Ciencia ficción La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 7 Mayo 2022.

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    Elliot

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    Cap "La reorganización"

    Lo vi~ x'p

    No creo que esta parte la vaya a leer de forma tan intensa como la anterior, ya que por esta época no ando con el mood de lectura intensa, y probablemente vaya a estar ocupado próximamente. Pero casi que mejor así, que entonces evito ponerme al día tan rápido y tener que esperar por un cap a la vez.

    Dicho todo esto, a hablar del capítulo: Es un buen inicio, continuando directamente con el final de la anterior parte. Soy más fan de cuando ha pasado un tiempo entre medias, pero en este caso si que era mejor seguir por donde estaba. Tras los esperados reencuentros, las trágicas noticias entre estos, y los guerreros iniciando su recuperación, siguió la tensa pero necesaria negociación por la paz. Parece que los humanos del Zenith al fin pueden retomar su misión principal, pero los garaks optaron por quedarse a ocupar militarmente el planeta. Cadain se alivió que no pidieran nada peor, pero aún así podría ponerse fea la cosa si no la manejan correctamente. A ver para donde van los ahora separados caminos de humanos y garaks a partir de ahora, y qué será de las especies esclavizadas. Aunque supongo que primero va a tocar retomar lo de Black Meteor, tras tamaña revelación.

    Un saludo!
     
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    Agus estresado

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    Verás un par más en el futuro :) Los he ido dejando a modo de agradecimiento oculto, ya que no quiero etiquetarte y que te termines spoileando.

    Descuida, no hay prisa. Mientras el foro siga de pie, la historia no se va a ningún lado. Al momento de empezar con tu lectura, había publicados 40 capítulos y quedan un par más para que llegue el final. Así que, si lees un capítulo a la semana, tendrás una diversión garantizada de aquí hasta fin de año aproximadamente. Aunque esta parte está llena de capítulos largos por el medio, así que creo que haces bien al ir retomando de a poco, ya que hay una recta donde se vienen capis muy largos.

    Agradezco el comentario, Elliot. Tenía pensado darte el aviso tan pronto acabara la parte, ya que creo recordar que en un comentario de la V mencionaste que preferías leer una vez terminada, pero viendo que ya empezaste, no me queda más que agradecerte por haber llegado tan lejos y seguir aquí.

    Un saludo.
     
  3. Threadmarks: No volverás a sobrevivir
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    10319
    Saludos. Tras haber vuelto de mis vacaciones, es hora de que retome la publicación de la historia. No voy a aburrirlos con un texto gigante de intro porque mientras revisaba, noté que este es un capítulo largo.

    Quiero agradecer como siempre a mi gran amigo Manuvalk por haber estado allí para seguir la historia desde sus inicios por el lejano año 2017, y a quien le agradezco mucho por el apoyo que ha entregado. Estoy seguro de que, sin él, esta historia no habría llegado tan lejos, o tal vez sí, pero no del modo que a mí me gustaría que hubiese llegado. Espero hoy podamos encontrarnos por Discord para llevar adelante nuestra charla con lectura en simultáneo.

    Como siempre, la guía de personajes y la cronología están actualizadas. Un saludo a todos los que hayan llegado hasta este punto.











    No volverás a sobrevivir:

    Con varias bajas en sus filas y un tanque destruido a causa del uso de las torretas por parte del ejército edagriano, el escuadrón de garaks, en conjunto con Wida, Lankir y el robot Xorxaik, tuvieron que abandonar la ciudad para preservar sus vidas. La acción inmediata que realizaron fue abordar la nave asignada para su grupo, primero cargando los tanques y luego subiendo en varios grupos hasta que los miles de soldados estuvieron a bordo y a salvo del ataque de sus enemigos.

    Lankir, tras haber quedado huérfano del todo con la muerte de su padre, aguardó hasta llegar a la nave para poder descargar toda su tristeza por el suceso tan trágico que había sucedido hacía pocos minutos. Frente a Wida y algunos otros garaks que estaban presentes en la sala, el joven xaromitante cayó de rodillas y empezó a golpear el suelo del vehículo espacial que ya se encontraba en el aire, para alejarse de la ciudad donde no podrían pasar sin más ayuda.

    La mujer xaromitante se acercó a su compañero y lo abrazó, gesto que él correspondió, apoyando su cabeza sobre el hombro de quien era su amiga y única compañera viva en el campo de batalla.

    — ¡No puedo creer que haya tenido que morir así, de una forma tan horrible! — Lankir expresaba con dolor y tristeza — ¡Su cuerpo fue partido a la mitad de una forma grotesca!

    — Lo lamento, Lankir — Wida sentía mucho dolor por la pérdida de su líder, al punto de derramar un par de lágrimas — Terrior era un gran líder para nosotros. Su partida será muy difícil de explicar a los xaromitantes que están en casa.

    — Yo… — Lankir estaba muy asustado por lo que quedaba de guerra — No creo que podamos regresar a casa a salvo. Los tanques que creamos eran armas poderosas y no fuimos capaces de hacerles el más mínimo rasguño a ese gusano terrestre.

    — Entiendo que estés triste, yo también lo estoy — Wida sabía que en ese estado no sería muy efectivo — Créeme, sé lo que se siente perder a un familiar en una misión. Lo he vivido en carne propia. Cuando me dieron la noticia de que Gan murió asesinado, sentí que mi mundo se venía abajo. Sé que estás pasando por algo doloroso, pero incluso así tenemos que seguir luchando. Hay que luchar. Hasta ganar o hasta morir. ¿Lo entiendes?

    Esas palabras golpearon muy fuerte al xaromitante, y varios recuerdos de las personas más cercanas a él en el último tiempo pasaron por su mente. Las imágenes de Gan, del general Orikrof y de su amigo Aurio llegaron a su mente. Ellos tres habían perdido la vida justo como su padre, durante una misión con el fin de llegar hacia una solución para su especie luego de que la Gran Catástrofe terminara por dejarlos sin su hogar. Lankir, con mucho dolor encima por la muerte de su padre, se puso de pie, se secó las lágrimas de los ojos y luego le dio un abrazo a Wida.

    — Haré el intento de pelear lo mejor que pueda en esta guerra — dijo, tanto para tranquilizar a Wida como para tranquilizarse a sí mismo — Por ellos, por mi padre… y por nosotros dos. Tenemos que sobrevivir para volver a casa. Ahora que mi padre ya no está, los que esperan en casa necesitarán un nuevo líder. Tú y yo tenemos que regresar a salvo.

    Wida se impresionó en cierta forma por las palabras de Lankir. No creyó que su pequeño aliento en palabras pudiera darle el ánimo suficiente para levantarse y pelar, sobre todo porque él no era un guerrero en su totalidad como lo era ella. Sin embargo, eran más buenas noticias que otra cosa. Con Lankir sin decaer moralmente, quizá su inteligencia les podría servir para sobreponerse ante la adversidad que enfrentaban.

    Uno de los garak, quien tenía el rol de comandante de los suyos a bordo de la nave xaromitante, se le acercó a Lankir y a Wida para preguntar algo que todos los de su especie necesitaban saber.

    — Siento la falta de tacto en un momento así — se expresó con mucha más empatía que sus otros compañeros — Pero uno de ustedes tiene que dirigir esta nave. Y, además, tenemos que informar a Asmir y al resto sobre la posesión de esos vehículos por parte del enemigo.

    — Lankir… — Wida quería ofrecerse para el puesto, pero no quería que su compañero se sintiera dejado de lado por una decisión apresurada de ella.

    — Es mejor que seas tú, Wida — Lankir le cedió el lugar — Estás más capacitada para liderar en medio de una guerra. Yo sigo algo afectado.

    — Muy bien, yo me haré cargo — la xaromitante le dio un fuerte abrazo a su compañero para luego acudir junto a él a la sala de comandos.

    La pareja de compañeros xaromitantes, en compañía del comandante garak, algunos soldados de esta especie y el robot creado por Allecreod acudieron a la sala de comandos para poder dar el aviso a todos sus compañeros. Ya sea que tardara más o menos tiempo en llegar, tenían claro que más vehículos como ese saldrían a pelear en contra de los suyos, y no conocer de su existencia podría ser fatal. Frente a los controles que daban acceso al equipo para transmisión de mensajes, la xaromitante empezó a dar la alerta.

    — Habla Wida, a bordo de la nave xaromitante — decidió dar a entender las cosas desde el principio — Estábamos en camino a la central de red planetaria principal, donde Xorxaik podría cortar las comunicaciones de los edagrianos cuando fuimos interceptados por una especie de… creo que era un tren. Tenía armas estacionarias instaladas en los techos, y a varios tiradores edagrianos accionándolas. Son armas demasiado potentes, dado a que fueron capaces de destruir un tanque. Incluso llegaron a derribar a Xorxaik al suelo, aunque no tuvieron la potencia para destruirlo. Perdimos a varios soldados garak en el ataque… y también perdimos a nuestro líder, Terrior. He decidido tomar el liderazgo de esta nave en su lugar. Pero estamos en una situación más que crítica. Con las muertes de Magnus y Terrior, ya solamente nos quedan Cadain y Asmir como líderes de las especies de la alianza. Espero respuestas para conocer la situación y el panorama actual.

    Luego de haber dado ese mensaje, Wida miró muy preocupada a Lankir. El xaromitante, abrumado por la pérdida reciente, quería sentirse útil y buscar una estrategia que les permitiera tomar la ventaja en la batalla, pero su mente estaba haciendo el mayor esfuerzo por no derrumbarse. En el momento en el que le dijo a Wida que pelearía, creyó tener más fortaleza mental para manejar el dolor, pero conforme corrían los segundos, se dio cuenta de que el auto engaño no fue un método tan efectivo como creyó. Wida, notando ese gesto en él, se le acercó para tomarle las manos.

    Con una sonrisa, ella mostró su apoyo incondicional a quien en el pasado fue su pareja, y con quien no terminó en los mejores términos. Lankir, quien apreciaba mucho eso, le devolvió la sonrisa, y por un momento, su mente llegó a estabilizarse de mejor manera. Fue entonces que se le ocurrió una idea para poder hacerle frente a los trenes con torretas equipadas encima.

    — Creo que tengo algo que nos puede servir — Lankir entonces miró a Xorxaik — Xorxaik, ¿puedes navegar en su red?

    — Puedo hacerlo, pero solo en secciones públicas de la misma — el robot contestó a Lankir — Para poder navegar por direcciones privadas necesito estar cerca de las mismas redes para poder vulnerar más fácilmente los protocolos de seguridad.

    — ¿Puedes averiguar el punto del planeta en el que da inicio la ramificación de carriles para ese tren? — para poder contar lo que se le había ocurrido, necesitaba contar con esa información.

    — Todo dependerá de si esa información es de acceso público, si es solo para fines privados, no seré capaz — Xorxaik se puso a seguir las órdenes del xaromitante — Ya mismo lo estoy intentando. Inicio descarga y análisis de archivos públicos en la red.

    Ni Wida ni tampoco los garak entendieron qué era lo que quería hacer Lankir con esa clase de información. Antes de que alguien le haga una pregunta, este comentó su idea a todos los presentes en la sala.

    — Los trenes no aparecen por arte de magia, tienen que partir desde algún lugar — el xaromitante empezó su explicación — De seguro hay un lugar en donde todos los trenes del planeta inician su camino a las diferentes ciudades. Dado a que todavía nadie informó de un vehículo así, es posible que no hayan salido todavía.

    — ¿Cuál es tu teoría? — el comandante garak quería saber si su idea resultaría buena o no.

    — Dudo mucho que hayan lanzado trenes a todos los sitios del mundo sin haber comprobado su efectividad primero — Lankir pensó en cómo manejaría él la situación — Piénsenlo, creo que ellos nos enviaron ese tren para medir su fuerza contra nuestros tanques. Si no fuera efectivo, seguro buscarían alguna forma de mejorar al resto para que tuvieran un mejor uso en vez de simplemente mandar a perder todos los que tenían disponibles.

    — ¿Dices que hay posibilidades de que ese tren sea el único que ha salido a la batalla? — preguntó otro de los garak.

    — Así es, pero ahora que han visto que pueden causar daño, estoy seguro de que saldrán más trenes — Lankir luego miró a Xorxaik — Por eso quiero descubrir el corazón de la vía de trenes de este planeta. Para que podamos enviar escuadrones a destruirla, y así no tener que lidiar con estos por el resto de la guerra.

    — Es un buen plan, pero seguro a estas alturas ya habrán lanzado otro a la batalla — Wida pensó con algo de pesimismo — Pero si podemos evitar que envíen uno a cada ciudad bajo ataque, estaremos bien.

    — Igualmente, también dependemos de que Xorxaik sea capaz de darnos esa información — las vistas de todos se centraron en el robot — Sin eso, lo único que nos quedaría por hacer sería sobrevolar el planeta entero buscando un posible lugar de origen para la salida de los trenes. Lo que podría demorarnos un buen tiempo y hacer que nuestro esfuerzo fuera inútil.

    — Ya sea que sigan lanzando más trenes a la batalla o no, tenemos que pensar en una forma de contrarrestar al que ya está liberado — el comandante garak creyó que lo estaban pasando por alto — Estoy seguro de que con esfuerzo combinado de varios tanques podríamos hacerle mucho más daño. Pero sus armas son rápidas, y eran unos diez soldados sobre el techo.

    — Habría que pedir refuerzos para asegurarnos de tener más de diez tanques en batalla — Wida creyó que sería lo más prudente — No podrán destruir diez tanques a la vez. Pero para eso, un escuadrón tendría que venir a nuestra posición.

    — Nosotros no podemos retirarnos, tenemos que interceptar sus comunicaciones si queremos tener ventaja — Lankir pensó a futuro — Ya hemos visto que son peligrosos incluso sin ellas. Lo mejor será poner tanta ventaja de nuestro lado como sea posible.

    — ¡Esperen! — Wida les alertó a todos — Un escuadrón de nuestros aliados quiere comunicarse con nosotros.

    Viendo con atención a la máquina central de la sala de comandos, y dejando de lado el tema principal de discusión, Lankir, el comandante garak que viajaba en la nave y algunos de sus soldados se acercaron a la máquina para echar un vistazo más cercano a la computadora. Si bien, los altavoces de la nave transmitirían la comunicación a todo el mundo, querían poder ver bien con quien se iban a comunicar.

    […]

    — ¡Perfecto! — Arion festejó luego de ver ese tanque ser destruido — ¡Esta guerra ya es nuestra!

    Invadido por la euforia de ver que su tren armado resultó ser más efectivo en batalla que los tanques, tanto en poder de destrucción como en movilidad, el líder de los edagrianos tomó a su pareja en los brazos y le dio un beso con el mayor estado de ánimo que pudo. Varlim, quien siempre apreciaba esos gestos de su novio, correspondió la acción besándolo ella también.

    Lo que acababan de ver hablaba por sí solo. El escuadrón enemigo, pese a tener un gran poder de su lado, emprendió la retirada del campo de batalla, e incluso uno de los tanques que tenían terminó por ser destruido por los incesantes disparos de las torretas equipadas sobre el tren. Con eso en mente, creyeron que la guerra estaba ganada, y que solo debían resistir hasta que los operarios de los trenes pudieran eliminarlos a todos.

    Ambos líderes se miraron con el deseo de partir a la batalla, para poder así eliminar a los invasores que estaban derramando sangre por el territorio inmenso de su mundo.

    — ¿A dónde nos vamos a dirigir? — Varlim quiso saber el plan que tenía su hermano.

    — A la ciudad de dónde nacen las vías de trenes — Arion pensó como lo haría si él fuera un enemigo — Una vez que den el aviso sobre el poder de nuestro tren, probablemente empiecen a enviar escuadrones de expedición para encontrarla y destruirla antes de que lancemos más trenes a la batalla.

    — ¿Acudiremos ambos para defenderla? — Varlim supo que diría que sí.

    — Esperaremos allí a cualquiera que venga a atacar el lugar, al menos hasta que podamos enviar más trenes para exterminar a los enemigos — Arion explicó a su hermana — Una vez que hayan partido, acudiremos ciudad por ciudad a cada sitio que se encuentre en peligro.

    — Y salvaremos a nuestra gente del ataque de estos malnacidos que tuvieron la suerte de no morir en el Exterminio — Varlim lo miró con una sonrisa ligera de maldad.

    — Ya se salvaron dos veces — Arion acarició el rostro de su pareja — Primero por los malos cálculos de nuestro padre. Y luego por la inútil misericordia que Ixorum mostró con ellos. Así que, tenemos que ser nosotros los que le pongamos fin a sus vidas.

    — No sé a qué planeta te gustaría que nos fuéramos a vivir luego de que la tercera fase del Exterminio esté en marcha — Varlim se acercó a sus labios — Pero, vayamos a donde vayamos, haremos que nos construyan estatuas.

    — Me leíste el pensamiento, amor mío.

    Ambos, envueltos en la pasión del momento, se dieron un beso prolongado. Ese sería el último gesto de cariño que se darían antes de salir personalmente a enfrentar a los invasores, pese a que Varlim ya hubiera tenido una batalla contra uno de sus escuadrones. Ambos alargaron el beso hasta que ya no resistieron más, dado a que las ansias por salir a matar enemigos los consumieron. Sin poder reprimir más sus impulsos, los dos hijos mayores de Hark salieron tomados de la mano para poder dirigirse al sitio en el que tendrían que esperar la llegada de más invasores de las diferentes especies que se encontraban en su planeta en dicho momento.

    […]

    El caos parecía no tener fin. Ace, Natasha, Agustina, Faron, Abel, y todos los soldados humanos que se encontraban en plena calle, abrieron fuego contra los vehículos tan pronto como estos salieron. Estos eran de un tamaño muy grande, superando ampliamente una camioneta todoterreno de las que solían tener en la Tierra.

    En cada vehículo edagriano cabían cuatro pasajeros. Uno de ellos, más que ser un pasajero, era un conductor, y tenía la responsabilidad de esquivar las balas que provenían de cada dirección. Los otros tres a bordo de estos vehículos terrestres eran portadores de armas que disparaban a gran velocidad, pero con poca potencia de fuego. Equipados todos con trajes de protección contra disparos enemigos, un total de siete vehículos empezó a recorrer las calles disparando tanto a los escuadrones de humanos como a las bestias.

    Los monstruos que provenían del planeta Fientlig no tenían forma de acercarse a dichos vehículos sin correr el riesgo de ser atropellados, por lo que el comandante Ace, a cargo de dirigirlos a todos, les ordenó que se retiraran del campo de batalla. Perder a las bestias sin poder llevarse por delante a edagrianos enemigos sería desperdiciar recursos militares muy valiosos, por lo que este optó por no perderlas.

    — ¡Disparen a las ruedas! — Ace quería reducir la movilidad de los vehículos del enemigo lo más que pudiera — ¡No parecen llevar ninguna especie de blindaje!

    Obedeciendo a la figura de autoridad con más antigüedad entre los presentes, todos apuntaban hacia los neumáticos de los vehículos, que se veían demasiado similares a los de un auto terrestre. El cuerpo metálico de estos autos militares era muy resistente a las balas, lo que hacía imposible que pudieran asesinar a los pasajeros que se encontraban disparándoles, sobre todo por el hecho de que también portaban trajes protectores que resistían al impacto de sus balas.

    La idea del comandante fue muy efectiva, dado a que en solo un par de minutos fueron capaces de conectar los disparos en contra de las llantas de los vehículos, cosa que generó que estos se detuvieran en seco debido a un sistema automático de prevención de accidentes instalado en estos.

    Tan pronto como quedaron estáticos, uno de los edagrianos salió furioso del interior de su auto y empezó a disparar ráfagas de balas en todas las direcciones al tiempo que gritaba con enojo, insultando y maldiciendo.

    — ¡Mierda con estos vehículos y sus putas ruedas defectuosas! — el edagriano parecía estar dispuesto a matar a todos los invasores que pudiera, importándole poco quedar expuesto a los disparos — ¡Al final nuestros trajes son más resistentes que sus putas ruedas!

    Poco a poco, sus compañeros se fueron integrando a la batalla, que no tardó casi nada en convertirse en un tiroteo. Los humanos, en menor número debido a que algunos se habían retirado, dispararon tras elegir un blanco en contra de los veintiocho edagrianos que salieron a enfrentarlos con el deseo de proteger a los suyos. La batalla terminó en cinco minutos, con una victoria para los humanos, que eran superiores en número a los defensores. Pese a que los edagrianos pudieron llevarse un buen número de cuarenta humanos con ellos, en menos tiempo del que creyeron, la batalla la terminaron perdiendo.

    Aliviados al ver que los vehículos no fueron tan efectivos como creyeron que serían, algunos de los humanos sobrevivientes empezaron a festejar por la victoria, mientras que otros guardaban silencio para respetar a los caídos en el combate.

    El comandante Ace, sabiendo que nadie saldría a encontrarse con ellos en aquel momento, eligió abrazar a su novia para poder festejar que tenían una batalla más ganada en esa guerra por el exterminio en contra de los edagrianos. Agustina, sabiendo que la siguiente batalla que tuvieran que afrontar podría ser mucho más cruel que la primera, correspondió el abrazo dado por su prometido. Ambos sabían que, de seguir a ese ritmo, la guerra terminaría pronto, y ellos podrían contraer matrimonio una vez que ya estuvieran el control absoluto del planeta Edagr. Natasha, viéndolos abrazarse así, deseaba con todas sus fuerzas que el conflicto acabase lo más pronto posible, para así poder reencontrarse con sus cuatro compañeros de cuando ella estaba en Black Meteor. No quería perder a ninguno de los cuatro, y el estar separada de ellos le generaba algo de angustia difícil de digerir para ella.

    Ace, dándose cuenta de que estaban tomándose demasiado tiempo para festejar por esa victoria, y que era algo que les podría jugar en contra, eligió continuar con el plan que tenía en mente.

    — ¡Atención! — se ganó las miradas de todos los soldados — ¡Hemos conseguido la victoria que vinimos a buscar! ¡Sé que todos ustedes están felices porque es un paso más cerca a ganar la guerra en contra de los edagrianos, pero no hay que olvidarnos de que tenemos compañeros que podrían estar en peligro en este momento! ¡Es por esto por lo que quiero que regresemos a las naves para poder acudir en su ayuda en caso de que sea necesario! ¡Tal y como nosotros acordamos, el grupo de la comandante Natasha se irá a auxiliar a un escuadrón garak y mi grupo hará lo mismo! ¡Sin los tanques, quedarnos a pelear, aunque sea todos juntos, es muy peligroso! ¡Ya hemos visto que han lanzado estos vehículos para intentar sacar algo de ventaja! ¡Podrían tener otras armas o incluso artilugios por revelar! ¡Si ese es el caso, prefiero que todos contemos con el respaldo de los tanques para cuando llegue ese momento! ¡Regresemos a nuestras naves y acudamos a auxiliar a los nuestros! ¡Nos volveremos a reunir una vez tengamos la victoria definitiva en nuestras manos!

    Varios de los hombres y mujeres en la multitud de soldados que luchaban con un objetivo común, levantaron los brazos al unísono para festejar la decisión tomada por el comandante. Si bien era cierto que sentían que tenían una gran fuerza cuando luchaban juntos, también lo era el hecho de que algunos no se sentían tan tranquilos al no poder contar con tanques de su lado para poder afrontar las batallas venideras.

    El camino hacia las naves no era demasiado corto, y para algunos, que ansiaban retrasar lo más posible el regreso a la acción, se les hizo casi inexistente. Esto, sin embargo, no evitó que ciertos compañeros pudieran despedirse.

    — Supongo que este será el adiós hasta el fin de la guerra — Natasha expresaba con algo de tristeza por tener que separarse de Ace y Agustina.

    — Estás en lo cierto, Natasha, pero es lo mejor para todos los soldados — Ace quería tranquilizarla — Sé que no estaba en nuestros planes pelear separados, pero las cosas nunca salen como uno espera. Ni siquiera en los mejores momentos.

    — Pero tú eres una mujer muy fuerte — Agustina, pese a tener ciertos sentimientos encontrados con Natasha, se le acercó por detrás para darle un abrazo de ánimo — Luego de que me contaste esa historia donde lideraste a tu grupo en un bosque desconocido para ti y los tuyos, supe que serías una soldado genial. Cumplirás con tu rol de manera excelente, y sé que todos nosotros sobreviviremos para volvernos a ver.

    — Muchas gracias, Agustina — la chica se sentía muy apreciada, pero no devolvió el gesto de cariño expresado por la chica — Trataré de cumplir con mi rol lo mejor que pueda.

    — Serás un pilar para el ejército humano en el futuro, puedo verlo — Agustina quería que se fuera con la moral por todo lo alto — Guíalos a todos hasta la victoria, comandante Natasha Zafiro.

    Esas palabras de aliento, dichas por una gran amiga suya que encontró en el lugar menos pensado, hicieron que Natasha se sintiera mucho más confiada de sus habilidades. Tal y como Agustina quería, su moral se había levantado, y no solo por el aliento recibido, sino también por el hecho de que tanto ella como Ace la habían llamado comandante. Ese era un puesto al que ella pensaba que no llegaría, o al menos, no durante la guerra. Pero viendo que se lo habían entregado, supo que tenía que demostrar que se lo había ganado.

    Abel, quien iba detrás de los tres soldados, los miraba con cierta incertidumbre. Quería aprovechar la situación reciente de haber conseguido la victoria, en la cual él había contribuido bastante, para forjar un nuevo acuerdo por su vida, siendo que el responsable de haber hecho el primero ya no se encontraba entre los humanos vivos. Sin embargo, tan pronto como abrió la boca para hacer público su deseo tanto al comandante Lakor como a la comandante Zafiro, ambos con formación militar en su país, aunque luego terminaron desertando, un pensamiento lo detuvo.

    — No — eligió callarse la boca — Ellos no tienen la mejor impresión de mí, y creo que todavía no me lo he ganado. La siguiente ocasión… Si sobrevivo a la próxima batalla, pediré a Natasha un acuerdo para permanecer con vida y tener una vida digna. Incluso si eso me priva de varias libertades personales… Pero no voy a sobrevivir esta guerra para morir asesinado solo porque un gran número de individuos me quiera ver linchado. Yo voy a seguir con vida más allá de este conflicto. Eso lo sé.

    Callado para no llamar la atención, Abel permaneció en la línea del fondo todo el trayecto hacia las dos naves humanas estacionadas a las afueras de la ciudad que acababan de atacar. Con el ejército bastante diezmado por la batalla reciente, supieron que, para cuando los garak llegaran al lugar del conflicto, la conquista del lugar sería mucho más sencilla. Siempre y cuando se llevara a cabo en unas pocas horas, antes de que las unidades se replegaran en la pelea.

    […]

    — ¡Habla la comandante Gwyn Fairin! — exclamó la mujer de Zenith.

    Wida, Lankir y el resto de los tripulantes de la nave xaromitante vieron la imagen de la humana que lideraba uno de los escuadrones humanos en batalla. Se alegraron al ver que alguien le hubiera respondido al llamado, y mucho más por el hecho de entablar una comunicación.

    — Gwyn, ¿cuál es tu situación actual? — Wida quiso saber si podrían contar con su ayuda para la incursión a la zona objetivo para finalmente cortar sus comunicaciones.

    — Mi grupo y el del soldado garak Halur acaba de eliminar al ejército defensor de una de las ciudades — explicó la comandante de un escuadrón de la humanidad — Escuchamos la noticia del fallecimiento de Terrior. Lo siento, Wida… Lankir, te envío mis condolencias y mis compañeros también. Lo mismo va para los garak que han perdido compañeros en la batalla.

    — Gracias por las palabras, comandante Gwyn — Lankir mostró su agradecimiento llamándola con su rango por delante — Nos alegra oír que han obtenido la victoria. Quizá puedan prestarnos una ayuda ahora con el conflicto del tren.

    Gwyn iba a contestarle al xaromitante, cuando de repente y sin ninguna clase de aviso previo, Xorxaik empezó a moverse para poder acercarse a Lankir. El joven xaromitante lo vio algo intrigado, pero supo que si realizó esas acciones era por una buena razón.

    — Xorxaik, ¿tienes lo que solicité? — Lankir se veía algo más entusiasmado tras verlo moverse así.

    — Precisamente, Lankir — el robot había logrado encontrar algo que les podría servir — He estado analizando la información que me pediste luego de haberla encontrado. He descubierto la ubicación del corazón de las vías del tren. Es una ciudad en donde una terminal gigante da luz a varios ramales que se distribuyen en cada dirección posible del planeta. Tengo su ubicación, así como también la ubicación del equipo más cercano a la posición.

    — ¿Y quienes integran ese equipo? — el comandante garak lo quería saber.

    — Justamente, los que se acaban de comunicar con ustedes — informó el robot — Las naves de la comandante Gwyn y el comandante Halur podrían llegar a la ciudad en menos de dos minutos.

    — ¿Escuchaste eso, Gwyn? — Wida quiso saber si su compañera podía oír a Xorxaik.

    — Ciertamente — fue la respuesta de la soldado de Zenith — ¿Qué necesitan de nuestra parte?

    — Es muy probable que en esa terminal tengan muchos más trenes en preparación para soltar al campo de batalla — Lankir le explicó su plan a la humana — Si es cierto, lo mejor que podemos hacer es utilizar los tanques para que reduzcan ese sitio hasta que ya no quede nada. De esa manera, evitaremos que utilicen los trenes en la batalla, y así podríamos reducir la dificultad de los encuentros con los edagrianos.

    — Le avisaré a mi grupo y también al de Halur para acudir de inmediato a aquella zona — Gwyn supo que el plan de sus compañeros tenía sentido — Dile a Xorxaik que envíe las coordenadas a todas las naves, no solamente a las nuestras.

    — Ya han sido enviadas, comandante Gwyn — el robot, escuchando la conversación, pero manteniéndose al margen, supo que le iban a solicitar algo así en cualquier momento — Las encontrarás en el sistema de navegación de tu nave.

    — Muy bien, entonces, nos pondremos de inmediato a resolver este conflicto — Gwyn supo que era una oportunidad para poder acercar a los suyos a la victoria — Gwyn fuera.

    Cortando la comunicación como lo solían hacer los ejércitos de la humanidad en épocas previas, la comandante Gwyn salió de la llamada con un nuevo objetivo en mente tras haber conseguido la primera victoria de su escuadrón hacía menos de unos minutos.

    Tras oír de su propia boca que ella estaba dispuesta a tomar la misión junto al garak Halur, Lankir, Wida y los garak se miraron con cierta felicidad. No tenían idea de cuantos trenes edagrianos habrían salido al conflicto, pero eran conscientes de que había pasado muy poco tiempo como para que un número significativo hubiera salido a escena. Mucho más teniendo en cuenta que ellos fueron los únicos quienes reportaron la aparición de alguno de los trenes en las ciudades que eran blanco de ataques.

    — Nosotros seguiremos esperando que alguien venga a apoyarnos, preferentemente un escuadrón que disponga del mayor número de tanques posible — el comandante garak comentó su plan a todos los tripulantes de la nave.

    Wida y varios de los garak que lo acompañaran asintieron con la cabeza. Lankir, por su parte, simplemente se dio la vuelta y se acercó a Xorxaik, alejándose ambos de la sala de comandos para tomar lugar en uno de los pasillos de la nave. El hijo del fallecido Terrior quería pensar pronto en un nuevo plan para que los suyos pudieran ganar ventaja. Pero habiendo atacado, y sin éxito, solamente una de las ciudades, y sin más información del resto de los líderes, era poco lo que podía hacer.

    Pronto, ciertos pensamientos lo distrajeron, recordando a uno de sus compañeros más preciados.

    — Ahora sé lo que debiste sentir cuando mataron a Zion… Wagner — Lankir le había tomado cierto cariño al humano con el que mejor se llevó en su viaje por el universo — Tú y él deberían estar aquí, peleando esta guerra junto a nosotros. Este acto de venganza contra los edagrianos es por ustedes también.

    Xorxaik, por su parte, miraba atentamente a Lankir, notando un cierto dolor en su cara, cosa que lo llevó a preguntar algo a quien, por más lejano que fuera, resultaba ser su compañero.

    — Lankir, ¿hay algo que pueda decir para que te sientas mejor? — el robot sorprendió al xaromitante con esas palabras — Un guerrero con la moral elevada es más efectivo en combate que uno que se encuentra desalentado. Si queremos ganar esta guerra, nos serviría más el primero que el segundo.

    — Si te lo dijera no tendría un gran efecto — Lankir contestó sorprendido por ese comentario — ¿Por qué preguntas esas cosas? ¿Acaso estás programado para comprender cómo nos sentimos?

    — No, pero mi programación está orientada al aprendizaje evolutivo — Xorxaik fue sincero ante la pregunta — Y luego de haberte visto intentando reconstruirme, he aprendido los gestos que realizas cuando te sientes bien. Esos gestos han estado ausentes por un tiempo.

    — Pues, si puedes aprender, aprende a acostumbrarte — la respuesta de Lankir fue algo fría para con el robot — Porque no es algo de lo que me pueda deshacer con facilidad.

    Sin dejar de mirarlo, Xorxaik empezó a procesar la información que había sido capaz de recolectar en su único enfrentamiento desde que su grupo tuvo la oportunidad de descender al planeta.

    […]

    Gwyn, Thomas, Xander y Casey se encontraban al frente del equipo. Luego de un viaje relativamente corto, tanto su grupo como el del comandante garak Halur, habían arribado a la ciudad en donde se encontraba el corazón del sistema de trenes que utilizaban los edagrianos para la batalla.

    Halur se hallaba de pie ante su nave mientras que varios operarios de su especie hacían descender los tanques hasta el suelo, para así prepararlos para movilizarse por el interior de la ciudad. Viendo con una sonrisa como los cinco tanques que se le otorgaron ya estaban listos para el ataque, fue junto a varios de los suyos a acompañar a la comandante humana y a su grupo que integraban el círculo de confianza en la guerra.

    — Los tanques están listos — Halur parecía confiar en Gwyn — Seguiremos tus órdenes para llegar hasta el objetivo. ¿Qué tan lejos está esa “terminal”?

    — Tenemos que recorrer unas siete calles hasta llegar a su ubicación — Gwyn tenía un plan que esperaba fuera aceptado por Halur, quien comandaba a los tanques — Pero no quiero que los tanques entren por la misma posición.

    — ¿Por qué no? — Halur quiso saber más acerca del plan de la humana.

    — Si vamos todos en una misma dirección, y uno de sus trenes ya está operativo, seremos blanco fácil y caeremos ante ellos tal y como sucedió con nuestros compañeros — Gwyn compartía su preocupación — Hay que tirar esa terminal abajo, para que ningún tren pueda salir de esta ciudad. Por eso quiero que avancemos desde al menos dos posiciones diferentes. Si un tren intercepta a un grupo, el otro debe ser capaz de llegar desde el otro lado y demoler esa terminal hasta el suelo.

    — ¿Avanzamos todos juntos? — Halur necesitaba más información antes de proceder.

    — No, nosotros nos dividiremos en dos grupos y veremos que el camino esté despejado — Gwyn se mostró decidida a realizar esa maniobra — Los tanques son para atacar a distancia, no en un combate cercano. Si nos interceptan y resultan ser superiores en número, podríamos llegar a perder los tanques. Y sabiendo que los necesitamos para poder ganar terreno, no nos podemos dar ese lujo.

    — Comprendo tu plan, comandante Gwyn — Halur le habló con respeto a la humana — En ese caso, después de ustedes.

    Gwyn, tras haber recibido ese visto bueno, se encargó de dividir a su escuadrón en dos grupos iguales. Con menos soldados a causa de las bajas sufridas en el primer ataque que realizaron, no era precisamente una tropa demasiado numerosa, pero consideró que tener a dos grupos avanzando por la ciudad les resultaría más productivo que avanzar todos juntos en una única dirección. Mucho más considerando que necesitaban actuar rápido, puesto a que, si llegaban a la terminal luego de que los trenes ya hubieran sido liberados, el esfuerzo habría sido en vano.

    La comandante se encontraba reunida con sus compañeros para terminar la división mientras los soldados encaraban en la dirección indicada.

    — Xander, tú fuiste subcomandante de Black Meteor en su momento — la chica recordaba las historias contadas por ellos — ¿Crees que puedes hacerte cargo de una parte del escuadrón por esta vez?

    — Claro que puedo — Xander habló con confianza para inspirarse a sí mismo — No la defraudaré, comandante. Es una promesa.

    — No te emociones demasiado — Thomas lo veía algo ansioso — Solo será en esta ocasión. Procura mantener a los tuyos a salvo en todo momento.

    — Descuida, Casey me ayudará en esta misión — Xander la miró — ¿No es así?

    — Ayudaré en lo que se me pida — Casey estaba decidida a seguir a quien fuera con tal de ganar — Cuidaré tu espalda y te ayudaré a mantener a salvo a los nuestros.

    — Me alegra oír eso — Gwyn se vio satisfecha — En ese caso, nosotros nos acercaremos desde el oeste y ustedes desde el este. Debería ser la misma distancia para todos. Pero no hay forma de garantizar de dónde podría salir el enemigo.

    — Buena suerte, compañeros — Thomas deseaba lo mejor a Xander y Casey — Manténganse a salvo. Porque este apenas es el comienzo en la batalla.

    — Tú también, Thomas, no querrás dejar a Gwyn sola — Xander quiso hacer una pequeña broma para aligerar un poco la tensión que había antes de adentrarse en las calles de la ciudad edagriana.

    Al contrario de lo que él creyó, ninguno de los tres se tomó para bien ese comentario. Xander se decepcionó un poco al ver que su intento por hacerlos reír terminó consiguiendo casi lo contrario. Lo único que él deseaba en ese momento era que se relajaran un poco para no tener demasiada tensión encima, cosa que les podría jugar en contra si apareciera un enemigo de forma repentina.

    — Perdón, no fue gracioso, lo reconozco — Xander supo que estaba obligado a disculparse — Mucha suerte para todos.

    — Nos veremos allí dentro — Gwyn informó a los cuatro — ¡Prepara los tanques para entrar rápido a la ciudad!

    — Los tanques estarán listos en solo un minuto — Halur supo que le estaban hablando a él — A tus órdenes entraremos y destruiremos esa terminal para mantener los trenes lejos de nuestros compañeros.

    — ¡Muy bien! — Gwyn se sentía feliz de ver que Halur se mostrara cooperativo con el grupo — ¡En marcha!

    Con Gwyn y Thomas encabezando un grupo, y con Xander y Casey tomando el mando de otro, el escuadrón de la humanidad, dividido en dos exclusivamente para esa pequeña operación, se adentró por las calles de la ciudad edagriana.

    […]

    Thomas y Gwyn, guiando a su grupo, avanzaban corriendo, tratando de hacer el menor ruido posible. Algo que era difícil debido al gran número de soldados que tenían a sus espaldas. Sin embargo, era lógico para ellos pensar que el enemigo podría estarlos esperando, sobre todo si tenían una forma de comprobar que los trenes y las torretas instaladas en sus techos eran capaces de darles la ventaja en la guerra al ser superiores a los tanques.

    Con gran tensión en sus cuerpos, compartida con los otros soldados de su grupo, la pareja de soldados recorría las calles desiertas de la ciudad. No había luces saliendo de los edificios, ni tampoco voces. El lugar se sentía como un pueblo fantasma, algo que ellos supieron que no era una buena señal.

    — Deben estar esperando en algún sitio — pensaba la comandante para sí misma, momento en que consideró que sería prudente dar una orden — ¡Todos atentos a…

    Un poderoso estruendo que venía desde atrás de su grupo llamó la atención de Gwyn y de todos los soldados, lo que evitó que pudiera terminar de dar la orden. Cuando los dos que encabezaban el grupo se dieron la vuelta, notaron que una explosión había tenido lugar en la retaguardia del grupo, generando una gran cantidad de bajas. Algunos soldados terminaron con sus cuerpos totalmente calcinados por el fuego que se liberó de la explosión, mientras que otros con menos suerte, saltaron por los aires dada la onda expansiva de la bomba que tuvo lugar en el final de las filas.

    — ¡No había un explosivo colocado allí! — Gwyn supo que fueron atacados de repente — ¡Nos lo acaban de arrojar! ¡Salgan de esta calle! ¡Intentaremos avanzar desde el otro lado!

    Tan pronto como la comandante del grupo terminó de dar la orden, se escuchó como varias armas eran accionadas desde zonas elevadas. Al mirar a los edificios más altos, los soldados identificaron a miembros del ejército edagriano accionando armas similares a un lanzagranadas humano, ocasionando que estos elementos explosivos pasaran a ocupar la calle. En el instante en el que entraron en contacto con el suelo, el contenido explosivo de su interior se activó, liberando explosiones pequeñas pero mortales que se encargaban de reducir los números de la humanidad que se había adentrado en la batalla.

    — ¡Continúen así! — la voz de Varlim resonó en los altoparlantes instalados en los muros de los edificios — ¡Qué ninguno de ellos se pueda acercar a la terminal!

    Esa orden, pese a estar dirigida a los edagrianos situados en las alturas, llegó a los oídos de la comandante Gwyn y de todos los humanos que se movían de un lado para otro para esquivar las granadas que les eran lanzadas, buscando así reducir el número de bajas lo más que pudieran.

    — ¡Gwyn, tenemos que retirarnos, no tenemos ángulo de tiro! — Thomas, tras mirar hacia arriba, notó que estos disparaban a cobertura desde los edificios — ¡No hay manera de que podamos hacerles frente! ¡No aquí!

    — ¡Maldita sea! — se quejó la comandante de la humanidad sintiéndose superada — ¡Hay que ordenar más apoyo! ¡Estas granadas podrían llegar a ocasionar daños a los tanques! ¡Retirada inmediatamente! ¡Diríjanse al exterior de la ciudad!

    Sin deseos de quedarse en una zona donde nada más eran bombardeados con explosivos desde las alturas sin poder defenderse o contraatacar de ninguna manera, Gwyn, Thomas y el resto de los humanos en el grupo buscaron una ruta alternativa para salir a encontrarse con Halur e informarle de todo lo que estuviera pasando. Aunque, si este y los garak podían escuchar el sonido de las explosiones, ponerlo en contexto no sería necesario.

    Viendo que lo necesitarían si querían avanzar y no quedarse fuera de tiempo, Gwyn eligió emitir un mensaje para todas las naves y los líderes de los grupos.

    — ¡Habla Gwyn! — la chica sonaba desesperada, puesto a que tenía que correr para salvar su vida y a sus soldados — ¡Necesitamos más soldados y mayor presencia de tanques en la ciudad en donde nace el sistema de trenes de los edagrianos! ¡Solicito la ayuda inmediata de un grupo para poder atacar desde un mayor número de direcciones! ¡De prisa! ¡Hay que llegar hasta esa terminal antes de que más trenes sean enviados a apoyar a los ejércitos de las ciudades!

    De pronto, la comandante se dio cuenta de que ella y su grupo no serían los únicos que podrían estar en peligro ante una situación como la que acababan de vivir. Fue eso lo que la llevó a comunicarse lo más pronto posible con sus compañeros que se habían adentrado para atacar desde el otro extremo.

    — ¡Xander, Casey, esta ciudad está protegida y no tenemos como enfrentarlos! — Gwyn quería que no se expusieran ante el peligro — ¡Salgan rápido de allí dentro y reúnanse con nosotros afuera! ¡Haremos un plan mejor cuando tengamos más apoyo!

    Con la esperanza de que el mensaje llegara a los oídos de sus compañeros antes de que estos se terminaran metiendo en una trampa como sucedió con ella y su grupo, Gwyn seguía corriendo para escapar de la zona en la que fueron atacados. Pese a haberse alejado del epicentro del ataque, las granadas no dejaban de ser disparadas, y las explosiones seguían haciéndose sonar, acabando con la vida de varios soldados que tuvieran la mala fortuna de estar en el radio de la explosión de estas.

    Mientras se iban de la ciudad, Thomas y Gwyn no dejaban de escuchar los gritos de dolor y terror de los soldados que eran constantemente atacados por los edagrianos. El golpe anímico que habían tenido tras haber conseguido una victoria en su primera batalla se había perdido mucho antes de que pudiera dar inicio la siguiente.

    […]

    Xander y Casey avanzaban por una calle demasiado angosta y llena de edificios de altura muy baja. Desde el lado este de la ciudad, el segundo escuadrón de la humanidad se movía haciendo bastante ruido en sus pasos veloces. Sabiendo que lo mejor era llegar en el menor tiempo posible hasta el sitio en donde se encontrarían con la terminal que debían destruir, los soldados corrían lo más rápido que sus piernas les permitían moverse.

    Xander iba al frente, sabiendo que así era el que más expuesto estaba de todos ellos. Casey lo seguía desde una distancia prudente, rodeada por varios soldados que conformaban su grupo. El soldado que en su momento había sido subcomandante de Black Meteor era el que más atención ponía en el avance. Consciente de que una reacción rápida a un ataque enemigo podía ser de vida o muerte para él en ese momento, su vista y sus sentidos estaban totalmente enfocados en lo que estaba frente a él.

    Debido a esto, no fue capaz de notar que en las calles angostas por las que transitaba su grupo, que a duras penas podía permitir el paso de un solo tanque a la vez, había innumerables callejones oscuros sin un solo farol alrededor. Mientras más altos se tornaban los edificios, la oscuridad que caía sobre ellos era mayor, dado a que la luz del sol no podía llegar hasta ellos.

    Cinco calles habían logrado recorrer, y solamente dos lo separaban a él y a su grupo de la terminal que debían destruir. Dado a que las calles a medida que se acercaban más al centro de la ciudad se volvían mucho más alargadas, el soldado no quiso dar el visto bueno a los garak para que los tanques iniciaran con su recorrido.

    — Primero tengo que ver que efectivamente esté allí — Xander pensó para sí mismo — Tan pronto como establezca el contacto visual, daré la orden a Halur y avisaré a Gwyn.

    El soldado estaba tan sumido en sus pensamientos y tan concentrado en divisar enemigos llegando desde adelante suyo que no se dio cuenta de que alguien había salido a su ataque. Tan pronto como él pasó por delante de un callejón, un ser de una increíble altura salió corriendo detrás de él, cosa que Casey y los soldados pudieron observar dado a que iban más atrás que su compañero.

    — ¡Xander, cuidado! — el grito de Casey pude alertarlo a tiempo.

    Asustado por haberla escuchado tan desesperada, sin dejar de correr, Xander se dio la vuelta y pudo ver a un edagriano enorme portando una armadura plateada con un casco de metal blindado que dejaba ver solamente su rostro, mientras que el resto de la cabeza era imposible de observar. Sabiendo que iba a ser atacado, Xander intentó esquivarlo. Su intento había fracasado, pero gracias a un movimiento ágil de su cuerpo, el golpe que terminó recibiendo en el hombro no fue tan potente como para causarle una herida seria, pero sí para tirarlo al piso.

    Tan pronto como aterrizó después de haber recibido ese ataque, Xander se puso de pie para alcanzar su rifle. Casey, junto con los que estaban en la parte de adelante, abrieron fuego en su contra. El edagriano pudo ver a los humanos tomar las armas y apuntándole, pero, para sorpresa de todos ellos, se quedó totalmente inmóvil. Xander, Casey, y los humanos que lo tenían a tiro desde un mejor ángulo, dejaron caer sobre él una lluvia de balas. Todas impactaron sobre su armadura plateada, y ninguna le hizo el más mínimo rasguño.

    El haber visto como ningún ataque le causaba ningún efecto, este empezó a reírse a carcajadas, viendo jocosa la situación en la que se encontraba.

    — Esta jodida armadura pesa demasiado — exclamó el edagriano tras dejar de reírse del intento de los humanos para causarle algo de daño — Tiene funciones muy útiles, y una resistencia que lo vale; pero si me la dejo puesta por demasiado tiempo me voy a terminar cansando.

    — Esa voz — a pesar de haberlo escuchado tan solo dos veces en toda su vida, Xander nunca lo podría olvidar — ¡Arion! ¡Es él! ¡El puto bastardo edagriano que ocasionó la destrucción de la Tierra!

    Casey, quien en el pasado ya lo había enfrentado, sintió un escalofrío veloz recorriendo su cuerpo tras haber oído las palabras de Xander. Los otros soldados humanos, quienes solamente estaban al tanto de que él fue el que abordaba la nave que llevó a cabo las acciones que provocaron la extinción de su planeta y del resto de su raza, empezaron a sentir un miedo muchísimo mayor por el simple hecho de tenerlo en frente.

    — Oh… ¿Me conocían? — el hijo de Hark, quien se había equipado con esa armadura para la ocasión, se sentía feliz de ver que los humanos sabían quién era — ¿Quién fue el que les dijo mi nombre?

    — Yo fui — Xander se acreditó esa acción — ¡Tú fuiste el que me pidió que diera alerta a la Tierra antes de que vinieras a destruirla!

    — Ah, así que tú eres uno de los siete humanos que llegaron aquí por primera vez — luego de decir esas palabras, Arion empezó a reírse de la situación — Veo que no te sentías bien por el hecho de que tus compañeros hubieran muerto en batalla contra mí mientras tú escapabas, y por eso elegiste venir a morir tú también. Pero seguro no esperabas morir en mis manos.

    — No voy a morir ante ti, bastardo de mierda — Xander quería buscar la oportunidad para correr hacia su grupo — Voy a hacer que un tanque se meta en esta ciudad y termine por volarte la puta cabeza. Y voy a disfrutar viendo cómo te mueres. Será lo más satisfactorio que habré visto en mi vida.

    — No tengo la intención de permitirte eso — Arion se disponía a eliminarlo para poder aprovechar el tiempo que estaba ganando — Quisiera que me contaran más acerca de ustedes, pero esta armadura pesa muchísimo como para poder darme el lujo de tomarme el tiempo para divertirme charlando con ustedes. Así que, para tu fortuna, te voy a matar de forma rápida y poco dolorosa.

    — ¡¿Quién mierda te has creído que eres?! — Xander no resistió esa provocación — ¡Dispárenle ahora!

    A las órdenes de su líder, pese a saber que esa acción no sería muy efectiva, Casey y los demás en el escuadrón abrieron fuego en contra del edagriano. Arion, sabiendo que no contaban con un arma para poder eliminarlo, o de lo contrario la habrían usado, simplemente se quedó quieto mientras pronunciaba unas palabras a sus compañeros.

    — Envíen refuerzos a mi posición — Arion quería quitarse la armadura lo más pronto posible — Esto no resultó como yo quería. Tengo que cambiarme y ponerme un traje de combate.

    Xander, viendo que su enemigo se había dado la vuelta para recibir de frente los disparos, se acercó sigilosamente desde atrás del edagriano. Su intención era dar un salto hasta él para quitarle el casco y así dejarlo expuesto para que pudieran acabar con la vida de aquel enemigo. Sabiendo gracias a Allecreod que Arion era hijo de Hark, supieron que, tras escuchar la noticia de su muerte por medio de los altavoces, que él tenía que ser su líder al menos de un escuadrón de batalla. Acumulando suficientes razones para eliminarlo, Xander no quiso desaprovechar la oportunidad.

    Tan pronto como Casey y sus compañeros lo vieron justo detrás del edagriano, eligieron dejar de disparar, fingiendo haberse quedado sin balas. Arion, quien no se veía muy sorprendido en su rostro, simplemente dejó salir unas palabras de su boca.

    — Lo siento, pero no funcionará — Arion los confundió con sus dichos.

    Como si supiera exactamente cuál era su plan, el edagriano giró rápidamente sobre el eje de su cuerpo y logró encajarle un codazo con una fuerza bestial a Xander. Dicho golpe fue tan fuerte que le partió en casco, dejando al descubierto una parte de su rostro, además de dejarlo totalmente inconsciente, pudiendo anular de forma efectiva la protección que el casco ejercía sobre la cabeza del soldado.

    — ¡Xander! — Casey quiso levantar su arma para abrir fuego nuevamente contra Arion — ¡Qué alguien lo levante del suelo y lo saque de aquí!

    — ¡¿Por qué tienen tanto miedo?! — Arion gritó para luego seguir riéndose — ¡¿A qué se supone que vinieron aquí?!

    Sintiendo un deseo enorme de masacrarlos, el hijo mayor de Hark cargó contra la chica que dio la orden a los soldados tras la caída de Xander. Casey, viéndolo venir y queriendo evitar ser golpeada por el edagriano, quiso retroceder al mismo tiempo que encaró en la dirección izquierda de su posición, sin embargo, siendo su enemigo más veloz que ella, no logró escapar de él y terminó recibiendo una patada potente que Hark lanzó hacia su estómago. Por el impacto del golpe, ella cayó al suelo totalmente adolorida, sintiendo como el metal que se suponía que debía protegerla se había agrietado.

    Con mucho más miedo por tenerlo cerca, los soldados volvieron a abrir fuego en contra del hijo de Hark, intentando por tercera vez que sus disparos llegaran a penetrar con éxito el metal de su armadura. Nuevamente, no lograron tener el efecto deseado, pero en esa ocasión, el edagriano no se quedó quieto. Mientras las balas de calor de los rifles llovían sobre él, este se dio un impulso con las dos piernas para meterse entre la multitud de humanos. Estando en calles tan estrechas, no todos podían disparar sin poner en peligro a sus compañeros, y esto era algo que el edagriano sabía a la perfección. Con sus manos y pies cubiertos por un metal con una gran resistencia, Arion lanzaba puñetazos y patadas en contra de todos ellos. Cada golpe suyo que acertaba en el blanco lograba dejar totalmente inconsciente a los humanos que lo recibían, mientras que estos le seguían disparando inútilmente, puesto a que las balas solamente rebotaban en contra del revestimiento de su armadura sin causar mayor daño.

    Tal y como Xander quiso hacer, varios soldados del ejército se le quisieron subir encima para quitarle el casco de la cabeza y así tener una zona a la que pudieran disparar para ejecutarlo y acabar con su vida de forma efectiva. Arion no les permitió tal hazaña, y con suma facilidad se los quitaba de encima uno por uno, para luego arrojarlos en contra de los humanos que lo atacaban mientras sus compañeros intentaban buscar una ventaja.

    — ¡Sí, esta es la diversión que yo quería! — Arion gozaba al arrojar a los humanos y haciéndolos caer uno sobre otro mientras estos le disparaban sin hacerle ningún daño — ¡Gracias por sacrificar sus vidas para divertirme!

    Una vez que se pudo quitar de encima a los últimos humanos que intentaron despojarlo del casco que le protegía la cabeza, Arion se agachó para tomar uno de los rifles que quedó en el suelo, y así fue como abrió fuego en contra de los humanos. Los que estaban más cerca de él terminaron recibiendo de lleno el impacto de las balas, por lo que, en tan solo pocos segundos, estas lograban penetrar sus armaduras, impactando en puntos vitales de su cuerpo; lo que provocó que cayeran heridos para empezar a agonizar lentamente en el suelo.

    Esa fue la gota que rebalsó el vaso para los humanos que quisieron hacer el esfuerzo por enfrentarlo. Su armadura era imposible de atravesar y no podían hacer nada para quitársela. Una vez que Arion tomó el rifle y empezó a disparar en contra de ellos, supieron que no tenían nada por hacer. Asustados ante la idea de perder la vida contra un enemigo equipado con todo lo necesario para resistir su ataque, los hombres y mujeres del otro escuadrón empezaron a correr para retirarse a del lugar, buscando seguridad al acercarse a sus aliados.

    Arion no se detuvo allí, y desencadenó una lluvia de balas en contra de quienes escapaban de él. Para garantizar la máxima efectividad en sus disparos, apuntó a la cabeza, logrando eliminar a diez soldados de la humanidad, cuyos cascos fueron incapaces de protegerlos de ese ataque tan brutal. De no ser porque su arma se sobrecalentó, el edagriano podría haberse llevado más vidas en esa arremetida. Cuando el rifle dejó de disparar, Arion lo descartó creyendo que se había quedado sin balas, ignorando el funcionamiento del arma humana. Sin saber cómo podría recargarlo, simplemente lo arrojó hacia un costado.

    Casey, con un gran dolor en el abdomen por la patada propiciada por su enemigo, intensificada en fuerza gracias a su armadura, hizo un esfuerzo para ponerse de pie y ver si podía llegar hasta Xander. Pero el golpe tan potente que Arion le dio no solamente había quebrado su armadura a la ligera, sino que había ocasionado que varios trozos de metal se insertaran en su estómago. Estaba tan concentrada en el dolor del golpe que no se dio cuenta hasta que se tocó en esa zona que estaba sangrando, como si un dolor tan fuerte anulara el dolor de tener su piel atravesada levemente por trozos de metal.

    — No… — al voltear su cabeza, pudo ver varios cuerpos de compañeros y compañeras en el suelo, mientras que el resto del batallón huía despavoridos del lugar, tal y como ella hizo en su momento — Tú fuiste quien lo mató — esas palabras hicieron que Arion se fijara en ella — ¡Tú asesinaste a Paul, maldito edagriano de mierda!

    Arion caminó lentamente hacia la chica mientras esta, con cada gramo de voluntad, pese al dolor tan intenso que recibía, llegó a alcanzar su rifle. Probablemente esa fue la acción que más le costó realizar en su vida, pero la soldado logró resistir el daño y abrió fuego contra el edagriano, buscando que alguno de sus disparos pudiera romper el vidrio que cubría su rostro y así poder llegar hasta su cráneo.

    Sufriendo más por el sonido de las balas de calor chocando con el vidrio que cualquier otra cosa, Arion continuó caminando hasta ella a paso lento. Protegido por su pesada armadura, ninguno de los disparos de la chica tuvo el menor efecto sobre él, dado a que no podía ser alcanzado. Aun así, se hartó de recibir constantemente los ataques de la chica, y no se dispuso a esperar a que su arma se desactivara como la que él tomó. Sin tomarse demasiado tiempo en cargar un ataque, Arion levantó su pierna de golpe y le pegó una fuerte patada en la cabeza a Casey. Con más fuerza que la primera, esta le destrozó el casco, logrando arrancarle varias partes de este de la cabeza. La chica quedó inconsciente por el fuerte golpe, pero continuaba respirando, lo que sirvió a Arion como indicador de que no había muerto.

    — Tú simplemente no te quieres morir, humana — dijo con impotencia al ver que ninguna de sus dos patadas le quitó la vida.

    Sin más intenciones de dejarla con vida, el edagriano le quitó de la cabeza los restos de su casco, para así poder colocar sus manos alrededor del cuello de la humana. Con un simple apretón, que vio su fuerza intensificada gracias a la enorme presión que ejercía el metal que cubría sus manos, Arion fue capaz de quebrarle el cuello a Casey. El haber escuchado el crujido de sus huesos ser despedazados por sus manos le indicaron que su enemiga había muerto.

    — No sé si ese Paul era uno de los que yo asesiné cuando ustedes llegaron al planeta por primera vez o si murió cuando ataqué su planeta contaminado — Arion tuvo en mente el nombre que mencionó la chica antes de desencadenar su ataque — Pero supongo que ya no importa. Después de todo, los he matado a ambos.

    Con Casey muerta, el edagriano centró su vista en el único humano que quedaba con vida. Xander, quien recibió un fuerte golpe a la cabeza y desde una distancia muy corta, estaba recobrando el conocimiento tras haber sido dejado fuera de combate. Tan pronto como levantó la cabeza del suelo, escuchó como su casco se terminaba de partir, dejando su cráneo totalmente descubierto. Un intenso dolor de cabeza se apoderó de él, y supo que no sería capaz de ponerse de pie durante unos dos minutos más como mínimo.

    — Y tú… tu nombre era Xander, ¿cierto? — preguntó Arion, parado junto a él.

    Asustado y sabiendo que no podría hacer nada para evitar una muerte que podría llegar con tan solo un movimiento de su enemigo, Xander empezó a llorar tanto de la tristeza como del dolor. Cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, este levantó su cabeza conforme pudo para ver a su enemigo a directamente a los ojos y tratar de apelar a su lástima.

    — Por favor… — suplicaba sin consuelo alguno — No me mates.

    — Creo que no entiendes cómo funcionan las guerras, humano estúpido — Arion se disponía a liquidarlo cuando escuchó la armadura de Xander emitir un sonido.

    — ¡Xander, Casey, esta ciudad está protegida y no tenemos como enfrentarlos! — el soldado reconoció la voz de Gwyn en aquel mensaje — ¡Salgan rápido de allí dentro y reúnanse con nosotros afuera! ¡Haremos un plan mejor cuando tengamos más apoyo!

    — Gwyn… — Xander, de pronto, experimentó un mareo que no pudo contener, lo que lo llevó a vomitar al tiempo que su cuerpo cayó nuevamente en el suelo.

    — Parece que vamos a tener visitas de tus amigos — el subcomandante de Black Meteor escuchó a Arion, sintiendo su voz como un zumbido muy potente — Bueno, aquí los espero. Que vengan con todo lo que tengan. Al final del día, acabarán igual que tu amiga e igual que tú… Xander.

    El soldado humano sintió como las manos de Arion envolvían su cráneo, y como era levantado violentamente del suelo. El edagriano, orgulloso de haber podido darle un uso eficiente a una armadura que no volvería a usar debido a ser demasiado pesada, eligió matar a Xander de forma diferente.

    Tras acercarse a una pared de uno de los edificios cercanos a la calle donde tuvo su pequeña pelea, Arion estampó la nuca de Xander en contra del sólido muro exterior de aquel edificio que escogió para ejecutarlo. El humano fue desnucado de un solo golpe con una fuerza inmensurable. Tal y como él lo había prometido, su muerte fue llevada a cabo de forma muy rápida y sin dolor. Al momento en el que sintió el golpe contra la pared, su cuerpo dejó de respirar, y los ojos de Xander se cerraron de forma definitiva.

    Viendo desde la distancia como varios soldados edagrianos se acercaban a su posición, Arion supo que lo único que le quedaba por hacer era explicarles que los humanos que se adentraron en su ciudad habían huido, y que debían prepararse para la llegada de más tropas en poco tiempo.

    Sin más ansias de sostener el cadáver de Xander, Arion simplemente lo soltó, lo que llevó a que su cuerpo entrara en contacto con el suelo nuevamente. Excepto que, como sucedió la vez anterior, ya no volvería a levantarse. Quedándose allí permanentemente, al menos hasta que alguien se tomara la molestia de recogerlo para llevárselo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, después de un par de semanas de espera hemos podido retomar la charla del finde por el Discord, leyendo en simultáneo. Este capítulo ha ido in crescendo, ha comenzado bien y ha ido subiendo hasta terminar de la forma más impactante posible. Me ha gustado mucho, por lo que pasaré a comentarlo.

    El inicio retoma la situación de un Lankir afectado por la muerte de su padre Terrior al mismo tiempo que deben pensar una nueva estrategia, tras conocer el potencial del tren solar edagriano. Es así como Wida, tras alentar un poco a su ex novio, es considerada como líder provisional de ese escuadrón, ante la ausencia del fallecido líder xaromitante. El plan pronto es intervenir la supuesta central de la que deben salir más trenes (algo que dan por supuesto) y para ello no hay nadie mejor que Xorxaik, quién afirma que podría intentarlo pero no es garantía de éxito. Al rato, Gwyn se comunica con ellos para terminar uniéndose a su cruzada. Una vez más, el plan es asaltar la terminal donde convergen todas las vías del tren para evitar que más de esos vehículos puedan atacar a otros grupos repartidos por el mundo. El grupo de Gwyn, en el que están Halur, Thomas, Xander y Casey, se prepara para su parte del plan. Vemos que Halur está dispuesto a estar bajo las órdenes de la humana, algo sorprendente, al mismo tiempo que vemos a un Xander inoportuno soltar un comentario fuera de lugar (aunque eso ocurre posteriormente, quería comentarlo ahora; #stopthesimps :v). Al margen de eso, los soldados están listos para pelear.

    También vemos brevemente a Arion y Varlim, felices de que el tren solar hiciera su trabajo y decididos a sacar más. La pareja edagriana revela su siguiente paso: esperar en la terminal a los enemigos que lleguen, asumiendo que así lo harán. Demuestra que estos son realmente inteligentes y que se necesita mucho más para acabar con estos dos. También logramos ver al grupo de Ace, Agustina y Natasha celebrando una victoria sobre sus enemigos. Pese a ello, se deben separar, y el grupo de Natasha (en el que está Abel) se irá por un lado mientras la pareja irá por otro. Mención especial a que Abel está esperando su momento para hacer un nuevo pacto por su vida y su futuro, algo que deberá esperar.

    Tras esto pasamos al grupo de Gwyn de nuevo. Gwyn y Thomas atacarán la terminal por un lado mientras Xander y Casey con su escuadrón atacarán por otra zona. Lo que inicialmente parece un buen plan se torna en una evidente y mortal emboscada en la que mueren muchos soldados bajo una lluvia de explosiones de granada. Gwyn y Thomas no tienen más opción que la de huir, avisando por radio a sus otros compañeros, quiénes se encuentran con la inesperada aparición de Arion. El actual líder edagriano está probando una nueva y resistente armadura que pese a ser muy efectiva, es muy pesada. Sin embargo, el poderío físico con el que cuenta el edagriano basta para enfrentarse a todo el escuadrón, matando a humanos con sus propias armas. Lo que si no me esperaba es una doble muerte que finalmente ha llegado. Xander es noqueado y Casey es malherida, siendo ella la primera víctima del despiadado Arion que le parte el cuello (joder, este tipo solo sabe hacer kills durísimas XD). Acto seguido, acaba con la vida de un aturdido Xander que se da cuenta que recibió tarde el mensaje de Gwyn, muriendo al ser estampado contra la pared con violencia, acabando el capítulo aquí.

    Quiero decir antes algo que se me ha pasado por alto: la breve interacción entre Xorxaik y Lankir. Me dan una vibra muy buena a "profesor y creación", algo que creo que es positivo. Una relación que de sobrevivir a esta guerra, sería interesante explorar. Tampoco quiero irme sin decir que la muerte de Casey me da lástima, ya que era un personaje de los antiguos. Pero más allá de eso, no es una muerte que me afecte porque la realidad es que nunca he empatizado con ella. En cuanto a Xander, bueno, su muerte es dura. Pero reconozco que viendo su downfall en esta última parte me hacía presagiar su muerte y finalmente ha llegado. Lo bueno; que no hay más simp vibes. Lo malo; se murió el tipo XD.

    En definitiva, ha estado muy bien el capítulo. Arion es un auténtico monstruo y espero que Gwyn y Thomas logren hacerle frente o huir sin problemas. Por lo demás, nos vemos la próxima semana, amigo. Te mando un gran abrazo. :')
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    47
     
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    Saludos a los lectores de la historia. Les doy la bienvenida a un nuevo capítulo de la parte VI de esta historia. Cada vez falta menos para el final, y desde ya quiero dar el aviso de el tramo que resta por venir es un poco largo.

    De hecho, luego de este capítulo, se vienen un total de 4 capítulos cuyas longitudes superan las 11000 palabras. Es una cantidad que puede resultar abrumadora, y por eso quiero pedir a los lectores que se lo tomen con calma XD.

    Quiero agradecer una semana más a mi gran amigo Manuvalk por sus comentarios al final de cada capítulo. Es toda una alegría para mí ver que está disfrutando mucho del avance de esta historia, y eso motiva muchísimo a seguir escribiendo, puesto a que llegué más lejos de lo que yo creía que iba a llegar, y eso se lo debo en gran parte a él :)
    También dar las gracias a Elliot, a quien sigo sin etiquetar para no spoilearle nada, por haber llegado a empezar esta parte (al momento de publicar el capítulo, ha alcanzado el capítulo 2 :) ).

    Como siempre, dejo la guía de personajes (a la cual le hice una corrección) y la cronología actualizada. Les dejo la lectura.












    La redención de un condenado:

    Tras haber acordado junto a su hermana y su hermano que iban a defender el planeta de las amenazas, Ixorum partió a uno de los cuarteles para poder armarse con un rifle de los que más le gustaba usar. Con un tamaño grande en su cargador y un cañón pequeño, lo cual le permitiría portarlo sin dificultades dado a que esa especie de arma contaba con adhesivos que permitía colgarlo de su traje de batalla.

    Junto a él, otros edagrianos y edagrianas estaban tomando las armas para partir a la pelea. El tercer y menor hijo de Hark sentía miradas de todas las direcciones, incluso desde más lejos de lo que él podía percibir. Estaba claro que la gente de su planeta lo miraría de esa forma. Siendo uno de los hijos del ser que llevó a cabo el plan del Exterminio para poder garantizar el futuro de su especie en otros mundos cuando el planeta Edagr ya no diera abasto, él supo que sería un pilar para los suyos en esa guerra.

    El edagriano pensaba profundamente en lo arrepentido que estaba por haber seguido con sus ideales, lo cual, comenzó a invadir su conciencia poco a poco, dado a que debía de afrontar el hecho de que todas las muertes que estaban sucediendo eran exclusivamente por su culpa.

    — Pensar que todo lo que hice fue para evitar este baño de sangre — Ixorum maldecía por dentro a su yo del pasado no tan lejano — Pero estos seres no han aprendido nada. Les dije que no tenían por qué morir. Podrían haber huido y vivir una vida tranquila lejos de nosotros… Ahora no me dejan otra opción. Eliminaré a todos los que se me crucen en frente mío.

    Una vez terminó con sus pensamientos y de equiparse para la acción que estaba por venir, Ixorum pudo notar que nadie de sus compañeros salía sin una palabra suya de por medio. Si bien, él no se proclamó como líder de ningún escuadrón, era como si, mental y unánimemente lo hubieran designado para que tuviera que portar ese cargo. Con un poco de presión social de parte de los suyos, eligió la única alternativa que pensó que los contentaría.

    — ¡Síganme al campo de batalla! — gritó, queriendo animar a los suyos, algo a lo que no estaba muy acostumbrado — ¡Sé que no es lo mismo verme a mí que a mi padre, pero intentaré estar a la altura, y no decepcionaré a ninguno de ustedes! ¡Ahora nuestros ciudadanos están en peligro! ¡Es hora de salir a las calles y dar vuelta las cosas! ¡Que sean los invasores los que sientan el miedo de tener a la muerte de frente! ¡Unidos!

    Pese a que él no consideraba que sus palabras a elegir fueran las correctas, la enorme mayoría de los que estaban reunidos con él levantaron las armas y cantaban su nombre con alegría, como si se tratara de una especie de ser especial, destinado a participar en el acto de salvación para su especie. Esto, a pesar de que era un acto que pondría feliz a cualquiera, solo dejó algo decaído a Ixorum.

    — Si hubiera matado a todos como me lo ordenaron, esto no estaría pasando — se atormentaba cada vez que lo recordaba — Merecen algo mejor. Quizá, cuando la guerra acabe, deba renunciar a mi posición privilegiada como uno de los líderes a futuro.

    Sin más deseos de hablar con su gente, más que nada porque le era difícil mirarlos a la cara, Ixorum se colocó la parte de arriba de su traje de combate en la cabeza, tapándose la cara con un cristal más oscuro y nada transparente, como si se tratara de una especie de material blindado. Con todos los suyos preparados, él partió al frente, seguido por una gran cantidad de edagrianos del ejército. Decenas de ellos, casi una centena de defensores. Todos listos para llevarle la muerte a los enemigos que estuvieran al frente.

    Tan pronto como salió del cuartel, pudo escuchar ruidos de disparos en la lejanía. Era claro para todos que una batalla estaba teniendo lugar dentro de la misma ciudad en la que se encontraban. Sin necesitar coordenadas o indicaciones, el ejército marchó para hacer frente a quienes estuvieran por delante de ellos.

    […]

    — ¡Perímetro asegurado! — Michael gritó con alegría — ¡Equipo médico en su lugar!

    Luego de haber obtenido la victoria en la pelea que llevaron a cabo en la ciudad, los escuadrones de Michael y Kila festejaron, puesto a que habían cumplido con un propósito importante.

    La batalla había sido encarnizada, y varios cadáveres adornaban las calles en donde se llevó a cabo el clímax del conflicto. Con el escuadrón de humanos reducido casi hasta el setenta y cinco por ciento, y el de los garak con una gran cantidad de bajas, un pequeño río de manchas de sangre formaba un rastro por las calles que eran algo más elevadas en ciertos lugares. El sacrificio de aquellos valientes soldados, sin embargo, había valido la pena. Cada edagriano en el lugar había perdido la vida, y ya no podrían mostrar ninguna clase de resistencia en su contra.

    Tan rápido como la lucha terminó, los médicos que viajaron en la nave formaron un gran sitio repleto de tiendas de campaña donde una enorme cantidad de camillas fueron colocadas para atender a los heridos. Algunas de estas, dado a que la pelea no había sido demasiado sencilla, ya se encontraban tomadas, pero el número de camillas disponibles todavía daba margen a que pudieran llegar muchos más.

    Una vez que ya todos los trabajadores médicos se encontraban en posición, Michael llamó a sus compañeros para tener una charla respecto a los siguientes movimientos que su grupo iba a realizar. Kila, que era la líder del escuadrón de garaks que prestó ayuda en el combate, se acercó a él para oír lo que tuviera que decir, y frenarle los pies en caso de que estuviera dispuesto a cometer alguna especie de locura que involucrara a su gente. No estuvo sola, puesto a que tres de los garak de su cuerpo militar le hacían compañía.

    — Ahora… ustedes ya tienen en claro su misión — Michael miró a Noak y Gina al hablar — La mitad de los que sobrevivieron se quedarán con ustedes en este sitio para poder defender el lugar en caso de un ataque enemigo. Creería que, habiendo combates en otras ciudades, no deberían enviar a nadie hasta aquí, siendo que habrá un gran silencio. Pero eso no quiere decir que no vaya a ocurrir. Por eso mismo, quisiera pedirle a Kila que permitiera que algunos de sus soldados se quedaran. Además de tener dos tanques de respaldo por si acaso.

    — Cuenta con ello, comandante Umcali — a pesar de que tenía mucha desconfianza con él por hechos del pasado, a la garak le pareció una buena estrategia a seguir — Haré que el personal médico de los garak acuda a este sitio. Creo que será mejor tenerlos instalados en este lugar también a ellos.

    — Bueno… supongo que eso quiere decir que ya no nos tocará pelear en un sentido ofensivo, sino defensivo — Gina daba por sentado lo que le tocaría a ella y a Noak.

    — Estás en lo cierto, Gina — Michael le contestó, casi con algo de frustración de que Alicia no le fuera a hacer compañía — Tú y Noak no se moverán de aquí, salvo que sea para escapar en caso de un ataque a gran proporción.

    — ¿A nosotros que nos tocará ahora? — Alicia quiso saber cuál sería su siguiente paso.

    — Primero que nada, tenemos que informar a todos que el centro médico ya está instalado — informó Michael a su pareja — Luego de eso, movilizaremos tropas al lugar que precise nuestra presencia en combate.

    — Aprovecharemos para conocer qué tal la están llevando los demás — Noak quería saber el estado del resto de sus compañeros — Pudo haber cambiado mucho durante el tiempo que estuvimos puestos aquí a pelear.

    Estando de acuerdo con su compañero, Michael se dispuso a enviar un mensaje a todos los escuadrones situados en el planeta Edagr para la guerra. Si alguien necesitaba alguna ayuda, él podría acudir con algunos de los suyos al sitio que le indicaran para prestar una mano. Todo con tal de obtener la victoria para las cuatro especies atacantes.

    — ¡Habla el comandante Umcali! — informó con alegría, pero sin perder seriedad — ¡Enviaré las coordenadas de mi ubicación! ¡Este es el lugar en el que el cuerpo médico humano se instaló, y los garak no tardarán en llegar! ¡Si tienen heridos, no duden en trasladarlos a ese sitio para que puedan ser tratados a tiempo! ¡Y ya que estoy en eso, quiero preguntar, ¿cuál es la situación general de la batalla?!

    Con el mensaje enviado, y sabiendo que podría llevar un buen tiempo hasta que alguien enviara una respuesta, puesto a que desconocían si algún grupo se encontraba en combate, Michael, Alicia, Noak, Gina y Kila estaban dispuestos a esperar unos cinco minutos para ver si alguien solicitaba apoyo de alguna clase. En caso de que no se realizara, movilizarían tropas para así llevar una nueva batalla a una ciudad diferente.

    La respuesta a la pregunta de Michael tardó unos dos minutos en llegar.

    […]

    — ¡Aquí Wida! — contestó la mujer, quien, junto a su grupo, seguían en la nave.

    Lankir y Xorxaik, luego de que al hombre xaromitante no se le pudiera ocurrir alguna especie de estrategia para afrontar los trenes y sus torretas sin la necesidad de usar más gente, habían regresado a la sala tan pronto como la oyeron gritar. Lankir supuso que alguien habría intentado comunicarse con ellos para pedir auxilio, y quiso ver si eso era cierto, además de que darían alguna ayuda o consejo si eso fuera requerido.

    — ¡Recibimos las coordenadas de la ubicación del equipo médico, comandante Umcali! — Wida reveló lo sucedido a Lankir — ¡Nuestra situación es algo sombría ahora mismo! ¡Hace unos segundos recibimos el mensaje de la comandante Gwyn! ¡Ella y el grupo de Halur han decidido atacar la ciudad en donde se situaban los trenes que usaban los edagrianos para la batalla, pero no han podido infiltrarse con éxito de forma sigilosa, el cuál fue su plan! ¡Necesitan gente y tropas para poder pelear allí dentro y destruir ese edificio antes de que más trenes sean soltados a la batalla!

    — ¡Habla Ace Lakor, comandante! — alguien más se había unido a la llamada — ¡Recientemente, mi grupo y el de la comandante Natasha ha obtenido la victoria en una batalla en una ciudad! ¡Entendemos que la comandante Gwyn necesita tanques, cosa que no tenemos para prestar ahora mismo! ¡¿Hay algún otro lugar al que podamos acudir?!

    — Wida, diles que nos vengan a ayudar a nosotros — Lankir pensó que sería mejor eso a no hacer nada — ¿Usted tenía las bestias de Fientlig consigo, verdad comandante Lakor?

    — Exactamente, vienen en mi nave — contestó Ace ante la pregunta — ¿Qué precisas de nosotros?

    — Tenemos que destruir uno de sus trenes que están en batalla para poder terminar de tomar el control de una ciudad — el xaromitante le informó — Luego de eso, no creo que tengamos más complicaciones y podríamos llevar a Xorxaik a la central de comunicaciones del planeta. Una vez allí, entorpeceremos sus movimientos y la guerra será más sencilla.

    — ¡¿No sería mejor descender directamente en la ciudad y atacarla todos juntos?! — la comandante Natasha se unió a la charla que tenían entre líderes de escuadrón.

    — De nada sirve hacerlo si luego nos envían refuerzos desde otros sitios — Lankir quiso explicar por qué no era viable hacer algo así — Necesitamos acabar con las ciudades más próximas a la central, para que así podamos pelear tranquilos contra sus defensores… Además, Xorxaik necesita estar allí mismo para poder interferir sus comunicaciones. Si luego nos llegan refuerzos desde los sitios cercanos y nos fuerzan a retirarnos, habremos perdido soldados en vano.

    — ¡Muy bien, Lankir, la comandante Natasha Zafiro y yo acudiremos a tu posición! — Ace no sonaba muy entusiasmado con la situación — ¡Pero si esos trenes están armados con torretas realmente fuertes, es posible que terminemos perdiendo a todas las bestias en este ataque!

    — Lo lamento, comandante Lakor — Wida expresó una disculpa por la situación — Pero Kila ha sido la única líder de escuadrón garak de la que tenemos noticias hasta el momento. El resto deben estar en otras batallas ahora mismo.

    — ¡Tan pronto como hayamos destruido esa especie de… cosa donde surgen los trenes, enviaremos tanques de refuerzo si los demás garak no han dado noticias o no están preparados para prestar alguna clase de ayuda! — Kila le quiso hacer saber que estarían listos para ayudarla — Mientras tanto, creo que lo mejor sería partir a nuestras ubicaciones correspondientes.

    — Opino lo mismo — Ace comentó — Wida, tú y los tuyos envíennos las coordenadas exactas para que aterricemos allí.

    — ¡Yo acudiré a la ubicación desde la cual la comandante Gwyn reportó que necesitaba ayuda! — Michael ya sabía a dónde debían dirigirse — ¡Si todo sale bien, nos reuniremos en ese sitio tan pronto acabemos de destruir esa maldita terminal!

    — Me alegra saber que podremos regresar a la batalla — Wida se mostró feliz con las respuestas recibidas — Nos veremos pronto, comandantes Ace y Natasha.

    Pese a que no era la ayuda que esperaban en ese momento, dado a que habrían preferido poder contar con el apoyo de más escuadrones garaks para así poder tener una mayor cantidad de tanques para combatir al tren que portaba las torretas, los garaks y xaromitantes a bordo de la nave de estos últimos empezaban a mentalizarse para volver a salir al combate.

    Wida, sabiendo que su amigo lo necesitaba, decidió tomar sus manos para mostrarle su apoyo. No había transcurrido mucho tiempo desde que Terrior murió en batalla en la ciudad, y dentro de unos minutos, deberían volver a acudir a la zona de conflicto. Lankir mostraba cierto miedo en su mirada, pero tan pronto como las manos de su compañera envolvieron las suyas, este sentía como desaparecía al mismo tiempo que las ganas de pelear contra ellos empezaban a surgir.

    — Haremos lo que esté a nuestro alcance para vengar a nuestro líder — Wida le sonreía de forma compasiva — Aplacaremos a los enemigos, y una vez que lleguemos a la central de comunicaciones, usaremos a Xorxaik para que nos de ventaja.

    — Gracias por esto, Wida — Lankir se sentía muy feliz de tenerla a su lado para esta clase de situaciones donde la posibilidad de morir era algo a lo que temer — Tenerte a tu lado en este momento me hace sentir más seguro. Aunque no sea un guerrero como tú, puedes estar segura de que te voy a proteger con mi vida.

    Dichas palabras en aquel momento provocaron una sensación de alegría en la mujer xaromitante, la cual no estaba esperando recibir. Sintiendo que un sentimiento más fuerte que la amistad empezó a surgir dentro de ella para con su compañero, ella se acercó a sus labios y los besó. Lankir no creyó que en plena guerra el amor que una vez se tuvieron volvería a tener lugar, pero no se negó a ese gesto de parte de quien era su amiga. Dejando a un lado los errores y diferencias entre ellos que cortaron con su relación, ambos se fundieron en un tierno beso ante la vista de los garak presentes allí, cosa a la que no le dieron mucha importancia.

    El comandante de su grupo, no en contra de esa muestra de cariño, pero sí alarmado por otro asunto importante, se les acercó a ambos.

    — Perdón por interrumpirlos — dijo, haciendo que ambos cortaran con su beso — Pero, quisiera pedirles un favor.

    — Claro, ¿de qué se trata? — Wida se separó de Lankir para mostrar algo de profesionalismo en la charla.

    — Cuando esa ciudad esté bajo nuestro poder…

    — ¿La ciudad donde se encuentra la central de comunicaciones? — Lankir quiso saber si hacía referencia a esa.

    — La misma — contestó el comandante garak — Una vez que sea nuestra, ¿creen que podríamos usar a Xorxaik para ver si podemos descubrir la posición en la que se encuentra Asmir? No ha informado en un tiempo, y eso, sabiendo que Allecreod va con él, no es algo que me de mucha seguridad.

    — Claro, no creo que nos lleve más de unos cinco minutos si es que Xorxaik accede con éxito a toda la red — el xaromitante miró al robot detrás suyo — Por cierto, ¿hubo algún reporte de Cadain en los últimos minutos?

    — Yo no he sabido nada de su grupo desde que aterrizamos — Wida informó a su compañero.

    — Yo sé que él informó una vez su posición, pero luego de eso, no ha vuelto a hacerlo — uno de los soldados garak mostró su preocupación al respecto.

    — Eso no es nada bueno — Lankir miraba las cosas desde un punto de vista pesimista — Lo que menos necesitamos es perder a otro líder.

    — O peor — comentó el líder del escuadrón de los garak en la nave xaromitante — Una traición de su parte.

    — Vamos, no creo que Cadain haya hecho un trato con ninguno de los edagrianos — Wida creía que era una exageración por parte del garak.

    — No hablo de antes de la guerra, hablo de ahora — el comandante garak no se quedaba tranquilo conforme pasaba el tiempo e iba pensando más al respecto.

    — Yo creo que es imposible que suceda algo así — Lankir no aceptaba esa posibilidad — He convivido junto a él por un tiempo, y no parece ser de esa clase de persona. Incluso llegó a traicionar a Allecreod por la seguridad de su gente. Recuerda que los edagrianos nos querían muertos a todos. Después de todo, los meteoritos iban a caer en su mundo, y fue por eso por lo que perdieron su flota. Él no haría un trato con ellos. Ni siquiera de Allecreod me lo podría esperar.

    — Por nuestro bien, espero que eso sea cierto — el comandante garak pronto miró la pantalla — Atentos, se acercan nuestros refuerzos.

    Wida, Lankir y el resto de los garak supieron que eso solo significaba que el descenso al suelo del planeta para continuar con la guerra que habían empezado se daría más pronto de lo que esperaban. Aunque poco tiempo hubiera transcurrido, la gran mayoría se encontraba deseando regresar al campo de batalla para tener una revancha en contra de los edagrianos que los forzaron a retirarse. Esta vez con más tropas, la posibilidad de atacar desde diferentes flancos, y las bestias de Fientlig de su lado.

    — Aquí vamos — Lankir tomaba aire, listo para pasar al combate — Juro que vamos a ganar esta guerra, papá… Lo juro por tu memoria.

    […]

    Aislados del resto de sus compañeros, pero no por eso de la guerra, Asmir y su escuadrón de garaks continuaba su confrontación en contra de los edagrianos. Con el auxilio del grupo de Cadain y los ryfier, la pelea tenía la balanza inclinada en favor de los invasores que formaban una alianza de especies.

    Sus tanques ya no se encontraban junto con ellos, todo eso por orden de Asmir, quien, viendo que las tropas enemigas no dejaban de acudir a su sector para la batalla, ordenó distribuir los tanques por los extremos de la ciudad, para ver si así se aligeraba la cantidad de tropas desplegadas en su contra al tener que llevar la pelea a varias ubicaciones diferentes.

    No obstante, la ausencia de los tanques no era una dificultad para los escuadrones que luchaban en contra de los edagrianos en aquella ciudad. Con una superioridad numérica clara, el número de edagrianos que caía muertos en combate era bastante superior al de los garaks y ryfiers que lo hacían. Fue así como, al cabo de diez minutos de tiroteos y lluvias de balas casi ininterrumpidas, las tropas de la alianza se alzaron con la victoria.

    Ganada esa batalla, estos se disponían a tomar un respiro y consumir algunas de sus provisiones, puesto a que era el tercer escuadrón edagriano al que le hacían frente en muy poco tiempo.

    — ¡Formen un círculo y adviertan ante el primer avistamiento de tropas enemigas! — fue la orden del líder de los garak.

    Fieles a su líder, el más importante en su población, un gran número de garaks formó un círculo alrededor de él y de las tropas de Cadain. Fue en ese momento en el que pudieron tomar las provisiones que habían traído consigo para empezar a consumirlas. No esperaban tener que comer en medio de la ciudad en donde se encontraban batallando, pero el ver que escuadrones edagrianos aparecían tan pronto uno era derrotado, supieron que debían aprovechar ese momento de tranquilidad.

    — Ya estoy empezando a cansarme — Cadain habló, expresando un ligero agotamiento por la sucesión de pelear — Se ve que elegimos un centro urbano muy importante. No nos dan un respiro. Incluso apartando a los tanques de nuestra posición nos siguen llegando atacantes.

    — Lo bueno es que, si realmente es un sitio con gran importancia, cuando esté hecho escombros, les habremos ocasionado un daño enorme — Allecreod tenía una visión optimista de su ataque — Quiero decir, cada ciudad que tomamos representa una disminución de su poder territorial. Si esta es realmente una ciudad clave, quizá sea buena idea seguir luchando hasta que sea nuestra.

    — No me siento tranquilo con un comentario así viniendo de ti — Asmir todavía estaba algo preocupado por tener a Allecreod cerca, y quería hacérselo saber — Suena a como si estuvieras analizando las posibilidades para conquistar este mundo.

    — Descuida, Asmir, cuando este conflicto haya terminado, tú ya no volverás a saber de nosotros — Cadain quería detener las cosas allí antes de que pasaran a un intercambio de palabras hostil, cosa que veía venir — En especial de él.

    — Oh, eso lo tengo muy en claro — Asmir lo dijo en una forma en la que todos pudieron interpretar sus intenciones con esas declaraciones.

    Para Allecreod era evidente que, finalizada la guerra, el líder de los garak, sin importar las cosas que hiciera para demostrar que él estaba de su parte y que el enemigo para todos era uno solo, acabaría con su vida. En cierta forma, el ex líder de los ryfier llegó a envidiar momentáneamente a su compañero de celda, Abel. Pese a que él se enteró del fallecimiento de Magnus, lo que quería decir que su oportunidad para vivir una vida a salvo luego de que terminara la guerra tan cruel que estaban a travesando llegó a su fin, él hubiera querido tener la oportunidad de al menos tener un seguro de vida para su existencia.

    — ¿No hay nada que pueda hacer para que cambies de opinión respecto a mi destino? — Allecreod no estaba dispuesto a realizar cualquier acción, dado a que, si tenía que morir, lo haría con dignidad, pero igualmente tenía curiosidad por conocer la respuesta del líder garak.

    — No lo veo posible, Allecreod — Asmir recordó su único enfrentamiento — Te tenía listo para asesinarte y te escapaste de mis manos. Si no fuera porque tenías ciertos conocimientos de este mundo, te habría fundido el cráneo tan pronto llegaste a mi planeta. Tengo tu destino decidido, y no creo que lo cambie. Lo único que podría salvarte es que yo muera, y que quien sea que tome el poder tras mi fallecimiento quiera perdonarte la vida. Aunque, en estos cuatro meses que han pasado desde que empezamos a planear el ataque, aconsejé a cada garak guerrero que no lo hiciera. Así que, no te veo viviendo más allá de esta guerra, Allecreod. Ya sea que ganemos o perdamos, tu destino no cambiará. Algo extraordinario tendría que pasar para que así fuera.

    — Es una lástima que así hayan sucedido las cosas — Ebilo, quien en un pasado admiró mucho a Allecreod, igual que todos en su especie, sentía que era una auténtica lástima que las cosas terminaran así para su líder — Si nada de lo sucedido entre nosotros hubiera ocurrido, quizá habríamos atacado con más soldados este planeta.

    — Los humanos tenían vehículos de guerra muy variados — Asmir recordó una charla con Magnus — Vehículos como tanques, y otros que les permitían volar por los cielos… De no haber perdido el planeta Tierra, quizá ya los habríamos hecho trizas. Los edagrianos son avanzados, pero como son una especie que apuntaba a abandonar su planeta, no desarrollaron una tecnología muy poderosa para librar guerras.

    — Solo esa nave indestructible que tenían — Allecreod mencionó, recordando el momento en el que Hark lo llevó a ver como su hijo mayor partía hacia la Tierra — Y como no quieren destruir su planeta, no la pueden sacar a pelear.

    — Bueno, es un gran alivio — Ebilo se sentía muy feliz de pensar en eso — Si lo hicieran sin medir consecuencias, quizá todos nosotros ya estaríamos derrotados.

    — Por eso mismo era de vital importancia que los atacáramos aquí — Asmir recalcó su estrategia — Y es por eso por lo que tenemos que asegurarnos de ganar. Usamos el factor sorpresa para obtener ventaja. Si nos llegamos a retirar, ellos esperarán un regreso nuestro y ya no podríamos volver a tomarlos desprevenidos. La retirada no es una opción. Nunca lo fue. Eso siempre lo tuvimos claro.

    Sin más ánimos de seguir con esa charla, sumada al hambre que sentían en aquel momento y la cual se vieron en la necesidad de eliminar, los garak que no formaron el círculo de defensa, junto con su líder, y los miembros del escuadrón bajo el mando de Cadain, se dedicaron exclusivamente a comer y beber para reponer fuerzas. No era nada demasiado pesado, dado a que cada soldado solamente contaba con dos trozos de pan terrestre, y una pequeña botella de un cuarto de litro de agua. Todo con tal de que no les causara molestias al momento de pasar a una batalla.

    Habiendo terminado, Asmir eligió formar un nuevo círculo, en el cual participaría, para así darle a los que no habían repuesto sus fuerzas la oportunidad de conseguirlo y prepararse para la siguiente batalla.

    Unos minutos habían transcurrido, y sin ninguna clase de contratiempo, todos los soldados desplegados en la batalla finalmente estaban con las fuerzas recargadas para poder seguir avanzando en su acometida. Antes de dar la orden de continuar, Asmir, quien tenía su vista puesta en el cielo, notó como la luz solar de la estrella a la que orbitaba el planeta Edagr estaba volviéndose un poco más débil.

    — Va a atardecer pronto — Asmir habló en voz alta, causando que varios de ellos centraran la vista en el firmamento — De ninguna forma pelearemos de noche. Hay que tomar esta ciudad y como mínimo una más antes de que llegue ese momento.

    — ¡Al frente, todos! — fue la orden de Cadain, quien compartía la visión de su colega líder — ¡El hecho de que los tanques no regresaran quiere decir que están en pleno combate! ¡Significa que todavía quedan miembros del ejército edagriano en este punto!

    — ¡Miembros del ejército que caerán ante nosotros! — Asmir lo tenía muy en claro — ¡Marchen!

    Decididos a continuar con la incursión a la ciudad, con el fin de restarle poder a los edagrianos para poder empujarlos hasta la extinción y así erradicar su amenaza del universo, las tropas del garak y de los ryfier empezaron a avanzar por las calles de la ciudad. No pasó demasiado tiempo hasta que el ruido se hizo presente, lo que les reveló la ubicación de una batalla que claramente estaba teniendo lugar en sus proximidades, dado a que los civiles no revelarían su posición de esa manera.

    Bajo las órdenes de los dos líderes, las tropas empezaron a correr hacia el sitio donde transcurría el combate. Pudiendo darse el lujo de gastar más energías dado a que acababan de comer hace muy poco tiempo.

    […]

    — ¡Victoria para los nuestros! — aclamó Ixorum junto con sus acompañantes.

    En una zona que estaba repleta de escombros, sangre y cadáveres en cada dirección donde se centraba la vista, había tenido lugar un combate feroz entre un grupo pequeño de garaks y los edagrianos, liderados en esa ocasión por el tercer hijo de Hark.

    Un tanque garak volcado y prendido fuego era la prueba de la victoria de estos en batalla. Los soldados que escoltaban el vehículo se vieron abrumados por la superioridad numérica que los edagrianos que saltaron al combate les mostraron. Gracias a granadas y dispositivos explosivos que podían adherirse a cualquier superficie, los cuales Ixorum ordenó llevar tras pasar por una fábrica situada en esa misma ciudad, el vehículo garak sucumbió pronto ante sus atacantes.

    — ¡Ya es el segundo en caer derrotado! — una mujer celebró con una alegría inmensa — ¡No sé cuántos más quedan, pero todos van a terminar siendo destruidos!

    — ¡Desafortunadamente, nos queda una sola granada arrojadiza! — Ixorum dejó ver que no todo eran buenas noticias — ¡Tenemos que reponernos para la siguiente pelea! ¡Se necesitaron más de siete para poder tirar a este! ¡Está claro que no será posible que volvamos a ganar si nos terminan saliendo con otro de estos!

    — ¡¿Nos retiramos para reabastecernos?! — preguntó uno de los más alejados en el grupo.

    — ¡De inmediato! — Ixorum contestó a su soldado — ¡No creo que nos sirva ni siquiera para pelear con un escuadrón a pie!

    […]

    Sin que Ixorum y sus compañeros lo supieran, Asmir, Cadain, Allecreod y el resto de sus tropas estaban contemplando dicha escena. Ocultos detrás de varios edificios que rodeaban la calle, parecían estar totalmente fuera de la vista de todos los guerreros edagrianos. Desde un lugar donde los enemigos no llegaban a verlos, a Asmir le era imposible observar muy bien lo que había ocurrido, pero tan pronto como vio su tanque dado vuelta y ardiendo en llamas, supo que los edagrianos lo habían dejado sin posibilidades de seguir peleando.

    — Llegamos tarde para ayudarlos — contemplar esa escena frustró demasiado al líder de los garak — Pero ya que no pudimos salvarlos, hagamos que su muerte no haya sido en vano. Acabemos con todos los edagrianos presentes antes de que se retiren y sigan poniendo en peligro a los nuestros.

    — ¿Crees que habrán destruido algún otro tanque? — Cadain preguntó sin ánimos de causar incomodidad a su compañero.

    — No puedo afirmarlo, pero con que hayan destruido uno ya fue suficiente — Asmir tomó su rifle en sus manos — Ninguno más. Ni ahora, ni nunca. ¡Ataquen!

    Pese a que el grito del garak no fue oído por los edagrianos que se encontraban reunidos alrededor del vehículo militar que había sido destruido, el sonido de los disparos y de las tropas del ejército enemigo que hicieron al empezar a correr alertaron por completo a Ixorum y a sus compañeros que se veían bajo ataque de repente. Los disparos de las tropas invasoras no tardaron en alcanzarlos y empezaron a impactar en contra de los trajes y cascos de combate de los defensores.

    Ixorum, viéndose superado y sorprendido al ver el enorme número de atacantes que se le acercaron de la nada, se dio cuenta de que no podrían escapar, al menos hasta no reducir significativamente sus números.

    — ¡Maten a más de la mitad! — fue la orden que recibieron de parte de su líder en aquel momento — ¡No podremos retirarnos hasta no acabar con varios de ellos! ¡Y no creo que tengamos munición suficiente para huir ahora!

    Viendo que no tendría demasiada utilidad para el futuro, Ixorum tomó su granada arrojadiza, la cual le había quedado tras el combate en contra de las tropas garak que custodiaban el tanque que había avanzado por su ciudad disparando y derribando un número considerable de edificios. Sin dificultades para apuntar, dado a que su traje le brindaba gran protección, Ixorum se adelantó unos pasos y la arrojó al aire.

    Dicho objeto cayó en el centro de la calle, en donde las tropas se encontraban acercándose hasta su posición se encontraban más amontonadas. Dado a que algunos no pudieron ver el objeto por estar tan concentrados en los disparos, cuando la explosión tuvo lugar, varios de los garak terminaron muriendo por el poder de esta. Algunos otros cayeron al suelo heridos. Vivos, pero incapaces de seguir peleando en esas condiciones.

    Asmir, Cadain, Allecreod y el resto de ellos creyeron que lucharían usando las armas para dispararse mutuamente, aprovechando su superioridad numérica para matar a balazos a sus enemigos. Pero la sorpresa en ellos y en los demás fue más grande al ver que los edagrianos, quienes se quedaron sin munición antes de lo que creían que sucedería, se acercaron a ellos para pelear cuerpo a cuerpo.

    — ¡Mierda, tan cerca podríamos matarnos por accidente! — Asmir se vio envuelto en problemas — ¡Usen los guanteletes y las lanzas para matarlos! ¡Hay que pelear cuerpo a cuerpo, y tenemos la ventaja en esta batalla!

    Para los ryfier, seguir esa orden no fue nada complicado, dado a que sus lanzas estaban equipadas para disparar balas a distancia. Lo único que debían hacer era cerrar las puntas abiertas y pelear mano a mano contra los edagrianos, apuntando fuerte y correctamente contra sus trajes de protección. Los garak tuvieron que colgar sus rifles a sus espaldas, para luego encender los guanteletes y así poder pasar a tomar la batalla cuerpo a cuerpo.

    Todos tenían presente el relato de Ace, quien les había contado que Kenegar sobrevivió a un enorme daño. Por esa misma razón, se asegurarían de no dudar en dejar vivos a los enemigos y simplemente los eliminarían fundiéndoles el cráneo o decapitándolos al derretirles el cuello.

    La pelea cuerpo a cuerpo empezó, y los edagrianos, en completa desventaja numérica teniendo cinco veces menos soldados que sus atacantes, empezaron a matar. Arrojando golpes con una fuerza descomunal, eran capaces de derribar con facilidad a sus enemigos, para luego, dejarse caer de rodillas al suelo y matarlos de un único golpe potente en la cabeza, que ni los cascos de los garak podían resistir.

    Allecreod, quien se había frustrado mucho por no haber podido asesinar a Hark en el momento en el que lo atacó por la espalda, estaba decidido a causar una gran cantidad de bajas en su gente. Cuando un edagriano se le acercó, este, sin dejar de correr, se agachó al mismo tiempo que lanzó su lanza a los pies del enemigo. Con una gran fuerza, pese a su limitado entrenamiento antes de la guerra, logró que la punta de su arma le atravesara el tobillo a su enemigo. Este, sintiendo un puntazo tan potente, cayó de rodillas al suelo gritando de dolor. Velozmente, Allecreod se puso de pie, asegurándose de no tener a nadie atrás, y logró acumular la fuerza suficiente para lanzar una estocada que perforó el traje del edagriano por la espalda. Su lanza cruzó todo el torso del enemigo, que empezó a escupir sangre tras ser atravesado por aquel objeto. Sabiendo que eso no sería suficiente, Allecreod aprovechó el débil estado de su enemigo para quitarle el casco y dejarle el cráneo desprotegido. Teniendo un tiro fácil, removió la lanza de su lugar, para posteriormente, perforarle la nuca con una estocada mucho más fuerte. La satisfacción lo invadió cuando vio cómo su cráneo se hacía pedazos, y como el enemigo que tenía frente a él caía sin vida al suelo.

    — Se ve que solo Hark contaba con huesos y piel muy resistentes — expresó Allecreod mientras veía al edagriano sucumbiendo sin fuerza vital al suelo.

    Ebilo se lanzó a pelear nada más y nada menos que contra Ixorum. Sin embargo, no había elegido a su oponente de forma premeditada, dado a que, con el vidrio blindado cubriéndole el rostro, no fue capaz de identificarlo. Creía que estaba combatiendo contra un edagriano militar cualquiera, y eso lo llenó de confianza para su ataque.

    Queriendo derribarlo en pocos ataques, arremetió en su contra con una estocada frontal con su lanza. Ixorum, quien estaba bastante bien entrenado en el campo militar, pudo ver venir ese ataque con tan solo prestar atención a la postura con la que el ryfier se lo lanzó. Por lo cual, con girar su cuerpo sin dejar de avanzar, logró colocarse de tal manera que podría alcanzar a su enemigo con un ataque en diagonal. Así fue como lo hizo, dejando salir un puñetazo en dirección a la cabeza de Ebilo, quien, pese a llevar protección para la batalla, se vio algo aturdido por esto. Su cuerpo empezó a tambalearse, cosa que Ixorum lo vio como la oportunidad perfecta para acabar con él. Antes de que se pudiera estabilizar, el tercer hijo de Hark corrió hacia él y le propinó un rodillazo en la espalda que lo derribó al suelo. Pese a la fuerza del golpe, Ebilo no soltó su lanza, la cual sujetaba con fuerza en sus manos. Tirado en lo más bajo que podía estar, y sin mirar al enemigo, el soldado ryfier se concentró en los pasos de este, pudiendo identificar su posición.

    Con una gran determinación, giró su cuerpo en un movimiento tan ágil que tomó desprevenido a Ixorum. El líder de aquel escuadrón sintió un fuerte golpe en su casco, el cual, se encargó de soportarlo gracias a su resistencia. Pero no había quedado inmaculado. La punta de la lanza golpeó con tanta fuerza que le generó una grieta al vidrio frontal, cosa que frustró bastante al edagriano, debido a que también le causó un susto importante.

    Sin perder más tiempo, el defensor de su ciudad se acercó al ryfier tumbado en el suelo, quien creyó que el golpe podría desestabilizar al enemigo y comprarle algo de tiempo para poder ponerse de pie a continuar la pelea. Un pisotón en la cabeza terminó aturdiendo todavía más al soldado ryfier, que, de recibir otro golpe tan potente en esa zona, terminaría cayendo inconsciente. Pero, como no se encontraba en los planes de Ixorum, este simplemente se agachó para tomar su lanza con las manos. Colocándose frente a él, levantó el arma, apuntándole a la cabeza, y haciendo el máximo esfuerzo que sus brazos le permitían, le hundió la punta en el cráneo, justo en la frente. Un golpe tan potente logró penetrar en el casco de aquel ryfier, incluso también le perforó el hueso del cráneo. Cuando el metal del arma llegó a su cerebro, la sangre y sesos del joven ryfier salpicaron hacia los costados, acabando así con la vida de aquel soldado. Con las intenciones de seguir usando la lanza para su beneficio, Ixorum la retiró del cráneo del enemigo, solo para darse cuenta de que la punta quedó enterrada en el mismo lugar donde él la había clavado, pudiendo sacar solamente la vara.

    — ¡Ixorum! — ese grito lo llevó a darse la vuelta.

    Cerca de él, una de las edagrianas tenía a un garak encima. Aprovechando el peso de su cuerpo para mantenerla inmóvil, el atacante pudo guiar sus dos manos, con el guantelete encendido, al cráneo de la mujer que ya no portaba su casco. Debido a una ligera mejora que le hizo a su arsenal antes de partir a la batalla, en solo un segundo, la piel y cráneo de su enemiga ya había sido fundida por completo, terminando en una muerte rápida para ella. Por el grito que había lanzado, el garak pronto se dio la vuelta y miró detrás suyo para ver al líder del escuadrón acercándose hacia él.

    — ¿Ixorum? — preguntó, sabiendo que era una oportunidad única.

    — Tu voz me suena… — Ixorum le confirmó que era él al responderle de forma tan personal — Ya te recuerdo. Tu nombre es Asmir.

    — Dijiste que no me olvidarías, y cumpliste — el líder de los garak puso los ojos en el que había elegido para que sea su siguiente víctima.

    — Exactamente, eso mismo hice — el edagriano empezó a caminar hacia él con cuidado, sabiendo que un líder debía tener esa posición por ser superior al resto — A diferencia de ustedes, quienes decidieron traicionar mi confianza y arruinar la única oportunidad que tenían para salvarse.

    — ¿Creíste que realmente nos quedaríamos sin hacer nada después de conocer toda la verdad? — Asmir lo confrontó directamente — El plan de tu padre llevó a la muerte a miles de garaks a los que yo apreciaba muchísimo. Y luego nos dejó sumergidos en una guerra con seres menos afortunados que nosotros.

    — Fue precisamente por eso por lo que actué por mi cuenta — Ixorum contestó con enojo y sin levantar la voz, dado a que no quería que ninguno de sus compañeros lo escuchara — Un grave error… O, mejor dicho, una decisión arriesgada. El error lo cometieron ustedes. ¿Y sabes qué se hace con los errores? Se corrigen.

    — Lo que me da lástima es que no podré matar a tu padre — el líder garak creyó que provocarlo le daría algún resultado positivo — Pero viendo que eres la sangre de su sangre, será igual de satisfactorio asesinarte a ti.

    Dispuesto a acabar rápido con él para evitar que soltara más información que pudiera perjudicarlo, o más insultos hacia su fallecido padre, Ixorum se abalanzó contra el garak para atacarlo con una patada realizada con mucha fuerza. Asmir, sabiendo lo peligroso que podría ser, se agachó ágilmente para poder evadirla, y así quedar fuera del alcance de su ataque. Una vez libre de convertirse en un objetivo, cerró el puño derecho y le lanzó un golpe a la zona renal de Ixurom, o al menos, a la ubicación en la cual creía que la encontraría. Grande fue sorpresa al ver que, pese a golpearlo con todas sus fuerzas, no lo pudo mover ni un centímetro.

    Siendo consciente de que sería peligroso estar cerca de él, Asmir retrocedió, al mismo instante en el que Ixorum dejó su pie en tierra firme. Sin realizar un movimiento previo, este saltó al frente y dirigió su puño a la cabeza de Asmir, quien quiso levantar sus brazos para bloquearlo y reducir el daño, pero no logró conseguirlo a tiempo. Pese a chocar con el metal de su casco, no se hizo casi ningún daño en la mano, mientras que con su golpe tuvo la fuerza suficiente para hacerlo retroceder unos pasos. Acto seguido, un rodillazo en el estómago, justo en la zona abdominal, fue su siguiente ataque. Con una fuerza descomunal, el metal que protegía al líder garak se rompió de un golpe tan fuerte, al mismo tiempo que su cuerpo se inclinó al frente. Con un codazo más rápido que sus ataques previos, Ixorum fue capaz de tumbar a su enemigo al suelo, sabiendo que podría matarlo con facilidad.

    Cadain, quien había podido decapitar a un edagriano enemigo con unos cuatro golpes con la lanza, terminó viendo esa escena, completamente aterrado al pensar en la posibilidad de que Asmir muriera tal y como había ocurrido con Magnus en la primera batalla. Temiendo no poder llegar hasta él a tiempo, quiso alertar también a los garak en los alrededores para que juntos pudieran socorrer a su líder.

    — ¡Asmir necesita ayuda! — gritó empezando a correr para intentar salvarlo — ¡Está en peligr…

    Desde atrás, uno de los edagrianos que había podido matar a uno de sus hombres hacía pocos segundos, se interpuso entre él y su compañero líder. Con un poderoso rodillazo recibido en la espalda, Cadain fue arrojado hacia adelante, recorriendo más de un metro antes de caer al suelo, rodando por el mismo tras establecer contacto con el concreto del que estaba formado. Cuando levantó la vista para ver a quien lo había atacado, pudo ver como dos de los miembros de su ejército se interponían entre su persona y el edagriano que lo derribó desde un ataque por la espalda. Creyendo que en un dos contra uno podrían ganarle, el líder de los ryfier se intentó poner de pie para socorrer a Asmir, solo para sentir un dolor punzante recorriéndole la espalda, teniendo una intensidad mayor en la zona donde se dio el impacto.

    — ¡Carajo! — gritó para sus interiores mientras se retorcía — ¡No me voy a poder levantar en dos minutos al menos!

    Sin más que pudiera hacer, trató de mover su cabeza hasta el punto en el que recordaba que había caído su compañero líder. Cuando logró encontrarlo, pudo notar como dos garak se enfrentaban con el edagriano responsable de derribarlo.

    — Asmir… ya hemos perdido a Magnus — sumado a eso, Cadain ignoraba por completo la muerte de Terrior — No podemos seguir perdiendo líderes, y definitivamente no podemos perderte mientras yo estoy inmovilizado en el suelo. ¡Por favor, que alguien lo salve!

    Ixorum logró sobreponerse ante sus dos atacantes. Al primero simplemente lo tomó del cráneo, sujetándolo firmemente mientras de una patada en el pecho acabó con su vida con suma facilidad. El segundo, que llegó poco después de su anterior compañero a intentar socorrerlo, se subió a su espalda con el objetivo de poder rodear su cuello con ambas manos y así decapitarlo con facilidad. El hijo de Hark supo lo peligroso que podría ser tenerlo encima, por lo que atacó con la nuca hacia el rostro del que se le había colgado para aprovecharse de su posición. Con un golpe moderado, logró hacer que el garak que tenía encima se soltara, para luego mover su brazo hacia atrás y pegarle un fuerte codazo que lo tumbó al suelo. Sin disponerse a correr ningún riesgo, Ixorum corrió hacia él, para poder pisarle el cráneo con fuerza. Su casco de metal sirvió para su propósito, y ayudó al garak a sobrevivir al ataque recibido, pero a causa de eso, quedó inconsciente e indefenso para los siguientes ataques del edagriano.

    Repitiendo ese ataque unas tres veces más, el defensor fue capaz de perforar el casco protector del garak, y así pudo acabar con la vida de su enemigo. Una vez muerto, miró a los alrededores para ver si alguien cercano a su lugar podría convertirse en alguna clase de amenaza para él en la ejecución del líder Asmir.

    — Creo que ya no volverán a molestar…

    Mientras la pelea estaba teniendo lugar, Asmir encontró las fuerzas para ponerse de pie y lanzar una tacleada con su cuerpo completo sobre Ixorum. Al mismo tiempo que lo embistió, también levantó ambos puños para darle con el metal de su armadura en la cabeza. El ataque fue tan potente que el edagriano cayó al suelo, al mismo tiempo que el vidrio que dejaba su cara oculta fue roto en varios pedazos, dejando así ver la cara que tenía. Fue de esa forma que Asmir pudo percibir el enojo en la expresión del hijo de quien realizó las acciones pertinentes que terminaron ocasionando la Gran Catástrofe.

    — ¡Por todos los garak que murieron por tu culpa, Hark! — Asmir gritó con fuerza, esperando que, estuviera donde estuviera, el líder edagriano pudiera verlo — ¡Me quedaré con la vida de uno de tus hijos!

    Teniéndolo retenido con sus piernas, al mismo tiempo que hacía un esfuerzo con su cuerpo para ayudarse a mantenerlo en el suelo, Asmir quería que sus manos llegaran hasta el cuello del edagriano con quien se batió en combate. Con los guanteletes encendidos, y el calor tan intenso que estos irradiaban, sería capaz de fundir su piel y sus huesos, para posteriormente decapitarlo. Ansioso por quitarle la vida, Asmir extendió sus dos brazos para envolverlo y acelerar el proceso.

    Pero, para su mala fortuna, Ixorum seguía teniendo más fuerzas en reserva. Liberando sus manos de la prisión corporal de Asmir, logró capturar los brazos del garak tomándolo desde la zona del antebrazo, manteniéndose así a salvo del calor que los guantes emanaban.

    Aunque el líder garak hizo su máximo esfuerzo, Ixorum apartó ambos brazos y los separó, dejándolo expuesto a un ataque. Rápidamente, levantó su cuerpo realizando un movimiento abdominal, y de esa forma, encajó un cabezazo en contra de la frente de Asmir. Pese a que el metal de su casco lo cubría, la fuerza del golpe arrojó a Asmir nuevamente hacia el piso. Menos aturdido que con el primer golpe, pero igualmente, sin la capacidad de levantarse de allí inmediatamente. Debido a que su rostro descubierto chocó con el metal que protegía a su enemigo, el edagriano quedó aturdido durante unos diez segundos. Sin embargo, eso no lo iba a detener. Moviéndose desde el suelo, gateando hasta el garak, Ixorum se le colocó encima, cubriendo sus brazos para evitar que los pudiera mover. Posteriormente, colocó sus manos alrededor del cuello de su enemigo, y buscó la forma de quitarle el casco para así poder matarlo a golpes, siendo consciente del daño que le haría golpear el metal directamente.

    En menos de veinte segundos, Ixorum fue capaz de cumplir con su cometido, y logró retirar con poca dificultad el casco de la cabeza del garak. Asmir, sintiéndose abrumado por el peso del cuerpo del edagriano encima del suyo, estaba completamente inmóvil, y a merced de su enemigo.

    — Con tu muerte estaré un paso más cerca de ganarme el perdón de mis hermanos — eso era, en aquel momento, lo más importante para el menor de la familia.

    Con su puño totalmente cerrado, sus nudillos golpearon el pómulo de Asmir, quien pudo sentir casi inmediatamente después del tacto como tres de sus dientes se desacomodaron de su lugar, lo que lo hizo lanzar un grito de dolor mientras la sangre le empezaba a brotar de la boca.

    Un segundo golpe de puño siguió esa acción, este siendo más débil que el primero, pero no por eso débil para nada. Fue ese ataque el que hizo que los dientes flojos de Asmir se salieran de sus encías y fueran desparramados en el suelo del campo de batalla, generando que todavía más sangre de la inicial brotara de su boca, al tiempo que el grito del garak se hizo más ahogado.

    Ixorum movió su puño listo para lanzar su tercer golpe, cuando, en aquel momento, la punta de una lanza de alguno de los ryfier le atravesó el cuello. De forma repentina, y sin poder hacer nada para defenderse, los huesos y las venas que pasaban por la zona en donde recibió el ataque se rompieron. Ixorum, impactado por haber sido atacado por la espalda de esa manera, empezó a ahogarse con su propia sangre, mientras intentaba de forma imprecisa guiar sus manos hacia su cuello para retirarse el arma de aquella zona. Asmir, con sus heridas evitando que pudiera levantarse a ayudar a quien lo quería rescatar, no tuvo más remedio que quedarse en el suelo, desde donde pudo ver la conclusión de aquel ataque.

    La lanza fue retirada del cuello del edagriano, esto por parte del atacante. Con un movimiento brusco, el arma salió de la zona de impacto, lo que generó que, por inercia, Ixorum cayera con su cuerpo hacia atrás. Así fue como Asmir pudo ver que, parado frente a él y a su enemigo se encontraba Allecreod. El que en el pasado fue el líder de los ryfier se paró entre el garak y el edagriano, viendo como este último se ahogaba con su sangre que brotaba de la herida que le había causado hacía pocos instantes.

    — Quizá me arrepienta por eso — Allecreod mencionó, notando que Ixorum lo estaba observando — Pero a ti te tengo que matar. Tú estuviste presente cuando tu padre me engañó, y aunque querías llevarle la contra, nunca intentaste contactar conmigo. Eres igual de culpable que todos los que nos quieren muertos, no importa lo que hayas hecho después… Hasta nunca, Ixorum.

    Con gran furia en contra de él, tras haberle dedicado unas últimas palabras, Allecreod le lanzó una estocada al rostro descubierto, lo que hizo más sencillo quitarle la vida. Con la punta de su lanza le perforó el ojo, pudiendo atravesar los tejidos que separaban el rostro del cerebro. Al haber conectado su arma con el órgano vital de su enemigo, quien contaba con una fuerza impresionante con la cual no era conveniente medirse, Allecreod pudo ponerle fin a la vida de Ixorum.

    Un segundo después, consciente de que seguían en el campo de batalla, y que los edagrianos a su alrededor podían ser tan peligrosos como el tercer hijo de Hark, el soldado ryfier se acercó a Asmir, quien lo contempló todo desde el suelo, impresionado por el hecho de que alguien a quien intentó matar en el pasado hubiera salvado su vida de las manos de un rival muy poderoso.

    No fue la única sorpresa que tuvo, dado a que, tras haberse acercado lo suficiente a él, Allecreod le hizo una pregunta.

    — ¿Crees que puedes seguir peleando? — el ryfier parecía ir en serio con esa pregunta — Porque si no es así, me quedaré al lado tuyo para protegerte. Estando debilitado serías un blanco fácil, y no eres alguien a quien nos podamos dar el lujo de perder.
     
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  6.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, que decir. Este capítulo me ha gustado muchísimo, especialmente porque la acción en este ha sido muy disfrutable y además no me esperaba la muerte que ha habido. Por ello, pasaré a comentar parte por parte lo que me ha parecido el capítulo de esta semana.

    El capítulo empieza con la aparición de Ixorum, quién se está preparando para la batalla. Junto a un grupo de edagrianos, el hijo menor de los tres hijos del fallecido Hark se abastece de suministros mientras piensa en el error que cometió al confiar en las especies aliadas que ahora están atacando su planeta. Su odio por ellos es palpable y sus ideales pasados ya son eso, pasado. Ahora, el objetivo de Ixorum es acabar con quién sea que se interponga entre su camino, consciente de que sus acciones ahora están vigiladas por sus dos hermanos mayores.

    De ahí pasamos a ver como el equipo de Michael y el de Kila logran una nueva victoria, para acto seguido preparar el terreno para un campamento militar médico. Gina y Noak serán los encargados, junto a más soldados humanos y garak, de proteger la zona en caso de que les llegue un ataque. Por su parte, Michael, Alicia y Kila están a la espera de recibir una nueva misión, o de lo contrario, se dirigirán a atacar otro sitio. El comandante Umcali hace un llamamiento por radio para informar de su disponibilidad en combate, formándose así una conversación entre los distintos líderes y escuadrones, cada cuál con sus situaciones y problemas. Los grupos de Ace y Natasha se dirigirán hacia donde están Wida, Lankir y demás soldados, con el objetivo de hacer que Xorxaik pueda hacer su trabajo y evitar que salgan más trenes solares. Y es que un conflicto como una guerra a escala planetaria, toda ayuda es bien recibida.

    Tras esto, vemos al escuadrón de Asmir y Allecreod con el de los ryfier Cadain y Ebilo. Habiendo obtenido una victoria temporal, se deciden a descansar y reponer fuerzas aprovechando la breve paz que tienen. Ahí es donde, hablando, se descubre que el líder garak tiene claro que el destino de Allecreod es la muerte, al mismo tiempo que Cadain le confirma que una vez acabado el conflicto, no volverá a saber nada de los ryfier. Esto me parece interesante de remarcar porque me da que da a entender que cuando la guerra termine, esa alianza que tienen las especies se romperá. O al menos entre algunas especies. Para colmo, el pobre Allecreod empieza a ser consciente de que su redención es cada vez más complicada, por no llamarla una utopía. De ahí volvemos a ver a Ixorum y su grupo, el cual celebra una victoria contra un grupo garak y su tanqeue abatido. Todo esto es visto desde la distancia y la altura por parte del grupo de Asmir y Cadain, siendo el primero quien decide que es hora de atacar. Un nuevo enfrentamiento se sucede y ahí es cuando llega la mejor parte del capítulo.

    Los edagrianos muestras su poderío físico y fuerza bruta llevando el combate al cuerpo a cuerpo, lo que les es más difícil a los aliados. Vemos como Ebilo enfrenta a Ixorum sin saber realmente que es él, y poca resistencia le ofrece antes de ser asesinado por el tercer hijo de Hark. Bueno, el personaje ryfier apareció hace poco y apenas ha sido relevante, por lo que su muerte me es indiferente. Ixorum enfrenta entonces a otro enemigo, siendo éste el propio Asmir. Líder garak y edagriano renegado se enfrentan en lo que ha sido una pelea muy buena y divertida de leer. Ixorum, pese a no ser un soldado al uso, demuestra su fortaleza al mismo tiempo que Asmir busca hacerle daño. Sin embargo, pronto las tornas se cambian e Ixorum empieza a ganar terreno en esa pelea 1vs1. Cadain, viendo que el principal líder de la alianza (una lástima que el todopoderoso líder tenga que ser Asmir... :v) está en serios problemas, va a ayudarle, pero es atacado y derribado por un enemigo (Cadain se quedó sin espalda ahí XD). El actual líder ryfier teme que Asmir muera porque sería un duro golpe para los aliados, por lo que clama que alguien le ayude. Ixorum enfrenta a dos soldados enemigos a los cuáles se ventila en un momento, recuperando su intimidad con Asmir. La pelea se prolonga brevemente hasta el punto en el que Asmir es derribado e Ixorum se le coloca encima, le saca el casco y le reparte hostias en el rostro hasta el punto que le quita los empastes al garak (se lo merecía por insolente :v). Lo mejor viene aquí, que es cuando uno se cree que va a morir el líder garak solo para leer como repentinamente, alguien traspasa la nuca de Ixorum con una lanza. RIP al hijo de Hark y alabado sea Allecreod por una aparición final estelar que salva la vida de quién planea ser su verdugo. ¿Qué no había posibilidad de redención?

    Allecreod: bitch, please :eyebrow::yagami:

    El capítulo termina con Allecreod "preocupándose" por el estado de Asmir y decidido a "protegerlo" (pongo comillas en dichas palabras porque es obvio que lo que busca es hacer cambiar de idea al líder garak). Un final muy digno para un capítulo que ha ido de menos a más, como a mí me gusta XD. Así que: muere de Ebilo = indiferencia / muerte de Ixorum = siuuuuuuuu.

    En fin amigo, un placer haber hecho esta leída en simultáneo. No puedo esperar para la próxima, así que te deseo una gran semana por delante y nos vemos pronto. ¡Chao!
     
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  7.  
    Elliot

    Elliot Usuario común

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    Cap "Un equipo fragmentado"

    Entre tantos nuevos aliados alienígenas, no había caído en lo complicada que era la situación del Zenith ahora mismo. Como dijo Magnus, perdieron a la gran mayoría de los enviados a la misión al espacio, no pueden mandarles nueva ayuda de momento por escasez de tropas, y su único comandante actual es, aunque definitivamente competente, un novato sin experiencia en esa posición. En cierto modo, hace que se note aún más lo mucho que descuidan y toman por sentado a sus compañeros alienígenas.

    Y relacionado a estos últimos, tengo bastante hype por como irá la trama en los dominios de los Ryfier. Me había quedado con ganas de ver qué sería de las especies esclavizadas y de la promesa de Lankir (y de paso, su coartada sobre querer quedarse para reparar al robot también es interesante de por si). Prevengo que probablemente haya malentendidos y desacuerdos, y se ponga fea la situación antes de mejorar. Pero habrá que ver que pasa.

    También tengo muchas ganas de ver la reacción de Abel cuando descubra que sus dos planes principales contra el Zenith fracasaron / van a fracasar jaja. Además, hey, parece que al fin vamos a volver a ver una misión grande de Lathan~
     
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  8. Threadmarks: Las cosas han cambiado
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    11794
    Saludos. Dado a que este finde posiblemente tenga un día algo movido, elijo publicar el capítulo hoy que he tenido tiempo de revisarlo.

    Siendo un capítulo largo, no me detendré en avisos, los cuales no hay la verdad XD. Nos acercamos al final, y al punto más alto de la parte, por lo que, espero disfruten lo que van a leer.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por las juntadas a leer nuestras historias en simultáneo por Discord. Siendo que este capítulo será el último en el que leeremos en simultáneo por un tiempo, espero que nuestra juntada por Discord para leer en este finde sea fantástica y digna de despedir esta gran tradición por el momento :)
    También quiero agradecer a Elliot por haber llegado tan lejos con la historia. Espero que, a medida que avance se irá encontrando con cosas interesantes, que sé que lo van a sorprender.

    Sin más que decir, les dejo el capítulo.
















    Las cosas han cambiado:

    Después de haber recibido las coordenadas de la ubicación de sus compañeros que necesitaban ayuda en la batalla, la nave de Michael y la de Kila descendieron a las puertas de la ciudad. Tan solo a menos de diez minutos de realizado el pedido por parte de la comandante Gwyn.

    Luego de que las naves aterrizaron, los comandantes de los equipos descendieron primero para encontrarse con sus compañeros y verificar de primera mano cómo se encontraba la situación que estaban atravesando. Michael, Alicia y Kila, seguidos por algunos otros soldados que se encontraban cerca, fueron hasta el sitio en el que se encontraban reunidos los líderes.

    Viéndolos llegar, Gwyn, Thomas y Halur, quienes ya estaban en la zona de batalla, se acercaron a ellos para poder saludarlos, agradecidos de que fueran los que atendieran a su pedido para reforzar sus números en la incursión que buscaban realizar. Michael pudo ver que los rostros de Gwyn y Thomas tenían una mirada bastante seria como para que las cosas fueran bien en absoluto, por lo que quiso ver qué era lo que había sucedido antes de su llegada.

    — Me da gusto verlos tan pronto — Michael expresó, con gran alegría desde su interior — Creí que no volveríamos a cruzar nuestros caminos hasta que la guerra hubiera terminado. Pero asumo que algo malo sucedió hace poco tiempo.

    — Halur… — Kila no notó nada fuera de lo normal en su compañero.

    — Hace tiempo, en el ataque que realizamos, dividimos al equipo en dos — Gwyn explicó, sin saludar formalmente a sus compañeros que acababan de llegar — Hemos sufrido bajas en ambos lados…

    — Xander y Casey no vinieron con nosotros, ellos integraron el otro grupo — Thomas entendía el motivo de Gwyn de sentirse así — Pero, a diferencia de nosotros, se ve que no lograron sobrevivir. Luego de que todos los que estamos aquí saliéramos de la ciudad, nadie más lo ha hecho.

    — Ni siquiera respondieron a mi llamado cuando lo realicé — la comandante supo que se trataba de una situación amarga para ellos — Es muy probable que no lo hayan logrado. Si es así… no sé qué es lo que vamos a decirle a sus compañeros.

    — Aún no es tiempo para sacar alguna conclusión apresurada — Alicia no quería pensar en lo peor — Cuando entremos a la batalla, lo haremos desde el mismo sitio por el qué fueron ellos. Allí podremos descubrir si de verdad les ocurrió algo malo o no. Tal vez estén heridos, o se hayan ocultado y no puedan responder para no llamar la atención.

    — Espero que sea cierto — era el deseo de la comandante — No quiero perder a nadie más. Solamente quiero ganar esta guerra y que todos podamos vivir en paz.

    — Bueno, para eso estamos aquí — Michael quería levantarles los ánimos a todos los presentes — Ya hemos traído más tanques a la batalla. Puedes decirnos qué tipo de estrategia tienen en mente.

    — Fuimos emboscados al poco tiempo de entrar, y no hay como hacerles frente, porque sus tiradores están situados en el interior de los edificios — Gwyn empezó con la explicación de lo sucedido recientemente — Es por eso por lo que creemos que no hay que dejar los tanques fuera de la batalla. Claramente, luego de que la tropa de Lankir y Wida reportara que con las torretas fueron capaces de destruir un tanque, yo quería no arriesgarlos para no perderlos por si algo salía mal. Pero no nos dejan más opciones. Hay que atacar con los tanques.

    — Es mucho mejor si disponemos de ocho y no solo de cinco — Halur comentó algo que había estado discutiendo con Gwyn tiempo antes de su llegada — Serán cuatro en una dirección y cuatro en la otra. Eso será más efectivo que tener tres de un lado y dos del otro, además de que deja las probabilidades igualadas para los dos grupos.

    — Bien, en ese caso, cuando los tanques estén en el suelo, entraremos todos juntos — Kila tomó la decisión, siendo ella la que estaba a cargo de los refuerzos — Halur y yo llevaremos los tanques al frente y atacaremos los edificios para forzar la retirada de las tropas instaladas en los puntos estratégicos.

    — Perfecto, a nosotros nos toca lidiar con los edagrianos situados en tierra firme — Michael pensó que podrían ser capaces de enfrentarlos — Despejaremos el camino, y cuando esté todo listo, acudan con los tanques a demoler esa terminal. Así evitaremos que puedan lanzar más trenes a la batalla.

    — Cuenten el plan a los demás — Kila recomendó — Los tanques están a punto de terminar de prepararse. Y tengan mucho cuidado al desplazarse por la ciudad. El que seamos la primera fuerza de ataque no quiere decir que nadie nos pueda tomar por sorpresa.

    Siguiendo la advertencia de la soldado garak, Michael, Alicia, Thomas y Gwyn, quienes no podían gozar de un mayor tiempo para disfrutar de su reunión en plena guerra, algo que no creían que pudiera suceder tan pronto, optaron por comunicar al resto de sus tropas el plan. Halur y Kila, quienes comandarían un total de cuatro tanques, sumados a las tropas terrestres de los garak cada uno, hicieron lo propio con los suyos. Luego de que cada soldado fue informado sobre la estrategia que llevarían a cabo en la batalla para poder ingresar a la ciudad y destruir la terminal, los cuatro soldados de Zenith que formaron parte de la misión de explorar el espacio, se reunieron. Por sugerencia de Alicia, iban a entrar todos juntos para comprobar lo que pudiera haber sucedido con las vidas de Xander y Casey, quienes, pese a que el tiempo seguía transcurriendo, no hacían acto de presencia en el lugar.

    Michael, sabiendo que Gwyn y Thomas estaban algo nerviosos por no haber podido acceder a la ciudad en su primer intento, sensación que él no compartía porque él y su grupo venían de una victoria, quiso asegurarse de que se tranquilizaran antes de entrar.

    — Entiendo que estén asustados por esto — Michael les habló con una sonrisa en el rostro — Entraron con la idea de que pelearían una batalla justa, pero los terminaron tomando por sorpresa. Pasó muy poco tiempo como para que puedan estar tranquilos como si nada hubiera ocurrido. Y sé que estar en una posición de poder debe influir todavía más en ustedes, sobre todo en ti, Gwyn. Pero esta vez contamos con más apoyo militar, y la pelea la ganaremos nosotros. Así que, lo mejor que pueden hacer es ver en su mente la imagen de la victoria. No solo la que vamos a conseguir en esta batalla, sino también en la guerra definitiva contra estos malditos seres. Ganaremos hoy, y viviremos en paz en el mañana. Eso es algo que yo ya pude ver en mi mente. Ahora les toca a ustedes verlo, y hacer que los soldados que los seguirán y los estarán mirando puedan verlo.

    Esas palabras dichas por su compañero tuvieron un efecto notable tanto en Gwyn como en Thomas. Si bien, ellos dos ya sabían que siendo más soldados que en la primera ocasión, la pelea podría llegar a ser más sencilla, el tener a alguien más para respaldar esa ventaja les inspiraba algo de confianza adicional. Gwyn, quien compartía el mismo rango que Michael, se quedó con la última frase que dijo su compañero. Siendo la comandante, varios de los soldados la estarían viendo para poder seguirla, buscando en ella un pilar en el que apoyarse para sostenerse cuando el miedo se les viniera encima con toda su fuerza. Eso la llevó a entender que, como alguien con ese grado de importancia, tenía que dar el ejemplo.

    — Estoy de acuerdo en todo lo que has dicho, Michael — Gwyn lo miró con una mueca de confianza — Ya hemos atravesado situaciones críticas en el pasado, y hemos salido victoriosos siendo mucho menos guerreros. Hoy no va a ser diferente, y también vamos a ganar. Y esa vida que tanto hemos deseado tener estará a nuestro alcance.

    — Me alegra ver que te sientas así — Thomas alabó a su novia por esa frase — Yo sé que juntos podremos superar esta adversidad. Muchos peligros hemos tenido que atravesar en nuestro camino como para dejar que este nos quite lo que hemos venido logrando solo por ser unos grados más alto que los anteriores. Si ni los berrod, ni Tzorkun ni los ryfier nos detuvieron, ¿por qué le tenemos tanto miedo a los edagrianos?

    — Parecen invencibles, pero los berrod también lo parecían — Michael creyó que podrían conseguir lo que buscaban — Y los seres del planeta Emiv… y los ryfier. Y las bestias de Fientlig.

    — Cada enemigo que enfrentamos parecía invencible, hasta que les perdimos el miedo — Alicia quiso integrarse a esa arenga de confianza — Esa es la clave para ganar esta batalla y conseguir el triunfo definitivo en esta guerra. Soldados como nosotros deberían tener precaución, no miedo. Son cosas muy diferentes, y mientras más lo pensamos, más nos afecta.

    — Entonces ya sabemos a dónde vamos — Gwyn se llenó de confianza gracias a sus compañeros — A luchar sin miedo.

    — No, a ganar sin miedo — Michael la corrigió, creyendo que eso sería el empuje final que necesitarían.

    De esa manera, todo rastro de inseguridad y ansiedad antes de tener que entrar a la ciudad para llevar la batalla a los enemigos, desapareció del interior de Gwyn y de su pareja. Con la confianza renovada para volver a intentar torcer la situación en favor de sus aliados, los cuatro soldados se reunieron junto a los demás que integraban los escuadrones que iban a partir a la batalla.

    Minutos después de que los garak terminaran de organizarse, ya todo estaba listo, y podían iniciar nuevamente con el ataque que debían llevar a cabo con éxito si querían facilitar las cosas para sus aliados peleando en el resto de las ciudades del planeta. Kila y Halur, ambos dispuestos a comandar un escuadrón diferente conformado por una totalidad de miles de garaks y cuatro tanques cada uno, dieron a los humanos la señal de que iban a entrar.

    Desde la retaguardia, los soldados humanos entrarían a la ciudad tan pronto como escucharan a los tanques disparando en contra de los edificios donde los edagrianos defensores realizaban los ataques desde su cobertura.

    Sin deseos de esperar más tiempo y de darles a los enemigos la oportunidad de que siguieran lanzando trenes al campo de batalla, los dos soldados garak que integraban el consejo de guerra dieron la orden a los suyos para que entraran a la ciudad a realizar un verdadero caos, en busca de facilitar las cosas para quienes ingresarían después de ellos.

    […]

    — Así está mucho mejor — Arion, quien era ajeno a todo lo que estaba sucediendo a las afueras de la ciudad, ya tenía puesto un traje de combate estándar de su especie — Es una pena que la armadura pesara demasiado. Más aún que quizá no tenga otra ocasión para usarla. Pero bueno, es por eso mismo por lo que no le di demasiada atención a su construcción. Quizá con algo más de tiempo la hubiera tenido lista.

    Una vez ya se encontraba listo para pelear con movilidad y sin tener que cargar un peso abrumador en todo el cuerpo, lo que le suponía un gran esfuerzo que era innecesario para una situación tan crítica como lo era una invasión, el hijo de Hark fue a ver a su hermana.

    En el centro de aquella ciudad, más específicamente en la terminal de donde nacía el recorrido de todos los trenes del planeta, Varlim llevaba a cabo la supervisión de un procedimiento muy importante para el futuro de la guerra. Dos trenes se encontraban sobre sus carriles correspondientes mientras que cuatro grúas capaces de levantar un peso enorme, operadas cada una por dos edagrianos al mismo tiempo, se encargaban de colocar en los techos los soportes para que las torretas pudieran ser instaladas y mantenerse firmes, permitiendo así a los encargados de combatir con ellas la posibilidad de apuntar mejor con el tren en movimiento, y sentir un impacto ligero cuando algún proyectil pesado de los tanques de los enemigos impactara contra los muros del tren.

    Arion llegó y pudo ver que el proceso iba bastante bien, y cuando Varlim lo vio, se acercó a él para darle un abrazo de forma cariñosa.

    — Me enteré de que con la armadura que portabas no te hicieron ningún rasguño — Varlim lo comentaba en un tono provocativo — Y me alegro. Odiaría que alguien te lastimara, amor mío.

    — Desafortunadamente, si seguía con esa armadura puesta, iba a terminar exhausto para seguir peleando — Arion contestó, dándole un beso en la frente a su pareja — Pero no importa. Creo que me divertiré más con el traje.

    — Tuviste una buena idea al dejar uno de los trenes equipados con las torretas — Varlim lo felicitaba por aquel plan — Gracias a eso, pudimos comprobar la efectividad de nuestras armas contra esos horribles inventos que trajeron para matarnos. No tengo idea de cuánto tiempo habríamos perdido en equipar uno nuevo si tuviéramos que hacerlo con la guerra iniciada.

    — Bueno, soy el mayor, se supone que mi trabajo es pensar en todo — Arion le contestó — Al menos, hacer el intento. Es lo que papá habría querido.

    Luego de haber mencionado a su padre, quien había sido asesinado por una conspiración llevada a cabo por el mismo Arion para que su relación que mantenía con su hermana no corriera peligro, los dos edagrianos empezaron a reírse. En voz baja para que nadie pudiera descubrirlos, dado a que el caso del asesinato de su padre al envenenarlo en una fiesta había quedado cerrado poco tiempo después de su muerte. Sin embargo, para ambos resultaba un ligero motivo de risa el recordarlo de esa manera. Fingiendo que lo extrañaban cuando, desde que lo habían quitado de en medio, su relación era más llevadera para ambos.

    Viendo que lo mejor sería no hablar más de aquel tema en un espacio abierto como era la zona donde tenía origen el trayecto de los trenes de su mundo, ambos simplemente se acercaron para examinar más de cerca como los trabajadores edagrianos se encargaban de dejar los trenes listos para seguir adelante con la defensa de las ciudades. Ayudando al ejército enviando un vehículo portador de armas de gran potencia.

    La zona estaba siendo monitoreada, además de ellos, por un gran número de soldados edagrianos armados. Tras haber visto que los atacantes no tuvieron ningún impedimento para atacar la ciudad, y asumiendo que pedirían refuerzos tras ser expulsados por sus tropas, les era lógico pensar que terminarían siendo atacados nuevamente.

    — Hay mucho…

    Antes de que Varlim pudiera terminar su frase, diciendo que el silencio en los alrededores era demasiado prolongado, varios disparos de tanques se empezaron a oír a las afueras de la ciudad. Esa era la clara señal de que los invasores habían terminado de reforzarse, y que incluso habían convocado tanques para esa ocasión.

    Arion y Varlim se dieron cuenta de que serían una amenaza mayor, dado a que contaban con mayor poder destructivo que la vez anterior. Fue por eso por lo que el líder de su gente optó por no quedarse pasivamente esperando una ofensiva de parte de los enemigos.

    — ¡Llevemos la batalla hasta ellos! — consideró que era la mejor opción en ese momento — ¡Los trenes no están listos para pelear todavía! ¡Y si destruyen este sitio, no lo estarán jamás!

    — ¡Que el diez por ciento de los soldados se quede para defender el sitio! — Varlim creyó que sería más productivo de esa forma — ¡El resto vendrá a pelear junto a nosotros!

    — ¡Ahora! — Arion no quería esperar más tiempo — ¡No los dejemos seguir avanzando por nuestra ciudad! ¡No tienen ningún derecho a estar aquí! ¡Debieron haber muerto hace mucho tiempo por las acciones de mi padre! ¡Llevémoslos al lugar que les corresponde! ¡Sus tumbas!

    Aclamados por todos los soldados, incluso aquellos que no irían a la batalla junto a ellos por quedarse a defender el lugar, los edagrianos levantaron sus armas y empezaron a acudir corriendo al sitio en el que se oían los disparos estruendosos que los tanques estaban ocasionando.

    Arion y Varlim se miraron mientras corrían al frente, sabiendo que, si al tener menos soldados que antes atacaron desde dos zonas diferentes, lo podrían volver a hacer con mayor confianza tras haber obtenido un mayor número de soldados en la batalla.

    — Será mejor que nos vayamos cada uno por un lado distinto — le decía la chica a su pareja — Después de todo, si resulta que solo atacan desde un solo sitio, podremos reencontrarnos en poco tiempo.

    — Estoy de acuerdo con tu plan — Arion pensaba lo mismo que ella — En ese caso, adelante. Ve tú por el sector que tomé la primera vez. Yo iré a apoyar al equipo que lucha desde los edificios.

    — Nos veremos luego de haber ganado esta batalla — antes de despedirse, la mujer le dio un beso en la mejilla a su pareja.

    Habiendo acordado cada uno un sitio distinto al que acudir en la batalla, sabiendo que lo necesitarían para poder liderar a toda su gente por ambas zonas, los dos hermanos se separaron y se distribuyeron a los soldados para que todos tuvieran la misma cantidad de gente en sus tropas.

    Arion por un lado y Varlim por el otro. Ninguno de los dos tenía una idea clara de cómo enfrentarse a los tanques, por lo que creyeron que lo mejor sería simplemente tratar de ganar el mayor tiempo posible, y si se veían superados por los atacantes, conducir la pelea hasta la terminal. Donde los trenes, si estuvieran listos, podrían prestarles una gran ayuda para repeler el ataque de las fuerzas armadas.

    […]

    Mientras los tanques y las tropas de los garak se movían por las mismas calles en donde los equipos de Gwyn y Xander se habían aventurado en su primera ofensiva, los centenares de humanos, con los cuatro tripulantes más experimentados en misiones espaciales a la cabeza, atravesaban las calles aledañas de la ciudad, con el fin de poder llegar hasta el sitio objetivo y servir como una distracción para que no toda la fuerza se concentrara sobre los tanques.

    Su camino estuvo despejado durante las primeras tres calles, y fue cuando llegaron hasta la cuarta que pudieron notar la presencia de edagrianos para cortarles el paso, aunque no parecían dirigirse hacia ellos, dado a que su dirección era distinta.

    — ¡Edagrianos al frente! — la comandante Gwyn fue la primera en divisarlos — ¡Abran fuego sobre ellos! ¡No dejen que acudan a interceptar a los garak!

    Los que estaban en la parte de adelante junto con Gwyn, Michael, Thomas y Alicia, contaban con una facilidad mayor para disparar sin miedo a terminar causándole un daño a sus compañeros. Fue por eso por lo que los dos comandantes, sus acompañantes y los primeros en las filas abrieron fuego en contra de los edagrianos. Pese a que no estaban a una distancia cercana de estos, las balas que salían disparadas de sus rifles de combate tenían la potencia y velocidad suficiente como para alcanzar sus objetivos.

    En el momento en el que los edagrianos recibieron estos disparos, la respuesta de ellos no tardó en llegar. Cada defensor que se atravesó en el camino por el que transitaban sus atacantes tomó su arma y empezó a disparar en su contra. Varlim, quien lideraba ese grupo, se frustró, dado a que en su trayecto a la zona donde debían acudir, había escuchado varios disparos en aquel lugar. El encuentro con los humanos los retrasaría bastante, y les terminaría dejando un margen de tiempo a los enemigos para que los alcanzaran.

    — ¡Hagan su intento por acabar con ellos! — gritó la edagriana mientras disparaba su arma en contra de los humanos.

    Con ambos bandos situados en el mismo lugar, el tiroteo no tardó en empezar. Balas salían disparadas en todas las direcciones posibles en aquel campo de batalla. Los disparos de los cañones de las armas recorrían distancias largas para poder impactar en sus objetivos, aunque otros simplemente chocaban con los que eran lanzados desde el otro lado. Aprovechando su superioridad numérica, los humanos poco a poco se iban moviendo a través de las calles para poder separarse ligeramente de sus compañeros y así poder disparar sin correr el riesgo de herir a sus aliados de forma accidental.

    Fue esa acción la que inclinó la balanza para el lado de los humanos, quienes, al contar con una enorme ventaja numérica contra los edagrianos, podían causar mayores bajas por tener muchos cañones apuntando al mismo objetivo. Cada vez que un humano caía, dos edagrianos lo seguían, cosa que mermaba todavía más la fuerza con la que contaban Varlim y su gente.

    — ¡Arion! — la mujer, que tuvo que retroceder y esconderse en un pequeño callejón para evitar recibir disparos que pudieran herirla, quiso pedir ayuda a su hermano por medio de un comunicador — ¡Son demasiados ahora! ¡No les podemos hacer frente!

    — ¡Varlim, aquí estoy! — fue la respuesta del líder de su especie — ¡Nuestras granadas y bombas no les hacen nada a esos tanques! ¡Necesitamos los trenes para hacerles frente! ¡Estando juntos no les podemos causar ningún rasguño superficial!

    — ¡Pide refuerzos, los vamos a necesitar! — sugirió su hermana — ¡Nosotros emprenderemos la retirada!

    — ¡Eso está hecho, hermana! — gritó Arion, muy nervioso por la adversa situación en la que estaban — ¡Qué todos los soldados cercanos a mi ubicación se dirijan a la terminal raíz! ¡Necesitamos apoyo para proteger el armado de los trenes!

    Habiendo sido superados en número por los humanos, que habían elegido golpear todos juntos, a los edagrianos liderados por Varlim no les quedó otra opción más que huir para proteger la terminal, usando los trenes que ya estuvieran equipados para ese momento. Cuando estos emprendieron la huida, los líderes del pelotón supieron que era una oportunidad para aprovechar.

    — ¡Avancen hasta la terminal! — gritó Michael, eufórico y con ansias de acabar con ese conflicto de una vez por todas — ¡Vamos a eliminarlos a todos!

    Viéndose invadidos por un gran golpe de ánimo al ver como sus enemigos retrocedían en batalla, la humanidad avanzó rápidamente tras los edagrianos. No querían perderles el rastro, algunos incluso dispararon a la carrera, cosa que, dada la distancia que estos les habían sacado, no resultó ser de mucha utilidad. Ese fue el motivo por el que todos se colgaron los rifles a sus espaldas para acudir a la zona en donde la lucha pasaría a ser de lo más intensa.

    Los que se habían quedado atrás para defender los trenes se vieron abrumados al ver venir de frente tanto a los escuadrones de Varlim como de Arion. No había pasado mucho tiempo desde que partieron, y el haber regresado tan pronto solo era un indicador de lo serio que debía ser el ataque si fueron forzados a retroceder. Tan pronto como ambos líderes se encontraron en el sitio, Arion dio la orden para que usaran los trenes en el estado actual, pese a que no estaban del todo preparados para afrontar una batalla como esa.

    — ¡Se acercan cuatro tanques de mi lado! — gritó el edagriano — ¡Varlim, ¿pudiste divisar cuántos se aproximaban desde tu zona?!

    — No… no llegué siquiera a ver esos tanques — la mujer se encontraba cansada por haber tenido que correr un largo trayecto.

    — ¡Estarán aquí muy pronto! — Arion se vio superado por la situación — ¡Súbanse a las torretas ya instaladas y prepárense para disparar! ¡Oblíguenlos a marcharse de aquí! ¡De prisa, a sus puestos!

    Algo asustados porque las torretas no habían sido instaladas del todo para poder hacer frente sin problemas a los enemigos, los edagrianos cercanos subieron a los techos de los trenes y tomaron sus lugares correspondientes en las mismas. Arion contó y pudo ver que en uno de los trenes había ya tres torretas instaladas, mientras que en otro solamente había dos. Incluso aunque del otro sector solamente acudiera un único tanque para el ataque, se verían obligados a destinar una torreta para cada uno, lo cual, para la cantidad de atacantes por tierra que había, podría ser fatal.

    Eso hizo maldecir bastante al líder en sus interiores.

    — ¡Maldición, creí que solamente vendrían pocos soldados más! — pensó muy frustrado, pero sin gritar para no aumentar más el nerviosismo entre los suyos — ¡Es como si supieran que debían venir a este lugar para evitar que enviáramos más trenes al campo de batalla! ¡¿Cómo demonios pasó, si no he visto a una nave cerca de esta ciudad como para encontrar nuestra ubicación?! ¡Estoy seguro de que Ixorum no sería tan tonto como para darles la ubicación de lugares estratégicos! ¡Entonces, ¿qué mierda está ocurriendo?!

    — ¡Arion, ya vienen! — un grito de un soldado lo sacó de sus pensamientos.

    — ¡Mierda, abran fuego! — ordenó el edagriano, sabiendo que no les quedaría otra que resistir hasta que llegaran sus refuerzos.

    Desde el techo de los trenes, los soldados que tomaron las armas pesadas abrieron fuego en contra de los humanos, quienes fueron los primeros en llegar. Tan pronto como las armas se accionaron, el grupo de atacantes se empezó a distribuir, al tiempo que cada soldado en el ejército invasor tomó sus armas y empezó a disparar en contra de los enemigos que estaban a pie, realizando las mismas acciones que ellos. Moviéndose a la velocidad a la que podían para evitar los disparos de las armas pesadas, los humanos lograron resistir solamente veinte segundos sin sufrir bajas. Transcurrido ese tiempo, los tiros de las torretas empezaban a llegar hasta sus cuerpos, atravesando el metal de las armaduras, la piel de sus cuerpos e impactando sus órganos vitales, cosa que provocaba que varios de ellos cayeran al suelo sin vida.

    Cuando parecía que podrían dar vuelta el conflicto, la ventaja de los edagrianos llegó a su fin nada más empezó. Los escuadrones de los garak hicieron acto de presencia en la escena, y los soldados a pie abrieron fuego contra los enemigos cercanos, integrándose a las fuerzas de combate humana; mientras que los tanques empezaban a disparar sus proyectiles contra los trenes.

    Dado a que las torretas tuvieron que ser equipadas a gran velocidad, estas no estaban aferradas firmemente a los techos de los tanques, lo que provocaba que cada impacto generara una sacudida que dificultaba bastante apuntar firmemente. Viendo como los tanques y las tropas de tierra no dejaban de producir bajas en sus filas, Arion decidió activar los altavoces de la ciudad para dejar salir un mensaje que mostraba desesperación.

    — ¡Habla Arion! — gritó, haciendo que su voz resonara en todos los edificios cercanos a la zona — ¡Le ordeno a cualquiera que pueda sostener un arma que acuda a la terminal raíz a pelear! ¡Podrán refugiarse cuando lleguen nuestros refuerzos! ¡Hasta entonces, vengan a combatir con nosotros!

    Con la esperanza de que ese mensaje alentara a los suyos a acudir al combate y no a correr despavoridos, Arion levantó sus armas para seguir disparando en contra de los enemigos que tenía al frente, quienes no hicieron oídos sordos a las palabras que salieron de su boca.

    — ¡Es él! — gritó Michael, esperando que sus compañeros pudieran oírlo con tanto ruido de los disparos — ¡El que vino a la Tierra y la convirtió en un planeta sin vida!

    — ¡No solo eso! — Gwyn recordó que alguien mencionó que la batalla era en memoria de Hark, lo que quería decir que no se encontraba vivo en aquel momento — ¡Si Hark ha muerto de verdad… él debe ser su líder actualmente!

    — ¡En ese caso hay que matarlo pronto, antes de que pueda huir! — gritó Thomas queriendo apuntarle — ¡Si tan solo tuviera el cañón de Lankir conmigo! ¡Ya no volvería a dejar que una situación como la de Allecreod se repitiera, no con él!

    — ¡Cuando los tanques arrasen con la terminal, hay que avisarles para que lo fijen como blanco! — Alicia pensó que sería lo mejor — ¡No podrá sobrevivir a un impacto de uno de los tanques!

    Decididos a terminar con la vida de quien representaba la mayor autoridad en el planeta tan pronto como el objetivo prioritario estuviera eliminado, todos los soldados disparaban la mayor cantidad de balas que sus armas les permitían.

    El tiempo pasaba, y los trenes no dejaban de recibir daño de los proyectiles de los tanques, los cuales superaban el número de torretas en tres unidades. Cada disparo que golpeaba contra ellos, pese a que estaban construidos con un acero bastante resistente, los hacía temblar bastante. Fue así como, viendo su superioridad numérica finalmente aprovechada, los ocho tanques pudieron disparar al mismo tiempo en contra de los dos trenes, generando una explosión interna que los terminó por destruir, provocando que varios trozos de metal salieran volando por los aires, mientras que los edagrianos más cercanos a la zona eran consumidos por el fuego que nació al suceder ese impacto.

    — ¡Los trenes han sido destruidos! — Kila supo que lo debían aprovechar — ¡Ahora derrumben esa terminal! ¡Que no vuelva a salir ninguno más a la batalla!

    Arion, quien había caído al suelo, fue ayudado a levantarse por su hermana, quien se acercó tan pronto como lo vio allí. Al momento en el que ambos miraron al frente, vieron como la terminal cerca de la que se encontraban era asaltada violentamente por los tanques. Sin los trenes para poder hacerles frente, los hermanos edagrianos supieron que quedarse no les haría nada bien si querían sobrevivir.

    — ¡Mierda! ¡Retírense y reagrúpense! — ordenó el líder de su gente — ¡Cuando lleguen los refuerzos, pelearemos todos juntos hasta dar la vida si hace falta!

    Abriendo fuego contra las tropas terrestres, quienes eran las únicas que se encontraban disparándoles en su contra, Arion, Varlim y varios de los que habían sobrevivido emprendieron la retirada del lugar, con el objetivo de escapar a lo que sería una muerte segura.

    — ¡Quieren alejarse! — señaló Michael, sabiendo que no podían permitir que hicieran algo así.

    — ¡Vayan por ellos! — Halur les pidió con desesperación — ¡Los garak destruiremos la terminal y los edificios cercanos! ¡Luego nos uniremos a ustedes!

    — ¡Aprovechen la oportunidad ahora que están con pocos soldados! — Kila supo que los humanos no necesitarían de su ayuda para lograrlo — ¡Acaben con él y hagamos esto todavía más fácil de lo que iba a ser!

    — ¡Ya escucharon, tenemos un trabajo que hacer! — Gwyn, queriendo aprovechar al máximo el ataque para causar el máximo daño a los enemigos, fue la que dio la orden de avanzar — ¡Tenemos que arrebatarles a su líder, así como ellos asesinaron al nuestro!

    Contagiados con el sentimiento de venganza por Magnus, los miembros del ejército humano gritaron con furia para empezar a correr junto a sus líderes detrás de quien era, o debía ser, la máxima autoridad en el planeta. Mientras los garak se quedaban en el lugar, comandando a los tanques para que derribaran todos los edificios que conformaban la terminal de la cual nacían todos los trenes, los soldados de la humanidad iniciaron la persecución contra los edagrianos que se habían fugado de la zona de combate.

    — ¡No puede ser, vienen tras nosotros! — Varlim miró atrás para ver una enorme multitud siguiéndolos.

    — ¡Mierda, no quiero tener que usar los generadores de sismos para detenerlos! — Arion pensó que era una forma drástica para frenar el avance enemigo — ¡Si lo hago, varias ciudades quedarán destruidas por completo, y nuestro planeta sufrirá el mismo destino que la Tierra!

    Enojado por no tener una solución que les pudiera dar la victoria en la batalla tras haber perdido los trenes antes de que estos estuvieran preparados, Arion empezó a debatir consigo mismo para poder decidir si debería recurrir a sacrificar su planeta, violando así las leyes más sagradas de su gente, si eso garantizaba que los suyos vivirían más tiempo y tendrían la oportunidad de ganarle a los invasores, que estaban mejor preparados de lo que él esperaría.

    — ¡No podemos destruir el planeta para salvar a nuestra gente! — Varlim reprobó ese pensamiento de su hermano — ¡Las leyes y mandatos de nuestra gente prohíben destruir la naturaleza de un planeta próspero, y se tienen que cumplir sin importar lo que suceda!

    — ¡Tienes razón, ¿en qué estoy pensando?! — Arion supo que, de recurrir a una jugada como esa, lo más probable era que nadie lo perdonara — ¡Pero ¿qué se supone que voy a hacer?!

    — ¡Arion, mira al frente!

    Cuando un soldado le llamó la atención con esas palabras, lo primero que el edagriano pensó era que se trataba de un nuevo escuadrón enemigo, lo que significaría que su retirada estaría totalmente anulada si era el caso. Pero, para la gran sorpresa de Arion, eso no ocurrió así. Al mirar hacia adelante, pudo ver con sus ojos algo que no entendía. Una enorme multitud de edagrianos acudía corriendo hacia ellos.

    — Son… — Varlim entrecerró los ojos para intentar ver mejor — Son los ancianos de nuestra gente.

    Ninguno de ellos dejó de correr, pese a ver con gran confusión esas acciones por parte de quienes eran las personas de mayor edad entre su población. Al principio, nadie pudo distinguirlos para ver si lo que Varlim decía era cierto, pero conforme se fueron acercando, comprobaron que eso era verdad. Mientras la estampida edagriana se acercaba, Arion los fue observando mejor, notando por las arrugas en la piel que pudo empezar a divisar, que lo que su hermana decía era cierto.

    — ¿Qué están haciendo aquí? — Arion no tenía idea de a qué se debía eso — No están portando armas.

    Como si estos lo hubieran escuchado, uno de los ancianos edagrianos que iba al frente, emitió un grito que aclaró las cosas para todos ellos.

    — ¡Hemos venido aquí para sacrificarnos! — gritaba quien resultaba ser un hombre — ¡Daremos nuestra vida para poder darles a ustedes un poco más de tiempo para reunirse con los refuerzos que van a llegar a este lugar!

    Al verlos bien, Arion pudo ver que era un número de ancianos muy numeroso el que estaba corriendo en el sentido opuesto al que ellos se estaban escapando. Todos los ancianos de esa ciudad tomaron la decisión de ayudar a los suyos, probablemente alentados por el mensaje tan desesperado de Arion al pedir ayuda a todo aquel que pudiera tomar un arma.

    — ¡Ustedes huyan hacia un lugar seguro y encárguense de vivir para ganar esta guerra! — decía una de las mujeres de ese grupo — ¡Nosotros seremos el escudo que les comprará más tiempo!

    Sin estar del todo contento por tener que ver como los mayores de edad de su gente daban la vida por ellos, Arion aceptó a regañadientes esa propuesta. Con un gesto y sin ánimo de gritar, le hizo saber a todos los soldados que iban a usar a los más ancianos entre su gente para huir de lo que podría ser una muerte segura para ellos. Llegado el momento, cobrarían venganza, pero para eso primero debían reunirse con los soldados del ejército que pudieran acudir a la batalla junto con ellos.

    Fue así como, con una sensación amarga en su interior, Arion, Varlim y los edagrianos defensores pasaron de largo a los civiles de edad más avanzada entre los suyos, mientras que estos últimos corrían hacia los enemigos para poder realizar una avalancha en su contra.

    — ¿Qué hacen? — Michael los vio venir y no podía descifrar a qué se debía eso.

    — Lo que sea que estén haciendo, no importa — Alicia notó que iban desarmados — No podemos dejar que Arion escape ahora.

    — ¡Fuego! — Gwyn compartía el deseo de su compañera.

    Bajo las órdenes de la comandante, quienes iban al frente empezaron a disparar contra los ancianos edagrianos, sin saber que pertenecían a ese grupo etario. Dado a que estos no contaban con ninguna clase de traje de protección, los impactos daban de lleno en sus cuerpos. Pese a lo que creían, estos soportaron con determinación y una voluntad inquebrantable los disparos, y pese a sus heridas y la sangre que brotaba de allí, no se detuvieron en su avance hasta llegar a los invasores.

    Viéndose sorprendidos por un acto así, cosa que nunca esperarían, la estampida de ancianos edagrianos atropelló al escuadrón humano, llegando a derribar al suelo a muchos de ellos, mientras que otros simplemente retrocedían para no terminar como los demás. Algunos de los que fueron tirados al suelo fueron pisoteados de forma violenta por la multitud que acudió a dar la vida por los suyos. Los cuatro soldados que guiaban al grupo, y muchos otros en las líneas frontales se veían constantemente golpeados por las piernas grandes de los miembros de esta especie. Lo peor para ellos era que, con cada patada recibida al intentar hacer pie, eran empujados en una dirección diferente cada vez, distanciándose más de sus compañeros.

    Michael fue uno de los que más lejos terminó de los demás, siendo movido por cinco metros seguidos desde el suelo, llevado junto a otros soldados hacia un extremo del foco principal de la multitud, lo que le dio algo de espacio para poder levantarse. Escuchando los disparos que otros soldados realizaban, el soldado buscó una abertura, y tan pronto como la encontró, se arrastró por el suelo lo más rápido que pudo para poder moverse hacia ese lugar.

    Al llegar a un sitio despejado, se puso de pie, y lo primero que vio frente a él era como los ancianos edagrianos, que eran un número que casi equiparaba a sus soldados en cantidad, seguían realizando embestidas en contra de sus soldados, que no dejaban de disparar hasta ser derribados al suelo. Estando libre de aquella estampida, el soldado vio que junto a él había otros nueve que corrieron con la misma suerte. Cuando se percató de que Alicia, Thomas y Gwyn no estaban junto a él, empezó a buscarlos a los tres con una mirada, pero entre la muchedumbre no los podía localizar.

    — ¡Alicia! — el soldado temía que estuviera siendo brutalmente pateada por los edagrianos — ¡Thomas, Gwyn!

    El ruido de los disparos y de varios gritos no dejaba que nadie más que los soldados que estaban en las cercanías pudieran oír los gritos del soldado. Sin respuesta de sus compañeros, Michael quiso tomar su dispositivo para poder comunicarse con ellos directamente, por lo que realizó la apertura del compartimiento en donde lo guardaba. Tan pronto como lo tomó con las manos, notó que estaba fracturado, y que los constantes pisotones eran los causantes de que quedara incomunicado.

    — ¡Maldita sea! — Michael entonces tomó entonces uno de los rifles que estaba cercano a su posición, sabiendo que el suyo estaba perdido — ¡Hay que abrir fuego contra estos malnacidos! — miró furioso a sus soldados cuando dio esa orden — ¡No podemos perderlos! ¡No puedo perderlos!

    De esa manera, el comandante Umcali empezó a disparar con su arma en contra de los edagrianos más altos, apuntando a su cabeza conforme podía hacerlo. No todos los nueve acompañantes portaban armas, pero eso no hizo que se detuvieran. Aprovechando que habían conseguido la capacidad de lanzar energía tras los viajes a Fientlig para capturar a las bestias, estos apuntaban con sus manos a la enorme cantidad de edagrianos que se encontraba en las calles, corriendo de un lugar a otro, buscando embestir a los soldados humanos, que conforme pasaba el tiempo, mataban a más de ellos con la ventaja que proporcionaban sus armas.

    — ¡Mierda, no los veo por ningún lado! — a pesar de mirar en cada dirección, Michael no los encontraba — ¡Alicia! ¡Grita si me puedes escuchar! ¡Alicia!

    Empezando a sumergirse en la desesperación de que Alicia pudiera estar siendo golpeada por la fuerza de esa multitud edagriana, Michael no dejó de disparar hasta que su rifle se sobrecalentó demasiado, lo que quería decir que necesitaría darle un tiempo antes de poder usarlo nuevamente. Los soldados que tenían armas para disparar también se vieron ante esta situación, por lo que los disparos cesaron un poco de tiempo después.

    — Comandante — uno de los soldados se le acercó, y pudo notar su cara de preocupación — ¿Qué haremos si perdemos a la comandante Gwyn?

    — No la perderemos, ni a ella ni a nadie — Michael miraba como los que se lanzaron a enfrentarlos sin armas iban cayendo poco a poco — Cuando sus números se vean reducidos y nuestras armas estén listas para volver a disparar, entraremos allí y los buscaremos a todos. No voy a dejar que nadie muera.

    — Entendido — contestó aquel soldado — Esperemos lo mejor para… — algo llamó su atención, lo que lo hizo callar de golpe.

    — ¿Qué sucede? — preguntó Michael, sin saber por qué no continuó hablando.

    — ¡Un silbido! ¡Se intensifica!

    Pese al ruido en los alrededores, los soldados de la humanidad pusieron atención para ver si podían escuchar lo que uno de ellos llegó a percibir. Efectivamente, un silbido se estaba haciendo cada vez más fuerte, y cuando lo tuvieron más cerca, pudieron notar que venía desde atrás de ellos. Al darse la vuelta, pudieron ver como un edagriano armado con un arma enorme de al menos medio metro de largo se les acercó desde atrás. Dicho ruido parecía venir de su arma, pero ningún proyectil estaba a la vista.

    — ¡Ahora! — escucharon el grito dado por aquel ser.

    Michael y los nueve soldados pudieron ver como del cañón enorme de su arma salieron disparados un total de siete elementos que eran desconocidos para ellos. El comandante, asumiendo que podrían ser explosivos, dio la orden de que se separaran.

    — ¡Mierda, corran, a los edificios! — Michael señaló apuntando a algunas puertas cercanas a sus posiciones.

    Corriendo lo más rápido que pudieron, Michael y otros tres soldados se fueron hacia un edificio situado en la dirección izquierda en la que se encontraban, mientras los cinco soldados restantes optaron por no meterse allí dentro y simplemente correr hacia la multitud.

    Michael y sus compañeros corrieron juntos para embestir la puerta, dado a que no podían usar las armas puesto a que no acababan de recuperarse del calentamiento. Siendo una puerta ancha con casi un metro y medio de largo, cuando los cuatro la embistieron, pudieron forzar su apertura. Pero los objetos que fueron disparados del cañón de aquel civil que, siguiendo la orden de su líder tomó un arma y llegó al conflicto, fueron más rápidos. Tan pronto como tocaron el suelo, siete explosiones se generaron en la zona de impacto, y por la onda expansiva de las mismas, Michael y los tres soldados fueron tirados al interior de aquel edificio tras haber sido impulsados con una fuerza tremenda.

    — ¡No los dejaré huir! — el edagriano accionó su arma dos veces más, lo que terminó en el lanzamiento de catorce de esos elementos explosivos en dirección hacia la multitud, lo que impediría que los soldados que huyeron pudieran regresar.

    Habiendo realizado lo que quería, este entró corriendo al edificio, en donde los cuatro soldados de la humanidad, aún aturdidos por el salto y el golpe que sufrieron por la explosión, se encontraban haciendo su máximo esfuerzo para ponerse de pie.

    — ¡¿Cómo se atreven a venir a mi ciudad a destruirlo todo?! — con un gran enojo, se empezó a acercar a uno de ellos, el que más cerca estaba — ¡Van a pagar por haber sobrevivido al Exterminio! ¡Ustedes no debían estar aquí! ¡Debían estar muerto, y yo me voy a encargar de que así sea!

    — ¡Comandante, cuidado, va por usted!

    Michael, asustado por aquel grito, se dio la vuelta y pudo ver como el edagriano que se encontraba frente a ellos se le acercó con la intención de pegarle una patada. Siendo consciente de que no podría esquivarla desde el suelo, y también que no podía dejar que lo noquearan con ese ataque, Michael levantó ambos brazos y pudo amortiguar el daño que un ataque como ese le podría haber causado a su cabeza. Por la fuerte patada, Michael fue empujado unos dos metros al ras del suelo mientras el metal que cubría los brazos de su armadura se partió por el fuerte golpe recibido, causando que algo de sangre saliera de sus brazos por unos ligeros cortes producidos. Y eso no fue todo lo que aconteció. En su brazo izquierdo, Michael sufrió un ligero dolor punzante al tiempo que su cabeza empezó a dolerle, haciendo que se retorciera de dolor mientras colocaba sus manos allí.

    — Son frágiles — decía el edagriano viendo como de una sola patada había dejado a su objetivo en muy mal estado — Sin sus armas no son poderosos. Eso quiere decir que tengo la oportunidad de llevarme a varios de ustedes antes de que alguien pueda matarme.

    — ¡Comandante! — gritó desesperado un soldado mientras se ponía de pie — ¡Levántese rápido, lo vamos a necesitar!

    Mientras Michael seguía retorciéndose en el piso, el soldado que lanzó el grito se acercó al atacante, quien pudo verlo venir. Acumulando energía en sus dos manos, el humano le quiso acertar dos puñetazos en la zona de la cabeza, creyendo que le haría más daño si lo golpeaba en ese lugar. Sin embargo, la agilidad de aquel atacante lo tomó por sorpresa. Moviendo las piernas y el cuerpo hacia los costados, este pudo esquivar ambos ataques, al punto de que ninguno de los golpes que el humano le intentó dar llegaron a buen puerto. Queriendo pasar al ataque, el civil colocó las manos alrededor de la cabeza del soldado que tenía al frente, y con un movimiento ágil le quitó el casco. Acto seguido, habiendo dejado ya su cabeza libre de cobertura, le tomó ambos brazos y luego lo atrajo hacia su cuerpo para darle un potente rodillazo en la cara. Con una fuerza bestial, aquel golpe le hundió el rostro y le partió el cráneo, provocando una muerte rápida al humano que lo atacó primero.

    Michael, quien había retrocedido hasta apoyar su espalda contra una pared, miró como algo de sangre brotaba de sus brazos por el metal roto, y conforme pudo, fue tomando los trozos de metal para quitarlos de allí.

    — ¡Imposible! — otro de los humanos se puso de pie para pelear.

    — ¡Comandante Umcali, dese prisa, tenemos que atacarlo entre los tres! — le gritó el último que estaba con vida al humano.

    — ¡¿Por qué?! ¡¿Dos contra uno no bastan?!

    El edagriano, sin regocijarse demasiado por la baja que había conseguido, se puso frente a los dos soldados humanos que ya se habían puesto de pie para hacerle frente. Sintiéndose arrinconados, y viendo que Michael tardaría algo más de tiempo en recuperarse, estos se le lanzaron en su contra.

    De forma rápida, el civil que salió a su enfrentamiento levantó su rodilla y logró encajar un golpe muy fuerte en el estómago a uno de los humanos que se le acercaba; acción que fue aprovechada por el otro humano, que levantó su pierna para darle una fuerte patada al enemigo en la cara. A pesar de haber hecho el máximo esfuerzo que su cuerpo le permitió, no pudo mover al edagriano más que dos pasos hacia atrás. Este, al recuperarse de su ataque, lanzó un puñetazo rápido en contra del humano que se atrevió a golpearlo. El soldado pudo esquivar el golpe agachándose, pero eso lo dejó a merced del edagriano, que le dirigió otro golpe, este último con el codo de su otro brazo. De un solo ataque a cada uno, ambos humanos se encontraban en el suelo. Todavía tenían la capacidad de seguir peleando, pero estaban algo adoloridos por el daño acumulado de las pisadas que recibieron de la multitud y el golpe que generó la onda expansiva de la explosión.

    — ¡Me las vas a pagar por esto! — Michael, con una mano sobre su cabeza, ya se había puesto de pie para la pelea.

    Con una gran furia en su interior, Umcali corrió a máxima velocidad hacia su enemigo, quien esperaba un ataque de puño, pero fue tomado por sorpresa cuando vio que Michael dio un salto y le pegó una doble patada en el pecho. Con una fuerza descomunal que propinó con ese ataque, el edagriano retrocedió varios pasos perdiendo el equilibrio brevemente hasta que lo pudo recuperar.

    — ¡Tú eres uno de sus líderes! — recordó que dos de ellos lo había llamado comandante — ¡Lo mejor será que te mate! ¡Ese golpe que me diste sí que vino con mucha fuerza!

    Sabiendo reconocer una amenaza cuando la tenía en frente, el edagriano corrió hacia él para darle un puñetazo en la cabeza. Michael quiso esquivarlo para evitar ser golpeado por un ser con tanta fuerza como él, pero antes de poder saltar hacia un costado, sintió como su cuerpo se quedó quieto al mismo tiempo que sus brazos se levantaron para cubrir la zona en donde el edagriano lo quería atacar. Con los antebrazos de ambas extremidades, Umcali interceptó el golpe del enemigo, que fue dado con tanta fuerza que quebraron todavía más el metal de la armadura del comandante. El puñetazo fue lo suficientemente fuerte como para arrojar a Michael al suelo, generando que este empezara a gritar mientras el dolor en los brazos y en la cabeza se volvía todavía más molesto para él.

    Antes de que el edagriano pudiera volver a moverse, una ráfaga de disparos impactó contra su espalda. Dado a que no llevaba puesto un traje de combate, los disparos penetraron su piel y le ocasionaron un dolor agudo mientras que mucha sangre brotaba de sus heridas. Pese a todo eso, el guerrero no lanzó un solo grito de sufrimiento, para de esa forma no hacerle saber a los humanos que estaba herido, pensando que podría jugar con la mente de ambos al asustarlos con su actuación.

    — Deja de actuar, no puedes ignorar esto — uno de los humanos sujetaba su rifle, el cual ya se había sobrecalentado nuevamente — Te ha dolido, y no encuentras como soportarlo.

    — Puto humano de mierda — el edagriano quería moverse, pero debía tener cuidado de no forzar su espalda demasiado — Es tal y como lo dije, sin sus armas no son nada.

    — Bueno, nuestras armas ya no sirven — su compañero dejó caer el rifle al suelo para que se refrigerara — Será una pelea cuerpo a cuerpo. Si puedes resistirlo.

    Con dolor y enojo, el edagriano se abalanzó contra ellos lanzando varios gritos, sabiendo que su pequeño intento de hacerse el ileso había fracasado. Los dos soldados humanos corrieron juntos para que este pensara que los podría golpear a ambos, y justo cuando el guerrero enemigo quiso atacarlos con un puñetazo a cada uno, estos se movieron ágilmente con un salto hacia un costado, dejándolo en el medio y expuesto a un ataque. Decidiendo atacarlo a las piernas, cada soldado lanzó un rodillazo potente en las propias rodillas de su enemigo, quien se desestabilizó un poco por el ataque. No dispuesto a rendirse, y aprovechando la cercanía con ambos enemigos, el edagriano flexionó sus brazos y lanzó un codazo el pecho a cada uno. Como acostumbraba a suceder en la pelea, ambos humanos cayeron al suelo por la fuerza tan brutal que ejercía el enemigo sobre ellos.

    Un fragmento grande de energía calórica le golpeó la espalda al guerrero, lo que ocasionó que las heridas de su cuerpo levantaran algo más de temperatura, generando no solo dolor sino también un ligero ardor. Michael, que había logrado atacar con éxito, corrió desde atrás del edagriano cargando energía en sus manos. Dio un salto al frente, ocasionándole una gran pesadumbre en su bastante herida espalda, lo que derivó en un grito de dolor potente de su enemigo. Viendo su oportunidad, este liberó la energía acumulada en la espalda del edagriano al mismo tiempo que le dejó caer un potente golpe en su espalda, lo que terminó por amplificar el tormento que sentía por ser atacado y herido cada vez más en el mismo sitio.

    Sin más fuerzas para seguir de pie, el guerrero enemigo cayó de rodillas al suelo, momento que Michael atacó liberándole en la espalda más fragmentos de calor, los cuales dejaban en un peor estado la piel y el cuerpo del defensor que no podía hacer nada más que gritar mientras los ataques no dejaban de llegar.

    — Con eso bastará — Michael expresó con un gran odio saliendo de él — Si sigo así, me quedaré sin energía.

    Dispuesto a terminar la pelea, el comandante de Zenith le dio un rodillazo directo a la zona de donde salía más sangre. Tanto daño en un solo lugar fue mucho para que él pudiera soportar, por lo que este cayó al suelo silenciosamente, golpeándose la cabeza de una forma brusca. Los dos soldados de Zenith que quedaron vivos, aprovechándose del momento de tranquilidad, se pusieron de pie para poder asistir a su comandante.

    — Este tipo fue un tronco duro de roer — decía uno de ellos.

    — No te confíes, aún no ha muerto — Michael no quiso que se lo tomaran a la ligera — El comandante Lakor tuvo que pasar por un infierno para matar a uno llamado Kenegar. Nos contó que incluso sobrevivió a ser apuñalado en el cuello. Así que no nos dejemos engañar por él. Sigue vivo. Seguro está fingiendo más de lo que siente.

    — ¿Lo rematamos? — preguntó el otro soldado.

    — Háganlo ustedes, yo voy a reemplazar mi armadura rota con la del soldado que ha muerto — expresó con algo de tristeza — Me ha herido un poco, y no quiero salir desprotegido a la calle. En lo más mínimo.

    — Dejémosle el cráneo convertido en un puto colador — expresó uno de los dos soldados.

    Así fue como Michael, con mucha prisa y algo de ansiedad en su mirada, se quitó su armadura, la cual presentaba bastantes rajaduras y trozos de metal salidos de encima. Teniendo a mano la armadura de uno de los caídos, la cual estaba casi intacta dado a que el guerrero edagriano eligió quitarle el casco para luego romperle la cabeza de un golpe, Michael se cambió rápidamente mientras escuchaba como los disparos de sus soldados impactaban en los huesos de la cabeza del edagriano que costó tanto esfuerzo matar.

    De forma eficaz, su armadura rota fue reemplazada por la del fallecido soldado. Creyendo que le podría dar un buen uso, Michael también se acercó a uno de los rifles tirado en el suelo y lo levantó, comprobando que su refrigeración había terminado y estaba listo para volver a ser accionado, cosa que haría en poco tiempo.

    — Mire, comandante, le hemos hecho salir los sesos afuera — decía uno de los soldados señalando el cadáver del guerrero que los atacó.

    — Fue muy estúpido al venir solo, pero gracias a todos los dioses que lo hizo — exclamó el otro, mientras miraba a la cara a Michael.

    — ¿Sus rifles están sobrecalentados? — quiso saber el comandante, sin prestarle mucha atención al guerrero edagriano muerto.

    — Así es. Los hemos agotado por completo durante unos minutos — contestó tras echarle un vistazo al suyo — No serán capaces de disparar hasta que estén refrigerados totalmente.

    — Eso me puede servir bastante — esas palabras confundieron a los dos soldados, quienes no sabían a qué se refería.

    En un acto imprevisible para ellos dos, Michael levantó su rifle, el cual estaba listo para usarse y lo accionó en contra de sus compañeros tras haber apuntado alto. Asustados por la acción tan repentina del comandante, estos quisieron esquivar los disparos, pero Umcali les terminó ganando en velocidad y dejó salir una ráfaga de siete balas de calor en contra de cada uno de ellos. Siendo alcanzados tanto en la cabeza como en el cuerpo, los soldados terminaron perdiendo la vida por el impacto de los disparos que sufrieron por parte del comandante de Zenith.

    Con una sonrisa, Michael los vio a ambos caer sin vida, y solo para estar seguro, se acercó a los cuerpos de ambos para comprobar que ninguno estuviera respirando. Tal y como quería, tanto ellos como el edagriano habían muerto, por lo que, lo siguiente que hizo fue buscar en los compartimientos de sus armaduras para ver si podía encontrar un dispositivo con el que pudiera comunicarse con sus compañeros, para poder reemplazar el suyo que se había roto. Luego de tomar uno de estos, el soldado quiso comprobar el estado de sus compañeros.

    — Alicia, Thomas, Gwyn — habló con seriedad al dirigirse a ellos — ¿Se encuentran bien? Mi dispositivo para comunicaciones se dañó. Tuve que tomar el de uno de mis fallecidos compañeros.

    — ¡Estamos bien, Michael! — Alicia sonó muy aliviada al escucharlo — ¡Estamos los tres reunidos junto a varios soldados! ¡¿Dónde estás?!

    — Estoy refugiado en un edificio, ya que un edagriano nos tiró a mí y a varios más a su interior para pelear — contestó el comandante bajando un poco la voz — Tengo que hablar en voz baja para no llamar la atención, ya que no sé si podrían venir más. Cuando logre salir, te pediré que me mandes tu ubicación para ir a buscarte.

    — ¡Entendido, me alegra mucho saber que estás bien! — Alicia contestó mostrando una actitud muy positiva al escucharlo — Ten mucho cuidado, por favor. Que no te encuentren. No sabemos si podremos ir a rescatarte.

    — No te preocupes por mí, estaré bien — fue la respuesta del soldado — Tú también cuídate. No quiero que nada malo le pueda suceder a la chica que amo.

    — Eres muy dulce, como siempre — le respondió su novia — Te estaré esperando desde un lugar seguro. Cuídate.

    Luego de confirmar que los tres estaban a salvo, Michael sonrió tratando de contener la risa, hasta que ya no pudo hacerlo más y dejó salir una fuerte carcajada de su interior. El soldado se encontraba muy feliz, tanto que se tomó una pausa sentándose en el suelo para poder reírse a gusto antes de salir de aquel edificio para continuar con la guerra que se estaba librando.

    […]

    Michael se sentía bastante extraño, y no solo tenía que ver con sensaciones interiores. Cuando miraba hacia los costados, podía ver que se encontraba de pie sobre un suelo gris e inerte donde lo único que tenía un color diferente era un río de lava que tenía a unos pocos metros al frente, del cual salía un humo blanco muy fino, contrario a lo que él creería posible en un sitio así.

    El soldado de Zenith no fue capaz de saber qué era lo que estaba ocurriendo. Era como si lo hubieran dejado inconsciente en el interior de aquel edificio en el planeta Edagr y se hubiera transportado hacia otro mundo al hacerlo.

    ¿Qué mierda es este lugar? — Michael quiso avanzar para explorar, pero sentía como si sus piernas estuvieran ancladas al suelo — ¿Por qué no puedo moverme?

    Puedes moverte, solo que no tienes la fuerza para hacerlo — una voz se escuchó detrás de él.

    ¿Quién dijo eso? — incapacitado para moverse, no podía siquiera girar su cuerpo para ver al que le dijo esas palabras — Tu voz… me suena bastante.

    ¿Te suena? — preguntó con un tono juguetón mientras se acercaba cada vez más — ¿No me reconoces después de todo lo que hemos pasado juntos?

    La persona que le estaba hablando desde atrás pronto se movió para pararse frente a Michael y poder mirarlo de cerca. Fue en ese momento que Michael abrió la boca más que nunca en su vida, al tiempo que una expresión de horror se adueñó de su rostro. El ser que estaba frente a suyo tenía la piel totalmente roja, igual a la de un berrod como los que él había visto mientras participó en la guerra contra ellos en el planeta Garak, hacía ya muchos meses atrás.

    No necesitó escuchar más para saber quién era el ser que tenía delante.

    Orz — Michael se asustó bastante al verlo — ¿Cómo es posible? No deberías estar libre. Deberías estar atrapado en mi mente.

    Todos esos golpes que nos dieron en tan poco tiempo hicieron lo suyo, Michael — el berrod empezó a narrar lo sucedido — La sacudida de aquella explosión aflojó la placa lo suficiente como para romperla. Solo un poco, pero lo suficiente como para darme algo de movilidad. ¿Te explico lo que te terminó condenando?

    Cuando ese edagriano se me acercó, quise saltar, pero mi cuerpo se detuvo y mis brazos se interpusieron solos ante el golpe — el soldado supo que él no había realizado dicha acción — Eso rompió la placa de mi brazo.

    Veo que fuiste capaz de sentirlo — Orz le sonreía al hablarle — No es de extrañar, puesto a que es tu propio cuerpo el que experimenta estas cosas.

    ¿Qué mierda quieres ahora, pedazo de basura? — Michael sabía que no podía ser nada bueno — Estamos en medio de una guerra contra los edagrianos. No tengo tiempo para lidiar contigo. Ellos son los que…

    Lo sé, Michael — Orz lo interrumpió para callarlo — Yo vivo en tu mente, y todo lo que tú sabes, lo sé yo también. Hark, ese ser despreciable, fue el que convirtió mi planeta en esta monstruosidad que ves ahora mismo frente a tus ojos.

    ¿Este es el planeta Berrod? — Michael quiso saber si no se trataba de un truco de quien invadía su mente.

    Mi último recuerdo que tengo de mi mundo — Orz contestó con sinceridad a su pregunta — Elegí traerte aquí para que tomes en serio mis palabras… Aunque no lo creas, con todo el tiempo que he pasado y las cosas que he descubierto y aprendido, llegué a una conclusión relacionada a mi destino. Ya no quiero venganza en contra de los garak.

    ¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso? Tú los querías muertos. Me engañaste para liberarte de allí y así poder ir a matarlos. Mataste a Likar con mi cuerpo. Si tú has visto lo mismo que yo, habrás visto que los garak exterminaron a todos los tuyos. ¿No quieres vengarte de ellos por eso?

    No, Michael, no quiero — Orz se sentía harto de tener que escucharlo — Luego de que ese edagriano nos reveló toda la verdad, supe que mi ira debía caer sobre ellos. No sobre los garak. Fue Hark y su plan del Exterminio lo que terminó provocando la muerte de mi planeta y el escape de mi especie. Quisimos conquistar Garak y matar a los dueños de su planeta. La muerte de mi gente ocurrió porque no tuvimos la fuerza para vencerlos. Si hubiéramos aterrizado en Emiv, probablemente Tzorkun nos hubiera controlado. Y si hubiéramos caído en Ryfier, Allecreod nos habría esclavizado. Fientlig no era una buena opción tampoco. Y quién sabe que otros mundos con inimaginables terrores quedan por descubrir en este universo tan grande… el destino de los berrod estaba escrito desde que abandonamos nuestro planeta. La extinción nos iba a llegar tarde o temprano, y los responsables de eso son los edagrianos, exclusivamente ellos. Es por eso por lo que no tengo el más mínimo interés en asesinar a Asmir, ni a Allecreod, ni a nadie más. Todos los que estamos aquí somos víctimas de los edagrianos, sobre todo mi especie. Así que, puedes estar tranquilo. Solamente me interesa matarlos a ellos. Nadie de los que te importan sufrirá mi furia, Michael. Al menos, no por ahora.

    ¿Qué significa ese “por ahora”? — Michael no lo podía entender — Deja de jugar conmigo, Orz.

    Te dije que ya no quiero venganza contra los garak, pero eso no quiere decir que no quiera vengarme de una persona en particular.

    Hablas de mí, ¿verdad?

    ¿Qué crees? — Orz le confirmó que estaba en lo cierto — ¿Tienes idea de lo horrible que es que te dejen encerrado sin la más mínima posibilidad de salir? Tú has hecho eso conmigo, Michael. Hiciste que los garak te pusieran esa placa en el brazo, y por eso fue que terminé encerrado dentro de tu mente. Tuve que ver todo lo que hacías sin poder hacer nada al respecto. Te vi asesinar a mi hermano Deren. No sabes lo horrible que fue ver como lo matabas sin poder hacer nada para salvarlo.

    ¡Tú hiciste lo mismo con mis padres, maldito hijo de puta! — Michael enfureció al escucharlo decir eso — ¡No me vengas a dar sermones, que tú usaste mi cuerpo para matarlos!

    ¡Eso fue diferente! — Orz compartió el enfado con él — ¡Tú podías pelear para defenderte de mi control! ¡Si yo maté a tus padres es porque soy más fuerte que tú! ¡Pero cuando me dejaste encerrado con esa placa, me quitaste la posibilidad de defenderme! ¡Por eso, y por haberme tenido observando mientras matabas a mis preciados compañeros, voy a vengarme de ti! ¡Vas a pagar el haberme hecho eso, y lo vas a lamentar por toda tu maldita existencia!

    ¿Qué planeas hacer conmigo, Orz? — la pregunta de Michael denotaba mucho miedo en su interior.

    El berrod, viendo la cara que Michael había puesto, lanzó una carcajada frenética. Sabía que eso no ayudaría a Michael en nada a esclarecer las cosas, y que solo lo asustaría, por lo que, el ponerse a pensar en eso lo hizo reír todavía más fuerte que antes. El humano, por su parte, miraba muy asustado al berrod que tenía adelante. Pese a compartir sus mentes, él no podía conocer su forma de pensar, lo que lo hacía impredecible ante sus ojos.

    Voy a hacerte exactamente lo mismo que me hiciste tú a mí, Michael — Orz lo amenazó de forma muy seria tras haber terminado de reírse — Voy a luchar para mantenerte encerrado hasta que esta placa esté arreglada. Entonces, cuando ya haya sido reparada, tú te vas a quedar en el interior de tu mente. Nunca más vas a poder salir de allí, y serás condenado a sufrir lo mismo que yo he sufrido en todo este tiempo que pasé dentro de tu conciencia.

    ¿Qué es lo que quieres hacer? — Michael seguía sin entenderlo — Sé que me quieres dejar encerrado para que yo vea… ¿Qué vea qué cosa?

    Como yo vivo tu vida, Michael — Orz le respondió directamente — Ya he aprendido tus gestos, y tu forma de hablar, además de los nombres de tus amigos. He estado usando tus recuerdos para conocer mejor a las personas más cercanas a ti, y así poder interactuar con ellos sin que levanten sospecha alguna. Nadie será capaz de descubrirme nunca, y todos ellos siempre van a creer que están hablando con Michael. La vida que deseabas tener, la verás pasar frente a tus ojos sin ser tú quien la experimentará. Voy a convivir con tus amigos, y cada vez que ellos te demuestren afecto, me lo estarán demostrando a mí. Me quedaré con Alicia, y cada beso y abrazo que ella quiera darte, será para mí. Yo conseguiré un hogar para vivir con ella, y voy a asegurarme de que los dos podamos tener una familia. Vas a morirte en vida cada segundo que tengas presente que los hijos que Alicia va a tener se los habré dado yo. Y que cada vez que uno de tus bebés diga “te quiero, papá” como tú y tu hermano solían hacer con tus padres, me lo estarán diciendo a mí. Yo gozaré de todo el amor que está destinado a ser tuyo, y tú te quedarás encerrado en tu propia mente, viendo como alguien más vive tu vida sin dejarte sentirla. Y más importante, sin tener la posibilidad de hacer nada al respecto. Pero eso no termina ahí mismo… La vida que acabo de mencionar es una vida hecha para un humano, no para un berrod. Llegará un momento en el que esa vida me aburra, y ya no la quiera más. Entonces, voy a ponerle fin. Alicia, tus hijos, tus amigos y los hijos de todos tus amigos… los voy a matar a todos. Ellos morirán creyendo que es su gran amigo Michael el que los está matando, y eso será lo que te destruya por completo si lo demás no es castigo suficiente. Una vez que todos ellos sean cadáveres ante mí, te dejaré gozar de la libertad de tener tu cuerpo otra vez. Cargando con la dolorosa y amarga sensación de no haber podido hacer nada para salvarlos. Seguro te perseguirán por haber asesinado a todos tus seres queridos, y voy a disfrutar mucho viendo si eliges escapar de tus crímenes o afrontar tus consecuencias. Pero sin importar lo que elijas, algún día te van a cazar y no tendrás escapatoria. Entonces, ambos nos habremos ido de este mundo. Y puedes estar seguro de que yo me iré feliz por haberte arrebatado lo que más querías en vida. Ese es mi objetivo para cuando termine de asesinar a los edagrianos, algo que pienso ponerme a hacer ahora. Quiero que esta guerra termine lo antes posible para que puedan reparar mi placa y dejarte encerrado para siempre.

    Michael sentía deseos de interrumpir a Orz al tiempo que este hablaba, pero conforme avanzaba su relato, el horror y la repulsión que sentía en su interior aumentaban al punto de que se quedó sin palabras y sin ánimos para ponerle un alto a su discurso. Haberlo escuchado todo lo dejó bastante afectado psicológicamente. No encontraba palabras para describir lo que sentía tras haber escuchado todas las cosas perversas que el ser al que había dejado entrar a su mente tenía pensado hacer. Orz iba a robarle su vida, su familia y sus amigos, para privarlo de los momentos más felices que ansiaba tener y luego dejarlo libre tras habérselos arrebatado para siempre.

    El berrod pudo ver por la cara que tenía que sus palabras tuvieron el efecto deseado en él. Michael estaba asustado y destrozado por eso. Y sin la placa en su brazo para poder mantenerlo aprisionado sin poder realizar algo al respecto, supo que había ganado.

    Quise que lo supieras antes de dejarte atrapado aquí para siempre — de un momento a otro, Orz empezó a esfumarse como humo en el aire.

    ¡No! ¡No puedo permitir que me robes mi vida! — Michael estaba más asustado que enojado — ¡No te dejaré tocarle un pelo a Alicia, ni a Gwyn, ni a Ace, ni a nadie! ¡Prefiero morir antes de permitir que les hagas algo así!

    Descuida, querido Michael — Orz lo decía más en un tono de burla que de sinceridad — Si tanto quieres morir, cuando llegue el momento adecuado, podrás hacerlo. Pero ahora mismo es mi turno para empezar a vivir. Disfruta la vista. Porque ahora, es tu turno de ser el espectador.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, qué decir... acabado de leer el capítulo y todavía sigo entre shockeado y hypeado. Tremendo plot twist te armaste en un capítulo que de por sí estaba siendo bueno, pero que con ese suceso el cual comentaré más adelante, ha roto con todo. CA-PI-TU-LA-ZO. Y ahora, vamos directos a comentar lo ocurrido. :dancecat:

    El inicio se da con Michael, Alicia y Kila llegando donde están Gwyn, Thomas y Halur tras su derrota en el intento por entrar en la terminal de los trenes. El hecho de que Xander y Casey no se comuniquen (ya que están muertos XD) preocupa y mucho, pero ahora que se juntaron ambos escuadrones las posibilidades aumentan. Así, deciden unir fuerzas y retomar el asalto a dicha terminal, lugar que de lograr derribar sería una gran victoria en las aspiraciones de las especies aliadas. Me gustó que Michael tuviera un discurso de calma y veteranía propio de un soldado experimentado como lo es él, para con sus compañeros. Thomas y Gwyn se sienten algo preocupados y temerosos por lo que sucedió con el grupo de los ex Black Meteor, pero gracias a las palabras de su gran amigo, logran enfocarse.

    De ahí pasamos a ver a Arion y Varlim en dicha terminal de trenes, donde están preparando dichos vehículos con torretas armadas para confrontar las tropas y tanques enemigos. La pareja de líderes edagrianos confía en sus posibilidades de éxito con ese plan, pero inesperadamente reciben el asalto de las tropas humanas y garaks. Van a confrontarlas por separado, pero pronto se dan cuenta de que ni juntos es posible frenar la acometida enemiga. Teniendo que replegar, Arion manda un mensaje a todo ciudadano próximo a la zona para que ayude en la pelea, mientras sus trenes son diezmados al no haber terminado de ser arreglados para la batalla. Un caos que termina con la forzada retirada de Arion y Varlim, a quiénes los humanos no piensan dejar marchar por ser el causante del fin de la Tierra. Sin embargo, hasta la pareja se ve sorprendida por la llegada en tromba de ancianos edagrianos que llegan dispuestos a dar su vida para darles tiempo, algo que logran con cierta efectividad. Sin armas pero con determinación, los viejos edagrianos logran frenar a la tropa humana, generando un conflicto mareante.

    Michael es separado de sus demás compañeros y amigos, quedándose solo junto a tres soldados, quiénes son atacados por un edagriano civil que porta una asombrosa arma explosiva. Este ser logra aturdirlos en el interior de un edificio, terminando con la vida de uno de ellos y dañando la armadura de Michael en el proceso. Los tres humanos enfrentan como pueden al único edagriano presente, tarea más que ardua y complicada que termina con la victoria del comandante y sus soldados por muy poco. Sin embargo, aquí viene el plot twist: Michael toma un arma del suelo y arremete contra sus soldados, matándolos. Yo en ese momento ya pensaba en la posibilidad de que Orz pudiese liberarse, pero cuando eso sucede y Michael sonríe, lo confirma. Tú lo sabes, amigo, pero no me has visto saltar en la silla y abrir la boca del asombro. Ese momento ha sido ÉPICO. :vibing:

    Ya sabes que Orz es no solo mi villano favorito de LGC (y de otras historias que has creado) sino también uno de mis personajes favoritos, pese a sus apariciones esporádicas y momentos puntuales. Tengo una relación de amorodio con él y sabes que llevo tiempo deseando verlo de nuevo en acción, aunque has mantenido el secreto bien y no esperaba verlo en muchísimo tiempo. Ha sido increíble, sinceramente. Para colmo, Orz revela lo que planea hacer con el cuerpo de Michael; arrebatarle su vida y su futuro. Algo que a mí me hace presagiar que sucederá en parte, convirtiéndose Michael (Orz) en un potencial futuro villano para la historia. Y créeme, amigo, muero de hype por eso. :yagami:

    En definitiva, este capítulo ha pasado de ser bueno a ser epiquísimo. Me ha encantado, sobre todo el tramo final. Y no puedo esperar para ver el siguiente, pero a diferencia de otras veces, con mucho más deseo de ver que ocurre. Ha sido agradable leer en simultáneo, como siempre, y con este plot twist ni te digo. Que bendición la que se nos ocurrió de hacer esto XD. :nice:

    Un saludo y nos vemos a la próxima (que llegue ya el próximo capítulooooooo :v). ¡Cuídate, amigo! C':
     
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    Elliot

    Elliot Usuario común

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    Cap "El planeta de las maravillas"

    Primero que nada ¡felicidades por los 150 caps de la historia principal! (que ahora mismo, calculando así rápido, ya serán casi 200 a finales de esta parte jaja). Aún con sus defectos y cosas por mejorar, es bueno ver como sigue yendo hacia adelante, y sin que parezca que vaya a ser abandonada a medias. Eso es infinitamente mejor que una historia que nunca sale de la etapa de ideas por pereza o miedos del autor a materializarla, como pasa con muchos otros. Ánimo a completarla .

    Ya en cuanto al capítulo en si, es bueno ver que a los Ryfier, tanto los que aún están en su planeta como los que huyeron, aún se les está dando atención en la historia. Al terminar la parte anterior, me preocupaba que fueran a ser dejados de lado y no volver a ser vistos de forma relevante por un buen tiempo, pero afortunadamente no fue así. Y con todas estas alianzas, re-alianzas (los garak, comprensiblemente, reconsiderando su relación con los humanos), y proposiciones de alianzas entre especies (Allecreod y esta nueva especie verde), me pregunto si tarde o temprano llegara el turno de EMIV de ser revisitado para buscar aliados y encontrarse enemigos allí, aunque ahora mismo seguramente sea una anarquía de guerras raciales.

    Pero no todo son aliens. Parece que luego de centenar y medio de capítulos en enemistad, al fin está por darse, o al menos un inicio, la verdadera alianza entre los países protagonistas. Aunque a saber cómo reacciona Natasha a que Ace tenga pareja ahora.

    PD: ¿No tendrás por ahí algún dibujo (aunque sean sketch en paint a lo web comic de one punch man) de las especies de la historia? Se empiezan a acumular, y me cuesta un poco recordarlas a veces solo con las descripciones jaja
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Bueno, primero que nada, muchas gracias por llegar hasta el 150 :) Fue un recorrido largo tanto en años como en palabras XD. Y la verdad es que, en tanto no ocurra nada grave que me imposibilite continuar escribiendo o publicando, esta historia seguirá adelante hacia su final. Ya estoy a muy poco de llegar hasta la conclusión escrita, faltándome a duras penas una tirada de aproximadamente 50/60 capítulos, pero bueno, eso todavía está pendiente.

    Bueno, no quisiera matar tus esperanzas, pero lo cierto es que una alianza con las especies de Emiv es un poco improbable. Nadie en la historia ha tenido el tiempo de conocer o entablar relación alguna con alguno de sus habitantes como para decidir si sería buena idea o no, dado a que cuando entraron al planeta, todas las especies estaban siendo controladas por Tzorkun. Por eso mismo, no se verá un regreso a ese planeta por ahora. No quiero cerrar la posibilidad a nada, pero solo quería realizar esa aclaración.

    La verdad es que no XD sorry :( . Soy muy malo dibujando, y no es algo que me genere interés siendo que no es uno de mis fuertes. Mis dibujos tienden a ser muy feos, y siempre que hago una persona o recurro a los clásicos palitos o me salen deformes. Por lo cual, no poseo ilustraciones de ningún tipo para las especies alienígenas.

    En fin, muchas gracias por pasarte a leer y a comentar la historia. Fue un trayecto de 150 capítulos de duración variable que me alegra hayas disfrutado. No puedo decir más que animarte a que sigas leyendo, ya que (tal y como ha pasado con las partes IV y V), es en el capítulo 5 donde siento que las introducciones quedan atrás y comienza a asomarse lo más interesante que esta trilogía de partes puede ofrecer. Un saludo.
     
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  12. Threadmarks: Mis propios planes
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
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    12017
    Saludos. Llegó el momento de publicar otro capítulo largo, por lo que trataré de ser breve. Nos estamos acercando cada vez más al final de esta sexta parte. Espero que, a medida que vaya pasando el tiempo, el clímax del conflicto los mantenga cautivados.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por estar semana a semana leyendo los capítulos de la historia. Espero que pueda disfrutar de esta recta final, y que estos capítulos que le quedan por leer le emocionen tanto como a mí al escribirlos. Deseando que regresen las tardes por Discord para leer en simultáneo una vez más, pero sé que habrá que tener paciencia para eso.
    También agradecer a Elliot, por haber alcanzado la barrera de los 150 capítulos de la historia principal. Demuestra mucho compromiso con la lectura, y eso es algo que valoro muchísimo.

    Aviso a los dos y a todos los lectores que hay dos nuevas entradas en mi blog. Una donde he subido unas banderas que hice para los países que salen en la historia, y otra entrada para colocar un orden de lectura recomendado, donde tienen los enlaces de cada parte que ha salido y que iré sacando.
    Y como cada semana, avisar que he actualizado tanto cronología como guía de personajes.

    Sin novedades o más cosas por leer, les dejo el capítulo.













    Mis propios planes:

    Las dos naves pertenecientes a los comandantes de la Tierra, Ace y Natasha se encontraban aterrizando en el punto en el que habían sido solicitados. Un escuadrón de varios integrantes del ejército de los garak hacía compañía tanto a Wida como a Lankir en el lugar. Con cuatro tanques disponibles debido a que uno de estos había sido destruido en batalla por las torretas que fueron instaladas sobre los trenes, y también con la ayuda de Xorxaik para que los acompañara, todos los allí presentes esperaban impacientemente que los refuerzos se integraran a sus números.

    Desde las naves empezaron a bajar cientos de soldados humanos, todos ellos armados y listos para afrontar el peligro al que serían sometidos en una batalla que podría darse en un lugar así. Ace y Agustina bajaron de sus naves en compañía de Faron, el nuevo recluta con menos experiencia en el campo de batalla. Este, viendo a su comandante avanzando hacia el punto donde se encontraban los líderes, eligió quedarse quieto hasta que regresara. Sabía que la orden de estar cerca de Ace para mantenerse a salvo era algo que él había pedido, pero no quería ser una carga en el momento en el que fuera necesario tomar decisiones importantes.

    Los siguientes en integrarse a ese grupo fueron Natasha y Abel, quien, decidido a querer formar un acuerdo que pudiera garantizar su seguridad, quería estar siempre cerca de su comandante, una de las soldados que fueron formadas en su país, para así poder tener testigos de todo el aporte que realizó en la guerra, consiguiendo así los méritos que él creía que serían necesarios para cuando hiciera aquel reclamo.

    Los cuatro humanos se integraron al grupo, dando comienzo así a una reunión entre líderes en aquella guerra.

    — Nos hemos reunido más temprano de lo que yo creería que ocurriría — Ace expresó con un saludo a los dos xaromitantes — Lamento lo que sucedió con Terrior. Él era una gran persona. Eso se notaba siempre en su forma de ser en las reuniones, y en la manera en la que Lankir fue criado. Su pérdida fue dolorosa para nosotros también, aunque les resulte difícil de creer.

    — Agradezco por sus palabras de consuelo, comandante Lakor — Lankir se veía muy feliz de ver que su padre se ganó el respeto de seres de otras especies al estar en vida — Por eso mismo es que queremos triunfar en esta batalla. Por su recuerdo. Y para eliminar a los que lo llevaron a la muerte. Tenga por seguro que, sin importar cuanto nos cueste, lo vengaremos.

    — Bueno, a mí sí me interesa el coste de esta batalla — Ace se mostró poco complacido con esa respuesta — Entiendo que hemos venido aquí a dar la vida si eso hiciera falta. Pero no tengo deseos de morir el día de hoy. Yo quiero seguir viviendo, y está más que claro que eso es lo que voy a hacer. Tengo muchas cosas que quiero hacer cuando podamos vivir en un mundo en paz. Y estoy seguro de que todos aquí, incluso los que no podemos ver, también se sienten así.

    — Como nos sentimos no es importante cuando se trata de una misión crítica para poder obtener la victoria definitiva — Wida compartía cierta parte en el punto de vista del comandante — Pero, al igual que usted, yo tampoco quiero morir hoy. Y mucho menos en este lugar.

    — Por eso nos mandaron a llamar, y por eso acudimos — Agustina fue muy directa con ella — Haremos nuestro mayor esfuerzo para que nadie tenga que morir.

    — ¿Tienen a las bestias preparadas? — preguntó el hijo del fallecido líder xaromitante — Porque creo que tendremos que hacer un gran sacrificio para poder incursionar en esa ciudad sin la presencia de más tanques. No digo que las vayamos a perder a todas, pero es probable que su número decrezca.

    — Si esto nos permite ganar la batalla y llegar sin problemas hasta la ciudad donde podremos tomar el control de las comunicaciones, entonces, las bestias serán sacrificadas — Ace quiso hacerles saber que no escatimaría en su uso — Pero si las sacrifico a todas, les hago saber desde este momento que no me pienso ir con las manos vacías.

    — Descuide, comandante, los tanques garak estarán alineados y preparados para su uso en el ataque — el comandante de los garak habló por su especie.

    — Xorxaik también está listo para formar parte de esta batalla — Lankir lo miró, de pie detrás de todos ellos mientras se acercaba — Él fue creado por Allecreod para pelear, y será usado para dichos fines. Aunque a él no lo podemos perder aún. Hay que hacer algo para cortar con las comunicaciones de estos malditos monstruos.

    — ¿Cuál es el plan? — la comandante Natasha empezó a impacientarse mientras pasaban los segundos — ¿Atacamos todos juntos o desde diferentes secciones?

    — Una mezcla de ambas — Lankir les hizo conocer su plan — Necesitamos a las bestias para que sus rápidos movimientos sirvan como distracción. A Xorxaik para que pueda disparar con las armas colocadas en sus manos, y a los tanques para cubrirnos a todos mientras también nos acercamos. Si estamos separados, no podremos hacer un ataque simultáneo.

    — Pero si llegamos todos desde la misma calle y nos empiezan a disparar antes de nuestra llegada, nos cortarán el avance, y no podremos hacer nada más que ver como sufrimos bajas — fue la respuesta de Natasha, quien parecía entender por dónde quería ir el xaromitante.

    — Es correcto — Lankir se sentía conforme con verla comprender los peligros que afrontaban — Quisiera que algunos soldados subieran a las naves y nos estuvieran hablando desde el aire. Posiblemente el tren haya cambiado su ubicación, y no basta con solamente pasarlo de largo. Quiero destruirlo.

    — En cuando nos confirmen su ubicación, atacaremos divididos, pero a la misma dirección — Wida contó el resto del plan de Lankir — Imaginamos que dos soldados son suficientes para conducir la nave por trayectos cortos. Por eso mismo es que creo que no deberíamos prescindir de más guerreros para este ataque.

    — Muy bien, iremos a seleccionar a los soldados tan pronto como hayan terminado de descender todos los humanos y las bestias — acordó el comandante Ace, dispuesto a seguir aquel plan — ¿Alguien tiene algo más que discutir?

    — Sí, aunque no es un plan, sino un simple pedido — Lankir habló, sorprendiendo a los demás, que no parecían saber nada al respecto de lo que él quería pedir — Tan pronto como este tren esté destruido y los demás nos confirmen que la terminal ha sido destruida, quiero que los humanos nos lleven a Wida y a mí junto a Xorxaik a la ciudad en donde se encuentra el nodo central de sus comunicaciones. Sé que teníamos que pasar primero sobre una ciudad antes de llegar a él, pero mientras más pronto podamos llegar hasta ellos y generar interrupciones, mejor será para todos nosotros. Los garak se quedarán en esta ciudad con los tanques para terminar de someter a sus habitantes. Pero nosotros deberemos de movernos hasta llegar a ese sitio. ¿Es algo que les agrada?

    — Mira, quiero que agreguen una condición más a esas que mencionaste — Agustina no quería sentirse algo desprotegida en la realización de un plan así — Necesitaremos el apoyo de algún escuadrón garak que cuente con tanques. Entiendo tus motivos para querer llegar hasta esa sección para cortar con sus comunicaciones, pero no nos sirve llegar rápido si igual de rápido vamos a morir.

    — Creo que eso sería lo mejor, yo también me sentiría expuesto sin tanques para seguir defendiéndonos — Abel, quien se mantuvo en silencio en todo ese tiempo, eligió ese como el punto de partida para conversar.

    — Bueno, conmigo estando de acuerdo son dos opiniones a favor, y me parece bien — Ace vio lógico la idea de Agustina — Seguro que para cuando hayamos destruido ese tren, algún equipo de garaks nos podrá dar una mano. Así podríamos mantener a este grupo aquí, para concentrar nuestras fuerzas en estos sitios.

    — Por mi parte, no tengo problema en dejarlos ir hasta ese lugar — el comandante del grupo de garaks expresó su conformidad con la idea de Lankir — Pero mejor será que las condiciones se reúnan. Dividirnos así nos podría terminar perjudicando si algo no sale como queremos.

    — Descuiden, luego de lo que me acaban de pedir, he decidido que no actuaremos de esta forma si no contaremos con lo que han pedido — Lankir estaba dispuesto a cumplir con esas demandas — ¿Alguien tiene algo más que quiera discutir?

    Nadie entre los presentes contestó a esa pregunta, lo que les dio a entender a todos que estaban dispuestos a seguir con esa idea, si es que eso quería decir que podrían llegar lo más pronto posible hasta el objetivo para esa guerra. Luego de que el xaromitante sugiriera esa posibilidad, todos aceptaron seguirla, dado a que una victoria en una ciudad tan importante como la que era fundamental para que los enemigos pudieran comunicarse, podría acelerar la victoria para todos ellos, cosa que todos deseaban.

    Mientras los soldados y las bestias seguían descendiendo de las naves, colocándose en posición para poder ir a combatir, Ace y Natasha fueron a seleccionar a los soldados que tendrían la misión de pilotar las naves desde el aire y mantenerlos informados acerca de la posición en la que pudiera situarse el tren armado de los edagrianos. Mientras que la comandante Zafiro eligió a dos soldados al azar, el comandante Lakor optó por ayudar a alguien a librarse de la presión de tener que participar en ese combate.

    — Faron, hemos hablado con los líderes presentes y hemos llegado a una conclusión — el comandante se dirigía a él, quien estaba distraído con la vista al cielo, que poco a poco se tornaba anaranjado.

    — Lo siento, comandante Lakor, estaba algo distraído — el joven soldado lo miró al hablarle — ¿Qué es lo que necesita de mí?

    — Sé que debe darte un poco de miedo pelear en esta guerra, ya que incluso alguien como yo está asustado — Ace quería hacerle saber que sabía cómo se sentía — Por eso quiero aprovechar esta oportunidad para quitar algo de presión de tus hombros.

    — ¿De qué manera? — el joven se estaba ilusionando, ya que, en el interior, el miedo por tener que salir a pelear contra el tren armado le estaba empezando a ganar.

    — Hemos decidido que cada grupo hará que dos soldados suban a la nave, para que nos puedan mantener informados a todos los que estamos en tierra firme sobre las posiciones en las que se pueda localizar el tren armado — Ace le detalló el objetivo de su misión — Sé que eres un gran soldado, porque de lo contrario, no habrías sido elegido entre toda tu promoción para venir con nosotros. Pero igualmente considero que esto es demasiado peligroso como para ti, y quiero aprovechar esta oportunidad para salvarte de tener que pasar por algo así.

    — Se lo agradezco, comandante Lakor — pese a que Ace sonaba algo triste al hablar, como si estuviera en contra de dejarlo afuera, Faron vio con buenos ojos esa decisión — Si usted necesita saber la posición en la que se encuentra ese tren, le aseguro que yo se la diré en todo momento. Creo que es mucho mejor no tener que pelear contra eso. Sé que un soldado debía estar listo para todo, pero yo… no lo estoy. Lo siento.

    — No te disculpes, Faron — Ace apoyó su mano sobre su hombro — No ha sido justo que te eligieran para venir si es que a duras penas estabas terminando la academia. Mi primera misión fue infiltrarme en un país enemigo y pelear sin armas contra soldados de otra nación. Tu primera misión es una guerra contra los seres que se encargaron de hacer nuestras vidas más difíciles. No es algo muy parejo que digamos, por eso quiero que te liberes de esta carga. Cuando nos toque volver a pelear, ahí tú estarás al lado mío. Pero ahora… solamente cumple tu misión. Todos, incluso los que no están peleando, son importantes para la misma.

    — Le juro que no le fallaré, comandante — el soldado, inundado de alegría por haberse salvado de tener que formar parte de esta pelea, le dio un fuerte apretón de manos a su comandante — Se lo agradezco. Mi familia también se lo agradece. No me veía con posibilidades de sobrevivir a eso.

    Con la orden ya dada, Faron subió a la nave en el momento en el que Ace seleccionó a otra persona para que se encargara de dicha tarea junto con él. El comandante de Zenith miró a ambos subirse a la estructura, listos para hacerse cargo de la tarea más sencilla, o menos peligrosa, que se podría hacer en el campo de batalla. Agustina, quien había visto a su pareja hablar con él en más de una ocasión, se le acercó para tomar a su novio de las manos. Este, tan pronto como sintió el tacto, le dirigió una mirada cariñosa a su pareja.

    — ¿Sucede algo? — preguntó el comandante, queriendo saber si ella necesitaba hablar.

    — No, nada… solamente te vi hablar con ese chico — Agustina quería saber por qué — Creo que es la tercera vez que te veo dirigirte a él este día. Por eso quiero saber qué te interesa tanto de él.

    — Él es un soldado poco experimentado — Ace explicó a Agustina la historia del recluta — Magnus seleccionó a uno de los más jóvenes para poder traer un número de soldados acorde a lo que discutió con Asmir. Por eso mismo, él está algo asustado por la guerra. Nosotros tuvimos un inicio bastante más relajado al que tuvo él. ¿No crees? Por eso mismo lo elegí para que subiera a la nave, para mantenerlo alejado de una pelea que podría ser muy difícil.

    — Ya veo, no imaginé que tendríamos que recurrir a eso — la chica comprendió lo frágil que era la humanidad tras la caída de la Tierra como para tener que pasar por algo así — Veo que ese chico estaba feliz cuando recibió la noticia. No tardas nada en ganarte el cariño de la gente. Creo que él te adora.

    — Vamos, no creo que sea así, solamente le hice un favor — Ace se sonrojaba por la forma en que la chica le habló, creyendo que lo estaba sobrevalorando por algo que para él era una decisión lógica — Quise evitarle tener que ir a pelear contra el tren. Muchos soldados experimentados cayeron ante un vehículo como ese, incluso perdimos un tanque. Creo que, si hubiera sido yo, no habría tenido el valor de hacerle frente si esta fuera mi primera misión.

    — Veo que tú siempre piensas en lo que es mejor para tus soldados — Agustina abrazó a su prometido — Tenerte aquí me recuerda al comandante Zion. Siempre me sentía segura cuando él estaba a cargo. Ahora, contigo aquí, me siento igual que antes… Desearía que él pudiera verte. Seguro estaría orgulloso de haberte elegido a ti.

    Ace sentía un gran cariño proveniente de su pareja, y ciertamente, él también creía lo mismo que ella. Creería que su superior, la persona que le dio un puesto que tanto anhelaba, estaría de acuerdo con los métodos que él decidía usar en el campo de batalla, y desearía poder tenerlo cerca. Ciertamente, una parte de él también lo extrañaba. La huella que Zion había dejado en ambos era duradera.

    Abel, quien desde la distancia había visto como Ace y su pareja hablaban, tuvo la idea de hacer lo mismo con quien era su superior en esos momentos. Tan pronto como el tren estuviera destruido y todos emprendieran así el camino hasta la siguiente ciudad para poder llevar a Xorxaik hasta el sitio en el que podría interferir con las comunicaciones, le diría a Natasha sobre la posibilidad de pactar una alianza para mantenerlo a salvo.

    — Solo tengo que sobrevivir a ese maldito tren — Abel supo que no era un asunto menor, por lo que estaría justificado pedir por su vida — Y luego, quizá tenga mi futuro asegurado nuevamente.

    Pasados los minutos, todos los soldados, exceptuando a los que se encargarían de dirigir las naves sobre la ciudad edagriana a la que entrarían, ya estaban en el suelo listos para iniciar con el ataque. Los tanques y las bestias del planeta Fientlig también se encontraban preparados para poder iniciar con la entrada, por lo que, lo único que les faltaba para poder iniciar con la marcha a esa batalla, sería la confirmación de la ubicación del tren en el interior de esa ciudad.

    — ¡Asciendan ahora! — como si él fuera el director de la batalla, Lankir dio la orden a las tres naves para que se elevaran y así pudieran partir al cumplimiento de su misión.

    — ¿Crees que esto dará resultado? — Wida, cerca de él, esperaba que fuera así.

    — Son solo seis guerreros menos — Lankir le contestó, pensando seriamente en su plan — Si las bestias, los tanques, un robot con el poder de Xorxaik, mi cañón, nosotros dos y los mejores soldados comandados por Ace y Natasha no son suficiente para poder triunfar, entonces, con o sin los que se encuentran en el aire estábamos destinados a perder.

    Wida, nerviosa por la forma en la que su compañero lo había expresado, sentía un fuerte deseo porque ese no fuera el caso, y que tuvieran la oportunidad de llamar a los suyos para informarles que habían obtenido la victoria en esa batalla.

    Todos los que estaban en tierra firme veían como las naves se movían lentamente, con el objetivo de no abandonar la atmósfera del planeta al ascender, para así poder establecer una posición firme sobre los edificios de la ciudad que se convertiría en su zona de ataque. No había nadie que no envidiara a quienes estaban allí arriba, incluso los que tenían el poder para dar órdenes llegaban a sentir el deseo de poder evitar la batalla contra un tren armado con nada menos que torretas muy poderosas y listas para afrontar una invasión como la que ellos estaban ocasionando.

    […]

    Minutos después de que la estampida que los ancianos en el planeta hicieron con desesperación para salvar a Arion, Varlim y varios de sus defensores, una batalla campal dio inicio. Estos, que ya no tenían fuerzas para seguir moviéndose para entorpecer los movimientos de sus enemigos, no tuvieron otra opción más que recurrir a dar golpes a puño limpio para intentar no morir ante los invasores. Los humanos, armados con rifles aptos para el combate, no tuvieron dificultades el poder eliminarlos. A pesar de que sus enemigos no contaban con trajes de protección, la piel de estos era bastante resistente, y se necesitó de una buena cantidad de balas para poder acabar con estos.

    Desde una posición segura lejos del epicentro del combate, Alicia, Gwyn y Thomas se encontraban disparando en contra de varios de estos edagrianos, acompañados por un par de soldados que estaban junto a ellos en ese momento. El tiempo pasó, y mientras más edagrianos caían, la dificultad para causar un daño considerable a los humanos se veía en aumento, hasta que llegó el momento en el que los edagrianos ya no fueron una amenaza. Con paciencia y moderación para no terminar provocando que sus armas sufrieran de un sobrecalentamiento que pudiera ser peligroso para después, los soldados de la humanidad lograron dar por finalizado el combate, asesinando a todos los edagrianos que se encontraban en el exterior de los edificios.

    Gwyn, Alicia y Thomas miraron a todas las direcciones en busca de Michael o incluso más soldados que pudieran verse en peligro por haberse separado de sus grupos, o heridos tras un ataque tan brutal como ese. Uno de los soldados que estaba junto a ellos habló acerca de los hechos recientes.

    — Teníamos a ese malnacido casi a tiro — se quejaba de que se hubiera escapado — Estoy seguro de que ese era Arion. Casi llegábamos hasta él. Yo sé que me faltaba poco para poder apuntar sin problemas para matarlo.

    — Se han lanzado a la desesperada para poder salvar a sus líderes — Alicia supo que no era una maniobra que se haría en cualquier circunstancia — Seguro que esto no ocurrió en otro sitio. O al menos, eso espero.

    — Supongo que se vieron acorralados ante un callejón sin salida — Gwyn daba su punto de vista — Seguro sabían que sin armas no podrían matarnos a todos, y solo comprar algo de tiempo. Lo que los llevaría a morir. Pero si sus líderes caían aquí, era más probable que los siguientes fueran ellos.

    — Cuando te encierran en un callejón sin salida no hay otra opción más que ir hacia adelante — Thomas compartió su pensamiento también — Hay varios cuerpos humanos en el suelo que no parecen moverse. Algo de daño pudieron hacer. No fue un sacrificio inútil para que sus líderes escaparan.

    — Pero ya casi lo teníamos — Gwyn presionaba el puño con furia — A Arion… al que apareció en la Tierra y la convirtió en una masa caótica donde la vida no podrá volver a prosperar. El que arrancó de raíz los sueños y las vidas de todo lo que quedaba de la humanidad luego de que Hark nos lanzara sus meteoritos.

    — Padre e hijo hicieron un gran daño al planeta — Thomas lo veía como algo casi poético — Y no hemos sido capaces de matar al padre, porque ya se había muerto antes de que llegáramos aquí. Lo único que falta es que no podamos ponerle una mano encima al hijo. Eso sería la prueba irrefutable de que la raza humana está condenada a ser golpeada sin poder defenderse.

    — No, eso no sucederá así — Alicia estaba decidida a llevar la pelea a su final — Arion estaba a punto de caer en nuestras manos. Se salvó porque algunos de sus ciudadanos se han sacrificado por él, pero no le va a funcionar para siempre. Llegará un momento en el que ya no tenga más gente que se lance a cubrir su huida. Solo hay que resistir hasta entonces.

    Sus dos compañeros estaban de acuerdo con ella. Incluso si luego de ese incidente, algo como lo que acababa de suceder se llegase a repetir, llegaría el momento en el que Arion se quedaría sin gente para que pudiera fungir como escudo humano para salvar su vida. Cosa que los soldados estaban dispuestos a conseguir si hiciera falta.

    Habiendo terminado esa pelea, los tres soldados que habían viajado en la misión de exploración espacial se dispusieron a buscar entre los cuerpos al comandante Michael. Claramente, tenían un interés personal en poder dar con él, y sabían que lo podían justificar tratándose del hecho de que un comandante estaba desaparecido. Con las precauciones necesarias para que nadie apareciera de la nada a dispararles, los tres recorrían las calles aledañas a su ubicación, para así ver si la embestida lo había arrastrado lejos.

    Conforme pasaban los segundos y Michael seguía sin poder ser divisado, Alicia quiso enviarle un mensaje. Tan pronto como la chica tomó su dispositivo para comunicarse con él, lo primero que hizo fue llamarlo, terminando en simple interferencia, lo que quería decir que probablemente el dispositivo de su pareja hubiera sido destruido. En el momento que Thomas y Gwyn lo vieron, se dieron cuenta de que Michael podría estar en grave peligro. Si su dispositivo no estaba al alcance de sus comunicaciones, quería decir que era muy probable que su cuerpo hubiera sufrido daños peores, dado a que tenían un compartimiento en las armaduras para poder resguardarlos.

    — Tranquila, Alicia — Gwyn se acercó a su amiga para que le fuera más sencillo afrontar la ausencia de Michael — Si él está vivo, peleará con uñas y dientes para regresar con nosotros.

    — Lo sé — Alicia no podía tranquilizarse del todo — Es solo que… podría estar herido o inconsciente. Y si es así, no podrá darnos una alerta para que lo vayamos a buscar.

    — Esto es serio — Thomas no se veía muy optimista ante esta situación — Ya hemos perdido a Magnus el día de hoy. No hay que seguir perdiendo gente. Mucho menos a alguien como Michael. Si quieren…

    Pero antes de que Thomas pudiera continuar con sus palabras, el dispositivo de Alicia empezó a resonar, lo que quería decir que alguien estaba intentando comunicarse con ella directamente, dado a que, de lo contrario, habrían sonado todos los demás. Pese a que sabían que no se trataba de una llamada desde el aparato de Michael, los tres creyeron que podría tratarse de él.

    — Alicia, Thomas, Gwyn — era su voz la que sonaba desde el otro lado, cosa que alivió sus corazones — ¿Se encuentran bien? Mi dispositivo para comunicaciones se dañó. Tuve que tomar el de uno de mis fallecidos compañeros.

    — ¡Estamos bien, Michael! — la felicidad de Alicia no tenía comparación con la angustia que sentía hasta hace muy poco — ¡Estamos los tres reunidos junto a varios soldados! ¡¿Dónde estás?!

    — Estoy refugiado en un edificio, ya que un edagriano nos tiró a mí y a varios más a su interior para pelear — contestó el comandante bajando un poco la voz — Tengo que hablar en voz baja para no llamar la atención, ya que no sé si podrían venir más. Cuando logre salir, te pediré que me mandes tu ubicación para ir a buscarte.

    — ¡Entendido, me alegra mucho saber que estás bien! — Alicia contestó mostrando una actitud muy positiva al escucharlo — Ten mucho cuidado, por favor. Que no te encuentren. No sabemos si podremos ir a rescatarte.

    — No te preocupes por mí, estaré bien — fue la respuesta del soldado — Tú también cuídate. No quiero que nada malo le pueda suceder a la chica que amo.

    — Eres muy dulce, como siempre — le respondió su novia — Te estaré esperando desde un lugar seguro. Cuídate.

    Sabiendo que el soldado necesitaba que el ambiente a su alrededor estuviera en silencio para poder facilitar su escape, Alicia eligió colgar la llamada. Al ver a los rostros de sus compañeros, notó que ellos también estaban muy aliviados de que este se encontrara bien. Sin embargo, lo que ni ella ni sus dos compañeros tenían presente era que ese que les había respondido no era Michael, pese a que su voz sonara igual.

    Como si estuviera dando las gracias por el bienestar de su pareja, Alicia juntó las dos manos, sabiendo que pronto podría volver a reunirse con él tan pronto como él lograra salir del sitio en donde se encontrase escondido.

    Pero las cosas no serían tan sencillas para ellos. En tan solo un minuto después, todos los que se encontraban en aquel sitio recibieron un comunicado dirigido hacia cada uno, sin excepción, lo que quería decir que podrían estar ante una emergencia.

    — ¡Habla Kila! — la líder xaromitante se notaba algo alterada al hablar — ¡Hemos podido cumplir con nuestra misión! ¡La terminal está hecha pedazos! ¡Pero ahora estamos bajo un constante ataque! ¡Han salido varios soldados y creo que también civiles armados para disparar con todo lo que tienen! ¡Son demasiados para que les hagamos frente solos! ¡Necesitaremos de refuerzos en la zona! ¡De prisa!

    La alegría de haber escuchado de primera mano que Michael estaba a salvo se vio cortada cuando ese mensaje llegó hasta sus oídos. Estaba claro que los avisos de Arion por medio de los altavoces habían llegado al destino que él tenía en mente, puesto a que había solicitado gente que los ayudara en el combate para defender la terminal de su ataque. Los tres soldados se miraron con una expresión tétrica al saber eso. Su compañero los había llamado hasta hace poco para hacerles saber que estaba dentro de un edificio, sin indicarles la ubicación, por lo que, si más refuerzos aparecieran ante ellos para pelear, él quedaría aislado de todo.

    — ¿Qué se supone que vamos a hacer? — Thomas no sabía bien qué acción sería la ideal — Si Michael está vivo, sus soldados no lo dejarán atrás. Eso es seguro.

    — Parecía que eran muchos para que los manejaran, incluso con los tanques — Gwyn no se sintió muy aliviada al oír eso — No creo que sea prudente esperar más tiempo, de lo contrario, podríamos no llegar para prestarles apoyo.

    — Gwyn, creo que lo mejor será que te adelantes junto con Thomas — Alicia le comentó su idea a su compañera — Yo no me iré de aquí sin Michael. Además, él es quien dirige a los soldados. Si está con vida, no podemos dejarlo atrás.

    — Muy bien, pero tan pronto como lo encuentren, acudan a la pelea — Gwyn supo que podrían llegar a necesitar refuerzos en el futuro — Solo a él. Los demás deberán esperar hasta que regresemos.

    — Lo haremos, le comunicaré a Michael para que vayamos a su ubicación — Alicia se encontraba decidida a obedecer la orden de la comandante.

    Sin embargo, los planes para ellos cambiarían en muy poco tiempo. Uno de los soldados que se encontraba en una posición más alejada manteniendo tareas de vigilancia, no tardó en notar la presencia de tropas enemigas acercándose a ellos dos, algo que eligió comunicar sin ponerse a desperdiciar segundos.

    — ¡Alerta! — los gritos de aquel soldado llegaron a todos los presentes — ¡Se acercan tropas terrestres desde el este!

    Gwyn, Thomas, Alicia y muchos otros más empezaron a fruncir el ceño tan pronto como lo escucharon. Si los estaban por atacar, quería decir que no podrían acudir a la posición de Kila, o de lo contrario, podrían cometer el error de llevar a todos esos soldados hasta ellos, y terminar dándole a los edagrianos una ventaja por tratarse de una lucha que se libraba en su terreno.

    — ¡Maldita sea! — Gwyn tomó su dispositivo para poder avisarle de la emergencia — ¡Kila, Halur, tropas edagrianas nos van a rodear! ¡Soliciten ayuda a otro grupo!

    — ¡Habla Halur! — contestó el otro de los garak — ¡De acuerdo, comandante Fairin! ¡Solicitaremos apoyo tanto para nosotros como para ustedes!

    Sin más remedio que preparar sus armas para la batalla, los tres soldados se agruparon junto con todos los presentes en la zona. Había varios que quedaron heridos por la violenta estampida que los ancianos edagrianos lanzaron sobre ellos, pero eso no los detendría para pelear en esa lucha. Eran plenamente conscientes de que, mientras respiraran, tenían la obligación de pelear, y que podrían reponer fuerzas en el campamento médico cuando la situación en ese sitio estuviera bajo control.

    […]

    Voy a marchar al otro extremo — Arion le contó a Varlim mientras le acariciaba el rostro — Si la terminal sigue intacta, aunque sea para poder lanzar tan solo un tren, tengo que mantenerla así. Luego de que expulse a las tropas me reuniré contigo, ¿está bien?

    Solo ten mucho cuidado — su hermana se acercó hasta él, apoyando la cabeza sobre su pecho — Necesitamos que estés vivo para liderarnos en esta invasión… y yo te necesito para algo más.

    Con varios soldados de su especie esperando pacientemente por ellos, ambos hermanos se dieron un abrazo y un beso. Arion era capaz de notar el deseo de su hermana de que nada malo le ocurriese, y apreciaba bastante esas palabras. Sabía que ella estaba enamorada de él con la misma intensidad en que él la amaba a ella. Y eso era un motivo para que pudiera acudir a la batalla a obtener nada más y nada menos que la victoria para su gente.

    Descuida, preciosa — Arion la sujetó con ambos brazos — Ni siquiera nuestro padre que era más fuerte que nosotros me pudo separar de ti. Estos invasores que se resisten a la muerte no serán capaces de hacerlo. Me reuniré contigo con la victoria en las manos. Ya lo verás.

    Buena suerte, mi amor — Varlim eligió darle un último beso antes de separarse.

    Habiendo finalizado la despedida sentimental que tuvo con su hermana y amante, Arion distribuyó al grupo de mil soldados edagrianos que esperaban su comando de una forma dispareja. Dado a que en la terminal los invasores estaban luchando, portando tanques, consideró que lo más prudente era que seiscientos cincuenta acudieran en su compañía, mientras que Varlim se las tendría que arreglar con solo trescientos cincuenta soldados.

    Ella, sabiendo que su hermano se iba a pelear a una zona donde el peligro era mayor, no puso objeción alguna para que su hermano tomara tantos hombres consigo. Después de todo, como líder, era su responsabilidad pelear contra toda amenaza que se les acercara. Los dos hermanos se pusieron al frente de sus tropas, y luego de fijar cada uno un objetivo propio, marcharon al frente junto con ellos.

    Era de vital importancia que no cayeran en aquella tarde, más que nada el salvar la terminal si es que les quedaba alguna posibilidad de lograrlo, viendo los efectos que las torretas tan poderosas tenían sobre los tanques con los que los invasores contaban para los asedios que realizaban sobre sus ciudades.

    […]

    Orz, utilizando el cuerpo de Michael, se movía entre las calles de la ciudad edagriana de forma lenta y con la guardia siempre en alto por estar solo. Estaba a punto de desplazarse hacia la calle principal, pero tan pronto como quiso amagar hacia esa dirección, pudo notar como dos de los edagrianos que estaban a la intemperie en batalla contra los humanos, lograron verlo, y al notar que él iba sin acompañante, eligieron que lo perseguirían para acabar con él.

    Sabiendo que con un solo rifle no podría hacerles frente a los dos, este eligió huir por las calles de la ciudad, buscando los rincones que se veían más oscuros debido a la disminución de luz solar en el mundo, probablemente una señal de que el atardecer ya había llegado y que la noche sería la siguiente.

    No tardó demasiado en perderles la pista, dado a que sus movimientos eran mucho más rápidos que los de sus perseguidores, cosa que él notó y tuvo en cuenta al correr.

    — El malnacido de Arion corría muy rápido, y los que me persiguieron eran bastante más lentos — pensó para sí mismo, queriendo buscar alguna justificación para eso — Quizá estos que salieron a nuestro enfrentamiento sean edagrianos más ancianos. Inútiles. Los berrod no discriminaríamos por edad y mandaríamos a todos a la pelea. Puede que tengan una tecnología muy poderosa, pero si no están dispuestos a arriesgar a todo aquel que es capaz de pelear, no llegarán a ningún lado. Mucho menos si logramos quitarles esos trenes.

    Mientras buscaba encontrar a los soldados que iban con su grupo, sabiendo que podría contar con su ayuda en caso de que hiciera falta dado a que Michael era una figura con gran poder en aquella batalla, Orz sintió como su dispositivo sonaba, probablemente un llamado de auxilio de alguno de sus aliados en esa pelea tan dura que estaban teniendo.

    El berrod, oculto en el cuerpo de un humano, escuchó atentamente el mensaje para poder tener la máxima información de la guerra y ver si podía llegar a usarla a su favor en su objetivo personal de llevar la muerte sobre cada uno de los edagrianos presentes allí. Reconoció la voz de Kila llamando a los humanos para que los auxiliaran dado a que estaban siendo asediados por los edagrianos, y fue en ese momento en el que sus emociones entraron en conflicto.

    Kila era una de las garak que más odiaban a Orz, algo que no era para menos puesto a que este había asesinado a su hermano Likar en un enfrentamiento. El berrod era consciente de esa situación gracias a que podía ver todo lo que Michael veía, por el hecho de compartir su misma mente. Claramente, tras haber recibido una amenaza como la que la chica hizo, él le tenía mucho rencor. Pero no podía desear abiertamente que la mataran, dado a que ella era importante para el ejército garak, y su presencia era necesaria si quería que los edagrianos murieran en esa guerra.

    Le costó un poco poner sus ideas en orden, pero no tardó demasiado en llegar a una conclusión.

    — No te mueras en esta batalla, Kila — era un deseo genuino del berrod para la garak — Nunca volveré a pisar tu planeta, pero estoy seguro de que mis acciones me convertirán en una leyenda. Habiendo matado a tu hermano, sé que hablarás de mí por el resto de tus días. Así que, permanece con vida para alimentar las historias de tu gente sobre mí.

    Ese pensamiento fue lo que ayudó al berrod a poder desempatar entre los pros y contras de que Kila pudiera ser asesinada por el ejército edagriano, decantándose por el bienestar de la mujer garak. En sus interiores, el berrod sabía que nunca pensaría algo como eso si no hubiera sido por la aparición de los edagrianos y la revelación de la verdad.

    Pronto, varios disparos se empezaron a oír en las cercanías luego de un rato largo en silencio. El berrod se dio cuenta de que nuevos edagrianos defensores se habrían sumado a la pelea, por lo que ya tenía en claro cómo iba a llegar hasta allá.

    — Solo tengo que seguir el ruido, y me guiará hasta ellos — pensó mientras empezaba a correr, tomando su rifle en sus manos — Resiste hasta que llegue, Alicia. Sé que Michael odiaría verte morir… pero más odiará ver como yo me quedo contigo y te doy una familia. Por eso es tan necesario que te mantengas viva después de esta pelea.

    […]

    Los edagrianos que tanta batalla les habían dado a las tropas de Asmir y Cadain no pudieron durar mucho más que un par de minutos tras la muerte de su líder. Los garaks y ryfiers que pelearon unidos fueron capaces de llevar la muerte a todos ellos, aunque para eso habían perdido un gran número de tropas.

    La pelea fue feroz, y eso terminó con todos ellos exhaustos, algunos incluso heridos. Cadain, que terminó siendo de los más golpeados por la pelea, sentía una dificultad inmensa para poder ponerse de pie y mantenerse firme. No había sufrido ninguna fractura, y mucho menos se veía ensangrentado en ningún lugar. Pero los constantes golpes que recibió fueron demasiado para que él los pudiera resistir a la ligera.

    Con ayuda de dos de sus soldados de más confianza, el líder de su especie acudió al sitio en donde Asmir estaba siendo atendido por algunos de los garak, acompañado también por Allecreod. Mientras avanzaba, pasó por el lugar en donde se hallaba el cuerpo de Ebilo, el ryfier que él eligió para que conformara el consejo de guerra junto a él, siendo el único representante de su especie que no era un líder allí.

    — Lo lamento, Ebilo — pensaba silenciosamente mirándolo en lo que probablemente sería la última vez hasta acabar la guerra — Tenías potencial para servir de la misma forma en que el general Raumod nos sirvió a todos. Hasta pronto, amigo.

    Fue gracias a quienes lo sostenían que pudo llegar hasta el sitio en el que Asmir estaba siendo atendido. El líder de los garak había perdido tres dientes, y una gran cantidad de sangre brotaba de su boca. Pero dado a que eran las únicas heridas que cargaba consigo, no era un motivo válido para que no siguiera peleando tan pronto como se recuperara. Usando algunas de las botellas de agua que sobraron de su descanso para reponer fuerzas, el líder de la especie mayoritaria entre los atacantes se daba buches para limpiar la sangre de su boca, que poco a poco se reducía en cantidad. Allecreod se encontraba junto con ellos, y cuando Cadain vio que quien era el antiguo líder de su especie soltó su arma y se sentó al suelo para descansar, la curiosidad lo invadió en gran medida.

    — ¿Cómo te encuentras, Asmir? — preguntó Cadain, notando que incluso hablar le causaba cierto dolor en su cuerpo.

    — N…nno vvoy a ddettenerme… — el garak contestó con dificultad — Seg…seguiré peleando. El dolor en mi boca no puede frenar mis deseos de seguir aquí para poder ponerle punto final a la… — un grito ahogado salió de su interior cuando parecía que estaba volviendo a la normalidad — Debo pelear. Matar a los edagrianos. Continuaré.

    Notando que el dolor no se iría de inmediato, eligió no explayarse demasiado en sus palabras y ser breve y conciso. Quería darle la idea a su compañero de que él no se iba a retirar, puesto a que, si él se iba del campo de batalla sin haber recibido un daño tan grave, no daría un buen ejemplo a los demás.

    — Tenemos algunas medicinas en la nave — expresó una de las soldados cerca de su líder — Seguro que podremos encontrar algo para disminuir su dolor antes de enviarlo a pelear.

    — ¿Y tú? — Asmir notó que, si necesitaba ayuda de sus soldados para estar de pie, a Cadain le costaría mucho volver al combate.

    — Yo creo que terminé por hoy — el líder de su especie se sentía muy apenado — Iré al campamento médico que instalaron los grupos de Michael y Kila y haré que me traten allí. Mañana estaré listo para seguir peleando. Viendo el cielo, asumo que esta guerra no terminará el día de hoy.

    — Es verdad, Cadain — Allecreod, sentado en su lugar, notó que la luz solar era cada vez menos intensa — Esto no terminará hoy. Incluso matando a los otros dos hijos de Hark que siguen vivos. Incluso es probable que no lleguemos a matarlos hoy. Pero no perdemos nada con intentarlo.

    — Quiero preguntarte, Allecreod — Cadain supo que más de uno tendría la duda, pero sería él quien la vería respondida — ¿Por qué salvaste a Asmir antes de que Ixorum lo matase? Podrías haber interferido luego de que él acabara con su vida. No es que esté enojado porque no lo hayas hecho. Pero sabiendo que lo odias, quiero saber qué te impulsó a hacerlo.

    Todas las miradas, inclusive la del líder de los garak, se centraron sobre quien en el pasado ostentó el puesto de conquistador planetario. Él, Cadain, y muchos otros que lo estaban viendo, pudieron notar que fue Allecreod el que acabó con Ixorum, tal y como lo decía Cadain, mucho antes de que este pudiera ponerle fin a la vida del garak. Nadie, ni siquiera los de su propia especie, tenían una respuesta correcta para esto.

    — Aunque ya no tenga el cargo de mandamás entre los míos, sigo deseando lo mejor para ellos — Allecreod comentó sin avergonzarse — Y estoy seguro de que, tras haber escuchado que el líder de la humanidad ha muerto, dejar que alguien más entre los líderes muriera hoy sería catastrófico. Los garak son mayoría entre nosotros, y si pierden a su líder, tendremos un contratiempo inmenso. Eso podría ser la diferencia entre ganar o perder. Por eso lo hice.

    — No creas que estás perdonado — con todo el dolor que cargaba al pronunciar palabras, Asmir le hizo saber a Allecreod que su situación no había cambiado — Sigue igual.

    — Lo sé, y no me importa — el ex líder de su especie se mostraba indiferente ante la situación — Los míos son mi máxima prioridad. Y por más que te odie, salvarte hacía más sencillo ganar esta guerra para salvarlos a ellos. No buscaba el perdón de nadie.

    La respuesta que dio Allecreod dejó callados a todos los presentes allí. El haber escuchado los sinceros pensamientos del ryfier, sumado a la batalla tan difícil que acababan de ganar, mermó sus ganas de decir algo en aquel momento.

    Todos los heridos se ponían de pie, dispuestos a acompañar a Cadain hacia el sitio donde los médicos que la humanidad llevó a la guerra se habían instalado. Los que seguían en condiciones para pelear permanecerían con Asmir y Allecreod, mientras que todos aquellos que debieran retirarse para ser tratados, emprenderían el camino de vuelta junto a Cadain.

    Antes de marcharse del sitio, Allecreod volteó para ver el cuerpo sin vida de Ixorum. Primero de los hijos de Hark que caía, salvo que se hubieran perdido de alguna novedad importante respecto a los otros dos, cosa que él no tenía forma de saber.

    — Solo quedan Varlim y Arion — Allecreod no se sentía conforme todavía — Luego, esto será mucho más fácil.

    En el trayecto de regreso hacia las naves, donde darían la orden a los tanques de retirarse para acudir a pelear en algún otro punto del planeta, el comunicador de Asmir empezó a sonar. Viendo que no sería capaz de hablar con claridad, el líder de los suyos le indicó a un soldado que lo tomara y respondiera ante el llamado.

    — ¡Habla rápido! — el soldado contestó, deseando saber qué ocurría — ¡Asmir está bien, pero con dolor en la boca, por lo que no puede hablar! ¡Pero sepan que nuestro líder está aquí!

    — ¡Este es Halur! — a ninguno le gustó escuchar disparos de fondo en esa comunicación — ¡Hemos intentado llamar a los otros comandantes garak, pero todos están ocupados peleando! ¡Necesitamos refuerzos en una de las ciudades edagrianas!

    — Luego nos contarán el panorama general de la situación — el garak supo que debían darse prisa — ¡¿Cuál es tu situación actual?!

    — ¡Estamos bajo ataque! — la voz de Kila empezó a sonar — ¡Son demasiados y no podemos mover los tanques con libertad para maniobrar bien! ¡Por el momento resistiremos, pero si seguimos así, Arion va a matarnos!

    — ¿Está ahí? — el haber escuchado ese nombre generó una pequeña emoción en Allecreod.

    — ¡Así es, es por eso por lo que sería ideal que ganáramos esta batalla! — Halur quería contar con refuerzos lo más pronto posible — ¡Les he enviado las coordenadas! ¡Acudan de inmediato!

    — ¡Vamos! — Asmir supo que se sentirían más aliviados si era él quien hablaba para dar esa orden.

    Habiendo ganado la batalla en contra de uno de los tres hijos de Hark, los que marcharían para ayudar a sus compañeros se dieron cuenta de que pronto tendrían la oportunidad de hacer frente a otro de ellos, y quien sería el más poderoso de los tres en todos los sentidos. Cadain y algunos heridos de ambas especies no podrían participar, por lo que, el combate en contra del líder de los edagrianos lo tendrían que llevar a cabo Asmir, Allecreod, y el resto de los soldados de ambas especies.

    — ¡Sigan las órdenes de Asmir! — era un mensaje de Cadain para los suyos — ¡Por el resto del día, y hasta que vuelva a pelear, él está al mando de ustedes!

    Todos los ryfier supieron de inmediato ante quién debían responder en el momento en el que llegaran al campo de batalla para librar el combate que podría ser decisivo en la guerra. El único motivo por el que no se separaban era porque las dos naves que usaba cada grupo estaban unidas, pero tan pronto como llegaran a ese lugar, tendrían que irse por caminos diferentes.

    Viendo que el tiempo sería crucial para esto, uno de los garak ordenó a los conductores de los tanques que seguían en pie y a las tropas que los acompañaban que dieran la vuelta y acudieran a las naves para poder despegar lo más pronto posible para así auxiliar a Kila y Halur antes de que la situación pudiera salírseles de control.

    En el camino de vuelta a las naves, Allecreod, quien tenía su lanza entre sus manos, empezó a apretarla con gran fuerza. Sabía que, tras la muerte de Hark en circunstancias desconocidas, no podría asesinarlo a él, pero tan pronto como escuchó que Arion se encontraba en su próximo destino, una emoción despertó en él.

    — Compartirás el mismo destino que tu hermano, Arion — pensaba para sí mismo, deseoso de llegar hasta él — Te atravesaré el cráneo y te romperé la cabeza con esta misma lanza… Si es que no mueres antes de mi llegada.

    […]

    — Maldita sea, quizá debí haber tomado el arma que usó ese edagriano — expresaba Orz, mirando el caos en que se había convertido la ciudad.

    Tan pronto como el soldado llegó hasta el lugar, los ojos que tomó prestados de Michael al tomar control de su cuerpo le dejaron ver el estruendoso campo de batalla que se había formado en aquella ciudad. Los escuadrones que correspondían a Michael y a Gwyn entablaron batalla contra los defensores de aquella ciudad. Algunos se resguardaban detrás de ciertos edificios que parecían ser tiendas, mientras que otros simplemente estaban expuestos disparando contra sus enemigos. Tanto de un lado como del otro, se producían ciertas bajas, y el berrod supo que cruzar ese sitio no sería nada sencillo.

    — Al carajo, la iré a buscar — tras un análisis de la pelea, notó que eran los humanos los que morían más rápido que los edagrianos — No puedo dejar que los maten. Y no llegaré hasta Alicia y los demás con tanta gente disparándose.

    Fue así como eligió resguardarse en una de las calles por las que vino y emprender el camino opuesto para poder llegar hasta el lugar en donde el edagriano que le permitió tomar la libertad había usado su arma extraña con ellos. Sabía que, si la usaba correctamente, podría llegar a torcer la balanza en favor de los humanos, y así poder acudir lo más pronto posible para auxiliar a Kila y al resto de los garak, aunque no era lo que más urgente le parecía a él.

    Mientras Michael se metía a escondidas en el interior de aquella ciudad, sus tres compañeros luchaban en medio de aquel desastre contra las tropas de los edagrianos, comandados por Varlim. Alicia, Gwyn y Thomas disparaban desde atrás de las columnas que sostenían el balcón de uno de los edificios. El ataque sorpresa los había atrapado en el medio, y tenían que buscar una forma de ponerse seguros, regresando con la mayor concentración de soldados que pudieran.

    Para no sobrecalentar sus rifles y quedar expuestos ante la inseguridad de una pelea así, se turnaban para salir de cobertura y darles tiempo a sus de que avanzaran hacia la seguridad. Cuando Thomas y Gwyn salían al descubierto para disparar, Alicia corría para buscar refugio en otro sector, para luego repetir la acción y así poder apartarse de la pelea. Les costó un total de diez minutos moverse esquivando balazos por parte de los defensores del planeta, pero cuando llegaron con los demás soldados, se integraron por completo a la batalla.

    — ¡Elimínenlos a todos! — fue la orden de Gwyn, tanto para su escuadrón como el de Michael.

    Ante la ausencia de su comandante, los hombres y mujeres que obedecían a Umcali, aceptaron las órdenes de Fairin. Cuando su grito se hizo sonar, varios de ellos salieron de sus coberturas y dispararon al unísono contra los edagrianos que tenían más cerca. Pese a que estos portaban trajes que los protegían de forma efectiva del daño de los disparos de los humanos, con el tiempo, la lluvia de balas que los humanos desencadenaron sobre ellos terminaron por tener el efecto deseado, haciendo caer muertos a varios edagrianos, mientras la sangre salpicaba de los agujeros que habían sido formados en sus cuerpos.

    Varlim miraba atónita como los suyos, a pesar de contar con armas más fuertes, sucumbían ante la superioridad numérica de la humanidad que estaba allí presente. Cuando alzó la vista hacia el frente, pudo ver a una de las humanas dando las órdenes a las diferentes facciones del ejército invasor para que abrieran fuego sobre ella y los suyos, fue así como logró identificarla.

    — Es ella — pensó para sí misma — La líder de estos infelices. Si logro matarla, podré acabar con ellos con más facilidad.

    El tiroteo seguía sin cesar, y a cada minuto que transcurría, los suyos seguían perdiendo la vida frente a ella, cosa que era bastante frustrante. La edagriana, antes de salir a la batalla, se había aprovisionado de granadas potentes como un as bajo la manga en caso de que fuera necesario, aunque estaban pensadas para apoyar a su hermano Arion más adelante en la batalla.

    Sin embargo, viendo que los humanos tenían la sartén por el mango en esa batalla, la mujer líder de sus tropas se vio obligada a tener que sacar dicha carta para los suyos.

    — ¡Preparen los explosivos! — decía mientras disparaba ráfagas de balas contra los humanos al frente, logrando eliminar de tiros precisos a la cabeza a todos aquellos a los que llegó a golpear — ¡Si todo sale bien, podremos eliminar a varios de estos inútiles con las granadas! ¡Y luego, quiero que todos centren su fuego en esa humana de allá!

    — ¡¿Cómo sabe que es una humana?! — preguntó una de las mujeres que luchaba desde atrás de ella — ¡¿Y por qué hay que centrar nuestro fuego en ese objetivo?!

    — ¡Su voz suena a la de una mujer humana! — ella había estudiado las tonalidades en las voces de los humanos cuando su padre lo ordenó — ¡Y dado a que es ella la que los está organizando, ella tiene que ser la líder!

    — ¡Está resguardada detrás de varios de los humanos! — notó uno de los soldados.

    — ¡Exacto, por eso son las granadas, para apartarlos del medio y así llegar hasta ella! — Varlim lo tenía decidido.

    Ignorando por completo la existencia de un segundo líder, Varlim y algunos de sus soldados abrieron fuego a medida que iban avanzando, dando tiempo a los que se quedaron detrás de la vanguardia de tomar las granadas que habían tomado para la pelea y prepararse para arrojarlas en contra de los invasores.

    Gwyn, Alicia y Thomas retrocedían mientras seguían con las armas firmes y disparando a cada edagriano que tenían a la vista. La comandante del grupo supo que, incluso sin Michael, la pelea se estaba poniendo a su favor, lo cual podría darle más tiempo a su compañero para que se aproximara a su posición, y se pusiera a disparar junto a ellos de nuevo. Thomas casi no pensaba en eso, y solo se concentraba en abrir fuego en cada uno de esos atacantes para no darles ni un solo respiro en el ataque.

    Alicia, su pareja, era quien más lo tenía presente en aquel momento. Luego de haber contemplado como esos edagrianos salieron de la nada, ella no podía dejar de pensar en la posibilidad de que su novio hubiera sido alcanzado por los enemigos, lo cual no habría terminado bien de ser el caso.

    — No lo veo por ningún lado — Alicia empezó a preocuparse por él.

    — Alicia, yo ya te había dicho que Michael no descansará hasta regresar a ti — Gwyn recordó la primera vez que él hizo algo así, y quería que la chica también lo recordara — ¿Recuerdas cuando te rescató de los garak él solo?

    — Sí, lo recuerdo — su compañera contestó — Él apareció y me salvó. No pude ver nada, pero cuando abrí los ojos, ya estaba de regreso en sus brazos.

    — Sucederá lo mismo el día de hoy — Gwyn le quería hacer saber que todo estaría bien — Michael te ama. Lo sé porque, después de Devlin, he sido la que más tiempo ha convivido junto a él. Contigo actúa de una forma diferente, y eso demuestra que él te ha elegido a ti como la persona más importante en su vida. Él no va a dejar que nadie lo separe de ti. Y eso incluye también a estos malditos edagrianos.

    — Alicia, yo sé que Michael está esperando la oportunidad perfecta para entrar a la pelea — Thomas quiso sumarse para tranquilizar a la chica — Así que, démosle nosotros esta oportunidad. No te preocupes por él, y dispara. Que tenga el camino libre para venir a nosotros.

    — Gracias por esto, a los dos — Alicia se sentía afortunada de compartir el lugar de combate con ambos — Lo necesitaba.

    Con la preocupación de que Michael pudiera estar en peligro aún presente, pero motivada a pelear para ayudarlo a regresar con ellos, Alicia empezó a medir mejor su puntería, usando el único ojo que le quedó disponible luego de que Allecreod se lo arrancara. Sujetando con firmeza su rifle, pudo apuntar hacia la dirección correcta y así ponerle fin a la vida de todos aquellos edagrianos que peleaban ferozmente en su contra.

    Gwyn sonreía viendo como ella y sus escuadrones mataban cada minuto a más enemigos, pero pronto empezó a notar que algo no parecía estar bien. En un momento, ella estaba segura de haber visto como ciertos individuos se adelantaban para disparar, dejando atrás a algunos de sus compañeros.

    — No estaban heridos — susurraba la chica.

    — ¿Gwyn? — Thomas creyó haberla escuchado murmurar — ¿Ocurre algo?

    — Estamos ganando, pero no hacen nada al respecto — Gwyn le indicó lo que estaba percibiendo — No es normal que eso pase. Y no está bien tampoco. Es como si quisieran distraernos.

    Tal y como la chica creía, todo era una tapadera bajo las órdenes de Varlim. La mujer edagriana, viendo que varios de sus soldados ya se habían preparado para arrojar las granadas hacia la zona en donde los humanos se encontraban, optó por dar la orden para llegar hasta ella.

    — ¡Ahora, láncenlas! — ordenó la edagriana con gran euforia, sabiendo que podría cambiar las tornas de la batalla.

    — ¡No, maldición! — Gwyn escuchó a la perfección esas palabras — ¡Retrocedan y aléjense de los edificios!

    Ambos escuadrones empezaron a seguir las órdenes de sus respectivas líderes. Mientras que los humanos empezaron a retroceder, los edagrianos lanzaron al aire las granadas. Algunas se dirigieron a las calles para intentar impactar contra los soldados humanos, mientras que otras fueron lanzadas con los edificios cercanos al lugar del tiroteo. Las granadas edagrianas que utilizaban en esa guerra se caracterizaban por explotar al contacto, por lo que tan pronto como llegaron al lugar en donde debían caer, el fuego se empezó a extender mientras la reacción química tuvo lugar.

    Los soldados que estaban en la calle fueron alcanzados por la onda expansiva de las granadas, y se vieron envueltos en el fuego que se extendió con el impacto. Varios de ellos fueron sacudidos por la fuerza del explosivo, por lo que cayeron al suelo muertos tras un golpe tan violento. Mientras que los que estaban en las calles morían por las explosiones, las granadas que impactaban con los edificios empezaban a disparar escombros en cada dirección, pero siempre hacia el sector en el que se resguardaban los humanos. Dada la velocidad a la que fueron lanzados, y el enorme peso que tenían, estos impactaron en las cabezas de varios de los humanos allí colocados. Pese a tener cascos resistentes, un trozo de escombro lanzado con tanta violencia sobre ellos no era nada inofensivo.

    Los que tenían mayor suerte solamente quedaron inconscientes por el impacto, pero la enorme mayoría de los soldados en esas tropas terminaron perdiendo la vida por los golpes. Dado a que estaban en retirada, los que morían y caían al suelo se convertían en obstáculos que provocaban que sus compañeros tropezaran en la huida.

    Alicia fue una de las que terminó cayendo cuando tropezó con uno de los muchos cuerpos que quedaron en el piso, debido a que no podía ver del todo bien el panorama a su alrededor contando con un solo ojo. Tan pronto como su cuerpo tocó tierra, el terror se apoderó de ella. Cuando quiso levantarse, notó que se había golpeado fuertemente la rodilla, cosa que evitó que pudiera ponerse de pie para escapar del lugar.

    — ¡Alicia! — gritó Gwyn, aterrada de la posibilidad de perderla allí mismo — ¡Thomas, ayúdame!

    Respondiendo inmediatamente al llamado de su pareja, tanto la comandante Fairin como su novio tomaron a Alicia de los brazos para poder sacarla de allí. Desde el otro lado, Varlim supo que esa era la oportunidad perfecta para liquidar a sus enemigos.

    — ¡Sobre ellos, ahora! — Varlim empezó a correr mientras disparaba su arma — ¡Vamos a quitarles a su líder!

    La comandante de Zenith miró con terror hacia atrás cuando escuchó ese grito, sabiendo que, si los alcanzaban, podría ser el final tanto para ella como para sus compañeros.

    — ¡No, no los voy a perder! — Gwyn dejó que Thomas sostuviera a Alicia — ¡Thomas, sácala de aquí y luego vuelve a ayudarme! ¡Soldados, conmigo!

    — ¡Gwyn, espera! — Thomas quiso ir tras ella, pero dado a que su novia había soltado a Alicia, tuvo que sostenerla para que no cayera al suelo de nuevo.

    Ante la vista de Thomas y de Alicia, varios hombres y mujeres pasaron frente a ellos. Cada uno acudiendo para asistir a su comandante en ese enfrentamiento. La chica, quien había caído y necesitó ser ayudada tanto por ella como por Thomas, se sentía culpable por todo lo ocurrido.

    De pronto, entre los disparos que resonaban en el lugar, se pudo escuchar una enorme cantidad de zumbidos, todos provenientes desde las alturas a la izquierda de la calle donde estaba teniendo lugar el combate.

    Estos ruidos incesantes y potentes llamaron la atención de cada combatiente, y todos miraron a esa dirección para ver al responsable. Orz, gracias al cuerpo de Michael, logró encontrar la forma para subir a uno de los edificios de una altura mediana en la zona portando el arma que el edagriano usó para atacarlo a él y a otros humanos en su unidad. El arma que tenía en sus manos estaba cargada con una enorme cantidad de dispositivos explosivos, y el berrod se encargó de descargar toda una ráfaga de estos sobre los enemigos al frente.

    Varlim, quien junto a sus soldados se habían adelantado demasiado, quedó en medio de la lluvia de esos explosivos disparados por aquella arma. La cara de la edagriana mostró una expresión de terror al verlos venir.

    — ¡¿Qué clase de arma es esa?! — pese a que ella y su hermano eran los líderes de su gente y estaban al mando del ejército y de las armas a utilizar, no fue capaz de identificar con qué tipo de armamento estaban siendo atacados.

    Tan pronto como los elementos explosivos distribuidos a lo largo de la calle por esa arma estuvieron en su lugar, las explosiones empezaron a desencadenarse, haciendo que tanto Varlim como los edagrianos, cayeran al suelo con sacudidas violentas que incluso llegaban a hacer temblar todo el lugar. La hija mujer de Hark fue golpeada por dos de estas explosiones, lo que causó que ella terminara derribada en el piso.

    Varios de los suyos caían junto con ella, mientras que otros con menor suerte, recibían impactos tan potentes de las explosiones que simplemente eran incapaces de sobrevivir a golpes como esos.

    Gwyn y varios de los soldados pudieron reconocer a quien estaba del otro lado tan pronto como este se quitó el casco tras dejar el arma en el piso.

    — ¡Es el comandante Umcali! — gritó uno de los hombres entre la multitud.

    — ¡Perdón por no haber llegado aquí a tiempo! — Michael sonaba triste por las pérdidas que se podían notar con solo mirar los cuerpos humanos en las calles — ¡Pero creí que el arma que vi usar a uno de los edagrianos me podría ser útil, y tuve que regresar a buscarla! ¡Disparen todos!

    Orz fue el que dio el ejemplo. Tomando en sus manos el rifle que cargaba consigo, apuntó cuidadosamente hacia Varlim, ignorando su identidad, y creyendo que por el hecho de dirigir a los defensores sería la que estaba a cargo de liderarlos en batalla. Una vez que la tuvo a tiro, abrió fuego contra ella, descargando sobre su cabeza y su cuerpo una ráfaga de balas que impactaban contra su traje algo deteriorado por las explosiones. Varlim gritó por el dolor de recibir cada uno de esos disparos, hasta que simplemente, su cuerpo de guerrera ya no pudo seguir soportando más daño. La vida completa de la edagriana había sido drenada debido a los incesantes disparos que el Orz con cuerpo humano dejó caer sobre ella. Sin un solo gramo de vida restante, la mujer que había provocado la muerte de Magnus en el primer ataque de la humanidad cayó muerta al suelo mientras los agujeros que tenían en su cuerpo manchaban de sangre los alrededores.

    Gwyn y los soldados que iban al frente siguieron sus órdenes y sus acciones, descargando varias balas de sus rifles en contra de los edagrianos, llevando la muerte a cada uno de los que estaban con vida, puesto que incluso quienes habían quedado convertidos en cadáveres recibieron tiros por parte de los atacantes.

    Thomas y Alicia, desde su posición, pudieron ver a Michael. Ambos se alegraron de ver que su compañero estaba sano y salvo, y de que incluso había aparecido cuando más lo necesitaban para que les ayudara a combatir a los enemigos.

    En tan solo unos diez minutos más, los soldados humanos lograron sobreponerse ante los enemigos, y terminaron con la vida de cada uno de ellos. Habiendo ganado una batalla que tenía la pinta de que iba a terminar mal, estos se pusieron a festejar por su victoria. Sabían que Kila y Halur necesitaban algo de asistencia desde el sitio donde se encontraba la terminal, pero quisieron tomarse unos minutos para celebrar esa victoria.

    Gwyn, reunida de nuevo junto con Thomas y Alicia observó con una gran alegría en su ser como Michael, quien había descendido de los techos a los que se había subido, regresaba para ocupar de nuevo un sitio junto a ellos. Tan pronto como estuvo cerca de los tres, Alicia corrió hacia él, saltando encima suyo y dándole un beso en los labios que su pareja correspondió. Gwyn, también aliviada por eso, abrazó a su novio cariñosamente, sintiendo que las cosas empezaban a marchar bien para ellos. Terminados esos gestos de cariño, Michael y Alicia regresaron con sus compañeros.

    — Iba a aparecer antes a la batalla, pero creí que sería buena idea tomar el arma que usó aquel edagriano para atacarme por la espalda — Michael les contó el motivo de su tardanza.

    — Descuida, hermano, te agradecemos que hayas llegado cuando lo hiciste — Thomas se sentía aliviado de verlo de nuevo — Salvaste las vidas de muchos. Sobre todo, la de Gwyn.

    — ¿La has visto, Michael? — preguntó Alicia, abrazando a su novio — Ella se adelantó para defendernos a mí y a Thomas. Estaba dispuesta a dar su vida por nosotros dos. Lista para morir como una gran heroína.

    — No lo pude notar, porque vi a muchos corriendo hacia el frente — contestó el otro comandante — Pero si eso es cierto, entonces, te felicito, Gwyn. Eres la mejor comandante que Zenith podría pedir.

    — Por favor, me avergüenzan — con modestia, la chica aceptaba los cumplidos de sus compañeros — Me da gusto que me estimen así, pero yo solo cumplía mi deber al mismo tiempo que protegía a mis amigos.

    — Mereces una medalla cuando esto acabe, Gwyn — Thomas le dio un beso en la mejilla — Este sacrificio no lo haría cualquiera.

    — Eso es algo que veremos cuando la guerra haya terminado — Orz, con una gran satisfacción por ver que ninguno de los tres sospechaba nada, quería que se pusieran en marcha — Me llegó el mensaje de Kila pidiendo ayuda. Deberíamos ir a darles una mano. Ahora que la terminal fue derrumbada, estamos más cerca de la victoria.

    — Es verdad — Gwyn supo que tenían otra batalla por ganar — Esto todavía no acaba. ¡Nos vamos a la terminal para poder pelear junto a los garak!

    Ante la orden de la comandante, varios de los soldados, quienes menos heridas tenían en su mayoría, empezaron a marchar para poder ir a prestar asistencia militar a los compañeros que estaban esperándolos del otro lado de la ciudad.

    Orz, quien tomó la mano de Alicia al avanzar, se aseguró de mandarle un mensaje a quien se encontraba prisionero en su mente.

    — ¿Lo has visto? — pensó, intentando que esos pensamientos llegaran hacia Michael — Alicia ni siquiera se dio cuenta de que el beso que recibió no fue dado por su novio. Espero que hayas sufrido con todo tu ser cuando viste eso, Michael. Y te aseguro que esto es apenas el comienzo. Debe ser un infierno para ti no poder gritar por ayuda en un momento así.

    Mientras los soldados se encontraban avanzando hacia su próximo destino, un ruido muy extraño resonó desde atrás. Era como si un dispositivo, colocado en uno de los edagrianos que se encontraba muerto en el piso, se hubiera accionado para permitir una comunicación entre los enemigos.

    — Alto — Thomas fue el primero en detectar aquel sonido — En el cuerpo de aquel — señaló hacia el cuerpo de Varlim, detectando que venía de ella — Parece que la están llamando.

    — Veamos si podemos averiguar algo — Orz supo que sería ideal para ellos el hacerlo.

    Los cuatro soldados que formaron parte de la misión de exploración espacial se aproximaron al cuerpo sin vida de aquella edagriana, y empezaron a registrar cada parte de su traje hasta que dieron con lo que buscaban. Un pequeño elemento tecnológico similar a un celular humano, pero con un tamaño más grande, estaba haciendo ruido sin parar. Orz, que fue el que lo tomó en sus manos, buscó la forma de accionarlo, y tras medio minuto y un poco más de tiempo intentando descifrarlo, pudo activarlo. Se trataba de una llamada exclusiva de voz, usada por el emisor para que no hubiera demasiada latencia al intentar comunicarse, cosa que pasaría si se comunicaran mediante video.

    — ¡Varlim, habla Arion! — los cuatro se sorprendieron con esa revelación — ¡Más refuerzos acaban de llegar para los garak situados aquí! ¡Sé que me llevé más soldados que tú, pero necesito que acudas rápido a mi ubicación! ¡Es urgente!

    Ninguno de ellos cabía en sí tras lo que acababa de pasar. Si esas palabras eran ciertas, el emisor del mensaje era nada más y nada menos que el hijo de Hark. Y no solo cualquiera, sino el que se encargó de convertir el planeta Tierra en un simple cuerpo sin vida. Además, gracias a sus palabras, sabían que la edagriana muerta frente a ellos era una de sus hijas, dado a que, gracias a Allecreod, tenían los nombres de sus tres hijos.

    Orz, miró a cada uno de ellos, siendo él quien sostenía el aparato. Todos ellos estaban igual de impactados que él, pero más allá de eso, al berrod se le ocurrió una idea para poder provocar al enemigo, o incluso causarle un pequeño golpe anímico al hablar con él.

    — Gracias por la información — contestó, usando la voz de Michael, cosa que no le agradó a Arion — Vamos en camino.

    — ¡¿Quién demonios eres tú?! — Arion sintió miedo al no recibir una respuesta de Varlim tras haber llamado específicamente a ella — ¡¿Por qué tienes el comunicador de Varlim?!

    — Varlim está muerta — Orz lo presumía como un logro — Tú eres el siguiente.

    Sin más motivos para continuar escuchando la voz del hijo mayor de Hark, Michael cortó aquella comunicación. Una vez que supieron que una de las hijas de Hark había muerto ante ellos, los cuatro soldados humanos creyeron que la victoria estaba al alcance de sus manos si eran capaces de llegar hasta el sitio donde Arion se hallaba situado.

    Tras haber dejado el dispositivo con su legítima dueña, Michael, Gwyn, Thomas y Alicia se unieron a sus compañeros para marchar hacia el lugar donde se encontraba luchando Arion.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, ya estamos aquí una semana más disfrutando de la épica trama de LGC. Aunque las leídas en simultáneo por Discord deban esperar (merecerá la pena) debido a que mi historia haya terminado antes que la tuya, me alegra estar aquí disfrutando de un nuevo capítulo, el cuál ya he leído, por lo que pasaré a comentar lo más destacado para mí. :eyebrow:

    El inicio se da con algunos de los líderes de escuadrones: Ace con Agustina, Natasha con Abel y Lankir con Wida, sin mencionar a un comandante garak como extra de fondo XD. Los comandantes y líderes mencionados debaten el plan a poner en práctica para enfrentar el ataque a una ciudad, la cuál tendrá con total probabilidad un tren solar de los edagrianos. Derrotarlos es el paso previo para dirigirse al lugar en el que Xorxaik (ahora lo menciono XD) podrá interferir las comunicaciones enemigas, lo que daría una gran ventaja a las especies aliadas en la guerra que están librando. Tras esto, Ace manda al joven Faron a que monitorice el combate desde la nave, para indicar a las tropas terrestres por donde se mueve el tren solar y demás. Vemos que el muchacho accede aliviado y Agustina percibe que éste aprecia a su comandante, quién a su vez rememora junto a su futura esposa al famoso comandante Zion Stones. Él escogió a Ace como nuevo comandante, algo que sin duda ha quedado demostrado como una elección acertada. Tanto Ace como Agustina recuerdan al que fue su anterior líder con aprecio y tristeza.

    Acto seguido pasamos a ver a Gwyn, Thomas y Alicia quiénes están buscando al desaparecido Michael tras la estampida de edagrianos ancianos que lograron conseguir que sus líderes huyeran plácidamente. Cuando la búsqueda se demora, Alicia recibe el mensaje de Michael de que se encuentra bien, siendo lo que vimos de Orz en el anterior capítulo, cuando se comunicó con la chica. Alicia celebra saber que está bien, aunque en realidad no sea Michael... Mientras tanto, Kila les informa de que están siendo aún atacados pese a que la terminal ha sido destruida, por lo que necesitan ayuda. Sin embargo, nuevamente son alertados por un soldado random de que se aproximan más tropas enemigas. De pronto, parece que van a ser rodeados, por lo que poco podrán ayudar al escuadrón de Kila y Halur.

    Después vemos una especie de flashback de Arion y Varlim tras huir del escenario de combate. La pareja de hermanos decide separarse, siendo Arion el que se llevará consigo una cantidad más grande de soldados edagrianos que Varlim, con el objetivo de tomar de nuevo la terminal, dando a entender que esas tropas terrestres que se dirigen a Kila y Halur son las del propio Arion. Luego, en la siguiente escena, descubrimos que está haciendo Orz. El berrod en el cuerpo del humano tiene que esconderse de dos edagrianos ancianos (XDDDDDDDDDDDDDDDD) para después escuchar el llamado de Kila sobre su situación, lo que hace que los intereses de Orz entren en conflicto. Kila lo odia a muerte con motivo y él seguro que le tiene ganas, pero tras analizar la situación, entiende que lo mejor es que la garak se mantenga con vida. Sin perder tiempo, el berrod avanza hacia la zona en la que se escuchan los primeros disparos, mientras desea que Alicia se mantenga con vida para así tener una familia con ella y joder a Michael. Cosa que por un lado me genera terror y por el otro me hypea :v.

    La siguiente parte del capítulo nos muestra a Asmir, Cadain y Allecreod entre otros. Grupo que no vimos en el anterior capítulo tras lo intenso de su situación, en la que el ex líder ryfier salvó al líder garak de una muerte segura por parte de Ixorum. Cadain se encuentra para el arrastre (parece un soldado veterano retirado que intentó volver a pelear y le salió lumbago XD) por lo que no podrá pelear más el día de hoy, pero Asmir por otra parte pese al dolor de muelas que debe tener (XDDDDDDDDDDDDDD se lo merece :v) sí se queda a pelear. Al margen de todo esto, Cadain le pregunta a Allecreod el porqué salvó al líder garak, recibiendo unas sinceras respuestas por parte del ryfier. El antiguo líder de estos desvela que aún quiere lo mejor para su gente y salvar a Asmir significaba evitar el contratiempo de perder a otro líder, algo que todos comprenden en cierta medida. Tras esto, se enteran que Kila y Halur están peleando contra las tropas de Arion y el edagriano está allí, por lo que Allecreod ve una nueva oportunidad de matar a alguien importante.

    Finalmente, nos reunimos de nuevo con Thomas, Gwyn y Alicia, que están enfrentando a Varlim y sus soldados. Poco a poco los van derrotando, pero la edagriana percibe que una de las humanas es la líder, siendo Gwyn, por lo que decide que matándola a ella, logrará debilitar al resto. Junto a otros soldados, les lanzan una serie de potentes granadas edagrianas, las cuáles comienzan a matar soldados humanos sin cesar. Alicia cae al suelo y tiene dificultades para levantarse, por lo que tiene que ser ayudada por Thomas y Gwyn. Sin embargo, la comandante decide hacer valer su rango al tomar la iniciativa y enfrentar a Varlim, llevando consigo a algunos soldados. La situación parece que va a ser dura, pero entonces aparece Michael/Orz con el arma del edagriano que le atacó en el anterior capítulo y denota explosivos con esta (pedazo arma :v) matando a los soldados enemigos y terminando eventualmente con la vida de la propia Varlim. Sinceramente, esperaba que ella muriese más tarde o más temprano y finalmente ha llegado, por lo que estoy de celebración XD. :dancecat:

    Alicia abraza y besa a Michael tras su aparición triunfal (tremendo Orz XD) y tanto Gwyn como Thomas le agradecen el aporte, previo a una charla de lo más amigable entre ellos, reconociéndose el mérito. Ahora toca emprender rumbo a ayudar a otros escuadrones, pero de repente, el comunicador de la fallecida Varlim suena. Es Arion solicitando apoyo. Y aquí es cuando el chad de LGC aka Michael/Orz decide convertirse en el badass del capítulo, contestando al actual líder edagriano mediante una vacilada épica que termina por revelarle que su hermana y amante ha muerto. Algo que sin duda afectará seriamente al aguerrido edagriano.

    En definitiva, ha sido un gran capítulo este, amigo. Me ha gustado mucho. Y me da que los próximos van a ser bombas viendo el panorama... Así que me despido hasta la próxima, como siempre deseoso de ver cuál es el siguiente paso que se da en esta guerra. Un abrazo y cuídate. :kuku:
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Siendo que voy a tener una semana un poco complicada, he decidido publicar el capítulo hoy temprano, así me quedo tranquilo de que no estaré corriendo para poder hacerlo.

    Tratándose de un capi algo largo, no voy a decir la gran cosa.
    Quiero agradecer como cada semana a mi amigo Manuvalk por su presencia en los comentarios de esta historia. Ha estado acompañando la historia desde sus inicios, y sus comentarios siempre han estado allí para sacarme una sonrisa al ver que disfruta mucho de este universo ficticio que estoy desarrollando. Espero que, tal y como ha ocurrido hasta este momento, disfrute también de este capítulo, y que sepa que yo también tengo deseos de que regresemos a nuestras leídas en simultáneo.
    También quiero aprovechar para agradecer a Elliot (aún sin etiquetarlo XD) por seguir avanzando con la lectura de esta historia. Partió con un poco de desventaja pero poco a poco está poniéndose al día, y eso me llena de entusiasmo para seguir avanzando.

    Aviso a todos los que lean que la cronología y la guía de personajes sigue actualizándose mientras avanzamos.

    Un saludo, y disfruten la lectura.




















    Aún no hemos ganado:

    Noak y Gina, desde su posición en el puesto de guardia que tomaron tan pronto como obtuvieron el control de aquella ciudad, lograron divisar como algunos de los miembros de la especie ryfier se acercaban a pie a su campamento.

    Hacía menos de dos minutos habían visto sobrevolar la zona una nave que claramente no era humana, y los nervios los estuvieron matando hasta que divisaron por fin a sus tripulantes. Un grupo de soldados comandado por la pareja avanzó hacia los ryfier, quienes venían acompañados por otros garak, cosa que notaron al acercarse más a los que se estaban aproximando.

    Ambos soldados pudieron reconocer a Cadain entre las filas de los ryfier que se aproximaban a la zona donde tenían montado el campamento de los médicos que se encargarían de atenderse allí. El líder de su especie los reconoció a ambos, puesto a que hubo un par de reuniones con los soldados más experimentados en la Tierra en donde tuvo la suerte de conocer a los tripulantes de la exploración de Black Meteor, y al no haberlos olvidado, quiso saludarlos.

    — ¿Cómo se encuentran ustedes dos? — Cadain preguntó con cierta ironía — No se ve que hayan tenido que pelear demasiado.

    — Nuestro deber es defender este lugar en caso de que los edagrianos lo ataquen — Gina, quien no se tomó del todo bien ese último comentario, le quiso responder — Todo para que los heridos, como tú, puedan descansar sin estresarse demasiado.

    — Estoy herido porque participo de las batallas — Cadain sentía que lo estaban agrediendo — Ustedes difícilmente vayan a ser heridos en combate si no combaten, valga la redundancia.

    — Mira, Cadain, mejor entra callado al campamento médico — le indicó Noak, quien se estaba empezando a molestar — Que hemos instalado esto para atender a nuestros soldados de la humanidad, y hasta ahora, solo llegaron garaks y ryfiers. Si sigues hablando de esa forma de nosotros, daré la orden de que se les dé prioridad a los nuestros que lleguen a este lugar. No te gustará que te dejen colgado cuando te están atendiendo, ¿o sí?

    — Bien, ustedes ganan, no me quejaré más — Cadain se vio superado por la inquisitiva forma de respuesta de los dos humanos — Y no es necesario que se preocupen por mí. El día de mañana yo seguiré peleando. Solamente me detuve por hoy para tratar ciertas heridas en batalla.

    — ¿Has estado en contacto con alguno de los escuadrones de humanos? — Gina quiso saber si el líder de los ryfier podría aclarar un poco más la situación para ellos — Hemos estado escuchando los mensajes de auxilio, pero eso es todo. No sabemos qué sucedió con el resto de las tropas de nuestra especie.

    — Por desgracia para ustedes, no lo estuve — respondió con cierta tristeza — Pero viendo que pronto anochecerá, creo que pronto sabremos de todos ellos. Los escuadrones que no han informado de su situación actual deben estar luchando ahora mismo. Seguro todos serán conscientes de que el sol se irá pronto. Nadie querrá luchar en la oscuridad en un planeta desconocido, así que, quienes ganen sus batallas seguro se retirarán de sus posiciones y se comunicarán con nosotros.

    — Eso espero, estar lejos de las peleas y no saber nada de nuestros amigos no es algo que me deje muy cómodo — contestó Noak, mirando al cielo notando como el color de este indicaba cada vez más que la luz del sol que quedaba era escasa y se iría en poco tiempo.

    Desilusionados por seguir sin información respecto a sus compañeros, Noak y Gina simplemente ayudaron a llevar a los ryfiers y garaks que se presentaron en batalla al sitio en donde los médicos de la humanidad se encargarían de tratarlos. Con el tiempo que pasó, cada miembro del equipo encargado de tratar heridas fue entrenado para poder atender a los diferentes miembros de cada especie, por lo que, el no ser humanos no era un impedimento para tratarlos.

    Para agilizar las cosas en caso de que tuvieran que regresar a la batalla, Noak y Gina los ayudaban a ubicarlos en las respectivas camillas que tenían, dejando algunas libres para asegurarse de tener disponibilidad si llegara el momento en que sus compañeros aparecieran en la zona buscando alguna especie de cuidado médico tras una fuerte batalla.

    — ¿Sabes? — Gina quiso proponerle algo a Noak — Tengo un presentimiento algo extraño. Pero no es algo malo. No siento que nuestros amigos estén en peligro.

    — ¿Todos ellos están ganando? — Noak sonrió al escucharla decir eso.

    — Sí — la chica se vio inundada de felicidad — Cada uno de ellos está matando edagrianos… eso es lo que estoy sintiendo. Sé que no nos llevará más de una semana ganar esta guerra. Y cuando todo haya terminado, nos reuniremos juntos a festejar nuestra victoria.

    — Espero que ese presentimiento tuyo se cumpla, Gina — su pareja compartía sus deseos de que todos estuvieran bien — No quiero que esto dure más de lo necesario. Solamente participamos de una batalla, pero ya quiero que esta guerra llegue a su fin, y poder vivir tranquilos y en paz.

    […]

    Arion había quedado petrificado cuando escuchó ese mensaje de respuesta por parte de uno de los miembros de la especie invasora. Dado a que no realizó una llamada para ver la imagen de Varlim, él no fue capaz de ver quién fue el ser que tomó su comunicador para darle la noticia de que estaba muerta. Y peor aún, no había como saber quién sería el responsable de su asesinato, ya que no necesariamente se trataría del mismo ser que levantó el dispositivo.

    Era consciente de que su pareja se había ido a pelear contra un escuadrón formado solamente por humanos, pero no tenía forma de saber si, tal y como sucedió con la batalla que él libraba recientemente, nuevos guerreros de otras especies se habían sumado al conflicto.

    Fuera quien fuera, él estaba golpeado de una forma devastadora. Varlim y él se conocieron desde que eran niños. Su amor nació en ellos cuando ambos entraron en la adolescencia. A veces a escondidas de su padre, y otras veces en público solamente para molestarlo, pero siempre que estaban juntos, expresaban un cariño que iba más allá de lo fraternal. Como su especie no tenía al incesto como un tema tabú tanto en lo moral como desde el punto de vista biológico, lo único que evitaba que pudieran estar juntos era el deseo de Hark de que ambos tomaran un camino separado liderando a los edagrianos que partirían a otros planetas. Arion pensaba en eso, y no podía dejar de sentir rabia y tristeza mientras apretaba los puños de ira.

    Absorto en el pensamiento de que su compañera sentimental hubiera sido asesinada, Arion ignoraba por completo los disparos que sucedían a su alrededor. Ya sin los trenes, lo único que les daba cierta ventaja a los suyos era su superioridad numérica ante los soldados garaks y ryfiers que estaban peleando en aquel lugar. Imposibilitados de usar los tanques debido a la cercanía de los soldados, la lucha era pareja, pero el hijo mayor de Hark no parecía pensar en otra cosa.

    — Todo lo que hice… absolutamente todo, fue para estar al lado de ella — su rostro sonriente inundaba sus pensamientos — Y estos malditos bastardos de mierda vinieron a mi planeta a quitármela. No puedo… no es real. No pudo suceder…

    Dos balazos impactaron en su casco, provocando que retrocediera unos pasos, más del susto que por haber recibido alguna especie de daño. No sabía de donde podían provenir, solo supo que, tal y como lo ordenaba su posición de poder, debía responder. Tomó su arma y apuntó contra varios seres entre la multitud de garaks y ryfiers que se hallaban en aquella zona de la batalla, disparando contra los que tenía a su alcance. Pudo notar como nada más le quitó la vida a un garak, mientras que los otros disparos que lanzó, pese a ser dirigidos a un lugar donde había enemigos por todos lados, no lograron atinar a ninguno.

    No tardó en encontrar a un responsable para lo que había sucedido con Varlim, y su enojo, alimentado por ver cómo eran los suyos los que más en desventaja se encontraban en aquel momento en el que los trenes estaban inutilizables, lo obligó a realizar otro llamado.

    — ¡Ixorum! — sin más reparos, gritó contra su hermano menor — ¡No me importa qué clase de batalla estés librando ahora mismo! ¡Quiero que te retires y vengas a ayudarme aquí! ¡Los seres que protegiste destruyeron la terminal de trenes y asesinaron a Varlim! ¡Si en verdad sentías el menor aprecio por nuestra hermana, te ordeno que vengas aquí y arregles este desastre que tú provocaste! ¡Y reza para que no me queden deseos de verte muerto para cuando esta guerra termine! ¡Por tu culpa he perdido a la mujer que amaba! ¡Eres igual de responsable que aquellos que la han asesinado! ¡No quiero escuchar tu inútil voz, solo quiero verte aquí solucionando el problema que causaste! ¡Rápido!

    El enojo no se había pasado, y esos gritos no lo tranquilizaron si quiera un poco. Arion, todavía más enojado que antes, tomó su arma y corrió hasta mezclarse con los que estaban en la línea de frente del campo de batalla para así ser más efectivo en la eliminación de los enemigos.

    Había llamado a su hermano menor al lugar, sin estar al tanto de que él había muerto, y que su asesino se encontraba justamente entre los enemigos allí presentes.

    En el mismo lugar del encuentro, Asmir se hallaba luchando junto con Kila, Halur, Allecreod y otros ryfier que habían acudido junto a él. Resguardados en la cuarta línea, todos tenían la oportunidad de disparar en contra de los defensores de aquel planeta, eliminando a los edagrianos cuyos cuerpos eran alcanzados por los disparos que soltaban al frente en esa batalla. No les era para nada complicado tomar refugio cuando el fuego les era devuelto, pero eso no era lo que buscaban en esa batalla.

    — ¡¿Puedes reconocer a Arion?! — Asmir le preguntó a Allecreod, con fuerza para que su voz se alzara sobre los disparos de las armas.

    — ¡Es difícil si tiene el mismo jodido traje que todos los presentes aquí! — el ryfier se quejaba, ya que sentía como si lo estuvieran tratando como una especie de adivino — ¡¿Kila, Halur?! — devolvió esa pregunta a los dos garak a su lado.

    — ¡Escuché como varios de ellos se referían a uno entre los suyos como Arion! — contestó la garak, queriendo divisarlo entre los enemigos — ¡Pero no puedo identificarlo! ¡No ahora!

    — ¡Eso no me gusta nada! — Asmir se quejó de esa situación — ¡Podría escapar y ninguno de nosotros lo sabría! ¡No vamos a perder el tiempo revisando cuerpo por cuerpo hasta dar con él!

    — ¡Si quieres que muera, entonces procura que nadie escape con vida! — Allecreod le indicó a su compañero — ¡Sabemos que está aquí! ¡Entonces, para asegurarnos de haber terminado con su vida, solo hará falta acabar con todos! ¡No hay nada más simple que eso!

    — ¡Simple, pero absolutamente nada fácil! — Halur señaló, viendo como los edagrianos podían mantener ventaja con la superioridad numérica — ¡Espero que los humanos aparezcan pronto, o quienes tendremos que huir seremos nosotros!

    — ¡Más les vale que lleguen! — Asmir, quien no tenía aprecio suficiente con los humanos, estaba deseando verlos aparecer pronto — ¡Lo último que necesitamos es tener que ganar esta guerra por nuestra cuenta!

    Allecreod, quien en la batalla anterior había salvado su vida de las manos de Ixorum, alguien que para su lógica debía ser inferior en poder y fuerza a Arion, quiso decirle que no era demasiado apropiado de su parte ponerse exigente con las tropas de cualquier especie siendo que él estuvo a punto de morir en combate. Sin embargo, estaba seguro de que decir esa clase de cosas solo empeoraría su situación, como si realmente hiciera falta meterse en esa clase de problemas. Su boca quedó cerrada, y solo eran sus pensamientos los que guardaban ese juicio sobre él.

    — Tú concéntrate en no morir ahora — susurró Allecreod, cuyas palabras no llegaron a los oídos de nadie, ni siquiera a los suyos — Los humanos tarde o temprano tendrán que pelear contra él. No les conviene que Arion nos mate.

    […]

    Las naves que habían partido hacía menos de un minuto al cielo ya pudieron dar con el objetivo que buscaban. No es como si un tren equipado con torretas resistentes fuera demasiado difícil de encontrar, pero usando las cámaras exteriores que estaban equipadas, fue relativamente sencillo para ellos encontrar la posición que ocupaba en la ciudad.

    Desde una de esas naves, Faron, aliviado de haber cumplido de forma rápida y eficaz con el encargo que le habían dado, informó a los líderes la posición en la que se encontraba la unidad que debía ser destruida.

    — ¡El tren está a unas cuatro calles de su ubicación actual! — comentó el soldado con poca experiencia en batallas — ¡Solo deben seguir en línea recta y llegarán hasta ellos! ¡Pero no están solos! ¡Hay un escuadrón de aproximadamente doscientos edagrianos en la zona! ¡No podrán acercarse demasiado con los tanques!

    Tras haberse comunicado con sus superiores y darles la novedad que estos precisaban, el joven soldado se relajó un poco sin perder de vista la imagen de los enemigos que podía divisar a través de las cámaras instaladas en la sala de comandos de su nave.

    — Buen trabajo, niño — un soldado mayor en edad lo felicitó — Veo que se te da bien ser un rastreador.

    — No es complicado encontrar un gusano de metal en una ciudad con edificios de variada altitud — comentó Faron, dando su opinión de lo que era tener que buscar su objetivo — Lo que va a ser complicado será enfrentarse a ellos. Algo que, gracias a la decisión del comandante Lakor, no tendré que hacer.

    — Fue muy amable al elegirte para que abordaras esta nave — le hizo saber su compañero — Prácticamente, te ahorró tener que ir al enfrentamiento con aquel “gusano de metal”.

    — Lo sé, y se lo he agradecido — Faron centró la vista en la pantalla — Por eso me aseguraré de advertirles en caso de que más tropas se les acerquen. Intentemos realizar un paneo del campo de batalla. Si más edagrianos se les pueden acercar, lo deben saber.

    — Buena idea, después de todo, ya saben a dónde tienen que ir a pelear — comentó el soldado que se encargaba de dirigir la nave con los comandos que ingresaba a una computadora — Ganémonos el sustento y las provisiones que vamos a consumir luego de las peleas de esta noche.

    Así fue como la nave que estaba bajo el mando del comandante Lakor se apartó del lugar en el que estaba suspendida para poder buscar, detectar y advertir la presencia de más soldados edagrianos en las proximidades del campo de batalla.

    […]

    — No me gusta eso que he oído — el comandante Lakor habló con el resto de las autoridades militares presentes en aquel sitio — Los tanques serán divisados antes de llegar si realmente hay tantos soldados allí ubicados.

    Al igual que él, Natasha, Wida, Lankir y el comandante de los garak habían oído lo que Faron les dijo tras haber ascendido a los cielos para echar un vistazo. Agustina no se veía nada contenta con aquel informe que les dio el joven soldado, y Abel compartía inquietudes al respecto. Si había tantos edagrianos instalados en aquel sitio, no había ni un solo lugar por el que pudieran aparecer sin que estos pudieran ver los tanques antes del ataque.

    Lo que menos querían era tener que lidiar con refuerzos del ejército enemigo en aquel momento, ya que sentían que con el tren tendrían más que suficientes problemas con los que lidiar. Viendo que a nadie se le estaba ocurriendo nada, al comandante no le quedó otra opción que tomar una decisión poco agradable.

    — Hay que generar una distracción para que los tanques puedan aparecer sin ser detectados y atacar al mismo tiempo — comentó el comandante Ace ante todos los presentes — Y creo que vamos a tener que sacrificar a todas las bestias de Fientlig.

    — ¿Estás seguro de que es lo mejor? — Lankir conocía el esfuerzo que supuso obtenerlas y reclutarlas, pese a no participar activamente de esas misiones — Si las perdemos, tendremos que librar el resto de la guerra sin ellas. No podemos enviar ningún escuadrón a casa a buscar más.

    — Hay que destruir ese tren, o no podremos atacar tranquilos la ciudad donde dirigen todas las comunicaciones — la seriedad en la voz y el rostro de Ace les indicaron a todos que iba en serio — Perderemos un recurso militar, pero despojaremos a los enemigos de uno muy importante. Dos si podemos llegar hasta esa central de comunicaciones y evitar que sigan enviándose mensajes entre ellos.

    — Yo creo que merece la pena — Natasha secundó la idea de Ace — Pero si las vamos a sacrificar, hay que asegurarnos de obtener la victoria. No podemos perderlas y luego retirarnos.

    — Eso era algo que ya habíamos discutido, pero es cierto — el comandante garak supo que era lo mejor si querían destruir ese tren — Entraremos todos juntos a la ciudad, y los tanques se quedan atrás junto con uno o dos soldados garaks para que los custodien. El resto asaltará ese punto de combate y no les dará respiro.

    — Xorxaik, prepárate para disparar en todas las direcciones — Lankir, sabiendo que tenían que poner toda la carne en el asador en esa batalla, quiso utilizar al robot — Tienes un cuerpo resistente con el que apoyarte en la batalla. Trata de evitar que te derriben, y flanquea a los tiradores como puedas.

    — Orden recibida, preparando estrategia de ataque para asedio absoluto — informó el robot, mientras varios ruidos se empezaban a oír saliendo de su cuerpo, probablemente los circuitos interiores moviendo información para que su unidad la procesara — Aumentaré mi precisión y mi velocidad, pero a cambio me desconectaré de la red por unos momentos. No seré capaz de recibir ninguna orden de forma remota.

    — No hará falta hacerlo — Lankir le hizo saber que irían con todo — Tu orden es simplemente disparar contra ellos y quedarte a pelear hasta que no puedas más. Sé que probablemente tú no mueras porque no eres un ser vivo, pero sé que sabes lo que es tener una interrupción en tu funcionamiento. Lucha hasta que ganemos o hasta que tus sistemas no respondan.

    — Recibido — Xorxaik informó, preparando sus extensiones para partir a la batalla — A las órdenes de todos ustedes. Entraré primero y seré el objetivo de varios de sus disparos.

    — Prepararé las bestias para el combate — Ace se alejó de aquel grupo, acompañado por Agustina — Tan pronto como estas empiecen a correr, todos acudimos detrás.

    Desde sus lugares, todos los demás asintieron con la cabeza, listos para entrar a entablar el combate en contra de los edagrianos que estuvieran allí esperándolos para hacerles frente, en un intento de defender su hogar de su invasión.

    El comandante Lakor, con su pareja al lado suyo, ordenó a las bestias prepararse para salir corriendo al interior de la ciudad para así fungir como una distracción ante los enemigos. También les indicó que debían poner su cuerpo como escudo humano para sacrificarse por ellos tan pronto como los disparos de las torretas o de otros edagrianos en pie empezaran a llover sobre ellos. Tan pronto como estuvieron listos para entrar, Ace tomó la mano de Agustina, queriendo tener un gesto de cariño con ella en caso de que algo no saliera bien. A través del visor de sus cascos, la pareja comprometida se pudo ver a los ojos, y darse algo de tranquilidad antes de tener que pelear.

    Con algo de miedo encima, Ace soltó a su pareja y dio la orden para que entraran a la carga.

    — ¡Ahora! — el comandante quiso que el ataque diera inicio cuanto antes — ¡Asalten esa ciudad!

    Luego de que algunas de estas lanzaran rugidos al aire, las bestias de Fientlig empezaron a correr hacia la dirección en la que les indicó el comandante de la humanidad. Ese grito no solo fue oído por estas, sino también por el robot que fue construido por Allecreod. A la mayor velocidad que un cuerpo de varios kilos de metal lo permitía, empezó a correr también al interior de la ciudad.

    Detrás de todos los seres salvajes y del robot construido por quien en su momento fue enemigo suyo, los humanos, garaks y xaromitantes presentes tomaron sus armas y se adentraron en combate. Algunos gritaban para intentar llenarse de confianza en sí mismos y no acobardarse ante la pelea, sobre todo aquellos que habían sido repelidos en la primera batalla contra aquel vehículo blindado.

    […]

    — Se nos acercan enemigos — la comandante que dirigía a los suyos en batalla podía percibir ciertas vibraciones en el suelo — ¡Preparen las torretas y los rifles para el asalto!

    Todos los allí presentes tomaron las armas que portaban en aquel momento y se prepararon para un gran enfrentamiento. Los sonidos de tropas avanzando se empezaron a oír, por lo que todos podían sentir que serían atacados desde una misma posición. Todas las armas apuntaron hacia el sitio donde su sentido del oído les indicó, preparándose para fulminar a quien sea que se les hiciera presente.

    No tardaron en dar inicio con la defensiva, dado a que las bestias del planeta Fientlig aparecieron entre las calles, siendo acompañadas por el robot que hacía poco lograron derribar. Xorxaik, siendo el único que podía disparar en aquel grupo, levantó ambos brazos y abrió fuego en contra de los soldados que se encontraban en las torretas, queriendo liquidar a los nueve restantes tras haberse llevado a uno de ellos en la batalla anterior. Quienes fueron los primeros objetivos del robot se tuvieron que refugiar tras el escudo que tenían en frente, para así evitar ser alcanzados por los disparos, lo cual también les imposibilitaba defenderse de aquel ataque.

    Las bestias por su parte avanzaban dando rugidos contra las tropas terrestres, quienes serían los objetivos de su ataque. Los edagrianos que iban a pie abrieron fuego contra estas, lo cual forzó a los animales salvajes del planeta donde encontraron radiación por primera vez, a tener que esquivar dichos ataques. Tres de las bestias fueron acribilladas tanto por tropas terrestres como por los soldados arriba de las torretas, por lo que sus vidas se perdieron antes de acercarse a los enemigos. El resto de estas pudieron llegar hasta los defensores, empezando a dar golpes con sus potentes garras, las cuales tenían el filo y la fuerza suficiente para hacer sangrar a los enemigos a través de sus trajes.

    Sin embargo, tan cerca de los objetivos, eran un blanco todavía más fácil de acertar. Los que iban a bordo de las torretas empezaron a abrir fuego, aniquilando varias bestias, pero también matando a algunos de sus compañeros en el proceso. Xorxaik, quien vio su precisión aumentada, consiguió mover el brazo y cambiar el flujo de los disparos que salían de su interior, logrando atinarle en la cabeza a uno de los soldados que estaba al descubierto. Aunque esa fue la única baja que consiguió antes de convertirse en el blanco de los ataques. Cuatro de los soldados que abordaban las torretas dirigieron los disparos a su cuerpo, haciéndolo retroceder, moviendo y desestabilizando su ser hasta el punto de que incluso su precisión aumentada no le era suficiente para golpear a los enemigos.

    Tan pronto como los disparos empezaron a lloverle al robot, el resto de las tropas llegaron a la batalla. Mientras cuatro de los soldados a bordo del tren disparaban al ser de metal y los otros cuatro a las bestias, los humanos, garaks y los dos xaromitantes empezaron a abrir fuego, aprovechando esa ventaja de tener a los enemigos distraídos. El primer ataque de lluvia de balas fue el más letal de todos, consiguiendo llevarse a un total de treinta y seis edagrianos en el suelo, pero ese fue el límite, ya que pronto, los soldados empezaron a ser blanco de quienes disparaban en el suelo.

    Algunos de los defensores salían corriendo hacia los atacantes, para así crear algo de distancia entre sus compañeros y las bestias, y permitir que los que iban a bordo de las torretas pudieran atacar con disparos más claros. Al hacer esto, eran capaces de llevarse las vidas de varios humanos y garaks, quienes caían muertos por la precisión y fuerza de los disparos, pero luego se convirtieron en blancos fáciles para los sobrevivientes, quienes los acabaron en poco tiempo.

    — Mierda, quedan solo cuatro — Ace apretó los dientes mientras veían como las bestias iban muriendo a cada segundo que pasaba — ¡Concentren su fuego sobre ellos!

    Wida, Natasha, Agustina, Abel, el propio comandante y también el líder de ese escuadrón de los garak intentaron apuntar a los soldados colocados sobre el techo del tren. Matarlos era su prioridad, pero si no podían lograrlo, al menos deseaban perturbar su puntería para que no todas las bestias fueran liquidadas.

    Lankir veía como Xorxaik hacía su máximo esfuerzo para resistir los tiros de las torretas que lo hacían retroceder cada vez más. El xaromitante podía ver como el robot inclinaba su cuerpo y cambiaba la orientación de sus pies en sus movimientos para no verse derribado al suelo como ocurrió la primera vez, notando que había aprendido la velocidad y dirección que tomaban las balas disparadas desde esas armas. Sin embargo, eso no sería suficiente. Queriendo evitar que el robot que les daría la ventaja fuese a ser derribado, Lankir tomó su cañón con fuerza, sabiendo que solo tenía permitido cinco disparos y que debía esperar si los gastaba todos en ese momento.

    Tratando de apuntar con precisión, el xaromitante disparó intentando golpear a uno de los que se encontraba situado sobre una de las torretas. Dejó salir el primer disparo, y una esfera recorrió el trayecto hasta impactar con el metal del tren. Dado a que estaba muy lejos y el ruido y la preocupación que tenía para con su vida le jugaban en contra, no logró concentrarse para afinar mejor su puntería. Cuando la esfera chocó con el metal del tren, este se sacudió por unos dos segundos, pero nada más.

    Xorxaik, quien se vio libre de disparos por un instante, logró afinar su posición y apuntar contra los soldados edagrianos allí presentes. No consiguió matar a los que iban sobre las torretas, dado a que pudieron tomar cobertura, pero cuando disparó contra los edagrianos que luchaban a pie, sus balas fulminaron a la mitad de los que fueron golpeados, mientras que los de la otra mitad solo fueron heridos.

    — ¡Las bestias han caído! — el grito de Ace asustó a Lankir — ¡Atentos, ya no hay nada que los distraiga de dirigirse contra nosotros!

    Tal y como dijo el comandante del Zenith, todas las bestias de Fientlig que formaron la vanguardia en ese ataque ya solamente eran cadáveres desprendiendo sangre en el campo de batalla. Con varios edagrianos aún en tierra firme para poder moverse, los que iban a bordo del techo del tren empezaron a disparar contra las tropas atacantes junto con ellos.

    — ¡Corran! — Abel se vio asustado al notar como un disparo pasó a poco menos de un metro por arriba de su cabeza — ¡Somos blanco fácil aquí!

    Siendo más una sugerencia que una orden por salir de su boca, todas las tropas empezaron a alejarse de la zona, buscando preservar sus vidas hasta que los tanques de los garak llegaran y pudieran asediar el tren todos juntos. Varios humanos y garaks que iban en la línea del frente se vieron alcanzados por los disparos de estas armas tan potentes, lo que los llevó a ser atravesados por las balas que fueron lanzadas contra ellos.

    Muchos caían a su muerte, mientras que otros simplemente quedaban agonizantes en el suelo, gritando por el dolor tan punzante de aquellos disparos que lograron destrozar el metal e impactar contra sus órganos.

    Lankir, inundado en frustración, no quería seguir retrocediendo. Recordando que su padre fue asesinado, tenía deseos de derrotar a los edagrianos allí presentes y acabar con su arma más fuerte. Contra la corriente que estaba huyendo, este regresó sobre sus pasos con el cañón en alto. Wida, quien supo que él no se quería dar por vencido, lo vio y se horrorizó ante la posibilidad de verlo morir.

    — ¡Lankir, no vayas! — Wida lo perseguía, mientras atestiguó como Lankir dejó salir un disparo de su cañón contra el tren — ¡Eres inteligente, no te dejes llevar por tus emociones en esta pelea!

    Sin escucharla del todo, el xaromitante dejó salir una esfera sobre el blindaje del tren que les seguía sirviendo a los enemigos para disparar.

    — ¡Xorxaik, flanquéalos del todo! — el xaromitante ordenó al robot.

    Cuando la esfera chocó con el tren, este volvió a sacudirse, generando un temblor más fuerte que el anterior producto de todos los disparos recibidos en el sitio. El robot construido por Allecreod aprovechó ese momento ventajoso para apuntar contra los edagrianos que iban a pie, eliminando a una gran cantidad de ellos, perforándoles los cráneos con sus balas.

    — ¡No, dirige tu munición a los que abordan el tren! — el xaromitante notó que la estructura estaba dejando de vibrar.

    Viéndose desesperado por destruirlo, el xaromitante disparó dos veces más contra el vehículo de gran longitud, esperando que eso desestabilizara lo suficiente a quienes iban a bordo de este para poder darle a Xorxaik la oportunidad de acabar con ellos. Los dos disparos del cañón dieron en el blanco, y el tren nuevamente se sacudió. Sin embargo, el blindaje instalado sobre su superficie era capaz de resistir más, por lo que, cuando dejó de moverse, todos los que iban a bordo de las torretas descargaron los disparos sobre Xorxaik, quien había intentado sin éxito eliminar a los tiradores situados en el techo.

    Recibir disparos desde ocho direcciones diferentes y con tanta fuerza en su cuerpo dejó al robot incapacitado para moverse libremente. Ya sin poder inclinar su cuerpo o mover los pies a voluntad, el robot fue impactado por las balas fulminantes de las torretas a bordo del tren. Los disparos no eran lo suficientemente fuertes como para penetrar su coraza, pero tenían la potencia necesaria para hacerlo retroceder hasta el punto en que lo hicieron caer al suelo.

    Xorxaik fue derribado y cayó de espaldas sobre el duro pavimento de las calles de aquella ciudad, ante la vista de miedo de Lankir y de Wida.

    — ¡Lankir, tenemos que huir ahora! — la mujer xaromitante quiso que no se quedara allí.

    — ¡No! — Lankir gritó lleno de furia, más como un desahogo que para mostrar desobediencia, dado a que empezó a correr junto a más humanos y garaks — ¡No es posible! ¡Hemos perdido!

    La mujer que comandaba a los suyos a bordo de las torretas supo que sus armas fijas tenían mayor fuerza y servirían para poder liquidar a los que estaban huyendo, solo necesitaban retener al robot en el suelo. Fue eso lo que la llevó a revelar su siguiente orden.

    — ¡Centren todo su fuego contra ese individuo de metal! — gritó a las tropas terrestres — ¡El resto dispare a los fugitivos! ¡No dejaremos que huyan! ¡Tan pronto como desaparezcan de nuestra vista, moveremos el tren hacia su ubicación!

    Lankir, Wida, Ace, Agustina, Natasha y Abel escucharon con miedo como los disparos de las torretas pasaban muy cerca de sus cuerpos. No faltaría mucho hasta que los que se encontraban atrás de sus posiciones fueran liquidados, y entonces, sería su turno. Sabiendo esto, algunos soldados que iban al frente de la retirada y tenían la mayor oportunidad para escapar, decidieron retroceder sobre sus pasos y acudir para cubrir la huida de las autoridades.

    — ¡Soldados! — Ace vio a varios de su tropa regresando a confrontar al tren.

    — ¡Ya hemos perdido a Magnus! — comentó uno de los que iba al frente — ¡No perderemos a un comandante más en el día de hoy! ¡Refúgiense hasta que los garak lleguen y luego acaben con ellos! ¡Por nuestra memoria!

    Ace y Natasha vieron como un centenar de sus soldados que tenían la posibilidad de salvarse de aquella batalla, se dieron la vuelta para así cubrir su escape. Los dos comandantes de la humanidad veían como estos que habían retrocedido eran blanco de las balas de las torretas, poniendo sus cuerpos al frente y recibiendo los tiros que estaban destinados a caer sobre ellos.

    El comandante Ace cerró los ojos mientras seguía corriendo, recordando el momento en el que tuvo que tomar la decisión de dejar a varios habitantes de Zenith en la Tierra para que murieran mientras él se salvaba. Meses después, en un planeta diferente, la situación se repetía. Varios seres humanos daban la vida para prolongar la suya por más tiempo. Agustina y Natasha lo vieron y fueron capaces de percibir que eso lo estaría afectando y que él se sentiría culpable por todas esas bajas que se estaban produciendo en tan poco tiempo.

    — ¡No es suficiente! — Abel miró para atrás y vio la lúgubre situación — ¡Nos van a alcanzar! ¡Será el final para todos!

    Sin embargo, el sonido de cuatro explosiones muy fuertes se escuchó detrás de ellos. Los disparos de los edagrianos, quienes fueron las víctimas de aquel ataque, cesaron, lo que llevó a que la huida de las tropas que buscaban llegar hasta un lugar seguro, también lo hicieran. Todos se dieron la vuelta y pudieron ver como los tanques garak habían hecho su aparición desde detrás del tren que usaban en la guerra.

    Cada uno de ellos esperaba verlos aparecer de frente, y creían que la tardanza era por la lentitud de los vehículos en moverse. Sorprendiendo tanto a aliados como a enemigos, los tanques de los garak pudieron golpear de lleno a cuatro de los habitantes del planeta Edagr instalados sobre las torretas. Desde atrás, una explosión como esa logró acabar con sus vidas, lo que redujo el número de enemigos que tendrían que enfrentar.

    — ¡Nuestros refuerzos están aquí! — el comandante Lakor supo que tenía que honrar a aquellos que dieron sus vidas para darles el tiempo de escapar — ¡Vamos a terminar con esto definitivamente!

    Los garaks y los humanos, lamentando las muertes de aquellos que tuvieron que sacrificarse antes de que el auxilio llegara, gritaron furiosos y con decisión al momento que regresaban a pelear. Disparos empezaron a llover sobre las tropas terrestres de los edagrianos, quienes ya no podían seguir conteniendo a Xorxaik en el suelo, dado a que debían devolver el fuego contra los enemigos que regresaban a la batalla. El robot, que no había sufrido daños severos que le impidieran seguir luchando, movió su brazo mientras aún se encontraba en el piso, empezando a disparar contra los edagrianos que lo habían liberado de esa lluvia de fuego.

    Eliminando a los que podía acertar, fue una ventaja más para las tropas que corrían para reintegrarse a la batalla.

    — ¡Fuego contra los tanques! — gritó la comandante edagriana — ¡Hay que dirigir los disparos en su contra antes que puedan…

    Una explosión interrumpió las palabras de aquella mujer, al mismo tiempo que el tren se sacudió en gran medida. Lankir, decidido a usar el quinto y último disparo que su cañón le permitía, lo soltó contra el tren blindado. Con una gran frustración vio que, pese a que la quinta sacudida que sufrió el tren fue mayor a las anteriores, el blindaje que los ayudaba a mantenerse allí no cayó ni siquiera contra el arma que pudo derrotar a Xorxaik.

    No obstante, el esfuerzo que hizo el xaromitante no fue en vano, dado a que la sacudida logró darles tiempo a los conductores de los tanques de los garak, que pudieron fijar de nuevo el blanco hacia los nuevos objetivos que tenían. Cada uno de ellos apuntó contra los edagrianos que estaban sobre el techo del tren, dejando salir un disparo que derivó en una explosión que los terminó asesinando.

    — ¡Están muertos! — el xaromitante festejó, al mismo tiempo que descargó su rabia — ¡Siguen el resto de los soldados!

    — ¡Al ataque! — la comandante Natasha quería acabar esa batalla lo más pronto posible.

    Sabiendo que era su oportunidad para eliminar a los enemigos que tanto les había costado dañar, la fuerza de los humanos, garaks, xaromitantes y el robot de Allecreod cayó sobre los pocos edagrianos en pie que quedaban para seguir en la batalla. Con enemigos teniendo la superioridad numérica y ya sin el tren para que les diera la protección que les hacía falta para poder disparar, estos no tardaron en caer.

    En su última batalla, se aseguraron de llevarse a algunos humanos y garaks más con ellos para cumplir con su función de defender su planeta de aquella invasión. Al cabo de unos siete minutos, ya no quedaba nadie vivo entre los defensores, y la batalla terminó en una victoria total para las tropas de la alianza. Algunos de ellos, viendo que esa fue la más difícil que tuvieron que librar, eligieron festejar con alegría ese triunfo, cosa que al comandante de Zenith no le agradó del todo.

    — ¡No! ¡No festejen todavía! — Ace miró los cuerpos de los garaks, bestias y humanos que quedaron sin vida en esa pelea — ¡No podemos celebrar una victoria habiendo perdido tantas vidas! ¡Y mucho menos cuando muchos de nosotros debimos habernos ido también! ¡Por respeto a los que nos dieron la oportunidad de seguir respirando, guardemos silencio en el festejo!

    Esas palabras callaron las celebraciones de los pocos que estaban dispuestos a gritar para gozar de seguir con vida para seguir librando batallas, y con la posibilidad de tener un futuro acabada la guerra. Se dieron cuenta de que, en su egoísmo, no pensaron en todos los que tuvieron que morir para que su ataque tuviera éxito. Cientos de vidas que, al igual que ellos, querían prosperar a salvo luego de que la amenaza de los edagrianos hubiera sido eliminada, y que ya no tendrían forma de hacerlo.

    En medio del silencio por la memoria de los caídos, Ace, Natasha, Agustina y Abel se acercaron a Lankir y Wida, quienes estaban al lado de Xorxaik. El robot, pese a no presentar daños significativos, sí tenía varias marcas de disparos en el metal exterior. Algunas eran manchas, y otros eran huecos pequeños que formaban hundimientos. A simple vista no se veía ni un solo circuito expuesto, lo que quería decir que estaría fuera de peligro, pero no por eso querían cantar victoria.

    — ¿Lankir? — preguntó el comandante a su compañero.

    — Puede seguir peleando — contestó este tras examinar a Xorxaik — Lo que es bueno. Porque ahora nos queda el paso más importante.

    — Así es, esto todavía no se terminó — Wida supo que la siguiente batalla podría ser algo más sencilla, pero no por eso se debían confiar — Tenemos que ir directamente a esa ciudad a interceptar todas sus comunicaciones. Cuando ya no puedan pedir ayuda, los nuestros la tendrán más fácil.

    — Muy bien, eso es lo que quería oír — al darse vuelta, Ace notó que el comandante de los garak se acercaba a ellos — Seguiremos el plan. Los xaromitantes y Xorxaik vienen con nosotros hasta la ciudad donde encontraremos la fuente de sus comunicaciones. Ustedes se quedarán aquí y tomarán control del lugar.

    — Me parece bien — contestó con seriedad — Les deseo la mejor de las suertes en ese ataque, comandantes… Wida. Nosotros haremos fuerza desde aquí. Ustedes tomen ese lugar.

    Habiendo acordado lo que seguiría, los humanos, xaromitantes y el robot de Allecreod empezaron a caminar hacia las naves que usarían para situarse sobre la ciudad que se convertiría en su nuevo objetivo para alcanzar la victoria en esa guerra. Tanto Ace como Natasha llamaron a los comandantes de sus naves, dejándoles a los garak presentes la nave xaromitante para que pudieran moverse tanto ellos como los tanques.

    Wida y Agustina miraron a Lankir y a Ace en su retirada, notando cada una en ellos algo que las incomodaba. Estaba claro que Lankir se sentía frustrado por el hecho de que su cañón no hubiera tenido la potencia suficiente para destruir o incluso causar un daño significativo al tren blindado. Mientras que Ace se veía atormentado por los soldados que eligieron sacrificar sus vidas por la de él. El comandante era consciente de que todos marcharon a la guerra sabiendo que podrían morir, pero haber tenido que ver en primera persona como la gente se sacrificó por él lo hacía sentir fuera de lugar. Como si hubiera tomado la vida de cientos de personas para salvar la suya.

    — Debemos hablar con ellos antes de pasar al siguiente ataque — Agustina susurró a Wida para que ni Lankir ni Ace la oyeran — Lo necesitan. Y se nota en sus rostros.

    — Tienes razón — Wida se sorprendió de que Agustina se fijara en que Lankir también tenía la misma expresión que Ace — Lankir nunca actuó tan imprudente en una pelea antes. Y no tiene que ver con su naturaleza de guerrero tan escasa. Estaba frustrado, y eso condujo su cuerpo hacia el tren. Si los tanques no hubieran llegado a tiempo, podría haber muerto.

    — Hay que hacerles saber que no es culpa suya, porque parece que es así como se sienten — señaló Agustina, creyendo que su compañera de otra especie quería lo mismo que ella — Nos enfrentamos a un recurso militar muy potente, y el resultado que tuvimos era el más lógico.

    Desde atrás de ambas, Abel escuchaba todo. Si bien, no estaba interesado en los estados de Ace ni de Lankir, dado a que no respondía a las órdenes de ninguno de los dos, quería saber si podía ayudar en algo. Consideró que eso podría comprarle algún punto extra para pedirle a Natasha que hicieran un trato para acordar su seguridad.

    Viendo que era un asunto exclusivo de parejas, eligió no meterse para no cometer un error que lo pudiera hundir, y consideró que lo que habían vivido recientemente era más que suficiente. Por eso mismo fue a buscar a Natasha para hablar con ella.

    — Comandante Zafiro — la saludó con respeto, reconociéndola como su superiora.

    — ¿Qué se te ofrece, Abel? — preguntó la comandante, esperando que ella le pidiera algo.

    — Solo quería hablar contigo sobre algo, y no quiero esperar más tiempo — Abel se sentía con la urgencia de obtener la garantía que deseaba — Acabamos de participar en esta batalla contra una de las armas más fuertes de los enemigos, y le hemos hecho un gran favor a nuestros aliados al destruirla. Sin mencionar que ahora iremos a tomar control de las comunicaciones, lo que nos convertirá en piezas claves de esta guerra.

    — Eso ya lo sé, no soy idiota — Natasha sentía que Abel la subestimaba — ¿Y qué quieres?

    — Siendo que eres tú la que está a cargo de mi equipo, quiero pedirte algo — el que fue en su momento líder de Black Meteor estaba deseando que la respuesta fuera a ser afirmativa — Magnus me prometió que garantizaría mi seguridad cuando la guerra hubiera terminado. Pero como él ha muerto, asumo que ese trato murió con él. Por eso quiero pactar uno nuevo contigo. Recuerda que la razón por la que estás aquí es por la formación que yo ordené que se diera en el país. Eres comandante por mis decisiones en el pasado. Así que, espero que tengas eso en consideración para esto. Sé que esto está lejos de terminar, así que quiero que me prometas ahora que nadie me pondrá un pelo encima si logro sobrevivir a esta batalla. Sé que hay varios que querrán verme muerto cuando esto llegue a su fin, porque seguro ya estarán deseando que un edagriano le ponga fin a mi vida… Bueno, no siento que sea demasiado justo seguir luchando por sobrevivir si al final me van a terminar matando los miembros de mi propia especie. Necesito que me garantices que nadie me pondrá una mano encima. Si quieren enjuiciarme por lo que hice, lo aceptaré, pero quiero seguir viviendo. No tengo ganas de luchar por un futuro en el que me sentiré amenazado, y sé que puedes entender eso.

    Natasha oyó cada una de sus palabras con una expresión de enfado muy fuerte para con él. Al verlo a los ojos, Abel sintió algo de incomodidad instantánea. Creyó que había elegido las palabras equivocadas, o de lo contrario, ella no habría reaccionado de esa manera ante su pedido. La soldado, que no se vio nada encantada al recibir esa proposición, se lo dejó en claro.

    — Abel, está claro que estás ayudando — Natasha lo dijo con leve sarcasmo — Como todos aquí. Y eso es lo menos que podías hacer después de haber provocado esto. Si no fuera por tu estúpido orgullo, es muy probable que nada de esto hubiera pasado. Nos tuviste engañados por casi toda nuestra vida. Nos hiciste creer que peleábamos por el orgullo de una nación fuerte, pero en realidad, solo peleábamos por tu propio orgullo. Cada una de tus decisiones contribuyó cada vez más a que pasara lo que está ocurriendo hoy, ahora mismo. La gente te odia, y tienen el derecho a hacerlo, después de todo, les arruinaste sus vidas. Ninguno de nosotros quería estar aquí, peleando para ganarnos un planeta porque la Tierra ya no está. Créeme, ni el ser humano más sádico en la historia lo hubiera deseado. En lo que a mí concierne, te mereces lo que tienes. Y no pienso darte ninguna garantía como la que Magnus te dio. Él era el líder que todos queríamos seguir luego de que pasó lo que tú generaste. Así que, no creo que sea apropiado que te conceda lo que pides. Incluso si lo creyera así, no lo haría, porque yo soy de las personas que más te odia dado a que soy una de las que fue manipulada por ti. Toda mi formación militar fue manipulada por ti. Así que no. No haré ningún trato contigo. Cuando esto haya terminado, serás juzgado por tus crímenes pasados y la gente elegirá tu destino. Y espero poder estar viva para verlo.

    Esa respuesta terminó por hundir las esperanzas del militar de poder asegurar una vida sin peligro para él en el futuro. Natasha, la única comandante de la humanidad que se formó en Black Meteor, había rechazado aquel pedido. Hartka supo que no tenía ningún sentido pedírselo a Michael ni a Gwyn, dado a que ambos habían perdido a más de un compañero bajo sus órdenes. Ace era un caso especial, dado a que todo lo que pasó surgió de una idea que él le había dado al comandante Morris Grant. Terrior había muerto en el comienzo de la guerra, y supo que ni Cadain ni Asmir abogarían por él. Lo que quería decir que debía pelear por un futuro incierto, cosa que no le agradó en absoluto.

    — No voy a soportar nada de esto — Abel tenía deseos de descargarse golpeando el cadáver de Magnus — ¿Por qué tuviste que morirte? Ahora voy a luchar una guerra solo para que mi propia especie me termine masacrando… — pronto, un pensamiento diferente cruzó su cabeza — No… No lo haré. Si no voy a recibir nada a cambio, más allá de una violenta muerte por manos de la humanidad, entonces no voy a pelear. Que ganen la guerra por su cuenta si las cosas van a ser así.

    […]

    — ¡Los tenemos! — la comandante Gwyn gritó tan pronto como sus tropas llegaron al sitio de la batalla — ¡Esta es nuestra oportunidad! ¡Acaben con ellos!

    Los edagrianos se vieron sorprendidos enormemente cuando, desde el sector de la ciudad en el que se suponía que debían aparecer Varlim y sus tropas, salieron los humanos a los que sus compañeros habían ido a enfrentar.

    Los comandantes Umcali y Fairin se unieron a la batalla campal junto con Thomas, Alicia y el resto de los hombres y mujeres del ejército de la humanidad. Eso fue lo que asustó a los defensores edagrianos, quienes se vieron superados ampliamente cuando supieron que las tres especies mayoritarias se encontraban en la zona, dispuestos a quitarles la vida en esa batalla.

    Arion, quien estaba cerca del epicentro del conflicto, notó que las cosas no iban a mejorar en ningún sentido. Con garaks, humanos y ryfiers luchando juntos, sin los trenes para asediarlos, y con la posibilidad de que usaran los tanques en su contra, la batalla la iban a perder, y con eso, sus vidas quedarían borradas de la existencia. Sumergido en la desesperación, el edagriano que quedaba al mando, eligió llamar a su hermano para que acudiera a la batalla a prestarle algo de ayuda.

    — ¡Ixorum! — gritó, mientras el ruido de los disparos no dejaba de resonar — ¡Ven aquí ahora! ¡Si esta es una estrategia para que tanto Varlim como yo desaparezcamos de la existencia y así te puedas quedar con el planeta, espero que sepas que si llego a sobrevivir te voy a matar yo mismo! ¡Necesito refuerzos! ¡Acude de inmediato a este lugar!

    Más de sus soldados terminaban en el suelo, pero no había ni una sola señal de respuesta de su hermano. El enojo en él se hizo más intenso, dado a que lo responsabilizó por la muerte de su pareja, pero de pronto, empezó a pensar en una posible razón para justificar su ausencia.

    — A no ser que… — Arion se imaginó lo peor — ¡No! ¡No puedes estar muerto tú también! ¡Ixorum!

    Nuevamente, la respuesta de su hermano menor no llegó, lo cual generó que los estribos en el líder de los edagrianos se perdieran momentáneamente. La idea de que sus dos hermanos hubieran sido asesinados por los invasores lo volvió loco por unos segundos, y pensó en todo lo que tendría que hacer si eso fuera real.

    — ¡Maté a mi padre para nada! — Arion pensó que su atentado fue en vano — ¡Debí haber sabido que Ixorum nos traicionaría así! ¡Lo habría dejado vivo para que él se hiciera cargo de esta amenaza y de darle un castigo a mi hermano! ¡Mierda, nada me sale bien! ¡Puta madre! ¡Malditos invasores!

    Tras pensar en todo lo que había perdido, ya sea que fuera consciente de ello o no, Arion lanzó un grito de dolor y furia al aire. No encontraba la forma de desahogarse ante una situación así, ya que no tenía ventajas por explotar, por lo que, su único recurso para poder liberar esa ira era gritar. Su pequeño ritual se vio interrumpido cuando dos disparos le impactaron en la espalda, notando que los humanos lo estaban flanqueando desde los alrededores. Sabiendo que se expondría más tiempo al peligro si los dejaba acercarse, tomó su rifle y disparó ráfagas de balas hasta que se quedó sin munición. Cada uno de esos disparos golpeó los cráneos de los atacantes, lo que les terminó provocando una muerte rápida, mientras sus cuerpos caían al piso.

    — Mierda, no tengo más — buscó edagrianos entre los cuerpos para reabastecerse con el arma de algún caído, pero notó que no había ninguno cerca — ¡Ustedes seis! — se dirigió a los más cercanos a su posición, quienes le dirigieron la mirada — ¡Acompáñenme a reabastecerme de munición! ¡De paso veremos si tenemos algún arma mejor para hacerles frente! ¡Esto se nos está saliendo de control!

    Dispuestos a obedecer a quien resultó ser un gran líder para ellos en ausencia de Hark, los seis edagrianos seleccionados por su hijo mayor, más por una cuestión de ubicación que de estrategia, dispararon a los alrededores para poder cubrir la retirada tanto del desarmado Arion como de cada uno de ellos. Esperaban que, en el medio de un combate tan caótico como ese, nadie se fijara en siete individuos que simplemente estaban huyendo, pero no fue así.

    — ¡Observen! — Orz señaló hacia los siete que huían — ¡Se retiran!

    — ¡Pero son muy pocos para representar una amenaza! — Alicia contestó, mientras seguía disparando a los enemigos en el campo frente a ella.

    — ¡Podrían estar retirándose para buscar apoyo o incluso munición! — el berrod en el cuerpo humano centró su vista en ellos — ¡Es más, ¿qué tal si Arion se encuentra entre ellos?!

    — ¡¿Quieres perseguirlos y asegurarte?! — Gwyn quería ver si Michael hablaba en serio.

    — ¡Valdría la pena, después de todo, Varlim ha muerto! — sugería el encubierto — ¡Quizá quiera aprovechar que estamos aquí para acudir a esa zona de la ciudad a verificarlo! ¡Recuerda que Allecreod nos dijo que son hermanos! ¡Tras la muerte de Hark, deben ser más unidos como familia! ¡O eso esperaría yo!

    — ¡Pero no sería conveniente irnos tras él cuando tenemos una pelea aquí mismo! — Thomas quiso llamarle la atención a su compañero — ¡Centrarnos en él cuando hay cientos aquí no me parece que valga la pena!

    — ¡Se trata del líder, Thomas, piénsalo bien! — contestó Orz ante ellos — ¡Si lo derrotamos, eso seguro golpeará anímicamente a sus tropas! ¡Eso nos dará la ventaja! ¡Sin mencionar que estaremos eliminando a un enemigo poderoso de la batalla! ¡Piensa en todo lo que nos beneficiará quitarlo del medio!

    — ¡Síguelo y atrápalo! — Gwyn pensó que lo que decía su compañero tenía sentido — ¡Asegúrate de que realmente se trate de él! ¡Y si es él, mátalo! ¡Si no es, regresa a pelear junto a nosotros!

    — ¡¿No iremos con él?! — Thomas creyó que sería conveniente no separarse.

    — ¡Asmir ya tiene una mala imagen de nosotros! — contestó Gwyn, algo molesta mientras seguía disparando — ¡No le demos razones para que empeore! ¡Han pedido refuerzos, y aquí estamos! ¡Si los dos comandantes nos separamos del lugar, lo verá como un acto de mala fe!

    — ¡Muy bien, yo me quedaré junto a Michael! — Alicia estaba dispuesta a ir con él — ¡Nos reuniremos luego de confirmar que se trata de Arion, y de matarlo si es el caso!

    — ¡Vayamos a matarlo, luego podremos comprobar su identidad! — sugirió el comandante Umcali — ¡Estoy muy seguro de que se trata de él! ¡Se han marchado a la vista de varios de sus aliados! ¡No creo que alguien que no sea él tenga esa libertad para hacerlo!

    — ¡Tengan mucho cuidado al perseguirlo, no sabemos a dónde va, ni lo que podría estar esperándolos ahí! — Thomas deseaba lo mejor para sus compañeros.

    — ¡Por eso mismo partiremos ahora y lo interceptaremos antes de que llegue a su destino! — Orz creyó que eso sería la mejor opción — ¡Regresaremos pronto, Gwyn! ¡Resiste hasta que estemos de vuelta! ¡Si logramos provocarles una baja como esa, tendremos una ventaja enorme en lo que queda de la guerra!

    — ¡Suerte, comandante Umcali! — Gwyn contestó con formalidad ante la despedida de su compañero — ¡Regresen ambos a salvo a la batalla!

    Habiendo acordado la estrategia a utilizar, Orz, usando el cuerpo de Michael, escogió a un total de ocho soldados cercanos para poder ir con ventaja numérica a perseguir al grupo de edagrianos que había escapado de la zona de combate. Siendo él, Alicia y otros ocho humanos de la milicia de su lado, serían diez en contra siete para hacerles frente. El berrod tenía en mente lo difícil que fue deshacerse de uno solo de los edagrianos, y no quería tener inferioridad numérica al momento de cruzar su camino con él, ya sea que fuera Arion o no.

    Michael y Alicia se movieron liderando al equipo que eligieron para la persecución, yendo cuidadosamente por la zona en la que vieron que este se había retirado. No fue difícil dar con ellos, dado a que estos se movían a paso lento y silencioso por las calles de la ciudad.

    El berrod tenía un interés genuino en acabar con él, tanto para debilitar a su ejército como para estar más cerca de completar su venganza en contra de Hark, a quien le adjudicó la culpa de la extinción de su raza.

    — Sin saberlo maté a Varlim — pensó para sí mismo — Lástima. De haber sabido que estaba allí, lo habría disfrutado más. Si efectivamente descubro que Arion está aquí, lo voy a tener que gozar con todo mi ser.

    Alicia avanzaba al lado de su pareja, mirándolo a los ojos a través del vidrio del casco que protegía su cráneo. Quería sonreír al sentir que fue idea de su pareja la de acudir en ese pequeño escuadrón de exterminio a perseguir a los edagrianos en busca de verificar si el líder de los suyos estaba entre ellos, pero notó algo muy raro en la mirada de Michael. Acostumbrada a estar con él cada noche durante los últimos meses, ella llegó a percibir algo distinto en los ojos de su pareja.

    — Michael — la chica le llamó la atención, sin referirse a él por su rango — ¿Te sientes bien?

    — No, Alicia — Orz sentía miedo de estar dando indicios para descubierto por ella, dado a que esa pregunta salió de la nada — No del todo. Estoy algo cansado. Ese edagriano que enfrenté en solitario me costó mucho, y por eso quiero que, si es posible, asesinemos a Arion ahora mismo. Quisiera poder dormir esta noche sabiendo que les hemos arrancado a sus líderes, incluso aunque el bastardo de Ixorum siga vivo. Por eso quiero que podamos eliminarlos.

    — De acuerdo — Alicia se convenció con esa respuesta — Esta batalla será la última que tendremos hoy. Luego, pasaremos juntos la noche. Espero que puedas reponer fuerzas.

    — Nada me dejaría más relajado que poder dormir con la chica de la que estoy enamorado — comentó Michael, o al menos, era él ante los ojos de Alicia — Luego de tanto estrés, quiero poder dormir contigo en mis brazos. Aunque esta guerra esté lejos de terminar.

    Fueron esas palabras las que devolvieron la tranquilidad a la chica, y que, en simultáneo, llenaron de alivio al berrod que controlaba el cuerpo de Michael. Supo por la expresión que Alicia había puesto que su mentira dio resultado, y que ya tenía el pie para poder engañar a la persona viva que conocía a Michael en su intimidad más que nadie.

    — No tengo que dejar que vea que la placa está destruida — pensaba el berrod para sí mismo — Si hay sangre en mi traje, me pondré vendas para que no se percate. Ya sospechó que algo raro ocurre, si ve la placa dañada podría dar la alerta, y no estaré a salvo en un campo con edagrianos y garak que me quieren muerto.

    Dispuesto a terminar rápido con la misión que había elegido tomar, Umcali les hizo un gesto a sus soldados para que aumentaran su velocidad y pudieran tener a tiro a los objetivos. Ya sea que Arion estuviera entre ellos o no, asesinar a siete de ellos antes de que pudieran solicitar refuerzos o reponer su munición sería lo ideal.

    Los diez soldados humanos se acercaron cada vez más hasta que estuvieron a la distancia suficiente para escuchar como uno de ellos recibía una alerta en su dispositivo.

    — ¡Arion, detrás de ti, te rodean! — el hijo mayor de Hark se asustó al oír eso.

    Pudiendo identificar la fuente del ruido de la señal, los soldados que los perseguían vieron como uno de ellos se daba vuelta, revelando ser él a quien estaban buscando. El edagriano los vio y sus compañeros supieron lo que debían hacer.

    — ¡Arion, corre, reabastécete de munición! — gritó uno de ellos mientras empezaba a disparar.

    — ¡Síganlo a él, es nuestro objetivo! — Orz lo quería muerto tras confirmar su identidad.

    Los diez humanos pronto empezaron a intercambiar disparos en contra de los seis edagrianos que tenían munición para cubrir a su líder, mientras que este, al estar desarmado, eligió irse a un depósito de armas para poder reabastecerse plenamente.

    — ¡Quiero que me sigan dos soldados! — escucharon ese grito de Michael mientras este corría hacia la misma dirección que el líder edagriano.

    Dos de sus acompañantes lo siguieron, y tres soldados humanos encararon hacia el pavimento de las veredas del lugar, alejándose así de la calle principal que era el punto donde los disparos eran más intensos. Los seis edagrianos que los veían huir quisieron dispararles, pero Alicia junto a los otros seis que quedaron junto con ella, abrieron fuego en su contra, lo que les dificultó el poder disparar con comodidad.

    — ¡Mierda! — exclamó uno de ellos mientras tomaba su comunicador con una mano para seguir disparando su arma con la otra — ¡Arion, te siguen tres de ellos! ¡Me aseguraré de que no te sigan más!

    Dando un grito de furia, el edagriano empezó a cargar hacia adelante mientras sujetó con firmeza, con ambas manos de nuevo, el rifle que portaba. Hizo caer una lluvia de disparos contra los humanos que los perseguían, matando efectivamente a dos de ellos. Fue eso lo que lo motivó a lanzar un grito a los demás.

    — ¡Arion puede escapar de tres enemigos, concentrémonos en estos que quedan! — ordenó a sus compañeros.

    — ¡Por Arion! — gritó otro de ellos mientras disparaba en su contra.

    — ¡Maldición, retrocedan y disparen a matar! — gritó Alicia, mientras se volvía por sus pasos para poder alejarse de la línea de fuego y poder disparar con firmeza contra los enemigos.

    — ¡El comandante se ha quedado solo con dos soldados para que le hagan compañía! — gritó uno de los soldados mientras habría fuego contra los enemigos — ¡Hay que eliminarlos y correr en su ayuda!

    Dado a que eran solamente unos cinco humanos contra seis edagrianos, la situación para Alicia y sus compañeros no era nada favorable. En el momento en el que estos empezaron a correr, la chica y los demás soldados que iban junto con ella no tuvieron otra opción más que emprender el regreso hacia el campo de batalla, notando como los que habían sido elegidos por Arion para defenderlo estaban decididos a no dejar pasar a más enemigos hacia su líder, confiando en que podría manejar a sus perseguidores.

    Alicia, sabiendo que debía concentrarse en el camino al correr y no en los enemigos, dado a que solamente contaba con un único ojo para ver, tomó su dispositivo como pudo y le avisó a su pareja sobre la situación.

    — ¡Michael, los seis edagrianos que cubrieron a Arion no nos dejan más opción que retirarnos! — gritó con tristeza por tener que separarse de él nuevamente — ¡Los llevaremos al campo de batalla! ¡Ten cuidado al lidiar con Arion!

    — ¡Lo tendré, Alicia! — comentó Michael respondiendo de inmediato a su llamada — ¡Recuerdo lo que Natasha, Casey, Xander y Gina mencionaron respecto a él! ¡No caerá tan fácilmente en una pelea con armas, por eso tengo que aprovechar que está desarmado! ¡Acabaré con él y luego regresaré a luchar junto a ustedes!

    — ¡Solo regresa a salvo conmigo, por favor! — ese pedido de Alicia confirmó que no tenía sospechas en contra de él.

    — ¡Lo haré, pronto estaremos reunidos de nuevo! — esas palabras de Orz realmente sonaban como si las estuviera diciendo Michael.

    Alicia y los otros cuatro soldados que iban con ella emprendían el regreso al campo de batalla, siendo seguidos de cerca por sus perseguidores, quienes medían las balas que tenían encima al momento de disparar, pero cumpliendo su cometido de querer separar a los soldados enemigos de su líder.

    […]

    Luego de haber podido engañar a la pareja del dueño del cuerpo que tomó, Orz supo que lo único que tenía que hacer era asegurarse de que Arion mordiera el polvo en esa pelea. Junto a los soldados que iban con él, este corría detrás del edagriano, cuya velocidad se veía disminuida cada segundo que transcurría. Cuando creyó que podrían alcanzarlo para tenerlo a tiro, los tres observaron como el fugitivo se metió al interior de un edificio cuyas paredes exteriores eran color negro, y que no tenía ni un solo indicador que pudiera revelar qué clase de edificio era.

    — ¡Cuidado, podría ser un depósito de armas! — gritó Michael a los suyos, aunque no se tratara de él — ¡Entremos a los tiros para estar seguros!

    Dicho y hecho, tanto el berrod como los dos humanos que iban tras él siguieron las órdenes dadas por el comandante. Los tres con las armas en alto corrieron hasta alcanzar el edificio, empujando la puerta de entrada con el hombro al mismo tiempo, forzando que esta se abriera. Lo primero que hicieron tras haber entrado al lugar fue disparar los tres en múltiples direcciones, esperando alguna especie de comité de bienvenida dejado por parte de Arion.

    No obstante, sus balas nada más llegaron a las paredes del lugar. Al mirar detenidamente, pudieron ver que lo que tenían en frente era nada más que una simple sala rectangular muy pequeña y con poco espacio para maniobrar, con una puerta ovalada en el centro de la pared más lejana a la puerta de entrada.

    — Debió haber ido por ahí — decía uno de ellos mientras inspeccionaba el resto del lugar — No creo que este sitio tenga algún compartimiento secreto en el que…

    Sus palabras se vieron interrumpidas cuando escuchó como tres objetos caían al suelo cerca de la posición. Umcali y sus dos acompañantes bajaron la mirada al suelo y vieron tres objetos con forma muy similar a las granadas que ellos solían usar, lo que encendió las alarmas en todos.

    — ¡Granada, mierda! — Orz se vio asustado por ser atacado de esa manera tan sorpresiva.

    — ¡Esquívenlo! — gritó otro de los soldados.

    Los tres corrieron en una dirección diferente para intentar escapar de la explosión. Orz encaró directamente a la puerta ovalada que tenía al frente, mientras que los otros dos intentaron alcanzar las paredes para mantenerse a salvo. Sin embargo, las tres granadas explotaron más rápido de lo previsto, y lanzaron los cuerpos de los tres al frente con un impacto poderoso que se generó tras la reacción en cadena.

    Igual que sucedió con el primer encuentro ante uno de los edagrianos, Michael fue arrojado hacia adelante, al punto en el que atravesó la puerta que se abrió al recibir el impacto de su cuerpo chocando con ella. Los otros dos compañeros de Michael fueron arrojados con tal violencia contra los muros del lugar que, al darse un golpe tan fuerte, sus cascos se rompieron junto con sus cráneos.

    Orz quedó algo aturdido dejando su arma tirada en el suelo tras haber cruzado la puerta hacia otra sala. El sitio era un cuarto donde se podía ver un pequeño transformador de energía en la pared al final, asumiendo que ese sería el cuarto donde se le daba poder al edificio. Cuando el berrod miró a los alrededores, pudo distinguir que había una puerta metálica instalada en la pared a la derecha de su posición. Desde allí salió el objetivo que buscaba. Arion apareció frente a él con solo dos granadas más, una en cada mano.

    — Maldito, me tendiste una puta trampa y casi me matas — el berrod se sentía indignado por eso — Astuto hijo de puta… — dejó salir una risa nerviosa tras decir eso — Pero no te dio resultado.

    — Tal vez no, pero ya viste lo que puedo hacer con estas granadas tan potentes — Arion notaba algo raro en su voz, como si fuera familiar — No te ves muy bien como para huir de mí, ni de mis lanzamientos. Las granadas explotarán antes de que llegues a cualquiera de las puertas de salida, humano.

    — ¿Tan confiado estás que solo me vienes con dos granadas? — Orz creyó que era solo porque no tenía más — ¿O es todo lo que queda?

    — Dos es más que suficiente para matarte — Arion sabía que lo podría vencer con esa cantidad — Acabé con tus dos compañeros con tres. Por lógica, dos será lo que podrá contigo.

    — Solo nos tendiste una trampa — Orz se ponía de pie para moverse hacia su rifle, todo mientras le echaba una mirada al transformador en la sala — No te resultará si atacas y te veo venir.

    Con un gesto de furia en su rostro, Arion lanzó de golpe una de las granadas hacia el arma del enemigo que tenía en frente. La expresión de terror que puso Michael se notó, y supo que era un intento de dejarlo sin su arma para que fuera más fácil asesinarlo. Pero tan pronto como se vio bajo ataque, tuvo una idea para sobreponerse a su enemigo. Primero pateó su rifle para alejarlo de la zona de la explosión, y luego dio un salto hacia atrás mientras cargaba energía en sus dos manos desnudas.

    El arma de Michael llegó a escapar de la explosión generada por el lanzamiento de la granada, pero dicha explosión atrapó al berrod en el aire, y la onda expansiva lo arrojó con violencia lejos del edagriano. Anticipándose a la caída, Orz movió ambos brazos sin soltar la energía que había acumulado, atajando su cabeza antes de chocar con el piso. El edagriano lo vio, y se frustró al ver que su oponente seguía vivo.

    — ¡No lo esquivarás desde el suelo, maldito! — Arion corrió para poder lanzarla lo más cerca que pudiera del cuerpo del humano.

    Lo más rápido que su cuerpo humano se lo permitió, el berrod se dio vuelta y levantó ambos brazos hacia la posición de donde venía Arion, llegando a apuntar un poco más arriba de su cabeza. El edagriano había calculado bien la zona en donde debía dejar caer la granada para eliminarlo, por lo que realizó un amague para realizar un lanzamiento con su brazo. Tan pronto como Arion soltó la granada, Orz liberó la energía acumulada rogando a todo el universo que su idea no fallara.

    Con la granada a una distancia cercana al cuerpo del edagriano, el berrod dejó salir los dos fragmentos de energía en su contra. Estos dos fragmentos grandes y potentes de calor chocaron en el aire contra la granada mientras esta estaba al alcance del lanzador. La energía calórica desencadenó prematuramente la explosión de la granada, la cual logró impactar con el fuego que liberó por la reacción contra Arion, derribando al suelo al edagriano que lanzó un grito de dolor mientras la parte superior de su traje de protección y su casco se hicieron cenizas tras haber recibido de tan cerca un ataque así.

    El impacto de la explosión arrojó al hijo mayor de Hark al suelo con una gran violencia, y este se dio un fuerte golpe en la cabeza al caer. Orz, viendo que lo había aturdido, pero que no lo había matado, empezó a correr hasta el rifle de Michael para poder acabar con él. Arion no estaba listo para caer allí, por lo que se levantó del suelo dando un grito de furia mientras se dirigía a su enemigo.

    El berrod pudo tomar el rifle de Michael, pero antes de poder apuntar y disparar contra Arion, lo vio venir corriendo con gran velocidad, dispuesto a lanzarle un puñetazo tras haberse quedado sin ningún tipo de arma para pelear. Ágilmente, Orz usó el cuerpo de Michael para apartarse del camino del puño del edagriano, haciendo que este, por la inercia del impulso que tomó, pasara de largo. Sabiendo que debía aprovechar que estaba en una posición desventajosa, el berrod levantó el arma y apuntó firmemente a la nuca del líder de los edagrianos, descargando una ráfaga de disparos sobre su cabeza descubierta. Al no portar un traje que lo protegiera del dolor, Arion gritó como loco mientras cada disparo impactaba contra su cráneo, haciéndolo moverse contra su voluntad hacia el transformador que se encontraba en la pared.

    — ¡Eso es! — Orz supo que podría usar el entorno a su favor.

    Lo más pronto que pudo, dejó de disparar para empezar a correr hacia su enemigo, quien se había quedado ligeramente aturdido por recibir tantos disparos en la cabeza sin ninguna especie de protección. Pese al dolor, pudo escuchar los pasos del humano resonar por la sala vacía, por lo que se dio vuelta para intentar defenderse. Pero lo que vio le hizo dar cuenta de que no tenía oportunidad alguna de hacerlo.

    Orz usó el cuerpo de Michael para realizar un ataque que le serviría para ejecutar a su enemigo y enviarlo hacia su muerte. Con gran impulso, saltó hasta colocar su cuerpo en horizontal, pudiendo conectar una doble patada en el pecho de Arion, la cual tuvo tanta fuerza que lo arrastró hasta golpearse la espalda con tanta fuerza en contra del transformador que el metal que lo protegía se terminó rompiendo, dejando expuesto al ser viviente a la corriente eléctrica que circulaba por ahí.

    Arion lanzó un grito de dolor mientras se veía electrocutado por el artefacto instalado en la pared del lugar, todo esto ante la mirada de Michael, quien se acercó hacia él con el rifle en alto y listo para dispararle. Viéndose acorralado ante la muerte, el edagriano apoyó los pies firmemente en el piso para realizar un último esfuerzo.

    — Ace dijo que Kenegar sobrevivió a una puñalada al cuello — mencionaba Orz, recordando el relato de su compañero — Será mejor que me asegure que no sobrevivirás a esto si el transformador se queda sin energía antes de que tu cerebro quede frito.

    El edagriano, viendo que no iba a recibir disparos, realizó su último movimiento. Con un gran impulso dado con la ayuda de sus dos musculosas piernas, logró despegarse del transformador del edificio, asustando a Orz al ver como este había escapado de lo que se suponía que sería una prisión que lo dejaría totalmente retenido. De forma inmediata, antes de que su enemigo pudiera responder disparando su rifle, Arion le lanzó un gancho al mentón, logrando levantar con una increíble fuerza a Orz del suelo, haciéndolo retroceder por un metro y medio mientras caía de espaldas al suelo, dejando su rifle tirado en el proceso.

    — ¡Maldito humano de mierda! — Arion lo identificó — ¡Ahora pude reconocer tu voz! ¡Fuiste tú el que tomó el dispositivo de Varlim y me dijo que estaba muerta! ¡Luego dijiste que yo sería el siguiente! ¡No sé si tú la mataste, pero por eso me la vas a pagar!

    Arion se agachó velozmente para recoger el rifle de Michael que había quedado en el suelo, mientras que este intentó levantarse del suelo lo más rápido posible para tomar una postura defensiva. Sin embargo, su enemigo no le concedería dicha oportunidad. Antes de que se pudiera poner de pie, Arion corrió hasta él y le pegó una poderosa patada en la cabeza. El casco que Michael llevaba puesto evitó que Orz quedase inconsciente por el golpe, pero el metal que lo rodeaba se terminó partiendo, al mismo tiempo que logró causar daño tanto en el pie del edagriano como en la cabeza del berrod que controlaba un cuerpo humano.

    Harto de verlo retorcerse del dolor, lo que confirmaba que estaba con vida, Arion fue hacia él dispuesto a eliminarlo. Cuando estaba a una corta distancia, lo tomó del cuello con una mano, haciendo que se pusiera de pie mientras colocaba el cañón del rifle en la zona pectoral y abdominal del ser humano. Teniéndolo imposibilitado para moverse, el edagriano abrió fuego contra él. Al principio, las balas de calor del arma humana chocaron con el metal de la armadura de este, pero no tardaron demasiado tiempo en romperla y poder atravesar tanto armadura como traje de protección, impactando directamente sobre la piel de Michael. Mientras los tiros penetraban su abdomen y parte de su pecho, de su boca empezaba a brotar sangre dado a que los órganos y venas interiores de su cuerpo estaban siendo reventados a balazos.

    Arion quiso exterminarlo por completo, pero el rifle del enemigo se sobrecalentó antes de poder quitarle la vida. Seguía teniendo el dedo en el gatillo, pero notó que ya no se disparaban más balas, cosa que lo hizo enfadar, para luego mirar el estado en el que había dejado su cuerpo. Michael tenía una gran cantidad de agujeros de bala, de los cuales brotaba un montón de sangre, formando rápidamente un charco en el suelo mientras este todavía estaba siendo sostenido por el enemigo.

    — ¡Tu puta arma de mierda se descompone fácilmente! — se enojó Arion, examinando mejor todo el daño que le pudo hacer con su propia arma — Pero creo que eso bastará. No hay manera de que sobrevivas a esto. Humano de mierda… Ahora es tu turno de morir. Te dejaré sufrir en soledad por lo que me dijiste hace poco. A ver si te agrada eso. Disfruta tus segundos finales.

    Sin deseos de seguir en ese lugar, puesto a que tenía que ir a reabastecerse de munición, el líder de los edagrianos dejó caer el cuerpo de Michael contra el suelo, dándose este un golpe en la nuca al caer bocarriba. Tras ver que lo había dejado hecho un desastre, Arion se marchó del lugar, mientras que el blanco de todos esos disparos solamente se quedó mirando el techo del lugar.

    Tan pronto como Arion cruzó la puerta ovalada que separaba esa sala del resto del lugar, Michael lanzó un grito de dolor muy agudo, imposibilitado para articular palabra alguna por el dolor punzante que sentía tras recibir tal cantidad de balazos en sus órganos con su propia arma.

    — ¡No! — gritó para sus interiores, volviendo en si tras lo acontecido, recobrando el control de su cuerpo solo para sentir ese dolor — ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo pasó esto?!

    — Arion… — en su mente escuchó la voz de Orz — Tenía mucha resistencia, y no pude matarlo al arrojarlo al transformador.

    — ¡¿Por qué te estoy escuchando?! — Michael no sabía a qué se debía eso — ¡Nunca había pasado esto cuando tú tomabas el control de mi cuerpo!

    — Porque voy a morir, Michael — la respuesta de Orz fue contundente — Y elegí que no sería justo que el sufrimiento me lo llevara yo solo… Vamos a compartir nuestros últimos momentos de vida.

    — ¡No, mientes! — Michael se retorcía mientras hablaba con él — ¡Yo no puedo morir aquí! ¡La guerra todavía no se terminó! ¡Tengo que volver al campo de batalla con ellos! ¡Hay que seguir peleando!

    — Si te crees capaz de moverte o pedir ayuda, adelante, ya tienes el control de tu cuerpo otra vez — Orz parecía haber aceptado su destino y abrazar su futura muerte.

    Con la invitación del berrod para poder hacerlo, Michael quiso mover el brazo para ver si el compartimiento de su armadura donde tenía el dispositivo que usaba para comunicarse estaba intacto. Pero tan pronto como realizó el primer movimiento, sintió como su cuerpo se paralizó totalmente al tiempo que un ardor indescriptible tenía lugar en su pecho y abdomen. Eso confirmaba que no podía siquiera mover los brazos para intentar salvarse. Se estaba desangrando allí mismo, y sin recibir ningún tipo de ayuda, perdería la vida.

    — No quiero morir aquí — Michael pensaba con miedo al tiempo que sus fuerzas se perdían — No así… Quiero regresar con ellos. Alicia me está esperando en el campo de batalla. Thomas y Gwyn también. Ace y Agustina están peleando, eso lo sé… Ellos son mi familia, y tengo que regresar con ellos…

    — No creo que eso sea posible, Michael — Orz le contestó con serenidad — Mejor hazte la idea de que la vida que deseabas tener será imposible de conseguir para ti. Con todo lo que habría deseado salir victorioso.

    — ¡No, maldito, no me vengas a hablar de eso! — Michael le reprochó — ¡Tú robaste mi cuerpo! ¡Querías robarme la vida, la vida que quería tener junto a mis amigos! ¡No tenías el derecho a hacerlo! ¡Nos has condenado a los dos!

    — Eres insufrible, incluso en estos momentos finales — Orz emitió una queja respecto a su comportamiento — Solo cierra la boca y muérete de una vez. Si hay una vida después de la muerte, quiero irme en paz a ver a todos mis camaradas.

    Antes de que pudiera responder a esa declaración del berrod, Michael empezó a toser sangre desde su boca, mientras su rostro era bañado con las lágrimas que salían de sus ojos. En medio de la tos, una gran cantidad de sangre salió vomitada de forma involuntaria al exterior, lo que le hizo ver a Michael que le quedaba muy poco tiempo de vida.

    Fue en esos segundos finales de los que era consciente que tendría, que empezó a pensar en las cosas que sucedieron luego de que hizo un pacto para unirse a Orz y dejarlo escapar.

    — Mamá, papá, Erin, comandante Richard… — Michael pensó en las personas a las que había matado Orz con su cuerpo — Destruí a quienes más me amaban. Rompí el corazón de mi hermano y dejé a muchas familias incompletas… Todo eso fue culpa mía… Y yo sé que quizá esto es lo que merezco, y que esa vida que deseaba tener no me correspondía después de todo el daño que causé… pero aun así yo quería seguir viviendo… Quería pasar el resto de mis días con mis amigos y con mi novia… Cenar juntos, festejar por un nuevo inicio… Escuchar historias sobre nuestro viaje, contemplar las estrellas… Formar una familia… Gwyn, Thomas, Ace, Agustina… Alicia… Perdónenme. Voy a alejarme de ustedes para siempre. Les pido perdón por esto… Yo no quería irme de su lado… Nadie que los hubiera conocido desearía separarse de ustedes… Lo siento… Lo siento de verdad… Lo…

    Antes de que pudiera terminar con sus pensamientos, las fuerzas que le quedaban al cuerpo herido de Michael se vieron drenadas por completo por las heridas. Tras recibir varios golpes en la cabeza y una buena dosis de disparos en el cuerpo, la pérdida de sangre no le dejó ninguna posibilidad de salvarse o de resistir hasta ser encontrado y rescatado por alguien más.

    La vida se esfumó del cuerpo de Michael por completo, y con él, Orz, quien compartía su mente, pensamientos y recuerdos, también sufrió el mismo destino. Dos vidas llenas de recuerdos se iban de la existencia, dejando atrás un único cuerpo cuya sangre seguía brotando de las heridas.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hey amigo, finalmente he encontrado un rato tranquilo y apacible en el que poder leer el siguiente capítulo de esta magnífica historia. Como siempre, me ha gustado mucho, los capítulos de esta guerra apenas decaen y se mantienen a un gran nivel. Así que pasaré a comentarlos con gusto :P:

    Empezamos viendo, tras varios capítulos, el campamento médico que la humanidad instaló lejos de zonas de conflicto, custodiados por unos pocos soldados entre los que se encuentran Gina y Noak. La pareja (que creo ya es oficial, si no me equivoco XD) recibe la visita de ryfiers y garaks, entre los que está Cadain. Tras unas quejas sin sentido por parte del líder ryfier (se nota que pasó tiempo con Asmir, porque se le pegaron los lloros :v) se dispone a ser atendidos junto a otros heridos, ya que los médicos humanos han aprendido como tratar al resto de especies. Gina y Noak conversan acerca de qué será de las tropas humanas, de las que apenas tienen noticias, diciendo la chica que su instinto le dice que están bien. Xander, Casey y Magnus no dirían lo mismo... :astronauta:

    Acto seguido nos encontramos con la reacción de Arion a la muerte de Varlim... la cuál es desoladora. El actual líder edagriano se ve dolido y furioso al mismo tiempo, cargando la culpa a su hermano menor mediante un llamado que le hace para que se dirija a ese combate inmediatamente, sin saber que en realidad, Ixorum fue el primero en morir. Vemos que en esa misma batalla están Asmir, Kila, Halur y Allecreod, quiénes tienen como objetivo encontrar y matar al propio Arion, pero por el momento, no logran identificarlo. Posteriormente, pasamos a ver la nave del comandante Lakor, pilotada por un soldado humano y con Faron, el joven inexperto, como rastreador con las cámaras externas. El chico logra detectar la ubicación de un "gusano de metal" (me gustó como lo dijo XD) además de un escuadrón de doscientos edagrianos, por lo que notifica sobre ello y recibe la felicitación de su compañero presente.

    De ahí, vemos a Ace, Agustina, Abel, Natasha, Lankir, Wida y Xorxaik, quiénes deben urdir un plan para atacar la ciudad. El comandante Lakor decide crear una distracción, la cuál realizaran las bestias de Fientlig, con el riesgo de sacrificarlas a costa de la victoria. El robot también se unirá a la pelea, determinado a cumplir las órdenes de sus nuevos dueños (espero que no empiece a cuestionarse la cadena de mando XD) mientras el resto deciden saltar al ataque en una estrategia clara. La pelea da comienzo y debo decir que ha sido tremenda, con las torretas del tren en plena acción, Xorxaik con su precisión robótica y un Lankir agresivo como hacia tiempo no se veía. De hecho, el xaromitante está cerca de morir mientras los demás huyen de no ser por la aparición triunfal de los tanques garak (que están cumpliendo su cometido) y dan de nuevo un sentido a la lucha. Aquellos que huían (que sad ha sido ver como soldados se sacrificaban por sus comandantes :c) regresan al combate para terminarlo, tras inclinarse la balanza a su favor. Finalmente, la victoria es oficial, aunque con su coste. Agustina y Wida ven que Lankir y Ace están algo afectados por lo sucedido, por lo que deciden hablar con sus parejas, mientras Abel lanza su intento de obtener un trato que le garantice seguridad post-guerra. Sin embargo, la respuesta de Natasha es contundente y le deja en claro que no tendrá un pacto, que lo que ocurra con él dependerá de lo que decida la gente. Y la frase final de Abel, para mi, confirma que va a desertar. Parece un hecho, como la rata que es (aunque yo haría lo mismo :v).

    Después, regresamos con Gwyn, Thomas, Alicia y Michael/Orz, quiénes llegan tras los garaks pedir refuerzos. Sin embargo, la posibilidad de que Arion esté ahí y la correspondiente confirmación que tienen, hace que Alicia y Michael dejen a sus compañeros para llevar un pequeño equipo a por el líder edagriano. Arion, que pronto sospecha que Ixorum también está muerto al no atender sus llamados, se desespera. Quedándose sin munición, decide que seis soldados de los suyos le acompañen a reabastecerse, momento en el que Michael, Alicia y cinco soldados más les persiguen. Hay un momento en el que Alicia ve algo extraño en Michael, pero Orz logra librarse de esa sospecha con su respuesta. La situación se da de tal manera que Michael se escabulle para seguir a Arion y dos soldados, mientras que el resto se enfrentan. Alicia y sus compañeros no tienen más opción que dirigirse de nuevo al campo de batalla, siendo seguidos por algunos soldados edagrianos, mientras Orz sigue tras Arion.

    Finalmente, vemos el esperado enfrentamiento entre Orz y Arion. Debo decirte, amigo, que ha sido una pelea épica de leer, sin duda. Me ha encantado, lo digo en serio. Sin embargo, conforme leía el trascurso de la pelea, pensaba que Orz verdaderamente iba a matar al líder edagriano. No me esperaba que éste lograse zafarse del transformador y acribillase a balazos el abdomen de Michael. Eso ha sido tan inesperado como doloroso de leer e imaginar. Además, ver que Orz devuelve el control del cuerpo a Michael, conocedor de su destino, es entre increíble y doloroso... Dos de mis personajes favoritos (dos en uno XD) han muerto de un plumazo, por lo que sin duda, estoy impactado.

    Ya te dije no hace mucho que a esta guerra le faltaba una muerte de un personaje antiguo y top, de esas que no se olvidan fácilmente. Lo has hecho, amigo. La muerte de Michael/Orz tiene muchas consecuencias tanto para la guerra, como para sus amigos. Estoy deseando ver lo que se viene después de esto... joder, que duro. :sadexo:

    ¡Será hasta la próxima, cuídate!
     
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  16. Threadmarks: La pelea más difícil que he tenido
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Saludos a todos los lectores de la historia que estén viendo este mensaje. Quiero felicitarlos a todos por llegar hasta aquí, y de paso pedirles que no bajen los brazos XD. Ya estamos a las puertas del final de esta parte VI de la historia, y tal como he dicho antes, este será el último capítulo tanto de la seguidilla como del resto de la parte en superar las diez mil palabras. Sé que leerse 4 capítulos seguidos con una longitud tan abrumadora no debe ser tarea sencilla, y por eso mandé felicitaciones a quienes lo han hecho.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por estar leyendo la historia una semana más, tal y como viene haciendo desde el tan lejano año 2017. Han sido casi 6 años de acompañamiento y apoyo, donde se ha encontrado con momentos agradables así como también momentos difíciles para la historia desde su punto de vista. Por su constante apoyo y la alegría que me trae su presencia en estos capítulos es que siempre aprovecho para mostrarle lo agradecido que estoy por este viaje que ha emprendido.

    Con pocas noticias, solo paso a recordarles que la guía de personajes y la cronología (ambas en mi blog) están actualizadas. Sin más que decir, les dejo la lectura.



















    La pelea más difícil que he tenido:

    Ace, Agustina, Lankir, Wida y Xorxaik se encontraban a bordo de la nave comandada por el que fue el primero de los comandantes actuales en recibir el nombramiento. Luego de haber cumplido la misión de destruir el tren y las torretas con las que contaban los enemigos, los escuadrones conformados por humanos tenían la misión de llevar a Xorxaik hasta el sitio en donde tenía lugar la mayor concentración de nodos para la comunicación de los edagrianos. Sabían que esa era una de las claves, y que, obteniendo el control de las comunicaciones, podrían ser capaces de interceptar o incluso bloquear información clave, la cual podrían usar para su beneficio en la guerra.

    Ace y Lankir, ambos afligidos por el reciente combate, el cual se había ganado por muy poco, tenían una cara muy inexpresiva, y casi no decían una sola palabra. En la sala, varios soldados humanos, incluido Faron, aprovecharon para ver a Xorxaik, el robot creado por Allecreod, más de cerca, dado a que, desde sus posiciones antes de pasar al combate, no pudieron apreciarlo a detalle. Agustina y Wida, por otro lado, estaban también presentes y con un único objetivo. Hacer el esfuerzo para que la moral en sus parejas no decayera cuando estaban a muy poco de conseguir una victoria clave para su alianza.

    — Ace, puedo entender que te sientas frustrado por todas las vidas que hemos perdido — su pareja no soportaba verlo tan decaído — Pero es algo inevitable en estas guerras. Hemos sufrido en ese combate más bajas que en todos los demás juntos, y sé que debe ser un golpe duro para ti como comandante. Pero tú sigues aquí, y sigues teniendo la responsabilidad de liderar a los que quedan a la victoria.

    — Lo sé, Agustina, eso lo sé — con algo de molestia, el comandante respondió — No es que me sienta desanimado… solo impotente. Nuestro plan estuvo a punto de fallar. De hecho, si no se hubieran sacrificado varios soldados, tú, yo y probablemente Natasha, Abel y varios otros soldados habríamos perdido la vida. No me siento mal porque me hayan salvado la vida, ya que eso ya ha sucedido. Me siento mal porque es como si yo las hubiera robado.

    — Pero tú no diste la orden de hacerlo — Wida, quien estaba intentando levantar los ánimos de Lankir, quiso interferir en esa conversación — Ace, cada soldado que sacrificó su vida por ti lo hizo para que tú siguieras adelante. Sabían, o confiaban, que serías capaz de encontrar una forma de dar vuelta la situación, y por eso eligieron dejarte continuar. Entiende eso.

    — Lo entiendo, y siempre recordaré su sacrificio — Ace no pensó en eso, pese a asegurar que sí — Es solo que… la idea de que pude haber muerto aquí. Que podríamos haber fracasado en el ataque, y que nuestros compañeros tendrían que lidiar no solo con el tren y esas malditas torretas, sino también con habernos perdido… No me deja sentirme mejor. Y no creo que eso cambie hoy.

    — Te comprendo mejor que nadie, comandante — Lankir quiso compartir su pena — Gasté los cinco disparos que mi cañón es capaz de realizar en ese blindaje. Y no quedó destruido. Mi mejor creación no sirvió contra los vehículos de los enemigos. Eso me molesta demasiado. Creí que juntos podríamos ser capaces de ganar, o al menos, no ser tan humillados hasta que los garak llegaran a rescatarnos.

    — Lankir, no es tu culpa que esos edagrianos tengan una tecnología tan fuerte — Agustina quiso que él también recuperara su confianza — Tú no tuviste la libertad total para construir tu cañón. Tu planeta fue arrasado, tal y como sucedió con la Tierra. Ellos tuvieron la libertad de moldear sus armas y recursos militares a gusto, mientras nosotros tuvimos que conformarnos con lo que nos dejaron a disposición.

    — Y, aun así, con toda nuestra fuerza, nos pudimos oponer ante ellos — Wida quería rescatar algo positivo — No solo eso. Les hemos quitado un vehículo con armas muy peligrosas. Independientemente de lo que suceda a partir de ahora, ya no cuentan con el tren para poder pelear. Deberíamos estar aliviados por eso. Los aliados que acudan a esa o la otra ciudad no tendrán que vérselas con un problema como ese. Todo esto fue mérito de los que estamos vivos, y también de los que ya no están.

    — Wida dice la verdad — Agustina estaba de acuerdo en lo que ella decía — La situación fue difícil, tal y como esperábamos. Pero, a pesar de todo, triunfamos. No crean que será la primera vez que otros como ustedes se han sentido así. Estoy segura de que, a lo largo de la historia, hubo mucha gente que se sintió como ustedes dos. No debe ser nada agradable, pero nuestro esfuerzo está dando resultado. Hagamos que lo que hemos perdido valga la pena cuando llegue el momento de ganar. Y hagamos que la misión que se viene sobre nosotros también sea así. Ace, Lankir… los necesitamos a los dos para esta guerra. Nuestros compañeros que no están presentes también los necesitan. Cuentan con ustedes, y seguro querrían ver a su mejor versión. No les pediré que olviden lo que ha sucedido hoy, solo les pido que lo conviertan en una fortaleza para seguir avanzando. Al menos hasta que la guerra termine.

    Las palabras de aliento tanto de Agustina como de Wida hicieron que los corazones de Lankir como del comandante de Zenith se sintieran liberados de un peso muy aplastante. La angustia de las pérdidas y el terror de morir en la batalla previa no se habían ido, pero saber que las tenían a ellas para hacerles frente era bastante alentador para los dos. Para Ace lo fueron más. Dado a que recordó el momento en el que Agustina le dijo que afrontarían las batallas por venir siempre juntos. Y en ese momento se había convertido en una realidad.

    Ambos soldados mostraron una sonrisa en sus rostros, y se disponían a hablar, pero el llamado de uno de los tripulantes de la nave los hizo detenerse.

    — Hemos llegado a las coordenadas del objetivo — indicó el soldado viendo el monitor.

    Todas las miradas se centraron tanto en él como en Xorxaik. Lankir había explicado que el robot mismo había realizado un análisis y reveló que necesitaba estar a menos de medio kilómetro de la fuente de las señales provenientes del nodo raíz si querían que el bloqueo e intercepción que iban a realizar fuera realmente efectivo. El xaromitante quiso verificar eso último una vez más.

    — ¿Crees que puedas tomar el control desde aquí arriba? — Lankir le hizo una pregunta directa.

    — Cuando me refería a que debía estar a menos de medio kilómetro de distancia, eso incluía tanto distancia por tierra como por aire — indicó el robot a la pregunta del xaromitante — Un aproximamiento por tierra resultará más efectivo, dado a que solo tendría obstáculos en línea horizontal. Desde el aire los obstáculos entre mi sistema y el nodo raíz son tanto horizontales como verticales.

    — Igualmente íbamos a descender para pelear en la batalla — Ace creyó que sería mejor aprovecharlo — Indícanos una zona desde la que sea recomendable que hagamos nuestro descenso. Dirigiremos las naves hacia el punto libre más cercano.

    — ¿Podrás pelear mientras interceptas sus comunicaciones? — Agustina quiso conocer el poder total del robot.

    — Podría, pero eso solo haría más propensa la aparición de interferencias, dado a que el software de combate requiere de la utilización de gran parte de los recursos con los que cuento — Xorxaik les hizo saber que no era una máquina todopoderosa — Sería conveniente primero eliminar a los soldados enemigos y luego tomar el control.

    — Lo haremos así en ese caso — fue la respuesta de Ace ante lo dicho por el robot — Avisen a la comandante Natasha para que prepare a sus tropas para descender junto a nosotros. Es posible que nos estén esperando si es que están al tanto de lo que ocurrió con el tren. El resto vaya a prepararse para el descenso. Ya no contamos con las bestias, así que, tan pronto como toquemos la superficie, pasamos a la ofensiva.

    Con las órdenes del comandante de la humanidad, los dos xaromitantes, su pareja, el robot y los presentes en la sala empezaron a retirarse para dirigirse a la zona de descenso de personal. El haber perdido a las bestias les significaba una disminución en el tiempo total para tener que atacar, pero también era un recurso menos para la batalla, cosa de la que varios se lamentaban.

    Faron Zark, quien se había quedado fuera de la pelea la vez anterior, en esa ocasión no contaría con esa suerte, y era consciente de ello. Fue por eso por lo que, alentado por haber escuchado los relatos acerca de la pelea que tuvo lugar contra el tren y las torretas, se acercó al comandante para darle las gracias.

    — Comandante Lakor — se dirigió a él con respeto, mostrando su felicidad con una sonrisa amplia.

    — ¿Sucede algo, Faron? — Ace se vería extrañado de ser ese el caso — ¿Necesitas algún tipo de medicamento o tienes una pregunta que realizar?

    — Solo quería expresarle mi agradecimiento por no haberme hecho participar en esa batalla — Faron hizo una reverencia ante él, mostrando tanto gratitud como admiración — Luego de escuchar las cosas de las que hablaron, sé que no habría sobrevivido a algo así. Le juro que compensaré mi ausencia de ese combate matando a la mayor cantidad de enemigos que pueda. Es mi forma de pagar esta deuda con usted.

    — No me debes nada, soldado — Ace lo trató con formalidad — Fue una decisión basada en la lógica. Pero aprecio mucho sus palabras. Gracias. Me hace sentir que hice lo correcto.

    — Si se siente así, es porque lo hizo — Faron volvió a inclinarse ante él — Usted y yo lo sabemos muy bien.

    Pese a que fue algo inesperado, escuchar esas palabras provenientes de aquel soldado provocaron en Ace un subidón en su estado de ánimo, que ya había cambiado luego de las palabras tanto de Wida como de su pareja, con quien estaba comprometido. El sentir que, pese a las pérdidas que habían sufrido, los soldados confiaban en él para liderarlos, le hizo darse cuenta de la importancia de su rol para su batallón. Estos lo admiraban y seguirían, y él tenía que darles una buena impresión para que las cosas se mantuvieran así.

    — El comandante Zion me eligió para esto — Ace recordó el día en el que le dieron el nombramiento que quería conseguir — Decepcionar a mi equipo implica que también lo decepcioné a él.

    Luego de que el soldado con menos experiencia en batalla se retirara, Ace quedó a solas en la sala con quien estaba encargado de dirigir los controles de la nave. Al mirarlo fijamente, le hizo una señal que indicaba que el mensaje del descenso ya había llegado a la nave de la comandante Natasha. Cuando le dijo que lo único que les faltaba por hacer antes de aterrizar era conseguir un lugar despejado para ambas naves, Ace supo que era el momento de ir a tomar su lugar con el resto de los que lucharían junto a él.

    — Te espero en la zona de descenso — le dijo Ace a su soldado — Vamos a tomar ese lugar y convertirlo en una ventaja para nosotros… Y así, la guerra será más sencilla para nuestros aliados — al retirarse de aquel lugar, el comandante pensó en sus compañeros — Michael, Alicia, Gwyn, Thomas, Xander, Casey, Gina, Noak… nos queda muy poco para obtener la ventaja que precederá nuestra victoria… Donde sea que estén, no se rindan. Sigan con vida hasta el final del día de hoy, y estoy seguro de que todos nosotros sobreviviremos a lo que resta de esta guerra.

    Sumando una razón más para que su batalla en la ciudad donde debían capturar el nodo principal, y de esa manera, acceder al sistema de comunicaciones de los enemigos, el comandante Lakor siguió avanzando hasta reunirse con los suyos.

    […]

    Alicia y dos soldados más seguían corriendo en dirección al campo de batalla. Tan solo ella y dos de sus acompañantes habían logrado sobrevivir, dado a que el resto había muerto en plena huida en camino a reencontrarse con sus compañeros. Sin embargo, sus vidas no fueron las únicas que se habían perdido, puesto a que de sus perseguidores solamente quedaron tres edagrianos.

    Tras girar en una calle siguiendo el alboroto, Alicia consiguió llegar hacia el campo de batalla, distanciándose de la multitud de humanos por pocos metros.

    — ¡Continúen avanzando! — la chica tuvo una idea, por lo que tomó su comunicador para ponerla en práctica — ¡Thomas, Gwyn, me estoy acercando a la zona de batalla, ordenen a los suyos cubrirnos!

    Desde el borde de la multitud, donde se hacía más sencillo tener un control de la situación, pero más complicado disparar, la comandante Fairin y su pareja oyeron el llamado de Alicia para solicitar ayuda. No entendían qué era lo que había sucedido para que ella hubiera regresado pasando tan poco tiempo, pero eso lo podrían preguntar luego de socorrerla. La comandante de Zenith dio la orden a siete soldados para que retrocedieran hacia la zona por donde Alicia haría aparición.

    La novia de Michael, en compañía de sus dos acompañantes, supieron que el mensaje que la chica envió llegó a los oídos de sus compañeros cuando notaron que siete de los soldados del ejército de la humanidad acudieron a su posición. Para facilitar las cosas, los tres fugitivos se separaron, dejando una brecha por la cual sus compañeros podrían disparar a los edagrianos que les perseguían. Alicia los pasó de largo y se dirigió a encontrarse con Thomas y con Gwyn tan pronto pudiera dar con ellos.

    Los dos soldados que viajaban junto a ella esperaron a estar lejos de la línea de fuego para darse la vuelta, y así poner las cosas en desventaja para sus perseguidores. La situación quedó decantada para los humanos al tener a unos nueve soldados en contra de tan solo tres edagrianos, que iban directo a la línea de fuego. Los disparos entre las armas no tardaron en intercambiarse, y fue así como los trajes y armaduras, dependiendo de lo que contara cada especie para defenderse, empezaron a recibir impactos múltiples de diferentes balas.

    Los edagrianos, superados en número, solamente pudieron quitarle la vida a dos de los humanos que acudieron a defender a sus compañeros. En menos de un minuto, tres defensores más en el planeta se sumaban a la lista de cadáveres que la guerra dejó solamente en su primer día de duración.

    Alicia, por su parte, buscó a Gwyn y Thomas entre la gente, notando como había evolucionado el estado de la batalla. Los tanques de los garak se estaban retirando para poder tomar una posición nueva para disparar contra los enemigos, mientras que todas las tropas de la alianza fueran estas de los humanos, garak o ryfier, aplacaban a los enemigos con su superioridad numérica. No todo eran buenas noticias, dado a que la chica observaba un sinfín de cadáveres en el bando humano, formando casi un cordón repleto de sangre y sin rastro de vida, sin ponerse a pensar entre los que estuvieran entre la multitud, ocultos de su limitada vista. Dado a que portaban cascos, le fue difícil identificar a sus compañeros, pero cuando divisó a dos soldados en los extremos del campo de batalla, los cuales no se distanciaban para absolutamente nada, Alicia acudió hacia ellos. Su corazonada la llevó por un buen sendero, dado a que logró reunirse con ellos dos.

    — ¡Gwyn, Thomas! — contestó con un gran ánimo proveniente de su interior — ¡Me alegra ver que siguen en condiciones de pelear!

    — ¡Alicia! — Gwyn sintió una gran alegría al verla — ¡¿En dónde está Michael?!

    — ¡Arion huyó! — pese a estar cerca, tenía que levantar la voz para que la pudieran escuchar — ¡Michael y dos soldados lo fueron a perseguir! ¡Confirmamos que efectivamente se trataba de él, y por eso Michael decidió que lo mejor sería no dejarlo escapar!

    — ¡Bien, con él y Varlim muertos, solo nos quedaría Ixorum! — Thomas disparaba mientras desahogaba su furia hacia esos tres seres — ¡Y de esa forma, toda la sangre de Hark habrá perecido ante nosotros!

    — ¡Iba a sugerir que retrocediéramos a buscar a Michael, pero creo que lo mejor será mantenernos aquí! — Gwyn les reveló su idea — ¡Quizá reciban refuerzos, y un escuadrón numeroso por las calles de la ciudad llamaría la atención! ¡Si Michael está acompañado por dos soldados, les será más fácil escabullirse por las calles! ¡Ya lo demostró cuando nos salvó de Varlim!

    Viendo lógica en las palabras de su compañera, algo que ni Thomas ni Alicia pensaron al respecto como idea inicial, los tres soldados continuaron la batalla. Con las armas listas, dirigieron los disparos hacia la enorme concentración de edagrianos presentes en aquella zona, que poco a poco, se iba achicando más debido a las bajas constantes que estaban teniendo.

    El flujo de ese feroz tiroteo entre especies continuó como había empezado, hasta que la desventaja de los edagrianos terminó por ser la clave en lo que sería su derrota. Conforme pasaba el tiempo, los defensores de aquel mundo, quienes se encontraban en desventaja numérica al iniciar la batalla, se iban quedando cada vez con menos gente, lo cual solo se transformaba en más ventaja para las tropas atacantes.

    Llegó el momento en el que los garak que conducían los tanques pudieron tomar una posición idónea para disparar, y eso fue lo que hicieron. Algunos de ellos lanzaron sus proyectiles en contra de los edagrianos que estaban en la zona más central del campo de batalla, expuestos a recibir impactos potentes con mayor facilidad. Otros, sin embargo, apuntaron los cañones hacia los edificios más altos que servían como cobertura. Al momento en el que las balas de los tanques chocaron con las paredes exteriores de esas estructuras sólidas, estas empezaron a desprender escombros, los cuales caían mayoritariamente entre los edagrianos que buscaban protegerse de los disparos para poder disparar con tranquilidad.

    — Es el final de la batalla — Asmir eligió dejar de disparar para tomar un respiro — Los tanques y nuestros soldados los liquidarán y acabarán con esto pronto.

    — Señor, quiero decir algo — Halur le hablaba con respeto a su líder — Me pareció haber identificado a la comandante Gwyn y al comandante Michael cuando divisé a los humanos llegar. Sería bueno ir a preguntarles qué sucedió en el otro combate que estaban librando.

    — Es una buena idea — Asmir miró tanto a Kila como a Allecreod después de escuchar esa idea — Veamos qué nos tienen que decir. Quizá expliquen por qué se tardaron tanto en aparecer.

    Dejando la culminación de la batalla a los soldados de su ejército, Asmir se fue a buscar a los comandantes de la humanidad presente en dicho lugar siendo acompañado por Allecreod y los dos miembros de su especie que integraban el consejo de guerra. Tras enterarse a través de Kila que fueron el propio Asmir y los suyos los que llegaron antes a la batalla pese a que los escuadrones de la humanidad se hallaban en el mismo sitio, una ligera duda empezó a surgir en el líder de su gente. Era lógico pensar que se habrían topado con una batalla complicada, pero tratándose de los humanos, los cuales según él se aprovechaban de su gente siempre que podían, tenían que asegurarse.

    En el camino hacia la zona donde Halur lo estaba liderando, Asmir miró a su prisionero, quien en la batalla anterior había salvado su vida. Allecreod tenía la vista fija en los edagrianos defensores que se encontraban siendo aniquilados por los soldados que viajaron al planeta para atacar y destruir. Con una gran satisfacción, los veía morir, pero no era eso lo que buscaba al dirigir su vista a aquel sitio. El garak lo supo leer como un libro abierto, y sabía lo que estaba intentando encontrar.

    — ¿Algún rastro de Arion? — preguntó sin ánimos de entablar discusiones.

    — Aunque sea difícil de identificar por el uniforme que llevan todos, sé que él tomaría una iniciativa para proteger a los suyos de lo que les está sucediendo ahora — Allecreod comentó — No lo he conocido mucho, pero sé que, si realmente le importara su gente, estaría pensando en algo para salvarlos.

    — Si todo sale bien, morirá hoy — Kila sentía deseos de que así fuera — Su hermana nos quedará para otro día.

    — Hay que matarlo antes de que anochezca — el ex líder de los ryfier veía como el cielo en el atardecer se ponía cada vez más oscuro — Si ya de por sí nos cuesta identificarlos, bajo el manto nocturno de este planeta, será imposible dar con él.

    — No sé tú, pero yo no pienso luchar de noche — Asmir tomó esa decisión, dispuesto a prologar la guerra más tiempo — No creo que logremos nada. Las ciudades fueron atacadas por los tanques, por lo que es muy posible que las luces nocturnas no se enciendan. Incluso intactas, de ser yo quien estuviera siendo atacado, no las encendería para los enemigos.

    — Veo que pensamos igual en cuanto a estrategia — exclamó Allecreod mirando a Asmir por un instante solo para volver su vista a los escombros que seguían cayendo sobre los enemigos — No somos demasiado diferentes, Asmir. Es una lástima que nuestra alianza no se hubiera dado.

    — Es una lástima más para ti que para mí — el garak contestó con severidad — Porque yo sé que mi especie me recibirá con los brazos abiertos si logro regresar a mi planeta con vida cuando obtengamos la victoria. Tú, en cambio… bueno, sobran las palabras.

    Era todo tal y como el líder garak lo decía. Mientras él tenía el cariño de su gente, Allecreod probablemente tendría que enfrentar varias miradas inquisitivas al momento de regresar a casa, si es que podía sobrevivir a dicha guerra. Entendía que había varios entre todas las razas que lo tomaban como el responsable de varios acontecimientos recientes. Él no negaba esa culpa, ni los dichos de Asmir, pero le era difícil de aceptar por completo. Pero la responsabilidad mayoritaria estaba tanto en él como en su compañero de celda Abel. Decisiones individuales tomadas por ambos precipitaron las llegadas de los edagrianos a sus planetas, y de no ser por la intervención de Ixorum, a quien acababa de matar hacía una hora atrás, probablemente él habría corrido el mismo destino.

    El grupo de cuatro integrantes de la alianza caminó siguiendo al líder, Halur, quien era el que creía tener una idea de dónde se hallaban situados los líderes humanos que estaban en la zona. Sin embargo, antes de poder encontrarlos, pudieron notar como tres de estos se les acercaban. Presintiendo así que se trataría de ellos. En medio del trayecto, Alicia, Gwyn y Thomas se quitaron los cascos por un segundo para poder entablar una conversación mirando a la cara a los garak, quienes tenían cascos que cubrían la cabeza, pero no el rostro.

    — Veo que él no ha sido asesinado aún — Alicia expresó con odio cuando vio a Allecreod, responsable de que ella perdiera su ojo, aún entre los soldados que lucharían por el futuro — Los seres como tú son los que más suerte tienen.

    Allecreod, sabiendo que solo recibiría hostilidad, sobre todo de parte de aquella chica a la que había torturado con brutalidad en el pasado, eligió voltear la vista hacia los edagrianos que seguían siendo masacrados por las tropas de la alianza.

    — ¿Por qué tardaron tanto en aparecer? — Asmir notó la ausencia de Michael, algo extraño, dado a que él lo recordaba siempre al lado de Alicia — ¿Y dónde se encuentra el comandante Umcali?

    — Varlim ha sido asesinada, por Michael justamente — Gwyn, quien estaba en el mismo rango que él, respondió algo que no iba al caso, al menos para los garak — Arion ha huido de esta batalla, Michael ha ido tras él. Ha confirmado que se trata de él y está persiguiéndolo para matarlo. Si todo sale bien, nos libraremos de dos de los hijos de Hark en el día de hoy.

    — De tres, en realidad — Kila contestó, con una sonrisa al escuchar lo que le habían confirmado recientemente — Ixorum también está muerto.

    — ¿En verdad? — Thomas quería asegurarse de que eso realmente hubiera sucedido.

    — Allecreod lo asesinó… salvando mi vida — Asmir relató, algo que era difícil de creer para el trío de humanos — Pero sí. Ixorum ha muerto en la pelea que tuvimos anteriormente.

    — ¿Lo identificaron? — Alicia no quería encontrarse con sorpresas a la brevedad — ¿Era él?

    — Lo reconocí, descuida — Allecreod no miró a Alicia fijamente, pero ya no tenía la vista fija en el ataque — Si Michael realmente está tras Arion, deberíamos pedirle que nos envíe su ubicación. Mientras más pronto acabemos con esa escoria, mejor será para nosotros en esta guerra.

    — Lo llamaremos tan pronto como podamos ir a ayudarlo — Gwyn les comunicó su decisión — Si Arion está en peligro, pedirá refuerzos. Y no queremos que delate su ubicación si es que está escondido. Cuando acabemos aquí, lo iremos a buscar.

    — Me parece bien — Asmir supo que, sin supervisión, Michael podría ser un peligro si la placa que contenía a Orz se rompía, por lo que, eligió cerciorarse por su cuenta de que no fuera el caso — Los acompañaré a buscarlo. Kila y Halur dirigirán el ataque a la ciudad. ¿Pueden manejarlo?

    — Lo haremos, líder — Halur contestó ante el pedido de la máxima autoridad de su especie.

    — Si es usted quien lo pide, entonces, cumpliré — Kila supo que debía tener una buena razón para no enviarla por Michael — Halur y yo los contendremos.

    Habiendo acordado el plan a seguir, todos se pusieron a mirar como la matanza contra los edagrianos seguía teniendo lugar. Conforme pasaba el tiempo, más humanos y garak se alejaban del conflicto para que fueran los más próximos a la zona de la cual provenían los disparos quienes manejasen la batalla en su culminación.

    Alicia no estaba contenta por tener que ir acompañada de Allecreod a buscar a Michael, ya que creyó que Asmir no le querría quitar la vista de encima. Thomas y Gwyn, quienes visualizaron la expresión de molestia de la chica, la tomaron de la mano, sonriéndole ambos con una mirada fraternal, viéndose así gracias a las palabras de Michael antes de acudir a la misión de Emiv.

    — Lo encontraremos, Alicia — Gwyn la quiso hacer sentir bien — Él probablemente está peleando o escondido ahora mismo. De lo contrario, habría llamado para avisar de su posición.

    — Gracias, Gwyn… gracias, Thomas — Alicia les contestó con un ligero sonrojo en sus mejillas — Espero que no tenga problemas en regresar ni en comunicarse. Cuando luchó contra un edagriano dijo que su dispositivo se había roto y tuvo que tomar otro nuevo. Puede que no se de esa situación otra vez.

    — Si ese es el caso, aprovecharemos eso para que Michael se mantenga pegado a nosotros en lo que resta del día — Thomas se sintió afortunado de haberse cruzado con él — Y hablando de eso… Gwyn.

    — ¿Sí? — preguntó la chica, viendo venir una pregunta no muy entusiasta por parte de su novio.

    — Aunque no encontramos los cuerpos de Xander y Casey, no hemos recibido respuesta de ninguno de los dos — contestó el soldado, temiéndose lo peor — ¿Crees que ellos…

    — No lo sé — Gwyn esperaba un tema diferente de conversación — No quería pensar en eso por el miedo a que les hubiera sucedido algo. Pero, si no han regresado hasta ahora… incluso aunque no pudieran comunicarse, debieron escuchar el disparo de los tanques. Tendrían que haber acudido a la pelea si se encontraban en buen estado.

    — Los buscaremos cuando haya terminado todo esto — Alicia quería mantenerse positiva — Pensemos que tanto ellos como Michael están bien. Hemos salido de situaciones difíciles antes. Saldremos de esta ahora.

    Los garak y Allecreod, en pleno silencio, escuchaban cada palabra pronunciada por los humanos. En cierta forma, compartían algo de preocupación por el bienestar de sus compañeros desaparecidos. Si a estos les había pasado algo, la moral caería en ellos, lo que sería perjudicial para el desarrollo de lo que restase de la guerra. Sin mencionar que un soldado muerto era un soldado menos para enviar al campo de batalla a pelear. Aunque no lo expresaran, ninguno entre los cuatro presentes deseaba el mal para los aliados que se encontraban ausentes en aquel momento.

    — Ya están dispersándose — apreció Asmir mirando el panorama, y accionando su armadura para comunicarse con los suyos — ¡Que no escape nadie! ¡Edagriano que no muera hoy solo será una molestia el día de mañana! ¡Mátenlos a todos!

    Los que estaban allí presentes escucharon el grito de Asmir, dirigiendo su vista hacia el lugar que era el objetivo de los disparos tanto de los garaks, ryfiers y humanos que iban a pie como de los tanques que estos portaban. Pronto, algunos de estos empezaron a perseguir a los defensores que tomaron la decisión de ya no quedarse allí a recibir balazos de forma gratuita. Sin una estrategia para contrarrestar la invasión dado a que la terminal quedó destruida y no podrían usar los trenes, estos se retiraron buscando escapar en la seguridad de los edificios.

    […]

    Arion, armado nuevamente y repleto de munición, portando un traje de protección que se había colocado tras haber perdido parte del primero tras el combate que tuvo con el humano que lo persiguió hasta esa fábrica en compañía de tres soldados. Recordaba esa batalla con una furia casi incontenible, puesto a que no dejaba de pensar en la posibilidad de que fuera él el asesino de su hermana y amante Varlim tras haber tomado su comunicador cuando este le hizo una llamada.

    — Ese humano no era normal — Arion no se olvidaría nunca de esa batalla.

    Su granada fue interrumpida en el aire, recibió el daño de la explosión, una increíble cantidad de disparos, y luego fue arrojado violentamente contra el transformador de aquel lugar, lo que hizo que su cuerpo se viera expuesto a una descarga eléctrica que lo dejó paralizado por un tiempo. De haberse quedado quieto más tiempo, probablemente hubiera muerto. Encontró la fuerza para despegarse de aquella trampa en buen momento, ya que eso le ayudó a eliminar al humano.

    Sin embargo, no había salido ileso de aquella pelea. Su espalda se encontraba bastante sensible tras haber sido la zona del cuerpo que más electricidad recibió. Incluso el tacto del traje de protección le generaba una ligera incomodidad al caminar. Su cabeza, la cual recibió de lleno la explosión de la granada, pese a haber portado protección en el momento, no le dejaba de doler, y si se quedaba callado el tiempo suficiente para concentrarse en forma plena, podía sentir un zumbido en sus oídos.

    — Pero a pesar de eso, un humano anormal no ha sido capaz de eliminarme — habiendo sobrevivido, lo que más deseaba era llegar al sitio de la pelea a acabar con varios de estos — Los aplastaré a los demás con la fuerza que me queda. Será suficiente con eso. Sin mi padre aquí, yo soy el más fuerte de los nuestros. Vengaré a Varlim, y luego voy a confrontar a Ixorum. Él me debe una gran retribución por la pérdida de mi amada.

    Siguiendo el sonido de las explosiones, las cuales lo llevarían al sitio de la batalla, Arion no tenía ninguna idea para lanzarse a pelear. Lo único que quería era poder situarse allí y disparar contra humanos, garaks y ryfiers. Usar su imponente fuerza para matarlos a todos. Pero algo raro sentía con cada paso que daba, su cuerpo empezaba a temblar, en especial sus brazos. Él sabía que el rencor que guardaba en su interior le impediría tener miedo, por lo que supo rápidamente a qué se debía todo eso.

    — Las secuelas de ese combate están empezando a aparecer — pensaba mientras trataba de evitar que sus brazos continuaran temblando, poniendo voluntad para no hacerlo, aunque le era inevitable — Mierda, voy a necesitar un día completo para recuperarme si me dejo herir en esta lucha. Será mejor que me cuide.

    No estaba dispuesto a renunciar a la guerra, y mucho menos después de que los invasores, especialmente los humanos a los que se suponía que él debía exterminar por completo en la destrucción del planeta Tierra, le hubieran quitado a la mujer que amaba. Se había prometido a sí mismo que triunfaría, y que mantendría la memoria de Varlim con vida para siempre.

    — Mi cuerpo quizá necesite un descanso tras la guerra — las preocupaciones acerca de lo que podría llegar después lo invadieron — Espero que nadie intente un atentado en mi contra cuando esté en recuperación.

    Pero a pesar de todos esos pensamientos negativos, sabía que, para llegar a la post guerra, lo que le urgía era obtener la victoria total, y eso sería repeler a los invasores y luego exterminar a quienes quedaran con vida entre ellos.

    El edagriano líder de su especie siguió el ruido de los disparos, recorriendo las calles de su ciudad hasta que pudo ver con sus propios ojos un escenario que le indicó que las cosas no iban a ser nada sencillas. Llegó justo a tiempo para contemplar como su gente, superada en número y sin ninguna salvaguarda para poder permanecer a salvo, empezaban a huir por las calles que estaban más próximas al área de combate. Tropas enemigas empezaron la persecución, mientras que los tanques disparaban contra los edificios, provocando ligeros derrumbes y caídas de escombros.

    Su llegada había tardado demasiado tiempo, y los defensores de aquella ciudad habían perdido la batalla. No tenía a Varlim a su lado, no tenía como usar los trenes, y su hermano Ixorum tampoco emitía respuesta alguna. Llegando a pensar que su gente se encontraba en el momento más sombrío de la guerra, y quizá de su historia en los últimos períodos solares, Arion tuvo una idea para terminar obteniendo la victoria, pero a cambio de un gran sacrificio.

    — ¡Arion se comunica con todos los edagrianos! — el líder de los suyos usó una frecuencia con la que podría hablar con toda su gente — ¡Hemos sido golpeados por sorpresa por los enemigos, y estos han descubierto nuestras fortalezas! ¡Sin los trenes para usar a nuestra disposición, no hay forma en que podamos repeler sus tanques de batalla! ¡Pero eso no quiere decir que hemos perdido! ¡Contamos con una tecnología con la que seremos capaces de ganarles! ¡Nuestras naves equipadas con explosivos potentes y generadores de sismos! ¡El planeta Edagr, nuestro hogar, morirá si utilizamos dichos recursos, pero no nos dejan otra alternativa! ¡Han superado a nuestras tropas, y si no los detenemos, ellos simplemente nos aniquilarán uno a uno, y luego seguirán extendiendo su enfermedad por el resto del universo! ¡Todos los edagrianos acudan a la zona donde guardamos nuestras naves! ¡Suban a bordo, y luego espérenme allí! ¡Iniciaremos el ataque mientras todos estos malnacidos se encuentren aún en nuestro planeta, y los llevaremos a la extinción! ¡Nos aseguraremos de que no despegue ninguna nave de la superficie de este planeta, y que todos mueran con este mundo! ¡Es la única manera de preservar nuestra especie! ¡A mí también me duele tener que sacrificar un mundo cuidado tan cautelosamente a través de los años, pero si no hacemos algo para intervenir, estas cuatro especies seguirán destruyendo planetas del universo a su paso y a su antojo! ¡Es un precio por pagar para salvar a los seres de otros mundos que, como nosotros, eligieron proteger su naturaleza! ¡Es una orden dada a todos los edagrianos, y los estaré esperando! ¡Juntos sobreviviremos a la muerte de nuestro planeta, y nos llevaremos por delante a los invasores!

    Con el corazón roto, puesto a que una de las últimas charlas que tuvo con Varlim fue la que le hizo decidir el no decantarse por destruir el planeta, Arion tomó dicha decisión a costa de todos sus deseos. No solo era por ella. Su padre, su madre, su hermano menor, y muchos amigos suyos eran adoradores del planeta en el que habían nacido. Habiendo respetado la naturaleza a lo largo de su existencia, se sentía manchado al ser él quien tomara la decisión de tener que destruirlo.

    — Esto es el fracaso más grande de la historia de los edagrianos — pensaba mientras empezó a correr antes de ser detectado por algún enemigo — Y es la culpa de Ixorum… Si él resulta estar vivo, su castigo será morir en este mundo junto con los seres por los que abogó en contra de la voluntad de papá.

    […]

    — ¿Escuchaste eso? — fue la pregunta de Agustina para su pareja.

    Tras un enfrentamiento violento, los ejércitos del comandante Ace y la comandante Natasha se unieron para poder arrasar con las tropas edagrianas que salieron en la defensa de su ciudad cuando ellos aparecieron. Contando con armas estándar de su especie, y sin usar vehículos ni dispositivos explosivos para ayudarse a defender la posición, los ejércitos de los comandantes humanos fueron capaces de eliminar a la totalidad de los defensores.

    Con algunas bajas en sus tropas, los humanos, los xaromitantes y el robot de Allecreod llegaron al que era el sitio en donde se daban origen las líneas y antenas de comunicación en el planeta Edagr. Era un complejo constituido por un total de cuatro edificios, y el mayor de todos era el que contenía las máquinas que, usando pequeños paneles solares y eólicos instalados en sus techos, se mantenía con energía permanente alimentando las comunicaciones a lo largo y ancho del planeta.

    Xorxaik ya había activado su sistema de infiltración, y había podido llegar hasta el corazón del sistema de comunicaciones, invadiendo sin interrupción alguna los sistemas informáticos que comandaban las líneas de comunicaciones. Gracias a su capacidad de procesamiento, cada mensaje dado por los edagrianos iba a parar a él, y si él no lo permitía, no llegaría a destino, dado a que cada línea tenía que pasar por el núcleo.

    Eso permitió que Agustina, Ace, Faron, Lankir, Wida y otros soldados colocados en el lugar para defender la zona en caso de alguna represalia, escucharan las palabras dichas por el líder de su especie.

    — Perdona que haya tardado en responder — Ace le contestó a su pareja — Lo escuché, pero fue tan impactante que me quedé casi helado… Quiere usar esas naves para destruir el planeta y a nosotros junto con él.

    — La razón por la que atacamos este sitio era porque confiábamos en que no usarían dichas armas de destrucción masiva en su propio hogar — Wida quedó pasmada al escucharlo decir eso — Pero él…

    — Es un loco de mierda, no hay nada más que decir — Lankir estuvo feliz de que hubieran llegado tiempo antes de que tomara la decisión — Si no hubiéramos triunfado en aquella ciudad, o si hubiéramos llegado más tarde…

    — Esas órdenes habrían llegado a los oídos de los suyos, y vaya a saber qué es lo que sucedería después — Ace veía lo grave de una hipotética situación como esa — Ni siquiera nosotros que lo hemos escuchado podemos creer eso. Imagina si nuestros aliados vieran esas naves despegar hacia el cielo. La confusión misma sería la condena definitiva.

    — ¡Xorxaik! — Agustina quiso ver si el robot podía realizar una función específica — ¿Puedes determinar la posición de Arion usando ese mensaje?

    — Puedo, y también puedo enviarla a todos nuestros aliados en la zona — el robot confirmó lo que quería saber la chica.

    — Es una buena idea, trasmítela y da la orden de que cacen a ese maldito — Lankir no lo quería dejar vivo — Tenemos sus comunicaciones, pero eso no evitará que los rumores corran de boca en boca. Y si llegan hacia la zona donde se encuentran dichas naves, y logran hacerlas despegar, será nuestro fin. No hay cómo protegerse de eso.

    — Y si Xorxaik está interceptando las comunicaciones, no podrá encontrar su ubicación — Wida pensó en la oportunidad perdida — Será mejor que lo maten antes de que él pueda contar su idea a alguien más.

    — ¡Mensaje enviado a todos los aliados! — Xorxaik hizo saber que cumplió su propósito — ¡Seguiré recibiendo mensajes en sus comunicaciones y los revelaré para ustedes! Podrán tomar decisiones en base a lo que escuchen.

    Aliviados de que habían logrado interceptar un mensaje clave en el tiempo preciso, los soldados que estaban junto a ellos en el sitio volvieron a realizar las patrullas para proteger el lugar en caso de que soldados del ejército edagriano quisieran realizar un acto de presencia para expulsarlos de la ciudad.

    Solamente Ace, Agustina, Wida y Lankir quedaron en el sitio, dispuestos a escuchar lo que Xorxaik tuviera para decirles y así usar dicha información para buscar contramedidas a las estrategias de los edagrianos. Natasha, quien se encontraba ausente hacía unos minutos, y fue puesta al corriente por los soldados que encontró en su camino al lugar, regresó para hacer compañía al resto de figuras de autoridad presentes allí. Al mismo tiempo que tenía una noticia que dar.

    — ¿Y bien? — preguntó el comandante Lakor, viendo por la cara que ella tenía que no daría buenas noticias.

    — No hay ni rastro de Abel — Natasha les informó, con gran pesar en su mirada — Ha desertado a la misión en el momento en el que le quité la vista de encima en la pelea.

    — Ese bastardo de mierda — Agustina expresó el odio que le tenía tras escuchar esa noticia — Esperemos que los edagrianos lo encuentren y lo maten. Ya no tendrá refuerzos si se ve acorralado. Debió morir él en lugar de Magnus.

    — Pero la vida nunca nos da lo que queremos — Natasha estuvo de acuerdo con eso — Comandante Lakor.

    — ¿Qué ocurre? — Ace quiso saber qué era lo que la inquietaba.

    — Tras haber visto los cadáveres que quedaron en esta batalla de los nuestros, he pensado que lo mejor sería reunirlos a todos aquí — Natasha se sentía con la obligación de recuperar los cuerpos — Quiero que cada ser humano, que no sea Abel, tenga un entierro digno cuando esta guerra termine. Ahora que hemos tomado el control del nodo central de comunicaciones, sé que lograremos ganar. Y ellos, nuestros fallecidos, merecen ser enterrados y descansar en paz.

    — Creo que es una idea apropiada — Ace creyó que esas eran las mejores palabras para lo que pensó su compañera — Que traigan los cuerpos de todos. Y que cada especie se lleve los suyos de vuelta cuando esto haya acabado. Xorxaik, da la orden de que busquen y traigan a este punto todos los cuerpos cuando el conflicto termine. Los dejaremos aquí hasta que les demos un entierro adecuado.

    — La orden ha sido transmitida, comandante Lakor — Xorxaik respondió ante la petición de Ace — Mis sistemas están a la espera de la recepción de nuevos mensajes provenientes de los edagrianos. Sin nuevos mensajes desde el enviado por Arion.

    — Bien, que lleguen los que tengan que llegar — Ace se refería a los mensajes y no a los cuerpos — Usaremos esa información en su contra. Al menos, hasta que se den cuenta de que no están pudiendo comunicarse. Esperemos que nos sirva hasta que hayamos obtenido la victoria.

    Las cosas para el grupo habían cambiado mucho en los últimos momentos. La deserción de Abel, quien se esfumó de la vista de todos en medio de una guerra, como si fuera un cobarde, los dejó bastante desanimados. No esperaban un comportamiento así por parte de un ser humano, ni siquiera alguien de su calaña. Wida y Lankir se sintieron agradecidos de que fueran los soldados de Zenith, dirigidos por Magnus, los que recibieron su mensaje de auxilio al llegar a la Tierra. Ninguno de los dos podía imaginar lo que hubiera terminado ocurriendo si Abel hubiera sido el receptor, y si un arma como lo era el cañón de Lankir, hubiera llegado a sus manos.

    Ace, Natasha y Agustina sentían un gran odio hacia su persona. Natasha ya se lo había expresado en su conversación, donde le dejó en claro que él era el mayor responsable por lo ocurrido en lo que aconteció tras la Gran Catástrofe. Ace lo odiaba con todo su ser al recordar que la idea de que Morris lo adoptara, y consecuentemente, le quitaran los recuerdos de su familia, los cuales no lo habían traumado según lo dicho por Lathan, fue del mismo Abel. Agustina, por su parte, no le perdonaría todo lo que Ace había tenido que soportar. Cuando escuchó la historia, supo que Ace podría haber tenido una vida diferente si la persona al mando del país hubiera sido otra, pese a que la mayor parte de las cosas que guiaron el cambio de bando de Ace fueron por responsabilidad de Morris.

    No solo su deserción los había dejado impactado. El escuchar a Arion vociferar a todo ser vivo que estaba dispuesto a perder su mundo a cambio de llevarlos a todos a la muerte era algo que todavía les parecía increíble. Incluso aunque tuvieron el lujo de escucharlo de su mismísima voz. Era irreal para todos ellos.

    El único alivio que podían encontrar en esa situación tan lúgubre era que, tras cientos de bajas sufridas, su objetivo de capturar el nodo principal de las comunicaciones se había cumplido. Los presentes allí ignoraban que Ixorum y Varlim habían sido asesinados, y que Arion era el único de los hijos de Hark que seguía con vida, y, por consiguiente, el último de los edagrianos con soberanía absoluta a los que había que derrotar.

    […]

    El líder de los edagrianos se encontraba corriendo por las calles de la ciudad, iluminadas por los edificios cuyas luces se encendían de forma automática tras una disminución significativa de la luz solar. La expresión en su rostro, tapada por el casco que lo protegía, dejaba ver un miedo inmenso mientras era perseguido por cinco sujetos. Supuso que sus órdenes dadas a los gritos habían terminado por revelar su ubicación a los enemigos, quienes no perdieron nada de tiempo en ir tras él.

    El hijo mayor de Hark tenía que recurrir a movimientos en zigzag e incluso pasar por puestos y columnas que se encontraban en las veredas de las calles para evitar los disparos. Detrás de él, un garak, un ryfier y tres humanos se encargaban de darle caza. A poco menos de veinte metros, Arion era visible, pero sus balas no eran capaces de alcanzarlos.

    En el momento en el que recibieron la ubicación de su enemigo, Asmir indicó a Allecreod, Alicia, Thomas y Gwyn que lo acompañaran para poder ponerle punto final a su vida. Por fortuna para el edagriano, su vista y sentido del oído no le fallaron, dado a que fue capaz de detectar que se le estaban acercando durante su retirada del punto de conflicto de la ciudad. Sin apoyo en los alrededores, no quiso dispararles para no alertar a posibles enemigos cercanos y ahorrar munición. No obstante, mientras sus sentidos parecían funcionar bien, su cuerpo estaba empezando a resentirse del cansancio. Desde que se lanzó a la batalla tras ver la victoria de su tren sobre los tanques enemigos, el hijo mayor de Hark se la pasó luchando y desplazándose de un sitio a otro. El cansancio, el no haber comido nada, y el daño que Michael le ocasionó en su combate lo habían debilitado, y el edagriano lo sentía.

    — No tengo la fuerza necesaria para perderlos, y con las luces encendidas, no creo poder despistarlos — pensaba para sí mismo mirando a los alrededores — Los tendré que enfrentar yo solo y eliminarlos. Ya pude con varios de ellos antes, así que, mis fuerzas tendrán que alcanzarme.

    El edagriano miró a los alrededores para buscar un edificio que aparentara tener la puerta menos resistente de todas. No iba a pelear en campo abierto, y se apoyaría de un sitio donde nadie pudiera entrar. Cuando divisó uno cuya puerta estaba hecha de simple vidrio, el edagriano empezó a encarar hacia él, abriendo fuego para romper la entrada y poder acceder sin tener que dar un golpe potente con su cuerpo, cosa que solo lo debilitaría más. Bastaron cinco disparos para romper la puerta y acceder a su interior.

    De esa forma, Arion, sabiendo que lo habían visto, se quedó a esperar a que sus perseguidores entrasen al lugar. A simple vista, el edificio contaba con varios pisos, siendo el primero una simple recepción con un mostrador hecho artesanalmente a base de madera. Unas escaleras al fondo de un gran salón vacío se dejaban ver, y eso era todo lo que encontraría allí.

    — Vengan a su muerte — decía mientras apuntó firmemente hacia la puerta de entrada.

    Tan pronto como vio a los enemigos acercarse hasta la entrada, Arion abrió fuego contra ellos. Pero los disparos se detuvieron tan pronto como iniciaron, puesto a que los cinco iniciaron a dispararle al mismo tiempo, forzando a que se tuviera que detener. Algunos de los tiros le dieron en el cuerpo, y pese a estar cubierto por su traje de protección, el soldado sintió unos leves tirones de dolor, provocando que su arma se cayera.

    Los tiros le siguieron cayendo encima, hasta que, inexplicablemente para él, se detuvieron. Tan pronto como cesaron, pudo ver bien a sus atacantes, los cuales ya no podrían usar sus armas contra él, o eso parecía en el instante.

    — Así que sigues con vida — Alicia le habló, y viendo que su traje no presentaba rasguños, creyó que no había peleado contra Michael — En ese caso, te mataremos nosotros.

    — No permitiré que ustedes me asesinen después de lo que le hicieron a mi amada Varlim — Arion quiso agacharse para tomar su rifle, pero disparos consecutivos lanzados desde la lanza del ryfier impactaron en su arma, causando que fuera destruida en el proceso — ¿Tú?

    — ¿Me reconoces? — preguntó Allecreod, sintiendo su mirada encima — Ha pasado tiempo, Arion. Antes de matarte quiero saber cómo fue que Hark murió. Vine a este planeta con la esperanza de matarlo a él, pero me enteré de que había muerto tiempo atrás.

    — Yo lo maté para tomar el poder — Arion no veía necesidad de ser sincero con los enemigos, así que contestó lo primero que se le ocurrió — Y como líder de este planeta, los voy a aniquilar.

    — Ya conocemos tu plan, Arion — Asmir le habló, haciéndole saber que no daría resultado — Planeas tomar la nave que usaste para destruir la Tierra y usarla en nuestra contra. Un plan osado, pero que no dará resultado.

    — ¿Cómo demonios lo descubrieron? — el edagriano se moría por saberlo — No pueden haberlo adivinado. ¿Cómo fue que lo hicieron?

    — Estás vencido, Arion — le comentó Allecreod empezando a acercarse a él — Pareces no saberlo, así que te lo diré. Fui yo quien mató a Ixorum… Como me quitaste la posibilidad de matar a Arion y como alguien más mató a Varlim, me conformaré con dos de cuatro de los miembros de tu familia.

    La noticia de la muerte de su hermano menor pesó en él. Pese al odio que tenía por haber permitido que las especies que los atacaron tuvieran la oportunidad en primer lugar, el haberse enterado de eso lo estremeció en gran medida. Sin su padre y sin sus hermanos, se había quedado sin familia. Él era el único que quedaba del linaje del que fue en el pasado el líder de su mundo, lo que colocaba en él una responsabilidad enorme. Sabiendo las consecuencias que provocaría su derrota, Arion supo que estaba obligado a ganar.

    Allecreod se movía lentamente, de forma casi imperceptible para el enemigo, pero este, ignorando por completo este hecho, se lanzó al ataque. El ryfier se asustó cuando un grito de guerra proveniente de su enemigo, por lo que tuvo que retroceder sin la posibilidad de tomar una postura de combate. Arion lanzó un puñetazo en su contra, el cual fue esquivado por Allecreod, pero eso lo dejó a merced de una patada realizada de forma inmediata por su enemigo. Intentando defenderse, el ryfier colocó su lanza frente a su cuerpo, con la esperanza de que interceptara el ataque. Sin embargo, el golpe de Arion no se detuvo al chocar con el metal de su lanza. La pierna del edagriano chocó de lleno al cuerpo de Allecreod, haciéndolo salir volando hacia el suelo y provocándole una caída de espaldas.

    Asmir se había quedado sin munición, y los tres soldados humanos dispararon tanto sus rifles que se sobrecalentaron, por lo que eligieron tirar las armas lejos de la zona del conflicto, en caso de que Arion los pudiera derribar, para que así no consiguiera acceder a las mismas. Mientras Allecreod se retorcía en el suelo, Asmir y Gwyn fueron los primeros en atacar. El garak con los guanteletes encendidos y la humana empezando a cargar energía en sus brazos. Su plan era rodearlo y atacar uno por cada lado, pero Arion se valió de su enorme cuerpo para extender los brazos y lanzarse al frente para golpear a sus enemigos. Tanto el garak como la humana fueron golpeados en la cabeza, cosa que detuvo su ataque.

    Arion quiso realizar un movimiento para seguir con la pelea, pero Thomas fue más rápido y logró levantar su pierna para darle una patada al cobertor que tenía en su cabeza. El golpe fue fuerte, pero no logró más que hacer retroceder al edagriano unos pocos pasos. Aprovechando que lo tenía cerca Thomas juntó ambas manos, y acumulando energía, la liberó dándole un golpe en el cuello al enemigo. Arion largó una pequeña tos por el golpe recibido en aquel lugar, y acto seguido, lanzó un golpe de puño al estómago de Thomas. Pese a que su mano, forrada solamente con el traje de protección, golpeó el metal de la armadura del humano, este sintió el golpe al tiempo que inclinó su cuerpo. Esto lo aprovechó el enemigo para darle un golpe de puño en la cabeza, seguido de un codazo que lo derribó al suelo.

    Alicia, algo acobardada por ver como sus compañeros cayeron con facilidad, eligió dejar de temerle al imponente tamaño del enemigo y pasar al ataque. Tomó carrera, se acercó a él lo más que pudo y dando un salto al frente, le conectó una doble patada en la cabeza. Arion retrocedió nada más que cuatro pasos, mientras que la chica cayó al suelo por el ataque.

    — ¡Ese casco, hay que romperle el casco! — mencionó Allecreod mientras se ponía de pie — ¡Usa las armas y destrúyelo, yo pelearé con él!

    — ¡Te ayudaré! — Thomas se dispuso a pararse junto a él a pelear.

    — ¡Y yo! — Gwyn no dejaría a su novio solo.

    Estando de pie, Arion veía como tres enemigos ya recuperados se le acercaban para retomar la batalla. Mientras Alicia corría hacia los rifles, Allecreod, quien pudo tomar una postura de pelea, lanzó varias estocadas contra el edagriano. Arion las pudo esquivar, pero al hacerlo, notó como los roces con su traje de protección le empezaban a hacer arder la piel, al tiempo que lanzaba quejidos ligeros. Allecreod seguía atacando con el objetivo de llegar a clavarle la punta de su lanza y entorpecer sus movimientos, pero el enemigo lo seguía esquivando.

    Thomas y Gwyn querían lanzarse a ayudarlos, pero su compañero ryfier se movía tan rápido y de forma tan brutal que temían quedar envueltos en el fuego cruzado. La pareja de soldados intercambió una mirada y cargaron energía en sus manos, apuntando con cuidado a la cabeza del enemigo. En medio del combate, mientras que Arion esquivaba los intentos de Allecreod por lastimarlo, su cabeza recibía constantemente impactos de energía, los cuales no le hacían ningún daño, y solamente estorbaban su vista.

    — ¡¿Qué demonios es ese poder?! — gritó furioso a medida que seguía recibiendo los disparos.

    Allecreod, pensando que se había distraído con esos ataques de sus compañeros, lanzó una estocada al mismo tiempo que preparaba su cuerpo inclinándolo a los costados. Arion las había esquivado todas, y decidió usar eso para su ventaja. Al lanzar el ataque, el edagriano solo se movió un poco para evitarlo, cosa que aprovechó el ryfier. Con un movimiento ágil atacó con la punta de su lanza a la pierna del rival que más alejada estaba de su cuerpo. El golpe provocó un ligero daño en Arion, que vio cómo su traje de protección se rompía ligeramente mientras que algo de sangre brotó de un pequeño rasguño se formó en su pierna. Allecreod quiso repetir, y volvió a dirigir su lanza hacia la pierna herida del edagriano, quien en esa ocasión no fue tan permisivo y logró interceptar el ataque capturando la lanza del ryfier.

    Ambos alienígenas empezaron a forcejear por el arma, pero la fuerza superior, pese a estar herido, era la de Arion. Con un empujón frontal, pudo golpear el pecho de Allecreod y quitarle la lanza de las manos. Sin embargo, tan pronto se deshizo de él, Thomas y Gwyn se le acercaron al ataque. Ambos se aproximaron lanzando una patada cada uno a la pierna musculosa del edagriano, quien perdió el equilibrio ligeramente por los dos golpes, para luego recibir en su cuello un golpe de puño de cada soldado, al mismo tiempo que la energía era liberada contra el lugar.

    Tras dar un grito y empezar a toser en mayor cantidad, Arion levantó ambos brazos lanzando un gancho contra las cabezas de Thomas y Gwyn quienes no cayeron al suelo, pero empezaron a retroceder. Viendo que estaba próximo a poder atacarlos, Alicia eligió disparar con uno de los rifles contra la cabeza del enemigo. Los disparos de las balas de calor no podían romper el cristal protector, pero le quitaban visión al combate. Asmir, quien no había intentado volver a pelear, quiso usar eso en su favor. Mientras Alicia disparaba para aturdirlo, el garak se lanzó corriendo desde el costado, lanzando una tacleada a su cuerpo, para luego colocar sus manos con los guanteletes encendidos sobre el casco del edagriano. Dado a que fue atacado desde el lateral, Arion no podía maniobrar bien para quitárselo de encima, y así el líder de los garak tuvo el tiempo suficiente como para poder acumular el calor necesario que empezó a derretir el cristal que cubría el rostro de Arion.

    El edagriano, sabiendo que, si el material se llegara a derretir por completo en su cabeza, sería fatal, eligió soltar la lanza de Allecreod y lanzar un golpe con cada puño a la cabeza de Asmir. Estos, al dar de lleno y con gran fuerza, aturdieron al garak. Guiado más por el enojo que por el raciocinio, Arion le pegó un cabezazo a la cabeza de Asmir. El casco que lo protegía a él se rompió, mientras que algunos de los cristales se clavaron en el rostro de Asmir, que empezó a gritar por el punzante dolor presente en todas las zonas de su cara que habían sido atravesadas con algo así. Sin más protección frontal, Arion simplemente le lanzó un golpe en el mentón al enemigo garak que tenía frente a él. El metal en el casco de Asmir lo salvó de la muerte, pero un ataque así fue lo suficientemente fuerte como para que perdiera el conocimiento, mientras su rostro no dejaba de perder sangre.

    Alicia, con el espacio libre para atacar, abrió fuego sobre la cabeza ligeramente expuesta de Arion, quien, tras recibir el primer tiro, volteó su cuerpo para que la zona de la nuca lo cubriera. Alicia, notando que era una parte más sólida, apuntó a la espalda, queriendo probar la resistencia del traje. Al momento en el que las balas le empezaron a llover en esa parte del cuerpo, Arion, a la vista de todos los presentes que seguían conscientes, empezó a dar gritos de dolor, además de caer de rodillas al suelo. La soldado de la Tierra vio su arma sobre calentada otra vez, pero eso le valió para descubrir el punto débil del soldado.

    — ¡Su espalda es la zona más delicada de su traje! — gritó mientras empezó a cargar energía para pelear.

    — ¡Mierda, como me duele el cuerpo! — gritó Arion mientras quería ponerse de pie.

    Thomas, que era el más cercano a él, empezó a correr para darle un doble rodillazo en la espalda, creyendo que con las piernas tendría más fuerza para causarle daño. El edagriano, luchando para poder mantenerse de pie tras recuperar la posición, recibió de lleno el golpe de ambas piernas de Thomas, cosa que no lo pudo derribar, pero sí lo hizo avanzar hacia adelante. Antes de que Thomas pudiera lanzar otro ataque más, Arion giró su cuerpo dando un salto hacia atrás, pudiendo clavar un codazo en la cabeza del soldado humano. Este se desestabilizó, lo que le permitió a Arion derribarlo definitivamente con un rodillazo al estómago, lo que hizo que el humano cayera de golpe al suelo.

    — ¡No! — Gwyn gritó horrorizada al ver que su pareja podría morir.

    La chica intentó lanzar un golpe con energía acumulada al rostro de Arion, pero este, velozmente, movió su mano para capturar el puño de la humana. Con su otra mano libre, empezó a dar puñetazos en la cabeza de la soldado hasta que, tras propinarle tres golpes consecutivos en el lugar, la pudo dejar inconsciente. Viendo que ya había derrotado a la segunda, aun sosteniendo su cuerpo gracias al puñetazo que le interceptó, Arion la mandó lejos de él con una patada.

    Alicia llegó al enemigo que se encontraba tomando aire para seguir atacando, pudiendo conectar un golpe con los dos puños en su cabeza cosa que lo hizo retroceder y perder el equilibrio mientras daba pequeños tropiezos con los pies. La chica quiso pasar por su costado izquierdo para lastimarlo en la espalda, que era la zona más sensible del enemigo, sin embargo, este la detuvo en su carrera lanzando un potente golpe de puño hacia su cabeza. Alicia, que fue golpeada mientras se movía, se desestabilizó un poco, lo que le permitió a Arion correr tomando un poco de impulso y lanzarle un rodillazo a la costilla de Alicia, que pudo sentir como el metal de su armadura y sus huesos allí se rompían, lanzando un grito de dolor que le hizo saber a Thomas y Allecreod que estarían en problemas si no lo detenían pronto.

    Tan pronto como la humana cayó al suelo, consciente y sensible ante el dolor que le provocó el golpe, Allecreod se abalanzó contra su enemigo con la intención de perforarle el cráneo con su lanza, todo esto al tiempo que Thomas empezaba a incorporarse. Arion logró reaccionar a tiempo para inclinar su cuerpo y apartar la cabeza del blanco de su enemigo, pero eso no pudo salvarlo de ver el arma del ryfier clavarse en su hombro. La estocada fue tan fuerte que perforó el traje de protección del edagriano y se insertó en su piel.

    — ¡Maldito asesino! — gritó, soportando el dolor sin caerse al suelo.

    Con su brazo sano, y tras inclinar su cuerpo hacia Allecreod, Arion le clavó un codazo en la cabeza al ex líder de los ryfier, que recibió el impacto de lleno en la mandíbula. Un diente salió de su boca, acompañado por sangre, al tiempo que su cuerpo se golpeó fuerte contra el duro suelo del lugar.

    Arion apenas pudo quitarse la lanza del brazo cuando recibió un codazo en el rostro por parte de Thomas. Con ese golpe, el arma cayó al suelo, cerca de Allecreod y de Alicia, mientras que el humano y el edagriano empezaron a retroceder. Thomas, viendo como la sangre al fin empezó a brotar del rostro de Arion, acumuló energía, la cual empezó a liberar con gran violencia mientras le propinaba golpe tras golpe, todo con el objetivo de derribarlo. Arion se vio expuesto a uno de los mayores dolores que sintió en su vida, pero se reusó a caer al piso. Para cuando Thomas le lanzó el noveno golpe a la cabeza, Arion simplemente retrocedió para poder contraatacar con una patada al estómago.

    Thomas sintió un dolor algo intenso con esa patada, por lo que Arion, viendo a dos enemigos inconscientes en el suelo, y a los otros dos enemigos inmóviles, eligió que Thomas sería su primera víctima. Agarró a Thomas sujetándolo de la cabeza y se dejó caer contra el suelo, estampando el cráneo del humano contra el suelo del interior del edificio. La brutalidad del golpe no mató a Thomas, pero fue suficiente como para agrietar el metal de su casco. Con el enemigo en el suelo, Arion le colocó una pierna encima, sabiendo que, con su peso como ventaja, Thomas no podría quitárselo de encima. Acto seguido, le quitó el casco con sus manos, dejando tanto la cabeza como el cuello desprotegido. Recordando que le había partido el cuello a una humana en una batalla, Arion quiso hacerle lo mismo a él, por lo que colocó sus manos alrededor del cuello de Thomas, para luego empezar a hacer presión. El soldado, imposibilitado para moverse, quiso evitar ser asesinado al colocar sus manos sobre las del enemigo para poder quitárselas de encima, pero era inútil. Arion apretaba cada vez con más fuerza, lo que empezó a privar a Thomas de aire para respirar, causando que empezara a toser como consecuencia de perder cada vez más y más fuerza.

    Alicia, con el máximo esfuerzo posible para poder ponerse de pie dado a que sentía como los huesos rotos de su costilla le hacían daño, tomó la lanza de Allecreod. Dando gritos tanto de enojo por el dolor, se abalanzó contra Arion en un intento de acabar con él. Cuando el edagriano escuchó los gritos de una de las humanas, supo que estaría en peligro, pero antes de que pudiera moverse para reaccionar, Alicia logró enterrar la punta de la lanza en el torso, justo por la espalda, la zona más afectada por Arion tras la pelea contra Michael.

    Dicho golpe inmovilizó al enemigo, que no podía hacer otra cosa más que gritar de dolor, algo que fue aprovechado por Thomas. El humano se quitó las manos del edagriano de encima, para posteriormente liberar pequeños fragmentos de energía en su cabeza, cosa que le empezó a causar quemaduras en el rostro al ya quieto, pero aún vivo, enemigo. Alicia quería remover la lanza para darle un golpe definitivo, lo cual le ocasionó todavía más dolor al líder de los edagrianos, que seguía recibiendo ataques por parte de Thomas en su rostro.

    Acumulando más energía conforme pasaban los ataques, Thomas le dejó caer en su cara un gran fragmento de calor, cosa que golpeó fuertemente a Arion, dejándolo ciego temporalmente, cosa que provocó que este levantara la cabeza para gritar de dolor.

    — ¡Alicia, mátalo ahora! — Thomas se vio tan cansado que sus brazos cayeron al suelo mientras el dolor invadía sus hombros.

    Moviéndose con fuerza hacia atrás, Alicia logró quitarle la lanza de la espalda a Arion, que gritó más cuando se la retiraron que al recibirla por primera vez. Alicia se quiso asegurar de que no recibiría más sorpresas, por lo que dejó salir un fragmento de energía calórica contra el edagriano, el cuál impactó en el hoyo que le quedó en la espalda por el impacto, del cual también le brotaba bastante sangre. El siguiente movimiento de la humana fue darle un golpe en la cabeza con la punta de la lanza, provocando que Arion cayera boca arriba, dejando su rostro al descubierto. Era tal el dolor que sentía que sus gritos no cesaban, y no podía mover los brazos.

    Con enojo y lo último de sus fuerzas, Alicia levantó su lanza lo más que sus heridas se lo permitieron, y se la enterró en el ojo al hijo mayor de Hark. El metal de la punta penetró el órgano ocular de aquel ser, atravesando tanto piel como el hueso del cráneo, alcanzando el cerebro y haciéndole un agujero que fue lo que le terminó causando la muerte al enemigo. El golpe lo dejó sin un solo gramo de vida en su cuerpo, y fue eso lo que hizo que los gritos y los movimientos al retorcerse por el dolor, junto con este mismo, se terminaran.

    Alicia respiró aliviada por haber cumplido con su objetivo y dejar a Arion muerto en el suelo. Por el dolor que sentía al tener una costilla rota, ella cayó de rodillas sujetándose esa zona del cuerpo, liberando gritos que demostraban lo mal que estaba. Thomas, aliviado de que el combate hubiera terminado, se acercó a ella para sostenerla. La chica se recostó sobre el cuerpo de su compañero, mientras de su único ojo brotaban lágrimas tanto por el miedo de que alguno de los suyos pudiera haber perdido la vida, como así también el daño recibido.

    El soldado la sujetó en sus brazos, y tras contemplar el cuerpo de Arion y notar que no respiraba, levantó la cabeza para ver el panorama. Allecreod se hallaba consciente, viendo la escena desde el suelo mientras de su boca salía una gran cantidad de sangre. Gwyn y Asmir estaban inconscientes, pero el verlos mover sus cuerpos para respirar le hizo sentir como el alma le volvía al cuerpo. En sus brazos, Alicia lloraba y sufría, cosa que lo hizo sentir muy mal.

    Thomas supo de inmediato lo que debía hacer.

    — ¡Habla… Thomas! — había sido lastimado seriamente en su pelea, pero eso no le impediría comunicarse con los aliados — ¡Utilicen a Xorxaik para rastrear mi ubicación! ¡Estoy junto con Allecreod, Alicia, Asmir y la comandante Gwyn Fairin! ¡Los dos últimos quedaron inconscientes tras la batalla, y Alicia y Allecreod están heridos! ¡Solicito ayuda para retirarnos y acudir al campamento médico! ¡Misión cumplida… Arion ha muerto! ¡Repito! ¡Arion, Varlim y también Ixorum están muertos! ¡Los tres hijos de Hark han muerto! ¡Todo su linaje ha sido mandado al olvido! ¡Ahora… necesitamos asistencia médica y evacuar la zona lo más pronto posible! ¡Acudan rápido a mi posición, por favor! ¡No nos dejen morir después de lo que nos costó asesinar a su líder!
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, como siempre y aunque no lo diga mucho por aquí, te agradezco que me agradezcas (válgase la redundancia XD) por estar aquí, disfrutando de esta magnífica historia. Si que es cierto que la última tanda de capítulos han sido de muy larga duración para mi gusto, e incluso en algunos momentos se ha hecho un poco pesado, pero lo compensa con creces la épica trama que estamos viendo y el hecho de que es LGC, una gran historia. Dicho esto, lo cuál es una opinión personal, me dedicaré a hablar de lo sucedido en este capítulo.

    Iniciamos con Ace, Agustina, Wida, Lankir y Xorxaik, dirigiéndose a esa central de comunicaciones edagriana que de ser destruida o intervenida, daría una gran ventaja en la guerra a los aliados. Ace y Lankir están afectados por la última batalla vivida en la que algunos soldados se sacrificaron para su escape y en la que el cañón del xaromitante fue poco efectivo, sin embargo, sus parejas se encuentran ahí para reconfortarles. Xorxaik informa de que necesitará estar cerca de la central para interferir en las comunicaciones enemigas, por lo que deberán si o si atacar por tierra para mayor efectividad. Vemos que Faron también agradece a su comandante por no haberle enviado a pelear en el anterior conflicto, siendo que en el próximo deberá hacerlo. Y aquí me hizo presagiar que el joven soldado perdería la vida en este día, aunque eso estaba por verse en el momento en el que lo leía.

    Luego pasamos a ver a Alicia, quién regresaba al combate acompañada y siendo perseguida por enemigos, los cuáles son asesinados cuando la humana realiza un llamado a sus amigos Thomas y Gwyn. Con la batalla siguiendo su curso, vemos la llegada también de Asmir, Allecreod, Kila y Halur, quiénes deciden buscar a los comandantes humanos para ver porqué se tardaron tanto. Una vez todos juntos, descubren que tanto Ixorum como Varlim han muerto, por lo que solo queda Arion como la principal amenaza. Michael fue tras él, algo que esperan surta efecto (en ese momento supe que cuando llegasen al lugar y vieran a Michael muerto... ay :c).

    De ahí vamos a ver a Arion, quién tiene secuelas obvias del épico combate en contra de Michael/Orz, algo que tiene sentido porque además de los golpes, estuvo cerca de una explosión de granada en la cabeza y además sufrió una severa descarga eléctrica de un transformador. Secuelas que de seguro le afectarán un tiempo. Por el camino de regreso al combate, el líder edagriano recuerda a los caídos y sin saber aún que Ixorum está criando malvas, desea confrontarlo o que muera (makes sense XD). Sin embargo, al llegar a la zona de conflicto, descubre que su gente está retirándose mientras son perseguidos por las especies aliadas. La situación es crítica porque están perdiendo la guerra y ya no hay casi líderes, por lo que Arion decide mandar el mensaje que yo ya suponía que daría eventualmente: usar las armas edagrianas que acabaron con la vida en la Tierra, en el propio planeta Edagr. Armamento de último nivel que sin duda es demoledor, sacrificando así su mundo de origen a cambio de la victoria en la guerra. Un resultado que, a mi modo de ver, no dejaría ganador alguno, pero obviamente el tipo prefiere un empate que una derrota :v.

    Sin embargo, en la siguiente escena vemos al grupo de Ace, Agustina, Wida, Lankir y Xorxaik en dicha central de comunicaciones, habiendo logrando interceptar el mensaje de Arion. Menos mal que lo han hecho, porque eso significa que nadie lo oyó o al menos no el grueso de la población. Momento top que me hizo ponerme así: :dancecat:

    Dicho eso XD, el grupo ya mencionado da la orden a Xorxaik de que no solo intercepte los posibles mensajes edagrianos que vengan, sino que además mande la ubicación de Arion a todos los aliados, al poder conocer donde se encuentra tras mandar dicho alocado mensaje. Sin duda, las cosas están saliendo a pedir de boca y yo feliz XDDDDDDDDDDDD. Natasha aparece posteriormente con una mala noticia que para nada opaca lo bueno que hay: la deserción de Abel. Sinceramente, si el tipo muere, no me importará. Pero si no es así, me gustaría saber que ha sido de él o verlo regresar de algún modo, pues sería algo interesante.

    Finalmente, vemos que Arion se encuentra acorralado por Asmir, Allecreod, Thomas, Gwyn y Alicia. Tras estar huyendo de ellos, el líder edagriano se ve obligado a enfrentarlos en un edificio. Y debo admitir que la pelea ha estado sensacional, pero ver pelear a tres de mis personajes favoritos (los humanos XD) con el pvto Asmir y el jodido Allecreod (sabiendo como son y han sido...) me ha parecido épico en todo su esplendor. Verlos luchar en equipo ha sido maravilloso, amigo. Es una de las cosas que más me agradan de LGC: ver como viejos amigos y enemigos deben unir fuerzas contra un mal mucho peor. El arco de la redención nunca estuvo tan caro y maravilloso a la vez, pero aquí, se deja querer y tiene sentido. Esta historia rara vez tiene al típico villano que quiere matar por matar sin más (que a veces debe haberlo, hay locos siempre :v) sino que sus villanos son complejos (para que alguien como Orz me encantase, imagínate XD) y demuestran tener lógica, motivos por los que luchar. A veces, incluso el malo no parece tan malo, aunque en este caso Arion sí que lo sea.

    La pelea sigue y vemos que cuando Arion parece más jodido, es cuando logra salir de la situación. Asmir termina inconsciente (no digo que no se lo merezca XD) y además de aturdir a Thomas, deja inconsciente también a Gwyn. También le rompe unas costillas a Alicia y la saca un diente a Allecreod... Ese tipo es un pvto monstruo, amigo :v. Pero después la pelea logra ser épicamente ganada por un Thomas jodido y una Alicia aún más jodida, que es quién mata a Arion. Justicia poética, diría yo, que haya sido ella la que mata a aquel que ha matado a su chico, aunque aún no lo sepa. Supongo que eso queda para el próximo y último capítulo.

    En fin, amigo, ha sido una lectura excelente. Un capitulazo digno de cierre, aunque falta uno más que aunque creo que será más calmado, será también doloroso por el recuento de muertes y el hecho de que descubrirán que Xander, Casey y Michael han perdido la vida. Sea como sea, aquí estaré. Hasta pronto. :shark:
     
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  18. Threadmarks: El atardecer marca el final
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    8153
    Saludos. Aprovechando un tiempo que tengo disponible, paso a publicar el capítulo 47 y final de esta parte VI de la historia.

    Quiero dar las gracias a Manuvalk por haber acompañado la historia semana a semana desde el día 1, y por haber soportado una seguidilla de 4 capítulos superando las 10k palabras. Eso es un reflejo del compromiso que ha estado mostrando con este universo ficticio desde que ocurrió. Y no me queda más qué hacer que darle las gracias (de hecho, al final de este post hay otra cosa, pero shh).

    Aviso que, como suelo hacer siempre al final de cada parte, he dejado unas preguntas para que sean respondidas. La guía de personajes y la cronología, como siempre, actualizadas. Sin más anuncios pendientes, les dejo la lectura.













    El atardecer marca el final:

    El grupo de guerreros que peleó en contra del líder de aquel planeta fue socorrido tan pronto Thomas envió el mensaje. Con las comunicaciones tomadas, ningún edagriano era capaz de localizar la ubicación de los miembros del ejército de la alianza, por lo que las tropas de refuerzo no tardaron en llegar a su posición. Viendo que Alicia tenía una costilla rota, los cinco fueron llevados hacia el campamento médico para que pudieran tratarla.

    Asmir, tras recuperar la consciencia, terminó acudiendo con más garaks entre los suyos, como forma de celebrar que, luego de atravesar un fuerte combate en contra de Arion, este estaba muerto y los tres hijos de Hark habían sido borrados de la faz del universo.

    La soldado más lastimada fue colocada en una camilla para que los médicos pudieran examinarla, y tras verla y tomar un diagnóstico, fue que se dieron cuenta de que necesitaría un tiempo de reposo por sus costillas rotas. Siendo heridas que tardarían tiempo en curar, Gwyn y Thomas, que estaban junto a ella, eligieron que lo mejor sería que ella ya no participara en esa guerra.

    Allecreod, por su parte, tal y como sucedió con Cadain, ocupó una de las camillas. El que fue en el pasado el líder de los ryfier se encontraba tumbado al lado de Alicia, ocupando una camilla sin compañía ni supervisión, dado a que Asmir le encargó a los garak que se encontraban ya en el sitio custodiarlo. El golpe de Arion, además de tirarle un diente, le provocó inflamación en la boca, y fue esa razón suficiente para que tuvieran que atenderlo.

    El resto del lugar tenía presencia tanto de garaks, humanos, estos últimos empezando a llegar tras la última batalla librada, y en menor medida, miembros de la especie de Allecreod. El atardecer estaba a punto de terminar, y la oscuridad de la noche pronto cubriría por completo el planeta, o al menos, aquel lado en el que se encontraban los soldados. Fue gracias a eso que Thomas y Gwyn pudieron quedarse junto a su compañera.

    — Alicia — dijo Thomas, pensando en algo tras ver llegar a más gente — Tú quédate aquí junto con Gwyn. Yo iré con un grupo a buscar a Michael.

    — Iré contigo — Gwyn no lo quería dejar que fuera solo — Puede que haya algún edagriano suelto que cause problemas, o incluso que quiera atacarlos protegido desde las sombras. Te acompañaré.

    — No, Gwyn, Alicia no está muy bien, y no quiero dejarla sola — fue la respuesta del soldado, provocando un leve sonrojo en la chica — Y viendo que tú fuiste noqueada por Arion, no quiero que te expongas a una pelea el día de hoy. Ni siquiera a la posibilidad.

    — Agradezco que quieran cuidar así de mí — Alicia se sentía muy querida por ambos — Pero, Thomas… si Gwyn quiere ir contigo, déjala. Noak y Gina están aquí. Podrían encargarle a uno de los dos que me cuidara.

    — Preferiría no quitarlos de su puesto ahora — Thomas no sentía ganas de hacerlo — Ellos han peleado poco, y quisiera que aprovecharan la energía que tienen en custodiar este lugar en caso de un ataque. Además, si este lugar resulta estar bajo ataque, me sentiré más tranquilo con Gwyn para que te salve que el tener que hacerlo yo.

    — Me alegra que quieras protegerme y que confíes así en mí — la soldado se sentía muy atraída por ese lado de Thomas — Pero no deberías irte solo a buscar a Michael. Puede que él necesite ayuda, y si es así, sería bueno que tuvieras compañía.

    — Entonces, yo iré con él — la voz de Allecreod se hizo presente en la conversación.

    Los tres soldados humanos no podían creer que fuera el propio líder de los ryfier quien dijera algo como eso. Luego de las experiencias vividas en su planeta, principalmente por Michael y Alicia, la humanidad entendió que él solamente sería un aliado temporal bajo la supervisión de los garak, pero esas palabras recientes que dijo no sonaban como si estuvieran dichas con malicia. Adolorido por las secuelas de la pelea, Allecreod miró a los tres soldados, suplicando que le dieran la oportunidad de ir a buscar a Michael junto con Thomas. Viéndolos a la cara, supo que no se ganó la confianza de ellos solo por haber compartido una batalla a muerte contra Arion, y Alicia se lo hizo saber.

    — ¿Por qué tienes interés en ir a buscarlo? — ella creyó que algo andaba mal — ¿Estás buscando una posibilidad de hacerle daño? Porque te recuerdo que tú lo lastimaste cuando estábamos en tu dominio.

    — Es justamente por eso por lo que quiero ir y ser de ayuda — Allecreod se sentó sobre su camilla, pero sin levantarse del todo — Los he tratado muy mal, principalmente a ti y a él. Parte de lo que está pasando hoy es mi culpa, y creo que llegó el momento de que empiece a enmendar las cosas que hice.

    — ¿Por qué ahora? — Gwyn lo increpó por eso — ¿Por qué no antes?

    — Antes me encontraba encerrado en una celda — Allecreod les recordó un detalle que parecieron haber olvidado — Sé que me vieron salir para reunirnos con Ixorum cuando él llegó a Garak, pero fue la única ocasión en la que se me dio libertad. No tenía forma de enmendar nada de esto.

    — Necesito el permiso de Asmir para eso — Thomas creyó que eso sería un impedimento — Él seguro estará reunido con su gente, y no nos dará prioridad a una charla para que podamos partir a buscar a Michael rápidamente.

    — Dile que se trata de mí, y él de seguro te dará prioridad por sobre todas sus conversaciones que tenga respecto a la guerra — fue la respuesta del ryfier, quien realmente quería colaborar — Créeme, lo conozco y sé que así será… — luego de fijar su vista en la entrada al campamento de los médicos, pudo ver a alguien entrar — El comandante Lakor está aquí.

    Los tres soldados que hablaban con Allecreod se dieron la vuelta y pudieron ver a Ace entrando al sitio. Detrás de él, muchos otros soldados se desplazaban al interior del campamento instalado para tratar a los heridos en batalla. Médicos y soldados, que se encargarían de mantener el orden allí dentro, les hacían compañía. Tan pronto como el comandante pudo divisar a sus amigos, acudió a ellos.

    Gwyn, Thomas y Alicia sentían una gran alegría al verlo y notar que él no parecía estar herido, lo que quería decir que su presencia en ese lugar era solo para llevar a los heridos entre su escuadrón. Sin embargo, cuando pudieron ver su rostro, notaron que su cara se veía muy pálida, y un semblante de solo tristeza reinaba en él. Esto les llamó la atención, tanto a ellos como a Allecreod, quien vio cómo Ace se colocaba frente a la camilla donde se encontraba Alicia.

    — Me alegra haberlos encontrado — con una voz muy apagada, Ace sintió un enorme alivio al verlos de nuevo, cosa que no expresó en esas palabras — Están…

    — Alicia está herida, pero no está en peligro — Gwyn quiso tranquilizar a Ace, creyendo que su angustia se debía por ver a su compañera en la camilla.

    — Ace, ella fue la que le dio el golpe final a Arion — Thomas lo decía, agrandando la figura de la chica — Todos peleamos ferozmente, pero ella, con todo y una costilla rota, tomó la lanza de Allecreod y le quitó la vida. Él también lo vio.

    Ace notó como Thomas señalaba al ryfier colocado en una camilla cerca de la de Alicia, sorprendido de encontrarse con Allecreod sin ningún tipo de custodia de Asmir, aunque pronto concluyó que los garak que no estaban en situaciones severas se encargarían de mantenerlo vigilado. Sin embargo, el saber esto no cambió la expresión en su rostro, cosa que los preocupó a los tres.

    — Ace, ¿estás herido? — Alicia temía que algo grave le hubiera sucedido.

    — No, no vine aquí por eso — el comandante de Zenith no sabía cómo empezar a hablar — Alicia… yo… tengo que decírtelo yo. Un amigo lo tiene que decir… Grupos de soldados fueron enviados a las ciudades donde luchamos a buscar los cuerpos para reunirlos en un único sitio… Y entre esos cuerpos, estaba el cuerpo de Michael — el soldado dejó caer esa noticia sobre la chica, abrazándola despacio para no lastimarla en su condición — Lo lamento, Alicia. Lo lamento mucho. Los edagrianos nos lo arrebataron. Siento mucho que tengas que escuchar algo así.

    — No… — la chica, paralizada totalmente tras haber oído esa noticia, se negaba a creerlo — No es verdad… Michael… ¡Michael!

    Aunque intentó negarlo, ella supo que Ace nunca mentiría respecto a un tema como ese, por lo que ella, sin poder reaccionar de otra manera, rompió en llanto en los hombros de su compañero. Dándole poca importancia a sus heridas, la chica abrazó a Ace con fuerza y se puso a llorar sin ninguna clase de consuelo tras haber escuchado esa noticia.

    — ¡No! — Gwyn, adolorida por haber escuchado eso, se cubrió el rostro con las manos — ¡No él! ¡No pudo haber sido asesinado!

    Igual que Alicia, Gwyn también rompió en un llanto desconsolado por la triste noticia de la muerte de quien en el pasado fue muy cercano con ella. Thomas, quien sentía lo mismo que sus compañeros, abrazó a su novia al mismo tiempo que las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos. El llanto del soldado era silencioso, pero el dolor que sentía por saber que uno de sus amigos, casi un hermano para él, había sido asesinado, era muy fuerte. Ace, quien ya había liberado lágrimas para su amigo, retomó su duelo personal, compartiendo lágrimas con el resto de sus compañeros.

    Allecreod supo que ya no se movería de allí. No se sentía triste por escuchar sobre la muerte de un humano, pero el ver a cuatro soldados, especialmente a tres que lucharon en la guerra junto a él, estar tan destrozados anímicamente, lo golpeó emocionalmente, aunque no tanto como para que pudiera empezar a llorar por su muerte. Sentía una horrible sensación en el ambiente, y tenía deseos de comunicarle a los aliados que tenía que lamentaba lo ocurrido, pero sabiendo que no lo tomarían muy bien viniendo de él, eligió recostarse sobre la camilla y cerrar los ojos intentando descansar.

    — ¡Quiero verlo! — Alicia no quería dejar que le hicieran algo al cuerpo antes de que ella lo pudiera mirar por última vez — ¡Por última vez, quiero verlo! ¡Lo necesito!

    — ¡Alicia, no! — Gwyn la quiso detener para que no se moviera — ¡Necesitas recuperarte de las heridas!

    — ¡No, lo que realmente necesito es ir a verlo! — Alicia no se quedaría quieta tan fácilmente.

    — ¡Haz caso a Gwyn, Alicia! — Ace, sin soltarla, la tranquilizó — Tenemos los cuerpos en un lugar seguro. Nada malo les sucederá. Te prometo que te llevaré a ver su cuerpo cuando la guerra termine. Podrás ver a Michael en su debido tiempo. Ahora solo tienes que recuperarte de tu herida. No nos agrada ver a una amiga en ese estado.

    Sin dejar de llorar, Alicia se calmó tras lo dicho por su compañero. Por dentro estaba totalmente devastada. En el momento que vio a Arion con un traje de protección intacto, asumió que este no habría enfrentado a Michael, o de lo contrario, tendría, aunque sea un poco de polvo. Eso fue lo que hizo que ella mantuviera la esperanza de que su pareja, la persona que más amaba en todo el mundo, siguiera con vida, oculto en algún lugar del planeta, y buscando la forma de volverse a reunir con ella.

    Thomas y Gwyn se sentían apuñalados en el corazón, no solo por esa noticia, sino también por ver a su amiga llorar la pérdida de un ser muy querido para él. Sabían lo que Michael significaba para ella, dado a que los garak le habían quitado a su familia, y fue el soldado de Zenith el responsable de hacer todo lo posible para que ella pudiera seguir adelante. Ambos se miraron, y en medio de la tristeza, pudieron entender sin decir palabra alguna que tendrían que cuidar de ella desde ese día en adelante. Luego de los momentos vividos junto a su compañero, su pérdida fue de las más dolorosas entre las que habían tenido que enfrentar.

    Gwyn, quien todavía no alcanzaba a terminar de procesarlo todo, quiso preguntarle algo a Ace.

    — Ace, ¿alguien encontró los cuerpos de Xander y Casey? — Gwyn no tenía muchas esperanzas en que estuvieran vivos, pero quería ver si su compañero podría confirmarle algo.

    — Tenía pensado decirles esto a solas, pero ya que preguntaste… — la respuesta de Ace les hizo presagiar lo peor — Ellos también estaban entre los cuerpos que fueron encontrados.

    — Creí… creí que todos íbamos a sobrevivir a esta guerra — Thomas no encontraba consuelo tras las malas noticias — Con nuestra experiencia en batallas, no creí posible que nada de esto pasara.

    — Los edagrianos son unos malditos monstruos — Ace se sujetó el estómago, el cual empezaba a dolerle por todos los malos momentos que estaban sucediendo — En este único día de guerra, nos han arrebatado a muchos compañeros… Lo bueno es que ya tenemos acceso a su central de comunicaciones. Todo lo que ellos digan, lo sabremos. Ya hemos superado la parte más difícil… Tan solo desearía que no tuviera que haber ocurrido a un costo tan alto.

    Luego de compartir lo más pronto posible la noticia del fallecimiento de tres de los soldados que integraban un grupo de amistad y unión con ellos, Ace les dijo que tenía que regresar a sus labores. La única razón por la que acudió al campamento médico fue para poder ser él en persona quien comunicara lo que había sucedido con Michael a los demás. El no estar herido ni siquiera de forma leve le impedía estar en el lugar más tiempo del necesario, por lo que él se retiró, dejando a Thomas y a Gwyn, quienes estaban empezando con el proceso de duelo que él comenzó desde que vio el cuerpo de su amigo, a cargo del cuidado de Alicia.

    Ace no dejó de ver el cielo, dándose cuenta de que el atardecer en el planeta Edagr había terminado, y que sería la noche la que los acompañaría desde aquel momento en sus actividades. Los pensamientos del comandante en sus compañeros fallecidos, sin embargo, no se desvanecieron tan fácilmente.

    […]

    Los cuerpos de los fallecidos, los cuales eran numerosos, fueron colocados en un gran edificio de un único piso de altura, pero con un espacio inmenso para dejarlos descansar en paz tras sus dueños haber dejado la vida en el campo de batalla. El edificio en el que se encontraban estaba totalmente vacío, lo que significaba que pronto recibiría alguna especie de uso en la sociedad edagriana. Algo que, si la guerra terminaba de forma exitosa para la alianza, no llegaría a ocurrir. Aprovechando su enorme espacio disponible, los soldados colocaban poco a poco los cuerpos de aquellos compañeros que habían perdido la vida en combate.

    Natasha, quien era la comandante, entró allí tan pronto como le dieron aviso de algo muy serio respecto a sus compañeros de equipo. Una mujer militar la guio hacia un sector, en el que pudo ver allí los cuerpos sin vida tanto de Xander como de Casey. La soldado cayó de rodillas, empezando a llorar frente a ellos, con un dolor imposible de soportar en pie. Sus compañeros, dos de sus más grandes amigos, habían caído en el primer día de la guerra. Ella convivió con Casey desde el momento en el que fue elegida para formar parte del grupo del comandante Morris, y con Xander desde que Abel la eligió para integrarse al grupo de Frans. Ambos comandantes habían ido perdiendo la vida conforme avanzaba la misión de exploración, y sus compañeros no corrieron mejor suerte. Poco a poco, Natasha se fue quedando casi sin compañeros hasta el día en el que dio comienzo la guerra contra los edagrianos. Ese fue el día en el que, sin contar a Ace quien había desertado, perdió a todos los compañeros con los que formó una fuerte amistad.

    Alguien tocó sus hombros, y cuando ella levantó la cabeza para ver quién era, pudo ver gracias a la luz interna del edificio que se trataba de Agustina. Ella también tenía lágrimas en los ojos, y se había acercado a Natasha para poder consolarla, y de paso también buscar lo mismo en su compañera. Ambas compañeras se unieron en un abrazo casi fraterno, colocando sus rostros en los hombros de la otra persona, para luego, empezar a llorar con tristeza por sus caídos.

    — Entiendo lo que sientes, Natasha — Agustina le contaría algo sin saber si ella lo sabía — Yo también he perdido a un gran amigo el día de hoy.

    — ¿Quién? — Natasha levantó la cabeza para mirar alrededor.

    Le costó un poco, pero pudo ver a la distancia el cuerpo del comandante Umcali. Eso le hizo darse cuenta de que no era la única a la que esa maldita guerra que libraban en aquel mundo le había arrebatado algo. Supo entonces que Agustina, además de querer consolarla, buscaba el propio consuelo en ella. Fue por eso por lo que Natasha volvió a abrazarla, esa vez con más fuerza que la anterior.

    — Lo siento mucho — ella sabía que Michael y Agustina se conocieron casi el mismo día en que pudo conocer a Casey — Ninguno de los tres merecía esto.

    — Ninguno de los que murió aquí, ni en la Tierra ni en otros mundos — Agustina apreciaba que su compañera fuera amable con ella en aquel momento — Estos edagrianos nos han arrebatado ya a mucha gente. Desde el día que el primer meteorito cayó a nuestro mundo, cuando aún no éramos nada más que unas simples niñas, hasta el día de hoy. Sus manos están manchadas de sangre.

    — Y esta guerra aún no terminó — eso llevó a que temiera por el futuro — Tienen la posibilidad de quitarlos todavía más gente y ensuciar sus manos con más sangre.

    — Terminará pronto — Agustina se hizo esa promesa — Nosotros le pondremos fin. Por Michael, Casey, Xander… y también por Magnus.

    Natasha compartió ese sentimiento con su compañera. Fue enorme la cantidad de muertes que tuvieron en tan solo el primer día de la guerra. Pese a la pequeña sensación de felicidad que sentían por haber sido capaces de asesinar a los tres hijos de Hark, ella sabía que la guerra estaba lejos de terminar. Pero era algo que tenían dispuesto a finalizar cuando el sol, que ya no alumbraba aquel lado del planeta, volviera a salir. No solo era eliminar a los edagrianos. La comandante tenía unas cuentas pendientes con alguien en particular.

    — Tú deberías ser uno de los cadáveres en este lugar — la soldado no pudo evitar pensar en Abel — Xander, Casey, Michael y Magnus debían estar vivos. El único que realmente merecía morir en las manos de estos monstruos eras tú. Esta vida no es justa, así que, seré yo la encargada de hacerlo realidad. Cuando te encuentre, te daré ese destino al que tanto miedo le tenías. Un desertor no merece vivir entre nosotros.

    […]

    Finalizada la noche, la guerra continuó su curso natural. La alianza retomó las feroces batallas y ataques a las ciudades edagrianas, con menos soldados que en el primer día debido a las enormes bajas y heridos que tenían tras haber luchado en el primer ataque.

    Los edagrianos pelearon con garra y con mucha convicción por su planeta, atacado por cuatro especies diferentes. Sin embargo, sin los trenes para que pudieran brindar apoyo contra los tanques, con las comunicaciones tomadas por la alianza, siendo capaces de escuchar cualquier orden que los jefes militares emitían, y la ausencia de los tres líderes para guiarlos con una estrategia segura hacia la victoria, la especie que habitaba en el planeta en el cual tuvo nacimiento el ser vivo que envió los meteoritos a varios de planetas del universo, fue liquidada poco a poco.

    En el quinto día de pelea fue que el ejército edagriano ya no contaba con más soldados defensores dispuestos a dar la vida por los civiles. Eso llevó a los civiles a formar facciones armadas para pelear por la victoria ante los invasores, pero la falta de experiencia y mentalidad para librar batallas contra algo así solamente llevaron a que dichos grupos retrasaran lo inevitable.

    Al séptimo día, ya nadie en el planeta Edagr salía para hacerle frente a los invasores, por lo que la guerra había culminado. Con cada vez menos bajas al transcurrir el conflicto, las fuerzas de la alianza fueron recuperando a los heridos, quienes, tan pronto como podían volver a sostenerse firmemente en el campo de batalla, regresaron a sus puestos. Los dos días siguientes del fin de la guerra fueron los que dieron lugar a una operación conocida como Operación Exterminio, en honor al plan que Hark, responsable directo de una gran cantidad de muertes, tuvo para con todos ellos.

    Viendo la inteligencia y tecnología con la que contaban los edagrianos, los líderes militares de la alianza empezaron a pensar que podrían tener bases ocultas entre los bosques, montañas y hasta desiertos del planeta. Pero fue Xorxaik, supervisado por Lankir, el que se encargó de decirles que los únicos puntos del planeta donde habitaban los edagrianos eran los centros urbanos colocados en las llanuras.

    Tal y como ellos pregonaban, la naturaleza en su mundo estaba casi intacta, y era muy respetada. De todos los bosques que descubrieron a lo largo del planeta, solo se extraía madera para construcción desde uno de ellos. El resto de las reservas naturales estaban inmaculadas, puesto a que no se notaba la presencia de ningún edificio en las cercanías.

    Cada soldado en la milicia creyó que, el respetar tanto la naturaleza los había llevado a la condena debido a que la población solamente tenía permitido instalarse en los edificios situados en las ciudades; pero le restaron importancia cuando concluyeron que eso fue lo que llevó a que la Operación Exterminio fuera todo un éxito para ellos.

    En el noveno día de la llegada de la alianza al planeta Edagr, ya no quedaba ningún edagriano con vida para perpetrar la lucha, lo que quería decir que el resultado de la guerra fue una victoria para la alianza de cuatro especies. Tal y como Ixorum les comunicó, la especie que habitaba dicho mundo estaba lista para pelear e incluso ganar la guerra utilizando los trenes armados. De no haber sido por la intervención de Xorxaik, tanto para descubrir ubicaciones importantes, como para poder bloquear las comunicaciones en su momento, la guerra pudo haber terminado en la extinción de las cuatro especies que formaban la alianza.

    Por fortuna para ellos, no fue el caso. La victoria la tomaron los invasores, quienes, tras saber que ya no quedaba ni un solo edagriano con vida en el universo, sintieron que se habían quitado un enorme peso de encima, puesto a que ya nunca se repetiría la llamada Gran Catástrofe al no existir más Hark ni tampoco alguno de sus hijos.

    Pese a haber obtenido la victoria, nadie, ni siquiera los más optimistas y desapegados entre los soldados quiso festejar. Las muertes que habían sufrido, sobre todo en el primer día, los desalentaron, a tal punto que guardarían los festejos para cuando el tiempo del duelo hubiera finalizado.

    […]

    Era el atardecer del décimo día desde la llegada de las tropas de la alianza al planeta Edagr, y con la victoria en sus manos, el planeta había quedado a disposición para que ellos lo pudieran utilizar. Sin embargo, antes de que se pudieran tomar decisiones como esa a la ligera, se debía llegar a un acuerdo.

    Sin más enemigos con los que lidiar, el consejo de guerra se reunió nuevamente para tener lo que sería una de las últimas charlas, sino la última tras haber cumplido con el objetivo principal, de llevar la muerte y la venganza a los enemigos, y la tranquilidad a los suyos.

    Asmir, Kila y Halur, los tres sobrevivientes, estaban nuevamente reunidos en representación de su especie. Cadain, ante la muerte de Ebilo, fue el único de los suyos que pudo formar parte de aquella reunión, dado a que no consideró a nadie entre los militares ryfier para que tomara el lugar del fallecido soldado que pudo escoger con tiempo en el pasado. Ante la muerte de Terrior, fueron Lankir y Wida, quienes acordaron que sería su propio hijo el reemplazante, acudiendo ambos a esa reunión. En el lado de los humanos, fueron Ace y Gwyn quienes integraron el lugar, invitando también a Natasha, que había recibido el rango de comandante para liderar a la escuadra de Magnus tras el fallecimiento del líder.

    Con el problema principal finalizado, las especies solamente tenían que acordar lo que seguía para ellas luego de haber conseguido lo que tanto querían.

    — Esta será la última vez en la que hablaré con ustedes tres — Asmir miró a los representantes de la humanidad — No me he librado de los seres humanos, ya que todavía tengo que verme las caras con aquellos que se encuentran en mi planeta, pero con sus líderes ya no volveré a hablar. Digan lo que tengan que decir ahora que tienen la oportunidad.

    — Hay poco para decir, en realidad — comentó el comandante Lakor, con bastante seriedad — Nosotros nos quedaremos aquí, en el planeta Edagr. Habiendo perdido la Tierra, y viendo lo símiles que son ambos mundos, hemos optado por permanecer aquí. Las naves que nos trajeron hasta este sitio irán a tu planeta, comandadas por capitanes elegidos tanto por mí como por las comandantes Fairin y Zafiro.

    — Bien, en ese caso, supongo que es apropiado que se los diga — Asmir les iba a comunicar algo — En una de nuestras exploraciones por el mundo buscando edagrianos a los que eliminar, durante el día de ayer, encontré lo que parecía ser un centro de detención. Supongo que, al no tener cárceles por el hecho de que los condenados son expulsados del planeta, es lógico que existan para retener a los que debían afrontar alguna especie de juicio. Allí fue donde dejé a Allecreod. Desde que acabó la guerra, ya no me servía de nada. Solo era un estorbo, así que decidí que ese lugar era apropiado para él. Ya que se quedan aquí, consideré que era mejor que lo supieran.

    — Entendido — Ace respondió en seco a la información dada por Asmir — Cadain, si quieres llevártelo, es tuyo.

    — No, él no vendrá con nosotros — el líder de los ryfier tomó una decisión sin titubear — Entiendo que él hizo muchas cosas a nuestro favor en esta guerra, y que por eso Asmir optó por no matarlo cuando todo acabó…

    — Exactamente — el líder garak sorprendió con esa afirmación — Creí que sería muy miserable asesinar de forma cobarde a alguien que me salvó de morir en el campo de batalla. Sería apropiado matarlo en una lucha justa, pero no me sentía con ánimos de participar de una batalla de esa clase. Así que, simplemente lo dejé encerrado allí. Si alguien lo quiere muerto, es suyo.

    — Yo no lo quiero muerto por ese mismo motivo — Cadain se expresó respecto a su compañero — Pero tampoco quiero que regrese a casa. Por culpa suya, tuvimos que abandonar Ryfier. Y probablemente, el Resguardo se haya deteriorado en todos estos meses que no estuvimos allí para realizar mantenimiento. Por haber guiado a los edagrianos a nuestro hogar, creo que es apropiado que se quede aquí.

    — Bien, eso responde a una pregunta que quería hacer — Ace tomó la palabra a la vista de todos — Entonces, voy a decir algo y solo les quedará la opción de aceptarlo. Lankir — el joven xaromitante miró al comandante fijamente al ser nombrado por él — Sé que tú participaste desde más temprano en la reconstrucción de Xorxaik. Pero fueron nuestros ingenieros los que lograron restaurarlo por completo, y tú lo sabes… Y también sabes que fue Allecreod el que lo creó. Y ya que Allecreod se va a quedar aquí, Xorxaik también se queda. Si tienes una objeción y quieres a Xorxaik, te lo tendrás que llevar junto con Allecreod. No aceptaré ningún otro escenario.

    Las palabras del comandante de la humanidad tomaron por sorpresa a todos los presentes. Se notaba en sus palabras y en su cara al hablar que la tensión lo tenía dominado, pero nunca lo habían visto hablar de esa forma en ninguna reunión del consejo de guerra. Wida, quien no quería tener que lidiar con Allecreod, simplemente le dio una mirada a Lankir que le indicó que no aceptara. El joven xaromitante, pese a la advertencia, quiso tomar la decisión por sí mismo.

    — Está bien, Xorxaik se quedará con ustedes — el xaromitante le hizo saber que aceptó su propuesta, aunque no le dieron otra opción — Después de todo, quiero tener la oportunidad de construir uno yo mismo. Desde cero. No me sentiría bien quedándome el mérito de alguien más.

    — ¿Alguna otra exigencia más? — Kila lo dijo con poco tacto — No digo que no sea justo, pero ya que estás, quiero ver que más deseas tener.

    — No he aprendido a llevarme bien contigo, una lástima — comentó el comandante Lakor, mirando fríamente a la garak — Pero tengo una más… A bordo de Zenith, la gran estructura, Magnus comentó que tenía una gran reserva de semillas de todo tipo.

    — Lo recuerdo — Halur rememoró ese día — Varias de esas fueron plantadas en suelo garak para alimentar a la humanidad.

    — Así es, Magnus me lo dijo en privado en una reunión — comentó el comandante de la humanidad — Nos llevaremos todas las semillas que no hayan sido sembradas. Y en cuanto a lo que ya fue sembrado en su suelo… nos quedamos la mitad. La otra mitad les pertenece a ustedes, los garak.

    — La mitad es demasiado para ustedes — Asmir no estaba dispuesto a aceptarlo — Esas plantas crecieron en suelo garak, regadas por agua garak.

    — Sembradas por agricultores humanos, y trabajadas por agricultores humanos — Ace quiso contradecirlo — La mitad es lo más justo. Y no pienso aceptar menos.

    — La mitad, entonces — Asmir quería quitarse esa negociación de encima lo más pronto posible — Pero tu gente ya no recibirá provisiones que nos pertenezcan a nosotros. Si las quieres, sabrás que tienen un precio.

    — No harán falta, enviaremos lo que sobró de la guerra de vuelta a casa — el comandante se veía tranquilo al respecto — En el momento que la guerra terminó, hice que algunos soldados exploraran el planeta en busca de alimentos y bebida de los edagrianos. Todo parece ser compatible con nuestro sistema digestivo, así que, las provisiones que nos sobraron de la guerra serán enviadas para alimentar a los nuestros.

    — Eres más atrevido y astuto de lo que pensé — Cadain se asombró de la inteligencia y preparación mostrada por Ace, así también de sus palabras al negociar.

    — Es lo que tiene el hacerte cargo de una población entera — Ace dejó ver el estrés en el que estaba sometido.

    Natasha y Gwyn, ambas ajenas a las órdenes que Ace había dado a los soldados con respecto al tema de los alimentos que se encontraban ya en el planeta, se asombraron de la forma en la que Ace discutía con ellos. Buscando en cada decisión tomada, el bien para la humanidad, teniendo en cuenta que Magnus ya no estaba presente. La imagen que el soldado les daba las dejó con una gran impresión de él.

    — ¿Y bien? — Halur esperaba una proposición más.

    — Es todo — Ace les hizo saber que había terminado — Por mi parte, y por la humanidad, creo que no hace falta nada más.

    — Bien, porque ya no quería seguir pasando un minuto más en este planeta — Asmir vio esa como la oportunidad para disolver la reunión — Wida, Lankir, Cadain… con ustedes hablaré cuando estemos en Garak. No tienen permitido quedarse en mi planeta. A partir de hoy, Garak será solamente para los garak. Así que, sugiero que piensen bien en si hay algo que quieran obtener de mí o de mi gente a cambio de un trato justo. No desperdicien el viaje de regreso buscando palabras para solicitarme que los deje quedarse en mi mundo, porque no las voy a escuchar.

    — Descuida, Asmir — Lankir miró con cierto enojo al líder garak — Los xaromitantes estamos agradecidos con el trato tan amable que nos dieron. Pero Wida y yo acordamos que no queremos quedarnos con un grupo poblacional tan grande como los humanos o los garak… Siendo bastantes, nuestra gente está en una desventaja numérica visiblemente clara.

    — ¿Temen que humanos o garaks puedan iniciar un conflicto con ustedes? — Gwyn parecía interpretar esas palabras de esa forma.

    — No, nosotros confiamos en su buena fe — Wida respondió a lo dicho por la comandante — Pero nos sentiremos más cómodos viviendo en un lugar solo para nosotros. O donde nuestra población no sea un porcentaje minúsculo comparado a las de otros seres.

    Cadain supo que eso fue una indirecta para él. Estaba claro que llegaría un momento en el que los xaromitantes le harían una propuesta para que ellos pudieran unir fuerzas con los ryfier, y así tener la oportunidad de vivir con él y su gente, que no eran una población tan grande a comparación con los garak o los seres humanos, notándose en la cantidad de soldados que aportaron a la guerra. Sin embargo, eso sería para otro día, posiblemente cuando llegasen al planeta Garak a dar la cara frente a los suyos.

    Habiendo terminado la reunión concerniente al destino de los humanos, y acordando como sería el procedimiento para que estos pudieran llevarse al resto de su población del planeta de los garak, ya no había motivos por los cuales quedarse charlando más tiempo. Todos acordaron que lo mejor sería simplemente decir adiós en aquel momento, y partir de inmediato a casa.

    — ¿Algo más que discutir? — Asmir quiso asegurarse, dado a que sería descortés retirarse así sin más.

    Nadie dio ninguna clase de respuesta, por lo que, el líder garak sintió un gran alivio ante el silencio que reinó durante dos minutos completos. Ya no era necesario permanecer allí, y mucho menos tener que verse las caras con los representantes de la humanidad.

    — Entonces, la reunión ha terminado — el líder de los garak, la especie con mayor población presente en Edagr, anunció su culminación — Acabada la amenaza de los edagrianos y el misterio alrededor de La Gran Catástrofe, desde este momento, el consejo de guerra formado por nuestras especies queda oficialmente disuelto. En el momento en el que las naves humanas se lleven a los que quedan en el planeta, nuestra alianza llega a su fin.

    — ¿Tienes prisa por regresar a Garak? — Natasha, que no había dicho nada en su primera y última reunión, quiso saber.

    — Así es, así que lo mejor será que les avisen a los suyos que van a venir con nosotros a buscar al resto de la humanidad que se preparen — Asmir les hizo saber que no esperaría — En cincuenta minutos de tiempo terrestre yo y los míos ya nos habremos ido. Si no parten con nosotros, nos deberán alcanzar más adelante.

    Sin deseos de permanecer allí, Asmir se retiró del lugar acompañado por Kila y por Halur. De las cuatro especies que participaron en la guerra, los garak fueron los únicos que no sufrieron bajas en el consejo de guerra. Cuando dejaron el lugar, cada uno de los allí presentes lanzó una mirada muy seria a los tres, denotando la mala relación que tenían, incluso en momentos críticos.

    — No lo volveré a ver a la cara, y menos mal — Ace sintió como si se hubiera quitado una tonelada de encima — En los últimos tiempos, me estuvo cayendo cada vez peor.

    — Es una lástima que no pudiera llegar a conocer su faceta de buen tipo — Cadain comentaba, recordando historias que escuchó acerca de Asmir siendo alguien tranquilo y más sensato — Pero al menos, ya no tendré que soportarlo más.

    — Lankir, Wida — Gwyn se dirigió a sus dos compañeros xaromitantes — Respeto su decisión de no querer involucrarse con nosotros siendo menos en número, mucho más ahora que el motivo por el que dejaron su planeta se descubrió. Pero sepan que, si lo desean, les abriremos los brazos a los suyos.

    — Agradezco la consideración, Gwyn — Wida estaba feliz de que una humana la tuviera en tan alta estima — Pero nuestra gente es mucho menor en número a los suyos, y no nos sentiremos cómodos así ahora que ya no tenemos un objetivo que perseguir. Seguiremos nuestro viaje por otro camino diferente. Espero que lo entiendan.

    — Lo entendemos, pero esa oferta solo aplica para esta ocasión — Ace quiso dejar todo en claro — Cuando pasen los años, la humanidad repoblará Edagr y puede que llegue un momento en que no podamos aceptar más gente. No es un seguro para cuando lo necesiten o lo quieran. Si se van de aquí con la idea de no regresar, quizá no puedan hacerlo en su momento.

    — No te preocupes por nosotros, comandante Lakor — Lankir lo tranquilizó — Nuestra especie agradece el haberse cruzado con ustedes, y el trato que nos dieron cuando nos encontrábamos refugiados. Sentimos que tenemos una deuda con ustedes, y sepan que haré algo para enmendarlo cuando esté en garak.

    — ¿Qué harán exactamente? — Natasha tenía curiosidad.

    — Me aseguraré de que Asmir les envíe el cuerpo de Wagner para que lo puedan enterrar aquí.

    — Gracias, Lankir — Ace había olvidado que el cuerpo de su compañero estaba en manos de los garak — Él merece ser enterrado con los suyos.

    El comandante apreció bastante ese gesto del xaromitante para con él y los suyos. Sentía que, pese a que no fueron los más cercanos en las misiones, un gran vínculo se había formado entre ellos en la guerra, sobre todo en la batalla tan brutal que habían compartido en el primer día.

    Cadain, quien sentía un vínculo menos intenso con los presentes allí, siendo Lankir y Wida con quienes más tiempo había convivido, simplemente se despidió de los tres humanos allí presentes con un saludo levantando la mano. Era Michael el humano con quien más había interactuado, mayoritariamente por su convivencia en Ryfier, y su muerte lo hizo estar ausente de la reunión, por lo que, siendo que solo se trataba de una despedida con los humanos, no eligió quedarse a decir palabras que expresasen buenos deseos.

    Los cinco miembros del consejo que quedaron lo vieron marchar, dejando solamente la sala de uno de los edificios del planeta Edagr para los dos xaromitantes y los tres humanos. Natasha, quien interactuó poco con Lankir y Wida, sintió que sería más apropiado simplemente dejar que la despedida la tuvieran Ace y Gwyn. Agradecida por haber participado de una batalla decisiva junto a ambos, se despidió de ambos con un abrazo, aunque para los xaromitantes, viniendo de ella, no significó mucho.

    Sería la despedida con Ace y Gwyn la más importante para ellos.

    — Como dije, estoy muy agradecido con ustedes, y aunque nos vimos envueltos en situaciones peligrosas, fue agradable pelear a su lado — Lankir estrechó la mano con Ace y luego con Gwyn — Quisiera poder despedirme de los demás, pero entiendo que no pudieran estar aquí.

    — Asegúrense de enviarle a Thomas, Agustina y Alicia nuestros saludos — decía Wida, con algo de tristeza por la despedida, pero sin llegar a las lágrimas.

    — Nos aseguraremos de que les llegue — Ace contestó, apreciando la compañía de ambos — Lamento lo sucedido con los suyos. Terrior, Gan, Aurio, Orikrof… me hubiera gustado que también estuvieran aquí.

    — No eres el único — Wida entendió que su compañero los apreciaba — Yo también quisiera que estuvieran vivos. Eran especiales.

    — Siempre los llevaremos en nuestros recuerdos — Lankir los miró a ambos humanos — Y a la humanidad también. Lamento lo que sucedió con Michael. Él era un gran soldado. Lo mismo aplica cuando se trata de Magnus.

    — Agradecemos tus palabras — Gwyn se sentía feliz de saber que Michael sería recordado como una gran persona por ellos — Y sí… Michael era muy especial. Él y yo estuvimos juntos por un tiempo antes de conocerlos a ustedes. Aunque sea feliz con Thomas, no puedo evitar pensar en los días más felices con nostalgia.

    — Michael es el responsable de que yo esté aquí — Ace pensó en el día en el que hicieron equipo por primera vez — Era alguien que cumplía con su palabra. Fue eso lo que me llevó a unirme a Zenith, y a estar aquí con ustedes hoy. De haber sido otra persona, quizá yo no estaría vivo el día de hoy.

    — Cuídense mucho, y cuiden también a la humanidad — Wida sentía que eso lo tenían presente, pero aun así quiso expresar su deseo — Sé que, si ustedes la protegen, estarán bien.

    — Les deseo lo mejor en su viaje, sea hacia donde sea — Gwyn expresó también lo mejor para ellos — Ojalá la vida los lleve por buen camino.

    — Los pudimos conocer a ustedes — Lankir apreció — Yo diría que ya lo ha hecho.

    Sin más despedidas por decir, y sabiendo que Asmir haría que sus naves abandonaran el planeta Edagr en menos de una hora en tiempo humano, los xaromitantes saludaron por última vez a los dos humanos restantes en el consejo de guerra, para luego ponerse en marcha a su nave. Iban a llevarse a algunos garaks con ellos, por lo que tenían que asegurarse de que todo estuviera en orden.

    […]

    Cuando al atardecer le faltaba poco para terminar, las naves de los garak, de los humanos y la xaromitante despegaron hacia el cielo, y tan solo en un minuto, desaparecieron de la vista de los soldados de la humanidad que los estaban observando. Ace, Agustina, Natasha, Gwyn, Thomas, Noak y Gina estaban allí para despedir a varios de los suyos que habían partido hacia Garak para poder traer de vuelta a los restantes miembros de la raza humana, quienes quedaron varados temporalmente en el planeta de sus aliados mientras ellos se encargaban de librar una guerra por la supervivencia en contra de los edagrianos.

    Faron, por petición de Ace, abordó una de las naves que viajaría de regreso al planeta Garak, para que pudiera tener la oportunidad de verse de nuevo con los miembros de su promoción que quedaron fuera de la batalla.

    Todos los presentes, tan pronto como perdieron de vista las naves, empezaban a marcharse de allí. Noak y Gina se fueron juntos, al igual que Thomas y Gwyn. Para pasar esa noche en el planeta, todos acordaron que dormirían en los edificios que se encontraban en mejor estado, situándose estos en el interior de las ciudades menos dañadas por la lluvia de disparos de los tanques en la guerra.

    Ace, Agustina y Natasha fueron los últimos en retirarse, quedándose hasta que el cielo perdió la totalidad de la luz solar en el atardecer. La comandante notó la ausencia de una persona entre los que habían asistido a ese evento.

    — Alicia no está aquí — fueron las palabras de la comandante — ¿Cómo se encuentra?

    — Puede caminar con normalidad, pero entiendo que ella quiere un momento para estar sola — Ace recordó lo que uno de los médicos le había dicho — Mañana iremos a visitarla cuando terminemos todo el trabajo que tenemos que hacer. Todavía falta mucho tiempo, pero en unos cuantos días, la humanidad que se encuentra en Garak vendrá a este planeta. Para cuando lleguen, quiero que les podamos darles un sitio en condiciones. Y entonces, cuando ya estemos todos, empezaremos la reconstrucción de este mundo.

    Tanto Agustina como Natasha no dejaban de asombrarse con el nivel de compromiso que Ace estaba mostrando en aquel momento. Era como, sin ser nombrado líder, Ace hubiera asumido dicha responsabilidad, pero sin gozar de ninguna clase de privilegio por estar ostentando aquella posición.

    Admirando a quien era su prometido, Agustina se acercó hacia él y le tomó las manos. Ace notó ese gesto, y contestó besando a su novia en la boca. Natasha, sonriendo por ver que sus compañeros se habían mantenido a salvo, supo que quizá querrían algo de privacidad, por lo que se retiró al lugar para ir hacia donde pasaría la noche.

    Tan pronto como el cielo se oscureció, la pareja de soldados levantó la vista y pudo contemplar una enorme cantidad de estrellas en el firmamento nocturno. Las luces que ciertos edificios emitían de forma automática no llegaban a opacar su brillo, por lo que pudieron verlas sin ninguna clase de problemas.

    — Está empezando a hacer frío — Agustina le decía en una voz suave a Ace — Deberíamos ir a casa.

    — Adelántate — el comandante Lakor quería hacer algo más antes de irse a dormir — Yo iré luego de pasar por un lugar en particular. Quisiera tener un momento de privacidad.

    Agustina, sabiendo a lo qué se refería, se limitó simplemente a darle a su prometido un beso en la mejilla, para luego emprender el rumbo hacia el que sería el sitio que tanto ella como Ace compartirían en las noches. Queriendo vigilarla para que nada pudiera pasarle, Ace la siguió con la vista hasta que se mezcló con los edificios de la ciudad y ya no la pudo seguir observando.

    Fue ahí que Ace emprendió su rumbo hacia un lugar que quería visitar.

    […]

    El comandante Lakor se hallaba frente a un gran pedazo de tierra ubicado en las afueras de aquella ciudad. Con ayuda de los garak y los soldados humanos heridos que no podían participar activamente en el combate, pudieron crear un sitio en el que colocar los cuerpos de los fallecidos. Fue un trabajo largo, y hubo muchos otros que todavía debían ser enterrados en otro lugar, pero ciertas personas pudieron tener un entierro digno en aquel lugar. Entre ellos, Magnus, Xander, Casey y Michael.

    El soldado fue allí para poder contemplar la tierra en silencio, dado a que no había ninguna inscripción que revelase la posición de cada uno de los colocados allí. Por fortuna para él, Xorxaik guardó sus ubicaciones en una matriz de datos, la cual Ace había estado memorizando para cuando fuera el momento.

    — Lamento mucho que ustedes no puedan estar junto a nosotros — decía para los fallecidos — Sobre todo ahora que hemos podido acabar con esta guerra… Los vamos a extrañar. Ustedes nos están haciendo mucha falta. Ya me siento desalentado por el siempre hecho de saber que no los volveré a ver.

    Luego de esas primeras palabras, el soldado tomó una bocanada de aire para continuar con su soliloquio.

    — Quería darles las gracias… a todos, no solo a los que están enterrados aquí — Ace recordó los nombres de todos los soldados de la Tierra que lo habían acompañado en esa misión — Mis amigos, mis compañeros, mis hermanos y hermanas… mi familia — tuvo en su memoria a aquellos que habían peleado junto a él y que efectivamente extrañaba, omitiendo a algunos que, por ciertas razones, prefería no recordar — Gracias por haber peleado a mi lado, y por hacer colaborado conmigo. Todos ustedes, en mayor o menor medida, lo hicieron posible… Ya pueden descansar en paz. Hemos eliminado a los responsables de que todos hayan tenido que dejar esta vida atrás. Se hizo justicia. Hicimos justicia. Estén donde estén, sigan mirándonos. Porque vamos a pelear para que lo que tanto nos costó, valga la pena. Sus vidas sirvieron a un gran propósito… Y yo, el comandante Ace Lakor, juro con mi vida que lo haré valer.

    Unidos en la Extinción ha finalizado, pero La Gran Catástrofe continuará…





    Preguntas de la parte VI:

    1. ¿Cuál es tu opinión de la parte en general?
    2. ¿Cuál es tu capítulo favorito? Puedes nombrar más de uno
    3. ¿Cuál es tu capítulo menos favorito? Puedes nombrar más de uno
    4. ¿Cómo ha quedado tu top de personajes tras finalizar la parte?
    5. ¿Cuál es tu opinión de la historia hasta el momento?
    6. ¿Cuál es tu parte favorita? ¿Por qué lo es?
    7. ¿Cuál es tu parte menos favorita? ¿Por qué lo es?
    8. ¿Qué opinas del uso dado a todos los personajes en esta parte?

    Quiero dejar también un pequeño regalo que Manuvalk me ha hecho. Una imagen que podría funcionar como portada de la historia. Considero que pega mucho con la temática de esta parte, por lo que será una ocasión para compartir su trabajo y darle un agradecimiento por el regalo :cynda:

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    Elliot

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    Cap "El testigo"

    Presente x'p

    Muy buen cap, la verdad. Por el lado de las interacciones entre personajes vemos más de Allecreod, el otrora gran enemigo y conquistador de mundos, ahora reducido a un refugiado buscando los aliados que pueda; lo pesado de la responsabilidad de la misión para Ace, que siendo un comandante novato tiene que lidiar con una de las situaciones más complicadas sin ningún otro comandante más experimentado que lo ayude a guiarse; y vemos el progreso de la relación de Sharyn y Wagner. Y por el lado de la trama, tenemos todo el misterio de los edagrianos. Sospecho que Kenegar no es realmente un criminal tirado en un planeta inhóspito si no que puede tratarse de un soldado mandado a infiltrarse entre los humanos ayudándose de esa falsa historia que contó. Pero llegue o no a ser el caso, ya tiene mi interés desde el vamos.

    Y creo que te preocupas demás por lo potencialmente confuso de la cronología. Siguiendo pistas contextuales uno puede guiarse relativamente bien como lector~

    PD:
    Yey, continuidad con el resto del universo! XP
     
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  20.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, habiendo terminado el capítulo final de esta parte (el cuál me parece un gran cierre) pasaré a comentar lo más destacado, centrándome como siempre en lo grueso de las escenas. Al final del comentario contestaré a tus preguntas y demás. :eyebrow:

    El comienzo no puede ser más triste, al menos tras leer las primeras líneas. Alicia está en camilla por sus costillas rotas mientras Gwyn también descansa y Thomas las vigila, estando Allecreod cerca. Thomas propone buscar a Michael y el ex líder ryfier se compromete a ayudarle, demostrando (al menos para mi) que su redención lleva tiempo en marcha. Ojalá Allecreod pueda convertirse en un miembro útil en el futuro, porque creo que su personaje tiene potencial para ser importante. Al momento de decir esto y ser algo increpado por los humanos (y con motivos XD) aparece el comandante Lakor para dar la inesperada noticia a sus amigos: Michael está muerto. Evidentemente Alicia es la más afectada, al igual que una Gwyn que compartió un tiempo con el chico y el propio Thomas, compañero desde el principio pese a sus diferencias. Allecreod incluso se siente mal, pero decide no mostrar sus emociones para no ser tomado a broma. Ace también está jodido, obviamente, al mismo tiempo que responde a la comandante Fairin cuando esta pregunta por Xander y Casey, también muertos. Sin duda, un comienzo triste, pero con la convicción de que la guerra marcha bien en favor de los aliados.

    Acto seguido pasamos a ver a Natasha en otra escena realmente triste, pues la comandante Zafiro es llevada hasta los cuerpos de sus dos ex compañeros de Black Meteor. Casey y Xander eran los últimos, sin contar a Noak y Gina, de su equipo. Ver ese momento rompe a la mujer, quién recibe el inesperado consuelo de una Agustina que también está allí junto al cadáver del comandante Umcali. Ambas se consuelan y reconfortan mientras juran ganar esa guerra por todos sus caídos, con una mención especial de Natasha al desertor de Abel, a quién desea encontrarse próximamente para darle ese destino que él tanto temía. Ya me veo en la próxima parte a Natasha en modo cazarrecompensas buscando a Abel, estilo Maggie vs Negan en el cómic de TWD. Créeme, eso sería épico. :clap:

    Después, finalmente, vemos como el transcurso de la guerra llega a su fin en un breve pero explicativo resumen de como con el paso de los días, las especies aliadas van aniquilando a los edagrianos, quiénes sin sus líderes no tienen estrategia alguna. Primero la milicia, para posteriormente los grupos de resistencia civiles, son erradicados en la llamada Operación Exterminio (tremendo nombre y que poético, jódete Hark XD). Al noveno día ya no queda ningún edagriano en Edagr (aunque eso de que no quedan en el universo... tengo mis dudas. Quizá haya otros 'Kenegar' por ahí) y el planeta está limpio debido a la política de respetar la naturaleza (a ver si aprenden nuestros líderes en la vida real :v). Parece que al menos la humanidad se quedará en ese mundo, bien por ellos. :anicry:


    Con la guerra terminada, el consejo de guerra se reúne por última vez para decirse todo lo que deben decirse. Los garak regresarán a su planeta y lo quieren solo para ellos, algo obvio aunque poco cortés de su parte, mientras el Asmir de mierda regresa nuevamente para joder la última conversación entre aliados que podría haber acabado en mejores términos. Sinceramente, deseo poco o nada volver a verlo, ni a él ni a Kila ni a Halur ni cualquier otro garak inverosímil. Me alegra que hayan ayudado a ganar la guerra, pero hasta ahí. Que se pudran en su planeta. Respecto a Cadain y los ryfier, sí les deseo que les vaya bien porque sin contar con el malentendido que provocó peleas al comienzo, son una especie respetable y cordial, contribuyendo en su medida a ganar la guerra. Me sorprende que dejen a Allecreod en Edagr, pero me entusiasma porque verlo con los humanos significará verlo más y su arco de redención tiene potencial, como he mencionado con anterioridad. Además, que también se quede Xorxaik es toda una ventaja, así que ese y los demás tratos que Ace logra obtener en favor de la humanidad son más que bienvenidos. Parece que Ace liderará a la humanidad y no puedo estar más feliz con eso :nice:. Y respecto a los xaromitantes, esperaba que se quedaran con la humanidad pero me parece bien que busquen su camino o que incluso terminen con los ryfier en el Resguardo, siendo que ambas especies son las más mermadas en cuanto a números de población se refiere. Sin embargo, parece que la alianza entre las especies ha terminado y en algunos casos dudo que haya tratos cordiales en el futuro, por lo que se abre un nuevo horizonte tanto en las relaciones entre las especies como en la propia historia. Estoy deseando ver que ocurre en el futuro, aunque todavía hay más por comentar.

    Finalmente, vemos que las naves garak, ryfier y xaromitante se marchan de Edagr a la espera de que regresen los otros humanos de Garak. Ace, Agustina, Natasha, Thomas, Gwyn, Noak y Gina disfrutan de unas hermosas vistas, marchándose hasta que únicamente queda Ace, quién quiere ir a un sitio en particular. Ese sitio es una especie de mural sin nombres donde están enterrados Michael, Casey y Xander, entre otros. El comandante Lakor (y todopoderoso líder de la humanidad XD) decide dedicar unas palabras y un emotivo discurso a todos los que, por desgracia, no están presentes en la vida postguerra. Algo que de seguro perseguirá para siempre no solo a Ace, sino al resto de sus compañeros. Pero como dije antes, una etapa ha terminado y se abre otra esperanzadora, intrigante y de seguro bonita, pero también peligrosa.

    Ha sido un capítulo excelente para cerrar esta parte, amigo. Y agradezco que muestres la imagen que hice para esta parte de tu historia, es un regalo que te hice y que me parecía idóneo para la trama de esta parte. Me alegra que te gustara y que lo muestres con orgullo. No será el último regalo, eso seguro. :kuku:

    Solo puedo decir, antes de responder tus preguntas... ¡por muchos más años de LGC! :inlove:



    Respondiendo las preguntas:
    1. ¿Cuál es tu opinión de la parte en general? - Ha sido una parte buenísima, de las mejores de toda la historia y probablemente la que más me ha enganchado. Además, se siente como un fin de ciclo y estoy deseoso por ver que acontece en el futuro, que de seguro, será increíble.
    2. ¿Cuál es tu capítulo favorito? Puedes nombrar más de uno. - Me quedaría con el comienzo de la guerra, por ser un capítulo tan esperado por mi. Creo que es el que se llama 'Primer golpe y último suspiro'.
    3. ¿Cuál es tu capítulo menos favorito? Puedes nombrar más de uno. - No sabría especificar un capítulo menos favorito, pero te diría que son aquellos de transición donde apenas pasa algo relevante o interesante. Más allá de eso, rara vez un capítulo de LGC no me ha gustado, por no decir ninguna vez XD.
    4. ¿Cómo ha quedado tu top de personajes tras finalizar la parte? - Eso te lo daré por privado, no porque no quiera ponerlo aquí, sino porque no encuentro el último top que hice de LGC y no quiero poner nombres a boleo :v.
    5. ¿Cuál es tu opinión de la historia hasta el momento? - Creo que ya la sabes, pero bueno. Para mi es una gran historia, sensacional y super bien trabajada. En pocas palabras, me encanta la ciencia ficción y esta historia lo encarna a las mil maravillas.
    6. ¿Cuál es tu parte favorita? ¿Por qué lo es? - Como respondí en la primera pregunta, yo diría que esta. Aunque la nostalgia de la parte I siempre la hará de las mejores.
    7. ¿Cuál es tu parte menos favorita? ¿Por qué lo es? - Quizá la segunda o la tercera, la guerra entre garak y berrod no me terminó de atrapar como sí lo hicieron la guerra de Emiv y esta guerra vs los edagrianos.
    8. ¿Qué opinas del uso dado a todos los personajes en esta parte? - Han tenido su rol bien establecido y en general, no tengo quejas. Quizá ver a Gina o Noak pelear habría estado bien, pero más allá de eso, todo lo demás me parece que tiene su rol predeterminado y no todos pueden tener "tiempo en pantalla" XD.
     
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