Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi

    Pasillo a Kamakura
    Su viaje por la montaña había finalizado frente a un pasillo que conducía a la ciudad de Kamakura. Refugiados por las sombras del anochecer, él se limitó a seguir en silencio los pasos de la persona que había ido a rescatarlo de aquella molesta celda de madera y ser recibido por Matsuda, quien le comentó que casi todos los equipos habían llegado hasta allí. Tales palabras trajeron calma a su espíritu; aunque no llevaba muchos días viajando con los Minamoto, superó situaciones complicadas junto a Kenzaburo, Mao, Hideyoshi y Takeda, de modo tal que un hilo de camaradería y compañerismo había comenzado a tejerse, uniéndolos. Tampoco olvidaba a Misato ni a Kuroki, e inclusive ese mismo hilo lo unía a Takano, aunque de un modo distinto. Ahora había demasiados rostros nuevos, pero se alegraba de igual manera que hubiesen llegado medianamente sanos y a salvo.

    Se quedó viendo el lugar por donde Matsuda, Taiyo y Shinko desaparecieron para ir en busca del grupo que faltaba. Escuchó atentamente las palabras que pronunciaba Satou.

    El tal Taiyo no parece tener dificultades para desplazarse por el bosque cuando a éste lo cubren las sombras —respondió—. Fue a rescatarme cuando los enmascarados me aprisionaron en una celda de madera, y optó por esperar a que anocheciera para venir hasta aquí. Tengo plena confianza en él.

    >>Pero en quien más confío es en el propio Kenzaburo —continuó, con voz calma pero palabras firmes—. No lo he visto en todo el trayecto y tampoco es que sepa mucha cosa de él, intercambiamos palabras en muy contadas ocasiones. Pero sí que he sabido ver, de algún modo, su espíritu. Quizá por intuición... tal vez porque siento que nos parecemos en algo. Pero puedo asegurar que un bosque con trampas y personas enmascaradas no lo detendrá… Ha salido de situaciones peores —finalizó, recordando los incidentes de Tsu.

    Se giró hacia Mao, quien no se hallaba muy lejos.

    Sé que no me equivoco cuando digo que tú también confías, pero evita preocuparte. Él vendrá. Lo esperaremos juntos.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    Agradeció que Misato amordazara al inútil de Murai, porque a ese paso ella también iba a terminar perdiendo la cabeza, iba a desenfundar la katana y abrirle la garganta sin siquiera tomarse la molestia de preguntar, sin importarle si el otro estaba buscando que lo mataran ni nada más. Todo con tal de callarlo y cobrarse las heridas de Takano.

    Como buen perro rencoroso.

    Lo disimuló bien, la sorpresa que le provocó ver al señor hacer aquella reverencia y disculparse por su comportamiento. De hecho, ignorando la reverencia como tal, casi podía pasar por un niño regañado al que su madre lo pone a disculparse con las personas que, a mitad de un arrebato, terminó ofendiendo o molestando.
    Shinrin respondió a su pregunta, a lo que realmente lo tenía mortificado en el momento, y ella ya habiendo soltado el regaño realmente no tenía mucho más que decir así que se mantuvo al margen, se limitó a ver a los demás retirarse dejando la herbolaria casi vacía en comparación. Solo cuatro, tres hijos de Kamakura y Kuroki, que era el que había traído a Takano hasta allí.

    Escuchó a Shinrin decir lo de que seguramente tenía sed pero en ese estado darle de beber podía hacer que se ahogara, a lo que solo asintió mientras separaba su tacto de él por fin soltando de nuevo el aire contenido. Cuando sintió a su hermana revisarla dio un respingo, se había olvidado por completo del veneno, como fuese se dejó hacer a pesar de que las sanguijuelas siempre le habían dado algo de asco.

    Tomó de nuevas cuentas la pieza de shogi que había dejado al lado de Takano, se apartó de la mesa y fue hasta ese momento que su cuerpo prácticamente cedió al agotamiento que se traía encima, terminó sentada en el suelo como Shinrin, respirando con pesadez. El calor del fogón de la herbolaria le arrojó una oleada de sueño encima y se enjuagó los ojos enrojecidos por el llanto como una chiquilla.

    ¿Realmente Takeda planea enfrentarse a mi padre?

    Estaba mirando la pieza entre sus dedos con aires distraídos cuando la pregunta de Shinrin le cayó encima y la hizo levantar la vista cansada hacia ella, para asentir lentamente con la cabeza.

    —Lo habló con Takano antes de que comenzáramos el ascenso. Se supone que era una conversación privada, pero ya sabes... —comenzó a contarle en voz baja—. Le dio un montón de vueltas innecesarias para decírselo, hasta yo estaba perdiendo la paciencia. Como sea, Takano le dijo cómo iba a resultar esa estupidez. Rengo vino con nosotros por cierto, no sé dónde está ahora y me tiene preocupada también, pero ese no era el tema.

    Estaba divagando bastante, cuando en general aunque no era cuidadosa para hablar, al menos iba al punto.

    —Rengo intervino, luego lo hice yo. Si hay algo en lo que todos los hijos de Kamakura alcanzamos a acordar es que enfrentar a Kato es una idea descabellada, sobre todo cuando planeó todo sin siquiera hablarlo con Takano antes o alguno de ustedes —continuó con el tema central—. No quería darle cuerda a las ideas de Takeda si eso implicaba poner todavía más en riesgo a mi familia, los rescoldos que quedan de ella, ustedes los hijos de Kato. Aún así no pude discutir con su lógica... Aquí, en la boca del Yomi, no dialogamos como los malditos diplomáticos. Lo hacemos con la katana, ¿no es así?

    Volvió a enjuagarse los ojos, dejó salir un pesado suspiro y terminó por clavar la vista en cualquier parte. Lo siguiente que salió de su boca fue una risa extraña, ronca y apagada.

    —Pero va y resulta que casi matan a Takano incluso antes de llegar aquí. Creo que Takeda no entendió hasta ahora dónde demonios estaba metiéndose, incluso si el ataque lo hizo Murai colado entre nosotros, ocurrió justamente aquí. No creo que le interese o que lo haya pensado siquiera, pero Murai pudo dejarlo en el mismo estado a él de haber tenido la mala suerte de haber quedado en su grupo. Su amigo... fue la primera muralla de defensa. —Volvió a sorber por la nariz sin darse cuenta.

    Para eso eran los clanes, ¿no?
     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada
    Herbolaria (Kamakura)


    Al final no pude mirar a los presentes pues estaba ensimismado en Takano que apenas si pude escuchar cómo Takeda se disculpaba, mas no vi su accionar y las voces del resto llegaban de forma lejana, aunque tampoco es como si estuviese de oídos sordos, sí había escuchado cuando Shinrin mencionó que se debía evitar el Dojo por obvias razones y que, irónicamente, era mejor ir al Castillo.
    Shinrin nos dijo que mañana le pagáramos y que era mejor dejar a Takano aquí, sudando las toxinas. Yo solo acaricié suavemente la mano del mismo un rato hasta que pude sentir como todo mundo ya estaba saliendo de la Herbolaria.

    Seguí escuchando murmullos afuera, parecían hablar un poco antes de partir, yo solo me quedé ahí hasta que Shinrin le colocó sanguijuelas a Yuzuki, no presté mayor atención y para esas alturas, los efectos de mi veneno ya se habían ido por completo, estaba recompuesto.
    Mencionó que Takano podría tener sed pero que sería peligroso darle agua ya que sus músculos estaban tensos. Pude sentir una reacción minúscula por parte de Takano cuando tomé su mano, y luego Shinrin se fue hacia su fogata y soltó una pregunta que enseguida Yuzuki atendió.

    No me dí cuenta en qué momento ya se había desplazado, pese que estaba a lado mío, tal vez ya era el cansancio, al ver todo eso, empecé a sentirme ajeno y solté un suspiro, dejando al fin a Takano descansar.
    Di un par de vueltas por la sala para ver los estantes, solo mirándolas mientras escuchaba apenas nada de lo que decía Yuzuki, técnicamente poniendo al día a Shinrin.

    No hice más y comencé a caminar hacia la salida con calma, pero antes de retirarme hablé:
    —Iré a alcanzar a los demás, pero antes iré a que me parcheen mi hombro, olvidé mencionar que cuando caí en la trampa de veneno también se enterró una flecha ahí, nada grave pero empieza a molestarme—. Dije, olvidando que de hecho Shinrin era médico también en ese sentido y me retiré de ahí con calma. Ya no había nadie y comencé mi caminata hacia la Clínica, ensimismado en mis pensamientos y aún con mi gesto serio.

    Después de todo, prefería que Yuzuki hablase con los que vivían aquí, ya más tarde tal vez pueda hablar con ella.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi

    Se mantuvo en silencio, sentada observando
    desde su posición la entrada del bosque, mientras escuchaba las palabras que Togashi le transmitía a Satou, el silencioso ambiente se lo permitía a pesar de la distancia. En cuanto mencionó a Kenzaburo su atención se volcó en el hombre, algo sorprendida de sus palabras. Ver como confiaba en Kenzo a pesar de conocerlo poco le traía un agradable sentimiento, una mezcla de calma y alegría que ya había sentido antes, esa sensación de que el ronin ya pertenecía a un lugar, tenía en quienes confiar y apoyarse. Casi logra sacarle una sonrisa, pero mantuvo su seriedad, tampoco había que precipitarse, aún faltaba ver cuánto duraría aquella confianza.

    —Ya veremos en qué condiciones llega —respondió a las últimas palabras de Togashi, volviendo a volcar su atención en la entrada del bosque.
     
    Última edición: 28 Noviembre 2020
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    Amelie

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    [​IMG]
    Monte Genji (Kenzaburô; Zeng; Ujihisa; Terunobu)

    Siguieron avanzando después de aquel entrenamiento, sus músculos comenzaban a sentir el agotamiento; pero aun había un sitio por el cual debían pasar antes de salir por completo de aquella montaña. La noche ahora era una aliada mas al misterio que pudiera tener aquel sitio.
    En aquel sitio una figura sombría parecía estarlos esperando, se giró y su rostro era de un hombre en una máscara de zorro; sostenía dos sables, uno largo y uno corto y se preparaba a embestirlos.
    Lanzar un dado de 5 caras para esquivar el ataque si no esquivan pierden -20 pv
    Si esquivan: +300 EXP
    Si no esquiva:+20 EXP

    [​IMG]



    • PV= 60 pv
      -1 defensa (mal descansado)
      +650 EXP

    • PV= 100 pv
      +650 EXP

    • PV= 90 pv
      +850 EXP

    • PV= 90 pv
      +650 EXP

    Kenzaburo= +500 monedas


    [​IMG]
    Herbolaria (Kuroki; Takano; Riku; Kirara; Misato; Heya; Yuzuki; Takeda y Tetsuo)


    —¿Rengo también está aquí? ¿Había reunión familiar y yo no me enteré? —bromeó sin ninguna reacción facial —El parecido es impresionante, ya sabes— mencionó sin entrar a detalles esperando que Yuzuki entendiera.

    —La cosas se solucionan mejor con la katana, eso es cierto; pero por primera vez creo que mi señor debería hablar antes de atacar a mi padre — decía Shinrin mientras observaba como Kuroki rondaba en la herbolaria, aquello no le molestó, no parecía querer tomar nada de su inventario —Los Harima hemos vivido con el objetivo de defender a los Minamoto, ninguno de los hijos de Kato nacimos sin un propósito. Nos debe al menos eso, ser escuchados.

    Aquello comenzaba a sentirse como en los viejos tiempos, inclusive el aire de melancolía era cotidiano en Kamakura.

    —No pienses en lo sucedido a Takano como algo malo; de hecho fue idóneo que entre los suyos sucediera con él. Al menos supo avanzar en el bosque, si hubiera sido alguno de ustedes —dijo observando a Kuroki —No habrían encontrado a alguien a tiempo y el veneno los hubiera hecho morir lentamente y en completa soledad. Takano actuó como un verdadero guerrero, en parte gracias a sus acciones lograron capturar a Murai Sugita. Esta es una victoria para Kamakura —observó a Yuzuki y colocó su mano en su hombro con delicadeza — Mi hermano ha cambiado, parece que ahora si le preocupa su propia vida; sabes muy bien que el Takano de hace unos inviernos hubiera perseguido a Murai aunque hubiera muerto antes de alcanzarlo. Cumplir tu misión lo es todo en Kamakura.

    Observó a Kuroki mientras este se despedía, no lo detuvo a pesar de que cualquiera de las dos podían ayudarlo con hombro —Me es impresionante ver cuantos se han preocupado por él. Ese joven lo trajo con esfuerzo hasta acá, sin titubear en sus pasos o pensando en su propio estado. Si yo no noto los síntomas del veneno el no hubiera hecho nada por ello—mencionó mirando a Kiba quien ya se encontraba acostado a su lado — Y eso no es gracias a nuestra educación aquí en Kamakura, eso es por Takeda. En mi señor puedo ver genuino aprecio por los que lo siguen. Aun tiene humildad, algo que pocos señores feudales poseen. Pero tiene un gran defecto, es sumamente ingenuo —En ese pequeño encuentro Shinrin había descrito a Takeda.

    —Esa es la razón de las acciones de mi padre Yuzu — acarició a Kiba mientras veía el fogón frente a ellas —Habrá sido una tortura haber crecido como lo hicimos; pero ningún hijo de Kamakura es ingenuo. Si el imbécil de mi hermano casi muere, no fue por ingenuidad; fue por falta de habilidad. Aun así sobrevivió. Yo, a diferencia de mi padre, considero que vivir para luchar otro día es más valioso que morir por un falso honor.


    • PV= 55 pv

    • PV= 50 pv
      +10 defensa (yoroi)

    • PV= 60pv
      -3 defensa (veneno batracotoxina)
      +520 EXP

     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Herbolaria

    Asintió con la cabeza al asunto de Rengo, tanto a lo de si estaba allí como a lo de su parecido con Takeda, saltaba a la vista claro pero ahora encima tenía la información que le había soltado Takano sobre todo aquello de los sustitutos.

    —Supongo que puedo volver a intentar hablar con él del asunto, sobre todo ahora que... Bueno. —Deslizó la vista a Takano, postrado en la mesa—. Dudo mucho que sirva de nada, pero quizás luego de haber pasado por el bosque y visto esto se lo piense, o por el contrario, se ciña más en ello, alterado como estaba con lo del inútil de Murai. No estoy segura de nada, porque para empezar no contaba con tener que volver a Kamakura tan pronto. El chico, Kuroki, al parecer admira mucho a Takano, ¿sabes? Es gracioso y todo, dijo no sé qué cosas de ganarse su cariño y luego lo arrastró hasta aquí sin titubear como dijiste, no tiene ni idea de que con eso quizás se ganó el cariño de otros por rebote, de los que apreciamos a este maldito cabeza dura.

    Sintió la mano de Shinrin en su hombro mientras le prestaba atención a lo que decía sobre no ver lo que había ocurrido como algo malo, era difícil por supuesto, entendía su punto, sabía que cualquier otro no la hubiese contado, ni ella, Kuroki, Misato o Kohaku, ninguno de ellos habría alcanzado a llegar a Kamakura a tiempo; también el hecho de que no hubiese seguido a Murai como un maldito demente era algo que rescatarle, pero a ella no dejaban de rasgarle la cabeza las palabras que le había dicho en Shizuoka porque al final del día la movían sus emociones.

    Pieza defectuosa.

    Cría anémica de la camada.

    —Ya en una prefectura anterior tuve que unirle el pecho a Takano, estuvieron por atravesarlo de lado a lado, le pedí que no me sacara otro susto de esos y aquí estamos. Sé que no pueden hacerse promesas de esas en dónde decidimos meternos. —Tragó grueso—. Pero no siguió a Murai, Dioses, no lo hizo y ahora supongo que eso es lo único que agradezco.

    Posó la vista en Kiba siendo acariciado por Shinrin y estiró la mano para que pudiese olfatearla, aunque ya de por sí el lobo no había reaccionado hostilmente a su presencia por obvias razones, pero si alguien sabía la importancia de andarse con cuidado con caninos era ella.

    —Quiero pensar que venir aquí, ver dónde nacieron los Harima, logrará quitarle algo de ingenuidad de encima pero de nuevo, no tengo certeza de nada. No sé si esa ingenuidad solo se sacude habiendo nacido aquí. Como sea son cosas que ahora no tiene objetivo pensar demasiado. —Se pasó las manos por el cabello con aires distraídos y movimientos pesados—. Pero sí, vivir para poder seguir luchando siempre es mejor que acabar muerto por falsos honores.

    Cerró los ojos unos segundos, adormecida por el calor de fuego como estaba, y quizás por fin logró relajarse un poco. Al menos lo suficiente para poner algunas de sus desastrosas emociones en orden.

    —Shinrin. —La llamó mientras abría los ojos de nuevo pero no la miró, vete a saber por qué—. ¿Crees que pueda quedarme aquí? Quiero decir, no es que no confíe en tus cuidados ni nada, pero la verdad es que vas a tener que sacarme a palos si quieres que me vaya... No quiero dejarlo. Ya sabes, cosas de perro de guerra. Por la mañana intentaré encontrar a Rengo y quizás juntarme con el resto. Ah, también quisiera que me prestaras tus cosas para preparar algo de veneno ya que estamos.

    Antes de siquiera recibir respuesta empezó a aflojar las vendas de sus manos que hasta ahora se dio cuenta conservaban algo de sangre que ya no sabía si era del pasillo, de sus propios raspones o de quién sabe qué otra fuente, pero tampoco le prestó demasiada atención. Dejó ambas katanas y el carcaj a un lado luego de eso.
    De la nada había quedado armada hasta los dientes, pero le hacía falta el arco todavía.

    nadie:
    absolutamente nadie:
    yo: que suelte otro tocho? que suelte otro tocho
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Clínica

    Desperté un par de horas después, con el cuerpo bastante renovado. La medicación que Natsu me había dado, al parecer, había surtido buen efecto. Repasé la clínica con cierta pereza antes de erguirme un poco y sobarme la garganta, carraspeando. La inflamación también había bajado. El sol ya estaba ocultándose tras el horizonte y pensé que sería mejor buscar un lugar dónde dormir. Ahora sentía la boca pastosa, mejor buscar algo de agua pero primero...

    Rengo se movió un poco más allá y deslicé las piernas hasta el suelo, conteniendo un quejido más de pereza que de molestia física, y solté el aire antes de pararme. Le rasqué a Chiasa en el lomo para despertarla y la coloqué sobre mi hombro, ya que no tenía el abrigo para facilitarle uno de sus bolsillos.

    —Buenas noches —murmuré viendo a Rengo, ligeramente risueño; mis ánimos también habían mejorado—. ¿Cómo te sientes?

    Arrastré los pies hasta donde él estaba y lo observé atentamente, buscando luego a Natsu para repetir el proceso. No sabía si tendría los antídotos necesarios a mano o si tendría que pasar por la herbolaria primero, pero lo fundamental era identificar el veneno que llevaban en el cuerpo. Por las dudas, al ir junto a Gotho, le pregunté si tenía idea de qué sustancia se trataba, siendo que él estaba más informado que yo al respecto.
     
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    Insane

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    Natsu Gotho
    Clínica -> Herbolaria

    <<Mira chico, estas prendas son bastante nuevas aún y son un regalo de los Azai por la buena diplomacia de aliados que forjamos hace poco tiempo atrás... no querría que se me dañen por culpa de un cadáver ambulante como tú, así que quita.>>

    Sus ojos se pusieron en blanco pese a que ya se encontraba dándole la espalda, ignorando con cada paso sus palabras, como si no fuese más que un molesto insecto que no dejaba de zumbar en su oído, sintiendo una pérdida de tiempo el escuchar su discurso patético sobre un par de telas viejas que le servían para cubrir un cuerpo deteriorado. Sin embargo:

    <<Al fin y al cabo, tarde o temprano alguien te pasará por la espada, y nadie te recordará>>

    Frenó en seco el tacto sobre el cabello de Kohaku, alejando sus dedos de las hebras capilares con parsimonia ante las palabras ajenas, denotando luego que el niño había caído en un profundo sueño.

    Se sentía extraño, pese a que no era la primera vez en que escuchaba a alguien decirle algo como eso.

    Permaneció por un par de horas, recibiendo el frío viento que se colaba por las ventanas como si no se tratara más que de una pequeña brisa helada, fundido en su mente hasta que sintió una sombra moverse, mirando por encima del hombro. Rengo había despertado y no mucho después, lo hizo Kohaku, el cual no demoró en preguntar por la sustancia en su cuerpo.

    —Betracotoxina —atajó en modo de respuesta sin ser brusco en realidad en la tonalidad de su voz, siendo míseramente plano, dándose cuenta desde hace un rato, el hecho de que el sitio comenzaba a tornarse completamente helado. Caminó entonces hasta la puerta —. En la herbolaria nos curas Kohaku, si permanecemos más tiempo aquí terminaremos enfermando los tres.

    Comenzó a caminar, procurando esperar el paso ajeno pese a no demostrarlo explícitamente.

    Manteniéndose al tanto, de que ninguno, se quedara atrás.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Clínica -> Herbolaria

    Mi rostro se iluminó con una chispa de emoción casi pueril, bastante contradictoria a juzgar por el contexto, al oír el nombre de la toxina. ¡Sabía curar eso! Era el mismo veneno con el cual habían intentado matar a Matsuda en Nara. Encima de todo, en el camino a Kamakura me había hecho con un auténtico botín de sanguijuelas; si todo iba bien, podría ayudar a un montón de personas.

    Eso me devolvió la alegría.

    Asentí ante la idea de ir a la herbolaria, y mientras Natsu empezaba a andar me acerqué a Rengo y le sonreí.

    —¿Me permites? —murmuré, colándome de todas formas bajo su brazo para dejarle usarme de apoyo—. Así andaremos mejor, ¿no crees?

    Iba a seguir insistiendo, en verdad, sin importar cuánto me rechazara. Estaba programado para funcionar en base a utilidades, en ese momento había frente a mí cientos de cosas que podía hacer y, dioses, podía ser muy testarudo cuando me lo proponía, cuando era lo que mi propio ritmo dictaba.

    Además, había algo que seguía rayándome la mente.

    Anduvimos en silencio, el aire soplaba frío pero, mal que mal, llevar a Rengo pegado a mí nos confería calor mutuo. Fui observando los alrededores, juntando valor, hasta que Natsu se encontró a cierta distancia prudencial y entonces hablé.

    —Dices haber sido el responsable —murmuré en un tono apenas audible, cosa de que Rengo y sólo Rengo me oyera, sin despegar la vista del camino, de la espalda de Gotho—. Pero no fuiste tú quien blandió la espada, ¿verdad?

    No.

    No había manera.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Castillo

    "(...) y nadie te recordará", repasaba en su mente, camino a la herbolaria. "Puede que haya sido muy duro con él. A decir verdad, la gente como Natsu me resulta difícil de digerir. Sin propósito aparente, sin fin, sin ambición, sin ideales o valores. ¿Qué es lo que ha hecho además de mostrarnos su más absoluta indiferencia para con todos nosotros?", se justificaba.

    "Pero aún así, siento que mis palabras cruzaron un límite, incluso si...", mientras se detenía en seco a medida que discurría, "pero es probablemente un traidor, un traidor que nos vendió en Tsu, o que tuvo algo que ver con la muerte de la mujer que trajo a Takeda al mundo", pero, "aun así...".

    Llegando a la herbolaria no tuvo mucho tiempo para averiguar nada por una posible poción contra su veneno. No tuvo suerte, Takeda los citó a la salida de la misma y le solicitaba a él y los presentes ir hacia el castillo de Kamakura.

    "Llegó la hora de la verdad", pensó.

    Le dio un apretón a Takeda en el hombro, la nostalgia lo había invadido al verlo hablar de nuevo. Asintió ante Kirara, y luego se saludó con Tetsuo, a quien también extrañaba.

    —Entiendo, ya veo, hacía mucho rato que no tenía tacto alguno con nuestro líder y señor Minamoto. Estaré ahí para cuidar sus palabras y movimientos—y cambiando de tema mientras miraba hacia los costados—. Me alegra que andes bien, compañero, pero me preocupa la ausencia de Terunobu, solo espero que llegue a Kamakura si es que no sabes nada sobre él.

    En el castillo llamó la atención la ausencia de guardias, le recordaba la sensación que vivió en Mie, con los Hachi. No obstante aquello había terminado bien, ¿ahora se podía garantizar lo mismo? Ciertamente no.

    El hombre que salió a su cruce parecía alguien respetable, esa impresión que no sentía por el señor Harima, a pesar de nunca habérselo cruzado. Kirara, no obstante, pareció no sentirse de la misma forma, y le demandó algo que aquel hombre no parecía muy dispuesto o convencido a dar.

    —Somos gente razonable de diferentes familias que han hecho un largo viaje, siendo atacados por los Taira, y necesitamos que por favor nos brinden un poco de hospitalidad. Mi nombre es Hideyoshi... Soga no Hideyoshi, y en nombre de mi familia, por la sangre que corre en mi interior, por Buda y por Shinto también, le prometo que somos de fiar—se fijó en Murai, señalándolo con el dedo—. Ese hombre, en cambio, es lo más bajo que hay. Un impostor, un asesino, lo más vil que pueda verse, alguien sin código ni tradición, lo más deplorable entre los bushi, y entiendo que no confié plenamente en nosotros, pero créame... prefiere tener a ese hombre en una celda antes que suelto y recuperándose a medida que el sol brilla cada vez más y más fuerte. Le solicito nos deje poner a este hombre bajo custodia, y también solicitamos, cordialmente, una audiencia con quien sea que pueda hablar en nombre del señor de este castillo, ¿algún castellano quizá? ¿algún hijo? Ese Rengo que usted ha mencionado, ¿es alguien con quien podríamos tener una audiencia?
     
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    Clínica (Kamakura)


    ¿El parecido de Rengo? La verdad es que no me había detenido mucho a pensar en ello y no tenía cabeza para eso, fui recordando y analizando un poco las palabras de Shinrin mientras caminaba por las calles, ensimismado en mis pensamientos mientras también miraba interesado lo que podía observar en los anaqueles del local, me preguntaba que tan interesante sería aprender acerca de venenos.

    Ser escuchados.

    Supongo que Takeda ha hecho un trabajo o un esfuerzo decente en eso, tal vez si sea un poco terco pero, también era cierto que estaba muy afectado por todo lo sucedido con los Taira, en parte le entiendo porque... creo, que yo soy así.

    Las otras palabras que fui rememorando de hace un instante me hizo caer en cuenta de algo que tenía mucha razón, si teníamos a Murai y, esperaba de corazón nadie haya caído muerto en el bosque, es porque en parte ayudó mucho que, justamente yo fuese el capturado y, el haber dejado a los Fujiwara, dieran con Murai, sin mencionar que, el hecho de que fuese Takano el afectado ayudó bastante. Dios... ¿Cómo debería tomar esto? ¿Como un buen presagio tal vez? Debía admitir que teníamos una suerte anormal encima nuestro.
    Al menos, agradecía la parte de que Takano por lo menos se preocupaba por su propia vida, lo cual a medio camino me hizo sonreír, por fin, después de sus buenas horas pasadas.

    Al final suspiré, pues obviamente ya no pude escuchar más de la conversación, solamente elevé un poco la mirada mientras me detenía un poco a ubicarme, no tardé en darme cuenta que ya había llegado a la famosa Clínica. Sin en cambio, se veía muy... abandonada, para cuando me di cuenta, terminé casi cara a cara con una figura que salió de dentro, frenando bruscamente mis pasos, era... ¿Natsu?

    —Oh.—fue lo que apenas pude musitar por el momento un tanto incómodo.
    >>Takano está a salvo, conseguí llevarlo a tiempo y, bueno. Me faltó agradecerte también a ti, Natsu. Me di cuenta bastante tarde que había sido vendado antes, si de casualidad van a la Herbolaria dudo que los atiendan, aunque me dijeron que antes teníamos que ir al Castillo, Shinrin, la que atiende el local irá a atender al resto—. Dije con calma, bastante para ser yo y para la situación, eché un vistazo al interior y suspiré.
    Parece que no había nadie.

    —En fin, si van a la Herbolaria igual puedo ir con ustedes, Takeda y los demás partieron ya al Castillo, y nos advirtieron de no ir al Dojo, seguramente por Kato Harima—. Dije para poco después apartarme del camino de Natsu, tocando un instante mi hombro, parecía que me tocaba esperar por ahora.
     
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    Insane

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    Natsu Gotho
    Clínica -> Herbolaria

    <<Me faltó agradecerte también a ti, Natsu.>>


    Arqueó una de sus cejas al tener frente a él a Kuroki, escuchándolo hablar al frenar su caminar por mera inercia de no chocar con el chico, enterrando las manos en los bolsillos del kimono con la serenidad innata al volver su semblante impasible; ¿desde cuándo alguien le daba las gracias y mencionaba su nombre en una misma oración? Se sentía extraño. Desde que pisó aquella prefectura, no, desde que Rengo estuvo al borde de la muerte, Kohaku ardiendo en fiebre, las palabras de Hideyoshi, el palpitar de la espada.

    Los recuerdos.

    Su ensimismamiento se interrumpió de lleno.

    ¿Takano estaba a salvo?
    Claro que debía estarlo, luego de él frenarle la hemorragia y darle su abrigo tenía que estarlo. Deslizó entonces sus pupilas por el paisaje del sitio, ubicando el castillo al éste sobresalir en arquitectura, siendo demasiado llamativo en realidad, volviendo su vista al chico, denotando sus articulaciones con el ojo clínico. Se había robado en realidad algunas cosas de la clínica, así que revisar al niño y curarlo en caso de ser necesario no sería complicado.

    —¿Estás herido?

    <<Kato Harima.>>

    —¿Quién es Kato Harima? —cuestionó mientras retomaba el paso, esperando a que Kuroki lo siguiera de cerca para llegar a la herbolaria—. En la herbolaria te revisaré.

    Luego de que revisara a Kuroki, Kohaku desapareciera el veneno de su cuerpo, y el de Rengo, podía dirigirse al castillo. La sangre seca en su ropa comenzaba a fastidiarle de más.

    Después de no muchos minutos caminando, denotó la herbolaria, abriendo la puerta con parsimonia.

    —¿Yuzuki? —siseó.

    Casi y arrugó la nariz.

    Hubiesen ido al castillo...
     
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    Bruno TDF

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    Pasillo a Kamakura

    La joven Mao contestó a sus palabras y volvió a centrar su atención en la entrada del bosque, visiblemente inquieta por la tardanza de su maestro. Incluso desde la distancia pudo percibirla cansada, débil y sufriendo el aire fresco de la noche, que los entumecía con las caricias de la brisa. Togashi se quedó mirándola un largo instante, pensando en lo mucho que aquella chica le recordaba a su querida hermanita, rememorando las veces que Kanade estaba así, triste y preocupada, ya sea por el rechazo de su familia, por el miedo a los Taira o por no saber si comerían al día siguiente. Su cinta roja seguía meciéndose entre sus cabellos, como brazos delgados saludando de forma juguetona. Apretó los labios, mientras en sus ojos oscilaban el brillo de su voluntad y la oscuridad de la tristeza.

    Hubo algo que no dijo a Satou, porque prefería guardárselo para sí mismo: que envidiaba a Kenzaburo por tener a su lado a su alumna.

    Le era inevitable extrañar a Kanade, desear que estuvieran juntos luchando por los Minamoto. Pero al menos seguía viviendo, y podía ayudar a otras personas. Eso le hubiera encantado.

    Hizo un gesto hacia Satou, para indicarle que se iba a estar con Mao. Se acercó hacia la zona donde ella descansaba. Ante los ojos de la chica buscó ramas secas en la entrada del bosque y unas piedras, que dispuso cerca de la muchacha formando un círculo. En el centro colocó las ramas secas y, chocando otras dos piedras, emitió las chispas necesarias con las que la fogata no tardó en encenderse. El fuego inundó de calor sus cuerpos cansados, en aquella fría noche.

    Esto evitará que nos enfermemos y también podrá venirle bien a los que lleguen del bosque —dijo, sentándose a un lado de la llama, con las piernas cruzadas—. Creo que lo mejor que podemos hacer apenas lleguen los demás es ir a la herbolaria de la ciudad, porque en el camino crucé una zona contaminada con veneno.

    Suspiró, aliviado por el calor y por no tener que permanecer de pie mucho más tiempo. El veneno lo tenía más agotado de la cuenta, eso sin contar los accidentes sufridos en la montaña y el bosque. Pero podría resistirlo en aquella pequeña espera.
     
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    Amelie

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    Monte Genji (Kenzaburô; Zeng; Ujihisa; Terunobu)

    Terunobu fue el único que logró reaccionar a tiempo ante el ataque; los demás fueron embestidos cayendo al suelo con rudeza. Terunobu trató de alcanzarlo pero aquel individúo era muy rápido. Logró escapar dejando sólo el silbido que lentamente se disipaba entre el bosque. Ujihisa fue el primero en levantarse para atender las heridas de Zeng y Kenzaburo, después las propias. La noche hacía más frío aquel bosque, Kenzaburo sabía que era el momento de salir de allí.

    Siguieron a Kenzaburo hacia la salida del bosque; llegando a la entrada de Kamakura. El sitio eran marcos de madera, envueltos de las ramas de Wisteria, un árbol de flores lilas que descendían haciendo una bienvenida bastante amable a comparación de la montaña y todos sus inconvenientes. En uno de los marcos de madera se leía:
    "Sólo los más dignos pueden contemplar la entrada a Kamakura, pisen orgullosos"

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    Por fin habían salido de la montaña; pero no sabían que hacer, allí esperaban algunos integrantes de otros equipos.
    Continuar leyendo en Pasillo a Kamakura


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    Pasillo a Kamakura (Satou; Mao; Daichi; Togashi; Yin; Kenzaburô; Zeng; Ujihisa y Terunobu)

    Kenzaburo llegó con su equipo sano y salvo, Satou sabía que no necesitarían atenciones médicas debido a que Ujihisa los acompañaba; así que enfocó en terminar de curar las heridas de aquellos que lo necesitaran. Mao y Togashi conversaban, Satou los observó con ternura; le daba gusto ver gente tan noble acompañando a Kuroki, cada vez entendía mas el por qué su hijo no se separaba de aquel grupo.

    Yin se acercó para explicar lo sucedido a los recién llegados —Me he enterado que fue gracias a usted que se veía la posibilidad de una traición —mencionó Yin hacia Kenzaburo con formalidad —El traidor resultó ser el joven Yami; pero este no era si mismo, era Murai Sugita oculto debajo de esa fachada —observó a los presentes —El equipo de el señor Takano, conformado por Natsu, Yami y él se dividió tras ser atacado por los enmascarados, quienes llevaron a Natsu con ellos, dejando a Yami la oportunidad perfecta para atacar a Takano. Nadie sabe muy bien que sucedió después, por suerte él se sabía mover en el bosque y terminó ayudando a los que estaban atrapados en la celda de madera por culpa de estos enmascarados. Allí lograron ayudarlo pero tuvieron que irse a Kamakura lo antes posible para curarlo de un veneno mortal implantado por Murai, quien planeaba huir —Yin contaba la historia con detalle pues escuchó la versión de Satou y del mismo Taiyo — Fue cuando los nobles Fujiwara, Taiyo y Kirara; quienes hartos de la ofensa a su clan impuesta por Murai; decidieron seguirlo, logrando no sólo derrotarlo, sino que lograron desarmarlo y capturarlo con vida y evitando ser envenenados en el proceso —miró hacia la profundidad del pasillo —Ahora la mayoría están en Kamakura, de lo que sucede allí no sabemos nada, pero es momento de averiguarlo. Ya que estamos nuevamente completos, nadie perdió la vida o el rumbo en esta montaña. La hemos conquistado.

    Zeng lo miró confundido, pues para su equipo la montaña no había sido un verdadero desafío. Terunobu se mantenía a un lado de Kenzaburo; mientras que Ujihisa parecía buscar algo en su obi, algo que ya no tenía consigo.


    Pueden esperar a alguien en la seguridad del interior de aquel sitio (han salido del bosque así que los guardianes no los molestarán)
    Pueden explorar el lugar
    Pueden seguir avanzando hacia Kamakura
    Cualquiera de las opciones la pueden hacer en equipo o de manera individual, su decisión.

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    Clínica (Natsu; Rengo, Kohaku)

    Rengo escuchó la voz de Kohaku, pero no entendía lo que decía, no lo reconocía; aun se movía errático por la falta de sangre y al tacto estaba helado. No contestó a su primera pregunta, miraba a todos lados y por un instante se alejó de Kohaku; el color de cabello... talló sus ojos con fuerza, mientras el corazón le latía a velocidad por el miedo que sentía, algo que hizo que su sangre se inyectara con más fuerza en su cuerpo, dejó escapar aire entrecortado, el vaho por el frío salió de su boca mientras sus ojos se adaptaban a la silueta que veía.

    Kohaku inspeccionó a Rengo y a Natsu; pero aunque Natsu le mencioné el veneno, los síntomas no parecían ser los mismos batracotoxina; pero podía notar que los efectos no eran tan severos, pues no se ocultaban al paso del tiempo como la obtenida por la batracotoxina. Pero los efectos en primera instancia eran muy parecidos, y la sustancia era muy parecida, era por eso que Natsu la había confundido.

    ¿Me permites?

    Kohaku se acercó, por suerte logró reconocerlo y a pesar de no querer el apoyo, su cuerpo no podía oponer demasiada resistencia, estaba avergonzado; tenía miedo a la reacción que pudiera tener el joven a quien poco conocía, caminó a su lado con dolor; esperando sentir el filo de un sable, pues Kohaku había reaccionado al nombre de Hana, y la había nombrado con la dulzura que sólo alguien que la conociera podría pronunciar.

    Dices haber sido el responsable. Pero no fuiste tú quien blandió la espada, ¿verdad?

    Rengo sonrió, era una sonrisa nerviosa. El frío no ayudaba a su nerviosismo haciendo tiritar sus dientes, trataba de hablar pero no sabía que decir, no podía levantar la vista. Kohaku conocía a Rengo de hace apenas unos días, y había entendido mejor sus palabras que alguien que lo vio crecer, o al menos estaba dispuesto a escucharlo. Aquello dolía demasiado, pero no podía hacer nada para curar ese tipo dolencia, una del alma.

    —Fui yo— apretó con fuerza su mandíbula, mirando la piel de lobo blanco que aun envolvía su cuerpo, sucia con su sangre, sintió nauseas; se tambaleó un poco tratando de alejarse de su brazo quien aun quería ayudarlo a pesar de todo —Te estás manchando con la sangre de un asesino — en verdad trataba de alejarse —Hana no era alguien que mereciera seguir viviendo...— seguramente con eso lo soltaría.

    Pero antes de poder hacer algo se toparon con Kuroki fuera de la herbolaria.
    Continuar leyendo en Herbolaria exterior

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    Herbolaria (Kuroki; Takano; Yuzuki; Rengo; Natsu; Kohaku; Kuroki)

    Interior

    Shinrin dejó que Yuzuki hablara, después miró hacia Takano. Se levantó —Puedes quedarte— dijo mientras observaba el desastre que había dejado, aquel objeto punzante lleno de sangre, algunos fragmentos de taza rota por Kirara y sus cajones abiertos y desordenados —Usa mi equipo si quieres hacer venenos, después te enseñaré a hacer bufotoxina, es la que dejé embarrada en los campos de flores en el bosque —sonrió orgullosa— Ayúdame limpiando por favor, y evita que mi hermano husmee mis cosas cuando despierte —Señaló la varilla de metal a un lado de Takano —Puedes utilizarla si no se queda quieto, él no tiene permitido salir de aquí, debe descansar. Yo iré al castillo a tratar a los que faltan, después buscaré a mi padre, creo que alguien debe tranquilizarlo.

    Exterior

    Kuroki se mantenía frente a ellos cuando les explicaba lo que había ocurrido recientemente, Rengo entendía las palabras.

    "...Nos advirtieron de no ir al Dojo, seguramente por Kato Harima"

    Rengo se estremeció con las palabras de Kuroki, seguramente ante los ojos de Kohaku él también era un demonio, así como lo es su padre para él. Se llevó una mano a la reciente herida, como si hubiera vuelto a sentir el sable en su estómago cuando escuchó el nombre de Kato nuevamente, esta vez de voz de Natsu. Por fin logró soltarse del agarre de Kohaku, no merecía su ayuda, así lo sentía. Cayó de rodillas.

    Mientras tanto Natsu deslizaba la puerta de la herbolaria sintiendo automáticamente el calor del interior. Kiba, el lobo junto a Shinrin comenzó a gruñir. Shinrin lo calmó nuevamente al ver que pronunciaba el nombre de Yuzuki.

    —Kato Harima es mi padre...— dijo Rengo de rodillas sin levantar la mirada. Shinrin reaccionó a esa voz y salió a un lado de Natsu para hincarse a un lado de Rengo, tocó su frente y comprobó su baja temperatura, lo ayudó a levantarse para que entrara a la herbolaria dónde podría recuperar algo de calor y color, estaba demasiado pálido.

    —Tú sobre cualquiera de ellos deberían haber librado sin problemas el bosque. No puedo creer que mis hermanos estén derrotados en Kamakura— dijo Shinrin mientras suspiraba. Rengo levantó la vista buscando a Takano, sabía que si estaba con Shinrin se repondría, así que no se preocupó. Quería recostarse y aquel calor de la herbolaria lo adormecía aun mas.

    —Kato hizo esto Shinrin— mencionó Rengo con una mirada perdida, no podía ni siquiera observar a Yuzuki o comprobar el estado de Takano — Dejó morir a su hijo sin vacilar.

    Shinrin acomodó el cabello de Rengo y besó su frente; pero no preguntó mas, Kiba se acercó a él y se recostó a su lado. Shinrin se levantó y miró al resto —Si buscan ayuda con los venenos los atenderé en el castillo, síganme, yo debo ir allí— miró a Rengo — Después iré al dojo, así que no salgas de aquí— se acercó a Yuzuki y susurró a su oído —Si la varilla de metal no funciona, en mis cajones hay agujas con bufotoxina; ambos están tan débiles que ese veneno los dejará incapacitados de movimiento. Lo digo en serio, que ninguno salga a buscar a Kato. Son unos imbéciles pero son mis hermanos, los quiero con vida.

    Shinrin avanzó hacia Kuroki; Kohaku y Natsu —Vamos, que el frío de montaña no es una broma; en el castillo tendrán habitaciones calientes y un baño que no debería ser opcional, lo necesitan.

    Continuan leyendo en Castillo

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    Catillo (Takeda; Matsuda; Tetsuo; Taiyo; Kirara; Shinko; Riku; Hideyoshi; Misato; Heya; Shinrin; Kuroki; Kohaku; Natsu)

    Aquel hombre dirigió su mirada hacia Hideyoshi; quien hablaba con elocuencia y formalidad, cuando mencionó a Murai, el hombre amordazado parecía sonreír con dificultad, se divertía con toda esa situación; hubiera hablado para burlarse de los presentes pero gracias a la sugerencia de Riku y las acciones de Misato, no podía hacerlo.

    —Soga— dijo aquel hombre con cordialidad —Un gran apellido de la era en Nara— pero seguía mirando confundido al resto.

    Takeda dió un paso adelante e hizo una leve reverencia —Mi nombre es Minamoto no Takeda; hijo de Minamoto no Sogo y Harima no Hana; ellos son mis compañeros que pelean a mi lado contra los Taira— Takeda presentó a cada uno como era merecido, desde los Fujiwara hasta los Azai. Mostrando el nombre que portaba en su katana como única prueba, pues jamás había tenido papeles que mostraran su lineje.

    El hombre ya se encontraba en una reverencia absoluta ante Takeda y sin levantar la vista habló —Mi nombre es Ryohei, fiel sirviente de mi señor Harima; pero completo sirviente a la casa Minamoto, se nos informó por la mañana de su posible llegada; pero la mayoría seguíamos escépticos a la idea; me disculpo por mi falta de fe a mi señor. Minamoto no Takeda, verdadero sucesor, nuestro futuro emperador.

    —Y no es en lo único que es verdadero sucesor —mencionó Tetsuo. Takeda colocó su brazo frente a él para impedir que este hablara mas. Takeda tomó del hombro a Ryohei pidiéndole que se enderezara.

    —Los míos necesitan un sitio en el cual descansar; apreciaré comida y un buen baño— mencionó Takeda; para después dirigir su mirada tranquila hacia Kirara y después hacia Hideyoshi, quien con sus palabras lo habían librado de su ensimismamiento.

    —Todo lo que ha mencionado el señor Soga se realizará; pero me temo que no podrán seguirlo todos sus acompañantes; llevaremos al prisionero a la mazmorra; después podremos acordar una audiencia con la señorita Shinrin; ninguno de los hijos del señor Harima pueden guiar una ceremonia, algunos por su ausencia y otro por su indisposición — mencionó con cuidado, levantando sospechas en Takeda.

    —¿Dónde se encuentra Jiin Harima?— mencionó Takeda autoritario.

    —En la mazmorra mi señor— dijo haciendo una reverencia, el hombre comenzaba a temblar ante la voz de Takeda.

    —No esperaba menos — mencionó Tetsuo — Este es el trato que Kato Harima tiene con sus hijos; no esperemos un mejor recibimiento.

    —¿Dónde está Kato Harima?— Preguntó Takeda.

    —Mi señor— inició Ryohei temblando — el señor Harima nunca descansa en el el castillo... él...



    —Estoy aquí. Takeda

    Todos dirigieron su mirada hacia el techo de la entrada principal; allí estaba de pie a la luz de la luna; Kato Harima. Nadie había sentido su presencia; pero al sonar aquella voz logró guiarlos, mientras este los observaba con suma atención.
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    —Ahora que sabes dónde estoy ¿Qué planeas hacer?

    Takeda sujetó la empuñadora de su katana, mirando fijamente a Kato, no podía distinguir sus facciones, la noche lo ocultaba; pero su silueta se dibujaba con la luz de la luna.

    —He venido a recuperar a mi pueblo, baja y podemos acabar con esto de una buena vez— mencionó Takeda alertando al resto.

    Kato no pronunció palabra por unos instantes, dejando que los demás sintieran su presencia, tan fuerte y abrumadora; en su cintura se podían distinguir dos sables; uno largo y uno corto.

    —No estás en condiciones de retarme — mencionó para después bajar del techo en un brinco, cayendo amortiguando el golpe con las rodillas dobladas. Se irguió a un lado de Ryohei y avanzó hasta Takeda.

    —Peleas contra tu propia naturaleza; tu no has nacido para ser un guerrero

    Takeda trató de desenfundar su katana pero fue detenido por Kato, arrebatándole la katana como si de un niño pequeño se tratara.

    En esos momentos Shinrin llegaba junto con Kuroki; Natsu y Kohaku. Kato la observó, y se alejó de Takeda.

    —Cura tus heridas; y si mañana te crees lo suficientemente valiente para recuperarla —dijo sosteniendo la katana de Takeda para después guardarla junto a las dos suyas —Ven temprano al dojo, ahí probaré tu resolución.— concluyó antes de avanzar a la salida sin ningún temor a ser atacado.

    No sólo Kato había tomado la katana para evitar que este se enfrentara con él en esos momentos, sino que también lo había humillado frente a todos en el proceso.

    Ryohei se acercó temeroso —Por favor, síganme los que irán a la mazmorra.

    Shinrin se acercó a Ryohei para poder observar al resto —Perdonen la hosca bienvenida; por favor acompáñenme dentro, en el castillo podré guiarlos a las habitaciones, dónde podré atender sus heridas y envenenamientos con calma.

    • Acompañar a Ryohei a la mazmorra
    • Acompañar a Shinrin a las habitaciones
    • Interactuar con otro pnj
    La mayoría de los pnjs se irán a las habitaciones; sólo Kirara y Takeda irán a la mazmorra


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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Yuzuki Minami
    Herbolaria

    Suspiró cuando Shinrin le dijo que podía quedarse, como si a pesar de todo una parte de sí creyera que había una posibilidad de que le dijera que fuese con los demás al castillo como quizás se suponía que debía hacer.

    Bufotoxina en los campos de flores.

    Lo había confundido con batracotoxina.

    No esperaba menos de Shinrin, a decir verdad.


    Se limitó a asentir con la cabeza a todo lo que dijo, desde enseñarle a preparar el veneno hasta lo de usar la varilla para evitar que Takano se moviera de allí si se le pasaba por la cabeza cuando fuese capaz de moverse.

    Un poco… salvaje pero tampoco le iba a temblar la mano en caso de tener que hacerlo.

    ¿Yuzuki?

    Por un momento ni siquiera fue capaz de atender a su propio nombre porque no lo reconoció en la voz de Natsu y es que de hecho si la memoria no le fallaba, fue hasta ese momento en que se dirigió a ella por su nombre.

    Es bueno ver que no moriste en el bosque, Natsu.
    Si no fuese porque estaba agotada le hubiese soltado eso, solo por el placer de fastidiarlo, pero no tenía energía para sus propias tonterías y eso ya era mucho decir además, lo quisiera o no, por descarte había sido Gotho el que había detenido la hemorragia de Takano y eso bastaba para que, al menos ese día, no intentar picarlo.

    Regresó la mirada al fuego, crepitando debajo de las voces ajenas.

    —Gracias, Gotho. —Alcanzó a decir, ni siquiera estaba segura de si iba a escucharla o no y cuando escuchó la voz de Rengo tampoco le interesó.

    Se incorporó de golpe, justo cuando ya Shinrin había reaccionado también y lo estaba ayudando a entrar a la herbolaria.

    La sangre del pasillo.

    Era la sangre de Rengo.

    Por eso apestaba de aquella manera.

    Negro.

    Kato hizo esto Shinrin.

    Más negro.

    Dejó morir a su hijo sin vacilar.

    La mandíbula se le aflojó y jadeó como un perro, por reacción normal la boca debería habérsele secado pero en su lugar sintió un agualotal, como si la sola idea de cobrarse las heridas de los dos Harima fuese casi tentadora.

    Rencor.

    Puro y absoluto rencor.

    Las palabras de Shinrin fueron las que la sacaron de aquella suerte de trance, colapso o lo que fuese en lo que acababa de caer, la hicieron enfocar el mundo de nuevas cuentas y asentir. Ella también los quería con vida después de todo.

    Eran unos imbéciles.

    Pero eran sus imbéciles, lo eran porque Kato los había rechazado.

    Y ella, estúpida como era también, los consideraba parte de su manada.

    Cuando vio a los demás irse con Shinrin cerró la puerta de la herbolaria por fin, se deshizo de las sanguijuelas que ella le había colocado y ya seguramente habían terminado su trabajo, sin importarle el hilillo de sangre que se desprendió de ellas al despegarlas, y se acercó a Rengo entonces, por el lado en el que no estaba recostado Kiba para arrodillarse junto él, inclinarse y dejarle un beso en la mejilla, delicado, casi como si temiera romperlo.

    —Debí acompañarte —murmuró y las palabras casi se le atoran en la garganta—. Perdóname, perdóname por haberte abandonado de nuevo.

    Otra oleada de lágrimas le empañó la vista y apretó la mandíbula buscando contenerla, como si no creyera que tuviese derecho a llorar, y antes de siquiera dar tiempo a que Rengo, convaleciente como estaba, reaccionara de ninguna manera se apartó y se puso de pie de nuevo.
    Allí, en medio de la herbolaria, sola por fin o sola en lo que cabía, finalmente se desató a pesar de que había intentado contenerse, y sollozó como una niña. Buscó llevar aire a los pulmones, pero casi se lastimó la garganta en el proceso y antes de permitirse seguir deshaciéndose en un mar de llanto prefirió ponerse en movimiento, ordenando las cosas en los cajones y levantando el vaso roto a pesar de que si acaso podía ver algo a través de las lágrimas. La ventaja era que recordaba dónde metía Shinrin sus cosas y cuando no, pues bastaba con que se enjuagara los ojos un instante para ubicar su lugar antes de seguir con la siguiente cosa o con su llanto, lo que pasara primero.

    Realmente no se dio cuenta en qué momento logró detener sus lágrimas.

    Cuando todo estuvo más o menos en orden se acercó a Takano de nuevo, revisó por encima su estado e hizo lo mismo que había hecho con el menor de los Harima, le dejó un beso sobre la mejilla, del lado sano del rostro.

    —Imbécil —soltó sin tacto alguno, con la voz gangosa—. Gracias por no seguir a Murai.

    Tomó la varilla de metal que estaba a su lado y en su lugar dejó la pieza de shogi que había tomado de la casa abandonada antes de caminar a los cajones, buscar las agujas que había dicho Shinrin, regresar sobre sus pasos, levantar ambas katanas e incluso el carcaj para sentarse contra la puerta.

    Antes había estado al borde de quedarse dormida frente al fuego junto a Kiba y Shinrin, pero había bastado la orden de que no los dejara salir a hacer una estupidez para espabilarla de golpe.

    Allí iba a quedarse como una sombra, un perro guardián, un fantasma si se quiere o, quizás, un demonio vigilando las puertas del infierno.
    Tenía la mirada cansada pero afilada puesta en ambos Harima, entre los podían pasarle por encima si se les antojaba incluso si habían estado al maldito borde de la muerte pero mínimo más de una mordida iban a llevarse si se les ocurría intentarlo y si la forzaban lo suficiente iban a terminar con otra dosis de veneno que los dejara inútiles si se ponían demasiado insoportables.


    relleno puro y duro
     
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

    Cáncer
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    No había podido ver bien las reacciones de Natsu para cuando comencé a ponerlo al corriente. En parte porque seguía muy perdido en mis pensamientos, en parte porque la noche no ayudaba a ver bien. Como fuese, me di cuenta tarde que tanto Kohaku como Rengo iban saliendo, luego miré a Natsu para con su pregunta.
    —Solo caí en una trampa y una flecha se clavó en mi hombro. No es gran cosa—. Dije para empezar la marcha tras Natsu no tardé en notar que Rengo estaba muy esquivo, sumado a que se le veía muy pálido y fatal, cosa que me preocupó.
    >>Rengo... ¿Pero que te ha pasado?—le pregunté visiblemente preocupado, no ayudaba verlo tan nervioso, y empezaba a pensar lo peor ya que lo último que vi fue cuando se quedó con Kohaku en la entrada a Kamakura con Kato Harima.

    Hablando de él, Natsu preguntó por el mismo, aunque se había adelantado hacia la Herbolaria y cuando me di cuenta, Rengo se separó de Kohaku y se dejó caer de rodillas, gemí asustado y fui con el para agacharme y verle, al tocarlo, me asusté al sentirlo helado. No hubo ni tiempo de preguntar algo y por el shock no entendía nada hasta que Shinrin llegó, yo solo me aparté y metió a Rengo.
    Llevé mis manos al rostro, tallandome un poco de manera tensa y preocupada, empezaba a llegar a mi límite, y no había que ser avispado para notarlo.

    No pude prestar atención al resto y cuando me di cuenta, Shinrin ya había salido de nuevo, nos guiaría hacia el Castillo y técnicamente nos decía que estábamos obligados a ir a tomar un baño, la verdad es que el frío empezaba a ser agobiante pero tanta presión hacía que lo ignorara de alguna manera.

    Me quedé en silencio el resto del camino, ya Rengo había dicho lo que era Kato, aunque faltaba algo.
    —Es un guerrero que dicen jamás ha perdido ni un solo combate en su vida, es alguien con un talento y potencial perfectos. A palabras de Yuzuki... ni siquiera un ejército contra él solo aseguraría una victoria—. Dije de manera breve, sin darme cuenta que en ese simple diálogo, al menos para con Natsu, delataba que me había colado en la charla privada con Takeda y Takano, ya que algo similar dijo Yuzuki en aquél momento.

    Cuando llegamos al fin al Castillo, parecía que pensar en él en un sitio tan importante era invocarlo. Pues ahí estaba, reaccioné tarde y pude ver cómo Kato le arrebataba con extrema facilidad el arma de mi maestro, como si Takeda fuese un novato con todas las de la ley y su maestro le diese una lección por ser egoísta. Frené mis pasos, helado, con un gesto totalmente impresionado. No solamente un señor estaba ahí, si no literalmente casi todo el clan estaba presente, incluido los Azai y los Fujiwara. Todos... Habían visto tremendo pedazo de humillación hacía el líder de los Minamoto.

    Juraría que sentí que estaba por desmayarme de tanta impresión, si Takeda no pudo hacer nada... ¿Que nos esperaba nosotros? ¿Como se suponía que solucionaríamos esto?
    Esto era demasiado...

    Kato parecía reaccionar ante Shinrin y se apartó de Takeda, no sin antes dejarle técnicamente una amenaza antes que una cita. Comenzó a retirarse con gran calma, como si nada, pasando a lado nuestro.
    Solo mantuve una expresión seria y apagada, hasta que cruzó y le dediqué una vista por encima de mi hombro, viendo como se iba sin más. Jamás me había sentido tan impotente.
    Yo solo pude soltar un suspiro mientras Shinrin hablaba, miré a Kohaku, y le hablé:
    —Por favor, Kohaku... Necesito saber qué ha sucedido con Rengo y su padre. Yo logré llevar a Takano, necesito que me devuelvas el favor—. Dije, tal vez con autoridad, para poco después avanzar hacia Shinrin y reverenciar un momento.

    —Puedo acompañarla, necesito ese baño—. Comenté, bastante alcaido. De nuevo...
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Sus brazos cruzados dejaron de estarlo solo para abrazarse así misma, en un intento poco efectivo de conseguir algo de calor. A pesar de mantener su atención en la entrada del bosque cada tanto miraba de reojo a Togashi, sentirse vigilada no le agradaba demasiado, pero no dijo nada al respecto. En cuanto el hombre se puso a recolectar ramas los papeles se intercambiaron, siendo ella ahora quien no dejaba de observarlo, con la mirada seria y notable cansancio. A pesar de que se debatió si ayudarle o no a recolectar ramas, no movió un solo músculo para levantarse.

    —Buena idea —dijo con voz apagada antes de que Togashi hablara. Coincidía con la idea de que el fuego sería reconfortante para quienes llegaran, había hecho un buen trabajo. Al igual que el otro, se acercó un poco más a la fogata sentándose en posición de loto—. Hmn, ya es tarde, es probable que la herbolaria esté cerrada —respondió a la propuesta, después desató los lazos que sostenían su cabello en dos bollos maltrechos. Esos lazos también eran rojos—, pero supongo que no perdemos nada por probar.

    Tampoco es que tuvieran demasiadas opciones, el shukusha podría esperar. Ahora su atención caía en la fogata crepitante, su calor y sonido lograban aportarle más somnolencia de la que tenía, reflejándose en sus parpados casi cerrados. Tras haber guardado los lazos entre sus prendas se dedicó a desenredar su cabello con los dedos, a falta de algún peine, algunos tirones lograban sacarle meucas de dolor.

    Pasó la mayor parte de la espera en silencio y, en cuanto escuchó los pasos contra el camino de piedra, con rapidez volteó a ver de quienes se trataba. A penas reconoció la silueta de Kenzaburo se paró con lentitud, llegando junto a ellos poco después de Yin. Mientras este hablaba escudriñó a su maestro, con aquella oscuridad no lograba ver demasiado, pero por lo menos se notaba mucho más vitalizado que ella misma. El resto tampoco se veía mal.

    —Bien hecho —se permitió una leve sonrisa, también había escuchado que fue el primero en enterarse del traidor y aquello merecía un halago, aparte del alivio de que simplemente estuviera bien—. Togashi propuso que fuéramos a la herbolaria, me parece buena idea —agregó luego con su expresión habitual, mirando la fogata a lo lejos. No pudo evitar bostezar.
     
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  18.  
    rapuma

    rapuma Maestre

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    Kenzaburô

    Mientras entraban en la seguridad del pasillo hecho de piedras de Kamakura, el ronin se palpaba con cuidado la herida tratada a tiempo por Ujihisa. Lo cierto era que la herida había sido cerrada con cuidado y maestría; algo que un impostor no podría hacer. Miró con cuidado al médico de su equipo mientras Yin les saltaba al paso a narrarle los sucesos. Kenzo afirmó con la cabeza, más relajado en verdad. No solo Murai estaba detenido sino que nadie había perdido la vida, al menos de momento. Si Takano estaba siendo tratado ya no tenía nada que temer por su vida.

    —Lo cierto es que pensé que podrías ser tú el impostor. —dijo Kenzo al buscar con la mirada a Ujihisa. —Por unos momentos pensé en tomar tu vida en el bosque. —le colocó una mano en el hombro. —Pero ahora sé que puedo confiar en ti. —también miró a Zeng y aunque ya no había temores de tener a Murai dando vueltas, había cierta tensión con él. Afirmó con la cabeza en su dirección y luego volteó a Terunobu. —También dudé de ti. Es la paranoia. Lo siento en verdad. Eres un guerrero leal a la causa.

    Miró a Mao y sonrió, dandole a entender que estaba más que felíz de ver qué ella había llegado antes que él a destino. Miró a Togashi y al resto de los presentes.

    —Si Murai esta detenido tengo que verle. Además supongo que Takeda querrá interrogarlo. Yo tengo mis propias preguntas para él. —colocó un dedo en el mentón de Mao y le levantó el rostro para inspeccionar las heridas. Nada. Seguía tan bella como siempre. —La herbolaria no es algo que entienda demasiado. Si Murai esta detenido, ¿cuál podría ser su destino? Tengo que dirigirme allí.
     
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    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    Supuestamente una de las hijas de Kato Harima estaba en la mazmorra, donde pretendían llevar a Murai. Por eso se sorprendió al verla entrar con Kuroki y los demás en medio del tenso cruce que habían protagonizado el regente de Kamakura y su legítimo señor.

    La impresión que dejo Kato Harima fue diferente a la que esperaba tener. El miedo se apoderó de él, y con el miedo suele llegar el respeto. Sin lugar a duda, el hombre que debía matar Takeda para recuperar a su pueblo no era un bebé de pecho, y empezó a temer por la vida del señor Minamoto.

    —Takeda...—, dijo casi susurrando cuando vio que perdía su espada en un movimiento casi inocente.

    Pero no dijo nada más. La humillación que sufrió el clan a manos de ese hombre fue algo que no había vivido antes desde Gifu. Luego de esa demostración, lo invitó a visitar el Dojo al otro día, al menos si es que quería recuperar a su querida espada.

    Luego se alejó, y Ryohei les ofreció visitar la mazmorra, pero a él le interesó más la oferta de Shinrin. Se fue tras ella, a las habitaciones, sin mencionar palabra alguna a Takeda, seguramente no querría hablar con nadie por el momento.
    Acompañar a Shinrin (y que me curen de una vez el envenenamiento :aniscream:)
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi

    Pasillo a Kamakura

    Asintió en silencio cuando Mao apuntó que la herbolaria podría estar cerrada debido a la hora nocturna. La idea de pasar la noche con aquel veneno le parecía desalentadora, motivo por el que estuvo de acuerdo con que no iban a perder nada si iban a ver si conseguían algo de todas maneras. Se quedó mirando el crepitar del fuego, su danza en el medio de la noche, mientras de soslayo notaba que la joven se desataba los cabellos. Sus lazos eran rojos. Como el suyo, como el de Kanade. Al ser consciente del color, algo en su pecho se removió con una violencia amenazante. Togashi apretó ligeramente los puños sobre sus rodillas, todavía centrado en el fuego. Pero la tristeza era pura y fría como el hielo, ni siquiera la cercanía a la fogata lograría aplacarla con su calor.

    Fue por eso por lo que agradeció la llegada de Kenzaburo, pues no sabía si sus sentimientos iban a notarse demasiado y tampoco quería explicarlo. Aunque quería honrar su memoria con una sonrisa, él no se sentía preparado para hablar a la gente sobre Kanade. Para poner en palabras su ausencia. Se puso de pie junto a Mao para ir a recibirlos. Fue así que escuchó el relato de Matsuda sobre los acontecimientos de la montaña, y en su interior la tristeza fue reemplazada por la preocupación al enterarse de lo ocurrido con Takano. Tuvo bien claro que él había tenido algo que ver en aquel incidente, pues el grupo se separó en el momento en el que se cruzó con el suyo. Y todo porque desoyó y buscó un camino alternativo. Se sintió responsable y frustrado. Takano había confiado en él, le dio la oportunidad de mostrarle que no era la persona inútil que había conocido en Tsu. Pero todo cuanto hizo fue reafirmar su propia inutilidad. Aunque Takano ya estuviera a salvo, aquello no debería haber ocurrido. Cerró los ojos y bajó la cabeza, con expresión tranquila pero terriblemente apesadumbrado. ¿Cómo enmendaría su error? ¿Qué sucedería cuando se reencontrasen?

    Si en algo positivo podía pensar, era en el hecho de estar informado sobre la situación del grupo. Todo cuanto quedaba era ser más atento y cauteloso, pues dudaba de la amabilidad de la ciudad de Kamakura luego de todo aquel recibimiento.

    Escuchó el intercambio de palabras entre Mao y Kenzaburo, cómo ambos verificaban si el otro estaba herido y sugiriéndose destinos. El ronin sólo quería ir a ver a Murai, seguía siendo tan lanzado como siempre pese a los peligros y estar en terreno hostil.

    —Lo lógico sería que presenten a ese criminal en la casa feudal para que reciba su debida justicia —respondió—. Quizás Hideyoshi ya tuvo esa idea para intentar un acercamiento con Kato Harima —hizo un gesto hacia el pasillo—. Si su plan es ir allí, me temo que yo mantendré mi idea de ir a la Herbolaria, necesitamos quitarnos este veneno de encima para mantenernos fuertes. Si es posible, les alcanzaré antídotos allá.

    Iba a girarse para entrar a la ciudad, pero fue en ese momento que notó cómo uno de los miembros del equipo del ronin parecía estar buscando algo en su obi. Con bastante insistencia, como si cayera en cuenta de que algo se le había perdido. Togashi sintió curiosidad, pero también inquietud, quizá no era bueno haber perdido algo en aquel bosque lleno de guardianes extraños. Optó por acercarse y preguntar:

    ¿Estás bien? ¿Perdiste algo importante?

    Togashi le habla a Ujihisa
     
    Última edición: 30 Noviembre 2020
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