Ciencia ficción La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 7 Mayo 2022.

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    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    8545
    Saludos a todos.

    Ya va siendo hora de publicar el capítulo número 31 de esta parte. Poco a poco nos vamos acercando a lo que será un cierre tanto para esta parte de la historia como para LGC en general, pero prefiero no hablar de eso más adelante. Por el hecho de ser feriado, elegí publicar el capítulo ahora. La próxima semana trataré de publicar en algún momento ya que el sábado 17 lo tengo reservado, y dado a que el 18 es la final del mundial :P En los próximos dos semanas que vienen después (que son 24-25 y 31-1) por el hecho de ser las fiestas, no publicaré capítulos, por lo que estaría retomando LGC en el día 7 de enero. Aunque mejor no hablamos más sobre eso por ahora y centrémonos en el presente.

    Quiero agradecer a mi amigo Manuvalk por seguir esta historia semana a semana. Es tan divertido para mí tanto leer su historia en simultáneo con él por Discord como también saber que él lee este pequeño universo ficticio que he creado. Espero el día de mañana sea un gran día para ambos, y que este capítulo le guste, claro está.

    Sin más que decir, les dejo la lectura.
















    Unidos en la Extinción:

    Noak regresaba junto a su grupo llevando a Abel consigo. El que fuera en su momento líder de Black Meteor, perdiendo ese puesto ante su propia gente, se encontraba atado de manos. Mientras lo veían acercarse, se podía ver a lo lejos su rostro, mostrando ojeras y un enorme cansancio. De no ser porque su soldado lo obligó a lavarse la cara antes de salir, el militar habría aparecido ante ellos con una expresión mucho más lamentable.

    A medida que Noak traía a Abel, varios hombres y mujeres adultos salían de las naves para ser llevados a puestos de trabajo, habiendo escuchado que, para poder ganarse el alimento en ese planeta, debían proveer de mano de obra eficaz. Sin intenciones de dejar a sus familias sin nada para comer, todos los que eran capaces de trabajar partieron al encuentro con los seres de esa nueva especie.

    Al principio, todos caminaban seguros, pero al ver a los anfitriones del planeta siendo un número muy amplio y portando armas, esa seguridad se desvaneció, y todos terminaron por convertirse en personas temerosas. Sin embargo, la situación no daba la posibilidad de elegir otro destino, por lo que a ellos les tocaba hacer frente a sus inseguridades y poner manos a la obra. Cuando estos llegaron a su destino, Kila les hizo un gesto, y fue así como cada soldado garak escoltó a varios de los humanos hacia lo que serían sus estaciones de trabajo. Sin entrevistas ni organización, todos ellos serían llevados a sitios de construcción donde terminarían haciendo trabajo pesado. En el fin del mundo, la formación que cada uno pudiera tener poco importaba, y menos en otro planeta.

    Los únicos que quedaron en aquella zona eran los soldados humanos de Zenith, Noak y Abel. Para no estorbar el movimiento de tanta gente, todos se quedaron quietos y en silencio, a la espera de que no quedara nadie allí a quien estorbar. Debido a la gran cantidad de gente que bajó porque deseaban trabajar para obtener comida para los suyos, tuvieron que esperar unos veinte minutos hasta que el sector quedó despejado. En esos minutos, todos miraban de forma severa a Abel, quien podía sentirse como si estuviera siendo enjuiciado. Al reconocer a Natasha, Casey, Xander y Gina entre los soldados de Zenith se sintió aún peor, puesto a que era una prueba de que cuatro de los últimos cinco soldados que lograron sobrevivir a la misión que él les encomendó preferían a Magnus, su enemigo, antes que a él.

    Tan pronto como los garak y los otros civiles y militares de Black Meteor se retiraron, el sitio quedó limpio y comenzaron las palabras de parte de los que estaban esperándolo.

    — Me alegra verte así — Natasha dejó salir la ira que tenía acumulada con él — Eres una basura lamentable. Todo lo que terminó pasando fue tu culpa.

    — Claro, ahora resulta que todo es culpa mía — Abel expresó su queja al ser culpado por ello — Ustedes fracasan la misión, luego de que me aseguré de darles una formación única, y resulta que el culpable soy yo. Si hubieran sido más eficientes, quizá las cosas serían diferentes.

    — Cierra tu boca, Abel — Ace quiso aprovechar su oportunidad — No he podido hablar contigo antes acerca de esto, así que antes de llevarte con Magnus, lo haré ahora.

    — ¿De qué te gustaría hablar, pedazo de mierda? — Abel preguntó con furia, reconociendo al traidor en sus filas — Tú fuiste el que inició con esta manía contagiosa de abandonar Black Meteor para ir a Zenith. Pusiste un mal ejemplo y luego todos lo siguieron.

    — Una palabra más en contra de Ace y te aseguro que te voy a tirar los dientes al suelo — Agustina no toleró esa forma de expresarse de Abel.

    — Quiero hablar sobre el comandante Grant — Ace trajo a la vida un tema que quería dejar enterrado en el pasado — Él me adoptó por consejo tuyo. Eso es lo que me contaron. ¿Es verdad?

    — Así es, joven — Abel miró a Agustina, y notó que ella estaba pendiente de todo lo que él decía — Morris Grant daba una imagen lamentable, y no quería eso para él. Así que le sugerí que adoptara a un niño. Pero eso fue todo lo que yo tuve que ver contigo. Todo lo que Morris haya hecho, fue cosa suya. No te creas tan especial como para tener a un líder de mi nivel pendiente de ti. Morris pudo encargarse de ti por tu cuenta.

    — Bien, parece que eres inocente de algo después de todo — Ace supo que no tenía sentido seguir con ese tema que tanto le dolía — Pero ahora vas a ser llevado ante Magnus para que respondas por todo. Cada propuesta de paz que rechazaste será una condena diferente para ti, desde aquí hasta el día que te mueras.

    — Llévenme con Magnus de una vez — Abel no toleraba más esas palabras — Yo hice lo que tenía que hacer, y no voy a tolerar que unos mocosos, que no movieron un puto dedo cuando la Gran Catástrofe golpeó la Tierra solo porque eran niños, me juzguen. No voy a decir una sola palabra hasta no librarme de ninguno de ustedes. Así que, métanse sus preguntas en el culo.

    Cada soldado allí tenía deseos de golpear a Abel por esas palabras. Sin importar que él tuviera razón cuando dijo que ellos eran niños cuando La Gran Catástrofe llegó a la Tierra, sus errores habían derivado en la extinción de su planeta, y eso era algo que no se podía negar. Ace tomó al que fue en su pasado su líder, y lo llevó junto con Agustina al frente del grupo, mientras cada soldado lo escoltaba para no perderlo de vista.

    Natasha, quien consideró que no había terminado de expresarse, se acercó a él y empezó a hablar.

    — Por haber rechazado la paz que Magnus te ofreció, tuvimos que formar parte de esta misión espantosa — la chica reprimía sus deseos de lastimarlo de gravedad — Ellos y nosotros… todos en realidad, perdimos compañeros por ese maldito encargo tuyo. Y eso no fue lo peor. Por culpa de esta misión a la que nos condenaste, aterrizamos en un planeta dominado por un conquistador. Su gente quiso escapar, y por defendernos, se ocasionó un conflicto entre él y el Zenith. Ellos ganaron, y el maldito conquistador tuvo que huir. Fue allí donde se encontró con los edagrianos, y nosotros, por órdenes tuyas, lo seguimos por error. El ataque a la Tierra y la muerte de millones de seres humanos se dio por culpa tuya. Después de los propios edagrianos, eres el que tiene las manos más manchadas de sangre. No era una acusación vacía. Cada cosa mala que nos pasó a todos fue tu culpa. Así que, será mejor que te prepares para afrontar las consecuencias.

    Abel, harto de las palabras de los soldados que lo trasladaban, pese a que los hechos que ellos le contaban eran innegables, miró hacia abajo como si estuviera intentando esconderse. Ciertamente, no mostró respuesta alguna ante los dichos de Natasha. Sabía en su interior que sus órdenes fueron las desencadenantes de tantas tragedias sucedidas, pero encontraba consuelo en el fracaso de sus soldados para no aceptar la carga completa de todas esas acusaciones.

    Gina, viendo que Noak estaba al fondo, decidió pararse junto a él y llamar su atención. Dado a que todos tenían la vista puesta en Abel, creía que tendría una oportunidad para hablar al respecto de su llegada, dado a que no tuvo la oportunidad de hacerlo dado a la compañía de los garak en la escena.

    — Me alegra ver que abriste los ojos — Gina sonreía a su compañero — Y me alegra que se nos haya concedido una oportunidad para volver a reunirnos.

    — Yo también estoy feliz por verte, Gina — Noak repetía sus palabras de alegría por su reencuentro — Quiero que sepas que no tengo ningún arrepentimiento, excepto por un solo detalle.

    — ¿Qué detalle? — la chica quería llegar al fondo.

    — Que no acepté lo que ustedes decían en su momento, y seguí mis ideales, creyendo que nuestro líder pensaba en nosotros cuando era todo lo contrario — Noak agradeció que no hubiera pasado mucho tiempo hasta regresar con ella — Tú y los demás lo vieron todo claro desde el principio. Creí que ustedes estaban equivocados, pero luego me di cuenta de que el equivocado era yo. Lo siento.

    — Noak, todo el mundo puede equivocarse — Gina no quería que se atormentara por ello — Y más que equivocarte, yo diría que fuiste engañado. Abel siempre nos adoctrinó para creer que el país era lo más importante. Solo buscaba una excusa para poder justificar su odio contra el Zenith, y para convertirnos en herramientas de la muerte… Armas, dicho de otra forma.

    — Fue por eso por lo que lo traje hasta aquí con vida — Noak aclaró sus acciones — Sentía que quería matarlo luego de que él dijo que no vendríamos aquí. Pero sentía que era responsabilidad de Magnus ser su juez. Años creyendo que Magnus era una víbora, y finalmente he descubierto que la víbora era nada más y nada menos que Abel.

    — Ahora ya no podrá escapar de su juicio ni de sus responsabilidades — Gina sentía alivio por esa parte — Escucha, Noak, hay algo importante que quiero decirte.

    — Claro, ¿de qué trata? — el soldado tenía curiosidad.

    — Yo sé que tú quieres tener una charla con Ace sobre… bueno, no tengo que decirlo y no quiero que lo escuchen de mí — Gina sabía que podía ser escuchada por los soldados que estaban cerca — No quiero negarte tu derecho a hablar con él, pero quiero pedirte que seas sensible. Uno de sus amigos se quitó la vida ayer.

    — Oh, lo siento, Gina… — Noak se sintió algo mal por dentro al escucharlo — ¿Tú llegaste a conocerlo?

    — No del todo bien, pero ellos sí lo conocían y lo querían — la chica pensaba bastante en sus nuevos compañeros — Por eso quiero que cuides tus palabras. El nombre del chico que se suicidó era Wagner… te lo menciono ahora para que lo sepas, pero intenta en lo posible no hablar sobre el tema frente a ellos.

    Noak supo reconocer ese nombre tan pronto como Gina se lo dijo. Recordó las jornadas en las que Xander, como subcomandante de su equipo, los hizo reunirse para fijar un objetivo al que asesinar cuando su encuentro, que nunca llegó a darse, ocurriese. Wagner era el hijo del responsable de la muerte de Frans, una persona a la que Noak nunca llegó a conocer a profundidad, más allá de un par de reuniones de soldados. Esos motivos fueron los que llevaron a Noak a elegir a Ace, comandante actual de Zenith, por encima de aquel muchacho como un objetivo a asesinar.

    El haber escuchado que dicho soldado se suicidó, le dejó un nudo en la garganta al pensar en todo el daño que debió haber sufrido tanto en la misión como en la destrucción de la Tierra por parte de Arion. Los soldados no estaban hechos de piedra, y tantos golpes de seguro habrán superado su fortaleza mental para que hubiera terminado en una situación tan trágica. Al menos, eso era lo que Noak creía. Pensar que él en un principio se mostró dispuesto a ser un posible cómplice del asesinato de un soldado de Zenith le causaba mucho pesar. Se mostró agradecido de nunca haberse encontrado a los soldados enemigos durante la misión, dado a que creyó que podría haber terminado cometiendo un error que lamentaría el día de hoy y los que le quedaran por vivir.

    — Eso explica porque Xander se ve algo diferente a la última vez que lo vi — Noak pronto recordó que Wagner era un candidato para asesinar por parte de su compañero — Seguro debe estar afectado.

    — Lo está, y está luchando para superarlo — Gina recordaba las cosas que había visto en lo que duró su viaje — Por eso quiero que cuides tus palabras cuando hables con ellos.

    — No te preocupes por eso, Gina, me contendré con lo que voy a decir, es más, ni siquiera estoy molesto con él — Noak miraba al comandante Lakor al frente — Solamente necesito saber la verdad. Después de todo, yo di la orden de que Abel fuera encerrado. Creo que es una traición grande, y no voy a ser juzgado por ello. No tengo el derecho a juzgar a Ace por lo que hizo.

    En el camino para llevar a Abel frente a Magnus, las palabras de Noak y de Gina fueron escuchadas por Gwyn, Thomas, Michael y Alicia. Los soldados de Black Meteor, pese a haber bajado un poco la voz, no fueron tan leves en su tono como creyeron ser, y eso terminó llamando la atención de todos ellos, quienes no dudaron en meterse a escuchar tras el pedido explícito de Noak de hablar con Ace. Por las últimas cosas que lo escucharon decir, sentían que la charla que él quería tener con Ace tendría que ver con la condición de fugitivo de su compañero. Sea como fuera, tras haber oído esas palabras, y tenerlo como un completo desconocido en su radar, ellos cuatro decidieron que participarían de la charla.

    Aunque, en el momento, la preocupación era otra. Abel tenía que ser llevado ante Magnus para que este pudiera tener su charla con él. Desconocían si los otros líderes participarían en su encuentro con él, pero eso no les importaba en ese momento.

    Finalmente lograron llevarlo hasta la ciudad. Las cosas iban normales hasta que uno de los hombres que claramente era parte de Zenith lo reconoció y alzó la voz cuando lo vio.

    — ¡Es él! — un grito que cortó el silencio de la ciudad asustó a los soldados — ¡El hijo de puta de Abel está aquí!

    Un barullo se armó en la calle por la que ellos estaban transitando cuando varios humanos furiosos se acercaron a los soldados de su país, todos con un solo objetivo, mostrarle su rechazo al líder de Black Meteor, aunque esa posición ya no era ejercida por él.

    — ¡Aquí estás, basura! — una mujer fue la que gritó.

    — ¡¿Cómo te atreves a venir aquí?! — un hombre sentía un gran desprecio hacia él.

    — ¡¿Por qué no te suicidaste?! ¡Nadie te quiere, bastardo!

    Con el tiempo, más y más hombres y mujeres se acercaban para insultar o incluso escupir a Abel, quien se sentía indefenso ante una situación como esa. Los soldados se apartaron de su lado, sabiendo que no podían detener a la multitud de humanos que se acercó a descargar su furia contra él. Además, aunque hubieran podido, no tenían deseos de hacerlo. Las noticias de los constantes rechazos a la paz que Magnus ofrecía se extendían por todo el país, y los habitantes de Zenith las escucharon y no ignoraron ninguna. Todos ellos sabían que Abel era el responsable de que sus dos países, cuando existieron en la Tierra, no tenían paz por las órdenes de la persona que estaba retenida ante ellos.

    Otros de los que estaban allí también recordaron las noticias del ataque de soldados de Black Meteor en una de sus bases, ocasionando muertes de varios soldados. El odio de cada ciudadano hacia Abel era notorio, y mientras más avanzaban hacia su destino, más furia dejaba salir la gente. Supieron que Magnus lo juzgaría, caso contrario, los soldados lo habrían matado al tener su oportunidad. Era por eso por lo que varios se contenían de golpearlo, limitándose solamente a escupirlo.

    Sin embargo, uno de los humanos no pudo contenerse. Tomó un pequeño trozo de cascote y lo arrojó contra Abel, golpeándolo en la frente. El proyectil fue lanzado con fuerza y precisión hacia su cabeza, lo que le provocó una pequeña herida de la cual empezó a brotar sangre. Al ver eso, la gente vitoreaba por eso. Celebraban la acción tan hostil que uno de los suyos tuvo para con Abel, pero eso no trajo alegría entre los garak que estaban presentes.

    — ¡Hey, ¿quién arrojó eso?! — gritó un soldado garak que estaba viendo el espectáculo — ¡Son materiales para construcción! ¡Sigan desperdiciándolos y se quedarán sin alimento!

    — ¡Vuelvan a sus trabajos de inmediato! — una de las mujeres garak se paró entre la multitud — ¡Fue divertido ver como tratan a este tipo como basura, pero recuerden que tienen que luchar para ganarse la comida!

    De no haber sido por ese llamado de atención, probablemente otros trozos de cascote, o incluso otros materiales, podrían haber sido lanzados en contra de Abel. Recordando que no estaban en la Tierra, y que las cosas que podrían arrojar contra Abel no les pertenecían, todos los soldados humanos decidieron volver a sus trabajos. Algunos se iban directamente, mientras que otros se acercaban a Abel para seguir escupiéndolo antes de marcharse.

    Cuando la calle quedó despejada y los soldados pudieron avanzar en paz, Abel sentía su cara totalmente salivada por tantos escupitajos que terminó recibiendo. Además, la sangre brotaba lentamente de la herida que le hicieron en la frente. Algo afligido por eso, este miró a los soldados de Zenith, como si estuviera solicitando que le limpiaran el rostro, pero sin pedirlo amablemente.

    — Te lo mereces — Casey, quien guardaba también un gran resentimiento contra Abel, no dudó en exponerlo — De hecho, te mereces mucho más. Debimos haberte entregado para que te lincharan.

    — Da las gracias de que Magnus te quiera con vida — Michael quiso hacerle saber que no estaba contento con él — Si no fuera por él, yo te habría pegado un tiro al verte.

    Estaba claro que nadie lo quería con vida. Su propia gente lo encarceló y lo mantuvo allí, y los ciudadanos de Zenith lo odiaban todavía más. El ex líder de Black Meteor sentía una gran desilusión al ver como cada error que él había cometido, aunque él no los consideraba expresamente errores, le regresaba y se los estaban haciendo pagar.

    — Esto es lo que yo gano por una vida de servir a mi gente — Abel pensó en el momento en el que se hizo cargo de todo — Ascendency ya estaba en crisis antes de la Catástrofe por culpa de las guerras. Yo cambié el nombre a nuestra nación y la hice nacer de nuevo. Y ahora, propios y ajenos me tratan mal… ¿Para esto me esforcé tanto? ¿Para recibir esta clase de desprecio? Hubiera preferido que todos nosotros hubiéramos muerto en el ataque a la Tierra. No debí haber salvado a nadie, y tampoco debí dejar que los de Zenith se salvaran. Ese fue uno de mis mayores errores.

    El resto del camino hacia su destino fue incómodo para Abel, dado a que su rostro estaba totalmente sucio y no podía hacer nada para limpiarse. Pero tras unos minutos que se sintieron eternos, llegaron a su destino. Abel entró al edificio en donde unos soldados garak que se cruzaron en el camino indicaron que debían llevarlo. Ace, Agustina y Noak entraron para llevarlo hasta Magnus.

    Siguiendo las indicaciones de los trabajadores de aquel lugar, los tres llevaron al militar hacia una sala iluminada por luces tenues, en donde solamente había una mesa y cinco sillas. Magnus estaba allí, acompañado por Terrior, Asmir y Cadain. Los líderes xaromitante, ryfier y garak no se querían perder nada de la conversación entre el que fuera líder de un país humano, y la persona que era y continuaba siendo su enemigo.

    Asmir no pudo evitar sentirse incómodo al ver que Abel mostraba signos de ser agredido. Eso quería decir que los humanos que estuvieron cerca como para verlo se habían saltado unos minutos de su trabajo. Supo entonces que le convendría tenerlo encerrado, para no correr riesgos de que sucediera un intento de matar al propio humano en su planeta, y para no entorpecer tareas laborales.

    Magnus también lo vio y supo que eso tenía que ser obra de su gente, puesto a que los escupitajos que dejaron su cara húmeda y la sangre que caía de su frente se veían frescas.

    — ¿Se encontraron con gente en el camino hacia aquí? — Magnus preguntó a los tres soldados.

    — Así es, Magnus, lo vieron y su reacción fue atacarlo — Ace informó sobre lo ocurrido.

    — Pero no los culpo, este maldito pedazo de mierda se las arregla muy bien para hacerse odiar — Agustina recordó la forma en que insultó a Ace — Tiene talento para eso.

    — Al menos ha sido lo suficientemente sensato como para traer a su gente aquí — Terrior, quien no conocía demasiado a los humanos, quiso hablar en su defensa.

    — En realidad, no fue así… — Noak miraba al xaromitante con asombro, dado a que nunca había visto a uno — Él quería irse a otro planeta y dejar las cosas como estaban. Su plan consistía en dejarnos vagar por el universo con la amenaza constante que los edagrianos representan… Y vivir siempre con miedo a la muerte.

    — Justo cuando pensé que podría esperar algo bueno de ti… — Magnus se decepcionó al escuchar eso — Gracias por haberlo traído. Tú uniforme revela que eres de Black Meteor.

    — Así es, señor, me llamo Noak — el soldado se presentó ante Magnus, a quien en un pasado odiaba, pero tras la decepción que Abel le hizo llevar, empezó a ver como una figura a la que seguir — Yo, igual que los que desertaron de Black Meteor en su momento, participé en la misión espacial.

    — Vaya, en ese caso, puedes integrarte a los demás soldados en alguno de los tres equipos disponibles — Magnus le contestó al soldado, reconociendo su valía y su experiencia por formar parte de dicha misión.

    — Gracias por eso, Magnus — contestó Noak.

    Ace y Agustina supieron que esas palabras de Magnus decían más de lo que él pronunciaba, pero su tiempo y lugar para discutir sobre ese tema no eran los actuales. Sabiendo que debían dejar a los cuatro líderes para que juzgaran al quinto, aunque este ya no estuviera en un puesto a su misma altura, se retiraron y regresaron a la nave, en la cual se encontraban antes de la interrupción para ir a buscar a Abel.

    Con la privacidad, los líderes se sintieron más libres para poder hablar con Abel. Magnus tomó una pequeña servilleta que tenía guardada en su bolsillo y le limpió la cara a Abel. Este, al recibir un gesto como ese de su parte, lo miró con resentimiento, puesto a que creía que lo consideraba inferior al hacerle eso.

    — Te limpio porque tengo que mirarte a los ojos y me das asco — Magnus fue sincero con él — No lo tomes como un favor, porque no lo es. Salvo que lo veas como un favor para mí.

    — Púdrete, puto charco de mierda — Abel contestó con desprecio, el mismo que le mostraron los ciudadanos de su país — Tu gente tiene la culpa de esto, no yo.

    — Les diste suficientes motivos para odiarte, y a mí también — Magnus finalmente terminó con él — Listo. Ahora siéntate y empecemos a dialogar. Hay cosas que te tengo que decir.

    El soldado de Black Meteor tomó asiento en su silla, en uno de los lados más largos de la mesa, estando totalmente solo mientras del otro lado, enfrentados a él se hallaban los cuatro líderes. Fue ahí cuando tuvo la oportunidad de mirarlos atentamente, sorprendido al ver que Magnus tenía a tres especies como aliados de su causa y para su país, mientras que él, o, mejor dicho, sus soldados, en todo el transcurso de tiempo que duró la misión, no pudieron encontrar ninguno.

    El verlos los hacía enojar, puesto a que representaban una superioridad en su enemigo para poder manejar relaciones con seres de otros mundos. Esa era la prueba más contundente de que, cuando terminara el conflicto contra los edagrianos, si es que terminaba para bien para todos ellos, Magnus sería el líder de la humanidad restante. Y él, por más que no le gustara, lo tendría que seguir.

    Asmir, Terrior y Cadain fueron invitados a la charla por Magnus, quien quería que conocieran al responsable de que la Tierra, o al menos dos de sus países, estuvieran en conflicto por tanto tiempo. Ellos aprovecharían esa oportunidad para aprender de la naturaleza humana, dado a que, en todos los días que duró su alianza, solo habían conocido una parte.

    — Veo que ni en el fin del mundo eres capaz de dejar de lado tu orgullo — Magnus empezó con un regaño — Todos ya saben quién eres, Abel. Pero me gustaría que les dijeras a nuestros aliados lo que haces. O, mejor dicho, lo que hiciste.

    — Pelear por mi país, y tratar de recuperar lo que el tuyo nos quitó — Abel no quería que lo pintaran como el malo de la historia — Nuestras naciones entraron en conflicto cuando el mundo entero se sumió en una guerra por poder y recursos. Ellos mataron a miles y saquearon cientos de nuestros recursos. Todo lo que hice fue por nuestro orgullo herido y para recuperarlos. Que les diga la verdad tal cual es.

    — No eres lo que yo esperaba — Asmir fue el primero en hablar con él — Cuando escuchaba rumores sobre ti, me imaginaba a alguien de temer. Pero ahora veo que eres un simple humano. No veo en ti nada de especial, Abel. Ni siquiera tuviste el valor para aceptar enfrentarte a los edagrianos. Cuando todos los garak te conozcan, ten por seguro de que nadie te va a respetar.

    — Me recuerdas a alguien, lo cual es bastante triste, si nos ponemos a pensar en ello — Cadain fue el siguiente, comparando a su antiguo líder con Abel — Increíble que la humanidad haya tenido gente como tú. Desde antes de que yo naciera, y cuando mi mundo aún era un lugar que podría llamar hogar, toda mi especie estaba en paz. Tú no eres capaz de hacer algo como eso ni en la muerte de tu mundo.

    — Pensar que yo he dejado a tanta gente atrás en sus días cuando mi planeta llegó a su fin — Terrior sentía lástima por Abel, pero más aún por el hecho de verlo vivo — Y a ti el universo y todas sus fuerzas te permiten seguir existiendo. Esto es una prueba de que no existe ningún tipo de justicia en la naturaleza.

    — Bien, me quedó claro que a tus amigos no les agrado, Magnus — Abel no quería seguir escuchándolos — ¿Qué es lo que tienes en mente para mí? ¿Me cortarás la cabeza y la llevarás de paseo entre los tuyos?

    — No, Abel, no te quería aquí para poder cortarte la cabeza — Magnus contestó confundiendo un poco al humano — Te convoqué a ti junto a toda tu gente porque necesitaremos fuerza y números cuando haya que luchar contra los edagrianos. Son una raza muy poderosa, y ya lo has visto. Ocasionaron la Gran Catástrofe, y llevaron a la Tierra a la Extinción. Ya no hay más países aliados, solo Zenith y Black Meteor… Pero tu soldado dijo que deseabas huir de ellos. Por eso quiero preguntarte si te vas a unir a nosotros en la lucha. No me servirá un cobarde en el campo de batalla.

    — Si yo lucho junto a ti, y ganamos, ¿qué nos espera a nosotros en el futuro? — Abel miró a Asmir fijamente — Los soldados que dispersaron a los humanos que me agredían eran parecidos a ti. Asumo que tú eres el dueño de este mundo.

    — Correcto, lo soy, al menos demuestras inteligencia — Asmir contestó, burlándose de él.

    — Y seguro no le darás asilo a la humanidad para siempre — Abel volvió a acertar.

    — Me impresiona lo rápido que eres para sacar conclusiones, humano, pero tienes razón — Asmir quería dejárselo en claro — Si ganamos la guerra, ustedes dejarán este planeta. Y si perdemos, bueno… creo que es obvio de que tendremos que irnos, porque este es otro de sus planetas escogidos para su propia gente.

    — ¿Y a dónde vamos a ir, Magnus? — Abel quiso saber qué podía esperar.

    — Si se puede, robaremos el planeta de los edagrianos para nosotros — el líder de Zenith reveló sus planes para el futuro — Si ellos son una raza que respeta la naturaleza, y los tuyos dijeron que estuvieron allí, quiere decir que será un lugar apto para vivir. Si ganamos la guerra, Edagr será nuestro hogar.

    — Perfecto, entonces ya sé que puedo esperar — Abel estaba dispuesto a negociar — Y también sé que es lo que voy a pedir a cambio de pelear a tu lado.

    — ¿No te da vergüenza pedir condiciones siendo una persona tan detestada por los tuyos y los de Zenith? — Terrior lo preguntó de forma retórica — Lamentable.

    — ¿Qué condiciones quieres, Abel? — Magnus preguntó, obligado por la situación — ¿Vas a pelear de nuestro lado si las cumplo?

    — Cumple lo que te pido y pelearé contigo — Abel contestó — Si no estás dispuesto a hacerlo, entonces mátame aquí y ahora. Porque no moveré un dedo por nadie de aquí si no tengo lo que quiero.

    Todos los cuatro líderes que lo estaban interrogando, encontraron en él una de las razones por las cuales la humanidad nunca pudo llegar a la paz. Abel demostró en pocas palabras y minutos ser alguien que parecía ser conflictivo. Incluso después de ver que las personas sobre las que ejercía poder lo despreciaban. Creerían que, por el daño que había hecho, lucharía para todos ellos dispuesto a sacrificar su vida, tal y como Allecreod lo confesó en el momento de su llegada. Incluso creían que, de no darse esta opción, al menos intentaría guardar apariencias.

    Pero eso fue algo que Abel no hizo. Pese a no encontrarse en las mejores condiciones para negociar, se atrevió a hacerlo. Magnus no le dijo nada, dándole así el pie para que hablara y pusiera sus demandas.

    — La gente me desprecia, eso ya lo notaron con solo verme — Abel empezó poniéndolos en contexto — Puede que tengan razones para odiarme, pero yo no creo haber hecho nada malo en mi liderazgo por Black Meteor. Luché para sacar el país adelante, y tenía mis razones para no querer luchar contra los edagrianos luego de la destrucción de nuestra Tierra.

    — No me interesan tus razones, Abel — Magnus le hizo saber que no escucharía eso — Puedes repetirlo como un disco rayado durante toda tu vida. Mi percepción de ti no va a cambiar. Di lo que quieres.

    — Ya que la humanidad tendrá un nuevo comienzo en el planeta Edagr, yo también quiero uno — Abel confundió con esas palabras — No me considero culpable de ningún crimen. Así que no aceptaré que me maltraten, que me encarcelen, que me esclavicen o que me quieran linchar. Cuando la guerra termine, me reinsertaré en la sociedad como un simple ciudadano común. Y nadie me juzgará o condenará por las decisiones que tomé al mando de Black Meteor. Me tratarán como un ser humano, sin violencia ni agresión contra mi persona. Tú serás el encargado de hablar con nuestra gente y decirles que estoy libre de castigo por mi pasado. Eso quiero. Nada más. No pelearé junto a ti si no llegamos a un acuerdo. Y no pienso negociar eso. Acepta el trato que te propongo, o mátame ahora mismo y ahórranos el disgusto a todos.

    Magnus se sentía atado de manos por Abel. Él, era de los que más deseaban que el líder de Black Meteor tuviera un castigo acorde a las cosas que hizo que terminaron prolongando un conflicto que los llevó a dónde se encontraban en aquel momento. Darle lo que él quería era algo que evitaría que pudiera sufrir un castigo acorde con sus crímenes, de los cuales Abel se consideraba inocente. Magnus no se lo quería dar, pero sabía que, contra los edagrianos, una persona más podría hacer la diferencia, así esa persona fuera el mismísimo Abel. Asmir, Terrior y Cadain lo miraron atentamente. Ninguno de ellos tres tenía poder de decisión en aquel momento, por lo que todo recaía en Magnus.

    Finalmente, el líder de Zenith decidió hablar.

    — Tendrás una vida tal y como la pides, pero con la condición de que no tendrás poder para tomar decisiones nunca más — Magnus quiso ahorrarse un problema a futuro — Ya sea que elijas quedarte en la milicia como entrenador o soldado, o prefieras convertirte en alguna clase de asesor, no te permitiré ejercer poder sobre la humanidad. Pase lo que pase, no te quiero ver a ti liderando nada.

    — No me molesta eso, después de todo, ya me hacía la idea de que me ibas a remover del mando de Black Meteor — Abel supo que no podía rebatirle nada a su enemigo — Acepto ese término. Ahora… ¿qué sucederá conmigo?

    — Viendo que la gente no te considera una persona grata, creo que lo mejor será encerrarte para evitar que entorpezcas actividades laborales — Asmir decidió que lo encarcelaría — Tendrás una comida y una ración de agua por día. Así que, disfrútalas. Volverás a salir de ahí cuando llegue el momento de pelear.

    — Genial, luego de unos ocho días encerrado solo, ahora tengo que seguir así — Abel emitió una queja por su situación.

    — De hecho, no estarás solo en las celdas — Cadain fue quien habló con él — Tendrás compañía. Y creo que es alguien con quien te llevarás bien.

    Abel se sorprendió al ver que había alguien más en las celdas a las cuales sería llevado, lo cual no lo emocionaba precisamente, llegando a pensar que sería puesto junto con algún criminal. Ante la vista de todos, el líder garak lo tomó desde los brazos, retenido todavía para restringir sus movimientos, y lo sacó de la sala donde todos estaban reunidos para así poder trasladarlo a donde debía estar.

    Antes de dejar el lugar de reunión, Abel aprovechó y miró a Magnus con una mirada de pocos amigos. Este, sabiendo que no estaba contento con lo ocurrido, se la devolvió. Ambos estaban en malos términos, pero al menos, lo que tranquilizaba al líder de Zenith, era que pudieron llegar a un acuerdo para que Abel fuera una persona más de su lado cuando fuera el momento de salir a pelear contra los edagrianos.

    Con él y los soldados de Black Meteor que llegaron al planeta dentro de la ecuación, ya todos estaban en condiciones de empezar a planificar su ataque al planeta Edagr. Un plan para hacer frente a un enemigo como ese requería que ellos supieran bien con qué clase de fuerzas contaban para dicha batalla. Con la llegada de nuevos humanos al planeta, sabían que no tenían motivos para especular, y que solo requerían saber sus números militares para poder iniciar con la planificación.

    Ignorando ese detalle, Abel fue arrastrado de la sala por Asmir, quien pronto llamó a dos de sus trabajadores. Estos se acercaron a él y recibieron la orden de llevarlo hasta las celdas, donde el humano esperaba reunirse con alguien. Obedeciendo a su líder, los dos garak sacaron a Abel del lugar, mientras este miraba con atención la infraestructura de los edificios de aquel planeta. Ya que estaba allí, al menos quería distraerse con algo, incluso aunque esto fuera algo en lo que no tuviera idea de nada.

    Lo sacaron del edificio, y luego lo llevaron por calles y callejones desiertos de humanos, en los que solamente transitaban los miembros de la especie dominante del planeta. Pese a todo eso, Abel escuchaba un par de burlas. Los garak se referían a él como “el odiado por todos”, o también como “el que fue agredido por los suyos”. Incluso entre miembros de otra especie era imposible para él encontrar la paz, y supuso que todo eso era por los chismes que se desparramaron cuando los garak tuvieron que dispersar a los humanos que lo atacaban.

    La incomodidad volvió a reinar en su interior, hasta que finalmente llegó al edificio designado como cárcel, en el cual se iba a tener que acostumbrar a vivir. El día en el que partieran a la batalla podría tardar en llegar, y por eso, Abel supo que la espera podría ser muy larga. Uno de los soldados abrió las puertas, y el otro se encargó de llevar a Abel a su interior.

    El humano pudo ver el lugar y se dio cuenta de que las cárceles en Garak eran muy distintas a las de la Tierra. Las celdas no tenían barrotes, y estaban compuestas por paredes de concreto sólido, dejando la parte de adelante visible gracias a un cristal, el cual Abel supuso que sería blindado, y que intentar romperlo sería un error. Al mirar al interior de una de las cuarenta celdas que había en ese complejo tan grande, pudo ver que había un ser que se veía muy similar a uno de los líderes con los que habló. Fue dejado en una celda justo enfrente de la suya, y luego, los garak se retiraron del lugar.

    El ryfier escuchó el ruido, y miró atentamente todo lo ocurrido. Esperó a que los dos garak se fueran para intentar comunicarse con el humano, a quien no recordaba haber visto entre los que lo recibieron. Pese a que no esperaba tener compañía, su llegada significaba que no tendría que pasar su encierro solo. Queriendo mostrar cortesía, quien ya se encontraba allí fue el primero en hablar.

    — Hola — saludó — Mi nombre es Allecreod. ¿Qué hay de ti? ¿Quién eres?

    — Me llamo Abel Hartka — el soldado de Black Meteor no estaba interesado en una conversación, pero era mejor eso a estar solo — ¿Por qué te trajeron a este lugar?

    — Por errores que cometí creyendo que hacía lo correcto — Allecreod lo dijo en una forma en que Abel se pudo sentir identificado — ¿Y a ti?

    — Podría decirse que fue por lo mismo que tú — el humano sentía mucho interés en su compañero de encierro — Cuéntame más, Allecreod. Quiero conocer tu historia.

    […]

    Una vez que Abel fue entregado, Noak, Agustina y Ace regresaron con sus compañeros. El comandante Lakor les dijo que tenían algo que discutir, pero que sería mejor hacerlo en la nave xaromitante, donde pudieran tener privacidad, cosa de la que no podrían gozar si simplemente se quedaban en las calles del planeta Garak. Además, era probable que no todos supieran que ellos tenían el día libre, por lo que quedarse en ese lugar y dar la sensación de que eran perezosos que se estaban salteando horas de trabajo no les traería ningún beneficio.

    En silencio, sabiendo que hablarían más cómodos en la nave, todos acudieron a ella. Noak, quien no había estado allí antes, aprovechó la ocasión para admirar la belleza del planeta Garak. El soldado pudo notar que era un mundo que no estaba en guerra, y se podía dar cuenta por ver como los sitios estaban impecables. Entre la población de aquellos seres, el respeto por su mundo era notable. Era casi difícil de creer que los edagrianos los hayan visto como seres que hubieran arruinado su planeta, pero eso era algo que escapaba a su juicio.

    Una vez llegaron a la nave xaromitante, fueron al lugar en donde todos dormían, la sala de entrenamiento, que había dejado de cumplir esa función desde el día que escaparon de la Tierra. Para que Noak se sintiera más cómodo, Xander y Thomas fueron a buscarle una cama libre para que así pudiera quedarse junto a ellos, cosa que él agradeció mucho, notando un ambiente familiar y muy agradable entre todos ellos, dándose cuenta de que ese era otro motivo más por los cuales debía haberse ido junto a sus compañeros.

    Dejando ese tema de lado, el comandante Lakor decidió empezar a hablar.

    — Cuando entregamos a Abel, Magnus le dijo a Noak que podía unirse a uno de los tres equipos que teníamos — comenzó contando — Eso quiere decir que él no está pensando en fusionar nuestros grupos en un solo equipo o en dos.

    — Pero si Noak se une a uno de los dos equipos, seguimos siendo once soldados — Gwyn notó ese detalle — Falta alguien para completar un equipo de cuatro. Salvo que Magnus piense en que haya dos equipos con cuatro soldados y un equipo con tres.

    — Eso es algo que le preguntaré el día de mañana, pero al menos ya sabemos sus planes — Ace pronto miró a Noak — Tienes dos opciones para elegir.

    — ¿No eran tres? — Noak se sentía algo confundido.

    — Sí, pero uno de los equipos ya está completo — Michael empezó a contar al soldado — Ace, Agustina y Natasha forman un equipo, comandado por él.

    Noak no se sorprendió al escuchar que Natasha se encontraba dentro de su unidad, pero a diferencia de cómo podría haber sido en el pasado, eso no le causó molestia alguna. Todo lo contrario, esbozó una sonrisa pequeña casi imperceptible por eso.

    — El otro grupo es comandado por mí — Michael decidió continuar — Alicia y Gina están en ese equipo.

    — El último equipo lo integramos Thomas, Xander, Casey y yo — Gwyn fue la última en hablar — Y yo soy comandante de dicho equipo.

    — Tienes dos opciones para elegir — Alicia quería hablar con el soldado para no dar la impresión de ser una chica callada — Puedes entrar a nuestro equipo, o puedes optar por el de Ace. Nadie te juzgará por eso.

    Todos los demás en la sala se quedaron callados a la espera de saber cuál sería la decisión de Noak para su futuro. Este, luego de ver a Gina a los ojos y notar que ella le estaba sonriendo de forma tierna, supo que tenía realmente una única opción, a pesar de que le ofrecieran dos en principio.

    — Michael, quisiera poder estar en tu equipo — Noak miró al comandante, para luego devolver una mirada a Gina — Si me admites, te juro que demostraré ser un gran soldado.

    — Creo que ya sé los motivos por los cuales has decidido unirte a nosotros — Alicia notó lo que había entre el soldado y su compañera, por lo que no le pareció una sorpresa su elección — Pero serás bienvenido a nuestro equipo.

    — Justo como Alicia lo ha dicho, Noak — Michael le estrechó la mano — Bienvenido al escuadrón Umcali.

    — Gracias por la bienvenida, comandante — el soldado aceptó el saludo.

    Pese a que no había pasado ni siquiera una hora junto a ellos, Noak se sentía como si estuviera en casa. Con cada palabra que intercambiaba, podía sentir como el arrepentimiento por haberse quedado en vano en Black Meteor subía, dado a que sentía que se había perdido de compartir esa sensación tan cálida junto a los demás compañeros que sí se habían marchado.

    Con él integrándose al equipo de Michael, cubriendo así la ausencia de la fallecida Melody, el único equipo al que le faltaba un integrante más para que pudieran completar tres escuadrones con cuatro soldados, a los cuales lógicamente se les añadirían muchos más al dar inicio con la marcha hacia la guerra en el planeta Edagr, era el equipo de Ace, Agustina y Natasha.

    Sin embargo, tal y como Ace había dicho, esa era una preocupación para otro momento. Lo que él quería era concederle a Noak la oportunidad de hablar.

    — Ahora que recuerdo, dijiste que querías hablar conmigo — Ace le llamó la atención al soldado — No te molesta que ellos estén presentes, ¿verdad?

    — Para nada, Ace — Noak de hecho se sentía tranquilo — Es algo que quiero saber… Se trata de algo que tú sabes bien porque creciste en Black Meteor, de la mano de un comandante. Siempre me llamó atención tu traición contra tu equipo en una misión tan crítica. Mucho más el hecho de que te integraras al Zenith, quienes eran nuestros peores enemigos en aquel tiempo.

    — ¿Lo juzgas por lo que él hizo? — Thomas quiso inquirir en el tema — ¿O lo odias por eso?

    — En un principio lo juzgaba y lo odiaba, no puedo decir que no lo haya hecho — Noak agachó un poco la mirada al recordar ese aspecto en su vida — Pero ahora, luego de haber visto la verdadera cara de Abel, ya no te juzgo. Y por supuesto, ya no te odio.

    — Entonces, ¿a qué viene tu deseo de querer hablar con él? — Gwyn, quien escuchó sus palabras más temprano en el día, quiso saber si sus suposiciones serían ciertas.

    — Solamente quiero conocer tus motivos, Ace — Noak lo miró fijamente al decir eso — Sé que tú te marchaste por una razón. Y quiero conocerla. Tal vez tú hayas visto la verdad antes que todos nosotros. Y es por eso por lo que lo quiero saber.

    Ace dejó salir una exhalación al recibir ese pedido de su nuevo compañero. Luego de no poder hablar mucho del tema con Abel, puesto a que este no tenía nada que decirle, y de las revelaciones que Lathan le hizo en su momento, el comandante Lakor no tenía buenos recuerdos ni sensaciones trayendo ese tema a la mesa. Sin embargo, su compañero quería una respuesta, y creyó que sería mejor si él fuera quien se la diera.

    — Morris Grant no fue un buen hombre conmigo — Ace no se refería a su crianza — Me adoptó solo porque yo fui el mejor en unas pruebas que hizo, es algo que admitió él. Luego, me modificó los recuerdos para que todas las imágenes mentales que tenía con mis verdaderos padres se fueran, y creyera que él era mi verdadero padre. Durante la misión, yo fui capturado por el Zenith, y él estuvo dispuesto a dejarme morir con tal de no renunciar a su ventaja, la cual vino gracias a que logramos reclutar a un soldado de Zenith para Black Meteor. Perder a ese soldado, significaba quedar como estaban antes, y Morris Grant quería seguir con su ventaja. Así que me abandonó. Para recuperar a esa soldado, familiar de Michael, él hizo un trato conmigo.

    — Ace siguió ese trato para salvar su vida, y como agradecimiento, cumplí mi palabra — Michael quería hacerse conocer ante el nuevo soldado de su equipo — Nuestra unión fue capaz de salvar a mi prima… Aunque el bastardo de Grant se las arregló para quitármela más adelante.

    — Cuando vi que recibí más sinceridad de los soldados de Zenith que de mi propio padre, lo tuve claro — Ace quiso concluir él su historia — Ellos eran quienes me merecían. No quería que mi padre adoptivo pudiera ganar en la misión, no después de haberme traicionado así. Por eso me uní a ellos. Y así fue como logramos detenerlos.

    — Gracias a eso, nuestro comandante permitió a Ace quedarse en el equipo con nosotros — Agustina tomó la mano de su novio tras haber dicho eso — Y doy las gracias porque lo haya hecho.

    — Ya entiendo… — Noak se sorprendió con el relato escuchado — Creí que tú habías traicionado a tu comandante, pero en realidad, fue él quien te traicionó primero a ti… Lo siento, Ace. Te he juzgado mal todos estos años que han pasado. Espero que me perdones.

    — No tengo nada que perdonar, Noak — el comandante Lakor le quiso hacer saber que no tenía problemas con él — Entiendo que pensaras mal de mí sin conocer el resto de la historia. Lo importante es que ahora que conoces toda la verdad, no miras hacia un costado. Eso habla muy bien de ti.

    Todo lo que estaba sucediendo era inesperado para Noak, pero no por eso algo malo. El soldado esperaba un ambiente un poco más hostil, aunque sea para con él, por el hecho de haber provenido del país enemigo. Pero no tardó en darse cuenta de que, con el fin del mundo dejándolos a todos ellos cerca de la Extinción, la unión entre todos ellos era más que fuerte.

    Noak estaba satisfecho por lo sucedido en el día de hoy. Pudo reencontrarse con sus compañeros, entregar a Abel para que fuera juzgado por el propio Magnus, y también pudo encontrar una respuesta que buscaba. Pronto, una pregunta invadió su mente.

    — Chicos… ¿ustedes recuerdan a Nick? — preguntó Noak.

    — Sí, lo vimos parado junto a ti cuando llegaron — Xander recordaba haberlo visto — Lo reconocí entre toda la gente. Él formó parte de ese consejo junto a ti, ¿verdad?

    — Así es, él y yo formamos parte de ese consejo — Noak contestó a su compañero — Él seguro ya habrá preguntado, pero en caso de que nadie pueda responderle esta pregunta, creo que lo mejor será que yo también pregunte. ¿Qué fue lo que sucedió con Lathan luego de que lo delataron? Abel me dijo que fue capturado por Magnus. ¿Él pudo salvarse junto a ustedes?

    — Lathan fue encerrado cuando Magnus lo descubrió — Ace, quien fue el último de todos los presentes en hablar con él, eligió ser él quien revelara la verdad — Él pidió hablar conmigo, porque él fue un amigo mío cuando estuve en el orfanato. Así que fui al lugar donde lo tenían retenido y pude hablar con él.

    — ¿Cuándo fue eso? — Noak quería saber si había esperanza para el joven espía.

    — El mismo día en el que Arion atacó y causó la muerte de la Tierra — Ace mató las esperanzas de Noak con ese dicho — No sé si lo habrán dejado salir de la cárcel y le dieron la oportunidad de que pudiera llegar a una nave y escapar. O si simplemente murió encerrado en dicha celda… Pero Magnus pidió que las naves que salieron de Zenith realizaran un censo de la población que pudo salvarse… Y lamento decirte que Lathan no estaba entre ellos.

    — Entonces, ¿él murió en la Tierra? — Noak se sentía mal por la forma en la que reaccionaría Nick al enterarse, siendo que él declaró que le agradaba el chico.

    — Siento tener que decirte que sí — Ace contestó a su pregunta, con un pequeño dolor en él — Y es una lástima. Luego de descubrir que él y yo fuimos amigos en el pasado, quería seguir hablando con él. No sé cómo habrá sido su muerte, pero sé que debió estar asustado cuando supo que no podría salvarse.

    — Es por eso por lo que los edagrianos tienen que pagar por lo que hicieron — Natasha, quien fue la que imploró ante Magnus por la vida de Lathan, tenía más que claro lo que debían hacer — Lathan, igual que muchas personas en la Tierra, tenían la vida entera por delante. Y por culpa de ellos, ya no podrá vivir en un futuro junto a nosotros. Él no merecía tener la muerte que tuvo, pero fueron los edagrianos quienes terminaron eligiendo su destino. Por eso tenemos que pelear. Para poder vivir en un futuro donde nuestro destino sea elegido nada más que por nosotros.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, como siempre un placer estar aquí comentando LGC y hablar por Discord, aunque en un día atípico XD. He de decir que el capítulo me ha gustado mucho, finalmente parece que todos los cabos sueltos se van atando y poco a poco la historia parece dirigirse hacia un destino concreto. Solo queda ver la llegada de Ixorum a Garak y acto seguido (supongo) vendrá la épica guerra de todas las especies contra los edagrianos. Pero sin adelantarme a los acontecimientos, pasaré a comentar el capítulo de hoy :D

    Comenzamos con el grupo, al menos algunos de ellos, llevando a Abel hacia su reunión obvia con los líderes de la "alianza" (lo pongo entre comillas porque ahora mismo no parece una alianza de verdad, con el pvto de Asmir en modo dictador :v) en lo que un ciudadano le reconoce y decide increparle, seguido de muchos otros que abandonan temporalmente su trabajo para insultar y escupir al ex líder de Black Meteor. Incluso le lanzan un escombro o ladrillo que le impacta en la frente y le abre una pequeña brecha, entre una lluvia de escupitajos que de seguro debe dar mucho asco XD. En medio de ese barullo, Gina advierte a Noak de que cuando hable con Ace sea sensible, dado que el suicidio de Wagner está muy reciente. Es un detalle de apreciar por parte de la chica por advertirle al respecto, y de él por tenerlo en cuenta para más adelante. Al margen, algunos de sus compañeros escuchan dicha conversación privada.

    Tras esto, Abel llega a su destino, donde le esperan los líderes Asmir, Magnus, Cadain y Terrior. El líder de Zenith le limpia la cara, más por respeto que por otra cosa, e inicia la conversación. Los líderes no se sorprenden de como es Abel ya que Magnus les ha contado al respecto, aunque sí ven que demuestra ser muy conflictivo. Abel solo piensa en sus intereses y es así como exige un trato si es que quieren que él forme parte de la guerra. Abel pide a Magnus la libertad sin cargos en cuanto acabase la guerra, algo que pese a no poner muy alegre al líder de Zenith, parece aceptar. Yo personalmente accedería, pero una vez acabase la guerra decidiría su destino según lo que haya hecho y sucedido. Abel no es un tipo al que tener suelto como si nada, y si no está 100% comprometido y reinsertado, mejor es encerrarlo o en caso extremo, ejecutarlo.

    Finalmente, el grupo de soldados principal entre los que se encuentran Ace, Michael, Natasha, etc se reunen en la sala de entrenamiento de la nave que ahora usan para dormir. Le hacen un sitio a Noak, quién deberá elegir en qué escuadrón estar. Era obvio que terminaría en el de Michael, Alicia y Gina porque ahí está su chica, algo que la pareja veterana pronto ve. Además, Ace le revela la realidad de su traición a BM, cosa que le deja en un lugar lógico ante Noak, quién ahora se da cuenta de porqué éste lo hizo. Sin duda, me alegra saber que ya lo sabe. Y quién sabe (valga la redundancia XD), quizá hasta se hagan amigos. Sería interesante verlo y de seguro será interesante verlos interactuar juntos.

    No me explayaré mucho más, como bien sabes, ha sido un disfrute el estar aquí un día más en una nueva semana. Y estoy muy expectante sobre lo que se avecina.

    Será hasta la próxima, amigo mío :\*u*/:
     
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    Agus estresado

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    Piscis
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    Título:
    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    7867
    Saludos. En un día inusual, elijo publicar el próximo capítulo de LGC. Dado a que este fin de semana tengo el sábado ya reservado y el domingo es la final del mundial (¡Vamos Argentina! :) ) tomé este día como el ideal para publicar.

    Este será el último capítulo a publicar durante el año. Quedaríamos con un total de 32 capítulos en este año 2022 y nos quedarían un total de 15 para concluir la parte VI en el año 2023. Pero esta parte no será lo único que vean sobre LGC en el año próximo, pero mejor no adelantarse a nada y vayamos paso a paso.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en la historia. Desde que esta historia empezó a publicarse allá en el lejano año 2017, no se ha dejado pasar un solo capítulo sin leer, haciendo lo mismo con esta parte también. Ver sus comentarios cada semana es una gran alegría para mí, y mucho más cuando nos toca compartir lecturas por Discord :cynda: . Este finde no se podrá realizar la leída en simultáneo, pero sé que el año próximo estará lleno de fines de semana en donde podremos juntarlos a leer y a reirnos como hemos hecho a lo largo de este. Esperemos y tendremos nuestra recompensa.

    A los usuarios que se pasen por acá para leer les deseo feliz navidad y año nuevo. Y luego de posponerlo varias veces, la cronología y la guía de personajes están actualizadas :)










    Se terminó el tiempo:

    Dos días habían acontecido en Garak desde la llegada de las naves procedentes de Ryfier y de Black Meteor. La organización de tantos seres en un solo mundo fue tarea difícil para todos los líderes, quienes tenían que realizar tareas de seguimiento y ubicación para cada ser vivo y familia allí presente. Una decisión tomada por ellos era que las familias no iban a participar del ataque al planeta Edagr en cuanto este tuviera lugar, por lo que aquellos hombres y mujeres no militares no tenían otra opción más que ser desplazados de las naves y reubicados en unas casas de las ciudades garaks menos pobladas.

    Debido a la extensión del planeta, fue un trabajo muy arduo poder llevarlos a todos a su lugar, pero una vez lograda dicha tarea, los únicos que quedaban a bordo de las naves eran los soldados que partirían hacia las batallas.

    Ya sabiendo cuantos militares podrían tener disponibles para lo que sería un asalto masivo al planeta de los causantes del exterminio, solo bastaba definir cuál sería la estrategia por utilizar. Era por esa razón que se formó un consejo de guerra entre los cuatro líderes y algunos otros miembros de sus especies.

    Asmir estaba en el lugar junto con Kila y otro soldado garak al cual los humanos no tuvieron la oportunidad de conocer, siendo tres representantes de la especie dueña del planeta. Magnus iba acompañado por sus tres comandantes, los últimos que tenía, y los cuales habían recibido su nombramiento hacía muy poco. Ace, Michael y Gwyn estaban detrás de él, mientras él ocupaba un asiento en la mesa junto a los tres garaks y los líderes de las otras dos especies. Dado a que Wida era la única guerrera pura que quedaba en su raza, ella hacía compañía a Terrior, habiendo sido reemplazada por Nick en su función de reestablecer a Xorxaik para que luchara junto a ellos. Cadain, dado a que no podía ser el único representante de su especie en dicho consejo, tuvo que elegir entre los soldados ryfier a alguien que pudiera ser de confianza para él en una situación así.

    Una vez que todos estaban reunidos, fue el líder del planeta anfitrión el que inició su reunión.

    — Bienvenidos todos al consejo de guerra de las cuatro especies de la alianza — Asmir puso el nombre para la organización que tenían — He elegido este edificio en remodelación como nuestra base de operaciones. Solo ustedes pueden entrar aquí en representación de sus especies, si necesitan algo del exterior, se lo deberán pedir a los soldados garak, y ellos lo traerán aquí mismo.

    — Creo que eso estaba de más, ya todos sabemos que tú eres el que mandas aquí — el ryfier que iba detrás de Cadain no tardó en manifestar su descontento — Ya sabíamos que tú no dejarías que nadie de afuera toque este sitio.

    — Créeme, con gente como ustedes, eso nunca se sabe — Asmir contestó mirando al ryfier a la cara — ¿Cómo te llamas, joven?

    — Mi nombre es Ebilo — contestó el ryfier ante el líder de los garak — Estoy aquí porque Cadain me eligió. No cuestione mis habilidades, ni el juicio de nuestro líder.

    — No lo hago, solo quería saber con quienes estaba hablando — Asmir pronto miró al soldado garak que iba junto a ellos — Tú ya los conoces a todos, pero no todos conocen tu nombre. ¿Por qué no te presentas?

    — Me llamo Halur — el garak no tardó en revelar su nombre ante todos los presentes — Soy uno de los nuevos soldados con mejores rendimientos en entrenamientos. Espero que todos podamos llevarnos bien en este consejo.

    — Dejemos las formalidades de lado pronto — Magnus creía que estaban perdiendo tiempo — Estamos aquí para decidir un plan y una estrategia para la victoria. Así que, ¿por qué no empezamos?

    Los tres comandantes de la raza humana miraron con felicidad a su líder, dado a que los tres estaban por expresar lo mismo que él. Estaban hartos de formalidades, sobre todo viniendo de razas como los garak y los ryfier, quienes no habían perdido sus planetas por completo. A diferencia de ellos, la Tierra fue destruida hacía muy poco tiempo, y eso solo había alimentado el deseo de venganza en los días transcurridos.

    — Primero tenemos que saber cuántos números tenemos para la batalla — Asmir empezó con la charla — Los garak vamos a enviar a unos cien mil soldados a esta batalla. No más. Nuestra población no puede quedar totalmente desprotegida si fallamos, o si nunca regresamos.

    — Bueno, ya todos saben que los xaromitantes no podemos aportar demasiado — Terrior miró a Wida con preocupación — Mi hijo, Wida y yo somos los únicos que tenemos un poco de naturaleza guerrera en nuestro ADN. Somos los únicos tres de nuestra especie que vamos a ir a pelear. Lamento que sea una cifra tan baja.

    — No es culpa tuya, Terrior, todo es a causa de los edagrianos que lanzaron la Gran Catástrofe contra Xarom — Magnus quiso que su compañero no se viera con una carga tan grande — Somos ochenta mil humanos en total, pero muy pocos son soldados listos para la guerra. Contándonos a nosotros, solo podemos enviar a unos veinte mil. El resto son civiles o cadetes que no han terminado su preparación. Mandarlos a una guerra así solo sería un desperdicio. Eso es lo que la humanidad puede ofrecer.

    — Los ryfier no estamos en mejores condiciones — Cadain agachó la mirada esperando gestos hostiles de parte de los demás — Solo podemos proporcionar doscientos soldados. No éramos demasiados de todas formas, pero es lo que tenemos.

    — Quiere decir que una vez más, la misión dependerá de los garak en su totalidad — Asmir ya se estaba acostumbrando a dichas situaciones — Como siempre… nosotros ponemos el mayor esfuerzo y recibimos el mayor daño. La felicidad que tendré cuando toda esta guerra termine y ustedes desaparezcan de mi vida no tiene límites. Dennos las gracias, porque esta será la última vez que nos van a utilizar así.

    Todos los seres que provenían de otro planeta guardaron silencio. No encontraron una forma para poder responder a esas palabras. Lo que Asmir dijo no era ninguna mentira, la población garak era la que más soldados iba a enviar, por lo cual sería la más numerosa en el ataque, y, por ende, la que más miembros se exponía a perder. Incluso sumando a todos los enviados de las otras tres especies, no podían ni siquiera alcanzar la mitad de lo que ellos estarían dispuestos a enviar.

    Era muy incómodo para todos ellos recibir acusaciones de ese estilo y no tener nada con qué defenderse. Por más que lo que Asmir dijera fuera verdad, no era nada agradable tener que soportarlo, pero otra cosa no había en reserva para ellos. Era el líder de la raza más numerosa y el dueño del planeta en el que todos se encontraban. Reprocharle algo no era una opción.

    Kila, quien tuvo una experiencia poco agradable en los primeros días de viaje en la nave xaromitante, se regodeaba al ver a Michael, Gwyn y Ace sintiendo lo mismo que ella sintió cuando la tuvieron amenazada. Halur, por su parte, se sentía con el ego alimentado por ver que ellos eran los que tenían la mano superior en todo eso.

    Habiendo acabado con el conteo de cabezas, era el momento de planificar la estrategia que iban a adoptar en la batalla, donde serían todos juntos contra una única especie.

    — Sabemos que el planeta Edagr es algo pequeño por lo que nos reportaron los soldados de Black Meteor y los ryfier que viajaron con Allecreod — Magnus empezó a hablar — Por lo tanto, su población no debe ser tan numerosa. Si la razón por la que iniciaron la Gran Catástrofe era para poder tener nuestros planetas para ser habitados por ellos, pero sin haber enviado a nadie a esos planetas hasta el momento, quiere decir que su planeta aún puede darles un hogar a todos.

    — ¿A dónde quieres llegar con eso? — Ebilo preguntó la finalidad de ese análisis.

    — Quiero decir que podríamos dividirnos en varios escuadrones y atacar el planeta Edagr desde varios puntos al mismo tiempo — Magnus pensó en esa posibilidad — Tendremos que coordinar la salida de nuestras naves para que todas las que van a viajar aparezcan en el cielo al mismo tiempo. No hay que darles la oportunidad de concentrar a sus tropas en un solo lugar, mientras más dispersas estén, más fácil será atacarlos.

    — Y de esa forma, cuando un grupo termine de limpiar una zona de enemigos, podría ir a ayudar al más cercano — el comandante Lakor se unía a la conversación.

    — Precisamente, todos nos apoyaríamos conforme fuéramos ganando batallas — Magnus pensaba en una gran posibilidad — El problema serán los vehículos. Solo los garaks tienen tanques para esta batalla, ellos serán los únicos que podrán movilizarse por tierra. El resto tendremos que abordar las naves, lo que significa esperar a que cada soldado del escuadrón esté a bordo, y luego así movernos de un punto a otro.

    — Allecreod mencionó que había algo llamado tren solar en una de las ciudades — Cadain quiso poner información en la mesa — Si pudiéramos aprender a manejarlos y tomar sus controles, podríamos movernos de un lugar a otro con facilidad. Aunque sea un pequeño número de soldados.

    — No creo que sea una buena estrategia, si esos trenes tienen un sistema de protección contra intrusos, nos podrían eliminar — Wida empezó a participar — Si hay explosivos a bordo, y ellos los detonan, matarán a varios de nosotros de un plumazo.

    — ¿Y qué sucederá con las bestias de Fientlig? — Gwyn pronto pensó en esa posibilidad — Nos costará mucho trabajo mantenerlas a raya una vez que las liberemos en el planeta. Obedecen nuestras órdenes, pero si se dispersan demasiado, sería imposible recuperarlas.

    — Una vez que soltemos a las bestias, dejaremos que estas arrasen con la población del planeta — Michael lo vio como solución — Morirán rápido, pero causarán varias bajas y ocasionarán algo de miedo en el enemigo. Aquellos que sobrevivan, verán baja su moral.

    — ¿Realmente vale la pena gastar tanto esfuerzo en esos animales si los vamos a descartar tan pronto? — Halur le cuestionó eso a Michael — Además, los edagrianos tienen la fama de ser adversarios temibles. Tal vez las bestias no logren hacerles nada.

    — Pueden funcionar como escudo de vida — Ebilo propuso una solución para eso — Las bestias podrían ser usadas como distracción también. Serían señuelos que avanzarían por el planeta permitiéndonos tomar más control del terreno.

    — ¿Pero no sería imprudente pensar en eso siendo que no tenemos hecho un reconocimiento del terreno al que vamos a ir? — Kila no tenía predilección por esa idea — Los soldados de Black Meteor y los ryfier que tocaron la superficie del planeta no han estado en nada más que en una ciudad. Asumir que todo su planeta es como esa ciudad sería catastrófico.

    — No podemos acercarnos, tienen tecnología muy superior a la nuestra — Asmir tuvo que regañar a la chica de su especie — Tan pronto como Allecreod aterrizó, fueron a recibirlo, y los soldados de Black Meteor sufrieron el mismo destino. Si vamos a hacer un reconocimiento, arruinaremos nuestro ataque sorpresa.

    — Concuerdo con Asmir, cuando ellos nos vean, ya no podremos volver atrás — Terrior supo que no podían hacer otra cosa — Ellos han usado naves con un gran poder para destruir la Tierra porque, según tú, dijeron que estaba arruinada para ellos. En ese caso, no usarán esas naves tan arrasadoras en su planeta. Por lo tanto, la batalla tiene que ser allí. Ni siquiera serviría movernos hacia otro planeta para intentar apartar a su ejército.

    — Entonces, ¿de qué sirve un consejo de guerra si nadie sabe nada del enemigo? — Ebilo se mostraba disconforme con cada argumento anulando al anterior — ¿Qué clase de consejo podemos adquirir si no tenemos información útil al respecto?

    — Concuerdo contigo, Ebilo, eres inteligente, pero eso que estás diciendo no resuelve nada — Michael le dijo lo que pensaba — No conocemos al enemigo, y solo podemos asumir cómo será la batalla.

    — ¿De qué sirve entonces este consejo? — el ryfier no se mostró contento con esa respuesta — Dímelo.

    — Para eso lo hemos formado — Ace apoyó a su compañero — Al no conocer al enemigo, no podemos elaborar una estrategia perfecta. Por lo tanto, hay que armar varias. Si una falla, adoptaremos otra. Así hasta dar con la más adecuada para pelear contra los edagrianos. ¿O tú tienes algo de información que quieras compartir?

    — No tengo nada — Ebilo no se sentía del todo contento en ese lugar — Pero ese es el caso para todos. Nadie aquí tiene nada. Entonces, ¿para qué formamos esto en primer lugar?

    — ¿Eres imbécil o sordo? — Wida se enojó con él — Ya te han explicado para qué estamos aquí. Tenemos que analizar los pros y contras de cualquier movimiento que vayamos a hacer allí.

    — Creo que esto no está ayudando nada — Terrior veía que las cosas se salieron de control pronto — Ya no estamos haciendo nada más que discutir entre nosotros.

    — En eso tienes razón, Terrior — Magnus estaba por decir lo mismo — Un consejo de guerra debería servirnos para planificar contra el enemigo, no para atacarnos mutuamente.

    — ¿Qué sugieres, Magnus? — Cadain quiso conocer la opinión del líder humano.

    — Que nos tomemos un día o dos para calmar nuestras mentes y pensar en estrategias diferentes — el líder de Zenith, convertido en líder de la humanidad tras el arresto de Abel, tuvo una idea para todos ellos — Creo que venir cada uno con ideas preparadas sería mejor que simplemente ponernos de acuerdo en una sola aquí y ahora. Que claramente, no está funcionando.

    — No sé si tendremos tanto tiempo para decidir — Asmir no quería llevar a cabo dicho plan — No sabemos cuánto tardarán en enviar sus naves hacia los planetas supuestamente exterminados. Si una nave edagriana llega hasta nosotros antes o durante nuestra marcha a su planeta, darán el aviso y vendrán a exterminarnos de forma definitiva.

    — Pero si vamos a pelear sin una idea sólida, o con varias, como pensamos hacer, seremos asesinados sin remedio — Ace quería convencerlo de que era lo mejor — Y entonces, el habernos apurado no servirá de nada.

    — Me has convencido, humano — pese a conocer su nombre, el líder garak no lo llamó con este mismo — Nos tomaremos dos días para pensar mejor en todo lo que vamos a hacer. Traten de analizar todo lo que puedan para pasado mañana, y que sea una discusión calmada. Así podremos tener un plan que de esperanza a nuestra gente.

    Sin haber hecho casi ningún progreso más allá de simplemente ponerse de acuerdo para conocer cuántos soldados podría enviar cada especie, la primera reunión del consejo de guerra se disolvió, demostrando ser más un fracaso que un éxito para todos. Las caras de los tres representantes garak mostraban un descontento tanto por la reunión como por el hecho de tener que esperar más tiempo hasta que pudieran tener un plan para avanzar.

    Cadain apoyó sus manos en el hombro de Ebilo, para consolarlo por su participación en el consejo, sabiendo que el joven ryfier podría estar creyendo que su aporte fue más perjudicial que beneficioso para los presentes. Este, al recibir un gesto así de su parte, no pudo evitar sonreírle a quien era su líder, apreciando que su esfuerzo fuera tenido en cuenta, y que no lo hubieran castigado por sus participaciones.

    Magnus solamente miró a los tres jóvenes soldados convertidos en comandantes en poco tiempo. Con una sonrisa en el rostro, el líder los invitó a salir, y ellos fueron los primeros en retirarse. Terrior y Wida se marcharon seguido de ellos cuatro, y los únicos que quedaron fueron los garak, dado a que los dos ryfier también dejaron el lugar.

    Asmir, desde su asiento, se llevaba las manos a la cabeza mientras que Kila y Halur se le acercaban para ver si se sentía bien.

    — El universo nos odia, eso está más que claro — Asmir se estresaba con lo sucedido — Cuando conocí a los humanos, creí que una alianza con ellos nos ayudaría a derrotar a los berrod y facilitaría las cosas para ambos en la misión por hallar la causa de la Catástrofe y detenerla. Y no ha hecho más que jodernos la vida. Hemos perdido a varios compañeros en su nombre, y ahora, si el consejo no llega a una solución, podríamos perder a muchos más.

    — Quiero que se larguen de nuestro planeta lo más pronto posible — Halur ya no quería saber nada con ellos — Garak es solo para los garak. Ellos perdieron sus mundos, y ahora nos ponen en peligro a nosotros.

    — Si tan solo no los necesitáramos… — Kila compartía la visión de su compañero — Pero no hay manera de que ganemos una guerra así nosotros solos.

    — El maldito edagriano que atacó la Tierra pudo haber esperado a que los humanos que se suponía que se sumarían al conflicto salieran del planeta para destruirlo — Halur anhelaba esa posibilidad que hubiera sido beneficiosa — Así tendríamos a más personas luchando para nosotros.

    — Lo que hay es lo que hay, mis queridos… — Asmir no encontraba la forma de animarse — He pactado dos días para pensar estrategias que nos puedan ser de utilidad. Será mejor empezar con sus planificaciones. De lo contrario, esto se prolongará hasta que los edagrianos vengan aquí para habitar este planeta. Si eso pasa, todos nosotros estaremos condenados, y todo nuestro esfuerzo no habrá servido para nada.

    […]

    Wida, luego de haber salido del consejo de guerra entre las cuatro especies, optó por ir a ver a Lankir a su estación de trabajo. La xaromitante avanzó por las calles de la ciudad hasta que logró hallar el edificio en el que se encontraba su compañero y amigo, con quien, tras haber hecho las paces hace tiempo, empezaba a llevarse mejor.

    Tan pronto como entró en el lugar, se llevó una sorpresa al ver que él y el ingeniero de la Tierra, Nick, parecían haber llegado a un avance significativo. Xorxaik se encontraba caminando por la sala, moviendo cada parte de su cuerpo que tenía la capacidad para eso, y emitiendo sonidos de voz ante los dos presentes.

    — ¡Wida! — Lankir se acercó hacia ella — ¡Lo logramos, Wida! ¡Con ayuda de Nick fui capaz de crear un nuevo software que le da a Xorxaik completa autonomía!

    El xaromitante no cabía en sí mismo por tanta emoción. El haber podido convertir una máquina de combate tan resistente y mortífera como era ese robot para que peleara a su lado, aunque fuera con asistencia en cada momento, era un hecho remarcable para él. Con tanta felicidad, le dio un abrazo a Wida, quien se sentía feliz por el progreso que este había conseguido, pero más feliz estaba por él.

    — ¿Realmente está de nuestro lado? — la chica quería estar segura de que el robot lucharía por ellos, pese a que creía en Lankir.

    — Míralo por ti misma — Lankir la tomó de la mano y la llevó frente a Xorxaik — Nick, ¿por qué no haces tú el honor?

    — Como desees, Lankir — el ingeniero, con gran conocimiento en varios campos, había formado una gran amistad con el xaromitante en relativamente poco tiempo, por lo que le contestó con una sonrisa — Xorxaik, ¿eres capaz de saludar a Wida estrechando su mano?

    — Lo soy — el robot contestó de forma simple.

    No había recibido una orden directa, lo que quería decir que Lankir no exageraba al decir que el robot tenía autonomía sobre sí mismo. Las palabras de Nick sonaron más como una invitación que como una orden, por lo que el robot no estaba obligado a acercarse a Wida y estrechar su mano. Sin embargo, como si fuera un niño que hubiera recibido un reto, este se acercó y extendió uno de sus brazos metálicos hacia la xaromitante, quien estaba asustada al verlo tan de cerca siendo tan grande.

    — Me aplastará la mano — Wida presentaba dudas.

    — No lo hará, ¿verdad Xorxaik? — Lankir preguntó esperando una respuesta no configurada del robot.

    — No tengo motivos para atacar a una guerrera xaromitante — el robot contestó exponiendo su conocimiento — Pero si tanto miedo me tienes, entonces no estrecharé mi mano metálica.

    Wida simplemente acercó su mano hasta el cuerpo de acero del robot, tocándolo con confianza, pero no por eso calmada. Ella se llevó un gran alivio al ver que este no actuaba de forma hostil para con ella, y que el robot parecía estar por completo en su bando.

    — ¡Es fantástico! — Wida soltó al robot para luego abrazar a Lankir — ¡Lo lograron! ¡Ahora contamos con más apoyo en esta guerra!

    — Te dije que con la ayuda de Nick lo podría conseguir — Lankir disfrutaba el abrazo de la chica, recordando viejos tiempos con ella — Solo desearía que Wagner estuviera aquí para ver esto. Le consolaría saber que el arma que mató a su padre ahora está programada para servir por una causa noble.

    — ¿Sabes? Yo siempre envidié a los soldados que exploraban el espacio — Nick se abría con los alienígenas — Creía que yo disfrutaría viajar por el universo visitando planetas con todos los conocimientos que tengo en física avanzada… Pero luego de escuchar historias de muchas personas, doy las gracias por haberme quedado en la Tierra. Puedo contribuir sin poner en riesgo mi vida. Te admiro, Lankir. Tú has contribuido en la reconstrucción de este robot, y también vas a participar en la guerra. Serás de los pocos que puede decir que han aportado en todo sentido.

    Las palabras del humano causaban felicidad en el hijo del líder de su especie. Luego de la mala experiencia en la misión de Emiv, Lankir muchas veces cuestionó su propio valor dentro del equipo de exploración del espacio. Pero Wagner, quien ya no se encontraba con él, y el propio Nick, a quien conoció hace poco tiempo, apreciaban su inteligencia y sus agallas. Eso le hizo ganar mucha confianza en sí mismo, tanto que las pocas dudas que tenía se despejaron al instante.

    […]

    — Veo que no están progresando demasiado — Allecreod escuchó las cosas que Cadain le dijo acerca del consejo y la reunión fallida que acababan de tener — Dime, Cadain, ¿ahora entiendes lo difícil que es estar al mando? Tienes mucha responsabilidad en tus manos, porque toda una especie depende de ti. Un error que cometas enviará al olvido todos tus otros aciertos.

    — Te comprendo, Allecreod, en serio lo hago — Cadain contestó a su amigo — Pero para que toda la gente te entienda y te perdone, tendría que ponerlos a todos a experimentar lo que estoy viviendo yo, y sabes mejor que nadie que no todos ellos pueden liderar.

    — No, por eso mismo me entristece todo lo que me ha pasado y lo que me espera en el futuro — Allecreod miraba con preocupación al porvenir — Cada cosa que hice fue por nuestro bien. No ha salido como esperaba, pero ahora parece que entiendes que no todo es mi culpa.

    — Lo sé, Allecreod, pero eso no quita que has actuado mal — Cadain lo reprochó — Que pueda comprender el estrés que has vivido no quiere decir que tenga que perdonar tus errores. Porque tus intenciones pudieron haber sido buenas, pero tus deseos tenían el egoísmo presente.

    — Solamente quería proteger a los míos de una amenaza real — Cadain supo que Allecreod no abandonaría esa creencia — Después de todo, los humanos realmente atacaron a los triyr. No de la forma en que nos lo mencionaron, pero eso no quita que fueron atacados. La destrucción del muro fue innecesaria, y solo fue un acto de venganza desmedido. Por eso terminé cometiendo errores, porque me vi envuelto en una amenaza verdadera.

    — Allecreod, ya te lo he dicho, podrías haber manejado la situación de mejor forma — Cadain seguía reprochando a su amigo — Tal vez, de haberlo hecho, podríamos haber evitado el destino que todos los planetas han sufrido en los últimos tiempos.

    Cadain, viendo que Allecreod empezaba a cerrarse a su propia opinión de los hechos, supuso que no le haría nada bien quedarse. El fracaso del consejo de guerra que formaron parecía haber alentado al ex líder de su gente a cuestionar el liderazgo de Cadain en el momento, o al menos, parecía querer invitarlo a él mismo a hacerse dichos cuestionamientos.

    Fue entonces que el nuevo líder de su gente se marchó del lugar para regresar a estar entre los suyos y así ver si podía idear estrategias que le sirvieran a todos en la guerra que se avecinaba. No se despidió de Allecreod con palabras, sino con un simple gesto de su mano, cosa que le indicó a este que quizá había sido bastante duro con la única persona que, por estar en una posición diferente, era capaz de comprenderlo.

    — ¿Ya se marchó? — Abel, quien estuvo recostado todo ese tiempo, se levantó tan pronto como dejó de oír voces.

    — Creí que estabas dormido — Allecreod le habló al humano con seriedad.

    — Como si pudiera dormir con todo lo que estoy imaginando — Abel supuso que las cosas podrían ser feas para él — Tú probablemente seas eliminado en esta guerra. Por tu posición de conquistador espacial, y el hecho de establecer contacto con los edagrianos, casi todo ser vivo aquí te odia. Incluido yo. Por mi parte, yo me las arreglé para asegurar mi futuro entre la humanidad cuando sea el tiempo de empezar de nuevo.

    — ¿Y qué es lo que te preocupa, entonces? — el ryfier quería saberlo.

    — Que para conseguir esto, voy a tener que pelear para mantener a mi peor enemigo con vida — Abel pensaba en esa situación — Pacté todo eso con el líder de la humanidad. Pero si él muere, no creo que pueda pactar con otra persona las cosas que pedí. Igual que tú, yo soy odiado, pero solo entre los míos. Por eso, además de tener cuidado de no morir, tengo que mantener viva a la persona que más odio en el universo.

    — Al menos tienes una oportunidad para seguir respirando luego de que esta guerra acabe, si es que acaba bien — Allecreod recordó la historia que escuchó de Abel — Y siendo sincero, tú no la mereces. Todo lo que pasó, fue culpa tuya. Mis esclavos fueron atacados por tus soldados, y eso me metió en un conflicto con seres inocentes. Por eso terminé yendo a parar al planeta Edagr, y perdí todo mi Dominio cuando creí que iba a recuperarlo. En mi opinión, tú mereces un peor castigo que yo.

    — Jódete, Allecreod, es por tu culpa que la Tierra fue destruida, no tienes derecho de venir a sermonearme — Abel contestó con hostilidad — Iba a perder mi estatus de líder de cualquier forma, pero al menos iba a ser recordado como una gran persona en la historia de mi país. Si la humanidad vive para escribir nuevos libros de historia, tendré que ver con mis propios ojos como me catalogan como un puto monstruo cuando todo lo que hice fue por mi gente.

    — Exactamente lo mismo que me pasará a mí, solo que yo quizá no viva para ver las horribles cosas que dirán sobre mí — Allecreod se quejaba de Abel — Así que deja de llorar y de quejarte. Tendrás una vida mejor que la mía siendo que tú causaste más daño que yo.

    — Te lo repito, Allecreod, vete a la puta mierda — Abel no soportaba escucharlo más — Ojalá esa maldita guerra empezara hoy. Así ya no tendría que seguir soportando tu compañía. Cometí un grave error al preguntarte por tu historia. Parece que solo sirvió para ganarme el odio de alguien más.

    Los dos prisioneros, únicos en todo el mundo en encontrarse en aquel estado, no parecían llevarse bien. Luego de que cada uno escuchó la historia que el otro contó, terminaron encontrando a un culpable en cada historia. Allecreod le pasó la responsabilidad de la pérdida de su Dominio a las malas acciones de Abel y sus órdenes para con sus soldados. El humano, por su parte, le adjudicó la caída de la Tierra y la culpa por meterlos a todos en una situación tan precaria como la que se encontraban.

    Creyendo que se llevarían bien por ser odiados por varios y ser los únicos dos prisioneros en el planeta, ambos seres vivos decidieron abrirse el uno al otro, solo para darse cuenta de que terminaron convirtiendo su convivencia en un auténtico martirio.

    […]

    Ace, Gwyn y Michael regresaron a la nave xaromitante, donde todos sus otros compañeros los estaban esperando. Siendo los tres los únicos comandantes de Zenith, solo ellos tenían permitido forma parte del consejo de guerra, mientras que los otros no serían siquiera bienvenidos al lugar de reunión.

    Agustina, Alicia y Thomas fueron con sus respectivas parejas, asegurándose de recibirlos a todos con un abrazo. Ace y Michael tomaron a sus parejas en sus brazos, alzándolas un poco para darles un beso, mientras que Gwyn recibió ese trato de parte de Thomas, siendo ella la que fue levantada por el soldado, al contar con menos fuerza para ello.

    Natasha, Xander, Gina, Noak y Casey los miraban a la distancia. Xander, Casey y Natasha fueron quienes más nostalgia vieron al observar dicha escena. Mientras que Gina y Noak se reencontraron y se tenían mutuamente, dado a que ambos eligieron iniciar una relación tras la enorme alegría de verse de nuevo tras la caída de la Tierra, los otros tres añoraban poder compartir momentos así con alguien.

    Casey pensó en Paul, a quien había perdido justamente en manos del mismísimo edagriano que causó estragos en la Tierra y condenó a la humanidad, solo compuesta por dos países, a tener que luchar para ganar un nuevo lugar donde vivir. La chica soñaba con una forma de revertir la situación, volver el tiempo atrás y poder salvar a su novio de su destino, pero eso era absolutamente imposible. Todo lo que le quedaba era luchar por un nuevo futuro para ella.

    Xander se dio cuenta de que esas cosas que disfrutaban los soldados de Zenith era algo que tuvo la oportunidad de compartir con Claire bastantes veces. Uno por uno, sus errores llegaron a su mente.

    — Rompí nuestra relación porque ella no quería que yo la obligara a matar a Wagner — Xander sentía asco al pensar en él mismo empezando a verse más cerca de Natasha por el simple hecho de que ella comprendía sus motivos — Te perdí, y todo por nada. Al final, Natasha y yo nunca tendremos oportunidad; y la muerte de Wagner me hizo dar cuenta de lo horrible que soy. Perdóname, Claire. Tú no me merecías…

    Sin poder quedarse viendo eso, el soldado optó por abandonar la sala donde se encontraban y dirigirse a sus habitaciones, donde podría pasar su pequeño duelo por su cuenta. Natasha lo miró irse con lástima, dado a que comprendía lo que Xander podría estar pasando. No por eso lo consideraba una mejor persona luego de las cosas que hizo, como su ataque a Ace, pero eso no evitaba que empatizara con él. Cuando la chica volvió la vista otra vez a sus compañeros, no pudo evitar sentir un dolor leve en su pecho cuando vio como Ace y Agustina compartían un beso.

    Pese a haberse prometido que aceptaría su relación y lucharía para que ellos pudieran vivir a salvo, esa escena no era del todo alegre para la chica. Pero pronto comprendió que eso no era culpa de la pareja.

    — Cuando Shun me golpeó, sentí un enorme arrepentimiento por no haberme ido contigo — Natasha recordaba aquel día — Creí que nunca sentiría algo mayor a eso, pero ahora veo que estoy equivocada. Perdí la oportunidad de vivir, luchar y crecer junto al mejor hombre del mundo… Me alegra que tú hayas podido encontrar a alguien que te ame de forma genuina. Porque yo solo terminé metida en un engaño.

    Luego del reencuentro, los seis soldados de Zenith se acercaron a los cuatro provenientes de Black Meteor, aunque eso, dadas las circunstancias que enfrentaban en aquel momento, era un hecho casi sin relevancia. Notando la ausencia de Xander, pero respetando su deseo de estar solo, el comandante Lakor fue el primero en hablar.

    — Sé que no les han permitido participar en el consejo de guerra, pero si tienen alguna sugerencia que crean que nos pueda servir, nosotros estamos para escucharlos — Ace quería conocer la opinión de los demás.

    — ¿De qué hablaron allí? — Noak se sorprendía de que le pidieran participación — Asumo que no todo ha salido bien.

    — Diría que nada más que la presentación salió bien — Gwyn se quejaba por la experiencia vivida.

    — ¿Qué ocurrió? — Thomas la abrazó, queriendo saber si hubo alguna discusión fuera de tono.

    — El elegido de Cadain es alguien inteligente, pero le cuesta trabajo callarse y escuchar — Michael compartía la visión de Gwyn, dicho por ella misma — Solo abre la boca para decir obviedades o cosas que no aportan en nada.

    — Sin mencionar el ego súper inflado de los garak — Michael recordaba la cara de Kila en la reunión — Ni siquiera cuando se trata de algo que nos beneficia a todo lo pueden dejar de lado.

    — Kila es un dolor de cabeza, ¿verdad? — Alicia supo que Michael se refería a ella, sin que este tuviera que nombrarla.

    — Afortunadamente, no habló mucho — Michael contestó a su pareja — Pero cada vez que abre la boca me dan deseos de callarla. Entiendo que cuando discutimos en la nave xaromitante no fue la mejor experiencia para ella, pero parece que es incapaz de dejarlo ir.

    — Piensen en que una vez que la guerra termine, ya no tendrán que volver a lidiar con ella nunca más — Casey opinaba al respecto.

    — Tengo que admitir que no son los aliados que esperaba cuando ustedes los mencionaron — Gina recordó historias contadas.

    — La caída de la Tierra y el hecho de que tuviéramos que venir a buscar refugio a este planeta es la razón — Agustina encontró la respuesta para eso — Se sienten superiores a nosotros porque saben que son más y están en su territorio. Si la humanidad no hubiera caído, no nos tratarían así.

    — Como sea, convivir con ellos es la única opción posible — Ace quiso evitar que conflictos de la reunión del consejo se trasladaran a ellos — Después de que Michael dijo que Asmir no gastaría esfuerzos en ayudarlo si Orz terminaba escapando, sentí asco de tener que vivir en este lugar… Pero eso no cambia el hecho de que son los únicos aliados que tienen un planeta donde podamos vivir.

    — Pero no les da el derecho de tratarlo así, como si fuera basura — Gwyn también sentía rabia por ese aspecto.

    — Creo que mencionar estas cosas no nos están haciendo ningún bien — Ace veía que la charla no llevaría a ningún lado — Tomémonos este día para calmar nuestras mentes, y luego discutiremos alguna estrategia mañana. Yo sé que los garaks pueden ser una molestia con la actitud que están adoptando, pero estamos atados de manos al respecto. Lo siento, pero así están las cosas. Por eso hay que ganar esta guerra. Para tener un futuro lejos de todos ellos. Y es por eso por lo que el consejo de guerra necesitará de estrategias sólidas para cuando llegue el momento de partir a la batalla.

    Pese a que las palabras del comandante Lakor no eran las más agradables, no dejaban de ser ciertas. Los garak eran los únicos aliados que tenían un planeta para compartir, y eso era algo que solo él parecía notar, o al menos, darle el crédito suficiente como para buscar evitar conflictos con ellos. No le gustaba la forma tan arrogante de ser de ciertos miembros de su especie, sobre todo porque sabía que era una forma de aprovecharse de la mano de obra humana por el limitado tiempo que estarían en el planeta, pero eso no era razón suficiente para negarse a cooperar con ellos.

    Nadie se sentía del todo de acuerdo con las cosas como estaban, pero sí compartían la idea de Ace. Si la guerra se ganaba, la humanidad podría reclamar el planeta Edagr como suyo, y tendrían un nuevo hogar para iniciar lejos de los garak, que claramente, no estaban contentos con su presencia en el planeta, más allá del provecho que sacaban haciéndolos trabajar en su lugar.

    Lo mejor que pudieron hacer fue seguir el consejo del comandante y dejar de lado todo tema de conversación concerniente a la guerra, para así poder despejar sus mentes, con el fin de adquirir una concentración mayor y más eficiente el día siguiente. A la hora del almuerzo, todos los soldados, incluyendo a Xander, quien había regresado para reunirse con ellos a compartir el momento, hablaron sobre experiencias suyas en la academia militar a la que cada uno acudió en la Tierra.

    En medio de esas conversaciones, cada uno de ellos se dio cuenta de que todos esos momentos, por más triviales que pudieran ser, los prepararon a todos para que tuvieran la oportunidad de explorar el espacio, y, por consiguiente, tener la oportunidad de seguir con vida y pelear por el futuro de la humanidad, cosa que no todos podrían presumir. Dicha charla llevó a que alguien entre los presentes se hiciera una pregunta.

    — Díganme, ¿qué es lo que tienen pensado para después de que la guerra acabe? — fue Thomas quien dejó salir dicha cuestión — Ya no tendremos más guerras por pelear. Y todos nosotros aún somos jóvenes. ¿Estudiarían otra carrera, o se volverían instructores para nuevas generaciones de soldados?

    — En mi caso, lo segundo — Ace no tardó en decidir lo que quería — Todo lo que sé es ser un soldado. No me veo apartado de este puesto. Además, soy un comandante. Dudo que se me permita retirarme solo por participar en una guerra como esta. Además, alguien tiene que preparar a las futuras generaciones para que sean capaces de defenderse en caso de una invasión como la de los berrod.

    — ¿Qué mejor que nosotros para un puesto como ese? — Agustina compartía las ideas de su novio — Cuenta conmigo para eso, Ace. Tú y yo seguiremos juntos luego de la guerra. Como instructores o no, eso lo decidirá el futuro. Pero no me alejaré de ti.

    — Yo creo que lo mejor sería retirarme — Alicia pensaba en un futuro lejos de su función — Mi padre seguramente querría que mi hermano y yo no estuviéramos ligados por siempre a un rol militar. Seguro a él le gustaría verme en otro lugar.

    — ¿Tienes algo en mente, Alicia? — Natasha preguntó a la chica qué era lo que quería.

    — Explorar el espacio — Noble recordaba una charla con su hermano hacía ya cuatro años — Quisiera poder recorrer planetas y explorar. Y aunque no es habitable para nosotros, quisiera poder conocer Marte.

    — Bueno, si es allí a dónde deseas ir, entonces allí es a donde iremos — Michael parecía seguirle la corriente a su pareja — Viendo que mi placa es algo que no debe romperse, tal vez lo mejor para mí sea alejarme de conflictos. En dicho caso, te acompañaré a viajar por el universo, amor.

    — Recuerdo que mi hermano solía decir lo mismo — Gina creyó que Zaid tenía esa similitud con el familiar de Alicia — Él no quería ver Marte específicamente, pero sí que quería explorar.

    — Entonces puedes venir con nosotros, tú y Noak juntos — Alicia la invitó para que los acompañara — Nos alegrará tenerlos a ambos en el equipo.

    — Si nos lo permiten, sería genial poder hacerlo — el chico pronto volvió la vista a su compañero Xander — Amigo, te veo pensativo. ¿Qué es lo que tú deseas?

    — Quiero mantenerme en la milicia — el soldado no lo dudó un solo segundo — Quiero ser un comandante al nivel de Frans. Él fue mi mejor maestro, y quiero llevar sus enseñanzas a las nuevas generaciones… Además, luego de lo que pasó con Wagner, voy a pelear para que los soldados puedan tener acceso a un programa de apoyo psicológico. Sé que es algo que quizá debí pensar antes de abrir la boca y arruinarlo todo, pero ahora que he cometido un error así, no quiero que nadie más lo cometa. Necesitamos asegurarnos de que no se repitan casos así, sobre todo porque esta profesión es conocida por dejar secuelas a los que pelean en el ejército.

    Las palabras de Xander, aunque bien intencionadas, cortaron con el cálido ambiente que se formó allí mismo. El recuerdo de su compañero fallecido por suicidio no dejaba tranquilos a los soldados que más lo conocían. Michael y Alicia sentían algo de molestia por un tema así siendo llevado al presente luego de que hicieron su esfuerzo para dejarlo atrás. Noak, al no haber conocido a Wagner más allá del nombre y un par de fotos que le mostraron sobre él, no podía sentirse tan apenado. Mismo caso con Natasha, Casey y Gina, quienes no lo conocieron muy bien.

    Ace, Agustina, Thomas y Gwyn eran los más dolidos entre los presentes. Pese a que él pudo cometer errores, era un compañero al que ellos querían. Su muerte fue algo injusto para ellos, y que quizá podrían haber evitado si existiera un programa como el que Xander mencionaba.

    El soldado que propuso la idea se empezaba a ganar la admiración de sus compañeros poco a poco. Luego de sus palabras poco oportunas, y de haber atacado a Ace cuando estaba herido, este se había decidido a dejar de lado esas actitudes. El pedir perdón fue el primer paso. Ayudar a los civiles en el viaje hacia Garak fue un progreso, y su pensamiento a futuro para proteger a los soldados de cometer suicidio como lo hizo Wagner, demostraban que él era consciente de que sus acciones no eran las mejores, y que un cambio era deseado.

    — Xander… — Natasha tomó su mano como si fuera a decirle algo.

    Antes de que la chica pudiera hablar, un suceso inesperado para los soldados se hizo presente. Un sonido muy fuerte, como si fuera una especie de sirena de alarma, empezó a resonar en el lugar. Pronto, los gritos del exterior se empezaron a levantar, haciéndose cada vez más fuertes hasta que pudieron atravesar las paredes de la nave y llegaron hasta sus oídos.

    Una alarma y gritos repentinos no eran una buena señal, y eso era algo que sabían todos ellos. Ace fue el primero de todos en ponerse de pie, y rápidamente, quiso ir a comprobar lo que pasaba.

    — ¡No vayas solo! — Casey regañaba al comandante por querer dejarlos atrás como la noche que ocurrió lo de Wagner.

    — ¡No es mi intención! — Ace mentía al contestar, lo que él quería era salir por su cuenta, pero viendo que Casey expresó su descontento antes de que pudiera moverse, se vio sin opciones — ¡Vamos todos a la armería y luego salgamos a comprobar que está pasando!

    Todos los soldados se pusieron de pie para poder acudir a tomar las armas y así estar seguros de que defenderían sin problemas a la población en caso de emergencia. Sin embargo, no tuvieron la oportunidad de salir de allí, dado a que terminaron siendo interrumpidos por una llamada. El dispositivo de Gwyn estaba sonando, y ella creía que podría tratarse de Magnus tratando de dar alguna especie de advertencia. Con el tiempo escaso, ella contestó y puso el altavoz para que todos oyeran lo que ocurría.

    — ¡Gwyn, gracias al cielo que contestaste! — Magnus sonaba bastante agitado.

    — ¡Escuchamos la sirena! — informó la comandante Fairin a su líder — ¡Estábamos a punto de salir a comprobar lo que sucedía!

    — ¡Negativo, comandante, necesito pedirles que hagan otra cosa! — el líder se agitaba cada vez más, y pronto, se empezaron a oír más voces a su alrededor, haciendo que todos se dieran cuenta de que estaba en la calle junto a otros seres vivos.

    — ¡¿Qué está pasando ahí afuera?! — Gina no soportaba la intriga de la duda.

    — ¡Una nave edagriana apareció en el cielo! — contestó Magnus, causando que el horror se apoderara de todos los soldados.

    — ¡¿Qué acaba de decir?! — Alicia quedó estupefacta al escucharlo.

    — ¡Lo que acabas de escuchar, Alicia! — Magnus contestó algo exaltado — ¡Hay una maldita nave edagriana en el cielo del planeta, y no podemos dejar que nuestros números se sigan reduciendo! ¡Evacúen a todos los humanos que puedan y prepárense para huir! ¡Está a varios kilómetros de distancia de nuestra ubicación actual, lo que significa que tendrán tiempo para huir antes de que los terremotos lleguen hasta este lugar! ¡Ya tienen la orden, cúmplanla! ¡Intentaré llegar con ustedes para ayudarlos!

    […]

    Tras haber dejado pasar unos diez días entre los ataques coordinados a los planetas Tierra y Ryfier, Ixorum, tercer hijo de Hark, creyó que ya había ganado el tiempo suficiente para cumplir con su plan el cual había estado perfeccionando por semanas. Con la gran capacidad de su nave, el edagriano no tardó mucho tiempo en llegar hasta el planeta objetivo, sabiendo que, con solo verlo, un caos podría desatarse con su sola presencia si resultaba ser verdad que varios humanos y ryfiers lograron huir de sus planetas para encontrar refugio en aquel mundo.

    Dispuesto a mostrarse como alguien totalmente diferente a lo que su padre esperaba de él, el edagriano activó los comandos necesarios en los sistemas de su nave para poder interferir en las comunicaciones de los sistemas del planeta Garak, y de esa forma, ponerse en contacto con los habitantes del lugar.

    — ¡Atención a todos los que se encuentren viviendo en el planeta Garak! — Ixorum hablaba con mucha seguridad, pero sin sonar amenazante — ¡Les habla Ixorum! ¡Soy un edagriano, y sé que probablemente me tengan miedo después de lo que ha sucedido en los planetas Tierra y Ryfier! ¡Pero les aseguro que no estoy aquí para lastimar a ninguno de ustedes! ¡Solicito que se me permita aterrizar en la superficie de su planeta! ¡Tengo varias cosas que todos nosotros podríamos discutir! ¡Se los ruego! ¡Déjenme descender y expresar mis pensamientos con todos ustedes! ¡No he tenido la oportunidad para salvarlos del Exterminio, así que déjenme hacer el intento para salvarlos de la Extinción!
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, tras tu publicación varios días atrás, he podido encontrar un buen momento para su lectura. Ha sido un buen capítulo, es un cierre aceptable para un parón navideño y más calmado que otros parones donde casi me da un infarto XD, aunque el cierre sería para darme uno de no ser porque llegó Ixorum y no Arion :v

    Dicho esto, me pondré a comentar lo más destacado para mi.

    He de decir que el comienzo, el consejo de guerra en si, me ha parecido brillante. Y no lo digo por halagar a la ligera, quiero decir más bien que se ha sentido como una verdadera reunión militar donde se va a tratar un conflicto a futuro, como lo es la guerra contra los edagrianos. Además, se ha demostrado nuevamente que entre las cuatro especies no hay simpatía, por así decirlo, y como dije en anteriores ocasiones, más que una alianza parece una unión forzada por las circunstancias. Además, el propio Asmir suelta varias frases tanto al inicio de la reunión como en su final que denotan esto último que he mencionado. Están deseando quedarse solos, los garaks, y sinceramente espero no tener que saber más de ellos. Parece que se creen que la humanidad, los xaromitantes y los ryfier les gusta depender de ellos y que les encanta no aportar en consonancia... Los garaks son ridículos, especialmente su líder y sus adeptos. Me pregunto que pensaría Plamo, que descanse en paz, viendo a los suyos con semejante soberbia. Los garak han conseguido que hasta prefiera ver a los berrod :v

    Acto seguido pasamos a ver a Wida, quién se dirige a ver que tal van Lankir y Nick con la reprogramación de Xorxaik. Para su sorpresa, el robot ya se encuentra en funcionamiento y esto tiene muy ilusionado a Lankir, quién le muestra la autonomía de la máquina con la ayuda de Nick. Personalmente, me alegra mucho ver que Lankir y Nick se llevan bien, ya que ambos son expertos en su campo y sin duda el trabajar juntos les debe estar dando un plus de calidad, al aprender el uno del otro. Especialmente por el ingeniero de Black Meteor, que ahora debe estar viendo que su pequeño mundo se está expandiendo conforme ve a más especies y colabora con ellas. Espero que esos dos tengan una fructífera amistad porque podrían hacer grandes cosas. Y más allá de eso, deseo que Lankir no pierda su vida en la guerra, al saber que irá. Es mi personaje xaromitante favorito, el más importante en mi opinión y creo que merece durar mucho más tiempo, aunque en este universo de LGC todo puede pasar.

    Luego, descubrimos que Cadain ha ido a contarle a Allecreod lo sucedido en el consejo de guerra, algo que considero un error importante. Entiendo que era el anterior líder ryfier, pero no creo que le importen las desaveniencias que hay entre los líderes actuales. Tampoco a Abel, que he dado por sentado que ha estado escuchando toda la conversación. Allecreod parece cuestionar, nuevamente, las decisiones de Cadain, quién prefiere irse antes de terminar haciéndolo. Esto hace que los dos presos inicien una conversación, en la que me ha sorprendido ver que se llevan mal, pues me esperaba todo lo contrario. Aunque no te voy a decir que no me guste XD. Ambos han encontrado en el otro al principal culpable de sus males, lo que en parte se puede ver como cierto. Sinceramente, creo que son dos personajes que podrán dar más de cara al futuro, desde sus funciones de mártires encarcelados. Aunque si mueren en la guerra, sería lo mejor para todos y yo no lloraría, te lo aseguro :v pero sea como sea, que se lleven mal me alivia, así no se aliarán para trabajar juntos y joder a otros.

    Después vemos a los tres comandantes humanos: Ace, Michael y Gwyn. Estos regresan junto a sus compañeros tras la tensa reunión del consejo, algo que sus compañeros aprecian por las reacciones de sus tres líderes. Tras hablar un poco sobre ello, deciden no seguir para no cabrearse de más. Esto los lleva al día siguiente, donde en el almuerzo, deciden hablar de que harán de cara al futuro. Llámame loco, pero me han parecido todas las opciones muy factibles. Con esto quiero decir que veo a dichos personajes haciendo lo que quieren hacer en un futuro, sinceramente, les encaja. Y quizá tengas la intención de que así sea, y esto sea un guiño al futuro. Si es el caso, me parecería increíble XD. Mención especial a Xander con su idea de un programa de apoyo psicológico para soldados, de verdad espero que lo haga en un futuro si sobrevive. Sin embargo, esa amena conversación cambia drásticamente cuando suenan las alarmas... y es que una nave edagriana ha llegado (VAMOS IXORUM SIUUUUU).

    Finalmente, vemos a Ixorum, el último hijo (pero el mejor) del malparido de Hark presentarse ante la población mediante un mensaje que interfiere las comunicaciones del planeta. Mensaje que es muy acertado, aunque me da que las especies no tendrán claro que el edagriano sea de fiar. Espero y deseo que Ixorum demuestre que no es como su padre y hermanos, y que de verdad puede ayudar a todos a evitar la destrucción. Muero por ver que conversan los líderes con el joven edagriano.

    Hasta aquí todo, amigo. Me despido deseándote una feliz Navidad y un próspero año nuevo.
    Deseo que nos podamos juntar pronto por Discord y te mando un abrazo. ¡Hasta la próxima lectura! :kuku:
     
    Última edición: 20 Diciembre 2022
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a todos los lectores de la historia. Ya sea que estén registrados en el foro o leyendo desde las sombras. Tras un mes de pausa (literalmente un mes XD) llegó el momento de retomar la publicación de la historia. De momento, no creo que nada me impida publicar en los días que suelo hacerlo. No tengo ni compromisos ni eventos importantes de aquí a finales de febrero donde me estaré yendo de vacaciones.

    Seguimos en el camino al clímax. No falta demasiado hasta que llegue, se los garantizo :) . Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por haber seguido con la lectura de la historia de manera fiel desde que empezó allá por el 2017. Ojalá este año 2023 traiga buenos ratos de felicidad y de juntadas por Discord para leer en simultáneo :cynda:

    Sin más anuncios importantes, los dejaré con la lectura.











    Salvación alternativa:

    Una multitud de soldados garaks quedó totalmente paralizada luego de haber escuchado por los altavoces de varios edificios el mensaje entregado por el edagriano que se había presentado en su planeta, el cual se encontraba en el cielo en aquel momento. Las palabras dichas por este fueron confusas para todos estos, no por su pronunciación, sino por el significado detrás de estas.

    Si no habían escuchado mal, el edagriano que se presentó ante ellos les dijo que sus intenciones no consistían en hacerles daño a ninguno de todos ellos. Todo eso era algo imposible de descifrar para los soldados y la gente que lo escuchó. Pero su nave se encontraba en el cielo, totalmente inmóvil en las alturas, y no parecía dar indicios de que fuera a lanzar un ataque como lo había hecho Arion en la Tierra tras haberse presentado.

    Estaba claro que él podría destruirlos a todos de forma discreta sin haber anunciado su llegada, o al menos, provocar una seria cantidad de daños si hubiera realizado un ataque sorpresa. Por el contrario, se acercó, se dejó ver, y luego se comunicó con todos ellos para dar un mensaje que comunicaba todo lo que no esperarían jamás de alguien así.

    Los soldados de Zenith, todos ellos a bordo de la nave xaromitante, salieron de dicho lugar para poder acceder a la labor de evacuar gente, pero se detuvieron cuando escucharon ese mensaje en los altavoces de la ciudad. Todos tenían la vista fija en el cielo, notando que la nave era idéntica a la que atacó la Tierra, solo que había una diferencia en esa ocasión, la persona que estaba dentro.

    Desde su posición, todos pudieron escuchar una orden de Asmir que resonó en los altavoces de todos los puntos del planeta.

    — ¡Disparen los cañones antiaéreos, ahora! — fue la orden del líder garak, que no creyó en ni una palabra dicha por el edagriano.

    El sonido de los disparos no tardó en hacerse presente. Pese a estar lejos de la ubicación de estas armas, se podía oír como varios cañones disparaban proyectiles al cielo vespertino del planeta. Todos estos impactaban contra la nave, haciéndole casi ningún daño, dado a que podían ver como esta no se movía de su sitio, ni siquiera por la potencia de los golpes en la superficie metálica.

    Alicia, quien reconoció el sonido de aquellas armas siendo usadas en contra de la nave en la que viajaba junto a su familia, se asustó un poco al volver a escucharlo tras haber transcurrido más de cuatro años desde aquel momento. En su sitio, la chica comenzó a temblar, por lo que Michael la sujetó de la cintura y se colocó detrás de ella. El soldado pudo entender lo que estaba sucediéndole.

    — Descuida, estoy aquí contigo — miró a la mujer con una sonrisa para calmarla.

    Alicia seguía asustada, pero el tener a Michael junto a ella la tranquilizó bastante, devolviendo el gesto a su pareja mientras todos observaban como la nave seguía recibiendo disparos de los cañones. Pronto, estos disparos cesaron, no porque la nave estuviera derribada o neutralizada, sino porque se habían agotado.

    Los que estaban en las calles vieron con terror como la nave empezó a moverse lentamente, para luego, de un segundo al otro, situarse en las afueras de la ciudad en la que todos ellos se encontraban. Un miedo indescriptible para todos ellos los invadió de repente. Un objeto capaz de ocasionar una destrucción masiva imposible de contrarrestar se movió más rápido de lo que su vista podía, y se encontraba justo sobre sus cabezas.

    Temiendo porque ese fuera a ser su final, los soldados quedaron paralizados. Dicha sensación solamente desapareció cuando volvieron a escuchar la voz del edagriano desde los altoparlantes de la ciudad cercana.

    — Comprendo sus motivos para tratarme con hostilidad, pero no recomendaría que lo sigan haciendo — parecía estar calmado pese al ataque — Mi nave apenas ha recibido un uno por ciento de daño, y no creo que quieran seguir gastando esos proyectiles. Les juro que no voy a hacerles nada. Vengan al lugar en el que voy a aterrizar, y recibirán una muestra de mi buena fe.

    Dichas estas palabras, todos vieron como la nave, sin realizar ninguna maniobra peligrosa u acción de ataque, descendía lentamente en una llanura a las afueras de la ciudad habitada por todos ellos. Parecía indicar que sus palabras eran genuinas, y que no tenía intenciones de atacarlos. Pese a su velocidad, el descenso era lento y gradual, todo para evitar posibles accidentes con relación a ataques sorpresa. En solo tres minutos, dicha estructura estuvo en tierra firme, dentro del territorio del planeta, lo que quería decir que el intruso había logrado penetrar en su objetivo.

    El dispositivo de Gwyn recibió un mensaje de Magnus, quien parecía haber tomado una decisión al respecto.

    — ¡Tomen las armas y acudan al lugar de descenso! — el líder gritó con más desesperación que antes, pese a lo que acababa de ocurrir — ¡Lo interceptaremos entre todos!

    De forma reluctante, los soldados, invadidos por un poco de miedo, fueron al interior de la nave xaromitante para poder ponerse sus armaduras y tomar armas de batalla, así no irían a confrontar al intruso desprotegidos. Pese a que algunos de ellos sabían que las armas tenían poco efecto en contra de los trajes de protección que utilizaban los edagrianos, era mejor llevarlas a simplemente ir desarmados, puesto a que la energía tampoco era de gran utilidad al respecto.

    Los soldados se equiparon, y cuando volvieron a salir de su nave para acudir al centro de todos los eventos, una gran cantidad de tropas garak, liderados por Asmir, Kila y Halur, avanzaban hacia dicho lugar. Sabiendo que era una orden que debían cumplir, los soldados se adelantaron, y acudieron al sitio junto con ellos.

    […]

    Ixorum contemplaba el escenario desde su sala de comandos gracias a las potentes cámaras exteriores instaladas en su nave espacial. Poco a poco fue viendo como cientos de soldados armados se le acercaban, rodeando la nave en su totalidad en cuestión de veinte minutos. Dispuesto a mostrar que era amistoso, y que sus intenciones eran nobles y genuinas, el hijo menor de Hark, se puso su traje de protección y acudió al exterior de su vehículo sin portar ninguna clase de arma. Antes de salir, tomó un pequeño cuaderno con anotaciones que había estado preparando y perfeccionando en su día a día hasta el momento de llegar hasta allá.

    — Bueno, aquí vamos — se dijo a sí mismo antes de poner un pie en la superficie terrestre del planeta.

    […]

    Asmir, Kila, Halur y cientos de garaks estaban rodeando el sitio por completo. Magnus se unió a sus soldados, mientras que Cadain y Ebilo se presentaron junto a todo su ejército. Terrior fue el único en representación de su especie que acudió hacia ese lugar, dejando a Wida y a Lankir detrás en caso de que todo resultara ser una trampa.

    Los seres de las cuatro especies estaban congregados todos en un solo sitio, y no había ni uno solo que no llevase un arma de fuego. Algunos mantenían una firme puntería contra la nave, mientras que otros tenían las armas colgadas en los hombros, listos para tomarlas en caso de ataque. Cuando un ruido se escuchó, las alarmas en todos ellos se encendieron, y no quedó ninguno que no apuntara hacia el origen del lugar.

    Pronto, un ser cubierto con un traje de color azul oscuro, del mismo material que Arion portó en su batalla contra los humanos en el planeta Edagr, y con la cara cubierta por una especie de cristal transparente por el cual se podía ver el rostro de quien la portaba, apareció en la zona.

    No hubo gritos, pero sí murmuraciones. Casi todos hablaban en voz baja intentando comunicarse con sus allegados sin intenciones de permitir que el invasor se percatara de lo que estaban hablando. Los líderes eran los que tenían la palabra final, y los que no murmuraban en la zona, los miraban a ellos.

    Los ojos de todos ellos vieron como el edagriano avanzó un par de pasos al frente, colocándose cerca del sector en el que se situaba la mayor variedad de especies. Sin dejar de ser apuntado con las armas, este comenzó con su charla.

    — Me alegra que al menos no hayan atacado mi nave en todo el tiempo que estuve en tierra firme — el alienígena parecía mostrarse con amabilidad — ¿Podrían bajar las armas? Estoy aquí para hablar.

    — ¡Mientes! — Xander le gritó al intruso — ¡Estás aquí para destruir! ¡Con una nave como esa destruiste la Tierra!

    — ¿No has escuchado mi mensaje? — Ixorum preguntó con intriga — Quien atacó la Tierra fue mi hermano Arion. Yo soy Ixorum.

    — Da igual quien seas — Ebilo no tuvo miedo de confrontarlo — Tú perteneces a su misma raza de asesinos que busca destruirnos. Danos una razón para no matarte ahora.

    — La misma que cuando di mi mensaje inicial — el edagriano no se veía asustado — Estoy aquí para salvarlos.

    — ¿De qué forma? — Asmir, en representación de su especie, comenzó a hablar — Dime que tienes para que podamos salvarnos.

    — Tengo información muy útil que los mantendrá a salvo de mi padre Hark por el resto de su vida — Ixorum hizo énfasis en ese detalle.

    — Un momento — Terrior recordó las historias que escuchó de Allecreod — Tú eres su hijo.

    — ¡Y el asesino de la Tierra es tu hermano! — Casey se veía muy furiosa con aquel ser por ese detalle.

    — Todo lo que acaban de decir es la verdad — Ixorum no se encontraba en posición para poder negarlo — Pero ¿cómo es que lo saben?

    — Un momento, esperen, este tipo podría estarnos mintiendo — Kila empezó a cuestionar su historia — Todos los edagrianos deben conocer a la familia de Hark, pero eso no implica que él sea quien dice ser. Podría no ser Ixorum. ¿Qué tal si solo es Arion haciéndose pasar por otra persona?

    — No tiene la voz de Arion — Natasha, que lo había enfrentado por sí misma, lo podía identificar — Pero nada nos asegura que él no sea Hark.

    — Podemos averiguarlo muy fácilmente, trayendo a la persona indicada — Ace miró a Asmir al momento de hablar.

    Todos supieron a lo que se refería el comandante de Zenith. Si traían a Allecreod, quien aseguró conocer a toda la familia de Hark en su viaje, hacia ese lugar, podrían saber si Ixorum estaba o no mintiendo. A los líderes les pareció una buena idea para poder confirmar su identidad, y saber así si realmente podían confiar en un ser como ese. Asmir indicó a los garak de su ejército que ordenaran la retirada de Allecreod de su celda de forma temporal, además de que también quería que Wida, la única integrante ausente del consejo de guerra se presentara también. Para no utilizar mecanismos de comunicación, sin saber si estos habían sido intervenidos por los edagrianos por medio de su tecnología, dos miembros del ejército garak se marcharon a pie para ir al lugar indicado.

    Ixorum no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero no le pondría oposición a lo que quisieran hacer los miembros de la alianza. Estos, al menos, no parecían buscar herirlo de gravedad o preparar una estrategia de ataque.

    […]

    Las puertas de las celdas en donde Abel y Allecreod se encontraban encerrados, se abrieron, permitiendo el paso así a dos soldados garak junto con la xaromitante Wida y su compañero Lankir. Los dos apresados que llevaban su tiempo viviendo allí, se sorprendieron al verlos llegar, y querían saber a qué se debía todo el alboroto que escucharon afuera.

    — ¿Qué fueron esos disparos? — Allecreod se preocupó por la situación.

    — No parece que estuviéramos bajo ataque — Abel sabía reconocer que no se estaba dando ese escenario — ¿Por qué vinieron con nosotros? ¿Van a reubicarnos? ¿O van a evacuarnos?

    — No vinimos por ti, escoria — Lankir, pese a ser su primera vez cara a cara con quien otrora fue el líder de Black Meteor, lo insultó mientras se dirigía a la celda de Allecreod — Tú vas a salir.

    — ¿A dónde me llevan? — el ryfier quería saber si debía alarmarse o no.

    — Luego de lo que nos hiciste pasar en tu planeta, no mereces la tranquilidad de saber lo que sucederá contigo — Wida habló con él mientras lo sacaba de la celda para entregarlo a los garak — Llévenselo fuera de aquí.

    — ¡¿A dónde?! — Allecreod gritó, exigiendo respuestas — ¡Díganmelo!

    — ¡¿Y qué sucederá conmigo?! — Abel pensaba que quizá Allecreod gozaría de libertad mientras a él le tocaría quedarse encerrado.

    — ¡Nada, por ahora! ¡Quédate callado y así será por el resto de los días! — Lankir volvió a dirigirse a él con hostilidad.

    Con intriga, y también algo de enojo por esa actitud en un ser totalmente desconocido para él, Abel vio como los cuatro que acababan de ingresar al pequeño sitio de encierro que compartía con alguien semejante a él, se marchaban para llevárselo a un destino desconocido.

    Tanto Allecreod como Abel se morían por saber qué era lo que iban a hacer con el primero. Sobre todo, el segundo, quien supo que, si se trataba de un experimento y resultaba ser exitoso, él podría ser el siguiente en sufrirlo.

    […]

    Ixorum estuvo más de media hora quieto, sin decir ni una sola palabra. Viendo las caras en todos los presentes, creyó que lo mejor sería no hablar hasta que se lo pidieran. Él realmente quería salvarlos, pero entendía de los motivos de todos ellos para mostrar desconfianza ante su presencia. Después de todo, él descubrió gracias a una historia contada por su hermano que este se había enfrentado a algunos humanos. Cuando llegaron desde la Tierra, seguramente habrán hablado acerca de él, y eso pudo haber causado conmoción entre los presentes. Lo que no sabía era de dónde salía el conocimiento que tenían sobre él y su familia.

    Cuando los conoció, mencionó quien era él, y quienes eran los demás, pero no parecieron tomárselo como una gran revelación, sino que parecía ser un conocimiento que todos ya poseían. Sin duda alguna, eso llamó la atención del tercer hijo de Hark.

    Pronto, empezó a notar como la multitud empezaba a moverse, y vio salir de allí a cinco seres vivos. Dos eran xaromitantes, quienes se pararon junto al único representante de su especie presente en el lugar. Dos eran garaks, quienes tomaron lugares aleatorios entre las filas de las tropas instaladas allí. El quinto y último era un ryfier a quien pudo identificar, y creyó que esa era la respuesta a todas las preguntas que tenía.

    — Allecreod — Ixorum se quitó la protección de la cabeza, descubriendo su rostro.

    — Ixorum… — el ryfier se sorprendió al verlo en dicho sitio — ¿Qué estás haciendo aquí?

    — Vine a este sitio para salvarlos a todos ustedes — el edagriano mencionó sus intenciones nuevamente — El que tú estés aquí significa que mi padre realmente tuvo éxito en su ataque a tu planeta.

    — Lo tuvo, y toda mi gente fue expulsada de ahí, si es que tuvieron la suerte de escapar — Allecreod confrontó al hijo de Hark — ¿Realmente vienes a salvarnos? ¿Cómo exactamente? Estabas en esa sala cuando tu padre me mintió a la cara, y no hiciste nada para detenerlo.

    — Sin mencionar que no evitaste el ataque que sufrieron Ryfier y la Tierra — Cadain confrontó al intruso.

    — Y si Xarom siguiera en pie, también habría sido atacado — Lankir no se quiso quedar callado frente a él.

    — Lo sé, sé que te mentimos en ese momento, Allecreod, pero no pude hacer nada en aquel entonces — Ixorum parecía sonar arrepentido — Pido perdón por todo lo que te ha sucedido, y a todos los demás también. También pido perdón por no haber podido aparecer antes, pero mi plan para salvarlos me llevó mucho tiempo. No solo por lo complicado que fue para mí, sino también porque lo tuve que formular en secreto.

    — ¿Qué clase de plan es ese? — Halur quiso inquirir en eso.

    — Con gusto lo explicaré — Ixorum estaba listo para difundirlo.

    — ¡Alto! — Asmir lo detuvo antes de que iniciara — ¡Esto es algo que no quiero que todos escuchen! ¡Seguro se podría desatar un caos entre la multitud si lo mencionas ahora! ¡Hablarás con el consejo de guerra!

    — ¿Realmente quieres eso? — Alicia quería ver si lo que Asmir buscaba evitar era el caos o si solo buscaba ocultar información posible a toda su población por algún interés.

    — Todos accederán a su información — Asmir lo tenía muy claro — Pero el consejo de guerra la escuchará primero. La decisión de lo que vamos a hacer respecto a los edagrianos es nuestra. No queremos que los demás descubran cosas y se vean tentados por las palabras del intruso. Nosotros la expresaremos ante todos ustedes una vez que hablemos con él.

    — ¿En dónde quieres que sea la reunión? — Ixorum estaba dispuesto a mostrar que no le interesaba en lo más mínimo.

    — En tu nave, así podremos confirmar que has venido tú solo — Asmir habló muy seriamente — Allecreod vendrá. Terrior, tienes permitido traer a Lankir contigo. Magnus ya tiene tres comandantes, así que eso será suficiente. Yo iré con Kila, Halur y otros dos soldados más.

    — Síganme, por favor — Ixorum empezó a guiarlos hasta la nave.

    Asmir, Kila, Halur, Cadain y Allecreod fueron los primeros en moverse hacia el sitio al que debían acudir para poder escuchar las palabras que les diría aquel ser. Ebilo, Wida, Lankir y Terrior se mostraban algo dubitativos al respecto. Magnus miró a los suyos para notar que se estaban despidiendo de sus parejas. Alicia, Thomas y Agustina tenían algo de miedo por el hecho de que las personas más importantes para ellos tenían que marcharse temporalmente para hacer una incursión a la nave del enemigo, por lo que no pudieron evitar abrazarlos y desearles suerte.

    Una vez estos saludaron con una sonrisa, acompañaron a Magnus hacia el interior de dicho vehículo. Fue así como Terrior los siguió, acompañado por sus dos únicos guerreros, el ryfier que había quedado más atrás, y los dos garak, que esperaban a que todos se movieran para así ser los últimos en entrar y verificar que la orden dada por su líder se cumpliera.

    Desde la distancia, todos miraban con preocupación cómo sus compañeros y amigos se adentraban uno a uno en el vehículo espacial perteneciente al edagriano que juraba venir con buenas intenciones.

    — Si es una trampa… — Thomas presionó los puños — No pienso perdonar a ninguno de ellos si le hacen algo a Gwyn, a Ace o a Michael.

    — Créeme, no serás el único — Agustina compartía la determinación de su compañero.

    — Su hermano asesinó a mi Paul en su planeta — Casey guardaba un gran resentimiento en su contra.

    — Yo casi no salgo viva de ahí, así que, si le llega a tocar un pelo a Ace o a los demás, me las pagará — Natasha recordó ese combate con buena memoria.

    — Solo espero que no les haga nada, no quiero tener que vengarlos — Alicia imploraba que todos salieran con vida de ahí — Además, perderíamos a todos los líderes si eso sucede.

    — Corrieron un riesgo muy grande al adentrarse allí ellos solos — Noak sentía admiración por eso — Realmente saben lo que significa ser una persona que vela por su gente. Ellos deben vivir para ver el mañana y seguir ejerciendo sus puestos.

    — Vivirán — Gina pensaba con firmeza — O de lo contrario, Ixorum y luego Arion van a morir.

    […]

    El hijo de Hark los esperó hasta que estuvieran todos juntos, dándose cuenta de que tenía a varios invitados dentro de su nave. Era un poco incómodo lidiar con tantos, siendo que Allecreod era el único al que conocía, y solamente habló con él en una ocasión.

    — Esperaba que solo vinieran cuatro personas — Ixorum empezó a caminar, guiándolos hacia una sala para reuniones — Digo, son cuatro especies. Entiendo que Allecreod quizá no sea el líder luego de haberse ido, pero en ese caso, deberían ser solo cinco.

    — Seguiremos nuestras reglas, no las tuyas — Asmir era el que hablaba más con él — ¿Dónde están tus refuerzos?

    — En ningún lugar, vine solo, igual que Arion fue solo a la Tierra — Ixorum quería tranquilizarlos, aunque luego se dio cuenta de que fue un error mencionar un detalle como ese, así como si nada.

    Esas palabras ocasionaron una ligera molestia en Ace, Michael, Gwyn y Magnus. Pese a que Ixorum garantizaba estar arrepentido de lo que sucedió con la Tierra, no se mostraba sensible al respecto de su destrucción, la cual fue, justamente en las manos de su hermano mayor.

    Allecreod, quien llegó a interactuar con él en una ocasión, lo miraba con algo de desconfianza. Ya le había mentido una vez, y nada garantizaba que no lo volviera a hacer. Por alguna razón, sentía un poco de buena fe en las palabras dichas por él, pero la mala vibra que lo acompañó cada vez que habló con Hark, no le hacían disminuir las sospechas.

    Ixorum permaneció callado el resto del camino hasta que los pudo guiar a todos hacia el interior de una sala, destinada para albergar a cientos de personas, teniendo mesas y sillas, todas ellas ancladas al suelo, de forma que no quedaran desparramadas por los movimientos bruscos cuando la nave diera los saltos de velocidad tan frecuentes en ese viaje.

    La sala en donde se encontraban era una totalmente iluminada con luces de color blanco, y nada más había mesas y sillas. La del centro era la mesa más grande y con mayor capacidad para poder llevar a cabo una reunión, por lo que Ixorum la tomó para la ocasión. El edagriano se sentó en uno de los costados, mientras observaba como sus invitados tomaban asiento justo en frente de él.

    Eran quince en total, y todos en una hilera horizontal. Al tener sillas ancladas al suelo del salón, no podían acercarse para quedar más amontonados, por lo que él tendría que levantar su tono al dirigirse a ellos si deseaba ser escuchado. Cuando notó que todos lo estaban mirando, dio inicio con su charla.

    — Bueno, ahora que están en una nave edagriana, supongo que debo darles la bienvenida — Ixorum anhelaba ser cortés.

    — Vete al demonio, y explica lo que tienes que explicar — Asmir no quería perder más tiempo allí, y menos con él.

    — Muy bien, primero que nada, quiero revelarles algo — Ixorum se veía en la necesidad de hacer una aclaración — Se trata del Exterminio. Es algo que…

    — Lo sabemos — Ace lo interrumpió, dejándolo bastante sorprendido — Sabemos que tu padre Hark estaba detrás de todo eso, y lo que querían hacer al respecto.

    — ¿Cómo lo supieron? — el alienígena se mostraba intrigado — ¿Acaso mi padre te lo reveló, Allecreod?

    — No, lo descubrimos por nuestra cuenta — Gwyn recordó el día en el que lo supieron todo — Estábamos explorando el universo en busca de respuestas, y llegamos a un planeta desolado. Allí nos encontramos con un edagriano llamado Kenegar. Él nos contó todo.

    — ¿Kenegar seguía vivo? — Ixorum seguía asombrándose mientras seguía la charla — Creí que él moriría en ese planeta. Ha pasado varios años allí solo. No hemos enviado a nadie más a ese destino además de él.

    — Ahora está muerto, Ixorum — Ace no tuvo miedo de decirlo — Y yo fui quien lo mató. Y como empiece a pensar que estás engañándonos, te mataré a ti también. Ya sé cómo matar a los edagrianos. Así que te aconsejo que tengas cuidado con lo que vas a decir.

    — Bueno, si Kenegar estuvo tanto tiempo solo y aislado, lo más probable es que se haya vuelto muy débil con el correr de los días — Ixorum no se dejó intimidar — Pero eso no es lo importante. ¿Por qué Kenegar eligió contarles todo eso?

    — Quería robar nuestra nave para volver a su mundo con todos los demás — Michael fue el siguiente en hablar — De haberlo logrado, lo habrías vuelto a ver. Pero no fue ese el caso.

    — Pero yo me refiero a…

    — La razón por la que él eligió contarles la verdad era porque necesitaba llevar a mis soldados a una trampa — Magnus supo a dónde quería ir el alienígena — Y funcionó. Pero mis soldados son fuertes y lograron sobreponerse ante él.

    — Ya veo, con que así fue… Bien. Eso ahorra mucho tiempo y explicaciones — Ixorum supo que era una carga menos — Entonces, puedo pasar a lo que más importa ahora. El plan original de mi padre al atacar todos los planetas, y la mentira que le dijo a Allecreod.

    — El plan era regresar a mi planeta y liberarlo de los invasores — Allecreod recordó lo que dijo Hark en su presencia — Tú y tus hermanos iban a estar listos para perseguir a los intrusos en caso de que escaparan. Eso fue lo que me dijo tu padre.

    — Y mintió — Ixorum lo dijo, pese a que no fue necesario.

    — Y no hiciste nada — el ex líder de su gente quería la verdad — ¿Cómo es que nos vas a ayudar ahora?

    — No dije ni hice nada en ese momento porque no pude — Ixorum hablaba con pesar en su voz — De haberlo hecho, me habrían exiliado de mi hogar…

    Las palabras dichas por el edagriano confundían un poco a todos los miembros tanto del consejo de guerra como los acompañantes que tuvieron el permiso de subir.

    — Eres su hijo, y él es el líder de toda esa gente — Lankir no veía lógica en eso — Entiendo que quizá no le agradas a todo el mundo, pero no veo cómo podrían exiliarte por cualquier motivo.

    — Ustedes no lo saben, pero yo me opuse a mi padre y su plan del Exterminio cuando él lo lanzó — Ixorum reveló sus pensamientos ante todos ellos.

    — ¿Por qué? — Kila tenía curiosidad en saberlo.

    — Porque no nos corresponde a nosotros juzgar a los seres de otro planeta si estos no nos han hecho nada a nosotros — Ixorum se ganó un poco la confianza de todos con sus palabras — Mi padre cree que, porque tiene poder, puede matarlos a todos ustedes por crímenes en contra de sus leyes. Pero cada planeta alberga seres en el universo, y cada uno de esos seres sigue las leyes de su especie. Los de afuera no están en su derecho a intervenir. Pero lo que más odiaba era el hecho de que mi padre quería robarles sus planetas. No solo cree que ustedes merecen morir por violar sus leyes, sino que también se considera alguien capaz de tomar lo que no le pertenece para nuestra gente. Eso es un crimen contra la vida en el universo… y él no puede hacer algo así. Al menos, no es así como yo me siento. Mis dos hermanos y casi toda la población piensan igual que mi padre. Debo ser el único que no está de acuerdo con él. Y por eso mismo, no pude detenerlo en su momento. Y también es por esa razón que, si descubren lo que estoy haciendo, cosa que va totalmente en contra de su voluntad, puedo apostar por que seré ejecutado en vez de exiliado.

    Esas palabras llegaban a conmover en cierta forma a Ixorum. Pese a ser de la misma raza y familia que el responsable de causar el Exterminio, Devastación o Gran Catástrofe, el mismo acontecimiento, pero nombrado de forma diferente por cada especie, este parecía ser sincero en lo que decía. No sonaba como un mentiroso, e incluso Allecreod podía desarrollar cierto nivel de empatía para con él y su situación.

    Sin embargo, todas esas palabras bonitas no cambiaban el panorama actual. A pesar de sus deseos, el edagriano sentado frente a ellos no resolvió ni podría hacer nada para ayudar en el conflicto. Él solo debía representar a un número menor al uno por ciento en cuanto a porcentaje de su población se refiriera, y por eso mismo, no podían conformarse con sus palabras endulzadas.

    — ¿Y qué es lo que has pensado hacer? — Ebilo se vio en la necesidad de preguntárselo — Si Arion destruyó la Tierra, asumo que tú tenías asignado destruir este planeta.

    — Así es, es un plan que hizo mi padre a espaldas de Allecreod — el edagriano miró al ryfier al hablar — La idea era que cada uno de nosotros, los tres hijos de Hark, acudiera a un planeta distinto. Teníamos que ver si los planetas eran habitables para nosotros luego de que pasara tanto tiempo desde que la primera oleada del Exterminio fuera lanzada. Si lo eran, debíamos exterminar a la población por nuestra cuenta, minimizando el daño a su naturaleza. Si no lo eran, solo quedaba asegurarnos de que ese planeta muriera.

    — Por eso Arion mató al planeta Tierra — Magnus pudo llegar al fondo del asunto — No debía ser un buen lugar para los tuyos.

    — Supongo que no — Ixorum trataba de hacer memoria — No recuerdo bien en qué posición estaba el planeta Tierra, pero era de los mundos en peor estado en el universo tras el dominio de su población. Por eso fue uno de los primeros en recibir el Exterminio de los meteoritos.

    — ¿Cuál es tu plan para que nosotros nos salvemos? — Terrior sentía que lo picaba la curiosidad.

    — He notado que uno de ustedes, creo que tú — dijo mirando a Asmir — Mencionó algo sobre un “consejo de guerra”. Por casualidad, ¿esa guerra es contra mi padre y mi gente?

    — Precisamente — Allecreod se adelantó a todos los demás — No tiene sentido mentirte si ya lo sabes. Nuestro plan es atacar el planeta Edagr y matar a tu padre y a todos los suyos. Sabes que tenemos motivos suficientes para quererlo muerto. Yo por encima de todos ellos.

    — Lo suponía, y que alivio que llegué antes de que partieran al planeta Edagr — Ixorum sentía que había hecho una buena obra al actuar rápidamente — Escuchen, sé que creen que tendrán la ventaja si atacan a mi padre todos ustedes juntos… pero están muy lejos de la realidad. Mi padre es un líder inteligente que sabe cómo gestionar recursos y manejar personas. Si no fuera porque yo estoy en contra de su plan, probablemente, ya todos estarían muertos. Solo es por eso por lo que están vivos. Si atacan Edagr, no podrán hacer nada más que morir inútilmente.

    — ¿Y por qué no nos ayudas? — Magnus quería averiguar un poco más sobre la predisposición de Ixorum — Tú estás en contra de él y sus planes. Podrías ayudarnos a pelear la guerra contra él.

    — Lo siento, pero yo no tengo deseos de matar a mi padre — Ixorum les dejó en claro que no lo atacaría — Puede que no coincida con su forma de pensar, y que crea que sus métodos están equivocados. Pero sigue siendo mi familia, y no puedo ir en contra de él… Además, ustedes están diciendo que quieren atacar a todos los míos. La razón por la que yo me oponía al Exterminio era porque yo a ustedes los consideraba inocentes bajo las leyes de mi planeta. Puedo asegurarte de que, aunque todos piensen que lo que hizo mi padre está bien, no todos han participado. Eso quiere decir que, más allá de sus ideas, ustedes estarían matando gente inocente si pelean una guerra.

    — En ese caso, ¿cuál es tu alternativa, Ixorum? — Ace quiso saber si tenía algo útil para decirles — Dijiste que veías para salvarnos, pero hasta el momento, no has hecho nada más que revelar cosas que no nos ayudan en nada… A ninguno de nosotros. ¿Qué es lo que tienes que nos puede salvar?

    — Yo no quiero que ustedes tengan que morir por la decisión que mi padre eligió tomar — el edagriano contestó la pregunta del comandante de la Tierra — Si hubiera podido salvar a más personas, lo habría hecho, pero por desgracia no ha sido el caso. Así que, lo que haré, lo haré para salvarlos a ustedes.

    Todos se llevaron un ligero susto cuando vieron que este colocó un objeto misterioso en la mesa en la que estaban reunidos, pero esa sensación se esfumó rápidamente cuando notaron que no se trataba de un arma ni de un detonador, o de alguna clase de dispositivo peligroso que pudiera ser utilizado para ocasionarles algún daño. Más bien, dicho elemento se veía como un cuaderno, y cuando Ixorum lo abrió, pudieron ver las hojas de papel repletas de cientos de anotaciones y muros de texto con algunas imágenes y ciertas coordenadas.

    Nadie entendía lo que estaban mirando, y esto fue algo que el hijo de Hark pudo notar con solo ver la expresión en sus rostros, fue por eso por lo que se sintió en la obligación de explicar lo que estaba enseñando, y también la razón.

    — Ya que ustedes saben lo que es el Exterminio, asumo que saben lo que le espera a este planeta — Ixorum quería ver si alguien estaba atento a la información recibida.

    — Lo sé… los edagrianos vendrán aquí y reclamarán Garak como uno de sus planetas — Asmir supo lo que estaba en espera para ellos.

    — Así es… es algo inevitable que eso suceda, y eso se debe a que yo ya le he dicho a mi padre que este mundo era habitable para nuestra raza — Ixorum se sentía apenado por eso último — Es por eso por lo que me di a la tarea de recabar toda esa información de nuestros archivos.

    — ¿Qué es todo esto? — Halur se veía invadido por la curiosidad.

    — No quiero que ustedes se enfrenten a mi padre, y desde ya les quiero dejar en claro que, si lo atacan a él, a mi familia, o a alguien de mi especie, yo pelearé del lado de los míos, y contra ustedes — el edagriano no daba explicaciones sencillas, solo daba vueltas a las preguntas — Si ustedes parten a Edagr para una guerra, nuestras especies se terminarán enfrentando. Pero si se quedan aquí, cuando los edagrianos aparezcan para habitar este planeta, también se dará otro enfrentamiento. Sin importar cuál de esas dos opciones tomen, todo derivará en una guerra de los suyos contra los míos. Lo cual terminará con su muerte y extinción y con mi ejecución posterior. Eso es algo que no quiero. No tengo deseos de preocuparme por la muerte de mi familia o amigos, ni tampoco los quiero muertos a ustedes. Por eso se me ha ocurrido una solución que nos permitirá a todos nosotros conservar nuestras vidas. Sin guerra. Sin muertes, y, sobre todo, lejos los unos de los otros. Les garantizo que, si siguen mi plan, jamás nos volveremos a ver.

    — ¿Y cuál es ese plan? — Cadain se encontraba molesto con él por no ser claro en sus palabras — Dilo todo. No des más explicaciones acerca de tus sentimientos, o del destino que te vas a enfrentar. No nos interesa.

    — En ese libro que les di hay información de cientos de planetas a los que mi padre ha decidido no atacar con el Exterminio — Ixorum cumplió el pedido de Cadain — Todo lo que les puede interesar, está allí. El tamaño del planeta, que recursos tiene disponibles, ubicaciones geográficas estratégicas, sus coordenadas… La información más relevante está ahí.

    — Claro, no quieres que tengamos una guerra contra tu padre en Edagr, pero quieres que aparezcamos en la órbita de otro mundo y que sus habitantes sean quienes nos ataquen — Gwyn creyó que era una buena forma de deshacerse de todos ellos.

    — Fue por eso por lo que elegí planetas que no estuvieran habitados — el hijo de Hark había pensado en eso previamente — Así como no es justo lo que mi padre hizo, tampoco sería justo que ustedes aparezcan y roben el planeta de otros seres vivos. Todos esos planetas son mundos deshabitados. Dado a que mi padre estaba más preocupado en eliminar a aquellos que destruían la naturaleza, optó por no dirigir su atención a dichos planetas. Solamente los estudió para analizar su habitabilidad, y es por eso por lo que me parecen una solución apropiada para ustedes. Como no tienen seres vivos allí, mi padre nunca pondrá sus ojos en ellos… Eso quiere decir que podrán vivir una vida tranquila, libre de la preocupación de que mi padre o alguien de mi raza les haga una visita. No hay necesidad de que se provoque una guerra que no traerá nada más que muerte a cada bando que participe allí. Así que, se los pido desde lo más sincero de mi ser… Abandonen este mundo, y viajen hacia los planetas que he marcado para ustedes. Incluso si no desean convivir unos con otros, son unos cientos de planetas en total. Si desconfían de mis palabras, confíen en mis acciones al no haber destruido su planeta con esta nave cuando pude haberlo hecho tal y como Arion hizo con la Tierra… Solamente quiero salvar sus vidas de la Extinción que el juicio de mi padre provocaría sobre ustedes. Sigan mi plan, abandonen su deseo de guerra y venganza contra los edagrianos, y así todos podremos vivir una vida tranquila y libre los unos de los otros. Esto es lo mejor para todos, no solo para ustedes, sino también para mí… Por eso les pido que abandonen este mundo mientras aún están a tiempo, y escapen hacia cualquiera de los destinos que elegí para ustedes. Si realmente tuvieron la inteligencia para evolucionar tanto como para alcanzar a dominar el viaje espacial, comprenderán que esto es lo mejor que pueden hacer.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, después de este parón navideño de un par de semanas, estamos aquí de nuevo para la lectura de un nuevo capítulo de LGC. Y qué capítulo, retomando directamente donde dejamos el anterior. Personalmente, este capítulo ha sido muy bueno. No tiene acción, desde luego, pero hacía tiempo que quería ver este capítulo; esta conversación entre Ixorum y los principales líderes. Así que sin más que añadir, pasaré a comentar el capítulo.

    Comenzamos con la llegada de Ixorum, la cuál se dio en el final del anterior capítulo. La unión de las especies no se fía ni un pelo de su mensaje conciliador y decide atacarle con unos cañones, que no hacen prácticamente nada a la nave edagriana. Ixorum decide mandar un nuevo mensaje, diciendo que no pretende hacer daño a nadie y que va a aterrizar. Sin más remedio que recibirle, la alianza se presenta con sus soldados (más garaks que otra cosa XD) y un único xaromitante, su propio líder Terrior (pobre, eso si que es una representación penosa :v). Tras un intercambio tenso de palabras, los líderes deciden que sea lo que sea que Ixorum quiera comentar, lo harán en privado, para evitar el alarmismo en la gente. Medida más que lógica.

    Sin embargo, para corraborar ciertas cosas, se traen a Allecreod de su celda (el pobre Abel se cagó al ver que no se lo llevaban a él también XD). El ex líder ryfier conoce bien los rostros y voces de los hijos de Hark, por lo que reconoce al hijo rebelde inmediatamente, al igual que a la inversa. Tras esto, deciden que la reunión se hará en la nave del edagriano, viéndose ciertamente grande y con espacio para mucha gente. Con dicha reunión dando comienzo, Ixorum revela su forma de pensar y otros sucesos que ya conocíamos previamente, pero para sorpresa de los líderes, les informa de que tiene información recopilada sobre otros mundos a los que aconseja que evacuen, ya que es cuestión de tiempo que los edagrianos manden un destacamento a Garak. Y además, enfrentarlos en Edagr lo considera un grave error para las especies, ya que en potencial armamentístico son muy inferiores.

    Debo admitir que el plan de Ixorum es sensato, pese a que me gustaría que los edagrianos recibiesen su merecido. No obstante, también soy consciente de que dicha especie es monstruosa, ya que es muy difícil siquiera matar a uno de ellos. Son una especie superior y enfrentarla solo podría acabar con la extinción de todas las especies o milagrosamente salvándose/ganando, algo que veo improbable. En definitiva, me temo que lo mejor es comenzar de cero en otro lugar. Y porqué no, esto también sirva para muchas otras cosas en la historia. Estaré muy intrigado si esto ocurre, porque como he dicho, sería interesante ver un cambio así en la historia. El villano es muy difícil de derrotar, los héroes se marchan y comienzan de cero en otro lugar. Sinceramente, lo veo. Aunque habrá que ver que sucede.

    Será hasta el próximo capítulo, amigo mío. Un placer nuevamente regresar a las lecturas en simultáneo por Discord. ¡Chao chao! :dancecat:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a todos los lectores de la historia. Es el momento de publicar un nuevo capítulo de esta sexta parte de la historia. Estamos a punto de entrar en la recta final de esta parte de la historia, puesto a que después de este, tan solo quedarían 13 capítulos más. Espero que el viaje hasta el momento haya sido una buena experiencia para todos.

    Quiero dar un agradecimiento muy especial a Manuvalk por estar siguiendo esta historia desde el primer día, y por mantener el interés en este universo que he creado. Su presencia aquí y nuestras charlas al leer es algo que valoro mucho, y hoy es una ocasión especial puesto a que este es el capítulo 180 de la historia principal. Y si sumamos las historias secundarias (20 capítulos entre las dos) obtenemos un total de 200. Seguro se sorprenderá al enterarse de esto, pero este es el capítulo número 200 de LGC que le toca leer. Eso es un gran apoyo, y por eso mismo le envío unas 200 gracias por estar siempre ahí con sus comentarios, valoraciones y opiniones :cynda: Espero que este sea también de su agrado como los otros.

    Sin novedades de momento, les dejo con la lectura.












    Los vencedores:

    Todos en la sala estaban atónitos con las palabras que Ixorum les había dicho. Para verificar la veracidad de estas, Asmir abrió el libro y pudo ver que las páginas estaban repletas de anotaciones de diferente tipo, indicando toda la información que el edagriano aseguraba que existía allí. No parecía haber mentira en lo que él decía, ya que cada planeta llevaba la ubicación en el espacio junto con un resumen de recursos disponibles.

    Si era cierto lo que él estaba diciéndoles, la guerra que ellos planeaban sería algo totalmente innecesario. Sin embargo, había seres allí dentro que seguían presentando sus dudas, y no tardaron en hacérselo notar.

    — ¿Cómo sabemos que no nos atacarán mientras estemos en retirada? — Kila fue la primera en levantar su voz.

    — Son más de cien planetas, ¿cómo se supone que sabremos a cuál de todos se dirigirán? — Ixorum quiso apelar al sentido común, su única defensa ante las acusaciones — Incluso si ese fuera nuestro plan, sería muy complicado de seguir.

    — Yo… esto es algo extraño — Cadain se veía muy asombrado con lo ocurrido — No lo tomes personal, Ixorum, pero me parece algo demasiado bueno como para que sea verdad.

    — No es un engaño — el edagriano no sabía cómo mostrar su buena fe de otra manera — Incluso si lo fuera, ¿por qué? Ya mi padre demostró que pudo expulsar a Allecreod de su mundo sin la necesidad de arrasarlo como al planeta Tierra. Si no quisiera disparar bombas destructivas para no provocar daños en los edificios, traer a algunos hombres me habría bastado. ¿No es suficiente lo que hice ya para mostrar mis intenciones?

    — Lo es, y yo te creo cuando nos hablas — Magnus eligió darle un voto de confianza al edagriano — Pero la decisión final la tomaremos todos los miembros del consejo de guerra.

    — Ustedes han demostrado ser inteligentes a lo largo de su historia, pese a lo que mi padre cree — Ixorum se veía tranquilo con eso — Sé que tomarán la mejor decisión. No me opondré a ustedes en este mundo. Aseguré que venía con buenas intenciones, y con las mismas buenas intenciones me voy a ir de aquí. Pero sepan que, si los vuelvo a ver, seremos enemigos que lucharán para matarse entre sí.

    — Calma, aún no hemos dicho que no a esta propuesta — Terrior veía necesario algo de privacidad — Lankir, Allecreod y los dos guardias garak que vinieron no pertenecen al consejo. ¿Pueden llevarse a Ixorum fuera de esta habitación? Los demás discutiremos lo que nos has traído a la mesa.

    — Seguro, lo sacaremos de aquí pronto — Lankir se puso de pie para indicar al dueño de la nave que debían marcharse.

    — Usen la sabiduría que yo sé que tienen en su elección — Ixorum hizo lo mismo que el xaromitante.

    De esa manera, el edagriano se marchó de la sala acompañado por Lankir, los dos guardias garak y Allecreod. Este último, con deseos de saber cuál sería la decisión que tomaría el consejo porque era algo que involucraba su futuro de una forma que él no podía controlar, tuvo que salir a regañadientes de la sala. Una vez que los cinco estuvieron fuera, Ixorum les indicó un sitio lejano en el cual podrían descansar, y donde también podría ser vigilado para que nadie supiera que tipo de decisión fue tomada por ellos.

    En esa sala donde tuvieron la reunión, nada más quedaron los miembros del consejo. Asmir, aún con el libro en sus manos, miró primero a Kila y Halur, para luego echar un vistazo a las miradas de todos los demás. Al igual que él, todos estaban golpeados con un asombro muy fuerte. No esperaban que fuera el hijo del hombre que orquestó todo el plan que iba a derivar en su extinción el que se acercara a ellos a ofrecerles una salvación alternativa que no involucrara una guerra total entre todos ellos.

    De no ser por él, todos ellos seguirían preparándose para partir a una batalla que sería sangrienta en contra de los seres que ocasionaron graves pérdidas en sus vidas. Pero la aparición de Ixorum y la información que les brindó, les abría la puerta a nuevas alternativas para poder tomar. Por lo tanto, el consejo de guerra tenía motivos para reunirse de nuevo luego del fiasco de su primera reunión.

    — Ya no hay nada que explicar, él lo dejó todo en claro — Asmir supo que todos sabían lo que debían discutir — Quiero escuchar opiniones a favor o en contra de seguir este plan.

    — Yo propongo que nos olvidemos de esta guerra — Magnus miró de reojo a los alrededores, buscando cámaras de vigilancia, ya que sentía que debía haber alguna instalada en dicho lugar.

    — Parece ser que estábamos subestimando al enemigo todo este tiempo — Cadain fue el siguiente en hablar entre los líderes — Tienen un poder mayor al que nos podemos imaginar. No tiene sentido partir a una guerra arriesgando el futuro de nuestra gente si podemos simplemente partir hacia otros mundos a vivir una vida tranquila.

    — El vivir una vida tranquila quizá no sea algo permanente — pensaba Terrior al analizar mejor el asunto — Pero si tenemos miedo a que Hark algún día cambie de opinión y haga visitas a esos mundos, simplemente tendríamos que aprovechar el tiempo de paz para crear armas que nos aseguren que podremos defendernos de él.

    — No será un comienzo desde cero, tendremos información reunida por tantos años de historia de nuestros predecesores, y la tecnología con la que ya contamos — Ace analizó mejor esa posibilidad — Yo digo que sería mejor seguir con el plan de Ixorum. A decir verdad, desde siempre tuve miedo de ir a pelear esa guerra. Ya tuve que enfrentar a Kenegar en un planeta donde él estaba solo y no tenía nada. A pesar de todo, casi me asesina. Pensar en que tendría que hacerles frente a varios de su misma raza me congela por dentro. No me veo capaz de poder sostener una batalla así.

    — Está decidido, entonces — Asmir pensó que la decisión estaba clara, con una gran felicidad dentro de él — Vamos a buscar a Ixorum para comunicarle nuestra decisión.

    Sin haber discutido demasiado, el consejo de guerra, con una idea fija en su mente, recorrió los pasillos de aquella nave edagriana hasta llegar con el dueño de esta. En su paseo, aprovecharon y estudiaron un poco mejor la arquitectura interior de dicha nave. Podían ver unas paredes que parecían estar hechas de material ligero y oscuro, incapaces de identificarlo tan solo con la vista. El miedo a activar alguna trampa estaba presente en todos ellos, por lo que optaron por no tocar esas paredes en ningún momento. Así fue como recorrieron la nave por unos diez minutos hasta que finalmente encontraron a Ixorum manteniendo una conversación con Lankir y Allecreod.

    Este, al verlos a todos allí, supo que la decisión estaba tomada. Había dicho que respetaría su decisión sea cual fuera, por lo que la pregunta era para saber qué era lo que debía esperar en su viaje de regreso a casa para reunirse de nuevo con su familia.

    — Eso fue rápido — Ixorum tenía algo de desconfianza encima — Pero confío en que fue porque la decisión era obvia. ¿Qué es lo que va a ser?

    — Hemos decidido aceptar tu idea de no llevar a cabo una guerra con tu padre ni con tu especie — Asmir, quien era la máxima autoridad en el planeta, fue el que respondió la pregunta — Estaremos un tiempo aquí en lo que decidimos nuestro destino. Una vez que lo tengamos, todos partiremos a un planeta. En caso de que alguna de las especies opte por separarse de nosotros, antes que nada, replicaremos la información que nos has otorgado en cada una de nuestras bases de datos.

    — Me alegra ver que hayamos podido llegar a un acuerdo pacífico, y no tener que resolver las cosas mediante la violencia absurda — Ixorum escuchó con entusiasmo esas palabras — Les pido perdón otra vez por no haber podido hacer mucho para salvarlos cuando el Exterminio fue lanzado, y también por no haber podido salvar a la Tierra del ataque de mi hermano. Ni a Ryfier del ataque de mi padre.

    — Hiciste todo lo que pudiste desde tu posición — Gwyn quería apelar a la bondad de aquel ser — Pese a que nos duelen nuestras pérdidas, no podemos culparte a ti por ellas. Todo eso fue culpa de tu padre y de tu familia.

    — Quiero que sepas que hemos aceptado hacer un gran sacrificio al no dirigir nuestra ira sobre ellos — Michael pronto pensó en algo mejor para decir — Quizá no todos estén contentos con rechazar la guerra. Así que, lidiar con ellos es otra carga para los que integramos este consejo.

    — Descuiden, sé que tienen un gran trabajo por delante — Ixorum se mostró amable con ellos — Antes de retirarme tengo una pregunta para todos ustedes en el consejo. ¿Cómo se llaman? La historia del planeta Edagr nunca podrá conocer sus nombres, dado a que, si yo los revelo, me asesinarán y luego vendrán por ustedes. Pero quiero saber dentro de mí mismo con quienes tuve el placer de reunirme a frenar la guerra.

    — Asmir.

    — Kila.

    — Halur — el último de los garak en el consejo se presentó.

    — Magnus.

    — Michael.

    — Ace.

    — Gwyn — la comandante fue la última en hablar ante él.

    — Terrior.

    — Wida.

    — Cadain.

    — Ebilo.

    — Son muchos nombres, y no creo poder recordarlos a todos — Ixorum era realista al respecto de la situación — Pero créanme que haré mi mejor esfuerzo para nunca olvidarme de ustedes. Es una lástima que mi padre se lanzó a exterminar planetas sin disponerse a tener una charla con ustedes en principio.

    — La verdadera lástima es que era tu padre quien estaba al mando de los tuyos, y no tú, Ixorum — Lankir miró a Wida a la cara y supo exactamente lo que le correspondía decir.

    — Me halagas, pero no creo tener lo que se necesita para ser un líder como mi padre — el edagriano contestó algo modesto a su cumplido — No creo que nadie esté a su altura. Por eso es por lo que él enviará grupos de edagrianos por el universo. Para que a los nuevos líderes les sea más sencillo controlar a la población.

    — Imagino que tú estás designado a ser uno de ellos — Halur pensó de forma lógica —Tratándose del plan de tu padre…

    — Aunque dijera que no, él no lo aceptaría — la opinión de Ixorum sobre su padre era bastante clara — Así que, antes de despedirme, quiero disculparme. No por él, sino por mí mismo.

    — Disculpa aceptada — Terrior sonreía ante el edagriano — Buen viaje en el regreso a tu mundo.

    — Gracias — Ixorum se veía satisfecho con lo que había logrado — Buen viaje a todos ustedes también. Sé que quizá no tengan como saber esto, pero yo hace poco estuve en esta zona y lancé un pequeño ataque sobre un planeta cercano. En caso de que sí me hayan detectado, les informo que hice eso para poder tener evidencia falsa para mostrarle a mi padre que arrasé con los habitantes de este planeta. Sé que quizá debí decirlo antes, pero creí que podrían deducirlo por su cuenta. Ya que ninguno de ustedes lo mencionó, yo lo hago ahora. Así que, tengan confianza que nadie se acercará a molestarlos a este planeta. Solo no se queden demasiado tiempo. Las naves con edagrianos partirán hacia los mundos habitables tan pronto como la tercera y última etapa del Exterminio esté completa.

    Luego de indicarles qué camino tomar para que pudieran llegar hasta la salida, Ixorum se encargó de despedir a todos los miembros de las cuatro especies que optaron por abordar su nave para escuchar la propuesta que este tenía para decirles. Tan pronto como se alejaron de la presencia del edagriano, Asmir hizo una señal a sus dos soldados que lo acompañaron para que restringieran los movimientos de Allecreod. Este no había dado indicios de intentar un escape, y no se veía dispuesto a realizar un movimiento así. Sin embargo, no se mostró en contra de ser arrestado, dado a que entendía que su sitio seguía siendo esa celda junto al humano Abel Hartka.

    Los miembros del consejo y sus acompañantes bajaron de la nave para poder reencontrarse con los demás miembros de su especie, quienes miraban con impaciencia y temor hacia la estructura de gran tamaño. El alivio que sintieron todos cuando los vieron fue inmenso, sobre todo en Alicia, Thomas y Agustina. Los tres soldados humanos salieron corriendo desde su posición hacia sus parejas, para fundirse en un abrazo de alivio y cariño.

    — Hey, no me he ido por mucho tiempo — Ace consolaba a Agustina mientras ella lo abrazaba.

    — Estoy bien, Alicia, no te preocupes — Michael la tomó tiernamente de la cintura.

    — Veo que no puedo alejarme de ti sin que te preocupes — Gwyn se sentía demasiado querida con aquel gesto de Thomas para con ella.

    — Será mejor que nos alejemos de aquí — Asmir pronunció, haciendo visible el libro que Ixorum preparó para él y los demás — La nave partirá pronto al espacio.

    — ¿Qué sucederá con el intruso? — Alicia tenía deseos de saberlo.

    — ¿Y qué es eso que tienes en tu mano? — Agustina se sentía invadida por la curiosidad.

    — Lo explicaremos a su debido tiempo, por parte de Ixorum… pues… — Magnus se dio la vuelta.

    Cuando todos ellos se alejaron lo suficiente como para asegurarse de que un despegue de la nave no podría ponerlos en peligro, esta se activó, y no necesitó más de treinta segundos para elevarse un poco y luego dar un salto a gran velocidad al espacio exterior, saliendo así de la atmósfera del planeta Garak. Un pequeño viento se levantó por el movimiento tan brusco que dio esa nave al momento de ascender hacia la salida del planeta, pero más que levantar una diminuta nube de polvo, no causó mayores daños a todos ellos.

    La población veía como el intruso que se metió en el planeta y aseguró que era solo para salvarlos a todos se iba de regreso a su mundo, probablemente, y con evidencia de que en ese mundo en el que se encontraban, habitaban varios seres vivos, lo cual era algo que alguien como Hark no aceptaría de buena gana.

    Una vez que se marchó, varios miembros del ejército garak, ryfier y humano se acercaron a todos ellos para saber qué era lo que habían discutido en dicha nave. Tan pronto como llegaron, Noak fue el primero en notar que Asmir parecía tener algo en sus manos.

    — ¿Qué es eso? — preguntó el soldado humano — ¿Ixorum se los dio o se lo robaron?

    — Él nos lo dio voluntariamente — Asmir contestó la pregunta del humano — Es un libro lleno de anotaciones.

    — ¿De qué tipo? — Casey se veía muy curiosa al respecto.

    Antes de responderle, Asmir hizo un gesto a sus dos soldados, y estos, obedeciendo de inmediato, se llevaron a Allecreod de vuelta a la celda en donde este había estado viviendo en los últimos días. Cuando observaron esto, todos se dieron cuenta de que debía tratarse de algo importante que no querían que el exlíder de los ryfier pudiera conocer. Este se mostraba muy molesto por ser alguien con tanta desconfianza encima para todos los demás, pero no tardó en aceptar dicho castigo. Cuando lo retiraron de la zona, Asmir empezó a relatar todo.

    — ¡Ixorum vino a decirnos que no quiere un conflicto entre nosotros y su padre, porque eso desataría una guerra en la que podríamos terminar perdiendo! — Asmir alzó la voz, al mismo tiempo que levantó el libro para que todos lo vieran, aunque no pudieran distinguirlo — ¡Vino a este planeta para hablar con nosotros y ofrecernos una alternativa! ¡Que todos nosotros huyamos hacia otros mundos! ¡En este libro hay varias indicaciones sobre cómo llegar a cientos de planetas en el universo que no fueron elegidos por Hark para formar parte de su plan de exterminio! ¡Si elegimos escapar a esos mundos, jamás tendremos que lidiar con él otra vez! ¡Estaríamos a salvo de sus planes y de sus deseos de acabar con todos nosotros! ¡Podríamos vivir en paz!

    Una gran parte de la multitud, creyendo que el consejo de guerra aceptó esa opción, empezó a abuchear a los líderes, mientras que otros, quienes sabían que no podrían haber cedido tan fácilmente a una petición como esa, pedían cordialmente que se tranquilizaran para dejarlos terminar. Ninguno de los líderes habló hasta que el sitio estuvo en completo silencio otra vez.

    — ¿Y lo aceptaron? — Xander quiso preguntar al ver la forma en que se expresaba Asmir — ¿Nos vamos a mudar a esos mundos renunciando a la guerra?

    — ¡Por supuesto que no! — Cadain gritó, dando a todo el mundo la respuesta que querían — ¡Ya teníamos mundos en los que vivir, y estos malditos vinieron y nos los arrebataron!

    — ¡Nosotros perdimos nuestro planeta y a varias de nuestras familias a causa del Exterminio! — Ace fue quien levantó la voz tras el líder ryfier — ¡No necesitábamos ni queríamos nuevos mundos como los que Ixorum vino a ofrecernos!

    — ¡Le dijimos que aceptamos el trato y su información para que él se marchara tranquilo con su padre! — Terrior fue el siguiente en hablar — ¡Él está en contra de él, y por eso fue por lo que vino hasta aquí para darnos todo esto! ¡Para protegernos, él dirá que todos nosotros hemos sido exterminados!

    — ¡Una vez que Ixorum le diga a su padre que hemos sido asesinados, él creerá que todos nosotros estamos extintos! — Magnus comunicaba parte del plan — ¡No se esperará un ataque sorpresa de nuestras especies! ¡Lo tomaremos desprevenido, y entonces, conseguiremos nuestra venganza!

    — ¡La razón por la que aceptamos este libro con la información ha sido para proteger a los que no van a pelear en la guerra! — Asmir reveló sus verdaderas intenciones — ¡En caso de que nosotros fracasemos en este ataque, los edagrianos sin duda vendrán a este planeta buscando eliminarnos! ¡Ixorum ya no podrá protegernos, es por eso por lo que elegimos aceptar este libro! ¡De esta manera, nuestro fracaso no condenará a los que se queden fuera de la batalla! ¡Si llegamos a caer en la guerra, todos tendrán un sitio a dónde ir y permanecer a salvo de la ira de Hark por el resto de sus vidas!

    — ¡Por eso mismo, tan pronto como podamos replicar esta información, retomaremos nuestras reuniones para planear la estrategia a usar durante la batalla contra todos ellos! — el grito de Kila alentó a los garak.

    En contraste total con los abucheos que se dieron tan pronto como escucharon la primera parte del relato, la población empezó a aclamar a los integrantes de su consejo, quienes lograron ponerse de acuerdo para engañar al enemigo, aceptando su información y de esa forma obtener una forma de salvaguardar a toda su población en caso de que las cosas no resultaran tan bien en la guerra contra los edagrianos.

    Aliviados al saber que su consejo representaba sus deseos de guerra y venganza, persiguiendo el único objetivo de eliminar al responsable de que todos ellos tuvieran que vivir con miedo de la muerte a causa de una caída de meteoritos, el júbilo se apoderó de todos los miembros presentes del ejército, quienes comenzaban a aplaudir a todos los integrantes del consejo.

    Sabiendo que la información que Ixorum les acababa de dar era bastante inmensa, y que no tendrían tiempo ilimitado para poder crear copias de esta, así como también para planificar la estrategia a utilizar en la guerra, Asmir hizo entrega de aquel libro a Lankir, para que fuera el hijo del líder xaromitante quien se encargara de realizar las copias y dejarlas preparadas para toda su gente cuando llegara el momento de tomar acción en contra de los causantes de la Catástrofe.

    […]

    Abel sentía que la ansiedad lo consumía. Cuando escuchó los disparos y las alarmas de la ciudad resonar desde su celda, tuvo en claro que una amenaza realmente peligrosa debió de haber aterrizado en la superficie. El estar encerrado era una complicación demasiado grande, puesto a que le imposibilitaba escapar para ir a pelear o huir, lo que quería decir que no tenía si quiera la posibilidad de hacer algo para intentar salvar su vida.

    A medida que el tiempo pasaba, la calma en el exterior se iba haciendo más grande, mientras que su nerviosismo crecía sin parar de forma inversa. No podía escuchar disparos ni sonidos que indicaran que se estuviera dando un conflicto, pero el ver que la gente se tranquilizaba demasiado era para él una señal de que todos estaban muriendo.

    Dominado por los nervios, el humano empezó a palpar la superficie de las paredes en un intento de encontrar algo que le permitiera forzar su escape desde el interior de su celda, aunque para su mala fortuna, no había nada allí que lo pudiera ayudar.

    De repente, la puerta que daba entrada a ese complejo se abrió, y su atención se tornó hacia los que habían entrado. Temió, al principio, que se tratara de un enemigo adentrándose para matarlo, y luego creyó que podría ser algún humano que quisiera aprovecharse de una situación desfavorable para asesinarlo y hacerlo pasar por una baja del enemigo. La tranquilidad volvió a él de golpe cuando vio a dos guardias garak trasladando a Allecreod, con quien compartía sitio en la prisión, de vuelta a las celdas con él.

    Estos guardias solamente se limitaron a dejarlo allí dentro, para luego retirarse en silencio sin haber dicho nada, ni siquiera dirigirle la vista. Abel supo que no podía esperar nada de ellos, así que no alzó la voz hasta que se marcharon. Tan pronto como quedó solo con su compañero, se dirigió a este para averiguar lo que estaba sucediendo.

    — Oye, creo que, a pesar de ser un prisionero, merezco una explicación — Abel quiso forzar a Allecreod a que revelara la verdad — ¿Qué demonios es lo que está pasando ahí afuera? ¿Magnus está a salvo?

    — Debe sentirse horrible tener que preocuparte por el bienestar de la persona que más odias en el mundo — el ryfier aprovechó su oportunidad para burlarse de él — Pero no debes temer. Magnus está bien. Todos están bien, en realidad.

    — ¿Qué fue todo ese escándalo? — Abel empezó a alterarse otra vez — ¿Estamos bajo amenaza?

    — No, no lo estamos — Allecreod contestó llanamente a su pregunta — Recibimos la visita de alguien muy… “especial”, por así decirlo.

    — ¿Quién nos ha visitado? — Abel tenía interés en saber a qué se refería.

    — Ixorum, uno de los hijos de Hark — Allecreod le contestó otra vez — La sangre del mismo ser que ocasionó la Gran Catástrofe, como les gusta llamarla a ustedes.

    — ¿Y qué quería? — Abel se sentía confundido — ¿Por qué te sacaron de la celda? ¿Lograron derribar su nave o matarlo? ¿Lo han capturado?

    — Haces demasiadas preguntas, más de las que tienes derecho a hacer — Allecreod quería aprovecharse de su conocimiento para torturarlo un poco — Pero te lo contestaré todo ahora. Es algo complicado, y me terminaron apartando del grupo, por lo que no escuché el final. Así que, pon atención y no hagas preguntas que no te puedo responder.

    […]

    Ixorum, ya en el espacio exterior, tenía dudas que se tenía que quitar de encima. Su nave se había alejado bastante del planeta Garak, pero podría llegar en poco tiempo si se lo disponía. Hace unos minutos atrás, les concedió a todos los miembros del consejo la privacidad para tomar una decisión respecto al plan alternativo que él les ofreció para su futuro.

    Lo cierto era que esa privacidad nunca existió, dado a que había cámaras y micrófonos por toda la sala, colocados específicamente para poder grabarlo todo en caso de que tuviera la oportunidad de hablar con ellos en su nave. Ixorum accedió a los registros de los seres que estuvieron en su nave, y cuando los encontró, se dispuso a observarlos con completo detalle. Necesitaba confirmar si realmente habían aceptado su alternativa para la paz, o, por el contrario, si había sido engañado por todos ellos.

    Pese a que no quería matarlos bajo las leyes de justicia de Hark, no permitiría que ninguno de ellos pusiera un solo pie en su planeta para dañar la naturaleza, a sus amigos o a su familia. En caso de que estos lo hubieran engañado, regresaría de inmediato y atacaría hasta eliminarlos a todos. Algo que no quería hacer, pero no tendría otra opción si quería salvar a inocentes en su mundo.

    Un enorme alivio recorrió su cuerpo cuando pudo ver con sus propios ojos como estos aceptaron de buena manera su propuesta de huir hacia otros mundos y así dejar de lado su conflicto con su padre. Las cámaras de la nave y los micrófonos lo captaron todo. Ellos usaron su buen juicio para tomar una decisión que, para el edagriano, era la mejor de todas las que pudieron haber tomado.

    — Lo logré… — Ixorum pensaba para sí mismo con gran alivio — He podido salvar a cinco especies y a un planeta de una guerra inútil, cruel y devastadora. Es una lástima que nunca nadie más que yo lo sabrá, pero sé que puedo vivir tranquilo con esto.

    Feliz de ver que su objetivo se cumplió, Ixorum pronto decidió comunicarse con su familia. Varios días habían pasado desde el último mensaje que envió, en el que se comprometía a perseguir y matar a los que huyeron del planeta Ryfier. Sintió que hizo bien en esperar todo ese tiempo para establecer contacto con los seres de la alianza, dado a que, de haber llegado más temprano, quizá Allecreod hubiera llegado después que él, y hubiera puesto en cuestión sus intenciones por el simple hecho de que, cuando estuvo frente a él, no pudo hacer mucho para ayudarlo.

    Dado a la gran tecnología con la que contaba, Ixorum no tardó en hablar con todos ellos.

    — Hijo, llevaba tiempo sin recibir noticias tuyas, ¿qué ha pasado? — Hark mostró su preocupación por él — Arion y Varlim ya están aquí. Tú eres el único que falta.

    — Ya he cumplido con mi misión, papá — Ixorum se refería a su propia misión, y no a la que su padre le encargó — Lo he logrado. Encontré a Allecreod y a algunos humanos más en mi persecución.

    — ¿Humanos? — Hark no se tomó muy bien esa noticia — ¿Escaparon de la Tierra?

    — No creo que lo hayan logrado, creo que no estarían allí cuando Arion atacó — Ixorum tenía preparada esa respuesta después de varios ensayos — Pero eso no es lo importante. Lo que realmente importa ahora es que todos están muertos. No volveremos a saber de ellos nunca más.

    — Me alegra oír eso — Hark no podía evitar sentirse aliviado por escuchar esa noticia — Te esperamos en nuestro mundo, Ixorum. Cuando llegues, todos vamos a festejar. Probablemente haya otros sobrevivientes del Exterminio en otros mundos, pero eso es algo para otro día. Por ahora, nos dedicaremos únicamente a festejar nuestra victoria contra aquellos que han decidido negarse a mi juicio sobre ellos. No te tardes demasiado.

    — No lo haré, papá — Ixorum sentía algo de asco por esa forma de hablar de su progenitor — Nos veremos pronto.

    Sin ánimos de tener que hablar con él, dada la ideología tan retorcida de su padre al creer que tenía el poder y el derecho para decidir el castigo de seres que no les habían hecho nada, Ixorum quedó en paz absoluta tan pronto como cortó su llamada con él.

    Supo en su interior que todos sus esfuerzos habían dado frutos. Su padre, por más asco que le diera en ese aspecto, seguía siendo su padre, y no podía negar que lo quería en el fondo. Además, incluso si ese no fuera el caso, no podría volverse en contra de sus hermanos ni de su propia gente. Su decisión y accionar terminaron salvando las vidas de cinco especies, quienes podrían sobrevivir en mundos diferentes, y lejos de los conflictos que tuvieran entre sí.

    Para asegurarse de que no quedara un solo rastro de lo que había hecho, Ixorum buscó en sus archivos los clips y grabaciones que lo mostraban a él estableciendo contacto con los seres de la alianza conformada por cuatro especies, para posteriormente eliminarlos. Hecho ese procedimiento, ya no quedaba nada que pudiera comprometerlo a él ni a nadie más. Lo único que le quedaba por hacer era continuar con su viaje en la nave hasta poder pisar su planeta otra vez.

    — Con esta mentira, he podido evitar una guerra y alejar los deseos de exilio de los allegados de mi padre — Ixorum también pensó en ese aspecto — Increíble que desearan eso, solo porque mis ideales no están en sincronía con los suyos.

    […]

    Unas dos semanas después de haber tenido la reunión con todos los seres a los que él buscaba salvar, Ixorum pudo regresar al planeta Edagr. Tan pronto como salió de su nave y puso los pies en la tierra firme de su mundo, pudo ver a varias personas, entre ellas su padre y sus dos hermanos, aclamándolo por haber sido el último en llegar, y por consecuencia, el encargado de haberle puesto fin a las vidas de seres que debieron haber muerto con el Exterminio.

    Supo que fingir le haría bien, tanto a su imagen como a la credibilidad ante toda la gente que pudo haber tenido dudas de su lealtad para con su padre. Por lo tanto, Ixorum corrió con los brazos levantados mientras gritaba feliz por haber logrado su cometido. Arion y Varlim se acercaron a él junto a otros edagrianos, para luego tomarlo del cuerpo y empezar a levantarlo mientras coreaban su nombre. Ixorum, pese a que disfrutaba ese trato, se sentía algo enfermo en el interior al pensar que todo era por una mentira, pero no era algo que lo detuviera para siempre. Pronto, notó que su padre se le acercó.

    Arion y Varlim lo bajaron y los cuatro familiares volvieron a reunirse luego de su charla con el líder de los ryfier, Allecreod, siendo esa la última vez que se pudieron reunir todos juntos.

    — Bienvenido a casa, hijo — Hark apoyaba sus manos sobre los hombros del menor de los tres — Es un orgullo tenerte de regreso. Saber que finalmente has abrazado mi ideología, y aceptado el Exterminio como la única solución.

    — Cuando luché contra ellos, pude ver que me atacaban sin preocuparse por su planeta — Ixorum tuvo que mentir para poder ganar algo más de credibilidad — Si derribaban mi nave, podrían haber ocasionado un gran daño ambiental y desmedido. Hice bien en acabar con todos.

    — No es justo, todos ustedes se divirtieron, pero yo solamente me encontré con un mundo desolado — Varlim se quejaba de lo que le esperaba en el planeta Xarom — Hice el viaje más largo, y no he sido capaz de tener una sola pelea.

    — En resumen, tu trabajo ha sido el más sencillo — Arion le tocó su cabello en modo de broma — Vamos, que tu misión solamente consistió en dar un paseo.

    — Un paseo aburrido — Varlim no se sentía mejor por eso — Pero bueno… Es lo que me toca por ser la única mujer desde que mamá no está.

    — Varlim, ¿cómo era el planeta Xarom? — Ixorum quería conocer la verdad detrás de eso — ¿Cómo es posible que quedara desolado?

    — No hay árboles, y no queda una sola masa de agua en su superficie — Varlim le relató lo que vio — Solo es un cuerpo de tierra seca y gris, orbitando alrededor de una estrella pequeña. Ya no hay forma de que la vida pueda resurgir ahí.

    — Xarom es una pérdida total — Hark habló seriamente con todos ellos — Así como hay mundos donde el Exterminio arrasó con todo, hay otros donde no fue suficiente. Pero por nuestra parte, ya hemos hecho bastante. Lo que nos queda por hacer ahora es ir a festejar con una gran cena por nuestro triunfo sobre todos ellos.

    — ¿Tienen historias interesantes que contar? — Varlim suponía que sí, pero quería saberlo — Me vendría bien oír algo interesante.

    — Yo tengo algo — Ixorum le comentó a su hermana mayor — Pronto lo revelaré. Me sorprendió bastante cuando lo escuché.

    Bajo las órdenes de su líder, toda la gente que estaba allí fue invitada a un banquete que sería celebrado en honor de todos ellos. Hark le pidió a Arion que se encargara de organizarlo, y su hijo mayor estuvo poniendo mucho empeño en administrar a varios trabajadores para que fuera una experiencia memorable.

    La familia del líder del planeta fue llevada hacia un punto de la ciudad donde se situaba un edificio de gran tamaño, midiendo unos tres pisos de altura, y con una longitud tan extensa como un conjunto de cinco manzanas de tamaño medio de una ciudad en la Tierra. Los habitantes que dieron la bienvenida al hijo de su líder se sorprendieron al ver mesas largas en el interior de aquel lugar, nada más en la primera planta.

    El sitio estaba lleno de espacio para que meseros y cocineros se movieran de un sitio a otro dentro de aquel establecimiento. Además, había enormes cuadrados instalados en las paredes, de los cuales salía una música muy fuerte y con poco ritmo bailable, siendo creada más para ser oída que para tener acción en una pista. La gente estaba contenta al ver un banquete así, y se mostraban demasiado agradecidos de poder vivir bajo el cuidado del mismísimo líder de su población, cosa que no todos podrían decir cuando fuera el tiempo de marcharse para habitar otros mundos.

    Cuando el encargado de la música vio que su líder y los familiares que traía consigo estaban allí, eligió poner música diferente para que todos pudieran disfrutar de un pequeño baile. Tan pronto como esta cambió, varios edagrianos gritaron de alegría, y empezaron a moverse a un pequeño sitio reservado para que ellos pudieran bailar. Eso fue algo que el hijo mayor del artífice del Exterminio quiso aprovechar.

    — Ven, Varlim — no dudó en invitarla frente a su padre — Vamos a bailar juntos.

    — Esperaba que me lo pidieras — la mujer tomó las manos de su hermano, y ambos fueron a la pista de baile unidos.

    Hark, quien optó no decirles nada para no ocasionar una discusión innecesaria en aquel momento, simplemente lanzó una mirada de desaprobación a la acción tomada por su hijo y su hija. Pese a haber expuesto los motivos por los que no estaba contento con ellos teniendo un amorío, sus hijos parecían hacer caso omiso a todo eso. Ixorum, viendo la cara de molestia de su padre, eligió sentarse junto a él para poder charlar. Estando en una fiesta por una hazaña, la cual no había cumplido realmente, quiso que el tema no tocara demasiado la misión que le encomendaron, así que solamente hizo una pregunta.

    — Papá, ¿crees que la gente se olvide de sus deseos de atentar en mi contra cuando todos sepan lo que hice? — Ixorum estaba preocupado por su seguridad — ¿O tengo que hacer algo más para ganarme su confianza?

    — Créeme, con esto será más que suficiente — Hark mostró una sonrisa a su hijo — Me alegra ver que todos estos años te han hecho madurar y entendieras que esas pestes están mejor muertas. Lamento que no pude eliminarlas por mi cuenta, y que tuvieras que involucrarte tú mismo.

    — Descuida, fue solo así que pude entender lo que realmente querías que viera — unas pequeñas nauseas se formaban en él por tener que mentir de esa manera.

    — De cualquier modo, eso no importa — Hark pronto empezó a notar que pequeñas porciones de comida estaban siendo servidas en la mesa para que los invitados pudieran empezar a comer — Oye, ya que estamos, cuéntame eso que dijiste que ibas a revelar cuando Varlim te preguntó si tenías alguna historia que contar. Me da curiosidad.

    — Fue algo que descubrí cuando aterricé en un mundo distante para pelear con los humanos sobrevivientes — Ixorum contestó a su padre — Se trata de tu viejo amigo… Kenegar.

    Las palabras dichas por su hijo resultaron ser una sorpresa para el líder de dicha especie. Ciertamente, llevaba un largo tiempo sin saber nada de aquel hombre que en el pasado fue su amigo, y que luego tuvo que desterrar a un planeta lejano por el hecho de que violó la ley más importante de toda su raza. Le daba mucha intriga ver que su hijo pudo aprender algo de él tan solo hablando con un grupo de humanos a los que simplemente tenía que perseguir para eliminar.

    Ya que su hijo trajo su nombre a la discusión, quiso saber qué era lo que tenía para compartir al respecto de él.

    — ¿Qué fue lo que aprendiste de ellos? — Hark supuso que recibiría alguna noticia suya por parte de su hijo.

    — Los humanos con los que me crucé me identificaron rápidamente como un edagriano — contó Ixorum ante su padre, quien pronto creyó que serían los mismos que enfrentaron a Arion hacía ya mucho tiempo — Parece ser que ellos estuvieron en el planeta de los condenados y tuvieron la oportunidad de conocerlo. Kenegar les contó todo sobre nosotros, sobre ti, y sobre tu plan. Él lo hizo en un intento de engañarlos para escapar y regresar aquí. Ellos lo mataron, y se dirigían a la Tierra para comunicar esa información.

    — Asombroso… — Hark, quien no respetaba a Kenegar luego de los crímenes que cometió, no se puso triste al escuchar de su muerte — No creí que pudieran llegar tan cerca de nosotros, y mucho menos que Kenegar recurriría a ese recurso para regresar aquí.

    — Pero fracasó, y uno de ellos lo asesinó — Ixorum buscaba impresionar más aún a su padre — De no haber sido por la llegada de Allecreod, no habríamos atacado la Tierra. Y ellos podrían haber descubierto todo sobre tu plan. Lo que podría haber derivado en una guerra entre nosotros y todos ellos.

    — Supongo que la llegada de Allecreod fue una bendición… — Hark recordó la última vez que interactuó con él — Aunque él haya intentado matarme por la espalda.

    — ¿Lo hizo? — Ixorum se sorprendió al oír eso.

    — Déjame que te cuente la historia — Hark estaba entusiasmado de poder tener una charla de ese estilo con su hijo — Probablemente te diviertas al escuchar cómo se han ido desarrollando las cosas.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, qué decir. Pese a que parece que aún faltan capítulos para el clímax y apenas hay acción, estos últimos han demostrado ser muy buenos, y lo digo con total sinceridad. Más allá de eso, se están asentando las bases para lo que está por venir, que no será cualquier cosa. ¡Se viene la guerra! Ahora si que si, es un hecho y no hay vuelta atrás. Así que pasaré a comentarlo.

    Inicialmente, el plan propuesto por Ixorum es aceptado por el consejo de guerra, algo que el edagriano agradece en exceso. El hijo menor de Hark estaba deseoso de que la alianza de dichas especies optase por la vía pacífica, esa que los propios edagrianos no usan XD. Incluso yo estaba de acuerdo en que no fuesen a la guerra y evacuasen a otros mundos, ya que la fuerza abrumadora del enemigo es más que evidente. Ixorum respira aliviado al conocer que ha logrado convencerlos de evadir la lucha. Tras esto, el edagriano abandona Garak bajo la atenta mirada de todos, para que luego ver que tienen sus líderes que decir. En un principio, la gente abuchea a sus líderes cuando escuchan que Ixorum les ha dado un plan para irse sin pelear, algo que no parece ser del agrado de casi nadie. La sorpresa viene aquí, y es que resulta que todo ha sido una treta del consejo de guerra para hacer creer a Ixorum que no irían a la guerra, obteniendo así esa libreta con información sobre otros mundos posibles a colonizar. El plan resulta ser enviar a aquellos más vulnerables a dichos mundos para que puedan vivir en paz mientras los soldados deciden atacar Edagr por sorpresa, conocedores de que el joven edagriano le dirá a su padre que están todos muertos, por lo que nadie se esperará ese ataque. Rápidamente, la gente celebra el intelecto de sus líderes y yo también lo aplaudo, ya que han logrado salir ganando con esa trama.

    Al margen de todo eso, vemos que Abel está muy preocupado por lo que ha estado oyendo del exterior; la llegada de una nave, algunos disparos, etc. Su temor va in crescendo hasta que ve regresar a Allecreod, acompañado de dos guardias que lo dejan y se van. El ex líder ryfier decide revelarle todo lo que ha oído, que no es mucho, pero es algo. Ay estos dos, vaya ratas XD. Me los veo compinchados en algún momento de la historia y no sé si eso es bueno o malo. De ahí pasamos a Ixorum, quién ve las grabaciones de sus cámaras en el interior de la nave para confirmar que el consejo de guerra no le ha engañado (y estos sorpresivamente le han hecho tremenda jugada XD). Una vez comprobado que la alianza de las especies ha cumplido su palabra (jajaja, casi) el edagriano emprende el rumbo hacia su mundo, contactando previamente con su padre para informarle de que su misión ha sido un éxito y todos están muertos, para alivio del propio Hark. Ya llegado a Edagr, el joven edagriano es recibido como un auténtico héroe por sus familiares y demás. Más tarde en ese mismo día, se convoca una gran cena (que más que familiar, parece planetaria XD) en la que todos celebran y disfrutan bajo la mirada orgullosa de su líder. Varlim y Arion aprovechan para desafiar nuevamente los principios de su padre mediante una petición de baile, pero Hark decide pasar y centrarse en Ixorum, con quién conversa sobre algunas anécdotas tales como la de Kenegar y demás. Finalmente, el padre está orgulloso de hablar con su hijo pequeño, sin saber que en realidad, éste sigue fiel a su propia causa.

    Como anotación personal, me gustaría decir que estoy ansioso por ver empezar esta guerra y todo lo que conllevará. Sé que aún faltará un poco, al menos eso creo, pero me entusiasma la posibilidad de que sea más pronto que tarde. Espero estar en lo correcto, mientras tanto, nos vemos a la próxima. Un abrazo, amigo mío. ::3:
     
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  9. Threadmarks: Cambiando tu destino
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    5314
    Saludos a todos. Aunque no sea viernes todavía, he decidido publicar el siguiente capítulo de la historia en caso de que mañana no pueda hacerlo. Cada vez nos vamos acercando más al clímax final de esta parte VI, el cual considero una seguidilla de capítulos super intensa. Créanme cuando les digo que no se van a arrepentir por haber esperado tanto. Luego de este y dos capítulos más, estaremos con todo listo para poder dar comienzo a todo lo que ansío que vean.

    Quiero agradecer, como cada semana que pasa, a mi gran amigo Manuvalk por estar siempre presente en los comentarios de esta historia. Los buenos ratos que pasamos leyendo en Discord y lo mucho que me encanta tener sus comentarios en esta historia son algo que agradezco y aprecio un montón, y nunca me cansaré de decirlo :)

    Sin más qué decir no otra noticia que dar, les dejaré el capítulo.














    Cambiando tu destino:

    — Y así fue cómo él terminó huyendo de mí — le narraba Hark a su tercer hijo.

    Ixorum, quien estuvo prestando atención durante todo el relato, encontraba increíble la historia que su padre le contó. Él supo desde que su padre dio el aviso de que Allecreod había escapado que se trataba de un fugitivo, pero no creía que sería tan cobarde como para intentar atacarlo por la espalda. Sin embargo, había algo en todo eso que tranquilizaba y mucho al joven edagriano. El hecho de que Allecreod hubiera intentado atacar a su padre y fallara, incluso con su propia arma en mano, debería servir para que los demás no intentaran una acción peligrosa en el futuro, incluso si luego de haber recibido la promesa de que no iban a atacar, hubiera un cambio de opinión.

    Teniendo al ryfier junto con ellos, supo que no había posibilidades de que se pudiera armar un enfrentamiento. A menos que nadie quisiera creer esa historia a Allecreod debido al conflicto que hubo entre sus especies según lo contaba su padre.

    — Cuando lo vi llegar hasta aquí supe que no era el más valiente del mundo — contestó su hijo — Pero no creí que sería tan asustadizo como para tratar de matarte de esa manera.

    — Yo tampoco, hijo, pero me lo estaba esperando — Hark le reveló lo de los micrófonos ocultos en su nave — Él no confiaba en mí, así que hice bien en no confiarme demasiado.

    — Pero llegó a atacarte sin problemas.

    — Porque yo sabía que su arma no podría hacerme nada. De haber escuchado que tenían armas más fuertes en reserva, los habría atacado apenas llegamos. Claramente, quería asegurarme de eliminar a la mayor cantidad posible por mi cuenta.

    — Pero escaparon — Ixorum parecía querer fastidiar a su padre con esas palabras — Por una ruta desconocida.

    — Así es, pero tú acabaste con ellos, por lo que me dijiste — Hark recordaba lo narrado por su hijo.

    — Lo he hecho, todos los que escaparon están muertos — Ixorum aseguraba el bienestar de las personas que quería proteger con sus palabras — Ya son historia. Una que creo que sería mejor no seguir recordando.

    — Solo un pequeño percance en mi plan para un futuro mejor para todos nosotros — contestó su padre, evadiendo la indirecta del hijo menor — Y hablando de eso…

    Hark centró sus ojos en la pista de baile del lugar en el que estaban. Arion y Varlim, junto con otros seres que se encontraban allí reunidos y que se fueron integrando a medida que él narraba la historia, ocupaban el centro de esta. Ambos hijos bailando como si él no estuviera allí, a sabiendas de que él desaprobaba por completo la relación que ellos intentaban tener, debido al hecho de que ambos tendrían que separar sus caminos cuando el plan del Exterminio estuviera completo tras alcanzar la última etapa eliminando al tercer grupo de planetas. Si bien, habiendo descubierto que varios seres habían sobrevivido a su intento de despoblar el universo mediante los meteoritos en las etapas uno y dos de su plan, Hark no quería que sus hijos se acostumbraran a algo que, llegado su día, tendría que finalizar.

    Fue ese mismo pensamiento el que lo terminó llevando a tomar una decisión inmediata para con toda la gente reunida en el lugar.

    — ¡Todos tomen asiento! — ordenó el líder de su especie.

    Tras haber oído ese grito, la música del lugar fue apagada, y de esa forma, todos los presentes en el lugar, exceptuando a quienes se encargarían de servir la comida y la bebida, se fueron a sentar. Pese a que estaban de fiesta, una orden de Hark era algo que se debía cumplir, y eso era algo que Arion y Varlim sabían. No podían mostrarse como desobedientes ante la gente, mucho menos en presencia de su padre, pese a que les gustaría mucho desafiarlo frente a todos. Con una mueca de poca conformidad, los hermanos fueron a sentarse. Arion tomó asiento a la derecha de Ixorum, y Varlim tomó asiento a la izquierda de su padre Hark. Era Ixorum quien se encontraba al lado suyo. Por una tradición familiar no ligada a leyes, los hijos menores debían estar en todo momento, cerca de sus padres. No solo era seguida por el mismísimo líder del lugar, sino también por otros seres que habitaban junto a ellos.

    El silencio reinaba en la mesa, hasta que el propio Hark decidió romperlo con una pregunta a su hijo.

    — ¿Ordenaste la comida y bebida que yo quería? — fue la pregunta dirigida a Arion, el mayor de los tres.

    — Por supuesto, es una celebración por el éxito de tu plan de emergencia, así que era lógico que pediría que hicieran lo que a ti más te gusta — Arion contestó con una sonrisa en su rostro — Espero que los cocineros que contraté sean competentes al prepararla.

    — Eso lo juzgaré yo, parece que ahí vienen — notaba Hark.

    Dos personas, dedicadas al servicio de comida, se aproximaron a la multitud sentada en las largas mesas del lugar. Solamente traían un plato con un pedazo de carne adornado con verduras y un vaso con un líquido amarillento llenándolo casi hasta el borde. Otra tradición de los edagrianos consistía en que, la persona de más poder o influencia en una fiesta sería la primera en comer y beber, para dar su aprobación a los alimentos y bebidas que serían servidos a todos los demás, independientemente de no haber sido los organizadores del evento.

    Siendo el líder de los suyos, Hark acostumbraba a hacer eso en cada una de las fiestas a las que acudía. En su mesa había cubiertos muy similares a los que usaban en la Tierra, los cuales él usaría para degustar su platillo. El edagriano de mayor autoridad tomó ambos y empezó a cortar un trozo grueso de la carne que tenía servida en el plato. Ante la vista de todos los presentes, lo llevó a su boca y empezó a masticar con la boca abierta, algo que, si bien sería visto con malos modales por los humanos, no lo era para los edagrianos. Luego de algunos mordiscos, tragó su alimento y puso una sonrisa. El encargado de traer la bebida sintió un gran alivio en ese gesto, que era de aprobación por su trabajo.

    Lo siguiente era probar la bebida. Hark tomó el vaso con el líquido y bebió la mitad de su contenido de un solo intento. Una vez que terminó, sintió un sabor muy dulce recorriendo su paladar, cosa que lo dejó encantado. Para él, esa era la bebida más rica que había probado en mucho tiempo. Ansioso por que todos los presentes probaran lo mismo que él, dio la orden a los meseros de traer para todos los demás.

    — ¡Se sentirán agasajados cuando prueben lo que he probado yo! — exclamaba con una alegría inmensa — ¡Es lo más delicioso que he bebido en mucho tiempo!

    El encargado de servir la bebida se retiró con una sonrisa de satisfacción que mostraba superioridad absoluta por lo que había hecho. El haber podido dejar contento y de esa forma a su líder era el logro más alto que podía aspirar a lograr. Pese a haber servido cosas similares a otras personas con poder, era una situación única el poder hacer lo mismo, pero con Hark.

    La gente alrededor se entusiasmó con esa reacción de su figura de autoridad, creyendo que estaban por probar algo que les iba a encantar. Con la aprobación dada, los dos encargados de servir a la mesa fueron a dar el aviso al resto de sus colegas para que sirvieran el alimento y la bebida al resto de la población. Arion, Varlim e Ixorum miraban con una sonrisa a su padre, dado a que este parecía estar muy contento por lo que acababa de probar. Sentían que iban a disfrutar de un banquete excepcional, cosa que les vendría muy bien dada la misión que habían tenido que realizar.

    Hark, de forma repentina, empezó a toser cubriéndose la boca, como si algo de lo que se hubiera tragado le hubiera caído mal. Al principio, era una tos leve, pero con el paso de los segundos, esta empezó a aumentar al punto de que se hizo muy ruidosa, cautivando la atención de los allí presentes. Varlim, Ixorum y Arion se le acercaron a él para comprobar lo que le estaba sucediendo, todo mientras los empleados del lugar se acercaban con la comida y la bebida. Hark, asustando a todos los que lo veían, se puso de pie y empezó a tomarse el cuello mientras no paraba de toser, hasta que unas gotas de sangre salieron de su boca, empezando a asfixiarse con el líquido interno de su cuerpo.

    — ¡Papá! — gritó Arion, en desesperación al verlo toser de esa forma.

    — ¡¿Qué te ocurre?! — Ixorum se temía lo peor.

    — Yo… — Hark intentó hablar, pero antes de poder mover la boca una vez más, cayó de rodillas golpeándose la barbilla con el borde de la mesa en la que estaba sentado.

    Tras ese golpe, el líder de todos los edagrianos cayó al suelo y empezó a retorcerse en el lugar mientras escupía sangre y el líquido que había tomado. Varlim e Ixorum le tomaron el pecho y pudieron sentir que el corazón de su padre estaba bajando a un ritmo inferior al normal y necesario para la vida.

    — ¡¿Qué sucedió?! — Varlim preguntaba asustada mientras otros se acercaban a intentar ayudar.

    Arion se agachó y tomó un poco del líquido que su padre había escupido con el dedo, acercándolo hacia su nariz y empezando a olfatearlo atentamente, descubriendo así lo que estaba pasando en el lugar.

    — ¡Este olor no es el olor de la sangre en estado puro! — Arion alarmó a todos con su declaración — ¡Alguien puso algo extraño en la bebida de mi padre, pudieron haberlo envenenado!

    Los gritos de horror empezaron a resonar entre todos los presentes, asombrados por la idea de que alguien se hubiera atrevido a lastimar de esa manera a su líder quien luchaba día a día para que ellos pudieran tener un futuro próspero en mundos diferentes, aunque fuera arrebatándoselo a otras especies.

    — ¡Traigan al que le sirvió la bebida! — Ixorum dio la orden.

    Sabiendo que era para salvar la vida de su líder, dos hombres y una mujer se aventuraron hacia la cocina del lugar, en donde se encontraba el responsable de haberle servido el trago a Hark. Al dar con él, lo llevaron retenido de los brazos ante el cuerpo moribundo del líder de toda esa gente, quien ya había dejado de retorcerse y había quedado inmóvil en el suelo.

    — ¡Lo envenenaste! — Ixorum supo que eso fue lo que ocurrió.

    — ¡No! ¡Jamás haría algo así! — con miedo por ser juzgado por esa acción, el mesero se defendió conforme pudo — Yo solo le eché la bebida que teníamos preparada en el barril. No la he envenenado.

    — Tráiganle un vaso y que se lo beba — Arion dijo furioso, pero sin alzar la voz — Si no pusiste veneno en la bebida, no tienes nada que temer.

    — ¡Esperen, no me hagan hacer eso! — sin darse cuenta, al decir esas palabras, el mesero se hundió ante toda la multitud de edagrianos.

    — ¡Lo sabía! — Ixorum tomó esas palabras como la confirmación que necesitaba para saber la verdad — ¡Tú lo envenenaste!

    — ¡No, juro que no lo hice! — sin saber cómo defenderse, el mesero empezaba a llorar de la angustia.

    — Demuéstralo — uno de los hombres presentes allí le trajo un vaso con la misma bebida que sirvió a Hark — Bebe uno de estos.

    — Espera, que nos diga antes que veneno utilizó — Varlim veía que su padre, pese a no moverse, aún tenía pulso.

    — ¡No he usado ningún veneno! ¡Juro que no he envenenado la bebida! ¡Está limpia, y si no lo está, lo hizo alguien más!

    — ¡Suficiente! — Arion parecía estar furioso — ¡Bebe ahora! ¡Que alguien vaya a buscar antídotos para todo tipo de veneno! ¡Tiene que existir alguno que sirva para lo que tiene mi padre!

    Dada la orden del hijo mayor de Hark, cinco hombres y cuatro mujeres salieron de prisa hacia una tienda de medicamentos para traer todos los posibles antídotos que pudieran para tratar a su líder antes de que este falleciera. Arion, por su parte, retuvo al mesero de los brazos, impidiéndole que pudiera escapar. Este intentó forcejear, pero sabiendo que el hijo mayor de su líder era el más fuerte de los soldados, pronto supo que era inútil. Una mujer de las invitadas de la fiesta acercó el vaso con la bebida hacia la boca de aquel mesero, y se la abrió para poder introducirle el líquido.

    A pesar de que intentó con todas sus fuerzas no tragar dicho líquido, no fue capaz de evitar que una gran cantidad entrara directamente en su garganta. Sabía que él no había envenenado a su líder, pero también era consciente de que la bebida tenía algo perjudicial en su interior, y por el hecho de haber sido él quien le sirvió el trago a quien se retorcía en el suelo, supo que era inevitable que sucediera lo mismo. Al cabo de unos segundos, menos tiempo del que le llevó a Hark, el mesero empezó a toser de igual manera, con el mismo procedimiento. Primero tos leve, luego tos más fuerte, y luego tos con sangre.

    Confirmando su teoría del envenenamiento, Ixorum se puso de pie y de un golpe en la nuca, dejó totalmente inconsciente a aquel empleado, ahorrándole a la gente el tener que ver cómo se retorcía del dolor igual que le sucedió a su padre. Tanto él como su hermano mayor miraron con desprecio a aquel ser, esperando que tuviera una muerte dolorosa. Pero luego, un grito de su hermana les llamó a ambos la atención.

    — ¡Papá! — el grito de Varlim encendió la preocupación más alta de todos allí — ¡Es tarde! ¡Él ha muerto!

    — ¡No! — Ixorum no lo podía creer — ¡No, papá! ¡No! ¡Maldita sea!

    De impotencia, el menor de los tres hijos de Hark, golpeó el suelo tres veces de forma violenta mientras gritaba por la muerte de su progenitor. Todo lo que había hecho fue con el objetivo de poder garantizar la vida de toda su familia y que ninguno de ellos tuviera que morir en una guerra contra las especies sobrevivientes. Con la muerte de su padre, eso era algo que se había vuelto imposible. Varlim y Arion empezaron a llorar, al tiempo que se abrazaban para consolarse por la muerte de su padre. Los otros presentes en la fiesta no tardaron en acompañarlos en esa acción. Para ellos, Hark era el más importante ser en todo el mundo, cosa que había quedado demostrada siendo él uno de los que propuso una solución al conflicto poblacional que su especie llegaría a enfrentar, y que también liberaría a los planetas del universo de otras especies que solamente realizaban daños a sus ecosistemas.

    Ese ser al que tanto admiraban yacía muerto frente a ellos, envenenado en una celebración de victoria sobre seres que probablemente habrían intentado atacar su mundo de haber conocido la verdad de el plan del Exterminio. La tristeza más profunda los invadió a todos, llevándolos a maldecir e incluso patear el cuerpo del mesero, quien por haber consumido más líquido y haber sido golpeado en la nuca por Ixorum, había tenido una muerte más rápida y con menos dolor que la que enfrentó el soberano del planeta Edagr.

    — Probablemente toda la bebida haya sido envenenada — Arion habló con seriedad, habiendo acabado su llanto — Tírenla y asegúrense que nadie la vuelva a beber. Y arresten a todos los meseros hasta que yo lo diga. Tal vez este pobre diablo que matamos no haya sido el que envenenó a nuestro padre. Pudo haber sido cualquiera de ellos…

    Lo que se suponía que iba a ser una fiesta alegre y de gran disfrute terminó siendo un día trágico, probablemente el que más, en la historia de la especie edagriana. En los últimos años, no hubo ningún otro tan aclamado por todos como lo era Hark. El haber tenido que presenciar su muerte poco después de haber probado la comida y bebida que ellos también estaban destinados a consumir, fue algo horrible. Pero, en sus pensamientos, Hark había muerto como un héroe, pese a tener ese destino tan fatal. De no haber seguido la tradición, todos los presentes habrían probado la bebida envenenada que acabó con su vida. Esa era la única fuente de consuelo en ese momento tan fatídico para todos ellos.

    […]

    La noticia de la muerte de Hark se extendió por el mundo de forma rápida. Gracias a los sistemas de comunicación tan avanzados del planeta Edagr, habiendo pasado menos de diez minutos de su muerte, toda la población ya sabía de lo ocurrido. No hubo ni un solo hombre, mujer o niño edagriano que no llorara por la muerte de su gran líder.

    La furia recayó en los meseros que habían sido arrestados. Tan pronto como se supo la causa de su muerte, una multitud enorme acudió desde diferentes ciudades situadas en todos los puntos del centro del planeta para infestar el centro de detención y así poder insultar o incluso escupir a quienes eran sospechosos del crimen más atroz que alguien podría haber cometido en ese tiempo.

    Las autoridades de aquel centro no hicieron nada para garantizar la seguridad de los sospechosos, quienes se pusieron a llorar tras ver el trato tan deplorable que recibían solamente por estar bajo sospecha de haber sido ellos quienes causaran la muerte de su gran líder. Los oficiales revisaron las cámaras instaladas en el lugar y no pudieron dar con una imagen que delatara a uno de ellos, ni tampoco al mesero muerto, como los responsables del envenenamiento de la bebida. Eso le hizo saber a Arion y a todos los demás que algún elemento con el que se preparaba la bebida había sido envenenado previamente.

    De forma inmediata, empezó una investigación a todos los medios de producción del planeta, intentando detectar desde la raíz el sitio en donde el veneno que mató a Hark fue llevado hacia su bebida.

    Arion, siendo el mayor y más fuerte de los hijos y soldados del líder edagriano, fue quien asumió el mando por herencia. Lo primero que hizo fue darle a la gente lo que querían, una oportunidad de despedir al más grande habitante de su planeta. Alguien a quien admiraban y ya no podrían volver a ver nunca más. Un funeral que duró dos días fue hecho de forma pública en una de las plazas de la zona, un lugar cercano a la naturaleza del planeta Edagr, a la cual, Hark siempre protegía con todo su ser.

    No había una sola persona que pudiera sonreír en ese momento tan crítico, y no era para menos, puesto a que habían perdido y debían despedir a alguien que creyeron que podrían tener junto a ellos por un largo tiempo. Los dos días del funeral decretado por Arion no fueron suficiente para que la gente llorara por la pérdida de alguien como Hark, por lo que el líder recién puesto por su gente decretó una semana completa para tener el luto por su padre, pese a que hubiera deseado que durara lo menos posible.

    El tiempo transcurrió, para cada edagriano, de forma muy lenta. La primera semana luego de la pérdida de Hark, junto con todas las cosas que envolvían su adiós, tal como el funeral y posterior cremación, fue la más difícil de todas las que les quedarían por afrontar en su vida. Pero tras un proceso de luto muy largo e incómodo para los tres hijos del líder, todo había acabado. La gente, entre lágrimas y dolor, pudo despedir a quien era una inspiración muy grande para ellos.

    La historia de los edagrianos se encargaría de recordar a Hark como el más grande ser que alguna vez pudo haber nacido entre su especie.

    […]

    Con el luto acabado, Arion, Varlim e Ixorum se encontraban reunidos en la oficina de su padre. Este les había comentado que tenía pensado tomarse el día de la fiesta como un día libre de trabajo, y que luego de que esta acabase, seguiría con el plan del Exterminio, tratando de hacerlo lo mejor posible para así evitar que nuevas especies pudieran sobrevivir a la caída de meteoritos en su planeta.

    Sin embargo, pese a que probablemente era la tarea más importante por cumplir, no era la única que tenían, y era por eso por lo que tenían que hacer una repartición. Siendo el mayor de todos, le correspondió a Arion realizar una división lo más equitativa posible.

    — Varlim, ¿te molestaría ayudarme a recopilar toda la información que mi padre tuvo en cuenta en las primeras etapas del exterminio? — preguntó Arion, sabiendo que la respuesta sería afirmativa.

    — En absoluto, lo haré sin problemas — contestó Varlim, justo como él esperaba — Luego podré realizar mis tareas.

    — Ixorum, a ti te encargo el control de los suministros que van a ser llevados en las naves para cuando sea el tiempo de marchar, además de que debes asegurarte de seguir el caso de la muerte de papá — Arion le habló con seriedad a su hermano menor — ¿Podrás hacerlo?

    — Cuenta conmigo, hermano — Ixorum contestó, dispuesto a marcharse — Me irá mejor si estoy en la tranquilidad de mi habitación en mi casa. Si me disculpan…

    — Adelante, hermano menor — contestó Arion, con una sonrisa de amabilidad para con él — No te sientas obligado o atado a estar aquí.

    — Nunca me sentiría así con ustedes — Ixorum les contesto a ambos, para luego retirarse del lugar — Llámenme si necesitan algo.

    — Lo haremos — Varlim acordó en hacerlo de forma remota y no presencial, tal y como su padre la obligó a hacer hacía ya varios días atrás.

    Tan pronto como su hermano menor se retiró, Varlim tomó un dispositivo electrónico con forma de cubo y empezó a revisar una por una las cámaras de vigilancia del edificio en el que su padre trabajaba. Pudo monitorear la salida de su hermano, y luego de eso, se aseguró de que, tal y como ella y su hermano mayor esperaban, no hubiera nadie allí.

    Confirmó sus sospechas, y luego de eso, activó un mecanismo de alarmas que le avisaría tanto a ella como a su hermano si alguien se atreviera a entrar en el edificio. Una vez que todo estaba listo, ambos hermanos se miraron con una gran sonrisa de satisfacción, para posteriormente, abrazarse y darse un beso para festejar por la gran hazaña que habían conseguido. Tras el beso, ambos se quedaron abrazados y empezaron a hablar en un tono bastante bajo.

    — No puedo creer que realmente lo hicieras — Varlim sonreía ante su hermano — Fuiste capaz de asesinar a papá por mí.

    — Ya te lo había dicho, Varlim, yo por ti soy capaz de hacer lo que sea — Arion le acarició el rostro, demostrándole que iba en serio en lo que decía — Se lo he dicho también a papá. Le pedí que me asignara una tarea o todas las que él quisiera a cambio de que me permitiera quedarme junto a ti cuando sea el tiempo de dividir a la población por el universo. Pero él no quiso escucharme. Sabía a lo que se exponía si intentaba alejarme de ti.

    — Voy a extrañar a papá, pero prefiero llorarlo tras haberlo visto morir que ya no poder verte nunca más — su hermana menor compartía su sentimiento — Me asombra que lo hayas hecho en esta fiesta. Justo cuando íbamos a festejar la extinción total de esos seres tan fastidiosos.

    — Era necesario que se hiciera allí — Arion le comentó — Sabes que papá ama las fiestas, pero tuve el presentimiento de que, tras su fracaso inicial con el exterminio, se iba a tomar su trabajo más en serio y sería mucho más difícil sacarlo de aquí. Esta era una ocasión única. Sabes que él era mucho más fuerte que yo, por lo que, si no hay nada ni nadie capaz de plantarme cara en un enfrentamiento a mí, mucho menos podrían derrotarlo a él a él.

    — Lo malo es que ahora quizá tengamos que preocuparnos por el caso de su muerte — Varlim no estaba tranquila respecto a eso.

    — Descuida, aproveché el viaje de ida y vuelta a la Tierra para planearlo todo — Arion quería que ella se relajara — Hay evidencia sembrada en uno de los productores de la fruta de la que se hace la bebida que lo mató. Tarde o temprano, él será encontrado como él culpable. Lo vamos a expulsar del planeta siguiendo la tradición edagriana, y entonces, el caso se cerrará para siempre. Pero, solo por si acaso, he decidido que tanto tú como yo abandonaremos este mundo. No nos quedaremos aquí. Nuestro destino es explorar nuevas galaxias y vivir en nuevos mundos. Y eso es lo que vamos a hacer.

    — Pero no separados, sino juntos — Varlim se acercó más a su hermano.

    — Esa es mi chica — Arion pronto le dio un beso.

    Sabiendo que la única persona dentro de su mundo que era capaz de separarlos y forzarlos a cortar con la relación que ambos anhelaban tener, se había ido, ambos edagrianos decidieron ir a festejar, importándoles muy poco que la muerte de su padre siguiera pesando sobre el pueblo y todos aquellos que lo admiraban. Era tal y como ellos lo expresaron, el dolor de su partida era muy intenso, pero preferían eso antes que pasar una vida entera separados, y haciéndose la idea de que tendrían que buscarse nuevas parejas siendo que ambos se amaban con gran intensidad.

    Salieron del edificio con una mirada que expresaba tristeza, la cual estaba destinada a confundir a todos los que se cruzaran en su camino. Pocos habían sido, puesto a que la gente había optado por faltar al trabajo, pese a que el tiempo de luto por la muerte de Hark ya se había terminado. Arion no tenía pensado hacer nada al respecto, en primer lugar, porque lo consideraría hipócrita, y en segundo lugar porque no quería. Su único deseo en aquel momento era poder llegar hasta su cama y disfrutar de un placer sexual junto con la persona a quien más amaba en el universo, su propia hermana y amante. Ella, al igual que él, habría permitido que la gente se ausentara del trabajo al igual que ellos estaban haciendo en aquel momento.

    Con un paso apresurado para encontrarse con la menor cantidad de gente posible en las calles poco transitadas de la ciudad, ambos hermanos fueron a la casa donde el mayor de los dos vivía. Entraron, y luego de cumplir con el protocolo de higiene, avanzaron corriendo hacia la habitación donde dormía Arion. Una vez allí, Varlim se sentó en su cama para luego empujar con el pie a su hermano, quien estaba confundido, dado a que eso no había pasado antes cuando tuvieron relaciones en el pasado.

    — ¿Sucede algo? — preguntó Arion, preocupado de que Varlim se estuviera sintiendo mal.

    — No, pero… — Varlim hablaba de forma provocativa — Has provocado la muerte de papá para poder tenerme contigo. Entonces, ¿qué te parece si me quitas tú la ropa? Demuestra qué tanto me quieres en tu cama y en tu vida.

    — Haberlo dicho antes, amor — Arion puso la cara más feliz que había puesto en su vida tras escuchar las palabras de su hermana, quien lo invitaba a hacer el amor de una forma particular.

    […]

    — Todo lo que hice se desperdició para él — Ixorum contemplaba una foto en la que él y su padre aparecían junto a su ya fallecida madre y sus dos hermanos — Quería que todos nosotros pudiéramos vivir una vida sin tener que preocuparnos por ellos. Aunque no concordara contigo en tu plan para las demás especies, siempre te amé, papá. No quería verte involucrado en una guerra con seres de otro mundo cuando había otra solución. Nadie tenía por qué morir. No tenías que arriesgar tu vida, y tampoco tenías que terminar con sangre en tus manos… lamento haber actuado de esa forma a tus espaldas. Pero sé que pronto se hará justicia por tu asesinato.

    A pesar de haber tenido una semana tal y como todos los demás habitantes del planeta Edagr, el dolor por la muerte de su padre primaba sobre todos los otros sentimientos de Ixorum en aquel tiempo.

    Las lágrimas invadían su rostro mientras él dejaba reposar la foto de su familia, que ya había perdido a dos miembros, para luego poder recostarse sobre una cama y así poder desahogarse a solas por la partida de su padre. Durante unas dos horas, Ixorum estuvo recordando los buenos momentos que pasó junto a él, siendo el último de todos, el relato acerca de lo ocurrido con su padre, pese a no haber sido el más alegre o correcto de todos, al menos, no para él.

    Aunque sabía que tenía una tarea asignada por su propio hermano, Ixorum no se sentía de buen ánimo como para poder llevarla a cabo. Decidió utilizar ese día para llorar una vez más a su padre, aunque había tenido una semana entera para poder hacerlo. Sin embargo, sus pensamientos pronto cambiaron hacia los seres con los que se reunió hacía ya varios días atrás.

    — Me pregunto… — el menor de los hijos del fallecido Hark tenía una duda en su mente — ¿Qué sucedería si les pudiera decir que el responsable de todas sus pérdidas está muerto? ¿Acaso se sentirían libres de tener una cuenta pendiente con el resto de nosotros? ¿O los incentivaría a atacarnos sabiendo que nuestro líder se ha ido?

    Esa era una duda que Ixorum sabía que nunca podría tener resuelta nunca en su vida. Debido al escándalo que se armaría si se supiera que él desobedeció de gran forma a la persona más importante en la historia de Edagr, la cual ya no se encontraba con vida, por lo que se había convertido en una auténtica leyenda, supo que tenía que llevarse a la tumba todo lo que él tenía en la cabeza. Incluso en su lecho de muerte tenía prohibido revelar tal información, puesto a que pensó que solo ocasionaría que los edagrianos que vivieran junto a él en ese momento tendrían miedo por sus acciones y eso los podría llevar a la ruina.

    — Hay tantas cosas que nunca podremos saber — Ixorum volvía a pensar en los miembros del consejo de guerra con los que tuvo el placer de hablar — Desearía poder cambiar tantas cosas en la historia. Quisiera que mi familia pudiera estar unida, y que nunca nos hubiéramos metido en sus vidas como lo terminó haciendo mi padre… Ahora, solo deseo que mis hermanos y el resto de mi gente pueda ser feliz. Que todo mi esfuerzo sirva para algo. Que cada vida existente y por existir tenga una vida tranquila. Espero que no sea mucho pedir.

    Sin lágrimas volviendo a caer de sus ojos, Ixorum se quedó bastante pensativo en su cama, hasta que, preso del cansancio mental que le ocasionó pensar en tantas cosas, se quedó completamente dormido.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, ya estamos aquí un finde más para comentar el capítulo correspondiente de LGC. Y quiero decir dos cosas: la primera, que no me esperaba que todo el capítulo fuese específico de los personajes edagrianos de la historia, algo que me ha sorprendido un poco pero no me ha desagradado. Sí que es cierto que me llama más la atención ver a los personajes humanos o al menos de las otras especies de la Alianza más que a los propios edagrianos, pero todo tiene un motivo y aquí va. Lo segundo (el motivo XD), no esperaba en absoluto que este capítulo tuviese la muerte de un personaje tan importante para la trama de estos momentos como lo es Hark. Que hayan envenenado al líder edagriano lo considero una victoria, lo sabes, aunque ha sido tan inesperado que me he quedado algo impactado. Pero bueno, esto le ha dado un plus de calidad al capítulo que sin duda se agradece. :eyebrow:

    Comenzamos conforme acabamos el anterior capítulo; con Ixorum y su padre conversando. Todo parece normal, la fiesta sigue y el banquete está por comenzar tras el baile, por lo que una de las curiosas tradiciones edagrianas es que el líder o persona de poder consuma primero los alimentos para dar su aprobación. Esto se hace por parte de Hark y aquí viene el giro inesperado: el líder edagriano comienza a toser sangre y retorcerse en el suelo hasta morir, lo que sugiere que la comida estaba contaminada. Nada más lejos de la realidad, Arion (que sabe como huele la sangre, lol) detecta en la sangre tosida de su padre algún extraño componente, alertando del envenenamiento. Automáticamente se le trae ante él al encargado de suministrar la bebida, quién dice no haber hecho nada, sin embargo, es forzado a probar dicho brebaje y termina sucumbiendo ante sus nocivos efectos. Tras esto, se confirma la muerte de Hark y el desasosiego de todos los edagrianos al conocer que su venerado líder ha sido asesinado. Se suceden días de luto y triste para la especie de Edagr. Y yo así: :dancecat:

    Pero nuevamente la sorpresa vuelve en el capítulo. Si primero lo inesperado fue la muerte de Hark, lo segundo (quizá no tan inesperado pero sí sorprendente) es descubrir que el asesino del líder edagriano es su propio hijo Arion, con la colaboración de su hija Varlim. Ambos están tan enamorados que se negaban a ser separados por los planes de su padre, llegando al extremo de tener que envenenarle. La pareja de hermanos muestra su tristeza cara al pueblo pero en la comodidad de su privacidad, celebran lo ocurrido. Además, deciden celebrarlo sexualmente (curiosa forma de celebrar que has matado a alguien y ese alguien es tu padre XD). :yagami:

    Finalmente, vemos al joven Ixorum sentirse realmente apenado por haber perdido a su padre y como encargado de ver como sigue el caso para descubrir al asesino, asegura que su padre tendrá justicia. También piensa en el consejo de guerra de las especies de la Alianza, preguntándose si haría bien en decirles que su padre (causante de todo) ha muerto, porque piensa que quizá estos dejarían atrás su ira contra los edagrianos. No obstante, él mismo reconoce que eso es algo que nunca se sabrá, por lo que nunca ocurrirá, y se echa a dormir con el dolor que conlleva vivir un proceso de tan dura pérdida. :blue:

    En fin, amigo, ha sido un buen capítulo de transición. Mucho mejor que cualquier otro de transición normal porque matar a Hark y desvelar que su asesino es Arion en el mismo capítulo es tremenda bomba que te explota en la cabeza sin apenas haberla visto caer. Sin duda, eso le dio un plus al capítulo. Así que sin más que añadir, nos veremos en el próximo y con el hype que me da preguntarme que pasará ahora con los edagrianos y que pensarán las especies aliadas cuando sepan lo ocurrido (porque estoy seguro que se enterarán). :shani:

    Como siempre, un placer leer en simultáneo contigo. ¡Nos vemos pronto! :nice:
     
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  11. Threadmarks: Tiempo de despedirse
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    6342
    Saludos a todos los lectores de la historia. Una semana más y otro capítulo por publicar. Estamos a nada de que empiece lo mejor, y créanme que la espera valdrá la pena por todo.

    Sin muchas noticias que publicar, quiero dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk por estar semana tras semana leyendo y disfrutando de este universo ficticio. Su presencia en estos comentarios es algo que valoro mucho, y esta historia seguramente no sería lo mismo sin él :)

    Pronto estaré actualizando cronología, puesto a que la guía de personajes ya está actualizada.











    Tiempo de despedirse:

    El planeta Garak había sido un lugar muy ruidoso durante los últimos cuatro meses. Desde el día en el que Ixorum llegó, todos habían estado muy agitados. Con su llegada, y la información que este les había prestado, la decisión de los líderes del consejo de guerra en lo que concernía al asunto más importante para las cuatro especies, el plan había cambiado. Sabían que la visita de Ixorum y la mentira que le contaría a su padre les permitiría tener algo más de tiempo antes de que la siguiente etapa del exterminio fuera llevada a cabo, lo que les daría un margen mucho mayor para poder preparar equipo, dividir soldados e incluso armar estrategias para una batalla como esa.

    Cientos de soldados humanos y miles de soldados garaks partirían a la batalla, siendo muy pocos entre los ryfier y los xaromitantes los que se encargarían de acudir a la pelea. La idea era muy clara. Aterrizar en Edagr y exterminar a todos los edagrianos de una única vez. Sabían que tenían que aprovechar que Hark, el enemigo más peligroso para todos ellos, creyera que todas las especies estaban totalmente extintas para atacar. Si intentaban un ataque y fallaban, realizar uno nuevo ya no sería posible para nadie allí.

    Equipos de combate y comunicación, provisiones, personal médico, tiendas de campaña móviles, recursos alimenticios, tanques desarrollados por los garak y bestias provenientes del planeta Fientlig eran las cosas que las cuatro especies habían estado recolectando para esta misión. Pese a que no era un gran consuelo, la información que Ixorum les proporcionó era un as bajo la manga. En caso de que el ataque fracasara y los edagrianos emergieran victoriosos, toda la población restante de las especies podría escapar hacia uno de los varios planetas que el hijo menor del enemigo les marcó como seguros y fuera del alcance de su padre.

    Así lo había establecido Asmir, autoridad máxima entre los presentes siendo que todas las especies habitaban su planeta.

    ¡Está absolutamente prohibido retirarse del campo de batalla! — vociferó el líder de los suyos — ¡Volver para pelear otro día es algo que no sirve de nada! ¡No sé cuántos edagrianos habrá en ese planeta, pero solo uno de ellos sabe que estamos con vida, y él no sabe que iremos a pelear en su contra! ¡Si no somos capaces de acabar con ellos tomándolos de sorpresa, será imposible hacerlo luego de fracasar! ¡Por eso mismo, retirarnos no es una maldita opción! ¡Si alguien se acobarda y elige escapar, que ni se le ocurra regresar aquí! ¡Puesto a que he dado la orden a algunos soldados que se quedarán en el planeta para eliminarlos si eso pasa! ¡Cualquiera que nos abandone para seguir viviendo no vivirá entre los sobrevivientes! ¡A ver si eso nos motiva a todos a pelear hasta ganar o hasta morir!

    Los garak, principalmente los que se quedarían atrás, fueron los únicos que aplaudieron esa decisión tomada por el líder. Nadie de otra especie, e incluso los propios soldados garaks que viajaban a la batalla se sintieron muy atraídos por esas palabras dichas por su líder. Y no era para menos, puesto a que los obligaba a quedarse a pelear en una guerra de la que podrían no regresar si todo se tornaba complicado.

    Una vez que las cosas se tranquilizaron, Asmir anunció una última cosa a todos los presentes.

    ¡Todos los que vamos a pelear nos quedaremos, tal y como lo he dicho! — gritaba ante la vista de todos los presentes, pese a que los altavoces de todas las ciudades estaban conectados y encendidos — ¡Está todo preparado para que partamos en dos días! ¡El día de mañana úsenlo para hablar con todos sus seres queridos que se quedan en el planeta, pues puede ser la última vez que tengan la oportunidad de verlos! ¡Será un día completo destinado para tal fin! ¡No lo desaprovechen! ¡En dos días, estaremos todos en el espacio rumbo al planeta Edagr a ponerle fin a la vida del ser que eligió condenarnos a todos! ¡Eso es todo por el momento! ¡Nos veremos cuando sea el día de partir a nuestro destino definitivo!

    […]

    El día de la despedida había llegado, y tal y como lo ordenó el líder máximo del planeta Garak, todos estaban dándose lo que podría terminar siendo un saludo final antes de ir a pelear en una guerra de la que podrían no volver. Quienes no tenían familiares o amigos de quienes despedirse, ya sea por haberlos perdido en la Catástrofe o en la destrucción del planeta Tierra a manos de Arion, tomaron ese día como un día para descansar físicamente y pensar en todos ellos.

    Pero los que todavía tenían a alguien a quien saludar, aprovecharon el momento para realizarlo.

    En una de las naves del Zenith se encontraban reunidos casi todos los soldados que alguna vez partieron al espacio. Los comandantes Ace y Michael estaban sentados en el centro de una mesa con sus parejas al lado de ellos. Xander, Casey, Gina, Noak y Natasha estaban junto a ellos, y nada más faltaba que llegaran Thomas y Gwyn.

    — Están tardando demasiado — dejó salir Noak — Aunque no culpo a Thomas por querer despedirse de su madre. Solo digo.

    — Si no llega pronto, no podremos despedirnos de él — Agustina se empezaba a preocupar por la tardanza de su amigo — Dado a que nos van a enviar en equipos diferentes, es muy probable que en el campo de batalla no podamos vernos.

    — Llegará, descuida — Michael recordó el momento en el que él vio como el berrod que vivía en su mente asesinaba a sus padres — Él es el único que pudo conservar a un familiar con vida. Está claro que atesora a su madre como lo haríamos todos si pudiéramos.

    Pese a que las palabras de Michael eran ciertas, y que todos comprendían que los motivos de su compañero eran totalmente válidos, también era cierto que ellos deseaban tener la oportunidad de despedirse de su compañero en dicha reunión.

    Mientras ellos estaban a la espera, Thomas y Gwyn se encontraban en una de las casas del planeta Garak que fue destinada a dar asilo a los humanos que llegaron refugiados de la destrucción del planeta Tierra. Siendo que miles de soldados iban a partir en la misión, sus casas estarían vacías, lo que permitiría despoblar las naves por completo y darles a los civiles una oportunidad de vivir en una casa hasta que fuera el momento de partir. En dicha casa vivían algunas personas mayores de edad, siendo la madre de Thomas una de ellas. Siendo su última ocasión de verla antes de la batalla final, ambos querían tener una despedida adecuada.

    — Cuídate mucho, mi niño — la mujer no soltó a su hijo luego de darle un abrazo con todas sus fuerzas — Sé que eres uno de los soldados más fuertes y que eres mucho más fuerte que yo, pero aun así quiero que te cuides. Vas al lugar más peligroso del universo. Y no quiero que te pase nada. Quiero que todos regresen a salvo, lógicamente, pero tú eres mi pequeño niño. Y no importa qué tanto crezcas o qué tan fuerte te vuelvas. Siempre lo serás.

    — Prometo que estaré bien, mamá — Thomas se sentía conmocionado por esas palabras tan dulces de su madre — Regresaré con la victoria junto a todos mis compañeros. Y luego, quizá pueda tener el privilegio de elegir un buen lugar para que tengas una vida feliz en el nuevo mundo que vamos a habitar.

    — Nada me haría más feliz, hijo — la señora no ocultó la verdad — En este planeta, los seres no son tan amistosos. Parece que no se dan cuenta de que yo soy una señora algo mayor, y son muy descorteses.

    — No les hagas caso, ellos no entienden por lo que hemos tenido que pasar — Thomas guardaba mucho resentimiento contra los garak por varias cosas sucedidas en el pasado — Solo debes soportarlos por unos días mientras nosotros ganamos la batalla… Bueno, es hora de que me vaya. Mañana saldremos a primera hora, y si no logro llegar a tiempo con mis compañeros, no podré despedirme de ellos.

    — Hijo, ¿puedo pedirte un favor? — preguntó su madre en un tono bajo.

    — Lo que sea por ti, mamá — Thomas no le negaría nada a la mujer que lo crio.

    — Quisiera hablar a solas con Gwyn un momento, nunca tuve esa oportunidad — su madre expresó ese deseo — Si no lo hago ahora, quizá nunca más lo haga.

    — Claro que te lo permito.

    Thomas miró a su pareja con una sonrisa, a la cual ella contestó con el mismo gesto. Sabía lo importante que era cumplir esa petición para su madre, y, además, ella también deseaba una oportunidad para poder hablar a solas con ella. Cuando Thomas salió de la residencia, Gwyn y la mujer quedaron cara a cara. La soldado, pese a ser comandante y haber lidiado con varios peligros en su viaje, estaba algo nerviosa por las cosas que podría decir la mujer.

    — ¿Sabes? Contigo he tenido sentimientos encontrados — decía la mujer, cosa que incomodó un poco a Gwyn.

    — ¿Perdón? — la comandante no la había entendido.

    — Tenía algo de celos de ti al principio por ver que mi hijo pasaría el resto de su vida contigo siendo que pasó toda su niñez junto a mí, pero cuando te fui conociendo, empecé a sentir alegría por ver que estaría en la compañía de una gran mujer — la madre de Thomas rectificó lo dicho anteriormente — Me recuerdas mucho a mí cuando era joven, y me resultas una chica muy agradable, Gwyn. Por eso quiero pedirte una cosa.

    — ¿Qué exactamente? — Gwyn no disfrutaba mucho de esa charla.

    — Cuídate, y cuida de mi pequeño — la señora apoyó sus manos en los hombros de la soldado — Él siempre hablaba de ti. Antes y después de que se volvieran pareja. Siempre que te mencionaba decía lo maravillosa que eras y lo tanto que deseaba tener una familia contigo, aunque esas conversaciones son las más recientes.

    — Yo también amo a Thomas por lo maravilloso que es — Gwyn empezó a comprender a la mujer — Estuve un largo tiempo confundida y sintiendo algo por la persona equivocada. Cuando descubrí eso, me di cuenta de que era Thomas quien más me valoraba. Por eso yo lo amo. Y por eso puede estar tranquila. Voy a luchar con uñas y dientes si hace falta para que se mantenga a mi lado.

    — Eso es lo que quería escuchar de tu parte — la mujer le dio un beso en la mejilla — Quisiera que ustedes pudieran tener un destino feliz alejado de las guerras. Cuando Thomas dijo que quería ser un soldado, yo pensé que sería lo ideal. El mundo tras la Catástrofe estaba en paz, y creí que su trabajo sería entrenar cadetes más jóvenes y llenar papeles e informes. Nunca creí que sería un pilar en el equipo que descubrió toda la verdad sobre la mayor tragedia de la historia, y mucho menos que lo vería marchar a un combate mortal contra seres que no me puedo imaginar. Pero las cosas son así. Por eso te deseo a ti y a él la mejor de las suertes en esta misión.

    — La tendremos, señora, confíe en mí — Gwyn hizo una promesa con ella — Ambos vamos a volver con vida. Usted misma nos verá con sus propios ojos. Quiero pasar el resto de mi vida junto a él, y eso es lo que voy a hacer.

    — Me alegra oír eso — la mujer se sentía a gusto con su nuera — Dile que entre para que nos podamos despedir. Sé que sus compañeros los están esperando.

    Fue así como Gwyn saludó por última vez a la mujer para posteriormente irse a buscar a Thomas, y así darle la oportunidad de que se despidiera de su madre.

    […]

    — ¿Estás listo? — Cadain y Ebilo preguntaron casi al unísono.

    Los dos miembros del consejo de guerra entre la especie de los ryfier, y el líder del Zenith, Magnus, se encontraban en las celdas donde Allecreod y Abel permanecieron durante cuatro meses. Exceptuando las ocasiones en las que eran sacados de las mismas para que pudieran entrenar y hacer ejercicio de forma que no perdieran condición antes de la guerra, ellos pasaron todo ese tiempo en un confinamiento estricto y compartiendo historias de su planeta el uno con el otro.

    — Lo estoy — Allecreod contestó a la pregunta hecha por su nuevo líder y el otro soldado ryfier del consejo — Les aseguro que yo soy entre todos nosotros quien más desea la muerte de Hark. Por su culpa he perdido mi planeta, mi Dominio y a mis dos hermanos. No he estado feliz desde que descubrí la verdad, y tras haber fracasado en mi primer intento de matarlo, pueden estar seguros de que no estaré feliz hasta que no vea su cadáver frente a mí.

    — Poético — Magnus se burlaba de las cosas que decía el ex líder de la especie ryfier y anterior amo del Dominio — ¿Y tú, Abel? ¿Tienes algo que decir que le haga competencia a lo dicho por Allecreod?

    — No conozco a ese tal Hark, Magnus — Abel contestó con poco entusiasmo — Y tú tampoco. Allecreod es el único que lo conoce y que podrá identificarlo. Y honestamente, me da igual que sea él quien se lo quede. Al que yo quiero es a su hijo mayor. Arion. Derrotó a mis soldados, matando a dos de ellos, y luego vino a la Tierra y se encargó de convertirla en un planeta sin vida. Yo voy a dirigir toda mi furia sobre él cuando tenga la oportunidad. Si no fueran tan peligrosos, puedes apostar que lo torturaría de la misma forma en que tu comandante torturó al mío en su experimento.

    Ninguno de los tres ryfier en el lugar supieron a qué se refería Abel con ese comentario, siendo Magnus el único que sabía qué hacía mención del suceso ocurrido con los comandantes Zion y Frans, fallecidos los dos. Magnus estaba seguro de que no fue él quien le contó esa historia, por lo que supuso que alguno de los garaks que se enteró de aquel suceso fue el que reveló ese detalle a quien era una de las personas que él más odiaba. Sin embargo, no había ido a las celdas para discutir al respecto, solamente fue a comprobar el estado de ambos prisioneros, especialmente, el que más le interesaba.

    — Veo que tienen mucho enojo en su interior — decía Magnus refiriéndose a ambos — Bien. Úsenlo en las peleas que vayamos a tener.

    Sin nada más que decir por parte de ninguno, los tres miembros del consejo de guerra se retiraron del lugar, dejando a dos guardianes garak que se encontraban escuchándolo todo usando auriculares que se conectaban con micrófonos ocultos para que cerraran el lugar. Abel y Allecreod vieron con seriedad como sus visitas se marchaban, y como la puerta era cerrada. El día que ambos ansiaban estaba por llegar. Tener que comer y dormir en las celdas era poco placentero y lo consideraban indigno de seres que antaño tenían una gran influencia entre su gente.

    Luego de que las visitas se habían ido, los dos se miraron fijamente. Dado a que habían estado compartiendo historias y anécdotas durante cuatro meses, ya no tenían nada más de qué hablar. Convivir por tanto tiempo los hizo conocerse muy bien, y ambos se dieron cuenta de que el otro estaba muy cansado. Lo siguiente que hicieron ambos fue simplemente acostarse a esperar que el sueño los atrapara.

    Ebilo y Cadain se encontraban junto a Magnus, quien les hizo saber que no los acompañaría a ver a Asmir, dado a que no quería hablar con él por el momento. El líder de Zenith, y de toda la humanidad, aunque en ese momento nada más fuera un representante, eligió ir a observar la tumba de Wagner, sintiéndose aún responsable por el suicidio de uno de los que fue de los mejores soldados que sirvió a su país.

    Los dos ryfier pusieron camino a la sala donde Asmir se encontraba junto con los suyos.

    […]

    Kila, Halur y muchos otros garaks estaban junto a Asmir en una reunión donde se encontraban también los xaromitantes. Terrior, Wida y Lankir compartían momentos junto con los seres de su especie a los que dejarían atrás al día siguiente. El líder de los garak eligió permitirles a varios de los suyos estar en la reunión, debido al tiempo que las especies habían convivido. El líder de los xaromitantes imploraba para que su colega no tocara un tema de conversación que era muy sensible para su gente, pero no pudo ver su deseo cumplido con tanta facilidad.

    — Terrior, dime, ¿tú y tu gente ya han decidido qué harán? — fue la pregunta de Asmir.

    El líder de los garak vivía con una duda constante debido a un asunto importante sobre el cual no había tenido respuesta alguna en un tiempo.

    — Los humanos probablemente elijan habitar el planeta Edagr si es que no lo dejamos hecho una ruina, y los ryfier tienen pensado recuperar su dominio — eran las palabras de Asmir para con él — Sin Allecreod al frente, claro está. ¿Se unirán a alguno de ellos? ¿O tomarán su nave y acudirán a uno de los planetas que Ixorum nos marcó como habitables?

    — No lo tenemos en claro aún, Asmir — Terrior se molestó con esa pregunta — Lo decidiremos cuando la guerra esté ganada. No tiene sentido planear y tomar una decisión si luego no estoy disponible para que se cumpla. En el campo de batalla, solo habrá tres xaromitantes. La probabilidad de que el 100 % de nuestros soldados sean aniquilados en batalla es inmensa. ¿Por qué elegiría yo el destino de los míos? Si yo muero, y Lankir y Wida también, el líder será otro. Mi decisión será irrelevante. Tú lo tienes fácil porque tu población sabe que se quedará en este planeta si ganamos la guerra. Los nuestros no saben nada.

    — Lo siento, mira, no debí preguntar — Asmir se sintió sermoneado, cosa que no le gustaba, y mucho menos de alguien que no fuera de su especie, pero supo reconocer que su pregunta no fue la más apropiada en ese momento.

    Lankir y Wida, luego de esa pregunta dirigida de tal forma a su líder, perdieron los deseos de quedarse en el lugar. Y siendo que no tenían un vínculo que los uniera como el de sus compañeros xaromitantes que se quedaron en el planeta Garak y trabajaron junto a los suyos, optaron por retirarse del lugar sin despedirse y acudir a sus habitaciones para quedarse allí hasta que fuera la hora de pelear.

    — Asmir y los garak son unos cínicos — Wida se quejaba en voz baja para que solo Lankir la escuchara.

    — Yo estuve un tiempo aquí con ellos, en el período de tiempo en el que no participé de las misiones junto a ustedes — expresó Lankir — Eran amables, y no se quejaban tanto. Desde que ocurrió el incidente con Allecreod, eso cambió. Se creen que, porque han enviado a más soldados a la pelea, tienen derecho a ser la peor versión de ellos mismos con nosotros. Y todo eso se intensificó luego de que las cuatro especies terminaran aquí.

    — Lo único bueno de todo esto es que, ya sea que ganemos o perdamos la guerra, no tendremos que volver a lidiar con ellos nunca más — Wida encontró una alegría entre esos momentos tan tensos.

    — Ganaremos esta guerra, Wida — Lankir parecía muy determinado — Nuestra especie ha viajado por el espacio buscando seres vivos con los que poder unirse para llegar a la verdad. Los hemos encontrado, y también hemos encontrado esa verdad. No podemos volver a huir. Los xaromitantes tienen que continuar con vida. Somos un grupo reducido, pero tenemos que seguir viviendo y continuando con el legado de nuestra especie. He tenido que soportar un infierno y he perdido a muchos amigos. Después de todo este dolor, no pienso dejar que nuestra especie se extinga. Si alguien va a desaparecer del universo, serán los edagrianos. Nada más y nada menos.

    La forma en la que Lankir hablaba llegó a cautivar de buena manera a Wida. Desde que ambos cortaron su relación, lo máximo que había entre ellos era una pequeña sensación de camaradería y amistad. Pero con el tiempo transcurrido en los últimos meses, Wida y Lankir volvieron a ser cercanos como antes, conscientes de que nunca podrían ser los mismos de aquel día que ambos eligieron empezar su relación. Sin embargo, pese a que Lankir no era un guerrero puro de naturaleza dentro de la genética de su especie, las ansias de pelear y su determinación eran dignas de admirar.

    — Tienes más coraje que un guerrero — expresó la chica, halagando a su compañero — Estoy segura de que hoy serías una inspiración total para Gan.

    — Esta guerra no solo es para los que siguen con vida — Lankir miró a Wida a los ojos — Es por él, por Aurio, por el general Orikrof, y por los miles y miles de xaromitantes que no lograron escapar de la destrucción aquel día.

    — Por el pasado, el presente y el futuro — Wida completó lo que Lankir pensaba.

    — Por nuestra especie — Lankir sentenció con esa última palabra.

    Ambos xaromitantes se miraron fijamente, y tras unos tres segundos de dudarlo, empezaron a acercar sus bocas entre sí. Estaban por sellar esa conversación con un beso, como los que solían darse cada día desde que se volvieron pareja, y de los que dejaron de tener luego de que sucedieron los eventos en la misión de Emiv. Sin embargo, cuando sus labios estaban a punto de tocarse, tanto Lankir como Wida se detuvieron. Se dieron cuenta de que solamente era la emoción del momento, y que no había un sentimiento real de quererse mutuamente. Quizá atracción, pero no deseo. Y fue eso lo que los llevó a quedarse sin ese beso. Sabiendo que estarían juntos durante el viaje hacia el planeta Edagr, tiempo iban a tener para formalizar una relación en caso de que eligieran recuperar lo que una vez cortaron.

    Sin nada más que hacer, continuaron rumbo a sus habitaciones.

    […]

    — Cuídense mucho, todos — las palabras del comandante Lakor sonaron algo tristes.

    Luego de que Thomas y Gwyn llegaran, los soldados humanos que habían participado de la misión de exploración espacial, aunque lo habían hecho como dos bandos diferentes y no como uno solo, decidieron tener una última cena todos reunidos. Debido al nombramiento de Gwyn y Michael como comandantes, ellos serían los líderes de sus respectivos equipos. Y como los demás eran más experimentados que el resto, Magnus consideró sabia la decisión de distribuirlos entre todos.

    Michael lideraría un grupo formado por Alicia, Gina y Noak. En el de Gwyn estarían Thomas, Xander y Casey. Y, por último, el de Ace sería menos numeroso dado a que solamente Agustina y Natasha lo conformarían. Dado a que ni Melody ni Wagner, ni ningún otro soldado del Zenith con experiencia estaba con ellos, un puesto había quedado vacante. Pero eso no lo distraería de su misión.

    Los once soldados, cuya amistad se fue fortaleciendo con el pasar de los meses y las convivencias, comieron, bebieron y rieron juntos en la nave que habían estado utilizando para dormir. Terminado el momento, y dado a que en el planeta Garak pronto anochecería, los soldados eligieron despedirse diciéndose palabras de cariño.

    — Les juro que, desde el primer momento hasta el último, siempre estaré pensando en ustedes — Ace hacía un gran esfuerzo para que las lágrimas no cayeran de sus ojos, no porque no quisiera llorar, sino porque consideraba que ese momento era de felicidad, y deseaba mantenerlo así.

    — Van a ser días muy largos en el trayecto al planeta Edagr, y durante la guerra serán peores — Xander se veía venir varias dificultades — Pero lo vamos a superar. ¿Verdad?

    — Claro que lo vamos a superar — Michael tomó la palabra ante todos — He disfrutado mucho estos cuatro meses de preparación antes de esta guerra final. Una vez que hayamos acabado con los edagrianos, nuestra misión habrá llegado a su fin. Las respuestas ya están, y la humanidad estará a salvo porque nunca más se repetirá la Gran Catástrofe. Todo terminará, y seremos nosotros los que le pongamos punto final a todo.

    — Nunca creí que terminaría en este lugar cuando me anoté a la academia — Gina se sentía muy nerviosa — Creí que ser de las primeras en cuanto a notas me permitiría tener una vida profesional más tranquila. Pero ahora…

    — Te entiendo, Gina — Natasha se sentía igual — Aún recuerdo el día que todo empezó. Llegaba a mi casa después de haber salido a ejercitarme, y descubrí que había sido seleccionada para una misión importante. El resto es historia conocida.

    — Fue allí donde algunos nos conocimos — Gwyn recordó su primera misión — Es una lástima que hayamos tenido que convertirnos en enemigos. A excepción de uno de los suyos cuyo nombre prefiero no recordar, todos me parecían buena gente.

    — No todos en el Zenith han sido buenas personas tampoco — Agustina tenía en mente a uno de los compañeros que duró poco tiempo en el equipo.

    — Lo que importa es que ahora que sabemos lo perjudicial que es estar separados, ya nunca volveremos a estarlo — Ace trataba de motivar a sus compañeros — Aunque estemos en lugares diferentes, todos nosotros estaremos unidos. Un solo equipo, luchando por un único futuro. Uno donde los edagrianos ya no existan, y donde la humanidad pueda volver a prosperar. Sin miedo, sin divisiones y sin guerras.

    — Un mundo sin peligro — Alicia expresó ante todos — Ese es mi deseo.

    — Mi deseo es poder sentarme cada noche a contemplar las estrellas del cielo nocturno y apreciar la belleza de un universo donde ya no tendremos que temer por los peligros que existan ahí afuera — Michael expresó su gran anhelo — Pero no será lo mismo si no estamos todos para ver una maravilla como esa. Por eso quiero pedirles que se cuiden mucho en esa misión. No mueran. Por lo que más quieran, aférrense a la vida. Quiero que todos ustedes se queden a nuestro lado. Una vida sin ustedes no sería una buena vida.

    Las palabras terminaron en el momento en el que Michael mencionó esa frase. Tan pronto como esas palabras llegaron a las mentes de todos, las lágrimas que tanto habían estado conteniendo empezaron a caer de sus ojos. No tuvo caso resistirse y reprimir sus deseos de llorar para desahogarse. Cada persona en esa nave sabía que marchaban a una guerra para ponerle fin al sufrimiento al que habían estado sometidos desde que sus viajes dieron inicio.

    Pese a que las lágrimas llegaron, la felicidad no desapareció. Había soldados que iban a formar parte del mismo equipo, por lo que las despedidas correspondientes eran entre los compañeros de los que iban a estar alejados tanto en el viaje como en las batallas. Abrazos y deseos de buena suerte eran lo único que se podía ver en esa sala donde tuvo lugar la última reunión entre compañeros que se celebraría en mucho tiempo.

    Alicia, Thomas y Agustina se despidieron entre sí y también de Michael, Ace y Gwyn. Estos tres, siendo comandantes, podrían verse el día siguiente una vez más por el hecho de pertenecer al consejo de guerra de las especies, pero sus parejas no se verían de nuevo hasta que la guerra terminara.

    — Sí que los extrañaré mucho — Agustina miraba con algo de tristeza a sus cuatro compañeros — Michael y Thomas son como mis hermanos, y Gwyn y Alicia son como mis hermanas.

    — Yo también te extrañaré mucho — Gwyn le dio un fuerte abrazo, dado a que, tras todo lo que les tocó vivir, Agustina y ella se habían vuelto mejores amigas.

    — Cuando todo esto termine, nosotras tres tenemos que hacer una reunión especial. Solo para nosotras — Alicia comentó — Nunca hemos tenido una noche de chicas.

    — Entonces, eso es lo primero que tenemos que hacer cuando esto termine — Gwyn le respondió — Y lo haremos. Ténganlo por seguro.

    — Cuídense, hermanos míos — Michael le habló con cariño a Thomas y a Ace — Los extrañaré mucho en el viaje y en la batalla.

    — Yo soy el que más tiene que cuidarse — Thomas dejó salir una pequeña risa nerviosa — Soy el único de nosotros tres que no es comandante.

    — Bueno, no es una deshonra no serlo — Ace quiso que Thomas no se desanimara por eso — Además, no es que perdiste contra cualquiera. Fue nada más y nada menos que contra Gwyn.

    — Eso me consuela — Thomas se mostraba agradecido por las palabras de Ace — Saber que perdí contra mi persona favorita.

    Los seis soldados que antaño pertenecieran a Zenith continuaban con su despedida, mientras que los cinco que formaron parte de Black Meteor estaban apenas empezando con la suya.

    — Seré la única que se va sola — expresó Natasha — Pero eso solo hará que me entusiasme más cuando sea el tiempo de volverlos a ver.

    — Te extrañaremos mucho, Natasha — Casey, quien a ese punto era su mejor amiga, le hizo saber lo querida que era para ella.

    — Solo quiero pedirte una cosa — Xander habló con algo de miedo.

    — ¿Qué es? — Natasha no esperaba que él le pidiera algo en ese momento.

    — Por favor, no te enamores de nadie durante el viaje o durante la guerra — el pedido de Xander fue algo extraño para los cuatro soldados — Cuando esta misión haya terminado, quiero buscarte y quiero demostrarte todo lo que he cambiado. Quiero que te enamores de mí en mi mejor versión, pero quiero que sea en un momento de paz.

    — Dudo mucho que eso vaya a pasar, Xander — Natasha le contestó intentando convencerlo de que ella no quería nada con él — No es que tenga nada en contra de ti. Es solo que… siento que tú y yo no estamos hechos el uno para el otro.

    — Natasha, por favor, aunque sea acepta que te invite a salir alguna vez — Xander parecía estar desesperado por poder hacerlo — Sé que tú todavía tienes una imagen de mí, y no te culpo. Pero quiero mostrarte que he cambiado. No he tenido la oportunidad de hacerlo en estos cuatro meses, pero sé que tú podrías cambiar de opinión si yo te muestro a otra persona diferente.

    — Tengo que pensarlo, no es fácil de decidir.

    — Xander, no la presiones — Gina habló en defensa de su amiga — Natasha decidirá si quiere ver esa mejor versión tuya o no. Y si no quiere, estoy seguro de que encontrarás a otra chica que realmente lo valore.

    — No hay otra chica como Natasha — Xander contestó, dando una alabanza a su compañera — Al menos, para mí no la hay.

    — Bueno, no lo sabrás si no vives para verlo — Noak le hizo un reproche a su compañero — Cuídate mucho, amigo. Cuídense ustedes también, chicas.

    — Lo haremos, Noak — Casey apreciaba el saludo de su compañero — El día que te separaste de nosotras, creí que no te volveríamos a ver. Mucho menos luego de lo que pasó en la Tierra. Puedes estar seguro de que deseo seguir compartiendo momentos junto a todos ustedes.

    — Y lo haremos — Gina sentía una gran confianza saliendo de su interior — Porque vamos a sobrevivir.

    — Como dijo Alicia, la vida no será vida sin ustedes — Natasha, quien era la líder de su equipo mientras aún formaban parte de Black Meteor, fue la que dijo esas palabras citando a otra de sus compañeras — Hasta que nos volvamos a ver. Con la victoria bajo nuestros brazos.

    Finalizadas las palabras de aliento y las despedidas emotivas entre todos ellos, cada soldado había realizado los saludos correspondientes, con excepción de Ace, Gwyn y Michael, quienes se verían de nuevo al día siguiente. Debido a que el despegue tenía que ser a primera hora del amanecer, cada soldado debía estar en su nave correspondiente en el momento. Los tres comandantes tenían la obligación de levantarse temprano para acudir a una reunión del consejo de guerra, y luego, subirse cada uno a la nave que los llevaría a todos a su destino.

    […]

    La oscuridad total de la noche había caído sobre el planeta Garak. La última noche donde una gran parte de la población dormiría allí. La siguiente en llegar los tendría a muchos de ellos viajando en el espacio hacia un destino conocido, pero con un futuro incierto.

    Magnus, quién había tenido un día cargado de tensión, debido a que muchas personas se acercaron a él para despedirse dada la gran admiración que le tenían por haber llevado adelante durante más de dieciséis años a un país que quedó fuertemente golpeado por una enorme tragedia. El líder no los despreció a ninguno de ellos, y a cada persona que lo fue a ver ya sea con palabras que expresaban preocupación o con gestos de respeto a su persona, él los recibió con un abrazo.

    El saber que tenía que despertar temprano para poder hablar con sus comandantes y los soldados que integrarían su equipo hicieron que para alguien como él fuera sencillo quedarse dormido, y en sus sueños, tuvo una conversación particular.

    […]

    Te marchas mañana, ¿verdad? — Wagner, una persona recurrente en los sueños de Magnus, le hizo la pregunta.

    Así es — Magnus tenía algo de miedo por lo que se avecinaba.

    Estás asustado — Wagner señaló.

    ¿Cómo no estarlo? — Magnus contestó — He participado en guerras para mi nación. Pero nunca he luchado contra extraterrestres. Y desde luego, no lo he hecho fuera de la Tierra.

    Te irá bien — Wagner lo alentaba — Tiene que irte bien. Una vez que la guerra termine, la humanidad necesitará de un buen líder. Has sabido tomar las riendas de un país en crisis y sacarlo adelante. Llevaste a equipos profesionales al espacio y los hiciste descubrir la verdad del misterio más grande de la historia. Mi padre hablaba de ti casi cada día. Y claro que lo entiendo. Te has ganado tu reputación.

    Lamento mucho que no puedas estar aquí conmigo — Magnus parecía estar consciente de que estaba dentro de un sueño — Hay tantas cosas de las que me arrepiento. Tu muerte es una de ellas. Lo sigo lamentando hoy en día.

    No fue tu culpa, fue mía — Wagner parecía estar al tanto de su destino, incluso en un sueño de Magnus — Yo crecí en un país próspero con un padre que era de los mejores en el ejército. Yo tendría que estar liderando a uno de los escuadrones en esta guerra, pero en su lugar, estoy bajo tierra en un planeta alienígena.

    Prometo que voy a vengar tu muerte — Magnus lo dijo casi sin pensar — La tuya y la de todos los que nos fueron arrebatados por los edagrianos. No voy a volver a sonreír hasta que ellos estén muertos, la humanidad a salvo, y los caídos descansando en paz.

    Magnus, debes olvidarte de nosotros — Wagner le contestó con un poco de decepción — Hablo de mí y de los otros que hemos perdido la vida. No está mal que nos recuerdes y honres nuestra memoria, pero estás viviendo por nosotros. No debes vivir para los que ya no están, debes vivir para los que siguen estando a tu lado. Ellos te necesitan, no nosotros. Mi muerte y la de los demás no ha sido tu culpa. Es por eso por lo que quiero pedirte un favor.

    ¿Qué clase de favor? — Magnus sentía curiosidad.

    Quiero que dejes de soñar conmigo — Wagner parecía tener mucha información sobre todo lo sucedido en la vida de Magnus — Mi presencia en tus sueños te ha estado atormentando demasiado, y no puedo seguir así. Déjame ir, Magnus. Quiero continuar mi nuevo camino en paz. Y no puedo hacerlo sabiendo que cada noche te sientes culpable por mi muerte. No te hace bien, y desde luego que nunca cambiará. Suéltame y déjame marchar junto a todos los que ya no están. Y así podrás continuar tu camino al lado de los que sí están. Te lo pido.

    Lo intentaré, Wagner — Magnus se sorprendía con las palabras de su soldado — Te juro que lo voy a intentar.

    Ambos hombres se miraron con una sonrisa. Por primera vez desde que Magnus empezó a ver la figura de Wagner en su mente, ambos podían sonreírse mutuamente de forma genuina. El líder de la humanidad supo que su conciencia le estaba pidiendo a gritos que deje ir el pasado. Era capaz de reconocer la situación en la que estaba, y como esta no lo iba a llevar a un buen puerto.

    Fue por esa misma razón que optó por seguir el consejo de Wagner. Extendió su mano para que su soldado pudiera darle un apretón fuerte que simbolizara una despedida definitiva entre ambos. Luego, como si hubiera liberado su espíritu a correr libre, Magnus Hotfire cerró sus ojos dentro de su sueño.

    Tiempo de despedirse — Wagner le susurró — Hasta siempre, Magnus.

    Al abrir los ojos nuevamente, Magnus pudo ver que Wagner se había esfumado sin dejar rastro alguno, quedando completamente solo en un gran espacio en blanco producto de su sueño.

    […]

    El sonido de una alarma programada se encargó de despertar a Magnus del sueño que estaba teniendo. Sus oídos no tardaron en escucharlo, y su mente volvió al mundo real. Al abrir los ojos una vez más, despertó sobre su cama a bordo de la nave que él utilizaría para partir hacia el planeta Edagr junto a varios soldados con un único fin en mente.

    — Hoy es el día en que todos nosotros partimos — pensó para sí mismo al momento en el que se levantó de su cama.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, ha sido un placer (como siempre) el leer en simultáneo contigo y este capítulo previo a la guerra ha sido llevado de forma excelente. Me ha gustado mucho la narración en general, pero sobre todo en ciertos momentos cotidianos. Estoy deseando ver el comienzo de esta épica batalla que se avecina, pero mientras tanto, pasaré a comentar lo más destacado.

    El capítulo comienza con los preparativos para el viaje a Edagr, con todo tipo de suministros necesarios para el combate. También conocemos que Asmir lanzó un discurso a todos en el que deja claro que a los desertores se les ejecutará, con la clara intención de que todos peleen a muerte en dicha guerra. Es comprensible que lo diga, aunque yo personalmente, si estoy en peligro de muerte voy a desertar, porque el instinto de supervivencia es así y privo antes mi vida que la del país (no soy muy patriota XD). Pero bueno, en definitiva, está bien conocer ese aviso sobre todo para gente como Abel o Allecreod, a quiénes vemos después. Ambos "villanos" ahora tienen su oportunidad de redimirse en la batalla, aunque es obvio que les mueven más sus motivos personales que toda la causa en sí. Ver a estos dos en combate se prevé muy interesante, al menos para mí. :eyebrow:

    La charla entre Thomas y su madre es tremendamente emotiva, aunque lo es más cuando habla con Gwyn. Se ve que la mamá de Thomas aprecia a su nuera y de verdad desea que ambos tengan una vida lejos de los conflictos tras la guerra de guerras que se les avecina. Personalmente, esa mujer merece ser abuela y esa nieta debe ser hija de Thomas y Gwyn. Todo lo que no sea eso no estará bien, y tendrá mi desaprobación, avisado estás XD. También vemos a Lankir y Wida tras ver que Terrior le indica a Asmir que no sabe que planeta habitarán los xaromitantes tras la batalla, algo que es lógico ya que dependerá del devenir de esta. La ex pareja ha vuelto a conectar y eso se demuestra en su escena, en la que ambos han cambiado (sobre todo Lankir) y se muestran más maduros. Los dos xaromitantes están por besarse, pero deciden no hacerlo a último momento, ya que se dan cuenta de que no es amor, sino atracción. Como te dije en la charla por Discord, solo acepto que Lankir y ella tengan sexo. Más allá de eso, me parece un engaño de Wida, que recordemos lo abandonó por Aurio con la excusa de que no la hacía sentir segura y culpándole de la muerte de su hermano. Personalmente, que le jodan a Wida. Lankir, aprovecha y dale duro, sin sentimientos :v. :yagami:

    Una de las escenas más emotivas del capítulo y de la historia en mucho tiempo es la de los principales soldados. Vemos que todos ellos tienen palabras bonitas y motivadoras para sus compañeros, nuevos y viejos, además de que todo lo que les une hace que ahora sean una gran familia. Sin embargo, alguien tenía que cagar ese momento y es Xander, que con su personalidad nueva de tremendo simp, termina por joder un instante hermoso, convirtiéndolo en un instante wtf. En vez de centrarse tanto en Natasha, que se centre en la guerra y en sobrevivir, ya que me da que el tipo no saldrá de esta. Tiene la mente puesta en las tetas de Natasha en lugar de tener la mente en el combate, en el que se juegan su destino todos. Ojalá madure pronto o muera en primera línea contra los edagrianos. Lo siento, pero tremendo simp debe parar o desaparecer.

    Xander en la guerra cuando vea a Natasha mover las nalgas corriendo mientras la persiguen los edagrianos: :nice:

    Finalmente, otra escena muy emotiva y la cuál no esperaba en absoluto. Magnus sueña con Wagner, dándose a entender que no ha sido la primera vez, y conversan acerca de lo que está por venir el día de mañana. Magnus no deja de sentirse culpable por el suicidio de Stones y éste le da a entender que no fue culpa suya, además de que debería vivir por aquellos que aún están vivos y le necesitan, en lugar de pensar en los muertos. Sinceramente, temo que el líder de la humanidad fallezca en esta guerra, ya que no parece estar concentrado y sí dolido. Alguien así solo puede cometer una imprudencia o un despiste en combate que acabe con su vida, aunque ojalá me equivoque. Mención especial a que se agradece volver a ver a Wagner aunque sea producto de la imaginación de Magnus XD.

    Nada más que decir, simplemente diré que realmente estoy expectante por lo que pueda venirse en los próximos capítulos, con la batalla ya aquí. Me da que va a ser una auténtica montaña rusa de emociones... En fin, tocará esperar una semana. Cuídate mucho, amigo, y hasta pronto. :muffin:
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    47
     
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    Saludos a todos los lectores. En esta ocasión, he optado por publicar el día jueves dado a que el día de mañana podría ser algo movido para mí. Mejor prevenir que lamentar XD. Ya estamos cerca de llegue lo mejor (al menos a consideración mía) de LGC. Puesto a que estamos a la puerta del clímax, el cual da comienzo precisamente en el capítulo que le sigue a este. Estaré actualizando la cronología y la guía de personajes entre esta noche y el sábado, por lo cual será mejor que hayan leído este capítulo antes de ir a consultar esa información.

    Quiero avisar a todos los lectores que se acerca el que ha sido hasta el momento el clímax más largo que yo haya escrito, no solo en cuanto a este universo, sino también en todas las demás historias que estuvieron bajo mi autoría. No diré la cantidad exacta de capítulos, puesto a que no quiero que nadie calcule cuantos capítulos durará desde la siguiente semana hasta que concluya. Solo diré que será más longevo que los de las partes IV y V (ambas con clímax de 5 capítulos cada una). Ahí lo dejaré.

    Quiero agradecer una semana más a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en esta historia, semana a semana, pasando grandes ratos en Discord ya sea discutiendo sobre nuestras historias, leyendo en simultáneo mientras hacemos chistes o incluso dándonos adelantos o teorías. Espero este capítulo sea de su agrado, y que el resto de los que está por venir también lo sea :)

    Sin más qué decir, los dejo con la lectura.














    Último día de paz:

    Magnus avanzó hasta el lugar en donde se suponía que debía reunirse con los demás miembros del consejo de guerra en ese día. Asmir, Kila, Halur y dos guardias se encontraban en el lugar, acompañados de otros dos seres. Un guardia garak se encargaba de custodiar a Abel Hartka, cuyas manos estaban esposadas a su espalda; mientras el segundo hacía lo propio con Allecreod. Magnus estaba sorprendido de verlos allí, pero supuso que Asmir quería deshacerse de ellos rápido por la mirada en su rostro.

    — Estamos a unos minutos de que empiece la reunión — Asmir mencionó a su compañero líder — Indícale a mi soldado dónde dejar a Abel y lo llevará ahí para ti.

    — Mi nave es la cuarta de las que verás a lo lejos — le indicó Magnus, siguiendo la orden de Asmir.

    — Llévalo allá. Y tú — se dirigió al que tenía a Allecreod — Llévalo a mi nave y quédate ahí hasta que yo regrese.

    Fue así cómo los dos guardias y prisioneros que no integraban el consejo de guerra de las especies se alejaron de la zona, dejando el camino despejado para lo que estaba destinado a ser un lugar donde solo pocos podrían reunirse. Los comandantes de la humanidad fueron los siguientes en llegar, sorprendiendo a Asmir en cuanto a puntualidad, dado a que esperaba que fueran de los últimos en acudir a la zona.

    Los próximos en aparecer fueron los ryfier, mientras que los xaromitantes terminaron siendo los últimos. Pese a todo, nadie llegó tarde, dado a que los últimos arribaron al lugar unos treinta segundos antes de la hora pactada. El cielo en Garak, al menos en el punto en el que ellos estaban, se empezaba a notar más claro, lo que sería el indiciador de que el sol saldría, y finalmente, todos podrían partir a dicha guerra. Sabiendo que tenían poco tiempo, Asmir tomó la palabra primero, como solía hacer siempre.

    — Al fin empieza — dijo, como si estuviera esperando ese día con entusiasmo y no con miedo — No puedo decir que estoy emocionado, porque me estoy muriéndome de miedo… Pero una alegría recorre mi cuerpo en lo más profundo cuando pienso que esto es lo que queríamos lograr desde que nos conocimos. Poder llegar al fondo de esto, y asegurar para los nuestros un futuro sin miedo de morir en las manos de un desastre como este.

    — Tú y los tuyos pueden hablar de eso — Magnus regañó un poco al garak — Pero los demás hemos perdido nuestros planetas. Esto es solamente una venganza para nosotros. Incluso si ganamos, nuestro futuro no está asegurado. Nos lo tenemos que buscar.

    — Es mejor que ganemos, y así tendrán la oportunidad de hacerlo — Halur quiso aprovechar para expresar sus deseos — Quiero que a todos nos vaya muy bien, y que cada uno de los que está aquí pueda gozar de un futuro con los que más aprecia. Y más importante, que ya nunca nos tengamos que volver a ver.

    Lo que empezó con la pinta de ser un buen saludo para despedirse, terminó en otro acto donde los garak expresaban, como casi siempre, sus ansias para que las otras especies desaparecieran de sus vidas. Todos los que no eran garaks sabían los motivos de sus deseos para no verse más, pero uno de ellos quiso decir algo al respecto.

    — No se te olvide que tú nos debes algo a los humanos — Michael le habló, levantando el brazo donde tenía la placa que retenía a Orz encerrado — Debes instruir a los científicos humanos para que puedan reparar o reconstruir la placa que me colocaron en el brazo en caso de que algo pueda salir mal.

    — Salvo que quieras a ese tal Orz regresando a tu planeta — Terrior, quien no era alguien de contestar con esa saña tan ligera al hablar, dijo unas palabras que molestaron a Asmir, pero que lo hicieron recordar esa promesa.

    — Tú quédate tranquilo, que mis científicos instruirán con claridad a los científicos humanos — Asmir contestó a Michael con una sonrisa sincera y nada forzada, para luego mirar a Terrior — Y tú no te preocupes por nosotros. Luego de que esta guerra termine y todos ustedes se hayan ido, activaré de nuevo los cañones que utilizamos en la guerra contra los berrod y derribaré cada nave que se atreva a entrar en este mundo. Con el conflicto solucionado, nadie que no sea garak es bienvenido aquí.

    — Creí que nuestra despedida sería mejor — Cadain quiso interrumpir una charla hostil que no llevaba a ningún lado — Pronto va a salir el sol, y nosotros debemos estar arriba de nuestras naves.

    — ¿Alguien quiere que repasemos el plan? — fue la pregunta de Lankir, la cual dejó en silencio la reunión por unos minutos.

    — Veo que todos estamos más que preparados — concluyó Ace viendo que nadie contestaba — Supongo que será un hasta siempre. Ya que nuestros grupos probablemente no se encuentren en batalla, y al finalizar, cada uno de nosotros tomará caminos distintos.

    Las palabras de Ace dejaron pensantes a todos allí, dado a que nadie había pensado en que esa reunión en la que se encontraban estaba destinada a ser de las últimas. Incluso si pudieran reunirse en el planeta Edagr, era muy poco probable que todos estuvieran juntos. Además de la posibilidad de que algunos de ellos llegasen a morir, lo cual era lógico al tratarse de una guerra.

    Sin nada más que decir respecto al conflicto, todos se despidieron con cierta amabilidad, y tras haberse saludado, todos fueron cada uno a su nave correspondiente. Los únicos que fueron una excepción a esto eran los tres comandantes humanos. Tras ver como todos recorrían sus propios caminos, ellos se quedaron atrás para despedirse apropiadamente, algo que en la última fiesta no hicieron.

    Michael miró a Gwyn y a Ace con felicidad y tristeza a la vez. Se sentía muy feliz de poder compartir un momento con ellos, pero tenía demasiado miedo de que fuera el último que eso casi eclipsó todo lo bien que se sentía. La chica fue la primera en despedirse de ellos, primero dándole un abrazo a Ace.

    — Vuelve a salvo, por favor — le dijo en un tono más melancólico que alegre — No soportaría tener que perderte después de todo lo que sucedió.

    — Créeme, Gwyn, yo te deseo lo mismo — el comandante Lakor abrazó igualmente a su amiga — Y no creo que debas preocuparte por mí. Muchas personas intentaron matarme y ninguna lo logró. Tú misma fuiste una de ellas.

    En un momento así, el comentario gracioso que dejó salir el comandante hizo reír tanto a la chica como a Michael, quien se acercó a Ace para despedirse de él.

    — ¿Estás planeando retirarte de la milicia para ser un comediante? — Michael le dijo con una sonrisa mientras le extendió la mano — Porque te digo que necesitarás practicar más. Al menos, si quieres dar risa y no lástima.

    — Tal vez quiera una vida más tranquila para mí en el futuro — Ace aceptó el saludo de Michael — Pero no está en mis intenciones el dejar la milicia. Pero si elijo ser un comediante, te aseguro que te conseguiré asientos en primera fila a ti y a Alicia.

    — Quizá así pueda evitar que te arrojen comida cuando tus chistes les den pena — Michael dejó salir una carcajada que compartió con su compañero — Cuídate, Ace. Y cuida mucho de Agustina. Quiero verlos a ambos cuando todo esto haya terminado. Eso mismo va para ti, Gwyn.

    — Tendremos el máximo cuidado en esta guerra, Michael — su compañera tranquilizó sus preocupaciones — Mucho más sabiendo lo fuertes que son los edagrianos. Pero yo les deseo lo mismo. A los dos. Por favor, vuelvan a salvo.

    — Pronto saldrá el sol — Ace miró a los costados y supo reconocer que su hora ya estaba llegando — Creo que ya no tenemos tiempo. Entonces, será un hasta pronto… no, no un hasta pronto. Hasta que ganemos.

    — Hasta que ganemos — dijo Gwyn, contagiada por la alegría y optimismo de Ace.

    — Hasta que ganemos — Michael pensó en lo mismo que él — Los estaré esperando a los cuatro para darles un abrazo de lo más fuerte. No falten, por favor.

    Jugando con los pocos segundos que les quedaban, los tres comandantes más recientes de Zenith se dieron un abrazo grupal seguido por un saludo donde todos estrecharon sus manos. Posteriormente, sin nada más que decir o que desear, todos se encaminaron a sus naves. Michael fue el primero en llegar a la suya y subir a bordo. Gwyn fue la segunda en encontrar su sitio, y Ace fue el último tanto en subir como en dejar la superficie del planeta.

    La luz del día había llegado finalmente a la ciudad garak donde todos los soldados que se iban a la guerra se encontraban. La señal de partida estaba dada, y fue la nave de Magnus la primera en despegar hacia el espacio exterior. El sonido, al ser tan fuerte, despertó a varios garaks y humanos que se encontraban cerca del lugar, llevando a que algunos salieran a despedir a los gritos a los que podrían convertirse en héroes o mártires al enfrentar su destino.

    No estaba planeada una despedida así, pero cuando todos los soldados oyeron los gritos multitudinarios clamando por sus nombres y por la victoria en la guerra, sintieron una gran felicidad y unas ganas inmensas de estar de vuelta con la noticia de que los edagrianos ya no existían.

    Dado a que el plan requería que las naves llegaran desde distintos puntos del planeta, no solo para poder atacar a varias ciudades y ciudadanos edagrianos al mismo tiempo sino para que sea más difícil detectarlas camino a su destino, dejaron un tiempo prudente entre el despegue de una y la salida de otra. Eso llevó a que los soldados que más tardaron en salir del planeta tuvieran que lidiar por más tiempo con los gritos de aliento de la gente, cosa que, si bien no les era molesta, a la larga, los empezaría a cansar.

    Cuando llegó el momento, la última de las naves despegó y tardó un total de dos minutos en dejar la atmósfera del planeta Garak, lo que quería decir que ya todos los soldados destinados a pelear en el campo de batalla se encontraban rumbo a su destino.

    […]

    El viaje pasó demasiado rápido para todos. El último período de paz que ellos iban a experimentar sería ese lapso de veintidós días que había entre Garak y Edagr, siguiendo la dirección correcta y sin tener que tomar absolutamente ningún desvío. Nadie hubiera esperado que los responsables de su trágico destino estuvieran a tan pocos días de distancia, pero cierto era que el universo era enorme, y cualquier pequeño desvío podría llevarlos en una dirección totalmente diferente, en la cual nunca podrían haber encontrado las respuestas.

    Veintiún de los veintidós días de viaje habían pasado, y ya solo restaba uno. Veinticuatro horas de tiempo terrestre, algo que quizá fuera anticuado para ellos al estar en el espacio y ya muy lejos de la galaxia originaria de la Tierra, eran lo que separaban a todos los que se encontraban a borde de una de las naves de una batalla brutal. Eso era algo que cada uno de los soldados que viajaba podía experimentar. Las mentes de todos ellos, pese a sus años de entrenamiento y preparación eran un completo caos repleto de ansiedad y desesperación. Algunos lo enfrentaban durmiendo con la excusa de necesitar un descanso antes de un período prolongado de actividad. Otros, sin embargo, elegían lidiar con sus temores usando la ayuda de sus compañeros.

    […]

    — ¿Cómo estás? — Magnus le alcanzó una taza de té de manzanilla a Abel.

    El ex líder de Black Meteor miró la bebida en la taza y su contenido, para después tomarla y olerla para ver si podía descubrir qué clase de bebida le habían ofrecido.

    — Gracias, el de manzanilla es mi favorito — dijo con una ironía tan discreta que Magnus ni siquiera notó que le estaba mintiendo.

    — Bueno, de nada, aunque no es que me importe — contestó el líder de la humanidad — Pero no respondiste mi pregunta. ¿Cómo estás?

    — Mal, Magnus — Abel mostró una cara de preocupación muy notoria — Vamos a ser los primeros en atacar para generar una distracción y que así tu amigo garak pueda soltar sus tanques en el planeta. No solo vamos contra unos tipos con una fuerza increíble, sino que seremos los primeros en atacarlos, y de paso, me tengo que asegurar de que nadie te mate porque eres el único que se ha acercado para garantizar que no moriría cuando este conflicto acabe.

    — No quisiera ser tú — Magnus lo dijo, burlándose de él — Pero comprendo tu temor. Si no hubiera pasado nada con la Tierra, quizá estaríamos lanzando este ataque con un batallón de soldados mucho más grande que el actual. El miedo sería inferior en comparación.

    — Como lamento la destrucción de la Tierra, con lo hermosa que era — Abel dejó salir unas palabras que Magnus nunca creyó que oiría — El período de paz que tuvimos me dejó ver que el mundo era mucho más tranquilo de lo que yo pensaba cuando me uní a la milicia de Ascendency. Te juro que cada día, por lo general en las noches, me tomaba una hora para mirar paisajes del mundo y admirar su belleza sin tener que ver explosiones a cada segundo.

    — Tal vez el nuevo mundo que construyamos pueda ser así — Magnus nunca creyó que hablaría de eso con Abel — Ahora que tanto Zenith como Black Meteor están unidos, no hay necesidad de más guerras estúpidas. Si ganamos, conseguiremos la oportunidad de empezar de nuevo.

    — Aunque mucha gente estará de acuerdo en que yo no la merezco — luego de muchas palabras, Abel dio el primer sorbo al te — Promete que no dejarás que ningún loco me haga nada cuando me encuentre indefenso.

    — Tienes mi palabra, Abel — Magnus le contestó a su ex enemigo — Y a diferencia de ti, yo sí cumplo. O al menos, lo intento. Eso es más de lo que se podía esperar de ti. Y mucho más de lo que mereces.

    […]

    En la nave dirigida por el comandante Lakor, este se encontraba junto a Natasha y otros soldados más en el cuarto en donde se hallaban las bestias de Fientlig. Los monstruos de gran tamaño ocupaban su lugar en un cuarto iluminado con pocas luces, que les permitía ver los rostros de cada uno de ellos. Había soldados que participaron de la misión de captura de las bestias, por lo que ya las habían conocido. Otros que pudieron verlas a través de fotos. Pero para muchos otros, esa era la primera ocasión en que estaban frente a frente con una de las bestias hostiles, según eran llamadas.

    Ace explicaba el funcionamiento de la habitación de gas a todos, para que cualquiera se pudiera ocupar de ponerla en funcionamiento el tiempo previo al descenso. Cada día, era un grupo diferente el que asistía a la explicación, pero Natasha y Agustina solían acompañarlo siempre, excepto en ese día, donde solamente era Natasha la que le hacía compañía a su comandante.

    Una vez terminada la explicación pertinente, Ace y Natasha vieron marchar a todos antes de activar el cierre de la sala donde reposaban las bestias. Fue así como su compañera se acercó para preguntarle algo.

    — ¿Agustina no quiso venir hoy? — preguntó algo curiosa.

    — Ella ha tenido la peor experiencia de su vida con estas horribles bestias — Ace, pese a que había hablado del tema con Natasha, omitió ciertos detalles — Por eso quise darle un día de descanso de ellas. Le dije que podía quedarse durmiendo un poco más de la hora reglamentaria.

    — Qué envidia que tengo… en el buen sentido, lo sabes — Natasha se apoyó sobre una de las paredes del lugar — Dime, Ace. Tuve esta pregunta en mente, pero nunca quise hacerla frente a Agustina ni los demás. ¿Qué crees que hubiera pasado si yo hubiera elegido irme contigo el día que me lo pediste? Yo ya me lo he imaginado varias veces, incluso varias posibilidades. Pero quiero saber qué opinas tú.

    — Yo… — Ace miró a su compañera sin saber qué contestar para no lastimarla — Probablemente, tú y yo hubiéramos podido estar juntos al fin. Sin el comandante Morris alrededor, no había razón para estar tan concentrado en mi misión. Y teniendo experiencia, incluso si hubiera sido necesario, no me habría tenido que reprimir en lo que quería en su momento. Pero…

    — No habrías sido pareja de Agustina, y eso es algo que no te puedes imaginar el día de hoy — Natasha contestó antes que él.

    — Lo siento si sueno muy duro con esto que digo, Natasha, pero es la verdad — Ace se disculpaba porque sentía que era lo único que podía hacer — Yo la amo demasiado. No me quiero imaginar si no hubiera sido su novio. Y tampoco me quiero imaginar lo que Bastien le hubiera hecho en ese caso.

    — ¿Bastien? — Natasha oyó ese nombre por primera vez — Escuché a Agustina mencionar que no todos los soldados de Zenith eran buenas personas o algo así hace unos días en la despedida… imagino que tiene que ser él. Nunca lo mencionaste antes.

    — Y prefiero no hacerlo — Ace recordaba con odio a aquella persona — Ese tipo quería abusar de ella. Gracias al entrenamiento que tuvo conmigo, se volvió más fuerte. No solo físicamente sino mentalmente. No quiero imaginar lo que hubiera pasado con él si ella hubiera sido otra clase de persona.

    — Creo que lo mejor será que no hablemos más de ello — Natasha supo que estaba llevando la conversación a terrenos que Ace no quería — Mira, viene alguien.

    Ace pronto vio llegar a uno de los soldados al lugar, el cual se veía como uno bastante joven. Supuso que querría hablar con él por el hecho de ser el comandante, por lo que le dio una indicación a Natasha.

    — Ve a despertar a Agustina y ambas espérenme en la sala de comandos — indicó el comandante.

    — Entendido, comandante Lakor — Natasha disfrutaba al llamarlo así, por lo que no se refirió a él por su nombre, y menos en presencia del soldado.

    Al momento en el que se retiró, Natasha le echó un vistazo al soldado que se acercaba, notando que era uno de los que se había graduado hace muy poco, debido a la cara tan joven que tenía. No tenía idea de si aquel chico le preguntaría a Ace un consejo o si solicitaría dejar la misión. Al acercarse todavía más, pudo ver que su cara y notó cierto miedo en él, por lo que empezó a tener miedo de que la segunda opción fuera la más probable de todas.

    Ace miró atentamente al chico mientras Natasha lo pasaba de largo. Para no ser tan descortés con él, empezó a caminar hasta él, y notó su cara de nerviosismo. Supo que era alguien que necesitaba ayuda, una persona que él no podría rechazar en aquel momento.

    — Comandante… — el chico tenía una voz algo temblorosa — Yo…

    — Tranquilo — Ace extendió sus manos hasta alcanzar los hombros del joven — ¿Quién eres, soldado? Tengo muchos nombres en mi cabeza, pero no creo recordar el tuyo.

    — Soy Faron Zark — contestó el soldado, presentándose ante Ace — Yo soy el único de mi promoción que fue elegido para esta misión. ¿Usted lo recuerda?

    — Sí, Magnus dijo que de la última promoción nada más elegiría al mejor de todos, para poder completar el cupo de soldados que prometió a Asmir — Ace tuvo recuerdos de una entra tantas conversaciones con su líder — Y ese soldado eres tú.

    — Así es… y tengo miedo — Faron se veía bastante asustado — Sé que no debería tenerlo, porque se supone que yo soy un soldado entrenado. Pero esta es mi primera misión. Y es una maldita guerra. Comandante, no estoy listo. No quise renunciar en el momento en el que Magnus me dijo todas estas cosas porque quería verme fuerte ante mis compañeros, y supuse que el miedo se me quitaría durante el viaje hasta el planeta Edagr. Pero ya vamos a llegar, y ahora es cuando tengo más miedo que nunca…

    — Está bien, Faron, descuida… yo he peleado contra varios seres vivos en el universo. Uno de ellos era un edagriano, y yo también tengo miedo. Está bien tenerlo. Y está mucho mejor que lo hayas hablado conmigo.

    — ¿Qué se supone que voy a hacer? — Faron sentía sus manos algo temblorosas — Míreme, estoy tan nervioso que no creo poder apuntar un arma firmemente. ¿Cómo voy a pelear si me cuesta estar de pie?

    — Descuida, Faron. Tú vas a pelear junto conmigo. Si tienes miedo, acércate a mí, y yo haré mi mayor esfuerzo por mantenerte seguro — Ace entendía la inseguridad en el soldado — Yo tuve una primera misión muy sencilla comparado a lo que te tocó a ti, y creo que estaría igual si esta fuera mi primera misión. Solamente quiero pedirte que te mantengas en mi campo de visión en todo momento, y jamás bajes la guardia. El comandante en persona cuidará de ti, tal y como cuidará de todos los demás soldados.

    — Gracias, comandante Lakor — Faron abrazó a su figura de autoridad y empezó a llorar en sus hombros como forma de desahogarse de su confesión — Gracias por entenderme y animarme. Cuando hablé con mis compañeros me dijeron que simplemente me jodiera.

    — Esa no es una actitud que se debería tener con un compañero — Ace se preocupó por las cosas que escuchaba — Quizá hable con los soldados antes de descender. Tú preocúpate por tener tu arma siempre disponible en todo momento. Eso podrá mantenerte seguro ante todo peligro.

    Faron miraba con una sonrisa a su figura de autoridad. El miedo en él no había desaparecido, pero luego de ver lo comprensivo que era, se empezó a sentir más aliviado de estar en su mismo equipo.

    Natasha, por su parte, caminó hasta la habitación en la que Ace y Agustina dormían siempre. Con la autorización del propio comandante, entró en la habitación tratando de hacer el menor ruido posible. Una vez dentro, cerró la puerta, lo que causó que Agustina, quien estaba tapada con las frazadas de la cama, saliera de allí.

    — ¿Ace? — la chica sonrió esperando ver a su prometido, pero su sonrisa se volvió más pequeña cuando notó que era Natasha — Ah, buen día, Natasha.

    — Tenemos que ir a la sala de comandos — Natasha notó que Agustina se encontraba con poca ropa, lo que era una señal de lo que había ocurrido en la noche entre ambos, cosa que no le gustaba demasiado — Ace nos encontrará allí.

    […]

    En la nave de Gwyn, ella se encontraba junto a Xander y Casey haciendo un inventario de todas las armas que iban a utilizar en la misión, además de las provisiones reservadas para cuando fuera el momento de descender. Debido a que los garak estuvieron pensando por mucho tiempo que los humanos estuvieron corriendo pocos riesgos en la misión, insistieron en que los escuadrones humanos debían tener una tarea importante. Al de Magnus le tocó ser la vanguardia. Al de Ace le tocó llevar a las bestias y dirigirlas en batalla. Por lo tanto, el de Gwyn no fue una excepción y a ella le tocó la responsabilidad de encargarse del reabastecimiento en el campo de batalla en caso de que fuera algo necesario. Su nave, por esos motivos, llevaba armas y alimentos extra, que requerían ser inventariados cada día para asegurarse de que no estuvieran faltando.

    — Todo parece estar en su lugar — Casey tenía una tableta para llevar el control de las provisiones.

    — Las armas están intactas, solo espero que en buen funcionamiento también — Xander, quien también tenía una tableta, supo que, sin poder probarlas dado a que esas usaban munición real y no disparaban calor recargable automáticamente, no tenían forma de asegurarse su buen funcionamiento — Pero sí. Todo en orden.

    — Genial, iré a ver a Thomas y enviaré el reporte a Asmir — Gwyn tomó ambas tabletas y las puso por encima de la suya, una con la que podía comunicarse gracias al sistema de transmisión de la nave — La única vez que el reporte no llegó a tiempo, se puso como loco.

    — Es un imbécil — Xander dio su opinión sobre el líder garak — He hablado una sola vez con él, y me hizo agradecer el no haber tenido que cruzar mi camino con él.

    — No deberías decir eso en voz alta, quizá alguien esté escuchando — Casey quiso advertirle a Xander — No te hará bien, incluso si no vuelves a verlo nunca más.

    — Descuida, estoy segura de que todos aquí pensarán lo mismo y nadie dirá nada — Gwyn quiso tranquilizar a sus compañeros — Y me apena que no hayan podido conocer a Asmir cuando entablamos los primeros contactos con él. Era tan amable y razonable en ese tiempo. Ahora es… mejor me guardo mis opiniones y le voy a enviar el informe. Ustedes tienen el resto del día libre. Gracias por la ayuda.

    Luego de despedirse de ambos y de agradecerles por la colaboración con una tarea que era de gran importancia, más para tener contento a Asmir que para otra cosa, Xander y Casey empezaron a ver como Gwyn se marchaba a la sala de comandos para encontrarse con Thomas. Casey, tras escuchar que tenía el día libre, quería irse a acostar, pero antes quiso saber qué planes tenía su compañero. Este estaba con la vista fija en la dirección en que se fue la comandante.

    — ¿Xander? — preguntó Casey, queriendo saber en qué pensaba.

    — Las rubias son mi debilidad — el soldado, sabiendo que Casey era una amiga con quien podría soltarse con tranquilidad, dejó salir ese comentario — Gwyn es una preciosura del planeta Tierra.

    — ¡Xander! — Casey se sintió muy incómoda con ese comentario, además de enojada — Hace unas semanas le dijiste a Natasha que no se enamorara de nadie y luego tú vas babeándote por otra. ¿Dónde está el nuevo Xander qué le querías mostrar?

    — Oye, Natasha está increíble también, es solo que he estado mirando a Gwyn cada día desde hace tres semanas — Xander no creía que fuera para tanto — Y solamente dije que está buena, o al menos, eso creí dar a entender.

    — No tienes remedio, espero que Natasha sepa lo que hace contigo — Casey se marchó algo decepcionada con él.

    — Oye, si Natasha fuera mi pareja, ten por seguro que no diría esta clase de cosas — Xander no se sentía muy feliz por el sermón — De hecho, si ella y yo fuéramos pareja, nos habríamos ido juntos.

    — Solamente… si de verdad te gusta Natasha, deja de mirar a otras chicas, y más a la que ya tienen pareja — Casey le recordaba a Xander que Gwyn estaba junto a Thomas.

    — Lo que tú digas, madre — Xander dejó salir un pequeño comentario de burla ante el consejo de su compañera.

    Gwyn, alejada de la conversación y por ende sin haberla escuchado, llegó a la sala de comandos donde Thomas estaba en una reunión con Asmir, Kila y Halur. Gwyn se sorprendió al ver sus rostros en los monitores, dado a que no era la hora de que fuera enviado el reporte de los suministros que ellos llevaban en la nave, pero estando en presencia de las tres autoridades garak en el consejo, se vio obligada a contestar.

    — Asmir, Kila, Halur, buenos días — dijo algo acelerada, dado a que temía no haberse enterado de un cambio de horario en la entrega del informe — ¿Ocurre algo?

    — Solamente llamamos para controlar que todo estuviera bien — Kila fue la primera en hablar en el momento — No con los suministros, estábamos haciendo pruebas de señalización rápida entre nuestras naves y la de ustedes.

    — Todo va bien, cada nave garak que ha enviado mensaje tiene su ubicación correcta gracias al escáner que los xaromitantes y los ingenieros terrestres ayudaron a instalar — Thomas le dijo a Gwyn, tranquilizándola un poco de la tensión del momento.

    — Supongo que, ya que estamos, puedes enviarnos el informe de control — contestó Asmir, quien sabía que eligió el momento perfecto para iniciar la conversación con ellos.

    — Si lo quiere ahora, puedo dárselo ahora — Gwyn supo que sería una forma rápida de quitárselos de encima.

    La comandante terrestre se encargó de enviar los datos de las tabletas de Casey y Xander a la que era de uso personal y profesional suyo. Una vez que tenía los datos que requería para la generación del informe, se lo envió directamente al líder de los garak. Este esperó por unos segundos hasta que finalmente apareció en sus máquinas, muy satisfecho de leer los resultados y ver que nada del inventario faltaba, principalmente las cosas que habían sido concedidas por él.

    — Bien, todo en orden — decía el más importante de los garak — Recuerda lo que hemos hablado en su momento. Si recibes un pedido de envío de suministros de parte de una de las naves o estaciones garak, debes enviarlo con prioridad. No importa que tengas cinco pedidos de todas las otras naves. El más prioritario es el de los garak, y sobre todo si es uno mío.

    — Sí, lo recuerdo bien — Gwyn recordó ese momento con bastante molestia, ya que no la dejaron hablar ni a ninguno de sus compañeros tampoco cuando se tomó esa decisión — Y que solo puedo hacer una excepción en caso de emergencia.

    — Me alegra ver que entiendan todo a la perfección — Kila se mostraba feliz con las cosas que contestó la chica — Espero que se mantenga aún en el campo de batalla.

    — Se hará, no debes preocuparte — Thomas, que no pertenecía al consejo de guerra y solamente conocía esa clase de pedido porque su novia se lo comentó, quiso que la llamada terminara pronto — Gwyn y yo tenemos que ver que todo el mundo esté bien. ¿Necesitan algo más?

    — Nada más por lo pronto — Asmir tampoco tenía deseos de continuar con esa reunión — Un placer hablar con ustedes.

    — El placer fue nuestro — Gwyn mintió tan mal que todos se dieron cuenta de ellos, incluso viéndola a través de la proyección de una pantalla.

    Kila, Halur y Asmir se desconectaron de la reunión, dejando a la pareja de soldados a solas en la sala de comandos. Gwyn nada más esperaba tener que enviar un informe a Asmir como acostumbraba a hacer todos los días, y nunca supuso que una llamada de rutina se convertiría en un recordatorio de que la función que ella estaba designada a cumplir debía tener a los garak como prioridad principal.

    Thomas, quien notó la molestia de su novia en su tono de voz al despedirse de los garak, supo que ella necesitaba de cariño, por lo que se acercó por detrás y colocó sus brazos alrededor de su cintura. Gwyn recostó la cabeza en los hombros de su amado, para luego darle un beso en la mejilla, cosa que los dejó a ambos un poco más alegres tras una llamada tan molesta en aquel momento.

    […]

    Michael, Alicia, Noak y Gina se encontraban reunidos en la sala de comandos realizando monitoreo a través de las cámaras. Pese a que el plan original no los incluía, pronto, los humanos sugirieron que personal médico viajara con ellos para poder tratar más heridas de las que los soldados podían resolver. No solo para poder tener mayor eficiencia, sino para curar a más personas y así tener mayores oportunidades de salvar y recuperar soldados en la batalla.

    Como las bestias y las provisiones viajaban en las naves de Ace y Gwyn, además de que Magnus sería el primero en incursionar en el planeta, todo el personal médico de los humanos viajaba en la nave a cargo del comandante Michael.

    Este, junto con su pareja y dos soldados provenientes de Black Meteor, se encontraban revisando como la jefa de los médicos daba unas palabras de aliento a los suyos, siendo que todavía faltaban varias horas para el descenso y el combate. Sin embargo, lo veían como algo lógico. Dado a que su profesión los requería despiertos y atentos, el cuerpo médico completo iría a descansar antes de que fuera el momento de que los soldados entablaran el combate.

    Una vez finalizado el discurso de la mujer que lideraría a todos los profesionales de la medicina en un escenario tan caótico como un planeta en guerra desde todos sus frentes, los médicos se fueron a descansar para preparar sus mentes y cuerpos para atender heridos, que llegarían en poco tiempo por lo que suponían.

    Michael entonces apagó las pantallas que él y sus compañeros estaban viendo, dándose cuenta de que quizá él tendría que hacer lo mismo con sus soldados.

    — No pensaba dar un discurso ante nadie, sobre todo porque en todos estos días no se me ha ocurrido nada que decir — Michael habló con sus compañeros — Pero luego de ver a esa mujer ser tan dedicada con los suyos, creo que yo le debo a todos los que pelean con nosotros lo mismo.

    — Descuida, Michael, los discursos militares son cosa de la ficción — Noak no quería que se estresara con eso — Esto es otra cosa totalmente diferente. Recuerda que los médicos no van a pelear y van a tener miedo porque lo que ocurra en esta guerra se decide en batallas, y no depende de ellos.

    — Si tú lo dices, entonces ya estoy algo más tranquilo — Michael pronto se puso de pie — Alicia, Gina, díganme, ¿les gustaría ser las encargadas del escuadrón que escoltará a los médicos cuando les toque descender?

    — ¿Nosotras? — Gina se sorprendió por ese pedido.

    — Necesito gente en quien pueda confiar para eso, y ustedes me inspiran suficiente confianza para cuidarlos a todos — Michael tenía ese plan destinado para ellas dos — Pensé que podría encontrar a alguien más para encargarse de esa tarea, pero los soldados que están a bordo de esta nave me parecen algo… poco competentes para ellos.

    — Michael, me alegra que confíes en mí de esa forma — Alicia se sentía halagada por lo que dijo su novio — Pero realmente yo preferiría no tener que separarme de ti. No es que no me gustaría compartir el puesto con Gina, pero quisiera poder estar cerca de ti en todo momento. Pensé que ese era nuestro plan.

    — ¿Y qué tal Noak? — Gina sugirió a Michael y Alicia — Él podría hacerme compañía a mí en la misión de proteger y escoltar a los médicos en el campo de batalla. Entiendo que tú no podrías participar de esto porque tienes que liderar en batalla.

    — Es cierto lo que dices — Michael estaba algo frustrado.

    El comandante tenía la idea de dejar a Alicia junto a Gina la misión de proteger a los médicos para no exponerla a una batalla como la que se avecinaba. Al principio, él creyó que podría manejar sus nervios por tener a su pareja en una guerra contra los edagrianos, pero conforme fueron transcurriendo todos esos días, Michael fue imaginándose escenarios posibles demasiado poco alentadores, con un énfasis en aquellos en donde las cosas terminaban mal para todos. Fue por eso por lo que quiso aprovechar el discurso de la jefa de los médicos para ofrecerle el puesto a Alicia. Pero viendo que Alicia estaba decidida a no separarse de él, no le quedaría otra opción más que aceptar eso.

    Tenía decidido siempre luchar para protegerla, pero consideró que era más probable que ella estuviera a salvo en un lugar repleto de hombres y mujeres con la capacidad para curar heridas de combate, cosa de la que ella no gozaría si estaba a su lado. Sin embargo, supo que la decisión de Alicia fue tomada con el cariño que ella le tenía, y por eso mismo, no puso ninguna objeción a la situación.

    — Supongo que puedo hacerlo de esa otra forma también — Michael no quería sonar muy duro ni sobre protector — En ese caso, está decidido. Alicia viene conmigo y los escuadrones de ataque. Noak, Gina… a ustedes les corresponde liderar a los soldados que protegerán a los médicos. Gina, por haber acudido a Zenith antes que Noak, esa responsabilidad cae en ti. Noak será tu segundo al mando. Espero que no te moleste.

    — Para nada, Gina es una gran soldado — Noak alabó a su compañera — Será un honor estar detrás de ella.

    Gina se sintió muy contenta con ese comentario, por lo que acudió a Noak para darle un beso en la boca. Alicia sonreía al ver esa escena, dado a que, en los últimos días, había estado conviviendo mucho más con ambos, sobre todo con Gina. Cuando supo que Gina también había perdido a un hermano muy querido en la misión, ambas se volvieron más unidas, al punto de que un sentimiento de amistad, menor al que tenía con chicas como Agustina y Gwyn, pero no por eso poco importante, empezó a surgir en ella.

    Contagiada por el gesto de su amiga, Alicia hizo lo mismo, con la excepción que ella se lanzó a los brazos de Michael, quien no pudo evitar sonreír al atraparla y luego abrazarla con todas sus fuerzas para luego recibir un beso suyo.

    Durante unos breves momentos, ambas parejas disfrutaron un poco de intimidad en la sala de comandos hasta que alguien hizo un llamado solicitando la presencia del comandante. Michael, algo molesto por la interrupción, supo que debía ir a supervisar. Alicia, tal y como tenía decidido hacer en el campo de batalla, tomó su mano para poder ir con él.

    […]

    — Ya casi es el día de la muerte de Hark — Allecreod finalmente había recuperado su lanza sin restricciones de usarla solo para entrenamientos.

    Cadain, Ebilo y algunos otros hombres y mujeres en el ejército ryfier vieron como Allecreod practicaba estocadas contra las paredes de la habitación en la que estuvo habitando en los días de viaje. Todos podían notar que Allecreod atacaba con golpes a lo alto, posiblemente teniendo una imagen mental de Hark para poder practicar a donde dirigir sus golpes. El enojo en la voz de su exlíder se hizo sentir, pese a que no levantó la voz al hablar.

    Los ataques de Allecreod no cesaban, todo lo contrario, cada uno era más brutal y veloz que el anterior, haciéndoles saber a todos que Allecreod genuinamente odiaba a Hark. Y no era para menos, dado a que él se sentía bastante traicionado por sus mentiras cuando todo era un plan para poder eliminarlos a todos luego de descubrir que su plan original del exterminio fracasó.

    — No me importa si hoy tengo que morir, después de todo, no me queda más familia que cuidar — Allecreod hablaba con un gran resentimiento al recordar a sus padres y hermanos, ya fallecidos — Pero si me voy a morir aquí, Hark va a venir conmigo. Y si logro matarlo a él, los siguientes van a ser sus malditos hijos. Todos ellos son cómplices de lo que él me hizo, y nada me daría más placer que acabar con la vida de todos ellos.

    Cadain era, entre los presentes, el más nervioso de todos ellos. Claramente, Allecreod había estado acumulando y reprimiendo mucho odio interior al ser un prisionero de los garak, y teniendo en cuenta que estos lo odiaban por el conflicto en el que él los había metido. Incluso en el viaje al planeta Edagr no se había mostrado tal cual era, y seguramente era para guardar las apariencias y evitarse problemas.

    Sin embargo, faltando poco para la llegada, el deseo de venganza de Allecreod, no solo por las mentiras de Hark sino también por la Devastación y todo lo que había ocasionado para su gente y para su familia, tomó un control total de él.

    — Que el universo te proteja, Allecreod — Cadain tenía un gramo de aprecio por él después de todo — Porque yo no creo ser capaz de hacerlo.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, primero que nada, decirte que este capítulo previo al conflicto ha estado sensacional, debido a que hemos podido ver todos los lados y personajes que van a la lucha. Y segundo, que tengo un hype inmenso por lo que se aproxima, aunque ahora toca comentar lo más interesante de este capítulo, y eso haré. :kuku:

    Comenzamos con una última reunión del consejo de guerra, en la que claramente se demuestra que las rencillas entre garaks y el resto de especies es más que evidente, con comentarios que sobran e incordian, sobre todo en una situación como esa. Sinceramente y como te he dicho por Discord, espero que los garaks no vuelvan a aparecer en la historia tras esta guerra. No digo que se extingan (que tampoco me dolería XD), sino que no se les vuelva a ver. Porque son repugnantes a la hora de tratar con otros. Luego vemos que una vez concluida esa reunión de indirectas, los principales comandantes de la humanidad se quedan a solas para despedirse. Ace, Michael y Gwyn se demuestran todo el cariño y afecto que se tienen tras haber superado muchas cosas juntos, algo que me ha alegrado mucho de ver. Siendo tres de los personajes más veteranos de esta historia, mis deseos con ellos van para que no sucumban en esta guerra. Ojalá puedan tener una vida mejor tras el conflicto, porque lo merecen. :/*-*\:

    Seguimos con Magnus, quién se reúne con Abel a solo un día de la llegada a Edagr, tras haber pasado veintiún de los veintidos días de viaje. Ambos líderes (uno de ellos ex) conversan acerca de lo que se viene y es Abel quién le pide a Magnus que no se muera, ya que de lo contrario, su promesa de mantenerlo vivo no existirá. Y aquí, desde mi punto de vista, me da la sensación de que Magnus podría perecer en este conflicto y eso dejaría a Abel en la cuerda floja. No quiero que muera, aunque tampoco me molestaría. Tanto con él como con Allecreod, les deseo la redención, aunque comprendería que solo uno de ellos la obtuviese. Tras esto, pasamos a la nave de Ace, quién se encuentra observando las bestias de Flientig junto a Natasha. La ausencia de Agustina en la sala hace que ambos compañeros y ex pareja conversen acerca de qué hubiese sucedido entre ambos si ella se hubiese ido con él cuando tuvo ocasión (DEBISTE HACERLO, NATY). Sin embargo, Ace demuestra que está enamorado de Agustina al completo (MIERDAAAAAAAA) y parece cerrarle la puerta a Natasha, quién se siente algo mal por ello. Poco después, mientras Natasha se dirige a notificar a Agustina que debe acudir al encuentro de su novio y comandante, un joven soldado llamado Faron Zark acerca a Ace para decirle que tiene miedo y que quería abandonar antes de ir al conflicto. Y me alegró ver a Ace ayudándole a confiar más en sí mismo y en que no tuviese miedo. Sin duda, creo que el comandante Lakor podría ser en un futuro, instructor de cadetes del ejército. Algo que le pega y me encantaría ver. Respecto a Natasha y Agustina... la tensión se siente en el ambiente XD.

    Agustina be like: :ewww:

    También vemos la nave de Gwyn, quién alberga los suministros para la batalla. Vemos que la comandante conversa con Xander y Casey, para que tras irse al corraborar que todo está en orden, Xander se convierta en algo más que un simp: UN TREMENDO BABOSO. Amigo, ¿qué mierda le pasa a éste tipo? Se está jugando la vida y el destino de la humanidad en lo que se viene, pero él solo piensa en que Gwyn está muy buena, Natasha tiene que esperarle y él ha cambiado para ser un hombre mejor. Como dirían en tu país, "que deje de romper las bolas" o pelotas, una de esas dos creo que era XD. Ojalá introduzcas un personaje argentino para que le diga eso a Xander :v. Luego, Gwyn se reúne junto a Thomas con Asmir y sus siervos adeptos y tragav*rgas Kila y el desconocido Halur o como se diga, ni quiero buscar su nombre por ser tremendo retard. De verdad, que ganas tengo que despedirme de los garaks...

    Xander cuando ve rubias: :nosenose:... literal como el maestro Roshi :v

    Finalmente, vemos primero la nave del comandante Umcali que se encarga de llevar a los médicos sobre el terreno. Alicia quiere quedarse a su lado, algo que él no contemplaba pero debe aceptar, mientras Noak y Gina protegerán a los doctores. Ambas parejas son de las más tiernas y bonitas, por lo que aprecié verlos juntos y felices los unos con los otros. Y acabamos viendo a Allecreod entrenar en su habitación-celda, jurando matar a Hark en cuanto pueda (sin saber que está muerto XD). Espero que el ex líder ryfier se redima, porque creo que puede ser un gran aliciente en combate. En definitiva, muero por ver el próximo y los siguientes capítulos. :dancecat:

    No diré mucho más, sin antes decirte que fue un placer estar un finde más aquí y en Discord, riéndonos y hablando. Nos veremos a la próxima, amigo mío. :nice:
     
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  15. Threadmarks: Primer golpe y último suspiro
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Ciencia Ficción
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    47
     
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    Saludos a los lectores. Después de haberlo anunciado más de una vez, llegó el momento de publicar el inicio de lo que viene siendo el clímax de la historia. Considerando tanto estas como otras partes por venir, este es el clímax más extenso que se verá en LGC hasta la fecha (y posiblemente también para fechas futuras XD).

    En fin, me la pasé pidiendo paciencia en capítulos anteriores para que llegara este momento, por lo que dar adelantos aquí en esta introducción sería un despropósito. Quienes hayan llegado hasta aquí esperando leer el clímax, deben estar ansiosos de leerlo por su propia cuenta, y no deben querer enterarse de nada por mis propias palabras ahora.

    Le agradezco como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su apoyo incondicional a este pequeño gran universo ficticio. Estoy seguro de que disfrutará (o sufrirá, por qué no XD) tanto este como los demás capítulos que están por venir. Ojalá que sea la primera opción y estos capítulos sean totalmente para su disfrute.

    En otras noticias, la cronología y la guía de personajes están actualizadas y (claramente) contienen spoilers. Por lo que aconsejo no entrar a leer hasta haber leído este capítulo hasta el final. Sin más qué decir, les dejo con la lectura.












    Primer golpe y último suspiro:

    En la nave xaromitante, Lankir y Wida ocupaban la cama del cuarto del hijo del líder. Luego de tanto cuestionárselo, optaron por pasar su última noche antes de la guerra juntos, sin ser nada más que simples compañeros de equipo. Ser los únicos, omitiendo a su padre, que participarían de la guerra, les hizo desear tener una oportunidad de tener una clase de contacto afectivo por última vez en el caso de que las cosas llegaran a salir mal.

    Lankir fue el primero en despertar, y al hacerlo, visualizó una imagen que llevaba tiempo sin ver. Sus brazos envolviendo a Wida y los de ella envolviendo su cuerpo. Muchas veces pasó las noches así en el tiempo en el que ambos estuvieron juntos, pero tras lo que aconteció en la misión del planeta Emiv, eso cambió. El xaromitante se dio cuenta de que, incluso sabiendo que no había ningún sentimiento de amor entre ambos, no era igual. Y que probablemente no volvería a serlo.

    La puerta de entrada a su cuarto se abrió, y eso causó que la mujer xaromitante se despertara por el ruido tan abrupto. Ambos levantaron la vista y se dieron cuenta de que la persona que había cruzado la puerta era el líder de su especie, y el otro xaromitante que los acompañó al lugar. Viéndolo entrar tan abruptamente en el cuarto les hizo pensar que la hora había llegado, por lo que se levantaron rápidamente de la cama y se acercaron a su líder.

    — Papá… ¿pasó algo? — Lankir y Wida estaban vestidos, por lo que no tuvieron que detenerse a buscar prendas suyas sobre la cama.

    — Llegaremos en pocos minutos — expresó su padre, con una mirada seria — Vayan a comer algo. Debemos estar preparados para nuestra función.

    — Entiendo, papá — Lankir asintió, mientras que Wida se quedó en silencio.

    Terrior, sin decir nada más ni tampoco expresar aprobación o rechazo con gestos a la relación que su hijo y la última mujer xaromitante parecían estar entablando, abandonó el lugar y acudió pronto a la sala de comandos. Lankir y Wida, viéndolo marchar, sintieron una actitud poco cálida de su líder, notando que estaban verdaderamente ante un asunto serio, ya que esa era la primera vez que lo veían llevar un rostro tan poco expresivo.

    Ambos xaromitantes salieron del cuarto de Lankir para poder irse a comer algo, y de esa forma acompañar a su padre en la sala de comandos, dado a que tenían una función importante, como cualquiera que se había comprometido con la guerra que iban a librar.

    […]

    Terrior vio a Wida y a Lankir entrar por la puerta principal de la sala de comandos. Varios garaks se encontraban allí junto a él, y en un rincón envuelto en sombras, el robot creado por Allecreod y reparado por Lankir con ayuda del ingeniero Nick y otros más en el equipo de Black Meteor, estaba listo para entrar en funcionamiento.

    Ambos xaromitantes saludaron amistosamente a los garaks, y estos devolvieron el gesto, mostrando algo más de amabilidad que su líder en las últimas conversaciones. Terrior miró a su hijo y luego volteó a ver al robot Xorxaik, quien no se había movido nunca durante el viaje tan largo hasta el planeta Edagr.

    — ¿Estará listo realmente? — preguntó Terrior, mostrando una preocupación poco vista antes.

    — Lo hemos preparado para este día — Lankir decía, parándose junto a las máquinas en el centro de la sala — Esperemos que de resultado.

    Todos vieron como Lankir se le acercaba al enorme ser de metal, y con solamente decirle unas palabras, este se activó. Los garak que no lo habían visto en funcionamiento hasta el momento se asustaron bastante, dado a que habían sido testigos del despertar de un ser enorme hecho totalmente de metal, cosa que los asustó bastante.

    Lankir y Wida, quienes habían estado trabajando con el robot y conocían bien de lo que era capaz, también compartían cierta preocupación al verlo, dado a que recordaron lo difícil que fue para sus compañeros derrotarlo cuando luchaba para Allecreod. Xorxaik, en un modo de total autonomía, se acercó al centro parándose justo detrás de Terrior, quien no le apartaba la vista de encima, en una mezcla de miedo y asombro. Lankir se puso detrás de él, listo para darle las órdenes que debía de seguir. En Garak fue imposible probar lo que querían intentar, y en caso de que las cosas salieran mal, tenía su cañón preparado para defender a todos los tripulantes. Lo iban a apostar todo en ese momento.

    — Llegada en dos minutos — Terrior dijo, mirando las cámaras exteriores de la nave — Esperemos que nada malo le suceda si esto no resulta.

    — Si eso pasa, lo derribaré — Lankir le hizo saber a su padre que estaba preparado — Xorxaik, cuando yo de la orden, intenta interceptar cualquier señal que puedas captar y trata de desactivarlas.

    El plan consistía en usar al robot para causar interferencias en los sistemas informáticos del planeta Edagr, y así impedir la detección de sus naves. Y en caso de que eso no diera resultado, evitar que los que vieran las naves entrar en su territorio le avisasen a los demás. No sería de mucha utilidad una vez que los ataques dieran inicio, pero si podía comprarles unos minutos para el descenso, era algo que podían aprovechar.

    — Sistema de detección de señales en línea — Xorxaik le hizo saber a Lankir que estaba preparado para cumplir su función — Esperando la orden.

    Los minutos pasaron, y finalmente, la nave xaromitante llegó a las coordenadas de ubicación del planeta Edagr. En cámara, todos pudieron observar por primera vez el exterior del mundo, notándolo muy parecido al planeta Tierra, según las imágenes que algunos de ellos habían visto. Para que el plan pudiera ser más efectivo, la nave xaromitante debía acercarse lo más que pudiera a su atmósfera, arriesgándose el ser descubiertos, y tentando a la posibilidad de ser detectados por los edagrianos. Lankir, viendo que se acercaban a un lugar ideal, dio la orden que el robot esperaba.

    — ¡Ahora! — gritó esperando que diera resultado — ¡Captura cada señal que puedas y anula todas las comunicaciones que provengan de aquel planeta!

    — Capturando señales… — Xorxaik parecía estar funcionando — Detección finalizada… Activando mecanismos para intrusión en las comunicaciones planetarias… Aviso: se ha detectado la presencia de cortafuegos, serán anulados en dos minutos.

    — ¿Qué pasará cuando estén anulados? — Wida quiso saber si el robot o Lankir estaban preparados para contestar a su pregunta.

    — Tan pronto como los cortafuegos caigan, Xorxaik podrá emitir interferencias en sus sistemas, y eso los mantendrá incomunicados — Lankir empezó a explicarle a su compañera — Por cuanto tiempo… solo lo sabremos cuando Xorxaik termine.

    Todas las miradas de la nave se centraron en el robot, que se había mantenido callado sin emitir ni siquiera un sonido que indicara que una unidad de procesamiento estuviera funcionando. Los dos minutos que había marcado como tiempo límite habían pasado, y todos estaban expectantes a ver qué respondía.

    — Cortafuegos de las comunicaciones caídos — Xorxaik expresó, dando a entender que el plan fue un éxito — Se ha detectado que el sistema de defensa intenta reactivarlos y doblar la seguridad. Solamente puedo mantener la señal inactiva por cinco minutos. Cuando los cortafuegos esté de nuevo en línea, no podré volver a infiltrarme desde una distancia tan larga. Será necesario acercarme a menos de medio kilómetro de la fuente principal de la señal.

    — Cinco minutos, entonces — Terrior estaba conforme con eso — Tiene que bastar. Hemos ensayado durante mucho tiempo. Lankir, dale la orden a Xorxaik para que los deje a todos incomunicados. Yo enviaré el mensaje a Magnus y Asmir para que lo sepan.

    — Xorxaik, detén la señal durante cinco minutos — Lankir no quería que ese fuera el límite — Si puedes mantenerla inactiva durante más tiempo, aunque tengas que usar más recursos, inténtalo. Luego me darás un informe de recursos consumidos.

    — Señal inhabilitada — Xorxaik les hizo saber que las comunicaciones en Edagr habían caído — Tiempo máximo de interferencia: seis minutos con treinta segundos.

    — Eso bastará — Terrior supo que estaban perdiendo segundos — ¡Magnus, Asmir, habla Terrior! ¡Tienen seis minutos para descender en el planeta antes de que las comunicaciones de los edagrianos estén en línea nuevamente!

    — ¡Recibido! — Asmir lo dijo con gran entusiasmo — ¡Magnus, es hora de que tú des la cara por primera vez por nuestra alianza!

    — ¡En ello! — el líder de la humanidad se dispuso a actuar.

    Todos los presentes en el lugar captaron la indirecta no tan directa de Asmir para con el líder de la humanidad. Los garak mostraron una sonrisa de satisfacción, ya que sentían que su líder era quien lideraba la batuta en el plan orquestado por todos. Terrior, Lankir y Wida se mostraron bastante molestos, ya que Asmir no desaprovechó ninguna oportunidad para mostrarse arrogante con quienes habían sido compañeros en la alianza.

    Con su función cumplida, Lankir respiró aliviado. Las cámaras de la nave pronto centraron su vista en la transmisión de la nave de Magnus, que estaba por adentrarse en el planeta enemigo.

    […]

    La nave de Zenith dirigida por Magnus, cuya función principal era ser la punta de la lanza en el conflicto, aceleró a su máxima capacidad para adentrarse en la atmósfera del planeta. Sin perder demasiado tiempo, su nave logró estar en un lugar ideal para aterrizar. Frente a ellos había una ciudad de gran tamaño, y supieron que sería un buen lugar para atacar y así fungir como una distracción para que los garak descendieran y pudieran desplegar sus tanques en el planeta.

    En la sala de comandos, el único presente era Magnus y un auxiliar de piloto, que se encargaría de cubrirlo en caso de que algo sucediera durante el aterrizaje. Por fortuna para ellos, nada fuera de lo planeado ocurrió, y la nave logró tocar tierra a poco menos de un kilómetro de distancia de la gran ciudad edagriana. Desde su posición, Magnus ejecutó los comandos para que las puertas de la nave se abrieran, y así permitirles a todos los soldados salir listos para la batalla.

    — ¡Ya hemos tocado la superficie del planeta! — gritó para intentar motivarlos, aunque no creía que lo necesitaran para ese punto — ¡Tan pronto como me reúna con ustedes, pasaremos al ataque!

    Tras haber dado ese mensaje, el líder de Zenith se digirió hacia su arma, colocada sobre una de las máquinas en la sala, y luego de tomarla en sus manos, tanto él como su auxiliar empezaron a correr a la salida.

    […]

    Con las puertas abiertas, los soldados de Zenith y Black Meteor empezaban a poner sus pies en el planeta donde vivían los seres responsables por la tragedia más grande en la historia de la humanidad. Algunos temblaban de miedo, y otros lograban transformar esa sensación en enojo para la batalla. Con el pasar de los segundos, uno de los soldados miró al interior, hacia el pasillo, y logró ver a su líder acercándose.

    — ¡Magnus está aquí! — gritó, generando una gran euforia en los presentes.

    — ¡Al ataque, soldados! — Magnus aceleró el paso y salió de la nave, poniéndose al frente de su grupo rápidamente — ¡Todos conmigo!

    Un “sí” unísono se escuchó en el lugar, y todos los soldados empezaron a correr detrás de él. Armados con los rifles de calor, todos estaban decididos a matar a la mayor cantidad de edagrianos que pudieran y encontraran en esa ciudad, sabiendo que su misión no era matarlos a todos, sino ser una distracción para que nadie se fijara en las naves garak aterrizando en el planeta y desplegando los tanques.

    Hombres y mujeres de Zenith y Black Meteor, ya habiendo olvidado sus diferencias del pasado, avanzaban a paso firme sobre la superficie, llegando rápidamente a las entradas de la ciudad, que estaba aislada de otras aglomeraciones similares. Magnus era el que iba al frente de todos ellos, siendo seguido por Abel a pocos pasos detrás de él. Con una cara muy seria, el ex líder de Black Meteor miraba fijamente todo lo que Magnus hacía, sabiendo que, si cualquier peligro llegaba a aparecer ante ellos, tendría que mantenerlo a salvo para que en el futuro que buscaban existiera una persona que pudiera garantizar su seguridad de toda la gente que lo siguiera señalando como el responsable porque muchas cosas hubieran ocurrido como lo hicieron.

    […]

    Pese a que una nave había descendido a una distancia tan corta de su ciudad, ninguno de los edagrianos que circulaban por sus calles logró detectar la presencia de intrusos en su mundo y posteriormente en su ubicación. El ruido de los murmullos de la gente y máquinas funcionando a gran capacidad evitó que pudieran escuchar el sonido que la nave hizo al aterrizar.

    Sin embargo, esa ignorancia de lo que estaba ocurriendo en su sitio no duró para siempre. Pronto, hombres, mujeres y niños edagrianos que se encontraban en las calles empezaron a escuchar gritos y sentir como el suelo vibraba, algo que no era nada común en su mundo, y menos en días como esos.

    Antes de que pudieran detectar lo que estaba pasando, el escuadrón de humanos liderado por Magnus se aventuró en la ciudad, terminó siendo divisado por un montón de edagrianos no militares que se encontraban en el lugar. Tan pronto como entraron en contacto con ellos, Magnus gritó dando la orden y las balas empezaron a salir disparadas de sus armas.

    El ruido de los disparos asustó a los extrañados edagrianos, quienes empezaron a correr cuando vieron que estaban bajo ataque. Los gritos de guerra de los hombres y mujeres armados de la humanidad se mezclaron con los de pánico de los habitantes de aquel planeta. Contrastando con los relatos de Ace y los soldados de Black Meteor, los civiles edagrianos morían con tan solo cinco balas de sus armas; lo que llevó a los soldados a pensar que la enorme resistencia ante los disparos solo era una característica de aquellos dedicados a la milicia.

    Si bien, el hecho de que se requirieran unos cinco tiros para eliminarlos ya los volvía más resistentes que un soldado humano, que moriría con un solo disparo de rifle en la cabeza, era una bendición que estos cayeran tan pronto.

    No había ninguna autoridad militar o de custodia en ese punto del planeta, por lo que Magnus y sus soldados avanzaron por tres calles sin dejar de correr y matando a todo edagriano que tuviera la mala fortuna de ser alcanzado por los disparos. Los cadáveres empezaban a adornar las calles que los soldados dejaban atrás, mientras que los gritos de los que eran perseguidos se hacían más fuertes.

    — ¡Avisen al ejército! — gritaban varios que corrían intentando salvarse — ¡Nos atacan!

    Aquellos que estaban en los edificios o sus puestos de trabajo vieron una escena tan caótica y decidieron ponerle fin avisando a los militares que no tardarían en llegar a la ciudad para repeler lo que parecía ser una invasión a simple vista. Sin embargo, lo que encontraron fue que el sistema de comunicación para pedir ayuda no estaba funcionando, dejando incomunicados a los habitantes con las personas que los podrían rescatar en aquel momento.

    Magnus, Abel y el resto de los soldados seguían avanzando, generando una matanza conforme pasaba el tiempo y recorrían distancias en la ciudad. Algunos, que se habían entusiasmado demasiado con sus disparos, tuvieron que dejar descanso a sus armas antes de poder continuar con el ataque, y fue ahí cuando llegó la respuesta de los habitantes de la ciudad.

    A la izquierda de su posición, los soldados de la humanidad empezaron a oír disparos que se acercaban hacia ellos. Varios de esos ataques impactaron en los humanos, chocando en las armaduras y causando poco daño en ellos. Al girar la vista a la dirección de origen de estos, vieron a unos cinco edagrianos armados y portando un traje de combate. Pese a que las comunicaciones estaban interferidas, el ruido de humanos corriendo, gritando y disparando en la ciudad no pasaría desapercibido para siempre, y esa fue la primera respuesta de los que defendían la ciudad.

    Pese a ser únicamente cinco, no dudaron en lanzarse a salvar a su gente, acercándose a la multitud compuesta por cientos, casi miles de soldados humanos, que claramente, responderían al ataque.

    — ¡Mátenlos! — Magnus supo que ellos eran la amenaza por enfrentar — ¡Eso era lo que queríamos después de todo!

    Siguiendo las órdenes de su líder, los representantes de la humanidad se distribuyeron por las calles de la ciudad del planeta Edagr para poder disparar con comodidad a los defensores. En menos de diez segundos, las balas empezaron a volar de un lado para otro. Fue en aquel tiroteo que Magnus y los soldados lograron atestiguar la diferencia entre los armamentos de la humanidad y el perteneciente a los edagrianos. Los cinco defensores de Edagr avanzaban recibiendo los tiros en sus trajes y cascos sin inmutarse y sin recibir absolutamente ningún daño de las armas; mientras que los disparos de sus armas empezaban a tener efecto sobre las armaduras de metal de los humanos, llegando a atravesarlas por completo y alcanzar la piel y carne de los humanos.

    Retrocediendo, el miedo empezó a ganarse un lugar en la mente de los humanos. En tan solo treinta segundos, cinco edagrianos pudieron acabar con veinte soldados humanos que cayeron muertos al suelo. Ninguno quedó herido con la posibilidad de salvarse. Cada soldado alcanzado por los disparos terminó perdiendo la vida, y cayendo abruptamente en el suelo del planeta, poniendo fin a las esperanzas que cada uno tenía de ver un futuro sin los edagrianos.

    — ¡Mierda, que no se acerquen más! — Magnus estaba empezando a perder confianza en sus posibilidades viendo que ningún disparo parecía herir en lo más mínimo a los edagrianos — ¡Qué se mueran!

    Miles de armas de los humanos se centraron en los cinco soldados edagrianos, pero sus trajes resistentes se encargaron de mantenerlos a salvo durante un buen largo. El desgaste de las balas empezó a hacer efecto después de dos minutos completos de disparos sobre el mismo punto, y los trajes de protección ya no pudieron mantenerlos a salvo por más tiempo. Rotos por tanto daño acumulado, la tela se desgarró y las balas de calor de los humanos llegaron a traspasar la barrera de piel de los edagrianos defensores, que, sometidos a una enorme lluvia de balas, se desangraron hasta caer muertos en contra de los atacantes.

    Una vez habían caído, todos los humanos que pudieron sobrevivir a los disparos provenientes de los defensores tuvieron un gran respiro de alivio al ver que la amenaza temporal había pasado.

    — ¡No se morían con nada! — gritó una mujer algo alterada — ¡Miren! ¡Mataron a sesenta de los nuestros siendo solo cinco!

    — ¡Los civiles huyeron a refugiarse! — señaló otro hombre al mirar a los alrededores — ¡No queda nadie a quien matar ahora!

    — ¡Esa era su función! — Magnus supo que los edagrianos que salieron a su encuentro querían evitar las bajas civiles a toda costa, incluso aunque tuvieran que dar la vida para eso — ¡Pero fueron muy difíciles de matar! ¡Perdimos muchísimo tiempo con solo cinco! ¡Qué bueno que pudimos interferir las comunicaciones y evitar que pidieran refuerzos! ¡Quizá ya estaríamos con mucha menos gente!

    — ¿Qué es lo que sigue ahora, Magnus? — Abel preguntó, ansioso de seguir avanzando para matar a más edagrianos — ¿Nos quedamos aquí a esperar más enemigos o intentamos encontrar civiles?

    — Vinimos a ser una distracción para que los tanques garak pudieran descender — Magnus contestó a Abel, hablándole como un compañero — ¡Nos vamos a seguir buscando civiles a los que podamos matar para que nuestra distracción sea lo más efectiva posible! ¡Tan pronto como Asmir nos de la señal de que los tanques están en tierra firme, nos retiraremos para buscar reunirnos con algún escuadrón para luchar juntos!

    Con un poco menos de entusiasmo debido al esfuerzo que les requirió eliminar a tan solo cinco edagrianos, el líder de la humanidad levantó su arma para hacerles notar que eso solo era el comienzo. Gritos de guerra y de deseos de sangre llenaron las calles vacías y desiertas de la ciudad, gracias al esfuerzo de los defensores edagrianos que se sacrificaron por el bienestar de su gente.

    Al cabo de diez segundos, Magnus lideró a los suyos en otro avance para seguir buscando edagrianos a los que matar con el objetivo claro de desaparecerlos a todos de la existencia.

    […]

    Varlim, la única hija mujer de Hark, se encontraba atendiendo asuntos de gestión en la ciudad que fue elegida para ser el blanco de ataque por la alianza de cuatro especies unidas en venganza contra su gente. Ella se encontraba en un edificio destinado a ser una fábrica de numerosas armas nuevas cuya fabricación fue ordenada por Arion, su hermano mayor, amante y máxima autoridad en el planeta tras el deceso de su padre en lo que iba a ser una fiesta por la victoria.

    La edagriana realizaba la supervisión en las maquinarias dedicadas al ensamblado de armas para el combate. Como era de esperarse para ellos teniendo una tecnología tan avanzada, las armas estuvieron terminadas en muy poco tiempo, y varias de ellas eran empaquetadas en cajas para poder ser transportadas a campos de tiro para ser evaluadas.

    De pronto, Varlim y varios otros trabajadores del lugar empezaron a oír los gritos de quienes huían de una masacre realizada en las calles de la ciudad. Algunos pasaron de largo el lugar donde ella se encontraba, pero otros empezaron a golpear con desesperación la puerta que daba entrada a la fábrica, para poder refugiarse del ataque. La mujer fue corriendo al lugar junto a varios soldados y al abrir la puerta, varios de los ciudadanos entraron corriendo al edificio, sabiendo su función y suponiendo que estarían a salvo allí.

    — ¡¿Qué demonios está pasando allá afuera?! — a Varlim no le agradó nada lo que estaba viendo, y supuso que estaban ante un peligro poco común.

    — ¡Nos están atacando con armas, y ya mataron a varios de los nuestros! — gritó una mujer que se detuvo para hablar con ella.

    — ¡¿Quién los está atacando?! — esa frase encendió las alarmas de la mujer, que no podía creer lo que escuchaba — ¡¿Es un grupo armado de edagrianos?!

    — ¡No, son alienígenas! — un hombre algo mayor de edad para el estándar de su especie comentó — ¡No sé identificarlos, pero todos pertenecen indudablemente a la misma especie! ¡No son de este mundo! ¡No tengo idea de cómo lo lograron, pero aparecieron de la nada y empezaron a aniquilar a varios de los nuestros!

    — ¡¿Por qué no pidieron ayuda al ejército?! — Varlim mostró furia por eso y por el hecho de estar en una invasión — ¡Cuando algo como eso pasa, somos los que primero debemos enterarnos!

    — ¡Las comunicaciones están caídas! — la mujer que fue la primera en hablar estaba muy asustada — ¡Yo misma intenté llamar, pero no pude contactar a nadie!

    — ¡No puede ser! — Varlim pisó el suelo con furia — ¡Llegaron de la nada, cortaron nuestras comunicaciones y empezaron a matar a los nuestros! ¡Esto es una invasión planeada con antelación! ¡Alguien ha venido aquí ya sea para exterminarnos o conquistarnos!

    — ¡Varlim, ¿qué es lo que vamos a hacer?! — preguntó uno de los trabajadores de la fábrica, que estaba curtido en asuntos militares.

    — ¡Vamos a ir a pelear contra los invasores con las armas recién terminadas! — la mujer edagriana estaba decidida a defender su mundo — ¡Qué alguien se quede aquí y se intente comunicar con Arion lo más pronto posible! ¡Él y el ejército tienen que saber que nos encontramos en una crisis ahora mismo!

    Tras haber escuchado la decisión tomada por la máxima autoridad en la ciudad en aquel momento, los hombres y mujeres edagrianos que sabían cómo manejar armas y usarlas eficazmente en combate, empezaron a equiparse con estas para poder partir a la batalla contra los seres que habían decidido invadir el planeta que habitaban, el único en el universo, dado a que el día en el que los edagrianos debían empezar a partir a otros mundos aún no había llegado.

    Una vez que tomaron el equipo, Varlim lideró al grupo hacia el exterior de la fábrica. Decenas de civiles seguían recorriendo las calles, algunos buscando algún edificio para esconderse y otros intentando llegar lo más lejos posible de la ciudad. No fue difícil para la mujer deducir la ubicación de los atacantes, puesto a que solo debía ir en sentido contrario a la multitud.

    — Los que tengan armas con mira busquen edificios altos a los que subir — dio la orden quien sería la líder del grupo — El resto viene conmigo y pelearemos por tierra.

    […]

    Asmir se encontraba frente a la nave que lo había transportado a él y a varios de los suyos al planeta. Varios soldados se encontraban formando un círculo a su alrededor para poder visualizar enemigos de cualquier posición en caso de ser atacados. Dejando un gran espacio para que los tanques que habían estado preparando pudieran descender, el líder garak los veía bajar uno por uno. Gastando un total de siete minutos en hacer bajar cinco tanques de la nave, los cuales conformaban la carga total que ellos pudieron transportar, Asmir sonrió al ver que no habían tenido ningún percance.

    — Menos mal — respiraba aliviado el líder de los suyos — Hay una ciudad a unos kilómetros de aquí. ¡Varios garak subirán conmigo a la nave y guiaremos el trayecto de los tanques que se desplazarán por tierra! ¡Al llegar a la ciudad, los soldados de los tanques empezarán a disparar en lo que la nave desciende! ¡Luego, convertiremos el lugar en un cementerio!

    Los garak presentes en ese punto del planeta, principalmente quienes habían peleado antes en la guerra contra los berrod, tenían una gran confianza para con su líder. Tanto así que ese grito de aliento era un seguro para ellos. Viendo que los tanques ya se encontraban colocados y en posición para moverse, grupos de cuatro garaks abordaban uno por uno los tanques y los ponían en movimiento.

    Asmir, por su parte, se adentró en su nave junto a varios soldados, los cuales se encargarían de monitorear junto con él el trayecto que recorrerían las tropas terrestres en el camino a la ciudad que iban a atacar.

    Tan pronto como llegó a la sala de comandos, el líder garak decidió comunicar el éxito del plan a sus aliados, tanto para hacerles saber que iban progresando bien como para que estos pudieran pasar al ataque.

    — ¡Habla Asmir! — pese a que no era necesario, dejó salir un grito para mostrar su alegría — ¡Los tanques ya están en tierra firme, desplegados y listos para extinguir a los edagrianos que se nos crucen en el camino! ¡Qué todas las naves se preparen para pasar al ataque!

    — ¡Asmir, soy Magnus! — casi inmediatamente después de hablar, recibió un mensaje de su compañero — ¡Nosotros nos retiraremos para unirnos a ustedes! ¡Tan pronto como estén sobre la ciudad que elegiste objetivo mándanos las coordenadas y pasaremos al ataque juntos!

    — ¡Recibido, suerte en la retirada! — Asmir contestó al llamado — ¡Te espero para que juntos llevemos a estos malnacidos a la extinción!

    Con la comunicación cortada, Asmir decidió quedarse atento para ver si alguien solicitaba apoyo desde algún punto del planeta. Pese a que todo estaba planeado, la posibilidad de que algo no diera resultado estaba allí. Era por eso por lo que el líder garak eligió permanecer en su puesto y confiarle a los que lo acompañaban para que guiaran a los tanques por un camino seguro hasta la ciudad en la que iban a pelear.

    […]

    — ¡Lo han oído todos, hora de marcharse! — Magnus dio la orden a los que lo acompañaban.

    Tras haber avanzado durante unos tres minutos y medio por la ciudad a la que habían entrado, las tropas de la humanidad empezaron a dar la vuelta para marcharse. Detrás de ellos dejaron varios cadáveres de mujeres, hombres y niños edagrianos. Entre esos cadáveres había tres que pertenecían a soldados defensores que, tal y como los que acudieron al conflicto antes que ellos, dieron la vida para permitirles el escape a civiles que se encontraban en la línea de fuego.

    Debido a que solamente fueron tres, y que no atacaron en grupo como los cinco primeros, eliminarlos no fue tarea difícil para ellos. A diferencia de la primera ocasión, en ese encuentro nada más experimentaron un total de cuatro bajas, siendo muy pocas en comparación al número de enemigos que llegaron a asesinar.

    El hecho de que solamente hubieran perdido a cuatro soldados, sin embargo, no era algo fácil de procesar para Magnus. Esperaba tener bajas, dado a que, en una guerra, estas eran inevitables, pero no esperaba tener tantas habiendo enfrentado a tan solo ocho enemigos. Pese al ligero dolor que atravesaba su mente por las víctimas del que fue solo el primer ataque, Magnus mantenía la cabeza fría y una mirada que no dejaba ver absolutamente ningún dolor.

    — Podremos llorar a nuestros compañeros caídos cuando la guerra esté ganada — Magnus habló para los que lo acompañaban — Eso es lo que mi primer comandante me dijo antes de lanzarme a un tiroteo en la primera batalla de la que formé parte. Ellos quieren que ganemos, y no que lloremos sus muertes cuando todavía no significan nada para nuestro gran propósito.

    Abel, quien iba justo al lado de Magnus, se sorprendió al escucharlo decir eso. Gracias a todas las charlas que habían tenido, él siempre tuvo una opinión diferente de Magnus. Sin embargo, lo que estaba viendo en ese momento era como si estuviera observando a otra versión de sí mismo. Sentía que, si estuviera en su posición, diría palabras similares para motivar a los soldados, aunque un poco más fuertes y despiadadas estando en su sitio.

    Los soldados aún no habían salido de la ciudad y ya tenían la mente puesta en su siguiente paso, el cual era unir fuerzas con Asmir para poder enviar al olvido a varios edagrianos. Pero pronto, varios de ellos tuvieron sus pensamientos totalmente cambiados cuando sonidos de disparos empezaban a llegar desde las alturas.

    Ese sonido detuvo en seco la huida de todos los integrantes del primer escuadrón de la humanidad en atacar. No tardaron mucho en darse cuenta de la situación en la que estaban. Desde las azoteas de los edificios, los edagrianos empezaron a disparar en su contra. Los disparos no iban todos juntos, sino que salían uno a la vez. Un tiro, seguido de otro, seguido de uno más. Treinta disparos seguidos donde ninguno fue realizado en simultáneo con otro, lograron acabar con la vida de treinta soldados humanos de un solo golpe; sorprendiendo a todos los presentes viendo como el metal de los cascos que componían sus armaduras era atravesado y partido con solo un disparo, a pesar de la distancia a la que se encontraban.

    Magnus y Abel sintieron un gran miedo por lo que vieron, dado a que no esperaban una respuesta de ese tipo tras haber tenido un relativo éxito en su primera incursión a la ciudad. Los demás soldados, con menos experiencia que aquellos que lideraron a dos países de la humanidad, también entraron en pánico al ver eso. Y ese no fue el final, nuevos disparos empezaron a caer como ráfagas ante sus ojos, empezando a matar a una numerosa cantidad de soldados humanos, quienes se sentían acorralados por ser atacados desde las alturas.

    El líder de la humanidad miró hacia arriba y no pudo encontrar la posición de ningún tirador que estuviera disparando contra ellos. Eso lo llevó a pensar que intentar defenderse sería inútil en ese momento.

    — ¡No los encuentro por ningún lugar! — Magnus empezó a hacer gestos con las manos para que sus soldados avanzaran — ¡Salgan rápido de la zona! ¡Antes de que nos provoquen más bajas! ¡No tiene sentido pelear contra ellos en estas condiciones!

    La alegría de haber tenido una entrada sencilla en la primera ciudad desapareció al momento en el que los soldados empezaron a marcharse para tener una salida complicada. Algunos, en su miedo de ser alcanzado por disparos de los tiradores situados en las azoteas de edificios altos y aledaños de las calles, eligieron responder levantando las armas y empezando a disparar al aire, buscando atinarle a cualquiera que pudiera situarse allí.

    Los disparos del contra ataque edagriano no cesaban, y cada uno terminaba con una baja en el ejército humano. Nadie fallaba los tiros. Magnus empezó a desesperarse cuando se dio cuenta de que cada sonido terminaba precediendo la muerte de uno de los soldados que lideraba. Viendo eso, eligió que lo más prudente sería intentar salir por otro lugar distinto al que habían entrado, aunque supusiera un esfuerzo mayor en llegar a la nave.

    — ¡Hacia esa calle! — Magnus señaló con sus manos a una calle que se movía en sentido perpendicular al que estaban recorriendo en aquel momento — ¡Puede que nuestra entrada esté bloqueada por la presencia de soldados enemigos! ¡Huiremos por un sitio diferente!

    Con él a la cabeza, los soldados bajo el asedio de los tiradores edagrianos empezaron a correr en dicha dirección que les indicó su líder. A medida que se iban alejando de la zona donde dio inicio el ataque desde la altura, estos ya empezaban a fallar sus tiros, además de que tardaban más tiempo en recargar debido a las armas que usaban.

    — ¡Es nuestra oportunidad para evitar más bajas! — Magnus gritó alertando a todos de que tenían el escape a su alcance — ¡Usen todas sus fuerzas para escapar ahora! ¡Luego nos recuperaremos en la nave!

    Tan pronto como cruzaron la esquina y entraron a una calle totalmente diferente, los soldados dejaron sus armas colgadas en sus hombros y espaldas para así poder correr aprovechando el impulso de sus brazos. Con esa acción, lograron alejarse de la zona donde el ataque sorpresa en su contra empezó, pero sin darse cuenta, terminaron exponiéndose ante otros edagrianos que los esperaban en aquel sitio.

    — ¡Dispárenles a matar! — la voz de una mujer edagriana los alertó a todos.

    Al mirar en la dirección de la que provino el grito, los humanos pudieron notar como un equipo conformado por una veintena de edagrianos se les apareció desde el costado izquierdo. Estos, tomando la oportunidad, abrieron fuego en contra de los atacantes, asestando tiros precisos y muy potentes que atravesaron sin dificultades el metal de las armaduras que los cubrían, llevando a que los humanos que recibieron el ataque cayeran al suelo muertos en plena corrida.

    El ver a sus compañeros caerse de esa forma en frente suyo no les dio tiempo a reaccionar y esquivarlos, generando que varios se tropezaran con los cuerpos y cayeran al suelo golpeándose fuertemente por ir a la carrera al momento de perder el equilibrio de esa forma. Magnus fue uno de los que sufrió ese destino. El soldado que iba a su izquierda fue uno de los que recibió el disparo, lo que arrojó su cuerpo hacia el costado, y generando que se cayera luego de que sus pies tropezaron con el cadáver del soldado recientemente asesinado. Ese golpe tan repentino hizo que el líder de la humanidad tuviera que poner sus manos frente a su pecho para atajar su cuerpo al momento de la caída, y así evitar golpearse la cabeza contra el pavimento de la calle.

    — ¡Señor! — un soldado se paró cerca de él para ayudarlo a levantarse.

    Magnus extendió su mano para poder apoyarse en él y así levantarse hacia su escape, pero antes de poder mover su cuerpo para tener la oportunidad de evadir la muerte, un disparo alcanzó la cabeza del soldado que se le acercó, haciéndole un agujero en el cráneo, lo que le hizo caer hacia atrás. Acto seguido, un tiro preciso atravesó el torso de Magnus, teniendo la bala entrando desde su espalda y saliendo por la zona pectoral. El impacto de esta hizo que su cuerpo se cayera por completo al piso, y que de su boca empezara a caer sangre manchando las calles.

    — ¡No! — una mujer lo vio con horror.

    — ¡No se detengan! — otra mujer empujó a su compañera para seguir corriendo — ¡O nos matarán!

    Entre los soldados que estaban impactados con esa escena, el más afectado por todos fue Abel. El ex líder de Black Meteor siguió corriendo en la misma dirección a la que intentaba llegar, pero su cabeza no pudo dejar de mirar hacia atrás en ningún momento. No se había perdido la escena, y pudo contemplar como Magnus cayó y quedó agonizante en el suelo de la ciudad edagriana. Asustado por saber que la muerte de quien ejercía el puesto de líder significaba que su seguridad no estaría garantizada, pero sin detener sus piernas por el miedo de la idea de morir en ese lugar, Abel atestiguó con la boca abierta los últimos momentos de vida de quien en el pasado fue su enemigo.

    Aún vivo, y sintiendo un gran dolor en por el agujero en su pecho mientras se ahogaba en su sangre, Magnus vio a un edagriano con rasgos que a él le daban la idea de ser femeninos. Estando en el suelo, era sensible a las vibraciones, y estas iban desapareciendo, lo que quería decir que sus soldados estaban escapando de la zona. Cada vez escuchaba menos, pero a pesar del dolor, pudo ver con claridad como la edagriana que se situó frente a él extendió su mano para quitarle el casco. Sin dudas, quería ver el rostro del ser al que le quitaría la vida, o al menos, esa idea se hizo él.

    — ¡Un ser humano! — Varlim, que fue la que le asestó el tiro a Magnus, logró reconocer las facciones de su rostro tras quitarle el casco de la cabeza — ¡¿Por qué mierda siguen vivos?! ¡Ustedes ya habían sido extintos! ¡¿Qué hacen en mi planeta?!

    Antes de quedar inconsciente por las fuerzas perdidas, Magnus pudo percibir la furia presente en las palabras de aquella edagriana. Lágrimas de dolor empezaban a brotar de sus ojos de forma involuntaria, dado a que él no tenía la fuerza suficiente para poder llorar por su cuenta.

    Varlim, molesta por el hecho de ver que quienes habían invadido su mundo eran seres que, según las palabras de sus hermanos se encontraban extintos, no dudó un solo momento en ponerse de pie para acabar con la vida que quería tomar. Con su arma firme, apuntó al pecho del moribundo humano, y dejó salir entonces dos balas que terminaron añadiendo dos agujeros más al cuerpo del líder de la humanidad. La edagriana no tenía idea de a quién había eliminado con sus acciones, dado a que Magnus dejó de respirar y de sentir en el momento en el que los dos disparos golpearon su cuerpo. Lo único que le interesaba era que le había puesto fin a la vida de un ser despreciable para ella.

    — No lo entiendo, Ixorum dijo que acabó con todos últimos que se refugiaron en Garak — pensaba para sí misma mientras veía a sus soldados terminar de matar a los que quedaron heridos, mientras que otros humanos escapaban a la distancia — ¿Acaso él nos engañó a los dos?

    […]

    Luego de una carrera donde el miedo los dominó, el grupo de Magnus, ya sin el líder de escuadrón a la cabeza, logró salir de la ciudad. Lo primero que hicieron fue rodearla hasta llegar a su nave, puesto a que, por órdenes de Magnus, la salida se dio por un camino totalmente distinto al que habían entrado.

    Abel miró los rostros de todos ellos cuando se sacaron los cascos, y pudo ver dolor, miedo, y lágrimas componiéndolos a todos. Varios de los soldados respiraban agitados, mientras otros terminaron con sus ojos derramando lágrimas. El terror de ser atacados en una emboscada, la sensación amarga de haber perdido a sus compañeros y tener más bajas de las que esperaban luego de emprender la retirada, sumada con el dolor de haber perdido a su líder, dejó con un golpe emocional muy grande a los soldados que iban camino a la nave.

    Abel, también afectado por la muerte de Magnus, pero con ciertas dificultades para procesar su muerte, fue quien eligió tomar la palabra y avisar a los otros líderes, dado a que una información tan importante no debía esperar tanto para ser entregada a los demás. Al menos, eso era lo que él consideraba.

    — Aquí… — sin darse cuenta, un nudo se formó en su garganta — Aquí Abel Hartka… hemos… hemos sido emboscados durante la retirada de la ciudad que atacamos. Los edagrianos nos tomaron por sorpresa y nos provocaron numerosas bajas en el escuadrón… Y… y también… Magnus Hotfire ha perdido la vida. Mando este mensa… este mensaje para que nos asignen a otro líder para que lo pueda reemplazar. Repito. Magnus ha sido asesinado por los edagrianos, y necesitamos a otro líder lo más pronto posible.

    Abel pronto notó como una lágrima empezó a caer por su pálido rostro, el cuál no podía ver en ese momento. Lo siguiente que notó fue que sus brazos temblaban sin parar. Por su mente cruzó un pensamiento siniestro.

    — Maldición — quien fue líder de Black Meteor no terminaba de asimilar lo sucedido — Ahora que Magnus ya no está, no importa si ganamos o perdemos… alguien me va a terminar asesinando. Mi putísima y miserable vida llegó a su fin. O me mata un maldito edagriano, o me termina asesinando un puto humano de Zenith.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, llevaba semanas deseando ver el comienzo de la guerra entre las especies aliadas y los edagrianos, algo que finalmente ha llegado en éste capítulo, el cuál es un muy buen arranque del clímax. Aunque me hubiese gustado ver a los demás personajes (Ace, Michael, Thomas, etc...), no me quejo de no hayan aparecido, ya que los que se llevaron el rol protagónico en este capítulo son grandes e interesantes personajes. En líneas generales, me ha gustado mucho el comienzo de la guerra, así que pasaré a hablar de lo más destacado para mi gusto.

    Comenzamos con Lankir y Wida pasándola juntos en la cama, tras insinuarse que han hecho lo obvio, con motivo de que van a pelear en una guerra de la que no saben si sobrevivirán, de ahí el dejarse llevar a sus impulsos básicos. Terrior aparece en escena para advertirles de que ya han llegado a las proximidades de Edagr, por lo que deben prepararse. Tras esto, los demás se reunen en una misma sala donde Lankir reactiva a Xorxaik, con la intención de que interfiera las comunicaciones planetarias del enemigo. El robot que antaño era de Allecreod les informa de que tienen seis minutos aprox. para descender al planeta e iniciar el ataque. Los principales líderes de la alianza son notificados de ello (con recadito del pesado de Asmir...) y de ahí pasamos a ver el gran grupo de humanos que forma parte de la distracción, liderados por Magnus y con Abel en sus filas.

    Parte del ejército humano comandado por Magnus se lanza al ataque de una ciudad próxima, en la cuál son sorprendidos sus habitantes. Hombres, mujeres e incluso niños edagrianos sufren en sus carnes lo que sufrieron los habitantes de la Tierra ante la llegada inesperada de Arion en su potente nave. Los militares humanos diezman a los civiles edagrianos, quiénes no pueden contactar con su ejército debido a la interferencia de Xorxaik en sus comunicaciones. Sin embargo, cinco soldados sí están allí y estos cinco edagrianos logran matar a sesenta humanos antes de morir, lo que demuestra que para que las especies de la alianza ganen la batalla, deberán sudar sangre. Además, conocemos que Varlim se encuentra en dicha ciudad realizando una serie de gestiones sobre armamento nuevo, por lo que el ataque la pilla allí y ésta se decide a ayudar en la pelea.

    Los tanques garak llegan a la superficie del planeta mientras Asmir y Magnus se comunican por radio para reunirse sus escuadrones y pelear juntos. Mientras, vemos que el grupo del líder humano es inesperadamente emboscado por los edagrianos, quiénes les toman por sorpresa e inician una matanza. Estaba saliendo todo demasiado bien para ser verdad XD. Los humanos luchan por escapar de la zona al verse superados y sin conocer las posiciones de los tiradores enemigos, solo para terminar en un embudo en el que todos van cayendo uno a uno. Magnus tropieza con el cadáver de un soldado suyo y se cae, intenta recibir ayuda y quién se la ofrece termina muerto, solo para terminar él mismo con un disparo en el torso que lo deja anclado al suelo y con la sangre saliendo de su boca. Una escena absolutamente horrible, la verdad, e inesperada porque ver caer a un líder en el primer capítulo de la guerra no era algo con lo que contaba. Algunos soldados huyen de la escena con dolor y rabia, entre ellos un Abel que, absorto en sí mismo y afectado, contacta por radio para informar de lo sucedido y pedir un líder para el escuadrón. Mientras eso sucede, el ex líder de Black Meteor supone que su vida llegará a su fin tarde o temprano, porque la muerte de Magnus (quién era el único que hablaría por él una vez todo acabase) servía como un seguro que ahora ya no tiene.

    No sé que pase con Abel, pero me ha sorprendido bastante que incluso soltara alguna lágrima por Magnus. Sinceramente, espero que el tipo no muera y pueda redimirse, o al menos que muera heroicamente. Respecto a la muerte de Magnus, como dije antes, ha sido inesperada para mí. Y encima Varlim le remata... ojalá esa perra sea asesinada para que Arion enloquezca, porque de seguro lo haría. Pase lo que pase, estoy ya deseoso de leer el próximo capítulo, que de seguro dará el protagonismo a los de siempre.

    Será hasta el próximo día que hemos quedado, amigo mío. Un placer estas leídas en simultáneo por Discord, como bien sabes, las espero con ansias cada semana. ¡Hasta pronto! :shark:
     
    Última edición: 18 Febrero 2023
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  17. Threadmarks: Me han traicionado
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    7057
    Saludos a los lectores de la historia. Dado a que voy a estar dos sábados ausente del foro por unas vacaciones que me voy a tomar, he decidido publicar el siguiente capítulo ya mismo, de modo que pueda cumplir el cupo de los dos sábados siguientes en donde no habrá capítulo por mi parte.

    Dicho esto, les informo que (en tanto nada fuera de lo normal me suceda) estaré publicando el siguiente capítulo el sábado 11 de marzo. Es una pena que la pausa tenga que hacerse en este momento donde el clímax finalmente ha dado comienzo, pero tampoco voy a dejar que eso me atormente demasiado. Así es como se han dado las cosas.

    Quiero agradecer una vez más y como cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien no dejo de pasar muy buenos ratos al reunirme con él por Discord para realizar leídas en simultáneo de los capítulos de las historias. Espero este capítulo sea de su agrado, aunque yo sé que lo será. Y espero que quede con ansias de más, puesto a que el clímax apenas está empezando.

    Aviso que la guía de personajes y la cronología están al día, y sin más noticias, les dejo la lectura.















    Me han traicionado:

    Asmir se mantenía en la sala de comandos en el interior de su nave. Junto a varios de sus soldados, monitoreaban el avance de los tanques para poder guiar su camino hacia una de las ciudades que iban a atacar. Al líder de los garak le importaba poco y nada el estado en el que quedara el planeta tras la batalla, y su único deseo era ver a los edagrianos extintos para siempre.

    En un momento, la puerta se abrió, y dos guardias entraron para sumarse a la gente presente en el lugar. Acompañándolos se encontraba Allecreod, portando su lanza bajo vigilancia, puesto a que el líder de los garak no lo pensaba dejar solo ni un solo segundo.

    — ¿Me mandaste a llamar? — preguntó el ryfier, intrigado con la orden de Asmir.

    — Así es — la respuesta del líder garak fue lo más seca posible — Pronto vamos a ir a pelear, y te quiero ver en todo momento.

    — ¿No confías en mí? ¿Ni siquiera, aunque tengamos un puto enemigo en común? — Allecreod se mostraba molesto, pero no levantó la voz.

    — No, Allecreod, y jamás voy a confiar en ti — Asmir le devolvió la pregunta con una mirada muy poco amigable — Yo ya he sufrido muchas pérdidas debido a todo lo que pasó desde que dio el inicio todo esto de la Gran Catástrofe. Tan pronto como me deshaga de todos ustedes, podré respirar aliviado. Mi confianza está puesta en mi gente y en pocos seres que no pertenecen a los míos. Pero tú no tienes mi confianza. Por eso pedí traerte yo mismo. Para poder vigilarte a cada momento. Quizá si te dejo con los tuyos asesines a Cadain y te marches a conquistar mi planeta ahora que está desprotegido.

    — Tienes una idea errada de mí — Allecreod le quería discutir, pese a ser el único de su especie en la nave — Intenté conquistar a los tuyos porque creí que había sufrido una traición por los que estaban en mi mundo. Todo fue un malentendido.

    — Eso no me importa, ya pasó, y los soldados garak que tuvieron que morir no van a volver a la vida — las cosas entre ambos parecían empeorar más — Ahora estamos peleando en el mismo bando, pero eso no significa que seamos amigos. Solo concéntrate en mantener tu arma apuntándole a los edagrianos. Y como llegas a herir a uno de los míos, te fundo el cráneo con mis guanteletes.

    Antes de que Allecreod pudiera contestar en esa discusión que estaba siendo oída por la totalidad de los garak allí presentes, una de las máquinas sonó, haciéndole ver a Asmir que tenía un mensaje por escuchar de alguno de sus aliados. Creyendo que podría ser importante, dado a que estaban en pleno inicio de guerra, este eligió reproducirlo en voz alta. Si se trataba de una emergencia, todos en la nave podrían escuchar y alguien acudiría al llamado.

    Allecreod también puso atención para oír lo que tenían qué decir.

    — Aquí… — Allecreod pudo reconocer la voz de Abel, y mucho más rara de lo normal — Aquí Abel Hartka… hemos… hemos sido emboscados durante la retirada de la ciudad que atacamos. Los edagrianos nos tomaron por sorpresa y nos provocaron numerosas bajas en el escuadrón… Y… y también… Magnus Hotfire ha perdido la vida. Mando este mensa… este mensaje para que nos asignen a otro líder para que lo pueda reemplazar. Repito. Magnus ha sido asesinado por los edagrianos, y necesitamos a otro líder lo más pronto posible.

    Luego de que el mensaje se cortó, la sala completa quedó en un silencio sepulcral. Asmir, involuntariamente, se llevó una de las manos a la cara, preocupándose a más no poder de la situación narrada por quien fuera en el pasado uno de los líderes de la humanidad, dado a que se suponía que Magnus y el grupo comandado por él se iban a reunir para poder pasar al ataque en la ciudad edagriana con los tanques. Con la muerte del líder de Zenith, dicha operación sería imposible, y lo más importante, requerirían de un nuevo líder para que pudiera guiar a un grupo completo.

    Asmir se dio cuenta de que ya estaban demasiado cerca de la ciudad para retroceder, y supuso que esperar la elección de un nuevo líder, algo que no le correspondía a él, podría llevar mucho tiempo. Miró a la cara a todos sus soldados y pudo ver preocupación en varios de ellos. Al último que dirigió la mirada fue al ryfier que tenía al frente, quien también se veía preocupado por esa noticia. Ciertamente, la muerte de un líder en una misión crítica, y más tratándose de una guerra, podía significar una complicación gigante para todos.

    Sin paciencia para seguir tolerando malas noticias o discusiones, Asmir actuó rápido. Tomó la computadora para enviar un mensaje y lo transmitió a todas las naves y soldados en tierra firme.

    — Habla Asmir — no sonaba nada contento al hablar — Se suponía que Magnus y los suyos se integrarían a nuestro equipo para el ataque a una ciudad. Pero sin un líder, solo será un desastre. Sé que los humanos no me van a seguir a mí, y no quiero tener poder de decisión en un asunto que no me concierne. Ya estamos a las puertas de la ciudad, así que, esto lo deben manejar los humanos. Convoquen a Abel y los sobrevivientes del escuadrón de Magnus y elijan pronto un nuevo líder. Yo daré inicio al ataque a la ciudad tan pronto esté disponible para hacerlo. Luego nos reagruparemos. Pero por el momento, centrémonos en lo actual.

    […]

    — Xorxaik, ¿puedes intentar retomar el control del sistema de comunicación? — fue la pregunta de Lankir.

    Pasado el tiempo en el que Xorxaik pudo mantener el sistema de comunicación de los edagrianos sin funcionamiento, estos no tardarían más de pocos segundos en entablar contacto nuevamente, algo que los perjudicaría bastante. Fue por eso por lo que querían que lo intentara de nuevo. Pese a que el robot les había dado un diagnóstico que indicaba que para poder volver a tomar la comunicación y anularla debía acercarse a sus sistemas, decidieron hacer el intento mientras aún estaban en la nave.

    — Puedo intentarlo, pero ahora sería por un máximo de tres minutos si tengo éxito — Xorxaik informó a todos sobre las dificultades — El cortafuegos se ha reforzado y ha aprendido a defenderse de mis ataques. No podré infiltrarme desde esta posición. Necesitaré estar más cerca para poder lanzar más paquetes intrusivos para forzar su caída.

    Lankir, Terrior y Wida supieron que eso significaba una única cosa. Dado a que Xorxaik ya no les era de utilidad en el aire, si querían contribuir, la única opción que tenían era llevarlo a tierra firme para que pudiera utilizar sus funciones en pleno combate. Y, además, quizá aprovechar su enorme fuerza de combate para confrontar y eliminar a varios edagrianos.

    — Ya no podemos seguir robando minutos en el aire — Terrior le hizo saber a los únicos dos xaromitantes y a los garaks presentes en el lugar que era su turno para descender a la batalla — Equípense con las armaduras y las armas más potentes del arsenal y vamos a la batalla.

    Las tropas iban a empezar a moverse cuando uno de los garak que estaba en el sitio, el cual ya portaba su armadura con el sistema de comunicación compartido desde antes, sintió la recepción de un mensaje por parte de esta. Le hizo saber a Terrior, quien sería el líder a cargo de los suyos y luego reprodujo el contenido del mensaje para que todos pudieran oírlo.

    Tal y como ocurrió con Asmir, todos los presentes en la nave reaccionaron bastante afectados por la pérdida de Magnus. Terrior, Lankir y Wida, quienes a diferencia de Asmir no eran tan rencorosos contra los humanos, tuvieron su momento de convivencia con Magnus, por lo que la noticia los golpeó mucho más fuerte que al líder garak. El enterarse de esa forma que uno de los líderes más importantes entre los cuatro principales ya había fallecido tan pronto como la guerra inició, siendo que no todas las tropas habían tocado tierra, les hizo saber que la guerra que estaban librando sería mucho más difícil y aterradora de lo que se habían imaginado.

    El siguiente mensaje en llegar fue el transmitido por Asmir, quien les hizo saber a todos que la falta de un líder para la humanidad y para el escuadrón que ya estaba en tierra firme era un problema que debían encargarse de atender los humanos. Varios garak en la nave empezaron a murmurar en voz baja cosas que eran inaudibles para los tres xaromitantes allí presentes, pero olvidándose del hecho de que Xorxaik los podría escuchar. Terrior, entonces, tomó su decisión.

    — Hay que llevar a Xorxaik al suelo para que interrumpa las comunicaciones entre ellos — el líder de su gente supo que debían apuntar a eso — Ya vimos lo peligrosos que pueden ser sin la necesidad de estar comunicados. No les demos la oportunidad de empeorarnos las cosas.

    — Entendido — Wida supo que era lo mejor — Xorxaik, tú vienes con nosotros. Activa todas tus armas y prepárate para disparar a todo lo que se vea como un edagriano.

    — He activado mi sistema de reconocimiento — el robot tenía imágenes de los edagrianos gracias a la visita que Ixorum hizo al planeta Garak, la cual fue captada por varias cámaras exteriores — Eliminaré a tantos edagrianos como pueda encontrar en el camino.

    Lankir, quien era de todos los presentes, el de menor cualidades de guerrero, sentía un alivio muy grande escuchando al robot listo para pelear. Lo primero que hizo luego de retirarse del lugar en el que se encontraba fue ir a buscar su cañón, la única arma que ellos tenían que era capaz de provocar daño a Xorxaik, sin mencionar el uso de los tanques garak.

    Con su arma equipada, el joven xaromitante buscó a Wida, quien no tardó en aparecer desde atrás de él para darle un beso en la mejilla, una costumbre más propia de los humanos que de los de su especie.

    — Te protegeré en la pelea — Wida supo que era mejor peleando que su amigo por naturaleza — No quiero que nada malo te pase.

    Una sonrisa se formó en el rostro de Lankir, quien, para no repetir el gesto que hizo su amiga, la abrazó con el brazo que no portaba el cañón que él había construido. Por los altavoces internos de la nave, ambos oyeron la voz del padre del xaromitante.

    — Todo listo — Terrior les hizo saber que no contaban con más tiempo para equiparse — Inicia el descenso.

    Mientras más garak se unían a la escena, Lankir y Wida se soltaron para poder intercambiarse miradas con la intención de demostrarse el cariño que se tenían luego de haber transcurrido tantos meses conviviendo y tantos días viajando listos para pelear en esa guerra. Luego de haber superado lo ocurrido entre ellos tras la muerte de Gan y la ruptura que tuvieron, ambos empezaban a sentir que las cosas entre ellos podrían tener un nuevo inicio, y que no debían quedarse estancados en el final que habían tenido.

    […]

    Varlim, tras haber confirmado la identidad de los atacantes, acudió a un edificio que tuviera acceso a los canales de voz para poder hablar con Arion y con Ixorum al respecto de la invasión que había dado inicio en su planeta. En el camino al lugar, uno de los acompañantes le hizo saber que las comunicaciones habían vuelto a la normalidad, cosa que alegró bastante a la mujer, dado a que podría hablar con ambos hermanos sin la necesidad de tener que acudir ante estos personalmente, cosa que llevaría más tiempo del necesario para alertar sobre una cosa tan simple.

    La mujer edagriana llegó al edificio que buscaba, siendo una oficina de cuatro pisos con acceso a las redes y líneas de interconexión de todas las ciudades en el planeta. Tan pronto como llegó, uno de los empleados del lugar, al verla y reconocerla, salió corriendo bastante agitado en su encuentro. La mujer supo que algo andaba mal, y quiso saber a qué se debía todo.

    — ¡Varlim, gracias a todo lo puro de este mundo! — sentía un gran alivio al verla, aunque su voz y su cara mostraran otro sentimiento — ¡Tiene que saber que, ahora mismo, otra ciudad está siendo atacada por intrusos!

    — ¿Los humanos están atacando más sitios? — Varlim lo veía lógico, pero no supuso que sería algo que realizarían tan pronto.

    — No, no son humanos, véalo por usted misma — sin poder explicarse, no tuvo más remedio que llevarla ante las máquinas.

    Varlim lo siguió, y fue llevada hasta un paredón gigante con un tablero instalado en él. Múltiples máquinas se encargaban de dar a los empleados del sitio la oportunidad de controlar situaciones de emergencia, no solo en aquella ciudad, sino también en muchas otras. Cuando ella llegó hasta el lugar, pudo ver por medio de los monitores como otra de las ciudades estaba bajo ataque, tal y como le fue informada. Pero los atacantes, en esa ocasión, no se veían como los humanos que se adentraron en el lugar donde ella se encontraba. Estos se veían diferentes, portando otro tipo de armadura, y acompañados por máquinas que disparaban proyectiles a los edificios lejanos, provocando cadenas de explosiones que no tardaban en convertirse en derrumbes y lluvias de escombros en todas las direcciones.

    — Intenta enfocar mejor a las tropas terrestres — Varlim quiso saber si sería capaz de identificarlos así — No sé a qué especie pertenecen, pero no son humanos.

    — Creo que una de las cámaras captó su entrada, se la mostraré — una mujer entre los edagrianos llamó a la hija de Hark y le hizo ver las imágenes del momento en el que los seres entraron al lugar.

    Varlim, sabiendo que los había estudiado en algún momento de su vida hacía ya no mucho tiempo, tuvo que batallar durante unos segundos hasta poder acceder a los recuerdos que le indicaron quienes eran los invasores.

    — ¡Son garaks! — Varlim los recordó bien — ¡Estos malnacidos también están vivos! ¡¿Cómo fue posible?! ¡Ixorum dijo que los había matado a todos!

    — ¡Varlim, cuando los sistemas se reestablecieron, pudimos enviar la alerta a todas las ciudades del planeta de que estamos bajo ataque! — informó otro empleado — ¡Pero el ejército no puede moverse sin la autorización de Arion! ¡Lo estamos intentando llamar!

    — ¡Permite que sea yo la que hable con él, y también establece una llamada con Ixorum! — Varlim supo que ambos tenían que saber al respecto — ¡Más le vale a ese pequeño imbécil que conteste rápido!

    — ¡Ya lo hemos añadido a la llamada, bajo sus órdenes! — le hizo saber el empleado — ¡Gracias por acudir tan pronto!

    — No hay de qué — Varlim le hizo saber que era su responsabilidad, y lo único que quería en ese momento era poder comunicarse con sus hermanos — ¡Vamos! ¡Respondan! ¡Arion, Ixorum!

    […]

    Las naves de los garak ya se encontraban en tierra firme, cada una en una ciudad distinta, y llevando a cabo el desastre que estos apuntaban a causar en el planeta donde habitaban sus enemigos. Asmir, Kila, Halur, y otros soldados de rango más alto en el ejército de su especie lideraban a las tropas y a los tanques por tierra firme, llevando la destrucción a su paso, provocando que edificios que recibían los impactos de los misiles cayeran desplomados al suelo luego de que sus bases eran eliminadas.

    En tan solo pocos minutos, el daño que habían ocasionado era considerable, pero todos tuvieron en mente que la guerra nada más había empezado. Uno de los garak, que se encargaba de la vigilancia de los alrededores, miró al cielo para intentar divisar cualquier amenaza que se les pudiera acercar. Un punto negro se hizo presente, y supuso que sería la respuesta de los edagrianos, pero pronto se dio cuenta de que era una de las naves de la humanidad, la cual, luego de estar un largo tiempo en el aire, finalmente empezó a moverse.

    — ¿Todavía no han empezado a pelear? — se quejaba dicho soldado — Lo estamos haciendo todo nosotros.

    […]

    El haber escuchado la noticia de parte de Abel, y la respuesta inmediata de Asmir ante la noticia del fallecimiento de Magnus, provocó que la humanidad recibiera un golpe en su moral. Uno con demasiada fuerza, ya que no esperaban perder a su líder en el primer ataque. En cierta forma, ninguno de los humanos lo esperaba. Si bien, partieron a la batalla con la idea de que todos podrían morir si algo no salía según lo planeado, el haber recibido esa noticia mucho antes de bajar al suelo a entablar batalla, los dejó bastante golpeados a todos.

    Abel y su grupo lograron llegar a la nave que usó Magnus, y tras haber ascendido, se comunicó con los tres comandantes de Zenith a la espera de un reemplazo para el fallecido líder. En una llamada grupal, el que fuera en el pasado el líder y máxima autoridad de Black Meteor esperaba expectante, mientras mujeres y hombres lo acompañaban a sus espaldas.

    Por otra parte, en las otras naves, principalmente en las salas de comandos de estas, los únicos presentes eran los soldados que tenían cierto nivel de experiencia en el espacio. Ace, Agustina y Natasha en una de las naves. Gwyn, Thomas, Xander y Casey en otra. Y Michael acompañado por Alicia, Noak y Gina. Todos los demás soldados que no formaban parte de dicho grupo estaban fuera, para permitirle a los más experimentados lidiar tranquilos con la situación.

    Sin embargo, no era una diferencia bastante significativa para todos ellos. Ace, Michael y Gwyn, quienes eran los comandantes y, por ende, los más cercanos a Magnus dadas sus frecuentes reuniones con el consejo de guerra, eran entre sus compañeros, los más afectados. Agustina y Thomas, que tuvieron su formación militar en Zenith, y muchas otras veces habían recibido la visita de su líder, eran los más afectados después de los primeros. El resto de los soldados, los cuales provenían de Black Meteor, estaban menos afectados que los demás, pero eso no hacía menos su sufrimiento. Tras haber convivido y compartido algunas charlas con Magnus, lograron simpatizar con él, tomarle cierto cariño y llegar a aceptarlo como líder de la humanidad para el futuro que ellos buscaban conseguir. Más a algunos que a otros, pero nadie lo estaba pasando bien entre los que estaban reunidos allí.

    — ¡Esto es terrible! — Gwyn se lamentaba bastante mientras más lo pensaba — ¡¿Cómo es posible que lo dejaras morir de esa manera?!

    — ¡No lo dejé morir! — Abel se sentía atacado por la comandante — ¡¿Crees que yo quería que muriera?! ¡Él me garantizó seguridad cuando todo este conflicto termine! ¡Lo que más quería era que él sobreviviera para asegurarme de que ninguno de ustedes me pusiera una mano encima! ¡No era mi amigo, pero era necesario para mí que él siguiera vivo! ¡No quería que muriera, y menos allí!

    — ¡Sigo sin poder creer que haya ocurrido! — Ace supo que tenía que calmar la discusión tan pronto como empezó — ¡Tenemos que pensar en un nuevo líder para tu escuadrón lo más pronto posible! ¡El ataque garak ya empezó! ¡Desde mi nave puedo oír los disparos de los tanques! ¡Hay que estar en tierra firme pronto para poder ayudar! ¡Vinimos aquí para ganar juntos, y no estamos peleando!

    — ¡No se trata solo de eso! — Alicia contestó a su compañero — ¡Sin Magnus, no tenemos a nadie para que sea el líder de la humanidad en el futuro! ¡No sé a dónde vamos a ir a vivir luego de que termine esto, pero necesitaremos un líder! ¡Magnus tenía experiencia en tomar decisiones en tiempos de crisis, y ahora lo hemos perdido!

    — ¡No es tan importante como ir a pelear ahora! — Noak creía que se estaban desviando del tema — ¡Abel y los demás necesitan a un soldado con experiencia militar como nosotros para liderar al grupo! ¡Él no tiene permitido tomar decisiones, y no hay nadie más entre los suyos que tenga el nivel de experiencia que manejamos nosotros o Magnus! ¡Está bien que te preocupe el futuro, pero si no ganamos esta guerra, ese futuro no llegará!

    — ¡Y si ganamos y no tenemos un líder, la humanidad no prosperará, y todos nuestros esfuerzos habrán sido para nada! — Michael entendía la postura de Alicia y la defendió ante el soldado.

    — ¡Basta, por favor! — Ace quiso calmar las cosas entre ellos — ¡Tal y como ocurrió con el consejo de guerra, formaremos un nuevo consejo hasta que la humanidad pueda tener un nuevo líder para que pueda salir adelante! ¡Tenemos un problema más urgente! ¡Y ese es que la guerra empezó y nosotros estamos aquí arriba! Ahora, ¿alguien tiene una sugerencia para un reemplazo para Magnus en el escuadrón?

    Si bien, la pregunta de Ace fue dirigida a todos para que cualquiera pudiera aportar su opinión, lo cierto es que nadie se atrevía a decir nada. Se trataba de un momento en el que cualquier respuesta debía ser pensada con tiempo, del cual no disponían. La idea rápida de Ace para que se formara un consejo hasta que la humanidad tuviera un nuevo líder los había sacado de un apuro para el futuro, pero necesitaban una solución inmediata para la falta de un líder en uno de los escuadrones.

    Abel y sus compañeros los veían en silencio y sentían que las cosas no podían salir bien. Quien fue el líder de Black Meteor tenía deseos de gritar a todo pulmón que él podría hacerse cargo, dado a que se sentía con la capacidad de hacerlo, pero dada la historia entre ambos países y varios acontecimientos en donde él demostró no ser de fiar cuando se depositaba confianza en él, supo que nadie lo aceptaría.

    Las miradas se intercambiaron entre sí, mirándose a través de las pantallas de las naves. El pasar de los segundos continuaban, y todos seguían sin poder tomar una decisión, hasta que Michael, quien le guardó un pequeño resentimiento hacia Noak por haber tenido razón ante un punto que Alicia y él plantearon, recordó una frase dicha por aquel soldado. Sin embargo, antes de gritar de alegría, quiso asegurarse de haberlo entendido bien.

    — Noak — habló el comandante Umcali, con un tono un poco tímido.

    — ¿Qué quieres? — el soldado lo miró directamente a los ojos al tenerlo al lado — Si esto es por nuestra discusión de recién, olvídalo.

    — No, justamente de eso es de lo que quiero hablar — Michael lo dejó algo confundido — Tú dijiste que el líder debía ser alguien con un nivel de experiencia similar al nuestro.

    — ¿Yo dije eso? — Noak no lo podía recordar, pese a ser hace pocos segundos.

    — No con esas palabras exactas, pero sí, lo dijiste — Agustina le remarcó al soldado — ¿Qué idea tienes, Michael?

    — Ace, Gwyn y yo ya somos comandantes, por lo que nosotros no podemos hacerlo — empezó explicando el comandante — Pero podríamos elegir a alguno de ustedes para que tome el mando del escuadrón de Magnus para la batalla.

    — Tiene mucho sentido eso que dices — Gwyn reconoció que era una gran idea — Si elegimos a alguien entre nosotros, aseguramos que tiene experiencia en misiones en el espacio exterior.

    — La pregunta será a quién le damos esa responsabilidad — Michael pronto recordó algo que discutió el día anterior — Noak y Gina ya tienen asignada la tarea de proteger al escuadrón de médicos. Y Alicia se va a quedar conmigo en todo momento.

    — Tiene que ser alguien entre nosotros tres, es decir, yo, Casey o Natasha — Xander pensó que Gwyn y Thomas no se separarían, y que Ace y Agustina seguirían esa misma línea — Yo soy el más experimentado y fui subcomandante en su momento. Pero luego le cedí el liderazgo del equipo a Natasha. Creo que ella está verdaderamente más capacitada para dirigir a un equipo.

    — Natasha, ¿tú que dices? — Ace quiso saber qué opinaba ella — Yo concuerdo con Xander. Si tuviera que elegir a alguien entre tú, él y Casey, te elegiría a ti. Cuando tú y yo formamos equipo juntos, fuiste un gran apoyo para mí. Y tras las historias que escuché, creo que estás a la altura de esta situación. No te voy a obligar a nada, porque sé que no es fácil tener que asumir una responsabilidad tan grande nada más empezó la guerra. Eliges tú. Nadie te va a juzgar por lo que quieras hacer.

    Natasha sentía como todas las miradas se enfocaban en ella, sintiendo un peso encima suyo, uno muy poco agradable. Se sentía muy feliz por el hecho de que Ace hubiera reconocido sus capacidades, y estaba segura de que, en otro momento, habría aceptado sin dudarlo apenas escuchó esa propuesta. Pero la situación en esa oportunidad no era tan sencilla, y no se trataba de una decisión para tomar a la ligera. El grupo de Magnus probablemente estaría desmoralizado por la muerte de su líder en la primera batalla, lo que significaría que debería tenerlo en cuenta en todo momento al batallar.

    El tiempo pasaba, y la chica no tomaba la decisión, por lo que Ace quiso decirle unas palabras para que pudiera conocer su respuesta lo más pronto posible.

    — Confío en que tomarás la mejor decisión, Natasha — Ace le habló con calidez — Si quieres aceptar esta petición, o si quieres dejarle la tarea a alguien más, serás comprendida y no juzgada. Pero no tenemos mucho tiempo disponible. Contesta basándote en lo que sientes ahora.

    Natasha, al ver que se necesitaba una respuesta rápido, decidió tomar la decisión que creía apropiada en ese momento. Estaba segura de que Ace confiaba bastante en ella para poder pedírselo, pese a que la idea había sido de Xander. Sus capacidades como soldado la habían hecho merecedora de aquel puesto, al menos, ante los ojos de Ace, y fue por eso por lo que ella quiso responder a su confianza.

    — Lo haré — la chica contestó sin titubear en sus palabras — Me haré cargo del grupo de Abel para que podamos unirnos a la batalla, y que así los insensibles de los garaks no tengan argumentos para echarnos en la cara cuando nos vean llegar.

    Una parte de la chica estaba decidida a no darle un nuevo motivo a sus aliados para ser todavía más engreídos respecto al aporte de cada especie en la guerra que estaban librando, y eso también la ayudó a tomar la decisión de aceptar el puesto.

    Michael, Alicia, Gwyn, Xander, Gina y Noak sonrieron ante la respuesta de Natasha, pero ella solamente se percató de la mirada de alguien más. Tan pronto como ella contestó con una afirmativa, Ace dejó salir una mirada de alegría que inspiraba orgullo. Al ver que él estaba conforme con su respuesta, Natasha se sintió feliz. Pese a que él y ella no pudieran estar juntos debido a que él había encontrado a otra persona, el tener un reconocimiento como ese de su parte la hizo sentir apreciada.

    Agustina, quien solamente estaba en una sala con Ace y con Natasha, pudo ver las miradas que ellos intercambiaron, y no se mostró muy entusiasmada por el hecho de que su prometido sonriera de tal manera luego de ver que su compañera tomó una decisión con esa determinación. Sabía que Ace no sentía nada por Natasha, pero eso no podía evitar que se sintiera un poco incómoda con la situación dada la historia entre ambos.

    Abel, quien se puso algo nervioso por el hecho de que debería seguir las órdenes de una de las soldados que desertó de sus filas para acudir con Magnus, quiso acelerar más las cosas. Teniendo al líder ya elegido, quería regresar a la batalla lo más pronto posible, y hacerle pagar a los edagrianos por haber asesinado a la única persona de la que dependía su futuro, o al menos, la única con la que hizo un arreglo de palabra.

    — Te he enviado las coordenadas de nuestra ubicación — Abel les hizo saber a todos en la reunión que debían apresurarse a reunirse — Reúnete con nosotros y empecemos con el ataque.

    — Muchas gracias, Abel — Ace nunca creyó que pronunciaría esas palabras después de lo ocurrido con él en el pasado — Ya las tenemos. Nos dirigiremos hacia tu ubicación, dejaremos a Natasha junto con ustedes y luego cada uno iremos en una dirección diferente. Tenemos que pelear junto a los garak para que los ataques sean verdaderamente efectivos y así poder asegurarnos de eliminar a los edagrianos.

    — Mi grupo descenderá de inmediato — Michael le hizo saber a Ace que pasarían a realizar su cometido.

    — El nuestro hará lo mismo — Gwyn se dio cuenta de que la reunión que los mantenía lejos del campo de batalla ya había llegado al final de su tiempo de vida útil — Buena suerte para todos. Tengan mucho cuidado en la batalla.

    Uno por uno, todos cortaron la comunicación, y de esa forma, cada una de las naves tuvo que volver a su función. Michael y Gwyn, quienes ya no tenían ningún motivo por el que permanecer en el aire, programaron sus naves para que aterrizaran cerca de las coordenadas que los garak les indicaron, cada uno por un lugar distinto.

    Ace, por su parte, revisó bien las coordenadas que Abel le envió, y fijó rápidamente el rumbo hacia esa dirección para poder dejar a Natasha a cargo de aquel escuadrón que necesitaba un líder en reemplazo de Magnus. Una vez que la nave ya se encontraba en dirección a su destino, con una llegada programada para menos de un minuto, Ace se acercó a Natasha.

    — Gracias por aceptar esta misión, Natasha — Ace extendió la mano a su compañera.

    — Eres muy amable conmigo, Ace — la chica aceptó el saludo — Solamente cumplo con mi deber de soldado de actuar en donde se me ordene.

    — Ahora tienes otro deber que es el de dar las órdenes — Agustina le comentó a su compañera, con una sonrisa para mostrarle su apoyo.

    — Será la segunda vez que me toca liderar a los míos en otro planeta que no es la Tierra — Natasha contestó, recordando la pelea que tuvo en el planeta Triyr — Pero es la primera vez que seré la líder de un grupo tan grande.

    — No creas que Michael, Gwyn y yo somos expertos en esto, Natasha — Ace quiso tranquilizarla un poco — Todos luchamos con los recursos y la gente que los edagrianos nos han dejado. Si queremos evitar que esto vuelva a pasar, ellos tienen que morir.

    — Y van a morir — Natasha quiso inspirarse confianza tanto a ella como a sus compañeros — Y todos tendremos un futuro libre de preocupaciones, de miedos y de guerras. Esta es la última vez que peleamos. Y vamos a ganar.

    Tanto Ace como Agustina no pudieron evitar sonreír ante las palabras de Natasha. Pronto, sus caminos se iban a separar, algo que no estaba previsto, y la chica se encargó de que ambos partieran a su deber con un buen estado de ánimo, lo cual les haría mucha falta para las batallas que les tocaría librar en la guerra.

    Natasha, sabiendo que el peligro acecharía en cada esquina tan pronto tocaran el suelo de aquel mundo, sobre todo si se llegaba a cruzar nuevamente con Arion, quiso desearles lo mejor a ambos.

    — Cuídense mucho, los dos — Natasha expresó lo que sentía en su interior — Recuerden que cuando todo esto termine, ustedes tienen que invitarnos a todos a su boda. No me perderé ese día por nada del mundo. Así que, hagamos que llegue pronto.

    […]

    Luego de unos minutos en los que se intentó establecer el contacto con Arion e Ixorum, Varlim logró estar en una llamada de video con los dos. Arion fue el primero en contestar, sabiendo que a Varlim no le podía negar una llamada como esa. Ixorum fue el más difícil de contactar, dado a que él no estaba siempre en su lugar de trabajo, pero no tardó mucho tiempo en llegar al sitio tan pronto como le dijeron que su hermana quería hablar con él y con su otro hermano.

    — ¿Esto es acerca del ataque? — preguntó Arion, bastante preocupado por lo que había oído.

    Varlim sintió un gran alivio al ver que ambos estaban al tanto de que el planeta Edagr estaba sufriendo una invasión de parte de seres de otro mundo, pero por la forma en la que lo preguntó, se dio cuenta de que no sabía quiénes eran los responsables, o de lo contrario, le habría dirigido la palabra a Ixorum y no a ella. Viendo lo urgente de la situación, eligió ponerlos a ambos en contexto.

    — Es por eso mismo, Arion — Varlim dejó notar que estaba preocupada por lo que sucedía — Los humanos y los garak están en este planeta. Ellos son los que nos están atacando.

    — ¡¿Qué fue lo que dijiste?! — Arion no podía creer lo que escuchó, por lo que dejó salir una gran furia de su interior con ese grito. Ixorum, quien escuchó hablar a su hermana y luego el grito de su hermano, no pudo evitar sentir que sus piernas empezaban a temblar.

    — Mírenlo por ustedes mismos — Varlim transmitió las imágenes que sustentaban sus palabras.

    Dada la velocidad en la comunicación establecida en el planeta Edagr, Arion e Ixorum no tardaron casi nada en contemplar ante sus ojos lo que su hermana quería hacerles ver. El primero no podía creer lo que veía, mientras que el segundo experimentaba una gran sensación de decepción y rabia en su interior. Las cámaras de las ciudades atacadas captaron a varios humanos y garaks adentrarse en sus territorios, disparando contra sus civiles y quitándoles la vida.

    Arion, invadido por una gran furia, gritó incoherencias mientras maldecía al aire. Su hermano, sabiendo que eso era responsabilidad suya, se tapó la cara de la vergüenza que sentía en ese momento, pero no logró estar escondido para siempre.

    — ¡Ixorum! — Arion parecía querer matarlo — ¡¿Puedes explicarme cómo es posible que estén atacando nuestro planeta?! ¡Me dijiste que acabaste con los sobrevivientes de la Tierra y de Ryfier! ¡¿Cómo demonios están vivos si tú mismo dijiste que los mataste a todos?!

    — Y otra cosa, ¿por qué te cubriste la cara recién? — Varlim notó ese gesto, dado a que había tenido tiempo para procesar dicho enfado — Es como si supieras a qué se debe todo esto.

    — ¡Maldita sea, no puede ser! — Ixorum golpeó los puños de rabia, dado a que tenía que dar explicaciones a sus hermanos y contarles la verdad — ¡Esto es culpa mía! ¡Yo soy el responsable de todas estas muertes!

    — ¿Qué sucedió? — Arion dejó de gritar para no dañarse la garganta, pero el enojo no se le pasó.

    — Yo… desobedecí a papá cuando él me lo ordenó… — Ixorum no sabía en dónde meterse tras todo eso — No quería seguir su plan de matar a otros seres por su decisión. No somos quienes para elegir el destino de otros.

    — ¿Otra vez con esa estúpida corriente de pensamiento para esos seres que destruyeron sus mundos? — Arion ya había escuchado esa historia antes — ¿No te ha quedado claro que son una enfermedad que se tiene que extinguir del universo? Tuvieron una oportunidad, y no la aprovecharon. No merecen otra. ¿Por qué los dejaste vivir?

    — Porque esa era la filosofía de papá, y no la mía — Ixorum se sentía muy apenado por lo que había hecho — Quise buscar la paz con esos seres. No quería tener que ser yo quien los extinguiera del universo. Ellos se estaban preparando para una guerra, lo aprendí cuando aterricé en Garak. Y lo que más quería era evitarla.

    — ¿Qué hiciste? — Varlim compartía el enojo de su hermano, pero con más control.

    — Les di información — Ixorum dijo la verdad absoluta — Les di las coordenadas de varios planetas en los que papá no estaba interesado. Quise que tuvieran una alternativa mejor que venir aquí a librar una guerra con nosotros. Si lo hacían, ellos y nosotros tendríamos que estar envueltos en un conflicto absurdo donde todo acabaría en muertes para cada uno.

    — ¿Cómo está pasando ahora? — Arion preguntó con ironía hostil.

    — ¡Creí que, si tenían una alternativa pacífica, la tomarían! — Ixorum recordó las palabras que le dijeron — ¡Me prometieron que abandonarían Garak y vivirían juntos en uno de los planetas que me encargué de buscar para ellos! ¡Dijeron que era una posibilidad de evitar tener que correr el riesgo de morir! ¡Así los iba a mantener con vida mientras que Garak quedaba abandonado y listo para que lo habitáramos nosotros!

    — ¡No puedo creerlo, no lo puedo creer, por más que lo intente… no lo creo, mierda! — Arion gritó muy enojado con él — ¡¿Por qué no los mataste a todos si querías evitar una guerra?! ¡Mira lo que has hecho! ¡La guerra la podías evitar haciendo lo que te pidió papá, pero lo desobedeciste y ahora está aquí! ¡Hombres, mujeres y niños han muerto y muchos edificios se han perdido! ¡Ellos no respetaron la naturaleza de sus planetas en tiempos de paz, ¿por qué crees que vendrían a respetar la nuestra en tiempos de guerra?! ¡Nuestro planeta podría quedar inhabitable tan solo por tenerlos a todos ellos aquí! ¡¿Qué es lo que tienes para decir al respecto?!

    — ¡Que me equivoqué, lo sé, no hace falta que me odien, porque ahora yo odio lo estúpido que fui! — Ixorum se desahogó por los insultos que recibía — ¡Yo tampoco lo puedo creer, Arion, Varlim! ¡Ofrecí una alternativa para que pudieran seguir existiendo y que no tuvieran que matar, pero la desecharon! ¡Me puse en peligro al desobedecer a papá por ellos, y ahora han venido a derramar sangre de nuestra gente! ¡Papá tenía razón con ellos! ¡Yo siempre creí que exageraba por no dedicarse a hablar para llegar a un acuerdo, pero ahora veo que no tiene caso! ¡Son salvajes, despiadados y muy imbéciles! ¡Han desarrollado máquinas capaces de arruinar su planeta, pero sus cerebros compuestos por mierda podrida no los dejan ver una solución que no involucre violencia! ¡Son incorregibles, y ahora comprendo que ellos y nosotros estaremos mejor si todos simplemente desaparecen!

    El cambio radical en la forma de pensar de Ixorum, producto de las cosas que acababa de ver frente a él, teniendo tanto a humanos como garaks destruyendo su planeta en una guerra que ellos eligieron desatar teniendo la posibilidad de no hacerlo. No creía que solamente fueran esas dos especies, y supuso que los xaromitantes y los ryfier estarían allí también, y que todavía no llegó el tiempo en el que fueron descubiertos. La sangre le hervía y el deseo de eliminarlos por lo que hicieron lo dominó por completo.

    — ¡Voy a ir a matarlos junto con ustedes! — Ixorum se hizo esa promesa — ¡Ya que han elegido traicionar mi confianza, no hay nada que me haría más feliz que extinguirlos yo mismo! Al final, papá siempre tuvo la razón — la furia continuaba, pero los gritos habían cesado — Ellos seguirán arruinando planetas si ganan esta guerra. No hay que dejarlos hacer nada. Tenemos que matarlos a todos aquí, y luego ir planeta por planeta a buscar a más sobrevivientes. Empezando por Garak.

    Varlim y Arion sintieron un gran alivio al ver que su hermano había recapacitado en sus pensamientos, y que había abrazado las ideas de su padre de que las especies que no cuidaran de sus planetas merecían ser eliminadas del universo para dar paso a otras especies que sí respetaran lo que tenían a su alcance. Su hermano era la última persona que tenía que aceptar esa verdad, y luego de ver a los que debía asesinar por órdenes de su padre destruyendo su planeta natal, estaba claro que lo iba a aceptar.

    No obstante, había una preocupación más en la mente de su hermano mayor.

    — Hermanito, escúchame bien — Arion quería darle una advertencia — Yo, cuando me contaste esto, tuve un gran deseo de asesinarte. Luego de la muerte de nuestro padre, todos lo tienen en más alta estima que nunca. ¿Cómo crees que van a reaccionar si se llegan a enterar que lo desobedeciste, y de que esta guerra es tu culpa?

    — Me querrán muerto, indudablemente — Ixorum recordó su charla con su padre — Pero ahora papá no está para detenerlos.

    — Es por eso por lo que quiero que trates de que nadie más se entere de esto — Arion supo que, si la verdad se hacía pública, nada lo iba a poder salvar — Tendremos que inventarnos la excusa de que había más garaks y humanos distribuidos en el universo, pero eso solo deja al descubierto nuestra incompetencia en la misión que nuestro padre nos dio. Así que, luego de ganar esta guerra, tendremos que dedicarnos a fortalecer la imagen tan lamentable que estamos dando ahora mismo.

    — No será nada fácil, porque todos esperan que siendo los hijos de Hark, seamos tan eficientes como él — Varlim compartió su inquietud con sus hermanos.

    — Claro que no lo será — Arion supo que era tiempo de dejar de hablar y empezar a actuar — Pero con trabajo lo lograremos. Y el trabajo empieza ahora. Voy a darle la orden al ejército para que empiece a movilizarse. Mataremos a todos estos malparidos de mierda y salvaremos a nuestra gente y a nuestro mundo. ¡En marcha!
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo mío, debo decir que este capítulo ha bajado un poco el nivel en cuanto al anterior, porque aquí la acción ya no está. Sin embargo, lo que se ha contado sí me ha gustado y es de interés para lo que está por venir, así que en líneas generales el capítulo me ha parecido bueno. Dicho esto, comentaré la lectura de hoy.

    Inicia el capítulo con la situación cómoda en la que se encuentra Asmir, esperando a reunirse con el escuadrón humano y haciendo llamar a Allecreod ante su presencia. Ambos líderes (aunque el ryfier es ex) discuten sobre lo acontecido en el pasado entre sus especies, algo que no se ha visto mucho y se agradece. Allecreod parece decidido a enmendar sus errores y Asmir sigue en sus trece, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados. De pronto, el mensaje de Abel sobre la muerte de Magnus se sucede, dejando impactados a todos los presentes. El líder garak aboga por no meterse en la elección de un líder humano y esperar a que estos lo solucionen.

    Luego pasamos a ver a los xaromitantes. Lankir se asegura de que Xorxaik pueda interferir las comunicaciones edagrianas, algo que solo podrá seguir haciendo desde tierra. Esto significa que ya ha llegado el momento de descender para estos personajes, entre los que están Wida y Terrior. La xaromitante puramente guerrera se muestra conciliadora con su ex pareja (aunque parece que están destinados a retomarlo...) y le promete protegerlo. Visto lo visto, me da que uno de los dos jóvenes xaromitantes no la cuentan. Que ese amor de antaño esté volviendo me hace temer lo peor.

    Después vemos a Varlim dirigirse a un edificio desde el que se puede comunicar con sus dos hermanos, descubriendo gracias a un trabajador que los garak también están atacando en otra ciudad. Esto hace que la edagriana piense inmediatamente en Ixorum, al que trata de llamar al mismo tiempo que a Arion, al cuál necesitan para darle la orden a las tropas militares de su especie. También vemos, aparte, un fragmento de un soldado garak vislumbrando una nave humana en el cielo y quejándose de que aún no ha bajado a pelear. Ay amigo, estos lloros garak no cesan :aniscream:.

    La conversación entre los principales comandantes de la humanidad se sucede, al tener que decidir a quién colocar al mando del escuadrón de Magnus. Tras la comunicación de Abel, los soldados más cercanos al fallecido líder de Zenith sufren los primeros lamentos, aunque estoy seguro de que lo llorarán una vez la guerra termine. Ahora deben enfocarse y es por eso que se reúnen telemáticamente para abordar el problema. Tras un debate más que interesante, se propone que ese líder sea alguno entre Xander, Casey y Natasha. La elección parece obvia, al menos para mí, y también para un Ace que ve en Natasha alguien capacitado para ello. Xander cedió su puesto a ella misma en su momento y es un tremendo simp que no puede liderar a un grupo que contenga seres femeninos, porque perderá la vista centrándose más en culos ajenos que en el enemigo. Y Casey es una gran soldado, pero no le veo madera de líder. Es por eso que Natasha es elegida y termina accediendo al puesto, intercambiando una mirada de complicidad con Ace que nada parece gustarle a Agustina. Finalmente, se preparan para bajar al planeta edagriano.

    Y la escena final. Los hijos del envenenado Hark intercambian rabietas tras ver lo que está sucediendo. Ixorum descubre que su plan ha fracasado y que además, sus hermanos ya saben que es un mentiroso compulsivo (aunque ellos bien callado se tienen que mataron a su padre :v). Ixorum muestra estar muy dolido y furioso, cambiando drásticamente sus ideales de paz para otros seres, algo que sus dos hermanos y pareja agradecen. Arion decide entonces que deben prepararse para contraatacar, jurando acabar con los enemigos que asolan Edagr. Y ojalá pierdan, por falsos e idiotas. #FuckTheEdagrians :blue:

    En fin amigo, ha estado muy bien el capítulo. Solo deseo que en el siguiente retorne la acción frenética que se ha visto en el primer capítulo de la guerra. Y como siempre, agradecerte estas quedadas por Discord, las cuáles son geniales y disfruto muchísimo. Me da lástima que estemos dos semanas sin, pero te mereces tus buenas vacaciones y cuando vuelvas de seguro disfrutaremos de nuevo. Te mando un fuerte abrazo y un saludo.

    :dancecat:
     
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  19. Threadmarks: Las tropas están en posición
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VI Unidos en la Extinción
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    8900
    Buenas. Dije que no publicaría más capítulos por lo pronto, pero sentía que quería irme a mis vacaciones habiendo dejado un capítulo extra (por qué no hacerlo XD) y decidí hacerlo el día de hoy. Con este ya vendrían siendo un total de 3 capítulos en menos de una semana completa. Casi me recuerda a mis primeros años en el foro donde solamente escribía y ya tiraba todo a los threads sin pararme a revisarlo antes XD.

    Ya todo está a la vista. Estamos en el capítulo número 40 de la parte VI, ya adentrados muy en lo profundo de la historia principal, y apenas empezando con el clímax. De hecho, este capítulo marca el que viene siendo el final del primer tercio del clímax. Quedan un total de seis capítulos más y tras eso, el final de esta parte.

    Quiero agradecer como en cada ocasión a Manuvalk por estar allí con sus comentarios capítulo a capítulo. Ojalá disfrute mucho de este capítulo y se lo pase bien leyéndolo. Decirle que yo ya no puedo esperar a que sea 5 de marzo para ver si podemos coincidir para leer en simultáneo por Discord una vez más como lo solemos hacer. Estaré esperando a regresar ansioso de mis vacaciones para poder juntarme con él otra vez. Mientras tanto, solo me queda desearle que disfrute la lectura :\*u*/:

    Como es frecuente, la cronología y la guía de personajes están actualizadas. Y he realizado una corrección a la cronología, la cual tenía un error al agrupar fechas. Como siempre, aconsejo consultarlas tras leer el capítulo más reciente.

    Sin más qué decir, les dejo la lectura.














    Las tropas están en posición:

    El ruido de los tanques disparando era mucho más intenso con el correr del tiempo, lo que le indicaba a Michael, Alicia, Noak y Gina que se encontraban cerca de su objetivo. Su nave se detuvo frente a un conjunto de ciudades edagrianas, en donde, tras haber aterrizado, participarían en la batalla junto con los garaks que ya se encontraban en el sitio para despejar el sitio de gente, y así establecer un punto seguro para que el equipo de los médicos pudiera asentarse, esperando que heridos se acercaran a recibir tratamiento, algo que correría bajo la responsabilidad de los comandantes de cada nave.

    Viendo que estaban casi a punto de descender, Michael llamó a sus compañeros a la armería para que tomaran el equipo necesario.

    — Ya conocen el plan, eliminaremos a todos los edagrianos presentes y luego los médicos formarán un campamento provisional para tratar a los heridos — Michael explicaba cómo iban a realizar su misión — Luego de eso, algunos garaks y humanos se quedarán en la zona para defenderla, con tanques incluidos, para que nadie pueda perturbar a los médicos. Tenemos que asegurarnos de que puedan gozar de tranquilidad al momento de realizar su trabajo. Noak, Gina, ustedes y varios soldados solamente participarán en esta pelea y luego es probable que ya no tengan que seguir en el combate.

    — Si es que nadie se les aparece para enfrentarlos — Alicia agregó a lo dicho por Michael — Pero tienen la opción de retirada.

    — Intenten repeler a las fuerzas enemigas si tienen la oportunidad — Michael prefería que se quedaran allí — Pero si son arrinconados, cubran a los médicos y huyan todos juntos hacia las naves. Luego estableceremos otro campamento en otro sector. Lo importante es que haya un campamento establecido. Con la velocidad de las naves tardaremos como máximo diez segundos en movernos por el planeta.

    — Entendido, comandante Umcali — fue la respuesta de Noak, mostrándose agradecido con la situación — Haré el mayor esfuerzo posible para defender la posición de cualquier amenaza que se nos acerque.

    — Me alegra oír eso — Michael sonrió aliviado — Prepárense, ya estamos en nuestro lugar. Hora de pasar al ataque.

    Los cuatro soldados fueron al encuentro con los demás humanos militares que esperaban en la nave. Tan pronto como esta tocó el suelo, las compuertas de salida se abrieron y la totalidad del equipo militar comandado por Michael pasó a la carrera para integrarse al ataque junto con los garak.

    Cruzando la ciudad, solamente tuvieron que seguir los estruendos para finalmente encontrar su lugar de destino. Al llegar a una plaza enorme y de larga extensión, encontraron a los tanques disparando contra los edificios más altos mientras que un escuadrón de garaks, comandado por Kila, enfrentaba en un tiroteo a varios defensores de la guardia edagriana que salieron para afrontar el desafío impuesto por los invasores.

    Desde su posición, la mujer garak y sus aliados disparaban a cobertura para poder mantenerse protegidos de las armas de los edagrianos, cosa que le dificultaba la defensa a los pocos enemigos que salieron a defender su ciudad. Pese a ser inferiores en número, estos aguantaron bien hasta la llegada del escuadrón de Michael.

    Miles de humanos salieron de cada una de las calles que rodeaban la plaza, provocando una lluvia de balas que dejó atrapados en el medio a los edagrianos que luchaban ferozmente para defender a sus habitantes. Con esa nueva ventaja gracias al ataque sorpresa, los dos escuadrones que se encontraron no tuvieron dificultad alguna en exterminarlos a todos sin sufrir más de unas tres bajas en cada uno. Una vez que cayó el último edagriano, Michael, Alicia, Noak y Gina se acercaron a Kila, ya que era ella quien lideraba a sus tropas.

    — ¡Al fin hacen acto de presencia! — Kila parecía reprocharles con enojo — ¡Pensé que habíamos acordado que esta guerra era para pelearla juntos!

    — ¿Y qué es lo que acabamos de hacer? — Michael no se tomó para bien el comentario por parte de su compañera del consejo — Gracias a nosotros ahora pueden avanzar.

    — Habríamos avanzado hace más tiempo, y ya tendríamos el cincuenta por ciento de la ciudad despejada — otro de los garak se sumaba al enojo de su líder.

    — Bueno, lamentamos haber tenido una baja importante apenas empezó el conflicto — Gina contestó, harta también de las palabras insolentes de los garak — Si algo le llegase a pasar a Asmir, nosotros habríamos sido muy pacientes.

    — Bueno, le sucedió a su líder y no al nuestro — con poco tacto, Kila contesto, solo para ver el enojo en los humanos — ¡Mejor dejemos de hablar y cumplamos con nuestro cometido! ¡Que los tanques avancen!

    Los gigantes terrestres lideraban el camino, disparando y haciendo que se generaran explosiones en los edificios lejanos, provocando derrumbes e incluso que los escombros volaran por los aires. Los garak los seguían justo desde atrás, y el equipo de los humanos avanzaba inmediato a ellos. Con una mueca de enojo por el comentario tan despectivo que la garak había hecho respecto a la muerte de su líder, cosa que no fue nada agradable para ninguno de ellos.

    Tras haber avanzado unas cuatro manzanas, un nuevo escuadrón de edagrianos salió al conflicto, dispuestos a dar la vida para intentar retrasar el avance de los invasores enemigos en lo que el ejército tardaba en llegar para hacerse cargo de la batalla. Un nuevo tiroteo se armó entre los dos escuadrones aliados en contra de los habitantes del planeta.

    Igual que con el anterior, no se requirió demasiado tiempo para que pudieran diezmar a las fuerzas enemigas y continuar con su camino a seguir exterminando más edagrianos que se les cruzaban en medio.

    — ¡Era tal y como lo pensamos! — Kila se regocijaba en las victorias que cosechaban — ¡No van a sacar sus armas de destrucción masiva en su planeta! ¡Esta guerra es nuestra!

    Los garak y algunos soldados humanos compartieron la alegría por las palabras de su líder y empezaban a gritar y cantar conforme avanzaban hacia su objetivo. Michael, Alicia, Noak y Gina, quienes habían vivido experiencias terribles en el universo, eran los más reservados en cuanto a esa clase de festejos se refería. Eran conscientes de que los edagrianos no serían tan fáciles de derrotar, sobre todo por la avanzada tecnología que demostraron tener en la destrucción de la Tierra. Aunque no pudieran tomar dichas armas en la batalla, estaba claro que podrían tener algún as bajo la manga para repeler una invasión a tan gran escala.

    Michael apoyó sus manos sobre los hombros de Alicia para motivarla a que siguiera avanzando, y también para darse algo de valor a sí mismo alentándola a ella. La chica junto sus manos con las de él y aprovechó ese momento para sentir el calor de su presencia, lo cual era la mayor muestra de cariño que podrían brindarse en un momento así.

    […]

    Asmir y sus soldados se vieron en aprietos luego de que una gran escuadra de edagrianos armados y portadores de escudos les hicieran frente. Las armas de su gente parecían no tener ninguna posibilidad de dañar sus escudos tan sólidos, lo que solamente provocó que su equipo, el cuál debía de estar avanzando, empezara a retroceder. Las balas iban y venían, pero solo las de origen edagriano llegaban a impactar en el cuerpo de un enemigo, lo que hacía que, con cada segundo, el avance fuera más veloz para ellos. Allecreod, quien se encontraba junto a él, temía que llegara un momento en el que Asmir se viera superado y quisiera usarlo como escudo para cubrirse de las balas. Por lo que, conforme podía, retrocedía un poco más para alejarse de un posible agarre suyo.

    El líder garak maldecía internamente por ese suceso, dado a que encontró rápidamente a quien echarle la culpa por esa situación tan crítica que estaban viviendo en aquel momento.

    — ¡Maldita sea, Magnus! — no dudó en insultar a los cuatro vientos sabiendo que no había humanos cerca — ¡Tú debías estar para ayudarnos a atacar a estos malnacidos desde el otro lado! ¡No te debías haber muerto tan pronto!

    A pesar de tratarse de algo que no podían controlar, al garak no le importaba en lo absoluto, como si creyera que Magnus hubiera tomado esa decisión solamente para no cooperar con sus aliados. Varios otros garak que estaban más cerca de su líder empezaron a gritar, en un intento de intimidar a los edagrianos que se acercaban cada vez más a su posición, realizando una formación que impedía que las balas pudieran impactar en su contra.

    — ¡Si tan solo hubiera un terreno elevado! — Asmir pensaba con frustración — ¡Podríamos disparar desde las alturas y obligarlos a soltar esos escudos! ¡Pero todo aquí es una maldita llanura!

    Los soldados edagrianos avanzaron durante tres minutos conforme ellos querían, hasta que un imprevisto se presentó frente a ellos. Desde atrás de su posición, una zona que no estaban cubriendo dado a que no creyeron que el enemigo se estuviera reservando soldados para atacar desde allí, el escuadrón de ryfiers de Cadain hizo su aparición. Con las lanzas disparando balas mucho más potentes que las que salían de las armas de los garak, los impactos que los edagrianos sintieron en sus espaldas terminaron por causarles heridas que dejaron en mal estado a quienes peleaban en contra de los primeros. Debido al dolor, varios de los protectores soltaban los escudos, cosa que solamente les hacía peor, dado a que los dejaba a merced de los garak que estaban justo al frente de ellos.

    Con la formación rota y varios de los escudos tirados en el suelo, balas desde la vanguardia y la retaguardia volaron rápidamente hasta ellos, ocasionando un aumento muy rápido e imparable de bajas en las filas de los edagrianos, quienes no tardaron demasiado en caer derrotados por los invasores.

    Asmir, Allecreod y varios de los garak respiraron aliviados, sabiendo que no habían gastado mucha munición, y que los tanques podrían seguir con su avance tras haberse quedado estancados algunas calles atrás, realizando disparos incesantes en contra de los edificios más lejanos, para contribuir a la caída de estos.

    Sin perder más tiempo, Cadain, Ebilo y los pocos soldados ryfier que acudieron a la pelea se acercaron al líder garak para encontrarse tanto con él como con su camarada que se encontraba en las filas de los aliados.

    — ¿Vinieron a ayudarnos? — Allecreod preguntó con alegría viendo como su gente lo salvó tanto a él como a los garak.

    — ¿Ayudar? Yo podría decir que los hemos salvado — Ebilo contestó con una mueca de felicidad — Estaban acorralados antes de nuestra aparición.

    — Te agradecemos la ayuda, Cadain — Asmir extendió su mano de forma amistosa — Se suponía que Magnus y su escuadrón nos acompañarían, pero hubo un contratiempo.

    — Eso lo escuché en su momento — el líder de los ryfier se preocupaba por la ausencia del líder de la humanidad.

    — ¿Qué va a suceder con los humanos? — Ebilo quiso curiosear un poco respecto al tema — Digo, ¿han elegido un nuevo líder o tienen pensado hacerlo?

    — Lo harán — Asmir sonó muy serio al contestar — Si no recibo noticias pronto de que se han integrado a la pelea, convocaré una reunión para tomar la decisión por mí mismo. Les di la posibilidad de que lo discutieran entre ellos. Pero si son incapaces, tendré que intervenir.

    — Me parece bien que se les exija tanto como a nosotros — Ebilo encontraba sabiduría en el actuar del garak — De mientras, sigamos atacando esta ciudad.

    — Estoy de acuerdo con eso, todavía quedan edagrianos que tienen que morir — Allecreod se sentía inspirado por las palabras de uno de los suyos — Estoy seguro de que, con toda esta destrucción, Hark pronto va a salir a pelear.

    El líder de los garak dio la orden a los conductores de los tanques para que se aproximaran a ellos, y así poder marcar el camino al frente de su travesía. Luego de haber sido sorprendidos por la resistencia de los escudos, algunos garak se acercaron para levantarlos y ver si podían sacarles algo de utilidad para su propósito. Asmir, Allecreod y Cadain no estaban interesados, ya que consideraron que no valía la pena llevárselos si su entrenamiento no se había basado en el arte de dominar el uso de esos escudos. Sin embargo, les llamó la atención el ver que tan pronto como los levantaban, los tiraron al piso de inmediato.

    Uno de ellos se acercó para hablar con el líder de su gente.

    — Pesan demasiado — explicaba — Sería imposible avanzar más de una calle teniendo que sostenerlo.

    — Eso explica por qué nuestras balas no podían penetrarlos — Asmir se sorprendía con una tecnología como esa — Ya no dejaremos que vuelva a pasar. La próxima vez que nos rodeen con esos escudos, usaremos los tanques para despejar el camino.

    — Pero si lo usas, destruirás las calles y tendremos que buscar rutas alternativas — Cadain pensó que era una exageración usar la fuerza desmedida de un tanque para romper un escudo.

    — Yo soy quien les da las órdenes, así que yo tomo la decisión de a dónde van a disparar — Asmir le dejó en claro que su decisión no estaba sujeta a debate.

    Al tiempo en el que volteó su cabeza, pudo ver los vehículos militares, lo que hizo que se formara una sonrisa en su rostro al ver que ya podrían avanzar de nuevo por las calles para seguir matando a más edagrianos.

    De pronto, un ruido algo distorsionado resonó en las calles, como si un altavoz de una gran potencia se hubiera encendido. Los invasores de la alianza supieron que no tenían tecnología para lograr algo como eso, por lo que dedujeron rápido que se trataba de la obra y gracia de los edagrianos.

    Sus sospechas se confirmaron cuando alguien empezó a hablar por un altavoz.

    — ¡A todos los edagrianos y edagrianas situados en el planeta! — la voz no la reconocían, pero supusieron que era alguien importante — ¡Este es un mensaje del ejército para todo el planeta! ¡Arion nos ha dado la orden de evacuar a todos aquellos civiles que no tienen como defenderse ante una invasión como la que estamos viviendo ahora mismo! ¡Todos aquellos que sepan pelear deberán resistir y proteger a los más débiles hasta que lleguemos a las zonas de conflicto a limpiar este desastre! ¡Por la memoria de nuestro gran líder Hark, vamos a resistir esta invasión y salir triunfantes! ¡Y luego vamos a expandirnos en el universo como él siempre quiso para nosotros! ¡Resistan un poco más! ¡La salvación está cada vez más cerca!

    Luego de haber dicho esas palabras, el comunicado dirigido a toda su gente, aunque también siendo alcanzado por los que estaban invadiendo, había terminado. Allecreod, quien fue de las personas que más tiempo pasó en el mundo edagriano antes de que terminara alejándose, no pudo evitar sentir cierta curiosidad con uno de los dichos por él.

    — Dijo que era por la memoria de Hark — Allecreod pensaba en voz alta — Y Arion, que es su hijo mayor, fue quien autorizó al ejército, y no él.

    — ¿Crees que haya muerto? — Cadain quiso conocer la opinión de quien fue su líder en algún momento.

    — Definitivamente — el ryfier no dudó en eso — De lo contrario, quizá habríamos escuchado sus palabras.

    — ¿Quiere decir que he venido hasta aquí por su cabeza y no la voy a poder conseguir? — Asmir estaba muy frustrado con ese conocimiento — Luego de enterarme que la invasión de los berrod fue culpa de Hark, tenía deseos incontenibles de asesinarlo.

    — Créeme, yo era quien más ganas tenía de matarlo — Allecreod habló de forma muy seria — Pero tal vez esto nos ayude. Arion es fuerte, pero tengo entendido que Hark era un peligro incluso mayor. Aprovechémoslo lo más que podamos. Después de todo, él tiene dos hijos y una hija. Podemos desquitarnos matándolos a ellos.

    Asmir, harto de hablar con Allecreod, pese a estar de acuerdo con lo que decía, se dio la vuelta y le hizo un gesto con la mano para que avanzara y lo siguiera.

    — ¡Los tanques al frente! — ordenó el líder — ¡Y presten máxima atención a los alrededores ahora! ¡El ejército edagriano no estaba en batalla, pero ahora parece que se nos va a terminar lanzando encima!

    Con la advertencia oída, las tropas de los garak y los ryfier empezaron a seguir a los tanques desplegados por tierra firme. Sin saber la fuerza total del ejército de los edagrianos, preferían que fueran sus unidades más sólidas las que avanzaran al frente, listas para recibir los proyectiles que pudieran llegar desde cualquier dirección en su avance.

    […]

    — Sé que dije que nos distribuiríamos una vez Natasha estuviera en su lugar, pero luego de oír ese aviso, creo que lo mejor será permanecer unidos y atacar esta ciudad para que sus tropas no se muevan de aquí — Ace explicó ante todos los presentes.

    El grupo del comandante Lakor se había reunido a las puertas de una ciudad con el grupo que anteriormente era liderado por Magnus, el cuál pronto tendría a Natasha como líder dada la muerte tan pronta de su líder. El plan era dejar a Natasha bajo el comando del grupo, y luego que cada escuadrón se uniera a los garak para realizar un ataque cooperativo sobre algún otro objetivo.

    Sin embargo, con la alerta dada de que el ejército pasaría al ataque, el comandante Lakor consideró que lo mejor que podían hacer era desatar el caos en la ciudad para así tener ocupados a los miembros del ejército que pudieran aparecer en la misma, evitando que propagaran sus unidades en otros puntos estratégicos del planeta.

    Agustina, Natasha, Faron y Abel estaban mirando al comandante de mayor rango en el Zenith mientras este se preparaba para dar el inicio al ataque en la ciudad. Las bestias del planeta Fientlig, las cuales seguirían sus órdenes en cada momento, estaban siendo retiradas de la nave para que acudieran al frente. Querían aprovechar el hecho de que los edagrianos no tuvieran absolutamente ninguna idea de la presencia de dichas bestias, y que así no pudieran pensar tan pronto una contramedida para las mismas.

    Mientras los animales salvajes, ya reclutados gracias al funcionamiento de la cámara de gas eran bajados de la nave, el comandante se puso al frente de todos, ganándose la mirada de cada soldado que lo pudiera ver.

    — ¡Atención! — los llamó para que todos encendieran sus comunicadores y así no se perdieran ninguna orden — ¡Nosotros, a diferencia de los demás escuadrones, no contamos con los tanques para ocasionar caos en este punto del conflicto! ¡Pero eso no quiere decir que no tengamos que pelear si no queremos permitir que el ejército concentrado en esta ciudad se expanda y pueda auxiliar a los demás! ¡Ese no era el plan, pero no importa! ¡Es una batalla que tenemos que librar, para que a los garak les sea más fácil aplacar esta ciudad con los tanques! ¡Ahora mismo vamos a soltar a las bestias para que vayan corriendo al frente y asusten a los enemigos! ¡Nosotros estaremos justo detrás para eliminar a todos aquellos que vengan a hacernos frente! ¡Eliminaremos a la mayor cantidad de edagrianos concentrados aquí, y seguiremos en batalla hasta que las cosas se tornen difíciles! ¡Tan pronto cómo las cosas se empiecen a torcer, nos retiramos y entonces sí nos dividiremos para unirnos a los garak!

    — ¡Comandante, tengo una pregunta! — una mujer entre el escuadrón de Magnus quería sacarse una duda importante — ¡Estoy viendo que las bestias tienen en su cuello una especie de collar metálico! ¡¿Cuál es su función?!

    Algunos, que no se habían percatado de aquel detalle, pronto empezaron a mirar a los animales de Fientlig más atentamente y pudieron notar que, efectivamente, tenían un dispositivo metálico colgado en la zona del cuello. Los que viajaron con él supieron cuál era su función en el momento en el que fue explicada, pero los que acudieron a la guerra en la misma nave que Magnus no tenían una forma de saberlo.

    El comandante, sabiendo que debía explicarlo, empezó a responderle.

    — ¡Esos collares están comunicados de forma remota con el dispositivo de mi armadura! — Ace les contó su funcionalidad — ¡Están equipados con eso para que puedan escuchar mis órdenes a gran distancia! ¡Aunque el plan no es que se alejen demasiado para que no se terminen perdiendo, nos servirá para hacer que se adelanten y den alerta en caso de que enemigos aparezcan!

    Abel, al ver un dispositivo de tecnología como ese, se dio cuenta de que lo más probable era que su ingeniero más capaz, Nick Mardh, hubiera sido el que desarrolló esa tecnología que iban a usar en esa incursión. Una sonrisa de orgullo se mostró en su rostro cuando pensó que un soldado con formación en su país sería el que dirigiría a todas las tropas, siendo ayudado por la creación de uno de sus ingenieros.

    — Ustedes probablemente me odien, pero me deben muchas cosas más de las que quieren admitir — pensaba con arrogancia ligera el ex líder de Black Meteor.

    Habiendo explicado el funcionamiento de los collares, los soldados se maravillaron cuando escucharon de una invención como esa para la guerra. Eso dejaba a varios de ellos en un estado de tranquilidad mayor, sabiendo que las bestias estaban destinadas a sacrificarse siendo estas quienes se adentrarían en el terreno desconocido de la ciudad enemiga.

    El comandante Lakor, viendo que pronto terminarían de bajar a las bestias que habían traído, se acercó a sus acompañantes para verificar su estado.

    — Agustina, ¿está todo bien? — Ace quería saber si necesitaba algo.

    — Yo estoy con más confianza que nunca, comandante Lakor — la chica contestó con una sonrisa.

    — ¿Comandante Zafiro? — Ace, aliviado por la respuesta de su pareja, dirigió su vista a la que se encargaría de comandar las tropas de otro pelotón, dirigiéndose a ella con respeto por su rango.

    — Lista para la batalla, comandante Lakor — Natasha contestó con entusiasmo — Estoy impaciente por hacerlos pagar por lo que nos hicieron a todos nosotros.

    Finalmente, Ace se acercó al joven de su promoción que fue elegido para formar parte de las escuadras de ataque en el planeta enemigo. Tal y como le prometió, lo mantendría cerca de él en cada momento, y estaba decidido a cumplir esa promesa.

    — ¿Qué hay de ti, soldado Faron? — el comandante le habló con respeto y seguridad para inspirarle algo de confianza al menos experimentado de los demás.

    — Me siento listo para esta batalla, comandante Lakor — con una gran felicidad de ver que no fue dejado así sin más por el comandante, Faron parecía estar preparado para pelear.

    Ace, Agustina y Natasha vieron que él se encontraba firme, sin experimentar absolutamente ningún temblor en su cuerpo. Sus piernas y sus manos no se movían, y se veía capacitado para entrar a la ciudad a empezar los disparos.

    — ¡Comandante Lakor! — avisó un soldado — ¡Las bestias de Fientlig están en posición!

    — Excelente, gracias soldado — contestó con gentileza para mostrarse ante ellos con una imagen positiva — ¡Bestias, escúchenme! ¡Es su turno de atacar! ¡Entren en esa ciudad y hagan pedazos cualquier cosa que se mueva! ¡Es una orden! ¡Al ataque!

    Una de las bestias lanzó un rugido muy potente que resonó en los oídos de los más cercanos, y luego, como si las demás estuvieran bajo su comando, empezaron a rugir y a gruñir también, pero en un tono más bajo. Al detener su rugido inicial, la primera de las bestias se adentró en las calles de la ciudad, siendo seguida por las demás que no se le adelantaban.

    Ace y Agustina eran los únicos que las habían visto en acción en un conflicto real. Al menos los únicos que las habían visto luchando a su favor. Pero todos los demás, que nunca atestiguaron algo así, no podían ocultar su impresión al ver a los animales salvajes corriendo listos para ser la vanguardia en su ataque.

    — Gracias por haber servido para algo, maldito bastardo — los pensamientos de Ace, con bastante rabia, enfocaron a Tzorkun como el responsable por tener a las bestias de su lado — ¡Ahora nosotros! ¡Marchen a matar a los edagrianos!

    Alentados por haber visto a las bestias de Fientlig adentrarse en las calles de la ciudad, todos los soldados empezaron a adentrarse al interior del lugar para tomar participación en el conflicto. Ace, Agustina, Natasha y Abel, quien lo hacía más por sentirse obligado que por haber recibido la orden, eran los que lideraban al resto de soldados al combate.

    Cuando finalmente llegaron a un punto repleto de gente, pudieron ver como las bestias se encargaban de atacar en grupo a los civiles edagrianos, quienes, al no tener ninguna preparación o experiencia de combate, se vieron totalmente superados tanto en el aspecto de combate como en el moral. Con el miedo invadiéndolos, estos empezaron a huir del sitio en el que se encontraban, siendo presas fáciles para los animales salvajes que los herían de muerte con golpes de sus garras tan afiladas o con mordidas con sus dientes tan potentes.

    Esa clase de conducta favoreció muchísimo a Ace y a los demás que iban con él, quienes empezaron a disparar balas en todas las direcciones, acribillando los cuerpos de los edagrianos que intentaban huir o ponerse a salvo de las bestias. Las pieles de estos no eran tan resistentes ante la potencia de las balas que salían disparadas por los cañones de sus armas, por lo que caían con facilidad ante los ataques.

    Ace, al verlos, recordó su batalla contra Kenegar. Pese a haberlo atacado por sorpresa con varias balas, su piel era bastante resistente y no sucumbió, mientras que los que estaban huyendo de la pelea, pese a estar más lejos de su posición, no eran capaces de resistir demasiado daño de las balas, y terminaban cayendo con rapidez para convertirse en cadáveres.

    — Quizá sus pieles no sean tan gruesas como lo creía, y solamente se fortalecen cuando alcanzan cierto nivel de entrenamiento — Ace pensó que por eso alguien como Kenegar podía soportar más balazos de su parte.

    Abel, enojado por haber visto morir a varios de los que lo acompañaban, incluido a Magnus que era quien se encargaría de mantenerlo a salvo, dejó caer toda su furia sobre ellos. Pensó que, si él iba a morir por sus crímenes cuando la guerra terminara, lo mejor que podía hacer para disfrutar de sus últimos momentos con vida era llevar a la extinción a los que destruyeron el planeta y su oportunidad de acceder a una vida tranquila una vez que la guerra se convirtiera en un suceso del pasado.

    Agustina, pensando en todos los compañeros que había perdido, guardaba un gran rencor en contra de los edagrianos. Sobre todo, por el hecho de que fue uno de ellos el que mató a su primo Rayko luego de haberles tendido una trampa. No tuvo la oportunidad de siquiera hacerle pagar a Kenegar por el asesinato del único familiar al que tendría la oportunidad de haber salvado, por lo que eligió desquitarse con todos los presentes.

    — Esto es por ti, Rayko — la chica no lo apartaba de sus pensamientos — Tu muerte y las muertes de toda nuestra familia serán vengadas hoy mismo. Los edagrianos van a morir, y ustedes descansarán en paz luego de tanto tiempo.

    Natasha, por su parte, supo que debía aprovechar a matar a todos los que pudiera antes de que el ejército, que posiblemente aparecerían equipados con trajes similares al que usó Arion en su día, hicieran acto de aparición. Tan pronto como ellos llegaran, las cosas serían más complicadas para todo el grupo, por lo que tendrían que concentrar el fuego de sus armas sobre ellos para poder asesinarlos. De pronto, ella se distrajo cuando un pensamiento cruzó su mente.

    — Tu gente está muriendo, maldito desgraciado — Natasha pensaba en todo momento en Arion — Ven a salvarlos. Haz tu aparición para que pueda silenciarte para siempre por lo que le hiciste a Paul y a Isac.

    Cada uno con sus motivos, pero los disparos de la humanidad desquitaban un enorme odio acumulado en contra de la especie que obedecía al responsable de haber lanzado los meteoritos en su contra para hacer desaparecer a su población.

    — Fallaste dos veces al intentar eliminarnos — Ace pensó tratando de mantenerse calmado en lo posible — Y ahora, son los tuyos los que van a desaparecer. Pero esto no habría pasado nunca si no te hubieras metido con nosotros.

    Fue en ese momento cuando todos pudieron sentir como el suelo empezaba a temblar. Al poner más atención, todos dejaron de disparar para ver si podían identificar un ruido muy extraño que estaba sonando con cada vez más intensidad en su presencia. Ace, creyendo que podrían ser vehículos militares, y siendo consciente de que no había tanques garak en la ciudad en la que estaban, eligió resguardar a las bestias y mantener protegidos a los suyos.

    — ¡A mi posición, ahora! — tan pronto como ordenó, el grupo de miles de humanos empezó a retroceder.

    Las bestias de Fientlig, quienes luego de matar a varios edagrianos, empezaron un festín al comerse sus carnes, recibieron la orden y empezaron a agruparse junto con el que les daba la orden de desplazarse. Con el ambiente en silencio luego de algunos minutos de ruido ininterrumpido producto de sus disparos, todos pudieron reconocer el sonido de motores acelerando y ruedas avanzando sobre el pavimento de las calles cercanas. Eso solo significaba una sola cosa.

    — ¡Se acercan vehículos! — el comandante Lakor no creyó que sería algo tan repentino — ¡Preparen sus armas para cubrir nuestra retirada! ¡No conocemos su potencia, y sin los tanques de los garak, una pelea contra ellos podría ser fatal para nosotros! ¡Bestias al frente!

    Mientras los animales salvajes reclutados gracias a la tecnología que habían confiscado en el planeta de Tzorkun se empezaban a replegar al frente para fungir como escudos vivos en caso de que esos vehículos tuvieran armas equipadas, los soldados se preparaban para correr a máxima velocidad de vuelta a la nave.

    Por precaución, Natasha eligió sumar algo a las órdenes de Ace.

    — ¡Que unos cincuenta soldados acudan a las naves y las dejen operativas para la evacuación! — ordenó la chica, principalmente a los soldados que integraban su equipo — ¡No nos quedaremos demasiado tiempo, y no queremos que nos maten mientras abordamos la nave!

    Viendo lógica en la decisión de la chica, cincuenta de los suyos empezaron a emprender el camino de regreso para dejar las naves preparadas para sus compañeros, y que así el abordaje fuera lo más rápido y seguro posible en caso de que los vehículos militares fueran demasiado para que ellos pudieran manejar.

    Ace, quien no había pensado en dar una orden así, se vio impresionado con esa decisión de parte de Natasha. Mirándola con una sonrisa, supo que habían tomado la decisión correcta al nombrarla la líder del escuadrón que quedó sin su figura de autoridad con el fallecimiento de Magnus.

    — Estarán a salvo contigo al frente — le dijo Ace a su compañera — Estoy seguro de que nos volveremos a ver cuándo la guerra haya terminado.

    Natasha se vio muy feliz al haber recibido una alabanza por parte de Ace en una situación como esa, cosa que la llevó a ganar mucha más confianza en sí misma. Recordando el momento en el que comandó a su grupo en un bosque en el planeta Triyr en contra de los cazadores de Axana, Natasha empezó a sentir un pequeño gusto por ser una persona con el poder de tomar decisiones. Y viendo que parecía tener las cualidades para eso, juró que las usaría para guiar a los suyos a la victoria.

    — Aplastaremos a los edagrianos en un solo día — Natasha lo vio seguro — Su población no parece ser demasiado grande, y no todos pueden pelear al nivel del que nos atacó a nosotros. La victoria será nuestra. Eso sin dudarlo ni un segundo.

    Cuando el ruido se hizo más fuerte que nunca, los soldados supieron que pronto los vehículos que acudirían a la defensa de la ciudad harían su acto de presencia, y que la pelea podría resultarles muy complicada dependiendo de cómo estuvieran compuestos. Atentos porque suponían que el combate pronto iniciaría, todos apuntaron con firmeza sus armas en la dirección de la que los oían llegar.

    […]

    Varlim había recorrido un total de dos ciudades para poder llegar hasta el punto en el que Arion la había convocado luego de que la llamada con su hermano menor terminó, habiendo descubierto que todas las muertes eran a causa del desacuerdo de Ixorum con la ideología “justiciera” de su padre.

    Cuando entró al edificio en el que Arion se encontraba, ella recorrió pasillos largos hasta que llegó a la sala de vigilancia en donde su hermano mayor y amante se encontraba esperándola. Tan pronto como abrió la puerta que separaba el lugar del pasillo, ella lo vio sentado frente a una máquina con un monitor enorme, teniendo la vista puesta en una batalla que se estaba dando en una de las ciudades más cercanas a su posición.

    Arion escuchó la puerta abrirse, y se dio la vuelta para ver allí a su pareja. Al hacerlo, este se levantó y corrió para darle un abrazo y un beso. Ambos hijos de Hark, dispuestos a estar juntos siempre en cada momento, se fundieron en ese gesto de cariño. Sus cuerpos se mantuvieron unidos mientras sus bocas se besaban, permaneciendo así durante un minuto. Tras haber culminado el beso, Varlim acarició el rostro de su pareja, habiéndolo extrañado mucho en esos días. De pronto, una pregunta cruzó su mente.

    — ¿Me estabas esperando a mí antes de pasar al ataque? — preguntó con felicidad en su rostro.

    — Claro que te esperaba a ti, amor mío — contestó Arion a su hermana menor — Esta guerra la vamos a ganar juntos… Pero también hay algo que quiero verificar antes de partir a la batalla.

    — ¿De qué se trata? — esa declaración tomó por sorpresa a la edagriana.

    — Tengo entendido que esos vehículos que se desplazan por tierra firme se llaman tanques — le reveló Arion, tras haber hecho una labor de inteligencia — Nosotros no tenemos algo como eso, pero tenemos algo más.

    — El tren solar — Varlim supo en lo que su hermano estaba pensando — ¿Las torretas están equipadas?

    — Así es, y pronto ese escuadrón que ves en pantalla se encontrará con los soldados que las operarán — Arion señaló para que su hermana lo vea — Quiero ver qué arma tiene la mayor potencia de fuego. Una vez que lo hayamos verificado, saldremos a pelear juntos.

    Sin separarse o distanciarse en lo más mínimo, Arion y Varlim tomaron su lugar frente a uno de los monitores para ver a los escuadrones moviéndose por tierra peleando contra una facción de su ejército. Al mirarlos más de cerca, Varlim pudo reconocerlos a través de la pantalla, habiendo estudiado su figura para la misión que su padre le había encomendado.

    — Garaks y tres xaromitantes — ella sabía que los reconocía — Así que ellos también están aquí.

    — Y otros soldados me han informado que hay ryfiers en el planeta también — Arion le comunicó — Esas cuatro razas cobardes se unieron para aplastarnos. Pero no les saldrá la jugada. Las vamos a matar a las cuatro, y luego, haremos trizas lo que quede de sus civilizaciones.

    — Ixorum merece una paliza como castigo — Varlim dejó salir un comentario poco amable para con su hermano menor.

    — La tendrá, pero se la daremos nosotros — Arion tomó esa decisión — Mira. El tren ya está por llegar a su posición… — pronto centró su vista en uno de los que podía ver en la pantalla — Varlim, ¿qué es esa cosa oscura allí?

    Su hermana centró la vista en la zona de la pantalla que fue señalada por Arion, y pudo divisar algo muy extraño. Estaba vivo, dado a que disparaba contra los soldados edagrianos, pero no tenía la apariencia de un garak, humano, ryfier o xaromitante.

    — No he visto en mi vida a un ser de una especie así — Varlim no podía identificarlo — Pero no hay que preocuparse. Pronto morirá.

    […]

    Los tanques garak disparaban bajo las órdenes del comandante de su escuadrón, mientras los que iban a pie se encargaban de disparar desde la seguridad de sus coberturas contra los miembros del ejército edagriano. Acompañándolos desde su posición detrás de Xorxaik, los tres únicos xaromitantes en el campo de batalla hacían lo propio apoyando a sus aliados.

    Varios garak habían caído muertos en ese enfrentamiento, mientras que ninguno de los xaromitantes sufrió ninguna clase de rasguño dado a que el metal de Xorxaik era lo suficientemente resistente para cubrirlos del daño de las armas de los enemigos. El robot construido por Allecreod, derrotado por Thomas con el arma de Lankir y restaurado gracias a los esfuerzos del xaromitante y los ingenieros de la humanidad, era también un arma en la batalla.

    Dos cañones de gran calibre y potencia disparaban balas a una velocidad que era imposible de esquivar para los defensores del ejército edagriano. A diferencia de como ocurría con las armas estándar del ejército garak y xaromitante, las balas de Xorxaik infligían un daño mucho mayor, logrando perforar con facilidad los trajes de protección y cascos que portaban los integrantes de las tropas enemigas. Fue gracias a eso que a los garak se les facilitó mucho más llegar a traspasar las pieles de los fornidos soldados edagrianos, quienes, luego de ser atacados con armas tan potentes, terminaron sucumbiendo. Con sus cuerpos totalmente agujereados, teniendo trozos de metal en sus órganos y contaminando su sangre, hasta que el daño que recibían era más de lo que podían soportar y terminaban cayendo sin un gramo de vida al suelo.

    Con menos bajas en sus filas, el ejército garak se proclamó victorioso en esa batalla, llegando a liquidar a todos los que pertenecían a las tropas edagrianas, quienes dieron la vida por su mundo, tal y como Arion se los había ordenado.

    Los gritos de alegría por la victoria inundaron el lugar, mientras que los tanques seguían disparando y derribando edificios al lograr impactar en depósitos de gas o de combustible, lo que terminaba generando explosiones a gran escala que afectaban no solo a las estructuras alcanzadas, sino también a las demás en las cercanías.

    Con el combate terminado, Terrior le dio un abrazo a Lankir y a Wida. Su primera batalla en la ciudad que debían atacar terminó en una victoria para ellos, y quería festejarla.

    — ¡Esto es mejor de lo que pensé que sería! — festejaba entusiasmado el líder de los suyos mientras los abrazaba — ¡Tenía miedo cuando escuché ese altavoz indicando que los miembros del ejército se nos acercarían a nosotros! ¡Pero ahora veo que tenemos un poder superior al de ellos con Xorxaik en nuestras filas! ¡Cuando cortemos las comunicaciones todo será mucho más sencillo!

    — Me alegra saber que tenemos la ventaja, pero todavía no hay que confiarnos — Lankir se sentía feliz de poder abrazar a su padre en un momento así — Xorxaik — sentía deseos de saber qué tan cerca estaban de su objetivo — ¿Cuánto falta para llegar a la central principal de comunicación del planeta?

    — Todavía estamos a unos kilómetros de distancia, pero tenemos una ciudad más por atacar si vamos a hacer una escala — contestó el robot que luchaba de su lado, que no tardó en darse cuenta de que algo extraño estaba sucediendo, usando los sensores que tenía equipados.

    Los tres xaromitantes vieron como Xorxaik pronto se dio la vuelta y dio unos pasos al frente, como si estuviera detectando la presencia de enemigos en las cercanías. Los garaks que lo veían moverse así guardaron silencio por precaución, pero los más alejados no se dieron cuenta de ese movimiento, por lo que su jolgorio no paró hasta que el robot les hizo una señal de alerta.

    — ¡Atención! — el sonido salió amplificado — ¡Se acerca un vehículo enemigo por ese sendero!

    Al mover su brazo en esa dirección, todos centraron su vista en algo que hasta el momento había pasado desapercibido para todos ellos. Rieles en el suelo formaban un camino que parecía rodear la ciudad, o al menos, un pequeño sector de esta. Haciendo una entrada a gran velocidad, una estructura similar a un tren de los que habían visto en la Tierra llegó al campo de batalla. Sin embargo, lo que lo diferenciaba de un tren común eran las torretas de combate instaladas sobre los techos, con varios militares edagrianos listos para operarlas.

    Dado a que el vehículo apareció en menos de tres segundos, el ejército de la alianza de cuatro especies se encontraba con la guardia baja en aquel momento.

    — ¡Disparen en su contra y conviértanlos en cadáveres! — una mujer del ejército edagriano dio la orden a sus compañeros.

    De forma coordinada, unos diez soldados edagrianos que iban en la cima del tren accionaron las torretas que tenían equipadas para atacar a los invasores que se habían adentrado en su mundo. Con un cañón largo y ancho, las armas fijas instaladas en el tren solar que usaban para desplazarse por tierra empezaron a disparar ráfagas de balas perforadoras con un gran poder de fuego. Los garak que estaban al descubierto fueron alcanzados por esas armas y no tuvieron nada que hacer para poder salvarse. Sus armaduras metálicas terminaron por ser partidas en pedazos al tiempo que las balas se abrían paso a través de su carne, siendo golpeados en órganos vitales, lo que generó que charcos de sangre se formaran luego de recibir un impacto tan poderoso de un arma así.

    Quien comandaba a sus tropas supo que las armaduras serían inútiles para defenderse, y que un golpe con esas balas significaría el final para ellos, por lo que eligió tomar una decisión para aprovechar lo que tenía al alcance.

    — ¡Usen los tanques para cubrir nuestra retirada! — al momento de gritar, este corrió para ponerse a salvo tras los vehículos militares de su gente.

    Numerosos garak terminaron perdiendo la vida en el camino a ponerse a resguardo de los disparos de las torretas detrás de los tanques. Los edagrianos los vieron y supieron que debían intentar destruirlos.

    — ¡Eso no los salvará! — la líder del pelotón empezó a apuntar contra los tanques garak — ¡Háganlos pedazos!

    Bajo las órdenes de la mujer, los otros nueve soldados cambiaron sus blancos y empezaron a disparar a la zona de cobertura que intentaban usar los enemigos. Todos pudieron ver como las balas, pese a su potencia, no podían penetrar en la coraza de los tanques con facilidad, pero eso no quería decir que el daño no fuera significativo. Uno de los tanques, el que más al frente estaba, recibía disparos de cinco de las torretas, lo que lo volvió más propenso a sufrir deterioros.

    Con tantos impactos de bala tan seguido, el motor interno empezaba a sobrecalentarse, mientras que las paredes exteriores perdían resistencia en el blindaje. En pocos segundos, humo empezó a salir del interior del tanque para que todos lo pudieran ver. Los garak y xaromitantes se horrorizaban al ver como su vehículo terrestre estaba por ser destruido, mientras que los edagrianos lo vieron como la oportunidad para sacarles ventaja.

    — ¡Qué explote ahora! — gritó la comandante edagriana.

    — ¡Mierda, disparen al vehículo terrestre y retírense! — fue la respuesta del garak que ostentaba el mismo rango.

    Las tropas que se movilizaban por tierra empezaron a correr en la dirección opuesta al conflicto para poder escapar, mientras que los tanques que más cerca estaban dejaron salir disparos contra el tren que tenían en frente. Los operadores creyeron que podrían desbaratar la estructura de metal golpeando los vagones, por lo que los disparos fueron dirigidos hacia esa zona. Sin embargo, más allá de una ligera sacudida, que detuvo por unos dos segundos los disparos de las torretas, el tren no cedió debido a la resistencia de su blindaje externo.

    — ¡Huyan, no hay nada que hacer contra eso! — gritó el comandante de los garak mientras empezó a correr.

    — ¡Wida, Lankir, corramos delante de Xorxaik para escapar! — Terrior quería mantenerse a salvo junto a ellos — ¡Xorxaik, dispara y retrocede para cubrirnos!

    — A la orden — contestó el robot mientras apuntó y empezó a abrir fuego contra las torretas.

    Tras haber recibido un daño acumulado tan serio, el tanque garak que fue el primer blanco de las torretas terminó explotando, causando que varios trozos de metal que se prendieron fuego saltaran por los aires, golpeando y matando a algunos de los soldados que terminaron recibiendo aquel impacto.

    Los garak, asustados todavía más si cabía, corrieron lo más que pudieron mientras los tanques los cubrían. Un edagriano, invadido por la felicidad de ver que el tren armado era mucho mejor en batalla que los tanques enemigos, se distrajo cuando quiso apuntar en contra de otro de los tanques, momento en el que Xorxaik empezó a disparar en su contra. Varios disparos del robot dieron contra la torreta, pero el ser de metal no tardó en encontrar pronto el blanco que buscaba, y logró perforarle el cráneo con sus balas, provocando que cayera muerto de espaldas y soltando la torreta.

    La comandante de su grupo, al ver eso, centró su vista en el robot, sin poder identificarlo como un ser vivo. Sin embargo, eso no le era importante para ella en ese momento. Con un grito suyo, los edagrianos que la acompañaban abrieron fuego en contra de Xorxaik.

    El robot creado por Allecreod recibió esos impactos de bala que eran demasiado potentes. Pese a la resistencia de su metal, lo que protegió sus circuitos internos de recibir daño grave que pudiera dejarlo sin funcionamiento, la inercia del empuje recibido hizo que se tambaleara un poco al retroceder varios pasos, cosa que dejó a uno de los xaromitantes al descubierto.

    — Te tengo — la comandante pudo apuntar mejor contra uno de los que estaba en retirada.

    Con Xorxaik apartado a la fuerza del lugar, a la edagriana no le fue difícil apuntar en contra de Terrior, quien no tenía idea de que Xorxaik había sido empujado y movido de la posición que le daba seguridad. Teniéndolo a tiro, la edagriana gritó al disparar una ráfaga de diez balas que impactaron en la zona media del cuerpo del xaromitante. Debido a la potencia de los tiros, y también al hecho de que su piel no era demasiado resistente, el cuerpo de Terrior se partió a la mitad cuando los diez impactos de bala destruyeron su armadura, su piel y sus huesos.

    En plena carrera para ponerse a resguardo, Terrior lanzó un grito desgarrador mientras su cuerpo fue cortado desprolijamente en dos pedazos, cayendo su cintura y sus piernas en la posición en que estaba, mientras que su torso, brazos y cabeza salieron disparados unidos hacia el frente.

    Su cuerpo se puso delante de la dirección en que Lankir y Wida corrían, por lo que ambos vieron horrorizados esa escena, sobre todo Lankir, quien no podía creer que su padre hubiera sido brutalmente masacrado de esa manera. Una tristeza profunda lo invadió al ver su rostro inmóvil, producto de haber sido alcanzado y asesinado por los disparos de las torretas. Pronto, un grito no tardó en salir de su boca.

    — ¡Papá! — el joven no creía posible que su progenitor hubiera sido asesinado — ¡¿Cómo es posible?!

    — ¡Lankir, cuidado! — Wida, abrumada totalmente por esa escena, eligió mirar hacia atrás.

    La acción de la xaromitante terminó por ser la salvadora de ambos. Cuando Wida giró su cabeza para ver a sus atacantes y así apartar la mirada del cuerpo de su líder y padre de su amigo, pudo ver como Xorxaik caía al suelo producto de la lluvia de balas que los edagrianos le hicieron caer sobre su cuerpo. Viendo que estaban expuestos y que podía ser su turno, la xaromitante tomó a Lankir en sus brazos y saltó hacia un costado, poniéndose a resguardo de los tiros mortales junto con los garak.

    Ese movimiento imprudente generó que algunos de los garak que iban corriendo para alejarse de la zona terminaran tropezándose con los cuerpos de los xaromitantes, lo que provocó la furia del comandante y de algunos soldados que se acercaban a ayudarlos.

    — ¡¿Por qué saltaron de esa manera?! — gritó mientras les tendía la mano a los suyos.

    — ¡Tuvimos que saltar para evitar morir! — Wida se levantó primero para ayudar a su compañero — ¡Hay que salir pronto de aquí!

    — ¡¿Por qué tu novio no se está moviendo?! — uno de los garak notó que Lankir estaba quieto en el suelo.

    Wida, ya de pie gracias a su fuerza de guerrera, se inclinó un poco y pudo ver una mirada de miedo en el rostro de Lankir, que no podía reaccionar moviendo su cuerpo. Ella supo que haber visto a su padre morir de una forma tan visceral frente suyo lo habría dejado muy afectado. La guerrera xaromitante también se encontraba igual, pero era consciente de que debían llorar a Terrior en un lugar seguro. Fue por eso por lo que pasó sus brazos por debajo de los de Lankir y lo levantó para ponerlo a correr.

    — ¡Lankir, reacciona! — la chica no quería arrastrarlo al huir — ¡Tienes que huir de aquí! ¡Esa fue la orden de tu padre!

    — ¡Mierda! — Lankir dejó salir un grito ahogado al mirar en el lugar donde se encontraban las dos mitades del cuerpo de su padre — ¡¿Por qué ha tenido que pasar esto?! — algunas lágrimas empezaron a caer en el rostro del xaromitante.

    — ¡No hay tiempo para quedarse, avancen, los tanques no son indestructibles!

    Uno de los garak gritó desde atrás de ambos y les pegó un fuerte empujón, con el que tanto Wida como Lankir empezaron a moverse al frente para así poder escapar de la zona. Adoloridos, ninguno de los dos podía aceptar la idea de que Terrior, el líder que todos los demás en su especie y esperaban por su regreso en casa, había fallecido en ese ataque, tal y como ocurrió con Magnus hacía minutos atrás.

    Wida supo que lo mejor que podía hacer era no mirar atrás, mientras que Lankir quiso aprovechar esa oportunidad para ver los restos de su padre por última vez, creyendo que los edagrianos no respetarían los restos de su cuerpo. Con un gran dolor en su interior, y lágrimas cayendo desde sus ojos para cubrir su rostro al completo, el xaromitante veía como los dos pedazos en los que quedó dividido el cuerpo de su padre se alejaban más de su vista mientras sus piernas lo sacaban del campo de batalla.

    Xorxaik, quien, tras ser derribado por la potencia de las armas equipadas sobre el tren, seguía recibiendo disparos, y sabía que lo terminarían por destruir si no hacía nada para huir del sitio. Su memoria digital pronto le hizo recordar una situación que experimentó hace meses, cuando Thomas fue capaz de dejarlo inoperativo tras recibir tantos impactos de bala.

    — No volverá a repetirse — como si tuviera una consciencia real, Xorxaik pasó a la acción.

    Conforme pudo, apoyó su espalda metálica en el suelo y extendió ambos brazos para dejar salir una lluvia desencadenada de disparos en contra de las torretas, los cuales sirvieron para que los edagrianos cesaran los tiros al tener que cubrirse tras el metal que podría soportar tiros con tanta fuerza. Esos fueron los segundos que Xorxaik aprovechó para ponerse de pie ágilmente con el movimiento de sus extremidades robóticas, para finalmente, huir del sitio corriendo a la máxima velocidad que podía alcanzar.

    Uno de sus sensores visuales llegó a cuerpo de Terrior, cortado a la mitad. Pese a que sabía que a los seres de carne y hueso les era imposible vivir en esas condiciones, el robot hizo un escaneo sobre el cadáver.

    — Ha perdido su vida unos dos segundos después de que su cuerpo se partió, y solo bastaron diez impactos de bala para lograrlo — un diagnóstico rápido lo ayudó a esclarecer las cosas — Guardando información del suceso para futuro análisis estratégico.
     
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    Manuvalk

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    Saludos amigo, ha sido un grandísimo capítulo, como lo suelen ser todos. Ha sido una lástima que no hallamos coincidido para leer en simultáneo por Discord, pero será el finde que viene si todo va bien. Dicho esto, pasaré a comentar lo más destacado:

    Inicia el capítulo con el descenso de la nave en la que están Michael, Alicia, Gina y Noak junto a soldados y médicos. El objetivo es instalar un campamento seguro para que los médicos puedan atender posibles heridos conforme avance la batalla, lugar donde se quedarían los ex de Black Meteor, mientras que los dos de Zenith irían a la lucha posteriormente. En la zona donde aterrizan vemos que un escuadrón garak comandado por Kila se está abriendo paso por una de las tantas ciudades edagrianas, y con el apoyo de los soldados humanos recién llegados, logran superar ese combate y avanzar. Quiero hacer una mención especial para Kila y los garak en general: DAIS ASCO :v. En serio, son muy repelentes con sus ridículos comentarios de mierda que realmente sobran y mucho en ese contexto. Ya me caen mejor incluso los ryfier, hasta hace poco enemigos. Deseo de verdad que los garak se vayan a la mierda y no aparezcan más en la historia después de esta guerra, la cuál espero que ganen, obvio.

    Acto seguido pasamos a ver al equipo de Asmir, en el que está Allecreod. Ambos están retrocediendo porque los edagrianos usan unos fuertes escudos como protección, pero tan pronto como aparecen los soldados ryfier comandados por Cadain, el combate se decanta hacia los aliados. Tras esto, los líderes hablan acerca del suceso con Magnus (la poca sensibilidad que muestran los garak y Asmir me repugna, no quiero explayarme más con eso, pero como dije antes, me dan asco, parecen niños) y se disponen a seguir hacia delante cuando escuchan un fuerte mensaje por una especie de altavoz o megafonía, el cual indica que el ejército edagrianos liderado por Arion va a pelear y que se va a evacuar civiles, no sin antes añadir un dato que confirma a oídos de Allecreod y el resto que Hark está muerto. Has hecho bien en que ese detalle salga pronto porque de otra forma sería difícil para nadie enterarse de la muerte del líder edagriano.

    Después vemos a el escuadrón que comanda Ace, con Agustina y Faron, sumándose al que portaba el fallecido Magnus, ahora con Natasha de líder y Abel detrás. Ambos grupos deciden que es momento de atacar, aunque no cuentan con la vanguardia de los tanques garak, pero sí la de las bestias de Flientig. Estas bestias son la avanzadilla del grupo, portando consigo un collar que sirve para que Ace les dé ordenes a larga distancia. Abel supone que ha sido hecho por su ingeniero Nick y no puede evitar sentirse orgulloso de que un ingeniero suyo y un soldado suyo sean las principales bazas de ese equipo. Y la verdad es que tiene razón, hay que reconocerle que de BM han salido pocos soldados o gente que merezcan la pena, pero los pocos que sí la merecen, son top. Ace y Natasha son excelentes soldados y Nick demuestra ser un ingeniero muy capaz. Vemos que el ataque está siendo feroz y efectivo por parte de las bestias, pero pronto el ruido de motores da a entender que el ejército edagriano se aproxima, por lo que Ace decide que es momento de retirarse, al no conocer la potencia de esos vehículos y su peligro. Las bestias servirán como escudos vivos que se sacrificarán en caso de recibir daño.

    Pasamos a ver a Varlim, quién acude a reencontrarse con su amante y hermano Arion, quién la espera en una especie de sala de control (por así decirlo XD). Ambos se funden en un apasionado beso (espero que sea el último que se den) y hablan acerca de que ellos no tienen los tanques garak, pero cuentan con algo llamado tren solar (wtf, ya quiero ver eso). Tras esto, ambos líderes de su especie tras haber envenenado a su padre se preparan para ir a pelear, no sin antes ver algo extraño en los monitores. Algo que dispara pero no es de ninguna de las cuatro especies que pelean unidas. Automáticamente mi mente ha ido a Xorxaik, porque las bestias no disparan XD. Espero que ese robot les parta el culo a todos los edagrianos posibles :v.

    Finalmente, vemos al equipo de Terrior, Lankir, Wida y Xorxaik, contando con un escuadrón de garaks extras. El robot demuestra ser un portento en la batalla, hasta que tras haber salido victoriosos, ven venir el famoso tren solar, el cual tiene equipadas varias torretas de gran potencia. Pronto, lo que antes era júbilo por la victoria se convierte en una lucha por huir del lugar. Lastimosamente y sinceramente, viéndose venir, Terrior muere al ser alcanzado por los disparos de una de esas torretas, despedazándolo. Una escena dantesca que presencia su hijo Lankir, quién en shock, no se mueve en un principio. Wida logra hacer que se mueva para huir, mientras un Xorxaik que está siendo apabullado a balas parece tener más conciencia de lo que parecía y se asegura que no volverá a pasarle algo así, por lo que devuelve el fuego y se levanta para huir, no sin antes escanear el cuerpo de Terrior partido a la mitad. Su frase final me genera ciertas dudas y preocupación, porque, ¿para qué guardar eso como "información del suceso para futuro análisis estratégico"? Espero equivocarme, pero que Xorxaik tenga conciencia propia puede ser bueno por un lado pero malo por el otro, si es que quiere dejar de recibir órdenes. Sea como sea, muero por ver que nos depara el próximo capítulo.

    Será hasta el próximo finde, amigo mío. Disfruta de tus vacaciones y nos vemos pronto. :kuku:
     
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