Fantasía La última resistencia

Tema en 'Relatos' iniciado por zaptersz, 19 Diciembre 2017.

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    Escritor
    Título:
    La última resistencia
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1138
    Hola, Esta es mi historia de la actividad[​IMG] Christmas Dead 2.0 de Liza White.

    A tomar en cuenta:
    - Mi fuerte es la comedia y lo absurdo... asi que no me maten plz
    _______

    El mundo estaba en ruinas, infestado por un virus que revivió a los muertos, las grandes naciones cayeron como moscas, la humanidad estaba al borde de la extinción, solo quedaba una fortaleza, en donde la resistencia trataba de encontrar alguna cura para esta infección mortal. Ese lugar, era el polo norte.

    - Rápido, tenemos que reparar las barricadas antes del siguiente asalto.- Gritó Santa.- Tenemos que darle todo el tiempo posible a los científicos para que encuentren la dichosa cura.

    Y ahí estabas tú, armando la barricada, mientras lo despejabas de los restos del asalto anterior. Los duendes hacían el trabaja mil veces mas rápido que tu y en cada oportunidad te lo refregaban en la cara.

    No tenías la culpa, simplemente eras un fotógrafo que pasaba por ahí, tomando fotografías de paisajes para una importante revista, tu resistencia física no era excelente y a los duendes les molestaba eso.

    Volviste a la base para no morir congelado. La señora Claus te ofreció una taza de chocolate caliente.

    - Te estas esforzando mucho, hijo.
    - No queda de otra, señora.- Dijiste riendo.
    - ¡Prepárense, ya llegan!

    Te tomaste de un gran sorbo el chocolate y partiste al segundo piso por tu francotirador de dulce. Los duendes estaban en el primer piso, disparando sus ametralladoras de bastones y uno que otro lanzaba granadas de menta.

    Aquel ataque zombi fue la mas corta de todas hasta el momento, todos quedaron con la mala pasada, sintiendo que algo andaba mal. ¿El ejército zombi se estará quedando sin recursos? Era lo que varios decían para subirse el ánimo. Pero luego apareció un duende con grandes lentes y una PDA en las manos.

    - Tenemos malas noticias.
    - ¿Qué ocurre? - Quiso saber el jefe.
    - Se acerca la misión final, nos llegaron reportes de una gran cantidad de zombis acercándose rápidamente.

    Todos los presentes, incluyéndote, quedaron en silencio, estaban esperando que uno perdiera la calma para que todos la perdieran.

    - Ya lo oyeron, amigos míos. La batalla final se acerca.- Dijo mientras se ponía de pie.- Por cierto, ¿Cómo les va con la cura?
    - Les tengo buenas noticias. Acabamos de terminarla, pero necesitamos dos horas más para producirla.
    - ¿En cuánto tiempo más creen que llegará la última horda?
    - Si mantienen la misma velocidad, calculamos que en una hora y veinte minutos.

    El viejo santa miró los demás duendes y luego pego una gran carcajada.

    - ¡Jo Jo Jo! ¡Bueno, tendremos que resistir poco más de media hora!

    Los minutos parecían horas, todo ya estaba listo para el último enfrentamiento. Era todo o nada, la victoria o la perdición. El sol ya había abandonado cielo, dejando la débil luz de la luna y de los faroles de la barricada.

    - ¡Ya están aquí!
    - Desplieguen la artillería pesada! -ordeno santa.

    Los duendes colocaron malvaviscos gigantes en llamas en las catapultas de galleta y cortaron las cuerdas. Todos los impactos fueron precisos, se llevaron a una buena cantidad de zombis. Mientras las catapultas se preparaban para otro asalto, otros duendes disparaban cañonazos de pan de pascua enormes.

    Cuando la artillería pesada se quedo sin munición, todos los demás tomaron posición y abrieron fuego con las ametralladoras de bastones.

    - ¡A este paso no lo lograremos, son muchos! – Gritó un duende disparando sus últimas balas.
    - ¡Aguanten, usen todo lo que tengan a la mano!
    - ¡No, ayuda!

    Un duende fue arrastrado fuera del borde de la barricada, trataron de salvarlo, pero fue muy tarde, ya estaba rodeado de zombis y no tardaron nada en acabar con su vida.

    De pronto, un grupo de zombis se acercaron a tu posición, eran muchos, pero iban cayendo de a poco, pero cuando solo quedaba uno, tu arma se atascó. Sin esperar invitación, el zombi saltó la barrera y te arrojó al suelo, la fuerte caída provocó que te torcieras el tobillo. Rápidamente usaste el arma inutilizado para alejar aquellos podridos dientes de tu cuerpo.

    La piel del monstruo infernal estaba completamente podrida, lo que indicaba que había sido una de las primeras víctimas de aquel apocalipsis. Le faltaba un ojo y un resto de nariz, vestía unos harapos, que en algún tiempo pudo ser un elegante vestido.

    Justo cuando ya no te quedaban más fuerzas, alguien le voló los sesos y fue en tu ayuda, pero otra bestia le agarró las piernas, para luego comenzar a comérsela. Te levantaste a duras penas del suelo, Santa vio lo mal herido que estabas y te ordenó ir al refugio, directo a la última línea de defensa, mientras se subía al techo de su casa, lanzando granadas de palomitas de maíz.

    - ¡Feliz navidad, mal nacidos! – Gritaba Santa.

    La primera línea de defensa había sido completamente destruida, ahora tenían que defenderse de los zombis y de los compañeros recién convertidos. Esto causó que muchos duendes no pudieran dispararles, provocando que éstos avanzasen más rápido.

    Ya no daban abasto, solo quedaban un puñado de duendes, tú, y la Familia Claus, encerrados en el laboratorio, en donde faltaba muy poco para que la cura estuviese finalmente preparada. Sabían que la puerta no resistiría mucho más.

    - ¡Vamos! – Exclamaba Santa.- ¿Cuánto falta?
    - No lo sé, debería estar lista ya.
    - ¡Maldita sea!

    De pronto, la puerta cayó junto a unos cuantos zombis, todos comenzaron a gastar la poca munición que les quedaba, pero eso no evito que uno lograra acercarte y pararse frente a ti, listo para atacar. Cerraste los ojos para para esperar a la muerte llegar, pero el señor Santa te empujó justo en el último instante.

    - ¡No, Santa!
    - ¡Sigan disparando! – Dijo mientras forcejeaba con el zombi, que lo mordía en cada oportunidad.
    - ¡Está lista! – Gritó el duende científico

    El duende tomó el frasco lleno y lo arrojó hacia donde estaban los zombis. Aquel líquido, rápidamente se evaporó y formó una nube amarilla que rodeó el laboratorio. Al instante, aquellas bestias cayeron al suelo, sin volver a levantarse. Santa estaba dando vueltas de dolor hasta que fue rociado con la cura, la cual calmó los espasmos de la transformación a zombi.

    Cuando la calma volvió al laboratorio, espaciaron la cura por el sistema de ventilación.

    - Tardaremos años en desaparecer la jodida infección.- Dijo Santa, levantándose del suelo.
    - No si usamos su trineo. Es lo más rápido que hay en este mundo
    - Excelente idea.- Dijeron varios duendes riendo.
    - Bueno… ¿Alguien quiere leche y galletas?
     
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