. Aprovechando que habían conseguido la capacidad de lanzar energía tras los viajes a Fientlig para capturar a las bestias, estos apuntaban con sus manos a la enorme cantidad de edagrianos que se encontraba en las calles, corriendo de un lugar a otro, buscando embestir a los soldados humanos, que conforme pasaba el tiempo, mataban a más de ellos con la ventaja que proporcionaban sus armas.

    — ¡Mierda, no los veo por ningún lado! — a pesar de mirar en cada dirección, Michael no los encontraba — ¡Alicia! ¡Grita si me puedes escuchar! ¡Alicia!

    Empezando a sumergirse en la desesperación de que Alicia pudiera estar siendo golpeada por la fuerza de esa multitud edagriana, Michael no dejó de disparar hasta que su rifle se sobrecalentó demasiado, lo que quería decir que necesitaría darle un tiempo antes de poder usarlo nuevamente. Los soldados que tenían armas para disparar también se vieron ante esta situación, por lo que los disparos cesaron un poco de tiempo después.

    — Comandante — uno de los soldados se le acercó, y pudo notar su cara de preocupación — ¿Qué haremos si perdemos a la comandante Gwyn?

    — No la perderemos, ni a ella ni a nadie — Michael miraba como los que se lanzaron a enfrentarlos sin armas iban cayendo poco a poco — Cuando sus números se vean reducidos y nuestras armas estén listas para volver a disparar, entraremos allí y los buscaremos a todos. No voy a dejar que nadie muera.

    — Entendido — contestó aquel soldado — Esperemos lo mejor para… — algo llamó su atención, lo que lo hizo callar de golpe.

    — ¿Qué sucede? — preguntó Michael, sin saber por qué no continuó hablando.

    — ¡Un silbido! ¡Se intensifica!

    Pese al ruido en los alrededores, los soldados de la humanidad pusieron atención para ver si podían escuchar lo que uno de ellos llegó a percibir. Efectivamente, un silbido se estaba haciendo cada vez más fuerte, y cuando lo tuvieron más cerca, pudieron notar que venía desde atrás de ellos. Al darse la vuelta, pudieron ver como un edagriano armado con un arma enorme de al menos medio metro de largo se les acercó desde atrás. Dicho ruido parecía venir de su arma, pero ningún proyectil estaba a la vista.

    — ¡Ahora! — escucharon el grito dado por aquel ser.

    Michael y los nueve soldados pudieron ver como del cañón enorme de su arma salieron disparados un total de siete elementos que eran desconocidos para ellos. El comandante, asumiendo que podrían ser explosivos, dio la orden de que se separaran.

    — ¡Mierda, corran, a los edificios! — Michael señaló apuntando a algunas puertas cercanas a sus posiciones.

    Corriendo lo más rápido que pudieron, Michael y otros tres soldados se fueron hacia un edificio situado en la dirección izquierda en la que se encontraban, mientras los cinco soldados restantes optaron por no meterse allí dentro y simplemente correr hacia la multitud.

    Michael y sus compañeros corrieron juntos para embestir la puerta, dado a que no podían usar las armas puesto a que no acababan de recuperarse del calentamiento. Siendo una puerta ancha con casi un metro y medio de largo, cuando los cuatro la embistieron, pudieron forzar su apertura. Pero los objetos que fueron disparados del cañón de aquel civil que, siguiendo la orden de su líder tomó un arma y llegó al conflicto, fueron más rápidos. Tan pronto como tocaron el suelo, siete explosiones se generaron en la zona de impacto, y por la onda expansiva de las mismas, Michael y los tres soldados fueron tirados al interior de aquel edificio tras haber sido impulsados con una fuerza tremenda.

    — ¡No los dejaré huir! — el edagriano accionó su arma dos veces más, lo que terminó en el lanzamiento de catorce de esos elementos explosivos en dirección hacia la multitud, lo que impediría que los soldados que huyeron pudieran regresar.

    Habiendo realizado lo que quería, este entró corriendo al edificio, en donde los cuatro soldados de la humanidad, aún aturdidos por el salto y el golpe que sufrieron por la explosión, se encontraban haciendo su máximo esfuerzo para ponerse de pie.

    — ¡¿Cómo se atreven a venir a mi ciudad a destruirlo todo?! — con un gran enojo, se empezó a acercar a uno de ellos, el que más cerca estaba — ¡Van a pagar por haber sobrevivido al Exterminio! ¡Ustedes no debían estar aquí! ¡Debían estar muerto, y yo me voy a encargar de que así sea!

    — ¡Comandante, cuidado, va por usted!

    Michael, asustado por aquel grito, se dio la vuelta y pudo ver como el edagriano que se encontraba frente a ellos se le acercó con la intención de pegarle una patada. Siendo consciente de que no podría esquivarla desde el suelo, y también que no podía dejar que lo noquearan con ese ataque, Michael levantó ambos brazos y pudo amortiguar el daño que un ataque como ese le podría haber causado a su cabeza. Por la fuerte patada, Michael fue empujado unos dos metros al ras del suelo mientras el metal que cubría los brazos de su armadura se partió por el fuerte golpe recibido, causando que algo de sangre saliera de sus brazos por unos ligeros cortes producidos. Y eso no fue todo lo que aconteció. En su brazo izquierdo, Michael sufrió un ligero dolor punzante al tiempo que su cabeza empezó a dolerle, haciendo que se retorciera de dolor mientras colocaba sus manos allí.

    — Son frágiles — decía el edagriano viendo como de una sola patada había dejado a su objetivo en muy mal estado — Sin sus armas no son poderosos. Eso quiere decir que tengo la oportunidad de llevarme a varios de ustedes antes de que alguien pueda matarme.

    — ¡Comandante! — gritó desesperado un soldado mientras se ponía de pie — ¡Levántese rápido, lo vamos a necesitar!

    Mientras Michael seguía retorciéndose en el piso, el soldado que lanzó el grito se acercó al atacante, quien pudo verlo venir. Acumulando energía en sus dos manos, el humano le quiso acertar dos puñetazos en la zona de la cabeza, creyendo que le haría más daño si lo golpeaba en ese lugar. Sin embargo, la agilidad de aquel atacante lo tomó por sorpresa. Moviendo las piernas y el cuerpo hacia los costados, este pudo esquivar ambos ataques, al punto de que ninguno de los golpes que el humano le intentó dar llegaron a buen puerto. Queriendo pasar al ataque, el civil colocó las manos alrededor de la cabeza del soldado que tenía al frente, y con un movimiento ágil le quitó el casco. Acto seguido, habiendo dejado ya su cabeza libre de cobertura, le tomó ambos brazos y luego lo atrajo hacia su cuerpo para darle un potente rodillazo en la cara. Con una fuerza bestial, aquel golpe le hundió el rostro y le partió el cráneo, provocando una muerte rápida al humano que lo atacó primero.

    Michael, quien había retrocedido hasta apoyar su espalda contra una pared, miró como algo de sangre brotaba de sus brazos por el metal roto, y conforme pudo, fue tomando los trozos de metal para quitarlos de allí.

    — ¡Imposible! — otro de los humanos se puso de pie para pelear.

    — ¡Comandante Umcali, dese prisa, tenemos que atacarlo entre los tres! — le gritó el último que estaba con vida al humano.

    — ¡¿Por qué?! ¡¿Dos contra uno no bastan?!

    El edagriano, sin regocijarse demasiado por la baja que había conseguido, se puso frente a los dos soldados humanos que ya se habían puesto de pie para hacerle frente. Sintiéndose arrinconados, y viendo que Michael tardaría algo más de tiempo en recuperarse, estos se le lanzaron en su contra.

    De forma rápida, el civil que salió a su enfrentamiento levantó su rodilla y logró encajar un golpe muy fuerte en el estómago a uno de los humanos que se le acercaba; acción que fue aprovechada por el otro humano, que levantó su pierna para darle una fuerte patada al enemigo en la cara. A pesar de haber hecho el máximo esfuerzo que su cuerpo le permitió, no pudo mover al edagriano más que dos pasos hacia atrás. Este, al recuperarse de su ataque, lanzó un puñetazo rápido en contra del humano que se atrevió a golpearlo. El soldado pudo esquivar el golpe agachándose, pero eso lo dejó a merced del edagriano, que le dirigió otro golpe, este último con el codo de su otro brazo. De un solo ataque a cada uno, ambos humanos se encontraban en el suelo. Todavía tenían la capacidad de seguir peleando, pero estaban algo adoloridos por el daño acumulado de las pisadas que recibieron de la multitud y el golpe que generó la onda expansiva de la explosión.

    — ¡Me las vas a pagar por esto! — Michael, con una mano sobre su cabeza, ya se había puesto de pie para la pelea.

    Con una gran furia en su interior, Umcali corrió a máxima velocidad hacia su enemigo, quien esperaba un ataque de puño, pero fue tomado por sorpresa cuando vio que Michael dio un salto y le pegó una doble patada en el pecho. Con una fuerza descomunal que propinó con ese ataque, el edagriano retrocedió varios pasos perdiendo el equilibrio brevemente hasta que lo pudo recuperar.

    — ¡Tú eres uno de sus líderes! — recordó que dos de ellos lo había llamado comandante — ¡Lo mejor será que te mate! ¡Ese golpe que me diste sí que vino con mucha fuerza!

    Sabiendo reconocer una amenaza cuando la tenía en frente, el edagriano corrió hacia él para darle un puñetazo en la cabeza. Michael quiso esquivarlo para evitar ser golpeado por un ser con tanta fuerza como él, pero antes de poder saltar hacia un costado, sintió como su cuerpo se quedó quieto al mismo tiempo que sus brazos se levantaron para cubrir la zona en donde el edagriano lo quería atacar. Con los antebrazos de ambas extremidades, Umcali interceptó el golpe del enemigo, que fue dado con tanta fuerza que quebraron todavía más el metal de la armadura del comandante. El puñetazo fue lo suficientemente fuerte como para arrojar a Michael al suelo, generando que este empezara a gritar mientras el dolor en los brazos y en la cabeza se volvía todavía más molesto para él.

    Antes de que el edagriano pudiera volver a moverse, una ráfaga de disparos impactó contra su espalda. Dado a que no llevaba puesto un traje de combate, los disparos penetraron su piel y le ocasionaron un dolor agudo mientras que mucha sangre brotaba de sus heridas. Pese a todo eso, el guerrero no lanzó un solo grito de sufrimiento, para de esa forma no hacerle saber a los humanos que estaba herido, pensando que podría jugar con la mente de ambos al asustarlos con su actuación.

    — Deja de actuar, no puedes ignorar esto — uno de los humanos sujetaba su rifle, el cual ya se había sobrecalentado nuevamente — Te ha dolido, y no encuentras como soportarlo.

    — Puto humano de mierda — el edagriano quería moverse, pero debía tener cuidado de no forzar su espalda demasiado — Es tal y como lo dije, sin sus armas no son nada.

    — Bueno, nuestras armas ya no sirven — su compañero dejó caer el rifle al suelo para que se refrigerara — Será una pelea cuerpo a cuerpo. Si puedes resistirlo.

    Con dolor y enojo, el edagriano se abalanzó contra ellos lanzando varios gritos, sabiendo que su pequeño intento de hacerse el ileso había fracasado. Los dos soldados humanos corrieron juntos para que este pensara que los podría golpear a ambos, y justo cuando el guerrero enemigo quiso atacarlos con un puñetazo a cada uno, estos se movieron ágilmente con un salto hacia un costado, dejándolo en el medio y expuesto a un ataque. Decidiendo atacarlo a las piernas, cada soldado lanzó un rodillazo potente en las propias rodillas de su enemigo, quien se desestabilizó un poco por el ataque. No dispuesto a rendirse, y aprovechando la cercanía con ambos enemigos, el edagriano flexionó sus brazos y lanzó un codazo el pecho a cada uno. Como acostumbraba a suceder en la pelea, ambos humanos cayeron al suelo por la fuerza tan brutal que ejercía el enemigo sobre ellos.

    Un fragmento grande de energía calórica le golpeó la espalda al guerrero, lo que ocasionó que las heridas de su cuerpo levantaran algo más de temperatura, generando no solo dolor sino también un ligero ardor. Michael, que había logrado atacar con éxito, corrió desde atrás del edagriano cargando energía en sus manos. Dio un salto al frente, ocasionándole una gran pesadumbre en su bastante herida espalda, lo que derivó en un grito de dolor potente de su enemigo. Viendo su oportunidad, este liberó la energía acumulada en la espalda del edagriano al mismo tiempo que le dejó caer un potente golpe en su espalda, lo que terminó por amplificar el tormento que sentía por ser atacado y herido cada vez más en el mismo sitio.

    Sin más fuerzas para seguir de pie, el guerrero enemigo cayó de rodillas al suelo, momento que Michael atacó liberándole en la espalda más fragmentos de calor, los cuales dejaban en un peor estado la piel y el cuerpo del defensor que no podía hacer nada más que gritar mientras los ataques no dejaban de llegar.

    — Con eso bastará — Michael expresó con un gran odio saliendo de él — Si sigo así, me quedaré sin energía.

    Dispuesto a terminar la pelea, el comandante de Zenith le dio un rodillazo directo a la zona de donde salía más sangre. Tanto daño en un solo lugar fue mucho para que él pudiera soportar, por lo que este cayó al suelo silenciosamente, golpeándose la cabeza de una forma brusca. Los dos soldados de Zenith que quedaron vivos, aprovechándose del momento de tranquilidad, se pusieron de pie para poder asistir a su comandante.

    — Este tipo fue un tronco duro de roer — decía uno de ellos.

    — No te confíes, aún no ha muerto — Michael no quiso que se lo tomaran a la ligera — El comandante Lakor tuvo que pasar por un infierno para matar a uno llamado Kenegar. Nos contó que incluso sobrevivió a ser apuñalado en el cuello. Así que no nos dejemos engañar por él. Sigue vivo. Seguro está fingiendo más de lo que siente.

    — ¿Lo rematamos? — preguntó el otro soldado.

    — Háganlo ustedes, yo voy a reemplazar mi armadura rota con la del soldado que ha muerto — expresó con algo de tristeza — Me ha herido un poco, y no quiero salir desprotegido a la calle. En lo más mínimo.

    — Dejémosle el cráneo convertido en un puto colador — expresó uno de los dos soldados.

    Así fue como Michael, con mucha prisa y algo de ansiedad en su mirada, se quitó su armadura, la cual presentaba bastantes rajaduras y trozos de metal salidos de encima. Teniendo a mano la armadura de uno de los caídos, la cual estaba casi intacta dado a que el guerrero edagriano eligió quitarle el casco para luego romperle la cabeza de un golpe, Michael se cambió rápidamente mientras escuchaba como los disparos de sus soldados impactaban en los huesos de la cabeza del edagriano que costó tanto esfuerzo matar.

    De forma eficaz, su armadura rota fue reemplazada por la del fallecido soldado. Creyendo que le podría dar un buen uso, Michael también se acercó a uno de los rifles tirado en el suelo y lo levantó, comprobando que su refrigeración había terminado y estaba listo para volver a ser accionado, cosa que haría en poco tiempo.

    — Mire, comandante, le hemos hecho salir los sesos afuera — decía uno de los soldados señalando el cadáver del guerrero que los atacó.

    — Fue muy estúpido al venir solo, pero gracias a todos los dioses que lo hizo — exclamó el otro, mientras miraba a la cara a Michael.

    — ¿Sus rifles están sobrecalentados? — quiso saber el comandante, sin prestarle mucha atención al guerrero edagriano muerto.

    — Así es. Los hemos agotado por completo durante unos minutos — contestó tras echarle un vistazo al suyo — No serán capaces de disparar hasta que estén refrigerados totalmente.

    — Eso me puede servir bastante — esas palabras confundieron a los dos soldados, quienes no sabían a qué se refería.

    En un acto imprevisible para ellos dos, Michael levantó su rifle, el cual estaba listo para usarse y lo accionó en contra de sus compañeros tras haber apuntado alto. Asustados por la acción tan repentina del comandante, estos quisieron esquivar los disparos, pero Umcali les terminó ganando en velocidad y dejó salir una ráfaga de siete balas de calor en contra de cada uno de ellos. Siendo alcanzados tanto en la cabeza como en el cuerpo, los soldados terminaron perdiendo la vida por el impacto de los disparos que sufrieron por parte del comandante de Zenith.

    Con una sonrisa, Michael los vio a ambos caer sin vida, y solo para estar seguro, se acercó a los cuerpos de ambos para comprobar que ninguno estuviera respirando. Tal y como quería, tanto ellos como el edagriano habían muerto, por lo que, lo siguiente que hizo fue buscar en los compartimientos de sus armaduras para ver si podía encontrar un dispositivo con el que pudiera comunicarse con sus compañeros, para poder reemplazar el suyo que se había roto. Luego de tomar uno de estos, el soldado quiso comprobar el estado de sus compañeros.

    — Alicia, Thomas, Gwyn — habló con seriedad al dirigirse a ellos — ¿Se encuentran bien? Mi dispositivo para comunicaciones se dañó. Tuve que tomar el de uno de mis fallecidos compañeros.

    — ¡Estamos bien, Michael! — Alicia sonó muy aliviada al escucharlo — ¡Estamos los tres reunidos junto a varios soldados! ¡¿Dónde estás?!

    — Estoy refugiado en un edificio, ya que un edagriano nos tiró a mí y a varios más a su interior para pelear — contestó el comandante bajando un poco la voz — Tengo que hablar en voz baja para no llamar la atención, ya que no sé si podrían venir más. Cuando logre salir, te pediré que me mandes tu ubicación para ir a buscarte.

    — ¡Entendido, me alegra mucho saber que estás bien! — Alicia contestó mostrando una actitud muy positiva al escucharlo — Ten mucho cuidado, por favor. Que no te encuentren. No sabemos si podremos ir a rescatarte.

    — No te preocupes por mí, estaré bien — fue la respuesta del soldado — Tú también cuídate. No quiero que nada malo le pueda suceder a la chica que amo.

    — Eres muy dulce, como siempre — le respondió su novia — Te estaré esperando desde un lugar seguro. Cuídate.

    Luego de confirmar que los tres estaban a salvo, Michael sonrió tratando de contener la risa, hasta que ya no pudo hacerlo más y dejó salir una fuerte carcajada de su interior. El soldado se encontraba muy feliz, tanto que se tomó una pausa sentándose en el suelo para poder reírse a gusto antes de salir de aquel edificio para continuar con la guerra que se estaba librando.

    […]

    Michael se sentía bastante extraño, y no solo tenía que ver con sensaciones interiores. Cuando miraba hacia los costados, podía ver que se encontraba de pie sobre un suelo gris e inerte donde lo único que tenía un color diferente era un río de lava que tenía a unos pocos metros al frente, del cual salía un humo blanco muy fino, contrario a lo que él creería posible en un sitio así.

    El soldado de Zenith no fue capaz de saber qué era lo que estaba ocurriendo. Era como si lo hubieran dejado inconsciente en el interior de aquel edificio en el planeta Edagr y se hubiera transportado hacia otro mundo al hacerlo.

    ¿Qué mierda es este lugar? — Michael quiso avanzar para explorar, pero sentía como si sus piernas estuvieran ancladas al suelo — ¿Por qué no puedo moverme?

    Puedes moverte, solo que no tienes la fuerza para hacerlo — una voz se escuchó detrás de él.

    ¿Quién dijo eso? — incapacitado para moverse, no podía siquiera girar su cuerpo para ver al que le dijo esas palabras — Tu voz… me suena bastante.

    ¿Te suena? — preguntó con un tono juguetón mientras se acercaba cada vez más — ¿No me reconoces después de todo lo que hemos pasado juntos?

    La persona que le estaba hablando desde atrás pronto se movió para pararse frente a Michael y poder mirarlo de cerca. Fue en ese momento que Michael abrió la boca más que nunca en su vida, al tiempo que una expresión de horror se adueñó de su rostro. El ser que estaba frente a suyo tenía la piel totalmente roja, igual a la de un berrod como los que él había visto mientras participó en la guerra contra ellos en el planeta Garak, hacía ya muchos meses atrás.

    No necesitó escuchar más para saber quién era el ser que tenía delante.

    Orz — Michael se asustó bastante al verlo — ¿Cómo es posible? No deberías estar libre. Deberías estar atrapado en mi mente.

    Todos esos golpes que nos dieron en tan poco tiempo hicieron lo suyo, Michael — el berrod empezó a narrar lo sucedido — La sacudida de aquella explosión aflojó la placa lo suficiente como para romperla. Solo un poco, pero lo suficiente como para darme algo de movilidad. ¿Te explico lo que te terminó condenando?

    Cuando ese edagriano se me acercó, quise saltar, pero mi cuerpo se detuvo y mis brazos se interpusieron solos ante el golpe — el soldado supo que él no había realizado dicha acción — Eso rompió la placa de mi brazo.

    Veo que fuiste capaz de sentirlo — Orz le sonreía al hablarle — No es de extrañar, puesto a que es tu propio cuerpo el que experimenta estas cosas.

    ¿Qué mierda quieres ahora, pedazo de basura? — Michael sabía que no podía ser nada bueno — Estamos en medio de una guerra contra los edagrianos. No tengo tiempo para lidiar contigo. Ellos son los que…

    Lo sé, Michael — Orz lo interrumpió para callarlo — Yo vivo en tu mente, y todo lo que tú sabes, lo sé yo también. Hark, ese ser despreciable, fue el que convirtió mi planeta en esta monstruosidad que ves ahora mismo frente a tus ojos.

    ¿Este es el planeta Berrod? — Michael quiso saber si no se trataba de un truco de quien invadía su mente.

    Mi último recuerdo que tengo de mi mundo — Orz contestó con sinceridad a su pregunta — Elegí traerte aquí para que tomes en serio mis palabras… Aunque no lo creas, con todo el tiempo que he pasado y las cosas que he descubierto y aprendido, llegué a una conclusión relacionada a mi destino. Ya no quiero venganza en contra de los garak.

    ¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso? Tú los querías muertos. Me engañaste para liberarte de allí y así poder ir a matarlos. Mataste a Likar con mi cuerpo. Si tú has visto lo mismo que yo, habrás visto que los garak exterminaron a todos los tuyos. ¿No quieres vengarte de ellos por eso?

    No, Michael, no quiero — Orz se sentía harto de tener que escucharlo — Luego de que ese edagriano nos reveló toda la verdad, supe que mi ira debía caer sobre ellos. No sobre los garak. Fue Hark y su plan del Exterminio lo que terminó provocando la muerte de mi planeta y el escape de mi especie. Quisimos conquistar Garak y matar a los dueños de su planeta. La muerte de mi gente ocurrió porque no tuvimos la fuerza para vencerlos. Si hubiéramos aterrizado en Emiv, probablemente Tzorkun nos hubiera controlado. Y si hubiéramos caído en Ryfier, Allecreod nos habría esclavizado. Fientlig no era una buena opción tampoco. Y quién sabe que otros mundos con inimaginables terrores quedan por descubrir en este universo tan grande… el destino de los berrod estaba escrito desde que abandonamos nuestro planeta. La extinción nos iba a llegar tarde o temprano, y los responsables de eso son los edagrianos, exclusivamente ellos. Es por eso por lo que no tengo el más mínimo interés en asesinar a Asmir, ni a Allecreod, ni a nadie más. Todos los que estamos aquí somos víctimas de los edagrianos, sobre todo mi especie. Así que, puedes estar tranquilo. Solamente me interesa matarlos a ellos. Nadie de los que te importan sufrirá mi furia, Michael. Al menos, no por ahora.

    ¿Qué significa ese “por ahora”? — Michael no lo podía entender — Deja de jugar conmigo, Orz.

    Te dije que ya no quiero venganza contra los garak, pero eso no quiere decir que no quiera vengarme de una persona en particular.

    Hablas de mí, ¿verdad?

    ¿Qué crees? — Orz le confirmó que estaba en lo cierto — ¿Tienes idea de lo horrible que es que te dejen encerrado sin la más mínima posibilidad de salir? Tú has hecho eso conmigo, Michael. Hiciste que los garak te pusieran esa placa en el brazo, y por eso fue que terminé encerrado dentro de tu mente. Tuve que ver todo lo que hacías sin poder hacer nada al respecto. Te vi asesinar a mi hermano Deren. No sabes lo horrible que fue ver como lo matabas sin poder hacer nada para salvarlo.

    ¡Tú hiciste lo mismo con mis padres, maldito hijo de puta! — Michael enfureció al escucharlo decir eso — ¡No me vengas a dar sermones, que tú usaste mi cuerpo para matarlos!

    ¡Eso fue diferente! — Orz compartió el enfado con él — ¡Tú podías pelear para defenderte de mi control! ¡Si yo maté a tus padres es porque soy más fuerte que tú! ¡Pero cuando me dejaste encerrado con esa placa, me quitaste la posibilidad de defenderme! ¡Por eso, y por haberme tenido observando mientras matabas a mis preciados compañeros, voy a vengarme de ti! ¡Vas a pagar el haberme hecho eso, y lo vas a lamentar por toda tu maldita existencia!

    ¿Qué planeas hacer conmigo, Orz? — la pregunta de Michael denotaba mucho miedo en su interior.

    El berrod, viendo la cara que Michael había puesto, lanzó una carcajada frenética. Sabía que eso no ayudaría a Michael en nada a esclarecer las cosas, y que solo lo asustaría, por lo que, el ponerse a pensar en eso lo hizo reír todavía más fuerte que antes. El humano, por su parte, miraba muy asustado al berrod que tenía adelante. Pese a compartir sus mentes, él no podía conocer su forma de pensar, lo que lo hacía impredecible ante sus ojos.

    Voy a hacerte exactamente lo mismo que me hiciste tú a mí, Michael — Orz lo amenazó de forma muy seria tras haber terminado de reírse — Voy a luchar para mantenerte encerrado hasta que esta placa esté arreglada. Entonces, cuando ya haya sido reparada, tú te vas a quedar en el interior de tu mente. Nunca más vas a poder salir de allí, y serás condenado a sufrir lo mismo que yo he sufrido en todo este tiempo que pasé dentro de tu conciencia.

    ¿Qué es lo que quieres hacer? — Michael seguía sin entenderlo — Sé que me quieres dejar encerrado para que yo vea… ¿Qué vea qué cosa?

    Como yo vivo tu vida, Michael — Orz le respondió directamente — Ya he aprendido tus gestos, y tu forma de hablar, además de los nombres de tus amigos. He estado usando tus recuerdos para conocer mejor a las personas más cercanas a ti, y así poder interactuar con ellos sin que levanten sospecha alguna. Nadie será capaz de descubrirme nunca, y todos ellos siempre van a creer que están hablando con Michael. La vida que deseabas tener, la verás pasar frente a tus ojos sin ser tú quien la experimentará. Voy a convivir con tus amigos, y cada vez que ellos te demuestren afecto, me lo estarán demostrando a mí. Me quedaré con Alicia, y cada beso y abrazo que ella quiera darte, será para mí. Yo conseguiré un hogar para vivir con ella, y voy a asegurarme de que los dos podamos tener una familia. Vas a morirte en vida cada segundo que tengas presente que los hijos que Alicia va a tener se los habré dado yo. Y que cada vez que uno de tus bebés diga “te quiero, papá” como tú y tu hermano solían hacer con tus padres, me lo estarán diciendo a mí. Yo gozaré de todo el amor que está destinado a ser tuyo, y tú te quedarás encerrado en tu propia mente, viendo como alguien más vive tu vida sin dejarte sentirla. Y más importante, sin tener la posibilidad de hacer nada al respecto. Pero eso no termina ahí mismo… La vida que acabo de mencionar es una vida hecha para un humano, no para un berrod. Llegará un momento en el que esa vida me aburra, y ya no la quiera más. Entonces, voy a ponerle fin. Alicia, tus hijos, tus amigos y los hijos de todos tus amigos… los voy a matar a todos. Ellos morirán creyendo que es su gran amigo Michael el que los está matando, y eso será lo que te destruya por completo si lo demás no es castigo suficiente. Una vez que todos ellos sean cadáveres ante mí, te dejaré gozar de la libertad de tener tu cuerpo otra vez. Cargando con la dolorosa y amarga sensación de no haber podido hacer nada para salvarlos. Seguro te perseguirán por haber asesinado a todos tus seres queridos, y voy a disfrutar mucho viendo si eliges escapar de tus crímenes o afrontar tus consecuencias. Pero sin importar lo que elijas, algún día te van a cazar y no tendrás escapatoria. Entonces, ambos nos habremos ido de este mundo. Y puedes estar seguro de que yo me iré feliz por haberte arrebatado lo que más querías en vida. Ese es mi objetivo para cuando termine de asesinar a los edagrianos, algo que pienso ponerme a hacer ahora. Quiero que esta guerra termine lo antes posible para que puedan reparar mi placa y dejarte encerrado para siempre.

    Michael sentía deseos de interrumpir a Orz al tiempo que este hablaba, pero conforme avanzaba su relato, el horror y la repulsión que sentía en su interior aumentaban al punto de que se quedó sin palabras y sin ánimos para ponerle un alto a su discurso. Haberlo escuchado todo lo dejó bastante afectado psicológicamente. No encontraba palabras para describir lo que sentía tras haber escuchado todas las cosas perversas que el ser al que había dejado entrar a su mente tenía pensado hacer. Orz iba a robarle su vida, su familia y sus amigos, para privarlo de los momentos más felices que ansiaba tener y luego dejarlo libre tras habérselos arrebatado para siempre.

    El berrod pudo ver por la cara que tenía que sus palabras tuvieron el efecto deseado en él. Michael estaba asustado y destrozado por eso. Y sin la placa en su brazo para poder mantenerlo aprisionado sin poder realizar algo al respecto, supo que había ganado.

    Quise que lo supieras antes de dejarte atrapado aquí para siempre — de un momento a otro, Orz empezó a esfumarse como humo en el aire.

    ¡No! ¡No puedo permitir que me robes mi vida! — Michael estaba más asustado que enojado — ¡No te dejaré tocarle un pelo a Alicia, ni a Gwyn, ni a Ace, ni a nadie! ¡Prefiero morir antes de permitir que les hagas algo así!

    Descuida, querido Michael — Orz lo decía más en un tono de burla que de sinceridad — Si tanto quieres morir, cuando llegue el momento adecuado, podrás hacerlo. Pero ahora mismo es mi turno para empezar a vivir. Disfruta la vista. Porque ahora, es tu turno de ser el espectador.
     
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  9.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, qué decir... acabado de leer el capítulo y todavía sigo entre shockeado y hypeado. Tremendo plot twist te armaste en un capítulo que de por sí estaba siendo bueno, pero que con ese suceso el cual comentaré más adelante, ha roto con todo. CA-PI-TU-LA-ZO. Y ahora, vamos directos a comentar lo ocurrido. :dancecat:

    El inicio se da con Michael, Alicia y Kila llegando donde están Gwyn, Thomas y Halur tras su derrota en el intento por entrar en la terminal de los trenes. El hecho de que Xander y Casey no se comuniquen (ya que están muertos XD) preocupa y mucho, pero ahora que se juntaron ambos escuadrones las posibilidades aumentan. Así, deciden unir fuerzas y retomar el asalto a dicha terminal, lugar que de lograr derribar sería una gran victoria en las aspiraciones de las especies aliadas. Me gustó que Michael tuviera un discurso de calma y veteranía propio de un soldado experimentado como lo es él, para con sus compañeros. Thomas y Gwyn se sienten algo preocupados y temerosos por lo que sucedió con el grupo de los ex Black Meteor, pero gracias a las palabras de su gran amigo, logran enfocarse.

    De ahí pasamos a ver a Arion y Varlim en dicha terminal de trenes, donde están preparando dichos vehículos con torretas armadas para confrontar las tropas y tanques enemigos. La pareja de líderes edagrianos confía en sus posibilidades de éxito con ese plan, pero inesperadamente reciben el asalto de las tropas humanas y garaks. Van a confrontarlas por separado, pero pronto se dan cuenta de que ni juntos es posible frenar la acometida enemiga. Teniendo que replegar, Arion manda un mensaje a todo ciudadano próximo a la zona para que ayude en la pelea, mientras sus trenes son diezmados al no haber terminado de ser arreglados para la batalla. Un caos que termina con la forzada retirada de Arion y Varlim, a quiénes los humanos no piensan dejar marchar por ser el causante del fin de la Tierra. Sin embargo, hasta la pareja se ve sorprendida por la llegada en tromba de ancianos edagrianos que llegan dispuestos a dar su vida para darles tiempo, algo que logran con cierta efectividad. Sin armas pero con determinación, los viejos edagrianos logran frenar a la tropa humana, generando un conflicto mareante.

    Michael es separado de sus demás compañeros y amigos, quedándose solo junto a tres soldados, quiénes son atacados por un edagriano civil que porta una asombrosa arma explosiva. Este ser logra aturdirlos en el interior de un edificio, terminando con la vida de uno de ellos y dañando la armadura de Michael en el proceso. Los tres humanos enfrentan como pueden al único edagriano presente, tarea más que ardua y complicada que termina con la victoria del comandante y sus soldados por muy poco. Sin embargo, aquí viene el plot twist: Michael toma un arma del suelo y arremete contra sus soldados, matándolos. Yo en ese momento ya pensaba en la posibilidad de que Orz pudiese liberarse, pero cuando eso sucede y Michael sonríe, lo confirma. Tú lo sabes, amigo, pero no me has visto saltar en la silla y abrir la boca del asombro. Ese momento ha sido ÉPICO. :vibing:

    Ya sabes que Orz es no solo mi villano favorito de LGC (y de otras historias que has creado) sino también uno de mis personajes favoritos, pese a sus apariciones esporádicas y momentos puntuales. Tengo una relación de amorodio con él y sabes que llevo tiempo deseando verlo de nuevo en acción, aunque has mantenido el secreto bien y no esperaba verlo en muchísimo tiempo. Ha sido increíble, sinceramente. Para colmo, Orz revela lo que planea hacer con el cuerpo de Michael; arrebatarle su vida y su futuro. Algo que a mí me hace presagiar que sucederá en parte, convirtiéndose Michael (Orz) en un potencial futuro villano para la historia. Y créeme, amigo, muero de hype por eso. :yagami:

    En definitiva, este capítulo ha pasado de ser bueno a ser epiquísimo. Me ha encantado, sobre todo el tramo final. Y no puedo esperar para ver el siguiente, pero a diferencia de otras veces, con mucho más deseo de ver que ocurre. Ha sido agradable leer en simultáneo, como siempre, y con este plot twist ni te digo. Que bendición la que se nos ocurrió de hacer esto XD. :nice:

    Un saludo y nos vemos a la próxima (que llegue ya el próximo capítulooooooo :v). ¡Cuídate, amigo! C':
     
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    Elliot

    Elliot Usuario común

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    Cap "El planeta de las maravillas"

    Primero que nada ¡felicidades por los 150 caps de la historia principal! (que ahora mismo, calculando así rápido, ya serán casi 200 a finales de esta parte jaja). Aún con sus defectos y cosas por mejorar, es bueno ver como sigue yendo hacia adelante, y sin que parezca que vaya a ser abandonada a medias. Eso es infinitamente mejor que una historia que nunca sale de la etapa de ideas por pereza o miedos del autor a materializarla, como pasa con muchos otros. Ánimo a completarla .

    Ya en cuanto al capítulo en si, es bueno ver que a los Ryfier, tanto los que aún están en su planeta como los que huyeron, aún se les está dando atención en la historia. Al terminar la parte anterior, me preocupaba que fueran a ser dejados de lado y no volver a ser vistos de forma relevante por un buen tiempo, pero afortunadamente no fue así. Y con todas estas alianzas, re-alianzas (los garak, comprensiblemente, reconsiderando su relación con los humanos), y proposiciones de alianzas entre especies (Allecreod y esta nueva especie verde), me pregunto si tarde o temprano llegara el turno de EMIV de ser revisitado para buscar aliados y encontrarse enemigos allí, aunque ahora mismo seguramente sea una anarquía de guerras raciales.

    Pero no todo son aliens. Parece que luego de centenar y medio de capítulos en enemistad, al fin está por darse, o al menos un inicio, la verdadera alianza entre los países protagonistas. Aunque a saber cómo reacciona Natasha a que Ace tenga pareja ahora.

    PD: ¿No tendrás por ahí algún dibujo (aunque sean sketch en paint a lo web comic de one punch man) de las especies de la historia? Se empiezan a acumular, y me cuesta un poco recordarlas a veces solo con las descripciones jaja
     
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    Reydelaperdicion

    Reydelaperdicion Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Bueno, primero que nada, muchas gracias por llegar hasta el 150 :) Fue un recorrido largo tanto en años como en palabras XD. Y la verdad es que, en tanto no ocurra nada grave que me imposibilite continuar escribiendo o publicando, esta historia seguirá adelante hacia su final. Ya estoy a muy poco de llegar hasta la conclusión escrita, faltándome a duras penas una tirada de aproximadamente 50/60 capítulos, pero bueno, eso todavía está pendiente.

    Bueno, no quisiera matar tus esperanzas, pero lo cierto es que una alianza con las especies de Emiv es un poco improbable. Nadie en la historia ha tenido el tiempo de conocer o entablar relación alguna con alguno de sus habitantes como para decidir si sería buena idea o no, dado a que cuando entraron al planeta, todas las especies estaban siendo controladas por Tzorkun. Por eso mismo, no se verá un regreso a ese planeta por ahora. No quiero cerrar la posibilidad a nada, pero solo quería realizar esa aclaración.

    La verdad es que no XD sorry :( . Soy muy malo dibujando, y no es algo que me genere interés siendo que no es uno de mis fuertes. Mis dibujos tienden a ser muy feos, y siempre que hago una persona o recurro a los clásicos palitos o me salen deformes. Por lo cual, no poseo ilustraciones de ningún tipo para las especies alienígenas.

    En fin, muchas gracias por pasarte a leer y a comentar la historia. Fue un trayecto de 150 capítulos de duración variable que me alegra hayas disfrutado. No puedo decir más que animarte a que sigas leyendo, ya que (tal y como ha pasado con las partes IV y V), es en el capítulo 5 donde siento que las introducciones quedan atrás y comienza a asomarse lo más interesante que esta trilogía de partes puede ofrecer. Un saludo.
     
  12. Threadmarks: Mis propios planes
     
    Reydelaperdicion

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    Piscis
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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Llegó el momento de publicar otro capítulo largo, por lo que trataré de ser breve. Nos estamos acercando cada vez más al final de esta sexta parte. Espero que, a medida que vaya pasando el tiempo, el clímax del conflicto los mantenga cautivados.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por estar semana a semana leyendo los capítulos de la historia. Espero que pueda disfrutar de esta recta final, y que estos capítulos que le quedan por leer le emocionen tanto como a mí al escribirlos. Deseando que regresen las tardes por Discord para leer en simultáneo una vez más, pero sé que habrá que tener paciencia para eso.
    También agradecer a Elliot, por haber alcanzado la barrera de los 150 capítulos de la historia principal. Demuestra mucho compromiso con la lectura, y eso es algo que valoro muchísimo.

    Aviso a los dos y a todos los lectores que hay dos nuevas entradas en mi blog. Una donde he subido unas banderas que hice para los países que salen en la historia, y otra entrada para colocar un orden de lectura recomendado, donde tienen los enlaces de cada parte que ha salido y que iré sacando.
    Y como cada semana, avisar que he actualizado tanto cronología como guía de personajes.

    Sin novedades o más cosas por leer, les dejo el capítulo.













    Mis propios planes:

    Las dos naves pertenecientes a los comandantes de la Tierra, Ace y Natasha se encontraban aterrizando en el punto en el que habían sido solicitados. Un escuadrón de varios integrantes del ejército de los garak hacía compañía tanto a Wida como a Lankir en el lugar. Con cuatro tanques disponibles debido a que uno de estos había sido destruido en batalla por las torretas que fueron instaladas sobre los trenes, y también con la ayuda de Xorxaik para que los acompañara, todos los allí presentes esperaban impacientemente que los refuerzos se integraran a sus números.

    Desde las naves empezaron a bajar cientos de soldados humanos, todos ellos armados y listos para afrontar el peligro al que serían sometidos en una batalla que podría darse en un lugar así. Ace y Agustina bajaron de sus naves en compañía de Faron, el nuevo recluta con menos experiencia en el campo de batalla. Este, viendo a su comandante avanzando hacia el punto donde se encontraban los líderes, eligió quedarse quieto hasta que regresara. Sabía que la orden de estar cerca de Ace para mantenerse a salvo era algo que él había pedido, pero no quería ser una carga en el momento en el que fuera necesario tomar decisiones importantes.

    Los siguientes en integrarse a ese grupo fueron Natasha y Abel, quien, decidido a querer formar un acuerdo que pudiera garantizar su seguridad, quería estar siempre cerca de su comandante, una de las soldados que fueron formadas en su país, para así poder tener testigos de todo el aporte que realizó en la guerra, consiguiendo así los méritos que él creía que serían necesarios para cuando hiciera aquel reclamo.

    Los cuatro humanos se integraron al grupo, dando comienzo así a una reunión entre líderes en aquella guerra.

    — Nos hemos reunido más temprano de lo que yo creería que ocurriría — Ace expresó con un saludo a los dos xaromitantes — Lamento lo que sucedió con Terrior. Él era una gran persona. Eso se notaba siempre en su forma de ser en las reuniones, y en la manera en la que Lankir fue criado. Su pérdida fue dolorosa para nosotros también, aunque les resulte difícil de creer.

    — Agradezco por sus palabras de consuelo, comandante Lakor — Lankir se veía muy feliz de ver que su padre se ganó el respeto de seres de otras especies al estar en vida — Por eso mismo es que queremos triunfar en esta batalla. Por su recuerdo. Y para eliminar a los que lo llevaron a la muerte. Tenga por seguro que, sin importar cuanto nos cueste, lo vengaremos.

    — Bueno, a mí sí me interesa el coste de esta batalla — Ace se mostró poco complacido con esa respuesta — Entiendo que hemos venido aquí a dar la vida si eso hiciera falta. Pero no tengo deseos de morir el día de hoy. Yo quiero seguir viviendo, y está más que claro que eso es lo que voy a hacer. Tengo muchas cosas que quiero hacer cuando podamos vivir en un mundo en paz. Y estoy seguro de que todos aquí, incluso los que no podemos ver, también se sienten así.

    — Como nos sentimos no es importante cuando se trata de una misión crítica para poder obtener la victoria definitiva — Wida compartía cierta parte en el punto de vista del comandante — Pero, al igual que usted, yo tampoco quiero morir hoy. Y mucho menos en este lugar.

    — Por eso nos mandaron a llamar, y por eso acudimos — Agustina fue muy directa con ella — Haremos nuestro mayor esfuerzo para que nadie tenga que morir.

    — ¿Tienen a las bestias preparadas? — preguntó el hijo del fallecido líder xaromitante — Porque creo que tendremos que hacer un gran sacrificio para poder incursionar en esa ciudad sin la presencia de más tanques. No digo que las vayamos a perder a todas, pero es probable que su número decrezca.

    — Si esto nos permite ganar la batalla y llegar sin problemas hasta la ciudad donde podremos tomar el control de las comunicaciones, entonces, las bestias serán sacrificadas — Ace quiso hacerles saber que no escatimaría en su uso — Pero si las sacrifico a todas, les hago saber desde este momento que no me pienso ir con las manos vacías.

    — Descuide, comandante, los tanques garak estarán alineados y preparados para su uso en el ataque — el comandante de los garak habló por su especie.

    — Xorxaik también está listo para formar parte de esta batalla — Lankir lo miró, de pie detrás de todos ellos mientras se acercaba — Él fue creado por Allecreod para pelear, y será usado para dichos fines. Aunque a él no lo podemos perder aún. Hay que hacer algo para cortar con las comunicaciones de estos malditos monstruos.

    — ¿Cuál es el plan? — la comandante Natasha empezó a impacientarse mientras pasaban los segundos — ¿Atacamos todos juntos o desde diferentes secciones?

    — Una mezcla de ambas — Lankir les hizo conocer su plan — Necesitamos a las bestias para que sus rápidos movimientos sirvan como distracción. A Xorxaik para que pueda disparar con las armas colocadas en sus manos, y a los tanques para cubrirnos a todos mientras también nos acercamos. Si estamos separados, no podremos hacer un ataque simultáneo.

    — Pero si llegamos todos desde la misma calle y nos empiezan a disparar antes de nuestra llegada, nos cortarán el avance, y no podremos hacer nada más que ver como sufrimos bajas — fue la respuesta de Natasha, quien parecía entender por dónde quería ir el xaromitante.

    — Es correcto — Lankir se sentía conforme con verla comprender los peligros que afrontaban — Quisiera que algunos soldados subieran a las naves y nos estuvieran hablando desde el aire. Posiblemente el tren haya cambiado su ubicación, y no basta con solamente pasarlo de largo. Quiero destruirlo.

    — En cuando nos confirmen su ubicación, atacaremos divididos, pero a la misma dirección — Wida contó el resto del plan de Lankir — Imaginamos que dos soldados son suficientes para conducir la nave por trayectos cortos. Por eso mismo es que creo que no deberíamos prescindir de más guerreros para este ataque.

    — Muy bien, iremos a seleccionar a los soldados tan pronto como hayan terminado de descender todos los humanos y las bestias — acordó el comandante Ace, dispuesto a seguir aquel plan — ¿Alguien tiene algo más que discutir?

    — Sí, aunque no es un plan, sino un simple pedido — Lankir habló, sorprendiendo a los demás, que no parecían saber nada al respecto de lo que él quería pedir — Tan pronto como este tren esté destruido y los demás nos confirmen que la terminal ha sido destruida, quiero que los humanos nos lleven a Wida y a mí junto a Xorxaik a la ciudad en donde se encuentra el nodo central de sus comunicaciones. Sé que teníamos que pasar primero sobre una ciudad antes de llegar a él, pero mientras más pronto podamos llegar hasta ellos y generar interrupciones, mejor será para todos nosotros. Los garak se quedarán en esta ciudad con los tanques para terminar de someter a sus habitantes. Pero nosotros deberemos de movernos hasta llegar a ese sitio. ¿Es algo que les agrada?

    — Mira, quiero que agreguen una condición más a esas que mencionaste — Agustina no quería sentirse algo desprotegida en la realización de un plan así — Necesitaremos el apoyo de algún escuadrón garak que cuente con tanques. Entiendo tus motivos para querer llegar hasta esa sección para cortar con sus comunicaciones, pero no nos sirve llegar rápido si igual de rápido vamos a morir.

    — Creo que eso sería lo mejor, yo también me sentiría expuesto sin tanques para seguir defendiéndonos — Abel, quien se mantuvo en silencio en todo ese tiempo, eligió ese como el punto de partida para conversar.

    — Bueno, conmigo estando de acuerdo son dos opiniones a favor, y me parece bien — Ace vio lógico la idea de Agustina — Seguro que para cuando hayamos destruido ese tren, algún equipo de garaks nos podrá dar una mano. Así podríamos mantener a este grupo aquí, para concentrar nuestras fuerzas en estos sitios.

    — Por mi parte, no tengo problema en dejarlos ir hasta ese lugar — el comandante del grupo de garaks expresó su conformidad con la idea de Lankir — Pero mejor será que las condiciones se reúnan. Dividirnos así nos podría terminar perjudicando si algo no sale como queremos.

    — Descuiden, luego de lo que me acaban de pedir, he decidido que no actuaremos de esta forma si no contaremos con lo que han pedido — Lankir estaba dispuesto a cumplir con esas demandas — ¿Alguien tiene algo más que quiera discutir?

    Nadie entre los presentes contestó a esa pregunta, lo que les dio a entender a todos que estaban dispuestos a seguir con esa idea, si es que eso quería decir que podrían llegar lo más pronto posible hasta el objetivo para esa guerra. Luego de que el xaromitante sugiriera esa posibilidad, todos aceptaron seguirla, dado a que una victoria en una ciudad tan importante como la que era fundamental para que los enemigos pudieran comunicarse, podría acelerar la victoria para todos ellos, cosa que todos deseaban.

    Mientras los soldados y las bestias seguían descendiendo de las naves, colocándose en posición para poder ir a combatir, Ace y Natasha fueron a seleccionar a los soldados que tendrían la misión de pilotar las naves desde el aire y mantenerlos informados acerca de la posición en la que pudiera situarse el tren armado de los edagrianos. Mientras que la comandante Zafiro eligió a dos soldados al azar, el comandante Lakor optó por ayudar a alguien a librarse de la presión de tener que participar en ese combate.

    — Faron, hemos hablado con los líderes presentes y hemos llegado a una conclusión — el comandante se dirigía a él, quien estaba distraído con la vista al cielo, que poco a poco se tornaba anaranjado.

    — Lo siento, comandante Lakor, estaba algo distraído — el joven soldado lo miró al hablarle — ¿Qué es lo que necesita de mí?

    — Sé que debe darte un poco de miedo pelear en esta guerra, ya que incluso alguien como yo está asustado — Ace quería hacerle saber que sabía cómo se sentía — Por eso quiero aprovechar esta oportunidad para quitar algo de presión de tus hombros.

    — ¿De qué manera? — el joven se estaba ilusionando, ya que, en el interior, el miedo por tener que salir a pelear contra el tren armado le estaba empezando a ganar.

    — Hemos decidido que cada grupo hará que dos soldados suban a la nave, para que nos puedan mantener informados a todos los que estamos en tierra firme sobre las posiciones en las que se pueda localizar el tren armado — Ace le detalló el objetivo de su misión — Sé que eres un gran soldado, porque de lo contrario, no habrías sido elegido entre toda tu promoción para venir con nosotros. Pero igualmente considero que esto es demasiado peligroso como para ti, y quiero aprovechar esta oportunidad para salvarte de tener que pasar por algo así.

    — Se lo agradezco, comandante Lakor — pese a que Ace sonaba algo triste al hablar, como si estuviera en contra de dejarlo afuera, Faron vio con buenos ojos esa decisión — Si usted necesita saber la posición en la que se encuentra ese tren, le aseguro que yo se la diré en todo momento. Creo que es mucho mejor no tener que pelear contra eso. Sé que un soldado debía estar listo para todo, pero yo… no lo estoy. Lo siento.

    — No te disculpes, Faron — Ace apoyó su mano sobre su hombro — No ha sido justo que te eligieran para venir si es que a duras penas estabas terminando la academia. Mi primera misión fue infiltrarme en un país enemigo y pelear sin armas contra soldados de otra nación. Tu primera misión es una guerra contra los seres que se encargaron de hacer nuestras vidas más difíciles. No es algo muy parejo que digamos, por eso quiero que te liberes de esta carga. Cuando nos toque volver a pelear, ahí tú estarás al lado mío. Pero ahora… solamente cumple tu misión. Todos, incluso los que no están peleando, son importantes para la misma.

    — Le juro que no le fallaré, comandante — el soldado, inundado de alegría por haberse salvado de tener que formar parte de esta pelea, le dio un fuerte apretón de manos a su comandante — Se lo agradezco. Mi familia también se lo agradece. No me veía con posibilidades de sobrevivir a eso.

    Con la orden ya dada, Faron subió a la nave en el momento en el que Ace seleccionó a otra persona para que se encargara de dicha tarea junto con él. El comandante de Zenith miró a ambos subirse a la estructura, listos para hacerse cargo de la tarea más sencilla, o menos peligrosa, que se podría hacer en el campo de batalla. Agustina, quien había visto a su pareja hablar con él en más de una ocasión, se le acercó para tomar a su novio de las manos. Este, tan pronto como sintió el tacto, le dirigió una mirada cariñosa a su pareja.

    — ¿Sucede algo? — preguntó el comandante, queriendo saber si ella necesitaba hablar.

    — No, nada… solamente te vi hablar con ese chico — Agustina quería saber por qué — Creo que es la tercera vez que te veo dirigirte a él este día. Por eso quiero saber qué te interesa tanto de él.

    — Él es un soldado poco experimentado — Ace explicó a Agustina la historia del recluta — Magnus seleccionó a uno de los más jóvenes para poder traer un número de soldados acorde a lo que discutió con Asmir. Por eso mismo, él está algo asustado por la guerra. Nosotros tuvimos un inicio bastante más relajado al que tuvo él. ¿No crees? Por eso mismo lo elegí para que subiera a la nave, para mantenerlo alejado de una pelea que podría ser muy difícil.

    — Ya veo, no imaginé que tendríamos que recurrir a eso — la chica comprendió lo frágil que era la humanidad tras la caída de la Tierra como para tener que pasar por algo así — Veo que ese chico estaba feliz cuando recibió la noticia. No tardas nada en ganarte el cariño de la gente. Creo que él te adora.

    — Vamos, no creo que sea así, solamente le hice un favor — Ace se sonrojaba por la forma en que la chica le habló, creyendo que lo estaba sobrevalorando por algo que para él era una decisión lógica — Quise evitarle tener que ir a pelear contra el tren. Muchos soldados experimentados cayeron ante un vehículo como ese, incluso perdimos un tanque. Creo que, si hubiera sido yo, no habría tenido el valor de hacerle frente si esta fuera mi primera misión.

    — Veo que tú siempre piensas en lo que es mejor para tus soldados — Agustina abrazó a su prometido — Tenerte aquí me recuerda al comandante Zion. Siempre me sentía segura cuando él estaba a cargo. Ahora, contigo aquí, me siento igual que antes… Desearía que él pudiera verte. Seguro estaría orgulloso de haberte elegido a ti.

    Ace sentía un gran cariño proveniente de su pareja, y ciertamente, él también creía lo mismo que ella. Creería que su superior, la persona que le dio un puesto que tanto anhelaba, estaría de acuerdo con los métodos que él decidía usar en el campo de batalla, y desearía poder tenerlo cerca. Ciertamente, una parte de él también lo extrañaba. La huella que Zion había dejado en ambos era duradera.

    Abel, quien desde la distancia había visto como Ace y su pareja hablaban, tuvo la idea de hacer lo mismo con quien era su superior en esos momentos. Tan pronto como el tren estuviera destruido y todos emprendieran así el camino hasta la siguiente ciudad para poder llevar a Xorxaik hasta el sitio en el que podría interferir con las comunicaciones, le diría a Natasha sobre la posibilidad de pactar una alianza para mantenerlo a salvo.

    — Solo tengo que sobrevivir a ese maldito tren — Abel supo que no era un asunto menor, por lo que estaría justificado pedir por su vida — Y luego, quizá tenga mi futuro asegurado nuevamente.

    Pasados los minutos, todos los soldados, exceptuando a los que se encargarían de dirigir las naves sobre la ciudad edagriana a la que entrarían, ya estaban en el suelo listos para iniciar con el ataque. Los tanques y las bestias del planeta Fientlig también se encontraban preparados para poder iniciar con la entrada, por lo que, lo único que les faltaba para poder iniciar con la marcha a esa batalla, sería la confirmación de la ubicación del tren en el interior de esa ciudad.

    — ¡Asciendan ahora! — como si él fuera el director de la batalla, Lankir dio la orden a las tres naves para que se elevaran y así pudieran partir al cumplimiento de su misión.

    — ¿Crees que esto dará resultado? — Wida, cerca de él, esperaba que fuera así.

    — Son solo seis guerreros menos — Lankir le contestó, pensando seriamente en su plan — Si las bestias, los tanques, un robot con el poder de Xorxaik, mi cañón, nosotros dos y los mejores soldados comandados por Ace y Natasha no son suficiente para poder triunfar, entonces, con o sin los que se encuentran en el aire estábamos destinados a perder.

    Wida, nerviosa por la forma en la que su compañero lo había expresado, sentía un fuerte deseo porque ese no fuera el caso, y que tuvieran la oportunidad de llamar a los suyos para informarles que habían obtenido la victoria en esa batalla.

    Todos los que estaban en tierra firme veían como las naves se movían lentamente, con el objetivo de no abandonar la atmósfera del planeta al ascender, para así poder establecer una posición firme sobre los edificios de la ciudad que se convertiría en su zona de ataque. No había nadie que no envidiara a quienes estaban allí arriba, incluso los que tenían el poder para dar órdenes llegaban a sentir el deseo de poder evitar la batalla contra un tren armado con nada menos que torretas muy poderosas y listas para afrontar una invasión como la que ellos estaban ocasionando.

    […]

    Minutos después de que la estampida que los ancianos en el planeta hicieron con desesperación para salvar a Arion, Varlim y varios de sus defensores, una batalla campal dio inicio. Estos, que ya no tenían fuerzas para seguir moviéndose para entorpecer los movimientos de sus enemigos, no tuvieron otra opción más que recurrir a dar golpes a puño limpio para intentar no morir ante los invasores. Los humanos, armados con rifles aptos para el combate, no tuvieron dificultades el poder eliminarlos. A pesar de que sus enemigos no contaban con trajes de protección, la piel de estos era bastante resistente, y se necesitó de una buena cantidad de balas para poder acabar con estos.

    Desde una posición segura lejos del epicentro del combate, Alicia, Gwyn y Thomas se encontraban disparando en contra de varios de estos edagrianos, acompañados por un par de soldados que estaban junto a ellos en ese momento. El tiempo pasó, y mientras más edagrianos caían, la dificultad para causar un daño considerable a los humanos se veía en aumento, hasta que llegó el momento en el que los edagrianos ya no fueron una amenaza. Con paciencia y moderación para no terminar provocando que sus armas sufrieran de un sobrecalentamiento que pudiera ser peligroso para después, los soldados de la humanidad lograron dar por finalizado el combate, asesinando a todos los edagrianos que se encontraban en el exterior de los edificios.

    Gwyn, Alicia y Thomas miraron a todas las direcciones en busca de Michael o incluso más soldados que pudieran verse en peligro por haberse separado de sus grupos, o heridos tras un ataque tan brutal como ese. Uno de los soldados que estaba junto a ellos habló acerca de los hechos recientes.

    — Teníamos a ese malnacido casi a tiro — se quejaba de que se hubiera escapado — Estoy seguro de que ese era Arion. Casi llegábamos hasta él. Yo sé que me faltaba poco para poder apuntar sin problemas para matarlo.

    — Se han lanzado a la desesperada para poder salvar a sus líderes — Alicia supo que no era una maniobra que se haría en cualquier circunstancia — Seguro que esto no ocurrió en otro sitio. O al menos, eso espero.

    — Supongo que se vieron acorralados ante un callejón sin salida — Gwyn daba su punto de vista — Seguro sabían que sin armas no podrían matarnos a todos, y solo comprar algo de tiempo. Lo que los llevaría a morir. Pero si sus líderes caían aquí, era más probable que los siguientes fueran ellos.

    — Cuando te encierran en un callejón sin salida no hay otra opción más que ir hacia adelante — Thomas compartió su pensamiento también — Hay varios cuerpos humanos en el suelo que no parecen moverse. Algo de daño pudieron hacer. No fue un sacrificio inútil para que sus líderes escaparan.

    — Pero ya casi lo teníamos — Gwyn presionaba el puño con furia — A Arion… al que apareció en la Tierra y la convirtió en una masa caótica donde la vida no podrá volver a prosperar. El que arrancó de raíz los sueños y las vidas de todo lo que quedaba de la humanidad luego de que Hark nos lanzara sus meteoritos.

    — Padre e hijo hicieron un gran daño al planeta — Thomas lo veía como algo casi poético — Y no hemos sido capaces de matar al padre, porque ya se había muerto antes de que llegáramos aquí. Lo único que falta es que no podamos ponerle una mano encima al hijo. Eso sería la prueba irrefutable de que la raza humana está condenada a ser golpeada sin poder defenderse.

    — No, eso no sucederá así — Alicia estaba decidida a llevar la pelea a su final — Arion estaba a punto de caer en nuestras manos. Se salvó porque algunos de sus ciudadanos se han sacrificado por él, pero no le va a funcionar para siempre. Llegará un momento en el que ya no tenga más gente que se lance a cubrir su huida. Solo hay que resistir hasta entonces.

    Sus dos compañeros estaban de acuerdo con ella. Incluso si luego de ese incidente, algo como lo que acababa de suceder se llegase a repetir, llegaría el momento en el que Arion se quedaría sin gente para que pudiera fungir como escudo humano para salvar su vida. Cosa que los soldados estaban dispuestos a conseguir si hiciera falta.

    Habiendo terminado esa pelea, los tres soldados que habían viajado en la misión de exploración espacial se dispusieron a buscar entre los cuerpos al comandante Michael. Claramente, tenían un interés personal en poder dar con él, y sabían que lo podían justificar tratándose del hecho de que un comandante estaba desaparecido. Con las precauciones necesarias para que nadie apareciera de la nada a dispararles, los tres recorrían las calles aledañas a su ubicación, para así ver si la embestida lo había arrastrado lejos.

    Conforme pasaban los segundos y Michael seguía sin poder ser divisado, Alicia quiso enviarle un mensaje. Tan pronto como la chica tomó su dispositivo para comunicarse con él, lo primero que hizo fue llamarlo, terminando en simple interferencia, lo que quería decir que probablemente el dispositivo de su pareja hubiera sido destruido. En el momento que Thomas y Gwyn lo vieron, se dieron cuenta de que Michael podría estar en grave peligro. Si su dispositivo no estaba al alcance de sus comunicaciones, quería decir que era muy probable que su cuerpo hubiera sufrido daños peores, dado a que tenían un compartimiento en las armaduras para poder resguardarlos.

    — Tranquila, Alicia — Gwyn se acercó a su amiga para que le fuera más sencillo afrontar la ausencia de Michael — Si él está vivo, peleará con uñas y dientes para regresar con nosotros.

    — Lo sé — Alicia no podía tranquilizarse del todo — Es solo que… podría estar herido o inconsciente. Y si es así, no podrá darnos una alerta para que lo vayamos a buscar.

    — Esto es serio — Thomas no se veía muy optimista ante esta situación — Ya hemos perdido a Magnus el día de hoy. No hay que seguir perdiendo gente. Mucho menos a alguien como Michael. Si quieren…

    Pero antes de que Thomas pudiera continuar con sus palabras, el dispositivo de Alicia empezó a resonar, lo que quería decir que alguien estaba intentando comunicarse con ella directamente, dado a que, de lo contrario, habrían sonado todos los demás. Pese a que sabían que no se trataba de una llamada desde el aparato de Michael, los tres creyeron que podría tratarse de él.

    — Alicia, Thomas, Gwyn — era su voz la que sonaba desde el otro lado, cosa que alivió sus corazones — ¿Se encuentran bien? Mi dispositivo para comunicaciones se dañó. Tuve que tomar el de uno de mis fallecidos compañeros.

    — ¡Estamos bien, Michael! — la felicidad de Alicia no tenía comparación con la angustia que sentía hasta hace muy poco — ¡Estamos los tres reunidos junto a varios soldados! ¡¿Dónde estás?!

    — Estoy refugiado en un edificio, ya que un edagriano nos tiró a mí y a varios más a su interior para pelear — contestó el comandante bajando un poco la voz — Tengo que hablar en voz baja para no llamar la atención, ya que no sé si podrían venir más. Cuando logre salir, te pediré que me mandes tu ubicación para ir a buscarte.

    — ¡Entendido, me alegra mucho saber que estás bien! — Alicia contestó mostrando una actitud muy positiva al escucharlo — Ten mucho cuidado, por favor. Que no te encuentren. No sabemos si podremos ir a rescatarte.

    — No te preocupes por mí, estaré bien — fue la respuesta del soldado — Tú también cuídate. No quiero que nada malo le pueda suceder a la chica que amo.

    — Eres muy dulce, como siempre — le respondió su novia — Te estaré esperando desde un lugar seguro. Cuídate.

    Sabiendo que el soldado necesitaba que el ambiente a su alrededor estuviera en silencio para poder facilitar su escape, Alicia eligió colgar la llamada. Al ver a los rostros de sus compañeros, notó que ellos también estaban muy aliviados de que este se encontrara bien. Sin embargo, lo que ni ella ni sus dos compañeros tenían presente era que ese que les había respondido no era Michael, pese a que su voz sonara igual.

    Como si estuviera dando las gracias por el bienestar de su pareja, Alicia juntó las dos manos, sabiendo que pronto podría volver a reunirse con él tan pronto como él lograra salir del sitio en donde se encontrase escondido.

    Pero las cosas no serían tan sencillas para ellos. En tan solo un minuto después, todos los que se encontraban en aquel sitio recibieron un comunicado dirigido hacia cada uno, sin excepción, lo que quería decir que podrían estar ante una emergencia.

    — ¡Habla Kila! — la líder xaromitante se notaba algo alterada al hablar — ¡Hemos podido cumplir con nuestra misión! ¡La terminal está hecha pedazos! ¡Pero ahora estamos bajo un constante ataque! ¡Han salido varios soldados y creo que también civiles armados para disparar con todo lo que tienen! ¡Son demasiados para que les hagamos frente solos! ¡Necesitaremos de refuerzos en la zona! ¡De prisa!

    La alegría de haber escuchado de primera mano que Michael estaba a salvo se vio cortada cuando ese mensaje llegó hasta sus oídos. Estaba claro que los avisos de Arion por medio de los altavoces habían llegado al destino que él tenía en mente, puesto a que había solicitado gente que los ayudara en el combate para defender la terminal de su ataque. Los tres soldados se miraron con una expresión tétrica al saber eso. Su compañero los había llamado hasta hace poco para hacerles saber que estaba dentro de un edificio, sin indicarles la ubicación, por lo que, si más refuerzos aparecieran ante ellos para pelear, él quedaría aislado de todo.

    — ¿Qué se supone que vamos a hacer? — Thomas no sabía bien qué acción sería la ideal — Si Michael está vivo, sus soldados no lo dejarán atrás. Eso es seguro.

    — Parecía que eran muchos para que los manejaran, incluso con los tanques — Gwyn no se sintió muy aliviada al oír eso — No creo que sea prudente esperar más tiempo, de lo contrario, podríamos no llegar para prestarles apoyo.

    — Gwyn, creo que lo mejor será que te adelantes junto con Thomas — Alicia le comentó su idea a su compañera — Yo no me iré de aquí sin Michael. Además, él es quien dirige a los soldados. Si está con vida, no podemos dejarlo atrás.

    — Muy bien, pero tan pronto como lo encuentren, acudan a la pelea — Gwyn supo que podrían llegar a necesitar refuerzos en el futuro — Solo a él. Los demás deberán esperar hasta que regresemos.

    — Lo haremos, le comunicaré a Michael para que vayamos a su ubicación — Alicia se encontraba decidida a obedecer la orden de la comandante.

    Sin embargo, los planes para ellos cambiarían en muy poco tiempo. Uno de los soldados que se encontraba en una posición más alejada manteniendo tareas de vigilancia, no tardó en notar la presencia de tropas enemigas acercándose a ellos dos, algo que eligió comunicar sin ponerse a desperdiciar segundos.

    — ¡Alerta! — los gritos de aquel soldado llegaron a todos los presentes — ¡Se acercan tropas terrestres desde el este!

    Gwyn, Thomas, Alicia y muchos otros más empezaron a fruncir el ceño tan pronto como lo escucharon. Si los estaban por atacar, quería decir que no podrían acudir a la posición de Kila, o de lo contrario, podrían cometer el error de llevar a todos esos soldados hasta ellos, y terminar dándole a los edagrianos una ventaja por tratarse de una lucha que se libraba en su terreno.

    — ¡Maldita sea! — Gwyn tomó su dispositivo para poder avisarle de la emergencia — ¡Kila, Halur, tropas edagrianas nos van a rodear! ¡Soliciten ayuda a otro grupo!

    — ¡Habla Halur! — contestó el otro de los garak — ¡De acuerdo, comandante Fairin! ¡Solicitaremos apoyo tanto para nosotros como para ustedes!

    Sin más remedio que preparar sus armas para la batalla, los tres soldados se agruparon junto con todos los presentes en la zona. Había varios que quedaron heridos por la violenta estampida que los ancianos edagrianos lanzaron sobre ellos, pero eso no los detendría para pelear en esa lucha. Eran plenamente conscientes de que, mientras respiraran, tenían la obligación de pelear, y que podrían reponer fuerzas en el campamento médico cuando la situación en ese sitio estuviera bajo control.

    […]

    Voy a marchar al otro extremo — Arion le contó a Varlim mientras le acariciaba el rostro — Si la terminal sigue intacta, aunque sea para poder lanzar tan solo un tren, tengo que mantenerla así. Luego de que expulse a las tropas me reuniré contigo, ¿está bien?

    Solo ten mucho cuidado — su hermana se acercó hasta él, apoyando la cabeza sobre su pecho — Necesitamos que estés vivo para liderarnos en esta invasión… y yo te necesito para algo más.

    Con varios soldados de su especie esperando pacientemente por ellos, ambos hermanos se dieron un abrazo y un beso. Arion era capaz de notar el deseo de su hermana de que nada malo le ocurriese, y apreciaba bastante esas palabras. Sabía que ella estaba enamorada de él con la misma intensidad en que él la amaba a ella. Y eso era un motivo para que pudiera acudir a la batalla a obtener nada más y nada menos que la victoria para su gente.

    Descuida, preciosa — Arion la sujetó con ambos brazos — Ni siquiera nuestro padre que era más fuerte que nosotros me pudo separar de ti. Estos invasores que se resisten a la muerte no serán capaces de hacerlo. Me reuniré contigo con la victoria en las manos. Ya lo verás.

    Buena suerte, mi amor — Varlim eligió darle un último beso antes de separarse.

    Habiendo finalizado la despedida sentimental que tuvo con su hermana y amante, Arion distribuyó al grupo de mil soldados edagrianos que esperaban su comando de una forma dispareja. Dado a que en la terminal los invasores estaban luchando, portando tanques, consideró que lo más prudente era que seiscientos cincuenta acudieran en su compañía, mientras que Varlim se las tendría que arreglar con solo trescientos cincuenta soldados.

    Ella, sabiendo que su hermano se iba a pelear a una zona donde el peligro era mayor, no puso objeción alguna para que su hermano tomara tantos hombres consigo. Después de todo, como líder, era su responsabilidad pelear contra toda amenaza que se les acercara. Los dos hermanos se pusieron al frente de sus tropas, y luego de fijar cada uno un objetivo propio, marcharon al frente junto con ellos.

    Era de vital importancia que no cayeran en aquella tarde, más que nada el salvar la terminal si es que les quedaba alguna posibilidad de lograrlo, viendo los efectos que las torretas tan poderosas tenían sobre los tanques con los que los invasores contaban para los asedios que realizaban sobre sus ciudades.

    […]

    Orz, utilizando el cuerpo de Michael, se movía entre las calles de la ciudad edagriana de forma lenta y con la guardia siempre en alto por estar solo. Estaba a punto de desplazarse hacia la calle principal, pero tan pronto como quiso amagar hacia esa dirección, pudo notar como dos de los edagrianos que estaban a la intemperie en batalla contra los humanos, lograron verlo, y al notar que él iba sin acompañante, eligieron que lo perseguirían para acabar con él.

    Sabiendo que con un solo rifle no podría hacerles frente a los dos, este eligió huir por las calles de la ciudad, buscando los rincones que se veían más oscuros debido a la disminución de luz solar en el mundo, probablemente una señal de que el atardecer ya había llegado y que la noche sería la siguiente.

    No tardó demasiado en perderles la pista, dado a que sus movimientos eran mucho más rápidos que los de sus perseguidores, cosa que él notó y tuvo en cuenta al correr.

    — El malnacido de Arion corría muy rápido, y los que me persiguieron eran bastante más lentos — pensó para sí mismo, queriendo buscar alguna justificación para eso — Quizá estos que salieron a nuestro enfrentamiento sean edagrianos más ancianos. Inútiles. Los berrod no discriminaríamos por edad y mandaríamos a todos a la pelea. Puede que tengan una tecnología muy poderosa, pero si no están dispuestos a arriesgar a todo aquel que es capaz de pelear, no llegarán a ningún lado. Mucho menos si logramos quitarles esos trenes.

    Mientras buscaba encontrar a los soldados que iban con su grupo, sabiendo que podría contar con su ayuda en caso de que hiciera falta dado a que Michael era una figura con gran poder en aquella batalla, Orz sintió como su dispositivo sonaba, probablemente un llamado de auxilio de alguno de sus aliados en esa pelea tan dura que estaban teniendo.

    El berrod, oculto en el cuerpo de un humano, escuchó atentamente el mensaje para poder tener la máxima información de la guerra y ver si podía llegar a usarla a su favor en su objetivo personal de llevar la muerte sobre cada uno de los edagrianos presentes allí. Reconoció la voz de Kila llamando a los humanos para que los auxiliaran dado a que estaban siendo asediados por los edagrianos, y fue en ese momento en el que sus emociones entraron en conflicto.

    Kila era una de las garak que más odiaban a Orz, algo que no era para menos puesto a que este había asesinado a su hermano Likar en un enfrentamiento. El berrod era consciente de esa situación gracias a que podía ver todo lo que Michael veía, por el hecho de compartir su misma mente. Claramente, tras haber recibido una amenaza como la que la chica hizo, él le tenía mucho rencor. Pero no podía desear abiertamente que la mataran, dado a que ella era importante para el ejército garak, y su presencia era necesaria si quería que los edagrianos murieran en esa guerra.

    Le costó un poco poner sus ideas en orden, pero no tardó demasiado en llegar a una conclusión.

    — No te mueras en esta batalla, Kila — era un deseo genuino del berrod para la garak — Nunca volveré a pisar tu planeta, pero estoy seguro de que mis acciones me convertirán en una leyenda. Habiendo matado a tu hermano, sé que hablarás de mí por el resto de tus días. Así que, permanece con vida para alimentar las historias de tu gente sobre mí.

    Ese pensamiento fue lo que ayudó al berrod a poder desempatar entre los pros y contras de que Kila pudiera ser asesinada por el ejército edagriano, decantándose por el bienestar de la mujer garak. En sus interiores, el berrod sabía que nunca pensaría algo como eso si no hubiera sido por la aparición de los edagrianos y la revelación de la verdad.

    Pronto, varios disparos se empezaron a oír en las cercanías luego de un rato largo en silencio. El berrod se dio cuenta de que nuevos edagrianos defensores se habrían sumado a la pelea, por lo que ya tenía en claro cómo iba a llegar hasta allá.

    — Solo tengo que seguir el ruido, y me guiará hasta ellos — pensó mientras empezaba a correr, tomando su rifle en sus manos — Resiste hasta que llegue, Alicia. Sé que Michael odiaría verte morir… pero más odiará ver como yo me quedo contigo y te doy una familia. Por eso es tan necesario que te mantengas viva después de esta pelea.

    […]

    Los edagrianos que tanta batalla les habían dado a las tropas de Asmir y Cadain no pudieron durar mucho más que un par de minutos tras la muerte de su líder. Los garaks y ryfiers que pelearon unidos fueron capaces de llevar la muerte a todos ellos, aunque para eso habían perdido un gran número de tropas.

    La pelea fue feroz, y eso terminó con todos ellos exhaustos, algunos incluso heridos. Cadain, que terminó siendo de los más golpeados por la pelea, sentía una dificultad inmensa para poder ponerse de pie y mantenerse firme. No había sufrido ninguna fractura, y mucho menos se veía ensangrentado en ningún lugar. Pero los constantes golpes que recibió fueron demasiado para que él los pudiera resistir a la ligera.

    Con ayuda de dos de sus soldados de más confianza, el líder de su especie acudió al sitio en donde Asmir estaba siendo atendido por algunos de los garak, acompañado también por Allecreod. Mientras avanzaba, pasó por el lugar en donde se hallaba el cuerpo de Ebilo, el ryfier que él eligió para que conformara el consejo de guerra junto a él, siendo el único representante de su especie que no era un líder allí.

    — Lo lamento, Ebilo — pensaba silenciosamente mirándolo en lo que probablemente sería la última vez hasta acabar la guerra — Tenías potencial para servir de la misma forma en que el general Raumod nos sirvió a todos. Hasta pronto, amigo.

    Fue gracias a quienes lo sostenían que pudo llegar hasta el sitio en el que Asmir estaba siendo atendido. El líder de los garak había perdido tres dientes, y una gran cantidad de sangre brotaba de su boca. Pero dado a que eran las únicas heridas que cargaba consigo, no era un motivo válido para que no siguiera peleando tan pronto como se recuperara. Usando algunas de las botellas de agua que sobraron de su descanso para reponer fuerzas, el líder de la especie mayoritaria entre los atacantes se daba buches para limpiar la sangre de su boca, que poco a poco se reducía en cantidad. Allecreod se encontraba junto con ellos, y cuando Cadain vio que quien era el antiguo líder de su especie soltó su arma y se sentó al suelo para descansar, la curiosidad lo invadió en gran medida.

    — ¿Cómo te encuentras, Asmir? — preguntó Cadain, notando que incluso hablar le causaba cierto dolor en su cuerpo.

    — N…nno vvoy a ddettenerme… — el garak contestó con dificultad — Seg…seguiré peleando. El dolor en mi boca no puede frenar mis deseos de seguir aquí para poder ponerle punto final a la… — un grito ahogado salió de su interior cuando parecía que estaba volviendo a la normalidad — Debo pelear. Matar a los edagrianos. Continuaré.

    Notando que el dolor no se iría de inmediato, eligió no explayarse demasiado en sus palabras y ser breve y conciso. Quería darle la idea a su compañero de que él no se iba a retirar, puesto a que, si él se iba del campo de batalla sin haber recibido un daño tan grave, no daría un buen ejemplo a los demás.

    — Tenemos algunas medicinas en la nave — expresó una de las soldados cerca de su líder — Seguro que podremos encontrar algo para disminuir su dolor antes de enviarlo a pelear.

    — ¿Y tú? — Asmir notó que, si necesitaba ayuda de sus soldados para estar de pie, a Cadain le costaría mucho volver al combate.

    — Yo creo que terminé por hoy — el líder de su especie se sentía muy apenado — Iré al campamento médico que instalaron los grupos de Michael y Kila y haré que me traten allí. Mañana estaré listo para seguir peleando. Viendo el cielo, asumo que esta guerra no terminará el día de hoy.

    — Es verdad, Cadain — Allecreod, sentado en su lugar, notó que la luz solar era cada vez menos intensa — Esto no terminará hoy. Incluso matando a los otros dos hijos de Hark que siguen vivos. Incluso es probable que no lleguemos a matarlos hoy. Pero no perdemos nada con intentarlo.

    — Quiero preguntarte, Allecreod — Cadain supo que más de uno tendría la duda, pero sería él quien la vería respondida — ¿Por qué salvaste a Asmir antes de que Ixorum lo matase? Podrías haber interferido luego de que él acabara con su vida. No es que esté enojado porque no lo hayas hecho. Pero sabiendo que lo odias, quiero saber qué te impulsó a hacerlo.

    Todas las miradas, inclusive la del líder de los garak, se centraron sobre quien en el pasado ostentó el puesto de conquistador planetario. Él, Cadain, y muchos otros que lo estaban viendo, pudieron notar que fue Allecreod el que acabó con Ixorum, tal y como lo decía Cadain, mucho antes de que este pudiera ponerle fin a la vida del garak. Nadie, ni siquiera los de su propia especie, tenían una respuesta correcta para esto.

    — Aunque ya no tenga el cargo de mandamás entre los míos, sigo deseando lo mejor para ellos — Allecreod comentó sin avergonzarse — Y estoy seguro de que, tras haber escuchado que el líder de la humanidad ha muerto, dejar que alguien más entre los líderes muriera hoy sería catastrófico. Los garak son mayoría entre nosotros, y si pierden a su líder, tendremos un contratiempo inmenso. Eso podría ser la diferencia entre ganar o perder. Por eso lo hice.

    — No creas que estás perdonado — con todo el dolor que cargaba al pronunciar palabras, Asmir le hizo saber a Allecreod que su situación no había cambiado — Sigue igual.

    — Lo sé, y no me importa — el ex líder de su especie se mostraba indiferente ante la situación — Los míos son mi máxima prioridad. Y por más que te odie, salvarte hacía más sencillo ganar esta guerra para salvarlos a ellos. No buscaba el perdón de nadie.

    La respuesta que dio Allecreod dejó callados a todos los presentes allí. El haber escuchado los sinceros pensamientos del ryfier, sumado a la batalla tan difícil que acababan de ganar, mermó sus ganas de decir algo en aquel momento.

    Todos los heridos se ponían de pie, dispuestos a acompañar a Cadain hacia el sitio donde los médicos que la humanidad llevó a la guerra se habían instalado. Los que seguían en condiciones para pelear permanecerían con Asmir y Allecreod, mientras que todos aquellos que debieran retirarse para ser tratados, emprenderían el camino de vuelta junto a Cadain.

    Antes de marcharse del sitio, Allecreod volteó para ver el cuerpo sin vida de Ixorum. Primero de los hijos de Hark que caía, salvo que se hubieran perdido de alguna novedad importante respecto a los otros dos, cosa que él no tenía forma de saber.

    — Solo quedan Varlim y Arion — Allecreod no se sentía conforme todavía — Luego, esto será mucho más fácil.

    En el trayecto de regreso hacia las naves, donde darían la orden a los tanques de retirarse para acudir a pelear en algún otro punto del planeta, el comunicador de Asmir empezó a sonar. Viendo que no sería capaz de hablar con claridad, el líder de los suyos le indicó a un soldado que lo tomara y respondiera ante el llamado.

    — ¡Habla rápido! — el soldado contestó, deseando saber qué ocurría — ¡Asmir está bien, pero con dolor en la boca, por lo que no puede hablar! ¡Pero sepan que nuestro líder está aquí!

    — ¡Este es Halur! — a ninguno le gustó escuchar disparos de fondo en esa comunicación — ¡Hemos intentado llamar a los otros comandantes garak, pero todos están ocupados peleando! ¡Necesitamos refuerzos en una de las ciudades edagrianas!

    — Luego nos contarán el panorama general de la situación — el garak supo que debían darse prisa — ¡¿Cuál es tu situación actual?!

    — ¡Estamos bajo ataque! — la voz de Kila empezó a sonar — ¡Son demasiados y no podemos mover los tanques con libertad para maniobrar bien! ¡Por el momento resistiremos, pero si seguimos así, Arion va a matarnos!

    — ¿Está ahí? — el haber escuchado ese nombre generó una pequeña emoción en Allecreod.

    — ¡Así es, es por eso por lo que sería ideal que ganáramos esta batalla! — Halur quería contar con refuerzos lo más pronto posible — ¡Les he enviado las coordenadas! ¡Acudan de inmediato!

    — ¡Vamos! — Asmir supo que se sentirían más aliviados si era él quien hablaba para dar esa orden.

    Habiendo ganado la batalla en contra de uno de los tres hijos de Hark, los que marcharían para ayudar a sus compañeros se dieron cuenta de que pronto tendrían la oportunidad de hacer frente a otro de ellos, y quien sería el más poderoso de los tres en todos los sentidos. Cadain y algunos heridos de ambas especies no podrían participar, por lo que, el combate en contra del líder de los edagrianos lo tendrían que llevar a cabo Asmir, Allecreod, y el resto de los soldados de ambas especies.

    — ¡Sigan las órdenes de Asmir! — era un mensaje de Cadain para los suyos — ¡Por el resto del día, y hasta que vuelva a pelear, él está al mando de ustedes!

    Todos los ryfier supieron de inmediato ante quién debían responder en el momento en el que llegaran al campo de batalla para librar el combate que podría ser decisivo en la guerra. El único motivo por el que no se separaban era porque las dos naves que usaba cada grupo estaban unidas, pero tan pronto como llegaran a ese lugar, tendrían que irse por caminos diferentes.

    Viendo que el tiempo sería crucial para esto, uno de los garak ordenó a los conductores de los tanques que seguían en pie y a las tropas que los acompañaban que dieran la vuelta y acudieran a las naves para poder despegar lo más pronto posible para así auxiliar a Kila y Halur antes de que la situación pudiera salírseles de control.

    En el camino de vuelta a las naves, Allecreod, quien tenía su lanza entre sus manos, empezó a apretarla con gran fuerza. Sabía que, tras la muerte de Hark en circunstancias desconocidas, no podría asesinarlo a él, pero tan pronto como escuchó que Arion se encontraba en su próximo destino, una emoción despertó en él.

    — Compartirás el mismo destino que tu hermano, Arion — pensaba para sí mismo, deseoso de llegar hasta él — Te atravesaré el cráneo y te romperé la cabeza con esta misma lanza… Si es que no mueres antes de mi llegada.

    […]

    — Maldita sea, quizá debí haber tomado el arma que usó ese edagriano — expresaba Orz, mirando el caos en que se había convertido la ciudad.

    Tan pronto como el soldado llegó hasta el lugar, los ojos que tomó prestados de Michael al tomar control de su cuerpo le dejaron ver el estruendoso campo de batalla que se había formado en aquella ciudad. Los escuadrones que correspondían a Michael y a Gwyn entablaron batalla contra los defensores de aquella ciudad. Algunos se resguardaban detrás de ciertos edificios que parecían ser tiendas, mientras que otros simplemente estaban expuestos disparando contra sus enemigos. Tanto de un lado como del otro, se producían ciertas bajas, y el berrod supo que cruzar ese sitio no sería nada sencillo.

    — Al carajo, la iré a buscar — tras un análisis de la pelea, notó que eran los humanos los que morían más rápido que los edagrianos — No puedo dejar que los maten. Y no llegaré hasta Alicia y los demás con tanta gente disparándose.

    Fue así como eligió resguardarse en una de las calles por las que vino y emprender el camino opuesto para poder llegar hasta el lugar en donde el edagriano que le permitió tomar la libertad había usado su arma extraña con ellos. Sabía que, si la usaba correctamente, podría llegar a torcer la balanza en favor de los humanos, y así poder acudir lo más pronto posible para auxiliar a Kila y al resto de los garak, aunque no era lo que más urgente le parecía a él.

    Mientras Michael se metía a escondidas en el interior de aquella ciudad, sus tres compañeros luchaban en medio de aquel desastre contra las tropas de los edagrianos, comandados por Varlim. Alicia, Gwyn y Thomas disparaban desde atrás de las columnas que sostenían el balcón de uno de los edificios. El ataque sorpresa los había atrapado en el medio, y tenían que buscar una forma de ponerse seguros, regresando con la mayor concentración de soldados que pudieran.

    Para no sobrecalentar sus rifles y quedar expuestos ante la inseguridad de una pelea así, se turnaban para salir de cobertura y darles tiempo a sus de que avanzaran hacia la seguridad. Cuando Thomas y Gwyn salían al descubierto para disparar, Alicia corría para buscar refugio en otro sector, para luego repetir la acción y así poder apartarse de la pelea. Les costó un total de diez minutos moverse esquivando balazos por parte de los defensores del planeta, pero cuando llegaron con los demás soldados, se integraron por completo a la batalla.

    — ¡Elimínenlos a todos! — fue la orden de Gwyn, tanto para su escuadrón como el de Michael.

    Ante la ausencia de su comandante, los hombres y mujeres que obedecían a Umcali, aceptaron las órdenes de Fairin. Cuando su grito se hizo sonar, varios de ellos salieron de sus coberturas y dispararon al unísono contra los edagrianos que tenían más cerca. Pese a que estos portaban trajes que los protegían de forma efectiva del daño de los disparos de los humanos, con el tiempo, la lluvia de balas que los humanos desencadenaron sobre ellos terminaron por tener el efecto deseado, haciendo caer muertos a varios edagrianos, mientras la sangre salpicaba de los agujeros que habían sido formados en sus cuerpos.

    Varlim miraba atónita como los suyos, a pesar de contar con armas más fuertes, sucumbían ante la superioridad numérica de la humanidad que estaba allí presente. Cuando alzó la vista hacia el frente, pudo ver a una de las humanas dando las órdenes a las diferentes facciones del ejército invasor para que abrieran fuego sobre ella y los suyos, fue así como logró identificarla.

    — Es ella — pensó para sí misma — La líder de estos infelices. Si logro matarla, podré acabar con ellos con más facilidad.

    El tiroteo seguía sin cesar, y a cada minuto que transcurría, los suyos seguían perdiendo la vida frente a ella, cosa que era bastante frustrante. La edagriana, antes de salir a la batalla, se había aprovisionado de granadas potentes como un as bajo la manga en caso de que fuera necesario, aunque estaban pensadas para apoyar a su hermano Arion más adelante en la batalla.

    Sin embargo, viendo que los humanos tenían la sartén por el mango en esa batalla, la mujer líder de sus tropas se vio obligada a tener que sacar dicha carta para los suyos.

    — ¡Preparen los explosivos! — decía mientras disparaba ráfagas de balas contra los humanos al frente, logrando eliminar de tiros precisos a la cabeza a todos aquellos a los que llegó a golpear — ¡Si todo sale bien, podremos eliminar a varios de estos inútiles con las granadas! ¡Y luego, quiero que todos centren su fuego en esa humana de allá!

    — ¡¿Cómo sabe que es una humana?! — preguntó una de las mujeres que luchaba desde atrás de ella — ¡¿Y por qué hay que centrar nuestro fuego en ese objetivo?!

    — ¡Su voz suena a la de una mujer humana! — ella había estudiado las tonalidades en las voces de los humanos cuando su padre lo ordenó — ¡Y dado a que es ella la que los está organizando, ella tiene que ser la líder!

    — ¡Está resguardada detrás de varios de los humanos! — notó uno de los soldados.

    — ¡Exacto, por eso son las granadas, para apartarlos del medio y así llegar hasta ella! — Varlim lo tenía decidido.

    Ignorando por completo la existencia de un segundo líder, Varlim y algunos de sus soldados abrieron fuego a medida que iban avanzando, dando tiempo a los que se quedaron detrás de la vanguardia de tomar las granadas que habían tomado para la pelea y prepararse para arrojarlas en contra de los invasores.

    Gwyn, Alicia y Thomas retrocedían mientras seguían con las armas firmes y disparando a cada edagriano que tenían a la vista. La comandante del grupo supo que, incluso sin Michael, la pelea se estaba poniendo a su favor, lo cual podría darle más tiempo a su compañero para que se aproximara a su posición, y se pusiera a disparar junto a ellos de nuevo. Thomas casi no pensaba en eso, y solo se concentraba en abrir fuego en cada uno de esos atacantes para no darles ni un solo respiro en el ataque.

    Alicia, su pareja, era quien más lo tenía presente en aquel momento. Luego de haber contemplado como esos edagrianos salieron de la nada, ella no podía dejar de pensar en la posibilidad de que su novio hubiera sido alcanzado por los enemigos, lo cual no habría terminado bien de ser el caso.

    — No lo veo por ningún lado — Alicia empezó a preocuparse por él.

    — Alicia, yo ya te había dicho que Michael no descansará hasta regresar a ti — Gwyn recordó la primera vez que él hizo algo así, y quería que la chica también lo recordara — ¿Recuerdas cuando te rescató de los garak él solo?

    — Sí, lo recuerdo — su compañera contestó — Él apareció y me salvó. No pude ver nada, pero cuando abrí los ojos, ya estaba de regreso en sus brazos.

    — Sucederá lo mismo el día de hoy — Gwyn le quería hacer saber que todo estaría bien — Michael te ama. Lo sé porque, después de Devlin, he sido la que más tiempo ha convivido junto a él. Contigo actúa de una forma diferente, y eso demuestra que él te ha elegido a ti como la persona más importante en su vida. Él no va a dejar que nadie lo separe de ti. Y eso incluye también a estos malditos edagrianos.

    — Alicia, yo sé que Michael está esperando la oportunidad perfecta para entrar a la pelea — Thomas quiso sumarse para tranquilizar a la chica — Así que, démosle nosotros esta oportunidad. No te preocupes por él, y dispara. Que tenga el camino libre para venir a nosotros.

    — Gracias por esto, a los dos — Alicia se sentía afortunada de compartir el lugar de combate con ambos — Lo necesitaba.

    Con la preocupación de que Michael pudiera estar en peligro aún presente, pero motivada a pelear para ayudarlo a regresar con ellos, Alicia empezó a medir mejor su puntería, usando el único ojo que le quedó disponible luego de que Allecreod se lo arrancara. Sujetando con firmeza su rifle, pudo apuntar hacia la dirección correcta y así ponerle fin a la vida de todos aquellos edagrianos que peleaban ferozmente en su contra.

    Gwyn sonreía viendo como ella y sus escuadrones mataban cada minuto a más enemigos, pero pronto empezó a notar que algo no parecía estar bien. En un momento, ella estaba segura de haber visto como ciertos individuos se adelantaban para disparar, dejando atrás a algunos de sus compañeros.

    — No estaban heridos — susurraba la chica.

    — ¿Gwyn? — Thomas creyó haberla escuchado murmurar — ¿Ocurre algo?

    — Estamos ganando, pero no hacen nada al respecto — Gwyn le indicó lo que estaba percibiendo — No es normal que eso pase. Y no está bien tampoco. Es como si quisieran distraernos.

    Tal y como la chica creía, todo era una tapadera bajo las órdenes de Varlim. La mujer edagriana, viendo que varios de sus soldados ya se habían preparado para arrojar las granadas hacia la zona en donde los humanos se encontraban, optó por dar la orden para llegar hasta ella.

    — ¡Ahora, láncenlas! — ordenó la edagriana con gran euforia, sabiendo que podría cambiar las tornas de la batalla.

    — ¡No, maldición! — Gwyn escuchó a la perfección esas palabras — ¡Retrocedan y aléjense de los edificios!

    Ambos escuadrones empezaron a seguir las órdenes de sus respectivas líderes. Mientras que los humanos empezaron a retroceder, los edagrianos lanzaron al aire las granadas. Algunas se dirigieron a las calles para intentar impactar contra los soldados humanos, mientras que otras fueron lanzadas con los edificios cercanos al lugar del tiroteo. Las granadas edagrianas que utilizaban en esa guerra se caracterizaban por explotar al contacto, por lo que tan pronto como llegaron al lugar en donde debían caer, el fuego se empezó a extender mientras la reacción química tuvo lugar.

    Los soldados que estaban en la calle fueron alcanzados por la onda expansiva de las granadas, y se vieron envueltos en el fuego que se extendió con el impacto. Varios de ellos fueron sacudidos por la fuerza del explosivo, por lo que cayeron al suelo muertos tras un golpe tan violento. Mientras que los que estaban en las calles morían por las explosiones, las granadas que impactaban con los edificios empezaban a disparar escombros en cada dirección, pero siempre hacia el sector en el que se resguardaban los humanos. Dada la velocidad a la que fueron lanzados, y el enorme peso que tenían, estos impactaron en las cabezas de varios de los humanos allí colocados. Pese a tener cascos resistentes, un trozo de escombro lanzado con tanta violencia sobre ellos no era nada inofensivo.

    Los que tenían mayor suerte solamente quedaron inconscientes por el impacto, pero la enorme mayoría de los soldados en esas tropas terminaron perdiendo la vida por los golpes. Dado a que estaban en retirada, los que morían y caían al suelo se convertían en obstáculos que provocaban que sus compañeros tropezaran en la huida.

    Alicia fue una de las que terminó cayendo cuando tropezó con uno de los muchos cuerpos que quedaron en el piso, debido a que no podía ver del todo bien el panorama a su alrededor contando con un solo ojo. Tan pronto como su cuerpo tocó tierra, el terror se apoderó de ella. Cuando quiso levantarse, notó que se había golpeado fuertemente la rodilla, cosa que evitó que pudiera ponerse de pie para escapar del lugar.

    — ¡Alicia! — gritó Gwyn, aterrada de la posibilidad de perderla allí mismo — ¡Thomas, ayúdame!

    Respondiendo inmediatamente al llamado de su pareja, tanto la comandante Fairin como su novio tomaron a Alicia de los brazos para poder sacarla de allí. Desde el otro lado, Varlim supo que esa era la oportunidad perfecta para liquidar a sus enemigos.

    — ¡Sobre ellos, ahora! — Varlim empezó a correr mientras disparaba su arma — ¡Vamos a quitarles a su líder!

    La comandante de Zenith miró con terror hacia atrás cuando escuchó ese grito, sabiendo que, si los alcanzaban, podría ser el final tanto para ella como para sus compañeros.

    — ¡No, no los voy a perder! — Gwyn dejó que Thomas sostuviera a Alicia — ¡Thomas, sácala de aquí y luego vuelve a ayudarme! ¡Soldados, conmigo!

    — ¡Gwyn, espera! — Thomas quiso ir tras ella, pero dado a que su novia había soltado a Alicia, tuvo que sostenerla para que no cayera al suelo de nuevo.

    Ante la vista de Thomas y de Alicia, varios hombres y mujeres pasaron frente a ellos. Cada uno acudiendo para asistir a su comandante en ese enfrentamiento. La chica, quien había caído y necesitó ser ayudada tanto por ella como por Thomas, se sentía culpable por todo lo ocurrido.

    De pronto, entre los disparos que resonaban en el lugar, se pudo escuchar una enorme cantidad de zumbidos, todos provenientes desde las alturas a la izquierda de la calle donde estaba teniendo lugar el combate.

    Estos ruidos incesantes y potentes llamaron la atención de cada combatiente, y todos miraron a esa dirección para ver al responsable. Orz, gracias al cuerpo de Michael, logró encontrar la forma para subir a uno de los edificios de una altura mediana en la zona portando el arma que el edagriano usó para atacarlo a él y a otros humanos en su unidad. El arma que tenía en sus manos estaba cargada con una enorme cantidad de dispositivos explosivos, y el berrod se encargó de descargar toda una ráfaga de estos sobre los enemigos al frente.

    Varlim, quien junto a sus soldados se habían adelantado demasiado, quedó en medio de la lluvia de esos explosivos disparados por aquella arma. La cara de la edagriana mostró una expresión de terror al verlos venir.

    — ¡¿Qué clase de arma es esa?! — pese a que ella y su hermano eran los líderes de su gente y estaban al mando del ejército y de las armas a utilizar, no fue capaz de identificar con qué tipo de armamento estaban siendo atacados.

    Tan pronto como los elementos explosivos distribuidos a lo largo de la calle por esa arma estuvieron en su lugar, las explosiones empezaron a desencadenarse, haciendo que tanto Varlim como los edagrianos, cayeran al suelo con sacudidas violentas que incluso llegaban a hacer temblar todo el lugar. La hija mujer de Hark fue golpeada por dos de estas explosiones, lo que causó que ella terminara derribada en el piso.

    Varios de los suyos caían junto con ella, mientras que otros con menor suerte, recibían impactos tan potentes de las explosiones que simplemente eran incapaces de sobrevivir a golpes como esos.

    Gwyn y varios de los soldados pudieron reconocer a quien estaba del otro lado tan pronto como este se quitó el casco tras dejar el arma en el piso.

    — ¡Es el comandante Umcali! — gritó uno de los hombres entre la multitud.

    — ¡Perdón por no haber llegado aquí a tiempo! — Michael sonaba triste por las pérdidas que se podían notar con solo mirar los cuerpos humanos en las calles — ¡Pero creí que el arma que vi usar a uno de los edagrianos me podría ser útil, y tuve que regresar a buscarla! ¡Disparen todos!

    Orz fue el que dio el ejemplo. Tomando en sus manos el rifle que cargaba consigo, apuntó cuidadosamente hacia Varlim, ignorando su identidad, y creyendo que por el hecho de dirigir a los defensores sería la que estaba a cargo de liderarlos en batalla. Una vez que la tuvo a tiro, abrió fuego contra ella, descargando sobre su cabeza y su cuerpo una ráfaga de balas que impactaban contra su traje algo deteriorado por las explosiones. Varlim gritó por el dolor de recibir cada uno de esos disparos, hasta que simplemente, su cuerpo de guerrera ya no pudo seguir soportando más daño. La vida completa de la edagriana había sido drenada debido a los incesantes disparos que el Orz con cuerpo humano dejó caer sobre ella. Sin un solo gramo de vida restante, la mujer que había provocado la muerte de Magnus en el primer ataque de la humanidad cayó muerta al suelo mientras los agujeros que tenían en su cuerpo manchaban de sangre los alrededores.

    Gwyn y los soldados que iban al frente siguieron sus órdenes y sus acciones, descargando varias balas de sus rifles en contra de los edagrianos, llevando la muerte a cada uno de los que estaban con vida, puesto que incluso quienes habían quedado convertidos en cadáveres recibieron tiros por parte de los atacantes.

    Thomas y Alicia, desde su posición, pudieron ver a Michael. Ambos se alegraron de ver que su compañero estaba sano y salvo, y de que incluso había aparecido cuando más lo necesitaban para que les ayudara a combatir a los enemigos.

    En tan solo unos diez minutos más, los soldados humanos lograron sobreponerse ante los enemigos, y terminaron con la vida de cada uno de ellos. Habiendo ganado una batalla que tenía la pinta de que iba a terminar mal, estos se pusieron a festejar por su victoria. Sabían que Kila y Halur necesitaban algo de asistencia desde el sitio donde se encontraba la terminal, pero quisieron tomarse unos minutos para celebrar esa victoria.

    Gwyn, reunida de nuevo junto con Thomas y Alicia observó con una gran alegría en su ser como Michael, quien había descendido de los techos a los que se había subido, regresaba para ocupar de nuevo un sitio junto a ellos. Tan pronto como estuvo cerca de los tres, Alicia corrió hacia él, saltando encima suyo y dándole un beso en los labios que su pareja correspondió. Gwyn, también aliviada por eso, abrazó a su novio cariñosamente, sintiendo que las cosas empezaban a marchar bien para ellos. Terminados esos gestos de cariño, Michael y Alicia regresaron con sus compañeros.

    — Iba a aparecer antes a la batalla, pero creí que sería buena idea tomar el arma que usó aquel edagriano para atacarme por la espalda — Michael les contó el motivo de su tardanza.

    — Descuida, hermano, te agradecemos que hayas llegado cuando lo hiciste — Thomas se sentía aliviado de verlo de nuevo — Salvaste las vidas de muchos. Sobre todo, la de Gwyn.

    — ¿La has visto, Michael? — preguntó Alicia, abrazando a su novio — Ella se adelantó para defendernos a mí y a Thomas. Estaba dispuesta a dar su vida por nosotros dos. Lista para morir como una gran heroína.

    — No lo pude notar, porque vi a muchos corriendo hacia el frente — contestó el otro comandante — Pero si eso es cierto, entonces, te felicito, Gwyn. Eres la mejor comandante que Zenith podría pedir.

    — Por favor, me avergüenzan — con modestia, la chica aceptaba los cumplidos de sus compañeros — Me da gusto que me estimen así, pero yo solo cumplía mi deber al mismo tiempo que protegía a mis amigos.

    — Mereces una medalla cuando esto acabe, Gwyn — Thomas le dio un beso en la mejilla — Este sacrificio no lo haría cualquiera.

    — Eso es algo que veremos cuando la guerra haya terminado — Orz, con una gran satisfacción por ver que ninguno de los tres sospechaba nada, quería que se pusieran en marcha — Me llegó el mensaje de Kila pidiendo ayuda. Deberíamos ir a darles una mano. Ahora que la terminal fue derrumbada, estamos más cerca de la victoria.

    — Es verdad — Gwyn supo que tenían otra batalla por ganar — Esto todavía no acaba. ¡Nos vamos a la terminal para poder pelear junto a los garak!

    Ante la orden de la comandante, varios de los soldados, quienes menos heridas tenían en su mayoría, empezaron a marchar para poder ir a prestar asistencia militar a los compañeros que estaban esperándolos del otro lado de la ciudad.

    Orz, quien tomó la mano de Alicia al avanzar, se aseguró de mandarle un mensaje a quien se encontraba prisionero en su mente.

    — ¿Lo has visto? — pensó, intentando que esos pensamientos llegaran hacia Michael — Alicia ni siquiera se dio cuenta de que el beso que recibió no fue dado por su novio. Espero que hayas sufrido con todo tu ser cuando viste eso, Michael. Y te aseguro que esto es apenas el comienzo. Debe ser un infierno para ti no poder gritar por ayuda en un momento así.

    Mientras los soldados se encontraban avanzando hacia su próximo destino, un ruido muy extraño resonó desde atrás. Era como si un dispositivo, colocado en uno de los edagrianos que se encontraba muerto en el piso, se hubiera accionado para permitir una comunicación entre los enemigos.

    — Alto — Thomas fue el primero en detectar aquel sonido — En el cuerpo de aquel — señaló hacia el cuerpo de Varlim, detectando que venía de ella — Parece que la están llamando.

    — Veamos si podemos averiguar algo — Orz supo que sería ideal para ellos el hacerlo.

    Los cuatro soldados que formaron parte de la misión de exploración espacial se aproximaron al cuerpo sin vida de aquella edagriana, y empezaron a registrar cada parte de su traje hasta que dieron con lo que buscaban. Un pequeño elemento tecnológico similar a un celular humano, pero con un tamaño más grande, estaba haciendo ruido sin parar. Orz, que fue el que lo tomó en sus manos, buscó la forma de accionarlo, y tras medio minuto y un poco más de tiempo intentando descifrarlo, pudo activarlo. Se trataba de una llamada exclusiva de voz, usada por el emisor para que no hubiera demasiada latencia al intentar comunicarse, cosa que pasaría si se comunicaran mediante video.

    — ¡Varlim, habla Arion! — los cuatro se sorprendieron con esa revelación — ¡Más refuerzos acaban de llegar para los garak situados aquí! ¡Sé que me llevé más soldados que tú, pero necesito que acudas rápido a mi ubicación! ¡Es urgente!

    Ninguno de ellos cabía en sí tras lo que acababa de pasar. Si esas palabras eran ciertas, el emisor del mensaje era nada más y nada menos que el hijo de Hark. Y no solo cualquiera, sino el que se encargó de convertir el planeta Tierra en un simple cuerpo sin vida. Además, gracias a sus palabras, sabían que la edagriana muerta frente a ellos era una de sus hijas, dado a que, gracias a Allecreod, tenían los nombres de sus tres hijos.

    Orz, miró a cada uno de ellos, siendo él quien sostenía el aparato. Todos ellos estaban igual de impactados que él, pero más allá de eso, al berrod se le ocurrió una idea para poder provocar al enemigo, o incluso causarle un pequeño golpe anímico al hablar con él.

    — Gracias por la información — contestó, usando la voz de Michael, cosa que no le agradó a Arion — Vamos en camino.

    — ¡¿Quién demonios eres tú?! — Arion sintió miedo al no recibir una respuesta de Varlim tras haber llamado específicamente a ella — ¡¿Por qué tienes el comunicador de Varlim?!

    — Varlim está muerta — Orz lo presumía como un logro — Tú eres el siguiente.

    Sin más motivos para continuar escuchando la voz del hijo mayor de Hark, Michael cortó aquella comunicación. Una vez que supieron que una de las hijas de Hark había muerto ante ellos, los cuatro soldados humanos creyeron que la victoria estaba al alcance de sus manos si eran capaces de llegar hasta el sitio donde Arion se hallaba situado.

    Tras haber dejado el dispositivo con su legítima dueña, Michael, Gwyn, Thomas y Alicia se unieron a sus compañeros para marchar hacia el lugar donde se encontraba luchando Arion.
     
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  13.  
    Manuvalk

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    Hola amigo, ya estamos aquí una semana más disfrutando de la épica trama de LGC. Aunque las leídas en simultáneo por Discord deban esperar (merecerá la pena) debido a que mi historia haya terminado antes que la tuya, me alegra estar aquí disfrutando de un nuevo capítulo, el cuál ya he leído, por lo que pasaré a comentar lo más destacado para mí. :eyebrow:

    El inicio se da con algunos de los líderes de escuadrones: Ace con Agustina, Natasha con Abel y Lankir con Wida, sin mencionar a un comandante garak como extra de fondo XD. Los comandantes y líderes mencionados debaten el plan a poner en práctica para enfrentar el ataque a una ciudad, la cuál tendrá con total probabilidad un tren solar de los edagrianos. Derrotarlos es el paso previo para dirigirse al lugar en el que Xorxaik (ahora lo menciono XD) podrá interferir las comunicaciones enemigas, lo que daría una gran ventaja a las especies aliadas en la guerra que están librando. Tras esto, Ace manda al joven Faron a que monitorice el combate desde la nave, para indicar a las tropas terrestres por donde se mueve el tren solar y demás. Vemos que el muchacho accede aliviado y Agustina percibe que éste aprecia a su comandante, quién a su vez rememora junto a su futura esposa al famoso comandante Zion Stones. Él escogió a Ace como nuevo comandante, algo que sin duda ha quedado demostrado como una elección acertada. Tanto Ace como Agustina recuerdan al que fue su anterior líder con aprecio y tristeza.

    Acto seguido pasamos a ver a Gwyn, Thomas y Alicia quiénes están buscando al desaparecido Michael tras la estampida de edagrianos ancianos que lograron conseguir que sus líderes huyeran plácidamente. Cuando la búsqueda se demora, Alicia recibe el mensaje de Michael de que se encuentra bien, siendo lo que vimos de Orz en el anterior capítulo, cuando se comunicó con la chica. Alicia celebra saber que está bien, aunque en realidad no sea Michael... Mientras tanto, Kila les informa de que están siendo aún atacados pese a que la terminal ha sido destruida, por lo que necesitan ayuda. Sin embargo, nuevamente son alertados por un soldado random de que se aproximan más tropas enemigas. De pronto, parece que van a ser rodeados, por lo que poco podrán ayudar al escuadrón de Kila y Halur.

    Después vemos una especie de flashback de Arion y Varlim tras huir del escenario de combate. La pareja de hermanos decide separarse, siendo Arion el que se llevará consigo una cantidad más grande de soldados edagrianos que Varlim, con el objetivo de tomar de nuevo la terminal, dando a entender que esas tropas terrestres que se dirigen a Kila y Halur son las del propio Arion. Luego, en la siguiente escena, descubrimos que está haciendo Orz. El berrod en el cuerpo del humano tiene que esconderse de dos edagrianos ancianos (XDDDDDDDDDDDDDDDD) para después escuchar el llamado de Kila sobre su situación, lo que hace que los intereses de Orz entren en conflicto. Kila lo odia a muerte con motivo y él seguro que le tiene ganas, pero tras analizar la situación, entiende que lo mejor es que la garak se mantenga con vida. Sin perder tiempo, el berrod avanza hacia la zona en la que se escuchan los primeros disparos, mientras desea que Alicia se mantenga con vida para así tener una familia con ella y joder a Michael. Cosa que por un lado me genera terror y por el otro me hypea :v.

    La siguiente parte del capítulo nos muestra a Asmir, Cadain y Allecreod entre otros. Grupo que no vimos en el anterior capítulo tras lo intenso de su situación, en la que el ex líder ryfier salvó al líder garak de una muerte segura por parte de Ixorum. Cadain se encuentra para el arrastre (parece un soldado veterano retirado que intentó volver a pelear y le salió lumbago XD) por lo que no podrá pelear más el día de hoy, pero Asmir por otra parte pese al dolor de muelas que debe tener (XDDDDDDDDDDDDDD se lo merece :v) sí se queda a pelear. Al margen de todo esto, Cadain le pregunta a Allecreod el porqué salvó al líder garak, recibiendo unas sinceras respuestas por parte del ryfier. El antiguo líder de estos desvela que aún quiere lo mejor para su gente y salvar a Asmir significaba evitar el contratiempo de perder a otro líder, algo que todos comprenden en cierta medida. Tras esto, se enteran que Kila y Halur están peleando contra las tropas de Arion y el edagriano está allí, por lo que Allecreod ve una nueva oportunidad de matar a alguien importante.

    Finalmente, nos reunimos de nuevo con Thomas, Gwyn y Alicia, que están enfrentando a Varlim y sus soldados. Poco a poco los van derrotando, pero la edagriana percibe que una de las humanas es la líder, siendo Gwyn, por lo que decide que matándola a ella, logrará debilitar al resto. Junto a otros soldados, les lanzan una serie de potentes granadas edagrianas, las cuáles comienzan a matar soldados humanos sin cesar. Alicia cae al suelo y tiene dificultades para levantarse, por lo que tiene que ser ayudada por Thomas y Gwyn. Sin embargo, la comandante decide hacer valer su rango al tomar la iniciativa y enfrentar a Varlim, llevando consigo a algunos soldados. La situación parece que va a ser dura, pero entonces aparece Michael/Orz con el arma del edagriano que le atacó en el anterior capítulo y denota explosivos con esta (pedazo arma :v) matando a los soldados enemigos y terminando eventualmente con la vida de la propia Varlim. Sinceramente, esperaba que ella muriese más tarde o más temprano y finalmente ha llegado, por lo que estoy de celebración XD. :dancecat:

    Alicia abraza y besa a Michael tras su aparición triunfal (tremendo Orz XD) y tanto Gwyn como Thomas le agradecen el aporte, previo a una charla de lo más amigable entre ellos, reconociéndose el mérito. Ahora toca emprender rumbo a ayudar a otros escuadrones, pero de repente, el comunicador de la fallecida Varlim suena. Es Arion solicitando apoyo. Y aquí es cuando el chad de LGC aka Michael/Orz decide convertirse en el badass del capítulo, contestando al actual líder edagriano mediante una vacilada épica que termina por revelarle que su hermana y amante ha muerto. Algo que sin duda afectará seriamente al aguerrido edagriano.

    En definitiva, ha sido un gran capítulo este, amigo. Me ha gustado mucho. Y me da que los próximos van a ser bombas viendo el panorama... Así que me despido hasta la próxima, como siempre deseoso de ver cuál es el siguiente paso que se da en esta guerra. Un abrazo y cuídate. :kuku:
     
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