Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Rengo por un momento pasó de estar asustado a estar molesto —¿Hablar conmigo? No puedo, y si pudiera no querría hacerlo —habló al aire del mismo modo que Kohaku— ¿Qué vas a decirme? Lo mismo que todos me dicen sobre Mara, me sé esas palabras; sé que me dirá que shi lo controló a él y pasará lo mismo conmigo ¿Qué es lo que debo escuchar del creador de esta katana? —su agarre en shi era tenso y su mirada era de enojo — Yo no soy uno de ustedes, nunca lo he sido —recriminó ante la entidad que no podía ver— ¡Vas a darme tu sabiduría? La misma mentalidad que creó los problemas que ahora yo tengo que solucionar. Así que dime... ¿Qué quieres decirme que pueda interesarme?


     
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    Amelie

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    Los presentes pudieron ver las acciones de aquel ser; quien se abalanzaba a un ataque directo hacia Rengo; y éste, sin poder ver u oír nada; logró bloquear el ataque debido a una suerte innata; Rengo sintió la presión en shi mientras este era empujado por la fuerza de Kaito; pero no resultó herido, algo que genuinamente le sorprendió; por ello dejó escapar una ligera risa, la cual se difuminó casi al instante, una reacción de nerviosismo.

    —Ya me atacaron de ese modo una vez —dijo llevando su mano al estómago, recordando como Kato lo había lastimado de gravedad en la entrada de Kamakura —Evitemos la sangre en los documentos, o Itami me va a castigar —miró hacia Kohaku — No puedo atacar algo que no puedo ver, y no sé como volver hacer fluir mi Qi.

    —Sangre —mencionó Satou — El poder de Mara se potencializa con tu sangre ¿No es así? Tal vez esa es la intención de Kaito con este combate. Si quisiera matarnos ya lo habría hecho — Satou parecía estar mas relajado que el resto, de hecho el seguía buscando documentos en el archivo.


     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada
    No reaccionaré a nada si alguien lo hizo conmigo, solo apoyaré en esto.
    Todo se había comenzado a tragisversar de un modo abrumador. Kaito Harima se había materializado frente a nosotros y solo pude quedarme a ver anonadado lo que acontecía.

    Yuzuki intentó hablar, poniéndose a la defensiva como Kohaku y Rengo, todo ahora parecía recaer en Kohaku y por un momento me sentí inútil el haber reaccionado como tal, ya había enfrentado esto antes... ¿porqué no podía actuar?

    Pronto lo entendí, mi padre comenzó a buscar y parecía ser el más centrado, tenía un punto, Kaito buscaba la sangre de Rengo, no atacaba a matar, a pesar de que la tensión me pudo por un instante para cuando vi al abuelo arrojarse sobre Rengo.

    Lo único que no me cuadraba era el porque todos podíamos verlo y Rengo nada. Por un momento pensé si era que teníamos algún tipo de conexión con Rengo pero con mi padre no era así... ¿Que pasaba?

    —No creo que podamos salir de aquí pero tampoco podemos derramar sangre aquí por lo que me dices... Rengo, ¿hay alguna manera que yo pueda hablar con Itami? Estoy seguro que si a alguien escucharía es a mí. Fluir el Qi... Bendiciones... ¿Hay algo que hayas hecho en el pasado para que por fin abrieras tus puertas? Debe haber algo similar para que fluya de nuevo, y definitivamente no te voy a atacar—. Dije, estaba nervioso, si, pero mi padre tenía razón, tenía que actuar calmado y decidí correr para comenzar a buscar también, si Rengo no recordaba tal vez encontrar algo si sirva de algo...

    Dioses, y no tenía la menor idea de la clase de asuntos en las que estaba por meterme...
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    Rengo seguía sin poder verlo, lo que sea que había hecho el condenado espiritista en Shizuoka lo tenía bloqueado al punto de que no podía ver a Kaito incluso cuando todos los demás, hasta los que no teníamos poder alguno, lo estábamos mirando. El miedo que tenía encima empezó a rebotar, a cambiar de forma y me cayó encima una oleada de ira. Fue el equivalente de que alguien hubiese conseguido iniciar un fuego encima del agua, las olas alzaron las llamas y cuando Rengo desenfundó a Shi quedándose a nuestro lado, justo luego de que Kohaku avanzara el paso que había retrocedido, estuve por enviarlo atrás de un empujón.

    Si le tocaban un solo pelo a este niño iba a perder la cabeza, lo sabía bien. Era siempre igual, el descontrol que provocaba todo lo que tuviera que ver con los Harima era bastante cuestionable.

    Kaito no respondió, no a nosotros quería decir, solo emitía un sonido que era como el del viento al chocar contra las rocas. La voz de Kohaku me alcanzó otra vez, afiancé el agarre en la katana y comprimí los gestos al escuchar que el demonio carmesí quería hablar con él; Rengo habló también, atajó un montón de cosas en el aire y recordé las palabras de Hashimoto sobre los Harima.

    No podía matar a Takano, tampoco a Rengo. No podía hacerle daño a ninguno de ellos, el único Harima al que le podía lanzar toda mi violencia encima había sido y sería siempre Kato.

    Aún así lo había dejado vivir.

    Hasta el momento indicado.

    Kaito se le fue encima a Rengo, el movimiento fue rápido y ni siquiera me dio tiempo de interponerme aunque tuve toda la intención. El fuego me ardió debajo de la piel, fue doloroso, reprodujo la posibilidad más horrible de que esta vez Rengo sí muriera bajo las manos de este demonio y algo se me atoró en la garganta. No supe si fueron lágrimas, una maldición o un grito a secas.

    Cuando pude abrir la boca de un movimiento rígido la voz me salió brusca, claramente alterada.

    —El espiritista de Shizuoka lo dejó bloqueado. Tuve que haberlo matado antes de que lo alcanzara, pero me tardé demasiado —dije al aire, no que sirviera de nada, pero para que los demás al menos entendieran qué había pasado—. Tenemos que remover lo que sea que haya puesto en él, supongo.

    Volví a repasar el espacio con la vista, sin saca a Kaito de mi campo de visión del todo y sin aflojar la katana. Satou estaba buscando, se le sumó también Kuroki y la mente, ya de por sí embotada, no me sirvió para mucho. Retrocedí, lo hice sin bajar el arma, hasta alcanzar uno de los estantes del archivo para ponerme a buscar lo que fuese, cualquier cosa con la mano libre. No había tenido suerte antes, no creía tenerla ahora, pero era de las pocas cosas que podíamos hacer.


    agarren mi poderosisimo dado

    ah chale JAJAJA
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa

    Rengo se oía molesto, insistió en que no había forma de hablar con Kaito y mi mente siguió corriendo a velocidades agotadoras, intentando ver cuál era el mejor plan de acción. Lo había pensado en las escalinatas, toda la vida habían tomado las decisiones por mí y, quisiera o no, me había recostado en ello. No me creía capaz de cargar con el peso de nada, ni siquiera había creído alguna vez que sería un buen líder en mi villa. No quería tantas responsabilidades.

    No las quería en absoluto.

    Pero Kaito se abalanzó encima de Rengo, lo hizo a una velocidad aterradora y sentí que si no cedía estaría cometiendo un error fatal. Que Rengo podía morir, que cualquiera de los allí presentes podía hacerlo, ¿y qué se suponía que hiciera? ¿Decidir? ¿Transferirle la responsabilidad de eso a Rengo? ¿No acababa de pensar también que ya no quería echarle más peso sobre los hombros?

    ¿Qué era todo esto?
    No lo quería.

    —Mi Qi había sido bloqueado —informé también al aire, luego de que hablaran sobre la energía de Rengo—, si logro dar con quien lo hizo quizá encontremos la clave para desbloquear también el de Rengo.

    Fue mi burdo intento de mantenerme la cabeza en el cuello, quizá, pero la voz de Kaito se arrastró en mi mente otra vez y volvió a congelarme. Se pintó de rojo, de negro también, sonó como una auténtica amenaza y me di cuenta que tenía miedo. Me estaba muriendo de miedo. Sólo quería arrancármelo, dejar de oírlo y salir de ahí. Pero no podía hacerlo.

    —No puede hablar contigo —insistí, y con movimientos bastantes rígidos avancé hasta posicionarme entre Rengo y Kaito. El muchacho no podía verlo ¿y si intentaba atacarlo otra vez de aquella manera? ¿Volvería a contar con la misma suerte?—. Pero yo sí. Úsalo. Úsalo y dime lo que quieras decirle a él. Prometo repetir palabra a palabra.

    Intenté canalizar el miedo en el fuerte agarre que mantenía en la katana, en el brazo que había extendido un instante, pretendiendo indicarle a Rengo que no se le ocurriera sobrepasarme. Intenté e intenté, pero en definitiva no estaba seguro de absolutamente nada y sólo me quedaba esperar.
     
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    Amelie

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    Onmyoryo
    [Yuzuki; Kohaku; Kuroki; Rengo; Satou; Shiori]

    Satou sonrió ampliamente de nuevo, parecía que aquel hombre conocía el archivo, sus ojos se enfocaron en el texto en sus manos —Vuelvo enseguida— dijo mientras corría hacia la salida

    —¿Hablar con Itami? ¿Es en serio? Pues si quieres hablar con él encuentra algo que él escribió; porque ya no existe en este mundo —gritó Rengo mientras veía a todos lados intentando descifrar dónde se encontraba su enemigo —No recuerdo que hice para abrir mis canales; escuché a Mara antes del entrenamiento de Itami, mucho antes de mi sangre —después escuchó a Yuzu y sintió culpa por hacerla cargar con ese pesar —Los sellos de sangre se destruyen con la misma sangre; espero su sello de luz no se quite con otro de sus besos —por último habló Kohaku, algo de sus palabras le devolvió la esperanza; tal vez... si volvía a escuchar a Mara podría ayudarlo ¿Pero como hacerlo?

    Kuroki siguió los pasos de su padre y tomó uno de los rollos y leyó.

    Onmyo: ying y yang

    Energía luminosa; energía obscura

    Sello de luz; sello de sangre

    Harae; Kegare

    No se contrarrestan, se completan; pero ningún espiritista puede poseer ambos tipos de energía; entonces no existe un verdadero equilibrio, la energía debe ser sellada.

    La energía luminosa es capaz de crear sellos de luz que ayudan a la purificación de almas malditas liberándolas de sus culpas, y es creado por almas bendecidas y envueltas en purificación (Harae)

    La energía obscura es capaz de crear sellos de sangre que condenan a las almas a obedecer o cumplir los mandatos, y es creado por almas corruptas y envueltas en pecado (kegare)

    Es deber del onmyoji es saber utilizar la energía que le es brindada; aquellos con energía luminosa deben sellar a aquellos con energía obscura, esa energía es un peligro latente; si su portador pierde el control de su energía creará miasma, una energía obscura con vida propia que controlará al portador, desatando caos por dónde pase. A su vez; sellar la energía de los portadores de energía luminosa si se les considera incapaces de dominarla.

    No existe el equilibrio en las energías; por lo tanto deben ser nulificadas en su mayoría. El sello de luz permite que en el mundo no exista el caos, bloquear el Qi es el deber máximo.

    Taiki Ishikawa


    Mientras tanto; Yuzuki también buscó entre los documentos:


    Tuve el honor de sostenerte en mis brazos; y cuando te vi sabía que eras como yo; una pequeña flor, una que debía cuidar. Tu nombre y tutelaje eran mi responsabilidad; por desgracia para cuidar de ti debo irme lejos; pero dejaré a mi shikigami cuidándote, deberá protegerte como yo debí hacerlo.

    蓮 (Ren) significa loto
    恋 (Ren) significa amor

    連合 (Rengo) significa unión

    Tu nombre; te lo entrego con mi corazón como lo hice con el de mis hijos.

    La flor de loto simboliza el karma en el budismo. Una flor de loto floreciendo es una de las pocas flores que simultáneamente cargan semillas en su interior mientras florece. La semilla simboliza la causa, la flor el efecto. El loto es considerado como un recordatorio de que uno puede crecer, compartir buen karma y mantenerse puro incluso en circunstancias complejas.

    Rengo; espero algún día pueda hablar contigo, para ello debo eliminar aquello que puede dañarte; debo alejarme de mi familia, abandonarlos. Pero sé que mi sacrificio habrá valido la pena, no me importará ver caer mis pétalos mientras todas esas semillas florezcan.

    Hana.



     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Mi padre volvió a sonreír ampliamente cuando encontró otro rollo al parecer en extremo interesante y hasta anunció que ya volvería... ¿Pero que pudo haber hallado?

    Por mi parte elegí al azar uno de tantos rollos, lo abrí y comencé a leer, esto genuinamente era interesante...

    Dos energías... se nulifican mutuamente... Sellar el Qi el máximo deber... Sello de luz... Sello de sangre...

    Por fortuna tenía una manera alterna de informarme un poco más acerca de esto, y sin querer me hizo confirmar algo, elevé la mirada hacia Kaito y parecía ser cierto...

    Miasma...

    Aquél hombre... ¡Tenía su energía oscura inestable!
    —Oh, maldita sea... Cielos, Kaito tiene su energía espiritual fuera de control. Esto es interesante... ¡Pero solo veo que debemos ejercerle un sello de luz! No aclara lo que podríamos hacerle a una entidad como esta—. Anuncié mientras terminaba de leer y guardaba el rollo, mientras miraba alrededor y escuchaba los comentarios del resto.

    Kohaku tenía bloqueado su Qi... ¿porqué? No había ningún Shijin cerca o similar... ¿que podría ser? ¿Kaito? Bueno, no parecía que hubiese algún espiritista como Kawa para invocarlo, así que genuinamente debía ser en extremo poderoso...

    Kaito estaba cebado con Rengo... estaba seguro que la solución lo teníamos al alcance pero... ¿que?

    —Ko, creo que todo depende de ti... Este rollo dice que el máximo deber de un espiritista con energía de luz es sellar el Qi de los espiritistas con energía obscura. Alguien con esta energía, si pierde el control se le terminara por aparecerle Miasma y en resumidas cuentas, su propia energía lo posee y comienza a esparcir caos por donde pasa. Entiendo que es demasiado pero es muy probable que Kaito no tarde en atacarnos a todos—. Dije al aire intentando resumir el asunto, Kohaku estaba muriéndose del terror y es que este último rollo solo potenciaria eso, yo también estaba muy nervioso y no sabía que hacer aún.
    >>Algo mantiene a Kaito aferrado a este plano pero no lo conozco, no puedo intuir que pueda ser... Lo cierto es que se menciona también que alguien con energía luminosa, si es incapaz de controlar su poder, uno de obscuridad deberá sellarlo. Es... es como si fuesen dos bandos que buscan anularse uno al otro, pero los oscuros... como Kaito son los más peligrosos—. Dije aún intentando pensar, obviamente no tenía la menor idea de lo mejor que se podía hacer, intentaba moverme con mis propios medios aunque papá parecía tener la clave y eso ciertamente me aliviaba pero no sabía si el hecho de aguantar cinco minutos fuese lo mejor...

    —Debe... existir algo para debilitarlo—. Finalicé, reflexivo si de verdad Mara podría ayudar pero aún así... ¿Cómo?

    Al final, pensaba, solo me quedó dar un par de pasos y observar con gran atención a la figura por si se le ocurría atacar a Rengo de nuevo.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    Insistía en que me estaba poniendo enferma saber la cantidad de responsabilidades que un par de niños tenían encima, así llevaran inviernos cargándolas o no. Era como ver a mis hermanas, a ambas, metidas en la garganta del dragón y no poder hacer nada por ellas. Era egoísta también estar pensado en eso en este momento, al menos eso me lo parecía, pero mi justicia, mis metas colisionaban con violencia con la realidad justo ahora.

    No podía sacarlos a todos del desastre.

    Takano me lo dejó claro, que no podía librarlos de las batallas que ellos tomaban, no podía. Pero el día que me resignara a ello sería cuando alguien me abriera el pecho en dos y me sacara el corazón para ponerlo sobre la mesa junto al té de la mañana, porque si no podía librarlos iba a acompañarlos de ida y vuelta en el desastre. Me dejaría las manos para darles todas las herramientas que necesitaran, el apoyo incondicional que requirieran, la guía, las lámparas en medio de la oscuridad. Lo había hecho con Takeda ya de por sí.

    Usas esa energía en proteger a los demás para negarles el sufrimiento que tú estás cargando.

    Me seguían llegando palabras de todas partes, de Kohaku diciéndole a Kaito que hablara con él, que repetiría todo, de Satou diciendo que ya regresaba y de Kuroki encontrando información y entonces di con algo diferente. Era una nota de Hana, el fuego se me siguió revolviendo bajo la piel, corriendo desbocado al ritmo de mi pulso y arrugué apenas el papel entre mis dedos al leerlo.

    Loto.

    Amor.

    Unión.

    Ese era el nombre de mi niño.

    Hana había muerto antes de poder hablar con Rengo, ¿no? Imaginaba que sí, que habían un montón de cosas sin decir, otro montón que yo no sabía ni por asomo, pero aún así encontré suficiente en ese papel, lo justo y necesario. Que no le importaba ver caer sus pétalos si sus semillas florecían había escrito Hana y no encontré tanta verdad en un papel como en ese momento.

    Las palabras de Kuroki me resultaron casi incomprensibles, no tanto porque fueran difíciles de entender en sí mismas, sino porque no le había prestado toda mi atención y me quedaron datos sin atar a nada. Caminé en su dirección, katana en mano todavía, porque había dicho que la situación dependía de Kohaku y ya sentía que se me caía la cabeza del cuello.

    El pobre niño estaba asustado, Dioses, estaba terriblemente asustado y sentí un impulso horrible de arrastrarlo junto a todos los demás fuera de ese archivo. Empujarlos fuera, hacerlos correr hasta que les ardieran las piernas lejos de Kamakura y que no volvieran nunca, así tuviese que quedarme, que Kaito acabara conmigo o lo que fuese.

    ¿Por qué había vuelto yo aquí de por sí?

    Una vez alcancé a Kuroki tomé el documento que había conseguido, lo leí por encima y se lo regresé apenas leí una cosa, solo una, al final del documento. Giré el rostro hacia Kohaku en un movimiento brusco, casi me dolió, porque recordé cuando se presentó con su nombre completo frente a Ginko, justamente aquí en Kamakura.

    —Lo escribió un Ishikawa —solté en tropel, me di cuenta que la mano en que sostenía los papeles me había comenzado a temblar—. Está escrito por un Ishikawa, Ko. Taiki.

    Le regresé el documento a Kuroki, volví la atención a lo escrito por Hana e hilé tan fino que genuinamente pensé que ya no podía ordenar ideas con claridad.

    —No se puede poseer ambas energías, pero unirlas, ¿se pueden unir? Establecer un puente de una a la otra, algo diferente a los sellos. —Busqué a Rengo con la mirada, con el temor escrito en toda la cara—. Lo que encontré es de Hana, sobre tu nombre.


    sorry, primero seppukeaba antes de dejar a Kohaku sin saber que eso lo había escrito un Ishikawa sigan con sus vidas
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa

    Me mantuve firme frente a Kaito, lo más firme que fui capaz, hasta que su voz finalmente se replicó en mi mente. Hizo eco, se coló en los recovecos y fue como si lo inundara todo. Pero había cambiado. No percibía la hostilidad de un rato atrás, y así el cambio fuera brusco... el cuerpo se me aflojó un poco. Lo suficiente, al menos, para que los músculos dejaran de doler. Repasé su silueta, las ropas corroídas, la katana parecía rezumar un brillo rojizo y ocultaba su rostro debajo del sombrero de paja. Estaba muerto. Estaba muerto y no podía descansar en paz.

    ¿Por qué?

    ¿Qué lo seguía torturando?

    No tenía forma de explicarlo. Así como jamás sentí los hilos de un asesino desprenderse del cuerpo de Rengo, me resultó imposible pintarrajear de negro a la presencia frente a nosotros. Era similar a un cambio en las mareas, quizá, podía ocurrir de golpe, podía ser abrupto y aún así conservar su sentido. Seguí mirando a Kaito unos cuantos segundos, ya no con el terror moldeándome las facciones, aunque de una u otra forma la máscara no lo permitía ver.

    La máscara excede en el disimulo de las pasiones de quien la porta.

    Me pesó, genuinamente escoció pero decidí apartar la sensación de momento y giré el rostro en dirección a Kuroki, quien al parecer había dado con algo de interés. Habló de energía de luz y energía oscura, sus palabras se asemejaron mucho a la historia de Ebisu. Dijo que Kaito estaba siendo controlado por su propia energía fuera de control, por el miasma, y volví a mirarlo con genuina tristeza impresa en los ojos. Con el corazón anudado sobre sí mismo. Luego oí mi nombre en el aire y atendí a Kuroki de nuevas cuentas. ¿Que yo debía sellar a Kaito? ¿Pero cómo? Arrugué el ceño, algo exasperado, y desvié la atención a Rengo.

    —¿Sabes algo de sellos de luz, Rengo? —indagué en voz baja, sin dejar ver el caos de emociones que me golpeaba el cuerpo por debajo de la superficie.

    Y la cabeza no me dio para pensar que aún había más de la historia, porque genuinamente me sentía a dos pasos de anularme por completo. No entendía nada, nada en absoluto, y el agua siguió rugiendo, embravecida. Las corrientes de aire se arremolinaron y me embotaron los sentidos.

    Lo escribió un Ishikawa.

    Me estropearon de un golpe seco.

    Taiki.

    Me quedé inmóvil, si acaso pude soltar el aire por la boca y llevarme una mano al cabello. Colé apenas la punta de los dedos entre las hebras, arrastré y regresé, y arrastré y regresé, sin saber bien por qué. Mi padre... ¿Mi padre había escrito eso? ¿Habría sido él quien bloqueó mi Qi? ¿Dónde estaría ahora? Itami había dicho que había cosas que debía saber de él. ¿Cómo era que se conocían? ¿Por qué sus tatuajes se asemejaban tanto a los de los Ishikawa? ¿Mi padre habría tenido Qi?

    ¿Dónde estaba?

    Dioses, ¿dónde estaba?

    Lentamente bajé el brazo, lo dejé colgando a un costado de mi cuerpo y también bajé la katana. ¿Era prudente? Qué iba a saber yo de nada. Por encima del vendaval, por encima de la marea furiosa, por encima del rojo y el negro acabé empujando la cabeza y lo que vi, lo que oí y sentí, nada tenía que ver conmigo. Era más grande, era más doloroso y seguía anudándome el corazón.

    Volví a girarme hacia Kaito.

    —¿Quieres salvar a Rengo, Kaito? —inquirí, en tono suave, y pasé saliva—. ¿Es eso? Porque es lo mismo que aquí intentamos todos. Detener a shi, detener a Mara. ¿No quieres que Rengo acabe como tú?

    Dioses, la tristeza que me golpeó el cuerpo de repente fue inmensa y tuve que respirar para aligerar el nudo de la garganta. El eco de sensaciones dispares volvió a rezumar a mi alrededor. La nieve del invierno, cuán fría estaba, la melodía de la cajita musical, el aroma terroso y ahumado del incienso, las linternas flotantes sobre el horizonte de Shizuoka. Estaba muerto. Kaito estaba muerto, no podía descansar en paz y...

    —Debe ser doloroso, ¿verdad? Tiene que ser insoportable. Eterno. —Seguía jugándome el jodido pellejo pero avancé un paso, lo hice porque todo el cuerpo me gritó que era lo correcto y en medio del caos, en medio del desastre de información, fue lo único que me significó un mínimo de sentido—. ¿Y si podemos ayudarte a ti? Kaito, ¿nos dejarías ayudarte a escapar de todo... todo este negro y rojo?

    Quiero ayudarte.

    Por favor.


    mamá no sé qué estoy haciendo but he talked to me but im also scared
     
    Última edición: 1 Octubre 2021
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    Amelie

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    [Yuzuki; Kohaku; Kuroki; Rengo; Satou; Shiori]

    El espíritu de Kaito no parecía atacarlos mas, se frenaba, no miraba en dirección de nadie, no se movía de posición pero mantenía movimientos con su katana, como si estuviera su propia mirada reflejada en el filo.

    "Oh, maldita sea... Cielos, Kaito tiene su energía espiritual fuera de control. Esto es interesante..."

    Mencionaba Kuroki mientras Rengo escuchaba.

    "Este rollo dice que el máximo deber de un espiritista con energía de luz es sellar el Qi de los espiritistas con energía obscura"

    Rengo negó.

    "...su propia energía lo posee y comienza a esparcir caos por donde pasa"

    Rengo escuchaba cada palabra, como si fuera un golpe al pecho; estaba hablando de su energía, de su oscuridad. Del caos que emanaba aquella energía, que siempre terminaría en miasma aunque no fuera su intención; porque no sabía controlarse, porque era... malo.

    " Lo cierto es que se menciona también que alguien con energía luminosa, si es incapaz de controlar su poder, uno de obscuridad deberá sellarlo. Es... es como si fuesen dos bandos que buscan anularse uno al otro, pero los oscuros... como Kaito son los más peligrosos"

    Rengo cerró los ojos —¿Eso somos? ¿Un mayor peligro? —se giró ante Kuroki, como si Kaito no fuera una amenaza latente. Yuzuki ya había visto el documento.

    "Lo escribió un Ishikawa"

    Rengo se giró ante Kohaku.

    "No se puede poseer ambas energías, pero unirlas, ¿se pueden unir? Establecer un puente de una a la otra, algo diferente a los sellos. Lo que encontré es de Hana, sobre tu nombre"

    Rengo volvió su vista a Yuzuki; no era su mirada usual, había enojo en ella — Las energías obscuras y luminosas jamás debieron haberse separado, ese es el concepto base el Onmyo: yin y yang. Veo que ese Ishikawa no conocía ese concepto, o no quería admitir que ambas energías se necesitan una a la otra —negó —Todo por dominio... por poder —sonrió, pero no era su sonrisa tranquila; era una irónica, algo tensa y desesperada — el yin no es más peligro que que el yang; la oscuridad no es mas peligrosa que la luz.

    "¿Quieres salvar a Rengo, Kaito?"

    —¿Por qué creen que necesito ser salvado? — Rengo había perdido la paciencia —No necesito ninguna salvación, no soy corrupción, no soy maldad —los miró a cada uno — No soy tan débil como todos creen; no soy indefenso; no, no... —sujetó a shi con fuerza —... Nadie me conoce, porque nadie quiere verme como realmente soy. Porque represento a la oscuridad.



    El sonido de la caja de música; la música de Hana. El poder que había logrado sellar a shi por todos esos años. Rengo sintió el dolor recorrer todo su cuerpo, volteó a ver de dónde provenía ese sonido.

    [​IMG]

    Kaito se había desvanecido, no podían verlo; Kohaku no podía escucharlo. Ahora estaba la presencia de Kato sosteniendo aquella caja de música. Detrás de él estaba Satou.

    —¿Por qué? ¿Por que yo siempre soy el problema?

    [​IMG]


     
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    Zireael

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    Lo sentí alzarse a mi alrededor, no era solo el fuego que me corría por el cuerpo, el que surgía directo de mi corazón y amenazaba con reducirlo todo a un montón de cenizas, a objetos irreconocibles, era el vendaval que había comenzado a girar dentro del archivo. Rugía, sacudía, atizaba y retrocedía, antes de volver al principio. Éramos un montón de cuerdas desafinadas, elementos de la naturaleza desatados y nos estaba costando horrores a todos encontrar nuestros propios límites.

    Nos desdibujábamos, presas del terror, como objetos perdidos en la niebla y mis luces titilaban, moribundas, incapaces de anclar a nadie de regreso.

    Ni siquiera entendía por qué estaba tan furiosa, por qué me quemaba la piel. Solo pude asociarlo a la impotencia que sentía, la incapacidad de hacer algo. Sentí que le había soltado un golpe en la nuca a Kohaku con lo que le dije, el nombre de quien había escrito la información que encontró Kuroki, pero no había mucho más que pudiese hacer.

    Y el aire siguió presionándose sobre nosotros.

    Las palabras de Kohaku me atravesaron el pecho, porque la imagen de Kaito se amalgamó con la del espíritu de mi padre en Minami y la mano con que sujetaba la katana bajó casi al punto de que el filo rozó el suelo. Comprimí los gestos, contrariada, y ni siquiera encontré mi voz para decirle al muchacho que no avanzara más, que no se jugara la piel así.

    Cuando Rengo me miró las paredes de roca, la montaña, amenazó con aplastarme y el desastre que tenía dentro del pecho solo empeoró, el fuego aumentó de temperatura, se tragó algo de fuerza del aire que nos estaba aprisionando a todos y la usó para alimentarse, como una bestia desbocada, incapaz de saber a dónde o quién apuntar. El enojo que encontré en sus ojos fue el equivalente a que me hubiese rechazado abiertamente, que me hubiese dicho que me apartara, que me fuera y que me hubiese desconocido.

    El filo de la katana ahora sí encontró el suelo, algo palpitó, una sombra o vete a saber qué y estuve a nada de soltar una risa de lo más amarga, no hubiese estado lejos de parecerse a la sonrisa que se formó en el rostro de Rengo. A mí tampoco me quedaba paciencia que usar.

    Ya no.

    Estaba por abrir la boca cuando me llegó a los oídos el sonido de la caja de música, giré el cuerpo tan despacio que debió ser casi un chiste en comparación a mi velocidad de reacción usual. El filo del arma se arrastró por el suelo con mi movimiento, como el gruñido casi imperceptible de un perro o el siseo de una serpiente.

    Encontré la figura de Kato, detrás estaba el padre de Kuroki, y esta vez no lo pude contener, la risa se me escapó del centro del pecho, y sentí que iba a escupir el fuego, la sangre que me hervía en el cuerpo sin dar tregua. Fue ronca, hizo eco y regresó a mí, lanzándome encima tal desagrado que fue casi insoportable y las lágrimas me ardieron detrás de los ojos.

    —¿Esa era la salvación? ¿Traer a Kato? —La acidez en mi propia voz prácticamente ahogó cualquier rastro de la persona que era en realidad, de la calidez que había en mí y cualquier cosa similar.

    Levanté la katana de nuevo, todavía tenía el veneno de Shinrin conmigo, el que pertenecía precisamente al colmillo que había buscado replicar y sostenía en mis manos. Un solo movimiento, cualquier intento de tocar a Rengo, y no me hacía responsable por lo que pasara conmigo o con Kato, así me ganara el resentimiento del menor de los Harima de forma completa.


    ya les he dicho que odio Kamakura?
     
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    Gigi Blanche

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    Las cosas se precipitaron con un agravio que siquiera fui capaz de anticipar. Debería haberlo hecho, quizá, haberme dado cuenta que tanto las palabras de Kuroki como las propias podían desestabilizar a Rengo, estamparle la diana al pecho, empujarlo al montón de oscuridad donde creía pertenecer. Pero no me dio el cerebro, Dioses, no entendía nada y no me dio el cerebro. De por sí nunca había sido responsable de nadie en la vida.

    No sabía cómo cuidar de las personas.

    Fui consciente del desastre apenas Rengo habló, cuando replicó las palabras de Kuroki. Fue conciso, se plantó en mi pecho con el peso de roca sólida y cerré los ojos por un instante. Como quien ve la tormenta a lo lejos y sabe que no tendrá tiempo de escapar, de esconderse. Que sólo le queda rezar. Para colmo, mi intervención tampoco ayudó y el caos siguió espiralando, apoderándose del recinto, arrancándonos el aire de los pulmones.

    De por sí no conocía mucho a Rengo, pero la forma en que le habló a Yuzuki me llamó la atención y la desazón siguió asentándose en mi estómago. Aún así intenté aferrarme no a lo que tuviera sentido, sino a lo que pudiera servirnos, lo que nos atara a la tierra y evitara el estallido. Sentía la mente genuinamente agotada pero si no hacía esto, si permanecía como un mero espectador, ese que había sido toda la vida... ¿qué podía pretender entonces? ¿Salvar a alguien?

    Ni en chiste.

    Las energías no eran dicotómicas, no deberían haberse separado nunca. Mi padre aseveraba que lo más prudente era sellarlas, nulificarlas, debido a su potencial peligro. Tanto la de luz como la oscura. Pero mi padre, todos los Ishikawa... siempre habían aborrecido las corrientes de pensamiento extranjeras. Lo más lógico del mundo sería que rechazara el concepto del Onmyo, de hecho siempre me habían prohibido estudiar al respecto. Eso, los Shijin, el Qi... existían, así ellos me lo hubieran negado. Existían y Rengo decía que se equivocaba.

    Tenía sentido.

    El golpe vino de mi propia boca, entonces. Sentí el impulso de prácticamente hablar encima de Rengo, de replicar lo que decía. Tenía un motivo, Kaito de hecho tenía todos los motivos del mundo para preocuparse por el posible devenir de Rengo, pero aguardé. Permanecí quieto y aguardé a que la tormenta se calmara un poco. No conté, claro, con que el tablero se siguiera complejizando.

    La música de Hana.

    Kaito se desvaneció y la melodía pareció causarle genuino dolor físico a Rengo. No sabía nada de todo eso, pero tuve que asumir que... que tenía poder sobre la energía oscura, ¿verdad? Rengo había dicho que Hana era quien mantenía sellada a shi. Probablemente fuera mediante ese artefacto.

    La reacción de Yuzuki me alcanzó desde un costado y sentí todo mi cuerpo tensarse, como cuando quedé en medio de aquella afrenta entre ella y Shinrin, en la herbolaria. Eran puro fuego, cargaban una fuerza inmensa pero ese mismo poder podía llegar a darse la vuelta para noquearlas si no alcanzaban a echarle un lazo al cuello. La acidez en su voz se removió en mi cuerpo y, por un segundo, me desconocí.

    —Yuzuki —la llamé, de repente, y mantuve el tono plano—. Ahora no.

    Estaba agotado de una forma extraña, como si cargara cierta dificultad para definir los contornos más lejanos del archivo. Parpadeé, respiré y regresé la katana a mi saya. No forzaría a nadie a guardar su arma, pero genuinamente no creía que fuera la solución. Muchas veces las armas sólo complicaban las cosas.

    —Estamos dando palos de ciego, Rengo —murmuré, en dirección a Kato y Satou, y luego por fin me giré hacia el muchacho. No me acerqué ni nada, temí espantarlo y seguí hablando desde allí—. El Onmyo, los Shijin, el Qi... todos estamos dando palos de ciego. Ni siquiera entendemos cómo funciona. ¿Sabes? "Quiero ser útil" fue lo último que dijo Kaito antes de desvanecerse. Todos aquí, lo único que queremos es ser útiles.

    Estaba hablando demasiado para ser yo, y encima frente a tantas personas, pero a decir verdad ni siquiera me creía en el derecho de ser el Kohaku que había sido ayer, o el día anterior a ese.

    —¿Y si mi padre estaba equivocado y tú llevas razón? ¿Y si Yuzuki le atinó, y debemos enfocarnos en unir nuestras energías? Ebisu lo dijo, una energía no puede existir sin la otra. Necesitamos de ambas para... liberar a Amaterasu.

    Me cargué los pulmones de aire y agregué, buscando realmente calar en todo su miedo, la angustia y el dolor que cargaba:

    —No eres el problema, Rengo. Podemos ser la solución.


    su five todo woke en medio del mess
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    Me dolía, no sabía ponerlo en palabras, pero me dolía todo el cuerpo y sentía que me estaban aplastando los huesos. Fue la mirada de Rengo, fue su voz y la aparición de Kato. Fue recordar que había tocado su sangre en la entrada de Kamakura sin saberlo, que se había ido sin decirme adiós y el terror mutó en ira, en agresión, despedazándome en el proceso. Era un monstruo sin control, era y no era yo.

    Una voz me alcanzó, llamó a mi nombre y tardé demasiado en darme cuenta de que era Kohaku porque me sonó lejana, como si estuviese afuera o en otra habitación. El vendaval abrió un camino entre las paredes de fuego, despejó un espacio que dejó ver el templo que levantaba, cuyo interior estaba cubierto de decenas de nombres escritos y sacudió los bloques ardiendo, amenazando con tirarlos como había hecho Takano al hablarme en Shizuoka.

    Un ancla, Dioses.

    Ayúdame, no puedo sola.

    No puedo.


    La abertura permitió que las siguientes palabras del niño me alcanzaran con mayor claridad, no tan embotadas como las primeras. Su tono fue plano, como si se hubiese arrancado a voluntad del mundo y aún así siguió sacudiendo las paredes, los pedazos de madera del templo. El aire en vez de atizar logró extinguir una buena parte del fuego, la ira mermó y me cayó encima el miedo seco, visceral.

    Aparté la mirada de Kato, me aferré a la katana con más fuerza porque de nuevo me estaban temblando las manos y esta vez estuvo por proyectarse a todo mi cuerpo. Estaba aterrada de pies a cabeza, porque no podía dejar de sentir que Rengo podía morirse allí si a Kato se le antojaba, que me lo podían arrebatar y se iría enojado conmigo, creyendo que no quería entenderlo o que quería cambiarlo o lo consideraba corrupto o indefenso.

    Asentí una, dos, tres veces como un niño regañado y se me comprimieron los gestos, porque estuve a nada de soltar la correntada de lágrimas. Asentí para darle aunque fuese un mínimo de tranquilidad a Kohaku, decirle que no iba a hacer ninguna estupidez, pero a la vez quise abrir la boca para decirle que no podía bajar la katana como él porque me estaba muriendo de miedo. Porque Kato había abierto a Rengo en dos, porque en el bosque había una jaula, porque mi padre se había matado frente a este hombre y mi madre había dicho que no podía tocar a las Minami sin recordar toda la sangre derramada frente a él.

    Pero podía tocar a sus propios hijos.

    No me moví de mi lugar, las palabras de Kohaku siguieron alcanzándome así ya no fueran dirigidas a mí. Explicó que estábamos improvisando, tratando de adaptarnos a la información que nos caía encima, cuando repitió lo que en apariencia le dijo Kaito y que todos solos tratábamos de ser útiles el cuerpo me cedió. No pude controlar los temblores ya, seguía sin mirar a Kato aunque estuviera mostrando las emociones que había rechazado siempre y solo entonces pude bajar los brazos, el filo del colmillo volvió a alcanzar el suelo y parpadeé en un burdo intento por desaparecer el ardor en mis ojos.

    Solo queríamos ser útiles y no podíamos.

    —Perdónanos por lo que sea que hayamos dado a entender, no era nuestra intención —dije con un hilo de voz, pero al menos soné más como yo misma—. Porque el mundo nunca ha sido solo claros y oscuros. Porque no podemos solos, ninguno de nosotros y queremos tu ayuda para entender, entenderte y entendernos.

    ya no largo más rELLENO pero es que chale me destruyó ese post bye life
     
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    Amelie

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    Capítulo I
    水中での月の反射
    Suichū de no tsuki no hansha -El reflejo de luna en el agua

    Onmyoryo

    [Yuzuki; Kohaku; Kuroki; Rengo; Satou; Shiori; Kayo]

    Kato ignoró a los presentes, si mirada estaba en Rengo; estoica, fría. Satou escuchó la recriminación de Yuzuki y bajó la mirada, él también sólo hacía lo que creía correcto.

    —Cuando reconoces la naturaleza y te armonizas con su flujo, no hay euforia o depresión— se acercó a Rengo mientras este escuchaba las palabras de Yuzuki y Kohaku —no hay duda en tu mente si sabes entender el vacío.

    "Estamos dando palos de ciego, Rengo; el Onmyo, los Shijin, el Qi... todos estamos dando palos de ciego. Ni siquiera entendemos cómo funciona. ¿Sabes? "Quiero ser útil" fue lo último que dijo Kaito antes de desvanecerse. Todos aquí, lo único que queremos es ser útiles."

    —El demonio carmesí no es su responsabilidad —mencionó Kato, mientras cerraba la caja de música —Tú maestro ha fallado —mencionó ante Rengo para después mirar a Kohaku —Ser útil es el principio fundamental del deber ser. Uno debe aspirar a ser útil, pero nunca lo será si no entiende la causa a la que sirve.

    Volvió a Rengo —Eres un demonio— Rengo lo miraba con dolor, no quería seguir escuchando —así como también lo fue Kaito, así como también lo soy yo

    Kato le extendió la caja de música a Rengo; a diferencia de aquel día en la playa dónde se la entregaba a Mao —Todo tiene cuerpo y función; una espada es un cuerpo y cortar es su función. El cuerpo es un potencial, mientras que la existencia de diversas capacidades, que se manifiestan externamente respecto al potencial, es la función. —Kato era un hombre de pocas palabras, no se detenía a explicar sus pensamientos, no buscaba enseñar. Pero allí estaba frente a Rengo, quien no respondía al igual que él, que no tomaba los castigos como enseñanzas —Cuando el potencial no ha madurado, la función no puede manifestarse —levantó su vista ante los demás; que si bien Yuzuki se preparaba para atacarlo, no lo hizo. Kato la observó —Cuando te hallas con personas con gran potencial y esta gran función, todas las artes marciales que puedes haber aprendido no te permitirán ni siquiera levantar una mano. Mucho menos te permitirán atacar; porque el miedo frena a quienes se ven superados sin siquiera haber chocado armas.



    Kato alejó la vista de Yuzuki para después volver a mirar a Rengo, quien sostenía la caja de música —Yo soy un demonio y vivo con ello; no busco cambiarlo, no busco excusas, no busco perdón. Porque esto me impide cumplir con mi función, eso me impide ser útil. No mores en ti mismo y todo estará claro. Como el agua en movimiento, como un espejo inmóvil, como el eco que responde, el Camino está en armonía con las cosas— Kato le extendió la caja de música a Rengo; a diferencia de aquel día en la playa dónde se la entregaba a Mao, le estaba dando poder; le daba función — Sé útil.

    Kato no esperó réplica; Rengo tomó la caja de música y dio media vuelta para salir de aquel sitio; dándoles la espalda a los presentes; porque el no temía, es sabía que era superior, y no perdería mas tiempo en algo que no le correspondía corregir.

    —El texto dice: El sello se romperá si quieres comprender directamente el Camino, el Camino es la mente normal. La mente normal es la mente sin artificio, sin juicios de valor subjetivos, sin apego ni rechazo. Mente de sacrificio — aclaró Satou.

    Cuando Kato se perdió entre la obscuridad, Rengo miró la caja de música para observar a los presentes —Ahora lo entiendo, soy un demonio —aclaró — un instrumento, una perspectiva, una palabra, una declaración...

    Rengo limpió su rostro; guardó la caja de música —Desde un principio sabía lo que debía hacer... pero intenté buscar otra solución; eso dice Takeda ¿No es cierto? Que siempre hay dos caminos para subir por una misma montaña. De nuevo sólo pensé en mí mismo, de nuevo me di ese poder que no me pertenece— suspiró —En verdad... lo siento; no quería gritarles — mencionó comprimiéndose en un abrazo a sí mismo —Haré lo que es correcto —miró a Kohaku —Sé romper el sello —por fin respondió ante la pregunta que Kohaku le hizo momentos atrás — No puedo huir de mis responsabilidades, no puedo huir de lo que estoy destinado a cumplir, no puedo evitar hacer sacrificios para lograrlo.

    Rengo se sentó en posición de loto y frente a su pecho comenzó a realizar una serie de mudras; movimientos en sus manos como el que marcó con Kohaku para hablar con Ebisu.

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    Con cada movimiento, Rengo cerraba los ojos con fuerza mientras recitaba —Mis asuntos cotidianos no son distintos, sólo estoy en armonía....

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    —No hay deseo ni aversión, ni admiro ni censuro. Sello mi conciencia...

    [​IMG]

    —¿Quién cree que el carmesí o el escarlata son nobles? Las verdes montañas no tienen ni una mota de polvo. Poderes espirituales, acciones maravillosas... sacar agua del pozo, cargar leña... todo da dimensión; todo crea; todo es un absoluto.

    Kohaku sintió una fuerte energía en su pecho, una energía que no había sentido antes, una energía que provenía de Rengo, quien abrió los ojos, no había duda en ellos —No mas confusión; no mas rebeldía... solo vacío... sólo paz

    Quienes han logrado pacificar sus mentes no purifican sus pensamientos, palabras y hechos, y permanecen impolutos inclluso cuando se mezclan en el polvo del mundo. Permanecen impasibles aunque estén activos todo el día, igual que la luna reflejada en el agua no se mueve aunque pasen millones de olas por el reflejo.


    Gigi Blanche Yáahl Gigavehl
    Han obtenido 150 de EXP por la misión :3 no lo he actualizado
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa

    Yuzuki prácticamente se desmoronó allí, frente a nosotros, y recordé que no era más que un forastero. Que esas no eran mis tierras ni mi gente, que no sabía ni una ínfima parte de sus historias, y que tampoco podía hacer nada al respecto. Mis tierras ahora permanecían lejanas, infértiles y silenciosas, y mi gente yacía por debajo de ellas. Si alguna vez existió la bendición de Ebisu sobre la villa, ahora ya no quedaba rastro alguno de su toque divino.

    Era un pueblo lleno de fantasmas.

    Permanecí quieto, observando a los demás. Cómo Kato se acercó a Rengo, le extendió la caja musical y se fue. Intenté absorber y comprender sus palabras, de verdad que sí, pero ya estaba tan cansado que acaso logré retener lo superficial de su enseñanza. Utilidad... había vivido mi vida entera al servicio de lo que los demás esperaban de mí. Debía ser útil en combate, útil en diplomacia, útil en leyes. Debía ser útil y portar la máscara, asistir a los eventos oficiales, mantener sobre la villa el velo de misticismo y espiritualidad que todos allí ansiaban mantener bien enredado en torno a sus corazones. Ahora debía seguir siéndolo. Útil a la causa de los Minamoto, útil a la causa de Ebisu. Útil al poder que estaba renaciendo en mi interior.

    ¿Y qué más iba a hacer?

    Si esas no eran mis tierras ni mi gente.

    Rengo se disculpó, llevaba el dolor y el remordimiento impresos en cada centímetro de su cuerpo y apenas atiné a menear suavemente la cabeza, intentando decirle que no se preocupara. Luego dijo que sabía cómo romper el sello y parpadeé, pues no era esa la pregunta que le había hecho inicialmente pero... ¿sabía hacerlo? ¿De verdad? Un relámpago de confusión atravesó mi semblante y luego me moví para detenerlo, de veras que sí, pero me congelé a mitad de camino y, aún algo renuente, decidí simplemente sentarme frente a él. Observé sus movimientos, oí sus palabras, mientras la desazón crecía más y más al centro de mi pecho.

    Sé romper el sello.

    ¿Por qué no lo habías hecho antes, entonces?


    De repente sentí una extraña oleada de energía dentro de mi cuerpo, se sintió como si quemara pero en vez de resultar insoportable fue... cálido. Me recordó al sol colándose entre el follaje de los árboles, a su intensidad sobre mi piel en el verano y respiré lentamente, sin mover un músculo. Sin quitar la vista del muchacho.

    No más confusión, no más rebeldía.

    Dioses.

    Sólo vacío... sólo paz.

    —Rengo —lo llamé, precavido, y en mi voz se reflejó la preocupación que sentía—. ¿Qué acabas de hacer?
     
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    Amelie

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    [Yuzuki; Kohaku; Kuroki; Rengo; Satou; Shiori; Kayo]

    Rengo miró a Kohaku quien se había colocado delante suyo

    —Lo que debí haber hecho desde el principio; sin exponerlos a peligros inútiles que sólo nos hacen perder tiempo— se levantó, no era una mirada vacía; pero no había mucho en su interior — Entregué mis anhelos y rompí el sello.

    Avanzó en el archivo para llegar al altar; allí tomó un tintero y un pincel. Al hacerlo, notó la ausencia de un objeto; pero no reaccionó a ello, parecía no importarle en lo absoluto —Si uno es incapaz de dar pruebas de una gran flexibilidad de adaptación, encontrará numerosos obstáculos a cada momento; y el fuego de la ignorancia estallará sin control. La vitalidad, la energía y el espíritu sufrirán estragos, y el ser entero caerá en ruinas. La morada espiritual arderá hasta su destrucción total. ¿Puedes concentrar tu aliento hasta alcanzar la flexibilidad y la soltura de un recién nacido? Si alcanzas la flexibilidad y la soltura de un recién nacido, entonces todos los objetos están vacíos de absoluto; conoce lo activo, guarda lo pasivo; conoce lo blanco, guarda lo negro —volvió a recitar el mismo texto que había encontrado momentos atrás, el texto que recitó de memoria ante Yuzuki —Yo obtuve la respuesta pero me negué a aceptarla. Buscaba otra manera de escapar —sacó a shi y cortó la palma de su mano para después dejarla escurrir en el tintero mientras acomodaba papeles y empapaba la punta del pincel con su sangre para comenzar a escribir —Un sello es una promesa entre el creador y su recipiente; en el caso del sello de luz de Shire, fue él quien antes de morir me dio la condición para romperlo: El hombre firme se opone resueltamente al mal sin pensar en sí mismo —Citó a Shire —Y eso he hecho hoy; porque mi egoísmo retrasaba nuestra misión, mi debilidad no dejaba ver con claridad mi objetivo, mi inmadurez debilitaba mi poder. Mis emociones no eran útiles; eran un obstáculo— Los papeles se levantaron.

    [​IMG]

    —He ordenado mis pensamientos para ver con claridad — los papeles descendieron en las manos de cada uno de los presentes —Son talismanes de protección; les alejará de la voz de Mara; los alejará de espíritus que busquen dañarlos — limpió su mano con la manga del kimono; la sangre se ocultaba en él de manera perfecta, sin darse cuenta, también había manchado el mala en su muñeca—Esto es lo que pude haber hecho momentos atrás; me disculpo por mi egoísmo. No volverá a suceder —hizo una reverencia —Iré a tomar un baño; debo limpiarme. Después descansaré un poco, la creación de talismanes drena mi energía —miró a Kohaku con seriedad —Mañana podré iniciar a enseñarte como dominar tu Qi, por ahora descansa. —los observó nuevamente —Pueden dormir tranquilos; no habrá peligro, no habrá pesadillas.

    Gigi Blanche Yáahl Gigavehl
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    Los eventos siguieron apilándose uno encima el otro sin parar, cada instante se sumaba una palabra una acción y sentí que me había soltado de mi propio puerto, si es que había tenido uno alguna vez. La cuerda se soltó del poste, mi barco fue arrastrado por las corrientes y los trozos de madera de mi templo cayeron al suelo todos al mismo tiempo. Todo lo que se repetía era la misma maldita palabra que Rengo había usado en Shizuoka, el mismo concepto, lo de ser útil.

    Eres un demonio.

    Ya cállate. Llevo toda la vida cansada de ti.

    No estaba mirando a nadie en especial, tenía la vista puesta en el suelo, en el punto donde el filo de la katana encontraba el piso y presioné mis dedos alrededor del arma con tal fuerza que los nudillos empezaron a perder color. El vendaval pareció detenerse, el fuego también desapareció y todo lo que quedó a nuestro alrededor fue la roca fría de la montaña y no supe qué hacer con ella.

    Soy un demonio.

    ¿Así nada más? Romper el sello, ¿pero a qué precio, Rengo?

    Las palabras se me atoraron en la garganta, no fui capaz de abrir la boca y preguntar, porque el miedo me tenía entumecida, enterrada en mi lugar y lo que sea que recitó me dio un golpe seco en la nuca que me destrabó los extremidades. Sentí que iba a irme de boca al suelo, pero parpadeé una, dos veces antes de buscar la silueta del menor de los Harima con la vista.

    Kohaku me arrebató la pregunta de los labios y tragué grueso, como si no quisiera la respuesta en realidad. Esperé, sentí que esperé una eternidad y cuando Rengo habló me soltó otra bofetada en toda la cara.

    Entregué mis anhelos y rompí el sello.

    Y por un momento genuinamente pensé en darle la razón a Kato, admitir a los cuatro vientos que las emociones eran un obstáculo, porque ahora mismo no sabía si quería despedazar lo que quedaba de Kamakura, salir de allí y correr al bosque para soltar todos los gritos que sentía atorados en el pecho o solo largarme de una vez detrás de Takeda y Takano. Correr, correr y correr, olvidarme que todo esto había pasado, arrancármelo de la mente con las uñas y arrojarlo al mar.

    Que alguien me sacara el corazón del pecho.

    Sacó a Shi, se abrió la palma de la mano y no sé con qué energía regresé la katana a su saya. Seguí cada uno de sus movimientos como si de repente fuera un fantasma, solo un resabio de lo que era Rengo en realidad. Como si fuera una vasija vacía y hubiese sacado, vete a saber a dónde, al niño que yo conocía, al que casi había criado.

    Mis emociones no eran útiles; eran un obstáculo.

    Los papeles, los famosos talismanes, descendieron en nuestras manos y estuve a nada de apartarme, de rechazarlo, porque tenía la sangre de Rengo y ahora sentía que lo me estaba dando un cascarón vacío, pero a la vez no encontré la fuerza de voluntad para rechazar algo que provenía de él al menos no de primera entrada. La sangre se camufló en su ropa con una facilidad ridícula, como había sido durante años.

    Me acerqué a Rengo no supe bien para qué o cómo, estiré la mano con intenciones de alcanzarlo pero me congelé a medio camino. Estaba perdida de repente, no sabía qué hacer, tampoco me llegaba a la cabeza qué haría mi padre en mi lugar, mi madre, el propio Takano y todo lo que logró llegarme a la mente pareció no tener sentido.

    —Recuerda peinarte por la mañana —dije casi en voz baja, regresando a mi espacio la mano que se me había quedado suspendida en el aire.

    Retrocedí varios pasos sin despegar la vista de él, finalmente giré el cuerpo. Crucé los brazos bajo el pecho, me envolví a mí misma e ignoré hasta dónde me fue posible el nudo que sentía en la garganta, me quedé por ahí a un costado, esperando por los demás, lo que sea que fuesen a hacer antes de retirarnos todos juntos o lo que fuese.

    Que podíamos dormir tranquilos decía.

    Bastante improbable.

    gracias voy a necesitar otras dos horas de mi vida para recuperarme de esto antes de hacer cualquier cosa (?

    i tHINK WE'RE DOOMED
     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Todo se había desarrollado demasiado rápido... tanto que... si... sabía que mencionar lo que hallé del rollo iba a repercutir pero no creí que nuestra maldita suerte y todos los astros negativos se alinearan a la perfección para que, sin darnos cuenta, estuviésemos apaleando de una manera tan brutal a Rengo que era ridículamente perfecto...

    Yo no quise decir que Rengo era malo. ¡Era el primero que demostraba que no era así! Dioses, si así hubiese sido yo no me habría esmerado tanto en salvarlo.
    Yuzuki me reveló que la firma era de alguien importante... cuando me miró y apuntó a Kohaku no me lo podía creer... ¿se apellida Ishikawa?

    Dioses ¿pero que está pasando? Es como si desde el inicio de este viaje lo sobrenatural me hubiese estado acompañando. ¿Debería empezar a tomarmelo en serio?

    Es que no tiene sentido, quería reír... reír con ironía y hasta con hartazgo. Era idilico, yo nunca busqué nada de esto, nunca pedí esto. Maldita sea... ¡NI SIQUIERA TENGO ENERGIA! ¡¿Porque es como si todo, absolutamente todo me está diciendo que debo seguir por esta senda?!

    Estaba empezando a respirar agitado y las palabras de Kohaku me sorprendieron... pero Rengo estalló y para colmo la caja musical sonó... esa melodía...

    Volteé atónito y no sabía si había sido lo mejor, pero Kaito se desvaneció, Kato apareció, y Rengo no pudo más que volver a lo de un inicio.
    El comentario de Yuzuki ciertamente me desquicio, tanto que por reflejo la miré realmente molesto y hasta ofendido. Estaba recriminandole a mi padre y eso tampoco me agradaba. Vi sus movimientos, lo vi todo y es que no podría empeorar más...

    Hasta que tal como dije... Kohaku, el único que podía hacer algo... habló.

    Detuvo a Yuzuki con una voz ajena a la suya y hasta volteé a verlo sorprendido. Luego Kato habló y por un momento... también me lo pensé...

    Si por algo me caracterizaba era precisamente por mis emociones... ¿Valía la pena?

    Nuevamente, no pude hacer nada... Solo quedarme estático, era un inútil y la impotencia regresó.

    Rengo pareció captar el mensaje y... contrario a lo que pude creer e ignorante de que estaba pasando por lo mismo que Takeda en su momento precisamente en Kamakura. Rengo reaccionó vacío.

    Tranquilo y claro, si, inclusive decidido... Pero vacío...

    Una punzada me atravesó y por un instante temi si genuinamente estaba pasando lo que creí... fue cuando Kohaku, con cautela, preguntó y esperé la respuesta con una tensión absurda.

    Fue cuando lo entendí... Rengo sabía cómo romper el sello desde el inicio, pero a costa de lo que lo caracterizaba. No, no lo hacía malo, pero... ya no era él.

    Empecé a llorar en silencio, una lágrima salió y después otra y otra... sin control, sin excusas... solo fluían.

    Comencé a sentirme horriblemente culpable, estaba seguro que de no haber abierto la puta boca para informar esto no habría pasado... si, había intentado ser útil. Y tal vez lo fui pero... ¿a qué costo?
    Ni siquiera podía tener conmigo algún objeto encantado como Shi aún si fuese de otra deidad... eran objetos exclusivos para su bendecido. Solo me provocaría daños, solo acortaría mi vida... todo...

    ¿Genuinamente tenía que ser así..?
    Me negaba pero... siempre que indagaba en esto algo salía mal.


    Las palabras de Rengo me alcanzaban con una claridad estúpida. Elevé la vista al mismo y pude ver cómo se detuvo un momento a contemplar la ausencia del látigo pero no reaccionó... nada. Habló y pudo crear talismanes de protección con su sangre.

    Los papeles volaron y termine por tomar el papel, más por reflejo que por ganas de tomarlo...
    —¿Y que querías darme... Ren?—. Pregunté al aire para mí mismo, había sido algo interno pero tal era mi dolor que ni me di cuenta que lo exteriorice. El comentario se refería a ese algo que Rengo quería darme cuando llegaramos aquí pero ahora no lo sabía.. ¿conocer su Sitio Seguro quizá?

    No dudaba de la utilidad del talismán... pero sentía que era un regalo por obligación más que por gusto... de pronto me azotó el recuerdo de la pesadilla que tuve aquí.

    "Me prometiste que no estaría solo. Me has fallado"

    Solo no estás... pero aún así... te fallé...

    Ni siquiera tuve que mirar a Yuzuki, pude ver por el rabillo como intentó decirle algo a Rengo... pero ni ella pudo...

    Había cambiado hasta mi forma de vestir y de ser por él, porque genuinamente es la clase de persona que me haría reaccionar y determinarme a levantarme de nuevo. Yo siempre habría querido tener a un amigo así, un hermano... ¿pero y ahora con esto? Es... es como si Kato de cualquier manera me lo acabara de matar frente a mi...

    En ningún momento pude desviar la mirada del talismán. Todo eso lo pensaba... tenía una amalgama de emociones que... ahora sí, necesitaba desahogar pero irónicamente ni ganas de exclamar tenía...

    Solté un quejido mientras guardaba con cuidado el talismán. Parte de su vida acababa de ser arrebatada para crear estos talismanes, era un cruel trato a la que, al menos yo, me sentía obligado a aceptar...

    No pude ser capaz de mirar a nadie, solo solté un gran suspiro mientras devolvía el rollo a su lugar.
    —Ire a la playa y... no sé...—. Anuncié con mucha debilidad. El diálogo lo corté de manera brusca y torpe, porque genuinamente ni yo sabia qué hacer.

    Al final me quedé unos momentos así para después empezar a desplazarme, hundiendo mis manos en mi Haori y luego las saqué para empezar a subir las escaleras. Tenía tanto que procesar y hasta genuinamente volvía a preguntarme severamente mi propósito...

    ¿Debería seguir? Estos temas solo empeoran todo. Pero aún sin desearlo es como si de todas formas todo me devuelve aquí... ¿Porque?

    Misato... El Hitodama en Tsu, Kohaku, Rengo, Natsu, Shi, Mara, Shiryu, Kibo, Shijin, Sellos, Kyogi, Kawa, Benkei, Hana, Itami...

    Itami...

    Maldita sea... Genuinamente es como si el destino me dijera que debiese seguir en esto. Casi como si yo tuviese algo especial en serio. Pero no... Seguía tan perdido y vulnerable como siempre. Y yo ignorante de todo lo que Kohaku había escuchado de Amaterasu...

    Eso era lo que me dolía. Al final yo mismo quería parar. Lo de Rengo lo acepté porque yo mismo me metí y no paré hasta que acabó per aún así... esto sigue y se expande.

    Me sentía no solo impotente si no hasta ofendido... porque siento que me están dando todo a la mano... y lo único que alcanzo a hacer es estropearlo... por decirlo amablemente.

    Sentía que estaba a puertas de algo muy grande y estaba demostrando que no iba a lograrlo.

    Ya basta... si genuinamente alguien está poniéndome a prueba que hable ya... esto es demasiado.
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Parpadeé, intentando procesar la información en lo que Rengo se incorporaba, alejándose de mi posición. ¿Entregar sus anhelos? ¿A qué se refería exactamente? Lo peor era que ya lo sabía, de veras, sólo que... aún no quería creerlo. Nadie diría que era una persona rebosante de pasiones y anhelos, dueño de un carácter tempestuoso y directo, pero no necesitaba nada de ese fuego en mi interior para comprender la situación y darme cuenta que era una pésima idea. Que ni siquiera yo, con la quietud y la templanza, querría arrancarme de mí mismo.

    Le había dicho que aún conservaba una voz, ¿verdad?

    Y el muy idiota acababa de arrebatársela.

    Era su propia máscara.

    Habló, habló y habló, y así no quisiera escucharlo tuve que hacerlo. Me incorporé lentamente, seguí sus movimientos de soslayo en lo que preparaba los talismanes y repasé a los demás con la vista. Estaban muy conmocionados, mucho más que yo o, bueno, al menos más de lo que demostraba. No era ningún experto exteriorizando mis emociones, eso quedaba claro.

    Los talismanes se deslizaron por el aire y sostuve el mío con una suavidad inmensa, apenas de la punta y entre dos dedos, pues era una parte de Rengo, era su sangre y con ella, el muchacho perdía una parte de sí mismo. Lo observé un par de segundos, luego Rengo me habló y asentí. No necesitaba revolverme demasiado en la cuestión para darme cuenta que había cometido un error inmenso y quizá, sólo quizá, fuera mi desapego el que me permitía creer que podríamos traerlo de regreso. Que lo único irrevocable era la muerte. Comprendía, entonces, el estado tanto de Yuzuki como de Kuroki. En sí estaba rodeado de personas bastante emocionales, si acaso llegaba a identificarme más en la figura de Kato que en la de los demás.

    Por cruel y espantoso que sonara.

    Pensé y pensé, y me di cuenta que una parte de mí estaba increíblemente frustrada. Porque se lo había dicho en la maldita cara, allí en las costas de Shizuoka. Le había puesto la máscara en el rostro y le había dicho que me negaba, me anulaba, me deformaba hasta desconocerme. Quizá las emociones fuesen un problema a veces, pero rechazarlas era el crudo equivalente a amarrarse algo en la cara y pretender que era tu rostro.

    Y se lo había dicho.

    Pero era un niño impulsivo, ¿verdad?

    Demasiado emocional.
    Casi parecía contradecirme a mí mismo y también me di cuenta que estaba muy cansado, no ordenaba mis pensamientos con claridad. Yuzuki se retrajo hacia una esquina del archivo, Kuroki se retiró y me desinflé los pulmones poco a poco. Fue pesado. Tenía cientos de cosas revolviéndose en mi cabeza, entremezclándose, ganando terreno y desapareciendo. No lograba sacar mucho en claro, así que me limité a lo más sencillo.

    —La máscara no es la opción correcta —murmuré, un poco al aire, y me acerqué a Yuzuki porque genuinamente sentí que la pobre chica se iba a desmoronar si nadie la sostenía—. Te lo dije, ¿verdad? En Shizuoka.

    Sonaba tranquilo, como toda la vida, vaya. Sonaba tranquilo así tuviera los oídos llenos de ruido y le dediqué una sonrisa a Yuzuki, apoyando con suma delicadeza una mano en su hombro.

    —Vamos a salir de aquí, ¿sí? Creo que a todos nos falta un poco de aire fresco.
     
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  20.  
    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Yuzuki; Kohaku; Kuroki; Rengo; Shiori]

    Rengo escuchó las palabras de cada uno antes de retirarse; pues eso era lo mas respetuoso que podía hacer.

    "Recuerda peinarte por la mañana"

    —Lo haré— dijo asintiendo sin intentar tomar su mano; la vio alejarse lentamente—Podrán descansar en el castillo, Jiin podrá ayudarlos si necesitan algo allí dentro.

    "Ire a la playa y... no sé..."

    Antes de que pudiera decirle algo; Kuroki ya se movía hacia las escaleras.

    "La máscara no es la opción correcta. Te lo dije, ¿verdad? En Shizuoka"

    Rengo observó a Kohaku ir junto a Yuzuki —Eso dijiste— reafirmó sus palabras, no había odio, ni siquiera un atisbo de algo mas. —La vergüenza, el miedo, los deseos que tengas, seguirán allí. O quizá los pierdas todos, quizá sea el precio que pagues por esconderte del mundo. Te perderás a ti mismo pero no desaparecerás, sólo te reemplazarás y a nadie va a interesarle. También dijiste eso.—Hizo una pausa; se acercó a Kohaku y le colocó la piel de lobo encima — Está bien que eso pasara. Tal vez todo este tiempo huyendo sólo retrasé lo que debía hacerse. Y ahora soy lo que siempre debí haber sido.

    Hizo una reverencia —Con su permiso —dijo para retirarse en dirección a su sitio seguro; no por sentimentalismos, sino que por las escaleras llegaría a la cascada de agua fría, dónde siempre se bañaba desde que era un niño.




    [​IMG]
    Puerto
    [Kuroki]

    Kuroki bajó al puerto nocturno; no había nadie alrededor, estaba desolado; sólo los viejos barcos encallados y la marea rompiendo en las rocas.

     
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