de Inuyasha - koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. XXXIX :



- EDWARD!!!

Se levantó de un salto y apuntó con cautela a la cabeza del demonio. Si intentaba hacerle el más mínimo rasguño a su bebé le reventaría los sesos.

- Suéltalo si no quieres que te reviente la cabeza!!!

- Kagome...

Kagome abrió los ojos sorprendida al oír aquella voz. Suave, ronca, sensual...
No podía ser, a lo mejor se equivocaba. Pero es que realmente parecía él. Llevaba un año sin verle, añorando sus caricias, sus besos, sus ojos, su voz...
Pero aún así nunca podría olvidar todo aquello.

- Inuyasha...

Dejó caer la pistola en el suelo y se quedó inmóvil mirando a la figura que acunaba a su pequeño en la oscuridad.
Lentamente fue avanzando dejando ver a ese Inuyasha salvaje en su estado de demonio con las imponentes alas recogidas en su espalda.
La miró unos instantes y tras sonreírla sus ojos brillaron y lentamente se fue transformando en el Inuyasha hanyou que tanto le gustaba a Kagome.
Sintiéndose más viva que nunca, Kagome corrió hacia él y se abrazó a su cuerpo con cuidado de no dañar al bebé.

- Te echaba de menos Inuyahsa... – sollozó contra su camisa- pensé que no volvería a verte nunca...

- lo siento pequeña- acarició su cabeza con su mano libre- yo por un momento también lo llegué a pensar...

- Por qué?

- En el lugar del que yo procedo, hay una guerra Kagome y yo soy el líder. Tengo que proteger lo que es nuestro y salvar a mi padre y a mi madre- le acarició la mejilla- siento haberte dejado pero...

Kagome agachó la cabeza entendiendo que para Inuyasha también debió ser terrible todo este último año. No solo estuvo solo sino que además en guerra.
Cogió a Edward de entre sus brazos y ella mismo se dejó envolver junto al bebé por él.

- No he venido hasta ahora porque entonces mis enemigos podrían descubrirte y hacerte daño- suspiró- mi tío ya ha descubierto mi punto débil y es el motivo de que esté aquí.

- Tu punto débil?

- Tú y ahora también él- murmuró mirando a su hijo- de cuánto tiempo está?

- A penas tiene 3 meses- sonrió viendo feliz a su pequeño- le llamé Edward porque...

- El sumo sacerdote se llama así...- le sonrió.

- Si quieres se lo puedo cambiar...

- No- le besó la frente al pequeño- me gusta así. Ha sido muy buena idea darle el nombre del hombre que te crió.

Se escuchó un ruido dentro del mausoleo y empezaron a verse unas lucecitas negras brillantes cerca de la tumba.

- Ya vienen a atraparos- fue empujando a Kagome hacía las escaleras- tenemos que irnos ya!!!

Inuyasha subió las escaleras lo más rápido que podía tratando de empujar a Kagome y al llegar a fuera salió bajo la lluvia.
Mientras que Inuyasha se iba transformando en demonio completo y sacaba las alas, Kagome volvió a meter a Edward bajo su capa mientras que le decía unas dulces palabras para calmarle.
Inuyasha desplegó del todo sus alas y cogió en brazos a Kagome. Antes de que los demonios hubieran salido del mausoleo para atraparles saltó al cielo en la oscuridad de la noche y comenzó a mover sus alas emprendiendo el vuelo.
A Kagome le encantó la sensación de volar. El viento contra la cara, el cabello bailando en el aire, la ciudad bajo sus pies....
Nunca se había sentido así.

- Cómo está Edward? – le preguntó Inuyasha tratando de no mirar el escote de su mujer mientras miraba al bebé.

- Se lo está pasando muy bien- sonrió.

Kagome miró a Inuyasha a los ojos y no pudo evitar sentirse como la primera vez que se vieron. Se sentía deseada.
Desvió la mirada hacía la ciudad sintiendo arder sus mejillas y se dispuso a tapar de nuevo a su bebé. No quería que cogiera ningún constipado.

- A dónde nos llevas, Inuyasha?

- En la ciudad nos encontrarían muy de prisa y el lugar del que yo provengo es demasiado peligroso- vio el terror en los ojos de Kagome- os llevaré a una cabaña cerca del mar, no temas...

Al oír la voz suave y calmada de Inuyasha se sintió mejor. Él los protegería de cualquier cosa que ocurriese y no permitiría que les pasara nada.
Llegó a su nariz el olor a sal y el cansancio comenzó a recorrer su cuerpo. Escuchó el sonido de las olas a lo lejos y supo que ya casi habían legado.
Pocos minutos después, Inuyasha aterrizaba en el suelo cuidando no dañar su carga.
Ante ellos había una cabaña de madera con las bisagras de la puerta algo oxidadas y las ventanas sucias. Inuyasha habiéndose convertido en hanyou de nuevo abrió la puerta dejando oír un suave chirriar y buscó a tientas en una cómoda junto a la puerta una vela o alguna lámpara de aceite.
Cuando logró encender una vela, señaló a Kagome que pasara a la oscuridad de la cabaña.
No era gran cosa. Estaba todo algo sucio y tan solo tenía esa habitación en la que había una mesa, una cama y la chimenea pero tendrían que conformarse con eso.

- siento que sea tan poca cosa- murmuró Inuyasha- mañana trataré de conseguir algo mejor.

- no hace falta- le sonrió- solo necesita un poco de limpieza. Por el resto está bien.

Inuyasha prácticamente le arrebató de los brazos el bebé a Kagome y empezó a mecerlo. El ser padre le había tomado por sorpresa. Dos semanas después de mostrarle a Kagome lo ocurrido en el pasado en un sueño, dejó de ir a velar por ella durante las noches. Estaba demasiado ocupado y el ver a Kagome le ponía peor.
Si hubiera sabido lo que estaba creciendo en el vientre de Kagome, hubiera abandonado todo ignorando las palabras de su hermano y habría llevado a Kagome a un lugar escondido en la tierra donde cuidarla y mimarla mientras seguía concediendo hijos.
Kagome había limpiado una cesta que había en la cabaña y había metido unas sábanas para meter al pequeño.

- Seguro que estará bien ahí dentro? – preguntó Inuyasha confuso.

- Tranquilo- le sonrió- pero primero le tengo que dar de comer, como te siga buscando a ti los pechos y encuentro lo que necesita, te dará un buen mordisco.

Inuyasa miró al bebé y vio que buscaba entre los pliegues de su camisa unos pechos de los que alimentarse. Sonrió pensando que cuando fue bebé, también habría echo algo parecido con su padre.
Kagome ante su mirada atónita se quitó la capa y deslizó su vestido por todo su cuerpo hasta quedarse con una fina combinación adherida a su cuerpo por culpa de la lluvia.
Sonrió pensando que esa noche, sería suya.

Continuará...

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. XL :


- Ponte esa camisa- le dijo Inuyasha señalando con la cabeza una camisa blanca de seda que estaba tendida en la cama- no quiero que enfermes por culpa de una combinación mojada.

Kagome asintió y se dirigió hacía la cama para coger la camisa. Le daría el pecho a Edward después de haberse cambiado. Podía esperar dos minutos, no?
Lentamente de desabrochó las lazadas que se cernían desde el escote hasta la cintura de la combinación. Se sacó los tirantes y dejó que cayera el resto a sus pies.
Escuchó el gruñido de satisfacción de Inuyasha y supo que le gustaba lo que veía. Se alegraba de que Inuyasha volviera tras haber recuperada su peso normal. No le hubiera gustado que la viera con un par de kilos más.

- Date prisa o te enfriarás- le dijo con sumo esfuerzo Inuyasha.

Inuyasha meció un poco más a Edward mientras veía por detrás a Kagome. Por delante estaba la mejor parte, pero aún así le encantaba lo que veía. Había olvidado la piel suave y sedosa de Kagome. Blanca como la nieve. Tenía los hombres pequeños y delicados y la espalda perfectamente formado se estrechaba en la cintura y se empezaba a ensanchar hasta llegar a las caderas. Las nalgas pequeñas y redondas que siempre le encantó acariciar y las largas piernas bien torneadas. Adoraba tocarle los muslos.
Se sintió desilusionado al verla deslizarse la camisa por el cuerpo.

- Inuyasha, ven aquí con Edward.

Kagome se ató la camisa de la cintura para a bajo dejándole a Inuyasha una bonita vista de el valle entre sus senos y dejando claro que con cualquier movimiento se le verían los pechos al completo.
Se sentó junto a ella y esta extendió las manos para que le entregara el bebé. Inuyasha vio fascinado como ella se apartaba la camisa de uno de sus pechos y le ofrecía el pecho a su hijo.
Había visto antes a otras mujeres dándoles de mamar a sus hijos pero esta era la primera vez que se daba cuenta de lo hermoso que era realmente aquel acto.
La madre no solo lo llevaba durante 9 meses en su vientre, sino que además alimentaba a su bebé con la leche de sus pechos. Las madres siempre estaban ahí para lo bueno y para lo malo. Por mucho daño que pudieras llegar a hacerles ellas siempre te acariciaban la cabeza con ternura y te sonreían.
No pudo evitar sentir una gran nostalgia recordando a su madre.

FLASH BACK

- Inuyasha!!! – exclamó horrorizada la mujer al entrar.

Izayoi Taisho, la esposa humana de InuTaisho, la única mujer a la que él amaba. Era una mujer menuda y delgada, con al tez blanca, el cabello largo oscuro, los ojos azules y los labios carnosos.
Dejó caer sus brazos a sus costados y las largas mangas del kimono azul tocaron el suelo. El gi rojo que llevaba sobre su kimono se deslizó ligeramente sobre su hombro dándole una imagen más lastimosa a su aspecto.
No todos los días, una madre se encontraba a un hijo tumbado en una cama completamente desnudo y con tres mujeres tratando de llamar su atención.
Por muy diferentes que fueran las cosas en el infierno, ella siempre deseó algo diferente para su hijo.

- Mamá!!! – exclamó horrorizada viendo sus lágrimas.

- No te molestes en levantarte... – le murmuró viendo que agarraba sus pantalones- yo ya me iba...

No podía permitir que se marchara. Viendo como su madre se daba media vuelta y comenzaba a caminar, Inuyasha se apuró en tirar de la cama a Kikio, Kagura y Kanna y agarró sus pantalones. Mientras corría, se ató los pantalones y alcanzó a su madre antes de que llegara a su dormitorio.

- Madre... – murmuró desde atrás- siento haberte ofendido... yo... no debí hacer algo así...

- No importa, Inuyasha. Ya eres todo un hombre, puedes hacer lo que desees.

- Yo quiero que tú te sientas bien, mamá.

Izayoi se giró sonriéndole como a él le gustaba y abrió los brazos para él. Sin pensárselo dos veces, Inuyasha se dejó caer entre los brazos de su madre sintiendo sus dulces caricias en su cabeza.

FIN DEL FLASH BACK

- Inuyasha?

- Qué?

- no sé... te has quedado un poco ausente durante unos momentos- apretó a Edward contra su pecho al sentirlo temblar- te sientes bien?

- Sí, solo pensaba en mi madre. La echo de menos- pasó un brazo por los hombros de Kagome y la apretó contra él- sé que mi tío la tiene presa pero no sé dónde...

- Am... lo siento... – murmuró Kagome.

- no deberías sentirlo- le acarició la cabeza- yo asesiné a tu madre- miró hacía otro lado no queriendo mirarla.

- Bueno, no exactamente- dijo llamando la atención de Inuyasha- es cierto que te ordenaron matarla y que la heriste con gravedad- acomodó mejor a Edward- pero tú intentaste salvarla cuando te diste cuenta de tu error- sonrió- hasta jugaste conmigo que era tan solo un bebé- rió un poco- y pensar que estoy enamorada de un hombre que estuvo jugando como tonto conmigo cuando yo apenas tenía un año.

Inuyasha la miró y no pudo evitar sonreír al verla feliz. Le había perdonado, le quería, le apoyaba y haría cualquier cosa por ayudarle. Esa era la maravillosa mujer de la que se enamoró.
Edward emitió un pequeño bufido llamando su atención y vio como soltaba el pezón de Kagome ahora rojo por al presión.
Se lo quitó de las manos a Kagome y le puso la cabeza contra su hombro mientras le daba palmaditas en la espalda para que eructara.
No tardó en hacerlo dándole la señal de que no vomitaría.
Le quitó al pequeño el faldón húmedo y lo envolvió con una camisa para luego meterlo entre las mantas de la cestita.
Meció durante pocos minutos la cestita puesto que Edward estaba tan agotado que no daría guerra. Se durmió en seguida.
Se dio la vuelta y se sentó junto a Kagome en la cama.

- Aún no me lo puedo creer... – murmuró Inuyasha- soy padre...

- Pues empieza a créetelo que yo quiero un padre para mi hijo, que esté junto a él... – se sonrojó- y también quiero un marido a el que poder abrazar todos los días.

- Kagome...

- Inuyasha...

Se fueron acercando lentamente hasta unir sus labios en un tierno beso.

Continuará...

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. IXL:



- Kagome...

- Inuyasha...

Se fueron acercando lentamente hasta unir sus labios en un tierno beso. Muy despacio y con calma, Inuyasha fue tumbando a Kagome de espaldas a la cama. Se tumbó sobre ella y le sacó la camisa de un tirón.

...................................................................................

- De dónde has sacado este vestido? – le preguntó Kagome mientras se trataba de ajustar las lazadas- parece muy caro- ser rindió- ayúdame por favor.

- Esta mañana temprano fui a la ciudad- dejó de jugar con Edward para ayudar a su Kagome- entré en el establecimiento de unas costureras y les pedí un vestido que ya tuvieran echo.

- Pero cuesta una fortuna pedir un vestido al momento...

- Yo tengo esa fortuna- sonrió- dejémoslo ahí- hizo el último nudo a su espalda- ya está.

Kagome se calzó los zapatos azules de tacón y se sentó en una silla frente a un espejo. Lentamente, se fue cepillando la larga melena azabache de rizos rebeldes.
Le encantaba el vestido, le encantaban los zapatos, le encantaba esa pequeña cabaña y le encantaba tenerle otra vez. Ahora, podía darle un padre a Edward. El padre que se merecía y además podía estar junto a ese hombre que tanto amaba.
Todo había salido bien al final o tal vez no?
Le asaltaron los recuerdos de la noche cuando estaba huyendo de aquel demonio. Se empezó a frotar los brazos al sentir escalofríos en el cuerpo. Era todo demasiado doloroso.
Sintió que algo caía sobre sus hombros. Inuyasha le había pasado por los hombros la capa ya seca.

- Todo irá bien, pequeña- le besó la frente- vamos a comprar algo para comer al mercado- le sonrió.

- Vale- murmuró sonriendo- pero primero hay que preparar a Edward.

Kagome metió a Edward desnudo en una pequeña palangana de agua en el que cabía a la perfección.
Lentamente y con cuidado fue lavándole con una esponja que había traído Inuyasha.

De repente sintió algo húmedo en su cuello y no pudo evitar reír.

- Inuyasha!!! – exclamó sonrojada.

- Shhhhh... tú sigue lavando al pequeño, yo me ocupo de ti.

Kagome obedeciendo a Inuyasha, continuó lavando a Edward. Inuyasha de mientras lamía, mordía y besaba su cuello consiguiendo que lanzara algunos pequeños gemidos.
Finalmente logró terminar de bañar al pequeño y lo secó con cuidado.
Le vistió con un bonito faldón de encajes azul de seda que había traído Inuyasha y lo envolvió en aquella mantita que ella misma tejió.

- Ya podemos irnos- dijo sonriendo.

- Primero cierra los ojos- le ordenó Inuyasha.

- Por qué?

- Tú solo hazlo pequeña.

Kagome de mala gana obedeció la absurda orden de Inuyasha y cerró los ojos. Sintió que algo frío rozaba su cuello y caía hasta el valle entre sus senos. Inuyasha estaba manipulando algo en su nuca.
Al abrir los ojos, vio en el espejo una cadena de oro que caía hasta su escote. Con mucho cuidado le entregó a Inuyahsa el bebé y sacó el colgante ocultó en sus senos. Era un perfecto colgante redondo de oro con pequeños diamantes de oro en los bordes. Vio un pequeño gancho en un lado y al agarrarlo descubrió que se podía abrir.
Dentro había una especie de bestia parecida a un lobo grabada en una de las partes y en la otra una inscripción.
Se la acercó a la cara para leerla bien...

Quien posea este colgante

Será la mujer de uno de los
Grandes Taisho.
La elegida para ser amada
por toda la eternidad...

- Inuyasha...

- Ese colgante ha ido pasando de generación en generación por toda la estirpe de los Taisho- sonrió- como no envejecemos, solo podemos morir en batalla... el colgante lo tiene cada generación durante 50 años. Ahora me toca a mí.

- Y tu hermano?

- Él no lo quería...

- Oh, Inuyasha!!!

Le abrazó teniendo sumo cuidado de no hacer daño al bebé.

.................................................................

El mercado estaba más abarrotado que nunca. Era casi imposible caminar entre tanta gente y el sol era abrasador.
Kagome no podía creerse que después de al noche que pasó bajo la lluvia hubiera un sol tan radiante.
Estaba por quitarse la capa pero olvidó esa idea al percibir la mirada de Inuyasha. Decidió que sería mejor quedársela. Si algún hombre se le quedaba mirando, Inuyasha lo mataría.
Inuyasha llevaba a Edward cubierto por la manta entre sus brazos puesto que con él a su altura y lo robusto que era no recibiría golpes o por lo menos. Con tanta gente era imposible no chocarse con nadie.
Se pararon delante de un puesto de frutas y mientras que Kagome se ocupaba de pedir unas manzanas, Inuyasha pedía la verdura.
Kagome le entregó las 10 monedas de oro al señor y metió las manzanas en la bolsa que colgaba bajo la capa.
Se dirigía hacía Inuyasha cuando alguien la empujó. Intentó volver pero le era imposible. Parecía que todo el mundo la estuviera empujando hasta hacer que cayera en un callejón.
Cayó sentada en el trasero sorbe la dura y húmeda piedra del lugar. Escuchó un trueno y miró al cielo.
Qué había pasado con el sol?
Hacía tan solo unos segundos el sol era más que radiante. Alguien le agarró los brazos y la levantó haciéndola daño. Kagome empezó a forcejear tratando de soltarse pero no consiguió nada.

- Un placer volver a verla, lady Kagome.

- Ojalá pudiera decir yo lo mismo...

Kagome miró asqueada al hombre que estaba ante sus ojos. Lo reconocería en cualquier parte. Era el tío de Inuyasha, Naraku. El hombre que aquella noche trató de violarla para luego matarla porque ella no sabía la debilidad de Inuyasha.

- NO TE ACERQUES!!! – chilló viendo que andaba hacía ella.

- Tapadle la boca.

Otro hombre se cruzó un momento ante ella y le ató un trapo en la nuca que la tapaba la boca.
Naraku se acercó hasta quedarse a unos cm de ella. Agarró la capa y la abrió dejando a la vista el bonito vestido de seda azul que le había regalado Inuyasha.
Le arrancó la bolsa de las manzanas y la tiró al suelo rápidamente.
Con las palmas de las manos abarcó los pechos de Kagome y comenzó a moldearlos disfrutando enormemente al ver las lágrimas de la muchacha. Al sentir algo en los pechos se detuvo y miró la cadena. La agarró y comenzó a levantarla hasta dejar a la vista el colgante. Sonrió satisfecho viéndola.

- La mayor debilidad de Inuyasha- la miró a los ojos- su mujer...

Continuará...