Kanagawa Kamakura

Yuzuki Minami
Viejo Barrio

Mis palabras y mi acercamiento lo calmaron un poco, se permitió sonreír y me di por satisfecha por el mismo motivo que acababa de decirle, porque si me pedía que cruzara el mar nadando lo haría sin dudar un instante. No había nada que hacer, ya hasta mi madre lo tenía claro, estos cuatro eran mi familia sin importar todo lo que hubiese hecho su padre. Porque así tuvieran la sangre de Kato, no eran él y nunca permitiría que se le parecieran siquiera.

Se distrajo con mi comparación, rió y me encogí de hombros, como diciéndole que no tenía remedio. Sus palabras tenían lógica y recordé el comentario de Nagato sobre los criados en Kamakura, también comparé eso con lo que pretendía Kato, con lo que era, y me di cuenta que quizás la cuestión le había salido al revés desde el principio. Éramos animales, bestias del bosque, habíamos nacido de la decadencia y nos movíamos por instintos, por el oído, el olfato y corazonadas.

Los animales sienten, reaccionan y así sobreviven las inclemencias, sobreviven la mano humana incluso, aferrados a la tierra que los vio nacer. Hasta los perros, amaestrados por las personas, tenían instintos fuertes, sentido de familia, de manada y de protección que nadie les había enseñado, lo llevaban en la sangre. Kato había pretendido crear cascarones vacíos, cuando un animal sin instintos estaba condenado a la muerte.

Jiin regresó sobre el tema, lo que concernía, y me preparé lo mejor que pude para recibir el montón de información que iba a soltarme. No sirvió de nada en su mayoría, no pude imaginar a Kato antes de Kaito, antes de Shi, no pude porque el hombre que yo había conocido había sido siempre inexpresivo, estricto, inhumano. Era el demonio que había dejado vivir para que sirviera a nuestro tablero.

Como había decidido mi padre.

A pesar de que muchísima gente deseaba su muerte, yo incluida.​

Escuché a Jiin con una atención ridícula. Habló, habló y habló, y con cada palabra sentí que el aire me dejaba los pulmones, que no me alcanzaba la cabeza. Escarbé entre mis cosas buscando el listón que había atado en la mano de Takano, pretendía usarlo para distraerme las manos, pero tardé bastante en recordar que se lo había dejado a él y al no tener nada con qué ocuparme acabé cruzando los brazos bajo el pecho.

Tomé aire con fuerza al escuchar lo de la madre de Takano, de quién había sido discípula, y comencé a hilar ideas a una velocidad exagerada, la mente me iba tan rápido que tuve que obligarme a detenerme en seco para poder seguir escuchando al mayor de los Harima.

La katana de Aoi que cargaba conmigo, la hermana de Kato.

Los Asakura.​

Tachibana Sora, la mujer que vimos en Shizuoka.

Hashimoto, que perdió su ojo a manos de Kato y luego reconoció su mirada en Takano.​

Todos teníamos derecho a odiar a este monstruo, porque se había bañado en la sangre de los nuestros, porque Kamakura había muerto y ahora no quedaba nada más que animales moribundos. Porque Rengo estaba en el archivo, como una cáscara vacía, porque mi padre había esparcido las entrañas por el suelo por culpa de este hombre.

Hana. El nacimiento de Rengo. Itami.

Hana lo logró, pero el daño ya estaba hecho, la sangre seguía corriendo como ríos. Jiin llegó a la parte del suicido de nuestro clan y comprimí los gestos porque recordé el espíritu de mi padre en Minami, atado a este mundo por el rencor de mi madre, y que su sangre sería el eterno recordatorio de la crueldad de Kato. La sangre de mi padre, de nuestros hombres, esa que impedía que Kato tocara a las sobrevivientes.

Negué con la cabeza por reflejo, no sé si fue un gesto para Jiin o para mí por haber preguntado, pero me siguió lloviendo y no me quedaba más que aguantar. Escuché por qué Kato los había criado de esa manera, por qué había visto lo que vi y por qué sufrí cada cosa por la que pasó uno de sus hijos, incluso de las que me enteré después. Tenía razón de ser, de verdad que sí, pero aún así no podía... No podía.

No podía perdonar a este demonio.

Cuando Jiin terminó de hablar permanecí en silencio un buen rato, no era capaz de formular palabra alguna y cuando reaccioné fue para desenredar los brazos en torno a mi cuerpo. Me pasé las manos por el rostro, retirándome el flequillo albino del rostro y giré en mi espacio, viendo las pinturas ahora que sabía qué habían sido, qué eran, y tuve miedo.

Tuve terror.

Fue egoísta, pero lo primero que pensé es que ese podía ser el futuro de uno de ellos, que cualquier podría haber tocado a Shi y acabar aquí. Recordé las palabras de Hashimoto en Iwakura sobre la locura de los Harima, a Takano sacándose la katana del pecho y el terror de que la historia se repitiera estuvo a nada de consumirme. Me lo imaginé zambullido en el bosque, en la casa abandonada con el tablero incompleto, y luego imaginé a Rengo de nuevo allá en el archivo. En esa cueva, esa maldita tumba.

El Rengo que no era Rengo.

Tuve que retroceder sobre mis propias ideas, escarbar hasta debajo de las piedras para recordar nuestras conversaciones y anclarme de regreso, dejar mis caprichos personales para volver a lo que correspondía. Porque así como Kato, lo cierto era que yo también tenía deberes que cumplir más que ahogarme en miedos sin fundamento. Al lograr centrarme recordé otra cosa y no pude pensar en callarme, solo lo solté.

—Se lo dijo —comencé a hablar con un hilo de voz—. El día que lo derribamos aquí. Kato le dijo a Takano que estaba orgulloso de él.

Ahora entendía por qué.

—Los demonios, servían a Kaito, luego a Kato. ¿Matará a las madres de sus hijos? —pregunté a pesar de saber la respuesta, de entender de sobra lo que implicaba encargarse de traidores. Busqué sus ojos y prácticamente el pedí auxilio—. Ignoremos el montón de sangre alrededor de esta gente. Su crimen actual... ¿Fue haber dejado Kamakura? ¿Algo más?

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alguien sáqueme de Kamakura, no veo gente muerta pero es casi lo mismo

 

Kuroki Fusatada

Por fortuna logré reaccionar a tiempo y me desplacé al momento y velocidad perfectos para eludir el ataque sin problemas, con esa misma inercia ataqué a papá por sorpresa pero para mí infortunio el esquivó también, solo con ver los tremendos impactos que resultaron en la arena no evité mostrarme atónito, ahora iba entendiendo porqué dejé noqueado al pobre Michinori.

—Esta bien, está bien. Veo que te lo tomas en serio, me gusta. —sonrei de emoción al escucharlo.
>>Eres superior a mi, lo admito, pero no bajes la guardia, lo que tienes en defensa yo lo tengo en ofensiva. Genuinamente debes eludirme o podrías llevarte un golpe contundente—. Dije confiado en mis habilidades, si, sabía que podría ser alreves también pero me gustaba ese estilo...

Un todo o nada.

Escuché un grito que me estaba apoyando y volteé un instante a ver... ¡Oh, pero si es Shiori! Y no evité sonreír ante el comentario de papá.
—De acuerdo, acepto el reto—. Dije mientras me posicionaba de una forma distinta.
>>Te mostraría lo que los Yoshioka me enseñaron pero puedo ver la firmeza en tus ojos, papá, aún así, ese clan se caracteriza porque hablan con la fuerza de uno, no tanto con las palabras, así que veamos si podré poner está contienda a mi favor.

 

Kuroki Fusatada

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NO QUIERO 50 DE EXP QUIERO RECUPERAR LO INVERTIDO CON KYUZO (????

*le pegan*

—Creo que gané la apue-
Pero me vi bruscamente interumpido cuando papá respondió con un golpe lo suficientemente fuerte como para atravesar mis ya de por sí mermadas defensas.

Eso me sacó el aire y reí, asintiendo.
—No te hice ni un rasguño...—. Dije divertido por ver eso, tal vez lo había subestimado. Luego lo escuché y asentí.
>>No me subestimes, no bajes la guardia papá—. Dije aún centrado para escuchar lo último y sonreí conmovido, así como orgulloso.

—Dame un poco más de tiempo, estoy practicando sobre el cómo aprender a bloquear ataques. Creo que ya casi lo tengo—. Dije con calma para repetir otro ataque.

 

Kohaku Ishikawa
Cocina del castillo

¿Ryohei? No estaba seguro a quién se refería el hombre, pero tampoco vi la necesidad de preguntar. Asumí que se trataría del encargado de la cocina o similar, y cuando me mostró los pocos ingredientes que quedaban en el castillo fruncí el ceño debajo de la máscara, pensativo. Vaya, la situación sí que se veía mala. ¿Té de flores del infierno, además? No, demasiado amargo.

A menos que...

—¿Sabe si hay panales cerca de aquí, señor? —le pregunté, esbozando una sonrisa calmada—. Con algo de humo podría conseguir miel para el té, eso ayudaría a neutralizar el amargor de las flores.

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fuente bibliográfica: belu

 

Yuzuki Minami
Barrio Viejo

Negué con la cabeza ante las palabras de Jiin, ni siquiera lo pensé, lo hice nada más y suspiré con cierta pesadez mientras intentaba poner mis ideas en orden, siendo que todavía sentía la cabeza como derretida. Repasé el espacio con la vista de nuevo, brazos cruzados bajo el pecho.

—No es ridículo —señalé casi en un murmuro—. Nunca me lo pareció en realidad, solo que ahora tiene más sentido haberlo escuchado decirlo en semejante contexto.

Fruncí el ceño al escuchar lo que dijo después, presioné un poco el agarre en torno a mi propio cuerpo y contuve el impulso de soltar una suerte de bufido, porque sí, si uno se lo preguntaba Kato siempre tenía algo con qué justificar lo que hacía, ahora pretendía acabar con los traidores por lo que había descubierto en Saitama y aunque tenía sentido, Dioses, las madres de sus hijos.

Asentí con la cabeza cuando dijo que solo buscaba afectar a Takano y Shinrin, lo mismo que pretendía al haber descubierto lo de su familia. Cerré los ojos al escuchar que le debía su paz a Rengo, que de no ser por él ciclo se habría reiniciado en resumidas cuentas, y pasé saliva con algo de dificultad. Con todo cuando dijo de lo que Kato parecía solo buscar excusas para que lo mataran se me aflojó una risa, fue bastante amarga en realidad, pero es que tenía razón.

Volví a estirar las manos en dirección a Jiin, encontré las suyas y las presioné suavemente, todo lo que me había dicho no era fácil de procesar para él tampoco, pero allí estaba y se lo agradecía profundamente. En realidad era todo lo que sentía hacia Jiin desde hace mucho, agradecimiento puro.

—Gracias por explicármelo, de verdad. Vaya, gracias por todo, como siempre —dije después de un breve silencio y encontré su mirada antes de añadir otra cosa—. No te retengo más. Detenlo, Jiin, por el bien de tus hermanos. Nosotros estaremos con Rengo un tiempo.

 

Kuroki Fusatada

Y al final pude sentir y ver el margen... ¡Podía ejecutarlo al fin, mi mejor ataque!

Giré sobre mi eje a la par que avanzaba un poco para ganar inercia y mayor fuerza en mi ataque, con el cual, si bien era un ataque que dependía de mi suerte al ser algo tardío y hasta un poco al azar, el par de giros, en especial en ese último era dejar caer toda mi fuerza con la inercia incluída para atacar con una fuerza demoledora a mi oponente. Hasta el aire se cortaba de una manera tal que parecía que estaba resoplando con fuerza y conseguí impactar con lo que para mí perspectiva era incluso con brutalidad.

Mi padre hasta retrocedió un poco, pero su entereza y su sonrisa me tomaron desprevenidos, incluso me quedé ahí, congelado por unos instantes...
—¿Acaso tienes un Yoroi oculto en ti o algo? Genuinamente esto me impresiona—. Dije incrédulo al ver cómo mi mejor ataque había quedado en apenas un ataque mínimo a sus fuerzas. Esta bien, me falta practicar más pero sentía que era refinar más mis defensas que mi ataque.

Su comentario ciertamente me hizo reír.
—Fue mi mejor ataque, tu defensa es asombrosa—. Dije aún anonadado por el evento pero cierto es que podía notarse como relajaba su defensiva para atacar, eso me hizo entender que se había preparado incluso más... ¿podría tener oportunidad? Tal vez si pero sería un enfrentamiento extenso y a menos que pueda predecirlo con eficacia no serviría de mucho.

Desafortunadamente no empecé bien con ese propósito, ya que si bien el golpe dolió tal fue la inercia que perdí de inmediato el agarré con el palo y me sobe el hombro, sonriendo y asintiendo.
—Muy bien, ahora vamos con los desarmes, está bien. Me gusta, un desafío—. Dije aún emocionado para prepararme y me arrojé intentando recuperar el mismo palo, no tomaría otro... en realidad no es como si los demás palos fuesen igual de firmes, suficiente era que soportara reverendo golpe de mi parte.

¿Sería lo suficientemente rápido para recuperar mi arma y responder correctamente de nuevo? Confiaba en mí velocidad y mi habilidad de pelea, era discípulo de los Yoshioka también, ¡debo demostrar más!

 

Kohaku Ishikawa
Monte Genji

No había sido mi plan original, realmente, pero la vida también estaba llena de sorpresas. Asentí sin problema y me dispuse a seguir a Take, salimos del castillo y alcanzamos el pie de un monte cercano. Chiasa iba a mi hombro, como siempre, observando y olfateando los alrededores. En algún momento desapareció, cosa que ya venía siendo rutinaria, y la dejé ser. Nos detuvimos entonces frente a uno de los árboles y observé sus dimensiones, identificando el panal varios metros arriba.

No era algo que hubiera hecho en mi villa, tanto mis padres como los ancianos siempre lo calificaron como una tarea indigna para el primogénito, además de peligrosa. Ya después, entre las aldeas que visité y los intercambios que hice, varias veces me pagaron a cambio de conseguir miel. Revisé los alrededores y le sonreí a Take, como indicándole que me esperara, en lo que juntaba una buena cantidad de césped verde y lo ataba en torno a un tronco pequeño. Algo así como una antorcha, pero sólo de humo.

—¿Me la alcanzas cuando haya subido? —le pedí, sin perder la sonrisa, y me dispuse entonces a intentar trepar el árbol.

 

Yuzuki Minami
Viejo Barrio

Jiin recibió mi gesto con la naturalidad de siempre, porque en realidad él nunca me había rechazado ni nada y lo cierto es que era la única persona más allá de mi madre a la que no sentía que tenía que cuidar. Era una suerte de hermano mayor, le guardaba el mismo cariño, me sentía tranquila y segura con él. También entendía que habían cosas que le correspondían, esta era una de ellas.

Su disculpa me hizo dedicarle una sonrisa, fue un intento bastante torpe de quitarle algo de pesar de encima y negué suavemente con la cabeza.

—Ve con cuidado —dije antes de que se retirara—. Tienes una familia a la que regresar.

Me quedé allí dentro de la casa un rato con los brazos cruzados bajo el pecho y suspiré con pesadez. Ya estaba visto que no conocía bien de límites, así que tampoco me cuestioné demasiado mi propia idea antes de llevarla a cabo y me puse a buscar entre las cosas que habían, bastante porque sí en realidad. Digamos que era mi forma de distraerme antes de salir y hacer otra cosa, o más bien pensar en qué hacer porque todavía no tenía idea, mucho menos con todo lo que acababa de decirme Jiin.

 

Kuroki Fusatada

Sonreí conmovido por el breve halago de papá y después recordé al armero...
—Debo mejorar cada día cada vez más... El armero errante me lo recomendó y... creo que tiene absolutamente toda la razón—. Dije mientras asentía decidido pero mi intento por recuperar el palo fue inútil, respondí entonces con un golpe pero para colmo no solo había sido uno de los mejores si no que lo había bloqueado como si nada y está vez si expresé frustración.

>>Por eso quiero aprender a bloquear ya—. Dije pero al menos de forma tranquila.

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Quiero quemar los dados ;-;

 

Kohaku Ishikawa
Monte Genji

Tal parecía ser que no había perdido cierta facilidad para trepar árboles, cosa que agradecí hacia mis adentros. No me habría gustado caerme, la verdad, primero por mis pobres huesos y segundo por la vergüenza de semejante momento. Además, sin miel no tendríamos té, y eso era inaceptable.

Por suerte mis dudas no tuvieron fundamento y en cuestión de minutos logré alcanzar el panal. Había unas pocas abejas revoloteando cerca, nada serio, tampoco se alertaron demasiado con mi presencia. Me estiré hacia abajo para alcanzar la antorcha y la advertencia de Take me orilló a sonreírle, buscando tranquilizarlo. Pobre hombre, ya demasiado estaba confiando en el loco que de buenas a primeras le dijo "acompáñame a escalar un árbol así consigo miel para mezclar con flores del infierno". Sí, se oía todos los días.

—No se preocupe, señor, ya he hecho esto varias veces —dije al aire, encargándome de la antorcha con movimientos cautelosos. Estiré el cuello de mi camiseta para medio cubrirme la nariz y elevé algo más el tono de voz, así conseguía oírme—. El humo aturde a las abejas, las pacifica y sacar miel es pan comido.

Dicho y hecho. La antorcha llevaba poco césped, de modo que hizo la cantidad de humo necesaria para atontar a las abejas. Me daba pena destruir su panal, pobrecillas, pero sabía que podrían reconstruirlo en un santiamén y que, además, no había muchas otras opciones. Golpeé la estructura con la tsuka de mi katana hasta quebrarla en trozos de tamaño moderado, los agarré con la mano libre y los dejé caer sobre el césped, junto a Take.

—Ahora sí nos vamos rápido —avisé, manteniendo el humo sobre el panal—, antes de que noten el hurto.

Igual y toda la situación un poco me estaba divirtiendo. Bajar siempre era más sencillo que trepar, así que me deslicé unos metros y luego salté. La antorcha estaba casi extinta pero igual era peligroso dejarla ahí, de modo que volví a hacerme con los trozos de panal y regresamos por donde habíamos venido. Ya en la cocina, tranquilos y sin abejas, podríamos exprimirles la miel.

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esto es super random but so funny JAJAJA

 

Kohaku Ishikawa
Castillo

Jamás creí que vería a Take tan contento por haber conseguido la miel luego de su preocupación con respecto al método de obtención, pero vaya, ahí iba casi brincando de felicidad y anduve todo el rato con una sonrisa en los labios. Parecía un niño y, en cierta forma, brillaba.

Una vez en la cocina del castillo, me entregó las flores deshidratadas y tuve suerte de haber puesto el agua a hervir antes, cosa de que ya casi estuviera lista. Realmente no sabía cuántas tazas preparar, así que dispuse en hilera las que encontré dentro de los muebles y me encargué de exprimir la miel en un recipiente. La voz de Take me alcanzó, entre tanto, llamó a mi nombre y murmuré un sonido afirmativo para hacerle saber que lo oía. Su recordatorio volvió a entibiarme el alma y me volví en su dirección.

—Una taza de té es una taza de paz —murmuré, y solté una risa breve antes de seguir hablando—. Y no se preocupe, jamás me lo negaría a mí mismo. He trepado un árbol para hacerlo bien, ¡más me vale disfrutarlo!

El agua comenzó a burbujear y empecé a repartir las flores entre las tazas, en profunda calma.

—Haré todo el té que pueda —avisé, y medio giré el rostro en dirección a Take para que supiera que le hablaba a él—, usted traiga a todas las personas que encuentre. Quizá logremos tranquilizar un poco sus espíritus.

 

Yuzuki Minami
Viejo Barrio —> Santuario

Busqué entre las pinturas, pura manía en realidad, pero incluso sabiendo lo que habían significado alguna vez no logré encontrar nada que me interesara de forma especial. Quién sabe, quizás no busqué a conciencia, o a secas estaba predispuesta a desinteresarme de todo lo que implicara a Kato y ya. Lo cierto es que si alguna vez existió un puente entre el señor de Kanagawa y yo se había quemado hace muchísimo tiempo y ahora si acaso acudía a él porque... Lo dicho, era una pieza útil, y permanecería con vida hasta que continuara siendo de esa manera.

Era como darle la razón, porque estaba midiendo su permanencia en este mundo en función de lo que pudiera hacer por nosotros o no. Más o menos lo mismo que le pedía a Rengo, que fuese útil, pero la verdad no me quería meter en ese terreno. Una cosa era la partida de shogi que uno jugaba, la guerra en la que se involucraba, y otra las relaciones de familia, que eran algo más parecido a una telaraña. En realidad ni siquiera sabía hasta qué punto una visión era mejor que la otra, el unificar ambas cosas o separarlas. Tenía un lío en la cabeza, así de sencillo.

De la forma que fuese salí de la casa, los trazos de las pinturas me quedaron en la cabeza aún así y acabé caminando sin dirección particular, al menos no de forma consciente.

Nunca la vida iba a robarle una sola moneda del bolsillo a alguien de Kamakura en el estado en que estaba la ciudad, pero suponía que podía afilar la vista y ver si alguien se le habían caído algunas en la desgracia o qué sabía yo. Tal vez lo hice por nervios, ni idea, no lo pensé demasiado y ahora no había quién me dijera que me quedara quieta, así que tampoco importaba demasiado.

Mis pasos acabaron por guiarme de regreso al santuario, así no supiera qué pretendía hacer allí realmente.

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eso, diviértanse con mis dados, es el único comic relief que vamos a tener en un buen tiempo okya

Anyway, uso el robo porque esta criatura no conoce la moral ups