Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Amelie

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    Bruno TDF

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    Togashi

    Herbolaria

    Hicieron el camino hacia la Herbolaria en silencio, escoltados por Terunobu. En un inicio cruzó por su cabeza la duda sobre la seguridad de hacer aquello, ir por las calles de Kamakura cargando al líder de los Minamoto y siendo pocas personas. Pero tal inquietud se fue difuminando con cada paso que daban, sin decir nada, sin mirarse. La paz del lugar era extraña y tenebrosa, pero era paz. Togashi iba comprendiendo que Kato Harima no tenía intención alguna de interferir con sus asuntos. Tan confiado estaba en su propia fuerza, que no podía considerar una amenaza a un grupo como el que conformaba el clan. Aquello le provocó un poco de alivio, pero mucha rabia en su interior.

    Entró a la Herbolaria detrás de Kuroki, en tanto Terunobu se quedaba en el exterior montando guardia, lo que le pareció una idea razonable a pesar de las circunstancias y de lo que pensaba. En el interior se encontraron con una joven. El canino gigante seguía ahí, molesto por el pisotón que su dueña le dio al verlos y levantarse sobresaltada. Togashi observó cómo limpiaba la mesa de trabajo donde antes había estado Takano y, obedeciendo las indicaciones, colocó a Takeda con mucho cuidado sobre la zona en la que sería atendido. Luego de asegurarse de que estaba seguro ahí, se dejó caer contra una pared y deslizó suavemente, hasta quedar sentado en el suelo. El veneno y el peso de Takeda lo habían dejado mermado.

    Escuchó a Kuroki responder las preguntas de la herborista, quien se llamaba Shinrin según le habían dicho la primera vez que llegó a esa Herbolaria. Le llamó la atención el dato de que Kato había perdido los estribos tras el fallecimiento del anterior líder Minamoto.

    La caja de música… —dijo entre suaves jadeos— Creo que hay algo raro con ella. Vi a Takeda de casualidad, saliendo del castillo poco antes del amanecer. Lo seguí desde la distancia y daba la sensación de que estaba… Cómo decirlo… Poseído por algo. No parecía él mismo, no había rastro de la tranquilidad que lo caracteriza —pasó sus ojos por Kuroki, luego hacia Shinrin y luego a Kiba, que lo miraba fijamente y a lo mejor no entendía lo que decía—. Perdí su rastro en el río. Allí fue cuando yo empecé a escuchar la música, que me condujo hasta el dojo como si fuera una cuerda que me amarraba. Es difícil de explicar. Cuando llegué al Dojo y vi a Kato cerrando la tapa de esa cosa, me sentí como si hubiera despertado de un trance. Hay algo raro con ella… —repitió, pensativo.

    Luego sacudió la cabeza.

    —Puede que sólo esté imaginando cosas —se disculpó—. El camino hacia aquí fue largo y duro, estoy envenenado y, para colmo, tuve una horrible pesadilla en la que una mujer de cabellos negros y ojos claros no dejaba de mirarme.

    >>Ahora que recuerdo, ¿te queda algún antídoto contra el veneno de rana?
     
    Última edición: 13 Diciembre 2020
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    Ikoma-kun

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    Misato Aoyama

    Una buena parte del clan estaba reunida a las inmediaciones del extraño Dojo rodeado del color carmesí, puertas para adentro la situación era desconocida.

    —Entrar ahora sería peligroso.

    Muchos tomaron la decisión de los que decidieron entrar como un suicidio y con toda razón, Kato era un guerrero de habilidades inconmensurables.

    —¿Kuroki ha e-entrado?—pregunte al aire estupefacta, fue entonces cuando un temor acrecentaba cada paso...era posible que aquello escalase en una masacre...donde yo estaría incluida. Difícilmente me hubiese quedado de brazos cruzados.

    Mi corazón latía ahora más aliviado y mi respiración recuperó su ritmo al ver algunos de nuestros compañeros salir, en cambio...era obvio que una nueva humillación cai sobre todos como una cubeta de agua fría.

    En la mirada de Kuroki vi un fuerte sentimiento de derrota e impotencia, pero ni un solo rasguño ¿Que le hizo exactamente?

    La respuesta llegó al ver a nuestro líder Takeda inconsciente siendo cuidadosamente cargado por Togashi, noqueado por un simple golpe...no vi ni un solo rastro de sangre, debió sufrir algún golpe pero...se suponía que era nuestro líder, un maestro formado por arduos entrenamiento.

    Aquello no era nada ante el llamado Kato Harima.

    —Solo un recordatorio Yin—respondi finalmente— un recordatorio que siempre existirán enemigos que superen límites inimaginables—finalize sin apartar la mirada de Takeda mientras era llevado de urgencias a la herbolaria.

    Inconsciente, acaricie mi estomago cerca de la cicatriz que el ninja dejo como un amargo y pero acertado recuerdo...¿Tendría Takeda posibilidad de vencer? O quizás solo habré visto a otro señor como el de la casa Ichinose...doblegado, derrotado, suplicando y acabando con sus últimos vestigios de honor.

    No...aún era muy temprano para atreverme a solo pensar en ello.

    "Todos los herboristas sean veneno o antídotos deben reunirse en la herbolaria hoy"

    Aún abstraída en mis pensamientos, escuché el repentino aviso de Yuzuki ¿Que querrían con nosotros?

    —Creo que requieren mi presencia, soy una especialista en venenos—me dirigí a Yin con serenidad— de todas formas debo ir a ver a Takeda, algo debería planear para su siguiente movimiento.

    Dirigí mi andar hasta la herbolaria, no sin antes invitar a Yin si desea acompañarme, lo sentía como un gran apoyo y eso era lo que necesitaba en momentos tan dificiles.
     
    Última edición: 13 Diciembre 2020
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    Amelie

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    Santuario (Rengo; Natsu)

    Rengo volvió a buscar objetos en aquel desorden, miró el tintero vacío con el pincel a un lado, guardó el pincel —Deberías regresar a la herbolaria, seguro Shinrin podrá enseñarte algo de lo que sabe; no vayas a robarle ingredientes, o seré yo quien te corte la mano —se giró sonriendo —Yo estaré aquí, tengo cosas que hacer. Nos veremos después.

    Rengo seguía buscando objetos entre las cosas de la habitación, desacomodándola aun mas.




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    Dojo
    Exterior
    (Clan Tao; Kirara; Tetsuo; Hideyoshi; Jiin; Yuzuki; Misato; Matsuda)
    Tetsuo permaneció junto a Hideyoshi —Es por ello que resulta ser una gran amenaza; es alguien que sólo actúa para su beneficio— dijo antes de que Hideyoshi se despidiera; mientras él se quedó allí, observando hacia el dojo mientras Zeng y Ujihisa parecían conversar mirando hacia la misma dirección.

    Jiin afirmó a Yuzuki; también estaba alterada —Mi padre a pesar de sus métodos equivocados, está tratando que Takano sea mejor —iba a decir mas pero se arrepintió de haber hablado, aquel no era el momento para hablar de ello —Iré al castillo y avisaré al resto —mencionó para después dirigirse hacia Kirara — Creo que tendré que encontrarme con ustedes después —dijo mientras Hideyoshi se acercaba a ellos diciendo que podría ayudar —Procuren no alterar la situación, con Takeda en ese estado la idea de poder ejecutarlo se prolongará, iré al castillo para después ir a la Herbolaria a revisar su estado —Mencionaba Jiin mientras se retiraba seguido de Matsuda quien seguía sin reaccionar ante lo sucedido.

    Yin notaba la preocupación latente en Misato, una persona que podía decir tenía un carácter de sangre ligera —Nunca es bueno desafiar a un patriarca en su propia tierra—mencionó con el término utilizado en su natal china, desconociendo el término señor feudal. Escuchó las últimas palabras de Misato, hizo una reverencia para despedirla sin decir nada mas. Se giró para buscar a su hermano y Ujihisa pero nunguno estaba a simple vista.

    — ¿Zeng? — preguntó al aire pues no había nadie más en el exterior del dojo, levantó su mirada hacia el dojo, en la entrada estaba Tetsuo sin entrar directamente. Yin suspiró — Pudieron haberme esperado...—mencionó caminando hacia el dojo sin preocupación.



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    Mazmorra
    (Kenzaburo; Riku; Mao)

    Murai respondió a su sonrisa con una más grande —Volverás a caer cuando alguien te lleve al límite, la vida es cíclica— sacudió una de sus manos con delicadeza haciendo un círculo en el aire con ella—¿Quieres contarme tu historia? ¿Qué es lo que te hicieron los Taira para que estés con este grupo de personas? ¿O simplemente te has unido porque te identificas con el salvajismo de la líder de los Fujiwara? Puedes hacerlo, cuéntame; si quieres puedo pretender ser Yami nuevamente, si te hace sentir más cómodo.

    Pero antes de que Murai pudiera seguir hablando escuchó mas pasos sobre su cabeza —Dos mas...— dijo irritado. Kirara y Hideyoshi bajaron las escaleras al subterráneo; Kirara se acercó a Riku, después miró a Murai —Creo que su castigo se pospondrá un tiempo más.

    Murai sonrió al escuchar eso, era lo único que quería —¿Y el pequeño Takeda? ¿Hoy no vino a jugar? —comenzó a reír —¡No vendrá porque no le devolvieron su katana!— esto lo dijo en voz alta para que todos lo escucharan, a pesar de su falta de alimento y pésimo estado físico; parecía estar en buenos ánimos. Miró hacia Hideyoshi —Ah, el diplomático; aquí está quien sugirió que Takeda peleara con Kato ¿Cómo salió? —sonrió colocando su lengua en su labio inferior ya que al sonreír la sangre brotó nuevamente por lo secos que están —¿A qué vienes? ¿A ofrecerme té y un mal consejo? —bajó la mirada y rió ante su propio chiste.


    Interior
    (Satou; Taiyo; Shinko; Heya; Daichi; Kohaku Jiin; Matsuda)

    Jiin entró a la sección de las habitaciones seguido de Matsuda; Taiyo y Shinko estaban conversando con Satou. Daichi; Heya y Kohaku permanecía distantes pero presentes en aquel sitio mientras Jiin, un hombre al cual no conocían conversaba con Matsuda.

    —Creo que es mejor que tu les informes, yo aun soy un extraño para ellos— mencionó Jiin mientras Matsuda afirmaba.

    —Heya, Kohaku — mencionó acercándose a ellos —Si lo desean vayan a la herbolaria, busquen a la señorita Shinrin — dijo para después alejarse, pero Satou lo detuvo.

    —¿Has visto a Kuroki? Ha despertado temprano y lo he perdido— preguntó Satou. Matsuda le informó de la situación con Kuroki, sabía que su hijo estaría molesto por la derrota de Takeda y preocupado por su estado; pero decidió no acudir a la herbolaria, si Kuroki lo necesitaba sabía dónde encontrarlo, no podía tratarlo como un niño todo el tiempo.




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    Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Kuroki; Shinrin)

    Shinrin comenzó a tratar las heridas de Takeda con delicadeza, algo que no había mostrado con su hermano mayor; escuchaba atentamente a las palabras de Kuroki —¿Takeda quería hablar pacíficamente con mi padre? Eso me tranquiliza, comenzaba a creer que Takeda era un líder salvaje, uno que ataca a cualquiera que piense diferente a él— comenzó a tratar el golpe en la boca del estómago, indicándole a ambos que se acercaran a comprobarlo —Un ataque destinado a sólo noquear al enemigo, evitó costillas o algún otro hueso; a pesar de la severidad del impacto no estaba planeado a ser uno mortal — Shinrin sonrió y nego para después mirar a Kuroki —Así es, mi padre sólo habla con su katana; pero piénsenlo un poco, los hijos de Kamakura nacimos para proteger a los Minamoto, seguro pueden ver eso en Takano; incluso en Yuzuki. Mi padre no es amable, eso lo sé; pero llegaron aquí sólo a atacarlo, cualquier otro señor feudal hubiera considerado eso como una declaración de guerra, hubiera asesinado a su líder sin vacilar; porque puede. Los hubiera perseguido a cada uno de ustedes hasta eliminarlos. Creen que mi padre es sólo un salvaje porque sus modales no son los de un noble; pero su honor es el de un verdadero samurai, sabe perfectamente que Takeda es su señor —dijo dándole una caricia en la mejilla a Takeda —Deberían agradecer que están vivos —esto último lo dijo con hostilidad, para después suspirar y volver a mirarlos con tranquilidad.

    —La caja de música — comenzó diciendo primero hacia Kuroki para después mirar a Togashi—Ayer que fui a hablar con mi padre la tenía en sus manos, en verdad es una melodía algo extraña; pero yo no sabría decirles su historia, no la conozco. Sólo sé que pertenecía a Hana Harima; hermana de mi padre —miró a Takeda — su madre — volvió la vista a los presentes —Seguro Rengo sabría decirles, él la tenía. Pero dudo que regrese a la herbolaria pronto —desvió la mirada —Creo que se ha escondido, no será tan fácil encontrarlo —dijo levantándose para revisar a Togashi, sus síntomas no eran del veneno de rana —No te preocupes— dijo para acercarse al cubo de agua dónde tenía su preparado, esa agua con gránulos negros; Kuroki ya la había probado; tomó un vaso de sus cajones para después sumergirlo y entregárselo a Togashi —Bébelo, es amargo; no lo escupas a pesar de la textura.

    Shinrin colocó su mano helada en la frente de Togashi —Lamento que tuvieras pesadillas; espero no fuera efecto del veneno —dijo para después ir a cerrar sus cajones.

    —Sogo— dijo mientras acariciaba a Kiba —Será mejor que no lo menciones frente a mi padre; no acabaron en los mejores términos. Pero se dice que antes de que se fuera de Kamakura eran mejores amigos.

    La puerta se deslizó; entraba Yuzuki, seguida de Misato, no tardó también Natsu en aparecer. Habían acudido a palabras de Shinrin, pues quería reunir a los herboristas del clan para ayudarlos en sus conocimientos. —Bien, esperaremos un poco más antes de que les de la lección sobre herbolaria; por el momento descansen —Mencionó Shinrin a los recién llegados, mientras Kika, su lobo, los olfateaba.



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    Gigavehl

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    Kuroki

    Cuando había formulado mi respuesta ante la interrogante de Shinrin, la misma no tardó en contestar, parecía tranquilizarle el detalle que Takeda no fuese un salvaje, cosa que me hizo fruncir el ceño confundido. ¿De verdad daba una imagen así? No tardó en pedirnos que nos acercáramos para ver el golpe en su estómago, sus palabras era certeras, no había atacado para matar, solo para noquear.
    Recordar las palabras de Shinrin cuando vió a Takeda me hizo reflexionar. ¿Qué quería demostrar? Esto, de alguna manera, empezaba a intrigarme.

    Luego comenzó a hablar acerca de Kato y su imagen que daba ante todos. Era cierto, si bien hablaba con la katana, tampoco es como si no reconociese a su líder, aún así algo me confundía. Nosotros no llegamos a atacarlo, ¿sabía eso? Togashi no atacó, y aún si solo se refería a Takeda, él mismo corrió hacia el Dojo, sin querer nos arrastró a ambos con él, y yo no esperaba realmente que Kato me pidiese desenvainar mi arma para que viese mi katana. Estoy seguro que de haber sido Takeda más consciente de lo que pasaba, no hubiese ido a tirarse de cabeza contra Kato, ya que, odiaba admitir que, efectivamente, no estaba en condiciones de pelear.
    La sentencia final de Shinrin sin en cambio me hizo soltar una mueca de disgusto, no me sentía del todo bien estar en esa posición, me sentía regañado, cuando mis intenciones eran otras. Aún así, tampoco podía negar que Kato, si quería, me podía hacer algo más que solo insultarme.

    Algo estaba faltando en todo esto, si Kato era consciente de a quién atacaba... ¿Porqué mostrarse tan reacio? ¿Porqué esperar su derrota? ¿O su muerte? ¿Porqué simplemente no quiere ser diplomático y hablar a solas con Takeda? Algo vital faltaba y lamentablemente nadie parece dispuesto a detallar, sea porque no quieren o no saben.

    Antes de poder ensimismarme en aquellos pensamientos, Shinrin tocó el tema de la Caja musical, parecía que ni ella misma sabía lo que pasaba. Al parecer solo Rengo poseía la respuesta, y que pertenecía a nadamas ni nadamenos que a la madre de Takeda y harmana de Kato. La fallecida Hana Harima. Kato la poseía y antes de él la tenía Rengo. ¿Pero qué no estaba en Tsu ese objeto? Takeda dijo que se lo robaron... ¿Entonces..? Y Kohaku no me dijo, no sé si con intención, seguramente sí; qué fue lo que hizo que Kato casi matara a Rengo. ¿Para qué decírmelo a medias? No es como que yo desconfíe de él, de Kohaku. ¿Tal vez quería ocultar algo, o algo más? Maldita sea, el agobio solo iba creciendo en mí.

    Y más cuando fui recordando que ese día, algunos miembros del clan estaban actuando extraordinariamente raro... entre ellos... Natsu. Quien por alguna razón terminó en Higashiomi, ¿qué le hizo tomar ese rumbo y porqué acabo tan mal herido? Según mi padre era porque luchó contra aquél Taira, quien le quitó a Shi, un arma extraña, legendaria, tal vez, por esa frase tan misteriosa...
    "...creo que me obligas a probar la fortaleza de Shi, probaré la sangre del nuevo bendecido por Mara..."


    Mara... ¿Quién es Mara?


    Antes de Higashiomi... Natsu estaba en Tsu...

    Y en Tsu, Hana murió, Takeda la halló y desapareció junto a la caja musical.

    Rengo quería matar a Natsu pero, bueno, en realidad ese embrollo no lo entendía muy bien, aunque sí parecía algo bastante serio.

    En Shizuoka, me dijeron que Takano estaba conversando con Natsu. ¿Para qué?

    Y no hace mucho, había tomado y revisado discretamente una nueva información que me llegaron de los informantes. Y es que... Rengo, había estado también en Tsu.

    Sin darme cuenta, había empezado a sudar, algo muy extraño estaba pasando y odiaba decir que empezaba a sentir temor por ambos individuos.
    Mi padre no desconfía de nadie a simple vista por nada, siempre hay una razón. P-Pero Natsu no podía ser malo... ¿Verdad?
    ¿Y qué hay de Rengo? Ambos son personas muy misteriosas. Guardan muchos secretos de lo que aparentan... ¿Qué demonios es Shi, o Mara?

    Maldita sea, esta intriga me esta matando.

    Tardé bastante en darme cuenta que Shinrin se había acercado pero no hacia mí, si no a darle un vaso a Togashi para quitarse el veneno y luego mencionó a Sogo, era un detalle a tomar en cuenta para con Kato.
    Iba a a hablar cuando la puerta se deslizó y varios ingresaron, entre ellos Natsu.
    A este le clavé la mirada, con deje de desconfianza e intriga, era evidente, sumado a mi estado. Pero habían muchas personas y realmente era difícil hablar con él, solo tardé varios segundos en despegar mi vista de él y suspiré pesadamente, para empezar a caminar a la salida.
    —Debo ir a tomar aire, los veo en el Castillo—. Dije a secas para pasar a lado de todos los que ingresaron, bajé las escaleras y estuve a punto de abandonar el sitio no sin antes detenerme un instante y volver a mirar a Natsu un segundo, poco después, volví mi vista al frente y seguí mi rumbo.
    Recordar y seguir escuchando a las pocas personas de las calles de Kamakura no eran precisamente algo lindo, ¿Rengo, un demonio? ¿Solo trae desgracias? ¿Porqué tanta maldita mala reputación? ¿Luego venirme a enterar que estuvo también en Nagoya? ¿Qué pudo buscar ahí? ¿O solo estaría de paso? ¿Y cuándo estuvo ahí?

    ¿En qué momento la Caja musical se separó de Tsu?

    Gemí, frustrado, para ir acelerando mi andar y comencé a meterme entre callejones para volver a escalar y me dirigí al Santuario.
    Había un rumor con el mismo Rengo de que parecía que había matado al que se hallaba en dicha edificación, pues con suerte y podría hallar algo. Desde que conocí a Rengo en Shizuoka la verdad es que me ha caído bastante bien, pero todo esto, esta comenzando a formar un severo nudo en mi garganta que ha estado generándose desde antes de subir aquí, cuando Rengo miraba muy seriamente a Takeda.

    Necesitaba respuestas...
    y las iba a obtener.
     
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    Insane

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    Natsu Gotho

    Apenas y miró a Rengo al continuar desordenando lo que quedaba de aquella habitación, sonriendo de forma sátira ante su comentario. No sería tan estúpido de intentar robar dentro de los locales nuevamente. Se dio vuelta entonces, echándose a caminar hasta llegar a la herbolaria de nueva cuenta, abriendo la puerta para encontrarme nuevamente con los mismos de siempre, sin embargo, el sentirse observado lo hizo buscar al culpable de ello con la mirada.

    Kuroki.

    Sostuvo su atención sobre él con naturalidad, viéndolo irse al pasar por su lado.

    ¿Qué estaría pasando por su cabeza?

    Se recostó entonces en la pared, esperando a que diera inicio la explicación del nuevo veneno, ignorando el resto de los presentes a excepción de Shinrin.
     
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    Monpoke

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    Riku

    Volveré a caer, es probable, si. Pasara cuando todo lo que vea en mi futuro sea miseria, dolor y sufrimiento. Un abismo de oscuridad donde mis propios pecados me arrastraron.

    Ese día no llegara. Yo no tengo futuro.

    ¿Mi pasado? ¿Por cuál razón tendría la de contártelo? Se muere conmigo. Un olvido es lo que me merezco.

    Le hubiera respondido sus preguntas, aunque no exactamente de esa forma. No hay el porque deba satisfacer su curiosidad.

    Fue la aparición de Kirara. Bajo no con Takeda sino con, a palabras de Murai, su diplomático.

    Se dijo lo que menos esperaba, dejarlo vivo un poco más. Por alguna razón, bien pareciera ser un motivo de felicidad para él.

    "Esta bien". Acepto sin rechistar la decisión de Kirara. No es mi lugar ponerme en el medio.

    Es posible se esperé a Takeda, que muy probablemente, acabo herido tras el duelo contra Kato Harima. ¿Victoría? ¿Derrota? Se agradece que permanezca vivo.

    "Si te parece bien y no haga falta aquí por ahora". Continuo hablando a Kirara. "Necesito salir por un tiempo. Volveré tan rápido termine".

    Saldré solo si me lo permite.

    Si Kirara lo permite me voy a la herbolaria.
    Si es no, se queda.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Kenzaburô

    Escuchó la risa mientras se alejaban con Mao a la celda contigua. Miró a Riku y lo imaginó con la cabeza rodando por el suelo... pero se contuvo. Ya no era un lobo solitario, había dejado de serlo desde que se topó con Mao hace ya muchos años atrás. Pero ahora era distinto; sus acciones manchaban la reputación de Takeda, cualquier movimiento en falso, cualquier palabra de más... respiró hondo y se alegró de saber que pudo controlar su espíritu, uno que era siempre rebelde, y escuchó a Mao.

    Oyó la historia sin alterar las facciones del rostro. Un rostro hostil pero que la invitaba a seguir relatando el pasado cuando en ocasiones, la cabeza del ronin afirmaba o se ladeaba, denotando la atención con que le oía.

    —Cuando era niño, lo más habitual era jugar a guerras y que los enemigos fueran los chinos. —dijo sin más, recordando. —Pero, aún y así, mi madre me enseñó a escribir en Chino. Pero mi padre incentivaba el odio a ese país; un odio que a él le impusieron de niño y que se aferró a él con tanta fuerza que lo masticó y lo escupió con veneno. Todo el mundo en Japón crece odiando a China; por una historia de la cuál no fuimos partícipes pero que nos obligan a recordarla. Tenemos que odiar a generaciones de hombres por cosas que le hicieron a otra generación de japoneses que nunca conocimos. —se señaló a sí mismo. —Y yo mismo admito que no logro hacer que me caigan bien. Compartí equipo con Zeng y Ujihisa; los chinos del clan Tao... y sospeché de ellos al saber lo del impostor. No había razones explícitas que me dijeran que ellos o alguno de ellos era Murai. Pero simplemente por ser chinos dudé, por ese odio rascial que tenemos instaurado en el seno de este país. Por eso creo que Takeda merece ocupar el liderazgo de este país; él será el palo en la rueda que logrará borrar años de guerra e historia por igual entre ambos países. No comparto las palabras de Hideyoshi y también siento que pudo haberse excedido, no son comentarios que se deban hacer en voz alta... pero actualmente los chinos creen en Takeda, o al menos en el objetivo final y debemos hacer que permanezcan con nosotros—se quedó en silencio, según las palabras de Murai: ¿todos compartían el mismo objetivo?

    Y sin tardar más, ma abrazó. Acunó su cabeza contra su hombro y con la mano libre le acarició los cabellos lentamente, masajeando la nuca con las yemas de los dedos.

    —Lamento no estar presente en ese momento pero de igual forma lo agradezco. No sé como hubiera reaccionado. A todo esto, ¿dónde está Takeda y Hideyoshi? —y como si los hubiera invocado, los pasos de Kirara y el diplomático se hicieron presentes en el calabozo. Kenzaburô se separó de Mao y con una mano en la empuñadura de su katana se acercó a Murai. Nadie lo tocaría.

    Miró a Kirara con expresión ausente; ya no sentía nada por la mujer. Y luego observó a Hideyoshi. Tranquilizó su respiración, intentando no explotar y decir unas suaves palabras. No las encontró y se quedó en silencio, junto a Murai.
     
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    Amelie

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    Santuario (Rengo; Natsu)
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    Kuroki entró al santuario, un sitio vacío, no había ningún devoto en su interior, algo que era extraño incluso en una ciudad de pocos habitantes, si no había devotos, al menos había sacerdotes o sacerdotisas, pero no había nadie frente al altar, por la ausencia de personas se podía escuchar el eco entre sus paredes, había alguien en el interior, no sería difícil seguir los sonidos, pues cada vez se hacían mas fuertes, lentamente guiando a Kuroki entre los pasillos del interior del santuario; una pequeña cocina, habitaciones simples, mucha organización. Hasta llegar a un área que resaltaba del resto, no por su belleza sino todo lo contrario; la madera roída, el suelo desbastado, y en el suelo varios papeles y rollos de viejos textos.

    Rengo estaba en esa habitación vaciando los cajones cuando escuchó el crujido del tatami; lo que lo hizo girar con una mano en el mango de la katana y la otra sujetando la saya.

    —Kuroki — dijo destensando su postura — Eres sigiloso, ten cuidado que no todos son como yo que voltean a revisar quien es antes de atacar —dijo sonriendo pero se notaba nervioso —¿Por qué has venido al santuario, también eres budista como Takeda?— dijo mientras se hincaba a recoger su desastre.


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    Mazmorra
    (Kenzaburo; Riku; Mao)

    Kirara sonrió ante Riku, mientras acomodaba su capa —Puedes ir— mencionó con una sonrisa aun más grande, pues apreciaba que Riku hablara con ella como lo que era, su líder de clan, a pesar de que ella no estaba acostumbrada a dar órdenes a las personas —Toma el tiempo que necesites; si requiero tu presencia te lo haré saber a la brevedad. Cuida tus pasos, aun no sé que pensar de esta ciudad.

    Murai los observaba mientras esperaba la reacción de Hideyoshi —Oye Kirara, por qué no traes a todos y jugamos una partida de Kaidan.

    Kirara dejó de sonreír pero no miró hacia Murai —Espero Takeda despierte pronto.

    Murai observó que Kenzaburo regresaba, ahora se sentía muy observado, pero le alegraba que su ejecución se postergara —Pues no tuviste que intervenir por mi, el destino me da lo que requiero.




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    Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Misato; Shinrin; Riku; Yuzuki; Natsu)

    Shinrin comenzó a observar a los presentes; eran muchos más de los que esperaba; por suerte tenía materiales suficientes —Veo que muchos dedican a sus habilidades en la herbolaria; pero yo sólo les enseñaré nuevas técnicas, no soy maestra de nadie; si se especializan en venenos y no en botica no esperen que les enseñe y viceversa —mencionó con mirada fuerte mientras se acercaba a sus cajones.

    Su lugar de trabajo era amplio y ordenado, a diferencia de muchas de las herbolarias antes vistas, tenía todo catalogado y bien organizado. Los hizo avanzar hacia el área de los cajones, alejándolos un poco de aquella mesa dónde descansaba Takeda y dónde Togashi tomaba agua para disipar el veneno en su organismo. En ese momento Riku entró a la herbolaria para integrarse al grupo.

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    —Aquellos que saben de venenos pudieron seguramente identificar la batracotoxina que dejé como trampa en el bosque— sonrió, pues no planeaba disculparse por ello —saben muy bien como obtener esta toxina, y vi que muchos de ustedes la confundieron con otro veneno; este es el veneno que les enseñaré a preparar, conocido como bufotoxina. Los síntomas son muy parecidos a los que produce la batracotoxina, pero su diferencia recae en que la bufotoxina no esconde los síntomas, por ello podrían considerarla menos letal que la obtenida de las ranas. Pero ahí es dónde la mayoría de las personas se detienen, pensando que esta sustancia no causará grandes efectos a largo plazo. Es un error pensar así, ya que la bufotoxina a diferencia de otras toxinas, puede ser suministrada por dosis separadas por unos momentos para que la toxina tenga efecto en el cuerpo; la primera dosis no es mortal, causa cansancio y fiebre; pero la segunda irá causando mayores efectos como el mareo; la tercera reduce los latidos del corazón causando cansancio extremo; la cuarta inmovilizará por completo el cuerpo de alguien por un día entero; y la quinta lleva a la muerte. Es un veneno que nosotros podemos controlar sus efectos, la primera dosis es por vía cutánea, las demás dosis...— dijo mostrando entre sus dedos agujas largas y un poco gruesas —... deben ser por sangre; así que aprenderán a utilizar estas agujas para lanzarlas a distancia —Sonrió terriblemente orgullosa de su invento — Podemos usar el veneno en combate de una manera sutil, si tienen buen sigilo esta técnica los hará mortales en combate —Buscó entre sus cajones hasta sacar un hongo —Se le conoce como falsa oronja, lo podrán encontrar en zonas boscosas, es un hongo rojo.

    —Ahora a aquellos que saben de botica, deben ser capaces de contrarrestar los efectos de esta toxina, y será importante no confundirla con batracotoxina que se trata con sanguijuelas, el tratamiento de la bufotoxina es más sencillo, al menos no requiere adentrarse a los pantanos; sólo necesitan carbón y poder triturarlo hasta llegar a gránulos sumamente finos. La manera de conseguir carbón sólo será en las casas de armamento, allí podrán adquirirlo ya tratado— Dijo mientras les mostraba el vaso que Togashi sostenía en sus manos —Si la toxina se modula por medio de dosis, la ingesta de tratamiento es por etapas para contrarestar cada dosis, es por ello que es importante revisar los síntomas; la primera dosis es tratada con agua fría y gránulos de carbón, los síntomas son cansancio y fiebre; la segunda etapa a síntomas de cansancio, fiebre y mareo, debemos calentar el agua antes de ingerirla esto induce al vómito; la tercera a síntomas de reducción de latidos del corazón y cansancio extremo, debe consumirse caliente, también provocará el vómito; la cuarta a síntomas de inmovilización total del cuerpo no podremos hacer nada al respecto, sólo alejar a la víctima para que recupere la movilidad en un día aproximadamente; para la quinta etapa no hay cura, así que al ser herboristas deben de ser capaces de diferenciar los síntomas, así evitarán que se llegue al número de dosis mortales —Buscó entre sus cajones hasta sacar un trozo de carbón —El carbón debe ser molido en una herbolaria, no lo anden pisando o destruyendo sin cuidado, es importante molerlo en el mortero, o los gránulos quedarán filosos y eso es fatal si lo planeas pasar por una garganta.

    Shinrin les entregó a todos los materiales suficientes para formar ya fuera la bufotoxina o el carbón activado.



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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Mazmorras

    No reaccionó en un principio al comentario de Murai, con evidente sarcasmo, pero eso no significaba que le negaría una respuesta. Primero se concentró en su amigo, al que hacía un buen tiempo que no veía. Se notó algo sorprendido al ver su reacción.

    "Está decidido a defender a ese prisionero. Es lo correcto, al fin y al cabo, por algo es un prisionero, pero si está así de nervioso es porque alguien debe haber querido hacerle daño", pensó.

    Ronin, pensé que te alegrarías de verme. No te preocupes, nadie le hará daño.

    Al acercarse a Kenzo, le dio una palmada en el hombro, con clara alegría en su expresión.

    —Bueno, vamos al grano. ¿Han tenido alguna conversación interesante con Murai? ¿Qué tal les ha ido a Riko y a ti?

    Ignoró a Mao porque sabía que no era parte del interrogatorio y que solo estaba ahí sobrando. Sus problemas con ella no estaban resueltos, solo estacionados, enfriados. No esperaba que se resuelvan realmente, no lo veía como algo imprescindible. El tema de los Tao implicaba una alianza en ruptura, Mao era simplemente alguien del clan con quien tenía un trato ambiguo.
     
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    Gigavehl

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    Kuroki
    Santuario


    No tardé mucho en arribar al fin al Santuario, aterricé frente a su entrada, donde le di un vistazo rápido, tratando de ver algo, aunque fuese de hace tiempo pero... nada.
    Al ingresar, no parecía haber nadie, recordándome a la Clínica, aunque con el tema de que parecía que el médico había desaparecido tras una misión hacia varias lunas según lo que escuché de la gente explicaba un poco su ausencia. Aún así, con este sitio, era preocupante, porque decían sospechar que Rengo había matado al que dirigía este sitio. ¿Qué tan cierto podría ser aquello?
    Revisé un poco el sitio, se veía acogedor y el altar destacaba, como era esperarse, parecía ser Budista, aunque la ausencia de gente era un poco deprimente. Así, no tardé en escuchar extraños sonidos, algo estaba siendo sacudido, aventado o como rebuscado detrás de las paredes, cuando fui inspeccionando, no tardé en hallar una puerta para deslizarla, la cerré tras de mi y me fui guiando por los sonidos como podía, vi habitaciones, salas e inclusive una cocina, todo extremadamente bien pulcro y ordenado pero... ni una sola alma.
    Chasqueé la lengua, extrañado, para seguir buscando el origen del sonido hasta dar con una zona que contrastaba por completo con el resto que me presentaba el Santuario. Coloqué mi mano en mi katana, preocupado que fuese alguien secuestrado o similar por el estado tan deteriorado de la zona. O inclusive alguien robase algo, cuando me aproximé, pude ver al que estaba buscando, Rengo...

    Maldita sea, ¿porqué tanta coincidencia? Bueno, supongo que vine aquí inconscientemente porque de hecho, decían que veían a Rengo de vuelta a este sitio.

    Rengo se percató de mi presencia y se giró para tensarse y colocarse en pose ofensiva, aunque pronto relajó su postura, noté su sonrisa, pero con claro gesto nervioso. Miré alrededor un instante, había un gran desorden y muchas cosas parecían tener utilidad pero a la vez no. No le preste mucha importancia pues, creo. No me serviría de nada para lo que venía.
    Mi gesto no podía dejar de expresar angustia, temor y seriedad. Producto de la tremenda revelación que me he montado y quería como a la vez no ver que era cierto.
    Quería, necesitaba ver que estaba pensando mal y que Natsu o Rengo no habían matado a Hana por... razones.
    Y necesitaba ver que era cierto pues, obviamente estábamos en un problema realmente severo con Kato. Y complicaba al extremo la situación. Si es que de verdad alguien de ellos la asesinó.

    No dejé de escuchar a Rengo mientras me hacía la pregunta final, por lo que cerré los ojos un momento mientras suspiraba y relajaba yo también mi postura.
    —No... Lamentablemente no practico budismo, pero me gustaría. Me dejo llevar demasiado por mis emociones—. Dije, para cerrar la puerta tras de mí, no creo que a Rengo le incomode. ¿Cierto?
    >>¿Qué pasa Rengo? ¿Porqué estás tan nervioso? ¿Es por el tema de tu padre? Si es así la verdad yo tampoco estoy tan cómodo, todos en el clan ya han notado que estoy muy preocupado, en especial si nuevamente Kato ha humillado a Takeda con dos simples ataques—. Dije, claramente angustiado, recargándome un poco en la puerta que yacía cerrada, con intención.

    —Aunque... Hay algo que mencionó y... Sé que estaba en otro lado pero, Rengo. Somos amigos... ¿Cierto?—. Pregunté, mientras empezaba a estar tenso de nuevo.
    >>Quiero decir, sé que casi no nos conocemos, pero admiro mucho a los Harima, inclusive a tu padre. Aunque sea muy rudo... Pero, también me habría gustado conocer a Hana. Y... dime, ¿qué hacías en Tsu, Rengo? ¿En qué momento obtuviste aquella caja musical?—. Pregunté, mientras ahora le clavaba la mirada.
     
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    Amelie

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    Santuario (Rengo; Kuroki)
    Rengo se relajó por completo dejándose caer en el suelo con delicadeza, llevando su mano al estómago —El budismo no te va a ayudar en eso— observó como deslizó la puerta detrás suyo, le pareció extraño siendo que él creía que estaban solos, Kuroki era alguien precavido a diferencia de él —¿De dos golpes lo derrotó? —respiró con profundidad para después toser un poco debido a su reciente herida — Si, estoy nervioso; Kato me quiere muerto y aquí estoy, escondiéndome mientras se me ocurre que hacer, no soy bueno ideando planes o concentrándome en sólo un pensamiento; y estoy sólo pensando en cómo me matará, en que momento, en que lugar...— Kuroki se recargó en su única salida de aquella habitación, se comenzó a sentir intimidado —...a mano de quién.

    Rengo negó mientras masajeaba sus propias manos, se notaban pálidas así que seguramente estaba tratando de calentarlas, otra señal de su nerviosismo —Yo no soy un Harima; nunca lo voy a ser, Kato sólo le da el apellido a los hijos que cree puedan representarlo como es debido, Jiin; Takano y Shinrin, yo no soy como ellos ante él— se levantó temeroso al sentirse arrinconado, su tranquilidad se esfumó al escuchar las buenas palabras hacia Kato y Hana —Te has evitado una decepción, es mejor crecer sin haber conocido a Hana o a Kato— sonrió —Esta es mi habitación, mi sitio seguro; tu lo entenderás porque veo que eres alguien sensible y creo que tu tienes al menos a alguien a quien recurrir cuando estás triste, yo no tuve eso, así que aquí siempre regresaba a llorar aquí cuando era niño; porque no podía llorar en mis entrenamientos, no podía llorar con mis hermanos porque pasaba tan poco tiempo con ellos que prefería divertirme cuando se daba el momento. Tampoco podía llorar con Yuzuki —negó — Sentía que si lo hacía la preocuparía, porque ella siempre se preocupó por nosotros cuatro, no iba a arruinar su vida con mis problemas infantiles —miró a su alrededor, aquel desastre de habitación, se sintió acorralado por las preguntas de Kuroki, preguntas que no respondería—Estás cuatro paredes me conocen mejor que cualquier ser vivo. ¿Puedes imaginarlo? Así que estoy acostumbrado a que las personas vengan a interrogarme o a golpearme; crecí sabiendo que podía morir en cualquier momento —colocó su mano en su pecho; sus palabras eran tranquilas, bastante internalizadas —Crecí sabiendo que soy más útil muerto que vivo.

    Le dio la espalda sin temor a su respuesta, como si esperara el ataque pero no quería verlo venir; seguramente Kuroki había escuchado lo de Hana, seguramente tomaría venganza por haber despojado de su madre a Takeda, su señor, su maestro, su amigo —Me encantaría decir que somos amigos; pero no lo somos. Y en verdad lo siento que no pueda ser así.

     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Takeda estaba fuera de peligro y podíamos respirar tranquilos...solo por el momento.

    En el local estábamos presentes solo algunos especialistas en botica y venenos. Yuzuki, Natsu y el tipo ebrio, aunque aparentaba sobriedad en ese momento, me sorprendió algo que poseyera tal conocimiento, no debería juzgar a alguien solo por ciertos detalles.

    Antes de preguntar, Shinrin dejó a Takeda en reposo centrando así su atención en nuestra presencia, la razón de requerirnos era acerca de una nueva receta; Bufotoxina.

    Cuando la "clase" inicio Shinrin explico las dosis necesaria para marcar la diferencia entre una artimaña de combate no letal y una sustancia mortal donde no existe antidoto alguno...un veneno muy adecuado si no deseabas matar a la primera, una receta comoda en mi opinión.

    Memorice la imagen de aquel extraño hongo que brotaba en los bosques donde podíamos extraer el veneno para su elaboración. Lo más interesante ocurrió cuando Shinrin mostró unas curiosas armas; agujas...unas armas utiles para los expertos en el sigilo, aquellas agujas, eran de las que escuché en las historias sobre ataques ninja. Sigilo...venenos...trampas sorpresa de veneno gradualmente el Nin abarcaba cada vez más influencia en mi.

    —Pues a mi parecer es un desperdicio—intervine amable una vez su explicación termino— Veo a una gran maestra en ti...muchos estarían dispuestos a ser tus aprendices...solo digo— dije mientras tomaba el ingrediente, aquel cumplido no iba mucho al caso pero asumí que hacía falta algo de calidez en tan aciagos momentos para el clan.

    —Gracias por la receta—agradeci con una reverencia— supongo que no habrá molestia en elaborar algo de Bufotoxina aquí mismo— comenté mientras estudiaba la falsa oronja en mis manos.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi
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    Kenzo se mantuvo con aquella mirada hostil normal en él, sin dar indicio alguno de cuánto empatizaba con sus palabras, logrando mantener una leve tensión en ella que solo aumentó en cuanto empezó a escuchar la respuesta del hombre. Le dio a entender que la posición de él era la más común, odiar a los chinos debido a las palabras e ideas otorgadas por los mayores, cosa que estuvo lejos de ocurrir con ella. Su madre supo ganarse el respeto de quienes la rodeaban, por lo que cuando tuvo consciencia de los comentarios a su alrededor bien no tenían cosas denigrantes para decir o se las callaban por conveniencia, manteniendo intacta la burbuja en la que vivió por bastante tiempo.

    De todas formas, el par de suspiros pesados que soltó al llevarse el flequillo hacia atrás con cierta frustración demostraba lo descontenta que estaba con que Kenzaburo compartiera el odio de Hideyoshi, aunque con sus últimas palabras parecía estar lejos de igualarse al del más viejo, eso le ayudó a menguar cualquier tipo de rabieta que estuviera formándose en su interior. Luego Kenzaburo la abrazó, no se lo había esperado como era costumbre, por lo que se demoró un poco en corresponderlo. Ya aferrada a la tela de la espalda cerró los ojos dejando escapar el aire contenido por la nariz, relajándose por la caricia en su cabello notando otra vez el cansancio que se cargaba por el veneno. Estaba de acuerdo que fue mejor que él no presenciara todo el escándalo que se formó, en realidad nadie merecía verlo, pero de todas formas mantenía cierta curiosidad por cuáles habrían sido sus acciones; ¿hubiera apoyado Hideyoshi o se colocaría al lado de ella al verla llorar? Veía una posición neutra como la más probable, aunque a propias palabras de Kenzo era imposible de saber con exactitud.

    Se separaron poco después de que le preguntara dónde estaba Takeda y el viejo conflictivo, por suerte no hizo falta responder lo que no sabía, pues Hideyoshi no demoró en aparecer por el pasillo más cercano acompañado de Kirara, sin rastro de Takeda. Kenzaburo no dudo en seguirles y Mao, a falta de algún plan para el día más allá de hablar un par de cosas con Misato y el mismo Hideyoshi, optó por imitarlo. De paso y podría enterarse dónde estaba el líder, pues con lo poco que podía concluir debería estar presente por lo de Murai, cosa que hasta el momento no era así.

    Una vez frente a la celda del cautivo saludó a Kirara inclinando un poco la cabeza, con la expresión seria de costumbre mezclada con cansancio. Tampoco le pasó desapercibida la mirada que le brindó Kenzaburo a la mujer, tan distinta a la que presenció en Kai que le hizo alzar una ceja con clara confusión. El saludo de Hide hacia su maestro le saco un chasquido de lengua y desvió la vista casi reflejando su desagrado. Tras eso no demoró en respaldarse en los barrotes de la celda enfrente a la de Murai, manteniendo cierta distancia del resto, nada interesada en involucrarse en lo que fueran a hacer con el tipo.
     
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    Monpoke

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    Riku

    Teniendo el permiso de Kirara para andar, la dejo en la mazmorra con Murai y los tres Minamoto. Quedaría esperar no suceda nada grave.

    Me dirigía a la Herbolaria. En ningún momento tuve previsto visitar este lugar de nuevo. Así solo se dio, querer extender mi conocimiento de botica.

    No lo vi sencillo, el armar un discurso que me haría ganar el aprender de Shinrin. Por suerte, solo tuve que entrar y me metió directamente a un grupo para aprender a contrarrestar un tipo de veneno.

    Preste atención lo más posible esta clase, esperando que en el momento de importacia logre recordar lo dicho hoy.

    Acepto los materiales ofrecidos, dispuesto a ponerme triturar el carbón en el mortero ahora mismo. Quien sabe cuando volveré a estar en una herbolaria, mejor tener todo preparado.

    Esta enseñanza me parece suficiente. La razón de estar aquí esta complicada, me pregunto si debería regresar a la mazmorra inmedatamente tal como prometí.

    Claramente vi a Takeda al entrar. No da la señal de despertase rápido.

    Por un segundo, y solo durante eso, quise saquear un poco de alcohol de la clínica...

    Sin buscar entrometerme en su charla, agradezco y me despido de Shinrin. Saliendo a las calles
     
    Última edición: 16 Diciembre 2020
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Kuroki
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    Observé a Rengo mientras se iba sentando en el suelo, sujetándose su herida ya tratada, observé sus gestos, sus acciones... escuchaba con atención cada palabra.
    Así que estaba nervioso por su padre, porque lo quería muerto. Eso ya estaba resuelto, al menos eso creo, la actitud tan enigmática de Rengo al menos en Shizuoka no me ayudaba a zanjar todo de una realmente. Igual ya no valía insistir en eso.

    "... a mano de quién."

    ¿Acaso me está incluyendo en esa lista?
    Noté su claro nerviosismo, parecía estar a punto de caerse en cualquier momento, no reconocía al Rengo tan firme de siempre, parecía ser otro que, tenía una máscara que mostrar con todos siempre, cuando en el fondo es mucho más triste y frágil de lo que es.
    Siguió hablando, frunciendo el ceño para con lo de Hana ¿No valía la pena conocerla? Luego comenzó a relatarme parte de su vida, de tener su faceta de siempre seguramente me habría molestado pues estaba claro que estaba desviando el tema. Pero su tristeza la sentía verídica, tal vez yo no pasé por lo que él, cierto. Pero tampoco me perdonaba que viviera así, que hubiese tenido una vida tan mala.

    "Crecí sabiendo que soy más útil muerto que vivo"

    Por dios, Kato... ¿Pero qué le has hecho?

    Observé cómo me daba la espalda, mientras soltaba su último diálogo. Diálogo que me dio una punzada severa, una que no sabía porqué me dolía en serio. Una que... de alguna manera, no veía venir.

    Al final, le clavé la mirada, para ahora sí tomar mi katana, y desenfundarla, haciendo el característico sonido cuando se hace, pero antes de hacer nada, dije:
    —¿Crees que soy un salvaje, Rengo? ¿Crees que vine aquí para atormentarte más? Pues siento mucho decirte que yo si te veo como un amigo mío, y... ¿sabes? Siento también que sea así—. Dije, para después aventar mi katana a lado suyo, con la suficiente fuerza para que la viese caer aún estuviese de espaldas, quedándome desarmado.
    —Esa katana me la regaló mi madre, un mes antes de que cayese enferma de gravedad, una enfermedad desconocida, pero por como van las cosas, es probable y alguien la haya envenenado. Esa katana me la dió porque yo quería tomar este camino, Rengo. El de un guerrero, yo quería formarme como un samurai, y le demostré a mi madre que tenía algo más que solo talento. Por eso me la regaló, cuando técnicamente me "gradué" con el gran maestro que fue mi padre, Satou Fusatada. Yo le juré que me volvería un gran maestro espadachín, que no importaría que tan severo sería el viaje o los conflictos, sería el guerrero que yo siempre quise ser para enorgullecerla. Solo unos pocos meses más, por mucho que la tratamos, jamás volvió a levantarse... jamás volvió a poder tomar las cosas por ella misma... jamás-
    Solté unas cuantas lágrimas, gruñendo harto de ser tan sensible, de que tuviesen razón de mí.
    >>Dos semanas antes de su fallecimiento... jamás volvió a despertar—. Finalicé, visiblemente acabado, volviendo a ver a Rengo.

    —Me sorprende que ahora mismo te sientas intimidado. ¿Crees en verdad que soy intimidante? Tal vez estando furioso sí, en parte lo estoy, pero también tengo miedo y frustración como tú, Rengo. ¿Tu crees que no te entiendo? ¿Tu crees que cuando te dije en Shizuoka que quería conocerte eran palabras vacías? ¡No! ¡Porque es la verdad! En un inicio claro que no podía entenderte, para mi eres una persona enigmática. Pero todos tenemos una razón para hacer las cosas. No me importa si de verdad eres el asesino de Hana. Lo hiciste por algo, y yo quiero saber el porqué—. Dije, con cierto deje de angustia.
    —Sin en cambio—continué, —también hay algo más, lo de Hana tan solo es la punta. Y yo sé que entiendes a lo que me refiero, sé muchas cosas, Rengo, tal vez no demasiadas como me gustaría. Pero si vine aquí, es porque sé que tengo las suficientes. Pero si crees que he venido a matarte cuando me contestes mis preguntas, por favor. No soy Kenzaburo o... no sé, Kato, Takano, Yuzuki, Mao. ¡No sé! No soy un salvaje te lo repito. Quiero saber qué ha pasado porque tengo miedo de lo que pueda pasar, quiero intentar moverme antes de que Kato haga algo peor y evitar lamentarme después por no haber sabido todo lo que tenía que saber. Dices que temes que Kato te mate, entonces deja de estar aquí solo, y déjame estar contigo, Rengo, por favor. Yo estoy dispuesto a contarte todo de mí, porque ahora veo que he tenido razón—. Dije, ahora triste.
    —No somos muy distintos en actitud. ¿Tú estarías dispuesto a confiar un poco más en mí? ¿O seguirás hablando de forma algo ambigua para hacerme perder el tiempo? Me salvaste de tu padre en la entrada a esta ciudad, Rengo. Y ahora yo quiero corresponderte, sí, por muy estúpido que suene eso—. Dije, en parte alcaído, pues en parte no me podía creer lo que decía.

    —Ahora me he desarmado, te he dado técnicamente mi arma, solo quiero la verdad, Rengo. Claro que soy fiel a Takeda, claro que no me podía creer la noticia. Pero hay un porqué, siempre la hay, y yo confío no solamente en ti, si no que no fuiste tu...

    Porque hay algo que no terminaba de encajar en los hechos...
     
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    Amelie

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    Santuario (Rengo; Kuroki)
    Rengo miró caer la katana de Kuroki a su lado, podía seguir armado de otro modo; pero la acción era clara, no quería lastimarlo. Comenzó a hablar de la historia de su arma, de su madre y de lo desgarrador que fue para él perderla, no podía dejar de mirar la katana mientras cada palabra de Kuroki calaba profundamente, pero trató de contener su estado; pero se giró para no darle mas la espalda, debía afrontar la sinceridad de Kuroki, no podía ser tan cobarde. Al hacerlo lo vio llorar, y esa mirada la clavó sobre él, provocando que Rengo contuviera la respiración, no quería también romperse allí, no podía.

    "No me importa si de verdad eres el asesino de Hana. Lo hiciste por algo, y yo quiero saber el porqué"

    Rengo se dio cuenta que no estaba equivocado, que Kuroki lo sabía. Era evidente que el clan se enteraría tarde o temprano de las palabras que dijo ante Kato; se alejarían de él....

    "Lo hiciste por algo, y yo quiero saber el porqué"

    Desvió la mirada. Nuevamente se encontraba con esa curiosidad; las palabras de alguien que quería saber sus razones y entenderlo, Kohaku también lo había hecho dudar así, por eso lo alejó; por eso sintió vergüenza de que su sangre manchara la piel de lobo que le prestó. No trataban de juzgarlo. ¿Por qué?

    "...entonces deja de estar aquí solo, y déjame estar contigo"

    Rengo levantó la mirada. En Kuroki no sólo había curiosidad, sino también bondad. Sus ojos comenzaron a ver borroso, estaban llenos de lágrimas que se sostenían con fuerza para no caer, sus manos temblaban y su corazón parecía haberse alterado aun mas, ya no se sentía intimidado, Kuroki estaba desarmado y él no, aun así el que se sentía desarmado era él. Llevó sus manos a su cabeza mientras una lágrima escapaba de su rostro antes de que pudiera limpiarla. Después miró a Kuroki y sonrió, aquello era cierto, era experto en desviar el tema, llevarlo a un límite dónde la persona frente a él no pudiera tocarlo más, que sea tan incómodo o doloroso que la pregunta se desvaneciera en el aire. Los que crecieron con él lo conocían, sabían que no sacarían de él información, pues jamás le dijo a nadie como había sido su entrenamiento, jamás habló de sus sentimientos más profundos, y jamás decía sus acciones. Y allí estaba Kuroki, queriendo ir más allá a pesar del rechazo. Debía esforzarse más para poder esquivarlo o terminaría allí, volviendo a llorar por completo en esas cuatro paredes.

    Recogió la katana de Kuroki y se la extendió con ambas manos.

    —Una katana es como el alma de un samurai, si tu madre te la ha dado, algo de ella está allí; el viento que hace al cortar; el sonido que hace al desfundarse, eso debe ayudarte a recordar el amor que te tuvo — esperó a que aceptara la katana, aun temblaban sus manos, como si estuviera conteniendo demasiado en su interior —No la vuelvas a arrojar, es especial; lo sé por cómo hablas de ella.

    Sabía que con el peso del asesinato de Hana no podría seguir disfrutando aquellos momentos con el clan, también sabía que su viejo hogar ahora era más hostil con él que nunca. Había escondido secretos toda su vida y aprendido a lidiar con ello por su cuenta; ¿pero por qué ahora quería hablar? Sus manos temblaban del mismo modo con el que sostuvo su propia sangre el día anterior, recordando aquel frío de su vida abandonándolo en soledad absoluta. Pero el que lo salvó fue Natsu.

    Kuroki no creía que había sido él quien mató a Hana, y eso le preocupaba; debía seguir protegiendo a los demás sobre de él.

    —Veo que has seguido mi rastro de algún modo, sabes que pisé Tsu ¿Por qué aun dudas de que yo soy el culpable? —lo miró —¿Quieres que te cuente los detalles de su muerte para que puedas creerme? Dices confiar en mi pero no crees en mis palabras ¿Por qué debo justificarme de la muerte de Hana si no crees que yo fui el culpable? — Rengo se comportaba así siempre, alejando a los demás, obligándolos a odiarlo, a temerle, a desconfiar de él, a mantenerse a distancia de su corazón. No podía perder el control como cuando Takano estaba muriendo en el bosque ¿Quiénes lo habían visto romperse allí? Nuevamente estaba pensando en otra cosa, nuevamente evadía sus sentimientos.



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    Mazmorra
    (Kenzaburo; Riku; Mao)

    Murai observó a Hideyoshi —No soy interesante, ustedes son los interesantes para mi— comenzó a oler con fuerza, después cerró su boca y sopló por su nariz para destapar el tapón de sangre que le impedía percibir aquel sutil aroma —hueles a cianuro, estás cargando alguna fruta vieja contigo ¿No es cierto? ¿Hay algo más? —preguntó curioso.

    Kirara respondió al saludo de Mao con cortesía —Tu sudor...— mencionó al observar la apariencia de Mao —Deberías ir a la herbolaria a que traten esos efectos, ayer yo los tenía después de salir del bosque, te darán un agua horrible pero te sentirás mejor —decía con genuina preocupación, Kirara odiaba los venenos.

    Después Murai observó a Mao y sólo sonrió —Son maravillosos los venenos, traer una enfermedad en un frasco, cargar la muerte en el filo de un arma. Maravilloso.




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    Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Misato; Shinrin; Riku; Yuzuki; Natsu)

    Shinrin escuchó la voz de Misato y se ruborizó orgullosa —Si tuviera más por enseñarles lo haría, sólo podría ayudarlos si han encontrado ingredientes raros en su camino hacia acá. La bufotoxina es un invento de alguien nacido aquí en Kamakura; pero las agujas han sido agregado mío —sonrió —yo sólo he mejorado su eficacia con las dosis, seguramente podrán crear algo mejor cuando sus habilidades también se incrementen —dijo acercándose a Misato —Puedes realizar la bufotoxina aquí mismo, por fortuna no es tan peligrosa su manipulación así como con las ranas.

    Después observó como Riku preparaba el carbón, tenía delicadeza en sus movimientos; terminó rápido y se alejó. Después Shinrin se acercó a Yuzuki, y susurró al oído para que sólo ella pudiera escuchar —Tomaste la saya, ¿cierto? —su mirada era severa, nuevamente recordando a la de Takano.

    Mientras tanto Togashi seguía junto a Takeda quien comenzaba a reaccionar, pero sin despertar por completo.



    Calles de Kamakura (Riku)

    Riku salió de la herbolaria, las calles estaban vacías, las pocas personas que caminaban por ellas lo miraban con recelo, Riku podía notar que cada una de ellas estaba armada, no eran ciudadanos normales, posiblemente todos allí eran guerreros de un modo u otro; por ello le molestó más el hecho de que no existiera un herrero en la ciudad, al menos uno con el que se pudiera hablar.

    Allí se encontró con Shinko, quien paseaba tranquilamente con Inosuke en dirección al puerto.



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    Conforme iba hablando, seguía viendo las reacciones de Rengo, pero eran más como de rechazo, de alguien que no quería terminar de abrirse, como si algo muy malo a ojos ajenos lo fuesen a juzgar. Pero... más allá de eso, no estaba viendo a alguien que sentía culpa, era... mas bien, como de alguien que estaba en un dilema interno.

    Al final por fin me miró por más tiempo, había notado cómo una lágrima se le había escapado, había notado como contenía muchas más y eso en lugar de hacerme sentir mal era lo contrario... Me intrigaba cada vez más, tanto que no sabía realmente que pensar, pero yo confiaba en que no era una mala persona.
    Noté como sus manos temblaban, cómo la angustia era palpable en él, era... como si en verdad no confiara en mi gesto, y aún así yo me atreviese a siquiera ponerle un dedo encima. ¿Porqué... porqué pensar de esa manera?

    Al final, se agachó para tomar mi katana y extendérmela de vuelta con ambas manos, aún temblorosas.
    Habló nuevamente, ahora mencionando lo especial que era, y lo sabía, sonreí mientras reía apenas un instante, agachando un poco la mirada. Lo que decía era cierto pero nuevamente, estaba desviando el tema.
    Aún así, me aproximé, aunque sostuve mi katana, me quedé ahí, sosteniendo al mismo tiempo sus manos... las sentía heladas, mientras le miraba con gesto triste aún.
    —Rengo... No seré el mejor para entender a las personas tan complejas, pero te lo estoy diciendo, para mi eres un amigo. Y no soporto verte así—. Dije, mirándole aún, aunque lo otro me hizo gemir un poco frustrado.
    ¿De verdad había sido él? No... no lo creo.

    —Esta bien, Rengo, te creo. Cuéntame a detalle cómo la mataste, anda. Cuéntame y te apuesto que no podrás ni llegar a relatar el primer ataque antes de que te me derrumbes de nuevo, en este estado dudo que puedas. ¿Porqué insistes tanto? No lo entiendo. ¿Qué quieres proteger? Esta claro que sabías de antemano que "confesar" tu acto te acarrearía severas consecuencias con los Harima, en especial con tu padre. Hacerlo sabías que traerías una gran desgracia a los Minamoto. Siempre hay una razón. Corriste el riesgo para algo mucho mayor, sabías que conseguirías algo cometiendo tal acto. Rengo por favor, tan sólo mírate. Si de verdad fuiste tú no te estarías derrumbando tanto, no suena a que lo hicieras con odio o siquiera con dolo—. Dije, para escuchar su pregunta final, pese a todo. No soltaba ni mi postura ni mi mirada, entre tomando sus manos como mi katana ahí mismo.
    >>Sí... Sé que digo que confío en ti pero no en tus palabras. Y eso es porque te he dicho que no solamente estoy confiando en ti, si no porque también confío en que no fuiste tú. Tengo una evidencia que me hace pensar en que el asesino es otra persona, y estoy temiendo que esté muy cerca de aquí. Rengo, yo podría contarte lo que hice en Nagoya. Pero no comprendo porqué insistes en decir que has sido tú, lo siento. Pero esa excusa no va a servir. Sé que ahora el ambiente es asfixiante, pero si no insisto, no sé cómo ayudarte. ¿Quieres que te odie, acaso? No... Así no funcionan las cosas conmigo. ¿Quieres que sea más directo? Esta bien... Sé que no fuiste tú, y el asesino es otro. ¿Y bien?—. Pregunté, aún alcaído, no me importaba llevarme toda la noche ahí, si era necesario para al fin hacer hablar a Rengo, por dios estamos a solas, yo mismo me he atrevido a hablar mal de mi propio maestro frente a Kato con tal de justificarlo un poco, ¿ni así podría saber si podía confiarle aunque fuese un secreto?

    Estaba claro que no lo mencionaba aún, pero mi evidencia clave era que Natsu había estado en Higashiomi, un territorio que un Taira controlaba, Masaki. Y eso era lo que precisamente me generaba conflicto, además de la frase de mi padre, y claro, el saber cómo diantres no fulminaron a Natsu siendo un Minamoto en ese entonces con aquél sitio. ¿Me van a decir que lo aceptaron por ser frío solamente?

    Y Rengo jamás estuvo en Higashiomi.
     
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    Santuario (Rengo; Kuroki)

    Las cosas le estaban saliendo mal, Kuroki era terco e insistente; parecía que sus viejas tácticas no funcionarían en él. Estaba acostumbrado a que los hijos de Kamakura lo dejaran ser, sin preguntas o reproches; por eso funcionaba tan bien junto a Natsu, el no ahondaba en el pasado de su vida, no insistía cuando el esquivaba. Pero ahí tenía ahora a Kuroki, quien no se iba a detener, así como tampoco lo hizo con Takano cuando lo lanzaba continuamente fuera del dojo en Nara, así como insistió en hablar incluso con Kato.



    Mientras Rengo ideaba otra estrategia de esquive sintió las manos de Kuroki, obligándolo a poner su mente en blanco por unos instantes. Nadie lo tocaba, todos rechazaban sus manos en Kamakura, era algo que sólo llegaba a hacer con Yuzuki pues con ella se sentía seguro. Aquel acto lo confundía, era algo tan normal en una persona que fue tratada con amor en su infancia, para Kuroki era algo que haría con cualquier otra persona; pero para Rengo era una pizca de cariño de alguien ajeno a él, era la primera vez que alguien se acercaba a él de ese modo; se asustó al tener sus manos sujetas, las miró, aun temblando.

    En verdad buscaba su amistad, no era una farsa por etiqueta de conducta.

    ¿Qué quieres proteger?

    —Yo...— dijo en voz baja.

    Sus palabras parecían bofetadas, debía hablar, pues Kuroki decía tener evidencia, si era así estaba cerca de dar con la verdad, le faltaban nombres, le faltaban razones y su curiosidad era un arma fuerte en Kuroki, si no era saciada no desistiría. Sus manos se calentaban en las suyas, le recordó a Yuzuki y sus cuidados con él, era lo más cercano a una madre que podía tener, y aquello le dolía. Le dolía tanto que los recuerdos lo comenzaron a llevar a sitios bastante obscuros, odiaba recordar, era demasiado, ese era su límite.

    Las lágrimas comenzaron a brotar de manera inconsciente, él seguía ensimismado en sus recuerdos por lo que no frenó el flujo continuo, como un pequeño río que por fin abría su cauce. Nuevamente lloraba en esas cuatro paredes.

    —Proteger es el fin de mi existencia; si no defiendo a aquellos que me han ayudado ¿De qué sirve estar vivo? — el dolor en su voz era real. Así se mantuvo por unos instantes hasta volver en si. Después con los ojos rojos miró hacia Kuroki.

    —Tal vez no murió a mi mano... —No quería arrastrarlo a sus problemas; pero tal vez no tenía opción. Separó sus manos de las de él —Pero fueron mis acciones y palabras las responsables de lo sucedido. Te diré que hay detrás de mi, te diré por qué Hana debía morir, te diré por qué me oculto de todos. Pero tu debes prometerme algo —dijo mientras respiraba con dificultad, aquello le costaba demasiado esfuerzo —Guardarás mi carga en tu corazón; no quiero que nadie mas sepa por lo que he pasado. Y dejarás de buscar respuestas a aquello que no te corresponde saber por tu propio bien —talló sus párpados, para después limpiar su nariz en su manga — Si no piensas prometerlo puedes dar media vuelta e irte, pero si piensas prometerlo —desenfundó un poco su katana, lo suficiente para hacer un corte en su mano, la sangre comenzó a fluir mientras Rengo le extendía su mano — Lo harás en un pacto de sangre. Y créeme, nadie puede romper un pacto de sangre conmigo.

    ¿En verdad confiaba en él? Esta era la manera de saberlo. ​
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Se había dedicado a escuchar las explicaciones de Shinrin con atención, al menos la parte de las agujas ya la sabía porque había sido ella quien le dijo que las usara en Rengo y Takano si era necesario, aunque al final, por su jugada, no lo había sido.

    Una dosis. Cansancio y fiebre.

    Dos dosis. Mareo.

    Tres dosis. Reducción de los latidos del corazón.

    Cuatro dosis. Parálisis.

    Cinco dosis. Muerte.

    Maravilloso, ciertamente.
    Les dejó los ingredientes correspondientes, ya fuese para el veneno o para su antídoto, de forma que no tardó en ponerse en marcha para preparar al menos esa primera dosis, ya gracia estaría luego en contar con el material para las siguientes. ¿Para qué pretendía usarlas? Ni idea por los momentos, pero si podía preparar la reserva en algún momento, pues iba a hacerlo.
    Escuchó a Shinrin hablar con Misato, respondiendo al halago de la chica, y antes de que pudiera añadir algo siquiera ya el intercambio había terminado, el ebrio se había ido y Shinrin se dirigió a ella.

    —¿Hmh? ¿Sospechas de un inocente perro, Shin? —respondió lo suficientemente bajo para que nadie más que ella la escuchara y se le formó una sonrisa extraña en el rostro, no había reaccionado siquiera a la mirada que le echó encima, parecida a las de Takano—. No tengo ganas de aflojar la quijada con tanta gente aquí metida de todas maneras. Puedes quedarte tranquila no tiré el poco veneno que le quedaba... Y tampoco le encajé el colmillo a nadie, por suerte.

    Iba a llevarse las reprimendas que le diera la gana a Shinrin soltarle, pero no planeaba que fuese allí frente a los quedaban, mucho menos frente a Gotho y Takeda, que ya empezaba a reaccionar.
     
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