Chiyoda Kikanbo Kanda Main Store [Tienda de ramen]

Kikanbo Kanda, conocido como el mejor sitio para comer Ramen al tener las recetas más exquisitas y variadas de toda la ciudad. El interior de la tienda se llena con los sonidos de máscaras de demonios y tambores japoneses, las columnas de fuego se elevan vigorosamente desde la animada cocina, y el aroma de las especias hace cosquillas en las fosas nasales. Este lugar permite disfrutar del mundo de los palitos de oro demoníacos que se expande cuando se atraviesa la cortina con los cinco sentidos. Dispone de una larga barra con los respectivos bancos, pero también cuenta con mesas tanto familiares, en pareja o infividuales que se ofrecen al atarvesar el largo pasillo.

Barrio de Tokio: Chiyoda

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El viernes al final me había saltado las clases de la tarde como las grandes, me quedé en el armario enseres prácticamente atrincherada y cuando sonó la campana que dio las clases por finalizadas solo salí, fui al salón, recogí mis cosas y me vi a la salida de la academia con Arata. En mi puta vida había subido a una moto, pero bueno, al menos el jodido tenía un casco que entre mis planes no estaba rajarme la cabeza contra la calle, no todavía por lo menos.

La conversación en el Hibiya fue una joyita, nos vimos con otras dos personas, conocidos de Arata y de mi hermano, y básicamente me soltaron todos los trapos de Kaoru y también la mierda de Altan en Taito, viendo que ya no había caso en esconderme la mierda porque la tenía hasta el cuello. Me sorprendía y a la vez no, pero que me jodía, pues eso era innegable.

El sábado me desperté pasadas las ocho, me encargué de la limpieza, luego el almuerzo y los deberes de la escuela como si no me estuviera llevando el diablo todavía. También dejé la cena lista a alguna hora de la tarde, para que cuando llegaran mis padres se sirvieran y ya, teniendo en cuenta que para la gracia tenía que salir con Kasun todavía con este puto fuego sin aplacarse. Cayden me había llamado preguntando qué había pasado, pero le conté todo por encima con la calma de siempre, como si nada, haciendo que el otro solo desistiera.

Que hablando de Kasun, ¿qué mierda se supone que hiciera? No salía con nadie con la suficiente frecuencia, luego lo más cercano a salir un rato era cuando me quedaba por ahí con Al luego de la escuela el tiempo que hicimos el idiota y... y ya. Luego de eso solo ayudaba en la tienda, le había dado las tutorías a Nagi, luego la cagada de Hiroki y paraba de contar.

Igual las cosas como eran, solo le había ofrecido salir a comer porque el otro era extranjero y solo había comido del cabrón ramen instantáneo, además de que se lo había dicho antes de que me vendieran como carne de cañón. Ahora no había nada que hacerle, allí estaba y suponía que una camiseta y una falda hacían el trabajo, ¿cierto? Y unas deportivas, ya, con eso colaba.

Ya un par de minutos antes de la hora que me había dicho salí de la casa, apoyé el cuerpo junto a la puerta y me acomodé el suéter sobre los hombros, no que hiciera frío como tal, pero para no sentir el cambio de temperatura. Golpeteé el móvil el móvil en mi muslo, esperando, y me quité el cabello de los hombros con un movimiento de cabeza.

Mira las estupideces en las que me metía por andar picando a todo Dios.

Bueno, gracias debía dar que fuese Zoldryck y no su versión sacada del jodido infierno, que si no quién sabe qué cagada me marcaba con este estado mental. Ya bastante estupidez había sido enredarme con Welsh en la mascarada.

 

Tampoco valía la pena seguirle dando vueltas a la mierda en realidad, es decir, ya las cagadas estaban hechas y en teoría de poco o nada había servido todo el jodido teatro con Shinomiya, todo por la gracia del bufón aquel que vete a saber de dónde había salido. Una cosa era decirlo y otra hacerlo, claro, porque seguía con la ira rebotando de un lado al otro. La ventaja era que era una puta campeona de tragarme todo.

Cambié el peso de un pie al otro varias veces hasta que vi el auto aparecer, a ver, no que yo anduviera fijándome en esas mierdas a conciencia pero me dio por pensar de repente que ya iban dos veces que me revolvía con niños pijos. Este, aún así, parecía llevarse el premio con eso de mudarse a Chiyoda y andar con coche como si no fuese un crío también.

De cualquier forma subí al auto como si nada, me acomodé y le dediqué una sonrisa tranquila, asintiendo con la cabeza a su pregunta aunque fuese mentira.

—¿Yo de guía? A ver si no vamos a dar a la otra prefectura —bromé tamborileando mi regazo con los dedos—. ¿Y qué tal tu viernes, senpai~? ¿Todo bien?

Ni dos minutos llevaba en el coche y ya estaba dando por culo, es que había que verme.

Como fuese, no tardé mucho en ponerme indicarle las calles por las que virar y tal, ni modo que de verdad fuese a perderlo en pleno Chiyoda.

 

Soltó una risa ligera ante mi gracia, no que debiera, pero se le agradecía de todas maneras. Tendría que ir cambiando de estrategia, que igual se acostumbraba ya a lo de senpai y me quedaba sin armas, en realidad lo segundo no me lo creía ni yo, si para picar siempre se me ocurría una idea más jodida que la anterior. Como fuese, casi en automático crucé una pierna sobre la otra en lo que escuchaba su respuesta a la pregunta.

Me permití una ligera sonrisa al escuchar lo siguiente, lo de que vivíamos realmente cerca y asentí con la cabeza.

—Te lo dije, ¿cierto? Ya ves~

Siguió mis indicaciones sin problema y no tardamos en llegar, el sitio estaba cerca del límite con Chuo de hecho, nada que tomara mucho tiempo tampoco que no iba a arrastrar a este chico tanto. Igual no era que conociera muy bien los otros barrios, así que mejor prevenir que curar.

Me bajé del auto sin prisa, acomodándome la falta con las manos una vez estuve en la acera y aflojé una risa ante el comentario del secuestro. Sin dudas planearía mejor un secuestro que una salida a comer ramen.

—En realidad no salgo mucho, si debo ser honesta. Pero a veces mis padres compran ramen aquí para llevar y es muy bueno, así que me pareció buena idea. —Giré el rostro para poder mirarlo un segundo—. Así que digamos que eres el primero, sí.

 

No creía que este par fuese muy quisquilloso con la comida, el otro día Zoldryck había dicho que había comido ramen instantáneo encima, así que tampoco era que necesitara llevarlo ahí a un lugar gourmet o alguna mierda así. No que fuese a hacerlo tampoco, pero valía la pena tener en cuenta si tenía el paladar adaptable o lo de niño pijo también aplicaba allí. Intuía que algunos podían ponerse muy tiquismiquis con la comida.

Entramos al restaurante entonces, el sonido de los tambores me llegó a los oídos y me hizo algo de gracia apenas noté la decoración del lugar. Las máscaras japonesas eran una de las cosas que más me gustaban de nuestra cultura la verdad, las hannya, tengu, kappa, kitsune... Habían un montón y no sé, eran preciosas a su manera cada una.

De cualquier forma, la decoración del lugar y la pintura eran bastante más oscuras de lo que habría esperado. No me molestaba, pero me dio por pensar que parecía que el espacio lo había decorado Al o algo.

El aroma a comida me activó el estómago y sentí hambre de repente, nada incontrolable, solo me entró apetito y seguí a Kasun cuando nos dijeron la mesa que podíamos ocupar. Me senté, crucé una pierna sobre la otra así como había hecho en el auto, me guardé el móvil en el bolsillo del suéter junto a las llaves y dejé las manos en el regazo, jugueteando con el borde de la falda.

—Ya sabes, en Japón cuando menos te lo esperas encuentras algo así de extra~ —comenté pues porque sí—. Ahora no recuerdo muy bien, pero creo que las máscaras del teatro japonés absorben malas energías o algo así.

 

¿Igual era que había que ponerse las máscaras? Ahora no recordaba muy bien, pero me sonaba a que era algo del rollo, que al ponerse la máscara esta absorbía las malas energías y luego, como un espíritu maligno, estas quedaban prendadas a la máscara y por eso no había que ponérselas. Era una cosa rara y seguro me estaba liando yo sola, así que por eso no traté de explicarme mejor ni nada.

Por otro lado se me iba a hacer mala costumbre y todo, pero este par me seguían los movimientos con una atención que a cualquiera le daba gusto. Con el gemelo del desastre la cosa era bastante más obvia, por supuesto, eso no quitaba que Zoldryck estuviese allí, siguiendo el movimiento de mis piernas. A ver, no que yo me desviviera por la atención de nadie, pero tampoco era tonta para rechazarla de buenas a primeras.

Cuando me preguntó que qué solía pedir o qué le recomendaba, y no sé, de repente se me prendió la bombilla de la estupidez. Volví a sacar el móvil, escaneé el código que estaba en una esquina de la mesa que era para el menú y me levanté para rodearla, para sentarme en la silla junto a Kasun, que nos habían dado una mesa de cuatro a pesar de ser dos. De nuevo crucé las piernas, pues porque era ya casi tic nervioso o algo, y acerqué el móvil para que pudiese mirar el menú conmigo. Le eché algo de peso en el brazo casi sin darme cuenta.

—Aquí, este lo suelen llevar mis padres. Niku-mashi... —Bajé un poco más en el menú—, tú decides cuánto picante quieres en cualquiera que pidas de todas formas. Sin picante, suave, medio, bastante picante... o Literalmente endemoniado, Oni-mashi, oni significa demonio. En casa no nos va tanto el chile, así que pedimos el medio, pero tú verás~

Regresé a la parte anterior del menú, la de los ramen.

—Y bueno, la diferencia de cada uno dependen de qué los acompaña. La carne de cerco, brotes, cilantro... Los maíces estos pequeñitos, huevo. —Busqué sus ojos y le dediqué una sonrisa—. De beber pues lo que quieras~ no tengo recomendaciones particulares, pero al menos pide algo natural porque si no no tiene caso el ramen tan bueno.

Contenido oculto

aquí tomándome libertades narrativas por el plot

shiori pero hija, por qué a veces te pones a zorrear así, fingiendo que no haces nada

 

Posiblemente el retroceso del tiro me despedazara todos los dientes apenas presionara el gatillo, pero de repente no importaba, muchas cosas dejaron de importar en el momento en que Hiradaira me soltó en toda la cara que el príncipe francés quería hablarme. Ya de por sí me preocupaba poco por mí misma, no había nada nuevo en eso, pero desde lo de Hiro todo se había ido a pique y ahora... Ahora había caído eso. Que para la gracia luego había pasado toda la estupidez con el clon del inglés, Hiradaira y su fuego que no conocía de contención y la ira solo había seguido creciendo, sin nada sobre lo que desatarse.

Este pobre diablo no sabía dónde había ido a caer, así como no lo había sabido Hiroki, ni siquiera Altan. Me acompasaba a los corazones ajenos, imitaba sus latidos y me colaba por todas las rendijas. Tenía las cualidades del aire, pasaba que arrastraba las brasas conmigo y cuando me descuidabas chasqueaba los dedos y el espacio estallaba. Era el gas y la chispa a la vez.

La gracia estaba en que este chico era aire puro y podían pasar dos cosas, que pagara mi fuego o que yo me tragara su oxígeno avivando las flamas en el proceso. Vete a saber cuál de las dos iba a terminar por ocurrir, en este punto tampoco me preocupaba porque Kasun seguía sin ser alguien que me importara en todas las de la ley. Nos llevábamos bien, le había soltado los trapos y fin de la historia.

Exactamente lo mismo había hecho con Welsh, porque había algo en contarle las cosas a desconocidos que liberaba de la preocupación y la lástima de las personas que te querían.

Debía darle puntos por no apartarse suponía, aunque ahora que lo pensaba tampoco lo había hecho cuando le dejé caer la cabeza en el pecho o con el abrazo de la enfermería. Qué cosas, ¿no? A ver si no se me subía a la cabeza muy rápido.

Recibí su sonrisa, la reflejé ampliando la propia ligeramente y ni siquiera me puse a reflexionar en la poca distancia que había entre ambos. Después de todo yo misma la había cortado, así que no tenía sentido. Regresé el móvil a la mesa, balanceando la pierna cruzada y en eso un hombre pasó a dejar sobre la mesa los papeles para ordenar, de estos en los que solo rellenabas con un bolígrafo las opciones y tal.

—Creo que pediré lo que llevan a casa —dije alcanzando el bolígrafo y las hojas, para ponerme a rellenar la mía de forma que le regresé su espacio también—. Con... ah, limonada de fruta dragón~

Dejé la hoja a una orilla de la mesa y una vez Kasun terminó con la suya el mismo hombre pasó a llevárselas.

—¿Te va gustando el barrio entonces, senpai?

 

Si había encendido alertas en el cerebro de Zoldryck en realidad tampoco habría sido nada nuevo, ya estaba bien dicho que era una chica rara en realidad, con mi personalidad de aire, el alma de ave lira y luego el maldito fuego. Me paseaba por tantos espectros que al final yo misma perdía la cuenta con facilidad, digamos que solo intercambiaba máscaras y al final del día todas eran una copia de la que le había robado a mi hermano, la que había levantado del pavimento ensangrentado.

En realidad eso decía, vivía convenciéndome que lo que era lo había robado de Kaoru, pero quizás lo cierto fuese que era mío a secas. Luego de lo que me habían contado Shimizu y los otros la verdad es que comenzaba a decantarme por esa posibilidad, la de que quizás lo llevábamos escrito en los genes y ya, los dos. Porque aunque tuviéramos una diferencia de cuatro años seguíamos pareciendo jodidos mellizos.

Teníamos el gas y la cerilla.

El amor por los malditos renegados.​

Y la capacidad de colarnos bajo las defensas de casi todos.​

Escuché su respuesta, asentí suavemente con la cabeza ante la pregunta y me acomodé mejor en la silla luego de quitarme el cabello de los hombros con ambas manos.

—Pues... Más o menos toda la vida —respondí junto a una risa—. La casa en la que vivo ha pasado de Kurosawa en Kurosawa por tanto tiempo que ya uno ni se molesta en contarlo. Allí creció mi padre, mi abuelo y así.

Alcé un poco las cejas cuando preguntó por la fruta dragón y solté una risa baja.

—¿No sabes? Creí que ya había empezado a volverse popular y eso, es decir, en otros lugares. Igual tiene otros nombres ni idea. —Apoyé las manos en la mesa, reposando algo del peso del cuerpo—. Son estas frutas rojizas, bueno, como magenta o amarillas por fuera que parecen cubiertas como de escamas grandotas. Parecen un huevo de dragó o algo así. Por dentro la pulpa es blanca o rojiza, con un montón de semillitas negras. Sabe... ¿parecido al kiwi? No sabría explicarlo, pero es muy dulce.

 

La verdad es que no podía imaginarme lo que era tener que mudarse, mucho menos tener que cambiar de país, en ese sentido era muy rígida y venía, de nuevo, seguro con mi personalidad controladora. Quería estabilidad, quería saber que podía volver al mismo sitio, que al siguiente mes no estaría en otra casa o al siguiente año en otro país. Solo quería un sitio donde las cosas olieran siempre igual, nada cambiase de lugar y donde supiera caminar incluso en la más absoluta penumbra porque lo tenía memorizado... Incluso si en ese espacio estaban también los padres que ya no sabían cómo lidiar conmigo, porque veían a su primer hijo muerto en mis ojos.

Aflojé otra risa cuando soltó que no le pidiese mucho, que apenas llevaba allí nueve días y me encogí de hombros en respuesta. Lo otro lo pensé cero segundos, cuando me preguntó si le daba a probar asentí con la cabeza como una cría y la sonrisa casi hizo que se me cerraran los ojos.

—Claro, senpai~ ya verás, seguro te gusta. Bueno, no sé en realidad, ¿te gustan las cosas dulces?

La pregunta quedó en el aire porque aparecieron con nuestro platos, que dicho fuese de paso olían super bien y se me activó el estómago de nuevo. Alcancé mis propios palillos y revolví un poco el ramen, mezclando las cosas que traía encima.

—Provecho —dije antes de probar el primer bocado.

 

Lo vi imitarme, revolviendo la comida, y luego del primer bocado buscó mis ojos a lo que solo le dediqué una sonrisa. A ver, solo le había mostrado un buen lugar para comer ramen, lo mismo podría haber hecho cualquier otra persona, al menos si se juntaba con gente que tampoco paraba quieta como yo y eso.

Me respondió la pregunta de paso y digamos que almacené la información, uno nunca sabía, quizás hacía galletas o algo y le traía, es decir, cuando tuviese el humor. Aunque no podía hablar de tener humor de algo cuando literalmente había ordenado un pastel en automático el día que sube que habían apaleado a Hiroki, así que bueno eso, que nunca se sabía.

—¿Alguno favorito? —repetí, claramente indecisa, y antes de responder me permití probar un par de bocados más—. Pues me gustan bastante las gomitas de cualquier sabor, la verdad.

Era lo que le pedía a Al que me comprara casi siempre que nos juntábamos, así que supongo que aunque no le diese vueltas en su momento, eran mi dulce favorito y ya.

—¿Lo ves? Te lo dije~ y ahora ya sabes cuál restaurante es, por si quieres pedir desde casa o pasar a llevar —Alcancé el vaso, bajé algo de la bebida y después la extendí hacia él—. Habías dicho que querías probar, ¿no?