Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Amelie

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    Amelie

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    Capítulo XI

    木漏れ Komorebi— La luz a través de los árboles





    El sol se levantaba una vez más en Kamaukura. Los rumores comenzaban a circular de los eventos transcurridos, las personas avanzaban en las calles con prisa, todos armados como era costumbre.


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    Mazmorra
    (Taito; Murai; Inosuke)

    Taiyo mantuvo la guardia nocturna, esta vez se aseguró de que alimentaran a Murai, mientras él e Inosuke hacían lo mismo. Murai se notaba descansado, a diferencia de Taiyo quien parecía haber pasado una pésima noche. Ninguno de los dos habló.


    Interior del castillo
    (Clan Tao; Clan Fujiwara; Terunobu; Kuroki; Misato; Heya; Daichi; Mao; Matsuda; Natsu; Kohaku; Togashi; Takeda, Shinrin, Jiin; Kenzaburo; Yuzuki)

    Zeng, Kenzaburo y Ujihisa regresaron del dojo hacia el castillo la noche anterior, Kenzaburo se encerró en soledad en una habitación; mientras que Zeng y Ujihisa se reunieron con Yin, Satou llegó más tarde de un paseo por la ciudad. El primero en despertar del clan Tao fue Yin, quien algo alarmado salió de su habitación y se dirigió a los baños. Zeng y Ujihisa seguían dormidos. Satou también.

    Los Fujiwara despertaban con un amable aroma al té recién hecho. Fue Kirara quien lo preparó al ser la primera en despertar de un mal sueño; pero su rostro se mostraba más sereno que el día anterior, y el té la ponía de mejor humor.
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    Terunobu despertó y se dirigió hacia las escaleras que daban al segundo piso, allí permaneció haciendo guardia, pues planeaba vigilar a Takeda quien debía evitar salir de su habitación aquel día.

    Matsuda; Takeda y Jiin estaban en las habitaciones superiores. Al parecer el primero en despertar fue Takeda.

    En la habitación de Mao, también descansaba Shinrin, quien despertó con tranquilidad; para levantarse y preparar un poco de té. Serviría una buena manera de iniciar el día.

    Misato pasó la noche en una habitación, muy cercana a la de Mao y Shinrin.

    Heya; Daichi; Kohaku y Kuroki compartieron nuevamente la habitación, esta vez en mayor silencio.

    Natsu también uso una habitación para él solo, del mismo modo lo hicieron Togashi y Yuzuki.




    Afueras de Kamakura
    (Hideyoshi; Kahia; Michizane; Goro; Tetsuo)


    Kahia fue la primera en despertar; seguido de Michizane, Tetsuo y Goro, todos un poco alterados por las pesadillas. El día iniciaba un poco alterado además de que el frío los dejó un poco entumidos del cuerpo.

    —Es importante comenzar a movernos hoy—mencionó Kahia a Michizane quien afirmó.

    —¿Entonces, cual es la respuesta del clan Minamoto?—preguntó Michizane.




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    Dojo
    (Kato; Takano)


    Kato avanzaba hacia el dojo, pasos constantes y firmes, mirada al frente. Takano esperaba sentado en el último escalón para subir al dojo; sus codos recargados en sus rodillas, mirada al frente. Kato siguió avanzando sin inmutarse en la presencia de su hijo, subió cinco escalones hasta que la voz de Takano se hizo presente.

    —Quiero terminar mi entrenamiento — mencionó Takano sin levantarse.

    Kato se detuvo en el quinto escalón, no volteó a mirarlo. No dijo nada, por unos instantes así se quedaron, espalda contra espalda; hasta que Kato continuó subiendo los escalones hacia el dojo.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mao/Masuyo Kobayashi
    Zona de Habitaciones


    El sueño se repitió;
    Confirmando sus sospechas,
    pero ya no tenía miedo
    por que, independiente de sí era un presagio o una epifanía del futuro,
    se le hizo tan familiar que de manera simple y llana:
    Ya no había miedo, a la hora de la verdad, siempre serían así.​
    El moriría tanto por su honor como por ella,
    y Masuyo nunca desaprovecharía la oportunidad para escabullirse de las manos del enemigo;
    no podía permitirse morir hasta ver sus cuerpos inertes
    o por lo menos enterarse que yacían bajo tierra.
    La primera opción siempre era la más sensata.
    No por nada se basaba en instintos.
    Tampoco parecía haber más dolor.
    Desperté, tras que se repitiera esa escena indeseada en mi inconsciente, sueño o lo que fuera aquella imagen; pero al despertar, fue de una manera tan lenta y calma, que podía hasta orgulleserme, pero vamos. Simple y llanamente estaba tan solo aliviada y calmada, no tenía tiempo para sentirme orgullosa de nada mientras las cosas siguieran siendo como son; por lo que cada vez asimilaba e integraba en mi sistema y mente, vida e instinto, que el dolor no iba a acabar y el miedo era el que no iba a desaparecer ni en la más grande calma. Porque siempre vuelve, los problemas, son inevitable y... bueno; alguien debía que afrontarlos con calma, la cabeza en alto y, jamás de los jamases, dando tu brazo a torcer sí era para dejarte sublevar por ellos. Someterse a posta era un tema diferente, que no me interesaba indagar. Ya había pensado demasiado por mucho tiempo. Al igual que las palabras de Takeda dirigidas a Kenzaburo; teníamos que dejar de ser tortugas ocultas en nuestro caparazón, aunque muchas de las veces parecía un condenado perro endemoniado o algo, porque las pasiones que me llevaba encima ni normales debían ser.

    Mi semblante estoico observó los alrededores, en busca de Shinrin, y una sonrisa enternecida me cubrió los labios cuando la vi con el té servido. Vamos, que hasta me había sido de ayuda traermela y todo. Podía aguardar un poco más, y posponer mis planes para después. No podía perder la oportunidad de otro momento de paz con ella.

    Aparte, podía aprovechar el momento para contarle eso. Tomar la responsabilidad, cerraría mi deuda de esa manera. Sentía que sí lograría cerrarla con eso, él estaría feliz.

    —Buenos días, Shinrin —saludó con mi voz de Mao; aquella sobria, pero que en ratos como estos poseía aún la calma y suavidad de la vieja Masuyo. Y claro, ignorando el echo de que la podía llenar de la rabia y fuera más latente sí me apetecía o qué sé yo. Una vez sentada frente a ella y tras un sorbo de té, me dispuse a contarle el resto de a verdad. Mi semblante volvió a ponerse serio y severo, buscando darle indicios de que no se venía algo bueno—. Voy a aprovechar que es temprano, hemos descansado y nos queda todo un día por delante; para decirte que pasó con Chikusa.

    Y el dolor estaba, vaya que dolía. Me oprimía el pecho, me cerraba la garganta y... Pestañeo, una, dos. Inhalo hondo, exhalo; procedo a calmarme. Está bien, el está bien en dónde sea que esté, porque se le veía feliz, en algún momento fue genuinamente feliz, y eso por lo menos era algo. Volví a enfocar mi mirada sobre la de Shinrin, no buscaba ser una apática, pero sí quería mantener mi seriedad.

    >>Fue culpa de Murai; por crear el veneno. Después fue culpa de uno de los hijos del Señor de Nara, el que mandaba ahí y toda la cosa; del hijo que no era aliado de Takeda. Entre los conocimientos de Murai, y las acciones del irresponsable y enclenque tipo, que, perdona mi incompetencia, ni siquiera recuerdo su nombre; terminaron por dar fin a la vida de Chikusa.

    La observé, buscando su reacción. Nunca dejé de hablar con calma, con un deje de suavidad para no sonar completamente fría y apática. Tras decir aquello último y comprobar la reacción de Shinrin, dándole un tiempo para asimilarlo, bajé mi vista al té, di otro sorbo para pasar el mal trago, y volví a observar a la chica; independiente sí me miraba o no.

    —Shinrin, necesito que me prestes atención en esta parte —volví a retomar la palabra, ambivalente, mezclando la seriedad y la suavidad hasta donde podía hacerse solamente. Otra vez ladeaba un poco mi cabeza, como sí romper mi estructura rígida y empequeñecerme le fuera a brindar algo más de confort y confianza—; A pesar de que solo lo conocí un día, te puedo asegurar que murió con honor; feliz de haber servido hasta el final al Clan Minamoto, seguramente con la paz que muchos tenemos tras conocer a Takeda.

    Sonreí suave, genuina, sin juzgar ninguna de sus reacciones.

    >>Ya sabes de lo que hablo, ¿no? Su fuerza especial, su propia fuerza. La que transmite calma, la que da paz y esperanza; aquella que todos pasan por alto, creyendo que morirá tan fácil —solté una risa que más parecía una exhalación corta, casi con sorna, por pensar en la ceguera colectiva que sufríamos muchas veces; incluso teniendo los dos ojos intactos. La imagen de Murai, por algún motivo, me rayó la mente.

    Era todo lo contrario a Takeda, ¿no?... Tenía que comprobarlo; cuál era su opuesto, dónde estaba y, sobre todas las cosas: ¿Era nuestro aliado?

    Me acabé el té con parsimonia, no dejando que las reacciones y emociones de Shinrin se fusionaran por las propias; entraban por mis ojos y salían por mis oídos, y sí entraban por mis oídos, salían por mis ojos. Quedándose tan solo en la mente, y de mis ojos para abajo; nada.

    Me levanté, con movimientos sutiles y cuidadosos, del sigilo que había practicado básicamente desde que nació Kimura, o puede que incluso antes. Me acerqué a ella y solo me acerqué para depositarle un suave beso en la cabeza. La miré entonces, aunque no esperaba precisamente una mirada de vuelta.

    —Tengo demasiadas cosas pendientes para hoy, así que lo lamento mucho, pero no puedo seguir acompañándote—. Le brindé una última sonrisa, otro mimo; una caricia suave en su cabeza que solo duró un instante—. Fue una linda noche, todo gracias a ti, querida —sinceré, a pesar de que aún me costara volver a las muestra transparentes de afectos, esas de la Masuyo de toda la vida, a la que me había encargado de someter en los tiempos más caoticos. Aunque, bueno, "Ryouma" había nacido gracias a eso, y no me molestaba en lo absoluto. Como que me permití ser parte de mis hermanos, al tiempo que no dejaba de ser yo.

    >>Nos vemos—. Me despedí tras una leve reverencia, y con calma y templanza di media vuelta, para dirigirme hacia el pasillo. Me aseguré de que nadie fuera a ver a la Shinrin que había dentro, sabía que necesitaba sus espacios y tal.

    Una vez asegurada de que la chica estaba sola en la habitación, y que nadie estaba por los alrededores aún, me puse en marcha; troté con el sigilo innato.

    Directo a los reales dientes de víbora.

    Pa' las Mazmorras, por favar uwu
     
    Última edición: 11 Enero 2021
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    Monpoke

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    Riku

    Me muevo un poco en mi posición mientras voy despertando mis sentidos. Rápidamente capto ese olor a te y sentarme mostrandole visiblemente agotado.

    Culparia el sueño, o pesadilla, por este flojo despertar. Así lo haría. Si de verdad fuera capaz de recordar más que la presencia de Shinko y Kirara.

    No fue una escena agradable. Pero solo una fantasía pasajera en mi mente.

    Estoy agotado por el entrenamiento, tan motivado como estaba por la tutoria de Shinko, me deje llevar más haya de mi capacidad. Eso, aclarando que me encontré al limité desde antes. Un cansancio obvio en el instante me apoye en suelo y ahí me quede.

    "Gracias". Tomo asintiendo uno de los recipientes con te y me voy urgando un poco la basura debajo del ojo.

    "¿Hay un plan para hoy? ¿Te informo Taiyo algo de esa reunión?". Hablo distraído y directo, concordando por mi reciente despertar.

    Pregunto más por hacerlo que de querer saber, si hay necesidad de hacer presencia en alguna ubicación. También, por la oportunidad de seguir entrenado. Necesito ser más útil, reforzando una debilidad a la vez.

    Tomo un sorbo del te, sintiendo como este fluye directamente por la garganta y impactando con fuerza en mi estomago.

    Eso se sintió raro.
     
    Última edición: 10 Enero 2021
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    Insane

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    Natsu Gotho

    Se levantó respirando por la boca como si hubiese pasado un gran tiempo bajo el agua, mirando la yema de los dedos de sus manos al sentirlas distantes pese a ser las suyas, frunciendo el ceño al desviar la mirada a las luces que se colaban en la habitación a casusa del sol. Se levantó entonces, sujetando la katana para caminar por el pasillo rumbo al baño a asearse, y luego de ello salir del castillo, caminando con parsimonia lejos del mismo.

    Robó un par de monedas en el trayecto al santuario, buscando al niño con parsimonia en la mirada.

    Aquellos sueños, cada vez se hacían más vívidos.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami
    Castillo —> Santuario

    Lo sabía, ¿no? Lo supe la primera vez, la primera noche en Kamakura y solo quizás no quise aceptarlo.

    El mechón blanco.

    La sangre.

    Mi padre. Quien nos había dado su apellido.

    Minami.

    Precioso sur.

    Incluso en aquel contexto, con el flujo rojizo y la máscara una parte de mí se alegraba de verlo, de poder recordar su rostro a pesar del destino que había tenido. El destino que habían seguido casi todos.

    Preferir la muerte que servir a los Taira.

    La alegría no me duró prácticamente nada, era mi padre, era su voz pero estaba... Reprendiéndome por una decisión que había tomado incluso antes de dejar Kamakura, antes de siquiera ser consciente de ella.

    El perro de guerra, la cabeza de mi ahora casi extinta manada, estaba recordándome cuál mi lugar dentro de la organización.

    Cachorro débil.

    Emocional.

    Defectuoso.


    Decepción.

    Desesperanza.

    Muerte.

    Desperté de golpe y el resto de movimientos fueron tan automáticos que no fui consciente de ellos hasta que traté de regular la respiración, enfocar el mundo. Había tomado la katana que había conseguido en el bosque, la había desenfadado y estaba con el arma lista para lanzar un corte de lo más errático a quién sabe qué.

    Terminé de enderezarme, la katana se me resbaló de las manos y fue a dar al suelo con un sonido metálico. Fue en ese momento que lo sentí, que caí en por qué me había costado tanto darle forma a las cosas, porque sentí las lágrimas correr por el rostro.

    Tomé aire con fuerza pero la respiración se me entrecortó arracándome un sollozo directo del pecho, fue casi doloroso, y me llevé las manos a la cara. No encontré manera de detener mi llanto, no hubo manera, y en su lugar solo tomó intensidad.
    Terminé arrodillada en el suelo sollozando como si fuese una niña.

    Jiin, Takano, Shinrin, Rengo.

    Lejos de las gemelas eran todo lo que tenía y ahora, ¿ahora recibía un castigo por ello?

    —Perdón —murmuré con un hilo de voz—. Perdón perdón perdón.

    Cada vez que buscaba tomar aire solo hipeaba, tratando de pasar aire a los pulmones sin demasiado éxito.

    El día anterior había soltado que era capaz de envenenar a Kato, había aceptado sin chistar el plan de Takano y me había forzado a no seguirlo cuando se montó toda la escena de salir hecho una furia, que tenía más de una verdad en ella. Hoy, la pesadilla cortesía de Kamakura me tenía allí, como una niña aterrada pidiendo perdón a un muerto.

    Pidiendo perdón por ser lo que era.

    Por haberme aferrado a los Harima, por haber reído con ellos, intentado cuidarlos, ignorando lo que había ocurrido con mi clan.

    Pero más que eso, imploraba perdón porque sabía que no podría dejar de hacerlo ya.

    Mira que pedirle perdón a un demonio disfrazado.

    .
    .
    .

    Cuando conseguí volver a ponerme en orden lo último que tomé antes de salir de la habitación fueron las armas, para salir con pasos pesados aunque pretendiera que no había pasado nada.

    Las piernas me llevaron solas hasta el olor a té recién hecho y aunque se me antojaba una taza, lo cierto es que no me sentía capaz de ver a nadie por los momentos y necesitaba, no lo sé, volver a centrarme.

    Dejé el castillo incluso antes de topar con cualquiera de los Harima y caminé sin rumbo por Kamakura antes de dirigirme al santuario sin motivo alguno realmente.
     
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    Amelie

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    Habitación
    (Mao; Shinrin)


    Shinrin se sentó frente a ella; por fin escucharía lo que había sucedido con aquel hombre. Chikusa, el hombre que desafiaba en habilidades a Jiin. Escuchó con atención, no entró a detalles los cuales no consideraba necesarios, simplemente buscaba entender la situación.

    "Un veneno"

    Mao la observaba y era evidente su enojo ante la situación. Los venenos siempre traían consecuencias como esas, era muy consciente de ello, incluso en la historia de los Harima los venenos había jugado papeles importantes, tanto en beneficio como en detrimento. Volvió a mirar a Mao cuando esta pronunció su nombre.

    —Conocí poco de él; mi hermano Jiin fue quien más compartió su tiempo con Chikusa. Yo simplemente los vigilaba; aquel hombre era más fuerte que mi hermano, es por eso que me impacta que muriera de esa manera. Y realmente lamento que Takeda perdiera a su mejor amigo de la misma forma que perdió a su maestro... seguramente odia los venenos— dijo bajando la mirada.

    Sintió el beso en su frente y volvió a reaccionar.

    Shinrin sonrió y asintió —Me alegra que así fuera, gracias, Mao— mencionó antes de que Mao saliera de la habitación dirigiéndose a las mazmorras.



    Mazmorra
    (Mao; Taiyo; Inosuke; Murai)


    Murai levantó el rostro, escuchando unos pasos que para cualquiera podrían parecer imperceptibles. Por primera vez odió el hecho de haber perdido la vista, le gustaba ver quien aparecía por aquellas escaleras.

    Taiyo se giró para observar a Mao, se encontraba recargado en la pared frente a la celda de Murai con brazos cruzados. Inosuke estaba dormido en una esquina.

    —¿Qué hace alguien del clan Minamoto aquí?— preguntó Taiyo con seriedad.





    Habitación Fujiwara
    (Shinko; Kirara, Riku)


    Kirara tomó aire y suspiró con fuerza; dejó a un lado su taza con té y miró a Riku fijamente —Hablé con Taiyo en las mazmorras— después observó la reacción de Shinko, quien estaba mas concentrado en tomar té.

    —Al parecer la audiencia fue un desastre; no pudieron llegar a acuerdos entre clanes, incluso Takano terminó peleándose con los del clan Minamoto —negó —están más separados que nunca; tú mismo lo viste, Takeda está desmoralizado, no pudo ni siquiera terminar su orden con respecto a Murai, muestra indecisión y falta de liderazgo —golpeó a puño cerrado en el tatami, no con tanta fuerza para volcar los líquidos.

    —He pensado separarnos de los Minamoto, pero somos muy pocos para realmente hacer algo en contra de los Taira— Shinko reaccionó a esas palabras, sus ojos se opacaron, el miedo volvía a ellos — Consideraría buscar a los Asakura, o buscar a los Tachibana —reflexionaba mientras miraba al vapor de su taza de té —No planeo permanecer mucho tiempo aquí esperando que suceda un milagro en la mente de los Minamoto, si ni Takano puede mantener a sus integrantes en regla, no creo que puedan organizar ejércitos y mandarlos a una guerra. No pienso prestar la vida de los míos a alguien que no es capaz de dar órdenes y encargarse que sean acatadas.

    Miró a Riku —Por eso tengo un plan, Riku —sonrió emocionada —Creo que es necesario probar la fuerza de los suyos, cada Fujiwara debe retar a alguien a una pelea a un Minamoto, al derrotarlos podremos llevarnos sus alianzas, considero que los Tao son fuertes, también lo son los Azai —tomó su taza entre ambas manos —Pensaba en que ustedes dos decidieran con quienes enfrentarse, Shinko, no te preocupes, sería como una pelea de entrenamiento, nadie debe matar a nadie, eso debe quedar muy claro. Quiero llevarme sus alianzas, no crear más enemigos —Sorbió el té —Taiyo y yo derrotamos ya a Takeda una vez, y con el espíritu de guerrero perdido que tiene ante la derrota de Kato, enfrentarme a él sería cobarde —sonrió —Pensaba enfrentarme a quien veo más cercano a Takeda, y ese sería Kenzaburo; pero dudo que sea un reto real, por eso pienso buscar a Jiin o Takano, al derrotar a uno de los hijos de Kato también ayudaría a colocarnos hasta arriba en la cadena de poder.




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    Santuario
    (Rengo; Natsu; Yuzuki)


    Natsu llegó al santuario, una leve lluvia caía en Kamakura. A diferencia del día anterior el sitio se veía lleno; las personas no eran escandalosas como lo eran las de Tsu, pero se posicionaban de la misma manera ante el santuario, haciendo fácil el robo de bolsillos el cual beneficiaría a Natsu. En las escaleras al templo estaba un hombre, dirigiendo a las personas, su mirada era serena y amigable; su ropaje color ocre y una tela que cubría su cabello.

    —Itami-dono— mencionaba uno de los ciudadanos —Desde que el demonio regresó también lo han hecho las pesadillas, debe ayudarnos.

    En ese momento Yuzuki también llegaba a aquel sitio, mezclándose entre la multitud. Ella no era asidua al templo ni cuando era pequeña; aun así conocía el sitio y reconocía aquel rostro en las escaleras a pesar de no haber entablado conversación fija con él.

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    Aquel hombre era conocido como Itami, el Onmyoji del santuario.

    —No deben preocuparse —mencionó el onmyoji ante los ciudadanos —He venido a restaurar el orden el cual tuve que abandonar; sus preocupaciones son ahora mías; estén seguros que con mi presencia aquí, los espíritus malvados no volverán a perturbar sus sueños.

    Los ciudadanos comenzaron a hablar entre ellos, tanto Natsu y Yuzuki llegaron a escuchar como se referían a que el clan Minamoto estaba completamente dividido y destruido, alegando que aquello era un mal augurio para futuras guerras.

    El onmyoji levantó las manos —Calma, calma —dijo suavemente mientras sonreía — No deben apresurar su juicio, recurriré a la adivinación para ver que sucederá en Kamakura, ahora, pueden irse, el santuario permanecerá cerrado mientras los ritos sean terminados.

    Las personas fueron desalojando lentamente el santuario. Así sólo quedaron dos, Natsu y Yuzuki. Itami los observó, sonrió hacia Yuzuki mientras bajaba las escaleras.

    —Señorita Minami —hizo una reverencia —Tanto tiempo —Aquel hombre no había cambiado en nada, su rostro parecía no ceder a los años.

    El onmyoji miró a Natsu; pero se mantuvo alejado.

    —Lamento alejarlos del santuario; pero cerraré sus puertas para adentrarme en la ceremonia de adivinación —sonrió con tranquilidad —Pero pueden volver en la tarde si es que quieren rezar ante algún Dios, en este templo no tenemos distinciones.

    Itami hizo nuevamente una reverencia, para girarse y comenzar a subir las escaleras.
    Detrás del santuario se podía distinguir un gran campo de flores del equinoccio, enmarcando aquel sitio con un rojo intenso debido a la luz de la mañana.

     
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    Ikoma-kun

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    Misato Aoyama

    Fuego...sangre... desesperación.

    La segunda noche en Kamakura arrojaba en mi mente imágenes y voces en medio de la desolación, me encontraba en aquel mismo campo de fuego. Donde el caos de los combates consumía todo a su paso.

    Un combate contra un gran ejército...aún...aún era muy joven para encarar el frente contra un ejército poderoso que luchaba una guerra a gran escala.

    Luego las voces...

    —¿Yin?...¿Kuroki?

    El infierno que amenazaba con devorarme, no era más que...

    —¡ah!—desperte bañada en sudor y una agitada respiración, mi instinto de guerrera llevo a tomar la katana violeta del bosque.

    —A-aun estoy aquí...de nuevo ese sueño—murmure limpiando el sudor de mi frente, baje mi guardia no sin cubrir mi rostro, ocultandome en medio de la confusión que suponía aquellas devastadoras visiones ¿Era alguna maldición por desafiar al señor feudal?

    A medida que los rayos del sol iluminaban la habitación, nuevamente tenía paz. Me levanté y acomode todo con sumo cuidado y cariño.

    Al salir fui directo hasta los baños donde podría diluir mis preocupaciones, al menos una buena parte de la misma; al salir pase de ver quién pudiese estar despierto...cuanto pude sequé mi cabello con una toalla...se avecinaba un duro día, podría llegar el momento en cumplir una misión como mensajera o alimentaria el rumor de la fractura de los Minamoto actuando de forma hostil e incordial contra los miembros más importantes.

    —Dioses, denme paciencia si debo enfrentar a alguien, aún siendo una farsa no puedo evitar sentir gran inquietud.

    Finalmente me recosté en una zona cerca la habitación de Mao quien estuvo en compañia de la herborista, al parecer habían despertado con anterioridad.

    Solté un suspiro esperando la posible aparición de Yin en el castillo, sentía que debía comunicarle la extraña coincidencia de aquella pesadilla, una donde su voz fue la primera en llamar mi atención.

    —Oh abuelo, creo que a esto te referias...aún así se que puede lidiar con lo que sea...todo por nuestro apellido.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mao/
    Masuyo Kobayashi

    Mazmorras.

    A una velocidad insonora, por lo menos para la mayoría de ruidosos e impulsivos del lugar, llegué a mi primer destino; Murai... Custodiado nada más ni nada menos que por el mismo Taiyo, vamos, sí le pegaba y todo; la serpiente venenosa siendo custodiada por el sol abrazador, casi no pude contener la sonrisa llena de cínismo y casi satisfacción de ver un trabajo tan bien hecho.

    Pero nada, simplemente mantenía mi rostro ambivalente; paz total, solo con mis ámbar cálidos tan filosos como mi propia katana. Masuyo estaba recervada para mi objetivo; Taiyo no tenía por qué ver más allá de Mao, y sí se asomaba, sería cosa de mostrarle a Ryouma.

    —Soy alguien compleja, Taiyo —comenté, con voz absolutamente calma, tan grave como femeninamente madura. El tipo, a pesar de su tamaño colosal, no me generaba un sentimiento distinto a Takeda, vamos; se llamaba Taiyo, el jodido sol de verano, eso solo me estresaba mientras impedía que muriera de un resfriado mañanero por sobre-exigirme. Le debía más de lo que me debía a mí, el sol, no Taiyo—. Ahora mismo no soy nada, y a la vez soy demasiadas cosas como para enumerar, te diré dos: Mao, hija y orgullo del Ronin Traidor y traicionado: Kenzaburo.

    Una calidez inmensa me invadió tan solo decir eso, permitiéndome relajarme aún más incluso.

    >>La otra es Minamoto no Ryouma, el aprendiz más cascarrabias y raro de Minamoto no Takeda; un chiquillo que de repente es la cosa más alegre y carismática del mundo, y al siguiente a atravesado tu cuello con el filo de su katana, sin una pizca de compasión en sus ojos antes cálidos y alegres.

    Guarde silencio, para que procesara lo dicho.

    >>Hay otro más, pero ese me lo guardo; por motivos los suficientemente de peso para intentar matarte a sangre fría ahora mismo. Por ese mismo motivo cuídenle las espaldas a Hideyoshi, es un bocazas y no se cuanto tiempo dure antes de decidir cortarle aunque sea un poco su preciada arma, tan descuidada que tiene.

    Los lujos y nobleza lo tenían viviendo en una burbuja, definitivamente; pero se esforzaba, y en verdad era un buen apoyo para Takeda. No por nada congeneaba con Kenzaburo, siempre era genial tener a piezas algo idiotas con ganas de devorarse el mundo, y sentirse capaces de eso en todo momento. Solo les faltaba más comprención y experiencia, nada que entre esos dos idiotas desesperantes no puedan aportarse.

    >>Ya veras por dónde van los tiros, por mi forma nada formal de hablar, pero mi gran labia a pesar de todo. Aunque bueno, tu no me has escuchado denigrar a mi maestro—. Una sonrisa de suficiencia cubrió toda mi expresión—; en este caso hablo de Kenzaburo; pues debo pedirte un favor demasiado grande como Mao, un ser ajeno a todo los Minamoto y sus ideales, objetivos y demás; pero tenemos aún un enemigo similar; los Taira.

    Volví a mi seriedad, ya sin ningún rastro de otro sentimiento aparte de ese.

    —Márchate de las mazmorras, por favor. Si quieres te quedas en la entrada principal de esta, para que sigas vigilando desde ahí que Murai no huya o algo—. Observo de costado al tipo, para luego volver a encarar a Taiyo—, aunque dudo que quiera intentarlo dentro de muuucho tiempo—. Puse algo más de variedad en mi voz, porque hasta yo misma me aburría de toda la lata que debía dar solo para pedir una simple acción—; no podré cumplir mi cometido con personas presentes. Así que eso, aléjate de acá hasta que seas incapaz de escuchar siquiera nuestra más mínima respiración; ahora mismo estoy depositando mi confianza y esperanzas en ti, Taiyo, y supongo que no te apetecería defraudar a una jovencita de 14 años tan fácilmente.

    Como sí fuera así de sencillo destruirme.

    >>Míralo como un favor para saldar tu deuda; un pequeño favor, por la pequeña ayuda que les brindé en Kai: Esa ayuda que los salvó de quedar reducidos a un solo Fujiwara.

    La sonrisa que me surgió era muerta, vacía de emoción; solo compasión pre-destinada.

    >>Esos sobrevivientes bien, pudieron haber sido Kirara y tú; con el hermanito de su líder y Riku muertos, o al revés: Y ahí Murai los hubiera acabado por completo, para después seguir expandiéndose con nosotros hasta acabarnos por completo con su veneno natural.

    Un jodido peligro.

    >>Así que es una deuda bastante grande, a comparación de la sencilla tarea que te estoy pidiendo.

    Olía a carne y putrefacción por todos lados, cuerpo tras cuerpo apilado: y no era por que no se tomaran las molestias de lavar siquiera un poco a Murai.
    Era el simple olor de alguien que ya ha pasado por mucho, y tiene estomago para soportarlo todo.

    Recordando el día en que examinó cadáveres por primera vez, para aprender a hacer cortes y punzadas precisas, y no liarla con un cuerpo vivo de verdad; con esperanzas, aunque mínimas, mientras estuviera vivo de verdad.

    Kenzo le había brindado el material, y ella se había aprovechado de su maldad para buscar un futuro más compasivo.

    >>Y asegúrate de que nadie entre hasta que me vaya de acá, como el buen guardián que imagino que eres.

    Ella detestaba los venenos, como Murai detestaba a cada herborista capacitado.
     
    Última edición: 12 Enero 2021
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    Monpoke

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    Riku

    Me encontré perdido con la cabeza baja, mirando el contenido del te agitarse por mi agarre tembloroso. Me he quedado en silencio, sin saber que responderle a Kirara durante un tiempo.

    Separarnos de los Minamoto. Abandonarlos. Me prometí no volver a hacerlo...

    "Yo...". Hay una palabra que busca salir, pero esta se opone a lo que he decido el día anterior o desde antes de eso. Trago de forma brusca y audible mi propia saliva, encontrando la fuerza en esa simple acción para continuar. "Estoy en desacuerdo".

    Tomo un par de respiraciones profundas por mi propia mente a pasar a mayor capacidad. Solo pienso, repaso las probables pocas opciones y las palabras para transmitirlas. Apenas llegando a sentir la forma en cual se me revuelve el estomago.

    Extendí una mano con la palma abierta hacia Kirara, pidiendo silencio. Que aun no he termino de hablar. Diré todo lo que tenga que decir.

    "Me mantengo fiel a mi palabra". Volví a hablar claro al levantar la cabeza, recuperando mi control y voluntad. "Seguiré lo que decidas".

    Da la orden y yo la cumpliré. Prefiero abandonar los Minamoto antes de retratarme de esas palabras, sobre todo al decirlo hace menos de un día. Si. Después de todo, no veo a los Minamoto como aliados. Podrán serlo, y la mentalidad de Takeda estara en el lugar correcto, pero es una cuestión de todo el Clan. No de solo su cabeza.

    "No me apondré una vez las decisión sea dada, estoy de acuerdo en dejarlos si es la única opcion. Los Minamoto, con simplemente estar junto a un par he llegado a chocar". Preferiría descontar a los dos con quienes subí la montaña. Me agrado su silencio, el como no se me opusieron al manejar el mapa. "Prefiero no imaginarme como se trataran realmente entre ellos, si es que incluso se llegan a ver a la cara". Niego un poco moviendo la cabeza. "Por no mencionar que algunos miembros parecen vernos como inferiores".

    Tomo un largo sorbo del te. Volviéndome a tomar unos pocos segundos antes de continuar.

    "No planteare queja sobre la finalidad del plan". Suelto un suspiro mientras dejo la taza del te vació sobre el tatami. "Pero es aquí donde quiero explicar mi opinión de la manera".

    "Nada nos asegura que podremos llevarnos sus alianzas por solo derrotar a los Minamoto. Derrotarlos en combate individual para mostrar una fuerza superior es... ". A este punto bajo un poco la voz. "Vago".

    Tomo un poco de respiro, regresando a mi tono de voz normal. "Carezco del detalle sobre las relaciones actuales entre los Clanes, los Fugiwara con los Tao y Azai. Si vamos a hacerlos elegir entre nosotros y los Minamoto, será necesario más motivos para inclinarlo a nuestro favor"

    Sonrió. "Disfracemos nuestro motivo y comprobemos si de verdad los Minamoto son incapaces de cooperar en una verdadera batalla, si tienen la fuerza de luchar en grupo y apoyarse. Tengamos de testigo a los dos Clanes, Tao y Azai. Fujiwara contra Minamoto, un único enfrentamiento de cuatro contra cuatro".

    Le doy una mirada decido a Kirara. "Somos una manada. Sin importar el enemigo atacaremos todos juntos al llamado de la batalla".

    "¿Y ellos? Veamos si incluso son capaces de decidir por las buenas quien representará a su Clan".

    Yo dudo. Es poco probable gane un combate individual contra uno de esos, quiero apoyarme en los Fujiwara y apoyarlos al mismo tiempo. Espalda contra espalda.

    Bajo un poco la voz, perdiendo cierto grado de mí intensidad anterior. "Si sin importar que pase vamos a luchar contra ellos. Por favor, quiero seguir entrenando antes de que llegue el momento". Aprieto visiblemente los puños. "Me niego a defraudarlos".

    Mostré fuerza en mí mirada, transmitiendo mí seriedad en querer mejorar. Me reconozco como el más débil. No tendré problemas en aceptar y dajarlo así, pero está debilidad pesa en un momento de importancia.
     
    Última edición: 12 Enero 2021
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami
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    Justo cuando no quería lidiar con gente, qué gracia.

    El sitio estaba lleno, de hecho que hubiese gente agrupada más la ligera lluvia hacían que moverme entre las personas me causara cierta sensación de calor y, cansada como me sentía después de la pesadilla aquella, respirar se me hizo extrañamente difícil de repente. Aún así el tumulto me servía para una única cosa, levantarme algunas monedas.

    No había demorado en darme cuenta que Gotho también estaba presente, cosa que no me interesó demasiado realmente, porque una voz conocida llamó mi atención mientras me guardaba las monedas ajenas: Itami.

    No había pasado mucho por el santuario cuando era pequeña ni nada, no me interesaba demasiado, pero ahora por alguna razón... Había terminado yendo al santuario, como si no supiera a dónde más acudir. Entre la gente, eso sí, escuché otras cosas, el rumor que ya había esparcido Hideyoshi.

    Al menos le había hecho caso a Takano.

    Solté un suspiro pesado al escuchar que el santuario cerraría en lo que terminaban los ritos, la gente se retiró, de forma que solo quedé yo con Natsu, Itami nos vio y mientras bajaba me dedicó una sonrisa que no sé ni cómo logré reflejar.

    —Itami —saludé junto a una reverencia y cuando me incorporé asentí respecto a lo de que debíamos dejar el santuario—. Muchas gracias.

    Eso fue todo lo que dije antes de dejar el santuario, sin molestarme en esperar a Gotho ni nada más realmente. Detrás del santuario había visto las flores de equinoccio y, aunque no quisiera admitirlo, no se me apetecía verlas durante más tiempo si no era necesario.
    Sin mayor cosa que hacer, emprendí camino hacia el puerto.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Afueras de Kamakura

    Michizane lo interrumpió antes de dar su respuesta, Kahia aceptó la interrupción y se fueron a dormir. La noche calaba en los huesos, el frió penetraba entre sus ropas y una pesadilla lo invadió de repente. El despertar llegó pronto, antes incluso de lo inesperado. La penumbra se hacía con el paisaje, porque la noche aún no daba el brazo a torcer, pero a medida que el tiempo pasaba la luz se hacía con el poder de la vista, y el amanecer le imprimía un bello tono a los ojos de todos los presentes.

    La pesadilla de Kamakura era algo que ya conocía, pero el significado de esos sueños era algo difícil de descifrar. En apariencia, Kato Harima parecía evitar que Hideyoshi siguiera el camino de Takeda. ¿Pero qué más había detrás de ello?

    Cuando se levantó bebió agua de un estanque cercano, probablemente bañado por las aguas que hacían la necesidad de aquel puente. Se mojó la cara, las manos y limpió sus kodachis, que necesitaban un trato más delicado. Volvió al campamento, y ahí estaba Kahia esperando retomar la conversación, pero la pregunta esta vez la hizo su general.

    —Señorita Kahia, el agrado de volver a verla es inmenso, tengo los mejores recuerdos de la familia Hachi. General Michizane, nosotros no nos conocimos en los mejores términos, pero tenemos una causa en común. La respuesta del clan Minamoto es la respuesta que yo tengo para dar, porque el clan ha delegado este asunto en mis manos. Hoy por hoy soy la vanguardia del clan fuera de Kamakura, en otras palabras, hago la política de relaciones exteriores del clan. Y la respuesta... la respuesta es obvia, señores: esperamos la ayuda de los Hachi y de los Azai, con ustedes junto a los Minamoto y los Arima nos interpondremos en el camino de los Taira, para que Shizuoka siga en pie. Ahora tengo yo una pregunta: ¿cuál es la posición de la casa Hachi en este asunto? Que estén personas de Mie aquí tiene que tener algún significado, ¿no es así?
     
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    Insane

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    Natsu Gotho

    La cantidad de personas a mi alrededor no me limitó a nada más que permanecer inerte, como el río que fluye al propio ritmo de la corriente, enterándose de lleno de que la mujer de Takano estaba por ahí cerca, sin embargo la voz en mi cabeza volvió luego de un rato, haciéndome parpadear tan lento como un gato.

    A la final, tan solo fruncí el ceño, porque lo que menos identificaba eran lazos, ¿qué se suponía que hiciese con esa información fragmentada? Continúe remarcando en parsimonía cada paso hacia las flores, sintiendo la brisa sobre los mejillas.

    Y volvía de nuevo, la adivinación, el demonio, las pesadillas. ¿De qué demonio hablaban? Seguí hasta las flores de equinoccio. No tenía pensado irme, porque al menos si aquello era una premunición, el que estaba en peligro sería Rengo.
     
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    Amelie

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    Mazmorra
    (Mao; Taiyo; Inosuke; Murai)


    "Y asegúrate de que nadie entre hasta que me vaya de acá, como el buen guardián que imagino que eres"

    Se escuchó la risa de Murai ante las palabras pronunciadas por Mao, aquella risa escondía algo que Mao desconocía; pero Taiyo sabía de dónde provenía aquella burla. Taiyo se mantenía recargado a la pared con la mirada atenta a ella, no se mostraba agresivo pero tampoco su mirada era como la de otros días, se notaba serio, mostrándose respetuoso a cada palabra de Mao, no decidió hablar hasta que ella terminara por completo.

    —Si tan sólo tu líder tuviera una pequeña parte de la confianza que muestras ante mi, el clan Minamoto sería diferente— mencionó con fuerza, no estaba mintiendo, realmente lo creía —Kirara me advirtió de ti —sonrió — Ambos estamos asombrados por tu fuerza y ahora muestras ante mi una determinación ejemplar, me recuerdas un poco a Kirara; pero quiero creer que tú eres menos impulsiva —mencionó para que sus siguiente palabras cayeran en Mao de la mejor manera posible —Eres alguien digna de admirar a pesar de tu edad —sus palabras seguían siendo genuinas —Pero aun te falta mucho que entender — dijo separándose de la pared.

    —No me marcharé — mencionó tajante —Tus valores serán distintos a los de tu líder; pueden cambiar como tu desees, eres libre de hacerlo. A final de cuentas muchos en el clan Minamoto tienden a tener ese individualismo muy marcado —llevó su mano al pecho con suavidad —Yo, a diferencia de ti; soy uno con mi clan, seremos sólo cuatro de nosotros; pero ninguna cabeza corre en la dirección contraria, y si lo hace se corta de un tajo; porque esa es la lealtad que tengo al clan que me adoptó como suyo.

    Inclinó su rostro; después hizo una reverencia —Desde lo más profundo que hay en mi, agradezco el apoyo brindado en Kai, no era consciente en que se tornaría en una deuda, a pesar de que no fuimos nosotros los que clamaron ayuda. Saldaremos nuestra deuda con Takeda, quien fue el que tomó esa decisión y tomó la vida de tres de esos enemigos —se irguió nuevamente.

    —Porque a pesar de los atributos que te he dado, el de fuerza y determinación. También veo el defecto de inestabilidad, no puedo dejarte sola con alguien como él —dijo volviéndose a recargar en la pared —¿Por qué te tendrías que disfrazar con otro nombre además del tuyo? ¿Qué planeabas diciéndome que me matarías a sangre fría si quisiera tu otro yo? Eso no importaría, no eres una Fujiwara, si me atacas serás un enemigo más —Esas palabras las pronunció con tristeza—Cuida mucho tus palabras al mencionar que deben cuidar la espalda de Hideyoshi, me estás diciendo que serías capaz de dañar a uno de los tuyos. Y si no lo consideras uno de los tuyos, me hace preguntarme que es lo que haces tú con los Minamoto ¿Solo cuidar a Kenzaburo? Eso pone muy abajo su nombre—miró hacia Murai evitando por completo la mirada de Mao; pues sabía que estaba usando palabras bastante fuertes contra ella.

    —Sólo aquellos que no confían en ellos mismos necesitan disfrazar su personalidad con la de otros para tomar la confianza necesaria —dijo al ser incapaz de decidir por qué nombre llamarla —¿Por qué con Kenzaburo eres una y con Takeda otro? ¿No es eso una manera de mentir? —la miró sin burla o reclamo — No tomes a mal mis palabras, vuelvo a decir que no creo que seas tan impulsiva ¿o si? —desvió su mirada, odiaba tener que ser así con alguien como ella. Seguramente de la misma edad que Shinko o menor.

    —No debes contestarme, yo no soy tu señor como para exigir respuestas; así como yo no me marcharé, porque tu no eres mi líder como para imponérmelo. Puedes estar segura que no intervendré en lo que necesitas hacer a menos que vea que estás en peligro. Porque lo ves encadenado, aun así sus palabras tienen mucha fuerza, me engañó a mi por mucho tiempo —culminó.

    Murai borró su sonrisa, el ambiente se tornaba hostil sin necesidad de que él interviniera.




    Habitación Fujiwara
    (Shinko; Kirara, Riku)


    Kirara abrió por completo los ojos ante las palabras de Riku, estaba equivocada al creer que la mente de Riku se movía parecido a la de ella. Shinko también afirmaba a cada palabra de Riku. Kirara iba a alegar pero Riku la detuvo con un simple ademán de su mano, ella se calló y se cruzó de brazos escuchando todo lo que él tenía en mente.

    "Por no mencionar que algunos miembros parecen vernos como inferiores"

    Kirara afirmó con desprecio, no ante Riku sino ante la verdad que decían sus palabras. Ella también veía eso, siendo que ella también era líder de clan y la trataban como un inferior, invalidando todo lo que el clan Fujiwara ha hecho para los Minamoto.

    "Nada nos asegura que podremos llevarnos sus alianzas por solo derrotar a los Minamoto. Derrotarlos en combate individual para mostrar una fuerza superior es...vago"

    Kirara miró hacia el techo, ante las palabras de Riku, las cuales con cortesía y devoción le decían lo errada que estaba al pensar que todo el poder se representaba con la fuerza física, como animales.

    "Fujiwara contra Minamoto, un único enfrentamiento de cuatro contra cuatro"

    Por supuesto; Kirara se sonrojo al no haber sido la que pensara aquel plan, incluso Taiyo le había dicho que estaba siendo impulsiva; ahora Riku y las afirmaciones de Shinko le recalcaban que estaba pensando con su furia y no con su mente. Eso la avergonzó, era por eso que sus planes nunca funcionaban, estaba siendo descuidada y torpe, y darse cuenta de aquello le dolía. Se dejó caer de espaldas al tatami.

    —Creo que el golpe en la cabeza me afectó —dijo como excusa ante la falta de planeación racional, mientras Shinko la miraba extrañado —Menos mal tengo un gran equipo conmigo — mencionó sonriendo.

    —Un encuentro amistoso entonces; una demostración —soltó una risa— cuatro contra cuatro; sólo para entrenar entre nosotros; le diré eso a Takeda. Merecemos respeto, y vamos a demostrarlo con espadas de madera— volvió a erguirse sin dificultad —¿Qué opinas al respecto? un pequeño torneo entre clanes; puedo disfrazarlo como dices, decir que es para mejorar nuestras habilidades —se levantó con energía mirando al techo y cerrando el puño frente a su rostro, imaginándose la victoria —Pero realmente les demostraremos que los Fujiwara merecemos mayor respeto; porque somos fuertes y estamos unidos.

    Volvió a sentarse y abrazó a Riku —¡Gracias Riku! —se separó del abrazo sin dejar de sostener sus hombros — ¿Cómo podrías defraudarnos? Ve lo que has hecho, has evitado un desastre.

    Shinko volvió a aplaudir, así como lo hizo con el plan que usó para quitarle la katana a Inosuke. Admiraba a Riku, su mente era la mejor del clan, y sentía tristeza al no poder ser capaz de expresarlo.



    Pasillo de las habitaciones
    (Misato; Yin; Terunobu; Shinrin)

    Shinrin, la mujer de la herbolaria estaba allí presente, se había colocado cerca de dónde Terunobu vigilaba el acceso al segundo nivel. Mientras que Yin caminaba en yukata, pues salía de tomar un baño.

    Yin se encontró con Misato, la observó apenado; no por el hecho de estar en yukata, sino por lo que había comentado con ella en privado en el salón de reuniones, había dicho posiblemente demasiado, tal vez ahora pensaba distinto de él, y eso lo avergonzaba.

    —Buenos días señorita Aoyama —mencionó Yin con una leve reverencia.



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    Santuario
    (Rengo; Natsu; Yuzuki)


    Itami sonrió hacia Yuzuki al escuchar sus palabras. Después entró al santuario, cerrando las puertas frente a Natsu que no parecía querer irse.

    Y así fue, Natsu caminó hacia las flores de equinoccio; detrás del Santuario principal, allí avanzó entre ellas hasta ver un pequeño santuario, uno más abandonado. Se encaminó a él, deslizando las puertas encontró una imagen bastante dolorosa.

    Era Rengo de rodillas en el suelo; estaba atado y con evidentes heridas, había sangre en el suelo. Rengo levantó la mirada, en sus ojos reflejaba miedo. Pero Rengo no esperaba encontrarse con la mirada de Natsu, al verlo sus facciones cambiaron a unas de genuina preocupación y vergüenza, no quería que nadie lo viera así, jamás. No lloraba, estaba allí, esperando.

    —Natsu...— dijo en voz casi audible. Detrás de él había un pequeño altar, allí una estatua muy pequeña, a un lado un exhibidor de espadas vacío.

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    —... Confía en mi, vete de aquí — mencionó Rengo —Estaré bien, lo prometo — dijo con una sonrisa manchada con sangre.





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    Puerto
    (Yuzuki)
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    Yuzuki se encaminó hacia el puerto, la lluvia caía tenue y era tan ligera que podría considerarse amena. Tardó en llegar un tiempo; pues para acceder debía bajar una escalinata de madera adosada a la montaña, escalinata que Yuzuki recordaba, seguía siendo la misma. El viento la golpeaba constantemente haciendo crujir la madera; pero las escaleras eran fuertes, no se movían y no parecían faltarles escalones. Mientras bajaba varios subían cargando un poco de pescado; no parecían usar herramientas mas modernas como las poleas para subir la pesca, haciendo que esos hombres y mujeres se notaran fuertes y curtidos por el mar.

    Al llegar a la playa Yuzuki pudo contemplar nuevamente las edificaciones en aquel sitio; un par de casas que sabía que eran de pescadores locales y una casa de guardia marítima; la que usan para revisar los barcos mercantiles antes de atracar a puerto. A pesar de que ya no había comercio realmente, ella sabía lo aislada que estaba Kamakura.

    La playa se veía agitaba por las gotas de lluvía, Yuzuki giró para ver los barcos mercantiles abandonados, encallados junto a la montaña. Cuando eran niños, aquellos barcos eran muy grandes para ellos y ninguno era hábil escalador, así que nunca los investigaron, los Harima simplemente no querían desobedecer las reglas y perder el tiempo en juegos; pero las Minami y algunos Asakura a veces lo intentaban sin éxito. Tal vez ahora era el momento, quizas en esta ocación, Yuzuki sería capaz de escalar aquel barco que aun permanecía completo.

    Si decides explorar el barco, debes escalarlo. Tira un dado de 20, si tu dado es de 15 o superior a 15 podrás subir el barco. Puedes tirar 3 dados de 20 (entre cada fallo pierdes 10 pv por caída al intentar escalar y fallar)

    Si logras escalar el barco: tira tu dado de 20 caras :3





    Afueras de Kamakura
    (Hideyoshi; Kahia; Michizane; Goro; Tetsuo)


    Michizane afirmó complacido —Señor Soga; la prefectura de Mie está en alianza secreta con el clan Minamoto; en estos momentos, el ejército Taira descansa en nuestras tierras en Tsu —mencionaba con seriedad mientras Tetsuo miraba asombrado, al ver como el general trababa como un igual a Hideyoshi —Los Taira desconocen de nuestra alianza; nuestra posición puede mantenerse en secreto; pero si los Minamoto requieren nuestra ayuda en esta guerra saldremos de nuestro escondite; pero no podremos hacerlo hasta que el ejército salga de nuestro territorio, si atacamos en estos días, la pelea será en Mie y seguramente perderemos, pues nadie acudirá a ayudarnos —miró a Tetsuo —Ni siquiera Nagano nos podría auxiliar a tiempo, pues Tsu no está preparada militarmente como otras Prefecturas militarizadas. Nos exterminarían y tomarían Mie, seguramente allí esperarían refuerzos para atacar después s Shizuoka.

    Michizane parecía ser un general preparado, inclusive conocía las limitantes de su propio ejército —Nosotros no podríamos ir a Shizuoka en este momento, debemos volver a Tsu inmediatamente, no podemos abandonar a nuestro señor tanto tiempo; es por ello que hemos traído a Goro con nosotros, él es nuestro informante, sabe enviar misivas de manera precisa y segura a través de Japón. Será la manera de informarnos si debemos preparar nuestros ejércitos. Si Mie ataca será por la retaguardia, el enemigo no lo esperará y perderá al ver que debe defenderse por dos flancos. Pero si Mie ataca, pondremos en riesgo la Prefectura dejándola sin un ejército completo que la defienda. Deben ser conscientes de que si Mie se une a esta guerra, debemos conseguir la ayuda de regreso, pues corre el riesgo que el siguiente ataque sea en nuestras tierras. Esta decisión es de los Minamoto señor Soga — dijo haciendo una reverencia —Mie es aliado hoy y siempre. No necesitamos saber la respuesta ahora, podemos esperar cinco días para saber la decisión que han tomado.

    —Y si los Minamoto deciden que Mie debe atacar; cuenten con Nagano para la protección de su prefectura —mencionó con seguridad Tetsuo.

    Michizane, Kahia y Goro hicieron una reverencia ante aquellas palabras.
     
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    Gigavehl

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    Cáncer
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    Kuroki Fusatada

    Dejé fluir el resto de la reunión con calma y en silencio, escuchando el resto de propuestas hasta que en determinado punto Daichi habló y reverencie en agradecimiento a su respuesta. Sin en cambio, parecía ser que no sería fácil de todas maneras...

    Como fuese, llegó el momento de iniciar con el plan, ahh esto será doloroso y cansado sin dudas, los gritos de Takano no se hicieron esperar, no dije nada, inclusive noté como empujaba y golpeaba todo, hasta que yo simplemente me despedí de todos con una reverencia y procedí a acostarme. No sin antes, claro, mover lo que tenía que hacer en esa noche.


    A la mañana siguiente, desperté, en realidad fui de los primeros, pero no dije nada, mi mirada no hacía mas que demostrar vacío y seriedad. No pudiendo evitar soñar con toda la historia de Rengo, toda su vida... Su sufrimiento.

    Suspiré, mientras me levantaba y me aseguraba que nada se cayese, luego comencé a avanzar hacia la salida.
    —Te espero, amigo—. Dije hacia Daichi para deslizar la puerta y cerrarla nuevamente una vez estuve afuera.

    En ese momento mi rostro expresó alegría y serenidad como todos los días, como si no acabara de soñar una sentencia de muerte a mi persona, después de todo ya sabía que eso era completamente normal.
    Saludé con ánimo a los que se hallaban por ahí, incluyendo a Kirara para de ahí, volver a escalar por los edificios y llegar a velocidad a la ciudad.
    Pese a todo, escuché los rumores... ¿Que? ¿El sacerdote ha vuelto? Oh... ¡No!

    Mi rostro cambió a genuina preocupación cuando caí en cuenta, pronto comencé a correr hacia allá, frenandome al ver el Santuario. ¿Estarian vigilando? No, parece que no. De todas maneras y solo por si acaso, me dirigí con Sigilo hacia el Santuario secreto, ahí, donde pude hallar las puertas e ingresé también.

    Maldita sea Rengo, por eso no quería que estuvieses aquí.
     
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  16.  
    Kaisa Morinachi

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    Mao/
    Masuyo Kobayashi.

    Mazmorras

    "A un te falta mucho por entender".

    Fue la acción que apagó mi cerebro, cualquier acción ajena. Esperé, esperé y esperé. Sentía que el tiempo se me iba de las manos, que no alcanzaría a hacer todo lo que deseaba. Que cuando llegara la noche, nada abría sido completado.

    Inhala, exhala. Eres infinita. Lograrás todo, ya lo verás.

    Kenzo confía en ti.

    Me acerqué a paso calmo, de brazos cruzados, mostrando mi claro desacuerdo con Taiyo de esa manera, pero que no me iba a sublevar tan fácil.

    Una vez estuve a un par de centímetros del hombre; lo mire desde abajo, con cara de total apatía y rostro de alguien que prefería estar muerto antes que vivo.

    Di un sonoro suspiro por la nariz, quitándome toda la maldita tensión, rabia y exasperación.

    —Soy como Takeda y Kirara, Taiyo —dije con una frialdad absoluta, dejando de lado cualquier instinto de rivalidad.

    Bueno, sí eso quieres, responderé tus preguntas.

    >>Por eso te recuerdo a ella, y por eso no puedo terminar de fiarme de Takeda; veo en él lo que yo no tengo, y se que puedo darle lo que él necesita.

    Mis ojos debían tener total carencia de brillo. Hablaba con calma, como quién se ha estudiado la materia de memoria. Saqué el amuleto de mi padre biológico y lo extendí luego hacia él; para que lo viera, pero que sí se atrevía a tomarlo, me alejaría como un gato que pegaba un brinco asustado.

    —Bueno, te lo dije, soy compleja. Me gusta mostrar lo que soy capaz de hacer, antes de lo que soy incapaz de hacer—. La frialdad se fue, para sonreír con cariño y ternura, ladeando la cabeza como un perrito fiel.

    >>No podría matarlos a ti ni a Kirara, por eso mismo la detuve; porque Kenzaburo siempre es capaz de matar. Hasta a mí me mataría, sí pensara que es lo que necesito.

    Guardé de nuevo el amuleto, entre mis ropas, mis entrañas. Eran dos piedras frías, que se mantenían calientes solo por el constante apego a mi vientre.

    Después saqué el daruma.

    >>Este me lo dio Kenzaburo, en Tsu, justo antes de que matáramos entre los dos a un tipo. Ni idea quién era, o por qué Kenzaburo quería matarlo; yo tan solo vi que acabaría con la vida de él, y me moví sola. Fría, Taiyo, era un condenado cadáver con patas.

    Lo sentí. Mi voz gélida. Sin alma. Carente de emoción. Igual que...

    Suspiré, bajando la cabeza un momento, luego volví a mirar a Taiyo a los ojos, con mis manos guardadas entre mis prendas, acariciando mis amuletos.

    Lo que le diría era algo que ni siquiera a Kenzo le había contado. Él solo sabía que perdí a mi familia. No la imagen que vi, que por tanto tiempo me hizo desear estar muerta.

    Como con los ojos y voz con los que ahora mismo miraba a Taiyo.

    —¿Lo has sentido alguna vez, Taiyo? Que no importa cuánto calor haga, sientes frío; que no importa que tanto frío haga, tu cabeza está hirviendo. No importa cuántas sonrisas sueltas, sí a la noche lloras por dentro...

    Mis ojos se entrecerraron, con convicción.

    >>¿Nunca has pensado, "¿qué importa cuántas vidas mate, sí de todas formas soy un monstruo para quién maté y un demonio para quienes eran protegidos por un monstruo asustado?

    Miré el suelo, solo por que no sentía que tuviera derecho alguno a ver mis ojos, mis ojos tan transparentes.

    Y hablé con voz ronca, esa voz ronca que te sale luego de llorar; solo que no podía botar lágrimas.

    Para eso estaban Takeda, Shinrin, Matsuda, Fuji y Kenzaburo; y puede que alguno de los chicos también, ¿por qué no?
    >>Vi el cuerpo de mis dos hermanos, 10 y 6 años, muertos bajo la figura de un samurai tan grande como tú. Tras eso, la voz de mi madre se alzó ante todos...

    Apreté mis amuletos, los apreté con tanta fuerza que la piedra podría hacerme sangrar las manos.

    >>Dijo que nunca nos ganarían, que los Taira no tenían futuro, y con una risa cínica y amplia, se sacó las tripas. Para que no la dejaran como ahora Murai esta.

    Alcé la vista, mirándolo.

    >>No perdí la memoria, como la madre de Takeda; ni perdí la voz, como el hermano de Kirara...

    Bufé con fuerza, apretando los brazos con mis manos. La voz seguía siendo gélida, pero estaba llena de rabia. Ira, ira.

    >>El único que queda es mi padre, no lo había visto desde que tenía como unos 8, 9 años, y solo con verlo una vez supe que seguía siendo el mismo. Un romántico como Takeda, lleno de esperanzas y sueños; pero sin su pilar, mi madre.

    Volví a mirar el suelo, y direccione mis paso hacia Murai mientras seguía hablando.

    —Supongo que tan solo quiero ser la herramienta que necesitan los que amo. Y ahora mismo, todos ellos necesitan alguien firme y caliente, pero que en el fondo sea como yo; una simple alma en pena, que busca castigar corruptos.

    Me acerqué con cautela a Murai, qué importaba que quisiera Taiyo; ya no podía soportar verlo más en ese estado. Porque me veía tanto a mí como a Kenzaburo en él, ese era nuestro primer destino seguro. El segundo la muerte en el campo de batalla.

    ... Pero yo quería llegar más lejos que Kenzo, y el lo sabía. Sonreí con calidez, y esa calidez la direccione a los cabellos de Murai, una vez arrodillada ante él. Seguí hablando, solo para que él pudiera ubicar dónde me encontraba.

    —Soy muy parecida a Murai, pero él es honesto, por eso se disfraza.

    Miré a Taiyo sobre el hombro, con una sonrisa de víbora serpenteante.

    >>Yo no.

    Y di finalizada mi explicación.

    Peiné y desenredé con cuidado y mimo los cabellos de Murai, los de sus costados. Luego le saque los cabellos de en frente.

    —¿Necesitas algo, cariño? —hablé maternal, agarrando con cuidado sus mejillas, con tal de que no le dolieran los moretones, y posé mi frente sobre su frente.

    >>Mi madre decía que mi padre decía; nunca debes pelear con un enfermo, ni con un herido. Así que, a pesar de que te odie mucho por matar indirectamente a alguien tan lindo y bueno como Chikusa, no sacó nada con seguir odiándote.


    Había cerrado los ojos, dejándome a merced de un Murai que no volvería a ser el mismo. Pero como bien dijo Taiyo, tenía esperanzas.

    —Ambos, Kirara y Hideyoshi son unos sádicos. En verdad que son unos sádicos. Pero bueno, supongo que ya sabías en lo que te metías, ¿no? Por eso eres capaz de seguir riendo.

    Acariciaba con más mimo y mimo sus cabellos.

    Después abrí los ojos, alejé mi rostro, y contorneado su silueta dejé mis manos sobre sus hombros.

    >>¿Te duele algo, te pica algo, sientes fiebre, te arde demás alguna herida, pequeño? Dímelo, dímelo y haré lo que pueda para aliviar tu dolor.

    Solté una sonrisita ligera, para luego besar su frente.

    Porque eso era lo que más amaba; amar a otros.


     
    Última edición: 14 Enero 2021
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    Zireael

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    Ya sin el tumulto de personas la lluvia podía sentirse de forma agradable, sin que generara aquella sensación de tener vapor alrededor, y de hecho recibirla así le ayudó a centrar más la cabeza, todavía desubicada luego del despertar abrupto.
    Al llegar a la escalinata que recordaba bien empecé a descender sin prisa realmente, porque aunque comenzaba a sentirme más como bueno... yo, lo cierto es que todavía no sabía muy bien por dónde tirar mientras el plan alcanzaba su punto máximo.


    ¿Ir al dojo? ¿Intentar hablar con Kato?

    ¿Buscar a Shinrin?

    ¿Preguntarle a Takano? En todo caso, ¿dónde estaba?


    Al alcanzar la playa observé las edificaciones, el par de casas, la guardia marítima a pesar de que estábamos más que aislados y finalmente los barcos, abandonados ya. Una parte de mí observaba ese tipo de cosas con cierto dejo de tristeza que se mezclaba con la indiferencia de quien cree que ya no puede hacer nada por su pueblo.
    Recordaba haber intentado escalar a ellos más de una vez, pues porque nos daban un poco igual algunas normas y vamos, a todos los perros les gustaba jugar al final del día, ¿no? Nunca había logrado subir, pero bueno, más golpes que los que me había llevado en Shizuoka no creía conseguir, la verdad.
     
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    (Rengo; Natsu; Kuroki)


    Kuroki avanzó con sigilo entre las flores, aquel sitio por el cual había caminado el día anterior en compañía de Rengo, un sitio en dónde nadie lo buscaría, alejado del resto. Al tocar las puertas pudiste ver aquella escena; Natsu estaba de pie a un lado de Rengo, quien lo observaba con preocupación. Rengo de rodillas, sus manos atadas a su espalda, estaba herido, sangraba.

    Rengo se giró lentamente con miedo, al ver a Kuroki nuevamente su mirada cambió a preocupación —No, por favor...— la voz comenzaba a temblarle —...deben irse —bajó la mirada, esto era su culpa; años de silencio le fueron inútiles si ahora por hablar con ellos los atraía al mismo infierno, por eso debió callarse. ¿Por qué estaban ahora allí? Jaló con sus dientes entre su ropa, sacando uno de aquellos papeles amarillos que había guardado el día anterior, dejó caer uno a los pies de Kuroki, después levantó la mirada, era firme y decidida; pero cansada —Puedo controlarlo solo, váyanse — dijo nuevamente.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Natsu Gotho

    Frunció el ceño, apartando cualquier mirada ambivalente que existía con anterioridad. Si aquella pesadilla era una premunición, ahí, en ese momento, se estaba cumpliendo algo de ello, sin embargo, la vergüenza ajena no pasó por alto, pero... No tenía el abrigo para cubrirlo siquiera.

    Ni siquiera... Era capaz de entender porque sentía los músculos de sus dedos contraerse ante una escena tan común para sus ojos.

    Desenvainó la espada del viejo entornando los ojos para cortar aquellos lazos que lo mantenían atado, mirando de soslayo aquella estatua, percatándose después de la presencia de Kuroki.

    —Idiota —siseó escudriñando a Rengo al regresar su atención a él—. Mírate cómo estás... Niñito idiota.

    Sus facciones se mantuvieron rígidas, dejándose caer en cuclillas para buscar en sus mangas al cruzar los brazos dentro de la tela algo de gasa, comenzando a limpiar el exceso de sangre del cuerpo mientras lo escaneaba, como si buscase descartar heridas que lo obligaran a llevarlo de forma inmediata a la clínica.

    Habló de nuevo entonces, sin ninguna intención de irse.

    —¿Quién te hizo eso? —cuestionó con aquel tinte gélido impregnado, sin apartar sus filosas pupilas de las ajenas

    Y por qué Mara, no le había dicho nada.
     
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