Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

¡Primer fic! Un bar llamado Koi Koi. Una simpática mesera llamada Kagome. Un hombre con el corazón destrozado llamado Inuyasha. ¿Qué ocurrirá cuándo se crucen? ¿Podrán enamorarse? ¿O Kikyo volverá por el corazón roto de Inuyasha? ¡Lean el fic y averíguenlo!

Por cierto, "Koi" significa amor en japonés.

¡Los dejo con el fic!
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Koi Koi​

Capítulo I

La puerta de un famoso bar había sido abierta por dos hombres muy bien parecidos. A ellos, una mesera de largo cabello negro se les acercó; y con una gran sonrisa dibujada en los labios, les dio una cálida bienvenida.

- ¡Bienvenidos a Koi Koi!

- Gracias, preciosa. ¿Tú nos atenderás? –preguntó el joven de cabellera castaña libidinosamente.

- Miroku, no empieces. Apúrate que quiero comer las tortas por las que es tan conocido este lugar –lo apresuró su amigo albino mientras se adentraba en el lugar sin siquiera dirigirle una mirada a la que los atendería.

Kagome, la mesera, observó como sus clientes se sentaban en una pequeña mesa e inmediatamente les llevó los menús para que eligieran su pedido. Mientras el de largo cabello blanquecino hojeaba la carta, el otro la hojeaba a ella.

- Genial, en mi primer día ya me tocan pervertidos –pensó con frustración mientras sostenía una bandeja.

- Quiero un cheesecake y un café –pidió Inuyasha cerrando la carta.

- Y yo solamente un café, preciosa.

- Bien, enseguida se los traeré.

Kagome, con toda la excitación y energía que se tiene el primer día de trabajo, fue en busca de los pedidos de sus primeros clientes. La emoción le recorría todo el cuerpo.

Cuando la mesera tuvo todo preparado, se dirigió a la pequeña mesa pegada a una ventana con cierto nerviosismo, éste se delataba en el temblor de su antebrazo. Ella sinceramente esperaba que todo saliera bien.

- Aquí les traje su pedido –dijo con una simpática voz.

Primero apoyó el café de Miroku. Luego, cuando se giró para el lado de Inuyasha, el castaño quedó con la imagen del trasero de la camarera tapado por una corta pollera bordo.

- No lo hagas. Por favor, manito, no lo hagas.

El hombre trataba de contenerse. Sin embargo…

- ¡Kyaa! –gritó Kagome al sentir una mano apretando su trasero.

Desafortunadamente, en ese momento, ya había soltado la bandeja y el contenido que quedaba en ella había caído sobre cierta persona para nada alegre de la situación.

- ¡Fíjate lo que haces, imbécil! –gruñó Inuyasha golpeando la mesa.

- ¡Es que él me tocó! ¡Tu amigo es un pervertido! –señaló Kagome al libidinoso con un rubor furioso en sus mejillas.

- Perdón –se rascaba la nuca Miroku mientras sudor le recorría el rostro.

- Este día no pudo haber terminado mejor –musitaba el albino con ironía mientras observaba su vestimenta.

La camisa blanca de mangas largas, manchada por el cheesecake. Su pantalón gris oscuro, manchado por el café. Inuyasha no era devoto a vestirse tan formalmente, pero ese día lo hizo por una persona, por una persona que luego le rompió el corazón. Por esa razón había ido a Koi Koi, el mejor lugar de tortas occidentales de Tokio. Fue allí para ver si la amargura de su día se endulzaría con una deliciosa torta.

- Enseguida le traigo algo para limpiarse –dijo Kagome toda apenada dirigiéndose a la barra del lugar.

La mesera volvió con un trapo húmedo. Inuyasha estiró la mano para tomarlo, pero se sorprendió al ver a la muchacha agacharse y comenzar a limpiarle el pantalón.

En ese instante, la puerta de Koi Koi se abrió. La esbelta figura de una mujer acompañada de un hombre apareció ante los ojos de Inuyasha. Cuando el albino reconoció ese cabello negro espeso, esa piel pálida que contrastaba con sus oscuros ojos marrones, maldijo a todo los dioses que existían en las diferentes religiones.

¡Había terminado con él ese día y ya tenía a un hombre a su lado! ¿Cómo podía hacerle eso? ¿Cómo podía Kikyo hacerle eso?

- Espero que sepa disculparme, pero fue culpa de su amigo –explicaba Kagome, ahora limpiando los rastros de cheeseckae.

Repentinamente, Kagome sintió dos fuertes manos en sus mejillas. Al alzar su mirada chocolate, se chocó con ojos color ámbar que la miraban fijamente. Luego, sintió que su cliente la tironeaba hacia él y en el momento que quiso quejarse, los labios del joven hombre estaban incrustados en los de ella.

Continuará...
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¿Qué les pareció? ¿Les gustó?
Sí, sí. Ya sé que fue corto. Pero este fue sólo el primer capítulo. Los próximos van a hacer más largos.
¡Espero sus opiniones!

¡Besos!

 

Re: Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

Gracias asuka* y jesireth por sus posts. Qué bueno que les haya gustado y sí, sé que el primer capítulo lo terminé en un momento demsaido interesante, pero así es la vida xD.

¡Ahora con ustedes el segundo capítulo!
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Koi Koi​

Capítulo II

Kagome quedó estupefacta. Un hombre totalmente desconocido para ella tenía sus labios sobre los de ella. Al sentir que el albino quiso introducirse en la boca de la muchacha, ella lo empujó hacia atrás y su rostro se mostró, en ese instante, completamente rojo.

- ¿Qué hiciste? –preguntaba la mesera cubriéndose sus mejillas que ardían.
A Inuyasha poco le importó ser rechazado por la joven que se encontraba de rodillas en el suelo. Giró su rostro en dirección a la puerta y vio que en aquel lugar ya no había nadie.

- ¡Mierda! ¡No me vio con esta chica! –habló con furia entre dientes.

- Oye, Inuyasha, tranquilízate. Vinimos acá para que te despejaras, ¿verdad? –cuestionó Miroku tratando de calmar un poco a su amigo.

- ¿Esta chica? –los ojos chocolate de Kagome parpadeaban sin cesar.

¿Qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Acaso la había besado para darle celos a alguien? Era lo más probable.

- ¡Ustedes dos se van inmediatamente de este bar! –se irguió la mesera crispada ante la situación.

- ¿Qué nos vayamos? No quiero. Tráeme otra porción de cheesecake.

- Hagámosle caso, amiguito –dijo el castaño con temblor en la voz-. Creo que no está de muy buen humor.

- ¿Qué sucede aquí? –entró a la escena un hombre fortachón y calvo.

- ¡Jefe, estos dos hombres me tocaron y me obligaron a besarlos! –los inculpó la joven señalándolos cual si fueran los criminales más buscados del mundo entero.

- Ya escucharon a mi empleada. ¡Largo! ¡Se les tiene completamente prohibida la entrada a este bar!

El albino se puso de pie mientras maldecía constantemente el día que había tenido. Por otra parte, el más libidinoso, se terminó a una velocidad increíble el café para luego huir rápidamente del lugar con su amigo.

- ¡Oye, paga ese café! –gritó el dueño del local.

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- Kikyo, ¿por qué quisiste que nos fuéramos de ese lugar? –preguntó un hombre vestido en un traje azul marino.

- Porque estoy a dieta –mintió la del largo y espeso cabello negro mientras su mirada iba hacia el suelo.

- Pero si estás hermosa –la tomó el hombre por la cadera y la acercó a él.

- Naraku, aquí no –protestó separándose de él.

- Veo que hoy no tienes el mejor humor del mundo.

Kikyo ignoró el comentario y comenzó a caminar por las angostas calles de Tokio. Naraku, su prometido, la siguió sin imaginar la razón por la cual su futura mujer estaba de ese humor.

- ¿Por qué me tuvieron que comprometer mis padres? Pero yo no puedo ir en contra de su voluntad. No me atrevo a ir en contra de lo que se espera de mí. Por eso me separé de la única persona a la que amé en este mundo –una lágrima descendió por la mejilla de Kikyo-…Inuyasha.

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- Sí, todo eso ocurrió hoy. ¿Eh? ¿Si me gustó? ¡Para nada! ¿Cómo crees? –preguntó Kagome sentada sobre su cama a la muchacha que se encontraba del otro lado del teléfono-. Está bien, Sango. Nos vemos mañana. Adiós.

La pelinegra cortó el llamado y luego se desplomó sobre el colchón. Una mano subió hasta sus finos labios y los rozaba con un dedo. No era la primera vez que la besaban, pero sin duda ese atrevido hombre lo había hecho muy bien. Un cosquilleo le recorrió todo el cuerpo al recordar los labios de aquel joven.

- ¿Lo volveré a ver? ¡Ay, pero qué cosas pienso! ¡Si es un atrevido! –pensaba totalmente ruborizada y a la vez con el ceño fruncido.

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Inuyasha traspasó las rejas de la Universidad de Tokio con un solo pensamiento en la mente. Exacto: comida. Tomó su moto estacionada en la vereda frente a la prestigiosa universidad, se puso el casco y al apretar el pedal salió a una velocidad exagerada de aquel lugar.

Cuando el albino se encontraba en la primera fila de autos que se había armado, en el momento en que la luz estaba para darles paso a las personas, una muchacha con un rostro demasiado conocido para Inuyasha, cruzaba la calle. Sin embargo, ese rostro iluminado por la simpatía y la dulzura, en ese instante se encontraba algo apagado.

- Pero si es la mesera ¿Qué le ocurrirá? La otra vez parecía una persona muy simpática… Excepto cuando se enojó –una gota le cayó a Inuyasha al recordar lo que hizo. Sin duda había sido un estúpido.

Repentinamente, la joven, de una manera muy pausada, fue cayendo al suelo. Cuando su frente chocó contra las calles de cemento, algunas mujeres que la vieron comenzaron a gritar.

Inuyasha, bajando abruptamente de la moto, se dirigió a donde estaba ella. La tomó entre sus brazos y colocó una mano en la frente de la muchacha que se encontraba blanca como la misma nieve. Estaba hirviendo. Enseguida, la alzó y la llevó hasta la moto. Colocó a Kagome delante de él, la cabeza de la joven quedó justo en su pecho. Nuevamente, apretó el pedal y salió del lugar a una alta velocidad.

Ella sentía calor. Mucho calor en una de sus mejillas. Pero no provenía de su propio cuerpo, sino del de otra persona. ¿Quién era? Además, en la otra mejilla sentía una fría brisa pegarle constantemente. ¿Por qué? Ella no entendía.

Los ojos de Kagome se abrieron y al subir apenas su mirada, se percató que todo estaba en movimiento. Al voltear su rostro para un lado, vio a un hombre cuyo rostro estaba tapado por un casco.

- ¡Kyaa! ¡Me secuestran! –comenzó a chillar la joven moviéndose de un lado a otro.

Inuyasha, por el escándalo que la muchacha estaba provocando, tuvo que detener la moto en la esquina de una vereda. Allí, apagó el motor, y rápidamente se quitó el casco y unos ojos llenos de cólera miraban a Kagome.

- ¿Podrías no hacer suposiciones idiotas? –pidió el joven.

- Pero… ¡Si eres tú! ¡El tipo que me besó! –le puso Kagome un dedo sobre la nariz.

- Sí, soy yo. Pero no te quiero secuestrar. Simplemente te estoy llevando a un hospital –explicó Inuyasha aún con el ceño fruncido y tratando de no perder el control.

- ¿Al hospital? –en ese instante la joven se balanceó de un lado a otro y sus ojos se cerraron por unos instantes -. Cierto que tenía fiebre, pero no sabía que tanta.

- ¿Cómo saliste así de tu casa?

- Fui a comprar un remedio. Es que me había quedado sin nada. Ni siquiera tenía unas míseras aspirinas. Pero ¿no es exagerado llevarme allí por una fiebre? –dijo bajándose con cuidado de la moto.

- Lo que sucede es que en el hospital donde trabaja mi padre me las dan gratis. Por eso te iba a llevar allí –dio su razón el albino apoyándose sobre el control de la moto.

- Gracias… Pero que amable resulto ser –la mirada de Kagome fue al suelo y un leve rubor apareció en sus mejillas.

- Perdón por lo de la otra vez. Sé que estuve muy mal –se disculpó Inuyasha sin atreverse a mirar a la muchacha.

- “Muy” mal –murmuró la otra.

Allí fue donde Kagome notó la simple vestimenta que llevaba el albino. Un jean clásico y una remera de mangas largas rojas con una inscripción en el centro donde decía: Wild. Parecía más joven de lo que ella había pensado.

- ¿Cómo te llamas? –preguntó Kagome sin pensar -¿Qué haces, imbécil?

- ¿Eh? Yo, yo soy Inuyasha.

- Kagome Higurashi. Nuevamente te agradezco por lo que hiciste por mí. Estamos a mano.

- Supongo… Ven, súbete que te llevo hasta el hospital –habló el albino.

Con una sonrisa, ella subió al pequeño vehículo y se colocó detrás Inuyasha. Sus brazos rodearon la cintura de éste. Una vez más, pero está vez con dos personas conscientes, la moto volvió a arrancar perdiéndose por las calles.

Inuyasha le había cedido el casco a la joven que se encontraba peligrosamente pegada a su cuerpo. Para su desgracia, no eran los brazos de Kikyo los que lo abrazaban. Sin embargo, la muchacha tenía un gran parecido a su ex novia.

- Kagome es una linda chica, pero aún prefiero a Kikyo –pensaba el joven mostrando un rostro melancólico.

Inuyasha no se percató que por una de las esquinas que había pasado, una joven de cabellera negra lo vio a él con otra mujer. Esa muchacha, de piel nívea, apretó sus puños con una mezcla de dolor y celos.

- ¿Ya me has olvidado, Inuyasha? –preguntó Kikyo al aire.

Continuará…
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Esta vez fue más largo. Espero que lo hayan disfrutado. Dejen sus opiniones, ¿sí?
¡Besos!

 

Re: Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

Gracias asuka* y shipa por sus posts.
Qué bueno asuka que te diera penita Kikyo, esa era la idea. Espero que en este capítulo no la quieras matar xD.
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Koi Koi
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Capítulo III

En el fondo del famoso bar Koi Koi, una muchacha de cabellos castaños, peinada con una coleta, esperaba a alguien. Alternando sus dedos, le daba pequeños golpecitos a la mesa.

- Perdona, Sango –se disculpaba Kagome juntando ambas manos y luego tomó asiento en la mesa-. Es que estamos llenos de clientes. Pero mi jefe es bueno, así que unos minutos te los puedo dedicar. ¿Y esa cara?

- ¡¿Me puedes decir qué te ocurrió ayer que no viniste al Instituto de Arte? –preguntó Sango algo inquieta.

- Cuando desperté tenía un gran dolor de cabeza. Enseguida me percaté de que tenía fiebre, así que seguí durmiendo. Te iba a llamar, pero lo olvidé por completo. ¡Pero no sabes la parte mejor de todo esto! –marcó lo último con gran entusiasmo.

La castaña asintió con la cabeza para que la joven que tenía frente a ella procediera con el relato.

- El muchacho que me besó descaradamente resultó ser muy buena persona. Además de que es más joven de lo que yo pensaba. ¡Tenemos los dos 19 años! –la pelinegra llevó sus manos a las mejillas y una sonrisa se le dibujó en los labios.

- Con que estás enamorada –la miró Sango insinuantemente-. Ya me parecía. Desde mi punto de vista ya te había dejado cautivada con aquel beso.

- Puede ser… Es que no sabes lo que fue ese beso –decía Kagome con un tono soñador.

- No entiendo por qué no dejaste que lo profundizara…

- Porque no quiero ser fácil -explicó la pelinegra cruzándose de brazos y levantando el mentón con orgullo-. Estoy segura de que tú hubiese hecho lo mismo.

- Sí, tienes razón… Aunque ¿Por qué resultó ser un buen chico ese tal...?

- Inuyasha –completó la mesera-. Te explico: al mediodía salí a comprar unas aspirinas porque en mi casa no había quedado ninguna. Parece que debido a la fiebre caí desmayada en medio de la calle y… ¡Él me rescató! ¡Luego me llevó a un hospital donde me dieron cientos de aspirinas gratis!

Kagome se expresaba con mucha emoción y su rostro estaba completamente sonrojado. Obviamente que omitió la parte en que creyó que la secuestraban.

Por otra parte, Sango, mientras escuchaba lo sucedido, sonreía y tomaba pequeños pedazos de la torta de mousse de chocolate que había pedido. Sin duda, su amiga estaba completamente enamorada. Cada vez que nombraba “Inuyasha”, su tono de voz se llenaba de júbilo.

- Ahh... Kagome, sin duda las tortas de este lugar son lo máximo –se regocijaba Sango al terminar su pequeño manjar-. Supongo que no me cobrarás.

- Eh… Este…Toma –la pelinegra se fue de allí en un santiamén.

Cuando la castaña tomó el papelito que la otra había dejado sobre la mesa, lo identificó como la cuenta. El sonriente y risueño rostro de Sango fue cambiando a uno de frustración. Finalmente, quedó en uno de enojo al ver que había incluido el café que se había pedido Kagome.

- Esta chica…

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Inuyasha paseaba por un parque donde lo único que se escuchaba eran los alegres gritos de los niños yendo de un lado a otro. A la mayoría de personas le molestaría tanto alboroto, pero a él no. Él disfrutaba viendo tanta vida, tanta felicidad en la cara de pequeños.

El joven albino se sentó en un banco de madera y se quedó allí, frente al arenero donde estaba concentrada la mayor parte de chicos.

- Allí conocí a la chiquita que me dio un pico. Recuerdo que fue mi primer pico -el joven soltó una leve carcajada al recordar aquello.

- Hola. ¿Puedo tomar asiento aquí, señor?

- Sí, a mí no me… ¡Kagome! –Exclamó Inuyasha con sorpresa.

- La única –dijo guiñándole un ojo-. Vaya, no mucha gente viene a descansar a este parque. ¿Es que acaso no te molestan los ruidos de los niños?

- No. Oye, ¿no deberías estar trabajando? Me dijiste que trabajabas por las tardes.

- Tonto, hoy es domingo –explicó Kagome riendo.

- Ah… Cierto.

- Y, ¿por qué vienes a este parque? –preguntó la pelinegra sin poder esconder su curiosidad.

- Me trae lindos recuerdos.

- Vaya…

- ¿Y tú?

- También me trae lindos recuerdos.

El silencio invadió ese momento. Los dos jóvenes se quedaron contemplando el arenero con los niños yendo de aquí para allá. Una sonrisa se dibujó en cada rostro, pero ninguno dijo nada. Ninguno dijo algo más allá de que ese parque les traía lindos recuerdos. Quizás, si lo hubieran hecho, se hubieran llevado una grata sorpresa.

Kagome desvió su vista a la cartera que traía con ella. Justo ese día había ganado en una promoción dos entradas al cine gratis. Sango no podía acompañarla porque tenía un compromiso. De alguna manera agradeció a quien sea la persona con la que su amiga estaba ya que así ella le podía preguntar al apuesto joven que se encontró de casualidad en ese parque.

Kagome no era muy devota a ir a parques. Pero si tenía que ir alguno, ese era en donde Inuyasha y ella estaban en ese momento.

- Oye, Inuyasha, ¿te gustaría…?

- Inuyasha… -una melancólica voz interrumpió a Kagome.

- Kikyo –el albino se puso de pie inmediatamente.

- ¿Kikyo? –la joven mesera posó sus ojos chocolate en la bella mujer que se encontraba frente a ellos.

- ¿Podemos hablar? –preguntó Kikyo mirando al suelo algo apenada-. Perdón si interrumpí algo, pero de verdad a mí…

- Esta todo bien –esta vez se puso de pie Kagome- . Por lo que veo debe ser algo serio.
Nos vemos, Inuyasha.
Kagome intento mostrar su sonrisa más deslumbrante para opacar la desilusión que la había invadido. Inuyasha volteó su rostro para el lado por donde se estaba yendo ella. Por alguna razón, se lamentó que se fuera de allí. Pero nada podía hacer. Nada era más importante en ese momento que hablar con Kikyo.

Continuará…

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¡Espero sus opiniones!
Besos, muaaa​

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Re: Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

¡Agradezco sus posts!
No sé si en algún momento la odiarán a Kikyo. Eso se verá por cómo avance la historia.
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Koi Koi
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Capítulo IV

Una brisa fresca traspasó los cuerpos de Inuyasha y Kikyo. Sus ojos posados en el rostro del otro. El albino no podía dejar de admirar la belleza de la joven que se encontraba frente a él. Ella dio un paso para acortar la distancia y entreabrió la boca para decir algo.

- Inuyasha… ¿Quién era esa chica? ¿Tu nueva novia? –preguntó con una voz como ahogada y la mirada sumida en la tristeza.

- ¿Qué dices?

- Lo que escuchaste. Vamos, no mientas. Esa chica es muy atractiva –decía Kikyo acercándose aún más al muchacho.

- Ya sé que es una linda chica, pero simplemente somos conocidos. Nada más –contestó Inuyasha desviando la mirada al recordar el beso que le había dado.

Menos mal que ella no lo había visto. O tal vez…

- Te vi besándola –confesó la del cabello negro con ojos llorosos.

- ¿Eh?

- No me mientas… por favor –la joven se hundió en el pecho de Inuyasha.

- Espera, Kikyo –él la alejó de su cuerpo-. Yo la besé porque te vi entrar al bar con un hombre. La besé porque quería demostrarte que yo también me puedo olvidar fácilmente de ti. Aunque claramente, eso no es verdad ya que Kagome no es mi novia ni nada por el estilo… En cambio tú…

- ¡Te equivocas, Inuyasha! Yo no amo a ese hombre como te amo a ti. El es el hijo de un amigo íntimo de mi padre. Nosotros nos conocemos desde la infancia. Somos como hermanos –en parte, lo que decía Kikyo no era mentira, excepto su relación con Naraku.

El rostro del albino se mostró confuso. No entendía nada. Si ella aún lo amaba, por qué lo había dejado.

- ¿Por qué me dejaste, entonces? –imploraba saber el joven mientras tomaba a su ex novia de los hombros.

- Yo… Vamos, dile la verdad…No estaba segura de nuestra relación –mintió mirando fijamente a los ojos ámbares de su amado.

- ¿Qué?

- Es que… No puedo explicártelo bien. Necesito que nos tomemos un tiempo. Debo arreglar unas cosas y cuando las termine de arreglar prometo volver contigo- explicaba la de ojos marrones acercando su palma de la mano a la mejilla de Inuyasha.

Éste le impidió que su mano lo tocara.

- Kikyo, yo te amo ahora. Yo quiero estar contigo ahora. ¿Por qué no te ayudo a resolver tus problemas?

- Si se enterara de que desde que comenzamos nuestra relación yo ya sabía que estaba comprometida… Si se enteraba que yo ya sabía que mi prometido volvería a Japón cuando hubiésemos cumplido un año de novios, nunca me lo perdonaría- reflexionaba Kikyo bajando la mirada.

El celular de Inuyasha interrumpió a la pareja. Éste contestó y su rostro, enseguida, se mostró alarmado.

- ¿Qué? ¿En el hospital?-cortó de inmediato el llamado y le dio un pequeño beso a Kikyo en los labios-. Esto no termina aquí. Pero debo irme.

La muchacha quedó sola en el parque.

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- Eres un idiota. ¿Por qué no dejaste que se llevaran la cartera de esa chica? –le cuestionó Inuyasha en tono de regaño a su amigo que estaba tendido en la cama de un hospital.

- Es que quería aparentar ser un hombre fuerte. Ya sabes, para impresionarla –respondió Miroku mientras miraba su pata enyesada colgando hacia arriba.

- Sí, y mira como terminaste, con una pierna rota.

- Se va a recuperar. Con el tiempo, pero lo hará. Además, amigo, ya estoy harto de escarmientos. Ella también se enojo –río algo apenado.

- ¡Y por supuesto!

- Pero, ¿sabes? Es una chica extremadamente hermosa. La conocí el día que me cortó el rostro la muchacha anterior con la que salía. Mi ex estudiaba en un instituto de arte y él día que terminamos, ella me citó allí. Cuando me estaba dando la vuelta, la vi caminado hacia mí…

- ¿No querrás decir: caminado hacia el interior del instituto y tú sólo te encontrabas en el camino? –corrigió Inuyasha con un tono aburrido.

- Bueno, eso no importa. No arruines mi historia –el joven castaño tosió y prosiguió-. En ese instante me impactó su belleza y me di cuenta que tenía que hacer algo para hablar con ella Es así que hice que se me cayeran unos papeles que tenía de la universidad… ¡Ella me ayudó a levantarlos! ¡Y me sonrió cuando yo le agradecí! Después me quedé contemplando como desaparecía dentro del instituto.

- ¿No querrás decir que te quedaste viendo como se movía su trasero? –interrumpió con otra corrección el albino

- Deja de arruinar la historia. En fin… desde ese día que no pude sacármela de la cabeza. Antes que digas algo… eso no significa que no haya, por impulso de mi mano maldita, tocado otros traseros. Pero cada vez que toqué alguno, siempre pensé en ella.

- Eres un idiota –el otro se quejó ante la verdad que revelaba su compañero-, pero ¿cómo hiciste para invitarla a salir?

- Hubo días, al salir de la universidad que me dirigía al instituto y de alguna manera siempre me la cruzaba a ella con su amiga por la calle. Cuando estaba acompañada yo no decía nada, simplemente la miraba. Pero cuando estaba sola, la saludaba. Ella me respondía… Hasta que el viernes le pregunté si quería salir hoy, ¡y aceptó! –exclamó Miroku lleno de júbilo.

Inuyasha sonrió con cierta envidia lo que le comentaba su amigo. En esos instantes, Inuyasha se sentía solo.

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- ¡Claro, yo siempre me entero de todo cuando recién empiezas a salir con ese alguien! –se quejaba Kagome a través de su celular- . ¿Qué puedo hacer a estas alturas contigo? Pero, dime, ¿irás a verlo hoy también al hospital?

Una sonrisa se dibujó en el rostro de la pelinegra mientras Sango le respondía del otro lado del móvil. Sin duda, su amiga estaba muy interesada en el pobre muchacho tendido en una cama de hospital.

Cuando Kagome cortó con la conversación, inmediatamente guardó su celular en el casillero que le habían ofrecido en el lugar donde trabaja. Salió del cuarto en donde estaba y se dirigió a atender clientes.

En cierto momento se acercó a un hombre que tenía un largo cabello negro. Vestía una simple remera blanca con un jean clásico. Era extraño que levase anteojos de sol.

- Bienvenido a Koi Koi. ¿Qué se le ofrece? –preguntó con una amable sonrisa.

- Quiero hablar contigo.

- ¿Eh? ¡Pero si eres tú! ¡Inuyasha!

- Shhh –se levantó el muchacho tapándole la boca-. Recuerda que me prohibieron entrar aquí.

El muchacho sacó con lentitud la mano del rostro de la mesera. Ésta casi se derritió al sentir como esa mano fuerte se deslizaba por su boca hasta el mentón y por último la dejaba de sentir.

- Dime, ¿por qué quieres hablar conmigo?

- No sé. Tú me querías decir algo la otra vez –le recordó Inuyasha quitándose los anteojos.

- No importa. Era para ver si querías acompañarme al cine. Como amigos nada más –aclaró lo último un tanto nerviosa-. Pero no creo que tu novia te deje salir con una amiga.

- Es mi ex… Lamentablemente. Pero espero que efectivamente vuelva a ser mi novia-explicó con una sonrisa nostálgica en los labios.

Kagome nada más se quedó contemplando las hermosas facciones del joven que tenía muy cerca de ella. Ella apretó más la bandeja contra su pecho, tapado por un chaleco bordo que hacía juego con la recta pollera del mismo color que llevaba puesta.

- Pero no me viene mal despejarme un poco- habló repentinamente Inuyasha

- ¿Eh? –los ojos chocolate de la mesera se abrieron cual si fueran dos platos y en ellos se mostraba una alegría extrema.

- Además siento que todavía te debo algo por le momento embarazosos que te hice pasar la otra vez –se río el joven rascándose la nuca.

- Entonces, que te parece si vamos al cine cuando terminé mi turno –cuestionó Kagome con una sonrisa de lado a lado.

- Me encantaría.

- De acuerdo. Pero volviendo a mi oficio. ¿Qué desea?

- Una cheesecake y un café.

Kagome asintió y fue en busca del pedido. Parecía como si todo hubiera comenzado otra vez, pero de una manera más positiva.

Pero aún en el corazón de Inuyasha estaba Kikyo. Sin embargo, no estaría bien pensar constantemente en ella. Era mejor distraerse un poco.

Continuará…

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¡Espero opiniones!
¡Besos!​

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Re: Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

¡Gracias a sunzure(bienvenida),jesireth, asuka* y ahome_love(bienvenida), por sus posts! Recuerden que en el título diceque es un Inuyasha x Kagome, ¡así que no se me desesperen! Todo a su tiempo xD.
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Koi Koi
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Capítulo V

Una muchacha de larga cabellera negra estaba apoyada sobre un poste de luz. Se cerraba un poco la liviana camperita que llevaba puesta para tapar su pronunciado escote.

- Qué degenerados que son todos los hombres. Te miran como si te quisieran comer –pensaba Kagome mientras devolvía esas miradas con una que de pocos amigos.

- ¿Y esas caras? –preguntó Inuyasha apareciendo de repente.

- ¡Ahh! Me asustaste –la joven se puso una mano en el corazón-. Tú sabes. Hay muchos degenerados. Yo no tolero que me miren de esa manera.

- Sin duda haces bien tu trabajo. Se van temblando –soltó una risa el albino dándole a Kagome una palmadita en la espalda.

La pelinegra se sonrojó al ver la tierna expresión del joven risueño. Rápidamente, moviendo su cabeza de un lado a otro, trató de no dispersarse más por esas pequeñeces.

- ¿Vamos al cine? –preguntó el muchacho cediendo su brazo para que Kagome lo tomara.

- Vamos –sonrió ella aceptando el brazo de éste.

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- ¡Notaste los buenos efectos que tenía esa película! ¡En verdad parecía que le estaba abriendo todo y sacando las tripas! –exclamaba Kagome emocionadamente.

- ¡¿Viste?! ¡Es increíble! ¡Ya quiero que salga la segunda parte de “El destripador de Tokio” –se expresó el albino con excitación-. No sabes qué feliz me hace poder compartir mi fanatismo sobre los trhillers con alguien.

- ¿A tu ex novia no le gustaban?

- No… Las veces que me quiso acompañar a ver una siempre se agarraba fuerte de mis brazos y la mitad de la película se la perdía –en el rostro de Inuyasha una sonrisa nostálgica se dibujó-. Pero al fin y al cabo me acompañaba, ¿eso no es bueno?

- Por supuesto –habló la pelinegra tratando de ocultar la envidia.

Los jóvenes se dirigieron a un pequeño restaurante, bastante económico, donde decidieron cenar. La luz que había en el lugar era tenue y la música que salía de unos parlantes era relajada. Había un ambiente muy romántico y aún más cuando uno se percataba que la mayoría de personas que estaban allí eran parejas.

Kagome largó un suspiro frustrado al saber que ellos dos no se darían besos o se mirarían de esa manera tan particular en la que se miran dos enamorados. La muchacha tenía que recordar que ella era tan sólo una distracción. Pero, ¿esa distracción no se podría transformar en amor?

- Espero que sí –rezaba en su interior Kagome mientras miraba el techo con unos ojos que expresaban deseos, sueños.

- ¿Te sientes bien? –preguntó Inuyasha pasando una mano por el rostro de la pelinegra para que volviese al mundo.

- Este… Sí, sí.

Los dos tomaron asiento en una mesita, decorada con una vela en el medio, que se ubicaba al lado de una ventana. Los jóvenes hojearon sus cartas y en un momento, Inuyasha, queriéndose acomodar, sin quererlo rozó la pierna de Kagome.

- Ay, sentí como un hermoso choque eléctrico –se ruborizó la pelinegra mientras su corazón latía a una velocidad indescriptible.

En cierto momento, ella subió la mirada y en ese mismo instante él también la alzó. Inuyasha le dedicó una sonrisa que dejó a Kagome con una sensación de liviandad que parecía que en cualquier momento tomaría vuelo.

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- ¿Dónde estacionaste la moto? –preguntó Kagome acomodándose su largo cabello.

- Allí –señaló al vehículo cerca de una esquina.

- ¿Sabes que no se puede estacionar muy cerca de las esquinas? –quiso indagar la joven mientras miraba de reojo a su compañero.

- Ay, nunca me hicieron ninguna… ¡¿Multa?! ¡¿Por qué?! ¡¿Acaso no es lo mismo dejarla acá que en otro lado?! –exclamaba el albino tomando el papel que habían dejado sobre el vidrio de la moto.

- Te lo dije –a Kagome le cayó una gota.

- Oye linda… ¿Qué llevas en esa carterita? –preguntó un hombre barbudo y muy fortachón acercándose a la muchacha peligrosamente.

- ¿Por qué no nos das algo de plata? O mejor dicho, toda la plata –río otro dejando aparecer su rostro cortado que estaba tapado por una gorra.

- Oigan déjenla en paz –se interpuso Inuyasha alzando sus puños en gesto de pelea.

- Tú no te metas –lo agarró un tercero por los brazos.

- ¡Ya suéltame! –gritó Inuyasha tomando una de los brazos del que lo había capturado y lo elevó hacia arriba para luego dejarlo caer al suelo-. Conmigo no te metas.

Inuyasha puso sus manos a cada lado de la cadera y alzó el mentón con orgullo al demostrar lo fuerte que era. Sin embargo, recordó algo que era más importante que su orgullo. ¡La vida de otra persona!
- ¡Tomen esto, idiotas! –Kagome hizo chocar las dos cabezas de los otros delincuentes y éstos cayeron inconscientes al suelo.

La joven se cruzó de brazos y se quedó observando a los maleantes tirados en el piso. Frunció su ceño y luego sacó la lengua. Enseguida, notó que había un par de ojos ámbares sobre ella. Era él.

- Ya sé que dirás algo así como: “Qué marimacho que eres”. Pero yo creo que las mujeres nos debemos saber defender –se justificó Kagome colocando una mano en su pecho como señalándose a si misma.

- ¡Claro que no! ¡Me parece genial! ¡Genial! –se acercó Inuyasha rápidamente a la joven y la miró con ojos llenos de admiración.

Fue allí cuando los dos se dieron cuenta de lo cerca que estaban el uno del otro.

Inuyasha, cambio su expresión llena de brillo por una más seria y fue acercando su mano hasta el cabello de Kagome. Ésta se quedó totalmente paralizada. Sintió como otra descarga eléctrica atravesaba su cuerpo creándole un cosquilleo al mentir la mano del albino acariciar su cabello.

- ¿Ves? Tenías una pelusa.

- ¡¿Qué?! –la pelinegra, aún estupefacta, abrió su boca bien grande de la desilusión que se llevó.

- Súbete a la moto que te llevo a tu casa –le dio Inuyasha un casco a la joven mientras se colocaba el de él.

Kagome se agarró bien fuerte de la cintura del joven, y así él apretó el acelerador y desapareció al doblar en una esquina.

- Me encanta viajar así –sonreía Kagome embelesada mientras se traba de pegar lo más que podía al cuerpo del albino.

- ¿Sabes? Me gustaría repetir una salida, ¿qué te parece? –cuestionó Inuyasha.

- ¡Por supuesto! –respondió Kagome con entusiasmo.

Repentinamente, un auto apareció en frente de ellos.

- ¡Cuidado, Inuyasha! –gritó con desesperación Kagome.

Continuará…

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¡Espero sus opiniones!
¡Muchos besos!​

 

Re: Koi Koi (Amor Amor) [Inuyasha x Kagome]

¡Gracias a sunzure, asuka*, ahome_love, jesireth y shipa por sus posts!
Ah.. con que creyeron que Inu iba a a besar a Kgome, pero no.. tuve que hacer lo de la pelusa (soy mala, jeje).

sunzure: si tenés que estudiar, estudiaa!! yo tardé en publicar la conti porque estuve estudiando también. Espero que te vaya bien con tus estudios.

Bueno... ¡Vamos al capítulo!
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Koi Koi
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Capítulo VI

El auto y la moto se rozaron peligrosamente. El vehículo más pequeño terminó cayendo al suelo con sus dos ocupantes. Inmediatamente, salió el conductor del auto, un hombre bien parecido y con un largo y oscuro cabello ondulado.
- Idiotas, ¿por qué no se fijan por dónde van? –demandó el hombre con ojos llenos de furia.

- ¡Tú te deberías fijar por dónde vas! –saltó Inuyasha quitándose rápidamente el casco.

Sin embargo, un dolor le apareció en uno de sus tobillos.

- Esta calle tiene doble mano, ustedes se pasaron a mi senda. Tiene suerte de que no los piense demandar –habló con engreimiento el del cabello ondulado.

Cuando el hombre estaba por ingresar nuevamente a su auto, miró por unos segundos al albino que se tomaba con dolor el tobillo. Estaba seguro que lo había visto en alguna parte, ¿pero en dónde? Luego de hojearlo un par de veces más, se volteó con el mentón en alto. Ya no importaba para nada quién era ese insecto.

Cerró la puerta del auto con bestialidad, y en un santiamén apretó el acelerador y había desaparecido de aquel lugar.

- ¡Kagome! ¡¿Estás bien?! –exclamó Inuyasha con preocupación yendo a donde estaba la joven con cierta dificultad al caminar.

- No te preocupes… -dijo ella con una voz débil mientras se quitaba el casco-. ¿Ves? Estoy bien.

La pelinegra le sonrió sinceramente haciendo que el albino se tranquilizara un poco.

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- Menos mal que ustedes están bien –se puso Sango una mano en el corazón.

- Así es, pero el tipo que bajó del auto fue todo menos amable con nosotros… En fin, dudo que Inuyasha o yo nos volvamos a ver con él –habló Kagome mientras le entregaba un café y una torta de mousse de chocolate a su amiga.

En ese momento, la puerta del bar Koi Koi fue abierta. Un hombre con cabello largo y rojo entró al lugar. Llevaba puestos unos oscuros anteojos de sol y vestía de una manera muy simple. Kagome soltó una risita y se acercó a ese nuevo cliente.

- ¡Bienvenido a Koi Koi! –lo saludó cordialmente tomándolo de la mano y llevándolo a uno de los rincones del establecimiento.

- ¡Oye! –gritó el joven mientras era llevado a la fuerza a la parte trasera del lugar.

- Tranquilo, Inuyasha. Es para que podamos hablar sin los ojos de mi jefe encima. Siéntate aquí –le ofreció un asiento.

- Claro, una excusa para no trabajar.

- Estoy muy cansada hoy –río la muchacha un poco apenada-. No puede decirle que es para verlo a él unos minutos… ¡Qué mal! ¡Quedó como una vaga!

- Ahh… Quiero una torta que tenga mucho chocolate. Necesito algo muy dulce –se desplomó el joven de la peluca sobre la mesa.

- ¿Qué te pasa? –preguntó Kagome preocupada.

- Es Kikyo… -la mesera dio un pequeño pasó atrás-. La llamo a su celular y no me atiende. En la casa, por alguna extraña razón, me dicen que no puedo hablar con ella. ¡Qué mierda está pasando!

- Tranquilo –lo tomó por los hombros para intentar calmarlo-. Tiene que haber una explicación. ¿Por qué no vas a su casa para ver si puedes hablar de frente a frente?

- Dudo que me dejen entrar…

- Escucha Inuyasha, ella en algún momento tiene que salir de su casa. Ve a los lugares que ella frecuenta. Estoy segura que alguna vez la encontrarás –habló Kagome con un tono lleno de optimismo.

Inuyasha levantó el rostro de entre sus brazos, se quitó los anteojos, y dirigió su mirada ámbar a la joven y simpática mesera junto a él. Una gran sonrisa se formó en el rostro de éste haciendo que el corazón de Kagome latiera muy rápidamente.

- Gracias, Kagome. En serio. Estoy muy agradecido de haber venido a este bar tan especial –dijo el muchacho sin quitar su vista de la figura de la joven.

- De nada –contestó con un tono alegre mientras le qutiaba la peluca y luego pasaba su mano por el cabello de una manera muy cariñosa-. Tu pelo es muy lindo…

Las manos de Kagome se perdieron en la cabellera albina. En ese instante, cuando la mesera se percató de la expresión confusa que llevaba Inuyasha en el rostro, sacó inmediatamente su mano de allí y fue por el pedido de éste.

- ¿Qué le habrá pasado? – se preguntaba el blanquecino.

Luego, el muchacho pasó su mano por donde estuvo la de Kagome. Ella había tocado de una manera tan delicada su cabeza, que por momentos recordó a Kikyo haciendo lo mismo, pero de la forma en que Kagome lo hacía, había algo especial.

- - - -

Un celular que se encontraba tirado sobre una cama tenía veinte mensajes perdidos. Todos de una misma persona. La joven de larga cabellera negra que estaba al lado del artefacto miraba para otro lado, como ajena a la situación. Sin embargo, su triste mirada decía que sabía perfectamente lo que pasaba.

- ¿Tengo que decirle a Inuyasha que la razón por la cual no estoy con él es porque mis padres desde pequeña me comprometieron con Naraku? ¿O es mejor ocultárselo y desparecer de su vida?Si yo no me caso con Naraku jamás heredaré toda la fortuna de mi familia ya que habré ido en contra de su voluntad… No puedo perder toda mi fortuna.. Pero aún así, amo a Inuyasha… ¿Qué haré? –la mente de Kikyo tenía miles de preguntas sobre qué hacer respecto de su situación.

La joven, se dirigió a un paso lento hasta su escritorio, abrió uno de los cajones y sacó una foto. En ésta estaban ella, vestida en un hermoso vestido negro escotado y a su lado estaba Inuyasha, vestido en un smoking. Fue en una fiesta de negocios que hicieron sus padres. Claro que en ese momento ellos pensaron que la relación que Inuyasha y Kikyo tenían era tan sólo un corto romance.

- Se equivocaron.. Inuyasha es el amor de mi vida... Pero aún así, rehusó a que mis padres me quiten mi apellido por el simple hecho de rechazar mi compromiso con Naraku –Kikyo apretó contra su corazón la foto y lágrimas comenzaron a caer.

Luego, aún con la foto pegada a su pecho, se dirigió nuevamente a la cama, se tiró en ésta, y entre las lágrimas sus parpados se fueron cerrando lentamente con una sola imagen en la mente: Inuyasha.

Un hombre tocó la puerta de la gran habitación donde una bella joven dormía. Nadie atendía. Éste la abrió con cautela y se encontró a su futura prometida completamente dormida.

- Kikyo.. –murmuró Naraku pasando su mano por el cabello de ésta.

En ese instante, notó algo entre sus manos. Al sacarle ese papel, que no era otra cosa que una foto, sus ojos oscuros y se abrieron con sorpresa.

- ¡Pero si es el tipo de la moto! Kikyo… ¿Cuál es tu relación con este hombre?

Continuará…
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¡Espero sus opiniones!
¡Besos!