Ciencia ficción La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 22 Febrero 2024.

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    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    7767
    Hola :)
    No estaba dentro de mis planes publicar esto hasta la semana que viene, pero como tengo más cerca que lejos la llegada de vacaciones + inicio de clases de nuevo + visitas médicas, creo que lo mejor será ir publicando mientras pueda, para no perder mucho tiempo si en algún momento no llega a ser posible.

    Tengo una entrada en el blog que lo detalla todo mejor, pero esto que estoy publicando es una historia secundaria del universo LGC que narrará acontecimientos que serán necesarios para seguir avanzando en la trama hacia partes futuras. En un tldr, esta es una parte que tiene que ser leída después de la VII y antes de la VIII.

    Quiero agradecer y saludar a mi gran amigo Manuvalk por la presencia que ha estado teniendo en este universo ficticio que he creado, y que ha sido un gran motivador para la expansión más allá de lo que estaba planeado originalmente. Sin él, posiblemente esta parte que está siendo posteada ahora tal vez no existiría. Así que por eso, le doy las gracias.

    A quien también quiero agradecer es a Elliot, quien continúa su avance en el universo navegando los capítulos de la parte VII. Sé que requiere esfuerzo y dedicación adentrarse en un universo tan grande cuando ya ha iniciado y lleva su tiempo, pero él lo ha hecho, y al día de hoy, sigue ahí. Eso es algo que también aprecio.

    También agradezco a cualquier otro lector que, ya sea más temprano que tarde, haya llegado aquí.

    En fin, por el momento no tengo mucho para decir. La cronología y la guía de personajes serán actualizadas para el segundo, tercero o más tardar cuarto capítulo.

    Chao :)
















    La Gran Catástrofe – Asfixiándose en la Oscuridad

    Nacido en el frío:

    — Nivel de dióxido de carbono en la atmósfera: crítico — una voz robótica emitía un diagnóstico — Nivel de oxígeno en la atmósfera: muy bajo. Temperatura: superando los cincuenta grados centígrados. Habitabilidad del planeta: imposible.

    Dmitri Koslov estaba junto a un equipo de científicos mientras recibían aquel diagnóstico de una de sus máquinas, cortesía de una sonda que habían enviado previamente a la Tierra para hacer un análisis tras el caos que ocasionó una nave edagriana que apareció de repente sobre sus cielos para desaparecer una vez terminó su trabajo.

    Zenith y Black Meteor no fueron las únicas naciones que consiguieron el escape del planeta utilizando su tecnología espacial. La nación de Rusia, quienes tenían un navío de gran tamaño listo para poner a disposición de la humanidad en la guerra contra los edagrianos poco después de que se realizó el anuncio de las respuestas a la Gran Catástrofe, también había conseguido evacuar a muchos de sus trabajadores y salvarlos de aquel trágico destino.

    Se suponía que ese enorme navío debutaría pronto en el espacio, dado a que se tenía pensado enviar a todo un equipo de ingenieros y militares para que lo probaran antes de que se anunciara la marcha al planeta Edagr. Sin embargo, la llegada de Arion a la Tierra cambió las cosas. Cuando su bombardeo empezó, el presidente de la nación no tuvo otra opción más que ordenar la evacuación, luego de ser testigo de la caída de armadas militares que salieron a hacerle frente.

    Dado a que varios ingenieros, técnicos y soldados habían sido convocados para realizar pruebas con el navío, una enorme proporción de la población del país se encontraba cerca del vehículo espacial, cosa que facilitó el salvamento. De no haber sido por eso, un número mucho menor de gente habría escapado con vida.

    Un día había transcurrido desde el ataque, y el presidente ruso no quería perder la fe en que su planeta podría recuperarse del daño recibido por el ataque del edagriano. Sin embargo, el análisis que acaba de escuchar tras el envío de la sonda dejaba las cosas muy claras. El planeta Tierra estaba condenado a convertirse en una masa de fuego y humo, para que después las nubes negras presentes en la atmósfera cubrieran los rayos del sol y terminaran enviando a la Tierra de regreso a una era de hielo. Un hábitat así para la humanidad era insustentable, por lo que tomó la decisión de que lo dejarían todo atrás.

    — Nos marchamos de aquí — Dmitri agachó la vista y se apartó de la sala — Alejémonos.

    — Señor, existen probabilidades de que Zenith y Black Meteor también tengan gente que haya escapado exitosamente del ataque — un científico presente en la sala le comunicó su pensamiento.

    — Lo sé, ellos claramente se salvaron — el presidente ruso no sonrió al escuchar eso — Por esa misma razón me quiero ir de aquí. No quiero que nos encuentren, y este navío es enorme.

    — ¿Cuál es el rumbo a fijar? — preguntó una de las trabajadoras — ¿Hay rumbo alguno?

    — No lo hay, pero estamos en una misión — Dmitri habló con seriedad — Encontraremos un planeta con características similares a la Tierra. Y cuando encontremos ese planeta, lo tomaremos para nosotros. Voy a hacer el anuncio oficial. Ustedes pongan la nave en marcha hacia cualquier otro rincón del universo.

    El grupo de científicos conformado por seis personas, tres hombres y tres mujeres, vieron como el presidente cerró la puerta tras su salida. Dmitri avanzó por los pasillos blancos e inmaculados del navío enorme en el cual se encontraba.

    A su derecha, una pared enorme construida de un metal sólido. No se veía nada sobre estas, más allá que unas pequeñas bocas de color negro, las cuales se encargaban de adecuar la temperatura del interior para que no fuera ni tan calurosa ni muy fría. A la izquierda, un ventanal inmenso que daba vista al espacio exterior. Era la primera vez del presidente fuera de su planeta, pero a diferencia de la mayoría de las personas en esa situación, no volteó a ver las maravillas que el universo podía ofrecer. Su vista estaba fija en un piso, blanco como las paredes, y no se detenía ni por un momento a observar lo que había fuera del navío.

    Cuando abrió la puerta de su despacho, frente a él se encontraba un ventanal gigantesco con vistas a la Tierra, el cuál sí se dignó a contemplar. Un escritorio negro con una pantalla led muy delgada, y que contaba también con tres dispositivos táctiles con los cuales podría controlar su computadora. No había una silla móvil, solo trozos de fierro que tenían forma cuadrada, anclados al suelo para fungir como asiento.

    El presidente ruso encendió su computadora poco después de tomar asiento, y cuando el sistema operativo había terminado de cargar tras solo un segundo, accionó los megáfonos de la nave, los cuales no podían apagarse desde ningún sitio más allá que de su oficina. Tomó aire, aunque eso era más para ganar fuerzas que otra cosa, y luego de eso, empezó a lanzar un discurso.

    — A todos los ciudadanos que están a bordo de nuestra nave, los saluda el presidente Dmitri Koslov — fue formal en su presentación — Hombres, mujeres, niños… rusos y no rusos. En este mismo momento, tengo el honor no tan honorífico de ser el primero en comunicarles que… nuestro planeta Tierra… ha perecido. La vida en ese mundo no es posible para la raza humana. No nos queda otra opción más que movernos hacia otro rincón del universo y buscar prosperidad en otro mundo. No me pregunten cuál será nuestro destino, porque no lo sé. Pero si algo se nos ha enseñado es que el universo es enorme. En algún sitio tiene que haber un sitio similar a la Tierra, con un sol, una luna, y más importante, capaz de albergar vida. Llegaremos a ese mundo, y lo haremos nuestro. La humanidad no va a morir… Nosotros no vamos a morir. No sé si voy a estar con vida cuando podamos presenciar ese momento, pero voy a hacer mi máximo esfuerzo para lograrlo. Mi última voluntad es heredarle a cada ser humano a bordo de esta nave un mundo al cuál llamar hogar. Todavía es pronto para que yo realice más anuncios oficiales. Tengo pendiente muchas tareas, tales como revisar los inventarios de todas las provisiones que tenemos a bordo. Pero solo quiero decirles a todos que guarden la calma. Tenemos agua y comida de sobra, gracias a las raciones que hemos preparado para la guerra. Tenemos una sala que sirve como invernadero para cultivar verduras, y tenemos tanques de extracción capaces de purificar agua que encontremos en otros mundos incluso no habitables. Contamos con paneles que absorben la energía del sol, desde cualquier dirección, por lo que nunca nos quedaremos sin energía siempre y cuando estemos navegando por una galaxia con una estrella que pueda emitir luz… Ahora, en una nota más pesimista, quiero comunicarles a todos mis intenciones respecto a la reproducción. Sé que, para preservar una especie, es un proceso necesario. Pero esta nave no fue construida para esos fines. Esta nave estaba pensada como una forma de transportar a nuestros soldados, médicos y técnicos al campo de batalla. Nunca creímos que la tendríamos que utilizar para escapar hacia otros mundos. Es por esta misma razón que no contamos con salas de parto muy bien preparadas. Sé que hay mujeres embarazadas entre los sobrevivientes, las cuales tomaron la decisión de quedar embarazadas mucho antes del día de hoy, puesto a que nadie sabía sobre el triste destino que le caería a nuestro mundo. Jamás pediría a una mujer que quiere ser madre que abortara, pero quiero que sepan que las condiciones en las que podrían nacer sus hijos no serán las mejores. Una de mis prioridades será la elaboración de una sala de parto. Les pido a quienes ya estén embarazadas que sepan que nuestros recursos tecnológicos son limitados, tanto para traer bebés a la vida como para poder mantenerlos. Habrá muchas cosas que hoy en día no tienen, y que es muy posible que nunca lleguen a tener. Es por esa razón que pido a cada una de las parejas aquí presentes, ya sea que estén esperando hijos o no, que mantengan sensatez y prudencia.

    El presidente se tomó una pausa para dejar descansar su garganta, además de que sabía que el resto de la población iba a querer procesar mejor la noticia que acababa de llegar. Una vez estuvo listo para seguir, continuó con su discurso.

    — La vida en el espacio exterior, mejor dicho, la supervivencia, es algo a lo que la humanidad no está acostumbrada — Dmitri sabía que sería una situación delicada — Por el momento, nos regiremos usando las mismas leyes que dictaban lo que era legal y ético en la Tierra. Pero sepan que puede haber cambios, que podrían ser polémicos y contradictorios. No hay plan para algo así. La adaptación será la única constante en nuestras vidas a partir de ahora. Por eso quiero que cada uno aporte su granito de arena. Si queremos sobrevivir a esto, tenemos que trabajar a nuestro máximo potencial. Ya no tenemos un hogar del cuál extraer recursos. Ahora estamos aislados y a la deriva… Pero lo más importante, es que no estamos solos. Estamos juntos. Juntos hemos escapado a la muerte, y solo juntos vamos a cumplir nuestro objetivo. Nos necesitamos, ahora más que nunca. Y aquí estaremos para lo que haga falta… Quiero convocar a mi despacho a los comandantes Renji Yukimura, Gavril Utkin y Lara Furlan. El resto de ustedes está invitado a descansar por el día de hoy. La muerte de nuestro mundo es un golpe duro de procesar, y nos tomaremos un tiempo de luto antes de ir a nuestras tareas. Estoy enviando a cada persona aquí presente, un mapa del interior de la nave. Úsenlo para encontrar todo lo que necesiten. Los saludo con cariño y esperanza… presidente, Dmitri Koslov.

    Finalizadas sus palabras dichas ante toda la población de su nación que logró escapar en su nave, siendo un total de aproximadamente veinte mil personas, un número muy escaso para ser el último bastión de la humanidad, el presidente envió a cada persona, quienes contaban con dispositivos móviles a estrenar tras haber abordado la nave, un mapa que los podría guiar fácilmente a través de la instalación.

    Había convocado a tres militares de su ejército, todos con el rango de comandante, ya que tenía ciertas palabras para decirles. Supo que no sería fácil moverse a través de una nave, sobre todo porque todos eran nuevos en ella, por lo que trató de relajarse un poco mientras los esperaba.

    Pasó unos quince minutos muy aburridos hasta que alguien tocó la puerta. Sentado desde su escritorio, el presidente ejecutó un par de comandos y esta se abrió automáticamente, dejando pasar así a sus invitados. Renji Yukimura, nacionalizado ruso tras varios años desde que se mudó al país proveniente desde la República Japonesa, fue el primero en entrar. Gavril Utkin y Lara Furlan, de nacionalidad rusa, fueron los siguientes. Ambos entraron tomados de la mano, dado a que se mostraban ese afecto para señalizar su fortaleza. Renji tenía la piel blanca y los ojos con rasgo oriental. Un día antes de que se diera la caída de la Tierra, tomó la decisión de raparse por completo, y así era como iba a permanecer por decisión propia. Gavril y Lara tenían la piel de color morena, con cabello de color marrón en el caso del hombre y negro en el caso de la mujer. El más alto entre ellos era el asiático, mientras que el que le seguía en estatura era Gavril.

    Dmitri los miró a los tres al mismo tiempo que juntó las manos y dejó entrever una expresión de preocupación en su rostro. Los tres comandantes estaban serios y muy callados. No tenían idea de por qué justo ellos habían sido convocados a ese lugar, pero pronto lo iban a averiguar.

    — Saludos — Dmitri dijo muy poco, puesto a que sentía que ya había saludado en su discurso previo — Tengo para ustedes un anuncio que posiblemente no les vaya a gustar. Pero lo que sea que hagan, será decisión de ustedes…

    — ¿Por qué no lo dice y se deja de dar vueltas? — Gavril no parecía estar de humor para acertijos.

    — La humanidad está en peligro — Dmitri contestó de forma enigmática — Nosotros estamos en peligro. Nuestra supervivencia se ha complicado demasiado. Y es por eso por lo que los llamé. El plan es llegar hasta un planeta en condiciones similares a las de la Tierra. Pero dudo mucho que, al llegar allí, tengamos las mismas comodidades que nos brindaba nuestro hogar. Si el planeta está deshabitado, habrá que reconstruir la sociedad. Y si no está deshabitado, puede que la especie que lo habite no esté feliz de recibirnos… Es por esa razón que pensé que ya no tiene ningún sentido que una figura política como yo esté al mando. Lo que necesita nuestra gente es un brazo fuerte al mando. Y ustedes son los únicos comandantes que se han podido salvar. Ese brazo fuerte que acabo de mencionar son ustedes tres. En circunstancias como estas, son los más capacitados para liderarnos en busca de un mejor futuro.

    — ¿Lo dice de verdad? — Lara se sentía atónita por esas palabras — ¿O simplemente es un cobarde que quiere marcharse y echarnos el muerto a nosotros?

    — No me voy a marchar a ningún lado — Dmitri no parecía contento con esas palabras — Yo estaré junto a ustedes, ayudándolos y aconsejándolos en cada decisión que decidan tomar… Pero todos estaremos más seguro si gente como ustedes forma un triunvirato y se encarga de liderar a nuestra gente. Como dije, todo lo que hagan desde mañana, será decisión de ustedes. Yo les dejaré a ustedes cuál es el enfoque que quiero que sigan. Sabrán qué hacer para cumplirlo.

    — ¿Y cuál es ese enfoque? — Renji tenía curiosidad al respecto.

    — Necesitamos que cada soldado que esté capacitado para portar un arma, lo haga indiscutiblemente — Dmitri dio su opinión al respecto — El universo es enorme, y según lo que han reportado Zenith y Black Meteor, está lleno de peligros. Basta con ver lo que pasó con la Tierra… Es por eso por lo que nuestra sociedad debe ser una sociedad militarizada. Dudo mucho que encontremos un planeta como la Tierra listo para que lo tomemos. Habrá que pelear. Ya sea que nos toque ganarnos un lugar, o mantenerlo, será inevitable… Y, además, estoy muy seguro de que la gente de Zenith y Black Meteor ha sobrevivido a todo esto. Ellos dominaron el viaje espacial mucho antes que cualquier otra nación. Es risible la idea de que hayan muerto todos en la Tierra.

    — ¿Qué quiere que se haga al respecto? — Gavril quería saber más — Zenith y Black Meteor son escoria. Un cáncer para la humanidad. Ellos guiaron a ese edagriano hasta la Tierra para que la destruyera.

    — Veo que compartes mis sentimientos hacia ellos — Koslov tenía preparado algo en mente para ellos — Por eso quiero que nos enfoquemos en crear consciencia en nuestra población. Que cada persona sepa que ellos son los responsables. Que los odien tanto como nosotros los odiamos. Tenemos que hacer una campaña en contra de ellos. Es muy posible que ese cáncer llegue hasta nosotros. No podemos destinar nuestros esfuerzos en encontrarnos un nuevo mundo si ellos van a aparecer para destruirlo. Por eso es necesario que cada ser vivo aquí los odie. Para que, si se llega a dar un encuentro con ellos en algún momento, nuestra respuesta sea eficaz. No los quiero volver a ver. Si hay aquí dentro una sola persona que no los odie o no los considere responsables de la destrucción de la Tierra, nuestra sociedad estará bajo amenaza. Sé que ustedes serán capaces de hacer esto que les estoy pidiendo. Siéntanse libres de pedir toda la ayuda que necesiten. Yo, desde el día de mañana, me retiraré como la figura de autoridad de estas personas.

    Tras haberles explicado a los tres únicos comandantes presentes en la nave cómo sería el plan, ellos tres se retiraron. Dmitri tenía ese despacho construido específicamente para él, en caso de que él decidiera acudir en la misión espacial. Sin importar que no fuera él quién estuviera al mando, ese sería su sitio de trabajo.

    Con una nueva responsabilidad a sus hombros, el nuevo triunvirato de líderes, quienes asumirían el rol importante en el día siguiente, buscaron para sí mismos una sala desde la cuál tomarían las órdenes. Con ayuda de un grupo de científicos e ingenieros que se encargaron de la construcción de la nave, se situaron dentro de una sala pequeña que tenía un total de ocho máquinas en las paredes y una mesa redonda con un panel de control. Los tres militares la eligieron su sala de comandos, no solo para llevar a cabo sus tareas, sino también el control de todo lo que ocurriese en la nave.

    Si bien, su trabajo como líderes daría inicio el día de mañana, tenían que aprovechar el tiempo para charlar sobre algo importante.

    — Yukimura, estoy seguro de que tú no lo sabes, así que te lo diremos ahora mismo — Gavril Utkin se ganó la mirada de su colega — Farlan está embarazada hace un mes. Estamos esperando mellizos. Por el momento, seremos capaces de ayudarte en la realización de las tareas de control. Pero cuando el embarazo avance, te quedarás solo. ¿Crees que podrás manejarlo?

    — Haré lo que pueda, solo espero que sea suficiente — Renji contestó, agradecido por saber mejor acerca de todo eso — Después de todo, puedo pedir ayuda al propio Dmitri y también a los otros trabajadores que se encuentren a bordo. Es tal y como él dijo, tenemos que colaborar entre nosotros.

    — Nos alegra que haya quedado todo aclarado desde el primer momento — Lara sonreía, dado a que se había quitado un enorme peso de encima — ¿Quieres que discutamos algo para adelantar trabajo?

    — Honestamente, quisiera poder irme a descansar — Renji pronto desvió sus pensamientos hacia un amigo — Y tengo a alguien a quien quiero ir a ver. Todo esto nos tomó por sorpresa, y siento que, si no voy a verlo ahora, estaré un mes entero sin verlo.

    — Adelante, pues — Gavril no tenía problemas con eso — Ya luego iremos haciendo tiempo para elegir ayudantes y esa clase de cosas. Por hoy vamos a descansar. Parece que será nuestro último descanso en un buen tiempo.

    Sin tener muchas ganas de ponerse a discutir, el trío de comandantes, quienes pronto pasarían a ser los líderes de la humanidad a bordo de esa nave, se separaron. Gavril y su pareja Lara se fueron por su lado, hacia una habitación que habían tomado tan pronto como entraron. Renji los vio marchar con una expresión seria en su rostro. Sabía que, cuando el momento llegara, él sería quien más responsabilidades adquiriría de los tres. Tenía que aprovechar cada día que pasara desde que iniciaran las labores para formar un equipo competente. Si algo llegaba a salir mal en el momento en que fuera el único líder en el cargo, sería muy fácil convertirse en un chivo expiatorio.

    — Pronto pensaré en algo — se dijo a sí mismo para tomar su dispositivo — Y ahora. ¿Dónde estás?

    Renji caminó por los pasillos largos y amplios de la nave en la que se encontraba, cruzándose con gente que iba de un lado para otro. Algunos con sus familias y otros a solas, buscando una estación de trabajo en donde pudieran distraer sus mentes o un lugar en el que vivir.

    Apreciaba su nuevo hogar, y la que sería su nueva responsabilidad a partir del día siguiente. Pero eso era para el futuro. Lo que quería en ese momento era encontrarse con una amistad, a quien no había visto desde que sucedió todo el alboroto causado por el edagriano que llegó desde el espacio para reducir el planeta Tierra a una esfera incapaz de albergar vida en él.

    Usando su dispositivo y el contacto con su amistad, este se paró frente a la puerta de entrada a un habitáculo en la nave. Golpeó unas tres veces y esperó pacientemente hasta que un hombre le abrió la puerta y le permitió entrar.

    — ¡Aquí estás! — Vitali sonrió al encontrarse con él — ¡No sabes lo feliz que estoy de verte! ¡Adelante!

    — Me alegra verte bien, Vitali — su amigo saludó — Con permiso.

    Renji, comandante de la marina, se adentró en el habitáculo, viendo que era un sitio sencillo. Una sala con un simple sillón para cinco personas, alfombras cubriendo todo el suelo y poco más. Más lejos de la entrada unas dos habitaciones. Las habitaciones estaban destinadas a ser para los militares, por lo que no había cama matrimonial en ninguna, solo camas individuales que podían acercarse. Las dos habitaciones eran iguales, contando con unas tres camas cada una, una mesa de dormir. Un foco de luz en el cuarto, el cuál podía accionarse desde un interruptor cercano a la pared. La cuarta y última de las salas consistía en un simple mueble en el cual se podían guardar utensilios y platos de comida, además de contar con una mesa y un total de cinco sillas, todas para adulto.

    Los habitáculos en la nave estaban diseñadas para servirle a los soldados, por lo que no estaban pensadas para niños u otra clase de tripulante. Sin embargo, se tendrían que adaptar al no tener nada más disponible.

    Cuando Renji entró, vio que una mujer y una niña de unos tres años estaban sentadas sobre el sillón, mirando hacia una pantalla anclada en la pared, la cual mostraba simples fondos en movimiento mientras reproducía música. Estas, al ver entrar al militar, se pusieron de pie para saludarlo.

    — ¿Cómo estás, Renji? — preguntó la mujer de Vitali.

    — Me encuentro bien, Fenya, como se puede estar — contestó el comandante — También me alegro de verte a ti, pequeña Valiana.

    — ¡Hola, Renji! — la niña saludó con emoción levantando las dos manos al aire.

    Ese gesto era debido a que quería ser levantada por su madre, y fue allí como Fenya se dio cuenta y la tomó en los brazos. Vitali, uno de los ingenieros del país, y que había trabajado en el desarrollo de la nave, había logrado conseguir un habitáculo bastante acogedor para él y su familia. Renji, quien no los había visto desde que empezó todo el caos, estaba feliz de verlos a los tres felices, conforme podían. Sin embargo, sabía que la niña, al solo tener tres años, no era casi nada consciente de la realidad que tenían en mente. Sus dos padres tenían una sonrisa, falsa pero que trataban de mantener genuina, para despreocupar a la niña pequeña.

    — Toma asiento en el sillón — decía Vitali invitándolo a estar allí — ¿Qué te dijo el presidente?

    Vitali se colocó en uno de los extremos, sentándose su esposa con la niña en brazos al lado suyo. Renji, por su parte, no quiso mostrarse muy intrusivo y tomó su lugar en el otro extremo del asiento. Una vez allí, el militar explicó a sus amistades todo lo que se le contó en la charla que mantuvo con quien era el líder, aunque pronto dejaría ese cargo atrás. Vitali y Fenya se veían muy serios, mientras que la niña Valiana no era capaz de entender casi nada de lo que le contaban, al punto de que pronto se aburrió y pidió permiso para retirarse e irse a su habitación a dormir.

    Cuando terminó la charla entre el militar y la pareja, estos empezaron a discutir por un tema que tendría importancia en el futuro.

    — Es algo pesada la carga que te pusieron — Vitali pensaba seriamente en todo eso — Si eres el líder, incluso aunque estés acompañado, serás responsable de todo lo que pase en esta nave.

    — Lo sé, y eso quiere decir que también seré responsable de cuidar de ustedes — el militar se puso algo serio — Me habías dicho que Fenya estaba embarazada.

    — Así es — la mujer contestó para luego acariciarse el vientre — Vitali y yo queríamos tanto tener a un segundo hijo o hija… No quiero tener que abortarlo. Soy médica. Puedo colaborar en la creación de una sala de parto. Y no solo puedo, sino que lo voy a hacer.

    — Saben que yo los aprecio demasiado — Renji se tomaba muy en serio la situación — Ese niño o niña va a nacer sano. Me encargaré de eso. La sala de parto será mi máxima prioridad. Y seguro no solo mía. Lara y Gavril también esperan por un bebé. Estoy seguro de que ellos moverán recursos para que esto prospere, ya que el parto de ella será un mes antes que el tuyo.

    — Te asistiremos en lo que te haga falta, Renji — Vitali se comprometía con eso — Sabes que yo he trabajado en la construcción de esta nave. Puedo aportar todo el conocimiento que te haga falta.

    — Estaré agradecido de recibirlo — el militar sonreía por ver que no estaba solo — Incluso puede que te nombre a ti como el ingeniero jefe, al menos en el asunto de la tecnología.

    — No vayas tan rápido, no es algo que haya tenido tiempo de pensar si quiero aceptar o no — Vitali quería detenerlo allí mismo — Pero gracias por la consideración.

    — Saben que no los dejaré solos en nada que necesiten — el militar se levantó para saludarlos — Si tengo el poder para ayudar a mis amigos, ¿qué clase de persona sería si no lo hiciera? Mañana, cuando tenga un tiempo disponible, comeremos los cuatro juntos.

    — Quizá tengas un día ocupado mañana, así que nos aseguraremos de dejarlo todo listo para tu visita — Fenya quería que supiera que no tenía por qué preocuparse.

    — Se los agradezco — Renji se dirigía a la salida del habitáculo — Sabiendo todo lo que me espera para mañana, y todo lo que acaba de pasar, lo que más quiero es irme a descansar.

    — Buenas noches, Renji — Vitali se lo dijo con un poco de desgano — Aunque ahora que no estamos en la Tierra, decir eso no es lo más apropiado del mundo.

    Tras haber tenido la oportunidad de charlar con sus más grandes amigos, el militar se retiró hacia el sitio que le habían designado como habitáculo para él cuando fuera el turno de partir a la guerra que se suponía que iban a librar en el planeta Edagr. En el camino se cruzó con muchas otras personas más. Algunos soldados a los que conocía, y otras a las que nunca había visto en su vida. Todos compartían una gran similitud, tenían los ánimos por el suelo. No era para menos, puesto a que era el día primero en lo que sería un viaje largo por el espacio en la búsqueda de un nuevo planeta habitable para los habitantes del dejado atrás planeta Tierra.

    Renji los miraba pasar uno tras otro mientras recorría la nave, y una sola pregunta rondaba por su cabeza.

    — ¿Qué es lo que voy a hacer con todos ellos?

    […]

    El tiempo transcurrió para los miembros de la nación rusa, quienes habían cumplido ya más de ocho meses y medio a bordo de la nave. Con trabajo duro, la sociedad se recuperó de aquel golpe y pudo iniciar una nueva vida a bordo de aquel navío, al cual varios de los tripulantes optaron por ponerle nombre. Dado a que los humanos a bordo no eran meramente soldados, y que no acudían a participar de una guerra, sino que simplemente estaban explorando el universo, la gran estructura fue bautizada como “Explorador Esperanzado”. Un nombre simple, pero que describía a la perfección como era ser uno de sus tripulantes.

    Tal y como dijo Dmitri, la gente tuvo que poner su grano de arena para poder sostener una vida allí. Los médicos se reunieron y formaron agrupaciones para llevar a cabo el control de medicinas, junto con los tratamientos que fueron necesarios. Los ingenieros y técnicos colaboraban en las tareas de control y mantenimiento de la nave, asegurándose siempre que los sistemas no presentaran falla alguna, y si llegase a aparecer una falla, encontrarla y solucionarla rápido.

    Con el tiempo, los soldados que más aportaban ideas a los tres líderes fueron invitados a ser consejeros, junto con el presidente Koslov, quien pronto recibió el rol de vocero oficial además de ser uno de los asistentes más confiables de los líderes. Cada anuncio que se daba tenía su voz en él, dado a que eso ayudaba a tranquilizar bastante a varios de los residentes, sabiendo que este ya no era más su líder, pero no por eso despreciando escuchar su voz.

    Muchos niños se habían salvado junto a sus familias, y un montón de trabajadores fueron reubicados para realizar tareas en las huertas que tenían a bordo de la nave en los invernaderos. Otros tomaron cargos de educadores, enseñándoles a los niños varias cosas acerca de la vida en la Tierra que quizá tendrían un gran impacto para cuando descubrieran un planeta nuevo y apto para ellos, si es que esa situación llegaba a darse.

    Siguiendo los deseos de Koslov, se formó un programa de radio que todos los tripulantes oían. Durante una hora al día, aunque los días ya simplemente se medían en horas y no se tenía en cuenta la presencia de luz solar por motivos obvios, el presidente invitaba a historiadores a una transmisión radial en la cual se narraban todos los “pecados” cometidos por quienes fueron los líderes de Zenith y Black Meteor. Algunos sucesos eran completamente reales, y otros simplemente eran exagerados al punto de que la gente le tomara odio y asco a todo lo que pudiera provenir de dichos países.

    Vitali, disfrutando un poco de la tranquilidad de estar solo en su habitáculo, estaba escuchando el final de uno de los programas de radio que se encargaba de despotricar en contra de las dos naciones consideradas responsables de la Caída de la Tierra.

    — Y fue así como la tripulación guiada por este tal comandante Ace Lakor fue la responsable de atraer al genocida más grande a nuestro hogar — comentaba uno de los historiadores — Flora, fauna, e incluso vidas humanas se perdieron aquel día. Consideramos a seres como Magnus Hotfire y Abel Hartka como los dos demonios que nos condenaron a la vida que tenemos ahora. Pero se le da muy poco mérito a su acólito del mal. Ace Lakor se formó como militar en Black Meteor, adoptado por el comandante Morris Grant, para luego pasar a formar parte de las filas de Zenith. Está claro que ambas naciones son basura. No es de extrañar que alguien que pasó tiempo de su vida en las dos podría ser el causante de guiar a Arion hacia la Tierra. Cuando te preguntes si es peor ser de Zenith o de Black Meteor, la respuesta es una opción que no se considera al principio: ser un integrante de las dos naciones. Con eso llega a su fin nuestro programa de hoy. Les deseo a todos un buen día.

    Vitali estaba feliz de que hubiera terminado ese horrible programa. Controlando la pantalla de televisión que tenía instalada en su habitación, él pudo acceder a los archivos que se lograron rescatar de la destrucción que sufrió la Tierra. Encontró un archivo de video en el cual se veía a Magnus Hotfire lanzar el anuncio de que se habían encontrado las respuestas a la Catástrofe, sin dudas un día histórico para la humanidad. Lo siguiente que hizo fue apagar la televisión y encender una tableta, en la cual tenía acceso a una copia de seguridad de los datos de los soldados de otros países.

    Fue allí donde logró encontrar información pertinente al soldado del que se habló en el mini programa de radio. Buscó entre los registros de esa base hasta que logró dar con el comandante Ace Lakor de Zenith. Allí lo pudo ver todo, incluso cosas que el propio Ace desconocía, tal como los nombres de sus padres.

    Cuando se escucharon tres golpes en la puerta, Vitali simplemente dejó su tableta allí y se levantó para ir a abrir, suponiendo que se trataría de su amigo Renji. No se equivocó, y allí hizo acto de presencia uno de los tres líderes de la humanidad a bordo del navío.

    — Renji, mi gran amigo — Vitali sonreía al verlo, mostrando algo de nerviosismo — ¿A qué debo tu visita?

    — Me enteré de que Fenya está teniendo su parto ahora — el militar le dio una palmada en el hombro al ingeniero — ¿Cómo lo llevas?

    — Estoy bien, salvo por el hecho de que no puedo estar allí hasta que el parto haya terminado — el ingeniero se mostraba molesto por eso — Pero bueno, reglas son reglas. Estoy esperando que me notifiquen.

    — Lo harán — Renji pronto entró al habitáculo para fijarse en la tableta.

    Vitali se encargó de tomar el dispositivo y apagarlo, ya que no esperaba que su amigo entrara a casa sin recibir una invitación. Sin embargo, pese a que se esforzó en apagarlo rápidamente, este llegó a ver la imagen que proyectaba el aparato.

    — Veo que sigues con esa obsesión — mencionó el comandante — ¿Cuándo lo vas a dejar ir?

    — Estoy en eso, es solo que… siento que podría haber hecho algo más al respecto — Vitali parecía lamentarse enormemente por algo — Más que nada por el hecho de que estoy en deuda con mi hermano. Tú lo sabes. De no ser por él, quizá no nos habríamos conocido.

    — Eso me dijiste — Renji recordaba las veces en que Vitali hablaba de su hermano, quien murió el día de la Gran Catástrofe — Tu hermano es tu héroe.

    — Con una única acción salvó mi vida más de una vez — el ingeniero recordaba las cosas que hizo su hermano por él — Cuando las cosas en la frontera estaban empeorando, el presidente emitió un comunicado. Todos aquellos que no tuvieran un trabajo fijo, serían reclutados para el ejército. Yo todavía no había terminado mis estudios en ingeniería y no tenía trabajo ni dinero. Me esperaba un destino terrible al ser alistado en las filas del ejército. Pero mi hermano usó un dinero que estaba ahorrando y me pagó un pasaje a Rusia, para que yo pudiera terminar mis estudios allí. La política militar de ese país impedía que seres que no supieran manejar armas recibieran instrucción en contra de su voluntad. Por eso mi hermano creyó que estaría a salvo allí.

    — Y fue así como nos conocimos en la oficina de migración — Renji rememoró aquel día — Tú llegabas para terminar tus estudios y yo para terminar mi formación como marine en Rusia luego de que Japón se estancó en un conflicto militar interno. Recuerdo que tú me enseñaste a pronunciar varias palabras en ruso que yo pronunciaba muy mal.

    — Eras un desastre, lo recuerdo — Vitali pronto sonreía tras recordarlo.

    El haberse puesto tan nostálgicos al recordar esos momentos del pasado hicieron que ambos echaran un par de risas tras recuperar esos recuerdos que creían que habían dejado atrás cuando escaparon de la Tierra. Luego de unos minutos riendo, Vitali se quedó serio y callado como si fuera una tumba. Un par de lágrimas caían de su rostro, posiblemente al ser invadido por el recuerdo del día en que le dieron la noticia de que su hermano había muerto junto a toda su familia.

    — Si yo lo hubiera sabido, habría tomado un avión de regreso sin dudarlo — Vitali se expresaba con dolor — Si tan solo lo hubiera sabido… Estoy seguro de que mi hermano nunca habría querido que terminara así.

    — No hay nada que puedas hacer para cambiar las cosas, Vitali, el pasado es el pasado — su amigo le daba un consejo lógico, pero difícil de seguir — No dejes que esto se siga metiendo dentro de tu cabeza, o nunca vivirás en paz contigo mismo. Y si quieres darle un buen futuro a tu familia, lo que necesitas es paz mental.

    — Lo sé, lo sé… es solo que todo esto me entristece un poco — el ingeniero se frotó los cabellos con las manos — Y estos programas que lanzan el presidente y los historiadores no ayudan demasiado.

    — Bueno, en ese caso, creo que tengo algo que te podría interesar — pronto, el asiático ganó la atención de su amigo — Los tres comandantes hemos decidido que vamos a empezar a adiestrar a más gente para que aprendan a manejar armas. Menos de la mitad de nuestra población está curtida en eso. Y si terminamos llegando a un planeta habitado por otros seres, ya sea que tengan inteligencia o no, está claro que necesitaremos pelear. Tenemos una sala capaz de simular el manejo de armas en un campo de tiro virtual. Si crees que te podría servir como distracción, estás invitado a participar.

    — No, lo siento, pero no puedo — Vitali lo rechazó pronto — Mi hermano me sacó de mi país para alejarme de la guerra. Prometí que nunca en mi vida tocaría un arma.

    — Es una promesa muy noble, amigo — Renji lo admiraba por eso — Pero recuerda, ahora ya no existe ningún país. Las cosas son diferentes. Puede que nos adentremos en territorios peligrosos. Y si eso termina sucediendo, sería bueno que sepas pelear. Sabes que yo haría todo lo posible para protegerte a ti y a tu familia, pero como dije, menos de la mitad aquí saben manejar armas. Si yo caigo, tú y los tuyos quedarían bastante expuestos… Al menos que tú puedas ser capaz de manejar un arma.

    — Me lo tengo que pensar, no es algo fácil de decidir — Vitali fue muy sincero con su declaración — Desde luego, me has dado mucho en qué pensar.

    Tras ese breve intercambio de palabras entre ambos amigos, Renji y Vitali se quedaron en silencio durante un tiempo. Disfrutaban de poder charlar entre ellos, pero también eran capaces de apreciar esos instantes de calma que se sucedían entre los dos. Aunque, en esa ocasión, no duraría demasiado tiempo.

    Vitali tomó su dispositivo móvil tan pronto como este sonó, y atendió a la llamada que estaba llegando.

    — ¿Hola? — creía que podría ser de la sala de parto.

    — Habla la directora del equipo de enfermeras — dijo una mujer al otro lado del móvil — El parto de su esposa, Fenya Aldan, ha finalizado. Felicitaciones, señor. Ha nacido un varón muy sano.

    — ¡Que noticia tan fantástica! — Vitali saltó del sillón muy emocionado ante la vista de su amigo — ¡Voy para allá!

    — Tendrá que esperar autorización para entrar, y puede llevar también a su hija — comentó la enfermera — Lo esperamos.

    Sabiendo que estaba todo listo, el ingeniero colgó la llamada para luego mirar a su amigo Renji, quien no dejaba de sonreír, bastante orgulloso de su amigo, quien fue capaz de formar una gran familia y mantenerla unida pese a la crisis por la que ellos estaban atravesando.

    — Muchas felicidades, amigo — Renji extendió su mano — Ya me contarás los detalles. Solo dejan entrar a familiares directos, y yo tengo mucho trabajo.

    — ¡Lo sé, te mandaré fotos del bebé junto con su nombre cuando Fenya me lo diga! — Vitali estaba conteniéndose de la alegría.

    Ambos hombres salieron del habitáculo. Vitali fue en busca de su hija hacia una guardería donde ella pasaba el rato con otros niños, para después ir en marcha a la sala de parto a ver a su esposa. Renji, por su parte, eligió retirarse a descansar a su cuarto, creyendo que sería mejor estar con energías recargadas cuando su amigo se decidiera a contarle todos los detalles acerca del nacimiento de su segundo hijo.

    […]

    Valiana y su padre iban de camino al sitio en el navío en el cual se habían llevado a cabo un total de cinco partos, incluido el de Lara Furlan, quien era una de las tres comandantes y compañeras de Renji en cuestiones de liderazgo. La comandante y su esposo Gavril, quien ostentaba el mismo rol que ella, habían tenido mellizos, por lo que quería decir que el hijo de Vitali y Fenya sería el séptimo niño que nacería en el espacio exterior. Y debido a los pocos deseos de las personas de tener hijos en una situación como esa, también sería el último.

    Padre e hija caminaban a paso veloz tratando de llegar lo más pronto posible a la sala en donde se encontraba Fenya junto con el nuevo integrante de su familia. Los dos estaban deseosos de conocerlo, incluso si tan solo pudieran verlo por unos pocos minutos.

    — Papá, ¿es un niño o una niña? — Valiana, que estaba por cumplir cuatro años, quiso preguntarle para saber si tendría un hermanito o una hermanita.

    — Es un niño, hija — Vitali le contestó con una sonrisa en su rostro — Vas a ser la hermana mayor de un pequeño.

    — ¿Cómo se llama? — la chica tenía ganas de saberlo — ¿Cómo se llama mi hermanito?

    — Tu mamá no me dijo su nombre — Vitali recordaba el acuerdo entre ambos — Ahora lo vamos a descubrir juntos.

    Con una gran emoción impulsándolos a moverse hacia adelante, padre e hija lograron llegar hasta la sala de parto. Nada más entrar, la enfermera que había hablado por teléfono con el padre los recibió allí. No podía dejarlos entrar sin antes realizar un par de chequeos correspondientes.

    — Sé que están emocionados, pero deben esperar un poco — decía mientras tomaba un aparato para medir sus temperaturas — Veo que ninguno de los dos tiene fiebre. En ese caso, necesito que me acompañen al baño para higienizarse las manos y la cara. Luego les pediré que se coloquen una mascarilla, un gorro para el pelo, unos guantes y unas coberturas para sus zapatillas.

    Sabiendo que el protocolo de salubridad tenía que cumplirse de arriba hacia abajo si querían entrar a la sala para encontrarse con Fenya y con el recién nacido, padre e hija debieron obedecer y seguir cada uno de sus pasos. La enfermera los guio a ambos por un pasillo que llevaba hacia un pequeño baño donde había un lavabo en el que podían lavarse sus manos y su cara. Una vez que terminaron de higienizarse, salieron de nuevo hacia la sala de espera, en donde tuvieron que esperar a que les trajeran toda la ropa que tenían que ponerse encima de manera que se aseguraran que no contaminarían ni un solo lugar de la sala.

    Vitali se colocó todo lo que le pidieron, y lo próximo que hizo fue ayudar a su hija a terminar con los preparativos. Una vez ambos estuvieron listos, la enfermera les abrió la puerta que daba a la sala de parto, y les dio indicaciones para llegar hacia la única camilla que estaba ocupada en el lugar.

    El ingeniero y su hija se adentraron por esa sala y al llegar hasta el final encontraron a quien estaban buscando. Fenya se encontraba tumbada en la camilla, despierta y visiblemente cansada por el parto, teniendo en brazos a su pequeño bebé. Un niño recién nacido con tan solo una hora de estar vivo. No pudo dejar escapar una sonrisa cuando vio allí a su esposo y a su hija, alegre de que ambos lo hubieran logrado.

    — Hola, cariño — decía a ambos en realidad — Me alegra que estén aquí… — hablaba en voz baja y con lentitud por el cansancio — Mírenlo. Miren a este pequeñín que acaba de llegar a nuestras vidas. ¿No es precioso?

    — Es… un bebé muy hermoso — Vitali se maravilló cuando vio al pequeño, sin embargo, debido a los protocolos de salud que regían en la nave, no se le permitía sostenerlo — Cuando lo tenga en brazos lo voy a matar a besitos.

    — Déjame algo para mí, que yo lo traje a este universo — Fenya sonreía con el entusiasmo de su esposo — ¿Qué hay de ti, Valiana? ¿Te gusta tu hermanito?

    — Es tan pequeño y tan bebé — decía la niña de tres años, mirando desde la distancia — Pero… ¿cómo se llama?

    — Ya va siendo tiempo de que nos lo digas — Vitali quería que su esposa lo revelara — Yo fui quien le puso el nombre a Valiana, y por eso tú tienes derecho a ponerle el nombre a nuestro bebé. ¿Qué nombre has elegido? Dijiste que tenías uno, y que te guardabas el secreto para este día.

    Padre e hija miraron a la mujer, quien esbozó conforme pudo una sonrisa que dirigió al niño al tiempo que le dio un beso en su pequeña cabecita. Vitali y Valiana estaban ansiosos por conocer cuál sería el nombre que tendría el bebé, y no podían esperar más.

    — He decidido ponerle un nombre que me gusta mucho — Fenya comenzó a hablar — Un nombre que me recuerda a la época del año que más me gusta, la época donde conocí a tu padre, Valiana.

    — ¿Y qué nombre es ese? — la niña quería conocerlo pronto.

    — Vitali, Valiana, me enorgullece ser la persona que les presenta este niño a ustedes — relató la madre del recién nacido — Denle una linda bienvenida a la vida a este pequeño ángel. Winter Lakor.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Bueno, amigo, finalmente he podido leer (entre los estudios y la caída del foro, se complicaba :v) el comienzo de esta historia secundaria de ese gran universo que has creado, LGC. Y créeme cuando te digo que me ha sorprendido para bien. Ahora entiendo muchas cosas que han ocurrido al final de la parte VII y me llevo revelaciones que solo me generan más preguntas que respuestas. Dicho esto, te daré mi breve opinión del capítulo.

    En cuando leí el comienzo, supe que se trataba de los rusos (tenía fe en que habían logrado escapar del ataque de Arion a la Tierra) y eso ya lo hizo automáticamente más interesante, pues saber que este spin off tratará de ellos y de como sigue su historia tras huir del planeta, me interesa mucho. Aquí aprovecho para dejarte mi primera teoría loca y es que creo que los habitantes de esta gran nave son aquellos que han ido a Edagr a secuestrar gente, son los captores del final de la parte VII. Quizá me equivoque, pero me parece un poco obvio. O soy muy listo o soy muy tonto, eventualmente lo sabré XD. :eyebrow:

    Siguiendo con el capítulo, vemos que el presidente de la nación (ya inexistente) da su discurso a la población y deja en claro que el objetivo es hallar un nuevo mundo en el que empezar de cero, tras el shock de perder la Tierra. Llama a tres comandantes militares y les hace saber que les dejará su cargo a modo de pequeño consejo para liderar la nave, pues el presidente Dmitri considera que es lo más sensato en esa situación: una sociedad militarizada. No lo culpo ni lo veo mal, aunque eso implica normas muy duras y una vida compleja. Los tres comandantes acceden, siendo uno de ellos y el que más llama la atención, Renji. A este tipo y a Vitali (que aparece más adelante) los he visto antes en la historia, me da esa sensación. :think:

    Tras eso, Renji visita al ya mencionado Vitali y su familia, siendo una mujer y una niña. Al parecer, la mujer está embarazada (como una de los comandantes) y crear una sala de partos se convierte en prioridad para el que ahora es uno de los jefes de la nave. Todo esto nos lleva a un salto temporal de casi nueve meses, donde vemos a Vitali escuchar el programa de radio que tira mierda sobre Zenith y Black Meteor. A ver, mi opinión de esto es que entiendo que les echen la culpa del asalto de Arion a la Tierra, en parte es cierto y la tienen, pero de ahí a pregonar que son la escoria humana y que TODO es culpa de ellos... me parece demasiado extremista. En un momento en el que la humanidad debería estar más unida que nunca, vemos justo todo lo contrario. Y esto me lleva a la segunda teoría, y es que si mal no recuerdo, me comentaste que una próxima parte recibe el nombre de "Humanidad en Conflicto" y eso me vino automáticamente a la mente en cuando vi todo esto. Pronto sabré si estoy en lo cierto o no, pero me huele a conflicto entre estos rusos y la fusión de Zenith y BM. :blue:

    Otra cosa es que Vitali se pone a hablar de su hermano misterioso y yo en un principio pensé que hablaba de Abel (por su apellido, que suena ruso, Harkta o algo así) pero en el final se revela algo que me deja muy loco. Su mujer ha dado a luz y Vitali corre a recibir a su hijo acompañado de su primera hija, para ambos recibir el nombre del retoño. Sin verlo, me dio la sensación de que iba a ser Winter y eso lo acerté (algo que confirma mi teoría de que los captores del final de la parte VII son los habitantes de esta nave). Pero lo más loco es que Winter... ¡¡¡se apellida Lakor!!! Pero, WTF. ¿Qué diablos significa eso? ¿Ace tiene un hermano que no conoce y es Vitali? ¿O el padre biológico de Ace era el hermano de Vitali? Sea como sea, el bebé se llama Winter Lakor y eso significa que su padre es Vitali Lakor. ¿Ace es ruso entonces? Joder, tengo mil preguntas XD. :aniscream:

    En fin, ha sido un excelente capítulo para comenzar, poniendo las cosas en su lugar y explicando detalladamente como está todo, sin duda me ubiqué genial. Y bueno, la trama pinta increíble y si se confirman mis teorías, me va a explotar la cabeza de hype. Gran spin off para amenizar la espera de la parte VIII, que visto lo visto, se prevé épica.

    Eso ha sido todo, amigo mío, te mando un abrazo y hasta el próximo capítulo (si el foro no se cae otra vez XD). :angrycat:
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Llegó la hora de publicar el capítulo 2 de este spin off. No será tan largo, a diferencia del primero.

    Quiero agradecer, como cada semana que publico, a mi gran amigo Manuvalk por su presencia y sus comentarios en la historia. Me alegra que haya disfrutado el primer capítulo, y espero que los demás capítulos que están por venir le sean igualmente placenteros para leer. Disfruto mucho de su presencia en esta historia, y espero así se mantenga :)

    Aviso que no he tenido tiempo para actualizar la cronología. Pero la guía de personajes ya está actualizada a fecha de hoy. Espero pronto concluir la cronología.

    Sin más que decir, les dejo un saludo más.

















    Amor y odio:

    — Papá, ¿quién es ese comandante Ace Lakor? — fue la pregunta de Winter, que estaba a pocos días de cumplir los cinco años.

    Vitali, quien en ese momento tenía algo de tiempo libre para estar en su habitáculo con él, se veía casi atado de manos por esa pregunta. El Explorador Esperanzado seguía su curso a través de la inmensidad del universo, buscando por un nuevo planeta en el que pudieran habitar todos sus tripulantes. Ya habían transcurrido más de cinco años, pero todavía no se habían podido encontrar con algún planeta cuyas características lo volvieran habitable.

    En ese tiempo, el viaje a bordo del navío continuaba, y con ello, las transmisiones de radio constantes como una cortesía del expresidente Dmitri Koslov, que siempre se las ingeniaba para encontrar una nueva forma de despotricar en aquellos soldados pertenecientes a Zenith y Black Meteor.

    Winter, por ser solo un niño de cuatro años, se aburría mucho cada vez que una de esas transmisiones salían al aire, ignorándolas casi al instante. Sin embargo, por el simple hecho de que en ese programa se habló acerca de alguien que tenía su mismo apellido, prestó atención a todo lo que se dijo. No fueron palabras que un niño como él pudiera entender. Tras escuchar todo el discurso, no logró entender casi nada, por eso eligió preguntarle a su padre por la respuesta.

    — ¿Era alguien malo? — el niño lo veía seguir en silencio — ¿Es un familiar nuestro?

    — Es un familiar nuestro — comentó Vitali, que no se veía capaz de mentirle a su hijo — Él es un hijo de mi hermano. Eso lo convierte en un primo tuyo y de Valiana.

    — ¿Y era malo? — Winter volvió a preguntar por eso — El hombre de la radio no sonaba muy feliz hablando de él. Aunque no entendí lo que dijo.

    — Mira, Winter… — Vitali no sabía dónde esconderse — Ese comandante es alguien a quien no he visto mucho. Hace años que no lo veo. No tengo forma de saber si es alguien malo o no.

    — ¿Y por qué el que habla en la radio se escucha enojado? — el niño lo quería saber.

    — Él solamente… cometió un error — Vitali encontró una forma de evadir la pregunta — Un error muy grave. Y por eso la gente está enojada con él. Yo no lo estoy, pero no puedo cuestionar a aquellos que sí lo están.

    — ¿Eso es malo para nosotros? — Winter se empezó a preocupar por ello — Porque si él es mi primo…

    — No te preocupes por eso, pequeño — el hombre se agachó para acariciarle sus cabellos — Las cosas que él ha hecho no tienen nada que ver contigo, ni con el resto de nosotros. Solo compartimos el apellido, es todo.

    Luego de que vio su pregunta contestada, el pequeño niño se tranquilizó un poco. Vitali sentía mucha pena por él, pero más por el hecho de compartir el apellido con el que comandaba el equipo que atrajo al edagriano a la Tierra. Era triste para él el hecho de que nunca podría conocer a su sobrino, y más aún lo era el hecho de que las máximas autoridades autorizaran una satanización pública de su figura, junto con otros miembros de los ejércitos de Zenith y Black Meteor.

    Vitali no estaba de acuerdo con ello. La Caída de la Tierra, tal y como fue bautizado aquel evento, fue un suceso trágico en la historia de la humanidad. Pero ese día estaba destinado a ocurrir. Si Zenith y Black Meteor no hubieran partido al espacio, los edagrianos habrían llegado a la Tierra de igual manera. Quizá un poco más tarde, por eso para el ingeniero era algo que no se podía evitar.

    — Nunca nadie movió un solo dedo para ayudarlos — Vitali murmuraba — Todos los países siempre les daban la espalda cada vez que ellos pedían ayuda para poder partir al espacio.

    — ¿Papá? — Winter quería saber por qué su padre hablaba en voz baja — ¿Estás bien?

    — Lo siento, hijo — se disculpó rápidamente — Solo… me dejé llevar un poco por un sentimiento. No me prestes atención cuando eso pase.

    — De acuerdo — el niño entonces fijó la vista en la pantalla instalada en la pared frente a su sofá.

    Vitali pronto se alejó de él y se metió en su cuarto, sentándose sobre su cama y mirando hacia el techo de su habitáculo. La noticia que había recibido hacía algunos meses lo dejaba pensando con seriedad en esos últimos días. Había algo en todo eso que no le terminaba de gustar.

    […]

    ¿Es cierto eso? — preguntó casi sin poderlo creer.

    Tal como lo escuchas — Renji le contestó la duda a su amigo — Gavril estuvo capacitándose en pedagogía y está dispuesto a enseñarle a los niños las bases de la educación militar a una temprana edad.

    La reunión entre Vitali, Fenya y Renji se dio en una hora en la que tanto Valiana y Winter estuvieran dormidos, sin poder escuchar ni un solo sonido en esa conversación. El comandante, y parte de uno de los tres líderes absolutos de la tripulación, acudió a visitarlos tan pronto como esa decisión estuvo tomada.

    ¿No puedes hacer algo al respeto? — Fenya no quería que sus hijos recibieran instrucción militar — Lo que yo deseaba era que Valiana y Winter pudieran decidir por su cuenta. Pero si esto es obligatorio… no pueden hacer eso, son niños.

    Lo sometimos a votación — Renji quería tranquilizar a la mujer — Yo voté en contra, y tuve el apoyo de un par de consejeros más. Pero Gavril, Lara, el propio Dmitri y el resto de las personas allí dentro votaron a favor. Es algo que no puedo cambiar.

    Dios mío, Renji — Fenya se llevaba las manos a la cabeza — No quiero faltarte el respeto, ni a tu profesión. Pero yo no quiero que mis hijos se conviertan en militares. Si les va bien, los van a cargar de responsabilidades y tareas peligrosas. Y si les va mal, podrían llevarlos a las misiones como carne de cañón. No quiero ninguna de las dos.

    ¿No hay forma de que yo pueda entrar a la milicia y tomar su lugar? — Vitali quería interceder — Sé que luego de decirte que me lo iba a pensar mi respuesta fue negativa. Pero tal vez… si me uno a la milicia ahora podría ahorrarles todo esto.

    Temo que no es posible, Vitali, lo siento — Renji agachó la cabeza algo apenado — Gavril y Lara sostienen la idea de que es esencial que los más jóvenes a bordo del navío se conviertan en militares. Que es la única manera de garantizar que la gente estará bien protegida por mucho más tiempo. Si solo los mayores se dedican a ese oficio, cuando todos se retiren o mueran, no habrá recambio generacional, y nuestra sociedad se verá desprotegida. Por eso la gran mayoría votó a favor.

    No puedo creer que sean capaces de algo así — Fenya se sentía horrorizada por eso — Me dan mucho miedo las armas, y ahora voy a tener que ver cómo a mis dos hijos se les enseña desde pequeños a manejar una. ¿No hay manera de negarnos a esto?

    Si se niegan, serán alejados de los niños — Renji decía con bastante tristeza — Es algo muy extremista, pero Gavril no parece estar abierto a una segunda opinión. Lo siento, mucho, pero así serán las cosas.

    Vitali y Fenya se abrazaron dejando salir una gran expresión de tristeza que se formó en sus rostros. Para ninguno de los dos era nada agradable la idea. Fenya, tal y como acababa de decirle a Renji, odiaba las armas. Ella creció en un mundo en guerra, y siempre tuvo miedo de todo lo que eso conllevaba. Vitali, por su parte, prometió nunca tocar un arma luego de haber recibido una oportunidad de dedicarse a su profesión por parte de su hermano. Si no hubiera sido por su intervención, habría acabado convertido en soldado. Se sentía impotente al ver que sus hijos iban a ser convertidos en soldados a la fuerza.

    Fue entonces que un pensamiento cruzó su mente.

    Tengo una pregunta, Renji — el ingeniero lo miró con determinación — ¿Cuándo comenzará todo esto?

    Lara me comentó que van a esperar a que Winter cumpla los cinco años — las palabras del ingeniero aclararon las cosas — Al día siguiente dan inicio estas clases para todos los niños a bordo de la nave. ¿Por qué?

    Porque ese mismo día yo me uniré a la milicia — Vitali se sentía asqueado por eso, pero no se iba a detener — Si van a convertir a mis hijos en militares y a enviarlos a las líneas de fuego, me aseguraré de estar allí para protegerlos.

    ¿Lo dices en serio? — Fenya no podía creer que su esposo pensara en tales cosas — Tú odias con toda tu alma la idea de convertirte en un soldado.

    Claro que lo odio, pero odiaría mucho más estar lejos de mis hijos cuando alguien quiera mandarlos al campo de batalla — Vitali miró a los ojos a su esposa — Lo haré. Sabes que voy en serio.

    En ese caso, te recibiré con los brazos abiertos.

    No era una de las mejores noticias para Fenya. Enterarse que sus dos hijos serían forzados a tomar las armas para garantizar la existencia de militares para su pueblo en el futuro, y además saber que su esposo también formaría parte de ese cuerpo no era algo de su agrado. Si algo llegase a salir mal, los perdería a los tres. Sin embargo, ella estaba muy asustada como para poder tomar un arma. Se había formado como una doctora que salvaba vidas, y no se podía imaginar sosteniendo un instrumento creado para quitarlas.

    Vitali supo que, tan pronto como se alistara en el ejército, no habría vuelta atrás. Pero era algo que consideraba necesario, al menos si quería mantener con vida a sus dos hijos. Tan pronto como Renji se retiró, la pareja se fue a su habitación para poder dormir, o al menos hacer el intento. El ingeniero se acercó a su esposa y la tomó de la cintura con cariño. En ese momento, fue que eligió decirle unas palabras.

    No creas por un solo minuto que me agrada esto — Vitali fue directo con ella.

    Lo sé, tú incluso me dijiste que lamentabas el no haber podido hacer nada para evitar que tu sobrino acabara como un militar — Fenya hacía referencia a uno de los comandantes de Zenith.

    Hago esto solo para poder estar cerca de Winter y Valiana si los quieren enviar en una misión — Vitali estaba decidido a hacer ese sacrificio por ellos — No dejan de repetir constantemente lo enormes que son las probabilidades de que tengamos que luchar contra alguna especie en el futuro. Lo dicen tanto que ya no me puedo imaginar otro resultado. Por eso mismo, a dónde los quieran llevar, yo los estaré acompañando.

    Por favor, prométeme que no solo cuidarás de ellos, sino que también te cuidarás a ti — Fenya se preocupaba por imaginarse esa clase de cosas — No quiero perderlos a ninguno de los tres.

    Y si todo va bien, no lo harás — Vitali quería transmitir seguridad a su pareja — Si mi rendimiento no es del todo bueno, pediré a Renji que me de clases extra. Pero esto es algo que tengo que hacer.

    Por más que intente tranquilizarme, no puedo — su mujer cerró los ojos, tratando de dormirse y apartar su mente de esos pensamientos.

    Créeme, yo también tengo mis dudas al respecto — el hombre no podía esconder la realidad — Por eso espero que las cosas salgan bien para nosotros. Si tenemos suerte, quizá todas estas precauciones sean innecesarias. Tal vez… tal vez nadie tenga que pelear en el futuro.

    El ingeniero sabía que no sonaba para nada convincente, debido a que ni siquiera él creía en que algo como eso pudiera suceder. Las vidas que imaginó para él y su familia no eran ni de cerca lo que él se encontraba viviendo en ese momento, ni siquiera en sus días más pesimistas creyó que podrían terminar arrastrando a sus dos hijos al ejército por la fuerza.

    Fenya y Vitali se acercaron el uno al otro, y conforme pudieron, cargando encima grandes preocupaciones por el futuro de sus hijos, encontraron la forma de quedarse dormidos tras haber recibido noticias tan impactantes para ambos.

    […]

    — Feliz cumpleaños, Winter — Vitali felicitó a su hijo en un día que sería especial, pero que también marcaría un punto de quiebre en su vida.

    A la vista de su esposa y de su hija mayor, Vitali se acercó a Winter, quien estaba vestido con una camisa y un pantalón de vestir de talle pequeño, bastante arreglado como para irse a una fiesta. Toda la familia se encontraba con ropa formal, conscientes de que tendrían un evento especial con otros invitados.

    Winter vio como su padre se acercó a él y le entregó una caja pequeña envuelta en una bolsa negra, debido a la ausencia del papel de regalo para poder cumplir esa función. El niño miró a todos en la familia y cuando cada uno le mostró una sonrisa, metió la mano en el interior de la bolsa para sacar una caja pequeña. Abrió esa misma caja y desde allí dentro sacó lo que era un león pequeño hecho de lana. Vitali siempre veía a su hijo entretenerse con documentales de animales, y por eso mismo pagó a un trabajador para que pudieran hacerle un animal de ese estilo. Con lana roja y amarilla, el león era muy pequeño y cabía en la palma de la mano del infante, quien no podía evitar sonreír tras verlo.

    — ¡Me encanta! — exclamó muy feliz dando saltos de alegría — ¡Gracias!

    — No hay de qué — Vitali estaba satisfecho de al menos poder darle un buen regalo a su hijo — Costó trabajo encontrar a alguien que lo diseñara. Pero valió la pena.

    — Hijo, ¿por qué no lo guardas? — Fenya lo invitaba a colocarlo en su sitio — Así no correrá peligro de que se rompa durante la fiesta.

    — Está bien, mamá — el niño decía mientras llevaba el obsequio recibido a la cama en la que dormía en su habitación.

    — ¿Cuándo nos vamos? — Valiana, la niña que acababa de cumplir los ocho años hacía unos días atrás, estaba impaciente por la fiesta.

    — Ahora mismo, hija — su padre quería tranquilizar sus ánimos — Tú descuida. La fiesta no se irá a ningún lado. No tiene a dónde ir.

    Una vez que el niño regresó con la familia, Vitali lo cargó en brazos y fue allí donde los cuatro abandonaron su habitáculo, cerrando la puerta con llave tras su salida, y dirigiéndose por los pasillos del navío hacia un salón armado para celebrar una ocasión especial con los padres de otros niños. Si bien, parecía que la fiesta sería dedicada al cumpleañero, la realidad era que el evento fue organizado por Gavril y Lara. Ambos comandantes tenían la intención de que todos los niños a bordo de la nave se conocieran allí y compartieran un momento agradable antes de que se les obligara a asistir a las clases que impartiría uno de ellos para instruirlos en el arte de la milicia.

    Cuando la familia llegó al sitio designado, el cuál era un gimnasio de la nave, entraron y vieron que el sitio estaba repleto de mesas con comida, y que incluso había música tranquila para ambientar el lugar. No eran los primeros en llegar, debido a que había otros hombres y mujeres en el sitio, y cada uno de ellos llevaba a sus hijos consigo.

    Vitali y Fenya se dirigieron a una mesa libre para cuatro personas y allí fue que se sentaron. El resto de la gente que estaba allí los vio, y estaban esperando a que se levantaran para saludar, pero no lo hicieron. El ingeniero y la médica sabían que la fiesta había sido organizada por Gavril y Lara, pero no los veían entre los presentes. Por esa misma razón estaban esperando a que llegaran para poder empezar con el festejo, aunque para ellos era más una obligación, y solo concurrían con una sonrisa falsa para no preocupar demasiado a sus hijos.

    El momento llegó, y fue allí donde la pareja de comandantes Gavril Utkin y Lara Furlan entraron al sitio, no solos, puesto a que sus dos hijos, un niño y una niña que eran mellizos, iban también con ellos. En el momento en el que aparecieron, todos los padres se levantaron de sus asientos, acompañados por sus hijos para poder acercarse a ellos. Los dos comandantes no tardaron demasiado tiempo en ser rodeados por completo por todos los padres y madres allí presentes, fue por eso por lo que eligieron aclarar las cosas.

    — Yo sé que están preguntándose cómo vamos a proceder con todo esto — decía el comandante levantando ambos brazos — Pero, primero que nada, quiero que los niños se conozcan entre sí y empiecen este festejo. Luego, cuando estén todos comiendo, hablaré con ustedes.

    A la vista de todo el mundo, Gavril y Lara tomaron una de las mesas del lugar, y le sumaron comida de otras mesas alrededor, como un método para atraer a los niños alrededor. Una vez que ya estaba todo preparado, ellos hicieron un gesto con la mano para atraer a los niños al lugar. Emocionados por la oportunidad de compartir un momento con gente de su misma edad, puesto a que, hasta ese momento, los niños no se conocían entre sí, estos fueron corriendo a tomar una silla y luego acercarse para ocupar un lugar en la mesa.

    — Les doy la bienvenida a todos, pequeñitos y también pequeñitas — decía Gavril saludando amablemente a cada uno de ellos — Hoy nos hemos reunido todos para una ocasión especial. Es el cumpleaños de uno de ustedes, pero no es por eso por lo que festejamos. Estamos celebrando el día de hoy porque a partir de mañana, ustedes serán compañeros en una clase. Y yo voy a ser su maestro en las mismas. Mi nombre es Gavril Utkin. Mi esposa es Lara Furlan. Ahora bien, quiero que en esta mesa se queden conmigo solo aquellos que tengan cinco años. El resto se irá y volverán cuando yo los llame a una de las otras mesas.

    Valiana se sentía un poco triste por el hecho de tener que abandonar esa mesa, puesto a que pensaba que tendría la oportunidad de compartir el momento junto con su hermanito y otros niños de diferentes edades. Sin embargo, dado a que tenía que hacer caso, ella se levantó del sitio y se retiró junto a otros niños que al igual que ella no tenían cinco años.

    Los que quedaron en esa mesa, a pedido de Gavril fueron solamente él, Winter y otros seis niños más. Dos varones y cuatro chicas. Una vez que estuvieron solo ellos en el lugar, el militar recibió una pregunta por parte de una de las niñas.

    — ¿Cómo nos vamos a presentar? — preguntó con curiosidad una de ellas.

    — Cada uno de ustedes tiene que levantar su mano y decir su nombre — comentó con una sonrisa el militar — Como en esta mesa solo están los que tienen cinco años, no es necesario que comenten su edad, ya que todos lo saben. Ya que hiciste esa pregunta, puedes presentarte tú primero.

    — Está bien — comentó la niña que había preguntado, una niña pequeña con el cabello rubio y una piel bastante clara — Yo me llamo Jessica Delta.

    — Es un gusto conocerte, Jessica — comentó Gavril, tratando de sonar lo más amable posible — Estoy seguro de que todos tus amigos también estarán encantados de poder saludarte. ¿Quién quiere seguir?

    — ¡Yo! — gritó emocionado el joven Winter — Me llamo Winter Lakor. Y hoy es mi cumpleaños.

    — ¿Lakor? — preguntó Gavril, sorprendido por ese apellido — ¿Realmente así te llamas?

    — Sí — contestó algo asustado el pequeño — ¿Por qué? ¿Es malo?

    — No, para nada — Gavril tuvo que hacer a un lado su sorpresa por el hecho de que uno de los niños llevara el mismo apellido que una persona que consideraban infame entre la población — Es un placer conocerte, pequeño Winter. ¿Quién sigue?

    — Yo, yo — otra de las niñas fue quien levantó la mano, una con el pelo corto de color negro y rasgos asiáticos en la cara — Me llamo Katia Minami.

    — Veo que eres una niña muy entusiasta, Katia — Gavril volvía a sonreír de forma simpática — Es un gusto.

    A pedido del comandante, quien se estaba empezando a cansar de tener que fingir demasiada simpatía delante de los niños, este simplemente pidió a todos los niños que dijeran su nombre para que el resto los pudiera conocer.

    — Iker Evanson — dijo un niño, con los ojos oscuros y un cabello negro.

    — Rosary Volt — una niña de piel clara y pelirroja fue la siguiente en hablar.

    — Muy bien, es un placer conocerlos a ambos — Gavril miró a los dos últimos niños que quedaban por presentarse — Creo que mis hijos son los más tímidos entre ustedes, ya que serán los últimos en presentarse. Adelante, pequeñitos míos.

    — Hola — saludó la chica, con pelo negro y piel morena — Me llamo Airin Utkin. Y él es mi hermano.

    — Yo me llamo Vyon Utkin — comentó quien era su mellizo, con piel del mismo color, al igual que el pelo, con la diferencia de que el suyo era más corto que el de su hermana — Airin y yo somos mellizos, y yo soy el mayor.

    El hecho de que fueran mellizos era muy llamativo para todos los niños allí presentes, así que los hijos de Gavril y Lara se ganaron la mirada del resto de los chicos sentados en la mesa. El parecido que tenían era asombroso para ellos. No eran gemelos idénticos, pero eso no quería decir que no tuvieran parecidos, algo que los niños veían como algo fuera de lo común, al no tener la oportunidad de conocer a otras personas debidas las circunstancias de su nacimiento.

    Winter miró primero a Vyon, pero pronto se fijó atentamente en la niña, a quien encontraba muy bonita, al punto de que llegó a sonrojarse con tan solo mirarla y recordar la voz con la que se había presentado.

    — Muy bien, ya todos se conocen, al menos de nombre — decía Gavril, satisfecho al ver que nadie se había mostrado aterrado con la idea de presentarse ante otros — Ahora, pueden empezar a comer la comida. Yo tengo que decirles un par de cosas más y luego me iré para dejarlos disfrutar a gusto de las charlas que quieran tener entre ustedes.

    Valiana estaba sentada sobre las piernas de su madre, quien igual que su esposo, miraba la escena con una expresión seria desde lo lejos. Estaba claro que Gavril pronto hablaría con los adultos para revelarles cómo serían las clases, y eso era algo que los dejaba con un poco de molestia, ya que creyeron que estaba esquivando su responsabilidad de tratar con los padres al reunir a los niños primero bajo la excusa de estar festejando algo.

    Mientras el hombre se encontraba hablando, su pareja, la otra comandante de los tres al mando, se encontraba acomodando mesas y sillas cerca del lugar, claramente con la intención de agrupar a los niños por su edad, tal y como se solía hacer en las escuelas que se tenían en la Tierra.

    Valiana estaba aburriéndose un poco, dado a que lo único que podía hacer era mirar lo que hacía su hermano o tomar algo de comida de la mesa. Ella y otros niños se sentían igual, incluso uno de los pequeños que estaba junto a sus padres se alejó de ellos para empezar a caminar por el gimnasio, tratando de encontrar algo en qué distraer su mente mientras que el resto recibía una charla de uno de los líderes militares.

    La niña no tardó en fijar su mirada en aquel niño que se encontraba recorriendo el lugar, y dado al aburrimiento que tenía, levantó el brazo para llamarlo, creyendo que tendría una oportunidad de hablar con alguien mientras esperaba por la llegada de su turno.

    — ¡Oye! — saludó sin timidez ni vergüenza — ¡Por aquí!

    El niño levantó la vista y pudo ver a una niña que parecía tener su misma edad llamándolo. Supo que no perdía nada al acercarse, así que caminó hacia ella ante la mirada de sus padres. Cuando estuvo cerca de su posición, Valiana bajó desde arriba de las piernas de su madre y se aproximó al niño para saludarlo.

    — ¿Por qué me llamaste? — preguntó con curiosidad el niño, quien traía un cabello muy largo y de color negro.

    — Porque te vi caminando y estaba algo aburrida — le contestó la niña — Y pensé que quizá podríamos hablar mientras llega nuestro turno de ser llamados por Gavril.

    — Sí, tarda demasiado — contestó el niño, con algo de molestia, viendo que no se apartaba de la mesa con los niños de cinco años — ¿Tú cómo te llamas? ¿Y cuántos años tienes?

    — Mi mamá dijo que no se le pregunta la edad a una niña — contestó la chica con una sonrisa, viendo la cara de miedo que puso el niño — Es broma. Soy Valiana Lakor. Y tengo ocho años.

    — Yo me llamo Artem Hedrum — le respondió el niño — Y también tengo ocho años.

    — ¡Increíble, entonces quizá nos pongan en la misma mesa! — la chica se emocionó con esa posibilidad — Mamá, ¿podemos ir a caminar mientras esperamos nuestro turno?

    Fenya miró a su hija y pudo ver que no lo tenía difícil para hacer amigos, algo que quizá sería de gran ayuda para ella si es que la obligaban a servir como militar, dado a que eso le permitiría contar con más gente a su lado si llegaba a encontrarse ante una situación difícil. La mujer llamó a Vitali, y ambos discutieron acerca de la propuesta de su hija de irse a caminar por el pequeño gimnasio mientras les llegaba el turno de recibir una charla por parte de Gavril.

    — Está bien, cariño — Fenya no lo veía como algo malo — Pero no te vayas de este salón. Y quédate siempre a la vista de tu papá y de mí.

    — Eso haré, mamá — la niña no tenía motivo alguno para desobedecer esa petición — Vamos, Artem, caminemos un poco.

    — De acuerdo — contestó el niño.

    De forma imprevista, Valiana se acercó a él y le tomó de la mano, empezando a moverse junto con él. El chico no estaba esperando algo como eso en el momento en el que recibió la invitación para irse a caminar de la niña. Pensaba que solamente recorrerían la zona uno al lado del otro, pero ese gesto de amistad que ella tenía con él lo tomó por sorpresa, e incluso causó que se sonrojara. Ella no tardó demasiado en fijarse en eso.

    — Estás rojo — decía ella mientras le sonreía — ¿Eso es porque te parezco linda?

    — No… no estoy rojo — el niño quería evadir la pregunta de ella.

    — Sí, sí lo estás — contestó ella, sin querer dejarse engañar siendo que lo estaba viendo por su cuenta — No me mientas.

    — No miento, yo sé que no estoy rojo — Artem no sabía qué hacer para cambiar el tema.

    — Está bien, si tú lo dices — Valiana no le creía una sola palabra — Pero yo sé lo que vi. Te tomé la mano y te pusiste rojo.

    Para que el paseo no fuera tan incómodo para él, Valiana lo soltó despacio, causando un cierto alivio en el chico, que no quería admitir que en realidad la chica le parecía una niña muy linda. Ambos se fueron hacia los extremos del gimnasio y empezaron a caminar mientras levantaban la vista tratando de identificar en qué clase de salón podrían encontrarse, puesto a que nunca habían acudido a un sitio allí.

    Mientras ellos dos caminaban, el propio Gavril continuaba con su charla acerca de las futuras clases que les depararían a los niños bajo su propia tutela. Si bien, su idea no era aburrirlos, quería que entendieran la importancia de lo que iban a hacer a partir del día de mañana.

    — Yo sé que quizá sea muy temprano para que escuchen algo como esto — el comandante estaba por finalizar su charla con ellos — Pero es posible que el futuro de todas las personas en esta nave, incluidos sus padres, dependa de cómo se puedan desenvolver en las clases que vamos a tener a partir de mañana.
     
    Última edición: 3 Marzo 2024
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo mío. Ya he podido leer y disfrutar de este segundo capítulo, el cual evidentemente ha bajado las prestaciones del primero por motivos más que lógicos. Descuida, me ha gustado mucho, pero ya sabes que los principios y finales suelen ser más intrigantes e interesantes. Sin más que añadir, comentaré lo leído.

    Con un salto temporal de unos cinco años, vemos al joven Winter preguntándole a su padre por lo que hablan en la tele/radio sobre el comandante Ace Lakor y el niño, pese a tener cinco años, parece muy avispado al notar que comparten el apellido. Vitali, su padre, le cuenta un poco por encima de quién se trata y es donde descubrimos que contra todo pronóstico, el propio Vitali no considera culpables a Zenith o Black Meteor por la destrucción de la Tierra, pues considera que eventualmente los edagrianos hubiesen hecho acto de presencia. Razón no le falta, aunque entiendo un poco ambas posturas. Parece que Vitali se siente algo afligido por el trato que recibe el sobrino de su hermano, pero debe resignarse a oír esas transmisiones diarias.

    Tras esto, vemos mediante un flashback que Gavril, uno de los comandantes que lidera la nave, tiene decidido impartir clases militares a los niños a partir de los cinco años, algo que personalmente veo muy loco. Considero que un niño debe tener una infancia lo mejor posible y aunque entiendo las circunstancias en las que se encuentra la sociedad de esta historia, por así decirlo, creo que cinco años es una edad muy temprana. Yo lo haría a partir de los diez como muy pronto, pero bueno. Sea como sea, Vitali y Fenya son avisados por Renji de que esto va a suceder y no hay manera de evitarlo. Vitali decide entonces alistarse para estar cerca de sus hijos en posibles futuras misiones. Es triste que una familia que aborrece la violencia se vea obligada casi en su totalidad a ser parte de ella. Espero que no los cambie para mal. :angrycat:

    Es el cumpleaños de Winter y lo que se suponía que sería una fiesta para él termina siendo una reunión general entre adultos y niños para que Gavril y su idea de formar "soldaditos" se vaya estableciendo. Valiana queda al margen por el momento, mientras Winter se junta con los de su quinta y les conoce, fijándose en la hija del comandante (hay que esparcir la semilla Lakor por el universo, así me gusta :yagami:). Valiana, aburrida por no poder participar en esa reunión y demostrando un sorprendente desparpajo, llama la atención de otro chico de su edad llamado Artem. Ambos se ponen a dar una vuelta, sorprendiéndose el pequeño de ocho años al ver como la niña lo toma de la mano y es tan directa con él.

    En definitiva, buen capítulo. Lo he sentido como una nueva introducción a futuros jóvenes protagonistas. Ya no solo con Winter sino con todos los demás, incluso he visto nombres que me son familiares porque seguramente me los mostraste en privado de cara a lo que se vendrá. Y personalmente, me agrada que haya una amplia variedad de jovencitos, pues es un aire fresco para la historia que sus roles sean protagónicos más pronto que tarde. :nice:

    Eso ha sido todo, te mando un abrazo, amigo. ¡Hasta pronto! :Okibeta:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Es momento de publicar el capítulo 3 de esta historia, y rezar para que el foro no se caiga el finde como ya se nos fue el certificado XD.

    Aviso que la cronología que tengo no está actualizada, se ve que algunos cambios no se han guardado, lo que significa que tendré que retrabajarla. Viendo que saldré de vacaciones pronto, espero no tardar demasiado en ello. Pero por ahora, solo lo dejaré estar.

    Quiero mandar un gran abrazo a mi gran amigo Manuvalk a quien agradezco cada comentario desde el primero hasta el más reciente, y todos aquellos que están por venir. Es un placer saber que él disfruta la historia, y espero igual que este capítulo también sea de su agrado :)

    Sin más para decir, posteo el capítulo.
















    Competencia temprana:

    — ¡Vamos! — gritaba Gavril a todos sus alumnos — ¡Pueden hacerlo mejor!

    Parado en el centro de una gran bodega del navío, la cual fue vaciada casi por completo para permitir que se aprovechara al máximo el espacio libre, el militar y parte del triunvirato de líderes que protegían y cuidaban a la población que viajaba en la nave, observaba con una cara de decepción mirando como los niños y niñas que estaban bajo su cargo corrían alrededor de dicha sala.

    El único que estaba mostrando un desempeño aceptable a sus ojos era Vyon, su hijo menor. Cada chico llevaba puesto un brazalete conectado a la muñeca, el cual se utilizaba para medir la velocidad y fuerza del trote de los chicos. Se mostraba una luz led de color verde si la velocidad se mantenía constante o aumentaba. En cambio, si la velocidad se encargaba de disminuir, tomaba los colores amarillo, naranja o rojo dependiendo de qué tan lenta fuera la velocidad. Excepto algunos niños que todavía conservaban su brazalete mostrando el color amarillo, la gran mayoría los tenía del color naranja. Sin embargo, había uno de ellos que tenía el brazalete de color rojo durante varios minutos, y no parecía que fuera a cambiar. Dicho niño era Winter Lakor. Menor a todos sus compañeros y siendo el último niño de la generación actual en haber nacido a bordo de la nave, parecía ser también inferior a todos los demás siendo tan solo un par de meses menor a ellos.

    — ¡Rápido! — Gavril esperó a que pasara a su lado para gritarle — ¡El color de tu brazalete sigue siendo rojo! ¡Ya llevas más de cinco minutos así!

    En todo un mes desde que empezaron las clases, Gavril nunca se había mostrado tan furioso antes. No era la primera vez que gritaba, pero sí la primera ocasión en que lo hacía de forma tan agresiva y dirigida específicamente a uno de los niños. Vyon miró la escena y luego de eso dejó salir una sonrisa arrogante, sabiendo que nunca le llegaría un grito de esos por parte de su padre. El resto de los niños que estaban corriendo en ese circuito se pusieron nerviosos. Algunos estaban tristes por su compañero, mientras que otros temían ser los siguientes en recibir un escarmiento por parte del comandante.

    Gavril notó que su grito había motivado a Winter por unos segundos, logrando hacer que el color de su brazalete se tornara naranja durante un minuto. Pero luego todo dio un retroceso de vuelta al color rojo, cosa que lo hizo enfadar todavía más.

    — Muy bien, ya basta — Gavril dijo en voz alta, pero sin gritar — Se acabó la clase por hoy.

    Poco a poco, los niños fueron aminorando el paso, y tras haber terminado su recorrido, se acercaron a su instructor, esperando recibir alguna especie de castigo por su desempeño.

    — Creo que no he sido lo suficientemente claro en mi introducción — empezó a comentar el comandante — Ustedes saben que tienen que tener un buen desempeño aquí si quieren ser útiles en el futuro para la humanidad. ¿Cómo es posible entonces que el único que esté rindiendo como corresponde sea mi hijo Vyon? El resto de ustedes flanquea por todos lados. Esta es una prueba de resistencia muy básica. Me encargué de adaptarla para niños de su edad. No pueden tener un rendimiento tan lamentable.

    — Lo siento, papá — Airin, la hija mayor del instructor, se disculpó por su bajo rendimiento — Es solo que… esto no me gusta.

    — Airin, en primer lugar, aquí no soy papá — sonó muy severo al hablarle a su hija — Aquí me tienes que llamar “comandante” o “instructor”. Acepto cualquiera de esos dos. Soy papá cuando estamos descansando en casa.

    — Lo siento, pa… instructor — la niña se tuvo que disculpar nuevamente.

    — En segundo lugar, a nadie aquí le gusta esto — el comandante no había terminado de hablar — Ni a ustedes, ni a sus familias, y desde luego, a mí tampoco. Pero eso no quita el hecho de que sea una necesidad. Es obligatorio que les vaya bien. Como les he dicho, todos aquí representamos al futuro para la humanidad. Pero ustedes, al ser más jóvenes que los adultos, vivirán por mucho más tiempo… O al menos, esa es la idea, porque si no empiezan a mejorar ni a aprobar estas pequeñas pruebas sencillas, no creo que sea posible que vivan demasiado.

    Todos los presentes, exceptuando a Vyon, agacharon la cabeza. Sentían una enorme pena por las palabras tan crueles que recibían por parte del instructor. Antes de que iniciaran esas clases, ellos pasaban sus días en casa junto a sus familias e incluso amistades, aprendiendo y jugando sin ninguna clase de responsabilidad o peso cargado sobre sus hombros. El cambio al que fueron sometidos, no solo fue repentino, sino que no le agradó a casi nadie. Sin embargo, no era del agrado de nadie recibir esa clase de trato por parte del comandante.

    — Señor — comentó Iker, que pronto se dio cuenta de que esa no era una forma correcta de llamarlo, quería preguntarle algo — Perdón, quiero decir, instructor… ¿Qué es lo que va a pasar si no mejoramos?

    — A mí no me va a pasar nada porque yo ya sé cuidarme a mí mismo — Gavril no se mostró muy empático con los niños — A ustedes les podría pasar cualquier cosa. Espero que nada malo, pero si no mejoran, no dependerá de mí.

    La respuesta dejó tan intranquilo al joven Evanson que creyó que habría sido mejor no haberla hecho y quedarse callado, o al menos dejar que fuera alguien más quien realizara esa pregunta. Pero, sin saberlo, todos los demás se sentían igual.

    — Escuchen bien, creo que el problema es que no están lo suficientemente motivados — pensó tratando de buscar una solución — Así no tiene sentido nada de esto. Desde mañana y hasta que descubra qué hacer para este problema, tendrán clases normales. Preséntense con una tableta y un lápiz para pantallas táctiles. Haré que venga una maestra y les enseñe a escribir.

    — ¿Podemos ir a casa? — preguntó Jessica, ansiosa por salir rápido de allí.

    — Sí, pueden hacerlo — Gavril les dio ese permiso — Les he enseñado a caminar a través de la nave y los he acompañado a cada uno a su habitáculo. Ahora ya están preparados para irse por su cuenta.

    — Hasta mañana, instructor — Winter lo miró con una sonrisa al despedirse.

    La intención del niño era que su maestro se llevara una buena impresión de él al comportarse educado y no hacer ningún tipo de protesta por el grito que había recibido por parte suya. Sin embargo, el comandante Utkin no hizo nada más que mirar seriamente al niño. Cuando sus ojos hicieron contacto, el joven Lakor se sintió como si le hubieran lanzado una mirada mortal. Tragó saliva en el acto y se fue en silencio.

    Airin y Vyon esperaron a su padre, quien se quedó inmóvil hasta que todos los demás niños abandonaron la bodega que utilizaban como sala de entrenamiento. Una vez que quedó vacía, el comandante salió de la sala tomando a ambos niños de la mano, emprendiendo el camino hacia su habitáculo.

    — Airin — el padre llamó la atención de la niña — Tendrías que tratar de imitar a tu hermano. Porque Vyon es tu hermano, pero eso no quiere decir que vaya a ser tu niñera.

    — ¿Qué quiere decir eso? — la chica estaba confundida por esas palabras dadas por su padre.

    — Que tienes que ser como yo, aunque no es algo fácil porque soy el mejor — Vyon mostró los dientes al sonreír, orgulloso al saber que era el mejor entre los presentes — Al menos podrías hacer un esfuerzo para ser la segunda mejor.

    — No me interesa que sea la mejor, Vyon — comentó el comandante a su hijo — Cuando digo que tendría que imitarte no es porque seas el mejor, sino porque muestras empeño en las clases. Y eso es lo que espero de ambos.

    — Pero no me gustan estas clases, papá — la niña reiteró su inconformidad.

    — Y a mí no me gusta verte haciendo el ridículo — la respuesta de su padre hizo que agachara la mirada muy avergonzada — Mucho peor, no me siento seguro. Se supone que estás ejercitando tu cuerpo para poder aprender a defenderte por ti misma cuando llegue el momento. A este paso, jamás podré enseñarte nada. Quedarás a merced de cualquier peligro que nos podamos encontrar en el universo.

    — ¿Y por qué el universo tiene que ser un sitio tan peligroso? — Airin no miró a su padre al hacer la pregunta.

    — Por culpa de dos hombres malos — Gavril aprovecharía esa oportunidad para adoctrinar a su descendencia — Abel Hartka de Black Meteor. Y Magnus Hotfire de Zenith. Ustedes aprenderán mucho sobre historia en el futuro, pero antes de que nacieran, teníamos un lugar seguro. Y ellos dos lo arruinaron todo. Por eso tenemos la vida que tenemos. Y por eso quiero que les vaya bien en estas clases. Me preocupa lo que les pueda pasar en el futuro. Por eso soy tan duro con ustedes. Tienen que aprender miles de cosas, pero para eso, primero tienen que pasar estas primeras pruebas.

    Tanto Vyon como Airin quedaron callados tras las palabras dichas por su padre. No parecía ser algo para tomar en broma, y lo sabían a la perfección. Por eso mismo, el resto del camino hacia su habitáculo fue silencioso. Ambos procesaban la información dicha por él. Sin tener el más mínimo conocimiento de quienes eran Abel y Magnus, empezó a nacer en ellos dos un odio hacia ambas figuras de autoridad de un planeta ya muerto a esas alturas. Gavril sabía que quizá era temprano para empezar a divulgar hechos históricos en las mentes de sus hijos, pero no por eso le parecía una idea del todo errónea.

    […]

    — Cuarenta — comentó Renji mientras observaba ejercitar a su amigo Vitali.

    El comandante de origen oriental se encontraba parado frente a su amigo, un ingeniero que empezó hace un mes con el entrenamiento para poder convertirse en militar a la par que sus hijos daban inicio a dicho entrenamiento por su cuenta. Sus pies se encontraban encima de las plantas de los pies de Vitali, mientras este trataba de hacer abdominales, realizando un esfuerzo muy grande para poder llegar hasta los cien sin parar.

    Renji miró con cierta decepción como su amigo, a quien estimaba demasiado, no fue capaz de superar los cuarenta y cinco.

    — Bueno, no está mal, es más del doble de ayer, pero deberías ser capaz de llegar a los cien — Renji decía mientras se apartaba, dejando paso a que Vitali pudiera ponerse de pie.

    — Por eso estoy teniendo horas extra — comentó su amigo — Para poder cumplir con el objetivo.

    Tal y como lo decía el ingeniero, el gimnasio en el que realizaba su entrenamiento físico estaba desértico, excepto por su presencia y la de su instructor. Nadie más quedó allí, puesto a que todos los demás que habían empezado las prácticas habían marchado hacía casi dos horas. Dado a que él era el más atrasado de la clase en cuestiones de resistencia física, le pidió a Renji que le ayudara a fortalecer más su cuerpo para poder ponerse a la par con los demás. No le daba vergüenza ser el peor, pero sabía que para poder acompañar a sus hijos en las misiones y poder protegerlos, tenía que tener un buen desempeño en general, cosa que no estaba sucediendo en aquel momento.

    — Bueno, te tengo buenas noticias — Renji le comunicó algo de primeras a él — Mañana vamos a ir al simulador a realizar práctica de tiro al blanco. Usaremos pistolas, fusiles y rifles, ya que son las únicas armas que hemos podido preservar aquí.

    — Ojalá hubiera tenido la oportunidad de trabajar en el simulador — comentó Vitali, recordando que él no formó parte de dicho diseño — Así sabría a lo que me voy a enfrentar mañana.

    — Es solo sujetar un arma, apuntar y disparar — Renji le comentó — Yo he sido de los primeros en probarlo, no difiere demasiado a la vida real. Claro que, en la vida real es mucho más probable que haya gente que nos esté devolviendo los disparos.

    — Dime, no he preguntado esto antes y nadie lo ha hecho si no me equivoco — el comandante estaba atento a la pregunta que le iban a hacer — ¿No tendremos clases de combate cuerpo a cuerpo? Quiero decir, llegará un momento en que las balas se acabarán, y no sé qué tanto tardaremos en poder desarrollar munición de nuevo.

    — Lo siento, pero en la marina no he recibido clases de combate cuerpo a cuerpo — Renji cortó la ilusión de su amigo — Mi entrenamiento está destinado a que cada uno de ustedes aproveche al máximo la munición disponible. Si te damos un arma con solo treinta balas en el cargador, vas a tener que arreglártelas por ti mismo para que te dure el tiempo suficiente.

    — ¿Cómo se supone que haré algo como eso? — Vitali lo veía como algo muy difícil de realizar.

    — Mejorando en las clases de tiro en el simulador — Renji explicó las bases del aprendizaje — Nuestra idea para que ustedes aprendan a pelear se basará en enfrentamiento estratégico. Es decir, pasarán la mayor parte del tiempo cubriéndose y escondiéndose del enemigo. Dispararán cuando sea oportuno, y lo ideal es que acaben con la vida de aquellos que los ataquen. No vamos a instruirlos en un enfrentamiento directo como si las balas fueran infinitas. Porque no lo son.

    — La tenemos muy difícil — Vitali dio su opinión general al respecto — ¿Y si no tenemos la oportunidad de escondernos?

    — Una de las primeras reglas que me enseñaron en la academia fue que las oportunidades en el campo de batalla no existen hasta que tú mismo las creas — para el ingeniero, esa fue una lección importante — Mucho más ahora que no tenemos ni idea de a dónde nos vamos. El tiempo aquí sigue pasando, y parece ser que no tenemos casi ninguna oportunidad de encontrar un mundo disponible para nosotros. Creo que lo mejor será que vayas a descansar. Has trabajado extra el día de hoy.

    Con un apretón de manos, ambos amigos se despidieron para poder irse a dormir, puesto a que era necesario prepararse para la clase de tiro que sería realizada el día siguiente. Vitali se marchó hacia su habitáculo, mientras que Renji tuvo que caminar hacia la sala de reuniones para poder recibir las últimas novedades del día a bordo del Explorador Esperanzado, al menos antes de irse a dormir. Dado a que el statu quo no cambiaba casi nunca puesto a que se tenían las precauciones suficientes, lo único que hacían en las reuniones era informarse acerca de las raciones de agua y de comida que se iban actualizando con el paso de los días.

    […]

    — ¡Papá! — Valiana lo vio entrar por la puerta del habitáculo y corrió hacia él.

    El ingeniero abrazó a su pequeña al mismo tiempo que la alzaba lo más alto que podía. Luego de eso, la siguiente en aparecer fue Fenya, quien lo miraba muy contenta tras su regreso pasadas dos horas desde el final de la clase.

    — ¿Cómo está mi pequeña? — preguntó al tiempo que le dio un beso en la frente.

    — Me encuentro bien, hoy nos enseñaron mucho sobre historia — la niña contestó con entusiasmo mientras era dejada en el suelo — ¿Cómo te fue a ti?

    — Tuve que quedarme dos horas después de la clase porque no me está yendo muy bien — comentó Vitali, dando explicación a su esposa de por qué se ausentó más tiempo del esperado — La próxima lección no será tan pesada, así que volveré a tiempo.

    — Qué bueno, porque te estábamos esperando en la cena — Fenya comentó algo tranquila, para luego acercarse a su esposo y darle un beso.

    — ¿Dónde está Winter? — Vitali se sentía extrañado al no verlo presente.

    — De eso quería hablar contigo ahora — su pareja mostro algo de preocupación — No llegó muy feliz de su clase. No quiso hablarnos demasiado en la cena, y ahora está en su habitación. Tal vez tú puedas subirle el ánimo.

    — De acuerdo, después de comer trataré de hablar con él.

    Con eso en mente, el ingeniero se sentó sobre la mesa de la cocina tras haberse servido un plato de la comida que Fenya había comprado para el día a los cocineros que trabajaban en la nave. Debido a que la comida era un bien muy importante como para dejar su cuidado a la ligera, todas las raciones de verduras que se obtenían del invernadero eran controladas por los militares que auxiliaban a Renji, Lara y Gavril en la labor de ser líderes. Era necesario mantener un inventario de todo, principalmente en una situación como esa. Por ese motivo, se prohibía a la gente cocinar sus propios alimentos. Le confiaron el trabajo de la cocina a chefs profesionales y amateurs, quienes lograban aprovechar al máximo los ingredientes para preparar sopas, ensaladas o incluso guisos con lo que tenían. Además, los habitáculos no estaban preparados para que cada familia pudiera cocinar. Era por ese motivo por el cual se tenía que acudir a diario para poder comprar porciones de alimento en un comedor.

    Fenya o Vitali realizaban las compras para sus familias, encargándose de esa labor quien primero saliera de sus actividades. Dado a que la nave funcionaba de forma óptima, el trabajo de Vitali era más escaso, cosa que le permitía asistir a las clases de formación militar. Sin embargo, tras un día agitado en el que tuvo que pasar más tiempo en el gimnasio, fue Fenya la encargada de comprar un caldo de verduras con papas, calabazas y batatas; el cuál Vitali comió con gusto tras un largo entrenamiento.

    — Bueno, Renji dijo que la clase de mañana sería más amena — comentó el ingeniero a su familia — Si me va bien en las prácticas, puede que reciba créditos extra. En ese caso, compraré yo la comida de mañana.

    — Eso sería fantástico, pero ya sabes que yo puedo comprar por varios días más — Fenya le comentó — Por ser médico, me dan muchos créditos, además de que estoy pensando en la posibilidad de entrar a la enseñanza de medicina.

    — Ya veremos todo eso mañana — respondió el ingeniero.

    Dado a la falta de reservas para poder crear monedas o imprimir billetes, una forma de pago que se implementó en la nave eran los créditos. Cada adulto poseía una cuenta en la que un determinado número de créditos eran depositados con base en las actividades realizadas. Mientras más prioritaria fuera la actividad, más créditos se concedían. Con esos créditos se compraba la comida o algunos objetos, cuyo valor dependía de que tan comunes pudieran ser. Siendo Vitali un ingeniero que también empezó su entrenamiento como soldado, y Fenya una doctora, ambos tenían suficiente para poder mantener a sus hijos bien alimentados.

    — Ahora que ya terminé, veamos si puedo levantarle el ánimo a mi bebé — Vitali dijo en voz alta para que Winter, desde su habitación en el habitáculo, pudiera oírlo.

    Con suavidad, el ingeniero abrió la puerta de entrada al cuarto, y allí encontró a su hijo recostado sobre su cama, teniendo en las manos el león de lana que su padre le había comprado para su quinto cumpleaños. La luz del cuarto fue encendida por el ingeniero, quien se sentó sobre la cama del niño, para luego recibir una mirada algo seria de él.

    — No soy un bebé — Winter no estaba muy contento con haber sido llamado así — Soy un niño grande.

    — No dije que fueras un bebé — Vitali pensó en una excusa — Dije que eras mi bebé. Y eso nunca cambiará. Aunque seas un adulto, tú siempre serás mi bebé.

    — Bueno, pero no me llames bebé frente a nadie — al niño no le gustaba.

    — Como quieras, hijo — Vitali lo miró un poco preocupado — ¿Cómo te ha ido hoy en el entrenamiento?

    — Mal, soy el peor de la clase — Winter tuvo que resistir para que no se le cayera una lágrima.

    — ¿Sabes? Papá también está entrenando, y aunque el entrenamiento que tengo es diferente, yo también soy el peor de mi clase — el hombre creyó que esa respuesta animaría un poco a su hijo.

    — ¿De verdad? — Winter lo miró fijamente.

    — Es la verdad, pequeño — Vitali esperaba que eso ayudara un poco — No eres el único al que le va mal.

    — Entiendo…

    — ¿Qué pasa? Sonaste muy desanimado al decir eso.

    — Nada. No pasa nada.

    Winter tenía pensado pedirle a su padre que fuera a defenderlo de Gavril puesto a que no le agradó la forma en la que le gritaron mientras estaba corriendo junto a sus compañeros. Sabía que su padre tenía entrenamiento junto a Renji, y creyó que podría pedirle que lo defendiera. Pero tras enterarse de que no era el mejor entre los suyos, no le pareció que fuera la mejor idea. Siendo tan solo un niño de cinco años, él era consciente de los problemas que podría causar algo como eso. No pasó por su mente la idea de hablar con Renji, por eso se desilusionó un poco cuando escuchó lo que dijo su padre.

    — Escucha, Winter, yo sé que es feo no ser bueno, pero ten en mente que esto apenas empieza — Vitali sabía hacia donde ir — Tu maestro, Gavril, seguro era igual o incluso peor que tú cuando empezó sus clases en la milicia. Con el tiempo, vamos a ir mejorando. Hoy papá vino dos horas después porque se quedó entrenando. Tal vez tú podrías hablar con él para que te entrene más tiempo que a los otros. Y si no te gusta la idea de quedarte con él, puedes pedirle a él que me llame. Te iré a buscar y entrenaremos juntos con Renji.

    — ¿El tío Renji puede entrenarme a mí también? — preguntó algo emocionado el niño, llamando al amigo de su padre de forma cariñosa.

    — No sé si pueda todos los días, pero si se lo pido yo, seguro que hace el esfuerzo — el hombre veía que las cosas parecían mejorar — Después de todo, él también es un comandante. Seguro que, con sus lecciones, te volverás el mejor de la clase. Tal vez ambos podamos llegar a serlo en el futuro. Solo no hay que dejar que esto nos pueda afectar demasiado. ¿Serás capaz de hacerlo?

    — Claro que lo haré, papá — comentó el pequeño Winter algo ilusionado.

    — Me alegra oír eso, esa es la actitud de campeón que te hará llegar lejos — Vitali encontró otra manera de hacerlo sentir mejor — Puedes relajarte. Apenas llevamos unos meses recibiendo estas clases. No le hace daño a nadie que nos permitamos ser un poco… malos en este momento.

    Tras esa charla con su hijo, el ingeniero que había empezado el entrenamiento para convertirse en soldado notó que este estaba sonriendo mucho más desde que lo vio entrar a la habitación. Sabía que no se le quitaría ese mal trago, así como si nada, pero podía irse tranquilo con los resultados observados tras hablar con él.

    Sin mucho más que hacer, Vitali decidió darle las buenas noches a él para luego irse a dormir y así tomarse un descanso después de un día largo de entrenamiento. Winter, con muchos más ánimos de los que había tenido a lo largo del día, cambió la expresión de su rostro a una mucho más optimista. Sostuvo con firmeza el regalo que su padre le había dado, y tras unos minutos de apreciar todo lo que su padre hacía para hacerlo sentir mejor, se recostó para poder dormir.

    […]

    — ¿Sabes? — Gavril decía a Lara en voz baja — Quitando a Vyon, toda la clase es un desastre.

    La pareja de militares se encontraba recostada en su cama, juntos para tratar de dormirse tras un día de trabajo agotador para los dos. Lara escuchó lo que él tenía que decir al respecto sobre las enseñanzas que les daba a todos los chicos. Con algo de preocupación, la mujer entendió que, si solo Vyon era un buen alumno, el futuro de la humanidad, Airin incluida, no tenía demasiadas esperanzas.

    — Airin también — su esposo la sacó de dudas — Le he dicho que trate de ser más como Vyon.

    — Bueno, Gav, tal vez lo que deberías hacer es encontrar otra forma de motivarlos — Lara pensó en una solución rápida.

    — Les dije que son el futuro de la humanidad — el comandante le contestó al respecto — No veo qué otras motivaciones podrían recibir que sean efectivas.

    — Recuerda que son simples niños — Lara creía que su esposo no caía en cuenta de esas cosas — Ellos eran más felices jugando y conviviendo con sus familias que teniendo que cumplir nuestras expectativas. Sé que es algo necesario, y yo fui la primera en darte la segunda en esto. Pero los niños son diferentes a nosotros. No entienden todo lo que está en juego para ellos o incluso para la humanidad. Vas a tener que hacer un esfuerzo para llegarles más.

    Gavril pensó por un momento en las cosas que su pareja le había dicho, concentrado especialmente en una de las últimas frases dichas por su pareja. Esa misma frase le dio una idea sobre qué cosas podría usar para motivar a sus alumnos en la clase.

    — Tienes razón, querida — Gavril besó en la mejilla a su esposa — Son niños de tan solo cinco años. Y ellos no entienden la importancia que tienen para nuestro futuro. Son felices jugando con sus juguetes y no haciendo ejercicios en una sala poco amigable. Pero creo que encontré la manera de hacer que se motiven un poco.

    — Ah, ¿sí? — preguntó algo curiosa la mujer — ¿Cuál es ese método?

    — Bueno, primero quiero ver si tiene resultado antes de contártelo — el comandante se guardó su secreto — Luego te comentaré mi gran idea. Pero para darte una pista, será Vyon quien me ayudará a que todo esto salga bien.

    […]

    — Sean bienvenidos a la clase de hoy — Gavril saludó a todos con una sonrisa — Espero que el día de ayer se hayan divertido aprendiendo a escribir. Tenía pensado darles otro día más para que lo hicieran, pero tuve una idea y quería aprovecharla lo más pronto posible.

    Tras dos días desde la última clase en la que el comandante los hizo correr alrededor de la bodega, todos los niños estaban algo tensos debido a que no había pasado mucho tiempo para que volvieran a tener una clase como esa. Vyon se veía muy relajado, como si supiera que todo estaría bien para él, aunque la realidad era que él no sabía nada al respecto.

    Gavril los hizo formar un círculo, y les explicó cuál sería la dinámica de la clase de aquel día.

    — Ahora voy a enseñarles a como estirar sus pequeños músculos — comentó el militar — Hoy solo dos personas realizarán actividad física, y el resto va a mirar.

    — ¿Quiénes serán los que harán esa actividad? — preguntó Katia con algo de curiosidad.

    — Es una sorpresa, pequeña Katia — respondió con una sonrisa el comandante, tratando de hacer que se relajaran un poco — Ahora quiero que todos ustedes realicen los mismos movimientos que yo. Les ayudarán a estirar sus músculos. Formen una línea recta uno al lado del otro dejando un poco de espacio.

    Fue de esa forma que los siete niños que estaban bajo la instrucción de Gavril realizaron la formación tal y como él la había pedido. El comandante puso a los niños de izquierda a derecha estando de mejor a peor para su criterio. Vyon era el primero de todos en esa línea recta. Jessica era la siguiente. Iker era el tercero. Katia, Rosary y Airin eran en ese orden las siguientes. Mientras tanto, al fondo de la línea se encontraba Winter, siendo considerado para Gavril como el de peor desempeño.

    El comandante se paró frente a los niños y les mostró cómo estirar sus músculos, principalmente los de las piernas y los brazos. Con mucha atención, no le quitó el ojo de encima a ninguno de los siete, centrándose principalmente en el joven Lakor, quien también era el que más problemas tenía para tomar las posturas correctas al estirarse. Viendo que quizá lo correcto sería mostrarle ayuda de forma amable y sin alzarle la voz, el hombre se acercó a Winter para pararse frente a él. Cuando el chico se dio cuenta de que lo tenía justo delante, el miedo se adueñó de él, pero Gavril lo disipó con una sonrisa que mostraba amabilidad.

    — Winter, trata de estirar un poco más tu pierna izquierda — el hombre se arrodilló frente a él — Si quieres, puedo ayudarte a sostener tu cuerpo.

    — Está bien — el chico se sentía aliviado de ver que su instructor no le estaba haciendo pasar un tiempo difícil.

    — Allí está bien, será un poco molesto al principio, pero es la forma correcta de estirar — comentó el comandante, para luego alejarse de él.

    — Gracias, instructor — Winter le mostró una sonrisa totalmente honesta, puesto a que esa era la ocasión en la que más tranquilo se encontraba en presencia del comandante.

    — El resto continúe hasta que solo falten diez minutos, entonces elegiré a quienes harán la actividad física.

    Dada la orden de su instructor, los siete niños siguieron con el estiramiento tal y como él se los había explicado. Al principio lo veían como una actividad muy agradable, o al menos, mejor que pasarse el día entero dando vueltas y trotando alrededor de la figura de autoridad. Pero con el avance del tiempo, sus músculos empezaron a cansarse. Las caras que tenían mostraban expresiones de incomodidad con la actividad, y eso fue algo que el propio comandante notó incluso en su hijo Vyon, a quien veía como el mejor de la clase, también incluso en las actividades tranquilas como la de ese día.

    Llegados los últimos minutos de la clase, Gavril hizo que los niños se reunieran cerca de él.

    — Ahora bien, escuchen — ordenó, ganándose la atención de todos — La razón por la que no les dije quiénes serían los que tendrían que realizar la actividad física es porque yo elegí tomar la decisión luego de verlos estirarse.

    — ¿Eso quiere decir que usted los elegirá ahora? — preguntó Rosary ante lo dicho por el instructor.

    — Ya he elegido, ahora lo sabrán ustedes — comentó el comandante, empezándose a poner más serio que antes — Vyon Utkin… y también Winter Lakor. Ustedes dos tienen que hacer la actividad. Pero antes, quiero que me traigan lo que les pedí. Avisé a sus padres para que trajeran algo especial para ustedes, quiero que lo muestren delante de toda la clase.

    Fue así como Vyon, el propio hijo del comandante, y Winter, fueron a buscar las mochilas que habían llevado hacia la clase. Ambos regresaron, y ante la vista de todos, sacaron cada uno un objeto especial para ambos. Algo de gran valor sentimental, puesto a que eran niños y tenían una atracción natural hacia los juguetes con los cuales se divertían.

    — Este es mi cochecito de juguete — Vyon lo levantó por lo alto para que lo vieran todos — Mi mamá y mi papá me lo compraron en mi cumpleaños. Me gusta mucho porque es de color rojo, y ese es mi favorito.

    — Muy bien, Vyon — Gavril centró su vista en el otro chico que haría la actividad — Winter, es tu turno.

    — Este es un león de lana — el niño lo sacó de su mochila y lo mostró a sus compañeros — Mi papá me lo compró para mi cumpleaños, igual que pasó con Vyon. Y me gusta mucho. Es mi animal favorito, y algunas veces lo pongo en mi cama para dormir cuando me siento triste.

    Las dos historias de los niños y su afecto hacia el obsequio que cada uno había recibido por su cumpleaños llegaron a conmover a todos los demás. Airin, al saber de antemano de que a su hermano le gustaba mucho su cochecito, se sintió más conmovida por la historia de Winter que por lo que contó su hermano menor. Los otros cinco niños sonreían, y esperaban por su oportunidad para poder presentar sus juguetes favoritos a sus compañeros.

    — Muy bien, ahora necesito que vayan hacia esa pared — el instructor señaló el fondo de la sala — Yo sostendré sus juguetes y sus mochilas para que nada malo les pase. Vayan al fondo y quédense allí.

    Luego de entregar cada uno su juguete al instructor, los dos niños de cinco años de edad acudieron al sitio indicado por la figura de autoridad. Nadie entendía nada más allá del propio Gavril, quien ya podía anticipar el resultado de su idea.

    — Muy bien, esto es lo que van a hacer — ordenó con seriedad — Su objetivo es ir desde la pared de atrás hacia la de adelante. Deberán tocar la pared de adelante una vez, luego volver hacia atrás y tocarla, y finalmente, regresar hacia la de adelante y tocarla nuevamente. En caso de que no se entienda, es ida, vuelta y finalmente ida. ¿Alguna duda?

    — No, instructor — Vyon lo había entendido a la perfección.

    — ¿Es una carrera? — Winter tenía esa duda dentro de él.

    — Lo es, pequeño Lakor — fue la respuesta del comandante — Quien complete el trayecto antes se declarará como ganador. Esperen a mi señal para empezar. El resto tiene que verlos correr, y prestar mucha atención. Muy bien… Preparados… Listos… ¡Ahora!

    Con el grito fuerte dado por el militar a cargo, tanto Vyon como Winter salieron a gran velocidad desde su posición en camino hacia la primera de las dos idas de la carrera. En los primeros metros de la misma, el joven Lakor tomó la ventaja, haciendo que todos sus compañeros gritaran de la emoción, y llegando a sorprender al propio Gavril, que no esperaba ese resultado. Vyon había salido con menor intensidad en el arranque, y por eso su competidor se le adelantó unos pasos. Con furia porque no le gustaba la idea de perder ante sus compañeros, apresuró bastante el paso intentando alcanzar a Winter.

    Tras un par de minutos en los que recorrieron la bodega, fue el hijo de Fenya y Vitali quien llegó primero a la pared frontal, llegando a tocarla y luego emprendiendo el camino de regreso hacia la pared de atrás. Vyon llegó tres segundos después, y tras tocarla, salió disparado a mucha más velocidad para regresar. Gavril empezó a sonreír cuando vio que, tras un poco de esfuerzo, consiguió alcanzar a su competidor.

    Winter y Vyon corrían a la par el uno con el otro, sin poder sacarse más de un paso de ventaja, cosa que llevó la emoción a todos sus compañeros.

    — ¡Lo alcanzó! — gritó Iker con emoción.

    — ¡Están iguales! — Katia no podía esperar para ver el final.

    — ¡Tú puedes, Winter! — Jessica quería animar al más joven a ganar.

    — ¡No te rindas, Vyon! — Airin lanzó ánimos hacia su hermano menor.

    — ¡Están igualados, y ya van a llegar hasta la pared de atrás! — Rosary empezó a dar saltos de emoción.

    — ¡¿Quién ganará?! — preguntó ansioso el joven Iker.

    Gavril se sorprendió todavía más cuando vio que ambos tocaron la pared del fondo al mismo tiempo, empezando el trayecto hacia la parte final de la carrera estando igualados. El instructor esperaba que fuera su hijo quien llevara la ventaja en todo el encuentro, pero todo fue muy diferente al ver que partió en desventaja, y tras lograr alcanzarlo, no le podía adelantar.

    Vyon y Winter hicieron su mejor esfuerzo para tratar de ganar mayor velocidad y poder así adelantar al otro en la recta final del recorrido. No querían llevarse un empate o incluso una derrota, y por eso se forzaron al máximo. Sin embargo, Winter, quien no había podido estirar sus músculos de forma debida, incluso con los consejos que le dio Gavril, empezó a sentir fatiga en sus piernas. Siendo tan solo un niño de cinco años, no pudo encontrar la fuerza que necesitaba para mantener el ritmo, y terminó perdiendo velocidad con cada paso que daba, mientras que Vyon llegó a adelantarlo por primera vez desde el inicio de la actividad. Winter quiso incrementar su velocidad, pero lo más que pudo hacer fue mantener la actual tras haber tenido una pequeña disminución. Con una diferencia de cinco segundos, Vyon tocó la pared del frente antes que él, y se consagró como el ganador de la carrera, cosa que no dudó en festejar.

    — ¡Gané! ¡Gané, gané! — el niño levantaba los brazos mientras saltaba — ¡No importa cómo empezó! ¡Solo importa cómo terminó!

    — Bien hecho, Vyon — Winter se sentó en el piso tras felicitarlo — Eres muy rápido. Quería ganar, pero no pude.

    Todos sus compañeros se acercaban a ellos y les aplaudían a ambos. Pese a que muchos veían a Winter como el más lento del grupo tras ver sus resultados hace dos días en el entrenamiento, el joven había demostrado estar a la altura de una competencia con quien era considerado el mejor. Finalmente, fue Gavril quien se acercó hacia la posición de ambos niños.

    — Ha sido una gran carrera — decía mientras los miraba a los dos — Esto demuestra que se puede empezar en desventaja y aun así ganar. Bien hecho, Vyon, toma tu cochecito de carreras.

    El niño, con toda la alegría de haber ganado su primera competencia contra un compañero, aceptó su propio juguete con felicidad. Winter miró al hombre a cargo del grupo, mientras jadeaba por el cansancio de la carrera que había tenido. Era su turno de recibir de vuelta su león de lana para poder irse a casa. Sin embargo, Gavril tendría otros planes para él.

    — Winter, dado a que tú has perdido la carrera, he decidido que voy a premiar a Vyon dándole tu león — fue lo dicho por el hombre, causando algo de sorpresa en todos los niños — Vyon, a partir de ahora, este león de lana te pertenece a ti.

    Con una mirada de estupefacción, todos vieron como Gavril le entregaba a Vyon, su propio hijo, un objeto que le pertenecía a Winter y que, además, era especial para él. Vyon disfrutaba del precio recibido, sonriendo mientras alzaba las dos manos, teniendo su cochecito en una y el león de Winter en otra.

    El pequeño Lakor no estaba muy contento con eso, dado a que nadie le había dicho que perdería a su león por perder la carrera.

    — ¡No! ¡Ese león es mío! — Winter se puso de pie para protestar por eso — ¡Me pertenece a mí! ¡Mi papá me lo regaló!

    — Winter, tú desempeño en el grupo es el peor de todos, y eso es algo que solo yo he notado — Gavril empezó a justificar su accionar — Pero ante la vista de todos, Vyon te ha ganado. Y por eso es que él se quedará con tu león.

    — ¡No, no lo hará! — el niño no tenía la intención de quedarse pasivo ante eso — ¡Yo no dije que se lo daría si perdía la carrera!

    — Exactamente, no lo hiciste, lo hice yo — Gavril lo miró con seriedad — La decisión la he tomado yo.

    — ¡Pero no es justo! ¡No puede hacer eso!

    — Claro que no es justo, yo lo sé mejor que nadie — fue la respuesta del comandante — Ese juguete te pertenecía a ti. Y yo he decidido dárselo a Vyon por haber ganado… Esta era la idea que yo quería darles a todos ustedes como lección el día de hoy. Es muy importante que estén preparados en todo momento, o de lo contrario, pueden terminar perdiendo algo que adoran. Puede ser su hogar, puede ser un ser querido… pero en el caso de hoy, se ha tratado de un objeto preciado.

    — ¡No, no voy a dejar que me quiten a mí león! — Winter no aceptaba esa lección — ¡Yo no sabía! ¡Devuélvemelo, me pertenece!

    — Bien, puedo notar que has decidido recurrir a implorar a tu adversario — Gavril pensó que era una gran oportunidad — Vyon, es tu decisión. Puedes optar por devolverle el juguete o quedártelo para ti.

    — ¡No, tiene que devolvérmelo! — Winter quería empujar a Gavril, pero sabía que sería una mala idea — ¡Vyon, ese león es mío! ¡Dámelo, por favor!

    El joven pudo notar como una lluvia de miradas empezaba a caer sobre él. Varios de sus compañeros estaban a la expectativa para saber qué clase de decisión tomaría. El niño miró a su hermana, quien parecía verse muy triste por el hecho de que él se había quedado con algo que fue obsequio para Winter. Lo siguiente que hizo fue mirar a su padre, quien lo único que hizo fue levantar los hombros, dándole a entender que la decisión era suya. Vyon finalmente dirigió la mirada hacia Winter, y notó que este estaba al borde de las lágrimas. Impotente y triste porque le habían quitado algo que era suyo.

    El niño, sin embargo, no se quedó pasivo y se abalanzó sobre su compañero para poder recuperarlo.

    — ¡Dámelo! — Winter saltó contra Vyon para recuperar su león.

    — ¡No, es mío! — el chico se sorprendió, pero llegó a reaccionar.

    Con un movimiento ágil de pies, Vyon llegó a esquivar el movimiento de Winter, y como respuesta, fue hacia él y le pegó una patada en el tobillo que hizo que el niño cayera sentado y se golpeara con un poco de fuerza contra el piso. Por el golpe, y el hecho de que iban a quitarle algo que fue un regalo de su padre, el joven Lakor no pudo hacer más que romper en llanto.

    Iker, Jessica, Rosary, Katia y Airin miraban la escena con lástima, dado a que Winter se había lastimado y seguía sin tener de vuelta lo que le pertenecía. Vyon se enojó bastante por haber sido agredido de esa manera, tanto que se paró firme al lado de su padre.

    — Te lo iba a devolver, pero me golpeaste — decía con algo de enfado — Así que ahora este león es mío.

    — ¡No! — Winter no podía hacer más que sollozar — No me lo quites… Mi papá me lo dio. A mí me gusta mucho. No puedo decirle que lo traje a clase y lo perdí… Por favor, instructor Gavril. Señor Utkin… Le pido que me devuelva mi león. Lo quiero mucho. Mi papá se va a enojar si descubre que me lo quitaron.

    — ¿Lo quieres de vuelta? — fue la seria respuesta del comandante, en forma de interrogante.

    — Sí… por favor… señor, por favor, es mío — Winter lloraba cada vez con más fuerza.

    Airin no podía evitar sentirse mal por él. Su hermano había tomado algo que le pertenecía, y era su propio padre quien avalaba esa clase de conducta. Viendo que él estaba tardando en responder, ella quiso interceder, pero fue en ese momento que su padre abrió la boca.

    — Si quieres recuperarlo, vas a tener que ganarle a Vyon en una carrera — Utkin se mostró firme al tiempo que le extendió la mano a Winter para que se pusiera de pie.

    — ¿Cuándo? — el niño tenía un montón de lágrimas en los ojos.

    — Hoy no, pero desde mañana y cualquier día que quieras — Gavril fue quien respondió — Eres libre de desafiar a Vyon cuando te sientas listo para competir y recuperar lo que te han quitado. Como un verdadero soldado.

    — No puedo ganarle ahora, pero quiero recuperarlo ahora… — Winter sabía que no tenía oportunidad — Le voy a decir a mi mamá y a mi papá.

    — Si llegas a decirle una palabra a alguien sobre esto, me aseguraré de que nunca puedas volver a ver a tu león — el militar le sacudió los hombros con brusquedad — Si lo quieres, vas a tener que ganarlo por ti mismo, tal y como Vyon hizo el día de hoy.

    — Pero no quiero… quiero que me lo devuelva ahora.

    — Lo siento, Winter, pero tú eres quien ha tenido los rendimientos más bajos de toda la clase desde que empezamos a entrenar — Gavril no iba a dar marcha atrás con la respuesta — Esta parece ser la única forma de hacer que tanto tú como los demás aprendan que esto no es un juego, y que es una situación bastante seria. Yo ya no tengo nada más qué decir. Si quieres que Vyon te regrese el león, vas a tener que ganarle en una competencia — tras hacer una pausa, el instructor miró al resto — Y para los demás va el mismo mensaje. Si realmente quieren mantener lo que más preciado es para ustedes, van a tener que hacer un esfuerzo por defenderlo… La clase acabó aquí. Cada día ustedes deberán traer algo que aprecien y que no deseen perder ante nadie. No será todos los días, pero siempre que yo lo crea conveniente, realizaremos una competencia entre dos personas. Ya saben lo que sucederá si pierden. Grábense esto en la mente para el resto de sus vidas… así es la vida de un soldado. Si no estás lo suficientemente preparado para enfrentar cualquier situación, acabarás perdiendo contra alguien más. Y las derrotas casi siempre llevan a la desgracia. A ver si haciendo esto conseguimos que todos ustedes empiecen a mejorar en las prácticas.
     
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  6.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo mío. Ya he podido leer el capítulo correspondiente a esta semana, por lo que me lanzaré inmediatamente a comentarlo.

    Que quieres que te diga, esto de que niños de cinco años estén haciendo entrenamiento militar (por mucho que sea adaptado a su edad) me parece una medida drástica y un tanto ridícula por parte de los comandantes (especialmente de Gavril, quien no deja de caerme peor con cada capítulo :ewww:). Entiendo la idea de formar a los jóvenes para que sean capaces de todo cuando crezcan, pero creo que la edad y vivir la infancia lo más normal posibles son factores esenciales en el crecimiento de un niño. Pero bueno, esto es lo que hay en el Explorador Esperanzado. Vemos que de los siete niños de cinco años, Vyon, el hijo del comandante, es el más capacitado. Mientras que Winter es el peor.

    También parece que a Vitali le está costando incrementar su nivel, pero es lógico, al no haber entrenado nunca para soldado. Los beneficios no llegan de la noche a la mañana y toca esforzarse en la familia Lakor. Una vez regresa a casa, Vitali decide apoyar a su triste hijo, que se siente mal por haber sido menospreciado en su clase, pero la charla con su padre termina por animarlo tímidamente. Tras esto, también vemos a Gavril con su mujer Lara, quién parece tener más cerebro y le hace saber que debe encontrar una forma de motivar a sus alumnos, principalmente porque son niños a los que se les ha quitado la infancia y es obvio que no les va a gustar ponerse a correr sin más con un tipo ladrando cual perro sarnoso (si, Gavril, como instructor das pena y no porque grites a Winter, sino porque en general eres un pésimo profesor :angrycat:). Gavril, al parecer, encuentra rápido una idea.

    Y la idea es... no sé como describirla. Por un lado es positiva hasta cierto punto, porque trata de explicar lo que puede pasar ahí fuera en el universo: te lo pueden arrebatar todo en cualquier momento y nada es seguro. Como metáfora así, me parece idónea. Pero el lado negativo es que estás enseñándoles eso a niños de cinco años, que por mucho que lo expliques bien, no podrán entenderlo perfectamente e incluso algunos lo harán a su modo. Incluso su hijo, Vyon, tiene pinta de terminar siendo un bully profesional en su primera etapa. Ojalá me equivoque. Sea como sea, el grandísimo comandante intelectual decide que los niños lleven su objeto/juguete más preciado y que se lo jueguen en una carrera, la cual se da entre Vyon y Winter porque al iluminado de Gavril se le ocurre (que no se note que pusiste al mejor de la clase contra el peor, muy justo eso angrysnake).

    Finalmente, pese a ser una carrera pareja al inicio, Vyon termina imponiéndose a Winter al haber estirado y calentado mejor sus musculitos. Y eso significa que Vyon recupera su coche rojo y además se queda con el león de peluche de Winter, porque el comandante Retard... perdón, Gavril, decide eso. Y así es como quiere hacer entender a los niños la comprensión actual que deben tener del universo: alguien te va a quitar lo que más quieres. ¿Es algo seguro? No. ¿Es algo posible? Sí. Habrá que ver donde lleva esto, pero yo solo veo a un Winter que va a hacerse más frío conforme crezca (curioso, llamándose Invierno XD) y dejará sus emociones a un lado. Bien, Gavril, al final formarás soldados pero no serán humanos. :clap::anicry:

    Buen capítulo, amigo. Nos vemos a la próxima.
     
    • Gracioso Gracioso x 1
  7. Threadmarks: Un mundo sombrío
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Ya llegó la hora de publicar el próximo capítulo de esta historia secundaria. Espero que sea disfrutable para todos, y garantizo que, más pronto que tarde a partir de ahora, empezará a ponerse mejor. Al menos, así es para mi punto de vista.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en los comentarios como cada semana :) Ojalá lo que vea en este capítulo sea de su agrado, pero yo confío en que así será. Pero bueno, eso le corresponderá juzgarlo a él. Sin más para decir, les dejo el capítulo.


















    Un mundo sombrío:

    Gavril estuvo en la bodega viendo como marchaban todos sus alumnos hacia sus habitáculos junto a sus familias. Tenía que dejar el sitio cerrado, cosa que no podía hacer si alguien quedaba dentro. Los únicos presentes todavía en el sitio eran él, sus dos hijos y el pequeño Winter Lakor. El niño no dejaba de llorar por el hecho de que le habían arrebatado sin advertirle, un regalo de su padre que él apreciaba mucho. Sentado y con una rodilla apoyada en el suelo, las lágrimas seguían cayendo de su rostro.

    — Winter, tengo que cerrar — Gavril lo dijo en un tono suave — Ve a tu casa.

    — No quiero — el niño comenzó un berrinche — Quiero que me devuelvan lo que es mío. Ese es el regalo que me dio mi papá. No me iré sin él.

    — Ahora mismo, ese león le pertenece a Vyon — el comandante se acercó a él y se agachó para estar a su altura — ¿Lo quieres? Entonces vas a tener que entrenar y recuperarlo.

    — Pero él lo va a romper hasta que llegue el momento — Winter se veía venir ese escenario.

    — Te doy mi palabra de que no lo hará — Gavril empezaba a perder la paciencia — Esta es la última vez que te lo digo. Vete a tu casa ahora o yo mismo destrozaré ese muñeco tuyo ahora mismo.

    — ¡No! — el niño empezó a suplicar con preocupación — ¡No lo haga! ¡No lo haga! ¡Me iré a casa, lo haré ahora!

    — Así es como debe ser — el comandante veía satisfecho como el chico se estaba poniendo de pie — Cuando seas capaz de estar a la altura de Vyon, te devolveré ese león. Recuerda que no le debes decir nada de esto a nadie, al menos no si lo quieres ver de regreso.

    Winter no pudo hacer otra cosa más que tragar saliva tras esa declaración dada por el instructor. Sabía que este iba en serio cuando hablaba, y ya lo había demostrado. Miró por última vez a sus dos compañeros antes de irse. Airin compartía su angustia, llegando a mirarlo con una expresión de tristeza. Vyon, por su parte, le miraba con una cara de enfado, producto del ataque que él había hecho en su contra. Antes de partir, el menor de los Utkin le sacó la lengua a Winter como una burla ante su inferioridad.

    Winter marchó triste de la bodega, y se fue de camino a su casa con las manos cubriéndole los ojos. Cuando el salón que usaban para entrenar estuvo listo, Gavril sacó a sus hijos de allí y posteriormente lo cerró, restringiendo el acceso a cualquiera que se acercara. Con el sitio cerrado para cualquier otra persona que se acercara, el hombre tomó de las manos a sus hijos y se fue caminando hacia su habitáculo junto con ellos.

    Airin, aprovechando que estaba a solas con su hermano y su padre, quiso reclamarle por lo que hizo.

    — Papá, tú debiste haberle avisado a Winter lo que iba a pasar si perdía — Airin se lo reprochaba — No era algo tuyo para dárselo a Vyon.

    — Envidiosa, envidiosa — Vyon aprovechó la oportunidad para molestar a su hermana mayor.

    — Vyon, por favor — el padre de ambos le hizo callar — Si no te gusta mi forma de enseñar, eres libre de hacerlo a tu manera cuando tengas tu propio grupo de alumnos. Pero mi método no está a discusión.

    — Pero no es justo — Airin se lo reprochó.

    — Lo sé, y es por eso que es una buena lección para todos — Gavril lo veía a su manera — La vida no es justa. La justicia, por sí sola, no existe. Es el ser humano quien crea su propia definición de justicia y luego la lleva a existir mediante su propio poder. El poder es el origen de toda justicia, y quien carezca de poder, carecerá también de justicia.

    — ¿Qué significa carecer? — Vyon quería preguntar en forma curiosa.

    — Algo que aprenderás en el futuro, pequeño — Gavril no midió sus palabras ante sus hijos de tan solo cinco años — Pero mi punto es que yo ya sé que ustedes no consideran justo lo que hice. Así como tampoco yo considero justo que nos hayan arrebatado la Tierra. Tenía una casa grande, en un país hermoso y en un mundo muy hermoso. Y me arrebataron la oportunidad de darles un hogar allí, en vez de en este navío que recorre el espacio exterior. No tuve el poder suficiente para defender a la Tierra, y es por eso que ahora estoy atascado aquí. Ustedes son solo unos niños que solo adoran los juguetes. Esto servirá para motivarlos, y eso es justo lo que necesito. Y será mejor que no lo vuelvan a mencionar, porque no está abierto a ser discutido. ¿Eso ha quedado claro?

    — Sí, papá — Airin agachó la cabeza.

    — No es tan malo, yo soy el mejor, y no veo por qué no puedo quedarme con algo que gané limpiamente — Vyon sonreía de tan solo pensar en eso — Oye, papá. Si Winter nunca me derrota, me voy a quedar con ese león para siempre, ¿verdad?

    — Puedes quedártelo, pero preferiría que lo usaras lo menos posible para no romperlo — Gavril lo decía en un tono serio — Pero sí. Hasta que Winter no te derrote, no te lo quitaré.

    — ¡Genial, genial! — el niño se regocijaba en la bondad de su padre.

    Airin seguía muy triste por todo lo dicho por su padre. Estaba muy decepcionada con esa forma de pensar de él. No comprendía del todo las cosas que él había dicho. Pero lo que sí comprendía le disgustaba, y creyó que aquello que no comprendía podría llegar a ser incluso peor. Lo que sentía la niña era miedo. Ella sabía que no podía competir en una carrera con su hermano y ganarle, al menos que hiciera trampa, cosa que no le daba mucha seguridad. Si llegaba a perder en una competencia contra él, terminaría por perder un juguete que para ella era especial.

    Pero no podía dejar de pensar en Winter. La cara que ponía y la forma en la que suplicó para que no le quitaran lo que tanto quería no podía olvidarse tan fácilmente. Su compañero había llevado ese león que era especial para él a la clase, sin saber que lo perdería hasta que el suceso tuvo lugar. No importaba lo que dijera su padre, no podría estar nunca de acuerdo con algo así.

    Tras una caminata algo larga debido al enorme tamaño de la nave en la que iban, el hombre y los dos niños llegaron a casa.

    — Tardaron un poco — decía Lara, viendo como su familia entraba por la puerta del habitáculo — ¿Hubo contratiempos en la clase?

    — Algunos, pero ya estamos aquí — Gavril empezó a percibir cierto aroma en el aire — ¿Compraste la comida?

    — Así es, la encargué, y llegó hace solo cinco minutos — comentó la mujer — Yo estaba esperándolos para comer, porque pensé que no tardarían en llegar.

    — Perfecto, nos sentaremos a la mesa en breve.

    Luego de dejar sus cosas tras la entrada a su hogar, la familia se sentó en las sillas que tenían distribuidas alrededor de una mesa pequeña para que pudieran comer uno al lado de otro. La mesa era cuadrada, por lo que se sentó cada uno en un lado diferente, sin espacio para poder sentarse de forma contigua. La comida que iban a comer era un trozo de carne con ensalada de papas hervidas y tomates. La carne era un bien muy escaso, debido a que les era difícil obtener esa clase de alimento al estar a bordo de una nave en el espacio, cosa que aumentaba mucho su valor. Dado a que Lara y Gavril formaban parte del triunvirato que dirigía las cosas en la nave, los créditos con los que contaban podían permitirse ese alimento que era casi un lujo para cualquiera.

    La comida se llevaba a cabo en silencio, hasta que Vyon optó por contar a su madre acerca de su logro obtenido en la clase de hoy.

    — Mamá, hoy me he ganado un león hecho de lana — el niño estaba emocionado al contarlo.

    — ¡Te felicito! — la mujer lo veía como algo bueno, sin cuestionarse casi nada — ¿Tu padre lo puso como premio?

    — Así es, y lo he ganado yo — Vyon no pensaba en el cómo lo había obtenido.

    — ¡No es verdad! — Airin alzó la voz, haciendo que su madre quedara algo confundida — Ese león no es suyo. Es de un chico llamado Winter. Papá los hizo correr una carrera, y cuando Winter perdió, se lo quitó para dárselo a Vyon.

    — Así que ese era tu método para motivarlos — Lara pensó con seriedad tras recordar la charla de ayer.

    — Exactamente — Gavril no se mostró avergonzado de eso — Dije que te lo contaría si funcionaba bien.

    — ¿Y funcionó? — la curiosidad pudo con la comandante — ¿O todavía está en un veremos?

    — Winter sabe que tiene que esforzarse más si lo quiere recuperar — Gavril le comentaba lo observado — Y por la forma en que se puso a llorar cuando lo perdió, si no se motiva con esto, nada lo hará.

    — Mamá, ¿puedes decirle algo a papá? — Airin quería interceder ante ella — No es justo que Vyon se haya quedado con algo que le pertenece a alguien más.

    — Francamente, Airin, eso no es algo que me importe — Lara no sentía el más mínimo sentido de responsabilidad en ese asunto — Si tu padre dijo que Winter lo puede recuperar, entonces con eso me basta. Solo espero no tener a su familia reclamándome nada.

    — Le dije a Winter que, si decía una palabra sobre esto a alguien, destrozaría su león — Gavril tranquilizó a su esposa — Sabe a lo que se expone.

    — ¡Mamá! — Airin quería que ella hiciera algo.

    — Hija, si tanto quieres que Winter recupere lo que es suyo, habla con él, no conmigo — Lara eligió no lidiar más respecto a ese tema — Come tranquila, por favor.

    La niña no podía evitar sentirse desilusionada por lo que sus dos padres hacían. Era como si no pensaran en los sentimientos de ella o de ningún otro niño. Aparentemente, solo le importaba el rendimiento en los entrenamientos. No era algo de lo que ella pudiera sentirse orgullosa. Además, no aliviaba en nada su miedo de terminar por perder un juguete preciado para ella en contra de su hermano en una competencia.

    La cena familiar se llevó a cabo con tranquilidad después de esa pequeña discusión. Lara compartía acerca de lo que había estado viendo en el trabajo. La población a bordo de la nave parecía tener la moral más alta que nunca, puesto a que los reclamos por malos funcionamientos se habían reducido, mientras que la productividad en la obtención de alimento había aumentado demasiado por primera vez desde que empezaron a realizar informes de desempeño.

    Una vez acabó la cena, Gavril y Lara se fueron a acostar. Vyon y Airin entraron en su habitación. La niña sacó de su mochila su juguete especial, un muñeco de plástico con forma de oso polar que adoraba demasiado puesto a que podía manipular sus extremidades para que hiciera poses de cualquier estilo. Lo colocó en una mesita de dormir que tenía al lado de su cama. Cuando miró a su hermano, vio que este dejó su cochecito en su mesa de dormir, para luego centrarse en el león de lana que fue entregado por su padre.

    — Está muy bonito, y tiene colores fantásticos — Vyon lo miró de arriba abajo — Y ahora es mío.

    — No puedes estar feliz por tener algo que no es tuyo — Airin no quería callarse al respecto — Eso le pertenece a Winter.

    — No, no, me pertenece a mí — Vyon no dejaba de presumir eso — Papá dijo que se lo devolveré si él me gana. Pero si eso es cierto, lo único que tengo que hacer es no dejarme ganar nunca.

    — ¿También me quitarías mi oso de juguete a mí? — Airin necesitaba ver si su hermano al menos tenía algo de empatía hacia ella.

    — Yo no le quité esto a Winter, fue papá quien me lo dio — su hermano se justificaba apoyándose en las acciones de otro — Si te gano, papá me dará también tu propio juguete. Así que, sería mejor que no perdieras. Porque yo no me voy a dejar ganar.

    — Eres mi hermano menor… — Airin empezaba a pensar que en su familia no había nadie que la pudiera comprender — ¿No me devolverías mi juguete?

    — Papá no me va a dejar — Vyon pronto soltó el león y lo dejó en su mesa de dormir — Si no te gusta, díselo a él.

    Ante la vista de su hermana que era unos minutos mayor a él, Vyon quedó dormido profundamente. Airin lo veía y sentía un poco de asco hacia él. Tenía una sonrisa que delataba el orgullo que sentía por haber conseguido y mantener algo que no era suyo. Sus pensamientos volvieron hacia Winter, su compañero. La chica no podía quitarse de la cabeza su imagen de él llorando al perder sin saberlo con anticipación, algo que le pertenecía y que era especial.

    De pronto, a la niña se le ocurrió algo para poder enmendar las cosas, pero primero necesitaba asegurarse de algo. Se levantó sigilosamente de su cama y salió de la habitación que compartía con Vyon para luego ir a la de sus padres. La puerta de la misma estaba abierta, y ellos se encontraban dormidos plácidamente. Lo próximo que hizo fue acercarse a la puerta de entrada del habitáculo, y notó que tenía activo un sistema de seguridad que impedía ser abierta desde afuera por alguien que no fuera de la propia familia. Solo podía ser abierta desde adentro, como una medida de precaución en caso de que hubiera algún problema y los niños tuvieran que abandonar el sitio con prisa. Eso era lo que ella necesitaba.

    De puntas de pie para no hacer ruido, Airin volvió a entrar en la habitación que compartía con Vyon y tomó en sus manos el león de Winter. Procurando hacer el mayor silencio posible, la chica abandonó su habitáculo y empezó a recorrer el camino que la llevaría al sitio donde vivía Winter con su familia, el cuál conocía gracias al recorrido que hizo con su padre para poder llevar a los niños con sus respectivas familias.

    […]

    — ¿Qué es esto? — comentó Fenya tras sacar un papel de la mochila de su hija.

    Valiana y Vitali se encontraban comiendo la cena, algo que la madre de la familia había hecho tiempo antes de su llegada. Ambos miraron lo que tenía la mujer en sus manos, siendo Vitali quien más curiosidad tenía por ello, ya que los papeles eran algo muy poco común a bordo de la nave. No eran inexistentes, pero dado a que no eran un recurso que abundara, casi todos los mensajes se entregaban por medio de correos en forma digital.

    — No será una nota de conducta de tu clase, ¿verdad? — preguntó el ingeniero esperando que la respuesta de su hija fuera una negativa.

    — No, no lo es — Valiana negó esa acusación — Me lo dio mi amigo Artem. Me dijo que lo leyera cuando pudiera. Es algo que él escribió.

    — Oh, vaya, así que te lo dio él — Fenya pensaba para dejarlo en la mochila — ¿Crees que sea una carta de amor?

    — ¿Qué? No — la niña sentía un poco de vergüenza por pensar en eso — Él… no me… no creo que me haya escrito una carta así.

    — Bueno, en ese caso, la leerás esta noche — Vitali se lo hizo saber — Y mañana, tu madre y yo te preguntaremos de qué trata eso que te dio, y luego, lo leeremos nosotros para asegurarnos de que no estás mintiendo.

    — Está bien, yo todavía no lo leí — la niña no se vio intimidada por eso — Podríamos leerlo juntos cuando Winter vuelva.

    — Hablando de eso, me parece raro que todavía no esté aquí — Fenya miró la hora en su dispositivo — Su clase ya debió haber terminado. ¿Se habrá quedado más tiempo con el instructor?

    — Si fuera ese el caso, nos habrían notificado — Vitali compartía un poco de la preocupación de su esposa — Él no tardará en aparecer.

    Padre e hija decidieron terminar de comer y continuar esperando a su hijo. Para tranquilizar las cosas, la pareja acordó que, si luego de quince minutos más no aparecía el niño, saldrían a buscarlo e incluso darían el aviso a Renji para que él prestara algo de ayuda en el asunto.

    Unos minutos después de que Valiana terminara de comer, fue cuando la puerta se abrió y por ella entró Winter. Toda su familia acudió para verlo, y notaron que tenía los ojos llorosos y una mirada muy triste. Preocupados de que algo malo pudiera haberle pasado en la escuela, todos se acercaron para hablar con él, siendo Fenya quien lo tomó en sus brazos.

    — ¿Qué pasó, mi pequeño angelito? — fue la pregunta de su madre.

    — Yo… en… — Winter pronto recordó que no debía decir nada — No pasa nada… Es solo que estoy triste porque me torcí el pie mientras venía hacia aquí.

    — Tal vez te hayas torcido el tobillo, no el pie — contestó Vitali creyendo que su hijo no sabría la diferencia — Ven, en ese caso, te llevaremos a la mesa para que puedas comer.

    Fenya sentó a su hijo en una de las sillas alrededor de la mesa que tenían en su habitáculo, para luego preguntarle cuál era el pie que más le dolía, y posteriormente, empezó a hacerle unos masajes alrededor del mismo. Winter no tardó mucho más en romper en un llanto algo triste, y comía a paso muy lento. Sus padres y su hermana tres años mayor que él no podían dejar de sentirse mal mientras lo miraban. Estaban sospechando que quizá él pudo haber salido emocionado de la clase, y terminó lastimándose muy fuerte el pie al no tener cuidado. Ninguno se imaginaba que la razón por la que el pequeño lloraba era muy diferente a lo que sospechaban, y no tenían una forma de descubrirlo, ya que este les estaba ocultando la verdad.

    Una vez terminó de comer, Fenya se ofreció a llevar a Winter a su cama para que no tuviera que apoyar el pie si le dolía, pero el chico se negó a hacerlo, dado a que no quería irse a acostar. Mientras comía, una idea empezó a rondar por su mente, y quería que su familia quedara despierta mientras él se ponía a analizarla.

    — No puedo decirle eso a mi mamá y papá — pensaba el niño — Pero, ¿qué tal si se lo digo al tío Renji? Quizá él pueda recuperar mi león y devolvérmelo.

    Vitali miró atentamente a su hijo, y notó que no dejaba de mirar un punto fijamente, posible indicador de que debía tener algo importante en mente.

    — Oye, Winter, si tienes algo más, no te lo calles — Vitali quería ofrecerle consuelo — Tal vez podamos encontrar alguna pomada para tu dolor, o incluso llevarte al médico.

    — No… ya se me está pasando — Winter necesitaba terminar esa mentira — Gracias, papá.

    Tan pronto como el niño terminó de decir esas palabras, la puerta empezó a sonar dado a que alguien la estaba golpeando desde afuera. Los golpes eran suaves, pero aun así era posible para la familia escuchar el ruido que hacía. La madre de la familia se levantó y fue a abrir, encontrándose con una niña de la misma edad de Winter detrás.

    — Hola — saludó ella tímidamente — ¿Aquí es donde vive Winter?

    — Sí, esta es su casa — Fenya la reconoció rápidamente — Tú eres la hija del comandante Gavril y la comandante Lara. ¿Cómo te llamas, amor?

    — Soy Airin Utkin — la niña estaba feliz de haber encontrado el sitio que buscaba — Quiero hablar con Winter.

    — Oh, qué sorpresa — Fenya no podía comprender el motivo — ¿Puedo saber por qué?

    — Es solo que… — Airin no sabía cómo decirlo — Él seguro se pondrá feliz cuando se lo diga.

    — Bien, veré si puedo hacer que venga — Fenya estaba decidida a llamar — ¡Winter, te busca una compañera!

    Una vez que el resto de la familia oyó el grito, no tardaron en aparecer en el sitio. Winter fue caminando de la mano de su padre, mientras que su hermana Valiana los seguía desde atrás. El niño rápidamente pudo identificar que se trataba de su compañera de clase, algo que le dejó muy sorprendido, y más aún cuando vio que ella tenía una mochila en sus espaldas.

    — Airin, ¿qué pasa? — Winter quería conocer los motivos de su visita — ¿Ocurre algo?

    — Hola, Winter — la niña saludó con educación — Tengo algo que darte.

    Ante la vista de todos, se quitó la mochila de la espalda, y tras abrirla, sacó de allí dentro el león de lana que pertenecía a Winter. El niño no pudo evitar emocionarse cuando lo vio, mientras que los tres integrantes de su familia no estaban entendiendo nada.

    — Toma, esto es tuyo — Airin se lo entregó a Winter.

    — ¡Mi león! ¡Me lo trajiste! — Winter lo tomó en sus brazos y lo apretó con fuerza — ¡Es mío de nuevo!

    — Espera, ¿por qué lo tenías tú? — Vitali no estaba entendiendo nada.

    Airin decidió explicarle a la familia de su amigo todo lo que había hecho su padre durante la clase, sin saltarse ningún detalle importante. Todo lo que sucedió desde que el comandante Gavril declaró una carrera entre los participantes, hasta el momento en el que hizo marchar a Winter sin poder tener su león, fue conocido por su familia. Vitali y Fenya estaban indignados por la forma de pensar de Gavril. Estaba claro que los niños no se verían motivados en el entrenamiento puesto a que los habían obligado a tener que hacerlo. Les parecía muy rastrera la manera en la que el comandante actuó con su hijo, quitándole algo que era suyo y sometiéndolo a humillación en frente de toda la clase.

    — ¿Por qué no me lo dijiste? — preguntó Vitali algo serio con su hijo.

    — Dijo que, si yo abría la boca, lo iban a romper — Winter se sentía muy asustado por eso — Por eso mentí cuando llegué a casa.

    — ¿Tu padre y tu madre saben qué hiciste esto? — Fenya quería conocer la situación de la niña.

    — No, no lo saben — Airin contestó sin miedo — Pero lo sabrán porque yo les voy a decir.

    — Yo no volveré a llevar mi león a clase nunca más — el pequeño Winter estaba decidido a no perderlo otra vez.

    — Dile eso a Gavril cuando lo veas en la próxima clase — Vitali le dijo con mucha determinación — Y si tiene algún problema, lo puede tratar conmigo.

    — Winter, ¿qué es lo que le debes decir a Airin? — Fenya insistía en algo importante.

    — Muchas gracias, Airin — Winter le mostró una gran sonrisa a su compañera — Me gusta mucho este león. Gracias por habérmelo devuelto. Eres una niña muy buena.

    — Por nada — la chica no pudo evitar sonrojarse un poco por lo que le había dicho su compañero — Eso es tuyo. Y es correcto que seas tú quien lo tenga.

    — Eres la mejor — Winter lo decía con toda honestidad — Espero que no te castiguen por eso. Pero si lo hacen, yo voy a ayudarte.

    — Gracias por eso, Winter — contestó la niña, feliz de haber hecho lo correcto — Creo que será mejor que vuelva antes de que se den cuenta que no estoy. Buenas noches.

    Luego de haber saludado a toda la familia, la niña tomó de vuelta su mochila y abandonó el habitáculo de la familia de Vitali y Fenia. Al principio, la madre de Winter y Valiana se ofreció para acompañarla en el camino, pero ella aseguró que estaba bien sola, y por eso la dejaron marchar por su cuenta. Tras su partida, cerraron la puerta para que no pudiera ser abierta desde afuera sin autorización.

    Todos los integrantes miraron con mucha alegría cómo Winter abrazaba con cariño a su león de lana, principalmente el padre del niño, quien había sido el responsable de darle su regalo en su quinto cumpleaños hacía un mes atrás.

    — Winter, creo que a esa niña le gustas — Valiana se quería reír un poco de su hermano menor.

    — ¡Cállate! — Winter se apenó un poco por lo que le dijeron — Ella solo me devolvió algo que es mío. Nada más.

    — Como digas, quizá solo mintió para poder verte — su hermana mayor regresó a molestarlo.

    — Valiana, por favor — Fenya no quería más disgustos en el día — Winter, si te hace sentir mejor, mañana te acompañaré a clase y hablaré con Gavril sobre esto.

    — Y yo se lo comentaré a Renji para ver si puede también hablar con él — Vitali seguía un poco molesto — Pero, de todas formas, ya nunca saques ese león de tu cuarto ni mucho menos lo lleves a un sitio en el que sepas que estará Gavril.

    — No lo haré, no me lo volverán a quitar — Winter estaba totalmente decidido a ello — Y yo mañana quiero ver la cara que pondrá Vyon cuando me vea y sepa que yo tengo de vuelta mi león.

    […]

    — ¿Se puede saber por qué estás algo tenso? — fue la pregunta de Renji, dirigida a su colega Gavril.

    Al día siguiente, el comandante Yukimura estaba reunido en una sala de cómputos junto con sus compañeros del triunvirato, el expresidente Dmitri Koslov, y muchos otros científicos y astrónomos.

    Mientras todos dormían, un grupo de gente descubrió por medio de telescopios y cámaras exteriores instaladas en la coraza del navío un planeta en la lejanía que poseía una gran masa de agua en su superficie. Como consecuencia, una reunión fue convocada para tratar el asunto.

    — Esto no te puso nervioso, ¿verdad? — fue la pregunta de Koslov — Quiero decir, es una oportunidad para nosotros.

    Por medio de un monitor se podían ver las primeras imágenes que captaban de ese planeta. En los polos había capas de hielo que podían asemejarse demasiado a los polos norte y sur que había en la Tierra. Sin embargo, algo que resaltaba en aquel mundo era la cantidad de nubes que había en su superficie. Exceptuando a su esposa, todos sabían el motivo de Gavril para verse tan molesto ese día.

    — No es por esto — el comandante dejó salir su enfado — Se trata de una discusión que tuve con mi hija esta mañana. Ella desobedeció una orden que di durante la clase. Y estoy algo molesto. He tenido que castigarla, y no me ha sentado bien.

    — Dime, ¿por casualidad tiene que ver con Winter? — Renji hizo una conjetura basada en poca información — Esta mañana recibí un mensaje de Vitali diciendo que tenía que hablar conmigo acerca de ti. Y ya que su hijo va a tu clase…

    — Te lo contaré después — Gavril quería desviar ese tema — Por ahora, estamos aquí para poner los ojos en este planeta. Tenemos que saber si es una posibilidad para nosotros.

    — Bueno, de eso quería hablarles — uno de los científicos que hizo el descubrimiento les llamó la atención — Acabo de realizar un acercamiento al máximo con el telescopio. Dentro de poco, la computadora renderizará las imágenes para que las veamos en su máxima definición.

    — ¿Cuánto tiempo necesita? — preguntó Lara, curiosa para saber si deberían esperar demasiado.

    — Un poco más de media hora — comentó otro científico — Tengan paciencia, este navío fue construido para transportar gente, no para ser un arca de la humanidad.

    Sabiendo que les tocaba esperar un poco de tiempo para tener mejores imágenes de aquel mundo, Gavril, quien no podía quitarse de la cabeza la discusión que había tenido con su hija durante la mañana, se fue a buscar un café. Vio muy oportuna la cancelación de su clase debido a su presencia en aquella reunión, ya que le evitaría tener que dar una charla ante todos sus estudiantes acerca de lo que había ocurrido.

    — Eres una chica desobediente, Airin — pensaba mientras iba hacia uno de los salones de abastecimiento para comprarse un café — Tú te has quejado de que lo que hice no era justo… Y ahora yo tengo que buscar en otra solución para motivar a todos los niños debido a que has echado a perder mi primera idea. Y no solo eso, sino que no puedo castigarte expulsándote de mi clase porque es obligatorio que te conviertas en militar para poder protegerte en cualquier mundo al que llegásemos a ir… Eso sí que es injusto.

    Tras una salida para tomarse un café en paz, el comandante regresó a falta de cinco minutos de que las imágenes terminaran de renderizar, y así estuvieran listas para ser mostradas ante todos los líderes. Con paciencia, los tres comandantes tomaron asiento cerca del monitor de mayor definición y tamaño, el cuál sería usado para ilustrarlos a todos en ese nuevo descubrimiento.

    — Listo, deberían verlas ahora — uno de los científicos tecleó un par de comandos para transmitir las imágenes hacia dicho monitor.

    Fue en ese momento que varias imágenes se hicieron presentes en la pantalla, empezando a pasarse una tras otra con una diferencia de tan solo diez segundos. Renji, Lara y Gavril no tenían idea de astronomía o meteorología, pero incluso ellos fueron capaces de identificar en cada fotografía que el cielo de aquel planeta estaba bastante cubierto por una única nube negra súper masiva. En las zonas descubiertas se podían observar masas de agua, sin tener la certeza de que pudiera ser dulce y apta para consumo humano, o bien salada o contaminada, cosa que no sería de mucha utilidad.

    — Veo pequeños pedacitos de tierra firme en ciertas zonas no cubiertas por esa nube — señaló Dmitri ante los presentes — ¿Podremos asentarnos allí?

    — No lo sabremos hasta no hacer un estudio a mayor profundidad, lamentablemente este no es el telescopio más potente del mundo — comentó un biólogo dentro del cuerpo de científicos — Incluso telescopios del siglo pasado llegaron a ser más poderosos que este.

    — Si no tienen idea de si podremos habitarlo, ¿por qué convocar esta reunión? — Renji tenía ganas de saber los motivos.

    — Porque al ser un cuerpo con masa de agua y tierra firme, es un potencial mundo apto para la humanidad — una mujer astrónoma fue quien justificó su presencia allí — Incluso si resulta no ser habitable, podríamos extraer agua de allí. Pero no es una decisión que nos corresponda a nosotros. Ustedes son los que eligen. Por eso era necesario llamarlos. Necesitamos una autorización para saber si cambiamos el curso de la nave en dirección a ese mundo, o si seguimos nuestro rumbo sin pasar por ahí.

    — Eso, y además una advertencia — otro de los científicos empezó a relatar una suposición — Esa nube que están viendo ahora se ha mantenido en su sitio desde que la observamos hace bastantes horas. Nunca había observado una nube tan oscura en la Tierra. Pero su presencia nos da un pequeño anticipo de lo que podremos encontrar… un mundo donde solo basta una única nube para privar a la humanidad de la luz del sol. No es algo muy alentador para decir, pero es algo que ustedes tienen que saber. Entonces, ¿cuál será la decisión? ¿Ponemos rumbo hacia ese planeta o lo dejamos pasar?
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, ya estoy por aquí un día más tras haber leído el capítulo semanal. Pasaré directamente a comentarlo, sin más rodeos.

    Tal y como terminó el anterior capítulo, es como empieza este: con Winter perdiendo su león a manos de Vyon y de su padre. Gavril parece conforme con su plan para motivar a sus alumnos y especialmente a Winter, quién sigue negando lo ocurrido. Con todo eso, cada uno se marcha a su casa y vemos que Airin está muy disconforme con la idea de su padre, comprobando después en casa que ni su madre ni su hermano tienen remordimiento alguno por haberle robado un juguete a otro niño. Es así como Airin, decidida y rebelde, toma el león que ahora posee Vyon y se va de casa en la "noche" para dárselo de vuelta a Winter, quién en su hogar, finge haberse torcido el tobillo pese a que su familia sabe que hay algo más. :angrycat:

    Para sorpresa de la familia Lakor, Airin aparece en su hogar con el león y ahí ya todos saben lo que sucedió. Airin no tiene miedo de las reprimendas que pueda ocasionarle ese acto, quedando contenta por haberle devuelto su juguete a Winter. Y a ver, aquí estoy con Valiana: Airin está interesada en Winter, es prácticamente una obviedad. Son niños de cinco años, obviamente, pero sería bonito ver como se desarrolla algo entre ambos conforme crezcan. :nice:

    Sea como sea, llega el día siguiente con el descubrimiento de un planeta con agua y tierra, pero con una gran nube negra estática (wtf, intrigante). Los comandantes y científicos están presentes, mientras Gavril aún le da vueltas a lo que Airin ha hecho y al castigo que le han dado. Pero no puede pensar mucho en ello porque todos deben decidir si probar la posibilidad de habitar ese misterioso planeta o seguir su camino. Un verdadero dilema en el Explorador Esperanzado. :astronauta:

    Ha sido un buen capítulo, algo relajado e intrigante con ese final. Estaré expectante sobre el próximo, si es que exploran ese mundo. Cuídate mucho, amigo, nos vemos pronto.
     
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  9. Threadmarks: Los colonizadores
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Ciencia Ficción
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    8
     
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    5215
    Saludos. Voy a aprovechar este rato de mi último viernes de vacaciones ( :'( ) para la publicación del capítulo 5 de esta historia secundaria. Ya va siendo tiempo de poner la pata en el acelerador y llevar adelante ciertas cosillas que seguro todo aquel que empezó a leer la historia quería ver.

    Quiero agradecer a mi amigo Manuvalk por su constante presencia y comentarios en esta historia. Me da gusto que la historia secundaria le esté gustando, pese a su lejana (por el momento) relación con la historia principal. Espero los siguientes capítulos que se vengan sean de su agrado también.

    También agradecer a Elliot, que ayer mismo finalizó con la lectura y comentarios de la parte VII, y no demorará tanto en alcanzar esta historia.

    Por otro lado, si hay algún otro lector que esté por acá leyendo esta parte, agradecerle también, ya que eso también se aprecia.

    Sin más agradecimientos ni noticias, les dejo el capítulo.

















    Los colonizadores:

    Gavril había decidido reunir a todos sus alumnos a los que debía dar clases durante aquel día. Sin embargo, previamente realizó un aviso a sus padres para que estos concurrieran sin ningún objeto. Lo único que se les permitía llevar era una botella de agua en caso de necesitarlo para el entrenamiento, pero cualquier otra cosa debería quedar en casa.

    Si bien, Winter estaba tranquilo puesto a que había recuperado el león que le habían arrebatado, gracias al gesto de su compañera Airin, todos los demás niños llegaron con una gran tranquilidad al lugar. El haber dejado su objeto preciado en sus casas hacía imposible que pudieran perderlo tras una fallida demonstración ante su instructor. Las miradas de todos estaban más felices que la última vez, en donde todo fue tranquilidad hasta que vieron el resultado de la competencia entre Winter y Vyon. No obstante, no por eso todos estaban a gusto con seguir estando en dicha bodega.

    Cuando estuvieron todos juntos, Gavril los hizo formar una línea recta y les explicó la situación.

    — Necesito que se enteren de esto por mí y no por alguien más — comentó el comandante — Pero yo estaré ocupado en estos días. Como algunos saben, yo soy una de las personas que está a cargo de esta nave. Y como tal, es mi responsabilidad atender ciertos asuntos. Es por eso mismo que yo no seré su instructor por un tiempo. El día de hoy será el último que pasarán conmigo hasta que este asunto que ha surgido sea resuelto. No daré muchas explicaciones, dado a que eso será responsabilidad de sus padres llegado el momento. Ante mi ausencia, ustedes continuarán con clases para aprender mejor a cómo leer y escribir, y si hay tiempo, también aprenderán cosas básicas como sumar o restar. Aún no están en edad de aprender operaciones más complicadas, pero si el tiempo lo permite, quizá les enseñen algo sobre eso.

    Nadie allí sabía lo que era una suma o una resta, y cuando su instructor mencionó lo de las operaciones, varias mentes se quedaron en blanco mientras que algunas otras imaginaban algo muy complicado teniendo que llevar consigo libros enormes. Lo que fueran a aprender, sería con el tiempo, pero tenían un poco de miedo por lo que se les vendría de pronto.

    — Quiero comentarles que ya no será necesario que traigan un objeto preciado a las clases — retomó el militar — He decidido que no merece la pena realizar competencias para motivarlos. No salió cómo yo esperaba. Pero no se relajen, ya encontraré algo más para que ustedes entiendan la importancia de nuestras clases.

    El único que no se alegró con la noticia dada por su padre fue su hijo menor, Vyon. Él era consciente de que tenía un desempeño sobresaliente, y que podía superar a cualquiera de sus compañeros en cualquier competencia que a su padre se le pudiera ocurrir. Disfrutó mucho de su victoria con la cual consiguió quedarse con el león de Winter, y estaba ansioso por poder obtener más objetos para su colección. Miró de reojo y con gran enfado a su hermana, la que, mientras él se encontraba dormido, tomó el león y lo devolvió a su legítimo dueño. Un premio que él había conseguido justamente se le había arrebatado, y no estaba nada contento con eso, mucho menos con la decisión de su padre de no permitirle ganar premios desde aquel momento.

    — El día de hoy será el último en el que estaremos juntos por un tiempo, desde mañana ustedes tendrán a varios instructores que les enseñarán muchas cosas que quizá puedan aprovechar mejor — Gavril les dio la espalda — No tiene sentido enseñarles algo nuevo si no lo podrán poner en práctica en mucho tiempo. Así que, lo que deben hacer hoy será trotar. Eso es todo. Den vueltas al sector con los brazaletes puestos para así poder ver como llevan a cabo su rendimiento. Los estaré observando atentamente. Equípense y salgan a entrenar.

    Ante la vista del instructor, los niños fueron hacia un pequeño armario colocado en una de las esquinas más escondidas de la bodega. Abrieron la puerta y tomaron cada uno un brazalete para colocárselo a vista del comandante. Una vez lo encendieron, echaron a correr con rapidez para que este pudiera mostrar mediante las luces cómo llevaban a cabo dicho entrenamiento.

    Gavril simplemente se sentó en el suelo y los observaba dar vueltas en el interior de aquella vacía bodega preparada para que los niños pudieran tener un entrenamiento que él consideraba apropiado. Estaba tan callado que podía escuchar hablar a los niños, incluso cuando murmuraban.

    — Estoy feliz por no tener que traer más mi juguete favorito — comentó Katia con los ánimos muy altos — Sé que no le podría ganar a Vyon.

    — Yo me siento igual — Jessica secundó la opinión de su compañera — Es muy injusto. Creo que el instructor solo quería darle regalos a su hijo sin tener que comprarlos.

    Ese último comentario que escuchó no le gustó casi nada a Gavril, puesto a que lo hacía ver como si fuera una especie de villano, en el mejor de los casos, como un maestro con un alumno preferido que era nada más y nada menos que su hijo.

    Vyon estaba solo, aislado del resto de los niños por propia decisión. Le molestaba tanto saber que no tendría recompensas por ser el mejor que no quería relacionarse con ellos. Iker lo vio, y se acercó a él aumentando el paso. El hijo del comandante no puso una mueca de molestia, pero no por eso quería decir que se sintiera cómodo con él adelante.

    — Hey, Vyon — Iker se despegó un poco de él — ¿Estás enojado por saber que no podrás quedarte con todos nuestros juguetes? Si eso es verdad, entonces me alegro. Fuiste muy cruel al no devolverle a Winter lo que era suyo. Y estoy feliz por saber que no harás lo mismo conmigo.

    — Piérdete — con gran enfado, Vyon no temió atacarlo — No quiero hablar contigo.

    — Bueno, yo tampoco quiero hablar contigo, solo quiero que te acuerdes de que lo mío seguirá siendo mío — Iker aumentó la velocidad de su trote para alejarse de él, puesto a que creía que eso lo haría enfadar aún más.

    La molestia del niño no hizo más que aumentar con esa burla. Veía poco apropiado que alguien con peor desempeño que él le hiciera burla, y no pudo evitar lanzar las miradas a sus compañeros para ver qué tan lejos estaban de su posición. Katia y Jessica corrían a la par. Rosary estaba sola hasta que Iker se le acercó para estar al lado suyo para sentirse seguro tras su mofa contra él.

    Airin se encontraba trotando a solas del otro lado por el cual él estaba trotando, y eso fue así hasta que Winter se le acercó. Vyon no podía oír de que estaban hablando, pero ver esa escena le repugnó bastante.

    — Oye, Airin — decía el pequeño con algo de timidez — Gracias otra vez por haberme devuelto mi león. En serio. Lo quiero mucho.

    — No tienes por qué agradecer, Winter — la niña le contestó con una sonrisa — Lo habría hecho por cualquiera. Era algo que me parecía lo correcto.

    — Dime — Winter quería preguntarle algo.

    — Te escucho — la niña estaba lista para cualquier cosa que quisiera preguntar.

    El pequeño Lakor tenía en mente lo que había dicho su hermana mayor luego de que Airin se fuera. Por un momento, llegó a pensar que quizá Airin pudiera tener algún sentimiento hacia él, y hacerle una pregunta a ella sería la mejor forma de saberlo.

    — Yo quería saber… — Winter no sabía cómo decírselo — Si tú… Si lo que hiciste…

    — ¿Qué pasa con lo que hice? — Airin se mostraba confundida.

    — Es que…

    Antes de que Winter pudiera decir lo que tenía en su mente, Vyon, quien había apresurado el paso de su trote, se les acercó a ambos y con una mano le dio un empujón a cada uno, casi provocando que perdieran el equilibrio.

    — ¡Vyon! — su hermana se molestó mucho con él — ¡¿Por qué nos empujaste?!

    — ¡Estoy caminando siguiendo un camino en el recorrido! — Vyon se dio la vuelta sin dejar de moverse — ¡Tú y Winter estaban en medio! ¡Así que yo solo los quité! ¡Es culpa suya!

    Sin darle tiempo a responder, el menor de los Utkin continuó corriendo. Winter y Airin se volvieron a colocar uno al lado del otro y siguieron con su trote. La niña miró a su padre solo para asegurarse de que había visto la conducta de su hijo. No se equivocaba en su suposición. Gavril vio sin perderse detalle alguno el comportamiento que había tenido Vyon con ellos, y, sin embargo, no dijo una sola palabra. La niña no estaba muy contenta con esa clase de gesto, puesto a que sentía que su padre no hacía nada solo por haber frustrado su intento inicial de motivar a su clase.

    — Va a ser un día largo — Airin le decía a Winter con un tono bajo — Tendremos que prestar atención y apartarnos cada vez que Vyon se acerque.

    — Creo que tienes razón — Winter lo veía como una buena idea — Tu hermano parece ser alguien malo.

    — Yo sé que no lo es, pero sí que es molesto cuando está enojado — la niña miró hacia atrás solo para ver que no estuviera cerca — ¿Tu hermana es buena contigo?

    — Bueno, Valiana me molesta algunas veces. Luego de que tú…

    Winter se detuvo tras darse cuenta de que, si le contaba eso, tendría que revelarle a Airin lo que le había dicho su hermana. Prefería hacer la pregunta sin darle motivos a sospechar que lo hacía solo porque otra persona lo hubiera insinuado. Por esa misma razón eligió no continuar su relato.

    — ¿Qué era lo que ibas a decirme? — Airin se quedó con curiosidad.

    — Es… no, no es nada — el pequeño no se vio con el atrevimiento suficiente — No era importante. Solo sigamos entrenando.

    […]

    Fijaremos el curso hacia ese planeta — Renji dio la respuesta al equipo de científicos que hicieron ese descubrimiento.

    Tras un momento de discusión entre los tres comandantes, algunos consejeros y el propio expresidente de su país, por unanimidad, accedieron a que la mejor de las ideas en aquel momento era dirigirse hacia ese mundo. No sería muy sencillo determinar si aquel planeta podía albergar a la humanidad a bordo del Explorador Esperanzado, pero era un intento que al menos se tenía que hacer. Cinco años viviendo en el navío los había hecho impacientarse un poco. Eran conscientes de que aquella estructura les proporcionó un refugio para estar a salvo y permanecer con vida tras la caída del planeta Tierra. Sin embargo, el anhelo de poder tocar suelo y sentir el aire de la naturaleza era algo permanente en todos ellos. El deseo de encontrar un nuevo mundo habitable no había desaparecido en ninguno, y en ese momento, tenían la oportunidad de perseguirlo.

    ¿Cuánto tardaremos en llegar hasta allá? — preguntó Dmitri, con la curiosidad y ansiedad de un niño pequeño.

    Los telescopios han calculado una distancia de al menos dos meses — una de las científicas que se encontraba allí dio el veredicto — Pero podremos enviar sondas cuando estemos a dos días de llegar hasta ese mundo. Tendremos resultados antes de que podamos verlo de cerca.

    Muy bien, que así sea entonces — Gavril estaba conforme con todo eso — Si todo sale bien, puede que hagamos un pequeño festejo. Después de aterrizar y ver si podemos establecernos allí, no antes.

    Creo que es mejor incluso mantener esta noticia lejos de los oídos de la gente — Lara veía eso como una decisión sensata — Si se enteran que estamos avanzando hacia un planeta, se podrían crear ilusiones que luego podrían caerse a pedazos. Venimos de perder la Tierra. No conviene dejar salir este conocimiento y luego que provoque una caída moral. No después de pasar tanto tiempo en el espacio.

    Solo se enterarán quienes necesiten enterarse — Gavril lo veía con lógica — El resto de personas no lo sabrá hasta que estemos por aterrizar.

    […]

    Los dos meses habían pasado, y la propia información dada por las sondas había llegado hasta ellos. Los tres comandantes que conformaban el triunvirato de la autoridad a bordo de la nave hicieron a cada científico explicar todo detalle por más minúsculo que fuera para poder tomar la decisión correcta respecto a un posible aterrizaje, puesto a que esto implicaría tener que movilizar a un masivo número de personas, sin mencionar el caos que podría terminar ocurriendo si después de tanto tiempo, la respuesta terminara siendo negativa.

    — Estamos esperando — Renji quería que se apresuraran, pero no quería sonar como alguien con impaciencia — Necesitamos saberlo todo para poder tomar la decisión.

    Un equipo conformado por diecisiete científicos de diferentes ramas de la ciencia estaba reunido junto a los tres líderes. En esa ocasión, los consejeros y el expresidente quedaron fuera. Ellos optaron por asumir la total responsabilidad de cualquier cosa que pudiera resultar mal por su decisión. Además, tras haber pasado años a bordo y junto con el mismo equipo de personas, supusieron que estaban preparados para tomar la decisión en sus hombros.

    Dmitri les había dicho que estaría en su despacho, preparado para iniciar una transmisión a todos los pasajeros y supervivientes de la nave en caso de que tuviera la confirmación de que iban a tocar el suelo de un planeta nuevamente. Todo sería cancelado si le llegaban a decir que pasarían de largo o que simplemente harían una parada para tomar agua en forma de reabastecimiento para continuar su viaje hacia otro lugar.

    — Esto es lo que tenemos para ustedes — uno de los científicos, quien se veía muy canoso y en cierta forma, con varias arrugas en el rostro, demostrando ser el mayor en el lugar, empezó con su charla — El planeta tiene condiciones ambientales que son compatibles con lo que necesitamos para poder sobrevivir. La sonda ha captado una gran variedad de árboles, en donde hay algunos que son idénticos a los que había en la Tierra. Hay robles, abetos, incluso secoyas… pero también ha captado la existencia de especímenes desconocidos, incluso árboles que tienen hojas que son de un color azul y negro también.

    Todo parecía ser un buen comienzo, y los tres comandantes empezaban a mostrar una sonrisa en sus caras, creyendo que todo concluiría con un rotundo sí, dado a que, de ser un planeta no apto para ellos, lo habría dejado claro desde el primer minuto. El científico tosió un poco tapándose la boca, para luego regresar a dónde había quedado.

    — Encontramos una gran variedad de biomas muy similares a los que hay en la Tierra — prosiguió, narrando sus hallazgos — Hay tundras, praderas, taigas, océanos y ríos, y bosques templados, sobre todos los más cercanos a la parte central del planeta. Sin embargo, no hemos detectado ni una sola imagen de un desierto o una sabana. Con esto no quiero decir que no existan, solo que las sondas no los han captado. Otra cosa que ha llamado mi atención es que en los polos no hay nada más que océano. Es decir, no hay icebergs flotando o incluso masas de tierra firme. Es imposible determinar en tan poco tiempo si existieron o no, pero a día de hoy, no tendremos en ese planeta nada que se asemeje a la Antártida.

    — ¿Qué hay de los volcanes? — fue la pregunta de Lara — Lo pregunto porque no tengo ganas de que nos coloquemos cerca de uno y que termine despidiendo lava y ceniza a la atmósfera.

    — No hemos detectado ninguno, lo que no quiere decir que no existan — el científico respondió la pregunta de la comandante — Pero entiendo tu preocupación… Ahora, viene la parte en la que damos lo último que tenemos y ustedes toman la decisión final.

    — Después de todo lo que nos han contado, no creo que la respuesta sea negativa — Gavril no veía posible algo así — Ya con todo esto, me basta para optar por el sí.

    — No nos referíamos a eso — uno de los científicos se acercó a una de las computadoras conectadas a la pantalla más grande — Estábamos esperando a ver si optaban por pasar de largo antes de revelar esta información. Pero ya que no lo han hecho, vamos a mostrarla.

    Renji, Lara y Gavril no pudieron evitar sentirse atraídos por una declaración como esa. Les era un poco fastidioso el esfuerzo de aquel hombre por ser enigmático ante ellos, pero era lógico que eligieran no sobrecargarlos con información que podría llegar a ser inútil en caso de que rechazaran la idea de adoptar aquel mundo como su nuevo hogar.

    Todo el mundo puso su vista en esa pantalla, esperando que algo apareciera allí, aunque solo los tres con el poder de decisión desconocían lo que se les sería mostrado. El científico terminó con los preparativos y empezó a transmitir para que su computadora mostrara imágenes en alta resolución para sus líderes.

    — En este mundo hemos notado que, territorialmente por lo menos, existen dos continentes — el científico que habló inicialmente fue quien difundió esa información — Dos extensiones masivas de tierra, y cada una comparte los biomas. Es decir, en ambos territorios hay montañas, ríos y bosques. No exclusividades.

    — ¿Entonces? — Renji no parecía entender nada — Si son idénticos, no veo cuál es la importante decisión. Vamos a vivir en uno u otro. ¿O no da lo mismo?

    — A eso venían estas imágenes — el científico que operaba la computadora mostró una foto de la superficie del planeta vista desde arriba — Al lado oeste se ve el primero de los continentes. Más pequeño que su “hermano” al este. Esto quiere decir que habrá menores extensiones de terreno para la humanidad si elegimos establecernos allí… En el este de este mundo, está el continente mayor. El cual, como dijo mi colega, presenta los mismos biomas que se encuentran en el primero.

    — ¿Y la diferencia? — Gavril estaba empezando a perder la paciencia — ¿O solo es el tamaño?

    — No, la diferencia es esta, observen — el científico tecleó los comandos necesarios para mostrar lo que quería.

    Fue allí que en la pantalla se empezaban a materializar fotos que tomaron por sorpresa a los tres comandantes. Lo que veían eran construcciones y estructuras de un tamaño enorme. Sin duda alguna eran edificios construidos por algún material que no podían identificar, pero por lo que veían en las imágenes, parecía ser ladrillo. Les sorprendía el nivel de arquitectura que estaban viendo a través de las imágenes, no por ser muy avanzado, puesto a que parecían ser construcciones dignas de la edad media en la Tierra.

    Castillos, murallas, chozas, casas altas, e incluso caminos de piedra. Eso delataba por completo que en aquel planeta habitaba una especie con un nivel de inteligencia y raciocinio similar al humano. La forma de dichas edificaciones era similar a los que solía haber en la Tierra en la edad media, lo que podría ser un indicador de que la especie que habitase allí estaría en su propia edad media. No se veían estructuras de hormigón, ni urbes con caminos de pavimento. Una ausencia total de ciudades masivas como las capitales de la Tierra cuando todavía era habitable. Ni un solo rascacielos a la vista, lo que implicaba su inexistencia, puesto a que la sonda habría sido capaz de captarlo.

    Todas esas edificaciones estaban construidas cerca de bosques y océanos en su mayoría, por lo que se podía apreciar en las imágenes. No había ni un solo sitio cerca de las montañas nevadas, cosa que les hacía pensar que quizá sus habitantes no pudieran tolerar el frío.

    — Es un planeta habitado por alguna especie, de eso no hay duda alguna — Lara no podía discutir ante la evidencia — ¿Solo en el continente oriental?

    — Exactamente — el mayor de los científicos le contestó esa duda a la mujer — El continente occidental es más pequeño, pero no contiene estas edificaciones. Eso quiere decir que está deshabitado, o que está habitado por una especie poco inteligente o avanzada. A diferencia del continente oriental.

    — ¿Han podido captar a un ejemplar de la especie que habita en el continente oriental? — Renji quería ver si tenían eso para ellos.

    — No ha sido posible, pero a simple vista, los edificios no se ven faltos de mantenimiento — otro de los científicos le dio esa respuesta — Creo que hay más de un noventa por ciento de probabilidades de que esté habitado por una especie y que continúe con vida.

    — Entonces, nuestras opciones son dos — lo comentó Renji — Ir al continente de occidente, que tiene menos territorio para nosotros. Pero en el cual sabemos que no encontraremos vida inteligente. Y la otra opción es acudir al de oriente, donde es bastante claro que cruzaremos nuestro camino con ejemplares de otra especie… Los cuales podrían ser hostiles. Podrían no serlo, pero no es algo que me gustaría dejar a la suerte.

    — Eso era lo que íbamos a decir — una de las científicas le respondió — Pero está siempre la tercera opción: no aterrizar en este planeta y continuar nuestro camino en otra parte del universo. Ustedes tienen la última palabra.

    La triada de comandantes se miró seriamente, puesto a que su decisión no iba a ser algo tan sencillo como decir que sí o que no. Tendrían que elegir a conciencia el sitio en el cuál aterrizar y adoptar como el hogar de la humanidad. Había mucho que considerar respecto al territorio y la existencia de esa nueva especie, dado a que no era algo que pudieran tomarse a la ligera.

    Para no retirar a los científicos de su sitio de trabajo, los tres líderes de la humanidad a bordo del navío pidieron una sala de reuniones en la cual debatirían consigo mismos para poder tomar la mejor decisión, puesto a que, cuando algo saliera mal, ellos serían los principales apuntados.

    En una mesa redonda situada en el interior de un cuarto oscuro con paredes sólidas, empezó el debate entre los tres para que todos pudieran saber en dónde dormirían y desarrollarían sus vidas al día siguiente.

    — La decisión de habitar en ese planeta debe ser unánime — comentó Renji, dictando las reglas para la votación — Yo estoy a favor, pero si alguno de los dos está en contra de habitar ese mundo, dígalo ahora y ahorrémonos tiempo perdido.

    — Es un mundo compatible con nosotros, Yukimura — Gavril le reprochó por haber dicho eso — El universo es inmenso y lleno de posibilidades, y lo digo yo que no entiendo nada de astronomía. ¿Cuántos planetas similares a la Tierra podremos encontrar? Descartando lógicamente aquellos planetas descubiertos por Zenith y Black Meteor. Recuerda que les dimos un plazo para encontrar las respuestas, y en caso de que no lo pudieran cumplir, iban a ser expulsados. En su exploración ellos encontraron planetas habitables, pero nunca los he visto llevando a cabo operaciones para poder habitar en ellos. Eso ya dice mucho. Yo voto por este mundo. Cinco años de espera no deberían ser desperdiciados. Quisiera que mis hijos pudieran desarrollar lo que les queda de su infancia y el resto de su vida en un planeta fijo y no a bordo de este navío.

    — Yo pienso lo mismo que él, ya lo habíamos discutido muchas veces desde que nos informaron por primera vez al respecto — Lara apoyó el pensamiento de su esposo — Supongo que ya tienes tu unanimidad.

    — Muy bien, en ese caso, podemos pasar al siguiente punto — Renji sonreía viendo que había ahorrado tiempo en ese tema — ¿A qué continente preferirían ir? Aquí no debe haber unanimidad. Para este tema es por mayoría, y no hay abstención que valga. Si alguien está indeciso, tomaremos un día para reflexionar en paz.

    — No hará falta hacer algo como eso — Gavril volvió a tomar la palabra — Vamos al continente de oriente. Ya hay vida inteligente allí. Tienen edificaciones ya hechas y algo de conocimiento arquitectónico. Ir hacia occidente implica que tenemos que empezar desde cero. Si bien, esa era nuestra idea, hay una posibilidad de no tener que pasar por eso. Desconocemos los peligros que pueda haber en la naturaleza de aquel mundo, y por eso prefiero vivir dentro de cuatro paredes y un techo.

    — Disculpa, cariño, pero yo no estoy de acuerdo con eso — Lara no fue por el mismo camino que su esposo en esa ocasión — Sé que si en la intemperie hay animales salvajes puede ser peligroso, pero una especie más avanzada podría representar un peligro mayor. Además, es su mundo. A nadie en la Tierra le caería bien la llegada de una especie alienígena que anunciara tan campantes que quieren compartir territorio con nosotros.

    — Sin mencionar la posibilidad de que podrían ser hostiles — Renji apoyaba esa postura — No recuerdo mucho de historia en la edad media de la Tierra, pero sí recuerdo que la humanidad vivió un período oscuro de muerte y guerra que se asemeja mucho a lo que vivíamos antes de la Catástrofe, solo que con menor avance tecnológico. Miedo me da pensar en que nos crucemos con una especie que podría querernos muertos por el simple hecho de venir de otro mundo.

    — Tenemos nuestras armas para algo — Gavril no quería dar el brazo a torcer tan rápido — Nos aproximamos pacíficamente, pero con precaución. No permitiremos que nos hagan nada. Si están realmente en una edad media, no deben estar muy avanzados en cuanto a armamento. Podríamos eliminarlos fácilmente.

    — ¿Y qué hay sobre las enfermedades? — Lara pensó en algo que estaban pasando por alto — Este planeta es similar a la Tierra, pero tiene sus diferencias. ¿Qué tal si esa población es portadora de enfermedades víricas que nuestros cuerpos no pueden soportar?

    — Hemos evolucionado gracias a la Catástrofe.

    — ¿Y si no es suficiente? Somos menos propensos a enfermar, pero no somos inmunes. Es un riesgo que podemos evitar.

    — Lo que tú propones es empezar desde cero — Gavril se empezaba a molestar — Tendremos que construir casas y desarrollar las ciudades desde la nada misma. ¿Por qué hacerlo si otra especie ya lo hizo por nosotros?

    — ¿Quién dice que tenemos que abandonar el navío en el primer día? — Renji apoyó a Lara al estar en contra de su compañero — Podemos vivir aquí mientras vamos construyendo nuestros nuevos hogares. El navío ha estado para nosotros en estos cinco años, casi serán seis. No va a desaparecer tan pronto como aterricemos.

    — Sí, lo sé, es solo que creo que es un desperdicio empezar desde cero cuando ya existe una civilización que podríamos aprovechar — Gavril sabía que lo que decían sus compañeros tenía lógica, pero esperaba poder ser más convincente al comunicar sus opiniones.

    — Suena como si quisieras que nos acercáramos a ellos para quitarles todo lo que tienen — Renji empezó a sospechar que quizá Gavril no tenía buenas intenciones para con la especie que habitara allí.

    — Créeme, Yukimura, si yo quisiera que nos lanzáramos a conquistarlos, lo habría dicho a la primera — Utkin se defendió de esa acusación — Creo que la humanidad no tiene nada que temer a una especie como esa. Mis intenciones, de primera mano, no son hostiles.

    — Bueno, creo que va siendo hora de votar — Lara veía que el debate no llevaría a otro puerto diferente — Yo voto por ir al occidente.

    — Y ya son dos votos para esa opción — Renji no iba a cambiar de opinión allí — Gavril, toca decidir si es un 2-1 o un 3-0.

    — ¿Qué importancia tiene? — el comandante lo veía como algo irrelevante — Ya se ha decidido al ganador.

    — Porque esto va a quedar grabado en la historia de la humanidad — Renji le hizo saber sus planes — Todo lo que se habló aquí será recordado a través de los años.

    — Muy bien, en ese caso, parece que tengo que decidir — Gavril no veía como poder escapar — Esto será…

    […]

    La población que viajaba a bordo del Explorador Esperanzado escuchó como los dispositivos de audio del navío empezaban a encenderse, cosa que delataba que iniciaría una transmisión. Llevaban tiempo sin oír nada de la boca de su expresidente o de algún otro orador invitado, y todos supusieron que sería una charla dedicada a revivir las decisiones llevadas a cabo por Zenith y Black Meteor, las cuales los llevaron a perder la Tierra a manos del ataque de un único edagriano.

    — Buenas tardes a todos los pasajeros con los que tengo la dicha de viajar — Dmitri parecía exaltado al hablar — Les traigo noticias respecto a nuestro viaje.

    Pronto, todas las suposiciones de que el programa de radio sería similar a los demás desaparecieron. Pero la atención de la gente se mantuvo en vilo ante el anuncio, ya que no eran demasiado frecuentes. Dado a que la gente podía comunicarse entre sí mediante sus dispositivos tecnológicos, la necesidad de transmitir a todos por medio de comunicación radial indicaba que era algo de suma importancia.

    — Nuestro equipo de científicos ha cumplido su cometido y han detectado un planeta en el cuál la humanidad, es decir nosotros, podemos habitar — Dmitri narró la noticia casi como si estuviera cantando — Y nuestros líderes han decidido que ese será nuestro hogar. El planeta cuenta con dos continentes, uno que cubre el sector occidental y otro que se encuentra en el lado oriental. Por una votación de 2-1, nuestro hogar será el continente del lado oeste; puesto a que en el continente que se encuentra al este hay indicios de que habita una civilización. No me han contado si hay planes de expandirnos hacia el otro continente y entablar contacto con ellos en el futuro, solo les estoy revelando todo lo que se me ha dicho.

    Los oídos de todos estaban puestos en ese mensaje, puesto a que significaría un cambio en el estilo de vida de la población entera tan pronto como se diera el aterrizaje en ese nuevo mundo.

    — También me han informado que no hay rastros de que exista civilización alguna en el continente del oeste — Dmitri seguía con sus palabras — Tenemos muchas cosas por descubrir en nuestro nuevo hogar. Crucemos los dedos y tengamos fe de que encontraremos un mundo en el que podamos prosperar una vez más, y devolver a la humanidad a su grandeza perdida tras la caída de la Tierra. Prepárense para ser parte de un cambio, porque tan pronto pongamos un pie allí, dejaremos de ser supervivientes a bordo de un navío para convertirnos en colonizadores de un nuevo mundo. Del primero al último, cada uno de nosotros hará que este planeta sea nuestro. Los veré a todos al aterrizar.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo mío, primero que nada espero que estés disfrutando de tus pequeñas vacaciones. Terminado de leer el capítulo, el cual ha servido para hacer avanzar la trama, pasaré a comentarlo.

    El inicio nos muestra a Gavril y sus pupilos en lo que será la última clase de entrenamiento militar durante un tiempo, debido a que el principal rol del comandante reclama su atención. Con la advertencia por parte de éste de que próximamente tendrán clases para aprender a escribir, leer y hacer operaciones matemáticas entre otras cosas, los niños empiezan a trotar. Vemos que Vyon está frustrado por no obtener más juguetes de sus compañeros y porque su hermana devolvió el león a Winter y quiero hacer mención especial a Iker, quien se acercó a Vyon para decirle en la cara que no podrá quedarse su juguete. Unknown Chad :eye:. Vyon, molesto, descarga su furia empujando a su propia hermana y a Winter, estando estos dos juntos conversando. Winter está a punto de preguntarle a Airin por sus supuestos sentimientos, pero finalmente descarta la idea.

    Tras esto y posteriormente a lo que parece ser un flashback, vemos a los principales líderes del Explorador Esperanzando reuniéndose con algunos científicos que han monitorizado un planeta próximo, el cual parece bastante apto para la vida humana. Sin embargo, hay un problema: parece habitado por una especie inteligente aunque tecnológicamente atrasada. El dilema se hace presente y Renji, Gavril y Lara deben decidir el curso del destino de todos los que están a bordo, decidiéndose finalmente por aterrizar, pero en el continente no poblado, dejando así a los habitantes nativos de ese mundo en su territorio (aunque es cuestión de tiempo que se encuentren :ewww:).

    Dmitri, el ex presidente ruso y ahora locutor de radio (vaya downgrade :yagami:) da la noticia a la población de la nave. Sea como sea, se viene lo más interesante hasta ahora: la colonización de un planeta medio habitado. Me pregunto cómo será esa especie y si serán amigables u hostiles, aunque con gente como Gavril, seguro que hay guerra.

    En fin, hasta la próxima, amigo. Disfruta de tu tiempo libre y hablamos pronto.
     
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  11. Threadmarks: La humanidad en los manantiales
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Si todo va bien, el borrador del próximo capítulo se mantendrá en el foro hasta su publicación el propio jueves o viernes, ya que no estaré en casa.

    Por este mismo motivo, no actualizo ni cronología ni guía de personajes aquí (aunque creo hay pocas novedades)

    Quiero agradecer a mi amigo Manuvalk por su constante presencia en esta saga, y en esta parte de la misma también. Espero este capítulo sea de su agrado, ya que entiendo que el anterior, este mismo, y el próximo tal vez, podrían conformar una terna de los más "densos" de esta historia secundaria.

    Sin más para decir, les dejo el capítulo. Saludos de nuevo.














    La humanidad en los manantiales:

    — No tengan miedo, parece ser un herbívoro — comentó el comandante Gavril a su equipo.

    Uno de los tres comandantes y líderes de la humanidad que había llegado hacia ese mundo estaba al frente de un escuadrón de unas veinte personas, sin contarlo a él. Todos los hombres y mujeres que marchaban por detrás de Gavril contemplaban lo que parecía ser un come hierbas de acuerdo a lo que señaló su líder.

    El animal frente a ellos tenía las patas pequeñas, las piernas cortas y un cuerpo con una joroba. La boca parecía tener un pico, y en la cabeza tenía un extraño plumaje de color verde que contrastaba con el resto de su cuerpo, que no tenía pelo encima. No se le veían dientes afinados, y eso fue lo que llevó al comandante a suponer que el primer animal que habían encontrado no era un carnívoro, al menos, no tenían razones para creerlo.

    El pequeño espécimen se quedó mirando al grupo fijamente por unos minutos, para posteriormente empezar a correr hacia un lateral, perdiéndose entre la maleza.

    Lo primero que hizo la nave tras su aterrizaje fue enviar a tres expediciones, cada una dirigida por un líder diferente, hacia una dirección distinta. Necesitaban saber cuáles eran los puntos estratégicos de los cuales se podrían servir en ese aterrizaje. A Gavril le tocó adentrarse en lo profundo de un bosque repleto de árboles. Como era de esperar, al ser un continente sin rastro de vida inteligente, no había caminos marcados, y tenían que abrirse paso entre las hierbas y los árboles. El hecho de que no hubiera hierba muy alta en esa zona era indicador de que había mucho tránsito de especies alimentándose de eso, ya que, de lo contrario, se elevarían más.

    Por precaución, todos los soldados iban armados con rifles militares y tenían puesta una armadura hecha de un metal color plateado, cubriéndose así todas las extremidades y partes de su cuerpo. Lo único descubierto era su cabeza, en la cual sentían la brisa que a menudo soplaba en aquel mundo. El aire no estaba contaminado, algo lógico puesto a que allí no existían fábricas o vehículos que lanzaran emisiones de carbono a la atmósfera.

    — Este planeta está limpio — mencionaba el soldado que iba más cerca de Gavril en la fila — Hay que cuidarlo bien.

    — Al menos este continente — Gavril dejó salir un quejido tras lo dicho por su compañero.

    El comandante todavía seguía muy molesto por la manera en la que Lara y Renji lo dejaron solo en su posición a favor de acudir al continente situado al este, y creía que era un error no presentarse ante esos habitantes para poder aprovechar las construcciones que ya tenían establecidas.

    — Sueñan si creen que yo voy a levantar una herramienta para edificar — el comandante estaba metido en sus pensamientos — Eso les corresponde a ellos por hacernos venir hacia aquí.

    Pronto se dio cuenta de que estaba en territorio no conocido, y que no debería distraerse de esa forma. Con suma facilidad, el militar volvió sus pensamientos a la tarea que le correspondía, y era buscar un sitio que pudiera servirle de mucha utilidad a toda la población humana. Ya sean fuentes de agua de donde obtener abastecimiento de la misma o pescar, zonas de cacería o cuevas en donde se pudieran refugiar, todo debía ser recordado.

    […]

    — La tierra aquí es muy seca, dudo que este sitio sirva para cultivar nada — Lara comentó viendo que todo lo que seguía hacia el horizonte era nada más que llanura de tierra infértil.

    A la comandante le tocó ir en la dirección opuesta en la que había partido su esposo, y liderando a un grupo igual de numeroso. Su nave había aterrizado en una llanura, puesto a que, al tener un tamaño tan inmenso, se requería de mucho espacio para poder despegar y aterrizar sin correr el riesgo de terminar ocasionando algún desperfecto en los sistemas o en la estructura del navío.

    Lo que vieron al principio era una extensión de pastos verdes y terrenos que todos veían como óptimos para el cultivo, pero una caminata de un par de kilómetros los llevó a encontrarse con nada más que zonas que parecían desiertos, pese a que los científicos aseguraban que esa clase de biomas no se encontraban en aquel planeta.

    — Comandante, más a lo lejos parece que veo una montaña — señaló una de las mujeres que le hacía compañía.

    — En efecto, es indudablemente eso — Lara pudo distinguir esa forma — Pero están demasiado lejos como para llegar hasta ahí el día de hoy. La misión es un reconocimiento breve, y hay que aprovechar las horas de sol que tenemos aquí.

    Tras esas palabras dichas por la comandante, varios de los soldados de su grupo levantaron la mirada al cielo y pudieron ver que este se mantenía de un color celeste, con un sol que alumbraba bastante. Una gran diferencia entre ese mundo y la Tierra era que la distancia hacia la estrella que orbitaba era mucho mayor, ya que el tamaño de la estrella en el cielo era inferior al que se veía desde la Tierra.

    — No parece que fuera a oscurecer pronto — señaló uno de los hombres — Pero hay varias nubes en el cielo. Quizá no podamos disfrutar de los rayos del sol por mucho tiempo.

    La comandante levantó la vista al cielo y notó que no faltaba demasiado para que unas nubes blancas como el algodón llegaran a tapar el sol, que desde ya no ocupaba una zona tan enorme en el cielo de aquel mundo. No obstante, no dejó que eso la molestara. Su objetivo era explorar un poco en ese nuevo y desconocido mundo, y mientras no anocheciera o empezara una tormenta, no había necesidad de preocuparse demasiado.

    […]

    — ¿Nervioso? — Renji le preguntó a Vitali, quien marchaba a su lado.

    El tercer escuadrón, liderado por el comandante de nacionalidad japonesa, se encontraba peinando la zona de un pequeño bosque muy parecido al que estaban explorando Gavril y su grupo.

    Vitali, ingeniero que se había decidido a volverse comandante tras enterarse que a sus hijos se le inculcaría esa profesión para poder garantizar que aquellos en la tripulación que fueran a vivir más tiempo por cuestiones de edad estuvieran lo suficientemente instruidos en la materia, caminaba a paso lento. Renji le especificó que se quedara al lado de él en cada momento, y eso era lo que intentaba su amigo. No obstante, los nervios por estar ejerciendo la labor de soldado por primera vez en una exploración le estaban ganando y provocaban que de vez en cuando disminuyera la marcha.

    — Lo tomaré como un sí — Renji miró las piernas de su amigo y notó que temblaban.

    — ¿Cómo esperas que me sienta? — Vitali no podía encontrar un modo de relajarse — Es la primera vez que tomo un arma de verdad, y no una del simulador. Además, no ayuda que aquí nadie conozca el sitio.

    — Es justo por eso que elegí el continente sin población — el comandante quería que se tranquilizara al menos un poco — Así tendremos la certeza de que ninguna civilización, por lo menos una avanzada, pueda atacarnos.

    — Pero si no hay seres así puede ser que se deba a que en este sitio hay predadores muy peligrosos — Vitali empezaba a contagiar su miedo a otros soldados.

    — Y es por eso que están las armas y las armaduras — el comandante buscaba tranquilizarlo — Si nos encontramos con una especie que pudiera ser peligrosa, la enfrentaremos. Somos muchos, algo he aprendido tras leer algunos de los reportes dejados por Zenith y Black Meteor. Ellos enviaron escuadrones más reducidos en número a planetas desconocidos, y nunca han tenido demasiadas bajas.

    — Para mí, una es demasiada — Vitali no se tranquilizó con eso — ¿Estás seguro de que tenemos lo que se necesita para imponernos ante cualquiera que ataque?

    — Mira, esto era parte de un plan mío para que te soltaras un poco más — su amigo le respondió — En el simulador, tienes buena puntería, pero siempre te veía algo tenso. Esta es solo una misión de exploración que no durará demasiado. Si quieres, puedo darte un descanso antes de la siguiente.

    — Por ahora, solo me interesa sobrevivir a esta — el ingeniero tomó con fuerza su rifle.

    — Qué dramático — comentó un soldado atrás de ambos, para luego lanzar una pequeña risa.

    A Vitali no le gustaba nada esa clase de burla. Quien la había hecho era alguien que había iniciado y terminado su formación militar en la Tierra. Él, por otro lado, no tenía demasiado tiempo de haber empezado la suya. No veía justo recibir burlas por estar asustado, puesto a que no estaban en un mundo conocido, y no tenía ninguna experiencia portando armas fuera de la nave.

    Renji se desilusionó un poco. Creyó que su amigo valoraría esa misión de exploración tanto como él lo hacía. Era la primera vez de todos en un sitio ajeno a la Tierra. El hecho de que su planeta natal ya no existiera le quitaba un poco el encanto que podía tener una misión así, pero el comandante de aquel grupo disfrutaba esa experiencia. Nuevos aires, nuevos territorios, y si todo salía bien, un nuevo hogar. Aquel día representaba un posible nuevo comienzo en todos los sentidos. Otro motivo por el cual optó por el continente del oeste. No veía correcto que la humanidad usurpara construcciones ya hechas por otra especie, sin importar que estas fueran hostiles o no. Lo más sensato para él era forjar su propio camino, y no tomar uno que ya hubiera iniciado.

    — Mire, comandante, hay algunos troncos grandes caídos — le advirtió uno de los soldados de su grupo.

    — Lo estoy viendo — Renji contestó, mirando atento el sitio — Miren bien en cada dirección. Podría haber algún animal durmiendo cerca.

    — Y así me quieres tranquilo — Vitali le recriminó por eso.

    — Es justamente lo que quiero, que sepas lo que podrías esperar — su amigo quería instruirlo mejor — Si no digo esto y algún animal aparece de repente, seguro te da un infarto.

    — Agradezco todo esto, pero en serio, no me hace sentir mucho mejor — el ingeniero seguía con sus inseguridades — La próxima vez rechazaré el llamado. Después de todo, al no haber terminado mi formación, no soy un soldado oficial y puedo oponerme a esto.

    — Si así lo quieres ver, supongo que tienes razón — el comandante no le podía discutir eso — Pero cuando seas soldado, rechazar una orden no es una opción.

    — Puede que falte bastante para eso.

    Tras ese último comentario, Vitali, Renji y todo el escuadrón con el mismo número de integrantes que los dos anteriores, guardó silencio para continuar a su paso en el planeta. El ambiente era bastante silencioso, incluso tanto que se llegaba a sospechar que podría haber algo extraño en todo eso.

    De vez en cuando podían escuchar el ruido de algunos pájaros que salían volando conforme el escuadrón pisaba cerca de sus posiciones. Vitali era el único que se asustaba cada vez, dado a que los otros soldados en el equipo no volvieron a verse sorprendidos más allá de la primera vez.

    El camino que recorrieron los llevó a encontrarse con un grupo de seis pájaros muy pequeños similares a los cuervos devorando los restos del cadáver de un animal desconocido. Esas aves salieron volando lo más rápido que pudieron cuando tuvieron a los seres humanos a la vista, como si de un predador se tratase. Cuando el grupo avanzó hacia los restos de carne, vieron que no tenía casi nada de piel encima. Se le veían algunos huesos y chorreaba sangre de color anaranjado de las heridas más frescas.

    — Dudo que esos pájaros lo hubieran matado — Vitali empezó a temblar.

    — No creo que algo lo hubiera matado — Renji lo veía y quería evitar que las cosas fueran a peor con él — Quizá se haya muerto de viejo. No parece haber sido asesinado violentamente.

    — ¿Eres un experto en caza? — otro de los soldados cuestionó a su comandante.

    — No soy experto, pero eso no quiere decir que no sepa nada — Renji lo tomó como una pregunta agresiva — Digo, no tiene heridas superficiales. Si bien, no conozco su especie, que no tenga ningún pelaje, podría ser un indicador de la vejez.

    — ¡Comandante, venga a ver esto!

    La llamada fue hecha por un soldado que se había adelantado un poco mientras el grupo se detuvo para presenciar la escena. Renji y otros cuatro de sus soldados se acercaron hacia su posición, que no estaba a más de treinta metros de su sitio, pasando un par de árboles.

    — Creo que aquí se acaba nuestra exploración — decía el soldado que les llamó.

    A los ojos de todos, se podía ver un gran hueco en la tierra, lo que les indicó que se encontraban en la cima de un gran cañón. Inmenso en tamaño, ninguno de los que estuvo allí llegó a ver alguna otra extensión de tierra por la que pudieran caminar.

    — Pues sí, soldado, aquí termina todo — el comandante miró a izquierda y derecha y la prolongación no se detenía — Hay que volver, no encontraremos nada más por este lado… Sin embargo, nadie puede negar que la vista no es bella.

    Sus soldados coincidieron con él. Aquel cañón inmenso era algo precioso para observar. Árboles alrededor en lugar de ser un simple terreno vacío, y posiblemente varias especies de aves en aquel lugar. Un par de soldados aprovecharon la ocasión y tomaron un dispositivo para tomar fotografías, de manera de guardar un registro de lo que habían encontrado allí.

    Dado a que su exploración no podría avanzar mucho más, el comandante Yukimura dio la orden para emprender el regreso a casa, cosa que agradó demasiado a Vitali cuando escuchó esas palabras salir de su boca.

    […]

    El regreso de los tres grupos de comandantes a la nave no fue demasiado alegre para aquellos que les estaban esperando ansiosos en casa. Pasó el primer día de exploración en aquel mundo, y ningún escuadrón logró encontrar un sitio en el cual pudieran establecerse y obtuvieran algo de provecho para la humanidad a bordo del navío.

    Dmitri Koslov se reunió con ellos tras haber informado a toda la población sobre los resultados negativos de las primeras expediciones. No era el único, puesto a que un par de los científicos y otros consejeros militares estaban junto a ellos.

    — Bueno, es el primer día — el expresidente quería que se calmaran — No estaba esperando encontrar una entrada al Jardín del Edén. Tenemos mucho tiempo para explorar.

    — Tiempo que será desperdiciado si no encontramos nada — Gavril quería proponer de nuevo su idea — Si nos hubiéramos movido hacia el continente del este, quizá tendríamos algo más de información, y no la nada misma.

    — No es algo seguro, eres demasiado terco al respecto — Renji no tenía mucha paciencia con él sobre aquel tema ya zanjado — Hicimos una votación, y acordamos que vendríamos aquí.

    — Amor, parece como si quisieras forzar un encuentro con ellos — Lara advertía como algo inusual en él — ¿Qué es lo que esperas encontrar o conseguir?

    — En primer lugar, ustedes asumen que esos sitios están habitados, y yo no — el comandante se respondió — Yo no. Yo soy un partidario de descubrir si el sitio está deshabitado, y si no lo está, realizar una aproximación pacífica.

    — ¿Tú cómo reaccionarías si vieras a un alienígena que llegó de repente del espacio a pedir asilo a tu casa? — Renji encontró una forma de exponerlo — Es más, el hecho de que tu casa no fuera un asilo para ciudadanos de nuestro país me da la idea de que no tomarías muy bien el hecho de que alguien viniera a pedirte refugio a tu casa. Ahora piensa en los posibles seres que podrían habitar allí. Quizá se lo tomen a mal y nos ataquen.

    — ¿Para qué tenemos las armas entonces? — Gavril quería traer ese punto a la mesa.

    — Para defendernos de un posible ataque que ponga en peligro nuestras vidas o las de nuestros seres queridos — Lara le respondió — Pero el hecho de que tengamos armas no quiere decir que podamos lanzarnos hacia cualquier lugar sin medir los riesgos. Lo siento, Gavril, pero creo que prefiero mantenerme en el territorio que sé que no está habitado por seres inteligentes.

    Para el comandante era una frustración enorme. Meses atrás, su plan para motivar a sus alumnos había fracasado por el hecho de que su propia hija terminó actuando a sus espaldas para devolver el premio que su hijo menor había ganado. El hecho de no haber podido continuar con el entrenamiento de los más jóvenes en la tripulación le molestaba en gran medida. Y luego de la reciente discusión, parecía que su postura para dirigirse al otro continente a probar suerte no era tenida en cuenta. No solo eso, su propia esposa no mostraba apoyo en su idea, algo que esperaba que ocurriera.

    — Gavril, la posibilidad de explorar el continente de la zona oriental solo la tomaremos si fracasamos en cada sitio aquí — Renji se lo hizo saber — No lo traigas más a la discusión. Porque solo nos haces perder el tiempo.

    — Explorar zonas vacías en lugar de aproximarnos a las edificaciones es una pérdida de tiempo, solo mira lo que conseguimos el día de hoy — Gavril no se tomó bien esas palabras — Nada. La misma y absoluta nada.

    — ¡Es solo el primer día! — Lara le gritó un poco harta de que repitiera eso a cada momento — ¡Viajamos más de cinco años a bordo de este navío! Creo que la humanidad puede esperar.

    — Yo no — fue la respuesta del comandante.

    — No puedes hacerlo, pero tendrás que — Renji sentenció con seriedad — No estamos ante una emergencia de falta de provisiones, o ante una necesidad de conseguir un asentamiento. Así que no hay motivo para esto.

    El comandante miró con algo de desprecio tanto a su esposa como al otro comandante. Dmitri y el resto de quienes iban en aquella sala estaban callados. El momento fue muy incómodo para todos ellos, y no sabían qué decir. Consideraban la situación muy tensa entre sus líderes como para meterse y decir algo más. Pasó un minuto completo de silencio total en aquel sitio, cosa que solo aumentaba la incomodidad en ese sitio.

    — Tal vez… — Dmitri tosió para llamar la atención — Tal vez debamos buscar en sitios cerca de la costa. Al menos allí tendremos el océano para extraer comida, suponiendo que haya abundantes especies de peces allí.

    Para Lara y para Renji, esa no sonaba como una mala idea en absoluto. Acercarse a la costa era una idea que quizá podría ayudarles a encontrar algo en lo que apoyarse. Luego de pensar un poco mejor en la idea, ambos comandantes dieron el visto bueno para dirigirse hacia allí lo más temprano que pudieran tras una noche de descanso de la exploración realizada hoy.

    Gavril, por su parte, no abrió más la boca en lo que duró la reunión. Él ya había manifestado su descontento con la idea de explorar ese continente, por lo que decidió que no valía la pena pensar en alguna idea para continuar con el plan de encontrar un sitio en el que la humanidad pudiera establecerse.

    […]

    Tras la reunión algo tensa del día anterior, los tres escuadrones ya se encontraban explorando nuevamente bajo la luz del sol de aquel mundo, al cual todavía no habían bautizado, debido a que no querían pensar en algún nombre para un planeta que quizá tendrían que dejar atrás.

    Debido a que un aterrizaje cerca de la costa era inviable, el navío tuvo que ser dejado a varios kilómetros de una zona de playas libre de terrenos elevados. Era posible llegar caminando hacia las costas, dado a que la habían dejado situada a menos de cien kilómetros, pero se requería un gran esfuerzo, cosa que no estaban dispuestos a realizar en aquel día.

    Lara, Renji y Gavril formaron cada uno un equipo nuevo de veinte soldados cada uno, y partieron a la exploración para ver si podían encontrar algún sitio en el que pudieran estar seguros y empezar una colonia humana.

    […]

    Lara llevaba la delantera de su grupo hacia el sur del sitio en el cuál habían aterrizado, y a diferencia de lo que se habían encontrado el día anterior, podían observar cambios en los paisajes. Su camino los llevó a zonas más pobladas de árboles en donde fue capaz de contemplar algunos ejemplares de hojas azules, cosa que le parecía hermosa, pues de esos no había en la Tierra.

    La mujer se sentía como una niña descubriendo un mundo nuevo repleto de la curiosidad que caracterizaba a los seres humanos, y siendo un paisaje tan diferente a la insulsa llanura por la cual habían caminado previamente, era un cambio agradable.

    La alegría que sentía era transmitida hacia todo su escuadrón, quienes tenían los ánimos muy arriba y caminaban a paso rápido recorriendo un vasto y nuevo mundo en el cual se encontraban.

    — A veces no entiendo a Gav — Lara pensaba en el pesimismo de su esposo — Este sitio es hermoso. Es un paraíso posiblemente inmaculado. Podríamos hacer historia en este mundo.

    La caminata se prolongó el tiempo suficiente hasta que uno de ellos escuchó un ruido casi imposible de no reconocer.

    — ¡Comandante! — gritó alegre uno de los hombres — ¡Eso es agua! ¡Más adelante podría haber un río o un arroyo!

    Al hacer silencio, la mujer militar logró identificar el sonido, y estaba segura de que su soldado no se equivocaba. Se escuchaba muy bajo y distante, pero era agua sin duda alguna. Eso fue lo que llevó a la mujer a dar la orden a los suyos de incrementar el ritmo de sus pasos. Con la orden recibida, el grupo empezó a correr dejando la caminata atrás. Con el correr del tiempo, el ruido se hacía más fuerte, lo que delataba que estaban yendo en la dirección correcta para dar con lo que buscaban.

    Necesitaron de unos minutos más para poder alcanzar su objetivo, pero todos sintieron que su esfuerzo les mereció la pena cuando vieron el escenario que se alzó frente a ellos.

    El escuadrón había llegado hacia una amplia zona de manantiales, donde varias corrientes de agua desembocaban de todas las direcciones en un río muy ancho que no se veía demasiado profundo. No parecía haber montañas cerca, por lo que tuvieron que acercarse un poco más para ver que aquellos manantiales eran una zona repleta de cuevas con entradas de tamaño minúsculo, por las que solo un animal pequeño como una laucha podría entrar, sin contar a los insectos de tamaño pequeño. El agua que desembocaba en aquel río provenía desde allí. Salía desde las grietas de las piedras y terminaba cayendo siempre hacia un mismo lugar.

    Árboles de tamaño variado con hojas de color azul, verde e incluso blanco adornaban el sitio. Los soldados se acercaron para ver más de cerca y tomar fotografías, y al hacer eso pudieron notar que los únicos árboles que daban flores y frutos eran aquellos cuyas hojas eran de color verde. Los demás parecían estar allí más como una decoración y como posible nido de aves que pudiera habitar en la zona más que para dar frutos.

    Al alzar la vista, pudieron ver que el río que se había formado en aquel sitio se dirigía hacia el este, lo que quería decir que era muy probable que terminara desembocando en el mar si es que no llegaba hacia un callejón sin salida.

    Varios se frotaban los ojos con lo que estaban viendo, ya que parecía una escena paradisíaca. El agua se veía cristalina, y algunos de los presentes en el equipo aseguraban haber visto peces. No fue hasta que todos se acercaron que los terminaron observando. De distintas formas y tamaño, varias especies se encontraban en aquel río.

    — Hay peces, agua y frutos que podríamos tomar — fue la palabra de Lara, que había tomado su dispositivo y había empezado a grabar una narración de lo que vieron allí — Tenemos que analizar si los frutos son comestibles y el agua es potable, pero siendo que hay peces aquí, diría que con que el agua se pueda beber ya estaríamos cubiertos — terminada esa frase, la mujer cortó la grabación para empezar a tomar fotos que mostrar al resto.

    — No hemos caminado más que una hora y media desde el sitio en el cual aterrizamos — señaló una de las mujeres, acercándose a su comandante para seguir apreciando la belleza del río — Podríamos seguir explorando en busca de sitios cercanos para ver en donde nos convendría crear asentamientos. Pero podemos establecer uno en el sitio en donde aterrizamos el navío.

    — Y lo haremos, eso es seguro — Lara no tenía intenciones de dejar pasar la oportunidad de ocupar ese lugar — Hay que continuar nuestra exploración río abajo. Quiero ver qué más nos encontramos más al frente. Al emprender el viaje de regreso tomaremos muestras de agua y de frutos para analizarlos.

    Serían los soldados quienes se encargarían de recordarle a la comandante aquella responsabilidad que ella les había asignado para cuando optaran por regresar hacia el navío. Por el momento, cada uno de ellos se encargaba de tomar fotos al sitio.

    Hubo algunos quienes se preguntaban qué tipo de fauna, a parte de los peces, habitaría ese lugar, y no tardaron mucho en tener respuesta para esa pregunta. Varios pájaros de tamaño mediano empezaron a sobrevolar la zona haciendo graznidos y sonidos que rememoraban a los que hacían las águilas. Al mirar hacia los costados más alejados del río se podía ver un par de animales con un pelaje blanco. Desde lo lejos se veían como conejos que habitaban en la Tierra, exceptuando que parecían no contar con orejas muy largas. Todos los ejemplares de esa especie que había aparecido estaban ocultándose, posiblemente de las aves que se hallaban sobre ellos.

    — Este planeta, al menos en esta zona, parece ser un gemelo de la Tierra — decía uno de los soldados más cercanos a la comandante — Aunque, bueno… no sé si con esto basta para considerarlo un planeta gemelo.

    — Pero es hermoso, sin duda alguna — mencionó otra de las mujeres — ¿No es así, comandante?

    — Lo es, no se puede negar — Lara decidió tomar su dispositivo para enviar un comunicado a su esposo, dado a que estaban utilizando al navío como una forma para poder comunicarse.

    Sin perder la vista al frente del hermoso paraje que tenía en los alrededores, la comandante escribió un breve mensaje el cuál sería enviado únicamente a Gavril. Una vez estuvo listo, lo mandó para posteriormente guardar el teléfono y seguir maravillándose con las vistas que encontraba allí.

    […]

    — “En la reunión de hoy a la noche vas a ver varias fotos que te harán sentirte como un idiota por haber votado por irte al este” — leía para sus adentros el comandante Gavril tras abrir su dispositivo una vez que encontró el comunicado de su esposa.

    El comandante sabía que ella había encontrado algo que quizá valiera la pena contemplar y considerar como un bastión para la humanidad que había viajado desde muy lejos para llegar hacia allí. Sin embargo, Gavril no pudo hacer otra cosa más que presionar con ira uno de sus puños. Sentía ese mensaje, el cual incluía un pequeño insulto, como una burla de su pareja hacia él.

    Estaba claro que, lo que fuera que Lara y su grupo hubieran descubierto era algo que dificultaría mucho más que alguien pudiera apoyar su idea de explorar el continente que se encontraba en el costado este del planeta.

    — Pues parece que nos tocará empezar desde cero — Gavril se frustraba, y en cierta manera, esperaba que la exploración no terminase de la mejor manera, aunque no era muy probable — Teníamos la oportunidad de partir desde una base firme, pero tú y Renji no estuvieron de acuerdo con eso. Vaya oportunidad desperdiciada a lo tonto.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    ¡Hola, amigo! Siento la demora para leer, pero como bien te dije, estos últimos días he pasado más tiempo fuera de casa que dentro y para colmo, estos días regreso a clases. Así que tuve suerte de encontrar este momento para leer (suerte que el capítulo no era largo :dancecat:) y aprovecho para dejarte mi comentario al respecto.

    Ya aterrizados en el desconocido pero potencial planeta habitable, la exploración se divide en los tres principales comandantes y líderes del Explorador Esperanzado. Gavril, Lara y Renji inician sus travesías con la esperanza de hallar un buen terreno, un lugar donde poder instalarse y de paso encontrar posible comida y agua. Excepto por Lara y Renji, vemos a Gavril bastante ofuscado porque sus dos compañeros de profesión optaran por explorar el continente inhabitado en lugar de aquel que tenía ciertas edificaciones y por ende, la posibilidad de una especie inteligente viviendo allí.

    El primer día de exploración no resulta especialmente interesante, más allá de encontrarse con alguna especie animal en principio inofensiva. Una vez de regreso en la nave, los tres comandantes junto al ex presidente y otros científicos conversan acerca de lo visto. Nuevamente, Gavril se muestra reacio a seguir explorando un lugar "desierto" pudiendo acercarse "pacíficamente" (sí, claro, como que el tipo es muy pacífico :angrycat:) al continente habitado. Renji y Lara, la mujer del refunfuñón, le dejan claro que deje de joder y que lo diga sin llorar (XDDDDDDDDDDDDDDDD :yagami:). Seguirán explorando el lugar indicado y el deseo de Gavril queda en segundo plano.

    Al día siguiente de exploración, es el grupo de Lara el que se encuentra con lo que parece ser un río (lo que indica que podría desembocar en un mar o un gran lago) y por ende, se podría beber esa agua si es potable, además de que tiene peces y podrían ser aptos para el consumo. Son estudios que se deben hacer a posteriori, pero eso no quita que sea prometedor. La comandante le manda un mensaje restregándole el descubrimiento a su marido, que en lugar de alegrarse porque las cosas puedan empezar a salir bien, se enfada como un niño al que le han dicho diez veces que no le van a comprar su maldito helado favorito.

    En fin, buen capítulo, se nota que estamos en una especie de transición. Y sobre todo, que el inútil de Gavril va a cagarla, eso se ve venir desde lejos. :blue:

    Será hasta la próxima, amigo. Cuídate mucho.
     
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    Agus estresado

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    Saludos. Aprovechando este mini rato libre antes de entrar al trabajo, voy a publicar el capítulo siguiente de esta historia secundaria. Ya nos estamos acercando a la sección jugosa de esta parte. Falta poco para eso, y espero que de todos modos estén disfrutando todos los capítulos que venimos pasando hasta ahora.

    Quiero dar las gracias como cada oportunidad a mi gran amigo Manuvalk quien siempre tiene presencia en los comentarios de esta historia, y que me motiva mucho a seguir avanzando. Posiblemente, esta historia secundaria exista gracias a esa presencia, y es por eso que nunca dejaré de agradecerle por ello :)

    Con pocas novedades al momento, les dejo el capítulo.

















    Estamos solos:

    Un joven de unos quince años caminaba a través de una pequeña arboleda por un camino hecho de piedra. Llevaba puesto un pantalón deportivo largo, grueso y de color azul. En la parte de arriba llevaba una simple chaqueta roja. Sus zapatillas de color negro le ahorraban un gran dolor al caminar por esa zona.

    Su pelo estaba un poco largo, pero sin llegar a la altura de los hombros, lo mismo que su barba, que no era muy espesa. Con una sonrisa en la cara, el joven caminaba tranquilo. En cada mano cargaba dos valijas cerradas que en su interior contenían un objeto que hacía mucho ruido cuando se movía.

    El camino lo condujo hasta un claro cerca de un río muy ancho con agua que se movía muy despacio en dirección hacia el océano. Al llegar a ese lugar, dio un giro a la derecha y empezó a caminar hacia otro sector. El sitio no tenía demasiados árboles alrededor, y de no ser por una enorme nube gris de gran tamaño que cubría el sol por completo, el lugar estaría muy iluminado.

    — Espero que no llueva hoy — decía para sí mismo en voz alta mientras miraba el cielo — Ya basta con la oscuridad que habrá para que no sea la mejor de las tardes.

    Continuó a paso tranquilo hasta que finalmente llegó a su destino final. El sitio en el que se detuvo estaba rodeado por un paredón de dos metros y medio de alto que separaban un bosque de árboles muy altos del resto del claro. El muro se extendía hacia donde llegaba la vista, haciéndole imposible ver el sitio en el cuál terminaba.

    En aquel sitio, un hombre adulto y un joven de unos dieciocho años cumplidos hace poco se encontraban acomodando una pequeña parrilla en el suelo sin césped de aquel sitio. Al verlo llegar, alzaron las manos casi como celebrando.

    — ¡Al fin llegaste, Winter! — gritó emocionado el chico de dieciocho años — ¿Cuánta leña has traído?

    — Veinte kilos — comentó el joven Lakor dejando las valijas en el suelo y abriéndolas para poder extraer troncos de tamaño pequeño pero un peso enorme — No costaron muchos créditos.

    — Diez kilos en cada mano por un trayecto de casi cuatro kilómetros — comentó Vitali, padre del recién llegado — ¿No estás cansado?

    — Para nada, solo un pequeño dolor en los brazos — su hijo le contestó con honestidad.

    — Seguro que estabas esperando encontrarte con Airin, ¿no es verdad? — el joven le quería molestar — Querías impresionarla con tu fuerza.

    — Como tú digas, Artem — Winter no se dejó molestar por él — ¿Todavía no llegaron mamá y Valiana?

    — No, justamente iba a esperar a que llegaras para enviarte a ti como a Artem a buscarlas — su padre se encontraba tranquilo al decir eso — Quizá hayan tenido algún problema o necesiten ayuda con los preparativos.

    — Bueno, ellas saben que pueden llamarme si es el caso — contestó el más joven de los tres.

    — Es tu cumpleaños número quince, Winter — Vitali le recordó ese detalle — Hoy es un día especial para ti, y ellas seguro no desean hacerte trabajar demasiado.

    — Pero no es justo que ellas trabajen demasiado solo por ser mi día especial — el joven no lo veía justo — Voy a ir a buscarlas.

    — ¿No necesita más ayuda? — Artem quería asegurarse de que Vitali estaría bien si él se marchaba.

    — Descuida, estoy seguro de que Renji pronto llegará con su trofeo de cacería y me dará la ayuda que necesito — fue la contestación del ingeniero — Vayan tranquilos, el muro me protegerá.

    Luego de escuchar de la propia boca de Vitali que se las podría apañar por su cuenta en la tarea, ambos chicos jóvenes se marcharon. El hombre se quedó por un momento mirando marchar a su hijo menor, sintiéndose muy orgulloso de lo tanto que había crecido bajo la crianza de él y de su esposa. Los días en los que la humanidad estuvo a bordo del navío parecían eternos, pero tan pronto como aterrizaron en aquel mundo, empezaron a pasarse volando, o al menos así lo sentía el ingeniero. Recordó como si hubiera sido ayer el día que cargó a su hijo en brazos por primera vez, así como también cuando dijo su primera palabra, y el primer día que tuvo en clase bajo el mandato de Gavril.

    Cuando se dio cuenta de que se estaba distrayendo de su trabajo, continuó acomodando la parrilla de manera que pudieran cocinar una gran cantidad de carne.

    Mientras tanto, Winter y Artem caminaban por el costado del río para encontrar el camino de piedra que los llevaría a su destino. Durante la caminata, el mayor de todos ellos sacó un tema de conversación con su amigo.

    — ¿Qué se siente ser un año más grande? — preguntaba con curiosidad.

    — Se siente como algo normal, no veo por qué tendría que sentir otra cosa — Winter no veía el motivo para su pregunta.

    — Dime, ¿te gustaría participar en la quema de banderines de Zenith y Black Meteor? — Artem realizó otra pregunta — Ahora que tienes quince, tienes permitido hacerlo. Siempre se lo pregunto a Valiana, pero ella dice que no se sentía cómoda con algo así.

    — Y yo tampoco, nunca me han gustado esa clase de cosas — el chico le contestó con sinceridad.

    — ¿Lo dices porque no te gusta la actividad en sí o solo porque uno de los comandantes de Zenith lleva el apellido de tu familia? — Artem sabía todo acerca del apellido de ellos.

    — Un poco de ambas, aunque supongo que podría decir que lo segundo sí es en parte incómodo — Winter expresó su disgusto con eso.

    — Hey, se lo dije a Valiana y te lo digo a ti — Artem quería levantarle el ánimo — Él y tu familia no tienen lazos que los unan de esa manera. No sé si fueron tus padres los que te educaron así, pero deberías alejarte de esa idea.

    — Veré que hago.

    Winter quería desviar el tema lo más pronto posible, y no encontró una forma más que cortar de raíz la conversación que tuvo con su amigo, con el cual inició su amistad desde el momento en que empezó a salir con su hermana mayor. Artem se portaba muy bien con Winter, al punto de que se podían llegar a llevar como si fueran hermanos en la vida real.

    Viendo el silencio que quedó en el aire tras la conversación, Artem lanzó otra pregunta para hacer más ameno el camino.

    — Dime, ¿invitaste a todos tus compañeros? — preguntó curioso.

    — A todos no — Winter le respondió con seriedad — Vyon no vendrá. Solo invité a Airin.

    — Haces bien, ese mocoso engreído de mierda no le cae bien a nadie — Artem parecía estar aliviado con esa respuesta — Las pocas veces que charlé con él me parecía un pesado. No quiero imaginarte a ti que lo ves casi a diario.

    — Trato de evitarlo la mayor parte del tiempo — Winter explicaba la relación que tenía con él — Las clases donde me toca hacer equipo con él son las peores.

    — Sus padres deben ser los únicos que lo soportan, y más que nada por obligación — Artem daba su punto de vista sobre él — Pero bueno, al menos no vendrá a arruinarte la fiesta. ¿Crees que podremos nadar el en río?

    — Espero, pero esta nube nos ha quitado todo el sol — Winter miraba al cielo para ver como seguía inmóvil — Cuando sea de tarde, el cielo estará totalmente oscuro si no se mueve.

    — Ojalá Gea te regale un buen clima para tu cumpleaños — Artem expresó ese deseo — Es lo menos que podría hacer.

    Gea era el nombre del planeta al que la humanidad había llegado hacía casi diez años atrás. La población decidió que le pondría ese nombre en honor a Gea, quien fue la diosa de la Tierra en la mitología griega. Era un nombre corto, de bien sonar y fácil de recordar para toda la población, y fue por eso que, entre todos los candidatos, fue el que más votos consiguió.

    La llegada a los manantiales descubiertos por la comandante Lara Furlan en el segundo día de exploración fue la que permitió a la humanidad prosperar. Desde allí fundaron la primera colonia en el planeta Gea, y a lo largo de esos diez años se fueron expandiendo por parte del continente occidental, construyendo algunos asentamientos que servían como refugio, bases de operación y zonas de descanso que permitían a la humanidad recorrer largas distancias sabiendo que tenían un lugar en el cuál detenerse.

    El desarrollo tecnológico no había avanzado demasiado, debido a que la humanidad todavía no tenía demasiado terreno bajo su dominio. Sin embargo, esto no impidió que prosperaran unidos como una única nación. En los casi diez años que pasaron allí lograron crear caminos de piedra que conectaban las zonas seguras. Incluso se llegaron a formar poblados pequeños, y una urbe masiva en el sitio en el cuál aterrizó el navío en el segundo día. Varios pedazos de la nave fueron desmantelados, ayudando así con la edificación de algunas estructuras. El planeta Gea le vino muy bien a la humanidad, tanto así que optaron por no continuar con su viaje por el universo y adoptarlo como su nuevo hogar tras la caída de la Tierra.

    El punto en el cuál aterrizó el navío Explorador Esperanzado, el cual ya no podía volver a despegar hacia el espacio sin refacciones debido al desarme que se había hecho, se convirtió en la primera ciudad fundada por la humanidad que viajó en él. Una ciudad que recibió el nombre de Esperanza. Desde allí se realizaba la administración de recursos y se celebran los días festivos considerados importantes para la humanidad, como la quema de banderines de Zenith y Black Meteor que se hacía en el aniversario del aterrizaje.

    […]

    Gavril se encontraba en soledad en la costa. La expansión de la humanidad les permitió establecer caminos que conducían en todas las direcciones. En el sector en el que él se encontraba se había establecido un pequeño muelle que se adentraba en el océano que separaba los continentes occidental y oriental de Gea. Dicho muelle permitía a los pescadores obtener una gran cantidad de peces con los cuales podían alimentar a la humanidad. Cerca de la orilla, situados sobre la arena, había unas pequeñas canoas de madera, las cuales solo los navegantes más experimentados en el mar de aquel mundo, el cuál podía cambiar la fuerza de sus aguas en cualquier momento, tenían permitido usar.

    El comandante estaba sentado sobre la arena, debajo de una pequeña edificación de madera que protegía del viento, la lluvia y el sol, dependiendo del clima que tuviera ese mundo. Muchas veces miraba al horizonte, tratando de divisar el continente de oriente, al cual tenía muchos deseos de visitar. Nunca cesó su deseo de querer viajar hacia ese sitio y descubrir todo lo que el planeta tenía para ofrecer a la humanidad. Le molestaba mucho que su idea de asentarse allí no fuera tenida en cuenta, al igual que sus proyectos para ir en exploraciones y tratar de establecer algún contacto con la especie que habitase allí, si es que continuaban con vida y se dieran las condiciones para algo así.

    No obstante, sus ideas siempre eran rechazadas, sin importar cuanto abogara por ellas. Tanto Renji como su propia esposa, incluyendo a los consejeros, votaban casi siempre en contra, salvo ocasiones donde uno o dos se puso en su favor para aquella situación.

    Cerró los ojos y respiró profundo tratando de disfrutar de la brisa del mar, y así tratar de olvidar esos malos tragos constantes. Permaneció así durante veinte minutos hasta que escuchó las pisadas de alguien acercándose a él. Por el ritmo de las mismas, pudo reconocer a la persona que las hacía, así que se puso de pie para recibirla en cuanto llegara. Eso no tardó en suceder.

    — Vyon, te reconozco por tus pisadas, y te escucho llegar — Gavril le reprochaba eso — Y eso que estás pisando arena. Eso no debería pasar.

    — Eso pasa porque yo quiero que pase, no era mi intención esconderme — su hijo le contestó algo serio — Justamente, quería llamar tu atención. Mamá dijo que estabas aquí.

    — ¿A qué viniste? — su padre supo que no caminaría de muy lejos por nada.

    — A entrenar — Vyon tenía ropa de entrenamiento puesta, algo que su padre no notó a primeras.

    — Hoy es un día libre por el cumpleaños de Winter — Gavril dijo, notando otra cosa importante — ¿No vas a ir?

    — Ese inútil no me invitó — Vyon protestaba — Por eso vine, hoy no es un día libre para mí. No lo quiero perder.

    — Suenas molesto por no haber sido invitado — Gavril no sabía al respecto — Pero bueno, tú no lo invitaste a tu cumpleaños, seguro es por eso.

    — No es que no lo invité, él se acercó a mí y dijo que no quería venir — fue la respuesta de su hijo — Pero yo sí quería ir al suyo. No esperaba que no me invitase.

    — Bueno, no te comas la cabeza con eso, es obvio que no se lleva contigo — Gavril recordaba cosas del pasado — Y creo que su familia no se lleva bien conmigo, tampoco.

    — Da igual, ese perdedor no es tan importante, yo solamente quería ir por la comida — Vyon ponía ese pretexto — Entonces, ¿entrenamos?

    — Hoy no planeaba hacer actividad, pero ya que tú lo pides, lo haré — su padre le comentó — ¿Qué te parece si damos un recorrido de cinco kilómetros alrededor de la playa? Después de todo, hay varios manantiales de agua dulce cerca.

    — Me parece bien, marca el camino — su hijo estaba contento con poder pasar el día junto a su padre.

    — Vamos, disfrutemos de esta pequeña soledad.

    […]

    — ¡Increíble, es gigantesco! — Vitali observó el trozo de carne que Renji arrojó a la parrilla.

    Pocos minutos habían pasado desde la llegada del comandante Yukimura y un pequeño grupo de hombres y mujeres que formaban parte de su escuadrón. Con el pasar de los días, los soldados tuvieron que hacer expediciones para poder sacar el máximo provecho al planeta Gea. A medida que su formación como militar se completaba, Vitali iba haciendo cada vez más amigos en el escuadrón, a parte del comandante.

    Fue así como Renji propuso la idea de embarcarse en una misión de cacería para poder conseguir a un animal cuadrúpedo, con carne abundante y jugosa. Dos días antes del cumpleaños de Winter, el comandante japonés y su escuadrón se adentraron en los bosques más allá del muro que rodeaba y protegía a la humanidad para poder realizar la cacería de esos animales. Los más grandes y peligrosos vivían fuera de las murallas, cosa que fue hecha adrede por los humanos, dejando a los animales más fáciles de cazar dentro de su territorio.

    Vitali miraba como un enorme trozo de carne bien cortada fue colocado en la parrilla, casi ocupando todo el espacio que tenían.

    — Te dije que te conseguiría algo bueno — Renji le daba una palmada en el hombro a su amigo — Y solo tuvimos que pagar para que un carnicero lo despellejara y trozara la carne más sabrosa. Nos salió la mitad de lo que nos costaría un costillar con mucha menos carne. Valdrá la pena.

    — Ya te digo, esto va a sobrar, salvo que invitemos a todo un pueblo — comentó Vitali, contento mientras veía como se cocinaba sobre el fuego.

    — ¿Y mi ahijado? — preguntó Renji, llamando cariñosamente a Winter — ¿No ha llegado aún?

    — Fue a buscar a su madre y a su hermana, que se estaban retrasando — contestó Vitali — Confío en que llegará pronto.

    — Muy bien, si no te importa, iré a buscar algo de vino — el comandante se empezó a retirar — Además, me vendría bien limpiarme un poco el polvo y lavarme la cara antes de venir a comer.

    — Te espero, después de todo, esto tardará mucho en hacerse — respondió su amigo, sabiendo que tardaría un poco antes de regresar — Y tal vez podamos darnos un chapuzón en el río. La nube parece que finalmente empieza a moverse.

    Todos los presentes allí levantaron la vista y notaron que la enorme mancha gris que estaba en el cielo se estaba apartando de su lugar, tal y como lo indicaba su compañero. Las sonrisas se formaron en los rostros de todos, sabiendo que, si se corrían del todo de su sitio, tendrían una bonita tarde.

    […]

    — ¡Ya era hora! — Valiana festejó cuando los rayos del sol tocaron su rostro — ¡Parece que tendrás una tarde bonita por tu cumpleaños, Winter!

    La chica se encontraba junto a su novio Artem, su madre y su hermano menor llevando carretillas con bolsas, lonas para camping, platos, vasos, cubiertos y también una pequeña conservadora con hielo para las bebidas. Cada uno de los cuatro llevaba una por el camino de piedra, hasta que notaron que el sol del sistema de Gea finalmente les alumbraba con sus rayos tras haberse apartado la nube.

    — Bueno, me alegra que así sea, para tu cumpleaños tuvimos que refugiarnos de la lluvia — recordaba Fenya respecto al cumpleaños de su hija mayor.

    — Sí, no me lo recuerdes, empezó a llover justo ese día y no paró hasta tres semanas después — fue la respuesta de la joven de dieciocho años.

    — Si no tuviéramos los árboles que tenemos alrededor, todo el pueblo e incluso la ciudad Esperanza se hubieran inundado sin remedio — fue la respuesta de su madre — Recuerden eso y asegúrense de enseñárselo a sus hijos cuando sea su turno de tenerlos.

    — Créeme que no lo olvidaré — Winter tenía esas palabras grabadas en su mente por sus clases — Lo bueno de todo esto es que podremos nadar en el río si no refresca demasiado.

    — Oh, vamos, a ti no te importa nadar — Valiana le molestaba un poco — Tú solamente quieres ver a Airin en traje de baño.

    — Me quitaste las palabras de la boca, amor — Artem también disfrutaba de esas pequeñas burlas a Winter — Quizá debas aprovechar y declararte a ella el día de hoy.

    — ¡Ya me tienen harto con eso! — Winter perdió la paciencia que intentaba mantener — ¡Sí que pueden ser molestos!

    — No me puedes negar que ella te gusta, cada vez que voy a ver como entrenan, tú siempre la estás mirando a ella — Valiana continuaba con esa burla — Hay otras tres chicas en la clase, pero tú siempre pones tus ojos sobre ella. Creo que lo que veo habla por sí mismo.

    Winter no contestó con palabras, y simplemente dejó salir un pequeño suspiro de su boca. Él estaba algo molesto al respecto, y claramente lo hizo saber. Sin embargo, eso no significaría que se quedaría callado y sin omitir quejas al respecto.

    — Ya que es mi cumpleaños, ¿podrían no molestarme más? — Winter casi que lo pidió en una súplica.

    — Como quieras, hermanito — Valiana dejó salir una pequeña risa pícara.

    — Considéralo mi regalo — Artem habló en complicidad con su pareja.

    Fenya, la madre de ambos, a veces se sentía algo molesta por esa clase de conducta de sus hijos, sobre todo de Valiana para con él. Pero, por otro lado, apreciaba tener la oportunidad de verlos crecer juntos y de forma sana, dado a que todas esas pequeñas bromas que se hacían nunca terminaban en violencia verbal o física, lo cual demostraba que había educado bien a sus hijos.

    Los cuatro continuaron con su camino para poder llegar hasta el claro y así poder relajarse hasta que llegara la hora de comer. A medida que se iban acercando, un pequeño olor se hizo presente, lo que quería decir que la carne estaba tirada sobre el fuego. Al sentir ese aroma, apresuraron un poco el paso.

    […]

    — ¿No te quedarás, mamá? — Airin preguntaba, viendo a lo lejos la reunión de toda la gente en el sitio — Winter dijo que podrías quedarte si me acompañabas.

    — No, lo siento, hija, pero tengo cosas que hacer — su madre realmente deseaba quedarse — Renji está en la fiesta por ser amigo de Vitali, y dado a que tu padre dejó su dispositivo móvil en casa, no me puedo comunicar con él. Así que no me queda otra que hacerme cargo de un par de tareas por mi cuenta.

    — Está bien, no es necesario que pases a buscarme si no tienes tiempo, conozco el camino a casa — respondió su hija — Iré cuando acabe la fiesta y antes que anochezca.

    — Te estaré esperando, cariño — Lara se le acercó y le dio un beso en la frente a su hija — Disfruta de la fiesta, parece que la carne estará lista dentro de poco.

    Cuando madre e hija se despidieron, Airin emprendió su camino hacia el lugar. Ella era la última de los compañeros de clase de Winter en llegar, puesto a que Jessica, Rosary, Katia e Iker ya habían llegado mucho antes. Cuando apareció sus amigos gritaron de alegría al verla, y ella saludó a todos levantando los brazos.

    Todos sus compañeros se encontraban sentados alrededor de un mantel largo y extenso, sobre el cual comerían cuando la comida estuviera lista. La chica notó que Valiana y Artem, a quienes conocía, también estaban allí. Al llegar, los saludó a todos.

    — Perdón por la demora — Airin saludaba agitando ambas manos — Feliz cumpleaños, Winter — la chica le guiñó el ojo al cumpleañero.

    — Hola, Airin, muchas gracias — el joven Lakor comentó algo sonrojado — La comida estará lista pronto. Toma asiento.

    — Lo haré, gracias por invitarme — la chica se acomodó en un sitio libre al lado de Jessica, quien fue la siguiente en hablar.

    — Me muero de hambre, más vale que esa carne sea deliciosa — comentó su compañera — Sino, iré yo misma a cazarme algo diferente.

    — No es la primera vez que Renji caza y cocina uno de esos — comentó Winter, defendiendo al amigo de la familia, quien se encontraba cocinando — Para la fiesta de quince de Valiana él hizo lo mismo y fue delicioso.

    — Imagino que puedes ponerle algo de sal para darle gusto si no es de tu agrado — fue la respuesta de Iker, quien veía un pequeño salero en el centro del mantel.

    — Claro, eso es a gusto de cada uno — Winter le dio la razón a su compañero — Pero primero tienen que probarlo sin sal. Es exquisito.

    — Me alegra que defiendas así mi estilo de cocina — Renji se acercó silenciosamente, pudiendo escuchar dicha conversación — Una vez más, feliz cumpleaños, querido Winter.

    — Gracias, Renji — el joven saludó con cariño el gesto del comandante.

    A todos los compañeros y amigos del joven cadete les conmovía bastante esa escena. Sabían que el comandante Yukimura era muy amigo de la familia Lakor, pero pocas veces tenían la oportunidad de verlos interactuar. Se sentían bien por el hecho de que su amigo tenía el cariño de los seres queridos para él.

    El día fue pasando, y las charlas entre Valiana, Artem y Winter con los compañeros de clase del cumpleañero se dieron con normalidad, tocando temas como las materias teóricas tales como historia y literatura, así como también los entrenamientos militares que tenían en las clases que impartía el padre de Airin. Sin embargo, cuando se anunció la noticia de que la carne cocinada por el comandante Renji estaba lista, los aplausos invadieron el lugar.

    La comida fue cortada en pedazos que eran lo más equitativos posible, y cada uno de los invitados a la fiesta se acercó con su plato y cubiertos para así poder servirse un poco. Una vez todos tuvieron su comida, se sentaron en su sitio correspondiente, y tras cantarle el cumpleaños a Winter en una escena que lo puso un poco incómodo, todos empezaron a comer.

    Jessica dejó salir un ruido que expresaba satisfacción absoluta cuando probó el primer bocado de comida, casi como si hubiera llegado al paraíso.

    — ¡Está exquisito! — decía la chica — ¡Renji es un cocinero excelente!

    — ¡Gracias, joven Delta! — Renji la saludó así, no por respeto sino por haberse olvidado su nombre, conociendo solo su apellido — ¡Pero la verdad es que no es una habilidad muy especial! ¡Es la carne de este animal la que tiene este sabor! ¡Cualquier amateur podría cocinarlo y le saldría a la perfección!

    — Voy a tener que hablar con mi papá y mi mamá, a ver si salen a cazar esta clase de animales — Katia, otra de las compañeras de Winter, daba su opinión — Compramos carne cada dos semanas, y nunca tiene un sabor como este.

    — No es solo el sabor, es mucho más tierna que la de los animales que se cazan en el interior del muro — Iker comparaba con otros platillos — Imagino que, al estar en vida silvestre, tienen una alimentación diferente y eso les da este sabor.

    — ¿Eres un experto en carne? — preguntaba Airin, queriendo saber si Iker sabía del tema o hablaba por hablar.

    — No soy experto, pero puedo serlo si me lo piden — respondió Iker, sonriendo a la chica — Solo conozco un poco de este tema.

    — Bueno, ya dijo que no hacía falta ser un experto — Artem saboreaba cada trozo de carne que llevaba a su boca — Para tus dieciocho años, yo cocinaré, Winter. Y prometo que lo haré mejor.

    — El reto de verdad es hacerlo mejor sin echarle sal — Valiana expuso a su pareja.

    — Me atrapaste, cielo — respondió Artem, viéndose descubierto en sus intenciones — Pero no puedes negar que un poco de sal le daría un toque más delicioso a esta carne.

    La comida por el festejo que estaban dando en el cumpleaños del más joven de su generación continuó con gran tranquilidad. Dado a que era un cumpleaños especial para Winter, había bebida y carne de sobra. Los menores de edad disfrutaban de tragos sin alcohol, mientras que los adultos tomaban un vino hecho con frutas muy similares a las uvas que se podían obtener en la Tierra, y que incluso tenían un sabor más dulce.

    Dado a que Fenya, Vitali y Valiana no invitaron muchos amigos y conocidos por tratarse del cumpleaños de su hijo, sobró bastante carne, por lo cual, se decidió que sería repartida entre los presentes. Mientras Renji se encontraba haciendo los cortes para envolver los trozos con servilletas para cada uno, Airin se acercó a él.

    — Disculpe, señor — saludó con respeto — ¿Podría llevarme algo para mi papá, mi mamá y mi hermano?

    — Claro, te guardaré tres porciones, pequeña Utkin — Renji sonrió con amabilidad.

    — Se lo agradezco — la chica se retiró alegre al saber que podría llevarse algo para compartir con su familia.

    Fenya y Vitali se acercaron a su amigo. No iban a reprocharle el hecho de que decidiera darle porciones a la chica, dado a que no había sido comprado, sino cazado por el propio comandante de la milicia. Pero les caía algo mal que se pudieran llevar tres porciones y no una para compartir.

    — Renji, ¿podrías cortar las porciones que le darás a esa niña de menor tamaño de las otras? — preguntó Fenya, sin ganas de que alguien se llevara demasiado.

    — Está bien, tú mandas aquí — Renji hizo caso al pedido de su amiga — Se las dejaré apartadas y envueltas para que las pueda ver cuando llegue a su casa.

    — Realmente, si fuera comprado por mí, no permitiría que le llevaran estas sobras a ellos — Vitali no estaba muy a gusto con la idea — Esto es solo porque este animal lo cazaste tú. Pero si hacemos otra fiesta de este estilo y la comida la compramos con créditos nuestros, que ni sueñe que le daremos nada.

    — Veo que no te llevas muy bien con los Utkin — Renji podía apreciarlo con solo esa charla — Créeme, el problema es Gavril. Es un tipo muy cerrado y obstinado. De las peores cualidades de un ser humano. Agradezco que su esposa sea una mujer que piense por sí misma, de lo contrario, quizá habríamos acudido al continente oriental y quien sabe que habríamos encontrado. Podríamos estar en guerra con alguna otra especie.

    — Por favor, no digas esas cosas en el día de hoy, quiero estar en paz por el cumpleaños de mi hijo — Fenya no necesitaba algo como eso en un día como ese.

    Aceptando nuevamente una petición de ella, Renji cambió de tema y se puso a hablar con Vitali acerca de lo bien que se lo estaban pasando en esa fiesta.

    Por otra parte, los más jóvenes en la fiesta, tras haber pasado un par de horas después de la comida, empezaron a notar que el clima se estaba poniendo más caluroso al ir avanzando la tarde.

    — Creo que sería mejor aprovechar ahora para meternos al río — Valiana sugería que hicieran algo como eso — Trajeron ropa para meterse al agua, ¿verdad?

    — Claro, que trajimos, pocas veces podemos salir de esta forma — Katia contestó con alegría — Cada una de nosotras trajo en su mochila.

    — Muy bien, aléjense un poco y vayan a cambiarse ustedes primero — sugería Artem, respetando la privacidad de las chicas — Nosotros iremos después.

    Con esa idea ya acordada, Valiana se levantó del sitio junto con Airin, Jessica, Katia y Rosary. Las cinco mujeres en el grupo fueron a buscar las mochilas que habían traído y luego se apartaron un poco de la multitud para buscar un sitio donde pudieran tener la privacidad que requerían para poder cambiarse antes de entrar al agua.

    No era casualidad que hubieran elegido un claro con un río tan amplio para la celebración, dado a que ese lugar tenía una corriente que era de las más suaves y menos violentas en la zona. El riesgo de ahogarse era muy bajo, y mucho menos con tanta gente presente. El agua que corría el cauce era muy clara, sin llegar a ser cristalina, por lo cual, podrían ver bien en dónde se estaban metiendo. La fauna que habitaba allí tampoco era peligrosa, lo que lo volvía un buen lugar para ir a nadar, habilidad que fueron aprendiendo con el paso de los años.

    Iker, Winter y Artem fueron a buscar las mochilas que tenían, en donde tenían sus pantalones para el agua, de manera que pudieran ir a cambiarse rápido cuando regresaran las chicas. Tras esperar por unos diez minutos, ellas ya habían regresado, listas para meterse al agua.

    — Ya era hora, vamos a cambiarnos nosotros — comentó Artem, ansioso por poder entrar al agua.

    Winter y Artem se adelantaron para poder irse a un lugar alejado para poder cambiarse. Iker iba detrás suyo, pero cuando las chicas iban a pasar al lado suyo, él se detuvo. Miró sin perderse ni un solo segundo como ellas caminaban, centrando su vista en Airin. Al momento en el que ella pasó al lado de él, el joven cadete a soldado le lanzó un pequeño silbido, mientras sus ojos estaban fijados en la forma en que caminaba.

    Artem oyó eso, y pudo ver como la chica se daba la vuelta y le dio una sonrisa a su compañero, quien luego se alejó para caminar con ellos.

    — Oye, Iker le ha silbado a tu chica y ella le dio una sonrisa — Artem quería molestar a Winter, pero también lo veía como una advertencia para él — Si dices que no te gusta, yo no tengo por qué dudar de ti. Pero recomendaría que no te durmieras.

    — ¿Airin le sonrió? — Winter se sorprendió de escuchar eso.

    — Pues, de cuatro chicas, ella fue la que recibió atención, quizá solo esté siendo amable — Artem creía que estaba sacando poco a poco a la luz lo que sentía su amigo — Te lo digo de nuevo, atontado, no te duermas.

    — ¿De qué están hablando? — Iker se acercó a ellos y escuchó casi nada de la charla.

    — De lo bien que les sientan los trajes de baño a las chicas — Artem contestó al joven — Bueno, si nos la pasamos entrenando, es algo lógico que tengamos una figura agradable a la vista. Al menos, eso creo yo.

    — Pues sí, son hermosas — Iker pronto se dio vuelta, y vio que ya estaban en el agua — Airin tiene el mejor cuerpo de todas. Y no solo eso, también es la que mejor se mueve.

    Winter se sintió un poco incómodo por haber escuchado eso. Si bien, no creía que él estuviera totalmente atraído por ella, lo cierto era que una ligera atracción existía, quizá desde el momento en que ella se acercó hasta su habitáculo para devolverle el regalo que le dieron para su quinto cumpleaños y que el instructor, padre de la niña, le había quitado.

    — Tal vez él tenga razón — Winter le dio crédito a lo que dijo el novio de su hermana — Debería hablar si realmente me siento así.

    Tras reflexionar acerca de lo que habían dicho, los tres chicos fueron hacia un lugar alejado en el que pudieron cambiarse a gusto para luego regresar y meterse a nadar en el río. No fueron solamente ellos, ya que algunos de los adultos que estaban allí aprovecharon el momento para meterse al agua y refrescarse un poco, pese a que el calor no había sido muy sofocante en aquel día.

    Renji, quien fue el encargado de la cocina, estuvo tanto tiempo junto al juego y el humo que fue de los primeros adultos en acercarse al río para poder disfrutar de la sensación del agua en su piel. Los adultos estaban algo apartados de los menores para poder darles su propio espacio, pero lo suficientemente cerca como para poder acudir a ellos en caso de que hiciera falta, pese a que el riesgo de ahogarse se sabía era muy bajo.

    En un momento, Winter se apartó un poco de su grupo en cuanto vio que sus padres, ambos metidos en el agua, lo estaban llamando. El joven nadó hacia ellos, quienes también se distanciaron un poco de los adultos para tener una charla entre los tres.

    — ¿Disfrutaste de tu fiesta, Winter? — Fenya quería saber si se lo había pasado bien.

    — Indudablemente, mamá — el chico no podía mentir — Gracias por este regalo que me dieron.

    — Por nada, mi pequeño — Vitali acarició la cabeza de su hijo — Para cuando cumplas los dieciocho buscaremos una forma de traer música y haremos unos bailes. Así podrás bailar con tus amigos.

    — Eso sería divertido, papá — al joven Lakor le gustó mucho esa idea — Se los agradecería.

    — Pero bueno, para tus dieciocho años falta mucho, estás apenas cumpliendo quince — Fenya quería que no pensara en eso — Disfruta del resto del día de tu cumpleaños con tus amigos.

    Winter sonrió amablemente a sus dos padres para luego volver nadando hacia donde estaban los demás niños que, a partir de ese día, tenían la misma edad, puesto a que él fue el último en cumplir los quince años. Al regresar nadando, logró notar como Airin le sonreía mientras lo miraba. Eso alegró un poco al joven, quien creyó que quizá no tendría que preocuparse por Iker.

    […]

    — Dime que lo estás viendo — Gavril había detenido el trote que llevaba junto a su hijo, al mismo tiempo que empezó a señalar hacia el océano.

    — Sí, papá, lo estoy viendo justo allí — Vyon sabía que no estaban equivocados — No hay manera de que sea un espejismo compartido.

    Padre e hijo tenían la vista puesta en el horizonte a lo lejos del planeta, y vieron a la distancia algo que se encontraba sobre el agua. Al observarlo atentamente, lograron percibir que estaba en movimiento, cosa que les dio la idea de que podría tratarse de un barco, puesto a que incluso tenía una forma similar a la que ellos conocían.

    — Es un barco, tiene que serlo — Gavril sabía que no estaba loco — Tú también lo ves. No estamos equivocados.

    — ¿Es un barco a motor o a velas? — Vyon tenía curiosidad — No se puede distinguir mucho aquí.

    — No lo sabremos hasta que no se acerque hasta aquí — Gavril no le podía dar esa respuesta — Pero no parece estar moviéndose hacia este lugar. Más bien, parece que se estuviera alejando.

    — ¿Eso demuestra que hay vida en este planeta? — fue la pregunta del menor de los Utkin.

    — No necesariamente, podría ser un barco que quedó años flotando en el mar — el comandante pensaba en todas las posibilidades — Pero, si me hicieras poner las manos en el fuego por alguna alternativa, diría que sí tiene que tener una tripulación a bordo.

    — ¿Y qué vamos a hacer? — el joven cadete a soldado estaba dubitativo al respecto.

    — No traje mi móvil, y tú tampoco — el comandante se quejaba por eso — No tenemos cómo registrarlo en imágenes para que no nos tomen por locos. Pero no sé si llegaremos a tiempo a regresar para buscar algo con qué grabarlo. Quizá al volver se haya ido.

    — Tampoco lo podemos seguir, ¿o no? — Vyon se frustraba, puesto a que creyó que sería algo que podría presumir al día siguiente en clase.

    — No tenemos equipo para algo así — Gavril supo que quizá sería una oportunidad perdida — Pero yo buscaré la forma de traer a varios soldados más hacia aquí. Tal vez eso demuestre que realmente no estamos solos en este mundo después de todo.

    — Lo bueno es que proviene desde el otro continente — Vyon daba su punto de vista — Y quizá no se estén acercando aquí.

    — Eso está por verse, hijo — el comandante veía como dicho objeto visto a lo lejos se alejaba — Nunca hay que dar nada por sentado. Este universo es infinito, lo cual significa infinitas posibilidades. Y hay que tomarlas a todas en cuenta, sin importar que tan pequeñas sean…
     
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  14.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, siento haberme demorado más de lo esperado, pero ya te conté los motivos XD. Sea como sea, he podido leer hoy y me ha gustado mucho el capítulo. Tranquilo, con salto temporal, alegre y con un cierre interesante. Pasaré a comentarlo.

    Iniciamos con un joven de quince años que resulta ser el apuesto Winter, lo que nos indica un salto temporal de alrededor de diez años aprox. Es el cumpleaños del chico y se está preparando una celebración, con una clara explicación de fondo sobre lo que se ha ido haciendo en estos diez años. Al parecer, hay un gran poblado llamado Esperanza, lugar en el que aterrizaron y que sirve como centro urbano de pueblecitos o aldeas más pequeñas, todas rodeadas por un muro que mantiene a resguardo a la gente de posibles depredadores externos. Además, descubrimos que el planeta se llama Gea, en honor a la diosa griega de la Tierra, y personalmente me parece un nombre buenísimo. Me gusta. :dancecat:

    Vitali y Artem, quién es ahora novio de Valiana, están preparando la fiesta mientras esperan la llegada de Fenya y la propia Valiana. Renji llegará pronto con más gente tras haberse ido a cazar algo que cocinar y mientras llega, Winter y Artem buscan a las chicas. Pronto se encuentran todos reunidos en las proximidades de un río, llegando los invitados. Los amigos de Winter, a excepción de Vyon, se encuentran ahí. Queda patente que Winter siente algo por Airin prácticamente desde que eran niños, pero al parecer, Iker, otro de sus compañeros, también tiene interés en la chica. Bueno, Iker, búscate a otra que Airin ya está escogida. :angrycat:

    Tras disfrutar de la comida, los invitados y el cumpleañero se meten al río y se bañan en el, disfrutando de la tarde. Sin embargo, pasamos de esa escena a otra en la que vemos a Gavril y su hijo Vyon, que tras entrenar, se encuentran en la orilla de una playa y divisan una especie de barco a lo lejos, probablemente proveniente del otro continente inexplorado y supuestamente habitado. Algo que hay que tener en cuenta, pues los motivos de que ese barco se halle allí podrían ser muchos. Sea como sea, padre e hijo son conscientes de que deberán notificar esto y poner a todos en alerta. Y es que es cuestión de tiempo que se topen con la especie nativa de Gea. :shani:

    En fin, buen capítulo, amigo. Siento que las cosas van a empezar a ponerse tensas XD. Estaré expectante de cara a lo que se viene. Te mando un fuerte abrazo.
     
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  15. Threadmarks: El lugar al que no debías ir
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe - Asfixiándose en la Oscuridad
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    Saludos. Voy a aprovechar este rato libre de mi descanso para subir el próximo capítulo. Habiendo llegado al número 8 y siendo un total de 22, podríamos decirse que superamos el primer tercio de la historia.

    Quiero agradecer, como cada semana, a mi amigo Manuvalk por su presencia, y por estar siempre leer y participar dentro de esta historia con sus comentarios. Es un placer verlo un día más, ya que esta historia ha recorrido muchos años, y él ha estado desde el primer día :) Por eso, espero este capítulo sea de su agrado.

    Sin noticias relevantes, publico el capítulo. Saludos de nuevo.





















    El lugar al que no debías ir:

    Winter había entrado a la ciudad conocida como Esperanza. Era muy pequeña, casi asemejándose a un pueblo, pero pese a haber transcurrido menos de diez años desde que empezó el proceso de colonización, estaba bastante avanzada en términos de edificación. Mientras en otros pueblos cercanos se habían construido chozas y casas muy sencillas, en esa ciudad se podían contemplar algunos edificios de hasta tres pisos de altura.

    La mayor concentración de gente se encontraba allí, siendo casi la mitad de la población que viajó a bordo del navío que arribó a ese mundo. El resto vivía en los pueblos aledaños que se habían levantado.

    Desde lejos, el joven Lakor fue capaz de ver los restos del navío con el cuál habían llegado hacia ese mundo. Desmantelado en gran parte, cosa que permitió avanzar mucho en el desarrollo tecnológico, ya no podía volver a volar, pero todavía seguía funcionando internamente, proporcionando salas de trabajo a médicos, científicos e ingenieros, junto con vivienda para otro tipo de ciudadanos.

    Al caminar por los caminos de piedra hechos en aquella ciudad, el joven que había cumplido quince años hacía unas tres semanas, se cruzaba con mucha gente. Varios lo saludaban, y él devolvía el saludo. Otros, por su parte, seguían su rumbo sin darle mucha atención. La mayor parte de los conocidos del chico vivían en el mismo pueblo que él, o bien en los que estaban alrededor. La ciudad Esperanza fue reservada para los trabajadores que no tenían experiencia militar, y para ciudadanos de mayor riesgo, siendo estos los de edad más avanzada. A aquellos con suficiente conocimiento militar, se los envió a los pueblos junto con sus familias. Por el hecho de que su padre había logrado completar el entrenamiento militar, él y su familia fueron enviados hacia uno de los pueblos cercanos a los manantiales descubiertos en la primera expedición.

    Pese a que era el sitio más moderno del planeta, Winter no sentía deseos de vivir allí. Asumía que las personas que gozaran de tanta comodidad debían también estar llenas de trabajo para mantener su estilo de vida, mientras que él y su familia podían estar tranquilos en el pueblo donde se encontraban actualmente.

    Eso no le impedía apreciar las maravillas que el desarrollo humano del siglo XXII fue capaz de lograr, pese a estar tan limitado en recursos después de haber perdido el planeta Tierra. El joven avanzó por una calle que estaba hecha totalmente de tierra, para llegar a varios puestos de venta. Pasó de largo uno de frutas, otro de carne y otro de ropa para adentrarse en uno que vendía artefactos tecnológicos.

    — Buenos días — Winter abrió la puerta y saludó al dependiente, viendo que era un hombre solo tras el mostrador — Vengo a buscar un paquete para mi papá.

    — Buenos días, jovencito — saludó el vendedor con educación — Necesito un comprobante. Allí tiene el número de paquete y también a quién debo entregarlo.

    — Seguro, aquí lo tengo — Winter se sacó del bolsillo del pantalón una pequeña tarjeta que acreditaba la compra hecha por su padre.

    El vendedor la tomó, y tras analizarla por un momento, supo bien cuál de todos era el pedido que tenía que atender. Buscó debajo del mostrador de su negocio, el cual tenía una protección de madera puesta, haciendo imposible ver lo que pudiera haber detrás para Winter o cualquier otro cliente. El joven vio que el comerciante colocó una caja mediana encima del mostrador, y luego lo vio sacar una carta.

    — ¿Tú eres Winter? — preguntó el dependiente, suponiendo que la respuesta sería un sí.

    — Lo soy, Vitali es mi padre.

    — Bien, entonces esta carta es para ti — el hombre se la entregó en la mano.

    — Gracias, señor, buenos días.

    Tras despedirse de él, el joven cadete tomó la caja y colocó la carta por encima. Una vez que salió de la tienda, buscó una calle poco transitada para poder sentarse a leer la carta con total tranquilidad. Una vez estuvo cómodo sobre el suelo, Winter abrió la carta tras dejar el paquete a un costado.

    — “Querido Winter, te saluda tu papá” — dado a que la escritura no era muy común dado al poco papel que existía, el chico estaba descubriendo por primera vez la letra de su padre — “Tu mamá y yo queríamos darte un regalo por tu cumpleaños, tal y como hicimos con Valiana. No queríamos que fuera en la fiesta, porque deseábamos que fuera una sorpresa. Te dije que tenías que buscar este paquete para mí porque no queríamos que sospecharas nada, pero lo que hay allí dentro es para ti. Te deseamos de nuevo un feliz cumpleaños. Te amamos con todo nuestro corazón. Mamá y papá”.

    Winter dejó salir una lágrima al mismo tiempo que una sonrisa se formaba en su rostro. Él había estado un poco triste por el hecho de que no había recibido un regalo como su hermana cuando ella cumplió quince años. Pronto entendió que sus padres realmente le habían preparado una sorpresa, y que sí tendría regalo después de todo. Era inesperado para él, puesto a que sus padres jamás le mentían, y nunca lo hubiera podido adivinar.

    Con emoción, el chico tomó el paquete y lo puso por encima de sus piernas, para luego quitarle el envoltorio que lo cubría. Era una caja blanca que no tenía ninguna inscripción, probablemente para que la sorpresa de descubriera al abrirla. Cuando Winter la abrió, se encontró con unos prismáticos en el interior. Él sabía lo que eran, puesto a que una vez había leído al respecto. Un día, cuando tenía siete años, manifestó sus deseos de poder tener un artefacto que permitiera observar las cosas que estuvieran lejos. Se sentía muy feliz de ver que sus padres le habían comprado algo así como regalo, probablemente a la edad de los quince años ya que confiaban en que lo cuidaría bien.

    Ansioso, Winter sacó el objeto de la caja y empezó a ver con ellos. Todo era tal como lo había imaginado, e incluso mejor. Llegó a poder contemplar sentado desde el suelo la punta de los árboles más altos que rodeaban la ciudad, los cuales eran muy lejanos.

    — Esto es espectacular — Winter decía tras guardarlos en la caja — Renji una vez dijo que había una colina alta desde donde se podía ver casi todo el territorio humano. Voy a probarlos allí.

    Se levantó con gran entusiasmo, y fue entonces que se le ocurrió una idea. No tenía por qué pasar el día totalmente solo, y pronto pensó en una compañía ideal para poder ir hacia la colina para observar todos los paisajes que pudiera ver.

    — Espero que Airin esté en casa — Winter empezó a caminar hacia el sitio donde vivía — Sus padres están en una reunión importante hoy, es el momento ideal para invitarla a que salga a pasear conmigo.

    […]

    Tal y como lo había dicho el cadete, los tres comandantes y líderes militares de la humanidad estaban teniendo una reunión importante al aire libre, situados en una pradera cerca de un río pequeño, pero con un avance muy violento. Con sillas y mesas plegables que llevaron para poder discutir sentados y con tranquilidad, los tres estaban reunidos disfrutando del aire que soplaba en el lugar. No estaban solos, puesto a que varios ingenieros y soldados estaban allí. A diferencia de varios días anteriores, Dmitri no estaba allí presente, cosa que dejaba a los líderes con un consejero menos.

    Luego de haber informado sobre la presencia de barcos que eran visibles desde la costa, Gavril estuvo queriendo convocar una reunión para tratar un tema importante. No lo hizo de inmediato, puesto a que quería preparar buenos argumentos de modo que nadie pudiera llevarle la contra en su pedido para acudir al continente de oriente, los cuales estaba exponiendo en la reunión.

    — Vamos, no pueden echarse para atrás en esto — dijo tras terminar su explicación — Seremos un gran número de soldados. Usaremos drones para peinar la zona, y ante el menor indicio de problemas, nos iremos de allí. Pero ya va siendo tiempo de que saludemos a nuestros vecinos. Sé que varios de ustedes creían que lo que yo quería era acercarnos a ellos para tratar de quedarnos con sus viviendas. Si bien, no era verdad, entiendo sus motivos para que pensaran en eso. Ahora ya tenemos varios pueblos e incluso una ciudad para nosotros. Lo que propongo ahora es que nos acerquemos y busquemos una alianza, quizá para proponerles algún pacto de comercio. Yo digo que vale la pena. Nos hemos desarrollado muy bien en estos años. ¿Por qué no buscar dar un salto más grande?

    Las miradas de todos se cruzaron luego de que Gavril sentenciara sus argumentos para enviar expediciones hacia el otro lado de Gea y tratar de establecer de esa forma un primer contacto con los seres que habitaran aquel mundo. Lara y Renji, quienes por más que prestaran atención a sus consejeros, sabían que tenían la palabra final. No lo veían como una mala idea. La humanidad ya no ignoraba las condiciones del mundo en el que se encontraba, puesto a que había pasado casi una década viviendo en él. No encontraban un motivo por el cual negarse ante aquella petición, y fue por eso mismo que ni siquiera tuvieron que consultar a sus consejeros para eso.

    — Yo estoy de acuerdo con eso, cariño — Lara miró a los ojos a su esposo — Creo que, tarde o temprano, eso va a suceder. Somos una especie que está prosperando. Si esperamos más, podría llegar el momento en el que entremos en crisis. Sería mejor evitarlo.

    — Esta vez tienes mi apoyo, Gavril — le dijo Renji, dispuesto a realizar algo así — Pero sé que estás muy entusiasmado con esto. No vamos a partir ni hoy, ni mañana, incluso puede que ni siquiera el mes que viene. Tenemos que preparar embarcaciones para poder cruzar al otro continente, y también hay que decidir qué tipo de enfoque vamos a usar al acercarnos.

    — Bueno, para eso estamos aquí — Gavril sonreía muy satisfecho viendo que se le había hecho caso sobre uno de sus puntos planteados — Tenemos todo el día de hoy para empezar a crear borradores. ¿Alguien quiere ser el primero en proponer algo?

    Con la pauta ya establecida, todos los allí presentes empezaron a debatirse para sí mismos cuál sería la mejor manera de generar un acercamiento pacífico con la especie que habitaba en el mismo planeta que ellos. No podían tomárselo a la ligera, puesto a que una idea errónea podría derivar en un error que le costaría caro a la humanidad si se convertía en una disputa con dicha especie.

    Gavril aprovechó ese momento de silencio para poder regocijarse en su ego tras saber que sería su turno de quedar en la historia de la humanidad por ser quien apoyó esa estrategia desde sus inicios.

    […]

    Airin se encontraba dentro de la vivienda que compartía con su madre, su padre y con su hermano mellizo que era menor a ella por un par de minutos. La chica estaba sentada en una mesa cuadrada, leyendo un libro aprovechando la luz que entraba a la casa desde un gran ventanal en la pared. Mientras tanto, su hermano se encontraba en su cama, mirando al techo fijamente, casi muerto de aburrimiento. Quería llevar su mente hacia otro lugar, puesto a que no soportaba estar encerrado en la casa sin nada que hacer. Tenía autorización para salir si quería, pero no podía hacerlo solo. Sin embargo, no tenía ningún deseo de salir con su hermana o bien con ninguno de sus otros compañeros.

    El silencio que había en la casa lo llevó a pensar con quienes tenía buena relación.

    — Winter definitivamente no — dijo en voz alta.

    — ¿Vyon? — Airin no escuchó claramente lo que dijo — ¿Pasó algo?

    — No, yo solamente estoy hablando solo — su hermano le contestó con amabilidad — Disculpa por eso, sigue leyendo.

    Antes de que la chica le pudiera responder, la puerta de la casa sonó. Tres golpes indicaron a la chica que alguien estaba llamando y probablemente para buscar a sus padres. Airin dejó el libro sobre la mesa, y tras acercarse a la puerta y abrirla, pudo ver a uno de sus compañeros allí.

    — Iker, hola — Airin saludó con amabilidad — ¿Buscas a mi papá?

    — Hola, Airin — el chico saludó con timidez fingida — De hecho, te buscaba a ti.

    — ¿A mí? ¿Por qué? — la chica no entendía el motivo para eso.

    — Quería invitarte a dar un paseo por los alrededores — Iker estaba entusiasmado por eso — ¿Estás disponible?

    — Claro, no estaba haciendo algo urgente — Airin tenía la disponibilidad para eso — ¿A dónde iríamos?

    — A recorrer varios lugares — Iker no especificó cuáles — Pero no iríamos muy lejos.

    — ¿Vyon? — la chica sabía que Iker solo la invitó a ella, pero quería saber si su hermano estaría bien solo — ¿Te parece bien que me vaya a dar un paseo?

    — Como gustes, hermana — el chico no tenía ganas de ir, pero no por eso impediría que su hermana saliera — Le diré a mamá y papá cuando regresen en caso de que no estés cuando eso pase.

    — Muy bien, podemos salir ahora — Airin abandonó el pequeño edificio.

    Iker festejaba por dentro puesto a que tenía muchas ganas de poder irse a pasear con ella. Una vez que la puerta de la vivienda quedó cerrada, ambos jóvenes partieron hacia uno de los caminos de piedra que debían seguir para explorar los paisajes que Iker quería mostrarle.

    La caminata comenzó con ellos preguntándose cosas cotidianas, como el estar con sus familias, los entrenamientos que tenían para convertirse en soldados, lo que comían a diario, y los lugares favoritos de cada uno. Iker esperó hasta alejarse un poco, y cuando ambos estaban paseando por uno de los bosques más frondosos del interior, fue que decidió confesar su plan real a la chica.

    — Airin, escucha, quiero proponerte algo — Iker sonaba un poco nervioso — No quise decirlo frente a Vyon porque temía que pudiera meterte en problemas.

    — ¿De qué manera? — Airin sentía curiosidad por eso.

    — Quiero que crucemos el muro y salgamos del territorio habitado por nosotros — Iker dijo la verdad.

    — Pero ese sitio es…

    — Está prohibido para todos menos los exploradores, lo sé — el chico empezó a sudar — Pero dos amigos de mi mamá y mi papá son exploradores. Ellos hace unos días dijeron que salen a diario y estudian la zona. Me dijeron que hay un camino que conduce hacia una cascada por la cual se llega solo subiendo una montaña. Salieron muchas veces y nunca se encontraron con un solo animal peligroso. Ellos me dieron indicaciones de cómo ir y volver a salvo, sin ningún riesgo. Incluso están por presentar un proyecto para que se trace un camino de piedra hacia ese sitio. No estaremos amenazados en ningún momento. ¿Qué dices? ¿Te gustaría ir a ver ese lugar?

    Airin lo dudó por un segundo. Si bien, entendía lo peligroso que era salir de los muros, puesto a que estos fueron construidos justamente para que los animales más peligrosos no pudieran hacer daño a la humanidad, cierto era que muchas veces tenía deseos de salir y ver otra clase de paisajes. Limitándose a obedecer las restricciones, todo lo que ella siempre llegaba a ver no era más que los mismos lugares. Todos les parecían hermosos, pero ella tenía ganas de ver algo nuevo, y según su amigo, tenía una oportunidad de hacerlo sin exponerse a sufrir algún daño grave.

    — Vamos — la chica no lo quiso pensar más — Quiero ver esa cascada.

    — Excelente — Iker festejaba por eso — Entonces apresuremos el paso. No está muy lejos, pero si tenemos que escalar, puede que tardemos tiempo en llegar hasta allá.

    Dado a que ambos tenían puesta ropa ideal para irse de viaje, usando camisa y pantalones deportivos, empezaron a correr en dirección al muro que separaba el territorio humano de aquellos donde se encontraban los animales más peligrosos.

    […]

    Con la ventaja que le daban sus prismáticos, Winter fue capaz de divisar a Airin junto a Iker corriendo por el bosque. El menor de los Lakor se estaba dirigiendo por el bosque hacia la casa donde sabía que vivía la familia Utkin, pero un ruido que escuchó a lo lejos le llamó la atención. Corrió para alcanzarlo, y con sus prismáticos logró verlos a ambos avanzando hacia el muro.

    — Iker… — Winter recordó que él había tenido un atrevimiento con Airin en la fiesta de su cumpleaños — ¿A dónde van?

    El chico no tenía encima ninguna especie de dispositivo con el cuál pudiera comunicarse con su hermana, con su padre o con su madre. No le gustaba estar lejos de casa mucho tiempo sin que pudiera dar aviso de que llegaría tarde, pero sabía que, si se marchaba a buscar a alguien más en aquel momento, podría terminar perdiendo de vista a sus dos compañeros, a quienes solo podía observar porque contaba con sus prismáticos.

    No quiso darles la oportunidad de que se alejaran demasiado, y fue por eso que empezó su andada tras ellos manteniendo un ritmo un poco más lento. Contando con el regalo que le dieron sus padres, él podía seguirlos a los dos desde lejos. Consideró que era lo más prudente, puesto a que no detectarían su presencia, dado a que él necesitaba de ayuda para poder mirar a tanta distancia.

    Lakor avanzó por el bosque en dirección al muro conservando el mismo ritmo casi siempre, excepto en las ocasiones que era necesario apresurarlo para no perderlos. Tras un recorrido de unos minutos, llegó a ver como sus dos compañeros llegaron hacia la parte más baja del muro. Por precaución, la humanidad eligió no construir una puerta, y para poder salir y entrar del territorio, colocaron un muro de tamaño más pequeño que cualquiera podría escalar. A los costados había poleas e incluso plataformas, en caso de que fuera necesario transportar material de construcción o restos de animales.

    — ¿Qué carajo están haciendo? — Winter veía como ambos trepaban para luego pasar al otro lado — No se supone que debamos ir allí.

    El chico se encontró con un dilema, puesto a que sabía de la prohibición para alguien como él de cruzar al otro lado del muro. Sin embargo, si se quedaba, no sabría qué podría ocurrir con Airin y con Iker en caso de que a ambos les pudiera pasar algo. Temiendo por la vida de sus compañeros, el chico se acercó corriendo hacia la zona baja del muro para poder escalar también, y de esa manera, no perderles el rastro.

    […]

    — Aquí es donde más cuidado hay que tener — Iker habló en un susurro — Los exploradores amigos de mi familia dicen que hay un río extenso. Colocaron un tronco caído y piedras para cruzar hacia allí. Y si podemos llegar hasta el otro lado, estaremos a salvo.

    — Vaya, veo que te preparaste bien — Airin estaba impresionada con el conocimiento del chico.

    — Eso es lo que mereces al salir, estar segura — Iker quería darle un cumplido.

    La chica sonrió a sus palabras, y luego de eso, ambos caminaron hacia el río que indicó el joven Evanson. Su paso era rápido pero sigiloso, de manera que no alertaran a ningún predador en las cercanías. No tardaron mucho tiempo hasta que consiguieron escuchar el ruido del agua corriendo en una dirección, lo cual les indicó que el río debía estar cerca.

    Apresuraron el paso para llegar, y tras atravesar los espesos árboles en la zona, consiguieron llegar a ese río que Iker había mencionado. Ambos vieron lo rápido que se movía el agua, notando una gran violencia en el cauce. Si llegaban a caer allí, probablemente serían arrastrados hacia la desembocadura del río, que incluso podría ser el propio océano.

    — Ven, busquemos el tronco y las piedras — Iker empezó a caminar hacia el oeste — Es la única forma de cruzar a salvo.

    — Ya veo por qué no hay depredadores cerca — Airin lo podía comprender a la perfección — Una corriente tan violenta podría arrastrar hasta a un animal de varias toneladas.

    — Eres tan inteligente como bella — Iker le lanzó un piropo sencillo.

    Nuevamente, la chica esbozó una sonrisa tras la alabanza dada por su compañero, algo que hizo que Iker se sintiera con esperanzas de que ella podría terminar aceptando salir con él muchas más veces en el futuro.

    No tardaron demasiado hasta que lograron encontrar el sitio indicado por el chico. Un total de diez piedras permitían a un tronco caído cruzar el río sin ser arrastrado por la corriente brutal que pasaba por allí. Iker se adelantó, y luego de subirse, tomó la mano de la chica para mostrar con ella un gesto de caballerosidad. Más por seguridad que por otra cosa, Airin sujetó a Iker en todo el trayecto hacia el otro lado, y una vez que lograron cruzar, una sensación de alivio los invadió, puesto a que eso quería decir que estaban a salvo.

    Lo siguiente que hicieron tras haber llegado hacia ese lugar fue seguir el paso a través de un campo casi vacío de árboles, teniendo muy pocos ejemplares en comparación con la zona boscosa del otro lado. Sin saberlo, o siquiera sospecharlo, Winter les seguía la pista desde lejos. Fue tras haber cruzado el muro que el joven apuró su paso, puesto a que estaba en territorio peligroso, y prefería ser descubierto por sus amigos en pleno espionaje que detectado por algún animal hambriento. Con precaución, Lakor cruzó el improvisado puente hasta el otro lado del río, y una vez que estuvo allí, usó los prismáticos para ubicar a sus dos compañeros.

    — Debe ser una zona segura — el chico los veía caminar con tranquilidad — En ese caso, quiere decir que estaré a salvo.

    De pie en el mismo lugar, puesto a que todavía los tenía a la vista, el joven Lakor los miraba atentamente para tratar de predecir cuál sería su siguiente movimiento.

    Iker y Airin caminaban a un ritmo muy lento, incluso para la chica le parecía que tardarían demasiado en llegar a la cascada de seguir así.

    — ¿Por qué no nos apresuramos? — Airin se empezó a impacientar.

    — Lo siento, Airin, no tengo la mejor memoria de todas — Iker se disculpó con ella — Entre que estamos fuera de los muros y que nunca fui a ese lugar, me acuerdo de las cosas conforme vamos avanzando. Si no me equivoco, pronto llegaremos hacia una pequeña arboleda. Allí veremos flores de color azul, amarillo y rojo. Y tras esa arboleda, la cascada debería estar muy cerca. Al menos el sitio al que habría que trepar.

    — Bueno, ya que estamos tomándonos un tiempo, ¿podríamos mirar las flores? — Airin tenía deseos de hacerlo.

    — Claro, no hay problema, todavía es temprano — Iker lo vio como una forma fantástica de pasar el tiempo con ella — No hay que apurarnos.

    De esa forma, los jóvenes caminaron por varios metros hasta que finalmente apareció ante ellos la arboleda que mencionaba el chico. Los árboles eran bastante altos a comparación de los que había en el otro lado, pero la cantidad de estos quedaba muy en desventaja si se ponían a comparar. No vieron flores al haber entrado allí, cosa que estaba desalentando a Airin, y que Iker notó. Nunca había estado en ese sitio, y temía haber entendido mal ciertos datos que le fueron proporcionados, ya que parecía que a ella le gustaban mucho las flores.

    Por fortuna para el joven Evanson, tras unos cinco minutos de no ver nada más que césped, tierra o incluso ramas caídas, las flores aparecieron. Y tal como él lo describió, había varias y con los tres colores que indicaron. Ambos se detuvieron un momento cuando Airin se dio la vuelta para observar las de color rojo.

    — El rojo es mi color favorito, y esas flores se ven muy bonitas — Airin se sentía como una niña pequeña de la emoción que tenía — Quiero verlas un poco más de cerca.

    Iker asintió, y vio como ella se apartó un poco de al lado suyo para acercarse y echarle un buen vistazo a las flores. Creyó que ella se agacharía para tomar alguna, pero en vez de eso, la chica simplemente las veía estando de pie. El joven pronto sonrió al momento que un pensamiento empezó a recorrer su mente. Se acercó hacia ella sin hacer ruido, parándose casi al costado de ella. Extendió su mano y fue allí como, de forma totalmente sorpresiva para ella, le tocó el culo dándole una caricia, un apretón y luego de eso un pequeño golpe suave.

    — ¡Iker! — Airin se apartó cuando sintió el contacto con él — ¿Por qué hiciste eso?

    — Uno de los exploradores nos dijo algo que a mí se me quedó grabado — Iker no respondió directamente a la pregunta de la chica — “Lo veo, lo quiero, lo tomo”. Dijo que usa esa frase cada vez que toma una planta, una fruta o una piedra del suelo. “Siempre que veo un objeto que me gusta, no dudo en aplicar esa regla”.

    — Ya veo — Airin no estaba contenta con él — Bueno, me parece injusto que solo tú puedas hacer eso — la chica forzó una sonrisa al mismo tiempo que empezó a mover su cintura ante la vista de su compañero — ¿Puedo ver, querer y tomar?

    Iker estaba casi hipnotizado con los movimientos que ella estaba haciendo, y tuvo que luchar para no relamerse los labios mientras la miraba. Viendo que ella le había hecho una pregunta, el chico eligió responder.

    — Claro, creo que es tu turno — Iker le dijo con una sonrisa.

    — Cierra los ojos — Airin tenía decidido lo que iba a hacer.

    No solo obedeció su pedido, sino que también preparó sus labios como si fuera a recibir un beso de parte de ella. Airin cerró su puño derecho, presionó con fuerza, y tras juntar toda la determinación suficiente, le lanzó un golpe directo en la boca a su compañero. Este abrió los ojos muy sobresaltado por haber sido agredido de esa forma, y se tuvo que apoyar una mano encima para tratar de calmar el dolor que tenía en la encía posterior. Era tanto que no logró contener un grito algo leve.

    — Mierda, ¿por qué lo hiciste? — Iker no creyó que ella estuviera enojada.

    — Dijiste que me invitaste a dar un paseo para que pudiéramos ver una cascada — Airin le recordó una de las cosas que le dijo — Y yo elegí venir para ver una cascada. No acepté tu invitación para que tú me toquetearas como si fuera tuya. Pero no te confundas, yo pensaba darte una cachetada. Con tu frase de ver, querer y tomar, me estás tratando como si fuera un simple objeto. Me repugna. Me da asco saber qué piensas así de mí, y más asco me da el hecho de que me tocaste.

    — Lo siento, creo que me lo merezco — Iker realmente estaba apenado — No fue lo más brillante de mi parte.

    — Dime, esa cascada que mencionaste… ¿es real o solo era una excusa para traerme hasta aquí para manosearme? — Airin se encontraba muy molesta con él, y no parecía aminorar.

    — Es real, ¿aún quieres verla? — Iker no quería marcharse tras lo que había pasado.

    — Claro, es por eso que acepté salir — la chica tampoco quería irse a casa — Pero si me tocas otra vez, te juro que volverás a tu casa con menos dientes en tu boca.

    Iker no estaba muy contento de recibir esa clase de amenazas, pero comprendió pronto que Airin no tenía demasiada confianza con él como para dejar pasar algo así. Estaba asustado, no solo porque ella era muy buena en combate, sino también por el hecho de que su hermano y su familia eran gente de temer.

    — Lo siento, no te volveré a tocar sin tu permiso — Iker se retractó.

    — No me volverás a tocar — Airin lo miraba con mucho asco — Que eso te quede claro.

    Por la forma en la que había sentenciado su frase, Iker llegó a pensar que quizá había estropeado la oportunidad de pedirle a Airin que fueran pareja en algún momento, cosa que tenía pensado hacer en el futuro, luego de llevarla a recorrer diversos lugares. No pudo hacer otra cosa más que asentir, y fue entonces que ambos continuaron con su camino.

    Desde la distancia, Winter lo pudo observar todo con sus prismáticos. No pudo evitar sonreír luego de ver el golpe que Airin le propició a Iker, dado a que tenía muchos deseos de acercarse a él y soltarle un puñetazo por haberle hecho eso. Viendo que seguían avanzando, el joven Lakor supo que no se marcharían a casa todavía. No tenía forma de saber de qué estaban hablando, pero había tomado la decisión de abandonar su posición y encarar a Iker si le ponía la mano encima una vez más.

    — Si la vuelve a tocar, le arranco la mano — pensaba para sí mismo Winter, con enojo contra su compañero.

    Lo cierto era que el joven cadete deseaba ser él quien pudiera invitar a la chica a dar un paseo, y estrenar los prismáticos mirando cientos de lugares interesantes. Se sintió mal por haber llegado más tarde que Iker, pero peor cuando vio que él tenía otras intenciones con ella.

    Los minutos pasaban, y con ellos el trayecto que seguían Iker y Airin, estando esta última a una distancia prudente de él y mirándolo de reojo, se hacía cada vez más extenso. Dejando la arboleda atrás, un terreno plano se abría paso ante sus ojos, llegando a divisar a lo lejos lo que parecía ser un terreno para escalar.

    — La cascada debe estar cerca — Iker señaló hacia el frente — Calculo que en media hora ya la estaremos viendo.

    — Sí, supongo — Airin no quería charlar con él.

    Iker sentía una sensación horrible cuando escuchó eso. Airin claramente no tenía intenciones de intercambiar palabras con él, algo que ya sabía a qué se debía.

    — Oye, solo fue un pequeño toque — Iker se quería defender — No hay necesidad de convertirnos en enemigos por esto.

    — No fue un pequeño toque, tonto — Airin le empezó a insultar — Y no solo eso, también me comparaste con un objeto. Además, ni tú ni nadie tenía derecho a un pequeño toque siquiera.

    El joven Evanson no pudo hacer otra cosa más que lanzar un suspiro de molestia. Supo que lo que hizo estaba mal, pero no creía que fuera para tanto, sobre todo porque se había disculpado con ella por su conducta.

    Quería decir algo para ver si podía enmendar más su error, pero la forma tan cortante de la chica de responderle y el insulto recibido en la última ocasión le dejó sin ganas de seguir charlando con ella. Decidió que no volvería a abrir la boca. Para evitar decir algo indebido, lo mejor era quedarse callado. La única excepción sería cuando necesitara avisar de algún cambio de rumbo.

    Con el trayecto tan silencioso, la caminata se le empezaba a hacer eterna al joven. No era muy ameno como lo había sido al comenzar, en donde ella no tenía forma de sospechar que él tomaría ese atrevimiento. No tardaron mucho en llegar hasta una zona de piedras, las cuales deberían escalar si deseaban llegar hacia su destino. Dado al tamaño grande de algunas de estas, los dos jóvenes decidieron seguir con su marcha hasta encontrar una zona donde subir fuera más fácil.

    El ruido del viento fue casi lo único que escucharon hasta que Iker empezó a percibir ruido propio de un movimiento cerca de ellos.

    — Oye, ¿lo escuchas? — Iker quería llamar su atención.

    — ¿Un animal? — Airin podía percibir el ruido — ¿No se suponía que no era un sitio peligroso?

    — Quizá no sea un predador, pero mejor estemos atentos — Iker miró hacia las piedras que subían — No viene mal la precaución.

    Lo que escuchaban los dos jóvenes eran pasos, y el ruido se hacía cada vez más frecuente y fuerte. Les llamó bastante la atención, tanto así que se quedaron observando para ver si debían preocuparse o no. Tras un minuto de espera, lograron divisar a un total de cuatro seres pararse encima de las piedras que estaban cerca de su posición.

    Iker y Airin temblaron cuando los vieron, ya que estos no parecían ser animales salvajes. Eran bípedos los cuatro. Sus piernas y brazos eran bastante gruesos. Tenían una piel color negra y no llevaban ninguna especie de pelaje o plumaje que cubriera ese pellejo. Eran de la misma altura, llegando los cuatro a medir dos metros. Una barriga enorme colgaba de su cuerpo, debajo, en su cintura, una especie de prenda hecha de tela cubría sus genitales. Exceptuando por eso, el resto de su cuerpo se mostraba desnudo. Y para mayor terror en los jóvenes de tan solo quince años, estos estaban armados con lo que pudieron identificar como un garrote hecho de piedra.

    — ¡Mierda! — Iker no estaba esperando encontrarse con ellos — ¡¿Qué son esas cosas?!

    — ¡A ellos! — el que se encontraba en el extremo izquierdo los señaló con el dedo de la mano que llevaba libre.

    — ¡Corre! — Airin emprendió el camino hacia el frente.

    Invadidos por el miedo, ambos salieron con el mayor impulso que pudieron para alejarse de esos seres, que incluso podían hablar y comprenderlos a ellos. Con una agilidad impresionante, estos cuatro extraños saltaron desde la altura a la que estaban y cayeron apoyando ambos pies con violencia en el suelo, sin emitir ningún quejido. Su piel era tan gruesa que un aterrizaje como ese no les había hecho el más mínimo daño.

    Estando al mismo nivel que los humanos, estos los empezaron a perseguir, y pese a su gordura, podían alcanzar una velocidad increíble.

    — ¡No! — la chica gritó horrorizada mientras miraba hacia atrás y notar que se acercaban.

    — ¡Hay que cruzar el río y luego deshacernos del puente! — Iker lo vio como la única forma de despistarlos — ¡Incluso si eso no los detiene, los podremos despistar y regresar a casa!

    Lo que no esperaba el joven Evanson era recibir un golpe en la cabeza. Uno de los perseguidores que tenían, al ver que querían escapar, preparó su brazo y le lanzó el garrote que portaba directamente para golpearlo en esa zona. El impacto del ataque no fue letal, ni siquiera con la fuerza para noquearlo, pero consiguió entorpecer sus movimientos y luego hacerlo caer en seco mientras intentaba escapar.

    — ¡Iker! — Airin se dio la vuelta solo para ver cómo otro de aquellos seres extraños le arrojó su arma.

    La chica logró agacharse para esquivar ese golpe que la hubiera derribado, pero eso le hizo perder la suficiente velocidad como para quedar a merced de uno de los perseguidores que se estaba casi encima. Este, con un movimiento de ambos brazos, empuñó su garrote y empujó a la chica al suelo dándole un golpe en el estómago. Al caer boca arriba, Airin se golpeó un poco la cabeza, y lo próximo que sintió fue como un pesado pie se colocaba sobre su estómago. Aquel extraño ser pisó con fuerza, provocándole algo de dolor, y haciendo inútil cualquier esfuerzo de la chica para liberarse.

    Iker, quien se retorcía un poco por el dolor, fue tomado de ambos brazos por uno de los atacantes, siendo retenido contra su voluntad, y casi sin la oportunidad de hacer algún forcejeo. Otro de los que corría junto a ellos se acercó a la chica, quien gritaba por auxilio desde el suelo. Al sujetarla de ambos brazos, la levantó, haciendo que ella empezase a llorar por el miedo de haber sido interceptada y capturada tan lejos del territorio de la humanidad.

    — Por favor — ella suplicó — No nos hagan nada. Déjennos marchar.

    — Increíble, se suponía que esto sería un reconocimiento — el que tenía inmovilizado a Iker comentaba sobre lo sucedido — Terminaremos el día y nos habremos llevado a dos de ellos.

    — Sí, pero eso también nos juega en contra — comentó otro de los captores — Ahora tenemos que apresurar la operación. Si dejamos pasar mucho tiempo, notarán que ellos dos no están.

    — Será hoy, entonces — quien retenía a Airin pensó que quizá sería lo mejor — No hay que darles tiempo a que se preparen. Quizá estos dos tengan familia esperándolos.

    Tal y como lo había hecho durante todo el día, Winter observó todo lo ocurrido desde una distancia prudente. En cuanto los vio aparecer, retrocedió un poco para ponerse seguro, y desde allí vio cómo se terminó de desenvolver la situación. Estaba muy asustado por haber visto aparecer de la nada a cuatro seres capaces de desenvolverse tan bien en una persecución pese a su gran tamaño. Pero lo que más predominaba en él era el miedo por sus dos compañeros, que habían salido a dar un paseo y terminaron siendo capturados.

    Sabiendo que él solo no podía hacer nada para salvarlos, el chico marchó para dar aviso al resto de la humanidad, siendo Gavril y Lara sus objetivos. Mirando en cada dirección para tratar de detectar movimiento que lo pudiera poner en peligro, Winter tomó la mayor velocidad que su cuerpo le permitió.
     
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