de Inuyasha - koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

CAP XVII:

Como niños pequeños, estaban todos recluidos en el despacho del sumo sacerdote. Los cinco estaban sentados frente a la mesa del sumo sacerdote observándolo. Él estaba de espaldas y parecía estar meditando cuál sería el mejor castigo.
Kikio a una esquina no paraba de mandarse miradas asesinas con Sango que estaba junto a ella, en el centro Miroku aún trataba de comprender porque estaba allí cuando él solo había ido a ver qué había pasado en la habitación de Kagome y al otro lado, Kagome muerta de la vergüenza no se atrevía a levantar la cabeza e Inuyasha seguía apretando contra la herida de Kagome su camisa.

- Bueno… - al fin el sumo sacerdote se dio la vuelta- empezaré con las señoritas- miró a la desconocida- le importaría identificarse?

La mujer no dijo ni una sola palabra y miró hacía otro lado.

- Se llama Kikio- dijo Inuyasha- tiene 25 años, es parte de una de las fracciones de los infiernos y traicionaría a su propio padre.

- Qué fracción es la suya? – preguntó miroku.

- Las arpías- dijo completamente segura Sango.

- ¿Cómo lo has sabido? – preguntó Inuyasha sarcástico.

- Inuyasha, eres un maldito traidor- exclamó kikio- estas traicionando a los tuyos!!!

- Para traidores estas tú, Kikio- la miró furioso- y no me hables como si fueras superior a mí!!!

Durante una fracción de segundo los ojos de Inuyasha se volvieron completamente rojos y amenazantes.
Kikio tragó saliva y bajó la cabeza asustada por la terrible reacción que había tenido Inuyasha.

- Lady kikio- comenzó el sumo sacerdote haciendo que Sango se mofara por el apelativo- no sé con qué intenciones has venido aquí y tampoco me interesa. Pero de alguna manera vas a pagar lo que has hecho. Así que te condeno a lo mismo que a Inuyasha. Deberás acompañarles en las partidas nocturnas y matar demonios y otras criaturas.

- Me niego! – exclamó Kikio.

- Yo no pienso trabajar con esa arpía al lado! – exclamó Inuyasha levantándose.

El sumo sacerdote suspiró y con la mirada le ordenó sentarse a Inuyasha. Este al principio opuso resistencia, pero al final, ante aquella severa mirada no le quedó otra que ceder.
Kikio también trató de mantenerse firme pero al final cedió al trato.

- Ahora le toca a lady Sango Haverheint- a ella le sonrió- le agradezco su preocupación por la iglesia y su determinación ante la batalla.

- Miles de gracias señor.

- Kagome! – exclamó haciendo que la chica se sobresaltara- no has hecho nada malo y en cima estas herida. Será, mejor que te curen eso y más tarde hablaré a solas contigo sobre lo que estaba pasando en esa habitación.

Kagome se encogió de hombros y se puso más roja de lo que estaba. El sumo sacerdote, claramente, pretendía hablarle sobre lo que iba a hacer con Inuyasha.

- Miroku! –suspiró- siempre estas donde no debes en el momento menos adecuado- volvió a suspirar- me compadezco de ti.

Miroku suspiró aliviado al ver que el sumo sacerdote se había dado cuenta de que él no tenía nada que ver. Pero enseguida su mirada volvió a Kagome.
Cuando había llegado a su habitación estaba sentada entre las piernas de Inuyasha con la combinación abierta mientras que este apretaba su camisa contra la herida junto a su ojo. Estaba claro que Inuyasha no había hecho el menor caso a las palabras del sumo sacerdote.

- Inuyasha! – Se sentó delante del escritorio- mientras que los demás se van a volver a sus labores diarias, tú y yo vamos a mantener una pequeña charla- miró a los demás- podéis marcharos.

Kagome miró asustada a Inuyasha pero al verle sonreír se calmó y salió del despacho junto a los demás.

Continuará…

Espero que os halla gustado y que posteeis mucho

Besos

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Hola!!!!!!!!

Ha posteado poquíiiiiiisima gente por no decir más

así que solo por esta vez dejaré la conti con tan poca gente pero otra no creo que sea tan benevolente... ( benevolente??? qué exageración no? )

bueno haber si la próxima os dais cuenta:


CAP. XVIII:


Tras haber ido a la sala de curas para que le colocaran una pequeña gasa en la herida se dirigió a su habitación. En la enfermería, uno de los frailes le había prestado una túnica de un color ocre para taparse. No era muy conveniente andar por una iglesia llena de hombres con tan solo una fina combinación.
Pero en ese momento, le preocupaba más Inuyasha. No quería ni imaginarse como habría estado el sumo sacerdote con él. Seguro que le había echado un enorme sermón y ahora estaba imponiéndole uno de sus horrendos castigos.
Aún recordaba como castigaba sus travesuras cuando era niña.
Unas veces la mandaba a fregar las escaleras de piedra de la iglesia, otras la hacía rezar 50 rosarios en voz alta, otras la obligaba a hacer la colada de todos los hombres de la iglesia e incluso había llegado a mandarle limpiar la iglesia entera. Cuando quería, podía ser muy cruel.
Se llevó la mano a la gasa sobre la herida y se sintió mal. No por la herida sino que por el hecho de que no deseaba que Inuyasha la viera con eso en la cara. Debía estar horrible.
Se paró en frente de la gran puerta de roble. Habían trasladado sus cosas a esa habitación debido al accidente con la puerta.
Puso la mano en el plomo de la puerta y casi gritó al ver como la puerta se abría y aparecía Inuyasha.

- No te asustes- dijo sereno- te he olido y por eso he venido a abrir la puerta. Pensé que a lo mejor no sabías a qué habitación tenías que venir y pensaba ir a buscarte- le sonrió.

- Gracias- murmuró Kagome.

Kagome entró en la habitación y se llevó una mano a su herida junto al ojo llevando de esa manera también parte de la túnica. No quería que Inuyasha se fijara demasiado en la herida.

- Por qué te tapas la herida? – preguntó casi al instante.

- No me la estoy tapando- poniendo una sonrisa tonta- es que me pica…

- Pues no te la toques, será peor.

Inuyasha le quitó la mano de la herida y se quedó mirándola. Parecía triste. Era como si se sintiera culpable de todo aquello. Pero, por qué reaccionaba así?
La mano de Inuyasha bajó hasta su mentón acariciando la suave tez de Kagome y se quedó mirando sus labios.
Se inclinó y depositó un casto beso que a penas duró más de cinco segundos.

- Te ocurre algo? – preguntó Kagome.

- estas preciosa- murmuró Inuyasha- aunque estuvieras llena de cicatrices o de manchas, seguirías estando preciosa para mí.

Kagome al instante comprendió el mensaje. Inuyasha sabía perfectamente que había tratado de ocultarle la herida por miedo a parecerle fea y la había elogiado para que dejara de pensar esas tonterías.
Aunque a su cabeza volvió otra vez aquella preocupación con la que salió del despacho del sumo sacerdote.
Qué demonios le había dicho?

- Inuyasha?

- Sí?

- Qué te ha dicho el sumo sacerdote? – preguntó algo dudosa.

- Mmm… nada importante- mintió- solo que tenga cuidado.

FLAHS BACK

- Inuyasha- comenzó el sumo sacerdote- creí que había dejado bien claro esta mañana que ninguno debía tocar a Kagome.

- lo sé, pero me da igual- Inuyasha apretó los puños- sabe? Una vez estuve enamorado pero no fue como esto. Nunca me había sentido así hacía nadie. Amo a Kagome y me da igual su posición social y lo que tengamos que sufrir. Lucharé por ella contra lo que haga falta.

- Estas completamente seguro de esto? – preguntó el sumo sacerdote.

- Sí!

- Entonces, te encomiendo la tarea de cuidar de Kagome- se levantó de la silla y se dirigió hacía la ventana- por cierto, ten cuidado con lo que haces.

- A qué viene eso?

- Estuviste enamorado de lady Kikio, verdad? – no esperó a que contestara suponiendo la respuesta- estaba más que claro que ella ha venido a buscarte a ti. Si le haces daño a Kagome a cuenta de esa mujer te juro que te mataré aunque tenga que irme yo también a la tumba.

Inuyasha no dijo nada. Simplemente agachó la cabeza y miró sus puños apretados. No iba a dejare a Kagome por kikio. Lo tenía muy claro, pero aún así comprendía la preocupación del sumo sacerdote.

- Por cierto- siguió el sumo sacerdote- como castigo tendrás que quitar todas las malas hierbas del jardín.

- Qué!

FIN DEL FLAHS BACK

- Lo único es que me ha mandado a quitar todas las malas hierbas del jardín.

- el sumo sacerdote, es muy cruel con los castigos- suspiró nostálgica- yo te ayudaré.

- No! – exclamó feliz- no quiero que te estropees las manos trabajando en la hierba, pero si quieres- dijo con mirada pícara- me quitaré la camisa bajo el sol y te dejaré que observes como trabajo.

Kagome se puso roja de imaginarlo. Ya había visto antes a Inuyasha desnudo de cintura para arriba pero aún así no podía evitar reaccionar de esa manera. Era demasiado fuerte el tan solo imaginarse a ese hombre sin camisa trabajando bajo el sol. Las rodillas se le estaban aflojando y se hubiera caído de no ser por el agarre de Inuyasha.

- Entonces vendrás a verme trabajar, cielo?

- Me lo pensaré- dijo para hacerse de rogar.

……………………………………………………..

- Estúpida! – exclamó Sango.

- Idiota- exclamó kikio.

- Arpía! – le respondió Sango.

- A mucha honra.

Miroku suspiraba una y otra vez observando a ambas mujeres discutir. Desde que habían salido del despacho del sumo sacerdote estaban así. Lo que le sorprendía era que aún no hubieran llegado a las armas. Se sentó en un banco junto a la iglesia y se limitó a observarlas.

Continuará…


Espero que os halla gustado y que posteeis mucho

Besos

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Hola!!!!!!!

Tranquila Shinku_rozen, tú no tienes la culpa de nada

Os iba a pnoer al conti ma´s tarde pero como me voy mañana a primera hora a la Rioja hasta el domingo pues os pongo hoy una

dadle las gracia sa mis imprevisibles padres

Aquí esta la conti:


CAP. XIX :


Venía agotado. Ese día había sido devastador y la noche peor. Primero había estado arrancando las malditas malas hierbas del jardín mientras que Kagome le observaba. Varias veces había intentado ayudarle pero se lo había impedido. Aunque supo que no había servido de nada cuando llegó a la zona donde ella estaba y vio que no había ni una sola mala hierba y que Kagome tenía las manos llenas de pequeñas heridas.
Furioso le había vendado las manos y regañado durante más de una hora mientras que ella se limitaba a sonreírle.
Esa noche había sido peor cuando había intentado irse con ellos a la partida. Al instante se lo prohibió pero ella insistió e insistió. Hasta se coló entre los frailes con una sotana larga que la tapaba entera. Pero pudo detectar su olor al instante.
No podía permitir que fuera con ellos teniendo un tobillo torcido y las manos llenas de heridas. Prácticamente la arrastró a la habitación y le hizo jurar que no se movería de allí.
Hasta que Kagome no juro y perjuro por todo lo que le importaba en el mundo que no iba a ir no se marchó.
En la partida se habían enfrentado a unos hombres lobo. Entre ellos lograron capturar a uno, el jefe. A Inuyasha le pareció al instante desagradable y grosero.
Pero además de ser el jefe de los hombres lobo, era el jefe de una fracción del infierno.
Por qué las fracciones del infierno estaban viniendo a la tierra de los humanos???

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Suspirando de agotamiento abrió la puerta de la habitación y la cerró tras de sí. Como ya se suponía estaba todo oscuro. Pensó que Kagome estaría dormida hasta que le llegó a la nariz ese aroma. Parecía perfume y le pareció bastante erótico aquel aroma.
De repente Kagome le abrazó dejándolo entre la pared y ella.
Con sus opulentos pechos aplastándose contra su tórax y su pierna derecha enroscada a sus caderas se veía realmente sensual.
Pero de dónde demonios había sacado Kagome esa ropa tan sexy?
A través de la oscuridad podía verla gracias a su parte de demonio. Vestía unas medias blancas hasta la mitad del muslo, una combinación muy corta blanca adherida a todo su cuerpo y una bata transparente.
Ahora lo recordaba. Para convencer a Kagome de que se quedara él también le había jurado que en cuanto llegara le haría el amor como un salvaje.
Pero la verdad es que muy a pesar de que Kagome estuviera verdaderamente exquisita, el pobre no podía ni con su alma.
Agotado, enroscó ambas piernas de Kagome en sus caderas y la llevó a la cama. Se tumbó con ella y comenzó a acariciar la suave piel de la chica.
Antes de poder darse cuenta, todo se volvió oscuro.

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Cuando al fin abrió los ojos se vio a sí mismo completamente solo en la cama. Los rayos de sol le pegaban directamente a los ojos. Ahora se acordaba. Se había quedado dormido mientras acariciaba a Kagome. Probablemente estaría furiosa con él.
Olisqueó un poco el ambiente y se percató de que ella estaba en la habitación.
Se incorporó en la cama y pudo ver la perfecta figura de Kagome delineada por los rayos del sol. Estaba sentada en una silla entre la cama y la ventana. Inuyasha podía ver su perfil.
Aún llevaba aquella combinación con la bata y las medias. Estaba realmente sexy.
Pero en su rostro podía notar su tristeza. Qué le pasaba?

- Te ocurre algo Kagome?

- Te has quedado dormido... - murmuró débilmente.

Ahora entendía. Kagome se había puesto así para él y había estado dispuesta a entregarse y cuando llegó el momento, él se quedó como un tronco. Suspirando una vez más por el agotamiento se quitó las sábanas de en cima pero al instante se la volvió a poner. Kagome le tenía que haber desnudado mientras dormía. A lo mejor era eso por lo que tenía tanta calor mientras dormía.

- Kagome, lo siento- murmuró tragando saliva- ayer me maté a quitar malas hierbas y estuve todo el día detrás tuyo para evitar que hicieras mi trabajo o para que te colarás en la partida. Además a noche peleamos con una fracción del infierno de la cual atrapamos a su líder y cuando he llegado estaba exhausto- bajó la cabeza- siento no haber cumplido mi promesa.

- Inuyasha por favor, no vuelvas a hacerlo- le miró con lágrimas en los ojos- no estoy enfadada porque te quedarás dormido mientras me tocabas- se levantó de la silla y se dirigió a la cama- estoy enfadada porque no me dijiste que te encontrabas así.

- Entonces solo estabas preocupada?

- Cómo iba a estar si no?

Kagome se sentó en la cama junto a él y llevó la cabeza de Inuyasha a su pecho para abrazarlo.

- mmm... Kagome...

Respiró una y otra vez el delicioso aroma de Kagome deleitándose de ella. Llevó sus manos a sus pechos y comenzó a acariciarle los pezones sobre la combinación. Iba a compensarla por lo de antes.
Pero antes tenía que preguntárselo... para ver como reaccionaba...

- Kagome? - la llamó restregando su cabeza entre los opulentos senos.

- Sí?

- Por qué me has quitado la ropa? - la miró para ver como reaccionaba pero fue decepcionante ver esa cara de indiferencia sin el más mínimo sonrojo.

- Estaba sucia así que te la quite- sonrió- pero tranquilo, que no he visto nada. En todo momento he mantenido la sábana sobre tus piernas. Por ello me ha costado sacártelos.

Decidió abandonar el tema para no tocar la pobre e inocente mente de la muchacha y volvió a sumergirse entre sus senos. Hubiera seguido ahí gozando de esa comodidad pero recordó el hombre lobo que se trajeron.
Tenía mucho trabajo.

Continuará...


Espero que os halla gustado y que posteeis mucho

Besos