Ciencia ficción La Gran Catástrofe - Un Soldado Recuerda

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 22 Febrero 2020.

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  1. Threadmarks: Zion – Compromiso con el futuro
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe - Un Soldado Recuerda
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    5316
    Saludos a Resistance y a Zurel y a cualquiera que haya estado leyendo la historia desde las sombras. Ya estamos a punto de terminar con esta pequeña historia para profundizar más en los personajes de LGC, siendo este el penúltimo capítulo. Originalmente, este iba a ser el segundo capítulo, pero sentí que debía esperar un poco más para que sea publicado, así que quedó como el ante último, vaya giro XD.

    Sin más que decir, los dejo con la lectura. Ojalá lo disfruten.




    Zion – Compromiso con el futuro:

    En una sala de espera de un hospital, el comandante Zion Stones estaba sentado sobre uno de los banquillos individuales. Su cabeza descansaba sobre sus dos brazos, haciendo un intento por no dormirse, puesto a que esperaba noticias importantes. El lugar era un completo caos. Gente a cada hora entrando en camillas al hospital. Cada segundo que pasaba, alguien nuevo entraba, y nadie salía. Algunos eran llevados a salas de urgencias, otros con más suerte eran llevados a salas normales, y algunos otros eran llevados a la morgue del hospital. De vez en cuando, el comandante miraba a su alrededor y veía a los ingresados al edificio. Algunos se veían en un estado muy deplorable, mientras que otros solamente portaban una pierna o un brazo roto.

    En medio de sus pensamientos, un hombre se acercó a él, tocando su hombro para llamar su atención. El comandante lo miró y supo de quien se trataba.

    — ¿Alguna novedad? — preguntó, mientras le entregaba un vaso descartable con café.

    — Ninguna, y no sé qué tanto pueda seguir despierto — decía mientras aceptaba el vaso descartable — Gracias, Roger.

    — De nada, amigo — contestó el otro hombre, comandante al igual que él, mientras se apoyaba en la pared, dado a que no quería ocupar un asiento cuando él no tenía a ninguno de sus familiares en el hospital — Tú descuida, vas a ver que todo saldrá bien.

    — Eso espero — una lágrima empezó a caer el su rostro cuando se dio cuenta de que llevaba ya una hora y media sin noticias — No puedo perderlos. Los necesito conmigo.

    — Debe ser una situación muy jodida, no te voy a mentir — Roger no sabía cómo tratar a su amigo, puesto a que él no conocía por lo que pasaba — Pero esta pesadilla pronto terminará.

    — Solo esperemos que no empiece otra — Zion no encontraba consuelo — No puedo creer que no estuve con ellos. Y todo para nada. Nuestra misión era proteger al presidente de la gente, y al final, lo terminó aplastando uno de esos meteoritos. De haber sabido que eso iba a pasar, me habría quedado con ellos. Solo desearía haber estado ahí. Sé que podría haber hecho algo.

    — Nuestro trabajo puede ser una mierda cuando la persona equivocada está al mando — Roger apoyaba la mano sobre el hombro de su amigo, intentando consolarlo — Por eso es importante que nuestro próximo líder sepa lo que tiene que hacerse.

    — ¿Quién querría tomar el liderazgo del país después de este desastre? — Zion lo preguntó de forma retórica — Más de la mitad de la población de la Tierra está muerta, y miles de edificios fueron destruidos. Incluso aquellos que sobrevivieron, habrán perdido sus puestos de trabajo. Mientras tanto, los pocos hospitales que quedan en pie están colapsando. Y eso solo empeora las cosas.

    — Alguien va a tener que hacerse cargo — Roger no estaba muy entusiasmado al pensar en eso — La gente necesita de un líder. Y nosotros también… — hizo una pausa para mirar alrededor — Atento, viene un doctor.

    Zion y varios otros hombres y mujeres que se encontraban en la sala de espera escucharon las palabras de Roger, y prestaron atención al hombre que acababa de llegar a la sala. Dicho médico traía una tableta digital, y por la cara tan seria y lúgubre que tenía, todos se dieron cuenta de que iba a anunciar malas noticias. Todos los presentes en la sala de espera hicieron su esfuerzo por resistir, ya que un desmayo solo contribuiría a perjudicar la situación del hospital.

    Fue entonces cuando el médico empezó a hablar.

    — Lamento tener que anunciar que las siguientes personas han fallecido — el doctor habló sin querer mirar a la gente — Si conocen a la persona por favor, vengan conmigo. Y si conocen a algún pariente de los fallecidos, traten de avisarles. Sé que puede ser difícil, pero yo no puedo moverme de aquí. Encenderíamos los altavoces del lugar si tan solo tuviéramos energía suficiente. Así que, pido disculpas por esto — todos empezaron a prestar atención al médico, puesto a que un ser querido podría estar en esa lista — Friedrich Shumtzer, Karla Grenzaria, Julio Abramdsen, Tiberio Rhodal, Lana Kitzana, Rudolf Machwitz, Uliseo Francisco, e Ivana Nisaria.

    — No… — susurró el comandante Stones al escuchar ese último nombre — No… Ivana… No…

    Las lágrimas empezaron a correr por el rostro del comandante de Zenith. Su esposa había fallecido, y no tenía noticia alguna de su hijo. Pese a todo lo que pudiera pasar, la noticia de haber quedado viudo, y de no haber podido estar allí al momento en el que su casa se derrumbó por la caída de un meteorito terminó por hundir psicológicamente al comandante. Su amigo Roger le dio un abrazo, sabiendo que él necesitaría de ayuda sentimental en ese momento.

    — ¿Cómo se lo voy a decir a Wagner? — Zion hablaba con la voz rota — Solo deseo que él despierte, nada más. Pero ¿qué es lo que le voy a decir?

    — Lo lamento, Zion, realmente lo lamento — Roger, conmovido por la forma en la que se encontraba su amigo, empezó a llorar junto con él — Quédate aquí, todavía no tienen noticias de tu hijo. El doctor dijo que quería que conocidos de los fallecidos lo acompañaran, así que iré yo…

    — Gracias, Roger — contestó Zion, sin mirarlo a la cara porque no podía quitarse las manos de esta — No sé si tengo la fuerza para verla. No después de no haber estado ahí.

    — Para eso están los amigos — Roger empezó a alejarse de la sala — Te deseo lo mejor para ti y para Wagner.

    El comandante quedó solo, puesto a que todos en la sala de espera habían ido con el doctor. Esa sensación no duró mucho tiempo, ya que varias personas continuaban siendo ingresadas al hospital, y con eso, la sala de espera empezó a llenarse poco a poco. Al paso de una hora, el lugar estuvo repleto de mucha más gente que antes. Zion no volvió a ver a Roger, e imaginó que debería estar haciendo un trámite junto a otras personas para poder trasladar los cuerpos a un cementerio cercano, y siendo mucha gente, debía tardar su debido tiempo.

    La espera se volvió insoportable para él. Solamente le quedaba su hijo con vida, y no había recibido noticias de él. Quería ir a verlo para poder asegurarse de que estuviera bien, pero sabía que entrar a una sala solamente interrumpiría y estorbaría a los doctores, cosa que el comandante quería evitar. Cinco minutos después de que se cumpliera la hora y media, Roger regresó para situarse junto a su amigo.

    — ¿Qué noticias hay? — preguntó Roger, viéndolo en una buena condición a comparación que como estaba cuando lo dejó.

    — Ninguna, no tengo forma de saber cómo está — Zion decidió ponerse de pie — Si sigo sentado, me voy a quedar dormido. Siéntate si lo deseas.

    — Prefiero darle mi lugar a alguien que lo necesite más — Roger y su amigo se fueron hacia una pared para poder recostarse allí — Tu esposa ya fue trasladada, Zion. Quise pedirles que esperaran a que tú tuvieras la oportunidad de verla, pero no me dejaron. Dijeron que necesitarían la morgue para poder guardar los cuerpos de personas que tengan indicios de haber sido asesinadas para que luego se realicen las autopsias correspondientes. En este descontrol, no es raro que haya algún criminal suelto robando y matando, por lo que todas las personas que no presenten indicios de violencia física o heridas de armas serán catalogadas como muertas por derrumbe.

    — Supongo que no tiene sentido protestar ahora — el comandante odiaba el hecho de que jamás iba a tener la oportunidad de saber si su esposa murió por una contusión o por alguna falla orgánica, pero tal y como había dicho, protestar no tenía sentido.

    Ambos hombres estuvieron viendo como los doctores, además de muchas otras personas que trabajaban en el lugar, como técnicos e incluso operadores de máquinas, se movían de un lado para otro. Pasados unos cinco minutos, un doctor apareció de nuevo en la sala de espera, y parecía tener un pequeño papel escrito. Se veía que tenía que dar un aviso, pero que su tableta estaba siendo usada por alguien más.

    — ¿Alguien aquí conoce a Wagner Stones? — leía el doctor fijándose el nombre en su papel.

    — ¡Yo, yo soy su padre! — escuchar el nombre de su hijo exaltó a Zion, esperando que se tratara de una buena noticia — ¿Qué le ocurrió?

    — Ha despertado, y parece estar fuera de peligro — decía el doctor, aliviando el corazón dolido del comandante — Está asustado y necesitamos que pase a hablar con él por unos diez minutos hasta que se calme. No podemos sedarlo porque necesitamos los suministros médicos para otros pacientes.

    — Entiendo, iré enseguida — decía Zion, mirando a Roger, quien levantó el pulgar en señal de que todo iba a estar bien.

    El comandante de Zenith decidió seguir al doctor, sin la compañía de Roger, dado a que él creyó que no era necesaria su presencia, y que sería mejor que no estorbara a los médicos. Los pasos, pese a ser lentos, dado a que no se podía correr en el hospital en una situación de emergencia como esa, se sentían como una carrera para el comandante, que no podía contener las ganas de ver a su hijo. El doctor lo guio hasta la sala en donde él estaba siendo tratado, y Zion entró para poder verlo. Compartiendo la sala junto a varios otros niños y adultos que estaban inconscientes, Wagner estaba sentado, llorando y asustado.

    El hombre entró y le dio un abrazo a su hijo, quién se alegró bastante al verlo allí. En sus brazos, Wagner, como cualquier niño que tuviera miedo a los hospitales, comenzó a llorar de la alegría por estar junto a su padre otra vez.

    — Papá — decía con una voz infantil, mientras su rostro se bañaba en lágrimas.

    — Tranquilo, corazón, ya estoy aquí — Zion no quería apretarlo muy fuerte para no lastimarlo, pero pese a eso, lo abrazó con fuerza — Me alegra mucho que te hayas despertado. Tenía mucho miedo de perderte.

    — Yo tuve mucho miedo cuando no te vi aquí — decía Wagner, apreciando el encuentro con su padre — ¿Dónde está mamá?

    Zion sentía como un escalofrío recorría toda su columna cuando escuchó esas palabras. Ni siquiera él tuvo el tiempo de poder asimilar la pérdida de su esposa, y no quería darle un disgusto a su hijo apenas despertó. Sin embargo, su corazón herido no permitiría mentirle y darle a su hijo una falsa esperanza, por lo que luego de besarlo en la mejilla, decidió contarlo todo.

    — Lo siento, Wagner, pero mamá ya no está con nosotros — Zion se preparaba para contenerlo.

    — ¿Qué? ¿Cómo que ella ya no está? — el niño no podía entender lo que decía — ¿A dónde fue?

    — Se fue de nuestro mundo, Wagner — Zion no quería ser muy duro, pero necesitaba que su hijo lo entendiera — Ella no lo logró.

    — ¡No! — el niño estaba muy asustado — ¡Mamá no pudo irse! ¡Ella me dijo que no se iría! ¡¿Por qué se fue?!

    — Ella no quiso irse, Wagner — Zion tuvo que hacer todo su esfuerzo para evitar que Wagner se moviera de su lugar — Pero ya no está. No nos dejó, nos la arrebataron. Esa maldita lluvia de meteoritos nos la arrebató.

    — ¿Por qué? — las lágrimas fluían sin parar por el rostro de Wagner — Yo no le hice nada a nadie. ¿Por qué tuve que perder a mamá?

    — No lo sé, Wagner — Zion lloraba junto a su hijo — Quisiera saberlo, pero no lo sé.

    Padre e hijo se quedaron en la sala durante más de siete minutos, acompañándose en el dolor de la pérdida de una persona muy especial para ambos. Luego del lapso, Wagner se tranquilizó, más por el cansancio de la situación tan estresante que vivía que por haber asumido las cosas a conciencia.

    Luego de su breve e insuficiente momento de luto, el comandante le dijo a su hijo que debía descansar para que los doctores pudieran trabajar tranquilos, y que, si se comportaba, cabía la posibilidad de que se fueran más rápido de allí. El niño, pese a ser tan joven, comprendió lo importante que era todo eso para su padre, así que decidió hacerle caso.

    […]

    Tres días después del acontecimiento que fue conocido como La Gran Catástrofe, Zion y Wagner finalmente tuvieron el permiso para poder salir del hospital. El hombre, recientemente viudo, y su pequeño hijo fueron a la casa de Roger, dado a que la suya quedó hecha pedazos luego de la caída de meteoritos. Por la amistad que ambos tenían, Roger no tuvo problemas en dejar que su amigo y su hijo se quedaran en su casa hasta que fueran reubicados en otro lugar.

    — Te agradezco esto como no te imaginas, Roger — Zion se sentía en deuda con él.

    — No hace falta que agradezcas esto, Zion, para eso están los amigos — el comandante les permitía el paso a ambos a su lugar de residencia — Vengan, les mostraré sus habitaciones.

    Dado a que iban a quedarse por un largo tiempo, o al menos, eso era lo que creían, Wagner y Zion tuvieron que recorrer la casa en la que vivía Roger. Pese a que se le dio la opción de vivir en una base militar, este la había rechazado, dado a que había estado ahorrando para poder tener casa propia. Dicho proceso requirió de años de sacrificio, y el comandante daba las gracias todos los días por el hecho de que su casa no fuera arrasada en el evento que ocasionó la pérdida de miles de vidas humanas.

    Zion y Wagner iban a quedarse en una habitación de tamaño mediano, con paredes sólidas y espacio suficiente para tres personas. Zion supo que esa habitación había sido construida para más de un niño, dándose cuenta de que el objetivo de su amigo era buscar pareja y formar una familia. Padre e hijo dejaron sus pertenencias, las cuales eran muy pocas, sobre una de las camas; mientras que el comandante se dispuso a recostar a su hijo en la otra.

    — Papá, ¿Cuándo podremos tener una casa nueva? — Wagner preguntaba con curiosidad — No quiero ser una molestia para Roger.

    — No eres una molestia, pequeño — Roger decidió aliviar al niño — He tratado con algunos soldados sin disciplina a lo largo de mi carrera como militar. Estoy preparado para manejar invitados en casa, y al lado de muchos de ellos, tú eres un sol.

    — Nos quedaremos hasta que podamos tener una casa propia, Wagner — Zion ya lo tenía decidido — No tardará mucho, pero no será tan grande como la que teníamos antes. Espero que tengas paciencia, porque ni siquiera yo sé cuándo se dará esa oportunidad.

    — Lo entiendo, espero que no tome mucho — el niño se tapó con los cobertores — Pero hasta entonces, me voy a portar bien. Lo prometo.

    Los dos hombres sonreían, mientras veían como el niño se preparaba para dormir. Sin intenciones de molestarlo, ambos se retiraron de la habitación, para poder dejarlo tranquilo. Una vez retirados, Roger le explicó a Zion el funcionamiento de varias cosas en la cocina, las cuales no eran diferentes a las que el comandante tenía en su otrora hogar, por lo que no le llevó mucho tiempo comprenderlo.

    Una vez terminado, ambos fueron a la sala de estar de la casa. Sentado en una mesa redonda que tenía espacio suficiente para cuatro personas, Zion esperó por unos cinco minutos y su amigo apareció con dos tazas de té para compartir con él.

    — Es un niño muy bueno, debes estar orgulloso de él — Roger hablaba sobre la conducta de Wagner — Es una lástima que haya tenido que perder a su madre a esa edad. Yo tenía veinte cuando perdí a la mía, y fue difícil de soportar.

    — Siempre es difícil, pero hay que acostumbrarse — Zion le daba un sorbo a su té — El mundo no ha cambiado y siempre ha sido igual desde que era niño. La gente moría todos los días en guerras. La única diferencia entre la Gran Catástrofe y las guerras es que la Catástrofe no discriminó a nadie.

    — Y, sin embargo, tal vez haya servido de algo — Roger dijo, esperando a que Zion le preguntara por ello.

    — ¿A qué te refieres? — Zion tuvo dudas al respecto.

    — Luego de todo lo ocurrido, varios países han sufrido tantas pérdidas que se quedaron sin forma de sustentar a sus ejércitos — Roger recordaba las noticias que estuvo escuchando en esos días — Ascendency incluido. Sus tropas cruzaron la frontera de vuelta a su territorio. Ya no volveremos a lidiar con ellos en un largo tiempo.

    — Supongo que es un respiro en medio de tanto estrés — Zion se alegraba por escuchar esa noticia — ¿Ellos ya tienen líder?

    — Aparentemente — contestó Roger — Un soldado llamado Abel Hartka o algo así ha decidido tomar las riendas de su país. Y alguien de los nuestros quiere hacer lo mismo.

    — ¿Quién? — dicha respuesta intrigó a Zion.

    — Magnus Hotfire, uno de los que fue con nosotros a esa cumbre antes de que se diera la noticia de los meteoritos — Roger tomó su celular para mostrarle la noticia a su amigo — Parece que nuestro nuevo líder será alguien de nuestra propia organización.

    — ¿Por qué ellos tienen tanto interés en dirigir al país? — Zion no comprendía la razón detrás de todo — ¿Acaso les enseñaron sobre economía o leyes en la academia militar y a nosotros no?

    — Tienen asesores para esas cosas, Zion, ellos toman las decisiones basados en la información que ellos les brindan.

    — Aun así, no veo cómo poner a alguien que maneja armas al mando sea buena idea. Pero se ve que nadie más tiene las pelotas o los ovarios para hacerlo.

    — Adivinaste, amigo. Magnus ha sido el único que se ha propuesto para la tarea. No hay otra opción.

    — En ese caso, le deseo la mejor de las suertes. Porque si a él le va mal, estamos condenados.

    […]

    Los años habían pasado, y con el tiempo, bajo el mando de Magnus Hotfire, Zenith prosperó tanto como organización militar y como país. Una economía estable fue difícil de lograr, pero con el paso del tiempo, varios edificios como escuelas y hospitales fueron reconstruidos.

    Se requirieron tres años para que Zion y Wagner pudieran tener una casa propia otra vez, y tal y como el comandante había asegurado, era mucho más pequeña que la anterior. Pero él no se quejaba. Tenía un lugar donde vivir, y tenía a su hijo sano y estudiando en una academia científico militar.

    El comandante estaba esperando a su regreso, mientras preparaba el horno para cocinar carne vacuna en él. Finalmente, sonó el timbre, y el hombre supo que su niño había llegado de la escuela. Fue hasta la puerta y lo dejó entrar tras recibirlo en sus brazos. Al alzarlo, Wagner le dio un beso en la frente y un abrazo que el hombre apreció con gusto. El comandante cerró la puerta y se dirigió con su hijo a la cocina, sala que también hacía la función de comedor.

    — ¿Qué tal te ha ido, hijo? — preguntó Zion, interesado en saber todo sobre el día de quien era su razón para vivir.

    — Me ha ido muy bien, papá — el niño contestó con energía — ¿Recuerdas que siempre me preguntaste que era lo que quería? Ya lo decidí.

    — ¿Y qué es lo que quiere mi niño? — Zion supo que su hijo ciertamente cambiaría sus deseos en el futuro, pero eso no evitaba que quisiera conocerlos.

    — Quiero ser como tú, papá — dichas palabras llenaron de alegría el corazón del comandante — Un hombre fuerte, inteligente, comprensivo tal y como eres tú. Quiero conocer a una chica que sea tan buena y hermosa como era mamá, y quiero formar una familia tal y como lo hiciste tú.

    — ¿Y ya tienes en mente a una chica para eso? — Zion sonreía al escuchar el sueño de su hijo, pese a que era uno bastante simple.

    — No todavía, pero sé que en el futuro voy a conocer a la chica perfecta para mí — el niño lo decía con un entusiasmo que contagiaba.

    — En ese caso, voy a esforzarme para hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarte a construir tu futuro — Zion acariciaba a su hijo, aliviado de que decidiera seguir sus pasos de forma genuina — Es una promesa, Wagner.

    […]

    — ¿Qué les parece mi plan?

    Zion se encontraba sentado en una sala junto a otros tres hombres. Uno de ellos era Roger. El otro era un comandante al igual que él, y el cuarto hombre era nada más y nada menos que el propio líder de Zenith.

    — Deberías acelerar el proceso para conocer a los mejores reclutas de este año — Zion, el comandante de mejor rendimiento en el Zenith, dio su punto de vista — Está claro que Abel no va a aceptar tu propuesta. Jamás lo ha hecho. Esta vez no será diferente.

    — La propuesta es diferente, Stones — contestó uno de los comandantes.

    — Con todo respeto, Sable, pero es una diferencia muy sutil para mi gusto — le recriminó el comandante Stones — Alguien tan obstinado como Abel no la va a aceptar. No digo que sea mala, y probablemente, alguien que no fuera él podría llegar a un acuerdo. Pero Abel no lo hará. Sé de qué hablo.

    — Es por eso por lo que ya estoy llevando a cabo los estudios — Magnus estaba totalmente decidido respecto a su próxima decisión — Tendré a los nueve mejores soldados de la promoción actual listos para formar un equipo antes de partir a la reunión con Abel. En caso de que esto no resulte, pondré en marcha dicho plan.

    — ¿Y quién de nosotros estará a cargo de dicho grupo? — Roger quiso saber quién sería el encargado de embarcarse en una misión así.

    — He elegido a Richard Sable para esto — fue la respuesta de Magnus — Él es más “agradable” cuando se trata de liderar, y creo que es el hombre ideal para esto. Además, no me entusiasma demasiado enviar al mejor comandante del país afuera. Al menos, no cuando sé que no vamos a obtener información de esta misión.

    — Es una opción lógica, y creo que es correcta — Zion dio su punto de vista al respecto — Después de todo, Richard Sable solo está por detrás de mí. Fuera de eso, es el mejor comandante que tenemos.

    — Agradezco las palabras de aprecio, comandante Zion Stones — expresó Richard ante sus palabras — Trataré de hacer mi mejor esfuerzo.

    — Incluso aunque ustedes dos no vayan en la misión, también formaré un equipo de soldados para ustedes — Magnus informaba a Zion y a Roger sobre el futuro — Una vez que tengamos lo que nos falta, partiremos al espacio. La espera ya me está cansando, así que apenas podamos vamos a salir adelante.

    — Cuando decidí inscribirme a la academia militar, jamás esperé tener la oportunidad de partir al espacio — Zion se asombraba al ver a donde lo había llevado su viaje por la vida — Las sorpresas jamás terminan, por lo que parece.

    Una vez terminada la reunión, Magnus despidió a los tres hombres de mayor confianza y efectividad que se encontraban en su ejército. El líder de Zenith tenía que terminar sus preparativos para la reunión que iba a llevar a cabo con Abel Hartka, líder de Black Meteor, en pocos días.

    Tras haber abandonado su oficina, los tres comandantes decidieron caminar rápidamente hacia la zona de despegue de helicópteros, donde uno de ellos los llevaría desde la base en las alturas hasta tierra firme otra vez. En el trayecto, Zion no dejaba de asombrarse ante la idea de comandar a un equipo de soldados en el espacio exterior.

    […]

    El tiempo había transcurrido, y las cosas para Zenith nunca dejaron de ser complicadas. La misión de saqueo de recursos, la exploración del espacio, un ataque de un grupo de Black Meteor y un incidente ocurrido cuando uno de los soldados del equipo de Richard le diera el control de su cuerpo a un ser de una raza hostil habían dejado muy reducidos los números de militares en el Zenith.

    Desde el inicio de la misión, la información obtenida por la exploración no había aumentado mucho. Únicamente supieron que la Gran Catástrofe que arrasó la Tierra hacía más de dieciséis años había tenido lugar en otros planetas, tales como Fientlig, Garak y Berrod; ocasionando efectos diversos en todos ellos.

    Un día, meses después de haber librado una guerra en el planeta de una raza aliada conocida como los garak, el comandante Zion fue invitado a hablar con el líder del país, quien después de tantos años transcurridos continuaba siendo Magnus Hotfire. El comandante tomó un helicóptero que fue encargado de llevarlo hasta la base principal donde Magnus controlaba a todo el país.

    La escena que pese a verla varias veces jamás dejaba de maravillar a Zion estaba ocurriendo. La nave descendía para poder permitirle al helicóptero la entrada a la misma, y luego de que las compuertas necesarias se hubieran abierto, el helicóptero entró a la base. Tras su entrada, las compuertas cerraron y el helicóptero detuvo su motor. Zion bajó del mismo para poder aproximarse a la oficina donde Magnus lo estaba esperando, únicamente a él. Al llegar, tomó asiento frente a él en su escritorio.

    — Magnus, buenos días — saludó con educación, pero sin formalidad militar — ¿A qué debo este placer?

    — Buenos días, Zion — Magnus saludó de la misma forma — Seré directo para no perder mucho tiempo. La situación para Zenith en la misión de exploración del espacio en busca de respuestas no ha ido bien.

    — Bueno, eso no es nuestra culpa — Zion sentía una especie de regaño de parte de su líder — El universo es inmenso, y hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Pero las respuestas simplemente no están en donde las buscamos.

    — No he dicho que fuera culpa de nadie, solamente estaba poniéndote al corriente para que puedas entender la razón de mi decisión — Magnus contestó de forma severa.

    — En ese caso, no te interrumpiré hasta que me des permiso.

    — Debido a las acciones de Michael, hemos perdido al comandante Richard, sin mencionar a todos los soldados que él mató en el proceso — Magnus empezaba a explicar — La muerte de cada soldado me duele, y es un daño muy grande para el país, pero la muerte de un comandante sí es un tema serio. Tú te hiciste cargo de su unidad, fusionando tu equipo con el de Richard. Y si bien, eso es mejor que nada, lo cierto es que ahora hay un equipo menos para partir al espacio. Si hay dos equipos fusionados, quiere decir que hay menos equipos en el espacio exterior. Fue por eso por lo que pensé en una solución, y quiero que la escuches. Uno de los tuyos se convertirá en comandante para suplir el puesto que Richard dejó tras su muerte.

    Dicha noticia era inesperada y repentina, lo que terminó ocasionando que Zion quedara sin habla durante casi un minuto. Los soldados en su unidad eran bastante jóvenes, y si bien eso no quería decir que no fueran capaces, el comandante de Zenith no creía que fuera una opción lógica. Eso lo hizo tener dudas, y como vio que Magnus había dejado de hablar, entendió que tenía el pase libre para opinar.

    — Tendrás tus razones, pero ¿Por qué uno de mi unidad? — Zion sentía curiosidad — ¿No sería mejor nombrar comandante a uno de los soldados que tenga más años de experiencia que ellos? Quiero decir, si vas a nombrar a un nuevo comandante, vas a nombrar un nuevo equipo, ¿no es así?

    — Efectivamente, es tal y como dices.

    — Entonces, ¿por qué no lo haces de la forma que he dicho? — Zion no optaría por ese camino si él fuera el líder.

    — Piensa en esto, Zion, tus soldados ya tienen experiencia en el espacio — Magnus empezó a explicar su punto — En cambio, los soldados de la Tierra, por más experiencia que tengan, jamás han estado en el espacio. Eso quiere decir que, si nombro a un comandante entre los soldados de la Tierra, y luego le doy un grupo de soldados, estaré mandando un grupo completo sin experiencia al espacio. Sé que el día que todos partieron, ninguno tenía experiencia, pero eso no era necesario, porque no teníamos una fecha límite para encontrar las respuestas. Enviar a inexpertos al vacío del universo no supone una buena estrategia para mí. Por eso quiero que nombres como comandante a uno de tus soldados. A él le asignaré tu puesto, por lo que dirigirá a tu unidad. Tú serás asignado como comandante de otro grupo de soldados. De esa forma, tendré a alguien sin experiencia como comandante, pero con experiencia en el espacio, liderando a sus compañeros, con quienes ya tienen una relación formada.

    — Y del otro lado estoy yo para que mi experiencia ayude a los nuevos reclutas que se unan a la misión — Zion ya supo por dónde iba su líder.

    — Has comprendido mi plan — dijo Magnus, agradecido de no tener que repetir su explicación por segunda vez — La pregunta es, ¿lo ves viable?

    — Tu lógica no es la mejor de todas, y hay cosas que no me terminan de gustar — Zion mostraba sinceridad, ante todo — Pero para las circunstancias actuales, no soy capaz de pensar en algo mejor, y no has tenido una mala idea, precisamente. Así que, te doy mi apoyo en esto.

    — En ese caso, te doy la tarea de que elijas a uno de los tuyos para que tome el mando — Magnus suponía que Zion elegiría a su hijo — ¿Vas a optar por Wagner como primera opción?

    — Wagner ha tenido un excelente rendimiento en las misiones que ha hecho conmigo, pero he leído los informes de las misiones en donde participó Ace — Zion puso una balanza en su mente para decidir — Si bien no lo he visto, sé que él tiene muchos méritos en lo que a misiones se refiere. Incluso pudo matar al comandante Morris Grant de Black Meteor.

    — ¿Por quién te decides? — Magnus no quería apresurarlo, pero tenía que hacerle saber que el tiempo no era infinito.

    — Wagner es mayor en edad, lo que significa más experiencia para él — Zion tenía esa idea respecto a su hijo — Sé que Wagner es más fuerte que Ace, pero lo cierto es que Ace no es alguien a quien subestimar. Y cuenta con un plus que Wagner no tiene. Conoce de primera mano el modus operandi de Abel y Black Meteor. En un hipotético caso donde el equipo se encontrara con ellos en algún planeta, Ace sería más eficiente que él. Pero eso es un caso particular, y bastante improbable. Pese a eso, no creo tener motivos para considerar a Wagner como mejor que Ace.

    — Estoy seguro de que Wagner y Ace serán comandantes al mismo tiempo en el futuro — Magnus quiso ayudar a Zion a decidir — Pero ahora mismo, solo precisamos a uno. Así que, será mejor que busques una forma de decantarte por uno de ellos, Zion.

    — No es tan sencillo, Magnus, y tú lo sabes — el comandante no apreciaba del todo esa presión que Magnus ejercía sobre él — Tú ya estás acostumbrado a esta clase de cosas, pero yo no. Esta decisión que voy a tomar tendrá efecto en el futuro de nuestra misión y de nuestro país.

    — Por eso te elegí a ti para tomarla, Zion — Magnus reconoció que estaba presionando demasiado, por lo que buscó aliviar tensiones — De todas las personas que conozco, eres la que más se ha comprometido con nuestro futuro.
     
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    Manuvalk

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    Hola amigo, debo decir que ha sido uno de los mejores capítulos especiales que he leído y encima de un personaje al que admiro. No quiero explayarme mucho, pero me ha encantado.

    Aquí hemos podido apreciar los primeros días de la catástrofe y ha estado genial ver el caos ocurrido y lógico, se ha sentido muy agobiante y te felicito por eso. Más allá, debo admitirme que ha sido muy emocional el comienzo, con un Zion destrozado por la muerte de su mujer y el temor de perder a su hijo pequeño. Sin lugar ha dudas, ha sido totalmente emotivo. Roger ha aparecido y se conocía poco de él y su personalidad, pero es un personaje que aquí se ha desarrollado algo más y verlo ha sido bueno. Me ha gustado y me entristece su muerte en la historia principal; es uno de esos personajes que podrían haber encajado bien ahí.

    Ver a Zion en la historia principal cómo únicamente comandante y en contadas veces padre ha hecho que tenga una percepción de él muy seria, pero aquí se ha visto mucho más a un padre que a un comandante, cosa que se agradece y demuestra que no es una persona que viva completamente para el trabajo. Ya se sabía en la historia principal, pero aquí, Wagner confirma que quiere ser cómo su padre en todos los aspectos. Debo decir que me parece lógico y que va por buen camino.

    La charla entre Magnus y sus tres mejores comandantes ha estado muy bien. Ver a Richard, Roger y Zion juntos ha sido increíble aunque no fuese en acción, son grandes comandantes. Quiero destacar que me encanta cómo los especiales y la historia principal se entrelazan entre todos los personajes, sin lugar a dudas, es algo que me fascina. Estás formando un universo magnífico y perfectamente entrelazado.

    Finalmente, ha sido interesante ver a Magnus y Zion hablar sobre el nuevo comandante. Parece que Wagner y Ace eran desde el principio las propuestas del líder de Zenith y Zion tiene dudas totalmente lógicas, se trata de dos jóvenes muy buenos en lo suyo, pero jóvenes al fin y al cabo, para un puesto que requiere de mucha experiencia en todos los ámbitos. Me preguntó cómo acabará eso en la historia principal y quién ocupará ese puesto (me imagino que Michael ahora podría ser una opción).

    Sin nada más que decir, esperaré el próximo y creo que último especial con muchas ganas. Éste capítulo ha sido genial. Hasta pronto.
     
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    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    Finalmente le ha tocado a Zion tener su especial, y no me ha decepcionado. Es bueno conocer un poco del actual comandante del Zenith.

    Ver a Zion sufriendo por la pérdida de su esposa, una vez el doctor le informó que había fallecido. Me hizo recordar de alguna forma a Edmund. Lo único que diferenció ese momento fue que Zion fue informado por un doctor, y Edmund por un militar. Pero el caso es que me hizo recordar esa escena, y la verdad me dolió lo que Zion estaba viviendo en ese momento.

    Zion siempre me pareció un hombre muy serio, incluso como padre, pero la realidad es que es un hombre muy cálido cuando está a solas con su hijo, y ver esa faceta en este especial, donde Wagner está pequeño, me hace pensar que no es un robot que solo vive para obedecer órdenes.

    La aparición de Roger fue una sopresa, pese a que estaba seguro de que aparecía en el especial de Zion. En la historia principal, Roger me pareció un personaje plano, que no se supo mucho más de él, más allá de que dirigía un grupo de soldados a su cargo y que compartía una cierta relación de amigos con Zion. Pero verlo aquí, ha hecho que Roger dejara de verse plano. Vemos que Roger era un hombre que queria formar una familia y que incluso tenía su casa propia para tal fin, sin embargo, el destino o su trabajo, no le dio esa oportunidad. Ahora que sé un poco más de él, siento lástima por lo que le ocurrió en la historia principal.

    En cuanto a la charla que tuvo Zion y Magnus, admito que me sorprendió que el comandante no diera por sentado que Wagner era el más indicado para el puesto de comandante. Por lo visto, Zion tenía a Ace en la mira desde tiempo atrás. Asumió que Ace estaba a la altura de Wagner, y eso causó su indecisión. Ahora con todo lo que ha pasado, Michael sería una opción, pero no estoy seguro. Todo puede pasar y espero saberlo pronto.

    Por el momento, eso es todo. Un saludo, y hasta la próxima.
     
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  4. Threadmarks: Lathan - Solo y necesitado
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe - Un Soldado Recuerda
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    5961
    Saludos a Resistance y a Zurel quienes prácticamente han estado leyendo esta historia desde el día 1. Como estoy teniendo una agenda algo apretada para mañana, creo que lo mejor será simplemente que publique el capítulo ahora, ya que no sé si el lunes me pasaré al foro. Mejor prevenir que lamentar XD.

    Sin mucho más que decir, este será el último capítulo "especial" por así decirlo. Espero que les haya gustado ver un enfoque más profundo de las problemáticas que los personajes han estado enfrentando a lo largo de la historia. Déjenme decirles que, este capítulo no tendrá un "cierre" como tal. En el primer comentario que hice antes del capítulo 1 lo dije:

    Todos los conflictos que se ven aquí apuntan a tener una resolución en la historia principal, por lo que no se sientan desilusionados si el final no es como ustedes lo esperan. Además, tras el capítulo, dejaré una lista de preguntas que me gustaría que respondieran. Sin más que decir, los dejaré disfrutar la lectura.



    Lathan – Solo y necesitado:

    Las gotas de lluvia caían, lo que hacía imposible para los niños del orfanato poder jugar en el patio en el que usualmente lo hacían. Era una lluvia bastante fuerte, y no daba señales de que fuera a parar pronto. Cinco niños muy pequeños, donde el mayor no debía tener más de ocho años, se encontraban detrás de una puerta que daba salida al área de juegos. Viendo que no tendrían la posibilidad de salir a jugar, los niños decidieron meterse a sus habitaciones.

    Uno de ellos entró a la suya, la cual solamente tenía una cama con una sola sábana encima. No tenía almohada, y lo único que había en su mesita de luz era una lámpara que no funcionaba, por eso, el niño la mantenía desconectada. Aburrido dado a que no tenía juguetes a su alcance, se recostó sobre su cama para mirar el techo y escuchar la lluvia. Rogaba por el momento en el que se detuviera, para así poder salir a jugar con los otros niños.

    De pronto, sintió ruidos llamando a su puerta. El niño se puso de pie y fue hacia la misma para poder abrirle a quien se encontrara del otro lado, pese a que la puerta se encontraba abierta. Al hacerlo, otro de los niños estaba del otro lado con dos muñecos de juguete, uno en cada mano. Lathan, el niño que acababa de recibir la visita se alegró cuando lo vio. Una sonrisa se formó en su rostro, borrando el aburrimiento que tenía.

    — Hola — le dijo el niño que había tocado a su puerta con una voz muy tímida — ¿Te gustaría jugar conmigo?

    — Sí, me gustaría mucho — contestó Lathan, alegrándose por recibir la visita del chico, dejándolo entrar a su habitación — Pasa. Me llamo Lathan, ¿y tú?

    — Yo soy Ace — contestó el niño, entrando a la habitación del niño con los juguetes — Es un gusto poder conocerte y jugar contigo. ¿A qué te gustaría jugar?

    — No lo sé, son tus juguetes, tú deberías decidir — Lathan quería ser amable con el niño — Dime, ¿quién te los dio?

    — Estaban en mis cosas cuando una señora me trajo aquí — contestó Ace ante la pregunta de su compañero — No los había sacado antes porque no me gustaría que se rompieran. Por eso te elegí a ti para jugar conmigo. Pareces ser un niño bueno y calmado — tras decir esas palabras, dejó escapar una pequeña risa infantil.

    — Gracias por haberme elegido — Lathan sonreía ante el gesto de su amigo — ¿A qué quieres que juguemos?

    — ¿Qué tal si fingimos que tú y yo somos héroes y tenemos que derrotar a un ser malvado? — preguntó Ace, al tiempo que le daba uno de los muñecos a Lathan — ¿Tienes algo que podamos usar para ser el malo?

    — Tengo algo.

    Lathan caminó hacia su mesita de luz y tomó la lámpara. Sabiendo que el foco era de vidrio y que podría romperse, lo retiró del lugar, para así evitar que hubiera vidrios rotos en el lugar. Luego de haberlo hecho, tomó la lámpara con todo y cable y la dejó en el suelo, para luego regresar hasta donde se encontraba Ace, quien lo esperaba para jugar.

    — La lámpara es un monstruo gigante, y su cable será su cola — Lathan imaginaba la forma de jugar con Ace — Nosotros seremos los héroes que tienen que vencerlo.

    — Me parece una buena idea — Ace sonreía, puesto a que admiraba la imaginación del chico — Empecemos a jugar.

    De esa forma, los dos niños iniciaron con su juego, moviendo los muñecos por toda la habitación, fingiendo que ellos eran superhéroes que estaban salvando el mundo de un villano representado por la lámpara que a Lathan no le funcionaba. Pasaron los minutos, y los dos niños se encontraban sentados sobre la cama del dueño de la habitación, teniendo tanto la lámpara como los muñecos encima. El juego era bastante entretenido para ellos.

    — ¡Golpéalo! — decía Lathan mientras golpeaba la lámpara con los pies de su muñeco.

    — ¡Ganemos la pelea! — Ace imitó la acción de su amigo.

    Luego de esos pequeños golpes, la lámpara, la cual no estaba siendo sujetada por ninguno de los dos, cayó recostada sobre el colchón de la cama.

    — ¡El mundo está a salvo! — Lathan levantó su muñeco para festejar.

    — ¡Somos los mejores héroes del mundo! — Ace hizo lo mismo que él.

    Ambos niños empezaron a reírse luego de esos gritos que habían hecho. El rato de diversión que habían tenido fue muy relajante, e incluso les hizo olvidar la tristeza que sentían cuando no pudieron salir a jugar al patio. De repente, alguien empezó a llamar a la puerta. Como los niños estaban cómodos en donde estaban, decidieron no levantarse a abrir.

    — Puedes entrar — Lathan le dejó el paso a quien estuviera golpeando.

    Entonces, uno de los otros niños que vivía en el orfanato, entró al lugar. Dicho niño era mucho mayor que ambos. En aquel momento, Lathan tenía cuatro años, Ace tenía cinco y el niño aparentaba tener unos ocho o nueve aproximadamente. Era más alto y también más grande que los dos. Atraído por el ruido y los gritos, el chico decidió acercarse.

    — ¿Qué están haciendo? — preguntó el recién llegado.

    — Estamos jugando a que somos héroes — decía Ace mientras le mostraba uno de los muñecos que tenía en la mano.

    — ¿Por qué no me invitaron? — preguntó el niño mayor, algo molesto.

    — Porque solamente tengo dos juguetes, solo nosotros dos podíamos jugar — Ace contestó, pensando que eso calmaría al niño.

    — ¿Y por qué yo tengo que aburrirme y ustedes sí se pueden divertir? Yo soy mayor que ustedes.

    — Ya te lo dije — Ace no entendía que era lo que el niño quería — Solo tenemos dos juguetes.

    — ¿Ah sí? — preguntó el niño.

    De forma repentina, el niño estiró su mano para tomar el muñeco de Ace. Este, sabiendo que quería quitárselo, quiso resistirse, pero la fuerza del otro niño era mayor a la suya, y tras un pequeño forcejeo, el otro niño le arrebató el muñeco. No conforme con eso, le dio un puñetazo en el ojo. Al ser varios años más chico, Ace sintió el golpe muy fuerte, y su ojo se puso rojo al mismo tiempo que empezaron a salir lágrimas de él.

    — ¿Solo tienes dos? — preguntó el niño de forma muy agresiva, tanto que Lathan se asustó.

    El niño dejó caer el muñeco al piso, y luego, levantó su pie para pisarlo unas tres veces hasta que, con la fuerza de sus pisadas, lo terminó partiendo por la mitad, rompiéndolo en el proceso.

    — ¡No! — Lathan se asustó al ver eso.

    — ¡Ahora solo tienes uno! — dijo, centrando su vista en el otro niño.

    El mayor de los tres se acercó a Lathan, que retrocedió hasta que ya no pudo más por chocarse con la pared, y fue así como empezó a forcejear mientras el abusivo trataba de quitarle el juguete. Sin poder hacer nada mientras el niño que lo superaba en edad lo golpeaba, Lathan terminó soltando el muñeco.

    El niño se puso de pie sobre el piso para hacer lo mismo con el otro juguete. Lathan, queriendo evitarlo, se levantó para detenerlo.

    — ¡Déjalo, es el juguete de Ace! — Lathan se levantó para empujarlo.

    Pero sin poder hacer mucho, cuando Lathan se acercó, el otro niño le dio un rodillazo muy fuerte en el estómago. Lathan cayó de rodillas al suelo, mientras con las dos manos se sujetaba con dolor la zona golpeada, al tiempo que empezaba a llorar por el dolor. Ace miró bien la escena, y quiso atacar al chico por la espalda aprovechando que estaba distraído. Cuando se acercó, lo empujó con los dos brazos, pero dado al tamaño, no lo pudo mover más de pocos centímetros. Entonces, el otro chico se dio la vuelta y lo empujó a él. Por la fuerza del empujón, Ace chocó con la pared, y eso hizo que se golpeara la cabeza y quedara en el suelo.

    Una vez se encargó de ambos, el chico levantó los pies y empezó a pisar el último muñeco de juguete hasta que lo partió a la mitad, igual que el otro. Luego de eso, se empezó a reír.

    — Ahora no tienen nada — decía mientras se iba del lugar — Si yo me aburro, ustedes también se van a aburrir.

    Tras decir esas palabras, el chico se fue del lugar, cerrando la puerta de la habitación de Lathan detrás de su paso. Este último miraba desde el suelo como Ace se levantaba y tomaba los restos de los muñecos. Con cuidado, puso las mitades una encima de la otra, esperando que encajaran, pero no fue así. Los muñecos se desarmaron, dado a que no estaban completos. Viendo que sus juguetes estaban arruinados, Ace empezó a llorar, tanto por el dolor como por haber perdido la única forma de divertirse con Lathan.

    — Mis juguetes… — decía mientras intentaba a la fuerza que las dos mitades de sus muñecos se quedaran pegadas, pero le era inútil — Eran los únicos que tenía.

    — Perdón, Ace — Lathan se acercó a él para estar a su lado — Quise que no me lo quitara, pero era muy fuerte.

    — No, no pasa nada, Lathan — Ace miró a la cara a su amigo, quien tenía lágrimas en los ojos — Sé que querías que no te lo quitaran, y eso me gustó. Eres un buen amigo, intentaste defender a mis juguetes.

    Luego de haber dicho eso, Ace, con toda la inocencia de su ser, le dio un abrazo a Lathan, quien correspondió el gesto. El dolor que sentían se había desvanecido, pero luego de que los muñecos quedaran destrozados, ya no tendrían con qué jugar. Dado a que ninguno de los dos quiso estar solo, los dos niños decidieron que se iban a quedar en la misma habitación, hablando en un intento de buscar alguna otra forma para entretenerse mientras escuchaban como la lluvia continuaba cayendo sobre el techo del orfanato.

    […]

    Pasaron tres semanas desde aquel incidente, y todos los niños del lugar, entre ellos Ace y Lathan, veían como el niño que los había atacado mientras jugaban se iba con una familia conformada por un matrimonio sin hijos. Era la primera vez desde que estaban allí que veían como alguien era adoptado, por lo que no entendían casi nada del proceso, pese a que las personas que trabajaban en ese lugar les explicaran lo que les esperaba estando allí.

    Una vez que el niño se retiró, los dos amigos marcharon al patio exterior del lugar para jugar. Otros chicos se unían, pero no a ellos. Cuando quedaron solos, Ace le dijo algo a Lathan.

    — Tal vez debí haber esperado hasta que él se fuera para sacar los juguetes — le decía Ace, mientras su amigo lo miraba.

    — Me alegra que se haya ido — Lathan respiraba tranquilo — Ojalá lo traten mal. Ojalá alguien le rompa todos sus juguetes.

    — Cuando le dijimos a la señora, ella dijo que pronto llegarían juguetes nuevos para todos, pero todavía no llegaron — Ace recordaba algo que una de las mujeres del lugar le había dicho — Si vuelve a llover, no tendremos nada con qué entretenernos.

    — Quizá debimos haber hecho menos ruido, y él no habría venido a molestarnos — Lathan se lamentaba por eso — No es justo. Nos estábamos divirtiendo juntos, y él lo arruinó todo. Creo que debiste haberlo elegido a él. Si lo hubieras hecho, tendrías tus juguetes.

    — No, no quería hacer eso — Ace contestó, sorprendiendo a Lathan con lo que decía — Él era malo. No merecía que yo fuera a jugar con él. Tú eres un buen amigo, Lathan. No estoy triste por haber elegido jugar contigo. Te quiero.

    Igual que aquel día, las palabras de Ace formaban una sonrisa en el rostro de Lathan, quien, agradecido por las cosas que le dijo su amigo, se le acercó para darle un abrazo. Ace sonreía mientras lo recibía. El niño estaba muy feliz con aquel gesto. Había perdido sus dos muñecos de juguete, pero había ganado un amigo muy bueno. Con cada momento que pasaba, la amistad entre los dos niños empezaba a aumentar.

    […]

    Con el paso del tiempo, los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. Varios otros chicos nuevos llegaban al lugar, al mismo tiempo que otros se iban. Sin embargo, llegó un momento en el que los chicos dejaron de llegar y de irse, y el número de niños en el orfanato se mantuvo invariable por un largo tiempo.

    Un día, el cual los chicos creyeron que sería como cualquier otro, todos estaban jugando en el patio. Cada uno se encontraba junto a su grupo de amigos. En el caso de Lathan, él solamente se encontraba con Ace. Con él solo le bastaba para poder pasarla bien. Ambos se encontraban jugando, dándose palmas con las manos y tratando de decir palabras complicadas al mismo tiempo que lo hacían.

    De repente, un hombre adulto al que nunca habían visto entró por la puerta que conectaba el exterior con el interior del edificio. Como era un desconocido, todos ellos se le quedaron mirando, esperando para ver si ese hombre iba a decir o a hacer algo.

    — Hola — el hombre los saludó a todos — Me llamo Morris. He venido aquí para jugar con ustedes — mientras decía unas palabras, el hombre dejó ver un bolso que traía consigo, y los niños creyeron que tendría juguetes allí — Díganme, ¿les gustaría participar de esos juegos?

    Lathan y Ace pensaron en lo mismo al momento de oírlo. Creyeron que aquel hombre que había llegado era el responsable de traerles juguetes nuevos para reemplazar los juguetes antiguos que fueron rotos hacía ya mucho tiempo. Con una timidez producto del miedo que sentían a ese desconocido, los dos niños se acercaban al mismo tiempo que los demás. Una vez que estuvieron cerca de aquel hombre, este los empezó a mirar más de cerca.

    — Sé que ustedes deben sentirse muy solos aquí, y es por eso por lo que quiero que hagamos una pequeña competencia para animarlos.

    — Sí — una chica dijo, estando feliz por ver que el hombre parecía ser agradable.

    — Está bien — comentó otro de los niños.

    Fue así como todos los niños vieron como aquel hombre que los había ido a visitar empezó a tomar cosas de su bolso para poder acomodarlas para poder empezar con los juegos que él había mencionado. El primer juego consistió en el lanzamiento de una pelota hacia unas botellas, donde ganaría el que consiguiera tirar la mayor cantidad posible. El segundo juego fue una carrera de una de las paredes hasta la otra, y el tercer juego consistió en el armado de un rompecabezas, donde quien lograra hacerlo en menos tiempo ganaría.

    Lathan jugó intentando ganar, pero no tuvo suerte en ninguno de los tres juegos. Por otro lado, su amigo Ace había logrado ganar en todos ellos. Lathan se puso muy feliz por eso, dado a que, pese a no poder ganar, se había divertido, y había sido su amigo el ganador.

    Tras el breve momento de juego, el hombre tomó sus cosas y se retiró del lugar, dejando a los niños solos otra vez. El rato para divertirse no duró más de una hora, pero eso no quitaba el hecho de que todos los niños lo habían pasado bien.

    — Me divertí mucho — Ace sonreía mientras miraba a Lathan — ¿Y tú?

    — Sí, fue muy divertido — el niño reía mientras le contestaba a su amigo — Espero que Morris vuelva a seguir jugando con nosotros. Me gustaría poder ganar en alguno de sus juegos.

    — Si no vuelve, me gustaría que por lo menos nos dejara quedarnos con los juguetes — Ace recordaba con tristeza el momento en el que los dos únicos juguetes que tenía fueron destruidos — Así podríamos tener una nueva forma de entretenernos.

    Dentro de pocos minutos, Morris volvió al patio. Los niños estaban felices de verlo, pero su felicidad desapareció cuando se dieron cuenta de que no traía un nuevo bolso. Eso les hizo pensar que los juegos habían terminado. Lathan y Ace, esperando que dijera algo, miraron atentamente como él se acercaba hacia el lugar en donde ambos estaban sentados. Se sintieron algo extrañados al ver que él se estaba acercando únicamente a ellos dos, y pensaron que habían hecho algo malo.

    — Ace — la voz del comandante Morris sonaba muy relajada, lo que tranquilizó al niño al momento de escucharla — Quiero que vengas conmigo.

    — ¿A dónde voy a ir? — Ace se sintió muy curioso cuando escuchó esas palabras.

    — A mi casa, conmigo — Morris lo tomó en sus brazos y lo levantó, ante la vista de Lathan — He decidido adoptarte. A partir de ahora, tú serás mi hijo.

    Lathan se sentía muy mal cuando escuchó eso. Con el paso del tiempo, tras ver como otros niños eran adoptados, él empezó a entender lo que eso significaba. Él deseaba que tanto él como Ace pudieran ser adoptados juntos, para así ya no tener que separarse de él. Sin embargo, luego de escuchar de la boca de Morris que solamente iba a adoptarlo a él, supo que se iban a separar.

    No quería mostrarse triste, ya que para Ace eso sería algo bueno, y tenía que compartir su felicidad. Pero no podía evitar sentirse mal al pensar que lo iban a separar de su único amigo hecho en el orfanato.

    — ¿Cuándo nos vamos? — escuchó como Ace preguntaba.

    — Ahora mismo — Morris lo dejó en el suelo — Tenemos un viaje largo, y quiero que, al anochecer, puedas dormir en casa.

    — ¿Puedo despedirme de mi amigo? — Lathan se sintió conmovido cuando escuchó que Ace quería despedirse de él.

    — Seguro, salúdalo, y luego ven a buscarme adentro — fue lo último que Lathan escuchó de Morris, quien luego se retiró al interior.

    Lathan no quería llorar, ya que tenía ganas de mostrarse fuerte, pero lo cierto era que la tristeza era mucha. No había forma de evitar que lo separaran de Ace. Por más que este se fuera, él tenía ganas de seguir viéndolo y poder seguir jugando con él.

    — Adiós, Lathan — decía Ace mientras lo abrazaba brevemente.

    — ¿Vas a venir a visitarme? — luego de que el abrazo terminó, Lathan quiso asegurarse de que podría volver a verlo algún día.

    — Le pediré a Morris que me deje venir aquí — Ace le mostró una sonrisa al niño — Él es una buena persona, y estoy seguro de que me dejará. Yo también quiero volver a jugar contigo.

    Lathan no cabía en sí mismo de tanta felicidad que sintió al escuchar esas palabras. Incluso aunque él y Ace ya no pudieran seguir juntos, en el futuro, tendría la posibilidad de volver a verlo para seguir jugando con él.

    — Gracias Ace — el niño lo abrazó con cariño — ¿Es una promesa? — sabía que su amigo no le iba a mentir, pero quería estar seguro.

    — Es una promesa — fueron las últimas palabras que Ace le diría.

    Ambos se dieron un último abrazo de despedida, y luego de eso, Lathan vio como Ace se marchaba al interior del lugar para poder irse junto con quien sería su padre adoptivo. Una vez que se fue, Lathan quiso sonreír, pero le costó mucho trabajo, dado a que, al poco tiempo, se había empezado a sentir solo. Supo que probablemente Ace no volvería al orfanato a jugar con él al día siguiente, e incluso dudaba de que lo vería en el período de dos semanas. Fue por eso por lo que el llanto lo invadió. Aunque supo que iba a volver a ver a su amigo pronto, el sentimiento de estar solo y de tener que esperarlo iba a ser muy difícil de superar para él. Para no estar a la vista de todos, Lathan entró a su habitación y se puso a llorar sobre la cama en la que había compartido conversaciones y un breve momento de juego junto a su amigo.

    Lo extrañaba, y pese a que acababa de marcharse, ya deseaba que regresara para poder jugar con él.

    […]

    Lathan se encontraba leyendo un pequeño libro de cuentos que alguien había donado al orfanato. El niño tuvo la suerte de que las donaciones, pese a que tardaron en aparecer, llegaron al orfanato. A cada niño se le había entregado tres juguetes en una caja y tres libros. Un libro para colorear, junto a una caja de lápices, y dos libros de cuentos. Lathan estaba recostado sobre su cama, leyendo conforme podía, dado a que no había aprendido a leer relatos bastante complicados.

    La Gran Catástrofe que acabó con la vida de sus padres terminó por cortar su aprendizaje. A duras penas había logrado aprender a leer gracias a algunas lecciones que le pagaban sus padres, pero para la poca edad que tenía, no era suficiente.

    Le resultaba frustrante leer el libro y tener muchos problemas para entender de qué se trataba. Incluso llegó un momento en el que miró los tres juguetes que había recibido, y sentía la tentación de jugar con ellos. Pero había algo que siempre lo detenía.

    — Cuando Ace vuelva, le voy a regalar dos de los juguetes — pensaba el niño — Así él ya tendrá de nuevo los juguetes que perdió hace tiempo, y yo me quedaré con uno — se tomaba una pausa para admirarlos mejor — Pero no quiero jugar con ellos hasta que él no vuelva.

    Fue así como el niño no tocó una sola vez los juguetes que le habían regalado, ya que sentía que lo correcto era esperar hasta el regreso de su amigo para poder entretenerse con ellos.

    […]

    Lathan había cumplido seis años, y luego de mucho tiempo, él solamente se limitaba a ver como otros niños del orfanato se iban adoptados por familias muy diversas, mientras que él no tenía la misma suerte. Cada vez que alguien llegaba, miraba atentamente a todos los demás y luego elegían a otro de los niños. Él siempre quedaba esperando a que su momento llegara, pero eso no sucedía.

    Más importante para él, el tiempo transcurrido se hizo muy aburrido, ya que Ace no había aparecido para visitarlo ni un solo día. Debido a su poco conocimiento, Lathan no era consciente de todo el tiempo transcurrido en realidad, pero eso no evitaba que se sintiera muy mal por no tener a su amigo para jugar con él.

    En la soledad de su habitación, el niño miraba los tres juguetes recibidos. Intactos, y a causa de ello, acumulando polvo con el paso del tiempo. Se había hecho la promesa de que no iba a jugar con ellos hasta que Ace no regresara, pero eso no evitó que no tomara a dos de los tres juguetes para examinarlos bien. El diseño de estos le gustaba mucho, y fue por eso por lo que había decidido que esos dos juguetes que sostenía en sus manos eran los que iba a regalarle a Ace.

    — ¿Cuándo vas a volver? — Lathan no podía esperar para ver a su amigo entrar por la puerta de entrada — Te extraño mucho, Ace — una pequeña lágrima caía por su ojo izquierdo.

    Lathan dejó los juguetes en su lugar, y se limpió la lágrima. Por un momento, un pensamiento serio recorrió su cabeza. Empezó a pensar que Ace no volvería para jugar con él.

    — ¿Es tan feliz que ya no quiere venir a verme? — Lathan pensó que Ace probablemente habría conocido nuevos amigos — No — pronto recordó sus últimas palabras — Él me prometió que vendría. Ace es un buen chico, él va a venir a verme.

    […]

    Los años continuaron avanzando. El paso de los tiempos frustró mucho más a Lathan. Había cumplido diez años, y en esos cuatro años que habían transcurrido a lo largo del tiempo, vio como todos los otros niños que quedaban se habían ido; quedando solamente él y un niño de unos dos años menor que él.

    Ace no apareció para visitarlo en ninguno de los días que pasaron. Con el tiempo, Lathan tuvo acceso a libros nuevos y entendió muchas cosas, tales como el concepto del tiempo, del trabajo y del dinero. El más importante para él fue el primero de los tres. Luego de comprender el significado de los días, meses y años, se fue dando cuenta de todo el tiempo que pasaba y seguía pasando desde que Ace le hizo la promesa de volver a verlo para jugar con él.

    Un día, una mujer y un hombre entraron al lugar, y tras verlo a él y al otro niño que había quedado, estos optaron por adoptar al menor de los dos. Nuevamente, Lathan no fue el elegido, y su tiempo en el orfanato a la espera de que alguien lo adoptara debería continuar.

    Tras ver como se había quedado solo, sin ningún otro niño con quien jugar, y sin las visitas de su amigo, el niño rompió en llanto. Se sentía despreciado y traicionado. Todos los otros niños, incluido el niño que en el pasado había roto los juguetes que él y Ace usaron para jugar, tuvieron su oportunidad de irse con una familia que los amara, pero él no tuvo esa suerte. Nadie quería llevárselo, y el tiempo se encargó de dejarlo solo, excluyendo a las personas que administraban el lugar.

    Un día, Lathan se hartó de toda la situación. Supo que no sería adoptado por nadie, dado a que la promesa de tener una familia se había prolongado durante más de cinco años de su vida, por lo que decidió cambiar las cosas. Un día, se fue a la sala en donde estaba la computadora que las mujeres que administraban el lugar utilizaban. Miró bien mientras una de ellas accedía a la computadora ingresando una contraseña, la cual el chico memorizó bien. Para las mujeres, eso no era una conducta muy extraña, y lo atribuyeron a la curiosidad, por lo que no le cuestionaron nada.

    Con la contraseña memorizada, Lathan marchó a su habitación, y usó uno de los lápices para colorear para escribir en la tapa de un libro todos los botones que debía tocar. Llegada la noche, cuando las dos mujeres se marcharon, Lathan dejó pasar un tiempo, y accedió a dicha computadora. Usando las anotaciones hechas por él mismo, no le fue difícil escribir la contraseña correcta y vulnerar la pantalla de inicio.

    Sabiendo que en esa computadora debían tener información de todos, él buscó y buscó por una pista que le ayudara a encontrar indicios de quien era, y a dónde había sido llevado Ace. Desafortunadamente para él, lo único que pudo encontrar fue su archivo. Los archivos de los otros niños o bien estaban ocultos, o bien no tenía el conocimiento necesario para navegar por el sistema hasta dar con ellos. Sin embargo, eso no lo detuvo, por lo que se conformó únicamente con su archivo.

    — Lathan Gunner — decía mientras leía su nombre en el archivo.

    Había otros datos importantes en el mismo, tales como estudios médicos, alergias, tipo sanguíneo y más cosas importantes. Como el niño no sabía la utilidad de dichas cosas, simplemente las ignoró. Su nombre y su fecha de nacimiento fueron lo único con lo que se quedó.

    Con esa información en su cabeza, el niño fue cuarto por cuarto tomando los colchones de las habitaciones y amontonándolos en el patio, de forma en que pudiera usarlos para poder saltar el muro que lo separaba del exterior. Sin más dificultades, el niño pudo llegar a la cima usando algo de fuerza con sus brazos, y luego de trepar el muro, se dejó caer sobre sus pies. Había conseguido escapar, y sabiendo que las mujeres que manejaban el lugar lo iban a buscar, se echó a correr para alejarse lo más posible de ahí.

    […]

    Su primera noche fuera del orfanato tras haberse escapado llevó al niño a dormir en un pequeño callejón. La noche era bastante fría, y el niño no contaba con mucha ropa que pudiera usar para protegerse, así que asumió que las paredes del callejón de la ciudad en la que se encontraba podrían abrigarlo.

    El viento se escuchaba, y a parte del ruido que hacía, y de los gritos que provenían de varios otros edificios a su alrededor, Lathan no escuchaba nada más. Se sentía muy triste por tener que dormir así, pero supo que quedarse en el orfanato no iba hacerle ningún bien.

    — Quisiera poder encontrarte, Ace — Lathan pensaba en él, pero no con añoranza, sino con un deseo de lastimarlo — Me prometiste que vendrías, y jamás lo hiciste. Me dejaste solo en ese maldito orfanato — Lathan no recordaba la forma de su rostro, pese al esfuerzo que hizo por no olvidarlo — Solamente quería volver a jugar contigo una vez más. ¿Por qué tuviste que abandonarme?

    La tristeza y el enojo que sentía al pensar en su amigo mantuvieron a Lathan despierto por un breve período de tiempo, mientras que el viento y el frío, en comparación, no eran tan severos. Con pensamientos en el amigo que lo había dejado de ir a ver, o, mejor dicho, que jamás lo había ido a ver desde que se separaron, Lathan se quedó dormido.

    […]

    Lathan se mantuvo con ojos firmes a una casa que se encontraba aislada de otras en un pequeño vecindario. Había cuatro casas en una cuadra, pero una de ellas estaba separada por las otras. En el medio había varios negocios, cosa que permitiría a Lathan poder entrar y salir con facilidad de dicha casa.

    El joven sin hogar y sin familia se quedó observando a la gente que vivía allí, memorizando los horarios de entrada y de salida, además de analizar los alrededores de la casa. En dicha casa había un hombre y una mujer, quienes, aparentemente, no contaban con niños propios. Ambos se iban temprano de sus casas, y Lathan asumía que debían irse a algún trabajo, por lo que usaría eso a su favor. Una vez que vio como ambos se marchaban, el niño tomó una piedra y se dirigió a una de las ventanas de la casa. Golpeando rápido y con fuerza, logró romper el vidrio, haciendo un ruido que no fue escuchado por ningún vecino, dado a que lo único que había al lado de dicha casa eran simples negocios que se encontraban cerrados a esas horas.

    Tras romper el cristal, Lathan metió su mano adentro, intentando dar con el seguro que desbloqueaba la ventana, y una vez lo encontró, abrió la misma. El niño se metió a la casa y empezó a recorrer el lugar agachado y lentamente, temiendo que pudiera haber algún perro guardián que lo detectara. Por fortuna para él, no fue así, y luego de asegurarse de que la casa estaba vacía, Lathan empezó a tomar toda la comida que podía para almacenarla en bolsas que iba encontrando por la casa. Tras revisar que la ropa que había en el lugar no le quedaba, consideró que no sería de utilidad llevársela, por lo que simplemente se limitó a llevarse comida.

    Con dos bolsas cargadas, el niño volvió hacia la ventana y escapó, dejando la casa totalmente abierta, dado a que lo que pudiera ocurrir con las otras pertenencias no le afectaba en lo más mínimo.

    […]

    Ocho años transcurrieron, y Lathan tuvo varias experiencias en su pequeña travesía como ladrón. Por las malas, terminó descubriendo los sistemas de alarma, ya que varias casas estaban mucho más protegidas que otras, y, sin embargo, las habilidades de sigilo que fue desarrollando lo mantuvieron a salvo todo ese tiempo. No todos sus intentos de hurto fueron exitosos, pero ninguno de ellos lo perjudicó de alguna manera. Con el tiempo transcurrido, llegó el día en el que Lathan ya no pensó más en Ace, llegando al punto de olvidarse por completo de aquel niño con el cual había formado su primera amistad.

    El viaje de Lathan lo llevó, sin que él se diera cuenta, a otro país diferente al suyo. El joven, que en sus varios años manteniendo su estilo de vida tan peculiar, había robado varios libros, descubrió el concepto de ejército y base militar. Cuando se topaba con un edificio, supo con el simple hecho de ver su diseño, que se trataba de una base militar. En una ocasión, logró tomar todos los suministros que se encontraban en una base, y al momento de encontrar otra, volvió a intentarlo.

    Tras haber analizado los horarios de entrada y salida de todos los soldados, el niño que creció sin familia y sin hogar, encontró la oportunidad para poder entrar en la base. Cuando no quedó nadie, el chico entró por la puerta, la cual quedó abierta, probablemente por la tranquilidad de sus residentes de que no serían asaltados. Una vez dentro, el chico recorrió la base de lado a lado buscando mochilas para poder cargar la comida. Al llegar al almacén, el chico pudo ver todo lo que había a su disposición, y comenzó a tomar cada cosa que le pareciera apetitosa para poder guardarla dentro de una mochila que había logrado obtener.

    Sin embargo, en medio de su actividad para obtener su sustento, escuchó como la puerta de la base se abrió, lo que quería decir que los soldados que habitaban en aquel lugar estaban de regreso.

    — No puede ser — pensaba Lathan, desesperado por verse en apuros, dado a que algo así no le había pasado antes — No se suponía que regresaran tan pronto. Algo debió haber ocurrido.

    Las voces de los soldados, que por el ruido delataban que eran bastante numerosos, le hicieron ver a Lathan que se vería totalmente rodeado en el momento de que estos lo encontraran, y no tenía la forma de saber si tendría oportunidad de escapar.

    — Maldita sea — Lathan tomó su mochila, la cual tenía un poco de espacio sobrante, pero en su mayoría estaba llena — Será mejor que escape y regrese otro día. Si me descubren, me van a matar.

    Sin otra opción disponible para tomar, Lathan se quedó inmóvil y atento a todo el ruido que resonaba en los alrededores. Ciertamente, quería conocer la posición de todos los soldados que habían entrado a la base, para así tener más oportunidades de escapar sin ser detectado.

    — Aunque me vean, tengo que llegar a la salida — Lathan se desesperaba mientras notaba como las voces empezaban a hacerse más fuertes — De lo contrario, no podré escapar con vida de aquí.

    Un Soldado Recuerda ha concluido, pero La Gran Catástrofe continuará…





    Y habiendo finalizado, dejo la lista de preguntas:

    1. ¿Cuál fué el capítulo que más te gustó? ¿Por qué? Puedes nombrar más de uno.
    2. ¿Cuál fué el capítulo que menos te gustó? ¿Por qué? Puedes nombrar más de uno.
    3. ¿Algún capítulo cambió tu forma de ver a un personaje? ¿Cuál? Puedes nombrar más de uno.
    4. ¿Crees que algún personaje que no tuvo un capítulo propio, debió haberlo tenido? ¿Quién y por qué? Ten en cuenta que esta historia es solo para personajes humanos, no para aliens.
    Será hasta la siguiente ocasión.
     
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    Manuvalk

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    Hola amigo. Sabía que quedaba el especial de Lathan y tenía muchas ganas de leerlo. Ha sido magnífico, y te contaré porqué.

    Ya se supo por el especial de Ace que éste y Lathan eran amigos en el orfanato en el que vivían, pero es aquí cuando descubrimos cómo se forjó esa amistad y la verdad es que lo has hecho genial. Pude percibir amor y odio según transcurría el capítulo, cosa difícil de hacer y que no suele pasarme muy comúnmente.

    Vemos que Ace decide compartir con Lathan sus únicos juguetes y que desde ese momento, tienen cierta sintonía entre ambos. Por lo visto, era una amistad que floreció repentinamente pero que muy pronto se hizo especial. Ambos juegan (me ha encantado lo de la lámpara cómo villano, ha sido ingenioso de tu parte y algo que me ha emocionado al ver como dos niños sin recursos buscan en su imaginación y encuentran lo que sea) hasta que llega el niño mayor del orfanato, el típico que hace bullying. Éste se molesta por no haber sido invitado y les golpea, además de quitarles y romperles los dos muñecos. Tras esto, el niño despreciable se marcha y poco después lo adoptan (pobre familia XD).

    Pasa el tiempo poco a poco, Ace y Lathan mantienen su gran amistad y un día llega Morris para adoptar a Ace (cosa que vimos en el especial de Morris, el primero) dejando muy triste a Lathan. Ace le promete volver para verle, pero es evidente que Morris nunca le dejó, pues quiso hacer de él a un soldado. Vemos cómo Lathan se va deprimiendo y angustiando cada vez más, viendo cómo todos los niños abandonan eventualmente el orfanato menos él y viendo que Ace no va a verle. Entiendo su enfado, pero espero que el día que se reencuentren ambos (porque no hacer ese reencuentro sería un auténtico delito, créeme XD) y hablen, Ace le cuente que no dependía de él el ir a verle o no.

    Cansado de eso, Lathan escapa del orfanato tras ser el único niño allí y comienza su carrera licenciada de ladrón callejero XD. Se explora brevemente esa faceta suya que en la historia principal es su seña de identidad; el ser sigiloso, escurridizo... Sin embargo, lo suficiente para comprender que Lathan hacía lo que hacía simplemente para sobrevivir. Finalmente, le vemos robando en una de las bases militares (que doy por supuesto que era la base de BM y del grupo protagonista de éste país) a punto de ser descubierto.

    Sé que no es un cierre cómo tal, pero creo que éste capítulo es perfecto para concluir esta especie de "añadido" y trasfondo de la historia principal. El capítulo me ha hecho desear aún más el reencuentro entre Ace y Lathan (debe darse, de lo contrario, más te vale una buena excusa para que no sea así y merezca la pena :v). Ok no XD. Pero lo digo en serio, este capítulo me ha hecho desear más eso y ver más a Lathan en la historia, al menos, con más asiduidad.

    Dicho esto, responderé a tus preguntas:

    1. ¿Cuál fué el capítulo que más te gustó? ¿Por qué? Puedes nombrar más de uno. El especial de Morris, el de Thomas, Alicia, Zion y éste. Quizá me deje alguno más, pero esos son los que resalto.
    2. ¿Cuál fué el capítulo que menos te gustó? ¿Por qué? Puedes nombrar más de uno. Sinceramente, todos me agradaron. Quizá el más flojo o innecesario para mi fue el de Agustina.
    3. ¿Algún capítulo cambió tu forma de ver a un personaje? ¿Cuál? Puedes nombrar más de uno. Destacaría el de Zion, porque resaltó más su figura en mí. Me gustó más su personaje al conocer su trasfondo.
    4. ¿Crees que algún personaje que no tuvo un capítulo propio, debió haberlo tenido? ¿Quién y por qué? Ten en cuenta que esta historia es solo para personajes humanos, no para aliens. Creo que no, los que han tenido su especial han sido merecidos.
    Nos vemos en la historia principal. Cuídate.
     
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  6.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    Paso a comentar el especial y a responder tus preguntas.

    Amigo, el especial de Lethan ha sido muy bueno. Seré honesto, creí que su especial sería un poco flojo, y más tratándose de un simple ladrón, pero me equivoqué en gran manera, y lo digo con honor XD.

    Desde el especial de Ace, ya se conocía que este y Lethan eran amigos, y me gustó mucho ver en este capítulo, cómo esa amistad entre ambos se originó, ya que en el especial de Ace, quedaron esos cabos sueltos en el aire. Ambos juegan con lo que tienen; dos juguetes y una lámpara. Me agradó mucho ver como dos niños usan el recurso más grande que poseen; su imaginación, para crear un escenario que, literalmente, puede llegar a convertirse en realidad. Muy ingenioso de tu parte, plantearnos este escenario.

    Después de lo sucedido con el típico niño busca problema. La amistad de Lethan y Ace crece con el paso del tiempo, e incluso cuando Ace deja el orfanato y es adoptado por Morris. Aquí me sorprende la actitud de Lethan, que a pesar del tiempo, continuara pensando que Ace volvería a jugar con él. Asumo que al no tener el concepto del tiempo, días, meses y años, haya influenciado en su actitud. Pero aún así, Lethan siempre se mostró firme con lo que creía, y es una lástima que su reencuentro con Ace, no se haya llevado a cabo.

    Finalmente, Lethan se cansa y escapa del orfanato para sobrevivir en las calles. Se le ve hurtando en diferentes lugares, hasta que toma la mala decisión de entrar a una base de BM. Es grandioso ver que todo ese tiempo, Lathan haya tenido suerte de no caer preso, y que sus habilidades de "infiltrador" se hayan desarrollado en lugares, donde lo único que le importaba era la comida. A pesar de ser un personaje con un transfondo, y con unas motivaciones, peculiares, por llamarlo de alguna manera, me agrada mucho, incluso más que personajes que ya llevan tiempo apareciendo en la historia principal.

    Ahora, habiendo mencionado ciertos puntos. Paso a responder tus preguntas.

    1. ¿Cuál fué el capítulo que más te gustó? ¿Por qué? Puedes nombrar más de uno. Los especiales de Ace, Alicia, Michael, Thomas, Zion y éste.
    2. ¿Cuál fué el capítulo que menos te gustó? ¿Por qué? Puedes nombrar más de uno. No hay ninguno, todos me gustaron.
    3. ¿Algún capítulo cambió tu forma de ver a un personaje? ¿Cuál? Puedes nombrar más de uno. El especial de Zion. Me hizo recordar que además de ser un soldado, Zion sigue siendo un humano.
    4. ¿Crees que algún personaje que no tuvo un capítulo propio, debió haberlo tenido? ¿Quién y por qué? Ten en cuenta que esta historia es solo para personajes humanos, no para aliens. No lo creo. Me parece que los personajes que has elegido, lo tienen bien merecido.
    Nos vemos, saludos y hasta la próxima.
     
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