La bruja zulia

La Bruja Zulia​

Esta es la historia de la Bruja Zulia. La bruja Zulia vivía en un hermoso bosque, lleno de enormes árboles y arbustos con flores de muchos colores.

Zulia había sido bruja toda su vida, pero a pesar de que algunos le temían cuando escuchaban que era “bruja” ella sabía demostrar que tenía un buen corazón… no tardaba mucho para que las personas que le conocían apreciaran a Zulia.

Los hechizos favoritos de esta brujita eran los que llenaban el bosque de color: en las mañanas salía con su varita mágica y montada en su escoba lanzaba hechizos por todo el bosque. Hacía que las flores cambiaran de colores y que los árboles se llenaran más de hojitas.

Estaba feliz viviendo en su cabaña del bosque, pero había tardes en que se sentía algo sola… se sentaba a ver por la ventaba y observaba a los animalitos jugar entre sí. Incluso las mariposas jugaban juntas.

—Ahh…. —Suspiró Zulia, apoyando su barbilla en las palmas de sus manitas—. ¡Yo también quiero jugar con alguien!

Se cruzó de brazos, alejándose de la ventana aun quejándose por lo bajo.

—¡Quiero un amigo especial! —Se decidió mientras se ponía su sombrero picudo y se montaba en su escoba—. ¡Encontraré un amigo!

Abrió la puerta de su cabaña y salió volando sin duda alguna.

Recorrió todo el bosque, encontraba animales, trolls, algunas hadas, pero no encontraba ninguna bruja, mago ni humano.

Enfadada por no obtener resultados, le ordenó a su escoba que fuera más rápido. Pronto y sin darse cuenta llegó a una aldea que estaba no muy lejos del bosque donde vivía.

—¡Humanos! —Sonrió y aplaudió de alegría—. ¡Seguramente aquí encontraré amigos!

Zulia le ordenó a su escoba que descendiera y después se bajó de ella.

—Espérame aquí escoba —le ordenó al acomodarla al lado de un árbol—. ¡Vendré cuando consiga un amigo! —Le dijo animada y sonriente.

Cuando Zulia entró al pueblo, la mayoría de los que ahí vivían la miraron con miedo y comenzaron a alejarse de ella.

—¡Una bruja, una bruja! ¡Escóndanse! —Decían las personas mientras veían como ella caminaba por el pueblito.

Pronto no había ninguna persona afuera. Zulia se sintió triste al ver que todos le temían.

—Salgan por favor —pidió acercándose a lo que parecía ser una panadería—. Yo no soy mala… ¡Vine a hacer amigos! —Sonrió mientras se asomaba por las ventanas.

Aun así, nadie salió.

Desanimada y algo triste, Zulia caminó hasta la plaza en mitad del bosque y se sentó en la fuente que estaba justo a la mitad.

—¡Yo sólo quería hacer amigos! —Suspiró mientras sus ojitos se llenaban de lágrimas—. ¡Pero me tienen miedo!

Cubrió su carita con sus manos, intentando no llorar más.

Escondido junto su familia, un jovencito miraba llorar a Zulia…

—Mami… no parece ser una bruja mala —comentó sin dejar de observarla—. ¿Y si me le acerco? —Le propuso a su mamá sonriendo.

La señora se asomó por la ventana también, estaba preocupada pero sin duda se sintió mal al ver a Zulia tan solita.

—D-de acuerdo… ve, pero si intenta hechizarte, regresa de inmediato.

El chico asintió con la cabeza para después correr a la puerta y salir.

—H-ola —La saludó. Zulia levantó la cabeza sorpendida.

—Hola —contestó aún con carita triste—. ¿Tú no me tienes miedo?

El muchacho sonrió y se sentó a su lado en la orilla de la fuente.

—No pareces mala… ¿Eres mala?

Zulia negó con la cabeza.

—No, soy una bruja buena —sonrió y se limpió las lagrimitas de sus mejillas—. Me llamo Zulia, mucho gusto.

—Me llamo Ethan —dijo el chico—. ¡Mucho gusto y bienvenida!

La brujita sonrió para Ethan.

—¿Y a que viniste? —Preguntó Ethan con mucha curiosidad.

—Vine a hacer amigos —respondió la joven brujita—. Vivo en el bosque, ahí los animales juegan juntos… y yo quería tener un amigo para jugar… Pero todos parecen tenerme miedo…

Ethan pensó por un momento.

—Si quieres yo puedo ser tu amigo —ofreció con una sonrisa.

—¿De verdad, lo serías? —Zulia pareció realmente animada después de esa idea—. ¡Me encantaría! —Llena de felicidad Zulia abrazó a Ethan.

Después de que Ethan acordara ser amigo de la brujita le propuso que les mostrara a las personas que ella no era mala; Zulia sacó su varita mágica e hizo que todas las macetas del pueblo tuvieran hermosas y enormes flores de muchos colores diferentes. Llenó la fuente con agua limpia y limpió las callecitas con una brisa poderosa.

Asombrados los pueblerinos salieron de sus casas y escondites, para darse cuenta que, efectivamente, Zulia no era una bruja mala.

Después de ese día, Zulia logró hacer muchos amigos, que la recibían en el pueblo y jugaban juntos por horas y horas…

Zulia se sentía como la brujita más feliz del mundo. ¡Al fin tenía amigos!

FIN