Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    sí, este post me puso tan sad que amerita esta canción
    Yuzuki Minami
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    Abrí las puertas y la forma en que la luz se coló en el espacio, incluso antes de ver nada más, me lanzó una desazón al centro del pecho que casi me hizo retroceder en el acto. Pensé que siempre había sido yo forzando un montón de luz en mundos que eran negros, oscuros como el firmamento antes de que comience a aclarar por el amanecer y a veces, especialmente ahora, sentía que ya no me quedaban fuerzas para eso.

    Para luchar contra semejante oscuridad.

    La idea terminó en nada, porque cuando la persona que estaba dentro me miró el corazón se me hizo un puño en un instante, antes de empezar a latir a una fuerza que rozaba lo estúpido. Venía de hablar con Jiin y pensé que no tenía sentido que estuviese allí, que se suponía estaba preparándose para salir, y fue en ese momento en que las imágenes se separaron y reconocí su voz, la voz de mi niño, haciendo que soltara el aire contenido de golpe.

    Las puertas se cerraron, repasé su cabello negro con la vista y me seguí forzando a separar su rostro del de su padre, porque no lo estaba logrando. Era la expresión, eso sin dudas, era idéntica a la de Kato y desencajaba con su cuerpo de forma espantosa. También accionaba otra serie de respuestas completamente diferentes, no supe si sentí miedo, pero sí rechazo y no era hacia él.

    Era a la persona a la que se parecía.

    —Buenos días —respondí por puro reflejo, estática en mi lugar, y atendí a la primera parte de sus palabras de la misma manera—. Lo sé, vengo de hablar con tu hermano.

    Estaba revisando papeles, organizándolos suponía, y solo logré desligar su imagen de Kato cuando siguió hablando y noté que no había brusquedad en sus palabras, solo era cortés y con eso podía vivir. Me miró, estoico, y cuando siguió hablando lo sentí en todo el maldito cuerpo, como un chispazo que me recorrió de la cabeza a los pies.

    Que me correspondía obedecer, así no fuese una orden en sí misma.

    Que a Rengo debía obedecerle, como nunca había querido obedecerle a Kato.

    Mis articulaciones se aflojaron, mi postura se relajó lo suficiente para moverme y llevé los brazos a los costados del cuerpo para hacer una reverencia fluida, de las de toda la vida. Al erguirme de nuevo encontré sus ojos, todavía me parecía más un muñeco que el niño con el que había crecido, pero contrario a la tarde anterior esta vez su serenidad no me volvió reactiva. En vez de eso, pareció mandarme a mi lugar, el que me había correspondido toda la vida como el perro que era.

    —Cuentas conmigo, sí —respondí entonces con voz suave, la que había usado con él siempre—. Dime qué necesitas y lo haré.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Kohaku Ishikawa
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    Luego de preparar el té, de alguna forma me las arreglé para llevar la mayor cantidad de tazas al patio y de ahí las repartimos entre varios ¿sobrevivientes? ¿Refugiados? ¿Cuál era el término más correcto? Era un escenario deplorable, para qué mentir. Había una quietud incómoda asentada en el ambiente, una especie de velo grisáceo detrás del cual habían sido forzados los horrores que, por mucho que lo intentáramos, seguían a flor de piel. Lo suficiente para pestañear y captar de soslayo aún el crepitar del fuego, o creer olisquear la densidad del humo y el tono metálico de la sangre. Estaban y no estaban ahí, como los fantasmas de quienes habían caído en batalla.

    Y ahora eso ya no eran meras palabras, ¿verdad? Había conversado con Ebisu, había visto a Kaito y lo había oído dentro de mi mente. ¿Qué podría llegar a detenerme de ver a los demás ahí, entre los vivos?

    La idea me arrojó un escalofrío breve por la espalda, mientras entregaba la última taza de té junto a una sonrisa cordial. Me erguí, repasé los alrededores y regresé junto a Take. Honestamente ya no me apetecía permanecer allí.

    —¿Tiene idea dónde puedo encontrar a Rengo, señor? Se supone que hoy empezaría a enseñarme.
     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Ataqué a papá con fuerza pero de nuevo fue inútil y sonreí algo frustrado para después no conseguir reaccionar a tiempo y terminé por verme impactado con fuerza, al punto que me arrodillé y reí derrotado, asintiendo, asumiendo mi derrota.

    Escuché sus palabras y asentí mientras me levantaba con un poco de pesar.
    —Sin duda alguna... ¿Recuerdas Nagoya, verdad? Sabes que fui con el Clan Tao y Matsuda de los Minamoto hacia el Dojo Militar, con el Clan Yoshioka. Bueno... Había un niño ahí, y su nombre es Michinori. El me dominó, pero también me dió consejos valiosos sobre cómo ser un buen guerrero—. Dije mientras miraba hacia el mar un instante.
    >>Les prometí revancha, y hasta mucho después, cuando cuidé de Rengo, lo tuve... ¿Y sabes? Esta vez lo había conseguido dominar y lo derroté con justo derecho... ¡Hasta su maestro, Kenpo Yoshioka fue a atacarme de sorpresa cuando se enteró que era de los Minamoto! Pero esquivé su ataque... —y luego reí, sin dudas había sido un día... peculiar...

    —Me enseñó su escuela, y desde entonces supe que de verdad tengo habilidad para combatir, factor verificado contra aquél Comandante Taira, solo debo refinarme... lo sé—. Añadí, asintiendo conforme a pesar del resultado del combate.
    >>Mi punto es que tengas cuidado con las revanchas para conmigo, tal vez pueda voltear las tornas, como bien dijiste, papá. Gracias, de corazón—. Añadi, sonriendo conmovido mientras aventaba el palo a un lado y me aproximé a ser tratado.

    En ese momento Shiori apareció a quien saludé moviendo la cabeza un instante y me dejé tratar, lamentablemente mi ropa estaba un tanto destrozada, pero físicamente estaba como nuevo, por lo que sonreí agradecido y lo escuché, me extrañaba un poco que quisiera irse de pronto, no me había contado qué buscaba con respecto a Rengo o Kohaku para lo de mi hermana, pero sonreí conmovido por su gesto, así como con deje orgulloso, y vi como se retiraba para dejarlo estar y por mi parte hundí mis manos en mis bolsillos del Haori negro.

    Suspiré, y volteé hacia Shiori.
    —Me gustaría entrenar contigo pero estoy exhausto. —rei con deje de pena para volver mi vista al mar—. Quién lo diría... ¿eh? Un Comandante, un Minamoto, un niño que terminó envuelto en temas sobrenaturales e hizo lo imposible para salvar a alguien como Rengo... Después de tantos riesgos de morir—. Añadí hacia Shiori para avanzar al mar y dejar que las olas golpearan mis pies.

    Alcé un poco la vista hacia la llovizna y cerré los ojos.
    —No me arrepiento de nada Shiori, pese que me duele que al final halla fallado miserablemente. Pero creo que papá tiene razón, tal vez es señal de que debo renunciar ya a todo esto... y seguir con mi vida. Me determiné a sacar a Rengo y eso hice... Ahora Kohaku ha abierto su energía gracias a él, y supongo que... sea lo que sea que busca, espero que le vaya bien y yo no me vaya con información que le podría ser útil... porque sé muchas cosas, Shiori... Demasiadas—. Dije mientras bajaba la mirada para abrir los ojos y mirar al horizonte.
    >>Me duele que sea así... pero creo que ya es suficiente, y en su caso lo que debería hacer sería ir de vuelta con Takeda y el resto. Soy un Shinobi, ¿sabías? Y tengo mucho que aprender... una mujer me debe una cita. —rei con humor por las palabras utilizadas—. Ahh honestamente no sé si fue lo mejor venir, pero al menos tenemos un talismán y por mi parte inicio la senda de entrenamiento para aprender a utilizar un látigo. No sabes cómo me alivia verte aquí, Shiori, con vida y... conmigo—. Dije habiendo hecho una pequeña pausa para gemir y volteé a verla, sonriéndole como siempre hacia, pero seguramente veía en mí una sonrisa más viva y firme que en aquellos tiempos.

    —¿No te gustaría pescar? Sería sin nada... tentemos a la suerte—. Dije, invitándola, como si fuese alguna especie de hermano que invita a su hermana a jugar un poco.

    madarauchiha Holi (?)
     
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    Amelie

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    Castillo

    [Kohaku; Take]

    Take afirmó —Es muy simple dar con el joven Rengo; si no está en el santuario; está en la pequeña capilla detrás del santuario, y si no está allí, estará seguro en el río del monte Genji —miró una de las tazas calientes —¿Podría llevarle un poco de té? Creo que también necesita un poco de calor en una mañana tan fría como esta —trató de sentir el calor del humo en la taza frente a él —La ceremonia del té se creó para limpiar los cinco sentidos: para los ojos, la pintura mural de la casa de té y el arreglo floral. Para la nariz, el incienso; para los oídos, el sonido del agua hirviendo; para la boca, el sabor del té, y para las manos y los pies, la corrección de la postura —Take era un hombre calmo; lo demostró desde que los recibió antes de ingresar al monte Genji, le gustaban las historias y siempre estaba dispuesto a escucharlas o a contar alguna.

    —Cuando se han limpiado de este modo los cinco sentidos, la mente se purifica por sí sola. La ceremonia del té limpia la mente cuando está obstruida —sonrió —Yo paso todas las horas del día dentro del espíritu de la ceremonia del té, aunque no se trata en absoluto de una cuestión de vivir con buen gusto. Por otra parte, los utensilios del té deben ser acordes al nivel social del cada uno —mostró su humilde taza de té; cerámica un poco mal formada; la aprisionó entre sus manos —Mi... mi amigo me dio esta taza; con ella un poema: En el último pueblo, bajo una espesa nevada; florecieron anoche muchas ramas de ciruelo —levantó el rostro— las palabras "muchas ramas", que dan idea de opulencia, se sustituyen por "una rama". Se dice que en esta única rama se encierra la verdadera tranquilidad.

    Take se sirvió un poco de té restante, sopló y dio un sorbo —Fue agradable compartir este breve instante ¿No cree?—dijo con una reverencia para después irse.



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    Santuario
    [Yuzuki; Rengo]


    Rengo sonrió; no era la misma sonrisa de siempre, era una cortés, amable; pero sin un verdadero significado detrás. Rengo extendió los papeles que revisaba —Hay una misión que me gustaría que me ayudaras a completar; y es una misión que justamente trata sobre Jiin. Necesito que viajes a Odawara; allí está la familia de Jiin, necesito que vayas por ellos de inmediato. Siento que su ubicación está comprometida —la miró en silencio por unos instantes —Ahora que yo defiendo Kamakura, estarán mas seguros aquí bajo mi protección.




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    Puerto
    [Kuroki; Satou; Shiori]

    Satou se alejó —A la próxima, pelea con la escuela aprendida por los Yoshioka; tal vez... así me hubieras ganado, no sé —soltó una risa retirándose por la gran escalinata hacia arriba. Satou desconocía por completo la escuela, así que no sabía ni lo que estaba diciendo.

    Mientras tanto Kuroki decidió invitar a Shiori a pescar; él obtuvo dos pescados.

    Gigavehl ficha actualizada
    madarauchiha si aceptas la pesca con Kuroki:
    La dinámica será sencilla:
    Deberás tirar un conjunto de 5 dados de 10 caras, dependiendo del resultado sumado de los dados será el resultado de la acción.

    1-14= El pez los descubre y sale nadando sin que puedas atraparlo.
    15-30= Hieres lo suficiente al pez; si en tu siguiente tirada vuelves a sacar este rango de números lo habrás obtenido.
    31-50= Logran cazar sin problemas a su objetivo.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    La sonrisa de Rengo fue vacía, no había en ella mayor cosa que cortesía, ni rastro de la alegría infantil que había poseído alguna vez y las lágrimas me ardieron detrás de los ojos. Con todo me mantuve en mi lugar esperando y cuando explicó lo que quería que hiciera por él tuve que contener el reflejo de fruncir el ceño.

    La familia de Jiin.

    En Kamakura.

    Confiaba en Rengo, es decir, mi corazón confiaba en él incluso cuando ahora mismo mi raciocinio no estaba seguro de si era lo correcto, esa era diferencia esencial y quizás el motivo por el que sentía que debía obedecerle, ponerme a su servicio. El problema fue que mencionó a su hermano, a su familia, y allí habían lealtades colisionando, miedos hablando, y estuve a nada de negar con la cabeza antes de pensar qué era lo demás que había dicho, lo de su ubicación comprometida.

    Me di cuenta que sí, quizás debía obedecer, sentía la necesidad, pero no iba a hacerlo sin chistar. Siempre había sido difícil hacerme cerrar la boca, que lo dijera mi propia madre, Tsuna en Shizuoka y el mismo Inugami. Hasta a Kato le respondía así pudiera abrirme el estómago en dos, era bocona sobre todo teniendo en cuenta que, bueno era una mujer, y ahora lo era con más razón. Además me había convertido en una suerte de extensión de Takano así no hubiese estrategia pura en mis movimientos y los hiciera por instintos.

    Me acerqué a Rengo luego de haber cruzado los brazos, hundí la mano derecha en la manga izquierda del haori y mantuve la compostura contra todo propósito. Tomé aire despacio y me acomodé a su lado, no sé con qué impulso, pero no me atreví a tocarle un pelo como tampoco me había atrevido la tarde anterior.

    —La protección de la familia de Jiin es lo único que me interesa, eso seguro lo tienes claro. —Incluso si no eres tú mismo ya. Lo había murmurado todavía de brazos cruzados, desvié la mirada al frente después—. Habría confiado a ojos cerrados en el Rengo que eras antes de romper el sello, pero ahora mismo me recuerdas a tu padre y no sé hasta dónde este movimiento responde a esa similitud o no, tendrás que disculparme. Por ende, no sé si deba traerlos aquí.

    No era miedo.

    Era recelo.

    Estaba siendo terriblemente sincera, era posible que nunca le hubiese hablado con tal transparencia y sin tampujos de ninguna clase. Rengo era ahora una pieza sobre el tablero, Kato se había encargado de ello, y debía medir qué hacer con él y sus peticiones.

    También le estaba exponiendo que podía solo romper mi palabra, que si sentía que la familia de Jiin corría peligro aquí no me atrevería a traerlos, mucho menos al niño si corría el riesgo de pasar lo mismo que había pasado Rengo o algo remotamente parecido. No sería capaz de hacerle semejante cosa al hijo del hombre que había salvado a mi familia de Kamakura.

    Podía desviarme, echar a correr a Minami, luego a cualquier otra parte y ocultarlos hasta debajo de las piedras si hacía falta, buscar a alguien más que pudiese ocultar el rastro del niño. Luego volvería a Kamakura y me llevaría a Kuroki, Kohaku y Shiori, incluso a él, así fuese de las greñas y nunca volveríamos a Kamakura. Eso era algo que Rengo aunque fuese un cascarón vacío debía recordar, que era perfectamente capaz, y si me conocía lo tenía claro de antemano.

    Me consumiría a mí misma con tal de cambiar el curso de las cosas, porque quien no aprendía de la historia estaba condenado a repetirla.

    —Sabrás entender que necesito algo, por Jiin y por mí, una prueba, una genuina promesa que me asegure algo, porque nunca traería a nadie un lugar donde peligra tanto como en el exterior —continué sin prisa, ordenando las palabras—. Protección absoluta. Quiero estar segura de que nadie le tocará un pelo al niño, a su madre tampoco, y si Kato regresa no van a permanecer aquí. No pretendo decirle a Jiin que traje a su familia a las narices de tu padre.

    Guardé silencio entonces, a pesar de estar a su lado no husmeé los papeles ni nada y me mantuve quieta en mi espacio. Cerré los ojos un momento, había dormido mal y la cabeza me punzaba con cierta insistencia, ya de paso saqué la mano de la manga del haori para presionarme los dedos en el puente de la nariz antes de abrir los ojos de nuevo y busqué la mirada de Rengo aún a sabiendas de que ya no encontraría nada en ella. Que mi niño no volvería a pedirme que lo peinara, no me abrazaría o querría protegerme, que ya no había nada de eso.

    El dolor, aunque sutil, debió notárseme en la vista porque de por sí no encontré por dónde disimularlo. Igual si Rengo antes no metía mucho las narices imaginé que ahora menos, que incluso si atinaba a pensar que ese dolor tenía que ver con él solo me diría que era lo que debía hacer y ya.

    —A Odawara, Ren, ¿me enviarás sola? —pregunté sin reparar en cómo lo había llamado.

    La verdad es que lo prefería así sonara a suicidio, no se me apetecía tener que lidiar con el desastre emocional de Kuroki, Shiori andaba con él, y Kohaku debía quedarse entrenando y necesitaba unos ojos en Rengo mientras yo no estaba, así que era lo que había. De por sí incluso si me enviaba con alguien debía confiar en mí a secas, porque ya estaba claro que no acataba órdenes de prácticamente nadie.

    No aparté la mirada de la suya todavía, me quedé allí tratando de ponerme la cabeza adolorida en orden y suspiré despacio, hubo claro cansancio en el gesto.

    —¿Puedo pedirte una cosa? Sé que ya pedí muchas, pero es diferente.

    Perdón el tocho pero sigo sufriendo
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
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    Las indicaciones de Take fueron más que claras y asentí brevemente, así no me apeteciera del todo regresar al santuario. Qué decía, como si me apeteciera pisar algún lugar de Kamakura en absoluto. Si había accedido a seguir a Rengo hasta aquí fue por la lealtad en el clan, por mi deber de la responsabilidad y la noción silenciosa, pero permanente, de que sólo servía a propósitos ajenos. Que así valía. Las palabras de Kato perfectamente rebotaban en mi mente al pensar aquello, casi como un reflejo demasiado fidedigno para no generarme inquietud, pero vaya. No había mucho que hacer a estas alturas.

    Sólo tomaba causas ajenas y las convertía en propias.

    Las demás palabras del hombre ensancharon mi sonrisa suavemente y volví a asentir, atendiendo a sus movimientos. Detallé la taza que llevaba entre manos y entonces regresé a los trazos de su máscara.

    —Le llevaré algo de té, entonces —acordé—. Ha sido agradable, sí. Muchas gracias por ayudarme.

    El hombre se despidió con una reverencia, yo lo imité y aguardé a que se marchara para cumplir con su pedido que, de una forma u otra, de todos modos iba a cumplirlo. Serví dos tazas de té, siendo que yo aún no había bebido nada, y me dispuse con calma en dirección al santuario. En algún punto del camino, como venía siendo lo usual, Chiasa me encontró y antes de treparse a mi hombro dejó caer dentro de mi bolsillo una bolsita de monedas. Ya parecía hasta entrenada y todo.

    En lo que alcanzaba las inmediaciones del edificio pude oír voces cada vez con mayor claridad, hasta reconocer la de Yuzuki y bajé la vista a las tazas de té. Esperaba no interrumpir nada importante, y de la forma que fuera aguardé bajo el umbral de la puerta hasta que ambos captaran mi presencia. Sonreí, entonces, tomando una decisión diferente sobre la marcha.

    —Les he traído té —murmuré, conciliador, y me acerqué para ofrecerles una taza a cada uno—. No había mucho, pero tampoco sabe mal.


    Una vez me libré de las tazas regresé los brazos a mi espacio y alterné la mirada entre ambos, atento a no perder la serenidad en mi expresión. Claro que había notado cierta tensión en el ambiente, claro que notaba a Rengo aún lejano y claro que eso a Yuzuki tenía que estar afectándole. Pero ¿qué bien haría contribuir a la espiral de desgracias y emociones negativas?

    —Puedo esperar afuera, si hace falta —agregué, Chiasa se asomó por entre el pelaje de la capa y fijó su mirada en ellos.
     
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    Amelie

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    [Yuzuki; Rengo; Kohaku]



    Rengo afirmó ante las palabras de Yuzuki; eran claras como el río —Es bueno escuchar tus dudas y preocupaciones —inició para después ser interrumpido nuevamente por la fuerte luz del exterior. Kohaku entró cerrando las puertas detrás suyo, entrando a aquella tenue iluminación, amable a la vista —No necesitas esperar, puedes escuchar todo lo que hablamos, esa es la transparencia con la que ahora me manejo.

    Volvió a Yuzuki —Es la primera vez que hablamos de este modo, Yuzu— aun la llamaba con su diminutivo, relajando la formalidad de sus palabras, dejando ese espacio para dejarla entender que era cercana, a pesar de lo que ahora carecía en sentimientos — Me resulta cómodo que hables conmigo como un igual, que busques en mi respuestas antes de actuar. ¿Qué diferencia había antes? —cerró los ojos —Mi inmadurez, mi falta de decisión. Aun así, hubieras actuado sin preguntar —Abrió los ojos —Ahora que hay seguridad y madurez; dudas. Porque no crees que lo que ves frente a ti sea... yo.

    Estaba respondiendo a Yuzuki pero también conversaba con Kohaku, quería explicarles, porque ahora no debía preocuparse por sus sentimientos, no había miedo, sólo paz, vacío.



    —Querer una experiencia positiva es una experiencia negativa; aceptar una experiencia negativa es una experiencia positiva ¿No lo ven? El cambio no siempre malo, es parte de nuestro crecimiento. Les pido que confíen en mis decisiones; no he hecho nada sin análisis, he tenido una vida para pensar lo que hice y por fin tomé esa decisión. Y quiero que la respeten así como también deseo que entiendan el por qué lo hice — acomodó los documentos, una manera de mantener un orden visual. Pues antes de disipar las dudas de Yuzuki en su accionar, debía explicarse lo que era, su pensamiento— La idea de que entre mas buscamos sentirnos mejor todo el tiempo, mas insatisfecho te vuelves; al perseguir algo sólo refuerzas el hecho de que te hacía falta en primera instancia. Entre mas desesperadamente busques gozar de riquezas, mas pobre e insatisfecho te sentirás, a pesar de todo el oro que poseas. Entre mas desesperadamente busques ser atractivo y deseado, mas feo te ves cada día, a pesar de tu aspecto físico. Entre mas desesperadamente busques ser feliz y ser amado, mas solo y temeroso te vuelves, a pesar de que estés rodeado de seres queridos—se acercó a Kohaku, tomó la taza de té — No tomé la decisión de renunciar a mis sentimientos por impulsividad; están subestimando mi inteligencia y mis verdaderas intenciones, no soy el niño débil que creen que soy, nunca lo he sido —sopló levemente a la taza de té — Y es por esa fuerza que he decidido hacerlo; y no sólo por la confianza que tengo ante mis decisiones, sino también por la fuerza que representó la confianza que he puesto en ustedes. Porque sé que ninguno de los que me han acompañado aquí a Kamakura son débiles. Espero ustedes confíen en mi como yo lo hago en ustedes. Esperaba poder verlos así como hoy... de frente, como iguales. Y lo he logrado.

    Miró a Yuzuki —Porque sé que no me temes; no soy mi padre y no está en mis planes convertirme en él — dijo con firmeza — Pero dudas porque ya no soy el mismo —extendió su mano mientras con la otra sostenía la taza de té —Podemos hacer un pacto de sangre; de ese modo te prometeré la seguridad de mi familia; sólo necesito de tu sangre y de la mía para sellar la promesa.

    Miró a Kohaku —Y no te enviaría sola; pensaba pedirle a Kohaku el mismo favor; ir a Odawara por mi familia; esa pequeña parte que puedo proteger, hacer lo que debí haber hecho desde que lo conocí... darle la opción de elegir.

    Volvió la vista a Yuzuki —Puedes pedirme lo que quieras; te escucharé. Porque ser útil no significa volverme sordo a sus voces —Tomó un sorbo de té, para después mirar a Kohaku —Gracias por el té.

     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Las puertas se habían abierto de nuevas cuentas, no era que yo fuese ninguna mente maestra, pero se me ocurrió que realmente no podía ser otro que Kohaku, que era él único que se supone debía venir aquí. Su murmuro me alcanzó, confirmando lo que había intuido, y cuando me di cuenta se acercó para ofrecernos una taza de té a ambos. La mente no me dio para pensar que la taza extra que traía era suya, sino se la habría regresado inmediatamente, pero en su lugar la tomé y negué suavemente con la cabeza.

    —Puedes quedarte, no pasa nada —secundé las palabras de Rengo y miré a Kohaku para dedicarle una sonrisa, noté a Chiasa asomarse y alcé la mano para saludarla, pues porque sí. Le agradecí al muchacho por él té después de eso.

    Volví a Rengo cuando él regresó su atención a mí, señaló lo que yo ya había notado y esta vez sí fruncí un poco el ceño al escucharlo llamarme Yuzu, porque de alguna forma me punzó el pecho. Entendía que era cercana para él todavía, pero lo sentía horriblemente lejos y no había nada que pudiera hacer al respecto. Lo escuché aún así, le presté toda mi atención y me mordí la lengua para no responder nada encima de sus palabras, me escudé dándole un trago al té que había traído Ko.

    Entendía que hablaba para ambos, nos estaba explicando, y en gran parte por la presencia de Kohaku ahora me había contenido apenas un poco más, la incomodidad debía notarse y no quería agobiarlo apenas entrar. Podría haber reclamado, decirle a Rengo que hablaba con él de esa manera porque tenía recelo, que sí, que no creía que esto fuese él y más que madurez era que estaba actuando como un animal desconfiado, algo que nunca habría querido hacer con él. Podía hablarle así a Kato, a Nagato, a Hideyoshi incluso, movida por la desconfianza. Pero jamás habría querido tener que hacerlo con él.

    Que la búsqueda nos condenaba, ¿era eso lo que intentaba decir? Vaya gracia.

    Inhalé con cierta fuerza, solté el aire de la misma manera y asentí despacio con la cabeza, como si no tuviese remedio. Ahora mismo no tenía las energías para argumentar nada, solo me interesaba la seguridad de la familia de Jiin como le había dicho. En el fondo lo sabía de por sí, que podía confiar en él, pero la mente me gritaba que solo a una loca se le podía ocurrir confiar en alguien que tenía la misma expresión de Kato en la cara y por eso pasaba lo que pasaba.

    Miré su mano extendida hacia mí, parpadeé varias veces al escuchar lo del pacto de sangre, luego que enviaría a Kohaku conmigo y me encogí de hombros. Pretendía aceptar la oferta del pacto, era mi garantía si se quiere, me daría tranquilidad y me impediría hacer una imprudencia a medio camino, era como atar un perro al extremo de una cuerda, pero quería una sola cosa antes. Lo otro que pretendía pedirle era egoísta, de hecho estuve a nada de echarme hacia atrás sabiendo que ahora Kohaku nos acompañaba.

    Dejé la taza de té en la tarima, cosa de que no se fuese a resbalar de mi agarre, y estiré la mano hacia Rengo alcanzando un mechón de su cabello. Fue una tontería, pero tocarlo me sosegó algo dentro del pecho y aflojé todo el cuerpo, echándole algo de cabello que tenía sobre el hombro hacia la espalda.

    —Un abrazo —dije en un murmuro, la voz estuvo a nada de traicionarme y hacerlo sonar como una súplica, como la de una madre que es incapaz de alcanzar a su hijo a pesar de todo lo que ha intentado—. Antes de irnos a Odawara. Ukita nos dijo en Shizuoka que uno lamentaría no haberse sentado a observar el mar, esta es mi versión de ver el mar. Se supone que regresemos con bien, pero sabes que me gusta despedirme de las personas que aprecio antes de moverme a cualquier otra parte.

    Le regresé su espacio sin prisa luego de haberle acomodado el cabello y haber terminado de decir eso, volví a tomar la taza de té, le di otro trago y regresé sobre el tema.

    —Tomo la oferta del pacto —dije como si nada, girando la taza en mi mano. Busqué a Kohaku con la vista—. Rengo me pidió que lo ayude a levantar Kamakura ya que planeo quedarme aquí un tiempo. La idea es viajar a Odawara para traer a la familia de Jiin, que había estado oculta hasta hace un tiempo que nos empezamos a dar cuenta más gente que la que seguro le gustaría a cualquiera. Ya que te lo pide a ti también, es claro que puedes decidir si venir conmigo o no.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Quizá, no, estaba seguro que había sido una tontería, un resquicio vano y absurdo de sinsentido, pero lo cierto era que hasta el último segundo me enfoqué en la calidez de la taza entre mis manos, en su vaho tembloroso y en la esperanza de que Rengo, por algún designio caprichoso del destino, hubiera vuelto a ser quien era. Pero sólo necesité topar con sus ojos para darme cuenta que no. Que esas cosas no ocurrían.

    Que el mundo era un lugar hostil y Kamakura, aún más.

    ¿Podía culparlo cuando una parte de mí se reconocía en Rengo, así como probablemente se reconociera siempre en Kato antes que en otro tipo de personas? La templanza, la paz. ¿Habría en mi interior el mismo tipo de vacío, sólo que era incapaz de reconocerlo? Y de no poseer todo aquello, de saberme un cúmulo de emociones erráticas e irrefrenables, ¿sería capaz de vivir con ello? Quizá no. Pero yo nunca lo había tenido, no había nacido con esa gracia.

    Rengo sí.

    ¿No era acaso la historia de un mundo salvaje e injusto intentando arrebatar a un niño de sus pasiones? De su corazón, su espíritu y alegría. Ese mundo del cual había hablado Ebisu, donde la luz del sol había sido robada y la oscuridad pujaba por tomar su lugar. Era un mundo palpitando debajo de la tierra, oculto detrás de cada esquina, ¿qué iría a detenerlo de arremeter contra un niño solo y perdido?

    ¿Qué lo detuvo de arremeter contra mí?

    Nada.

    Lo dejé hablar, dejé que presentara hasta el último de sus argumentos y permanecí callado, porque entendí que esta lucha no era contra Rengo, sino contra todo lo que lo había empujado a tomar su decisión. Y si queríamos a Rengo de regreso no debíamos gastar saliva o energía con él, eso sólo lo dañaría aún más. ¿La búsqueda era fútil? No estaba seguro de ello, no si mi vida entera había sido una búsqueda que me condujo a este momento, a comprender las voces susurradas en el viento y la devoción de los Ancianos.

    Su pedido me pilló algo desprevenido. Asumí que desearía iniciar con mi entrenamiento, que para eso me había traído aquí, pero comprendí la intención de sus palabras y asentí, esperando aún así tanto a que él terminara de hablar como a que Yuzuki le respondiera. Sólo esbocé una sonrisa suave al agradecerme ambos por el té, y Chiasa emitió un chillido breve en cuanto la chica la saludó. A veces la inteligencia de esta ardilla me sobrepasaba.

    ¿Viajar a Odawara? Lo dicho, no había estado en mis planes, pero seguía siendo un soplo de aire. Llevé una mano a mi pecho y me incliné en una reverencia lenta. Era una corriente de viento sin dueño, una que acababa tomando las causas ajenas pues no encontraba nada más cercano de lo que asirse.

    —Iré. —Me erguí, serio, y deposité mi mirada en Rengo—. Es mi deber, con el clan y contigo.

    Era lo que el mundo había hecho de mí.
     
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    Amelie

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    [Yuzuki; Rengo; Kohaku]


    "Un abrazo"

    Rengo la miró —Despedirse...— en su memoria rondaba algo difícil de explicar ahora que no parecía responder al estímulo sentimental; era extraño, pues conocía la sensación y ahora era incapaz de tenerla. Ese juego que tuvo con su cabello también desataba las mismas interrogantes en su mente, algo que antes era tan sencillo ahora se volvía un reto —Ese abrazo; es algo que puedo darte. Pero sé que la ejecución no será la que tu deseas —dijo con voz suave, no había carga emocional en ella.

    Un abrazo. Era tan sencillo. No se requería permiso, se daba de manera espontánea. Y ahora era un protocolo, como hacer una reverencia a un desconocido.

    "Iré. Es mi deber, con el clan y contigo"

    —Deber...— Las palabras de Kohaku también le traían recuerdos recientes; levantó su mano izquierda, dónde el mala estaba atado.

    "No eres un instrumento de mi clan; nunca lo has sido. Yo quiero que tú no sólo entiendas eso, sino que verdaderamente lo creas"

    Aquellas palabras que Takeda le dio en Shizuoka resonaron en su mente.

    —Antes de irse...—mencionó regresando a sus documentos los cuales ya estaban ordenados, en ellos buscó uno en específico, uno que redactó mientras se recuperaba por la noche, le entregó a Kohaku un pergamino con caligrafía ordenada, no era sangre, era simple tinta —Estos son mis pensamientos ordenados, espero te sean lo suficientemente claros.

    Después miró a Yuzuki, extendió los brazos; esperando aquel abrazo. Después sellarían su promesa con sangre.

     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami
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    No tenía idea en ese momento si me pesaba más pedir el abrazo o la posibilidad de no haberlo hecho. Sabía que como él mismo me estaba diciendo no recibiría lo que deseaba, ni siquiera un atisbo, pero no podía solo irme sin haberme despedido. Era equivalente de que realmente estuviese muerto y no despidiese su espíritu, simplemente no podía. Suponía que solo estaba eligiendo lo que quería que me doliese, porque cualquiera iba a lastimarme.

    Asentí con la cabeza, algo que antes era natural ahora era un maldito protocolo, y se me antojó ir a buscar a Kato para meterle en el cuerpo el veneno de Murai que cargaba conmigo. No me regresaría a mi Rengo, pero al menos me lo cobraría y de repente sentí que eso era todo lo que me quedaba. No lo iba a hacer, claro, tenía responsabilidades y si algo tenía en común con Kato precisamente era que el sentido del deber podía sobrepasarme.

    Todo lo que dijimos había hecho eco de alguna forma, me di cuenta, pero ahora Rengo no podía alcanzar lo que sea que hubiéramos puesto sobre la mesa. Era como si viese algo bajo la superficie del agua y no pudiese tomarlo. Debía ser angustiante, bueno, si uno era capaz de sentir algo que no era el caso.

    Esperé a que le entregara a Kohaku un documento, se explicara y lo que hiciera falta, todo con una calma que no sentía en realidad. Cuando terminó extendió los brazos esperando el abrazo, el gesto fue vacío y parpadeé varias veces para hacer retroceder la correntada de lágrimas que sentí detrás de los ojos.

    Tomé aire, lo liberé y me acerqué a Rengo para envolverlo entre mis brazos. Lo hice con cuidado al principio, pero al final el cuerpo me respondió solo y lo abracé con fuerza, porque era mi niño, porque aunque no fuese nuestro Rengo seguía siendo su cuerpo y su mente y era todo lo que tenía de él. Las lágrimas que había pretendido contener se me escaparon de todas formas, fueron apenas un par por suerte, pero las sentí correr tibias por mi rostro y cerré los ojos con fuerza.

    —Te quiero —murmuré para que solo él me escuchara.

    Le regresé su espacio después, desvié la mirada un momento para limpiarme el rostro y pasé saliva para ponerme en orden, aproveché para beber lo que me había quedado del té. Suponía que eso solo dejaba el pacto pendiente y ya.
     
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    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

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    El entrenamiento de Kuroki y su padre, proseguía, durante todo el rato me pareció verlos empatados en todo momento, más sin embargo, me quedé centrado en ellos con una sonrisa en la comisura de mis labios. Al menos, hasta que de un movimiento golpeó a su padre y él le devolvió el golpe, un potente golpe que le hizo arrodillarse, aparentemente derrotado, no iba a negar que me preocupé por un instante, hasta que le escuché reír, lo que me alivió.

    Volvió a levantarse con dificultad tras escuchar a su padre hablar, me centre en la converación pero no pude enteder gran cosa, así que me mantuve sentada en mi posición, sin levantarme e intervenir, y mis pensamientos volvieron a centrarse en Rengo, me entristecía saber como estaba sobrellevando su retorno al infierno. Al fin y al cabo ¿Que era lo que sentía? ¿Como había podido mantener la entereza tras todo aquello?

    Lo siguiente que ví era como Kuroki se volteaba hacia mí, saludando cuando me levanté para acercarme hacia él. Me dijo que le gustaría entrenar conmigo pero que se hallaba exhausto, luego volteó su vista hacia el mar, haciendo que yo misma imitara dicho gesto, luego me dijo que quien lo diría, que un comandante, un Minamoto, un niño que terminó envuelto en temas sobrenaturales e hizo lo imposible para salvar a alguien como Rengo, después de tantos riesgos de morir, simplemente dejamos que el ligero oleaje de agua marina nos golpeara los pies, lo que no podía evitarme esbozar una sonrisa algo triste, ignorando el estado deplorable de la ropa de Kuroki. Luego añadió que no se arrepentía de nada, pese que le dolía haber fallado al final miserablemente pero que creía que su padre tenía razón, que tal vez era señal de que debía renunciar ya a todo eso y seguir con su vida, palabras que, con la sinceridad que me las expresaba, resultaba más que evidente que le dolía expresarse pero que a su vez quería hacerlo a como de lugar... Como si realmente estuviera queriendo liberarse y solo tuviera la confianza conmigo como para contarme ésto... Luego siguió explicando que de hecho se determinó a sacar a Rengo y que eso mismo hizo, que ahora Kohaku hubiera abierto su energía gracias a él y suponía que sea lo que fuere lo que buscaba esperaba que le fuera bien y que Kuroki no se fuera con información que le pudiera resultar útil, porque sabía muchas cosas, demasiadas... Y, a juzgar por su forma de decirlo parecía como si su vida corriera riesgos. Finalmente miró el horizonte, con la llovizna sobre nuestras cabezas.

    Dijo que le dolía que fuera así pero que creía que era suficiente y que en ss caso lo que debía hacer sería ir de vuelta con Takeda y el resto, luego me reveló que era un Shinobi, lo que me hizo abrir los ojos de par en par, en un acto de sorpresa, ¿S-Shinobi? Pero ¿¡Desde cuando!?. A pesar de mi sorpresa no quería interrumpirle mientras que él me decía que tenía mucho que aprender, y que tenía una cita con una mujer auqnue, acto seguido empezó a reir por el comentario, y yo no pude evitar sumarme a su risa, en especial porque era sincera, incluso más que cuando le conocí hace ya tantos años, luego añadió que no sabía si había hecho bien en venir, aunque luego dijo que no sabía si venir había sido una buena idea, pero que al menos teníamos un talismán y que por su parte iniciaba su senda de entrenamiento para aprender a usar un látigo, que no sabía cuanto le aliviaba de verme aquí viva y con él, lo que me hizo derramar una lágrima, solo pudiendo abrazarle y darle un beso en la frente, en especial al verle con tal sonrisa, la mas sincera que había visto en él, solo para luego invitarme a pescar, a lo que asentí encantada, como una ingénua hermana que no dudaba en estar con su hermano.

    — ¡Claro que acepto pescar contigo! Será divertido Y ¿Sabes? No esperaba que fueras un Shinobi, pero ¿Desde cuando? Y...No creo que hallas fallado, quien sabe si esa información que posees no te será de utilidad en el futuro, de hecho... Solo me arrepiento de no estar en el mismo clan que tu, Kuroki. Pero a juzgar por como está Rengo creo que lograste ser la figura de guía que necesitaba, no te sobreexijas, creo que hiciste una labor encomiable en una misión extremadamente compleja y aun así, sigues hacia delante sin rendirte. Igual agradezco horrores que no estés estacnado en el camino que está enfocada tu vida, pero aunque no sea consanguíneo, te quiero como un hermano Kuro, no quiero para nada volver a perder contacto, pero creo que tu padre tiene razón, aunque de igual modo me gustaría que a la hora de la verdad, seas tu quien tome esa decisión por creer que haces lo correcto. Hermano, quiero que seas feliz con el nuevo camino en que quieres enfocar tu vida, como sabes, ninguno de los dos lo hemos tenido fácil—. Sonreí sin dejar de mirar el horizonte, el ancho mar mientras trataba de empezar a cazar unos peces— Aunque ¡Vaya! Un látigo, un arma que engaña, parece de fácil uso y luego... Es extremadamente complicada de utilizar en e fondo. Gracias por sincerarte, como digo con todo lo que me has contado no creo que hayas fallado, hermano—. sonreí también con calidez y una alegría que no sentía en demasiado tiempo, e incluso cuando le conocí, cuando fingía que todo estaba bien, no sentía tal dicha
     
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    Amelie

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    [Yuzuki; Rengo; Kohaku]


    Yuzuki abrazó a Rengo como siempre; algo que llevaba al joven a ese análisis de sus tribulaciones, pues hace un día su reaccionar habría sido distinto; pero esta vez no era igual. La sujetó en aquel abrazo, uno que ella trazó y por ello él seguía los pasos. Al separarse la vio girarse para limpiar sus lágrimas —Lo siento —mencionó ante la reacción de Yuzuki; pues él sabía que debía corresponder de una manera, él sabía como hubiera reaccionado antes, y sabía que si hubiera respondido de esa manera, Yuzuki no estaría llorando.

    Tomó a shi, la desenfundó ligeramente para después volverla a enfundar; por un momento vio hacia la katana de Yuzuki; pero no quería crear mas penas en la mujer frente a él; si bien Rengo ya no tenía la capacidad de sentir, no era ajeno a entender que los demás lo hacían. No quería que Yuzuki recordara que su katana había tenido su sangre, por lo que se acercó a la mesa de dónde tomó uno de los papeles de arroz dejando a un lado el té. Realizó un ligero corte en la palma de su mano evitando cualquier pliegue para evitar aberturas constantes de la herida, una técnica que ya dominaba. La sangre brotó sutilmente, un pequeño hilo naranja mas que rojo, era apenas perceptible, hasta que se acumuló una gota en la punta. Pidió la mano de Yuzuki e hizo lo mismo.

    — Prometo no hacer daño alguno a Yorokobi; quien es mi sobrino, hijo de mi hermano mayor Jiin. Tampoco haré daño alguno a Kotono; esposa de Jiin y madre de Yorokobi. Si fallo en esta promesa...

    Miró a Yuzuki.

    —... Entregaré mi alma a el uso de Yorikobi.

    Terminando su oración y le extendió su mano a Yuzuki para cerrar el sello.

    Antes se había preguntado por qué Itami le enseñó a usar su katana para hacer los cortes en su mano; se preguntaba por qué no sólo un simple piquete o corte con papel, pues no era la cantidad de sangre o el tamaño de la herida lo que creaba el pacto, ni siquiera era el dolor; sólo se necesitaba la sangre de ambas partes. Ese día lo entendió. Esos cortes eran molestos porque eran imperceptibles; ardían profundamente y no dejarían de hacerlo hasta cerrarse por completo.

     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Su disculpa me alcanzó de todas partes y de ninguna a la vez, haciéndome negar con la cabeza como para decirle que no tenía que disculparse en realidad, que no era lo que correspondía. Si había sido su decisión realmente no había motivo por el cual debiese disculparme, mi lío mental no le correspondía a nadie más que a mí misma, incluso si le había pedido a Kohaku que me ayudara para intentar traerlo de regreso.

    Ni siquiera sabíamos si era posible.

    Bien podría haberme dicho que le alcanzara la katana en lugar de hacer el corte con papel, siendo que estorbaría más, pero no fue el caso y tampoco lo cuestioné porque su razonamiento llevaba razón. No quería llevar su sangre, ya consideraba que llevábamos bastante con el tema de no saber lo que pasaba con él, así que llevaríamos cortaditas de papel fastidiosas un tiempo. Le alcancé mi mano para que repitiera el proceso, arrugué un poco los gestos y lo escuché establecer el pacto.

    Entregar su alma.

    Eso no sonaba muy bien tampoco.

    Tomé aire despacio, lo liberé de la misma forma y extendí la mano para tomar la suya, completando el sello. Pensé que ahora llevaba una parte de sí conmigo de una manera que no hubiese querido, pero solo así podía asegurarme de que no haría ninguna estupidez, el deber me superaría y ya, también estaría por encima del miedo a que algo le pasara a al familia de Jiin aquí. La cosa era como darle dirección a un montón de agua desbocada.

    —Gracias —dije casi en un murmuro, vete a saber por cuál de los dos caprichos que me había permitido.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
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    Rengo pareció repasar nuestras palabras así no lo condujeran realmente a ninguna parte, pero el gesto cargó consigo, si se quiere, una chispa de esperanza. Esa que había encontrado negada apenas llegar al santuario. Me extendió un papel, entonces, y aproveché la excusa para leerlo en lo que él y Yuzuki se despedían. No me parecía apropiado entrometerme, ni siquiera mirar, de modo que me alejé un par de pasos hasta situarme cerca de la puerta.

    Vino entonces el pacto de sangre, lo comprendí bajo una nueva luz ahora que había leído las palabras de Rengo, y presté atención a su promesa. Palabra a palabra. Que entregaría su alma al niño si fallaba al contrato, decía, y volteé el rostro en su dirección. No iba a intervenir, claro, sólo pensé en el nivel de responsabilidad que estaba asumiendo y me pregunté si el Rengo anterior habría sido capaz de hacer algo así.

    Algunos destinos son más estrechos que otros, ¿verdad?

    Me acerqué, entonces, lo hice a paso tranquilo y recogí las tazas vacías.

    —Cuídate —murmuré, irguiéndome, y le sonreí—. Cuida a todos.

    Me volví hacia Yuzuki, le dediqué también una sonrisa y asentí despacio, dirigiéndome al exterior del santuario. Esperaría ahí por ella hasta que estuviera lista, siendo que no tenía nada que hacer dentro. Aproveché el tiempo para seguir pensando y repensando las palabras de Rengo, la información e instrucciones. ¿Realmente era capaz de algo así? ¿Lo había sido toda mi vida?
     
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    Amelie

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    Santuario/ Interior
    [Yuzuki; Rengo]


    Rengo afirmó con tranquilidad ante aquel agradecimiento de Yuzuki para después escuchar a Kohaku retirándose con las tazas vacías, tan amable como siempre. Al irse, Rengo miró a Yuzuki.

    —Entiendo la carga de Kohaku —mencionó Rengo — Recibir tanta información puede resultar abrumador; es por ello que es importante que te acompañe a esta misión. Si está junto a mi, rodeado de todo esto puede causar en él el mismo efecto que me causó en mi cuando era pequeño. Lo que hago ahora con Kohaku es darle su tiempo para el auto análisis. Porque si no toma lo que posee y lo hace suyo con su propia convicción, terminará intentando huir de esa parte de sí mismo, una parte que también lo hace lo que es. Quiero enseñarle lo que jamás me instruyeron a mi.

    Volvió a su mesa listo para seguir con sus deberes — Me he fallado a mí mismo por miedo; pero con ello he encontrado una fuerza que no poseía antes; seré capaz de ayudar a los demás a no cometer mis mismos errores, seré el maestro que siempre quise tener — su voz seguía sin un atisbo de emoción; por ello, Rengo podía hablar sus verdades, sus antiguos miedos estaba siendo abiertos ante Yuzuki, ahora que no moraban mas en su interior — Yorokobi tendrá la opción que yo o Kohaku nunca tuvimos: poder elegir. Mis errores no serán su responsabilidad si yo llego a fallar.


     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Kohaku se acercó luego, recogió las tazas y le dijo a Rengo que se cuidara, también que cuidara a todos, de paso me dedicó una sonrisa que reflejé con bastante naturalidad a pesar de todo y lo vi retirarse. Trataría de no demorarme mucho más, me sabía mal tenerlo allí esperando la verdad y ya se agotaban las cosas pendientes que, por ahora, me mantenían allí conversando con Rengo.

    Cuando el muchacho estuvo fuera el menor de los Harima regresó su atención a mí, lo escuché y suavicé los gestos cuando explicó qué era lo que pretendía al enviar a Kohaku conmigo. Era posible que el anterior Rengo no hubiese podido hacer semejante cosa con tal convicción, con esa seguridad, pero se me ocurrió pensar también que si podía hacerlo ahora era porque había querido hacerlo antes pero no sabía por dónde empezar.

    Y que ahora, quizás, entendía.

    Suspiré al verlo volver a su mesa con intenciones de seguir en lo que estaba antes de mi aparición, seguía hablando sin atisbo alguno de emoción y yo de plano ya no esperaba algo diferente. Cerré los ojos un momento, asentí con la cabeza así no me estuviese mirando ya, repasé sus palabras, repasé las mías y busqué lo que no quería dejarme guardado.

    Como la bocona que era.

    —Por eso todos los demás nos lanzamos a la guerra, para permitirle al resto lo que nosotros no pudimos tener —dije con calma, esta vez no era impostada—. Darle una opción a los que quedan atrás, la oportunidad de elegir algo más.

    Giré el cuerpo para comenzar a retirarme ya de una buena vez, tampoco quería dejar a la familia de Jiin esperando mucho más tiempo si de verdad estaba comprometida su ubicación.

    —Aún así cuidado con eso de enviar personas conmigo, lo mío roza la indisciplina y siempre fue así, sin mencionar que... Bueno, que puedo abrumar a Kohaku con la misma facilidad que un montón de información, estoy prácticamente segura, no sé hasta qué punto puedo causar interferencia. —Me detuve un momento—. Cuídate, Ren. Intenta hablar con Kuroki cuando puedas, sé que no recibirá lo que espera tampoco, pero al menos intenta involucrarlo si es que está interesado. Si sigue recluyéndose será peligroso para sí mismo y los demás, alterado como debe estar empezará a tomar decisiones movido por otras emociones.


    cuándo dejaré de sufrir con estos post, pregunta seria

    bueno nos vamos, llorando, pero nos vamos alv
     
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    Amelie

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    Santuario/ Interior
    [Yuzuki; Rengo; Kohaku]


    Por primera vez en su vida, tenía demasiada información en su mente y sabía administrarla, debía reorganizar y crear acciones y no sufría ninguna clase de preocupación o duda, sabía que hacer y veía con claridad su toma de decisiones; pero aun había incertidumbre, pues no podía controlar las acciones de los demás, sólo quedaba confiar —Ustedes también cuiden de sí mismos; no tomen acciones precipitadas — el nombre de Kuroki resonó —¿No se ha ido con su padre, Jiin y Kato? — preguntó con duda genuina — Tendré que salir a buscarlo; tal vez él pueda ayudarme con otras tareas— dejó nuevamente sus documentos ordenados, deteniendo lo que estaba haciendo —Saldré a buscarlo y así podré proponerle acciones, si es que aun está interesado en Kamakura. Si no es así, me encargaré de guiarlo con otro grupo de los Minamoto. Así que no debes preocuparte, no planeo dejarlo solo.

    Hizo una reverencia formal antes de acompañarla hasta la salida, dónde Kohaku esperaba.

    —Los estaré esperando — mencionó Rengo mientras avanzaba —Pero... si desean no volver, también entenderé sus razones. Sólo avísenme, ténganme presente, los escucharé siempre —aquellas palabras podrían haber sido cálidas, pues su significado lo era; pero provenían de un voz sin un atisbo de chispa en ella.

    Rengo se alejó con tranquilidad, no corría, no estaba apresurado; estaba en paz.

    Yáahl
    Gigi Blanche

    Las etiquetaré en Odawara



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    Puerto
    [Kuroki; Shiori; Rengo]

    Rengo bajó hacia el puerto por la gran escalinata; los vio de espaldas frente al mar desde arriba, gracias a Kuroki era muy sencillo identificarlos, el copo de nieve a la orilla del mar.

    Shiori había logrado enganchar a un pez en su trampa pero este logró escaparse mientras ya Kuroki guardaba lo que había capturado, fue entonces que vio como Rengo se aproximaba a ellos.

    Rengo los saludo con una reverencia —Buenos días.

    Gigavehl
    madarauchihaficha actualizada
     
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    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

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    Shiori
    — ¡Oh! Vaya, se me fue, una lástima—. Musité triste para mí misma al ver como el pez se me escurría por entre los dedos, justo cuando parecía que lo tenía, pero bueno, eso no me preocupaba a porque supe que Kuroki había logrado pecar otro, así que tras tratar de mirar al agua, me centré en tratar de capturar a un pez, aunque un "Buenos días" me acabó quitando la concentración de perder a uno de los peces, por lo que, al voltear ahí le ví, a Rengo, saludándonos con una reverencia, a lo que básicamente correspondí con la reverencia para sonreírle y pasar a reirme un momento del estado de mis ropajes.— Parece que no se me da tan bien pescar Kuroki jeje—. Reí en tono divertido.

    — ¿Como estás Rengo-san?—. Pregunté un tanto preocupada, recordaba la historia de ayer como el que no quiere la cosa, parecía que mi mente se mantenía reticente a olvidar
     
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    [Kuroki; Shiori; Rengo]

    —Me encuentro algo cansado; he consumido mucha energía y aun inicia el día —
    la voz de Rengo era monótona pero sin llegar a ser marcial, era tranquila pero sin mucho mas, era la voz de una persona cortés.

    —Perdonen que los interrumpiera; pero quisiera pedirles un favor si es que planean quedarse en Kamakura. No planeo forzarlos a permanecer aquí, si desean alejarse de la prefectura de Kanagawa lo entenderé; pero si ese es su plan, permítanme guiarlos con alguno de los equipos Minamoto, me gustaría que siempre puedan confiar en mi —hizo una pausa mirando a Kuroki, en su obi ya no sólo había una katana, Rengo reconoció las heridas recientes en Kuroki, aunque ya habían sido curadas no se notaban en su ropa, un viejo truco que funcionaba siempre; pero no con él, no con alguien que había vivido ocultando los azotes —¿Quema, no es cierto? —preguntó — Un arma muy cruel, ¿En verdad crees merezca ir junto a Nozomu?— no había emoción en su voz, no era odio ni pena; simplemente era como escuchar a un maestro haciéndole una prueba a su alumno, con la voz de respeto, con un tono monocorde.

     
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