La flor del tiempo

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Sere, 16 Mayo 2011.

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    Sere

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    Título:
    La flor del tiempo
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3067
    ∞Ο∞

    CAPÍTULO 1. El permiso

    Me dirigí al castillo tratando de ordenar mis ideas, era la primera vez que hablaba con el rey directamente y ya le pediría un permiso. ¿Qué se suponía que le dijese?... «Su majestad, me permite marcharme del reino por qué deseo volverme vagabunda»; ni si quiera me parece lo suficientemente sarcástico para causar risa.

    —¡Bajen el puente! —exclamó uno de los caballeros en el muro y su orden se cumplió al instante.

    El puente levadizo cayó a escasos centímetros de mis pies seguido de un breve cimbrar de tierra cuando aterrizo la madera en el piso.

    La imponencia con la que se abría ante mis ojos el paisaje del castillo me provocaba una mayor pesadez sobre mi status como campesina de pueblo. Por primera vez, miré belleza a donde quiera que mis pupilas dedicaran su atención y mi olfato aspiro el fresco aroma de la lavanda y el jazmín combinados.

    El jardín al interior del castillo era hermoso y bien custodiado por los jardineros, que a esa hora de la madrugada ya trabajaban en el, con sólo observarlos me proporcionaban una serenidad inigualable, mis ideas eran claras, pero aún faltas de argumentos.

    Avancé con la frente lo más alto posible, la espalda firme, la mirada fija adelante, una actitud de lo más seria, todo lo que me hiciera parecer segura en contraste de lo que en realidad se encontraba mi sentir.

    En mitad de la búsqueda mental por una solución, mi vista reparó en una flor diferente a las otras del jardín, estaba formada de pétalos de cristal y relucía con los pocos destellos que recibía del cenit.

    Me invitaba a aproximarme a ella, poseía un aroma semidulce aunado a una apariencia tersa, debía ser sin duda obra de un talentoso artesano o maestro del vidrio. No podía negarme, así que… la toqué con las yemas de los dedos. Al instante todo el jardín se cubrió de tierra húmeda.

    —Esta es la primera flor del jardín —dijo una voz gruesa y se inclinó hacia la flor, yo viré hacia él, pero una sensación de calidez me recorrió de pies a cabeza. Un Lucario me atravesaba y yo caí de espaldas justo al lado de la flor que me rasgo el brazo, mi sangre resbalaba por sus pétalos de vidrio.

    —Supongo que tendrás un motivo para traer aquí una flor del tiempo, amo —escuché estás palabras de la criatura mágica, pero no percibí este moviera los labios.

    —Así es, la flor del tiempo tiene una segunda función además de mostrarnos el pasado con nuestra Aura, nos permite recordar y reflexionar sobre el pasado cuando logras un mayor control de la energía.

    —Control del Aura, ¿Qué significa eso? —susurré para mí misma. Me apresuré a ponerme de pie y el hombre desapareció, al mismo tiempo que las últimas gotas de mi sangre caían en el suelo.

    Todos los jardineros del castillo miraban atónitos al lugar donde hacia unos segundos estaba aquél hombre, algunas personas se acercaron para descubrir la flor y un joven que vagaba por el jardín se dirigió hasta mi posición.

    —¡Vaya, vaya! Una maestra de Aura, extraño oficio para una chica, pero si así lo has decidido: bienvenida —dirigió una breve reverencia, y yo sorprendida miré alrededor buscando a alguna otra chica cerca de mí. Luego de no encontrar a nadie me detuve en sus ojos rojos color del fuego y le cuestioné.

    —¿Me hablas a mi? —había cierta incredibilidad en mis palabras.

    —No me digas que no eres maestra de Aura e invocaste un recuerdo de la flor del tiempo —presté poca atención a su comentario y me centré en las últimas palabras que habían formado parte de mi espejismo.

    —¿Esa era una flor del tiempo? —señalé la flor que hacía unos segundos se cubría de mi sangre.

    —Sí, lo es. Única dentro del castillo, y sobra decir su uso ya que lo has escuchado de los propios labios de Sir Aaron o mejor dicho de su recuerdo, igual eso no importa. Si no eres una maestra de Aura ¿podrías decirme que te trae de visita al castillo?

    — ¿Y qué te hace creer que vengo de visita? —estaba haciendo demasiadas preguntas a las que yo aún no tenía una clara respuesta, por lo que de alguna manera adopté una actitud defensiva.

    —Tengo tres motivos: Primero que conozco a todas las personas que viven dentro del castillo, segundo tu acento de campesina, y finalmente que hasta el momento no has respondido una sola pregunta que te he hecho sin otra cuestión.

    Cada palabra que surgía de él era irrefutable, en definitiva yo no daba la impresión de ser siquiera trabajadora de ese castillo, no le conocía, y sin duda no había respondido a ninguna de sus preguntas.

    —Yo quiero… No tiene importancia… Me tengo que ir —me retiré del jardín y seguí mi camino hacia adelante, no me importaba lo que pudiesen pensar, sólo tenía una cosa en la cabeza: viajar para encontrar una parte de mí que parecía faltar en mi vida. Aunque por alguna razón su mirada al retirarme, me hacía sentir la necesidad de regresar.
    cΟd

    La espera para hablar con el rey era bastante larga e iba luego de la de los tributos, impuestos y obsequios, sólo pensar desde esa perspectiva me hizo arrepentir de no haber llevado un presente.

    —Si me dices lo que quieres hablar con el rey, tal vez pueda ayudarte —una salida de esa larga espera resultaba tan tentadora que me emocioné por un instante.

    —¿Cómo puedes ayudarme? —Siguiendo la voz que me ofertaba ayuda di con un sujeto alto, cabello color carbón y tez morena clara, no le había prestado la suficiente atención anteriormente para reconocerlo al primer vistazo, fue hasta que caí en sus ojos rojos como el fuego que descubrí quién era. —¿tú?

    —Pues conozco a su majestad, además me interesa todo lo que tiene que ver con el aura de las personas, por cierto me resultaría más grato si me llamaras Raymond. Ahora tomaré la osadía de pedirle que me dé su nombre y aprovechando la libertad que me he tomado también reiterar mi pregunta sobre sus motivos de visitar el castillo.

    Observé la enorme cantidad de personas que había nuevamente, lo más probable sería tardar días en ser escuchada, aunque de igual manera aún no estaba segura de lo que iba a decirle.

    —Mi nombre es Aebli y quiero viajar —las palabras brotaron espontáneamente sin que pudiera contenerlas; no obstante tampoco es que me esforzará en ello.

    —Vaya que interesante… —luego fue cómo si se contuviera de decir algo y sus pupilas perdieron momentáneamente su brillo —. ¿Y qué le impulsa a realizar un viaje? Claro si no es mucho pedir.

    —Me temo que son motivos personales, joven Raymond —espeté de manera educada.

    —Ya te lo dije jovencita Aebli, llámame Raymond a secas… —se detuvo a pensar unos segundos y repusó —. Aunque quizás lo mejor para tus intenciones será que frente al rey me nombres maestro Raymond. Ahora dime, ¿tienes algún destino en específico?

    —¿Por qué debo llamarte maestro Raymond? —Raymond negó con la cabeza y detuvo suavemente su dedo en mis labios.

    —Debes contestar mi pregunta, primero —susurró y enseguida retiró de nuevo su dedo índice sutilmente.

    —En realidad me temo que no, pero… quisiera conocer otras aldeas, personas,… —No encontraba otro motivo, más allá de mi curiosidad siempre había sido demasiado impulsiva.

    —¿Eso es todo?... Entonces ¿tienes algún destino en específico? —la verdad que no tenía del todo clara la situación y sus preguntas parecían causar enormes grietas en mi falsa actitud de seguridad, esa por la que había peleado por mantener desde que entré al castillo.

    —Ninguno —Raymond lanzó un gran suspiró y me sonrió por un instante.

    —Acompáñame, aprendiz Aebli —tomó mi mano y me llevó por los pasillos del castillo.

    —Espera, ¿por qué me llamas aprendiz? —no contestó ninguna pregunta más, y ahora que sus brillantes ojos rojos me daban la espalda y los pasillos oscurecían su tez morena clara, obviaba en la silueta de su musculatura levemente torneada. Hasta el momento, no había caído en su exterior por concentrarme en mi objetivo de viajar y la verdad que el chico tenía cierto atractivo.

    Raymund disminuyó la velocidad y se detuvo a unos pasos de una gran habitación, se viró hacia mí y dirigió unas cuantas palabras sobre cómo debía comportarme, tengo algunos problemas para recordar muchas cosas o prestar atención así que por lo que pude entender esto es lo que debía hacer:


    · Dirigirme a él como mi maestro y de manera respetuosa,

    · bajar la cabeza antes de saludar al rey,

    · respaldar lo que dijera, y… bien es todo lo que recuerdo.

    Tocó la puerta de la gran habitación y un caballero cubierto de su armadura metálica salió a recibirnos.

    —¿Qué ocurre? —preguntaron con una voz ronca y fuerte.

    —Se te olvida saludar, Leandro —el sujeto cambió su voz por una más amistosa.

    —Buen día, maestro Raymund —miró dentro de la habitación y comunicó nuestra llegada, o mejor dicho la de él, luego reparó su atención en mi para luego cuestionarle —¿quién es ella?

    —Es mi nueva aprendiz —respondió presuroso y se adentro en la habitación sin mayor preámbulo, mientras que yo me mantuve de pie al lado de Leandro.

    —¡Eh! —Leandro se dirigió al joven Raymund —, ¿has tomado una aprendiz? Jamás había escuchado hablar de una maestra de Aura.

    —Por eso vengo a hablar con el rey —paró a contestar al caballero con una enorme sonrisa y siguió su camino —, vengo a presentarla.

    Pese a su armadura metálica, podía sentir la manera tan fría en qué era examinada por ese hombre, luego de lo que para mi pareció el eterno avanzar de Raymund hasta la cama el caballero volvió a hablar.

    —¡Oye, tú!, —esta vez se dirigió a mi —¿Cuánto le darás a cambio de sus enseñanzas al maestro Raymond?

    La pregunta me había sorprendido, pero comprendí que no podía tardar mucho en responder.

    —¿Yo?... Pues en realidad… Aún no estoy segura —contesté dubitativa.

    —Dos años de trabajo a mi servicio –adelantó a resolver Raymond, y el caballero se mostraba aun más confundido. Hasta el momento no me había tomado el tiempo de preguntarme ¿quién era Raymund?, pero por lo visto era alguien muy importante.

    —Sígueme, Aebli –me dijo mientras desaparecía detrás de la puerta, y aunque tardé un poco en reaccionar apresuré el paso para seguirle.

    La habitación tenía el tamaño de mi pequeña casa y sólo había unos cuantos muebles de madera bastante ornamentada que incluía la cama donde reposaba el rey.

    El monarca no era tan espectacular como lo había imaginado. Su cabello era canoso con apenas algunos destellos que anunciaban su color castaño, su piel era morena clara, su nariz un poco chata, y por último bastante alto en estatura, pero se veía reducida por su regordeta figura.

    —Buenos días, su alteza. Aquí viene su humilde servidor — una reverencia acompañaba de sus palabras.

    —Raymund, por qué tanta formalidad desde la madrugada. Para ti basta un buen saludo, sabes que eres casi tan importante como mi hijo.

    —Ya sabe, me gustan las formalidades, y hablando de ello… una es la que me trae aquí.

    —¿Y qué podrá ser? —respondió alegre el rey.

    —He decidido seguir su consejo y tomar un aprendiz —al parecer la noticia complacía bastante al monarca, puesto que se puso de pie de manera inmediata.

    Llevaba una piyama completa de color blanco, con una segunda capa delgada de tela que le daba una apariencia suave y fresca.

    —Pues ya era tiempo, ¿y quién es él afortunado? — aplaudió el rey, a la vez que se arremangaba como si preparará un gran abrazo —¡que entré!.

    Con un discreto ademán, Raymund me invitó a acercarme al monarca y prosiguió su discurso.

    —En realidad es ella —el rey se tornó serio, me recorrió con la mirada y sentía cómo cada parte de mi cuerpo era criticada. Luego le murmuró algo a Raymund provocando un breve enrojecimiento en sus mejillas, a lo cual él joven repuso velozmente –. De ninguna manera.

    —¿Entonces que te ha hecho elegirla? —cuestionó el rey con aire autoritario y superioridad.

    —Simplemente, me ha maravillado —una sonrisa espontánea escapo de sus labios e hizo una pausa al escuchar de nuevo la voz del rey.

    —Ves como si era eso —había algo en los comentarios del rey que comenzaban a hacerme sentir incómoda.

    —Pero no de la forma que usted cree —su majestad enarco una ceja y Raymund se preparó para debatir el punto de manera cautelosa, haciendo que su voz sonará lo menos ofensiva posible —, ella logró activar la flor del tiempo del jardín.

    —¿Qué dices? –el rey se puso de pie y miró mis ojos en búsqueda de algo que le convenciera de las palabras de Raymund.

    Entonces las puertas se abrieron de nuevo, no pasó mucho tiempo para que entrara por ellas un joven de ojos color plata, cabellos castaños, y adornado por una llamativa vestimenta con joyas.

    —Padre, me siento agotado de atender los pedidos del pueblo, ¿puedo ir a descansar? —sugirió a su padre con una voz del castillo

    —¡Qué extraño!, recién venimos de ese lugar y hay una fila interminable de personas que casi no avanzan — respondió Raymund.

    —Nadie pidió tu opinión, Raymund. Recuerda que en poco tiempo podrías ser mi sirviente, así que cuida tus palabras.

    —Príncipe Marco —respondió el soberano —le recuerdo que no sólo el rey se sirve del pueblo, sino que el este deberá tener voluntad de cumplirle y si se desase de su maestro de Aura, podría quedar expuesto a otros reinos que lo tengan, por ello le sugiero que se preocupe más por dicha labor.

    El príncipe Marco parecía no valorar las palabras de su padre, era la primera vez que observaba a la realeza y también a un padre desobedecer a su hijo.

    —Si deseas dar tu opinión, dila —se dirigió a mí el joven Raymond, pero atrajo la atención del rey y el príncipe de nuevo a la única nueva en la habitación.

    Sentía un cálido sentimiento recorrer todo mi cuerpo, lo conocía perfectamente desde hace mucho tiempo, lo experimentaba cada vez que me sentía forzada a admitir algo que podría traerme problemas o que me hacía sentir fuera de lugar… Probablemente, sea mejor conocido como timidez. ¿Cuánto de contradictorio era este sentimiento en consideración a mi lado impulsivo?

    —No, yo no debería… son asuntos de sus altezas y mi opinión sobra.

    —Un maestro de Aura puede dar consejo a la realeza de vez en cuando, así que externa tu opinión.

    —Por favor, jovencita —el monarca sugería que opinará como si me estuviese poniendo a prueba —hubo un largo silencio, y cuando sentí la presión de las miradas comprendí que no tenía otra opción.

    —En realidad, creo que debería de escuchar a su padre, en especial no exhibirse en frente de la gente desconocida, eso refleja una gran debilidad en la familia real, su honorable alteza —desconozco si el príncipe Marco habrá escuchado mis palabras, pero no dejaba de observarme cuando el rey soltó una carcajada.

    —Por lo visto, tienes una valiosa aprendiz en cuanto a poderes del Aura refiere y también poseedora de un enérgico carácter que puede fortalecerse. Tienes mi autorización para enseñarle tus secretos y convertirla en tu ayudante, inclusive si mejora lo suficiente llegué a ocupar tu mismo puesto.

    —Muchas gracias, su alteza —se apresuró a contestar Raymund —. Pero tengo otra petición por hacerle todavía.

    —La que desees, Raymund —reveló una sonrisa un rey más amable.

    —Le solicito de la manera más atenta, me permita salir del reino para enseñarle a mi aprendiz los secretos del Aura en la naturaleza.

    —Concedido, Raymund. Esperare los resultados del entrenamiento muy pronto.

    Aún no entendía nada del Aura, pero por lo visto Raymund acababa de comprometerme a algo muy serio. Así que lo más probable era que no podría tener la libertad que tanto ansiaba.

    —Esperen un momento —interrumpió el príncipe Marco —Padre, me has pedido que me interese más en el aura ¿Qué te parece si les acompaño en su viaje?

    —Pero, hijo mío eso es muy peligroso.

    —Además sólo nos retardarías en nuestro viaje —el comentario de Raymund tomó poca importancia para el príncipe Marco, quién siguió en la labor de convencimiento para su padre…

    Agaché la mirada y me pregunté ¿cuáles serían las consecuencias de haber seguido a Raymund? También creí que no lograría sentirme libre como los vagabundos, era una verdadera lástima.
     
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    Sere

    Sere Silent

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    Notas de la autora: Colocó las notas de manera separada, por que espero que el contador de palabras funcione de la manera correcta.

    Este fan fic se encuentra en proceso de elaboración, pero creo que si lo publico me comprometeré un poco más a continuarlo, así que decidí hacerlo; sin embargo, no fijaré plazos para publicar la continuación... después de todo siempre se corre el riesgo de no cumplirlos, en especial en estos momentos de escuela.
     
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    Arleet

    Arleet Fanático

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    S. Vangelis Hola! Bueno quisiera decirte que me gusto mucho, pero me parecio algo raro encontrarlo en el lugar de Pokemon, aunque estoy segura que luego lo descubrire. Me gusto mucho tu naracion, y la verdad no me concentre en buscar los errores, aunque estoy segura que no debes tener... Estoy de acuerdo con poner las notas de autor por separado para que el contador de palabras sea correcto.
    Espero que puedas continuarlo lo más pronto pocible, un beso.

    PD: Perdona los orrores de ortografia...

    Atte. Michy Cullen
     
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