La curiosidad no mato al gato, al contrario, lo salvo.

La curiosidad no mato al gato, al contrario, lo salvo.

Bien, me de nuevo con otra tonteria que le pasa x'D Esta vez solo fue un susto uwu

Sonó el timbre anunciando que el receso terminaba. Como era costumbre mis amigas y yo fuimos a clases. Hoy nos tocaba contabilidad.

Afuera del aula nos encontrábamos todos, esperando a que la profesora dejara de hablar con los demás maestros y nos permitiera entrar.

Cuando éstos salieron yo los saludé, uno de ellos me había dado el año pasado y otro me estaba dando éste. Me quede esperando a que la profesora nos dijera entren pero nunca lo dijo, o mas bien, no la oí.

Pasaron menos de dos minutos, en los cuales la profesora seguía sin llamarnos. Con curiosidad por eso, decidí dejar de hablar con mis amigas y asomarme por la puerta.

Allí estaba; la maestra al fondo de la clase caminando mientras hablaba por teléfono, ¿por eso no nos llamaba?

Volteó a verme y me hizo una seña para que entrara, sin preocuparme por decirle a mis amigas ni a mis compañeros entré a la clase, total, ellos tarde o temprano se darían cuenta de que yo ya había entrado y harían lo mismo.

Me dirigí a mi mesilla, dejé la mochila y me senté. Esta era el aula que más me gustaba; era la más limpia, la mejor equipada, y la más cómoda.

Si tan solo no fuese la clase de contabilidad, amaría con todo mí ser este salón.

La profesora siguió hablando, y yo seguí pensando: ¿por que nadie entra?

En eso la maestra cuelga el teléfono, lo deja en su escritorio y va a la puerta.

—Y se quedan afuera— dijo al momento de cerrar la puerta.

—Profe—le llamé, si esto fuera un anime probablemente le hubiese dicho etto. Volteó a verme—¿Los dejara allá?

—Claro, y todos tendrán falta. Debieron entrar cuando les dije.

¿Cuándo nos dijo? ¿A que hora nos dijo?

—Seguramente no la escucharon—les defendí.

—¿Y tú por que estas aquí si no me escucharon?—buena pregunta me había mandado la maestra, que no sabia como contestarle—Y si me oíste ¿Por qué no les dijiste?

¡Ahora resultaba que era mi culpa! Mejor me callaba.

—Olvídelo— le respondí. Si ellos no habían entrado era por tontos, no por sordos.

La profesora fue a su escritorio.

—Bien dime, ¿en que ejercicio nos quedamos la clase anterior?

¿Me hablaba a mí? ¡Claro que me hablaba a mi! ¿A quien mas si no a mi mochila o a la pared?

—Fue en este— le dije llevándole las cuentas de mayor que habíamos hecho—Me salieron diecisiete.

En ese momento agradecí haber hecho la tarea, si no, ¿cómo diablos me iba a librar del regaño? No había nadie mas que la entretuviera en lo que se me ocurría una excusa creíble.

—¿Son las que les dieron?— preguntó.

¿Les? ¡Pero si solo estoy yo!

Ahora hablaba en plural como si mis compañeros estuviesen allí.

—Si— le contesté sonando tímida, que la profesora me diera clases nada más a mí me asustaba.

—Bien— me contestó.

—Oh profe—recordé—Voy a comprar el libro completo— le dije sacando setenta y cinco pesos de mi bolsa del pantalón. Anteriormente la maestra nos había encargado llevar el dinero para un libro de la materia, podría ser compartido o individual. Yo lo quería para mi sola.

—De acuerdo. ¿Que número eres?— sacó la lista.

—Veintiocho— le respondí. Vi como me apuntaba.

—Bien Yoseline—contestó al momento de poner una palomita al lado de mi nombre—Fuiste la única que no falto a clases y cumplió con la tarea.

¿La única? ¡Pero si todos estaban allí afuera! ¡Con la tarea hecha y todo lo demás!

Me fui a sentar, vi que la puerta estaba entreabierta.

—¿No se puede cerrar?— pregunté. Si la respuesta era no, sería feliz, seguía asustándome ser la única a la que le dieran clases, y tan siquiera mientras la puerta estuviese un poco abierta podría escuchar las voces de mis compañeros, de la sociedad.

—Si se puede—me confirmo—Pero así hay que dejarla.

¡Gracias a Dios! La puerta seguiría así, sin cerrarse.

—¿Enserio los dejará afuera?— volví a preguntar. En mi mente no cabía ni cabría la posibilidad de que yo fuera la única alumna en todo un salón, y aun peor, que solo a mi me dieran clases.

—Así harán caso a la primera que les hable.

No, eso fue suficiente, ¿En realidad planeaba darme solo a mí la materia?

—Pero no la oyeron. Ni siquiera yo, por la curiosidad entré.

—Yo los llamé.

Y me volví a callar. Esta bien, solo a mi me daría clases, eso era bueno, pero también malo. Solo yo aprendería, pero seguía siendo traumante un salón, una profesora, y un solo alumno.

Tomé mi cuaderno para comenzar a rayar algo. En eso, la maestra se levanto de su silla, se dirigió a la puerta y dijo.

—Mejor si los dejare entrar, si no me ponen falta a mi como maestra.

¡Aleluya! ¡Esta clase no será nada mas para mí!

Abrió la puerta, todos mis compañeros entraron, acompañados de un regaño de la maestra sobre el por que no habían entrado. Les dijo que tendrían falta, y que yo no.

Sebastián, un amigo dijo que yo no les había avisado que debíamos entrar.

Y yo insistía de nuevo; fue por tontos no por sordos que no entraron.

En ese instante por mi mente solo pasaban dos cosas: La profe no me daría clases solamente a mí y, todos tendrían falta menos yo.

No pude evitar que la risa saliera de mi boca después de eso.

La curiosidad esta vez no había matado al gato, al contrario, lo había salvado…


Ok, ok, para mi eso fue traumante T.T Estaba sola en la clase, y me parecia oir el eco de las palabras de la profesora, era un ambiente aterrador T.T

Dedicado a mi linda nahi shite ;3 y a mi lindo galletito Tsetsuya ;D