de Inuyasha - koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. XXVIII :


El padre de Kagome había insistido tanto en que fueran a la mansión que no les quedó otra que aceptar.
Kagome eufórica se había puesto el vestido más elegante que había encontrado para presentarse a su futura madrastra.
Era un vestido lila de satén que realzaba muy bien sus caderas y sus senos. De manga hasta los codos y escote recatado.
Sonriente había montado junto a su padre en su carruaje mientras que Inuyasha y los demás iban en un carruaje de Sango.
- Recordad- empezó Miroku- Kagome está muy emocionada con todo esto de haber encontrado a su padre y conocer a su nueva familia... comportaros.

- De acuerdo!!! – exclamaron todos.
Se le bajó la moral al verlos. Inuyasha estaba en su forma humana pero tenía una pinta de mercenario que se le caía. Kouga estaba rascándose la cabeza con las uñas de los pies como lo haría un lobo o un perro. Kikio con una lima en la mano hacía crecer sus garras y se las afilaba.
Su única esperanza era Sango pero <l verla le dieron ganas de llorar. Seguía vestida para luchar puesto que no había tenido tiempo de cambiarse y tenía las botas llenas de barro.
Suspiró agotado al pensar que tendría que estar todo el rato en cima de ellos.

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Kagome miraba asombrada las propiedades de su padre mientras que los demás se morían de envidia en una esquina.
Había unos grandes muros de piedra rodeando toda la propiedad. Justo en el centro se cernía la imponente puerta de barrotes de hierro macizo pintados de negro. Al abrirse las puertas miró asombrada desde el carruaje los grandiosos jardines. Había rosas, jazmines, lilas, tulipanes, claveles...
Era todo precioso.
Pudo divisar a lo lejos en estanque de aguas cristalinas que reflejaba a la perfección los rayos del sol. Más allá se veía un bosque.
Pero lo que más le llamó la atención fue la imponente mansión. Estaba pintada de blanco y diferentes tonos cobrizos.
Tenía dos pisos, la puerta de entrada era cuatro veces más grande que ella y parecían de oro macizo. Junto a las puertas había dos columnas de mármol hasta el segundo piso y una cornisa sobre ellas.
Un hombre ya anciano trajeado les abrió la puerta y les recibió.
- tottosai no te lo vas a creer- empezó a reír Tatsuke palmeando la espalda de el hombre- mi hija está viva y la he encontrado.

- La señorita Kagome?

- Sí, es esta.
Tatsuke a penas la había señalado cuando Tottosai cogió a Kagome y la envolvió en un abrazo de oso. Ese hombre debía de haberle tenido mucho afecto. Le sonreía mientras le besaba las mejillas como lo haría un padre o un abuelo.
- Tengo que llamar a Kaede- la cogió de la mano y la hizo girarse- Dios mío!!! Eres más hermosa aún de lo que lo fue tu madre- la miró a los ojos- tienes los ojos de tu madre pero la mirada de tu padre.
El hombre se separó de ella y salió corriendo por un largo pasillo. Kagome no tuvo tiempo de reaccionar antes de que el hombre volviera con una mujer también anciana. La mujer vestida con un vestido negro y un delantal blanco tenía el cabello lleno de canas y los ojos más dulces que había visto nunca.
- De verdad es mi niña!!! – exclamó la mujer corriendo hacía ella.
La abrazó tan amorosamente como el otro hombre. Al igual que él la observó entera y le besó toda la cara.
Era una mujer realmente cariñosa y le explicó que ella había sido su nana y que también fue la dama de compañía de su madre.
Ella y su padre eran las personas más indicadas para contarle todo sobre su madre.
Su padre la hizo subir las escaleras hasta llegar a una parte donde se dividía las escalera en dos. Una iba hacía la derecha y otra hacía la izquierda.
Justo en el centro había colgado un retrato.
Reconoció al hombre al instante. Era su padre de joven y la mujer tenía un parecido increíble a ella.
Los ojos verdes, la tez blanca, la nariz pequeña y graciosa, los labios finos, el cabello rizado pero el color era diferente. Ella lo tenía castaño. Vestía un vestido azul cielo con algunos alzos rosas.
Lo tenía muy claro, era su madre. En sus brazos había un bebé con una mata espesa de cabello rizado y los ojos verdes.
Era ella cuando era un bebé.
- Tu madre y yo pedimos que nos hicieran este retrato cuando tú tenías 1 año- murmuró acariciándole la cabeza a Kagome- os parecéis tanto.

- Ya estás aquí, querido.
Kagome miró hacía las escaleras de la derecha y vio a una mujer bajándolas lentamente. Era una mujer muy bella.
Alta, delgada, con buenas formas, la tez blanca, los ojos de un extraño color violeta, los labios carnosos y el cabello negro recogido en un elegante moño.
Llevaba un largo vestido rojo y blanco con encajes azules.
- Quiénes son estas mujeres? – preguntó mirando a Kagome, Sango y Kikio con cierto recelo.
De repente se centró en Kagome. Se había percatado del parecido con la difunta esposa de Tatsuke y la miraba como si fuera un gusano al que quisiera pisotear.
- Kagura, querida no es estupendo? – se acercó para ayudarla a bajar los últimos escalones- te presento a mi hija.

- Tu hija? – le preguntó sorprendida- no estaba muerta?
- no- sonrió- no es magnífico?

- Sí- afirmó con la cabeza- maravilloso- dijo sin ninguna gana.
Kagura con una falsa sonrisa en la cara se acercó a Kagome y le dio un abrazo y frío y sin sentimientos.
Kagome lo sintió al instante. Era imposible no darse cuenta de la hostilidad que sentía esa mujer hacía ella pero decidió que si su padre iba a casarse con ella lo mejor sería callarse.
Aunque en el instante en que vio como miraba a su Inuyasha supo que no podría ser tan benevolente con ella. Podría pasar que la tratara mal a ella pero no iba a pasar que coqueteara con su novio.

Continuará...

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. XXIX :


Inuyasha se quedó observando el cuadro de la escalera junto a kikio y a Kouga mientras que los demás iban a conocer la casa más a fondo.
Kagura que había ido anteriormente a su dormitorio volvió en compañía de una chiquilla de poco más de 16 años. Por lo menos eso decía su aspecto.
Menuda, muy delgada, con pocas curvas y carente de atractivos. Tenía una melena rubia hasta la cintura, la tez blanca y los ojos negros. La nariz pequeña y ancha le quitaba bastante encanto y los labios excesivamente finos eran perfectos para ahuyentar hombres.
Llevaba un sencillo vestido blanco de manga larga y escote recatado.

- Qué hacéis aquí vosotras dos? – preguntó Inuyasha apretando los puños.

- Es que no lo recuerdas mi amor- murmuró sensualmente agarrándose a su brazo- puedo comprender que con el tiempo hallas olvidado a la víctima pero... – se relamió los labios- viendo a la hija no la reconoces?

- no la reconocí- murmuró- ahora, viendo este retrato la reconozco.

- Hace 17 años, a Inuyasha y a mí nos encargaron matar a Sonomi Higurashi condesa de Rosewood y a su hija- interrumpió Kikio agarrándose del otro brazo de Inuyasha- el plan era que tú conquistaras al hombre, te casaras con él y luego al matarle te quedarás con su título y sus tierras- la miró furiosa- por qué todavía no te has casado con él? , has fallado!!!

- Tú también fallaste!!! – exclamó enfureciéndose- se suponía que también debíais matar a la hija para que no reclamara nunca la herencia- miró a Inuyasha- tranquilo, cielo yo sé que tú no fuiste el que falló.

- En realidad sí que fui yo...

FLASH BACK

Matar a una mujer y su hija. Eso fue lo que le ordenaron. Transformado en su forma más salvaje volaba sobre el cielo persiguiendo a su presa.
Le encantaba sentir el viento contra sus alas y su cabello. Esa sensación de libertad lo volvía salvaje y audaz.
Miró hacía la calzada de la ciudad y descubrió a su presa huyendo con su pequeña en sus brazos.
Sonriendo de malicia hizo crujir sus dedos y descendió a una velocidad realmente temeraria.
Desgarró a la mujer por la espalda y después se situó frente a ella.
La mujer había caído al suelo y su hija no paraba de llorar suplicando que la atendieran. Viendo que la mujer no se movía cogió el bebé tratando de callarlo. No soportaba esos llantos.
Quedó embelesado mirando ese par de esmeraldas que tenía por ojos el bebé y esa mata espesa de rizos azabaches.
El creía que era un niño o al menos eso supuso desde el cielo pero ahora se daba cuenta de que era imposible que fuera un niño. Algo tan hermoso solo podía ser una preciosa niña.
Tenía que matarla pero se sentía incapaz de hacer daño a una criatura tan dulce. Sin que pudiera darse cuenta había dejado de llorar y le estaba sonriendo.
Sonrió a la niña complacido y estaba a punto de darle un beso en la frente cuando del cielo descendió su novia, Kikio.

- Se puede saber qué estas haciendo? – miró a la mujer- al menos esta ya esta muerta... – le dio un puntapié dejándola boca arriba- a qué esperas para matar al niño?

- Es una niña.

- Y eso qué me importa? – le miró frustrada- mátala de una vez para que no destroce nuestros planes.

- Claro...

Kikio le miró una vez más furiosa y salió volando en busca de Kagura y de Kanna para iniciar el plan.
Inuyasha miró una vez más a la niña apenado por su destino. Nunca le había pasado algo así. Había matado a cientos de humanos, le habían suplicado piedad cientos de veces y nunca atendió a las suplicas.
Por qué estaba arrepintiéndose de tener que matar a esa niña, entonces?
Observó a la madre viendo que aún respiraba pero no le quedaba mucho. Levantó a Sonomi y le entregó a su hija.
La mujer le miró sorprendida intentando entender por qué la ayudaba después de haberla atacado.
Sin decir una sola palabra cogió en brazos a la mujer y emprendió el vuelo con ella.
Aterrizó delante de una iglesia y anduvo por el jardín mojado por la lluvia hacía la entrada.
Las puertas se abrieron de una patada y vio allí orando a un niño de poco más de 12 años tal vez 13.
El niño le miró asustado sosteniendo en sus manos unas cuentas y en la otra un bastón. Parecía que pretendiera luchar.
Sin decir una palabra y sin saber cómo entró en la iglesia. No se explicaba cómo ni por qué pero entró sin que le retuviera ningún campo de fuerza.
Depositó a la mujer en el suelo y quedó sorprendido al ver que ella le ofrecía una sincera sonrisa.
Iba a preguntarle cuando el extraño niño intentó atacarle con la vara.
En ese momento sus instintos más salvajes despertaron de nuevo y una extraña fuerza le sacó de la iglesia y le estampó contra un árbol en el jardín.
Se subió al tejado de la iglesia y arrancó una teja para ver lo que sucedía. Gracias a su oído extremadamente delicado pudo escuchar todo...

- Por... favor... - murmuró la mujer entre abriendo los ojos verdes- por... favor...

- Señorita, qué le ha ocurrido?

- Esas bestias... cof cof... - tosió algo más de sangre- no lo permita... no permita que nadie le haga daño...

- a quién?- preguntó sin recibir respuesta- señorita... a quién? ... señorita...

- prométemelo... - murmuró agarrando la sotana del sacerdote- por... favor...

- Se lo prometo.

- Señoría... - murmuró Miroku.

- Preparad un ataúd y todo lo necesario... mañana por la mañana celebraremos el entierro de esta pobre mujer.

- Señoría ella nos pidió que la protegiéramos?

- No dijo a quién.

- A mí sí- miró el bulto entre sus brazos- me pidió que protegiéramos a su hija.

- Me dijo que se llamaba Sonomi Higurashi- dijo indicando con la cabeza a la mujer muerta- y también me dijo que la niña se llamaba Kagome higurashi... lady Kagome Higurashi condesa de Rosewood.

El sacerdote miraba a la niña algo dudoso.

- Qué haremos con la niña? - preguntó miroku asustado por la respuesta.

- Cumplir la promesa

Inuyasha sonrió complacido desde el tejado. Esos curas cuidarían de la pequeña. La mujer había muerta y si la cría se quedaba en ese lugar no había ninguna posibilidad de que reclamara lo que le pertenecía así que se tomó la misión cumplida.
Ya le diría a su padre que las había matado a las dos.

FIN DEL FLASH BACK

- Debo comunicarle esto a nuestro señor...

- Ni se te ocurra decirle una palabra a mi padre, Kanna- la miró amenazante- recuerda que yo también soy tu soberano y te ordeno que tengas la boca cerrada.

Kanna le miró desafiante y mantuvo el silencio. Por más que no le gustara la idea, Inuyasha también era su soberano.

- bueno, y dime querido- Kagura se apretó contra Inuyasha- qué relación tienes con la muchacha? – empezó a dibujar círculos en la camisa de Inuyasha- es muy atractiva y estoy segura de que disfrutarás mucho con ella pero... a ti parece afectarte más...

- Es mi mujer- agarró de la cintura a Kagura- y espero que no le pongas una mano en cima- apretó con fuerza la cintura de Kagura- y me refiero en todos los sentidos.

- En todos los sentidos?

- Te conozco Kagura y sé que te da lo mismo llevarte hombres o mujeres a la cama- la miró amenazante- te prohíbo rozar tan siquiera la piel de Kagome y te prohíbo hacerle daño.

- Está bien- introdujo su mano en la camisa de Inuyasha- pero tendrás que compensarme de alguna manera si quieres que no la toque.

- Guarda tus manos- le sacó las manos de debajo de su camisa- es una orden, no un trato.

Antes, en un pasado había tenido cientos de veces a Kagura en su cama, al igual que a kikio a Kanna y a otras mujeres del infierno. Es más, había tenido a Kagura, a Kikio y a Kanna en la cama a la vez haciendo una cuarteto. Pero eso, ya había pasado a la historia para él. Ahora su única mujer era Kagome y no iba a permitir que le pasara nada.

- Inuyasha!!! - le llamó Kagome- anda, ven aquí!!!

Inuyasha se guardó las manos en los bolsillos y se dirigió a las escaleras de la derecha siguiendo la voz de su dulce amada.
Ahora que había recordado que asesinó a la madre de la mujer a la que ama... cómo iba a poder vivir con esa carga sorbe al espalda???

Continuará...

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP. XXX :


- Qué ocurre mi amor? – le preguntó Inuyasha dándole un suave beso en los labios.

- Papá me ha pedido que esta noche valla a una fiesta que se va a dar aquí, en la mansión- sonrió alegre- no es fantástico?

- Sí, cielo.

- Ha dicho que me va a presentar a todo el mundo como su hija y además os ha invitado a todos... y sabes lo mejor? – le preguntó emocionada agarrando sus manos.

- Mmm... dame una pista...

- Tiene que ver con nuestra relación- murmuró sensualmente mientras le abrazaba.

- Quiere que nos casemos?

- Sí y no- se abrazó del cuello de Inuyasha y apretó intencionadamente sus pechos contra el torso de este- ha dicho que esta dispuesto a permitir que me case contigo con la condición de que esperemos un año.

- Por qué un año? – preguntó tratando de que no le afectara que los senos de Kagome estuvieron apretado a él.

- No lo sé... supongo que pensara que aún somos jóvenes y que necesitamos tiempo... – le miró a los ojos- pero tú yo nos amamos y eso es lo importante, no?

- Claro que sí mi vida- le sonrió.

- Sería imposible amarte más Inuyasha- murmuró contra sus labios- nada haría cambiar mis sentimientos por ti...

Inuyasha abrió los ojos como platos al oír eso. Sería cierto que nada podría cambiar los sentimientos de Kagome hacía él? Entonces, si le dijera lo ocurrido podría superarlo?
Le daba miedo, mucho miedo. Quería decírselo. Sería incapaz de vivir toda una vida junto a ella sin decirle que él fue quien destrozó su vida.
Quería casarse con ella pero no manteniéndola en la ignorancia durante toda una vida. Sería incapaz de jurar ante Dios que nunca la mentiría y que estaba libre de pecado. No mientras aquel hecho siguiera oculto en las sombras de sus recuerdos.
Sintió la lengua de Kagome adentrarse en su boca y al instante reaccionó. Cerró los ojos y la devastó con la lengua.
Rodeó con sus brazos la estrecha cintura de su mujer.
Sintiendo de repente un escalofrío abrió los ojos viendo a Kagura detrás de Kagome observándoles. Esa mujer estaba demente!!!
Vio como empezaba desabrocharse el corpiño mostrando la fina combinación. No le permitiría desnudarse allí en medio. Estaba seguro de que pretendía montarse un trío con él y con Kagome.
De un tirón se rompió la combinación dejando sus voluptuosos senos con los pezones erectos al desnudo.

- Mmm ... – murmuró Kagome contra la boca de Inuyasha- no has oído algo?...

- Oír el qué? – preguntó manteniendo sus labios contra los de Kagome.

- Ha sido un sonido como a ropa rasgada...

Kagome iba a girarse pero Inuyasha no se lo permitió. Atrapó sus labios y después toda su boca.
Vio como Kagura estiraba la mano pretendiendo alcanzar las lazadas del vestido de Kagome. Rápidamente abandonó sus labios y descendió hacía su cuello.
Mirando amenazante a Kagura agarró su muñeca y la estrujó con fuerza.
Kagura habiendo entendido el mensaje lanzó una mueca de desagrado y se marchó.
Desde ese momento supo que iba a ser un problema muy gordo tener a Kagura tan cerca de Kagome.

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Se quedó embelesado mirando a Kagome. Estaba más que hermosa esa noche.
Llevaba un largo vestido azul marino de palabra de honor y manga corta hasta los codos. Al final de la corta manga se extendía una pequeña tira de perlas blancas rodeando el brazo y salía una pequeña tela transparente de menos de 5 centímetros.
Justo en medio del corpiño desde el borde del escote se extendía una abertura del vestido que iba cerrándose en diagonal hasta llegar a la cintura. Los bordes de la abertura eran de un color negro aterciopelado y se veía la única tela que cubría en ese momento sus opulentos senos: una fina tela de un color azul celeste con unas perlas blancas idénticas a las de las mangas que surcaban todo su pecho enroscándose hasta la cintura.
En el cuello llevaba una hermosa gargantilla de diamantes blancos que tenían enganchados otros diamantes azules. Se había hecho una larga trenza que rodeaba su coronilla y luego caía sobre su hombro y el restó del cabello lo llevaba suelto y alisado. Se había puesto una pequeña corona de hermosos diamantes azules y en la trenza podían brillar las perlas de la larga tira que había trenzado dentro de ella.

- Estas increíble... – murmuró abrazándola.

- valla gracias- dijo satisfecha mientras se dejaba abrazar- tú tampoco estas nada mal, milord.

Inuyasha en su forma humana se había puesto unos mocasines rojos, unas medias blancas, unos pantalones holgados rojos, una camisa blanca de seda, una chaqueta roja que se ataba a la espalda y una capa negra sobre todo aquello. En la cabeza llevaba un sombrero de tres picos rojo con una larga pluma blanca.
Estaba hecho todo un galán así vestido.


- De dónde has sacado todas estas joyas? – le preguntó extrañado- y el vestido?

- Papá me lo dio- sonrió- el vestido me lo ha comprado hoy mismo pero las joyas eran de mi madre- le dio un beso en la mejilla- no es maravilloso?

- claro que sí- murmuró desganado.

- Te ocurre algo, Inuyasha? – le preguntó sospechando- estas muy raro desde que has venido a la mansión de mi padre.

- Son sandeces de hombres. Nada más- le besó la mano- cosas que no deben preocupar a una joven y bella dama- le ofreció el brazo- Milady?

- Milord- agarró su brazo.

Ambos se sonrieron y al ser anunciados entraron en el gran salón.

Continuará...