La Boda (Shikatema)(Kankusari)(Gaamatsu)

Wiiii!! Contii :D
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El 30 de julio, la familia Sabaku No al completo cogió un ferry que cruzaba el desierto y salía hasta Suna. Tal vez hubiera sido más conveniente viajar en tren o incluso en avión, pero con ninguno de estos transportes podían llevarse sus coches. El ferry era pequeño y aparte de ellos, tan solo había un par de familias más. Los hermanos y amigos de Temari fueron distribuyéndose con sus mujeres e hijos, a los que no perdían de vista. Para el peli negro y la rubia, el principio del viaje fue tenso, muy tenso. Se palpaba una distancia que no había existido anteriormente. La suerte fue que los demás estaban tan emocionados con el viaje que no se dieron cuenta. Temari se entretuvo con un libro, pero pronto salió de la cabina que compartía con TenTen, Neji y sus hijos; le faltaba el aire. Ignoraba donde estaba Shikamaru e ignoró la mirada penetrante que le dedicó TenTen. La chica sí que sabía lo que le estaba pasando.

Shikamaru nunca había estado en Suna, y eso al menos conseguía que su ilusión no se esfumara. El casi beso con Temari rondaba en su cabeza constantemente. Nunca, en los más de seis años que llevaban de amistad, se había visto abocado por ello. Así que era entendible su consternación. Él y Temari no habían hablado, ni siquiera se habían mirado, más que de reojo.

Temari bajó las escaleras laterales y se plantó cerca de donde estaban los coches. Los fue bordeando hasta que se quedó en la popa del ferry. Frente a sus ojos, la ciudad de Konoha cada vez se iba haciendo más pequeña. Se apoyó en la barandilla y cerró los ojos; pequeños granos de arena flotaban en el aire. Pasaron diez minutos, hasta que percibió una presencia detrás de ella.

Shikamaru había intentado despejarse la cabeza jugando con los pequeños al shogi o hablando de su trabajo con sus amigos. Sasuke y Neji eran los más responsables en ese terreno y estaban sumamente orgullosos de la empresa de contabilidad que tenia la familia. Pero el olor a dalias que desprendía Temari ya se había convertido en parte de él y no podía dejar de pensar en ella. El peli negro también estaba algo confundido, y sabía que lo mejor era hablarlo. Por eso había aprovechado esa oportunidad de estar a solas. Él y Temari solo eran amigos, nada más. Era de tontos pensar en algo más. Sin embargo, cuando la rubia se dio la vuelta para mirarlo, el corazón de Shikamaru se aceleró y sintió un escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza.

- Hola –dijo ella en un susurro. No llevaba maquillaje y el sonrojo de sus mejillas era natural. Mechones de cabello rubio flotaban como si fueran hilos al viento y la blusa negra se le pegaba al cuerpo de manera muy sensual.

- Hola –correspondió él cuando dejó de analizarla. Se apoyó a su lado en la barandilla y miró hacia el horizonte. Eran las doce del mediodía y el sol estaba en su momento más álgido del día. Los rayos amarillos dotaban al mar azul de un brillo espectacular- Es una vista preciosa.

- Si, lo es. –Temari podía sentir como su pulso se aceleraba. Deseaba cerrar los ojos y que al abrirlos se encontrara en otro lugar; en otra situación. Se sentía muy incómoda, no por lo que habían estado a punto de hacer, sino por lo que podría haber significado.

- Tem…tenemos que hablar. –dijo Shikamaru y se pasó una mano por la cara- Realmente no sé por dónde empezar, puesto que no ha pasado nada. Pero ambos nos sentimos incómodos y eso es algo que no me gusta.

- Lo sé; a mí tampoco me gusta –ella volteó la cabeza para mirarlo, manteniendo sus manos enlazadas por encima de la barandilla gris. Era un hombre hermoso, eso lo sabía, pero con unos rasgos masculinos muy marcado que hicieron que a Temari le temblaran las piernas.

- ¿Estuviste a punto de besarme la otra noche? –la pregunta tan directa de él, la descolocó.

- ¿Estuviste TU a punto de besarme la otra noche? –después de unos segundos de sorpresa y bastante sofoco, Temari le devolvió la pregunta con el rostro sumamente rojo.

- Buen punto. –medió sonrió él; suspiró.- No me hagas explicarte porqué, pero me pareció muy natural querer besarte en ese momento. Y creo que no solo yo lo deseaba. No es nada malo, pero…-Shikamaru movió las manos en el aire.

- Shika, no quiero que nuestra amistad se estropee por un impulso o por una confusión de ideas. –Temari puso en palabras lo que realmente les preocupaba a los dos. Se miraron a los ojos como lo hacían antes de ese impulso.

- A mí tampoco me gustaría que pasara –Shikamaru le pasó una mano por la cintura y ella descansó la cabeza en el hombro izquierdo de él. Le acarició el cabello con cariño y el olor a dalias llenó de nuevo sus pulmones.- ¿Crees que podrías llegar a sentir algo por mi si nos besáramos?

- No lo sé; ¿y tú por mi? –Temari siguió mirando el desierto en calma. Las piernas le temblaban y el corazón hacía rato que le latía a una velocidad desconocida.

- No lo sé. Por eso creo que deberíamos besarnos y aclarar de una vez esta situación. –Shikamaru volteó la cara para mirarla cuando lo dijo. Temari levantó la cabeza y abrió la boca.

- ¿Hablas…enserio? –con sus ojos color aguamarina taladraba al peli negro en busca de algún atisbo de broma o burla, pero no había ninguno. Su rostro estaba tan rojo como el cabello de Gaara y sentía en que cualquier momento comenzaría a hiperventilar.

- Totalmente. Odio estar así contigo; eres una persona muy importante para mí. Te quiero, y no me gustaría perderte por una tontería como esa. Además, es que ni siquiera nos hemos besado. Deberíamos dejar de comportarnos como unos críos y empezar a actuar como los adultos serenos y derechos que somos…o intentamos ser. –el razonamiento de Shikamaru era totalmente correcto y la rubia no tuvo más remedio que aceptarlo.

- Tienes razón, pero… ¿de verdad quieres besarme? –se aventó con la mano para darse un poco de aire, que lo necesitaba y mucho.

- Es la única forma de salir de dudas y volver a como éramos antes –Shikamaru hablaba muy enserio.- No me gusta estar a tu lado y sentir que en realidad estás muy lejos de mi. Nuestra relación no es así. Eres mi mejor amiga, y quiero recuperarla antes de perderla del todo.

- Tú lo has dicho, soy tu mejor amiga, y los mejores amigos nunca se pierden. Vas a tener que aguantarme algún tiempo más, Nara. Bien, ahora…–Temari se volteó del todo, se apartó el cabello de la cara, se humedeció los labios y miró al peli negro- Bésame.

- ¿Ahora? –Shikamaru se echó para atrás y se sonrojó levemente. No se esperaba que ella aceptara su teoría tan pronto. Tragó saliva y la miró con los ojos muy abiertos.

- Si. Contra antes salgamos de dudas mejor. –Temari le pasó una mano por el brazo- Shika, tenemos una boda en la que actuar y…la función comienza mañana a primera hora. Debemos ajustar nuestros papeles a la realidad.

- Muy bien. Si así lo quieres, te besaré ahora. –el peli negro le pasó una mano por la cintura y la pegó a su cuerpo. Temblaban ligeramente, ya fuera por el frío que empezaba a hacer o por lo que estaban a punto de hacer.

- Lo queremos los dos –rezongó ella. Ladeó la cabeza y una nueva ráfaga de viento le revolvió el cabello rubio tapándole el rostro. Con delicadeza, Shikamaru se lo retiró y después le acarició la mejilla. Temari tuvo que poner sus manos en los hombros del peli negro porque las piernas parecían querer fallarle. Shikamaru se fue acercando a ella muy lentamente, sin quitar sus ojos oscuros de los de ella.

- Lo queremos los dos –ratificó él. Intensificó el agarre en su cintura y besó primero su nariz antes de bajar a sus labios. Eran rojos, gruesos y sabían a cerezas.

Temari cerró los ojos, pero Shikamaru los mantuvo abiertos para ver como se sonrojaba, luego los cerró. Llevó su mano hasta la mejilla izquierda de ella y la posó con delicadeza. Sintió como la piel de ella temblaba y su sonrojo se intensificaba. Temari subió sus manos hasta la nuca peli negra y movió sus dedos entre los cabellos. Sus labios y los de Shikamaru encajaban perfectamente. Movieron sus bocas a un mismo compás, y no utilizaron la lengua, pero sentían que el alma se les escaparía en cualquier momento. Shikamaru bajó ambas manos hasta la espalda de Temari y la arrinconó contra la barandilla del barco. El cabello de ella le hacía cosquillas en el rostro, pero no se detuvo. Pasó su lengua por los labios de ella, aunque no la entró en la boca, y después los succionó. Fue la falta de aire la que hizo que se separaran con un gemido que quedó ahogado por el ruido del mar

- ¿Y bien? ¿Sentiste algo? -preguntó Shikamaru

- Yo…yo…n-no. No sentí nada. ¿Y tú? –la rubia muy roja, aun seguía apoyándose en los hombros del peli negro. Tenía los labios hinchados y la mirada brillante; se había quedado sin palabras. Nunca pensó que besar a Shikamaru fuera así. Ese beso había conseguido hacerla temblar de arriba abajo e infundirle un calor que antes no sentía. Había probado el sabor a menta de los labios de Shikamaru y había sentido la delicadeza de sus manos en su cintura. Temari había sentido muchas cosas, pero dijo que no.

- No…no, yo tampoco. –el tono de voz de Shikamaru fue monótono; se esforzó porque no hubiera ninguna emoción en él. El cosquilleo que había comenzado en sus pies, se había extendido por todo el cuerpo y había despertado en él otra clase de deseos. Pero al igual que Temari, no iba a aceptarlo…todavía.

- Bien, pues…entonces…hemos sido unos idiotas al preocuparnos por algo que no tenía razón de ser. –dijo Temari siempre práctica.- Me alegro de haberlo aclarado.

- Si, yo también. Ahora sabemos que nuestra amistad no se resentirá bajo ningún concepto. –Shikamaru le indicó con un ademán que volviera a apoyarse en su hombro y los dos contemplaron muy juntos la llegada del crepúsculo. Las sensaciones quedaron en un segundo plano esta vez; por el bien de los dos, pensaron.

Claro que desde la cabina donde estaban Kankuro y Sari, las cosas se habían visto de forma muy diferente. La castaña en particular no cabía en sí de gozo. Hasta ese mismo momento había tenido sus dudas de que la relación de Shikamaru y Temari fuera falsa. Pero después de un beso como ese…Sari sabía muy bien cuando entre dos personas había amor…y entre ellos lo había. Kankuro la tenía abrazada por detrás y le daba pequeños besos en el cuello y en el hombro.

- ¿En qué piensas? –le preguntó a la castaña. Acariciaba su cintura con las manos y se movía al compás de una melodía que solo existía en su cabeza.- Parecías muy concentrada.

- Estaba mirando a Shikamaru y a Temari…se quieren mucho –Sari apoyó las manos encima de las de Kankuro y echó el cuerpo hacia atrás.- Creo que hacen una pareja perfecta…aunque aun les falta soltarse un poco más en público.

- Temari es una gran chica; muy inteligente y centrada, justo lo que necesita Shikamaru –Kankuro le dio un beso en la mejilla.- Pero no todo el mundo puede ser tan amoroso y especial como tú.

- ¿De verdad crees que soy especial? –Sari se volteó para mirarlo. Le pasó los brazos por el cuello y acercó sus labios a los de él. Sus ojos color chocolate no se separaban de los de él.

- Muy especial. –corroboró él antes de besarla suavemente.- Muy amorosa…muy preciosa…muy mía…muy Sari –acompañó cada característica con un nuevo beso.- Te quiero.

- Y yo a ti –la castaña se dejó envolver por los fuertes brazos de él y se abrazaron.

También en la cabina, sentada junto a su marido, Ama TenTen observaba a sus dos amigos por turnos. De sus finos labios pintados de rojo no se borraba una sonrisa pícara que hacía mucho tiempo que su marido Neji no veía. Pero el Hayuga solo tuvo que seguir los ojos de su mujer para sonreír del mismo modo. Estaba sumamente feliz de que sus hijos hubieran encontrado a las personas adecuadas y fueran felices. Cogió una de las manos de TenTen y se la estrechó levemente.

Eran casi las once de la noche cuando llegaron a la pequeña mansión que habían alquilado Kankuro y Sari para el evento. El camino de entrada estaba salpicado de gravilla y a ambos lados había un excelente recogido de flores varias. La fachada de la mansión era de piedra antigua y desigual y las contraventanas de madera blanca contrastaban sobremanera con un paisaje totalmente verde. Los coches se estacionaron en el amplio garaje y los amigos de Temari salieron disparados hacia sus habitaciones para acostar a sus hijos. Kankuro y Sari decidieron ir a dar un paseo, pues la peli negra tenía que hablar con su pronto marido. En pocos minutos, en el amplio recibidor solo quedaban Shikamaru y Temari y sus pequeñas maletas. Se miraron y el peli negro se encogió de hombros.

- Supongo que nosotros también deberíamos de ir a la habitación. –dijo Shikamaru cogiendo las dos maletas como si no pesaran nada. Temari se quedó quieta en su sitio. El corazón le latió acelerado y miró a ambos lados del vestíbulo solo para ver que los demás ya se habían marchado.

- ¿Habitación? ¿En singular? –el hecho de que hubieran dando por zanjado el tema del beso, no tranquilizaba a Temari en cuanto a lo de dormir juntos. Pero al ver la cara de cansado del peli negro y notando como sus propios ojos se cerraban de sueño, meneó la cabeza y subió las escaleras detrás de él.

- ¿Qué esperabas? Se supone que somos pareja y dormimos juntos, al menos de cara a mi familia. –abrió la puerta de la habitación y se echó a reír. La habitación era muy amplia, decorada al estilo vintage, pero solo tenía una cama de matrimonio.- ¿Quién duerme en el suelo hoy? –era mejor tomárselo con humor, sino la frustración y el deseo que sentía por querer y no continuar con ese beso…terminaría con él. Temari no se daba cuenta del hechizo que producía en él.

- Shika…no tiene gracia. A este paso acabaras con la espalda hecha polvo. –dijo Temari entrando y cerrando la puerta tras de sí. Dejó su bolso en la pequeña cómoda que había cerca de la ventana y volteó sobre sí misma para verlo todo mejor. En su mente rememoraba el beso y temblaba al pensar que el peli negro estaría durmiendo a escasos metros de ella. Realmente la había dejado atontada…y confundida.

- Mi hermana está totalmente loca, mira que traernos aquí, como si la gente no tuviera nada que hacer durante esta semana. –rezongaba el peli negro mientras deshacía la cama y cogía un par de almohadones.- Me los prestas, ¿no? Y en ese armario debe de haber una manta o algo. –Shikamaru estaba echando mano de su lado más frívolo, pensando en su familia o en cualquier cosa que le ayudara a pasar ese calor que sentía en su interior. Si no lo hacía…terminaría por tumbar a Temari en la cama. Eso era lo que realmente deseaba el peli negro.

- Shika…para. Creo que…la cama es lo suficientemente grande como para albergar a dos buenos amigos. –las palabras salieron de la boca de Temari antes de que su cerebro las procesara. Cierto que la cama era grande, enorme, y podían dormir sin tocarse, pero… ¿sería contraproducente?- Además, no hay moqueta ni sofá…y el suelo estará muy frío. –intentó justificarse ella mientras se retorcía las manos y le daba la espalda en busca de su bolsa de mano para sacar su camisón.

- ¿Lo dices enserio? –el peli negro dejó los almohadones donde estaban y se acercó a la rubia- ¿Estás segura? -ella habría querido decirle que no, que no estaba segura en absoluto, pero en cambio, solo se limitó a asentir.

Una vez a solas en el baño, Temari se apoyó en la puerta y cerró los ojos. Temblaba de arriba abajo, se llevó una mano a la frente y se quitó un sudor frío que amenazaba con bajar por sus mejillas. Esto estaba siendo más difícil de lo que ella había pensado. El beso de Shikamaru la había descolocado por completo; nunca antes nadie la había besado así, ni siquiera EL. Se acercó hasta el lavamanos y abrió el grifo del agua fría; tenía que despejarse como fuera, salir de esa ensoñación que le había provocado el beso. Un beso, solo había sido un beso, se repetía una y otra vez. Con manos temblorosas comenzó a
desvestirse.

Tardó varios minutos en atinar con los botones de su blusa negra. Se la quitó con presteza, así como los pantalones y cogió el camisón que llevaba con ella. Al ponérselo se miró en el espejo y se sonrojó sobremanera. Dio una vuelta sobre si misma buscando un albornoz o algo, no podía salir así, con esa pinta, a la habitación que compartía con Shikamaru. Ella había dado por hecho que dormirían en habitaciones separadas y bueno…su camisón no era el de una monja de clausura precisamente. Las mejillas le quemaban tanto que el termómetro de la fiebre se habría disparado. Apoyó la cabeza en la puerta y escuchó a ver si provenía algún ruido del otro lado. Nada. Silencio. Cerró los ojos con fuerza y abrió leve, muy levemente la puerta. Todo estaba a oscuras y tan solo una pequeña lamparilla de noche cerca de la cama mostraba el camino a seguir.

- ¿Todo bien? –preguntó de repente Ron apareciendo al otro lado de la rendija. De la impresión, Temari cerró la puerta con tan mala suerte que pilló la nariz del pelinegro por el camino.- ¡Auch!

- Lo siento, lo siento. –dijo ella desde el baño y nuevamente apoyada contra la puerta. Se llevó una mano al pecho, donde estaba el corazón, y lo notó bastante más acelerado que antes.- No sabía que estabas ahí. –se justificó.

- Hombre…es nuestra habitación, ¿en qué otro sitio podría estar? –replicó él robándose su nariz ligeramente magullada.- ¿Estás bien? Pareces alterada.

¡¿Cómo no estarlo? ¡Iba a dormir con él después del beso que se habían dado en el ferry! Aun podía sentir en su paladar el aliento a menta de él y sus manos acariciando su espalda de esa manera tan poco amistosa. Si; Temari estaba alterada, pero no lo iba a reconocer delante de él, claro.

- Yo…sí, estoy bien. L-lo siento, no te esperaba ahí. –Temari habló con el tono de voz más pausado y normal del que fue capaz.

- Ya…bueno. Umm, he puesto una almohada en el centro de la cama…así cada uno tendrá su espacio y…bueno…yo me muevo mucho y…se que tú no estás acostumbrada a dormir con nadie a tu lado…y…pues…espero que no te moleste. –dijo el peli negro.

- N-no me molesta; es perfecto, Shika.

- Bien.

Cuando Temari salió del baño, las luces estaban apagadas del tono, hasta la de la mesilla de noche y el cuerpo tentativo de Shikamaru estaba cubierto por un edredón. Andando de puntillas, la castaña corrió hasta su lado de la cama y se metió sin miramiento alguno. A pesar de que hacía calor, se tapó hasta el cuello y se encogió lo más que pudo, como si eso ayudara a no sentir la presencia del peli negro al otro lado de la almohada grande. Sus respiraciones eran profundas, pero pausadas, señal inequívoca de que intentaban controlar sus instintos y deseos.

Un beso, tan solo un beso había bastado para que sus corazones dieran un vuelco…y la semana acababa de empezar.

xD olé! La conti se acabo y les di el beso :D no se pueden quejar de nada

¿Qué pasara con ellos?
¿Se abran acabado las sospechas de Sari?
¿Dónde se ha metido Deidara?

 

Acostumbranse que suba las conti mas rapido que antes...ESTOY DE VACACIONES!!!!!!!!!!

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La sensación de que alguien la estaba mirando, fue lo que hizo que Temari abriera los ojos la mañana siguiente. Los ojos de Shikamaru parecían dos esferas brillantes recién caídas del cielo nocturno. Estaba apoyado sobre un brazo y una sonrisa tonta se extendía por su cara. Temari se sonrojó y se cubrió mejor con la sábana. Era una reacción lógica, después de todo. Habían pasado una noche muy tranquila, aunque dormir del todo no lo había conseguido ninguno. A pesar de que les separaban varios centímetros y sus cuerpos no se tocaban…la presencia se sentía. Después de su charla en el ferry, parecía que todo había vuelto a la normalidad, pero ese beso no se olvidaba tan fácilmente. El peli negro había disfrutado sobremanera viéndola dormir y un sentimiento diferente había vuelto a crecer en su pecho, o tal vez nunca se había ido. Temari era mucho más que una amiga para él, y lo notaba y lo sabía.

- Buenos días. –la voz de la rubia sonaba un poco ronca. Tenía los ojos entrecerrados, pero con la claridad del exterior pudo ver mucho mejor la habitación. En el suelo descansaban sus maletas y los grandes ventanales estaban tapados con una fina cortina de hilo en color amarillo pálido.

- Buenos días, vaga –el tono de Shikamaru fue muy dulce, como si hablara con una niña pequeña. Estaba contento de tenerla a su lado y no pensaba ocultarlo por nada del mundo. La noche anterior había tenido mucho tiempo para pensar largo y tenido en lo que sentía…y ya no podía negárselo por más tiempo. Sin tan solo supiera lo que le había provocado a Temari también…

- ¿Está mejor tu espalda? –Temari sabía que se tenía que levantar, pero…le daba vergüenza. No quería que Shikamaru la viera con su exiguo camisón de noche. Hasta la fecha siempre se las había ingeniado para evitarlo, pero…ahora había demasiada luz.

- En perfectas condiciones, gracias. –sonrió él e hizo ademán de levantarse. La rubia se sonrojó aun más cuando vio que Shikamaru no llevaba camiseta y su única prenda de ropa eran unos ajustados boxers negros. El peli negro salió de la cama y caminó con despreocupación por la habitación. Retiró las cortinas y asomó la cabeza mirando al exterior.- Vaya, tenemos un balcón. Que bucólico.

- Cálmate, Temari, cálmate. –se murmuraba a si misma.- Solo es Shikamaru, tu mejor amigo. Le quieres, pero no estás enamorada de él. No tienes porqué ponerte nerviosa.

Levantó la vista para mirar de nuevo al peli negro y vio que él esperaba algún comentario suyo. Tragó saliva mientras notaba como el corazón le latía apresuradamente.

- Eh…si, si. Muy bonito. Hoy nos espera un día movidito; es el cumpleaños de Kankuro –le informó cambiando de tema

Shikamaru se sentó en el borde de la cama y comenzó a ponerse los pantalones. Había tenido que quitar sus ojos de ella porque de lo contrario habría vuelto a besarla. En todos los años que hacía que salía con mujeres ninguna le había hecho sentir tantas cosas con un solo beso.

- Vaya, no lo sabía. No he traído ningún regalo para él.

Temari encogió aun más debajo de la sábana. Tenía calor, mucho calor viendo el torso desnudo de Shikamaru. Lo tenía muy trabajado y eso que, que ella supiera, no hacia ejercicio alguno con lo vago que era

- Deberías haberme avisado.

- Tranquilo, yo lo sabía y tampoco tengo regalo para él. –rió Temari.
Shikamaru acabó de ponerse el pantalón y alargó una mano para coger la camiseta. Notaba la mirada fija de Temari en su espalda y por eso demoró un poco más en cubrirse. Estaba jugando con fuego y lo sabía, pero no podía evitarlo. Volvió a mirarla y algo extrañado dijo.

- ¿No piensas salir de la cama hoy? Y luego soy yo el vago

- Yo…es que…-el corazón le latía con fuerza.- Verás…-su explicación se vio interrumpida por un suave golpeteo en la puerta. Temari respiró tranquila…aunque…tal vez el remedio fuera peor que la enfermedad.

- ¿Se puede o estáis haciendo algo que no deba ver? –la voz de Sari era la de una persona sumamente feliz. Al no recibir contestación contradictoria…abrió la puerta y asomó su cabecita castaña - Perdón, no quería volver a interrumpiros. Tem, necesito tu ayuda de forma urgente, pero ya. Así que sal de la cama y ven conmigo, es importante. –Sari se acercó decidida a la cama y destapó la sábana y el edredón.

- Pe-pero…Sari…-Temari abrió mucho los ojos y enseguida fue a mirar al peli negro. Este enarcó una ceja y silbó de forma admirativa. Sari también enarcó una ceja, lo que hizo que el sonrojo de la rubia se acentuara aun más. El camisón que llevaba, era de raso negro y cubría lo justo; la zona de los pechos estaba hecha de encaje y no dejaba mucho a la imaginación. Shikamaru no le quitaba los ojos de encima y eso la confundía de manera apabullante, hasta dejar su mente en blanco. Se levantó de un salto y cogió lo primero que vio encima de la cama.

- Vaya, Tem, que sexy te has puesto. Tienes que decirme dónde has comprado ese camisón. A Kankuro le encantaría. –pidió la castaña escondiendo una risa. No le extrañó su comportamiento, tal vez no se sentía cómoda que ella la viera. Lo que no sabía era que la rubia en ningún momento pensó en ella. Temari no podía quitar sus ojos de los del peli negro. ¿Era deseo lo que veía en ellos? No lo pudo asegurar porque Shikamaru se volteó para mirar a Sari.

- Bueno –se volvió hacia la rubia de nuevo.- Tem, necesito que vengas conmigo ahora mismo. Es sumamente importante. –cogió de la mano a la rubia y no prestó atención a sus protestas.

- Bien, voy a cambiarme y soy toda tuya. –dijo esta. Pero para su consternación, la castaña tiró de ella hacia la salida.- Sari, no estoy vestida, ¿adónde me llevas? Sari, por favor…

- Tem, recuerda que tenemos que ir a comprar, así que procura deshacerte de la adorable Sari pronto. Estaré dando una vuelta por aquí. –Shikamaru sacó la cabeza por la puerta, pues Sari y Temari ya estaban bajando las escaleras.

- Vas a tener que ayudarme; es muy importante, tiene que ser una sorpresa. TenTen está ocupada, el resto de chicas con sus hijos y…bajo ningún concepto se lo contaría a los chicos. Ay, estoy tan nerviosa, Tem –Sari la llevó a través de la cocina y salieron a un pequeño patio que había atrás. La castaña intentó darse la vuelta y entrar de nuevo a la casa cuando vio a la veintena de trabajadores que había allí. Su exigua combinación llamó mucho la atención, y lo que había cogido de encima de la cama no era más que un pañuelo blanco para el cuello.

- Sari… ¿se puede saber para qué me has traído aquí? Ay, Dios, si ni siquiera estoy vestida. Tenias que haberme dejado vestirme primero. Qué vergüenza, por favor. –Temari se movía de un lado a otro del pequeño porche y después se sentó en las escaleras.

- Primero, no te preocupes por el camisón, nadie se ha dado cuenta. –se escuchó un silbido a sus espaldas.- Bueno, ese tal vez sí. Segundo, la culpa es tuya, por dormir con el puesto. Aunque bueno, durmiendo con tu pareja todos sabemos lo que hacen las parejas. Y tercero, hoy es el cumpleaños de Kankuro.

- Si, lo sé –contestó la rubia vagamente e intentando bajarse aun más la tela del camisón, que apenas tapaba sus muslos. Se puso el pañuelo delante de los pechos y lo apretó contra si. Luego cayó en lo que había dicho la castaña sobre ella y Shikamaru. Se sonrojó sobremanera al darse cuenta de que todos pensaban que Shikamaru y ella se acostaban juntos.- Dios mío, qué calor. –pensó.

- Esta noche hay una fiesta, y necesito tu ayuda para la sorpresa que le tengo preparada a Kankuro. –la sonrisa de Sari dejaba entrever felicidad pero también nerviosismo. Se notaba que iba a dar un paso importante y tenía que prepararse para él. En otras circunstancias, Sari era una persona demasiado segura de si misma.

- ¿No podríamos haber hablado esto más tarde? –Temari miraba con aprensión hacia un lado y a otro del porche. Como si no tuviera bastante con el descontrol de su cabeza, ahora también tenía que preocuparse de lo que pensaban los demás de su relación con el peli negro.

- No, porque nadie debe enterarse. –Sari se sentó en las escaleras a su lado y se echó el cabello castañp hacia atrás.- Verás, hace muchos años…yo cantaba. No es por vanidad, pero lo hacía muy bien. Entonces mamá se puso enferma, muy enferma; estuvimos a punto de perderla. Lo que te voy a contar ahora sonará muy tonto, pero en el momento no lo fue. Un día, rezando en la capilla del hospital…prometí que donaría mi voz al viento si mamá se recuperaba. Era lo más valioso que tenia, y yo solo era una cría de quince años. El caso es que mamá se recuperó…y yo nunca volví a cantar.

- No es ninguna tontería lo que cuentas, Sari. A mí me parece un gesto de amor muy bonito y dulce. Demostraste que tu madre era más importante para ti que tu don. –Temari le pasó una mano consoladora por la espalda. Ahora si que le prestaba toda su atención.

- Si; y no me arrepiento. Ahora viene lo complicado: desde que nos conocemos, Kankuro lleva pidiéndome que le cante. Él nunca me ha escuchado y…bueno, voy a cantarle esta noche. Es su último cumpleaños como hombre soltero y…-Sari se encogió de hombros, quitándole importancia a su gesto.- Tienes que ayudarme a ensayar.

- Eres una persona muy tierna y especial, Sari. Y Kankuro será muy afortunado al tenerte como esposa. –Temari la abrazó.- Te ayudaré a ensayar, con la condición de que me dejes ponerme antes algo encima.

- Trato hecho. –Sari miró a la castaña con sus ojos color chocolate.- Esto significa mucho para mí, Tem. Muchas gracias. Y ahora ya puedes subir y escoger el regalo, que estoy segura que no has comprado. Procura que no sea nada de fútbol, por favor. –se levantaron del escalón y la castaña sonrió una vez más.

- Lo intentaré; aunque no te prometo nada. –sonrió Temari a su vez. Subió los dos escalones y caminó hacia la puerta de la cocina. A su espalda, varios trabajadores habían parado en su labor para mirarla.- Y ahora me voy a cambiar.

En el centro comercial de Suna, Shikamaru y Temari hicieron sus compras acompañados por el pequeño Sora y su primo Itachi. Habían decidido sacarlos fuera del caos que era en aquellos momentos la mansión, y dar así también un respiro a sus padres. Itachi iba caminando de la mano de Temari y Sora a hombros de Shikamaru. Parecían la familia perfecta y en varias ocasiones algunos vecinos se voltearon a mirarlos. Shikamaru iba cogiendo confianza con los niños; aunque sin duda, lo que más trastocó su mente, fue que le encantaba mirar a la rubia interactuando con ellos. Era simplemente adorable, y un claro sentimiento de admiración se alojó en su pecho.

En más de una ocasión se prodigaron miradas y caricias de la misma manera que lo hacían en Nueva York, pero que allí parecían estar cargados de significado. Ninguno de ellos había olvidado el beso del ferry, pero eran demasiado tercos y orgullosos como para reconocerlo. Y mucho menos aceptar que darían cualquier cosa por repetirlo. ¿Quién sabia? La fiesta de Kankuro estaba a la vuelta de la esquina y tal vez allí encontraran su próxima oportunidad.

Una suave brisa alborotó los cabellos de Temari y Shikamaru se la quedó mirando. Siempre había pensado que era bonita, pero desde que habían llegado a Japón, la rubia tenía un brillo especial en la mirada que la hacía ver aun más bonita. Temari se volteó y le sonrió al verlo. Estaba nerviosa y se podía apreciar en sus ojos. El peli negro disfrutaba contemplándola, pero eso no era nuevo para él.

Entraron en varias tiendas cada cual con objetos más dispares. El peli negro lo miraba todo con los mismos ojos embelesados que Itachi. El niño no dejaba de señalar cosas y se tiraba hacia ellas con una facilidad pasmosa. Shikamaru a duras penas podía contenerlo entre sus brazos y cuando no le daban lo que quería rompía a llorar como un loco. Temari meneaba la cabeza y miraba al peli negro con expresión afligida esperando que él hiciera algo, pero Shikamaru aun entendía menos de niños.

Finalmente, y para acabar con el desespero de los niños que ya mostraban claros signos de cansancio, entraron en la tienda más grande que había al final del muelle. Allí sí que había la clase de cosas que podrían gustarle a Kankuro como regalo. Shikamaru lo tenía muy claro, iba a comprarle la última camiseta y bufanda del equipo de fútbol favorito de ambos. Claro que no contaba con la negativa de la rubia. Temari caminó decidida detrás de él y le quitó la camiseta y la bufanda de las manos, obviando sus protestas. Durante su pequeño forcejeo habían olvidado a los dos niños y cuando se volvieron para mirarlos…Sora había desaparecido. Dieron varias vueltas sobre si mismos buscando al niño, pero esta no estaba a su lado. Temari se apresuró a coger de la mano de Itachi, temiendo que este también desapareciera. Shikamaru miró por las hileras de estanterías cercanas y ya se estaba pasando una mano desesperada por el cabello cuando escuchó una risita muy característica.

Sora se lo estaba pasando de lo lindo en la sección infantil subiendo y bajando por un pequeño tobogán de jardín. Reía sin parar y agitaba sus manitas de una manera muy graciosa. Seguramente si su padre Kiba la viera la estaría vitoreando. Cuando el niño vio a Shikamaru lo saludó con la mano y siguió a lo suyo con despreocupación absoluta. Shikamaru movió la cabeza y exhaló todo el aire que había estado conteniendo. Se llevó una mano al pecho y se apoyó en una de las estanterías cercanas. Recuperado su estado normal, caminó hacia Sora y lo cogió en brazos; él protestó, pero Shikamaru no lo soltó y con tal de mantenerlo tranquilo, accedió a comprarle un pequeño dinosaurio de plástico. De regreso al lado de Temari, se quedó bastante sorprendido ante lo que vio.

La rubia estaba sentada en una silla redonda y sostenía entre sus brazos al pequeño Itachi. Este succionaba con fuerza su chupete azul mientras su manita izquierda se enrollaba entre los cabellos de la rubia. Temari se mecía muy lentamente y Itachi poco a poco iba sucumbiendo al sueño. Shikamaru se acercó sin hacer ruido y con una sonrisa en los labios; sabía que Temari era una persona tierna y sensible, pero el verla con el bebé en los brazos había movido muchas cosas en su interior.

Durante años se había estado convenciendo de que la rubia solo era su amiga, de que ella nunca llegaría a sentir nada por él…pero Shikamaru notaba que se estaba volviendo a enamorar de ella… Temari levantó la cabeza y sus ojos aguamarina se encontraron con los negros de él. Le sonrió al ver que había encontrado a Sora, pero siguió mirándolo con esa pizca de amor que conseguía que a Shikamaru le fallasen las piernas.

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Vale, lo admito, hay un pedazo de Ooc en este capi de Temari que no lo aguanto ni yo, pero ¡Estuvo muy tirana!

¿Qué les pareció la historia de Sari?
¿Y los pensamientos de Shika?
¿Parte favorita?
¿Por qué?
¿Ideas para el próximo capi?

 

Cuando después de comer, Shikamaru y Temari volvieron a la mansión, había una nueva persona allí. Era una mujer con el pelo azabache, de mirada soñadora y forma de vestir…llamativa. Su pelo atado en una coleta y su cuello estaba adornado con infinidad de amuletos extraños. A su lado, había un hombre con el pelo blanco y con mascara, de expresión bonachona y sonrisa amable. Naruto y Gaara charlaban con ellos y se notaba que eran buenos amigos. Al verlos entrar en el salón, la mujer corrió a saludar a Temari y el peli negro tuvo que soltar su mano. Itachi y Sora ya habían sido dejados con sus madres y los regalos de Kankuro habían sido convenientemente guardados hasta más tarde.

Minutos después de su llegada, apareció otra pareja, que se presentaron como Pain y Konan. Él era arrogante y estirado, pero se notaba que entre todos había un buen ambiente, como si hubieran limado antiguas asperezas. Shikamaru recordó que el año anterior Temari se había ausentado un fin de semana para la boda de ellos dos; ahora Konan lucía orgullosa su barriguita de cinco meses de embarazo. Se entretuvieron hablando con ese grupo tan dispar mientras tomaban una copa. Sari fue al encuentro de Temari y la arrastró hasta un rincón. La castaña estaba muy nerviosa, pero la felicidad superaba al resto de sensaciones con creces.

- Tem, tenemos que ensayar ya. La fiesta es dentro de tres horas y…necesito que alguien me apoye y me dé ánimos. No sé cómo se me ocurrió hacerle esto a Kankuro, pero ahora ya no me puedo echar atrás. Los músicos ya están avisados y…-Sari gesticulaba mucho y Temari le cogió las manos entre las suyas.

- …y tú estás hecha un flan. –le dijo con una sonrisa.- Tranquila, Sari; todo va a salir bien. Esta noche no solo es especial para Kankuro…para ti también lo es. Y hablando de Kankuro…

- ¿Qué hacíais hablando de mi? –preguntó el aludido apareciendo por detrás. Sari dio un brinco, y estuvo a punto de caerse si no hubiera sido porque el castaño la agarró de la cintura.- No me estaréis criticando, ¿no?

- Eso depende. ¿Cuántos años cumples? –Temari se acercó a Kankuro con una sonrisa y lo abrazó quedamente.- Feliz cumpleaños, Kankurin.

- Gracias. –replicó este con una sonrisa de oreja a oreja. Se volvió hacia su prometida y después de darle un beso en la mejilla, le dijo.- ¿Tu no vas a felicitarme? –hizo un puchero exagerado.

- Que payaso eres. Además, creo que ya te felicité demasiado anoche…y esta mañana…pero puedo hacerlo otra vez ahora. –Sari pegó su cuerpo al del castaño y le pasó los brazos por el cuello. Lo besó con mucho ímpetu.- Feliz cumpleaños, mi amor.

- Demasiada información, Sari. –opinó Temari sonriente.- Me voy con Shika antes de que se te escape mas información; o me temo que celebraríais un funeral en vez de una boda. –se alejó de ellos y caminó hasta donde estaba Shikamaru. El peli negro enseguida le pasó un brazo por la espalda y besó uno de sus hombros.- Hola. –era extraño sentirse así, pero a la vez placentero. A ojos de todos, no había duda de que eran una pareja de enamorados.

- ¿Ya están otra vez esos dos empalagosos? –dijo Shikamaru mirando hacia donde Sari y Kankuro se estaban besando y viendo como después se escabullían cogidos de la mano. Meneó la cabeza resignado.- No tienen remedio.

Temari rio por el comentario. Cogió la mano de Shikamaru y lo arrastro por la sala hasta llegar donde estaban dos mujeres y dos hombres.

- Shika, quiero presentarte a unos buenos amigos míos. Ellos son Kakashi, Anko, Pain y Konan; él es mi novio…prometido…Nara Shikamaru.

- Vaya, Sabaku No, no sabía que éramos amigos. –sonrió de lado el hombre llamado Pain. Era muy atractivo y sin saber porqué la rubia se sintió atraída por sus ojos grises. Claro que no eran tan bonitos como los negros de Shikamaru, pero…si intrigantes. El pelirrojo tenía una mano sobre los hombros de su esposa y cuando la miraba se esfumaba todo signo de arrogancia. Para los que lo conocían aun era raro verlo tan tierno con alguien. No cabía duda de que Konan era una muy buena influencia.

- Mucho gusto. –dijo esta última. Su mano derecha descansaba en su abultado vientre y tenía esa mirada brillante de todas las embarazadas. Se notaba que era muy feliz.- Disculpa a Pain, a veces no puede evitar ser así de pies a cabeza.

- No sé porqué eso no sonó muy bueno. –rió Shikamaru. Se sentía bien e integrado en el grupo y eso también era nuevo para él. Konan rió con él y le dio un beso en la mejilla a su esposo que había fruncido el ceño con un gesto de disconformidad infantil.

- Veo que Tem no te ha hablado de nosotros. –se adelantó para cogerlo del brazo y caminaron por la amplia habitación hasta llegar a la zona donde había un hermoso piano de cola Bechstein. El peli negro se sentó y pasó una mano por las teclas produciendo un sonido corto pero armonioso. Konan se apoyó en el borde y lo miró con curiosidad.- ¿Sabes tocar el piano?

- Bueno, mi…mi madre me enseñó cuando era pequeño, pero hace mucho que no toco. –contestó Shikamaru sintiendo como toda la atención de los demás se había vuelto hacia ella. Sus ojos se encontraron con los de Temari, que lucían sorprendidos. Le dedicó una pequeña sonrisa y la rubia se acercó.

- No sabía que tocaras el piano. –dijo Temari sentándose a su lado en la banqueta.

- Nunca me lo habías preguntado. –repuso él encogiéndose de hombros. Desvió sus ojos de los penetrantes de ella y se encontró con que el pequeño Yuuki tenía la cabecita castaña asomada en el marco de la puerta. Parecía debatirse entre entrar o marcharse. Temari se volteó para seguir su mirada y su sonrisa se hizo más grande. Movió las manos de manera rápida y el niño corrió a su encuentro. Con su manita saludó a todos los presentes y después se quedó mirando a Shikamaru con una curiosidad infantil encantadora.- Hola. –le dijo él cogiéndole de la mano.

- Toca para nosotros, Shika. –pidió Sari entrando nuevamente de la mano de Kankuro. Tenía los labios ligeramente hinchados, pero nadie se atrevió a hacer apreciación alguna.- Por favor.

- Yo…no se…hace tanto tiempo…-volvió a poner sus manos sobre los teclados y las pasó con una delicadez y cadencia nunca antes vista. Shikamaru sonrió y cerró los ojos para dejarse llevar por una música que solo existía en su cabeza y sus dedos reproducían. Su corazón latía apresurado y sentía la mirada de Temari fija en él. Cuando terminó, retiró los dedos con la misma delicadeza. El pequeño Yuuki aplaudía contento y los adultos lo imitaron con entusiasmo.

- Ha sido precioso, realmente precioso. –habló por primera vez la mujer de pelo azabache que respondía al nombre de Anko.

- Gracias. –Shikamaru se levantó de la banqueta del piano y fue hacia el mueble de las bebidas. Al igual que todo el mundo, él también tenía sus traumas, como por ejemplo ese. Desde la muerte de su madre que había dejado de tocar el piano, pues ella fue quien le enseñó. Atrás quedaron sus sueños de convertirse en concertista de piano. Pero eso nadie lo sabía.

- ¿Hace mucho que salís juntos? –Kakashi se había acercado detrás de él al mueble bar y servía un
whisky para él y una limonada para Anko. Su forma de hablar era pausada y tranquila. Al darse la vuelta le tendió la limonada a Anko y echó otro hielo a su whisky.

- Pues hace un año, pero nos conocemos desde hace mucho más tiempo. –aclaró Shikamaru.
Con su copa de Martini en la mano fue a sentarse en el sofá donde Temari conversaba con los demás bajo la atenta mirada de Yuuki. A ninguno le había pasado desapercibida la actitud de Shikamaru al dejar el piano y habían optado por cambiar de tema.

Temari tembló ligeramente cuando Shikamaru cubrió con su mano su rodilla izquierda. El calor que irradiaba el contacto hizo que su corazón latiera acelerado.

- ¿Y vosotros? –preguntó Shikamaru mirando a Kakashi y Anko.

- Oh, Kakashi y yo llevamos toda la vida juntos. Aunque me costó bastante que se me declarara. Llegué a pensar que tendría que momificarme para que me prestara la misma atención que a ellas. Pero bueno, finalmente solo tuve que besarlo hasta dejarlo sin respiración. –rió Anko. Pain chasqueó la lengua en desagrado y Konan le dio un golpecito en la pierna. Ella sí que sonreía ante la historia de amor de sus amigos.

- Kakashi y Anko son arqueólogos. –explicó la rubia mientras se pegaba más a él.- Es una suerte que hayan podido dejar sus excavaciones en Egipto. Hace años encontraron un yacimiento y no salen de allí para nada.

- No nos perderíamos la boda de Sari y Kankuro por nada del mundo. –sonrió a la pareja de futuros esposos.- Si hasta han conseguido que el tozudo hurón saliera de su guarida. –miró a Pain con algo parecido al cariño y después soltó una carcajada.- Tiene envidia porque su historia de amor no es tan divertida como la nuestra, ¿verdad, Kakashi?

- Al igual que todos, Pain y yo nos conocemos desde pequeños. Pero aquí el señor era un sex symbol en nuestra casa y pues…me costó un poquito meterlo en vereda y que reconociera sus sentimientos. –dijo Konan con tranquilidad.

- ¿Un poquito? –intercedió Naruto- ¡Tuviste que fingir tu muerte! No se le ocurrió otra cosa que
tomarse un analgésico que la dejó medio grogui y asustar para el resto de su vida al pobre Pain. Pero he de reconocer que funcionó. –todos rieron, hasta el pelirrojo que se inclinó para besar en la mejilla a su esposa.

Tomaron el té, y después la rubia se disculpó y se fue con Sari. Las dos mujeres bajaron hasta la bodega y comenzaron a ensayar allí. Temari comprobó que Sari tenía una voz preciosa, y que a pesar de los años pasados, no había perdido ni un ápice de su encanto. Sería muy emocionante para Kankuro. Se preguntó si ella sería capaz de hacer algo como lo que Sari había hecho por su madre. Para Temari su pasión era su trabajo, ¿lo dejaría? Asombrada su corazón dijo que si, sobre todo si se trataba de Shikamaru. Él era de su familia desde hacía muchos años.

- Tem…Tem… ¡Temari! –la llamó Sari varias veces. Cuando la castaña le devolvió la mirada, los ojos de Sari lucían preocupados. Se sentó a su lado en uno de los bancos de la bodega y le cogió una mano entre la suya.- ¿Estás bien?

- Si, si, perdona. Estaba pensando en Shika y se me fue la cabeza a otro sitio. –a Temari no le pasó desapercibido el cariño de amiga que había tenido la castaña con ella desde el principio.- Perdona.

- Le quieres mucho, ¿verdad? –Sari hizo un gesto con la mano restándole importancia a la distracción de Temari; le interesaba conocer otras cosas en ese momento.

- Si. Y es extraño porque…bueno, Shika y yo hemos sido por tantos años amigos. Pero siento algo diferente y profundo cada día al levantarme, con cada mirada suya. –Temari hablaba casi sin darse cuenta, impelida por la necesidad de exteriorizar sus pensamientos.

- Eso se llama amor, Tem. Estás muy enamorada de Shikamaru. –Sari le pasó un brazo por los hombros.- Y ahora dime, ¿me has escuchado aunque sea un poquitito? –le sonrió.

- Si, si. Es una canción muy bonita… –la razón de Temari estaba a punto de hacerla gritar. ¿Enamorada de Shikamaru? Sari acababa de decirle que estaba enamorada de Shikamaru. ¡Ella! No, imposible. Le quería mucho y lo reconocía, pero…enamorada no estaba. De eso podía estar muy segura…o al menos lo estaba en Nueva York.- Sari, ¿tu cómo supiste que estabas enamorada de Kankuro?

- Oh, pues… Vas a reírte de mí, pero cuando tenía diez años: Matsuri y yo fuimos a un internado. Nos separaron por clases pero aun así seguíamos hablando durante los veranos. Un verano, Matsuri volvió hablando de un chico que era el hermano del chico que le gustaba. Era nuestro primer año en el internado y estábamos muy emocionadas. A mí me encantaba escucharla mientras hablaba de Gaara y Kankuro. Al año siguiente, los dos vinieron a pasar unos días de verano a su casa y…con el paso de los años, terminé por enamorarme de él. –Sari suspiró y luego sonrió.- Lo curioso es que Kankuro nunca me vio como nada más que la amiga de la novia de su hermano pequeño; tardó seis años en fijarse en mí.

- Vaya. Es una verdadera historia de perseverancia y amor. –Temari sonrió con un deje de admiración en sus ojos. Ella llevaba seis años al lado de Shikamaru también, pero era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de si se había enamorado de él, ¿no? Su corazón comenzó a latir apresuradamente.- Y ahora vas a casarte con él.

- Así es; llevo más de la mitad de mi vida soñando con este día…y al fin en tres días se hará realidad. La vida se hace muy triste y larga para pasarla sin amor; cada día es una apuesta que no sabes cómo te saldrá, pero cuando eres feliz…ninguna apuesta es mala. –Sari se levantó.

- Hablas muy bien del amor; has sido muy afortunada. –opinó Temari alisándose la falda. Ninguna de las dos se dio cuenta de la presencia de una tercera persona al pie de la escalera. Shikamaru había bajado a por una botella de vino, pero se había detenido al escuchar voces.- La familia es maravillosa.

- Ahora también es su familia, Tem. Aunque algo me dice que no lo ha pasado bien en la vida. –Sari la miró fijamente con sus ojos color chocolate.- Le haría bien hablar alguna vez. Si te da la oportunidad…Tem puedes llegar a ser una gran confidente.

- Lo sé; estoy sabiendo muchas más cosas de Shikamaru en este viaje que en los seis años de amistad que llevamos. Es complicado explicar cuál es el estado de mi mente en estos momentos; hay muchos sentimientos encontrados que no se adonde me llevan…y eso no me gusta. –Temari se pasó una mano por el cabello y lo echó hacia atrás.

- Siempre me ha parecido extraña la forma en que habéis llevado la relación Shikamaru y tú, pero si estáis comprometidos por algo será. Tal vez nunca llegue a entender vuestra renuencia, el porqué de ocultarlo a la familia durante tanto tiempo. –la castaña estaba intrigada. A pesar de que estaba convencida de que Shikamaru y Temari estaban enamorados, había algo extraño en su relación. Siempre se referían a ellos como principalmente amigos; pero el beso del ferry decía lo contrario, así como sus gestos diarios.- ¿Estás hablando de amor?

- No lo sé…y tampoco sé si quiero averiguarlo. Shika es demasiado importante para mí como para arriesgarme a perderlo. Ya casi dejamos de hablarnos por culpa de una tercera persona, y no me gustaría que pasara una segunda vez. –Temari se levantó y caminó hacia donde estaba Sari- Pero sigamos preparando la canción de Kankuro, es lo que importa esta noche.

El peli negro se marchó de la misma forma sigilosa con que había bajado las escaleras. Cuando llegó arriba informó a Kakashi y Pain que el vino estaba confiscado para la cena de esa noche y que no había encontrado más. Después los dejó hablando con Naruto y su familia, chasqueó la lengua al ver como Konan y Tooru revoloteaban alrededor de los trabajadores más jóvenes y subió a su habitación. Tenía muchas cosas que pensar; había escuchado muchas cosas.

Recordó con dolor el período que estuvieron sin hablarse por culpa del último novio de ella. De eso hacía más de tres años, y Temari no había vuelto a salir con nadie. Sari tenía razón, Temari era un gran consolador y confidente. Pero cuando se trataba de ella misma, su cabeza era un caos. Él llevaba seis años enamorado de su mejor amiga y nunca se lo había dicho.

Salió al pequeño balcón que había en la habitación y se entretuvo mirando a su alrededor. La brisa de la playa alborotaba su cabello mientras se apoyaba en la barandilla. Saludó a los niños que correteaban de un lado a otro chutando un balón de fútbol y suspiró. Tal y como había hecho él en el ferry, alguien se le acercó por detrás y se apoyó en la barandilla a su lado. No tuvo que voltearse para saber que se trataba de Temari.

- Todavía no estás vestido. –observó ella con una sonrisa tranquila. No sabía cómo lo había conseguido, pues en realidad estaba muy nerviosa. Últimamente se ponía nerviosa cada vez que estaba a solas con el peli negro. Lo miró de reojo y pudo percibir sus amplios músculos a través de la fina tela de su camiseta. Se estaba fijando en muchas cosas que hasta el momento no había tenido en cuenta. Y que Shikamaru tuviera un cuerpo de infarto era una de ellas.

- Veo que tu tampoco. –él la iba con la misma falda azul y camiseta blanca de esa mañana. Shikamaru se volteó del todo, logrando que los últimos rayos de sol dotaran a su cabello de una belleza única. Más allá, en la cómoda de la pared, descansaban los dos regalos de Kankuro, y tirado en la cama estaba su esmoquin desenfundado para esa noche.- ¿Cómo te ha ido con Sari?

- Bien. Hemos estado hablando de muchas cosas…y preparando una sorpresa que tiene para Kankuro esta noche. –una sonrisa se le escapó de los labios al recordar a la enamorada castaña, pero enseguida la borró cuando a su mente retornaron las palabras de la misma: "Estás muy enamorada de Shikamaru"; le había dicho. El corazón le latía tan fuerte que estaba segura que Shikamaru lo escucharía de alguna forma. Levantó el rostro al sol y cerró los ojos.

- Hace un día precioso y eso solo puede significar que la noche será aun mejor. Me alegro de haber venido.

- ¿De verdad? –la rubia se volteó para mirarlo
De nuevo esa sensación extraña y electrizante se apoderó de ellos. El viento soplaba con fuerza y agitaba sus cabellos; Shikamaru alargó una mano para recoger un mechón rubio y Temari se estremeció.

- ¿Te arrepientes de haberme elegido a mí y no a él, Tem? –no hablaban de ese periodo de sus vidas en el que una tercera persona había estado a punto de separarlos. Esa misma persona por la que Shikamaru se había tragado sus sentimientos desde el principio y que después no había sabido dejar salir.

- Nunca, Shika, nunca. –los ojos de ella mostraron un dolor que el paso del tiempo no había conseguido
borrar. El peli negro, sabiéndolo, la atrajo hacia él y la abrazó con delicadeza y mimo. La quería, era de lo único que podía estar seguro. Besó su cabello rubio y ella volvió a sentir un escalofrío. Definitivamente, Temari no sabía si era amor de verdad, pero lo parecía.

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