La Aventura De Morgana

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Dark RS, 30 Diciembre 2012.

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  1. Threadmarks: Aventura 23. Ataque en el Océano
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    La Aventura De Morgana
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    Aventura 23. Ataque En El Océano.

    ¿Qué escándalo es ese?, ¿por qué me despiertan?
    Estaba tan a gusto durmiendo, y ahora me debo levantar…

    El agua comienza a mecer salvajemente al yate de un lado hacia otro, enormes olas lo elevan y lo dejan caer al desaparecer tan misteriosamente como aparecen. La embarcación es muy resistente, a pesar de todo el castigo recibido no ha sufrido más que daños estéticos.

    Kahil decide que es más prudente salir y arriesgarse a ser vistos que ser arrastrados por una de las olas y morir ahogados en medio del océano. Rita sale primero, sube hasta la cubierta y escupe telaraña para que la usen para escalar.

    Al estar todos a bordo observan lo majestuoso y enorme que es el yate.
    La embarcación tiene una longitud de al menos cuarenta metros de largo, y diez de ancho, la base del casco es de color negro brillante, y el resto es de un tono blanco hueso con letras doradas escritas en un idioma desconocido para los habitantes de Garja. La cubierta es de madera barnizada con el símbolo de los minotauros grabado en ella, algunos muebles tirados y en su mayoría destruidos debido al violento movimiento de las olas.
    —No puedo creer la mala suerte que tenemos —susurra Kahil para que los tripulantes no lo escuchen.
    — ¡¿Qué?! —grita Alex que no pudo escucharlo.
    — ¡Cállate! —le dice al oído para que deje de hacer ruido, los tripulantes comienzan a notarse algo nerviosos.

    La mayoría de la tripulación son caballeros fénix, que son seres de apariencia humanoide con cabeza de ave, la cual varía en forma, color, pico y tipo de plumaje entre uno y otro. Además de un par de alas que salen de sus espaldas.
    — ¡Enemigo por babor! —grita uno de los tripulantes que tiene cabeza de cuervo.

    Todos en cubierta voltean hacia esa dirección, Kahil también mira hacia el lugar señalado, pero Alexander no tiene idea de a donde voltear.
    Kahil toma la cabeza del elfo y lo hace mirar hacia la izquierda del yate.
    — ¿Quién es ese? —pregunta el elfo al mirar a un ser caminando sobre el agua a una considerable distancia.
    —No tengo idea, pero mantén la voz baja —le advierte el enano.

    Del interior del yate sale un minotauro; su cuerpo es muy parecido al de los alquimistas, pero notablemente más alto que uno, mide un poco más de dos metros y medio de altura, tiene cabeza de toro negro, ojos rojos, con dos anillos en su nariz, usa un muy elegante traje color gris claro, con una flor blanca en la solapa de su traje.
    Un caballero fénix hace una reverencia ante el minotauro.
    —Mi señor Aldebarán, el enemigo parece usar magia elemental —informa el cabeza de ave a su jefe.
    —Lo sé, Micro, es una druida, de hecho —el minotauro entrecierra los ojos y observa con mucho atención a la druida que camina sobre el agua a cien millas náuticas del yate —, es, Belladona Cicuta, o mas bien, Belladona, Ama de los Elementos.
    —Be… ¿Belladona? —tartamudea asustado Micro, a escuchado rumores sobre esa druida y ninguno es bueno.
    —Sí, me temo que sí es ella —el minotauro se quita la corbata y se la da al cabeza de ave —, cuídamela, fue un regalo de mi esposa —saca de su bolsillo uno aparato de platino de forma cuadrada —, esto me lo regaló mi hija en mi cumpleaños, así que cuídalo con tu vida y si le llega a pasar algo, ni se te ocurra regresar.
    —S… sí, señor —contesta el caballero nervioso.

    Aldebarán se quita su traje quedándose solo los pantalones, dejando a la vista sus enormes músculos. Salta por la borda y cae sobre el agua sin hundirse, comienza a caminar sobre la violenta corriente como si estuviera en una tranquila pradera.

    Dos minotauros vestidos con una especie de ropa blindada salen del interior del yate y corren hacia la borda y miran a Aldebarán caminar tranquilamente entre las feroces olas.
    —El jefe es impresionante —asegura uno de los minotauros que tiene cabeza blanca con pequeñas manchas negras en su cuello.
    —El jefe creó unos aditamentos que incrustó bajo sus cascos, creo que más bien es una máquina que usa gemas elementales del continente de la magia —comenta el otro que le falta un cuerno y tiene pelaje gris oscuro.
    —Claro, los… no recuerdo como se llaman pero si he escuchado sobre eso, pero nunca lo había visto funcionando —dice el de cabeza blanca.
    —Son Catalizadores Atómicos de Tierra, Rayo, Agua, Fuego, Aire y Hielo o como los llaman C.A.T.R.A.F.A.H —comenta el gris.
    —Estamos en medio de un ataque y tú te pones a explicar esas cosas, eres demasiado nerd —reclama el otro minotauro.
    —Je, je, ya sabes que me emocionan los dispositivos que funcionan con magia, son demasiado ilógicos e interesantes.

    El barco se mece con más violencia.
    Aldebarán camina hacia la druida, la cual al verlo, levanta una mano y del agua se forma un ser con forma humanoide.
    Alex y Kahil miran con horror como se forma el ser de agua; es mas alto que cualquier castillo que hayan conocido.
    — ¿Qué es eso? —cuestiona aterrado el elfo.
    —No tengo ni idea, es la primera vez que veo algo así —contesta el enano boquiabierto.
    —Es un Avatar —contesta un cíclope que sale del interior del yate; un enorme ser musculoso vestido de gabardina blanca, su piel es color verde oscuro, su único ojo es color amarillo —, en ese continente lleno de magia se cree que los elementos son creados por deidades, que son como dioses pero menores, a estas deidades se les llama Avatares, ese ser de agua a la distancia se le dice Avatar de Agua, aunque es tan poderoso como su creador.

    Kahil queda en silencio, nervioso por haber sido descubierto, Alex asiente a la explicación del cíclope sin prestar a atención al hecho de que no debían ser vistos.
    —No teman, si hubiéramos querido lastimarlos lo hubiéramos hecho apenas se pegaron a la embarcación usando esa bola pegajosa —les aclara el cíclope —. Me llamo Summers, soy el asistente personal del presidente Aldebarán, que es el minotauro, que como ven, está luchando contra el Avatar.
    —No entiendo, se supone que los habitantes del continente de los salvajes no son bienvenidos en los otros continentes, se supone que deberían habernos eliminado apenas se dieran cuenta de nuestra presencia —reclama Kahil incrédulo.
    —Normalmente es cierto, pero, Aldebarán insistió en que podrían ser perfectos sujetos de prueba en experimentos genéticos —aclara el ser de un ojo.
    —Se suponía estábamos pasando desapercibidos —comenta Alex.
    —Imposible, este yate tiene un sistema de escaneo continuo que detecta cualquier cambio en la masa original de cada lugar de la embarcación —les comenta Summers cruzando sus poderosos brazos.

    El ser de agua cierra su puño y lanza un golpe contra el minotauro, quien con una sola mano detiene el impacto. Aldebarán da un fuerte bramido y el brazo del ser se desintegra.
    — ¡Que malo! —reclama la druida al ver que el minotauro destruye una parte de su Avatar.
    —Belladona, Ama de los Elementos, ¿qué quieres con mi yate? —cuestiona el mitad toro enfurecido.
    —Nada que debas saber —la druida mueve un poco la mano, del fondo del océano sale una mano de roca que se lleva al minotauro al fondo —. Mejor nada un rato —Belladona sonríe, mira hacia el barco —, ahora —susurra.

    Los minotauros sobre cubierta caen, los caballeros fénix se ven envueltos en una nube que los mata.
    —No es imposible —aclara una voz sobre la cabina que da hacia el interior del yate —, yo subí a bordo y no me detectaron.

    Todos voltean a mirar hacia la voz. Sobre la cabina está un neko sentado de cuclillas; un hombre mitad gato de pelaje blanco, con una mancha negra en su mejilla derecha, largos colmillos blancos y uñas muy largas, trae puesta ropa algo destrozada, aunque limpia. Lo que mas llama la atención sobre la apariencia de este neko son sus ojos, tiene mirada de loco, con iris color avellana.
    — ¿Qué sucede?, ¿nunca habían visto un neko? —cuestiona el mitad gato.
    —Tro… Tro… Tro… —comienza a tartamudear el cíclope.
    —Yi, soy Trono, no me gastes mi nombre o deberé tomar el tuyo —advierte con una sonrisa psicótica el neko.
    —Trono, el Infeccioso —dice Summers nervioso.
    —Yi, ese es mi título, tampoco lo gastes que me costó mucho lograr que me llamen así —comenta Trono sacando la lengua.
    —No entiendo, ¿quién es ese? —pregunta Alex confundido.
    —Deberías bajar la voz… no sé que eres, pero habla en silencio —dice el neko, inmediatamente salta y aterriza junto al cíclope —, y tú —rasguña el brazo del ser de un ojo, el cual cae al suelo al instante —, duerme un rato o para siempre, la verdad no sé que te acabo de dar, ja, ja, ja, ja.

    Kahil saca su mazo y lo apunta hacia el neko de manera amenazante.
    —No sé quien eres, pero no te acercarás a nosotros —advierte el enano golpeando el suelo con su mazo.
    —Pon atención, hombre bajito, me llamo Trono, el Infeccioso, ni hace un minuto él lo dijo, puedes preguntarle si quieres, bueno —mira al cíclope en el suelo sin moverse—, depende de sí despierta alguna vez, ja, ja, ja —ríe el neko.
    — ¿Qué escándalo es este? —pregunta Morgana despertando.
    — ¡Morgana, ¿te sientes bien?! —pregunta el elfo que corre a ayudarla a enderezarse.
    —Sí, ¿dónde estoy y por qué el suelo se mece tanto? —cuestiona la alquimista que se siente medio mareada.
    —Estamos en un yate que va en camino al continente de la magia —dice Alex esperando que la noticia la reanime.
    — ¿En verdad?, ¿no me estás jugando una broma pesada? —pregunta al elfo desconfiada.
    —Es verdad, estamos cerca de cumplir tu sueño de visitar el continente de la magia —dice el elfo, la toma de la mano por un instante, se sonroja y la suelta.
    —No es tanto un sueño —aclara la chica —, es un paso necesario para empezar de nuevo, para reunir esos objetos.
    —Cierto, los objetos de los que nos platicó Jackal —comenta Alex recordándolo.
    —Hey, hey, ¡hey! —grita furioso el neko al ver que no le están prestando atención —, hay un atacante lunático por este lado —se señala a si mismo.
    — ¿Quién diablos es ese que tiene cara de idiota? —cuestiona la alquimista frunciendo el ceño —, y apesta a muerte.
    —Yi, ¿te gusta?, es masacre número nueve, ja, ja, ja —el neko sonríe mostrando sus dientes y largos colmillos blancos.
    —No sé si estás loco o eres idiota —dice Morgana ofendiéndolo.
    —Un poco de ambos —Trono cierra la boca, pasa su lengua sobre sus dientes, luego abre la boca y sus dientes tienen un tono amarillento con manchas verduzcas —. Me siento con ganas de morder a alguien.
    —Ese tipo me da cada vez más asco —menciona Morgana asqueada por el color de los dientes del neko.
    —Es la idea, chica que no sé a que raza perteneces pero que nunca he visto una parecida —comenta Trono.
    —Es una alquimista —dice Alex.
    —Oh, eres de esas que hace marionetas y produce medicinas, ¿cierto? —cuestiona el neko.
    —Sí, ¿ya conocías un alquimista? —pregunta Alexander.
    —No, dije cosas al azar, ja, ja, ja —ríe el neko sacando sus garras —, mejor veamos si una alquimista es inmune a mi veneno.
    —Pruébame, cara de idiota —provoca Morgana.

    En el océano, la mano que arrastró al minotauro sale nuevamente a la superficie.

    -------------------------------------------o---------------------------------------------------

    Nombre: Aldebarán
    Edad: 35 años
    Pelaje: Negro
    Ojos: Rojos
    Piel: Moreno
    Raza: Minotauro

    --------------------------------------------------------------------

    Nombre: Summers
    Edad: 28 años
    Ojo: Amarillo
    Piel: Verde
    Raza: Cíclope
     
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    Sheccid

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    Ya extrañaba leer un capítulo tuyo *-* y te quedó maravilloso, me hiciste recordar como tres series de mi infancia-adolescencia, creo que ya sabes cualés son.
    Ese Aldebarán , ja,ja, me hizo reír mucho y hasta eso que me cae un poco bien...y Belladona...va a ser obviamente un obstaculo en la vida de Morgana, Kahil y Alex.
    Y también descubrí algo de tu subconsciente, pero mejor luego te digo XD
    Eso es lo que llamo un gato malo :) pero sí, a mí también me dió un poco de asquito y eso que casi no me da eso :(
    Esto se pone interesante cuando lleguen al continente de la magia...¿encontraran lo que buscan?
    T.A.M. Hasta más tarde, milord L ;)
     
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  3. Threadmarks: Aventura 24. Suzaku
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Aventura 24. Suzaku.

    Estoy tan cerca de obtener mi nueva vida, pero tan lejos a la vez, no puedo creer que lo que se interpone entre el continente de la naturaleza y yo, es este estúpido cara de idiota que necesita lavarse los dientes mas seguido.

    Belladona, Ama de los Elementos, es una poderosa druida Elementista, normalmente las druidas habitan en los bosques, su hogar natal es Hogar, el bosque mas grande de todo el continente de la magia. Belladona tiene un cuerpo bastante bien dotado, con la piel verde claro casi amarilla, su cabello tiene un tono grisáceo con flores creciendo en este, sus ojos brillan en un tono rojizo, usa un vestido hecho de una enorme hoja, anda descalza.
    La mano de roca que hace sólo unos minutos se llevó al minotauro emerge a la superficie, comienza a abrirse poco a poco, de repente se destruye mostrando al minotauro.
    —No soy tan fácil de destruir —presume Aldebarán —, soy un minotauro después de todo.
    — ¡Que varonil! —comenta la druida —, pero lo varonil no me impresiona en lo mas mínimo.

    El Avatar de roca sale del fondo del océano y se para sobre la superficie del agua. Frente a Aldebarán yacen en pie un Avatar de agua, al que le falta un brazo y uno de roca, cuya mano acaba de ser destruida.
    — ¿Qué te parece si aumentamos las apuestas? —la druida levanta su mano y da una sonrisa confiada.

    De la nada se forma un tornado, el cual toma forma humanoide, creando un Avatar de viento.
    El minotauro entrecierra sus ojos en desaprobación, cierra ambos puños y embiste al ser de roca. El ser de roca no logra soportar la poderosa embestida y se destruye en miles de pedazos, inmediatamente después, Aldebarán se voltea y golpea una pierna del ser de agua destruyéndosela y haciéndolo caer.
    —Me parece bien, apuesto por mí —presume el minotauro.
    —Presumido —dice Belladona enfadada y un poco preocupada.
    —Haznos un favor a todos y ríndete para poder estudiar tu particular habilidad elemental —pide el minotauro —, serás un muy interesante objeto de estudio.

    En el yate, Trono nota como dos de los tres Avatares de Belladona caen vencidos, sonríe ligeramente y luego frunce el seño.
    —Esa chica debió escucharlo, él le dijo que los minotauros son los segundos seres mas poderosos sobre este mundo, debió comenzar con rayo —saca sus garras, salta y derriba al último ser alado de la embarcación —, estos pobres pajaritos, cayeron sin dar mayor pelea, ja, ja.
    — ¡Oye, deja de matar a los pajarracos estos que la verdad no sé ni por que me interesan! —grita Morgana enfadada.
    — ¿Me hablas a mí? —cuestiona el neko torciendo atrozmente su cabeza para poder mirar a la chica.
    —Claro, cara de idiota, será mejor que no estés planeando detener esta cosa flotante, por que si lo que quieres es hacerlo, me veré forzada a arrancarte cada colmillo de tu mugrosa boca —amenaza la chica temiendo que el enemigo le impida llegar al continente de la naturaleza.
    —Verás, la verdad no te estaba poniendo atención —el neko voltea a mirar hacia la entrada que da hacia el interior del yate —, denme un momento.

    Un par de cíclopes armados con alabardas salen por la puerta, Trono salta y se coloca detrás de ellos, los rasguña en la espalda y salta nuevamente justo al instante que uno de los seres de un ojo se comienza a voltear con su arma en mano. Unos segundos después ambos caen al suelo sin vida.
    — ¿En qué estábamos?, cierto, me decías algo —le habla a Morgana.
    —Sí, te decía que caerás —amenaza la chica.

    Alex prepara su arco y saca una flecha de su carcaj, apunta hacia la frente de Trono y dispara. El neko ve la flecha venir en cámara lenta, con su mano derecha la toma y en un parpadeo le da vuelta haciendo que regrese hacia el elfo quien es herido por el proyectil en su hombro izquierdo.
    —Me quedó mal el tiro, ja, ja, ja —ríe el ser parecido a un gato al ver que no calculó bien, ya que él esperaba que la flecha impactara en el corazón del elfo.
    — ¡Es todo, ya me hartaste! —la alquimista se concentra e invoca a Genbu.
    — ¿Se supone que me asuste por la sopa de tortuga cruda? —cuestiona Trono.
    —Sí —la chica siente algo más, tiene la sensación de que es capaz de invocar a una tercer marioneta distinta a Genbu y Byakko, aunque no sabe por que justo en ese momento —, creo que te mostraré algo nuevo.

    La alquimista cierra los ojos, el enemigo, que no está dispuesto a perder más tiempo, arremete contra la chica, pero Genbu se atraviesa en el camino bloqueándole el paso. Trono rasguña la cabeza de la marioneta pero no logra penetrar la piel, entonces se da cuenta que la tortuga gigante no es un ser vivo.

    En medio del cielo se comienza a materializar una especie de ave esquelética, la cual a los pocos segundos de haber aparecido comienza a ser envuelta en fuego amarillento, que dos segundos después se torna rojizo.
    Trono salta sobre Genbu y se impulsa con su cabeza para alcanzar a la marioneta de fuego, le intenta dar un zarpazo, pero como era de esperarse, la intensidad de las llamas comienzan a quemarlo entre más se acerca a la marioneta voladora, al ver que no podrá dar un golpe sin morir calcinado saca una cuerda de acero que tiene una extraña punta de lanza, la arroja hacia uno de los minotauros que yacen sin vida sobre la cubierta, la punta atraviesa entre dos costillas, dentro del tórax del soldado minotauro la punta se expande en un gancho, Trono jala la cuerda y comienza a bajar a tierra justo antes de llegar al ser de fuego.

    Voltea hacia el cielo, nota que el ave se comienza a tornar de un tono azulado, se da cuenta que se está haciendo cada vez más poderosa, unos momentos después se da cuenta del por qué.
    Cuando un ser muere produce una unidad de mana de muerte o mana de sombras como también es llamado ese tipo de energía, el cual, es el mana favorito de Trono, y su misión secundaria es recolectar todo el mana producido y llevarlo consigo, pero nota que esa energía está siendo consumida por la marioneta de fuego haciéndola mas poderosa y letal.

    La druida, al verse en dificultades, decide acatar las indicaciones que le fueron dadas originalmente, por que se da cuenta que jugar con un minotauro es una muy mala idea. Levanta su mano a los cielos, los cuales se oscurecen con nubes de tormenta, un enorme relámpago cae sobre el agua, el cual se transforma en un Avatar de rayo.

    Al ver a la criatura de rayo y calcular que el neko no representa mayor amenaza, el ave de fuego vuelva a socorrer al minotauro.
    — ¡Oye, vuelve acá y rostiza a este! —ordena Morgana a su marioneta.

    El ave mira a Alex.
    —Su nombre es Suzaku —dice el elfo traduciendo lo que está diciendo la marioneta —, y sólo responde a su amo y a nadie más, hará lo que quiera y quiere destruir el ser de elemento rayo antes de que destruya a la descendiente de su amo.

    Morga toma a Alexander del cuello y lo comienza a zarandear con ira.
    — ¿Qué dices?, regresa y obedéceme —le grita al elfo.
    —Tranquila, no tengo control sobre él, únicamente traduje lo que me dijo —aclara el elfo nervioso.
    — ¡Inútil! —lo empuja haciéndolo caer.
    —Perdona —pide Alex bajando su cabeza.

    Morgana lo mira, se da cuenta que el elfo está apunto de llorar.
    —Bueno, igual aún tenemos a Genbu —la tortuga salta muy alto.
    —Oh, una tortuga voladora, que miedo —se burla el neko.
    —No, Genbu no vuela —comenta la alquimista sonriendo.

    Trono mira arriba y ve la tortuga que cae a toda velocidad sobre él, levanta su mano y la atrapa sin dificultad.
    —Ja, ja, ja, ja, necesitas mucho más que esta patética cosa para lastimarme —se burla el neko.
    — ¡¿Qué tal esto?! —grita Kahil que logró escabullirse detrás del enemigo.

    El neko se voltea justo a tiempo para ver el mazo acercarse a una velocidad impresionante a su rostro. El impacto del arma del enano lanza al enemigo contra un grupo de cajas de acero que se doblan al ser impactadas por el cuerpo de Trono.
    El neko se levanta medio mareado, con el rostro un poco aplanado por el impacto, con la nariz sangrante y un colmillo partido. Escupe algo de sangre y luego sonríe.
    —Yi, eso es mas o menos suficiente para lastimarme —escupe mas sangre —, pero, cinco, cuatro, tres…

    En el océano Belladona comienza a hacer una cuenta regresiva.
    —Tres, dos, uno, cero —sonríe —, se acabó el juego, me debo ir, fue algo divertido.

    La druida se sumerge en el agua, el Avatar de rayo se desvanece justo antes de que Suzaku llegue a ayudar a Aldebarán.
    — ¿Se acabó? —el minotauro se voltea y nota que no hay ningún hombre ave sobrevolando el yate —, que idiota que soy, claro que era una distracción —corre hacia el yate.

    Summers comienza a recuperar la conciencia, se levanta con dificultad.
    —Que mal, era somnífero lo que te apliqué, ja, ja, ja, ja —se burla Trono al ver que el cíclope se levanta.
    —Maldito psicótico —mira por toda la cubierta, ve los cuerpos sin vida de los caballeros fénix, minotauros y cíclopes escoltas que trajeron en la embarcación —, ¿están…?
    —Yi, muertos todos, hermoso, ¿cierto? —el neko cierra los ojos y respira hondo —no hay nada como el aroma del mana de muerte por las mañanas, hasta me abre el apetito —se relame los labios.
    —Un momento —el cíclope se queda inmóvil durante un par de segundos —, el motor se apagó.
    —Yi, diversión, diversión, ja, ja, ja, ja —ríe Trono.

    Summers corre a asomarse por la borda, ve un hoyo a un costado de la embarcación, del cual sale una hermosa sirena, que tiene el cabello rubio, ojos azul marino casi como zafiros, su cola de pez tiene escamas de varios colores, en su mayoría verdes, algunas rojas, azules, doradas y plateadas, no tiene puesto nada en su pecho, pero su cabello siempre se lo cubre.
    La sirena cierra un ojo coquetamente, se zambulle y desaparece.
    —Por el Dios Sabiduría, Serena, la Ilusión —se dice el cíclope preocupado, se voltea y no encuentra a Trono, el Infeccioso por ninguna parte —, ¿dónde está?
    Nadie le contesta, corre hacia el interior del yate, llega hasta la sala de máquinas y se da cuenta que el peor escenario posible se ha hecho realidad.

    Aldebarán y Suzaku regresan a la embarcación, el ave, al no tener más mana negro para alimentarse regresa a su forma esquelética y regresa a la dimensión de bolsillo de Morgana, Genbu hace lo mismo.
    Summers regresa a la vez que el minotauro salta y cae suavemente sobre la cubierta sin dañar nada a pesar de su notorio peso y tamaño.
    —Jefe, el… el… —comienza a decir el cíclope aterrado.
    —Habla de una vez —ordena el minotauro.
    —La fuente de poder ha sido hurtada por Serena, la Ilusión —dice el ser de un ojo temblando.
    —El reactor, ya veo, podremos construir otro al regresar al laboratorio —dice Aldebarán sin armar mayor escándalo.
    —Pero, jefe, el reactor tiene suficiente poder como para destruir un país mediano y producir una onda de choque que abarque todo el continente de la magia, sin mencionar la contaminación producida por la radiación —aclara preocupado el cíclope.
    —No veo el problema, nuestro continente está protegido contra esas eventualidades, lo que suceda con estos hechiceros es irrelevante para mi —dice el minotauro volteando el cadáver de Micro que yace cerca a los cíclopes escoltas —. Al parecer mis cosas están a salvo —dice tomando su corbata y el aparato de platino, el cual abre para comprobar que sigue funcionando —. Lo que debes hacer es buscar una forma de hacer que este yate avance.
    —No hay manera, no tenemos herramientas para construir un nuevo reactor, y ni que hablar de conseguir un material fisible en medio del océano —le aclara Summers preocupado por la posibilidad de quedar atrapado en medio de la nada.
    —Si me permiten —interrumpe Kahil, aquí la niña y mi persona podemos hacer que esta enorme olla de hojalata se mueva en pocas horas.
    —No creo, pero me interesa ver lo que su limitada inteligencia puede idear —les permite Aldebarán.

    -------------------------------------------o---------------------------------------------------

    Nombre: Trono, El Infeccioso
    Edad: 23 años
    Pelaje: Blanco
    Ojos: Avellana
    Raza: Neko

    --------------------------------------------------------------------
    Nombre: Belladona Cicuta, Ama De Los Elementos
    Edad: 32 años
    Cabello: Grisáceo
    Ojos: Rojos
    Piel: Verde claro amarillenta
    Raza: Druida

    --------------------------------------------------------------------
    Nombre: Serena, La Ilusión
    Edad: 16 años
    Cabello: Rubia
    Ojos: Zafiro
    Piel: Blanca
    Raza: Sirena

    --------------------------------------------------------------------
    Nombre: Suzaku
    Elemento: Fuego
    Raza: Marioneta
    Apariencia: Ave de fuego
     
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    MisakiChibi

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    Holiwis.... Por fin llegue al 24, soy algo lenta para leer y el tiempo tampoco ayuda, como sea. Me gusta mucho la historia, siento un poco de pena por Alex al no ser correspondido, Alex pupus eso me mato xD, me moleste con Kahil cuando golpeo a Morgana pero a la vez pense que se lo merecia, me dio risa en la parte en que le pregunto al lobo maestro sobre el colmillo que traia en el cuello, cuando Tora estaba preguntando sobre el pergamino negro quise golpearlo por preguntar otra cosa, bueno el niño/viejo tampoco le advirtio sobre la segunda pregunta... Aldebarán tendra tanta inteligencia que le dice a Kahil, Alex y a Morgana "Limitada inteligencia" eso me caeria mal que me lo dijeran >.<*, no puedo esperar al siguiente capitulo, matta nee, P.D gracias por invitarme a los cap 23 y 24 :p
     
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    Sheccid

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    Oh, ¿a donde fue ese neko?
    Oh, no saben el poder que puede tener una tortuga, en serio es sorprendente como te puede morder y arañar, nunca hay que subestimarlas, mas si vienen en este equipo XD
    ¿Para que interfirió en marcha la sirena Serena?
    Pero de seguro que nuestros polizones arreglamn todo XD
    Un excelente capi, gatito, esperaré el siguiente con tu pulcra ortografía.
    T.A.M.
     
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  6. Threadmarks: Aventura 25. La Hipnosis de Summers
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    La Aventura De Morgana
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
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    28
     
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    2338
    Aventura 25. La Hipnosis De Summers.

    O sea, ahora resulta que el anciano me ofrece para reparar este barco extraño, siendo ese el caso, lo voy a ofrecer para limpiar los cadáveres de la cubierta que me están comenzando a dar nauseas.
    Aunque puede que me coma uno de esos pajarracos, seguro saben como a pollo.

    El imponente minotauro mira con incredulidad a Kahil mientras este dibuja un plano, nota que el diseño es bastante rústico y poco práctico, pero desea esperar a que termine para comenzar a criticar y corregir tan burdo y primitivo diseño.
    Al finalizar el enano su parte, la alquimista toma su lugar y comienza a estudiar el plano.
    —Oye, no está mal, muy básico, pero poniendo un par de engranes aquí —señala una parte del plano — y uno mas por este lado —señala otra parte —, puede que funcione bien.
    —Añádele lo que creas necesario —dice el enano pasándole el lápiz y un borrador.

    Morgana se queda mirando fijamente el plano, lo voltea un par de veces, comienza a escribir fórmulas y a dibujar en varias partes del mismo, borra algunas partes y corrige sus propias adiciones al ir avanzando y considerando haber calculado mal algo. Kahil le señala una sección del dibujo, la alquimista asiente y comienza a alterar esa parte, siguen así por unos treinta minutos más, la chica levanta el plano, sonríe y se lo pasa al minotauro que comenzaba a impacientar.
    —Era hora, a ver que hicieron, primitivos debiluchos —dice Aldebarán sosteniendo el plano.

    El minotauro observa sin mucho interés el diseño, comienza a leer las fórmulas y hacer los cálculos en su cabeza, su expresión cambia a una pensativa.
    Summers se asoma sobre el hombro de su jefe para observar el plano.
    —Este es un diseño bastante asombroso para unos salvajes como ustedes, y la mejor parte es que cada uno de los elementos utilizados según este plano pueden ser sacados del yate sin destruir nada importante —aclara estudiando por segunda vez el boceto —. Pero, noto que tiene un defecto fatal y un término que no comprendo.
    —Sé a que debes referirte —se apresura a decir Morgana —, lo pude haber ideado automático, pero con tan poco tiempo es mejor que se manual, y el término al que te refieres debe ser el FDE, significa Fuerza De Elfo, que es la energía que utiliza para moverse —la alquimista voltea a mirar a Alex.
    — ¿Quieres decir que únicamente ese flacucho elfo moverá esta invención? —cuestiona el cíclope mirando a Alexander, lo nota demasiado débil como para llevar acabo una tarea tan ardua.
    —Sí, no te preocupes, tal vez Alex tenga la figura de un trapo escurrido, sea débil, torpe, inútil, eh… ¿qué decía?, cierto, pero es bastante resistente, ya verás que puede durar horas moviendo el mecanismo —asegura Morgana.
    —Si tú lo dices, comenzaré a reunir los materiales para esta cosa —asegura Aldebarán —, enano, ¿puede acompañarme?, tú también vienes, Summers.
    —Por supuesto —acepta Kahil.
    El cíclope asiente, los tres se dirigen a la bodega del yate que está en la parte más baja de la embarcación.

    Comienzan a destrozar algunas cajas, sacan piezas de acero que posteriormente derretirán para convertirlas en los engranes de la máquina que hará que el motor funcione.
    —Dime una cosa, ¿qué era el ave de fuego que vi sobrevolar los alrededores? —cuestiona el minotauro arrancando una tapa de acero de media tonelada de una caja.
    —La verdad no sé mucho acerca de eso —dice el enano apilando algunos tubos de titanio.

    Aldebarán voltea a mirar a Summers, sabe que el enano le está mintiendo. El cíclope toca el hombro de Kahil, este voltea a mirarlo, se queda perdido en el único ojo del cíclope, entra en un profundo trance.
    —Ahora, primitivo, dinos todo lo que sepas sobre esa ave —ordena el minotauro.
    —Hace muchos años mi aldea fue atacada por los elfos, mi familia pereció durante ese ataque, fui incapaz de hacer algo por ayudarles —cuenta Kahil en tono mecánico y con la mirada vacía.
    —Di únicamente lo importante, no nos interesa escuchar sobre tu pasado —comanda el cíclope.
    —Al abandonar mi destruido hogar me dirigí hacia el este, llegué al Valle Prohibido, se supone que nadie debe nunca entrar allí, pero al haber perdido a mi familia ya nada me importaba, ese lugar es enfermizo, no hay lógica en el terreno, los caminos torcidos, la gravedad te mantiene en la roca que pisas, nunca se sabe si estás de cabeza, los colores son algo extraño, indescriptibles, la vegetación y la fauna son aberraciones sin forma, me perdí durante una semana, sobreviví comiendo frutas negras de los árboles, algunas sabían dulces, otras como carne descompuesta, el agua cambiaba de color y de sabor, sólo el color amarillo era potable —continúa contando el enano sumido en el trance.
    —Eso le interesa sólo a los geólogos, dime sobre las marionetas —ordena impaciente Aldebarán.
    —Llegué a unas especies de ruinas, habían muchas paredes semidestruidas con símbolos extraños que cambiaban cada cierto tiempo, durante unos minutos fui capaz de leer varias de las inscripciones, de entre las cuales pude leer sobre el Phantondieb y sus bandidos, al llegar a la parte de Fabián, estaba la lista de sus cinco mejores marionetas, en el tercer puesto estaban esas cuatro marionetas, Genbu de la tierra, Byakko del aire, Suzaku del fuego y Seiryuu del agua, al parecer estas son controladas y pueden ser invocadas por ciertas emociones —dice el enano sin moverse.
    —Desde aquí pierdo interés, con decirme que son creaciones de Fabián Terra me basta para saber que nunca seré capaz de poner mis manos sobre ellas —comenta Aldebarán, le hace una seña a Summers, quien rompe el trance del enano.

    Kahil nunca supo que fue puesto bajo hipnosis, los tres continúan recolectando los materiales para la invención que les permitirá mover el yate.

    En la sala de máquinas, Alexander destroza la pared y el piso para poder montar la máquina que van a construir entre Kahil y Morgana, el elfo voltea a mirar a la alquimista varias veces. Morgana descansa acostada sobre una mesa.
    — ¿Vas a ayudar? —cuestiona el elfo mirándola fijamente.
    —No… —responde la chica adormilada.

    El elfo continúa trabajando unos minutos mas, se voltea nuevamente y ve a la chica dormir, se acerca a ella y se sienta en una silla junto a la mesa con la excusa de descansar.
    Ve con mucho detenimiento a Morgana, su ropa está bastante sucia y destrozada, su piel un poco pálida, su cuerpo algo delgado y poco desarrollado, sin embargo, Alex piensa estar contemplando una especie de ángel, sabe que podría mirarla por horas. Intenta tomarla de la mano, pero no logra juntar suficiente valor como para hacerlo,
    —Te… te… te… te… a… —tartamudea debido a los nervios, intenta confesarle sus sentimientos hacia ella, aunque sea mientras duerme.

    En ese momento escucha un sonido metálico detrás de él, se voltea y nota que Kahil y los demás regresaron con los materiales para la construcción de la máquina.
    —No pierdas el tiempo, niño, mejor espera a que la actitud de la niña mejore, entonces lo intentas —recomienda el enano al darse cuenta de lo que tenía planeado hacer el elfo.
    —Supongo —responde mirando a la alquimista con una sonrisa.
    — ¿Por qué se tardaron tanto? —cuestiona la chica despertando —. Sí quiero un poco de té —dice al elfo.
    — ¿Qué? —cuestiona avergonzado Alex.
    —Me parece que me ofreciste té, ¿o me lo soñé? —se dice la chica que le pareció haber escuchado la voz de Alexander ofreciéndole té mientras dormía.
    —Yo… eh, este, no… —tartamudea el elfo.
    —Estás extraño —le reclama —. A ver que trajeron montón de inútiles —dice la chica revisando los materiales que se encuentran apilados en medio de la sala de máquinas —, esto servirá, ahora déjenmelo a mi.

    La alquimista toma un tubo de titanio y comienza a cortarlo con una sierra laser que le facilitó Summers.
    —Oigan, dejen de estorbar y salgan de aquí —ordena la chica a todos.
    —Vámonos —le ordena Aldebarán al cíclope, sale de la sala de máquinas con una mueca de enojo en su rostro, al minotauro le molesta demasiado que le den órdenes.

    Seguidamente sale el cíclpe y el enano, pero el elfo se queda.
    — ¿No me escuchaste? —cuestiona Morgana mirando a Alex.
    —Sí te escuché, pero me quedaré a ayudarte —dice el elfo nervioso.
    —Bueno, entonces corta este tubo para que quede de dos metros y seis centímetros —le lanza el tubo y la sierra.

    Alex logra atrapar la sierra, pero el tubo lo golpea en la frente, se soba un poco el chichón que le dejó el golpe, recoge el tubo, toma una regla para medir y comienza a trabajar.

    Los demás entran a la sala de descanso, Aldebarán toma algunos documentos del interior de un portafolio que se encuentra en un rincón de la habitación, se sienta y comienza a escribir y a hacer cálculos.
    Kahil se sienta en un sillón negro, Summers se sienta frente a él en un sillón café oscuro.
    —Me parece que no es un buen momento para sacar cuentas —comenta el enano.
    —Así es el jefe, siempre sumido en los negocios —le responde el cíclope.
    —No me parece correcto, ni siquiera se han preocupado por los cuerpos de sus amigos que siguen tirados en la cubierta como si fueran basura —le reclama el enano.
    —Supongo que el jefe se está encargando de llenar los formularios para la indemnización de las familias de los muertos, nunca se relaciona personalmente con los empleados, supongo que me habla por que soy su asistente —dice el cíclope hablando sobre la forma de ser de su jefe —. Además, todos están muertos, los revisé antes de entrar, no hace mayor diferencia el lugar donde estén —Summers se queda mirando el vacío, sumido en sus pensamientos.
    — ¿Qué sucede? —cuestiona Kahil al verlo así.
    —Es que estaba pensando lo curiosa que es la vida; he matado a cientos y no recuerdo a ninguno de ellos, pero los rostros de los amigos que envíe a morir me atormentan cada noche —responde el ser de un ojo mirando el vacío.
    —Sé a lo que te refieres, también he perdido buenos camaradas durante la guerra, es algo que no se supera —dice el enano comprendiendo lo que siente el cíclope.
    —¿Guerra?, no, no, el continente de la tecnología jamás ha estado en guerra, al menos no una guerra entre países, si no entre empresas y compañías, muchos de nuestros espías corporativos son encontrados y asesinados para que no revelen lo que lograron descubrir, es algo triste —le aclara Summers suspirando.
    —Eso es bastante ilógico, no creo que alguien deba morir por ese tipo de razones, hay muy buenas razone para arriesgar la vida, pero eso que me dices no es una de ellas —dice Sir Kahil con el ceño fruncido.
    —Nuestros mundos son muy distintos, por eso no lo entiendes —comenta el cíclope haciendo una mueca de arrepentimiento.
    —Espero nunca entender eso, en verdad, espero jamás hacerlo —desea el enano.

    Kahil se levanta de su asiento y mira por la ventana. El océano está bastante tranquilo, sin oleaje, el día comienza a morir en el horizonte.

    En el continente de la magia, sobrevolando el bosque Usagi se encuentra Tora, que busca a la segunda bestia que debe atrapar, un simarg, una bestia alada y sumamente territorial, sabe que en cada bosque hay al menos una de esas bestias.
    Una sombra se abalanza sobre el elfo haciéndolo caer al suelo desde una altura de doscientos metros.
     
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  7. Threadmarks: Aventura 26. La Tristeza de un Elfo y su Pegaso
     
    Dark RS

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    La Aventura De Morgana
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    Aventura 26. La Tristeza De Un Elfo Y Su Pegaso.

    Tora cae velozmente a una muerte segura, Uma se lanza a intentar salvarlo, pero no puede bajar con suficiente velocidad para hacerlo.
    El elfo saca una cuerda de su dimensión de bolsillo, la arroja hacia la copa de un árbol, en donde se engancha, utiliza el impulso para acercarse al tronco, salta de rama en rama hasta lograr caer en el suelo sin recibir daño. Jala la cuerda, esta cae, la enrolla y la regresa a su dimensión de bolsillo.

    Tora observa el cielo, el cual comienza a oscurecerse; busca al ser que lo atacó, recorre con sus ojos cada rincón, pero no logra encontrar nada. El pegaso aterriza junto a él, lo olfatea y lo empuja un poco para comprobar que su amo esté sano, luego se distrae al ver una deliciosa hierba tierna, corre hacia ese lugar y comienza a pastar.
    — ¿No sientes algo extraño, Uma? —cuestiona el elfo a su amigo pegaso.
    Uma levanta la cabeza, tiene el hocico lleno de pasto, mastica un poco, niega con la cabeza y regresa a su labor de acabar con el resto de la deliciosa hierba.
    — ¿Qué fue, qué fue? —se cuestiona en voz baja mirando con mucho recelo el firmamento.

    Un aullido se escucha a lo lejos. El pegaso se esconde detrás del elfo.
    —No te alarmes, Uma, todo está bien —le dice para reconfortarlo, aunque no está tan seguro que así sea.
    El aullido se escucha nuevamente, unos arbustos comienzan a moverse en la oscuridad del bosque.

    Tora se acerca a estos, saca una daga de su bota y la toma fuertemente con su mano derecha. Al acercarse mas, los arbustos quedan inmóviles, comienza a revisar, pero no hay nada más que una pequeña lagartija comiéndose parte de la raíz del arbusto.
    — ¿Será que me lo imaginé? —se pregunta el elfo confundido.

    Uma relincha con desesperación, Tora se voltea justo a tiempo para ver una mandíbula que se acerca a su rostro, toma el hocico de la bestia y lo mantiene abierto; babas caen sobre el rostro del elfo.

    Una criatura parecida a un lobo se encuentra sobre el elfo; su pelaje es blanco, sus ojos verdes claros brillan con mayor intensidad con cada segundo que pasa, tiene un par de alas membranosas cubiertas por pelo un poco mas oscuro que el de su cuerpo, su cola es algo corta para sus casi dos metros de largo, su lengua es azul.
    —Encontré un simarg, ahora debo ver como le hago para atraparlo, je, ni sé como hice para atrapar a Hebi —dice refiriéndose al anfisbena que logró capturar hace poco.

    Uma le da una patada al simarg con sus patas traseras, la bestia da un chillido del dolor, se incorpora inmediatamente y le comienza a gruñir al pegaso.
    Tora aprovecha la distracción para tomar al lobo del cuello e intentar derribarlo, pero la bestia salta un instante antes haciendo que el elfo caiga sobre la tierra, entonces acierta un zarpazo con todas sus fuerzas, abriéndole una enorme herida a Tora en su espalda.
    El simarg gruñe, Uma se arma de valor y comienza a patear a la bestia para darle oportunidad a Tora de alejarse. La criatura incrusta sus colmillos en el costado del pegaso arrancándole un pedazo de su costado y haciéndolo entrar en shock.

    Tora saca de su bolsillo la gema de fuego que le fue obsequiada por Kenshin, apunta su mano hacia el lobo; flamas comienzan a surgir de la mano del elfo, las cuales comienzan a quemar a la bestia, esta al verse envuelta en llamas comienza a chillar y a correr en círculos.
    El elfo recita el hechizo de cuido para enviar a la criatura junto con el anfisbena, esperando que al llegar, a lo que piensa se trata de una especie de establo en la Ciudad de los Dragones, sea atendido por los cuidadores.

    Tora corre hacia su fiel Uma, lo encuentra tirado en el suelo, con los ojos perdidos en la nada, la herida en su costado luce bastante grave; le falta un pedazo de carne sobre sus costillas, pierde sangre rápidamente, la fuerza abandona su cuerpo.
    —No mueras, amigo, no me dejes, vamos, no me dejes —se quita la camisa y la presiona sobre la herida —, no puedo perderte a ti también —dice desesperadamente comenzando a llorar.
    Uma voltea la mirada hacia el elfo, relincha levemente, sonríe y baja la cabeza de golpe. Tora le siente el pulso, está débil.
    —No te preocupes, estarás bien, estarás bien —ata la camisa sobre la herida utilizando una soga —. Me iré unos instantes, resiste, amigo, resiste —se levanta y corre hacia el bosque en busca de hierbas medicinales.

    Mientras corre y busca alguna planta o fruta que le sirva, Tora recuerda el día que conoció a Uma.

    Once años antes, en un pequeño poblado fronterizo que no aparece en ningún mapa, Tora Natsu es un niño de unos doce años que vive con su hermana y su padre; su madre falleció cuando él tenía tres años, por lo que casi no la recuerda.
    Las tensiones entre los dos reinos en el Imperio Basilisko hacen que muchos de los habitantes del pueblo lo abandonen, al ser este un poblado tan cercano al límite, los pobladores temen que los soldados invadan y saqueen.

    Al acercarse el cumpleaños de su hermana mayor, Tora decide adentrarse en el bosque para conseguirle un regalo, no sabe que buscar, sólo tiene en mente que debe ser algo adorable, a su hermana le gustan las cosas adorables.
    Durante su travesía, encuentra a un elfo oscuro bastante anciano, camina pacientemente ayudado por un bastón negro en dirección al poblado, el pequeño elfo lo mira sorprendido, no es alguien que conozca.
    —Buenas, pequeño —saluda el anciano, inmediatamente continúa su camino.

    Tora no se atrevió a contestarle, se le quedó mirando hasta que lo perdió de vista, por alguna razón comenzó a tener un mal presentimiento. Después de un par de minutos recuerda que es lo que entró a hacer al bosque y continúa su búsqueda.

    Al cabo de quince minutos escucha un desagradable sonido, como el de un depredador destrozando huesos, se dirige hacia el origen del ruido y encuentra a un niño neko de su misma edad comiendo los restos de un pegaso, junto a ese pegaso casi totalmente consumido, están los restos de dos pequeños potrillos de pegaso y un pequeño pegaso recién nacido intentando levantarse.
    — ¡Oye! —grita Tora indignado por la desagradable escena —, ¡déjalos!
    — ¿Yi? —el niño neko termina de tragar una pieza de carne, la sangre escurre de su boca, su ropa está totalmente llena de los fluidos de los pegasos —, ¿me hablas a mí?
    —Sí, ¿por qué hiciste eso? —cuestiona furioso el elfo.
    —Tenía hambre y esta familia lucía muy sabrosa, lástima que tuve que derretir al otro adulto, era muy molesto con sus estúpidas patadas —señala hacia un charco negro cerca de Tora.
    — ¡Maldito! —Tora se abalanza sobre el neko y comienza a golpearlo en la cabeza con todas sus fuerzas.
    —Ja, ja, ja, ja, estos masajes se sienten muy bien —el neko sonríe mostrando una sonrisa color carmesí debido a la sangre, al momento bosteza —, que mal, creo que comí demasiado, me dio sueñito.

    El neko golpea en el pecho a Tora, lanzándolo dos metros en el aire, al caer se golpea el brazo derecho y se le desmonta, al incorporarse el neko ya no está.
    El pequeño pegaso sobreviviente ha estado relinchando con todas sus fuerzas desde el comienzo, llamando desesperadamente a sus padres y hermanos, pero no recibe respuesta, el elfo va hacia el y lo abraza.
    —Tranquilo, pequeño, yo te cuidaré —comienza a llorar.

    Guía al pequeño pegaso a través del bosque, cuando está cerca de su hogar, nota una nube de humo que se levanta imponente como una serpiente negra que intenta reclamar el cielo.
    Levanta al pegaso y corre con todas sus fuerzas, antes de llegar a su hogar ve a un ser que usa una gabardina púrpura con capucha, mide al menos dos metros de altura, este ser levanta a su hermana con su extremidad derecha, la cual es una enorme pinza verde muy parecida a la de un escorpión, del interior de la capucha sale un hocico de al menos un metro de longitud, el cual es físicamente imposible haya estado oculto bajo la capucha, lo abre, estira su brazo e introduce a la elfina en su boca tragándola completa.
    El brazo y el hocico desaparecen dentro de la gabardina, voltea hacia Tora, el rostro del encapuchado está en total tiniebla, sin embargo, el elfo puede sentir como el ser lo observa directamente.
    —Serás el postre —afirma el asesino de su hermana.

    El elfo anciano que Tora encontró mas temprano ese día toca el hombro del ser.
    —No niños, mi amigo, recuerda que te hacen daño —le detiene el elfo anciano.
    —Pero, este niño huele tan apetitoso —dice el ser.
    —Igual que aquella niña hada y recuerda lo que sucedió —le recuerda el anciano quitando la mano de sobre su hombro.
    —Gracias, mi amigo —agradece el ser —. Mejor vayámonos de este lugar.

    El encapuchado comienza a caminar hacia el camino principal que lleva al siguiente poblado. El anciano lo sigue. Tora sale del shock en que entró al ver al ser devorar a su hermana.
    — ¿Quiénes son ustedes? —cuestiona aterrado, el pequeño pegaso relincha desesperado al no poder ver lo que ocurre.
    —Somos el horror que se esparce por todo este trozo de tierra sobre el agua, somos los Horrores de Kisarú —responde el anciano.
    — ¿Por qué?, ¿por qué hicieron esto? —pregunta cayendo al suelo.
    —No puedo contestar a eso, aunque quisiera, si me disculpas, me retiro —el anciano camina tras el ser.

    Tras varias horas, un elfo viajero encuentra a Tora de rodillas llorando sobre el lomo del pequeño pegaso, quien ya afónico de relinchar simplemente chilla dolorosamente. El elfo lleva al niño y al pegaso a su hogar, donde lo cuida como si fuera su hijo. El viajero tiene dos hijas gemelas, Aika y Saika.

    Tora deja de estar perdido en sus recuerdos, ver a Aika en su mente lo entristece aún mas, justo en ese momento ve una planta medicinal muy poderosa, la arranca de raíz y corre hacia donde lo espera su amigo Uma.

    Al llegar lo encuentra inmóvil, horriblemente tieso, con sus párpados cerrados. Con su mano temblorosa, Tora acaricia su crin y comienza a llorar.
    — ¿Uma?, vamos amigo, despierta, te conseguí medicina —el pegaso no mueve ni un músculo —, esto te hará sentir bien —sigue sin recibir respuesta alguna —. Vamos amigo, aún hay mucha de esa sabrosa hierba que comías hace rato, levántate y come un poco.

    Al no recibir respuesta baja la cabeza, el largo cabello negro del elfo cubre su rostro y cae sobre el hocico del inerte Uma.
    Acaricia una vez mas la piel de su mejor amigo, levanta el rostro hacia el cielo, hubiera sido un buen momento para que comenzara a llover, pero el cielo estrellado y la luna iluminan el bosque, Tora da un horrible grito que espanta a las bestias de los alrededores.
     
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  8. Threadmarks: Aventura 27. El Huevo
     
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    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    20 Marzo 2012
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    La Aventura De Morgana
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    28
     
    Palabras:
    1599
    Aventura 27. El Huevo.

    Debo admitir que fue bueno que Alex se quedara, es más fácil si le dejo todo el trabajo a él.
    Es incansable, lo mando a mover un tubo de metal muy pesado y lo mueve como nada, corta muy rápido y… bueno, digamos que sólo debo dar órdenes y ajustar engranes y tuercas. Definitivamente me ahorro mucho trabajo, esta cosa está casi lista y ni he derramado una gota de sudor.


    Morgana le da los últimos ajustes a las piezas superiores de la máquina, le da una vuelta a una manivela de metal y sonríe satisfecha.
    —Ya terminé, ¿no es hermoso? —la alquimista sale de la habitación sin esperar a que Alexander responda.
    — ¿Terminé? —se dice el elfo exhausto —, pero si ella no hizo casi nada —respira agitadamente, se acuesta en el suelo de madera barnizada y cierra los ojos —. Aunque parecía estar muy feliz, me encanta su sonrisa.

    Un par de minutos después la alquimista regresa junto Kahil, Aldebarán y Summers. El rostro del cíclope muestra una expresión de incredulidad, no puede creer que hayan construido algo tan grande y complicado en menos de tres horas, por su parte, Aldebarán no está para nada impresionado, se acerca a la manivela y la gira, por suerte la giró sin usar casi nada de fuerza, por que calcula que de haberla girado con fuerza la habría destruido como si fuera de papel.
    —Es hora de ver la FDE en acción —pide el minotauro sin presentar emoción alguna en su rostro.
    —Claro —responde la alquimista —. ¡Oye! ¡Alex! —grita la chica al elfo que se encuentra acostado en el suelo.

    Morgana se acerca a Alexander, le da dos pequeños empujones usando su pie, pero él no da señales de vida, sigue con los ojos cerrados y una extraña sonrisa de felicidad en su rostro. Al verlo así, la chica le da una fuerte patada en las costillas, la cual lo hace rodar un par de veces, se incorpora y se pone en alerta, busca a quien lo pateó y ve a la chica mirándolo con el ceño fruncido.
    — ¿Qué sucede? —cuestiona Alex al notar que todos lo miran.
    —Deja de holgazanear y comienza a girar esa manivela para que podamos movernos y no tener que verle la horrible cara a este par —señala al minotauro y al cíclope.
    —Me agrada esta chica —murmura Aldebarán sonriendo un poco.

    El elfo obedece y se pone a trabajar. Una serie de engranes y tubos comienzan a moverse, los cuales mueven otros engranajes y así sucesivamente hasta que los últimos hacen que las hélices del yate giren a enorme velocidad, haciendo que la embarcación avance.
    Summers corre hacia la sala de controles para corregir el curso.
    —Nada mal, para unos primitivos, si me necesitan estaré en la sala de descanso, intenten desesperadamente no necesitarme —dice Aldebarán justo antes de salir.

    Al irse el minotauro.
    —Apenas lleguemos a tierra debemos huir de aquí —propone el enano.
    — ¿Por qué? —pregunta confundido el elfo.
    —Un mal presentimiento —responde Kahil rascándose la barba.
    —Igual no es como que los íbamos a acompañar ni nada —comenta Morgana —, y estoy de acuerdo contigo, no confío en estos dos raros.

    Pasan varias horas hasta que el yate se acerca a tierra, al pasar cerca de una isla parecida a un corazón saltan y nadan el resto del camino hasta la isla.

    Llegan a tierra, notan que la isla está hecha de un material suave y de color rosa, su longitud es enorme, tiene algunas plantas que han podido adaptarse a la extraña tierra que compone a la isla.
    —Eso fue divertido —comenta Morgana empapada.
    —Ni tanto, niña —le responde el enano que detesta mojar su barba.

    Alex mira por un instante a la alquimista, nota que la ropa de la chica se le pega al cuerpo y que además no trae ropa interior, voltea la mirada sonrojado, no se atreve a mirar nuevamente a la chica.
    —Mmmm, ah, Morgana, tu, tu, tu, ah —balbucea el elfo completamente colorado.
    —Ya te quedaste imbécil —dice la chica a Alexander. Se acerca a Kahil y le susurra —, deberíamos dejarlo aquí, algo se lo comerá y no tendremos que preocuparnos mas por él —dice refiriéndose a Alex.
    —Deja de decir tonterías y busquemos como llegar al continente —regaña el enano a la chica antes de comenzar a adentrarse a la isla.
    —Buuu, que más da —se dice ella —. Vamos, inútil —ordena al elfo.
    —Claro —responde él sin voltear a mirarla.

    Los tres caminan durante varios minutos, logran ver todo el terreno, la isla es plana, sin árboles o vegetación que sobrepase los diez centímetros de altura. Caminan durante varias horas, les da hambre, pero las plantas son sumamente amargas y poco nutritivas.
    — ¡Tengo tanta hambre que me comería un elfo! —grita Morgana hambrienta.
    —Yo, este —Alex retrocede.
    —Ingenuo, era broma —reclama la chica, le da un pequeño empujón.

    El empujón hace que el elfo pierda el equilibrio y caiga al suelo, al caer, tierra entra en su boca, la saborea un poco.
    — ¿Estás idiota o qué? —cuestiona Morgana.
    —No, deben probar esta tierra, es muy dulce —les dice el elfo emocionado de encontrar comida para sus amigos.

    La chica lo mira extrañada, pero el enano toma un puñado de tierra, lo huele y lo lame.
    —El niño tiene razón, este terreno es dulce y creo que si es comestible —aclara el enano comiendo algo de tierra.
    —Bueno, que más da, no es la primera vez que como tierra —la chica toma un montón de la tierra rosa y la mete en su boca, se medio sonroja por el sabor —. Esto es delicioso, sabe casi como esas frutas azules que él me daba a comer.
    — ¿Él? —cuestiona el elfo.
    —Sí, ya sabes, el Destructor —responde la chica sonrojada —. Lo extraño —se quedan todos en silencio.
    —Sigamos nuestro camino —propone el enano finalmente después de un par de minutos.
    —Sí, es lo mejor —concuerda la chica.

    Caminan durante dos días, comiendo únicamente tierra, que extrañamente los mantiene hidratados, llegan hasta a un grupo de plantas acomodadas como si fueran un nido, dentro está un huevo del tamaño de una pelota de basquetbol.

    Morgana va hacia el huevo y lo toma.
    — ¿Creen que debamos comernos esto? —pregunta la chica imaginando el sabor del huevo.
    —Ni idea —responde el enano —, sería mejor dejarlo donde está, así nos evitamos problemas con la madre.
    —Cobarde, me lo llevaré y lo comeré yo sola cuando me de hambre —la chica les saca la lengua y camina alejándose de ellos.
    —Nos va a tocar salvarla de alguna criatura que busque recuperar a su cría, esa niña debería aprender a pensar mas y a no actuar por impulso —comenta Kahil que después de decir esto da un enorme suspiro de resignación.
    —Yo diría que ella es una aventurera nata —aclara el elfo mirando a la alquimista alejarse.
    —Niño, la niña te tiene completamente cautivado —el enano comienza a caminar en la misma dirección que Morgana.
    —No creo estar cautivo —se dice el elfo que se queda pensativo durante varios minutos.

    Esa noche, acampan sin poder encender una fogata, ya que no encontraron ningún objeto que pueda ser usado como combustible para el fuego.
    —La noche está algo fría —comenta la alquimista temblando un poco.
    — ¿Por qué no duermes abrazada al niño? —propone como broma Kahil con una sonrisa de burla en su rostro.

    Alexander abre los ojos y boca por completo.
    —Quita esa expresión de idiota, Alex, no te dejaré abrazarme —aclara la chica enfadada. Se acuesta boca arriba y mira cada estrella, como si buscara alguna en específico.
    — ¿Sigues buscándolo en el cielo? —cuestiona Kahil cambiando su expresión por una mas seria.
    Él está ahí y no está ahí, lo ve todo, lo sabe todo, sabe donde estoy, pero yo no sé donde está él —Morgana comienza a sollozar un poco —. Creo que se me metió algo en el ojo.
    —Morgana, ¿por qué sufres por ese Dios oscuro? —pregunta Alex sentándose a su lado.
    —Él es… ya sabes… yo… no debo contestarte, buenas noches —la chica abraza el huevo, siente como desprende un poco de calor, lo que la hace dormir casi inmediatamente.

    El elfo mira a la chica, suspira y se sienta junto al enano.
    —No entiendo, la verdad no entiendo —baja la mirada.
    —Es su primer amor, no lo olvidará pronto —responde Sir Kahil. Toma su mazo y comienza a pulirlo.
    —Sigo sin entender, ella es mi primer amor, ¿significa que no la olvidaré? —cuestiona el elfo curioso.
    —Se supone, aunque en tu caso no estoy tan seguro —el enano mira fijamente a Alex —. Me pregunto si en verdad la amas o crees amarla.
    —Ni yo mismo lo sé —responde el elfo confundido —. Duele aquí —coloca su mano sobre su pecho —, nunca me había dolido aquí.
    —Mejor descansa, niño, aún nos falta un largo trecho por recorrer —mira hacia el continente —. Su meta está ahí, además de eso.
    — ¿Eso? —cuestiona el elfo confundido.
    —No es nada, ignora mi último comentario —pide el enano que regresa a la labor de pulir su arma.
    — ¿Qué crees que salga de ese huevo? —pregunta Alex
    —No tengo manera de saberlo, nunca había visto uno así —responde Kahil, agita un par de veces su mazo para ver como brilla con la luz de la luna —. Pero es obvio que crecerá para volverse algo muy grande.
    — ¿Un árbol? —pregunta el elfo.
    —No, no puede ser un árbol —responde el enano intentando no reírse.
    —Entonces me rindo —Alexander se acuesta y mira las estrellas toda la noche.
     
  9.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

    Géminis
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    Llegue¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Ok,si, lo sé,ya lo sabes XD
    Wow,estos capis te quedaron excelentes,me hiciste reir mucho y llorar con la muerte de Uma...y por supuesto la de Tora. ahora entiendo como conoció a su esposa. Aunque me queda una duda ¿y su padre? Sólo hablas la muerte de su hermana.
    y creo saber de que es el huevo de Morgana...pero quin sabe,mejor me cersioro en el siguiente capi.
    ¿Y que onda con Alex? si esta bien que este enamorado de Morgana o al menos es crea,pero que no sea tan mensillo XD . si Morgana lo correspondiera pues estaria bien,pero casi casi lo trata como esclavo. ¿Y cuando se dara cuenta Morgana que el Destructor no le interesa con motivos senimentales?
    Si,me encantaron estos capis, milor,recuerda que T.A.M y que esperare los siguientes capis con tu excelente ortografia y tu don de escritor .T.A.M
     
  10. Threadmarks: Aventura 28. El Comienzo de una Nueva Aventura
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Título:
    La Aventura De Morgana
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    28
     
    Palabras:
    2216
    Aventura 28. El Comienzo De Una Nueva Aventura.

    Tora lleva varios días caminando solo hacia el poblado mas cercano, no tiene la menor de idea de cuanto le falta para llegar o si quiera si va en la dirección correcta. Está notoriamente delgado, lleva mucho tiempo sin probar bocado y apenas bebiendo un poco de agua, a veces no sabe si es de día o de noche.

    La vida ya no le interesa, ha perdido todo, no le queda nada por vivir, su esperanza de ver a su amada Aika y su pequeño Ken nuevamente se desvanece cada día, se a resignado a que es imposible llegar a su encuentro contra el Chamán Yasuhika, ya que le quedan menos de dos semanas y sin amigo Uma es imposible llegar al lugar pactado.

    El sol está particularmente caliente, sus rayos queman la piel de los viajeros, a pesar de lo cual, Tora no siente nada, se encuentra bañado en sudor, sus ojos no distinguen bien las formas y lleva arrastrando sus pies desde hace varias horas, como si se hubiera resignado a morir en cualquier momento.

    A lo lejos le parece divisar una cabaña con una cerca de madera, conforme se aproxima puede notar varias bestias que son criadas para obtener productos de consumo y vestimenta que pastan alrededor de la cabaña.

    Al estar cerca, el dueño del lugar, que es un elfo oscuro de un poco mas de cuarenta años, ve a Tora y se dispone a recibirlo, ya que la cabaña es una posada para los viajeros que cuenta con varias bestias cuya producción ayuda sacar adelante el lugar, sin mencionar que el helado que prepara la dueña es considerado como el mejor helado de todo Holy Natalum, un manjar para todos los sentidos, o al menos eso se dice.

    Tora cae al suelo, su visión se oscurece, ya no puede escuchar ningún sonido, cierra los ojos esperando no volver a abrirlos.

    El elfo abre los ojos, le cuesta distinguir las formas y los colores, se siente confundido, al cabo de un par de minutos su visión se aclara, aunque no tanto su mente, lo último que recuerda es haber estado caminando sin rumbo fijo, la imagen de una cabaña y el cruel sol que le quemaba la piel, pero nada más.
    Logra incorporarse, observa la habitación; las paredes de madera café claro, dos sillas alrededor de una mesita redonda con un mantel color azul pastel, sobre el cual hay una especie de tetera blanca cuya manija está fracturada y se nota que se zafará en cualquier instante. El piso tiene una espesa alfombra verde oscura, seis esculturas de madera que representan bestias decoran el cuarto, la cama es algo grande para él, con sábanas azul oscuro y una almohada con funda naranja que no combina con nada en la habitación.

    Tocan a la puerta tres veces.
    —Adelante, supongo —susurra lo segundo inseguro de si debió haber respondido.

    El dueño de la cabaña entra; pasa de los cuarenta, cabello castaño oscuro corto, ojos negros, ropa de trabajo algo sucia y desteñida por el sol, tiene una cicatriz que nace bajo su camiseta y muere en su cien derecha.
    El elfo sonríe al ver a Tora consiente.
    —Me alegra que despertara eñor, pensaba que debía enterrarlo en el patio —comenta con un extraño acento.
    —Gracias por ayudarme, si no le molesta la pregunta, ¿dónde estoy? —cuestiona Tora sintiéndose desorientado.
    —En nuestra granja, vivo aquí con amá, Dulce, Fungu, Yui y mis amigos bestias —responde el elfo sonriendo.

    A Tora le parece de poca ayuda esa información, él se refería a en que lugar del mapa se encuentra.
    —Me refería a… ¿cómo ponerlo?
    —Ya veo, el eñor habla de cual populacho está mas cerca, pues estamos a diez lunas de Tsuki —contesta sereno, se rasca la axila izquierda.
    —Tsuki… no he ido a Tsuki desde hace mucho tiempo —susurra Tora melancólico. Fue en esa ciudad donde se le declaró a Aika y se le hace muy doloroso recordar ese acontecimiento, pero si es la ciudad o poblado mas cercano, no le queda mas opción que dirigirse a ese lugar.
    —Ni le recomiendo ir, eñor, hace unos días la ciudad fue atacada por El Sin Rostro, y como debe saber, cuando ese ser ataca un lugar, lo mejor es alejarse durante unos días, nunca ataca la misma ciudad mas de una vez, pero si lo ha hecho durante varios días, así que le recomiendo no ir por un tiempo —advierte el elfo que conforme iba hablando su expresión se iba poniendo mas seria.
    — ¿Quién es El Sin Rostro? —cuestiona Tora, ya que nunca había escuchado ese nombre, aunque a su mente se vino el recuerdo del día que perdió a su padre y hermana.

    El granjero no puede creer que haya alguien que no conozca el nombre de ese monstruo, respira profundamente como si así fuera más fácil hablar del tema.
    El Sin Rostro es uno de los miembros de los Diez Horrores de Kirasú —cuenta el granjero tragando saliva nervioso de sólo mencionar el nombre de ese grupo.
    — ¿Diez Horrores? —repite Tora recordando con terror esas palabras.
    —Sí, los Diez Horrores de Kirasú, son bandidos, asesinos, hechiceros de lo prohibido, criminales pues —dice el granjero nervioso.
    —Sí, ese nombre me suena, atacaron mi aldea cuando era niño —el joven elfo frunce el ceño.
    —Son unos malditos, y sus nombres son aterradores, de tan solo pensar en eso hace que la piel se me ponga de manticora —el granjero tiembla un poco.
    —Agradezco su hospitalidad, pero debo seguir mi camino —dice Tora levantándose, al estar en pie siente que está muy débil.
    —No puede irse aún, eñor —le detiene el elfo mayor.
    —No se preocupe, le pagaré por el tiempo que estuve aquí y por cualquier cuidado que me haya brindado.
    —No lo decía por eso, eñor, no puede irse sin probar el aosaginohi asado que prepara Dulce, mi mujer es la mejor cocinera de todo Kirasú, sin mencionar que si pasó por aquí debe probar el helado, aunque le advierto que debe pagar si quiere helado — el granjero sonriente.

    Tora pasa el resto del día y la noche en la granja. A la mañana siguiente paga su estadía y sale en camino a Tsuki ignorando la advertencia del dueño de la granja.
    Esa misma mañana, Morgana y compañía llegan a una orilla, ven tierra a lo lejos y suponen que es el continente de la naturaleza. Los ojos de la chica se iluminan al ver que el sol que sale por el horizonte le da un aire mágico y místico al enorme trozo de tierra frente a ella, abraza con fuerza el huevo que ha cuidado durante los últimos días con mucho esmero.
    —Miren allá —dice Kahil señalando con la mirada hacia el noreste.

    Un objeto que avanza sobre el agua se dirige hacia ellos a una considerable velocidad, según pueden apreciar hay alguien sobre el objeto, aunque no tienen idea de quien o que es.
    — ¿Eso es un barco? —cuestiona Alex confundido de la extraña manera en que el objeto avanza sobre el agua.
    —No, no es una embarcación, se parece mas a una… —comienza a decir Morgana.
    —Una tortuga marina de caparazón de roca —comenta el enano que ya había visto una de esas creaturas hace muchos años, sus caparazones son tallados para tomar diversas formas; desde casas hasta embarcaciones.
    —Sí, una tortuga de lo que sea de roca —repite la alquimista ya no muy interesada en el asunto.
    —Viene hacia nosotros, no digan nada y déjenme hablar con el dueño de la tortuga, a ver si logro convencerlo que nos lleve a tierra —dice Sir kahil sabiendo que Alex sólo daría rodeos y aburriría al del reptil, y si Morgana abre la boca lo terminará ofendiendo y no los ayudaría nunca.
    —Me da lo mismo, anciano —permite la chica frunciendo el ceño.
    —Ok —acepta Alex que en realidad está un poco nervioso por ver la tortuga de cerca.

    La enorme creatura para junto a los tres viajeros, el que viene sobre esta se asoma y los ve; es un neko de pelaje gris oscuro, ojos amarillos y ropa de granjero.
    —Díganme, ¿que hacen en la sagrada isla Sheccid, extraños? —interroga el neko mirándolos con desconfianza.
    — ¿Esta es la isla de Sheccid? —cuestiona Kahil, el neko asiente con la cabeza —. Pero, eso significa que estamos cerca de Wustenfunch, ¿cierto? —pregunta el enano.
    —No, estamos cerca de Hogar —corrige el neko extrañado de escuchar tal nombre.
    —Le sonará extraño, pero, ¿en que continente estamos? —cuestiona Kahil ansioso por escuchar la respuesta.
    —Kirasú por supuesto, ¿no me digan que son de Garja? —cuestiona el barquero.

    Morgana estuvo a punto de gritarle al neko, pero Kahil la detiene con la mirada.
    —Lo somos —responde el enano —. Naufragamos y quedamos en esta isla, ¿sería tan amable de llevarnos a tierra?
    —No veo por que no, igual los iba a sacar de aquí, es prohibido estar en la santa tierra de Sheccid —les advierte el neko.
    —Tiene nuestra gratitud —agradece Kahil.

    Los tres suben a la tortuga, la cual comienza a nadar hacia el continente a enorme velocidad.

    Morgana nota que el huevo comienza a moverse mucho, un pedazo del cascarón cae, un hocico celeste se asoma por la abertura.
    —Hola, pequeño, bienvenido a mi aventura —susurra la alquimista para que nadie mas la escuche.

    En Kirasú, cerca del bosque Violeta, el cual rodea el sagrado árbol Nova, el cual produce mucho maná, se reúnen algunos de los miembros de Los Diez Horrores de Kirasú.
    Belladona es la primera en llegar, el sol brilla intensamente, la druida sonríe al sentir los rayos solares.
    —Luces muy apacible, Ama De Los Elementos —dice una voz salida de la nada, inmediatamente una figura en una capucha rojo rubí aparece a unos metros de ella.
    —Oh, Sin Rostro, no me vuelvas a asustar así, estuve apunto de invocar un Avatar de Viento —reclama la chica de cabello gris.
    —Y yo lo habría devorado gustoso —le comenta el encapuchado.
    —Al parecer en esta ocasión no fui el primero en llegar —dice un recién llegado.

    Ambos voltean a mirar hacia el lugar del que procede la voz.
    —Mi viejo amigo —saluda el encapuchado al reconocer al joven elfo.
    —A mi igual —responde el elfo.
    —Hola, Yasu, hacía mucho que no nos reuníamos —dice la druida.
    —Eso es por que cada quien tiene sus ordenes, Belladona —responde el Chamán Yasuhika —. ¿Dónde está Serena?
    —Justo aquí —señala a unos metros de ella hacia un pequeño charco de agua cristalina.

    El agua comienza a aumentar su masa, Belladona la controla dándole forma circular, al tener un diámetro de unos tres metros Serena aparece dentro.
    —Aquí estoy, sólo que ya sabes que no puedo vivir en tierra —dice como disculpa la sirena.
    —Claro, creo que estamos casi todos los que debemos —comenta el elfo oscuro.
    —Sí, El Que Todo Lo Ve está siempre en todas partes y El Necrófago está cerca —responde el encapuchado.
    — ¿Vendrá el Necrófago? —cuestiona emocionada y sonrojada la sirena.
    —Tranquila, Serena, se te caen las babas —reprende Belladona.
    —Y yo ya estoy aquí, yi —comenta Trono que lleva un par de minutos restregándose contra el césped. Se acerca a Serena y le ofrece una baya roja — ¿quieres?
    —Sí, gracias —responde la sirena que toma la baya, justo antes de poder comerla desaparece de su mano —. ¿Qué sucedió?, ¿dónde está la baya?
    —La tengo yo —responde Yasuhika mostrándosela desde donde se encuentra —. Te hemos dicho que nunca le aceptes nada a Trono —aplasta la baya, unas gotas caen y disuelven una buena porción de tierra.
    —Oh, cierto, lo olvidé —contesta nerviosa la sirena.
    —Ten, un dulce para los nervios —ofrece el neko algo en una envoltura verde.
    —Gracias —la sirena está apunto de comerla cuando nota como todos la observan fijamente —, cierto, veneno, que tonta —tira el dulce, el cual estalla soltando una pequeña nube púrpura.
    —La peor parte del día no es que casi perdemos a Serena, lo peor es que estamos en verano —comenta Belladona con el ceño fruncido.
    —Yi, el Necrófago vendrá en su traje veraniego —comenta Trono —, hasta a mi me molesta ver tanto de él.

    Un vórtice negro se forma cerca, del cual sale una sombra, la cual avanza hacia ellos, la sombra se desvanece y muestra un silfo negro; su piel es morena y luce brillante, ojos cafés muy oscuros, calvo por excepción de una larga cola que sale de la base de su nuca, barba estilo candado, enormes músculos, su ropa es un par de fajas de cuero negro que le rodean el tórax en forma de equis, usa un tapa rabos negro largo.
    —Perdonen el retraso, encontré un poderoso mago muerto y tuve que añadirlo a mi armada —se excusa el silfo por llegar tarde.

    A Serena le comienza a sangrar la nariz y no puede evitar mirar al Necrófago.
    —Tranquila, Serena, no lo violes con la mirada —regaña Belladona que no está para nada impresionada por el musculoso recién llegado.
    —Déjame disfrutar el paisaje —pide la sirena que tiene la mirada perdida en el silfo.
    —Ya que estamos todos, comencemos —dice el encapuchado.

    Los seis se colocan formando un círculo, del cual se desprende una fuerte aura de maná de muerte.
     
  11.  
    Sheccid

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    Se me antojó el helado n.n
    U.U esto no me parece un final, creo que falta mucho por explicar ¿o harás secuela?
    Además no me gusta esa reunión malvada, aparte Serena no esta tan serena viendo l necrofago,je, que cosas.
    Además yo quería ver a la bestia de Morgana.
    Sí, me hiciste reír con la "sagrada isla"Pero gracias, gatito.
    Sí, me quedé bien emocionada, como siempre e capi te quedó excelente, me enantó, aunque sigo sin poder creer que es el final.
    T.A.M.
     
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