Ciencia ficción La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 22 Febrero 2024.

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    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    22
     
    Palabras:
    5899
    Saludos. Finalmente hemos llegado al punto medio de la historia. El viaje que nos espera con esta historia secundaria ha llegado por fin a la mitad. A diferencia de anteriores que han tenido 15, 4 o 5, esta tendrá un total de 22, casi que podríamos considerarla una parte extra, aunque por motivos personales decidí no hacerlo.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en la historia. Me da mucho gusto ver que hemos llegado hasta aquí, y su último comentario solo me hace querer que sigamos avanzando, ya que (superados los capítulos de introducción) considero que las cosas se ponen mejor en este tramo.

    También he actualizado, por fin, la guía de personajes. Enlace para que sea consultada. Aunque no era mucho en realidad, ahora que pienso.

    Sin más noticias, los despido hasta otra ocasión.




















    Visitados por el horror:

    Vitali no podía dejar de dar vueltas en la cama, cosa que estaba empezando a molestar un poco a su esposa, quien veía interrumpidos sus intentos de poder dormir en tranquilidad. Ella lo miró en la oscuridad, y pese a no haber ni una sola luz encendida, Vitali sabía que ella tenía puestos sus ojos con una mirada inquisitiva sobre él.

    — Lo siento, cariño — se disculpó él — Es solo que siento que necesitaba decirle todo lo que tenía en mi interior a esos dos imbéciles. No me dejaron hacerlo, y ahora es como si tuviera algo pendiente comiéndome por dentro.

    — Por favor, Vitali, podrás decirlo en otro momento — Fenya solo se preocupaba por la hora del sueño de ambos — No tienes que preocuparte como si tuvieras que reprimir esto por siempre. Tendrás tu oportunidad. Te acompañaré, ellos necesitan hacerse responsables por llevar a nuestro hijo afuera de los muros y ponerlo en peligro.

    — Esos malditos amenazaron con arrestarme — Vitali confesó algo que ocultó hasta ese momento — No quise decirlo cuando Winter estaba despierto porque no quería hacerlo sentir mal. Pero la única razón por la que regresé es por esa amenaza. Se creen intocables. Estoy harto de ellos dos. Y hay algo mucho más serio con todo esto.

    — Mañana lo hablaremos, cariño, solo preocúpate por dormir — su esposa puso sus brazos alrededor de su cuello — Si llega a ocurrir una emergencia, deberás estar descansado.

    — Sea cual sea la emergencia que ocurra, no me moveré de aquí dentro — Vitali lo tenía decidido — Si el comandante fue herido en combate, ¿qué le espera a un soldado como yo? Me quedaré para proteger a mi familia. Es lo que me importa.

    Vitali hizo su mayor esfuerzo para poder dormir pese a sentir que tenía varias cosas que no podían quedarse dentro de él y fuera de los oídos de los dos comandantes. Pronto, una idea mejor apareció en su mente. No tenía por qué ir por sí solo a decirle eso a ellos dos. Era amigo de un comandante del ejército, a la par que también formaba parte del equipo de ingeniería. Creyó que quizá le convendría reunir a sus amistades en ambos campos y revelarles todo lo que tenía para decir. No lo pensó inicialmente por todo el enfado que le provocó que se hubieran llevado a su hijo, pero pronto se dio cuenta de que no era un asunto solo para él.

    — La gente quizá se sentirá furiosa cuando descubran lo que hicieron — pensaba para sí mismo — No solo lo de llevarse a mi hijo fuera de los muros, sino también el hecho de que los tres líderes tengan un conteo de muertes diferente.

    Con una nueva idea para poder acusar a dos de las personas que ejercían la máxima autoridad en toda la población humana que habitaba el planeta Gea, Vitali encontró la tranquilidad para poder dormirse sin ser una molestia para su esposa, quien se quedó dormida mucho antes que él.

    Pero algo en lo que el ingeniero se equivocaba era el hecho de que sus dos hijos se encontraban despiertos. Les costó dormir tras un día largo, pero no querían ser una molestia para sus padres en un momento como ese, motivo que los llevó a estar callados en todo momento, llegando a engañarlos a los dos. La conversación que sucedió entre sus padres fue oída a la perfección por ambos, quienes pronto tuvieron una preocupación nueva en sus cabezas. Valiana y Winter no querían que su padre pudiera llegar a ocasionar problemas serios para la gente, y que lo arrestaran por ir en contra de dos de las personas con más poder entre la humanidad. No solo eso, sino que tampoco tenían noticia alguna de Renji, quien se había marchado para ir a buscar a Airin y a Iker. El joven que los había seguido y descubrió a los seres que les atacaron era quien más miedo tenía. No podía pensar en si habría sido mejor el haberse quedado para avisar a alguien sobre el escape de sus dos compañeros, puesto a que eso haría que sus padres no estuvieran tan enojados con las acciones de los dos comandantes; pero de haber hecho eso, puede que nadie hubiera descubierto a esos seres tan cerca del territorio de la humanidad, lo que quizá sería una desventaja para todos.

    — ¿Por qué tuvo que pasar esto? — el joven solo deseaba que sus compañeros estuvieran a salvo — Por favor, Renji, encuéntralos y tráelos de regreso. No puedo pensar en lo que sucederá si algo malo les ocurriera.

    […]

    — Quiero pedir perdón una vez más — el comandante Yukimura tenía las dos manos detrás de la espalda al hablar con Lara, Vyon y el comandante Utkin quien se encontraba postrado en la camilla — No he sido capaz de encontrarla. Se fueron sin dejar rastro que seguir o indicios para analizar.

    Vyon abrazó a su madre con lágrimas en los ojos, tratando de contener su llanto. No fue el caso de sus dos padres. Su madre lo abrazó con fuerza al mismo tiempo que derramaba lágrimas de dolor por todo el calvario que estaba pasando su familia en aquel día. Se suponía que habían abandonado el planeta Tierra para poder darle un futuro a sus hijos, pero todo lo que había sucedido en un único día estaba en contra de todos los esquemas posibles que pudieron haber hecho.

    Gavril sufría heridas tanto psicológicas como físicas. Ya había despertado y el efecto de los calmantes había pasado. Tenía que tener mucho cuidado de no mover su pierna, la cual tenía puesto un yeso y su brazo, que estaba rodeado de un soporte ortopédico. Cualquier movimiento que hacía le provocaba dolor, y el saber que, en algún lugar de afuera de los muros, entre peligrosos animales, un conjunto de seres desconocidos tenía a su hija, hacía todo peor para él.

    — Debe estar asustada y llorando, pensando en por qué sus padres no están rescatándola — Gavril se lamentó con todo lo ocurrido — Le he fallado a mi niña. A mi propia sangre. Se supone que soy uno de los mejores que tiene la humanidad, pero no solo no la he encontrado, he permitido que me lesionaran de esta forma tan horrible.

    — Gavril, ahora mismo debes descansar — Lara no lo miró al hablarle — Mañana Renji y yo organizaremos un escuadrón inmenso e iremos a buscarla.

    — No, Lara, no pueden irse los dos — el comandante habló con mucho dolor por eso — La humanidad tiene solo tres líderes. No pueden irse dos de ellos mientras el único que queda está postrado aquí. Alguien debe quedarse, ahora que sabemos lo peligrosos que pueden llegar a ser.

    — Créeme, Lara, yo puedo manejarme muy bien en el exterior — Renji creía que sería lo mejor — Tu esposo y tu hijo te necesitan cerca. No puedes alejarte de ellos con todo el peligro que hay afuera. Además, si por alguna casualidad llegan a atacar este lugar, un comandante debe estar en condiciones de responder.

    Esas palabras dichas por su colega dejaron pensando bastante a Lara. No quería quedarse allí dentro y dejar a su hija a merced de esos seres. Lo cierto era que le aterraba mucho la idea de que estos pudieran estar lastimándola en cualquier sentido, pero otra gran verdad era que ella era comandante y líder de toda la humanidad allí. Eso quería decir que tenía que actuar como tal para todos y no solo para quien era su hija.

    Renji vio como ella agachó la cabeza y asintió a su petición, con más resignación que otra cosa, pero eso le serviría mucho. El comandante lo había dicho más pensando en su propia seguridad que en lo que pudiera suceder en el territorio de la humanidad. Él confiaba en que los soldados que estaban con ellos que, si bien no estarían preparados para una invasión, aunque lo cierto era que nadie lo estaba, podrían responder ante un ataque sin la necesidad de tener a los comandantes allí. Lo que temía mucho Renji era que la desaparición de su hija pudiera afectar mucho el rendimiento y el buen juicio de Lara. Él no sabía lo que era tener hijos propios, y pese a que tenía una buena relación con Vitali y su familia, especialmente sus dos hijos, él no podría ser capaz de comprender el dolor por el que estuviera pasando su compañera hasta no experimentar algo así en carne propia. Y justamente, al no conocerlo, no podría ser capaz de prevenir qué tan afectada se vería Lara en su trabajo.

    — Yo sé que debe ser una noche difícil para todos — el comandante no quería quedarse mucho más tiempo — Pero duerman tranquilos. He puesto a varios soldados en los muros para que realicen la vigilancia. No creo que hoy mismo seamos atacados, y cuando lo seamos, lo sabremos y estaremos listos para responder. Confíen en mí. Mañana, una hora después de la salida del sol, yo iré a buscar a Airin y a Iker. Los encontraré a los dos. No puedo prometer que seré capaz de traerlos a casa mañana mismo, pero sé que voy a encontrarlos. Tengamos fe en que todo saldrá muy bien.

    Pese a las palabras dichas por él, ninguno de los tres en la familia pudo relajarse. Renji se marchó poco después de dar ese pequeño discurso para subirles el ánimo. Gavril no podía pegar un ojo. Le resultaba muy incómodo dormir con un brazo y una pierna rota, puesto a que nunca en su vida había tenido una fractura. Su cuerpo mutado por la radiación que llegó a la Tierra con la Gran Catástrofe se hizo tan resistente que nunca imaginó ser lisiado de tal manera por un único ser. Y desconocer por completo el paradero de su hija no ayudaba en nada.

    Vyon tenía mucho miedo con todo lo ocurrido, pero también estaba muy frustrado. Él conocía muy bien a su hermana, y sabía que ella nunca habría salido de los muros por su cuenta. Estaba seguro de que Iker era el responsable de todo eso.

    — Cuando te vuelva a ver, te voy a tirar todos tus dientes — Vyon pensó para sus adentros — No podrás volver a comer nada que no sea puré. Y si llegan a reconstruir tu dentadura de alguna forma, te la tiraré también.

    Lara fue la que más fácil tuvo las cosas para poder dormirse. No porque estuviera más relajada que su esposo y su hijo, sino por el cansancio que llevaba encima. Tuvo que caminar un trecho muy largo cargando a su pareja en sus hombros, y eso, pese a no mostrar algún efecto a sus acompañantes, le quitó mucha resistencia. La preocupación por el paradero de su hija, sumada al momento en el que recibieron la visita de Vitali Lakor, fueron factores que le agotaron mucha energía. Se sentó en el suelo de la sala médica donde tenían internado a su esposo, y sin dificultad pese a la incomodidad, acabó quedándose dormida de forma muy profunda.

    Desde que se dio su llegada a aquel planeta, estaba claro que ese podía ser el día más estresante para la humanidad que viajó a bordo del Explorador Esperanzado.

    Renji, quien se encontraba ya fuera de la sala médica, no tendría otra opción más que pedir asilo en algún sitio de la capital humana, puesto a que él vivía en un poblado muy lejano, al cual le costaría mucho llegar en plena noche, puesto a que agotaría muchas fuerzas, lo que solo haría que fuera más difícil levantarse al día siguiente para la búsqueda de los dos jóvenes que habían sido secuestrados en aquel día.

    […]

    Cuando llegó el amanecer del día siguiente, Airin e Iker sentían que estaban a punto de caerse dormidos. Tan pronto como el caos empezó a resonar a lo lejos desde el sitio que servía como escondite para los traliod, estos seres los forzaron a levantarse y a marcharse para escapar del lugar. Pasaron toda la noche moviéndose a pie por el largo bosque de aquel continente del planeta Gea, lo cual fue una caminata muy extensa y difícil.

    Tan pronto como la luz del sol de aquel planeta tocó el rostro de Airin, ella cerró sus ojos para protegerse de los rayos del astro. Fue ese movimiento inconsciente el que hizo que ella ya no pudiera seguir más. Se arrodilló lentamente, y luego se dejó caer suavemente sobre el suelo, quedando dormida al instante, y sin posibilidades de que algo pudiera despertarla.

    — ¡Airin! — Iker no pudo expresarse con claridad por la mordaza que tenía puesta, pero todos los traliod entendieron que se preocupaba por su amiga.

    El chico temía que pudiera haber muerto por el cansancio, y temió mucho más cuando uno de los seres que los estaban trasladando se acercó a ella y colocó su mano a sus espaldas.

    — Todavía respira, así que ya no grites — comentó, dando algo de tranquilidad al joven — Maestro Elber.

    — Sí, yo me haré cargo, puesto a que yo ordené la retirada — dijo acercándose quien lideraba a ese grupo.

    El traliod se agachó y sin tener la más mínima pizca de delicadeza, tomó a la chica con rudeza y la levantó en sus brazos con fuerza, para luego colocársela a sus hombros. Iker miraba con desprecio como aquel ser trataba a su amiga como si fuera un simple objeto. Lo que lo llevó a la rápida conclusión de que él, ella y probablemente todos los miembros de la humanidad tendrían una situación muy difícil que experimentar si terminaban siendo capturados por aquellos seres, la cual parecía ser la intención de estos.

    — ¿Qué es lo que va a pasar con nosotros? — con fuerza para continuar caminando, Iker se volteó y miró hacia atrás — Hemos recorrido una distancia muy larga, me pregunto si podrán encontrarnos.

    Tras caminar un tercio de kilómetro más, el cadete a soldado fue el siguiente en caer rendido de la caminata. Este fue agachándose gradualmente, y cuando el sueño lo dominó, terminó rindiéndose y cayendo sin un solo gramo de fuerza restante para continuar su avance. Igual que como ocurrió con su amiga, él fue recogido del suelo para ser cargado y continuar con el avance tal y como estaba estipulado, solo que quien lo levantó del suelo no fue el maestro Elber, sino uno de sus discípulos.

    Contra todo pronóstico, Iker y Airin abrieron los ojos al mismo tiempo. Lo primero que notaron era que sus manos ya no estaban atadas con lianas improvisadas, sino que parecían tener algún tipo de amarre especial, puesto a que llegaba desde sus muñecas y cubrían casi todo el antebrazo hasta el codo. Con los brazos atados a la espalda, no podían ver qué clase de material era el que estaban utilizando para retenerlos, pero lo sentían como si fuera cuero. Los dos notaron pronto que ya no tenían la mordaza puesta en la boca, y que podrían hablar libremente entre ellos.

    — Iker — Airin se alivió al verlo cerca — Te vi antes de quedarme dormida que tú todavía estabas despierto. ¿Sabes en dónde estamos?

    — No, no duré demasiado tiempo despierto antes de caer yo también — fue la respuesta del soldado — ¿En dónde estamos ahora?

    — Probablemente muy lejos de nuestro territorio, si es que nos quitaron la mordaza — Airin lo pensó con lógica.

    — Ya lo sé, pero… ¿dónde?

    Fue con esa pregunta dicha por el soldado que a ambos se les ocurrió mirar alrededor de donde se encontraban. Estaban a la sombra, en lo que parecía ser el interior de una caverna muy pequeña con varios huecos en el techo, por los cuales se filtraba un mínimo de luz lo suficiente como para poder ver bien. No notaban humedad en la cueva, puesto a que no había vegetación, encontrándose ambos sobre el suelo gris de su interior.

    Los dos se pusieron de pie para intentar explorar. No escuchaban ningún sonido, casi como si los seres que los hubieran trasladado se hubieran ido. Estaban totalmente seguros de que algo así era mucho pedir y nunca sucedería, por lo que decidieron salir y averiguar si algo malo había sucedido. Divisaron la salida de la cueva y esa fue su dirección, sin embargo, antes de que pudieran llegar hasta su objetivo, tres de los traliod se les aparecieron por delante, cortándoles el paso.

    Ambos gritaron de miedo al tiempo que retrocedieron de regreso a su interior, mientras esos tres seres se les acercaban un poco más.

    — Increíble, se han despertado por fin — comentó uno de ellos — Su especie realmente es más diferente a la nuestra de lo que esperábamos. No puedo creer que hayan estado un día completo durmiendo.

    Esas palabras de aquel ser asustaron por completo a los dos jóvenes, quienes no podían creer que, tras haber caído presas del sueño, pasaran tanto tiempo durmiendo. No sentían casi nada de hambre, y su sed no era muy fuerte, cosa que no esperarían que ocurriera en el caso de estar tanto tiempo descansando.

    — ¿Dónde estamos ahora? — Airin quería ver si podría obtener al menos esa respuesta.

    — En nuestro destino final antes de partir a casa — dijo otro de los traliod — Solo estamos esperando a que los demás regresen con el resto de los suyos. Una vez esté todo listo, partiremos.

    — Tráeles algo de comer y de beber — ordenó el tercero del grupo — No queremos que mueran ahora, no después de que tuvimos que pelear contra esos animales para evitar que los devoraran mientras dormían.

    Los dichos que salieron de la boca de aquel ser revelaron más de lo que la chica quería saber, pero no específicamente la respuesta a su pregunta. No tenían la más mínima idea de dónde se encontrarían, pero estaba más que claro que esa especie tan extraña, probablemente oriunda del planeta, estaba dispuesta a capturar a la humanidad con algún propósito. Les resultó curioso el hecho de que uno de los predadores hubiera atacado mientras ellos estaban durmiendo, puesto a que creyeron que debieron haber sido capaces de oír algo. Sin embargo, el sueño tan profundo en el que habían caído anuló esa posibilidad.

    Luego de recibir una orden de parte de uno de ellos, los dos trailod se retiraron de la entrada de la cueva, regresando cada uno con dos trozos de carne que se veía cocinada y con una pequeña compotera de arcilla que contenía el equivalente a un vaso y medio de agua. Airin e Iker lo vieron bien, y supieron que esa era una oportunidad para alimentarse. Desconfiaban mucho de los intereses y las intenciones de aquella especie, pero no creían que fueran a matarlos envenenándolos cuando podrían haberlo hecho de varias formas a esas alturas.

    Sabiendo que, si por alguna casualidad, la humanidad lograse llegar hasta su posición, iban a requerir tener algo de fuerza para poder correr, los dos tomaron la comida y la bebida y la aceptaron más por esa posibilidad que por alguna otra razón.

    […]

    — Este es el segundo día de búsqueda — Gavril decía en voz alta, mientras se encontraba sentado en una silla de ruedas que enviaron a construir para él — El tercero si consideramos el día en el que ellos desaparecieron como el primero. Todavía no hay rastros que puedan dar algún indicio de su paradero. Estos seres que aparecieron de la nada y secuestraron a Airin y a Iker se esconden bien, pero no quiero que ninguno de ustedes pierda la esperanza. Vamos a encontrarlos. Estoy seguro de que el comandante Renji podrá hacerlo.

    El comandante Gavril hablaba con sus alumnos, los que le quedaban luego de aquel incidente. Vyon se encontraba sentado en el suelo del claro en donde tenía lugar esa reunión, mientras que a su lado se encontraban sus tres compañeras. Jessica, Rosary y Katia. Ellas tres estaban presentes junto a sus padres en aquel lugar, además de la presencia de otros militares en la zona.

    Gavril buscó con la mirada, pero nunca vio llegar a Vitali ni a Winter al lugar, y pudo comprender por qué. Estaba claro que el ingeniero no permitiría a su hijo atender a ninguna de las clases impartidas por él. Si bien, lo que estaba aconteciendo en el día no era una clase sino una reunión para informarles de lo ocurrido, al instructor le habría gustado contar con la presencia de los cinco alumnos que le quedaban.

    Tras haber hablado personalmente con sus alumnos para poder transmitirles algo de esperanza, el comandante pidió a uno de los soldados que estaba allí que lo ayudaran a regresar al sitio donde se encontraba su esposa, encontrándose esta en la capital realizando seguimientos de los escuadrones que estaban en el exterior buscando a su hija. Vyon se retiró junto a su padre. Finalizando esa reunión, las tres chicas que quedaban decidieron tener un intercambio de palabras antes de emprender el regreso a casa.

    — No tener ninguna noticia me deja intranquila — Jessica comentó — Yo creo que el instructor no se cree sus propias palabras.

    — Tal vez esté mintiéndose a sí mismo para no caer en pánico — fue la respuesta de Katia — Chicas, no sé si ustedes comparten mis pensamientos, pero creo que Iker y Airin podrían ya estar… No quiero decirlo. Tampoco pensarlo, porque me caen muy bien. Pero es inevitable. Si siguen con vida, ¿por qué no aparecen por ningún lado? No pueden ser tan difíciles de rastrear.

    — Yo elijo mantener la esperanza, pero una parte de mí también cree que algo malo les pudo haber pasado — Rosary fue la tercera en hablar — Me costaría mucho seguir adelante si dos de mis más grandes amigos fueron asesinados. Además, no sé cómo podría mirar a Vyon y al instructor a la cara.

    — Yo una vez tenía pensado algo que me emocionaba mucho — Jessica comentó — Sé que, cuando ocurre una graduación, se hacen viajes para festejar por el final del período de formación. Quería proponer la idea de que los siete fuéramos en una excursión afuera de los muros cuando llegara nuestro turno… Ahora, con todo lo que me pasó, creo que ni siquiera quiero salir de los muros cuando tenga la edad y la autorización de hacerlo.

    Las tres compañeras estuvieron un momento en silencio tras esa breve conversación. Lo cierto era que su charla no fue de las más esperanzadoras tras lo acontecido en el día de hoy. Estaban dispuestas a marcharse, cuando a una se le ocurrió preguntar por quién justamente estaba ausente.

    — Oigan, ¿saben algo sobre Winter? — preguntó Katia, ya que no estaba enterada de su paradero — Él también salió de los muros.

    — Creo que sus padres dejaron en claro que no quieren que Gavril sea su instructor por haberlo obligado a salir — fue la respuesta de Jessica, quien escuchó rumores al respecto — No sé si es verdad o no, pero si lo es… imagino que es la razón por la que no vino.

    — Es un poco feo de su parte no venir aquí para hacernos compañía — Rosary se expresó sobre su compañero — Él sabe que estamos igual de afligidas por lo que pasó con Airin y con Iker. Él tendría que haber estado aquí, más por nosotras que por el instructor.

    — No creo que dependa de él, en realidad — Jessica fue la que respondió — Si sus padres no lo quieren en una clase impartida por Gavril, imagino que tampoco lo quieren aquí.

    — Espero que este feo momento se termine pronto — Katia expresó — Quiero que seamos siete otra vez realizando las clases. Llevamos años haciendo esta formación en equipo. Perder a alguien en el camino no es algo que me agrade. Menos si vamos a perder a dos compañeros tan agradables como Iker y Airin.

    — Si el instructor Gavril tiene fe en el comandante Yukimura, asumo que nosotras también podemos — fue lo comentado por Rosary — Las veré de nuevo en estos días. Tal vez podríamos organizar una reunión con Winter para ver cómo se encuentra.

    — Es una buena idea, veremos qué sucede — fue lo comentado por Jessica, dispuesta a despedirse de sus compañeras — Hasta pronto.

    Una vez que ya no tenían más motivos para mantener esa reunión, la cual no hizo el mejor de los trabajos si su objetivo era traer algo de serenidad al grupo, las chicas acudieron con sus padres, y luego se retiraron del lugar para marcharse a sus hogares. Teniendo a dos compañeros desaparecidos y a su instructor en mal estado, estaba claro que sus clases se suspenderían por un tiempo muy limitado.

    Mientras tanto, Vyon se encontraba marchando hacia la capital de la humanidad junto a su padre y algunos soldados. El mejor de los cadetes se encargaba de llevar la silla de ruedas de su padre, algo que no costaba mucho trabajo, y que sentía que era parte de su responsabilidad.

    — Winter no vino a la reunión de hoy — comentó el chico en voz alta — Es un maldito rastrero igual que toda su puta familia.

    — Vyon, no te pongas así — su padre quería tranquilizarlo.

    — Tengo razón — el chico le respondió.

    — No digo en ningún momento que no la tengas, pero estresarte y hacerte pasar estos malos momentos no es bueno para ti — el comandante quería que se serenara un poco — Su familia tiene sus motivos para no querer enviarlo aquí. Está claro que, para que ustedes tengan que continuar su formación militar estando juntos, yo voy a tener que dar un paso al costado como instructor.

    — Pero tú eres la persona perfecta para entrenarnos — Vyon se quejaba de la idea de su padre — De los tres comandantes, eres el mejor. Sus padres deberían estar agradecidos de que su hijo recibe educación de parte tuya. Y no de otro tipo incapaz de hacerlo.

    — Sucedieron cosas entre nosotros que claramente no les gustan — Gavril lo veía desde otro enfoque — Ellos no escucharán esas razones.

    — Bueno, en ese caso, expulsa a Winter de la clase — al menor de los Utkin no se le ocurría otra idea — Que continúe su formación estando solo. No veo por qué seis de nosotros tenemos que perdernos la oportunidad de estar en clase con el mejor comandante solo por el capricho de uno de los demás, que se da el lujo de ser tu peor alumno.

    — ¿Sabes una cosa? — Gavril le comentó — En los días antes de que sucediera todo esto, estuve analizando los rendimientos de todos ustedes, y haciendo comparaciones en el tiempo que transcurrió. Y te sorprenderá saber que Winter dejó de ser el peor hace exactamente dos años. Es más, ahora mismo, él está en segundo lugar, muy cerca de ti. Es por eso que creo que no merece la pena perderlo como alumno. Si lo expulsara y yo permaneciera al frente de la clase, la humanidad perdería a un buen soldado que incluso podría llegar a convertirse en comandante en el futuro.

    Vyon quedó pasmado con lo que su padre le había comentado. Él siempre tuvo en su mente la idea de que Winter seguía siendo el peor de todos, tal y como era en el inicio, y como se demostró en la primera vez que los dos compitieron el uno contra el otro. Esa noticia de parte de su padre realmente le sorprendía. Nunca se volvió a hablar de quienes eran los mejores y los peores, por lo que era muy seguro que todos se consideraran en la misma posición en la que los anunciaron la primera vez.

    El chico no daba lugar a la idea de que Winter fuera su competidor más próximo, y mucho menos que pudiera tener un lugar como comandante en el futuro. El rencor que le guardaba por la historia que había entre ambos le impedía aceptar algo como eso, tanto así que incluso llegó a querer confrontar a su padre por ello.

    — ¿Winter comandante? — Vyon tuvo que hacer un esfuerzo por no reírse de eso — Papá, se supone que estamos queriendo salvar a la humanidad. No llevarla a la ruina. Además, no creo que la gente acepte a un comandante que lleve el mismo apellido que aquel que atrajo a los edagrianos a la Tierra para que la convirtieran en un desierto congelado.

    Gavril estaba asombrado con el nivel de raciocinio y conocimiento que su hijo llegó a alcanzar con tan solo quince años. Sus dichos demostraban que era atento a sus clases de historia, puesto a que conocía mucho respecto a lo ocurrido en los últimos días de la Tierra cuando todavía era un planeta habitable para la humanidad.

    Sin embargo, le preocupaba mucho el hecho de que su hijo tuviera la mente algo cerrada para considerar a su compañero como un rival digno de respeto por su parte. Esto causó algo de temor en Gavril, y temía que pudiera ser el precedente de un conflicto entre dos familias, algo que no era útil ni necesario para nadie que tuviera deseos de seguir viviendo.

    — Escúchame bien, hijo, hay algo importante que tienes que aprender a aceptar… — Vyon tenía su atención puesta en lo que su padre fuera a decirle.

    — Te escucho, papá — parecía una invitación para que hablase, pero en realidad, era un desafío.

    Al momento en el que Gavril pronunció una sílaba en la frase que iba a decir a continuación, un poderoso estruendo se escuchó a la lejanía. Este provenía del sector oeste, en dirección hacia los muros que protegían a la humanidad de los depredadores más peligrosos. No fue el único, puesto a que cinco estruendos más se oyeron casi de inmediato. Esto generó varios sustos en la población, y desde todas las direcciones se podían oír los gritos de pánico de la gente, sin saber a qué se enfrentaban.

    — ¡¿Qué fue lo que pasó?! — Vyon se alarmó ante algo así.

    — ¡¿Una explosión?! — preguntó uno de los soldados, buscando algo de confirmación en eso — ¡¿Qué demonios lo habrá ocasionado?!

    — ¡Vyon, llévame a la capital para ver a tu madre! — fue la orden del comandante — ¡Todos ustedes sigan el origen del ruido, averigüen lo que está pasando y regresen a informar!

    — ¡Sí, comandante Utkin! — al unísono, todos los soldados que viajaban con padre e hijo fueron corriendo hacia el sitio en el que se escuchó ese sonido.

    — ¡Rápido, Vyon! — Gavril le dio una orden en un tono serio — ¡Tu madre se preocupará si no llegamos con ella antes de que descubra lo que pasa!

    Haciendo caso a lo que su padre le ordenó, el chico empezó a empujar rápido la silla de ruedas de su padre sobre el camino de piedra construido para conectar los poblados con la capital. Ambos tenían un poco de miedo por lo que pudiera estar sucediendo en aquel momento. Gavril incluso se vio invadido por pensamientos que nunca creyó que tendría.

    — Ellos iban armados con garrotes, si hubieran tenido armas más poderosas, las habrían usado, o al menos las habrían portado en aquel momento — el comandante se convenció a sí mismo de que no podría ser nunca un ataque de los seres que se llevaron a su hija.

    […]

    El comandante nunca podría haber imaginado que ese estruendo fue provocado justamente por ellos, y si pudiera imaginarlo, se habría convencido a sí mismo de que no era verdad.

    A varios metros de los muros, se podía ver como el maestro Elber iba montado encima de un animal que era muy similar a un camello de los que habitaba en el planeta Tierra, con la diferencia de que este tenía unas seis patas, un pelaje de color rojizo brillante, junto con un tamaño y gordura del doble que uno de la Tierra. El animal tenía una fuerza tal que podía cargar a sus espaldas a uno de los más pesados seres de los traliod.

    Frente a él, se podía ver cómo un total de cinco de sus discípulos dirigían una plataforma rectangular con ruedas de piedra muy altas y anchas, permitiéndoles moverse a través de terrenos no rectilíneos. Sobre estas amplias plataformas había un cañón estacionado, el cual tenía cuatro patas en la parte trasera insertadas dentro de la plataforma, las que permitían su movilidad para poder apuntar y posteriormente disparar en varias direcciones. La munición para dichas armas era transportada en mochilas de cuero que eran cargadas y transportadas por otros traliod que viajaban a pie. Para poder disparar, el encargado de la munición debía cargar, y luego quien dirigía la plataforma debía encargarse del apuntado y de la acción.

    — Está muy bien dañado — Elber apreció como todos los disparos lanzados habían formado un hueco de veinticinco metros de largo en el muro — Creo que tenemos espacio suficiente para poder entrar y capturarlos. Por si acaso, ustedes permanecerán aquí y actuarán conforme lo vaya ordenando.

    — Entendido, Maestro — estos respondieron mostrándole un gran respeto a quien era su líder.

    — ¿Ya se puede entrar a pelear? — el que había dicho eso fue el responsable de capturar a Airin y a Iker hacía dos días atrás.

    — Has sido muy paciente en estos días — fue una alabanza dada por el propio maestro — Aquí tienes tu recompensa. Entra al interior de su territorio y encárgate de capturar a todos los que podamos transportar.

    — Lo haré, maestro Elber — fue la respuesta de aquel guerrero traliod — ¡A la carga!

    Habiendo escuchado ese grito de guerra, varios hombres y mujeres en la especie de los traliod gritaron emocionados por las batallas que supieron que pronto iban a tener. Los hombres en esa especie solamente portaban ropa que cubría desde la cintura para abajo, y utilizaban de arma los garrotes que varios de ellos habían usado en su enfrentamiento con algunos humanos. Las mujeres, por su parte, tenían vestimenta que les cubría de la cintura para abajo y también un pretal que les rodeaba todo el pecho. Estas portaban arcos de madera y flechas con punta de un metal filoso, plateado y brillante.

    Elber veía desde su montura como varios de sus discípulos ingresaban hacia el interior del territorio de la especie a la que iban a atacar.

    […]

    — ¡Dime que esto es solo una pesadilla! — comentó una guardia de vigilancia a su compañero, mientras veía como una gran multitud de los seres que moraban el planeta estaban ingresando en el muro.

    — ¡Esto es grave, son demasiados para hacerles frente solos! — comentó otro militar, mientras tomaba su comunicador — ¡Corre, hay que salir de aquí! — tras una orden lógica, ambos se retiraron de allí, corriendo lo más rápido que sus piernas permitían para intentar escapar de ese ataque que se cernía sobre ellos — ¡Hablo desde el kilómetro treinta y tres de la muralla! — expresó a la comandante Lara mientras intentaba escapar — ¡Nos están invadiendo! ¡Han destruido los muros y una legión completa de esos seres está entrando en nuestro territorio, necesitamos refuerzos para poder hacerles frente!
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, ya estoy aquí para una lectura semanal más. He visto que hemos llegado al ecuador de este spin off y que, como dices, las cosas se van a poner intensas. Bueno, tiene toda la pinta de que así va a ser. Leído el capítulo actual, no voy a dar más rodeos y lo comentaré.

    El inicio nos muestra a un Vitali aún dándole vueltas a la situación de que los comandantes llevasen fuera de los muros a su hijo. Como dije en el anterior comentario si no me equivoco, entiendo su enfado, pero también entiendo que Winter saliese. Personalmente, yo estaría enfadado, pero si fuese al revés, tampoco me quejaría. Sin embargo, Vitali no solo está frustrado por eso sino por la actitud de dos de sus líderes, por lo que pretende hacerles pagar de alguna manera. Luego pasamos a ver a la familia Utkin, con un Gavril postrado en la cama tras sus varias fracturas, una Lara decaída y un Vyon muy furioso con quien considera es el culpable, Iker. Y bueno, él dijo de salir a Airin, pero ella podría haber dicho que no. Iker no me cae bien, pero no lo considero culpable de nada. Renji promete a la familia que irá en su búsqueda y que los encontrará, aunque la colonia está en peligro de ataque y deberá quedarse algún comandante atrás.

    De ahí pasamos a ver la situación de Iker y Airin, quiénes son llevados por los trailod tras estos quedarse dormidos, debido al cansancio. Al despertar, descubren que están en una especie de cueva y que han dormido un día entero, dicho por los guardias que los custodiaban, mientras se aproximan a su destino final. Ya resulta casi evidente que los trailod pretenden esclavizar a la humanidad que habita Gea, lo que era un secreto a voces. Después vemos a Gavril, en silla de ruedas, que ha convocado una reunión para principalmente sus jóvenes alumnos (donde también han acudido sus padres) con la excepción de los Lakor. Las chicas del grupo (Rosmary, Katia y Jessica) conversan acerca del temor a perder a Airin e Iker, pero también sobre la ausencia de Winter. De eso mismo le habla Vyon a su padre, solo para recibir unas sorprendentes declaraciones de su parte: Winter ha mejorado mucho y tiene madera de comandante para el futuro. Esta conversación tensa entre padre e hijo se ve interrumpida por una explosión, lo que sugiere que la ciudad está bajo ataque.

    Finalmente, vemos que sí, se trata de los trailod. El maestro Elber y su grupo han atacado el muro y se disponen a entrar a la colonia con la clara intención de capturar humanos. Una situación que pone en peligro a todos los ciudadanos y que demuestra que esta especie, pese a ser escasa en cuanto a tecnología, lo compensan con su fuerza bruta.

    Buen capítulo, amigo, deseando ver que ocurre con el conflicto evidente que va a haber en la ciudad. Me veo venir que algunos más son capturados... En fin, eso será todo por hoy. Te mando un fuerte abrazo y hasta la próxima. :\*u*/:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Hay que seguir avanzando con la publicación de este pequeño spin off, por lo que lo hago ahora que estoy algo libre.

    Quiero dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk que ha estado siguiendo esta historia fielmente, cosa que da motivación para seguir publicando, y en esta ocasión especial, él sabe que yo necesitaba eso en estos momentos. Por eso va un doble agradecimiento para él, por siempre estar ahí y ser un gran amigo :kuku:

    Sin novedades de momento, me limito a dejar el capítulo.



















    Última luz de esperanza:

    — ¡Tal y como lo escucha, comandante, estamos bajo ataque! — Lara oyó a uno de los militares gritando con desesperación mientras de fondo resonaban disparos — ¡No sé cómo habrán destruido el muro, pero ahora están en nuestro territorio!

    Lara se encontraba reunida con varios militares en el momento en el que recibió aquel llamado por parte de uno de los soldados que estaba de guardia en los muros. La noticia la atrapó con la guardia completamente baja, al punto de que ella no tenía idea de cómo reaccionar a eso. No esperaba que el muro que la humanidad había construido fuera atacado de esa forma, y que ellos como especie fueran invadidos por los seres de aquel mundo, pero había ocurrido. Eso la llevó a pensar que el hecho de que su hija se terminara cruzando en el camino de algunos de ellos no fue un accidente, sino una causalidad propiciada por un evento que sucedería pronto.

    Sabiendo que el tiempo corría, la comandante, siendo la única en el interior de los muros que estaba preparada para defender el ataque, decidió tomar su dispositivo y transmitir en el canal común de todos los soldados.

    — ¡Este es un comunicado de la comandante Lara Furlan! — gritó con algo de desesperación — ¡Los muros que delimitaban nuestro territorio fueron destruidos y ahora estamos con una invasión encima! ¡Cada soldado está obligado a tomar su arma y dirigirse hacia los muros para tratar de repeler esta amenaza! ¡Comandante Yukimura, usted y sus soldados deben regresar ahora mismo y colaborar en la batalla! ¡No prosiga con la búsqueda de mi hija! ¡Aplacaremos a los enemigos con nuestro poder y obligaremos a revelar su paradero! ¡Por favor, acuda de inmediato hacia nuestro territorio!

    Con ese mensaje enviado a todos los soldados, la mujer miró como las mujeres y los hombres a su mando estaban de pie esperando alguna orden suya. Eso la hizo enojar, ya que creyó que había sido muy clara en sus palabras, pese a que no se estaba dirigiendo a ellos en particular.

    — ¡Esa orden aplica para ustedes! — gritó con furia — ¡Tomen las armas y vayan a pelear!

    Sin responder a ese reclamo, los soldados asintieron con la cabeza y se retiraron hacia la armería más próxima. La comandante fue tras ellos después de dejar pasar unos segundos de tiempo desde su partida. Ella fue la última en armarse, y su objetivo no era acudir a los muros, sino ir a buscar a su esposo y a su hijo. Estando Gavril en mal estado, no podía dejarlos solos, puesto a que algo peor podría terminar ocurriéndole.

    En su avance hacia el sitio en el que sabía que estaría dando una charla a sus alumnos, sus pensamientos eran todo un desorden hasta que ella los pudo organizar.

    — Que estos recen por su bienestar, porque si llego a descubrir que le hicieron algo a Airin o si le tocan un pelo a Gavril y Vyon, lo lamentarán — la mujer no tenía nada más en su interior que un irrefrenable deseo de venganza contra esos seres.

    Nadie en la humanidad habría esperado que eso sucediera. Estaban conscientes de que el universo era grande, y que podrían caer en un planeta habitable donde podrían no ser bien recibidos. Pero la idea de ser invadidos en su propio territorio no se le había ocurrido ni siquiera al más pesimista de todos ellos. Sin embargo, ya se había convertido en realidad. Creyeron que los primeros conflictos armados se darían mientras estuvieran explorando terreno desconocido, y no durante la planificación del rescate que tenía lugar en su territorio.

    Mientras avanzaba en busca de su familia dentro de los muros, Lara se cruzó con varios militares que respondieron a su orden y fueron a pelear contra los invasores. Se sentía mal por no ir con ellos, ya que sentía que los estaba sacrificando al no enviar a alguien que pudiera guiarlos en la lucha. Pero para ella, su esposo y su hijo eran lo más importante que tenía, y no podía permitirse perderlos.

    […]

    — ¡Es una maldita emergencia! — Vitali gritó con mucho enfado tras vestirse con su ropa militar.

    Fenya, Valiana y Winter no podían sentir otra cosa que angustia mientras veían al padre de la familia vestirse para ir a enfrentar a una amenaza parcialmente desconocida y muy peligrosa. El soldado ya había recibido un mensaje de que una tropa de soldados pasaría por el pueblo portando un carro con armas, y que cada soldado debía tomar una para luego acudir a los muros a pelear.

    Fenya sentía que todo su mundo se le venía abajo al ver a su esposo marchar de esa manera, sobre todo cuando recordaba los relatos oficiales del primer enfrentamiento.

    — ¡Vitali, por favor, no vayas! — la mujer quería retenerlo — ¡Quédate aquí y protégenos! ¡Se supone que los militares tienen la obligación de defender a los civiles! ¡Si todos van a pelear, nadie nos protegerá!

    — ¡La mejor manera de protegerlos es asegurarme de que esos malditos nunca lleguen a ustedes! — respondió él desde un punto de vista estratégico — Fenya… después de mi atrevimiento al acercarme a ellos cuando Gavril estaba con cuidados médicos, Lara no va a tolerar una desobediencia de mi parte. Si me quedo con ustedes, es solo cuestión a que ella pregunte a los sobrevivientes sobre mi ausencia, y entonces, lo más seguro es que me arreste.

    — Pero no estaremos seguros si no estás aquí con nosotros — respondió Valiana, que tampoco quería que su padre se fuera — Papá, eres el único que puede protegernos si algo sale mal.

    — Yo sé que tienen miedo, porque así son los conflictos militares — Vitali no tardó en recordar una época de su pasado — Pero si los soldados que están peleando ahora mismo son derrotados, dudo mucho que yo pueda hacer algo. Soy más útil en un eslabón de soldados que peleando por mi cuenta.

    — ¡No, amor, por favor, te van a matar! — Fenya no tenía deseos de quedarse viuda en ese momento — ¡Si solo cuatro de ellos pudieron lastimar a Gavril, no me imagino lo que harán contigo!

    — Hey, si las cosas se ponen mal, juro que regresaré y los guiaré hacia un lugar seguro — Vitali tenía ese plan de reserva por si algo salía mal — Nos adentraremos en territorio de depredadores que, con suerte, se centrarán más en ellos que en nosotros. Pero no será necesario si conseguimos derrotarlos ahora. Y es por eso que iré allí a luchar. Para ahorrarnos mucho más sufrimiento. Entiéndelo, Fenya, es mi deber. Por esto mismo me volví militar. Déjame ayudar a la humanidad a hacer frente a esta amenaza.

    — No… — Fenya no pudo más y un llanto repentino la invadió.

    La médica no tenía forma de retener a su esposo en casa, e incluso si lo hacía, todo parecía indicar que las cosas podrían llegar a ser muy malas para él, puesto a que quizá lo juzgarían por desobedecer aquella orden. Vitali tampoco tenía deseos de irse, pero eran menores los deseos de que su familia tuviera que vivir en la intemperie rodeados de predadores para poder estar seguros en un plan de fuga.

    Sabiendo lo mala que se podía poner la situación, él eligió dar a cada uno un abrazo y un beso, rezando a cada deidad que recordaba porque no fuera el último. Fenya lo apretó con mucha fuerza en su abrazo, y no lo quería soltar. Desde que se habían conocido hasta ese mismo día, la mujer nunca dejó de amar a aquel hombre con quien incluso formó una familia con la esperanza de que todos disfrutaran de una larga y buena vida. Valiana tuvo que ser fuerte para no llorar, pero no logró resistir más que un par de segundos hasta que rompió en ese llanto. Su padre la abrazó con fuerza, y luego le dio un segundo beso en la frente. El último en recibir ese cariño fue el menor de la familia. Winter no dejó de pensar en que, si su padre perdía la vida en aquel momento, ya nunca serían una familia completa otra vez. Él los amaba a todos, y no quería ni siquiera imaginarse un escenario en donde uno no estuviera.

    — Vamos a estar bien — Vitali le dijo eso a cada uno de ellos — Van a estar bien… incluso sin mí.

    Esa última frase los dejó con un panorama muy gris, hasta que llegó el momento en el que el ingeniero que había recibido formación como soldado se tenía que marchar.

    — ¡Armas! — gritó uno desde afuera — ¡Cada soldado tome un arma y acuda a los muros a combatir!

    Vitali miró a su familia rogando que no fuera su última vez para posteriormente abandonar su vivienda. Al cerrar la puerta tras él, Fenya cayó de rodillas en el suelo, producto de toda la angustia que sentía, teniendo que ser ayudada a levantarse por sus dos hijos.

    — ¡Mamá, ¿qué te pasa?! — Winter temía que pudiera estar sufriendo un ataque de pánico o algo peor — ¡¿Quieres que busque a papá?!

    — No… llévenme a la cama, y tomen mi dispositivo móvil — la mujer tenía una idea — Veremos si nos llega algo de información de todo este conflicto.

    […]

    Vitali tenía la vista al frente. Delante suyo nada más podía ver los árboles del bosque al cual estaba entrando, junto con algunos hombres y mujeres que estaban en frente de él y lo guiarían hacia el foco de conflicto más próximo. Sentir un arma en la mano y saber que tendría que usarla por primera vez en un conflicto con otra especie le desbloqueó un recuerdo en el que no había pensado hacía ya mucho tiempo.

    Vitali — dijo un hombre entregándole cinco sobres en la mano.

    ¿Qué es todo esto? — comentó, tratando de analizar lo que le habían entregado.

    Un pasaporte, un billete de avión y algo de dinero — el hombre le contestó — Te sacaré del país. No voy a permitir que te recluten para el ejército y te manden a pelear una de sus guerras.

    En aquel momento, Vitali era bastante más joven. El hombre frente a él era muy similar, con la diferencia de que se le notaban varios años más por delante. Vitali estaba estudiando una carrera de ingeniería, pero al no estar graduado, ni siquiera a punto de graduarse, por órdenes de su gobierno, le sería obligatorio alistarse en el ejército para ir a pelear una guerra en otra nación. Si se marchaba de su país, perdería por un tiempo el contacto con su familia, pero también significaba estar a salvo de formar parte de un plan tan riesgoso.

    Prepara tus cosas, te llevaré esta misma noche — comentó aquel hombre — Te ayudaremos si hace falta.

    Gracias, hermano, yo nunca lo voy a olvidar — Vitali dejó salir un par de lágrimas de la alegría que le produjo ese gesto de él — Juro que, cuando todo esto esté terminado, regresaré a visitarlos.

    Te esperaremos con los brazos abiertos, hermano, esta es tu casa — su hermano, mayor que él en edad, le alentó a continuar con sus sueños.

    En una tarde muy agitada, Vitali consiguió armarse una valija y poner allí varias prendas de vestir que le evitarían tener que gastar en ropa cuando llegara a su destino, el cual desconocía por el momento. Una computadora, su celular, e incluso algo de comida para evitar gastárselo todo de inmediato fue lo que equipó allí mismo. Finalizado ese preparativo, le llegó el turno de despedirse.

    Su hermano, a diferencia de él, estaba casado con una mujer, quien se acercó a él con un pequeño bebé de poco más de un año en los brazos.

    Te estaremos esperando, Vitali — la mujer apoyó su mano en el hombro del joven — Los tres… O quien sabe, quizá ya no seamos solo tres cuando regreses.

    Estaré encantado de regresar aquí con ustedes — el joven pronto centro su vista en el pequeño, al que le empezó a acariciar los cabellos — Hey, pequeño Ace, tu tío va a marcharse. Así que, mi plan de consentirte a espaldas de tus padres ya no podrá ser…

    Esa frase dicha por Vitali hizo que los padres de aquel niño dejaran salir una pequeña risa, puesto a que entendían que esa era la forma de ser de Vitali.

    Pero regresaré pronto, y cuando lo haga, tu tío te llevará de paseo por muchos lugares divertidos — Vitali estaba seguro de que ambos disfrutarían de ese viaje — Así que, espérame con paciencia. No me quedaré allí fuera por siempre.

    Habiéndose despedido de la familia de su hermano, Vitali salió de aquella casa. Lo primero que hicieron él y su hermano mayor, de quien se despediría en el aeropuerto, fue subirse al auto que estaba estacionado en la calle justo en frente de la puerta de entrada de la casa. El dueño del vehículo arrancó y puso en marcha al aeropuerto, mientras que Vitali se situaba en el asiento del copiloto. Tomó con curiosidad uno de los sobres, más precisamente, el que contenía su billete de avión, y lo abrió para poder ver cuál sería su destino.

    Rusia, ¿eh? — comentó en voz alta para su hermano — Dicen que está experimentando sus temperaturas más altas en los últimos veinte años. Al menos no me congelaré.

    Allí estarás a salvo, Vitali — su hermano estaba confiado de ello — No quiero que nadie nunca te ponga un fusil en las manos y te obligue a marchar al campo de batalla.

    Gracias, hermano — el más joven no podía dejar de agradecerle por ello — Te juro que nunca en mi vida tocaré un arma.

    Vitali podía escuchar a lo lejos el sonido de las armas disparando en contra de aquellos invasores, y supo que estaba a menos de diez minutos de gastarse su primer cargador en un conflicto armado. Le molestaba bastante el hecho de que lo habían obligado a romper el juramento que hizo consigo mismo y con su hermano en la última vez que hablaron cara a cara, pero entendía que quizá era la única manera de proteger a la familia que amaba.

    — Espero que no estés decepcionado, hermano — Vitali aminoró la macha y tomó su dispositivo para comunicarse con alguien en particular — Renji, soy yo… Sé que ya tienes idea de lo que está pasando. Así que, quiero pedirte un favor por nuestra amistad. Si yo llego a morir aquí, cuida de mi familia. No confío en nadie más para hacerlo. Cuídalos de esta extraña especie, y también de los comandantes Gavril y Lara.

    Luego de haber guardado su dispositivo, frente a él se encontraba el campo de batalla. Los que iban justo delante en el avance tomaron cobertura tras un árbol, y comenzaron a disparar hacia un conjunto de seres que portaban garrotes y arcos en el combate. El soldado hizo lo mismo que ellos. Buscó el árbol con el tronco más ancho para poder cubrirse, y cuando lo encontró, se colocó allí mismo. Respiró profundo unas dos veces antes de poder darse a sí mismo el valor de disparar, y cuando estuvo listo, se asomó de su cobertura para ver bien a los atacantes. Tan pronto como divisó a uno de ellos, se quedó paralizado del todo, y su dedo no pudo accionar el gatillo de su arma. La imponente altura de dos metros de todos ellos, junto con una apariencia que a él le parecía grotesca, lo terminaron intimidando.

    Temeroso de que pudieran descubrirlo, Vitali se escondió tras el tronco que utilizaba como cobertura. Respiró agitado mientras veía como sus dos piernas temblaban casi sin remedio. Pronto se empezó a sentir peor, puesto a que empezó a oír los gritos de varios soldados que caían en combate. Nunca creyó que podría sentirse tan acobardado llegado ese momento, ya que creyó estar preparado psicológicamente para algo así.

    — Soy un maldito cobarde — Vitali sentía como su arma se le caía de las manos — No puedo creer que me esté pasando esto. Luego de haberme preparado tanto… ahora estoy paralizado.

    En toda su vida, jamás había estado tan decepcionado de sí mismo. Fue entrenado para ser un soldado por uno de sus mejores amigos, y siempre se dijo que todo era por el bien de su familia. Pero pese a todo eso, no encontraba el valor para pelear.

    Mientras se encontraba distraído, pudo ver como uno de esos seres a los que se suponía que debía estar enfrentando se empezaba a escabullir de la pelea, para dirigirse hacia las viviendas. Vitali pensó que alguien lo vería y lo perseguiría, pero no tardó en darse cuenta de que se había equivocado, puesto a que ningún humano retrocedería.

    Con una expresión de miedo en su rostro, el ingeniero convertido en soldado tomó su arma, y sin saber de dónde, encontró la fuerza para perseguir a ese ser al mismo tiempo que abría fuego contra él.

    — ¡Detente ahí mismo! — Vitali le gritó mientras lo perseguía y disparaba — ¡No te acercarás a mi familia!

    Obedeciendo a ese desafío, el ser de aquella especie frenó en seco su huida, y se dio la vuelta. Vitali le disparó bastante, hasta el punto de que su cargador quedó a la mitad, solo para ver que ninguna de esas balas lo había herido ni un poco. Dejó salir un suspiro de terror cuando vio que ese ser se le acercaba lentamente a su posición, y en simultáneo con él, empezó a retroceder.

    — Tú fuiste quien me llamó — decía ese ser, dando pasos hacia el humano — ¿Quieres pelear tú solo contra mí?

    La respiración del humano se agitó bastante, y supo que ya no podía seguir retrocediendo, o de lo contrario, terminaría entrando desprotegido en el campo de batalla. Usando cada pequeña pizca de valentía en su cuerpo, se paró firme y levantó su arma en alto, haciendo que el traliod que se acercaba a él se detuviera, más por asombro que por otra cosa.

    — Uno contra uno entonces — dijo con una sonrisa en su rostro, que fue visible para el humano.

    De repente, un zumbido se empezó a escuchar en el bosque, cosa que llamó la atención de ambos. El traliod pudo identificar el lugar desde el cuál venía ese sonido, y cuando se dio la vuelta, un cohete disparado hacia él, impactó en su cabeza, produciendo una explosión tan poderosa que lo terminó decapitado, arrebatándole la vida en el acto. Tras una ligera salpicadura de sangre, su cuerpo cayó desplomado sobre el suelo, ante la mirada atónita de Vitali, que no sabía que en el ejército tuvieran armas como esa.

    — ¡¿Lakor?! — la comandante Furlan apareció con un lanzacohetes en los brazos, mientras era seguida por varios militares que iban hacia la batalla — ¿Tú lo detectaste y lo perseguiste?

    — Sí… — Vitali quería darse algo de crédito por haberlo encontrado — Estaba recargando cuando vi que se alejaba del campo de batalla.

    — Buen trabajo, Lakor, Renji seguro estará orgulloso cuando se entere — Lara lo felicitó — Prepárate para seguir en batalla. Puede que estos lanzacohetes nos vengan bien.

    — No tenía idea de que teníamos armas como esta — Vitali no salía de su asombro — Pero me alegro por eso.

    — Por más amigo tuyo que sea Renji, entenderás que hay ciertos secretos reservados solo para nosotros — Lara se lo comentó — Secretos que tú y otros no tienen por qué saber. Ahora deja de hablar y muéstrame como pelea un alumno del comandante Yukimura.

    […]

    — No me gusta estar aquí… — Gavril se quejaba de todo lo que estaba sucediendo, mientras se encontraba en un refugio improvisado dentro de la capital del territorio humano.

    El comandante que no podía combatir a la amenaza se encontraba acompañado por su hijo, el expresidente Dmitri Koslov, y muchas otras personas que acudieron a ese refugio por órdenes de la comandante Furlan tan pronto lo encontraron. Ingenieros, médicos, técnicos, arquitectos, comerciantes… en ese edificio que convirtieron en refugio se encontraban a resguardo varios seres humanos que podían permitirse habitar en la capital.

    Hubo muchos otros que eligieron ir a refugiarse en el interior del navío espacial en lugar de quedarse en aquel sitio. Desde que fue desmantelado, ya no todos los habitáculos servían para que la gente pudiera vivir allí. Pero todavía podía ejercer como refugio para varios miles de seres humanos.

    Vyon miraba con tristeza la forma en que su padre se movía con su silla de ruedas desde un lado de la sala en la que se encontraban hasta el otro, solo para repetir el movimiento una vez terminaba. El joven se acercó a él, y no fue el único, ya que Dmitri también se le acercó.

    — Tu esposa fue muy valiente al ir a pelear — quería que eso, de alguna manera, lo pudiera alentar — Debes estar orgulloso. Estás casado con la mujer más valiente de la humanidad.

    — Estoy orgulloso, pero no por eso me siento bien — Gavril se quejaba de su estado — Yo debería estar al lado suyo, guiando este ataque. Tomando a varios prisioneros entre ellos para poder descubrir el paradero de mi hija.

    — La encontrarán a salvo, Gavril — Dmitri quería contagiar un poco de optimismo — Ella está viva. Yo lo sé.

    — Más les vale a esos seres que lo esté — el comandante pensaba en esa posibilidad — Si llego a descubrir que la mataron, ordenaré la fabricación de armas nucleares y las lanzaremos sobre las viviendas de estos malparidos. No sé cómo, pero se lo tendrán merecido si le hicieron algo a mi pequeña.

    Vyon no se sentía cómodo estando allí. Su padre se encontraba muy irritado por el hecho de ser posiblemente el único soldado que no tenía un arma en la mano. Afuera del edificio, había varios militares estacionados y listos para pelear en contra de la amenaza que pudiera llegar en cualquier momento. Sabía que para su padre no debía ser algo fácil tener que quedarse atrás, menos cuando su hija estaba desaparecida, y cuando todos los demás estaban atentos al combate.

    Al mirar atentamente a todas las personas en ese refugio, pudo notar que nadie tenía una edad cercana a la suya. Él ya sabía que solo sus compañeros de clase tenían su misma edad, pero desconocía totalmente el hecho de que ellos fueron los últimos en nacer a bordo del Explorador Esperanzado. Luego de que nació Winter, la gente esperó hasta llegar al planeta Gea para empezar a tener hijos nuevamente. Airin e Iker estaban desaparecidos tras su secuestro por parte de esa especie invasora. Winter, Katia, Jessica y Rosary no se encontraban presentes. El menor de los Utkin se desmotivaba mucho al no tener a nadie con quien conversar, puesto a que todos o eran varios años mayores o varios años menores. Quienes tenían familias y amistades estaban reunidos entre ellos, mientras que él se encontraba casi aislado.

    — Quiero que toda esta puta pesadilla termine — se decía para sí mismo mientras se sentaba en el piso con las piernas cruzadas, preparándose para una meditación — Quiero que volvamos a clase lo más pronto posible. Necesito estar rodeado por mis compañeros…

    Vyon pronto cerró los ojos y trató de alejarse de aquella realidad. Para él era urgente que todo acabara, puesto a que no estaba cómodo al estar por su cuenta mientras que su padre no se encontraba en un buen estado de salud, al mismo tiempo que su madre permanecía en el campo de batalla. Ese era el momento de su vida en el que menos placentera era la situación para él.

    […]

    La zona de conflicto se volvió un completo caos a medida que se extendía el enfrentamiento. Un número de más de tres mil soldados humanos se encontraba haciéndoles frente a mil de los traliod que habían atacado. Disparos de balas, flechas, cohetes, e incluso algunos garrotazos tenían sitio en aquel lugar.

    Pese a su inferioridad numérica, los traliod no daban el brazo a torcer. Su enorme resistencia física les daba una ventaja enorme sobre los seres humanos. Antes de que pudieran caer dos de ellos seguidos, sucedía la muerte de quince militares humanos.

    Lara y varios de sus soldados más cercanos eran quienes más bajas conseguían, puesto a que los lanzacohetes eran las armas más mortíferas en contra de esos seres, siendo capaces de saltear la enorme defensa con la que contaban todos los traliod. Vitali, por su parte, se integró a un escuadrón de soldados compuesto por más de ciento cincuenta integrantes, y entre todos disparaban las balas de sus rifles hacia los enemigos. Consiguieron varias bajas entre las fuerzas enemigas, pero todo era producto de las incesantes lluvias de balas que formaban de forma coordinada. Por su propia cuenta, nadie era capaz de acabar con siquiera un único ejemplar de aquella especie.

    Cadáveres humanos y de los traliod cada vez más se apoderaban del paisaje, mientras que ríos de sangre derramada empezaban a correr por el lugar. Desde su privilegiada posición en las afueras de los muros, el maestro Elber veía como varios discípulos suyos entre el ejército invasor caían frente al poderío de los seres a los que deseaban capturar. En el comienzo de la batalla, los traliod aprovechaban su posición ventajosa para producir una incontable cantidad de bajas entre los enemigos. Pero poco a poco, el número se empezaba a reducir.

    Eran mucho más fuertes y con más resistencia, pero el estilo de pelea de los humanos de moverse y cubrirse resultaba ser más efectivo, sin contar su superioridad numérica. En el momento en el que los humanos lograron adivinar el patrón de ataques cuerpo a cuerpo y a distancia de ellos, la pelea se volvió pareja. Seguían cayendo seres humanos, pero eso era más producto del desgaste y de la pérdida de munición que por el buen estilo de pelea de los suyos.

    — Esto no está bien — Elber empezó a preocuparse por lo que veía — Hemos perdido la delantera hace tiempo, y llevamos un rato largo sin recuperarla… A este paso vamos a perder la batalla. ¡Cañoneros!

    Con ese grito, los que se encargaban de manejar la plataforma y la munición de los cañones pusieron la atención en las órdenes que estaban seguros que llegarían pronto por parte del maestro que lideraba esa expedición e invasión. Todos esperaron pacientemente mientras que el maestro regresaba a su posición montado en el animal que lo transportaba

    — ¡Sus tropas nos superan en número, y también en la forma de pelear! — Elber se colocó detrás de ellos — ¡Vamos a tener que usar los cañones para diezmar sus números! ¡No quería tener que gastar toda la munición en esta batalla, pero parece que será algo necesario! ¡Prepárense para disparar!

    […]

    Lara levantó ambos brazos para protegerse de las flechas que fueron disparadas por una de las mujeres de aquella raza. Para cubrirse de forma más eficaz, dejó su lanzacohetes en el suelo. Esperó sin detener sus pasos hasta el momento en el que la enemiga se quedó sin munición disponible en las manos, teniendo que tomar más flechas desde su carcaj. Ese fue el instante en el que la comandante Furlan actuó, levantando su lanzacohetes desde el suelo y apuntando firmemente a la cabeza de aquel ser. Disparó el cohete que tenía listo, y este salió volando a una velocidad a la que la traliod no fue capaz de esquivar el ataque. El disparo dio en la cabeza, matándola de inmediato y sin mucho problema con gran efectividad.

    Lara portó en sus espaldas una mochila con muchísima munición para su arma, la cual se había ido vaciando con el pasar de la pelea. Al mirar a sus alrededores pudo ver que sus soldados podían protegerse entre ellos al mismo tiempo que disparaban a los enemigos, logrando que las balas más débiles pudieran provocar daños severos a sus contrincantes.

    — Renji debe haberse ido muy lejos, puesto a que todavía no tenemos noticias de él — Lara pensó en su compañero — Pero sin su presencia, estamos ganando. Cuando él llegue, los acorralaremos por completo y terminaremos este combate en victoria.

    Sin embargo, las cosas no se iban a dar como ella lo esperaba. De pronto, se empezaban a escuchar algunos zumbidos extraños desde el cielo, llamando la atención de varios soldados, quienes pudieron notar con solo levantar la vista que estaban por recibir un bombardeo por parte de los enemigos.

    — ¡Proyectiles desde arriba! ¡Cúbranse! — gritó uno de ellos.

    Los tres primeros tocaron el suelo, provocando explosiones muy amplias que alcanzaron a varios soldados de la milicia rusa, quienes perdieron la vida en un instante, mientras nubes de polvo y sangre empezaban a levantarse por aquellos disparos.

    Lara pudo escuchar uno de esos sonidos, y supo que un disparo de cañón podría caer en su posición, por lo que se alejó corriendo de allí tan pronto como advirtió a los suyos que debían retroceder.

    — ¡Dispérsense para minimizar las bajas! — fue la orden de la comandante.

    Todos aquellos que lograron escucharla en esa conmoción que acababa de empezar, se echaron a correr para intentar escapar del asedio. Lakor se fue junto con su escuadrón, pero cuando una de las balas de cañón impactó a pocos metros detrás suyo, la onda expansiva de la explosión y la sacudida que movió la tierra los terminó por tirar al suelo con gran violencia.

    Muchos soldados que eran alcanzados por esas explosiones perdían la vida, y otros desafortunados terminaban perdiendo alguna extremidad, para posteriormente empezar a desangrarse y experimentar el principio de lo que sería una muerte dolorosa.

    Disparos por delante, por detrás, y a cada uno de los laterales de la zona donde se encontraba peleando el ejército lograron alcanzar a muchos de los combatientes, haciéndoles perder la vida a todos ellos. Una explosión frontal terminó por tirar al suelo a la comandante Lara, quien fue una de las últimas en caer en el intento de escapar.

    En los dos minutos que duró ese ataque, los traliod lograron reducir inmensamente los números de la humanidad. De tres mil soldados que tenían el campo de batalla dominado, apenas unos doscientos se estaban levantando para reanudar la batalla.

    Desde su posición, el maestro traliod Elber, fue testigo de cómo aquella especie le obligó a atacar con sus cañones, gastándose toda la munición que habían traído consigo para la batalla. Los disparos habían cesado porque ya no tenían más para utilizar, no porque lo consideraron prudente.

    — Esto debe haber servido de algo — Elber dio la orden al animal sobre el que montaba para que lo acercara a la batalla — Muchas gracias por todo. Yo explicaré al patriarca Hufan que fue decisión mía.

    Montó su animal y finalmente llegó hasta la entrada a ese territorio, notando como muchos de los seres humanos que habían escapado del bombardeo que ordenó, se preparaban para pelear.

    Las mujeres en sus tropas retrocedieron para disparar sus arcos a la distancia como refuerzo, mientras que los hombres se adelantaron y empezaron con sus ataques físicos directos. Siendo superiores a ellos en número, no veían necesario que las mujeres lucharan a su lado, y decidieron que serían más útiles atrás, cubriéndolos de posibles ataques. Elber veía como los humanos intentaban volver a usar sus maniobras para esquivar los ataques de los suyos, mientras continuaban con los disparos en su contra. Sin embargo, sin contar ya con su ventaja numérica, para los suyos les era demasiado sencillo acabar con ellos. De un solo golpe, varios humanos caían muertos al suelo, dejando a sus compañeros con cada vez menos apoyo para la pelea.

    Cuando quedaron menos de cien fue que Elber eligió intervenir. Cabalgó arriba de su animal hasta el campo de batalla, al mismo tiempo que lanzó una orden a los que estaban luchando.

    — ¡Alto, dejen de matarlos! — pensó que sería mucho más fácil y productivo capturarlos y aprisionarlos — ¡Desármenlos y reténganlos! ¡Tengo una idea para todos ellos!

    Siguiendo las órdenes dadas por su maestro, los que estaban con él se encargaron de simplemente golpear de forma no letal a los seres humanos que quedaban en pie; mientras que otros, por su parte, les quitaban el armamento militar a los humanos que estaban levantándose del suelo.

    Solo unos cincuenta y tres soldados quedaron con vida tras el bombardeo y el ataque que le siguió a la maniobra desesperada del maestro. Con gente de sobra para retenerlos, todos fueron puestos de rodillas y formaron una línea recta, teniendo delante de ellos a la mente maestra del ataque.

    — ¡Me presento ante todos ustedes! — Elber tuvo que alzar la voz para asegurar que sería escuchado por todos — ¡Yo soy el maestro Elber! ¡Sigo las órdenes del patriarca Hufan, un orgulloso líder de la raza de los traliod! ¡He venido desde muy lejos por todos ustedes!

    Vitali sentía un gran aturdimiento en la cabeza, junto con un leve dolor en el torso, tanto así que le costaba concentrarse en todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Los disparos que resonaron lo dejaron tan mareado, y en su oído derecho se podía sentir un ligero silbido constante. Tanto así que no podía llegar a entender las palabras dichas por aquel ser.

    La comandante Lara, que también había sobrevivido y tenía sus sentidos en buen estado, supo reconocer al que estaba cara a cara con la persona que había dado la orden de atacar el muro y a ellos. Pudo ver en el suelo que mientras los humanos habían perdido a un gran número de guerreros en el ataque, los traliod, tal y como se hacían llamar, tenían muy pocas bajas. Sentía mucha frustración con la forma en la que ese ser se presentó, puesto a que sentía que estaba imponiendo su autoridad tras haber ganado el combate.

    — ¡Ya han visto de primera mano la potencia de nuestras armas, y la fuerza de nuestra raza! — Elber quería disuadirlos de continuar el conflicto — ¡No sigan con esta defensa tan obstinada! ¡Hemos eliminado a varios de ustedes, pero eso no es para lo que hemos venido! ¡No buscamos acabar con ustedes, todo lo contrario, nuestros planes involucran a su raza viviendo junto a nosotros por cientos y cientos de años! ¡Hace dos días un grupo de los míos encontró a dos de los suyos vagando afuera de los muros, y los hemos capturado sin matarlos!

    Lara centró su vista en Elber, sabiendo al instante que él estaba hablando de su hija, y que, si lo que decía era cierto, ella estaba viva y todavía cautiva.

    — ¡Nuestra idea era solamente destruir el muro y capturarlos! — Elber parecía sonar arrepentido — ¡Esta masacre fue un exceso, y sé reconocer que es nuestra culpa, pero nosotros no queríamos que todo esto terminara así! ¡Esperábamos resistencia, pero nuestro plan era aplacarlos, y no asesinarlos! ¡Sus armas son complejas y escapan a nuestra comprensión, es por eso que nos hemos visto forzados a eliminar a varios de ustedes, pero ya no podemos darnos el lujo de seguir perdiéndolos! ¡¿Quién entre ustedes puede asumir el mando de los sobrevivientes?!

    Todas las miradas en los humanos voltearon a la comandante Lara Furlan, quien supo que eso le revelaría todo a aquel maestro de la raza de los traliod. Elber tuvo que buscar con sus ojos hasta que finalmente encontró a la dueña de todas aquellas miradas, fijándose en la comandante de la humanidad.

    — Veo que ellos te miran a ti… — Elber se empezó a acercar — Da la orden a ellos y al resto de los tuyos de que no se resistan más a la captura. De lo contrario, serás asesinada y nombraremos a otro líder para que dé esa orden.

    Lara no quería rendirse allí mismo, pero sabía que sus probabilidades de victoria eran nulas. Los enemigos contaban con una multitud de guerreros a los que no serían capaces de vencer. Cualquier resistencia mostrada terminaría muy mal, y tenía una confirmación de que su hija podría estar con vida. Antes de tomar cualquier decisión, ella se dirigió a Elber.

    — Elber, ¿verdad? — preguntó, recibiendo una afirmativa del maestro, quien asintió con la cabeza — Mencionaste que habías capturado a dos humanos hace dos días… Una de ellas es mi hija. ¿Ella está a salvo?

    — Ríndete, y me aseguraré de que te reúnas con tu hija lo más pronto posible — Elber no contestó directamente, y simplemente dio a entender la respuesta que quería la comandante — Si no te rindes, serás eliminada, y nunca la volverás a ver… Piensa en tus opciones ahora que las tienes.

    Sabiendo que estaban derrotados y que seguir peleando solamente llevaría a una muerte horrible en un momento como ese, Lara ya no tenía más motivos para seguir luchando en contra de ellos. Ella y toda la tropa allí presente no podrían hacer nada por la humanidad, pero todavía contaban con la presencia de Renji en las afueras de los muros, quien podría serle de utilidad a su especie al estar alejado de la zona de conflicto.

    — En ese caso, yo y todos mis soldados nos rendimos ante ustedes en este momento — Lara tomó su dispositivo, listo para enviar un mensaje a todos los humanos, de manera de garantizar la supervivencia de la mayoría — Me comunicaré con todos ellos para que nadie presente resistencia ante tus tropas, Elber.

    — Eres una líder sensata — Elber celebró ese triunfo obtenido sobre ellos — Si todos los tuyos tienen esa cualidad, te garantizo que vivirán vidas largas junto a nosotros. El patriarca Hufan se asegurará de que cada uno de ustedes tome su lugar correspondiente en nuestra sociedad.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, ya estoy aquí para otro comentario más tras un nuevo capítulo. Con el conflicto ya encima, las cosas se están poniendo muy interesantes, así que no me demoraré más e iré directo al grano.

    Comenzamos con Lara siendo advertida por sus soldados del ataque a la colonia por parte de los trailod. La comandante no duda en enviar una orden directa a los suyos, pero dejando a su lado su rol de líder, decide asegurar la supervivencia de su familia. No digo que yo no haría lo mismo, pero joder, si eres un comandante te debes a todos, no únicamente a tu familia. Aquí Lara en ese sentido, para mí, pierde puntos (es una forma de hablar XD). Curiosamente, Vitali hace todo lo contrario. Siendo un ingeniero reconvertido a soldado raso, saca más sentido del deber que su superior, dejando a su familia para protegerla como se supone que debe: en el frente. Diferencias.

    Acto seguido pasamos al combate con Vitali, pero antes se nos muestra un flashback de su juventud, en la que su hermano se encargó de sacarlo del país (intuyo que Black Meteor) debido a la guerra que se avecinaba (intuyo que con Zenith XD). Aquí se puede ver también que su hermano y la mujer de este tienen un bebé, el cual es Ace. Vitali, su tío, juró ante su hermano que nunca tocaría un arma, pero actualmente, quizá eso lo pueda mantener con vida. Sin embargo, pronto se acobarda al ver el tamaño de sus enemigos, e incluso se percata de que uno de ellos se escabulle del combate para ir a las viviendas. Sacando coraje de donde no tiene, Vitali lo confronta, siendo salvado por la comandante (que al parecer recordó que su deber es pelear junto a sus hombres XD).

    Luego vemos que Gavril, Vyon e incluso el viejo presidente Dmitri están en un refugio en la colonia capital, junto a otros humanos. Evidentemente, Gavril no está contento estando postrado en una silla de ruedas sin contribuir en el combate y Vyon se siente solo al no tener jóvenes de su edad en el refugio. Tras esto, pasamos a ver desde el lado de los trailod, como la batalla se está equilibrando, lo que no es buena señal para estos. El maestro Elber decide entonces sacar su artillería pesada: los cañones que agujerearon el muro. Curioso, cañones para los trailod y lanzacohetes para los humanos. Tremendas armas XD.

    Finalmente, el plan de Elber de usar los cañones funciona, diezmando parte del ejército humano. En cuestión de poco tiempo, apenas quedan unos pocos soldados, y el líder de los trailod en el conflicto se presenta ante los humanos con cierta autoridad. Los humanos serán capturados y por las palabras de Elber, esclavizados al servicio de los trailod. Lara decide acceder a las peticiones de éste y desiste de su intento por pelear, ahora ya absurdo. Con esto tan desalentador, termina el capítulo.

    Ha estado muy bueno, la verdad, parece que la acción ha llegado para quedarse, aunque habrá que ver que ocurre ahora que han sido casi todos capturados. Lara y Vitali, al menos. Ya quiero ver donde está Renji y que plan tiene, o que reacción tienen los Utkin. También si veremos al joven Winter dar un paso al frente por su familia, ahora que su padre está ausente.

    Sea como sea, nos veremos en la próxima, amigo.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Llegó el momento de seguir avanzando con la publicación de este spin off. Aviso que, tras unos días sin haberlo hecho, la guía de personajes se encuentra actualizada. El enlace, como siempre, en el blog. Espero que el avance de la trama en este y los capítulos siguientes sea del agrado de todos.

    Ya no nos quedará mucho para entrar en la recta final de esta parte, pero todavía queda un poquito. Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por una semana más en esta historia. Estoy seguro de que él ya está ansiando saber como sigue todo, y porque falte cada vez menos para regresar a la historia principal. Es una alegría ver que le va gustando el avance hasta ahora, y ojalá los capítulos que resten también le gusten.

    Sin novedades de momento, toca el capítulo.





















    La voz del patriarca:

    Cautivos y con las manos atadas utilizando lianas, una enorme cantidad de humanos caminaba por el bosque. No por voluntad propia, pero sabiendo que su destino sería peor si mostraban resistencia a sus captores. Luego del bombardeo que ordenó el maestro Elber, una gran facción del ejército liderada por la comandante Lara perdió la vida, quedando ella y unos pocos más como sobrevivientes de una masacre así.

    Viendo que el maestro Elber creía que tenía dominados a los humanos, a la mujer se le ocurrió una idea para poder evitar ser retenidos permanentemente por dichos seres, y para evitar una muerte que saldría de forma inmediata de cualquier resistencia que esta pudiera mostrar.

    En el mensaje que envió, ella pidió a todos los soldados que quedaran que se escondieran en el interior del navío, de manera que los traliod no pudieran encontrarlos. Renji había partido hacía ya dos días en busca de Airin y de Iker, por lo que no llegaría a tiempo para poder rescatarlos. Sin embargo, cuando él finalmente estuviera de vuelta, su escuadrón podría unirse con los soldados que evitaron la captura.

    Cuando la unión ocurriera, todo quedaría en manos de Yukimura, puesto a que él tendría que elaborar un plan para rescatar a toda la humanidad que había sido capturada y se encontraba en pleno traslado hacia una ubicación desconocida. Lara explicó a varias personas que esa acción fue necesaria, ya que, de resistirse ella y los demás soldados, podría terminar todo muy mal.

    Sé que este plan no te gusta — susurró ella a su esposo, quien estaba viendo junto a su hijo como los traliod sacaban a los humanos de aquel refugio para llevárselos — Pero es la única forma de que no mueran más personas. Si me resistía, ya habría muerto, y quizá muchos soldados también. Necesitamos a cada uno disponible para la lucha en cuanto Renji aparezca para ayudarnos.

    Más te vale que funcione, Lara — Gavril también habló en voz baja, viendo como uno de los traliod se acercaba a ellos — Oye, tu maestro hizo una promesa con mi esposa para que pudiéramos volver a ver a nuestra hija. Más le vale cumplir.

    ¿Así que uno de los dos que hemos capturado es hija de ustedes dos? — preguntó aquel traliod, revelando ser quien capturó a Airin — Este mundo es inmenso, pero, aun así, esta clase de cosas lo hacen parecer muy pequeño.

    Te he dicho una cosa — Gavril se lo tomó muy mal por eso.

    Yo no soy mi maestro, lo que él haya pactado lo hablarás con él — el discípulo evadió la responsabilidad — Te garantizo que nadie te lastimará ni a ti ni a tu hija.

    Lara le indicó a aquel traliod que su esposo no podía caminar, por lo que tendrían que llevárselo en esa silla de ruedas. Aquel ser tan diferente no entendía la situación, puesto a que ese invento le parecía muy avanzado para la tecnología que ellos manejaban. En el momento en el que Lara se ofreció para llevárselo, este se negó, y ordenó a otro de los suyos que se encargara de eso.

    Lara miró con tristeza como su esposo y su hijo eran retirados junto a ella por la fuerza del lugar en el que vivían. Lo único que deseaba en aquel momento era que a Renji se le ocurriera un buen plan para rescatarlos y lo ejecutara en buen tiempo. Ellos aportarían su granito de arena conforme pudieran, pero la mayoría corría por cuenta de su otro comandante.

    — Nos derrotaron con arcos, garrotes y cañones — mencionó Gavril en voz alta.

    La otra comandante, el hijo de ambos y muchos otros de los que caminaban como prisioneros llegaron a escuchar ese comentario dicho por el comandante lisiado. Los traliod que los escoltaban voltearon para ver si eso podría llegar a desencadenar algún acto de rebeldía, ya que tendrían que sofocarlo si daba indicios de que así pudiera llegar a ser.

    — Si hubiéramos ido al continente oriental, nuestros exploradores habrían podido detectar todo esto — Gavril lo decía como una forma de recriminarlo a su esposa — Si hubiéramos sabido que contaban con estas armas, habríamos invertido esfuerzos en desarrollar muros más resistentes y explosivos más destructivos. Y podríamos haberlos repelido con facilidad. Pero no. Tú y Renji querían venir al continente de occidente. Cuando seamos libres de estas criaturas, ustedes no volverán a tomar más decisiones que afecten a toda la humanidad.

    A Lara no le gustó nada que su esposo le dijera esa clase de cosas frente a sus colegas militares y los civiles. Lo sentía como si quisiera aprovecharse de una crisis como esa para ganar influencia de la gente al momento de que la humanidad ya no lidiara más con esos seres. Con el silencio que había en el ambiente, ella llegó a oír murmullos entre los que estaban acompañándola, y pudo percibir que había muchos que estaban de acuerdo en lo dicho por su esposo. Estaba claro que lo tendría difícil en las futuras reuniones realizadas en beneficio de la humanidad, puesto a que la gente posiblemente estuviera decidida a seguir las ideas provenientes del comandante Utkin.

    Uno de los traliod, precisamente el que se encargaba de trasladar al propio comandante, tenía ganas de hablar en nombre de su gente tras haberlo oído hablar así.

    — No sé qué es lo que te ha dado la idea equivocada que tienes de nosotros — comentó con tranquilidad, pese a que no estaba del todo calmado — Has dicho “cuando seamos libres de estas criaturas”. Nosotros solo los estamos llevando con nosotros. Pasarán a formar parte de nuestra sociedad. Su libertad no será cortada.

    — Nosotros éramos libres de ir a donde quisiéramos y de hacer lo que quisiéramos antes de que ustedes llegaran — Gavril lo increpó, sin miedo a lo que pudiera pasarle — Ustedes nos acaban de quitar eso. Nos han capturado y nos están trasladando hacia otro sitio diferente. Por como yo lo veo, eso no es libertad.

    — Dijiste que podían ir a donde quisieran y hacer lo que quisieran — aquel ser le respondió — Cuando vivan con nosotros, tendrán esa oportunidad. Van a tener que hacer un esfuerzo para ganársela, pero si tu definición de libertad es esa, entonces puedo afirmar que ustedes serán libres. Solo que en otro lugar.

    — Diferimos en muchas cosas, por lo que veo — Gavril se mostró molesto con él por esas cosas — No creo que nos podamos llevar bien. Sería mejor que nos abandonaran y nos dejaran volver a dónde estábamos. No tenemos la fama de ser una raza muy amistosa.

    — Nada de eso — comentó otro de los traliod — El patriarca Hufan tomó la decisión de que ustedes y nosotros debíamos convivir juntos si es que íbamos a compartir el planeta. Nos parece bastante justo.

    No era la primera vez que los humanos que se encontraban allí escuchaban el nombre de Hufan seguido del rango que tenía en la sociedad de su especie. El hecho de que lo llamaran patriarca les daba muy mala espina a todos, puesto a que esa clase de títulos correspondían a edades previas que se habían vivido en la Tierra. El haber visto las estructuras que tenían los traliod cuando la humanidad llegó al planeta, y tras los enfrentamientos en donde pelearon con cañones, arcos y garrotes les confirmó la sospecha de que ellos se encontraban atravesando el período de la edad media. Posiblemente su especie hubiera evolucionado hace pocos años, y eso no les daba muchas buenas esperanzas, puesto a que sus normas podrían diferir con las que se gobernaba la humanidad.

    […]

    — ¡Al fin estoy aquí! — Vitali gritó en voz alta, mientras que uno de los traliod lo tenía retenido de los brazos para evitar que saliera corriendo en cualquier dirección no deseada — ¡Fenya, Valiana, Winter!

    Los gritos del ingeniero llegaron a oídos de todos los humanos que se encontraban en ese grupo de traslado. Todos se voltearon para ver quién podría ser, incluso aquellos que no eran los destinatarios de aquella llamada. La esposa y los dos hijos del ingeniero militar se alegraron al verlo presente en el mismo grupo que ellos, puesto a que no habían tenido noticias de él desde que se marchó a pelear contra los invasores.

    — ¡Vitali! — Fenya gritó de alegría cuando lo vio — ¡Sobreviviste!

    Vitali fue llevado junto a su esposa y sus dos hijos por aquel traliod que se encargaba de escoltarlo. Tan pronto como estuvieron allí, este lo soltó, y se colocó en formación con los demás miembros de su especie que se encargaban de avanzar escoltando a los humanos a través de esa zona del planeta.

    — Me alegra mucho volver a verlos — Vitali sonreía pese a todo lo malo que había sucedido — Al menos podré estar con ustedes cuando el plan de Renji se lleve a cabo.

    Fenya, Winter y Valiana se emocionaron bastante cuando vieron que él seguía con vida. Dado a que no estaban atravesando una situación optimista, y que se encontraban restringidos en sus movimientos mientras estaban siendo trasladados a un lugar desconocido, no pudieron derramar lágrimas de alegría por haberse reencontrado con él tras varios minutos de incertidumbre en los que no sabían si permanecía vivo. Sin embargo, eso no evitó que una sonrisa se formara en el rostro de los tres.

    — ¿Papá? ¿Qué es lo que está pasando ahora? — Winter sentía mucha confusión con todo lo que sucedía — Estos seres llegaron de la nada, y varios soldados nos dijeron que no intentáramos huir y no mostráramos resistencia.

    — Nos dijeron que todo estaría bien, pero desde que nos apresaron, solo puedo pensar en que vamos a terminar de forma trágica en cada minuto que pasa — Valiana compartía la sensación de Winter — ¿Cómo es que algo como esto estará bien?

    — No puedo revelarles el plan ahora, o de lo contrario, estos seres nos podrían oír — Vitali se sentía mal por no poder hacer nada para darles tranquilidad, y esas palabras las tuvo que murmurar forzadamente — Pero créanme que esto fue la mejor alternativa para salvar la mayor cantidad de vidas posible. De no haber hecho esto, Lara Furlan habría muerto, y quizá muchos otros soldados en los que me incluyo yo también. Sé que esto puede darles el presentimiento de que las cosas saldrán mal en cualquier momento, pero créanme cuando les digo que todo estará bien. Renji nos va a rescatar cuando sea el momento.

    — Amor, ¿cuántos somos los que estamos aquí? — preguntó Fenya, quien quería saber todo el contexto de la humanidad — Sé que aquí no estamos todos los que sobrevivimos. Somos muy pocos.

    — No tengo ni la menor idea de cuantos somos, pero te garantizo que hay muchos militares que no han sido capturados — Vitali explicó una pequeña parte del plan — De ellos y de Renji depende nuestro escape.

    Fenya y sus dos hijos comprendieron inmediatamente que no debían hablar más al respecto en aquel lugar y en ese momento. Los traliod les estaban escoltando desde muy cerca, y parecía que esos susurros no les habían llamado mucho la atención de primeras. Pero no querían aprovecharse de eso, puesto a que sabían que no duraría por siempre, y si tenían una oportunidad para escapar, lo que menos querían era ponerla en peligro.

    Para tratar de disipar un poco las miradas que creía que tenían encima, Fenya quiso preguntarle algo a su esposo.

    — ¿Cómo fue que te trajeron hasta aquí? — la médica tenía esa curiosidad — Pensé que te habían llevado a un grupo diferente.

    — Le insistí a uno de ellos, y luego de hartarlo con mis palabras, lo hice ceder — Vitali reveló la verdad — Está claro que no nos quieren muertos. De ser así, seguro me habrían asesinado por ser una molestia. Pero eso no me tranquiliza demasiado.

    — ¿Quién es el que dirige todo esto? — Winter pronto tuvo una idea — Quizá todo esto acabe si la cabeza de todo este grupo pierde la vida. Suponiendo que sea solo uno.

    — Es uno solo, pero no tiene el poder absoluto — Vitali comenzó a explicar — Lara habló con uno que se hacía llamar maestro, y respondía al nombre de Elber. Pero él dijo que sigue las órdenes de un tipo llamado Hufan. Un patriarca.

    — Eso no puede ser bueno — Valiana recordaba sus clases de historia — Las sociedades patriarcales que la humanidad sostuvo durante siglos fueron totalmente injustas y llevaban a cabo políticas y acciones discriminatorias. Incluso entre humanos existía discriminación. ¿Cómo vamos a poder vivir tranquilos en una sociedad patriarcal de una especie diferente?

    — A mí tampoco me gusta esto, hija, pero no será permanente — Vitali quería reconfortarla, por más difícil que pudiera ser — Hemos perdido una pelea, pero no nos han derrotado. Ellos nos tomaron por sorpresa, pese a que sabíamos que estaban allí. Esperemos que para nosotros funcione de la misma manera.

    Cada momento que pasaba, las cosas para los humanos que estaban siendo trasladados parecían empeorar. Otros hombres y mujeres ajenos a la milicia y a la familia que tenía esa charla pudieron oír las palabras de Vitali, quien había sobrevivido a la pelea y pudo obtener algo de información. Nada de lo que dijo les podía ayudar a ganar ni siquiera una pizca minúscula de esperanza.

    Pocas conversaciones tenían lugar entre los humanos, quienes no querían perder fuerza, puesto a que parecía que el trayecto a recorrer era muy largo.

    […]

    — Es en este lugar — el maestro Elber estaba junto a Lara, Vyon, Gavril y algunos humanos más — La traeré ahora mismo, y así demostraré que somos seres de palabra.

    La noche se había cernido ya sobre el continente de occidente. La caminata que llevaron a cabo los traliod escoltando a los humanos les duró casi un día completo. Conociendo el camino de ida, y con la humanidad resignada a obedecer y a permanecer inmóviles ante la captura, la duración del trayecto fue mucho más corta.

    Elber apartó a Lara, Gavril y Vyon del grupo. Él había acordado con la que creía que era líder de la raza humana que tenía que reunirla con su hija, cautiva hacía un par de días atrás por algunos de sus discípulos. La razón por la que apartó a otros humanos fue porque necesitaba testigos que pudieran dar fe de que era cumplidor en las cosas que decía.

    Todos los humanos allí parados conocían de sobra a los comandantes Utkin y Furlan, puesto a que estos eran líderes de la humanidad. No conocían a sus hijos, pero sabrían identificarlos con solo mirar la reacción que pudiera tener la pareja.

    Elber los dejó parados allí en compañía de varios de los traliod que lo escoltaban. En solitario se fue hacia unas cuevas que había en aquel sitio, iluminado por antorchas puesto a que el planeta Tralio no contaba con un satélite natural que pudiera brindar luz en la noche. El fuego se encargó de brindar un panorama en el que se pudiera ver bien. Todos vieron como aquel ser que lideraba a toda esa muchedumbre se metió a una cueva, para salir tan solo veinte segundos después acompañado de la humana Airin, quien tenía las manos atadas a la espalda y no podría moverse.

    Ella caminó con Elber sujetándola de uno de los brazos, impidiendo que pudiera salir corriendo. Al momento en el que divisó a su familia allí, su corazón se estremeció de alegría, pero ver que estaban en su misma condición terminó mitigando esa sensación.

    — ¡Mamá, papá! — gritó ella con una emoción cortada por algo de amargura — ¡¿Qué les hicieron?!

    Sin separarse del ser que la estaba escoltando, Airin avanzó con calma hasta que quedó frente a su familia y frente a otros humanos más que también estaban asombrados por verla.

    — ¡Airin! — Lara estaba muy aliviada de verla de nuevo — ¡¿No te hicieron nada?!

    — ¡No, pero a papá…! — ella no tardó en ver la silla de ruedas — ¡¿Qué fue lo que te hicieron?!

    — Me voy a recuperar, amor, no te preocupes — Gavril mostró una sonrisa falsa con el objetivo de tranquilizar a su hija — Estoy bien. Esto es solo un contratiempo temporal. Cuando me pueda mover, arreglaré todo este desastre.

    Iker, quien escuchó los gritos, se asomó desde el interior de la cueva, y pudo ver con sus propios ojos algo que creyó que no pasaría nunca. Airin estaba reunida de nuevo con su familia, pero, para un mal presentimiento de él, estaban cautivos. No veía por ningún lado al comandante Yukimura, pero asumió que, si dos de sus líderes habían sido capturados, él también debía estar con ellos.

    — Tu hija sin ningún rasguño — Elber le dijo eso a Lara — Ya puedes dejar esa mirada tan negativa atrás. Jueguen bien su rol, y les garantizo que el patriarca Hufan les permitirá estar juntos por el resto de sus vidas.

    — Tú cumpliste tu palabra, pero desde luego, tú no eres ese tal Hufan — Lara lo confrontó con seriedad — No sabemos qué tal actuará cuando lo conozcamos.

    — Lo conocerán pronto, y todas tus dudas serán disipadas — Elber presionó el puño con algo de furia, gesto que fue notado por todos — Por esta noche, toca descansar. Mañana emprenderemos el viaje hacia el que será su nuevo hogar.

    […]

    Tal y como lo dijo el maestro Elber, en el momento que salió el sol, los seres humanos que se encontraban apresados fueron despertados y una nueva marcha empezó. En el camino, sin detenerse o brindarles ningún descanso, algunos de los traliod se acercaron poco a poco a los humanos que avanzaban en dirección desconocida. Tenían recipientes con agua y bandejas con comida, la cual constaba de carne o frutas silvestres obtenidas de los árboles.

    Con mucha incomodidad, los humanos tuvieron que beber desde la boquilla y comer mientras seguían avanzando al frente. Al no usar sus manos, les costaba mucho acomodarse para poder nutrirse, pero los traliod se encargaron que cada uno de los miles que estaban allí retenidos tuviera algo de fuerza para el viaje a realizar.

    Tras unos seis kilómetros de marcha, la humanidad comprendió lo que iba a suceder con ellos. El camino que recorrieron acabó en una costa, en donde podían ver una enorme flota de veinte barcos de madera encallados en la playa. Se podía ver el enorme tamaño que tenían. Cada uno desde lejos se veía inmenso, incluso más que embarcaciones de lujo en el planeta Tierra. En el centro de los barcos se erigía un mástil que contaba con velas enormes que se impulsarían con el viento. A los laterales había remos de madera, los cuales posiblemente servirían para mover la embarcación cuando el viento en altamar no fuera suficiente.

    Lo que podían ver era el lateral del barco, y una rampa que conectaba la embarcación con la arena de la playa.

    Elber apareció al frente y subido en su montura, listo para dar las indicaciones mientras se alejaba de su grupo y se acercaba a los barcos.

    — ¡Los tenemos! — empezó a gritar con jolgorio — ¡Es hora de que empiece el transporte hacia nuestro territorio! ¡Prepárense para abordarlos!

    Desde el interior de los barcos empezaron a salir varios traliod, quienes escucharon la orden proveniente del maestro asignado a cumplir con la misión de captura de los seres que se encontraban en aquel continente. Fue así que los traliod que estaban en tierra firme empezaron a llevar a los humanos hacia la playa, de manera que pudieran abordar los barcos que se encargarían de llevarlos rumbo a su nuevo hogar, según palabras dichas por el propio Elber.

    […]

    Al cabo de unas horas, todos los humanos cautivos fueron subidos a las embarcaciones, y cuando ya no quedaba ninguno, este conjunto de veinte barcos de madera empezó a navegar en las aguas del océano inmenso que se hallaba frente a ellos. Cada barco contaba con la capacidad de trasladar a cincuenta humanos cada uno. El traslado sucedería en lo que todos pudieron ver como una plataforma rectangular.

    Detrás del mástil del cual colgaban las velas, se encontraba un rectángulo de madera con un escalón. En la parte frontal y trasera, situada justo en el punto medio del lado más angosto, se erigían dos soportes que eran unidos por una vara gruesa de metal, como si fuera una tubería.

    — ¡Suban! ¡Ahora! — dio la orden uno de los traliod, mientras empujó a dos humanos.

    Los humanos fueron obligados a subirse a aquella plataforma, para luego ver como otros traliod, los que se encontraban a bordo del barco, se acercaban con otra clase de atadura. Estos les quitaron las antiguas que estaban hechas por liana, para colocarles unas nuevas formadas por cuero, y que contenían un enganche de metal. Hicieron a los humanos levantar las manos, y fue así como lograron atarlos en el metal que cruzaba la plataforma entera. Uno detrás del otro, los humanos tomaban su sitio sobre la cubierta de las embarcaciones, las cuales los llevarían a su destino.

    En uno de esos barcos, Gavril observó cómo su familia fue puesta en la parte de delante de la plataforma, para que los cuatro pudieran ocupar las cuatro primeras posiciones en ese sitio. Lara fue puesta de última en el cuarto lugar. Airin, por insistencia del maestro Elber, fue colocada justo delante, ocupando el tercer puesto. Vyon fue puesto en el segundo lugar, solo porque Gavril todavía no se había levantado de su silla de ruedas.

    El traliod que lo trasladó durante la caminata no era el mismo que estaba detrás de él, ya que este abordó junto con el maestro en un barco diferente. Ver que el humano no respondió a sus órdenes de que debían subir para ser enganchados terminó por hacerlo enfadar.

    — ¿Tienes problemas en los oídos? — preguntó sacudiendo un poco la silla de ruedas — ¡Sube!

    — ¡No puedo caminar porque uno de los tuyos me lastimó! — Gavril le recriminó, mientras todos los humanos ya en la plataforma y los trabajadores de aquel barco le miraban — ¡Vas a tener que hacerlo tú!

    — Se me informó que no podías caminar — le contestó el traliod, algo molesto por esa conducta — Pero nada te impide arrastrarte y luego ponerte de pie para el enganche.

    — Lamento decirte que con mi herida tampoco me puedo poner de pie — Gavril contestó con algo más de calma — Es culpa de uno de los tuyos, que me atacó con ferocidad. Pero lo bueno es que conseguimos acabar con su miserable vida.

    Uno de los trabajadores del barco se acercó a él para verificar el problema. Tan pronto como llegó, su compañero y el propio comandante le informaron de la situación. Para comprobar que la historia fuera verídica, el trabajador del barco tocó ambas piernas del humano. En el momento en que sus manos hicieron presión sobre la pierna que estaba rota, Gavril lanzó un grito de dolor muy desgarrador, para luego chocar los dientes en señal del padecimiento que le hacían sufrir.

    — Esto es un problema — comentó ese trabajador — No servirá de nada si no puede ni siquiera estar de pie. ¿Tú lo trajiste?

    — No, fue uno de mis compañeros — comentó el traliod, logrando evadir esa responsabilidad.

    — Muy bien, entonces esto lo resolverá el maestro Elber — comentó el trabajador, apartándose del lugar.

    Aún en su silla de ruedas, Gavril miró junto a todos los demás humanos enganchados en la plataforma, como aquel traliod se retiró hacia la parte del barco que daba acceso a su interior desde la cubierta. Atravesó una puerta, desapareciendo así de la vista de todos ellos. No tardó más de dos minutos en salir, y en sus manos portaba un objeto color blanco que llamó la atención de todos los cautivos.

    Se paró en el borde de la cubierta, el cuál daba la vista al agua azul del océano que estaban cruzando en aquel momento, y tras colocarse el objeto en la boca, empezó a soplar. Eso le hizo saber a los humanos que se trataba de un cuerno, posiblemente una manera de llamar a sus superiores.

    Los barcos se movieron un poco, permitiendo así que el barco que trasladaba al maestro Elber se alineara de par en par con esa otra embarcación. Una tabla de madera fue colocada entre los límites de ambos barcos, y eso permitió a Elber cruzar de un lugar a otro. Este avanzó hacia el trabajador que sopló el cuerno, ya que él fue quien lo llamó.

    — ¿Qué ocurre? — Elber no se veía contento, puesto a que todavía no había pasado una hora desde el inicio de la travesía.

    — Hay un problema, maestro, venga por favor — comentó el trabajador del barco.

    Elber fue llevado hasta el traliod que estaba junto a Gavril. Pudo identificarlo fácilmente, ya que supo que se trataba del padre de la chica a la que habían capturado, y también como pareja de Lara.

    — ¿Qué ocurre con él? — Elber no entendía nada — Sé que no puede caminar.

    — No es solo eso, no puede ponerse de pie — el trabajador le contestó — Le he tocado las piernas y empezó a gritar como animal a punto de morir. No creo que nos sea de utilidad si no puede ni pararse.

    — Tenía entendido que solamente no podía caminar, y ahora resulta que no puede ni estar de pie… — el maestro estaba perdiendo la paciencia — Pero no lo daría por un inútil todavía. Le quedan los brazos. Seguro el patriarca Hufan tiene la inteligencia para encontrarle una forma de ser útil.

    — ¿Lo dejamos en la silla de ruedas? — preguntó el trabajador del barco.

    — No, tiene que viajar junto a los demás — Elber se movió para colocarse atrás de él — Lo subiré yo mismo.

    Con algo de violencia y un enfado notable encima, Elber inclinó la silla de ruedas hacia el frente, haciendo que Gavril cayera al piso y gritara de dolor tras el golpe recibido en la pierna rota y en el brazo roto. Todos los humanos subidos a la plataforma miraban con incomodidad la forma en que lo trataban, aunque algunos pronto cerraron los ojos tras ver algo tan atroz.

    — ¡Papá! — Airin se sentía apenada por verlo así — ¡No lo lastimen!

    — ¡Malditos bastardos de mierda! — Vyon dejó salir su furia contra ellos — ¡Déjenlo en paz! ¡Fueron los suyos los que lo hirieron de esa manera!

    — ¡Gavril… por favor, no lo lastimen más, lo harán empeorar! — Lara fue la última de la familia en pedir clemencia.

    Gavril sufría mucho, y dadas sus limitaciones físicas, no podía ni siquiera retorcerse por el dolor que sentía. Elber y los demás trabajadores del barco lo miraban sintiendo asco por la debilidad mostrada por él.

    — Te subiré yo al enganche — Elber le dijo con furia — Pero ni sueñes que te voy a trasladar más tiempo. Arrástrate con tus brazos y súbete a la plataforma. Eso al menos eres capaz de hacerlo.

    Gavril derramó un par de lágrimas por el dolor tan intenso que le hicieron sentir. La caída provocada por aquel traliod le hizo mucho más daño en la pierna y el brazo que tenía roto. Pero pese a todo, sabía que le habían dado una orden. Usando solamente un brazo y una sola pierna, el comandante de la humanidad se movía a rastrones de la única manera que podía hacerlo.

    Los traliod que lo miraban estaban desconcertados, incluso se miraban entre sí sin entender el motivo por el que no usaba sus dos brazos. Ante la sospecha, el maestro Elber decidió actuar. Se acercó a Gavril y realizó un apretón en el brazo que no estaba usando. Fue suficiente con tan solo el contacto para que el militar gritara de dolor de forma más fuerte que antes. Para esas alturas, solo unos pocos humanos se atrevían a mirar la escena.

    — ¿Tu brazo también? — el maestro Elber lo soltó — ¡Eres una maldita carga inútil que no sirve ni para arrastrarse! ¡Tienes menos capacidades que un gusano mierdero!

    — Maestro, no es que quiera ser un delator, pero uno de los que subió al barco suyo fue quien lo trasladó — otro de los traliod se lo comentó — Esto es responsabilidad de quien lo trajo.

    — Lo sé, y hablaré con él ahora — el maestro de los traliod se iba a retirar del lugar.

    — ¡Espere, ¿qué hacemos con él?! — el trabajador del barco quería saber si tenía algún plan.

    Elber se detuvo en seco en lo que era su marcha hacia su propio barco. Tan pronto como escuchó esa pregunta, se dio la vuelta y miró a Gavril en el suelo, llorando e inmóvil puesto a que era incluso incapaz de arrastrarse. Estaba tan furioso por haber gastado esfuerzos en un humano que resultaría ser inútil para ellos, tanto que no tenía idea de qué hacer con él.

    — Si no puede ponerse de pie ni usar los dos brazos, no nos sirve de nada — Elber comentó en voz alta, ante la mirada de todos — El patriarca Hufan es inteligente, pero ni siquiera él podría ser capaz de encontrarle algún uso posible a un inválido como él. Es una carga. Y las cargas no tienen lugares en nuestra sociedad… Lo peor de todo es que si lo mato al llegar a tierra firme, tendremos que enterrarlo. Y sería un esfuerzo inútil… No me queda otra opción más que deshacerme de él. Lo arrojaré al mar y que sean las aguas las que se encarguen.

    — ¡No! — Lara gritó horrorizada ante la idea.

    — ¡No lo lastimen, él solo está herido, no está inválido! — Airin intercedió ante ellos.

    — ¡Malditos de mierda, no se atrevan a tocarlo! — Vyon, por su parte, se mostró desafiante.

    Gavril puso una expresión de horror en su cara, sabiendo que no podría mantenerse a flote sin poder contar con solo dos extremidades. Su familia, queriendo hacer algo para impedirlo, empezó a forcejear en el sitio en el que se encontraban parados, tratando de romper el enganche y ser libres para ayudar, pese a que sabían que no serían lo suficientemente fuertes para hacerles frente. Elber se acercó y tomó a Gavril del brazo que tenía roto. Sin saber qué tan seria era la herida de sus piernas, tocó ambas al tanteo, para acabar sujetando la pierna con la que hizo gritar a Gavril más fuerte que antes.

    Mientras varios humanos allí que eran parte de la unidad de Gavril y su familia pedían en llanto y súplica que no le hicieran nada, Elber lo movió hasta el lateral de la plataforma. El comandante empezó a entrar en pánico cuando veía las quietas aguas del mar al que sería arrojado, ya que pudo deducir que serían muy profundas con solo ver ese color azul.

    Como si fuera un trapo sucio, el maestro Elber arrojó al agua el cuerpo de aquel humano. Empezando así una nueva ronda de gritos entre los presentes.

    — ¡Gavril! — su esposa no pudo contener las lágrimas.

    — ¡Por favor, ayúdenlo, yo trabajaré el doble por él! — Airin dijo lo primero que se le ocurrió — ¡Busquen a mi papá!

    — ¡Enfermo de mierda, tú me las vas a pagar por esto! — Vyon era quien más enojado estaba — ¡Sálvalo ahora y te juro que no te haré sufrir cuando te mate!

    Con repulsión, el maestro traliod que lideraba la expedición decidió hacer oídos sordos a esas palabras. Sin más que hacer allí mismo, cruzó el puente de madera de regreso hacia su barco, para poder apartarse de la zona de un conflicto ya resuelto.

    Gavril logró salir a flote usando una pierna y un brazo. Escupió un poco del agua salada que tragó, y luego giró su cuerpo en dirección hacia los barcos, viendo como estos se marchaban a gran velocidad por el viento que soplaba en el mar.

    — ¡No! — pensó con un gran miedo mientras intentaba nadar con sus limitaciones — ¡Lara, Airin, Vyon! ¡Ya voy! ¡No moriré aquí! ¡Voy a encontrarlos!

    Además de que tenía un brazo y una pierna que hacían peso muerto, y que incluso dificultaban el nado del comandante por el daño que recibía al moverse, la ropa que tenía puesta no era la indicada para nadar. El agua estaba fría, y Gavril cada vez más sentía como el viento frío que tenía alrededor solo hacía las cosas peores.

    Con toda la fuerza de voluntad que tenía, logró avanzar quince metros por aquella enorme masa de agua, solo para terminar sin fuerzas y casi sin aire. Los barcos estaban más lejos con cada segundo, y él ya no podía moverse del cansancio y del frío.

    — No… — su voz temblorosa apenas fue oída por él — No puedo morir… no así…

    Movía su brazo y su pierna sana para tratar de hacer algo por sí mismo para poder llegar con su familia, pero no pudo avanzar ni un solo centímetro más. Esos movimientos finales que hacía lo estaban manteniendo a flote, hasta que ya no tuvo la fuerza para seguir sosteniéndose en la superficie, por lo que terminó hundiéndose en el agua salada y helada que lo rodeaba. Contuvo la respiración por cuatro minutos pese a su cansancio, pero ese fue el límite final que su cuerpo logró soportar. Con un gran dolor encima, el comandante Gavril Utkin murió ahogado en el mar, y su cuerpo seguía hundiéndose cada vez más mientras que sus pulmones se seguían llenando de agua.

    A bordo del barco en donde lo habían subido, Lara Furlan y los dos hijos que ella había tenido con Gavril rompieron en llanto al saber que no había ninguna esperanza de que él pudiera permanecer con vida a esas alturas. Pese a las súplicas, ninguno de los traliod hizo algo para evitar ese fatídico destino. Elber no tenía idea en ese momento, pero había provocado la muerte de uno de los tres líderes de la humanidad.

    […]

    — ¡Qué puta peste con ustedes! — uno de los traliod no dejaba de gritarle a los humanos — ¡Cagan y mean como unos putos animales! ¡¿Qué clase de sistema tienen en sus cuerpos?! ¡No les pido que estén una semana entera sin emitir desechos como nosotros, pero al menos un día!

    El sistema digestivo y urinario de los seres humanos era muy diferente al de los traliod. Ellos podían aguantar toda una semana sin la necesidad de orinar o defecar, tal y como lo mencionó uno de ellos. Los humanos capturados, en los cuatro días que estuvieron viajando por el océano, no habían tenido el lujo de haber visto a ninguno de sus ejemplares hacer sus necesidades. Caso contrario al de ellos.

    Dado a que ellos estaban con los brazos al aire y enganchados del metal superior de la plataforma, lugar del que no se les permitía salir, los seres humanos no tuvieron más alternativa que orinar y cagar en su propia ropa. Comían solo dos veces al día, y bebían cuatro veces, pero los movimientos del barco sobre el agua terminaban por causar movimientos en el interior de los humanos. Cuando alguien no podía aguantar más tiempo, tenían que dejar salir los desechos.

    Todos los aprisionados tenían su ropa y cuerpo sucio, sin mencionar que también habían ensuciado la plataforma con heces y orina. El hedor que desprendía la exposición al sol de tantos desechos era putrefacto, llegando a provocar que algunos de ellos vomitaran ocasionalmente. Los traliod no podían hacer nada para deshacerse de aquel hedor, puesto a que deberían limpiar para ello, y no veían ganancia en hacerlo solo para que ellos lo volvieran a ensuciar.

    Fue así que la humanidad tuvo que viajar de un continente a otro mientras soportaban el olor de sus propios desechos.

    Vitali, Fenya, Winter y Valiana se encontraban a bordo del barco que había sido elegido por el maestro Elber el día anterior. Este estaba ausente, puesto a que necesitaba protegerse del mal olor que despedían todos ellos. Pero, de forma inesperada, salió al encuentro con todos los humanos allí presentes. Unos cincuenta en total.

    — Tan pronto como lleguemos a la costa, los haré bajar y van a bañarse para ver si podemos deshacernos de ese olor desagradable — Elber habló con cada uno de ellos mientras iba del principio de la plataforma hasta el final, moviéndose desde los costados — No permitiré que el patriarca los vea en ese estado.

    Al cabo de unas horas más, el cielo del planeta Tralio, nombrado como Gea por la raza humana, se empezó a nublar a medida que se iban acercando hacia una enorme extensión de tierra firme. Incluso desde la incomodidad de aquella plataforma podían ver que se acercaban a lo que parecía ser una zona costera.

    Elber salió, mientras se preparaba para soltar a los humanos tan pronto como fuera su llegada. Sin embargo, con el correr de los minutos, empezó a oírse el resonar de tambores y cuernos, sonidos que provenían desde la costa. Al estar bastante cerca, pudo distinguirlos perfectamente, y con solo asomarse pudo notar que allí se encontraba el patriarca Hufan, visible ya que estaba a bordo de una montura mucho más alta que la del propio maestro Elber.

    — Mal momento — pensó para sí mismo mientras su barco se encargaba de dejarlo allí.

    En solo unos quince minutos más, los veinte barcos que partieron para ir en busca de los seres humanos, pese a que los traliod todavía no tenían idea del nombre de su especie dado a que esa tarea la había pedido el patriarca, se estacionaron frente a la costa, deteniendo los barcos al poner un ancla de acero en el fondo no tan lejano a la costa. Una plataforma se extendió desde la embarcación desde la cual estaba el maestro Elber, y eso le permitió a él bajar hasta el mismo nivel en el que estaba su superior.

    — Patriarca Hufan — Elber realizó una reverencia ante él — Le he traído a los seres que quería. Los he contado. En total son novecientos noventa y nueve. Eran mil al principio, pero nos hemos tenido que deshacer de uno de ellos.

    — Bienvenido a casa, maestro Elber — el patriarca Hufan habló con una voz muy aguda, casi infantil — Me alegra saber que has cumplido con tu cometido. No esperaba menos de quien fue mi mejor discípulo. Hice bien al convertirte en maestro, y también al enviarte a esta misión.

    — Agradezco la confianza puesta en mí, patriarca — su reverencia se repitió, y luego de eso quedó frente a frente con él.

    — Te la has ganado — el patriarca empezó a caminar hacia su barco — Ahora, quisiera poder ver a esos seres. Tengo mucho interés en conocerlos.

    — Si me disculpa, patriarca Hufan, pero sería mejor que fuera más tarde — Elber lo dijo con todo respeto — Ellos no son como nosotros. Cagan y orinan una vez al día. No hemos podido limpiar la cubierta. Están sucios, y tienen un olor putrefacto encima. Si me da la oportunidad, los haré que se limpien y…

    — Comprendo, Elber — Hufan no lo juzgaría por eso — Pero quiero verlos y que me conozcan. Aguantaré el olor por un minuto y luego regresaré a la orilla mientras tú los limpias.

    Con algunas dudas por aquella petición, Elber aceptó a llevarse al patriarca a bordo de su barco, dada la advertencia de que no sería agradable cuando los encontrara.

    Fue tal y como lo describió el maestro. Tan pronto como el patriarca subió por esa rampa, empezó a sentir una peste casi insufrible e irrespirable. Pero eso no le iba a quitar la oportunidad de mostrarse como era ante los aprisionados. Todos los humanos giraron para verlo, y notaron que este llevaba una especie de prenda en los pies. No era calzado, más bien se asemejaba a una media. Portaba una túnica que le cubría todo el cuerpo desde el cuello hasta más debajo de las rodillas, y los brazos totalmente descubiertos. En su cabeza se podía ver algo que identificaron como una corona hecha de un material más blanco que el algodón, pero que se veía mucho más sólido que el metal. Claramente, el patriarca estaba mostrándose como alguien superior a Elber.

    — Les doy la bienvenida a mi territorio, su nuevo hogar — decía mientras levantaba ambos brazos — Sé que les han hablado de mí, pero yo soy el patriarca Hufan… Sé que en sus mentes solo hay lugar para la desesperanza, pero créanme cuando les digo que vamos a logar cosas históricas unidos… Veo que están sucios por el viaje. Retomaré la charla con ustedes cuando estén limpios.

    Sin hacer preguntas o sin decir nada más, el patriarca de los traliod les dio la espalda a todos los cincuenta humanos allí presentes, para luego apresurar su salida de aquel barco y así no tener que soportar más el hedor que había sentido.

    — Muy bien, tal y como lo dije, es hora de limpiarlos — Elber parecía estar enfadado con ellos — Ya no soporto más ese olor asqueroso que llevan encima.
     
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  6.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, sé que te preguntarás porque puse el sello de "gracioso" al capítulo. Bien... el capítulo me ha gustado muchísimo, más que el anterior, de hecho. Pero ha habido diversos momentos que me han causado risa, siendo especialmente aquellos en los que algún trailod se quejaba del olor a desechos, o de como consideraban a Gavril un inválido con sus palabras. Pero bueno, iré paso a paso comentando el capítulo, no quiero explayarme mucho.

    El comienzo muestra como los humanos son llevados por los trailod en lo que será un largo camino. Gavril se muestra muy molesto por la situación e incluso inculpa casi directamente a su mujer y a Renji por no haber ido al otro continente, tal y como él siempre dijo. Por otro lado, Vitali logra reunirse con su familia, lo que es un alivio. El trayecto lleva a todos hasta las cuevas, donde Airin es llevada junto a su familia por el acuerdo que hizo el maestro Elbor con la comandante Lara. Así, el trayecto es reanudado al día siguiente hasta llegar a la costa, donde una flota de barcos les espera para ser transportados al continente habitado por los trailod.

    Los humanos deben subir a bordo y encadenarse, pero hay una excepción: Gavril. El comandante está lisiado tanto de una pierna como de un brazo y le es imposible casi moverse de la silla, por lo que los trailod empiezan a ver la problemática que significa. Me hizo mucha risa el ver como hablaban de Gavril, considerándolo un inútil sin remedio. Como esto es un problema, el maestro Elbor hace acto de presencia y considera que la invalidez del comandante debe ser castigada con la muerte. El humano es lanzado al mar ante la mirada de todos pero especialmente de su familia, que ven como el hombre queda a merced del mar y de la muerte. Evidentemente, sin poder mantenerse a flote mucho tiempo, Gavril fallece ahogado. Y bueno, no voy a decir que su muerte me duele, de hecho, todo lo ocurrido con los trailod y lo que decían de él me hizo pasar un buen rato de risas, así que ni tan mal XD. DEP comandante inútil :v.

    Otra escena que me causó mucha gracia es como uno de los trailod se queja de la peste que hacen los desechos humanos, quejándose de que ellos cagan y median todos los días mientras que los propios trailod pueden aguantar hasta una semana (joder, después de esa semana deben soltar tremendas bombas). La llegada al continente se da y con ello la presencia del patriarca Hufan, que accede a ver brevemente a los humanos capturados antes de que el olor le imposibilite quedarse más ahí.

    En definitiva, gran capítulo, amigo. Me gustó bastante. Y ahora si que parece que tocará ver que clase de "libertad" tienen los humanos en la sociedad de los trailod. Será a la próxima.
     
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  7. Threadmarks: Mirando al pasado
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    22
     
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    5439
    Saludos. Planeaba publicar más tarde, pero he tenido un cambio en la agenda, así que mejor aprovecho el tiempo que tengo.

    Continuamos avanzando en esta historia, cada vez más cerca del final, aunque todavía falta un poco para eso. Este capítulo lo sentirán de transición, pero considero que será necesario para que se entiendan mejor algunas cosas de lo que ha estado pasando en los últimos capítulos, y de lo que ocurrirá en los siguientes. Espero igual sea de su disfrute.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk , quien sigue alegrandome con su presencia en los comentarios de esta parte y esta historia. Es un placer verlo en cada capítulo que sale, y espero de verdad que el resto de capítulos que sigan en este spin off sean de su agrado de cara a la reanudación de la historia principal.

    Sin más noticias, les dejo el capítulo.






















    Mirando al pasado:

    El patriarca Hufan viajaba al frente de una enorme multitud de gente de su especie. Habiendo concluido el aseo de los humanos para que su suciedad y su peste fuera retirada, todos los miembros de la especie fueron subidos a nuevas plataformas. Estas estaban construidas sobre una estructura que se valía de cuatro ruedas con forma de círculo bastante irregular, y hechas de piedra para poder trasladarse. A diferencia de las que se situaban en los barcos, estas permitían el transporte de cincuenta humanos cada una. De esta manera, el uso de veinte de estas era más que suficiente para poder mover a todos los prisioneros que habían tomado.

    Tal y como se veía desde el barco, el animal que el patriarca usaba como montura era mucho más grande en tamaño que el del maestro Elber. Detrás de ellos, se encontraban muchos más de estos animales, los cuales tiraban de unas cadenas que permitían mover las plataformas por caminos de tierra bastante llanos.

    Los casi mil humanos miraban a sus alrededores. Tan pronto como salieron de la costa, empezaron a cruzar un área rural repleta de terreno llano donde se podía ver tierra sin ninguna clase de cultivo. No había una sola edificación allí mismo, lo que indicó que los seres que los estaban trasladando vivían muy lejos de la costa en la cual habían desembarcado. A lo lejos, no se podía apreciar mucho más, por lo que supusieron que tendrían un camino muy largo para llegar hacia su destino.

    En la primera de las veinte plataformas, Lara se encontraba junto a sus dos hijos. Los tres todavía tenían una expresión entristecida en sus rostros. Habían pasado ya varios días desde que Gavril fue arrojado al mar como si no fuera nada, directo hacia una muerte dolorosa al tener que ahogarse en el medio de una masa de agua tan inmensa con un brazo y una pierna rota.

    Vyon no podía evitar pensar que toda esa situación que estaban viviendo tenía un culpable, más allá de los traliod que los habían capturado.

    — Iker… esto es culpa tuya — el joven Utkin pensó para sí mismo — Cuando tenga la oportunidad, voy a eliminarte. Te lo juro.

    Sin poder mover su cuerpo, puesto a que seguía con las manos colgadas hacia arriba, el chico giró la cabeza intentando buscar con la vista a su compañero, a quien responsabilizaba por haber causado la muerte de su padre, dado a que este fue herido mientras buscaba a Airin, quien había salido de los muros junto a él.

    Airin y su madre no tenían ningún deseo de venganza contra ningún humano. Toda la ira que podían sentir en ese momento apuntaba siempre en contra de Elber, por haber sido quien arrojó a Gavril al mar sabiendo de su condición.

    Los humanos sentían que lo único que había cambiado en comparación a los días anteriores era el hecho de que ya no se encontraban en el mar, sino en el centro del campo. Nadie gritaba ni hacía esfuerzos por liberarse. Algunos sabían del plan de Lara, y no querían perder fuerzas. Otros se hicieron la idea de que los líderes deberían tener algún plan para salvarlos, dado a que Renji no se encontraba con ellos. Incluso los que menos esperanza tenían de ser rescatados, no querían desperdiciar esfuerzos en algo que no daría resultado. Independientemente de lo que hicieran, tenían que cruzar el océano para regresar a su hogar, por eso creyeron que lo mejor sería no actuar por cuenta propia hasta que las cosas mejoraran.

    Al llegar la noche, los humanos vieron como los animales que arrastraban las plataformas se movieron de forma tal que quedaran alineadas formando un cuadrado al que le faltaba tan solo uno de los lados. Cerca de donde se encontraban, algunos de los traliod se acercaron y establecieron varias fogatas, tanto en la zona central descubierta como en los costados, de manera que el fuego le brindara el calor a toda la humanidad.

    Estando en una posición incómoda al estar de pie y con los brazos colgados al aire, nadie podía dormir hasta que el cansancio los dominara por completo. Por esa misma razón, en el comienzo de la noche, ninguno de los humanos tenía siquiera los ojos cerrados.

    Ese fue el momento que el patriarca Hufan aprovechó para acercarse a ellos. Las dos especies no tenían mucha información una de la otra, y eso era algo que querían cambiar.

    — Los saludo nuevamente — Hufan se mostraba cortés — Soy, para quienes no me conozcan todavía, el patriarca Hufan. Yo soy el traliod más importante de mi pequeña provincia. Todo lo que pasa en mi territorio, es responsabilidad mía. Y dentro de poco, ustedes pasarán a ser una responsabilidad más.

    — ¡Nadie te pidió eso, bastardo! — gritó uno de los militares, quien no se tomó bien esa manera de hablar — ¡Tú y los tuyos pueden irse a la mierda! ¡Estábamos bien sin ustedes!

    — Que agresividad — Hufan no dejó que eso le afectara — Pero eso no cambia las cosas. Ahora que ustedes van a vivir en mi provincia, formarán parte de mi pueblo. Si colaboran con nosotros, podremos vivir en armonía por muchos años. Incluso puede que, en el futuro, ustedes tengan mi aprobación y alguno de ustedes sea el encargado de una provincia.

    — Suena demasiado bueno para ser verdad — una mujer quería increparlo — ¿Por qué no nos cuentas toda la verdad? Nosotros estábamos felices viviendo una vida tranquila en el otro continente. Ustedes nos arrebataron eso. Por lo menos, es lo que nos deben.

    Hufan inclinó su cabeza hacia atrás, para luego dejar salir tres suspiros que parecían implicar que sería una tarea larga y tediosa.

    — Estaba guardando esto para cuando llegáramos a mi provincia, y pudiera reunirlos con el resto de mi gente — el patriarca se paró lo más en el centro que pudo — Pero ya que insisten, les contaré nuestra historia. Solo quería contarles poco hoy, pero supongo que a nadie le hace daño.

    Casi como si se leyeran la mente, el maestro Elber llegó junto con algunos de los discípulos que estaban a su cargo a ofrecer agua y comida a los humanos. Estos, tal y como había sido durante todo el viaje, se mantuvieron callados y aceptaron esa ración de bebida y alimento para mantenerse con algo de fuerza. El patriarca les contaría todo mientras otros de los suyos se encargaban de alimentarlos.

    — La historia de nuestra especie es muy confusa en sus inicios — comenzó con su relato — No hay registros escritos en papel, ni en piedra ni en ningún otro lugar donde se pudiera dejar… Lo único que sabemos es que, desde hace trescientos años, los traliod nos regimos por un sistema de monarquía. Para algunos que todavía lo ignoren, Tralio es el nombre de nuestro hermoso mundo, y nosotros, para honrarlo, nos hacemos llamar traliod como especie.

    Las palabras dichas por Hufan le daban a la humanidad mucha información. Cada vez que oían a Elber mencionar a un patriarca, creían que esa persona era la más importante del sistema social con el que se iban a encontrar. Pero lo que les había dicho el traliod les daba a entender que había seres con mucho más poder, cosa que no dejaba tranquilo a nadie en ese lugar. Solo los niños pequeños entre los cautivos, quienes entendían poco, no tenían preocupación alguna.

    — La monarquía dirige a nuestra especie desde el centro del continente — Hufan empezó a narrar — Hay un total de ocho provincias en las que vive nuestra gente. La provincia más importante está en el centro, y las otras siete la rodean formando así una frontera. Cada provincia toma el nombre de su patriarca o de su matriarca. Ustedes vivirán en la provincia Hufan, la cual llevará ese nombre hasta que sea el turno de mi muerte dentro de los próximos noventa años… Nuestro sistema es muy sencillo. Los patriarcas y matriarcas de las provincias pagamos tributo a los monarcas, y a cambio, ellos se encargan de proporcionarnos los medios para seguir desarrollándonos como especie. Los más capaces de nuestra gente viven en la provincia donde tiene lugar la monarquía, siendo solo unos pocos los que viven en las provincias del exterior. Todo estuvo funcionando muy bien, hasta hace unos quince años… El anterior rey que teníamos terminó por ser asesinado por un usurpador, quien tomó el poder tras un baño de sangre donde todo su clan participó.

    A la humanidad no le sentaba muy bien escuchar esa historia. Hubo varios entre ellos que empezaban a pensar en la posibilidad de que terminaran siendo partícipes de un conflicto interno de una especie muy diferente a la suya, tan solo por la forma en la que este se expresaba.

    — ¿Qué se supone que es un clan? — uno de los humanos nunca había escuchado esa palabra.

    — Para nosotros, un clan es una familia de al menos diez integrantes — Hufan contestó esa pregunta, casi sin molestias por ser interrumpido — El usurpador de la monarquía es un traliod conocido como Ybryr. Él es el padre fundador de su clan. Tiene tres esposas y con cada una de ellas tiene tres hijos. Formando así un clan de trece integrantes… Todo se volvió gris para nosotros desde el momento en el que él tomó el mando del trono, quedándose él con el control absoluto de la capital. Como él tiene control de una provincia, quiere decir que solamente tenía siete para repartir entre sus nueve hijos. Rápidamente se decantó en entregar cuatro de estas provincias a sus hijos mayores. Sus otros cinco hijos están en una competencia constante para ver quiénes de ellos son los más dignos para dirigir a las otras tres provincias. El único motivo por el que yo y otros dos más fuimos capaces de quedarnos con nuestras provincias fue porque somos las más desarrolladas. Hemos traído prosperidad a nuestra gente, y al reino también, así que él nos permitió quedarnos al mando. En resumen, seguir desarrollando a la población, lo más que podamos hasta que llegue el día en que uno de sus hijos nos reemplace.

    — ¿Y qué tenemos que ver nosotros en esto? — Vitali se atrevió a decir unas palabras en la reunión — Ustedes tienen el dominio completo de este continente. Sus problemas no nos incumben, así como a ustedes tampoco les incumben los nuestros.

    — En el momento en el que Ybryr empezó a nombrar a sus hijos e hijas como patriarcas y matriarcas de otras provincias, supimos que nuestros días estaban contados — Hufan parecía no tomarse la pregunta del humano como una agresión — Estábamos en igualdad de condiciones para defendernos, pero los miembros del clan de Ybryr son feroces y ninguno de ellos ha perdido nunca una pelea. Sus antepasados se han dedicado toda su vida a la caza y al combate, de modo que son imparables. Pero un día, hace ya varios años, vimos como desde el cielo una gran estructura misteriosa apareció y surcó nuestros cielos.

    Los humanos sabían que se estaba refiriendo al día en el que el Explorador Esperanzado aterrizó en el planeta para poder convertirlo en su hogar. Nunca imaginaron que los seres que habitaban en ese mundo tendrían la capacidad de encontrarlos, puesto a que las imágenes que habían tomado del continente de oriente les mostraban signos de ser una civilización poco avanzada.

    Para sorpresa de muchos, fueron detectados, y trágicamente, también fueron encontrados. Ya nadie allí, ni siquiera los menores de edad, tenían dudas de que querían que ellos formaran parte de aquel conflicto político interno.

    — Yo fui al único al que se le ocurrió la idea de cruzar el océano hacia el otro continente, y así buscar rastros de vida — Hufan se daba mucho crédito al hablar — Sabía que alguien tenía que haber a bordo de una estructura gigantesca como esa. Y estaba en lo correcto. Elber me ha comentado que su tecnología, pese a ser débil, es bastante avanzada.

    — Los he visto luchar con armas que disparan una munición diferente a las flechas con las que contamos nosotros — Elber empezó a hablar a medida que se ponía del lado del patriarca — Son más rápidas que nuestros cañones, y permiten disparar más proyectiles en menos tiempo que nuestros arcos. Originalmente, el deseo del patriarca era que ustedes se unieran a nosotros portando nuestras mismas armas. Pero luego de haberle comentado lo que vi, creo que sería mejor un enfoque diferente.

    — Les proporcionaremos el material necesario para que puedan fabricar ese mismo armamento aquí, y todo lo que haga falta para que sea efectivo en contra de nuestra propia gente — Hufan le reveló finalmente sus intenciones a la humanidad — No tenemos forma de eliminar a Ybryr y a su clan con nuestras armas. Pero mejorando las de ustedes, podremos llegar a un mejor resultado. Queremos que ustedes se unan a nosotros en nuestra lucha contra ese usurpador, y cuando lo hayamos eliminado, los siguientes serán los miembros de su clan. Tendrán su merecida recompensa. Como he dicho, puede que les permita tener el control de una provincia en el futuro. Pero eso no será posible si no trabajan junto a nosotros. Es una medida desesperada la que hemos tomado, pero es lo único que nos permitiría tener esperanza de detener a Ybryr antes de que su clan tome el control absoluto de este mundo. No teníamos manera de hacerles frente, y ahora que sabemos que pueden colaborar con nosotros, les ofrecemos la oportunidad.

    Lo que tanto temían se había confirmado oficialmente. Muchos temían por el final de aquella historia, dado a que no tenían el más mínimo deseo de acabar involucrados en el conflicto interno de una raza como ellos. Pero viendo que no tenían mucho que hacer en contra de los traliod dirigidos por el patriarca Hufan, parecía que ese sería su destino inevitable.

    No tenían forma de saber en qué momento Renji llegaría para salvarlos, o incluso si podía llegar hasta ellos desde el otro continente. Sin escape posible, todos ellos creyeron que esa guerra en contra de un temible clan sería el final para su raza, o al menos, para los casi miles de humanos que fueron aprisionados.

    Hufan había terminado de contar su historia, y pronto pensó en una idea mejor para el resto de la noche, al menos hasta que los humanos se cansaran.

    — Elber, ¿quién aquí los dirige? — Hufan le preguntó al maestro — Dijiste que había una mujer llamada Lara a cargo.

    — Es ella — el maestro Elber le señaló con el dedo.

    — Así que tú eres la matriarca de este grupo, es un honor conocerte oficialmente — Hufan le decía sonriendo con su cara.

    Todos esperaban para ver cuál sería la respuesta de su comandante y líder ante aquel patriarca. La ansiedad los consumía, puesto a que las palabras dichas por ella podrían llegar a jugar un papel clave en el futuro de todos los presentes. Sin embargo, todos se llevaron una gran sorpresa cuando vieron que ella no dijo absolutamente nada. El silencio fue todo lo que ella mostró, junto a una mirada de pocos amigos, dado a que no soportaba tener que sufrir ese calvario.

    — ¿No habla? — Hufan miró a Elber.

    — No tengo nada que hablar contigo, maldito monstruo — Lara no gritó, y fue por eso que varios allí presentes no la escucharon — Ese tipo que tienes al lado tuyo tiró a mi esposo al mar, haciendo que muriera solo y con mucho dolor. Nuestra vida era tranquila en el otro continente, y no teníamos ningún deseo siquiera de poner un pie aquí. Ustedes aparecieron, mataron a nuestros compañeros y seres queridos, nos aprisionaron y ahora resulta que después de todo lo que hicieron, nos quieren meter a una disputa por el poder. Desde ya te digo que no pienso hacer nada. Ninguno de los que están aquí contigo moverá un maldito dedo por ti. Dejaremos que Ybryr y su familia los masacren a todos ustedes. Eso es lo que merecen tras lo que nos hicieron. Lo que me hicieron al quitarme a la persona a la que yo amaba.

    — Elber se disculpa por haber hecho eso, pero actuó con lógica — Hufan no se tomó nada bien esa confrontación, pero no insultó a la humana — Un herido como él no nos sería de utilidad de ninguna manera. Pero lamento informarte que las cosas han cambiado para tu especie. Ahora serán, quieran o no, aliados de nosotros. No hemos aparecido para esclavizarlos, masacrarlos, ni siquiera para robarles nada. Queremos colaboración, y a cambio, les ofreceremos la oportunidad de vivir junto a nosotros. Los que han muerto lo hicieron solo por su resistencia. Si por mí fuera, no habrían tenido bajas.

    — ¿Y qué es lo que sucederá si yo me niego a cooperar? — Lara plantó cara al patriarca pese a estar aprisionada.

    — Serás apartada de tu cargo de matriarca — Hufan le contestó con severidad — Tú y los tuyos ahora están con nosotros. No lo sabes porque no has estado en mi provincia, pero una vez que entren, nunca podrán salir sin mi autorización. Tal y como dije, todo lo que sucede allí es mi responsabilidad. Así que, si eliges no ayudarme a combatir a Ybryr, todos moriremos. Solo tienes dos opciones: ganar ayudándonos o perder negándote. Pero en ambas opciones, tu pueblo y el mío comparten el mismo destino. Te dejaré un par de días para reflexionar al respecto.

    Lara agachó la vista muy preocupada por todo lo que vendría en el futuro, y sus hijos también compartían esa sensación. Por la manera en la que Hufan se expresaba, todo parecía apuntar a que, en las provincias de los traliod, el control fronterizo era bastante estricto y que para ellos sería imposible escapar. No tenían ni la menor idea de con qué se iban a encontrar al llegar, pero si lo que decía era cierto, entonces ellos estaban condenados a quedarse junto a ellos en todo momento, cosa que reducía sus opciones a ayudarlos en su cruzada contra el líder de un clan muy peligroso, o a morir junto a sus captores cuando este decidiera que era el momento de poner a sus hijos a la cabeza.

    La comandante no pudo hacer más que cerrar los ojos. Estaba entre la espada y la pared. No podía imaginarse a sí misma ayudando a los mismos que secuestraron a su hija, secuestraron y mataron a varios humanos, y que luego terminaron por matar a su esposo. Pero, si no lo hacía, era probable que sus hijos pudieran no vivir en el futuro.

    En contra de todos sus impulsos, ella abrió su boca.

    — Cooperaremos contigo — lo dijo tan bajo que solo sus hijos y los más próximos a ella en la plataforma la oyeron — Pero tienes que entender que no me encuentro bien. No pueden matar a mi esposo y pretender que nada pasó. Necesito tiempo para recuperarme de este golpe. Por ahora, todo lo que quieras, lo tendrás que pedir a alguien más.

    Airin y Vyon percibieron el engaño por el tono que usaba su madre al hablar, notando que ella no se había rendido cuando le dijo al patriarca que tendría la colaboración de la humanidad. El resto de las personas que lo oyeron estaban asustados, ya que creían que ella había cedido solo por el bien de sus dos hijos. En la mente de la comandante, solo había una intención, la cuál era hacer tiempo hasta que llegara el momento adecuado.

    Hufan llegó a comprender un poco la situación que atravesaba la comandante humana, sin saber sobre su rango y el nombre de su especie. Fue por esto mismo que se apiadó de ella. El patriarca simplemente le dio la espalda sin decirle nada más, y buscó con la mirada hasta que llegó a detectar a Vitali. El ingeniero, que estaba retenido junto a su esposa y sus dos hijos, se preocupó al verlo venir.

    — Tu matriarca dice que no se siente bien debido a la muerte de su pareja — Hufan le explicó.

    La noticia sacudió a toda la familia. Ninguno de ellos esperaba que el comandante Gavril Utkin hubiera muerto en el viaje. No lo habían visto desde que subieron al barco, y tras tocar tierra firme tampoco lo pudieron ver. Pero sabiendo de su condición que le impedía moverse, creían que estaba siendo trasladado en silla de ruedas. El saber que había muerto, sin que supieran la manera, los dejó asombrados, pero también con algo de miedo encima. Vitali temía que pudiera ser el siguiente siendo que Hufan se dirigió a él.

    — Tú fuiste de los últimos en hablar, así que creo que serías un buen sujeto para esto — Hufan asustaba a la familia y a los otros humanos cercanos — Ustedes ya conocen mi historia, ahora me gustaría conocer la suya. ¿Quiénes son? ¿Cómo se llaman? ¿Qué es eso que usaron para cruzar el cielo? Volar por lo alto del cielo es el sueño de varios cuando somos pequeños, pero nuestro cuerpo no nos lo permite. Ustedes, sin embargo, encontraron la manera de poder hacerlo. Todo lo que sepan lo quiero saber.

    — No tenía idea de que Gavril había muerto — Vitali le contestó sin darle lo que quería — ¿Cómo fue que murió?

    — Yo lo arrojé al mar porque no podía caminar, ni pararse, y uno de sus brazos no le servía — Elber se sumó a esa charla — Era una carga. Y si prestaste atención a nuestra historia, una carga es lo que menos necesitamos.

    — Quiero proponerte algo, ya que yo soy de los más inteligentes y aplicados que vas a encontrar — Vitali lo veía como una oportunidad — Al lado mío están mi esposa y mis dos hijos. Quiero que me prometas que, sin importar que queden en el mismo estado que Gavril, no se desharán de ellos. A cambio, te daré todo el conocimiento que tengo y que tú puedas necesitar. Créeme que yo sé muchas cosas que ni siquiera Lara sabe.

    Fenya, Valiana y Winter no entendían qué era lo que estaba haciendo Vitali al decir esas cosas. Ninguno de los tres estaba consciente de que Lara había proclamado que se había rendido. El ingeniero con formación militar tampoco lo sabía, pero él interpretó que así había sido debido a que el patriarca se acercó a él por información. El resto de la gente que lo llegó a escuchar empezaron a odiar ese acto por lo mezquino que era, ya que estaba negociando solamente por la seguridad de los suyos, sin que pareciera importarle el resto. Sin embargo, dado a que Hufan tenía la mano superior, nadie quiso decir nada.

    — Primero tú dame mis respuestas — Hufan no tenía por qué ceder — Y luego cerraremos el trato.

    — Si digo que no… — Vitali quería comprobarlo.

    — Buscaré a otro que me dé las respuestas que busco — fue lo dicho por el patriarca.

    — Te puedo asegurar que entre los que tienes aquí, soy el más inteligente — Vitali sabía que no estaría muy lejos de la realidad — Te convendría escucharme a mí.

    — He dicho que tengo intenciones de que ustedes tengan el control de una provincia si juegan bien su papel y nos permiten acabar con el clan de Ybryr — Hufan tenía algo en mente — Quien sea que quede a cargo es algo que no me importa, así que… te ofrezco convertirte en el patriarca de la provincia en ese futuro. Eso es lo que te daré por ahora. Cuando me hayas respondido todo, puede que te ofrezca algo más.

    Vitali supo que no podría llevarse otra cosa de parte de aquel traliod. Eso no era lo que quería. De nada le serviría un puesto para el que no estaba listo, y mucho menos lo querría si su familia terminaba perdiendo la vida. Pero no estaba en condiciones de negociar un trato mejor. Fue por eso que tuvo que aceptarlo. Después de todo, él contaba con que Renji aparecería en algún momento para ayudar a la humanidad a escapar de allí. Si podía hacer algo para garantizar la supervivencia de su familia hasta entonces, tenía que intentarlo.

    — Increíble que mi oferta de darle toda la información y conocimiento que tengo no lo haya tentado a aceptar — pensaba para sí mismo el ingeniero — Pero es una negociación que todavía está abierta.

    A la vista de su familia y de los humanos que más cerca estaban, Vitali accedió a brindarle a aquel ser lo que quería saber.

    — ¿Cuánta información quieres sobre nosotros los humanos? — el ingeniero dejó salir una pizca en su pregunta.

    — Lo quiero todo, humano — Hufan y Elber estaban contentos por conocer al fin el nombre de dicha especie.

    — Y lo tendrás… — Vitali tomó aire antes de empezar — Nosotros no vivimos en este planeta llamado Tralio. No somos una especie cuya evolución tomó un rumbo diferente en el mismo mundo. Nosotros, los seres humanos, provenimos de un planeta lejano llamado Tierra.

    — ¿Hay otros humanos en ese planeta? — el maestro Elber dejó salir su lado curioso — ¿Podría ser posible que fuéramos a traerlos?

    — Desafortunadamente, el planeta Tierra quedó inhabitable — Vitali se ganó la atención de los dos líderes traliod que tenía en frente — Un evento climático misterioso provocó su muerte. Conocemos a ese evento como “La Gran Catástrofe” — Vitali no reveló la verdad que conocía sobre la caída de la Tierra — Nosotros pudimos escapar a bordo de esa estructura que ustedes vieron surcar los cielos. Esa estructura tiene el nombre de nave espacial. Nos ha permitido escapar a la muerte, solo a nosotros. Somos los últimos humanos que quedan con vida en el universo.

    Esa noticia de que los únicos humanos con los que podían contar estaban en sus manos dejó algo afectados al patriarca y al maestro, ya que ambos creyeron que habría una forma de hacer que más humanos llegaran a ese mundo, pero la noticia dicha por Vitali confirmaba que no era así. Ambos creían en todo lo que este decía, ya que veían con sentido que ellos vinieran desde muy lejos y nunca se hubieran marchado de su planeta.

    — La humanidad viajó a bordo de esa nave espacial buscando un nuevo mundo — Vitali confesó la verdad allí mismo — Uno semejante a la Tierra. Tras años largos y duros de búsqueda, encontramos este mundo. Nosotros lo hemos bautizado como Gea, pero dado a que ustedes nos dicen que su nombre es Tralio, así lo llamaremos… Cuando llegamos a este lugar, vimos que había dos continentes. Hubo varios que querían acudir al continente de oriente, el suyo, dado a que se podían ver indicios de que había gente viviendo aquí. Pero fue eso mismo lo que hizo que la mayoría votara por vivir en el de occidente. Queríamos un inicio nuevo, y teníamos miedo de que nos pudiéramos encontrar con seres peligrosos en este lado. Fue por eso que elegimos nuestro propio camino en occidente. De haber optado por acudir a este sitio, nos habríamos encontrado mucho antes de seguro.

    Elber y Hufan estaban asombrados con el relato que Vitali les contaba. Todo encajaba para ellos, y no tenían ningún motivo para desconfiar de las palabras dichas por aquel humano. Les parecía increíble que hubiera una especie con la tecnología lo suficientemente avanzada para realizar esas hazañas. Ellos supieron que eran avanzados desde que vieron la nave espacial, pero el hecho de que pudieran abandonar su hogar para preservar a su especie les confirmaba que eran más inteligentes de lo que creían.

    — El continente de occidente fue un buen lugar para vivir, y todos los seres humanos vivimos tranquilos… hasta el día que aparecieron — Vitali quería que se sintieran en parte responsables por todo.

    — Tendrás que entender que estábamos desesperados — Hufan parecía excusarse en eso — Hablé esto con un patriarca y una matriarca en su tiempo. Ellos dijeron que sería imposible que esa estructura tan extraña pudiera tener gente con vida. Todos sabíamos que habían caído en el otro continente, y fue por eso que creyeron que era una causa perdida.

    — ¿Por qué? — preguntó Fenya, algo curiosa con la situación — ¿Qué tiene de malo el continente occidental?

    — La razón por la que nosotros vivimos solo en este continente es porque es el único en cuyas tierras se puede cultivar alimento tanto en las estaciones cálidas como en las frías — Elber dio respuesta a los dichos de la humana — De hecho, en este mismo lugar, durante las estaciones frías, es imposible cultivar nada. Es justamente ese el motivo por el que no habitamos esas extensiones de tierra.

    Esa confesión por parte de Elber les dio a todos los humanos que los escucharon la idea de que, en cuanto a técnicas de cultivo para alimento, los traliod eran una especie con un nivel de conocimiento bastante pobre. Estaba claro que en los años que ellos clamaban haber vivido sobre la superficie de ese mundo, era imposible que no colonizaran todo el mundo. Ya conocían la razón, e incluso les hizo pensar en que tenían una carta más para usar en su contra. Una que ni siquiera tenían pensado obtener.

    — El territorio ocupado por la monarquía es el único lugar, no solo en el continente sino también en el mundo, donde se puede cultivar incluso en climas más fríos — Hufan les reiteró esa información — Luego de un fracaso en intentar cultivar en esas tierras, intentamos establecer puestos de caza, pero no podíamos vivir solo de eso. Por lo general, cazamos y cultivamos para garantizar el excedente alimenticio de la población. Los cultivos salvan a nuestra raza de la hambruna cuando las temporadas de caza son malas. Pero ustedes se las han ingeniado para poder cultivar incluso en el continente de occidente. No veo posible que una especie que venga de otro mundo pueda solamente subsistir de la cacería. Yo tenía el presentimiento de que ustedes eran una raza avanzada, y veo que no me he equivocado. En ese caso, quiere decir que hay esperanza para nuestra gente. No solo podríamos deshacernos del clan de Ybryr… también podríamos colonizar juntos el resto del mundo.

    — No será posible colonizar nada si ese tal Ybryr nos termina matando junto con ustedes — Vitali se tornó algo serio en la conversación — Primero tenemos que saber bien a lo que nos estamos enfrentando. Ya vieron que no hemos podido siquiera con un escuadrón de ustedes.

    — Garantizo que la humanidad contará con todo lo que necesiten para crear armas más poderosas que nos permitan hacer frente al usurpador — Hufan parecía verse comprometido e ilusionado — Es una oportunidad única. No solo porque es la primera vez que una especie diferente visita nuestro mundo. Sino también por el hecho de que no nos queda mucho tiempo hasta que un hijo o hija de Ybryr me reemplace.

    Por la manera en la que Hufan contaba la historia, todos tenían la impresión de que estaba bastante desesperado por haber tenido que capturar a un número de seres humanos que pudieran ser de ayuda en el momento de la pelea. Vitali temía mucho por el momento en el que un enfrentamiento con esos seres pudiera llegar a darse. No le importaba participar en la mejora de armas más poderosas para la humanidad, ya que incluso podrían permitirse usarlas para acabar con sus captores. El problema sería quedar envueltos en medio del conflicto antes de que llegue la oportunidad de que Renji pudiera llegar hasta ellos, ya que eso los pondría a todos en gran peligro.

    — Gracias por tu conocimiento, humano, sin duda nos has traído esperanza — el patriarca mostró una sonrisa genuina con él — Dime cuál es la forma en la que debo llamarte.

    — Mi nombre es Vitali Lakor — comentó el ingeniero, queriendo ganarse la confianza del patriarca, creyendo que no podría hacer daño alguno tenerla.

    — Es un nombre muy extraño, sin duda — Hufan se empezaba a alejar de aquel grupo — Quien sabe. Quizá llegue el día en que una de nuestras provincias se llame así.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, finalmente he leído el capítulo que tenía pendiente, así que paso directamente a comentarlo.

    Los trailod llevan consigo a los humanos hasta su lugar, el cual aún no se ha visto, pero resulta recibir el nombre de provincia Hufan, en honor a su patriarca. Gracias a éste, descubrimos más sobre la historia de los trailod, donde queda demostrado que están civilizadamente más atrasados que la humanidad. Me agrada la idea de estructura que tienen, con provincias alrededor de, digamos, una ciudad donde viven los monarcas y los más capaces de la especie.

    Sin embargo, también conocemos el verdadero motivo de estos seres respecto a la captura de los humanos: los necesitan para luchar contra el usurpador del trono, llamado Ybryr. Al parecer, este trailod asesinó a los monarcas anteriores junto a su clan/familia y se estableció como líder de todo, algo que al parecer Hufan y su gente no ven correcto, por ello ansían el intelecto humano y su tecnología para, juntos, acabar con esa amenaza.

    Lara accede a colaborar, a regañadientes, no sin antes querer tomarse un tiempo que el patriarca acepta. Es entonces cuando éste se dirige a Vitali, el cual parece quedarse como líder provisional de los humanos. El Lakor accede a darle al trailod todo su conocimiento a cambio de que su familia esté a salvo incluso si acaba como Gavril, algo que es visto mal por los demás debido a que asegura únicamente el bienestar de su familia. Y en parte es comprensible, la familia de uno suele ser prioridad.

    Finalmente, con cierta información e intrahistoria de los humanos, Hufan se considera satisfecho mientras que Vitali ve posible que pueda gobernar alguna provincia en el futuro, aunque evidentemente ese no es su objetivo. Sea como sea, fue un buen capítulo, no me he querido explayar en el comentario porque no ha pasado gran cosa, aunque ha sido interesante conocer más sobre los trailod y ver que pactos con los humanos empiezan a hacer, ahora que se sabe el propósito de que hayan sido capturados.

    Nos vemos a la próxima, amigo. Un abrazo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Llegó la hora de publicar un nuevo capítulo de esta historia secundaria. Y qué mejor día para hacerlo que hoy, ya que esta misma fecha pero hace 7 años atrás se publicaba el primer capítulo de LGC. Es decir que este universo cumple 7 años el día de hoy.

    Por eso mismo, quiero dar un agradecimiento especial a Manuvalk por su constante presencia en esta historia, y por los comentarios que ha publicado. 7 años no es poco tiempo, y él ha estado desde el primer día, algo que se valora mucho. Espero este capítulo, pese a su tranquilidad, sea de su agrado, y los que van a venir también.

    Sin novedades de momento, les dejo el capítulo.















    Hacia la oscuridad:

    Una vez que obtuvo toda la información que quería, el patriarca Hufan habló con Elber y con el resto de su gente allí presente. El plan era pasar la noche allí, y luego continuar avanzando hacia el territorio habitado por los traliod, en donde se encargarían de colocar a todos los humanos.

    Para la humanidad, las cosas no cambiaban casi nada, puesto a que permanecerían colgados allí tal y como había sido mientras duró el viaje en barco desde un continente a otro. Varias de las miradas se centraron en los traliod cuando estos se acomodaron para dormir en esa tierra virgen de edificaciones e incluso cultivos, prueba de que esa raza era muy ineficaz para los cultivos fuera de su hábitat.

    Lara, en sus pocos momentos con fuerza antes de dormir, no podía dejar de pensar en qué estaría sucediendo con Renji. Si bien, ella no podría atender ningún mensaje o llamada que fuera enviado por su compañero, le parecía muy extraño que a su dispositivo no le llegara ningún mensaje, ya que no sentía que vibrara o que encendiera luz alguna. No sería capaz de contestar ningún tipo de comunicación, pero al menos sabría que el otro comandante estaba planeando algo para que los ayudaran en ese momento tan difícil.

    No tardó mucho en quedarse dormida, ante la vista de sus dos hijos, quienes todavía sentían mucho la tristeza por haber perdido a su padre días atrás a manos de las acciones de Elber. Airin no podía quitarse de la cabeza la idea de que, si no hubiera salido de los muros con Iker, su padre estaría con vida. Mientras tanto, Vyon logró divisar a Elber, y su enfado no hacía otra cosa más que aumentar. Pese a que odiaba a Iker por considerarlo el principal responsable, tenía una cuenta pendiente con el maestro de los traliod. Al menos, así es como se sentía.

    Finalizada una noche que para los humanos que no pudieron dormir se volvió interminable, llegaron los primeros rayos del sol. Elber y sus discípulos decidieron tomar una medida que a bordo de un barco en medio del océano no podrían tomar. Con su cuerno, produjo un sonido que despertó incluso a quienes habían podido conciliar el sueño hacía tan solo dos horas atrás.

    — No voy a permitir que se orinen o defequen sobre estas plataformas — comentó Elber, con un enfado notable encima — Los iré soltando en pequeños grupos. Algunos de los míos los escoltarán lejos de aquí y harán sus necesidades en dicho lugar. No voy a destinar a más gente a limpiar su mugre.

    Dicho y hecho, los humanos fueron soltados en grupos de diez personas. Pese a sus instintos de querer escapar, todos sabían que sería imposible, y que había un océano enorme que separaba el lugar en el que se encontraban de su hogar. El esfuerzo no valía la pena, por eso mismo, cada hombre, mujer y niño simplemente se dirigió hacia la sección destinada a actuar como zona de desechos para poder realizar todo lo que fuera necesario para no ensuciar las plataformas de los traliod. No es que les importara el objeto, simplemente no querían hacer enojar a Elber, sobre todo aquellos que sabían sobre el asesinato de Gavril.

    Tras una espera muy larga, casi de una hora, todos los humanos estuvieron acomodados nuevamente sobre la plataforma. En aquel momento inició la marcha del segundo día para poder llegar hacia dicho lugar.

    — ¡Seguro se preguntarán cuanto tiempo tardaremos! — Hufan quería que todos lo oyeran — ¡Nos quedan tres días más de viaje, y luego de eso, llegaremos a nuestra provincia al amanecer del quinto día! ¡Tan pronto como estemos allí, los sacaré de esta plataforma! ¡Por ahora, solo pido que resistan un poco más!

    Los humanos, casi en unanimidad, no podían esperar a que tuviera lugar su llegada hacia aquel lugar. Deseaban más que nunca escapar. Pero para poder huir de una especie que era capaz de resistir el poder de sus armas necesitarían un buen plan que abarcara cada fortaleza y debilidad de ambas especies. No podían dejar absolutamente nada al azar, al menos no si querían que cada persona allí pudiera huir y alcanzar la libertad nuevamente.

    Lara, en un momento, recordó de las últimas cosas que había presenciado en el día de ayer, que fue ver como Vitali tuvo unas palabras con el patriarca y con el maestro que iba junto a él. Sin estar dispuesta a interrogarlo cuando llegaran a su destino, Lara quería saber lo más que pudiese allí mismo.

    — ¡Elber! — la comandante llamó al maestro — ¡Necesito pedirte un favor!

    — ¿De qué se trata? — Elber se acercó a bordo de su montura para hablar con ella — Si es algo que tenga sentido, lo informaré al patriarca.

    — Quisiera poder hablar con Vitali Lakor — la mujer sorprendió al traliod al decir esas palabras — Necesito saber de qué hablaron él y ustedes dos.

    — Para eso no lo necesitas a él — Elber respondió — Yo puedo decirte todo lo que él nos dijo a nosotros.

    Vyon y Airin miraban con intriga a su madre. No tenían idea de qué era lo que pasaba por su mente, pero tenían muchos deseos de ver si esa clase de conversación podría sacar algo de provecho. La madre de ambos mellizos no pudo hacer otra cosa más que fruncir el ceño, ya que no tenía forma de saber si Elber diría la verdad al preguntarle. Pero desistir en ese momento le haría ganarse un par de sospechas, y ella lo sabía, por esa razón decidió aceptarlo.

    — ¿Qué fue lo que te dijo? — Lara quería escucharlo — Te diré si es verdad o no.

    — Él nos habló sobre un acontecimiento climático llamado La Gran Catástrofe — Elber compartió ese conocimiento — Nos mencionó que tuvieron que huir de su mundo, y que, tras un viaje muy largo, llegaron hasta aquí. Nos comentó de la gran hazaña suya al poder subsistir en el continente occidental de Tralio, en donde nosotros no hemos podido cultivar la tierra. Claramente, tienen una técnica para ello, y cuando derrotemos a Ybryr, estaremos encantados de expandir el territorio de nuestra monarquía.

    Lara estaba tranquila, puesto a que temía que Vitali, por cobardía, pudiera llegar a revelar algo sobre los demás humanos que quedaban en casa con el único fin de proteger a su familia, ya que ella no era la persona a la que más estimaba. Le habría gustado saber más información, pero el silencio prolongado de Elber quería decir que no había dicho mucho más.

    — Dime — Elber la sacó de su tren de pensamientos — Él dijo que ustedes eran los últimos humanos vivos. ¿Qué tan cierto es eso? No implico que él pueda mentir, pero quizá esté cometiendo un error. ¿Qué sabes al respecto?

    — Nosotros hemos escapado del planeta Tierra, y no hemos visto a ningún humano más hacerlo — pronto, Lara centró sus pensamientos en Zenith y en Black Meteor, ambas naciones que dominaban el viaje espacial — Pero eso no quiere decir que seamos los únicos. No tengo forma de afirmarlo ni negarlo, pero basándonos solo en lo que vimos, somos los últimos humanos que quedan.

    — Es una lástima — Elber dejó salir ese pensamiento — Nos serviría mucho que fueran más. Sería más sencillo afrontar a Ybryr con más de ustedes.

    — Oh, no, te equivocas — Lara se ganó la mirada de todos, incluso aquellos que no prestaban atención al detalle a esa conversación — Los otros humanos que compartían el planeta con nosotros eran una basura. Nos dieron muchos problemas, y te puedo asegurar que ellos no colaborarían nunca con ustedes. Ellos intentarían apoderarse de todos los recursos de cada uno de ustedes, y luego huirían de regreso hacia el mundo en el que hubieran aterrizado.

    — Se ve que no estaban en paz en su mundo — Elber sacó conclusiones — ¿Dices que deberíamos alarmarnos si vemos llegar otra nave desde el cielo?

    — Sí, y mucho — Lara encontró una pequeña ventaja — Si vez otra nave surcar los cielos, implora por que no sean otros humanos. De lo contrario, tu mundo sufrirá. Y mucho.

    — Tomo nota de eso — el maestro empezaba a alejarse de ella — Gracias por tu colaboración.

    Lara sonreía ligeramente. No había conseguido como tal todo lo que quería, pero al menos pudo sembrar algo de paranoia en la mente de Elber, o al menos, eso era lo que ella creía. No tenía idea de si Zenith y Black Meteor estaban de pie, puesto a que desconocía si ellos habían huido de la Tierra. Pero si en algún momento su nave aparecía, los traliod centrarían su atención en ello. Por más pequeño que fuera, podría serles útil para escapar.

    — Mamá — Vyon susurró, de forma en que solo lo oían ella y su hermana — ¿Por qué ayudaste a Elber después de lo que hizo con papá?

    — No lo estoy ayudando, estoy intentando infundirle miedo — Lara respondió, imitando los murmullos de su hijo — Además, si Zenith o Black Meteor llegan a poner un pie en este mundo, nos haría muy bien que ellos y los traliod se mataran entre ellos. Sería una oportunidad perfecta para nosotros.

    Su hijo menor no lo había visto de esa manera, pero la felicidad no tardó en llegar hasta él cuando lo pensó así. Cierto era que tenía mucho odio acumulado en él hacia los humanos de aquellas dos naciones, y nunca creyó que podrían ser de utilidad para ellos.

    […]

    La Tierra ha vivido miles de cosas espantosas en su tiempo, pero entre todos los planetas del Sistema Solar, era única — la voz de Dmitri Koslov sonaba por la radio.

    Vyon estaba en su habitáculo a bordo del Explorador Esperanzado, comiendo un trozo de carne de cerdo cubierta con salsa y acompañado con puré de calabazas. El chico, que acababa de cumplir cinco años hacía tan solo una semana, junto con su hermana, quería sentirse mayor. Muchas veces veía como sus padres siempre guardaban silencio cuando empezaba esa transmisión, y por querer imitarlos a ambos, a quienes admiraba mucho, decidió que le pondría atención por una vez en su vida.

    El único planeta que albergaba vida en todo un sistema — Dmitri decía, y Vyon escuchaba cada palabra — Los miles de intentos de convertir a Marte y a la Luna en zonas habitables no hicieron más que fracasar. Es por eso mismo que nuestro planeta de origen era tan hermoso. Y lo perdimos. Pero no fue culpa nuestra. No niego que pudimos haber cometido errores, pero nosotros no causamos la Caída de la Tierra. Magnus Hotfire en el Zenith y Abel Hartka en Black Meteor fueron los responsables. Siempre quisieron alimentar su propio ego. Como ya no podían participar en guerras en la Tierra, no les quedó otra opción que entrenar soldados para que fueran a buscar pleito al espacio. Su carrera por conseguir las respuestas a la Gran Catástrofe no fue más que otra Guerra Fría para el resto de la humanidad. Y por eso fue que hemos tenido que ver morir a nuestro mundo. Llamaron la atención de los edagrianos, haciéndoles saber que nuestro planeta seguía de pie, y eso fue lo que atrajo al monstruo que arrasó con todo. Nunca olviden ese día. Nunca olviden a los culpables. Si queremos ser una sociedad próspera, necesitamos estar alejados de ellos si es que alguna vez están con vida. Pero siempre manteniéndolos en nuestra memoria. Para nunca convertirnos en ellos. Para que cuando encontremos un nuevo hogar, nunca lo podamos perder.

    Vyon, teniendo tan solo cinco años, no comprendía casi la mitad de las palabras que fueron dichas por el orador, quien estaba tomándose una pausa para pronto continuar hablando. Sin embargo, pese a ser un niño de solo cinco años, logró captar el mensaje principal. El planeta Tierra, antaño hogar de la humanidad, era un sitio hermoso y especial, y fue por culpa de Zenith y de Black Meteor que no podía estar allí.

    Airin, que comía junto con él a solas luego de que su madre saliera tras terminar su plato, lo vio y no entendía por qué su hermano menor había dejado de comer su comida. Para ella, estaba almorzando una verdadera delicia, y quería saber si su hermano se había llenado.

    Vyon, ¿ya no tienes hambre? — preguntó la chica — Mamá y papá dicen que no tiremos la comida. Si no quieres seguir comiendo, yo puedo comer lo que tú dejes.

    No, no perdí el apetito — el chico empezó a cortar la carne nuevamente — Solo estaba escuchando al hombre que habla por la radio.

    Eso es muy aburrido — Airin le cuestionó — Yo una vez lo escuché, pero no es interesante.

    No, pero es importante, y mamá y papá lo escuchan porque son grandes — contestó su hermano — Yo también quiero ser como ellos, por eso lo escuché.

    ¿Y ya eres grande? — Airin quería ver si tenía resultado.

    No quería decir grande de tamaño — Vyon lo sentía como un ataque — No sé cuál es la palabra que busco.

    ¿Adulto? — Airin creía que lo sabía.

    Sí, es esa — Vyon le agradeció — Los adultos son geniales, y hacen todo lo que quieren. Yo quiero ser un adulto como mamá y papá.

    Que tonto eres, a mí me gusta ser una niña — Airin no compartía el deseo de su hermano — Los adultos trabajan. Y nosotros no tenemos qué hacer nada. Yo quiero ser una niña para siempre.

    Vyon quería contestarle a su hermana para hacerle ver que las cosas, a su modo de ver, no eran como ella lo pensaba. Pero no creyó que valiera la pena contestarle, simplemente le permitiría seguir con su mentalidad hasta que se diera cuenta de lo equivocada que estaba. Mientras comía el resto de lo que le quedaba en el plato, el chico trataba de no quitarse de la cabeza lo más importante.

    Zenith y Black Meteor son los malos — Vyon pensó con algo de seriedad — Eso quiere decir que nosotros somos los buenos.

    […]

    Vitali estaba esperando a que el patriarca Hufan se le acercara para poder hablar con él. La noche anterior, el ingeniero convertido en militar logró pactar un trato para que pudiera ser el patriarca de una provincia en el futuro, en el momento en el que Ybryr, como ellos llamaban a su monarca, fuera eliminado.

    — ¿Para qué mierda me sirve a mí ser el patriarca de una provincia? — pensó para sí mismo, pensando en lo absurdo que sonaba — Yo ni siquiera sé si voy a seguir viviendo en este planeta luego de que nos rescate Renji.

    Lakor tenía toda su fe depositada en su gran amigo Renji. Sabía que él era el único que podría organizar un rescate para todos los humanos allí presentes, e incluso daba las gracias de que no llegase al enfrentamiento cuando ocurrió hacía ya más de una semana. Haber terminado con los dos comandantes capturados habría sido fatídico para todos ellos, pero para el ingeniero, esperanza había.

    Sin embargo, lo que él deseaba era la garantía de que a su familia no la eliminarían si a alguno de ellos le ocurría algo como lo sucedido con Gavril. La seguridad de su esposa que no tenía instrucción militar y de sus dos hijos que no tenían experiencia en peleas era lo que más le importaba, y aguardaba por una oportunidad de hablar con su captor para garantizar que estarían a salvo. Viendo que esto no estaba cerca de ocurrir, a Vitali se le ocurrió una idea.

    — ¡Hufan! — gritó para que todos oyeran, tanto humanos como traliod.

    Las miradas de los seres que estaban cerca se centraron en él, puesto a que querían ver qué sería tan importante como para llamarlo de forma tan repentina. Algunos sentían curiosidad para ver si podían captar algo de información, y otros temían que Lakor pudiera decir algo que pusiera en peligro a la humanidad.

    Lara miró casi estupefacta al ver que Hufan se acercaba a él para hablar, motivo por el cual le comentó eso a Elber.

    — Oye, ¿él sí puede hablar directamente con el patriarca? — Elber supo que esa pregunta iba dirigida hacia él.

    — Ayer tú te negaste a hablar con nosotros — comentó el maestro — Nos acercamos a él y él respondió. Hufan le ha dado ese privilegio de oírlo directamente de su boca.

    Lara temía por el hecho de que Lakor pudiera estar tramando algo que, de alguna forma, pusiera en peligro a su familia. No se había olvidado del momento en el que este ingresó al sitio donde su esposo, cuando estaba herido, se encontraba internado. A la conversación de ayer no le dio demasiada importancia, pero el hecho de que llamara al patriarca le estaba preocupando y bastante.

    Hufan, montado sobre su animal de transporte, se situó al costado de la plataforma que trasladaba a Vitali, encontrándose el ingeniero en el extremo izquierdo, de manera tal que lo tuviera a pleno alcance.

    — Dime, Vitali, ¿qué pregunta tienes? — el patriarca sentía curiosidad.

    — ¿Cuentas con los guerreros suficientes para asesinar a Ybryr y a todo su clan? — Vitali le cuestionó, queriendo dar una imagen de precavido — Porque nosotros no somos muy numerosos, precisamente.

    — No hace falta eliminar a todo su clan para quitarlos del poder — Hufan respondió a la cuestión del humano — El monarca es quien tiene el poder absoluto sobre nuestra sociedad. Su poder le permite asignarle a alguien el rol de patriarca o matriarca de una provincia, así como también quitarlo del poder. Solo tenemos que matar a Ybryr, y a todos los familiares que se encuentren en la capital. Luego de eso, daremos la orden a sus otros hijos de que abandonen el control de las provincias que tengan en su poder. Está claro que ellos quizá no quieran ceder, pero dada mi orden para que abandonen su cargo, no tendrán otra opción más que pelear para recuperarlo. Ningún traliod en las cuatro provincias dominadas por los hijos de Ybryr quiere luchar ahora, pero cuando él caiga, todos los hombres y mujeres se alzarán en la lucha. Destruir a la cabeza del clan dejará a todo el clan muy debilitado. Nuestra pelea es con Ybryr, solo piensa en eso.

    — ¿Y qué pasará si Ybryr decide reemplazarte? — Vitali pensaba que se lo estaba tomando con mucha calma.

    — Él me ha dejado permanecer en el poder porque sabe que yo soy de los que mejores avances ha dado a nuestra especie como patriarca — Hufan se dio mucho mérito por seguir en el poder — Me está usando para mejorar la sociedad todo lo que pueda hasta que uno de sus hijos o hijas esté listo para tomar mi lugar. Mientras tanto, tengo el puesto asegurado. No es necesario que te preocupes por mí.

    A Vitali le gustó mucho obtener esa información, ya que le daba algo de tranquilidad el saber que, en caso de que tuvieran un conflicto, no sería a gran escala en un combate de una única provincia contra las cinco que estuvieran dominadas por quienes ellos sostenían que era un ser cruel y nepotista.

    Vitali quiso seguir hablando con Hufan, pero pronto lo vio marcharse, y supo que no tendría la oportunidad de seguir conversando con él en lo que durara el día. Se sintió mal por no haber podido llegar a garantizar una manera de brindar seguridad para su familia, pero creyó que quizá algún avance importante pudo haber conseguido mostrándose preocupado por Hufan, pese a que realmente no lo estaba.

    — Papá, ¿qué estás haciendo? — Valiana cuestionó su accionar — Ese tipo es un patriarca y quiere convertirse en monarca. Es poderoso, y no nos... — se aseguró de que ningún traliod tuviera la vista puesta en ella — Rescatan… Si no logramos escapar antes de que obtenga más poder, estaremos en mucho más peligro.

    — Valiana, tú lo escuchaste decir que Elber eliminó a Gavril — Vitali le recordó eso — Tenía el brazo y la pierna rota, y ese maldito lo arrojó al agua para que muriera ahogado. Esa es una de las muertes más dolorosas que un humano puede tener, y no quiero ni siquiera imaginarlo haciendo eso contra tu madre, contra tu hermano o contra ti. Quiero que ese maldito me vea como alguien útil, solo así podré asegurarme de que nada malo les pasará.

    — Papá, esto es muy arriesgado — Winter se sumó a la forma de pensar de Airin — No me gusta ese tipo. Está sediento de poder, y muchas veces oí decir que eso era algo malo. Si llegas a cometer un error, podría matarte. ¿Acaso no te importa tu vida?

    — Mi vida me importa, claro que sí, pero me importa más la de ustedes tres — Vitali fue honesto con su hijo — Me uní al ejército para mantenerlos a salvo. No he podido ser de suficiente ayuda para evitar que nos capturaran, por eso tengo que intentar otra cosa.

    Winter y Valiana no podían evitar sentir malos presentimientos al respecto. El saber que su padre se estaba acercando al patriarca no les daba ninguna buena vibra a ninguno de los dos Lakor. Fenya, por su parte, sabía que su marido solo quería lo mejor para ellos en el tiempo en que Renji preparaba una manera de rescatarlos. No estaba del todo de acuerdo con la forma en que Vitali actuaba, pero sentía que no había otra forma de que ella y los niños se llegaran a sentir seguros.

    Algunos de los humanos que pudieron escuchar al soldado hablar se conmovieron con su relato, puesto a que no encontraban amenaza alguna en que Vitali hablara con el patriarca si solamente se trataba de proteger a su familia. Otros, sin embargo, habiendo escuchado su conversación de ayer y sus motivos en el día de hoy, no veían en él a alguien más que un egoísta al cual solo le importaban los suyos.

    — Oye, yo tengo una niña de nueve años — comentó un hombre detrás de él — A ver si dejas de mirarte el ombligo y piensas en los demás. Ese patriarca te escucha solo a ti, y en vez de pedir por todos, solo pides por los tuyos.

    — Él asesinó a Gavril — Lakor apuntó a Elber con la vista — Solo porque lo consideraban una carga. Está claro que no nos dejarán vivir a todos si nos convertimos en una carga. He intercedido por mi familia porque creo que es lo único que están dispuestos a aceptar.

    — Eres el ser humano más egoísta con vida en el universo — el hombre sabía que no podía hacer nada al respecto, más que agredir verbalmente — Supongo que es una característica hereditaria por llevar tu apellido. Todo queda en familia, por lo que se ve.

    Vitali sentía una puñalada al escuchar esas palabras. Sabía que este hablaba acerca de su sobrino, quien fue el comandante de Zenith que se encargó de brindar a la humanidad las respuestas a la Gran Catástrofe, pero con la consecuencia de que ocasionó que un edagriano llegase a la Tierra para posteriormente dejarla inhabitable. Lakor no podía evitar sentir eso como una ofensa para toda su familia, pero no podía hacer nada más que responderle con palabras y no con acciones.

    — Te ignoro — el ingeniero respondió a su agresor — Lo que pase contigo o tu familia no me importa. Cuídate para no terminar en el mismo estado que Gavril, y estoy seguro de que no te matan.

    — ¡Bastardo de mierda! — el hombre que lo desafió no pudo evitar gritarle con mucho enojo — ¡Ojalá te hubieras muerto en combate! ¡¿Cómo demonios sobrevivió una lombriz rastrera como tú?!

    Los gritos de enfado de aquel hombre llamaron la atención del maestro Elber, que no medió palabra alguna y pasó a la acción. Subió a la plataforma, y simplemente le tomó el cuello al humano que no dejaba de gritar.

    — Estás hartándome — comentó el maestro — Tengo el permiso del patriarca para castigarte, así que te aseguro que, si sigues gritando, te haré caminar todo el trayecto a nuestro destino.

    Elber era intimidante. Estaba enojado, pero su tono de voz era bastante sereno. No alzó la voz, ni siquiera un poco, y simplemente dirigió su amenaza verbal al humano que sujetaba. Su gran altura y su masa muscular, además del hecho de que era un ser con poder dentro de ese grupo, terminaron por hacer que aquel ser humano temblara y se quedara callado, más por miedo que por gusto.

    Habiendo zanjado ese asunto, el maestro bajó de la plataforma y volvió a subirse a su montura, continuando así con el viaje hacia su destino.

    […]

    Los cuatro días de viaje desde que se produjo el desembarco de la humanidad hacia el territorio de los traliod, finalmente habían terminado. Pasado el amanecer del quinto día, los humanos estaban divisando a lo lejos unas enormes nubes negras de gran tamaño. Parecía como si una tormenta estuviera azotando un único punto en planeta, y les asombraba lo colosal que se veía.

    A medida que se acercaban, pudieron ver unos muros bastante altos, llegando a medir estos unos veinte metros de altura. Estaba claro que ellos tenían un gran control en el territorio que ejercían, ya que todo el terreno que pertenecía a la monarquía traliod se veía delimitado por esas murallas. No importa si miraban a izquierda o a derecha, no podían ver el final de aquellos paredones, cosa que les hizo pensar a casi todos que no tenía un extremo final, y que esos muros rodeaban por completo el territorio.

    — Ya nos acercamos a la provincia Hufan — comentó el patriarca, cuyo nombre era el mismo que el de la provincia por costumbre de su raza — Una vez que todos hayamos cruzado el muro, ustedes estarán en mi territorio. Y como les he dicho, pasarán a ser responsabilidad mía.

    La humanidad supo que las cosas eran muchísimo peores de lo que habían imaginado. Tenían la esperanza de poder hacer algún intento por escapar de allí cuando llegaran, o al menos, pensar en un plan para intentarlo. Pero si iban a estar encerrados en el interior de muros tan altos, les sería imposible. No tenían armas lo suficientemente fuertes como para poder crear un boquete que les permitiera atravesarlo. Sin equipo de escalada o de perforación del suelo, subir o escapar por debajo sería imposible para todos.

    El poco optimismo que algunos de ellos todavía guardaban se deshizo por completo cuando llegaron por un camino hasta la muralla, y pudieron ver allí una puerta de metal enorme, estando un total de siete guardias por encima de los muros para hacer guardia. Su único modo de entrar y salir contaba con vigilancia que no iban a poder saltear.

    — Bienvenido de nuevo, patriarca Hufan — saludó uno de los guardias — Veo que su cometido fue exitoso.

    — Lo ha sido, estos seres se hacen llamar humanos, y van a sernos muy útil para poder acabar con Ybryr — Hufan se aseguró que todos lo escucharan — Es hora de sumarlos a los nuestros. Abran la puerta y déjennos pasar.

    — Como ordene, patriarca — fue la contestación de otro guardia.

    Los que estaban más próximos a ese lugar supieron interpretar esa conversación para ganar información útil. El patriarca era alguien respetado, y estaba claro que si daba la orden de que no podían salir, sus guardias se esforzarían por cumplirla.

    A sí mismo, podían deducir que todos estarían enterados de su plan para intentar derrocar al monarca Ybryr. De esa misma forma, cada traliod sabría sobre la expedición al otro continente para poder buscar más gente para su causa, por lo que tampoco les sería posible engañar a los traliod que habitasen allí.

    Los humanos vieron con algo de temor como la puerta metálica hizo un sonido muy potente al abrirse, para así permitir el paso a todos. Los que iban acompañando al patriarca fueron los primeros en ingresar al lugar, dejando a los animales que tiraban las plataformas ser los segundos en avanzar, y así, los guardias del patriarca que viajaban al fondo de la fila fueron los últimos en ingresar.

    La puerta se cerró por completo, haciendo el mismo ruido estruendoso que hizo al abrirse. Los humanos miraron alrededor, y podían ver zonas despejadas y un camino de tierra muy limpio y cuidado, posiblemente para permitir un mejor paso de las plataformas. Por detrás de ellos se encontraba el muro que los separaba de la libertad, y encima de sus cabezas unas nubes tan oscuras que impedían que cualquier rayo de luz solar se filtrara, dejándolos a todos en completa oscuridad.

    A lo lejos, siguiendo el camino que veían frente a ellos, se veía lo que parecía ser la entrada a una arboleda, que en realidad era un bosque.

    — Los llevaré hacia la zona residencial en donde asignaré a cada uno su lugar correspondiente — Hufan alzó la voz, pero sin gritar demasiado — Luego de que tenga una charla para que ustedes y los míos se conozcan, los dejaré ser libres. No se alejen de la zona residencial. En ese bosque que vamos a cruzar ahora podrían encontrarse con insectos venenosos. Por lo general, nos evitan a nosotros, ya que siempre atacamos y destruimos sus hormigueros y colmenas. Pero no puedo garantizar que vayan a huir de ustedes. Traten de evitar el bosque, no creo que les sirva a ustedes suicidarse de esa forma.

    Como si el muro y los guardias del patriarca no fueran una amenaza lo suficientemente seria como para desmoralizar a los humanos, el saber que un intento de ocultarse en el bosque podría terminar muy mal para ellos, les hizo darse cuenta de que la seguridad relativa que vivirían mientras se mantuvieran junto al patriarca sería lo máximo que podrían llegar a conseguir.

    — No vivirán en las mismas casas que los traliod que me siguen a mí, a cada familia trataré de asignarle una casa propia — comentó el patriarca, mientras empezaba a moverse en su montura — Me aseguraré de que al anochecer reciban provisiones para toda una semana, de manera en que ya no tengan que preocuparse por eso más tiempo.

    Lara, Vitali, y muchos soldados entendían que Hufan quería mostrarse hospitalario para dejar bien en claro el contraste entre quedarse viviendo en las casas asignadas, contando con provisiones para no morir en la desnutrición, en comparación a lo que sería vivir en el bosque, sin casa y bajo la posibilidad de encontrarse con algún insecto venenoso, de los cuales no se habían cruzado nunca antes en el continente occidental.

    — ¿Cómo hacen para saber cuándo es de noche? — fue la pregunta de Fenya, que pronto miró el cielo nuevamente — Con estas nubes negras por encima, se nos dificultaría mucho saber en qué momento del día estamos.

    — Cuando llega la noche, el frío se hace mucho más intenso — fue la respuesta del maestro Elber, tomando la palabra por el patriarca — Salvo que sus pieles sean lo suficientemente resistentes, estoy seguro de que lo sabrán. Si es necesario, haremos que una campana resuene y anuncie la llegada de la noche.

    No sería sencillo para los seres humanos acostumbrarse a vivir con tanta oscuridad por encima suyo. Todos deseaban que esas nubes tan inmensas se apartaran pronto de encima de sus cabezas. Sabían que estaban en el transcurso de la mañana porque fueron tocados por los rayos del sol durante su camino hacia ese reino. Pero al momento de cruzar los muros, quedaron bajo una oscuridad considerable. Nadie creería que un paisaje con esa apariencia nocturna tendría lugar en momentos previos al mediodía si no lo supieran de antemano.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo mío. Siento la demora pero como bien sabes he estado ocupado con mis cosas. Aun así, no quería dejar pasar tanto tiempo para leer y en cuanto he tenido este rato no he dudado en retomar la lectura. Buen capítulo, parece que de transición, porque seguro que pronto conoceremos a Ybryr y esa trama explotará. Paso a comentar.

    El viaje hasta llegar a la provincia Hufan comienza, un largo trayecto de varios días. Viendo que Vitali y Hufan pueden comunicarse entre sí, Lara decide hablar con Elber para saber que le contó su homónimo al jefe trailod. El maestro le hace un brevísimo resumen y Lara se siente aliviada de que Vitali no revelase información sobre los que se han quedado atrás y por ende, pueden vivir alejados de las garras de los trailod. Tras esto, sus hijos le preguntan a qué se debe esa "sumisión" y la comandante les informa de que pretende meter miedo a Elber, habiéndole contado sobre la posibilidad de que algún día, Zenith o Black Meteor acudan a ese mundo.

    Luego tenemos un pequeño flashback de cuando Vyon, con cinco años recién cumplidos, se deja impregnar del mensaje que el ex presidente Dmitri lanzaba por la megafonía del Explorador Esperanzado, hablando sobre los males ocurridos en la Tierra y culpando a los dos principales países que trajeron las respuestas a la Gran Catástrofe.

    De ahí pasamos a ver como el ingeniero y soldado Lakor decide tratar directamente con el patriarca, el cual accede a hablar con él como si nada (puesto que le ha dado el rol de portavoz, por así decirlo). Vitali le pregunta a Hufan como lo harán para vencer a Ybryr y su clan, cosa que el líder trailod responde con algo muy sencillo: sin la cabeza del jefe, todo lo demás cae. Ese es el objetivo de la revolución en ciernes. Vitali piensa en proteger principalmente a su familia y eso no le agrada a algunos, hecho que provoca una confrontación de un random con él. Elber debe intervenir para que el humano refunfuñón se quede tranquilo antes de quedarse sin extremidades XD.

    Finalmente, el viaje concluye y se llega a la provincia Hufan, donde una gran tormenta ha hecho que el día se torne oscuro y parezca casi de noche. Los humanos serán reubicados en residencias, provistos de suministros y demás, aunque deben tener cuidado con unas criaturas venenosas que hay en el bosque. Sea como sea, la seguridad de todos pasa por estar cerca de los trailod, algo que tampoco es que inspire mucha confianza.

    En fin, ha sido un buen capítulo. Estoy deseando ver que las cosas suban de nivel y venga la buena acción, que seguro que eventualmente vendrá. Hasta pronto, amigo, ¡un abrazo enorme!
     
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  11. Threadmarks: Aliados con la matriarca
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    22
     
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    7303
    Saludos. Ha llegado el tiempo de publicar el capítulo 16 de este spin off. Una vez hayamos pasado este, solo nos quedarán unos 6 capítulos más para que todo se termine. Si bien, se sabe que esta historia secundaria es una preparación para la principal, espero que sea igual de disfrutable, aunque garantizo que lo que vendrá después en la principal superará esto con creces y justificará la creación de este spin off.

    Quiero mandar un abrazo a mi gran amigo Manuvalk quien está siempre presente en esta historia. Y eso es algo que agradezco. Y estoy seguro que este capítulo tiene algo que creo que le gustará bastante, pero eso me lo tendrá que decir él cuando deje sus siempre esperados comentarios :) Y aprovechando esta ocasión única, le mando un abrazo de campeón a campeón :kuku:

    Sin novedades por el momento, dejo el capítulo. La guía será actualizada cuando tenga más tiempo.














    Aliados con la matriarca:

    Luego de haber cruzado el bosque, el patriarca Hufan había podido llevar a los seres humanos a una pequeña aldea de chozas y casas muy pequeñas, las cuales constituían uno de los barrios bajos de su provincia. Con una laguna detrás, y un camino que conducía a campo abierto delante, dicho barrio se encontraba situado en la zona más austral de la provincia que llevaba el mismo nombre que el patriarca que regía ese lugar.

    Las casas se veían muy deterioradas. Hechas de ladrillo pintadas de blanco y con una enorme cantidad de manchones negros e incluso huecos visibles desde lejos, esas iban a ser las viviendas en dónde los seres humanos serían instalados.

    Para recibirlos se encontraban todos los guerreros, ya sea hombres o mujeres, de los traliod que estaban a la orden del patriarca de aquella provincia. Eran aproximadamente unos cinco mil, cosa que llegaba a intimidar a los humanos, quienes, por la muerte de Gavril hacía unas semanas atrás, no llegaban a ser mil en total.

    Cuando se detuvieron las monturas y las plataformas, el patriarca se bajó del animal que lo trasladaba. Tomó un cuerno que le fue alcanzado por el maestro Elber, y con un soplido, ganó la atención de todos los presentes, haciéndoles saber que su turno de hablar había llegado.

    — ¡Gracias por el silencio! — gritó, para mantener las cosas así — ¡Pese a las dudas que varios de ustedes plantearon, la expedición fue un éxito! ¡Hemos traído a una gran cantidad de seres para que colaboren con nuestra causa en contra de Ybryr y su clan! ¡Ellos son los seres humanos! ¡Sé que sus números son pequeños en comparación a los nuestros, pero sus conocimientos en tecnología lo compensarán! ¡Nosotros colaboraremos junto con ellos en la fabricación de nuevas y mejoradas armas que nos permitirán acabar con el tirano Ybryr sin tener que acercarnos a él! ¡Más fáciles de esconder y de trasladar que los cañones! ¡Tan pronto como dichas armas estén preparadas para la batalla, saldremos en una expedición a la capital, y tomaremos el poder absoluto! ¡No volveremos a vivir bajo la tiranía de Ybryr ni de los suyos un solo día más! ¡Y luego de que hayamos obtenido la victoria, iniciaremos con un proceso de colonización y expansión del territorio! ¡Gracias a los humanos, lo lograremos! ¡Su llegada aquí lo cambiará todo para nuestra especie! ¡Salúdenlos! ¡Porque hoy es el día en el que se incorporan a nuestra sociedad!

    Los seres humanos se quedaron bastante intimidados cuando vieron que no había uno solo entre los traliod que estuviera en contra de su patriarca. Todos los brazos se alzaron y los gritos de alegría resonaron por casi todo el lugar. Era un espectáculo de temer, puesto a que mostraba que entre esa sociedad no había conflictos que pudieran explotarse para su beneficio.

    Mientras duraban los festejos, Elber se acercó a Lara y a sus dos hijos, siendo ellos tres los primeros en ser liberados de sus ataduras. La mujer y los dos adolescentes miraron seriamente al traliod, quien les estaba mostrando una mueca de alegría.

    — Les dije que ustedes tendrían un lugar en nuestra sociedad — comentó el maestro — Vengan conmigo. Es hora de que les asigne su nuevo hogar aquí.

    […]

    Reubicar a unos novecientos noventa y nueve seres humanos en todas las casas de los barrios bajos no fue tarea fácil. Para evitar que el caos se propagase por los alrededores, Elber fue el encargado de trasladar a todas las familias a cada una de las casas. Parecía ser una tarea importante, puesto a que él no asignó esa tarea a ningún otro discípulo, nada más pidió ayuda para cuando una familia era de cuatro o más integrantes.

    Hombres, mujeres y niños en la humanidad fueron llevados sin tener que ser arrastrados a las cuales serían sus nuevas viviendas. Por dentro no se veían mucho mejor que por fuera. Cada casa era idéntica, variando únicamente el tamaño. Solo había una gran sala en toda la casa, la cual contaba con una larga mesa rectangular en el medio con espacio para ocho personas, pero con solo seis sillas alrededor. De la misma manera, seis camas sin ningún tipo de almohada, y solo con un cobertor grueso para taparse por la noche. En una de las paredes se podían ver mesadas hechas de piedra con puertas de madera instaladas. Esa mesada cubría toda la pared. No había habitación personal, ni baño, ni siquiera una cocina para los alimentos. Cualquier necesidad debería realizarse afuera, y por lo que podían apreciar, los alimentos para el desayuno y el almuerzo debían de limpiarse y prepararse en el exterior de la casa.

    No se veía ningún rastro de tecnología que funcionara con electricidad por ningún lugar, lo que quería decir que, llegada la noche, quedarían a oscuras. Aunque, con la enorme nube negra cubriendo el cielo y tapando la entrada de luz solar, sería algo a lo que se podrían acostumbrar con rapidez.

    — Esta casa es una mierda — Vyon expresó luego de ver que no tendrían nada como lo que tenían en su continente — Incluso en los primeros días en los que empezamos a vivir fuera del navío teníamos una mejor vida.

    — Es horrible — Airin no podía creer el lugar en el que los habían metido — Ellos están acostumbrados a vivir así, y por eso han decidido que nosotros también tenemos que hacerlo.

    — No tengo la intención de que nos quedemos por mucho tiempo, chicos — señaló la madre de ambos, tomando su dispositivo, el cual tenía una batería bastante duradera — Ahora no puedo hacerlo porque ese patriarca está aquí. Pero mañana mismo voy a contactar con Renji para ver si hay una manera de hacer que nos saquen de aquí.

    — Es un alivio escuchar eso — Airin se sentó sobre la cama en dónde iba a dormir — Ni siquiera quiero pasar la noche de hoy en este lugar.

    — Esos bastardos realmente se tienen mucha confianza si piensan que vamos a apoyarlos en su estúpida pelea — Vyon pensaba con furia — Nos arrastraron a este conflicto, pero ni de casualidad nos van a hacer luchar a su lado.

    — Silencio — Lara comentó escuchando pisadas desde afuera — Alguien se acerca.

    Los dos chicos hicieron caso a su madre, y se quedaron en silencio hasta que escucharon la puerta abrirse. Desde el exterior de la casa, Elber se metió al interior de aquella edificación. No tuvo ninguna clase de recibimiento, y él lo comprendía, ya que era consciente de que había tomado la decisión de eliminar a alguien querido para los tres. Tan pronto como entró, cerró la puerta detrás de él y se sentó en la cama que más cerca de esta. Los tres seres humanos allí presentes le clavaron la mirada y no fue hasta que abrió la boca que quitaron la expresión seria que se formó en sus rostros.

    — Esta será la primera y la última noche donde tendrán que convivir conmigo — empezó a hablar el maestro Elber — El patriarca quiere que tú, Lara, y otros más entre los humanos, marchemos temprano hacia la provincia de la matriarca que vive al norte. Tenía pensado hacer ese viaje en otro momento, pero una noticia de otro de sus maestros nos hizo cambiar las cosas.

    — ¿Y por qué tienes que pasar la noche aquí? — Lara manifestó su inconformidad con su presencia — ¿No podías quedarte con una casa para ti?

    — Al quedarme en esta casa, ya no tengo que venir a buscarte el día de mañana — Elber lo decía, recostando su enorme cuerpo sobre la cama — Además, el patriarca sostiene que ustedes y yo tenemos que formar una relación mejor. Después de todo, yo asesiné al humano llamado Gavril hace unos días. Me quiero disculpar, y quiero que cualquier rencor quede en el pasado. Por eso he venido aquí.

    Vyon sentía que iba a explotar por dentro cuando escuchó eso. Elber había arrojado a su padre, con dos extremidades rotas, al agua para que se ahogara en una muerte dolorosa. Y sus palabras lo hicieron sonar como si fuera un problema menor. Su disculpa no se escuchó sincera, y él llegó a percibirla como muy forzada. No es que fuera a aceptar jamás una disculpa de alguien como él, pero lo que el maestro de varios traliod había hecho lo consideró como una falta de respeto.

    Se empezó a acercar a él con intenciones de golpearlo, pero Airin, quien se dio cuenta de eso, se levantó de su cama y fue corriendo hacia él para detenerlo. Dado a que Elber estaba con la vista fija en el techo, no llegó a ver nada, y lo que escuchó lo ignoró rápidamente. Lara, temiendo por el hecho que su hijo pudiera hacer algo que le podría ocasionar un castigo, se le acercó y lo abrazó para tranquilizarlo.

    — Puedes estar seguro de que nos vengaremos de él — decía la comandante en su oído, queriendo tranquilizarlo — Pero hoy no. Hoy nos ha tocado perder. Mañana será otro día.

    Vyon tembló un poco mientras se encontraba de pie, al tiempo que unas lágrimas empezaron a caer de su rostro. El más joven de la familia Utkin, estimaba mucho a su padre. No toleraba el hecho de no tenerlo más para disfrutar su compañía, ni tampoco la oportunidad de completar su entrenamiento bajo su instrucción. Sabiendo que su madre tenía razón, Vyon se acostó, y trató de dormirse para intentar olvidarse de la presencia del asesino dentro de su nueva casa.

    Lara decidió no hacer eso. Ella salió de la casa para intentar percibir la temperatura y evaluar la visibilidad de aquel lugar durante la fase nocturna. Pudo notar que el frío no era muy fuerte, y sin tener una forma de medir la temperatura, sacó la conclusión de que solo serían unos cinco grados menos que en el día. Sin embargo, una sorpresa llegó a ella cuando centró su vista en sus alrededores, y logró notar como varios de los traliod se encontraban montando piras. Estos simplemente arrojaban madera al suelo, para posteriormente arrojar una pequeña flama que encendió el fuego que empezaba a alumbrar el sitio. La oscuridad durante la noche era mayor que durante el día, incluso aunque las colosales nubes cubrieran por completo el sitio.

    Lara, tan pronto como vio que habían desatado un incendio, fue corriendo hacia el lugar.

    — Descuida, no es peligroso — comentó uno de los traliod, quien se estaba por retirar — Esta madera se consume por completo sin propagar el fuego. Al finalizar la noche, se habrá apagado por completo y no se extenderá por la calle.

    — El humo que desprende también es mínimo, ninguno de ustedes se asfixiará con esto — respondió otro que estaba a su lado.

    La comandante no dijo ni una sola palabra. Se mostró pasmada al ver que en ese mundo tenían un tipo de madera que pudiera hacer segura una acción tan arriesgada como prender fuego y tirarlo al suelo. Con algo de paranoia, la mujer se quedó fuera de la casa, viendo como una gran cantidad de traliods se encargaban de encender muchas otras piras a lo largo de aquel poblado pequeño en el que los habían instalado.

    — Este sitio es espantoso — Lara miró hacia el cielo, sin la posibilidad de divisar alguna estrella debido a que la nube cubría una enorme extensión del firmamento — Gavril, te prometo que haré hasta lo imposible para sacar a Airin y a Vyon de aquí y llevarlos de regreso a nuestro hogar. Aunque me cueste la vida.

    En un momento, y pese a lo que le dijo uno de los traliod a la humana, esta empezó a toser por el humo que provocaba el fuego. Tuvo que apartarse de ese lugar antes de que le pudiera afectar, ya que, según lo dicho por Elber, tenía que partir en una expedición para encontrarse con una matriarca.

    […]

    — Esto no es bueno — Vitali pensaba para sí mismo, mientras veía el resplandor que provocaron las piras desde afuera de su casa — Dios mío, Renji… Espero que puedan acudir pronto a nosotros.

    Sin más intenciones de quedarse allí afuera, el ingeniero se metió en la vivienda que le habían asignado. Su esposa Fenya, su hija Valiana y su hijo menor Winter estaban cada uno sobre una cama, durmiendo profundamente debido al cansancio que les había provocado un viaje tan largo como ese. Para él era una lástima que no estuvieran solos, puesto a que una de las mujeres de los traliod se quedó con ellos, con el objetivo de llevarse a Vitali con el grupo que partiría a otra provincia para un encuentro con una matriarca.

    — Quiero que esta pesadilla se termine — Vitali se recostó en su cama, y no pudo hacer otra cosa más que pensar en su planeta — Ojalá hubiera alguna forma de hacer que el planeta se recupere de todo el daño que esos bastardos ocasionaron. Ojalá nunca hubiéramos tenido que venir a este planeta.

    […]

    Al día siguiente, varias horas después de que Lara, Vitali y varios otros militares e ingenieros más partieran en una expedición con el patriarca, el maestro y varios otros en su raza, Airin pasó por las casas de todos sus compañeros. No tenía idea de donde había sido ubicado cada uno, por lo que tuvo que ir a prueba y error hasta que logró dar con todos ellos. Tras mucho tiempo sin hablarse, creyeron que quizá una reunión podría ayudarlos a tranquilizar los miedos que sentían.

    Winter fue de los últimos en llegar al lugar de reunión, el cuál era un pequeño prado que se encontraba del otro extremo de la laguna en donde se situaba la mayoría de las casas. Aquel encuentro no se estaba dando con tranquilidad, puesto a que antes de llegar al sitio indicado, escuchó la forma en la que Vyon gritaba.

    El hijo menor de Gavril y Lara estaba gritándole a Iker, y estaba tan centrado en eso que no notó la llegada del último compañero que faltaba por aparecerse.

    — ¡Ya no quiero saber nada más de ti! — Vyon alzó la voz lo más que pudo — ¡Por culpa tuya Airin terminó fuera de los muros! ¡Eso provocó que mi padre tuviera que salir, que lo lastimaran quebrándole un brazo y una pierna y que el maldito de Elber lo arrojara al mar!

    Iker tenía mucho miedo por la actitud tan violenta que estaba mostrando su compañero. Nunca lo había visto tan enojado, y esa vez era algo personal. Las lágrimas le brotaban de los ojos, al mismo tiempo que caía sudor de su frente. Los nervios que tenía por no saber cómo iba a actuar su compañero a continuación le hacían tener su peor día.

    — Vyon, lo siento… — Iker no sabía qué otra cosa decirle — Tienes razón. Fue culpa mía.

    — ¡Claro que lo fue, inútil de mierda! — Vyon contuvo los deseos de golpearlo — ¡Te hubieran quebrado y arrojado al mar a ti! ¡Yo no tenía por qué perder a mi papá por esto! ¡Destruiste a mi familia!

    — Vyon, esto no es justo — Airin quería interceder por su compañero.

    — Claro que no es justo, papá nos amaba y ahora ya no está — Vyon no volteó a ver a su hermana, además de ignorar completamente el significado de sus palabras — Iker. Quiero que te vayas de aquí ahora. Y no te acerques más a mí, ni a mi hermana ni a mi madre. No voy a perder a otro familiar por tu culpa.

    — No lo haré, lo juro — Iker empezó a retroceder asustado del lugar — No me verás más.

    — No te tiro los dientes solo porque mi madre no necesita más problemas — Vyon se lo dejó en claro — Así que tienes suerte. Ahora vete.

    Haciendo caso a la amenaza dada por su compañero de clase, Iker se apartó del frente de Vyon y se fue corriendo del lugar. El menor de los Utkin se dio la vuelta para verlo alejarse, y al hacerlo, pudo ver que Winter había llegado hasta el lugar. Verlo a él no lo hizo sentir bien, y se acercó para hacérselo saber.

    — ¿Ahora vienes? — preguntó con agresividad — Cuando mi padre nos quiso reunir el día en el que nos atacaron, ni te molestaste en aparecer.

    — Mi papá no me permitió ir — Winter puso esa excusa, aunque era cierta.

    — ¿Es decir que ahora te deja venir a estar con nosotros solo porque mi padre ha muerto? — Vyon asumió que eso era lo que pensaba su compañero — Eres una mierda de persona.

    — Estás poniendo en mi boca palabras que nunca dije — Winter no quería soportarlo más — Solo vine aquí para mostrarles mis condolencias. Airin me pidió que viniera, así que aquí estoy.

    — ¡No quiero tus malditas condolencias! — Vyon gritó furioso, como si tuviera la necesidad de atacar a alguien — ¡Seguro tú y tu familia están festejando por la muerte de mi papá!

    — Eso no es cierto, no somos unos monstruos — Winter no sabía qué hacer para calmar las cosas.

    — No, no lo son, son peores — Vyon le contestó — Tú viste a mi hermana y a Iker salir de los muros, y no dijiste nada a las autoridades. El hijo de puta de Iker sacó a mi hermana de los muros, y tú se lo permitiste. Quizá querías que a mi familia le pasar algo.

    — Eres un estúpido, Vyon — Winter ya no lo soportó más — Eres libre de creer en lo que tú quieras. Pero nadie en mi familia está feliz por esto.

    — Tú me tienes harto — el chico sentía deseos de darle un castigo — Tú papá vino a gritarnos a mí y a mi madre cuando mi padre estaba herido y mi hermana desaparecida. Ahora voy a ver qué tanto le gusta cuando yo te lastime y luego vaya a gritarle a su casa.

    Sin dar aviso previo, Vyon empezó a correr hacia donde se encontraba Winter, con toda la intención de hacerle daño en una especie de venganza contra su familia. Katia, Jessica, Rosary y Airin se apartaron del lugar, y Winter no pudo hacer otra cosa más que esquivar un puñetazo que su compañero le arrojó a la cabeza.

    — ¡Vyon, detente! — Airin quería tranquilizar a su hermano — ¡Winter no nos ha hecho nada! ¡No te ha hecho nada!

    — Él no, pero su padre sí — Vyon recordó bien aquel día — Y ahora él va a sentir en su piel lo que se siente que te hagan pasar un momento de mierda cuando alguien a quien quieres está sufriendo.

    — Vyon, esto no es correcto — Jessica quería hacer algo para detenerlo — Sé que estás herido por esto. Pero no puedes atacar a Iker y a Winter para desquitarte.

    El chico no escuchó las palabras de su compañera, simplemente se paró delante de Winter, con las intenciones de pelear contra él.

    — ¡Vyon! — Rosary quería que se detuviera.

    — ¡No está bien, le vas a dar problemas a tu madre! — Katia le recordó algo que él mismo dijo momentos atrás.

    El menor de los Utkin solo lanzó un grito incoherente al aire, para posteriormente lanzarse al ataque contra Winter una vez más. Este levantó ambas manos y tomó una postura defensiva, pero viendo el ímpetu con el que se lanzó su compañero, eligió simplemente mover las piernas para esquivar un nuevo puñetazo. Vyon ya no estaba escuchando a nadie alrededor, y simplemente se concentraba en Lakor. Este supo que no tenía otra opción más que hacerle frente allí mismo, pese al miedo que tenía por tener que ir contra el mejor de los cadetes.

    — ¡Te voy a dar una paliza! — Vyon gritó, preparándose para cargar de nuevo contra Winter — ¡Creo que te lo mereces!

    Winter vio con preocupación cómo su compañero volvió a salir corriendo hacia él. Sabía que no podría esquivar para siempre, así que decidió ser él quien se mostrara ofensivo. Vyon lanzó un puñetazo recto hacia él, cosa que Lakor fue capaz de bloquear usando su codo. Inmediatamente después, usando su mano libre, Winter le lanzó un gancho a Vyon, el cual le dio en la parte baja de la barbilla, haciendo que retrocediera un poco. Furioso por no haber dado el primer golpe, Utkin se acercó de nuevo hacia él y levantó pierna izquierda para derribarlo con una patada.

    Ágilmente, Winter giró su cuerpo al mismo tiempo que levantó sus brazos, moviendo sus codos hacia abajo. Ese movimiento le permitió golpear la pierna de su rival, causándole dolor al mismo tiempo que lo interceptaba exitosamente. Con ambos brazos, sujetó a Vyon en su sitio, para después darle un puñetazo al rostro con la mano derecha. Al lanzar el golpe, soltó la pierna del cadete, haciendo que este cayera de espaldas al suelo. Furioso, Vyon se levantó y empezó a lanzar golpes de puño de forma aleatoria contra él.

    Winter no podía descifrar un patrón de pelea en él, por lo que solo pudo limitarse a esquivar sus puños hasta que uno dio en el blanco. El puño izquierdo de Vyon entró en contacto con el rostro de Winter, y luego lo siguió con un potente rodillazo al estómago, finalizando con un codazo a la cabeza. Lakor estaba quejándose por el dolor, cuando vio otro golpe de puño con su cabeza como blanco. Tuvo que retroceder para esquivarlo, y luego de eso levantó la pierna con rapidez, consiguiendo darle una patada en la cabeza a Vyon. Este retrocedió mientras empezaba a frotarse la zona en donde recibió el ataque.

    — ¡Maldito de mierda! — Vyon perdió la calma por completo.

    Casi como si estuviera hecho una furia, el joven cadete empezó a correr hacia Winter con un intento de placarlo. Winter pudo ver sus intenciones, y también corrió hacia él. Vyon sonreía al ver que sería una competencia de fuerza, en donde él podría ganar fácilmente. Pero antes de que se produjera un choque entre ambos, Winter se movió hacia el costado, haciendo que este se pasara de largo. Lo siguiente que hizo el menor de todos los cadetes fue girar su cuerpo usando como eje la pierna más próxima a Vyon, de manera que le dirigió un rodillazo con la otra pierna, impactando un ataque en la espalda.

    Vyon gritó, y para intentar responder rápidamente, lanzó un ataque hacia atrás con su brazo. Su rival lo vio venir, y le bastó con retroceder unos pasos para evadirlo, y así contraatacar con otro gancho que le propinó en la nariz. Mientras Utkin se sujetaba la zona del golpe, Lakor tomó algo de impulso para correr hacia él y darle una potente patada en el pecho, que lo terminó tirando de espaldas y muy adolorido al piso.

    — ¡Mierda! — Vyon se estaba retorciendo un poco por el dolor — ¡Carajo, esto no es posible!

    Airin, Jessica, Rosary y Katia miraban con asombro como Winter logró vencer a Vyon en ese combate que tuvieron por decisión del hijo del fallecido comandante. Ellas no querían que Winter saliera lastimado, pero por miedo a salir heridas también, dudaron bastante en intervenir en el combate. Sin embargo, habían visto que no fue necesaria ninguna clase de ayuda, y que el menor en edad de todos ellos se había valido de sí mismo para detenerlo.

    Quien tampoco daba mucho crédito a lo sucedido era el propio Winter, que nunca se creyó capaz de vencer a Vyon en una pelea uno contra uno, siendo que él siempre era resaltado como el mejor y más capaz en los entrenamientos. El joven Utkin se levantó con dificultad, y viendo que había sido humillado, se escapó corriendo en silencio del lugar.

    — ¡Vyon! — Airin quería que se quedara para ofrecerle una disculpa a Winter por atacarlo — ¡¿A dónde vas?! ¡No te vayas!

    Nuevamente, el chico no hizo caso a su hermana mayor, quien decidió ir a perseguirlo.

    — Lo lamento, no quería que pasara esto — Airin miró con algo de pena a Winter — Lo lamento de verdad.

    Winter y las otras tres chicas vieron como su compañera se iba en persecución de su hermano menor. Habiéndose ausentado Iker al igual que los dos Utkin, la reunión no resultó como esperaban. Nadie habría imaginado que se podría llegar a dar un escenario así. Las chicas, quienes habían presenciado la pelea y quedaron impresionadas, se acercaron para comprobar el estado de su compañero.

    — Winter, ¿estás bien? — fue la pregunta de Rosary.

    — Sí, me encuentro bien — el chico contestó, algo avergonzado por haber tenido que pelear — Me duele un poco en donde fui golpeado.

    — Lamento no haberme metido a ayudar — Katia fue quien se disculpó primero — Sabía que entre todos podríamos con él. Pero tenía miedo de ser lastimada.

    — No pasa nada, yo también habría tenido miedo — Winter contestó.

    — Pero no lo tuviste — quien dijo eso fue Jessica — Luchaste tú solo contra él y ganaste. Eso es impresionante. Te felicito. Siempre quise que alguien bajara a Vyon de su nube. Ahora quizá cambie esa actitud de superioridad que tiene muchas veces. Le mostró desprecio a Iker como si él fuera la gran cosa. Me alegra que hayas podido con él.

    — Gracias, aunque creo que gané porque él no estaba pensando con claridad — Winter analizó mejor su pelea — No creo que en otro contexto le hubiera podido ganar. Aunque lo cierto es que yo no quería pelear contra él.

    — Winter, quizá no lo sepas, pero Airin nos reunió aquí para poder tener algo de apoyo tras la muerte de su padre — Katia le reveló a Winter el objetivo de la reunión — Ella nos considera a todos muy cercanos por ser compañeros, y quería que la ayudáramos en un momento tan difícil. Pero cuando Iker llegó, Vyon arruinó todo y empezó a gritarle.

    — Entiendo, y tiene mucho sentido — Winter supo que no tuvo oportunidad de darle sus condolencias en persona — Tal vez me pase por su casa para hablar con ella y preguntarle cómo se siente.

    — Harías bien en hacerlo — fue la respuesta de Rosary — Ella realmente lo necesita. Nosotras tuvimos la suerte de llegar antes que Vyon perdiera el control. Y pudimos darle algo de apoyo a Airin, y también a Vyon, aunque ahora me arrepiento de haberme mostrado así con él.

    — Esto es grave — Katia no tenía idea de lo que les depararía el futuro — Aunque no hayan matado a nadie después del comandante, no puedo evitar sentir que estamos en grave peligro aquí.

    — Es normal, estos tipos nos quieren meter a la fuerza en una guerra que no buscamos — Jessica comentó — Si no nos rescatan pronto, podríamos terminar peleando contra ese rey del que nos habló.

    — Solo podemos esperar a que nos rescaten pronto — Winter tenía sus pensamientos en el amigo de su padre — Sé que Renji y el resto deben estar pensando en algo. Pero no tenemos forma de saber qué podría ser, ni cuando sucederá. Igual que ustedes, tengo mucho miedo por esto.

    — Winter, sería mejor que fueras a ver a Airin ahora — Katia comentó — Yo… quiero estar cerca de mi familia el día de hoy.

    — Es cierto, después de lo que sucedió, ya no tengo muchos deseos de quedarme por aquí — Winter supo reconocer que tenía razón — Nos veremos otro día. Cuídense mucho.

    Con la reunión disuelta, pese a que no había salido como Airin quería que fuera, los cuatro cadetes caminaron juntos hasta que dieron la vuelta por la laguna en dirección hacia el pueblito en el que fueron instalados. Al llegar allí, cada uno tomó un camino diferente. Jessica, Rosary y Katia fueron a sus casas, mientras que Winter tendría que preguntar a la gente por indicaciones que pudieran llevarlo hasta la casa de Airin, ya que ninguna de sus compañeras sabía exactamente en cuál de las casas fue asignada.

    Antes de perderlo de vista, Jessica buscó a su compañero con la mirada, y se lo quedó mirando fijamente. Recordando la buena pelea que dio contra Vyon, ella empezó a sonreír un poco, aliviada por dentro, como si un problema suyo se hubiera resuelto.

    — Tal vez… — se cuestionaba la chica — No, definitivamente lo haré. Te veré esta noche, Winter.

    […]

    Lara, Vitali y un total de tres soldados y tres ingenieros se encontraban cada uno a bordo de una montura. Estos no tenían ningún tipo de libertad de irse a ningún lugar, puesto a que el patriarca Hufan, el maestro Elber, y varios discípulos de este último los estaban guiando. Estos también viajaban por el camino de tierra de la provincia a bordo de un animal para montar, y mediante un lazo, tenían retenidos por completo a los animales que cargaban con los humanos.

    Detrás de estos, otros traliod seguían el paso en sus propias monturas. Dado a que no valía la pena usar las plataformas para retenerlos, estos iban detrás para evitar que alguien quisiera echar a correr hacia algún sitio, pese a que ese esfuerzo sería inútil, puesto a que lo único que encontrarían sería un muro que les evitaría el paso, sin importar la dirección en la que fueran.

    El trayecto duró hasta que se encontraron nuevamente con otro muro bastante alto, con una puerta de metal que daba acceso al otro lado, y que era la única visible. No tenían forma de saber la hora, puesto a que la nube negra que estaba sobre ellos no se había movido de su lugar, y simplemente podían asumir que era de mañana.

    — ¿Quiénes están ahí? — fue la pregunta de dos guardias, que no estaban a la vista, y solo se descubrieron para hacer saber a cualquiera que estuviera allí que necesitaban autorización para pasar.

    — Soy el patriarca Hufan — comentó el mandamás de la provincia — Envié a un emisario a dar un mensaje a la matriarca Yma para una reunión.

    — Recibimos a su emisario, y su mensaje fue llevado a la matriarca — contestó uno de los dos guardias, para pronto centrar su atención en quienes estaban detrás del patriarca — ¿Qué se supone que son esos seres que están con usted?

    — Se llaman humanos — el patriarca le respondió — Y son el tema de la reunión de hoy.

    — No entiendo nada — comentó el otro guardia.

    — Es la matriarca quien tiene que entenderlo, no ustedes dos — Elber contestó con aires de arrogancia — Ábrannos la puerta y déjennos entrar.

    Sabiendo que tenían autorización para entrar, y que iban en compañía del patriarca de la provincia contigua, los dos guardias dieron la orden para que la puerta se abriera. El mismo procedimiento que notaron en la entrada al sitio al que habían sido llevados se repetía para poder entrar a la otra provincia. Lara, quien tenía que comunicarse con Renji para poder hacer arreglos para que fueran rescatados, tomó nota de ello, ya que todo le serviría cuando llegara el momento de darle información.

    Con la puerta abierta, el patriarca y el maestro Elber fueron los primeros en entrar, seguidos de los traliod que iban detrás de ellos. Posteriormente, Lara, Vitali y los otros seis humanos entraron al lugar. La puerta se cerró cuando ellos cruzaron al otro lado, sin dejar a nadie de los que servía a Hufan fuera de esa provincia, que supusieron se llamaba Yma como su matriarca.

    — Bienvenido a Yma, patriarca Hufan — saludó un traliod con la piel de color verde, en contraste con Hufan y los suyos, quienes tenían la piel negra — La matriarca lo espera en el templo. Lo guiaré hasta allí.

    — Agradezco la cortesía — Hufan contestó con respeto — Este territorio le pertenece a la matriarca Yma, como escucharon. Tengo la intención de enviar a algunos de ustedes aquí, pero primero tengo algo que resolver.

    Lara, Vitali y los otros seis humanos vieron que el camino por el que eran llevados contrastaba mucho con el que tenía la provincia del patriarca. Mientras en su sitio se encontraban caminos y hasta calles de tierra, en la nueva provincia no había nada así a la vista. Cierto era que no tuvieron tiempo de recorrer al completo la provincia Hufan, ni siquiera se podía decir que habían recorrido una octava parte de la misma, pero pasar de un camino de tierra que se veía pulcro a un sitio donde solamente se marcaban pisadas les hacía notar que incluso entre ellos había sectores más avanzados que otros.

    Los traliod ignoraban sus alrededores, puesto a que muchas veces organizaban idas y venidas de una provincia a la otra, pero los humanos prestaron atención a cada detalle. No tardaron en encontrarse con una pendiente que iba en bajada, y desde allí pudieron ver que ellos se encontraban en un terreno bastante elevado. Al mirar el paisaje, lograron notar a lo lejos lo que parecía ser una ciudad, con dos ríos que atravesaban el medio. Sorprendentemente para ellos, tenían puentes hechos de piedra para poder cruzar los ríos, y estos eran visibles incluso desde tan lejos.

    Los edificios se veían muy altos a comparación del lugar en donde fueron enviados a vivir, lo que les hizo que pensar que quizá se encontraban en un sitio habitado por la clase alta de la provincia. Al irse acercando más, confirmaron esas dudas. Algunos edificios incluso tenían ventanas de cristal, cuyo desarrollo era desconocido, ya que no habían visto lugares de los cuales pudieran tomar arena para los vidrios. Pero los edificios no fueron lo único que vieron.

    Cuando cruzaron la frontera de esa ciudad y entraron, se toparon con los habitantes de ese lugar. Estos, curiosos e intrigados por la aparición de seres a los que no podían distinguir y que nunca habían visto en sus vidas, se vieron atraídos y salieron a las calles para mirarlos. Lara, Vitali y los demás sintieron como sus ojos se clavaban en ellos, tanto así que tuvieron que devolver la mirada. Mientras que todos los traliod que habían visto acompañando a Hufan tenían la piel negra, quienes vivían en la provincia de Yma eran en su mayoría de piel verde oscuro, contando con algún que otro habitante con la piel negra.

    El paseo por la ciudad los llevó a recorrer varias calles, en las que vieron edificios en construcción, otros donde estaban haciendo reparaciones y otros que se asemejaban a tiendas como las que ellos tenían en la ciudad y los pueblos que establecieron en su continente. Todo terminó cuando se encontraron con un edificio alto que tenía una puerta de madera con forma cuadrada marcando la entrada.

    Hufan, Elber, y todos los suyos se bajaron. Los humanos decidieron bajarse también de sus monturas, no por mostrarse colaborativos, sino porque no tenían deseos de que les pusieran una mano encima, asumiendo que les pasaría si no bajaban solos.

    — Bien, veo que comprenden lo que ven y lo que está pasando alrededor — Hufan les lanzó un elogio — La matriarca Yma nos espera.

    El traliod que guio a ese grupo a ese lugar abrió la puerta del templo, dejando ver su interior. Paredes blancas de un lado y grises del otro, con un tragaluz enorme ubicado en el centro de un techo cuadrado, y que iluminaba el lugar. Todo el grupo entró a ese lugar, y del otro lado pudieron ver a una traliod con la piel verde, rodeada por tres de sus habitantes a su izquierda y otros tres a su derecha. Los de la izquierda con piel verde y los de la derecha con piel negra.

    No les dejaba de sorprender como todos tenían casi la misma altura, siendo esta misma marcada por apenas uno o dos centímetros de diferencia. Hufan y Elber fueron al frente, estando los humanos en el centro del grupo, y el resto de los que iban con ellos detrás. En un costado se encontraba otro traliod, quien había sido enviado como emisario del patriarca durante la noche que ellos llegaron.

    — Patriarca Hufan, es un honor recibirlo en mi templo — fueron las primeras palabras que le oyeron decir a la matriarca — Recibí su mensaje, y quiero saber el porqué de su visita.

    — Matriarca Yma, es un placer haber venido a hablar con usted — entre ellos se mostraban cortesía — Y es un deleite para mis ojos ver una figura tan bella como la suya.

    Dicho comentario confundió a los seres humanos, quienes no encontraban diferencia entre la matriarca y quienes estaban a su lado. De no ser porque aprendieron por el viaje en barco a diferenciar a hombres y mujeres, cada ejemplar de esa especie les resultaría parecido visto desde lejos. Y desde luego, no encontraban atractivo a ninguno de ellos.

    — Veo que me ha traído a unos ocho ejemplares a los que nunca había visto antes — Yma fijó su vista en los humanos — ¿Quiénes son ellos? Los he visto moverse, así que sé que son seres vivos.

    — Ellos son un pueblo que viene de otro planeta, uno muy lejano que ya no existe — escuchar a alguien como él referirse a la Tierra les parecía un insulto a los humanos — Llegaron a nuestro mundo a bordo de esa enorme estructura que cruzó los cielos hace años. Algo que llaman nave espacial.

    — Impresionante, eso quiere decir que tenías razón, y que yo estaba equivocada — Yma no sonaba muy asombrada, pese a que sus palabras lo revelaban — Sí que había seres vivos en el otro lado del continente. Y tú fuiste a buscarlos.

    — Así es, matriarca — Hufan le respondió — Y me he quedado asombrado. Físicamente, no son muy fuertes. Pero ellos fueron capaces de desarrollar tecnología que es muy impresionante. Tienen unas armas que pueden disparar a distancia, y son mucho más fáciles de cargar y de ocultar que nuestros cañones.

    — ¿Y cómo se llaman esas armas? — preguntó Yma a los humanos.

    — Por favor, contesta la pregunta de la matriarca — Hufan se dirigió a Lara, a quien consideraba como la líder de los humanos.

    — Se llaman rifles de combate — Lara les dio un nombre simple — Pero no les hacían daño a los guerreros del maestro Elber.

    — Eso es cierto, pero yo he visto caer a algunos de los míos en combate ante ellos — fue la forma en la que Elber se sumó a la conversación — Los hemos traído aquí para brindarles las herramientas necesarias para mejorar su potencia. De esa manera, volverlas mucho más letales.

    — ¿Y cuál sería ese fin? — Yma sentía mucha intriga por eso.

    — Usarlas para asesinar a Ybryr y a todo su clan sin tener que enfrentarlos cara a cara — Hufan reveló sus planes — Apuntando desde lejos, utilizaremos estas armas letales en su contra. De esa manera, podremos asesinarlo sin exponernos a gran peligro. Acabaremos con su reinado, y ya no tendremos que temer por el día en que nos reemplace por uno de sus hijos.

    Yma quedó en silencio por un minuto, de forma tal que el propio patriarca Hufan temía por el hecho de que su plan no le resultara atractivo. Sin embargo, pronto se daría cuenta de que eso no sería como lo imaginaba.

    — No hay nada que quiera más que poder acabar con Ybryr — Yma parecía desearlo con todo su ser — He dedicado mucho tiempo a levantar esta provincia de su nivel, y a traer bienestar para mi gente. Siempre me cuesta dormir sabiendo que un día seré reemplazada por uno de sus hijos o hijas… Si eso que propones da resultado, tal vez podríamos acabar con él de forma definitiva. Pero quiero saber una cosa antes, patriarca Hufan… ¿Tienes la certeza de que esto dará resultado? ¿Los humanos cooperarán?

    — Ellos y los que quedaron atrás en mi provincia son los últimos de su especie que quedan — Hufan fue directo con su respuesta — No son ni una quincuagésima parte de nuestra población total. No tienen manera de escapar. Colaborarán, porque saben que no hacerlo implica que se irán a la extinción. Y si escaparon de su mundo por eso… creo que no hay dudas de lo que sucederá.

    Lara, Vitali y los seis humanos centraron la vista en la matriarca Yma. El patriarca que los había capturado había expuesto sus motivos, pero todo parecía ser una propuesta para una colaboración. Al menos, así lo interpretaban todos ellos.

    Una propuesta como esa no se hacía todos los días. Yma dio un paso al frente y empezó a caminar de un lado al otro en un momento de reflexión, analizando todo lo que se le había dicho. Al igual que su igual, ella también contaba con deseos de eliminar a Ybryr, y vivía con el temor de que llegara el día en que uno de sus hijos tomase su lugar y ella terminara sin poder alguno. No quería renunciar a su privilegio, y mucho menos perderlo ante un descendiente de un clan de cazadores. Eso hizo que su respuesta se decantara rápidamente.

    — Confío en tu criterio, patriarca Hufan — fue lo que dijo la matriarca — Pero no veo lo urgente del asunto. Su emisario dijo que tenía algo que discutir que era urgente. Tengo entendido que usted acaba de regresar justo ayer, y no veo por qué decirme esto hoy y no cualquier otro día.

    — Es que este era un tema por el cual me quería reunir con usted, pero no el único — Hufan contestó rápidamente — Ayer se me informó que los tributos a pagar al monarca van a aumentar. Dicen que uno de sus portavoces pasó a dar la noticia mientras me encontraba fuera.

    — Ah, claro, usted se enteró de eso justo ayer — Yma le habló sobre ese detalle — Es justo como lo dicen. Ybryr dijo que los impuestos deben ser más altos porque tiene la idea de que necesitamos tener caminos sólidos para que la lluvia no impida a los comerciantes mover sus carros de una provincia a otra. Ya que no todos tienen la posibilidad de comprar carros capaces de cruzar sobre tierra mojada, asegura que algo así beneficiará el comercio.

    Los humanos sentían mucha impotencia al estar atestiguando una discusión que para ellos era digna de tener lugar en la edad media. El haber dejado su planeta para aterrizar allí y terminar cautivos de una especie tan atrasada les resultaba lamentable en todo sentido. Sin embargo, todos prestaron atención a lo que diría el patriarca en su discusión.

    — La razón por la que vine es para pactar un acuerdo de comercio entre su provincia y la mía — Hufan reveló los motivos de su viaje — Usted seguro recuerda que la primera vez que Ybryr subió los impuestos, fue para colocar a uno de sus hijos al mando de la provincia que menos pudo adaptarse para pagarlos. Temo porque esa situación pueda repetirse ahora, y por eso quiero hacer un acuerdo con usted. Esta es la provincia con más gente, lo que quiere decir que es vital que pueda contar con usted y con los suyos para cuando llegue el momento de atacar a Ybryr. Quiero asegurarme de que, si la provincia que menos pueda adaptarse a los nuevos impuestos de las tres que no está ocupada por Ybryr va a quedar al mando de uno de sus hijos, no sea ni la mía ni la suya.

    — Veo que es muy precavido, patriarca Hufan — Yma admiraba esa característica suya — En ese caso, acepto su pacto de comercio. Haremos hasta lo imposible para permanecer en el poder hasta que estemos listos para atacar y eliminar de una buena vez a Ybryr y a todos los suyos.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Ya que tenemos el foro de regreso con nosotros, procederé a publicar el capítulo 17.

    Quiero dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk por haber leído el capítulo a partir de un pdf que le envié. Me alegra saber que la caída del foro no es impedimento para que disfrute de este pequeño universo. En cuanto a mí, de momento no tengo noticias nuevas. Publicaré los capítulos cuando el foro lo permita XD.

    En cuanto a la guía de personajes, ya se encuentra actualizada hasta hoy.


    Sin más para decir, dejo el capítulo.















    Ansiando la libertad:

    Valiana y Artem se habían vuelto a ver luego de varios días. La pareja de jóvenes, ambos ya adultos por el hecho de ser mayores de dieciocho años, no pudo hacer otra cosa más que envolverse en un tierno abrazo de reencuentro. Ambos sabían que el otro estaba con vida, puesto a que la única muerte confirmada fue la del comandante Gavril Utkin, pero no tener más noticias les hizo preocupar bastante. Tras el abrazo, ambos se dieron un tierno beso, que duró más bien poco.

    — Valiana, te extrañé mucho — comentó el chico — De verdad. No te das una idea de lo tanto que deseaba poder volverte a ver.

    — Yo tenía tanto miedo porque esos malditos nos hicieran algo durante el viaje — la chica compartía su sentimiento — Me alegra haberte encontrado.

    — Dime, durante el viaje, escuché a varios de los militares hablar entre sí — Artem quería hacerle una pregunta — Dicen que tu padre estuvo hablando con ese que se hace llamar patriarca. Hufan, creo que es su nombre.

    — Así es, él se acercó para hablar con mi padre luego de que Lara se negara — le confirmó la chica — Aseguró que fue porque él fue de los últimos en hablar. No sé si eso es verdad.

    — ¿Y qué es lo que tu padre habló con él? — Artem sabía que eso era verdad.

    — Él quería saber nuestra historia — Valiana miró a su alrededor.

    Artem estaba desconcertado con lo que estaba haciendo su pareja, pero pronto creyó que sería para intentar verificar que no hubiera traliods en la zona. Supuso que tenía que ver con la charla de su padre con el patriarca de la provincia en donde se encontraban.

    Valiana estaba muy tensa, y su cuerpo incluso se volvió tembloroso como si estuviera en un terremoto. Ella había visto a lo largo del día a varios traliod circular por las calles de los barrios en donde ellos fueron puestos. No parecía que ninguno de ellos viviera en ese lugar, por lo que asumió que todos tenían la función de hacer vigilancia. Logró ver como varios de ellos caminaban en las lejanías, rodeando la zona casi por completo, aunque en la frontera nada más encontrarían una alta muralla que les impediría el paso.

    — Bien, no parece haber ninguno cerca para escuchar — Valiana tenía la voz baja en todo momento — El patriarca quería conocer nuestra historia, y mi padre le contó…

    — Verdades a medias, quiero creer — Artem interrumpió a su pareja.

    — Exactamente, mantuvo oculto el detalle de que al otro lado del continente todavía hay más humanos — la joven Lakor tranquilizó a Artem con sus palabras — Ellos creen que nosotros somos los últimos.

    — Que alegría — Artem dejó salir un suspiro de alivio — Oí rumores que decían que él estaba confesando todos y cada uno de nuestros secretos a cambio de protección para su familia.

    — Él habló tratando de buscar que a ninguno de nosotros le sucediera lo mismo que a Gavril — comentó Valiana, algo triste por pensar en eso — No es protección lo que buscaba, solo quería asegurarse de que no nos matarían si nos llegábamos a lesionar de esa manera. Pero no lo consiguió. El patriarca dijo que, una vez que acaben con la vida de Ybryr, quizá él tenga una provincia para gobernar. Claro que eso es una promesa que no tendrá que cumplir si él llega a morir en el conflicto.

    — Me quedo más tranquilo por eso — Artem le dijo — Mi mamá y mi papá estaban volviéndose locos con esto. No encontré como tranquilizarlos.

    — Igualmente, la comandante Lara Furlan no ha dejado de ser a la que ellos consideran nuestra líder — Valiana le hizo esa aclaración — Mi papá hoy se tuvo que ir a otra provincia con ella. Hufan, Elber y los demás entre ellos se refieren a ella como nuestra matriarca. Así que no creo que tengan algo por lo que preocuparse.

    — Debe ser difícil para ella — Artem pensó en todo lo sucedido — Me enteré de que a Gavril le rompieron un brazo y una pierna en el conflicto, y luego ese tal Elber lo tiró al mar. Frente a ella y sus dos hijos. Sigue teniendo una responsabilidad muy grande, y la tiene que cargar por sí sola.

    — Sin mencionar la manera en la que eso pudo afectar a Airin y a Vyon — Valiana pensó en ellos dos — Airin vino temprano para invitar a Winter a una reunión entre los compañeros que estaban en las clases de Gavril. Debe estar muy afectada por eso.

    — Quien me preocupa realmente es ese mocoso llamado Vyon — Artem pensó más en él que otra cosa — Es muy explosivo. Y ahora que ha muerto su padre…

    — Espero que la reunión entre ellos salga bien, no necesitamos más problemas — Valiana miró a sus alrededores nuevamente — No necesitábamos nada de esto, en realidad. Estos malnacidos nos capturaron y nos metieron en un conflicto de su especie que no nos interesa y del cual no ganaremos nada. Como hubiera deseado que nunca nos hubieran encontrado. Estábamos tan tranquilos en el otro continente…

    — Atendiendo a clases, pasando el tiempo sin preocuparnos por guerras, disfrutando de las vidas que conseguimos aquí… — Artem compartía ese sentimiento de nostalgia — Lo que más deseo en el mundo es regresar. Ir de paseo por los bosques, a escalar montañas y a nadar en los ríos. ¿No es lo que más quieres en el mundo?

    Abrumados por los recuerdos de su vida antes de que ocurriera el primer encuentro con la especie de los traliod, el cual para ellos se convirtió en el primer encuentro de alguien de su nación con vida inteligente de afuera de la Tierra, Valiana y Artem no hicieron otra cosa más que abrazarse y permanecer unidos por un tiempo. Los dos juntaron sus cabezas, para luego sentarse en el suelo y cerrar los ojos, respirando profundo y tratando de imaginar que estaban de regreso en el otro continente.

    […]

    Winter se paró frente a la puerta de la casa de Airin. Siguiendo las indicaciones que le dieron las personas que convivían en los alrededores, el chico fue capaz de encontrarla en tan solo media hora de recorrido. Tenía que tocar la puerta si quería llamar su atención. No iba a gritar, puesto a que de esa manera anunciaría su presencia ante Vyon, quien claramente no estaría contento con verlo allí.

    Temeroso, tocó la puerta cuatro veces, y luego retrocedió. Temía por ser atacado por su compañero tan pronto este lo viera, y si él era quien abría la puerta, sabía que eso sucedería. Para su fortuna, fue su compañera quien abrió la puerta.

    — Winter, hola… — saludó la chica, cerrando tras salir de su residencia.

    — Airin, lamento mucho todo lo que pasó hace minutos — Winter se disculpó con ella — No quería pelear con tu hermano, menos lastimarlo. Solo quería saludarlos y darles mis condolencias por lo que pasó con tu papá. Lo lamento mucho.

    — Gracias, Winter, lo aprecio de verdad — Airin sonreía, aunque después formó una expresión de tristeza — Quería que nos reuniéramos todos para poder estar juntos. Me gusta la compañía que todos me brindan, y creí que eso me haría sentir mejor… Pero no resultó como esperaba.

    — ¿Qué tal está tu hermano? — Winter quería ver si estaba calmado, más que ver si estaba bien.

    — Él… se fue a dormir — Airin dijo lo que se le ocurrió primero — Está muy frustrado por todo. Dijo que se avergüenza por lo que pasó, pero que no se siente del todo mal por lo que hizo.

    — Iker no merecía ser amenazado de esa manera — Winter dijo en voz alta, para hacérselo saber a su amiga — Él no tenía la culpa de que ocurriera eso. Estoy pensando que nos habrían encontrado de cualquier forma.

    — Concuerdo, pero a veces cuesta mucho hacerle entender a Vyon las cosas como son — Airin odiaba eso de su hermano menor — Quien más fácil lo tenía para eso era mi papá… Siento mucho dolor por lo que pasó, y seguro mi mamá también. Pero Vyon… él perdió a su ídolo.

    — Debe ser difícil, yo no sé qué haría sin mi mamá o mi papá — Winter se lo comentó — Sabes que tienes mi apoyo para cualquier cosa que necesites. Él también lo tiene, pero no creo que sea buena idea que se lo diga yo.

    — Yo se lo diré, no te preocupes — Airin comentó — Ven, vamos a alejarnos de aquí. Quisiera seguir hablando contigo.

    Un leve sonrojo se formó en Winter, que pronto apartó la vista tras haber asentido con la cabeza. Lo cierto era que muchas veces, cuando vivían en el otro continente, había querido invitar a Airin para que pasaran un momento a solas. Le costaba mucho creer que el día en que se lo propuso fue cuando terminaron por cruzarse en el camino de los seres que lo habían capturado.

    Desde el interior de la casa, Vyon escuchó toda la conversación que tuvo su hermana con el compañero con quien acababa de pelear y perder. Las lágrimas caían desde su rostro, al punto que tenía que secarse con su propia ropa.

    — ¿Cómo pude perder contra alguien así? — Vyon pensó seriamente en eso, para luego recordar algo que le dijo su padre — Al final tenías razón, papá, ese maldito bastardo realmente mejoró… Perdóname, yo solo intentaba defender tu honor de Iker y de Winter. No resultó como esperaba que fuera. Te he deshonrado, no solo por perder, sino también por ser yo quien inició la pelea… Juro que trataré de cambiar para convertirme en alguien como tú. Eso es lo que quiero ser…

    Airin, poco antes de abrir la puerta, recibió el pedido de su hermano, quien no quería que nadie se enterara de que estaba llorando tras haber perdido una pelea por primera vez en su vida. Ella aceptó, y fue por eso que se fue con Winter para estar lejos de ahí. Aunque lo hacía más para calmar a su hermano que para otra cosa.

    Los dos compañeros se alejaron de las casas y se sentaron a pocos metros del agua del lago, la cual se mantenía bastante quieta. Winter estaba curioso por saber de qué tema querría hablar Airin, aunque, si significaba que podría estar junto a ella, le daba igual.

    — ¿Querías decirme algo en particular? — Winter le preguntó, queriendo indagar más en eso.

    — Sí, es por algo que me dijeron mis padres — la chica lo miró a los ojos, causando algo de vergüenza en él — Iker y yo no fuimos los únicos en salir de los muros. Tú viniste detrás de nosotros. Y fue por eso que tu padre se enojó con mi familia…

    — Lo siento, sé que él fue agresivo — Winter no quería que se llevara una mala impresión de él — Dijo que se puso a gritarle a tu madre y a tu hermano mientras tu padre estaba inconsciente por los sedantes. Sé que no lo viste, y yo tampoco, pero seguro no fue agradable.

    — Descuida, no estoy enojada por eso — Airin no era del todo sincera, pero en lo que sí decía la verdad era en que no estaba furiosa con Winter — Él seguro se tomó a mal que te obligaran a salir. Y entiendo que se haya enojado. Aunque quizá podría haberlo manifestado de otra forma… Pero no es eso de lo que quería hablar.

    Winter sintió un poco de alivio por eso. Lo cierto era que, pese a que él no disfrutó de haber salido por obligación, sí era verdad que él había salido en solitario previamente. Y sin importar desde donde mirara las cosas, él no se sentía capaz de defender a su padre por su conducta de increpar a Gavril mientras él estaba herido y su hija desaparecida, la cual consideraba reprobable.

    El chico tenía curiosidad por saber el motivo de Airin para haberle hecho esa pregunta inicial. Pronto lo iba a descubrir.

    — A ti no te atraparon, es más, dudo que te hayan descubierto — Airin se mostró algo asombrada por eso — Y dicen que nos estabas siguiendo. ¿Cómo pudiste hacerlo sin que te vieran?

    — Yo… los estaba espiando — Winter quería inventarse una excusa, pero en vez de eso, lo cambió por la verdad — Mi papá y mi mamá me compraron un regalo por mi cumpleaños número quince. Me regalaron unos prismáticos. ¿Sabes lo que son?

    — Sí, creo que son esos que se usan para ver a lo lejos — Airin creía que era eso — Eso explica porque ni Iker ni yo ni los traliod te detectamos. Porque nos estabas viendo desde la distancia.

    — Es correcto — Winter se sentía un poco intimidado por eso — Te vi a ti y a Iker saliendo de los muros, y decidí que quería seguirlos.

    — Pero sigo sin entender cómo pudiste vernos — Airin se asombraba un poco — ¿Tan lejos puedes ver con ellos? Porque de alguna manera tuviste que detectar en donde nos encontrábamos, y dudo que puedas hacer eso con los prismáticos.

    — Es que, no estaba muy lejos — Lakor sabía que tenía que decir la verdad — Estaba yendo en dirección a tu casa. De hecho, me faltaba muy poco para llegar cuando te vi marchándote con Iker.

    Airin fue capaz de comprenderlo con esa explicación. Ni su madre, ni su padre ni su hermano fueron capaces de explicarle a ella cómo fue que su compañero los había detectado. Habían omitido por completo la parte de los prismáticos, pero incluso así, ella no lo supo del todo bien hasta que se le fue confesado por él. Sin embargo, esa respuesta formó en ella una nueva pregunta.

    — ¿Dijiste que estabas viniendo a mi casa? — Airin notó que su compañero se estaba sonrojando — ¿A qué venías?

    — Es solo que… Renji muchas veces me dijo que conocía una colina dentro del territorio humano desde la cual se podía ver todo nuestro territorio — fue la respuesta de Lakor — Me pareció un buen lugar para probar mis prismáticos. Pero no quería ir solo. Pensaba en invitarte a ti.

    — ¿A mí? — fue ese el turno de la chica para sonrojarse un poco.

    — Así es, pero Iker llegó primero por lo que se ve — Winter comentó, algo desanimado — Los estaba siguiendo porque quería ver qué hacían. Sé que no debí haberlos seguido cuando estaban fuera de los muros, pero no quería que nada malo les pasara.

    Esa clase de confesión dejó a la chica algo pensativa, y ciertamente, empezó a mirar a su compañero de un modo muy diferente. De pronto, tenía ganas de preguntarle algo más.

    — ¿Tú nos estuviste siguiendo y observando todo el camino? — la chica quería saber sobre eso.

    — Los perdí de vista cuando tuve que cruzar el río — contestó Lakor, haciendo memoria de aquel día — Pero los encontré rápidamente. Esos prismáticos son una maravilla. Es una pena que hayan quedado en casa, seguro aquí serían útiles.

    — Si viste todo lo que hacíamos, entonces quiere decir que viste el momento en el que Iker… — Airin no se sentía muy cómoda hablando de eso.

    — Sí, lo vi — el chico lo dijo directamente — Lo odié bastante por haber hecho eso. Y creo que tú también, porque le diste un golpe.

    — Él me engañó — fue la respuesta de la chica — Me invitó a mirar un paisaje, pero solo estaba esperando que me distrajera para que pudiera tocarme. No dije ni una palabra de eso a nadie, y confío en que no lo hagas tú tampoco.

    — Descuida, no lo diré — Winter supo que ella solo se lo decía porque él la había visto — No fue agradable de ver.

    — Fue menos agradable para mí — Airin pensó con seriedad en ese momento — Y lo peor de todo fue lo que me dijo después.

    — ¿Qué te dijo? — Winter creyó que sería algo malo — ¿Fue algo morboso? Si fue así…

    — No, fue algo peor — Airin le contestó — Cuando le pregunté por qué había hecho eso, él dijo esto: “lo veo, lo quiero, lo tomo”. Dijo que un explorador que conocía usaba dicha frase cada vez que veía algún objeto que le gustaba. Él no solo me distrajo para tocarme, sino que luego me redujo a un simple objeto.

    Ella no podía verlo, pero Winter apretó con fuerza ambos puños. No podía creer que Iker llegara a tener esa forma de considerar a su compañera como si fuera un objeto, aunque cuando recordó el día de su fiesta en el que le lanzó un silbido, entendió que sería algo que estaría dentro de los límites de lo que podía hacer. Desconocía totalmente lo que se habían dicho, y simplemente creyó que Airin le dio un golpe por no agradarle el gesto que tuvo con él.

    — No sabía que Iker fuera así… creí que él era mejor — Winter se decepcionaba un poco con él.

    — Yo también, desde ese momento, mi día fue de mal en peor hasta terminar en tragedia — Airin recordó que eso fue un par de instantes previos a ser capturada — Debí haberle dicho que no. Realmente no quería salir con él, nada más quería ver esa cascada que me prometió que veríamos… Quizá debí haberle dicho que no y quedarme en casa esperando a que llegaras para invitarme.

    — ¿Qué quieres decir? — Winter se veía confundido.

    — La verdad es que, entre Iker y tú, te prefiero a ti — la chica le mostró una sonrisa, a lo que él reaccionó apartando la mirada — Eres más lindo, más sensible, más tranquilo. Cuando empezamos a hablar en clase tras lo que mi padre hizo, me di cuenta de que eres con quien más disfruto estar entre mis compañeros. Mi hermano incluido.

    Lakor no podía ocultar la felicidad que tenía. Recibir esas palabras por parte de la chica que le gustaba era algo que nunca creía que sería capaz de lograr. Hubiera preferido que ese encuentro no tuviera su origen tras una pelea que él había tenido con su hermano previamente, pero eso escapaba a su poder de decisión. El chico decidió responder a lo que dijo ella.

    — Sé que quizá te cueste creer esto, pero tú me gustas — Winter le confirmó algo que ella esperaba saber — Desde que viniste a mi habitáculo para devolverme el león que me habían quitado, empecé a apreciarte. Y ahora, creo que sobran las palabras. Para mí, tú eres la más linda de todas las chicas. Tan solo desearía que no estuviéramos atrapados aquí, en este maldito continente con todos estos bastardos de los traliod. Si estuviéramos en casa, te pediría que salieras conmigo… quizá que fueras mi novia.

    Airin dejó escapar una pequeña risa de alegría por las cosas que le decía su compañero. Ver que sus sentimientos hacia él eran algo recíproco le alegró el día tras lo acontecido entre él y su hermano. La chica se quedó callada esperando que él dijera algo más, pero pronto notó en él una cara de preocupación. Quizá porque ella se había reído tras sus palabras, y él podría pensar que se estaba riendo de su confesión. Para demostrarle que no había sido así, ella extendió su mano para tomar la de su compañero.

    — ¿Airin? — Winter no lo esperaba.

    — No te preocupes, mi mamá me dijo que ella hablaría pronto con Renji para pensar en algo que nos podría ayudar a escapar de aquí — Airin estaba al tanto de los planes de ella — Ella dijo que hoy tenía una salida con el patriarca, pero que al regresar se pondría en contacto con él.

    — Eso es verdad, pero por más que lo hagan, el plan tiene que funcionar — Winter quería mantenerse optimista, pero sin apartarse de la realidad.

    — Funcionará, Winter — Airin se veía muy confiada — Mi madre y Renji son dos de los mejores comandantes. Ellos harán que funcione. Confío mucho en ella. Renji es amigo de tu padre. Imagino que tú confías en él.

    — Lo hago — el chico respondió de esa manera, puesto a que creía que Airin estaba mostrando un exceso de confianza en su madre.

    — En ese caso, no deberías preocuparte demasiado — Airin se lo decía con confianza — Sé que no será mañana, y que no será sencillo. Pero regresaremos a nuestro hogar. Quiero que te cuides mucho, pase lo que pase cuando llegue el día. Cuando estemos de nuevo en casa, voy a estar esperando tu invitación a salir. Mi respuesta para ti siempre será sí.

    Winter quedó asombrado con la manera en la que la chica se había expresado. Una sonrisa fue el predominante que se formó en su rostro. Si bien, no estaban en su mejor momento, el saber que era correspondido por la chica que le gustaba le hacía sentir un poco mejor.

    Luego de aquel intercambio de palabras, ambos quedaron en silencio por un tiempo, mirando las quietas aguas del lago. Debido a que las nubes negras que los recibieron al llegar todavía estaban sobre sus cabezas, el agua se veía gris, reflejando el color del cielo por encima de ellos. Sin embargo, eso no quitaba que para ambos fuera algo que se pudiera disfrutar.

    […]

    Al llegar la noche, Winter se encontraba cenando junto a Valiana y su madre. Igual que en su primer día, ellos no tenían idea de cómo podrían cocinar la carne cruda que se les dejó para alimentarse. El fuego que estaba encendido en las afueras de su casa era para iluminar el sitio, no para preparar comida. Si querían cocinar esa carne que les habían dejado, deberían hacer fuego en otro lado. El problema era que no tenían leña, y con la advertencia de que en el bosque se podrían encontrar con insectos venenosos, nadie quiso acercarse, sin mencionar el hecho de que no tenían herramientas para el trabajo.

    Ante eso, la familia no tuvo otra opción más que comer los cultivos que estaban entre las provisiones. Muchos seres humanos lavaron las frutas y verduras que recibieron en el lago, y las comieron crudas, esperando que no fueran algo asqueroso, por más que el sabor no fuera el mejor. Lo cierto era que la comida tenía un gusto muy poco apreciable, pero eso era mejor a terminar comiendo algo que supiera asqueroso.

    Esperando que se diera la llegada de su padre, Winter y Valiana miraban la puerta con ansiedad. Deseaban ver cruzar a su papá sano y salvo, puesto a que temían porque algo malo pudiera haber ocurrido al tener que viajar a otra provincia.

    Fenya, por su parte, miraba con algo de tristeza a sus dos hijos. Le afligía demasiado verlos tener que vivir sus vidas de esa manera. En un continente diferente al que habían elegido para prosperar, y tras ser capturados por una especie muy conflictiva que los quería sumar a una disputa por poder. Al huir de la Tierra, ella pensaba en otra clase de vida para ellos dos. Tanto fue así, que un recuerdo la invadió completamente.

    ¿Qué es eso? — Winter, quien pronto cumpliría los cinco años, miró a través de la pantalla de su habitáculo a bordo del Explorador Esperanzado como un objeto en el espacio pasó rápido, captado como una luz por las cámaras telescópicas del exterior.

    Eso es una estrella fugaz — Fenya contestó, viendo como él abría la boca de la impresión — Así es como nosotros las llamamos.

    Mamá, ¿es cierto que las estrellas fugaces conceden deseos? — Valiana, tres años mayor que su hermanito, hizo esa pregunta.

    ¿Es verdad eso, mamá? — Winter se asombró con eso, ya que no imaginaba que tuvieran ese poder.

    Eso es lo que dicen, pero para que el deseo se cumpla, ustedes deben ver la estrella con sus propios ojos, no a través de una pantalla — Fenya no quería romper la ilusión que tenían, pero tampoco quería engañarlos deliberadamente — Si algún día ven alguna, no olviden pedir un deseo. Así podríamos ver si es verdad.

    Si yo pudiera pedir un deseo, quisiera un cuaderno para dibujar y lápices de colores — Valiana tenía en claro lo que quería — Quiero hacer miles de dibujos y pintarlos de azul, verde, amarillo y rosa.

    Eso es muy bonito, Valiana — Fenya no pudo evitar sonreír por ese comentario tan tierno de su hija — Ojalá se te cumpla. ¿Qué hay de ti, Winter? ¿Qué deseo te gustaría?

    ¡Juguetes! — Winter levantó sus dos brazos arriba — Quiero siete juguetes por cada dedo de mi mano — al decirlo, el chico movía sus dedos.

    Fenya se veía muy conmovida por la ternura e inocencia que mostraban sus hijos. Estaba tan feliz por tenerlos a ambos en su vida, y lo único que lamentaba era que no pudieran estar dando algún paseo por la Tierra, más concretamente, en el país donde ella creció, y donde quería que crecieran sus hijos.

    ¿Mamá? — Winter le preguntó — ¿Tú que desearías?

    Si yo pudiera pedir un deseo… — pensó la mujer, sin tardar demasiado en responder — Sería que ustedes pudieran crecer en un mundo con bellos paisajes. Un mundo donde puedan vivir felices, y en libertad.

    La médica se frotaba los dedos de sus manos con nerviosismo, puesto a que deseaba que hubiera algo que hacer para poder brindarle a sus hijos lo que quería. Sin embargo, las cosas no parecían que serían sencillas ni para ella ni para nadie.

    De pronto, y tomando fuera de guardia a los tres, incluso aunque Winter y Valiana estuvieran vigilando, la puerta recibió tres golpes, haciéndoles saber que había alguien del otro lado que deseaba ser atendido.

    — ¿Papá? — preguntó Winter.

    — Papá no golpearía la puerta de este lugar si es que vivimos aquí — pensó Valiana, yéndose por lo lógico.

    — Igual puede que no se acuerde de cuál vivienda es la suya, y esté yendo casa por casa — la madre de ambos se levantó para atender.

    Al abrir la puerta, ella pudo ver a una chica detrás, y se dio cuenta de que era una compañera de Winter cuando notó que tenía la misma edad que su hijo. Eso la llevó a preguntarle a qué había venido.

    — Buenas noches, cariño — Fenya fue amable con la chica — ¿Qué podemos hacer por ti?

    — ¿Winter está despierto? — preguntó la chica, algo nerviosa — Quisiera ir a dar un paseo con él.

    — ¿Cómo te llamas? — Fenya no conocía de cara a todos los compañeros de su hijo — Le diré que lo buscas.

    — Soy Jessica — contestó la chica — Solo quiero dar un pequeño paseo con él. No haremos nada raro. Se lo juro.

    — ¡Winter! — Fenya le dijo que era para él — Tu amiga Jessica te ha invitado a un paseo.

    El chico realmente se vio sorprendido por lo que dijo su madre. Valiana también estaba algo sorprendida, ya que no esperaba que su hermano menor tuviera una invitación a una cita a plena noche siendo ese el segundo día de su llegada a la provincia. Curioso, y sin querer ser grosero con su compañera, Winter se levantó de su silla para ir con ella.

    — Veo que tienes una gran admiradora — Valiana nunca había perdido el gusto de molestarlo.

    — Por favor, no sigas — fue lo dicho por el chico.

    Winter se acercó a la puerta, y fue allí que Fenya se apartó, para así dejar salir a su hijo. Ella confiaba en que Winter y Jessica no harían nada indebido, puesto a que no creía que su hijo estuviera listo para algo así, y menos en una situación como la que estaban viviendo. Winter salió de su casa, y junto a Jessica, se apartaron un poco del sitio, buscando uno donde las piras iluminaran un poco la zona, y así pudieran verse cara a cara.

    — Buenas noches, Jessica — Winter la saludó con curiosidad — ¿Estás algo afectada por lo que pasó hoy?

    — Puede que sí, pero no es por eso para lo que vine, quería hablar contigo — Jessica fue sincera con él — Quiero pedirte algo. Algo que es importante para mí.

    — Dime que es, tal vez pueda hacer algo — Winter odiaba los misterios, y lo manifestó con su tono de voz.

    — Lo siento si esto te pone incómodo, pero siento que tengo que pedírtelo a ti — Jessica se apenó un poco al hablar — Tú seguro recuerdas lo que pasó con mi papá.

    — Sí, tú nos contaste — Winter lo recordaba bien — Él…

    — No tengas miedo de decirlo, es la verdad, al fin y al cabo — Jessica no quería incomodarlo más — Era el único en nuestra familia que era soldado. Pero como murió en una de las primeras expediciones que tenía la humanidad en el planeta, ya no queda nadie con esa profesión en mi familia.

    — ¿A qué quieres llegar? — Winter no podía ver por donde se encaminaría la conversación.

    — Desde que él murió, me quedé al cuidado de mi mamá y mi tía — Jessica le habló de su familia — Ellas son excelentes profesoras, pero no son militares. No saben nada sobre cómo defenderse. Y para serte sincera, tengo miedo… Sé que la comandante Lara está esperando el momento oportuno para hablar con Renji y planear algo para salir de aquí, Airin me lo dijo antes de que Vyon se volviera agresivo. El asunto es que, mi mamá y mi tía no están preparadas para defenderse de un ataque. Yo me voy a tener que quedar junto a ellas en todo momento. No tengo idea de cómo vaya a ser el plan, pero si implica salir de aquí luchando, alguien va a tener que defenderlas. Como no sé cuántos soldados tenemos disponibles, me gustaría estar con ellas para cuidarlas de cualquier peligro… Y quisiera pedirte tu ayuda.

    — ¿A mí? — Winter estaba bastante confundido por eso — ¿Por qué a mí?

    — Airin y Vyon seguramente no podrán apartarse de al lado de su madre, y el día de hoy demostraste que estás por encima de ellos — Jessica estaba un poco avergonzada al pedirlo — Además, tu padre tambié tienen entrenamiento militar. Mi mamá y mi tía solo me tienen a mí. Y no sé si eso será suficiente. Por favor, Winter… Te lo voy a compensar. Cuando seamos libres, te daré cualquier cosa que tú me pidas. Realmente me gustaría mucho contar con tu ayuda.

    Winter no sabía de qué manera reaccionar a eso. Estaba claro que su compañera temía por lo que pudiera pasar con su madre y con su tía, y que, de no ser así, nunca haría un pedido como ese. No estaba seguro acerca de si él sería la mejor opción para prestar ayuda, aunque cierto era que el día de hoy había podido vencer al mejor de su grupo en una pelea uno contra uno. Supo que quizá eso, y el hecho de que él tuviera a un padre militar y una hermana mayor con ligero entrenamiento habrían motivado a su compañera a pedir ayuda.

    Jessica lo veía dudar bastante, tanto que incluso llegó a temer por el hecho de que este se negara. No iba a obligarlo, de hecho, ella sabía que no podría hacerlo si es que Winter de verdad había superado, aunque sea momentáneamente a Vyon. Pero tenía pensado insistirle.

    Fue entonces que llegó la respuesta de Winter.

    — Jessica, no puedo prometer que estaré ahí para ayudarte — Winter supo que era imposible de predecir — Pero hablaré con mi padre para que estés acompañada el día en que se organice nuestro escape.

    — Gracias, Winter — Jessica corrió para darle un abrazo, ya que eso significaba mucho para ella — Mi mamá y mi tía son lo más importante que tengo. Y si estos malnacidos pudieron matar al instructor Gavril, temo por lo que podrían hacerles a ellas… Recuerda que esto no es un favor gratuito. Cuando estemos a salvo, tienes derecho a pedirme lo que tú quieras, y yo te lo daré.

    Habiendo arreglado esa cuestión, Jessica se retiró del lugar. Winter no podía evitar pensar en que su compañera posiblemente repitiera esa frase con el objetivo de garantizar que no se echaría atrás en esa promesa. Winter realmente no estaba interesado en Jessica, pero quizá podría cobrarse se favor con otro en el futuro si lo pudiera necesitar.

    Con la charla terminada, el chico volvió a su casa. Al momento de abrir la puerta, notó que su padre ya había vuelto a casa. Le sorprendió que llegara y que no lo pudiera ver, pero luego pensó que quizá se debiera a que estaba algo apartado de su hogar.

    — ¡Papá! — Winter corrió para darle un abrazo.

    — Winter, mi pequeño — Vitali lo abrazó con fuerza — ¿Estabas afuera con una de tus compañeras?

    — Sí, ella quería hablar sobre algo que pasó hoy cuando nos reunimos todos — el chico todavía no le había comentado a su familia sobre su pleito con Vyon — Te lo contaré todo mañana — dijo con un poco de seriedad.

    Valiana estaba por hacer otra broma con su hermano, pero viendo la seriedad con la que dijo eso, creyó que quizá sería algo importante, y que no le caería bien que bromeara con él en ese momento, aunque nunca le caían bien en realidad.

    — Muy bien, mañana hablaremos de ello — Vitali supo que su hijo tenía algo importante que contar si lo decía de esa forma.

    […]

    — ¡Vyon, Airin, quiero que ustedes hagan guardia alrededor de la casa! — fue la orden de la madre de los cadetes, quien ya tenía todo listo para comunicarse con Renji — ¡Si viene algún traliod, aplaudirán cinco veces! ¡Si viene más de uno, aplaudirán sin parar! ¡No puedo dejar que escuchen nada de esto!

    Vyon y Airin, quienes se alegraron bastante al ver que su madre estaba en casa finalmente, decidieron que saldrían y cumplirían su orden. Ya tendrían tiempo para hablar con ella sobre su viaje del día y sobre lo ocurrido el día de hoy con sus compañeros. Sabiendo de la importancia que había en no dejar a ningún enemigo oír la conversación de su madre con Renji, los dos salieron de la casa tras hacer un gesto de aceptación.

    Vyon se colocó en el frente de la casa, y Airin se paró para vigilar la parte de atrás. Por turnos, cambiarían de lugar para ir prestando atención a los alrededores, y así poder advertir a su madre en caso de la presencia de algún enemigo.

    Lara tomó su dispositivo y seleccionó en su interfaz la opción de comunicarse directamente con Renji.

    — Por favor, funciona — Lara, en su viaje, pensó que quizá el motivo por el cual no recibió mensaje alguno de Renji, se podría deber al hecho de que no hubiera alcance suficiente para comunicarse con ellos.

    La comandante, quien contempló la reunión que se dio entre el patriarca Hufan y la matriarca Yma, estaba desesperada por que se lograra cumplir aquella comunicación, ya que el futuro de toda la gente que estaba allí dependía de ello. Tras tres minutos de incertidumbre y silencio, consiguió la respuesta que quería. El comandante Yukimura atendió su llamada.

    — ¡Renji! — gritó emocionada la comandante — ¡¿Eres tú o alguien más con tu dispositivo?!

    — ¡Lara, que alegría oírte! — Renji contestó, respondiendo indirectamente la pregunta de la comandante — ¡No quería llamarte porque temía que pudiera empeorar la situación para ustedes! ¡¿Qué fue lo que sucedió?! ¡Envié a varios grupos de soldados para que pudieran localizarlos y organizar un rescate, pero un líder de uno de los grupos me dijo que cuando llegó a la costa, había una veintena de barcos en el océano! ¡Dmitri me contó cual era tu plan! ¡Dime dónde estás ahora!

    — Estamos en el continente oriental — Lara contestó con calma, ya que no quería alterar a los vecinos — Fuimos traídos aquí por esa especie con la que combatimos… Se hacen llamar a sí mismos como traliod, porque su mundo se llama de forma similar… Y mientras veníamos aquí… uno de ellos asesinó a mi Gavril.

    — ¡¿Gavril ha muerto?! — el comandante Yukimura nunca vio posible algo así — Lo lamento mucho, Lara. Debe ser muy difícil para ti. Perdóname si me muestro muy frío, pero no sé qué clase de palabras deban decirse en estos casos.

    — Uno de ellos… Elber es su nombre — Lara empezó a mostrar algo de furia dentro de sí misma — Cuando vio que estaba en mal estado lo arrojó al mar. Mi pobre Gavril no podía nadar con un brazo y una pierna rota. Lo más probable es que se haya ahogado o muerto de hipotermia… No les alcanzó con capturarnos, también me quitaron a mi esposo.

    — ¿Dónde se encuentran? — Renji quería aprovechar el tiempo que tenían — Intentaré rastrear tu posición exacta con el sistema de localización del navío, pero necesito saber en dónde están.

    — Los traliod nos capturaron para obligarnos a formar parte de un conflicto que tienen entre ellos — Lara empezó a dar explicaciones — Hay una enorme zona rodeada por muros. Dentro de esos muros que cubren kilómetros, estamos nosotros. Nos tienen atrapados. Estamos obligados a formar parte de este conflicto, dando todo nuestro apoyo a nuestros captores… de lo contrario, moriremos junto a ellos. Tienes que buscar la manera de rescatarnos. No tengo ni idea de cuándo sucederá, porque ellos quieren que reforcemos nuestras armas para poder combatir a varios de su especie.

    — Debe ser horrible, no puedo ni imaginarlo — Renji sentía como si le narraran una pesadilla — Pero quiero aprovechar para decirte que aquí tampoco lo tenemos muy fácil. Varios predadores se metieron en nuestro territorio aprovechando la brecha que esos malnacidos dejaron en el muro. Mataron a un par de nuestros soldados y civiles. Nos costó mucho tiempo eliminar a todos los que entraron. Y todavía no hemos podido terminar las reparaciones. No podemos hacerlo a la ligera.

    — ¡Renji, tienes que venir y hacer que nos rescaten! — Lara empezó a sentir miedo — ¡No sé qué tantas esperanzas podríamos tener si nos obligan a pelear con los suyos! ¡El Explorador Esperanzado tiene que poder despegar si hacen un re ensamblaje! ¡Tú, Gavril y yo dimos la orden de no desmantelarlo por completo para que pudiera volver a volar con el tiempo si hacía falta!

    — Entiendo lo que me estás diciendo, Lara, pero tienes que tener en cuenta que varios ingenieros y técnicos ya no están — Renji le hizo pensar en ese detalle — Algunos están atrapados contigo, y otros perdieron la vida cuando los animales entraron. Ten en mente que entre los soldados que murieron, los que fueron capturados y los que yo envié a buscarlos no quedamos muchos para proteger al resto de la gente. Hicimos lo que pudimos con lo que teníamos… Tristemente, no fue suficiente. Se necesitará tiempo para que nuestro navío pueda despegar y volar hasta ustedes sin desplomarse en el aire. Voy a tener que pedirte que resistan. Mientras tanto, sería bueno si me pudieras confirmar quienes están allí. Nos serviría mucho para saber cómo organizarnos.

    — Vitali y toda su familia están aquí, si eso es lo que te importa — Lara pensó que eso último era una excusa para descubrir el paradero de los seres más cercanos — Te enviaré los nombres de los que recuerdo y puedo identificar. Después trataré hacer un censo completo.

    — Te lo agradezco, y lamento mucho que no pueda ofrecerte nada más — el comandante Yukimura sonaba algo apenado — Pero te prometo que iremos a buscarlos y a salvarlos. Incluso si tenemos que utilizar los botes de pesca para cruzar el océano, te garantizo que estaré allí tan pronto como estemos listos. Ustedes sobrevivan hasta entonces.

    — Ni siquiera sé si el próximo mes vamos a estar vivos — Lara sonaba muy preocupada — El patriarca que nos capturó quiere que lo ayudemos a combatir a uno de los más poderosos de su raza. Y no hablo solo de poder político, hablo también de poder de batalla. Dijo que nos proporcionaría lo que nos hiciera falta para mejorar nuestras armas y así hacerlas más efectivas en contra de los suyos. Tan pronto como esté todo listo, es probable que nos mande a pelear. Trataré de retrasar esto lo más que pueda, pero si ve que las cosas no prosperan, podría ser capaz de matarme y poner a otro en mi lugar. Y yo no puedo morir, mi hija y mi hijo cuentan conmigo.

    — Lamento mucho oír eso, Lara — Renji sonaba muy preocupado por ella — Haré mi máximo esfuerzo para que la nave pueda volar lo antes posible. Igualmente, necesitaré más información. Seguro que debes tener mil cosas en la cabeza y se te habrán olvidado varios detalles. A medida que vayas recordando y aprendiendo, ponte en contacto conmigo. Estudiaré a fondo todo lo que me mandes.

    — Eso es lo que haré, Renji — la comandante estaba lista para cortar la comunicación — Nosotros somos muy pocos comparados con ellos. Ustedes son nuestra única esperanza para que podamos ser libres.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, parece el foro finalmente volvió (y ojalá se mantenga así XD). Como ya sabes, leí el capítulo anterior y ahora he leído el siguiente que has publicado, así que esta vez si podré darte un comentario. No me explayaré mucho, como siempre, pero me alegra saber que al menos puedo dejarte un recap de como me ha parecido el capítulo. Voy a ello.

    Comenzamos con Artem y Valiana, que se reúnen tras no verse en unos días. La pareja decide hablar de lo que sucedió en la conversación entre Hufan y Vitali, ya que los padres de Artem y el propio Artem temen que Vitali solo mire por su familia, pero Valiana calma a su pareja al revelarle que ese no era su propósito. De aquí pasamos a ver a Winter, quien tras enfrentar a Vyon en el capítulo anterior (porque Vyon quiso) decide ir a la casa de Airin para disculparse y darle las condolencias por la muerte de su padre, algo que la chica agradece. Aprovechando el momento, deciden irse a dar un paseo, conversando acerca del momento en el que Iker y ella fueron descubiertos por los trailod mientras Winter les espiaba. Gracias a ello, se supo lo ocurrido y Airin tenía ciertos conocimientos al respecto, pero pregunta a Winter para conocer más a fondo el como es que él estaba allí presente. Una vez lo descubre de boca del joven, Airin pronto se percata de que Winter tiene interés en ella, cosa que el propio chico corrabora con lo que dice. Una escena un tanto tierna ya que ella le confiesa su interés también, por lo que quedan en que, una vez toda esa pesadilla pase, podrían empezar una bonita relación. Y yo, como fan de esa relación, la apruebo y celebro.

    Tras eso, Winter regresa a casa junto a su hermana y su madre para esperar a su padre. Fenya está preocupada porque sus hijos no puedan crecer en un ambiente mejor, recordando un momento en el que ella deseaba que sus niños pudiesen habitar un mundo con hermosos paisajes y demás. De pronto, la puerta suena y vemos que se trata de Jessica, quien en el capítulo anterior quería pedirle un favor a Winter. Ambos salen a pasear brevemente mientras conocemos que Jessica quiere la ayuda de Winter para proteger a su madre y su tía, ya que no son soldados y no tienen a nadie así. Pero Winter no puede prometer eso, simplemente que hablará con su padre para que ellas tengan ayuda militar llegado el momento. Una vez esa quedada breve concluye, Winter regresa a casa y ve que su padre ya ha vuelto.

    Finalmente, vemos a Lara comunicarse con Renji, quién responde aliviado, para pedirle ayuda inmediata. No obstante, la situación en el otro continente no es sencilla y Renji le pide paciencia, cosa que Lara no parece tener mucha. La cosa queda en el que deberán aguantar con los trailod hasta que el Explorador Esperanzado pueda volar y viajar al otro continente con el fin de rescatar a los humanos capturados por los trailod. Un plan que requiere de tiempo.

    En fin, buen capítulo amigo, venimos de algo de "calma" pero estoy seguro de que pronto llegará la trepidante acción. Tengo ganas de ver que más ocurre, ojalá el foro responda XD. Te mando un fuerte abrazo, cuídate muchísimo.
     
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  14. Threadmarks: Enfermo e involucionado
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Aprovechando que el foro sigue online, paso a publicar un nuevo capítulo en esta historia secundaria. Hemos estado avanzando al ritmo que la vida y el foro nos lo han permitido, pero ya casi estamos cerca del final. Una vez pasado este capítulo, nos quedan un total de cuatro para así concluir con esta historia secundaria y dar paso así a la principal.

    Quiero agradecer a mi amigo Manuvalk por su presencia en esta historia, y por su entusiasmo en los capítulos recientes, ya que lleva leídos dos capítulos de corrido (uno de ellos con foro caído). Espero que la conclusión de esta historia secundaria sea de su agrado.

    También quiero agradecer a cualquier lector que, tarde o temprano, haya llegado hasta aquí, incluso si se trata de lectores que han dejado comentarios alguna vez o sean fantasmas. Que se sepa que su entusiasmo es apreciado.

    Sin más noticias, les dejo el capítulo de hoy.






















    Enfermo e involucionado:

    — Bebe esto — decía Fenya, alcanzándole un recipiente pequeño con un líquido a Artem.

    El joven de diecinueve años ya cumplidos se encontraba tumbado sobre una cama común y corriente, la cual se encontraba situada en el interior de una sala de un edificio situado en una de las provincias de los traliod. Artem, con una fiebre muy alta y una dificultad para poder moverse, logró levantar su cabeza al punto de que logró tomar un sorbo de aquel líquido que la madre de su pareja, una doctora entre los miembros cautivos de la humanidad, había preparado.

    — Te hará bien, esta hierba tienes propiedades curativas muy potentes, un té hecho con esta agua te ayudará a bajar la fiebre — Fenya le decía intentando tranquilizarlo.

    Una vez había tomado el sorbo, Artem se recostó de nuevo sobre la cama y cerró los ojos para caer dormido, presa del cansancio que tenía su cuerpo. Por insistencia de la médica, se mantuvo despierto hasta poder ingerir algo de ese té que ella había preparado, pero no tenía fuerzas para más.

    Él no era el único en aquel sitio que precisaba de su ayuda. Fenya levantó la cabeza y pudo ver a unas sesenta personas allí presentes. Todos ellos en las camillas, algunas ya habían podido beber ese té preparado con hierbas propias de aquel planeta, pero otros estaban aguardando su turno.

    Además de ella, solo había dos médicos más que podían ejercer esa labor de ayudar. Entre los que necesitaban de atención médica había otros doctores, lo que dejó muy reducido un personal ya poco numeroso por el hecho de ser muy pocos en aquella provincia. Fenya se sorteó el resto de las camillas cargadas de pacientes con los otros doctores, y cuando terminó de darles de beber ese té que habían descubierto que tenía propiedades curativas, los tres médicos humanos abandonaron el edificio.

    La intención era que los enfermos pudieran descansar sin que nadie los molestara en un estado de salud tan delicado. Al salir de aquel edificio, situado en una ciudad de tamaño pequeño dentro del territorio de los traliod, una pareja de un hombre y una mujer se acercaron a los tres trabajadores.

    — Fenya, ¿cómo se encuentra nuestro hijo? — preguntó la que era madre de Artem, a quien ella ya conocía.

    — Les hemos dado de beber a todos de un remedio hecho con esa hierba que nos otorgaron los traliod — comentó la médica, quien conocía ya a la pareja.

    — ¿Qué se supone que es lo que tiene nuestro hijo? — fue la pregunta del padre en esa ocasión — ¿Qué es lo que está pasando?

    — Es un efecto causado por el humo que desprenden las piras que usan para iluminar el sitio cuando es de noche — comentó otro de los médicos que estaba con la mujer.

    — Descubrimos que ese humo tiene propiedades tóxicas que pueden llegar a afectar los pulmones y al sistema inmune — la mujer continuó desde donde empezó a hablar su colega — Respirar este humo cada noche durante tantos días seguidos ha causado estragos en el cuerpo de algunos de nosotros. Es una rareza, ya que se suponía que nuestros cuerpos habían evolucionado a partir de la radiación que cayó a la Tierra el día que ocurrió la Gran Catástrofe. Sin embargo, parece que incluso ha podido con algunos.

    — ¿Es decir que nuestro hijo y el resto están intoxicados? — preguntó la madre del chico.

    — Solo los pacientes más graves terminaron intoxicados, pero todos los que están descansando ahora tienen fiebre, producto de un virus local de este planeta — respondió el tercero de los médicos — Al bajar las defensas de su sistema, este virus entró a sus cuerpos. Les dimos un remedio para bajar la fiebre y que no resulte peligroso para ellos.

    — Dios mío — el padre de Artem no podía expresarse de otra manera — ¿Hay peligro de muerte?

    — Solo han muerto unos cinco pacientes, y todos ellos estaban entre los más graves — comentó Fenya, dando algo de esperanza a la pareja — No quiero asegurarles que su hijo estará a salvo de forma definitiva, pero no debería ocurrirle nada.

    — Lo importante ahora es que los sesenta pacientes que tenemos se pongan a descansar — fue la respuesta dada por otro de los médicos — Dos de nosotros nos quedaremos para hacer guardia, y uno de nosotros irá a tomarse un descanso para cuidarlos durante la noche.

    Sabiendo que eso era una invitación para retirarse, los padres de Artem agradecieron por toda la información brindada a la doctora que lo había cuidado, y se retiraron con un poco más de alivio en sus mentes tras saber que su hijo estaría bien siempre y cuando las cosas no empeoraran demasiado para él. Fenya los saludó, sabiendo lo importante que era para ellos la vida del joven. Ella tenía la suerte de que ni su esposo ni sus dos hijos cayeran ante ese padecimiento. No todos podían decir lo mismo.

    La mujer se quedó en aquel sitio en compañía de otro de los médicos, mientras que uno de ellos se retiró a descansar y así prepararse para la noche que le esperaba. Se tenía la esperanza de que, a lo largo de ese día que acababa de empezar, poco notable debido a la nube negra que bloqueaba la luz solar en el sitio, se fueran recuperando algunos de esos pacientes, y pudieran así regresar a sus casas.

    De antemano, habían preparado una mesa con unas tres sillas para ellos, aunque solo fueran dos en aquel momento. Sobre esa mesa larga había dos cajones creados para fruta, pero que en vez de tener algo comestible, contaban en su lugar con rollos de pergamino, en donde tenían registrado cada nombre de los pacientes que tenían ingresados en esa sala. La escritura en esos pergaminos se hacía por medio de un lápiz muy fino que no rompiera el papel, el cuál era el método de los traliod para documentar las cosas que sucedían en su mundo.

    Durante el transcurso de la mañana, los médicos estuvieron en tranquilidad, hasta que llegó la matriarca Yma en compañía de unos siete de sus habitantes más altos y fuertes. Entre todos cargaban un total de tres carretas pequeñas repletas de las hierbas con las que se preparaba el té que servía para ayudar a los seres humanos. Fenya y su colega no tenían absolutamente ninguna simpatía por la matriarca, y se lo hicieron saber mostrándole una expresión en la que predominaba el ceño fruncido.

    — Aquí tienen lo necesario para preparar un total de cien más de esas bebidas — comentó la matriarca Yma, queriendo mostrar preocupación por los humanos que vivían en su provincia — Entiendo que necesitan menos, pero por si acaso, les servirá en caso de que algunos más entre ustedes empiecen a mostrar ese extraño padecimiento.

    — Agradecemos el suministro — comentó el médico — Aunque no estaríamos en esa situación si la madera que ustedes usan en las piras no contaminara tanto el aire que respiramos.

    — Nadie entre los traliod ha presentado nunca un problema de salud producto de respirar este humo — fue lo dicho por la matriarca — Nos disculpamos por haber provocado esto. Estamos buscando la manera de poder generar electricidad de todas las maneras en que nos enseñaron sus ingenieros, pero nos está costando mucho tiempo.

    — No volverán a usar piras para iluminar durante la noche, ¿verdad? — Fenya quería saber si podrían ahorrarse ese problema a futuro.

    — No. En lugar de eso, dejaremos a toda la ciudad en la oscuridad — la matriarca no se sentía muy cómoda con eso — Hemos desplazado a la mayoría de los traliod que vivían aquí a otro sitio, de manera de que esta ciudad sea solo para ustedes. Pero los nuestros no pueden quedar a ciegas durante la noche.

    — Pero nosotros sí que nos quedaremos a oscuras — el doctor confrontó a la mujer líder.

    — El desarrollo tecnológico necesario para una vida mejor está muy atrasado debido a que necesitamos terminar primero de reforzar la potencia de sus armas — fue lo dicho por la matriarca — No nos sirve de nada crear herramientas para una mejor vida si al final es Ybryr quien se lo queda todo, a costa de las nuestras.

    Ambos humanos estaban muy furiosos por todo lo ocurrido. La caída de los suyos ante una enfermedad provocada por un virus de aquel planeta que no tendría la fuerza suficiente para afectarlos si nunca hubieran abandonado el continente de occidente era otro motivo más para que el resentimiento y el odio hacia quienes los habían capturado creciera más. Ellos parecían estar llevándose la mejor parte, ya que, con la colaboración obligada de los humanos podrían eliminar al monarca que tanto despreciaban. En cambio, los humanos fueron privados de su libertad y algunos entre ellos de su salud, sin mencionar el cambio tan radical de sus vidas, que eran muy diferentes estando por su cuenta en el otro continente.

    La matriarca no era estúpida, y sabía que los humanos no estaban contentos con ella presente, y fue por eso que quiso retirarse. Después de todo, se podría considerar que ella sería un estorbo para los especialistas en medicina al no conocer nada sobre biología humana.

    — Los dejaré trabajar en tranquilidad — decía mientras empezaba a darse la vuelta, una vez que los suyos terminaron de descargar las hierbas que habían llevado — Si necesitan más de esto, saben dónde encontrarme. Envíen a uno de los suyos a pedirlo.

    La matriarca caminó lentamente al retirarse porque esperaba un “gracias” o alguna otra palabra que dejara ver que los humanos estaban contentos con su ayuda e intervención en esa situación. Al no tenerla, no tuvo más que retirarse y dejar salir un murmullo imposible de entender, que revelaba su frustración contra ellas.

    No fue hasta que desapareció de las vistas de ambos que el doctor empezó a hablar.

    — ¿Cuánto tiempo se supone que llevamos viviendo en esta provincia? — preguntó a su compañera.

    — Mi esposo me dijo que han pasado al menos un año y diez meses desde ese día, pero no lo tiene demasiado claro — Fenya respondió con lo dicho por Vitali — Podría ser que incluso hayamos pasado dos años aquí.

    — Me cago en mi vida, dos años — el médico redondeó para su bien — ¿Cuándo se supone que va a venir el comandante Yukimura a rescatarnos? ¿Tanto les puede costar terminar de poner la nave en funcionamiento para que vuelva a volar?

    — No tienen muchos ingenieros para ese trabajo — Fenya le quería tranquilizar — Recuerda que el Explorador Esperanzado fue un trabajo de casi todos los ingenieros de Rusia durante años para que pudiera volar. No todos los ingenieros que trabajaron en él llegaron a abordarlo el día que escapamos de la Tierra. Y de los pocos ingenieros que sí lo hicieron hay algunos que están aquí entre nosotros y otros que murieron cuando los animales salvajes entraron en nuestro territorio por el hueco que provocaron.

    — Es solo que… tengo el extraño presentimiento de que esta enfermedad que ha golpeado a los nuestros es solo el principio de nuestra caída — el médico dejó salir su preocupación — Llevamos mucho tiempo viviendo aquí mientras que los nuestros se encargan de mejorar las armas que usarán para atacar a ese maldito Ybryr. No debe faltar demasiado para que ese proceso esté completo. Y cuando eso suceda, enviarán a todos los que no son médicos a la batalla. Nosotros quizá estemos en escuadrones de rescate para curar sus heridas. ¿No te aterra eso?

    — Más que nada en el mundo, me moriría en vida si tuviera que atender las heridas de mi esposo o de mis hijos — comentó Fenya, entendiendo los motivos de su colega para mostrarse así — Pero desde nuestra posición no podemos hacer nada. Solo tener esperanza en Renji y los demás del otro lado.

    — Solamente quiero seguir viviendo — el médico expresó su deseo — Estaba empezando a gustarme una mujer en la milicia que asignaron en una casa cercana a la mía. Ella no fue a la pelea cuando fue el día del ataque, y no tengo idea de saber si ahora está con vida o no en el otro continente. Tenía pensado hablarle para que fuéramos pareja cuando tuviera el dinero suficiente para pagar por la mejor carne que los exploradores pudieran cazar. Te puedes imaginar que ese día no llegó por culpa de ellos. Pero yo quería empezar una vida nueva. Y ahora no sé si voy a estar vivo el próximo mes, porque no tengo idea de cómo va el avance con las armas.

    Fenya se sentía bastante apenada al pensar en lo que decía su compañero. Mientras ella era una adulta que ya había superado los cincuenta años de edad, su compañero era un hombre de unos treinta y cinco años, quien todavía no pudo darse el lujo de formar una familia. Estaba claro que él esperaba un destino muy diferente en el momento en el que abordó el navío que salvó a varios de ellos de perecer junto a su planeta, pero era lógico que jamás esperaría algo así.

    La mujer quería decirle algo para intentar que se sintiera mejor, pero no se le ocurría nada que fuera útil en aquel momento. Fue por eso que optó por quedarse callada y mantenerse como siempre había estado desde el día en que llegaron al territorio de los traliod, con esperanza.

    […]

    Winter se encontraba escalando un pequeño monte situado en las afueras de la ciudad de la provincia Yma, en la cual él había sido asignado para vivir junto a su familia. No estaba solo en esa actividad, puesto a que Jessica e Iker le hacían compañía. El trío de cadetes, cuya formación militar iba en un progreso muy lento debido a que su nuevo maestro asignado fue el un militar con muy poca experiencia en la enseñanza, estaban disfrutando de un día libre por la naturaleza de aquel sitio. Alejados del ruido de la ciudad, producido por los traliod que se estaban marchando de allí para dejar el sitio pura y exclusivamente a los humanos, ellos disfrutaban de un poco de paz al subir por las colinas, hasta que llegaron a la más alta.

    — Aquí estamos — Jessica señaló un lugar en dirección a la ciudad — Esa de ahí es mi casa.

    — Desde aquí no puedo ver la mía — Iker comentó ese aspecto.

    — Yo tampoco, pero puedo ver el sitio en el que mi mamá dijo que está trabajando — fue lo dicho por el más joven de los tres.

    — Me pregunto si en la provincia de Hufan tendrán un sitio como este para poder apartarse — Jessica se refería a sus otros cuatro compañeros — Ni siquiera pudimos explorar un cuarto de Hufan cuando nos obligaron a trasladarnos aquí.

    — ¿Qué estarán haciendo ellos? — fue la pregunta de Winter, que no dejaba de pensar en sus compañeros — Ya llevamos tres meses desde la última vez que nos vimos todos para una clase.

    — No lo sé, solo espero que este tiempo haya ayudado a Vyon — fue lo dicho por Iker, quien pensaba en él — Tanto tiempo que pasó y no me ha vuelto a dirigir la palabra.

    — A mí tampoco me habló más después de aquel día — Winter le recordó ese aspecto a su compañero — No eres el único que es un fantasma para él.

    — A ti seguro no te importa eso, pero a mí sí — Iker empezó a caminar por la cima del sitio donde estaban.

    — ¿Por qué se supone que te interesa lo que un tipo cómo él piensa? — Jessica tenía curiosidad — Yo estaría más feliz si alguien así nunca me volviera a hablar.

    — Porque me gusta su hermana, y ese tipo no me dejará acercarme a ella — Iker dejó salir su preocupación — Sé que tengo que enmendar mi relación con él antes de que nos rescaten, de lo contrario, nunca tendré alguna oportunidad con Airin. A ustedes no les importa porque no se sienten así.

    Winter se quedó quieto en lugar de seguir a su compañero. Lo cierto era que a Winter le daba igual lo que Vyon pudiera pensar sobre él. Airin ya había confesado que él le gustaba, por lo cual, él no veía ninguna razón para tomar en cuenta la opinión de su hermano, a quien incluso ya fue capaz de derrotar en su momento en un combate.

    Jessica empezó a seguir a Iker, más por querer caminar y no quedarse quieta que por querer seguirlo, pero cuando notó que su otro compañero no se movía, ella se detuvo.

    — ¿Winter? — preguntó la chica — ¿Está todo bien? ¿Te vas a quedar?

    — Eh, no… — Winter fue retirado de sus pensamientos — Solo estaba recordando el día en el que nos dijeron que vendríamos a esta provincia.

    — Eso fue hace dos años y medio, ¿no? — Jessica estaba desorientada en el tiempo.

    — Según mi padre, en realidad, son menos de dos años — Winter lo dijo, algo pensativo.

    […]

    Unos tres días después de que se dio el conflicto entre Vyon con dos de sus compañeros, la comandante Lara consiguió reunir a los siete cadetes que se formaban como militares bajo la tutela de su difunto esposo cuando este todavía se encontraba con vida. Más alejado de la zona se encontraba un traliod con la piel color verde, quien estaba prestando atención a todo lo que sería dicho en esa reunión.

    Les anuncio a ustedes lo que será anunciado a todos nosotros — Lara empezó a hablarles — Realmente, no tenía importancia quien diera este anuncio. Yo solamente elegí hacerlo porque ustedes son los cadetes más jóvenes que tiene la humanidad, y porque eran alumnos de mi esposo.

    Vyon y Airin ya sabían de qué se trataba todo eso, y mantenían una mirada seria que no expresaba casi nada. El resto de sus compañeros, todos ajenos a su familia, estaban intrigados por el anuncio que iban a recibir. Ya que creían que quizá ella reemplazaría a su anterior instructor en las clases. La respuesta que buscaban no tardó mucho en llegar.

    Por órdenes del patriarca Hufan, algunos de ustedes serán reasignados a vivir en la provincia Yma — Lara les confesó eso a todos los cadetes — La mitad de la humanidad se quedará aquí. Será la otra mitad la que emprenderá la mudanza. Yo me quedaré aquí, y los padres de algunos de ustedes también, lo que implica que ustedes también se quedarán. Otros, sin embargo, han sido elegidos por mí para que acudieran a Yma. A partir de este día, ustedes van a vivir en provincias diferentes, pero eso no quiere decir que dejarán de verse.

    Todos vieron como la comandante señaló hacia la dirección en donde se encontraba de pie el traliod que supervisaba el encuentro. Pese a que los humanos veían el acto de señalar a otros como de mala educación, a él no le importó ese gesto. Vyon y Airin no tenían idea de por qué su madre apuntaba hacia él, y por eso también le miraban.

    Él es un habitante de Yma — les comentó la comandante Furlan — Él se encargará de traer aquí a los que vivan en la otra provincia, y así se reunirán los siete otra vez para tener clases de la mano de otro instructor. Alguien a quien todavía no tuve el tiempo de elegir.

    Comandante — Katia levantó la mano con curiosidad — ¿Quiénes son los que se irán?

    Me enteré de un pequeño conflicto que hubo aquí hace unos días entre Vyon, Iker y Winter — fue lo dicho por Lara, que pasó directamente al punto de la pregunta — Por eso he tomado la decisión de que no los quiero viviendo en el mismo sitio. Iker y Winter se irán de aquí para irse a vivir a Yma. Luego he decidido que Jessica fuera quien los acompañe. Quedándose cuatro de ustedes aquí y otros tres teniendo que cambiar de lugar para vivir. Jessica, a ti te doy la opción de elegir si te parece bien mi decisión. No prometo que la vaya a cambiar, pero quizá podamos discutir algo mejor.

    No tengo ningún problema en irme a otra provincia, comandante — la joven Delta contestó a lo dicho por la mujer que tenía autoridad sobre la humanidad allí presente.

    Muy bien, está decidido y no está sujeto a discusión — fue lo dicho por la comandante — Winter, Iker y Jessica se irán a Yma. Vyon, Airin, Katia y Rosary se quedan conmigo en Hufan. Como he dicho, no es mi idea que no se vuelvan a ver, pero pasará un tiempo hasta que elija a un nuevo instructor para ustedes. Sería bueno que se despidieran. No creo que consigan autorización para poder cruzar de una provincia a la otra solo para visitarse. Tienen media hora en caso de que quieran hablar de algo en grupo.

    Para sorpresa de su madre, pero no del resto, Vyon simplemente encogió los hombros y se marchó de regreso a su casa. El traliod no le quitó el ojo de encima ni un segundo, mientras que su madre, quien sabía de lo acontecido entre su hijo con Iker y Winter, siendo consciente también del resultado de su encuentro con este último, le miró con una expresión de tristeza.

    Ay, Vyon — pensó en silencio para ella sola — Creo que será muy difícil hacer que superes la muerte de tu padre…

    Ausente él, el resto de los compañeros, seis en total, se reunieron para despedirse. Iker Evanson, Jessica Delta y Winter Lakor eran quienes debían marchar. Mientras que, por otro lado, Airin Utkin, Rosary Volt y Katia Minami se quedarían a vivir en aquel lugar.

    Las voy a extrañar mucho a todas — comentó Jessica, siendo la única mujer del grupo que se iría — Cuando seamos… — se detuvo sabiendo que el traliod seguro las estaba escuchando — Cuando tengamos una vida mejor, tenemos que reunirnos solo nosotras cuatro.

    Y lo haremos, Jessica — fue la respuesta de Katia — Espero que te vaya bien con ellos dos. No vayas a regresar cambiada por tener que juntarte con ellos.

    ¿Quién dijo que nos juntaremos? — fue la pregunta de Iker, un poco molesto porque veía eso como una ofensa — Ni siquiera sabemos si viviremos en la misma ciudad.

    Les contaremos todo sobre Yma cuando las volvamos a ver — fue lo dicho por Winter.

    Mi madre me ha contado algunas cosas, pero estoy segura de que tendrás algo más para decir — Airin dijo eso a su compañero, al tiempo que le guiñó el ojo.

    Estaré esperando con ansias el día en que nos reunamos de nuevo para nuestras clases — Rosary expresaba el afecto que tenía a sus compañeros — Hasta entonces, espero que se encuentren bien en su nuevo hogar.

    Nuestro nuevo hogar por ahora — Jessica lo dijo de manera que el traliod no pudiera adivinar sus intenciones tras las palabras — Estaremos bien.

    Esas dos últimas palabras hacían referencia a la esperanza que todos tenían de que llegara el día en que Renji, quien ya tenía un par de conversaciones hechas con la comandante Furlan, pudiera liderar una tropa de seres humanos para así rescatarlos de las fauces de los traliod. Con cariño, y ante la vista de la comandante, el grupo de seis cadetes formó un círculo en una especie de abrazo grupal. Sabían que llegaría el día en el que estarían viviendo nuevamente en el continente oriental, y donde podrían quizá estar cerca unos de otros.

    Lara miraba con cierta preocupación ese abrazo que se daba entre los seis que se habían quedado. El grupo de los cadetes más jóvenes se conformaba por un total de siete integrantes, y en ese momento, para un abrazo de compañerismo, solo había un ausente. Su propio hijo. La comandante tenía dudas sobre si realmente era una buena idea tener a los siete en formación para ser militares, ya que no podía evitar pensar en que su hijo sobraba en aquel grupo. Lo que menos quería era que el grupo que su esposo estaba formando para combatir tuviera signos de no estar bastante unidos entre sí. Y eso era lo que estaba viendo, con la ausencia de su hijo en dicha escena.

    […]

    Fenya sería quien se quedaría a pasar la noche atendiendo a los pacientes que necesitaban de una ayuda para sobreponerse ante dicha enfermedad que les había llegado, producto de las condiciones de vida que tenían en aquel sitio. Como si fuera un milagro, la enorme nube negra que había estado firme en el cielo durante casi un mes desde su aparición, se retiró de su sitio, dejando el cielo de Traliod despejado en esa noche.

    Eso permitía que la luz de diversas estrellas del universo, que no estaban tan lejos para emitir luz como el sol alrededor del cual orbitaba su mundo, pudieran alumbrar un poco en una noche donde sería la primera ocasión en que absolutamente todas las piras colocadas por los traliod para alumbrar el cielo fueran retiradas.

    Fenya miró el cielo, y de no ser porque tenía que entrar al edificio para prestar atención a los cuarenta y ocho pacientes que no alcanzaron a recuperarse durante el día, se habría quedado allí para contemplar después de mucho tiempo el firmamento y contar los puntos luminosos allí.

    — ¡Mamá! — antes de abrir la puerta de aquel edificio, escuchó un grito a lo lejos.

    La mujer se dio la vuelta y pudo ver llegar a su hija con una canasta de mimbre en sus manos, posiblemente con comida para que ella pudiera resistir toda la noche en caso de que le diera hambre. La mujer la esperó, y cuando Valiana dejó la canasta sobre la mesa que improvisaron afuera del sitio donde atendían a los pacientes, madre e hija se dieron un abrazo de tranquilidad.

    — Vine a traerte comida — comentó la chica, con una sonrisa, porque sabía lo importante de la labor de su madre para con los pacientes — Y también, si no es molestia, quisiera ver a Artem.

    — Claro, hija, pero solo será por unos dos o tres minutos como máximo — fue lo que dijo su madre, que era estricta con esas cosas — Él necesita descansar, y yo tengo que estar atenta a los demás. Gracias por traerme la comida.

    — Todo lo que traje fue hecho por papá, él dijo que vendría a verte si tú lo considerabas oportuno — Valiana le informó al respecto.

    — Preferiría que no, porque no quiero que él llegue y me encuentre tomando los registros de algún paciente que esté mostrando mejorías — Fenya se sentía un poco mal por eso — Pero dale las gracias por enviarme la comida, y dile que si mañana no tengo que trabajar y que pasaré el día con él.

    — Lo haré, mamá — Valiana se sentía un poco alegre por saber que podría tener la oportunidad de ver a su madre en casa el día siguiente.

    Habiendo arreglado lo que debían charlar, Fenya y Valiana entraron después de que Fenya tomara la canasta que le trajo su hija para colocarla en un sitio seguro. El sitio por dentro era muy oscuro, pero la doctora contaba con un farol que funcionaba con una batería recargable con energía solar. Siempre que tenían la oportunidad de aprovechar el sol para alimentar las baterías, toda la humanidad la aprovechaba. Ese farol que tenía era pequeño, creado por un par de mentes brillantes que se encargaron de utilizar de forma efectiva los recursos que los traliod les proporcionaron. No tenía la fuerza completa para alumbrar todo el sitio, y había zonas que quedaban en la oscuridad, pero a Fenya le servía bastante, ya que solo le bastaba con moverlo cargándolo en su mano de un sitio a otro conforme necesitara de su uso.

    La mujer se acercó hacia el chico que salía con su hija, permitiéndole a esta mirarlo atentamente. Artem, igual que el resto de los pacientes allí presentes, estaba dormido plácidamente. Dado a que Fenya era la doctora allí, ella le dejó a su hija sostener el farol, para luego colocar su mano sobre la cabeza del chico, y así tomar una temperatura aproximada.

    — Está por encima de los treinta y ocho, pero no creo que sea más — Fenya le decía a su hija su estimación — Quizá mañana él ya pueda irse.

    — Eso espero, luego de saber que cinco de los pacientes han muerto por esto, ni siquiera me gusta la idea de que esté enfermo — Valiana le devolvió el farol a su madre.

    — Los cinco que han muerto estaban realmente graves, y nunca dieron indicio de que empezasen a recuperarse — su hija se sentía un poco más segura tras escuchar esas palabras — Artem ya está empezando a estabilizarse, y eso debería darnos esperanzas.

    Antes de que su hija pudiera decir alguna otra cosa, escucharon ruidos en la sala. Una de las mujeres que estaba a un par de camas de distancia de Artem estaba empezando a moverse. Fenya supo que tenía que encargarse de comprobar su estado, al mismo tiempo de que debía documentarlo todo para sus colegas cuando les tocara trabajar el día siguiente.

    — Valiana, tengo que hacerme cargo de esto — Fenya no quería apurarla, pero necesitaba estar tranquila al trabajar — Dale las buenas noches a tu padre y a Winter por mí.

    — Eso haré, mamá — su hija le dio un beso en la frente — Y buenas noches para ti también.

    — Buenas noches, mi niña — la doctora la saludó con ternura.

    — Tengo diecinueve años, ya no soy una niña — Valiana quería subir el ánimo de su madre para lo que le quedara de trabajo, por eso lanzó esa broma.

    — Un año, quince, veinte o cien, nada cambiará para mí — le dijo su madre, guiñándole el ojo — Tú siempre serás mi niña.

    […]

    Una hora después, ya entrada la noche en el planeta Tralio, bautizado Gea por los humanos al momento de su llegada, una reunión tenía lugar en la residencia donde la matriarca Yma colocó a la familia de Vitali. El ingeniero convertido en soldado estaba teniendo una llamada con su gran amigo, el comandante Renji Yukimura, con quien pocas veces tenía el tiempo de poder hablar.

    — ¿Cómo van las cosas por allí? — Vitali estaba deseando saber — No es que quiera presionarte, Renji, pero escuché rumores de que a las armas humanas les queda poco camino que recorrer para estar listas para un enfrentamiento contra los traliod.

    — Estamos haciendo lo que podemos con los recursos y la gente que tenemos, amigo — Renji sonó un poco molesto al hablar — El más pesimista de los nuestros dijo que, según sus estimaciones, necesitaremos un total de tres meses más para dejar al Explorador Esperanzado listo para rescatarlos y así poder partir de nuevo al espacio exterior.

    — ¿Por qué partiríamos al espacio exterior? — Vitali no estaba enterado de eso — ¿Lara te lo ha pedido?

    — Ella y yo estuvimos discutiéndolo hace unos días atrás — fue la respuesta de su amigo — Estamos ultimando detalles para que el rescate de ustedes sea lo más discreto posible. Pero está más que claro que los traliod notarán que ustedes han desaparecido. Y no creo que tengamos tiempo suficiente para poder prepararnos para un futuro ataque suyo. Si tan importante son ustedes para ellos, está claro que no los van a dejar marchar así nada más. Ellos van a regresar, y saben en donde vivimos. Créeme cuando te digo que ni a mí ni a Lara nos gusta abandonar este planeta después de todos estos años, pero no tenemos los números para hacerles frente si nos vuelven a atacar. Hay que huir de aquí, fuera de este mundo, ellos no podrán hacernos nada nunca. Para cuando dominen el viaje espacial, si es que lo consiguen, nosotros nos habremos ido hace años.

    Vitali estaba reflexionando sobre las palabras dichas por su amigo. No esperaba que la situación fuera tan desesperada para tener que irse de ese planeta, mucho menos después de que invirtieron más de diez años de sus vidas allí. Pero cierto era que él no era un líder como sí lo serían Renji y Lara, quienes tenían más experiencia militar que él, y si ellos aseguraban que no podrían hacer a tiempo para preparar una defensa de los traliod, quizá esa fuera la única opción viable para todos ellos.

    — De nuevo al espacio exterior — Vitali lo decía con un aire de desesperanza.

    — Es eso o volver a pelear y perder contra ellos — Renji le dio su respuesta — Puede que nuestras armas estén más avanzadas, pero ellos nos superan en número por mucho. Si tan solo tuviéramos una bomba nuclear, créeme que los sacaríamos a todos de allí y luego convertiríamos su reino en un lugar repleto de fuego y radiación.

    Vitali estaba por mostrar su preferencia por esa idea, cuando escuchó golpes en la puerta de parte de uno de sus hijos, quienes realizaban patrullas alrededor de la casa para advertirle en el caso de que los traliod se estuvieran acercando.

    — ¡¿Qué es eso?! — Renji, desde el otro lado, oyó el golpeteo.

    — Se acerca un traliod, tengo que cortar — Vitali no quería alzar la voz — Hablaremos en otro momento.

    — Cuídate mucho, Vitali, prometo que ustedes serán los primeros a los que apuntaré a salvar cuando llegue el día — fueron las últimas palabras dichas por su amigo antes de que ambos cortaran su comunicación.

    Vitali guardó su dispositivo, y dio la orden a Winter y a Valiana para que entraran a la casa. Los dos hijos hicieron caso a su orden, para luego irse a acostar. Fingirían estar dormidos, pero en realidad, lo iban a escuchar todo. Desde lo lejos se podía divisar la luz que posiblemente proviniera de una antorcha, usada por los traliod para iluminar el camino en las calles de la ciudad.

    Dado a que los traliod tenían un sentido de sociedad diferente a los humanos, las puertas de las casas no tenían trabas ni estaban cerradas por llave. Esto permitió a la matriarca Yma abrir la puerta y entrar acompañada por tres de los suyos. Había un cuarto traliod que le hacía compañía, pero este eligió esperar afuera de la vivienda, de manera que el humo de la antorcha no pudiera perjudicar a los humanos que habitaban allí.

    — Matriarca Yma, es un placer — comentó Vitali, sin ser totalmente sincero en sus palabras — Es un poco tarde. Nunca había tenido visitas suyas a esta hora.

    — Vengo aquí para darte una información muy importante — comentó la mujer que tenía la autoridad máxima en la provincia — Muy importante tanto para nosotros como para ustedes…

    — Ilumíneme — Vitali fingía elegancia al hablar.

    — Hemos recibido la visita de un emisario de Ybryr — la matriarca anunciaba eso al humano.

    — He visto a sus emisarios, pero a él nunca lo pude ver — Vitali comentaba ese detalle importante — Siempre envía a alguien más a decir las cosas.

    — Así es, pero esta vez es diferente a las otras — Yma dejó pensativo al ingeniero, igual que a sus hijos — Hemos recibido una invitación a la provincia Ybryr, capital de la monarquía. Él va a anunciar a uno de sus hijos o hijas como nuevo patriarca o matriarca de una de las tres provincias que aún no está bajo su control. Hufan, yo, y otro de nuestros compañeros patriarcas tendremos que ir para el anuncio oficial. El patriarca Hufan y yo ya habíamos discutido que ustedes conocerían a Ybryr en la primera oportunidad en la que nos citara a verlo en la capital. Hemos tenido que esperar mucho tiempo para eso, pero ese día finalmente llegó. Prepara lo que sea que te haga falta, porque mañana temprano vendrán algunos de los míos a buscar a varios humanos para este viaje… Por supuesto, tú estarás con ellos.

    — ¿Yo voy a tener que viajar con usted a conocer al tirano Ybryr? — Vitali no podía evitar sentir algo de miedo por eso, dado a que alguien capaz de asustar a las figuras más poderosas que él conocía seguro era de temer.

    — Es correcto, la matriarca de la humanidad viajará también — Yma lo decía haciendo referencia a Lara Furlan — Por supuesto, vendrán más con nosotros. Hufan y yo llevaremos a diez humanos cada uno. Y no quiero que te pongas a pensar en qué clase de cosas le tendrías que decir. Tú no hablarás con él. Ybryr considera a estas tres provincias como herramientas de las cuales se podrá deshacer cuando sus hijos estén listos. Solamente habla con los patriarcas y matriarcas. Puede que él te dirija la palabra en algún momento, pero eso solo será para decirte algo a lo que tú no le vas a tener que responder.
     
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  15.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Buen capítulo, amigo. Me alegra que hayan vuelto las leídas en simultáneo. Parece que quedando unos pocos capítulos, la cosa se va a desarrollar en una especie de conflicto final, o al menos, esa es mi sensación. Cierto es que todo se deberá condensar en un par de capítulos, pero bueno, no significa que no vayan a ser trepidantes. Pasaré a comentar el buen capítulo de hoy, el cual ha estado bastante bien. :kuku:

    Pequeño salto temporal, de un año o de dos, pero al fin y al cabo un salto temporal. Vemos que Fenya y otros médicos luchan contra una especie de enfermedad en algunos humanos debido al humo tóxico que desprenden esas hogueras que hacen los trailod, las cuales parecen afectar al sistema inmune y los pulmones humanos. Es una situación compleja, ya que parece que los trailod no pretenden eso (no tendría sentido por su parte XD). La matriarca Yma hace acto de presencia para traer más "medicina" (que consiste en hacer unos tés o algo así). :ewww:

    Tras esto, pasamos a ver a Winter, Iker y Jessica, escalando una colina para tener unas buenas vistas. El trío de compañeros rememora lo vivido un poco, tiempo atrás, mientras descubrimos que Iker sigue teniendo a Airin en su cabeza, cosa que hace que Winter se incomode. Aunque no debería, pues él tiene el sí de ella e Iker no tiene opciones de hacer nada, ni siquiera incluso si se gana el favor de Vyon. Pronto pasamos a un flashback en el que vemos que estos tres jóvenes fueron enviados a la provincia de Yma con algún propósito, ya que en la provincia Hufan se quedan sus hijos Vyon y Airin, Rosemary y Katia. Todos podrán entrenar juntos cada cierto tiempo, pero separarlos parece más como una estrategia de parte de Lara, aunque a priori es difícil saber que pretende. :eyebrow:

    Fenya, que al inicio del capítulo estaba pendiente de Artem, el cual está enfermo, recibe la visita de su hija Valiana. Ella quiere ver a su pareja, pero tiene el tiempo justo para no molestarle en exceso. Una hora después, pasamos a ver a Vitali en su casa, comunicándose con su compañero y amigo Renji, el cual lleva todo este tiempo reparando y preparando el Explorador Esperanzado en compañía de los que quedan en el continente que habitaron con el propósito de rescatar al resto de la humanidad, esa que tienen los trailod capturada. Parece que el plan es finalmente rescate y evacuación, ya que quedarse en el planeta tras eso implicaría ser atacados por los trailod, y los humanos son menos y van justos de defensas. Vitali se resigna a ello y debe cortar la llamada ante la inesperada visita de la matriarca Yma, que le advierte al humano de que pronto irán a visitar al tirano Ybryr, el cual ha solicitado la presencia de algunos patriarcas. Vitali sabe que, sea lo que sea, él y los demás humanos que vayan deberán andar con pies de plomo. :blue:

    Bueno amigo, estoy ansioso por ver a ese tal Ybrir y qué pretende, ver cuando sucede la rebelión que Hufan e Yma preparan y como las armas que los humanos están perfeccionando aportan su utilidad. También ver que pretendía Lara con separar a los cadetes, algo que no me ha quedado del todo claro y me genera una gran curiosidad. En fin, nos veremos a la próxima. :\*u*/:
     
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  16. Threadmarks: Una obligación que cumplir
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    22
     
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    Saludos. Aprovecho que tengo un tiempo libre en esta tarde para la publicación del capítulo 19 de esta historia secundaria. Ya casi estamos en el final, quedando este y otros tres capítulos más para regresar por fin a la historia principal.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk . Es una alegría para mí ver que disfruta de la historia, y más con las leídas en simultáneo que tenemos por discord. Espero este tramo final sea de su agrado, y espero también que se vaya preparando para el regreso de la trama principal.

    La guía de personajes quedó actualizada, como suelo hacer cuando tengo tiempo. Ahora sí, sin más que decir, los dejo leer.
















    Una obligación que cumplir:

    Cielo despejado y de un color anaranjado, carente de nubes de cualquier forma, color o tamaño obre el cielo del territorio habitado por los traliod. Esa era la vista que Lara, Vitali, y muchos otros seres humanos tenían mientras sus monturas los estaban llevando hacia la capital del territorio de sus captores. Todos los humanos se tuvieron que levantar temprano, y algunos no estaban muy bien descansados debido a las pocas horas de sueño que tenían, producto de recibir esa notificación la noche previa al viaje.

    Al frente del grupo se encontraban la matriarca Yma, el patriarca Hufan, y cuatro traliod. Dos con la piel de color verde, haciendo de guardias de la matriarca, y otros con piel de color negro, protegiendo a Hufan.

    Rodeando a los humanos, quienes conformaban un total de veinte, había alrededor de cuarenta traliod. Ninguno entendía los motivos para tanta seguridad, puesto a que los humanos requerían formar grupos muy grandes para poder dar algo de batalla a los traliod. En el centro de ese grupo, acompañando a la humanidad, se encontraba el maestro Elber, siendo de los hombres de más confianza de Hufan.

    Vitali tenía tanta curiosidad que no pudo mantener su boca cerrada por más tiempo.

    — Elber, ¿por qué tantos guardias? — preguntó directamente — Tú peleaste contra nosotros, y sabes que los humanos la tendríamos difícil para derrotar a los traliod en combate. Con uno solo por cada uno de nosotros, sería suficiente. No veo la necesidad de los cuarenta.

    — Estamos en territorio desconocido, o lo estaremos cuando crucemos a la capital — comentó otra mujer en el ejército — No tenemos cómo escapar.

    — Los cuarenta guerreros no son para evitar que ustedes escapen — Elber contestó con severidad — Son para protegerlos. En la capital hay más población que en el resto del planeta. Eso quiere decir que la inseguridad también es mayor. Para llegar al centro tenemos que cruzar por unos barrios bajos, y esos sitios son peligrosos. Por eso es Ybryr quien manda emisarios de la capital a las provincias, y no al revés. Sus emisarios saben moverse entre los delincuentes. A nosotros no nos queda más que formar un grupo grande y así asustarlos. Con suerte, ninguno llegará a ustedes.

    Lara, Vitali y todos los demás humanos guardaron silencio absoluto tras escuchar esas palabras. Les impresionaba que en la propia capital del monarca que, según ellos, era un tirano, la delincuencia tuviera tanta vía libre. Todos esperaban que un monarca como Ybryr tuviera una actitud de mano dura frente a ellos, pero por lo que acababan de escuchar, no era de esa manera. Las últimas palabras dichas por Elber no dejaron tranquilo a ninguno, puesto a que él dijo que nadie los atacaría si tenían suerte.

    Vitali no pudo pensar en lo trágico que sería para él acabar muerto en un ataque de delincuentes de esa especie, sobre todo por el hecho de que no pudo despedirse de su esposa apropiadamente, dado a que ella se encontraba trabajando. Lara tenía la misma preocupación, con bastante más nerviosismo, ya que ella era la única figura materna que tenían sus dos hijos, y no podría perdonarse nunca morir allí y que quedaran solos durante el resto de sus vidas. No eran adultos, y no tenían una formación completa, ni siquiera cerca de terminar por lo pronto.

    Los humanos también notaban que los traliod guardaban mucho silencio. Al verlos a la cara, notaron que no había nadie entre ellos que mostrara una sonrisa o algo parecido. Nadie disfrutaba de tener que ir hacia la capital, y mucho menos tener que estar cerca de Ybryr. Estaba claro que los dirigentes de las provincias llegaron a inculcar su odio hacia su monarca a la perfección, dado a que todos lo compartían, o esa era la sensación que daba.

    El camino hacia la capital no duró demasiado. Desde la provincia Yma, los grupos de ella y del patriarca acudieron por un camino de tierra que cruzaba un bosque y una pequeña zona de mesetas. A la vista de todos se alzaban las murallas que delimitaban el territorio. Otro portón se abrió apenas fueron divisados, bastante antes de que se pudieran acercar hasta la entrada.

    Mientras más se aproximaban, se podían divisar a unos tres traliod a las puertas, preparándose para una clase de recibimiento. Los líderes fueron los primeros en entrar, y el resto les siguió, asegurándose de que los humanos siempre estuvieran protegidos por un círculo de traliod que les rodeaban.

    — Patriarca Hufan, ha venido acompañando a la matriarca Yma — comentó alguien que parecía ser el guardia de la entrada — Es una sorpresa, pero les doy la bienvenida a ambos.

    — Aprecio el gesto — el patriarca contestó con educación.

    — Ambos sentíamos la necesidad de presentarnos juntos ante Ybryr — comentó la matriarca, luego de que él hablase.

    — ¿Qué es eso que viene detrás de ustedes? — el guardia finalmente notó a los humanos.

    — Es asunto de Ybryr, pero para darte una respuesta, ellos son algunos miembros de otra especie — fue la respuesta corta de Hufan — Vinieron aquí en aquella gran estructura que cruzó los cielos aquel día. Yo he ido a buscarlos hace tiempo, y hoy se los voy a presentar a Ybryr.

    — No estaba enterado de algo así, pero bien por usted — fue la respuesta de aquel guardia — Supongo que sabe la regla primordial, patriarca.

    — Sí, cualquier daño ocasionado por un integrante de mi grupo, sea traliod o no, es responsabilidad mía — Hufan comentó eso en voz alta — Descuide, ellos no van a hacer nada malo. No tienen las herramientas para ello.

    — Puede pasar, y téngalo en mente — el guardia pidió a sus compañeros que cerraran la puerta de entrada.

    Mientras dicha puerta se iba cerrando, Hufan y su compañera Yma dieron un saludo a los guardias, para pronto ponerse en marcha hacia su destino. Tal y como Elber lo decía, para poder llegar hasta el encuentro con el monarca, primero deberían atravesar por un barrio bajo. Lo identificaron nada más llegaron allí, puesto a que el estado de las calles y las casas era deplorable. Las casas eran muy pequeñas, y algunas incluso presentaban huecos pequeños por los que, sin duda, se filtraría el frío por las noches. Otras se mostraban inclinadas levemente. Y sus habitantes no tenían una buena apariencia tampoco.

    Por esas calles repletas de pozos pequeños, motivo por el cual los humanos fueron llevados en montura y lo aprisionados en la plataforma, circulaban varios hombres y mujeres de la especie dominante del planeta. Los que tenían ropa, la tenían totalmente sucia, repleta de polvo, tierra e incluso barro. Otros entre esos habitantes estaban desnudos, y desprendían un olor pútrido para los seres humanos. El olor, sumado al asco que les dio ver por primera vez los genitales de los traliod, hizo que varios de ellos cerraran los ojos o apartaran la mirada al cielo.

    — ¡¿Por qué no van a pie cómo el resto de nosotros?! — se escuchaba un grito en las cercanías.

    — ¡Desvístanse, muestren humildad, ustedes son iguales a nosotros! — otro grito se hizo presente.

    — ¡Estamos hartos de ustedes, queremos que todo el clan de Ybryr esté al mando de nuestro futuro! — un tercero se sumaba a todo el escándalo.

    Los humanos no parecían entender a qué se debía el enojo que tenían todos esos pueblerinos en contra del patriarca y la matriarca, pero les era reconfortante saber que no contaban con una inmensa cantidad de aliados. Pese a que vivían en la provincia capital, dirigida por el propio monarca, los pobres parecían tener como culpables a los patriarcas y matriarcas de otra provincia como los culpables de su situación.

    — Ybryr los habrá adoctrinado para que digan todo esto, y estos imbéciles no pueden pensar por su cuenta — Lara pensó para sí misma — Mejor así. Acabar con él los dejará sin saber qué hacer en una batalla. Y no quiero pelear con demasiados cuando sea el momento de irme.

    Los gritos y las vistas a ese barrio continuaron por cinco minutos, hasta que las monturas sobre las que viajaban pudieron finalmente dejarlo atrás. Una vez esa sensación desagradable había concluido, el resto del viaje se dio con relativa calma para ellos. La gente en los barrios bajos no parecía haberse percatado de la presencia de los seres humanos. Tal era su odio hacia Hufan, Yma y sus sirvientes que no parecía que prestaran atención a nada más en los alrededores. Quizá eso significaran buenas noticias para ellos, ya que, en un combate, su atención se podría fijar en los líderes, dejando de lado al resto.

    El camino hacia el centro de la provincia no fue demasiado largo, y con tan solo veinte minutos de diferencia lograron divisar a lo lejos un castillo de gran tamaño. No hubo ningún humano que no viera eso y no pensara que esa sería la fortaleza en donde se refugiaría Ybryr. Pronto confirmarían sus sospechas, ya que su rumbo no tardó en cambiar para poder entrar en la ciudad capital del reino en el que estaban. Los edificios allí se diferenciaban demasiado de los demás, siendo bastante altos, pulcros e incluso algunos tenían ventanales por los cuales se podía filtrar la luz.

    — Todo el dinero de nuestros impuestos viene a parar aquí — Hufan lo decía en voz alta, aprovechando que no había nadie en las calles — Trabajar tanto solo para que ese cerdo y los suyos la pasen bien. Pero no queda mucho para que eso cambie.

    Los humanos lograron apreciar de primera mano cómo era el odio que tenía el patriarca con el monarca, estando nada contento con él. Odiaban tener que estar allí de manera forzada, ya que ese conflicto no les concernía en absoluto. Sin embargo, tras haber sido arrastrados, su esperanza era rogar que el comandante Yukimura se apresurara en su rescate, aunque todos sabían lo difícil que era poner la nave a punto con personal limitado, y más si tuvieron que hacer reparaciones a los muros que fueron destruidos en el combate.

    — ¿Ven por qué Ybryr se tiene que ir? — Hufan dirigió esa pregunta a los seres humanos.

    Eso no hizo más que rabiar a todos ellos, quienes deseaban contestarle de manera despectiva por haber sido arrastrados hacia esa batalla que no era suya. Sin embargo, los humanos ya sabían que debían callar en aquel momento. Tenían pensado escapar de allí, y parte del plan consistía en guardar las apariencias. Los veinte que se encontraban allí se guardaron todos sus comentarios para sus adentros.

    — No tienes las pelotas para hacerle frente tú solo, cobarde de mierda — Vitali deseaba bastante la muerte de Hufan — Solo desearía ver la cara de susto que vas a tener cuando te des cuenta de que ya no estamos y que te toca hacerle frente tú solo.

    […]

    Tras unos minutos más de andanza, la expedición llegó hacia las puertas del castillo, que desde cerca no se veía tan imponente como sí lo hacía desde lejos. El lugar estaba deteriorado en varios lugares, y no parecía ser de lo más seguro del mundo. Durante la entrada a aquel sitio, Lara se mantuvo atenta para ver armas o torres de defensa montadas en algún punto que pudiera divisar con sus ojos. Pero no había logrado encontrar ninguna.

    Fue cuando se abrió la puerta del castillo que ella vio satisfecha su búsqueda. Ni siquiera tuvo que entrar para divisar un gran conjunto de cañones montados en los muros cercanos. Cuando el grupo entró, ella finalmente echó un vistazo a toda esa sala completa, solo para ver que había muchos guardias en aquel sitio. Algunos controlaban los cañones, y otros, por su parte, tenían garrotes para la batalla. Eso llegó a intimidar un poco a todos los humanos, quienes supieron que sería una lucha difícil para ellos si tenían que librar una batalla en aquel lugar.

    Sin embargo, la atención de todos ellos se la llevó un sonido de una puerta abriéndose con dificultad. En el lateral izquierdo de aquella sala, todos vieron como un traliod con la piel negra hizo acto de presencia. Totalmente solo para ir a recibir a las visitas, pero con un atuendo bastante llamativo. Tenía puesta una túnica de color dorado, llevaba lo que parecían ser sandalias con plataforma en los pies, y en la cabeza tenía una pequeña corona formada por lo que parecían ser laureles. Todos entendieron que estaban cara a cara con el monarca de aquella civilización.

    La confirmación la tuvieron cuando Hufan e Yma se bajaron de sus monturas para poder estar cara a cara con aquel individuo. Este se acercó a ellos, quedándose a menos de dos metros de distancia de ambos. El recién llegado se veía mucho más alto que el patriarca y la matriarca, pero todo era debido al calzado que llevaba en los pies. De no usarlo, su estatura sería menor.

    — Bienvenidos a mi castillo, una vez más — comentó aquel traliod que ostentaba un atuendo diferente — Patriarca Hufan, le quiero felicitar por su desempeño. Ya van varios años seguidos que sigue estando como la provincia número uno en cuanto a desarrollo se refiere. Sus inventos han servido y confío en que seguirán sirviéndonos a todos como no imagina.

    — Agradezco el halago, monarca Ybryr — fue el saludo del patriarca, quien hizo saber a los seres humanos de quien era el mandamás en todo ese territorio.

    Hufan realizó una pequeña reverencia, acto que Ybryr aceptó con una sonrisa, puesto a que ser venerado era algo que le gustaba demasiado. Lo próximo que hizo fue dirigir su vista a la matriarca Yma, para poder apreciar su belleza.

    — Matriarca Yma, tan espléndida como siempre — Ybryr alabó a la mujer por su belleza, al menos en los estándares traliod — Nunca me cansaré de decirlo, pero desearía haberla conocido a usted antes que a mis tres mujeres. Tristemente, lo hecho está hecho. Pero no hace ningún daño que le dé una alabanza, quiero creer.

    — Para nada, monarca Ybryr — Yma parecía algo incómoda al hablar con él, como si no disfrutara sus palabras.

    Ybryr, tras haber pasado su saludo con ambas figuras de autoridad en el reino, dirigió su vista hacia otro lugar, dándose cuenta de la presencia de los humanos. El monarca se vio bastante sorprendido al verlos, puesto a que no eran una especie conocida por merodear en los alrededores. Muchas dudas se sembraron en su cabeza, y fue por eso que miró a los dos gobernadores que acababan de llegar.

    — ¿Qué se supone que son? — preguntó, con seriedad — ¿Por qué están viajando en nuestras monturas?

    — Ybryr, he estado esperando este día hasta que finalmente llegó — Hufan fue quien habló por lo ocurrido — ¿Recuerda el día que todos vimos una estructura de gran tamaño cruzar el cielo de nuestro mundo?

    — Lo recuerdo vagamente, si le soy sincero — Ybryr no parecía darle mucha importancia a eso.

    — Bueno, a bordo de esa estructura venían ellos — Hufan sorprendió al monarca con sus palabras — Son una especie que se llama a sí misma como “humanos”. Provienen de un planeta que se volvió inhabitable. Esa estructura que cruzó nuestro cielo era un transporte, lo que les permitió escapar de la muerte y llegar hasta nuestro mundo, dejándolos en el continente de occidente. Hace aproximadamente dos años, yo di la orden a un equipo mío para que se aventure en su captura, para así traerlos aquí junto a nosotros.

    — ¿Con qué propósito? — Ybryr no estaba muy contento, pero sí curioso — Debes tener algún motivo para viajar hacia el otro continente por ellos.

    — Para que vivieran junto a nosotros, y de esa manera nos ayudaran a prosperar como civilización — Hufan mintió ante su monarca, cosa que era parte de su plan — Nosotros solo dominamos los mares y la tierra, pero ellos han sido capaces de dominar el cielo… Piense en lo mucho que ayudarán ellos a nuestra especie si colaboramos junto a ellos.

    — El patriarca Hufan fue quien se encargó de capturarlos, pero ha decidido compartir a los humanos conmigo — Yma parecía tener una respuesta ensayada a los dichos de su compañero — Necesitábamos asegurarnos de que fueran a colaborar junto a nosotros y con el objetivo que tenemos como especie. No los hemos presentado antes ante usted porque queríamos una invitación de su parte, y porque necesitábamos asegurarnos de que todo fuera tal cual lo planeamos.

    Ybryr caminó de un lado a otro, a medida que los guardias traliod que protegían a los humanos se abrían, para permitir así al monarca observar a los nuevos habitantes de su reino con cuidado. Lara, Vitali, y el resto de los humanos allí no habían estado tan tensos en casi toda su vida. El único ser que era capaz de asustar a sus captores no les quitaba el ojo de encima, casi como si los estuviera escaneando con el propósito de obtener información pertinente de ellos.

    Ybryr se quedó asombrado con su apariencia.

    — Se ven frágiles — el monarca emitió ese comentario al ver sus cuerpos — Pero ustedes lograron escapar de su mundo, por lo que me han dicho… Su fortaleza debe ser el conocimiento, y no el combate… Eso podría explicar cómo fue que fueron capturados en primer lugar.

    — Es exactamente de esa manera, monarca — Elber fue quien habló, asegurándose de hacerlo con respeto — Yo lideré el equipo que los atrapó. No dieron una gran batalla, pese a que mataron a muchos compañeros míos.

    Ybryr se anotó esa información para tenerla en cuenta, pero todo era una elaborada mentira para que no considerara a los humanos como un peligro. Lo cierto era que, con las mejoras implementadas a las armas, los humanos serían un peligro para él, junto con los traliod que fueran capaces de manejarlas. El monarca creía que ellos no debían tener ninguna clase de preparación militar, tanto para pelear como para elaborar estrategias, y se dio cuenta de que el único uso que les podría encontrar sería como inventores para su raza.

    — ¿Han estado viviendo dos años en sus provincias? — Ybryr se volteó y miró a Yma y a Hufan.

    — No fueron dos años completos, pero falta poco para que se cumpla ese plazo — fue la respuesta de Hufan, quien no recordaba con exactitud el día en que llegaron a su mundo.

    — Bien, eso no importa mucho, en realidad — Ybryr causó algo de confusión por esas palabras — Han estado más de un año viviendo junto a ustedes, en sus provincias… en el territorio que conforma mi reino.

    — ¿Monarca? — Yma no sabía hacia dónde se dirigía la conversación — ¿Qué es lo que quiere decir?

    — Ellos son habitantes de este territorio, lo que quiere decir que ellos también tienen que pagar impuestos por permanecer en este sitio — el monarca lo declaró con severidad — No pueden estar como si nada, ocupando mis tierras, comiendo mis alimentos, y gozando de todos los beneficios que les traen mis inversiones a partir de ellos.

    — Monarca, yo no lo estoy entendiendo, ¿por qué…

    — Por lo que me has dicho, ellos no son herramientas, son seres vivos que disfrutan de una vida relativamente sencilla gracias al hecho de que viven en este lugar — Ybryr interrumpió de golpe a Hufan — Viven, comen y duermen en la seguridad de los muros que yo me encargo de mantener, en vez de habitar las zonas infértiles del exterior. No encuentro lo que no está pudiendo entender, patriarca, estos seres forman parte de nosotros. Si eso es así, entonces que paguen como el resto. A partir de ahora, usted y la matriarca Yma pagarán un treinta por ciento más de impuestos que antes.

    — ¡Monarca, ellos son apenas unos quinientos individuos! — Yma quiso evitarse esa medida — ¡No son demasiados en población comparados con nosotros!

    — ¡Eso me da igual, matriarca, ellos han estado viviendo aquí por mucho tiempo y gratis, eso se acaba a partir de ahora! — Ybryr sentenció, y no tenía pensado dar marcha atrás — Supongo que sobra decir lo que pasará si no pagan en tiempo y forma.

    — Lo sabemos perfectamente, monarca — Hufan agachó la cabeza al decir eso — Usted tendrá su pago correspondiente, y no habrá quejas de nuestra parte.

    Lara, Vitali y los demás humanos no pudieron evitar sentirse algo angustiados cuando notaron las caras largas que pusieron el patriarca Hufan, la matriarca Yma, el maestro Elber y el resto de los traliod que iban con ellos. No parecía ser una buena noticia para quienes eran sus captores, y eso los dejaba preocupados. No por ellos, sino por sí mismos. El hecho de que hayan insistido para no tener que pagar esos tributos les hacía ver que quizá esos dos líderes estaban imposibilitados para realizar un pago tan grande.

    Ybryr no parecía mosquearse con un anuncio así, haciendo parecer como si no fuera nada para él. No fue el caso para el patriarca y la matriarca, quienes se empezaban a preocupar en gran medida por eso.

    Ninguno de los dos tuvo otra opción más que acceder a todo lo que les decía quién era la autoridad máxima de aquel lugar, puesto a que la desobediencia era algo que él no iba a tolerar, y lo sabían bien. Aquel anuncio les cambió los planes que tenían, y ciertamente, era necesario para ellos que tuvieran una reunión en privado para poder discutir más a fondo sobre el tema. Pero eso tendría que esperar, puesto a que no fue para eso para lo que habían acudido a la capital.

    Hufan, queriendo cambiar de tema rápido antes de darle la posibilidad a Ybryr para que se enfadara, empezó con una pregunta referente al asunto de la noche.

    — Monarca, ¿cuándo llegará el patriarca Jil para la ceremonia en dónde abandonará el mando de su provincia? — fue lo que preguntó Hufan, revelando el nombre del patriarca que dominaba la tercera provincia fuera del mando del clan de Ybryr.

    — El patriarca Jil no tardará en llegar, y mi hijo Aab tampoco — Ybryr dio esa noticia a todos los presentes — Vengan a la sala del banquete. Nos espera un delicioso almuerzo para celebrar por el ascenso de uno de mis hijos. Este es un día que estuve esperando por varios años.

    — ¿Qué haremos con los humanos que hemos traído con nosotros? — Elber quería saber si tenían permitido el acceso al lugar.

    — Ellos van a entrar, no quiero tener que ponerles vigilancia — Ybryr comentó lo que tenía planeado para ellos — Pero no van a tocar ni un solo trozo de comida. Se van a quedar con hambre el día de hoy. Puede que la siguiente ocasión les permita comer, siempre y cuando sus impuestos estén al día.

    Los humanos no estaban esperando un trato preferencial en aquel sitio, capital del territorio de los captores, pero tampoco esperaban que no se les diera nada para comer. Sabían que podrían comer al regresar a casa, pero si el evento en el que estaban se prolongaba demasiado, estarían hambrientos por un largo tiempo. Incluso cuando fueron capturados y llevados a la fuerza hacia otro continente, en estado de prisioneros, se les dio alimento. Aunque eso, lógicamente, era para evitar que pudieran morir de hambre en el viaje. De igual manera, supieron que Ybryr siendo el mandamás de los suyos, podía actuar como él quisiera.

    El monarca los guio a todos hacia la entrada principal de una sala que parecía estar acomodada para la celebración de un banquete. Era un lugar con mucho espacio disponible, y en ese sitio se encontraba un inmenso número de traliod para rellenar el sitio. Hombres, mujeres e incluso niños de esa especie ocupaban casi la totalidad de la sala. Había algunos sentados en una de las dos largas mesas que había, mientras que otros terminaban algún arreglo. Al momento en el que vieron llegar al monarca, todos fijaron su vista en él, con excepción de los más pequeños, que seguían en sus juegos separados del resto.

    Ybryr levantó las manos, y luego de eso, todos hicieron una reverencia muy larga. Cuando este bajó ambas manos, la gente empezó a sentarse a las mesas, acomodándose cerca de quienes serían sus seres más cercanos. Hufan e Yma recibieron la invitación para estar cerca de su monarca. Este estaba acompañado por sus tres esposas y un total de ocho de sus hijos. Aab, quien según él sería quien reemplazaría al patriarca Jil en una de las provincias, se encontraba ausente. Hufan e Yma se sentaron uno al lado del otro. De esta manera, ellos dos eran los únicos ajenos al patriarca sentados en dicha mesa, la cuál era la primera a la izquierda desde la entrada. Del lado derecho se encontraban Elber y los demás traliod que viajaban junto a sus líderes, siendo acompañados por algunos otros trabajadores del castillo.

    Lara, Vitali y el resto de los seres humanos no tuvieron sitio para sentarse. Dado a que no eran esperados en la fiesta, no se les preparó un espacio, y dada la resolución de Ybryr con ellos, no se les permitiría tener uno. Algunos en el grupo eligieron quedarse de pie, mientras que otros pasaron a sentarse en el suelo. Desde lo lejos, ellos veían como algunos trabajadores entraban y salían desde una puerta en el otro extremo de la sala, posiblemente una cocina, cargando comida y bebidas para todos ellos. El aroma de la comida era tentador, lo que llevaba a que a todos ellos se les abriera un poco el apetito. Veían comer a los traliod con placer, de una manera en que se les contagiaba mucho el deseo de poder estar sentados a la mesa y comer. No para compartir con ellos, sino para poder aguantar el hambre que transcurriría en el viaje de regreso.

    Lara, siendo la líder de la mayoría de humanos allí, centró su vista en el monarca, tratando de descubrir quiénes de entre todos esos que estaban cerca comiendo junto a él serían parte de su familia. Toda la información que pudieran conseguir sería útil, aunque no estaba en sus planes hacer frente a todos ellos, si llegaba a darse el caso, tendría que tenerlos divisados, ya que tenía entendido que ellos conformaban un clan familiar muy poderoso en combate.

    Hufan e Yma no podían estar tranquilos al comer, puesto a que esperaban que Jil, el patriarca de la otra provincia apareciera en algún momento junto a Aab, quien tendría que tomar el control de su provincia. No obstante, el banquete había empezado, y quienes se suponía que eran los invitados de honor, aunque fuera únicamente uno de ellos, no habían llegado todavía.

    De un momento a otro, un ruido se hizo presente en el sitio, pero no provenía desde allí, sino que era desde el exterior. Todos los humanos sabían que algo iba a entrar por la puerta por la cual ellos mismos habían pasado previamente y quedaron en alerta, ya que no querían ser tomados por sorpresa. Hufan e Yma se miraron a los ojos, como si estuvieran compartiendo una preocupación. Ybryr pudo notar esa mirada en ellos dos, y decidió condimentarla con un comentario suyo.

    — Aquí está — decía para los cercanos — ¡Adelante, hijo!

    De golpe, un traliod de una estatura más baja que los que los humanos acostumbraban ver, irrumpió en la sala donde el banquete se estaba llevando a cabo. Este iba acompañado de otros hombres y mujeres, quienes le seguían de cerca desde atrás. Al entrar, este empezó a gritar por todo lo alto, a medida que levantaba en sus manos la cabeza decapitada de un traliod, víctima de un asesinato cometido por sí mismo.

    — ¡He llegado! ¡He llegado! — gritaba Aab, mientras sacudía los brazos y movía la cabeza cortada que tenía de un lado a otro.

    — Jil… — Hufan lo reconoció cuando el hijo del monarca la exhibió cerca de él.

    — ¿Qué fue lo que hizo tu hijo? — Yma preguntó eso directamente al monarca.

    — Mi hijo deseaba tener una introducción al poder diferente a la de los demás, y le di la autorización para que lo haga — Ybryr contestó llanamente la pregunta — ¡Buen trabajo, Aab! ¡Sé que la provincia estará mejor en tus manos!

    Aab, que no hablaba casi nada y simplemente se dedicaba a brincar con aquella cabeza de un lado a otro, se pasó por ambas mesas, mientras todos con excepción de los hombres de Hufan y de Yma le aplaudían y alentaban. De pronto, el hijo de Ybryr, quien tomaría el mando de la provincia que Jil había dejado libre tras su muerte, logró divisar a los seres humanos. El ver a una especie totalmente diferente en el sitio le detuvo en seco, y se quedó mirándolos atentamente. Lo siguiente que hizo fue mirar a su padre, y este supo que tenía que informarlo al respecto.

    — Está bien, hijo, ellos están aquí como invitados, no te causarán problemas — Ybryr comentó en voz alta — Puedes tomar asiento junto a mí y comer todo lo que quieras.

    — Gracias por dejarme hacer esto, papá — Aab ya no tenía ganas de seguir en su celebración — Ahora que lo dices, me ha dado mucha hambre. Me sentaré contigo en un segundo.

    Como si se tratara de una bola de boliche, Aab realizó un amague con su brazo, para posteriormente lanzar la cabeza cercenada del traliod, de nombre Jil, hacia la posición en donde estaban los humanos. La cabeza del fallecido ex patriarca Jil rodó con toda la fuerza con la que fue impulsada por Aab, provocando que los humanos se levantaran y apartaran de su lugar para no tener que tocarla. Esta golpeó en la pared, y al hacerlo, rebotó un poco hacia afuera. Lara, Vitali y todos los demás se movieron de ese lugar y se colocaron en otro rincón de la sala, para luego ver como el hijo de Ybryr corría rápidamente para sentarse en su lugar.

    — Es… cínico — Vitali tenía ganas de vomitar por eso — No tiene respeto por la vida de los suyos. ¿Qué clase de respeto podrían tener para con nosotros?

    — Me da miedo de imaginar lo que habrían hecho con nosotros si nos hubieran atrapado ellos y no los demás — Lara compartía el miedo de su compañero — Pase lo que pase, no hay que dejar que ninguno de ellos se nos acerque… Nunca.

    Hufan e Yma estuvieron muy nerviosos cuando vieron a Aab sentarse al lado de Ybryr en la mesa. Este, tan pronto como ocupó su lugar, tomó el plato con ambos brazos y lo levantó a la altura de la cabeza, para devorar comida como si fuera un animal salvaje y sin ninguna clase de modales en la mesa.

    — Es un entusiasta, siempre lo ha sido — Ybryr le acarició la cabeza con gentileza — Hufan, Yma, ustedes encárguense de pagar los impuestos que me corresponden si no quieren que su muerte se asemeje a la de Jil. Él no pagó lo que debía y ahí está el resultado. Confío en ustedes para poder mantenerse al día.

    Esa clase de amenaza llegó a hacer temblar de miedo a Hufan y a Yma, quienes ya tenían imposibilitada toda opción de quedarse tranquilos respecto a lo que estaba pasando allí. Hufan buscó con la mirada a Elber, y estuvo un tiempo con el mentón levantado hasta que consiguió hacer contacto visual con aquel en quien depositaba su confianza. Al cruzar miradas, Hufan asintió, y Elber empezó a levantarse del lugar junto a los demás que les acompañaban.

    La matriarca Yma y el patriarca Hufan se levantaron de golpe, dejando la mesa para sorpresa de todo el clan de Ybryr.

    — ¿A dónde van? — preguntó una esposa del monarca — Todavía hay comida en su plato.

    — Se perderán de los bailes — uno de los hijos mayores de Ybryr los quería persuadir.

    — No… no me siento muy bien — Hufan era sincero con ellos — Les permito comer todo lo que estaba destinado a mí y a mis sirvientes.

    — Yo digo lo mismo que Hufan — Yma tampoco tenía deseos de quedarse allí — Pueden tenerlo todo si lo desean.

    — Nos sentiremos algo desanimados sin ustedes aquí, pero desperdiciar comida no es mi estilo — Ybryr les dio autorización para irse — Aprovechen y reflexionen al respecto de todo lo que pasó hoy.

    Ante la vista de la autoridad máxima de su especie, Yma, Hufan, Elber y el resto de los traliod y humanos que iban junto a ellos procedieron a abandonar el sitio en el que estaban. Con algo de prisa, dos de sus acompañantes abrieron la puerta que dio entrada a la sala del banquete, para luego de eso, permitirles cruzar hacia la otra sala y posteriormente abandonar el castillo.

    Ybryr los veía marchar con una sonrisa, sabiendo que, más que nunca, ellos dos estarían motivados a cumplir con su deber tributario. Ya que sabían lo que les esperaba si no lo conseguían.

    […]

    — Finalmente estamos a salvo — Yma detuvo la marcha de su animal a diez kilómetros de haber cruzado la frontera de nuevo a su provincia.

    — Pero solo por ahora — Hufan recalcó eso — Ybryr nos tiene en una posición difícil.

    — ¿Qué se supone que está pasando el día de hoy? — Lara quería saber el contexto de todo — Nunca mencionaron que iríamos a ver a uno de los hijos de Ybryr exhibir una muerte como un triunfo.

    — Es que eso no estaba planeado — Hufan respondió a la inquietud de la humana — Pero él nos dijo la verdad. Jil no logró cumplir con el pago que exigía Ybryr, y fue por eso que le permitió a su hijo hacerle eso. Incluso creo que ni siquiera fue idea de su hijo. Está más que claro que eso fue un mensaje a nosotros.

    — Nuestro tiempo se acortó demasiado, Hufan — la matriarca le dijo con seriedad — Él quiere que paguemos bastante más por los humanos… Con todo lo que estamos invirtiendo para desarrollar las armas, no nos alcanzará para pagarle. No creo que nos tenga ninguna tolerancia si nos retrasamos.

    — Es imposible pagarle, incluso si dejamos de invertir recursos en las armas — Hufan empezó a pensar con prisa — No llegaremos a lo que él quiere, y tan pronto como no cumplamos con eso, acabará con nosotros.

    Nuevamente, Lara pudo ver temblar a Hufan mientras este se encontraba arriba de su montura. El animal que lo cargaba a sus espaldas empezó a asustarse un poco, obligando al patriarca a tener que tranquilizarse para posteriormente hacer lo propio con aquel animal. Fueron dos minutos de intentarlo hasta que finalmente lo consiguió, y ese animal se quedó quieto.

    Lara creyó que celebraría cuando viera a aquel que dio la orden de capturarlos pasar por tanto miedo, pero por una extraña razón, no podía evitar sentir que algo malo se avecinaba. Al mirar hacia la derecha, vio que Vitali la estaba mirando a los ojos. El ingeniero convertido en soldado tragó saliva al tiempo que asintió con la cabeza. Lara cambió la dirección de su mirada para ver a Hufan, quien no dejaba de tener ese semblante temeroso en su cara.

    — No tenemos mucho tiempo, y esperar no es una opción — Hufan preocupó a todos con sus palabras — Una semana. Vamos a trabajar incansablemente durante una semana para tener las armas listas, y atacaremos a Ybryr antes de darle una oportunidad de planear nuestras muertes.

    — ¡¿Una semana?! — Lara recordó los casos de los humanos que estaban enfermos — ¡Pero hay varios de los nuestros que no están en condiciones para pelear! ¡Necesitarán tiempo para recuperarse!

    — Tiempo es lo que no hay — Elber secundó lo dicho por su patriarca — Haremos lo que esté a nuestro alcance para que todos se mejoren y estén listos. Pero será la semana siguiente en la que atacaremos a Ybryr. Si esperamos, todos moriremos sin la posibilidad de defendernos de ellos.

    — ¡Esto es un desastre! — Vitali se preocupaba por la situación de la humanidad, y no por la de los traliod — ¡No sé si estamos listos para pelear contra él ahora! ¡No después de lo que hemos visto!

    — ¡Entonces prepárate! — Yma le dijo con severidad — ¡Si no eres capaz de hacerle frente, entonces tú y toda tu amada familia van a morir! ¡¿Quieres eso?! ¡¿Quieres que los hijos de Ybryr te decapiten y se paseen jolgoriosos con tu cabeza como si fuera un trofeo?!

    — No quiero siquiera imaginarlo — Vitali fue directo con la matriarca al responder.

    — En ese caso, vas a pelear — Yma le dejó entre la espada y la pared — Todos los que puedan pelear van a ir al frente. Los que no estén en las mejores condiciones estarán en las reservas. Pero necesitaremos que todos estén movilizados para esta pelea.

    Con poco que discutir allí, la matriarca y el patriarca dieron la orden a los suyos para moverse. Era necesario un plan para poder atacar a Ybryr de forma sorpresiva pero efectiva. Habían visto el despliegue de sus hombres en el castillo, y eso los dejó un poco intimidados, pero eso no los iba a detener, o al menos, no tenían esa intención.

    Hufan iba a discutir varias posibilidades de ataque junto a Elber, y sería Yma quien hiciera lo mismo con varios maestros a su servicio. Antes de que se cumpliera el plazo de los siete días, los dos líderes de las únicas provincias fuera del control de Ybryr tenían que tener todo listo para el enfrentamiento. Ellos comunicaron a todos los presentes, tanto humanos como traliod, que el tiempo de una semana sería inamovible, incluso si llegaban a dar con un plan efectivo mucho antes de tiempo.

    Por la tensión generada en el lugar, todos los presentes que iban en el viaje de regreso a las provincias Yma y Hufan estaban callados. Los pensamientos de cada uno se dirigían a sus seres queridos o al futuro de su raza. Nadie tenía deseos de morir en tan solo siete días, pero el miedo de que eso pudiera terminar ocurriéndoles los tenía casi dominados.

    Cuando llegaron a la entrada a la provincia de Yma, Vitali se acercó hacia Lara, solo para poder susurrarle algo al oído, ya que sabía que sus caminos se separarían al entrar allí.

    — Sé que debes estar asustada, porque yo también lo estoy — fueron los murmullos del ingeniero — Pero tienes que pensar en algún buen plan para que Renji nos pueda sacar de aquí. De lo contrario, ninguno de nosotros verá el futuro que le depara a la humanidad.

    Lara no necesitaba que se lo dijeran, pero ella supo que las intenciones de Lakor eran aumentar la confianza que pudiera tener en sí misma para poder hablar con el único comandante que estaba vivo y sin ser capturado por los traliod. Ella tomó aire al mismo tiempo que luchaba para no respirar de manera agitada, sabiendo que esa noche tenía que tener una conversación con Yukimura.

    […]

    — ¡Lara, lo que me pides es imposible! — Renji, al momento en que cayó la noche, se encontraba hablando con su compañera — ¡La nave todavía no está lista para escapar de este planeta de forma segura!

    El plan que tenían ambos era el de huir de forma definitiva de aquel mundo. No tenían intenciones de arriesgarse a una nueva batalla contra los traliod, incluso con las armas modificadas, dado a que no tenían los números para poder resistir un conflicto así. Embarcarse en una lucha contra ellos sería muy peligroso, y si terminaba saliendo mal, repetirían la experiencia que tuvieron al ser capturados, en el mejor de los casos.

    Lara no se sintió muy aliviada al tener que oír eso, ya que esa nave era la única manera de sacar con vida a los más de novecientos humanos cautivos en el territorio de los traliod. Sin ella, no sería posible irse del continente, y mucho menos del planeta. Y por lo que dijo Renji, estaba lejos de estar lista.

    — ¡Renji, esto es grave! — Lara quería insistir en que pusiera todos sus esfuerzos en ello — ¡Hemos conocido a ese tal Ybryr el día de hoy! ¡Él y su familia son unos salvajes! ¡Ha asustado a Hufan y a Yma, y ellos no quieren esperar más! ¡Vamos a lanzar el ataque en una semana! ¡No tengo idea de cuánto tiempo seremos capaces de resistir! ¡Tienes que poner a todos a trabajar en lo que puedan!

    — ¡Eso es lo que hemos estado haciendo, pero no tenemos gente suficiente! — Renji sabía lo que debían hacer — ¡Pese a tu insistencia no es algo tan sencillo de hacer, nos falta gente y tú lo sabes! ¡Varios de ellos están allí contigo!

    — Espera… eso me da una idea — Lara, tras oír esas palabras, sentía que estaba empezando a iluminarse — ¿En qué estado está la nave al día de hoy?

    — Puede volar, y estoy seguro de que puede salir del planeta sin problemas — Renji recordaba los reportes que leía de los ingenieros — Pero no durará más de tres días en el espacio exterior, con suerte cinco. Y eso es el final. Si esa nave se parte a la mitad cuando estemos en el vacío del universo, se acabó todo para nosotros. Todos nuestros esfuerzos para sobrevivir habrán sido para nada, y cada uno de nosotros experimentará una muerte horrible mientras nos quedamos sin oxígeno.

    — ¿La nave puede volar hasta aquí y luego regresar al continente de occidente? — la comandante Furlan quería saber eso al menos.

    — Sí, eso es algo posible — el comandante Yukimura no entendía el plan de la comandante — ¿Qué planeas?

    — Ustedes pueden venir hasta aquí y rescatarnos a todos — Lara creyó tener una idea para afrontar la situación — No tenemos por qué abandonar este planeta el mismo día que escapemos de aquí. Ellos tardaron mucho tiempo en cruzar de un continente a otro, y si nos escondemos en otro lugar, tardarán mucho más en encontrarnos.

    — Creo que ya te estoy entendiendo, Lara — Renji captó su mensaje — Solo tenemos que dejar la nave lista para poder cruzar de un punto de planeta a otro. Luego, entre todos, repararemos la nave y escaparemos hacia otro nuevo mundo.

    Lara sonreía plenamente tras haber podido llegar a un entendimiento con su compañero comandante. Con la noticia de que la nave podría llevarlos de un continente a otro, el escape de la humanidad de aquel mundo estaba casi asegurado, solo quedaba realizar un plan eficiente que les permitiera a todos escapar a salvo, de manera que no muriera ningún humano en el día en que se diera el escape. Sin embargo, Lara era consciente de que algo como eso sería una tarea muy difícil de lograr.

    — Solo nos queda acordar bien cómo se supone que voy a hacer para rescatarlos a todos — Renji se lo comunicó con seriedad — Tú eres quien conoce la zona. No tiene sentido que yo haga un esquema para sacarlos si ni siquiera sé en dónde encontrarlos. ¿Se te ocurre algo, Lara?

    — Todavía no tengo nada que pueda servir, Renji, pero ya iré pensando en algo — fue la respuesta de la comandante — Estoy más tranquila ahora que sé que un escape terminaría bien para nosotros. Tengo una semana para pensar en algo y organizar mejor mis ideas. Te las iré comunicando en estos días. No tardará demasiado.

    — Espero noticias tuyas, entonces — Renji sabía que no tenía sentido gastar esfuerzos en planear si no serían ideas precisas — Sé que lo lograrás, Lara. Confío en tus capacidades.

    Habiendo acordado lo que se haría terminado el rescate de la humanidad, la comandante solamente tenía que pensar en cómo se realizaría el mismo. No iba a ser tarea sencilla, pero era justamente para eso para lo que se convirtió en comandante. Ella tenía la tarea de encontrar una salida de aquel mundo para todos los que estaban capturados junto a ella, o por lo menos, de intentar salvar a la mayoría.

    Con la conversación finalizada, Airin y Vyon, que estaban haciendo guardia en el exterior para alertar de la posible aparición del patriarca Hufan o de alguno de los otros traliod que estaba a sus servicios, entraron a la casa para hacerle compañía a su madre. La noche de aquel día era bastante fría, y eso llevó a que los tres se sentaran juntos para estar algo más cálidos, dado a que no se podían encender nuevas piras debido al daño que estas causaban a los seres humanos.

    — ¿Mamá? — Airin estaba algo temblorosa — ¿Vamos a escapar todos con vida de aquí?

    La mujer miró a los ojos a su hija, sabiendo que ella buscaba una respuesta que le diera esperanza. Ella quería otorgársela, pero no por eso quería mentirle descaradamente. Fue por eso que decidió apuntar a una respuesta honesta pero realista.

    — Voy a hacer lo que esté a mi alcance para que la mayoría de los humanos aquí pueda huir — comentó Lara, acariciando el rostro de su hija — Y tengo la intención de que nosotros tres estemos en esa mayoría.

    — Solo me importa que nosotros tres podamos huir a salvo — Vyon dio su opinión sincera — Pero antes de huir, tenemos que hacer un esfuerzo para asesinar a Elber. No puede vivir después de lo que le hizo a papá.

    — Hijo, tú no viniste conmigo hoy, no has visto lo que yo vi — Lara quería bajarle esos humos a su hijo — Los seres que he visto hoy son mucho peores que Elber. Estoy segura de que el patriarca lo mantendrá cerca de él, y que ambos se van a acercar a Ybryr para poder atacarlo. Pero no quiero estar cerca de nadie de la familia de Ybryr.

    — ¿Vamos a dejar la muerte de papá sin vengar? — Vyon no estaba muy alentado con esas palabras.

    — Estoy segura de que tu padre está más preocupado por nuestra seguridad que por vengar su muerte — Lara quería que lo entendiera — Y nadie está seguro cerca del clan de Ybryr. Uno de sus hijos ha matado brutalmente a alguien que dirigió por años una provincia prospera en su reino. ¿Qué crees que podrían hacernos a nosotros si nos llegan a tener en la mira? Lo mejor es marcharnos de aquí y dejar que se maten entre ellos. Si Elber va a pelear contra la gente de Ybryr, eso lo deja fuera de nuestro alcance.

    — ¿Y cómo vamos a huir de aquí? — Airin no podía evitar mostrar un poco de miedo ante lo que se les venía encima.

    — Deja que yo me preocupe por eso — Lara no podía pensar claramente en ese momento — Ustedes solo preocúpense por estar listos para cuando llegue el día de nuestro escape.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo mío, me alegra que finalmente hoy hayamos podido hacer una leída en simultáneo, ya sabes lo mucho que las aprecio:kuku:. El capítulo de hoy fue largo, pero tiene sentido viendo que falta poco para llegar al final. No obstante, pese a su duración, estuvo cómodo leerlo y como capítulo estuvo genial, ya que se aprecia bien el peligro que implica el tirano Ybryr.

    Comenzamos con esa expedición que va camino al hogar de Ybryr. Viendo la seguridad que llevan Hufan e Yma, es evidente que se van a adentrar en un territorio complicado. Pronto, los humanos son testigos de como en el área próxima al castillo del tirano, la gente vive en lamentables condiciones pero, sin embargo, abuchean a los recién llegados mientras parecen haber sido lavados del cerebro. Incluso se ven sus genitales (XDDDDDDDDDDDDDDD) :blue:.

    Todo esto lleva al castillo, donde finalmente se nos muestra a Ybryr, el cual intercambia palabras con el patriarca y la matriarca. Su sorpresa se da al ver a los humanos, seres completamente desconocidos para él. Con esto, Ybryr decide que si los humanos viven en su territorio, las provincias en las que están deberán pagar un treinta por ciento más de lo que proveen, algo que deja a Hufan e Yma en serias complicaciones. Tanto el patriarca como la matriarca han conseguido sortear un poco al tirano mediante una mentira elaborada sobre el porqué han ido a por los humanos, algo que tienen ganado, al menos por esa parte.

    Tras esto, todos se preparan para un gran banquete (a excepción de los humanos, que se quedan sin comer por orden de Ybryr :sadexo:) mientras esperan la llegada de Jil y del hijo del monarca, llamado Aab. Este suceso se da eventualmente, pero la aparición es aterradora. Aab aparece con la cabeza de Jil, celebrando su muerte ya que se queda con su provincia. Incluso Ybryr alenta y celebra que su hijo sea así (de tal palo, tal astilla psicópata :ewww:). Sea como sea, el joven trailod (supongo que es joven XD) lanza la cabeza de Jil hacia los humanos, claramente de forma despectiva, una vez sabe que no son una amenaza. Viendo esta escena, tanto Hufan como Yma deciden abandonar el castillo al sentirse seriamente amenazados, mientras el monarca los ve marchar con el placer de saber que los tiene asustados.

    De camino a casa, tanto el patriarca como la matriarca saben que tienen el tiempo pegado al culo, ya que sus vidas están en juego. Todo esto acelera el proceso de iniciar la lucha contra Ybryr, cosa que Lara y Vitali, al igual que el resto de humanos, no ven claro, ya que no están preparados aún. Sin embargo, los líderes trailod están decididos a iniciar el conflicto y los humanos no tienen ni opinión ni voto. Esto hace que Lara decida contactar a Renji al final del día, metiéndole prisa y teniendo que reconsiderar el plan, el cual ahora consiste en rescatar a todos con el Explorador Esperanzado y en lugar de irse del planeta, buscar otra ubicación en el continente que habitan y darse tiempo para preparar la nave para viajar de nuevo. Todo ello siendo arriesgado, ya que los trailod son peligrosos y de encontrarlos, sería una masacre.

    Sea como sea, terminamos con la familia Utkin sentándose frente al fuego, con Airin preocupada, Vyon queriendo vengarse de Elber (Galarga :eyebrow:) y con Lara consciente de que se vienen momentos de máxima tensión e incertidumbre. Bueno, ya queda menos para el final y personalmente, siento que se viene conflicto. Me cuesta creer que puedan escapar tan fácil, aunque bueno, ojalá. Yo soy team humanos siempre (aunque a veces le tenga poca fe a mi propia especie XD).

    Nos vemos a la siguiente, amigo. Un abrazo enorme.
     
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  18. Threadmarks: El día de la última noche
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Aprovecho este tiempo de tranquilidad para ir publicando el capítulo número 20 del spin off. Luego de recorrer un tramo bastante largo, ahora estamos ya en la puerta del final. Solo quedan 3 capítulos para finalizar, contando este. Ya estamos casi a las puertas de pasar a la continuación de esta historia, la cual planeo, quiero y espero publicar pronto.

    Etiqueto y mando un abrazo a mi gran amigo Manuvalk quien ha estado siguiendo fielmente esta historia, incluso en aquella semana donde el foro eligió irse de sabático. Espero que le guste el cierre que tendrá esta historia secundaria, así como también la repercusión que pueda tener en la historia principal.

    Sin noticias por ahora, va el capítulo.


















    El día de la última noche:

    Una semana había transcurrido en el planeta Tralio. Tal y como había sucedido durante la semana, el cielo estaba despejado, y los rayos del sol iluminaban mucho más el territorio que en días previos. Los seres humanos sentían una gran tensión en aquel momento, pero tenían la ventaja de que no tenían cosas qué llevarse con ellos al momento en el que diera comienzo todo.

    Mientras que el patriarca Hufan y la matriarca Yma creían que ellos estaban comprometidos a formar parte de su plan para deshacerse de forma definitiva del clan de Ybryr, ellos tenían otra idea en mente. Para su mala fortuna, ninguno todavía tenía la certeza de cómo sería el plan para llevar a cabo el enfrentamiento. Los líderes de la especie que los había capturado estaban en una reunión que había empezado lo más temprano posible durante la mañana solamente con Lara, en donde se enteraría de cómo sería el procedimiento para combatir al tirano de aquel mundo.

    Vitali estaba reunido en su casa, junto a su esposa Fenya y sus dos hijos. El ingeniero estaba caminando de un lado a otro, mientras los nervios lo devoraban con vida, puesto a que todos se enterarían del plan tan pronto como la comandante Furlan fuera capaz de comunicarlo. Fenya, Valiana y Winter estaban bastante nerviosos, siendo la médica que no tenía conocimiento ni instrucción militar la más asustada de todos. No tenían idea de si deberían participar todos en aquel enfrentamiento, puesto a que eso dependía de todas las armas que tuvieran disponibles para el ataque. Los traliod, al momento de capturarlos, tomaron una gran cantidad de estas armas, tomando tanto las que pertenecían a humanos que estaban vivos como también las de los que fallecieron en el ataque que Elber lanzó a su sitio.

    La vivienda de la familia Lakor-Aldan estaba en total silencio, esperando a que el dispositivo del ingeniero padre de la familia sonara con el mensaje pertinente de la comandante que estaba junto a ellos. Ese momento no tardó en llegar, y tan pronto sonó el aparato, Vitali lo levantó para echarle un vistazo.

    — ¿Qué dice? — Fenya necesitaba saber cómo sería el procedimiento a realizar.

    — Esto es serio — Vitali no estaba para nada contento con lo que leía — Nos van a dividir en grupos. Lara dijo que los traliod vendrán a buscarnos y nos emparejarán en varios grupos que acudirán a la capital desde diferentes posiciones.

    — Pero estaremos juntos, ¿verdad? — Valiana no quería separarse de ellos.

    — No lo sé, esto no dice nada sobre eso… — Vitali también se ponía nervioso — Pero este es el plan de escape que vamos a seguir… Vamos a acompañar a los traliod a la capital, la idea que tienen el patriarca y la matriarca es que el tirano Ybryr cruce a nuestro territorio. Lo engañarán para que crea que los traliod de estas dos provincias están haciendo revueltas por la suba de los impuestos. Creen que no se quedará sentado viendo todo ese desorden, y que será sencillo hacer que se aleje de la capital y de la mayor parte de su ejército. Una vez en estas provincias, empezará el ataque. Ybryr morirá, y seguro los que estén cerca de él empezarán a luchar contra nuestros grupos por considerarnos traidores. Es en ese momento en el que todos los humanos veremos cruzar por el cielo el navío que nos trajo aquí. Eso los distraerá, y aprovecharemos el momento para huir. Mientras nosotros nos acercamos a los muros que protegen el territorio de este reino, Renji y sus soldados estarán listos con sus armas para crear agujeros en el muro… Por allí saldremos, luego seremos evacuados hacia la nave, y partiremos lejos de este lugar.

    — ¿La comandante cree que no nos seguirán si tienen un conflicto interno que resolver? — preguntó Winter, quien conocía un poco a Lara de las veces que la había visto en las clases que impartía su difunto esposo.

    — Eso es lo que ella cree, pero con Ybryr muerto, el conflicto no durará mucho — Vitali contestó — El próximo paso es llevar la nave hacia una nueva ubicación en el continente de occidente, dejarla lista para partir y luego abandonar este mundo… Comprendo su plan, yo tampoco quiero volver a enfrentarme a ellos, aunque nuestras armas sean más efectivas.

    — Se supone que las armas las trajimos para defendernos — comentó Fenya ante la situación — No nos sirve de nada entrar en guerra con esta especie.

    — Con ninguna otra, en realidad — añadió su esposo — Pero sí, para entrar en guerra necesitamos tener una cadena de mando sólida, personal militar dedicado al combate y recursos que puedan sustentar escuadrones de batalla. Y aquí mismo, no tenemos nada de eso…

    — Papá, ¿hay algún riesgo que tengamos que tener en cuenta? — Valiana quería estar segura de ello.

    — Sí, Lara lo dejó para el final — Vitali leía la nota enviada por la comandante — Yma y Hufan no llevarán cañones cuando todos acudamos a la capital… Los cañones se quedarán aquí.

    — ¿El plan es hacerle creer a Ybryr que los que están ocasionando las revueltas los tienen en su poder? — Winter asumió que sería lo más probable.

    — Es correcto, hijo — Vitali estaba impresionado con esa deducción — Se ve que tus clases con Gavril te han preparado para poder predecir estas conductas…

    Habiendo dicho el plan, los cuatro estaban un poco más tranquilos, pero no por eso se podían relajar. Por lo que habían escuchado de lo dicho por Vitali, la comandante Lara no fue capaz de idear un plan que no involucrara a la humanidad formando parte del conflicto con los traliod. Quizá porque el patriarca y la matriarca jamás les darían una oportunidad de escapar, y eso los llevó a pensar que necesitaban que el conflicto interno entre ellos tuviera inicio antes de que apareciera la distracción que les serviría para escabullirse de sus captores.

    — ¿Nos perseguirán siendo que tendrán que pelear contra los seguidores de Ybryr? — fue la pregunta de Valiana, quien no estaba del todo segura — Porque ellos son miles. Si ese tirano solo lleva a cien guerreros a acompañarlo, acabarán fácilmente con ellos y podrían venir tras nosotros.

    — No se especifica nada de eso en el comunicado — Vitali odiaba darle esa respuesta a su hija — Se ve que Lara confía en que Hufan e Yma serán capaces de hacer que Ybryr se desprenda con facilidad de todos sus hombres.

    — ¿Qué es lo que vamos a hacer ahora? — Winter necesitaba la respuesta a esa pregunta — Dijeron que nos vendrían a buscar para dividirnos en grupos. ¿Cuándo se supone que llegarán?

    — No tengo la menor idea de eso, y me da miedo — Vitali tenía algo en mente — La matriarca Yma y el patriarca Hufan muchas veces me eligieron para acompañarlos, y en cada ocasión, fui yo solo. Puede que me obliguen a separarme de ustedes.

    — ¡No puedes dejar que eso pase! — Fenya quería que su esposo hiciera el intento.

    — Las armas están en poder de los traliod, y no serán nuestras hasta que empiece el plan — Vitali le comentó eso, llenándola de temor — No hay manera de oponernos ante ellos y a lo que nos pidan… Es por eso que quiero que pasemos estos momentos juntos, los cuatro. En caso de que algo malo llegue a pasar…

    — ¡Papá! — Winter se acercó a él y le dio un abrazo — ¡No quiero escuchar esas cosas!

    — Si nos llegamos a separar, les prometo que iré en su búsqueda lo más pronto que pueda — Vitali devolvió el abrazo a su hijo — Confiemos en que todo saldrá bien. Hay más soldados entre nosotros. Lara y Renji tienen listo el plan de escape… Hay que tener fe, y tratar de que el miedo no nos domine… — tras decir esas palabras, el ingeniero miró a su esposa y a su hija — Vengan ustedes dos. Quiero abrazarlas también.

    Valiana fue la segunda en aproximarse a su padre. Tan pronto como Winter se alejó de él, ella se fundió con él en un abrazo intenso. La chica tenía mucho miedo de todo lo que podría llegar a pasar en esa noche, probablemente la más tensa para todos desde que fueron capturados por los traliod. Sabiendo bastante bien como disimular, Vitali se acercó al oído de su hija mayor y susurró unas palabras solo para ella.

    — Valiana, necesito pedirte algo, por favor, no hagas un escándalo — decía con nerviosismo — Si algo malo llegara a pasarme, tienes que cuidar a tu hermano. Ustedes dos son lo más importante para mí, y para tu madre también.

    — ¿Y qué hay de mamá? — Valiana sentía como si le pidieran que la abandonase.

    — Ella está de acuerdo en que ustedes dos deben vivir — fue lo dicho por el propio ingeniero — Tienes que tratar de salvarla a ella también, pero tu prioridad debe ser tu hermano. Tu madre no tendrá fuerzas para seguir adelante si nos pierde a los dos. Sé que esto no es agradable, pero es lo que debes hacer. De eso se trata la vida, tan solo quisiera que no lo hubieras tenido que aprender así.

    — Lo haré — Valiana dijo en voz alta mientras empezaba a llorar — Puedes contar conmigo.

    Cuando el abrazo terminó, Valiana se separó de él. Winter y Fenya estaban curiosos para saber qué es lo que su padre y ella habrían hablado, pero antes de poder hacer esa pregunta, Vitali quería abrazar a su esposa en caso de que los hicieran separarse.

    — ¿No hay manera de que los cuatro nos podamos quedar juntos? — Fenya no quería separarse de él.

    — Conociendo al patriarca y la matriarca, no lo veo posible — fue lo dicho por Vitali, que compartía esa sensación — Sabes que nunca los abandonaría. Lo primero que haré será venir por ustedes.

    — Por favor, regresa a salvo — Fenya no pudo evitar recordar el acontecimiento ocurrido a Gavril — No tenemos forma de saber qué es lo que harán esos malditos si llegas a quedar herido.

    — Trataré de que no me hagan nada, pondré en práctica todo lo que Renji me enseñó — Vitali creyó que eso la tranquilizaría.

    Mientras esposa y esposo estaban en ese abrazo, la puerta de entrada de la casa se abrió de golpe, apareciendo la matriarca Yma acompañada por dos traliod más que la estaban escoltando. La familia de cuatro integrantes se volteó a la puerta, y todos pusieron una mirada seria y casi inexpresiva, sabiendo que no podían dar ningún indicio de que tenían un plan para escapar de ellos. Yma, quien no veía la necesidad de realizar dichas acciones, se cuestionó un poco lo que estaba observando.

    — ¿Te despides de tu familia? — la matriarca ni siquiera saludó a la familia.

    — Tenía el presentimiento de que me iban a enviar en un grupo separado y no podría estar con ellos — fue lo dicho por Vitali, asumiendo que ese sería su destino.

    — Y tu presentimiento era el correcto — le informó la líder de aquella provincia — Tú sales ahora conmigo. Pero no veo la necesidad de una despedida tan dramática. Hemos planeado esto hasta el último detalle, Ybryr y los suyos van a morir de forma rápida. No será más de una noche.

    — Tengo miedo, esto es una guerra — Vitali supo que eso le daba motivos para sospechar — Las guerras tienden a ser peligrosas.

    — Interesante forma de verlo — Yma no lo veía de esa manera — Pero te equivocas, humano. Esto no es una guerra. Acorralaremos a Ybryr y lo acabaremos en un solo movimiento.

    — Puede salir mal — Winter le respondió a la matriarca — Todos los planes pueden cambiar de un momento a otro.

    — Eso es verdad, pero si conseguimos eliminar rápido a Ybryr, no importa qué tipo de plan haya que seguir, todos estaremos bien — Yma le contestó al más joven de los Lakor — Si yo creyera que no tenemos oportunidades de salir con vida de aquí, no haría algo como esto.

    Viendo que la matriarca no parecía estar abierta a ser cuestionada en ese momento, y que tratar de hacerlo podría ser contraproducente, toda la familia eligió cerrar la boca y no decir nada más a la que gobernaba la provincia. Yma consideró que esa charla le había quitado mucho tiempo, que no tenían de sobra, puesto a que el plan daba inicio en esa misma noche para todos ellos.

    — Vitali, es hora de que vengas con nosotros, ya te has despedido de tu familia, así que no tardes ni un minuto más — Yma fue severa con él.

    — Comprendo — Vitali no le quiso hacer perder el tiempo — La sigo, matriarca Yma — creyó que esa adulación falsa serviría como farol — Mañana será un nuevo día para todos.

    Al decir esas palabras, el ingeniero miró a su esposa y a sus dos hijos. Las intenciones detrás de esa frase no eran más que un intento de dar esperanza a su familia de que todo iba a estar bien, pero no para los traliod, sino para ellos. Fenya, Valiana y Winter intentaron forzar una sonrisa para guardar las apariencias, pero no les salió. La angustia de no saber si se acababan de despedir de él por última vez los carcomía por dentro, tanto así que sus rostros quedaron con su semblante.

    Al momento en el que Vitali abandonó su hogar, uno de los traliod dio una advertencia a toda la familia.

    — Estén atentos, otros traliod vendrán por ustedes en breve — dijo para luego cerrar la puerta del lugar.

    Tan pronto como estuvieron a solas, Fenya tuvo que tomar asiento en la mesa, para luego comenzar a respirar de forma agitada. Winter y Valiana se acercaron a su madre, para asegurarse de que nada malo le estaba pasando.

    — ¿Estás bien? — Winter fue el primero en preguntar — ¿Necesitas agua?

    — No… solo necesito calmarme un poco — Fenya empezó a llorar de la desesperación — Este no puede ser nuestro último día como familia. No escapamos de la muerte de la Tierra solo para que nuestra familia fuera destrozada en este mundo… No quiero perder a Vitali hoy, ni mañana ni nunca. Quiero que él se quede junto a mí para que ambos podamos verlos crecer…

    — Mamá, esto es doloroso para nosotros también — Valiana le dio un abrazo — Pero tenemos que ser fuertes, y guardar esperanza. Si todo sale bien, no tendremos que pasar por este miedo nunca más.

    — Eso es lo que más deseo en el mundo, nunca quiero tener que experimentar algo así — los niños se sentían tristes por ella mientras le daba un ataque — Crecí escuchando noticias de la guerra en la Tierra, y nunca creí que estaría en una… Esto no tendría que haber ocurrido.

    Winter y Valiana no sabían qué más hacer, puesto a que ninguno de los dos tuvo la mala fortuna de tener que vivir en una Tierra durante las épocas en donde las guerras eran moneda común de cada día. Cuando Valiana nació, las guerras habían terminado, mientras que al menor de los Lakor le tocó nacer a bordo del navío. Su madre era diferente, ella, al igual que su padre, crecieron en un mundo que estaba en guerra. Sabían lo que era el miedo de que la guerra pudiera llegar hasta su territorio, y cuando La Gran Catástrofe llegó y frenó todos los conflictos, dando así inicio una época prolongada de paz, ese se convirtió en el único deseo que tenían para sus dos hijos.

    — Daría mi vida de ser posible con tal de que ustedes dos nunca hubieran tenido que experimentar lo que es estar en una guerra — Fenya estaba empezando a calmarse, pero seguía en un estado bastante alterado — Cuando dijeron que iban a tener entrenamiento militar, creí que su destino sería simplemente enfrentar a simples animales para cazar por la humanidad; defender nuestro hogar de alguno de ellos en el peor de los casos… Pero esto, nos van a lanzar a todos a una batalla y no sabemos qué es lo que podría pasar.

    Instantáneamente después de que la mujer terminara de decir esas palabras, dos traliod entraron en la casa. No fueron los últimos en hacer acto de presencia en la vivienda, puesto a que una tercera integrante de su especie apareció con unos pergaminos enrollados en las manos. Al desenvolverlos, empezó a leer desde una marca que ella misma había dejado.

    — ¿Es hora de irnos? — preguntó la madre de ambos niños.

    — Así es… — comentó la traliod mientras leía para verificar que no había error en lo que estaba viendo — No hay tiempo que perder, así que apreciaría que fueran saliendo… Fenya Aldan y Valiana Lakor.

    — ¿Qué hay de mí? — Winter creía que lo estaban olvidando.

    — Tú no estás en mi grupo, ellas dos vienen conmigo — la traliod temía que algo así pudiera pasar.

    — ¡No! — Fenya se alteró un poco al oír eso — ¡Ya me hicieron separar de mi esposo, no me separarán de mi bebé!

    Winter y Valiana se sorprendieron cuando vieron a su madre, quien la mayor parte del tiempo era una persona tranquila, acercarse a la mujer traliod para arrodillarse ante ella con la cabeza agachada. Era algo que nunca se imaginaron ver, y bastante doloroso, ya que sentían que debía estar destrozada por una noticia como esa.

    — ¡Te lo suplico! — Fenya sabía que no podía pelear contra los tres, siquiera contra uno — ¡No me hagas esto! ¡Ellos son lo más importante que tengo en el mundo! No quiero estar separada de ellos.

    — Cuánto drama — comentó uno de los traliod que estaban allí mismo — ¿Sí saben que solo tenemos que acabar a Ybryr, a su clan y a los miembros del ejército que estén junto a él? No vamos a embarcarnos en una guerra contra toda nuestra especie…

    — Pero tienes que entenderme — Fanya volvía a suplicar — Esto será peligroso, y no quiero tener que separarme de ellos en ningún momento. Son mis hijos, traten de ponerse en mi lugar.

    — No tenemos tiempo para esta estupidez — le recriminó la traliod femenina — Tú y tu hija vienen en mi grupo. Tu hijo está asignado a otro grupo, y si acepto llevármelo, tengo que ponerme a buscar al traliod que esté encargado de él para que sepa que no tiene que venir aquí. No haremos a tiempo para tener todos los preparativos listos si tengo que tener estas interrupciones, sin mencionar que, si te concedo esto a ti, otros van a reclamármelo.

    — Por favor… te lo ruego — Fenya la miró a los ojos mientras las lágrimas salían como una catarata de sus ojos — No me hagas esto…

    — ¡Nos vamos ahora! — comentó la mujer traliod, sin paciencia ni consideración con ella — Y como me sigas haciendo perder el tiempo, te separaré también de tu hija. Tú sabrás lo que es mejor para ti.

    Fenya no estaba de acuerdo con ninguna de las dos opciones, pero lo que menos quería era perder de vista por completo a sus dos hijos. No le gustaba estar separada de Winter, pero sabía que, si acataba la orden dada por la mujer que estaba en su casa, podría mantenerse cerca de Valiana, lo cual haría las cosas menos complicadas para estar con toda su familia reunida. La mujer, más con resignación que con aceptación, se puso de pie y corrió a abrazar a su hijo.

    — Te buscaremos, Winter — su madre no lo iba a dejar ir — Te amo.

    — Yo también te amo, mamá — Winter le dio un abrazo fuerte, sabiendo que lo necesitaría — Prometo que estaré bien. Confía en mí, yo he crecido mucho desde que empecé a entrenar…

    Valiana y Winter también se dieron un abrazo, pero debido al tiempo que habían perdido, eligieron no decirse nada. Solo un abrazo fue lo que marcó su despedida, y luego de eso, madre e hija cruzaron la puerta de la casa, quedando solo el más joven de los Lakor en dicha vivienda.

    A solas, el chico no tenía nada más que sus pensamientos para hacerle compañía. No podía evitar pensar en cómo se encontraría su familia en aquel momento, en especial su padre si supiera que los tres no iban a estar juntos. Pronto, esos pensamientos cambiaron hacia el comandante Yukimura. Renji era un gran amigo de su padre, y casi lo estimaba como si fuera un tío para él. Gracias a él serían libres, lo cual los haría estar en deuda con él cuando todo eso hubiera acabado.

    Durante media hora de silencio, el chico estuvo recostado en su cama mirando al techo, hasta que finalmente se abrió la puerta de entrada a la casa. Winter se levantó cuando vio a un traliod acercarse a él con un pergamino desenvuelto, ya que era obvio para él que era su turno de irse de la comodidad de su casa.

    — ¿Tú eres Winter Lakod? — preguntó, pronunciando mal su apellido.

    — Lakor — le corrigió el chico, algo serio por lo que estaba aconteciendo — Y sí. Soy yo.

    — Que bien, temía haberme equivocado de casa — el traliod enrolló el pergamino para guardarlo en el rollo — Eres el último de mi grupo. Sal. Te esperan tus compañeros.

    Winter, al no tener de quien despedirse tras haber sido dejado en soledad, salió de su vivienda. Al hacerlo, vio a lo lejos a un gran grupo de seres, conformado por unos ciento veinte seres humanos y casi el mismo número de traliod para estar con ellos a su alrededor. El chico se acercó a todas esas personas, para empezar a buscar con la vista por algún conocido. Entre tanta gente, le era difícil diferenciarlos, puesto a que sabía que tenía que moverse con prisa.

    — ¡Winter! — la voz de una chica lo llamó.

    El joven Lakor se dio la vuelta en la dirección en la que escuchó la voz, y pudo ver allí a Jessica y a Iker. Ambos compañeros de clase, seleccionados para acudir a la provincia de Yma con él, estaban juntos. Winter se acercó a ambos y les dio un abrazo para mostrarles la felicidad que sentía por poder estar con la misma gente con la que compartía las clases.

    — Nos alegra verte, aunque este no sea el mejor momento — comentó Iker, alegre de ver que estarían en el mismo grupo.

    — Fuimos de los primeros en ser llamados, y casi creímos que no pasaríamos por aquí — Jessica esbozó una ligera sonrisa — Me alegra que nos hayan traído aquí.

    — Yo también me alegro de verlos — Winter recordaba también a sus otros compañeros — Es una pena que no sabremos nada de los demás hasta que esto acabe.

    — No es que yo quiera saber sobre Vyon, precisamente — Iker dejó salir que seguía sintiendo algo de molestia con él — Pero sí quisiera saber dónde y cómo lo estarán pasando las chicas.

    — Cuando esto acabe, es posible que volvamos a tener clases juntos — Jessica tenía ciertas esperanzas en el futuro — Pero primero debemos asegurarnos de pasar la noche.

    — Vamos a hacerlo — Winter miró alrededor, y no detectó cerca a ningún traliod — Confío en que el comandante Renji y la comandante Lara nos sacarán de aquí con éxito.

    — Winter, ¿podríamos hablar de algo? — Jessica le hizo una pregunta — Tengo algo que contarte.

    — Vaya, no sabía que ustedes dos se llevasen así — Iker estaba sorprendido por eso, mientras empezaba a apartarse de ellos momentáneamente — Es toda tuya, campeón.

    Antes de que Jessica pudiera decirle algo a Winter, un grito del traliod que los había ido a buscar fue el que les hizo la señal de que debían partir de aquel sitio, posiblemente a buscar todo lo que fuera necesario para su operación.

    — Qué idiota — Winter decía refiriéndose a Iker.

    — Ignóralo, él no sabe nada — Jessica no quería pensar en él — Imagino que ya sabes de qué te voy a hablar.

    — Sí, lo tengo presente — le contestó su compañero — ¿En dónde están tu mamá y tu tía?

    — Ellas están en otro grupo, yo fui la primera a la que sacaron de la casa — el chico supo lo serio del asunto — Cuando estábamos dirigiéndonos a buscar a más gente, vi que tu mamá y tu hermana estaban en otro grupo. Cuando no te vi con ellas, supe que estarías en casa.

    — No eres la única a la que separaron de su familia — comentó el cadete — Entenderás que yo también quiero reunirme con ellas, y con mi padre.

    — Es por eso que quiero que hablemos — Jessica recordó algo dicho por su compañero — Tú dijiste que tu padre podría asignar a alguien para que me prestara ayuda para buscar a mi familia, pero ningún soldado se acercó a hablarme para esto. Quiero que tú y yo lo hagamos juntos. Buscaremos a nuestras familias y escaparemos juntos.

    — Es peligroso — Winter no estaba del todo seguro de eso — Estoy de acuerdo en que deberíamos buscar a nuestras familias, pero no solos. ¿Lo entiendes, Jessica?

    — Sí, te doy la razón en eso — la chica contestó, algo pensativa por sus palabras — Pero, ¿quién será el que nos ayude?

    — Winter — una voz conocida se escuchó desde atrás de ambos jóvenes.

    Ambos se asustaron un poco por lo sorpresivo del llamado, y cuando se dieron la vuelta, notaron que Artem, quien era pareja de la hermana de Winter, estaba detrás de ellos. No tenían idea de que él estuviera tan cerca, y ciertamente, no les agradó el hecho de que pudiera haberlos escuchado, ya que eso significaría que quizá sabría que intentarían irse por su cuenta para buscar a sus familiares.

    — Hola, Artem — Winter lo saludó, pues era un gran amigo suyo — ¿Tú también estás en este grupo?

    — ¿Hasta dónde escuchaste? — Jessica veía que Winter quería distraerlo, ella decidió ser más directa.

    — Lo escuché todo — comentó el chico, con algo de seriedad — Como te vi salir solo a ti de la casa, quería preguntarte si Valiana todavía estaba allí o si la habrían llevado a otro grupo. Ahora lo sé, y también sé lo que quieren hacer.

    — Mierda, no nos dejarás hacerlo, ¿verdad? — Jessica lo tomó como una mala señal.

    — De hecho, quiero ofrecerles mi ayuda en esto — Artem los sorprendió declarando eso — Mi familia también está en otro grupo, y créanme cuando les digo que quiero llegar a ellos lo más pronto posible.

    — Solo somos tres, todavía somos muy pocos — Winter pensaba que no sería suficiente — ¿Tú tienes a algún amigo aquí en este grupo que nos pueda ayudar?

    — No, pero tampoco comparto esa idea tuya de que es peligroso que seamos tan pocos — Artem lo veía de otra manera.

    — ¿Qué es lo que quieres decir? — Jessica estaba algo confundida por eso.

    — Los traliod claramente no van a querer que nos escapemos, no en un conflicto así — Artem compartía su punto de vista con los dos adolescentes — Si intentamos huir, ellos nos van a intentar recapturar. El asunto es que, creo que ellos tendrían más interés en capturar a un grupo grande antes que a solo un grupo de tres personas. Si somos solamente nosotros tres, diría que estaríamos mucho más seguros que si fuéramos diez.

    — No lo había visto de esa manera — Jessica creyó que había lógica en esas palabras.

    — Pero los traliod son muy superiores en número a nosotros — Winter no podía dejar de cuestionarse si eso sería lo correcto — Podrían lanzarse a por nosotros tan pronto nos vean, sin importarles los números.

    — En ese caso, vamos a tener que encargarnos de movernos en sigilo — Artem quería que su amigo aceptara — Es más seguro así, aunque el peligro sigue existiendo. Tendremos que tener mucho cuidado al hacer esto. ¿Te sientes más tranquilo ahora?

    — No, no del todo — Winter no podía mentirles en ese momento — Yo tengo mis dudas de esto. Sigo creyendo que deberíamos hablar con alguien más.

    — ¿Qué tal su compañero? — Artem hacía referencia a Iker — No lo he visto con su familia aquí, quizá él ni siquiera tenga pensada la posibilidad de ir a buscarlos.

    — No sé si Iker sea confiable para algo así, pero no perdemos nada con intentar hablar con él — fue lo dicho por Jessica, quien miró hacia un costado al ver algo moverse cerca — Mierda, se acerca un traliod. Hagamos silencio.

    Estando tan envueltos en su conversación, ninguno de los chicos notó que uno de los traliod que estaba en el grupo se estaba acercando. Rápidamente, ambos cerraron la boca para tratar de aparentar que nada estaba pasando allí mismo. Aquel ser no iba a hablar con ellos. Solamente estaba realizando una patrulla en medio del grupo para comprobar que todo estuviera en orden en aquel momento. Pasó frente al trío de jóvenes, quienes, para no cometer ningún error al revelar información de más, decidieron que se separarían y se volverían a reunir cerca de la posición de Iker, de manera que pudieran hablar con él cuando aquel traliod terminara con su método de revisión.

    Winter no dejaba de seguir con la mirada a aquel traliod, ya que deseaba que se fuera para que pudieran hablar con Iker acerca del plan de ir en busca de sus familias ni bien estuvieran fuera de la vigilancia de sus captores. Sin embargo, cuando el traliod llegaba a un extremo del grupo que marchaba hacia el frente, lo siguiente que hacía era regresar sobre sus pasos hasta el otro extremo.

    — Mierda, parece que es una patrulla ininterrumpida — Winter supo que se le dificultaría hablar con Iker si el traliod no le daba la oportunidad — Vete rápido, por favor. No tienes mucho que supervisar aquí. Nadie va a realizar ninguna maniobra de escape.

    […]

    ¿Debes irte, mamá? — fue la pregunta de Airin cuando vio a Hufan y a Elber en la puerta, claramente para buscarla a ella.

    Así es, mis ángeles — Lara tenía un tono de voz muy apagado — He venido aquí para poder despedirme de ustedes. No me permitirán estar en el mismo grupo que ustedes dos. Ellos solo me dieron la oportunidad porque he colaborado mucho con ellos.

    Tras haber perdido a su esposo, justamente a manos de uno de los que estaba allí, Lara odiaba tener que estar junto a Elber y a Hufan. Sin embargo, dado su estatus como la líder de la humanidad restante que ellos habían capturado, era mandatorio para ella estar allí. No le gustaba en absoluto la idea de separarse de sus dos hijos, pero en la charla que tuvo durante la mañana, Hufan acordó con ella que ambos estarían cerca de Ybryr al momento de ejecutar el plan de ataque.

    La comandante se acercó a sus dos hijos, abrazándolos a ambos con un brazo a cada uno. Vyon y Airin estaban muy preocupados por lo que le podría ocurrir a su madre mientras estuvieran separados, siendo alimentada esa preocupación por la muerte de su padre a manos de Elber. Sin embargo, la comandante Furlan aprovechó eso para poder hablarlo con ambos.

    No he podido idear un plan en el que la humanidad no tenga que abrir fuego contra Ybryr — Lara susurró, y solo sus dos hijos la pudieron oír — Ybryr y su clan son el objetivo primario de este ataque. Eso quiere decir que cerca de él estará concentrado el ataque a mayor escala. No los quiero cerca de ahí cuando todo inicie. De ser posible, los quiero listos para escapar cuando Renji llegue.

    Pero estarás en peligro — Airin se sentía aterrada, pero debía contener sus deseos de gritar por el miedo — Si ese será el lugar más caótico de la batalla, podrían hacerte daño.

    Voy a escapar con vida de allí, créanme, no tengo ninguna intención de morir y dejarlos atrás — Lara sabía que era lo único que podía decir para tranquilizarlos mínimamente.

    Mamá, quiero decirte algo — Vyon no quería dejar pasar esa oportunidad — Sé que muchas veces dije que teníamos que asegurarnos de que Elber muriera. Pero ahora… tengo miedo de que algo malo te pueda pasar. Quiero pedirte que lo dejes pasar. No vale la pena que te arriesgues por esta venganza… Solamente quiero que regreses a salvo con nosotros.

    Lara estaba impresionada, y para bien con aquel comentario de su hijo. Ella sabía lo mucho que significaba Gavril para él, y lo difícil que había sido su pérdida. A lo largo de los días que transcurrieron allí, Vyon muchas veces comentaba acerca de lo mucho que se alegraría cuando tuviera la oportunidad de ver morir a Elber, pagando por todo el daño que causó a su familia cuando tomó la decisión de matar a su padre.

    Sin embargo, en esa noche donde se iban a encontrar con un peligro auténtico, el chico priorizó el bienestar de su madre por encima de su deseo de venganza. Lara no tenía ni idea de si era tanto el miedo que sentía Vyon al respecto, pero estaba feliz de que él pensara de esa manera. A ella le fue más fácil aceptar el hecho de que vengarse no sería algo factible para ellos, y se sintió aliviada al saber que su hijo pensaba igual.

    Me alegra ver que estás empezando a madurar — Lara le dio un beso en la frente a su hijo — Estoy ansiosa por verlos a ambos seguir creciendo así en el futuro cuando estemos a salvo y lejos de aquí — esas palabras las dijo en un susurro — Hasta pronto, mis amores. Los buscaré cuando todo esto haya terminado.

    Elber y Hufan no sospecharon nada sobre la verdadera intención de esas palabras. Tal y como Vitali logró engañar a la matriarca Yma, la comandante de la humanidad en territorio traliod fue capaz de hacer lo mismo con el patriarca de la otra provincia. Finalizada la despedida con sus hijos, Lara les guiñó el ojo a ambos. Airin y Vyon se sentaron en sus camas, a esperar a que algún otro traliod fuera a buscarlos, ya que eso fue de lo primero que escucharon de la boca del patriarca cuando este arribó a su casa junto a su madre.

    Lara esperó a estar unos metros lejos de la casa en donde ella vivía para dirigirle la palabra a Hufan y a Elber.

    ¿Están ansiosos? — Lara preguntó queriendo conocer el estado de ánimo de ambos — Hoy a la noche van a cambiar muchas cosas en sus vidas… Dejarán de ser servidores del tirano y podrán vivir en tranquilidad.

    Llevo esperando este día desde que los vi llegar junto a Elber desde la costa — respondió Hufan, sin saber qué Lara decía lo que decía en doble sentido — Fue verlos a ustedes y darme cuenta de que había esperanza. Y ahora, esa esperanza está a punto de materializarse. Ybryr morirá esta noche, junto a todo su clan.

    No somos los únicos que nos beneficiaremos con el plan a ejecutar esta noche — Elber quiso añadir a las palabras de su patriarca — Tal y como prometimos, ustedes pasarán a formar parte de nuestra sociedad una vez que logremos estabilizar a todas las provincias tras la muerte de Ybryr y los suyos. Tú serás la matriarca de una provincia, y es posible que tu compañero Vitali también reciba una para él y los suyos.

    Créeme que no soy capaz de imaginarme a mí misma con una provincia a mi cargo — Lara revelaba sus pensamientos sin que ellos pudieran tener una mínima sospecha — Habrá que ver si eso cambia esta noche.

    Lo hará, yo voy a cumplir mi palabra — Hufan estaba decidido a guardar su promesa — Nos han sido de mucha ayuda para poder darnos la oportunidad de acabar con esta pesadilla para nosotros. Lo que merecen, al menos, es que sean tratados como iguales por nosotros.

    Lara nunca creyó que sería posible tenerle más asco a Hufan y a Elber que antes, pero las palabras dichas recientemente por ambos lo hacían posible. Después de todo el daño que le causaron a la humanidad, ellos lo minimizaban como si no fuera nada. Ocasionaron muchas muertes cuando atacaron, provocaron en ella un malestar indescriptible cuando raptaron a su hija y cuando lisiaron a su esposo para luego tirarlo al mar.

    No puedo creer que sean tan cínicos de creer que dándome un cargo importante yo olvidaría todo — Lara presionó ambos puños con fuerza — Nos han obligado a convivir durante casi dos años con ustedes, y, aun así, no se han dado la tarea de conocernos… Pero quizá eso sea para mejor. Así no podrán anticipar que los vamos a traicionar.

    […]

    — Me impresiona el hecho de que Vyon haya dicho eso — Rosary le contestó a Airin luego de que ella comentara como fue su última conversación con su madre — Nunca lo imaginé actuando así.

    Airin se encontraba en un grupo compuesto por unos ciento cincuenta humanos, el más grande de todos los que se formaron. Alrededor de ellos se encontraban unos cien traliod, resguardando a los humanos mientras tenía lugar su marcha en grupo hacia el lugar en el que recibirían todo lo necesario para la expedición destinada a dirigirse a la frontera de la provincia Hufan con la capital, con la intención de engañar al monarca de todos esos seres.

    Vyon estaba caminando solo, sin ninguna clase de compañía. No quería nada de eso, y mucho menos la buscaba. Era Airin quien se encontraba en grupo junto a las otras dos compañeras con las que había podido quedarse por decisión de su madre al momento en el que se vieron obligados a partir la población a la mitad enviando a algunos de ellos hacia la provincia de la matriarca Yma.

    Katia y Rosary seguían sorprendidas por el hecho de que Vyon hubiera dicho que la venganza por la muerte de su padre podría pasar a un plano secundario siendo que debían escapar.

    — ¿Sabes? Creo que él solamente se hace el duro para tratar de imitar el comportamiento de su padre — Rosary le comentó eso a la hermana de Vyon — Pero estoy segura de que, en el fondo, es bastante sensible.

    — Bueno, quizá no siempre fue así — Katia empezó a referirse a lo dicho por su hermana — Tal vez algo haya sucedido y él haya empezado a enderezar su actitud.

    — Sea como sea, me gustaría mucho seguir conociendo ese lado de él — Rosary no negó el interés en su compañero — ¿A ti no te da algo de curiosidad?

    — Quizá, pero para eso, primero tenemos que salir de aquí — Airin encontró la oportunidad perfecta para hablar sobre un tema con sus amigas — Por cierto, mi madre me ha comentado a lo largo de la semana, tan pronto como empezó a sospechar que podríamos ser divididos, que ella nos colocaría en el grupo más grande.

    — Eso quiere decir que la tendríamos más fácil que el resto para huir de aquí — fue lo dicho por Katia — Me agrada saber eso. Pero me sienta algo de mal por Iker, Jessica y Winter.

    — Ellos estarán bien — Airin quería tranquilizarse a sí misma diciendo eso — No sé por qué, pero tengo el presentimiento de que la gran mayoría de nosotros escaparemos a salvo… Y que los siete estaremos en esa mayoría.

    — Solo espero que nuestras familias también estén junto a nosotros — Rosary expresaba sus deseos de que nada malo sucediera con sus seres queridos — No quiero perder a nadie el día en el que finalmente vamos a ser libres.

    Vyon, quien estaba escuchando la conversación entre su hermana y dos de sus compañeras, no pudo evitar sentirse un poco desalentado por las palabras dichas por su compañera. Él todavía tenía en su mente el momento en el que su padre fue tomado por Elber y arrojado al agua, sin la posibilidad de sobrevivir a una situación así. De haber llegado con vida al continente de oriente, quizá con el tiempo se habría recuperado exitosamente de sus heridas, y podría estar formando parte del escuadrón que ayudaría a escapar a la humanidad de las garras de aquellos seres que los habían forzado a meterse en sus asuntos.

    — Papá, espero que nos estés viendo con orgullo — pensaba Vyon para sí mismo, mientras empezó a mirar al cielo despejado del planeta — Hoy es el día en el que vamos a escapar de aquí… Lamento mucho que no seré capaz de vengar tu muerte. Sé que no habrías querido que nos pusiéramos en peligro por una venganza, pero también sé que querrías que tu asesino se pudriera en el infierno. Ojalá él muera en este conflicto, aunque no podamos ser nosotros quienes acabemos con su vida.

    […]

    Renji, desde el otro continente del planeta, se encontraba de pie sobre los muros que sus soldados y varios otros trabajadores habían reconstruido tras la brecha que dejaron los invasores. El comandante Yukimura estaba viendo el amanecer de un nuevo día para la humanidad en Gea, o Tralio, como se llamaba en realidad. Supuso que, mientras él estaba contemplando como los primeros rayos de la luz de la estrella a la que orbitaba su planeta, Lara y el resto de humanos esperando por el momento del rescate estarían empezando a contemplar el atardecer.

    Yukimura respiró profundamente, sabiendo que su parte sería crucial para poder salvar a todos los humanos cautivos en el otro lado del mundo. Debido a su ausencia al formar un escuadrón de búsqueda para tratar de hallar el paradero de Airin Utkin y del joven Iker Evanson, él no pudo estar presente cuando sus compañeros recibieron el ataque de los traliod, y no logró a hacer a tiempo a salvarlos antes de que fueran subidos a los barcos y trasladados como esclavos hacia una vida mucho peor.

    Al oír una voz, sus pensamientos se vieron interrumpidos.

    — Al fin te encuentro — el expresidente ruso, Dmitri Koslov, expresó su alivio tras haber dado con él — Llevo cinco kilómetros recorriendo esta muralla para encontrarte.

    — Este es nuestro último amanecer aquí, y quería disfrutarlo un poco más — Renji fue honesto con sus palabras.

    — Suenas como si te invadiera la nostalgia — Dmitri quería tranquilizarlo — Hoy no es nuestro último día en este mundo.

    — No, pero este sí es nuestro último día en el sitio en el que empezamos a reconstruir nuestras vidas — el comandante no podía pensar en la amarga sensación de dejarlo atrás — Hemos pasado más de una década aquí. Vi a los hijos de mi amigo crecer y tener sus mejores cumpleaños en este lugar del mundo. En pocas horas vamos a dejarlo, y en menos de unas tres semanas habremos dejado este planeta para volver al espacio.

    — A mí tampoco me agrada, pero quedarnos aquí no es seguro — Dmitri comprendía la sensación del comandante.

    — No tenemos forma de saber si el universo que nos espera allí afuera es seguro — fue lo dicho por el comandante Yukimura — Si tan solo tuviéramos tecnología suficiente para construir armas más avanzadas… Podríamos instalar bases en la costa y hundir sus barcos tan pronto como aparecieran en el horizonte.

    — Al escapar de la Tierra logramos salvar muchas cosas, pero no se compara con lo que quedó atrás — Koslov no había pensado en esa posibilidad — Oye, sé que la nave es capaz de cruzar al otro continente en tan solo un minuto, pero eso no quiere decir que sea correcto que nos quedemos aquí. Hay gente que está esperándonos. Los civiles quieren que haya alguna figura de autoridad para sentirse seguros, y los militares están esperándote para ultimar detalles del plan de rescate.

    — En ese caso, solo déjame respirar un poco más el aire puro de este mundo — Renji tomó una gran bocanada de aire, al tiempo que cerró los ojos para luego dejar ir algo de aliento — Es una sensación que voy a extrañar… Pero ahora no importa cómo me siento. Tenemos que ir a salvar a los nuestros. Han estado esperando este día por mucho tiempo.

    Renji dio un salto y dejó que sus pies tocaran tierra firme. Al encontrarse cara a cara con Dmitri Koslov, el comandante de la humanidad le dio una palmada en el hombro.

    — ¿Estás listo para administrar todas nuestras comunicaciones? — preguntó Renji, sabiendo que la respuesta sería afirmativa.

    — Mi tarea es sencilla comparada con la tuya — el expresidente y exlíder de los suyos le sonrió — Estoy más que listo.

    […]

    En el castillo situado en el interior de la provincia Ybryr, capital de la monarquía dirigida por el padre fundador de un clan de cazadores, era el rey de los traliod quien mejor lo estaba pasando.

    Situado en el interior de la misma sala en donde se llevó a cabo la fiesta en la que se celebró la muerte del patriarca Jil, para así dar paso a su hijo Aab como nuevo patriarca de una provincia de su territorio, el rey Ybryr se encontraba dando una nueva fiesta. Varios hombres y mujeres de su especie se encargaban de preparar platos para él, al mismo tiempo que los servían en las mesas. La fiesta fue organizada por él, y con la intención de que solo sus esposas, sus hijos, sus hijas y las parejas de su descendencia asistieran.

    Algunos músicos tocaban melodías con instrumentos de viento, dejando salir de sus instrumentos una música alegre que los traliod usaban para bailar una vez que terminaron con su comida. Ybryr disfrutaba de ver a todos sus hijos e hijas gozar de la noche, y él no quería quedarse atrás. Reunió a sus tres esposas y con todas ellas caminó hacia el centro de la improvisada pista de baile que tenían allí.

    — ¡No está permitido aburrirse esta noche! — Ybryr gritaba eufórico — ¡Esta fiesta y las que tendremos el día de mañana vienen por cortesía del aporte de los humanos a las arcas del reino!

    Ybryr no tenía ningún reparo en festejar de esa manera, aunque eso involucrara gastar dinero de impuestos que estaban destinados al desarrollo de la población. Consideró que, con el aumento que les impondría a las provincias Hufan e Yma, sería capaz de darse un par de fiestas más, y tenía planes para bastantes, no solo para el día siguiente como lo había comunicado a sus familiares.

    Mientras toda la familia del líder del clan estaba de festejo, uno de los emisarios entró a la sala, acompañado por un par de guardias, dado a que temía una represalia por interrumpir a su monarca mientras este se encontraba en pleno festejo. Los hijos e hijas de Ybryr lo vieron entrar, y detuvieron su baile en ese mismo momento. El cazador estaba tan concentrado en lo bien que estaba pasando aquel momento que ni él ni sus esposas se percataron de la presencia del emisario hasta que este no estuvo cerca de él.

    Previo a los festejos, el monarca indicó a sus guardias que no dejaran entrar a nadie salvo que la situación fuera una completa emergencia. Ver a dos guardias acompañando al emisario le hicieron pensar que podría tener algún asunto importante que atender. El monarca detuvo su baile, a regañadientes, puesto a que quería seguir disfrutando esa noche. Tras indicar a los músicos que dejaran de tocar, dado a que estos esperaban una orden suya para dejar de hacerlo, Ybryr miró con seriedad a aquel emisario.

    — ¿Qué ha ocurrido? — estaba molesto con él — Estaba festejando junto a mi familia. Creo que tengo ese derecho. ¿Por qué has venido a interrumpirme?

    — No habría venido de no ser una emergencia, y me disculpo por haber entrado así — el emisario hizo una reverencia para disculparse con él — Ha pasado algo grave en las provincias de Yma y de Hufan…

    — ¿Qué es tan grave como para tener que detener mi festejo? — preguntó el líder del clan.

    — El patriarca Hufan y la matriarca Yma reportan que han empezado revueltas en sus provincias — el emisario dejó salir de su boca el mensaje que le comunicaron — Un grupo de gente no se ha tomado nada bien el aumento de los impuestos. Se niegan a aceptarlo, y por eso mismo, tomaron los cañones y están listos a destruirlo todo al menos que se anule esa decisión.

    — Esto tiene que ser un chiste — Ybryr tenía ganas de darle un golpe, pero entendió que atacar al mensajero no serviría de nada — ¿Yma y Hufan han perdido el control de sus provincias?

    — Están a las puertas de la capital, esperando que les abramos las puertas para tomar refugio aquí dentro — el emisario le hizo entrega de un pergamino que tenía guardado en un bolsillo de su prenda.

    Ybryr tomó en sus manos dicho pergamino y comenzó a leerlo. En él se podían apreciar las palabras del patriarca Hufan, pidiendo autorización para entrar a esconderse de la revuelta en los muros de la capital, al mismo tiempo que pedía la colaboración del propio monarca para poder apaciguar dicha rebelión que había dado inicio de forma inesperada.

    — ¡Preparen a las tropas y a los cañones más potentes! — Ybryr tomó una decisión impulsada por la ira — No dejaré que unos rebeldes que no quieren pagar lo que deben vengan a mi capital a causar destrozos. ¡Emisario, dirígete a la frontera y dile a Hufan y a Yma que no tendrán asilo en la capital! ¡En vez de eso, iré yo mismo en persona a ponerle fin a esta locura! Me encargaré de resolverlo todo durante esta misma noche, así ellos podrán ponerse a trabajar para reparar cualquier destrozo que los suyos hayan ocasionado.

    Mientras el emisario se iba de regreso a la frontera a comunicar la resolución dada por el monarca, este se dirigió a todos los integrantes de su clan.

    — ¡Ustedes me acompañarán! — sin saberlo, Ybryr había mordido el anzuelo que le habían preparado el patriarca Hufan y la matriarca Yma — ¡Esto servirá como lección tanto a las generaciones actuales como futuras! ¡El clan de Ybryr acepta cada desafío que le pongan delante, pero no tendrá ninguna tolerancia con aquellos que se crean que pueden desafiarnos!
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno amigo, parece que este capítulo es el previo al clímax. Ha estado bastante bien, porque se han asentado las bases para el evidente conflicto que se aproxima, a falta de muy pocos capítulos para cerrar este buen spin off. Voy a pasar a comentarlo :riko:.

    En el inicio, vemos a la familia Lakor preparándose para despedirse, ya que resulta bastante obvio que toda la familia no podrá estar unida en un mismo grupo. La marcha hacia el conflicto a comenzado y los cuatro integrantes de la familia se preparan para ser llamados a filas, en diferentes equipos, por así decirlo. Vitali les hace saber a sus hijos y su mujer que hará todo lo posible por encontrarles, ya que lo que los trailod no saben es que los humanos estarán esperando el rescate del Explorador Esperanzado liderado por Renji. Así, es el propio ingeniero-militar quien es llevado por un grupo, dejando al resto de su familia a la espera. Fenya no está nada bien con esa situación, ya que desea un futuro tranquilo para sus hijos. Pronto, tanto ella como Valiana son llevadas por otro grupo, que pese a las insistencias de la madre, se queda sin Winter. El muchacho irá en otro grupo, solo, ya que su hermana y su madre han tenido la dicha de irse juntas. Tras media hora, llega el grupo al que Winter se unirá y en el cual se encuentra con Jessica e Iker, para poco después ver que Artem también está. Parece que los cuatro planean ayudarse mutuamente para hallar a sus familias durante el conflicto y escapar con aquellos que vienen a salvarles. Y bueno, mi sensación es que personajes como Iker o Artem no la van a contar, aunque si alguien huele a kill es Iker. Además, su pérdida liberaría a la humanidad que habita ese mundo de un pervertido y acosador en potencia. Parece que el tipo se hizo un cursillo de como ser tremendo imbécil con las chicas y de como pensar solo en malinterpretar todo de manera sexual. Su muerte no sería una pérdida; sería un alivio :clap:.

    Tras esto, pasamos a ver, a modo de flashback, como Lara se marcha con los líderes, Hufan y Elber (ya que Vitali va con Yma) y por ende estará en el foco del conflicto. Se despide de sus hijos, consciente de que deberá encontrar el modo de reunirse con ellos cuando pueda, y así, emprende la marcha, no sin antes ver que su hijo Vyon ha decidido que vengarse del asesino de su padre no es lo más adecuado en esos momentos. El joven repelente parece haber aceptado que puedes pensar como John Wick, pero no serlo XD :yagami:. Katia y Rosary lo tienen en su grupo, a Vyon (y parece que a Airin también), y se sorprenden de que el joven Utkin haya madurado mentalmente sobre la venganza de su lisiado y ahogado padre, el cual debe ser comida para los pececitos de Trailo. De ahí pasamos a ver a Renji, el cual parece un superhéroe observando el horizonte mientras es incordiado por el ex presidente ruso Dmitri, el cual tuvo menos relevancia en la historia que los genitales de los trailod. Sí, amigo, es la realidad :vibing:. Sea como sea, parece que se están ultimando los preparativos para rescatar a los pobres humanos que llevan dos años siendo las pvtas de los trailod en su reino.

    Finalmente, vemos a Ybryr montándose tremenda fiesta (y con suerte la última) cuando un emisario intercede y le agua la fiesta, provocando que el tirano se moleste. Sin embargo, en cuanto escucha la jugada que Hufan e Yma le han preparado (la cual se come con patatas), decide tomarse la justicia por su mano y poner orden en esas dos provincias que pretende otorgar eventualmente a sus bebés psicópatas. De hecho, se lleva a toda la familia de excursión para hacer rodar cabezas, aunque con suerte, serán las de ellos las que salgan rodando :eyebrow:.

    En fin, buen capítulo, auguro que se viene uno próximo muy intenso. Nos vemos a la próxima, te mando un fuerte abrazo :\*u*/:.
     
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  20. Threadmarks: La noche del último día
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Ya estamos casi al final de esta historia. Incluyendo este capítulo en la cuenta, nos quedan por delante solo dos más. Fue un viaje largo de febrero hasta acá, acompañado por cosillas como caídas del foro y tiempos de pausa que he tenido que tomar por mis exámenes. Pero ya estamos casi listos para salir de este sitio y dar el pase a lo que será el regreso de la historia principal, ya que planeo publicar el final de esto junto con la parte VIII el mismo día.

    Mando un gran abrazo a mi gran amigo Manuvalk quien ha transitado por estos capítulos con gusto. Espero el final de esta trama secundaria le guste, al mismo tiempo que también espero esté listo para el regresar de la historia en la parte VIII.

    Sin más para decir, dejo el cap.

















    La noche del último día:

    Sin la presencia de nubes negras para estorbar, algunas estrellas lejanas desperdigadas por el resto del universo eran visibles en el cielo nocturno para los habitantes del planeta Tralio, tanto sus nativos como los que llegaron desde otro rincón del enorme universo que compartían.

    Ybryr llegó hasta el límite de la frontera de su provincia, la capital de todo el territorio ocupado por su especie, acompañado de los integrantes de su clan, familiares directos de él, y también por algunos miembros de su ejército. Tras enterarse de la emergencia que había ocurrido a raíz de la noticia en el aumento de los tributos que se le debían pagar, este ordenó a varios de los suyos llevar cañones para el enfrentamiento. Varios guerreros portaban garrotes, otros de ellos, en cambio, movían plataformas pequeñas con un cañón encima, una manera más sencilla de trasladar esas armas pesadas por el territorio. Pero entre toda esa multitud, había un guerrero que destacaba, no por su forma física, sino por lo que estaba cargando. Una carreta pequeña que llevaba encima una caja angosta pero alta en tamaño. Ese era quien más cerca iba de Ybryr al momento en el que el tirano arribó a su destino.

    Todos los que se movilizaron desde el interior de la ciudad vieron una enorme cantidad de guardias con las antorchas encendidas, iluminando el lugar, causando que todos pudieran ver a la perfección en esa oscuridad. Cuando divisaron a su rey, todos lo miraron a la espera de recibir alguna especie de orden de parte de este. No tardaría mucho en llegar.

    — ¡Abran esa puerta y dejen entrar solo a Hufan y a Yma! — fue lo dicho por el monarca.

    Acto seguido, las puertas se abrieron, lo que permitió al patriarca y a la matriarca, ambos de una provincia diferente, entrar hacia la capital. El grito que dio el líder del clan supremo de su especie llegó hasta el otro lado del muro, por lo que no tuvieron ninguna clase de compañía al cruzar esas puertas, ya que sabían que no serían deseadas. Ybryr, quien los había visto hace relativamente poco tiempo, en la ceremonia para su hijo Aab, les dirigió una mirada inquisitiva a los dos. Hufan e Yma estaban tranquilos, puesto a que todo iba bastante bien, pero fingían miedo para engañar al sujeto al que estaban por traicionar.

    — No tendrán asilo alguno aquí — Ybryr ni siquiera les dirigió un saludo — Ahora mismo me van a acompañar. Mi ejército está listo para aplastar a esos revoltosos. El pago se cumplirá, porque hará falta para reparar todo lo que se gaste esta noche.

    — Agradecemos poder contar con su ayuda, Ybryr — Hufan supo que debía mostrarse humilde — Lamentamos lo que ocurrió. La gente…

    — No quiere cumplir con su deber, lo que es algo que no pienso tolerar — Ybryr no le dejó continuar con sus palabras — Una mala decisión. La última que van a tomar.

    — ¿Tenemos que ir todos con usted? — Yma quería escucharlo de su boca — Hemos traído a muchos de nuestros traliod y humanos con nosotros. Teníamos que escapar de esa revuelta con vida.

    — Si es posible, me gusta más así — fue lo dicho por el monarca — Tan pronto como esto acabe, se asentarán de nuevo en sus provincias y se pondrán a trabajar para reconstruir lo que haga falta. Vayan a dar esa noticia, yo iré en un segundo.

    La puerta por la que patriarca y matriarca habían pasado nunca fueron cerradas. Hufan e Yma salieron a dar la noticia a toda su gente, aunque no habría novedad alguna en lo que iban a decir. Al darse la vuelta y caminar a la salida, ambos se miraron para esbozar cada uno una sonrisa triunfal, compartiendo la felicidad por ver que todo marchaba como debía.

    Ybryr, por su parte, se dirigió al soldado que cargó la carretilla que tenía puesta encima esa gran caja. Con poca delicadeza, la arrojó al suelo, provocando que se abriera y que su contenido se desparramara por la superficie sucia de su mundo. Allí se podía ver algo similar a un casco protector, que fue hecho a la medida de la cabeza del rey. Lo tomó con ambas manos y se lo colocó. Este le tapaba toda la cabeza, exceptuando la cara. Pese a tener algo de metal obstruyéndole los oídos, Ybryr no tenía molestia alguna para escuchar los murmullos a su alrededor. Lo siguiente que hizo fue tomar otras dos piezas de metal plateado y ponérselas en los brazos. La parte del pecho fue la siguiente, y finalmente, una última cobertura en la parte baja de las piernas. La zona abdominal y la parte de arriba de las piernas estaba desprotegida y expuesta, pero no tenía órganos vitales en ninguna de esas zonas.

    — Mi primera batalla con este prototipo de armadura — Ybryr decía en voz alta a todo su clan — Si resulta ser útil, mandaré a construir uno para cada uno de ustedes. Después de todo, para eso es que gobernamos.

    Con la armadura puesta, el monarca fue el primero en atravesar la puerta que unía un territorio con otro en su reino. Al cruzar al otro lado, llegó a ver a varios traliod sentados en el suelo, apoyando la espalda contra los muros como si estuvieran descansando. Junto a ellos se encontraban algunos seres humanos, imitando los gestos de los que les habían capturado.

    Hufan, Yma, Elber, lo vieron salir con esa extraña vestimenta que ellos desconocían. Lara y Vitali, quienes habían sido elegidos para estar en todo momento junto a ellos, se les acercaron algo preocupados por eso, ya que no tenían idea de si sus armas serían capaces de atravesar el metal que protegía al rey. Por su parte, los dos gobernadores y el maestro se extrañaron al verlo portar algo tan extraño encima. Dado su nivel de atraso en comparación con la humanidad, desconocían totalmente lo que estaba portando el tirano al que debían enfrentar.

    — Esto es malo — Lara susurró de pronto, para que ninguno de los soldados de Ybryr, que se iban abriendo paso al terreno les oyeran — No sabemos de qué metal está hecha esa armadura. No hay cómo saber si las balas de nuestras armas serán capaces de atravesarlo y herirlo.

    — ¿Armadura? — Elber jamás había oído esa palabra antes — ¿Eso es lo que tiene?

    — ¿Para qué sirve? — fue lo que preguntó Yma.

    — Justamente, para minimizar el daño de las armas enemigas cuando te golpeen — Vitali les daba una lección en su uso — No es lo mismo ser golpeado en la carne que ser golpeado en una zona cubierta. Ybryr se está protegiendo, vaya a saber uno de qué.

    — Pero le dijimos que los rebeldes tomaron los cañones — Hufan no encontraba forma de hacer encajar las cosas — ¿Eso no debería pesarle? Se supone que tendría que salir a luchar sin nada que le obstruya el movimiento. ¿O está esperando obtener algo de eso?

    — Viene hacia aquí, creo que podríamos preguntarle — Elber notó que Ybryr se estaba acercando a ellos.

    Lara y Vitali se movieron, de manera que el tirano no les pudiera sacar nada de información, aunque ellos no estaban dispuestos a dejar salir nada de sus bocas que pudiera comprometer sus planes. Al verlo llegar, Hufan, Yma y Elber se sintieron un poco intimidados. De por sí, ellos ya sabían que Ybryr era el fundador de un clan de cazadores expertos en combate, portando una armadura como fue descrita por los humanos, les hacía tener más miedo.

    — ¿Qué les parece esto que traigo el día de hoy? — Ybryr levantó ambos brazos, como si estuviera modelando con ese nuevo atuendo — Esto es una idea que se me ocurrió a mí. Para minimizar el daño que recibo en las batallas. Hará que las expediciones al exterior para enfrentar a las bestias a las que cazamos por comida sean más seguras.

    Era todo tal y cómo se lo habían dicho Lara y Vitali. Ybryr sería más difícil de matar si las balas de los rifles que portaban los humanos no podían penetrar en el metal que le estaba cubriendo el cuerpo. Si bien, tenía partes del cuerpo desprotegidas, solamente le causarían heridas leves, puesto a que en las zonas libres no tenía un órgano que supusiera un fuerte punto de ataque para ellos. El único sitio por el que sería viable atacarlo con la esperanza de matarlo sería en la cara, pero deberían de apuntar bien para que eso ocurriera. Hufan, quien había encontrado una rareza en ese atuendo de su monarca para la misión a enfrentar, le hizo saber de su preocupación.

    — ¿No está pesado? — Hufan tenía que tener cuidado de no llamarlo armadura, dado a que Ybryr no les comentó con qué clase de nombre la habría bautizado — Los rebeldes tomaron nuestros cañones. Sería difícil esquivar sus disparos con algo haciendo peso encima.

    — No voy a esquivar nada, serán los de mi ejército los que comanden los cañones — fue lo dicho por el monarca, que se sintió algo extrañado al ver que no le preguntaron por el nombre de su ocurrencia — Con tantos años que pasé gobernando, mi puntería se fue desafinando bastante. Pero mi instinto en el campo de pelea está intacto. Así podré pelear contra más de uno sin tener que preocuparme por qué me asesten un golpe mortal desde la espalda.

    Hufan e Yma se miraron con algo de preocupación. Se suponía que el objetivo mayor de todo lo que habían armado era eliminar al propio tirano. Si no eran capaces de hacerlo, por más que atacaran, este podría escapar y llamar al resto del ejército para enfrentarlos por traición. Todo para ellos se había complicado mucho más, e incluso tenían algunas dudas en seguir llevando a cabo su plan, aunque ya era tarde para retractarse.

    — ¿Qué es lo que han traído con ustedes? — Ybryr les cuestionó al mirar alrededor — Veo que hay varias carretas cargando cajas. ¿Son objetos de valor?

    Los humanos y traliod no habían ido solo con su presencia a hacerle frente al rey. No podían dejar que este viera las armas hasta que no fuera el momento de utilizarlas, y es por eso que fueron guardadas en cajas que los suyos transportaron hacia el lugar. Jamás creyeron que él les cuestionaría por esos objetos, y entonces, Hufan se tuvo que inventar una excusa para eso.

    — Como tú dices, son objetos de valor — el patriarca fue rápido en su respuesta — Pero ya que solucionarás todo en esta misma noche, nos los llevaremos con nosotros.

    — Puede que me quede con algunos luego de que se termine este conflicto, como una compensación por las molestias que me causaron — Ybryr no tenía motivos para desconfiar de esas palabras — Pero ahora mismo, lo que importa es marchar para acabar con esto. Tan pronto como mi ejército completo cruce esa puerta, nos moveremos hacia el sitio en dónde se encuentran los rebeldes… ¿Todos en una misma provincia?

    — En la misma provincia, pero no en las mismas ciudades — Yma pensaba que estaba empezando a sospechar — Hicimos el anuncio al mismo tiempo, ya que queríamos que supieran que sería una carga compartida. Fue una mala decisión de nuestra parte.

    — Y vaya que lo fue… — Ybryr se apartó de ellos — Pero no los voy a hacer responsables de esto que ha pasado. Los responsables recibirán su castigo esta misma noche. De mano del mismísimo rey de los traliod.

    Los tres allí parados vieron como el monarca se alejó para posteriormente tomar en sus manos un garrote de batalla. Con la luz de las antorchas que iluminaban el sitio, se podía ver que el arma que iba a ser empuñada por el tirano al que querían derrocar estaba totalmente nueva, y, por consiguiente, inmaculada de cualquier mancha de polvo o sangre. Elber eligió apartarse, para poder colocarse junto a uno de los grupos de traliods y humanos que marchaban junto a ellos en la noche.

    — Puede que no podamos matarlo, pero eso quizá sea lo mejor — susurró Lara a varios humanos cerca de ella — Con Ybryr vivo, ellos quizá no nos presten atención a nosotros. Y cuando vean a nuestra nave pasar sobre sus cabezas, el miedo los invadirá todavía más.

    — Comandante… atrás de usted — murmuró una mujer en el ejército.

    Lara se dio la vuelta y pudo ver a Elber acercándose a paso lento hacia ellos. La mujer del ejército ruso eligió cerrar la boca, dando esa misma orden a los soldados, para así no levantar sospechas sobre lo que estaba ocurriendo. No tenía ningún rastro de simpatía por aquel que había asesinado a su esposo hacía ya casi dos años. Pero esa noche, donde se daría el escape, tenía que fingir que sí lo tenía. La mujer le mostró una sonrisa falsa que se veía muy real por parte del traliod, tanto así que tuvo que preguntar por eso.

    — ¿No estás nerviosa, humana? — el maestro se sentía intrigado — Tú fuiste la que dijo que sería difícil matarlo si llevaba puesta esa armadura. No veo cómo puedes estar tan tranquila.

    — Morirá, de eso estoy segura — Lara no se percató de ese detalle — Yo tengo buena puntería, y varios de los míos también. Alguno de nosotros logrará acertarle un tiro efectivo en la cabeza, y todas nuestras vidas serán más sencillas cuando llegue ese momento.

    — Hazlo bien, y te garantizo que serás la primera en recibir una provincia con tu nombre — Elber se empezó a sentir un poco mejor tras esas palabras.

    Lara asintió con amabilidad, también falsa, a lo dicho por quién era su compañero. La mujer pronto vio como el traliod se apartaba de su grupo para encontrarse con los suyos, y empezar charlas amistosas con ellos. Pese a la distancia, ella eligió que no diría nada más que pudiera llegar a causar una sospecha por parte de los enemigos que iban a ser traicionados.

    […]

    ¿Te parece bien mi plan? — fue la pregunta de Hufan para la humana — Los guerreros que mejor manejan los cañones se quedarán aquí, y estarán esperando para enfrentarse al ejército de Ybryr. Ellos serán nuestra distracción, y cuando esté totalmente centrado en los que crea que son sus enemigos, nosotros lo eliminaremos. Tú estuviste en la pelea contra Elber el día en que fueron capturados por nosotros. Tú y los tuyos saben cómo utilizar armas. Les será sencillo acabar con él.

    Es un buen plan, pero por si acaso, considero que es mejor tener algo de apoyo — Lara iba a decir su opinión — Si toda la humanidad está reunida en un mismo lugar, sería sospechoso. Ybryr podría creer que algo va mal. Lo mejor será que haya algunos de los tuyos y algunos otros seres humanos desparramados en zonas próximas. No tan cerca para que él nos detecte, pero no tan lejos como para no escuchar los disparos. El plan será hacer que los que no están presentes se acerquen y los rodeen desde todos los flancos. Así no levantaremos sospechas hasta el último momento, y nos aseguraremos de que no se pueda escapar.

    Hufan, quien estaba reunido junto a Elber e Yma, estaba realmente conforme con esa estrategia. Él, inicialmente, creyó que lo mejor sería echar toda la carne al asador al primer momento, y no darle ningún respiro a Ybryr y a su ejército en su movimiento para eliminarlo. Pero lo propuesto por la humana les daba una oportunidad, o varias, dependiendo de la cantidad de grupos que hubiera, de seguir tomándolo por sorpresa y cortarle las vías de escape.

    En el día de la última noche, Lara Furlan fue junto a varios otros soldados a reunirse con los artífices del plan que consistía en acabar con la vida de Ybryr. Sin embargo, no estaba allí para oír, sino que también estaba allí para aportar ideas. Y la que había dado le gustó mucho a los más importantes traliod del sitio.

    Estoy de acuerdo con el plan de la matriarca humana — Yma le dio su apoyo — Si están ocultos, Ybryr no sabrá a cuántos deberá enfrentar. Si vamos todos juntos, hará un conteo de cabezas, y no tendremos mucha sorpresa de nuestra parte.

    No encuentro mejor solución — Hufan le dio el visto bueno de su parte — Elber, trae unos pergaminos y algo para que ella pueda escribir… No perderemos tiempo yendo de casa en casa y armando los grupos sobre la marcha. Tendrás que armar los grupos ahora mismo, y enviaremos a varios traliod para que pasen por cada vivienda a buscar a dichos residentes.

    Será un placer, si es una forma de contribuir a que esto salga bien — Lara sonrió, ya que se cumplió lo que deseaba.

    Poner a los seres humanos lejos del conflicto les facilitaría el escape a todos, especialmente a quienes no tenían mucho entrenamiento militar. La comandante buscaba alejar a los más vulnerables de la zona de lo que sería el conflicto principal, el cual estimó que sería bastante sangriento e intenso.

    Elber, por órdenes de su patriarca, le alcanzó a la humana varios pergaminos y un lápiz con trazo fino para que ella pudiera escribir allí los nombres de los humanos que estaban en ese lado del continente oriental. Ella, con el paso del tiempo, llegó a conocer, aunque sea de nombre a los que habían tenido la mala fortuna de haber quedado atrapados en las garras de los traliod junto a ella. Serían mil de no ser por el hecho de que su esposo fue asesinado por el propio Elber, haciendo que en su lugar fueran novecientos noventa y nueve. Lara tuvo que hacer memoria y no confundirse con los nombres de ninguno de los hombres, mujeres o niños que habían sido colocados en el continente oriental junto a ella.

    La mujer, haciendo que su cabeza trabajase al máximo para no confundirse u olvidarse algún apellido, escribía en todos los pergaminos a medida que su cerebro empezaba a recordar.

    […]

    A escondidas, la comandante Furlan se encargó de tomar su dispositivo que la comunicaba directamente con Renji, todo gracias a la efectividad de los sistemas del Explorador Esperanzado. Sin decir una sola palabra, abrió un canal de comunicación con él, de manera que él pudiera escuchar todo lo que acontecía alrededor.

    — Renji… — la mujer dijo con la voz en su tono más bajo posible — Tan pronto como empiecen los disparos, deben estar listos para volar sobre nosotros hasta las coordenadas indicadas. Abrirán los muros y vendrán a buscarnos… Solo espera la señal.

    Eso era todo lo que podía decir, dado a que no podía evitar sentir que alguien en los alrededores quizá podría estarla mirando, aunque no parecía ser el caso. Al mirar a los costados y hacia atrás, ella notó que todos los traliod que iban con ellos tenían la vista fija en su rey, Ybryr. Claro que eso era porque el plan sería asesinarlo, aunque entre los que viajaban también iban miembros del ejército del monarca.

    Al frente de aquel grupo se encontraban los mejores comandantes de cañones en el ejército traliod. Un total de cincuenta guerreros de gran tamaño formaban una línea recta horizontal perfecta que protegía a los que viajaban atrás de un posible ataque de los rebeldes. Detrás de esa línea de ataque se encontraba el propio monarca, portando su elegante nueva armadura. Al lado de él se encontraban Hufan e Yma. Más atrás estaban los integrantes de su clan, y en la retaguardia, el resto de la gente dispuesta a luchar esa noche.

    No podían caminar usando monturas, dado a que el ruido que ocasionarían los cañones al ser disparados las asustaría, por lo que todos allí, sin ninguna excepción, se desplazaban a pie por la noche. Lara, Vitali, y muchos otros humanos más miraban con nervios hacia la parte de adelante. Ybryr estaba separado de su alcance por todo su clan, lo que quería decir que sus disparos no llegarían con facilidad hacia él. Eso, si bien sería bueno ya que lo dejaría vivo, les podría acarrear algún problema si llegaban a provocar la ira del monarca.

    Su extensa caminata llegó a cansar a varios seres humanos, quienes tuvieron que realizar el camino de ida hacia el límite del territorio de las provincias. Pero no tendrían que soportar más movimientos como esos, puesto a que la línea de cañones que lideraba el grupo se detuvo a las puertas de una ciudad que se encontraba en la provincia de Yma.

    — Esta era la primera, ¿verdad? — preguntó Ybryr a la matriarca de aquel lugar.

    — Exactamente, monarca — la mujer traliod le contestó con un respeto fingido — Varios se encuentran aquí. Su plan era marchar hacia la capital pronto, así que es posible que sean más que en el momento en el que nos tuvimos que marchar.

    — Excelente, comienza nuestra acometida — Ybryr sonreía, ansioso por empezar la lucha.

    Lo que no sabía el líder y fundador de su clan era que todos los cañones disponibles fueron colocados allí mismo, con el fin de atraerlo y tener la mayor potencia de fuego en un único lugar. Los traliod que estaban del lado de Hufan y de Yma estaban esperando el momento perfecto para salir y dar comienzo a lo que sería un intento de asesinato contra el tirano.

    Ybryr se acercó a los oficiales de artillería de su ejército, quienes solo necesitaban gente para que cargara los cañones para poder empezar a dispararlos en contra de los edificios de la ciudad. Con un gesto de su mano derecha, la cual levantó todo lo alto que pudo, Ybryr indicó a varios de sus guerreros que se acercaran para cargar los cañones, y así dar inicio al bombardeo. El líder de su clan esperó un minuto, y tras contemplar el cielo nocturno con una sonrisa, dio la orden de que comenzara.

    — ¡Ahora, disparen! — el grito fue tan alto que llegó a oídos de todos.

    Siguiendo sus órdenes, sus artilleros dieron inicio a dicho ataque. Los cañones que habían sido trasladados hacia ese lugar fueron apuntados en direcciones diferentes, y luego de eso, salió de cada uno de ellos el primer disparo. Proyectiles muy potentes salieron despegados hacia los edificios más cercanos, provocando explosiones, derrumbes y también ocasionando que los escombros empezaran a desparramarse por la potencia de las explosiones.

    A medida que los disparos tenían lugar, varios traliod del ejército del tirano se iban apartando del grupo, y se adelantaban un poco, listos para intentar un asalto cuando se les diera la orden para ello. Viendo que habían caído en la trampa, Elber solo estaba esperando por la señal para que pudieran proceder con el ataque con el que intentarían acabar con la vida del monarca.

    Tal y como se esperaba, varios operadores de cañones salieron desde el interior de la ciudad que empezó a ser asediada por órdenes del monarca, con el objetivo de disparar como contraofensiva y dar veracidad a los hechos señalados por Hufan e Yma. Ybryr los vio salir, y creyó que esos debían ser los revoltosos que tenían intenciones de marchar hacia su capital como represalia por el aumento en los tributos que debían pagar. Preparados para un ataque como ese, varios cañones fueron activados, empezando así con la defensa que ellos iban a mostrar.

    Hufan e Yma se dieron la vuelta y le dieron a Elber la señal de que debían empezar con lo planeado. El maestro de los traliod asintió, y empezó a correr cerca de donde se encontraban los suyos, listos para poner en marcha el plan. Las cajas que estaban transportando en las carretas fueron abiertas, dejando así caer los rifles que la humanidad portaba consigo, todos cargados con bastantes balas y listos para ser disparados. Lara, Vitali y otros en el ejército humano tomaron varios de estos, y con tan solo pasar un minuto, todos los presentes tenían un arma en la mano, lista para ser usada.

    Cerca de ellos, había algunos miembros del ejército de Ybryr que no entendían lo que veían, pero le restaban importancia, ya que creían que simplemente se trataba de una herramienta propia de los seres humanos. Elber, quien revisó que todos estaban listos para el ataque, tomó también uno de los rifles sobrantes, gesto imitado por otros de sus traliod. Con los preparativos listos, este se apartó un poco y se puso en línea con varios humanos.

    — ¡Ybryr, date la vuelta! — gritó el maestro de los traliod.

    Aquel grito tomó por sorpresa al monarca de su especie, no solo por lo sorpresivo que fue, sino por lo poco respetuoso en las palabras elegidas. Por esa misma razón, el cazador eligió solamente voltear su cuerpo, pero sin mover sus piernas de lugar.

    — ¡Ahora, es nuestro! — Elber dio la indicación de pasar al ataque.

    Para guardar las apariencias, Lara, Vitali y varios militares allí presentes dejaron salir tres balas de sus armas en contra del tirano. Los traliod fueron quienes se entusiasmaron más por el momento y la oportunidad de acabar con él, por lo que todos dispararon una ráfaga de balas en contra de él. Tal y como los humanos vaticinaron, las balas no tenían la potencia suficiente para atravesar el metal de la armadura que llevaba Ybryr, pero tan pronto como una impactó en la zona abdominal, entró por completo en el cuerpo del rey, causando que una ligera sensación de dolor se manifestara en él, seguido de un leve gemido de dolor al tiempo que este retrocedía.

    — ¡Traición! — gritó, girando su cuerpo para que su armadura, que le cubría toda la espalda, repeliera los disparos — ¡Nos han traicionado, ellos son el verdadero enemigo!

    — ¡Acaben con él! — Hufan gritó al tiempo que se apartaba del lugar, y así poder ponerse a resguardo del ataque.

    La matriarca Yma imitó el gesto de su compañero, y también se alejó. Los traliod armados seguían disparando contra el monarca, sin ninguna clase de éxito, pese a tener armas mejoradas tras haber servido de ayuda a los humanos. Algunos optaban por disparar contra los miembros del clan de Ybryr, quienes se apartaban y lograban esquivar los disparos, efectuados por seres que no tenían mucha experiencia en el manejo de las armas.

    El rey de los traliod levantó la vista para ver como los cañoneros estaban absortos en el bombardeo y enfrentamiento con los rebeldes que no notaron ni pudieron escuchar lo que estaba ocurriendo. De igual manera, el monarca supuso que no podría retirarlos de su posición, o los rebeldes podrían comérselos vivos si les daba la oportunidad. Fue por eso que eligió darle una orden a los que estaban más cercanos a él.

    — ¡Acaben con los traidores! — Ybryr gritó a su ejército, ansioso por ver la sangre de sus enemigos — ¡Con todos ellos! ¡Ahora mismo, esta farsa se tiene que terminar!

    Armados con los garrotes, los traliod que eran leales a su rey, marcharon corriendo contra los que portaban armas de fuego. Aquellos que no estaban portando un rifle simplemente tomaron sus barrotes y fueron corriendo hacia los servidores del rey, en un intento de permitir a sus compañeros seguir manteniendo el fuego continuo en contra de quien era el objetivo prioritario.

    Así fue como esa noche, aquel terreno de la provincia Yma se convirtió repentinamente en un campo de batalla. Traliods leales a Ybryr luchaban a muerte contra los que servían a Hufan y a Yma, quienes se habían apartado para estar lejos de peligro. Cabezas recibiendo golpes mortales y cuellos partidos a la mitad, eso fue lo que marcó el inicio de la caída de cuerpos inertes sin vida al suelo. La mayor cantidad de bajas pertenecía al ejército, ya que Elber y los otros traliod les ayudaban a matar a los más problemáticos, mientras buscaban la oportunidad de poder eliminar al líder del clan de cazadores, quien se movía de un lado a otro queriendo dificultar a los tiradores el acertar la mayor cantidad de disparos posible.

    Para el tirano, esa noche fue toda una sorpresa por lo ocurrido, y no sería la última. En aquel sitio donde tenía lugar la batalla que decidiría quienes estarían al mando de los traliod en el futuro, un ruido se empezó a escuchar de repente. Venía desde las lejanías, y también desde las alturas, cosa que contribuyó a dejar estupefactos a todos los traliod en el momento en el que movieron sus cuellos para mirar al cielo y ver pasar por encima de ellos una estructura de gran tamaño. Tal y como la primera, esta cubría una gran parte del cielo de su planeta. Estaban tan sorprendidos como la primera ocasión en que vieron algo así, y fue por eso que el ataque de ambos bandos de traliod cesó. No más estocadas con los garrotes, no más disparos con rifles o con los cañones. Cada ser vivo oriundo de aquel planeta veía con asombro como esa estructura se movía lentamente sobre sus cabezas, para luego dar un arranque de alta velocidad y tardar tan solo tres segundos en desaparecer de las vistas de todos.

    Hufan, quien creyó que los humanos que había capturado eran los últimos con vida, ya que estos mismos creían que lo eran, se empezó a cuestionar sobre si a bordo de esta estructura irían otros seres humanos o si se trataría de una especie diferente que estuviera llegando a su mundo por primera vez. Tal fue el impacto de ver otra vez ese suceso en su mundo que ningún traliod prosiguió con el conflicto, ya que creían que todo sería parte de algo más grande.

    — Esto es… — Hufan estaba casi sin palabras, y quiso buscar con la vista a Elber, y fue allí que divisó a Lara acercándose a uno de sus más leales y confiables hombres de manera silenciosa, acompañada por dos hombres y dos mujeres a cada lado — ¡Elber!

    El maestro se asustó al escuchar ese grito por parte de su patriarca, tanto fue así que lo primero que hizo fue asumir que se trataba de una advertencia para él.

    — ¡Ahora, es nuestro turno de atacar! — el grito de Lara le provocó un miedo inmenso.

    Giró su cuerpo, solo para terminar recibiendo dos disparos que salieron del arma de la comandante Furlan. Ella sabía que vengarse sería peligroso, y estaba dispuesto a dejarlo pasar, pero fue ver al traliod tomar uno de los rifles lo que la convenció de que tenía que hacer lo que había hecho. Dos disparos en la frente fueron todo lo que se necesitó. Las balas, creadas con un material más penetrante proporcionado por los traliod, atravesaron sin ningún problema la gruesa piel del maestro, junto con el cráneo que protegía su cerebro. Cuando las balas alcanzaron ese órgano vital, sangre salpicó en varias direcciones, y el impulso producto del impacto llevó a hacer que Elber cayera muerto de espaldas al suelo.

    Los soldados que estaban cerca de su comandante dirigieron sus disparos hacia los traliod que iban armados, ya que serían los que más dificultarían su intento de escape. Con rapidez por la maestría que tenían sobre sus armas, todos aquellos no humanos que portaban rifles terminaron recibiendo esos disparos mortales que les terminaron por quitar la vida en tan solo un segundo. Verlos caer llenó de alegría a Lara, que no solo había podido conseguir su venganza, sino que tenía todo listo para salvar a los suyos.

    — ¡Retírense! ¡Renji hará el resto! — Lara empezó a correr para alejarse del lugar.

    Vitali y el resto de militares con experiencia que estaban allí empezaron a imitar su acción. Todos movieron las piernas lo más rápido que sus cuerpos les permitían, con toda la intención de dirigirse hacia el muro que limitaba la provincia Yma con el exterior del territorio traliod. Hufan, Yma, Ybryr, y casi todos allí estaban impactados por lo que había ocurrido. El propio tirano no esperaba ser atacado por traidores, y mucho menos esperaba que entre ellos hubiera otros actuando por cuenta propia. Sin embargo, eso no cambió el hecho de que tenía enemigos a su alcance a los que tenía que enfrentar.

    — ¡Hufan! — Yma le dio una advertencia a su compañero.

    El patriarca miró atentamente y pudo notar que Ybryr entró en carrera para alcanzarlo y poder matarlo con su arma.

    — ¡Imposible! — Hufan supo que debía correr si quería estar a salvo — ¡Eliminen a Ybryr y busquen a los humanos, no podemos dejarlos marchar!

    Fue así como Hufan empezó una carrera por su vida, mientras que, desde atrás, le estaba persiguiendo el líder absoluto de su especie, con la intención de acabar con su vida por haberlo traicionado.

    — ¡Los humanos no están del lado de los traidores, déjenlos escapar, no son nuestros enemigos! — fue el grito de guerra del monarca a quien trataba por todos los medios de alcanzar al patriarca, quien creyó mente maestra de ese ataque a traición, dado a que el aviso de una revuelta fue suyo.

    Hufan supo que en una pelea cuerpo a cuerpo contra él sería una derrota absoluta, por lo que apuntó a llegar hasta uno de los rifles que habían caído al suelo. Tomarlo, apuntar a la cabeza de Ybryr y asestarle un tiro certero era la única esperanza que veía para poder cumplir su objetivo y seguir viviendo después de aquella noche.

    […]

    — ¡Corran, hacia los muros! — fue el grito de uno de los soldados en un grupo que se encontraba en los alrededores.

    El haber visto pasar la nave por encima de sus cabezas les hizo saber qué ya podían dejar de fingir estar del lado de sus captores, y empezar a perseguir su libertad.

    Los traliod, armados únicamente con garrotes, buscaban llegar hasta los humanos que portaban rifles y así poder acabar con sus vidas. Por su parte, los soldados más experimentados que se encontraban en ese grupo se vieron en la tarea de tomar esos rifles y abrir fuego contra ellos, permitiendo así el escape de aquellos que no tenían mucha experiencia para portar armas.

    — ¡Seremos libres! — Airin gritó mientras ella y sus compañeros de clase escapaban de aquel enfrentamiento.

    — ¡Han caído en la trampa, tu madre es brillante! — Katia elogió a la comandante Furlan — ¡Podremos escapar de aquí y vivir una vida tranquila!

    Tal y como se esperaba que sucediera, los traliod armados con meras armas de combate cercano centraron su atención principalmente en aquellos que estaban armados con rifles y que los usaban para disparar. Airin, Vyon, Katia, Rosary, junto con otros civiles, optaron por simplemente huir del epicentro de ese combate, y dejar que fueran los militares quienes se hicieran cargo del peligro. Junto a ellos había también otros soldados que se encargarían de protegerlos en caso de que desde el frente se encontraran con algún grupo de traliods o con alguna criatura hambrienta que estuviera intentando cazarlos para alimentarse.

    Los traliod que se acercaban al grupo de militares que abrió fuego contra ellos no dejaban de caer muertos al piso, asesinados sin ningún tipo de dificultad por los humanos que otrora habían capturado. Fueron ellos quienes propiciaron ese acontecimiento al permitirles mejorar sus armas con la finalidad de acabar con el clan de Ybryr. Sin embargo, no tenían pensado bajo ningún concepto permitir que los humanos se pudieran escapar de su alcance.

    Varios de ellos tuvieron una idea, y sujetaron sus garrotes con fuerza, tomando carrera hacia los humanos y posteriormente, arrojárselos para tratar de hacerlos soltar las armas. Algunos militares de la humanidad pudieron ver esas intenciones, e intentaron esquivar los ataques ya fuera agachándose o moviéndose hacia los costados. Pero un gran número de soldados terminaron recibiendo golpes fuertes en la cabeza, causándoles una caída irremediable al suelo, algunos con aturdimiento y otros simplemente muertos por el uso desmedido de la fuerza de parte de los traliod.

    — ¡Tomen las armas y disparen contra ellos! — uno de los que parecía ejercer un lugar importante en el ejército de la matriarca Yma fue quien dejó salir ese grito — ¡Disparen a herir!

    Armados con los rifles de la propia humanidad, los traliod abrieron fuego en contra de aquellos que tenían rifles, y también apuntando a quienes intentaban huir. Fue tan solo dos segundos después que empezaron a darse las bajas en los humanos presentes allí, empezando varios de ellos a caer muertos al suelo. Si bien, la orden del traliod fue que dispararan a herir, las balas nuevas que tenían los rifles eran mucho más potentes, causando que las heridas que provocaban en los cuerpos de los seres humanos fueran más abiertas y letales.

    — ¡Mierda, nos están disparando! — Vyon colocó ambos brazos en la nuca intentando evitar cualquier disparo en una zona sensible.

    — ¡¿Lograron obtener nuestras armas?! — Rosary se dio la vuelta, algo asustada por todo lo que estaba viendo, contemplando que su hipótesis era correcta — ¡Pero se supone que nos querían vivos!

    — ¡Así no podremos escapar! — Katia expresó su preocupación ante lo ocurrido — ¡Nos van a matar si no nos apresuramos…

    Tal y como la chica lo anticipó, uno de los disparos la alcanzó a ella. La bala que fue disparada por un traliod enemigo logró llegar hacia su ubicación. El tiro le dio en la zona izquierda de su cuerpo, cerca del corazón. Al impactar, el proyectil disparado le atravesó el pulmón y una porción del órgano que bombeaba sangre al resto del cuerpo. Con un ataque como ese, Katia empezó a escupir sangre, para inmediatamente después caer al suelo mientras corría hacia su escape.

    — ¡Katia! — Airin se detuvo en seco al verla caer al suelo — ¡La han asesinado!

    — ¡Airin, al suelo, maldita sea! — Vyon corrió hacia su hermana, lanzándose sobre ella para derribarla y así evitar que un disparo pudiera darle a ella también.

    El chico actuó justo a tiempo. Tan solo un segundo después de que ellos tocaron tierra, una bala pasó justo por encima de sus cabezas. Su hermano menor le había salvado la vida con ese acto tan audaz, pero si se quedaban allí, podrían terminar por perderla. Ninguno quería tentar a la suerte.

    — ¡Huye, es tarde para Katia! — Vyon le gritó.

    Levantándose un poco del suelo, el chico tomó a su hermana de los brazos, para así darle un impulso que la llevó a estar de pie y en carrera nuevamente, intentando escapar hacia algún bosque o edificación que les sirviera para cubrirse. Mientras los dos hermanos corrían, no podían evitar pensar en la trágica muerte que había sufrido su compañera. Ella simplemente quería escapar hacia la libertad junto a ellos, y los traliod le arrebataron esa oportunidad de hacerlo.

    — Tenemos que seguir adelante, mamá va a sobrevivir a esto, y estará destrozada si nosotros dos morimos aquí — Vyon no quería que su hermana se volviera a detener así.

    […]

    — ¡Dmitri, me oyes bien, ¿verdad?! — el comandante Yukimura se encontraba corriendo hacia los muros que estaban a menos de medio kilómetro de distancia de la ubicación en donde aterrizaron la nave, todo eso mientras sujetaba su dispositivo móvil en la mano.

    — ¡Fuerte y claro, comandante! — fue la respuesta del expresidente y líder de su gente, quien se encontraba en el interior de la gran estructura — ¡La nave ya está puesta a punto y lista para partir tan pronto como todos los humanos estén aquí! ¡Asegúrate de traerlos a todos a salvo!

    — ¡Ese es mi cometido! — Renji contestó con severidad — ¡Nadie que esté vivo esta noche se quedará allí! ¡La humanidad volverá a estar reunida! ¡Nos veremos cuando haya regresado con todos!

    Desde el interior del Explorador Esperanzado, Dmitri acababa de cortar la comunicación establecida con el comandante Renji Yukimura, el cerebro de la operación para rescatar a todos los seres humanos que terminaron por ser capturados por los traliod.

    Él no quería quedarse fuera de esa misión, pero al no ser un soldado entrenado para portar un arma, lo único que podía hacer era estar junto a varios ingenieros en la sala del navío destinado a comunicaciones. Era ese módulo tecnológico el que permitía que entre los humanos que portaran con un dispositivo móvil, la comunicación fuera posible. La tarea de Dmitri Koslov sería administrar las comunicaciones, gestionando cada información entrante. Si bien, lo ideal sería que solamente la comandante Furlan y el comandante Yukimura enviaran mensajes hacia ellos, se podía esperar que otros soldados también lo intentaran. Era deber de él registrar todo lo que le fuera dicho, y juzgar con su criterio cuál era la información más importante para anunciarla al resto de los miembros de su especie que se encontrasen allí, forcejeando para poder huir hacia un destino mejor.

    Silencio. Los primeros diez minutos que transcurrieron allí fueron bastante tranquilos, cosa que provocaba el efecto inverso en Dmitri, así como también en todos los ingenieros situados allí. Algunos pensaban que el silencio podía deberse a que las cosas en el interior de aquellos muros que vieron por medio de las cámaras exteriores se estuvieran complicando demasiado. Pero no se necesitó de otro minuto para que esa situación cambiase.

    — Dmitri, nos está llegando una petición de comunicación… — uno de los ingenieros que manejaba una de las máquinas se lo hizo saber.

    — Vamos a atenderla — Dmitri no titubeó en sus palabras — Alguien podría necesitar ayuda.

    — Dudo mucho que ese sea el caso, señor — el ingeniero se dirigió con respeto a él — Esta comunicación no proviene de uno de los nuestros. Proviene desde el exterior de este planeta.

    Por haber dicho esas palabras, aquel hombre se ganó las miradas de todos los que se encontraban presentes en aquella sala junto a él. El hecho de que en el exterior del planeta hubiera seres inteligentes y que estuvieran intentando comunicarse con ellos, justo en aquel momento tan tenso que estaban viviendo quienes fueron retenidos, causó un pequeño susto en todos ellos, ya que no sabían cómo debían interpretar algo así.

    — ¿Desde afuera del planeta? — Dmitri quiso asegurarse de que no era un error, cuando el ingeniero asintió supo que no lo había — Mierda… Esto es malo.

    — ¿Señor? — otro de los trabajadores quería inquirir más en esa situación.

    — Podría tratarse de Zenith, de Black Meteor, o de una especie que nosotros no conozcamos — el que fuera líder de los suyos pensó en todas las chances — No sé qué sería peor…

    — ¿Qué vamos a hacer al respecto? — quien recibió la comunicación necesitaba saber cómo proceder.

    — Tenemos que responder — para él no quedaba otra opción — Se supone que queremos escapar de este planeta y volver al espacio una vez que obtengamos ayuda de los humanos que fueron capturados… Necesitamos escuchar esto para saber qué nos espera allí afuera… Al menos tener una idea.

    — Muy bien, como usted ordene — el ingeniero dejó que la comunicación fluyera.

    — Yo hablaré, estén atentos a todo lo que nos digan — Dmitri ordenó con seriedad — Si es que nos está hablando una especie que nos puede entender.

    Por pedido de quien en un día fue su líder, el ingeniero que recibió esa solicitud de comunicación tecleó en su máquina los comandos necesarios para que el navío pudiera abrir un canal aparte con aquellos que estuvieran fuera del planeta y se quisieran comunicar con ellos. Dmitri tomó aire, casi como si tuviera miedo de las cosas que podría terminar diciendo o escuchando a continuación. El resto de la gente clavó sus miradas en él.

    — Habla — Dmitri no fue muy gentil en sus primeras palabras, incluso habló con un tono imperativo — Querías comunicarte. Ya lo has hecho. Comienza a hablar.

    — Saludos, humano — fue la respuesta que llegó del otro lado — Me alegra que hayas aceptado mi solicitud para poder comunicarme contigo.

    — Bien, sabemos que no es Zenith ni Black Meteor — Dmitri dijo en voz alta, luego de percatarse de algo — Ellos no se referirían a nosotros como “humanos”.

    — No, pero quienes sea que estén queriendo comunicarse con nosotros saben qué somos — comentó una de las ingenieras, con algo de preocupación — No me gusta mucho eso. Recuerdo lo que ocurrió la última vez que algo así pasó. Fue el día de la Caída de la Tierra.

    — No suena como el edagriano que habló al llegar a nuestro mundo — comentó Dmitri, queriendo tranquilizarse él también al decir eso — Pero solo tenemos una forma de saber qué está pasando aquí… ¿Quién se supone que eres tú? — esa pregunta fue para el ser que se estaba comunicando con ellos.

    — Mi nombre es Cerv — fue la respuesta inmediata de aquel ser desconocido, informando su nombre a la persona que le había respondido — Es un placer conocerte. Tu nombre es…

    — Dmitri — no mintió al decírselo, puesto a que no sentía que fuera necesario — ¿Por qué nos has llamado? ¿A qué especie perteneces? ¿Qué es lo que quieres de nosotros?

    — Veo que tienes muchas preguntas, y estaré encantado de contestarlas — por el tono de voz, Cerv parecía ser un ejemplar masculino — Los he llamado para ofrecerle a ustedes nuestra ayuda.

    — ¿Ayuda? — Dmitri se vio confundido con eso — ¿Qué clase de ayuda nos quieres ofrecer, y para qué, exactamente?

    — Sabemos que están pasando por una situación desesperada — fue lo dicho por quién hacía llamarse Cerv — Varios de ustedes están siendo retenidos en contra de su voluntad por esa especie que habita en este mundo… los traliod.

    Nuevamente, la sala volvía a quedar en silencio. Nadie tenía forma de saber cómo era posible que un ser extraterrestre estuviera al tanto de lo que ocurriera con ellos en un mundo que no era la Tierra. Todos los presentes compartían casi el mismo miedo por lo que escucharon. No cabían dentro de sí mismos tras escucharlo hablar de esa manera, como si los conociera de toda la vida.

    Dmitri se quedó callado por medio minuto, mientras su cuerpo temblaba como si estuviera experimentando un sismo. Tenía que responder, puesto a que debía sacarle más información, y de ser posible, antes de que Lara, Renji o algún otro humano intentara comunicarse con ellos.

    — ¿Cómo sabes todo eso? — Dmitri empezó a sentir que uno de sus párpados se movía, como experimentando un tic nervioso — No pudiste haberlo adivinado.

    — Estuvimos observándolos por un tiempo — Cerv habló en plural, algo que ya había hecho previamente — Así fue cómo nos enteramos de eso.

    — ¿Quiénes nos estuvieron observando? — Dmitri odiaba ese misterio surgido en aquel momento.

    — Nosotros.

    — ¿Quiénes mierda son “nosotros”?

    — Mis líderes no me autorizaron a decirlo — Cerv confirmó que él no era quien llevaba a cabo esa comunicación — “Nosotros” es todo lo que tendrás de mí.

    — ¿Por qué nos observaban? — Dmitri empezó a acelerarse al hablar.

    — Para saber en qué estado se encontraban, y fue así que descubrimos que necesitan de nuestra ayuda — Cerv no contestó con una respuesta que el humano esperaba.

    — ¿Cómo nos ayudarán? — Dmitri quería ver si podía sacarle algo más.

    — Mis líderes autorizarán el descenso de varios grupos de combate listos para enfrentar y eliminar a los traliod.

    — Tenemos un plan para huir de ellos.

    — Lo sé, y no está saliendo muy bien. Varios humanos han muerto ya enfrentándolos a ellos. Les hará falta nuestra ayuda para que los que siguen con vida puedan escapar.

    — ¿Y por qué quieren ayudarnos? — al humano no le sentó bien escuchar eso, pero por un momento creyó que tal vez fuera mentira.

    — Porque están en dificultades.

    — Hijo de puta, te haces el listo — Dmitri no se tomó para nada bien ese comentario — Esa es la explicación de por qué necesitamos la ayuda. Pero no explica por qué nos quieren ayudar. Ustedes nos observaron y saben que nos encontramos en problemas por culpa de los traliod. ¿Por qué intervendrían a nuestro favor? ¿Qué es lo que ganan con eso?

    — Su especie tiene conocimiento que es invaluable para nosotros — esa pregunta reveló un poco las intenciones de Cerv — Y no podemos permitir que ese conocimiento desaparezca.

    — ¿Invaluable? — uno de los ingenieros no pudo aguantar más el deseo de preguntar — ¿En qué sentido?

    — En todos los que puedas imaginar — Cerv empezó a hablar con más calma — No vamos a permitir que los traliod los lleven a la extinción, y que ese conocimiento muera con ustedes. Estamos aquí para evitarlo.

    — En ese caso, bienvenido sea — Dmitri creyó que no le sacaría mucho más — Si los nuestros están en peligro de muerte en este conflicto con los traliod, entonces ayúdennos. Dile a tus líderes que autoricen el despliegue de soldados que estén dispuestos a ayudar a los nuestros.

    — Lo haré, ten por seguro que vamos a ayudarlos — Cerv sonó serio al decir esas palabras — Pero antes son ustedes quienes deben ayudarnos a nosotros.

    Con esa frase que resultó ser bastante enigmática para todos los que la oyeron, Cerv, un ser de una especie desconocida cuyo nombre no fue comunicado a los seres humanos, cortó la comunicación, cerrando de su lado el canal que había establecido con los humanos. Dmitri y el resto de los ingenieros presentes en dicha sala quedaron anonadados con una acción así, tanto que no tenían idea de qué había ocurrido.

    — ¡¿Qué pasó?! — fue lo primero que quería saber el expresidente — ¡¿Por qué se cortó?!

    — ¡Nos cortó él! — el ingeniero sentado frente a esa máquina le respondió algo sorprendido — ¡Él fue quien cortó la llamada!

    — ¡Llámalo de nuevo, si de verdad nos quiere ayudar, tenemos que saber qué es lo que están haciendo!

    Aquel hombre estaba listo para cumplir con la orden que recibió por parte de su líder, pero antes de que pudiera ejecutar los comandos necesarios para abrir el canal de comunicación e iniciar una nueva llamada con Cerv, su máquina se apagó de golpe y sin haber arrojado o disparado algún mensaje de advertencia. El ingeniero vio asustado como la pantalla que tenía en frente se quedó en negro, a la vez que todas las luces de su equipo se apagaron.

    — ¡¿Qué ocurrió?! — preguntó con un susto encima — ¡Mi máquina se apagó!

    — ¡¿Qué tocaste?! — le cuestionó una compañera — ¡¿Tocaste algo mal?!

    — ¡No, no toqué nada! — el ingeniero no se sentía a gusto con esa acusación — ¡Esta basura solamente se…

    Y antes de que pudiera terminar esa frase, todas las otras máquinas de la sala, junto con las luces que se encargaban de alumbrar su interior, se apagaron al unísono. De no ser porque habían instalado luces de emergencia en el pasado, se habrían quedado a oscuras por completo en ese lugar. Un par de gritos de terror resonaron en la sala, producto del susto por haberse quedado a oscuras, y no fueron los únicos.

    Desde el interior de su sala podían escuchar como otras personas que se encontraban fuera gritaban despavoridas por haberse quedado a oscuras, lo que les dio el indicio de que a lo mejor fue todo el navío el que se quedó sin energía.

    — ¡Los sistemas estaban bien, ¿por qué se apagaron?! — preguntó otro ingeniero allí presente.

    — ¡No tengo idea, ¿qué vamos a hacer?! — una de las ingenieras se sentía muy asustada por estar casi en tinieblas.

    — ¡Dmitri, esto es serio! — el ingeniero que recibió la llamada de Cerv fue quien le daría una noticia importante a quien dirigía todo allí dentro — ¡Si el navío está apagado, el sistema de comunicación también! ¡Lara, Renji y todos los demás que estén dentro de esos muros estarán totalmente incomunicados tanto entre sí como con nosotros!

    — ¡No es posible! — Dmitri no podía creer que algo así ocurriera — ¡Esto no puede quedarse así, ellos necesitan y esperan nuestra ayuda! ¡Hagan algo para tratar de remediar esto!
     
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