Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Amelie

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    Castillo/Salón de audiencias
    [Jiin; Hinata; Sasaki; Ryohei; Ginko; Kotono; Yoro; Sora; Kawa; Hotaru; Soreku; Byakko; Hideyoshi; Gon; Koji]

    Esta vez Hinata miró con severidad a Ginko; no respondió a lo que dijo sobre Kato; pero el odio que le tenía Hinata al Harima era comprensible, él fue el asesino de sus padres; razón por la que ella y Gon vivían con sus tíos en Niigata.

    Cuando Ginko se dirigió al resto, Jiin aclaró que movilizaría a su gente cómo se había platicado con anterioridad, por ello no viajarían con Ginko y los demás. Fue entonces que Hideyoshi regañó sutilmente a Ginko mientras Gon y Koji no sabían a dónde mirar

    Sora escuchó las palabras de Ginko y sonrió —Viajaré con ustedes —dijo para después mirar a Jiin; él al instante la abrazó, sabía que no podía pedirle que se quedara en Kamakura. Ambos se estrujaron, pues la guerra se acercaba y posiblemente aquello podría ser una última despedida —Que sus caminos sean los más seguros —dijo Jiin para después abrazar a Kotono y a Yoro, sabía que pronto también se despediría de ellos.

    Jiin le pidió a Soreku quedarse en Kamakura; cuidando a los civiles mientras el ejército comenzaba a prepararse para partir. Aunque los civiles recordaban al demonio carmesí defendiendo el bosque.

    Sasaki también se despidió de Ginko, recordándole las precauciones que debía tomar con respecto a su defensa.

    Hinata; Ginko; Sora; Kato; Hideyoshi; Gon y Koji se prepararon para salir en barco hacia Kukushima a sugerencia de Hinata, ella aprovechó para mandar la misiva hacia Niigata para que se fueran movilizando, esperando que su comunicación fuera suficientemente hábil con el clan Sato en Fukushima.








    El rol de Hideyoshi y Ginko continúa en Fukushima

     
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    Satou guio a los suyos al puerto en Nagoya dónde robaron un barco; al acercarse a la costa en Kamakura hundieron sus cuerpos y avanzaron por debajo del agua, pasando desapercibidos.
    Satou fue acercándose a la costa, e ingresó por uno de los barcos abandonados el cual se hundía parcialmente en el mar; la bodega estaba ahogada de agua y la madera comenzaba a pudrirse, por allí ingresaron empujando un viejo esqueleto que estorbaba en su camino.

    Satou conocía de los planes de Kyogi, siguió rigurosamente toda la información que ella misma le fue entregando discretamente, Satou sabía de la espada que habían escondido, los cuerpos que Kyogi ocultaba para una especie de ritual que no terminaba de comprender; ella fue la que usó la entrada que ahora ellos usaban; una que les evitaba ser descubiertos tan fácilmente.

    Avanzaron por las orillas de la roca hasta llegar a la vieja herrería, allí lo esperaba su antiguo cuerpo.

    Casa-Armamento.png

    Armería Harima.
    [Shinigamis]



    Satou entró junto a los demás en la Armería, comenzó a buscar algo con desesperación, algún elemento que lo ayudara a poder rastrear a su objetivo.

    —¿Qué es lo que buscas exactamente? — preguntó Atsuko a Satou.

    —Un rastro de Hoshi, él será la vasija perfecta — contestó Satou hasta encontrar un sello de sangre; Satou sonrió y lo guardó en sus pertenencias para después salir y observar su propia tumba.

    Se arrodilló ante su propia tumba y comenzó a escarbar con desesperación; los demás shinigami lo observaban, atentos.

    Pero fue el sonido de un cascabel el que hizo que todos miraran a la dirección de dónde provenía el sonido.

    Una niña se había acercado desde el arrollo, junto a ella había unos nardos en el suelo, se le había caído mientras desenvainaba su katana.

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    Su odio hacia aquellos que profanaban la tumba de su padre; la habían hecho salir de su escondite. En ese momento; Satou tenía entre sus manos el costillar que le pertenecía a su viejo cuerpo, algo que enfureció visiblemente a Kawa. Ella, sujetaba la katana que perteneció a su padre, defendiéndose.

    Padre e hija. Ambos ignorantes sobre sus verdaderas identidades.

    "Mi pequeña...Se lo prometí a tu madre; regresarla a nosotros, y por ello he terminado envuelto en temas como estos los cuales desprecio"

    Satou se levantó y dejó caer el costillar para envainar la espada que había portado Kuroki tras su muerte. Los demás shinigamis sólo observaban.

    Kawa lamentó ya no tener Qi; tal vez si aun lo tuviera hubiera percibido la presencia de aquellos entes antes de que aparecieran.

    "Detesto estas estupideces del Qi, detesto a los espiritistas, aborrezco que sean capaces de tanto mal; pero sobre todo detesto la idea de que mi hija esté siendo forzada a ese mundo. Pudo haber crecido lejos de todas esas tonterías... pudo haber estado en paz"
    Kawa sujetó firmemente su katana; quería gritarle y decir que dejara de profanar la tumba de su padre; pero no lo hizo, se quedó allí petrificada.

    "No puedo evitar tu sufrimiento; pues evitaría tu crecimiento; tu debes decidir si subir el remo, bajarlo al agua, o empujar. No puedes siempre estar empujando, es imposible; no siempre puedes estar avanzando, a veces debes frenar para tomar el impulso necesario"
    —No tendremos que ir a buscar más — dijo uno de los shinigami.

    —Es muy pequeña, se ve débil —
    agregó otro shinigami.

    —El médico no es una mejor opción; y Kato no está aquí —
    intervino otro mientras Satou afirmaba.

    El ataque fue contundente; eran demasiados en contra de una sola niña. Benkei no pudo hacer nada para ayudarla en su estado, sintiéndose frustrado al ni siquiera poder sostenerla mientras Kawa caía desmayada en brazos de Satou, quién después la entregó a Zenshin quién la amarró y cargó a su hombro.

    Satou volvió a su búsqueda en la zanja hasta encontrarlo, era un saquito que guardaba en su viejo obi, lo abrió para revisar que las escamas siguieran allí, íntegras.

    —Con este sello; podré seguir el rastro de Hoshi —Satou indicó a los suyos que lo siguieran.

    —Por favor, ella no ha hecho nada —suplicó Benkei ante un Satou incapaz de entender la relación de sangre que tenía con aquella niña —Por favor. No la lastimen, por favor.

    —Vamos a oír en todo el camino a este monje — Se quejó Shimei.

    —Aprende a hacer oídos sordos, sus gimoteos deben convertirse en simple ruido — agregó Kunimatsu.

    —Amordaza a la niña de una buena vez; o tendremos al monje y a ella llorando a la par. No quiero oír su voz —ordenó Satou a Zenshin y este obedeció.

    Sora había deshecho la maldición que aquejaba a Satou, una maldición que se evaporó ya cuándo él no estaba vivo. Pero su odio que lo dominaba lo había obligado a crear la maldición de la que tanto huyo.

    "No volverás a escuchar la voz de tu hija"

    Benkei gritó con todas sus fuerzas; esperando que alguien arriba en Kamakura lo escucharan; pero fue inútil, su voz se perdió con el sonido de las olas rompiendo en las rocas.

    "Lo siento mucho Kuroki... Kawa... no pude ser nunca un buen padre para ustedes"

     
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