Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Gigavehl

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    Kuroki

    No me detuve siquiera a escuchar las respuestas de Rengo... Solo bastó seguir escuchando su tono plano para percatarme que de nada serviría detenerse a escuchar. Solo seguí mi camino hasta que salí de ahí y avancé directo a mi objetivo, sin miedo, sin nada... estaba por estallar y no quería hacerlo con las personas incorrectas.

    Bajé por las escaleras, y para jodido colmo comencé a recordar a Masuyo... tanto que hasta me detuvo como si algo invisible me empujara en la frente ya que llevé mi mano al mismo, masajeandome, intentando inútilmente borrar esos recuerdos. Que si, como olvidar cuando Masuyo se puso a vomitarle bilis a Kato en este preciso sitio, pero es que había sido antes de eso que me había tomado muy en serio esa plática, sus recomendaciones y sus comentarios... Elevé el rostro, donde estaba el cielo nocturno, la luna y las estrellas, no evité seguir llorando en silencio mientras suspiraba con gran pesadez.

    Hundí mis manos en el Haori de nuevo y sentí el látigo... recordé las palabras finales de Itami, el cómo Natsu me había salvado la vida, como sentí justo horror de Kyogi o como había dudado severamente de la potencia de los Minamoto con tan solo ver a Kato por primera vez o después el como el mismo noqueó a Takeda como si nada.

    Kamakura me había apaleado, si. Pero también me había hecho crecer, me había puesto a prueba y lo superé. Por eso confié tanto en que podría con cualquier cosa, en que genuinamente merecía dar cualquier batalla pero... ahora con esto, no. Parecía que volvía a fallar, sentía que había estado caminando pero sin haber avanzado.

    Hana se había ido en paz al fin... Itami me confió a Rengo para estar a su lado, inclusive hasta Kawa nos dió una oportunidad por ver nuestra forma de ser... y que solo un terrible error todo eso se cayera, calaba. Calaba bastante.

    El viento sopló y solo me hizo recordar con ahora pesar lo que Rengo nos acababa de enseñar. Pestañee un par de veces y bajé la mirada para acabar de bajar las escaleras y ver la playa... desolada, vacía y sola.

    No había nada, solo el sonido del mar de fondo, mientras las embarcaciones estaban ahí, abandonadas a la par que el tiempo comenzaba a repercutir cada vez más en los mismos.

    Algo en ellos llamó mi atención y más por necesidad de distraerme que alguna razón en específico, me impulsó a aproximarme a revisarlos, aún pensando cómo iba a pasar la noche. Aunque dudaba mucho que pudiese dormir, en realidad ni ganas tenía.
     
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    Zireael

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    Así hace un momento estuviéramos todos con un nido de pájaros en la cabeza, en el momento en que Rengo dijo que había entregado sus anhelos entendimos al derecho y al revés. Que a pesar de las conversaciones que habíamos tenido con él los tres por separado, que a pesar de nuestros esfuerzos y quizás hasta el de Takeda, porque recordé de repente el mala en la muñeca del menor de los Harima, de alguna manera Kato había logrado matarlo.

    Lo había matado frente a nuestros ojos.

    La sola realización me envió una corriente de agua helada por la espalda, sentí el cuerpo frío y presioné el agarre en torno a mí misma. Kuroki y yo estábamos hechos un desastre de emociones, porque él chico también era de esos, y Kohaku, con su eterna calma, me dio la sensación de que tenía su propio desastre por dentro. Que aunque hubiese en él una templanza que recordaba más a Kato que al caos que Rengo, Kuroki y yo éramos, la bondad que sentía que había en él no lo iba a dejar solo aceptar eso.

    Que no aceptaría que Rengo abandonara lo que era.

    Kuroki se retiró, no vi por dónde detenerlo, mucho menos me dio por pensar que lo habría ofendido o algo por lo que le solté a su padre. En ese momento no podía importarme menos, si debía ser honesta y que me disculpara, pero la aparición de Kato había sido una desdicha, lo viese por donde lo viese.

    Me quedé donde estaba repasando el suelo con la vista más de una vez, como si fuese lo más interesante que había allí. Sabía que no iba a quedarme de brazos cruzados, pero ahora mismo no podía balancear mis propias emociones para encontrar alguna respuesta y sabía que necesitaba salir de esa cueva, esa maldita tumba.

    El murmuro de Kohaku, ese que soltó al aire, me hizo comprimir los gestos a pesar de que no volteé a mirarlo. No tenía idea de qué habían hablado, pero sus palabras me parecieron correctas, tuvieron sentido sobre todo viniendo de él, de su máscara, y las repetí para mí misma porque acababa de estar pensado que prefería que alguien me arrancara el corazón que sentir todo esto.

    La máscara no es la opción correcta.

    Noté que se había acercado a mí y tuve este pensamiento horrible de poner distancia, como si yo fuese un incendio forestal descontrolado y fuese a convertirlo en cenizas, a este hijo del cielo y me di cuenta que no podría perdonarme semejante cosa. No lo hice aún así, porque contradecía demasiado a mi naturaleza y aborrecía rechazarme a mí misma a conciencia.

    Las palabras de Rengo en respuesta a mi comentario y al de Kohaku solo terminaron de destrozarme el corazón. Estuve a nada de abrir la boca, soltarle un mordisco en toda la mano solo para ver si le arrancaba una reacción diferente, pero me callé así como me había callado cuando escuché a Kohaku llamar a mi nombre a pesar de haber estado a un pelo de írmele encima a Kato.

    Que a nadie le interesaría, había tenido la audacia de decir, cuando yo estaba allí queriendo despedazar todo Japón.

    ¿Nos había visto alguna vez? ¿Había visto en realidad lo que tenía, el amor que le guardaban diferentes personas a su alrededor?


    Hice un nudo mi voz, me la tragué y prácticamente me obligué a arrancarme a mí misma de mis emociones porque me di cuenta que no tenía caso, al menos no en ese preciso momento. Me limité a verlo irse, porque ya no sabía qué más hacer.

    Desvié la vista hacia Kohaku, me alcanzó su sonrisa y relajé los gestos que ni me había dado cuenta tenía comprimidos. No logré reflejar el gesto del todo aunque asentí con la cabeza, pero su mano me alcanzó el hombro, fue delicado, y agradecí como una idiota ese mínimo de contacto humano porque logró poner algunas cosas en orden en medio de los escombros que tenía en la mente. Levanté la mano, alcancé la suya y le di un apretón suave, no estaba muy segura de si lo incomodaría, pero que me perdonara. Igual rompí el contacto casi de inmediato.

    —Gracias —atajé en un murmuro, miré una última vez la dirección en la que se había retirado Rengo y se notó lo mucho que me costó dar el primer paso. Me distraje añadiendo otra cosa, algo que no quería que se me quedara atorado en el pecho—. Gracias por detenerme antes, era necesario.

    No sé qué tanto había avanzado, qué tan cerca estábamos de dejar el archivo o no porque tenía la cabeza aturdida. Me había callado un rato, pero de repente abrí la boca y lo llamé.

    —Ko. —Sonaba tranquila, ni idea de cómo, pero lo hacía y bajé el tono antes de seguir hablando—. ¿Me ayudarías? A traer a Rengo de regreso, quiero decir. Sé que… sé que es mucho, te estoy pidiendo demasiado después de todo lo que te pasó en un solo día y quisiera no tener que hacerlo. Si lo intento sola todo lo que haría serían un montón de imprudencias, ya te habrás dado cuenta.

    Guardé silencio otra vez, pasé saliva y giré el rostro para encontrar el suyo, su máscara. Le dediqué una sonrisa, fue casi una disculpa silenciosa.

    —Sonó a obligación, lo siento. Puedes negarte. —Regresé la vista al frente, la sonrisa se me desvaneció apenas dejé de mirarlo y bajé la vista a los escalones, el flequillo albino cayó hacia adelante—. El capricho es mío después de todo, como siempre.

    Continué avanzando, suspiré con pesadez y me di cuenta que si yo me sentía cansada a este pobre niño la mente se le debía haber derretido ya en ese punto. No estaba funcionando a capacidad, por decir algo, pero tampoco podía solo hacerme la tonta y fingir que, no sé, no me interesaba su cansancio o algo así.

    —Puedo acompañarte al castillo para que puedas descansar, vaya, al menos el cuerpo. Debes estar agotado, ¿no? En realidad te acompaño a donde quieras.
     
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    Amelie

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    Puerto
    [Kuroki]

    Kuroki subió a uno de los barcos abandonados; logró hacerlo sin esfuerzo debido a su habilidad de escalar, al estar allí dentro, sin saber que hacer, encontró una simple kunai, una que tal vez le recordaría su estancia en Iga, con aquellos shinobis que jamás volvería a ver.

     
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    Gigavehl

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    Kuroki

    Al subir a uno de los barcos, a pesar de la oscuridad, la media luna en el cielo ayudaba a ver un poco, y dentro del sitio no encontré nada especial excepto... un Kunai.

    Me quedé ahí un momento, contemplandolo para acto seguido aproximarme y tomarlo con calma, sentí su peso y la noté desgastada... de pronto recordé cómo en Iga había iniciado en serio mi travesía como Shinobi... dónde Obata nos había recibido y nos había mostrado los secretos del Clan Hattori... no solo el Ninjutsu, si no la capacidad de obtener información por medio de una bien armada red que jamás podría volver a ver a flote...

    Nunca pude interactuar bien con nadie en Iga, lo único que pudimos hacer fue defenderlos de Koga... ¿quién me iba a decir alguna vez que jamás podría volver ahí? ¿Debut y despedida?

    Los Koga... los Taira... nuevamente, ese maldito clan me arrebataba algo de enorme valor...

    Natsu... siempre luché por salvarlo pero, aún tenía la duda si había traicionado por dolo, o por manipulación... si, Kyogi lo había confirmado, era utilizado pero rememorar la manera en como veía el clan...

    Aferré mi agarre en el Kunai solo para acto seguido soltar un rugido de rabia pura y enterré con una fuerza abrumadora el Kunai en una pared de la embarcación donde hasta atravesó la madera como si hubiese sido de papel.

    Temblé... no de frío ni de la fuerza ejercida. Si no de dolor y depresión. Jamás me había sentido tan mal, ni siquiera cuando pasó lo de Chiryu porque al final Rengo confiaba en mí... ¡y ahí estaba! Pero con lo último acontecido simplemente no me lo podía perdonar, es como si al final de cualquier manera lo hubiese perdido. Cómo si le hubiese fallado a mucho más que solo Itami. Recordaba las críticas de Natsu y todo lo que vino por Rengo... tuve miedo, mucho, tanto que aún ahora cuando estaba por morir tuve una visión o no sé, algo que hasta genuinamente tuve horror. Tanto que simplemente no me atrevia a decirlo y tampoco lo sentía tan necesario.

    Seguí temblando, quería despedazar el barco pero obviamente eso no sería posible. Era un simple anhelo de un mocoso idiota que solo estaba sentido. Y lo sabía... debía verme tan patético ahora. Me negaba a renunciar a mis sentimientos pero también a que las cosas que me hacen feliz se vean mermadas o destruidas... primero mi hogar y ahora hasta esto.

    Seguí temblando y me quedé ahí por unos minutos, hasta que por fin me relajé, al menos el suficiente para moverme y saqué con cierta dificultad el Kunai, lo conservaría... no por mis habilidades, si no porque juraba que utilizaría este Kunai exclusivamente al que hiciera falta usarlo. Al que mereciera morir, bajo mi mano. Porque no dudaba que entre tanto equipo dividido ya haya pasado algo grave con alguien...

    Y vaya que lo estaba siendo.

    Juré eso, este Kunai tendría un valor personal muy grande, sería mi desahogo contra la persona correcta, estaba tan cansado de estarme conteniendo y resistiendo. A este paso iba a terminar haciéndome daño antes que ocurra algo digno de atención.

    Tenía que seguir a Benkei... y no dejarme someter por los eventos, si no levantarme y fluir, azotar al que deba ser azotado y sobresalir con lo que yo mismo tengo, no depender del resto, centrarme en lo que genuinamente sirvo...

    Nunca seré como Rengo, ni como Kohaku ni como Yuzuki, solo como yo. Y si yo en momentos llego a mostrarme anormal cuando me colman la paciencia... que así sea.

    Suspiré, y una vez todo guardado, saqué el látigo... ahora que estaba solo en un sitio tan amplio me era perfecto. Por lo que solo me quedó practicar por mi cuenta y como pudiese la manera correcta de usarlo.

    Itami... me haces tanta falta.
     
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    Gigi Blanche

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    No esperaba rescatar ningún fragmento de Rengo con mis palabras, no ahora mismo, de modo que su respuesta no sacudió ningún cimiento fundamental. Nada enlazado a la esperanza o el deseo. Repitió mis propias palabras, las reprodujo como si las hubiera almacenado en un archivo de su memoria, y pensé en cuán diferentes podían sonar en boca de otra persona. Seguía creyendo en ellas, sin embargo. Las llevaba grabadas en el corazón, como si me hubiera pasado la vida entera dándoles forma en algún rincón silencioso de mi mente.

    Lo que no esperé realmente fue que me regresara la piel de lobo, y esa tontería me desestabilizó un pequeño instante. Llevé una mano al frondoso pelaje, cosa de que no cayera al suelo, y seguí la silueta de Rengo hasta que desapareció por el pasadizo que habíamos utilizado antes. Eran los simbolismos, ¿verdad? Los ritos fúnebres, los festivales sagrados, las máscaras, los talismanes y los gestos tan pequeños como entregar una capa para abrigarse del frío.

    Que ya no quería protección de nadie, nos estaba diciendo.

    El silencio del archivo fue frío y Yuzuki reafirmó el contacto dándome un apretón suave. Su gesto no me tensó de ninguna manera, menos habiendo nacido de mí, de modo que simplemente regresé el brazo a mi espacio y asentí al agradecerme por haberla detenido antes. Me dio por pensar que debía ser agotador en su propia forma cargar con tantas, pero tantas emociones.

    No abrí la boca, al fin y al cabo no era ningún charlatán y por encima de todo, estaba agotado. De casualidad el cerebro me funcionaba a velocidad normal, por momentos se espesaba y notaba que quizá llevara varios segundos sin pensar en absolutamente nada. La voz de la chica, sin embargo, llamó a mi nombre y volví el rostro hacia ella a medida que subíamos, indicándole que la estaba escuchando.

    Estaba claro que se preocupaba por Rengo más que en su propia vida, quizá, que lo amaba como una madre debería amar a sus hijos y así me di cuenta que no tenía forma de entenderlo. De dimensionarlo. Debía ser enorme, pensé. Enorme, brillante, cálido y también agobiante. Debía ser muchísimas cosas que ni siquiera sabía si sería capaz de albergar en mi cuerpo sin explotar y me pregunté si nuestra madre alguna vez nos habría amado así. Si había sido algo más que la bendición de los dioses a sus ojos.

    O si su tipo de amor era diferente pero válido también.


    Sentí que aún tenía palabras atoradas en la garganta en cuanto guardó silencio, de modo que aguardé y recibí su sonrisa. Ni siquiera lo pensé, simplemente la reflejé y si la suya había sido una disculpa silenciosa, la mía pretendió quitarle esa culpa de encima.

    —No es un capricho —murmuré con la eterna calma de siempre, la del arroyo perenne, y mi voz rebotó entre las paredes de la escalera. La luz del santuario se vislumbró tenue, por encima de nuestras cabezas—. Los caprichos obedecen a deseos personales, Yuzuki, y pretenden satisfacer a una única persona. Lo demás derivan de efectos colaterales. No es un capricho querer salvar a alguien.

    Finalmente alcanzamos el santuario y a duras penas me detuve en él, sólo seguí hasta volver a situarnos bajo el azul del cielo. Pensé que Yuzuki lo necesitaba. Me llené los pulmones de aire, acaricié la crin de mi yegua y Chiasa, que había estado dormida hecha un rollito encima de su lomo, bostezó y chilló, trepándose a mi hombro.

    —Toda la vida me enseñaron a despojarme de mis caprichos —proseguí, rascándole la barbilla a la pequeña ardilla, y sonreí con ternura antes de regresar la mirada a Yuzuki—. Y siento lo mismo que tú, así que no te preocupes. Aunque Rengo insista que no debe ser salvado, yo creo que se equivoca. Quizá no sea una salvación extraordinaria, quizá sólo necesite esa luz a su lado que lo ayude a no tomar el camino incorrecto. Eso también es salvación.

    Me desinflé los pulmones lentamente, recibiendo su invitación para acompañarme al castillo, y asentí. Llevaba aún la sonrisa pegada en el rostro, esa que había conseguido desde que me reencontré con Chiasa, y empecé a caminar a un paso extremadamente tranquilo.

    —Tú también lo estás, Yuzuki —puntualicé con respecto a su cansancio. No le soltaría en toda la cara que deje de preocuparse por los demás, no era mi estilo—. Creo que a ambos nos vendría bien descansar un poco.


    rolear a kohaku me da paz mental oksi bai
     
    Última edición: 8 Octubre 2021
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Santuario —> Castillo

    Ninguno de nosotros tenía la esperanza de poder hacer algo al respecto ahora mismo, no con la cabeza reducida a escombros y con semejante agotamiento encima del cuerpo, pero todos habíamos entendimos lo que debíamos entender de acciones pequeñas, de movimientos y gestos. Todos leímos el espacio, aterrados a nuestras propias maneras, y entendimos el verdadero resultado de haber roto el sello.

    El Rengo que conocíamos ya no estaba.

    Y ahora no quería nuestro cuidado.

    Ni se me cruzó por la cabeza que Kohaku anduviera dándole vueltas a lo agotador que era cargar tantas emociones encima, si alguien me lo señalaba le daba la razón sin dudar, porque era absolutamente desgastante, pero no sabía vivir de otra manera. Porque así como sentía este terror tan espantoso, esta ira, este resentimiento, era capaz de amar con la misma fuerza y allí radicaba todo lo que me interesaba incluso cuando alcanzaba el punto de desear que alguien me quitara este revoltijo de sentimientos de encima.

    El chico había girado el rostro en mi dirección cuando lo llamé, como para decirme que me escuchaba y yo hablé, lo habría hecho incluso si no me daba indicios de oírme seguramente. Sentía tantas cosas que ya no podía pasar ninguna por una selección de qué decir y qué no, porque todo rebotaba, chocaba, dolía y de vuelta al principio. De ahí que hubiese pensado que solo en un sueño de opio podría descansar bien, porque así no tuviera pesadillas como la de la vez anterior, mi propia mente podría encargarse de eso.

    De pensar lo peor y solo lo peor.

    Kohaku reflejó mi sonrisa, me pareció que ni lo pensaba, que a pesar de su carácter silencioso en comparación al de las personas con las que yo había crecido, era un muchacho de sonrisa fácil y eso, si me lo preguntaban, era precioso. Me quitó algo de la culpa que sentía por llevármelo por delante, vete a saber si era la intención, pero se agradecía.

    No es un capricho. Los caprichos obedecen a deseos personales.
    ¿Y no era mi deseo personal querer a Rengo de regreso?

    No es un capricho querer salvar a alguien.

    Parpadeé un par de veces, todavía con la vista al frente, y traté de procesar lo que me estaba diciendo. No me di cuenta, pero a la vez comencé a memorizar aún mejor el tono de su voz, sus pausas, la calma impresa en su persona y todo lo que él era, al menos lo que me dejaba ver, como si quisiera grabármelo a fuego. No quería olvidar la capacidad que tenía, con su templanza, de regresar a los otros a su centro.

    Alcanzamos el santuario sin detenernos demasiado allí, yo seguía dándole vueltas a lo que acababa de decirme, pero aún así me detuve una vez estuvimos afuera y alcé la vista al cielo. Era azul, era amplio y me ayudó a limpiar mi propia visión, incluso me permití tomar una gran bocanada de aire, como a quien sacan del agua luego de haber estado por ahogarse. Al regresar la atención al frente vi que la ardilla se trepaba al hombro de Kohaku y él volvió a hablar mientras la acariciaba, la imagen consiguió arrancarme una sonrisa por alguna razón mientras lo oía.

    Cuando volvió la atención a mí seguía mirándolo con Chiasa, así que sin darme cuenta di un pequeño respingo como si me hubiese atrapado escondiendo los pedazos de un jarrón roto.

    Toda la vida me enseñaron a despojarme de mis caprichos.

    Dioses, mi niño.


    Aún así me relajé cuando lo escuché decir que sentía lo mismo, fue como si acabara de sacarme un peso enorme de los hombros y sonreí de nuevo, bastante más tranquila ahora que habíamos dejado esa suerte de cueva en las entrañas de la montaña. El aire y la roca habían dejado de aprisionarme el pecho, así que de alguna manera podía respirar mejor.


    ¿Que yo también estaba agotada?

    Asentí con la cabeza despacio en lo que me acompasé a sus pasos, de por sí no tenía energía para caminar de prisa y entrelacé las manos tras la espalda mientras nos dirigíamos al castillo.

    —Yuzu —corregí casi en voz baja, mirándolo con el rabillo del ojo y se me escapó una risa baja al caer en que, vete a saber en qué momento, había dejado de llamarme Minami-san—. Puedes llamarme Yuzu como hacen Rengo y Takano, me siento más vieja de la cuenta cuando me llamas Yuzuki. No me preguntes por qué, no tengo idea.

    Lo solté con ligereza, porque aunque tuviera bastante del malgenio que nos cargábamos todos los de Kamakura, también era cierto que podía ser significativamente más suave y adaptable que ellos. De la manera que fuese, giré el rostro no para mirarlo a él como tal, sino a la ardilla en su hombro y me pensé que debía ser de lo más suavecita. No sé, ya no estaba pensando en orden.

    —Gracias otra vez, por acceder a ayudarme y eso. Lo aprecio mucho.


    la *brillitos* inner peace *brillitos* que le brinda Ko a esta intensa y a mí misma es un regalo de los ángeles, nadie puede decirme lo contrario
     
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    Amelie

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    Kamakura

    La noche pasó lentamente; Yuzuki y Kohaku se dirigieron al castillo dónde fueron recibidos; esta vez era algo distinto, el sitio estaba lleno, sus puertas habían sido abiertas y su gente descansaba en el interior; no había nadie quejándose, sólo movimiento constante, entrenamientos en el patio central. Jiin los reconoció, sus heridas habían sanado gracias a Sasaki quien parecía seguir atendiendo a varios de las personas mas heridas, ya no había sangre; pero si dolor.

    Ryohei estaba a un lado de Jiin, quien se notaba cansado. Hablaron un poco de lo sucedido en la guerra, también les explicó que estuvo en las mazmorras nuevamente, otra idea extremista de Kato debido a que Jiin le había ocultado a su familia, la cual no estaba ni estaría en Kamakura. Le explicaron un poco lo sucedido en el archivo y el rostro de tranquilidad de Jiin se convirtió en enojo; trató de relajarse para después llevarlo hacia las habitaciones dónde podrían dormir, para después mencionar que tendría que salir a encargarse de algo.

    En el puerto, Satou observaba desde el exterior del barco, esperando a que Kuroki saliera; pero este no lo hizo, sólo se escuchaban los golpes dentro de aquel sitio. Satou decidió esperar, se relajó en las rocas de la costa mirando a la luna. Ambos pasarían la noche en vela.

    Gigavehl Yáahl Gigi Blanche Voy a tirar dado de evento en este post y sigo con el post del amanecer :3 no necesitan postear por el momento
     
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    Amelie

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    La mañana había llegado, en el puerto, Satou y Kuroki mantenían sus ojos abiertos cuando el sol ascendía en Kamakura; pero las nubes no dejaban apreciarlo, sería un día de lluvia ligera, un día frío.

    En el castillo la brisa de la mañana se sentía por cada rincón; las flamas de los fogones se habían disipado, y los dejaba ante el frío de ese día. Pero nadie estaba despierto, parecía que por primera vez en mucho tiempo, habían dormido tranquilos, sin una sola pesadilla.

    Jiin parecía ser el único despierto, y Kato no parecía estar a la vista.

     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Ni siquiera pude darme cuenta cuando mi padre había aparecido y se dispuso a esperarme para ir al Castillo a dormir, como había pensado, no tenía ni ánimos de eso, solo descargué la amalgama de emociones que tenía encima con el barco y lo que estuviese cerca con el látigo del difunto Itami. En momentos inclusive me lastimé de forma torpe por dar un ataque de muy mala forma o por mi inexperiencia obviamente. En mi vida había manejado un látigo, era la primera vez que tenía uno en las manos pero lo que hacía era un entrenamiento a pura intuición. No tenía a nadie que me enseñara ni con quién practicar, porque sería lastimarlo y tampoco quería eso. Solamente me fui descargando poco a poco, descansando en interludios, a veces los brazos me exigian que parara, inclusive mis piernas, a veces sentía sueño, pero cuando me disponía a aquello me era imposible. Puede que ya no hubiesen pesadillas... pero irónicamente justo aquella noche no podia conciliar el sueño.

    Estaba muy molesto y decepcionado, lo suficiente como para a veces dar vueltas por la playa, caminando sobre la arena, reflexivo por el evento y por el entrenamiento, en momentos pude ver a mi padre a lo lejos quien me saludó y yo correspondi con desánimo... Parecía que estaba esperando el momento que me diera por vencido pero lamentablemente eso nunca iba a suceder...
    Cuando recobraba energías volvía a atacar al aire, practicaba movimientos, intuía como debía moverme, me seguía haciendo daños e iba aprendiendo que era lo que no tenía que hacer. A veces incluso arrancaba trozos de madera de las embarcaciones no solo para ejercitar mis brazos si no para clavarlos en la arena y con el látigo practicar mi precisión con el mismo, la fuerza que ya era bastante por no decir menos y más daño autoimpuesto. Poco a poco tomaba episodios de descanso, de reflexión, de inútiles intentos por dormir y de más entrenamiento. Para a muy altas horas de la madrugada ya tenía un daño encima y aún así no paraba, solo maldecía las situaciones hasta el hartazgo y seguía practicando hasta que por fin tenía una noción de lo que hacía. Por fin dejaba de dañarme y acertaba con mayor eficacia mis ataques, inclusive hasta en la manera en como se escuchaba el látigo partir con fuerza el aire comenzaba a tomar un sonido peculiar, casi como si tomara una extraña melodía y fue en ese momento que me percaté que por fin estaba tomándole el truco al arma...

    Aún así no paré y me sorprendió ver a Satou aún despierto, en parte lo agradecía, no me habría gustado estar solo al final, pues cualquier evento podría ser peligroso y en cierta medida me arrepentí que de nuevo mis emociones me dominaran... ¿genuinamente valía la pena..?

    El entrenamiento siguió por otra hora más y sin darme cuenta las nubes comenzaban a presentarse de forma enorme, no estaba nublado, pero tenían las intenciones, por un momento me percaté y llegué a pensar si llovería, padre seguía despierto y yo aún no me sentía satisfecho. Tsk, como si tuviese razones... ¿De verdad iba a estarlo? No... esto solo desahogaba parcialmente mis emociones, no tenía la misma magnitud ni fuerza como lo de Rengo. Solo era un distractor...

    Las tablas arrancadas siguieron hasta que prácticamente deformé por completo una embarcación y la mitad de la playa tenía decenas y decenas de tablas clavadas, la gran mayoría destrozadas, unas pocas apenas en pie y otras tantas estallando por los ataques precisos del látigo. Al final parecía que alguien había decidido decorar a ambos costados del camino distintas tablas casi destrozadas y clavadas en la arena, sin contar los incontables trozos de madera que estaban desperdigados por todos lados.
    El aire seguía cortando y los impactos resonaban, las quejas seguían en susurros y el sudor delatando la gran demanda también. El simple pero armonioso mar golpeando sin parar la costa de Kamakura y sus abandonadas embarcaciones así como Satou se mantenía siempre alerta y observando. El cansancio era notable en ambos, y al final yo mismo terminé por aprender a como manejar correctamente el látigo. Inclusive había pasado de solo aprender a golpear de frente a atacar alrededor ondeando el mismo. A replegar y desplegar rápidamente el látigo, a guardarlo y desenfundarlo a velocidad. a girarlo de un lado a otro e incluso practiqué con ambas manos, no solo con la derecha.
    No era un maestro en esto, ni de lejos me consideraba alguien con un manejo decente... ¿Cuánto puede aprender uno que entrena a pura memoria muscular? ¿A pura intuición? Debía tener todo un sistema de reglas y trucos para poder manejar de manera profesional un látigo y no dudaba que los que saben manejarlo se reirian de mi. Pero ya tenía lo que buscaba... un manejo a ambas manos y por lo menos saber atacar correctamente con el mismo al menos de forma básica. Que dejara de dañarme o inclusive derrumbarme a mi mismo desde hacía un par de horas ya era ganancia.

    La luz iba emergiendo poco a poco en el ambiente, yo seguí ensimismado con el entrenamiento hasta que había conseguido partir el último tablón y fue hasta en ese momento, jadeante, que me puse a observar el escenario... La mañana por fin había llegado y con ello un ambiente nublado y frío. Me quedé mirando el sitio en silencio, intentando recuperar el aliento con el látigo aún desplegado a un costado, sosteniéndolo.

    No evité recordar la escena en Shizuoka, el cómo habíamos despedido a Kenzaburô y a las incontables vidas que perecieron en la guerra... No era la misma visión, obviamente. Pero de cualquier manera así era mi mente a veces, me ponía a recordar cosas de las que en ocasiones luego ni sentido tenía. O tampoco habían tantas razones para recordar algo en específico... pero ahi estaba.

    Gemi, y solté un par de lágrimas mientras sentía las ganas de llorar, pues hasta el rostro se me torció de esa manera, la adrenalina pasaba, el frío calaba y sentía como punzada las heridas y la ropa un tanto destrozada. ¿No era poético? Así me sentía ahora... destrozado.

    Sin poder contemplar un amanecer como era debido, cosa que de hecho adoraba contemplar y disfrutar, elevé el látigo para dar un azote final y lo gire de cierta manera para que se enrollara por si mismo y la sujeté firme cuando dió su giro final, por lo que procedí a guardarlo, no iba a poder entrenar toda mi vida y escapar de la realidad por siempre, bueno, no es como si lo hubiera podido hacer. Pero ya empezaba a sentirme bastante de sobra en este mundo paranormal. Ya empezaba a pensar en serio si valía la pena seguir adelante o mejor tomar un camino distinto... ¿Que tenía que hacer? Simplemente ya no tenía idea...

    Una ola llegó a alcanzar mis pies y me empapó bastante, no me molestó, al contrario, me hizo de alguna forma saber que tenía que seguir aquí. Pero me sentía cansado, herido y deprimido. Algo que, por lo menos con el cansancio debía de cargar hoy pero... con lo de Rengo...

    Suspiré mientras seguía mirando el paisaje, hundiendo mis manos en el Haori donde volví a sentir no solo el talismán, o la tabla de Kenpo... si no la escama. Y solté otra lágrima, mientras me aferraba al mismo.
    ¿Que nos va a deparar? Ayer no había sucedido otra cosa más que un bajón tal que parecía que haber ganado la guerra de Shizuoka no valía absolutamente nada al final...

    Solo pude quedarme ahí, en silencio, reflexionando. Toda la noche lo había hecho y estaba considerando centenares de cosas. Sobre todo el como debía actuar ya... Si, se puede decir que entrené con odio y decepción... pero también había estado pensando muy profundamente como debía tomar los sucesos. Cómo... debía cambiar... ¿Tenía que hacerlo, acaso?

    —A veces me pregunto... ¿Algún día podré dejar de detenerme a preguntarme con una seriedad de muerte si estoy haciendo bien las cosas?—. Dije al aire, mirando hacia al mar aunque en realidad le hablaba a mi padre, a quien sentía que se estaba aproximando—. Sé que no somos perfectos, sé que jamás seré especial en temas sobrenaturales y que debo ser único con mis propias capacidades, con mi propia fuerza, debo ser especial con mi forma de ser y aprender a explotar mis talentos. Una vez hecho complementar esos talentos con lo que otros poseen y así... es como se forja a un grupo especial, uno que puede cubrirse de distintas maneras y comienza a funcionar. Como cuando uno intenta partir una rama... Una sola es frágil y en extremo fácil de romper pero no una docena, que es más resistente y duro—. Añadí mientras sacaba la escama y me quedaba a contemplarla.

    >>¿Pero qué pasa cuando uno se mete en algo que no puede entender y siempre es peligroso? Lo lógico es huir... ¿no? Dejar morir el asunto y desistir de cualquier cosa que lo relacione. Si no sirves para algo es mejor abandonar. Porque jamás dejaras de cometer errores. —y empecé a juguetear con la escama, manchandola un poco de sangre, por lo que suspiré—. ¿Pero entonces cómo es que al final hay gente que ha logrado lo imposible? Por algo se conocen decenas de técnicas para una Katana, una kodachi... un látigo. Dicen que la curiosidad es peligrosa. ¿Pero entonces cómo vamos a descubrir lo oculto? Muchos dieron su vida por el conocimiento, y es por ello que existen medicamentos, existen técnicas. Existe la sabiduría... Yo mismo estuve cerca de morir dos veces por mi curiosidad, por salvar a Rengo... dos veces en las que por un momento me arrepentí de haber insistido. Ocasiones en las que recordé cómo Rengo me alejaba porque sabía que sería un camino sin retorno, un camino peligroso. Uno del que no me haría ver ni un amanecer más, uno del que no me haría reír de nuevo, uno del que me alejaría por siempre de ti y genuinamente no me lo quería perdonar. Tuve miedo... y mucho. Porque no solo le habría fallado a Rengo—. Añadí mientras volvía la vista al horizonte.

    >>Era fallarles a los Minamoto, a mis amigos y aliados, era fallarles a personas en concreto de los cuales no habían dudado en mostrar su decepción. Era fallar a mi esencia, a mamá... a ti... Era... fallarle a los Fusatada. Tsk, ¿puedes... ver la magnitud de responsabilidad que tengo encima? ¿Alguien puede ver la clase de peso moral que tengo? Es... es demasiado a veces. —volvi a bajar la mirada en lo último mientras las olas seguían golpeando y ahora una brisa resoplaba.
    >>Personas me salvaron la vida, y no pude darles siquiera las gracias. Desde que me alejé sea por un escape o porque no había margen de interacción, no pude hacer nada y cuando me doy cuenta se mueren... Ya son cuatro veces. Y duele, padre. Duele porque ser salvado no solo es tener una deuda con la persona si no porque se confía lo suficiente en ti como para que te salven. Porque saben que no solo vales la pena si no porque hay razones poderosas hasta para dar tu vida por ese objetivo. Y enterarme que han muerto... me deja... una carga que a veces veo injusta. Es casi como si la vida me presentara retos a veces hasta crueles... y no sé si a veces está a mi alcance poder cambiar las cosas. Y si lo está... ¿Acaso es que solo lo estropeo?—. Dije, con un pesar absoluto y lágrimas seguían escurriendo, volviendo a ver al horizonte una vez más.

    —Se que hay peleas insalvables, sé que hay asuntos que jamás podré manejar y sé que jamás podré estar en todo. Pero desde la primera vez que pise Tsu que lo paranormal no para, vi de cerca un Hitodama, y hasta en Shizuoka conocí a Rengo y desde entonces ese asunto no se ha detenido. Yo acepté las consecuencias de mis acciones, y no dejé de luchar por mi propósito, aún si se me había dado la oportunidad de irme vivo a costa de huir como cobarde de toda esta situación. Yo no paré... jamás... hasta que aquella mujer murió, y por fin pude traer a Rengo conmigo. Y no solo eso... salvé otra vida, una que sufría... Una que también estaba sometida. —y era por eso que no entendía ya... ¿si era útil? ¿Si estaba haciendo bien? ¿Tenía que seguir?

    >>Pero ver a la persona por la que tanto luché... día y noche por consolarlo, por aconsejarlo, por guiarlo... maldición... ¡dos veces casi muero por él! Y que... solo... una maldita entidad quisiera "ayudar" para que Kato me lo matara enfrente mío... solo por un jodido discurso con el que Rengo cedió... —y me interrumpi, el coraje volvió, no con la misma intensidad pero si uno que calaba—. Que solo de un minuto a otro... todo... todo dejara de tener sentido... ¿Porque? ¿Es que de verdad debí ceder? Le hice una promesa... papá. Y fallé... no importa que esté con nosotros. Ese no es Rengo. Ese no tenía que ser el resultado. Solo... quería cuidarlo y... lo dañé—. Finalicé mientras me quebraba y sollozaba, guardando la escama para taparme medio rostro.

    —Tu no hiciste nada malo, papá. Al contrario, fue lo mejor... pero Kato jamás se detiene a ver la clase de efecto que tiene sus palabras. Si, serán muy certeras y efectivas. Pero siempre lo hace para que todos sean como él. Y lo peor es que tiene razón, pero también no le importa lo que puede ocasionar, nunca lo hace y ni lo hará... al final, ese es su estilo. Si cambiara... dejaría de ser el águila que es—. Finalicé mientras seguía limpiandome las lágrimas, tal vez necesitaba desahogar eso, tal vez fue innecesario, no lo sabía. Pero sin dudas algo me había cambiado desde que Rengo había matado su esencia.

    —Lo siento... aún... tengo mucho que mejorar, y madurar. Aún no comprendo muchas cosas. Sé que a veces soy demasiado infantil, tal vez... a veces debo de simplemente dejar de darle tantas vueltas a esto. Si estoy autodestruyendome... no me sorprendería, la verdad.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Al llegar al castillo todo era diferente, obvio, el desastre que se había desatado sobre Kamakura había cambiado muchísimas cosas. No me dio la cabeza para prestarle demasiada atención a nada que no fuese Kohaku porque venía conmigo y luego ubicar a Jiin. Fue ver al mayor de los Harima y que se me desarmara el corazón por vete a saber cuánta vez ya, porque tuvimos que contarle sobre la guerra, también sobre el archivo y él nos dijo lo de las mazmorras.

    Como si me faltaran motivos para despreciar que Kato respirara el mismo aire que nosotros, vaya.

    Hasta entonces había ignorado el tema de la familia de Jiin, me había enterado de ello a la vez de lo de Rengo gracias a Kenzaburo y solo me quedó agradecer que no estuvieran allí en Kamakura, que quizás no estarían nunca. Que Jiin seguía salvando familias como un idiota, ahora la suya, y no había nada más importante que eso.

    Nos guió a las habitaciones antes de retirarse, así que le deseé buenas noches antes de que se fuera y lo mismo a Kohaku antes de entrar a la habitación que correspondía.

    Me preparé para dormir por pura rutina, pero ni siquiera me acomodé, en su lugar me senté con la espalda apoyada en una de las paredes y ambas katanas a mi lado, junto a todo lo demás. La flauta que había comprando en Tsu, el veneno de la katana de Murai, la pieza de shōgi del bosque, las notas de Rengo que había traído del archivo y el talismán.

    Miré todo una y otra vez, atraje mis rodillas al pecho, abrazándolas, y las lágrimas me empañaron la vista. Me di cuenta que sin quererlo guardaba cosas de las personas que quería o que me recordaban la sangre que quería cobrar alguna vez, que las recolectaba y las llevaba conmigo a todos lados, como baratijas de una mujer que no está muy bien de la cabeza. La flauta porque me gustaba la música, me recordaba a la canción de mamá, el veneno porque casi había matado a Takano y la pieza de shōgi porque era suya, las notas de Rengo porque me recordaron que era un niño nada más y el talismán porque tenía su sangre.

    Estiré la mano, alcancé las notas y las atraje a mí, comprimiéndolas entre mis manos todavía sosteniendo mis rodillas. Las lágrimas cayeron, una tras otra, en un silencio tan pesado que amenazó con aplastarme el cuerpo. No sé cuánto pasé así, doblada sobre mí misma con las notas, pero el sueño no llegaba porque la mente me daba vueltas de forma espantosa a pesar de que la sentía espesa.

    A alguna hora el cuerpo me cedió al cansancio, cerré los ojos todavía en esa posición y cuando desperté estaba acostada en el suelo de cualquier manera. Me dolía la espalda, los brazos también y sentía los ojos irritados, como secos, en resumidas cuentas era un desastre como siempre que despertaba en Kamakura, con o sin pesadillas.

    Me levanté, volví a colocarme el haori que me había dado mi madre y guardé todas mis pertenencias sin prisa, incluidas las notas de Rengo que habían terminado bastante más lejos que el resto de cosas. Acomodé el talismán en la saya del colmillo bastante resignada y salí con pasos lentos de la habitación, para caminar en busca de alguien levantado o lo que fuese. El silencio que me recibió me hizo fruncir apenas el ceño que solo se me relajó al notar a Jiin despierto y la ausencia de Kato, que más que aliviarme me puso nerviosa.

    Cada instante que ese hombre se nos perdía de vista era de pura incertidumbre.

    —Jiin —Lo llamé en voz baja porque con todo no quería perturbar esa aparente tranquilidad. Claro que mi pregunta la pertubaría en sí misma, porque era como poner a mi madre a preguntar lo mismo—. ¿Dónde está Kato?
     
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    Amelie

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    [Kuroki; Satou]

    Satou escuchó a Kuroki colocando su brazo en su hombro por detrás de su espalda, un abrazo indirecto, uno que lo sostenía mientras se descosía ante él —Somos mas parecidos de lo que crees —mencionó Satou —Kuro... el peso que dices cargar es un peso que tu mismo te has puesto; está bien si quieres descargar tus frustraciones pero no puedes quejarte de algo que tu has decidido hacer —A veces, como padre se debía no sólo apoyar a sus hijos, sino también hacerlos ver que no todo lo que hacían era correcto —El peso de los temas sobrenaturales... créeme que te entiendo cuando hablas de ello, yo... —apretó el hombro de su hijo —... no he sido del todo honesto contigo; debo decirte algo que te he ocultado toda tu vida, y tal vez con esto puedas entender tu atracción a los temas sobrenaturales, y tu frustración con ellos — se separó de Kuroki para verlo de frente.

    —Pero antes... —lo miró con severidad — La gran diferencia entre Regno y tú, es que él debe estar envuelto en estos temas, y debe solucionarlos; tú no, es tu decisión, y si vas a sufrir a este modo creo que sería mejor que te separarás de él. El poder que Kato tiene sobre su hijo aun es mayor al de tu amistad con él; es su padre, y ha crecido intentando ser amado por este. Por fin ha cedido a los deseos de aquel a quien siempre trató de complacer, no fue un simple discurso Kuro... ha sido toda su vida— lo señaló — Tu fuiste el simple discurso para él ¿No te das cuenta? Rengo creció en este medio, a estas reglas; y hasta ahora había tratado de ir contra corriente; fue su límite, no pudo mas, cedió a su debilidad.

    Satou limpió las lágrimas de su hijo —Deja de atormentarte con los problemas que no son tuyos. Pero si vas a seguir cargando con problemas ajenos, deja de quejarte si las cosas no salen como querías —Satou estaba siendo demasiado severo —Esta es la vida de la que traté de alejarte; y por culpa de ese niño caíste en ella... Kuro...— guardó silencio por un momento —Tu no eres mi único hijo; antes de ti tuve una niña; una que nos fue arrebatada porque tenía energía espiritual...—Satou cerró sus ojos con fuerza mientras apretaba sus puños llenos de arena —... He dedicado mi vida a buscarla; he intentado cada manera de dar con ella; pero no tengo energía espiritual, no puedo encontrarla siendo así — dijo señalándose —Por eso entiendo tu frustración y enojo, tu decepción y dolor. Mi pequeña... — Satou también comenzó a llorar — ...Se lo prometí a tu madre; regresarla a nosotros, y por ello he terminado envuelto en temas como estos los cuales desprecio —sujetó con fuerza Kuroki —Detesto estas estupideces del Qi, detesto a los espiritistas, aborrezco que sean capaces de tanto mal; pero sobre todo detesto la idea de que mi hija esté siendo forzada a ese mundo —negó —Pudo haber crecido lejos de todas esas tonterías... pudo haber estado en paz —limpió su rostro, se veía distinto; su mirada era odio, no ante Kuroki, sino ante sus palabras —Por eso entiendo a Kato; por eso he decidido seguirlo.


    [​IMG]
    Castillo
    [Jiin; Kohaku; Yuzuki]


    Jiin escuchó las palabras de Yuzuki —Esta alistándose para salir de Kamakura— mencionó —Planea eliminar a los demonios carmesí, y yo le acompañaré, de un modo u otro debo tratar de detenerlo, porque entre esos traidores... está la madre de Shinrin y la de Takano —sabía que aquellas palabras alertarían a Yuzuki; pero antes de que pudiera preguntarle algo tenía que hablar —Pero Kato no planea dejar a Kamakura sola; es por eso que acudió a Rengo... él será responsable de este sitio en nuestra ausencia.

     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Mi padre se había aproximado a poner su mano en mi hombro, rozando su brazo, en un discreto abrazo el cual necesitaba. Sin embargo, la respuesta que recibí no la espere del todo. Al menos en cuanto al consejo que me otorgó de vuelta...

    Me sorprendió escuchar decir que anhelaba alejarme de estos asuntos paranormales. Y por un momento no entendí muy bien. No fue hasta que se explayó que pude entenderlo...

    Pero antes, la mirada que me dedicó y las duras palabras me estaban apaleando de una manera realmente brutal, tanto que me regresaron a Chiryu y por lo tanto a mi hogar destrozado... cuando me había sentido tan vulnerable e inútil. Eso solo me hizo sentir peor pero de alguna manera no bajé la cabeza. Solo me mantuve a escucharlo con atención hasta que pasó a la parte que más me sorprendió... ¿no ser del todo honesto?

    ¿Una... hija? Espera... ¿Está diciendo que tuve una hermana?

    La manera en como relataba mi padre y en el como hasta se desmoronaba me calaba, y no solo eso, no eran comentarios solo para el momento, si no eran para que viera la realidad. No me lo podía creer... Eso solo me hizo sentir aún más confundido. ¿Pero es que cuando no estaré rodeado de estas cosas? Y además... así como yo busqué a papá, él paralelamente buscaba a su otra hija... una que representaba un peso importante para mamá. No podía creerlo, todo el tiempo siempre creí que era hijo único y ahora enterarme de esto...

    Solo pude dejar escapar aire mientras pestañeaba incrédulo y no pude saber cómo reaccionar correctamente. Esta noticia había estado tan bien oculta que simplemente me dejaba realmente descolocado. Ya tenía casi 15 años de edad... y esto era... agh, ya no lo sabía.

    Pocas veces papá se mostraba tan severo y siempre que lo hacía dolía pero... ahora no sabía si estaba siendo precisamente lo mejor, parte de lo que dijo lo esperaba pero la revelación sin duda alguna me dejó incrédulo. Ni siquiera pude pensar bien quién podría ser... ¿ya me lo habré encontrado alguna vez? Dioses, era alguien con energía... ¿cómo saberlo? Seguramente ni estaba cerca y a dia de hoy seguía oculta. Eso no me extrañaría en lo absoluto.

    Me dejé hacer con respecto a las lágrimas pero solo pude quedarme helado por unos instantes, intentando asimilar todo lo que dijo, no es que siempre buscara la última palabra pero a veces sentía que dejaba muchas cosas al aire.
    —Yo... entiendo. —dije débil mientras alzaba la mirada de nuevo hacia él, derrotado—. Yo, honestamente jamás imaginé que te metieras en esto... creí que lo hacías por mí, entender y ayudarme, como una segunda opinión... jamás creí esto. Entiendo que nunca revelaran esto... y yo que siempre pensé que era hijo único. Inclusive hasta se lo conté a Rengo. Si... puede que desde que llegó me metí en estos asuntos pero, ya sabes cómo soy. Yo aún... aún no entiendo a veces porqué hago las cosas, yo siempre lucho por hacerlo lo mejor posible, es... es solo que siento que tanto sacrificio no valió la pena, no es solo que una cosa u otra no funcionara... es demasiado. Progresé, papá, logré bastante. Y es por eso que... me entristece tanto ver este fracaso—. Dije con pesar mientras miraba a un costado, triste.
    >>Sé que me hago daño y estoy considerando seriamente alejarme de esto... es, es solo que desde la masacre... que no me quiero permitir más errores. Lo sé, sé que nunca podré hacer todo y sé que siempre está en mi mano elegir rendirme y alejarme, huir. ¿Pero es que acaso no esta guerra contra los Taira no nos concierne tampoco? —lo miré, también con ese mismo pesar.
    >>Entiendo que odies lo paranormal, entiendo que actuo mal por ser insistente y quejarme pero... padre, temo que el Qi y todo lo demás debemos aceptarlo... porque es parte de la vida, a mí tampoco me gusta, pero no hay de otra. Los dioses existen, las leyendas existen, yo mismo tuve contacto con dos de los Shijin. Y jamás fue mi intención hacerlo, solo quería ayudar una vida que había sufrido. Sabes que siempre fui así, que nuestro clan llegó a ser así. Ellos manejan estas cosas, ¿cómo podré enfrentarlos si hasta con un talismán te atacaron? Me niego a creer que deba bajar la cabeza. Si pude y puedo mantener el contacto para que nadie más sufra como lo hizo Rengo o... mi hermana... lo haré. Después de todo, los Taira están involucrados. Siempre es fácil rendirse y huir, lo sé papá. Inclusive esta lucha no nos concierne porque nos han vencido, no existe nuestro clan, ya no. Aún así aquí estamos... Dime, aún si desistimos y solo buscamos a mi hermana... ¿que haremos? Los Taira seguirán expandiéndose, y no me perdonaría estar sometido bajo su mando, en especial si yo hasta comandé a más de cincuenta hombres, dioses. No tienes idea de cuánto me he esmerado por mamá... por ti—. Dije con dolor y puede que hasta enfrentandolo. Me ofendía que apuntara a Rengo como si fuese el origen de esta depresión y... si, podría ser. Pero no era solo Rengo, eran muchas cosas las que habían estado saliendo mal, hasta conmigo mismo.

    —Respeto que sigas a Kato... pero yo nunca lo haré, aprenderé de él, si, porque genuinamente sabe lo que dice. Pero el morirá algún día, yo moriré algún día, tu también, Rengo... Todos. Los dioses no, por cruel que parezca, y por lo tanto los espiritistas seguirán, generación tras generación—. Añadí con pesar, sé que mi padre también estaba mal, ¿pero qué podía hacer? Genuinamente ya no sabía que hacer a continuación.
    —De verdad lamento que mi hermana tuviese esa vida... que... bueno, justo nos maldijeran así. De verdad lamento que me vieses involucrado en esto, papá. Agradezco tus palabras pero me niego a aceptar que todos los espiritistas hacen daño. Rengo no lo hizo, jamás había matado a nadie incluso, es solo que... bueno, lo he perdido. Era como un hermano para mí, si, tal vez no debería quejarme. Pero para mí era más que un amigo. Y me duele que lo apuntes como si fuese el origen de la desgracia, porque siento que también insultas todo el esfuerzo que di. Yo mismo vi a Hana, una pseudo-madre de Rengo primero queriendo eliminar al mismo, pero cuando vió que tomó la senda correcta, una que fue guiada gracias a mi... conseguí que su espíritu descansara en paz, este látigo lo portó su maestro, uno que fue cruel, y en su último día cedió su confianza en mi, papá. Confianza en que jamás estaría solo... ¿Cómo crees que me puedo sentir ahora? Si tengo que dejarlo... lo haré, pero definitivamente siento que regreso al inicio. No renunciaré a mis emociones pero tampoco voy a creer que todos los espiritistas hacen daño porque sí, Kohaku no es así. Kawa, la niña que salvé junto a Rengo tampoco. Ya que también fue utilizada y eso solo me ha hecho entender que todos adoran ver este asunto como algo malo... y no lo es. Al contrario, todos los que son bendecidos tienen muchas ventajas, si, pero también desventajas incluso crueles. Un Shijin tiene mucho encima, y no creas que no me da miedo, solo quisiera que todo se detuviera e irme sin más. Pero no puedo papá... porque al final no deja de estar vinculado a esta guerra. Si pierdo a un amigo... ¿que podría perder el día de mañana? ¿O incluso hoy? Si, tal vez hago mal, pero si continúo fallando, voy a perder más y más cosas. Y es eso lo que me duele, no quiero saber que más puedo perder. Eres todo lo que me queda papá, no tienes idea de la clase de motivación que me da verte aqui, conmigo. Sé que hicimos una promesa en Shizuoka. Pero es eso—. Dije inclusive soltando una breve risa no de humor si no de presión.
    >>Estoy cargando no con decisiones si no con promesas, legados. Estoy cargando directamente con responsabilidades. Y nuestro clan es el principal. No quiero que muera el ideal que tuvo, no quiero que Arashi, nuestro maestro, y todo lo que enseñó termine. No tengo tiempo para llorar y quejarme, ya lo sé. Solo... intento que todo fluya, y por una vez sentir resultados de mis acciones. Solo quiero eso...
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Acabamos yendo al castillo con una calma que probablemente no sintiéramos, pero el cuerpo tampoco nos daba para otra cosa. Me dijo que podía llamarla Yuzu y yo me limité a asentir, dedicándole una sonrisa tibia de las de siempre. No me pondría a discutirle ahí mismo que me resultaba imposible, que quizá lo hiciera con una katana al cuello y aún así lo sentiría extraño en todo el cuerpo. Que no había sido criado ni educado para acortarle el nombre a nadie, con suerte había alcanzado ese grado de confianza con mis hermanos pequeños luego de pasar una vida con ellos. Ahora, seguía a cientos de soles de distancia.

    Nada que hacerle.

    El castillo había abierto sus puertas, repasé los alrededores y me di cuenta que todo olía a guerra. Jiin nos recibió, permanecí en silencio en lo que intercambiaban la información pertinente y les deseé buenas noches a ambos antes de meterme en mi habitación. Estaba agotado, dioses, sentía la mente genuinamente espesa y así me costó un tiempo dormirme, cuando lo hice fue como si me hubieran noqueado. Agradecía al menos no haber vuelto a enfermarme desde Shizuoka.

    Me desperté con la luz del sol colándose hasta alcanzar mi rostro. Chiasa se removió también, su cola me hizo cosquillas y abrí los ojos lentamente. Recordé de repente todo lo que había pasado, como si acabaran de arrancarme de un mundo para arrojarme en otro, y exhalé con cierta pesadez. Rengo había dicho que hoy iniciaba mi entrenamiento, ¿verdad? Ni siquiera sabía qué pensar o sentir al respecto, menos sabiendo que Rengo ya no era Rengo.

    Seguía pensando que sus decisiones eran imprudentes e impulsivas, pero ¿qué bien haría decir una cosa como esa?

    Repetí la rutina usual al levantarme de la cama. Me vestí con mi abrigo, con los collares y ornamentos, me até la máscara y junto a ella, la piel de lobo albino. Se sintió en cierta forma pesada.

    Cuando salí al pasillo no me tomó mucho tiempo identificar a Jiin y Yuzuki. Me acerqué, porque qué más iba a hacer, pero me detuve en mis intenciones de saludarlos cuando alcancé a oír lo que estaban hablando. Kamakura no daba ni un respiro, ¿verdad? Pensé en avisarles dónde estaría, pero no vi por dónde intervenir y, honestamente, una parte de mí quería al menos tener media hora de paz antes de zambullirse en la marea de conflictos entrecruzados y la intensidad de esta gente. En definitiva, sólo asentí con la cabeza al pasar junto a ellos y seguí mi camino en dirección a la cocina del castillo, a ver si me las apañaba para preparar un poco de té y ya luego buscar a Rengo.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Fruncí el ceño al escuchar a Jiin decir que Kato se preparaba para salir de Kamakura, porque así no fuese una erudita ni nada del estilo lo cierto es que luego de tanto tiempo empezaba a entender cómo se movilizaba esta gente, las piezas que movían y cómo las colocaban sobre el tablero, reduciendo los flancos abiertos. No lo pensé con especial intensidad, pero imaginé que eso podría explicar lo de Rengo, es decir, de Kato acudiendo a Rengo y claramente fue el caso.

    Gran sorpresa.

    Luego, como buen Harima, siguió soltándome información en toda la cara a esas horas de la mañana y no me quedó más que recibirla porque era yo la que había preguntado de por sí. Suspiré con pesadez al escuchar que la madre de Shinrin y Takano estaba entre los traidores y me llevé la mano al rostro, me enjuagué los ojos con los dedos y sentí los principios de un dolor de cabeza horrible. No había dormido bien, tenía demasiada tensión encima para variar y era una suerte que el cuerpo no se me hubiese deteriorado mucho más en ese estado, siendo que las preocupaciones las arrastraba desde hace ya un tiempo y había arrastrado otras incluso antes.

    —Entonces el niño es el sacrificio para mantener este montón de escombros en pie —solté sin conectar la lengua con la mente ni por asomo, me di cuenta hasta después y bufé para mí misma—. Lo siento, Dioses, vengo diciendo puras cosas horribles desde lo del archivo. Perdóname.

    Kohaku pasó, asintió con la cabeza y en eso murió todo, lo dejé irse tranquilo después de despedirlo con un movimiento de mano y seguir su silueta con la vista. La pobre criatura estaba aquí metida con un montón de intensos nacidos en Kamakura; porque hasta Rengo que lo veías más fácil de tragar que a Takano a veces se le aflojaba tanto la lengua que ya ni pasaba por accidental, si en Iwakura por poco los tres no nos habíamos matado a mordiscos y puras palabras con dobles intenciones. El caso era que no me iba a arrastrar al muchacho a la reunión de la miseria matutina así porque sí, él tenía sus cargas y nosotros las nuestras, en este momento no debían revolverse a pesar de que ya estaban unidas irremediablemente.

    Además, le había pedido su ayuda, lo mínimo que podía permitirle era su momento de paz antes de tener que enfrentar al Rengo que no era Rengo en su entrenamiento, que nuestros desórdenes no lo alcanzaran por una mínima parte del día porque a este paso lo íbamos a volver loco o algo. Que hablando de locos e intensos, no había ni rastro de Kuroki y eso era preocupante a su propia manera, siendo que había llegado pegado a Rengo como infestación de pulgas y ahora ni rastro. Recordé a Takano quejándose de los niños y estuve a nada de darle razón.

    ¿Se habría rendido ya? ¿Habría notado que esto siempre fue más grande que cualquiera de nosotros? Los sacrificios a hacer. ¿Habría dejado Kamakura? ¿Liberado criminales de guerra? Bueno, tampoco había que ser tan exagerada, ¿o sí?

    Regresé la atención a Jiin, lo repasé con la vista y traté de poner mis ideas en orden, porque la verdad me estaba costando lo suyo. Tenía un montón de cabos sueltos o si no eran cabos sueltos era información que no entendía muy bien, así que necesitaba que tan siquiera alguien me hiciera el favor de aclararme lo que sea que estuviera pasando.

    —Los demonios carmesí y la madre de Takano y Shinrin —dije entonces, todavía sin que hiciera falta alzar demasiado la voz—. Jiin, no es tu deber, pero te agradecería mucho que me expliques qué está pasando lo mejor que puedas. De verdad.
     
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    Amelie

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    Puerto
    [Kuroki; Satou]

    Satou negó y observó a Kuroki —¿Rendirte? — En su rostro podía notarse sus emociones — No es rendirse Kuro; es saber separarse cuando no puedes hacer nada mas; no es huir de una situación, es saber colocar los límites necesarios para que tu puedas seguir persiguiendo tus objetivos; los cuales no son los mismos que los de tu amigo —acomodó la ropa de Kuroki, un instinto paternal —Tu no debes hacer nada por mi, hijo; no me debes nada a mi y no debes nada a mamá. Nos harás más felices si decides hacer las cosas por ti mismo, verte pleno es lo que a mi me satisface; verte sufrir... me duele, y sé que te veré de este modo mas veces; pero no quiero que vivas la vida de alguien que busca satisfacer a los demás —apuntó al castillo —Ya viste lo que sucedes cuando buscas satisfacer a un padre —Abrazó a Kuroki con fuerza —Olvidamos a saber cuando aprendemos a complacer; y es por eso que siempre estás hambriento, por eso buscas estas emociones.

    Satou se separó de Kuroki, sus ojos estaban llenos de lágrimas — Hana, su maestro, Kato; ellos son los que le fallaron a Rengo, tú no. —acarició su mejilla — No les debes nada a aquellos que colocaron responsabilidades en ti que no te corresponden, buscas resultados que tal vez no obtengas en esta vida, y eso está bien, porque no nacimos para servir a nadie sin convicción; basta de culparte por las decisiones que alguien mas tomó y no pudiste controlar—sujetó el rostro de Kuroki— Graba bien mis palabras Kuro, grábalas bien por si un día no estoy a tu lado y necesites mi consejo: el Progreso no es lineal. El progreso es circular, como la acción de remar, uno debe volver al mismo dolor y la misma soledad; así como el remo debe subir a la superficie y luego bajar para empujar con fuerza. Pero cada vuelta se debe ser más fuerte, cada vez uno rema con mayor intensidad.

    Satou soltó a Kuroki —No puedo evitar tu sufrimiento; pues evitaría tu crecimiento; tu debes decidir si subir el remo, bajarlo al agua, o empujar. No puedes siempre estar empujando, es imposible; no siempre puedes estar avanzando, a veces debes frenar para tomar el impulso necesario.




    [​IMG]
    Castillo/Cocina
    [Kohaku]


    En aquel sitio sólo había una persona. Take, aquel hombre que los había recibido en las faldas del monte Genji, portaba su máscara, al igual que Kohaku; y estaba allí buscando ingredientes.

    —Buenos días — mencionó Take; no habían interactuado mucho pero se conocían.

    [​IMG]



    Castillo/Patio
    [Jiin; Yuzuki]


    Jiin negó —No debes disculparte; yo he dicho cosas peores — se le notaba el cansancio y el enojo — Si es mi deber Yuzu, lo es — su voz era fuerte, entrecortada; tenía muchas emociones revueltas que jugaban con su tonalidad — Eres parte de Kamakura, y mereces entender todo.

    La encaminó hacia el exterior del castillo, guiándolo en el viejo barrio dónde antes vivía con su familia, pasaron aquel sitio donde habían acorralado a Kato, hasta llegar a una vieja casa. Jiin deslizó la puerta y entró primero para revisarla, después le dijo a Yuzuki que ingresara; el sitio estaba rodeado de pinturas a una o dos tintas, la habitación de un artista.

    —Yuzu— mencionó Jiin —Creo que necesitas saber quien es realmente Kato Harima; y para ello, debo escuchar de tu voz que prometerás ser discreta con lo que estoy por contarte; no es algo que deba permanecer en secreto no busco que prometas silencio —aclaró rápidamente —Sólo quiero escuchar que tomarás estas palabras con calma, que no las utilizarás como un arma. Y no lo digo para proteger a mi padre; lo digo para protegernos a nosotros. Porque esta historia es difícil de comprender, yo tardé años en hacerlo...

     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Castillo —> Patio

    Allí todos estábamos agotados, no había remedio para eso, Jiin había tenido que defender Kamakura, lidiar con sus propias heridas y nosotros veníamos de la guerra número uno a la guerra número dos con el añadido de las cosas paranormales. En resumidas cuentas, que nadie podía descansar en realidad y gracias debíamos dar que no estábamos matándonos entre nosotros ni nada.

    Su voz se paseaba por un montón de tonos, el pobre tenía que tener un desastre encima y tras de todo caía yo a pedirle explicaciones, pero que me disculpara de nuevo. Estaba cansada de tener tanta información suelta, tantísima, y solo quería poder hilar lo que ya tenía y no terminaba de comprender o a este paso sería yo la que perdería la cabeza antes que cualquier Harima.

    Jiin llamó a mi nombre después de guiarme al exterior, a donde habíamos acorralado a Kato, finalmente ingresamos a una casa, el sitio estaba lleno de pinturas y fruncí ligeramente el ceño, repasándolas con la vista hasta que el mayor de los Harima llamó a mi nombre y regresé la atención a él. La cosa era mortalmente seria, obvio, pero aún así le puse tanto cuidado.

    —Me sacaste de Kamakura y creciste conmigo, Jiin —comencé con voz suave—. Si me pides que te prometa que voy a cruzar el mar nadando es muy posible que lo haga y lo sabes.

    Suspiré con pesadez antes de acercarme a él para estirar la mano y dedicarle una caricia liviana en el brazo, nada del otro mundo. Fue para confirmarle lo que iba a decir si acaso y brindarle algo más allá de mis preguntas incómodas que requerirían explicaciones larguísimas. Prometerle no usar algo relacionado a Kato como un arma era cosa seria, pero nada que hacerle, me lo estaba pidiendo él.

    —Lo que quiero decir es que adelante, puedes confiar en mí. No hago imprudencias cuando le he dado mi palabra a alguien, como todo buen perro.
     
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Kuroki Fusatada

    Volví a escuchar a mi padre cuando habló... poniendo una atención absurda porque lo necesitaba, y esta vez sus palabras comenzaron a hacerme pensar, y... tenía razón. En todo lo que decía.

    Creo que en esta ocasión era lo que yo buscaba, porque era cierto. No podía azotarme por lo que yo había hecho, si. Pero tampoco podría dejar tirado todo lo que ya había hecho, lo pasado ya estaba hecho, no se podía cambiar ni mejorar. Solo quedaba asumir las consecuencias y seguir adelante, adaptarse a los errores, aprender de ellos y saber qué hacer con la nueva experiencia.
    Tal vez tenía razón... tal vez ya no había oportunidad ya. Había cumplido con salvar a Rengo, le juré que lo ayudaría... y al final lo hice. Y era por eso que estaba determinado a ayudar a Kohaku, con o sin mi presencia.

    Tenía algo que aún no había desarrollado al cien... ¿no? Y ese era el Ninjutsu. Había estado tan obcecado en este asunto que ya ni había podido indagar más en ello. Apenas si había vuelto a dedicarme algo, un desarrollo personal, algo... más acorde a un simple mortal del montón como yo. Tal vez si era lo mejor... tal vez solo, tenía que rendirme ya, Rengo estaba con nosotros, Itami y Hana podían descansar a sabiendas que Rengo estaba tomando el sendero correcto y... a pesar de todo, yo ya había cumplido, y ahora era turno de Kohaku, y hasta puede que de Yuzuki. Y este fracaso no debía verlo como una burla si no como una señal de que yo ya había terminado, mi capitulo con Rengo cerró con la muerte de Kyogi. Rengo ya podía seguir con o sin mi, por mucho que doliera...

    Seguí mirando a papá, sintiendo sus gestos y admirandolo, seguía soltando una que otra lágrima, pues sus palabras me calaban pero esta vez ya lo estaba entendiendo mejor, cuando me abrazó no evité corresponder con una fuerza enorme, me estaba destruyendo, pero tenía razón... esto era normal y tenía que ser fuerte, solo un poco más para levantarme y dar una lucha más. Después de todo... así era la vida, cuando se separó y me tomo del rostro, lo escuché con gran atención y asentí... jamás olvidaría el ejemplo del remo, pues al final, era cierto.

    Tal vez... Tenía que parar, para desarrollarme yo primero, y cuando volviese a remar, al tener más experiencia conmigo mismo, hacerlo con esa intensidad mayor.

    —Supongo... que tienes razón, papá. ¿De qué sirve mortificarse por algo que al final ya había acabado? Conocí a Rengo en Shizuoka... y desde entonces no lo dejé en paz hasta que pude solventar su caso. Enfrenté peligros, dudas, sospechas y hasta temores. Yo mismo bajé a su abismo y le extendí la mano, y a pesar de todo... me la tomó, y logre salir con él. Y ahora es turno de Rengo saber qué hacer con esa libertad, ¿no es así?—. Dije mientras lo miraba y sollozaba por un instante.
    >>Supongo que esos dos días de completa paz en Nagoya fueron los últimos que el destino me regaló antes de finalizar con él. Días en las que fui genuinamente feliz y en gran parte pude olvidar los asuntos que asolaban, donde fui feliz con Rengo y... parecíamos los grandes amigos, unos que jamás se abandonarían. —añadi, aunque lo cierto es que el recuerdo calaba, no sabía si jamás volvería a ver a ese Rengo—. Si algo siempre temo es a una despedida, pues son esos momentos en las que ya no habrá más tiempo compartido de ningún tipo, todo se reduce a memorias y recuerdos. Al final, por eso estoy bien con mamá porque al menos pudimos despedirnos. Pero no con aquellos con los que ya no volví a ver jamás, aún si incluso uno de ellos traicionó—. Dije refiriéndome a Masuyo.

    —Pero una despedida es inevitable... ¿No? Como cuando uno cruza el río... Ni hombre ni río volverán a ser los mismos. El tiempo, la vida y el destino siguen, atemporales. Pero nosotros no, aunque depende de uno mismo saber cómo vivir... cómo ser feliz a pesar de las adversidades. —lo que decía me costaba horrores pero ya iba entendiendo el punto, no siempre iba a poder estar junto con aquellos a los que anhelaba tener a mi lado, así como tampoco iba a saber siquiera el hecho de ver la conclusión de esta guerra, una obviamente a favor de los Minamoto, salvando Japón...

    Siempre lo supe, siempre lo tuve en consideración, es solo que me negaba a aceptarlo así, porque ese era mi mayor daño. Cómo de un momento a otro todo se me desmoronaba por culpa de los Taira. Y ver ahora a Rengo sentí que había sido lo mismo, porque Rengo era más que un amigo para mí, era también ya una base fidedigna de mis acciones y de como por fin podía fluir con alguien sin temor alguno, y verlo convertido en otro en un pestañeo había sacudido horriblemente esa seguridad y base. Pero al final... siempre fue especial, yo sin embargo no. Y dolía, porque estaba dispuesto a ir tan profundo como fuese con tal de entender muchas cosas, demostrar que alguien normal podía manejar estos asuntos. Pero suponía que en parte era egoísta, pues tampoco me detenia a pensar las posibles consecuencias que pudiese repercutir a terceros...

    Bajé un momento la mirada, en silencio.
    —Supongo que es momento de aceptarlo, mi trabajo aquí está hecho. Y es mejor seguir lo que en un inicio Takeda me estaba regalando... el Ninjutsu. Después de todo, creo que yo ya cumplí con traer a Rengo de vuelta, ahora... si hasta Kohaku había decidido hablar en privado con Rengo, tal vez no sea desconfianza, si no una señal de que nosotros no podríamos entender. Y era mejor que ahora en adelante todo dependa de ellos dos. Los espiritistas. Después de todo... ¿quién mejor que un espiritista hable de estos temas con otro igual?

    ¿Estaba renunciando al fin..?

    Si... se podía decir que si.

    No me gustaba dejar a Kohaku de esta manera, después de todo lo que hizo por mi, pero también era cierto que por una vez tenía que saber qué límites colocar. El hecho que uno me haga un favor o yo vea que algo anda mal no implicaba que tenía que aferrarme como si le debiera la vida. Y ahora más que nunca entendía las palabras de Benkei con respecto a su búsqueda.
    Todo lo hacía con honestidad y sin esperar nada a cambio... ¿no? Eso era lo que genuinamente contaba, si, nunca cedí. Pero empezaba a creer que ya era momento de cerrar este capítulo por fin y empezar uno nuevo, uno donde por fin persiguiera lo que me concernia, para honrar a Obata. Así por una vez el que se desarrolla soy yo y no otros, en especial cuando ya había cumplido con algo aparentemente insalvable.

    Confiaba en Rengo a pesar de todo, y también lo hacía en Kohaku.

    —Duele... en verdad que si. Duele que tenga que acabar así. Pero es la realidad, no siempre podré ayudar en todo, y tampoco debo exigirme en algo que en principio no puedo controlar. Y es mejor cederle el paso a los que genuinamente deben y merecen indagar—. Dije aún llorando en silencio, pero volví a sentir la escama en mi mano y la observé, aún tenía la mancha de sangre y suspiré para proceder a limpiarla con cuidado. Cierto es que habían factores que... me dejaban contrariado y dubitativo al respecto, genuinamente había logrado mucho, inclusive más de lo que pude haberme imaginado. Así que no lo sabía ya... tenía un dilema muy importante ahora. Pero aún me costaba... ¿lo que pensaba ahora por Shiryu era por mi necedad de ayudar o genuinamente por una vez estoy viendo por mi lado para saber que podría ser lo mejor para todos?

    Mi momento protagónico ya había pasado, ahora era turno de Kohaku... ¿aún valía la pena seguir?
    —Admito que aún a pesar de todo estoy confuso y dudoso. Cierto es que con Rengo ha acabado pero... no sé, estoy seguro que algo me empuja a seguir, casi que desde Nara lo ha hecho—. Dije un tanto triste, pero ahora sí miré a papá, mi voz ya estaba más clara y firme, al menos ya no estaba tan atormentado como antes.
    >>Pero necesito tiempo para pensar, tal vez sea precipitado si tomo una decisión ahora... creo que lo mejor es ver cómo se desarrolla la situación de momento, aún así. Padre, gracias. Al menos veo un poco más claro lo que debo hacer ahora—. Dije, sonriéndole como siempre, radiante y vivo.

    Luego procedí a abrazarlo con fuerza una vez más, llorando por unos últimos momentos.

    Pasado ese instante, me separé y sequé mi rostro para guardar la escama y mirar alrededor, mi destrastre de madera aún permanecía.
    —Se que no hemos dormido ni comido aún pero... ¿te apeteceria entrenar un poco papá? Al menos mientras el resto de Kamakura despierta, también me servirá para pensar—. Dije ya más calmado, sin duda alguna el entrenamiento y esta plática me habían ayudado bastante.
    >>No quiero dejarte solo con lo de mi hermana, al final de cuentas, es nuestra familia. Quién sabe, con suerte y la hallemos pronto, al menos en esta ocasión me acompañarias, ¿y que mejor que padre e hijo?—. Concluí, sonriendo.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Cocina del castillo

    La cocina del castillo se encontraba extremadamente tranquila. Repasé la habitación con la vista, su silencio me hizo parpadear y advertí la presencia de un hombre en lo que inspeccionaba los muebles en busca de ingredientes. Él también llevaba una máscara y lo recordé, era la persona que nos había recibido al pie de Kamakura. Me pregunté qué sería lo que estaba buscando pero, obviamente, no lo dije. No me correspondía.

    —Buen día —le regresé el saludo, asintiendo ligeramente con la cabeza, y avancé para disponer del fuego y así calentar un poco de agua—. ¿Le gustaría un té? Iba a hacer, de por sí.

    También se me ocurrió que podía hacer té para todos, ¿verdad? No sabía dónde se encontraban Kuroki y su padre, pero la única diferencia la hacía la cantidad de agua a hervir. No que fuera la solución a ningún mal, pero iniciar la mañana con el calor humeante de un té ayudaba a equilibrar el espíritu de cualquiera.
     
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    Amelie

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    [Kuroki; Satou]

    Satou afirmó recibiendo el abrazo; dejaría que Kuroki pensara un poco lo que debía de hacer. Después de separarse, Kuroki preguntó por el entrenamiento y Satou miró al cielo, aun caía lluvia ligera.

    —Aun tengo tiempo para un entrenamiento —dijo bajando la mirada —En cuanto a tu hermana, descubrí algo en el archivo, algo que puede ayudarnos a encontrarla; pero para ello debemos pedir ayuda de alguno de tus amigos —mencionó mientras revisaba sus heridas, las cuales atendería terminando el entrenamiento —Por el momento entrenemos, dijo tomando un par de tablas de los viejos barcos.

    Gigavehl a Entrenar


    [​IMG]
    Castillo/Cocina
    [Kohaku]


    —Eso buscaba; pero veo que Ryohei no ha podido abastecerse —aclaró revisando nuevamente —Kamakura está en el peor estado en el que ha estado por muchas estaciones — mostró los pocos ingredientes que había.

    —Ni siquiera podríamos hacer té con las flores del infierno, han sido arrancadas; tampoco tienen un buen sabor, pero al menos tendría un poco de color y sabor; servir agua caliento no es lo mismo



    Viejo barrio
    [Jiin; Yuzuki]


    Las palabras de Yuzuki y su tacto lo tranquilizaron y lo hicieron sonreír un par de veces —Cómo un perro...—la observó y soltó una pequeña risa—... es curioso, ese fue uno de los errores de mi padre al intentar criar a Kamakura como animales sin sentimientos—negó —La naturaleza no nos permite nulificar nuestros sentimientos; la naturaleza nos obliga a confiar en nuestros instintos mas primordiales. Un zorro brinca a su madriguera por miedo a ser cazado, incluso un lobo eriza su pelaje cuando se siente intimidado —sonrió —Un error que para mi es claro. Mientras él era el padre en Kamakura, dejó que la naturaleza fuera nuestra madre; y esta es despiadada, a pesar de ello, nos enseña a sentir —su sonrisa se borró — ¿Fue un error? — juntó sus manos para frotarlas lentamente —Me he desviado un poco, la historia que debo contarte... la historia de mi padre...


     
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Kuroki Fusatada
    ¡¡Papá!! ¡Es entrenamiento no duelo a muerte!
    Papá respondió mientras me quedaba un poco reflexivo al respecto, ¿qué podría ser como para que necesitara ayuda de Rengo o Kohaku? Bueno, que el último apenas descubría su Qi, creo que aún era muy pronto y no conocía a otro espiritista... Kawa era algo inviable por el momento, maldición.
    —Intuyo todos deberían estar en el Castillo en su caso—. Comenté con calma mientras mi padre se dirigía a tomar un par de tablones que parecían firmes y en buen estado pese a todo, por lo que me aventó uno el cual atrapé al aire sin problemas y me puse a dar un par de pasos, suspirando para concentrarme. La llovizna daba un poco de dramatismo, tenía que admitirlo.

    —Si me excedo en fuerza dímelo, sin temor, terminé descubriendo que se me da más la ofensiva que la defensiva—. Anuncié para prepararme pero me sorprendió ver el ataque que estaba por realizar...

    ¡¡Dioses, si ese ataque se ve arrollador!!
     
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