de Inuyasha - koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP VIIIL:



- La mayor debilidad de Inuyasha- la miró a los ojos- su mujer...

- NO!!! ESO ES MENTIRA!!! INUYASHA NO TIENE NINGUNA DEBILIDAD!!!

Kagome había conseguido apartarse el pañuelo de la boca y gritaba muerta de la rabia a aquel demonio.

- Si de verdad es mentira no perdemos nada comprobándole, no crees?

Kagome sintió temblar todo su cuerpo al darse cuenta de que ese hombre estaría dispuesto a violarla para hacer rabiar a Inuyasha.
Qué podía hacer?

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- Kagome, ya tengo la verdura- se giró- tienes ya las... Kagome?

No estaba. Hacía unos pocos minutos la tenía ahí al lado pidiendo manzanas. Dónde se había metido?
Empezó a buscarla por todas partes con la mirada. No distinguía ni su capa, ni su vestido, ni su cabello.
Trató de seguir su aroma pero debido a todos los olores que había en aquel lugar y a la humedad del ambiente le era imposible.
Humedad? ... miró al cielo y al ver los nubarrones negros como el carbón supo que alguien estaba interviniendo en el clima.

- Kagome... – murmuró preocupado.

- Buaaaaaa...

Dio un pequeño bote al escuchar el llanto de Edward. Le descubrió la cara y le vio toda la cara roja y arrugada debido a la fuerza que estaba haciendo para llorar.
Empezó a mecerlo lentamente tratando de tranquilizarlo, pero le era imposible.
Qué demonios le pasaba al niño?
Había estado bien hasta que Kagome desapareció. Kagome. Era por ella por lo que lloraba. La echaba en falta y probablemente querría estar en sus brazos ya.

- Tranquilo, vamos a por mamá- miró el cielo- antes de que pase algo.

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Kagome luchaba como una fiera con Naraku tratando que no la tocara. La tenía atrapada entre la pared y él. Había conseguido rasgar algo del vestido pero no lo suficiente como para poder alcanzar lo que necesitaba para satisfacerse.

- NO ME TOQUES!!!

Kagome le abofeteó y se impulsó en la pared para empujarlo lejos de ella. Aprovechó para echar a correr logrando salir del callejón.
La calle estaba desierta. Habían quitado todos los puestos y estaba chispeando. La gente se había metido en sus casas y había cerrado todo.
A lo lejos pudo distinguir a Inuyasha gracias a los llantos de Edward que la advirtieron.

- INUYASHA!!!!!!!

Kagome echó a correr hacía él desesperada por llegar antes de que Naraku lograra alcanzarla.
Inuyasha levantó la vista reconociendo esa voz y al mirar al frente se encontró a su Kagome perseguida por su tío.
Apretó los dientes furioso y apretó a su hijo contra su pecho. No podía arriesgarse a que Naraku descubriera a Edward pero tampoco iba a permitir que dañara a su pequeña.
Corrió hacía Kagome usando su aumentada velocidad por haberse transformado en demonio y tras rodear su cintura echó a volar.

- Inuyasha y Edward???

- Cógelo de dentro de mi chaqueta antes de que se me caiga.

Kagome obedeció sacando al pequeño de su chaqueta y lo apretó contra su pecho.

- Qué ha pasado?...cuéntamelo todo...

- No sé bien cómo acabé en ese callejón, solo sé que Naraku dijo algo de que yo era tu debilidad y luego intentó... intentó tocarme...

- Hijo de puta!!! – murmuró furioso.

- Inuyahsa?

- no quería tener que hacer esto pero no me va a quedar otra...

- Hacer el qué?

- Voy a llevaros a ti y a Edward a mi reino- miró hacía atrás viendo que Naraku les seguía- a los infiernos.

- Qué?! – exclamó Kagome asustada.

- Tranquila, esta mañana también me ocupé de que Miroku y Sango recibieran unas cartas de mi parte en las que les informo de todo. Ellos sabrán encontrarnos después de leerlas y juntos acabaremos con mi tío de una vez por todas.

Kagome le miró dudosa. Le aterraba tener que ir al infierno y más aún el tener que llevar a su hijo. Acaso Inuyasha se había vuelto loco?
Apretó más a su cuerpo a su pequeño hijo pensando que podría ocurrirles cualquier cosa allí a bajo...

- Kagome, sabes que no dejaré que os pase nada, no?- se detuvo en el aire- confías en mí?

Cómo se le había ocurrido dudar?
Inuyasha nunca permitiría que nada ni nadie les hiciera el daño.

- Claro que sí.

Continuará...

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. VIIL:


Miroku arrugó el cacho de pergamino en sus manos haciéndolo una bola de papel y lo arrojó al fuego de la chimenea.
Inuyasha había vuelto a salvar a Kagome y a terminar de una vez por todas con esa estúpida guerra por poder en los infiernos.
Abrió las puertas del despacho vacío del sumo sacerdote en el que se encontraba y comenzó a andar por el largo pasillo.
Por lo que le había dicho en la carta, Sango también tomaría parte en todo aquello.
No la veía desde el día en que le dijo que no podía estar con ella.
Lo mismo le pasaba con Kagome. Había sabido que quedó preñada pero nada más.

- Cómo estará, Kagome?... habrá nacido bien su hijo?...

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Sango, soy Inuyasha no te asustes por la forma en que ha sido enviada.
He vuelto de los infiernos en busca de Kagome. Ella está en peligro ahora mismo debido a que mi tío a descubierto lo que ella significa para mí.
Necesito tanto tu ayuda como la de Miroku. Nos veremos en la próxima luna llena en la plaza del mercado mayor.
Por favor, no faltes.

Inuyasha


Sango apretó la carta contra su pecho dejando que algunas lágrimas resbalaran por sus mejillas. Al fin Inuyasha había dado señales de vida. Pero ahora lo importante era la inseguridad de Kagome. Ayudaría a Inuyasha en todo lo que hiciera falta para defender a Kagome y al pequeño Edward.
A diferencia de Miroku, ella había mantenido el contacto con Kagome. Normalmente se pasaba a verla todas las semanas aunque últimamente había andando muy ocupada y no había podido visitarla demasiado.
No hablaba con Miroku desde que él la rechazó pero sí que le había estado viendo. Siempre iba a la iglesia pero se ponía el fondo para que él no la viera y se marchara.

- no permitiré que te ocurra nada, Kagome... ni a ti, ni a Edward...

Sango se levantó del cómodo sillón rojo y lanzó la carta al fuego para evitar que nadie pudiera verla. No quería estar cerca de Miroku temiendo que él no la respondiera nunca pero por Kagome, lo haría.

- Papá... – suspiró-... lo haré los mejor posible- murmuró acariciando el cuadro en la pared.

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- Kagome ya estoy aquí!!! – exclamó entrando en la habitación.

Estaba algo oscurecida pero podía distinguirse todo perfectamente.
Las largas cortinas negras que colgaban de la parte superior del gran ventanal, el armario empotrado de madera de roble, la extensa alfombra roja pero sobretodo al inmensa cama cubierta por sábanas de seda blanca.
Kagome estaba tumbada en la cama observando a Edward que estaba tendido junto a ella.

- Shhhhhhhhhhhh... – le ordenó a Inuyasha- no hagas mucho ruido que se acaba de dormir.

- No es justo.- Se acercó a la cama- yo que quería jugar con él.

- Ya jugarás con él, hombre!!! – levantó al niño con cuidado en sus brazos- por favor llévalo a la cuna.

Inuyasha cogió al niño entre sus brazos y lo llevó a la cuna de madera que él mismo había construido para su hijo. Lo tumbó sobre el pequeño colchón y le pasó por en cima las colchas para que no pasara frío.

- Cómo ha ido todo?

La dulce voz de su mujer le hizo girarse. Cómo podía decirle que Naraku estaba más cerca de ellos que nunca?
Los subordinados de Naraku habían conseguido movilizar a todos los ejércitos de los que disponían y ya solo quedaban las 7 fracciones, su hermano y él para defender el castillo y su familia. Era todo un desastre.
Tendría que salir a luchar y podrían matarle.
En otra época no le hubiera importado luchar a muerte pero ahora que tenía una familia no quería abandonarla por anda del mundo.
Estrechó a Kagome entre sus brazos mientras acariciaba la suave piel de su espalda. Había estado todo el día en el dormitorio pero aún así parecía agotada. No podría permanecer demasiado tiempo en el infierno, ni ella, ni Edward.
Los humanos no podían soportar ese ambiente igual que los demonios. Ambos estaban muy agotados.

- Por qué estas desnuda? – subió las sábanas para taparla un poco- cogerás frío.

- Es que la ropa está algo lejos... no tenía fuerzas para levantarme...

Inuyasha miró la ropa sobre una silla al lado de la cama. Podría cogerla con solo estirar el brazo.
Kagome no podría aguantar mucho más allí a bajo. Estaba muy débil y el bebé iba en el mismo camino.
Por suerte esa noche por fin habría luna llena y podría sacarla de allí para ir en busca de Miroku y Sango.

- Tranquila, mi amor... pronto volverás a estar bien...

Continuará...