Kioto Kioto

Kuroki Fusatada

Ni siquiera hubo tiempo, no hubo reflexiones ni más comentarios, todo lo que quise hacer pronto fue en vano, ya que me sentí debilitado, como si algo empezase a abandonar mis fuerzas a velocidad... Lo que antes simplemente era calma, de pronto era un agotamiento grave, el cual se aseveraba a velocidad.

—Vamos... No puede ser tan grave—. Murmuré, haciendo de pronto un esfuerzo mucho mayor de la normal para desplazarme, aquello pareció que lo notaron los Shinigami y se lanzaron al ataque contra el último enemigo, por lo que eso me hizo bajar la guardia con agobio, definitivamente no me estaba sintiendo bien... Algo iba mal, muy mal.

Empecé a ponerme pálido, y pronto terminé siendo sentado por Senkaku, del cual ni me dí cuenta de lo que sucedía, de pronto mi mente era difusa... Todo... Era difuso, era lejano, era... Desesperante.

—N-No importa Sen... Debe... D-Debe haber... Debe haber un... Modo... Un... Un...—. Dije como pude, pero hasta yo sabía que estaba desvariando, dejé escapar aire a modo de la severa debilitación, no entendía nada, pero menos entendía este... giro de los acontecimientos.

Volteé a ver cómo pude a mi padre, al verdadero, a Satou, más allá de mi estado, también debía percibirlo en mí... Una mirada de confusión como de... Dolor.

Nada me dolía, pero me estaba muriendo, no hubo necesidad de ninguna gran batalla... De ninguna traición, de ninguna jugada magistral, de ninguna confrontación emocional, ni siquiera... De una guerra a gran escala.

No fué Kawa, no fué Kato, no fué Taiki, no fué Kyogi, ni Gendo, ni Kuyo, ni Saizo o Takeda, tampoco Yuzuki, o Hideyoshi o Rengo o Kohaku... Nadie.

No fue nada... Solo... Solo se necesitó de un momento incorrecto, en el lugar incorrecto.

Solo porque confié en que esto sería... Una misión sencilla.

No había odio en esos momentos, solo... Confusión. Y cuando menos me dí cuenta, caí dormido por última vez, sin poder hacer nada...

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Oscuridad... Eso era todo lo que podía percibir.

¿Al fin..? ¿Así era como todo terminaba? ¿Devorado por la oscuridad a la que tanto admiré al final? ¿Este sería mi descanso? ¿El final... De todo lo que había tramado para liberar a este maldito mundo?

En verdad... ¿En verdad acabaría así?

No sabía cómo, solo... Que di pasos, confundido, perdido, como de hecho decenas, o centenas, o quién sabe cuántos alrededor mío, una montaña, un río seco... No podía de pronto despertar así, no podía solo... Verme en esto de la nada.

Todo lo que recordaba es que agonizaba, y ahora estaba aquí... Debía ser obvio.

Estaba muerto.​

—Ah... Cómo... ¿Cómo pudo ser..? ¡¿Cómo pudo ser?!—. Exclamé sin esperar respuesta, tratando de mirarme, de sujetarme, podía tocarme pero, eso realmente no era lo importante, era el hecho que estaba muerto. Mierda, en verdad había muerto, y no podía caber de la impresión como del shock por eso. En verdad se había acabado para mí, había sido todo, mi historia... Había terminado.

Antes de que pudiera continuar con mi colapso mental, una imponente voz habló, diciendo cómo salir; si es que era posible, todo por mis acciones en vida. Esto era por el Eclipse, ¿No es así? Por eso esa indicación tan rara.

Tal vez por agobio, resignación o mero reflejo, no lo sabía, pero terminé por hacer lo que pude por prestar atención y... Dos, esos fueron todos los latidos que sentí... Solo dos.

Gemí ente aturdido como dolido, respirando ahora de forma agitada y angustiada, no solo por ser aún incapaz de procesar esto, si no porque... Solo habían dos latidos, dos personas que aún pensaban en mí, al menos, hablando de los vivos.

Después de todo lo que hice... De todo lo bueno y lo malo... ¿Solo dos..?

—Vamos... Vamos, tienen que haber más, maldita sea... Tienen que haber más. ¿C-Como es posible?—. Pregunté de nuevo sin esperar respuesta, caminando con cierta urgencia, sollozante, esto ya no era agonía emocional... Era un grado que ya era incapaz de describir, incapaz de comprender, ahora definitivamente que nunca, el hecho de ver... el resultado de todo lo que había hecho en todos estos soles en vida, de todo el sacrificio, de la angustia, el dolor...

Temblaba como si sintiera un frío asesino, y no lo hacía...

Me fué inevitable, soltar sollozos ya producto de toda esa agonía, simplemente era incapaz de recuperarme, incapaz de mantener la calma, esto en verdad me superaba, no temía morir, si no justamente esto... Morir de una manera tan... Estúpida y fácil.

Teniéndolo al fin todo... Todo para matarlos, para vengarme y teniendo el poder que tanto quería... ¿Y de pronto solo debía aceptar esto?

No sabía cómo o a dónde iba, solo seguí de algún modo lo que una de esas palpitaciones me llevaba, y... Me arrepentí, no por el causante, si no por la sola energía tan... Chirriante, insoportable y discordante de esas voces, no entendía porqué, pero definitivamente me aplacaban con fuerza.

—Ren... Rengo—. Murmuré al escuchar su voz y lo que dijo después, por lo que apreté los puños, aunque también me acabé llevando los mismos a los oídos, simplemente no soportaba esas voces que ni siquiera entendía.

Seguí sollozando, soltando lágrimas, por lo que... Tal vez; por única vez en todo el tiempo desde que había decidido abandonar el clan que dije con sinceridad, aunque ni siquiera sabía ni me importaba si me escuchaba...
—No esperaba que lo entendieran... No eso—. Dije como pude, con verdadero dolor, respondiendo muy tarde a las preguntas iniciales que me parecieron fueron del mismo Rengo, solo para ya no aguantar más y acabar por ir a donde fuese que me llevase el otro latido, a la otra persona que en verdad le importaba.

—Solo quería acabar con esto... Aprovechando todo el daño que yo ya tenía encima, acabar con los corruptos, ser juzgado y ejecutado, pero conociendo antes mis razones, dejando el mensaje que por mucho que el líder fuese benevolente, no se podía jugar con ellos... Estaba dispuesto, completamente dispuesto a dar mi vida por ello, esa era mi jugada final, para mí... Sin Rengo, sin Kohaku, sin Yuzuki y sin Shiori como sin Kawa... Sin mi padre... El nuevo Japón no valía nada. Habría vivido de forma... Miserable. Y no quería irme sin antes haber pedido dejar al verdadero símbolo de la Esperanza para mí... Shiori. Agh, ¡¿Porqué?!—. Rugí veridicamente dolido, ya no soportaba en verdad este dolor, creí que no volvería a experimentarlo, creí que había conseguido enterrar mis emociones.

Creí que ya era el guerrero que tanto había buscado ser.

Terminé soltando un alarido de rabia como de impotencia, sin haber conseguido lo que buscaba, había caído en lo mismo que Masuyo... Había fallado antes de lograr nada.

Y ahora estaba... En donde desde hacía tanto que debí estar, si Shiori no me hubiese salvado...

Lloré con genuino dolor, ni siquiera sabía si ahora estaba arrepentido, si solo odiaba más, o ya directamente qué era lo que sentía ahora... Solo supe que, llegado a cierto punto, dí con alguien más, la voz de alguien familiar... Más voces que no entendía pero eran... Más tranquilas, mucho más a comparación.

Era Gendo, sentenciando básicamente que... Su reino, su mundo... Todo por mí, sería capaz de darlo todo por mí, porque sabía que yo lo daría todo por él.

Lo decía con tal seguridad... Con tal ímpetu que, aunque sabía de quien venía, aunque aún tenía clara mi previa intención... Dolió.

Dolió tanto como las palabras de Kohaku en Shima.

Volví a llorar pero en silencio, la agonía emocional era extrema, no necesitaba escuchar más, era evidente, ese hombre... Tal como le había dicho a Matahachi, me lo daba todo, me era tan honesto, me era tan leal y yo conspirando en su contra... Dandome todo desde el primer momento, tal como creí que había sido con los Minamoto. Ni siquiera importaba que actuase a sus espaldas, él seguía confiando al grado de decir que jamás me traicionaria.

Y ahí en verdad me dolió.

—¿En qué momento... Haber solo sido un chico y un humano me hizo perderme tanto..?—. Murmuré como pude cuando por fin podía hablar, refiriéndome a mi confrontación con Taiki, donde básicamente perdí el control, sí, por ser utilizado, pero por sobretodo ver cómo mataba lo que para mí, había sido no solo a una amiga en extremo importante, si no haber tomado la promesa que nos hicimos...

Mi furia no fué la adecuada... Aún así... ¿Acaso yo en verdad estaba completamente mal? ¿Haberme... Dejado llevar por todo lo que ya venía cargando?

Me terminé quedando unos momentos ahí, arrodillado, con las manos en la cabeza, tembloroso y sollozante, mientras los recuerdos y las voces de Rengo como de Gendo me invadían, casi como si de algún modo lo que fuera que sucediera aquí me dijera que tomara una decisión, o eso quería creer, porque, aún así, era como si algo más estuviese ahí que no me permitía pensar ni decidir, solo... Solo estaba ahí.

—Al final... Es como si siempre hubiese pertenecido a los Mori. ¿Es eso? ¿Que lo acepte? Nadie más que ellos me quieren de vuelta. Nadie... Nadie, nadie. Ni siquiera Kawa... ¡¡NADIE!!—. Exclamé, con agobio y rabia, genuinamente sin creerme que en todo este tiempo tuve razón... Nadie me iba a tener piedad, nadie me extrañaría, nadie se preguntaría nada. Rengo... Gendo... Satou... Eran los únicos.

Siempre tuve razón, nadie me extrañaba, no había servido de nada lo que había hecho antes de abandonar, nunca hubieron amigos, nunca hubieron favores... Nunca hubo nada.

—Esperanza... Siempre hay esperanza... Siempre hay... Una luz... Una luz al final del túnel—. Dije como pude, mientras a la par recordaba las palabras de Rengo en Nagoya, la primera vez que Kyogi había muerto, mientras yo estaba sollozante, y sacaba fuerzas de milagro para ponerme de pié, comenzando a avanzar, sin rumbo, solo... Solo dejándome llevar.

Ya no me importaba, solo quería salir de ahí.

>>No importa la guerra... No importa la sangre, la muerte, la traición. Siempre hay un porqué, siempre hay un final, siempre habrá esperanza de que el día de mañana sea diferente, porque cada día se renace—. Continué desvariando, llorando con dolor como de impotencia, simplemente no podía salir ya de ese ciclo.

>>No importa lo que fuiste, no importa lo que seas, no importan tus intenciones, siempre puede haber luz al final, siempre puede haber redención. Siempre puede haber un juicio, se puede lograr, siempre hay un porqué, solo... Debes tener fe—. Continué desvariando, caminando, sollozando.

>>Lucharé por ello, ser la Esperanza, demostrar que se puede... Que... Se puede... —y me detuve en mi habla, dándome cuenta en mi desvarío.

¿Porqué... Me seguía molestando en mantener vivo ya ese agónico pensar?

Yo buscaba con los Shinigami purgar a las malas, haciendo un genocidio si era preciso, estaba harto de hablar porque ya había visto que ya no servía. Pero... Ahora con esto, con la clara muestra de que nadie salvo dos personas me esperaban ver de nuevo, en pleno fallecimiento, donde la verdad absoluta era lo único que había...

¿Porqué..? ¿Porqué desvariaba ante algo como eso? ¿Porqué me seguía molestando en pensar mantener vivo una postura del que ya había renunciado a su mayoría?

¿Porqué no solo..?
—Lo mato... Solo... Lo mato. Mato la Esperanza, mato lo que quería ser desde el inicio... Después de todo, nadie lo echa de menos—. Murmuré como último, ya no solo vacío, si no definitivamente ido, como si esa minúscula posibilidad de que... De algún modo, algún milagro se presentase y todo cambiase, aunque fuese en el último segundo.

Ahora... Simplemente no había nada ya.

No había Kuroki... No ese Kuroki.

Y había llegado a esa conclusión, porque también recordé las palabras de Gendo en Kioto, cuando recién se había convertido en Emperador.

—Usar... Lo que aprendí... Usarlo... Usarlo—. Murmuré, mientras seguía caminando, habiendo dejado ir de una buena vez y de forma definitiva esa Esperanza, del que inclusive sin darme cuenta ahí seguía a pesar de todo, hacerlo fué como si de haberme librado de un peso se tratase.

—Eres como yo... No le temes al fuego... No le... Temes—. Murmuré aún repitiendo lo que me había dicho Gendo.

>>Si no puedo... Ser la Esperanza... Entonces... Entonces seré el Fuego—. Añadí, aún caminando, incluso extendiendo la mano a la aparente nada, no sabía qué tan cerca estaba o no, ambas voces eran fuertes por igual, tío y sobrino... Y yo solo seguía caminando.

—Debo... Volver... Aún... Aún puedo hablar... Aún puedo volver... Y debo... Debo ser el Fuego... Debo ser el Fuego. DEBO SER EL FUEGO

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De pronto todo había sido silencio... Por fin solo silencio, aunque, la expresión de shock no me fué ajena, no solo por la persona que lo acabó mostrando, viendo un rostro de absoluta sorpresa como nunca, si no... Porque en verdad lo había logrado, había regresado.

Miré alrededor, debía estar de regreso en Kioto, aunque evidentemente yo me sentía distinto, muy distinto, y no solo por mi actual aspecto, si no por mucho más, aunque... Ver cómo Gendo extendía sus brazos hacia mi, me caló.

—Padre—. Dije, con un dolor verídico, ya no habían actuaciones, ya no habían dudas o juegos... Para mí, este hombre eran de los muy pocos quiénes en verdad creían en mí a día de hoy.

Y eso seguía calando demasiado... Y ya estaba harto de seguir sufriendo de nuevo.

A pesar de su sinceridad, no fui capaz de mantenerle la mirada, no por miedo, después de todo ya estaba yo muerto, pero... La verdadera razón por la que no pude mantenerle la mirada fue porque simple y llanamente yo tampoco me lo perdonaba, me miré las traslúcidas manos, las cuales acabé apretando con impotencia, debía yo estar aquí, en físico... No como un inútil yurei sin más.

Verlo intentar tomarme el hombro me sacó de mi breve rabieta, y lo miré ahora con pena y dolor, a lo que cerré los ojos mientras soltaba un par de lágrimas, las cuales ni siquiera tocaron el suelo.
—Senkaku—. Solté sin titubeos, sin dudas ni cuestiones morales o emocionales, lo que antes debió ser un poco de reflexión, ahora solo había odio.
Y no solo ante la situación, si no ante todo, incluso me odiaba a mi mismo, por mi inutilidad de haber esquivado, por no haber previsto el ataque.

Por todo... Simplemente me odiaba como jamás me creí capaz.
>>Ni siquiera fué Rengo, solo Senkaku. Anzai quería deshacerse de unas personas en Gifu, pero Senkaku me insistió en que valdría la pena ir entre todos, a pesar de que era una terrible idea pues era desviarnos de nuestra misión, aún así fuimos, y uno de esos sujetos usó algún veneno en mi contra, uno que me terminó matando a velocidad y... Aquí estoy—. Dije también con honestidad, ¿Para qué seguía dando vueltas? ¿Para qué mentirnos? Era su culpa, y no pretendía defender ya a nadie, ni buscar términos medios, ahora entendía también porqué mi padre había vuelto tan cambiado...

En ese plano... Simplemente no habían mentiras.

>>Pude matar a los que buscábamos, incluyendo a mi asesino. Aún así... No eres el único que se siente así de impotente padre, yo... Maldita sea, lo tenía todo, estaba preparado, de verdad lo estaba y ahora esto, todo por un estúpido veneno y propuesta. Y yo que anhelaba romper con ese ciclo para con tus discípulos—. Añadí con frustración, incluso soltando un quejido por lo mismo, quería seguir hablando pero me era imposible, tenía una amalgama de emociones muy intensa y aún así me negaba a solo quedarme así pero... ¿Y ahora qué? Solo me quedaba aceptarlo, ¿No? Aún si lo odiaba.

—Padre... Me siento tan... Inútil ahora—. Dije como último, llevándome la mano derecha a la frente, deseaba tanto solo desquitar por una vez esta frustración... Y no podría hacerlo por mucho que lo deseara.

 

. . .

Las palabras iniciales de Gendo me tomaron genuinamente desprevenido, por lo que volteé a verlo con confusión, no solo porque no fuese para aliviar algo tan grave como mi muerte, si no porque... Lo dijo con una seguridad tal que me hicieron pensar que había algo de lo que inclusive yo desconocía, como si supiera perfectamente que algo faltaba para dar con justamente algo tan... Importante ahora.

Miré a Gendo, relajando la postura mientras seguía ahora sollozante, simplemente no podía controlarme, todo lo que me sucedía era honesto como era agonizante para mí, y después el hombre procedió a llamar a Saizo, algo que me dejó todavía más confundido... ¿En qué ayudaría él?

La respuesta para eso demoraría un poco, porque antes, Gendo volvió conmigo, desenvainando a Konton para hacerlo prender en llamas en el acto, usándolo como metáfora del odio, y dedicándome un discurso tal del mismo que... No pude más que quedarme a verlo sorprendido, pero no por lo que decía, si no por el simple hecho de que estaba... Entendiendo tan bien por una vez todo lo que decía que... Era como si en su actitud y en sus palabras al fin pudiera escuchar lo que quería oír, o mejor dicho... Lo que necesitaba oír.

Lo que llegó antes... De todo lo que necesitaba... Solo era una última afirmación del odio.

Era verdad... Ahora mismo en verdad odiaba a los que me habían dado la espalda, todos de los que pensé que eran amigos míos o como mínimo que tendrían en cuenta que me debían una... No había nadie, ellos fueron los que me traicionaron a mí, de varias personas quienes en verdad consideré importantes, ahora solo sentía odio, un odio visceral en su contra, incluso si ese hombre y los suyos quienes me mataron no había nada mas que odio, por haberme alejado de lo que ya estaba a punto de ejecutar y empezar el verdadero cambio.

Los Zorros que me usaron, Taiki... Incluso Matahachi a quién cedería a conciencia que me usara, tampoco le importaba, y los demás solo me quisieron usar, y también era cierto... El único que en verdad me tenía aprecio, era el mismísimo Gendo Mori.

Miré al hombre, envainando la katana, mientras insistía con vehemencia que el odio no solo era una emoción poderosa, si no que directamente, era lo que era yo en verdad... Odio, ese era mi verdadero motivante, y lo que tenía que hacer, era terminar de reconocerlo y aceptarlo ya no solo como parte de mí, si no directamente como una extensión, algo básicamente crucial en mi persona.

Tenía... Que aceptar el Odio... Como hacía poco aún aceptaba la Esperanza en mí.

Volví a temblar, no por miedo, si no precisamente por todo lo que Gendo decía, por las metáforas, las obviedades y lo que sucedía, y me doliese o no, tenía razón...

Desde Shima... Que todo era Odio.

... No... Mejor dicho... Desde Osaka, Yao...

¿Porqué me había negado tanto en aceptarlo? ¿En notarlo?

Las palabras de Benkei resonaron en mi mente, casi como una inconsciente respuesta ante mi duda, y lo entendí...

Había sido yo un imbécil por última vez...

Fuí un imbécil por confiar, por creer, por sentir esperanza. Fuí un imbécil por ser lo suficientemente inocente en creer que la gente merecía una segunda oportunidad, que todos podrían redimir sus errores. Fuí un imbécil por el simple hecho de querer encarnar algo en una situación que era simplemente imposible de encarnar...

Una Luz en medio de una aplastante Oscuridad.

Una Esperanza en medio de la crudeza de la Guerra.​

No debía ser la Luz de la esperanza, en cambio... Debí ser la Luz del fuego, ya que el mismo también es capaz de purificar, debí luchar por la justicia y la libertad de las vidas y las almas por medio de la absoluta violencia que de por sí rebosa en una guerra, debí ser la salvación por medio del Karma, como quién es capaz de tratar enfermedades, plagas... Maldad.

"¿Qué hay más puro que el color blanco?"

Recordé las palabras de mi padre... Y tenían tanta razón.

Aún debería poder hacer algo al respecto, seguía sin entender cómo, pero debería poder.

Fuerza la tuve... Pero tenían razón... Necesitaba poder.

Someter a los verdaderos traidores, eso era lo único que deseaba en realidad.

Cebarme con esos pensamientos me alejaron de intuir por dónde quería o entendía que quería ir realmente Gendo, y al terminar de escuchar lo que dijo, dejé escapar un grito de rabia, a la par que alzaba los puños a nivel del rostro para poco después caer de rodillas, no por derrota... Al menos, no porque me rindiera.

Tal como había dicho Benkei... Tenía que derrotar a mi "yo" pasado.

El pasado es el pasado... Lo hecho, hecho estaba. Si nadie se detendría por mí, entonces yo tampoco tenía motivos de detenerme por nadie.

Era hora de en verdad dejarme corroer por toda esa furia, hacerla arder para que me consumiera... Y renacer como alguien completamente nuevo.

Kuroki

Siempre recordaba el otro significado que le había visto Rengo en su día...

Si tan solo... Lo hubiera entendido y aceptado como era... Seguramente me habría ahorrado de tanto dolor.

La voz que se presentó después me hizo reconocerla de inmediato... ¿Cómo olvidarlo? Lo que en su día había sido horror y furia, ahora... Solo era gracia.

¿En verdad ella tenía la capacidad de nunca morir acaso?
—Me lo dijiste en Chiryu... Soy un entrometido, no debería sorprenderte, Kyogi—. Dije después de reir con genuina gracia ante su comentario, comprendiendo el tono y la razón por la que lo decía.

En esos momentos tenía la mirada gacha, pero de nuevo, no era precisamente por derrota, era más bien porque, casi como si de genuinamente un cambio se tratase, como si haberme dejado vencer para hacer justamente ese último cambio que hacía falta, me fui poniendo de pié de nuevo, sintiéndome veridicamente renovado.

"Destruye lo que más ama; puede que caiga en el abismo del olvido o renazca como demonio, y cuando adquiere la mirada de un demonio, será capaz de derrotar al otro; así su sangre trasciende, el legado sigue"

Las palabras de Kaito Harima... En voz de Gendo Mori llegaron a mi mente una vez más, a la par que me prometia que sería la última vez que me arrodillaria ante nadie.

El odio por ver masacrada a mi gente... El odio por ser utilizado... El odio por ser traicionado y abandonado.

Tenían tanta razón, y yo negandome a ser adoctrinado por ello.

Ahora no tenía motivos de contenerme, después de todo, ya estaba muerto.

Cuando alcé la mirada, simplemente ya no era el mismo, mis ojos lo decían todo, tenían el mismo tinte como cuando Gendo me enseñó su Escuela, eran Fuego mismo...

Todo carecía de valor alguno ya... Incluso este lugar, ahora entendía perfectamente a lo que se refería Gendo. ¿Para qué quiere alguien recibir arte, honor, amor o cualquier cosa emocional o material? Eso solo te distrae, limita el poder de uno, furia, eso era lo que debía predominar en este mundo.

Incluso nosotros los Humanos, seguíamos siendo animales, y al final del día... Nadie lo dice, pero es obvio.

En una guerra... Gana el más fuerte de todos.

—Al fin lo entiendo en su totalidad, padre... Gracias, jamás lo habría logrado sin ti—. Sentencié con frialdad, a la par que sonreía con calma, pero con un tinte idéntico a él.

Podía sentirlo, cómo lo único que ahora quería, era ver todo siendo consumido por nadamas ni nadamenos que el fuego mismo.

Purificarlo todo... Y el odio como la furia serían las únicas formas de sentenciar mi voluntad, la forma de destruir a cualquier necio.

Nada me ata ya... No tenía porqué preocuparme ya por eso.

 

Kuroki Fusatada

Acabé centrando mi atención en Kyogi mientras la escuchaba relatar básicamente las ventajas del odio, así como... Lo que ella entendía de mis Shinigami, cosa que no me sorprendía, era de las pocas personas que intuía reconocerían fácilmente de lo que se trataba.

Me dejé hacer por la sencilla razón de que no le veía el caso ser hostil con nada, después de todo, ya estaba muerto, y aunque en el fondo solo quería desahogar el odio contra todo y todos, al menos aún conservaba cierto control para no hacerlo de un modo desbocado sin más.

Continué escuchando, enarcando una ceja al verla decir lo de Shiori, ¿Entonces yo pude haber sido un Shinigami? No... Parecía querer ir por otro lado.

La respuesta de aquello vino en forma de unos tales "katashiro" que en resumidas cuentas parecía ser lo que quería hacer mi padre conmigo al marchar hacia el combate contra los impuros, sin embargo, en esta ocasión de un modo más tranquilo y hasta inofensivo, pero ella quería hacer algo similar... ¿Para qué?
Me terminó señalando, tocando mi pecho mientras mencionaba que yo habría sido un katashiro perfecto... Algo que me hizo reflexionar, muñecos de papel... Cambiado a personas... Espera.

Terminé abriendo ligeramente la boca al ir entendiendo poco a poco mientras Kyogi continuaba hablando, no solo mencionando su plan original para con los cadáveres Fusatada... Si no también con el tema de la inmortalidad.

Entonces... Ella... ¿Quería acaso provocar el Eclipse solo para alcanzar la eternidad así como acabar con la otra parte de la energía espiritual? ¿La luminosa?

Básicamente, era quedarselo con todo, sin que hubiese nadie que le hiciera frente ni la tomara por sorpresa en cuestión de energía oscura...

A pesar de haber captado su comentario final con acabar entrometiendonos, Saizo se adelantó, aunque claro, eso seguía sin impedir nada al final, pero Kyogi entendió, y siguió hablando... Llegando a una parte que ya estaba entendiendo con Gendo, aunque la ola de dolor y odio me habían distraído.

Ahora expresé genuina sorpresa, ella... Ella no solo quería aprovechar mis acciones al haber realizado los pasos finales de su plan con respecto al Eclipse, si no que encima de algún modo me quería... Con ella, ofreciendome la posibilidad de inclusive transformarme en un yokai si es que se lo permitía.

Miré un momento a Gendo, y volví la vista hacia Kyogi, aún manteniendo la sorpresa, mientras... Reflexionaba al respecto. Una vez más recordé mi viaje... Las motivaciones originales, lo que creí haber aprendido de Benkei, de Takeda y de demás personas... Y lo que ahora me terminaba quedando...

Volví a apretar los puños con fuerza, y también lo que el mismo Kohaku me dijo aquí mismo en Kioto referente a las palabras de Gendo... Sobre escuchar lo que quería.

En esos momentos... No era así, mi plan y conspiración seguían en pié pero... Ahora, hoy mismo, todo era tan radicalmente diferente, tanto, que genuinamente no me importaban las consecuencias de esto, ni siquiera lo que implicaba elegir algo tan serio como ser un yokai.

Ahora... En lo único que pensaba, era en ver cómo este mundo se pudría por consecuencia de sus acciones tan hipócritas para con los demás.

Si... Genuinamente solo había odio y ganas de hacer arder al mundo entero.

Y ahora sí escuchaba lo que quería escuchar, aún si provenía de la misma Kyogi, aún si ella misma dejaba en evidencia que era la verdadera manipuladora de todo esto... Simplemente no me importaba, todo lo que quería, era sangre...

Humanos, Shijin, yokai, kitsune, kamis... No me importaba la fuente, solo quería arrasar con todos mis enemigos y aquél que se atreviese a obstaculizarme.

La seguí escuchando, señalando de sobra no solo lo que se podría lograr en conjunto, si no... Lo que inclusive individualmente podríamos lograr... Todo gracias a la muerte de Amaterasu.

Lo podía ver... No necesitaba siquiera preguntarle porqué me incluía tanto en querer convertirme en algo más, lo hacía como un discreto reconocimiento de la victoria que alcancé a darle sobre ella, por haberle alejado a Rengo de ella... Sí, podría tener algo más por detrás...

¿Pero sinceramente? No me importaba en lo más mínimo.

Nada me importaba ya como antes, todo lo que veía ahora, eran aliados para la causa de destrucción.

Y por fin... Me sentía muy bien y pleno con ello.

Escuché sus palabras finales, vi su mano extendida hacia mi... Y acabé riendo con placer, asintiendo, ¿Consecuencias? ¿Precio?

¿Traición?

Al carajo con todo eso...

—Seamos eternidad, tráeme de vuelta, Kyogi... Convierteme en un yokai si es preciso, todo lo que deseo ahora... Es ver a los estorbos desaparecer de una buena vez de nuestro camino. No habrá santuario destruido a reconstruir bajo un nuevo dios... Si no un mundo que conocerá lo que es en verdad el poder encarnado, la dominación verdadera—. Dije, haciendo referencia a lo que ella me dijo en Chiryu referente a ese santuario tan arrumbado, con un tono de voz que expresaba el odio como la éxtasis por solo imaginar tener por fin al alcance lo que tanto me había obsesionado sin darme cuenta...

No solo Poder... Si no Energía... Un sentido de cumplir con algo magistral.

¿Y qué mejor que un yokai respaldando algo tan caótico?

Acabé estrechando su mano, con firmeza, manteniendo aquella peculiar sonrisa, tener al fin al alcance todo esto...

¿Porqué tendría que desaprovecharlo? Al final de cuentas, no tenía motivos de anclarme a nada ya.

 

Kuroki

Nada importaba más... Nada valía más... Nada como... Querer arrasar con todo.

Era lo único en lo que podía pensar, lo único que me volvía a hacer sentir vivo, lo único que tenía sentido para mí. Lo que todo el tiempo había buscado incluso sin darme cuenta.

De por sí estaba al borde, incapaz de controlarme ya, y el numerito de Kuyo simplemente fué la gota que colmó el vaso... ¿Para qué engañarnos? Ni siquiera hacía falta describirlo... Odiaba ese sujeto tanto como la sola sensación de ser utilizado y humillado, de por sí planeaba asesinarlo en un punto clave, y que dijese que se había deshecho de Senkaku, me dió alegría como rabia por igual.

Aún así, el modo de actuar de Kuyo calaba en un sentido extraño. Sus ataques contra todos verbalmente eran... Genuinamente insoportables, pero aunque yo podía ver y entender que todo lo que hacía debía tener un fin... No podía pensar mucho en eso en esos instantes.

No tenía, o eso pensé, genuinos motivos para expresar una furia desmedida ahí mismo, me mantenía callado, casi como si no estuviese ahí, y es que... Era tal cual eso, era como si fuese alguien más directamente. Ni siquiera me inmuté cuando Kyogi sujetó mi corazón para comenzar a aplastarlo.

Memorias en forma de palabras venían... Momentos... Amistades... Metas... Todo llegaba a mí, y simplemente seguía careciendo todo de... Cualquier valor.

Lo único que sentía, era odio, odio directamente contra todo y todos, especialmente al recordar cómo los kitsune quisieron usarme y... Simplemente desecharme.

Lo que nunca expresé en mi hogar... Lo estaba dejando fluir, como tanto había temido y contenido en su momento.

No había nadie para detenerlo ya, al contrario, querían que lo sacara, y por una vez en mi vida, simplemente me entregué por completo a ello.

Contenido oculto

Casi como si eso me hubiese reactivado a la par que mi corazón era aplastado, solté un gruñido, uno extraño, similar a cuando había utilizado a Senki la primera vez, pero en vez de haber tensión, había odio como una extraña mezcla de placer, y casi como si mi odio no fuese suficiente, pude sentir el del resto, y cuando menos me dí cuenta... El miasma me rodeó, se fusionó conmigo como si aquello reemplazara lo que acababa de ser aniquilado.

Y lo sentí...

Un cambio radical en mi cuerpo, una mutación física y espiritual a un grado directamente irreconocible e irremediable, el tirón de poder y energía fué tal que acabé rugiendo como una bestia, cuando el miasma terminó con su trabajo, miré directamente a Kuyo, quién hábilmente intentó beber el contenido de un frasco, siendo seguramente un veneno, pero como si de reflejos directamente animales se tratasen, acabé por arrebatarle el frasco, y con las mismas garras se las clave en el corazón, todo había... Sido tan rápido, tan certero... Tan... Magistral.

Ni siquiera me importaba que Kuyo no sufriera, de hecho, muchas cosas, todavía más, dejaron de importar, entre ellas mi aspecto de Zorro, lo que opinaran de mí... Lo que pensaran o sintieran de mí.

Todo lo que sentía, era por fin ese poder espiritual, el miasma... La oscuridad, incluso la incomensurable energía del Eclipse.

Llevarme una vida más, justificada o no, torturada o no, era lo único que me hacía sonreír, una sonrisa torcida en una mueca llena de malicia y gozo, no lo controlaba, era natural... Tampoco es que quisiera controlarlo.

Había vuelto a la vida por todo lo alto... Y si de por sí no planeaba devolver el sol... Ahora, directamente lo tomaba como parte de mí.
—Adoro que digan esas cosas, como si con un vistazo me conocieran... Solo unos pocos me conocen en verdad. Tú me diste lo que quería, Kuyo. No elegí esto por nada, no hay acción sin consecuencia... Pero verte muerto es lo único que me importa ahora—. Sentencié con una voz ajena, recordaba al mío de siempre, sí, pero tenía un tinte directamente siniestro, y aquello simplemente me dejaba más que satisfecho.

Lo dejé caer como si de una molestia se tratase, escuchando la risa de Kyogi, y a qué mentir, acabé compartiendo su gesto, la actual sensación, simplemente no podía describirla, estaba profundamente satisfecho, al menos por ese lado...

Ahora sí me sentía con la capacidad de lo que fuese... Aún si se trataba de lo espiritual.

—Padre... No habría logrado nada de esto sin ti... Sin la ayuda de todos ustedes—. Dije después de la risa, mirando a los presentes, incapaz de borrar la maliciosa sonrisa—. Jamás había dudado que este era el sitio donde debí pertenecer, con ustedes... Después de tanto que lo había buscado. ¿Porqué tendría que arrepentirme de nada? Te lo había dicho ese día, ¿Recuerdas?—. Dije ahora hacia Gendo—. Demuéstrame mi verdadero poder—. Añadí, para proceder a mirarme la ensangrentada garra, volviendo a reír con gozo—. Ahora veo que en verdad estaba destinado a ser algo magistral—. Finalicé, cerrando el puño con emoción, sentir esta fuerza... Esta energía...

Simplemente... Ahora era perfecto. Justo lo que en el fondo había deseado ser.

Lo que, con la ayuda de todos; a su manera, me ayudaron a ser.

 

Kuroki

Me quedé por un momento ensimismado en la sensación, cuando escuché la voz de Saizo, por lo que volteé a verlo y terminé sonriendo bastante satisfecho por sus palabras... Al fin, contaba con su confianza, y eso era excelente, ya no habrían interferencias ni dudas tontas.
—Ah, no te preocupes Saizo, es tu mejor amigo y te preocupaste, por mi parte no pasa nada, era cuestión de tiempo que te dieras cuenta—. Respondí por mi parte a Saizo, acabando a ojos cerrados, él no había estado presente cuando había dicho eso del tiempo, ya que había sido en Shima, pero de cualquier modo, traición o no, ese punto era la verdad, y verlos a todos más que satisfechos y confiados me era perfecto, actualmente me estaba dejando llevar por las sensaciones por completo, y todo salía con mucha fluidez y naturalidad.

Ya veía de paso el porqué Gendo me tenía en tan alta estima.

Poco después miré a Kyogi, enterandome en el proceso la razón por la que había una necesidad por tener el Eclipse, y acabé sonriendo al escucharlo en directo, así que por eso también Gendo no se oponía a mí... ¿Eh? De por sí buscaban esto, no solo querían un Japón lleno de guerreros verdaderos, si no uno donde lo corrupto fuese el dominante máximo.

Y escuchar todo eso, solo me hizo reír bastante conforme.
—¡Es un plan espléndido! Un mundo donde los que en verdad merecen caminar en él eternamente, mientras los que se opusieron no les queda de otra más que resignarse y ver—. Dije, bastante ensimismado con ello—. Haré literalmente todo a mi alcance para conseguirlo, ¿Eliminar a todos los portadores de energía luminosa, dices? Con mi actual poder no me será difícil reconocerlos, será como arrancar las molestias del jardín de raíz, consideralo hecho, Kyogi—. Respondí conforme con ello, no sentía peso o remordimiento alguno, todo lo contrario, la idea me emocionaba tanto como alguna vez me emocionó luchar por lo correcto y con los Minamoto.

>>Aunque ahora que mencionamos eso... ¿Porqué no me enseñas cómo manejar el miasma? Tengo muchas ideas, y quiero saber qué tanto podré ser capaz de hacer ahora que estoy completo—. Pregunté a Kyogi, cuando alguien más acabó ingresando a la habitación, preguntando por mí al percatarse de mi presencia, aunque Gendo mismo zanjó la idea, yo simplemente me crucé de brazos, mientras me llamaba la atención la emoción del mismo líder Mori por realizar el mismo proceso de transformación. Básicamente sería un clan de monstruos, je... La sola idea sonaba bastante emocionante, ¿A qué engañarnos?

Terminé viendo el tatuaje del hombre, escuchando las palabras de Gendo... Kuroi Mori.

El Bosque Oscuro.

—Un mon más que apropiado para el paso final de nuestra dominación. Y qué mejor momento de estrenarlo como ahora, no espero ver el rostro de nuestros enemigos cuando poco a poco la realidad comience a abrumarlos, ¿No están de acuerdo?—. Consulté, desviando la vista hacia el Eclipse, empezando a maquinar las nuevas posibilidades que todo esto nos daba...

Era tan... Fácil... Poder planear tantas cosas, incluso los peores escenarios gracias a carecer ya de temor o dolor alguno. Carecer de benevolencia... ¿Porqué no pude haberlo visto antes?

Era una verdadera libertad de restricción...

 

Kuroki

Pronto se pasó a un punto que en esos instantes no me generaba nada más que indiferencia... La misma muerte de Kuyo, al parecer esto no iba a provocar nada más que problemas y se debía dar con algo que ayudase a calmar a los Sawayama, algo que solo me hizo expresar seriedad al oir todo eso... No pretenderán que de pronto yo arreglara eso, ¿No? No después de que me habían dado la oportunidad, ya que caso contrario pues... Habría terminado siendo un espíritu inútil.

Terminé cruzandome de brazos, pero literalmente no hubo ni tiempo a pensar nada cuando Hibiki entró, me observaron, pero tan pronto lo hicieron y medio vieron el contexto, hicieron una mueca de desaprobación al ver el cadáver de su líder, algo que solo me hizo suspirar al saber lo que seguía...

Me le quedé mirando unos momentos más a Kyogi cuando dijo al respecto de mis habilidades, pero no era por eso, era más por el detalle de Rengo y su aparente soledad... ¿Porqué confiaban tanto en ello?

La respuesta vino cuando Gendo consultó a Hibiki el resultado de su misión, aunque percibí que Daidoji no separaba la vista del cadáver, algo que solo me provocaba más fastidio, no le quité los ojos de encima en el resto de la discusión, incluso cuando parecía que Gendo iba a descargarse contra Hibiki, solo escuché de fondo, por supuesto, también viendo el modo en como miró al otro.

Reconocí el nombre de Kusanagi... Era la katana extraña esa. Al parecer Matahachi sí que había muerto pero por un instante... Y no sonaba a que Rengo acabase fatal... ¿Pretendían que solo matandolo de pronto se rompería? Sí... Tal vez, pero considerando cómo todo mundo estaba encima suyo dudaba que dejaran que eso sucediera... Menudo desperdicio de tiempo y recursos han hecho.

La discusión con respecto a Kuyo se dió, y no parecían en lo absoluto agraciados por eso... Al carecer ya de lo que tenía antes; ahora no conseguía entender porqué de pronto le daban una relevancia tan grande a cosas como perder a un líder. Kyogi interfirió, así como Saizo, pero la actitud de Hibiki estaba empezando a colmar mi genuina nula paciencia.
—Tu líder fué el que lo hizo—. Sentencié directamente a Hibiki, mirándolo con seriedad—. Ya te lo dijeron... Senkaku fué parte de los responsables de todo esto, y Kuyo optó por matarlo como castigo por no haber cumplido las órdenes como debió, así como haberle arruinado sus planes. Una de las razones por la que ahora lo ves muerto—. Concluí sin molestarme a dar más detalles... Ya que básicamente eso fué lo que había sucedido, que ese humano de pronto quisiera torcer todo como que nosotros lo habíamos hecho no era así, de hecho, Kuyo seguiría vivo de no haber querido adelantarse y asesinar a Matahachi antes de tiempo.

Además, veía absurdo mentir, habían muchos cabos sueltos al respecto, y eso que dijo Kuyo de "haberme arruinado mis planes, no los tuyos", sonaba mucho a interés personal más que uno en común.
Estúpidos temas de lealtad... Ya me enfermaban.

 

Kuroki

Hibiki pareció haber comprendido lo que pasaba, incluso si no había puesto empeño en sonar creíble, y es que en lo personal no era algo que en verdad le tomase empeño, genuinamente a estas alturas no entendía a qué tanto drama, después de todo... Cuando todos mueran, estas cuestiones dejarían de importar en su totalidad.

Lo que sí me llamó la atención fué que parecieron convencerse rápidamente con eso y... Personalmente esperaba más quejas pero... no fué el caso, y no me gustaba. Podría jurar que esto no se quedaría así como así a secas, de cualquier modo, no hice ni dije nadamás.

Pronto se pasó a lo que se haría a continuación, y seguí de brazos cruzados, tratando de pensar cual sería la mejor ruta a seguir considerando el panorama.
Me confundía mucho que Anzai no estuviese aquí... Si Matahachi ya había sido ejecutado, era evidente que habían regresado, posiblemente hasta mi cadáver estuviese por aquí, y mi perspectiva estando en el más allá había sido alterada al yo pensar que no me habría tomado como mucho una sola hora en volver a este plano.

Si Matahachi ya estaba aquí... ¿Dónde estaría Anzai? ¿Dónde estarían los Shinigami?

Maldita sea... ¿Qué había pasado después de mi muerte?

Igualmente ellos mismos llegaron a una resolución sin que yo pudiera decir nada, personalmente los dejaba a su bola, yo tenía otras prioridades, pero me seguía preguntando severamente porqué insistían tanto con Rengo, él no podía estar solo, por mucho que incluso lo llegasen a romper, todos eran capaces de perseguirlo al mismo fin del mundo si era preciso... En el pasado yo habría hecho lo mismo.

Escuché la propuesta de Kyogi, y miré a Hibiki, su habilidad era realmente interesante pero... De nuevo, no me gustaba cómo querían llevar las cosas, y encima considerando lo que sucedió con Kuyo.

Me llevé una garra al mentón, considerando las opciones, las posibilidades así como las posibles consecuencias... Vaya, nada nuevo bajo este Eclipse, pero... Simplemente sentía que lo mejor era que me quedase con los Mori por ahora.
—No, aceptaría si estuviese plenamente consciente de lo que soy capaz de hacer en su totalidad, como... Básicamente hace unos días. Actualmente tengo que saber totalmente de lo que puedo y no hacer, ir tras Rengo sin conocer mis capacidades no es algo de lo que quiera poner a prueba, no ahora al menos, prefiero quedarme y aprender como practicar lo que haga falta—. Respondí bastante seguro de mi decisión a Kyogi, aunque bueno, también iba para con los demás, y hablando de ello... Acabé mirando al resto.

>>Escuchen, yo llegué a conocer a Rengo, y con lo que sucede actualmente con el Eclipse dudo que anhelen dejarlo solo, incluso si el mismo chico decide irse por su cuenta, son capaces de perseguirlo si hace falta, así que no esperen que lo encuentren en solitario, va a tener compañía, sea que él la busque o no—. Dije concretamente hacia Hibiki, no conseguía imaginar cómo pretendía capturarlo solo con bloquearle su energía, después de todo, podía seguir recibiendo ataques.

Solo quería comentar eso y mi decisión con quedarme en Kioto, ya me había vuelto a escapar de la muerte por tercera ocasión, a pesar de que fallecí en verdad por un momento, no quería imaginarme qué me sucedería si me volvían a asesinar, posiblemente acabase como Tamano... Inerte y sin nada que dejar atrás más que vacío y un cadáver sin mayor relevancia.

 

Kuroki

Tampoco pretendía que me reconociera, ni siquiera pensé que no pudiese hacerlo, lo único que me importaba era dejarle el detalle, que si esperaba hallar a Rengo solo pues... No iba a ser así, dejaría lo que fuese porque lo hallasen bastante acompañado de hecho.

Aún así, básicamente Kyogi intervino y comenzaron a retirarse, los miré en silencio, aún pensando severamente lo que podría estar pasando en las mentes de esos dos... No me gustaba para nada el modo en como ahora simplemente obedecian.

De cualquier modo, Kyogi se dirigió conmigo una vez más y la seguí sin mayor preámbulo, caminar con este nuevo cuerpo, incluso teniendo esas... colas, era extraño, pero de alguna manera lo sentía tan natural, como si toda la vida hubiese estado así...

De cualquier modo, a los minutos llegamos al patio... Ahí donde había peleado con Gendo brevemente para aprender su Escuela... Cierto... Hablando de eso...

No pude distraerme mucho, ya que miré a Kyogi cuando habló, parecía que yo ya no expresaba mucho; si no es que de por sí no lo hacía ya, y acabé concordando con ella con respecto a Kuyo, sin embargo, lo siguiente que vino sí me sorprendió.

Terminé enarcando una ceja al ver a la que traían encadenada... Y no evité soltar una breve carcajada, genuinamente entretenido por lo que tenía enfrente, más aún al escuchar lo que intentó hacerle a Gendo...

No pude evitar recordar el relato que me contó, que le pedí hace días... ¿Es que ya sabría algo? Qué importaba, había atentado contra Gendo, y no pretendía defraudarlo tan rápido, tsk, como si alguna vez hubiese hecho falta...

Tal vez tengan razón... Tal vez si gane, y todo este mundo se condena a la decadencia y corrupción, yo mismo acabe aburriendome pero... ¿Sinceramente? Ya no sentía nada positivo, no sentía pena, arrepentimiento o dolor alguno, no sentía que lo que haya elegido alguna vez en todo este tiempo hubiese estado mal. ¿Mi deseo era egoísta? Claro... Todos los tenemos, ¿No? Todos somos unos demonios en secreto, unos más que otros... Unos encarnandolos inclusive.

Sí... Yo no pedí esto... Yo no pedí ser una bestia, un kitsune, un... Huérfano.
Yo no pedí misericordia cuando habían arrasado mi hogar, yo no pedí ser salvado, de hecho... quería morir; en las ruinas y cenizas de mi extinto hogar.
Quería pudrirme junto con los cadáveres calcinados de mi familia y mis amigos, quería solo que todo acabase, que la insolación me consumiera... No tenía voluntad, no tenía nada... ¿De qué servía levantarse y pelear?

No tenía un porqué... No tenía nada que me anclase.

Pero Shiori había aparecido...
Me había salvado...

¿Es que la vida querría esto de mí? ¿Que escalase hasta este punto el odio tan visceral y secreto que había guardado desde aquella noche? ¿Tal vez una especie de bizarra metáfora de que yo siempre sí estaba muerto... Pero simplemente no era mi hora porque aún quedaba mucho por hacer?
Mori... El Clan Mori masacró mi hogar... Y aún así, aquí estoy, ayudándolos, y aún mucho antes de eso, ayudé tanto a Rengo... Siendo sin saberlo otro Mori.

Es como si de alguna manera mi vida hubiese estado siempre anclado a este Clan. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿A qué el Destino quisiese hacerme esa extraña jugarreta?

Ni siquiera sabía porqué me molestaba en pensarlo, tal vez en verdad algo de mi viejo yo quedaba por ahí pero... Solo como una breve chispa de algo que ya no tiene por donde encender ni expandirse ya...

Mi deseo... El hacer de un traidor clave contra Gendo y los suyos... Sí, el modo era extremadamente egoísta, pero honesto al final de cuentas, justo lo que Takeda me dejaba en claro que había perdido.

Pero era un maldito deseo genuino.

Por eso iba a permitir lo que más odiaba a pesar de todo, a pesar de tener a Kohaku ahí, a pesar de todo lo que había visto y entendido tal como Kyuzo me enseñó...

El silencio también habla, en el silencio hay verdades, ver las reacciones y sentencias de Kohaku... Me hicieron entender que si Takeda no me apoyaba definitivamente, entonces... Nadie lo haría.

Y aún así... Quise... Confiar... Una última vez.

Si Matahachi no hubiera decidido abandonarme, habríamos llevado a cabo lo que discutimos, pero... aún así, no se atrevieron.

Estaba bien, si no podían creerme, si no podían utilizarme de verdad una última vez pese que lo iba a permitir, pese que estaba dispuesto a morir, pese que lo había dicho en verdad... Estaba bien.

Al final de cuentas, en el más allá... Terminé de confirmar que jamás nunca le importé a nadie en verdad... ni aún con lo que hice con Kumo... ni aún porque le perdoné la jodida vida...

Volver con Rengo... ¿De qué me habría servido?

Seguramente... Habría acabado teniendo un destino mucho peor que solo una muerte sin más, sin transición... Sin nada.

Si aún cuando confié que todos lo entenderían hasta cierto grado, porque básicamente yo quise dejar ese mensaje... no sirvió de nada; entonces de nuevo ya no tenía un porqué, ya no tenía algo que me volviese anclar a nada...

Y por eso, escuchar a Gendo expresarse de mí como lo hizo...

Lo entendí...

Había sido un estúpido por última vez...

Si los demás solo veían de mí un monstruo... Un traidor... Entonces, eso les daré.

Les daré lo que tanto repudian de mí.

Así no podrán decir que no tienen razón... Pero que no me culpen si esta bestia... Podrida y traidora, los acaba consumiendo a ellos antes.

Eso era lo único que me movía ahora mismo.

No busco felicidad... Para nadie...

...solo destrucción y muerte.

Si no pude encarnar la Esperanza... Entonces, ahora encarnaré lo inverso.

—Akemi... Creí que solo eras una intérprete más... Pero qué decepción, al final habrías buscado envenenarme a mí también, ¿No es verdad? Porque soy alumno de Gendo, y no merecería la pena cuestionarse nada... ¿Cierto? Cualquier aliado de Gendo, por tranquilo o radical que sea... No merece perdón. Nada merece perdón. Los asesinos, los traidores, los... Hipócritas, no merecen nada más que la más horrible de las muertes. Ah... Sí, puedo escucharlo. ¡Puedo incluso sentirlo! Ese odio... Solo me vuelve... sediento—. Sentencié, sin importarme si con ello dejaba en evidencia quién era, iba a morir esa humana, y no tenía porqué oponerme.

No habían lazos ya... No había conexión o culpa alguna.

Solo ganas de masacrarla.

>>No, no... No tengas miedo, pequeña. Seguramente demostraste valor y valentía cuando intentaste envenenar a mi padre. ¿Porqué no puedes demostrarlo ahora, ¡Eh!? Porque sabes que fuiste traviesa... Y llegaste demasiado lejos, bueno... Para tí es el horror puro haber puesto todo en balde, ¿Pero para mí? Me servirás bien para poder experimentar un poco contigo, no no... No hace falta que digas nada. Tampoco es que te esté pidiendo permiso. —y así, sin genuinamente dejarle espacio a nada, terminé por darle un profundo garrazo a un costado suyo, arrancándole el ojo pero en el proceso, mirando mi garra derecha, como quién estaba probando el nuevo filo de su katana...

—Interesante... Puedo sentir una fuerza cuanto menos interesante, aún así... Lo que también importa es...

Y sin perder el tiempo, extendí la misma garra hacia ella, empezando a canalizar el miasma que ahora formaba parte de mi ser y se la disparé hacia Akemi, forzandola a ni más ni menos que a retorcerse de dolor, mientras por mi parte no hacía otra cosa que ir riendo a carcajadas por estar cuanto menos impresionado y agraciado por lo que ahora era capaz de hacer, podía sentir cómo el miasma habitaba su ser y la consumía desde dentro, casi como si yo mismo pudiera sentir lo que era capaz de hacer de daño y... Por supuesto, destruirlo.

—Creo que ya lo entiendo... ¿Y yo antes escapaba del miasma? Si es que esto no puede ser más divertido—. Comenté bastante entretenido con seguir probando con el modo de hacerle daño, hasta que opté por cerrar el puño y con ello, básicamente aplastarla desde dentro sin siquiera haberla tocado, pero... Por supuesto, asegurándome que la muerte le fuese lenta y agonica.

Lo que en su día fué un pesar con aquél hombre... Ahora, no podía pensar en otra cosa más que ponerlo en práctica contra mis enemigos, la enorme sonrisa solo delataba lo emocionado que estaba con imaginarme en tomar por sorpresa al resto con esto.

—¿Esos son todos, Kyogi?—. Pregunté con calma hacia la mujer, mirándola de perfil sin ser capaz de borrar la sonrisa... Era como si simplemente fuese ahora mismo un animal que necesitaba comer, un depredador que no le parecía suficiente con lo que acababa de hacer, necesitaba más, como si aquello hubiese sido un simple aperitivo.

 

Kuroki

Lo único que pude hacer como respuesta ante que hubiesen más víctimas a probar fué soltar un gemido como quién se decepcionaba como apenaba a la vez, a lo que simplemente volví la vista al frente, ignorando el cadáver de Akemi, aún así, seguí escuchando a Kyogi y... La mención del sacrificio me hizo recordar lo ocurrido en Nagoya... Cierto... Alguien tan lista como ella, ¿en verdad se dejaría morir incluso intentando deshacerse de Kato?

Igualmente volteé a verla directamente cuando mencionó que hubo una decisión en la que Gendo superó las suyas, y aquello fué básicamente mi reclutamiento al clan, y acabé sonriendo ligeramente ante sus palabras sobre... Básicamente, haberse obcecado con Rengo.

Natural... El que tenía que sellar a Mara, ahora con tanto tiempo, recursos y esfuerzo invertido en que fuese más bien el que lo liberara... Era natural que se obcecara con su hijo, y a mí me viese como un estorbo, de cualquier modo, tal vez si hubiese realizado las cosas de otro modo... Si se hubiese esforzado en darme una imagen más amigable, desde Chiryu...

Quién sabe, en esos momentos era capaz de todo, especialmente cuando pasado ese primer encuentro sabía que si quería estar con Rengo, debía poner en jaque muchas cosas.
—A qué mentir, una compensación no vendría nada mal, así estaríamos a mano—. Dije por fin con bastante confianza al respecto, a lo que ordenó a un par de guardias que fuesen por Gendo y Saizo, y fué ahí que me giré hacia ella.

Todo se resumia en que la mujer parecía tener... Un plan cuánto menos interesante, decía que el desaparecido Anzai sirvió para algo, y eso fué dar con los movimientos de Matahachi, algo que me hizo enarcar levemente la ceja, aunque no dije nada de inmediato.

Escuché su pregunta final, y me quedé reflexivo por unos momentos, tratando de entender cómo es que había sido posible aquello... ¿Habrá sido después de mi muerte? Pero ahora estaba desaparecido... Daidoji y su hermano no parecían convencidos por el modo en como decidieron obedecer tan rápido...

¿Porqué se emocionaba tanto Kyogi? ¿Sería de fiar todo esto?

—¿Cómo es que diste con esa información? ¿De Anzai? ¿No crees..?—. Dije, mirando alrededor unos instantes, a lo que decidí acercarme a ella, de modo que la conversación fuese más personal—. ¿No crees que pueda ser arriesgado? Con lo que le dije a Hibiki y el modo en como reaccionó el idiota de Daidoji, no me convence que mis palabras hayan servido de nada. Casi juraría que se han llevado la versión de que matamos a su líder por mera venganza. Nuestra alianza con los Sawayama la veo tambaleante... ¿Qué hay exactamente en Aomori? ¿Matahachi hará algo ahí?—. Pregunté a Kyogi, a modo de susurros, mi rostro era serio, entendía la emoción de Kyogi en deshacernos de una buena vez de Matahachi, bien decían que si nadie podía hacer el trabajo bien, era mejor que lo hicieras tú mismo... Pero era cierto que las fuerzas del Imperio no eran precisamente las mejores ahora, ya no veía a tantos, y considerando que seguíamos sin saber quién demonios atacó por sorpresa a Gendo cuando mató a Akishino... Tsk, aún teníamos topos en este lugar.

—Por tratarse de ti iría a Aomori, no me importa ya a quien nos encontremos, solo quiero matarlos, sin embargo, tampoco estoy cegado por la sed de sangre y muerte... Aún más en estos momentos de la guerra, ahora mismo no me fío casi de nadie salvo ustedes, y no quisiera ponernos en riesgo por una posible trampa—. Continué hablando mientras me alejaba un poco, no por miedo, era por simple concentración, volviendo a mirar hacia un punto muerto mientras reflexionaba un poco... Maldita sea, si tuviera a Satou por aquí.

—A propósito... Hay un par de detalles con los que me gustaría saber, aprovechando que estamos tú y yo, así como con lo que acabo de experimentar... Dime, Kyogi. ¿Qué buscabas lograr en Nagoya? La última vez que nos vimos en vida, puedo entender que tú intención era dejar Shi para que se alimentara de las vidas del Castillo y con ello materializar a Mara... Pero poco después ví a Rengo tranquilo. Ese no era Mara, ¿cierto? ¿Un Ichijama?—. Pregunté, volviendo a mirarla con calma, aunque cierta sonrisa la acompañaba, pues considerando que ella era la creadora de los cuerpos reanimados de Sogo... en ese mismo combate, entonces si mi supocisión era correcta, ¿quién sería la persona que utilizó la katana maldita por un rato?—. Debo suponer que deseabas matar a Kato y a Takeda en esos momentos, así dabas un golpe severo a los Minamoto—. Añadí, para acto seguido con la garra derecha hacer un movimiento suave de arriba hacia abajo, en gesto de señalar mi aspecto—. Y esto... ¿Soy lo que pienso? ¿Un kitsune de verdad? ¿O esto es más bien producto de mis pensamientos? —por no decir odio, aunque igualmente la pregunta la hice con seguridad, no me importaba equivocarme o ser corregido, entre más supiera, mejor sabría qué hacer y qué no en consecuencia.

—En fin, si de verdad confías en tu fuente... No me molestaría ir a dar una visita a ese lugar—. Dije, sonriendo con seguridad, y de nuevo con ese tinte siniestro—. Ya dije que estoy completo al fin, siendo lo que debí ser desde el inicio...

 

Kuroki

Escuché la primera reacción de Kyogi y acabé por gemir de modo curioso como ligeramente confundido, incluso ladeé levemente la cabeza, a lo que poco después reí bastante entretenido en vez de molesto.
—Irónico que me digas eso siendo que hace unos momentos me halagabas la obstaculizacion que te impuse—. Dije como respuesta, sin realmente darle más bola a eso, no esperaba que ella me tratase diferente, mucho menos que haber muerto ya dos veces fuese motivo para que ella cambiara.

Igualmente le presté atención, le había realizado las preguntas por algo, después de todo, y parecía que la información de Anzai era de fiar, ya que había sido antes de todo este caos, por lo que simplemente afirmé.
—A Kuyo nunca le agradamos, solo era un perro que le era fiel a su señor en todo sentido, ni siquiera parecía que de chico le caía bien Gendo y los demás. Así que cualquier cosa para intentar tenerlo de nuestro lado era una pérdida de tiempo, ni siquiera cuando me lo presentaron parecía estar en lo absoluto de acuerdo conmigo—. Dije como respuesta cuando terminó de hablar acerca de Kuyo, si... Era un fastidio lo que había hecho, pero no podíamos deshacerlo, caso contrario yo no tendría lo que tenía ahora.

Luego pasó al tema de Nagoya, no me había equivocado, sin embargo, me llamaba la atención que el verdadero propósito era dar con información para lidiar con los Shijin, ni siquiera era por Kato o Takeda, algo que me hizo mirarla de perfil... ¿Qué habrá hecho para conseguir ese fin? ¿Y encima que genuinamente rindiese frutos?

Luego se pasó al tema de mi aspecto, irónicamente su respuesta me hizo sonreír, más de alivio que de otra cosa... No ser un kitsune de verdad me liberaba, porque no me anclaba a nadie ni a nada, seguía sin deberle nada a nadie, y eso era perfecto... Claro, asumiendo que estuviera diciendo la verdad.
Al final, acabé riendo genuinamente divertido por el gesto de Kyogi, mirándola directamente, curioso, no recordaba que Gendo hablara de una faceta así de su hermana de este modo.

Acto seguido, Gendo y Saizo llegaron, y todo se resumía básicamente en Kyogi gozando de un momento de superioridad por ser una yurei, me terminé cruzando de brazos hasta que llegó el momento de hablar de algo sobre Saizo y Tateyama...

Volví a ladear un poco la cabeza cuando mencionó eso... Y no tardé en caer en cuenta, al menos hasta cierto grado... Gendo mismo me habló de eso en parte cuando me contó la historia de su vida, un plan frustrado acerca de una invasión hacia Utsunomiya llevó a que Saizo fuese a investigar a un par de familias en Tateyama para saber más de los Shijin y de investigaciones extrañas que la misma Kyogi estaba realizando por esos tiempos... Una red de conexiones que empezó a hacerme trabajar internamente...

Comencé a reflexionar lo que sabía del Monte Tateyama, recordé mis conversaciones con Byakko en esos momentos, lo que había ido a buscar para ayudar en la reanimación de Suzaku, llegando a las faldas de dicho lugar...

La repentina... Reconexión de nuestra conversación mental, cuando Matahachi nos había dejado en Shimotsuke, la presencia de Kusanagi... La frase grabada en la cima... La mujer que Byakko había encontrado... ¿Cómo dijo que se llamaba..? Inue, una mujer que parecía tener conexión directa a Shimotsuke, una guardiana de algo que se relacionaba a Suzaku...
La confirmación en la misma Shimotsuke con aquella mujer tan importante en el sitio y que había confirmado su partida hacia el Monte para cumplir con su deber... Aquella otra mujer... Mitsuyo, que había citado a Kohaku para hablar en privado... Conversación que a día de hoy desconozco...

Kohaku... Y sus malditos secretos.

Eso genuinamente era lo que me ponía muy molesto, al grado que terminé apretando los puños producto de esa misma molestia.

¿Qué había realmente en Shimotsuke? ¿El espectro que acompañaba a Kohaku era en verdad Suzaku? ¿Qué había realmente en Tateyama y la cima? Inue... ¿Quien es Inue y porqué tiene un propósito que raya en lo divino?

Kyogi mencionaba a un tal amigo secreto... El creador de la caja musical, el hijo de alguien, el que le otorgó a Kyogi conocimiento... El que parecía serviría para crear algo discreto con un potencial violento desmedido...

¿Pero qué clase de persona podría ser? ¿Cómo podría tener tal poder y conocimiento? ¿Y porqué temerle a los zorros?

Para entonces había calmado la expresión de molestia, estaba intrigado, sí... Pero también si mi intuición no me estaba fallando... Creía entender que quería ir contra los Shijin para algún propósito... Algo discreto pero caótico...

Al final no me opuse y los seguí en silencio, tratando de repasar aquellos días tan estresantes y caóticos que había llevado para entonces, donde sin darme cuenta, en vez de haber creído que había formado carácter y firmeza... En secreto estaba desarrollando sin darme cuenta de todo menos algo positivo...

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El tiempo pasó y llegamos al Santuario del propio Distrito Imperial, miré cada tanto alrededor, podía ver a los yokai deambular pero... No era nada a destacar, acabamos ingresando, mientras contemplaba la decoración y escuchaba de fondo los comentarios y hasta risas de Saizo y Kyogi, señalando objetos como si de un museo se tratase, ignorando los cadáveres que habían por ahí, por lo que llegamos ante las primeras puertas, cuando Saizo las abrió, el frío en el interior se resintió, algo que más que incomodidad me despertó intriga... ¿Porqué hacía tanto frío?

No demoramos mucho en cruzar por otro umbral, y el frío solo se aseveró, pero también había una escena muy similar a la que ví en el castillo de Nagoya, habían talismanes por todos lados...
Lo que llamaba la atención era una trampilla, asegurada con una cuerda, a lo que volví a escuchar a Kyogi para mirarla directamente.

Parecía que iba a acabar siendo clave para la ejecución de este plan, aunque no evité mostrar cierta sorpresa al revelarme que lo que había ahí abajo... Era ni más ni menos que un Kami.

¿Un Dios? ¿Pero de quién se trataba? Eso explicaba sus capacidades y conocimientos, más no su identidad, incluso miré por un momento a Gendo, como buscando a ver si él podía decirme algo considerando que la misión de Saizo en Tateyama parecía ser clave en todo esto.
Luego Kyogi explicó que intentaron replicar lo de Hoshi sin éxito, aunque el encerrarlo si fué parte de los aciertos, aunque me confundió escuchar que le aterraban los zorros, entonces no era temor, parecía ser genuino terror.

Recordé lo que Satou me dijo antes de revivir como Shinigami, que los zorros querían provocar el Eclipse para estar un paso más cerca de revivir a Tamano... Usar la sangre de un Dios para revivir a otro.

Pero la misma Kyogi había dicho que lo que había hecho Yoko fué por ella misma, por lo tanto... No había modo que los kitsune supieran todo esto de antemano, por lo que genuinamente todo se reducía a Kyogi y este dichoso kami.

¿Pudo ser que entre tanta planificación y tratos, se incluyera infundirle ese miedo?

Poco después Saizo me pasó un pincel y unos talismanes pero en blanco, a lo que tuve que hacer un esfuerzo consciente por sostenerlos aunque fuese de forma torpe, aquello solo me provocó frustración, ni siquiera esto podía sujetarlo como era debido.

De cualquier modo, me las arreglé para no dañar nada mientras seguían discutiendo, y poco después miré tanto a Kyogi como a Saizo, siendo este último que ya estaba listo para abrir la trampilla, eso sí, la mención de lo que fuese que Kyogi pretendía usar para matar al kami no me pasó desapercibido, aunque no reconocía de nada el nombre, mucho menos podía saber de qué se trataba exactamente.

Al final le afirmé con seriedad a Saizo.
—Mantente alerta, Saizo—. Dije hacia el hombre, aunque pudiera parecer que era por lo que íbamos a hacer, en realidad era un simple consejo por lo que pudiera ver por aquí mientras estábamos nosotros abajo. Sin embargo, antes de cualquier otra cosa, Kyogi me habló y... Si en verdad lo único que debía de hacer era lucir intimidante, creo que no habría problema. Por lo que le afirmé en silencio, yo no estaba nervioso, realmente eso ya había desaparecido por completo desde mi conversión a yokai, actualmente más bien estaba intrigado.

La compuerta se abrió, y la ráfaga de frío azotó, aquello solo me hizo gemir como reflejo por el cambio de temperatura y procedí a saltar junto a Gendo y Kyogi, a lo que Saizo cerró y quedamos a oscuras un instante...

Luces se encendieron cuando todo pasó, y pude ver una escena con una cantidad de talismanes abrumador, el frío era directamente gélido, corrientes de aire azotaban, y ni con eso esos papeles cedían, pero uno que otro se desprendía y... sangraba.

Ver esas reacciones me dejaron confundido, conocía parte de las capacidades de aquellas cosas, pero jamás había visto una reacción así.
—Es como si estuviéramos en la cima de una montaña aquí abajo—. Comenté sin realmente esperar respuesta de nada ni de nadie, solo dije aquello por el frío que hacía y por las misteriosas corrientes de aire, mientras oía las palabras de Gendo y Kyogi.

En esos momentos, una pregunta se hizo presente, algo que me hizo voltear con seriedad al origen de la voz, aunque... Me costó entenderlo en primera instancia, especialmente al poder sentir el peso de dichas pisadas, unas ligeras, pequeñas.

Cuando lo ví aproximarse, ví que... Se trataba de un niño.

¿Este era el kami del que estaban hablando..?

Bueno... Tampoco es que yo pretendiera que sabía lo que hacía o algo, simplemente cumpliría con lo que me dijeron.

—Ah... Ahí estás—. Inicié con una breve risa, el tono empleado había sido como si lo conociera, sonriéndole con malicia mientras me giraba hacia el infante, dando un par de pasos hacia él mientras extendía a los lados los brazos y movía las colas de modo que me hicieran ver más grande de lo que realmente era.

En altura había cambiado por la conversión, pero si estaba ante un niño o no, realmente no me importaba, tampoco sentía nada por ello, el objetivo era el objetivo...

Una vez había terminado de desplazarme y de moverme, le dediqué una amplia y maliciosa sonrisa.