Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Amelie

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    Kaisa Morinachi

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    Mao/Masuyo Kobayash
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    Al escuchar la recomendación de Kirara pasó una mano por su cuello, notando por primera vez el sudor, y a pesar de la notable preocupación de la mujer la expresión seria de Mao no cambió. La quietud tras volver a cruzarse de brazos dio a entender que de momento no se marcharía, la realidad era que le agotaba tan solo pensar lo que sería caminar hasta la herbolaria. La expresión de odio que le brindó a Murai tras su comentario sobre los venenos reflejaba el disgusto similar al de Kirara hacia lo venenos, eran algo fuera de su campo, por lo que era incapaz de tratarlos y la impotencia que le generaba aquello era bastante frustrante.

    Luego su atención se volcó en Kenzaburo, le causaba curiosidad que quisiera hablar con Hideyoshi en privado,pero de momento no metería su nariz en el asunto, aparte de que saber qué había ocurrido con Takeda era prioridad. El desconcierto no demoró en plasmarse en su rostro cuando Kirara contestó que el líder había enfrentado a Kato, por lo que había escuchado no era alguien a quien tomar a la ligera, por lo que la preocupación no demoró en invadirla, reflejando la molestia en su rostro. ¿Siempre había sido tan imprudente?, ¿estaría bien en estos momentos? Supuso que si Kirara estaba con ellos, era debido a que Takeda no corría peligro, y aunque eso le calmara un poco no parecía ser el caso de Kenzaburo, que con sus gestos no tan sutiles logró volver a alertarla.

    La conversación fluyó rápido, y el intercambio entre Hideyoshi y Murai quedó atrás en cuanto Kirara se percató de que el prisionero había consumido veneno, que no moriría a manos de su clan debido a la ausencia de Takeda, pero no parecía dispuesta a aceptar eso. Tanto Hideyoshi como Kenzo intentaron detenerla, pero la mujer parecía difícil de contener.

    Tampoco le agradaba para nada la vibra de peligro que emanaba su maestro, no podía permitir que Kenzo y Kirara pelearan. Se despegó de los barrotes con rapidez y se dirigió a la chica tras su espalda, colando sus brazos por los costados para agarrarla de los hombros y alejarla tironeándola hacia atrás,si es que esta no la apartaba antes como si de una simple mosca se tratara.

    ¿Aún vale mi intento de frenarla? ;w;
     
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    Amelie

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    Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Misato; Shinrin; Yuzuki; Natsu)

    Jardín de la herbolaria

    Shinrin se tapó el rostro con las manos mientras escuchaba las palabras de Yuzuki —¡Ya no te rías! —dijo como una niña pequeña —Seguramente ahora me odia; pero debía hacerlo, y lo volveré a hacer si vuelve a hablar de ese modo —dijo mientras descubría su rostro mostrando un pequeño dejo de tristeza —Tiene una mirada triste; seguramente dentro tiene contenido demasiado, me recuerda a la mirada de él cuando está en su habitación pintando— mencionó mirando hacia la herbolaria, después miró a Yuzuki y sus facciones cambiaron, de aquella niña apenada se volvió en una mujer con mirada severa —Ahora si debes explicarme por qué has robado la saya sin decirme.



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    Puerto (Riku)

    Shinko afirmó y tomó la katana, se la entregaría a Taiyo. Inosuke se quedó junto a Shinko mientras devoraba su pescado.



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    Mazmorra
    (Kenzaburo; Kirara; Mao; Hideyoshi)

    Murai sonrió al notar la reacción de Kirara; tomando su katana mientras corría a acabar con él. Las palabras de Hideyoshi eran sabias, pero no detuvieron la furia de Kirara quien avanzó para ser intervenida por el diplomático; su agarre fue sumamente fácil de librar para ella sólo girando su hombro hacia atrás. La voz de Kenzaburo resonó tarde, aquella fuerte vocalización pudo haber detenido el intento antes de que la mente de Kirara se inundara de rabia, ahora era sorda a razón alguna. Kenzaburo se colocó frente a ella con la katana desenvainada; ella aceleró su paso y se agachó entre la defensa abierta de Kenzaburo, había sido más fácil de burlar que el agarre del diplomático; pero allí, justo cuando estaba a un paso de entrar a la celda, en ese momento que iba a enderezarse para atacar preparando su katana, Mao aprovechó la altura y sujetó a Kirara por los brazos, para jalarla hacia atrás haciendo empuje en sus hombros. La inercia del movimiento de ambas fue perfecto, mientras Kirara trataba de avanzar Mao la sujetó usando el movimiento de su impulso a su favor, no requirió fuerza para hacer caer a Kirara de espaldas, sólo requirió una habilidad digna de cualquier maestro. Había usado la fuerza de Kirara en su contra, y ahora ella se encontraba de espaldas contra el suelo. El golpe fue tal que su cabeza rebotó, haciendo que perdiera la consciencia. Kirara estaba fuera de combate.

    Murai miró aquella escena borrando la sonrisa de su rostro, observó a Kirara, sus ojos cerradas en el suelo. Mao de pie, mirando a Kirara preparándose para ayudarla a retomar la consciencia.

    Murai agitó sus manos y piernas haciendo resonar las cadenas con fuerza —Estoy harto de ustedes, no hacen que mi estancia sea lo suficientemente entretenida, se los dije; no le temo a la muerte, le temo al aburrimiento—miró hacia Hideyoshi —No esperes de mi nada, no quiero nada que ustedes puedan darme; ya no daré más información, han perdido su oportunidad; me han hecho perder el interés en seguir jugando con ustedes, pequeños seres tan volátiles, son las víctimas perfectas para alguien como yo—miró a Mao, la persona que menos creía que fuera a hacer algo, detuvo todo —Me has arrebatado mi victoria ante los malditos Fujiwara, siéntete orgullosa —sonrió sin ningún odio o resentimiento en su mirada, aquello resultaba extraño —Los manipulé nuevamente, quería que me mataran de una vez; no consumí ningún veneno, sólo he estado actuando todo este tiempo para ser creíble —abrió su boca para que vieran como se había mordido la parte interna de los cachetes para sacar sangre fresca y convincente; después volvió a limpiar sus labios con la lengua —quería destruirla mentalmente; que tomara mi vida mientras yo me reía al decirle que la había engañado, al haberla obligado a darme la muerte que yo quería —miró hacia Kirara, después volvió a levantar la vista a Mao —Pero me arruinaste mi entretenimiento. Llévate esta victoria contigo. Gracias a ti moriré de aburrimiento.

    En ese momento Riku bajó las escaleras; allí se encontró con esa escena. Kirara en el suelo inconsciente en el suelo, Mao de pie junto a ella; Murai en la misma posición, atado y aun con vida. Hideyoshi estaba de pie observando mientras Kenzaburo permanecía frente a Kirara, con la katana desenfundada.



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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    —No creo que te odie —murmuró todavía sin separar la vista del agua de la fuente, ignorando por el momento lo de la saya—. Ya lo dijiste, sus ojos se ven tristes, ¿no? Creo que tiene demasiadas cosas en las que pensar como para pararse a odiarte por una bofetada, además atendiste sus heridas y eres hermana de su segundo al mando, el amigo por el casi pierde la cabeza al ver su estado. Si quisieras ganarte su odio creo que necesitas esforzarte un poco más.

    De cualquier manera cuando tuvo que detenerse ya a explicarle el motivo del robo de la saya, también sus facciones cambiaron. Había estado riéndose hace nada y allí estaba, con su cara de perro, dirigida hacia nadie en particular.

    —Primero porque estaba a la vista de todo el mundo. No sabía quién llegaría en la mañana y no me apetecía que cayera en manos de otra persona. —Desenredó los brazos que tenía cruzados bajo el pecho, se retiró el cabello de los hombros con un movimiento de mano y luego zafó la saya de Murai, extendiéndola frente a Shinrin—. También pensé que el veneno restante podría servirme, pero más que eso quiero replicarla, aunque sea su funcionamiento con otro veneno, y para eso necesito tu ayuda.

    Se apartó el flequillo del rostro echando el aliento hacia arriba y cayó en cuenta de algo.

    —Y posiblemente también sacarle información al cerdo de Murai, suponiendo que no lo hayan matado todavía.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

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    Se alivió cuando luego de ver su fracaso y el de Kenzo, pudo apreciar la habilidad de Mao puesta a prueba. La joven Fujiwara terminó desmayada en el suelo, en una escena ridícula. Luego de eso Murai se dedicó a hablar... y a hablar... y a hablar. Hideyoshi se había cansado rápido de él, y de ser su marioneta. Estaba claro, muy claro, que los métodos convencionales no funcionarían con él, y menos con lo iracundos que eran todos.

    —Así que no le temes a la muerte, pero a algo sí le temes, ¿no?—dirigió su vista hacia los otros dos, y luego, a Riku que ingresaba—Kenzo, Mao... y Riku, que parece que llegas justo a tiempo. No soy quien para dar órdenes, pero ya debería ser muy obvio que esto no tiene sentido, aun así no vamos a dejar a este desgraciado salirse con la suya, ¿o sí? Matarlo no tiene sentido, es más, ni siquiera está tan interesado en escapar como creemos. De ser así no habría sido tan estúpido de contar cual era su plan, ya que podría haber continuado con el teatro que se había montado, pasar por muerto, y esperar una imprudencia de alguno que lo desencadenara para llevar su "cadáver" afuera, y así aprovechar la ocasión.

    Antes de terminar de hablar se acercó a Murai y le colocó la mano en el hombro, para luego frotarle la cabeza, como si con quien tratara fuese solamente un niño.

    —Lo que sugiero es que lo dejemos vivir...

    Y los miró a todos.

    —Que viva para siempre.

    Se alejó y antes de salir completó su idea.

    —Una vida encerrado sin la luz del sol, vendados sus ojos, encadenado su cuerpo... y amordazado, así evitarán que se desangre mordiéndose la lengua. Incomunicado, con un solo hombre trayéndole un vaso de agua y un poco de comida una vez a la semana. Sin nadie que hable ni lo mire. Cinco años así, diez años así, treinta años así. Y dejemos que se muera de la única forma que este demonio teme morirse... del aburrimiento.

    Se fue sin decir nada más.

    A las calles de Kamakura para encontrarme con "un viejo amigo"
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    Monpoke

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    Riku

    No actuo y mantengo los movimientos al minimó. Observo quieto esta escena dudosa, incrédula en más de un sentido. Kirara derribada.

    Acción precipitada, esas palabras no describiría lo que estaba por hacer. Porque mis planes era todo lo opuesto a eso.

    Y el diplomaticó habla. Sin más, no explicar nada de esta situación que se me presenta. Aunque dulce, otro más que cree tener opción sobre su castigo.

    Vaya diplomatico. Dejar tirada a la lider de un clan el cual tiene alianza.

    Lo dejo marchar fuera, poco me importa. Al menos deja entendible algo, fue utilizado por Murai. Hizo un movimiento hacia Kirara.

    En ningún lleve mi mano hacia mi katana o los miré mal a los presentes aquí, hicieron el papel que supuestamente debí hacer, detener a Kirara.

    No preguntaré el como o que paso. Si hubiera habido un conflicto, aseguro que algun de los tres no se estaría pudiendo parar. Fue de una forma menos limpia.

    Me acerco hacia ella, vigilante a los Minamoto. La examino unos segundos, notando esta cerca de despertar.

    La cargo sobre mi hombro hasta llevarla a una pared lejos de la celda y apoyarla en reposo ahí.

    "Preferiría no sigan armando sus opiniones sobre mis acciones". Me vuelvo hacia los otros dos, sin darle un vistazo al rostro de ambos. "No saltare a matarlo". Les concluyo dando una mirada al desgraciado de Murai.

    Estoy cansado de él, Kensaburo. De seguro me considera un salvaje y así se encuentra ahora, con la hoja de su katana al aire. No sera a los golpes, pero de seguro es más directo, cree que a todos podrá matarlo con su hoja. No es muy diferente de la visión que tendrá de mi.

    Me paro tranquilo cerca de Kirara. Esperando se despierte.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mao/Masuyo Kobayashi
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    Para su fortuna Kirara no había previsto su movimiento, pues al esquivar la espada de Kenzo agachándose le dio la altura ideal para agarrarle de los hombros y jalarla hacia atrás, aprovechándose del impulso y fuerza ajena, tal como había aprendido en casa y practicado más de una vez con Kenzaburo. Aunque al final la mujer se le resbaló de las manos, provocando que se golpeara la cabeza contra el piso. Mao soltó un grito ahogado, sorprendida con las manos estiradas hacia Kirara, dando paso rápido a una respiración agitada, demostrando que aquel movimiento le había agotado bastante debido al veneno. Empuñó sus manos y antes de cualquier cosa le dedicó una mirada feroz a Kenzo.

    —Envaina esa espada, Kenzaburo —soltó con una voz grave nada forzada, firme, se había atrevido a darle una orden a pesar de que el hombre no se encontraba con el mejor humor.

    Tras eso se acuclilló frente a Kirara mientras escuchaba a Murai, soltando un leve gruñido de fastidio. Tomó la cabeza y hombros de la mujer con sumo cuidado, pasando una mano con delicadeza desde la nuca hasta la coronilla, procurando no presionar mucho la zona. Tras comprobar que no había rastro de sangre se sentó sobre sus piernas, dejando la cabeza de la chica con suavidad sobre su regazo. Sin perder la expresión seria le tomó el pulso del cuello, solo para asegurarse, soltando un suspiro aliviado al comprobar que todo estaba bien.

    Escuchó las últimas palabras que le dirigía Murai observándolo de reojo, sin perder su cara de pocos amigos, tan solo escuchar las locuras que se le ocurrían le fastidiaba, aunque no podía negar que algo de soberbia burbujeó en su interior al saber que había fastidiado sus planes. En eso llegó Riku y se tensó, incapaz de saber cómo reaccionaria el tipo ante la escena, pero no se movió ni un centímetro de su lugar.

    Cuando tomó a la líder sin más para cargarla sobre su hombro el enfado de la niña pareció incrementarse, apretando los dientes en el proceso con la manos empuñadas ahora en su regazo vacío.

    Quiso espetarle que tuviera más cuidado, pero logró contenerse para que lo único que saliera de su boca fuera un leve gruñido. Tras eso soltó otro pesado suspiro, cerrando los ojos e irguiéndose por fin. Se llevó una mano a la frente agarrando de paso su flequillo, sintiendo la presión debido al cansancio. Otro bufido y sus pasos se direccionaron hacia Kenzo, sintiendo aún cierta tensión en el ambiente. Lo miró con ojos sin una pizca de brillo, seria.

    —La espada, Kenzaburo, guárdala —volvió a repetir con el tono grave, aunque algo más suave y bajo que antes. Escuchó las últimas palabras de Riku dirigiéndole una momentanea mirada de reojo, volviendo de inmediato Kenzo—, ya nadie piensa golpear al saco de hueso, puedes estar tranquilo.

    Y a pesar de haber dicho eso, ella misma se mantenía sin poder deshacerse al completo del nerviosismo que le causó la situación.
     
    Última edición: 20 Diciembre 2020
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    Amelie

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    Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Misato; Shinrin; Yuzuki; Natsu)

    Jardín de la herbolaria

    Shinrin volvió a recuperar la calma, como si no se hubiera comportado tan infantil hace unos momentos atrás — Takano, creo que es otro que estará pasándola mal en estos momentos, no creo que Takano sea capaz de controlar sus emociones —mencionó para después escuchar a Yuzuki y tomar la saya en sus manos—Hiciste bien en tomarla, fui muy descuidada al dejarla a simple vista; he estado sola mucho tiempo, se me olvidaba que ahora el ruido ha vuelto a Kamakura —Sonrió —Además la dejé con Rengo en la habitación, si hay alguien tentón es él —la sonrisa se borró inmediatamente de su rostro al recordar lo que Rengo había hecho o decía haber hecho —siempre termina metiéndose en demasiados problemas —Apretó la saya entre sus manos, para después mirarla. —A decir verdad pensaba extraer el contenido, pero no creo ser suficientemente capaz para replicarlo o saber de sus efectos —miró a Yuzuki y soltó el aire de un golpe —Yo no podré ayudare a replicar el arma, en eso necesitaríamos a mi padre; déjame hablar con él. Veré que puedo obtener, tal vez esté de buen humor hoy por haber noqueado a alguien. Pero sabes que su ayuda está sujeta en las futuras acciones del clan Minamoto.



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    Mazmorra
    (Kenzaburo; Kirara; Mao; Hideyoshi)

    Murai observó a Hideyoshi —Vaya, entonces si tienes algo de inteligencia — sonrió al ver que leían sus planes por primera vez; para luego girarse a Kenzaburo —Tal vez él pueda ayudarte a descifrar mis palabras; porque ha entendido bien mis acciones —sonrió regresando la vista a Hideyoshi — Bien, denme el castigo que crean que merezco.

    Hideyoshi se fue de la mazmorra dejando al resto allí mientras Mao cuidaba de Kirara, revisando su estado; viendo que era estable y que se recuperaría pronto, aun así sabía que el mareo y la confusión permanecerían en ella por un tiempo antes de recuperarse por completo; en ese momento llegó Riku para recogerla y alejarla del resto en un intento de protección a la que era su líder, la que le había dado un nuevo apellido.


    Takeda iba a bajar las escaleras cuando se encontró con Hideyoshi en el piso de planta; a Takeda se le notaba algo perdido, con mirada algo ausente. Cubierto de vendajes; miró a Hideyoshi y lo saludó, sin poder recordar si lo vio por la mañana.

    —Hideyoshi, he fallado —mencionó ante la situación del enfrentamiento con Kato —Si pudiera renunciar a mi cargo lo haría en este mismo instante; pero no hay nadie que pueda tomar mi lugar —mencionó con desánimo aparente —Espero verte en la audiencia con Takano, no sé dónde sea...—miró hacia las escaleras —...Murai, ¿Aun sigue allí, cierto?

    Dijo bajando las escaleras, esperando a que Hideyoshi lo siguiera.

    Kirara abrió con dificultad sus ojos, encontrándose con Riku a su lado, aquello la alivió un poco mientras se enderezaba y sentía como toda la habitación daba vueltas, llevó su mano a su nuca y sintió la punzada del golpe recibido. Trató de enfocar su vista, allí estaba Murai.

    —Buenos días, pequeña Fujiwara— mencionó Murai —Aun sigo aquí.

    Kirara seguía mareada así que no se movió ante la provocación, sólo sujetó la muñeca de Riku y la apretó con fuerza para indicarle lo frustrada que se encontraba en esos momentos —Sigue burlándose de los Fujiwara... — mencionó ante Riku mientras intentaba levantarse sin éxito, estaba tan confundida, su visión se tornó de color rojo por la confusión, no podía levantarse así que se mantuvo allí con un rostro de furia ante Murai; no sentía lo mismo por Mao, a pesar de que sabía que ella había frustrado su ataque.

    Takeda bajó para presenciar aquella escena; no entendía por qué había tanta tensión; Kirara estaba recargada en la pared junto con Riku, Mao a un lado de Kenzaburo quien sostenía su espada desenvainada.

    —¿Iban a ejecutarlo ahora? —preguntó Takeda confundido, Murai sonrió al verlo.

    —No Takeda; tu amigo el diplomático sugirió dejarme vivir, manteniéndome aquí en las peores condiciones, hasta que muera de aburrimiento —mencionó Murai para comenzar su ritual de molestia ajena.

    Takeda observó al resto, esperando notar algo en sus miradas o expresiones; Kenzaburo mostraba enojo al igual que Kirara, Riku se veía tranquilo y Mao se notaba bastante cansada. Se acercó a ello y colocó su mano en su frente, tenía fiebre —Sigues envenenada —mencionó al reconocer los síntomas que el mismo tenía hace unos momentos, al parecer Mao tampoco había sido atendida —Debes cuidar más de ti —mencionó sonriendo para después mirar a Kirara —Deberían ir a la herbolaria — dijo con tranquilidad —Necesitaré de sus consejos en la audiencia con Takano. Y no podrán ayudarme si no están bien.

    Se alejó de ellas y miró a Riku, quien sabía que era el que ejecutaría a Murai, después miró a Murai —No me importa lo que hagan con él — dijo con desánimo hacia los presentes —En estos momentos no me interesa nada mas que la salud de los míos —su voz estaba apagada, inclusive Murai se abstuvo a molestarlo con sus palabras, se frenó mientras lo observaba, Takeda ya estaba destruido, caminaba con derrota, caminaba como alguien al que ya no le importara que podría pasarle.

    —¿Así piensas cumplir el sueño de Hiro? —mencionó Murai mientras Takeda no reaccionaba. Por un momento se quedó allí, parado sin nada en su mirada, después levantó la frente y sonrió.

    —Los espero en la audiencia; por favor, encárguense de esto por mi— mencionó mientras daba media vuelta para volver a subir las escaleras.




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    Kato.

    Soltó un largo suspiro, ni siquiera se había dado cuenta de que luego de hablar había contenido la respiración en espera de las palabras de Shinrin. Esperando que pudiese ayudarla, pero al final todo volvía a Kato.

    ¿Depender justamente del padre de esos cuatro para replicar el arma de Murai?

    Qué jodida ironía.

    Pero iba a tomarlo.


    —De acuerdo, te lo agradezco mucho. —Hizo una reverencia, menos exagerada que la que había hecho antes hacia el líder del clan—. Espero que esta manada de idiotas sepa comportarse hasta que Takeda recupere el centro.

    Y no me obstaculicen sacarle un favor a Kato.

    Posó la mirada en alguna parte del suelo, repasando el resto de palabras de Shinrin y sus facciones perdieron la dureza que habían adquirido. Se abrazó a sí misma al recordar el despertar de Rengo, como había aceptado el refugio de sus brazos.

    Él... No podía haber matado a Hana.

    No quería creer semejante cosa.


    —Es como un niño, siempre lo fue y yo... —Se le atoraron las palabras en la garganta un momento, tuvo que tragarse el nudo que se le había formado y siguió sin despegar la vista del suelo—. Ojalá pudiese solo liberarlo de cada problema en el que se mete.

    Apretó más el agarre en torno a su propio cuerpo, el corte viejo que le habían hecho en Iwakura le lanzó una punzada de dolor sordo.

    —Y no debí dejar a Takano solo con el desastre que debe estar hecho, pero Kato terminó por alterarme y, no lo sé, solo reflejé su fastidio. —Tragó grueso antes de obligarse soltarse y dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo—. Como sea, gracias de nuevo por tu ayuda. De verdad.
     
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    Observé cómo Rengo se tallaba los ojos, al inicio creí que era por haber llorado, pero también se le veía con sueño. Era extraño, a mi nunca me pasaba eso, y se le notaba tanto que parecía dispuesto a acostarse allí mismo.

    "No te he maldecido, tú lo hiciste. Yo te di la opción para darte la vuelta y ser libre"

    Le miré, si, era cierto. Pero había algo que no contaba, maldita sea, me maldecía no haber entendido antes qué eran Shi y Mara.
    —Lo sé, pero lo que en parte me ha hecho arrepentirme, y mira que lo digo con honestidad, es que esperaba que el pacto solo fuese eso... un pacto, tu sabes como la gente normal, je. Un pacto que no esperaba romper igual. El... detalle es que no esperaba fuese un ritual oscuro. Eso si es lo que me pesa—. Dije, con total honestidad, estaba maldito, ¿no? De nada servía ocultarme pues ya estaba condicionado. Igual, también había que admitir que desde ayer estaba con las ideas alteradas.

    Posteriormente me comenzó a relatar cómos su familia, omitiendo obvio a Kato actuaría con él si supieran la verdad. No estaba seguro de cuanta verdad sería pero tampoco dudaba que quisieran cuidarlo, yo solo le sonreí amablemente pues lo cierto es que confiaba en que lo protegerían, es una lástima que el tema de por si ya fuese serio.
    —Definitivamente me hubiera gustado estar ahí para consolarte, lo merecías, Rengo—. Dije cuando finalizó, para después volver a mirar el altar.

    Me dijo que tenía una extraña fijación con Natsu, por lo que solo reí.
    —Es un tema a ahondar. Me temo que me verás mencionarlo mucho, pero no te agobies, se me acaban las posibilidades para ir pensando. Creo será la última vez por hoy—. Expliqué con calma, para después mirarle de nuevo mientras hablaba.
    Se notaba su cierta incomodidad mientras me respondía, así que en su caso decidí no insistir, tampoco ese era el objetivo.

    Poco después pareció hacerle gracia mi pequeña broma, para después volver a hablar y yo solo reí de nuevo.
    —Ya... Calma, en un rato iré a buscar cerca de la cubeta de agua.—volví a reír para ver cómo sacaba una hoja en blanco, diciéndome que no me podía enseñar, a menos que se entrenara por años o que se naciera con el don... ¿No lo tenía? Vaya, era un poco decepcionante escuchar eso. Y eso que me consideraba alguien de mente abierta.
    —¿A alguien de los Minamoto si puedes? Vaya, gracias Rengo, pero ya se me fueron las ganas—. Bromeé de vuelta cuando me dio el leve empujón, atribuyéndome que yo era aquél Minamoto que podía aprender.
    >>No tengo la menor idea de quién puede ser, lamentablemente casi ni he interactuado con el clan como para tener a candidatos. Supongo sería alguien que también puede escuchar a Mara o conseguir algo así si se lo propone, adivina de quién hablo.—volví a reír, refiriéndome a Natsu. Pero eso ya era más para bromear pues ni yo hablaba en serio.
    >>Como digo ni idea, prefiero esperar, eso sí...—. Añadí como último para seguir contemplando el altar, lo cierto es que después de un rato, la oscuridad del sitio resultaba algo relajante.

    —Si quieres dormir creo deberías ir al castillo, si quieres. O no sé, la verdad es que si quisiera planificar contigo, eso temo es un hecho.
     
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    Monpoke

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    Riku

    Por dentro sonrió al ver a Takeda en una actitud no propia de èl. Muy probablemente al borde del colapso, usando uñas y dientes para aferrarse al borde de un acantilado.

    No conozco los sucesos de ese duelo a muerte contra Kato, no más de lo que se aprecia a simple vista. Derrota absoluta... y se mantiene con vida.

    Tendrè mí razón para considerar esto positivo. Los ojos de uno se abren a la fuerza en muchos casos. Hay que esperar y creer el mejor futuro para èl, Takeda Minamoto resurgirá.

    Contengo una mueca de dolor por el apretón de Kirara, una clara amenaza de estrangular el flujo de sangre hacia mí mano. Lo soporto sin quejarme.

    Tú también estás mal... ¿No es así?

    "Cuando terminemos, te acompaño herbolaria si te parece bien. Tengo algo que hacer ahí". Su malestar físico no es mi centro de preocupación. No tiene porqué serlo. Ese golpe no es lo que le duele.

    Espere. Espere a los Minamoto siguieran a su líder fuera de la mazmorra. Preferiría hablar en libertad sobre Murai, sin interrupciones o una amenaza de por medio. Tal cosa no pareciera suceder.

    "Murai". Le dirijo levemente la mirada, fuerza en mí voz y desprecio en ambos ojos. Nada nuevo o agregado, tal como lo vi por primera vez. "Si tanto prefieres morir, mejor te hubieras quedado callado. Desde el principio, lo único que te esperaba es la ejecución".

    ¿Tanto quieres vernos la cara de tonto? ¿Manipularnos e irse como ganador? ¿Vivir o morir? ¿Què es lo que quieres?

    "No le tomo a la muerte, ¿No son esas tus palabras?". Le sonrió mientras cito una de sus fraces. "Lo digo por experiencia, es fácil de decir cuando no se tiene el filo de una hoja en la garganta".

    Si. Es fácil mentir, sobre todo para alguien como èl. Solo en un momento de verdadera muerte saldrá la intención de uno. No siente que su vida corra peligro.

    "No me contaron los detalles". Desvió un poco la vista hacia Kirara, y rápidamente vuelvo a enfocarme en èl. "Más de lo obvio, no hay razón para pensar más. Enfadaste a Kirara para que te mate y considerarlo una victoria por tu parte, el último insulto a los Fujiwara".

    Me tomo un poco pequeño respiro, discursos largos, los odio. Manteniendo la calma. Ahora no. Debo mantener las emociones bajo control.

    "Elegiste mal momento, lo cual no sería propio de ti. Una apuesta. Apostaste tu vida a los Minamoto. Para sorpresa de nadie, ellos tratarían de detenerla".

    ¿Por què hacerlo justo cuando hay tres de ellos presente? Esta claro, lo quieren con vida. El mismo lo sabe bien. Si quería morir, mejor hacerlo estando Kirara sola o asegurar un mejor porcentaje de éxito de que tenga el camino libre.

    "¿Quieres morir o quedarte encerrado para siempre?". Le acuso directamente en una pregunta final, una que resume todo lo que dije. "Que me importa. Igual pienso matarte, ese plan no cambio en absoluto".

    Cierro los ojos y bajo la cabeza, eso es todo que podría decirle. Y espero sea lo último...

    "Kirara". Compasivo, eliminado todo rastro de malicia vuelvo a ella. "Sigues teniendo la decisión final. Pongamosle fin a esta situación de una buena vez".

    "Ordenalo. Y cumpliré esa misión".

    "Rechaza. Y lo aceptaré".

    Jamás tendré la fuerza para ser tú espada. El conocimiento para ser tú pluma. Pero soy un Fujiwara... Y eso mismo me es suficiente. Seguiré tu orden.
     
    Última edición: 22 Diciembre 2020
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    rapuma

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    Kenzaburô

    El ronin quedó estupefacto ante la acción de Mao, no por ver algo que no creía capaz, todo lo contrario; fue la única que mantuvo la línea de la cordura y dejó fuera de combate a Kirara, la cual había hecho caso omiso a las intervenciones de los dos hombres. Kenzo parpadeó, mirando a Kirara en el suelo y sobre ella, a Mao. También miró a Hideyoshi, el quién había acertado en las palabras sobre Murai; el mejor martirio para el shinobi sería la eterna condena, privarlo de los sentidos y dejarlo atado a una celda de por vida.

    Poco a poco parpadeó de nuevo, intentando quitar la sensación asesina de su interior. Buscó con la mirada a Mao nuevamente; estaba perplejo. Se miró la mano en la cuál mantenía en alto su katana, la cual brillaba ansiosa para matar. No fue hasta que la niña repitió sus palabras que Kenzaburô entró en razón. Enfundó la katana, aturdido.

    —La hubiera matado si desobedecia a Takeda con la orden de no tocar a Murai hasta su regreso... —intentó justificarse, no con el resto, sino simplemente con Mao, para que la niña entendiera su accionar. Le daba vergüenza que ella sea la mente fría en esos momentos tan delicados en los que la mente del ronin se encendía como pólvora y explotaba. Le recordó a Tsu, cuando ella saltó desde las sombras salvandole el pellejo. Se inclinó ante Mao. —Has evitado que cometa un error. Eres mi nudo a esta tierra, Mao. —desvió los ojos por unos momentos hasta que es escuchó unos pasos; pasos que revelaron a Takeda en la mazmorra.

    Observó a Takeda y sintió un malestar en su estómago. No sabía bien el porqué de esa molestia, pero sraba seguro que era por ver al líder en esos aspectos. ¿Que había sucedido mientras él protegía como un lobo a la presa? Lo vió marcharse y sus ojos se clavaron en su espalda.

    —Mao, ve a la herbolaria como ha dicho. —susurró a su pupila, dando un paso hacia delante, mirando a Kirara y luego a Riku; Takeda ya había dado la orden de arreglar los asuntos allí mismo, por lo que vió que el asunto estaba resuelto. Él no mataría a alguien desarmado, sin opciones de hacer algo. Kenzaburô era un guerrero no un verdugo.

    —¿Dónde se encuentra la katana de Takeda? —le preguntó a Kirara con desdén, observándola. —¿Dónde?
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Mazmorra

    Escuchó a todos, a Takeda, la fanfarronería de Riku y la sensatez de Kenzo. Lo que más le preocupó fue la actitud de su líder, cabizbajo, derrotado, humillado. En verdad a Hideyoshi le generaba todo lo opuesto a lo que deseaba ver en él.

    "No parece un líder, sino la sombra de uno", analizando.

    Miró a Kenzo, buscando su complicidad, entendía que el ronin no solo era su amigo sino que estaba de acuerdo con él. Por ello enfrentó a Kirara, ignorando a Riku.

    —Por empezar no mataremos a un valioso prisionero por tu deseo de venganza, no lo mataremos tampoco por principios, porque está desarmado... y no puede defenderse, y si vamos a ejecutarlo necesitamos un mayor consenso, no tu rabia vengativa. Y no te ofendas por mis palabras, pero no te veo en condiciones de tratar con alguien como Murai, ni a ti y mucho menos al borracho que te acompaña que a juzgar por sus palabras solo piensa en asesinarlo.

    Volvió hacia Kenzo, levantando la voz.

    —Y si de castigarlo se trata, lo dejaremos vivir, bajo las condiciones ya comentadas y descritas. Estoy bastante seguro que si resolvemos el problema que nos aqueja en Kamakura podremos mantenerlo aislado e incomunicado en esta mazmorra para siempre, de ser necesario. ¿Qué mayor tortura para Murai que eso? Además eso les dará tiempo, no solo de pensar, sino de sanar su sed de sangre—y por último, miró al ronin—. Dejo esto en tus manos, compañero, yo voy a retirarme. Creo que ya te he sido de ayuda, al menos un poco.

    Ahora sí a las calles a ver a un "viejo amigo", es decir Recursos
     
    Última edición: 22 Diciembre 2020
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Deposite las ultimas gotas de veneno en su respectivo frasco, una leve sonrisa de satisfacción se formo en mi rostro, ahora que disponia de una nueva receta. Una vez acabada la lección, guarde todas las herramientas de Shinrin en su sitio, ni una afuera.

    Al momento que Takeda por fin habia recobrado la conciencia, podia ver en su rostro un gran pesar e impotencia mermando lentamente su espiritu guerrero...nunca le vi alicaido desde que le conoci en Nara. Solte un suspiro al ver la enervante reacción de los presentes al descarado acto de Shinrin de abofetear al maestro...solo era eso, no debia desenfundar mi katana. Si habia alguien que enfrentar era a Kato y recobrar la espada de Takeda...si los dioses lo hubiesen querido.

    Con la partida de Takeda y Shinrin por distintos caminos avance mientras observe de reojo a Natsu...tan distante como siempre, asi hasta salir de la herbolaria, el sol estaba en su punto pronto a llegar al atardecer.

    Me detuve por un momento a observar a la gente de Kamakura, todos parecian estar armados mostrando una obvia mirada de recelo a mi presencia.

    —Espero sepa perdonarnos maestro—susurre con cierto pesar al tener muy presente la humillación al maestro y señor al que debiamos servir, me sentia mal...aun sabiendo que era un suicidio intentar hacer frente a Harima.

    Me sentia algo preocupada por Kuroki, tenia esa misma mirada cuando tuve su edad; misma edad donde fui marginada y cometi ciertos errores.

    —Espero esten todos mas aliviados—dije mientras observé el frasco de bufotoxina, desde la noche de pesadillas hasta lo ocurrido en el dojo...debiamos tener sumo cuidado.

    Para no llamar más la atención marche camino al castillo donde pronto tendriamos una reunion para trazar un plan infalible. Al menos eso esperaba si queriamos la supervivencia del clan y el fin de los Taira.
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Santuario (Rengo; Kuroki)

    Rengo lo observó intrigado, Kuroki tenía razón, aquel tipo de promesas eran normales para él pero no precisamente debería ser así para los demás, sintió culpa—Pensé que era evidente que lo que estabas haciendo era un pacto de sangre —rio —no es un ritual, para eso te hubiera sacrificado o algo similar a... — calló, aquello no eran comentarios de "gente normal" y sabía que tenía que evitar bromear de eso con Kuroki, si no sabía distinguir sus bromas a sus palabras serias aquello eventualmente se tornaría en una confusión mayor y perdería un amigo.

    "Si quieres dormir creo deberías ir al castillo"

    Rengo lo miró con sus ojos completamente abiertos, a pesar de notarse irritados y cansados, aquella frase lo sacó de sus pensamientos y de nuevo podía ver aquella mirada de un niño emocionado —¿Ir al castillo? ¿En serio? —preguntó mientras aquella idea entraba por completo en su mente, lentamente el asombro de sus ojos se fue desvaneciendo —Mi lugar no es en el castillo... —Observó el techo de aquel santuario viejo y abandonado —...es aquí; creo que aquí dormiré — mencionó mientras se recostaba en la madera mirando al exterior, comprimió su cuerpo y miró hacia las flores que comenzaban a ondear —Aquí esperaré; este es de los sitios más seguros para mi, nadie se atreve a venir a un lugar maldito como este — hizo un ademán con su mano, como si espantara a un mosquito —Ve al castillo, el sol comienza a ocultarse; prometo no moverme de aquí—

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    Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Shinrin; Yuzuki; Natsu)

    Jardín de la herbolaria

    Shinrin comenzó a revisar las plantas en el jardín, tratando de ocultar su preocupación —Es todavía un niño; eso es lo que me preocupa. De mis hermanos, Rengo es al único que no logro entender; pero de mis hermanos es el único que parece ser feliz todo el tiempo, por ello no le presto la misma atención. Y justo por eso no pensé que fuera a meterse en problemas al escapar de Kamakura, tontamente pensé que se escondería en una ciudad y allí viviría como un niño de su edad; no creí que al ayudarlo a salir de aquí lo estaría metiendo en más problemas de los que tenía aquí.

    Se acercó a ella —Takano es una mecha, tarde o temprano se apagará el fuego y volverá a la normalidad; a el también lo altera todo lo que tenga que ver con nuestro padre. Pero no puedo culparlo, es al que más presión le impuso al crecer; es con el que dedicó más de su tiempo, por eso se sintió tan traicionado cuando no regresó conmigo de la misión que nos impuso —negó —Quería que matáramos a Jiin, y yo casi lo logro si Takeda no me hubiera detenido —observó sus manos, para después volver a mirar a Yuzuki —Creo que debí haberle recordado ese momento en lugar de abofetearlo; el me detuvo de haber asesinado a mi propia sangre; no es alguien débil, era fuerte...—En ese instante la memoria de Shinrin pareció haber despertado. Recordó aquella misión con Takano, su tiempo de investigación para estar preparados para atacar a Jiin pues sabían que era más fuerte que ellos dos juntos. Pero no estaba solo, lo acompañaba Takeda que a simple vista no consideraron como un peligro; pero Takeda no estaba solo, reía junto a alguien. Miró a Yuzuki con preocupación —¿Dónde está él? —llevó sus manos a su cabeza, entendiendo lo que seguramente había pasado —¿Dónde está su amigo?—avanzó hacia la puerta —Yuzu, los alcanzaré después en el castillo, debo de hacer algo antes —dijo mientras salía corriendo de la herbolaria, mientras Kiba la seguía.



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    Mazmorra
    (Kenzaburo; Kirara; Mao; Hideyoshi; Riku)

    Murai se mantuvo en silencio, simplemente observando todo lo que acontecía; no mostraba su sonrisa como usualmente, esta vez sólo sus ojos se movían cada vez que alguien hablaba, sin mostrar ningún tipo de emoción.

    Kirara observaba a Riku mientras este hablaba —No, estoy bien; puedo atenderme por mi cuenta— dijo masajeando su nuca. Después Riku siguió hablando con Murai, el cual lo observó.

    —Voy a seguir insultando a los Fujiwara, sea que me mantengan aquí como prisionero o muera. He dejado más marca en su clan que cualquiera de sus líderes, todos y cada uno de ellos han demostrado ser basura— mencionó ante Riku, devolviéndole la misma mirada que él hacía, como si estuviera imitándolo.

    Kirara iba a presionar nuevamente, lo intentaría las veces que fuera necesario; pero la voz de Kenzaburo la detuvo, recordando el mareo que aun tenía por el golpe —Hablas del honor de Takeda, en obedecerlo sin dudar. Pero no eres capaz de seguirlo ahora, prefieres ir a buscar su katana; tomando la justicia por tus manos —sonrió —Ve al dojo, cae ante Kato y humilla más a tu señor; porque el honor que dices profesar es una fachada a simplemente querer siempre tener la razón —sonrió y miró a Riku, afirmando ante un integrante fiel de los Fujiwara.

    Fue entonces que Hideyoshi pronunció sus propias palabras —Yo sé que puedo cerrar mis ojos y confiarle mi vida a los míos. Me apena que Takeda siga caminando solo, que no tenga la confianza en la fuerza de los suyos. Escucha como habla Riku, el respeto que tiene a los Fujiwara —miró a los presentes —Ordénalo; y cumpliré esa misión. Rechaza; y lo aceptaré —repitió las palabras de Riku —Eso es verdadero honor de un miembro de clan; de eso están hechos los Fujiwara, mi familia.
    Kirara se levantó recargada en la pared —Acepto que mis emociones tomaron mis decisiones; pero ese hombre ha matado a los míos y he sido yo la que lo arrastró aquí, esperando que se hiciera la justicia debida, que su presencia ayudara a salvar a su estratega; fui estúpida al creer en los Minamoto, debí haberlo matado allí. Pero lo traje y han obtenido información de él, todo gracias a los Fujiwara. Pueden decir lo que quieran de mi carácter, soy líder del clan y debo ser juzgada por mis acciones; pero ninguno de ustedes tiene el derecho de juzgar a los míos.

    Hideyoshi se fue después de hablar con Kenzaburo mientras Kirara se acercaba a Riku —Yo no me iré de este sitio, que Taiyo vaya a esa audiencia. Yo esperaré aquí. Seamos pacientes Riku, nuestra voz será escuchada. Si no lo es gritaremos más fuerte que cualquiera para que sepan que estamos aquí. Puedes irte si quieres, o esperar a mi lado.

    Kenzaburo puede ir al dojo en su siguiente post.
    Mao puede quedarse allí; o ir al castillo a la audiencia.
    Riku puede quedarse allí; o ir al castillo a la audiencia.


    Jardín contemplativo
    (Takeda; Takano; Matsuda; Yin; Taiyo; Shinko; Clan Azai; Hideyoshi; Misato; Kuroki; Kohaku; Daichi; Heya; Togashi; Yuzuki; Natsu)


    Takano se encontraba allí golpeando uno de los sauces con enojo; Ryohei, el sirviente del castillo estaba allí con el rostro de angustia, el cual empeoraba con cada golpe que el árbol se llevaba. Jiin también estaba allí de brazos cruzados, negando mientras observaba el berrinche que hacía su hermano, ya con las manos abiertas y llenas de sangre.

    Takeda llegaba a aquel sitio, detrás de él caminaba Terunobu como un guardia. El jardín estaba de camino al interior del castillo, Takeda se detuvo al ver que las palabras de Shinrin eran ciertas, Takano desquitaba sus emociones de esa manera. Se acercó esperando tranquilizarlo, pero Takano se giró para mirarlo lleno de odio.
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    —Entonces despertaste para la audiencia— mencionó Takano con resentimiento. Takeda observó las nuevas heridas en el rostro de Takano, las que Murai le había inflingido.

    —Takano yo...— decía Takeda con inseguridad, algo que empeoró el humor de Takano. Verlo así, esquivo a su mirada. Takano sabía que Takeda estaba humillado.

    —¡Pon tu maldita defensa Takeda, ponla en este instante!— gritó Takano alertando a Ryohei, Jiin y Terunobu; quienes observaban a distancia. Matsuda que estaba en el interior del castillo también escuchó los gritos.

    Takeda no pudo pronunciar palabra, no supo que hacer; no tenía a Genji consigo, se sentía insuficiente, mostrando una expresión de inseguridad que provocó la aversión de Takano, quien levantó su brazo, Terunobu trató de interceder pero fue inútil, Takano golpeó a Takeda en el rostro, justo dónde Shinrin lo había abofeteado hace unos momentos atrás; pero a diferencia de Shinrin, Takano lo hizo con puño cerrado. El golpe no fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder pero si lo suficiente como para que Jiin sujetara de los brazos a Takano, conteniéndolo. Pero Takano no puso resistencia, era sólo aquel golpe. Si hubiera querido lastimarlo en verdad no le hubiera alertado del accionar de sus puños. Terunobu desenvainó su katana pero Takeda negó hacia él obligándola a guardarla.

    —Actuando solo... —comenzó a decir Takano mientras aquellos que estaban en el interior del castillo salían a ver que sucedía. Matsuda, Daichi, Heya, Kohaku y Taiyo estaban allí.

    —Lo sé, yo...

    —¿Por qué no me esperaste? ¡Soy tu segundo al mando!— Gritó Takano mientras Misato entraba al castillo encontrándose con aquella escena; Shinko entró detrás de ella, a su lado estaba Inosuke, quien tenía sus orejas gachas por los gritos, escondiéndose entre las piernas de Shinko. Detrás de ellos estaba Yin y Tetsuo, no hablaban entre ellos; pero Tetsuo sonreía con soberbia mientras Yin trataba de alejar su vista del joven Azai.

    —Takano, escucha...

    —¿Qué quieres que escuche? Fuiste a pelear con Kato Harima; en su dojo; sin nadie respaldándote; en una completa desventaja —golpeó su propio pecho, dejando su mano anclada allí —Sin ninguna estrategia previa. ¿Por qué no fuiste por mi?

    En esos momentos Hideyoshi entraba Hideyoshi después de haber hablado con sus contactos, seguido de Kuroki quien venía del santuario. Yuzuki también ingresaba al castillo, seguidas de Natsu quien se mantenía distante a todos. Togashi también avanzaba detrás de Natsu, siguiendo a las personas que salieron de la herbolaria. Takano notó el escándalo que había causado, fue el quien les pidió que se reunieran en el castillo. Miró a cada uno de los presentes. ¿Ahora si le hacían caso? ¿Dónde estaba esa obediencia en la montaña?

    —No todo debe solucionarse a vida o muerte. Piensa un poco en el futuro ¿Quieres?— dijo Takano hacia Takeda soltándose del agarre de Jiin, miró al resto nuevamente, era evidente que estaba furioso — Cometí el error de relajarme; de creer que podía confiar en ustedes; pero me equivoqué, y es por ello que estamos en esta situación— comenzó a avanzar hacia el interior del castillo, dejando atrás a Takeda —No volveré a bajar la guardia, no dejaré que actúen sin consultarlo conmigo primero, por algo soy el estratega y segundo al mando; aquel que actué por su cuenta está demostrando falta de juicio. El movimiento de uno es el de todos, si uno se cree superior al resto tendré que enderezarlo a golpes, sin distinción de género, edad o rango; comenzaré a castigar la indisciplina por igual— se detuvo —Porque ustedes creen que nos estamos preparando para la guerra; y son ingenuos al creer así; ya estamos en guerra, no lo olviden —Siguió su camino hacia el castillo, mientras Jiin se mantenía a un lado de Takeda.
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    La audiencia dará inicio, pueden permanecer en ella o simplemente ignorar a Takano; pueden interactuar con los pnjs que están presentes antes de entrar al castillo si es que van a estar en la audiencia.



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    Dojo
    Interior
    (Zeng; Ujihisa)

    En el dojo se encontraba Zeng y Ujihisa, este último revisaba las recientes heridas de Zeng mientras este permanecía inmóvil, sentado en el tatami en una posición erguida a pesar de sus recientes heridas que sólo parecían ser superficiales.

    Kato seguía en aquella sección del altar, sentado; esta vez parecía estar tallando algo en madera con un pequeño tanto, desinteresado en la presencia de Zeng y Ujihisa.

    —Entonces no tienes en alta estima al joven Takeda, ¿Cierto, Kato?—preguntó Ujihisa. Mientras Kato guardaba silencio


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    Kenzaburô

    Cuando escuchó la palabra "dojo", el ronin comenzó a caminar sobre las palabras de Kirara, ignorando a la mujer pero deteniéndose y girandose hacia Mao.

    —Ve a prepararte. Takeda nos necesita. —y subió las escaleras, dejando a su protegido ya sin protección y saliendo de aquel lugar.

    Respiró con fuerza, llenando sus pulmones y sintiendo el aire exterior; se quedó en silencio y estático allí, unos momentos. Necesitaba relajar su mente, aquella mujer lo alteraba.

    —Cobardes. —gruñó en voz baja, tensando sus puños. —Son todos unos cobardes. —y caminó buscando la salida a grandes zancadas. Tenía algo en mente y esperaba que funcione, de lo contrario le daría la satisfacción a Kirara de morir. No vio la reunión Minamoto, estaba tan ciego en su propio camino que sus sienes palpitaban tanto que sentía que su cerebro estaba por explotar.

    Llegó al dojo y la noche ya se cernía sobre Kamakura. Miró la gran puerta de entrada y se quedó allí, sujetando con fuerza su katana.

    "Yu; coraje"

    Recordó las palabras de Takeda en Nara, justo cuando le devolvía su katana restaurada por Fuji. Se quedó rememorando.

    "Ocultarse en el caparazón como una tortuga no es vivir. Un samurái debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso."

    Las palabras de Takeda resonaban en su mente y le daban el valor que necesitaba para dar el paso final. No entendía esa duda que tenía frente la puerta del dojo. Tomó aire y abrió la puerta con ambas manos, entrando poco a poco y sorprendiéndose con la presencia de Ujihisa y Zeng.

    —¿Que hacen aquí? —les preguntó con curiosidad, viendo las heridas del segundo. ¿Los chinos habían intentando recuperar la katana? ¿Los chinos? ¿Nadie más? La mirada de kenzaburô cambió y les sonrió levemente. Se habían ganado su respeto a partir de ese momento. Hubiera hablado más con ellos pero sus ojos enfocaron a quién debía ver y no desviar la mirada.

    Kato Harima. La primera vez que le veía, a decir verdad. Kenzaburô caminó hacia él con lentitud, midiendo los pasos, con precaución. El ronin no era alguien acostumbrado al miedo, era más común que le teman a él mismo. Se detuvo a pocos pasos de distancia pero a los suficientes.

    —Mi nombre es Kenzaburô. —se presentó. —Kenzaburô Minamoto. —era la primera vez que usaba el apellido, pero era necesario que Kato sepa a qué había venido. —Y vengo en busca de la katana de mi señor. Y no me iré sin ella.

    Silencio. Kato desprendía un aura de seguridad mucho más palpable que la suya propia. En cierto sentido le hizo recordar a su antiguo maestro. La mirada siempre era a los ojos, ambos tenían miradas penetrantes e insondables.

    —Has visto muchas cosas y no temes a la muerte, pero a veces la deseas, ¿verdad? Eso le pasa a los hombres que han visto lo que hemos visto. —desenfundó su katana, un movimiento tan rápido y fluido. —Esta katana representa mi vida. Es mi razón de ser y existir; sin ella quizá mi vida hubiera sido otra, pero mi vida es esta misma y tomé el camino del guerrero encantado. Fui un ronin, un sujeto que vio muchas injusticias en el mundo y dejó de creer en la fe del hombre. El mundo esta podrido, todos luchan por sus propios intereses, por sus propios mundos y por sus propias ambiciones. Quizá te hayas dado cuenta que aquí, los que llegamos con Takeda, la gran mayoría lucha por su propio beneficio. Mi razón de existir es esta katana. —la levantó nuevamente. —Y Takeda se encargó de restaurarla. Me la devolvió con vida y energía. Ahora mi camino cambió, de momento. Creo en Takeda, creo en él. Porque es diferente, es distinto al resto. Y también sé que necesita golpes y que lo enderecen, ser el líder de un país no debe ser algo fácil y es mejor que se equivoque ahora antes que cuando comande este país. —miró la katana. Tomó aire y lo expulsó por la nariz suavemente. —Es por eso que te ofrezco mi katana, mi razón de ser, para que me devuelvas la de Takeda. —se sorprendió a sí mismo al decir eso. La mano comenzó a temblar. —Takeda vendió su tanto en una prefectura para darnos cobijo. Él nunca lo dijo pero mis ojos son expertos. Prefirió desprenderse de algo suyo para ayudar a su equipo. Yo en esta ocasión hago lo mismo. —envainó la katana y la sacó de su cintura, dejando solo el tanto colgado. —Mi razón de ser morirá cuando ella no esté más conmigo. Toda mi existencia. Pero así lo prefiero. Acepta este regalo. No me iré sin la katana. Acepta el regalo o lucharé por ella. Pienso irme del dojo con ella o morir sin ninguna en mi poder.
     
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Miré a Rengo cuando volvió a hablar, notando cómo me miraba intrigado. Eso me era curioso, es como si notase más inclusive de lo que yo mismo decía, definitivamente tenía que tener cuidado, aunque igual y puede ser que reflexionando mis palabras pueda percatarme mejor de qué es eso que hace Rengo me mire de aquella forma. La parte del pacto era obvio, lo que decía es que no esperaba tal cual una maldición de vida o muerte. Lo segundo lo veía venir, pero se frenó en seco, tal vez no quería bromear con algo así estando la situación tan fresca aún, así que le dejé estar. No me molestó ni nada, solo me incomodó un poco el hecho de cortarse así.

    Luego pareció maravillarle la idea del Castillo, por un momento pensé que saltaría como resorte y vendría conmigo, pero no fue así, poco a poco el brillo se desvaneció y prefirió quedarse, iba a hablar pero casi que no me dejaba opción, la parte de la hora era cierta.
    —No es que tenga sueño, descansé pese a tener una pesadilla... Rengo, ¿estás seguro?—. Pregunté, hasta que hizo el ademán, por lo que solo asentí. Mirando al altar una vez más.
    —Hum... Bueno... Rengo, mi lugar tampoco es en un Castillo. No soy ni siquiera un guerrero del todo formado o alguien digno de estar en un sitio así. Pero está bien, igual quería inspeccionar el sitio haber si hallaba algo interesante—. Dije, para despegar mi vista del altar y levantarme, girándome hacia la salida.
    >>Te veo más tarde... Y si no, mañana, no lo sé. Aún así, reitero, gracias por sincerarte Rengo, de eso no te sientas arrepentido. No estás sólo... Ya no—. Añadí como último, y abrí la puerta como Rengo había hecho, sin esperar a una respuesta de su parte y volví a cerrar para después mirar alrededor, no parecía haber nadie y me dirigí al Castillo al fin.



    Cuando fui arribando, juraría que algo en el ambiente había cambiado, se sentía mucha tensión. Al llegar, no era para menos, Takano parecía haber explotado, seguramente por lo acontecido en el Dojo.

    "¿Qué quieres que escuche? Fuiste a pelear con Kato Harima; en su dojo; sin nadie respaldándote; en una completa desventaja"

    Fue lo que a duras penas alcancé a escuchar, notando como Hideyoshi se había adelantado, sumado a varios otros en realidad, no alcancé a notar la expresión de todos. Pero era palpable que Takano estaba rabioso. No tardé en notar la presencia de Yuzuki poco después, lo mismo pasando con Natsu y con Togashi, siendo a Natsu al que le volví a mirar por unos momentos, la diferencia de la vez anterior es que ahora mi rostro expresaba neutralidad, volviendo mi vista al frente. Maldición... Si suponiendo que pudiera hablar con él. ¿Qué tanto podría saber?

    Volví mi atención poco después hacia los superiores del clan, desconociendo al sujeto que estaba sujetando a Takano, como conteniéndolo. ¿Le había propinado un golpe? Espera. ¿Tenía sus manos sangrantes?
    Fuese como fuese, nos miró, después comenzó a hablar, diciendo que había cometido el graso error de confiar en nosotros y de relajarse. Y que a partir de ahora sería realmente severo con nosotros, bueno, había que admitir que no hemos estado obedeciendo... tampoco no estaba enterado del tema de la montaña, pero si bien tampoco había seguido la ruta segura, el hecho de pensar cuando dos equipos coincidieran y los guardias vinieran a estropear todo, no era tampoco algo agradable a simple vista.

    Suspiré, para mirar a Hideyoshi y me aproximé a él, saludando con una breve reverencia.
    —Me disculpo en serio por todo lo acontecido ayer, no fue la manera correcta de proceder, señor. Tampoco es como si todos estuviésemos en condiciones, aún así, siento por lo que tuvo que pasar. También siento que tenga una historia tan trágica, solo espero comprenda también las razones de mi rabieta que, aún así, reitero sé no fue la adecuada. Espero no por esto sea señal de que las cosas deban seguir así entre nosotros, iré a la audiencia. Espero podamos hablar más tarde.—le dije, serio pero firme y seguro. Al menos, para que notase que no es como que tampoco fuese tan excesivamente personal la situación.
    Hice lo mismo con Togashi, y reverencié un instante también.
    —Con usted también me disculpo, hizo lo correcto al detener mi severa imprudencia, señor Togashi, no tengo nada contra usted. Solo emociones que debí controlar mejor, espero también eso no mancille nuestra relación como el clan que somos. Paso a ir a la audiencia, espero podamos hablar más tarde—. Dije, de la misma manera que con Hideyoshi, y después ingresé al Castillo.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Yuzuki Minami
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    Asintió a las palabras de Shinrin, un poco distraída si se quiere. Realmente nadie dijo nunca que Takeda fuese débil como tal tampoco. Jamás diría semejante cosa de un Minamoto, lo que necesitaba era dirección y, sobre todo, dejar de actuar solo.

    No conectó el resto de las palabras de Shinrin con nada, a pesar de intentarlo, y sólo se limitó a despedirse y adelantarse al castillo como le dijo que hiciera.

    Fue llegar y escucharlo, lo que estaba soltando sobre Takeda, lo que soltó sobre ellos después y aunque le estaba hablando a todos, el idiota consiguió estaquearle el pecho. Arrugó los gestos, desviando la vista a cualquier parte puesto que tampoco le había pasado desapercibida la sangre en sus nudillos, y soltó un suspiro mezcla de resignación y hastío mientras lo escuchaba ingresar al castillo.

    Reinició los pasos cuando dio por sentado que ya Takano estaba dentro.

    —Me disculpo por su comportamiento —dijo al detenerse un instante junto a Jiin y Takeda, como si fuese su responsabilidad de alguna manera. Era un atisbo de su comportamiento cuando eran niños también, si alguno de los Harima armaba un desastre ella estaba dispuesta a disculparse en su nombre—. Debí seguirlo cuando salió del dojo.

    No esperó respuesta de ninguna clase, siguió andando para entrar al castillo y sus pasos recordaron más a los de un perro regañado que a cualquier otra cosa.

    Imbécil, encima que lo cortaban por todas partes ahora venía y se arruinaba los nudillos.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi
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    Aunque en el fondo no estaba tan confiada, sostuvo seria la mirada de Kenzaburo con ambas manos en la cadera, sintiendo como el cansancio se apoderaba cada vez más de su cuerpo. Había presentido las intensiones de Kenzo, pero que se lo soltara de manera tan fácil lograba contraerle el corazón, atascandole el aire en su interior. Lo miró con una mezcla de enfado y una pizca de miedo, sin perder su postura, no por que Kirara le generara un sentimiento especial, si no que las acciones que pudo haber tomado su maestro hubieran sido más que peores a comparación del pequeño desliz de Hideyoshi con los Tao. Solo pensarlo le helaba la sangre.

    "Has evitado que cometa un error. Eres mi nudo a esta tierra, Mao" Tras escuchar aquello desvió por completo la mirada al suelo, desprendiendo una mano de su cadera para echar hacia atrás el cabello que el cubría el rostro, soltando todo el aire contenido por la nariz. ¿Era una disculpa, un halago? No sabía con qué intención le decía aquello, pero se sentía sumamente pesado. Una carga que veía difícil de llevar, tal vez por que de primeras no le correspondía a una enana de 14 vigilar las acciones de alguien como Kenzo, y aún así en eso consistían gran partes de sus preocupaciones; que el viejo no anduviera corriendo peligro, que no fuera el mismo el peligro.

    La cabeza le palpitaba y la voz desesperante de Murai la sacó de su ensimismamiento, tras brindarle una mirada de odio con claro desagrado volteó hacia Kirara, observándola con claro mal humor, aunque este fuera por la situación en general... o todos por igual. Y a pesar de su genio había volteado para comprobar cómo estaba, preocupada a pesar de que su mala cara daba mensajes errados, se notaba que Kirara se mantendría mareada otro buen rato, pero por lo menos estaba despierta.

    Entonces los pasos de Takeda se hicieron presentes, la chica lo miró de reojo aún cabizbaja y con la respiración algo pesada. Preguntó que había pasado, mantuvo silencio y solo soltó un chasquido por la respuesta de Murai, pues consideraba que lo dicho aún no estaba del todo decidido. Aunque la idea de que se aburriera de por vida no sonaba mal, prefería mucho más que se fuera a aburrir a otro plano terrestre. El siguiente paso de Takeda fue acercarse a ella, tal vez debido al cansancio y los nervios retrocedió un paso inclinando la espalda hacia atrás, esquiva, recibiendo a Takeda con la mirada agresiva que se cargaba tras lo de Kirara. El hombre posó la mano en su frente, la chica no hizo ningún otro gesto por apartarse, y como si las palabras del líder hubieran activado sus sentidos fue consciente de la fiebre que había ganado en esos pocos minutos.

    Debes cuidar más de ti.

    Se cruzó de brazos desviando las pupilas a una celda vacía del lugar, tensa y casi haciendo un mohín, percibiendo el consejo como regaño, un regaño dirigido a la niña que era. Era incapaz de contradecirle o algo, por lo que siguió prolongando su silencio, aunque tampoco podía ignorar el hecho de que le brindara una sonrisa a pesar de sus claros ánimos caídos.

    Volvió a posar la vista en su líder cuando mencionó que ya no le importaba lo que hicieran con Murai, sorprendida de sus palabras aunque la expresión amargada siguiera siendo la misma. Que el nombre "Hiro" saliera de la boca del encadenado tampoco le sentó bien, pues a pesar de ser consciente de a quien se refería la imagen en su cabeza era la de otra persona. Y al final Takeda se despidió con una sonrisa tan frágil como calma, melancólica. Mao observó como se marchaba, con una mueca que denotaba su preocupación y un deje de pena por verlo en ese estado: con una sonrisa que no reflejaba sus emociones.

    ...

    Las palabras de Murai hacia Kirara le dieron ganas de callarle la boca de una patada, cada vez con menos paciencia de soportar la lengua del preso. Se había quedado respaldada en unos barrotes, dándole la espalda al tipo, intentando aliviar el dolor de cabeza calmándose, antes de pensar en ir a cualquier lado. Escuchó las palabras de Kirara hacia Kenzo en silencio y a ojos cerrados, un sabor amargo le cubrió la boca, porque era incapaz de contradecir aquellas palabras, hasta ella podía pecar de lo mismo que su maestro, pero a menor intensidad. Tampoco estaba de acuerdo con que el tipo fuera en busca de la espada, más aún si está la tenía Kato, aquello solo le hacía preocuparse más. El discurso de Kirara siguió, lo siguiente no llegó a alterar el ánimo de Mao, es más, logró que le empezara a tener algo de estima a la mujer. Era capaz de confiar en los suyos y mostrarse confiable para ellos, confianza, aquello que Mao veía como una de las más grandes muestras de fortaleza.

    En cambio, Kenzaburo había ignorado la mayoría del discurso, cegado por sus propias convicciones y dispuesto a ir por la espada. Se acercó a ella antes de marcharse, escuchó sus palabras y lo único que recibió Kenzaburo a cambio fue una mirada de furia silenciosa, reflejando el descontento por las acciones que tomaría.

    Lo observó marcharse y una vez su figura se perdió a los ojos de todos soltó un gruñido mezclado de un quejido sonoro, luego empuñó sus manos y pisoteó con fuerza el piso, descargando toda la rabia y frustración que pudiera haber acumulado con un par de patadas a los barrotes de la celda de Murai. Como era común, todo había sido influenciado por el dolor de cabeza que se cargaba. Posó la mano en su frente con ojos entornados y bufó con la vista clavada al piso.

    —Como te lástimes no cuentes conmigo —murmuró para sí misma, incapaz de saber que tan ciertas eran sus palabras. Les dedicó una última mirada al dúo de Fujiwaras, algo avergonzada de lo que presenciaron a pesar que su rostro no lo reflejara.

    Soltó un chasquido y reposó las manos entre sus prendas, encaminándose fuera de las mazmorras a un paso cansado. Meditó si ir a la audiencia o la herbolaria, decidiéndose por la última debido a que con la fiebre que llevaba poco podría aportar en una reunión. El cielo cada vez se oscurecía más y se encontraba fatigada, el camino hacia allá no fue grato, con el frío calándole los huesos y la cabeza ardiendo, teniendo que centrarse que no hubiera algún peligro a sus alrededores.
     
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